Abigail Mjöllnir
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Fue una historia un poco larga, pero bastante esclarecedora en varios sentidos. Lo primero era que aquel ser era milenario, eso era... malo. No quería ponerse en contra a alguien con la experiencia de siglos de vida. En algún punto del pasado el clima de la isla de Drum era tan severo y glacial que llevaron el reino al interior, en la ciudadela que le habían mencionado antes.
Lo que decía aquel ente confirmaba que los invasores eran también los causantes de la aparición de aquel Lapahn enloquecido. Si habían alterado ese aceite... ¿lo estaban probando en los animales de Sakura? Por suerte para todos, las criaturas enloquecidas no pueden reproducirse, por lo que eran unas armas de un solo uso. Había algo de aquella historia que le escamaba, y era el hecho de que hablara como si no fuera una cosa reciente, según decía, llevaban un tiempo con ese trato.
—Hazel, tenemos que volver deprisa. Si consiguen usar ese aceite en humanos y los lanzan contra la población civil será una masacre —dijo mientras se levantaba —. Nos has ayudado bastante con esa información, al menos ahora entiendo algunas cosas —la otra única forma de ayudarla sería decirle exactamente cual era la disposición de la ciudadela, quizá algún plano, pero dudaba que existiera algo así tras siglos de abandono por parte de los habitantes.
Ahora sabían que no había ningún ejército, que se encontraba en la ciudadela, cómo entrar y, a juzgar por la estalactita de arcilla, también podía hacerse una idea del poder que podía manejar. Ya era más de lo que podía pedirle a aquella criatura. Ahora. Antes se habían dividido, lo que significaba que Roland o Kohaku habían entrado en la ciudadela. Puede que se lo hubieran encontrado ya... pero con semejante habilidad acabarían necesitando ayuda.
Tampoco se le escapó el que dijera que habían traído gente a la fuerza, tendría que ocuparse también de eso. Y si lo tenía que relacionar con eventos recientes...
«Revisad los carteles recientes que repartió la Marina, los de los piratas de hace dos siglos. Tenedlos a mano, quizá sea uno de ellos. Y si no lo es voy a sacarle información» transmitió aquella orden específicamente a una de sus habitantes para que acudiera a la sala de mando y empezara a revisar los carteles de Se Busca más sonados de las últimas semanas. Como tenía aquella dimensión para almacenarlos, Abi tenía la costumbre de recoger todos y cada uno de los carteles, los de aquella gente debían estar allí también.
—Muchas gracias por la información, os dejaré tranquilos ahora, no quisiera buscaros más problemas —dijo, haciendo al mismo tiempo una pequeña reverencia —. Ah, no me he presentado... me llamo Abigail —se presentó y, si nadie se lo impedía, volvería al lugar donde se habían separado solo que esta vez tomaría el camino de la escalera, hacia la ciudadela.
Lo que decía aquel ente confirmaba que los invasores eran también los causantes de la aparición de aquel Lapahn enloquecido. Si habían alterado ese aceite... ¿lo estaban probando en los animales de Sakura? Por suerte para todos, las criaturas enloquecidas no pueden reproducirse, por lo que eran unas armas de un solo uso. Había algo de aquella historia que le escamaba, y era el hecho de que hablara como si no fuera una cosa reciente, según decía, llevaban un tiempo con ese trato.
—Hazel, tenemos que volver deprisa. Si consiguen usar ese aceite en humanos y los lanzan contra la población civil será una masacre —dijo mientras se levantaba —. Nos has ayudado bastante con esa información, al menos ahora entiendo algunas cosas —la otra única forma de ayudarla sería decirle exactamente cual era la disposición de la ciudadela, quizá algún plano, pero dudaba que existiera algo así tras siglos de abandono por parte de los habitantes.
Ahora sabían que no había ningún ejército, que se encontraba en la ciudadela, cómo entrar y, a juzgar por la estalactita de arcilla, también podía hacerse una idea del poder que podía manejar. Ya era más de lo que podía pedirle a aquella criatura. Ahora. Antes se habían dividido, lo que significaba que Roland o Kohaku habían entrado en la ciudadela. Puede que se lo hubieran encontrado ya... pero con semejante habilidad acabarían necesitando ayuda.
Tampoco se le escapó el que dijera que habían traído gente a la fuerza, tendría que ocuparse también de eso. Y si lo tenía que relacionar con eventos recientes...
«Revisad los carteles recientes que repartió la Marina, los de los piratas de hace dos siglos. Tenedlos a mano, quizá sea uno de ellos. Y si no lo es voy a sacarle información» transmitió aquella orden específicamente a una de sus habitantes para que acudiera a la sala de mando y empezara a revisar los carteles de Se Busca más sonados de las últimas semanas. Como tenía aquella dimensión para almacenarlos, Abi tenía la costumbre de recoger todos y cada uno de los carteles, los de aquella gente debían estar allí también.
—Muchas gracias por la información, os dejaré tranquilos ahora, no quisiera buscaros más problemas —dijo, haciendo al mismo tiempo una pequeña reverencia —. Ah, no me he presentado... me llamo Abigail —se presentó y, si nadie se lo impedía, volvería al lugar donde se habían separado solo que esta vez tomaría el camino de la escalera, hacia la ciudadela.
- resumen:
Terminar de hablar con AncientSetamon y pensar movidsa. También pide a sus habitantes que revisen los carteles de Se Busca que repartió la Marina según la introducción del evento para intentar averiguar el nombre del señor ese cuando se lo encuentre y pueda verle la cara, asumo que como cazarrecompensas de cierto calibre podría tenerlos a mano.
Si nadie la para se irá a la ciudadela por el camino que tomó Kohaku.
Freites D. Alpha
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Cerrar los ojos y meditar, era uno de los estados que más eran disfrutados por el joven rey de la forja. Después de dar sus órdenes, se tomaría el tiempo para alejar su mente de la realidad para simplemente sumergirse en su mundo. ¿Te interesa saber que ocurre en la mente del pequeño? Por mi parte sería interesante narrarte un poco de lo que ocurre en su mente.
La mente de Alpha es como un enorme tablero de ajedrez. Uno tan enorme, que puede incluso llegar a ocupar no solo las clásicas fichas blancas y negras, también podemos toparnos con piezas de diferentes tipos de facciones. El tablero que poco a poco se va llenado de fichas importantes. Un tablero que aún está cubierto por mucha niebla de guerra y, aún quedan muchos jugadores que descubrir.
<La guerra... Es un lugar magnifico.> Podía visualizar su pequeño barco en aquel enorme tablero de juego. Recorriendo por la ría cada vez que le tocaba su turno. El pequeño siempre que terminaba, se tomaba el tiempo para mirar alrededor y observar un sinfín de figuras sentadas a su alrededor. Haciendo jugadas y movimientos en la niebla de guerra. Alpha se emocionaba cada vez más y más. Sonreía y simplemente se limitaba a simplemente observar como todo iba transcurriendo. Pero pronto, una de los jugadores comenzaría a platicar utilizando aquel den den mushi. Su voz era bastante mayor, fija entre los cuarentas o cincuentas. Cada palabra que aquella figura anónima decía realmente resultaba ser música para los oídos del joven capitán. Incluso que le preguntaran como estaba aquel sake le causaba algo de gracia. Una vez Jace terminara de platicar con aquella figura, extendería su brazo para que le pasara el mushi. El joven rey de la forja tenía unas cuantas palabras que decirle.
- Es muy aburrido disfrutar el Sake solo sin buena compañía. – Dijo eso para luego dar un gran trago. – Así que espero pronto conocer a mis nuevos aliados para poder brindar como se debe. Así lo proclama Freites D. Alpha. - La expresión de Alpha obviamente se reflejaría en el mushi del otro lado. Unos ojos totalmente sedientos de batalla y una sonrisa que era el claro reflejo de un chico con un juguete nuevo. – Donde se encuentre la guerra, allí estaré. Pero antes, debería quitarme esta basura de veneno que tengo encima. ¿Dónde consigo a algunos de tus médicos? Tengo muy poco tiempo y por lo que he oído, a Lady Payne no le gusta esperar mucho.
Una vez aquel hombre contestara, el pequeño le regresaría el mushi a Jace. – Te encargo la comunicación con nuestros aliados, Seasoning. - Por otro lado, el pequeño capitán daría un silbido haciendo que la super ave aparezca en escena a su lado y exigiendo la presencia de Zira. – Espero que no haga ninguna estupidez...
La mente de Alpha es como un enorme tablero de ajedrez. Uno tan enorme, que puede incluso llegar a ocupar no solo las clásicas fichas blancas y negras, también podemos toparnos con piezas de diferentes tipos de facciones. El tablero que poco a poco se va llenado de fichas importantes. Un tablero que aún está cubierto por mucha niebla de guerra y, aún quedan muchos jugadores que descubrir.
<La guerra... Es un lugar magnifico.> Podía visualizar su pequeño barco en aquel enorme tablero de juego. Recorriendo por la ría cada vez que le tocaba su turno. El pequeño siempre que terminaba, se tomaba el tiempo para mirar alrededor y observar un sinfín de figuras sentadas a su alrededor. Haciendo jugadas y movimientos en la niebla de guerra. Alpha se emocionaba cada vez más y más. Sonreía y simplemente se limitaba a simplemente observar como todo iba transcurriendo. Pero pronto, una de los jugadores comenzaría a platicar utilizando aquel den den mushi. Su voz era bastante mayor, fija entre los cuarentas o cincuentas. Cada palabra que aquella figura anónima decía realmente resultaba ser música para los oídos del joven capitán. Incluso que le preguntaran como estaba aquel sake le causaba algo de gracia. Una vez Jace terminara de platicar con aquella figura, extendería su brazo para que le pasara el mushi. El joven rey de la forja tenía unas cuantas palabras que decirle.
- Es muy aburrido disfrutar el Sake solo sin buena compañía. – Dijo eso para luego dar un gran trago. – Así que espero pronto conocer a mis nuevos aliados para poder brindar como se debe. Así lo proclama Freites D. Alpha. - La expresión de Alpha obviamente se reflejaría en el mushi del otro lado. Unos ojos totalmente sedientos de batalla y una sonrisa que era el claro reflejo de un chico con un juguete nuevo. – Donde se encuentre la guerra, allí estaré. Pero antes, debería quitarme esta basura de veneno que tengo encima. ¿Dónde consigo a algunos de tus médicos? Tengo muy poco tiempo y por lo que he oído, a Lady Payne no le gusta esperar mucho.
Una vez aquel hombre contestara, el pequeño le regresaría el mushi a Jace. – Te encargo la comunicación con nuestros aliados, Seasoning. - Por otro lado, el pequeño capitán daría un silbido haciendo que la super ave aparezca en escena a su lado y exigiendo la presencia de Zira. – Espero que no haga ninguna estupidez...
- Resumen:
- - Meditar.
- Re confirmar la alianza con los piratas de Payne.
- Preguntar por un medico.
- Llamar la Zira para idear un plan.
Roland von Klauswitz
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No se dio cuenta de lo cerca que había estado de quedar enterrado hasta un rato después. En ese momento, con el bloque de hormigón en las manos y la respiración acelerada por el brío del combate, ya podía haberse derrumbado el cielo sobre su gordo culo. Roland reía antes de descargar un nuevo golpe contra aquel tipejo, aunque un tanto contrariado porque no parecía ni enterarse. Su brazo colgaba inerte, fofo e inútil como la polla de un viejo, pero él no emitía ni un sonido, como si le diera igual. Era un poco molesto. Le cabreaba. Eso respondía a lo que le habían dicho los psicólogos cuando era niño: como a todos los abusones, Roland odiaba cuando sus víctimas se mostraban indiferentes.
Al final le hizo hablar. Se plantó ante él sin defensa alguna, decidido a aceptar su merecido destino. Roland, con la espalda dolorida por levantar peso tanto rato, se preparó para descargar el último golpe. Pero el pirata encontró una forma de fastidiarle aún más el momento. Una forma rara y un poco asquerosa.
Estalló. O algo tan parecido en sus efectos que para Roland no había diferencia alguna. Ese tipo se estaba licuando. Chorreaba un barro marrón a través del hueco de su pecho como si fuese el ojete de un perro enfermo y diarreico. Roland se cubrió, creyendo que se le estaba cagando encima. Soltó el arma y se tapó la cara, poniéndose de lado en un intento de escapar de aquella puta repugnancia. Notó varios pinchazos en la tripa y el brazo, pero no les prestó atención. Iba a matar a ese cabrón incontinente. Volvería a meterle todo eso en los intestinos a base de patadas, y luego lo despanzurraría otra vez de un tiro.
Sin embargo, no quedó rastro de él. Tan solo la armadura, hueca y sucia, estaba ya ante él. Eso era absurdo, pero a quién coño le importaba. Roland estaba demasiado ocupado tratando de limpiarse como para preocuparse. Si ese mamonazo había escapado desnudo de algún modo ya lo atraparía.
Se acercó a Rudolf y contempló con desagrado los rayones que las rocas habían dejado en la carrocería. Luego comprobó que todavía arrancaba y se calmó un poco. Se limpió con su bandana, que había quedado tirada por ahí. No quedó impoluto, pero tampoco iba a una puta fiesta. También se quitó las extrañas púas como de cerámica que se le habían clavado aquí y allá. Un lingotazo a su petaca hizo que el dolor se disipara, y una generosa bolsa de dulces generados y devorados a regañadientes se ocuparían de que dejaran de sangrar antes de estropearle las botas.
Vaya día llevaba... Uno sin cara, otro enterrado en la nieve, otro descompuesto en caca. No había conseguido nada por lo que fuesen a pagarle. Decidió coger la moto y preguntar a los trabajadores de ese sitio dónde estaban los jodidos piratas. Estaba de mal humor, así que no le importaría tener que disparar a uno para que el resto hablara.
Al final le hizo hablar. Se plantó ante él sin defensa alguna, decidido a aceptar su merecido destino. Roland, con la espalda dolorida por levantar peso tanto rato, se preparó para descargar el último golpe. Pero el pirata encontró una forma de fastidiarle aún más el momento. Una forma rara y un poco asquerosa.
Estalló. O algo tan parecido en sus efectos que para Roland no había diferencia alguna. Ese tipo se estaba licuando. Chorreaba un barro marrón a través del hueco de su pecho como si fuese el ojete de un perro enfermo y diarreico. Roland se cubrió, creyendo que se le estaba cagando encima. Soltó el arma y se tapó la cara, poniéndose de lado en un intento de escapar de aquella puta repugnancia. Notó varios pinchazos en la tripa y el brazo, pero no les prestó atención. Iba a matar a ese cabrón incontinente. Volvería a meterle todo eso en los intestinos a base de patadas, y luego lo despanzurraría otra vez de un tiro.
Sin embargo, no quedó rastro de él. Tan solo la armadura, hueca y sucia, estaba ya ante él. Eso era absurdo, pero a quién coño le importaba. Roland estaba demasiado ocupado tratando de limpiarse como para preocuparse. Si ese mamonazo había escapado desnudo de algún modo ya lo atraparía.
Se acercó a Rudolf y contempló con desagrado los rayones que las rocas habían dejado en la carrocería. Luego comprobó que todavía arrancaba y se calmó un poco. Se limpió con su bandana, que había quedado tirada por ahí. No quedó impoluto, pero tampoco iba a una puta fiesta. También se quitó las extrañas púas como de cerámica que se le habían clavado aquí y allá. Un lingotazo a su petaca hizo que el dolor se disipara, y una generosa bolsa de dulces generados y devorados a regañadientes se ocuparían de que dejaran de sangrar antes de estropearle las botas.
Vaya día llevaba... Uno sin cara, otro enterrado en la nieve, otro descompuesto en caca. No había conseguido nada por lo que fuesen a pagarle. Decidió coger la moto y preguntar a los trabajadores de ese sitio dónde estaban los jodidos piratas. Estaba de mal humor, así que no le importaría tener que disparar a uno para que el resto hablara.
- Resumen:
- Roland decide buscar e interrogar a los trabajadores de la mina para saber dónde hay piratas. A ser posible alguno que no se derrita.
Kohaku Sato
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—Solo espero que esta vez la curiosidad no mate al gato —bromeó Kohaku un poco traspuesto.
Su mirada se había fijado desde hacía rato a la mano que aquel extraño sujeto se había cortado, de la cual brotaba una cantidad considerable de sangre para su gusto. Soltó un suspiro y se alejó de él, cerrando los ojos durante un breve instante, centrando sus sentidos en lo que le estaban contando, e inhalaba oxigeno hasta inflar su pecho, para luego expulsarlo de golpe; calmándose a sí mismo.
«Vamos, que tan solo es poco de sangre. Tú puedes soportarlo, Kohaku», se dijo en voz baja, sin atreverse a mirar de nuevo a su guía histórico-cultural. Sin embargo, lo que escuchaba pareció de nuevo las palabras de un sectario un tanto ido de la cabeza.
