Elya Edelweiss
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Akuma no mi
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No parecía que nadie me hubiera hecho especial caso. Cada uno estaba a su aire, pero supuse que era normal. Al fin y al cabo se avecinaba una guerra, nadie querría perder el tiempo en presentaciones. Quizás en el campo de batalla hiciera falta aunar fuerzas pero por el momento... parecía estar de más. Algo incómoda entre el lugar y la gente, todos desconocidos, me fui a mi cuarto. La cama era cómoda al menos y así, abrazada a mi lanza por si acaso, me quedé dormida.
A la mañana siguiente, una extraña máquina negra me despertó. Me incorporé inmediatamente. Había descansado, pero notaba el cuerpo tenso y todos mis sentidos alerta. No era capaz de relajarme en un sitio tan artificial. Acompañé al bicho hasta la sala de reuniones del otro día. Notaba la pulsera que nos habían regalado en mi muñeca, fría al tacto y pesada. Ajena. Suspiré y compuse mi cara de seriedad antes de entrar al lugar. Esta vez había cinco seres esperándonos. Contuve un escalofrío al verles, parecían sacados de la mente de alguien enfermo.
Sin embargo, dejé aparte mis cavilaciones; no ayudaban a nadie. Escuché sus explicaciones con atención y examiné la pulsera hasta encontrar los dos botones. Aprovechó para volver a remirar el mapa, preguntándose cómo actuarían. No parecían tener ningún plan, de hecho por el nerviosismo en la voz del hombre lo más probable era que los soltaran allí a monte e improvisaran según el curso de la batalla. Frunció el ceño, molesta por la falta de organización de esos tipos. Tenían el lugar tan controlado con esas extrañas máquinas que le resultaba estrambótica la estrategia a seguir. De nuevo, ¿Acaso eran carne de cañón?
Volvió a suspirar y aprovechó para dar una vuelta por la ciudad antes de subir al barco. Quizás viera o escuchara algo que le aclarase la situación. Y quizás encontrara algo de comer, no le vendría mal tampoco. Cuando al fin subió, se quedó apoyada en un lado de la cubierta, aguardando a que el barco zarpase. Pronto, no les quedaría nada más que luchar.
A la mañana siguiente, una extraña máquina negra me despertó. Me incorporé inmediatamente. Había descansado, pero notaba el cuerpo tenso y todos mis sentidos alerta. No era capaz de relajarme en un sitio tan artificial. Acompañé al bicho hasta la sala de reuniones del otro día. Notaba la pulsera que nos habían regalado en mi muñeca, fría al tacto y pesada. Ajena. Suspiré y compuse mi cara de seriedad antes de entrar al lugar. Esta vez había cinco seres esperándonos. Contuve un escalofrío al verles, parecían sacados de la mente de alguien enfermo.
Sin embargo, dejé aparte mis cavilaciones; no ayudaban a nadie. Escuché sus explicaciones con atención y examiné la pulsera hasta encontrar los dos botones. Aprovechó para volver a remirar el mapa, preguntándose cómo actuarían. No parecían tener ningún plan, de hecho por el nerviosismo en la voz del hombre lo más probable era que los soltaran allí a monte e improvisaran según el curso de la batalla. Frunció el ceño, molesta por la falta de organización de esos tipos. Tenían el lugar tan controlado con esas extrañas máquinas que le resultaba estrambótica la estrategia a seguir. De nuevo, ¿Acaso eran carne de cañón?
Volvió a suspirar y aprovechó para dar una vuelta por la ciudad antes de subir al barco. Quizás viera o escuchara algo que le aclarase la situación. Y quizás encontrara algo de comer, no le vendría mal tampoco. Cuando al fin subió, se quedó apoyada en un lado de la cubierta, aguardando a que el barco zarpase. Pronto, no les quedaría nada más que luchar.
- Zilda Resumen:
- Dormir, escuchar el discurso, pasear un poco buscando algo interesante que ver/oir/comer y subir al barco en plan pensativo-emo.
Silver
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Akuma no mi
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En cuestión de minutos me di cuenta de que poco podría sacar de la peculiar pulsera, debido principalmente a la falta de las herramientas adecuadas para trabajar en ella. Había hecho bien en ponérmela en el brazo derecho, ya que si se daba el caso siempre podía desmontar la mano por la muñeca y quitármela sin problemas. Dejando a un lado pues ese tema, me centré en analizar al resto de los presentes en la sala, a los que no había prestado la menor atención hasta el momento. Y no fue pequeña la sorpresa que me llevé, pues allí se habían reunido grandes nombres de todos los mares. Destacables entre el resto el del Shichibukai, Madara; y especialmente el del actual Yonko, Dexter Black. A este último le recordaba de nuestro fugaz encuentro en el pasado torneo del Hexódromo. En el cual no había podido hacer absolutamente nada, hecho que me corroía por dentro.
Poco a poco todos los presentes se fueron retirando a sus habitaciones, y yo hice lo propio. Al llegar a la que me indicaron era la mía me dejé caer sobre la cama. Y sorprendido por lo inesperadamente cómoda que era, me dejé dormir sin demasiadas dificultades. Pensando en cómo se sucederían los acontecimientos y recordándome a mí mismo que no estaba allí como marine. Cuando desperté, aún estaba amaneciendo. Con el tiempo me había acostumbrado a madrugar en el cuartel para entrenar, así que ya apenas necesitaba dormir algunas horas para reponer fuerzas. Decidido a aprovechar hasta el último minuto, me aseguré de que todas mis cosas estuviesen preparadas en la mochila que había llevado conmigo, para luego comenzar a ejercitarme de la mejor manera posible en el espacio del que disponía.
Habían pasado ya al menos dos horas cuando llamaron a la puerta, y desde el otro lado de la misma pude oír la voz de uno de esos autómatas, avisando de que se acercaba la hora de la reunión. Me tomé unos minutos más para asearme un poco y cambiarme de ropa, para luego dirigirme sin perder un instante al lugar de la reunión.
Se trataba de la misma sala del día anterior, y en ella ya nos esperaba el extraño individuo con el que habíamos hablado, acompañado de otros cuatro de aspecto peculiarmente similar. De nuevo nos dio una larga charla, hablando en esta ocasión del lugar al que nos dirigíamos, la isla llamada Encuentro, y de lo que deberíamos hacer allí. No terminé de entender varios puntos de la explicación, por no decir que nada me había quedado claro. Lamenté entonces que Amaiar no estuviese con nosotros, pues normalmente era él quien se encargaba de esta parte de la misión. Como fuera, esperé a que el tipo hubiese terminado de hablar, algo en lo que se dio sorprendente prisa, y me reuní junto al resto en el centro de la sala.
Mientras el ascensor descendía oí una voz que me resultó familiar, y no tardé en reconocerla. Se trataba del pequeño esqueleto con el que hacía un par de años había coincidido en Arabasta.
- ¡Cuánto tiempo sin verte! - exclamé con excesiva efusividad, satisfecho de encontrar al fin una cara conocida. En cuanto le tuve delante le sujeté de los brazos y lo alcé hasta tenerle a mi altura, quedando sus pies a más de medio metro del suelo del ascensor. Enseguida me percaté de que me miraba sorprendido, y ligeramente incómodo, al igual que otro individuo que hablaba con él, y cuya cara también me resultaba algo familiar. - Disculpadme - les dije mientras dejaba escapar una carcajada, dejándolo de nuevo en el suelo.
- Soy Jack - me presenté a su acompañante, extendiéndole la mano a modo de saludo. - Pero todos me llaman Silver.
Poco a poco todos los presentes se fueron retirando a sus habitaciones, y yo hice lo propio. Al llegar a la que me indicaron era la mía me dejé caer sobre la cama. Y sorprendido por lo inesperadamente cómoda que era, me dejé dormir sin demasiadas dificultades. Pensando en cómo se sucederían los acontecimientos y recordándome a mí mismo que no estaba allí como marine. Cuando desperté, aún estaba amaneciendo. Con el tiempo me había acostumbrado a madrugar en el cuartel para entrenar, así que ya apenas necesitaba dormir algunas horas para reponer fuerzas. Decidido a aprovechar hasta el último minuto, me aseguré de que todas mis cosas estuviesen preparadas en la mochila que había llevado conmigo, para luego comenzar a ejercitarme de la mejor manera posible en el espacio del que disponía.
Habían pasado ya al menos dos horas cuando llamaron a la puerta, y desde el otro lado de la misma pude oír la voz de uno de esos autómatas, avisando de que se acercaba la hora de la reunión. Me tomé unos minutos más para asearme un poco y cambiarme de ropa, para luego dirigirme sin perder un instante al lugar de la reunión.
Se trataba de la misma sala del día anterior, y en ella ya nos esperaba el extraño individuo con el que habíamos hablado, acompañado de otros cuatro de aspecto peculiarmente similar. De nuevo nos dio una larga charla, hablando en esta ocasión del lugar al que nos dirigíamos, la isla llamada Encuentro, y de lo que deberíamos hacer allí. No terminé de entender varios puntos de la explicación, por no decir que nada me había quedado claro. Lamenté entonces que Amaiar no estuviese con nosotros, pues normalmente era él quien se encargaba de esta parte de la misión. Como fuera, esperé a que el tipo hubiese terminado de hablar, algo en lo que se dio sorprendente prisa, y me reuní junto al resto en el centro de la sala.
Mientras el ascensor descendía oí una voz que me resultó familiar, y no tardé en reconocerla. Se trataba del pequeño esqueleto con el que hacía un par de años había coincidido en Arabasta.
- ¡Cuánto tiempo sin verte! - exclamé con excesiva efusividad, satisfecho de encontrar al fin una cara conocida. En cuanto le tuve delante le sujeté de los brazos y lo alcé hasta tenerle a mi altura, quedando sus pies a más de medio metro del suelo del ascensor. Enseguida me percaté de que me miraba sorprendido, y ligeramente incómodo, al igual que otro individuo que hablaba con él, y cuya cara también me resultaba algo familiar. - Disculpadme - les dije mientras dejaba escapar una carcajada, dejándolo de nuevo en el suelo.
- Soy Jack - me presenté a su acompañante, extendiéndole la mano a modo de saludo. - Pero todos me llaman Silver.
- Zilda:
- Atender al resto de la charla del primer día, retirarme a mi habitación y dormir. Despertar temprano para entrenar, luego acudir a la nueva reunión. En el ascensor me encuentro con un viejo conocido, Sans, y Dranser. Entablo conversación con ellos mientras nos dirigimos al barco.
Yarmin Prince
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Recapitulemos... Augustus está definitivamente como una cabra. ¡Me encanta! Me recuerda al pobre Bisu, y además va a por el memo ese que se ha autoproclamado líder. Sigamos examinando... La chica intenta subirse al animal, pero todos los demás estamos bastante tranquilos. ¿De verdad les importa tan poco su integridad física? Yo mientras pueda librarme me dan igual todos. Aunque tiene sentido que se preocupen de la suya propia... En fin. El tipo que lanzó el cuchillo parece hábil, tal vez debería acercarme a él. Pero primero, vamos a alentarlo un poco. Quiero que se sienta querido.
-¡Hey, amigo!- grité, acercándome con paso decidido hacia él, mientras desplegaba mi encanto para hechizarlo. Así me aseguraría tenerlo en el bote más que simplemente pareciendo amigable-. ¿Necesitas que te eche una mano?
No esperé una respuesta, y algo ajeno al grupo y alboroto que se iba montando, traté de ayudarlo en lo que iba haciendo, y me fijé que desarrollaba una fuerza prodigiosa en una postura muy poco anatómica para lanzar los objetos. Desde luego me había arrimado a un buen árbol.
-¿Para qué hacemos esto, por cierto?- pregunté inocentemente mientras veía la cama caer delante del rinoceronte. Era obvio que quería desestabilizarlo, aunque yo tenía mis teorías al respecto y, la verdad, era muy probable que una cosa tan pesada presionara demasiado y, básicamente, ignorase por completo ese ataque, de buena estrategia, pero que sin duda fallaría-. ¿Qué demonios?
La cápsula, ahora calva de cables y, básicamente, como un gigantesco huevo metálico, se lanzó a una velocidad envidiable contra esa cosa. Tuve que contenerme para no dar saltitos de emoción mientras aplaudía, habría quedado muy incómodo si él no hubiera compartido el momento conmigo de la misma forma.
-Y bueno- dije, finalmente, ignorando el resultado de aquel ataque, desenfundando a Creaviudas en un parpadeo y apuntando rápidamente con mi pistola a un poco delante del animal, escasos centímetros. Con suerte le daría en su parte blanda-, me llamo Yarmin Prince. ¿Y tú quién eres, amigo?
Con un poco de suerte mi hechizo habría tenido efecto y tendría ya un aliado garantizado para lo que quedaba de batalla. Si no... Bueno, lo había ayudado a tardar menos. Eso contaba algo para hacer amigos.
-¡Hey, amigo!- grité, acercándome con paso decidido hacia él, mientras desplegaba mi encanto para hechizarlo. Así me aseguraría tenerlo en el bote más que simplemente pareciendo amigable-. ¿Necesitas que te eche una mano?
No esperé una respuesta, y algo ajeno al grupo y alboroto que se iba montando, traté de ayudarlo en lo que iba haciendo, y me fijé que desarrollaba una fuerza prodigiosa en una postura muy poco anatómica para lanzar los objetos. Desde luego me había arrimado a un buen árbol.
-¿Para qué hacemos esto, por cierto?- pregunté inocentemente mientras veía la cama caer delante del rinoceronte. Era obvio que quería desestabilizarlo, aunque yo tenía mis teorías al respecto y, la verdad, era muy probable que una cosa tan pesada presionara demasiado y, básicamente, ignorase por completo ese ataque, de buena estrategia, pero que sin duda fallaría-. ¿Qué demonios?
La cápsula, ahora calva de cables y, básicamente, como un gigantesco huevo metálico, se lanzó a una velocidad envidiable contra esa cosa. Tuve que contenerme para no dar saltitos de emoción mientras aplaudía, habría quedado muy incómodo si él no hubiera compartido el momento conmigo de la misma forma.
-Y bueno- dije, finalmente, ignorando el resultado de aquel ataque, desenfundando a Creaviudas en un parpadeo y apuntando rápidamente con mi pistola a un poco delante del animal, escasos centímetros. Con suerte le daría en su parte blanda-, me llamo Yarmin Prince. ¿Y tú quién eres, amigo?
Con un poco de suerte mi hechizo habría tenido efecto y tendría ya un aliado garantizado para lo que quedaba de batalla. Si no... Bueno, lo había ayudado a tardar menos. Eso contaba algo para hacer amigos.
- Atrapados en Zal:
- Hago migas con Teravan, lo ayudo a desnudar la cápsula, disparo al ojo del Rinoceronte.
Rezvan Markov
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Parecía un tipo interesante, seguro de su fama, a pesar de hablar con alguien que ni siquiera le conocía. La idea de desafiarlo le pareció interesante, aunque lo mejor sería más adelante y no en mitad de todo aquello. La falta cometida contra mi nombre me dolió en el alma, pero ya tendría oportunidad de resarcirme de ella. Luego escuché sus preguntas, eran interesantes.
-Pues veras, me uní a esta guerra buscando mejorar, aumentar mi fuerza y, por qué no, aumentar mi fama. Soy un cazador en ciernes, cazo a la gente poco honorable o los corazones de las damas. No te preocupes desconocido, no creo conveniente desafiarnos justo antes de una batalla. Cuando acabe todo esto, puede que te busque para probar esas habilidades.
El joven se despidió educadamente, cosa que me sorprendió. Lo despedí con la misma cortesía y continué deambulando por los pasillos hasta dar con las habitaciones, una hora más tarde. Me quedé dormido con el olor a azufre, o lo que fuera que olía allí. Tuve unos sueños bastante agitados, despertándome varias veces empapado en sudor y bastante agitado. Cuando parecía que estaba amaneciendo, decidí no seguir probando y levantarme a hacer unos ejercicios de estiramiento. Cuando los terminé comencé el ejercicio físico de verdad, para terminar con más estiramientos. Tras lo cual, me di una ducha refrescante.
Cuando salí de coger algo de comer estaba ya todo el mundo en la plaza. Al parecer el pretor estaba contando algo acerca del colgante, que parecía tener varios botones útiles incrustados en él. Cuando finalizó de hablar me dirigí hacia los barcos metálicos, muy con el estilo del resto del lugar. Coincidí con el mismo chico que el día anterior, aunque en esta ocasión yo no tenía muchas ganas de hablar con él. Pronto partiríamos y la caza daría comienzo.
-Pues veras, me uní a esta guerra buscando mejorar, aumentar mi fuerza y, por qué no, aumentar mi fama. Soy un cazador en ciernes, cazo a la gente poco honorable o los corazones de las damas. No te preocupes desconocido, no creo conveniente desafiarnos justo antes de una batalla. Cuando acabe todo esto, puede que te busque para probar esas habilidades.
El joven se despidió educadamente, cosa que me sorprendió. Lo despedí con la misma cortesía y continué deambulando por los pasillos hasta dar con las habitaciones, una hora más tarde. Me quedé dormido con el olor a azufre, o lo que fuera que olía allí. Tuve unos sueños bastante agitados, despertándome varias veces empapado en sudor y bastante agitado. Cuando parecía que estaba amaneciendo, decidí no seguir probando y levantarme a hacer unos ejercicios de estiramiento. Cuando los terminé comencé el ejercicio físico de verdad, para terminar con más estiramientos. Tras lo cual, me di una ducha refrescante.
Cuando salí de coger algo de comer estaba ya todo el mundo en la plaza. Al parecer el pretor estaba contando algo acerca del colgante, que parecía tener varios botones útiles incrustados en él. Cuando finalizó de hablar me dirigí hacia los barcos metálicos, muy con el estilo del resto del lugar. Coincidí con el mismo chico que el día anterior, aunque en esta ocasión yo no tenía muchas ganas de hablar con él. Pronto partiríamos y la caza daría comienzo.
- Sarka:
- Hablar con Arribor, ir a dormir, hacer ejercicio, escuchar y subir a los barcos.
