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Lo estaban superando. Aun habiendo caído varios seguían acercándose y no podía controlar todas las direcciones a la vez. A su espalda el agua de mar lo esperaba, y a cada paso que avanzaba hacia una dirección dos piratas ocupaban el hueco que había dejado... Sin que por el otro lado fuese capaz de abrir su propio espacio. Por momentos se acercaba más el instante en que diese un paso en falso, y su gabardina ya lucía un par de puñaladas que le recordaban que el momento estaba cada vez más cerca. Un poco llevado por la desesperación decidió perder el único flanco que controlaba a cambio de unos segundos de tranquilidad. Con presteza se subió a las cajas más cercanas, ganando unos metros de altura que le permitieron sacar la espada. Aun así, toda la ventaja que ganaba con su nueva posición se convertía en una sentencia a largo plazo: Había asumido que tarde o temprano debería buscar el amparo del agua.
- ¡Tienes talento, chico! -gritó el capitán desde su barco-. ¡Si matas a diez más puede que te ofrezca un trabajo!
Su única respuesta fue hundirle el tacón de la bota en la cara a un niñato que pretendía escalar hasta él, pero como precio pagó que un segundo tirara de su pierna por sorpresa.
Cayó de espaldas sobre la caja, algo desorientado, con la consciencia justa para darse cuenta de lo que acababa de suceder, y trató de mantener la calma. Con algo de miedo esperó a que su cadera estuviese fuera de la caja y, soltando la espada sobre ella, sacó la daga en un rápido movimiento que atravesó el cráneo de su agresor. La confusión fue suficiente como para poder recuperar la posición y levantarse, pero tuvo que pegarle un puñetazo a un tipo que estuvo a punto de robar su filo. Durante el forcejeo, además, sintió cómo algo cortaba su piel suavemente, sin apenas dificultad. Con un bramido se giró hacia la derecha, comprobando cómo un imbécil se reía del daño que había conseguido hacerle.
Se había acabado. Cojeando se levantó sobre la caja y respiró profundamente. Había humedad en el aire, pero el agua estaba muy cerca. Había mucha agua en el mar. Visualizó su cuerpo abrazándola; apuntó con la hoja al mar y... Y llegó Maximillian en el único momento en que estaba a punto de hacer algo descabelladamente llamativo. Bueno, por lo menos cuando se tuviese que lanzar al mar ellos deberían apuntar a dos objetivos y no a uno: Eso daba una mayor probabilidad de que se salvasen.
- Todo bajo control -contestó él-. Pero espero que sepas nadar.
Le dolía la pierna. No estaba perdiendo suficiente sangre como para marearse todavía, pero el dolor al apoyar iba a restarle una gran capacidad para moverse. En cualquier caso tampoco tenía ningún lugar al que moverse. Les quedaba poco tiempo; muy poco. Pero, entonces, resonaron los tambores de guerra.
- ¡Tienes talento, chico! -gritó el capitán desde su barco-. ¡Si matas a diez más puede que te ofrezca un trabajo!
Su única respuesta fue hundirle el tacón de la bota en la cara a un niñato que pretendía escalar hasta él, pero como precio pagó que un segundo tirara de su pierna por sorpresa.
Cayó de espaldas sobre la caja, algo desorientado, con la consciencia justa para darse cuenta de lo que acababa de suceder, y trató de mantener la calma. Con algo de miedo esperó a que su cadera estuviese fuera de la caja y, soltando la espada sobre ella, sacó la daga en un rápido movimiento que atravesó el cráneo de su agresor. La confusión fue suficiente como para poder recuperar la posición y levantarse, pero tuvo que pegarle un puñetazo a un tipo que estuvo a punto de robar su filo. Durante el forcejeo, además, sintió cómo algo cortaba su piel suavemente, sin apenas dificultad. Con un bramido se giró hacia la derecha, comprobando cómo un imbécil se reía del daño que había conseguido hacerle.
Se había acabado. Cojeando se levantó sobre la caja y respiró profundamente. Había humedad en el aire, pero el agua estaba muy cerca. Había mucha agua en el mar. Visualizó su cuerpo abrazándola; apuntó con la hoja al mar y... Y llegó Maximillian en el único momento en que estaba a punto de hacer algo descabelladamente llamativo. Bueno, por lo menos cuando se tuviese que lanzar al mar ellos deberían apuntar a dos objetivos y no a uno: Eso daba una mayor probabilidad de que se salvasen.
- Todo bajo control -contestó él-. Pero espero que sepas nadar.
Le dolía la pierna. No estaba perdiendo suficiente sangre como para marearse todavía, pero el dolor al apoyar iba a restarle una gran capacidad para moverse. En cualquier caso tampoco tenía ningún lugar al que moverse. Les quedaba poco tiempo; muy poco. Pero, entonces, resonaron los tambores de guerra.
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El capitán seguía bramando desde el galeón como buen cobarde que era. No era difícil ver que mientras tuviera ganado humano que enviar a pelear con nosotros él no movería ni un sólo músculo. Esto provocó que yo me diera cuenta de como me veía yo tiempo atrás. Esto me recordaba a Reikvand, cuando yo mandaba a mis hombres a hacer las cosas por mi, mientras yo miraba desde un palco de palacio como ejecutaban mis órdenes. Ahora entendía un poco más que eso era algo horrible y estúpido, y que demostraba que yo ,de alguna manera, era tan cobarde como aquel capitán bravucón .
Suspiré mientras escuchaba las palabras de Blaze, que parecía estar bien a pesar de unas pequeñas heridas. El joven se había defendido muy bien, pero se notaba a leguas que esto no iba a salir bien para ninguno de los dos. Al menos me dijo que estaba todo controlado, aunque no sabía si lo decía para tranquilizarme a mi o para tranquilizarse él. Si no fuera poco el problema per se de los piratas ahora había que añadir la herida de la pierna de Blaze, porque así no iba a poder defenderse de nada. Yo por mi parte no tenía intención de meterme en el agua, o por lo menos esa era la salida que Blaze tenía en mente, o eso me daba a entender. Si me metía en el agua...el problema iba a ser yo.
-¿Tu puedes?- le dije antes de recibir un puñetazo por parte de uno de los piratas que hizo que cayera al suelo. Esto se acabó, pues estábamos rodeados. Escupí algo de sangre, pues me había mordido parte del labio...o lo poco que me quedaba de él, y gracias a la máscara la sangre no se vio. Me levanté como pude y cuando iba a dar un puñetazo en respuesta....sonaron los tambores de guerra....era la caballería.
Entonces en ese momento los piratas se detuvieron en seco, y todos comenzaron a mirar rumbo a la aldea. Incluso el capitán dejó de bramar y puso la vista hacia la entrada del muelle. Yo por mi parte traté de mantenerme en guardia, y mientras mirábamos al este, llegaron.
"Malditos borrachos, lo han hecho".
Suspiré mientras escuchaba las palabras de Blaze, que parecía estar bien a pesar de unas pequeñas heridas. El joven se había defendido muy bien, pero se notaba a leguas que esto no iba a salir bien para ninguno de los dos. Al menos me dijo que estaba todo controlado, aunque no sabía si lo decía para tranquilizarme a mi o para tranquilizarse él. Si no fuera poco el problema per se de los piratas ahora había que añadir la herida de la pierna de Blaze, porque así no iba a poder defenderse de nada. Yo por mi parte no tenía intención de meterme en el agua, o por lo menos esa era la salida que Blaze tenía en mente, o eso me daba a entender. Si me metía en el agua...el problema iba a ser yo.