—¿Piratas Kepler? —preguntó en voz alta con cierta duda. Era probable que el moreno no fuera la persona más aplicada en el ámbito académico, eso estaba muy claro si alguien leía su expediente, pero si lo era a la hora de trabajar. Se había memorizado los piratas, revolucionarios y criminales más importantes de los últimos años, así como su recompensa más reciente, y no había escuchado nunca nada de unos piratas llamados Kepler—. No me suenan de nada —prosiguió—. Y tu señora…, ¿está por aquí? —inquirió—. «Si es que hay una señora», se dijo para sí mismo.
Y de pronto, una figura de cerámica apareció frente a él. Era una copia calcada de él mismo, que portaba una armadura parecida a la suya y una espada. Su rostro era completamente inerte, pero al mismo tiempo parecía tener vida propia. El sujeto usa su mano para manchar la cara y la espada del muñeco de cerámica de sangre, algo que molesta al moreno que recula casi por instinto, y lanza una onda cortante.
Era una ofensiva lineal, básica en la educación de cualquier espadachín que se enfoque en la fuerza bruta para sus ataques, así que aprovechando la distancia que los se paraba dio un salto lateral para esquivarla a duras penas, y se incorporó con su katana en ristre.
—Así que esto es lo que quieres, ¿verdad? —le preguntó, desenfundando su segunda espada también—. Pues que así sea.
Kohaku se impulsó hacía su doble de arcilla usando su destello divino para impulsarse hacia la cerámica, no obstante, no la atacó, si no que aprovechó la velocidad para bordearla y tratar de atacar al sujeto con el que había estado hablando, trazando un doble tajo en forma de cruz, de la cual emanaría también dos sendas ondas cortantes con las que trataría de matarlo.
«Si muere el invocador, también morirá su obra», se dijo el moreno.
Su mirada se había fijado desde hacía rato a la mano que aquel extraño sujeto se había cortado, de la cual brotaba una cantidad considerable de sangre para su gusto. Soltó un suspiro y se alejó de él, cerrando los ojos durante un breve instante, centrando sus sentidos en lo que le estaban contando, e inhalaba oxigeno hasta inflar su pecho, para luego expulsarlo de golpe; calmándose a sí mismo.
«Vamos, que tan solo es poco de sangre. Tú puedes soportarlo, Kohaku», se dijo en voz baja, sin atreverse a mirar de nuevo a su guía histórico-cultural. Sin embargo, lo que escuchaba pareció de nuevo las palabras de un sectario un tanto ido de la cabeza.
—¿Piratas Kepler? —preguntó en voz alta con cierta duda. Era probable que el moreno no fuera la persona más aplicada en el ámbito académico, eso estaba muy claro si alguien leía su expediente, pero si lo era a la hora de trabajar. Se había memorizado los piratas, revolucionarios y criminales más importantes de los últimos años, así como su recompensa más reciente, y no había escuchado nunca nada de unos piratas llamados Kepler—. No me suenan de nada —prosiguió—. Y tu señora…, ¿está por aquí? —inquirió—. «Si es que hay una señora», se dijo para sí mismo.
Y de pronto, una figura de cerámica apareció frente a él. Era una copia calcada de él mismo, que portaba una armadura parecida a la suya y una espada. Su rostro era completamente inerte, pero al mismo tiempo parecía tener vida propia. El sujeto usa su mano para manchar la cara y la espada del muñeco de cerámica de sangre, algo que molesta al moreno que recula casi por instinto, y lanza una onda cortante.
Era una ofensiva lineal, básica en la educación de cualquier espadachín que se enfoque en la fuerza bruta para sus ataques, así que aprovechando la distancia que los se paraba dio un salto lateral para esquivarla a duras penas, y se incorporó con su katana en ristre.
—Así que esto es lo que quieres, ¿verdad? —le preguntó, desenfundando su segunda espada también—. Pues que así sea.
Kohaku se impulsó hacía su doble de arcilla usando su destello divino para impulsarse hacia la cerámica, no obstante, no la atacó, si no que aprovechó la velocidad para bordearla y tratar de atacar al sujeto con el que había estado hablando, trazando un doble tajo en forma de cruz, de la cual emanaría también dos sendas ondas cortantes con las que trataría de matarlo.
«Si muere el invocador, también morirá su obra», se dijo el moreno.
- Resumen:
- Hablar + aturdirse un poco por la sangre + esquivar + atacar
Zira
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–¡MALDITO! ¡VEN AQUÍ! –Gritó furiosa al hombre que nadaba por su vida, ya faltaba poco para alcanzarlo, una sonrisa se dibujó en el rostro de Zira, pero entonces el tipo se dirigió a la orilla de hielo para sostenerse de ella y esperar a la mujer. Esto desconcertó un poco a la pirata. –"¿Se rindió?" –Se preguntaba en su cabeza. Cuando llegó a él y lo tomó del brazo, este se aferró al mismo e intentaba trepar con la pierna por el hielo, fue entonces que Zira notó que él no era el objetivo que buscaba. –¿Richard? ¿Qué mierda? –Decía llamándolo por su nombre mientras lo subía y lo dejaba en el hielo que resistía su peso por suerte.
Liberó una tos mientras temblaba por el frío, normal después de ser lanzado a aquellas aguas, aún temblando comenzó a formular palabras. –N-no sé que pasó… estaba yendo a las letrinas… todo se volvió negro …brrrr... luego desperté en el agua. –El frío le dificultó bastante hablar, se le notaba la piel más pálida de lo normal, el pobre necesitaba algo de calor.
La chica le soltó el brazo, lo miró fijamente, se le notaba muy seria. –¿Ya estás mejor? –Le preguntó con un suave tono, a lo que el hombre le asintió dos veces, ya se había puesto de pie, aunque las piernas le temblaban bastante. Sin previo aviso recibió un fuerte puñetazo en el rostro por parte de Zira, este cayó de costado al hielo con la nariz sangrando a chorros. –¡Maldito IDIOTA! UN PUTO VIEJO COJO TE NOQUEÓ, ERES UN DEBILUCHO DE MIERDA… –Sacó una de sus katanas y con la punta de la misma tocó la frente del hombre, quien la miraba temeroso. –Me dan ganas de matarte aquí y ahora, así nos ahorramos peso muerto… –Miró de reojo a los demás marineros, varios miraban desde el barco mientras que otros tres habían bajado para ver que ocurría, se acercaban con cautela por el hielo, ninguno tenía pinta de querer detenerla, aunque había alguna que otra mirada de odio. Volvió su atención a Richard. –No lo haré, más que nada porque no sé que diría el capitán. –Guardó su espada lentamente. –Pero una más y date por muerto. –El hombre simplemente tragó saliva y asintió aún con algo de miedo, ¿ella era la misma mujer con la que había compartido tragos y anécdotas? Le agradaba de verdad, ahora no sabía que pensar, pero estaba claro que no era alguien normal.
La muchacha se volteó hacia el grupo de tres, caminó hacia ellos solo para decirle un par de palabras. –No era el viejo, es Richard, lo usó de señuelo o algo. –Largó una especie de bufido por la rabia y enojo que llevaba encima. –Tú dile a los demás que revisen bien todo, y ustedes dos ayuden al idiota a subir. –Les indicó, los tres asintieron, al que le había dado la orden de avisar a los demás comenzó a volver al barco, ella estaba por hacer lo mismo pero uno de los otros dos llamó su atención con un toque en el hombro.
La chica se volteó hacia él con una expresión amarga. –El capitán solicita tu presencia. –Le informó para luego dirigirse hacia el hombre herido.
Zira no le dirigió palabra alguna y solo se encaminó hacia el barco, apuró un poco el paso, ignoró las miradas de sus compañeros, tomó su espada que había dejado antes de bajar y se encaminó al camarote del capitán. Ya cuando llegó al mismo se asomó por la puerta y dijo. –Capitán, el viejo escapó, el que estaba en el agua era uno de los nuestros, les dije a los demás que se movilicen por el barco por si sigue aquí arriba. –Le informó para luego largar un suspiro, enfocó su mirada en Jace un momento para luego volver al capitán. –¿Me necesita para algo? –Le preguntó a espera de nuevas órdenes.
Liberó una tos mientras temblaba por el frío, normal después de ser lanzado a aquellas aguas, aún temblando comenzó a formular palabras. –N-no sé que pasó… estaba yendo a las letrinas… todo se volvió negro …brrrr... luego desperté en el agua. –El frío le dificultó bastante hablar, se le notaba la piel más pálida de lo normal, el pobre necesitaba algo de calor.
La chica le soltó el brazo, lo miró fijamente, se le notaba muy seria. –¿Ya estás mejor? –Le preguntó con un suave tono, a lo que el hombre le asintió dos veces, ya se había puesto de pie, aunque las piernas le temblaban bastante. Sin previo aviso recibió un fuerte puñetazo en el rostro por parte de Zira, este cayó de costado al hielo con la nariz sangrando a chorros. –¡Maldito IDIOTA! UN PUTO VIEJO COJO TE NOQUEÓ, ERES UN DEBILUCHO DE MIERDA… –Sacó una de sus katanas y con la punta de la misma tocó la frente del hombre, quien la miraba temeroso. –Me dan ganas de matarte aquí y ahora, así nos ahorramos peso muerto… –Miró de reojo a los demás marineros, varios miraban desde el barco mientras que otros tres habían bajado para ver que ocurría, se acercaban con cautela por el hielo, ninguno tenía pinta de querer detenerla, aunque había alguna que otra mirada de odio. Volvió su atención a Richard. –No lo haré, más que nada porque no sé que diría el capitán. –Guardó su espada lentamente. –Pero una más y date por muerto. –El hombre simplemente tragó saliva y asintió aún con algo de miedo, ¿ella era la misma mujer con la que había compartido tragos y anécdotas? Le agradaba de verdad, ahora no sabía que pensar, pero estaba claro que no era alguien normal.
La muchacha se volteó hacia el grupo de tres, caminó hacia ellos solo para decirle un par de palabras. –No era el viejo, es Richard, lo usó de señuelo o algo. –Largó una especie de bufido por la rabia y enojo que llevaba encima. –Tú dile a los demás que revisen bien todo, y ustedes dos ayuden al idiota a subir. –Les indicó, los tres asintieron, al que le había dado la orden de avisar a los demás comenzó a volver al barco, ella estaba por hacer lo mismo pero uno de los otros dos llamó su atención con un toque en el hombro.
La chica se volteó hacia él con una expresión amarga. –El capitán solicita tu presencia. –Le informó para luego dirigirse hacia el hombre herido.
Zira no le dirigió palabra alguna y solo se encaminó hacia el barco, apuró un poco el paso, ignoró las miradas de sus compañeros, tomó su espada que había dejado antes de bajar y se encaminó al camarote del capitán. Ya cuando llegó al mismo se asomó por la puerta y dijo. –Capitán, el viejo escapó, el que estaba en el agua era uno de los nuestros, les dije a los demás que se movilicen por el barco por si sigue aquí arriba. –Le informó para luego largar un suspiro, enfocó su mirada en Jace un momento para luego volver al capitán. –¿Me necesita para algo? –Le preguntó a espera de nuevas órdenes.
- Resumen:
- -Rescató al marinero del agua y lo reprendió (de forma violenta) por haber terminado allí.
-Le dio la orden a un marinero de que busquen al viejo por el barco y a otros dos de que ayuden al hombre que recien sacó del agua.
-Uno de los marineros le dice que vaya al camarote del capitán.
-Recogió su espada y se dirigió al camarote, ya allí le informó al capitán de la situación actual y se quedó a espera de nuevas órdenes.
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¡La princesa! ¿Cómo era posible? La había visto en el castillo. Había sido secuestrada pues, o aquello era un engaño. No podían permitirse correr riesgos y dejarla a su suerte, tendrían que rescatarla. Y, si era la verdadera princesa... entonces había una impostora en el castillo. Debían informar de ello al rey o a su consejero. Sin embargo aquel tipo no los habría guiado hasta el lugar donde retenía a la princesa sin un plan. Podía ser que la princesa fuese de arcilla. O que la trampa estuviese en otro lado. En cualquier caso, ese tipo no los habría guiado hasta allí si no tuviese claro que sus planes fuesen a cumplirse. Sinceramente aquella situación no le gustaba. Se parecía demasiado a un plan de villano de opereta mala. Por ahora...
- Dejadme la armadura. Hay que salvar a la princesa y encargarse del tipo ese. Id con cuidado, algo trama.
Que él se encargase de aquella cosa sería lo mejor. Su especialidad era destruir objetos y derribar edificios al fin y al cabo. Se soltó la mochila y la dejó en el suelo, sacando dos objetos: uno era un cañón portátil alargado negro y blanco, similar a un lanzagranadas. El segundo era unos protectores auditivos que se puso al momento. Sujetando el cañón con la mano derecha, apretó la mano izquierda, tensando su antebrazo para preparar el tekkai kenpo. Iba a necesitar dispararle muy de cerca si quería causar el máximo daño posible. Y eso probablemente acabase implicando hacerse daño en el proceso. Un aura rojiza brotó de su cuerpo y le envolvió, aumentando su poder físico... y su violencia.
- Tekkai Kenpo, Shield.
En el momento en que la maza cayó sobre él, alzó el brazo izquierdo para cubrirse, centrando la protección en su antebrazo. Cuando la enorme masa de metal cayó sobre él, sabiendo que pese a su resistencia le aplastaría, hizo un enorme esfuerzo para desviar el arma hacia su izquierda, dejándola caer contra el suelo. Una sensación como un latigazo recorrió su extremidad, y tras completar el movimiento el brazo le cayó inerte a un lado. No sabía si estaba dislocado o si se le había roto algo, pero dolía como mil diablos. Sin embargo se limitó a sonreír maníacamente y levantar el brazo sano, apuntando a la mole de metal con su Cañón Sónico.
- Cae, cabrón.
Una cacofonía horrenda surgió del arma mientras el aire se ondulaba por la onda sónica, dirigiéndose hacia la armadura. La música del piano quedó ahogada por un momento por el arma, que tenía el potencial por la pura fuerza del sonido de destrozar objetos y estructuras que pillase por delante.
- Dejadme la armadura. Hay que salvar a la princesa y encargarse del tipo ese. Id con cuidado, algo trama.
Que él se encargase de aquella cosa sería lo mejor. Su especialidad era destruir objetos y derribar edificios al fin y al cabo. Se soltó la mochila y la dejó en el suelo, sacando dos objetos: uno era un cañón portátil alargado negro y blanco, similar a un lanzagranadas. El segundo era unos protectores auditivos que se puso al momento. Sujetando el cañón con la mano derecha, apretó la mano izquierda, tensando su antebrazo para preparar el tekkai kenpo. Iba a necesitar dispararle muy de cerca si quería causar el máximo daño posible. Y eso probablemente acabase implicando hacerse daño en el proceso. Un aura rojiza brotó de su cuerpo y le envolvió, aumentando su poder físico... y su violencia.
- Tekkai Kenpo, Shield.
En el momento en que la maza cayó sobre él, alzó el brazo izquierdo para cubrirse, centrando la protección en su antebrazo. Cuando la enorme masa de metal cayó sobre él, sabiendo que pese a su resistencia le aplastaría, hizo un enorme esfuerzo para desviar el arma hacia su izquierda, dejándola caer contra el suelo. Una sensación como un latigazo recorrió su extremidad, y tras completar el movimiento el brazo le cayó inerte a un lado. No sabía si estaba dislocado o si se le había roto algo, pero dolía como mil diablos. Sin embargo se limitó a sonreír maníacamente y levantar el brazo sano, apuntando a la mole de metal con su Cañón Sónico.
- Cae, cabrón.
Una cacofonía horrenda surgió del arma mientras el aire se ondulaba por la onda sónica, dirigiéndose hacia la armadura. La música del piano quedó ahogada por un momento por el arma, que tenía el potencial por la pura fuerza del sonido de destrozar objetos y estructuras que pillase por delante.
- resumen:
- Les digo a mis compañeros que me encargo de la armadura, bloqueo la maza comiéndome daño y entro en modo Noise Marine.
Ashlyn Blake
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Una princesa en una jaula y un tipo rarito que tocaba el piano, genial, parece que la gente en esta isla esta toda mal de la cabeza. Suspiro de forma larga y cansada y entonces se echo a la carrera contra el tipo que tocaba el piano y uso sus vientos huracanados para opacar no solamente su música que quedaría bastante ahogada por el ruido del viento si no que seguramente lo sacaría volando a él y a su maldito instrumento. No tenía tiempo que perder en tonterías, dejaría que John rescatase a la damisela en apuros. Después de todo no hay nada mejor que te rescate un hombre guapo y fornido.
Esperaba que su viento fuera suficiente para mandar a volar al tipo, después buscaría dispararle varias veces con sus pistolas gemelas a manos y piernas para imposibilitar su huida. No quería matarlo, después de todo tenían preguntas que hacerle y de paso entregarlo con vida por si tenían una buena recompensa sobre su cabeza. Si, Ash siempre piensa en el dinero, después de todo es por lo que se metió a cazadora, puede destrozar cosas y hacerle daño a la gente con conocimiento y consentimiento del gobierno y encima le pagan por ello ¿que hay mejor que eso?
