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Cuando empecé a inspeccionar el conducto, todo se volvió negro y noté que mi cuerpo empezaba a caer.
¿Me estaba desmayando? ¿Sería el efecto del agua que me mojaba hasta los tobillos? ¿Era tan vulnerable al agua acaso? Creí que me sumía en un extraño y psicodélico sueño pero, en su lugar, desperté.
Miré a mi alrededor ligeramente confusa, para encontrarme en una cápsula cerrada, rodeada de cables que se habían adherido a mi cuerpo.
Por algún motivo, mi brazo se había vuelto dorado. Recordaba haber apretado con fuerza la moneda que había encontrado… ¡Pero eso había sido un sueño!
Empujé el cristal que me cubría y me incorporé para encontrarme en un cuarto oscuro y lleno de cápsulas como la mía, de las que algunas personas también se incorporaban. Había asimismo una chiquilla sentada sobre una camilla, con rostro de no saber dónde estaba.
¿Qué narices acababa de pasar?
Aquella máquina, los electrodos, el cuarto y las demás personas. Mi cerebro empezó a funcionar a toda velocidad, y llegó enseguida a la conclusión más… ¿plausible?
De alguna manera, se las habían ingeniado para secuestrarnos e introducirnos en aquellas cápsulas. O quizá habíamos aceptado voluntariamente, pero no recordaba nada del asunto. Y aquellas vainas se encargaban, mediante una tecnología desconocida e intrigante para mí, de sumir a los usuarios en un sueño profundo que creen real. Y probablemente compartido, donde podían interactuar entre ellos manteniendo su propia conciencia. Por si no fuese suficiente, parecía además que los sucesos del sueño les afectaban corporalmente. Lo que explicaría por qué mi brazo se había vuelto dorado. Porque había apretado una moneda en el sueño. Y no era una moneda normal. O quizá aquello ya era pasarse de paranoica. Pero nunca se podía estar seguros de nada.
En ese caso, yo no había ido a ninguna isla del South Blue. Mi abuelo no me había llevado. ¿O quizá me habían secuestrado después? Era aconsejable sopesar la opción de haber sido secuestrada antes, cuando todavía me hallaba en la isla con el viejo. Entonces… ¿mi entrenamiento no había finalizado? ¿Me habían secuestrado antes? ¿Y el abuelo había dejado que me secuestraran?
”Bueno… no me extrañaría que dejase que me secuestrasen, en realidad…”, suspiré para mis adentros con resignación.
Un hombre apareció entonces, y nos explicó la situación. Una guerra, blablablá, secuestro, blablablá, necesitamos ayuda, blablablá. Ni un solo dato relevante acerca del funcionamiento de las máquinas.
Me levanté, me libré de los cables y salí de la cápsula con tranquilidad, estudiándola.
- Lo siento, pero me parece de excesiva mala educación secuestrar a las personas de las que pretendes obtener ayuda. No he oído una disculpa suficientemente válida al respecto así que, si me disculpas, me marcho. Tengo mejores cosas que hacer, que ayudar a una panda de inútiles a terminar una guerra civil estúpida que ni me va ni me viene -me negué con altanería, limpiándome las mangas de la americana-. Si por algún motivo cambio de opinión… sabré donde encontraros.
Y, tras aquellas palabras, me marché. Sin embargo, tras aquella sarta de superficialidades, se escondía la curiosidad nata que me identificaba como científica. ¿Habían fabricado ellos aquellas cápsulas? ¿De dónde habían sacado semejante pieza de tecnología? ¿Tendrían los planos en alguna parte?
Además, ¿qué narices era esa sustancia que recubría mi brazo? No había podido quitármela con una simple ducha. Parecía… metálica. Como si se tratase de un arma. Y tenía una especie de botón en la zona del codo, que decidí prudente no pulsar.
Durante días, no pude sacarme las cápsulas y su funcionamiento de la cabeza. Viajé casi sin cesar, para terminar volviendo a aquella isla de mala muerte, frustrada con mi propia sed insaciable de conocimiento.
Fue entonces cuando escuché vagamente la existencia de las otras facciones y la noticia de que también buscaban ayuda. Sin embargo, la cápsula era un motivo de peso suficiente como para quedarme con los secuestradores.
”La próxima vez que visite Ériu Land tendré que pedirle a Elliot que me recomiende un buen psicólogo. Empiezo a tener una facilidad preocupante para adquirir síndrome de Estocolmo…”, meditaba, al tiempo que me conducían a lo que parecía ser un castillo.
Llevaba alojándome en la residencia contigua al palacio de Yoai un par de noches y todavía no había encontrado información útil sobre las cápsulas y su funcionamiento, ni tampoco del material dorado que recubría mi brazo y ese botón que había aparecido en el codo; cuando nos avisaron de que nuevos voluntarios llegarían ese mismo día. Desde que había llegado, me acompañaba una extraña sensación que se había aferrado a los poros de mi piel y se negaba a soltarlos. La misma sensación que tienes cuando crees que alguien te está observando. Un extraño estado de alerta constante al cual el cuerpo entra automáticamente, de manera involuntaria. Quizá mi mantra intentaba decirme algo. Aunque no necesitaba haki para darme cuenta de que, si ya la gente en general no era de fiar, aquel grupo lo era todavía menos.
Habían programado una reunión en la sala de conferencias del palacio para esa mañana, así que me dirigí temprano a desayunar algo, para más tarde deambular por los jardines en un intento de descubrir algo interesante.
Los caminos eran laberínticos, y nos habían recomendado no salirnos del recorrido marcado debido a la hostilidad de los guardias. No obstante, ese consejo me había entrado por un oído y salido por el otro, y ya era la cuarta vez en tres días que husmeaba por zonas donde no debía estar.
Tras unos minutos sin encontrar nada útil, pude escuchar los pasos de alguien y me apresuré a volver a la “zona segura”, valiéndome de mi anpo y el shadow clon para moverme sin hacer ruido, con agilidad y rapidez.
Seguidamente, me dirigí a la sala de conferencias como si nada, donde ya había varias personas esperando. Me situé al fondo de la sala en un intento por fusionarme con las sombras y pasar desapercibida, desde un lugar donde tuviese una buena vista panorámica de todo lo que sucedía a mi alrededor, y vigilando casi por inercia todas las posibles salidas para casos de emergencia.
A los pocos minutos, pude ver entrar al pollo ardiente, acompañado de su inseparable mano derecha. Me quedé mirándolos desde el fondo de la sala sin pronunciar palabra. No me interesaba especialmente ganarme su enemistad, pero tampoco tenía por qué sonreírles y saludarles con la manita como si fuésemos preescolares. Ya se acercarían si querían.
Zane y Spanner no me preocupaban en demasía. Había otros presentes que merecían mi atención más que ellos. Personas peligrosas de una u otra manera, a las que era mejor no perder de vista.
¿Me estaba desmayando? ¿Sería el efecto del agua que me mojaba hasta los tobillos? ¿Era tan vulnerable al agua acaso? Creí que me sumía en un extraño y psicodélico sueño pero, en su lugar, desperté.
Miré a mi alrededor ligeramente confusa, para encontrarme en una cápsula cerrada, rodeada de cables que se habían adherido a mi cuerpo.
Por algún motivo, mi brazo se había vuelto dorado. Recordaba haber apretado con fuerza la moneda que había encontrado… ¡Pero eso había sido un sueño!
Empujé el cristal que me cubría y me incorporé para encontrarme en un cuarto oscuro y lleno de cápsulas como la mía, de las que algunas personas también se incorporaban. Había asimismo una chiquilla sentada sobre una camilla, con rostro de no saber dónde estaba.
¿Qué narices acababa de pasar?
Aquella máquina, los electrodos, el cuarto y las demás personas. Mi cerebro empezó a funcionar a toda velocidad, y llegó enseguida a la conclusión más… ¿plausible?
De alguna manera, se las habían ingeniado para secuestrarnos e introducirnos en aquellas cápsulas. O quizá habíamos aceptado voluntariamente, pero no recordaba nada del asunto. Y aquellas vainas se encargaban, mediante una tecnología desconocida e intrigante para mí, de sumir a los usuarios en un sueño profundo que creen real. Y probablemente compartido, donde podían interactuar entre ellos manteniendo su propia conciencia. Por si no fuese suficiente, parecía además que los sucesos del sueño les afectaban corporalmente. Lo que explicaría por qué mi brazo se había vuelto dorado. Porque había apretado una moneda en el sueño. Y no era una moneda normal. O quizá aquello ya era pasarse de paranoica. Pero nunca se podía estar seguros de nada.
En ese caso, yo no había ido a ninguna isla del South Blue. Mi abuelo no me había llevado. ¿O quizá me habían secuestrado después? Era aconsejable sopesar la opción de haber sido secuestrada antes, cuando todavía me hallaba en la isla con el viejo. Entonces… ¿mi entrenamiento no había finalizado? ¿Me habían secuestrado antes? ¿Y el abuelo había dejado que me secuestraran?
”Bueno… no me extrañaría que dejase que me secuestrasen, en realidad…”, suspiré para mis adentros con resignación.
Un hombre apareció entonces, y nos explicó la situación. Una guerra, blablablá, secuestro, blablablá, necesitamos ayuda, blablablá. Ni un solo dato relevante acerca del funcionamiento de las máquinas.
Me levanté, me libré de los cables y salí de la cápsula con tranquilidad, estudiándola.
- Lo siento, pero me parece de excesiva mala educación secuestrar a las personas de las que pretendes obtener ayuda. No he oído una disculpa suficientemente válida al respecto así que, si me disculpas, me marcho. Tengo mejores cosas que hacer, que ayudar a una panda de inútiles a terminar una guerra civil estúpida que ni me va ni me viene -me negué con altanería, limpiándome las mangas de la americana-. Si por algún motivo cambio de opinión… sabré donde encontraros.
Y, tras aquellas palabras, me marché. Sin embargo, tras aquella sarta de superficialidades, se escondía la curiosidad nata que me identificaba como científica. ¿Habían fabricado ellos aquellas cápsulas? ¿De dónde habían sacado semejante pieza de tecnología? ¿Tendrían los planos en alguna parte?
Además, ¿qué narices era esa sustancia que recubría mi brazo? No había podido quitármela con una simple ducha. Parecía… metálica. Como si se tratase de un arma. Y tenía una especie de botón en la zona del codo, que decidí prudente no pulsar.
Durante días, no pude sacarme las cápsulas y su funcionamiento de la cabeza. Viajé casi sin cesar, para terminar volviendo a aquella isla de mala muerte, frustrada con mi propia sed insaciable de conocimiento.
Fue entonces cuando escuché vagamente la existencia de las otras facciones y la noticia de que también buscaban ayuda. Sin embargo, la cápsula era un motivo de peso suficiente como para quedarme con los secuestradores.
”La próxima vez que visite Ériu Land tendré que pedirle a Elliot que me recomiende un buen psicólogo. Empiezo a tener una facilidad preocupante para adquirir síndrome de Estocolmo…”, meditaba, al tiempo que me conducían a lo que parecía ser un castillo.
Llevaba alojándome en la residencia contigua al palacio de Yoai un par de noches y todavía no había encontrado información útil sobre las cápsulas y su funcionamiento, ni tampoco del material dorado que recubría mi brazo y ese botón que había aparecido en el codo; cuando nos avisaron de que nuevos voluntarios llegarían ese mismo día. Desde que había llegado, me acompañaba una extraña sensación que se había aferrado a los poros de mi piel y se negaba a soltarlos. La misma sensación que tienes cuando crees que alguien te está observando. Un extraño estado de alerta constante al cual el cuerpo entra automáticamente, de manera involuntaria. Quizá mi mantra intentaba decirme algo. Aunque no necesitaba haki para darme cuenta de que, si ya la gente en general no era de fiar, aquel grupo lo era todavía menos.
Habían programado una reunión en la sala de conferencias del palacio para esa mañana, así que me dirigí temprano a desayunar algo, para más tarde deambular por los jardines en un intento de descubrir algo interesante.
Los caminos eran laberínticos, y nos habían recomendado no salirnos del recorrido marcado debido a la hostilidad de los guardias. No obstante, ese consejo me había entrado por un oído y salido por el otro, y ya era la cuarta vez en tres días que husmeaba por zonas donde no debía estar.
Tras unos minutos sin encontrar nada útil, pude escuchar los pasos de alguien y me apresuré a volver a la “zona segura”, valiéndome de mi anpo y el shadow clon para moverme sin hacer ruido, con agilidad y rapidez.
Seguidamente, me dirigí a la sala de conferencias como si nada, donde ya había varias personas esperando. Me situé al fondo de la sala en un intento por fusionarme con las sombras y pasar desapercibida, desde un lugar donde tuviese una buena vista panorámica de todo lo que sucedía a mi alrededor, y vigilando casi por inercia todas las posibles salidas para casos de emergencia.
A los pocos minutos, pude ver entrar al pollo ardiente, acompañado de su inseparable mano derecha. Me quedé mirándolos desde el fondo de la sala sin pronunciar palabra. No me interesaba especialmente ganarme su enemistad, pero tampoco tenía por qué sonreírles y saludarles con la manita como si fuésemos preescolares. Ya se acercarían si querían.
Zane y Spanner no me preocupaban en demasía. Había otros presentes que merecían mi atención más que ellos. Personas peligrosas de una u otra manera, a las que era mejor no perder de vista.
- Resumen Meln:
Marcharme después del secuestro, volver días más tarde, pasar un par de noches allí, husmear por los jardines, no encontrar nada interesante, dirigirme hacia la sala de conferencias, situarme al fondo y procurar ocultarme entre las sombras para pasar desapercibida.
- Ámbito:
Anpo (暗歩= Paso sombrío):
Habilidad que le permite a Haru caminar sin emitir sonido alguno.
Shikyoku ((肢曲= Eco rítmico):
El eco rítmico es una técnica basada en el Anpo. En movimiento, Haruka es capaz de crear imágenes residuales de sí misma a través del uso de un ritmo concreto de pasos. Es decir, es capaz de hacer aparecer una especie de “ecos” o “fantasmas” de sí misma, lo que dificulta saber cuál es la original, o dónde está.
Shadow Clon (=Clones sombríos):
Esta habilidad es una expansión del eco rítmico. Haruka no sólo es capaz de caminar a tal velocidad y tal ritmo que crea ecos de sí misma, sino que es capaz de hacer que se muevan en distintas direcciones para confundir al enemigo. A menos que los ataques directamente, es difícil averiguar cuál es el original.
Elya Edelweiss
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Limpio, la palabra era limpio. Todo en aquel lugar era artificial y en cierto modo le daba escalofríos. Mientras seguía a la comitiva de gente agarraba su arma con un poco más de fuerza de la necesaria. Había lo que parecían extrañas máquinas vivas por todas partes y cuando entraron a la torre por un momento fue como si no existieran. Había gente a su alrededor, pero ni tan siquiera los miraron. Y eso que eran un grupo variopinto. Había algo parecido a un murciélago, un par de chicas pequeñitas y juraría que había visto a un vicealmirante por ahí. Elya respiró hondo para si, vaciando su mente.
Todo eso daba igual, había venido a ayudar. Había oído las noticias de guerra y no había sido capaz de estarse quieta. Había sido reticente al principio, por supuesto. ¿Tan desesperados estaban como para pedir ayuda al mundo en general? Cualquier desconocido podía colarse y tratar de utilizar esa debilidad para destrozarles desde dentro. Más aún, todos los bandos implicados en la guerra parecían haber rogado por voluntarios. Estaba casi segura de que le sonaban algunas caras de carteles de Wanted, pero desde luego no iba a decir nada inapropiado. Era una invitada, tenía que comportarse como tal.
Los llevaron a través de diversas salas y pasillos hasta dejarles en una estancia... fría, como casi todo el lugar. Las puertas se cerraron a su espalda y al oírlo flexionó los brazos imperceptiblemente, colocándose en guardia. Gesto innecesario. En ese momento su anfitrión hizo su aparición. No lo pareció, su cara mostraba la misma inexpresividad que tanto la caracterizaba, pero en realidad su corazón latía enloquecido y no cesaba de preguntarse en dónde se había metido. Si volvía muerta no volvería a hacer nada de provecho... y todavía no quería consentir eso.
Era un hombre enorme, de al menos dos metros de alto y largos brazos. Vestía una capa y de su espalda salían extraños tubos. Les dio la bienvenida con fría cortesía y guiándolos hasta una mesa les hizo entrega de una especie de pulsera. Elya se la probó y se dedicó a juguetear con el holograma, estudiando el archipiélago mientras las palabras del hombre daban vueltas en su cabeza.
Cada vez le parecía peor pensado todo. Cualquiera que se apropiara de una de esas pulseras tendría acceso al paradero de todos los aliados de Zilda... y no habían hecho nada para comprobar sus identidades. ¿Los querrían como carne de cañón? Nadie pediría un mensaje de socorro para eso... ¿O sí? No se fiaba un pelo, pero ya que estaba allí tenía que hacerlo lo mejor que pudiera. Miró a su alrededor, algo confusa. Ir sola a la guerra... se daba cuenta de que no duraría mucho; no tenía experiencia ninguna en este tipo de batallas. Paseó la mirada por la sala hasta dar con un uniforme marine. Había varios por la sala, pero cada uno parecía estar ocupado con sus cosas. De repente sus ojos se posaron en dos personajes bastante reconocibles. Un...¿Sichibukai? Y un vicealmirante. Estaba algo nerviosa, pero seguramente presentarse fuera buena idea. Mientras se acercaba vio como otro hombre se alejaba de ellos... quizás habían terminado de hablar, sería buen momento para interrumpir. Quizás.
-Mis señores.- Dijo inclinando la cabeza frente a ellos, en señal de respeto.- Es un honor encontrarles aquí. Tan solo quería saludar y desearles suerte en la batalla de mañana. Si precisan ayuda, tanto ustedes como... bueno, como cualquier aliado en esta sala.- Añadió mirando a su alrededor.- Estoy a su disposición.
Aguardaría y en caso de no haber respuesta alguna, subiría a su habitación. Le esperaba un día duro por delante.
Todo eso daba igual, había venido a ayudar. Había oído las noticias de guerra y no había sido capaz de estarse quieta. Había sido reticente al principio, por supuesto. ¿Tan desesperados estaban como para pedir ayuda al mundo en general? Cualquier desconocido podía colarse y tratar de utilizar esa debilidad para destrozarles desde dentro. Más aún, todos los bandos implicados en la guerra parecían haber rogado por voluntarios. Estaba casi segura de que le sonaban algunas caras de carteles de Wanted, pero desde luego no iba a decir nada inapropiado. Era una invitada, tenía que comportarse como tal.