-¿Tu puedes?- le dije antes de recibir un puñetazo por parte de uno de los piratas que hizo que cayera al suelo. Esto se acabó, pues estábamos rodeados. Escupí algo de sangre, pues me había mordido parte del labio...o lo poco que me quedaba de él, y gracias a la máscara la sangre no se vio. Me levanté como pude y cuando iba a dar un puñetazo en respuesta....sonaron los tambores de guerra....era la caballería.
Entonces en ese momento los piratas se detuvieron en seco, y todos comenzaron a mirar rumbo a la aldea. Incluso el capitán dejó de bramar y puso la vista hacia la entrada del muelle. Yo por mi parte traté de mantenerme en guardia, y mientras mirábamos al este, llegaron.
"Malditos borrachos, lo han hecho".
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No se habría esperado una respuesta semejante. Con cierta incredulidad miró hacia él. ¿Lo decía por él o por sí mismo? Suspiró. Les quedaba poco tiempo antes de que una verdadera batalla campal comenzase y ya escuchaban los motores de las motonieves. De golpe una enorme luz que venía desde lo alto del cuartel enfocó el barco, tan intensa como el propio amanecer. La mayoría de piratas parecieron detenerse de golpe y miraron en dirección a la luz mientras otros tantos, huyendo de la carga que se estaba gestando, se replegaban hacia el barco. Indisciplinados, chocaban entre sí mientras los tambores eran cada vez más cercanos y el ruido más intenso, hasta que se detuvo de golpe. Treinta vehículos en formación se quedaron delante de la costa, tres de ellos algo más adelantados. Podía reconocer al decano Maxwell, y aunque no sabía quiénes eran los otros dos asumió que oficiales de mayor rango.
- ¡Al barco, muchachos! -gritó entonces el capitán-. ¡Han despertado demasiado pronto! ¡Al barco!
Blaze se giró hacia Maximillian.
- No voy a dejar que huyan.
Poner en movimiento un buque tan grande era complicado. Requería de viento a favor, lo cual tenían, pero también de otros factores como, por ejemplo, no haberse olvidado de subir el ancla. En el momento en que las cadenas comenzaron a subir Blaze envainó sus armas y cuidadosamente se aproximó al borde, sin dar la espalda a todos los piratas que, si bien habían dejado de estar tan atentos a ellos, seguían tratando de derribarlos.
- Intenta que no te maten.
Una despedida acorde. Mientras su cuerpo se dirigía en picado al agua escuchó la risa del capitán, creyendo que huía. No entendió que la retirada le hiciese tanta gracia mientras él hacía lo mismo, pero no le dio la más mínima importancia. En cuanto entró al agua hizo todo lo posible por ignorar el frío y abrió los ojos de par en par. Todo estaba oscuro, pero gracias a las luces del cuartel podía hallar una mínima penumbra que le guiaba hasta el barco. Debería tratarse la herida al salir para evitar que se infectase, pero por ahora el mar había aliviado el dolor.
Con un grito que nadie oyó avanzó nadando hasta el casco. Era muy difícil concentrar la respiración mientras la estaba aguantando, pero lo hizo. Debajo del agua la espada del mar era aún más potente, por lo que desenvainó su arma y, sin saber las consecuencias de lo que estaba haciendo, cargó contra la parte más baja del buque.
Incluso bajo el agua escuchó el ruido de la explosión, que se llevó por delante gran parte del barco. El vacío que generó tanta agua moviéndose de golpe lo impulsó hacia delante, metiéndolo en una bodega del barco que, de pronto, se estaba hundiendo. Cojeando comenzó a subir las escaleras y fue por la cubierta más baja, donde el pirata estaba dando las órdenes. Con un ruido de chapoteo se retiró gran parte del agua sobre él y, ante la mirada del tipo, lo placó para tirarlo contra el muelle.
- ¡Todo tuyo! -le gritó. Había tardado en llegar, más por la cojera que otra cosa, pero esperaba haber llegado a tiempo.
- ¡Al barco, muchachos! -gritó entonces el capitán-. ¡Han despertado demasiado pronto! ¡Al barco!
Blaze se giró hacia Maximillian.
- No voy a dejar que huyan.
Poner en movimiento un buque tan grande era complicado. Requería de viento a favor, lo cual tenían, pero también de otros factores como, por ejemplo, no haberse olvidado de subir el ancla. En el momento en que las cadenas comenzaron a subir Blaze envainó sus armas y cuidadosamente se aproximó al borde, sin dar la espalda a todos los piratas que, si bien habían dejado de estar tan atentos a ellos, seguían tratando de derribarlos.
- Intenta que no te maten.
Una despedida acorde. Mientras su cuerpo se dirigía en picado al agua escuchó la risa del capitán, creyendo que huía. No entendió que la retirada le hiciese tanta gracia mientras él hacía lo mismo, pero no le dio la más mínima importancia. En cuanto entró al agua hizo todo lo posible por ignorar el frío y abrió los ojos de par en par. Todo estaba oscuro, pero gracias a las luces del cuartel podía hallar una mínima penumbra que le guiaba hasta el barco. Debería tratarse la herida al salir para evitar que se infectase, pero por ahora el mar había aliviado el dolor.
Con un grito que nadie oyó avanzó nadando hasta el casco. Era muy difícil concentrar la respiración mientras la estaba aguantando, pero lo hizo. Debajo del agua la espada del mar era aún más potente, por lo que desenvainó su arma y, sin saber las consecuencias de lo que estaba haciendo, cargó contra la parte más baja del buque.
Incluso bajo el agua escuchó el ruido de la explosión, que se llevó por delante gran parte del barco. El vacío que generó tanta agua moviéndose de golpe lo impulsó hacia delante, metiéndolo en una bodega del barco que, de pronto, se estaba hundiendo. Cojeando comenzó a subir las escaleras y fue por la cubierta más baja, donde el pirata estaba dando las órdenes. Con un ruido de chapoteo se retiró gran parte del agua sobre él y, ante la mirada del tipo, lo placó para tirarlo contra el muelle.
- ¡Todo tuyo! -le gritó. Había tardado en llegar, más por la cojera que otra cosa, pero esperaba haber llegado a tiempo.
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¡Habían llegado! Tarde pero habían llegado. Estábamos a punto de ver la luz de un nuevo día. Esto no hizo más que hincharme el pecho viendo como los refuerzos ya estaban aquí para darnos apoyo. Fue entonces entre tanto jubileo cuando los piratas pitaron a retirada, y una gran marabunta de hombres comenzaron a correr hacia el galeón desesperados. Tontos no eran, y sabían que ahora los que estaban en problemas eran ellos y debían huir cuanto antes. Yo no pude evitar pensar por mi parte "Se van a escapar, malditos bastardos", y fue entonces cuando Blaze dijo que intentara que no me matasen, para luego saltar al agua y desaparecer.
¿Qué demonios acababa de hacer? Estaba herido ¿Que pretendía? No puede hacer otra cosa que acercarme al borde para ver si salía a flote. Mierda...espero que no se hubiera ahogado...menudo marrón. No quería cargar con un muerto que no era mío. Bueno, hay que aprovechar esta desbandada. Así que intenté noquear a base de puñetazos y tirones de camisa a los piratas que podía ir pillando por el camino mientras corrían como como locos tratando de largar vela en su navío. Se iban a escapar y yo no podía acercarme a su navío lo suficiente como para impedirlo. Fue entonces cuando una gran explosión se produjo en la proa del navío. Pero espera...esa explosión vino por debajo de la quilla, esto no ha sido una bala de cañón ni nada por el estilo.
