Tu cara ¿Me suena? [pasado]

Era muy tarde, ¿sobre las dos de la madrugada? No tengo con qué guiarme para saber la hora exacta de la noche, ni reloj, ni el sol para calcular su sombra, nada... Era un día muy nublado, fuera llovía y hacía un viento aterrador, los cristales de las ventanas vibraban como si a las sombras le temiesen, el agua fría incidía en la tierra de los campos con fuerza. En uno de los pueblos desperdigados por la isla, al lado del bosque el provocaba ruidos extraños al dejar que el viento pasara por sus arboles (Primer culpable de muchas pesadillas nocturnas de niños y creador de cuentos terroríficos para contar alrededor de una hoguera). En una de las tabernas, se estaba produciendo una situación un tanto inusual para la isla. La taberna estaba abierta pero daba igual, con esa lluvia nadie quería ir, nadie quería salir. Las ventanas mostraban luz, los lugareños que vivían cerca pensaban que la fiesta se había alargado pero entre el viento, la lluvia y esos increíbles destellos provocados por los rayos, poco importaba que aún tan tarde tuvieran fiesta.
Gracias a esa tormenta, nadie podía imaginar lo que en verdad estaba pasando ahí dentro, pues si lo hicieran, se horrorizarían. Primero se asustarían al ver, tras cruzar la puerta de entrada a un hombre tirado en el suelo, inconsciente, parecía muerto pero aún le latía el corazón, al lado de su cabeza un montón de cristales rotos, se podía distinguir el cuello de una botella, parecía como si alguien le hubiera impactado con esta en la sesera. Al lado, sobre una de las mesas redondas, copas tiradas, comida a medio ingerir y sangre, una salpicadura de sangre bastante grande dejó su dibujo sobre la madera, platos, comida y vasos... Interesante a más no poder, el cadáver, (Ese sí estaba muerto) sobre la barra del bar, parecía tener un corte bastante profundo en todo el pecho. ¡Oh! Y no nos olvidemos del hombre que está justo debajo de ese muerto, bueno, no debajo, debajo, pero si estaba escondido, tras la barra en la misma zona donde el cuerpo goteaba sangre... Era el barman, quien se agarraba la muñeca derecha con la mano izquierda, no podía ser al revés pues le faltaba la mano, parecía haberse hecho un corte limpio y haberse cercenado la extremidad...

La situación en aquél bar era muy caótica, sillas tiradas, signos de pelea. En una de las paredes había una mancha de sangre rodeando un hueco, como si alguien le hubiese metido un cabezazo con ganas... Quizás sabía algo el hombre que estaba al fondo del pasillo, donde los baños, sí, sí, el que tenía la cabeza metida en el inodoro, claro que no por voluntad propia, una mano en su nuca le ejercía la suficiente fuerza para ahogarlo en dicha agua, solo le dejaba respirar de vez en cuando para que no muriese, ese hombre tenía un buen chichón (golpe) en la cabeza, seguro que sabe algo de lo de la pared...
Y por último pero no menos importante, la joya de la corona, la dueña de esa mano que empujaba con rabia y ganas el cráneo de ese imbécil por debajo de la linea de flotación de aquél mojón... ¿Quien fue el cerdo que no tiró de la cadena? Hikari, espada guardada en su vaina la cual reposaba en sus caderas era la causante de todo aquél alboroto en la isla... Bueno "alboroto" Solo se enteraron cuatro personas, una de ellas estaba inconsciente, la otra muerta y el tercero herido... El cuarto sobrevivía a duras penas -¡Dilo!- Gritó la muchacha encolerizada...

La lluvia no le detenía a la hora de buscar provisiones en aquel pueblo, si bien los primeros días era extraño ver a alguien como ella que se paseaba en un kimono tradicional de Wano y llevaba una sombrilla sobre su cabeza de claro color carmesí para evitar el agua, los lugareños recientemente se habían acostumbrado a sus paseos nocturnos cada cierto tiempo. Después de todo, era una herrera que a cambio de algún lugar para comer y pasar la noche podía ayudarles en la forja de ciertas herramientas para su vida diaria, sin notarlo, Sowon se estaba volviendo una figura familiar en aquel lugar. Ingresó a la taberna con la sombrilla goteando y girando lentamente sobre su eje, sonriendo al ver un cuerpo inconsciente pero no muerto, había más cosas en el lugar y algunos si eran cuerpos muertos. Una masacre que sin dudas le hubiera gustado presenciar en persona, pero debía conformarse con los restos de una furia complicada de ignorar, recorrió el lugar utilizando tela para rodear sus pies y deslizarse sin emitir sonidos por el ya resbaladizo piso de madera.

Siguió el rastro de destrucción hasta que escuchó una voz a la distancia pedir respuestas, así se encontró en la puerta del baño observando por unos minutos la tortura, hasta que su cabeza negó lentamente y aclaró su garganta para hacer notar su presencia. Su kimono negro, sus labios rojos, su piel pálida y perfecta sin ninguna imperfección aparente enaltecían la mitad inferior de su rostro que era visible al no estar cubierta por la sombrilla. Su voz, fue un alto y claro detonante para que toda acción quedase petrificada al menos durante unos instantes.

—Decir ¿Qué? Me temo que ese sujeto no va a dar ninguna respuesta, si examinas su cuerpo puede darse una idea de la razón. Tiene muñones en lugar de dedos en una de sus manos, las cicatrices que recorren su brazo derecho tampoco son muy agradables de ver. Uno de sus ojos no funciona ni para darte el horario por eso le apodan el "Tuerto", créame que le he visto pasar por cosas peores pero nunca ha cedido a las preguntas si no es por una buena cantidad de dinero. Incluso me han contado que le dispararon dos veces en la cabeza por no querer abrir una botella de vino y sobrevivió. Si lo que busca son respuestas, hay mejores candidatos, ahora si se encontraba disfrutando de la tortura me disculpo por la intromisión.—

La herrera hizo una leve reverencia cruzando sus ojos grises con los de la muchacha que ejercía la tortura, un fugaz destello recorrió su mirada al notar su ropa y los recuerdos del pasado le invadieron de repente. Estaba por irse pero en su lugar se irguió permaneciendo en el lugar, era imposible que fuese alguien de su pasado, muy pocos salían de Wano y menos alguien que le conocía. ¿Habría llegado buscando su paradero? Sowon suspiró, era imposible que su familia enviase alguien a buscarla, más cuando en tantos años habían mantenido la fachada que ella misma había creado y mucho menos tras tanto tiempo sin estar ni cerca de las fronteras de su país natal. Tampoco era alguien muy conocida en Paraíso, si bien era una herrera bastante calificada sus trabajos solían tratarse con secretismo debido a la presencia de Vanko y la compañía tampoco había extendido su nombre más allá de esa isla. Todo era, bastante modesto como para despertar la rabia de su familia o el temor de un retorno indeseado. ¿Entonces que era lo que buscaba esa mujer exactamente?

—¿Nos conocemos?—

Preguntó sin perder su posición, sin mostrar el más mínimo ápice de emoción en su cuerpo, pese a estar emocionada por dentro. Si de verdad era una asesina buscando cazarla, se encontraría con alguien experimentada en ese campo, su mente divagaba entre si era un objeto, un cliente o una presa. Sentía el incontrolable deseo de su arma oculta bajo la manga derecha de su kimono por tomar algo de sangre exótica, bajo aquella sombrilla sus ojos grises emanaban una sed asesina que de no ser por estar cubierta hubiera helado la sangre del pobre hombre que estaba en medio del inesperado reencuentro.

Cada vez los ruidos eran más agónicos, el hombre lo estaba pasando verdaderamente mal pero eso no fue lo que agitó el corazón de la muchacha, un carraspeo de garganta, hizo que dejara la cabeza de aquél hombre y desenvainara de forma rápida para apuntar hacia donde ella creía que había salido dicho ruido. Una vez girada, con su arma amenazante en la mano derecha apuntando a la mujer que ahí de frente se paraba, con el hombre a sus pies luchando por coger el máximo de aire desde hace un buen rato, escuchó las palabras de la chica la cual le provocaron más rabia si cabe, ¿Quien era? ¿Por qué osaba interrumpir? ¿No se asusta? Eso quiere decir que está acostumbrada ¿Pirata, marine, cazadora? Demasiadas preguntas para tan poco tiempo.

Tras escuchar el primer discurso, Hikari intentó recordar al hombre pues ahora mismo solo se acordaba del color de su pelo al empujarlo por el retrete, era verdad que lo recuerda tuerto, no se fijo en las manos pero si tenía cicatrices, podría decir la verdad... ¿Lo conocía? Eran amigos... ¿Querría venganza? La mataría si intentaba algo... Pero algo hizo "click" en la cabeza de la muchacha, sus cejas se fruncieron, no del cabreo que llevaba si no, intentando comprender algo. ¡Ya está! Las ropas, no eran de la isla, no eran ni del mar actual, parecían de Wano... Pero lo que más la impactó fue la última pregunta... ¿Se conocían? Esa pregunta, más el intento forzoso de su cerebro por intentar cuadrar esa cara de muñeca de porcelana con alguien a quien ya conociera, le hicieron perder la postura por un segundo, se notó que la punta firme del arma perdió fuerza pero rápido recobro la compostura para volver a estar en tensión... -¿Conocernos?- Quiso rebatirlo, negarlo, pero había algo en su sesera que no cuadraba...

