Asedio a Mariejoa [Capítulo (Parte I)]

Seguía caminando junto a la chica rubia, la cual desconocía su nombre, todavía no me lo había dicho, aunque tampoco se lo había preguntado. Iba a preguntarle su nombre, así que la miré de nuevo, pero esta parecía distraída con lo que sucedía a nuestro alrededor, así que preferí dejar el hablar para otro momento y mirar a donde ella miraba. Del agua salían miles de burbujas, y una mancha negra, bastante grande, debajo de estas. Se empezaba a hacer la niebla, mucho más densa de lo que ya era antes, apenas se podía ver más lejos de unos pocos metros. Esto no podía significar nada bueno... Tenía la esperanza, de aun sabiendo que esto sería el posible escenario de una guerra, poder visitar el lugar durante al menos media hora. Esto no iba a ser posible.

Mientras tanto, la enorme mancha negra que había en el mar se detuvo de repente... Miles de gyojins salieron del agua con un enorme salto, parecía que la guerra ya comenzaba definitivamente. Esos hombre pez parecían estar bastante enfurecidos, los anteriores acontecimientos les habían dado motivos, pero tampoco excesivos como para empezar una guerra, todo puede arreglarse hablando y sin malgastar vidas. De entre todos los gyojins que saltaron del agua, una gran minoría cayo de nuevo a esta, sin posibilidad de llegar a tierra. Los marines. Los marines les habían disparado, tantas balas que algunos incluso habrían muerto siquiera antes de salir del agua. De pronto, unas alarmas comenzaron a sonar en un tono tan fuerte que podía reventarte los tímpanos si te encontrabas demasiado cerca, estas anunciaban el peligro, y querían avisar a todos los que se encontraban en la isla. Esto ya era serio, ya había comenzado una guerra en Mariejoa, y yo estaba metido en ella...

No tardamos en encontrarnos medio rodeados por aquellos seres. Los ataques ya habían empezado, todos los marines y cazadores presentes habían dado el primer paso, entre los hombres peces y el resto se estaba montando una buena. Pude distinguir a un tipo que daba unas patadas envidiosas, mi estilo de lucha se basa en ellas, así que me llamó bastante la atención, a parte de intentar almacenar en mi memoria unos cuantos de sus movimientos para practicar con ellos en otro momento, si conseguía salir de esta. Que lo haría. Otro tipo lanzaba unas canicas bastante extrañas, las cuales lanzaban a su objetivo por los aires una vez impactaban con el enemigo, y también... Una chica que peleaba con dibujos. Con dibujos... Resultaba extraño, pero seguro que era el poder de alguna Akuma no Mi, más tarde le preguntaría el verdadero poder que escondes esos curiosos dibujos. Todo a mi alrededor resultaba impresionante, me había sumergido en mi mente y estaba analizando lo que me rodeaba, sin percatarme del peligro que suponía estar presente. Noté como la chica que iba conmigo se giraba, pero yo seguía analizando el combate externo sin apenas darme cuenta de lo que había a mi espalda. Estaba tardando en salir del lugar al que había entrado yo solo, cuando casi me cae algo encima, me tocó pegar un salto hacia delante, sin apenas darme tiempo a que tenía detrás. ¿Un ancla? Casi me chafa un ancla. Por suerte, al caer a tierra pude ver dos flechas clavadas una en cada ojo del gyojin, casi me matan y yo sin darme cuenta. A partir de ahora estaría más atento al peligro que supone estar aquí y a lo que me rodea, sin alejarme del lugar mentalmente, ya que ha sido un error por mi parte. La chica había conseguido acabar con el gyojin con solo dos flechas, pero esta al volver a tierra se cayó al suelo. Me levanté rápidamente para ayudarla, pero esta ya estaba de nuevo en pie, a regañadientes, pero lo había hecho. Después de esto salió corriendo, gritándome que se dirigía a los ascensores, pero la perdí de vista en la niebla. Intenté seguirla, pero esta se había hecho demasiado densa, estaba al lado del agua y por culpa de ello se me dificultaba la visión. Era una lastima el perder a la chica de vista tan pronto, pero resultaba inevitable.