Los llevaron a través de diversas salas y pasillos hasta dejarles en una estancia... fría, como casi todo el lugar. Las puertas se cerraron a su espalda y al oírlo flexionó los brazos imperceptiblemente, colocándose en guardia. Gesto innecesario. En ese momento su anfitrión hizo su aparición. No lo pareció, su cara mostraba la misma inexpresividad que tanto la caracterizaba, pero en realidad su corazón latía enloquecido y no cesaba de preguntarse en dónde se había metido. Si volvía muerta no volvería a hacer nada de provecho... y todavía no quería consentir eso.
Era un hombre enorme, de al menos dos metros de alto y largos brazos. Vestía una capa y de su espalda salían extraños tubos. Les dio la bienvenida con fría cortesía y guiándolos hasta una mesa les hizo entrega de una especie de pulsera. Elya se la probó y se dedicó a juguetear con el holograma, estudiando el archipiélago mientras las palabras del hombre daban vueltas en su cabeza.
Se trata de un dispositivo de comunicación, gestión y localización. Permite conocer vuestra posición en el mapa, así como la de vuestros compañeros, comunicarse con ellos y enviar y recibir datos.
Cada vez le parecía peor pensado todo. Cualquiera que se apropiara de una de esas pulseras tendría acceso al paradero de todos los aliados de Zilda... y no habían hecho nada para comprobar sus identidades. ¿Los querrían como carne de cañón? Nadie pediría un mensaje de socorro para eso... ¿O sí? No se fiaba un pelo, pero ya que estaba allí tenía que hacerlo lo mejor que pudiera. Miró a su alrededor, algo confusa. Ir sola a la guerra... se daba cuenta de que no duraría mucho; no tenía experiencia ninguna en este tipo de batallas. Paseó la mirada por la sala hasta dar con un uniforme marine. Había varios por la sala, pero cada uno parecía estar ocupado con sus cosas. De repente sus ojos se posaron en dos personajes bastante reconocibles. Un...¿Sichibukai? Y un vicealmirante. Estaba algo nerviosa, pero seguramente presentarse fuera buena idea. Mientras se acercaba vio como otro hombre se alejaba de ellos... quizás habían terminado de hablar, sería buen momento para interrumpir. Quizás.
-Mis señores.- Dijo inclinando la cabeza frente a ellos, en señal de respeto.- Es un honor encontrarles aquí. Tan solo quería saludar y desearles suerte en la batalla de mañana. Si precisan ayuda, tanto ustedes como... bueno, como cualquier aliado en esta sala.- Añadió mirando a su alrededor.- Estoy a su disposición.
Aguardaría y en caso de no haber respuesta alguna, subiría a su habitación. Le esperaba un día duro por delante.
- Resumen Zilda:
- Divagar, divagar, ponerse la pulserita y comentar en particular a Madara y Kai y en general a toda la sala que de precisar ayuda para algo, se ofrece voluntaria.
Aki D. Arlia
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Aki caminaba en medio de la comitiva. Vestía de blanco y dorado y exhibía sus armas con orgullo. En realidad había llegado al lugar camuflada, bajo la apariencia de una joven rubia y malhumorada. Pero al ver al resto de los voluntarios, había cambiado de idea. Podía reconocer a un par de personas y le quedaba más que claro que los bandos no significaban mucho en ese lugar. Todos habían acudido, fuera a ayudar, a sacar tajada o a sabotear la guerra para sus propios propósitos. Pero en principio y de puertas afuera, eran voluntarios. Siervos entregados de Balt, con el corazón dichoso por lanzarse a la batalla y defender... en fin. La conclusión final era que no tenía sentido esconderse. Nadie allí la atacaría arriesgándose a perder la confianza de sus anfitriones y dependiendo de su reacción quizás algo más valioso. Como la vida. El lugar era brillante y destilaba alegría y opulencia por todos lados, pero no debía olvidar que estaban en guerra.
El banquete había sido delicioso, había picoteado de aquí para allá sin sentarse realmente. Había demasiado que ver en la estancia. La gente, para empezar. Podía distinguir a los marines y a un par de piratas. Creyó incluso reconocer al famoso Krauser a lo lejos, recordando las batallitas que le contaba Karl a veces. Aunque a ella no le molestaba escuchar, para nada. Pero nunca imaginó que esos personajes tan ajenos fueran a cobrar vida delante de ella. De todas maneras, no era asunto suyo. Aún tenía que situarse.
La guerra no le era extraña, ya había estado en Hallstat y sabía como funcionaban esas cosas. Caos, mayormente. Cada uno mirando por su propio hombro e intereses ocultos de aquí para allá. Todo eso le traía sin cuidado, ella sabía bien lo que buscaba. Todavía tenía cabos sueltos que anudar con el gobierno... con aquel desgraciado en particular. Que estuviera allí o en el campo de batalla era una posibilidad ínfima, pero suficiente como para atraerle hacia allí. Y si no, quizás encontrara a alguien interesante. Nunca venía mal establecer contactos.
Escuchó a la pretora con interés, lo de los aposentos y el uniforme era algo útil sin duda. Asistió al desfile un tanto escéptica. Parecían bien coordinados y seguros de si mismos, pero si tan bien funcionaran no necesitarían ayuda alguna. Y llevaban años en guerra. Algún motivo habría. No, eso no iba a ser un camino de rosas pero... sonrió para si misma, pensándolo. Tampoco querría que lo fuera.
No tenía sueño y pese que habría podido entablar conversación, no vio necesidad. Activó su mantra y con su akuma generó sobre si misma un pequeño aura de deseo, que no funcionaría a no ser que alguien se acercase. Pero llamaba la atención y lo sabía, así que era cuestión de tiempo. Caminó hacia las terrazas, mientras la gente se juntaba en pequeños grupos. Otros se iban, otros paseaban de aquí para allá como ella. Lo normal. Llegó hasta los ventanales y cruzó, disfrutando de la ligera brisa. Mañana sería una larga jornada, pero hasta entonces quedaba mucho y todavía no tenía sueño. Se sentó en la balaustrada, disfrutando de las vistas y mirando a su alrededor de vez en cuando.
No era un mal sitio.
El banquete había sido delicioso, había picoteado de aquí para allá sin sentarse realmente. Había demasiado que ver en la estancia. La gente, para empezar. Podía distinguir a los marines y a un par de piratas. Creyó incluso reconocer al famoso Krauser a lo lejos, recordando las batallitas que le contaba Karl a veces. Aunque a ella no le molestaba escuchar, para nada. Pero nunca imaginó que esos personajes tan ajenos fueran a cobrar vida delante de ella. De todas maneras, no era asunto suyo. Aún tenía que situarse.
La guerra no le era extraña, ya había estado en Hallstat y sabía como funcionaban esas cosas. Caos, mayormente. Cada uno mirando por su propio hombro e intereses ocultos de aquí para allá. Todo eso le traía sin cuidado, ella sabía bien lo que buscaba. Todavía tenía cabos sueltos que anudar con el gobierno... con aquel desgraciado en particular. Que estuviera allí o en el campo de batalla era una posibilidad ínfima, pero suficiente como para atraerle hacia allí. Y si no, quizás encontrara a alguien interesante. Nunca venía mal establecer contactos.
Escuchó a la pretora con interés, lo de los aposentos y el uniforme era algo útil sin duda. Asistió al desfile un tanto escéptica. Parecían bien coordinados y seguros de si mismos, pero si tan bien funcionaran no necesitarían ayuda alguna. Y llevaban años en guerra. Algún motivo habría. No, eso no iba a ser un camino de rosas pero... sonrió para si misma, pensándolo. Tampoco querría que lo fuera.
No tenía sueño y pese que habría podido entablar conversación, no vio necesidad. Activó su mantra y con su akuma generó sobre si misma un pequeño aura de deseo, que no funcionaría a no ser que alguien se acercase. Pero llamaba la atención y lo sabía, así que era cuestión de tiempo. Caminó hacia las terrazas, mientras la gente se juntaba en pequeños grupos. Otros se iban, otros paseaban de aquí para allá como ella. Lo normal. Llegó hasta los ventanales y cruzó, disfrutando de la ligera brisa. Mañana sería una larga jornada, pero hasta entonces quedaba mucho y todavía no tenía sueño. Se sentó en la balaustrada, disfrutando de las vistas y mirando a su alrededor de vez en cuando.
No era un mal sitio.
- Aki:
- Bla bla bla va hasta la terraza y se sienta allí con mantra activado y la akuma al mínimo.
Helado-chan
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Por mucho que en un principio Neo disfrute de un banquete de aquella índole, había que reconocer que estaba mucho más tenso que de costumbre. Obviamente no lo parecía, ya que ver a un crío de no mucho más de metro y medio con un plato volador -puesto que estaba usando uno de sus glifos clypeus como apoyo para llevar gran cantidad de comida- atiborrándose con todo lo que pillaba en su camino no daba sensación de ansiedad; por lo menos, no la del tipo de estar nervioso.
Y es que aquel lugar, aun siendo de un blanco tan puro como el emblema de su familia, tenía una historia tan oscura como una noche sin luna. Neo no había profundizado demasiado sobre Síderos, pero las cosas que había llegado a descubrir eran, cuanto menos, un tanto turbias; todo lo que no estaba escrito en libros lo había escuchado de rumores cuando había ido a por una de sus presas en las mediaciones de aquel lugar. No sabía si eran ciertos o no, pero lo que estaba claro era una cosa: toda historia y leyenda tiene una base desde la que fundarse.
Simplemente no podía quitárselo de la cabeza. Y la aparición de la pretora de Balarad, una de las primeras sobre las que había leído cuando estuvo informándose, no hizo más que ponerle más nervioso. No por nada que hubiera leído o escuchado, sino por su apariencia; la corona ósea junto con el resto de su atuendo le otorgaba un aura... Extraña, cuanto menos. Les invitó a contemplar el exterior, pero Neo ya había estado curioseando antes y con el ruido se hizo una leve idea; además, la comida estaba demasiado rica -y, en ese momento, disfrutaba de un gran muslo de carne que no estaba dispuesto a desaprovechar-. Poco después, mientras Neo seguía comiendo, la pretora se despidió.
-Va siendo hora de que me vaya moviendo yo también.
Dijo casi para sí mismo acercándose a una mesa y dejando caer todos los platos -que no eran pocos- que había ido acumulando en su glifo volador. Poco antes también había comentado la señora del caso de hueso que cada uno tenía una habitación propia donde descansar. Preguntó a un guardia cercano dónde se encontraban y se dirigió hacia estas. No tardó mucho en encontrar el sitio al que se refería, puesto que eran una serie de largos pasillos con muchas puertas y, en cada una de ellas, un nombre escrito. No fue hasta que se paró delante de la que tenía su nombre que no empezó a darse cuenta de que, aquellos señores a los que acababa de conocer apenas unas horas, sabían su nombre como si le conocieran desde hacía años. Muy extraño. Fue lo único que pensó antes de entrar a la habitación. Dormir, después de todo lo que había comido, se le antojaba casi como un suicidio nocturno, por lo que decidió ir a dar una vuelta a ver si se enteraba de algo de lo que pasaba por aquel lugar. No sin antes cambiarse con el atuendo que los de aquel lugar habían preparado.
-No sé qué me turbia más: que sepan mi talla de ropa, que es casi la de un niño, o que me hayan dado una gabardina que, de alguna forma u otra, simula a rose.
Se había atado a rose, la capa que su madre le había regalado, alrededor del pecho por debajo del uniforme de Balt. Tras prepararse salió a toda prisa y, por esta misma razón nada más hacerlo, se chocó contra una persona que había en mitad del pasillo. Un hombre que parecía de... ¿Mediana edad? No lo supo muy bien, acompañado de una mujer hermosa con el cabello peliblanco; con lo grande que era el árbol de los Aran no le sorprendería que fuera familiar suyo.
-¡Lo siento, lo siento! No me fijaba por dónde iba. Voy a dar una vuelta, que he comido demasiado como para dormir -dijo, mintiendo a medias; su intención no era solo la de bajar la comida -Disfrutad de la noche~.
Terminó de decir con una sonrisa despidiéndose mientras caminaba de espaldas y, tras unos segundos, dándose la vuelta haciendo ondear así la gabardina de su traje. Aquella noche podía llegar a ser muy interesante.
Y es que aquel lugar, aun siendo de un blanco tan puro como el emblema de su familia, tenía una historia tan oscura como una noche sin luna. Neo no había profundizado demasiado sobre Síderos, pero las cosas que había llegado a descubrir eran, cuanto menos, un tanto turbias; todo lo que no estaba escrito en libros lo había escuchado de rumores cuando había ido a por una de sus presas en las mediaciones de aquel lugar. No sabía si eran ciertos o no, pero lo que estaba claro era una cosa: toda historia y leyenda tiene una base desde la que fundarse.
Simplemente no podía quitárselo de la cabeza. Y la aparición de la pretora de Balarad, una de las primeras sobre las que había leído cuando estuvo informándose, no hizo más que ponerle más nervioso. No por nada que hubiera leído o escuchado, sino por su apariencia; la corona ósea junto con el resto de su atuendo le otorgaba un aura... Extraña, cuanto menos. Les invitó a contemplar el exterior, pero Neo ya había estado curioseando antes y con el ruido se hizo una leve idea; además, la comida estaba demasiado rica -y, en ese momento, disfrutaba de un gran muslo de carne que no estaba dispuesto a desaprovechar-. Poco después, mientras Neo seguía comiendo, la pretora se despidió.
-Va siendo hora de que me vaya moviendo yo también.
Dijo casi para sí mismo acercándose a una mesa y dejando caer todos los platos -que no eran pocos- que había ido acumulando en su glifo volador. Poco antes también había comentado la señora del caso de hueso que cada uno tenía una habitación propia donde descansar. Preguntó a un guardia cercano dónde se encontraban y se dirigió hacia estas. No tardó mucho en encontrar el sitio al que se refería, puesto que eran una serie de largos pasillos con muchas puertas y, en cada una de ellas, un nombre escrito. No fue hasta que se paró delante de la que tenía su nombre que no empezó a darse cuenta de que, aquellos señores a los que acababa de conocer apenas unas horas, sabían su nombre como si le conocieran desde hacía años. Muy extraño. Fue lo único que pensó antes de entrar a la habitación. Dormir, después de todo lo que había comido, se le antojaba casi como un suicidio nocturno, por lo que decidió ir a dar una vuelta a ver si se enteraba de algo de lo que pasaba por aquel lugar. No sin antes cambiarse con el atuendo que los de aquel lugar habían preparado.
- apariencia del traje:
-No sé qué me turbia más: que sepan mi talla de ropa, que es casi la de un niño, o que me hayan dado una gabardina que, de alguna forma u otra, simula a rose.
Se había atado a rose, la capa que su madre le había regalado, alrededor del pecho por debajo del uniforme de Balt. Tras prepararse salió a toda prisa y, por esta misma razón nada más hacerlo, se chocó contra una persona que había en mitad del pasillo. Un hombre que parecía de... ¿Mediana edad? No lo supo muy bien, acompañado de una mujer hermosa con el cabello peliblanco; con lo grande que era el árbol de los Aran no le sorprendería que fuera familiar suyo.
-¡Lo siento, lo siento! No me fijaba por dónde iba. Voy a dar una vuelta, que he comido demasiado como para dormir -dijo, mintiendo a medias; su intención no era solo la de bajar la comida -Disfrutad de la noche~.
Terminó de decir con una sonrisa despidiéndose mientras caminaba de espaldas y, tras unos segundos, dándose la vuelta haciendo ondear así la gabardina de su traje. Aquella noche podía llegar a ser muy interesante.
- RESUMEN, BALT:
- Como como un puto gordo - pienso en mis mierdas y en lo turbio que son algunos detalles de Balt (soy historiador) - me cambio y me quedo fabuloso - me choco al salir al pasillo con Kasai y Alice - y me voy a investigar un poco cosas nancis.
Sasaki
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Todo lúgubre y deprimente, “Alguno sabe ¿por qué cojones estoy aquí?” dije mirando al infinito como hablando con alguien. El agua por el que subíamos se encontraba contaminada y ni siquiera Jack se acercaba por si le pasaba algo al tocarla. Tras subir por ese asqueroso río durante un par de horas, llegamos a una ciudad dentro la montaña, bueno no dentro, estaba excavada en la montaña, lo que le daba un aspecto aún más tétrico de lo que el ambiente podía hacerlo ya “En serio, ¿qué me ha traído hasta aquí?” volví a decir al infinito pero en una dirección opuesta, como si una persona invisible se hubiese movido de lugar y estuviese hablando con ella.
El barco hizo amarras en un puerto dentro de la tétrica ciudad, de pronto noté algo en mi cabeza, y por puro instinto me volví intangible y activé el haki de observación, y con este pude notar una presencia conocida, era la capitana que solo quería trabajar y que tenía un bicho que comía cabezas ajenas, Heaten se llamaba, si no recuerdo mal. Sin decir nada y dejando que el bichito siguiese chupando el azúcar llamé la atención de Jack y señale a la chica marine para que este fuese, pero como me hacía caso cuando le daba la real gana, pues no le insistí, y tras unos minutos de espera más el sonido de unos cascos llegó a nuestros oídos.
- Vosotros debéis de ser los extranjeros que han acudido a nuestro mensaje. – nos dijo una chiquilla joven que no debería de tener más de 15 años.
La joven iba de forma elegante con vestido, zapatos, un pelo liso negro y … “Espera un momento de donde narices ha salido esta niña” pregunté de nuevo mirando al infinito detrás de mí
-Seguidme por favor, una vez nos reunamos con el resto os pondremos al día. Ah y… no os separéis, esta ciudad es traicionera, y no quiero que nadie se pierda antes de que empiece lo bueno. – dijo de forma calmada y casi escalofriante por su contenido.
Obediente de mí, por no faltar al respeto seguí a la niña como pidió, ahora me intrigaba lo que era esa isla y el por qué venía una niña a recibirnos como si no sucediese nada. Según nos íbamos adentrando en el lugar todo se hacía más oscuro y extraño de forma que dar la vuelta sería una ardua tarea, y el salir de allí mayor aún, pero por suerte llevaba conmigo mi brújula, famosa por solo funcionar con mi brigada y con nadie más.
El barco hizo amarras en un puerto dentro de la tétrica ciudad, de pronto noté algo en mi cabeza, y por puro instinto me volví intangible y activé el haki de observación, y con este pude notar una presencia conocida, era la capitana que solo quería trabajar y que tenía un bicho que comía cabezas ajenas, Heaten se llamaba, si no recuerdo mal. Sin decir nada y dejando que el bichito siguiese chupando el azúcar llamé la atención de Jack y señale a la chica marine para que este fuese, pero como me hacía caso cuando le daba la real gana, pues no le insistí, y tras unos minutos de espera más el sonido de unos cascos llegó a nuestros oídos.