El hombre torturado, rompió el momento al intentar salir arrastrándose cual gusano por el suelo de la taberna, con un ágil movimiento, el arma filosa en la mano derecha de la herrera menos experimentada giró, apuntó al suelo y con fuerza la mujer la clavó atravesando la madera de la taberna... Oh y la pierna del hombre quien ahora le iba a costar salir corriendo del local... -Te conozco... Sí... ¿De qué?- Sí, la tenía que conocer, mi corazón empezó a acelerarse pero en un sentido más nostálgico... -Tus ropas, ¿Wano?- Preguntó, era difícil fallar, el estilo de la isla era casi único... -No te muevas, no he acabado contigo, aún me tienes que decir donde está mi hermana- Amenazó al hombre quien se retorcía cual gusano en el anzuelo de un pescador

La mujer sonrió ante el hecho de ser apuntada por una espada, una que le recordaba tanto a su pasado. Sin embargo, la amenaza se sentía incompleta, llevó su dedo índice a su cuello y apuntó rl costado del mismo mientras sonreía. La falta de lo que ella consideraba profesionalismo le llevó a pensar que esa muchacha estaba lejos de ser un asesino pagado por una familia noble.

—Si va a amenazarme con esa arma, es mejor que la apoye aquí y haga un poco de presión. Es mucho más personal y deja menos tiempo a la víctima para tomar una decisión clara, aunque en mi caso me daría una mejor impresión de usted.—

La mujer llevó la mirada al hombre que trató de escapar solo para ser apuñalado, se relamió los labios ante el accionar del arma peese a ser para ella un trabajo de principiante. De hecho guardó su sombrilla replegada sobre su espalda, dejando algunas gotas de lluvia que hasta ese entonces estaban impregnadas en la herramienta rodar por sus mejillas.

—Sí ese era mi hogar y supongo que el de usted. Lamento informarle que no veo a nadie de mi misma nación hace algunos años. En cuanto a su espada, es una obra de buena calidad, pero si en verdad desea torturar...—

Retiró su espada Aguja desde la manga de su kimono, los detalles del acero damasco y su diseño personalizado eran incomparables ante un arma de menor calidad. Sumado al hecho de que una fina escarcha comenzó a cubrir la hoja del arma, ahora sostenida frente al rostro de Sowon, peculiarmente atrapante al ser dividido asimétricamente por el arma frente a este.

—Un arma así evita la pérdida de sangre cauterizando la herida pero dejando un constante palpitar en la carne. Lo que nos deja como resultado un mayor tiempo antes de que muera por pérdida de sangre o su corazón sufra un paro. Verá, si desea información no solo basta con elegir la víctima correcta si no la herramienta indicada para arreglar a nuestro informante.—

La mujer guardó su arma y se giró para mirar de perfil la escena, su temple era como el hielo, frío, firme pero con una elegancia de las casas nobles de Wano. Inculcadas como la forma de un arma, moldeada por años de castigo e inseparable del ser que ahora se presentaba ante la espadachina del baño.

—Haga lo que desee, como bien he dicho no hablará. Pero, sea libre de saciar su sed de venganza. No trabajo si no hay dinero de por medio y si lo mata me ahorraré el dinero del tabaco y el alcohol que venía a comprar.—

Concluyó con indiferencia, dispuesta a marcharse ya fuera con o sin la muchacha. A su vista, ambas eran de Wano y era mucho más probable que ella misma tuviese mejor información que un viejo tuerto que apenas conocía el mundo y era tan testarudo para morir sin tener el menor conocimiento del tema.

Fue algo chocante que, mientras Hikari hurgaba en sus recuerdos, la mujer en vez de amenazar, gritar, correr, atacar o cualquier reacción normal tanto si es inocente, como socia del tuerto o una cazarecompensas, con sus dos ovarios se pone a dar consejos de tortura ¿Pero de qué manicomio se a escapado esta loca? Algo así pensó la joven de coleta negra ante la puesta en escena de la mujer -¡No diré nada!- Normalmente cuando alguien dice eso, Hikari usa sus poderes de akuma no mi y le muerde, mastica y digiere una extremidad, ya sea un pie o una mano, pero tomaría en cuenta los detalles encontrados por aquella siniestra persona y lo dejaría en paz. No buscaba torturar, simplemente respuestas, no hacía falta que matase al hombre, simplemente que hablase, pero al no tener nada de eso, se dio por vencida... El hombre se quedó algo confuso cuando se vio olvidado ahí como un simple deshecho que nadie quiere... Creo que eso le doliera más que toda la tortura junta... La mala leche adquirida a la vez que olvidada ya y los intentos de ahogamiento fueron por que al preguntar por su hermana, le contestaron con un "Seguro que la muy **** se fue en busca de dinero fácil" y claro, eso a una hermana le duele... Es comprensible... ¿Verdad?

Hikari sacó el arma clavada en el suelo, la limpió con los pantalones posiblemente ya sucios del hombre y la enfundó, más tarde limpiaría la hoja debidamente. Salió del pasillo que llevaba a los baños y apareció en la taberna pero no iba a dejar que esa mujer se fuera tan fácilmente -Coge el alcohol que quieras y el tabaco, pero no me dejes con la duda... ¿Quien eres?- En ese momento se puso en su postura más cómoda para una situación imprevisible. Rígida, estática, preparada, no para correr, si no, para defenderse. Su mano derecha cruzaba su cuerpo hasta apoyar la muñeca en el mango de su espada que descansaba en el lado izquierdo de su cadera, relajada y desconfiada a la par. Esa mujer portaba un arma, rara sí, pero una al fin y al cabo, la cual había mostrado sin preocupación... -Me inquieta un poco tú control sobre las torturas pero aún así, me arriesgaré... Me llamo Hikari Tomoshi, bien, yo me he presentado... Ahora tú- Comentó, antes de pedir a alguien que se presente, es de educación hacerlo uno mismo, quizás si obtiene el nombre podría ponerle cara... Hacia tiempo que se marchó de Wano, ¿Podría ser alguien que el paso del tiempo le había marcado más los rasgos de la cara? No me refería a vieja, pero la gente de joven quizás es más regordeta y chiquitilla que cuando entra en la adolescencia que se vuelve flaca y de una altura de nueve rascacielos... ¿Os habéis fijado como crecen los niños de hoy en día? Esos no comen lo mismo que comía yo...

La mujer se encaminó a la taberna tomando el tabaco y el alcohol que no necesariamente eran para ella. El hecho del tabernero vivo hizo dejar unos billetes sobre la barra que cubrirían los gastos, sin embargo, su compañera parecía todavía alterada o al menos no terminaba de entrar en confianza con la particular actitud de la herrera. Claro, no todos los días una cazadora da consejos a una extraña y sin cobrar ni un solo berry, a lo mejor esperaba una factura por tan buen servicio.

—Shinozaki Sowon... es nostalgico presentarme ante alguien de la prestigiosa casa Tomoshi. Maestros artesanos del metal, ha pasado un largo tiempo desde que mi familia organizó una reunión con ellos. ¿Hikari dice?—

La herrera tomó asiento en la mesa ahondando en sus recuerdos, en silencio, estudiando el rostro de su contraria. Recordaba el almuerzo familiar hace más de diez años, en ese entonces era solo una niña de once años que apenas tenía permitida interacción alguna y dado a la dieta, hábitos y rutina de las geishas aparentaba más edad de la que tenía. Incluso por su altura algunos invitados llegaron a creer que tenía unos siete años más. Recordaba la lista de invitados, había una Hikari entre ellos, su deber era servir y acompañar demostrando la grandeza de su noble cuna.

—Esos momentos, hacen que me hierva la sangre... No era la mejor fiesta del mundo. ¿Verdad señorita Hikari?—

La mujer sonrió de costado, mostrando su mejor perfil, una facción esculpida por los mismos dioses. Su sonrisa se curvaba en un inquietante ángulo y sus ojos reflejaban cierto rechazo a su pasado. Pero había una razón para tal gesto, cuando se atendía a los invitados era imperativo mostrar su mejor perfil, aquel que mostrase su feminidad y su belleza agraciada e hincara las rodillas de los asistentes. Una forma de su familia por presumir a sus objetos de mayor valor, una forma de poder. Si algo podía traer recuerdos a ambas, eran las tradiciones que los Shinozaki mantenían como sagradas. Aún si el odio de Sowon se apoderaba de su rostro, seguía siendo hermosa de una manera casi antinatural.

Por un momento el cuerpo de la muchacha herrera de familia se quedó algo petrificado, inmóvil, hasta frío se podía notar si alguien hubiese podido tocar su piel, como si de un golpe con un bate de beisbol se tratara, los recuerdos de dicha fiesta le vinieron a la mente. Era joven y muy entusiasta, con ganas de conocer a gente de la nobleza, recuerda a aquella familia, los Shinozaki se convirtieron en un gran cliente y en, como solía llamarlos mi padre "amigos de sociedad". Nosotros no podíamos compararnos con ellos, eramos simples herreros pero ahí estábamos, en su cercanía, codeándonos con los más grandes siempre que se planeaba, se esperase, se plantease o se presentase una batalla, una guerra...