Volví sobre mis pasos, así estaría rodeado de gente fuerte y podía inspeccionar más de cerca al gyojin. Era increíble, estaba cargando con un ancla de varias toneladas, y tan solo era pocos centímetros más grande que yo, de hecho, parecía tener mi misma edad. No sabía medir los años a este tipo de seres, pero por el aspecto físico y las facciones de la cara se podía notar que era un joven adolescente. Esta batalla estaba siendo peor de lo que esperaba... Si mis suposiciones eran ciertas, en el otro bando también luchaba gente de más o menos mi edad, y yo era muy pequeño para estar aquí. No sabía que había sido de su pasado, pero si sabía que podría haber tenido un futuro. Esto no llevaba a nada a nadie, si es cierto que si se me presenta una escena en la cual tenga que matar, mataré por no morir, pero no de forma innecesaria...

De pronto, y por suerte, los ataques de mi alrededor cesan. Sabía que era débil para esta guerra, pero si podría ayudar en que muriera el más mínimo número de víctimas, o de al menos intentarlo, eso sí, apoyaba mi causa. Pero tampoco conocía demasiado la otra.

La chica de los dibujos se me presentó como Kaara, era un nombre bonito, pero no lo que ella hacía, lanzó un cuchillo a un gyojin cercano, este parecía manso, pero ya era inevitable que estuviera muerto. Ese cuchillo parecía contener un extraño veneno. —Khal Rhaegel.— dije cuando tomaba de nuevo el cuchillo que había derrumbado al hombre pez. Pero no me sentía cómodo en este lugar. Mataban sin preguntar, sin pensar. En ambos bandos estaban como hipnotizados, teniendo el único objetivo de matar a todos los posibles del equipo enemigo, eso no debía de ser así. Seguía con las ganas de preguntarse sobre su fruta, al igual de entablar amistad con aquel hombre de las patadas. El de las canicas no me interesaba demasiado, pero si el contenido de las propias bolitas, y el porque de que estas al impactar lanzaran al objetivo por los aires. Si me quedaba con ellos posiblemente estaría a salvo, los demás marines y cazadores de la zona apoyaban a los de su bando e impedirían que muriera. Pero no podía quedarme.

Necesitaba, a parte de hablar con un propio gyojin y saber su causa en este batalla. Al igual que necesitaba llegar a la base de la isla, ya que estaba aquí quería verla... Sin que me prestaran demasiada atención, pude escapar del lugar, me adentré en un pequeño callejón para poner en orden mis ideas sin estar expuesto al peligro, por lo menos, al estar este entre pareces, se podía ver mejor que en la plaza del puerto. La niebla seguía siendo densa. Dejando a un lado la guerra y poniendo en orden mis ideales, lo primero era alejarme de lugares estresantes, midiendo el nivel de los demás que se encontraban en esta guerra, prácticamente no pintaba nada, era considerablemente débil en comparación con los demás que estaban incumbidos en ella. Debía crear una estrategia para hacerme más fuerte en pocos minutos. Por el momento no era rápido, ni fuerte, pero se me daba bien observar. Volví al campo de batalla y me acerqué al tipo de las patadas, seguía dando a los gyojins tan fuerte que los tumbada con un solo golpe, algunos podían volver a levantarse, pero les costaba demasiado como para prestarles atención. —Yo también peleo empleando las piernas. Mi técnica es Khal Kikku, yo soy Khal Rhaegel. ¿Podrías aconsejarme?— le comenté esbozando una sonrisa y adoptando posición de combate. Estaba dejando a un lado mi forma de pensar habitual por el simple hecho de querer hacerme más fuerte. Había muchos gyojins, y algunos venían a atacarme directamente a mi, de momento lo único que hacía era esquivarlos. No tenía intención de dar un solo golpe hasta saber algo más acerca de este estilo de lucha. En cuanto tuviera información de un posible profesional, movería mi pieza, hasta entonces, sería una simple distracción.

Hasta entonces todo parecía ir bien, pero de pronto una enorme sombra se hizo ver entre la niebla, una enorme ballena había salido del mar del puerto, algunos de los barcos que habían anclados se convertían en pedazos de madera. Estaba a una corta distancia de aquel ser, así que preferí dejarlo estar de ese modo. Centrándome más en lo que tenía a más corta distancia, ya que era eso lo que me suponía problemas, aquel enorme animal estaba siendo atacado por los combatientes de la zona en la que se encontraba, y yo estaba lejos en comparación como para ir corriendo e intentar combatir con la ballena. Si movía su cola en el agua posiblemente la ola arrasaría mi zona, pero hasta entonces estaba siendo retenida, y eso nos beneficiaba. Hasta el momento, esperaría una respuesta del hombre que luchaba empleando las piernas, y si se me acercaba la chica de los dibujos, Kaara, para decirme algo, también le prestaría atención.