- Vosotros debéis de ser los extranjeros que han acudido a nuestro mensaje. – nos dijo una chiquilla joven que no debería de tener más de 15 años.
La joven iba de forma elegante con vestido, zapatos, un pelo liso negro y … “Espera un momento de donde narices ha salido esta niña” pregunté de nuevo mirando al infinito detrás de mí
-Seguidme por favor, una vez nos reunamos con el resto os pondremos al día. Ah y… no os separéis, esta ciudad es traicionera, y no quiero que nadie se pierda antes de que empiece lo bueno. – dijo de forma calmada y casi escalofriante por su contenido.
Obediente de mí, por no faltar al respeto seguí a la niña como pidió, ahora me intrigaba lo que era esa isla y el por qué venía una niña a recibirnos como si no sucediese nada. Según nos íbamos adentrando en el lugar todo se hacía más oscuro y extraño de forma que dar la vuelta sería una ardua tarea, y el salir de allí mayor aún, pero por suerte llevaba conmigo mi brújula, famosa por solo funcionar con mi brigada y con nadie más.
- resumen meln:
- llegar a la isla observar la situación, ir con un bicho en la cabeza chupándola y en los hombros un mono (Jack), ver a la niña y seguirla. tengo el haki de observación activado y lo que esta en color verde es interacción con el lector y Jack lo dice on-rol en voz alta
Normas del Capítulo:
- Se podrá postear cuantas veces se desee, dejando tres mensajes entre envío y envío. Sin embargo, sólo se tendrá en cuenta el último de estos.
- Cada post debe ir acompañado de un Spoiler titulado como la facción a la que pertenecéis. En él debéis resumir el transcurso de vuestras acciones (incluyendo posts anteriores). Si un post no tiene resumen, no será tenido en cuenta a la hora de moderar.
- Se moderará cada 48-72 horas. Sin embargo, se pide que no posteéis más allá de las 48.
- Se obtiene lo merecido según el riesgo y la calidad de las acciones.
- No se tendrá en cuenta la longitud de los posts a la hora de determinar la experiencia.
- Cada post debe tener un mínimo de 300 palabras.
- Si un post tiene más de quince faltas de ortografía por párrafo, no se tendrá en cuenta.
- A pesar de que ya no exista, el barco de Sons of Anarchy podría ser destruido de nuevo.
- Existe la ley del plot, pero no funciona si no sigues la personalidad de tu personaje. No va a haber avisos.
- La ley del plot no es a prueba de idiotas.
- Tres saltos consecutivos de turno implican la retirada del capítulo o la muerte del personaje, según si la situación era de riesgo o no.
- Mucha gente ha pedido despertar Haki del Rey. Sólo uno lo despertará. Trabajáoslo.
- El metarrol se paga con hierro.
- En general, si os portáis bien, se os recompensa. Si no... Bueno, no queréis saberlo. En serio, no queréis.
- En futuras moderaciones podrían añadirse normas según se vea necesidad.
- Los que no posteen durante este segundo post y aún no lo hayan hecho, están fuera del capítulo.
- Alexandra, Eichi, Taiga:
- Eichi, alcanzas a Alexandra. Por desgracia, Taiga llega para ser aguantavelas. Pasáis la noche explorando la ciudadela, y veis cosas maravillosas. Las armerías están abiertas de par en par, algunas habitaciones ni siquiera cierran su puerta, y hay algunas capillas. Aunque juraríais que hay un líquido pegajoso en un escalón.
- Danio:
- En medio de la noche te sorprende ver que los soldados aún entrenan, y escuchas gritos de dolor. Te asomas por una puerta y es una capilla, donde parece ser que están implantando una de esas placas óseas como las que lleva Galarad. Poca cosa más de interés.
- Zuko:
- Vas paseando por ahí y en los jardines ves un montón de gente, entre ellos un brócoli gigante, una mujer haciendo flexiones y… Y te empiezas a sentir cachondo. Sigues paseando, pero se te nota la trempera. Ah, y una pelirroja buenorra está tirada en un banco. Igual quieres hacerle cosas impúdicas; parece despistada.
- Zero:
- -Te lo mostraré, joven aventurero-te dice el Gran Pretor Grum, poniendo su única mano sobre tu hombro-. Es hora de que demos un paseo.
Dais una vuelta por ahí. Recorréis un kilómetro charlando de cosas tan trascendentales como qué morcilla es mejor, la de tu madre o la suya, para llegar finalmente a un campo rojo lleno de cráteres negros. Hay un tipo con un palo atado a un misil. De repente, golpea el suelo con la espoleta y explota.
-Bueno, el diseño del palo Kaboom aún estamos puliéndolo. Creemos que haciendo el palo un poco más largo… Pero tranquilo, tenemos eso.
Señala con la mano una gigantesca catapulta. No se parece a ninguna catapulta que hayas visto antes; tiene oruga en vez de ruedas, cañones en el contrapeso, mira telescópica, cañones en todas partes, y su cesta es algo así como un gigantesco cañón.
-Lo llamamos F.R.A.N.C.I.S.. Aún no lo hemos probado, pero está hecho para lanzar la artillería pesada. Calibre 3.000 para arriba.
- Meneror y Ban:
- -Lo siento, Shiro-chan, este muchacho está interesado en ver nuestra forma de combate, y quiero hacerle una demostración. Si sobrevivimos a mañana ya hablaremos de venderte mis valiosos juguetitos.
Podéis seguirlo.
- Aki, Tobías, Ciaran, Dafne y Kodama:
- Es curioso cuánta gente se reúne en los jardines de noche. En una baranda una chica pelirroja, entrenando sobre la hierba una mujer rubia acompañada de un hombre moreno, un árbol con gafas de sol y otra mujer que parece algo desorientada, pero bueno. Menuda Troupe de teatro se ha montado. Ah, y hay un tipo con el ojo quemado pasando por ahí.
- Arribor:
- Caminas por los pasillos abovedados, sigues viendo las extrañas tallas metálicas aquí y allá. Te encuentras con dos sirvientes que parecen discutir. De repente uno le estrella una bandeja en la cabeza al otro. Este maldice, se ríe y ambos siguen caminando como si nada.
- Rezvan:
- Caminas por los pasillos abovedados, sigues viendo las extrañas tallas metálicas aquí y allá. La atmósfera sigue siendo extraña y violenta. Giras aquí, giras allá y de repente te encuentras con un tipo que está de espaldas. Tiene el pelo negro y viste de chaqueta negra y pantalones azules [Arribor]. Parece estar mirando algo en el mismo pasillo.
- Xemnas y Misa:
- Tenéis la sensación de que alguien os observa mientras jugáis. Bah, será el viento. Oye, ¿De repente no os sentís como más oxigenados?
- Atrapados en Zal:
- El suelo de la arena se mancha con los primeros rastros de sangre y un sector de las gradas enmudece momentáneamente. El bicho no parece especialmente dispuesto a relajarse un poco y charlar con vosotros por el momento, incluso después de haberse zampado al pequeño crío que quería unirse al rodeo. Tras lanzar por los aires a unos cuantos participantes más termina por centrar su atención en Liv, demasiado cabreado como para prestar siquiera atención al intento de distracción de Raghesir. No parece haberle afectado especialmente el ataque, pero al menos se le ha desprendido una escama. ¿Buen trabajo? Justo antes de cargar contra la albina una de las cápsulas atiza al bicho, desorientándole un poco, pero no detiene su embestida. Se ha lanzado como una enorme montaña escamosa y malhumorada contra Liv, aunque al menos el capsulazo de Maki le ha dado unos pocos segundos de margen. Teravan, tu cuchillo rebota contra su coraza, creo que te va a hacer falta algo un poquito más grande.
- Alwyn:
- Parece que nada útil, aunque ese chico rubio le está dando tó lo gordo a una chica bastante mona. En fin, igual es hora de ir a dormir.
- Invitados de Zal:
- La batalla es encarnizada y las bestias contra las que os enfrentáis son más hábiles de lo que parecen. Esquivan algunos de vuestros ataques y los devuelven a su vez. Algunos [Ivan, Drake, Azula] conseguís dar en el blanco y el aroma de la sangre llena la zona. Oís vítores que resuenan en vuestros oídos. Las bestias no parecen preocupadas de ver caer a algunos de sus hermanos y se lanzan encima de vosotros con renovadas energías… y quizás la guardia demasiado baja.
- Enra:
- No consigues hacer nada con el artilugio, es tecnología que no llegas a comprender del todo. Sin embargo, eres capaz de enviar un mensaje a Madara para comunicarte con él. Sin embargo, por el momento no responde.
- Madara:
- Tienes un nuevo mensaje de Enra Kelter. ¿Deseas responder?
- Los Power Rangers ninja y Al Naion:
- Os vais reuniendo poco a poco y habláis sobre que todo esto de Balt os resulta muy extraño. Si todos pensáis lo mismo debe de ser verdad, o así va la democracia. Cuando salis (Krauser, Ai Nanasaki, Valia y Osuka) veis a un señor muy extraño (Al Naion) declararle a Krauser su admiración; os dais cuenta al instante de que es un marine, no sé, por su chaqueta distintiva y eso. Si queréis matarlo, pasar de él o acogerlo es cosa vuestra. Oh, y mientras toda esta situación tan extraña ocurre, y como si nada, aparece Edward.
Pero bueno. Decidís poneros en marcha en busca de algún indicio que resuelva, tanto positiva o negativamente, vuestras sospechas. Tanto si vais en un grupo grande como si os separáis para cubrir más terreno no veis mucho más que habitaciones, algunas con puertas abiertas -aunque todas son casi idénticas a las vuestras- y otras cerradas, y, aparte, seguramente el señor marine se una a vosotros por eso de no estar solo, aunque quizá se canse de vosotros y se vaya, quién sabe. Lo más interesante que veis es a un par de guardias en una de las habitaciones, la cual tiene la puerta semiabierta, jugando al póker; además os fijáis que uno de ellos no tiene el casco y el otro... Bueno, digamos que solo tiene las partes íntimas tapadas. Estos de Balt hacen cosas muy raras en su tiempo libre.
Un buen rato después y tras haber pasado lo que parecía la zona "residencial" llegáis a una zona mucho más sombría, apenas iluminada y, si sabéis de pintura, sabréis que las paredes hace mucho que no le dan una capa. Si vais todos juntos llegáis a una puerta en la que se ve mucha más luz de la normal debajo y que, si os acercáis sin hacer mucho ruido, escucháis una voz que habla "... nuestro trabajo. Tú acata las órdenes y ya está. Además, esta noche... Ya sabes lo que va a ocurrir...". Si os habéis dividido, el segundo grupo llega a un camino sin salida con una puerta que, sepáis o no sobre el tema, se ve claramente vieja y desgastada. Además, veis que hay un gran candado delante de esta que unen muchas cadenas atadas a la pared. Podría ser simplemente la bodega de vinos buenos de la pretora que no quiere que se beban los guardias rasos, o a lo mejor crían gallos para combates ilegales; bueno, o cosas más graves.
En la primera situación, ¿qué hacéis? ¿Seguís escuchando, avanzáis? Tal vez os apetece entrar de sopetón y ver qué pasa ahí dentro.
Si por alguna casualidad os habéis dividido, ¿qué hacéis los de la puerta? Podéis daros media vuelta, investigar un poco más la zona o intentar romper a lo bestia la puerta. Si tenéis suerte será la bodega y podréis disfrutar de un buen vino.
[En caso de dividirse, el primero que postee decide a cuál de las situaciones llega y los miembros de su grupo.]
- Zack Suky:
- Dejas a Sarah y te adentras en el tétrico lugar. No te cuesta demasiado encontrar un taller, de hecho más de uno. Según vas caminando encuentras un par aquí y allá, parece que brotan en el lugar cual kioskos en una ciudad más… normal, quizás. Los sonidos de forja y gente atareada llegan hasta tus oídos, aunque quizás no les haga gracia que un forastero entre a cotillearles sus creaciones. ¿Qué harás?
- Kotaro:
- La cama es algo incómoda, pero logras descansar mientras vigilas a esta panda. Poco a poco ves un montón de gente que entra y sale del lugar con armas a cada cual más rimbombante. Los cuentas como si fueran ovejitas, y poco a poco terminas durmiéndote.
- Corvo:
- El hombre te mira durante un momento, y está a punto de responderte con un carácter bastante campechano cuando Zero os interrumpe, y por algún motivo Grum se emociona. Parece que va a enseñarle algo y se ha olvidado de ti, aunque... ¿No te da curiosidad saber qué va a mostrar? Igual deberías seguirlo.
- Gera, Caramelo, Yoko, Bizvan, Kimura y Yoshi:
- Os acostáis en vuestras camas para descansar hasta la mañana siguiente. Son cómodas y amplias, bastante calentitas. Os vais quedando dormidos mientras un agradable olor dulzón flota en el aire. Debe ser un ambientador o algo así, pensáis.
Gera: Te despiertas sudando a media noche, sabes que has soñado algo pero no el qué. Aún medio dormida, te das la vuelta y sigues durmiendo.
Carmelo: De madrugada, te caes al suelo aún abrazado a la almohada. Sigues durmiendo acurrucado, sin darte cuenta. Se está tan cómodo…
Yoko: Sueñas con un extraño bosque de manzanas enormes de caramelo. Tienes hambre.
Bizvan: Te mueres de calor y decides dormir sin mantas, para luego cambiar de idea y volvértelas a poner y… así unas cuatro o cinco veces. Al final caes rendido, medio tapado y sonriente. Con la brisita que entra por un lado de la cama sí que estás cómodo.
Kimura/Yoshi: La cama está pensada para una persona, así que os acurrucáis para dormir. Hace calor, termináis destapados y despertáis en una postura cuanto menos estrambótica. Un brazo aquí… una pierna allá… lo típico, vaya. Esto de moverse dormidos tiene sus fallos.
- Dexter:
- Bueno, llegas a tu habitación tras una serie de encuentros fortuitos que bien podrían ser material de shippeo yaoi para las fujoshis. De hecho, no podrían, lo es, pues te aventurarías a asegurar que un pequeño grupo de chicas parecían observaros con la mirada iluminada desde un rincón. Pero en fin, no parece que vayas a lograr desmontar esa cosa... No con el material del que dispones allí. Vaya instalaciones, en serio. Por lo menos no parece haber ninguna bomba, así que quizá la gente de Zilda no sea tan mala, ¿no? El caso es que logras conciliar el sueño y te sumerges en un mundo donde todos parecen haber sobreejercitado sus pectorales. Siendo más concretos: todos son pectorales con ojos y boca. La gente no sabe llevar bien la vigorexia... Y eso de respetar el espacio personal tampoco. La situación se vuelve algo asfixiante, pero al menos lograrás despertar antes de que la situación vaya a más. Cuando lo hagas, entre sudores fríos y recuerdos borrosos de lo que tu cerebro ha preparado para ti esta noche, verás que ya ha amanecido. Quizá sea buena idea ir a ver qué quieren explicaros a todos. ¡Lo mismo os dan de desayunar y todo! Aunque... ¿Qué le importa eso a alguien que no necesita comer?
- SANS, ADAM, MADARA, VILYA, ASLAUG, DRANSER, KAI, DEATHSTROKE, HINORI, ELYA, SILVER :
Sans: Madara parece el único que quiere entablar una conversación, pero crees que sería de sujetavelas después de ver cómo abraza a otro hombre (Dexter, si es que lo reconoces). Capaz están están saliendo y los redactores semanales del DDM Daily pagarían mucho por esa información.
Pero tú sabrás. Como crees que eso puede acabar en imagenes que tus retinas -que no tienes- no deberían ver, decides irte a dormir y pensar en lo que hacer.
Adam: El señor de la túnica ni se inmuta con tus palabras y debido a que la capucha le tapa por completo el rostro no sabes siquiera si te ha dirigido una mirada. Tras despedirte ves como algunas personas se quedan hablando, pero tardas relativamente poco en irte. Estabas deseando dormir, así que vas directo a tu habitación.
Madara: Tras la fructifera charla con Dexter este decide dejarte con las ganas de seguir hablando y se va a dormir. Quizá tú deberías ir haciendo lo mismo, por eso de que la charla te ha dejado el cerebro frito. Hombre, mirándolo con perspectiva, si quieres seguir hablando con Dexter a lo mejor podría llegar a ser una idea interesante el irte a su cuarto y esperar tumbado a su lado a que se despierte.
Bueno, tú dirás. Ah, por cierto, en lo que te decides, recibes un mensaje de Énra. A saber qué es lo que querrá.
Vilya: El murcielago, cuando quieres darte cuenta, ha desaparecido de tu rango de visión. Si tienes suerte a lo mejor lo pillas al día siguiente. Mientras tanto ves a Madara ahí, como mero espectador mirando su muñeca: el comunicador. Puede que alguien esté intentando comunicarse con él. No sabes qué va a hacer, aunque posiblemente se vaya a dormir. A lo mejor sería mejor que te adelantaras y empezaras tú a descansar; no sabes si vas a tener que esperar mucho y a lo mejor más tarde no tienes suficiente tiempo para recuperar fuerzas.
Aslaug: Pues nada, te acompañan sin darte conversación a tu cuarto; que gente más sosa. Cuanto antes te vayas a dormir mejor, supones. Aunque si quieres puedes quedarte en vela toda la noche; no sería muy rentable, pero puedes hacerlo.
Dranser: Que gratificante la charla con Dexter, ¿no? Apenas una conversación de un par de frases. Pero bueno, cosas de ser famoso, que uno no tiene demasiado tiempo. Ushio parece estar enfrascado en su mundo y no se casca de que le estás hablando. Quizá el sueño os esté afectando demasiado, a ti incluido, por lo que quizá deberías irte a dormir tu también.
Kai: La cama es más cómoda de lo que parece, pero aún así decides que llamar es más importante que dormir; yo no hubiera hecho lo mismo. Un par de segundos después de tu informe y tras agudizar el oído escuchas algo de estática. No sabes si es que en aquel sitio las llamadas no van bien o es que no te has acordado bien del número. En cualquier caso, lo intentas un par de veces más y nada, siempre el mismo resultado. A lo mejor será mejor que lo intentes mañana después de dormir.
Deathstroke: Según tu capitán ya lo ha investigado e intentado desmontar, sin demasiado éxito, por lo que os tendréis que arriesgar. No es la mejor respuesta, pero tendrás que conformarte con lo que hay. Ahora la idea de dormir se te antoja más que la de darle vueltas a ese tema, así que decides irte directo a la cama.
Hinori: Pues nada, ahí te quedas, esperando a que alguien ataque a tu capitán o a sentir algo interesante. Dormir ahí fuera puede no ser la mejor idea, pero en algún momento tendrás que hacerlo si quieres descansar un poco para el día siguiente.