Una vez el tipo cayera al suelo con o sin sus disparos en el cuerpo buscaría la forma de inmovilizarlo del todo para que dejara de causarles problemas. Aunque por alguna razón dudaba un poco de que fuera el único sujeto en aquel lugar, por lo que se mantendría alerta por si aparecía alguien más. Confiaba en que Omega se haría cargo de la armadura y que John salvaría a la princesita y de paso le cubriría las espaldas a ella por si aparecía un nuevo enemigo. Después de todo, ya habían trabajado juntos y ya se conocían bastante bien.
Esperaba que su viento fuera suficiente para mandar a volar al tipo, después buscaría dispararle varias veces con sus pistolas gemelas a manos y piernas para imposibilitar su huida. No quería matarlo, después de todo tenían preguntas que hacerle y de paso entregarlo con vida por si tenían una buena recompensa sobre su cabeza. Si, Ash siempre piensa en el dinero, después de todo es por lo que se metió a cazadora, puede destrozar cosas y hacerle daño a la gente con conocimiento y consentimiento del gobierno y encima le pagan por ello ¿que hay mejor que eso?
Una vez el tipo cayera al suelo con o sin sus disparos en el cuerpo buscaría la forma de inmovilizarlo del todo para que dejara de causarles problemas. Aunque por alguna razón dudaba un poco de que fuera el único sujeto en aquel lugar, por lo que se mantendría alerta por si aparecía alguien más. Confiaba en que Omega se haría cargo de la armadura y que John salvaría a la princesita y de paso le cubriría las espaldas a ella por si aparecía un nuevo enemigo. Después de todo, ya habían trabajado juntos y ya se conocían bastante bien.
- Resumen:
- Ash deja que Omega le de mandaga a la armadura, ella va a pegarle vientazos y disparazos al señor que toca el piano y deja que John salve a la princesita
Elina Landvik
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Definitivamente alguien le había tenido que meter algo raro en la comida aquella mañana, llevaba flipando desde que había puesto los pies en Sakura. ¡¿Que cojones estaba pasando en esa puta isla de locos y maniacos?! Primero unos lagartos de apariencia confusa y llenos de metal como si fueran roqueros de tres al cuarto del año en el que nuestros padres iban de guateque y ahora un señor que se cree sherlock holmes pero en versión champiñón. Por un momento Elina quiso pellizcarse para ver si realmente aquello estaba pasando o era un puñetero sueño al estilo de Alicia en el país de las maravillas.
Pero no, no parecía estar ni loca, ni drogada, pero desde luego cualquiera al que le cuente esta historia lo fliparía igual que ella. Miro al señor champiñón nuevamente durante un rato sin saber del todo bien que decir hasta que se anima a hablar — esos putos blanquitos nos trajeron aquí para usarnos de carnaza para los largartos esos, así que si, supongamos que ahora somos enemigos ¿tu quien o que eres exactamente? — el tono de voz usado por la pelirroja era un poco duro, pero no iba a malas, simplemente es que estaba demasiado sorprendida por la situación.
Tras aquellas palabras miro de reojo el lugar donde debería estar el falso negro, aún tenía cuentas pendientes con ese tipo y quería ponerle los huevos de corbata. Le señalo con un dedo para luego gritar — ¡Aún no me he olvidado de ti puto cabronazo, cuando termine de hablar con este señor tu y yo tenemos cuentas pendientes! — si, de vez en cuando Elina tenía incluso modales, no iba a dejar al pobre señor chapiñón hablando solo ¿Verdad? Pero desde luego no pensaba dejar escapar al falso negro, antes de irse de Sakura ese señor iba a terminar colgado de la torre más alta del palacio real.
Pensaría en si despellejarlo o no, por que oye, siempre podía usar su piel blanquita para hacerse una alfombra o para colgarla de trofeo en alguna parte. Tal vez podría usarla como mascarón de proa hasta que encontrasen uno mejor. Pero por el momento vería quien era ese señor y después volvería a la pelea con el sujeto que quedaba vivo de los albinos.
Pero no, no parecía estar ni loca, ni drogada, pero desde luego cualquiera al que le cuente esta historia lo fliparía igual que ella. Miro al señor champiñón nuevamente durante un rato sin saber del todo bien que decir hasta que se anima a hablar — esos putos blanquitos nos trajeron aquí para usarnos de carnaza para los largartos esos, así que si, supongamos que ahora somos enemigos ¿tu quien o que eres exactamente? — el tono de voz usado por la pelirroja era un poco duro, pero no iba a malas, simplemente es que estaba demasiado sorprendida por la situación.
Tras aquellas palabras miro de reojo el lugar donde debería estar el falso negro, aún tenía cuentas pendientes con ese tipo y quería ponerle los huevos de corbata. Le señalo con un dedo para luego gritar — ¡Aún no me he olvidado de ti puto cabronazo, cuando termine de hablar con este señor tu y yo tenemos cuentas pendientes! — si, de vez en cuando Elina tenía incluso modales, no iba a dejar al pobre señor chapiñón hablando solo ¿Verdad? Pero desde luego no pensaba dejar escapar al falso negro, antes de irse de Sakura ese señor iba a terminar colgado de la torre más alta del palacio real.
Pensaría en si despellejarlo o no, por que oye, siempre podía usar su piel blanquita para hacerse una alfombra o para colgarla de trofeo en alguna parte. Tal vez podría usarla como mascarón de proa hasta que encontrasen uno mejor. Pero por el momento vería quien era ese señor y después volvería a la pelea con el sujeto que quedaba vivo de los albinos.
- Resumen:
- Flipar, flipar x2, flipar x 3, preguntarle al señor champiñón quien es y decirle que si, es enemiga de los albinos y amenazar al falso negro de forma repetida y de diversas maneras cada vez más originales
Claude von Appetit
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Más vale que Elina los cuide, porque como le pase algo a Serleena o a Illje... La mato. Si le pasa algo a Arik... Bueno... Después de lo maleducado que ha sido conmigo puedo tolerar la pérdida de una extremidad. Pero como pierda dos ya sí que me voy a cabrear, y muy en serio. Porque no puede ser que me dejen al músico cojo y manco, o peor, punteando la guitarra con los dientes. Pero me dejo de tonterías y voy avanzando por los caminos hasta que llego al pueblo. O los suburbios, más bien; menudo desastre de sitio. Esto está lleno de mendigos calentándose las manos en contenedores y señales de disturbios, o peleas o... Algo. Yo qué sé. Aunque si hay algo que sí sé es que nunca debes acercarte a quien te mira con odio, porque probablemente te odie. Y si te odia, tal vez quiera agredirte. Aun si no me odia nadie aquí, estoy en peligro porque se respira violencia.
Continúo caminando intentando no meterme en líos, buscando con la mirada dónde puede estar el camino a la capital, tratando de visualizar entre todos los despojos del suelo un cartel identificativo, o cualquier clase de señal que me ayude a encontrar el castillo. Pero, por el contrario, lo que me termino encontrando es un grupo de lo que si nos dejamos llevar por las apariencias es un trío de macarrillas. Aunque claro, ese mohicano pelirrojo de casi un metro indica que más que macarrilla sufre un poco de falta de riego. Sin embargo, y pese a que son lo peor que esperaría encontrarme en una noche cualquiera, son lo mejor a lo que tengo acceso. Así que voy a decir algo para ver si rompo el hielo y, una vez siendo amigos, me responden a mis preguntas.
- ¡Hey, bonita cresta! -miento, impecablemente-. No hay forma mejor de esconder una calva incipiente que con un buen iro engominado, bien hecho.
Vale, creo que así no funcionan las cosas. Tal vez no debería haber cantado victoria antes de cagarla, pero el hecho es que estamos en una situación en la que ninguno de los cuatro querría estar: Yo a lo mejor he ofendido a uno, él se está quedando calvo y sus amigos corren el riesgo de mancharse si el crestas llora. ASí que mejor vamos a distender un poco antes de que pase algo que pueda importunar a alguien.
- ¿Sabéis cómo se llega al castillo? Tengo negocios con un mástil y quiero resolverlos cuanto antes.
Ahora sí. Esto funcionará, seguro.
Continúo caminando intentando no meterme en líos, buscando con la mirada dónde puede estar el camino a la capital, tratando de visualizar entre todos los despojos del suelo un cartel identificativo, o cualquier clase de señal que me ayude a encontrar el castillo. Pero, por el contrario, lo que me termino encontrando es un grupo de lo que si nos dejamos llevar por las apariencias es un trío de macarrillas. Aunque claro, ese mohicano pelirrojo de casi un metro indica que más que macarrilla sufre un poco de falta de riego. Sin embargo, y pese a que son lo peor que esperaría encontrarme en una noche cualquiera, son lo mejor a lo que tengo acceso. Así que voy a decir algo para ver si rompo el hielo y, una vez siendo amigos, me responden a mis preguntas.
- ¡Hey, bonita cresta! -miento, impecablemente-. No hay forma mejor de esconder una calva incipiente que con un buen iro engominado, bien hecho.
Vale, creo que así no funcionan las cosas. Tal vez no debería haber cantado victoria antes de cagarla, pero el hecho es que estamos en una situación en la que ninguno de los cuatro querría estar: Yo a lo mejor he ofendido a uno, él se está quedando calvo y sus amigos corren el riesgo de mancharse si el crestas llora. ASí que mejor vamos a distender un poco antes de que pase algo que pueda importunar a alguien.
- ¿Sabéis cómo se llega al castillo? Tengo negocios con un mástil y quiero resolverlos cuanto antes.
Ahora sí. Esto funcionará, seguro.
- Resumen:
- Hacer amigos, preguntar por el castillo.
La que parecía que iba a ser una conversación útil y fascinante acabo por volverse un completo muermo. Casi sentía que estaba hablando con un viejo senil contando sus batallitas que con alguien que de verdad podía resultar un peligro tras lo que acababan de ver. Ya ni el ambiente perturbador de la cueva le importaba. Se había acomodado en la seta con las piernas cruzadas, apoyado los codos sobre estas y usado sus manos de reposa-cabeza, haciendo lo posible por no cerrar los ojos, bostezar y dormirse. Se entretenía a ratos incorporándose un poco, toqueteándose el vendaje y esas cosas. Por lo menos no tendrían que preocuparse mucho por un apocalipsis zombie de conejos gigantes. Aunque los pocos que había suelto deberían neutralizarlos a la larga… Con deberían obviamente no se refería a ellos, sino a la gente de Sakura, claro.
Al final de la conversación, lo único que podía pensar era que para tener «Ojos por toda la montaña» no servía de nada. Decía querer ofrecer su ayuda a la causa de ambas, pero que no tenía rango hasta la ciudadela. ¿Entonces cómo cojones iba a apoyarlas para librarse de ellos? La información sobre los conspiradores tampoco había sido muy útil a simple vista. Hazel hizo una mueca de molestia, reclinándose sobre la capucha del hongo.
—Bueno, haciendo un repaso. Los peces gordos se han marchado tras dejar a cuatro tontos vigilando la montaña y a sus «minions» para trabajar en la mina, ¿me equivoco? Pero según nos dijeron las minas de esta montaña habían sido abandonadas porque no quedaba ningún mineral importante. Además, no solo trajeron mano de obra sino gente «a la fuerza». —A la albina pareció encendérsele la bombilla—. Espera… —Miró a Abigail—. Si han traído gente a la fuerza y dicen que ha habido un ataque al castillo… La princesa esa aseguró que estamos donde se ha visto a los perpetuadores, pero no dijo nada de gente desaparecida. —Sus ojos pasaron de nuevo a los del Micelio—. ¿Recuerdas si eran muchas o pocas personas las que trajeron? ¿Algo de sus atuendos? Has dicho que te gustaba imitar las cosas que se ponían encima los «monos», ¿no? —Ni a ella misma le gustaba por donde acababa de encontrar algo de información interesante. No eran buenas noticias, teniendo en cuenta que habían experimentado que pasaba si les daban a estas setas el aceite tóxico ese retocado. Solo era una corazonada, pero había sido suficiente como para ponerla alerta. Alerta y con más ganas de participar en esa cacería. Ya no eran solo cosas de reyes y traiciones, después de todo.
—…Dejando de lado esa laguna en nuestra información original…— Esperaría a que el ser hablara primero, esperando que pudiera decirles al menos el número de humanos y las ropas. No era lo mismo si habían llevado a gente de a pie que a personas vestidas con ropa más elegante—. Has dicho un par de cosas que han llamado mi atención. —No eran literalmente un par, pero así era la expresión—. Por una parte, has comentado que a «ese» en concreto le gusta vigilar tus movimientos y tener sus «muñecos» en tu territorio. ¿Hablas solo de la cámara o de el trozo de arcilla? ¿Cómo ha podido meterlo aquí dentro y qué no lo vieras antes? Quizás nos sea útil esa información sobre él si nos lo topamos. Aunque no sabremos que es él al principio, claro. Además, has dicho que ayudasteis a construir la ciudadela… ¿Imagino que con el tiempo ese lugar se ha vuelto muy frío? O hay otro motivo para que no puedas «entrar». También me gustaría saber si podrías «dibujarnos» un mapa aproximado del lugar, si te acuerdas de algo y… En las minas si puedes mirar, ¿no? ¿Sabes que está pasando por esa zona?
Quiso preguntar más —ahora— Pero Abigail tenía razón. Sus palabras cortaron todo lo demás que podría haberle preguntado a la seta. Quién lo iba a decir, escuchar a la naturaleza de manera literal podía ser realmente de ayuda. Así que, con la nueva información que hubiera podido sacar y tras despedirse del champiñón —como le llamaba en su cabeza por no tener un nombre realmente— se apresuró a seguir a Abigail. Bajo la protección del Micelio no deberían tener problemas para volver sobre sus pasos. Momento en que, entre sus pensamientos afloró el recuerdo de lo que habían estado hablando al principio y como la beata había ignorado olímpicamente su primera pregunta.
—Oye, Abi. Lo del pichoncito. ¿Tanta vergüenza te da contarme nada sobre vosotros? ¿Qué pasa, estáis liados? Si es el caso por mí no te preocupes... No puedo prometer que no te lo vaya a robar de vez en cuando, pero... —Dijo medio en broma con una sonrisa ladina en sus labios. No es que le fuera a importar en demasía lo que hiciera o dejara de hacer el otro. Pero ya que había tenido los huevazos de dejarlas a ambas plantadas, si estaban juntos quizás pudiera devolverle de esa forma el favor, y chinchar un poco a su compañera para que se soltase un poco. Ya volverían a la seriedad del trabajo una vez volvieran al cruce. El camino parecía estar bastante claro. Con el posible eco de las explosiones de Roland de fondo, lo mejor sería asegurarse de que no le había pasado nada a Kohaku e ir en busca del paranoico del que les habían hablado—. Bueno, ¿vamos?
Al final de la conversación, lo único que podía pensar era que para tener «Ojos por toda la montaña» no servía de nada. Decía querer ofrecer su ayuda a la causa de ambas, pero que no tenía rango hasta la ciudadela. ¿Entonces cómo cojones iba a apoyarlas para librarse de ellos? La información sobre los conspiradores tampoco había sido muy útil a simple vista. Hazel hizo una mueca de molestia, reclinándose sobre la capucha del hongo.
—Bueno, haciendo un repaso. Los peces gordos se han marchado tras dejar a cuatro tontos vigilando la montaña y a sus «minions» para trabajar en la mina, ¿me equivoco? Pero según nos dijeron las minas de esta montaña habían sido abandonadas porque no quedaba ningún mineral importante. Además, no solo trajeron mano de obra sino gente «a la fuerza». —A la albina pareció encendérsele la bombilla—. Espera… —Miró a Abigail—. Si han traído gente a la fuerza y dicen que ha habido un ataque al castillo… La princesa esa aseguró que estamos donde se ha visto a los perpetuadores, pero no dijo nada de gente desaparecida. —Sus ojos pasaron de nuevo a los del Micelio—. ¿Recuerdas si eran muchas o pocas personas las que trajeron? ¿Algo de sus atuendos? Has dicho que te gustaba imitar las cosas que se ponían encima los «monos», ¿no? —Ni a ella misma le gustaba por donde acababa de encontrar algo de información interesante. No eran buenas noticias, teniendo en cuenta que habían experimentado que pasaba si les daban a estas setas el aceite tóxico ese retocado. Solo era una corazonada, pero había sido suficiente como para ponerla alerta. Alerta y con más ganas de participar en esa cacería. Ya no eran solo cosas de reyes y traiciones, después de todo.
—…Dejando de lado esa laguna en nuestra información original…— Esperaría a que el ser hablara primero, esperando que pudiera decirles al menos el número de humanos y las ropas. No era lo mismo si habían llevado a gente de a pie que a personas vestidas con ropa más elegante—. Has dicho un par de cosas que han llamado mi atención. —No eran literalmente un par, pero así era la expresión—. Por una parte, has comentado que a «ese» en concreto le gusta vigilar tus movimientos y tener sus «muñecos» en tu territorio. ¿Hablas solo de la cámara o de el trozo de arcilla? ¿Cómo ha podido meterlo aquí dentro y qué no lo vieras antes? Quizás nos sea útil esa información sobre él si nos lo topamos. Aunque no sabremos que es él al principio, claro. Además, has dicho que ayudasteis a construir la ciudadela… ¿Imagino que con el tiempo ese lugar se ha vuelto muy frío? O hay otro motivo para que no puedas «entrar». También me gustaría saber si podrías «dibujarnos» un mapa aproximado del lugar, si te acuerdas de algo y… En las minas si puedes mirar, ¿no? ¿Sabes que está pasando por esa zona?