Resumen:

Poco tardó el chico en responder a mi petición de no unos pocos minutos atrás. Decía llamarse Maxi, y al parecer su técnica resultaba bastante curiosa. Era simple, pero la combinaba con un poder especial, el cual relacioné con el Haki, pero dudando si se trataba de este o no. Nunca había visto el Haki en primera persona, así que solo tenía las referencias de los libros, y las ilustraciones no es que digan mucho, ya que cada uno lo desarrolla de una forma diferente. Thousand Foot Krutch, ese era su estilo de combate. Golpes precisos para ganar rapidez. Buena forma de combatir, sin duda, ya que la mía se basaba prácticamente en lo mismo, pero el tipo las empleaba mejor que yo, y considerablemente.

Maxi se puso a girar sobre si mismo y propinarle a uno de los gyojins numerosas patadas en la mandíbula, me impresionaba que todos los golpes fueran dirigidos a ese lugar, sin equivocarse en una sola patada, y manteniendo a este en pie hasta finalizar su ataque. Una vez el hombre pez cayó al agua, no tardó en mostrarme una sonrisa. —Increíble.— eso fue todo lo que dije, ya que una gran cantidad de gyojins salían del agua nuevamente, y la zona cada vez se llenaba más y más. A medida que me alejaba del puerto junto con Maxi, la gente que nos rodeaba iba en aumento, ahora tenía dos problemas, el ataque de los hombre pez, y el evitar ser aplastado por toda esa marabunta. —Antes me dijo una chica que había unos ascensores.— dicho esto, Maxi señaló a un punto en concreto. Pensando de igual manera, salimos corriendo en la dirección que había mostrado para así evitar todo aquel barullo y conseguir una mejor visión del lugar.

Y a medida que avanzábamos, el resto de la gente lo hacía con nosotros, terminé por ser arrollado por aquellos desesperados por abandonar el lugar, y quedándome atrás. Maxi había conseguido llegar a los ascensores, pero no entraba en ellos, posiblemente me estaba esperando, curiosa forma de pensar, ya que lo había conocido hace apenas unos minutos como para arriesgarse y quedarse en la zona. Poco más tarde, una mujer lanzó una sustancia brillante a los gyojins, acto peligroso por su parte, demasiado peligroso. La zona del puerto ya estaba casi vacía, no era motivo para lanzarse nuevamente y ser el punto de mira para los hombres pez, un blanco fácil.

Me giré rápidamente y corrí hacia los ascensores junto con Maxi, y antes de que las puertas de estos se cerraran, pude ver una enorme cantidad de extrañas tortugas que se apoderaban del puerto junto con los gyojins. Los gyojins que estaban por nuestra zona corrían en nuestra dirección, suerte que ya se habían cerrado las puertas. No, suerte no. El ascensor se detuvo de repente y cayó fuertemente contra el suelo. No habíamos subido apenas un piso, y eso si era a lo que se podía llamar suerte, unos pocos metros más y podríamos haber muerto. La situación era la siguiente, nos encontrábamos encerrados en un ascensor, recuperándonos de un fuerte golpe, y a la espera de que se abrieran las puertas y recibir el ataque de esos gyojins. —En cuanto se abran las puertas, a dar patadas.— le comenté a Maxi, y eso fue lo que hicimos. Salí del ascensor dando golpes como loco, pero solo tumbé a tres gyojins, estos bastante pequeños, miré a Maxi y le pasó lo mismo. Por otra parte, las tortugas estaban todas agrupadas en el puerto, cerca de la ballena, al parecer, era esta de la que salían, y gracias a eso giré la vista hacia una enorme máquina, esta con dos enormes cañones a la espalda y disparando al gigante del puerto. Pero la ballena seguía cerca, al igual que los gyojins. Había sido un espectáculo contemplar el ataque de aquella máquina, al parecer de nuestro lado. Pero todavía quedaba un largo trayecto hasta finalizar esta guerra, y debía estar preparado.

Resumen: