Roland von Klauswitz
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Akuma no mi
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En un instante todo cambió a su alrededor. El hombre-lobo y el árbol tenían aparentemente las de perder, lo que llevó al lobo a enfurecerse. Aquella bestia levantó su espada y preparó un nuevo ataque, presumiblemente más devastador que los anteriores. Kodama ya se encaminaba hacia él dispuesto a poner fin al combate, cuando un marine apareció de entre la maleza. A juzgar por su uniforme parecía no ser más que un mero recluta, un soldado totalmente fuera de lugar en un sitio como aquel. Y o peor era que ni siquiera mostraba signos de ser consciente de la situación. El marine se paró a mirar con curiosidad lo que ocurría, como si todo aquello fuese algo de lo más normal. Sin embargo no tardó en mostrar sus verdaderas intenciones.
El hombre-árbol ya iba a ordenarle que se alejara cuando este desapareció. Un instante después se encontraba despedazando al gran hombre-lobo con una patada que apenas llegó a ver, para luego atravesar con su propio dedo al otro enemigo un segundo más tarde. El Roble se quedó perplejo ante aquella repentina muestra de salvajismo. Era imposible para un recluta hacer algo así, por lo que no tardó en venirle algo a la mente. Sin duda se trataba de uno de esos misteriosos agentes secretos. Debido a su rango tenía conocimiento de la existencia del grupo conocido como Cipher Pol, especializado en las misiones más sucias del Gobierno Mundial, pero no esperaba ver a uno de ellos allí. Supuso que el gobierno se había cansado de esperar y había decidido intervenir en la isla.
En ese momento, el hombre que se fusionaba con los árboles se levantó y saltó hacia otro de ellos, absorbiendo con él todos los árboles de las proximidades para aumentar su tamaño a una escala absurda. Mientras tanto, una súbita y violenta explosión se escucha a lo lejos, seguida de una ráfaga de aire tan potente como breve. Ante el curioso grupo allí formado se alzaba un gigantesco ser formado por árboles. Cientos de metros de altura formado por lo que antes había sido un frondoso bosque. Una tragedia natural en sí mismo. El hombre-árbol contempló espantado lo que sucedía con su especie y visualizaba mentalmente alguna forma de poder hacer frente a esa bestia. En su mente no había espacio para nada más que no fuese vengarse de quien había dañado al bosque, hasta el extremo de no darse cuenta siquiera de la aparición de uno de los líderes revolucionarios ni de la tormenta de arena desatada cerca de allí. Lo único que le sacó de sus pensamientos fue el inmenso rayo de luz proyectado hacia el cielo, cegándole con su potencia.
Entonces abrió los ojos. Sin duda debía estar soñando, lo que sucedía no podía ser real. Como por arte de magia , una inmensa grieta, tan grande que parecía que separaba la propia isla, había aparecido a poca distancia de allí, dividiendo el castillo en dos. Aunque fue consciente de la realidad al ver como el coloso de árboles era despedazado. Durante unos segundos le invadió una calma extrema, como si todo a su alrededor se hubiese detenido. Kodama se acercó a la grieta y contempló la enorme cantidad de oro que caía al mar, pensando en si todo aquello había valido la pena. Luego vio el amanecer y supo que habían acabado allí para bien o para mal. No parecía que fuesen a surgir más monstruos infernales ni más criaturas siniestras. La noche había llegado a su fin y con ella su misión. Solo quedaba regresar.
El hombre-árbol ya iba a ordenarle que se alejara cuando este desapareció. Un instante después se encontraba despedazando al gran hombre-lobo con una patada que apenas llegó a ver, para luego atravesar con su propio dedo al otro enemigo un segundo más tarde. El Roble se quedó perplejo ante aquella repentina muestra de salvajismo. Era imposible para un recluta hacer algo así, por lo que no tardó en venirle algo a la mente. Sin duda se trataba de uno de esos misteriosos agentes secretos. Debido a su rango tenía conocimiento de la existencia del grupo conocido como Cipher Pol, especializado en las misiones más sucias del Gobierno Mundial, pero no esperaba ver a uno de ellos allí. Supuso que el gobierno se había cansado de esperar y había decidido intervenir en la isla.