Quiso preguntar más —ahora— Pero Abigail tenía razón. Sus palabras cortaron todo lo demás que podría haberle preguntado a la seta. Quién lo iba a decir, escuchar a la naturaleza de manera literal podía ser realmente de ayuda. Así que, con la nueva información que hubiera podido sacar y tras despedirse del champiñón —como le llamaba en su cabeza por no tener un nombre realmente— se apresuró a seguir a Abigail. Bajo la protección del Micelio no deberían tener problemas para volver sobre sus pasos. Momento en que, entre sus pensamientos afloró el recuerdo de lo que habían estado hablando al principio y como la beata había ignorado olímpicamente su primera pregunta.
—Oye, Abi. Lo del pichoncito. ¿Tanta vergüenza te da contarme nada sobre vosotros? ¿Qué pasa, estáis liados? Si es el caso por mí no te preocupes... No puedo prometer que no te lo vaya a robar de vez en cuando, pero... —Dijo medio en broma con una sonrisa ladina en sus labios. No es que le fuera a importar en demasía lo que hiciera o dejara de hacer el otro. Pero ya que había tenido los huevazos de dejarlas a ambas plantadas, si estaban juntos quizás pudiera devolverle de esa forma el favor, y chinchar un poco a su compañera para que se soltase un poco. Ya volverían a la seriedad del trabajo una vez volvieran al cruce. El camino parecía estar bastante claro. Con el posible eco de las explosiones de Roland de fondo, lo mejor sería asegurarse de que no le había pasado nada a Kohaku e ir en busca del paranoico del que les habían hablado—. Bueno, ¿vamos?
- Resumen:
- •Intentar no dormirse y mantenerse escuchando la historia de la seta y la ciudad.
• Intentar hacer un resumen de lo que habían dejado claro: No había peligro de un apocalipsis zombie, Habían llevado gente a la fuerza y no sabían nada por parte de la princesa de que hubiera desaparecido gente (raro), si no había minerales lo más seguro es que estuvieran extrayendo el aceite tóxico (malo) y los cabecillas no estaban en las minas.
• Preguntar por los "juguetes" del paranoico, una guía para orientarse en la ciudadela si podía y sobre que estaba pasando en la mina, si lo sabía.
• Seguir a Abby para irse de nuevo hacia el cruce. Aprovechar el camino para recordarle lo de su relación con Ayden.
•Si llegamos sin parones/problemas al cruce esperar poder escuchar el combate de Roland como un eco y plantearse que lo mejor sería ir por las escaleras.
Jace eigner
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Me encontraba al tanto de la llamada cuando de repente sonó una voz de otro viejo en un tono bastante calmo me haría notar inmediatamente que la farsa era evidente, me haría quedarme callado unos segundos para ver su respuesta, por una parte, por beneficio de la información y por otra por el pavor que me metió de una sola frase “Ahora sí que estábamos en problemas” pensé en ese momento en el cual hablo dejándome casi mudo... En especial con el comentario de que vio sus hombres muertos me haría darme cuenta de que habíamos ostentado a un premio muy gordo tal vez.
Acto seguido cambiaría la dirección de la conversación en cosa de segundos asiéndome notar que los que no seguían ordenes en su tripulación recibían un apremio correspondiente, como en toda guerra… Y para variar me haría denotar que quería unir fuerzas, cosa que me haría hablar por primera vez levantando la mano unos segundos en forma de puño.
- ¿Creo que ambos sabemos muy bien cuáles son mis opciones al igual que las de los míos no? Acepto. – Diría empezando a levantar el dedo de almadio –Por cierto, que estoy haciendo ahora según tú. – Preguntaría exactamente mientras con un simple cabeceo hacia una señal que me trajeran un mapa inmediatamente que estaba cerca junto a los utensilios del vigía de la nave, sin esperar la respuesta dado que era evidente nos estaban observando desde algún punto, después de todo el capitán se encontraba bebiendo sake. Aun así, le diría mientras el capitán notaba que nos veían atento a la conversación del denden pasándoselo no sin comentar antes –Es broma por si acaso, espero te haya sacado una sonrisa. – pasándoselo a manos del capitán.
Aprovecharía de comparar rápidamente en el mapa las posiciones que relataba el libro que le había robado a ese maldito bastado que había logrado escapar de mis manos, no teníamos mucho tiempo por lo que una vez me pasara el denden de nuevo le comentaría bien honestamente a mi nuevo aliado –Disculpa mi humor de bajos fondos se le quedo pegado a este simple ladronzuelo, espero que estés listo para oír las buenas y las malas noticias que te tengo. – Comentaría revisando entre páginas y páginas que ese veterano escribió, los planes de defensa que tenían y cuánto tiempo debía haber entre el punto donde estábamos y alguna otra defensa, después de todo Zira había llegado recién diciendo que había escapado el viejo.
-Supongo que tendrás tus planes y tu información también… - Diría mientras daba la orden a los rangos más bajos que preparasen el barco para las defensas, no quería más sorpresas inesperadas y si había escapado lo más probable es que ya estuviera pidiendo ayuda.
En voz baja para que solo me oyera el que tenía al mushi le comentaría al del otro lado, si es que no me veía interrumpido -Te puedo decir dónde están los puntos estratégicos para acabar con la pelea rápidamente, pero te advierto que tienes poco tiempo, asumiendo que el que le robe la información no esté dando la alarma ya de que estamos aquí. – Explicaría mirando hacia los lados del barco –Si nos estás viendo debiste ver que alguien armo un lió aquí y aunque este agotado, debe ir a informar lo más rápido que pueda, así que deberíamos pensarlo lo antes posible. - Explicaría a mi socio esperando respuesta.
Acto seguido cambiaría la dirección de la conversación en cosa de segundos asiéndome notar que los que no seguían ordenes en su tripulación recibían un apremio correspondiente, como en toda guerra… Y para variar me haría denotar que quería unir fuerzas, cosa que me haría hablar por primera vez levantando la mano unos segundos en forma de puño.
- ¿Creo que ambos sabemos muy bien cuáles son mis opciones al igual que las de los míos no? Acepto. – Diría empezando a levantar el dedo de almadio –Por cierto, que estoy haciendo ahora según tú. – Preguntaría exactamente mientras con un simple cabeceo hacia una señal que me trajeran un mapa inmediatamente que estaba cerca junto a los utensilios del vigía de la nave, sin esperar la respuesta dado que era evidente nos estaban observando desde algún punto, después de todo el capitán se encontraba bebiendo sake. Aun así, le diría mientras el capitán notaba que nos veían atento a la conversación del denden pasándoselo no sin comentar antes –Es broma por si acaso, espero te haya sacado una sonrisa. – pasándoselo a manos del capitán.
Aprovecharía de comparar rápidamente en el mapa las posiciones que relataba el libro que le había robado a ese maldito bastado que había logrado escapar de mis manos, no teníamos mucho tiempo por lo que una vez me pasara el denden de nuevo le comentaría bien honestamente a mi nuevo aliado –Disculpa mi humor de bajos fondos se le quedo pegado a este simple ladronzuelo, espero que estés listo para oír las buenas y las malas noticias que te tengo. – Comentaría revisando entre páginas y páginas que ese veterano escribió, los planes de defensa que tenían y cuánto tiempo debía haber entre el punto donde estábamos y alguna otra defensa, después de todo Zira había llegado recién diciendo que había escapado el viejo.
-Supongo que tendrás tus planes y tu información también… - Diría mientras daba la orden a los rangos más bajos que preparasen el barco para las defensas, no quería más sorpresas inesperadas y si había escapado lo más probable es que ya estuviera pidiendo ayuda.
En voz baja para que solo me oyera el que tenía al mushi le comentaría al del otro lado, si es que no me veía interrumpido -Te puedo decir dónde están los puntos estratégicos para acabar con la pelea rápidamente, pero te advierto que tienes poco tiempo, asumiendo que el que le robe la información no esté dando la alarma ya de que estamos aquí. – Explicaría mirando hacia los lados del barco –Si nos estás viendo debiste ver que alguien armo un lió aquí y aunque este agotado, debe ir a informar lo más rápido que pueda, así que deberíamos pensarlo lo antes posible. - Explicaría a mi socio esperando respuesta.
- Acciones:
- -contestar el denden oírle al del otro lado, aceptar la alianza mientras levanto el dedo de al medio para que sepa que me pego un susto al decir que nos ve. Mientras tanto pido un mapa y le pongo al dia.
Ryuichi Ichiban
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El mar de nieve se tranquilizó por fin. Bajó entonces de esa pequeña formación de roca y esperó a que llegase de nuevo el león. Una vez reunidos de nuevo, continuó su camino con cierta tranquilidad. Tras el combate con aquella criatura de cerámica, cuya especie ya había olvidado, le había dejado algo frío. Algo más frío, claro. Por fin llegaron a un lugar. Parecía una especie de vehículo adherido a unos cables. Era muy grande, por lo que el gigante cabía en su interior, casi a duras penas, pero cabía. Colocó la mano en el techo para evitar chocar la cabeza con el mismo y, entonces, se dio cuenta de los botones.
El gigante no estaba muy metido en la tecnología que gastaban fuera de Leirngaf, pero sabía que alguno de esos botones pondría ese vehículo en marcha. Y, además, aquella palanca debería servir para algo. Se acercó a los mismos y, con una socarrona sonrisa, se sacudió las palmas. Miró los botones con cierto brillo en los ojos. Subió la palanca, pues en alguna dirección debía ir. Y, luego, colocó uno de sus dedazos encima de cada botón.
—Alguno de estos arrancará el cacharro, pero no sé cual, así que...
Y si el león no le detenía los pulsaría todos al mismo tiempo. Alguno debía ponerlo en marcha, seguro.
El gigante no estaba muy metido en la tecnología que gastaban fuera de Leirngaf, pero sabía que alguno de esos botones pondría ese vehículo en marcha. Y, además, aquella palanca debería servir para algo. Se acercó a los mismos y, con una socarrona sonrisa, se sacudió las palmas. Miró los botones con cierto brillo en los ojos. Subió la palanca, pues en alguna dirección debía ir. Y, luego, colocó uno de sus dedazos encima de cada botón.
—Alguno de estos arrancará el cacharro, pero no sé cual, así que...
Y si el león no le detenía los pulsaría todos al mismo tiempo. Alguno debía ponerlo en marcha, seguro.
- Resumen:
- Pulsar todos los botones si Raion no me detiene
John Wayne
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Apretó tanto los dientes que partió el puro. Delante de ellos había una gigantesca armadura y dos figuras. Un extraño hombre encapuchado con un piano y... La princesa. ¿Pero eran reales? Hasta ahora solo se habían enfrentado a constructos de arcilla. Tal vez eran capaces de crear copias tan fidedignas que a la vista parecían auténticas. El vaquero accedió a aquella extraña habilidad que había adquirido en aquella fábrica de Sabaody, con la cual era capaz de sentir los seres vivos cercanos a él. Tal vez así pudiese garantizar que aquellos estaban vivos y que esa era la princesa auténtica.
Una vez todo empezó, corrió hacia un lado alejándose de la armadura mientras Omega se encargaba de la misma y Ash se centraba en el tipo del piano. Si el viento de la mujer era capaz de mover al tipo, no dudaría en disparar una de sus balas explosivas directas al piano, solo por si acaso aquella armadura era controlada a través del sonido o si el instrumento era en realidad una mesa de control camuflada de piano. Una vez llegó hasta el pozo de alquitrán dio un salto con la intención de agarrarse a la jaula y quedar sobre la misma sujeto a la cadena con su mano no-metálica.
De conseguirlo, enfundaría su revólver y sacaría la cuchilla escondida en su brazo metálico y, en el caso de que la jaula tuviese una cerradura en su puerta, la golpearía con el cuchillo para abrirla. En el caso de que no la tuviera, simplemente colaría el cuchillo en el espacio entre la puerta y el resto de la jaula para abrirla haciendo palanca. Si conseguía abrirla, ayudaría a la princesa a salir con su brazo metálico y la agarraría con fuerza contra su pecho para evitar que caiga y sacarla de allí.
Una vez todo empezó, corrió hacia un lado alejándose de la armadura mientras Omega se encargaba de la misma y Ash se centraba en el tipo del piano. Si el viento de la mujer era capaz de mover al tipo, no dudaría en disparar una de sus balas explosivas directas al piano, solo por si acaso aquella armadura era controlada a través del sonido o si el instrumento era en realidad una mesa de control camuflada de piano. Una vez llegó hasta el pozo de alquitrán dio un salto con la intención de agarrarse a la jaula y quedar sobre la misma sujeto a la cadena con su mano no-metálica.
De conseguirlo, enfundaría su revólver y sacaría la cuchilla escondida en su brazo metálico y, en el caso de que la jaula tuviese una cerradura en su puerta, la golpearía con el cuchillo para abrirla. En el caso de que no la tuviera, simplemente colaría el cuchillo en el espacio entre la puerta y el resto de la jaula para abrirla haciendo palanca. Si conseguía abrirla, ayudaría a la princesa a salir con su brazo metálico y la agarraría con fuerza contra su pecho para evitar que caiga y sacarla de allí.
- Resumen:
- Disparar al piano con la bala explosiva y saltar a la jaula para luego intentar abrirla y sacar a la princesa de ahí-
Bizvan
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Tal y como el mayordomo mencionó, en la otra habitación parecía ser una prisión. Cinco guardias se encargaban de mantener vigiladas las diez celdas que se encontraban en ese lugar.
Derrotar a los enemigos no fue complicado, ya que estos presentaban habilidades de un soldado común y corriente. Probablemente los esqueletos del marine hubiesen podido encargarse de los guardias, aunque el tiempo de combate habría aumentado considerablemente.
* Este pudo ser un buen entrenamiento para ellos, pero es mejor no correr riesgos innecesarios. *pensó el marine al mismo tiempo que comenzaba a buscar la forma de abrir las celdas, claro que de no encontrarla simplemente recurriría a cortar los barrotes.
Más pronto que tarde encontró las llaves de las celdas y con ellas permitió que todos los prisioneros salieran. Por fortuna no parecía haber indicios de problas graves en la salud de ninguno, aine embargo una nueva problmearoca se presentó ante el espadachín. Dos de los prisioneros tenían un “gemelo” y considerando la información que el mayordomo había brindado, solo debía haber seis personas en esta sala.
- Diablos, parece que voy a necesitar de su ayuda señor mayordomo. -expresó el marine a la vez que intentaba encontrar alguna diferencia entre los gemelos.- Por el momento, todos los demás pueden acercarse hacía mi compañero y los esqueletos. Pueden estar tranquilos, ninguno les hará daño y por el contrario están aquí para protegerlos. Los gemelos por favor tomen distancia de metro y medio entre ustedes, dentro de poco solucionaremos esto. -dijo el joven con una sonrisa amigable en su rostro.
Bizvan esperó a que las personas sugieran sus indicaciones y mistras tanto se acercaba al mayordomo para susurrarle tendiendo cuidado de no ser escuchado por los sospechosos.
- Mencionó que conocía a aquellos que fueron capturados, ¿cierto? Necesito que me diga en secreto cómo es la personalidad, su carácter o como percibe usted sus emociones.
El plan de Bizvan era utilizar su mantra para intentar determinar quienes eran los impostores, pues si recordaba bien, el mayordomo mencionó que los impostores utilizaban máscaras realistas hechas de arcilla, por lo cual ambos enemigos debían tratarse de seres vivos que podían reaccionar ante el haki.
Si este plan no funcionaba, aún había un plan B. Hacer uso de las habilidades de cirujano del marine para intentar determinar que “piel” presentaba una textura un tanto extraña. De igual forma activaría su “Kai” para aumentar sus sentidos en un intento para ayudarlo. Sería más arriesgado, pero con suerte habría resultados.
Ahora solo hacía falta esperar y ver qué ocurría
Derrotar a los enemigos no fue complicado, ya que estos presentaban habilidades de un soldado común y corriente. Probablemente los esqueletos del marine hubiesen podido encargarse de los guardias, aunque el tiempo de combate habría aumentado considerablemente.
* Este pudo ser un buen entrenamiento para ellos, pero es mejor no correr riesgos innecesarios. *pensó el marine al mismo tiempo que comenzaba a buscar la forma de abrir las celdas, claro que de no encontrarla simplemente recurriría a cortar los barrotes.
Más pronto que tarde encontró las llaves de las celdas y con ellas permitió que todos los prisioneros salieran. Por fortuna no parecía haber indicios de problas graves en la salud de ninguno, aine embargo una nueva problmearoca se presentó ante el espadachín. Dos de los prisioneros tenían un “gemelo” y considerando la información que el mayordomo había brindado, solo debía haber seis personas en esta sala.