Espera...no puede ser, por los dioses del infierno ¿No me **das que Blaze era una maldita abominación? Espérate no podía ser, o sea, su apariencia es humana. No , espérate...quizás sea alguna técnica o algo que desconozca. Bah da igual, no es momento para hacer conjeturas, ya tendré tiempo de preguntárselo cara a cara si salimos de esta...y si no se ha ahogado. Lo importante era que el barco se comenzó a hundir, y el estropicio había sido tal que los piratas se sujetaban a los mástiles y barandas mientras el barco se arqueaba de popa a proa. Algunos saltaron a las aguas entre el navío y el muelle, otros directamente contra el propio muelle, haciéndose no pocas roturas.
Entonces ante un grito de "Todo tuyo", cuya voz era indudablemente la de Blaze, el capitán aterrizó frente a mi. Dioses, este muchacho empezaba asustarme....Bueno, el premio gordo estaba ante mi, y el propio Blaze, tardó un poco más en llegar, cojeando. Sin duda alguna, este tío no era normal...
Me quedé mirando al capitán, el cual parecía más asustado por Blaze que por mi, y me preguntaba el porqué...ah si, por la puñetera explosión. Un sólo hombre había tumbado un navío, y no precisamente pequeño. Bueno, fuera como fuera me dirigí al capitán.
-Vaya esto ha sido una sorpresa para todos, si...sin duda- dije irónico- Bueno "capitán". ¿Esposas o tortas?
Siempre había que ser educado y dale una oportunidad al enemigo, y más cuando este no tenía nada que hacer ya. ¿Se iba a enfrentar a mi? Peor¿ A Blaze? ¿Y con los peces gordos de la legión y sus hombres a mayores? .
"Oh si...venid todos al muelle basuras, venid"
¿Qué demonios acababa de hacer? Estaba herido ¿Que pretendía? No puede hacer otra cosa que acercarme al borde para ver si salía a flote. Mierda...espero que no se hubiera ahogado...menudo marrón. No quería cargar con un muerto que no era mío. Bueno, hay que aprovechar esta desbandada. Así que intenté noquear a base de puñetazos y tirones de camisa a los piratas que podía ir pillando por el camino mientras corrían como como locos tratando de largar vela en su navío. Se iban a escapar y yo no podía acercarme a su navío lo suficiente como para impedirlo. Fue entonces cuando una gran explosión se produjo en la proa del navío. Pero espera...esa explosión vino por debajo de la quilla, esto no ha sido una bala de cañón ni nada por el estilo.
Espera...no puede ser, por los dioses del infierno ¿No me **das que Blaze era una maldita abominación? Espérate no podía ser, o sea, su apariencia es humana. No , espérate...quizás sea alguna técnica o algo que desconozca. Bah da igual, no es momento para hacer conjeturas, ya tendré tiempo de preguntárselo cara a cara si salimos de esta...y si no se ha ahogado. Lo importante era que el barco se comenzó a hundir, y el estropicio había sido tal que los piratas se sujetaban a los mástiles y barandas mientras el barco se arqueaba de popa a proa. Algunos saltaron a las aguas entre el navío y el muelle, otros directamente contra el propio muelle, haciéndose no pocas roturas.
Entonces ante un grito de "Todo tuyo", cuya voz era indudablemente la de Blaze, el capitán aterrizó frente a mi. Dioses, este muchacho empezaba asustarme....Bueno, el premio gordo estaba ante mi, y el propio Blaze, tardó un poco más en llegar, cojeando. Sin duda alguna, este tío no era normal...
Me quedé mirando al capitán, el cual parecía más asustado por Blaze que por mi, y me preguntaba el porqué...ah si, por la puñetera explosión. Un sólo hombre había tumbado un navío, y no precisamente pequeño. Bueno, fuera como fuera me dirigí al capitán.
-Vaya esto ha sido una sorpresa para todos, si...sin duda- dije irónico- Bueno "capitán". ¿Esposas o tortas?
Siempre había que ser educado y dale una oportunidad al enemigo, y más cuando este no tenía nada que hacer ya. ¿Se iba a enfrentar a mi? Peor¿ A Blaze? ¿Y con los peces gordos de la legión y sus hombres a mayores? .
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En realidad lo que acababa de hacer tenía algunos riesgos con los que, en mitad de la emoción, no había calculado. Por un lado toda la gente que estaba en el barco tendría que salir al agua helada y dejarse atrapar por la tropa de defensa, aunque hasta ahí todo estaba bien. El verdadero problema era que un oponente acorralado tendía a comportarse de maneras más salvajes en un movimiento desesperado. Si ya no podían huir, al fin y al cabo, ¿por qué no luchar? Cierto era que cada soldado bien entrenado valía por varios piratas, pero... ¿Por qué no luchar como si la vida les fuese en ello para robar un barco? Al fin y al cabo, la vida les iba en robar el maldito barco ahora que no podrían marcharse en el suyo.
Consciente de que iba a doler se preparó para saltar del barco cuando su proa encalló contra el lecho marino. Se trataba de un muelle relativamente profundo, pero el galeón había sido una idea un poco loca por parte de los soñadores. Quizá fuese por eso por lo que adoptaron ese nombre, porque hacían cosas que había que hacer funcionar por pura fe. Aunque debía reconocer que el asalto había sido muy bien orquestado y de no haber estado peleando en medio de la calle los habría cogido a todos por sorpresa. En fin, no era asunto suyo juzgar si era una locura o una genialidad. Su asunto era saltar al muelle.
Cayó más o menos bien. El corte se convirtió en desgarro por la fuerza del impacto, pero nada con lo que no pudiese lidiar una vez todo aquello terminase. Podría haber saltado sobre el orondo capitán para hacerse menos daño, pero seguramente lo habría matado. También podría haberse lanzado de bruces, dado que eran apenas tres metros, pero habría arriesgado sus rodillas y muñecas. Sus tobillos podían aguantar la presión, y el músculo se repararía con simple calma y un poco de descanso una vez hubiesen vencido en batalla. No obstante, era momento de avanzar.
Arrancó una manga de la camisa y rápidamente envolvió su gemelo en ella confiando en que Maximillian cubriría su espalda un momento. Segundos más tarde, con una venda improvisada que dudaba aguantase demasiado y un dolor insufrible con cada paso que debía dar, comenzó a caminar como un rompefilas. No era una formación muy organizada la que usaban los piratas, pero era una formación. Hombro con hombro más o menos resistían el ataque de la Legión, pero estaban de espaldas a él en su mayoría y el avance de los oficiales parecía imparable. Concienciado y cojeando se puso en posición ofensiva y adelantó con fuerza las dos manos a la vez, tratando de empujar toda la humedad que había.
Aunque dudaba del efecto ampliado por el uso de ambas manos muchos piratas cayeron en redondo frente a él, abriéndose un semicírculo de gente tratando de levantarse y cerniéndose una gran cantidad de gente sobre él. Cada vez más rodeado, veía cómo sus superiores avanzaban implacables, dejando un reguero de sangre en su camino.
- ¡Alto! -necesitó gritar. Los más cercanos parecieron sorprenderse y se detuvieron-. ¡Rendid las armas! ¡Si no lo hacéis quizá acabéis con la vida de unos pocos soldados, pero todos moriréis! -Algunas miradas se cruzaron. A apenas diez metros los oficiales se habían detenido, aunque pudo ver en sus gestos mera curiosidad más que empatía. ¿Estaba eso convirtiéndose en una prueba?-. ¡Rendíos o huid, pero luchar es en vano! ¡¿No sois los piratas soñadores porque tenéis un sueño?! ¡Muertos no podréis cumplirlo! -Notaba el corazón palpitar con fuerza. Su visión se iba haciendo borrosa, pero no dejó que eso lo detuviese. Nunca lo hacía-. ¡¿Es eso lo que queréis?! ¿Tirar vuestra vida?
- ¿Nuestra vida? -preguntó a su espalda Barba Naranja-. ¡Éramos esclavos! Nuestra vida vale lo que otros quieran pagar. Si nos atrapan volveremos al cautiverio, si herimos a la Legión... ¡Hacemos historia!
Todos rugieron al unísono, pero el capitán aulló. Como si cantara a la luna pelaje rojizo envolvió su cuerpo orondo y largos colmillos surgieron de su cara cada vez más y más alargada. Era un usuario. Y eso no había terminado.
Consciente de que iba a doler se preparó para saltar del barco cuando su proa encalló contra el lecho marino. Se trataba de un muelle relativamente profundo, pero el galeón había sido una idea un poco loca por parte de los soñadores. Quizá fuese por eso por lo que adoptaron ese nombre, porque hacían cosas que había que hacer funcionar por pura fe. Aunque debía reconocer que el asalto había sido muy bien orquestado y de no haber estado peleando en medio de la calle los habría cogido a todos por sorpresa. En fin, no era asunto suyo juzgar si era una locura o una genialidad. Su asunto era saltar al muelle.
Cayó más o menos bien. El corte se convirtió en desgarro por la fuerza del impacto, pero nada con lo que no pudiese lidiar una vez todo aquello terminase. Podría haber saltado sobre el orondo capitán para hacerse menos daño, pero seguramente lo habría matado. También podría haberse lanzado de bruces, dado que eran apenas tres metros, pero habría arriesgado sus rodillas y muñecas. Sus tobillos podían aguantar la presión, y el músculo se repararía con simple calma y un poco de descanso una vez hubiesen vencido en batalla. No obstante, era momento de avanzar.
Arrancó una manga de la camisa y rápidamente envolvió su gemelo en ella confiando en que Maximillian cubriría su espalda un momento. Segundos más tarde, con una venda improvisada que dudaba aguantase demasiado y un dolor insufrible con cada paso que debía dar, comenzó a caminar como un rompefilas. No era una formación muy organizada la que usaban los piratas, pero era una formación. Hombro con hombro más o menos resistían el ataque de la Legión, pero estaban de espaldas a él en su mayoría y el avance de los oficiales parecía imparable. Concienciado y cojeando se puso en posición ofensiva y adelantó con fuerza las dos manos a la vez, tratando de empujar toda la humedad que había.
Aunque dudaba del efecto ampliado por el uso de ambas manos muchos piratas cayeron en redondo frente a él, abriéndose un semicírculo de gente tratando de levantarse y cerniéndose una gran cantidad de gente sobre él. Cada vez más rodeado, veía cómo sus superiores avanzaban implacables, dejando un reguero de sangre en su camino.
- ¡Alto! -necesitó gritar. Los más cercanos parecieron sorprenderse y se detuvieron-. ¡Rendid las armas! ¡Si no lo hacéis quizá acabéis con la vida de unos pocos soldados, pero todos moriréis! -Algunas miradas se cruzaron. A apenas diez metros los oficiales se habían detenido, aunque pudo ver en sus gestos mera curiosidad más que empatía. ¿Estaba eso convirtiéndose en una prueba?-. ¡Rendíos o huid, pero luchar es en vano! ¡¿No sois los piratas soñadores porque tenéis un sueño?! ¡Muertos no podréis cumplirlo! -Notaba el corazón palpitar con fuerza. Su visión se iba haciendo borrosa, pero no dejó que eso lo detuviese. Nunca lo hacía-. ¡¿Es eso lo que queréis?! ¿Tirar vuestra vida?
- ¿Nuestra vida? -preguntó a su espalda Barba Naranja-. ¡Éramos esclavos! Nuestra vida vale lo que otros quieran pagar. Si nos atrapan volveremos al cautiverio, si herimos a la Legión... ¡Hacemos historia!
Todos rugieron al unísono, pero el capitán aulló. Como si cantara a la luna pelaje rojizo envolvió su cuerpo orondo y largos colmillos surgieron de su cara cada vez más y más alargada. Era un usuario. Y eso no había terminado.
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Parece que la noche iba a ser nuestra. Nuestros hombres estaban acorralando a los piratas, que a pesar de que resistían, acabarían cediendo terreno hasta caer al mar. Ya se podía respirar un poco más y preocuparse menos. EL único problema que quedaba aún era el maldito capitán. Pues este no parecía tener intención de rendirse, y menos tras escuchar las palabras de Blaze ante los piratas. ¿Sueños? ¿Tirar su vida? No sabía que Blaze fuera un moralista. A los piratas se le combate no se les da esperanzas. Esos desgraciados acabarían muertos o en prisión, y esto último era porque de ahí iban al cadalso.
A la espera de la respuesta del capitán, este se dirigió a Blaze, y su tono era firme y duro...y empezaba a respetarle por una simple razón: prefería morir a volver a ser un esclavo. Pobrecito....cierto era que la esclavitud me parecía algo deleznable, siempre y cuando fueran humanos, ya que para el resto era un estado natural. Pero bueno, estábamos aquí para arrestar a este tipo, y no iba a ser fácil ya que con un aullido llamó a la resistencia a sus camaradas, diciendo que era mejor herir a la Legión que morir esclavo.
Entonces iba a darle un puñetazo cuando su cuerpo comenzó a transformarse en un lobo, y no pequeño precisamente. Mierda...un puñetero usuario zoan. Esto no lo iba a parar con puñetazos y patadas y los jefes, si bien cerca de nosotros, dudaba que tuvieran margen de maniobrabilidad para detener un envite de la bestia.
"La madre que te..si es que esto se sabía, bueno, al tajo".
La bestia se quedó mirándome con gran furia y no tardó ni un solo segundo en alzar su zarpa para tratar de darme. Lo malo de ser más grande que yo es que era que la precisión no iba a er lo suyo. Así que me deslicé por el suelo, pasando la zarpa por encima de mi cabeza, casi rozándome mientras yo me metía entre sus patas.
"Yo también se arañar"
Durante el deslizamiento mi mano izquierda se convirtió en una gran garra de cuatro dedos que se clavaron en el vientre del lobo mientras le hacía un corte de lado a lado, no profundo, ya que eso le hubiera sacado las tripas, pero si lo suficiente como para que sangrara y tuviera que caer al suelo. Una vez pasado por debajo de él me levantaría y la mano se volvería humana nuevamente. La bestia por su parte gimió y las piernas le fallaron, haciendo que cayera con el morro en el suelo, pero el bicho no tardó en volver a levantarse, furioso y se giró hacia a mi.
"Juraría que eso te ha dolido"
Entonces mis pupilas pasaron a ser similares a las de un lagarto.
-Ya ni con akuma valéis para algo.- dije con mofa tranquilo mientras la vena de la frente del lobo se hinchaba, lanzando otro zarpazo hacia mi.
A la espera de la respuesta del capitán, este se dirigió a Blaze, y su tono era firme y duro...y empezaba a respetarle por una simple razón: prefería morir a volver a ser un esclavo. Pobrecito....cierto era que la esclavitud me parecía algo deleznable, siempre y cuando fueran humanos, ya que para el resto era un estado natural. Pero bueno, estábamos aquí para arrestar a este tipo, y no iba a ser fácil ya que con un aullido llamó a la resistencia a sus camaradas, diciendo que era mejor herir a la Legión que morir esclavo.
Entonces iba a darle un puñetazo cuando su cuerpo comenzó a transformarse en un lobo, y no pequeño precisamente. Mierda...un puñetero usuario zoan. Esto no lo iba a parar con puñetazos y patadas y los jefes, si bien cerca de nosotros, dudaba que tuvieran margen de maniobrabilidad para detener un envite de la bestia.
"La madre que te..si es que esto se sabía, bueno, al tajo".
La bestia se quedó mirándome con gran furia y no tardó ni un solo segundo en alzar su zarpa para tratar de darme. Lo malo de ser más grande que yo es que era que la precisión no iba a er lo suyo. Así que me deslicé por el suelo, pasando la zarpa por encima de mi cabeza, casi rozándome mientras yo me metía entre sus patas.
"Yo también se arañar"
Durante el deslizamiento mi mano izquierda se convirtió en una gran garra de cuatro dedos que se clavaron en el vientre del lobo mientras le hacía un corte de lado a lado, no profundo, ya que eso le hubiera sacado las tripas, pero si lo suficiente como para que sangrara y tuviera que caer al suelo. Una vez pasado por debajo de él me levantaría y la mano se volvería humana nuevamente. La bestia por su parte gimió y las piernas le fallaron, haciendo que cayera con el morro en el suelo, pero el bicho no tardó en volver a levantarse, furioso y se giró hacia a mi.
"Juraría que eso te ha dolido"
Entonces mis pupilas pasaron a ser similares a las de un lagarto.
-Ya ni con akuma valéis para algo.- dije con mofa tranquilo mientras la vena de la frente del lobo se hinchaba, lanzando otro zarpazo hacia mi.
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El término suerte se estaba volviendo extraordinariamente circunstancial aquella noche. Por suerte habían visto un barco en la oscuridad porque por suerte estaban en medio de una pelea con armas de filo y pistolas. Por suerte habían conseguido algo de tiempo arriesgando la vida en el muelle, resistiendo por pura suerte con solo un par de arañazos y un corte en la pierna. Por suerte ese corte no había alcanzado un vaso importante y el frío del agua, por suerte, había frenado temporalmente la hemorragia. Por suerte lo habían escuchado momentáneamente y, por suerte, el capitán pirata decidió no centrarse en él. Por suerte, por muy relativa suerte, solo tenía que enfrentar una marea decreciente de piratas que se abalanzaban sobre él como animales acorralados. Era en lo que los había convertido, al fin y al cabo.
Acabaron rodeándolo como era de esperar, pero tenían problemas más graves en los que centrarse. El tiempo en el que dedicasen esfuerzos en exceso a abatirlo a él era un tiempo que perdían para hacer frente a la verdadera amenaza que se cernía inexorable sobre ellos. Por su parte él se apoyaba sobre una sola pierna, utilizando la otra a modo de timón para manejar los veloces giros que requería el esquivar la mayoría de los cortes que le lanzaban los pocos que estaban en primera fila, pero era terriblemente consciente de que tarde o temprano se limitarían a acercarse arma en ristre y lo obligarían a agacharse, con lo que estaría definitivamente vendido.
Dejó de girar apenas durante un segundo, adelantando la pierna izquierda y apenas dejando la punta del pie rozar los maderos húmedos. Los piratas no desperdiciaron el tiempo y lanzaron un par de puñaladas, pero solo una logró impactarle. Aspiró aire cuando el filo salió de vuelta y, tratando de ignorar el dolor, comenzó a mover delicadamente la mano en un giro envolvente que, junto a la vuelta que comenzó a dar guiado en la postura del gato, levantó una débil y casi imperceptible onda cortante.
- Neko no ken -susurró. Era una técnica delicada, pero particularmente destructiva, que en cuanto impactó rajó violentamente el pecho de los piratas.
La falta de entrenamiento traía como consecuencia la falta de tolerancia al dolor; cualquier herida en el cuerpo de quien no estaba hecho a sufrir se sentía mucho más que en la gente que sí, y esa era su mayor ventaja: No iba a acabar con ellos, pero impulsándose sobre la pierna buena saltó en carga hacia la columna de la Legión, cada vez más cercana. Lanzó un tajo a medio camino mientras volaba pues, si bien no contaba con impactar a nadie, era plenamente consciente de que serviría para que nadie irrumpiese en su delicado espacio vital.
Cayó al suelo un par de metros más allá, rodando torpemente entre enemigos que por lo menos estaban lo bastante centrados en repeler al enemigo como para no percatarse de la presencia a sus pies. Con cuidado se arrastró entre ellos ignorando pisotones en las manos y conteniendo la respiración cada vez que se llevaba una patada en el costado. Sin embargo y, a pesar de todo, logró llegar al otro lado y ponerse en vanguardia. Sin embargo, una mano e apoyó contra su pecho y con una fuerza que nunca había experimentado lo empujó hacia atrás.
- ¡Buen trabajo, soldado! -Escuchó la voz de Maxwell, pero solo veía un oficial borroso con el rostro virado hacia él-. ¡Ahora repliégate, no nos vas a valer de nada muerto!
Asintió, pero por unos segundos no consiguió razonar la orden. Estaba demasiado desorientado.
Acabaron rodeándolo como era de esperar, pero tenían problemas más graves en los que centrarse. El tiempo en el que dedicasen esfuerzos en exceso a abatirlo a él era un tiempo que perdían para hacer frente a la verdadera amenaza que se cernía inexorable sobre ellos. Por su parte él se apoyaba sobre una sola pierna, utilizando la otra a modo de timón para manejar los veloces giros que requería el esquivar la mayoría de los cortes que le lanzaban los pocos que estaban en primera fila, pero era terriblemente consciente de que tarde o temprano se limitarían a acercarse arma en ristre y lo obligarían a agacharse, con lo que estaría definitivamente vendido.
Dejó de girar apenas durante un segundo, adelantando la pierna izquierda y apenas dejando la punta del pie rozar los maderos húmedos. Los piratas no desperdiciaron el tiempo y lanzaron un par de puñaladas, pero solo una logró impactarle. Aspiró aire cuando el filo salió de vuelta y, tratando de ignorar el dolor, comenzó a mover delicadamente la mano en un giro envolvente que, junto a la vuelta que comenzó a dar guiado en la postura del gato, levantó una débil y casi imperceptible onda cortante.
- Neko no ken -susurró. Era una técnica delicada, pero particularmente destructiva, que en cuanto impactó rajó violentamente el pecho de los piratas.
La falta de entrenamiento traía como consecuencia la falta de tolerancia al dolor; cualquier herida en el cuerpo de quien no estaba hecho a sufrir se sentía mucho más que en la gente que sí, y esa era su mayor ventaja: No iba a acabar con ellos, pero impulsándose sobre la pierna buena saltó en carga hacia la columna de la Legión, cada vez más cercana. Lanzó un tajo a medio camino mientras volaba pues, si bien no contaba con impactar a nadie, era plenamente consciente de que serviría para que nadie irrumpiese en su delicado espacio vital.
Cayó al suelo un par de metros más allá, rodando torpemente entre enemigos que por lo menos estaban lo bastante centrados en repeler al enemigo como para no percatarse de la presencia a sus pies. Con cuidado se arrastró entre ellos ignorando pisotones en las manos y conteniendo la respiración cada vez que se llevaba una patada en el costado. Sin embargo y, a pesar de todo, logró llegar al otro lado y ponerse en vanguardia. Sin embargo, una mano e apoyó contra su pecho y con una fuerza que nunca había experimentado lo empujó hacia atrás.
- ¡Buen trabajo, soldado! -Escuchó la voz de Maxwell, pero solo veía un oficial borroso con el rostro virado hacia él-. ¡Ahora repliégate, no nos vas a valer de nada muerto!
Asintió, pero por unos segundos no consiguió razonar la orden. Estaba demasiado desorientado.
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Blaze estaba a salvo, y eso era una preocupación menos, que vamos no es que me preocupara demasiado, pero era un compañero de la Legión al fin y al cabo, y había logrado un tiempo vital así como un golpe decisivo contra los piratas. Su papel había terminado por esta noche, ya que fue recogido por el propio Maxwell. No pude evitar sonreír levemente por debajo de la máscara, y no fue buena idea desviar la mirada hacia ellos. Básicamente porque había cometido el error de dejar de mirar al capitán, el cual aprovechó mi distracción para darme un zarpazo en el pacho que me lanzó varios metros atrás contra unas cajas. Quedé boca arriba tosiendo, con la camisa de cuero raída en cuatro líneas que demarcaban las garras de aquella bestia, y si, sangraba un poco.
"Error de novato, error de novato" Pensé mientras trataba de levantarme mientras ponía la mano en el pecho y miraba mi prenda rota, lo que me enfadó bastante.
-Oh amigo, pienso pasarte la factura del sastre- dije con un leve quejido, pues el desgraciado me había dado bien, y sabía que tras esto, lo siguiente que iba a visitar sería la enfermería. Así que volví a ponerme frente a la bestia, la cual se reía por el golpe acertado, jactándose de que no tenía nada que hacer contra él, a pesar de qeu su rostro denotaba cierto "temor" porque se quedaba mirando mis manos, sin entender como esos dedos pequeños pudieron haberle hecho semejante corte en la panza.
Los piratas por su parte seguían peleando, y la Legión avanzaba inexorable. Era hora de acabar con esto. Así que cargué contra la bestia en una rápida carrera, y cuando la zarpa de aquel bicho estuvo al alza para darme un zarpazo, salté sobre ella, para dar otro salto de seguido por encima de su cabeza hasta caer en su lomo. El bicho trataba de sacudirme, como si estuviéramos en un rodeo Buffalo.
Traté de mantenerme en todo momento en su lomo, y convirtiendo mis manos en garras le dije: -Mi turno. Clavé ambas en el lomo provocando el grito del animal mientras seguía tratando de zarandearme. Ahora lo iba a tener muy complicado, al menos para que me soltara.
-¡O te tumbas o juro que aprieto hasta llegar a los pulmones!- le dije amenazante.
-¡Dueleeee! ¡Dueleeee! ¡Bastardo sal de mi espalda!- dijo el animal mientras se zarandeaba cada vez menos, pues empezaba a sangrar, y yo empezaba a marearme un poco, pues seguía con el corte en el pecho.
-¡Que te tumbes!- repliqué.
"Error de novato, error de novato" Pensé mientras trataba de levantarme mientras ponía la mano en el pecho y miraba mi prenda rota, lo que me enfadó bastante.
-Oh amigo, pienso pasarte la factura del sastre- dije con un leve quejido, pues el desgraciado me había dado bien, y sabía que tras esto, lo siguiente que iba a visitar sería la enfermería. Así que volví a ponerme frente a la bestia, la cual se reía por el golpe acertado, jactándose de que no tenía nada que hacer contra él, a pesar de qeu su rostro denotaba cierto "temor" porque se quedaba mirando mis manos, sin entender como esos dedos pequeños pudieron haberle hecho semejante corte en la panza.
Los piratas por su parte seguían peleando, y la Legión avanzaba inexorable. Era hora de acabar con esto. Así que cargué contra la bestia en una rápida carrera, y cuando la zarpa de aquel bicho estuvo al alza para darme un zarpazo, salté sobre ella, para dar otro salto de seguido por encima de su cabeza hasta caer en su lomo. El bicho trataba de sacudirme, como si estuviéramos en un rodeo Buffalo.
Traté de mantenerme en todo momento en su lomo, y convirtiendo mis manos en garras le dije: -Mi turno. Clavé ambas en el lomo provocando el grito del animal mientras seguía tratando de zarandearme. Ahora lo iba a tener muy complicado, al menos para que me soltara.
-¡O te tumbas o juro que aprieto hasta llegar a los pulmones!- le dije amenazante.
-¡Dueleeee! ¡Dueleeee! ¡Bastardo sal de mi espalda!- dijo el animal mientras se zarandeaba cada vez menos, pues empezaba a sangrar, y yo empezaba a marearme un poco, pues seguía con el corte en el pecho.
-¡Que te tumbes!- repliqué.
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El cielo era negro esa noche, y la luz del foco hacía que las pocas estrellas del cielo resultasen imposibles de ver. Tirado en el suelo durante unos pocos segundos vio al menos cinco hombres pasarle por encima, y un sexto comenzó a tirar de él hacia atrás. Tardó un momento en reaccionar, pero acabó haciéndole un gesto con las manos para que lo dejase y, con no poca dificultad, se levantó. Podía ver desde ahí el transcurso de la batalla, aunque debería haberlo definido más como masacre: Soldados entrenados entrando a matar piratas malnutridos. No podía detenerlos, y gritar en ese momento solo serviría para distraer a quienes seguían luchando.
Maximillian, a lo lejos, mantenía una encarnizada pelea con el enorme capitán. No parecía haber un ganador claro, al menos desde ahí, pero que el soldado estuviese sobre su lomo era una obvia ventaja táctica que esperaba supiese aprovechar.
- ¡Hey, tú! -le gritaron desde su espalda-. ¡Ven conmigo!
Se dio la vuelta y encontró un médico de campo; sin casi darse cuenta había llegado hasta la retaguardia. Se apoyó en una de las motos mientras le examinaban las heridas, dándose cuenta de que en realidad no debía haber más de treinta soldados peleando ahí, pero los oficiales estaban en el peor de los casos extremadamente por encima del grueso. Se habían llevado por delante sin apenas dificultad a la mayor parte de los enemigos, y los que quedaban en los flancos eran blanco fácil para las tropas. avanzaban como un ferrocarril en formación de flecha, implacables y...
- ¡Au!
- Lo siento, tienes la herida llena de escarcha -contestó el médico-. Tengo que quitarla antes de proceder; esto no va a ser cómodo.
Comenzó a rasparle la herida. Dolía con cada roce, pero se mantuvo en silencio. Lo que había hecho era una insensatez y si le hubiese costado la pierna lo habría entendido. Le habría enfadado, claro, pero lo habría entendido.
- Bueno, hemos terminado con esto. Ahora el alcohol... Hay que desinfectar la herida.
Aspiró cuando comenzó a escocer, pero no protestó. Tampoco mientras le cosía la herida. Contó diecisiete puntadas antes de que el hombre diese por concluida la operación. Mientras vendaba su pierna, preguntó:
- ¿Alguna herida más?
Blaze sonrió con cierto nervio y mostró su abdomen.
Maximillian, a lo lejos, mantenía una encarnizada pelea con el enorme capitán. No parecía haber un ganador claro, al menos desde ahí, pero que el soldado estuviese sobre su lomo era una obvia ventaja táctica que esperaba supiese aprovechar.
- ¡Hey, tú! -le gritaron desde su espalda-. ¡Ven conmigo!
Se dio la vuelta y encontró un médico de campo; sin casi darse cuenta había llegado hasta la retaguardia. Se apoyó en una de las motos mientras le examinaban las heridas, dándose cuenta de que en realidad no debía haber más de treinta soldados peleando ahí, pero los oficiales estaban en el peor de los casos extremadamente por encima del grueso. Se habían llevado por delante sin apenas dificultad a la mayor parte de los enemigos, y los que quedaban en los flancos eran blanco fácil para las tropas. avanzaban como un ferrocarril en formación de flecha, implacables y...