En ese momento, el hombre que se fusionaba con los árboles se levantó y saltó hacia otro de ellos, absorbiendo con él todos los árboles de las proximidades para aumentar su tamaño a una escala absurda. Mientras tanto, una súbita y violenta explosión se escucha a lo lejos, seguida de una ráfaga de aire tan potente como breve. Ante el curioso grupo allí formado se alzaba un gigantesco ser formado por árboles. Cientos de metros de altura formado por lo que antes había sido un frondoso bosque. Una tragedia natural en sí mismo. El hombre-árbol contempló espantado lo que sucedía con su especie y visualizaba mentalmente alguna forma de poder hacer frente a esa bestia. En su mente no había espacio para nada más que no fuese vengarse de quien había dañado al bosque, hasta el extremo de no darse cuenta siquiera de la aparición de uno de los líderes revolucionarios ni de la tormenta de arena desatada cerca de allí. Lo único que le sacó de sus pensamientos fue el inmenso rayo de luz proyectado hacia el cielo, cegándole con su potencia.
Entonces abrió los ojos. Sin duda debía estar soñando, lo que sucedía no podía ser real. Como por arte de magia , una inmensa grieta, tan grande que parecía que separaba la propia isla, había aparecido a poca distancia de allí, dividiendo el castillo en dos. Aunque fue consciente de la realidad al ver como el coloso de árboles era despedazado. Durante unos segundos le invadió una calma extrema, como si todo a su alrededor se hubiese detenido. Kodama se acercó a la grieta y contempló la enorme cantidad de oro que caía al mar, pensando en si todo aquello había valido la pena. Luego vio el amanecer y supo que habían acabado allí para bien o para mal. No parecía que fuesen a surgir más monstruos infernales ni más criaturas siniestras. La noche había llegado a su fin y con ella su misión. Solo quedaba regresar.
AlexEmpanadilla
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Akuma no mi
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Alex sobrevolaba el bosque observando el panorama, cuando de repente todos los árboles empezaron a moverse hacia un punto del bosque. Sería lo que llamaban migración anual. Aquello no le preocuparía de no ser porque los árboles parecieron crear una especie de ser gigantesco y vegetal, que se alzó varias decenas de metros. Era bastante grande. Algo frío cayó en la nariz del doctor, y éste alzo la vista ¿un copo de nieve? Pero si estaban en otoño... ¿no? El médico observó la luz volviéndose verde por momentos. Aquello sí que era raro, y no tenía nada que ver con un evento natural. Empezó a volar hacia el ser gigantesco de árboles, cuando un rayo antinatural de energía verdosa cayó sobre él, fulminándolo al instante.
Abrió los ojos. Estaba un poco dolorido. ¿Dónde estaba? ¿Y por qué le dolía tanto la cabeza? El sol brillaba en el cielo. Trató de incorporarse y recoger sus cosas: "Oh, dios... es la última vez que ceno picante antes de dormir. No, espera..." el médico se llevó la mano a la barriga, que le rugía del hambre. Aquel dolor de cabeza le resultaba familiar. Como cuando... cuando...
- ¡OH, MIERDA! -el médico trató de elevarse en el aire transformado en cloro, pero no lo logró. Había vuelto a perder su akuma. Se llevó la mano a la cara, con exasperación, y metió la mano en su maletín, de donde sacó un racimo de uvas. Sacó una que tenía unas extrañas espirales y se la llevó a la boca. Aquel asqueroso sabor le llenó la boca. Odiaba comer aquella mierda, pero no le quedaba otra. Si Derian le veía volver sin su fruta, posiblemente se pusiera pesado en salir a buscarla. Y no quería aguantarlo después de aquella noche. Sin duda, había sido una noche para olvidar. Se levantó y empezó a caminar por el bosque sin árboles. Frente a él, unas ruinas que no logró reconocer, al otro lado de un abismo. Entonces se dio cuenta de que toda la isla estaba... ¿separada? como si alguien la hubiera cortado en dos.
- Vaya... -el médico se llevó la mano a la cabeza, y se rascó. ¿Dónde habría dejado a Derian? En serio, aquel hombre era incorregible, siempre metiéndose en líos. Todo lo contrario a él, un médico respetable que no había hecho nada peligroso en toda la noche. voló hacia el caserón. Lo había sentido por última vez allí. Empezó a buscar por las salas arrasadas. Nada interesante. Reconoció aquella sala en la que acababa de entrar. Con temor, giró la cabeza hacia un lado. Entonces lo vio. Tan hortera como siempre. El estúpido tapiz. Maldita sea. Voló hacia él y lo observó de cerca. Ni un rasguño. ¿En serio la bomba no le había hecho daño? Suspiró y murmuró para sí:
- Bueno, seguro que con una capa de tinte hasta hace una buena capa. -lo agarró y se lo llevó. Al fin y al cabo, ahí no iba a hacer nada. Salió volando por la ventana, en dirección a la costa, para encontrar el barco de Derian.
Abrió los ojos. Estaba un poco dolorido. ¿Dónde estaba? ¿Y por qué le dolía tanto la cabeza? El sol brillaba en el cielo. Trató de incorporarse y recoger sus cosas: "Oh, dios... es la última vez que ceno picante antes de dormir. No, espera..." el médico se llevó la mano a la barriga, que le rugía del hambre. Aquel dolor de cabeza le resultaba familiar. Como cuando... cuando...
- ¡OH, MIERDA! -el médico trató de elevarse en el aire transformado en cloro, pero no lo logró. Había vuelto a perder su akuma. Se llevó la mano a la cara, con exasperación, y metió la mano en su maletín, de donde sacó un racimo de uvas. Sacó una que tenía unas extrañas espirales y se la llevó a la boca. Aquel asqueroso sabor le llenó la boca. Odiaba comer aquella mierda, pero no le quedaba otra. Si Derian le veía volver sin su fruta, posiblemente se pusiera pesado en salir a buscarla. Y no quería aguantarlo después de aquella noche. Sin duda, había sido una noche para olvidar. Se levantó y empezó a caminar por el bosque sin árboles. Frente a él, unas ruinas que no logró reconocer, al otro lado de un abismo. Entonces se dio cuenta de que toda la isla estaba... ¿separada? como si alguien la hubiera cortado en dos.
- Vaya... -el médico se llevó la mano a la cabeza, y se rascó. ¿Dónde habría dejado a Derian? En serio, aquel hombre era incorregible, siempre metiéndose en líos. Todo lo contrario a él, un médico respetable que no había hecho nada peligroso en toda la noche. voló hacia el caserón. Lo había sentido por última vez allí. Empezó a buscar por las salas arrasadas. Nada interesante. Reconoció aquella sala en la que acababa de entrar. Con temor, giró la cabeza hacia un lado. Entonces lo vio. Tan hortera como siempre. El estúpido tapiz. Maldita sea. Voló hacia él y lo observó de cerca. Ni un rasguño. ¿En serio la bomba no le había hecho daño? Suspiró y murmuró para sí:
- Bueno, seguro que con una capa de tinte hasta hace una buena capa. -lo agarró y se lo llevó. Al fin y al cabo, ahí no iba a hacer nada. Salió volando por la ventana, en dirección a la costa, para encontrar el barco de Derian.
- Y bueno...:
- El tapiz va a ser la capa que voy a poner en mi ficha ahora (objeto de poder menor obtenido en la lotería de navidad)
Lykanrock94
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Akuma no mi
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Con las heridas vendadas y apoyado sobre un árbol uno de los pocos que quedaban, me encontraba yo viendo como la noche de la isla de Sunaba tocaba a su fin. Estando casi un poco alejado de la entrada del bosque en el cuál podías acceder a través de la aldea, pude oír un ruido como si un tipo de madera se resquebrajaba. Alcé la vista al cielo y allí estaba un gran coloso de madera, en combate con un pájaro y un tipo. Había que estar muy loco para enfrentarse con un engendro así, pero si lo hacía es que estaba muy seguro de sus habilidades. Un tormenta de arena azotaba aquella zona pero en seguida me puse a pensar. Yo había derrotado al tipo de la logia de Arena y tras derrotarlo ingerí su Akuma no mi. ¿Como era posible que hubiera otro ser que no fuera yo que podía invocar así a la Arena tan fácilmente?
Me levanté como pude ya que estaba lleno de magulladuras y de heridas por el combate contra el traidor de Subaku. Con la mano puesta en la altura del abdomen, comencé a andar y mientras lo hacía note como si la isla se separaba en dos, haciéndome perder el equilibrio y caer al suelo. Me volví a levantar y miré hacia donde había escuchado ese estruendo. Era por la altura del castillo si no me equivoco. El sonido era como si una grita separase la isla, de mitad a mitad. Comencé a andar de nuevo hacia la aldea para que con suerte viera a algún compañero Marine. Algo me decía que esta misión había tocado a su fin.
Quince minutos mas tarde ya en la aldea, escuche por unos megáfonos que todos los criminales a excepción de la banda de Hades, se les permitía irse. A los cazadores se les dieron 5.000.000 de berries por lo que hubieran cazado y que a nosotros los Marines, los que hubiéramos participado en esta misión nos darían dos medallas al mérito. Dos medallas al mérito para mi, era algo que aún no había podido conseguir. Las luciría con orgullo pues era un tesoro para mi, aunque el mayor tesoro fue conseguir una Akuma no mi.
- Por fin nos vamos, ahora toca reposar para curar bien las heridas y poder arrestar a la escoria pirata.
Dije aliviado, pues así no tendría que luchar contra nadie más en este estado hasta la próxima misión que debamos hacer. Así ya estaría recuperado del todo para dar caza a esa escoria que decían ser libres, los piratas.
Me levanté como pude ya que estaba lleno de magulladuras y de heridas por el combate contra el traidor de Subaku. Con la mano puesta en la altura del abdomen, comencé a andar y mientras lo hacía note como si la isla se separaba en dos, haciéndome perder el equilibrio y caer al suelo. Me volví a levantar y miré hacia donde había escuchado ese estruendo. Era por la altura del castillo si no me equivoco. El sonido era como si una grita separase la isla, de mitad a mitad. Comencé a andar de nuevo hacia la aldea para que con suerte viera a algún compañero Marine. Algo me decía que esta misión había tocado a su fin.
Quince minutos mas tarde ya en la aldea, escuche por unos megáfonos que todos los criminales a excepción de la banda de Hades, se les permitía irse. A los cazadores se les dieron 5.000.000 de berries por lo que hubieran cazado y que a nosotros los Marines, los que hubiéramos participado en esta misión nos darían dos medallas al mérito. Dos medallas al mérito para mi, era algo que aún no había podido conseguir. Las luciría con orgullo pues era un tesoro para mi, aunque el mayor tesoro fue conseguir una Akuma no mi.
- Por fin nos vamos, ahora toca reposar para curar bien las heridas y poder arrestar a la escoria pirata.
Dije aliviado, pues así no tendría que luchar contra nadie más en este estado hasta la próxima misión que debamos hacer. Así ya estaría recuperado del todo para dar caza a esa escoria que decían ser libres, los piratas.
sinclair moon
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Akuma no mi
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Grandes seres con malas intenciones se alzaban y caían, a manos de grandes héroes, otros seres caían porque entre los tres miembros del gremio que aun seguíamos allí, lográbamos deshacernos de ellos. Las cosas se estaban descontrolando y estaba a favor de la idea de mi compañero ed, lo mejor sería irse de aquella isla.
- Kaito yo estoy a favor de Ed, deberíamos irnos ya de esta isla, pero tu eres nuestro líder, tu tienes la última palabra.
- Kaito yo estoy a favor de Ed, deberíamos irnos ya de esta isla, pero tu eres nuestro líder, tu tienes la última palabra.
Etsu
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Por fin había terminado todo, pero no gracias a nosotros, sino por ayuda externa. Pero al menos supuse que algo habíamos hecho, aunque solo fuese entretenerlos. Estaba cansado, pero notaba una extraña sensación a mi alrededor, como si se tratase de murmullos silenciosos. Era una sensación extraña y un tanto desagradable, si me concentraba en una persona intuía segundos antes de que moviese un pie o un brazo que lo haría, pero solo era una leve intuición, sin llegar a mucho más.
Envainé mi katana, la cual estaba algo ensangrentada tras todo el combate. La herida de mi brazo empezaba a sangrar nuevamente, necesitaría seguramente algunos puntos. Por lo demás todo estaba bien, no me moví mucho de dónde me encontraba, solo me senté a esperar que todo pasase, que viniesen a recogernos y volver a casa.
Finalmente pensé que lo mejor era volver a algún sitio donde pudiesen encontrarme más fácilmente, por lo que me levante a la vez que tapaba la herida con la mano y ande con cuidado y lentitud hacia la playa donde habíamos desembarcado, donde seguramente seguirían los barcos.
Todo ello me ayudó, separarme un poco de la gente, caminar en solitario y dejar de escuchar aquellas voces mudas, mi cabeza parecía que iba a estallar de un momento a otro y solo quería hacer una cosa, llegar a casa y dormir. Dormir hasta estar cansado de hacerlo.
Envainé mi katana, la cual estaba algo ensangrentada tras todo el combate. La herida de mi brazo empezaba a sangrar nuevamente, necesitaría seguramente algunos puntos. Por lo demás todo estaba bien, no me moví mucho de dónde me encontraba, solo me senté a esperar que todo pasase, que viniesen a recogernos y volver a casa.
Finalmente pensé que lo mejor era volver a algún sitio donde pudiesen encontrarme más fácilmente, por lo que me levante a la vez que tapaba la herida con la mano y ande con cuidado y lentitud hacia la playa donde habíamos desembarcado, donde seguramente seguirían los barcos.
Todo ello me ayudó, separarme un poco de la gente, caminar en solitario y dejar de escuchar aquellas voces mudas, mi cabeza parecía que iba a estallar de un momento a otro y solo quería hacer una cosa, llegar a casa y dormir. Dormir hasta estar cansado de hacerlo.
Worgulv
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Los perros llegaban en manada, el hombre de armadura y Worgulv, podrían verse sobrepasados, los dos presentaban ciertas heridas, mientras amontonaban carne podrida a sus pies, sin embargo el hombre estaba encantado de ofrecer ese espectáculo a los dioses, con lo que una sonrisa iluminaba su cara. En medio de la refriega algo pareció elevarse a los cielos, todos los arboles fueron arrancados del suelo y mandados volando a ese amasijo de roca, tierra y madera, parecía que el mismísimo árbol del mundo había tomado forma física, eso les superaba, de pronto una figura lo combatió, un hombre montado en una bestia alada, seria su amigo?, el campo había quedado desierto después de la retirada del bosque, miro a su alrededor, no había mas enemigos, ya estaban cansados y heridos, y ahora una fuerza elemental enor... cortando el pensamiento del hombre, la isla se partió en dos, lo que casi desestabiliza al hombre y su compañero, Worgulv miro al cielo, y vio como ese amasijo de fuerza del bosque se partía en pedazos y caía a la tierra, `` por los dioses..´´ no sabia que se estaba fraguando en la isla, pero estaba muy por encima de un nivel convencional, parecía que el combate había terminado, el hombre agarro a un lobo, el que a su parecer tenia el mejor pellejo, no se quedaría sin trofeo, `` Hombre de armadura, tenemos que buscar amigo legim´´ , con ese pensamiento en la cabeza , se dirigió al lugar donde se habían dividido sus camaradas, de no encontrar a nadie tomaría rumbo al barco, con sus otros compañeros
Kaito Kazuki
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El joven cazador se encuentra caminando hacia el castillo, todo marcha bien hasta que de pronto se desata una cruenta batalla entre seres horrendos, aves y héroes que acaba con un tajo impresionante en el suelo, que parte la isla en dos mitades, y eso indica el momento de marchar para el joven cazador. Así piensan también sus compañeros, Edward, que carga una carretilla con un cuerpo, y Sinclair, que los acompaña. |~Bueno, chicos, es momento de marchar, vayámonos a casa que hemos tenido un buen día de caza...~| Dice el espadachín mientras encabeza la comitiva.
Rainbow662
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Su camino se iluminaba levemente al paso de su extraño transporte. De la boca de la morsa-dial surgía una luz lo bastante intensa como para poder ver por donde iba y fijarse en los múltiples grabados e iconos tallados en los pasillos de piedra. No estaba seguro de porqué alguien se tomaría tantas molestias solo para decorar un túnel oscuro, aunque supuso que si al final del mismo se escondía un gran tesoro, lo adecuado era ornamentar un poco el camino hasta él. Eso mismo le hizo pensar, algo raro en él, que si de verdad había un tesoro debería estar protegido de alguna forma. No creía que aquella loca de la cabaña fuese la única medida de protección contra los ladrones así que puso atención a donde pisaba. Más bien donde pisaba Franklin, pues Arribor había decidido utilizarlo como medio de transporte en compensación por los problemas que le había causado.