- Diablos, parece que voy a necesitar de su ayuda señor mayordomo. -expresó el marine a la vez que intentaba encontrar alguna diferencia entre los gemelos.- Por el momento, todos los demás pueden acercarse hacía mi compañero y los esqueletos. Pueden estar tranquilos, ninguno les hará daño y por el contrario están aquí para protegerlos. Los gemelos por favor tomen distancia de metro y medio entre ustedes, dentro de poco solucionaremos esto. -dijo el joven con una sonrisa amigable en su rostro.
Bizvan esperó a que las personas sugieran sus indicaciones y mistras tanto se acercaba al mayordomo para susurrarle tendiendo cuidado de no ser escuchado por los sospechosos.
- Mencionó que conocía a aquellos que fueron capturados, ¿cierto? Necesito que me diga en secreto cómo es la personalidad, su carácter o como percibe usted sus emociones.
El plan de Bizvan era utilizar su mantra para intentar determinar quienes eran los impostores, pues si recordaba bien, el mayordomo mencionó que los impostores utilizaban máscaras realistas hechas de arcilla, por lo cual ambos enemigos debían tratarse de seres vivos que podían reaccionar ante el haki.
Si este plan no funcionaba, aún había un plan B. Hacer uso de las habilidades de cirujano del marine para intentar determinar que “piel” presentaba una textura un tanto extraña. De igual forma activaría su “Kai” para aumentar sus sentidos en un intento para ayudarlo. Sería más arriesgado, pero con suerte habría resultados.
Ahora solo hacía falta esperar y ver qué ocurría
- Resumen:
- Dejar salir a los prisioneros.
Separarlos en dos grupos, dejando a los pares de gemelos lejos del resto de personas.
Susurrarle al mayordomo que le indique los rasgos de personalidad, caracter o emociones que él conoce de los sospechosos, para intentar determinar mediante el uso de Mantra quienes son los reales.
En caso de fallar el uso de Haki, recurrir a sus habilidades de cirujano para intentar determinar que piel parece falsa. De igual forma activar su “Kai” para aumentar sus sentidos.- Usado:
- Mantra Nivel 6: Haki Desarrollado.
Modalidad Kai:
Nivel 1: De manera activa todos los sentidos de Bizvan se incrementan 25%. Esto se mantiene activado la mitad del tiempo de su mantra.
De manera pasiva se puede apreciar una ligera aura blanca a su alrededor.
Nivel 2: De manera activa todos los sentidos de Bizvan se incrementan 50%. Esto se mantiene activado la mitad del tiempo de su mantra.
De manera pasiva el aura su alrededor le permite mantener activado el efecto del kai un 25% más de tiempo.
Normas del capítulo:
Moderación
En la isla los vientos helados siguen rugiendo, pero de forma lenta pierden fuerza. La Luz comienza a colarse bajo las nubes, a pesar de que el clima sea de todo menos soportable los lugareños saben interpretar las ventiscas. Sigue siendo peligroso salir, pero ya queda poco, con suerte cuando salgan de sus casas la isla seguirá en relativa paz. De todas formas, no todos los lugareños están pendientes de los cielos, en el palacio el panorama es muy diferente.
Todos los hombres y mujeres que trabajan o habitan en el palacio han sido llamados al salón central. Los soldados que han sido puestos a prueba guardan los flancos de la sala con sus armas en mano y la mayor de las alertas. Tanto súbditos como nobles, hombres y mujeres, jóvenes y ancianos, no se hace distinción y todos son tratados de la misma manera formal, pero estricta, reunidos en una sala con las puertas totalmente cerradas. En el trono, el rey los mira con una mirada sombría y semblante serio, en frente de él, Aurelio, flanqueado por dos de sus mejores hombres sostiene una afilada daga. Los soldados hacen pasar a todos los súbditos uno por uno, manteniéndolos en una fila india, sin perder de vista ni uno solo de sus movimientos. El primero de los nobles da un paso al frente, conducido por los guardias y es hecho detenerse delante del consejero.
- ¡Esto es inaudito! - Grita indignado, su voz resuena por las paredes de piedra, haciendo callar a la multitud. - ¿¡Con qué derecho nos retiene aquí en contra de nuestra voluntad!? Tengo cosas que hacer, más importantes que juntarme con sus criadas.
- Cuida tu lengua Carl. - Dice el rey con un semblante frío. - He relegado muchos poderes como monarca, pero sigo pudiendo cortarla con una orden.
- Por favor, su majestad. - Interviene Aurelio levantando la mano. - Ya ha manchado demasiado su nombre con esto, permita que sea yo el que se manche las manos para terminar con esta pantomima.
- ¡No pienso tolerar que se me trate como a un cualquiera, menos como a un criminal! Yo me… - Da un paso a un lado pero una alabarda a la altura del cuello lo detiene.
- Lo entenderéis todo cuando terminemos. Señor Carl, si no le importa, será un pequeño corte en la mejilla, ni siquiera le dejará cicatriz. - Comenta el consejero acercando la daga. - Si de todas formas insiste en irse… será tratado como un traidor a la corona ¿Sabe lo que eso significa no?
Aquel noble calla ante las palabras del consejero y la mirada de su rey, un sudor frío le recorre la espalda al ver el acero tan cerca de su carne. Un pequeño corte y… una gota se sangre cae por su mejilla. El consejero sonríe y se aparta de su camino con un “Puede volver a sus quehaceres, que tenga un buen día”. Con una mirada furiosa y confusa aquel noble deja la sala de forma apresurada, preguntándose qué estaba pasando. Poco sabía que sólo el rey, consejero y guardias, sabían lo que estaban haciendo, y los culpables de palacio ya no tenían escapatoria. Si sangraban por un corte fino eran inocentes, si no examinarían la herida para comprobar que, en efecto, era una piel falsa de arcilla, la cual no sangraba.
El rey había recibido otro duro golpe con esta crisis, en la morgue había visto como Aurelio había llevado el cuerpo de un impostor con la falsa piel de su hija. Ante la noticia de que hasta uno de sus hijos había sido secuestrado ante sus narices, no pudo hacer más que tomar una de las medidas más drásticas que el palacio ha visto en generaciones. Ni siquiera su propia sangre estaba libre de sospecha.
- Se moderará lunes y jueves entre las 22:00 y las 23:59.
- No se puede postear los lunes o jueves antes de la moderación.
- Hay un reloj que marca el tiempo restante. Cuando acaba los temas se cierran.
- Está prohibido metarrolear, powerrolear y demás actitudes tóxicas.
- A más riesgo, más premio.
- Como es tradición, el barco de Sons of Anarchy se hundirá en algún momento.
- Cada post debe ocupar entre 250 y 1.200 palabras. Si no se está en estos límites, el post podría ser ignorado.
- Es responsabilidad de un usuario comunicarse con la gente con la que interactúa.
- Si un post tiene más de 15 faltas ortográficas por párrafo podría ser ignorado.
- Hacer un resumen de acciones relevantes es obligatorio independientemente de la extensión.
- La ley del plot no es a prueba de idiotas.
Moderación
En la isla los vientos helados siguen rugiendo, pero de forma lenta pierden fuerza. La Luz comienza a colarse bajo las nubes, a pesar de que el clima sea de todo menos soportable los lugareños saben interpretar las ventiscas. Sigue siendo peligroso salir, pero ya queda poco, con suerte cuando salgan de sus casas la isla seguirá en relativa paz. De todas formas, no todos los lugareños están pendientes de los cielos, en el palacio el panorama es muy diferente.
Todos los hombres y mujeres que trabajan o habitan en el palacio han sido llamados al salón central. Los soldados que han sido puestos a prueba guardan los flancos de la sala con sus armas en mano y la mayor de las alertas. Tanto súbditos como nobles, hombres y mujeres, jóvenes y ancianos, no se hace distinción y todos son tratados de la misma manera formal, pero estricta, reunidos en una sala con las puertas totalmente cerradas. En el trono, el rey los mira con una mirada sombría y semblante serio, en frente de él, Aurelio, flanqueado por dos de sus mejores hombres sostiene una afilada daga. Los soldados hacen pasar a todos los súbditos uno por uno, manteniéndolos en una fila india, sin perder de vista ni uno solo de sus movimientos. El primero de los nobles da un paso al frente, conducido por los guardias y es hecho detenerse delante del consejero.
- ¡Esto es inaudito! - Grita indignado, su voz resuena por las paredes de piedra, haciendo callar a la multitud. - ¿¡Con qué derecho nos retiene aquí en contra de nuestra voluntad!? Tengo cosas que hacer, más importantes que juntarme con sus criadas.
- Cuida tu lengua Carl. - Dice el rey con un semblante frío. - He relegado muchos poderes como monarca, pero sigo pudiendo cortarla con una orden.
- Por favor, su majestad. - Interviene Aurelio levantando la mano. - Ya ha manchado demasiado su nombre con esto, permita que sea yo el que se manche las manos para terminar con esta pantomima.
- ¡No pienso tolerar que se me trate como a un cualquiera, menos como a un criminal! Yo me… - Da un paso a un lado pero una alabarda a la altura del cuello lo detiene.
- Lo entenderéis todo cuando terminemos. Señor Carl, si no le importa, será un pequeño corte en la mejilla, ni siquiera le dejará cicatriz. - Comenta el consejero acercando la daga. - Si de todas formas insiste en irse… será tratado como un traidor a la corona ¿Sabe lo que eso significa no?
Aquel noble calla ante las palabras del consejero y la mirada de su rey, un sudor frío le recorre la espalda al ver el acero tan cerca de su carne. Un pequeño corte y… una gota se sangre cae por su mejilla. El consejero sonríe y se aparta de su camino con un “Puede volver a sus quehaceres, que tenga un buen día”. Con una mirada furiosa y confusa aquel noble deja la sala de forma apresurada, preguntándose qué estaba pasando. Poco sabía que sólo el rey, consejero y guardias, sabían lo que estaban haciendo, y los culpables de palacio ya no tenían escapatoria. Si sangraban por un corte fino eran inocentes, si no examinarían la herida para comprobar que, en efecto, era una piel falsa de arcilla, la cual no sangraba.
El rey había recibido otro duro golpe con esta crisis, en la morgue había visto como Aurelio había llevado el cuerpo de un impostor con la falsa piel de su hija. Ante la noticia de que hasta uno de sus hijos había sido secuestrado ante sus narices, no pudo hacer más que tomar una de las medidas más drásticas que el palacio ha visto en generaciones. Ni siquiera su propia sangre estaba libre de sospecha.
- Abi y Hazel:
- Eran como una docena de personas, las ropas que suelen vestir no captan tanto mi interés, pero había un poco de todo, la verdad es que no se asociar los roles que cumplen en la jerarquía con las ropas que visten. - Contesta a tu primera pregunta y, aunque no tenga rostro, notas casi un ápice de exasperación, al recibir el aluvión de preguntas. - Preguntas mucho, pero tengo tiempo. Cada vez las cuela de una manera, normalmente disfraza esos aparatos en elementos del entorno que mueve con su arcilla como rocas o estalactitas. Es muy creativo, nunca ha repetido una, pero soy literalmente este lugar, llegado cierto punto es imposible que exista una simple roca en esta sala que no note. Lo más seguro es que os haya estado mirando desde que pusisteis un pie en esta isla, no seríais los primeros. Y en cuanto a la ciudadela, el problema no es el frío, tengo setas en esa sala, pero la estructura central no la he tocado para no desestabilizarla. Sabéis lo que pasa cuando el micelio o una raíz se mete por la roca ¿no? la fractura, y un derrumbe de esa magnitud en la cueva puede comprometer nuestro hogar. Para lo mucho que construís hay humanos que saben poco de estructuras. En fin, si váis a la mina llevaros uno de mis hijos. - Uno de los hombrecillos seta se pone a caminar con vosotras. - Comprende el habla humana, así que os servirá de guía, es fácil perderse por las ruinas. Pero no os lo comáis, los humanos tenéis una fijación absurda por comer genitales, las setas son los genitales de los hongos, cuando véis una la coméis sin pensarlo. Y no sólo las setas, lo hacéis con las pobres plantas, que no pueden ni quejarse, les arrancáis las flores y las exponéis en jarrones, os coméis la fruta, sus semillas, sus brotes. Y no hablemos de los animales, las criadillas, los huevos… y además entre vosotros, no sé si lo decís de forma literal o figurada, pero ya he escuchado a más de uno decir que le coman la… - A medida que os alejáis de la sala escucháis cada vez más bajo su discurso, sabe mal dejarlo con la palabra en la boca, pero no tenéis tiempo.
Subís las escaleras, es una subida larga, pero segura. Al llegar a lo alto podéis ver una serie de largos pasillos, con ventanas a los lados en las que se puede ver la ciudadela, una gran caverna con una laguna en el fondo, la caverna presenta una serie de estructuras en las paredes laterales hechas por la mano del hombre las cuales se funden con la piedra. Lo más seguro es que estéis en una de ellas. En el centro de la caverna se alza la ciudadela, como una gigantesca estructura que emerge del suelo y se funde con el techo de la cueva. Según avanzáis los pasillos y las salas parecen iguales, sin un objetivo claro podríais pasaros días en ese sitio, pero en la distancia escucháis los ecos de la lucha. Si los seguís a lo mejor llegáis a Kohaku.
- Roland:
- Durante la lucha los trabajadores huyeron a un lugar seguro. Bueno, seguro por llamarlo de alguna manera, se han dispersado pero logras acorralar a unos cuantos en una de las salas colindantes. La verdad es que no tienes que presionar mucho, son bastante habladores y la verdad, que todos digan todo a la vez hace que no te aclares con lo que está pasando, por lo menos hasta que haces hablar a uno de ellos.
- N-nosotros sólo somos mano de obra señor. - Dice con una voz temerosa. - Los piratas todavía no han llegado a la isla, todos los que puede ver llegamos a lo largo de estas semanas, bien camuflados como turistas o bien nos trajeron escondidos para trabajar en las minas. - Por lo que ves su historia tiene sentido, ninguno de ellos parece un portento de la lucha, más bien un grupo de grumetes castigados o prisioneros esclavizados. - El único pirata que encontrará es… - Uno de ellos de hace gestos para que se calle, pero el que habla no hace ni caso. - El único que vino es Charles Álgerie. Es el que está detrás de toda la crisis por la que pasa el reino. En cuanto a nosotros… simplemente llegaron a un trato con alguien de aquí a quien le interesaba eso.
Al señalar uno de los pozos que excavaban puedes ver que de la roca rezuma un líquido oleoso y negro, como alquitrán, a lo mejor menos viscoso. Te dicen que tengas cuidado, es altamente inflamable y que, hagas lo que hagas, no lo acerques a las setas. El nombre que te han dicho te suena poco, puede que de alguna noticia, pero definitivamente no es un pirata que quiera destacar.
- Kohaku:
- Con una velocidad casi idéntica a la tuya tu copia no aprovecha para atacarte ahora que estás distraído, sino que la usa para para interponerse en tu ataque. Escuda a su invocador con su espalda, dejando dos tajos marcados en la cerámica de su armadura. Las placas caen y se rompen en el suelo, dejando unos cortes en la arcilla que lo rellena como si fuera su carne cortada. Pero parte de las ondas continúa y hacen un rasguño en el costado y la mejilla del extraño.
Sonríe a la vez que su capucha se echa atrás por la fuerza del corte, revelando su rostro a la luz. Conoces a esa persona, no es ni otra más ni otra menos que la primera princesa del Reino de Sakura, la misma que os dio la misión. Pero hay una diferencia, tiene un corte en el rostro, pero este no sangra, aunque sí extiende una fina y casi imperceptible grieta por su mejilla, como si su piel de porcelana fuera verdaderamente de ese material.
Tu copia se da la vuelta y te encara. Avanzando a gran velocidad y lanzando un corte descendente con una de las espadas, para luego desenvainar la otra y tratar de apuñalarte.
- Braud y Raion:
- Estáis los dos en la góndola, se está a gusto dentro, uno más que otro, pero lo menos no tenéis que aguantar los helados vientos del exterior. Braud por su parte inicia un cursillo rápido de “cómo pilotar un cacharro de estos”, y ¿Qué mejor forma de aprender que pulsar todos los botones a la vez y ver qué pasa?
Cuando mueves la palanca no ocurre nada, no hasta que pulsas el botón verde, entonces el aparato se pone en marcha. Ascendéis durante un segundo, hasta que al pulsar el botón azul se detiene el aparato, el naranja parece que calienta los cables y derrite la nieve, pero es al llegar al botón rojo cuando ocurre. Lo presionas y escuchas un breve pitido seguido del chasquido de maquinaria funcionando. La góndola se suelta y cae un par de metros hasta llegar a la nieve.
- Freites, Jace y Zira:
- Bien, joven, esa es la decisión sensata y, no te preocupes, todos aquí somos un poco descarados, la juventud nunca se pierde si no quieres. - Tras eso espera a ponerse en contacto con Alpha y escucha lo que dice. - No te preocupes pequeño, pronto podremos beber todo lo que quieras, en cuanto a los médicos… Si te han envenenado con lo que creo… tienes tiempo, es lento y mientras no llegue al cerebro no aporta mucho más que mareos ocasionales. De todas formas estoy seguro de que mi médico de a bordo puede darte un buen tratamiento para que estés presentable delante de nuestra Señora. - La llamada vuelve a Jace. - Bueno joven, no te preocupes, llevamos semanas recabando nuestros datos de inteligencia, aunque ese tipo es bueno, los datos que tienes son de ayuda, pero no subestimes a ese viejo zorro. Ha estado moviendo las defensas cada poco tiempo y hemos visto que es difícil un ataque mientras ande de guardia pero… - La llamada se cuelga. - Seguro que podemos hacer un plan juntos.