- ¡Au!
- Lo siento, tienes la herida llena de escarcha -contestó el médico-. Tengo que quitarla antes de proceder; esto no va a ser cómodo.
Comenzó a rasparle la herida. Dolía con cada roce, pero se mantuvo en silencio. Lo que había hecho era una insensatez y si le hubiese costado la pierna lo habría entendido. Le habría enfadado, claro, pero lo habría entendido.
- Bueno, hemos terminado con esto. Ahora el alcohol... Hay que desinfectar la herida.
Aspiró cuando comenzó a escocer, pero no protestó. Tampoco mientras le cosía la herida. Contó diecisiete puntadas antes de que el hombre diese por concluida la operación. Mientras vendaba su pierna, preguntó:
- ¿Alguna herida más?
Blaze sonrió con cierto nervio y mostró su abdomen.
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Dioses, aquello parecía el Welcome to the rodeo. La maldita bestia seguía brincando y tratando de soltarse de mi continuamente sin éxito alguno. Yo por mi parte trataba de mantener las garras bien clavadas mientras mis piernas salían volando con cada vapuleo del usuario.
-¡Te estoy dando un segundo aviso! ¡Túmbate o juro que vas a respirar por una máquina!.
Clavé un poco más las garras en su lomo mientras el pirata abría los ojos y gemía del dolor. Ya no sólo era el problema de tener unas garras, no precisamente pequeñas, clavadas en la espalda, sino que con el constante vapuleo, lo que el capitán estaba consiguiendo era abrir más las heridas de la espalda. A este paso el tipo de desangrarían ates de rendirse. Así que, como había que hacer, y puesto que no quería matarlo, ya que valía más vivo que muerto opté por hacer una cosa. Una cola de reptil salió por debajo de gabardina y se lanzó al cuello del pirata mientras ejercía presión sobre ella. Si no se iba a rendir quizás si caía inconsciente esto terminaría.
El pirata continuó forcejeando, intentando bajar el hocico sin resultado alguno para morder la cola que había bajo su gaznate. Comenzó a tambalearse mientras los saltos de rodeo iban parando, hasta que llegó un momento en que solo se escuchaba carraspeos y algo de saliva que salía disparada de su boca debido a la presión que ejercía con la cola. Finalmente, los ojos se quedaron en blanco, señal de que había quedado en "shock" cayendo al suelo como un saco de patatas y haciendo que por la inercia cayera disparado hacia adelante, ya que no tenía más fuerzas en las manos como para seguir clavado en su espalda, y estaba sangrando para más inri.
Quedé boca arriba a unos metros de su hocico, jadeando y sin fuerzas ya. Alcé un poco la cabeza, para cerciorarme de que la bestia no se movía. Efectivamente no lo hizo...éxito. En ese momento varios legionarios o eso supuse, habían llegado hasta mi posición y seguían avanzando mientras gritaban cosas que ya no podía entender, estaba cayendo dormido. Suponía que Blaze estaba bien, aunque ahora mismo solo esperaba que llegara un médico a mi, ya que ahora podía decirlo bien en alto...que no me encontraba nada bien la verdad.
-¡Te estoy dando un segundo aviso! ¡Túmbate o juro que vas a respirar por una máquina!.
Clavé un poco más las garras en su lomo mientras el pirata abría los ojos y gemía del dolor. Ya no sólo era el problema de tener unas garras, no precisamente pequeñas, clavadas en la espalda, sino que con el constante vapuleo, lo que el capitán estaba consiguiendo era abrir más las heridas de la espalda. A este paso el tipo de desangrarían ates de rendirse. Así que, como había que hacer, y puesto que no quería matarlo, ya que valía más vivo que muerto opté por hacer una cosa. Una cola de reptil salió por debajo de gabardina y se lanzó al cuello del pirata mientras ejercía presión sobre ella. Si no se iba a rendir quizás si caía inconsciente esto terminaría.
El pirata continuó forcejeando, intentando bajar el hocico sin resultado alguno para morder la cola que había bajo su gaznate. Comenzó a tambalearse mientras los saltos de rodeo iban parando, hasta que llegó un momento en que solo se escuchaba carraspeos y algo de saliva que salía disparada de su boca debido a la presión que ejercía con la cola. Finalmente, los ojos se quedaron en blanco, señal de que había quedado en "shock" cayendo al suelo como un saco de patatas y haciendo que por la inercia cayera disparado hacia adelante, ya que no tenía más fuerzas en las manos como para seguir clavado en su espalda, y estaba sangrando para más inri.
Quedé boca arriba a unos metros de su hocico, jadeando y sin fuerzas ya. Alcé un poco la cabeza, para cerciorarme de que la bestia no se movía. Efectivamente no lo hizo...éxito. En ese momento varios legionarios o eso supuse, habían llegado hasta mi posición y seguían avanzando mientras gritaban cosas que ya no podía entender, estaba cayendo dormido. Suponía que Blaze estaba bien, aunque ahora mismo solo esperaba que llegara un médico a mi, ya que ahora podía decirlo bien en alto...que no me encontraba nada bien la verdad.
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La noche fue dura. Una de las cosas que tenían las operaciones de campaña era que, lógicamente, eran de campaña. Aun estando al frío y bajo la artificiosa luz del foco cuando llegaron a la enfermería del cuartel hubo que deshacer una a una todas las puntadas, que si bien eran firmes habían resultado no lo bastante precisas. Tampoco había limpiado del todo bien la herida, dejando fragmentos de hielo que se habían ido derritiendo y eran caldo de cultivo perfecto para infecciones. Esa vez, consciente de lo que le esperaba, no hizo ningún ruido; tan solo se quedó quieto mientras observaba, displicente, cómo le cosían la pierna por segunda vez en la misma noche.
- Te va a quedar una cicatriz muy fea -comentó la doctora mientras finalizaba la sutura-, pero por lo menos parece que no te han tocado nada importante. En unas semanas podrás volver a caminar y correr sin problemas.
- Entonces todo bien.
En el abdomen, además de un dolor insufrible, no tenía ningún daño grave. La hoja apenas había traspasado un par de centímetros y si bien al moverse era muy molesto no le dio importancia. Se levantó y, ya pasada la adrenalina del momento, el dolor de la pierna lo hizo caer al suelo; apenas había apoyado la pierna la inesperada punzada lo había dejado tendido.
- Necesitaré un bastón -pidió una vez pudo hablar.
Trató de ayudarlo a levantarse, pero la rechazó. Con sumo cuidado fue incorporándose y tomó la muleta que le tendió la doctora. Esa fue la parte fácil. La difícil fue explicar la operación a los oficiales: Explicó la disputa evadiendo el hecho de que comenzó por un gyojin y también las armas implicadas, cómo habían visto un barco en mitad de la oscuridad y mientras los más perjudicados por el alcohol advertían en cuartel Maximillian y él, que no habían bebido, se acercaron para propiciar una medida de contención. Había surtido efecto, alegó, pues habían podido retener a la mayor parte en el puerto y así minimizar los daños en la aldea.
Explicó los errores que había cometido en su estrategia, haciendo especial hincapié en llamar la atención de los piratas sin tener una vía de escape garantizada, pero aclaró que en una situación tan crítica había tenido que tomar decisiones que, por ese entonces, parecieron las más oportunas.