Recuerda haber estado hablando con una joven de su edad, recuerda el nombre, pero no reconoce a la persona que tiene delante -Es de mal gusto y mal fario hacerse pasar por un muerto...- Comentó fríamente, verdad es que mucha sería la coincidencia que alguien supiera tanto sobre las familias de Wano y que acabase en una isla como esta, pero recordaba el funeral, todos tristes, todos apagados, fue corto, seco, pero todo el mundo se imaginó que el dolor de dicha familia no les permitía gastar en creatividad...
Hikari separó el mango de la funda de la espada unos centímetros -Mencionar a Sowon-san y hacerse pasar por aquella niña, hermosa y elegante, culta y madura, me parece una falta de respeto hacia la familia Shinozaki, dime quien eres en realidad o aún que ya no pertenezca a los Tomoshi, juro por aquella niña que te enviaré a su lado...- Sus palabras eran duras, secas, no estuvo mucho, si que es verdad que ante la belleza de Hikari [Talentos] dicha familia se interesó, pero su padre no dudó ni un momento en que el sitio de su hija era la forja

Imbuyendo energía en la hoja todavía oculta en su vaina, esta empezó a calentarse levemente, no se podía notar pero era una costumbre que empezaba a adquirir la joven espadachina. La de querer acabar rápido con un oponente realizando técnicas que se le intentó enseñar de pequeña y no acabó de perfeccionar -Verdad es que podrías ser una verdadera Geisha, eres guapa y tienes el estilo de una, pero has elegido justamente una familia muy conocida en Wano por lo que para alguien de ahí, es fácil descubrir tus mentiras...- Aún seguía pensando que hablaba con alguien que, de alguna forma, tenía información de la nobleza, pero Hikari no era una pueblerina y conocía más de lo que aparentaba de su tierra....

Sowon escuchó todo el relato con aparente indiferencia, la verdad trataba de aguantarse la risa, las amenazas, su actitud todo era tan maravilloso y a la vez sensual. Suspiró mientras veía la espada levemente desenvainada, era una lástima no poder sentir su filo pero tampoco parecía un arma de calidad suficiente para ser digno de cortarle, levantó su mirada sin cambiar el semblante y entonces comenzaría a reírse. Una risa sutil, pero cargada de emoción, era bastante gracioso pensar en como su familia le seguía usando como un objeto incluso muerta. Su visión era la correcta, todo ser sobre ese planeta era un objeto y su deber era repararlos, conseguir los que dieran dinero para luego desarmar a los que no estuviesen de acuerdo. Su mirada se aligeró mientras levantaba una de sus manos y la llevaba al mentón, dejando de reír para dar paso a una voz firme pero directa, nunca había sido una mujer que diese muchas vueltas a los asuntos de su pasado.

—Era de esperarse que mi familia utilizara mi escape como una oportunidad para convertirme en la nueva mártir de la familia... Siempre fueron tan amorosos, un objeto roto igualmente puede ser utilizado mientras los corderos sigan al pastor del rebaño. Mire que imaginaba que tratarían de inventar algo, pero tampoco creí que lo hicieran público y a la vez engatusaran a tantos seres bajo sus mentiras. Como puede ver, soy Shinozaki Sowon, no he dejado el nombre ni el apellido, pese a que aborrezca mi ser cada vez que siento en el espejo las marcas forjadas tras años de martirio en cada una de mis rutinas. Para su fortuna la imagen de una niña elegante, madura y culta era solo un caparazón carente de emociones moldeado por mi propia estirpe para contentar a otros. Era una herramienta, un arma que mi familia deseaba manipular y emplear para conquistar alianzas y luego dejarme a mi suerte. Lo que ve, es la realidad, una mujer elegante, culta pero moldeada por el mundo. Es mi palabra contra la suya, entiendo que no es la mejor situación para dotar a mi relato de veracidad.—

La mujer se puso de pie solo para girarse, no tenía miedo, no tenía temores. Era como si entre más amenazas recibiera por mantener su identidad más saborease el momento, su voz tampoco mostraba signos de miedo o temblor, era firme y no escatimaba en detalles al hablar de tal manera sobre su familia o referirse a ella misma como un simple objeto. Siguió de espaldas mientras continuaba, como aquel que no tiene nada que temer al decir la verdad y que tampoco deseaba iniciar un conflicto.

—Esa niña creció hasta ser lo que ve ante sus ojos. Las mentiras de mi familia son más sencillas de demostrar, no hubo cuerpo ¿Verdad? Ningún invitado pudo verlo, hubo un cajón pero nadie pudo ver su interior y luego fue incinerado cuyas cenizas se perdieron entre los mares. Esa es la falacia que mi familia utiliza cuando quieren hacer pasar algo como una muerte trágica. ¿No le parece raro que el cuerpo de la heredera de la rama principal, la más bella de su generación, haya sido reducida a cenizas? Mientras la familia mantiene un santuario donde las geishas más hermosas de cada generación son veneradas por todos. Es cierto que mi hermana menor era bonita, pero ella no tenía mis ojos, ni tampoco un perfil tan definido e inmaculado.—

Soltó su cabello y levemente movió su cabeza de lado a lado, dejando caer su cabello perfectamente balanceado contra su espalda, tomó la espada aguja y abrió su flequillo suavemente, volviendo a un peinado prolijo y simétrico. Se giró mostrando una imagen más madura pero inconfundible de aquella niña de porcelana y perfecta, como dos gotas de agua.

—Si va a matarme por mi pasado prefiero que lo haga con el aspecto en el cual mi familia pueda almacenarme en su patético santuario. Si es el final de mi viaje, prefiero ser un objeto que pueda seguir siendo utilizado al repatriar mis restos. La razón por la que me peino de una manera tan desprolija según sus manías es para romper un poco con su deficiente concepto de belleza que suprime mi verdadero ser, aunque ahora que vuelvo a ser esa niña ante la muerte... ¿Debería llamarle Hikari-san?—

Harta de sus mentiras en la mente de Hikari ya estaba rasgando su cuello con la espada, podía ver el rojo carmesí de su sangre y notar el calor en su mano al mancharse, ¿pero saben la frase de "la curiosidad mató al gato"? Eso fue lo que pasó pues para cuando Sowon terminó de hablar, se podía escuchar el repicoteo del metal en su funda, ya que al girarse y mostrar su aspecto de entonces, a la muchacha de wano de familia herrera le empezó a temblar el pulso, por eso se escuchaba a su espada temblar... De un momento a otro la cara de la que había montado una escabechina en la taberna, pasó por tres estados, rabia, a duda, hasta que finalmente se pudo notar una tez triste y con un punto de melancolía -¿Señorita Sowon-san?- Preguntó pues así debía llamar a los nobles, con respeto, pero no agachó la cabeza, un apice de duda aún quedaba en su mente, no por que no la creyera, si no por la casualidad del destino tan remota que acababan de vivir...

Finalmente soltó su arma, la cual hizo un "click" al volver a encajar con al funda, su brazo cayó sin fuerza y por un momento, le dieron ganas de llorar... ¿Por qué? Claramente es una muchacha que echa de menos su isla, su familia, sus costumbres, era tan fácil vivir ahí, todo estaba hecho, simplemente tenía que ser educada y forjar... Tras ser exiliada por la decisión de buscar a su hermana se encontró en la miseria y para alguien que a vivido entre algodones, en una buena caída. Aún así se mostró como la noche y la lluvia, nostálgica pero no derramó ni una lagrima, tenía que hacerle frente a todo lo adverso -No puedo creer que le encuentre en un sitio como este, en una escena como esta... Y con una apariencia como la suya- Claramente no lo decía por la imagen física, si no por lo aterradora que se había mostrado. Le quería contar todo, por lo que había pasado, su objetivo, pero recordó dos cosas, que en este mundo estaba sola y que Sowon era una noble, no una amiga... Aún que hayan tenido momentos de complicidad en un pasado, eran noble y vasalla pero eran crías y alguna que otra trastada habían hecho...

Hikari observó a su alrededor y ahora sí, agachó levemente la cabeza en forma de respeto como antaño lo tuvo y se disculpó, dudó en si hincar rodilla, pero por la situación le pareció demasiado... ¿Se ofendería? -Siento que nos hayamos tenido que reencontrar en un sitio como este y tras crear esta escena... Busco a mi hermana y pensé que aquí encontraría información pero ni rastro... Luego perdí un poco la compostura...- Mencionó recordando al muerto, el manco y el tuerto... Vaya tres... ¡Ostias y el inconsciente!

Aún que Hikari era más mayor que ella, aún seguía siendo más infantil que ella, como antaño...

Sowon asintió, no frenó para nada las formalidades pese a no verlas necesarias, un trato así a un noble en Wano se hubiera castigado con una ejecución inmediata por parte de sus guardias. Pero ahora no estaban en Wano, ni mucho menos ejerciendo aquella costumbre tan arcaica y por lo general tediosa, su soledad de pequeña siempre fue impuesta por esa condición. Al ser noble otras niñas apenas podían acercarse, según sus padres no necesitaba de seres tan inferiores y todo debía dar un beneficio, incluso sus lágrimas debían valer cada berrie que fuera posible. Al punto de que si no había beneficio hasta las emociones eran inútiles, simplemente una vida en una jaula de oro de la cual la mujer solo conservaba las versiones más extremistas y retorcidas como parte inherente de su existencia. El hecho de que Hikari mencionara su aspecto y aguda como era conocía que no se refería al aspecto físico, era francamente un signo de que nadie conocía su verdadero ser ni lo que había nacido tras años vagando entre la inmundicia del mundo y su entrada al gremio de cazadores donde no solo le habían transformado en alguien carente de emociones si no repleta de avaricia.

—No hacen falta las formalidades, aunque no negaré que dichas acciones siguen siendo bastante apetecibles. Me disculpo si me he excedido en mis maneras, le he confundido con algún asesino a sueldo que venía a por mi cabeza o al menos algún criminal que me reportase una buena tajada. Aunque, no debe preocuparse, estoy muy bien gracias a mis propias manos. He seguido su camino, me he forjado en fuego como una herrera, el arma que le mostré fue forjada por estas dos manos en su totalidad. Me siento orgullosa de poder valerme por mí misma y no por un nombre que al final del día no simboliza más que una jerarquía autoimpuesta por nuestros ancestros... En mi familia no hubo herreros, artesanos o guerreros. Todos nacimos comerciantes y si bien me dedico en cierta parte a eso, he logrado trascender a mi propia estirpe. Conseguir el dinero por mis propias manos, el rastro de la sangre fluyendo por mi piel... hay tanto que desearía compartir con usted.—

La mujer volvió a sentarse mientras arreglaba su cabello a su propio estilo, escuchando ahora sobre las motivaciones de Hikari, una hermana perdida. Conmovedor, si bien la mujer analizaba todo en una forma pragmática, una Tomoshi perdida podía significar muchas cosas desde que le secuestraran para armarse o que ella misma hubiera seguido el camino de Sowon para explorar el mundo buscando su propio cometido. Era una familia de herreros, pero por la voz de Hikari ella no creía en su muerte ni mucho menos en que fuese algo voluntario. Que su familia le hubiera desheredado era otro motivo de sospecha, algo no cuadraba en todo el relato, que su propia familia deseara perder un activo importante como una futura heredera y luego desechar a la otra simplemente perjudicaría el negocio.

—Me sorprende la actitud de su familia, aunque supongo que cada familia tiene sus demonios internos los cuales es mejor dejar en paz. Si su hermana está perdida en estos mares sería imposible no seguirle el rastro, nuestra gente es muy rara en estas tierras, casi nos consideran figuras de mitos. Los samurai de Wano son muy respetados fuera del Nuevo Mundo, hasta el peor de ellos podría ser una figura de respeto y honor en cualquiera de los Blues. Si bien no puedo guiarle hasta ella puedo ofrecerle un hospedaje y quizás hacer negocios con usted. Estoy ante una mujer que proviene de una de las grandes casas de herreros de mi país, dejar pasar esta oportunidad sería un insulto de mi parte...—

Sowon no olvidaba la artesanía de los Tomoshi, su cuidado del metal y las técnicas secretas que empleaban para crear los metales más inusuales pero efectivos del pais de Wano. No por nada se codeaban con los nobles, en la situación de guerra todos los bandos buscaban pagarles por una simple espada e incluso su familia tenía varias de estas en su tesoro familiar. Una experiencia forjando con alguien como ella sería todo un aprendizaje y tal vez descubriese como volverse mucho más diestra en el manejo del tiempo, si bien ya forjaba a gran velocidad y sus armas alcanzaban cada vez una mayor calidad aún tenía camino por recorrer para poder considerarse una verdadera maestra de la herrería.

Claramente la muchacha no estaba frente a aquella niña que recordaba, aún teniendo la misma cara, su carácter, actitud y forma de hablar no conseguían encajar con la imagen de aquella preciosa niña, frágil y tierna. A Hikari no se le escapó ni una. Cuando mencionó lo de haber forjado aquella arma, recordó levemente los detalles, tenía mucho más nivel que las que forjaba ella misma, lo que significaba que estaba muy por debajo de lo que la familia le había enseñado. Quizás sea por estar buscando a su hermana a diestro y siniestro, quizás por la vagancia o por la falta de forja, cuando llega a una isla no todas la acogen en una para que se pueda ganar la vida lo que se le hace relativamente complicado seguir ampliando conocimientos de herrería. Tampoco se le escapó que era una mujer de negocios y sabía mucho más de "conocimiento general" de lo que ella almacenaba, la muchacha había ido de barco en barco, tanto pirata, como cazador, mercantil o del bajo mundo, pero su fijación por encontrar a su hermana no solo le restringía en la forja, también le dejaba sin poder conocer grandes cosas de este mundo... ¿Sus ropas eran tan extrañas? Menos mal que siempre daba ese detalle al preguntar pero no sabía cuan era el impacto de un estilo concreto...

Luego respondió a su oferta -Siento decepcionarla, hace tiempo que no forjo, hace tiempo que mi alma no arde con la suficiente intensidad, las musas me han abandonado, para ganarme unos berries y seguir buscando a mi hermana forjo cuchillos, afilo espadas y demás, pero la habilidad que tenía cuando estaba con mi familia, si no la he perdido no la recuerdo, más no tener motivación alguna hacen que mis obras de arte sean más que objetos comunes... Ni aún teniendo el mejor material puedo crear una obra de arte... Verdad es que hay varias espadas en Wano, bueno, mejor dicho "había" varias espadas que fueron una ofrenda a distintas familias nobles, creadas por mi y que se consideró cercanas a un "patrimonio" pero era de cuando estaba todos los días en el fuego y sobre todo, cuando en lo único que pensaba era la forja... Ser la mejor, pensé que había nacido para ello, en la cuna de una de las mejores familias herreras, con habilidades únicas, con el alma de un dios de antaño... Y que un solo momento, como la desaparición de mi hermana se lo haya llevado todo... Necesito encontrarla para volver a forjar algo digno de presentar...- Limitada por su propia cabeza, creía que una vez que encontrase a su hermana, aquella Hikari volvería y se haría la más famosa en todo el mundo...

La mujer tomó la calabaza de su cintura y bebió agua al sentir su boca pastosa, era increíble lo rápido que pasaba el tiempo cuando uno se divertía y al creer que le cortarían el cuello no había tomado un trago hasta ese momento. Un descuido de su parte, que en otras situaciones no ocurría. Tardó un poco en recuperar su temple y por suerte Hikari se dedicó a hablar de cosas que a ella no llegaban a importarle en demasía. ¿Musas? ¿Intensidad? ¿Momentos? Todo eso era igual a excusas para la mente de alguien que solo veía en la forja un instrumento moldeable para matar. No importaba la razón o el cliente, el objetivo de un arma era la muerte, encontrar la herramienta asesina que más se adecuara a cada mano era lo único importante.

—Forjaremos...— expresó tras haber tragado el líquido —Usted solo está dando vueltas en algo que a mi humilde opinión es una excusa. Si a mi me robasen una espada forjaría una mejor solo para asesinar a quien me ha robado y recuperar lo que es mío. ¿No es esa su misión? Piensa recuperar a su hermana con armas tan deplorables e indignas de la sangre que fluye por sus venas ¿Hikari-san? ¿Cree que puede salvar a alguien con la espada que cuelga de su cintura? Debe despertar, tiene las herramientas y la sangre de generaciones de herreros fluyendo por su cuerpo en este momento. Tiene una musa, si quiere llamarle así, alguien a quien proteger. Tiene también gente a la cual matar, personas a quienes interrogar. No dejaré que su talento se desperdicie por su mero egoismo. Por eso forjaremos y si es necesario volver a moldearle para recuperar su forma, voy a hacerlo...—

La mujer se levantó mirando desde arriba a Hikari, no por orgullo ni altanería si no para reafirmar sus intenciones de forjar juntas cuwnto antes. Tenía su set de Herrería en el hotel y un espacio rentado para eso, ya hablarían del pago cuando llegase el momento, ahora deberían marchar e iniciar cuanto antes el proceso de reparar a una herrera venida a menos por el propio peso de sus acciones.

—Soy la primera generación en cuanto a herreros se refiere de mi familia, puede que lleve menos que su linaje pero he aprendido de herreros desde que me fui de Wano mientras usted se dedicaba a maltratar su talento enfocando la venganza de una forma ineficiente... Creo estar capacitada para enderezarle.—

Tomó las botellas de alcohol y el tabaco mientras su sombrilla se abría y su cuerpo esperaba en la puerta contemplando la lluvia todavía chispeante. El hotel estaba a unos pocos metros, ya podrían secarse en la forja de ser necesario, tendrían mucho tiempo de hablar y practicar. Si era necesario forjar hasta el desmayo lo harían, no esperaba que Hikari se rindiese y tampoco entraba en sus planes permitirlo.