Elya: No es que no te hagan caso, pero parece que aquí cada uno va a su bola. Unos yéndose sin más, otros abrazando a gente como si fuera lo más normal del mundo. No estás demasiado acostumbrada a ambientes tan relajados, por lo que prefieres irte directamente a disfrutar de un poco de tu soledad y dormir un rato.
Silver: ¿Increible, eh? Quizá deberías estudiarlo más a fondo cuando todo eso acabe. Aunque siempre puedes intentar destriparlo allí mismo, pero no sé si sería demasiado rentable. Después de la reunión la gente empieza a irse con bastante rapidez, seguramente a dormir. Tú deberías ir haciendo lo mismo, según has escuchado, os esperan unos días moviditos.
- KASAI, ALICE, NEO Y NOSTARIEL:
¿Desde cuándo estáis en una discoteca? Tanto parpadeo verde y negro desconcierta un poco... Quizá deberías dejar de mirarle el aura a la gente, es de mala educación y tanto cambio de color está comenzando a marearte un poco. Sea como sea, no te ha quedado muy claro si esa gente es trigo limpio o no, tocará averiguarlo más adelante. Al menos tienes compañía. Una compañía fría, espectral y un tanto perturbadora. Pero eh, al menos es pelirroja. También está la albina, y una niña que... Oh, espera, esa voz no es la de una niña. Si todos los enanos son así, tiene sentido que no se sepa diferenciar a las mujeres. En fin, parece que no quería interrumpiros, así que se va... Para volver a los pocos minutos exactamente por la misma dirección. Creo que anda un poco perdido. El caso es que parece que habéis decidido que esta noche no se duerme, o al menos no temprano. No sé, siempre podéis jugar al strip poker para hacer tiempo hasta que os toque reuniros de nuevo o montaros una pequeña orgía. Aunque no sé cómo se lo tomará la gente de Balt. Parecen un poco devotos. Y castos. Y puros. Y que lo mismo os exorcisan como os pillen. También podéis echar un vistazo por ahí, a ver si encontráis algo interesante. Sea como sea, no faltéis a la reunión de mañana, podría ser importante.
Moderación General:
Nota: durante esta moderación Zal y Meln irán 24 horas atrás en el tiempo debido a que su transcurso de historia no sigue el mismo esquema. No os preocupéis, todos iniciaréis a la vez las andanzas por Encuentros.
- Todos en Zilda:
- Diríais que ha pasado la noche, pero entre la monotonía es difícil saberlo. Os despiertan unos robots de color negro golpeando en la puerta, y con premura os dirigen hacia la sala del día anterior, donde cinco personas os esperan. En el centro, el ser que ayer os habló, y cuatro más a cada cual más extraño. Raros implantes, partes perfectamente diseñadas para una función que no comprendéis y una raza que no entendéis de dónde ha salido. Tras un rato de espera, un mapa de la isla surge ante vosotros.
-Esto es Encuentro, la legendaria capital de Síderos. Llevamos veinte años luchando por conservarla, pero estamos limitados a un único puerto. Nuestra presencia es, cuanto menos, irrisoria, diferencial. Deberemos integrarnos- ¿Eso acaba de ser un chiste? Espero que no-. Su forma es estrellada y cada cabo en última instancia limita con la isla que hemos utilizado de bastión. No tenemos grandes armas, pero sí un gran sistema de contrainteligencia que se sumará a vosotros, ayudándoos a anular el efecto nocivo del caos que provocan Sarka o Zal. Diría que hasta Meln trae cierto orden… Aunque no el que desearíamos- hace una pausa, respirando profundamente, y los tubos a su espalda se tensan-. En encuentro hay treinta y cinco centrales de abastecimiento energético. Hace cincuenta años las creamos para época de guerra, sólo funcionando para el código que las decodifique. Observad vuestra pulsera, y hallaréis dos botones analógicos entre la pantalla táctil; podéis redirigir energía de centrales que dominemos para utilizarlos, y os encantará. Simplemente anulan el uso de otras funciones enemigas, quedando todo en vuestras manos. El segundo botón, en cambio, es un mimetizador. No somos estúpidos, sabemos que los demás también usan esta clase de tecnología, y nos hemos preparado para ello. Pero no hay tiempo que perder, os daremos más detalles en el barco. Es hora de partir.
Parece un discurso apurado y nervioso, como si temiera algo, o tuviera prisa. En cualquier caso, el ascensor comienza a descender y tendréis apenas unos minutos para explorar la isla antes de acercaros a la base en la Isla Capital. Es hora de luchar.
- Todos en Balt:
- Es un nuevo día en Balt. El sol brilla y os encontráis en la sala del día anterior. El desayuno os aguarda servido en las largas mesas. La variedad, calidad y cantidad de los alimentos saltan a la vista, todo colocado sobre manteles blancos con el símbolo de Balt bordado en ellos. La luz entra a raudales por las ventanas, iluminando todo y haciendo relucir vuestras armaduras y trajes. El tiempo pasa mientras coméis y de repente suenan las trompetas. El sonido os saca de vuestras cavilaciones y os anuncia la llegada de la pretora de Balarad.
Las estatuas se arrodillan de nuevo en señal de deferencia y humildad. Las puertas del palco se abren lentamente, revelando la figura de la pretora. Camina con calma, segura de sí misma y de su posición. Viste de manera parecida al día anterior, salvo que hoy podéis apreciar que lleva orgullosamente el símbolo de Balt en el pecho. Os sonríe y alza los brazos en señal de saludo.
-Os doy los buenos días, nobles guerreros. Espero que hayáis descansado porque hoy es el día en el que haréis historia. Nuevamente, os doy las gracias por haber venido prestos a socorrernos cuando lo hemos necesitado. No olvidaremos vuestro gesto. Veo muchos rostros entre vuestra multitud. Anhelo, emoción, impaciencia… Me complace. – Os sonríe de nuevo, juntando las manos por un momento antes de posarlas en el borde del palco y ponerse seria. – Sin embargo, no debemos olvidar que nos dirigimos a la batalla ni lo importante que es que estéis alerta y preparados. Algunos de vosotros, estoy segura, ya habrán notado que en vuestros uniformes se encuentran dos botones. Dejad que os explique su naturaleza. Cada una de las prendas que os hemos otorgado cuenta con dos funciones. La primera, activada por el primer botón, os identifica como miembros de Balt y todos podéis hacer uso de ella si así lo necesitáis. La segunda, sin embargo… la hemos escogido en base a vuestras habilidades y aptitudes. Creímos que sería lo más… apropiado.
La pretora vuelve a sonreír y alza las manos de nuevo, como incitándoos a tener valor.
– Y ahora que tenéis lo que necesitáis, es hora de que paséis a la acción. Sed bravos, luchad con valentía y no olvidéis vuestra fe en la batalla. Recordad la gloria que os espera a vuestro regreso y que la certeza de la victoria guíe vuestras acciones.
Tras saludar una última vez, la pretora vuelve a desaparecer y comienza otro desfile militar. Las armaduras parecen nuevas y los guerreros, confiados y fieros. Las máquinas lucen impolutas y de alguna manera mortíferas. Los barcos atracan en el puerto, también de un blanco impecable, y comienzan a guiaros. Ha llegado la hora, comprendéis. Hay que luchar.
- Todos en Meln:
- Todos, más tarde o más temprano, termináis ocupando vuestros asientos en la salita. Es de colores oscuros, mortecinos, sólo iluminados por una débil luz que parece en cualquier momento ir a extinguirse. Cuando todos habéis llegado el anciano de la túnica negra entra lentamente y asciende hacia el trono. Os contempla con su sonrisa, que os hace sentir inquietos, y señala hacia uno de vosotros.
-Tú, Jin Surfer- dice mientras su dedo temblequea en la mano huesuda-. No hace falta que te ocultes aquí. Estamos entre amigos. Cuando llegue Yoai podemos comenzar.
¿No es Yoai? Los que ya lo conocéis os sorprende esta revelación, si es que alguno se da cuenta del detalle, y en la escena aparece una chiquilla de vestido morado, cabello negro y ojos anaranjados. Su tez es blanca y, seamos sinceros, es preciosa.
-Mi nombre es Yoai, Pretora de Meln y legítima reina de Síderos. Hace veinte años nos rebelamos contra un gobernante injusto, y tres usurpadores aprovecharon la debilidad de nuestro país para intentar hacerse con el trono. Sarka, Zilda y Balt se levantaron, debilitando a nuestra nación y permitiendo a la tribu de Zal, último rescoldo de una dinastía extinta, ganase poder de forma inmerecida. Mi madre luchó por proteger estas tierras hasta el día de su muerte a manos del enemigo, y nunca dio un paso atrás, jamás pidió ayuda, y yo no puedo ser como ella…
Su voz se ha ido rompiendo poco a poco, y lo que comenzó en un solemne discurso ha terminado en la adolescente llorando en los huesudos y grisáceos brazos del falso Yoai. Parece tan desangelada, tan frágil, tan necesitada… Da ternura. Finalmente se recompone y sigue hablando.
-Perdón, me ha podido el recuerdo. Hace veinte años que estamos en guerra, y necesitamos terminar con esto cuanto antes. Por el pueblo de Síderos, por la gente, para que nuestro mundo vuelva a florecer bajo un mandato justo. Mañana al amanecer partiremos hacia Encuentro, la isla capital, y trataremos de tomar la capital. En vuestros aposentos hemos dejado una pequeña amatista con dos botones; no los toquéis por el momento, son dispositivos tecnológicos con capacidad para anular la capacidad estratégica enemiga- saca de su bolsillo una piedrecita morada con forma de calavera-. El primer botón consumirá una carga de energía, permitiéndoos deshabilitar aparatitos como éste, pero enemigos. El otro botón… Es más útil, pero consume una energía que aún no controlamos. Además, en la Isla Central hay treinta y cinco centrales de energía que pueden abastecer toda la isla. Cada una puede proporcionar suministro de la función básica a un dispositivo cada cierto tiempo, y al mismo tiempo sólo esta piedrecita tiene el código que activa el suministro para nosotros. El objetivo es sencillo: Llegar a Encuentro, tener energía y poder alcanzar el trono para que la paz y la prosperidad vuelvan- entrecierra los ojos mientras os sonríe, y creéis escuchar una especie de Nya mientras guarda el aparatejo. Debe sentirse muy orgullosa de lo que ha dicho o algo-. No podemos esperar un recibimiento cálido, pero estoy segura de que muy pronto todos podremos ser amigos y luchar juntos sólo nos unirá más.
Tras decir todo eso se retira lentamente con cierta alegría en el rostro, y algo os provoca un escalofrío en ella. Parece como si no pegara con la situación en general, esa chiquilla puede ser un verdadero peligro.
- Todos en Sarka:
- El día transcurre sin mayores incidentes para todos y, cuando los primeros rayos de luz comienzan a filtrarse entre las espesas y oscuras nubes que cubren el cielo, podéis daros cuenta rápidamente de que la actividad tanto en la lejana zona industrializada como la propia fortaleza ha llegado a su punto más álgido. Los preparativos han sido finalizados. Ha llegado el momento de conocer cuál será vuestro papel en esta guerra. Apenas hayáis dado unos pocos pasos fuera de vuestros aposentos seréis dirigidos rápidamente por los sirvientes del castillo. Parece que Grum tiene pensado dar un importante discurso antes de que todos partáis de la isla, y en general todos parecen bastante emocionados por lo que está a punto de ocurrir. En sus rostros -al menos en los de aquellos que no van cubiertos por la armadura- podéis apreciar con facilidad el ansia y las ganas de combatir, como si llevaran mucho tiempo esperando por este día. De hecho, así es.
A los pocos minutos sois redirigidos hacia el patio principal de la fortaleza, donde aparte de los recién llegados héroes de Sarka se encuentran congregados un gran número de soldados. Algunos llevan armaduras, aunque os dais cuenta rápidamente de que la mayoría parecen más mecánicos e ingenieros que guerreros en sí. Sobre una rudimentaria plataforma, algo esperpéntica, se encuentra Grum, conversando con algunos mandamases del lugar. Tras un breve momento, que es lo que tardáis en desplegaros por el lugar, comienza a hablar.
- Bien, bien... Veo que ya estamos todos -carraspea, observándoos con detenimiento. Los oficiales que se encontraban junto a él adoptan una postura firme, con la mirada clavada en algún punto tras vosotros, sin mover un solo músculo, si es que tienen de eso bajo tanta coraza- Queridos amigos y amigas de Sarka, al fin ha llegado el día que tanto tiempo llevamos esperando: ¡El día en que les demostraremos a esos enclenques desfasados el potencial de nuestro pueblo! Y todo es, en gran medida, gracias a vuestra ayuda CASI desinteresada -ríe de forma un tanto exagerada, logrando a continuación un corto silencio algo incómodo- En Encuentro será donde la tierra temblará ante nuestras máquinas y donde mandaremos a esos idiotas con el rabo entre las piernas, si es que queda algo de ellos después de que lleguemos. Disfrutaréis junto a nosotros de su expresión cuando vean los pequeños juguetes que hemos preparado para la fiesta... ¡Se van a cagar! -los soldados de Sarka se alzan en vítores, los cuales menguan tras un gesto del pretor- Creo que va siendo hora de explicaros para qué sirve ese pequeño obsequio que hemos preparado para vosotros. Pues se trata, ni más ni menos, que de un colgante.
El lugar se envuelve en un silencio sepulcral y Grum parece haber perdido un poco el hilo... O ir completamente en serio, pues no parece estar dispuesto a contar mucho más. ¿Tanta expectación por un simple colgante? Pues para ser tan avanzados suena algo cutre. Sin embargo, antes de que nadie empiece a quejarse o a hacer algún comentario jocoso, uno de los hombres cercanos al pretor llama su atención tocándole el hombro y le susurra algo.
- ¡Ah! ¡Cierto, cierto! -grita, pegando un pequeño bote- Obviamente ese pequeño obsequio es un un artilugio de lo más útil, creado por nuestros más excelentes ingenieros. Consta de dos pequeños botones que podréis percibir si os tomáis la molestia de fijaros en su relieve. Ese que parece un triángulo es común para todos vosotros, pues está conectado, y sirve principalmente para... Bueno, hacer fuegos artificiales -de nuevo, ríe- Las centrales de la isla saltarán por los aires en un abrir y cerrar de ojos una vez se accione, así que procurad no estar cerca cuando esto ocurra, no queremos que nuestros héroes se conviertan en leyendas tan pronto -tuerce los labios en una sonrisa que bien podría producirle escalofríos al más firme de los hombres- El otro botón, el que parece un pegote, es una sorpresita que ningún enemigo de Sarka quiere conocer... Aunque eso no nos va a impedir mostrárselo, ¿verdad? -alza el brazo, el único que tiene- ¡Ahora sí! ¡Coged lo que necesitéis y seguid a nuestros hombres hasta los astilleros! Os quiero embarcados en menos de lo que explota una granada. ¡Vamos, vamos!
Rápidamente todo el mundo a vuestro alrededor se pone en marcha, saliendo del patio y dirigiéndose a los exteriores de la fortaleza. Tenéis unos minutos para prepararos y, no sé, ver si encontráis algo útil por la zona, o bien podéis simplemente seguir a toda esa chusma a los barcos. Sea como sea, cuando salgáis del castillo podréis ver un aterrador sinfín de máquinas armadas hasta los dientes, comenzando a ser tripuladas por pequeños grupos de soldados, por lo que intuís que su funcionamiento es, como poco, algo complejo... O quizá no muy ortodoxo, pero el resultado es el mismo. En fin, vosotros movéis. La flota mecanizada os espera. Comienza el principio del fin.
Simo Baker
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Aquella bestia era algo increíble, su potencia era tan asombrosa que le hacía parecer casi invulnerable. Había recibido bastantes ataques de los luchadores que había en la arena, pero sólo el golpe propinado por la capsula que le había lanzado un salvaje le había llegado a hacer un daño real. No cabía duda de que nos iba a costar muchísimo tumbarlo, pero no perdía la esperanza. Lo primero que debía hacer era analizar bien la situación para actuar de la forma más eficiente. El hecho de que la gente se hubiese quedado muda ante la carnicería que había hecho con el niño era de mucha ayuda, me habría costado mucho pensar con ese jaleo.
Desde que había salido, el animal se había dedicado a ir tras una chica peliblanca, ignorando todo lo demás a no ser que se metiese en su camino. Ni si quiera mis gritos y movimientos habían logrado llamar su atención, por lo que me sentía algo seguro de momento. Esto me suscitaba una duda, ¿qué haría si llegaba a acabar con la chica? No cabía duda de que no quería llegar a averiguarlo, por lo que debía ayudarla, o al menos debía intentarlo. En un primer lugar pensé en atacar a aquella cosa, pero no tardé en darme cuenta que sería inútil si lo hacía yo solo, era necesaria la intervención de tantos combatientes como fuese necesario.
-¡La bestia es demasiado fuerte para derrotarla individualmente! ¡Debemos colaborar!- grité intentando agrupar a tantos como pudiese.- ¡Debemos mantener viva a la chica mientras pensamos un plan!- voceé intentando que me ayudasen.
Dicho esto me dispuse a ralentizar un poco a la bestia. No sabía hasta qué punto serían efectivos mis ataques, pero no podía dejar de intentarlo. Firmemente levante mi puño derecho, dejando que la luz del Sol incidiese en él lo máximo posible mientras apuntaba. Tome aliento por un segundo y lance un rayo de energía con el dial de fulgor que llevaba en él. No esperaba que eso le tumbase, pero el día parecía propicio para que el impacto fuese potente. Tras esto sólo debía esperar el apoyo de mis camaradas, seguro que entre todos lográbamos encontrar una forma de acabar con tan temible rival.
Desde que había salido, el animal se había dedicado a ir tras una chica peliblanca, ignorando todo lo demás a no ser que se metiese en su camino. Ni si quiera mis gritos y movimientos habían logrado llamar su atención, por lo que me sentía algo seguro de momento. Esto me suscitaba una duda, ¿qué haría si llegaba a acabar con la chica? No cabía duda de que no quería llegar a averiguarlo, por lo que debía ayudarla, o al menos debía intentarlo. En un primer lugar pensé en atacar a aquella cosa, pero no tardé en darme cuenta que sería inútil si lo hacía yo solo, era necesaria la intervención de tantos combatientes como fuese necesario.
-¡La bestia es demasiado fuerte para derrotarla individualmente! ¡Debemos colaborar!- grité intentando agrupar a tantos como pudiese.- ¡Debemos mantener viva a la chica mientras pensamos un plan!- voceé intentando que me ayudasen.
Dicho esto me dispuse a ralentizar un poco a la bestia. No sabía hasta qué punto serían efectivos mis ataques, pero no podía dejar de intentarlo. Firmemente levante mi puño derecho, dejando que la luz del Sol incidiese en él lo máximo posible mientras apuntaba. Tome aliento por un segundo y lance un rayo de energía con el dial de fulgor que llevaba en él. No esperaba que eso le tumbase, pero el día parecía propicio para que el impacto fuese potente. Tras esto sólo debía esperar el apoyo de mis camaradas, seguro que entre todos lográbamos encontrar una forma de acabar con tan temible rival.