Durante unos minutos caminaron en la penumbra, siguiendo los ruidos lejanos que venían de los pasillos de delante. Sonaba como una pelea o tal vez se tratase de alguien que había caído en las trampas del sistema de seguridad. La verdad es que era tranquilizador pensar que si había trampas ocultas ya habían sido activadas por alguien más, aunque no le gustaba la idea de que se le hubiesen adelantado. Supuso que no le quedaría más remedio que seguir adelante y llevarse el oro a base de golpes. O eso o robárselo a quien lo cogiera. Tras pasar por un portón custodiado por los restos de una siniestra estatua, se encontraron en un pasillo iluminado por antorchas y el pirata azuzó a la morsa para que avanzase más deprisa, no quería perder el tiempo mirando rocas.
Al fondo del pasillo debía encontrar el tesoro, pues a había gente allí. Se trataba de un grupo bastante raro: un par de tipos con un perro enorme, varios robots y un montón de focas, al que se sumaba ahora el tuerto cabalgando sobre una morsa. Nada más llegar a su altura, el pirata observó con desconfianza a los desconocidos. -¿Pero cuanta gente ha llegado ya aquí? -exclamó el pirata en voz alta. -Esa loca de la cabaña no sabe tener la boca cerrada. -dijo pensando en que la mujer monstruosa también les había indicado el camino hasta el tesoro. Aun así no le importó tras ver la inmensa cantidad de oro que le esperaba. El tamaño del tesoro era tal que la luz de las antorchas se reflejaba en el oro e iluminaba la estancia. Ya se disponía a entrar cuando una especie de terremoto sacudió la isla. Por un momento pensó que la montaña se iba a venir abajo. En ese instante una gigantesca grieta dividió la estancia en dos, una grieta tan profunda que parte del oro caía hacia abajo sin un final aparente. Era algo imposible, como si el suelo hubiese sido cortado en dos o algo así. Incluso podía el cielo desde allí, ahora despejado de nubes.
La situación no tardó en tranquilizarse, aunque él tardó un poco más en salir de su desconcierto. Sin que tuviese tiempo a decir nada, los otros dos tipos comenzaron a llevarse todo el oro que podían, usando alfombras, tapices y todo lo que tenían a mano. Por un momento estuvo tentado de patear a ambos y a su extraño séquito y llevarse todo el tesoro, pero no era un tipo codicioso y aún quedaba una parte bastante importante. Supuso que lo mejor sería dejarse de líos y largarse de una vez de esa isla tan rara. Para cargar el oro tuvo que improvisar una especie de saco usando tanto su sangre como su larga chaqueta, además de varias plataformas que construyó pobremente con algunas rocas. No fue fácil sacarlo de allí, ni mucho menos la parte en que ascendía de nuevo por el acantilado, aunque por suerte a su estúpida mascota ya no le apetecía molestarle más, lo que facilitó la tarea. Tardó bastante más de lo que esperaba en sacar el tesoro de allí y cuando quiso darse cuenta ya estaba amaneciendo. Arribor decidió tomarse un descanso antes de volver al barco. Se paró en lo alto del acantilado contemplando el Sol y los primeros barcos que ya se alejaban de la isla. Luego respiró profundamente y se relajó unos segundos. La noche había acabado por fin.
Durante unos minutos caminaron en la penumbra, siguiendo los ruidos lejanos que venían de los pasillos de delante. Sonaba como una pelea o tal vez se tratase de alguien que había caído en las trampas del sistema de seguridad. La verdad es que era tranquilizador pensar que si había trampas ocultas ya habían sido activadas por alguien más, aunque no le gustaba la idea de que se le hubiesen adelantado. Supuso que no le quedaría más remedio que seguir adelante y llevarse el oro a base de golpes. O eso o robárselo a quien lo cogiera. Tras pasar por un portón custodiado por los restos de una siniestra estatua, se encontraron en un pasillo iluminado por antorchas y el pirata azuzó a la morsa para que avanzase más deprisa, no quería perder el tiempo mirando rocas.