Las palabras de Sowon fueron un golpe directo al corazón y alma de la no tan buena herrera, la rabia le inundó, estaba tan enfadada que la ira le estaba nublando los pensamientos pero no por las "ofensas" de la noble, no, ni mucho menos, si no consigo misma cuando empezó a darse cuenda de lo mal que estaba haciendo las cosas... ¿Desperdiciaba su talento? ¡Claro! Ella era la mejor de su familia, tenía talento para eso y mucho más pero no es hasta que tocas fondo, que te das cuenta de que lo has hecho... De pronto una vez asimilada toda la información que la mujer fría como el hielo le dio, Hikari la miró con una furia en sus ojos, casi se podían ver llamas bailando en ellos, estaba enfadada y lo que se dice "control de la ira" no practica mucho la muchacha -¡Ahhhh!- Gritó de pronto en el sitio, como desgarrando sus cuerdas vocales -¡Tienes razón!- Volvió a gritar a la par que un trueno resonaba en el cielo -Escusas... Armas sin alma... Gente a por la que ir... Me he centrado tanto en buscar información de la nada, que no he pensado en otra cosa. Solo veía el objetivo y he perdido de vista el arco y la flecha...- Tras sus divagaciones, nuevamente agachó la cabeza e hizo una petición -Señorita Sowon-San.. Digo -Sama, le pido que forje conmigo,que me ayude a centrarme, he perdido tanto tiempo que me he oxidado y doblado. Se que no soy nadie y no tengo derecho a pedirle algo así, pero quite el oxido y afile mi alma- Había caído en la desesperación de su hermana que no se dio cuenta que habían más caminos...

Hikari no era de expresarse, pero lo intentaba -Forjar, a fuego el hierro, nada de escusas, haré las mejores armas que compitan con las más famosas ya existentes, mataré a quien haga falta e interrogaré sin piedad hasta encontrar a mi hermana, pero no me hace falta ir yo... La fama... Al final me reconocerán como herrera o ejecutora, ellos deciden y la información de mi hermana vendrá a mi... Usted es la primera herrera de su generación, pero aún que en mi familia han habido hábiles guerreros, yo seré la primera mujer de mi familia en infundir verdadero terror, tanto a los que tienen a mi hermana, como a los que quieran hacer algo igual... Ayudemé y le serviré cuando lo necesite...- Como herrera sería pichi-pacha, pero tenía el potencial suficiente para romper su molde y con ayuda de su fruta, material suficiente para generar más moldes... Dudaba sobre Sowon, la había motivado, la había incendiado pero no confiaba del todo en alguien que estaba muerta, por lo que, por el momento, el secreto de los materiales generados por su fruta se lo guardaría para ella...

La mujer no se impresionó ni se molestó por las palabras de Hikari, al parecer estaba teniendo su propia epifanía y expulsando todo aquello que había nublado su mente luego de tanto tiempo. Finalmente estaba dejando a su verdadero ser emerger tras tanto martirio y sus ojos parecían haber recuperado la llama extinta que tiempo atrás parecía perdida. Era curioso que ella estuviese reparando a alguien sin necesidad de la tortura, pero mancillar un objeto con tanto talento a futuro le parecía exagerado y más cuando sus cadenas eran producto de su propia negación en lugar de surgir por discrepancias.

—Tenemos un trato, sus servicios me serán muy útiles en un futuro y también podremos decidir la forma de pago por mi ayuda una vez sienta que está nuevamente en condiciones. Tengo pensado forjar durante un mes, en ese tiempo podré observar cuanto ha mejorado y que le está impidiendo mejorar en cuanto a trabajo manual se refiera.—

La mujer salió de la taberna con lo comprado en una mano esperando que su invitada le siguiese bajo la lluvia, tras caminar unos pocos metros, Sowon se adentró en un hotel y le guío a través del pasillo hasta una habitación al fondo del mismo. Una que incluía un sótano ideal para su entrenamiento.

Las brazas todavía ardientes se agrupaban en una forja circular que Sowon avivó gracias a las poleas conectadas a un abanico diseñado para escupir aire a las llamas. Una luz anaranjada iluminó la oscuridad, revelando un yunque, piedras de afilar, un horno de fundición, ciertos materiales agrupados por lingotes en montañas y varios soportes para curtir pieles junto con telares cuyas telas demostraban ciertos diseños imposibles impregnados en sus patrones.

—Durante un mes este será nuestro lugar de trabajo, arriba tomaremos descansos. Como puede ver hay varios lingotes preparados pero también tiene el producto en bruto por si gusta limpiarlo usted misma. Puede dejar su ropa secando en la forja, no sirve una herrera que se vea incapacitada por un resfriado. Como iniciación, puede tomar un material e identificarlo por su cuenta, comenzaremos con una forja simple, una daga de diseño personalizado. Tenga en cuenta que esto no es una competencia, puede tomarse el tiempo necesario y yo forjaré al mismo tiempo para que pueda comparar los diferentes matices. Por suerte esta forja permite que ambas tengamos espacio para trabajar.—

Guardó su sombrilla y se liberó de las compras al dejarlas en un rincón, mientras también dejaba a un lado sus espadas ocultas y otras pertenencias que solo le estorbarían además de liberarse de varias capas de tela dejando el kimono más liviano para mayor libertad de movimiento. Por último avanzó hasta la mena de minerales y tomó uno sin marcar, era un acero bastante flexible y durable ideal para su trabajo. Claro que iniciaría en desventaja limpiando el material, llevando este al horno de fundición y moldeando el lingote a mano pero no era problema para su trabajo.

La imágen de una mujer noble cambió para ser una verdadera artista del metal, no solo sus manos trabajaban con una destreza inhumana en cada movimiento si no que su concentración y la precisión de cada golpe con el martillo para desprender el mineral puro eran una obra de arte en sí misma. No solo eso, su velocidad a la hora de trabajar el acero distaba mucho de los elegantes y lentos movimientos que había mostrado hasta ese momento. Era impaciente, deseaba tanto iniciar que olvidó dar una orden o señal de comienzo, pero sus ojos grises inundados por el naranja de la forja eran suficiente alerta para que cualquiera se pusiera manos a la obra.

A Hikari el tema del dinero no le importó nunca mucho que se diga, quizás por que en su familia nunca a faltado dicha moneda de cambio, quizás por que aún que sabe que es necesario para ella es como un complemento, pues no hay nada que necesite tanto como para mantener una buena linea de berries en su bosla. ¿Necesita comprar algo? Suele hacer un par de herramientas y listo, ¿Comida? Si es verdad que le encanta comer, desde muy pequeña cuando consumió la fruta, pasó a ser algo de segundo plano, pues simplemente con un árbol podía pasar unas cuantas horas sin comer...
Sowon menciono que iba a estar un tiempo forjando, a la muchacha iracunda no le importaba invertir un mes, eso le permitiría desahogarse, desfogarse y sobre todo despistarse pues la obsesión de la búsqueda estaba acabando con ella. Sin mirar atrás y ver el desastre de la taberna, en la cual recordemos que detrás de la barra había un pobre hombre tembloroso, deseando con todas sus energías que la herrera se fuera, (en realidad las dos aún que no sabía lo peligrosa que era la que entró en segundo lugar) y mirando donde antes había una mano... Como una sombra iba detrás de Sowon, sin perderla de vista, tampoco era fácil hacerlo pues no había mucha perdida en la ruta, hasta que entró en lo que iba a ser su hogar durante todo un mes... O eso esperaba, no tenía donde quedarse ni dinero...

Cuando hablo nuevamente la noble o ex-noble, ya verían como retomaban la relación de antaño y construían los rangos Sowon explicó la situación, todo lo que había en la sala era para usar en la forja, la habitación de arriba para descansar, todo parecía estar pensado para una buena herrera, claramente ahora mismo Sowon era muy superior a la muchacha. No es hasta este momento que es más consciente de que ha perdido el tiempo en busca de algo, enfocando muy indebidamente sus esfuerzos. Mientras le explicaba como iba a ser todo, Hikari se quitó la ropa y la dejó bien colocada delante de la fragua, no era una mujer vergonzosa frente a otra y estaba empapada, se quedó con lo mínimo para no crear una situación obscena y empezó a acariciar los materiales, no estaban nada mal...

Hikari asintió con la cabeza, no dudó en ponerse igual que Sowon manos a la obra, observó que ella cogió un material primario, Hikari no iba a ser egocéntrica y altiva, cogería uno de los lingotes ya creados y se pondría manos a la obra. Su objetivo, una daga básica, sencilla, no necesitaba hacer grandes cosas para saber cual era su nivel actual y una vez era consciente de sus bases, empezaría a construir un mundo entero sobre ellas. Estaba por detrás pero no pensaba quedarse ahí... Mientras forjaba, mostraba la artesanía de su familia, algunos trucos que pasaban de generación en generación, ya le daba igual esos secretos de Wano, ella tenía unos más importantes... Pero, no haría trampa, iba a ser totalmente "legal"

El sonido de los martillos, el aroma del metal, la sinfonía de las brazas y el acero chirriante. Sowon disfrutaba de la forja tanto como de la tortura, si bien no estaba apurada su ritmo había mejorado tanto que una daga actualmente era una cuestión de minutos. Dónde antes tardaba horas, en apenas media hora no solo había limpiado y moldeado un lingote si no que tras unas idas y vueltas lo había estirado para moldearlo en la forma deseada.

La técnica de damasco era un sello personal en ella, la sensación al doblar el metal sobre si mismo cuidando de que no se abriese mientras lo moldeaba en un sólido bloque era una de sus experienfias más relajantes. No le tomó mucho tiempo obtener una pieza de cincuenta capas a la cual brindó forma tiempo después a base de puros martillazos. Sin embargo, no era mucha fuerza la que aplicaba, su trabajo era cuidadoso y detallado evitando un desgaste innecesario. Había aprendido de varios maestros que la fuerza era útil pero la destreza era muy superior en términos de calidad.

Templó la hoja en aceite cuidadosamente y observó la línea del arma, no había torceduras ni grietas. El metal relucía ante las llamas de la forja que impregnaban su color alrededor de aquel hermoso patrón caótico en la hoja. Utilizó los minutos posteriores en la piedra de afilar para pulir y afilar el metal que a cada desliz se mostraba todavía más hermoso.

Por último realizó la empuñadura con una pieza de madera y el método de espiga oculta, finalizando su labor con una empuñadura envuelta en telas negras que no solo aseguraba un buen agarre si no que impedía a la mano deslizarse al filo gracias a una guarda dorada ajustada al final de la hoja.

Su daga mostraba los fundamentos de un cuchillo, una curvatura que se afiinaba en la punta y cuyo filo recaía mayormente en el cuerpo grueso de la misma. Su tamaño y peso le permitían ser fácil de esconder y muy efectiva para cortar. De hecho con solo un poco de presión ya cortaría profundamente, era ideal para trabajos profesionales e incluso podía apuñalar a traves de cotas de malla o armaduras comunes gracias a su delgada punta.

—Hora de observar...—

Suspiró dejando su arma sobre una pequeña mesa expositora y volviendo su mirada a Hikari. Bebió agua, sus ojos no indagaron en su cuerpo que bien podía ser atrayente si no que se clavaron directamente en su trato con el metal. Para Sowon no era complicado ignorar lo necesario cuando a sus ojos todo era un objeto, esa mirada podía atravezar el alma y aún así seguir tan fría, meticulosa y prágmatica como de costumbre. Deseaba conocer que tanta era la brecha entre ambas, irían subiendo el nivel a medida que transcurriese el tiempo. Lo siguiente sería forjar un arma más compleja, tal vez una espada y probarlas, aunque sería un juicio injusto teniendo en cuenta que la forja de espadas era su especialidad.

El calor se acentuaba, no solo por las brasas, el corporal también ascendía, martillazo a martillazo el hierro cada vez era más maleable, agua, fuego, hierro, el espectáculo creado por aquellas dos era épico, una con la experiencia de forjar en tiempo récord lo que ella quisiera, con elegancia, astucia y una habilidad adquirida con esmero, al otro lado, quien había perdido toda habilidad, no se acordaba de ciertos detalles pero el llevar la sangre que lleva le da ventaja ante un inexperto, podría crear maravillas como antaño pero solo engendraba objetos comunes, descargó dos, dejando el hierro a parte, se podía aprovechar más adelante, pero los vacíos mentales que tenía solo brillaban cuando cometía el error, ¿Podía subsanarlo? Quizás pero no le interesaba, ahora mismo las emociones que tienen deben ser inyectadas en un hierro, no en siete.

La mujer menos experimentada observó la creación de la noble, la cual era detallada, perfilada, una maravilla que podía vender en cualquier armería a muy buen precio pues no hacía falta un ojo experto para apreciar que podía cortar el mismo aire. Estaba a años luz de aquella herrera que aprendió a forjar a base de esfuerzo y dedicación. Por otro lado Hikari solo lo aprendió por repetición e historia familiar.
Para cuando terminó su daga con las habilidades de los Tomoshi, solo pudo apretar los puños -¿Qué es esto? No lo reconozco- Observando su nivel actual, no difiere de un aficionado que solo calienta el hierro un fin de semana como entretenimiento...

Lejos quedó aquellas armas que pertenecerían a la historia de generaciones futuras nacidas en su forja, poco quedó del orgullo de su familia en esas manos, ¿Quizás el hecho de que la desheredaran le había quitado también la habilidad de forjar? ¡¡ESCUSAS!! En su cabeza solo encontraba escusas, no las necesitaba, era débil e inútil, solo tenía que cambiar esas descripciones -¡No me satisface!- Gritó para coger nuevamente la daga, la cual no tubo empuñadura, los otros dos metales que fracasaron y los puso a fundir nuevamente, hasta que no hiciera algo como era debido no saldría de la fragua -Si no creo algo que valga la pena usar, no saldré de aquí...- Como juramento autoimpuesto así lo haría, ya miraría como arreglar lo de la higiene personal, un baño a lo rápido con el agua de la forja quizás, nada higiénico, verdad, pero ese era el verdadero espíritu de un herrero, crear o morir...

Sowon pudo apreciar algunas técnicas peculiares pero a su visión mal ejecutadas, el óxido de la herrera no era solo mental al parecer había vivido bajo un nivel de trabajo rudimentario y viviendo de forjar cosas por poco valor. Claro, no todo en la vida era dinero, también estaba la sangre y el placer de un acero abriendose paso por la carne. Pero una motivación monetaria siempre ayudaba a exigirse, el hecho de quedarse con un nivel donde solo recibiría unas minucias por un trabajo mediocre también destruía el arte de la forja.

Bebió agua escuchando en silencio, sin decir una sola palabra, era un momento de liberación para la otra por lo que subió a recargar su calabaza con agua fresca mientras escuchaba los gritos desde arriba. Su descenso fue casi imperceptible, así como cuando detuvo con sutileza el brazo de Hikari. De hecho su brazo se deslizó con gracia por la piel de la mujer debido al sudor de esta, pareciendo más una caricia que un agarre firme pero lo suficiente para que le prestase atención.

—Cambie de metal, Hikari-san. Las piezas que ha forjado e intenta reforjar no son adecuadas para ese proceso, me temo que solo terminará quemando el material y cada vez se defraudará infundadamente. Este acero que forja se adapta mejor a un trabajo rápido y sin tantas fisuras, una vez moldeado es complicado remover las imperfecciones que presente.—

Indicó la herrera volviendo a sentarse a un costado de la forja, señalando una montaña de lingotes a su izquierda.

—Estos de aquí son más flexibles y pueden resultar fáciles de arreglar si ve alguna imperfección sin necesidad de calentarlos nuevamente. Recuerde utilizar la piedra de afilar para limar grietas superficiales, muchas veces he descartado una pieza por ver una grieta pero un viejo herrero me dijo que como las heridas no todas son profundas y mientras haya material pueden repararse.—

Un consejo, una manera sutil de señalar algunos errores que Hikari tal vez no había observado debido a la furia existente en cada movimiento. Sowon sonrió señalando su daga y luego a Hikari.

—Como dije, esto no es una competencia. No trate de igualarme o superarme, trate de canalizar su furia en ese martillo y luego impregnela en el metal. No con fuerza, si no con habilidad. Cuando me forjaron para ser una geisha lo hicieron con fuerza y eso causa rechazo, odio, furia. Si trata de forzar al metal este la rechazará, un arma que rechaza a su creador no verá la luz del día, en cambio un arma que comprenda las intenciones... tal vez no sea hermosa, ni una obra de museo, pero será fiel al alma que le ha guíado en su nacimiento.—

Su voz retumbó en la forja, mientras su espada aguja pareció agitarse en un rincón. Esas palabras le habían despertado, ya llegarían a una conexión tan profunda entre arma y carne. Por el momento, deberían avanzar con calma, desde lo más simple.

El consejo de Sowon, más que pillare de nuevas hizo que recordara las palabras de su padre, estaba cometiendo errores ya hechos en un tiempo atrás -Es frustrante, ya lo sabía y lo he olvidado, ¿Hasta tal punto he caducado?- Pensó, hablo de caducidad pero ella podía renovarse, era una beta de mineral, ahora tendría que pasar por mucho más para ser un arma digna. El símil entre las cicatrices y las pequeñas hendiduras en la herramienta forjada fue algo que le sacó una sonrisa, era parecido a lo que su abuelo hacía, explicar una cosa dando otra imagen y le provocó ternura, que entre tanta mala leche fue refrescante. Sorpresa fue, que en la enseñanza de Sowon poco a poco iba soltando detalles privados, como la enseñanza de geisha, sabía que era un camino doloroso pero no podía llegar a imaginar cuanto.

Con las indicaciones de Sowon en la cabeza, paró, respiró y pensó. -Necesito divertirme- Comentó mientras agarraba el mineral indicado y empezó de cero pero de una forma diferente, con algo más de memoria refrescada y haciendo lo que serían como unos pequeños malabares, nada espectacular pero cuando agarraba la olla para verter el hierro fundido, la hacía bailar mientras tarareaba una canción, al agarrar con las pinzas le daba una buena vuelta, hasta se atrevía a soltar el hierro candente para volver a cogerlo con las pinzas como si de sus manos se tratara, con los martillazos un poco de lo mismo, golpe, golpe, golpe, malabar con la maza y agua, no era una forma de vacilar, el aburrimiento que tenía de pequeña le dio la habilidad de entretenerse con cualquier objeto y sin llegar a ser "chulesca" conseguía parecer que era parte de la creación del arma...

Al tiempo, consiguió obtener una daga, que si bien no tiene gran diferencia en calidad con una cualquiera, se podía notar una pequeña evolución conseguida en un tiempo récord, no era por conseguir y aprender habilidades, era por recordar y volver a perder la noción del tiempo en lo que hace, quien sabe, quizás solo necesitaba que alguien la amartillase con palabras en vez que con gestos...
Irónico que, aún estando centrada en su daga, la cual ahora mismo estaba limpiando, puliendo y afilando mientras observaba que tipo de madera agregar al mango, su cabeza en una pequeña parte estaba pensando en como había llegado a esta situación... ¿Era Sowon su musa?

Era bastante interesante ver como lentamente la herrera comenzaba a volver a las enseñanzas pasadas, tomando el metal y recordando su motivo para forjar que por tanto tiempo había estado sumergido en la oscuridad. El fuego de la forja parecía reavivar estos motivos interiorizados en el alma de Hikari, parecía otra persona, ya no maltrataba el metal ni buscaba descargar su furia había encontrado su ritmo con una melodía improvisada y algunos gestos peligrosos que Sowon tampoco parecía intentar evitarlos. Para su mente retorcida, estar cercana a la muerte era muchas veces la mejor inspiración posible, enfrentarse al peligro sin temores y sentir las heridas a flor de piel incluso si todo se volvía fuego. ¿Acaso no había creado sus mejores armas brindando a un hierro caliente una parte de su sangre? Esperó bebiendo un poco de agua antes de acercarse a presenciar los últimos detalles de la daga de Hikari.

No era una perfecta obra de arte, pero al menos podía cortar y no estaba arruinada o excedida de calor como su primer intento. Era un progreso, una capa de óxido al menos parecía haberse lijado de la herrera heredera de los Tomoshi y ahora debían mantener ese camino. Aguardaría a que ambas dagas estuvieran preparadas antes de tomarse un descanso y comenzar a forjar otra cosa. Un kodachi tradicional podría ser lo indicado, no era tan corto como una daga pero tampoco imposible como podría serlo una espada entera. Observó las menas de mineral mientras la mujer finalizaba su obra, con el kodachi ya en mente, por suerte podrían vender las cosas por el pueblo y duplicar los costes ya que en un mes daba tiempo suficiente para crear muchas armas al día mediante materia prima bastante común en la isla.

—Veo con gran satisfacción que su cuerpo está volviendo a sentir la herrería como verdaderamente debe. Lo siguiente que haremos tras un descanso es una Kodachi, pero esta vez trataremos de replicar un trabajo anterior. Dicen que la mejor forma de aprender es intentar perfeccionar algo que ya existe y por eso tengo esto...—

Acercó una pequeña caja de madera al yunque y la abrió lentamente, revelando un Kodachi forjado sin ningún detalle particular, era una pieza sólida y funcional de metal que mostraba una fina sombra en su filo similar a una llama donde el filo se volvía plateado en contraste con el acero gris y una particular acanaladura en su parte superior. Quizás la mayor dificultad de la espada, un acanalado ayudaba a aligerar el arma pero también aumentar la resistencia de la misma, pero que en la práctica podría llegar a romper el arma si no se detenía en el lugar preciso. Sin dudas, para Hikari sería un reto de varios días.

—En Wano se menciona que este tipo de espadas cortas se usan para defender, la katana es para matar y la Kodachi para la defensa. Un arma curiosa, para algunos no es una espada pero tampoco se atreven a encasillarla como daga... es sin dudas una creación compleja y que necesitará la paciencia ideal de cada herrero en particular. Puede elegir cualquier metal, pero no tema en consultarme si siente que el mismo no le funciona. Recuerde que debemos replicar este arma lo mejor posible, sin usar técnicas que no se vean a simple vista y puede desarmarla si está insegura sobre la espiga de la misma. Yo no necesito esos detalles, porque como imaginará está fue mi primer espada aprobada por uno de mis maestros. Conozco a detalle como la hice, cuanto tardé y sé que hoy en día puedo hacerla en menos de una hora.—

Explicó la mujer tomando asiento nuevamente y dejando un tiempo a solas a su aprendiz con su primer espada forjada, una pieza que demostraba su talento incluso desde sus inicios, alguien que había pasado un largo tiempo aprendiendo antes de atreverse a presentar un arma digna de ser comercializada.

Tras descansar un poco y retomar fuerzas con un desayuno rápido, Hikari, no contenta con su trabajo con la daga decidió intentar superarse con algo que le motivaba más, las Kodachi eran perfectas, ni muy largas, ni muy cortas, una hoja para trabajarla y un punto de dificultad al tener que hacerles el pequeño "vaciado" en los laterales, no puso peros, no se hizo la remolona, tras almorzar y asearse un poco no dudó en mancharse las manos.
Tras pensar por la noche antes de quedarse dormida en como pudo caer en decadencia, recordó uno de los motivos por los cuales su calidad bajó y no era nada más y nada menos que su punto más fuerte, el simple hecho de poder comer un cacho de hierro y darle la forma que quisiera, era uno de los motivos por los cuales sus manos ya no recordaban una forja, la baku baku no mi era su punto más fuerte en la herrería pero era su punto más débil pues obviaba que lo rápido, no tiene calidad...

Con este encargo tardó más, no quería tener lagunas mentales, no quería olvidarse de nada y el surco para hacerla más liviana, más resistente tenía que ser perfecto, pero como hacía tiempo que no se preocupaba de esos detalles, el primer intentó acabó rompiendo la hoja. Miró absorta el material roto, incrédula de que algo de novatos le haya pasado a ella, pero tras soltar un par de martillazos al hierro roto por rabia, respiro, se calmó y volvió manos a la obra...

Los siguientes días pasaron en la mente de la muchacha rápidos, ella pensaba que solo habían pasado un par, pero eran unos pocos más. Había conseguido hacer tres Kodachi, sin contar la que se le rompió, cada una iba escalando en nivel, hasta conseguir hacer una hendidura lo bastante decente para poder manipularla con soltura. Pesaba menos que las otras dos, no parecía tener impurezas y hasta le dedicó un tiempo a hacer su sello personal en la base. Su abuelo decía que en cada herramienta creada, se tenía que dejar una marca para que se reconociera el trabajo, quizás uno no quería hacerlo por no haber engendrado un buen "hijo" como le gustaba llamar a las armas, pero decía que había que estar orgulloso de todas y cada una de tus creaciones, pues marcaban el camino que seguías, si había mucha diferencia entre ellas, era tan simple como saber el por qué, ¿De mal a mejor? Eras un buen herrero ¿De muy buenas a malas? mira donde empezaron a cambiar para poder solucionarlo...

Tras finalizar el arma, la mostro a Sowon -¿Puedo preguntar por qué se toma tantas molestias para recordarme quien era? No me mal interprete, no es una queja, me da la sensación que estoy abusando de su confianza Sowon-sama- Confesó la muchacha quien no veía más que provecho para ella, como se menciono anteriormente el dinero carecía de interés para Hiakri por lo que no sabía como compensar algo que no podía ser pagado materialmente

En un parpadeo el mes por poco llegaba a su fin, Sowon había estado supervisando a Hikari mientras ella misma forjaba sus versiones de armas, algunas mas ostentosas otras más funcionales tenía bastante estudiados los gustos de cada cliente y esto le dotaba de una gran velocidad de trabajo al solo tener que visualizar lo que deseaba una vez antes de pasar al trabajo. Hikari por su parte lo había pasado más duro, algún intento fallido, alguna arma rota por el camino pero ciertamente una progresión ascendente desde que habían iniciado aquel camino en la forja para devolverle a su mejor estado. Al menos no repetía los errores que tuvo el primer día, era alguien que lentamente dejaba atrás sus propios fallos e internamente volvía a sentirse una herrera como debió haberlo hecho desde que partió de la tierra de Wano.

—Es una bonita arma, todavía lejos de la perfección pero yo tampoco estoy en ese pináculo. ¿Por qué? Es una grandiosa observación, señorita Hikari. La verdad, no tengo una razón más que el dinero que me pueda reportar y mi propio beneficio al entrenar un mes entero en la forja acompañada de una mujer proveniente de las mejores familias de herreros que existen en Wano. En cierta forma me agrada moldear personas, reparar objetos rotos a mi manera, dejar que su talento se pudriese por una simple venganza era un insulto para mi oficio. Ha progresado mucho en un solo mes, si ve su trabajo lo podrá comprender por sus propios ojos.—

Comentó con sinceridad mientras acercaba la primer daga a la Kodachi, un contraste abismal entre un trabajo aficionado y uno digno de ser presentado para la venta profesional, si bien las armas que Sowon realizaba eran también obras de arte era innegable que Hikari había mejorado y recuperado gran parte de sus habilidades con el metal cada vez podría moldear mejor los materiales que fuese consiguiendo e identificar los mejores materiales para lograr una verdadera meta. La herrera dejó las armas en un expositor mientras caminaba a la fragua, observando el fuego bajo sus ojos.

—Quizás, quiera llevarse un recuerdo de esta experiencia. Forjaré un arma digna de su misión, por una contribución económica, un arma que sin dudas puede matar a cualquiera que se le oponga en un futuro. Aunque también puede que sea un arma peligrosa, hambrienta y sedienta de sangre... le puedo ofrecer un arma de verdad y no solo esa espada que atesora por motivos que no me incumben. Siento que todavía está muy lejos de comprender solo con mis palabras, porque nunca lo ha sentido. ¿Puede traerme mi espada Aguja?—

La mujer indicó con serenidad mientras esperaba, estaba segura que Hikari podría sentir a lo que se refería solo empuñando por unos segundos a Aguja, un arma forjada con su alma y que le había acompañado durante demasiado tiempo siendo ya casi una extensión de su cuerpo. Dudaba que escuchase voces demoníacas o algo similar, pero sí lo podría sentir, esas ansias de apuñalar ese deseo de bañar la hoja en sangre que ella siempre experimentaba como un cosquilleo en el brazo. ¿Sería una experiencia agradable para la muchacha? Pronto lo descubriría por sí misma...

Escuchó atenta la explicación de Sowon, un punto de vista interesante, pero lo que de verdad fue interesante es el escalofrío que recorrió su cuerpo, remarcando punzadas en su columna vertebral y eso solo por agarrar aquella arma tan elegante y de un nivel exquisito. -Fría...- Comentó mientras la miraba, dudó en si alzarla pero al final lo hizo y la empuño como lo hacía con su arma... -Nada más rozar mis yemas, una imagen de un gran lago seco me vino a la mente, pero no me da la sensación de que sea agua lo que necesite- El arma, pese a estar a una temperatura ambiente corriente, daba la sensación de fría y provocaba una leve ansiedad, Hikari no sabía exactamente como pero estaba nerviosa, no de miedo, más bien impaciente por algo... -Esta arma... Estudié unas pocas en Wano, podría asegurar que al crearla se le dotó de alma propia, quien forjó el arma, claramente lo hizo con un fuerte sentimiento... Si este arma cayera en manos de un inexperto, su futuro no sería bueno...- No era la única que pasó por su mano, sabía un poco sobre el tema, "objeto vivo", su abuelo era experto, pero prefirió no pasarse de lista. Sostuvo a "aguja" con las dos manos, palma abierta hacia arriba y se la ofreció a Sowon -No sabría decir por qué, pero no me siento a gusto- Y no por que ese arma no fuera de la predilección de Hikari, ella no lo sabía, pero quien no estaba a gusto era dicha espada empuñada por otra persona que no fuera a quien reconocía como su dueña -Quizás pensará que son habladurías, pero la mitología en la forja para nosotros, es una verdad tan cierta como que el fuego quema- Podía pensar una herrera sobre la otra que simplemente era religión extrema impuesta por los Tomoshi, pero la muchacha de verdad creía en lo que había sentido...

Tras darle la espada a su dueña, la muchacha observó la daga y la espada, aún quedando clara la evidencia de la mejora exponencial no era mejora -Siendo sinceros no he mejorado, simplemente he recordado... Me duele como herrera pero no merezco el título, no aún, pero sus enseñanzas, sus verdades no caerán en saco roto, señorita Sowon-sama, le prometo que no me desviaré de mi camino y que mejoraré, no recordaré, mejoraré, la próxima vez, forjaré un arma que compita con su "Aguja"- Comentó con una sonrisa sincera, estaba muy contenta de haber encontrado a una mujer tan fría como ella pues a ojos de la Tomoshi, aquella noble había sido la luz que le liberó del pozo en el que estaba...

Sowon sonrió, casi saboreaba cada palabra que escuchaba referida a su arma, era reconfortante saber que no estaba loca. ¿Cómo podría estarlo? Desde el momento en que forjó a Aguja, desde el momento en que sintió como esta respondía a sus deseos sin necesidad de escucharlos, al primer momento en el cual su hoja se inundó de escarcha y fue bendecida con la sangre de su primera víctima, lo había sentido. La misma sensación que ahora Hikari le describía y confirmaba sobre leyendas alrededor de herreros que impregnaban su alma en sus herramientas, el verdadero legado que inmortalizaba a todo artista del metal y dotaba a sus armas de una durabilidad extrema que pocas alcanzaban.

—Si le soy sincera en un primer momento era escéptica al misticismo de la forja, pero es imposible ignorarlo cuando puedes sentirlo con tus propias manos. Cuando di nacimiento a esta arma, pude ver que todo era verdad, los objetos que nacen gracias a la verdadera emoción de un artesano transmitido al metal de forma intencionada. Aguja fue la primera de las que he forjado, pero todavía está lejos de un arma que invade mis sueños desde hace años, cada vez la visualizo más clara y más cercana a este mundo. Sé que cuando llegue el momento podré darle vida y ya no será un sueño, si no, un arma que porte su voluntad ante los ojos del mundo.—

La mujer tomó su arma delicadamente y le observó, parecía impaciente como de costumbre, deseando un nuevo contrato de sangre que saciara su inconformidad. Había pasado un mes en reposo, mientras ella forjaba e instruía a Hikari, un tiempo suficiente para desesperarse. Contempló lo que escuchaba, Hikari parecía determinada a no perderse nuevamente, todo estaba encaminado otra vez. Solo faltaba, el pago, conocía que la muchacha no tenía dinero pero había jurado servirle en lo necesario y ella no había forjado tantas armas sin un motivo claro.

—Me ha alegrado volver a reencontrarme con alguien de mis tierras, Señorita Hikari-san, además he visto que mis suposiciones sobre mis armas especiales no era un delirio de mi mente lo que me hace pensar que estoy yendo por el camino correcto de la herrería. Sobre el pago por mi instrucción, la estadía y los materiales... le propongo un trabajo. Este hombre que ve en la foto es un estafador, ha estafado en varias subastas y siempre trabaja solo. Su valor es de dos millones, un precio por su cabeza que cubrirá de sobra todo el mes de entrenamiento y forja que hemos compartido. En la noche se celebrará una subasta en esta isla y me han informado que este sujeto se presentará, el plan es sencillo, cuando él compre nuestras armas lo esperaremos para la entrega. No tendrá miedo de dos mujeres, pero en ese momento podremos matarle solo debemos asegurarnos de mantener la cabeza reconocible.—

Contempló la herrera mostrando un cartel de un hombre de aspecto delgado y cobarde pero de ostentosas prendas, un cartel de recompensa que ascendía a los dos millones un precio complicado de ignorar dado sus múltiples estafas alrededor de las subastas que recorría. Esperaba que Hikari aceptase la tarea y aunque su espada no fuese tan preciosa como aguja si era mucho más adecuada para rebanar limpiamente una cabeza, Sowon había dado un mantenimiento adecuado a dicha espada por lo cual Hikari la sentiría mejor que en muchos años. En cuanto al proceder, sería un trabajo de coser y cantar, había acordado despejar una habitación con los dueños de la subasta y las armas forjadas en ese mes tenían como blanco captar la atención del estafador desde el primer momento. Solo le faltaba una ejecutora mientras su belleza se encargaba de distraer, además era la oportunidad perfecta para no dejar deudas pendientes y probar su destreza en unas técnicas que había estado practicando en sus tiempos de descanso.

La propuesta de pagar las deudas con la cabeza de un hombre le pareció hasta barato, Hikari sentía que estaba timando a la señorita Sowon, pero quizás, si decía que eso no completaría la deuda podía ofenderle, por lo que simplemente se guardó esos pensamientos, ya pagaría como era debido la deuda forjada -Nada más salir de Wano, me enrolé en la tripulación de un pirata y desde entonces, mi espada no ha hecho otra cosa que proteger mi vida, mi cuerpo y mi alma de gente parecida. No hace falta decir, que la cabeza de ese hombre ya le pertenece a usted señorita Sowon-sama.- Nada más poner un pie fuera de las tierras de su isla natal, había cortado, pegado, arrancado, pateado, mordido y tragado muchas partes humanas (Sin pensar mal, simplemente se defendía, no disfrutaba... Ni aquella vez que tubo que morder... Bueno, esa historia para otro momento). -Si le parece bien, me voy a asear y a preparar para la subasta, investigaré un poco a ese hombre para saber como ha sobrevivido a posibles venganzas de sus victimas, pues un estafador simplón suele ir acompañado de algún matón, esperemos que este no, pero de lo contrario, no cambia el hecho de que su cabeza le sigue perteneciendo a usted- Volvió a repetir, estaba segura de que el trabajo ya estaba hecho, se podía decir que vendió la piel del oso antes de cazarlo...

No dudó en salir a prepararse, darse un agua que olía a madera quemada, sudor y demás cosas desagradables que no le molestaban en lo más mínimo pero posiblemente a los demás sí. También prepararía su arma ¡Anda! De pronto se dio cuenta de que la maestra herrera le ha estado cuidando su reliquia familiar, un detalle a tener en cuenta. Al poco tiempo ya estaba dando un paseo por los barrios indicados para ir a preguntar, no tenia mucho que hacer pero lo que sí haría es aprovechar el miedo que ya le tenía el tabernero quien volvió a trabajar... Nada más ver entrar por la puerta a la muchacha, ya había dicho hasta las veces que se sacaba los mocos al día... Aún así, no satisfecha con sacar información, decidió preguntar por ahí sobre la subasta, los invitados y demás, siempre a la gente oportuna. Buscar a su hermana le había dotado de un ojo clínico para el bajo mundo, de donde es mejor ir de inocente para que se puedan "aprovechar" aún que no lo consigan...