- Resumen atrapados en Zal:
- -Gritar para incitar a todos a agruparnos y cooperar.
-Disparar con un dial de fulgor a la bestia para ralentizarla y dar tiempo a Liv.
Amaiar Silverfang
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Mientras andaba en mis asuntos, un tipo raro con pintas pálidas se me acercó y trató de entablar una conversación. Pasé tanto tiempo decidiendo qué contestarle y cómo hacerlo que acabó aburriéndose y sentándose en el suelo un poco más allá. Oh bueno, de todas formas no estaba seguro de cómo debía hablar con alguien con cara de sádico, me ponía nervioso tener que cooperar con gente así... Y hablando de sádicos, alguien a quien no esperaba volver a ver en un tiempo apareció poco después.
- No me puedo quejar, supongo. - Le respondí a Milena. Tras el Torneo me había asegurado de investigar un poco mejor al doctor Cooper y su gente, y de alguna forma conocerla hizo que perdiera parte del miedo irracional que sentí en aquel momento. O tal vez simplemente me había hecho más fuerte y confiado, no lo sé. - Supongo que debo agradecer que nadie dijera cosas raras de mí a mis superiores, ¿no? - Ironicé, lanzándole una mirada inquisitiva a la pelirroja. Esperaba que recordase la "sutil" amenaza que me hizo entonces, y que ahora quedaba como una simple anécdota. - En fin, esta vez parece que estamos en el mismo bando, así que sin rencores.
Sonriendo, acepté la galleta y me la comí por educación, aunque no tenía hambre. Ahora que lo pienso, puede que fuera aquella temporal alianza, el conocimiento de saber que debíamos cooperar lo que me había hecho cambiar mi forma de ver a la mujer. Bueno, había aprendido a dar segundas oportunidades, y puede que en el fondo fuera mejor persona de lo que pensé en un primer momento. De todas formas nunca encontré pruebas de que lo que hizo el Doctor fuese malo, así que tampoco tenía razones para odiarle ni nada parecido... Salvo los insultos gratuitos que me lanzó, pero eso era agua pasada.
- Oh, parece que ya viene la gente. Supongo que toca atender a la reunión, será importante. - Dije en voz alta mientras me levantaba del suelo.
--------------- Tras la reunión. ----------------
Salí del palacio con mi determinación renovada. Después de ver a la verdadera líder de aquella facción y cómo era (dejando de lado los escalofríos que me dieron en un par de ocasiones contadas), no podía dudar menos de su causa. No había terminado de entender todo el tema de la joya, pero ya preguntaría más tarde. Lo importante era que no me había equivocado, o al menos eso parecía: Meln necesitaba mi ayuda, así que yo debía prestársela. No dejaría que los tiranos volvieran a ocupar el trono de aquel país, si podía evitarlo.
Lo único que sí que no me cuadraba era la clase de gente que había venido a pelear por "nuestra" causa. ¿Qué hacía Jin Surfer entre los presentes? Y por más que mirase, muchos de ellos parecían criminales, algunos de ellos buscados. Tal vez estuvieran allí para redimirse, o nunca hubieran hecho nada realmente malo, salvo estar en el lugar equivocado en el momento equivocado... ¿De qué me suena haber oído eso antes?
En fin, tal vez fuera sensato aprovechar para hablar con alguno de ellos. Conocerlos podía ser beneficioso, tanto para mí como persona y ayudarme a madurar, como para saber lo que podía esperar de cada uno en batalla. A Milena ya la conocía un poco, y había escuchado rumores en la Marina sobre Jack Suzume (que también estaba presente, para mi sorpresa). El tipo de los dientes largos parecía haber encontrado a un colega, así que pasando. Y no estaba seguro de querer acercarme demasiado a Jin. Entonces tocaría intentarlo con... Espera, el tipo ese de la moto enorme me sonaba un montón. ¿No era Bleyd, del Torneo también? Había visto las repeticiones, el tío era un buen pedazo de bestia, aunque su acompañante peludo me ponía nervioso.
Por descarte, fui revisando las auras de todos uno por uno, hasta que me detuve en un grupo particular. Parecían buena gente. Trataría de acercarme, el dúo estaba formado por un hombre y un... algo que no sabría diferenciar su sexo. Empecé acercándome al hombre con la Kkatana... Me sonaba de algo, tal vez lo hubiera visto en algún club de la comedia.
- Hola. - Dije simplemente, haciendo un gesto amistoso con la mano al aproximarme, seguido de una leve reverencia educada. - Me llamo Amaiar, pero podéis llamarme Ami. Tal parece que estaremos juntos en esta batalla, así que encantado de conoceros. - Tras esto, ofrecería un apretón de manos amistoso.
- No me puedo quejar, supongo. - Le respondí a Milena. Tras el Torneo me había asegurado de investigar un poco mejor al doctor Cooper y su gente, y de alguna forma conocerla hizo que perdiera parte del miedo irracional que sentí en aquel momento. O tal vez simplemente me había hecho más fuerte y confiado, no lo sé. - Supongo que debo agradecer que nadie dijera cosas raras de mí a mis superiores, ¿no? - Ironicé, lanzándole una mirada inquisitiva a la pelirroja. Esperaba que recordase la "sutil" amenaza que me hizo entonces, y que ahora quedaba como una simple anécdota. - En fin, esta vez parece que estamos en el mismo bando, así que sin rencores.
Sonriendo, acepté la galleta y me la comí por educación, aunque no tenía hambre. Ahora que lo pienso, puede que fuera aquella temporal alianza, el conocimiento de saber que debíamos cooperar lo que me había hecho cambiar mi forma de ver a la mujer. Bueno, había aprendido a dar segundas oportunidades, y puede que en el fondo fuera mejor persona de lo que pensé en un primer momento. De todas formas nunca encontré pruebas de que lo que hizo el Doctor fuese malo, así que tampoco tenía razones para odiarle ni nada parecido... Salvo los insultos gratuitos que me lanzó, pero eso era agua pasada.
- Oh, parece que ya viene la gente. Supongo que toca atender a la reunión, será importante. - Dije en voz alta mientras me levantaba del suelo.
--------------- Tras la reunión. ----------------
Salí del palacio con mi determinación renovada. Después de ver a la verdadera líder de aquella facción y cómo era (dejando de lado los escalofríos que me dieron en un par de ocasiones contadas), no podía dudar menos de su causa. No había terminado de entender todo el tema de la joya, pero ya preguntaría más tarde. Lo importante era que no me había equivocado, o al menos eso parecía: Meln necesitaba mi ayuda, así que yo debía prestársela. No dejaría que los tiranos volvieran a ocupar el trono de aquel país, si podía evitarlo.
Lo único que sí que no me cuadraba era la clase de gente que había venido a pelear por "nuestra" causa. ¿Qué hacía Jin Surfer entre los presentes? Y por más que mirase, muchos de ellos parecían criminales, algunos de ellos buscados. Tal vez estuvieran allí para redimirse, o nunca hubieran hecho nada realmente malo, salvo estar en el lugar equivocado en el momento equivocado... ¿De qué me suena haber oído eso antes?
En fin, tal vez fuera sensato aprovechar para hablar con alguno de ellos. Conocerlos podía ser beneficioso, tanto para mí como persona y ayudarme a madurar, como para saber lo que podía esperar de cada uno en batalla. A Milena ya la conocía un poco, y había escuchado rumores en la Marina sobre Jack Suzume (que también estaba presente, para mi sorpresa). El tipo de los dientes largos parecía haber encontrado a un colega, así que pasando. Y no estaba seguro de querer acercarme demasiado a Jin. Entonces tocaría intentarlo con... Espera, el tipo ese de la moto enorme me sonaba un montón. ¿No era Bleyd, del Torneo también? Había visto las repeticiones, el tío era un buen pedazo de bestia, aunque su acompañante peludo me ponía nervioso.
Por descarte, fui revisando las auras de todos uno por uno, hasta que me detuve en un grupo particular. Parecían buena gente. Trataría de acercarme, el dúo estaba formado por un hombre y un... algo que no sabría diferenciar su sexo. Empecé acercándome al hombre con la Kkatana... Me sonaba de algo, tal vez lo hubiera visto en algún club de la comedia.
- Hola. - Dije simplemente, haciendo un gesto amistoso con la mano al aproximarme, seguido de una leve reverencia educada. - Me llamo Amaiar, pero podéis llamarme Ami. Tal parece que estaremos juntos en esta batalla, así que encantado de conoceros. - Tras esto, ofrecería un apretón de manos amistoso.
- Amaiar Meln:
- Resolución del encuentro con Milena, asistencia a la reunión, varios trenes de pensamiento diferentes y me acerco al grupo de Zane/Spanner presentándome con cierta educación.
Alexandra Silvercat
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Akuma no mi
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A mis espaldas se escuchó algo parecido a una puerta cerrándose, y me mantuve alerta por si era alguien que me seguía. Mi Haki de Observación me advirtió de que era una presencia conocida, pero no podía estar del todo segura... Y se acercaba cada vez más. Preparada para ser asaltada, me giré en el último momento con cara seria y los puños en alto... Solo para ver de frente a Eichi.
Una serie de pensamientos contradictorios me asaltaron, principalmente debido a cierto recuerdo de una noche hace ya algún tiempo. A pesar de que no llevaba la peluca puesta, recordé que ya me había visto sin ella durante aquel combate en la Isla del Puño, así que me despreocupé y suspiré algo aliviada de que no fuera un violador o algo así. Quién sabe qué me podrían haber dicho si me encontraban sujetando el cuerpo inconsciente de un pobre civil con la nariz rota y mis guantes rojos de su sangre.
Estuve a punto de ser la primera en decir algo, pero mi siempre oportuno compañero de Agencia, Taiga, apareció para darle la tabarra al pelirrojo. Ladeé media sonrisa, debido a que por su culpa, la tensión del ambiente se había roto de forma demasiado anticlimática, casi cómica. Obvié mencionar para nada el asunto de la recompensa sobre Eichi, ya había oído la historia de boca del loco Castor, y la verdad es que no podía culpar al pelirrojo por lo que hizo. Yo seguramente habría hecho lo mismo en su lugar... Así que en su lugar me salté las introducciones, y fui directa al grano:
- Me apetecía ver un poco la ciudad. ¿Venís o qué? - Y haciendo un gesto con la cabeza, empecé a caminar al tiempo que me ajustaba de nuevo la peluca sobre mi cabello blanco. Al contrario que mi cuero cabelludo aprisionado, mi mente y espíritu se sentían más libres. - Mucho mejor. - Comenté en voz alta con una sonrisa.
------------- Tras la visita -------------
Pasé buen tiempo del viaje prestando atención a la ciudad y sus edificios, pero también lo pasé preguntando (y respondiendo) acerca de nimiedades y de las buenas nuevas que hubieran tenido aquellos dos hombres desde la última vez que los vi. Que en el caso de Taiga fue hace mucho, cuando aún me dedicaba al papeleo como secretaria en Ennies Lobby (un capítulo de mi vida que prefiero no mencionar más de lo necesario). Evité preguntar por nada especialmente personal, ya que Eichi parecía tener sus propias preocupaciones y preferí no presionarle por ellas. Si quería, ya me hablaría por su cuenta. También evité mencionar nada sobre lo del Puño, estando Taiga delante podía ser algo embarazoso de abordar, y lo último que quería eran rumores extraños sobre mí rondando por todo el CP.
Aparte de eso, la visita fue más bien un paseo para disfrutar de las vistas de aquella hermosa isla. No hubo nada relevante, así que yo recuerde de primera mano, y al final acabamos volviendo a nuestras habitaciones para descansar al menos un poco antes de la reunión que habría al día siguiente. Las despedidas fueron algo incómodas, tal vez porque nuestras habitaciones estaban tan cerca una de otra, pero una vez dentro el cansancio me pudo y me dormí al instante.
---------- Por la mañana siguiente, tras la reunión ------------
Tuve que hacer uso de toda mi fuerza de voluntad para no apretar al instante el anillo aquel que hacía de botón en mi peto. ¿Así que eso era lo que me había molestado tanto por la noche? Me podía la curiosidad, y deseaba fervientemente descubrir lo que habían programado para mí (y para los demás, aquello sonaba muy interesante). Sin embargo ya habría una ocasión mejor que aquella: rápidamente se nos instó a subir a los barcos y prepararnos para la batalla. Me subí en el que me indicaron, simple y llanamente, portando conmigo nada más que mi bolso llenos de diales y los katares, el uniforme que llevaba puesto y mi peluca. Al final me había decidido por llevar la piedad a la guerra, pues si no lo hacía yo, ¿quién lo haría entonces? Rezando en silencio una oración, escuché una voz recién despertada que habló en mi cabeza:
"¿Estás segura de que esto es lo que quieres?" Azrael, siempre tan preocupado por mí... Que lindo.
"No del todo, pero hasta que no lo haga no lo terminaré de descubrir." Respondí en mi mente. "Quédate a verlo, por una vez te vendría bien el punto de vista de este lado de la batalla..." No pude terminar, porque antes de 'irse' Azri me interrumpió:
"Me temo que mi lugar está al final del conflicto, para guiar las almas de los caídos. No cometas muchas locuras, por favor." Con un deje de preocupación, la voz de mi cabeza me dejó sola de nuevo.
Una serie de pensamientos contradictorios me asaltaron, principalmente debido a cierto recuerdo de una noche hace ya algún tiempo. A pesar de que no llevaba la peluca puesta, recordé que ya me había visto sin ella durante aquel combate en la Isla del Puño, así que me despreocupé y suspiré algo aliviada de que no fuera un violador o algo así. Quién sabe qué me podrían haber dicho si me encontraban sujetando el cuerpo inconsciente de un pobre civil con la nariz rota y mis guantes rojos de su sangre.
Estuve a punto de ser la primera en decir algo, pero mi siempre oportuno compañero de Agencia, Taiga, apareció para darle la tabarra al pelirrojo. Ladeé media sonrisa, debido a que por su culpa, la tensión del ambiente se había roto de forma demasiado anticlimática, casi cómica. Obvié mencionar para nada el asunto de la recompensa sobre Eichi, ya había oído la historia de boca del loco Castor, y la verdad es que no podía culpar al pelirrojo por lo que hizo. Yo seguramente habría hecho lo mismo en su lugar... Así que en su lugar me salté las introducciones, y fui directa al grano:
- Me apetecía ver un poco la ciudad. ¿Venís o qué? - Y haciendo un gesto con la cabeza, empecé a caminar al tiempo que me ajustaba de nuevo la peluca sobre mi cabello blanco. Al contrario que mi cuero cabelludo aprisionado, mi mente y espíritu se sentían más libres. - Mucho mejor. - Comenté en voz alta con una sonrisa.
------------- Tras la visita -------------
Pasé buen tiempo del viaje prestando atención a la ciudad y sus edificios, pero también lo pasé preguntando (y respondiendo) acerca de nimiedades y de las buenas nuevas que hubieran tenido aquellos dos hombres desde la última vez que los vi. Que en el caso de Taiga fue hace mucho, cuando aún me dedicaba al papeleo como secretaria en Ennies Lobby (un capítulo de mi vida que prefiero no mencionar más de lo necesario). Evité preguntar por nada especialmente personal, ya que Eichi parecía tener sus propias preocupaciones y preferí no presionarle por ellas. Si quería, ya me hablaría por su cuenta. También evité mencionar nada sobre lo del Puño, estando Taiga delante podía ser algo embarazoso de abordar, y lo último que quería eran rumores extraños sobre mí rondando por todo el CP.
Aparte de eso, la visita fue más bien un paseo para disfrutar de las vistas de aquella hermosa isla. No hubo nada relevante, así que yo recuerde de primera mano, y al final acabamos volviendo a nuestras habitaciones para descansar al menos un poco antes de la reunión que habría al día siguiente. Las despedidas fueron algo incómodas, tal vez porque nuestras habitaciones estaban tan cerca una de otra, pero una vez dentro el cansancio me pudo y me dormí al instante.
---------- Por la mañana siguiente, tras la reunión ------------
Tuve que hacer uso de toda mi fuerza de voluntad para no apretar al instante el anillo aquel que hacía de botón en mi peto. ¿Así que eso era lo que me había molestado tanto por la noche? Me podía la curiosidad, y deseaba fervientemente descubrir lo que habían programado para mí (y para los demás, aquello sonaba muy interesante). Sin embargo ya habría una ocasión mejor que aquella: rápidamente se nos instó a subir a los barcos y prepararnos para la batalla. Me subí en el que me indicaron, simple y llanamente, portando conmigo nada más que mi bolso llenos de diales y los katares, el uniforme que llevaba puesto y mi peluca. Al final me había decidido por llevar la piedad a la guerra, pues si no lo hacía yo, ¿quién lo haría entonces? Rezando en silencio una oración, escuché una voz recién despertada que habló en mi cabeza:
"¿Estás segura de que esto es lo que quieres?" Azrael, siempre tan preocupado por mí... Que lindo.
"No del todo, pero hasta que no lo haga no lo terminaré de descubrir." Respondí en mi mente. "Quédate a verlo, por una vez te vendría bien el punto de vista de este lado de la batalla..." No pude terminar, porque antes de 'irse' Azri me interrumpió:
"Me temo que mi lugar está al final del conflicto, para guiar las almas de los caídos. No cometas muchas locuras, por favor." Con un deje de preocupación, la voz de mi cabeza me dejó sola de nuevo.
- Alexandra Balt:
- Resolución del encuentro con Eichi/Taiga, asistencia a la reunión, me subo en el barco que me indican los guardias y tengo una corta conversación en mi cabeza con el arcángel de mi Akuma.
Anon K. Noah
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Una despampanante pelirroja se presentó en la escena, lanzándome miradas de significado ambiguo. Yo sonreí de forma inconsciente: aquella mujer parecía ser más de lo que se veía a plena vista. Mi hambre normalmente no incluía deseos carnales, sino más bien otro tipo de "carne" más cruda, sangrienta y masticable... Sin embargo, ver a la mujer y sus desproporcionadas curvas... Desde luego, había bastante donde morder. Y no solo en la cama, estoy completamente seguro de que en batalla también debía de ser un auténtico espectáculo, y eso me ponía todavía más a cien. Ya estaba ardiendo en deseos de tenerla cerca junto a mí en el fragor de la guerra, ya fuera como aliada destrozando enemigos a mi lado, o como enemiga a la cual poder dar un par de bocados, literalmente. Seguro que era tan sabrosa como parecía.
Lejos de dejar que mi ansia me dominase, me distraje bebiendo un poco de agua de una de mis cantimploras. Aquel ambiente no era especialmente seco, pero llevaba un tiempo notando la falta de más humedad, así que necesitaba beber a menudo, y eso es lo que haría. Al menos hasta que pudiera volver a mi habitación y buscarme la forma de crearme un charquito personal o algo. Tal vez si lo pedía amablemente me pusieran una piscina hinchable. Ah, pero como decía me estaba intentando distraer, de todas formas la pelirroja parecía haber encontrado al peliblanco un sujeto más apropiado para conversar. Bien por mí, supongo. Además, ya podía ver a la gente al fondo, y la reunión estaba a punto de comenzar.
------------- Tras la reunión --------------
Bueno, parecía una misión sencilla. Ir, capturar, matar y conquistar, ¿no? Lo típico de las guerras humanas. Eh, al menos había encontrado a Syxel, me había olvidado de que se fue por su cuenta un tiempo a hacer nosequecosa de reunir información. Bueno, no es que yo tuviera mucho que ofrecerle a cambio, no parecía haber mucha gente dispuesta a confiar en un Gyojin, aunque a eso ya estaba acostumbrado y no le presté mayor importancia. Total, acabarían muriendo tarde o temprano, bajo mi mano o por otras causas. Todos estos humanos racistas... No era el momento de vengarme.
- Bueno pues... ¿Qué hacemos ahora? - Pregunté a mi capitán, tras el breve "intercambio" (por no decir recibimiento simplemente) de información. Al menos pude decirle cómo era la isla y que nos darían alojamiento y comida tres veces por día, seguro que eso lo alegraba. - Sinceramente no me apetece demasiado socializar con esta peña, ya veremos quienes sobreviven a la batalla y quienes caen los primeros. - Una sonrisa sádica apareció durante un instante en mi rostro, mostrando mis afilados dientes. Solo por un momento, como digo. - Querrás comer algo, supongo, aunque tal vez tengas algún otro plan. De todas formas no nos dejan ir a cualquier sitio, los guardias son muy estrictos y al parecer "no distinguen a un invitado perdido de un intruso." - recité lo que me habían dicho pocos días antes.
Lejos de dejar que mi ansia me dominase, me distraje bebiendo un poco de agua de una de mis cantimploras. Aquel ambiente no era especialmente seco, pero llevaba un tiempo notando la falta de más humedad, así que necesitaba beber a menudo, y eso es lo que haría. Al menos hasta que pudiera volver a mi habitación y buscarme la forma de crearme un charquito personal o algo. Tal vez si lo pedía amablemente me pusieran una piscina hinchable. Ah, pero como decía me estaba intentando distraer, de todas formas la pelirroja parecía haber encontrado al peliblanco un sujeto más apropiado para conversar. Bien por mí, supongo. Además, ya podía ver a la gente al fondo, y la reunión estaba a punto de comenzar.
------------- Tras la reunión --------------
Bueno, parecía una misión sencilla. Ir, capturar, matar y conquistar, ¿no? Lo típico de las guerras humanas. Eh, al menos había encontrado a Syxel, me había olvidado de que se fue por su cuenta un tiempo a hacer nosequecosa de reunir información. Bueno, no es que yo tuviera mucho que ofrecerle a cambio, no parecía haber mucha gente dispuesta a confiar en un Gyojin, aunque a eso ya estaba acostumbrado y no le presté mayor importancia. Total, acabarían muriendo tarde o temprano, bajo mi mano o por otras causas. Todos estos humanos racistas... No era el momento de vengarme.
- Bueno pues... ¿Qué hacemos ahora? - Pregunté a mi capitán, tras el breve "intercambio" (por no decir recibimiento simplemente) de información. Al menos pude decirle cómo era la isla y que nos darían alojamiento y comida tres veces por día, seguro que eso lo alegraba. - Sinceramente no me apetece demasiado socializar con esta peña, ya veremos quienes sobreviven a la batalla y quienes caen los primeros. - Una sonrisa sádica apareció durante un instante en mi rostro, mostrando mis afilados dientes. Solo por un momento, como digo. - Querrás comer algo, supongo, aunque tal vez tengas algún otro plan. De todas formas no nos dejan ir a cualquier sitio, los guardias son muy estrictos y al parecer "no distinguen a un invitado perdido de un intruso." - recité lo que me habían dicho pocos días antes.
- Noah Meln:
- Le devuelvo una sonrisa hambrienta a Milena y bebo agua. Voy a la reunión y luego me junto con Syxel para hablar.
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No me podía creer la indecencia de la que estaba siendo testigo. Lo cierto era que las caras de aquella gente me sonaban de algo, pero en ese momento no era capaz de caer en la cuenta. Y de todas formas estaba demasiado lejos para oír de lo que estaban hablando, así que para mí solo se trataba de dos hombres abrazándose y frotándose de forma peculiarmente homosexual... O al menos eso parecía. Quitándole importancia, y dado que poca gente más parecía digno de mención (pues todos allí eran como yo, callados y a lo suyo. No estaba seguro de si eso sería bueno, tal vez tendría que animar un poco el ambiente cuando pudiera), me acabé yendo a mi habitación a meditar. La excepción fue la de cierto cyborg al cual reconocí por un encuentro fugaz hace mucho tiempo... Silver creo que se llamaba. Nadie realmente importante para mí, pero al menos era una cara conocida.
Tarde o temprano tendría que pulsar el botón para saber lo que hacía. ¿Por qué esperar? No lo sabía, no era capaz de encontrar una razón para ello, pero aun así decidí evitarlo de momento. Algo me decía que no era la ocasión, y tras revisar mis cosas me fui a dormir. Espera... ¡mis cosas! Me llevé una mano a la cara decepcionado conmigo mismo: me había olvidado de llevar munición para la Desert Eagle. "Mierda, tendré que pedir ayuda mañana sí o sí..." Pensé antes de acostarme. No quería tener que depender de los Gaster Blaster demasiado, aún me costaba un poco controlarlos.
---------- Al día siguiente, tras la reunión ----------
Aún me estaba riendo por lo bajo, después del chiste involuntario que había hecho el líder de Zilda. ¿Integrarnos? Vaya, eso sí que era un juego de palabras irónico. Ah, por cierto, tal vez deba mencionar que dejé los secretismos: tras salir de mi habitación, lo hice mostrando abiertamente mi condición y aspecto, con mi calzado de siempre y a capucha descubierta. De todas formas el tío que nos dio la pulserita también estaba en los huesos, no esperaba que se fuera a notar demasiado la diferencia.
No pude pedir ayuda con el tema de la munición ni preguntar más acerca de esa segunda función que no me había quedado nada clara. El tipo parecía tener prisa, tal vez quisiera que fuéramos los primeros en llegar y tomar las bases, pues parecían importantes y la iniciativa sería un factor clave en el conflicto. Bueno, a mi no me dijeron nada de guerra abierta cuando me apunté a esta mierda, así que supongo que buscaría algún lugar donde parapetarme y jugar un papel más defensivo. O no, ya se vería cuando llegara el momento, las mejores decisiones de la vida se toman de forma repentina al fin y al cabo. Y si no que se lo digan a Gaster. O a mi padre, al que debo agradecer este cuerpo.
Lejos de querer amargar aún más el ambiente, puse siempre una buena sonrisa en mi esquelético rostro y me dispuse a soltar algún chiste malo de los típicos, para ver si alguno reaccionaba. Aunque no habían reaccionado a mis pantuflas rosas, así que lo mismo no tenían sentido del humor... pero valía la pena intentarlo. Mientras descendíamos por el ascensor, me pareció un buen momento para hacerlo:
- Con tanta humedad, me voy a calar hasta los huesos... - Dije en voz alta, como hablando para mí mismo. - Espero que haya un poco más de sol en Encuentro, a lo mejor me pongo morenito y todo. - Luego me dirigí al androide de Zilda más cercano y le hice un gesto mientras llamaba su atención. - Tú, sí, tú... No me mires así anda, los organismos ricos en Calcio nos parecemos a vosotros los ricos en Hierro, ambos son importantes para una buena salud. Mira, necesito hacer una consulta urgente antes de irnos. Y no es acerca de mi dieta, gracias. ¿Podría solicitar una cosita o dos antes de partir? Me serán necesarias para este baile llamado guerra, o si no me costará "mover bien el esqueleto". - Si el ser mecánico podía ayudarme, le pediría sutilmente que se me proporcionase algo de munición para pistolas de calibre 11mm.
Tarde o temprano tendría que pulsar el botón para saber lo que hacía. ¿Por qué esperar? No lo sabía, no era capaz de encontrar una razón para ello, pero aun así decidí evitarlo de momento. Algo me decía que no era la ocasión, y tras revisar mis cosas me fui a dormir. Espera... ¡mis cosas! Me llevé una mano a la cara decepcionado conmigo mismo: me había olvidado de llevar munición para la Desert Eagle. "Mierda, tendré que pedir ayuda mañana sí o sí..." Pensé antes de acostarme. No quería tener que depender de los Gaster Blaster demasiado, aún me costaba un poco controlarlos.
---------- Al día siguiente, tras la reunión ----------
Aún me estaba riendo por lo bajo, después del chiste involuntario que había hecho el líder de Zilda. ¿Integrarnos? Vaya, eso sí que era un juego de palabras irónico. Ah, por cierto, tal vez deba mencionar que dejé los secretismos: tras salir de mi habitación, lo hice mostrando abiertamente mi condición y aspecto, con mi calzado de siempre y a capucha descubierta. De todas formas el tío que nos dio la pulserita también estaba en los huesos, no esperaba que se fuera a notar demasiado la diferencia.
No pude pedir ayuda con el tema de la munición ni preguntar más acerca de esa segunda función que no me había quedado nada clara. El tipo parecía tener prisa, tal vez quisiera que fuéramos los primeros en llegar y tomar las bases, pues parecían importantes y la iniciativa sería un factor clave en el conflicto. Bueno, a mi no me dijeron nada de guerra abierta cuando me apunté a esta mierda, así que supongo que buscaría algún lugar donde parapetarme y jugar un papel más defensivo. O no, ya se vería cuando llegara el momento, las mejores decisiones de la vida se toman de forma repentina al fin y al cabo. Y si no que se lo digan a Gaster. O a mi padre, al que debo agradecer este cuerpo.
Lejos de querer amargar aún más el ambiente, puse siempre una buena sonrisa en mi esquelético rostro y me dispuse a soltar algún chiste malo de los típicos, para ver si alguno reaccionaba. Aunque no habían reaccionado a mis pantuflas rosas, así que lo mismo no tenían sentido del humor... pero valía la pena intentarlo. Mientras descendíamos por el ascensor, me pareció un buen momento para hacerlo:
- Con tanta humedad, me voy a calar hasta los huesos... - Dije en voz alta, como hablando para mí mismo. - Espero que haya un poco más de sol en Encuentro, a lo mejor me pongo morenito y todo. - Luego me dirigí al androide de Zilda más cercano y le hice un gesto mientras llamaba su atención. - Tú, sí, tú... No me mires así anda, los organismos ricos en Calcio nos parecemos a vosotros los ricos en Hierro, ambos son importantes para una buena salud. Mira, necesito hacer una consulta urgente antes de irnos. Y no es acerca de mi dieta, gracias. ¿Podría solicitar una cosita o dos antes de partir? Me serán necesarias para este baile llamado guerra, o si no me costará "mover bien el esqueleto". - Si el ser mecánico podía ayudarme, le pediría sutilmente que se me proporcionase algo de munición para pistolas de calibre 11mm.
- Sans Zilda:
- Reconozco una cara pero me acabo dirigiendo a la habitación, y tras pensar varias cosas (como que tengo que pedir munición, que me olvidé de traerla) me duermo. Al salir no lo hago escondiendo que soy un esqueleto. Tras la rápida reunión, suelto un par de juegos de palabras muy malos para ver si el ambiente se alegra un poco. Luego trato de atraer la atención de un ayudante mecánico de esos para que me abastezcan si pueden con balas para la Desert Eagle.
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El asesino no tardó mucho en llegar a aquella sala llena de personas. Su mirada se centró en todas y cada una de ellas, tratando de reconocerlas de algo. Pudo ver a la pelirroja con la que pasó dos años entrenando y eso le hizo sonreír de lado. Iba a divertirse un poco y de paso luego le mandaría sus ojos a Ushio. Tenía la oportunidad perfecta para terminar con su vida. Lo primero que hizo fue sentarse cerca de un chico de cabellos blancos (Noah) y prestar atención a lo que pasaba en aquel lugar. Su mirada en todo momento era calmada o al menos eso quería dar a entender a los demás. Su disfraz era perfecto y planeaba explotar su habilidad al máximo en aquel lugar. Se relamió despacio observando las galletas de chocolate de la pelirroja y después de unos momentos se cruzó de brazos. Le estaba dando algo de hambre. Tal vez debía haberse convertido en mujer y pedirles comida a los hombres. Eso siempre funcionaba con aquellas mentes tan simples.
Cuando por fin llegó aquel anciano, Jin creía que hablaría sobre algo que a todos interesase y se dispuso a escuchar. Entonces le señaló a él con el dedo y lo siguiente que hizo fue decir unas palabras que provocaron en el asesino una expresión confusa. Ese cabrón le había descubierto a la primera y eso le hizo ladear la cabeza ¿Debía tener algo que pudiese notar las auras originales? ¿Podría ver a través de la poliformia? Ese tipo iba a joderle un poco, pero solo debía matarlo con su aspecto normal. No necesitaba ocultarse para realizar un ataque a gran escala que terminase con la mayoría de Meln. De hecho, en ese preciso momento lo pensó, pero mejor sería estar al tanto de la situación. Iban a darles una guerra y con eso le bastaba por el momento. Eliminaría a cualquier persona de cualquier bando una vez empezado todo. Las piezas estaban colocadas sobre el tablero.
Fue entonces cuando el demonio del fuego metió la mano en su bolsillo y sacó una máscara blanca que más bien parecía una especie de casco. Una vez se lo puso y ocultó su rostro, los cabellos largos desaparecieron y su tono de piel cambió de color. Entre aquellos dos agujeros que tenía para ver, pudo verse como el color de sus ojos cambiaba de azul a rojo. Ahora que estaba en su verdadera forma por debajo de su preciosa máscara de guerra, se estiró un poco y después se quedó mirando a aquel hombre.
- Nunca pensé que hubiese personas capaces de escapar a mis engaños. Supongo que tampoco me importa mucho que se sepa quién soy. – Contestó entonces entrecerrando los ojos.
Todo pasó después bastante rápido, pues la chica que había visto antes parecía ser la líder de aquel sitio. Aquello hizo a Jin sonreír de lado. Su historia lejos de darle pena, le dio motivos para eliminarla también. El asesino se relamió y mantuvo su mente calmada. Escuchaba el plan de aquella persona con tranquilidad y una vez terminó, soltó un pequeño suspiro. El asesino se colocó en pie y después de unos momentos se dirigió hacia su habitación. Por el camino unas llamas negras empezaron a surgir de su cuerpo, y esto provocó que cualquiera que se acercase a él, notaría bastante calor. Mientras se iba alejando, mantenía una mirada seria. Había estado analizando al anciano también, para de esa forma tener acceso a su forma. Aquello iba a ser divertido. El cazador de humanos finalmente llegó a su habitación y una vez dentro encontró aquella cosa que decían. Cerró los ojos un momento y después de unos segundos los abrió de forma violenta.
- Que comience la guerra.
Cuando por fin llegó aquel anciano, Jin creía que hablaría sobre algo que a todos interesase y se dispuso a escuchar. Entonces le señaló a él con el dedo y lo siguiente que hizo fue decir unas palabras que provocaron en el asesino una expresión confusa. Ese cabrón le había descubierto a la primera y eso le hizo ladear la cabeza ¿Debía tener algo que pudiese notar las auras originales? ¿Podría ver a través de la poliformia? Ese tipo iba a joderle un poco, pero solo debía matarlo con su aspecto normal. No necesitaba ocultarse para realizar un ataque a gran escala que terminase con la mayoría de Meln. De hecho, en ese preciso momento lo pensó, pero mejor sería estar al tanto de la situación. Iban a darles una guerra y con eso le bastaba por el momento. Eliminaría a cualquier persona de cualquier bando una vez empezado todo. Las piezas estaban colocadas sobre el tablero.
Fue entonces cuando el demonio del fuego metió la mano en su bolsillo y sacó una máscara blanca que más bien parecía una especie de casco. Una vez se lo puso y ocultó su rostro, los cabellos largos desaparecieron y su tono de piel cambió de color. Entre aquellos dos agujeros que tenía para ver, pudo verse como el color de sus ojos cambiaba de azul a rojo. Ahora que estaba en su verdadera forma por debajo de su preciosa máscara de guerra, se estiró un poco y después se quedó mirando a aquel hombre.
- Nunca pensé que hubiese personas capaces de escapar a mis engaños. Supongo que tampoco me importa mucho que se sepa quién soy. – Contestó entonces entrecerrando los ojos.
Todo pasó después bastante rápido, pues la chica que había visto antes parecía ser la líder de aquel sitio. Aquello hizo a Jin sonreír de lado. Su historia lejos de darle pena, le dio motivos para eliminarla también. El asesino se relamió y mantuvo su mente calmada. Escuchaba el plan de aquella persona con tranquilidad y una vez terminó, soltó un pequeño suspiro. El asesino se colocó en pie y después de unos momentos se dirigió hacia su habitación. Por el camino unas llamas negras empezaron a surgir de su cuerpo, y esto provocó que cualquiera que se acercase a él, notaría bastante calor. Mientras se iba alejando, mantenía una mirada seria. Había estado analizando al anciano también, para de esa forma tener acceso a su forma. Aquello iba a ser divertido. El cazador de humanos finalmente llegó a su habitación y una vez dentro encontró aquella cosa que decían. Cerró los ojos un momento y después de unos segundos los abrió de forma violenta.
- Que comience la guerra.
- Miembro De Meln [Resumen]:
- Sentarse cerca de Noah. Ponerse la máscara blanca una vez descubierto y cambiar a su forma verdadera. Escuchar las palabras de esa niña y después retirarse ardiendo entre llamas negras. Entrar a su habitación y observar el chisme. Haber recordado el aspecto físico del anciano.
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Demasiadas ovejas salían de aquella sala. La cama del asesino era más dura que un montón de ladrillos apilados y eso le hizo estar muy incómodo consigo mismo durante algunos minutos. Se rascó la cabeza despacio y continuó contando aquellos tipos como si fueran de un ganado de un pastor llamado Marcos. No sabía por qué había usado ese nombre, pero daba lo mismo. Ahora debía descansar para estar a tope el día siguiente. La maldita cama iba a ser el problema, por lo que encogió las piernas y durmió de lado. Lo más curioso fue que en todo momento tenía su dedo pulgar dentro de la boca. Parecía ser un jodido bebé enorme con un traje del gobierno y un sombrero enorme, pero eso le daba lo mismo en esos precisos momentos. Él vivía su vida como le daba la gana y eso no era ningún secreto. Estaba orgulloso de aquello.
