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Milena mostró una sonrisa ladeada cuando Zane le respondió de aquella manera ante su provocación. Ese tipo se la estaba jugando y aunque la pelirroja ya lo había reconocido, le daría lo mismo tirárselo allí mismo. En menos de un minuto, le había dicho palabras que el puto Ushio no le decía. Estaba costándole demasiado contenerse y encima era de los suyos. Tenían esa osadía en la forma de hablar, que les daba lo mismo no cortarse ni un pelo. Justo entonces llegaron más personas. Una verdadera lástima, pues quería continuar hablando con aquel pirata a solas. Se relamió despacio y escuchó las palabras de los demás que llegaron, entre ellos un miembro del Saigo. Aquello la hizo ponerse alerta, pues ahora no podría tontear tanto con el pelirrojo. Que cojones, no tenían pruebas y era la palabras de algunos contra la de ella. Siempre podía pedirle ayuda a Castor si era necesario.
En ese momento el pelirrojo aumentó ¿La presión del lugar? Milena abrió los ojos como platos al sentir semejante poder de parte de aquel chico ¿Tenía miedo? Más bien era emoción. No había sentido algo así nunca. Era como si una extraña aura incitase a respetar a aquella persona. La chica no pensaba dejarse impresionar tanto, por algo la dominante siempre era ella. Estuvo a punto de aumentar la gravedad, pero eso habría significado joder al resto de personas que había allí. Entonces fue cuando la espadachín se cruzó de brazos dedicándole una mirada siniestra a Zane. Sus ojos rojizos se clavaron en los suyos y no pudo evitar dar un paso adelante con ambas manos en los bolsillos.
- Debo admitir que eso es impresionante, pero no bastará para dejarme debajo de ti. Por el momento deberías conformarte con dejarte violar, pequeño…
Mencionó la encelada pelirroja con una mirada ardiente sobre aquel tipo. Sus hormonas desatadas por culpa de Ushio la estaban controlando poco a poco y como la cosa continuase así, pensaba tirárselo con toda la calma del mundo. Lo siguiente que hizo fue acercarse a él y colocar su mano derecha en el pecho del pirata, si es que él se dejaba. Entonces le dedicaría una mirada siniestra y después de unos momentos le susurraría al oído.
- Eres único por lo que veo, pero yo también lo soy… Por mucho precio que tenga tu cabeza, yo prefiero capturarte para mí en lugar de para otros.
Entonces le dejaría un lametón en la oreja y después se separaría un poco, observando lo que había pasado a su alrededor y mirando al resto con una expresión tranquila. La chica era muy liberal y pasaba de vergüenzas en público y de aquel tipo de cosas. Ahora solo faltaba ver la reacción del pelirrojo y demás. Le estaba cayendo muy bien pese a ser un pirata y por ello no pensaba hacer nada malo en su contra.
Al día siguiente…
Todos corriendo dejando el suelo morado, perfecto. Ella pensaba seguir a Zane durante la batalla. La cosa era ¿Qué había pasado aquella noche? Todo era un misterio en ese tema.
En ese momento el pelirrojo aumentó ¿La presión del lugar? Milena abrió los ojos como platos al sentir semejante poder de parte de aquel chico ¿Tenía miedo? Más bien era emoción. No había sentido algo así nunca. Era como si una extraña aura incitase a respetar a aquella persona. La chica no pensaba dejarse impresionar tanto, por algo la dominante siempre era ella. Estuvo a punto de aumentar la gravedad, pero eso habría significado joder al resto de personas que había allí. Entonces fue cuando la espadachín se cruzó de brazos dedicándole una mirada siniestra a Zane. Sus ojos rojizos se clavaron en los suyos y no pudo evitar dar un paso adelante con ambas manos en los bolsillos.
- Debo admitir que eso es impresionante, pero no bastará para dejarme debajo de ti. Por el momento deberías conformarte con dejarte violar, pequeño…
Mencionó la encelada pelirroja con una mirada ardiente sobre aquel tipo. Sus hormonas desatadas por culpa de Ushio la estaban controlando poco a poco y como la cosa continuase así, pensaba tirárselo con toda la calma del mundo. Lo siguiente que hizo fue acercarse a él y colocar su mano derecha en el pecho del pirata, si es que él se dejaba. Entonces le dedicaría una mirada siniestra y después de unos momentos le susurraría al oído.
- Eres único por lo que veo, pero yo también lo soy… Por mucho precio que tenga tu cabeza, yo prefiero capturarte para mí en lugar de para otros.
Entonces le dejaría un lametón en la oreja y después se separaría un poco, observando lo que había pasado a su alrededor y mirando al resto con una expresión tranquila. La chica era muy liberal y pasaba de vergüenzas en público y de aquel tipo de cosas. Ahora solo faltaba ver la reacción del pelirrojo y demás. Le estaba cayendo muy bien pese a ser un pirata y por ello no pensaba hacer nada malo en su contra.
Al día siguiente…
Todos corriendo dejando el suelo morado, perfecto. Ella pensaba seguir a Zane durante la batalla. La cosa era ¿Qué había pasado aquella noche? Todo era un misterio en ese tema.
- Meln:
- Tirarle la caña a Zane, después de algo secreto que ha podido pasar, ir con él en todo momento.
Maki
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Una cosa estaba clara: ser un tipo duro no era lo suyo. No solo no había conseguido que le respetaran y temieran, sino que una chica se había metido con él. Maki se rindió por fin a la evidencia. Había llegado a comprender que no podía ser el líder de la cárcel, así que solamente le quedaba esperar a su inevitable muerte. Se sentó junto a su celda, con las rodillas dobladas y la cabeza agachada, cantando una cancioncita triste hasta que alguien llegase para comérselo o para convertirlo en su siervo. Porque, ¿así funcionaban las cárceles, no?
Pero entonces ocurrió el milagro. Tras la llegada de otro bicho raro, por fin obtuvo la libertad. El recién llegado soltó un incomprensible discurso repleto de nombres raros que para él no significaban nada y luego les dijo, a grandes rasgos, que tenían que hacer... bueno, Maki no se enteró de qué había dicho porque estaba demasiado ocupado celebrando que iba a salir de aquella prisión. Aunque parte de él estaba preocupado por ello. Ya no recordaba cómo era la vida fuera de presidio y no sabía si podría adaptarse.
Claro que durante el banquete se adaptó muy bien. Se olvidó de todo lo vivido y comenzó a probar cada plato que pasaba por delante de sus narices. A veces literalmente. Además se puso tibio de ese licor verde tan ardiente. Cada trago era como beber fuego, pero le daba una sensación de lo más peculiar. Los recién liberados estaban cenando junto con otro montón de gente desconocida. Maki solo distinguió al tipo al que había intentado intimidar y a la chica que se lo había impedido, así que cuando se hubo saciado y el licor comenzó a afectarle de formas inesperadas decidió acercarse a saludar. Fue hasta donde estaba el pobre al que había amenazado, poniéndose innecesariamente cerca de su cara, y le saludó entre hipidos.
-Ho... hip... holaaaaa -le dijo. Luego eructó disimuladamente, le cogió algo de su comida y siguió hablando con la boca llena-. Soy Augustus, ¿y tú... hip, quién eres? Oye, en realidad no quería tu dinero, ¿sabbbbbbbbes? Es que la cárcel... hip... cambia a la gente-. Luego se puso algo sentimental y comenzó a llorar ruidosamente-. ¡Fueron unos treinta minutos terribles!
Durante un buen rato continuó balbuceando cosas ininteligibles, subiéndose a bailar encima de una mesa, y apostando a que podía hacer una pompa de babas tan grande como para meter a alguien dentro. Por desgracia no hubo voluntarios y tampoco supo si alguien se creyó que él había sido el inventor del váter.
Cuando por fin le entró sueño decidió buscar una de las cabañas que le habían preparado. No logró encontrar la suya, por lo que se metió en la primera que encontró y se durmió sin deshacer la cama siquiera. En la puerta ponía "Yarmin", lo que debía ser algún saludo tradicional de aquel lugar.
Cuando salió el sol, despertó como nuevo. Siguió al río de gente que se dirigía hacia algún sitio -a desayunar seguramente- y acabó llegando a un puerto plagado de barco y gente armada. ¿Era allí el desayuno? Había mucha cola. Tal vez debería hablar con el gerente del hotel y pedir la hoja de reclamaciones. Un extraño hombretón empezó a hablar de un encuentro o algo así, y les repartieron varias piedrecitas de lo más bonitas. Les dijeron que si las apretaban hacían cosas. Cosas misteriosas, incluso.
Maki no entendía muy bien lo que estaba pasando allí pero no vio la oportunidad de alejarse del grupo. Prácticamente le arrastraron hasta uno de los barcos, donde pasó el rato haciendo sombras con las manos hasta que llegaron a una isla. Todo el mundo parecía ansioso por llegar a ella, porque echaron a correr nada más bajar de los navíos. Eso era sin duda porque había algo genial allí, era la única explicación. Maki, contagiado de la euforia que reinaba en el ambiente, echó también a correr en línea recta, hacía el norte pero sin saber muy bien a dónde iba. Llevaba su piedrecita nueva en el bolsillo, como un niño con un juguete nuevo. Estaba siendo un día genial.
- Zal:
- Desvaríos makinianos - Emborracharse en la cena - Hacer las paces con rag - Dormir en la cabaña de Yarmin - Seguir a la gente hasta los barcos hasta llegar a Encuentro sin saber cómo - Echar a correr así porque sí hacia el norte, a ver que pasa
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La morena se puso algo nerviosa al darse cuenta de que el dragón no estaba a su lado. La multitud de personas la había separado de él y ahora estaba un poco nerviosa. Chasqueó la lengua un poco enfadada y después se dio cuenta de que aquel mapache estaba cerca de ella. No quería que el adorable animalito se perdiera, por lo que la joven trató de cogerlo en brazos y llevarlo ella misma como si de un perrito se tratase. Se quedó mirándolo entonces de forma dulce y después de unos momentos le dio un leve beso en la frente.
- No te preocupes, pequeño. Voy a cuidarte hasta asegurarme de que estás a salvo. Después te cocinaré solamente a ti y los demás que se fastidien. – Dijo sacándole la lengua a modo de broma.
No pensaba separarse de aquella cosa que consideraba lo más kawai del mundo entero. Ahora era suyo y no pensaba soltarlo de ninguna forma si no era a la fuerza. En cuanto las puertas se abrieron, la chica empezó a caminar con aquel pequeño mapache, mirando a su alrededor tratando de esa forma de ver a su capitán. Tragó saliva al darse cuenta de las personas que había a su alrededor y después de unos momentos activó su haki de observación. Se centró en buscar la presencia más fuerte de todas y así podría llegar junto a su capitán. Por el momento se puso a caminar tranquilamente hacia el frente, tratando de llegar a algún sitio. Lo primero que decidió la morena, fue ir hacia aquella enorme torre que estaban viendo.
- Yo me llamo Hinori ¿Cuál es tu nombre, bonito? – Dijo entonces dedicándole una dulce sonrisa a su pequeña y adorable mascota.
Parecía que la idea de quedárselo iba en serio y lo siguiente que hizo fue rascarle detrás de las orejas y del cuello, tratando de hacerle un masaje mientras avanzaba despacio.
- No te preocupes, pequeño. Voy a cuidarte hasta asegurarme de que estás a salvo. Después te cocinaré solamente a ti y los demás que se fastidien. – Dijo sacándole la lengua a modo de broma.
No pensaba separarse de aquella cosa que consideraba lo más kawai del mundo entero. Ahora era suyo y no pensaba soltarlo de ninguna forma si no era a la fuerza. En cuanto las puertas se abrieron, la chica empezó a caminar con aquel pequeño mapache, mirando a su alrededor tratando de esa forma de ver a su capitán. Tragó saliva al darse cuenta de las personas que había a su alrededor y después de unos momentos activó su haki de observación. Se centró en buscar la presencia más fuerte de todas y así podría llegar junto a su capitán. Por el momento se puso a caminar tranquilamente hacia el frente, tratando de llegar a algún sitio. Lo primero que decidió la morena, fue ir hacia aquella enorme torre que estaban viendo.
- Yo me llamo Hinori ¿Cuál es tu nombre, bonito? – Dijo entonces dedicándole una dulce sonrisa a su pequeña y adorable mascota.
Parecía que la idea de quedárselo iba en serio y lo siguiente que hizo fue rascarle detrás de las orejas y del cuello, tratando de hacerle un masaje mientras avanzaba despacio.
- Zilda:
- Coger al mapache en brazos, darle mimos, besos, masajes y caricias. Caminar buscando a Dexter y dirigirse a la torre.
Krieg
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Mis respuestas no encuentran contestación en los líderes de Zilda, pero alguien las responde. Dexter Black, capitán de los Blue Rose Pirates, un yonkou. Tiene lógica, pero sobretodo tiene alma.
Que alguien que tenga una moralidad tan férrea haya acabado como pirata es algo… humano, sobre todo cuando intentas plasmar tus convicciones a otro por la intimidación o la fuerza. Pero quizás el deseo de eso último sea tan sólo una mera percepción mía, al fin y al cabo las diferencias de fuerza son evidentes, y una hormiga escucharía el susurro amable de un elefante como un terrorífico bramido.
No es el único monstruo que hay en el grupo, que también tiene algunos más convencionales. Vicealmirante, un Yonkou, un Sichibukai… un murciélago cambiacolores, un esqueleto obeso… bueno, no son precisamente convencionales.
Huir de la escena me es fácil cuando mi propio cuerpo sufre el estrés provocado por la llamada de atención del rey pirata. Respiro para bajar las pulsaciones.
La gente de Zilda parece tener una sociedad estructurada, frenética y ligeramente distante, algo que parece propio de una urbe tecnológica. Los horarios de apertura de los negocios, que se encuentran ahora cerrando sus puertas, parecen invertidos. ¿Acaso el desplazamiento en el dormir de la gente no cambia la sociedad? Necesitaré futuras incursiones en este lugar, parece que puedo obtener información interesante de los ritmos circadianos y su consecuencia en las funciones sociales.
Me choco, y no se trata de un local. Ella estaba en la reunión… la recuerdo sin saber quién es.
- Disculpe- me recoloco el sombrero, fijándome en la criatura que de seguro montará cierto drama.
OFF: Una de mis torpezas es que los animales me temen, por cosas de no tener emociones y tal soy como un maldito engendro maligno chungo para ellos. (Y creo que un cachorrete de lobo huargo mínimo me ladra, de todas formas lo he dejado abierto como si tú me montas un drama (criatura puede ser tú, que eres una niña) )
Que alguien que tenga una moralidad tan férrea haya acabado como pirata es algo… humano, sobre todo cuando intentas plasmar tus convicciones a otro por la intimidación o la fuerza. Pero quizás el deseo de eso último sea tan sólo una mera percepción mía, al fin y al cabo las diferencias de fuerza son evidentes, y una hormiga escucharía el susurro amable de un elefante como un terrorífico bramido.
No es el único monstruo que hay en el grupo, que también tiene algunos más convencionales. Vicealmirante, un Yonkou, un Sichibukai… un murciélago cambiacolores, un esqueleto obeso… bueno, no son precisamente convencionales.
Huir de la escena me es fácil cuando mi propio cuerpo sufre el estrés provocado por la llamada de atención del rey pirata. Respiro para bajar las pulsaciones.
La gente de Zilda parece tener una sociedad estructurada, frenética y ligeramente distante, algo que parece propio de una urbe tecnológica. Los horarios de apertura de los negocios, que se encuentran ahora cerrando sus puertas, parecen invertidos. ¿Acaso el desplazamiento en el dormir de la gente no cambia la sociedad? Necesitaré futuras incursiones en este lugar, parece que puedo obtener información interesante de los ritmos circadianos y su consecuencia en las funciones sociales.
Me choco, y no se trata de un local. Ella estaba en la reunión… la recuerdo sin saber quién es.
- Disculpe- me recoloco el sombrero, fijándome en la criatura que de seguro montará cierto drama.
OFF: Una de mis torpezas es que los animales me temen, por cosas de no tener emociones y tal soy como un maldito engendro maligno chungo para ellos. (Y creo que un cachorrete de lobo huargo mínimo me ladra, de todas formas lo he dejado abierto como si tú me montas un drama (criatura puede ser tú, que eres una niña) )
- ZILDA ADAM:
- Resumen zilda: Analisis de lo de la ciudad. Choque (a la espera de si hay contestación pronto y si no pues ya haré otro post con doble resumen de este y el próximo con el desembarco)
Hayden Ashworth
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Su plan de evitar a sus compañeras se vio frustrado cuando, sin poder evitarlo, se encontró con Alwyn en el barco. Sin volver a su forma humana, pues pensaba que mantenerse en su forma híbrida durante la guerra sería lo mejor para intimidar a sus enemigos, le explicó a Alwyn su historia y el motivo por el que se unió a la marina, añadiendo la petición de que no contase nada a nadie, pues la marina no podía conocer su origen como CP. En cierto momento llegó a sobresaltarse incluso al escuchar una voz femenina a su espalda, pero suspiró de alivio al ver que la pelirroja no estaba allí.
Bajó del barco acompañado de sus aliados, aún en su forma híbrida y con sus alas sobre los hombros a modo de capa. Escuchó el último discurso de la petrora. El discurso en si no terminó de convencer al dragón. Nunca había sido del tipo de persona que forzaría sus creencias religiosas en otros, viniendo de un imperio laico. Sin embargo, recordó como según los libros de historia su abuelo, el Emperador Sozin, echó abajo todos los templos de Reddo y acabó con los dragones que allí habitaban. Con todos menos uno. Aunque ese trabajo lo terminó el Emperador Ozai. Cuando por fin todo el ejército de Balt se vio a la interperie en aquella isla que, en aquel momento, no había nadie, soltó sus alas.
Sus enormes alas se extendieron a su espalda, tal vez llamando la atención de los presentes. Pero no le importaba. Iba a buscar la primera central de abastecimiento y desde el cielo lo vería mejor. Propulsándose con fuego despegó y, batiendo sus alas, ascendió hasta estar lo suficientemente alto como para ver todo en la lejanía. Al noreste de donde habían desembarcado pudo ver su primer objetivo. Propulsándose con fuego para llegar allí más rápido, se puso en marcha.
Bajó del barco acompañado de sus aliados, aún en su forma híbrida y con sus alas sobre los hombros a modo de capa. Escuchó el último discurso de la petrora. El discurso en si no terminó de convencer al dragón. Nunca había sido del tipo de persona que forzaría sus creencias religiosas en otros, viniendo de un imperio laico. Sin embargo, recordó como según los libros de historia su abuelo, el Emperador Sozin, echó abajo todos los templos de Reddo y acabó con los dragones que allí habitaban. Con todos menos uno. Aunque ese trabajo lo terminó el Emperador Ozai. Cuando por fin todo el ejército de Balt se vio a la interperie en aquella isla que, en aquel momento, no había nadie, soltó sus alas.
Sus enormes alas se extendieron a su espalda, tal vez llamando la atención de los presentes. Pero no le importaba. Iba a buscar la primera central de abastecimiento y desde el cielo lo vería mejor. Propulsándose con fuego despegó y, batiendo sus alas, ascendió hasta estar lo suficientemente alto como para ver todo en la lejanía. Al noreste de donde habían desembarcado pudo ver su primer objetivo. Propulsándose con fuego para llegar allí más rápido, se puso en marcha.
- Balt:
- Contarle a Alwyn un poco de su vida y el porque se pasó a la Marina, aunque pidiéndole que guarde el secreto
- Despegar y llamar la atención como un boss
- Volar hasta la primera estación
Mist D. Spanner
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Después de que el Yonkaikyo cayera al suelo tras lo que Spanner ya conocía como la Voluntad de su capitán, el chico levantó una ceja, tal vez decepcionado por lo que poco que había aguantado alguien que ostentaba el título de Yonkaikyo. Sin embargo, no pudo evitar sentir una pequeña punzada de enfado debido a la irresponsabilidad del pelirrojo.
- ¿Era necesario? -mencionó, levantando una ceja.
--------
Spanner bajó del barco siguiendo a su capitán y compañeros. A un kilómetro escaso de donde habían desembarcado se alzaba una torre negruzca hacia el cielo que parecía no tener fin. ¿Sería aquella una de las centrales? Al menos ya tenía un destino al que ir con sus compañeros, aunque... sí, seguramente los demás también vayan hacia allí.
Escuchó todo el discurso y la parafernalia de quienes le habían pedido ayuda, incluida la amenaza con destrucción de edificio. Spanner no pudo sino mantener un rostro de duda y desconcierto. En Meln eran unos teatreros. Nota tomada.
Cuando por fin hubo terminado el discurso, con Spanner poniendo los ojos en blanco durante el grito final y todo el mundo cargando contra la nada, se dirigió por fin a Zane.
- ¿A dónde vamos?
- ¿Era necesario? -mencionó, levantando una ceja.
--------
Spanner bajó del barco siguiendo a su capitán y compañeros. A un kilómetro escaso de donde habían desembarcado se alzaba una torre negruzca hacia el cielo que parecía no tener fin. ¿Sería aquella una de las centrales? Al menos ya tenía un destino al que ir con sus compañeros, aunque... sí, seguramente los demás también vayan hacia allí.
Escuchó todo el discurso y la parafernalia de quienes le habían pedido ayuda, incluida la amenaza con destrucción de edificio. Spanner no pudo sino mantener un rostro de duda y desconcierto. En Meln eran unos teatreros. Nota tomada.
Cuando por fin hubo terminado el discurso, con Spanner poniendo los ojos en blanco durante el grito final y todo el mundo cargando contra la nada, se dirigió por fin a Zane.
- ¿A dónde vamos?
- Meln:
- Sorprenderse por la caída de Bleyd y regañar a Zane
- desembarcar
- preguntar dirección(?)
Ivan Markov
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Con un salvaje grito se abalanzó sobre su última presa, desagarrando su cuello con sus colmillos y bebiendo de su sangre ávidamente. La horrible sensación causada por la cruel luz solar y el ansia asesina desatada por el olor a sangre que impregnaba el ambiente habían desatado a su bestia interior, que ahora se cebaba con uno de los moribundos. Notó sus cada vez más débiles golpes a medida sus latidos se hacían más débiles, hasta que tanto su corazón como su puño se detuvieron. Dejó caer el cadáver y se levantó, con los dos ghouls que había levantado a su lado. Eran una especie de hombre toro y hombre león, o al menos bestias bastante parecidas a eso. Saciada su hambre y detenida la batalla a su alrededor, poco a poco comenzó a recobrar la cordura. A su alrededor caían algunos escombros, pero por suerte ninguno cerca de él. El joven vampiro sacudió la cabeza, confuso... recordaba vagamente la batalla. Había escenas concretas que sí era capaz de revivir a todo detalle, pero otras eran meras imágenes borrosas de él abalanzándose sobre aquellos seres animal y destrozándolos. En todo caso, estaba más lleno de lo que se había sentido nunca y se había divertido... había merecido la pena. Tenía cientos de heridas menores y una perforación horrible en el torso, pero mientras lograse aguantar la luz solar, podría mantenerse en forma completa y que esas heridas no le resultasen nada. Acabarían regenerándose totalmente en un par de minutos.
El Pretor los felicitó e invitó a un banquete, ante lo cual Ivan esbozó una media sonrisa. Beber sangre saciaba sus necesidades, pero nunca rechazaba el placer de una buena comida. Mientras, comenzó a olisquear entre los cadáveres hasta localizar lo que buscaba: su petate. El inconfundible aroma de Cooper-chan lo había ayudado, pues el pequeño cerdito había tenido la idea de cagarse en él el día anterior a su partida. En el momento lo había regañado, pero ahora la travesura del animal le había sido útil. Entonces recordó vagamente haber visto a Venom durante la batalla, y lo buscó con la mirada. Tras localizarlo, se le acercó con cierta cautela pero sin actitud hostil. Pretendía simplemente hablar con él, ya que no le apetecía ser atacado por sorpresa en mitad de la guerra. "Al fin y al cabo eso es lo que le gusta, como me demostró en Ireos." Se aproximó a él con la mano apoyada encima del pomo de la bastarda, mirándole con frialdad. Si no fuese porque estaban en el mismo bando, ya hubiese intentado arrancarle el corazón del pecho. De hecho, concretando más, si no hubiese estado ocupado arrancando corazones de hombres bestia lo hubiese hecho con él.
- He venido a pactar una tregua contigo, marine - dijo, en un tono impersonal - Tenemos asuntos pendientes... pero por ahora, dejémoslos estar. Tras la guerra los solucionaremos.
Tras dirigirle una mirada gélida sin parpadear durante varios segundos, se dio media vuelta y se fue, acompañado de sus ghouls. A diferencia de los zombies, aquellos eran soldados eficientes, diestros e inteligentes. Y le bastaba con comandarlos mentalmente, lo que agilizaba el dirigirlos en batalla. El resto de la tarde se la pasó recuperando fuerzas en una zona a cubierto del sol y familiarizándose con los dos soldados (Thrask y Goarth) y su estilo de lucha. Era simple, brutal y eficiente y aunque fuertes no eran particularmente experimentados o hábiles. Pero le servirían... en el peor de los casos, serían escudos humanos perfectos, pues como no muertos eran duros de matar al fin y al cabo. Tras eso se dirigió a la cena, donde vio bastante más gente además de los soldados bestia y los que habían estado en la llanura. Eligió un sitio lo más alejado posible de Venom, y acabó al lado de un hombre de cabellos oscuros y porte noble. Tras mirarle con interés, le tendió la mano con un gesto amable.
- Buenas noches, caballero. Mi nombre es Ivan Roux. No recuerdo haberos visto esta tarde en la batalla... ¿habéis llegado nuevo?
Estaba conversando con el tipo, cuando de repente se le acercó una persona, un hombre que emanaba un fuerte olor animal pese a no ser un hombre bestia. Tras un examen visual detallado lo reconoció y esbozó una media sonrisa torva.
- Por supuesto. Creo que podremos entendernos bien... ¿verdad, Drake Lars Lee? Por cierto, saludos de parte de tu hijo.
El barco se aproximaba inexorablemente a la costa. Sobre cubierta tres figuras la observaban atentamente. "En cuanto comience el asalto, Drake se convertirá en lobo. Subid a su lomo conmigo." Él y el lobo ya habían estado hablando algo antes bajo cubierta, y le había revelado su identidad mostrándole el anillo de su familia. Con alguien como el a su lado, su supervivencia en la guerra había pasado a estar casi asegurada. Nunca podían evitarse los accidentes y percances, claro, pero si ya era difícil matarle normalmente... con el lobo blanco a su lado protegiéndolo lo sería incluso más. Sacó la piedra rúnica y la giró en la palma de su mano, observando los símbolos y preguntándose cuál sería su funcionamiento real. Pronto llegaron al puerto y se agruparon frente a los portones del bastión, esperando a las últimas órdenes del Pretor Ruk. Estas fueron sencilla: arrasar y conquistar. En medio de los rugidos de la horda, con los portones abriéndose, el enorme lobo blanco aulló. Con una sonrisa fiera, Ivan saltó a su lomo y se acomodó en su grupa. Justo detrás se colocaron Thrask y Goarth, silenciosos y obedientes.
- ¡Hacia el norte, Drake! Allí hay una central. La tomaremos y seguiremos avanzando.
El Pretor los felicitó e invitó a un banquete, ante lo cual Ivan esbozó una media sonrisa. Beber sangre saciaba sus necesidades, pero nunca rechazaba el placer de una buena comida. Mientras, comenzó a olisquear entre los cadáveres hasta localizar lo que buscaba: su petate. El inconfundible aroma de Cooper-chan lo había ayudado, pues el pequeño cerdito había tenido la idea de cagarse en él el día anterior a su partida. En el momento lo había regañado, pero ahora la travesura del animal le había sido útil. Entonces recordó vagamente haber visto a Venom durante la batalla, y lo buscó con la mirada. Tras localizarlo, se le acercó con cierta cautela pero sin actitud hostil. Pretendía simplemente hablar con él, ya que no le apetecía ser atacado por sorpresa en mitad de la guerra. "Al fin y al cabo eso es lo que le gusta, como me demostró en Ireos." Se aproximó a él con la mano apoyada encima del pomo de la bastarda, mirándole con frialdad. Si no fuese porque estaban en el mismo bando, ya hubiese intentado arrancarle el corazón del pecho. De hecho, concretando más, si no hubiese estado ocupado arrancando corazones de hombres bestia lo hubiese hecho con él.
- He venido a pactar una tregua contigo, marine - dijo, en un tono impersonal - Tenemos asuntos pendientes... pero por ahora, dejémoslos estar. Tras la guerra los solucionaremos.
Tras dirigirle una mirada gélida sin parpadear durante varios segundos, se dio media vuelta y se fue, acompañado de sus ghouls. A diferencia de los zombies, aquellos eran soldados eficientes, diestros e inteligentes. Y le bastaba con comandarlos mentalmente, lo que agilizaba el dirigirlos en batalla. El resto de la tarde se la pasó recuperando fuerzas en una zona a cubierto del sol y familiarizándose con los dos soldados (Thrask y Goarth) y su estilo de lucha. Era simple, brutal y eficiente y aunque fuertes no eran particularmente experimentados o hábiles. Pero le servirían... en el peor de los casos, serían escudos humanos perfectos, pues como no muertos eran duros de matar al fin y al cabo. Tras eso se dirigió a la cena, donde vio bastante más gente además de los soldados bestia y los que habían estado en la llanura. Eligió un sitio lo más alejado posible de Venom, y acabó al lado de un hombre de cabellos oscuros y porte noble. Tras mirarle con interés, le tendió la mano con un gesto amable.
- Buenas noches, caballero. Mi nombre es Ivan Roux. No recuerdo haberos visto esta tarde en la batalla... ¿habéis llegado nuevo?
Estaba conversando con el tipo, cuando de repente se le acercó una persona, un hombre que emanaba un fuerte olor animal pese a no ser un hombre bestia. Tras un examen visual detallado lo reconoció y esbozó una media sonrisa torva.
- Por supuesto. Creo que podremos entendernos bien... ¿verdad, Drake Lars Lee? Por cierto, saludos de parte de tu hijo.
Día siguiente
El barco se aproximaba inexorablemente a la costa. Sobre cubierta tres figuras la observaban atentamente. "En cuanto comience el asalto, Drake se convertirá en lobo. Subid a su lomo conmigo." Él y el lobo ya habían estado hablando algo antes bajo cubierta, y le había revelado su identidad mostrándole el anillo de su familia. Con alguien como el a su lado, su supervivencia en la guerra había pasado a estar casi asegurada. Nunca podían evitarse los accidentes y percances, claro, pero si ya era difícil matarle normalmente... con el lobo blanco a su lado protegiéndolo lo sería incluso más. Sacó la piedra rúnica y la giró en la palma de su mano, observando los símbolos y preguntándose cuál sería su funcionamiento real. Pronto llegaron al puerto y se agruparon frente a los portones del bastión, esperando a las últimas órdenes del Pretor Ruk. Estas fueron sencilla: arrasar y conquistar. En medio de los rugidos de la horda, con los portones abriéndose, el enorme lobo blanco aulló. Con una sonrisa fiera, Ivan saltó a su lomo y se acomodó en su grupa. Justo detrás se colocaron Thrask y Goarth, silenciosos y obedientes.
- ¡Hacia el norte, Drake! Allí hay una central. La tomaremos y seguiremos avanzando.
- Zal:
- - Alimentarse de un moribundo y pactar una tregua con Venom.
- Descansar y comprobar las habilidades de sus ghouls.
- Hablar con Drake y Teravan durante el banquete.
- Subir al lomo de Drake y dirigirse hacia la central de energía del norte.
La repentina caída al suelo de aquel Yonkaikyo hizo ver al pelirrojo que no todos los elegidos por el gobierno mundial para mantener a ralla a piratas y revolucionarios eran igual de poderosos. Sintiendo algo de decepción y culpa por lo sucedido, aunque no demasiado de lo último; eso sin contar que tuvo que aguantar el mosqueo que tenía Spanner por mostrar mis habilidades a gente desconocida.
—¡Coño! ¿Y yo que sé? Se suponía que para el gobierno reclutaban a los mejores, no creí que se fuera a desmayar de esa forma –dijo, excusándose, mientras se acercaba al cuerpo de Bleyd para ayudarle, sin embargo uno de los guardias que allí estaban no le dejaron y se llevaron su cuerpo de allí, apoyándolo en una zona poco transitada junto a su extraño animal, el cual te daban ganas de achuchar, mientras lo custodiaban.
“Que gente más extraña” –pensó. Tras ello, después de una larga noche de provocaciones varias y un extraño coqueteo con aquella fémina llamada Milena, el pelirrojo tuvo un cara a cara muy íntimo y placentero con la muchacha que, como buen caballero, no contaría por ahí. Sería algo que quedaría como un pequeño secreto entre ambos y una buena manera de descargar algo de las tensiones previas a la guerra.
Al día siguiente, nada más levantar, aún con su arma biológica en ristre, e intentar echar una difícil meada, el pirata se vistió, guardó aquel extraño aparato en el bolsillo y puso a punto sus katanas. Esperó a Spanner y juntos fueron hacia el barco seguido por Milena, el antiguo amigo de su padre, Syxel, y Amaiar. El viaje fue tranquilo, sin muchos sobresaltos, y algo aburrido. Al desembarcar, pasó algo que dejó boquiabierto al pelirrojo, las embarcaciones se hicieron una grandiosa fortificación, que tornó las arenas de la playa de un color amoratado. Tras ello, la supuesta heredera del trono dio un poco convincente discurso, al tiempo que el anciano que le acompañaba esbozaba una pérfida sonrisa.
—Esto no me huele bien, Spanner. ¿Habremos escogido el bando correcto?
Entonces Yoai pulsó un botón y no muy lejos de allí el cielo se tornó de negro y comenzó a llover una extraña sustancia que destruyó un edificio, consiguiendo que aquella chiquilla riera como una desquiciada.
“Definitivamente, esto no me da muy mala espina” –discurrió Zane, mientras se cruzaba de brazos.
Mientras la muchacha volvía a hablar, el pelirrojo observó la zona. El ser más peligroso de todos ellos, Jin Sufer, estaba lejos de ellos y así iba a ser, no quería encontrarse con él. No tenía muy claro si era alguien fuerte o no con su mantra, pero no quería comprobarlo, sobre todo después de haber escuchado tantos rumores sobre él.
Al terminar, Spanner le preguntó qué hacer y no supo que responderle. Durante unos veinte segundos exactos, estuvo pensativo con los brazos cruzados, intentando trazar un plan.
—Socio, pues… en un principio evitaremos a personas como Jin, tiene fama de no ser muy amigable y no me gustaría tener problemas con él, al menos no por ahora porque no entra en nuestros planes –dejo de cruzar sus brazos y posó una mano sobre sus katanas–. Y teniendo en cuenta que la legítima heredera que traerá paz y prosperidad al reino, parece ser que no está muy en sus cabales, será mejor ir con cautela. No me fío mucho de ella, y menos del viejales que la acompaña –centró su mirada sobre el resto de acompañantes, a cada cual más variopinto–. Al menos que tengáis un mejor plan, claro.
—¡Coño! ¿Y yo que sé? Se suponía que para el gobierno reclutaban a los mejores, no creí que se fuera a desmayar de esa forma –dijo, excusándose, mientras se acercaba al cuerpo de Bleyd para ayudarle, sin embargo uno de los guardias que allí estaban no le dejaron y se llevaron su cuerpo de allí, apoyándolo en una zona poco transitada junto a su extraño animal, el cual te daban ganas de achuchar, mientras lo custodiaban.
“Que gente más extraña” –pensó. Tras ello, después de una larga noche de provocaciones varias y un extraño coqueteo con aquella fémina llamada Milena, el pelirrojo tuvo un cara a cara muy íntimo y placentero con la muchacha que, como buen caballero, no contaría por ahí. Sería algo que quedaría como un pequeño secreto entre ambos y una buena manera de descargar algo de las tensiones previas a la guerra.
Al día siguiente, nada más levantar, aún con su arma biológica en ristre, e intentar echar una difícil meada, el pirata se vistió, guardó aquel extraño aparato en el bolsillo y puso a punto sus katanas. Esperó a Spanner y juntos fueron hacia el barco seguido por Milena, el antiguo amigo de su padre, Syxel, y Amaiar. El viaje fue tranquilo, sin muchos sobresaltos, y algo aburrido. Al desembarcar, pasó algo que dejó boquiabierto al pelirrojo, las embarcaciones se hicieron una grandiosa fortificación, que tornó las arenas de la playa de un color amoratado. Tras ello, la supuesta heredera del trono dio un poco convincente discurso, al tiempo que el anciano que le acompañaba esbozaba una pérfida sonrisa.
—Esto no me huele bien, Spanner. ¿Habremos escogido el bando correcto?
Entonces Yoai pulsó un botón y no muy lejos de allí el cielo se tornó de negro y comenzó a llover una extraña sustancia que destruyó un edificio, consiguiendo que aquella chiquilla riera como una desquiciada.
“Definitivamente, esto no me da muy mala espina” –discurrió Zane, mientras se cruzaba de brazos.
Mientras la muchacha volvía a hablar, el pelirrojo observó la zona. El ser más peligroso de todos ellos, Jin Sufer, estaba lejos de ellos y así iba a ser, no quería encontrarse con él. No tenía muy claro si era alguien fuerte o no con su mantra, pero no quería comprobarlo, sobre todo después de haber escuchado tantos rumores sobre él.
Al terminar, Spanner le preguntó qué hacer y no supo que responderle. Durante unos veinte segundos exactos, estuvo pensativo con los brazos cruzados, intentando trazar un plan.
—Socio, pues… en un principio evitaremos a personas como Jin, tiene fama de no ser muy amigable y no me gustaría tener problemas con él, al menos no por ahora porque no entra en nuestros planes –dejo de cruzar sus brazos y posó una mano sobre sus katanas–. Y teniendo en cuenta que la legítima heredera que traerá paz y prosperidad al reino, parece ser que no está muy en sus cabales, será mejor ir con cautela. No me fío mucho de ella, y menos del viejales que la acompaña –centró su mirada sobre el resto de acompañantes, a cada cual más variopinto–. Al menos que tengáis un mejor plan, claro.
- Resumen de Meln:
- -Intentar ayudar a Bleyd y ser interrumpido por los guardias, que lo alejan de la multitud (me tomé la libertad de hacer eso, para que no le pase nada)
-Noche loca (?)
-Despertar, vestirme y embarcar. Al desembarcar escuchar el discurso de Yoai y, al terminar, trazar un plan junto a Milena, Amaiar, Syxel y Spanner.
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Unos sonidos terribles salían de la bodega del barco. Parecía como si una manada de fieras estuviesen alimentándose todos a la vez, desgarrando la comida con voracidad. Y nada más lejos de la realidad: en la mesa del desayuno un joven devoraba platos a una velocidad considerable. Parecía que quisiera batir un récord de velocidad... o que tuviese alguna clase de compulsión que le impedía dejar de comer, pues periódicamente entre mordiscos, tragos de su jarra de agua y bocados de comida comenzaba a ponerse rojo y debía parar para tomar aire, retomando a continuación su frenético e incesante devorar. Poco a poco, pilas de platos y cuencos perfectamente limpios fueron amontonándose a su alrededor, formando un bastión inexpugnable. Carne, arroz, pescado, sopa, verdura... le daba igual. Todo lo que caía en sus manos era vorazmente devorado, sin dejar rastro ni sobras. Un observador casual no hubiese sabido decir si estaba comiendo como un guarro o si simplemente iba demasiado rápido. En cierto momento la puerta se abrió y Kai, percibiendo que más gente a entrar, dirigió una mirada furiosa al lugar y gritó:
- NGO TOGQUEIG MGI COGMIDA! ¡AAAAAAAARGH!
El último grito fue acompañado de una feroz llamarada que salió de su boca y se disipó tan rápido como había aparecido. Habiendo dado buena cuenta de cuanto arroz y carne pudo encontrar, comenzó a atacar vorazmente los cuencos de fideos, acabando con la mayor parte de ellos. Al acabar dio un suspiro de satisfacción, con el estómago totalmente lleno y se dejó caer hacia atrás con silla y todo, cayendo dormido al momento en medio de fuertes ronquidos. De vez en cuando en sueños daba gritos aleatorios como "¡SOFÁ!" y lanzaba un puñetazo o una patada al aire, tras lo que volvía a quedarse quieto y empezaba de nuevo a roncar con ganas. Algo antes de llegar, Kai se levantó de golpe gritando:
- ¡¿DONDE ESTAN LAS CHINCHILLAS?¡
Entonces miró a su alrededor, aturdido. Bostezó sonoramente, se estiró, saludó a los presentes con un gesto de la mano y recogió su bolsa de viaje. Entonces, aún medio dormido, salió de la estancia y se dirigió a cubierta. Se estaban acercando ya a tierra, donde un puerto tallado en el propio acantilado les esperaba. Mientras admiraba la impresionante estructura, Kai se acercó a la borda dando un silbido de admiración y bajándose la cremallera del pantalón. Mientras hacía sus necesidades, comenzó a tararear alegremente una canción, moviendo el chorro de un lado a otro y observándolo dispersarse y caer sobre el mar. Un rato y una meada después estuvieron todos reunidos en una sala del bastión, donde Grimoso (así había decidido bautizarlo) les dio más instrucciones. Esta vez fue bastante claro, y tras una visual al mapa tuvo un plan en mente. Se rascó la barbilla, observó a los presentes y señaló a un joven al azar, un tipo de pelo corto oscuro más bajito que él.
- ¡Tú vendrás conmigo! Acompáñame.
Sin darle opción a réplica, trató de agarrarlo de la camisa (si no lo seguía al momento) y arrastrarlo consigo hasta la salida del bastión. Allí un grupo de soldados y robots esperaban ya a la orden de salida. Sin más preámbulos, Kai le tendió la pesada bolsa de viaje para que se la llevara y se agachó, colocándose de espaldas a él.
- ¡Súbete a mi espalda y agárrate fuerte! Y procura no estrangularme ni chillar como un niño asustado.
Una vez lo tuvo a la espalda, se levantó y miró con impaciencia al portón y en cuanto se abrió comenzó a correr hacia el exterior sin previo aviso, dando un poderoso salto a los pocos metros. Comenzaron a elevarse por la fuerza de sus piernas, acabando por encima de la propia base y entonces poderosos chorros de fuego comenzaron a emanar de sus manos y pies. Propulsado a gran velocidad, Kai salió disparado hacia el norte. Debido al ritmo al que iban no pudieron intercambiar palabras durante el viaje, pero este fue bastante corto. Pronto dejaron atrás el valle de la base y las montañas, llegando a una zona bastante lejana al bastión en unas colinas. Había una serie de molinos de energía eólica y una pequeña instalación, justo el punto que buscaba. Comprobó en el mapa de su pulsera que no se había equivocado y descendió frente a la puerta del lugar.
- Un momento, chico - le dijo, mientras activaba el comunicador para hablar con el resto de gente de Zilda - Aquí Kai. Acabo de desplazarme bastante al norte para tomar posiciones cerca de Meln y limitar su avance. Trataré de hacerle las cosas imposibles a sus fuerzas desde aquí, pero si veo las cosas peliagudas trataré de retroceder. Aprovechad el momento para tomar posiciones.
Acto seguido se giró hacia el joven, rascándose la cabeza.
- Bien, yo no entiendo demasiado de esto. ¿Me ayudas a poner en funcionamiento esta cosa? - dijo, abriendo la puerta de la central eléctrica - Si tú tampoco sabes... bueno, malo será que no haya instrucciones o algo, ¿no? Por cierto, me llamo Kai.
- NGO TOGQUEIG MGI COGMIDA! ¡AAAAAAAARGH!
El último grito fue acompañado de una feroz llamarada que salió de su boca y se disipó tan rápido como había aparecido. Habiendo dado buena cuenta de cuanto arroz y carne pudo encontrar, comenzó a atacar vorazmente los cuencos de fideos, acabando con la mayor parte de ellos. Al acabar dio un suspiro de satisfacción, con el estómago totalmente lleno y se dejó caer hacia atrás con silla y todo, cayendo dormido al momento en medio de fuertes ronquidos. De vez en cuando en sueños daba gritos aleatorios como "¡SOFÁ!" y lanzaba un puñetazo o una patada al aire, tras lo que volvía a quedarse quieto y empezaba de nuevo a roncar con ganas. Algo antes de llegar, Kai se levantó de golpe gritando:
- ¡¿DONDE ESTAN LAS CHINCHILLAS?¡
Entonces miró a su alrededor, aturdido. Bostezó sonoramente, se estiró, saludó a los presentes con un gesto de la mano y recogió su bolsa de viaje. Entonces, aún medio dormido, salió de la estancia y se dirigió a cubierta. Se estaban acercando ya a tierra, donde un puerto tallado en el propio acantilado les esperaba. Mientras admiraba la impresionante estructura, Kai se acercó a la borda dando un silbido de admiración y bajándose la cremallera del pantalón. Mientras hacía sus necesidades, comenzó a tararear alegremente una canción, moviendo el chorro de un lado a otro y observándolo dispersarse y caer sobre el mar. Un rato y una meada después estuvieron todos reunidos en una sala del bastión, donde Grimoso (así había decidido bautizarlo) les dio más instrucciones. Esta vez fue bastante claro, y tras una visual al mapa tuvo un plan en mente. Se rascó la barbilla, observó a los presentes y señaló a un joven al azar, un tipo de pelo corto oscuro más bajito que él.
- ¡Tú vendrás conmigo! Acompáñame.
Sin darle opción a réplica, trató de agarrarlo de la camisa (si no lo seguía al momento) y arrastrarlo consigo hasta la salida del bastión. Allí un grupo de soldados y robots esperaban ya a la orden de salida. Sin más preámbulos, Kai le tendió la pesada bolsa de viaje para que se la llevara y se agachó, colocándose de espaldas a él.
- ¡Súbete a mi espalda y agárrate fuerte! Y procura no estrangularme ni chillar como un niño asustado.
Una vez lo tuvo a la espalda, se levantó y miró con impaciencia al portón y en cuanto se abrió comenzó a correr hacia el exterior sin previo aviso, dando un poderoso salto a los pocos metros. Comenzaron a elevarse por la fuerza de sus piernas, acabando por encima de la propia base y entonces poderosos chorros de fuego comenzaron a emanar de sus manos y pies. Propulsado a gran velocidad, Kai salió disparado hacia el norte. Debido al ritmo al que iban no pudieron intercambiar palabras durante el viaje, pero este fue bastante corto. Pronto dejaron atrás el valle de la base y las montañas, llegando a una zona bastante lejana al bastión en unas colinas. Había una serie de molinos de energía eólica y una pequeña instalación, justo el punto que buscaba. Comprobó en el mapa de su pulsera que no se había equivocado y descendió frente a la puerta del lugar.
- Un momento, chico - le dijo, mientras activaba el comunicador para hablar con el resto de gente de Zilda - Aquí Kai. Acabo de desplazarme bastante al norte para tomar posiciones cerca de Meln y limitar su avance. Trataré de hacerle las cosas imposibles a sus fuerzas desde aquí, pero si veo las cosas peliagudas trataré de retroceder. Aprovechad el momento para tomar posiciones.
Acto seguido se giró hacia el joven, rascándose la cabeza.
- Bien, yo no entiendo demasiado de esto. ¿Me ayudas a poner en funcionamiento esta cosa? - dijo, abriendo la puerta de la central eléctrica - Si tú tampoco sabes... bueno, malo será que no haya instrucciones o algo, ¿no? Por cierto, me llamo Kai.
- Posición actual de Kai:
- Zilda (GENTE DE Zilda, LEED AL MENOS MI RESUMEN):
- - Acabo con buena parte del desayuno de todos y quedar dormido.
- Me llevo a Silver conmigo tras la reunión (está todo hablado con él)
- Vuelvo hacia una de las centrales cercanas al punto de inicio de Meln para tomarla y mando un mensaje por el brazalete a la gente de Zilda.
- Hablo con Silver para empezar ambos a poner la central en funcionamiento.
Alice Branwen
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Bostecé con fuerza mientras me estiraba luego de aquel sueño de belleza que tuve. Me la había pasado bien con Kasai y los demás que llegaron luego del encuentro inicial, y estuvimos haciendo varias cosas... pues, de jóvenes, suponía. El caso es que nos fuimos a nuestros cuartos muy tarde, aunque a mi no me afectaba mucho eso. Estaba acostumbrada a no dormir por culpa de las pesadillas, por lo que ya me había vuelto algo inmune a la depravación de sueño. De todas formas, esa noche me sentía genial, por lo que me animé a dormir un poco, además que ayudaría en mi concentración durante esta batalla. Para mi alivio, no tuve pesadillas esa noche, cosa rara vez pasaba, pero no me iba a quejar. Bostecé otra vez y vi la hora en el reloj que dejé la noche anterior en la mesita... y mis ojos se abrieron de par en par al ver la hora; no me había dado cuenta que ya era tan tarde, y no tenía idea se alcanzaba a llegar a la reunión o no.
Rápidamente salí de la cama y me coloqué el uniforme blanco de Balt, además de amarrarme el cabello en una cola de caballo. No tenía tiempo para darme una ducha, por lo que usé todos los útiles de aseo que tenía a mi disposición para, por lo menos, parecer lo más presentable posible. Me miré en un espejo y asentí con aprobación; al menos no parecía una mujer recién salida de la cama. Me lavé los dientes y salí corriendo de mi habitación, pero hice un pequeño desvío para poder comer algo. No le culpe,, después de todo se necesitan alimentos para combatir bien. Tomé lo primero que vi y me lo eché a la boca; por su sabor, parecía ser una especie de pan dulce. Finalmente, tras un largo recorrido, llegué hasta donde se llevaría... o llevó a cabo la reunión.
Hice un puchero al darme cuenta que me perdí de casi todo, pero al menos alcancé a oír el, al parecer, dato más importante de la reunión. Parpadeé y me revisé el uniforme, y en efecto: habían dos botones en la indumentaria. ¿Qué clase sería en mi caso? Supuse que era una espada o algo así, pero no me atreví a conjeturar mucho. Resistí el impulso de apretar el segundo botón y subí al primer barco que encontré. Miré a mi alrededor y, a parte de algunos miembros del ejercito de Balt, no había ningún otro invitado... Oh, esperen; si había uno. Era un tipo rubio y alto... y le reconocí. Puede que nunca nos hubiésemos visto, pero había visto su archivo en una ocasión en la agencia. Suspiré e intenté acercarme a él.
– Un placer de conocerlo, Taiga-san. Mi nombre es Alice, agente auxiliar, y será un placer luchar a su lado – le dije mientras me inclinaba respetuosamente.
Rápidamente salí de la cama y me coloqué el uniforme blanco de Balt, además de amarrarme el cabello en una cola de caballo. No tenía tiempo para darme una ducha, por lo que usé todos los útiles de aseo que tenía a mi disposición para, por lo menos, parecer lo más presentable posible. Me miré en un espejo y asentí con aprobación; al menos no parecía una mujer recién salida de la cama. Me lavé los dientes y salí corriendo de mi habitación, pero hice un pequeño desvío para poder comer algo. No le culpe,, después de todo se necesitan alimentos para combatir bien. Tomé lo primero que vi y me lo eché a la boca; por su sabor, parecía ser una especie de pan dulce. Finalmente, tras un largo recorrido, llegué hasta donde se llevaría... o llevó a cabo la reunión.
Hice un puchero al darme cuenta que me perdí de casi todo, pero al menos alcancé a oír el, al parecer, dato más importante de la reunión. Parpadeé y me revisé el uniforme, y en efecto: habían dos botones en la indumentaria. ¿Qué clase sería en mi caso? Supuse que era una espada o algo así, pero no me atreví a conjeturar mucho. Resistí el impulso de apretar el segundo botón y subí al primer barco que encontré. Miré a mi alrededor y, a parte de algunos miembros del ejercito de Balt, no había ningún otro invitado... Oh, esperen; si había uno. Era un tipo rubio y alto... y le reconocí. Puede que nunca nos hubiésemos visto, pero había visto su archivo en una ocasión en la agencia. Suspiré e intenté acercarme a él.
– Un placer de conocerlo, Taiga-san. Mi nombre es Alice, agente auxiliar, y será un placer luchar a su lado – le dije mientras me inclinaba respetuosamente.
- Miembro de Balt, Resumen:
- Recapitulo de la noche anterior, apresurarse a la reunión solo para llevar cuando ya estaba terminando. Finalmente termina subiéndose al mismo barco de Taiga.
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La mirada del rubio estaba fija en el precioso mar azul. Sus ojos parecían estar entrecerrados y en esos momentos, no escuchaba o se fijaba en nadie más. Al menos su olfato le avisaría si alguna persona se acercaba a él. Estaba un poco emocionado por poder comenzar de una vez aquel combate contra otras facciones. Por su parte no pensaba asesinar a ninguna persona, pues iba en contra de sus pensamientos. El eliminar a los demás se lo dejaba a los crueles piratas y revolucionarios. Los últimos no tanto como los primeros, aunque siempre había excepciones, como por ejemplo la chica a la que tenía que capturar. Decidió dejar de pensar en aquella maldita misión y después de unos momentos percibió un olor extraño. Era como si fuese un animal, pero mezclado con una suavidad y dulzura agradable. El luchador entonces mostró una sonrisa amable y miró hacia atrás.
Pudo ver a una joven bastante bonita inclinarse respetuosamente ante él y lo primero que hizo fue devolverle la reverencia, pues él pasaba de todas aquellas formalidades entre los miembros del CP. Si se había presentado como una agente, estaba claro que sabía que él también lo era, aunque de mayor rango. Él simplemente se cruzó de brazos y después de unos momentos le habló en un tono bastante dulce, como solía hablar a todo el mundo.
- Es un placer conocerte, Alice-chan. Cuando desembarquemos me dirigiré al Oeste para comenzar con la campaña ¿Vendrás conmigo?
Le propuso de forma amistosa.
Una vez desembarcaron, el rubio saldría trotando a un ritmo normal hacia el Oeste. Según aquel mapa, por aquel sitio había una bonita central y deseaba empezar con aquella. En su rostro podía verse una sonrisa en todo momento. Si la chica estaba con él, trotaría a su ritmo. Si ella se había ido, iría muchísimo más rápido. Todo dependía de lo que hubiese pasado con la preciosa albina de ojos azulados.
- Tu olor me es bastante agradable ¿Usas algún perfume en específico?
Pudo ver a una joven bastante bonita inclinarse respetuosamente ante él y lo primero que hizo fue devolverle la reverencia, pues él pasaba de todas aquellas formalidades entre los miembros del CP. Si se había presentado como una agente, estaba claro que sabía que él también lo era, aunque de mayor rango. Él simplemente se cruzó de brazos y después de unos momentos le habló en un tono bastante dulce, como solía hablar a todo el mundo.
- Es un placer conocerte, Alice-chan. Cuando desembarquemos me dirigiré al Oeste para comenzar con la campaña ¿Vendrás conmigo?
Le propuso de forma amistosa.
Una vez desembarcaron, el rubio saldría trotando a un ritmo normal hacia el Oeste. Según aquel mapa, por aquel sitio había una bonita central y deseaba empezar con aquella. En su rostro podía verse una sonrisa en todo momento. Si la chica estaba con él, trotaría a su ritmo. Si ella se había ido, iría muchísimo más rápido. Todo dependía de lo que hubiese pasado con la preciosa albina de ojos azulados.
- Tu olor me es bastante agradable ¿Usas algún perfume en específico?
- Balt:
- Hablar con Alice, trotar hacia la central de la linea 8 contando desde arriba hacia abajo. La que está entre dos cuadritos y cerca del mar que nos separa con Sarka. Preguntar a Alice.
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Una batalla sorprendente y una actitud impresionante por parte de algunos, sobre todo por aquel tipo musculoso que le plantó cara a la bestia que mató a una persona inocente. La mirada de Venom estaba fija en todo lo que ocurría y cuando la lluvia de escombros fue hacia él, no tardó en moverse a una velocidad considerable para evadirla. Todo estaba saliendo a la perfección y pudo ver como su antiguo cuerpo era destrozado y aplastado por las piedras. Mostró una sonrisa ladeada y después de unos momentos cesó el combate. Sus nudillos estaban llenos de sangre y aquello fue algo que le hizo sonreír de lado. Se relamió despacio y por último se estiró con algo de parsimonia. Al menos sabía que aquella marine era una aliada y no iba a estar solo en la batalla. Aunque tampoco es que le importase mucho, pues él prefería las cosas por su lado.
Venom comía verduras asadas y carne durante la cena. Ignoraba las conversaciones de los demás y simplemente se mantuvo callado en un lado. El sabor de aquellos alimentos era delicioso y no tardó mucho en mostrar una sonrisa ladeada cuando el vampiro se acercó a él. Masticó lentamente su comida y después de unos momentos bebió de aquel vino de forma calmada. Las palabras del tipo de cabellos plateados le hicieron sonreír de lado. Justamente, él ya le había propuesto una, pero su pequeño oponente estaba liado en esos momentos. No pudo evitar fijarse en que estaba acompañado por dos hombres bestia algo raro. Él mismo en ese momento hizo aparecer un pequeño diablillo de quince centímetros que se posó en su hombro, mirando de forma sádica a esos dos. Tenía huevos el enano. En cuanto se fue Ivan, el pelirrojo masticó algo de pan y sonrió de lado.
- Será un placer pisarte el cuello cuando todo esto acabe, sanguijuela. – Dijo mordiendo un pedazo de carne cercano a su mano izquierda.
Con su piedra rúnica al día siguiente y con sus intenciones más que planeadas, esperó a que diesen la señal a la primera de cambio. Se colocó al lado de la chica del escudo y se mantuvo de brazos cruzados en todo momento. Se fijó en el mapa y decidió ir a por la más cercana para investigarlas un poco antes de dar los pasos de conquista. Se quedó mirando a la marine con una expresión fría como el hielo y después le habló con toda la calma del mundo.
- ¿Vienes?
Le dijo simplemente para después empezar a trotar hacia la central más cercana, la cual parecía estar al Oeste. Era el momento de averiguar cómo funcionaban aquellas cosas de energía y si era necesario, cargársela. Si él no podía manejarla, no dejaría que los demás rivales lo hicieran.
Venom comía verduras asadas y carne durante la cena. Ignoraba las conversaciones de los demás y simplemente se mantuvo callado en un lado. El sabor de aquellos alimentos era delicioso y no tardó mucho en mostrar una sonrisa ladeada cuando el vampiro se acercó a él. Masticó lentamente su comida y después de unos momentos bebió de aquel vino de forma calmada. Las palabras del tipo de cabellos plateados le hicieron sonreír de lado. Justamente, él ya le había propuesto una, pero su pequeño oponente estaba liado en esos momentos. No pudo evitar fijarse en que estaba acompañado por dos hombres bestia algo raro. Él mismo en ese momento hizo aparecer un pequeño diablillo de quince centímetros que se posó en su hombro, mirando de forma sádica a esos dos. Tenía huevos el enano. En cuanto se fue Ivan, el pelirrojo masticó algo de pan y sonrió de lado.
- Será un placer pisarte el cuello cuando todo esto acabe, sanguijuela. – Dijo mordiendo un pedazo de carne cercano a su mano izquierda.
Con su piedra rúnica al día siguiente y con sus intenciones más que planeadas, esperó a que diesen la señal a la primera de cambio. Se colocó al lado de la chica del escudo y se mantuvo de brazos cruzados en todo momento. Se fijó en el mapa y decidió ir a por la más cercana para investigarlas un poco antes de dar los pasos de conquista. Se quedó mirando a la marine con una expresión fría como el hielo y después le habló con toda la calma del mundo.
- ¿Vienes?
Le dijo simplemente para después empezar a trotar hacia la central más cercana, la cual parecía estar al Oeste. Era el momento de averiguar cómo funcionaban aquellas cosas de energía y si era necesario, cargársela. Si él no podía manejarla, no dejaría que los demás rivales lo hicieran.
- Zal:
- Amenaza a Ivan cuando se va // Preguntarle a Corinna si viene conmigo.// Trotar hacia la a dos cuadritos a la izquierda del punto verde de Zal.
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El arroz y el pollo era la mejor clave para reaccionar a los problemas de la vida y el chico guepardo no paraba de comer al mismo tiempo que sonreía de lado. El sabor de aquellos granos le estaba encantando y no podía negarlo. Nadie se había acercado ni nada por el estilo, por lo que Zero ya sabía que estaría solo durante aquella batalla. No le importaba demasiado y lo siguiente que hizo cuando desembarcaron, fue mirar aquel mapa y memorizar algunos puntos. Sus oscuros ojos se fijaron en las centrales del Oeste y después de unos instantes mostró una sonrisa siniestra. Esas le iban a pertenecer a él y de paso miraría sus diseños de forma correcta. Informar a Ivan sería la prioridad tras aquello, aunque por el momento necesitaba alejarse de todo lo que se estaba formando.
- Es el momento de que comience la juerga.
Dijo saltando del barco en el que se hallaba y aterrizando en aquel suelo desértico. Sus dientes se afilaron entonces y el color de sus ojos pasó a ser el de uno rojizo intenso. Mostró una sonrisa siniestra y su cuerpo cambió al de un guepardo algo más grande de lo normal. La bestia lejos de llamar la atención, salió corriendo rumbo al Oeste. La bestia roja deseaba poder llegar cuanto antes y contaba con la ventaja de ser un jodido guepardo. Llevaba la mochila a la espalda y eso le daba un aire cómico, pero así eran las cosas.
- Oe oe… espero que el charco de lava no me esté siguiendo… – Se dijo para sí mismo mientras miraba un poco hacia atrás.
Dudaba que alguien de los miembros de Sarka pudiese ir tras él y a su velocidad, pero era mejor prevenir que curar. Entonces pensó que no debía tratarlos como enemigos, pues se suponía que eran compañeros. Soltó un enorme suspiro y continuó a lo suyo mientras se relamía despacio. El arroz le había dado fuerzas y encima estaba delicioso. Comida y combates, una combinación hermosa para el cazador.
- Es el momento de que comience la juerga.
Dijo saltando del barco en el que se hallaba y aterrizando en aquel suelo desértico. Sus dientes se afilaron entonces y el color de sus ojos pasó a ser el de uno rojizo intenso. Mostró una sonrisa siniestra y su cuerpo cambió al de un guepardo algo más grande de lo normal. La bestia lejos de llamar la atención, salió corriendo rumbo al Oeste. La bestia roja deseaba poder llegar cuanto antes y contaba con la ventaja de ser un jodido guepardo. Llevaba la mochila a la espalda y eso le daba un aire cómico, pero así eran las cosas.
- Oe oe… espero que el charco de lava no me esté siguiendo… – Se dijo para sí mismo mientras miraba un poco hacia atrás.
Dudaba que alguien de los miembros de Sarka pudiese ir tras él y a su velocidad, pero era mejor prevenir que curar. Entonces pensó que no debía tratarlos como enemigos, pues se suponía que eran compañeros. Soltó un enorme suspiro y continuó a lo suyo mientras se relamía despacio. El arroz le había dado fuerzas y encima estaba delicioso. Comida y combates, una combinación hermosa para el cazador.
- Sarka:
- Cambiar a forma completa de guepardo, correr al Oeste a por la primera central.
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Los ojos de Madara se abrieron como platos al contemplar la terrible escena que se había formado frente a sus ojos. Miles y miles de cuencos devorados y sin dejar ni un puto resto. La boca del dragón se abrió de forma exagerada y sus ojos quedaron en blanco. Encima, le dio tiempo a ver a alguien salir de aquella zona. Apretó los puños al ver semejante escena y después de unos momentos se contuvo las ganas de liarse a golpes con los demás miembros. Clavó una rodilla en el suelo, haciendo temblar un poco la sala y después de quedó mirando a la arquera que iba con él en todo momento.
- ¡Ese cabrón se ha comido todo! El desayuno es la comida más importante del día, y ese tipo se ha pasado. Pienso hacerle pagar por esto…
Dijo agarrando una raspa y aplastándola en su mano derecha. A continuación salió de aquella zona y pudo ver al marine coger a otro y salir echando fuego de aquel sitio. El Shichibukai alzó una ceja y después de unos momentos gritó de forma furiosa mientras el suelo de su alrededor temblaba un poco. Entonces se colocó en el suelo y se transformó en un impresionante dragón negro de tamaño considerable. Sus alas se estiraron y su cola se formó, terminando en una cuchilla. La enorme bestia soltó un enorme rugido y después invitó a la arquera a subir a su lomo. Acto seguido alzaría el vuelo y seguiría al tal Kai con el ceño fruncido.
- Preciosa, si me porto bien luego podemos pasar un rato a solas… Grrrr…
Dijo de repente, tratando de tirarle los tejos a la belleza que iba con él. Entonces batió sus alas de forma violenta y trató de localizar a aquel maldito chico que se comió todo a su paso. Había olvidado la batalla por la comida y eso era normal en él. La enorme bestia era rápido volando y eso siempre era de agradecer. Entonces fue cuando empezó a sobrevolar la central del Vice-Almirante Kai. Esperaría a que la conquistase y después ya le echaría la bronca. Desde las alturas se ocuparía de vigilar y atacar a todo aquel que se metiese en el camino del marine. Su forma de ataque sería lanzar cañonazos de ácido sin miedo alguno.
- ¡Date prisa, chico! – Gritó la bestia con una voz grave.
- ¡Ese cabrón se ha comido todo! El desayuno es la comida más importante del día, y ese tipo se ha pasado. Pienso hacerle pagar por esto…
Dijo agarrando una raspa y aplastándola en su mano derecha. A continuación salió de aquella zona y pudo ver al marine coger a otro y salir echando fuego de aquel sitio. El Shichibukai alzó una ceja y después de unos momentos gritó de forma furiosa mientras el suelo de su alrededor temblaba un poco. Entonces se colocó en el suelo y se transformó en un impresionante dragón negro de tamaño considerable. Sus alas se estiraron y su cola se formó, terminando en una cuchilla. La enorme bestia soltó un enorme rugido y después invitó a la arquera a subir a su lomo. Acto seguido alzaría el vuelo y seguiría al tal Kai con el ceño fruncido.
- Preciosa, si me porto bien luego podemos pasar un rato a solas… Grrrr…
Dijo de repente, tratando de tirarle los tejos a la belleza que iba con él. Entonces batió sus alas de forma violenta y trató de localizar a aquel maldito chico que se comió todo a su paso. Había olvidado la batalla por la comida y eso era normal en él. La enorme bestia era rápido volando y eso siempre era de agradecer. Entonces fue cuando empezó a sobrevolar la central del Vice-Almirante Kai. Esperaría a que la conquistase y después ya le echaría la bronca. Desde las alturas se ocuparía de vigilar y atacar a todo aquel que se metiese en el camino del marine. Su forma de ataque sería lanzar cañonazos de ácido sin miedo alguno.
- ¡Date prisa, chico! – Gritó la bestia con una voz grave.
- Zilda:
- Ver que su desayuno ha sido devorado por una vaca llamada Kai. Ir tras él en forma completa y con la arquera al lomo. Una vez llega a su posicion, decide dejarlo hacer su trabajo y cubrirlo desde las alturas con sus cañonazos de ácido (si alguien se acerca) [Todo esto si se considera posible llegar volando en forma completa tras él]
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Tras subir al barco el joven se dirige a una zona apartada, no le apetece entablar conversación con nadie, ni tampoco que le comenten nada. Solo quiere beber sentado mientras espera a la llegada de la acción. Lleva mucho tiempo sin combatir, concretamente desde que perdió el brazo en aquella batalla contra el ninja de roca. Por lo que está deseoso de volver a los campos de batalla, no aprecia ningún final para su existencia más digno que el de perecer en combate. Le apena no poder llevarse a su amada Mei con él, pero no le agradaría ponerla en peligro en una guerra que no le involucra a ella para nada. Mucho es que él esté ayudando a los habitantes de la isla, al menos a parte de ellos, a luchar su guerra.
Sus cavilaciones se detienen cuando el barco al fin se detiene, es hora de desembarcar. Kaito reúne sus armas y animales y comienza el descenso hacia tierra firme. No sabe bien si ha de esperar a la pretora pero como nadie más se mueve de allí, el peliblanco se queda quieto, esperando a que se le dé permiso para marchar al combate. La espera no se hace esperar y sale a la cubierta del barco. Ya allí levanta los brazos en un gesto grandilocuente y suelta un discurso que deja a Kaito mosca, no termina de confiar en la pretora, pero por el momento iría a por las centrales, de modo que el joven se prepara para marchar lo más raudo posible.
|~Toca moverse rápido, si esas centrales son importantes para el combate habrá que conseguir unas cuantas.~| Dice el joven mientras su cuerpo se envuelve en un aura negra cuya energía es muy intensa, esa aura es su naturaleza yokai. Eso llamaría la atención, de no ser por un muchacho que despega con unas enormes alas y se echa a volar. Pero sin demorarse demasiado el joven se dirige en diagonal hacia el suroeste desde su puesto, no sabe bien si por allí hay una central, pero como los demás tomaron otras direcciones el espadachín se dirige a una nueva para cubrir mayor terreno. En esta forma es más rápido que de costumbre, por lo que no tardaría en llegar a una distancia considerable.
La sorpresa del joven es mayúscula cuando ve una especie de edificio extraño, similar a una pequeña estación. |~¿Será esto lo que tenemos que buscar?~| Se pregunta Kaito mientras observa la instalación con cuidado tratando de encontrar algo que le indique lo que hay que hacer. De pronto recuerda lo que le dijo la pretora, que había dos botones en sus trajes. Kaito, por asegurarse, aprieta ambos botones en el momento que se encuentra junto a la estación y para asegurarse busca algo más en la central.
Sus cavilaciones se detienen cuando el barco al fin se detiene, es hora de desembarcar. Kaito reúne sus armas y animales y comienza el descenso hacia tierra firme. No sabe bien si ha de esperar a la pretora pero como nadie más se mueve de allí, el peliblanco se queda quieto, esperando a que se le dé permiso para marchar al combate. La espera no se hace esperar y sale a la cubierta del barco. Ya allí levanta los brazos en un gesto grandilocuente y suelta un discurso que deja a Kaito mosca, no termina de confiar en la pretora, pero por el momento iría a por las centrales, de modo que el joven se prepara para marchar lo más raudo posible.
|~Toca moverse rápido, si esas centrales son importantes para el combate habrá que conseguir unas cuantas.~| Dice el joven mientras su cuerpo se envuelve en un aura negra cuya energía es muy intensa, esa aura es su naturaleza yokai. Eso llamaría la atención, de no ser por un muchacho que despega con unas enormes alas y se echa a volar. Pero sin demorarse demasiado el joven se dirige en diagonal hacia el suroeste desde su puesto, no sabe bien si por allí hay una central, pero como los demás tomaron otras direcciones el espadachín se dirige a una nueva para cubrir mayor terreno. En esta forma es más rápido que de costumbre, por lo que no tardaría en llegar a una distancia considerable.
La sorpresa del joven es mayúscula cuando ve una especie de edificio extraño, similar a una pequeña estación. |~¿Será esto lo que tenemos que buscar?~| Se pregunta Kaito mientras observa la instalación con cuidado tratando de encontrar algo que le indique lo que hay que hacer. De pronto recuerda lo que le dijo la pretora, que había dos botones en sus trajes. Kaito, por asegurarse, aprieta ambos botones en el momento que se encuentra junto a la estación y para asegurarse busca algo más en la central.
- Balt:
- Pensar en sus cosas. Desembarcar. Activar una habilidad y correr a la central a cuadro y medio en diagonal. Apretar ambos botones del traje e investigar la central.
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Galia miró a otro lado cuando aquella chiquilla comenzó a reírse de aquella forma. Algo no le daba buena espina y quería salir de allí cuanto antes. Informar a Dranser era su prioridad, pero por el momento no podía hacer otra cosa. Tal vez podía ir a una de las centrales junto a su compañero y de esa forma estudiar los diseños o algo por el estilo. Soltó un enorme suspiro y momentos después contempló a aquellos tipos dejar el suelo morado por donde pasaban. Debía admitir que aquello no se lo esperaba y tan solo pensó en no tocar aquel rastro. Podía ser veneno que matase a los más lentos o algo por el estilo. Aquello había dado un cambio enorme y lo siguiente que hizo aquella pelirosa fue mirar al joven de cabellos plateados con una expresión calmada.
- Es hora de moverse. No te preocupes por nada, yo estoy aquí. – Le diría colocando su mano en su pelo, para después empezar a caminar.
Cuando estuviesen algo más alejados empezaría un trote suave mientras miraba al frente. Esperaba poder encontrar una de aquellas cosas cuanto antes. Soltó un pequeño suspiro y fue entonces cuando entrecerró los ojos despacio. Miró aquel dispositivo que les habían entregado y estuvo a punto de pulsar un botón, pero lo mejor sería esperar un poco. A continuación, se estiró unos momentos y finalmente siguió con su pequeña carrera. No tardó mucho en llegar a una de aquellas centrales, la cual tuvo en frente. Lo primero que hizo fue tratar de buscar una puerta y abrirla, después se pondría a investigarla. Se quedó mirando unos momentos al chico y le sonrió.
- Será mejor que vigiles mientras yo averiguo como funciona esta cosa.
Una vez le dijo aquello, se puso a mirar bien cada dispositivo, tratando de hacer algo para poder activar aquella cosa a favor de Meln. Soltó un pequeño suspiro y continuó con su tarea, apuntando con su dispositivo y probando algunas cosas para ver si funcionaba.
- Es hora de moverse. No te preocupes por nada, yo estoy aquí. – Le diría colocando su mano en su pelo, para después empezar a caminar.
Cuando estuviesen algo más alejados empezaría un trote suave mientras miraba al frente. Esperaba poder encontrar una de aquellas cosas cuanto antes. Soltó un pequeño suspiro y fue entonces cuando entrecerró los ojos despacio. Miró aquel dispositivo que les habían entregado y estuvo a punto de pulsar un botón, pero lo mejor sería esperar un poco. A continuación, se estiró unos momentos y finalmente siguió con su pequeña carrera. No tardó mucho en llegar a una de aquellas centrales, la cual tuvo en frente. Lo primero que hizo fue tratar de buscar una puerta y abrirla, después se pondría a investigarla. Se quedó mirando unos momentos al chico y le sonrió.
- Será mejor que vigiles mientras yo averiguo como funciona esta cosa.
Una vez le dijo aquello, se puso a mirar bien cada dispositivo, tratando de hacer algo para poder activar aquella cosa a favor de Meln. Soltó un pequeño suspiro y continuó con su tarea, apuntando con su dispositivo y probando algunas cosas para ver si funcionaba.
- Meln:
- LLego a la central que está a un cuadrito debajo de Meln. Entro y con mis conocimientos de mecanico nivel 34, trato de ver como activarla, probando cosas con el dispositivo pero sin tocar botones.
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Suspiré, mientras esperaba a que me trajeran lo que había pedido. Básicamente había sido ignorado de forma descarada, lo cual no era algo que me extrañase, pero tampoco a lo que estuviera acostumbrado… En fin, de todas formas estaba más cómodo actuando por mi cuenta, como siempre. Ya estaba a punto de mandarlo todo a la mierda y volver a encapucharme cuando alguno de los presentes se acercó a mí alegando que le gustaba mi sentido del humor. Oye, un avance es un avance. Sin perder la sonrisa en ningún momento, le respondí:
- Bueno, alguien tiene que mantener la moral alta. Y aquí están todos tan muertos por dentro como yo por fuera. – Señalando con la cabeza al resto de personas que nos acompañaron el en ascensor, le guiñé un ojo al tipo simpático.
En ese momento mis pies se separaron del suelo de forma repentina. “¿Qué cojones?” Pensé, alarmado, cuando una voz familiar me saludó.
- Tan efusivo como cuando te conocí, ¿eh? – Dije mientras me volvía a poner en el suelo. Puto Silver… Jamás pensé que me alegraría tanto ver de nuevo su cara. - Sé que soy ligero, apenas un saco de huesos, pero no vuelvas a levantarme así, por favor. – Bromeé mientras mi sonrisa se hacía más amplia.
El tipo de antes (el que había confundido con un autómata) volvió, trayendo una cajita con alrededor de veinte balas. “Bueno, suficientes supongo.” Pensé mientras me la guardaba. Recargaría durante el trayecto, y no pensaba disparar demasiado, pues mi interés en aquel lugar era puramente científico, no bélico. Las había pedido por seguridad personal.
- Ya sabéis lo que dicen de las pistolas… - Aclararía si alguno me preguntaba. - Son como los paraguas y los condones: mejor tenerlos y no necesitarlos, que necesitarlos y no tener ninguno cerca.
El resto del tiempo pasó sin muchas novedades, acabamos subiendo al mismo barco y partimos hacia Encuentro. Aproveché el viaje para hacerme una “puesta a punto” completa y terminar de tontear con las funciones de la pulsera. Sinceramente, dudaba que incluso con su capacidad, los científicos que crearon esa maravilla pudieran incluir todas aquellas funciones, incluidos los “botones mágicos”, y tuvieran espacio para meter una bomba en medio de todo, como algunos paranoicos parecían sospechar. Entre mis estudios de psicología, las obvias formas de mirar las suyas con desconfianza, y que alguno lo había dicho en voz alta, no era difícil llegar a esa conclusión… Al fin y al cabo, al principio yo también sospeché un poco.
--------------
Tras un viaje movidito (la leche, qué rápidos eran esos navíos), por fin llegamos a la isla en cuestión, donde con su típica mezcla de prisa y logística el pretor nos dio otro discurso. Bueno, no parecía tan necesitado de nuestra ayuda, sinceramente, pues sus máquinas ya hacían casi todo el trabajo. De hecho, nos habían encargado que simplemente aseguráramos la zona. “Mejor para mí, en realidad.” Pensé, aliviado. “Este tipo de situaciones me quedan grandes, yo me inmiscuyo en la seguridad global, no la de un par de países. Hmm, aunque lo mismo puedo aprovechar si voy al frente, y me dedico a observar el funcionamiento de sus robots de combate. Sí, supongo que puedo hacer eso…”
Tomando una decisión, y viendo que todos ya se movilizaban también (adiós, Silver, pásalo bien con tu colega volador), inicié la marcha a paso lento pero seguro hacia la central más cercana. Trabajaba mejor en solitario, después de todo. También me interesaba conocer más a fondo las propiedades de aquella pulsera, y al parecer para hacer uso de sus funciones requería de la energía de aquellas factorías…
- Bueno, alguien tiene que mantener la moral alta. Y aquí están todos tan muertos por dentro como yo por fuera. – Señalando con la cabeza al resto de personas que nos acompañaron el en ascensor, le guiñé un ojo al tipo simpático.
En ese momento mis pies se separaron del suelo de forma repentina. “¿Qué cojones?” Pensé, alarmado, cuando una voz familiar me saludó.
- Tan efusivo como cuando te conocí, ¿eh? – Dije mientras me volvía a poner en el suelo. Puto Silver… Jamás pensé que me alegraría tanto ver de nuevo su cara. - Sé que soy ligero, apenas un saco de huesos, pero no vuelvas a levantarme así, por favor. – Bromeé mientras mi sonrisa se hacía más amplia.
El tipo de antes (el que había confundido con un autómata) volvió, trayendo una cajita con alrededor de veinte balas. “Bueno, suficientes supongo.” Pensé mientras me la guardaba. Recargaría durante el trayecto, y no pensaba disparar demasiado, pues mi interés en aquel lugar era puramente científico, no bélico. Las había pedido por seguridad personal.
- Ya sabéis lo que dicen de las pistolas… - Aclararía si alguno me preguntaba. - Son como los paraguas y los condones: mejor tenerlos y no necesitarlos, que necesitarlos y no tener ninguno cerca.
El resto del tiempo pasó sin muchas novedades, acabamos subiendo al mismo barco y partimos hacia Encuentro. Aproveché el viaje para hacerme una “puesta a punto” completa y terminar de tontear con las funciones de la pulsera. Sinceramente, dudaba que incluso con su capacidad, los científicos que crearon esa maravilla pudieran incluir todas aquellas funciones, incluidos los “botones mágicos”, y tuvieran espacio para meter una bomba en medio de todo, como algunos paranoicos parecían sospechar. Entre mis estudios de psicología, las obvias formas de mirar las suyas con desconfianza, y que alguno lo había dicho en voz alta, no era difícil llegar a esa conclusión… Al fin y al cabo, al principio yo también sospeché un poco.
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Tras un viaje movidito (la leche, qué rápidos eran esos navíos), por fin llegamos a la isla en cuestión, donde con su típica mezcla de prisa y logística el pretor nos dio otro discurso. Bueno, no parecía tan necesitado de nuestra ayuda, sinceramente, pues sus máquinas ya hacían casi todo el trabajo. De hecho, nos habían encargado que simplemente aseguráramos la zona. “Mejor para mí, en realidad.” Pensé, aliviado. “Este tipo de situaciones me quedan grandes, yo me inmiscuyo en la seguridad global, no la de un par de países. Hmm, aunque lo mismo puedo aprovechar si voy al frente, y me dedico a observar el funcionamiento de sus robots de combate. Sí, supongo que puedo hacer eso…”
Tomando una decisión, y viendo que todos ya se movilizaban también (adiós, Silver, pásalo bien con tu colega volador), inicié la marcha a paso lento pero seguro hacia la central más cercana. Trabajaba mejor en solitario, después de todo. También me interesaba conocer más a fondo las propiedades de aquella pulsera, y al parecer para hacer uso de sus funciones requería de la energía de aquellas factorías…
- Resumen Zilda:
- Responder a Silver y Silver, recargar la D.Eagle mientras me subo al barco con ellos, cuando llegamos a la isla y Dranser se va, yo pongo rumbo al Este, hacia la central.
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Tras ir a recoger nuestros respectivos amuletos (el mío lo guardé en un bolsillo, sin prestarle demasiado interés), Syxel y yo volvimos al punto de reunión. Al parecer había gente allí que él conocía, así que estaría bien contar con aliados para esta guerra. Me quedé en silencio y de fondo, sin llamar la atención, simplemente observando el intercambio de palabras entre todos. Bueno, puede que se me escapara una pequeña risa cuando el tal Bleyd Master cayó al suelo como un tronco. Había notado que fue cosa del tal Zane (como un cosquilleo desde su dirección), pero como estaba lejos no pude saber exactamente qué era lo que le había hecho. ¿Algún ataque invisible tal vez? ¿Le habría apretado tanto la mano que le cortó la circulación?
Bueno, el caso es que tras llevárselo los guardias vete tú a saber dónde, hubieron varios roces físicos y verbales entre la pelirroja de antes (Milena según había entendido) y Zane. Chasqueé la lengua algo decepcionado por haber perdido una presa, pero tampoco me iba a quejar demasiado. En ese momento el otro peliblanco (Amaiar si había entendido bien las presentaciones) murmuró algo y se fue por su cuenta también. Creo que se sentía incómodo con la situación, puede que hasta fuera virgen. Pobrecito, eso explicaba muchas cosas.
Yo por mi parte no me sentía demasiado involucrado con aquel grupo, así que tras avisar a mi capitán, dejé que pasara un rato hablando con esos nuevos amigos mientras yo… Bueno, para que mentir, yo me fui a tocarme los huevos y almorzar tanto como un cerdo. Ya que iba a ir a una batalla, cuanta más energía tuviera mejor, así que comer y dormir eran la clave desde mi punto de vista.
---------
Al día siguiente me encontré de nuevo con el grupo, que al parecer se había afianzado. Fuimos juntos a Encuentro, donde la maravillosa Yoai nos deleitó con un espectáculo de locura y terror dignos de película, aunque a mí no me podía importar menos, sinceramente. “¿Cuándo vamos a movernos de una puta vez?” Era todo lo que podía pensar, ansioso por darle sangre a mi espadón, aunque me lo tuve callado por eso de no dejar en mal lugar a mi capitán allí presente y esas cosas.
- Yo voto por ir directos al centro. – Dije perezosamente mientras me sacaba un moco y lo tiraba al suelo. – Todo este tema de las centrales y los amuletos y sus abuelas en bicicleta no me termina de quedar muy claro, pero parece que son simplemente un medio, una ayuda. Si vamos a por el objetivo principal de frente, es probable que el resto de enemigos se hayan quedado por el camino lidiando con esas factorías de energía chunga, y tengamos un trabajo más fácil.
Por supuesto, no me lo creía ni yo. De hecho, esperaba que pasara justo todo lo contrario, que todo el mundo se agolpara en el centro a darse de ostias y yo pudiera meterme en pleno apogeo a repartir también.
Bueno, el caso es que tras llevárselo los guardias vete tú a saber dónde, hubieron varios roces físicos y verbales entre la pelirroja de antes (Milena según había entendido) y Zane. Chasqueé la lengua algo decepcionado por haber perdido una presa, pero tampoco me iba a quejar demasiado. En ese momento el otro peliblanco (Amaiar si había entendido bien las presentaciones) murmuró algo y se fue por su cuenta también. Creo que se sentía incómodo con la situación, puede que hasta fuera virgen. Pobrecito, eso explicaba muchas cosas.
Yo por mi parte no me sentía demasiado involucrado con aquel grupo, así que tras avisar a mi capitán, dejé que pasara un rato hablando con esos nuevos amigos mientras yo… Bueno, para que mentir, yo me fui a tocarme los huevos y almorzar tanto como un cerdo. Ya que iba a ir a una batalla, cuanta más energía tuviera mejor, así que comer y dormir eran la clave desde mi punto de vista.
---------
Al día siguiente me encontré de nuevo con el grupo, que al parecer se había afianzado. Fuimos juntos a Encuentro, donde la maravillosa Yoai nos deleitó con un espectáculo de locura y terror dignos de película, aunque a mí no me podía importar menos, sinceramente. “¿Cuándo vamos a movernos de una puta vez?” Era todo lo que podía pensar, ansioso por darle sangre a mi espadón, aunque me lo tuve callado por eso de no dejar en mal lugar a mi capitán allí presente y esas cosas.
- Yo voto por ir directos al centro. – Dije perezosamente mientras me sacaba un moco y lo tiraba al suelo. – Todo este tema de las centrales y los amuletos y sus abuelas en bicicleta no me termina de quedar muy claro, pero parece que son simplemente un medio, una ayuda. Si vamos a por el objetivo principal de frente, es probable que el resto de enemigos se hayan quedado por el camino lidiando con esas factorías de energía chunga, y tengamos un trabajo más fácil.
Por supuesto, no me lo creía ni yo. De hecho, esperaba que pasara justo todo lo contrario, que todo el mundo se agolpara en el centro a darse de ostias y yo pudiera meterme en pleno apogeo a repartir también.
- Resumen Meln:
- Pasar el día anterior haciendo el vago y cargando fuerzas a base de comida, reunirme de nuevo con el grupo al día siguiente, prestar poca atención al discurso de Yoai y proponer ir directos a la Ciudad Imperial.
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Tras mi disculpa continué acompañado el resto del camino hacia el barco. ¿Qué papel tenía ella aquí? Probablemente fuera representante de alguna isla barbárica o bien con un sentido de la moda un tanto peculiar. Pero todas las modas son peculiares, supongo.
Mis manos han de actuar rápido una vez estamos en el barco, aquel vicealmirante de llamas obliteradoras de estadios engullía toda la comida a su paso. Incluso a veces daba la sensación de que alguna servilleta empapada desaparecía bajo la boca de aquel vulgar comportamiento espasmódico que tenía el fin de acallar sus necesidades más básicas. ¿Es un trastorno psicológico? Seguramente.
Información recabada, actualizada.
La potencia militar del barco de Zilda es demasiado baja como para poder defender posiciones de manera efectiva, y mucho menos con la escasa disciplina de unas tropas alteradas que corren para intentar realizar todas las funciones de un número aceptable de soldados. Nos necesitan, a todos, de ahí las palabras que nos indican la actitud sigilosa que debemos tener para ganar con este hándicap demográfico.
Nuestra situación tiene la ventaja táctica de los accidentes geográficos. Las posiciones de Meln y Zaln están cercanas y serán las principales facciones con las que disputaremos las centrales más cercanas. Tanto Balt como Zarka , debido a sus posiciones más limitantes tienen el acceso facilitado, y casi lineal, a sus centrales sin necesidad de disputa con otras facciones.
¿Cómo proceder?
- De no tener ningún apoyo aéreo las cargas de Zal directas a nuestra base están limitadas… pero volar, como el fuego, no es algo poco común.
- Meln atajará por tierra ya que ir directamente sobre el mar hacia los límites de nuestra punta sería una pérdida de eficiencia a la hora de la captura de centrales. Aunque de tener suficientes efectivos sería una buena táctica para a asegurarse las 3 bases al sur de nuestra posición.
- La disputa por el centro reunirá a miembros de cada una de las facciones, por lo que intentar tomar posiciones lo menos limitantes con sus caminos sería el paso a seguir.
Hay que contar.
Zilda: Posiciones de no disputa 5. Posiciones de disputa media 3 (Meln).
Meln: Posiciones de no disputa 3. Posiciones de disputa media 2 (Balt), 2 (Zilda).
Balt: Posiciones de no disputa 6. Posiciones de disputa media 2 (Meln)
Zal: Posiciones de no disputa 3. Posiciones de disputa media 1.
Sarka: Posiciones de no disputa 7. Posiciones de disputa media 1.
Posiciones centrales, disputa alta, 3.
Ventaja en número: Sarka > Balt > Zilda > Meln > Zal.
Debo informar, por mucho que pueda ser considerado… pesado, mareante o simplemente un coñazo.
Activo mi comunicador mientras me dirijo a la torre con el grupo de soldados.
- Informando a los agentes de Zilda, las posiciones a asegurar en el sur necesitan de, al menos, un miembro que pueda volar. Solicito el avance hacia esas posiciones de alguien que cumpla una de esas características así como al menos dos miembros funcionales a pie para la captura de las otras. Los territorios en disputa al norte con Meln están más cerca de nosotros que de nuestros enemigos, aun así pido prudencia. Avanzo con el convoy de soldados hacia la torre dirección Zal, intentaremos asegurar la posición de posibles ataques aéreos provenientes del mar con la infantería y las armas robóticas. Las posiciones centrales de Encuentro pueden ser objetivo de un fuego cruzado de varias facciones- tomo aire- .La ventaja numérica en posiciones a controlar fácilmente es de Sarka con 7 posiciones de fácil acceso sin demasiada disputa, luego Balt con 6, nosotros con 5, y Meln y Zal con 2. Mucha suerte, informe cuanto antes pueda el grupo que se desplazará hacia las centrales del sur. Agente Alfa – pues no he dicho mi nombre aún, ni tengo interés en hacerlo por ahora- ha informado. Corto y cierro.
Mis manos han de actuar rápido una vez estamos en el barco, aquel vicealmirante de llamas obliteradoras de estadios engullía toda la comida a su paso. Incluso a veces daba la sensación de que alguna servilleta empapada desaparecía bajo la boca de aquel vulgar comportamiento espasmódico que tenía el fin de acallar sus necesidades más básicas. ¿Es un trastorno psicológico? Seguramente.
Información recabada, actualizada.
La potencia militar del barco de Zilda es demasiado baja como para poder defender posiciones de manera efectiva, y mucho menos con la escasa disciplina de unas tropas alteradas que corren para intentar realizar todas las funciones de un número aceptable de soldados. Nos necesitan, a todos, de ahí las palabras que nos indican la actitud sigilosa que debemos tener para ganar con este hándicap demográfico.
Nuestra situación tiene la ventaja táctica de los accidentes geográficos. Las posiciones de Meln y Zaln están cercanas y serán las principales facciones con las que disputaremos las centrales más cercanas. Tanto Balt como Zarka , debido a sus posiciones más limitantes tienen el acceso facilitado, y casi lineal, a sus centrales sin necesidad de disputa con otras facciones.
¿Cómo proceder?
- De no tener ningún apoyo aéreo las cargas de Zal directas a nuestra base están limitadas… pero volar, como el fuego, no es algo poco común.
- Meln atajará por tierra ya que ir directamente sobre el mar hacia los límites de nuestra punta sería una pérdida de eficiencia a la hora de la captura de centrales. Aunque de tener suficientes efectivos sería una buena táctica para a asegurarse las 3 bases al sur de nuestra posición.
- La disputa por el centro reunirá a miembros de cada una de las facciones, por lo que intentar tomar posiciones lo menos limitantes con sus caminos sería el paso a seguir.
Hay que contar.
Zilda: Posiciones de no disputa 5. Posiciones de disputa media 3 (Meln).
Meln: Posiciones de no disputa 3. Posiciones de disputa media 2 (Balt), 2 (Zilda).
Balt: Posiciones de no disputa 6. Posiciones de disputa media 2 (Meln)
Zal: Posiciones de no disputa 3. Posiciones de disputa media 1.
Sarka: Posiciones de no disputa 7. Posiciones de disputa media 1.
Posiciones centrales, disputa alta, 3.
Ventaja en número: Sarka > Balt > Zilda > Meln > Zal.
Debo informar, por mucho que pueda ser considerado… pesado, mareante o simplemente un coñazo.
Activo mi comunicador mientras me dirijo a la torre con el grupo de soldados.
- Informando a los agentes de Zilda, las posiciones a asegurar en el sur necesitan de, al menos, un miembro que pueda volar. Solicito el avance hacia esas posiciones de alguien que cumpla una de esas características así como al menos dos miembros funcionales a pie para la captura de las otras. Los territorios en disputa al norte con Meln están más cerca de nosotros que de nuestros enemigos, aun así pido prudencia. Avanzo con el convoy de soldados hacia la torre dirección Zal, intentaremos asegurar la posición de posibles ataques aéreos provenientes del mar con la infantería y las armas robóticas. Las posiciones centrales de Encuentro pueden ser objetivo de un fuego cruzado de varias facciones- tomo aire- .La ventaja numérica en posiciones a controlar fácilmente es de Sarka con 7 posiciones de fácil acceso sin demasiada disputa, luego Balt con 6, nosotros con 5, y Meln y Zal con 2. Mucha suerte, informe cuanto antes pueda el grupo que se desplazará hacia las centrales del sur. Agente Alfa – pues no he dicho mi nombre aún, ni tengo interés en hacerlo por ahora- ha informado. Corto y cierro.
- ZILDA ADAM:
En el post anterior me choco pero como la susodicha no posteó y veo que pasa el tiempo pues sigo tranquilamente.
Resumen Zilda: Comer lo que pueda en el barco, Kai maldito que se lo come todo, pero algo supongo puedo coger. Analizar situación. Moverme con el convoy hacia la torre mientras informo de la situación logística de nuestras posiciones por comunicador (solicitando un grupo que vaya hacia el sur con al menos la capacidad de volar para la toma de las centrales).
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Poco a poco a mi alrededor se fue juntando la gente. ¿Pero de dónde salían tantos? ¿Y por qué se venían todos al mismo sitio? Al parecer no fui el único en sentirse atraído por Zane (así se llamaba), y tras unos cuantos intercambios de palabras en los que no participé debido a mi confusión, llegó Bleyd y terminó de armarla. O más bien se la armaron, porque Zane enseguida se volcó a saludarlo de una forma un tanto peculiar. Ya había sentido ese tipo de presencias antes, así que la reconocí al momento, aunque eso no significaba que me sintiera menos abrumado. “Haoshoku…” Pensé, aún sin terminarme de creer que aquel hombre lo poseyera.
En lo que se llevaban al pobre hombre inconsciente, Milena se puso a tontear con Zane, que le devolvía las provocaciones. Aquello empezaba a sacarme de quicio, sinceramente, lo de estar de sujetavelas no me molaba en absoluto, así que solté en voz baja algo como ‘Nunca entenderé a las mujeres…’ mientras ponía los ojos en blanco y me iba por mi cuenta. De todas formas seguro que estaban demasiado ocupados con la pelirroja como para darse cuenta de mi ausencia.
Me pasé todo el día en mi cuarto, creando y deshaciendo espadas en mis manos. Estaba tratando de perfeccionar mi control sobre las características que les podía dar a mis armas, aunque no era algo fácil. De vez en cuando me gustaba aprovechar ratos libres como aquel para imaginar cosas típicas, como espadas de fuego o electricidad, así como otros experimentos más exóticos que tenía en mente, como espadas que se doblaban como látigos y espadas de hoja invisible. No siempre me salía bien, por supuesto, pero cuando lo hacía el resultado era bastante pobre, y por eso me gustaba ir practicando poco a poco, para ganar un mejor control de aquella aplicación de mi poder y desarrollarla. Tras pasar el día entero haciendo el monguis así, luego pasé la noche durmiendo como un tronco para recuperar fuerzas.
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A medida que Yoai hablaba y mostraba su verdadera cara, yo me iba horrorizando cada vez más. ¿Dónde estaba la dulce chiquilla que tan frágilmente me había pedido ayuda? No quedaba de ella nada salvo una distorsionada copia grotesca, riendo maníacamente mientras sus ejércitos corrompían la tierra y su amuleto hacía llover destrucción.
En cierto sentido, debía agradecer que se hubiera descuidado y mostrase su lado oscuro tan pronto. Si hubiera seguido ciegamente mis ideales, ahora mismo estaría luchando para darle el trono a aquella… criatura. ¿Paz? No me hagas reír, la tiranía también era una forma de paz, pero eso no quería decir que fuera aceptable. Me mordí el labio con fuerza hasta hacerlo sangrar, para mantener la calma y sopesar mis opciones.
Tenía claro que en algún momento debía buscar la forma de sabotear toda esa operación. Contaba con que mi nuevo grupo estuviera de acuerdo, ya que ellos también parecían desconfiar de la pretora de Meln (o al menos no parecía importarles demasiado su destino, como demostraba el tal Noah), pero debía ser cauteloso. Un paso en falso y me acusarían de traición antes siquiera de que pudiera cometerla, y entonces perdería mi oportunidad. “Lo primero es tomar distancia, alejarnos de esta podredumbre y discutir nuestros verdaderos sentimientos acerca de esta guerra. Solo así podré saber en quién confiar a la hora de la verdad…”
- Aunque me cueste reconocerlo, estoy de acuerdo con el pescado. – Dije ante la proposición de Noah de ir directos al centro. – No sé qué tanta importancia puede tener controlar estas “centrales”, pero si lo único que harán será cargar estos instrumentos de muerte… - Mencioné mientras sujetaba en alto el amuleto de dos botones, para que supieran a lo que me refería. – Entonces opino que no los necesitamos. Vayamos directos al corazón del conflicto y terminemos con esto antes de que hayan daños irreparables o víctimas inocentes. – Concluí.
En lo que se llevaban al pobre hombre inconsciente, Milena se puso a tontear con Zane, que le devolvía las provocaciones. Aquello empezaba a sacarme de quicio, sinceramente, lo de estar de sujetavelas no me molaba en absoluto, así que solté en voz baja algo como ‘Nunca entenderé a las mujeres…’ mientras ponía los ojos en blanco y me iba por mi cuenta. De todas formas seguro que estaban demasiado ocupados con la pelirroja como para darse cuenta de mi ausencia.
Me pasé todo el día en mi cuarto, creando y deshaciendo espadas en mis manos. Estaba tratando de perfeccionar mi control sobre las características que les podía dar a mis armas, aunque no era algo fácil. De vez en cuando me gustaba aprovechar ratos libres como aquel para imaginar cosas típicas, como espadas de fuego o electricidad, así como otros experimentos más exóticos que tenía en mente, como espadas que se doblaban como látigos y espadas de hoja invisible. No siempre me salía bien, por supuesto, pero cuando lo hacía el resultado era bastante pobre, y por eso me gustaba ir practicando poco a poco, para ganar un mejor control de aquella aplicación de mi poder y desarrollarla. Tras pasar el día entero haciendo el monguis así, luego pasé la noche durmiendo como un tronco para recuperar fuerzas.
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A medida que Yoai hablaba y mostraba su verdadera cara, yo me iba horrorizando cada vez más. ¿Dónde estaba la dulce chiquilla que tan frágilmente me había pedido ayuda? No quedaba de ella nada salvo una distorsionada copia grotesca, riendo maníacamente mientras sus ejércitos corrompían la tierra y su amuleto hacía llover destrucción.
En cierto sentido, debía agradecer que se hubiera descuidado y mostrase su lado oscuro tan pronto. Si hubiera seguido ciegamente mis ideales, ahora mismo estaría luchando para darle el trono a aquella… criatura. ¿Paz? No me hagas reír, la tiranía también era una forma de paz, pero eso no quería decir que fuera aceptable. Me mordí el labio con fuerza hasta hacerlo sangrar, para mantener la calma y sopesar mis opciones.
Tenía claro que en algún momento debía buscar la forma de sabotear toda esa operación. Contaba con que mi nuevo grupo estuviera de acuerdo, ya que ellos también parecían desconfiar de la pretora de Meln (o al menos no parecía importarles demasiado su destino, como demostraba el tal Noah), pero debía ser cauteloso. Un paso en falso y me acusarían de traición antes siquiera de que pudiera cometerla, y entonces perdería mi oportunidad. “Lo primero es tomar distancia, alejarnos de esta podredumbre y discutir nuestros verdaderos sentimientos acerca de esta guerra. Solo así podré saber en quién confiar a la hora de la verdad…”
- Aunque me cueste reconocerlo, estoy de acuerdo con el pescado. – Dije ante la proposición de Noah de ir directos al centro. – No sé qué tanta importancia puede tener controlar estas “centrales”, pero si lo único que harán será cargar estos instrumentos de muerte… - Mencioné mientras sujetaba en alto el amuleto de dos botones, para que supieran a lo que me refería. – Entonces opino que no los necesitamos. Vayamos directos al corazón del conflicto y terminemos con esto antes de que hayan daños irreparables o víctimas inocentes. – Concluí.
- Resumen Meln:
- Separarme del grupo, pasar el día anterior practicando y luego la noche descansando, al día siguiente reunirme de nuevo con el grupo, dudar severamente de Meln sin decir una palabra, empezar a planear cosas nazis (?) en mi mente mientras propongo llevar al grupo lejos de la costa(hacia el centro de la isla).
Alexandra Silvercat
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Poco después de mí, pude ver a Eichi subiendo al mismo barco que yo, aunque si fue casualidad o si me estaba siguiendo, no lo sabía. Bueno, tampoco me correspondía juzgarlo por ello, “aquella noche” fue bastante pasional… y si se quedó prendado de mí era parte culpa mía también. Encogiéndome de hombros le di la bienvenida con una cálida sonrisa.
- Ahora que lo pienso, me extraña verte implicado en esto… – Le comenté. -… pero me alegra saber que estamos en el mismo bando. – Luego incluí: - Aunque siendo sinceros, casi hubiera preferido que nos tocara en lados opuestos de la batalla. Así podría patearte el culo, esta vez como es debido. – Guiñándole un ojo le saqué la lengua de forma bromista.
El ambiente en general estaba muy tenso, debido a la inseguridad de la gente. Podía verlo en sus rostros, era tan evidente que incluso se notaba en sus auras (aunque normalmente no era algo que pudiera notar con mi nivel de Mantra, así de grave era la situación). Los que han nacido en Balt saben que los siguientes días marcarán su futuro, y los que venimos de fuera no terminamos de creernos que todo sea lo que aparenta. La desconfianza estaba a la orden del día y solo podíamos contar con nosotros mismos o nuestros allegados más cercanos. En aquella situación, no estaba dispuesta a quejarme por la presencia del pelirrojo, eso desde luego.
Al cabo de un buen rato de charlas triviales, un chico que pasaba cerca nuestro tropezó y cayó, soltando una pesada caja que cargaba en el proceso. Enseguida me dirigí hacia él, volcando mi atención y preocupación sobre su estado.
- ¿Te encuentras bien? – Le pregunté, mientras le ayudaba a levantarse. - ¿Te has hecho daño?
Si veía que estaba herido, canalizaría un poco de mi luz de ángel para sanar al muchacho, mientras indicaba a Eichi con la cabeza que recogiera la caja, si no lo estaba haciendo ya. El muchacho parecía joven, no más de quince años, pero su mirada me produjo escalofríos: tenía ojos demasiado viejos, demasiado afectados por la guerra. Si aquel chaval tenía quince, y la situación se había mantenido así por veinte, nacer en medio del conflicto tenía que haberle pesado mucho, y eso me dolió en el alma. Me compadecí del chaval, mientras miraba cómo se alejaba con sus cosas.
- Definitivamente, esta guerra debe terminar. – Declaré en voz baja, para que solo Eichi me escuchara. – Lejos de importar quién o por qué razón quiere el poder, lo importante es que el conflicto se resuelva pronto. ¡El resultado no puede ser peor que esto! – Me sentí indignada, mientras hacía un gesto con el brazo en dirección al muchacho. - ¿Cómo se puede llamar a pasar tanto tiempo preocupándote de si morirás hoy o mañana? ¡Eso no es vivir, apenas es sobrevivir!
Noté cómo algo ardía en mi interior, y en ese momento llegamos a tierra.
---------------
Tras el discurso de la pretora, aún tenía aquella sensación caliente en el cuerpo, y ya no sabía contra quién debía dirigirla. Aquellas personas seguían un dogma demasiado radical, eso seguro, pero al menos no parecían tener malas intenciones. En cierto sentido me recordaban a la Revolución (al menos a algunos de sus miembros). Al mencionar lo que debía guiar nuestras acciones, la emoción que llevaba un rato ardiendo en mi alma tomó la forma de una llama blanca cubriendo mi mano.
“El Fuego Sagrado, ¿eh?” Pensé, mientras apagaba aquello antes de que lo viera alguien. “Muy bien, entonces. De todas formas mi poder solo afecta a los malvados, así que no debo preocuparme demasiado por daños colaterales…” Mientras trataba de calmar aquella ansia que sentía, algo parecido a un deseo de venganza, bajé del barco y observé mis alrededores. Detrás de mí ya no quedaba nadie, así que todo lo que restaba era avanzar.
Si mal no me equivocaba, habían dicho que en el centro de aquella isla estaba el punto más importante que controlar. Si usaba mi gran velocidad para acercarme podríamos tener una ventaja difícil de superar por los otros bandos. Miré al pelirrojo antes de comentar:
- Si puedes seguirme el ritmo, prepárate. Aunque lo dudo, me temo. Y perdón por ello.
Con una sonrisa de suficiencia, pasé a mi forma híbrida y comencé a correr en aquella dirección, cogiendo impulso antes de despegarme y comenzar a volar hacia allí. Pensaba ir con cuidado por si me encontraba algún tipo de oposición, pero mi objetivo era llegar la primera y establecer una posición aventajada desde la que facilitar el acceso Baltiense a la Ciudad Imperial. Si no podía, al menos trataría de obtener una buena vista desde las alturas, antes de regresar.
- Ahora que lo pienso, me extraña verte implicado en esto… – Le comenté. -… pero me alegra saber que estamos en el mismo bando. – Luego incluí: - Aunque siendo sinceros, casi hubiera preferido que nos tocara en lados opuestos de la batalla. Así podría patearte el culo, esta vez como es debido. – Guiñándole un ojo le saqué la lengua de forma bromista.
El ambiente en general estaba muy tenso, debido a la inseguridad de la gente. Podía verlo en sus rostros, era tan evidente que incluso se notaba en sus auras (aunque normalmente no era algo que pudiera notar con mi nivel de Mantra, así de grave era la situación). Los que han nacido en Balt saben que los siguientes días marcarán su futuro, y los que venimos de fuera no terminamos de creernos que todo sea lo que aparenta. La desconfianza estaba a la orden del día y solo podíamos contar con nosotros mismos o nuestros allegados más cercanos. En aquella situación, no estaba dispuesta a quejarme por la presencia del pelirrojo, eso desde luego.
Al cabo de un buen rato de charlas triviales, un chico que pasaba cerca nuestro tropezó y cayó, soltando una pesada caja que cargaba en el proceso. Enseguida me dirigí hacia él, volcando mi atención y preocupación sobre su estado.
- ¿Te encuentras bien? – Le pregunté, mientras le ayudaba a levantarse. - ¿Te has hecho daño?
Si veía que estaba herido, canalizaría un poco de mi luz de ángel para sanar al muchacho, mientras indicaba a Eichi con la cabeza que recogiera la caja, si no lo estaba haciendo ya. El muchacho parecía joven, no más de quince años, pero su mirada me produjo escalofríos: tenía ojos demasiado viejos, demasiado afectados por la guerra. Si aquel chaval tenía quince, y la situación se había mantenido así por veinte, nacer en medio del conflicto tenía que haberle pesado mucho, y eso me dolió en el alma. Me compadecí del chaval, mientras miraba cómo se alejaba con sus cosas.
- Definitivamente, esta guerra debe terminar. – Declaré en voz baja, para que solo Eichi me escuchara. – Lejos de importar quién o por qué razón quiere el poder, lo importante es que el conflicto se resuelva pronto. ¡El resultado no puede ser peor que esto! – Me sentí indignada, mientras hacía un gesto con el brazo en dirección al muchacho. - ¿Cómo se puede llamar a pasar tanto tiempo preocupándote de si morirás hoy o mañana? ¡Eso no es vivir, apenas es sobrevivir!
Noté cómo algo ardía en mi interior, y en ese momento llegamos a tierra.
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Tras el discurso de la pretora, aún tenía aquella sensación caliente en el cuerpo, y ya no sabía contra quién debía dirigirla. Aquellas personas seguían un dogma demasiado radical, eso seguro, pero al menos no parecían tener malas intenciones. En cierto sentido me recordaban a la Revolución (al menos a algunos de sus miembros). Al mencionar lo que debía guiar nuestras acciones, la emoción que llevaba un rato ardiendo en mi alma tomó la forma de una llama blanca cubriendo mi mano.
“El Fuego Sagrado, ¿eh?” Pensé, mientras apagaba aquello antes de que lo viera alguien. “Muy bien, entonces. De todas formas mi poder solo afecta a los malvados, así que no debo preocuparme demasiado por daños colaterales…” Mientras trataba de calmar aquella ansia que sentía, algo parecido a un deseo de venganza, bajé del barco y observé mis alrededores. Detrás de mí ya no quedaba nadie, así que todo lo que restaba era avanzar.
Si mal no me equivocaba, habían dicho que en el centro de aquella isla estaba el punto más importante que controlar. Si usaba mi gran velocidad para acercarme podríamos tener una ventaja difícil de superar por los otros bandos. Miré al pelirrojo antes de comentar:
- Si puedes seguirme el ritmo, prepárate. Aunque lo dudo, me temo. Y perdón por ello.
Con una sonrisa de suficiencia, pasé a mi forma híbrida y comencé a correr en aquella dirección, cogiendo impulso antes de despegarme y comenzar a volar hacia allí. Pensaba ir con cuidado por si me encontraba algún tipo de oposición, pero mi objetivo era llegar la primera y establecer una posición aventajada desde la que facilitar el acceso Baltiense a la Ciudad Imperial. Si no podía, al menos trataría de obtener una buena vista desde las alturas, antes de regresar.
- Usado:
- Forma humana – Nivel 40: Mejoran sus Atributos Celestiales, siendo estos ocho veces los de un humano normal (Belleza, Agilidad, Velocidad, Fuerza, Resistencia y Reflejos).
Forma híbrida - Habilidades Básicas: Sus Atributos Celestiales se incrementan, pasando a ser el doble que en su forma humana.- PU Akuma no Mi:
- Sintonía natural:
- [Pasiva]Sintonía natural: Los multiplicadores de atributos por tabla Zoan se calculan con la base de la propia usuaria, en lugar de “persona normal”. Así, por ejemplo, un x2 en Fuerza significaría dos veces la fuerza de la usuaria, en lugar de dos veces la fuerza de un humano.
Esto es así gracias al tiempo y esfuerzo invertidos en acostumbrarse a controlar con naturalidad los poderes de la Fruta, haciendo que sea más sencillo adaptarla de forma más personal.
Los atributos afectados por este PU son Fuerza, Agilidad, Velocidad y Reflejos.
- Vuelo:
- Vuelo: En su forma híbrida o completa, adquiere la capacidad de flotar en el aire a su antojo, y volar como le plazca. No necesita sus alas para esto, pues no son más que un elemento escénico y decorativo.
- Resumen Balt:
- Hablo con Eichi, ayudo al chico de la caja y si se ha hecho daño uso un poco de luz para sanarle. Tras el desembarco, paso a forma híbrida y vuelo a buena velocidad en dirección Sur, hacia el centro de la isla (x16 pasivo en Velocidad, ver “Usadas”). Si encuentro resistencia, me disparan o algo así, aumento la altura hasta ponerme a salvo y estudio el panorama desde arriba. Si no, voy directa al corazón (el trío de centrales pegadas), y estudio el panorama desde allí.
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Las llamas oscuras volvieron al cuerpo de Jin una vez terminó de meditar. Los rojizos ojos de aquel demonio se abrieron de repente y lo siguiente que hizo fue colocarse en pie. Era el momento de ir hacia los barcos y una vez tuvo el dispositivo en su poder, se perdió entre la multitud. De nuevo cambió su aspecto, esta vez al de un tipo de cabellos rubios y ojos verdosos. Algo de barba le salió de la barbilla y después de eso mostró una sonrisa ladeada, cambiando su aura de nuevo. Ya estaba camuflado otra vez y dudaba que aquel estúpido anciano fuese a la batalla por el mismo sitio que él. No iba a permitir que le jodieran de ninguna forma sus planes. Apretó el puño derecho y entonces soltó una pequeña risa maligna. Lo que pasara a continuación debía de ser lo que el destino quisiera.
No tardó en comprobar que la niña que lideraba aquel sitio estaba como una jodida cabra. Él no era nadie para hablar de eso, pero al menos seguía una personalidad seria y coherente. Esa loca estaba osando darle órdenes a él y al resto. Los demás no le importaban, pero iba a lamentar haber dicho aquellas palabras frente al asesino. Jin no tardó mucho en observar el rastro morado que iban dejando aquellos hombres. Una sonrisa ladeada se formó en su rostro y unas llamas negras empezaron a formarse a su alrededor. Al tener su máscara puesta, aun podrían saber que era él. El enmascarado empezó a elevarse con el geppou sobre todos los miembros de Meln y después ladeó un poco la cabeza. En cuanto marchasen, comenzaría su plan de exterminación. Lo primero que hizo fue fijarse en el anciano y le dedicó unas palabras al mismo tiempo que aquellas llamas continuaban rodeándole.
- ¿Cómo supiste que era yo pese a mis poderes? Me interesa bastante conocer esa habilidad, para evitarla en un futuro contra mis enemigos.
Su tono era serio, pero se notaba que estaba muy relajado pese al fuego infernal que le rodeaba. Aquello era una vieja manía suya, y de repente, esas llamas pasaron a ser naranjas en lugar de negras. También le lanzó una mirada calmada a la chiquilla que parecía estar algo más loca. Él no era como el resto de personas y no pensaba lanzarse contra otros cuatro ejércitos a lo loco. Sus formas eran algo más sigilosas. A continuación se cruzó de brazos y miró a la chica que aparentaba tener unos quince años.
- Tú misma habrás comprobado que es inútil que luchemos. No sé el poder que tienen los otros bandos, pero en Meln, solo he contado tres personas de poder considerable. Esto está terminado desde que empezó. Habéis mandado a la muerte a estos hombres ¿Qué tenéis planeado? ¿No tenéis un as bajo la manga? ¿Los otros bandos son débiles? Aquí hay demasiados novatos y no me interesan sus vidas.
Una vez dijo aquello, aterrizó de nuevo en el suelo y mantuvo sus verdes ojos en aquellas dos figuras poderosas. No le daba miedo ninguna de las dos y bastante estaba conteniéndose ya para no lanzarse a por ellas. Se dio cuenta de que el miembro del Saigo había salido ya de allí y eso significaba que otro de los fuertes estaba fuera. El asesino mostró una sonrisa ladeada y después alzó los brazos, provocando que las llamas aumentasen de forma considerable.
- Yo mismo purgaré a todos los bandos, pero necesito algo de motivación. Ofrecedme algo que me interese y vuestros enemigos serán destruidos hoy mismo. De lo contrario, me temo que no puedo ayudaros… – Terminó de decir al mismo tiempo que ladeaba un poco la cabeza.
No tardó en comprobar que la niña que lideraba aquel sitio estaba como una jodida cabra. Él no era nadie para hablar de eso, pero al menos seguía una personalidad seria y coherente. Esa loca estaba osando darle órdenes a él y al resto. Los demás no le importaban, pero iba a lamentar haber dicho aquellas palabras frente al asesino. Jin no tardó mucho en observar el rastro morado que iban dejando aquellos hombres. Una sonrisa ladeada se formó en su rostro y unas llamas negras empezaron a formarse a su alrededor. Al tener su máscara puesta, aun podrían saber que era él. El enmascarado empezó a elevarse con el geppou sobre todos los miembros de Meln y después ladeó un poco la cabeza. En cuanto marchasen, comenzaría su plan de exterminación. Lo primero que hizo fue fijarse en el anciano y le dedicó unas palabras al mismo tiempo que aquellas llamas continuaban rodeándole.
- ¿Cómo supiste que era yo pese a mis poderes? Me interesa bastante conocer esa habilidad, para evitarla en un futuro contra mis enemigos.
Su tono era serio, pero se notaba que estaba muy relajado pese al fuego infernal que le rodeaba. Aquello era una vieja manía suya, y de repente, esas llamas pasaron a ser naranjas en lugar de negras. También le lanzó una mirada calmada a la chiquilla que parecía estar algo más loca. Él no era como el resto de personas y no pensaba lanzarse contra otros cuatro ejércitos a lo loco. Sus formas eran algo más sigilosas. A continuación se cruzó de brazos y miró a la chica que aparentaba tener unos quince años.
- Tú misma habrás comprobado que es inútil que luchemos. No sé el poder que tienen los otros bandos, pero en Meln, solo he contado tres personas de poder considerable. Esto está terminado desde que empezó. Habéis mandado a la muerte a estos hombres ¿Qué tenéis planeado? ¿No tenéis un as bajo la manga? ¿Los otros bandos son débiles? Aquí hay demasiados novatos y no me interesan sus vidas.
Una vez dijo aquello, aterrizó de nuevo en el suelo y mantuvo sus verdes ojos en aquellas dos figuras poderosas. No le daba miedo ninguna de las dos y bastante estaba conteniéndose ya para no lanzarse a por ellas. Se dio cuenta de que el miembro del Saigo había salido ya de allí y eso significaba que otro de los fuertes estaba fuera. El asesino mostró una sonrisa ladeada y después alzó los brazos, provocando que las llamas aumentasen de forma considerable.
- Yo mismo purgaré a todos los bandos, pero necesito algo de motivación. Ofrecedme algo que me interese y vuestros enemigos serán destruidos hoy mismo. De lo contrario, me temo que no puedo ayudaros… – Terminó de decir al mismo tiempo que ladeaba un poco la cabeza.
- Meln:
- Negociaciones agresivas con los líderes de Meln.
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Kedra pasó de todo lo que pasaba en la cena. Ya había visto la violencia formada en aquel sitio y sinceramente, se estaba aburriendo demasiado. La pereza le invadía y sentía que sobraba en aquel lugar. Lo que sí hizo, fue empezar a comer carne como si de una bestia se tratase. El sabor de esta le hacía sentir bastante bien y relajaba totalmente. Ya tenía vigiladas a varias personas, como el tipo de cabellos plateados, a su hermano y a los marines. El resto de la cena se dedicó a comer tranquilamente aquellas delicias que había. Esquivaba las verduras con gran habilidad e iba directo a los pedazos de proteínas. Sabía bastante bien sobre aquello, pues siempre amaba comer todo tipos de carne. En eso era igual que su hermano.
Al día siguiente y con aquella piedra en su bolsillo, se quedó mirando a todo el mundo para ver lo que pasaba. Entonces fue cuando el cazurro de su hermano, el cual desapareció en la noche, salió corriendo con tres tíos en la espalda. Aquello le hizo alzar una ceja. Él sobraba allí y no tenía ganas de participar en aquella batalla. No pensaba tampoco convertirse para seguir a su hermano, que cada uno hiciese lo que le diese la gana. La pesadilla vio a una especie de Gyojin correr en línea recta. Recordó que ese tipo estuvo en la cena y parecía algo borracho. Ahora le daba lo mismo y pensó en irse con él. No parecía un mal tipo y de paso podría entretenerse un poco con él. Salió corriendo junto a él y una vez estuvo cerca, le saludó con la mano.
- Si no te importa mucho, creo que iré contigo en este juego.
Así fue cuando se acopló con aquel extraño pez y después entrecerró los ojos. Iría con él hasta que encontrase algo mejor que hacer, pero de todos los tipos del lugar, fue el que más le llamó la atención. Se relamió despacio y después empezó a mirar a su alrededor, buscando algunas auras que tuviese que tener en cuenta. Activó su haki de observación entonces y pudo ver que ese gyojin al que seguía era más fuerte que algunos de los que había allí. Pese a que no se acercaba mucho a él, trataría de ayudarle si tenía problemas. Metió la mano en su bolsillo y acarició aquella piedrecita con botones. Ya le daría un buen uso más adelante si había entendido bien las palabras de los líderes de Zal.
Al día siguiente y con aquella piedra en su bolsillo, se quedó mirando a todo el mundo para ver lo que pasaba. Entonces fue cuando el cazurro de su hermano, el cual desapareció en la noche, salió corriendo con tres tíos en la espalda. Aquello le hizo alzar una ceja. Él sobraba allí y no tenía ganas de participar en aquella batalla. No pensaba tampoco convertirse para seguir a su hermano, que cada uno hiciese lo que le diese la gana. La pesadilla vio a una especie de Gyojin correr en línea recta. Recordó que ese tipo estuvo en la cena y parecía algo borracho. Ahora le daba lo mismo y pensó en irse con él. No parecía un mal tipo y de paso podría entretenerse un poco con él. Salió corriendo junto a él y una vez estuvo cerca, le saludó con la mano.
- Si no te importa mucho, creo que iré contigo en este juego.
Así fue cuando se acopló con aquel extraño pez y después entrecerró los ojos. Iría con él hasta que encontrase algo mejor que hacer, pero de todos los tipos del lugar, fue el que más le llamó la atención. Se relamió despacio y después empezó a mirar a su alrededor, buscando algunas auras que tuviese que tener en cuenta. Activó su haki de observación entonces y pudo ver que ese gyojin al que seguía era más fuerte que algunos de los que había allí. Pese a que no se acercaba mucho a él, trataría de ayudarle si tenía problemas. Metió la mano en su bolsillo y acarició aquella piedrecita con botones. Ya le daría un buen uso más adelante si había entendido bien las palabras de los líderes de Zal.
- Zal:
- Acoplarse a Maki y seguirle mientras le pide permiso.
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El asesino cayó al suelo soltando un enorme quejido al mismo tiempo que rodaba por el interior de la pirámide. Más que quejarse parecía que se estaba descojonando entre dolor y malestar. El pobre tenía su mano colocada en la pared de aquella cosa y la descarga de Azula le hizo ver las estrellas. Todos los pelos de su cuerpo se habían puesto tiesos y no solo ellos…
- Cómo me ponen esas cosas, preciosa. – Dijo el asesino mirando a Azula con una sonrisa perturbadora y una carcajada. Pese al dolor de la mano, se tomaba las cosas con humor.
Una vez pasó todo, notó unos golpes en aquella estructura y después la deshizo. Todo había finalizado y ellos habían estado a salvo en todo momento. Una sonrisa ladeada se formó en el rostro del asesino y después de unos momentos se relamió despacio. Todo había salido a pedir de boca y encima tenían un nuevo aliado. El agente se ajustó su corbata y después de unos momentos recargó sus armas y las metió en sus fundas.
Durante la cena estuvo hartándose de vino y de fiesta, pues no le importaba liarla de vez en cuando y menos si no estaba de servicio, por lo que podía darse el lujo. Estuvo cerca de la princesa del rayo para estar los miembros del equipo juntos y de paso le ofrecería vino en algunas ocasiones. El cabrón soltaba comentarios extraños en mitad de la comida, haciendo un puto espectáculo.
- ¡Yo soy Castor Troy! ¡Siiiiiiiiiiii! ¡Woooooooooooooooo! ¡I AM CASTOR TROY!
A la mañana siguiente, el asesino parecía estar mucho más relajado. Había dormido como un niño pequeño y ahora que tenía su juguete nuevo, era un tío feliz. A saber para que servirían aquellas cosas. Fue entonces cuando se estiró un poco, observando a los demás salir a toda pastilla de aquel sitio. Él miró tranquilamente a la princesa del rayo y después de unos momentos soltó un enorme bostezo.
- Me da pereza pensar en alguna estrategia, por lo que te seguiré a donde mandes. Los agentes especiales tenéis que tener iniciativa, tómalo como un examen. – Le dijo a su compañera con una sonrisa ladeada.
- Cómo me ponen esas cosas, preciosa. – Dijo el asesino mirando a Azula con una sonrisa perturbadora y una carcajada. Pese al dolor de la mano, se tomaba las cosas con humor.
Una vez pasó todo, notó unos golpes en aquella estructura y después la deshizo. Todo había finalizado y ellos habían estado a salvo en todo momento. Una sonrisa ladeada se formó en el rostro del asesino y después de unos momentos se relamió despacio. Todo había salido a pedir de boca y encima tenían un nuevo aliado. El agente se ajustó su corbata y después de unos momentos recargó sus armas y las metió en sus fundas.
Durante la cena estuvo hartándose de vino y de fiesta, pues no le importaba liarla de vez en cuando y menos si no estaba de servicio, por lo que podía darse el lujo. Estuvo cerca de la princesa del rayo para estar los miembros del equipo juntos y de paso le ofrecería vino en algunas ocasiones. El cabrón soltaba comentarios extraños en mitad de la comida, haciendo un puto espectáculo.
- ¡Yo soy Castor Troy! ¡Siiiiiiiiiiii! ¡Woooooooooooooooo! ¡I AM CASTOR TROY!
A la mañana siguiente, el asesino parecía estar mucho más relajado. Había dormido como un niño pequeño y ahora que tenía su juguete nuevo, era un tío feliz. A saber para que servirían aquellas cosas. Fue entonces cuando se estiró un poco, observando a los demás salir a toda pastilla de aquel sitio. Él miró tranquilamente a la princesa del rayo y después de unos momentos soltó un enorme bostezo.
- Me da pereza pensar en alguna estrategia, por lo que te seguiré a donde mandes. Los agentes especiales tenéis que tener iniciativa, tómalo como un examen. – Le dijo a su compañera con una sonrisa ladeada.
- Zal:
- Chillar por el calambrazo en la mano. Liarla en la comida. Dejarle a Azu la respondabilidad.
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