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Akuma no mi
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El golpe de Dranser lo despertó de su pequeño letargo. La subida en el ascensor le había parecido de no acabar nunca. Había agarrado la pulsera y escuchó todo. ”Sigo sin enterarme de nada” – la idea de embarcarse en una guerra no le parecía muy bien. Pero, a lo mejor, se podía encontrar con Milena o Taiga. ”Estás con Dexter, idiota” – suspiró con calma y se quedó callado. Iba a su bola, después de todo. Incluso había ignorado a todos los que se habían acercado a su capitán. Volvió a suspirar y se fue a su habitación. No tenía muchas ganas de hacer nada y solo se durmió en su cama. No había entablado conversación con nadie y esperaba que nadie lo hiciera. ”No me tengo que preocupar por Dranser, sobrevivirá” – se dijo con calma antes de , finalmente, dormirse.
Al día siguiente, un robot lo despertó. Se juntó con su banda y fueron guiados todos a la misma sala. Ahí le mostraron un mapa de la isla donde se iba a desarrollar la pelea final y donde todo se iba a resolver. Suspiró con calma mientras jugaba con su pulsera, se dedicó a moverla de un lado a otro sin muchas cosas en mente. ”¿Estarás aquí, Vader?” – se preguntó. Negó con la cabeza, no era el momento para pensar en ello. Quizá era posible que lo estuviera, después de todo, era el lugar perfecto para andar a sus anchas y hacer lo que quisiera. Acompañó a su banda y se quedó tranquilo mientras se subía en el barco. Pocas cosas le interesaban, salvo salir con vida y que ninguno de los suyos muriera. ”Espero que no hayas venido, Milena” – se acercó a Dexter y esperó a que acabar su pequeño discurso.
– Capitán – le dijo sin importarle mucho que alguien escuchara. – Si me llegara a pasar algo… – su tono era inseguro. Casi sentía que podía morir ahí. – Hay una chica pelirroja, su nombre es Milena… ¿La podrías proteger hasta que salga viva de este lugar? – recordó la maldita habilidad de Jin. – Su fruta le permite controlar la gravedad y porta una espada. Por favor. – Suspiró con intranquilidad, además, le tendió una pequeña foto de ella y se quedó esperando la respuesta de su capitán.
Al día siguiente, un robot lo despertó. Se juntó con su banda y fueron guiados todos a la misma sala. Ahí le mostraron un mapa de la isla donde se iba a desarrollar la pelea final y donde todo se iba a resolver. Suspiró con calma mientras jugaba con su pulsera, se dedicó a moverla de un lado a otro sin muchas cosas en mente. ”¿Estarás aquí, Vader?” – se preguntó. Negó con la cabeza, no era el momento para pensar en ello. Quizá era posible que lo estuviera, después de todo, era el lugar perfecto para andar a sus anchas y hacer lo que quisiera. Acompañó a su banda y se quedó tranquilo mientras se subía en el barco. Pocas cosas le interesaban, salvo salir con vida y que ninguno de los suyos muriera. ”Espero que no hayas venido, Milena” – se acercó a Dexter y esperó a que acabar su pequeño discurso.
– Capitán – le dijo sin importarle mucho que alguien escuchara. – Si me llegara a pasar algo… – su tono era inseguro. Casi sentía que podía morir ahí. – Hay una chica pelirroja, su nombre es Milena… ¿La podrías proteger hasta que salga viva de este lugar? – recordó la maldita habilidad de Jin. – Su fruta le permite controlar la gravedad y porta una espada. Por favor. – Suspiró con intranquilidad, además, le tendió una pequeña foto de ella y se quedó esperando la respuesta de su capitán.
- Resumen Zilda:
- Pensamientos varios, subir al barco, hablar con Dexter.
Osuka Sumisu
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Osuka no podía creérmelo. ¿En serio un marine, que parecía tener un alto cargo, quería acompañar a Oficial Krauser? Creía al cien por cien que Krau iba a darle la patada, pero la respuesta de este dejó perplejo al demonio plateado. No podía creerse que admitiese al marine al grupo. Al menos dijo que dijo que le vigilaria, suponiendo que aquel tal Al era tan fan del demonio de la niebla, confiaba que supiera que le podía pasar si hacía alguna tontería.
Krauser decidió dividir el grupo en dos, debido a que eran demasiados numerosos como para explorar correctamente. El primero iría dirigido claramente por el demonio de la niebla, en el que irían también Ai y el supuesto marine. En el segundo en que estaban Valía y el novato, iba a estar liderados por Osu. Esto le era reconfortante, ya que el ex-almirante le está confiando parte de la división a él y que tenía las cualidades necesarias para ese cargo.
Cuando se separaron del primer grupo llegaron a una zona menos iluminada y bastante abandona que daba ciertos escalofríos, sobre todo al llegar a un callejón sin salida. A Osu le sonaba a las típicas escenas de miedo en las que una pobre víctima era atacado por algún ser maligno o algo parecía, cosa que hacía que tuviera un escalofrió.
En aquel siniestro lugar solo había una puerta bastante vieja y sospechosa, demasiado sospechosa. Estaba cubierta de cadenas unidas a un gran candado que no parecía moco de pavo. Con un gesto a Valia, sabiendo que ella era habilidosa con las cerraduras le indico para haber si podía abrir la puerta, mientras que con Edward le mando vigilar junto a él. Como tenían tiempo limitado, solo podrían echar un vistazo, si la conseguían abrir, e volver para descansar en los turnos que indicaría Krauser ya que mañana le esperaban una batalla dura.
Krauser decidió dividir el grupo en dos, debido a que eran demasiados numerosos como para explorar correctamente. El primero iría dirigido claramente por el demonio de la niebla, en el que irían también Ai y el supuesto marine. En el segundo en que estaban Valía y el novato, iba a estar liderados por Osu. Esto le era reconfortante, ya que el ex-almirante le está confiando parte de la división a él y que tenía las cualidades necesarias para ese cargo.
Cuando se separaron del primer grupo llegaron a una zona menos iluminada y bastante abandona que daba ciertos escalofríos, sobre todo al llegar a un callejón sin salida. A Osu le sonaba a las típicas escenas de miedo en las que una pobre víctima era atacado por algún ser maligno o algo parecía, cosa que hacía que tuviera un escalofrió.
En aquel siniestro lugar solo había una puerta bastante vieja y sospechosa, demasiado sospechosa. Estaba cubierta de cadenas unidas a un gran candado que no parecía moco de pavo. Con un gesto a Valia, sabiendo que ella era habilidosa con las cerraduras le indico para haber si podía abrir la puerta, mientras que con Edward le mando vigilar junto a él. Como tenían tiempo limitado, solo podrían echar un vistazo, si la conseguían abrir, e volver para descansar en los turnos que indicaría Krauser ya que mañana le esperaban una batalla dura.
- RESUMEN BALT::
- Ver si Valia podria conseguir abrir la cerradura. Si lo consigue inspeccionar dentro un poco. Volver con tito Krau y hacer los turnos de descanso que el diga. Reunirse con el por la mañana.
Helado-chan
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Akuma no mi
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Las intenciones de Neo de intentar averiguar algo por aquel lugar no se vieron rotas por la enormidad de aquel lugar, que en comparación con él mismo era incluso más grande todavía, y no es por ser hijo de puta; ni siquiera por su incapacidad para llegar a otro sitio que no fuera su cuarto, al cual llegó dos veces tras su segundo encuentro con aquellas dos personas, lo más probable que por haber dado un mal giro y haber empezado a andar en círculos; no, por nada de eso... Sus intenciones de investigar se fueron por el desagüe...
-Ay, dios, que gustazo...
Casi literalmente. Y es que apenas una hora después del banquete nuestro pequeño se vio en una situación de apuro en la que... Bueno, digamos que casi "se nos va por la pata pa'bajo". En una de estas dio media vuelta y corriendo se dirigió al cuarto, el cual, gracias a dios, tenía baño propio, y evacuó apropiadamente sin pensar en otra cosa que no fuera en la sensación de libertad que estaba sintiendo.
"¿Quizá la comida estaba envenenada...? No creo... Si de verdad nos necesitan sería una tontería matarnos sin más... Entonces... Bueno, puede que mezclar batido de chocolate junto con estofado de carne, algo de verduras salteadas, marisco variado, tarta de merengue y algo de caldo con fideos no fuera la mejor idea que he tenido nunca..." pensaba a la par que se iba a la cama. Se podría decir que se había replanteado lo de irse a explorar, pero simplemente se había olvidado.
A la mañana siguiente, tras una noche de descanso rejuvenecedor -con tan solo una situación de emergencia más-, se levantó y puso el uniforme de Balt de la misma forma que lo había hecho antes, con la capa atada al pecho sin abultar. Se dirigió al mismo lugar donde había tenido la cena la noche anterior y se prometió que no iba a comer absolutamente nada para que no se repitiera la misma situación.
Pero a quién queremos engañar, tardó menos de diez minutos en empezar a comer; solo que, esta vez, se controló un poco más y organizó mejor la mezcla de comidas. "¿Después de todo, qué es lo peor que podría pasar?". Pensaba mientras le daba un sorbo a un batido de vainilla incluso más rico que el de la noche anterior.
A mitad del batido la pretora volvió a aparecer para volver a dar uno de sus discursos. Esta vez fue mucho más escueto y con retazos de seriedad. No le dio mucha importancia; tanto si Balt era buen trigo como si no, intentaría ayudar Síderos entera, fuera como fuera. Si iba a ser imposible daba igual la forma... Simplemente daría lo mejor de sí.
En mitad de sus pensamientos y de su tercer batido de vainilla vio, en un atisbo de segundo y en mitad de un par de personas a unos diez metros, a una chica con el cabello largo de color rojizo. No estaba del todo seguro pero, a la vez, lo estaba completamente. Sonrió y, soltando el vaso -que se rompió al llegar al suelo-, corrió hacia la chica para, un par de metros antes de llegar a ella, saltar y abrazarla por el cuello. No había demasiada diferencia de altura y con lo poco que pesaba Neo dudaba que la chica cayera al suelo.
-¡Hola Yoko!- dijo, más alto de lo que pretendía, mientras seguía colgado de su cuello como un niño pequeño -Shiro ha preguntado mucho por ti. ¿Qué tal?
No le importaba demasiado por qué estaba allí, ya le preguntaría más adelante, pero la verdad es que se le había hecho muy aburrido el estar vagando solo y se alegraba de encontrar un rostro familiar.
-Ay, dios, que gustazo...
Casi literalmente. Y es que apenas una hora después del banquete nuestro pequeño se vio en una situación de apuro en la que... Bueno, digamos que casi "se nos va por la pata pa'bajo". En una de estas dio media vuelta y corriendo se dirigió al cuarto, el cual, gracias a dios, tenía baño propio, y evacuó apropiadamente sin pensar en otra cosa que no fuera en la sensación de libertad que estaba sintiendo.
"¿Quizá la comida estaba envenenada...? No creo... Si de verdad nos necesitan sería una tontería matarnos sin más... Entonces... Bueno, puede que mezclar batido de chocolate junto con estofado de carne, algo de verduras salteadas, marisco variado, tarta de merengue y algo de caldo con fideos no fuera la mejor idea que he tenido nunca..." pensaba a la par que se iba a la cama. Se podría decir que se había replanteado lo de irse a explorar, pero simplemente se había olvidado.
A la mañana siguiente, tras una noche de descanso rejuvenecedor -con tan solo una situación de emergencia más-, se levantó y puso el uniforme de Balt de la misma forma que lo había hecho antes, con la capa atada al pecho sin abultar. Se dirigió al mismo lugar donde había tenido la cena la noche anterior y se prometió que no iba a comer absolutamente nada para que no se repitiera la misma situación.
Pero a quién queremos engañar, tardó menos de diez minutos en empezar a comer; solo que, esta vez, se controló un poco más y organizó mejor la mezcla de comidas. "¿Después de todo, qué es lo peor que podría pasar?". Pensaba mientras le daba un sorbo a un batido de vainilla incluso más rico que el de la noche anterior.
A mitad del batido la pretora volvió a aparecer para volver a dar uno de sus discursos. Esta vez fue mucho más escueto y con retazos de seriedad. No le dio mucha importancia; tanto si Balt era buen trigo como si no, intentaría ayudar Síderos entera, fuera como fuera. Si iba a ser imposible daba igual la forma... Simplemente daría lo mejor de sí.
En mitad de sus pensamientos y de su tercer batido de vainilla vio, en un atisbo de segundo y en mitad de un par de personas a unos diez metros, a una chica con el cabello largo de color rojizo. No estaba del todo seguro pero, a la vez, lo estaba completamente. Sonrió y, soltando el vaso -que se rompió al llegar al suelo-, corrió hacia la chica para, un par de metros antes de llegar a ella, saltar y abrazarla por el cuello. No había demasiada diferencia de altura y con lo poco que pesaba Neo dudaba que la chica cayera al suelo.
-¡Hola Yoko!- dijo, más alto de lo que pretendía, mientras seguía colgado de su cuello como un niño pequeño -Shiro ha preguntado mucho por ti. ¿Qué tal?
No le importaba demasiado por qué estaba allí, ya le preguntaría más adelante, pero la verdad es que se le había hecho muy aburrido el estar vagando solo y se alegraba de encontrar un rostro familiar.
- RESUMEN, BALT:
- Volver a dormir tras un apretón tonto - comer y pensar en cosas random - saltar sobre Yoko y abrazarla. Poco más (?)
Hicieron el recorrido. Guardias jugando al strip poker, suelos inmaculados, velas que parecían no derretirse nunca y cielos añiles bañados de estrellas rutilantes. Era precioso, y casi habría sido genial si no fuera porque notaba la mirada de la revolucionaria clavándose en su nuca todo el tiempo. Era muy molesto que no confiasen en él, y mucho más cuando él era el primero en exponerse. Si se enteraban sus superiores, podría tener verdaderos problemas.
-Te vas a romper el cuello de mirar tanto, pequeña- llegó a decir en cierto momento mientras estaban cerca de un claustro. Era precioso, y había enebros creciendo alrededor de olivos. No sabía quién lo consiguió, pero desde luego era digno de admiración para él.
Finalmente terminaron todos en la habitación de Krauser, con un montón de cojines tirados por el suelo, dándole una apariencia de fiesta de pijama adolescente. Y más o menos así fue, pues mientras algunos dormían otros parloteaban como cotorras en su guardia; lo único que faltaba era una botella de ron para terminar con todo, pero si los rumores eran ciertos, Krauser no bebía. Y tras dormir cuatro horas tocó levantarse de vuelta para hacer una última guardia. Siendo sinceros, agradecía las horas de sueño, pero era horrible levantarse sin dormir lo suficiente.
-Oye, Krauser. ¿Por qué dejaste la Marina?- preguntó. Sabía que no la había dejado, sino que su expulsión había sido debida a la supuesta traición, pero debía haber un motivo para declarar aquello.
Finalmente, llegó la mañana. Se unió al grupo del ejército revolucionario y montó a los barcos de Balt. A partir de ahí era cuestión de que el Almirante decidiese.
-¿Buscar a quién?- terminó por preguntar.
-Te vas a romper el cuello de mirar tanto, pequeña- llegó a decir en cierto momento mientras estaban cerca de un claustro. Era precioso, y había enebros creciendo alrededor de olivos. No sabía quién lo consiguió, pero desde luego era digno de admiración para él.
Finalmente terminaron todos en la habitación de Krauser, con un montón de cojines tirados por el suelo, dándole una apariencia de fiesta de pijama adolescente. Y más o menos así fue, pues mientras algunos dormían otros parloteaban como cotorras en su guardia; lo único que faltaba era una botella de ron para terminar con todo, pero si los rumores eran ciertos, Krauser no bebía. Y tras dormir cuatro horas tocó levantarse de vuelta para hacer una última guardia. Siendo sinceros, agradecía las horas de sueño, pero era horrible levantarse sin dormir lo suficiente.
-Oye, Krauser. ¿Por qué dejaste la Marina?- preguntó. Sabía que no la había dejado, sino que su expulsión había sido debida a la supuesta traición, pero debía haber un motivo para declarar aquello.
Finalmente, llegó la mañana. Se unió al grupo del ejército revolucionario y montó a los barcos de Balt. A partir de ahí era cuestión de que el Almirante decidiese.
-¿Buscar a quién?- terminó por preguntar.
- Balt:
- Molestar a Krauser con preguntas estúpidas; subir al barco con Krauser y la pandi.
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Edward observaba la situación en el pasillo intentando comprender qué pasaba, cuando se dio cuenta de que aquel chico era un marine dio un pequeño sobresalto, pero la respuesta de Krauser lo relajó, seguro él sabía lo que hacía.
Él formaba parte del segundo grupo, liderado por Osuka. Aunque no lo dijo, admiraba un poco al demonio plateado, aquel hombre de casi dos metros imponía y a la vez tenía un gran corazón. Quería tener una conversación con él, pero no fue capaz. Cuando llegaron ante una puerta escabrosa, lúgubre y muy muy sospechosa, Osuka mandó a Valia a la cerradura, mientras que él y yo vigilábamos... Esperaba poder entrar, la curiosidad le estaba matando. Intentó entablar conversación por segunda vez, pero de nuevo no fue capaz.
-"Si se me presenta una tercera oportunidad no la puedo dejar escapar"- se prometió a sí mismo.
Independientemente de si pudieron o no entrar, por la noche tocaba hacer guardia. A Edward le resultó muy raro, o al menos curioso, lo de dormir todos en la misma habitación, pero era práctico y era lo que importaba. Quizás a los demás les resultó un poco paranoico por parte del demonio de la niebla el hacer guardia, pero no al rubio, que es más paranoico aún. El turno le tocaba hacerlo con Osuka, esta vez no lo dejaría pasar.
-¡Hey! La noche va a ser larga, ¿por qué no me cuentas algo de ti? ¿de dónde eres? ¿cómo acabaste en la revolución? y... y... ¿cómo conociste a Krauser?- Preguntó entusiasta, cual niño pequeño.
Al día siguiente desayunó ligeramente. Al ver que Krauser y Ai cogían comida hizo lo mismo, aunque no creyó que la fuera a necesitar. Lo de los dos botones (sobre todo el segundo) le resultó muy curioso... y tentador... pero en el caso de que fuera de un solo uso prefirió dejarlo para más tarde. Cuando subió al barco con sus compañeros quiso preguntarle a Osuka su opinión sobre el segundo botón, pero si estaba ocupado simplemente pondría la oreja en la conversación de Krauser y los demás, en caso contrario esperaba socializar un poco con el demonio plateado.
Él formaba parte del segundo grupo, liderado por Osuka. Aunque no lo dijo, admiraba un poco al demonio plateado, aquel hombre de casi dos metros imponía y a la vez tenía un gran corazón. Quería tener una conversación con él, pero no fue capaz. Cuando llegaron ante una puerta escabrosa, lúgubre y muy muy sospechosa, Osuka mandó a Valia a la cerradura, mientras que él y yo vigilábamos... Esperaba poder entrar, la curiosidad le estaba matando. Intentó entablar conversación por segunda vez, pero de nuevo no fue capaz.
-"Si se me presenta una tercera oportunidad no la puedo dejar escapar"- se prometió a sí mismo.
Independientemente de si pudieron o no entrar, por la noche tocaba hacer guardia. A Edward le resultó muy raro, o al menos curioso, lo de dormir todos en la misma habitación, pero era práctico y era lo que importaba. Quizás a los demás les resultó un poco paranoico por parte del demonio de la niebla el hacer guardia, pero no al rubio, que es más paranoico aún. El turno le tocaba hacerlo con Osuka, esta vez no lo dejaría pasar.
-¡Hey! La noche va a ser larga, ¿por qué no me cuentas algo de ti? ¿de dónde eres? ¿cómo acabaste en la revolución? y... y... ¿cómo conociste a Krauser?- Preguntó entusiasta, cual niño pequeño.
Al día siguiente desayunó ligeramente. Al ver que Krauser y Ai cogían comida hizo lo mismo, aunque no creyó que la fuera a necesitar. Lo de los dos botones (sobre todo el segundo) le resultó muy curioso... y tentador... pero en el caso de que fuera de un solo uso prefirió dejarlo para más tarde. Cuando subió al barco con sus compañeros quiso preguntarle a Osuka su opinión sobre el segundo botón, pero si estaba ocupado simplemente pondría la oreja en la conversación de Krauser y los demás, en caso contrario esperaba socializar un poco con el demonio plateado.
- Balt:
-Ir con el segundo grupo de la quimera a investigar.
-Admirar a Osu, pensar en hablarle un par de veces pero no hacerlo.
-Esperar con ansias que Valia abra la puerta.
-Acosar a Osu interrogándolo durante la guardia.
-Imitar a los gorrones de Krau y Ai e ir para el barco.
-En el barco preguntar a Osu por el botón si este no está ocupado, si lo está, ser un cotilla.
Valia Gyliel
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Durante la exploración terminamos llegando a un punto, fuera del palacio, en el que Krauser nos dividió en dos grupos. El primero, liderado por él, seguiría por un callejón, y nosotros, liderados por Osuka por otro. Por suerte, el jefe se llevó a aquel marine. No parecía mentir en cuanto a sus intenciones, ni su admiración por el demonio, pero aun así ninguno nos fiábamos de él. Tendríamos que tener un ojo puesto en él durante toda la campaña, y otro en la espalda de los demás para evitar cosas desagradables.
Tras un rato caminando terminamos llegando a un callejón. Este finalizaba en una puerta vieja y desgastada. La cerraba un candado que unía multitud de cadenas entrelazadas. Osuka me pidió que tratará de abrirla, por lo que me puse manos a la obra. Ellos vigilarían mientras yo trataba de forzar la cerradura. Para ello, lo primero fue una inspección rápida del candado sin tocarlo, sino tenía nada raro, lo cogería y miraría más de cerca. Una vez realizadas las inspecciones, trataría de forzarlo al método tradicional, con la ganzúa. No era mi campo de especialización, pero hacía poco que me había interesado en esas cosas. Traté de abrirla durante un buen rato, si conseguía, imagino que entraríamos a echar un vistazo, sino, volveríamos al punto de reunión con Krauser y volveríamos a la habitación.
Por la mañana desayunaría de forma normal y seguiría al resto del grupo hacía los barcos. Aunque antes de ello, escuchara a la pretora hablar acerca de nuestro uniforme, y los dos botones que poseía el mismo. Era bastante curioso, pero por seguridad no probaría ninguno de ellos, al menos no hasta que fuera algo de vital importancia. Los barcos, blancos como todo allí, nos esperaban en la orilla. Vi a otro Gyojiin en un barco cercano, si podía hablaría con el más adelante.
Tras un rato caminando terminamos llegando a un callejón. Este finalizaba en una puerta vieja y desgastada. La cerraba un candado que unía multitud de cadenas entrelazadas. Osuka me pidió que tratará de abrirla, por lo que me puse manos a la obra. Ellos vigilarían mientras yo trataba de forzar la cerradura. Para ello, lo primero fue una inspección rápida del candado sin tocarlo, sino tenía nada raro, lo cogería y miraría más de cerca. Una vez realizadas las inspecciones, trataría de forzarlo al método tradicional, con la ganzúa. No era mi campo de especialización, pero hacía poco que me había interesado en esas cosas. Traté de abrirla durante un buen rato, si conseguía, imagino que entraríamos a echar un vistazo, sino, volveríamos al punto de reunión con Krauser y volveríamos a la habitación.
Por la mañana desayunaría de forma normal y seguiría al resto del grupo hacía los barcos. Aunque antes de ello, escuchara a la pretora hablar acerca de nuestro uniforme, y los dos botones que poseía el mismo. Era bastante curioso, pero por seguridad no probaría ninguno de ellos, al menos no hasta que fuera algo de vital importancia. Los barcos, blancos como todo allí, nos esperaban en la orilla. Vi a otro Gyojiin en un barco cercano, si podía hablaría con el más adelante.
- Balt:
- Seguir al grupo, tratar de abrir la cerradura( decodificadora 30, por lo que tendría un 23 en la de guante blanco), reunirnos y ir a los barcos, fijarme en Danio
Teravan Zallen
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Se dio cuenta de algunos fallos en su estrategia nada más ver el resultado. Esperaba que funcionase, mas cada vez albergaba más dudas al respecto. Respiró hondo, intentando calmar su maltrecha respiración y acallar a un corazón que amenazaba con salir del torso que lo contenía. Solo entonces se dio cuenta de que no estaba solo, sino que una persona había estado ayudándole todo el tiempo. - Qué amable por su parte. - Pensó con sinceridad. Observó detenidamente a su acompañante y, a pesar del aura misteriosa que lo acompañaba, no pudo albergar ninguna duda de sus intenciones. Rezumaba amabilidad y gracia por cada uno de sus poros, haciendo esbozar una sonrisa a cualquiera que lo observase. Parecía el tipo de persona que siempre tenía buenas palabras y buenas intenciones, y eso le gustaba. ¡Qué buena fortuna haber encontrado a alguien así en aquel terrorífico lugar.
Estaba demasiado estupefacto ante el alivio que causaba su visión, como si se hubiese reencontrado con un gran amigo de la infancia. Fue tan solo tras unos instantes cuando fue capaz de responder. - Disculpad mi falta de cortesía, Yarmin. - ¿En serio le había llamado por su nombre de pila? Jamás se tomaba esas confianzas con la gente. - Mi nombre es Teravan, Teravan Zallen. Os agradezco vuestra inestimable ayuda. - Añadió mientras disparaba con una destreza pasmosa hacia la criatura, de la que momentáneamente se había olvidado.
- Creo que no hemos terminado nuestro trabajo, una lástima habernos conocido en estas circunstancia, ¿no os parece? - Se levantó con pesadez, pues sentía sus miembros agarrotados y entumecidos. No había sido una buena idea someter a su cuerpo a ese esfuerzo nada más despertar. Sacó un cuchillo de su chaqueta y, con haki armadura imbuido en él, apuntó a los ojos y la boca del animal.
Estaba demasiado estupefacto ante el alivio que causaba su visión, como si se hubiese reencontrado con un gran amigo de la infancia. Fue tan solo tras unos instantes cuando fue capaz de responder. - Disculpad mi falta de cortesía, Yarmin. - ¿En serio le había llamado por su nombre de pila? Jamás se tomaba esas confianzas con la gente. - Mi nombre es Teravan, Teravan Zallen. Os agradezco vuestra inestimable ayuda. - Añadió mientras disparaba con una destreza pasmosa hacia la criatura, de la que momentáneamente se había olvidado.
- Creo que no hemos terminado nuestro trabajo, una lástima habernos conocido en estas circunstancia, ¿no os parece? - Se levantó con pesadez, pues sentía sus miembros agarrotados y entumecidos. No había sido una buena idea someter a su cuerpo a ese esfuerzo nada más despertar. Sacó un cuchillo de su chaqueta y, con haki armadura imbuido en él, apuntó a los ojos y la boca del animal.
- ATRAPADOS EN ZAL:
- Hago migas con Yarmin, caigo en su "hechizo" completamente y ataco a la criatura con un cuchillo imbuido en haki, apuntando a los ojos y la boca.
Rylanor
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Con cierta rabia, tiró el den den mushi al suelo y gruñó. ¿Es que no iba a salir nada a derechas? Alargó el brazo a la pila de cosas que había junto a la cama, encima de la bolsa de viaje y cogió su pitillera. Al cabo de un rato estaba fumando desnudo en el colchón, usando uno de sus morteros como cenicero a falta de algo mejor. Pronto la habitación estuvo llena del humo del tabaco, mientras el marine reflexionaba sobre las palabras de Dexter... ¿en el mismo bando? No tenía sentido. Él había dejado su puesto de Shichibukai tras entrar ilegalmente en Mariejoa y derrotar a Minato tras eso. ¿Entonces? ¿Seguía considerándose un aliado de la justicia aun siendo un enemigo del Gobierno, uno de los criminales más buscados? Suspiró y dio otra calada a su cigarro. Comenzaba a hacerse tarde, y tal vez debería ir durmiendo. Sin embargo aún no tenía sueño. De hecho estaba demasiado activo y tenía muchas cosas en la cabeza. Por ejemplo, se había llevado la armadura de combate que le había regalado Danio, pero aún le faltaban muchos ajustes antes de que fuese realmente útil y efectiva en combate, entre otras cosas el tema del combustible. Se levantó de la cama, rebuscó entre sus cosas y cogió un boli y una libreta. Rápidamente comenzó a hacer una nota en la que explicaba en qué consistía su armadura y las cosas que le gustaría que le pusieran para ponerla a punto. Acto seguido arrancó la página de la libreta y salió al pasillo a buscar a alguien a quien entregársela. Vio a uno de los robots y le dijo:
- Toma, entrega esto a uno de tus jefes.
Entonces se dio cuenta de que estaba totalmente desnudo. Se encogió de hombros y volvió a su habitación sin darle importancia. Al robot poco le importaría verle los genitales, ¿no? Una vez en su estancia se tiró en la cama, cogió sus hierbas y se puso a preparar su infusión para dormir mientras se terminaba el segundo pitillo de la noche. Una vez terminó de machacar y mezclar las hojas y raíces secas se dio cuenta de que tenía el agua del baño, pero no cómo calentarla hasta que hirviera. Comenzó a darle vueltas al problema, planteándose salir a pedirle ayuda a los robots o incluso ir a buscar alguna cocina (y de paso coger algo de cenar), cuando recordó cual era su poder. Tras suspirar y reírse de sí mismo, llenó el recipiente de agua y lo calentó hasta que empezó a hervir. El líquido adoptó una tonalidad verde al mezclarse con las hierbas y con un suspiro Kai se bebió el contenido de dos largos tragos.
- No me acostumbraré nunca al sabor - dijo, mientras se acurrucaba en el colchón y apagaba la luz.
- ¡YO NO HE SIDO, ARTHUR! - gritó mientras se incorporaba.
Tardó unos segundos en reconocer la habitación, aún en shock y con el corazón a mil. El ruido volvió a repetirse. Pum, pum, pum. Kai suspiró y berreó un "¡ya voy!" saltando de la cama. Rápidamente se vistió con sus ropas habituales, se puso las gafas de sol redondas, los mitones de cuero y la capa por encima. Tras ajustarse al cinto las pitilleras, la caja de pociones y meter el resto en la bolsa de viaje, cogió esta y salió al pasillo. Había un robot al otro lado de la puerta, que al abrirse esta se apartó un poco y se quedó quieto. Suponiendo que tenía que seguirle, el joven avanzó hacia él y el aparato echó a andar. Mientras avanzaban por los pasillos, fue sacando un pitillo y llevándoselo a la boca, maldiciéndose por no haber dedicando la noche anterior unos minutos a liar tabaco. Sólo le quedaban cinco y dudaba que fuese a tener tiempo para liar más en mitad de la batalla. Al llegar arriba todos sus extraños compañeros estaban reunidos, incluidos algunos en los que no se había fijado como un hombre murciélago. Lo miró con cierta curiosidad mientras echaba una bocanada de humo, pero pronto algo atrajo su atención. El tipo grimoso de ayer había llamado a sus colegas feúchos y hoy eran más. Contuvo un escalofrío y esta vez procuró atender a sus palabras. A pesar de que le costó horrores mantenerse centrado, se enteró de lo principal.
- Disculpe - comenzó en cuanto el zildariano acabó - Si no he entendido mal, entonces nuestros enemigos llevaran aparatos similares que activarán otras cosas, ¿verdad? Y además de eso, ¿cómo funciona era mimetización? ¿Nos mimetiza a nosotros, a las centrales o a qué?
Al poco estaban bajando todos en el ascensor. El estómago de Kai rugía con fuerza, haciendo la trayectoria un poco incómoda. El hambre carcomía sus entrañas como una bestia, rugiendo con furia. Trató de contenerla como pudo, pero los ruidos de su estómago eran cada vez más sonoros. Suspiró, agotado y buscó con la mirada a Dexter. Tenía aún que hablar con él de lo de anoche. Gracias a su infusión había podido dormirse rápido y descansar, pero aún le habían quedado sus palabras en la cabeza. Al salir se aproximó a él y se puso a caminar a su lado.
- Oye Dexter... ¿podemos hablar? Algo de lo que dijiste ayer... bueno, ¿a qué te referías con eso de que seguimos en el mismo bando?
La respuesta del Yonkou no se hizo esperar, quien dijo unas palabras que sorprendieron y confundieron al Vicealmirante.
- Te queda poco para entender que si quieres defender el mundo tendrás que enfrentar sus leyes - le contestó. Poco después, tras un silencio añadió - Además te bebiste mi café y me lo debes.
Si bien sus palabras le sentaron como un jarro de agua fría, con lo último soltó una carcajada por lo inesperado de la declaración.
- Algún día te haré un café en compensación. Mientras tanto, asegúrate de salir entero de esta... aunque no me cabe duda de que lo harás - dijo, dándole una palmada en el hombro.
Tras eso comenzó a deambular un poco por la zona mientras se fumaba un segundo cigarro, taciturno. "Si quieres defender el mundo tendrás que enfrentar sus leyes..." ¿qué sentido tenía? ¿No era el Gobierno Mundial el que mantenía el orden y la justicia? Es más, sin él guerras entre cientos de naciones, los grandes piratas y otros males asolarían el mundo. El Gobierno era un mal necesario, un mal menor que hacía un gran bien al hacer el papel de vigía del mundo. Ellos evitaban que males mucho mayores asolaran los mares. Así pues, ¿qué había pretendido decirle el Yonkou? Sacudió la cabeza y frunció el ceño, confundido.
- Al fin y al cabo, es un pirata... - murmuró, no muy convencido, antes de dirigirse al barco.
- Toma, entrega esto a uno de tus jefes.
Entonces se dio cuenta de que estaba totalmente desnudo. Se encogió de hombros y volvió a su habitación sin darle importancia. Al robot poco le importaría verle los genitales, ¿no? Una vez en su estancia se tiró en la cama, cogió sus hierbas y se puso a preparar su infusión para dormir mientras se terminaba el segundo pitillo de la noche. Una vez terminó de machacar y mezclar las hojas y raíces secas se dio cuenta de que tenía el agua del baño, pero no cómo calentarla hasta que hirviera. Comenzó a darle vueltas al problema, planteándose salir a pedirle ayuda a los robots o incluso ir a buscar alguna cocina (y de paso coger algo de cenar), cuando recordó cual era su poder. Tras suspirar y reírse de sí mismo, llenó el recipiente de agua y lo calentó hasta que empezó a hervir. El líquido adoptó una tonalidad verde al mezclarse con las hierbas y con un suspiro Kai se bebió el contenido de dos largos tragos.
- No me acostumbraré nunca al sabor - dijo, mientras se acurrucaba en el colchón y apagaba la luz.
Día siguiente
- ¡YO NO HE SIDO, ARTHUR! - gritó mientras se incorporaba.
Tardó unos segundos en reconocer la habitación, aún en shock y con el corazón a mil. El ruido volvió a repetirse. Pum, pum, pum. Kai suspiró y berreó un "¡ya voy!" saltando de la cama. Rápidamente se vistió con sus ropas habituales, se puso las gafas de sol redondas, los mitones de cuero y la capa por encima. Tras ajustarse al cinto las pitilleras, la caja de pociones y meter el resto en la bolsa de viaje, cogió esta y salió al pasillo. Había un robot al otro lado de la puerta, que al abrirse esta se apartó un poco y se quedó quieto. Suponiendo que tenía que seguirle, el joven avanzó hacia él y el aparato echó a andar. Mientras avanzaban por los pasillos, fue sacando un pitillo y llevándoselo a la boca, maldiciéndose por no haber dedicando la noche anterior unos minutos a liar tabaco. Sólo le quedaban cinco y dudaba que fuese a tener tiempo para liar más en mitad de la batalla. Al llegar arriba todos sus extraños compañeros estaban reunidos, incluidos algunos en los que no se había fijado como un hombre murciélago. Lo miró con cierta curiosidad mientras echaba una bocanada de humo, pero pronto algo atrajo su atención. El tipo grimoso de ayer había llamado a sus colegas feúchos y hoy eran más. Contuvo un escalofrío y esta vez procuró atender a sus palabras. A pesar de que le costó horrores mantenerse centrado, se enteró de lo principal.
- Disculpe - comenzó en cuanto el zildariano acabó - Si no he entendido mal, entonces nuestros enemigos llevaran aparatos similares que activarán otras cosas, ¿verdad? Y además de eso, ¿cómo funciona era mimetización? ¿Nos mimetiza a nosotros, a las centrales o a qué?
Al poco estaban bajando todos en el ascensor. El estómago de Kai rugía con fuerza, haciendo la trayectoria un poco incómoda. El hambre carcomía sus entrañas como una bestia, rugiendo con furia. Trató de contenerla como pudo, pero los ruidos de su estómago eran cada vez más sonoros. Suspiró, agotado y buscó con la mirada a Dexter. Tenía aún que hablar con él de lo de anoche. Gracias a su infusión había podido dormirse rápido y descansar, pero aún le habían quedado sus palabras en la cabeza. Al salir se aproximó a él y se puso a caminar a su lado.
- Oye Dexter... ¿podemos hablar? Algo de lo que dijiste ayer... bueno, ¿a qué te referías con eso de que seguimos en el mismo bando?
La respuesta del Yonkou no se hizo esperar, quien dijo unas palabras que sorprendieron y confundieron al Vicealmirante.
- Te queda poco para entender que si quieres defender el mundo tendrás que enfrentar sus leyes - le contestó. Poco después, tras un silencio añadió - Además te bebiste mi café y me lo debes.
Si bien sus palabras le sentaron como un jarro de agua fría, con lo último soltó una carcajada por lo inesperado de la declaración.
- Algún día te haré un café en compensación. Mientras tanto, asegúrate de salir entero de esta... aunque no me cabe duda de que lo harás - dijo, dándole una palmada en el hombro.
Tras eso comenzó a deambular un poco por la zona mientras se fumaba un segundo cigarro, taciturno. "Si quieres defender el mundo tendrás que enfrentar sus leyes..." ¿qué sentido tenía? ¿No era el Gobierno Mundial el que mantenía el orden y la justicia? Es más, sin él guerras entre cientos de naciones, los grandes piratas y otros males asolarían el mundo. El Gobierno era un mal necesario, un mal menor que hacía un gran bien al hacer el papel de vigía del mundo. Ellos evitaban que males mucho mayores asolaran los mares. Así pues, ¿qué había pretendido decirle el Yonkou? Sacudió la cabeza y frunció el ceño, confundido.
- Al fin y al cabo, es un pirata... - murmuró, no muy convencido, antes de dirigirse al barco.
- Resumen (Zilda):
- - Desvaríos en la habitación.
- Mandar una nota pidiendo que si es posible le añadan algunas cosas a su armadura.
- Hacer varias preguntas durante la reunión al tío de los tubos.
- Hablar con Dexter e ir al barco.
PD: Tenía el permiso de Dexter para poner lo que me decía.
Aoi Sasaki
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Lo último que recordaba era estar peleando contra una especie de espantapájaros, pero ahora me encontraba en una cama de pajar dentro de una celda. Me incorpore para ver si estaba todo bien. Mire hacia mi izquierda y tenía mis armas en la mochila, por lo menos tenía algo con lo que defenderme. Todavía seguía manteniendo el físico de una mujer, por lo que no debería de preocuparme de los cazadores. De pronto, las paredes cayeron dejándome a la vista del todo el público, estaba en una especie de coliseo. Había más personas, aparte de ¿Tendríamos que luchar entre nosotros?
Una especie de estampida se podía escuchar que se acercaba hacia nosotros. Agarre mi mochila para sacar mi bate y estar preparado, también me coloque el Rol Eye por si acaso. Empecé a mirar a las demás personas que estaban allí, pero una especie de rinoceronte me interrumpió cuando entro en la arena arrasando lo que encontraba. Algunos chicos intentaban desviarle la atención que tenía fijado en una chica, pero no hacia efecto.
Acerque mi vista hacia el animal y pude ver cómo le faltaba una escama, sería un buen lugar donde poder atacar. Aprovechando que estaba un poco alejado de la situación, mire a una cazadora Vi, creo que se llamaba, con la que ya había disputado una pelea, pero como ahora era una mujer no me podría reconocer. Empecé a correr hacia su posición para ver si tenían algún plan para poder derrotar a aquella bestia.
-Chicos…- dije cuando estaba lo suficientemente cerca para que me escucharan- ¿Necesitáis ayuda? Me llamo Aoi, encantada.
No tenía otra opción que aliarme para poder salir de aquel lugar. Sin esperar respuesta, vi como uno de los chicos se lanzaba contra el rinoceronte. Coloque mis manos sobre la cintura y flexione un poco las rodillas para concentrar energía y esperar que salga mi espíritu luchador por si tenía que atacar.
Una especie de estampida se podía escuchar que se acercaba hacia nosotros. Agarre mi mochila para sacar mi bate y estar preparado, también me coloque el Rol Eye por si acaso. Empecé a mirar a las demás personas que estaban allí, pero una especie de rinoceronte me interrumpió cuando entro en la arena arrasando lo que encontraba. Algunos chicos intentaban desviarle la atención que tenía fijado en una chica, pero no hacia efecto.
Acerque mi vista hacia el animal y pude ver cómo le faltaba una escama, sería un buen lugar donde poder atacar. Aprovechando que estaba un poco alejado de la situación, mire a una cazadora Vi, creo que se llamaba, con la que ya había disputado una pelea, pero como ahora era una mujer no me podría reconocer. Empecé a correr hacia su posición para ver si tenían algún plan para poder derrotar a aquella bestia.
-Chicos…- dije cuando estaba lo suficientemente cerca para que me escucharan- ¿Necesitáis ayuda? Me llamo Aoi, encantada.
No tenía otra opción que aliarme para poder salir de aquel lugar. Sin esperar respuesta, vi como uno de los chicos se lanzaba contra el rinoceronte. Coloque mis manos sobre la cintura y flexione un poco las rodillas para concentrar energía y esperar que salga mi espíritu luchador por si tenía que atacar.
- Atrapados en Zal:
- Despertarme, coge mis armas y colocar el Roy Eye, acercarme al grupo donde esta Vi y prepararme por si tengo que activar el manual de no usuario
Eichi Tsukasa
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Desperté y froté mis ojos para despejar un poco la sensación matinal. Definitivamente yo no era una persona que acostumbrara a despertar tan temprano. Bostecé con fuerza y me levanté perezosamente de la cama para ir al baño. Llené el lavamanos con agua y, literalmente, enterré la cabeza allí. Una vez que estuviese completamente despierto, me vestiría. Estuve a punto de ponerme mi indumentaria habitual, pero en eso recordé que no debía llevarlo puesto por hoy ya que empezaría la guerra. Suspiré con fuerza y miré con algo de disgusto el uniforme que tenía en frente. Al cabo de unos segundos, me lo puse, a regañadientes, encima mío. Me mire al espejo y volví a suspire; definitivamente el blanco, o los colores claros en su defecto, no me quedaban. Simplemente no eran mi estilo.
Salí de la habitación y recordé lo que había sucedido la noche anterior. Sinceramente no vi venir nunca ese encuentro, o bueno tal vez sí con uno. Taiga era un CP, después de todo, por lo que no me parecía raro que estuviese involucrado en una guerra como esta. Alex... bueno, el reencuentro con ella si que fue sorpresivo. No le veía desde lo acontecido en la isla del puño. Un rubor se apoderó de mi rostro y guardé ese recuerdo bajo candando; no me iba a poner a pensar en eso en una situación así. En fin, no hubo mucho que contar sobre eso. Los tres fuimos a la ciudad y nos pusimos a observar lo que Balt nos tenía por ofrecer. Edificios, tiendas... nada de otro mundo. En el trayecto nos contamos anécdotas, pero nada fuera de lo normal. Una vez que hicimos eso, nos devolvimos a nuestros cuartos. En mi caso, me tumbé en la cama y caí en brazos de Morfeo casi al instante; todo el cansancio mental me había pasado más de la cuenta.
----------------------------
Luego de escuchar las palabras de la reina, tuve que resistir mi impulso de idiotez para apretar el segundo botón. Ella dijo que las escogió a base de nuestras habilidades y aptitudes, pero... ¿Cómo mierda sabían todo eso? ¿Acaso nos habían espiado? Mi desconfianza hacia la reina y Balt aumentaba a cada minuto, pero poco podía hacer de momento. Solo... no presionaré el segundo botón a menos que me encuentre en una situación crítica. Fruncí el ceño, me encogí de hombros y subió al barco donde, por el rabillo del ojo, vio que Alex se subía. Ella era la única en Balt con la que tenía cierta relación a excepción de Alice, y no quería hablar con ella. Así que... fui a la segura y escogí a la persona con la que podría pelear bien durante el transcurso de esta guerra.
Salí de la habitación y recordé lo que había sucedido la noche anterior. Sinceramente no vi venir nunca ese encuentro, o bueno tal vez sí con uno. Taiga era un CP, después de todo, por lo que no me parecía raro que estuviese involucrado en una guerra como esta. Alex... bueno, el reencuentro con ella si que fue sorpresivo. No le veía desde lo acontecido en la isla del puño. Un rubor se apoderó de mi rostro y guardé ese recuerdo bajo candando; no me iba a poner a pensar en eso en una situación así. En fin, no hubo mucho que contar sobre eso. Los tres fuimos a la ciudad y nos pusimos a observar lo que Balt nos tenía por ofrecer. Edificios, tiendas... nada de otro mundo. En el trayecto nos contamos anécdotas, pero nada fuera de lo normal. Una vez que hicimos eso, nos devolvimos a nuestros cuartos. En mi caso, me tumbé en la cama y caí en brazos de Morfeo casi al instante; todo el cansancio mental me había pasado más de la cuenta.
----------------------------
Luego de escuchar las palabras de la reina, tuve que resistir mi impulso de idiotez para apretar el segundo botón. Ella dijo que las escogió a base de nuestras habilidades y aptitudes, pero... ¿Cómo mierda sabían todo eso? ¿Acaso nos habían espiado? Mi desconfianza hacia la reina y Balt aumentaba a cada minuto, pero poco podía hacer de momento. Solo... no presionaré el segundo botón a menos que me encuentre en una situación crítica. Fruncí el ceño, me encogí de hombros y subió al barco donde, por el rabillo del ojo, vio que Alex se subía. Ella era la única en Balt con la que tenía cierta relación a excepción de Alice, y no quería hablar con ella. Así que... fui a la segura y escogí a la persona con la que podría pelear bien durante el transcurso de esta guerra.
- Miembro de Balt, Resumen:
- Despertarse, recordar la visita a la ciudad del día anterior, asistir a la reunión, desconfiar de la reina y subir al mismo barco de Alexandra por se la única persona que conozco.
Kasan
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Akuma no mi
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Desperté de aquel letargo que me tenía como en una nube, un limbo de nada y vacío, de eterna oscuridad. Lentamente recuperaba mis capacidades mientras trataba de analizar lo que ocurría a mi alrededor. Al igual que yo, varias personas se encontraban enjauladas en celdas, algunos estaban despiertos mientras que otros estaban aún en esa nada de la que había conseguido salir hacía minutos. Un estruendo metálico puso en movimiento las celdas que, en apenas tiempo, emergieron a una especie de arena, muy parecida al Coliseo Corrida de Dressrosa pero de un aspecto más... ¿Metálico? ¿Artificial? No sabría definir exactamente ese aspecto tan industrial, pero tampoco me intrigaba demasiado.
Las jaulas se posaban una a una en la arena mientras un extraño ser desvelaba el lugar. Por lo que entendí de sus palabras, era lo mismo que en el Coliseo Corrida. Un espectáculo en el que para sobrevivir, había que acabar con lo que nos pusieran delante. Justo lo que me gusta, ordenes simples llenas de sangre, muerte y destrucción. Al terminar de hablar, el híbrido entre humano y animal salió del lugar con un increíble salto, subiendo a las gradas con gran facilidad. Nada mas irse, las celdas se abrieron para dejarnos en el campo de batalla. Presupuse que sería un "Rey de la Arena", todos contra todos y que sobreviva el más fuerte, que equivocado estaba cuando de pronto se abrieron dos portones gigantes de acero dejando escapar a aquella gigantesca bestia.
Me dejó boquiabierto esa enorme criatura, sobretodo cuando nada más pisar el lugar, ensartó a uno de los presos que habían emergido más cerca de las puertas. Varios de los presos trataron de atacar a la criatura, por suerte, quien fuera que nos apresase había tenido la gentileza de dejarnos nuestras pertenencias. Entre varios lo entretuvieron pero, evidentemente, una bestia de ese tamaño no podías intentar matarla con un simple cuchillo. Moviendo la cabeza de lado a lado y con movimientos toscos y poderosos, la criatura mandaba por los aires a buena parte de los participantes masacrando a los más débiles a la vez que dejaba el suelo lleno de sangre, miembros amputados, cráneos reventados... Un escenario único.
Sentía como el olor de la sangre invadía todos mis sentidos, ese tono carmesí tanto en el suelo como en el cuerno de la criatura, ese olor a muerte, los gritos y llantos de algunos de los participantes en tan macabro espectáculo. Era casi idílico para mi. Pronto, la bestia se centró en uno de los participantes en concreto mientras que otro pegó un grito pidiendo que uniéramos fuerzas, sin duda era lo mejor que podíamos hacer, pero no iba conmigo aliarme a alguien que no fuese parte de los Crimson Wolves. Eso si, no iba a desaprovechar la oportunidad.
Eché a correr a por el cornudo ente mientras activaba el anillo de mi dedo, gracias un leve pago de sangre, mientras corría iba apareciendo mi compañera de batallas, mi fiel armadura Zoroo junto con sus armas, dos dagas de gran tamaño en los guanteletes y un mandoble entre mis manos. Una vez la armadura emergió por completo, utilicé el Soru para terminar de recortar toda la distancia que había entre la bestia y yo. Mientras corría me fijé en que las escamas que lo protegen iban en un único sentido, así que podía ensartarlo si le hundía el espadón en sentido contrario. Aplicando Haki sobre el arma, la velocidad de impacto del Soru y mi propia fuerza, esperaba no solo hacerle un rasguño en su protección, si no causarle daños internos masivos y con suerte, conseguir su muerte por desangrarse. El golpe fue por el costado, un buen lugar desprotegido gracias al loco que se atrevía a distraerlo.
Las jaulas se posaban una a una en la arena mientras un extraño ser desvelaba el lugar. Por lo que entendí de sus palabras, era lo mismo que en el Coliseo Corrida. Un espectáculo en el que para sobrevivir, había que acabar con lo que nos pusieran delante. Justo lo que me gusta, ordenes simples llenas de sangre, muerte y destrucción. Al terminar de hablar, el híbrido entre humano y animal salió del lugar con un increíble salto, subiendo a las gradas con gran facilidad. Nada mas irse, las celdas se abrieron para dejarnos en el campo de batalla. Presupuse que sería un "Rey de la Arena", todos contra todos y que sobreviva el más fuerte, que equivocado estaba cuando de pronto se abrieron dos portones gigantes de acero dejando escapar a aquella gigantesca bestia.
Me dejó boquiabierto esa enorme criatura, sobretodo cuando nada más pisar el lugar, ensartó a uno de los presos que habían emergido más cerca de las puertas. Varios de los presos trataron de atacar a la criatura, por suerte, quien fuera que nos apresase había tenido la gentileza de dejarnos nuestras pertenencias. Entre varios lo entretuvieron pero, evidentemente, una bestia de ese tamaño no podías intentar matarla con un simple cuchillo. Moviendo la cabeza de lado a lado y con movimientos toscos y poderosos, la criatura mandaba por los aires a buena parte de los participantes masacrando a los más débiles a la vez que dejaba el suelo lleno de sangre, miembros amputados, cráneos reventados... Un escenario único.
Sentía como el olor de la sangre invadía todos mis sentidos, ese tono carmesí tanto en el suelo como en el cuerno de la criatura, ese olor a muerte, los gritos y llantos de algunos de los participantes en tan macabro espectáculo. Era casi idílico para mi. Pronto, la bestia se centró en uno de los participantes en concreto mientras que otro pegó un grito pidiendo que uniéramos fuerzas, sin duda era lo mejor que podíamos hacer, pero no iba conmigo aliarme a alguien que no fuese parte de los Crimson Wolves. Eso si, no iba a desaprovechar la oportunidad.
Eché a correr a por el cornudo ente mientras activaba el anillo de mi dedo, gracias un leve pago de sangre, mientras corría iba apareciendo mi compañera de batallas, mi fiel armadura Zoroo junto con sus armas, dos dagas de gran tamaño en los guanteletes y un mandoble entre mis manos. Una vez la armadura emergió por completo, utilicé el Soru para terminar de recortar toda la distancia que había entre la bestia y yo. Mientras corría me fijé en que las escamas que lo protegen iban en un único sentido, así que podía ensartarlo si le hundía el espadón en sentido contrario. Aplicando Haki sobre el arma, la velocidad de impacto del Soru y mi propia fuerza, esperaba no solo hacerle un rasguño en su protección, si no causarle daños internos masivos y con suerte, conseguir su muerte por desangrarse. El golpe fue por el costado, un buen lugar desprotegido gracias al loco que se atrevía a distraerlo.
- Resumen Atrapados en Zal:
- No pude postear en el inicio, así que este post vale como el inicio y la primera moderación: Despierto, observo mi alrededor, nos sueltan en la arena, aparece el rinoceronte, se presenta una oportunidad e intento ensartarlo combinando Haki Armadura+Soru+Las propias características del arma.
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El olor de aquella chica era demasiado familiar para el rubio, era como si hubiera visto a aquella joven en algún otro lugar. La cosa era que, era un aroma que podía asimilar cada poco tiempo, por lo que le vino una imagen del CP. Decidió dejar de pensar en ello y continuar con aquella pequeña exploración. La noche iba a ser larga y también tenía planeado dormir antes de partir hacia la batalla. Estaba ansioso de probar sus nuevas habilidades debido a su extremo entrenamiento en el desierto de Arabasta. Había llegado a un punto monstruosamente increíble a la hora de emplear los poderes de su fruta. Era cierto que el buen entrenamiento había que hacerlo lo mejor posible. Ahora deseaba probarlo con los verdaderos villanos de aquel lugar, cosa que investigaría por el momento antes de irse a dormir.
Cuando hubo terminado de explorar el lugar con aquellas dos personas, volvió a su habitación y se dedicó a dormir. Roncaba como una morsa y era algo que debía admitir, pero no le importaba lo que dijeran los demás. Las quejas de Ushio ya eran suficientes como para oír más. Era una lástima lo que iba a tener que hacer, pero no había otro remedio a lo que tenía planeado. Todo era culpa de una maldita misión en la que le habían encargado ir a por Hinori. El gobierno a veces se pasaba demasiado tanto con él como con los demás. No se molestaban en mirar los motivos de los precios de las personas a capturar.
A la mañana siguiente, el lobo había comido como una morsa, disfrutando de todos aquellos manjares que le habían puesto. También había bebido bastante zumo de naranja, agua y leche. Se encontraba en forma y preparado para mostrar su verdadera fuerza. Sonrió de lado y se colocó en pie, dando unos cuantos golpes al aire para ir calentando. Tras el discurso, él ya estaba de camino a uno de aquellos barcos. No había seguido a nadie en concreto y le daba lo mismo ir solo, pues tampoco es que tuviese muchos amigos. Se sentó en la borda, mostrando una sonrisa amigable en todo momento y se cruzó de brazos.
- ¡Es el momento de trabajar!
Gritó de forma animada mientras acariciaba el Den Den Mushi de su bolsillo, por si el gobierno quería contactar con él de alguna forma. El taco de villar de su espalda tampoco podía faltar en aquella ocasión, pues lo usaría de ser necesario. No le tenía mucho manejo, pero al ser la primera arma que usó, le gustaba demasiado.
Cuando hubo terminado de explorar el lugar con aquellas dos personas, volvió a su habitación y se dedicó a dormir. Roncaba como una morsa y era algo que debía admitir, pero no le importaba lo que dijeran los demás. Las quejas de Ushio ya eran suficientes como para oír más. Era una lástima lo que iba a tener que hacer, pero no había otro remedio a lo que tenía planeado. Todo era culpa de una maldita misión en la que le habían encargado ir a por Hinori. El gobierno a veces se pasaba demasiado tanto con él como con los demás. No se molestaban en mirar los motivos de los precios de las personas a capturar.
A la mañana siguiente, el lobo había comido como una morsa, disfrutando de todos aquellos manjares que le habían puesto. También había bebido bastante zumo de naranja, agua y leche. Se encontraba en forma y preparado para mostrar su verdadera fuerza. Sonrió de lado y se colocó en pie, dando unos cuantos golpes al aire para ir calentando. Tras el discurso, él ya estaba de camino a uno de aquellos barcos. No había seguido a nadie en concreto y le daba lo mismo ir solo, pues tampoco es que tuviese muchos amigos. Se sentó en la borda, mostrando una sonrisa amigable en todo momento y se cruzó de brazos.
- ¡Es el momento de trabajar!
Gritó de forma animada mientras acariciaba el Den Den Mushi de su bolsillo, por si el gobierno quería contactar con él de alguna forma. El taco de villar de su espalda tampoco podía faltar en aquella ocasión, pues lo usaría de ser necesario. No le tenía mucho manejo, pero al ser la primera arma que usó, le gustaba demasiado.
- Miembro Balt [Resumen]:
- Explorar con Eichi y Alex, dormir, comer como morsa, irse solo a un barco y gritar animado.
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Akuma no mi
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La chica se había quedado profundamente dormida mientras vigilaba la puerta de su capitán, y teniendo en cuenta que nada la había despertada, pensó que su objetivo había sido cumplido. Al menos cuando notó unos toquecitos y levemente fue abriendo los ojos. La primera imagen que se encontró fue la del dragón. Le dedicó una sonrisa dulce y se colocó en pie. Le dolía un poco el hombro izquierdo, pero nada que pudiera estorbarla en un combate, por lo que suspiró después. Se llevó la mano derecha a los cabellos y se los acarició un poco. Era el momento de pelear y ella estaba más que preparada para ello. Si había agua cerca, podría usar sus habilidades aprendidas en Water Seven, en las que se centró en la respiración acuática y la movilidad bajo ella.
Sus ojos se abrieron un poco más de la cuenta cuando de aquel frasco del capitán surgió un pequeño mapache con un brazo de hierro o algo así. No podía creer que aquella monada fuese real y estuvo a punto de lanzarse a abrazarlo, pero en aquel momento no era importante. No le pensaba quitar el ojo de encima al pequeño durante aquella batalla. Se había encariñado con él. Encima aquel brazo le hacía mucho más mono y pensaba cuidarlo muchísimo. Se quedó cerca de él y comenzó a caminar con el dragón hacia la sala principal. Con aquella cosa en su muñeca y la otra del equipo en la otra, esperaba que no le estorbasen mucho. Ella combatía con los brazos por algo, aunque también sabía usar las piernas bastante bien.
Una vez terminó el discurso y se hallaban en el ascensor, se mantuvo callada en todo momento. Se colocó despacio la capucha, dejando solo a la vista sus ojos perla. Chocó ambos puños con fuerza y dirigió su mirada hacia el frente. Esta vez sería muy distinto a lo que pasó en la isla de los Tenryubitos. Se sentía con fuerzas de enfrentarse a cualquier oponente sin problemas. Era la nakama de Dexter y tenía que mostrar a todo el mundo que no estaba con él por nada. Soltó un enorme suspiro y después se puso a la derecha del dragón, dedicándole una agradable mirada.
- Capitán, gracias por todo.
Le dijo de la forma más dulce posible. Quería agradecerle aquellos años cuidándola y enseñándola a ser libre. Sabía que aquel yonkou tenía el poder de aplastar a cualquiera, pero ella derrotaría a todo aquel que le faltara el respeto delante de ella. Estaba demasiado encariñada con el dragón y para ella todo lo que tenía en el mundo.
Sus ojos se abrieron un poco más de la cuenta cuando de aquel frasco del capitán surgió un pequeño mapache con un brazo de hierro o algo así. No podía creer que aquella monada fuese real y estuvo a punto de lanzarse a abrazarlo, pero en aquel momento no era importante. No le pensaba quitar el ojo de encima al pequeño durante aquella batalla. Se había encariñado con él. Encima aquel brazo le hacía mucho más mono y pensaba cuidarlo muchísimo. Se quedó cerca de él y comenzó a caminar con el dragón hacia la sala principal. Con aquella cosa en su muñeca y la otra del equipo en la otra, esperaba que no le estorbasen mucho. Ella combatía con los brazos por algo, aunque también sabía usar las piernas bastante bien.
Una vez terminó el discurso y se hallaban en el ascensor, se mantuvo callada en todo momento. Se colocó despacio la capucha, dejando solo a la vista sus ojos perla. Chocó ambos puños con fuerza y dirigió su mirada hacia el frente. Esta vez sería muy distinto a lo que pasó en la isla de los Tenryubitos. Se sentía con fuerzas de enfrentarse a cualquier oponente sin problemas. Era la nakama de Dexter y tenía que mostrar a todo el mundo que no estaba con él por nada. Soltó un enorme suspiro y después se puso a la derecha del dragón, dedicándole una agradable mirada.
- Capitán, gracias por todo.
Le dijo de la forma más dulce posible. Quería agradecerle aquellos años cuidándola y enseñándola a ser libre. Sabía que aquel yonkou tenía el poder de aplastar a cualquiera, pero ella derrotaría a todo aquel que le faltara el respeto delante de ella. Estaba demasiado encariñada con el dragón y para ella todo lo que tenía en el mundo.
- Miembro Zilda :
- Enamorarse de Rocket (?), Ir con Dexter, hablarle tras salir del ascensor e ir pegada a él.
Ban Midou IV
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Vaya loco. Ban escuchó las palabras del tal Oda un poco acojonado. Si el líder dejaba la guerra en manos de ese tipo, fijo que morían todos. Su aura no solo era muy débil, estaba seguro que de un guantazo con la mano abierta podía vencerlo sin problemas. Soltó un enorme suspiro deseando que aquel tipo sin brazo tuviese dos dedos de luces y no condenara a Sarka a la derrota. Por otro lado y dejando de pensar en el loco del parche, se dio cuenta de que Zero logró llevarse de la sala al jefe y eso le hizo alzar una ceja. A lo mejor Meneror no se tomaba aquello bien, pero sinceramente a él no le afectaba. Viendo que su líder continuaba allí sentado, decidió largarse a dormir para tener fuerzas al día siguiente y con un único rezo en su mente. Que no dejaran manejar aquello al tipo del aura débil.
A la mañana siguiente se hallaba junto al peliblanco, a su lado derecho y esperando órdenes. Escuchó el grito del tipo del parche y de nuevo le entraron ganas de llorar. Si sobrevivían a aquello, pensaba organizar una campaña para asesinar a aquella persona. Se lo merecía de sobra. Dudaba que aquella gente tuviese balas del mineral que dañaba a los usuarios de las frutas. De hecho ¿Conocerían a los usuarios de las frutas? ¿El tío del parche ya sabía que había gente con fruta? No entendía nada, pero mientras los capullos con rifles se alejaran de él, todo estaría correcto. El joven entonces le habló al jefe de su mafia con tranquilidad.
- Señor, ese hombre nos va a conducir a la ruina. Me alegro sinceramente de trabajar para usted y no para él. – El tono fue increíblemente sincero.
Ban agradecía estar con un gruñón amante del vino y con un genio de la hostia antes que con el hombre del parche. Soltó un suspiro y después esperó las órdenes del peliblanco para saber lo que iban a hacer durante la guerra.
A la mañana siguiente se hallaba junto al peliblanco, a su lado derecho y esperando órdenes. Escuchó el grito del tipo del parche y de nuevo le entraron ganas de llorar. Si sobrevivían a aquello, pensaba organizar una campaña para asesinar a aquella persona. Se lo merecía de sobra. Dudaba que aquella gente tuviese balas del mineral que dañaba a los usuarios de las frutas. De hecho ¿Conocerían a los usuarios de las frutas? ¿El tío del parche ya sabía que había gente con fruta? No entendía nada, pero mientras los capullos con rifles se alejaran de él, todo estaría correcto. El joven entonces le habló al jefe de su mafia con tranquilidad.
- Señor, ese hombre nos va a conducir a la ruina. Me alegro sinceramente de trabajar para usted y no para él. – El tono fue increíblemente sincero.
Ban agradecía estar con un gruñón amante del vino y con un genio de la hostia antes que con el hombre del parche. Soltó un suspiro y después esperó las órdenes del peliblanco para saber lo que iban a hacer durante la guerra.
- Miembro Sarka:
- - Ver el aura de Oda y suspirar al ser tan debil, rezar porque no le dejen manejar la guerra, planear su asesinato en un futuro (?) hablarle a Meneror, continuar desconfiando de Oda (?)
Zack Suky
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Nada más comenzar mi paseo no tardó en llegar a mis oídos el dulce tamborileo del martillo contra el metal. Era música para mis orejas y me dejé guiar por aquella sinfonía hasta un habitáculo que se usaba de taller. Dentro pude ver a varios encapuchados trabajando sin parar forjando pequeñas piezas de metal que luego se llevaban. Estuve un rato observando como moldeaban el metal hasta que decidí seguirles para averiguar a donde llevaban aquellas piezas. Por el camino pasamos por varios talleres más parecidos al anterior, de los cuales terminaba teniéndome que ir tras varias miradas furibundas, aunque no desistí en mi empeño de seguir viendo como trabajaban ya que el líder nos había dado permiso para mirar por donde quisiésemos y ninguno me echaba directamente de los talleres y así fue como me tiré media noche investigando su forma de trabajar en el metal mientras tomaba nota de todo en la libreta que siempre me acompañaba.
Tras mi paseo nocturno cogiendo notas volví buscando el cuarto de la semigiganta con ganas de enseñarle todo lo que había visto, pero me encontré que la joven estaba sumida en un apaciguador sueño y no quise molestarla, asique terminé volviendo a mi cuarto para descansar antes del duro día que se nos avecinaba. Sólo esperaba que nuestro despistado capitán se tomase en serio la situación, ya que nuestros enemigos debían ser fuertes si llevaban veinte años sobreviviendo al poder armamentístico de nuestros “aliados”.
A la mañana siguiente me desperté encendiéndome un cigarro como cada mañana y con la visita de uno de aquellos sirvientes que no tardó en dirigirme hacia donde se encontraba Grum con otros dirigentes y el grueso militar que nos acompañaría. Me fijé en que a varios de ellos los había visto trabajando la noche anterior en los talleres. No tenían aspecto de guerreros y en parte era algo preocupante, puesto que quizás nuestros anfitriones nos querían usar de carne de cañón mientras ellos disparaban con aquellas máquinas desde la lejanía. Pues lo llevaban claro si pretendían hacer eso, ya que no iba a jugar mi pellejo por nadie que no sea yo. Sobre Sarah tendría el ojo siempre puesto, pero sabía por experiencia propia que sabía defenderse mejor incluso que yo y Arribor no solía necesitar ayudar en un combate. Él solo se valía, el muy maldito es una mala bestia.
De las palabras de Grum escuché sobre los mecanismos de los colgantes y poco más, ya que cuando hizo el comentario sobre los fuegos artificiales arrugué el “hocico”, pero hice caso omiso en cuanto nos dijo que podíamos llevarnos lo que quisiésemos de allí. Mi vena de herrero rápidamente floreció y me dispuse a hurgar entre todas las cosas buscando las armas de mayor calidad. Mi frikismo con ellas al fin podría valerme de algo.
Una vez terminé de “recoger” todo lo que pude de nuestro excéntrico anfitrión me dirigí hacia las embarcaciones sin despegarme de mis compañeros de banda. Sarah se mostró algo preocupada, asique intenté quitarle hierro al asunto.
- No te preocupes pequeña, parece por nuestro equipo que atacaremos de lejos – dije señalando las extrañas máquinas de guerra del lugar mientras que con la otra mano sacaba otro pitillo. - Además nos acompaña “el tito sangriento”, el cual no creo que deje que nos maten así como así. ¿Sino quién lo aguantaría aparte de su morsa? – terminé en tono jocoso luciendo una de mis mejores sonrisas.
Tras mi paseo nocturno cogiendo notas volví buscando el cuarto de la semigiganta con ganas de enseñarle todo lo que había visto, pero me encontré que la joven estaba sumida en un apaciguador sueño y no quise molestarla, asique terminé volviendo a mi cuarto para descansar antes del duro día que se nos avecinaba. Sólo esperaba que nuestro despistado capitán se tomase en serio la situación, ya que nuestros enemigos debían ser fuertes si llevaban veinte años sobreviviendo al poder armamentístico de nuestros “aliados”.
A la mañana siguiente me desperté encendiéndome un cigarro como cada mañana y con la visita de uno de aquellos sirvientes que no tardó en dirigirme hacia donde se encontraba Grum con otros dirigentes y el grueso militar que nos acompañaría. Me fijé en que a varios de ellos los había visto trabajando la noche anterior en los talleres. No tenían aspecto de guerreros y en parte era algo preocupante, puesto que quizás nuestros anfitriones nos querían usar de carne de cañón mientras ellos disparaban con aquellas máquinas desde la lejanía. Pues lo llevaban claro si pretendían hacer eso, ya que no iba a jugar mi pellejo por nadie que no sea yo. Sobre Sarah tendría el ojo siempre puesto, pero sabía por experiencia propia que sabía defenderse mejor incluso que yo y Arribor no solía necesitar ayudar en un combate. Él solo se valía, el muy maldito es una mala bestia.
De las palabras de Grum escuché sobre los mecanismos de los colgantes y poco más, ya que cuando hizo el comentario sobre los fuegos artificiales arrugué el “hocico”, pero hice caso omiso en cuanto nos dijo que podíamos llevarnos lo que quisiésemos de allí. Mi vena de herrero rápidamente floreció y me dispuse a hurgar entre todas las cosas buscando las armas de mayor calidad. Mi frikismo con ellas al fin podría valerme de algo.
Una vez terminé de “recoger” todo lo que pude de nuestro excéntrico anfitrión me dirigí hacia las embarcaciones sin despegarme de mis compañeros de banda. Sarah se mostró algo preocupada, asique intenté quitarle hierro al asunto.
- No te preocupes pequeña, parece por nuestro equipo que atacaremos de lejos – dije señalando las extrañas máquinas de guerra del lugar mientras que con la otra mano sacaba otro pitillo. - Además nos acompaña “el tito sangriento”, el cual no creo que deje que nos maten así como así. ¿Sino quién lo aguantaría aparte de su morsa? – terminé en tono jocoso luciendo una de mis mejores sonrisas.
- Resumen Sarka:
- - Seguir investigando y cogiendo apuntes de todo.
- Descansar.
- Desconfiar de nuestros anfitriones, pero coger todo lo que vea de buena calidad y pueda llevarme.
- Reunirme en la embarcación con el resto de "héroes", pero mantenerme al lado de Arribor y Sarah
Normas del Capítulo:
- Se podrá postear cuantas veces se desee, dejando tres mensajes entre envío y envío. Sin embargo, sólo se tendrá en cuenta el último de estos.
- Cada post debe ir acompañado de un Spoiler titulado como la facción a la que pertenecéis. En él debéis resumir el transcurso de vuestras acciones (incluyendo posts anteriores). Si un post no tiene resumen, no será tenido en cuenta a la hora de moderar.
- Se moderará cada 48-72 horas. Sin embargo, se pide que no posteéis más allá de las 48.
- Se obtiene lo merecido según el riesgo y la calidad de las acciones.
- No se tendrá en cuenta la longitud de los posts a la hora de determinar la experiencia.
- Cada post debe tener un mínimo de 300 palabras.
- Si un post tiene más de quince faltas de ortografía por párrafo, no se tendrá en cuenta.
- A pesar de que ya no exista, el barco de Sons of Anarchy podría ser destruido de nuevo.
- Existe la ley del plot, pero no funciona si no sigues la personalidad de tu personaje. No va a haber avisos.
- La ley del plot no es a prueba de idiotas.
- Tres saltos consecutivos de turno implican la retirada del capítulo o la muerte del personaje, según si la situación era de riesgo o no.
- Mucha gente ha pedido despertar Haki del Rey. Sólo uno lo despertará. Trabajáoslo.
- El metarrol se paga con hierro.
- En general, si os portáis bien, se os recompensa. Si no... Bueno, no queréis saberlo. En serio, no queréis.
- En futuras moderaciones podrían añadirse normas según se vea necesidad.
- El mapa de la Isla será el siguiente:
- Mapa de la Isla:
- El espacio que se puede recorrer por moderación es el de un "Cuadradito". Si utilizáis Power Ups activamente podéis ir más deprisa, pero podríais cansaros.
- Mapa en malla:
- Balt está en blanco, Meln en Negro, Zilda en azul, Zal en verde y Sarka en rojo. En el centro de la Isla está la ciudad Imperial (el gran cuadrado blanco), y en amarillo las 35 centrales de Abastecimiento.
- Si nos hemos olvidado de algo, avisad por favor.
- Esta moderación en concreto durará entre 72-96 horas.
Moderaciones Individuales
- Danio:
- El barco zarpa. Tu estómago está lleno. Si no fuera porque estás yendo a la guerra, sería un día glorioso. ¡Mira, si hasta hay una libélula!Y no es lo único, otra gyojin te está mirando (Valia)
- Corvo:
El pretor te responde distraído: -F.R.A.N.CI.S es un prototipo, único en su especie. Utiliza un motor de combustión, por supuesto. Y ¿Para qué quieres que alguien active el palo Kaboon a distancia si hay que moverlo a mano de todas formas?
El resto de la mañana pasan sin pena ni gloria y tú y tus robots embarcáis con ilusión. El barco zarpa rumbo a Encuentro.
- Rezvan:
- Arribor te responde algo mosqueado. Te vas a dormir y a la mañana siguiente, tras asistir al discurso del hombre embarcas con los demás.
- Arribor, Zack y Sarah:
- Dormís como un tronco y a la mañana siguiente llegáis a los astilleros sin problemas. Zack, has encontrado un palo muy raro con un botón. Es un láser de alta intensidad y corto alcance. Dirías que si hubiera que ubicarlo en una película sería en “Galactic Wars”, o “La guerra de las estrellas”.
- Enra:
- Tu pelo está hermoso hoy. Perfecto para la batalla. La mañana transcurre sin incidentes y embarcas en el mismo barco que Madara
- Kasai, Neo, Nostariel:
- Desayunáis y os subís al barco sin más incidentes. Neo salta sobre una desprevenida Yoko. Qué hermoso día.
- Power Rangers Ninja y Al:
Valia y Osu: Consigues abrir la puerta. Al otro lado os espera un escenario entre sorprendente y violento. Hay varios guerreros de Balt ahí dentro, la sala está en penumbra pero distinguís la escena. Dos de ellos están peleando el uno contra el otro, mientras el resto los rodean y animan. Parece ser un pasatiempo común para ellos, pero los golpes no son precisamente ligeros. Os vais por donde habéis venido y conseguís dormir algo entre turno y turno. A la mañana siguiente embarcáis con el resto
Krauser y Ai: Robáis comida como las dos ratas que sois (¿) y tras eso vais hacia los barcos junto al resto. Embarcáis todos juntos sin más problemas. Al te acosa y sube con vosotros.
- worgulv:
- Te equipas con la pechera y las hombreras y prácticamente saltas a bordo del barco dispuesto a darlo todo en la batalla.
- Maximilian:
- De desayuno… Albóndigas. Y pavo, y bueno, en general hay un montón de cosas, todo carne roja bastante pasada, algo seca. También hay bacon frito, salchichas y en general, poco verde. En general comida de batalla, hipercalórica. Tras desayunar te estiras, descansado y listo para la acción.
- Arthur:
- Grum despacha a otro tío antes de girarse y tras mirarte de arriba abajo, responde:
-Más o menos este.- Dice señalando con su única mano. Miras en esa dirección y ves cómo otro hombre dispara a F.R.A.N.C.I.S. El disparo se pierde a lo lejos y tras algunos segundos ves una característica forma de hongo llenar el horizonte. Hermoso.
Tras eso, decides darlo por imposible y embarcas junto al resto. ¿Tú estás seguro de dónde te has metido?
- Heaten y Jack:
- El capitán te responde a su curiosa manera. Pasáis el día por aquí y por allá y al final embarcáis junto al resto.
- SANS, DRANSER Y SILVER:
- Sans, el señor al que le preguntas no parece estar muy interesado en tus problemas; parece, de hecho, que no tiene demasiadas ganas ni siquiera de hablar contigo.- Ssí, ssí, de essass tenemoss unass cuantass- dice con un seseo que se te torna hasta desagradable por el tono en el que lo dice. Mientras él busca sin muchas ganas algo en una caja a unos metros de ti se te acerca Dranser, bastante amigable. De la misma forma un poco más tarde se acerca Silver. Quizá conozcas a alguno y quieras hablar con ellos, o quizá quieras ignorarlos. Quién sabe. Antes de marcharos los tres -ya sea juntitos como el típico grupo de amigos o por vuestra cuenta- el señor al que le pediste la munición te pasa una caja con unas veinte de ellas encogiéndose de hombros, como diciéndote que no tiene más o que no le importa que se te acaben; quizá encuentres luego a alguien más amigable.
Tras un rato caminando tras pararse el ascensor y tras seguir las indicaciones de uno de los soldados acabáis llegando al barco que os llevará. No tarda mucho en zarpar.
- ADAM Y ASLAUG:
- Adam, cuando quieres darte cuenta todas tus preguntas se las has hecho al aire, pues el ascensor se puso en marcha justo al terminar el pretor de hablar. La verdad es son unos maleducados; ya tendrás oportunidad más tarde de hacerle esas preguntas a alguien que quiera responderlas. La ciudad, la cual no puedes explorar demasiado por la prisa que os meten para llegar al barco, ves que es como cualquier otra ciudad metropolitana, sin tanto autómata, aunque con un pequeño detalle: la mayoría de tiendas y negocios están cerrando. Parece que tienen el horario inverso al habitual.
Mientras tanto, Aslaug, te diriges sin dirigirle una palabra prácticamente a nadie hacia el barco al que te dijeron al que debías ir. A medio camino te chocas con una persona que no pareces conocer, Adam, el cual, al parecer, tiene el mismo objetivo que tú. Quizá deberíais hablar y haceros amigos antes de llegar a Encuentro, o a lo mejor preferís ir ambos a vuestra bola. En cualquier caso, ambos llegáis al barco poco antes de que este zarpe.
- XEMNAS Y MISA:
- Bueno, ¿la noche bien, no? Siempre es bueno soltar algo de adrenalina antes de una buena batalla. En cualquier caso, tras el desayuno os dirigís al barco que os llevará a Encuentro y al rato este zarpa.
- ELYA:
- No hay mucho con lo que pasar el rato por ahí sola, ¿eh? Pero bueno, estamos para trabajar, ¿verdad? Te diriges directamente hacia donde está el barco que os han comentado. Tras un tropiezo estúpido acabas chocando con un tipo enorme envuelto en armadura completa. Imagino que alguno se disculpará y, a lo mejor, no os vendría mal a ninguno de los dos el presentaros e intentar socializar; al fin y al cabo, parece que ambos pertenecéis al mismo bando. Aunque siempre podéis iros cada uno por vuestro lado. Poco después zarpáis sin más.
- NOCTURNE, YOSHI, BIZVAN, CIARAN Y TOBIAS:
- Quien tiene buena noche no puede tener buen día... ¿O no es por eso? Bueno, lo que sea. Tras el desayuno Bizvan se os une y va con vosotros hacia el barco.
Nocturne, tu haki no te dice mucho sobre las personas con armadura, su aura es como la de cualquier otro humano, aunque no por ello sigue pareciéndote menos extraño toda esa escena en su conjunto. Quizá averigües más en el barco o en la batalla. A lo mejor tan solo son paranoiais tuyas.
En cualquier caso, tras un rato caminando os juntáis con Tobías y Ciaran, que parece habían estado juntos. Al llegar a la embarcación esta tarda un buen rato, pero acaba zarpando dejando atrás Balt.
- YOKO Y NEO:
- Yoko, de repente notas algo, a Neo, colgándote del cuello. Quizá debas quitártelo de encima con una llave militar rusa. Aunque quizá sea amigable, por eso de que sonríe, además, te suena de algo, de que lo conoces, posiblemente.
Tras el desayuno decidís poneros ambos en marcha hacia el barco y las aventuras que os esperan, tanto si decidís ir juntos como si Yoko te pega una paliza, Neo. En cualquier caso, tras llegar y, apenas unos minutos después, zarpáis.
- Alexandra y Eichi:
- Subís al barco y no veis nada fuera de lo común, los tripulantes de la facción de Balt van de un lado a otro terminando de asegurar que todo está en su sitio, un chico más joven que anda cargando con una pesada caja (debe tener unos quince años, aunque sus ojos parecen más viejos, quizás por haber nacido en medio de una guerra), la cual se le va escurriendo por el peso, por lo que va muy despacio; se tropieza con una cuerda que hay esparramada por el suelo y se cae, cayéndose junto a la caja que llevaba. ¿Vais a ayudarle o preferís ver qué había en la caja? Si hacéis lo segundo veréis que se trata de munición para los guerreros de Balt que os acompañan. Cuando terminan, el barco zarpa.
- Zero:
- El barco en el que te subes zarpa mientras tú sigues filosofando sobre la vida, comparándola con el arroz y el pollo.
- Alwyn y Zuko:
- Os encontráis antes de subir al barco y ninguno parece interesado en comenzar una conversación. Zuko parece estar algo nervioso, más aún cuando escucha una voz femenina de alguien desconocido a sus espaldas, tal vez esta le haya hecho acordarte de lo de anoche, aunque la chica de la que surge la voz no es esa pelirroja. El barco zarpa en cuanto suben todos a bordo.
- Madara y Vilya:
- Notáis que el murciélago está en el mismo ascensor que vosotros, puede daros igual o podéis pensar que os está siguiendo, quizás solo sea casualidad. Como fuera, cuando salís del ascensor subís al barco, el cual zarpa sin problemas.
- Kotaro:
- Subes al barco y este zarpa hacia su destino. En el barco puedes decidir buscar algún rincón tranquilo para seguir descansando o dar una vuelta por el barco, lo mismo encuentras algo interesante como donde guardan las municiones, encontrarte a gente divirtiéndose, apostando al póker. ¿Quién sabe?
- Amaiar, Milena, Syxel, Zane, Hakuna, Bleyd:
- Bueno, los grupitos se van formando poco a poco y parece que el vuestro es de los más grandes. ¿Tal vez sea por la popularidad de Zane? Una pena que no hayas atraído a ninguna chica guapa con la que poder… En fin. En cambio, se os acerca alguien al grupito, un hombre bastante corpulento del que quizás hayáis oído hablar alguna vez, lo mismo hasta os conocéis. Lleva consigo un bicho peludo y rosado, ¿le acogéis en el grupito? Por cierto, para quién no se haya dado cuenta, tenéis el día libre, por si os apetece dar una vuelta por los alrededores, hasta mañana por la mañana no necesitan que os presentéis de nuevo. ¿Y si preguntáis a los guardias? Si lo hacéis, os darán indicaciones sobre puntos de interés para turistas, como una taberna cercana a la fortaleza en la que os encontráis. Por lo visto es el mejor sitio para irse de fiesta, aunque quizás no sea lo mejor antes de una guerra. Si no os interesa, siempre podéis dar una vuelta por la zona en la que se os permite estar e ir a dormir.
- Ichizake:
- Parece que no te encuentras muy bien. Quizás el intentar leer la mente de tanta gente una detrás de otra no haya sido una buena idea, al igual que el leer a la pequeña Yoai. Te sientes algo mareado y quizás caigas al suelo si decides pasearte por ahí solo, así que lo mejor sería que descansases hasta que llegara la mañana siguiente. La cama no es de lo más cómodo, pero podría ser peor.
- Ryuken y Galia:
- Antes de salir de la sala escucháis alboroto al fondo, por lo visto alguien ha detenido la marcha de la chiquilla indefensa que es Yoai para tratar de cortejarla, usando una técnica un tanto extraña para hacerlo. Si que tenéis unos compañeros peculiares. Pero no hacéis mucho caso y seguís con lo vuestro. Salís de la sala y os encamináis juntos a vuestras habitaciones. Tenéis tiempo para platicar, organizar algún plan para lo que sea que queráis conseguir, si decidís ir juntos o descansar y prepararos para la batalla de mañana.
- Gusi:
- Parece que has logrado llamar la atención de la niña, quien te dedica una cándida sonrisa, antes de acercarte y agradecerte con voz dulce tus buenas intenciones hacia ella. Te da un beso en la mejilla a modo de agradecimiento. Tras eso se va y no te vuelves a encontrar con ella. El día va transcurriendo y ya queda menos para la batalla. Por cierto, a lo largo del día te das cuenta de que en dónde has sido besado ha surgido lo que aparenta ser una picadura, una my grande y molesta, que te duele. También te sientes bastante mareado.
- Kai:
- El ascensor empieza a bajar antes de que te responda nadie, pero a los pocos segundos un mensaje llega a tu pulsera. “Por suerte los suyos no están preparados para esto. Respecto a la mimetización… Se irá revelando según haya capacidad energética”. Es un mensaje de Texto corto, pero comprensible. Parece propio de esta gente, vaya. Finalmente, tras hablar con Dexter y subir al barco, eres el primero en ver una gran mesa con comida.
- Taiga-chan:
- te subes al barco, y Encuentro espera. Es el momento de luchar por tus ideales y conseguir todo aquello que vale la pena. Sientes placidez debido a alimentarte cual morsa.
- Meneror y Ban:
- Tras explorar la isla y hacer algo de turismo, ver a un tipo bañándose en un lago de lava y sexo entre dos rinocerontes subís a vuestros barcos, para seguir finalmente a la gran flota de Sarka. Tal vez una mala opción, en una hora había mucho tiempo para charlar, pero mejor la seguridad.
- Oda:
- Tu voz es escuchada, y algunos se giran hacia ti.
-¡No tenemos nada tan pequeño como un rifle!- te gritan, y entre risas vuelven al camino.
Y es cierto, en sus espaldas puedes apreciar enormes lanzamisiles, lanzagranadas, cañones, armas de ciencia ficción… Todo parece muy bruto, como si su idea de asalto fuera exterminar lo que se ponga por delante y arrasar con todo. De hecho, nadie se te une, pero te lanzan un arma bastante pesada. Debe ser cansado de llevar, pero su potencia de fuego será increíble.
Tras eso, te unes a Sarah.
- DAFNE Y KODAMA:
- Kodama, la vida de un árbol es difícil, ¿eh? La próxima vez podrías intentar dormir en una cama, a lo mejor te gusta y todo. En tu camino hacia el barco, algo justo debido al tiempo que te tomaste para vestirte, se tropieza una chica contigo, Dafne, la cual también iba un poco apurada.
Quizá deberíais hacer migas, por eso de que estáis en el mismo bando y siempre es bueno contar con gente que te cubra las espaldas. Aunque también podéis seguir vuestro camino ignorándoos el uno al otro. En cualquier caso, llegáis al barco el cual zarpa poco después de haber subido vosotros.
- Blue Rose en Zilda:
- Dexter: Tras la reunión y explicar sus dudas a Adam y encontrarte con Ushio en el ascensor, cosa te sorprende y que causa cierta irritación en la alimaña, parece que cada uno decide seguir otro camino a la hora de ir al barco, aunque antes de eso, Ushio te entrega la foto de una pelirroja a la que espera que protejas si a él le pasa algo, o si te la encuentras y el no está cerca. No sabes cuándo ha pasado, pero te has separada de tus compañeros, quizás se hayan perdido entre la multitud, pero bueno, ya os reencontrareis en el barco, el cual zarpará dentro de poco así que estaría bien darse prisa, o siempre puedes ir con más calma y seguirlo volando hasta su destino.
Hinori (y Rocket, en caso de poder incorporarse en la moderación): Dexter te dedica una sonrisa amable ante tus palabras, haciendo que obvies el hecho de que Ushio no te ha dicho nada en lo que lleváis en el ascensor, antes de que la multitud os separe y te quedes a solas con el mapache, el cual puedes intentar abrazar para que no se pierda, aunque Quizás intente escaparse o se vuelva arena otra vez. Tras aquello te diriges al barco, donde buscas a los demás.
Ushio: Bien, te has reencontrado con tu tripulación, has hablado con Dexter, tratando de ignorar a la alimaña y después te has encaminado al barco, también podrías haberle dedicado un par de palabras a Hinori, en vez de ignorarla como soléis hacer, pero ya es tarde. Subes al barco y al hacerlo te das cuenta de que has llegado por tu cuenta. Tal vez debieras buscar a tus compañeros para reagruparos. Si lo haces usando el Haki de mantra, te darás cuenta de que tu capitán aún no ha subido al barco.
Deathstroke: Tras la reunión, pareces ser el rezagado de los Blue roses, pues no te cruzas con los demás, al menos no hasta que llegas al barco. Eso sí, te tropiezas con una chica de cabello blanco, o más bien, es ella la que se tropieza contigo, parece que iba apurada y no se fijó por donde caminaba.
- Atrapados en Zal:
- Slaugterhorn va recibiendo la mayoría vuestros ataques, pero es como una montaña con patas, el cual apenas se inmuta, ni siquiera aunque le acertéis entre las escamas, su piel parece demasiado gruesa. Raghersir le propinas un golpe bastante fuerte, que dudo que él haya sentido, el guantelete te salva de hacerte añicos la mano, pero la fuerza restante de tu impacto te disloca el hombro. Consigues montarte encima, y justo cuando ibas a clavarle el sinawali en el ojo, lo desvía la bala que ha disparado Yarmin. La bestia se encabrita y os tira a Liv y a ti. Tú caes sobre la tierra, pero Liv cae sobre algo más blandito. Noa, justo cuando y tenían las escamas enfiladas para asestar el golpe, Liv cae sobre ti.
La bestia parece más cabreada que antes, si cabe. Parece estar a punto de volver a la carga cuando, de pronto, un gigantesco hombre bestia desciende del cielo. El impacto os hace temblar, si hubierais estado desprevenidos habríais acabado en el suelo. El nuevo hombre bestia deposita una mano sobre el lomo de Slaugterhorn y este parece calmarse.
-Disculpad a mi pequeña, si en realidad es un amor cuando quiere. Soy Ruk, pretor de Zal y legítimo heredero al trono de Síderos. Esas cápsulas eran un artilugio creado por Meln, uno de nuestros más acérrimos enemigos. Os rescatamos de sus garras, pero no podíamos confiar en vosotros. Las cinco facciones que participan es esta guerra civil han solicitado ayuda exterior para resolver este conflicto de una vez por todas. Esto ha sido una prueba para ver si erais dignos de uniros a nuestra causa y purgar a los débiles de entre vosotros. Esta noche habrá un banquete junto con otros voluntarios, hasta entonces podréis descansar.
[La moderación sigue en la moderación general de Zal]
Moderaciones Generales
- El Desembarco de Meln:
- La tarde sucedió tranquila, y el descanso nocturno ha sido reparador. Por la mañana os despierta el sonido de los cuervos, dándole un aire tétrico a la escena. Aunque bueno, de eso ya erais conscientes desde un principio. ¿Qué se podía esperar de un pantano gigante? Es normal que quieran recuperar su isla si han sido expulsados a un lugar tan inhóspito. Pero bueno, en cualquier caso han conseguido hacerlo habitable y todo parece, en cierta manera, encantador. ¿Tal vez demasiado encantador? Os acercáis a los barcos y subís, zarpando de inmediato. Para todos los que habéis olvidado vuestro dispositivo, hay una serie de bolsas con vuestro nombre y cuyo contenido es éste. Casi asusta lo bien planeado que tienen todo y el control que ejercen sobre vosotros. Pero bueno, en tiempos de guerra… Normal, supongo.
Termináis desembarcando en una playa, a escaso un kilómetro de una enorme torre en espira completamente negra, aunque tiene un brillo violáceo. Parece que llega al cielo, pero en realidad es una columna de humo. ¿Debe ser una de las centrales de abastecimiento de las que tanto se habla? Una vez desembarcáis, a vuestra espalda los barcos se unen tomando forma de una enorme fortaleza de colores grises negruzcos, y la arena de la playa empieza a volverse violácea. Es, en ese momento, que Yoai habla.
-Amigos, muchas gracias por venir hoy todos. Sin vuestra ayuda éste es un paso que no seríamos capaces de dar- podéis ver aldeas en la lejanía, y algunas casas abandonadas. Incluso, forzando la vista, lo que parecen ruinas de un palacio un poco hacia el Oeste-. Hoy hace diecinueve años que nuestro derecho sobre el trono fue definitivamente vulnerado, y la traición de nuestros hermanos se hizo vigente. Sé que muchos teméis lo que pueda suceder, pero nadie tiene que morir hoy- creéis intuir una sonrisa en el anciano que se hizo pasar por el Pretor la primera vez, pero dura apenas un instante-. Sólo necesitamos llegar hasta la Ciudad Imperial y controlarla el tiempo suficiente. Esperamos que nuestros enemigos se den por vencidos una vez sean incapaces de asaltar nuestra base. Y si no…
Pulsa un botón en su colgante, una detallada calavera de ónice brillante, y el cielo se oscurece durante un instante, cayendo lejos de vosotros, sobre un edificio, una lluvia negra. El edificio no tarda ni quince segundos en caer destruido, con la mayor parte de la piedra horadada. Yoai se ríe durante un rato, de forma casi descontrolada.
-Cada paso que deis es por la gloria de Meln, y vuestros sueños más profundos serán realidad una vez yo me siente en el trono. Ganad o morid, y si necesitáis matar, que así sea- su rostro ha cambiado completamente: sus ojos están desorbitados, su sonrisa es esperpéntica y maliciosa, y la tensión en su cuerpo es notable-. ¡Recuperad lo que legítimamente nos pertenece! ¡Usad vuestra inteligencia y controlad la situación! Controlad el campo, dadme mi reino. Ganad vuestros deseos.
Un montón de gente, sin cuestionar nada de todo esto, se lanza a la batalla contra… ¿El enemigo invisible? Poco a poco, allí por donde esa gente pasa, el suelo se vuelve morado y, a los pocos minutos, negro. Parece que llevan algo para marcar su territorio de una vez por todas, y como unos descerebrados corren hacia las aldeas. ¿En qué berenjenal os habéis metido? Bueno, Hora de trabajar, traicionar, o lo que sea. Ah, y de buscar gente para matar.
- Desembarco de Zilda:
- Habéis embarcado hace poco y, por fortuna, el la lluvia monótona ha dado paso a un cielo despejado y un mar más o menos en calma. Los barcos en los que vais parecen avanzados y veloces, por su forma casi parece que puedan echar a volar en cualquier momento. Pero no parecen tener muchas armas y, tal y como os dijo el pretor, las tropas que encontráis son escasas.
Tras poco más de una hora de viaje llegáis a la costa de Encuentro. La base de Zilda se encuentra excavada en la roca de un acantilado, lejos de la vista del enemigo. Al llegar al puerto veis que la actividad es frenética, el despliegue es inminente y los nervios están a flor de piel. Beros, el pretor, os conduce a una sala cercana a la superficie y se dispone a dar otro discurso.
-Ha llegado el día amigos míos, hoy tomaremos Síderos y la llevaremos a una nueva edad de oro. Una vez atraveséis estas compuertas entrareis de lleno en guerra, pero no la libraremos como nuestros antiguos hermanos, que cargarán de forma descerebrada a una masacre. Procurad ser rápidos pero discretos, tomad posiciones, conquistad las bases y asegurarlas, vigilad y emboscad.- A sus espaldas aparece un mapa holográfico. –Nuestra base nos da una gran ventaja defensiva, el mar corta la carga de Zal y el río y las montañas dificulta el paso de las tropas de Meln. Por ahora asegurad este territorio, nosotros os daremos apoyo logístico y, según avance la guerra os daremos instrucciones. Buena suerte amigos.
Las compuertas se abren y, junto con vosotros salen con rapidez una serie de soldados, así como autómatas que toman posiciones rápidamente. El exterior es un valle boscoso, parece un territorio fácilmente defendible por el cual podéis moveros sin ser detectados. En frente, en la ladera de una de las montañas podéis ver una especie de torre, según el mapa es una de las centrales, aunque tenéis tres más hacia el norte y cuatro hacia el sur. Vosotros decidís cómo os movéis.
- General Zal:
- Entre todo el caos podéis ver como Drake asalta a Ruk. Sus golpes se estrellan contra su coraza con una fuerza monstruosa. El pretor parece algo sorprendido por su velocidad, pero los que estéis mirando os dará la sensación de que no ha reaccionado a propósito, de hecho a penas se ha movido del sitio. Drake, notas que está duro… no como una piedra porque las piedras te dan igual, pero si fueras humano estaría duro como una piedra.
-Bien…- Dice entre dientes. – ESE ES EL ESPÍRITU QUE QUERÍA VER. – Grita al mismo tiempo que se levanta de un salto. El pretor baja de la plataforma, hunde sus garras en la roca sólida y, sin esfuerzo, la levanta a pulso para luego lanzarla a Drake a una velocidad vertiginosa que genera su propia onda de choque. En caso de que golpees la plataforma notarás que algo la ha golpeado por el otro lado, haciendo que estalle en mil pedazos (Spoiler alert: Lluvia de escombros sobre toda la plaza estad atentos) Al otro lado el pretor, volando con unas alas similares a las de un murciélago, pero bastante más robustas, te ha tendido la mano. No notas intenciones hostiles con el mantra, pero tampoco ha bajado la guardia.
-Será un placer tener a gente como tú unida a nuestra causa… Y lo mismo va para vosotros. Mis tropas os han puesto a prueba y la habéis superado, los que sigáis con vida estáis invitados a un banquete esta noche, sois dignos de comer y luchar con nosotros. – Dice para luego girarse hacia Drake. –No te confundas chico, a mí también me encantaría acabar con este encuentro, pero asuntos que atender y una guerra que librar. – Te dice antes de irse volando hacia el Este.
Los soldados que os atacaban se retiran, parece ser que esta extraña prueba ha concluido y una tensa calma reina entre vosotros.
[Se incorporan los Atrapados]
Por la noche todos disfrutáis de un delicioso banquete a base de carne, carne y más carne con verduras asadas. A pesar de que os habéis estado matando hasta hace poco ahora compartís mesa y un licor de hierbas tan fuerte como delicioso, no sienten rencor por haber matado a sus hermanos y, de hecho podéis ver entre los asistentes caras nuevas que no estaban en la plaza con vosotros. Tras unas horas os indican que, si lo deseáis podéis ir a una serie de cabañas habilitadas para vosotros para descansar antes del día en el que partiréis a la guerra, aunque nada os impide seguir festejando, vosotros decidís.
A la mañana siguiente sois guiados hacia los barcos que os llevarán a encuentro y, antes de embarcar se os entrega una misteriosa piedra con dos runas grabadas similares a un árbol.
-No os dejéis engañar por su aspecto.- Dice Ruk en el centro de la plaza en la que ayer luchasteis, sobre los restos de la plataforma que él mismo reventó. – Encuentro está llena de centrales de energía que construimos durante los tiempos prósperos de Síderos, la runa que parece un tronco permite acceder a la red de energía de estas centrales almacenándola en su interior, cada piedra puede almacenar hasta tres cargas de esta energía. La segunda runa, la de la copa es algo más graciosa, pero quiero que seáis vosotros los que descubráis que hace.
Tras eso terminan los preparativos y embarcáis hacia Encuentro. La flota de Zal es algo rudimentaria, consistiendo en barcazas para transportar una cantidad asombrosa de “hombres” y bestias, aparte de algún que otro navío de combate.
El viaje no dura mucho y llegáis pasado el mediodía. El puerto está situado en una fortaleza dentro de una bahía. Las tropas desembarcan y toman posiciones, impacientes para que la batalla comience. Todos contáis con un mapa que os indica la posición de las centrales. La orden más clara que os dan es, literalmente “Id, arrasad y conquistad. A una orden de Ruk, la horda ruge y los portones de abren de par en par para liberarla. No parece que tengan una estrategia clara ni que les importe mucho lo que hagáis siempre que conquistéis, vosotros decidís lo que hacéis.
- Desembarco de Sarka:
- Docenas de barcos navegan hacia encuentro. Algunos son barcazas con tropas, otros transportan “material más pesado” y otros son monstruos de metal que no tienen nada que envidiar a los mejores acorazados de la Marina.
El viaje se hace relativamente corto, no más de una hora hasta que podéis ver la costa de Encuentro. Desembarcáis en un puesto avanzado donde el personal que ya estaba recibe a las tropas, las abastece y pone a punto las máquinas de guerra. A los pocos minutos se da la señal de despliegue. Las únicas ordenes que os han dado son “Atacad y conquistad, rápidos como el relámpago, nuestros enemigos no sabrán que los ha golpeado.”
El terreno parece un desierto rocoso, árido y rojizo, aunque al fondo podéis ver que empieza un bosque. Según el mapa que os han dado, tenéis tres centrales al Oeste, dos al Sur y dos al Este, aunque este territorio está surcado por varios ríos así que el frente del ejército tardará en llegar.
El grueso se dirige hacia el sur, aunque una parte va hacia el Este, lo que es la capital de Encuentro, y una parte más pequeña al Oeste, a las centrales más fáciles de conquistar.
Es hora de que decidáis vuestro movimiento.
- Desembarco de Balt:
- El barco atraca con suavidad y bajáis a tierra. Os quedáis aguardando y pronto la pretora sale a cubierta. Os mira con seriedad y de repente esboza una sonrisa. Alza los brazos con grandilocuencia y comienza a hablar. Se nota el fervor y la emoción en su voz.
-¡Guerreros! ¡Valientes! Hoy es el día. Hoy, la verdadera fe triunfará a través de vuestras manos. Corred, corred sin temor por esta tierra pues la mano de los dioses guiará vuestros pasos y afianzará vuestros golpes. Sed fieros, tenaces y justos. Buscad las centrales de energía que alimentarán vuestros ataques. Parecen ordinarias, pero serán valiosas en esta cruzada. Y recordad, que el Fuego Sagrado guíe vuestras acciones. No tengáis piedad alguna con los herejes, pues ellos no la tendrán con vosotros. Han dado la espalda a la fe; ya no merecen disfrutar de este mundo ni de sus placeres. Recordad que a la vuelta, unos pocos elegidos serán honrados con el ritual de la Ascensión; luchad con eso en mente. Así que… Buena suerte, mis combatientes. Id a por ellos.
La pretora se da la vuelta, ha finalizado su discurso. Os giráis para observar el lugar, no hay un alma aparte de vosotros. Es hora de jugar y os toca mover ficha.
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Los nudillos del lobo blanco se estamparon en aquel tipo de forma violenta, entonces frunció el ceño al notar un dolor arduo en sus nudillos, los cuales empezaron a sangrar un poco. No estaba usando ni el diez por ciento de su poder, por lo que tampoco le impresionó mucho. El chico entonces se alejó un poco con sus alas y a una enorme velocidad. Justo observó a aquel tipo arrancar la plataforma y eso provocó que el propio luchador sonriera de lado. Era el momento de terminar con aquel tipo de un solo golpe, usando esta vez un poco más de poder en su capacidad destructiva. Se relamió despacio y después gritó con fuerza.
- ¡Puerta de Belial!
Una terrible aura roja inundó al chico lobo de forma exagerada, haciendo que sus ojos tomasen aquel color, sus cabellos se pusieran de punta y todo su cuerpo aumentase un poco la masa muscular. Sin pensárselo ni un momento y con su fuerza triplicada y su velocidad suplicada, se lanzó a por la plataforma. Echó su puño hacia atrás y tras un grito trató de hacerla pedazos. Al impactar sus nudillos notó otro golpe al otro lado de la superficie, observando a aquel tipo con alas similares a las suyas. Los escombros empezaron a caer sobre la plaza de forma violenta mientras los ojos del lobo blanco estaban fijos en aquel tipo. El deseo de continuar su combate contra él era demasiado delicioso. No tardó entonces en mostrar una sonrisa ladeada. Disfrutar era poco comparado con aquello que sentía. La emoción de tener a un oponente así le hacía sentirse vivo.
Al ver la mano de aquel hombre acercarse a la suya, mostró una sonrisa seria como buen luchador de honor y sin pensarlo estrechó su mano. Entonces ese tipo dijo que había comida y eso le provocó muchísimas más ganas de combatir. De esa forma podría divertirse después de luchar con aquel tipo. Le fastidió que su rival tuviese que irse, pero el hecho de que también quería continuar con aquella batalla, le hizo sentir una satisfacción enorme. Sin pensárselo anuló el poder de la puerta que había abierto y sus cabellos volvieron a la normalidad. Sus ojos tomaron el color verde de siempre y su aura desapareció totalmente. Sin embargo, aquellas alas oscuras continuaban formadas en su espalda para poder darle la capacidad de volar.
- Tras terminar la guerra, pienso derrotarte, amigo.
Dijo con un tono serio para después aterrizar despacio en la plaza devastada por los escombros que habían caído. Sin ni siquiera usar el haki armadura, habían formado un espectáculo digno de una batalla prodigiosa.
Durante la cena, el lobo blanco estuvo devorando toda la carne posible y dejando a los lados las verduras. Las cuales dejaba al alcance de cualquier otra persona. Él no necesitaba esas cosas para continuar viviendo. No habló con nadie durante la cena, ni siquiera con su hermano. Eso fue debido a que comía de todo como si de una bestia se tratase. Una vez comprobó que no había más carne cerca de él, se colocó en pie y se estiró lanzando una carcajada a toda la mesa.
- ¡Pero qué bien he comido! ¡Jajajajaja!
Entonces fue cuando se fijó en aquel chico de cabellos oscuros, los cuales habían tomado un color plateado durante la batalla. Se fijó en su capacidad de combate y su aura poderosa, aunque hubiese personas más fuertes allí. Le sonaba demasiado a alguien y quería comprobar una cosa. Se relamió despacio y después le miró. No le importaba que todo el mundo le escuchase.
- Tú mañana combatirás a mi lado, chico…
Al día siguiente…
Tras una charla algo más intensa con el joven de cabellos plateados, Drake estaba listo para salir disparado a la batalla. No había escuchado nada de lo que dijo el tío con el que quería liarse a golpes, pues no entendía nada. Sabía que tenía un juguete raro con habilidades, pero luego decidiría si comérselo o tirarlo. En cuanto la orden de ataque fue dada, el lobo blanco miró a Ivan con una sonrisa ladeada y después saltó con fuerza hacia delante. En pleno aire pasó a convertirse en su forma completa, siendo un hermoso y enorme lobo blanco de tamaño considerable. La bestia lanzó un potente aullido y después le hizo una señal con la cabeza al joven vampiro para que montase él y sus dos “seres”. Si lo hacía, saldría corriendo a la batalla con él en su lomo.
“ – Creo que me olvido de algo…” – Pensó al mismo tiempo que visualizaba un mono con dos panderetas bailando en su mente. Pobre Kedra.
- ¡Puerta de Belial!
Una terrible aura roja inundó al chico lobo de forma exagerada, haciendo que sus ojos tomasen aquel color, sus cabellos se pusieran de punta y todo su cuerpo aumentase un poco la masa muscular. Sin pensárselo ni un momento y con su fuerza triplicada y su velocidad suplicada, se lanzó a por la plataforma. Echó su puño hacia atrás y tras un grito trató de hacerla pedazos. Al impactar sus nudillos notó otro golpe al otro lado de la superficie, observando a aquel tipo con alas similares a las suyas. Los escombros empezaron a caer sobre la plaza de forma violenta mientras los ojos del lobo blanco estaban fijos en aquel tipo. El deseo de continuar su combate contra él era demasiado delicioso. No tardó entonces en mostrar una sonrisa ladeada. Disfrutar era poco comparado con aquello que sentía. La emoción de tener a un oponente así le hacía sentirse vivo.
Al ver la mano de aquel hombre acercarse a la suya, mostró una sonrisa seria como buen luchador de honor y sin pensarlo estrechó su mano. Entonces ese tipo dijo que había comida y eso le provocó muchísimas más ganas de combatir. De esa forma podría divertirse después de luchar con aquel tipo. Le fastidió que su rival tuviese que irse, pero el hecho de que también quería continuar con aquella batalla, le hizo sentir una satisfacción enorme. Sin pensárselo anuló el poder de la puerta que había abierto y sus cabellos volvieron a la normalidad. Sus ojos tomaron el color verde de siempre y su aura desapareció totalmente. Sin embargo, aquellas alas oscuras continuaban formadas en su espalda para poder darle la capacidad de volar.
- Tras terminar la guerra, pienso derrotarte, amigo.
Dijo con un tono serio para después aterrizar despacio en la plaza devastada por los escombros que habían caído. Sin ni siquiera usar el haki armadura, habían formado un espectáculo digno de una batalla prodigiosa.
Durante la cena, el lobo blanco estuvo devorando toda la carne posible y dejando a los lados las verduras. Las cuales dejaba al alcance de cualquier otra persona. Él no necesitaba esas cosas para continuar viviendo. No habló con nadie durante la cena, ni siquiera con su hermano. Eso fue debido a que comía de todo como si de una bestia se tratase. Una vez comprobó que no había más carne cerca de él, se colocó en pie y se estiró lanzando una carcajada a toda la mesa.
- ¡Pero qué bien he comido! ¡Jajajajaja!
Entonces fue cuando se fijó en aquel chico de cabellos oscuros, los cuales habían tomado un color plateado durante la batalla. Se fijó en su capacidad de combate y su aura poderosa, aunque hubiese personas más fuertes allí. Le sonaba demasiado a alguien y quería comprobar una cosa. Se relamió despacio y después le miró. No le importaba que todo el mundo le escuchase.
- Tú mañana combatirás a mi lado, chico…
Al día siguiente…
Tras una charla algo más intensa con el joven de cabellos plateados, Drake estaba listo para salir disparado a la batalla. No había escuchado nada de lo que dijo el tío con el que quería liarse a golpes, pues no entendía nada. Sabía que tenía un juguete raro con habilidades, pero luego decidiría si comérselo o tirarlo. En cuanto la orden de ataque fue dada, el lobo blanco miró a Ivan con una sonrisa ladeada y después saltó con fuerza hacia delante. En pleno aire pasó a convertirse en su forma completa, siendo un hermoso y enorme lobo blanco de tamaño considerable. La bestia lanzó un potente aullido y después le hizo una señal con la cabeza al joven vampiro para que montase él y sus dos “seres”. Si lo hacía, saldría corriendo a la batalla con él en su lomo.
“ – Creo que me olvido de algo…” – Pensó al mismo tiempo que visualizaba un mono con dos panderetas bailando en su mente. Pobre Kedra.
- Zal:
- Espectaculo de super saiyan rojo en plaza. Comer carne como una bestia y hablar para todos en la cena, diciendo lo rico que está todo. Dirigirse a Ivan en mitad de todos los de Zal. Tras hablar con él en un sitio más privado, ir a la guerra al día siguiente con él en el lomo y en forma completa. Correr aullando hacia la batalla.
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Una mirada seria se formó en el rostro del oficial cuando aquel rubio le hizo aquella pregunta. Dejar a la marina… Algo que él nunca hizo y por ello tragó algo de saliva. Se quedó unos momentos en silencio y después de unos momentos le dirigió una mirada calmada a aquel hombre. Sus ojos estaban bastante calmados y en su rostro se formó rápidamente una expresión perezosa, como si no le importase nada el tema, aunque fuese todo lo contrario.
- Maté a unos cuantos almirantes y pensé que no debía seguir en aquel lugar. Hice cosas terribles, como guardar un den den mushi dorado del CP y pulsarlo accidentalmente en la guerra de los Gyojins. No pude proteger a la persona que quería como un hermano y… Bueno, fui expulsado por eso. Ahora quiero continuar con mi labor de marine, pero siendo imposible, tuve que unirme a la rebelión. No son tan malos como me parecían y debo decir que quiero cambiar la marina a lo que fue en su día. Aquella bella organización que me hizo tener una familia…
Al día siguiente…
Krauser ignoró todas las palabras de aquella mujer que era la supuesta líder del sitio. Él tenía sus propios planes y una vez que dijeron que podían ir a la batalla, salió corriendo. Hizo el gesto para que sus hombres y el marine fuesen detrás de ellos. El ex almirante había escuchado la pregunta de Ai y la de Al. La muerte de Jin era cosa suya y no quería que nadie se metiese, por lo que simplemente negó a las palabras de la joven y el marine.
- Matar a ese hijo de puta es cosa mía, Ai. No quiero que nadie se meta llegado el momento. Jin Surfer es mío. – Dijo con el ceño fruncido y diciéndolo en voz alta para que Al escuchase.
El demonio de la niebla sacó a continuación su Den den mushi y lo siguiente que hizo fue marcar un número mientras corría con el resto de su equipo hacia el Sur. Esperó a que se lo cogiesen y una vez lo hicieron, habló con un tono alto.
- Demonio gris en posición. Dranser, activa tu haki de observación y usa tus métodos de rastreador para dar conmigo. Balt no me da buen rollo, necesito saber todo lo que puedas de Zilda.
Dicho aquello, esperaría una respuesta y después colgaría. El demonio de la niebla entonces chasqueó los dedos. Tal vez Al no sabía de aquello, pero Krauser solía hacerlo para indicarles a sus hombres que adoptaran formación flecha. Él iba en la punta y ahora los demás deberían ponerse a sus lados y algo más atrasados. Los dos últimos vigilarían la retaguardia, él se ocuparía del frente y los otros dos de los lados. Activó su haki de observación y lo extendió a unos trescientos metros o más, tratando de esa forma de ocupar todo el terreno posible. Arqueó una ceja mirando el dispositivo que tenía y después soltó un suspiro.
- ¡Rebeldes! ¡Esta noche cenaremos en el infierno!
- Maté a unos cuantos almirantes y pensé que no debía seguir en aquel lugar. Hice cosas terribles, como guardar un den den mushi dorado del CP y pulsarlo accidentalmente en la guerra de los Gyojins. No pude proteger a la persona que quería como un hermano y… Bueno, fui expulsado por eso. Ahora quiero continuar con mi labor de marine, pero siendo imposible, tuve que unirme a la rebelión. No son tan malos como me parecían y debo decir que quiero cambiar la marina a lo que fue en su día. Aquella bella organización que me hizo tener una familia…
Al día siguiente…
Krauser ignoró todas las palabras de aquella mujer que era la supuesta líder del sitio. Él tenía sus propios planes y una vez que dijeron que podían ir a la batalla, salió corriendo. Hizo el gesto para que sus hombres y el marine fuesen detrás de ellos. El ex almirante había escuchado la pregunta de Ai y la de Al. La muerte de Jin era cosa suya y no quería que nadie se metiese, por lo que simplemente negó a las palabras de la joven y el marine.
- Matar a ese hijo de puta es cosa mía, Ai. No quiero que nadie se meta llegado el momento. Jin Surfer es mío. – Dijo con el ceño fruncido y diciéndolo en voz alta para que Al escuchase.
El demonio de la niebla sacó a continuación su Den den mushi y lo siguiente que hizo fue marcar un número mientras corría con el resto de su equipo hacia el Sur. Esperó a que se lo cogiesen y una vez lo hicieron, habló con un tono alto.
- Demonio gris en posición. Dranser, activa tu haki de observación y usa tus métodos de rastreador para dar conmigo. Balt no me da buen rollo, necesito saber todo lo que puedas de Zilda.
Dicho aquello, esperaría una respuesta y después colgaría. El demonio de la niebla entonces chasqueó los dedos. Tal vez Al no sabía de aquello, pero Krauser solía hacerlo para indicarles a sus hombres que adoptaran formación flecha. Él iba en la punta y ahora los demás deberían ponerse a sus lados y algo más atrasados. Los dos últimos vigilarían la retaguardia, él se ocuparía del frente y los otros dos de los lados. Activó su haki de observación y lo extendió a unos trescientos metros o más, tratando de esa forma de ocupar todo el terreno posible. Arqueó una ceja mirando el dispositivo que tenía y después soltó un suspiro.
- ¡Rebeldes! ¡Esta noche cenaremos en el infierno!
- Balt:
- Hablar con Al, decir que Jin es mió. Correr en formación flecha, llamar a Dranser y ordenar reunirse.
—No me provoques o te hago gemir más de lo que puedes soñar, pirata... –respondió a la pregunta de Zane.
—Cuando empiece a provocarte lo sabrás –le susurró el pirata al oído, después de acercarse a ella.
El salaz pelirrojo estaba embelesado con la picaresca forma de actuar que tenía Milena. Posiblemente fuera la primera vez que una muchacha le seguía el rollo de una forma tan descarada, ¿se estaría riendo de él? Era probable, pero Zane no pensaba con la cabeza adecuada. Él, desde mucho antes de que pudiera manejar el joystick con soltura, había sido un adorador de la belleza femenina, sintiéndose atraído por todos los aspectos que forman una mujer, desde sus pecaminosos cuerpos hasta la forma en la que le rechazaban, e incluso le golpeaban al rechazarle; era algo que no podía describir con palabras.
“La ponía fina”
En pleno proceso de conquista, en la que las hormonas revoloteaban por todo su organismo, la dulce voz de un ente, cuyo aspecto dulce y angelical no concordaba con su personalidad, le interrumpía soltando un comentario, que dejaba ver la pasta de la que estaba hecho el pirata.
—¡Vaya! Parece que por fin has decidido venirte con tus compañeros –comentó Zane con ligero retintín a Haruka, la cual había pasado de ellos cuando se vieron hacía unas horas. Casi al instante, un individuo de cabellos grisáceos y unos ojos tan rojos como la sangre se acercó, saludándolo con familiaridad.
“¿Mi padre? ¿Este chavalín conoce a mi padre?” –pensó. Era raro que alguien tan joven fuera capaz de relacionarlo con su padre. Un triste pirata olvidado, de una era tan antigua que los mares, en comparación con la actualidad, parecían estar en paz. Sin embargo, no era del todo imposible, ya que la promiscua vida de su padre le había hecho encontrarse con más de un hermano, a cada cual más viejo y variopinto, pero ese muchacho parecía tener su edad, inclusive menos; y eso le hizo fruncir el entrecejo pensativo.
—Así que conoces al viejo, ¿no? Y por lo que veo también al tío cabeza piña –dije haciendo referencia a lo que le dijo a Spanner–. ¿Eres otro de mis hermanos bastardos? ¿O se calzó a tu madre y luego os robó? –preguntó Zane con intriga, tendiéndole la mano con firmeza para saludarle.
Los minutos pasaban largos y tediosos, mientras de manera desconfiada conversaban de asuntos triviales y sin sentido, de temas pasados que no le interesaban a nadie, sin que ninguno de ellos se atreviera a decir cuál era su verdadero propósito en aquella guerra. Zane venía en busca de dinero y poder, quería darse a conocer al mundo, mientras que Spanner y Haruka venían por cuestiones científicas; a cada cual más rarito. Entonces, un individuo de gran envergadura y portador de un mandoble gigantesco, acompañado de un extraño bichejo peludo de color rosado, se acercó presentándose como Bleyd Master. ¿De qué le sonaba ese nombre? ¿Podría ser un pirata? ¿O tal vez un revolucionario? No, definitivamente no le sonaba su cara de un cartel de se busca, entonces… ¿de qué era? Pensaba Zane frunciendo el entrecejo, siendo despertado por un pequeño codazo de Spanner.
—Ten cuidado con él, Zane. Es un yonkaikyo –le dijo su segundo de abordo, con cierto tono de preocupación.
“Así que un yonkaikyo” –pensó.
El pelirrojo tenía dibujada una sonrisa maliciosa en el rostro y no dudó en tender la mano a Bleyd. Lo ojeo de arriba abajo una vez, mientras apretaba la mano con fuerza. Aquel sujeto, sin duda, tenía mucha fuerza física, pero... ¿qué le hacía especial para ser un yonkaikyo? Después de todo, aquellos sujetos, algún día, podrían formar parte del respetado ouka shichibukai. Así que, dispuesto a probarle, Zane aumentó su presencia en aquel lugar durante un par de segundos, pero con muy poca intensidad para que sus compañeros la notasen; después de todo tenía que demostrar quién era el macho dominante para conquistar a la bella Milena. Para justo después, aumentar la fuerza de su voluntad y dirigirla sobre Bleyd.
“Veamos cuan fuerte son los perros del gobierno mundial”
—Cuando empiece a provocarte lo sabrás –le susurró el pirata al oído, después de acercarse a ella.
El salaz pelirrojo estaba embelesado con la picaresca forma de actuar que tenía Milena. Posiblemente fuera la primera vez que una muchacha le seguía el rollo de una forma tan descarada, ¿se estaría riendo de él? Era probable, pero Zane no pensaba con la cabeza adecuada. Él, desde mucho antes de que pudiera manejar el joystick con soltura, había sido un adorador de la belleza femenina, sintiéndose atraído por todos los aspectos que forman una mujer, desde sus pecaminosos cuerpos hasta la forma en la que le rechazaban, e incluso le golpeaban al rechazarle; era algo que no podía describir con palabras.
“La ponía fina”
En pleno proceso de conquista, en la que las hormonas revoloteaban por todo su organismo, la dulce voz de un ente, cuyo aspecto dulce y angelical no concordaba con su personalidad, le interrumpía soltando un comentario, que dejaba ver la pasta de la que estaba hecho el pirata.
—¡Vaya! Parece que por fin has decidido venirte con tus compañeros –comentó Zane con ligero retintín a Haruka, la cual había pasado de ellos cuando se vieron hacía unas horas. Casi al instante, un individuo de cabellos grisáceos y unos ojos tan rojos como la sangre se acercó, saludándolo con familiaridad.
“¿Mi padre? ¿Este chavalín conoce a mi padre?” –pensó. Era raro que alguien tan joven fuera capaz de relacionarlo con su padre. Un triste pirata olvidado, de una era tan antigua que los mares, en comparación con la actualidad, parecían estar en paz. Sin embargo, no era del todo imposible, ya que la promiscua vida de su padre le había hecho encontrarse con más de un hermano, a cada cual más viejo y variopinto, pero ese muchacho parecía tener su edad, inclusive menos; y eso le hizo fruncir el entrecejo pensativo.
—Así que conoces al viejo, ¿no? Y por lo que veo también al tío cabeza piña –dije haciendo referencia a lo que le dijo a Spanner–. ¿Eres otro de mis hermanos bastardos? ¿O se calzó a tu madre y luego os robó? –preguntó Zane con intriga, tendiéndole la mano con firmeza para saludarle.
Los minutos pasaban largos y tediosos, mientras de manera desconfiada conversaban de asuntos triviales y sin sentido, de temas pasados que no le interesaban a nadie, sin que ninguno de ellos se atreviera a decir cuál era su verdadero propósito en aquella guerra. Zane venía en busca de dinero y poder, quería darse a conocer al mundo, mientras que Spanner y Haruka venían por cuestiones científicas; a cada cual más rarito. Entonces, un individuo de gran envergadura y portador de un mandoble gigantesco, acompañado de un extraño bichejo peludo de color rosado, se acercó presentándose como Bleyd Master. ¿De qué le sonaba ese nombre? ¿Podría ser un pirata? ¿O tal vez un revolucionario? No, definitivamente no le sonaba su cara de un cartel de se busca, entonces… ¿de qué era? Pensaba Zane frunciendo el entrecejo, siendo despertado por un pequeño codazo de Spanner.
—Ten cuidado con él, Zane. Es un yonkaikyo –le dijo su segundo de abordo, con cierto tono de preocupación.
“Así que un yonkaikyo” –pensó.
El pelirrojo tenía dibujada una sonrisa maliciosa en el rostro y no dudó en tender la mano a Bleyd. Lo ojeo de arriba abajo una vez, mientras apretaba la mano con fuerza. Aquel sujeto, sin duda, tenía mucha fuerza física, pero... ¿qué le hacía especial para ser un yonkaikyo? Después de todo, aquellos sujetos, algún día, podrían formar parte del respetado ouka shichibukai. Así que, dispuesto a probarle, Zane aumentó su presencia en aquel lugar durante un par de segundos, pero con muy poca intensidad para que sus compañeros la notasen; después de todo tenía que demostrar quién era el macho dominante para conquistar a la bella Milena. Para justo después, aumentar la fuerza de su voluntad y dirigirla sobre Bleyd.
“Veamos cuan fuerte son los perros del gobierno mundial”
- Resumen de Meln:
- -Coqueteo con Milena
-Saludo a todos los que han llegado
-Mido la fuerza de Bleyd con mi haki del rey
PD: Los diálogos de Milena y Spanner los puse con su consentimiento, para dar contexto al post.
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Una vez estuvo todo listo, Dranser sonrió de lado. Su labor en aquella facción había terminado por el momento, pero ayudaría si era necesario, pues no le parecían malas personas. Sin pensárselo, salió corriendo en solitario, pues le era mucho más cómodo trabajar así. Entonces fue cuando recibió aquella llamada. Tomó su Den den mushi y escuchó a Krauser hablarle al otro lado de la línea. Al parecer, había llegado el momento de reunirse y decidir qué hacer. El oficial revolucionario entonces respondió que eso haría y colgó. El espadachín soltó un suspiro enorme y de repente cerró los ojos. En menos de tres segundos los abrió, pero con un ligero tono dorado que recordaban a los orbes de un…
– Fauna fauna no… ¡El Lobo! – Gritó activando aquella habilidad junto a su haki de observación.
Era el momento de reunirse con su compañero y por ello empezó a rastrearlo con su olfato. Conocía perfectamente su olor y sabía que si alguien trataba de seguirle, su velocidad podría dejar atrás a cualquiera. Dranser era un tipo de recursos y moverse a unos cien metros por segundo no le costaba nada, pero por el momento estaba tranquilo. Mostró una mirada llena de felicidad y después continuó avanzando ¿Para qué había pedido colaborar entonces? Había sido su papel, pero no del todo en vano. Si encontraba por su camino una de aquellas centrales, se ocuparía de anularla para los de Zilda. Sería una ventaja para ellos tenerle en ese plan por el momento.
- ¡Águila!
Gritó de repente para después empezar a volar como si de aquella ave se tratase. De esa forma su vista abarcaría más terreno y el viento podría traerle el aroma del ex marine. Esperaba dar con él y si no era posible, al menos reconocer a uno de los que iban con él en los demonios. Se relamió despacio y después de unos momentos soltó un enorme suspiro. Se notaba que estaba bastante tranquilo por el momento.
– Fauna fauna no… ¡El Lobo! – Gritó activando aquella habilidad junto a su haki de observación.
Era el momento de reunirse con su compañero y por ello empezó a rastrearlo con su olfato. Conocía perfectamente su olor y sabía que si alguien trataba de seguirle, su velocidad podría dejar atrás a cualquiera. Dranser era un tipo de recursos y moverse a unos cien metros por segundo no le costaba nada, pero por el momento estaba tranquilo. Mostró una mirada llena de felicidad y después continuó avanzando ¿Para qué había pedido colaborar entonces? Había sido su papel, pero no del todo en vano. Si encontraba por su camino una de aquellas centrales, se ocuparía de anularla para los de Zilda. Sería una ventaja para ellos tenerle en ese plan por el momento.
- ¡Águila!
Gritó de repente para después empezar a volar como si de aquella ave se tratase. De esa forma su vista abarcaría más terreno y el viento podría traerle el aroma del ex marine. Esperaba dar con él y si no era posible, al menos reconocer a uno de los que iban con él en los demonios. Se relamió despacio y después de unos momentos soltó un enorme suspiro. Se notaba que estaba bastante tranquilo por el momento.
- Zilda:
- Responder a Krauser. Tratar de rastrearlo con el poder del lobo y volar como un aguila. Separarme de todos.
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