Cuando abrió los ojos al día siguiente, pudo notar un revuelo enorme, pero eso le dio lo mismo. El asesino se levantó de aquella cama, soltando un bostezo enorme. Parecía que iba a comerse a un oso entero. Se colocó en pie y se dirigió hacia donde los demás entre más bostezos y comentarios perezosos. Se notaba que estaba un poco harto de dormir mal. Al menos había descansado la mente debido a las horas que durmió, aunque ahora tenía un ligero dolor de hombros. No tardó mucho en acoplarse con los demás y escuchar aquel discurso del hombre sin brazo. Al final el colgante iba a ser un juguete divertido y por ello se lo colocó y ocultó debajo de la camisa. Entonces todos los hombres se pusieron en marcha rumbo a los barcos.
- Pues empecemos…
Dijo con un leve tono siniestro para después salir detrás de aquellas máquinas que iban rumbo a los barcos. Se relamió despacio y después de unos momentos mostró una sonrisa sádica. Iba a divertirse mucho y no combatiendo precisamente. Tenía que ingeniárselas una vez viera el campo de batalla y los distintos factores que este pudiera proporcionarle al asesino. Metió la mano derecha en su bolsillo, comprobando que todas sus armas estaban listas y después avanzó con calma y tranquilidad.
Cuando abrió los ojos al día siguiente, pudo notar un revuelo enorme, pero eso le dio lo mismo. El asesino se levantó de aquella cama, soltando un bostezo enorme. Parecía que iba a comerse a un oso entero. Se colocó en pie y se dirigió hacia donde los demás entre más bostezos y comentarios perezosos. Se notaba que estaba un poco harto de dormir mal. Al menos había descansado la mente debido a las horas que durmió, aunque ahora tenía un ligero dolor de hombros. No tardó mucho en acoplarse con los demás y escuchar aquel discurso del hombre sin brazo. Al final el colgante iba a ser un juguete divertido y por ello se lo colocó y ocultó debajo de la camisa. Entonces todos los hombres se pusieron en marcha rumbo a los barcos.
- Pues empecemos…
Dijo con un leve tono siniestro para después salir detrás de aquellas máquinas que iban rumbo a los barcos. Se relamió despacio y después de unos momentos mostró una sonrisa sádica. Iba a divertirse mucho y no combatiendo precisamente. Tenía que ingeniárselas una vez viera el campo de batalla y los distintos factores que este pudiera proporcionarle al asesino. Metió la mano derecha en su bolsillo, comprobando que todas sus armas estaban listas y después avanzó con calma y tranquilidad.
- Miembro de Sarka (Resumen):
- Rumbo A los barcos.
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Luego de mucho recorrer (una vez que superé la sorpresa de como Galia se presentó), terminamos en una sala con varios asientos. Debía admitir que eran muchas más personas de las que creía en un principio. Otra cosa que llamó mi atención, fue en lo lúgubre que se encontraba el lugar; solo una luz débil iluminaba el lugar, y parecía que fuese a apagarse en cualquier momento. En eso, un anciano entró al lugar y se dirigió lentamente al trono que se encontraba en la sala. Lo que dijo a continuación me sorprendió gratamente. Jin Surfer... ¿Quién hubiera pensado que semejante personaje se encontraría por aquí? De todas formas... el anciano debía ser muy perspicaz si logró identificarlo pese que no tenía su aspecto original; porque debía estarlo, eso o simplemente pagó para una cirugía estética, cosa que dudaba. De todas formas, por si las dudas, iba a tener en mente eso durante toda su estadía. Si lograba usar una clave para despistarlo, tal ve habría alguna forma para lograr derrotar... lo que sea que esté haciendo.
Cuando dijo que no era Yoai, observé que ciertos individuos tenían cara de sorpresa, algunos más que otros. Curioso, pero no pude seguir pensando en eso, ya que en la escena apareció una chica con un vestido morado, cabello negro, tez blanca y ojos anaranjados. Parpadeé algo sorprendido cuando esta se presentó. El rey... bueno, reina de Meln... ¿Era una chica? Bueno, de todas formas iba a poner pegas en eso. No discriminaba por los sexos, y creía que ambos podía lograr cosas si se lo proponían. Escuché atentamente sus palabras, y cerré los puños con fuerza cuando terminó de hablar. La verdad... no sabía que creer. Balt, Zilda, Sarkas, Zal, Meln... no sabía cuál era el bando bueno en verdad, pero nada podía hacer algo. De todas formas, la presencia de esa niña provocó que un escalofrío recorriese mi espalda, pero no supe porqué.
– ¿Qué piensas de todo esto, Galia? – le susurré a la pelirrosa en su oído para que nadie escuchase. Lo cierto quera que quería escuchar la opinión de otra persona, y viendo que no conocía a nadie y, además, los demás parecían listos para asesinarse en cualquier momento... No era sospechosos que hablase con una compañera revolucionaria. Además, quería preguntarle algo que me había estado molestando desde hace un buen rato. – ¿Y por qué exactamente te uniste a Meln? – le volví a susurrar. Eso me tenía inquieto. No conocía mucho a la mujer, pero no le parecía que fuera una persona que elegiría un bando como Meln, desmereciendo a los otros cuatro. Técnicamente, éste era el bando "malo", por lo que tenía curiosidad por saber lo que le había llevado a unirse a estos.
Cuando dijo que no era Yoai, observé que ciertos individuos tenían cara de sorpresa, algunos más que otros. Curioso, pero no pude seguir pensando en eso, ya que en la escena apareció una chica con un vestido morado, cabello negro, tez blanca y ojos anaranjados. Parpadeé algo sorprendido cuando esta se presentó. El rey... bueno, reina de Meln... ¿Era una chica? Bueno, de todas formas iba a poner pegas en eso. No discriminaba por los sexos, y creía que ambos podía lograr cosas si se lo proponían. Escuché atentamente sus palabras, y cerré los puños con fuerza cuando terminó de hablar. La verdad... no sabía que creer. Balt, Zilda, Sarkas, Zal, Meln... no sabía cuál era el bando bueno en verdad, pero nada podía hacer algo. De todas formas, la presencia de esa niña provocó que un escalofrío recorriese mi espalda, pero no supe porqué.
– ¿Qué piensas de todo esto, Galia? – le susurré a la pelirrosa en su oído para que nadie escuchase. Lo cierto quera que quería escuchar la opinión de otra persona, y viendo que no conocía a nadie y, además, los demás parecían listos para asesinarse en cualquier momento... No era sospechosos que hablase con una compañera revolucionaria. Además, quería preguntarle algo que me había estado molestando desde hace un buen rato. – ¿Y por qué exactamente te uniste a Meln? – le volví a susurrar. Eso me tenía inquieto. No conocía mucho a la mujer, pero no le parecía que fuera una persona que elegiría un bando como Meln, desmereciendo a los otros cuatro. Técnicamente, éste era el bando "malo", por lo que tenía curiosidad por saber lo que le había llevado a unirse a estos.
- Miembro de Meln, Resumen:
- Escuchar las palabras de la reina, reflexionar sobre estas y preguntarle algo a Galia
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Una sonrisa ladeada se formó en el rostro del luchador cuando notó la mano en su hombro y ese tipo le dijo que iba a mostrarle su estilo de combate. El pobre mafioso de lava y aquel tipo de pelos blancos le iban a odiar por aquello, pero le daba lo mismo. Entonces comenzó a caminar con aquel hombre. Sus temas de conversación fueron extraños, pero Zero mantuvo la seriedad ante lo de la morcilla. La de su madre era legendaria y tenía trozos de arroz, de modo que era insuperable. Ese hombre tenía también algunos trucos respecto a los secretos de las especias y demás. Iba a tener que mostrarle de una jodida vez la verdad, pero como su madre había desaparecido, no tenía modo de mostrarle la morcilla perfecta. Esa delicia que se servía con patatas fritas y pollo del bueno. Solo de pensarlo se le hacía la boca agua.
Cuando el chico vio aquellas armas conocidas como el palo Kaboom y el Francisco, no pudo evitar sonreír de lado. No eran de su estilo, pues él prefería ir a puñetazo limpio. Se dio cuenta de que la primera era muy peligrosa, pero la segunda tenía una pinta demasiado grandiosa. No tardó mucho en reír un poco mientras la miraba. Un tiro de eso podría reventar los barcos más grandiosos con facilidad. Sin duda aquel bando era interesante y Lars simplemente trató de llevarse bien con el hombre sin brazo. De hecho, no tardó mucho en preparar un nuevo plan. Debía informar a Ivan de aquello, pero también sacaría tajada del asunto y combatiría contra los enemigos de Sarka. Mataba dos pájaros de un tiro y lograba tanto su misión como divertirse a lo grande. Era el momento perfecto.
Él ya se hallaba en un barco al día siguiente. Había escuchado las palabras de aquel hombre sobre los collares y ahora estaba dispuesto a combatir con ellos. Las máquinas que había en la zona eran increíbles y él por su parte observaba todo sentado en la borda. El calor continuaba siendo horrible pese a todo y algunas gotas de sudor bajaban por su rostro. Estaba deseando empezar la batalla y lo siguiente que hizo fue soltar un enorme bostezo. Sacó de su mochila un envase con arroz blanco y pollo. Entonces lo abrió y comenzó a comer con sus palillos. El sabor era delicioso y no tardó en corroborarlo. Se relamió despacio y continuó comiendo mientras miraba tranquilamente lo que ocurría.
- La vida es como un envase de arroz. Todos los pequeños granos terminan siendo eliminados en masa, mientras que los trozos de pollo requieren su eliminación en solitario, pero saben mejor… – Sus filosofías eran demasiado épicas. Tenía sentido para él y lo siguiente que hizo fue sacar su botella de agua y darle un enorme trago.
Cuando el chico vio aquellas armas conocidas como el palo Kaboom y el Francisco, no pudo evitar sonreír de lado. No eran de su estilo, pues él prefería ir a puñetazo limpio. Se dio cuenta de que la primera era muy peligrosa, pero la segunda tenía una pinta demasiado grandiosa. No tardó mucho en reír un poco mientras la miraba. Un tiro de eso podría reventar los barcos más grandiosos con facilidad. Sin duda aquel bando era interesante y Lars simplemente trató de llevarse bien con el hombre sin brazo. De hecho, no tardó mucho en preparar un nuevo plan. Debía informar a Ivan de aquello, pero también sacaría tajada del asunto y combatiría contra los enemigos de Sarka. Mataba dos pájaros de un tiro y lograba tanto su misión como divertirse a lo grande. Era el momento perfecto.
Él ya se hallaba en un barco al día siguiente. Había escuchado las palabras de aquel hombre sobre los collares y ahora estaba dispuesto a combatir con ellos. Las máquinas que había en la zona eran increíbles y él por su parte observaba todo sentado en la borda. El calor continuaba siendo horrible pese a todo y algunas gotas de sudor bajaban por su rostro. Estaba deseando empezar la batalla y lo siguiente que hizo fue soltar un enorme bostezo. Sacó de su mochila un envase con arroz blanco y pollo. Entonces lo abrió y comenzó a comer con sus palillos. El sabor era delicioso y no tardó en corroborarlo. Se relamió despacio y continuó comiendo mientras miraba tranquilamente lo que ocurría.
- La vida es como un envase de arroz. Todos los pequeños granos terminan siendo eliminados en masa, mientras que los trozos de pollo requieren su eliminación en solitario, pero saben mejor… – Sus filosofías eran demasiado épicas. Tenía sentido para él y lo siguiente que hizo fue sacar su botella de agua y darle un enorme trago.
- Miembro De Sarka [Resumen]:
- Insistir en que la morcilla de mi madre es mucho mejor, admirar el cañón "Francisco". Dormir y al día siguiente comer arroz sentado en la borda de un barco mientras filosofeo un poco sobre el pollo.
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La joven caminó hasta llegar a aquella sala. Se sentó junto a su compañero y empezó a observar a las personas que había en aquel sitio. Todos parecían ser distintos unos de otros y eso la hizo soltar un pequeño suspiro. Entonces el anciano que apareció describió a uno de los presentes como Jin Surfer. No conocía mucho de él, por lo que no le dio importancia. Aquella máscara que ocultaba su rostro le pareció incluso curiosa. Después de unos momentos escuchó todo el discurso que dio la pequeña niña y aquello le provocó un ligero enfado. Si todo aquello era cierto, debía contactar con Dranser lo antes posible y después contárselo. En cuanto pudiese irse a los cuartos planearía algo. Supuestamente tenían allí unos dispositivos y sería bueno tenerlos en su poder. Si les daban buen uso podrían aguantar lo suficiente, pues había acoplado a Ryuken a la causa sin preguntarle ni siquiera.
Entonces escuchó su susurró y decidió permanecer callada. Si contaba aquello allí podían escuchar sus planes los tipos con oídos más finos. Aunque siendo ella una felina, no creía que muchos pudieran escuchar mejor que ella. Soltó un pequeño suspiro y cuando todo terminó le hizo un gesto al chico para que la siguiera. Primero pasó por su habitación y tomó aquel objeto. Después diría de ir a la de su “hermano” y una vez dentro entrarían ambos solos. Si Bleyd pretendía seguirles, le diría de forma amable que tenía unos asuntos que hablar en privado con su hermano. Una vez estuviesen en la sala, la chica estaría atenta a la puerta. No quería espías. Diría de ir lo más a dentro posible y una vez allí le respondería en un tono bajo. Era el momento de tener un poco de ayuda.
- Dranser y Krauser están en otros bandos. Yo he venido sin permiso para ayudarles. Opino que Meln no parece un mal sitio, pero prefiero continuar observando un poco más ¿Me ayudarás? – Le preguntó con un tono amable para después darle una suave caricia en los cabellos.
Entonces miraría aquel dispositivo con curiosidad. Tendrían que llevarlos con mucho cuidado y no arriesgarse mucho a que fueran bombas o algo. Bastante tenían ya con ese hombre ardiendo por ahí, y miles de enemigos. Soltó un pequeño suspiro y le indicó al chico que salieran de aquella sala. Una vez lo hicieran, la joven continuaría con su capucha puesta y esperarían fuera. Si aparecía de nuevo el tipo de la moto, le saludaría con la mano.
Entonces escuchó su susurró y decidió permanecer callada. Si contaba aquello allí podían escuchar sus planes los tipos con oídos más finos. Aunque siendo ella una felina, no creía que muchos pudieran escuchar mejor que ella. Soltó un pequeño suspiro y cuando todo terminó le hizo un gesto al chico para que la siguiera. Primero pasó por su habitación y tomó aquel objeto. Después diría de ir a la de su “hermano” y una vez dentro entrarían ambos solos. Si Bleyd pretendía seguirles, le diría de forma amable que tenía unos asuntos que hablar en privado con su hermano. Una vez estuviesen en la sala, la chica estaría atenta a la puerta. No quería espías. Diría de ir lo más a dentro posible y una vez allí le respondería en un tono bajo. Era el momento de tener un poco de ayuda.
- Dranser y Krauser están en otros bandos. Yo he venido sin permiso para ayudarles. Opino que Meln no parece un mal sitio, pero prefiero continuar observando un poco más ¿Me ayudarás? – Le preguntó con un tono amable para después darle una suave caricia en los cabellos.
Entonces miraría aquel dispositivo con curiosidad. Tendrían que llevarlos con mucho cuidado y no arriesgarse mucho a que fueran bombas o algo. Bastante tenían ya con ese hombre ardiendo por ahí, y miles de enemigos. Soltó un pequeño suspiro y le indicó al chico que salieran de aquella sala. Una vez lo hicieran, la joven continuaría con su capucha puesta y esperarían fuera. Si aparecía de nuevo el tipo de la moto, le saludaría con la mano.
- Miembro De Meln [Resumen]:
- Ir a la habitación de Ryu a solas. Responderle entre susurros por si hay micros o espias y salir de la habitación. Saludar a Bleyd con la mano si pasa por ahí (?)
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Milena tuvo que hacer un esfuerzo sobrehumano para contenerse con la mirada del tipo de los dientes afilados. Pfff quería tirárselo allí mismo sobre la mesa, pero eso estaba mal. Había que pensar en Ushio y no hacerle ser el toro de la piratería. Como no le diese lo suyo tras aquello, lo juraba por su vida, que se tiraba al albino. Soltó un pequeño suspiro y dejó de pensar en sus hormonas revolucionadas. El sexo era demasiado bueno para ella y llevaba muchísimo sin él. La pobre iba a estallar. Justo entonces observó que el peliblanco aceptó la galleta. También escuchó sus palabras y una gotita de sudor le cayó por la mejilla. Que rencoroso era el cabrón. Todavía se acordaba de aquella pequeña travesura que hizo junto a su jefe. Nunca dijo nada ni pensaba hacerlo, por lo que simplemente le sacó la lengua fingiendo estar de broma.
- Claro, sin rencores de ninguna clase. Cooper es un tipo difícil… – Mencionó al darse cuenta de la propuesta del peliblanco. Entonces prestó atención también a lo que iba a pasar en aquella sala.
El ceño de la pelirroja se frunció al escuchar que Jin estaba en aquella sala. Hizo un esfuerzo sobrehumano para no saltar sobre él y cortarlo en dos. Tampoco aumentó la gravedad ni nada parecido, pero ese hijo de puta había asesinado a Kiogre y eso no lo podía soportar. El pelirrojo era un capullo a veces, pero lo consideraba una especie de medio amigo y aliado. Apretó los puños con rabia y después de unos momentos se relajó. Tomó todo el aire que pudo y después de unos momentos recordó las palabras de Castor sobre no hacer imprudencias de cara a Surfer. Tuvo que resignarse si no quería morir allí y simplemente se contuvo. Qué asco le daba no poseer haki de observación, pues no podría tener vigilado a aquel mamón de ninguna forma. Sabía ya de sus habilidades de espionaje.
Milena entonces escuchó las palabras de la chica morena y de aquel anciano que había detectado al asesino. Una vez pasó todo lo que tenía es pasar, soltó un pequeño suspiro. Aquellos tipos no eran tan capullos como ella pensaba. Después de todo no tenía a nadie con quién ir, por lo que decidió hacer lo más inteligente de todo y seguir a Amaiar. Observó que se acercó a un grupo de personas, y ella reconoció a algunos. De todas formas, ahora no recordaba de qué. A lo mejor un poco más tarde le venían a la mente. Imitando las palabras del peliblanco, ofreció la mano a todos ellos.
- Lo mismo digo. Soy Milena, espero que nos podamos llevar muy bien. – Diciendo aquello le hizo un guiño provocativo al pelirrojo.