- Los idealistas no prosperan en la Legión -le reprendió Maxwell-. El enemigo no presenta piedad; tampoco nosotros debemos.
Asintió.
- Sí, señor.
- Podrías haber muerto por hacerte el héroe; por intentar hacerles bajar las armas. No pensaste que eran solo esclavos: No tienen vida más allá de su lucha.
- Fue un error que no cometeré de nuevo, señor.
Maxwell sonrió y dejó que el centurión Aldus lo interrogara. Fue mucho más incisivo que Maxwell, pero contestó a las preguntas sin titubear. Cuando todo terminó le tendió la mano y se la estrechó con fuerza.
- Buen trabajo, soldado.
- Gracias, ilustrísimo.
- Puedes retirarte.
- Te va a quedar una cicatriz muy fea -comentó la doctora mientras finalizaba la sutura-, pero por lo menos parece que no te han tocado nada importante. En unas semanas podrás volver a caminar y correr sin problemas.
- Entonces todo bien.
En el abdomen, además de un dolor insufrible, no tenía ningún daño grave. La hoja apenas había traspasado un par de centímetros y si bien al moverse era muy molesto no le dio importancia. Se levantó y, ya pasada la adrenalina del momento, el dolor de la pierna lo hizo caer al suelo; apenas había apoyado la pierna la inesperada punzada lo había dejado tendido.
- Necesitaré un bastón -pidió una vez pudo hablar.
Trató de ayudarlo a levantarse, pero la rechazó. Con sumo cuidado fue incorporándose y tomó la muleta que le tendió la doctora. Esa fue la parte fácil. La difícil fue explicar la operación a los oficiales: Explicó la disputa evadiendo el hecho de que comenzó por un gyojin y también las armas implicadas, cómo habían visto un barco en mitad de la oscuridad y mientras los más perjudicados por el alcohol advertían en cuartel Maximillian y él, que no habían bebido, se acercaron para propiciar una medida de contención. Había surtido efecto, alegó, pues habían podido retener a la mayor parte en el puerto y así minimizar los daños en la aldea.
Explicó los errores que había cometido en su estrategia, haciendo especial hincapié en llamar la atención de los piratas sin tener una vía de escape garantizada, pero aclaró que en una situación tan crítica había tenido que tomar decisiones que, por ese entonces, parecieron las más oportunas.
- Los idealistas no prosperan en la Legión -le reprendió Maxwell-. El enemigo no presenta piedad; tampoco nosotros debemos.
Asintió.
- Sí, señor.
- Podrías haber muerto por hacerte el héroe; por intentar hacerles bajar las armas. No pensaste que eran solo esclavos: No tienen vida más allá de su lucha.
- Fue un error que no cometeré de nuevo, señor.
Maxwell sonrió y dejó que el centurión Aldus lo interrogara. Fue mucho más incisivo que Maxwell, pero contestó a las preguntas sin titubear. Cuando todo terminó le tendió la mano y se la estrechó con fuerza.
- Buen trabajo, soldado.
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Todo había acabado, y mientras estaba allí tendido en el suelo, unos brazos me agarraron por debajo de los hombros y por los tobillos, elevándome en el aire y moviéndome de sitio como si fuera un barril. Elevé un poco la cabeza y pude ver que eran dos legionarios con un médico de campo a su lado, todos corriendo para llevarme a una zona segura. Cuando me dejaron en la retaguardia, me pusieron cerca de Blaze, al cual pude ver que estaba hablando con Maxwell nada menos, el cual, una vez acabó con el muchacho se giró y se quedó mirándome y vino lentamente hacia mi mientras los legionarios me dejaban en el suelo cuidadosamente. El médico por su parte empezó a abrirme la camisa para ver la herida, y no le gustaba la pinta.
-Vale muchacho, un poco más y te troncha como a un filete- dijo mientras sacaba de su pequeño maletín vendas, gasas y alcohol, sin olvidar la aguja e hilo- Quedará marca, pero al menos vivirás para contarlo.
Estuve a punto de responderle, sino fuera porque la sombra de Maxwell se interpuso entre el doctor y yo.
-Veo que a usted también le han zurrado de lo lindo, pero veo que la bestia ha acabado peor. Sin embargo ha sido una imprudencia por su parte soldado.
-Lo sé señor, pero no iba a dejar que ese pirata hiciera de las suyas y pusiera en peligro a un compañero que estaba rodeado. Aunque admito que no ha ido la mejor estrategia, pero mi compañero respira- alegué.
Maxwell sonrió un poco y estuvimos hablando por unos cinco minutos para darle mi versión de la historia, y esperaba que encajara con los hechos que Blaze pudiera decir en un momento determinado. Estaba claro que Blaze se había cargado el barco y limpiado la zona, mientras que yo me encargaba del usuario. Una vez concluida la charla me dijo: -Ahora descanse, se lo merece. ya paga su imprudencia con sus heridas, pero aún así y pese a todo...buen trabajo soldado.
-Gracias señor- le dije tratando de levantar la cabeza.
Maxwell se retiró de escena, tapado por los legionarios que iban y venían para atender a los heridos, mientras un cuerpo de legionarios se encargaba de encadenar hasta el hocico al capitán pirata. Fue entonces cuando vino hacia mi el centurión Aldus, para hacerme una serie de preguntas con mayor profundidad con respecto a las que dijo Maxwell. Respondí a todas obviamente, desde lo del Gyojin, la taberna y el asalto pirata al detalle.
-Perfecto, gracias por su cooperación soldado, descanse, hoy gracias a usted y su compañero, hay un maleante menos en el mapa.
Sonaba hasta sencillo de decir...como se nota que no había sido él quien se había pegado como un gato contra aquel tipo.
-Vale muchacho, un poco más y te troncha como a un filete- dijo mientras sacaba de su pequeño maletín vendas, gasas y alcohol, sin olvidar la aguja e hilo- Quedará marca, pero al menos vivirás para contarlo.
Estuve a punto de responderle, sino fuera porque la sombra de Maxwell se interpuso entre el doctor y yo.
-Veo que a usted también le han zurrado de lo lindo, pero veo que la bestia ha acabado peor. Sin embargo ha sido una imprudencia por su parte soldado.
-Lo sé señor, pero no iba a dejar que ese pirata hiciera de las suyas y pusiera en peligro a un compañero que estaba rodeado. Aunque admito que no ha ido la mejor estrategia, pero mi compañero respira- alegué.
Maxwell sonrió un poco y estuvimos hablando por unos cinco minutos para darle mi versión de la historia, y esperaba que encajara con los hechos que Blaze pudiera decir en un momento determinado. Estaba claro que Blaze se había cargado el barco y limpiado la zona, mientras que yo me encargaba del usuario. Una vez concluida la charla me dijo: -Ahora descanse, se lo merece. ya paga su imprudencia con sus heridas, pero aún así y pese a todo...buen trabajo soldado.
-Gracias señor- le dije tratando de levantar la cabeza.
Maxwell se retiró de escena, tapado por los legionarios que iban y venían para atender a los heridos, mientras un cuerpo de legionarios se encargaba de encadenar hasta el hocico al capitán pirata. Fue entonces cuando vino hacia mi el centurión Aldus, para hacerme una serie de preguntas con mayor profundidad con respecto a las que dijo Maxwell. Respondí a todas obviamente, desde lo del Gyojin, la taberna y el asalto pirata al detalle.
-Perfecto, gracias por su cooperación soldado, descanse, hoy gracias a usted y su compañero, hay un maleante menos en el mapa.
Sonaba hasta sencillo de decir...como se nota que no había sido él quien se había pegado como un gato contra aquel tipo.
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