La voz suena sorprendentemente cerca. En cubierta, cerca de Zira ha aparecido un hombre vestido con una casaca negra de piel, unos pantalones grises y una camisa roja. Lleva el brazo derecho vendado y un sable a la izquierda de la cadera. Tal y como sonaba es un hombre de unos cincuenta años, rubio y algo cano, con unas patillas largas y cuidadas. La ventisca comienza a amainar un poco y con esto ganáis más visibilidad, el barco de antes está detrás de vosotros, a unos cien metros.
- No creo que vengan tan pronto, pero no es seguro quedarse aquí. Si nos seguís os llevaremos a un lugar seguro.
- Bizvan y Liam:
- La puerta se abre. La sala al otro lado es notablemente más grande que la anterior. Cuadrada con cuatro pilares centrales. En tres de las cuatro paredes hay diez celdas en total. En efecto, hay más guardias, en concreto cinco, pero con las habilidades de Bizvan no dan muchos más problemas, no tienen un nivel mucho mayor que el de un soldado medianamente competente. Encontréis las llaves o partáis los barrotes podréis rescatar a todos los prisioneros, los cuales se encuentran en esa sala. Todos parecen estar en buen estado, simplemente algunos problemas por el frío y las malas condiciones, pero nada grave. Los problemas empiezan en el momento en el que los reunís.
Si, no importa las veces que los contéis, hay ocho personas. Dos de ellas, o tienen gemelos y los han secuestrado también, o son falsos. Si les preguntas obviamente te dirán que el otro es un impostor. Vaya problema.
Es la misma moderación que la anterior ronda, lo siento pero al haber sido el post tan tarde no puede contarse. Podemos ser flexibles, pero con tantas horas no podemos contarlo.
- ¿Tenías el OST asegurado?:
- Pues Omega, el golpe que te has llevado no es moco de pavo, te ha dislocado el hombro, ese bicho tiene una fuerza abrumadora. Se nota que estaba pensado para hacer frente a alguien fuerte o a un grupo considerable. También se nota que sus movimientos no son automáticos como con los otros muñecos, este reacciona cuando sacas el cañón, tratando de apartarse. Las ondas sónicas salen e impactan en el brazo que sostiene su escudo. La armadura reverbera el sonido por dentro y este empieza a temblar, un par de segundos después la arcilla dentro de la armadura “estalla” saliendo disparada por las juntas del metal, haciendo que el brazo caiga.
Por otra parte el viento no encuentra resistencia a la hora de llegar al tipo del piano, el cual sale volando junto con su instrumento, estampándose contra una pared. La mayoría de los disparos aciertan, dejando sólo un brazo intacto. Aun así la sonrisa no se borra de su rostro, el cual, ahora que no tiene la capucha, muestra que tiene el rostro de la Princesa. Las dos personas tienen presencias distintas, claro, pero sólo una de ellas es la verdadera. El piano por otro lado ha quedado hecho astillas, parece que era un piano normal y corriente.
En cuanto a la otra princesa se refiere. John, salvo por el hecho de que la jaula se agita peligrosamente cuando saltas a esta, la verdad es que no encuentras mucha resistencia a la hora de abrir esta. Lo cual es algo sospechoso, si, estaba cerrada con llave, pero no era un sistema muy resistente. No tienes muchos problemas en salir, salvo la altura, a lo mejor a la señorita le parece un salto demasiado alto. Y hablando de la señorita, al ver que ambas personas comparten rostro… ¿Te fías de ella?
La armadura por su lado, parece que piensa un poco lo que hacer, como si estuviera teniendo en cuenta ese molesto cañón que usa Omega. Con el brazo que le queda golpea con fuerza el escudo y la armadura que ha caído, lanzando esta hacia el agente con la intención de dañarlo y desarmarlo. Tras eso se da la vuelta y dirige otro poderoso mazazo a una de las paredes que contienen la sustancia parecida a alquitrán.
- Elina y la crew:
- ―Por aquí me conocen como Mr. Shamp ―dice el señor al tiempo que hace una breve y muy educada inclinación de cabeza―. Nos hacemos llamar fungos, aunque personalmente me parece que es un nombre demasiado simple para denominarnos. He terminado por aceptarlo, sea como sea. En cuanto a él… Bueno, amigo quizás sea una palabra demasiado fuerte para describir nuestra relación, pero tenemos algunos intereses en común.
El señor está de lo más tranquilo pese a que acaba de presenciar la matanza que habéis llevado a cabo con los dinosaurios metalizados, como si no hubiese sido más que un entretenido divertimento para un exigente espectador.
―Te pido que le disculpes. A él y a los suyos, cuando estaban vivos, las creencias religiosas les hacen actuar de un modo un tanto… arbitrario y radical a veces. El motivo por el que se encuentran aquí no tiene nada que ver con vosotros, así que, viendo que afortunadamente habéis resultado ilesos, os agradecería que os fueseis por donde habéis venido e hicieseis como si aquí no hubiese sucedido nada. Yo me encargaré de reñirle apropiadamente.
No dice nada más, pero puedes notar cierta aura asesina en él que para nada se traduce en una expresión siniestra o algo por el estilo. Un fungo… ¿Qué demonios es eso? A saber, pero su apariencia humana es inconfundible. ¿Cuál será el origen de su naturaleza? Por otro lado, el negro albino no da señales de vida. A saber dónde se ha metido.
- Claude del Apetito:
- Presencias la mutación más rápido de estado de ánimo que tus ojos contemplarán… probablemente. Primero identificas cierta alegría por el elogio hacia la cresta del macarra alfa, que enseguida se convierte en incomprensión para luego, al darse cuenta de que tu comentario es más un insulto que otra cosa, tornarse en rabia contenida.
―Otro forastero, supongo ―les dice a los suyos como buen gallo de corral, obteniendo sonrisas cómplices de estos―. ¿El castillo? Estás en él ―añade al tiempo que extiende ambas manos―. Te encuentras en mi reino, así que inclínate ante el rey.
Puedes reparar en que junto a él, apoyado sobre la fuente, hay un bate de béisbol para completar el “matón de barrio starter pack”. Incluso su chupa de cuero va en sintonía con el resto del atuendo.
―Si te refieres a ese montón de ladrillos inservible, está en esa dirección ―añade al tiempo que señala hacia su derecha, hacia uno de los caminos que salen de la plaza―. Puedes pasar si quieres, claro, pero debes pagar para pasar por mis dominios.
¿Un matón sin más que se cree que la calle es suya? ¿En serio? Pues sí, parece que eso es lo que hay frente a ti. Bueno, no uno, más, pero los otros tienen toda la pinta de ser los típicos secuaces que le limpiarían el culo a lametones si se lo pidiese.
Bizvan
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Tal y como el mayordomo mencionó, en la otra habitación parecía ser una prisión. Cinco guardias se encargaban de mantener vigiladas las diez celdas que se encontraban en ese lugar.
Derrotar a los enemigos no fue complicado, ya que estos presentaban habilidades de un soldado común y corriente. Probablemente los esqueletos del marine hubiesen podido encargarse de los guardias, aunque el tiempo de combate habría aumentado considerablemente.
* Este pudo ser un buen entrenamiento para ellos, pero es mejor no correr riesgos innecesarios. *pensó el marine al mismo tiempo que comenzaba a buscar la forma de abrir las celdas, claro que de no encontrarla simplemente recurriría a cortar los barrotes.
Más pronto que tarde encontró las llaves de las celdas y con ellas permitió que todos los prisioneros salieran. Por fortuna no parecía haber indicios de problas graves en la salud de ninguno, aine embargo una nueva problmearoca se presentó ante el espadachín. Dos de los prisioneros tenían un “gemelo” y considerando la información que el mayordomo había brindado, solo debía haber seis personas en esta sala.
- Diablos, parece que voy a necesitar de su ayuda señor mayordomo. -expresó el marine a la vez que intentaba encontrar alguna diferencia entre los gemelos.- Por el momento, todos los demás pueden acercarse hacía mi compañero y los esqueletos. Pueden estar tranquilos, ninguno les hará daño y por el contrario están aquí para protegerlos. Los gemelos por favor tomen distancia de metro y medio entre ustedes, dentro de poco solucionaremos esto. -dijo el joven con una sonrisa amigable en su rostro.
Bizvan esperó a que las personas sugieran sus indicaciones y mistras tanto se acercaba al mayordomo para susurrarle tendiendo cuidado de no ser escuchado por los sospechosos.
- Mencionó que conocía a aquellos que fueron capturados, ¿cierto? Necesito que me diga en secreto cómo es la personalidad, su carácter o como percibe usted sus emociones.
El plan de Bizvan era utilizar su mantra para intentar determinar quienes eran los impostores, pues si recordaba bien, el mayordomo mencionó que los impostores utilizaban máscaras realistas hechas de arcilla, por lo cual ambos enemigos debían tratarse de seres vivos que podían reaccionar ante el haki.
Si este plan no funcionaba, aún había un plan B. Hacer uso de las habilidades de cirujano del marine para intentar determinar que “piel” presentaba una textura un tanto extraña. De igual forma activaría su “Kai” para aumentar sus sentidos en un intento para ayudarlo. Sería más arriesgado, pero con suerte habría resultados.
Ahora solo hacía falta esperar y ver qué ocurría
Derrotar a los enemigos no fue complicado, ya que estos presentaban habilidades de un soldado común y corriente. Probablemente los esqueletos del marine hubiesen podido encargarse de los guardias, aunque el tiempo de combate habría aumentado considerablemente.
* Este pudo ser un buen entrenamiento para ellos, pero es mejor no correr riesgos innecesarios. *pensó el marine al mismo tiempo que comenzaba a buscar la forma de abrir las celdas, claro que de no encontrarla simplemente recurriría a cortar los barrotes.
Más pronto que tarde encontró las llaves de las celdas y con ellas permitió que todos los prisioneros salieran. Por fortuna no parecía haber indicios de problas graves en la salud de ninguno, aine embargo una nueva problmearoca se presentó ante el espadachín. Dos de los prisioneros tenían un “gemelo” y considerando la información que el mayordomo había brindado, solo debía haber seis personas en esta sala.
- Diablos, parece que voy a necesitar de su ayuda señor mayordomo. -expresó el marine a la vez que intentaba encontrar alguna diferencia entre los gemelos.- Por el momento, todos los demás pueden acercarse hacía mi compañero y los esqueletos. Pueden estar tranquilos, ninguno les hará daño y por el contrario están aquí para protegerlos. Los gemelos por favor tomen distancia de metro y medio entre ustedes, dentro de poco solucionaremos esto. -dijo el joven con una sonrisa amigable en su rostro.
Bizvan esperó a que las personas sugieran sus indicaciones y mistras tanto se acercaba al mayordomo para susurrarle tendiendo cuidado de no ser escuchado por los sospechosos.
- Mencionó que conocía a aquellos que fueron capturados, ¿cierto? Necesito que me diga en secreto cómo es la personalidad, su carácter o como percibe usted sus emociones.
El plan de Bizvan era utilizar su mantra para intentar determinar quienes eran los impostores, pues si recordaba bien, el mayordomo mencionó que los impostores utilizaban máscaras realistas hechas de arcilla, por lo cual ambos enemigos debían tratarse de seres vivos que podían reaccionar ante el haki.
Si este plan no funcionaba, aún había un plan B. Hacer uso de las habilidades de cirujano del marine para intentar determinar que “piel” presentaba una textura un tanto extraña. De igual forma activaría su “Kai” para aumentar sus sentidos en un intento para ayudarlo. Sería más arriesgado, pero con suerte habría resultados.
Ahora solo hacía falta esperar y ver qué ocurría
- Resumen:
- Dejar salir a los prisioneros.
Separarlos en dos grupos, dejando a los pares de gemelos lejos del resto de personas.
Susurrarle al mayordomo que le indique los rasgos de personalidad, caracter o emociones que él conoce de los sospechosos, para intentar determinar mediante el uso de Mantra quienes son los reales.
En caso de fallar el uso de Haki, recurrir a sus habilidades de cirujano para intentar determinar que piel parece falsa. De igual forma activar su “Kai” para aumentar sus sentidos.- Usado:
- Mantra Nivel 6: Haki Desarrollado.
Modalidad Kai:
Nivel 1: De manera activa todos los sentidos de Bizvan se incrementan 25%. Esto se mantiene activado la mitad del tiempo de su mantra.
De manera pasiva se puede apreciar una ligera aura blanca a su alrededor.
Nivel 2: De manera activa todos los sentidos de Bizvan se incrementan 50%. Esto se mantiene activado la mitad del tiempo de su mantra.
De manera pasiva el aura su alrededor le permite mantener activado el efecto del kai un 25% más de tiempo.
- Off rol:
- Una disculpa por las molestias causadas
Roland von Klauswitz
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Roland encontró a los mineros enseguida. Casi podía oler el pestazo de su miedo y oír cómo les castañeteaban los dientes. Había jugado a ese juego muchas veces, a buscar a los pringados que se escondían de él en todos los rincones del colegio. Él ni siquiera iba al colegio, pero de vez en cuando entraba y atormentaba un poco a los pardillos que perdían el tiempo en clase. Cuando necesitaba algo de pasta siempre resultaban ser una buena fuente de ingresos.
Fue divertido darles caza. Le recordó a los viejos tiempos. Los tipos empezaron a contestar a sus preguntas casi antes de hacérselas, lo cual tampoco estaba mal. Roland paladeaba su miedo como el buen alcohol. Le gustaba hacerse respetar por aquellos desconocidos que temblaban a la larga sombra de su tripa. De ese modo se vino arriba y empezó a darle toquecitos al que hablaba con un dedo, que dado su tamaño sería tan grande como la cabeza del hombre. Incluso dio un par de gritos de repente para asustarlos y reírse de ellos. Vaya caras ponían.
Lo raro fue que dijo que solo había un pirata. Eso era un problema.
-¿Pero qué mierda es esa? ¿Qué coño hago yo con solo un pirata, eh?
De nuevo volvió el enfado. Todo el asunto del reino le importaba un rábano, a decir verdad, pero lo del pirata... Con tantos putos cazadores por allí ya podía darse prisa para hacerse con la única presa. ¿Tendría que cargarse a alguno si intentaban quitárselo? A lo mejor. Esperaba que no tuviese que freír a la monja o a la otra tetuda. El resto... en fin, si se ponían en medio ya se podían despedir. Bueno, Braud era buen tipo, así que solo le dispararía en el culo.
Se puso en marcha rápidamente. Con suerte, el resto se perdería por las minas o se enfrentarían a algún otro rarito hecho de barro o lo que fuera aquello. Solo se tomó el tiempo necesario para vaciar la petaca de un trago y la vejiga de una meada. Orientó el chorro hacia los trabajadores solo para ver cómo se apartaban como palomas ante el paso de un caballo. También llenó la petaca del aceite ese. Si tan bueno era, igual se lo ponía a Rudolf. Iría como la seda.
-Pues venga, decidme dónde encuentro al pirata ese. Como se me escape vengo aquí y os reviento a todos.
Fue divertido darles caza. Le recordó a los viejos tiempos. Los tipos empezaron a contestar a sus preguntas casi antes de hacérselas, lo cual tampoco estaba mal. Roland paladeaba su miedo como el buen alcohol. Le gustaba hacerse respetar por aquellos desconocidos que temblaban a la larga sombra de su tripa. De ese modo se vino arriba y empezó a darle toquecitos al que hablaba con un dedo, que dado su tamaño sería tan grande como la cabeza del hombre. Incluso dio un par de gritos de repente para asustarlos y reírse de ellos. Vaya caras ponían.
Lo raro fue que dijo que solo había un pirata. Eso era un problema.
-¿Pero qué mierda es esa? ¿Qué coño hago yo con solo un pirata, eh?
De nuevo volvió el enfado. Todo el asunto del reino le importaba un rábano, a decir verdad, pero lo del pirata... Con tantos putos cazadores por allí ya podía darse prisa para hacerse con la única presa. ¿Tendría que cargarse a alguno si intentaban quitárselo? A lo mejor. Esperaba que no tuviese que freír a la monja o a la otra tetuda. El resto... en fin, si se ponían en medio ya se podían despedir. Bueno, Braud era buen tipo, así que solo le dispararía en el culo.
Se puso en marcha rápidamente. Con suerte, el resto se perdería por las minas o se enfrentarían a algún otro rarito hecho de barro o lo que fuera aquello. Solo se tomó el tiempo necesario para vaciar la petaca de un trago y la vejiga de una meada. Orientó el chorro hacia los trabajadores solo para ver cómo se apartaban como palomas ante el paso de un caballo. También llenó la petaca del aceite ese. Si tan bueno era, igual se lo ponía a Rudolf. Iría como la seda.
-Pues venga, decidme dónde encuentro al pirata ese. Como se me escape vengo aquí y os reviento a todos.