Al fondo del pasillo debía encontrar el tesoro, pues a había gente allí. Se trataba de un grupo bastante raro: un par de tipos con un perro enorme, varios robots y un montón de focas, al que se sumaba ahora el tuerto cabalgando sobre una morsa. Nada más llegar a su altura, el pirata observó con desconfianza a los desconocidos. -¿Pero cuanta gente ha llegado ya aquí? -exclamó el pirata en voz alta. -Esa loca de la cabaña no sabe tener la boca cerrada. -dijo pensando en que la mujer monstruosa también les había indicado el camino hasta el tesoro. Aun así no le importó tras ver la inmensa cantidad de oro que le esperaba. El tamaño del tesoro era tal que la luz de las antorchas se reflejaba en el oro e iluminaba la estancia. Ya se disponía a entrar cuando una especie de terremoto sacudió la isla. Por un momento pensó que la montaña se iba a venir abajo. En ese instante una gigantesca grieta dividió la estancia en dos, una grieta tan profunda que parte del oro caía hacia abajo sin un final aparente. Era algo imposible, como si el suelo hubiese sido cortado en dos o algo así. Incluso podía el cielo desde allí, ahora despejado de nubes.
La situación no tardó en tranquilizarse, aunque él tardó un poco más en salir de su desconcierto. Sin que tuviese tiempo a decir nada, los otros dos tipos comenzaron a llevarse todo el oro que podían, usando alfombras, tapices y todo lo que tenían a mano. Por un momento estuvo tentado de patear a ambos y a su extraño séquito y llevarse todo el tesoro, pero no era un tipo codicioso y aún quedaba una parte bastante importante. Supuso que lo mejor sería dejarse de líos y largarse de una vez de esa isla tan rara. Para cargar el oro tuvo que improvisar una especie de saco usando tanto su sangre como su larga chaqueta, además de varias plataformas que construyó pobremente con algunas rocas. No fue fácil sacarlo de allí, ni mucho menos la parte en que ascendía de nuevo por el acantilado, aunque por suerte a su estúpida mascota ya no le apetecía molestarle más, lo que facilitó la tarea. Tardó bastante más de lo que esperaba en sacar el tesoro de allí y cuando quiso darse cuenta ya estaba amaneciendo. Arribor decidió tomarse un descanso antes de volver al barco. Se paró en lo alto del acantilado contemplando el Sol y los primeros barcos que ya se alejaban de la isla. Luego respiró profundamente y se relajó unos segundos. La noche había acabado por fin.
- Acciones:
- Llega a la sala del tesoro y se lleva lo que le han dejado los otros dos abusones xD
Deathstroke
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No dejaron de llegar manadas de perros en un buen rato, pero eso no nos desanimo a mi amigo y a mí ya que seguimos luchando, de vez en cuando recibíamos algún arañazo, pero era divertido. Algo empezó a alzarse en el cielo y a la vez los arboles fueron arrancados del suelo en medio de la pelea creando algo en el cielo, tras lo cual apareció una figura subida directamente en un ave “¿podría ser Legim?” pensé mientras devolvía la mirada al desierto suelo que había quedado tras la retirada de los arboles, y además parecía que no había más enemigos cerca, guardé mi arma y me senté en una de las rocas que había cerca para descansar; pero no tuve tiempo de eso, pues de pronto un corte perfecto partió la isla en dos. Tras recomponernos del golpe que sufrió la isla, Worgulv buscó algo entre los lobos cuando estuvo listo salimos a buscar a nuestros amigos al lugar donde nos separamos, “de no encontrar nada ahí deberíamos de ir al barco como punto de reunión” pensé de camino.
Uracha
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Mientras estaba junto a Legim y Lyonel, observe como mi capitán se puso a hablar con el y tras pasar un bien rato escuche como la tierra empezó a temblar y acto seguido la isla se partió en dos esto me preocupo por que no sabia como estarían Worgulv y Deathstroke
-Capitán Lyonel, iré a ver como se encuentras los novatos, si me necesitáis avisarme de cualquier forma, vendré lo mas pronto posible.-
A continuación salí corriendo hacia e lugar donde nos separemos y por suerte justamente allí, se encontraban los dos. -Espero que estáis bien tíos, no se bien que ha sucedido pero lo mejor seria no separarnos.-
dije acercándome a ellos y observando como parecía que había empezado una gran batalla.
-Capitán Lyonel, iré a ver como se encuentras los novatos, si me necesitáis avisarme de cualquier forma, vendré lo mas pronto posible.-
A continuación salí corriendo hacia e lugar donde nos separemos y por suerte justamente allí, se encontraban los dos. -Espero que estáis bien tíos, no se bien que ha sucedido pero lo mejor seria no separarnos.-
dije acercándome a ellos y observando como parecía que había empezado una gran batalla.
Evento cerrado. Pendiente moderación.
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