- Resumen:
- Roland el abusón pilla un poco del aceite ese y pregunta dónde encontrar a Charles para ir yendo lo más rápido que pueda.
Raion
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El león asistió atónito al infame espectáculo que suponía Braud intentando manejar aquella máquina. El resultado, como era de esperar, no fue bueno, sino que aunque lograron ponerse en marcha pronto la góndola se detuvo y, acto seguido, se soltó del cable y cayó a la nieve.
Al menos ahora ya sabían lo que hacía cada botón, pero eso era lo de menos si no conseguían enganchar de nuevo la góndola al cable. Como era lógico debía de haber una forma de engancharla de nuevo, pues de lo contrario aquel vehículo tendría muy poca utilidad. Por lo tanto el león se dedicó a examinar tanto la góndola como el puesto desde el que había salido la misma para tratar de encontrarlo.
Apenas habían caído desde un par de metros, por lo que sin duda alguien del tamaño y fuerza de Braud podría levantar la góndola lo suficiente para que, de haber forma de engancharla de nuevo, Raion se elevara volando hasta los cables y consiguiera hacerlo. Al fin y al cabo era la forma más rápida y, sobre todo, menos cansada de llegar hasta el antiguo castillo en la cima de la montaña. De lo contrario solo tenían dos alternativas: o bien caminar hasta la base de la montaña y escalar, lo que les llevaría demasiado tiempo, o bien que Raion tratara de llevar a Braud en volandas con sus corrientes de viento hasta la cima, lo cual podía suponer un tremendo esfuerzo por su parte, gastando energías que luego necesitaría con total seguridad.
Por lo tanto, teniendo todo esto en cuenta el mink pondría toda su concentración y su capacidad para fijarse en cualquier mínimo detalle para encontrar la forma de volver a enganchar de nuevo la góndola al cable y poder así reanudar su viaje. Si la encontraba, pediría a Braud que alzara la góndola de ser necesario y él se ocuparía de realizar el enganche. A veces el trabajo en equipo era la clave para salir de una situación comprometida, aunque por lo general Raion no fuera un gran partidario del mismo.
Al menos ahora ya sabían lo que hacía cada botón, pero eso era lo de menos si no conseguían enganchar de nuevo la góndola al cable. Como era lógico debía de haber una forma de engancharla de nuevo, pues de lo contrario aquel vehículo tendría muy poca utilidad. Por lo tanto el león se dedicó a examinar tanto la góndola como el puesto desde el que había salido la misma para tratar de encontrarlo.
Apenas habían caído desde un par de metros, por lo que sin duda alguien del tamaño y fuerza de Braud podría levantar la góndola lo suficiente para que, de haber forma de engancharla de nuevo, Raion se elevara volando hasta los cables y consiguiera hacerlo. Al fin y al cabo era la forma más rápida y, sobre todo, menos cansada de llegar hasta el antiguo castillo en la cima de la montaña. De lo contrario solo tenían dos alternativas: o bien caminar hasta la base de la montaña y escalar, lo que les llevaría demasiado tiempo, o bien que Raion tratara de llevar a Braud en volandas con sus corrientes de viento hasta la cima, lo cual podía suponer un tremendo esfuerzo por su parte, gastando energías que luego necesitaría con total seguridad.
Por lo tanto, teniendo todo esto en cuenta el mink pondría toda su concentración y su capacidad para fijarse en cualquier mínimo detalle para encontrar la forma de volver a enganchar de nuevo la góndola al cable y poder así reanudar su viaje. Si la encontraba, pediría a Braud que alzara la góndola de ser necesario y él se ocuparía de realizar el enganche. A veces el trabajo en equipo era la clave para salir de una situación comprometida, aunque por lo general Raion no fuera un gran partidario del mismo.
- Resumen:
- Tratar de encontrar la manera de reenganchar la góndola al cable y trazar un plan para llevarla a cabo de haberla.
Freites D. Alpha
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Al fin un poco paz dentro de aquella tormenta. Alpha al escuchar las palabras de aquel sujetó de mostró satisfecho e incluso felíz. Ciertamente saber que el veneno se tomaría su tiempo para hacer efecto era una de las mejores noticias que podía escuchar. En su mente, todo comenzaba a tomar formar y, eso era una magnífica señal para el pequeño señor de la guerra.
La aparición del sujetó en la cubierta fue sorpresiva para todos. Todos los tripulantes se pusieron en posición de alerta y claramente estaban dispuestos ha defender el barco. Pero todo el mundo se quedó perplejo de un momento a otro al escuchar los pasos de la súper ave, quién llevaba al pequeño capitán galopando en ella. Alpha sonreía, el nuevo jugador en el tablero resultó ser un hombre de cabellos rubios y con algunas canas encima. El vendaje que este tenía en el brazo sin duda era algo que le llamaba la atención. Pero... Sin duda no era lugar ni momento para realizar preguntas incómodas.
- ¡Sus órdenes señor! - Dijo uno de los miembros de la banda. Listo para atacar.
- Disculpa a mi pequeños Hermanos. - Dijo el capitán al visitante.- Aún no saben nada de la alianza. - El chiquillo levantaría el único brazo que le quedaba con la intención de estrechar la mano del visitante. Claramente no era la mejor idea de todas sabiendo lo del vendaje.
Si el hombre aceptaba estrechar la mano del chiquillo, Alpha indicaría a todos con un gesto que bajarán las armas, que no era el enemigo. - Los aliados de los Big Brother Kaizokudan son familia. Ustedes conocen las reglas... Mis hermanos.
-Lo...sentimos señor.
- No se preocupen. Ahora preparen todo y que sea rápido. tenemos que cambiar de posición y rehacer los planes.
Todos los grumetes comenzarían a hacer los preparativos para seguir a los nuevos aliados. Alpha miraba tranquilamente todo el proceso mientras daba otro sorbo de sake. Luego, le habló de nuevo al Rubió salo para saciar una curiosidad. - Tu bandera... No me suena de nada ¿Quien eres?
La aparición del sujetó en la cubierta fue sorpresiva para todos. Todos los tripulantes se pusieron en posición de alerta y claramente estaban dispuestos ha defender el barco. Pero todo el mundo se quedó perplejo de un momento a otro al escuchar los pasos de la súper ave, quién llevaba al pequeño capitán galopando en ella. Alpha sonreía, el nuevo jugador en el tablero resultó ser un hombre de cabellos rubios y con algunas canas encima. El vendaje que este tenía en el brazo sin duda era algo que le llamaba la atención. Pero... Sin duda no era lugar ni momento para realizar preguntas incómodas.
- ¡Sus órdenes señor! - Dijo uno de los miembros de la banda. Listo para atacar.
- Disculpa a mi pequeños Hermanos. - Dijo el capitán al visitante.- Aún no saben nada de la alianza. - El chiquillo levantaría el único brazo que le quedaba con la intención de estrechar la mano del visitante. Claramente no era la mejor idea de todas sabiendo lo del vendaje.
Si el hombre aceptaba estrechar la mano del chiquillo, Alpha indicaría a todos con un gesto que bajarán las armas, que no era el enemigo. - Los aliados de los Big Brother Kaizokudan son familia. Ustedes conocen las reglas... Mis hermanos.
-Lo...sentimos señor.
- No se preocupen. Ahora preparen todo y que sea rápido. tenemos que cambiar de posición y rehacer los planes.
Todos los grumetes comenzarían a hacer los preparativos para seguir a los nuevos aliados. Alpha miraba tranquilamente todo el proceso mientras daba otro sorbo de sake. Luego, le habló de nuevo al Rubió salo para saciar una curiosidad. - Tu bandera... No me suena de nada ¿Quien eres?
- Resúmen:
- - Recibir la visita.
- indicar que la visita no es el enemigo y que preparen todo para cambiar de posición.
- preguntar por el nombre del rubio.
Abigail Mjöllnir
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—¿Tiene que ser ahora? No es el mejor momento —evidentemente no lo entendió, pero tampoco consideraba que fuera el momento más apropiado, con todo aquel asunto de los piratas en marcha. Una de sus habitantes, no obstante, pensó que era correcto decirle qué significaba la pregunta que le había hecho Hazel. Así, como era habitual en ella, terminó enrojeciendo con unos cuantos segundos de retardo —¿Qué? ¡No! —exclamó mientras avanzaban —. Coincidimos en Hallstat mientras investigaba a las gemelas Asagiri, nada más —respondió, esperando que estuviera contenta con aquella respuesta —. Si te ha dicho él eso tendré que tener una conversación con él cuando acabemos aquí —continuó, aunque no estaba segura de si se acordaría después de todo el jaleo que les esperaba.
Una vez dentro de la ciudadela podía ver a través de las ventanas que se trataba de una caverna gigante como las que les había descrito Theresa con una laguna en el fondo. Las paredes de la ciudadela se fundían con la roca, no se extrañó mucho porque, bueno, el ente hongo ya les había dicho que esa estructura tenía siglos de antigüedad. Además, también conocían la debilidad de la estructura: que ahora mismo no era demasiado estable. Si se veían superados siempre podrían evacuar y echarlo todo abajo.
Los sonidos de una batalla cercana llamaron su atención. ¿Serían algunos de los ciudadanos raptados tratando de luchar por liberarse? Tampoco podía descartar que fuesen sus compañeros... bueno, mentira, sí podía descartar a Roland. Fuera lo que fuera, tenía que averiguar qué era eso antes de dirigirse hacia cualquier otro lado.
No podía arriesgarse a meter al hombrecito seta en la fortaleza, tanto por las visiones que había tenido como porque no sabía cómo reaccionaría al verse rodeado de tanta gente desconocida, así que tendrían que ir de momento con calma.
Procedió entonces a activar su Haki de Observación, extendiéndolo todo lo posible para detectar las presencias cercanas. Ya lo había usado cuando estaban casi todos presentes junto a la princesa Theresa, de forma que conocía las presencias de la mayoría de sus compañeros salvo Raion y Braud. Si alguno estaba en las inmediaciones lo sabría. Además, así trataría de localizar a cualquier otra presencia, fuera amiga o enemiga.
De todas formas, empezó a avanzar en dirección a los sonidos que escuchaba.
—Si solo hay un enemigo real... va a ser difícil, especialmente si es uno de ellos —dijo. Porque claro... ¿quién en su sano juicio dejaría un asalto completo a únicamente una persona? Solo podía pensar que debía ser alguien monstruoso.
Por otra parte, la habitante que había dejado en la sala de los wanteds ya había extendido sobre la mesa los carteles de Se Busca más sonados de los últimos que repartieron los marines poco antes de la crisis de Sakura, los de los piratas de Kepler. Si encontraba a uno de esos podría reconocerlo y llevarlo por fin ante la justicia. No sabía a ciencia cierta si era cosa suya o no, pero era demasiada casualidad que justo aparecieran, repartieran sus carteles, y que de repente Sakura se pusiera patas arriba.
Una vez dentro de la ciudadela podía ver a través de las ventanas que se trataba de una caverna gigante como las que les había descrito Theresa con una laguna en el fondo. Las paredes de la ciudadela se fundían con la roca, no se extrañó mucho porque, bueno, el ente hongo ya les había dicho que esa estructura tenía siglos de antigüedad. Además, también conocían la debilidad de la estructura: que ahora mismo no era demasiado estable. Si se veían superados siempre podrían evacuar y echarlo todo abajo.
Los sonidos de una batalla cercana llamaron su atención. ¿Serían algunos de los ciudadanos raptados tratando de luchar por liberarse? Tampoco podía descartar que fuesen sus compañeros... bueno, mentira, sí podía descartar a Roland. Fuera lo que fuera, tenía que averiguar qué era eso antes de dirigirse hacia cualquier otro lado.
No podía arriesgarse a meter al hombrecito seta en la fortaleza, tanto por las visiones que había tenido como porque no sabía cómo reaccionaría al verse rodeado de tanta gente desconocida, así que tendrían que ir de momento con calma.
Procedió entonces a activar su Haki de Observación, extendiéndolo todo lo posible para detectar las presencias cercanas. Ya lo había usado cuando estaban casi todos presentes junto a la princesa Theresa, de forma que conocía las presencias de la mayoría de sus compañeros salvo Raion y Braud. Si alguno estaba en las inmediaciones lo sabría. Además, así trataría de localizar a cualquier otra presencia, fuera amiga o enemiga.
De todas formas, empezó a avanzar en dirección a los sonidos que escuchaba.
—Si solo hay un enemigo real... va a ser difícil, especialmente si es uno de ellos —dijo. Porque claro... ¿quién en su sano juicio dejaría un asalto completo a únicamente una persona? Solo podía pensar que debía ser alguien monstruoso.
Por otra parte, la habitante que había dejado en la sala de los wanteds ya había extendido sobre la mesa los carteles de Se Busca más sonados de los últimos que repartieron los marines poco antes de la crisis de Sakura, los de los piratas de Kepler. Si encontraba a uno de esos podría reconocerlo y llevarlo por fin ante la justicia. No sabía a ciencia cierta si era cosa suya o no, pero era demasiada casualidad que justo aparecieran, repartieran sus carteles, y que de repente Sakura se pusiera patas arriba.
- resumen:
Activar Mantra 3 para localizar a quien esté en 60 metros a la redonda (y reconocer las presencias que conozca) e ir hacia los sonidos de combate que escuchan. También deja preparados dentro de la fortaleza los carteles de los Kepler, los que repartió la Marina según la introducción del evento, así podrá identificarlos en cuanto los vea.
Kohaku Sato
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La hipótesis del cazador parecía estar siendo la idónea, pues su doble de arcilla no tardó nada en tratar de defender a su creador. ¿Lo malo de aquello? Que aquella bestia del infierno parecía ser capaz de igualarle en velocidad, algo que no le gustaba nada. Parte de su cubierta de cerámica cayó al suelo, rellenándola después del mismo material.
Apenas había retrocedido un par de pasos, cuando el viento generado por la fuerza de su ataque levantó la túnica que cubría el rostro de aquella persona, dejando ver quien era realmente.
—No puede ser… —susurró, pensando completamente en voz alta.
Sin embargo, con el caer de la capucha, Kohaku bajó la guardia durante un pequeño instante, en el que su doble se puso frente a él con su espada en ristre, tratando de atacarle desde arriba con un movimiento vertical descendente. Ante eso, Kohaku flexionó las rodillas, mejorando así su estabilidad, retrasando un poco su pierna derecha, y elevó su zurda con la hoja en horizontal para bloquear el golpe. Ocasionó un ruido seco y agudo, junto a una pequeña ventisquera que agitó sus cabellos.
Acto seguido, el hombre de arcilla usó su mano restante para desenfundar su otra espada y atravesarle como si fuera un pez luchador en el gran coliseo de Dressrosa. Para defenderse, aprovechando la distancia que los separaba, con la katana que mantenía en guardia en su costado derecho, hizo un movimiento de barrido hacia afuera, desviando la estocada de tal forma que chocó en una de las hombreras de metal de su armadura, sintiendo tan solo como si alguien le golpeara levemente.
El moreno reculó un par de pasos, distanciándose un metro y medio más de su oponente, y miró atentamente durante un instante a la persona que parecía ser la culpable de todo aquello: la princesa. Sí, parecía que la suposición que había hecho anteriormente, cuando estuvo reunido con el resto de los cazadores, era cierta. No obstante, había algo extraño en el color de su piel, parecía más pálido, incluso para alguien de la alta alcurnia que había nacido en una isla inverna, presentando un rasguño en su rostro.
«Qué raro todo», se dijo, flexionando aún más sus rodillas e impulsándose hacia su doble, con las espadas en cruz.
Buscaba placarlo de tal forma que bajara la guardia por la fuerza del impacto, para luego realizar un tajo diagonal apuntando a su cabeza, de forma descendente, seguido de un corte horizontal a la altura de su brazo. Tras eso, recularía y adoptaría una pose de guardia neutra, con el fijo de sus aceros apuntando hacia el frente.
Apenas había retrocedido un par de pasos, cuando el viento generado por la fuerza de su ataque levantó la túnica que cubría el rostro de aquella persona, dejando ver quien era realmente.
—No puede ser… —susurró, pensando completamente en voz alta.
Sin embargo, con el caer de la capucha, Kohaku bajó la guardia durante un pequeño instante, en el que su doble se puso frente a él con su espada en ristre, tratando de atacarle desde arriba con un movimiento vertical descendente. Ante eso, Kohaku flexionó las rodillas, mejorando así su estabilidad, retrasando un poco su pierna derecha, y elevó su zurda con la hoja en horizontal para bloquear el golpe. Ocasionó un ruido seco y agudo, junto a una pequeña ventisquera que agitó sus cabellos.
Acto seguido, el hombre de arcilla usó su mano restante para desenfundar su otra espada y atravesarle como si fuera un pez luchador en el gran coliseo de Dressrosa. Para defenderse, aprovechando la distancia que los separaba, con la katana que mantenía en guardia en su costado derecho, hizo un movimiento de barrido hacia afuera, desviando la estocada de tal forma que chocó en una de las hombreras de metal de su armadura, sintiendo tan solo como si alguien le golpeara levemente.
El moreno reculó un par de pasos, distanciándose un metro y medio más de su oponente, y miró atentamente durante un instante a la persona que parecía ser la culpable de todo aquello: la princesa. Sí, parecía que la suposición que había hecho anteriormente, cuando estuvo reunido con el resto de los cazadores, era cierta. No obstante, había algo extraño en el color de su piel, parecía más pálido, incluso para alguien de la alta alcurnia que había nacido en una isla inverna, presentando un rasguño en su rostro.
«Qué raro todo», se dijo, flexionando aún más sus rodillas e impulsándose hacia su doble, con las espadas en cruz.
Buscaba placarlo de tal forma que bajara la guardia por la fuerza del impacto, para luego realizar un tajo diagonal apuntando a su cabeza, de forma descendente, seguido de un corte horizontal a la altura de su brazo. Tras eso, recularía y adoptaría una pose de guardia neutra, con el fijo de sus aceros apuntando hacia el frente.
- Resumen:
- Defenderse + flipar + atacar
Ryuichi Ichiban
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Cayó de espaldas al suelo de la góndola cuando esta cayó ese par de metros al suelo. Se rió un poco. Debería haberselo esperado, pero eso no evitó que le hiciese gracia. Aquella aventura en la tierra de la nieve estaba resultando algo divertida, la verdad. Aunque tal vez fuese por la reciente pelea que había tenido que todavía tenía la adrenalina por las nubes. Salió de la góndola y se sacudió, mirando hacia arriba. El cable no estaba muy lejos, tal vez podrían engancharla de nuevo... Aunque Braud no tenía ni idea de esas cosas.
Sin embargo, había hecho de mula de carga varias veces trabajando en los astilleros, levantando los mástiles más pesados y llevando a los hombros carromatos llenos de piezas increíblemente pesadas. Y además, la altura de aquella cosa no era tanta, podría levantarla hasta la misma, estaba seguro. Sacudiéndose las manos se inclinó junto a la góndola y coló las manos bajo la misma. En cuanto Raion le diese la señal de levantarla lo haría y se pondría debajo para ponerla encima de su espalda y alzarla recta mucho mejor.
Supuso que el león, desde arriba, podría darle las indicaciones para volver a enganchar el cacharro y hacerlo él mismo. En el caso de que no pudiese pues... Podría simplemente lanzar el cacharro a un lado y subir a pie. Como si fuese un esfuerzo titánico aquello. Fuera como fuese, no perdían nada por intentar reengancharla de nuevo.
Sin embargo, había hecho de mula de carga varias veces trabajando en los astilleros, levantando los mástiles más pesados y llevando a los hombros carromatos llenos de piezas increíblemente pesadas. Y además, la altura de aquella cosa no era tanta, podría levantarla hasta la misma, estaba seguro. Sacudiéndose las manos se inclinó junto a la góndola y coló las manos bajo la misma. En cuanto Raion le diese la señal de levantarla lo haría y se pondría debajo para ponerla encima de su espalda y alzarla recta mucho mejor.
Supuso que el león, desde arriba, podría darle las indicaciones para volver a enganchar el cacharro y hacerlo él mismo. En el caso de que no pudiese pues... Podría simplemente lanzar el cacharro a un lado y subir a pie. Como si fuese un esfuerzo titánico aquello. Fuera como fuese, no perdían nada por intentar reengancharla de nuevo.
- Resumen:
- Do you even lift, bro? Subo el cacharro para reengancharlo al cable
John Wayne
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La puerta de la jaula se abrió con facilidad. Tal vez demasiada. Utilizando el ímpetu del propio balanceo de la jaula, saltó lejos del pozo de aquella letal sustancia utilizando su propio cuerpo para cubrir a la princesa de cualquier daño por altura. Rodó por el suelo en un par de vueltas cubriendo su cuerpo con su metálico exterior y, enseguida, se puso de pie. Miró a un lado para comprobar como se las apañaban sus compañeros y comprobó que Ash había conseguido quitarle la capucha al extraño del piano, solo para mostrar que tenía el rostro de la princesa.
John no tardó nada. Desenfundó de nuevo a una velocidad increíble, apuntando a la princesa a la frente.
—Lo lamento, alteza —dijo sacando de su bolsillo un puro con una frialdad emocional algo inquietante, tal vez propia de una máquina, y se lo ponía en la boca para luego encenderlo—. Pero compartís rostro con vuestro captor. Hasta que todo se calme no puedo descartar la posibilidad de que seáis parte de la trampa. Espero que lo comprenda.
Dio una calada al puro mientras no apartaba la vista de la princesa, atento a cualquier movimiento que pudiese hacer. En aquel momento se maldijo a si mismo por no habersele ocurrido memorizar la presencia de la princesa cuando la tuvo delante. Siendo sinceros, ese tipo de cosas siempre le daba mucha pereza. ¿No podía simplemente cumplir la misión sin complicaciones? No, los criminales siempre tenían que dejarse llevar por su vena creativa y lo teatral... Dios, como odiaba eso.
John no tardó nada. Desenfundó de nuevo a una velocidad increíble, apuntando a la princesa a la frente.
—Lo lamento, alteza —dijo sacando de su bolsillo un puro con una frialdad emocional algo inquietante, tal vez propia de una máquina, y se lo ponía en la boca para luego encenderlo—. Pero compartís rostro con vuestro captor. Hasta que todo se calme no puedo descartar la posibilidad de que seáis parte de la trampa. Espero que lo comprenda.
Dio una calada al puro mientras no apartaba la vista de la princesa, atento a cualquier movimiento que pudiese hacer. En aquel momento se maldijo a si mismo por no habersele ocurrido memorizar la presencia de la princesa cuando la tuvo delante. Siendo sinceros, ese tipo de cosas siempre le daba mucha pereza. ¿No podía simplemente cumplir la misión sin complicaciones? No, los criminales siempre tenían que dejarse llevar por su vena creativa y lo teatral... Dios, como odiaba eso.
- Resumen:
- Apuntar a la princesa con el Big Iron, no vaya a ser que sea falsa
El rostro de Hazel se torció en una mueca deformándose el calmado semblante que había mantenido a lo largo de sus reflexiones e incluso en su aburrimiento. «Tus muertos sí que van a preguntarse como acabaste en llamas si sigues por ese camino, hierbajo de pacotilla». No era un hierbajo, y lo sabía, pero ante la ofensa… Él también hubiera tenido preguntas. De nuevo, sus respuestas fueron útiles a medias. No podía decirle nada sobre su ropa, solo que fueron doce personas desaparecidas. El guía sería más útil, al menos. Pero algo le decía que si querían aligerar el paso a una de las dos le tocaría cargar a la seta debajo del brazo.
Como fuera, el camino resultó tranquilo, lo suficiente como para molestar un poco a la rubia y se le pasara el enfado. Es decir, aquella reacción tan tardía con el rubor en sus mejillas no pudo sino sacarle a la cazadora una sonrisa. «Qué inocente», pensó. Un dato importante y al que se aseguraría de sacarle provecho una vez acabasen con todo eso.
—Supongo que podemos dejarlo para más tarde, sí. —Dicho eso, el camino frente a sus ojos ahora volvía a ser el del inicio. Al final fue buena idea no salir por la puerta sin más, tenía que reconocerlo. Y bueno, tenían bastante claro el sendero a seguir a continuación: La escalinata tallada en piedra. El camino, como no, iría en silencio. El momento de recreo y de tomarse las cosas a broma acababa ahí, ahora que de verdad había un peligro inminente. Por suerte, la pierna de Hazel estaba mucho mejor tras el descanso sentada sobre la mullida seta de aquel Micelio. Así que no debería suponerle mayor problema a la hora de pelear salvo que alguien golpeara acertadamente a su herida. Y esta se encontraba oculta con sus vendajes por debajo del pantalón y con la bota de cuero por encima para rematar.
Avanzaron a un ritmo decente, atentas a todo sonido que pudiera recorrer la fortaleza de piedra. Una vez finalizadas las escaleras, solo quedaba atravesar el pasillo lleno de ventanales y antorchas que alumbraban el paso. Aunque Hazel no podía estar menos desinteresada en la fachada exterior del lugar. Solo quería encontrar lo que buscaban, que serían su objetivo y los rehenes de este, a poder ser en el mismo orden. Sería más fácil salvar a nadie si neutralizaban al pirata. Y a más vidas salvadas más recompensa para ella. Recompensa que parecía asomarse al fondo del pasillo cuando el ruido de sus pies caminando por la piedra tratando de no hacer ruido se vio eclipsado por el eco de la batalla de delante. Hazel aferró su mano a la empuñadura de una de sus Katanas, aunque aflojó primero el cinto que servía para mantener la vaina en su lugar. Ya que querían vivo —de momento— al perpetuador, sería mejor que se asegurase de no acabar con su vida de encontrárselo. También podía no ser él, pero mejor prevenir que curar. Como fuera, si Abi no la detenía al ver que hacía aquello y seguían avanzando intentaría asomarse para apreciar la situación y buscar la oportunidad de noquear a quien estuviera delante sin ser vista.
Como fuera, el camino resultó tranquilo, lo suficiente como para molestar un poco a la rubia y se le pasara el enfado. Es decir, aquella reacción tan tardía con el rubor en sus mejillas no pudo sino sacarle a la cazadora una sonrisa. «Qué inocente», pensó. Un dato importante y al que se aseguraría de sacarle provecho una vez acabasen con todo eso.
—Supongo que podemos dejarlo para más tarde, sí. —Dicho eso, el camino frente a sus ojos ahora volvía a ser el del inicio. Al final fue buena idea no salir por la puerta sin más, tenía que reconocerlo. Y bueno, tenían bastante claro el sendero a seguir a continuación: La escalinata tallada en piedra. El camino, como no, iría en silencio. El momento de recreo y de tomarse las cosas a broma acababa ahí, ahora que de verdad había un peligro inminente. Por suerte, la pierna de Hazel estaba mucho mejor tras el descanso sentada sobre la mullida seta de aquel Micelio. Así que no debería suponerle mayor problema a la hora de pelear salvo que alguien golpeara acertadamente a su herida. Y esta se encontraba oculta con sus vendajes por debajo del pantalón y con la bota de cuero por encima para rematar.
Avanzaron a un ritmo decente, atentas a todo sonido que pudiera recorrer la fortaleza de piedra. Una vez finalizadas las escaleras, solo quedaba atravesar el pasillo lleno de ventanales y antorchas que alumbraban el paso. Aunque Hazel no podía estar menos desinteresada en la fachada exterior del lugar. Solo quería encontrar lo que buscaban, que serían su objetivo y los rehenes de este, a poder ser en el mismo orden. Sería más fácil salvar a nadie si neutralizaban al pirata. Y a más vidas salvadas más recompensa para ella. Recompensa que parecía asomarse al fondo del pasillo cuando el ruido de sus pies caminando por la piedra tratando de no hacer ruido se vio eclipsado por el eco de la batalla de delante. Hazel aferró su mano a la empuñadura de una de sus Katanas, aunque aflojó primero el cinto que servía para mantener la vaina en su lugar. Ya que querían vivo —de momento— al perpetuador, sería mejor que se asegurase de no acabar con su vida de encontrárselo. También podía no ser él, pero mejor prevenir que curar. Como fuera, si Abi no la detenía al ver que hacía aquello y seguían avanzando intentaría asomarse para apreciar la situación y buscar la oportunidad de noquear a quien estuviera delante sin ser vista.
- resumen:
- Ir con Abigail, intentando no ser muy cantosas y calladitas una vez se adentran por las escaleras. Preparar su arma cuando escuchan el ruido de pelea, seguir avanzando si Abigail no la detiene, espada envainada en mano y asomarse para ver el percal (en principio donde Kohaku pelea), buscando la oportunidad de atacar por sorpresa salvo que, de nuevo, Abi se lo impida o no encuentre el momento.
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La llamada seria pasada a Alpha me alegraría de no recibir un disparo inmediatamente y miraría unos segundos para lo que era detrás del barco sabía que podía vernos desde lo más probable era su barco, mi problema era que con la espesa neblina era casi imposible que lo hiciese sus ojos definitivamente no debían ser humanos, si es que no usaba algún poder desconocido a mi imaginación actualmente (Y si es que no nos miraba desde algún otro punto evidentemente, pero según lograba ver mis ojos era bastante difícil, después de todo pudo habernos ayudado si era así).
De esta manera volvería la llamada a mí, para ponerme el denden al oído otra vez este me diría que llevaban tiempo recabando información cuando repentinamente se colgó cosa que me haría mirar lo que era el comunicador y luego hacia adelante supuse algo había pasado o nos cortaban las comunicaciones cuando una voz conocida sonaba detrás de mí haciéndome notar que no debía pensarlo demás, y aunque el susto que me llevaría seria todo menos agradable.
De esta manera me voltearía viendo al anciano que tenía ahora atrás que se mantenía cercano a Zira para luego oír sus últimas palabras del discurso, que me darían ganas de decirle “don obvio” (…). Aunque eso no lo dijese si me generaría varias preguntas más de las que podía contestar, y mirando hacia atrás de nuevo mientras la neblina se disipaba me haría ver el barco que se encontraba atrás nuestro ya, así que de una buena vez me acercaría para que me notase más quedando a unos metros de él mientras dejaba el denden y me aseguraba de tener la libreta guardada.
–Bueno veo que eres más sigiloso que este mundano ladrón, me pregunto de que serás capas… - Diría haciendo un gesto de que me podía pasar era evidente para el que me conociera que estaba actuando de manera distinta a mi yo habitual, cosa que era cierta, intentaba hacerme el bueno nada más y aunque mantuviese mi seriedad quería denotar ser de utilidad.
–Creo sería buena idea que entremos mientras volteamos el barco aun hace frio y mi capitán debe mantenerse en reposo mientras trae a sus médicos, hay varias habitaciones adentro con sake – Asiendo publica mis intenciones de que fuésemos a una sala en privado los 3 o 4 si Zira llegaba a funcionar para algo. De cualquier manera, si accedía y pasaba adelante después de mi le preguntaría una vez estuviésemos más solos (y el capitán no me oyese) –Si estuviste ahí desde que conteste el denden o antes y solo observaste esto debe ser un juego para ti ¿no?– Lo miraría serio –Después de todo a menos que sea una prueba más decidiste no ayudar y dejar escapar a esa rata del barco… Seremos aliados así que debo poder confiar en ti tanto como tu en mi ¿no? – Explicaría esperando llegase el capitán y solo si estábamos solos no me gustaban las sorpresas.
-Así que para que te sea de utilidad nada de sorpresas entre nosotros, después de todo ahora solo somos colegas así que por favor, abstente de eso... ¿Si? -
De esta manera volvería la llamada a mí, para ponerme el denden al oído otra vez este me diría que llevaban tiempo recabando información cuando repentinamente se colgó cosa que me haría mirar lo que era el comunicador y luego hacia adelante supuse algo había pasado o nos cortaban las comunicaciones cuando una voz conocida sonaba detrás de mí haciéndome notar que no debía pensarlo demás, y aunque el susto que me llevaría seria todo menos agradable.
De esta manera me voltearía viendo al anciano que tenía ahora atrás que se mantenía cercano a Zira para luego oír sus últimas palabras del discurso, que me darían ganas de decirle “don obvio” (…). Aunque eso no lo dijese si me generaría varias preguntas más de las que podía contestar, y mirando hacia atrás de nuevo mientras la neblina se disipaba me haría ver el barco que se encontraba atrás nuestro ya, así que de una buena vez me acercaría para que me notase más quedando a unos metros de él mientras dejaba el denden y me aseguraba de tener la libreta guardada.
–Bueno veo que eres más sigiloso que este mundano ladrón, me pregunto de que serás capas… - Diría haciendo un gesto de que me podía pasar era evidente para el que me conociera que estaba actuando de manera distinta a mi yo habitual, cosa que era cierta, intentaba hacerme el bueno nada más y aunque mantuviese mi seriedad quería denotar ser de utilidad.
–Creo sería buena idea que entremos mientras volteamos el barco aun hace frio y mi capitán debe mantenerse en reposo mientras trae a sus médicos, hay varias habitaciones adentro con sake – Asiendo publica mis intenciones de que fuésemos a una sala en privado los 3 o 4 si Zira llegaba a funcionar para algo. De cualquier manera, si accedía y pasaba adelante después de mi le preguntaría una vez estuviésemos más solos (y el capitán no me oyese) –Si estuviste ahí desde que conteste el denden o antes y solo observaste esto debe ser un juego para ti ¿no?– Lo miraría serio –Después de todo a menos que sea una prueba más decidiste no ayudar y dejar escapar a esa rata del barco… Seremos aliados así que debo poder confiar en ti tanto como tu en mi ¿no? – Explicaría esperando llegase el capitán y solo si estábamos solos no me gustaban las sorpresas.
-Así que para que te sea de utilidad nada de sorpresas entre nosotros, después de todo ahora solo somos colegas así que por favor, abstente de eso... ¿Si? -
- Acciones:
- Ver para atrás mientras hablo por el denden para luego cuando aparece el tipo sorprenderme por el barco, luego le hago pasar para hablar a solas y aprovechando mientras llega el capi le comento que no haya secretos entre nosotros.
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