- Claro, sin rencores de ninguna clase. Cooper es un tipo difícil… – Mencionó al darse cuenta de la propuesta del peliblanco. Entonces prestó atención también a lo que iba a pasar en aquella sala.
El ceño de la pelirroja se frunció al escuchar que Jin estaba en aquella sala. Hizo un esfuerzo sobrehumano para no saltar sobre él y cortarlo en dos. Tampoco aumentó la gravedad ni nada parecido, pero ese hijo de puta había asesinado a Kiogre y eso no lo podía soportar. El pelirrojo era un capullo a veces, pero lo consideraba una especie de medio amigo y aliado. Apretó los puños con rabia y después de unos momentos se relajó. Tomó todo el aire que pudo y después de unos momentos recordó las palabras de Castor sobre no hacer imprudencias de cara a Surfer. Tuvo que resignarse si no quería morir allí y simplemente se contuvo. Qué asco le daba no poseer haki de observación, pues no podría tener vigilado a aquel mamón de ninguna forma. Sabía ya de sus habilidades de espionaje.
Milena entonces escuchó las palabras de la chica morena y de aquel anciano que había detectado al asesino. Una vez pasó todo lo que tenía es pasar, soltó un pequeño suspiro. Aquellos tipos no eran tan capullos como ella pensaba. Después de todo no tenía a nadie con quién ir, por lo que decidió hacer lo más inteligente de todo y seguir a Amaiar. Observó que se acercó a un grupo de personas, y ella reconoció a algunos. De todas formas, ahora no recordaba de qué. A lo mejor un poco más tarde le venían a la mente. Imitando las palabras del peliblanco, ofreció la mano a todos ellos.
- Lo mismo digo. Soy Milena, espero que nos podamos llevar muy bien. – Diciendo aquello le hizo un guiño provocativo al pelirrojo.
- Miembro De Meln [Resumen]:
- Aguantar las ganas de atacar a Jin, acoplarme a Amaiar e ir junto Zane/spaner/ y hakuna si se acerca, si no nada., lanzarle un guiño provocativo a Zane (?)
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El marine se tumbó en la cama junto a la rubia, dándole algunos besos también cuando recibió el de ella y después cerrando los ojos cómodamente. Las palabras que le dijo le hicieron pensar un poco. Fiarse de la reina era algo que no le tocaba decidir a él, por lo que simplemente se dedicó a bostezar. Después de unos momentos se pensó su respuesta. Debía ser algo coherente y no soltar lo primero que le viniese a la mente.
- No pienso separarme de ti en toda la batalla, cielo. En cuanto a lo de la reina, no tengo ni idea. Debo ver algo más para saber qué decisión tomar. Por el momento lo iré viendo sobre la marcha, pues antes tengo otras cosas que hacer.
Fue entonces cuando se quedó mirando a la chica a los ojos durante unos momentos. Estaba pensando bien en si hacer lo que tenía planeado o no arriesgarse a que los echasen. Solo se vivía una vez y por ello el Vice-Almirante se quitó la camiseta. Entonces sin decir nada se echó sobra la joven y mordió su cuello de forma más o menos brusca, pero sin hacerle daño. Su mano derecha pasó a acariciar despacio su abdomen y entonces susurró contra su cuello de forma algo juguetona.
- Mmmm… necesito el postre antes de dormir…
A la mañana siguiente, el Vice-almirante abrió los ojos despacio. En momentos de aquel acto había sentido algo raro en la habitación, pero le dio lo mismo. Se colocó en pie y comenzó a vestirse con una expresión amable en todo momento. Se aseguraría de levantar a la rubia si continuaba dormida, de lo contrario continuaría vistiéndose. Tomó todos sus atuendos para la batalla y eso significaba llevar también su armadura completa de kairouseki. Una vez la tuvo puesta le dedicó una sonrisa a su novia. Sabía que ella odiaba aquella armadura de forma indirecta, pero él la adoraba.
Xemnas por su parte desayunó como un campeón para recobrar fuerzas después de todo el ejercicio que tuvo que hacer en la noche. Se limpió los restos de comida una vez terminó y después se colocó en pie. Durante el discurso estuvo callado y atento a lo que le decía aquella mujer. Aunque en más de una ocasión sintió algo extraño. Su haki de observación le indicaba que Taiga y Kasai estaban por allí, pero alejados el uno del otro. Creía que aquellos dos siempre iban juntos, pero decidió dejar de pensar en aquello y simplemente miró a la chica con una sonrisa amable.
- Es el momento, pequeña. Te protegeré con mi vida.
- No pienso separarme de ti en toda la batalla, cielo. En cuanto a lo de la reina, no tengo ni idea. Debo ver algo más para saber qué decisión tomar. Por el momento lo iré viendo sobre la marcha, pues antes tengo otras cosas que hacer.
Fue entonces cuando se quedó mirando a la chica a los ojos durante unos momentos. Estaba pensando bien en si hacer lo que tenía planeado o no arriesgarse a que los echasen. Solo se vivía una vez y por ello el Vice-Almirante se quitó la camiseta. Entonces sin decir nada se echó sobra la joven y mordió su cuello de forma más o menos brusca, pero sin hacerle daño. Su mano derecha pasó a acariciar despacio su abdomen y entonces susurró contra su cuello de forma algo juguetona.
- Mmmm… necesito el postre antes de dormir…
A la mañana siguiente, el Vice-almirante abrió los ojos despacio. En momentos de aquel acto había sentido algo raro en la habitación, pero le dio lo mismo. Se colocó en pie y comenzó a vestirse con una expresión amable en todo momento. Se aseguraría de levantar a la rubia si continuaba dormida, de lo contrario continuaría vistiéndose. Tomó todos sus atuendos para la batalla y eso significaba llevar también su armadura completa de kairouseki. Una vez la tuvo puesta le dedicó una sonrisa a su novia. Sabía que ella odiaba aquella armadura de forma indirecta, pero él la adoraba.
Xemnas por su parte desayunó como un campeón para recobrar fuerzas después de todo el ejercicio que tuvo que hacer en la noche. Se limpió los restos de comida una vez terminó y después se colocó en pie. Durante el discurso estuvo callado y atento a lo que le decía aquella mujer. Aunque en más de una ocasión sintió algo extraño. Su haki de observación le indicaba que Taiga y Kasai estaban por allí, pero alejados el uno del otro. Creía que aquellos dos siempre iban juntos, pero decidió dejar de pensar en aquello y simplemente miró a la chica con una sonrisa amable.
- Es el momento, pequeña. Te protegeré con mi vida.
- Miembro de Balt [Resumen]:
- Sexo duro con Misa (?) Desayunar como un Dios del imperio del Sur, escuchar el discurso, colocarse la armadura completa de kairouseki "Caronte" y hablar con Misa. Dirigirse a la batalla con el haki mantra activado.
Danio Rerio
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Buscando, finalmente encuentro a un grupo de soldados aún entrenando. Es una sorpresa, pues teniendo al día siguiente una batalla que librar, no parece una buena idea cansarse de aquella manera. Aunque, debía admitirlo, me parecía algo muy encomiable intentar prepararse hasta el último momento. Me quedé un rato observándolos, hasta que pensé que era hora de volver a la habitación y descansar un poco para estar fresco al día siguiente.
De camino hacía mi cuarto, escuché gritos de dolor, cosa que me alarmo bastante, ¿Habría entrado algún espía enemigo? Tratando de ir rápido, pero con el ruido posible me acerqué hacía la fuente de los gritos. Al asomarme por la puerta, que estaba abierta, vi como era una especie de lugar de rezo. No sabía cómo llamaban a aquellos sitios, pero tampoco me importaba demasiado. Los gritos venían de un individuó en medio de la habitación, estaba sobre una especie de altar. Le estaban implantando unas placas óseas como las que portaba la pretora. Si aquel proceso era la ascensión, ya podía dar unas mejoras grandiosas a cambio de tanto sufrimiento. Tendría que estar atento durante la batalla a los que llevaran las protuberancias, tratando de evaluar su rendimiento comparándolos con los que no las tenían.
Finalmente me alejé de aquel lugar, dirección a mi cuarto. Tenía que descansar para dar el cien por cien de mí en la batalla. No tardé demasiado en llegar, tampoco encontré mucha gente por los pasillos. Imaginé que estarían todos dormidos a estas alturas de la noche. En cuanto me tumbé en la cama el sueño me invadió y caí en sus brazos.
----A la mañana siguiente-------
Me desperté temprano, nunca había necesitado dormir demasiado. Cuando salí de la habitación, ya aseado, me dirigí hacía el comedor, esperando ver que nos tenían preparado. Comí un poco de todo lo que nos habían preparado en cuanto me senté a la mesa. La variedad y calidad de aquellos platos era impresionante debía admitirlo, e incluso puede que tratara de copiar alguno. La pretora volvió a salir al balcón, dándonos un discurso alentador y explicando que teníamos dos botones en la ropa, y su uso.
Tras el discurso nos encaminamos a los barcos, de un blanco impoluto, como el resto de tropas y cosas de Balt. Tenía ganas de ver encuentro, que era como parecía llamarse el lugar donde la batalla ocurriría. Estuve tentado de ir por mar hasta la zona, pero me contuve y solo juguetee un poco con el agua salada.
De camino hacía mi cuarto, escuché gritos de dolor, cosa que me alarmo bastante, ¿Habría entrado algún espía enemigo? Tratando de ir rápido, pero con el ruido posible me acerqué hacía la fuente de los gritos. Al asomarme por la puerta, que estaba abierta, vi como era una especie de lugar de rezo. No sabía cómo llamaban a aquellos sitios, pero tampoco me importaba demasiado. Los gritos venían de un individuó en medio de la habitación, estaba sobre una especie de altar. Le estaban implantando unas placas óseas como las que portaba la pretora. Si aquel proceso era la ascensión, ya podía dar unas mejoras grandiosas a cambio de tanto sufrimiento. Tendría que estar atento durante la batalla a los que llevaran las protuberancias, tratando de evaluar su rendimiento comparándolos con los que no las tenían.
Finalmente me alejé de aquel lugar, dirección a mi cuarto. Tenía que descansar para dar el cien por cien de mí en la batalla. No tardé demasiado en llegar, tampoco encontré mucha gente por los pasillos. Imaginé que estarían todos dormidos a estas alturas de la noche. En cuanto me tumbé en la cama el sueño me invadió y caí en sus brazos.
----A la mañana siguiente-------
Me desperté temprano, nunca había necesitado dormir demasiado. Cuando salí de la habitación, ya aseado, me dirigí hacía el comedor, esperando ver que nos tenían preparado. Comí un poco de todo lo que nos habían preparado en cuanto me senté a la mesa. La variedad y calidad de aquellos platos era impresionante debía admitirlo, e incluso puede que tratara de copiar alguno. La pretora volvió a salir al balcón, dándonos un discurso alentador y explicando que teníamos dos botones en la ropa, y su uso.
Tras el discurso nos encaminamos a los barcos, de un blanco impoluto, como el resto de tropas y cosas de Balt. Tenía ganas de ver encuentro, que era como parecía llamarse el lugar donde la batalla ocurriría. Estuve tentado de ir por mar hasta la zona, pero me contuve y solo juguetee un poco con el agua salada.
- Balt:
- Contar lo de la noche anterior, dormir, comer mucho e ir al barco. Entretenerme controlando agua.
Liv L Astrid
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Del resto de la gente que había en la arena no supe bien lo que habían hecho, pero parecía que la bestia ni se enteraba de ello. Por lo que pude ver un niño que había saltado a las gradas y había ido a por el rinoceronte había muerto entre sus mandíbulas.
-Interesante, un rinoceronte carnívoro, la cosa se pone mejor para ti – me dijo Trece con una sonrisa en la cara.
-¡PARECE QUE UN NIÑO TIENE MÁS PELOTAS QUE EL RESTO DE VOSOTROS! – grité para toda la expectación de la arena mientras el rinoceronte se entretenía con otras víctimas embestidas – HAHAHA – continué riéndome con lo que le había pasado al crío.
El rinoceronte volvió a centrarse en mí y comenzó con una nueva embestida, cuando de pronto le cayó encima una capsula en las que habíamos estado. El animal tras el impacto pareció algo confuso aunque no me fié de eso, preparándome para el ataque, pude ver que en el lado que le había atacado una de las escamas se había caído, lo que significaba que mi ataque, aunque poco, había servido de algo “si tuviese un arma más grande esto acabaría antes” pensé mientras seguía acercándose el animal. Al igual que antes salté hacia un lado para evitar la embestida, esta vez al otro, y con toda la velocidad que me permitió la habilidad de mi akuma intenté subirme a la grupa del animal, si lo conseguía el intentaría clavar las espadas en la parte posterior de cuello, clavándolas de forma paralela a las escamas y con la intención de que se clavasen hasta la médula. Si no lo conseguía me alejaría del animal para evitar daños que pudiese hacerme.
De pronto escuché las palabras de otro de los participantes, pedía que trabajásemos en equipo para acabar con el animal “claro que sí, campeón, y defraudar a los dioses con esa actuación” pensé para mis adentros, pero lo remató con su siguiente frase, diciendo que debían de mantenerme viva.
-¿QUIÉN? ¿TÚ? – pregunté enfadada y a voces - ¡MÁS PARECE QUE SOY YO LA QUE OS MANTIENE CON VIDA! – le respondí ofendida por su comentario y viendo como intentaba hacer algo con luz sobre el animal.
-Interesante, un rinoceronte carnívoro, la cosa se pone mejor para ti – me dijo Trece con una sonrisa en la cara.
-¡PARECE QUE UN NIÑO TIENE MÁS PELOTAS QUE EL RESTO DE VOSOTROS! – grité para toda la expectación de la arena mientras el rinoceronte se entretenía con otras víctimas embestidas – HAHAHA – continué riéndome con lo que le había pasado al crío.
El rinoceronte volvió a centrarse en mí y comenzó con una nueva embestida, cuando de pronto le cayó encima una capsula en las que habíamos estado. El animal tras el impacto pareció algo confuso aunque no me fié de eso, preparándome para el ataque, pude ver que en el lado que le había atacado una de las escamas se había caído, lo que significaba que mi ataque, aunque poco, había servido de algo “si tuviese un arma más grande esto acabaría antes” pensé mientras seguía acercándose el animal. Al igual que antes salté hacia un lado para evitar la embestida, esta vez al otro, y con toda la velocidad que me permitió la habilidad de mi akuma intenté subirme a la grupa del animal, si lo conseguía el intentaría clavar las espadas en la parte posterior de cuello, clavándolas de forma paralela a las escamas y con la intención de que se clavasen hasta la médula. Si no lo conseguía me alejaría del animal para evitar daños que pudiese hacerme.
De pronto escuché las palabras de otro de los participantes, pedía que trabajásemos en equipo para acabar con el animal “claro que sí, campeón, y defraudar a los dioses con esa actuación” pensé para mis adentros, pero lo remató con su siguiente frase, diciendo que debían de mantenerme viva.
-¿QUIÉN? ¿TÚ? – pregunté enfadada y a voces - ¡MÁS PARECE QUE SOY YO LA QUE OS MANTIENE CON VIDA! – le respondí ofendida por su comentario y viendo como intentaba hacer algo con luz sobre el animal.
- resumen atrapados en Zal:
- -Provocar y reírme de los espectadores por la muerte del chico.
-Esquivar con un salto lateral la embestida e intentar colocarme en la grupa del animal para matarlo.
-Responder a raghersir por la ofensa que le ha supuesto a Liv.
Rezvan Markov
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Ese lugar parece un maldito laberinto, lleno de pasillos metálicos y estatuas de apariencia muy extraña. Ya podían poner señales para saber dónde estaba cada cosa, a este paso no conseguiría encontrar la zona de entrenamiento. Mis pasos resonaban bastante en las bóvedas metálicas, tampoco es como si quisiera ocultar mi presencia, al menos, no por el momento. Cuando estaba ya a punto de volverme, e intentar llegar hasta las habitaciones, me encontré con una figura al final del pasillo. El hombre, parecía estar absorto mirando algo en el pasillo. Me acerqué hasta él, tenía curiosidad por saber que requería de tanta atención.
Cuando llegué hasta donde estaba, solo pude ver a dos sirvientes, portaban bandejas y uno se alejaba del otro. Debía ser algo muy raro para el moreno si los miraba tan atento. Vestía una chaqueta negra y unos pantalones azules, una combinación interesante de colores a mi parecer. Permanecí a su lado unos instantes, esperando a ver si reaccionaba. Lo hiciera o no acabaría presentándome.
-Hola, me llamó Rezvan. ¿Qué es lo que estaba pasando aquí? – Le pregunté, pensando que a lo mejor lo que había visto no eran los sirvientes sino otra persona, o máquina que pasara antes de mi llegada. – Te vi en la reunión de antes, no pareces ingeniero ni nada parecido, por lo que supondré que viniste atraído por la fama de guerrero del pretor. ¿Qué estilo de lucha tienes?
Esperaba que el hombre contestara y no haberle ofendido con mis palabras. En esa isla todos eran desconocidos para mí, y si quería tener más oportunidades debía empezar a tener aliados para la batalla del día siguiente. Además, ahora que supuestamente, todos los allí presentes compartíamos objetivo, sería mucho más fácil. Sino respondía empezaba a plantearme el hecho de llamar a algún sanitario por si hubiera sido envenenado.
Cuando llegué hasta donde estaba, solo pude ver a dos sirvientes, portaban bandejas y uno se alejaba del otro. Debía ser algo muy raro para el moreno si los miraba tan atento. Vestía una chaqueta negra y unos pantalones azules, una combinación interesante de colores a mi parecer. Permanecí a su lado unos instantes, esperando a ver si reaccionaba. Lo hiciera o no acabaría presentándome.
-Hola, me llamó Rezvan. ¿Qué es lo que estaba pasando aquí? – Le pregunté, pensando que a lo mejor lo que había visto no eran los sirvientes sino otra persona, o máquina que pasara antes de mi llegada. – Te vi en la reunión de antes, no pareces ingeniero ni nada parecido, por lo que supondré que viniste atraído por la fama de guerrero del pretor. ¿Qué estilo de lucha tienes?
Esperaba que el hombre contestara y no haberle ofendido con mis palabras. En esa isla todos eran desconocidos para mí, y si quería tener más oportunidades debía empezar a tener aliados para la batalla del día siguiente. Además, ahora que supuestamente, todos los allí presentes compartíamos objetivo, sería mucho más fácil. Sino respondía empezaba a plantearme el hecho de llamar a algún sanitario por si hubiera sido envenenado.
- Sarka:
- Perderme, dar con Arribor, tratar de hablar con él
barbazul
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La onda que lancé a las bestias no consiguió dar a nadie, cosa que me sorprendió de verdad. Tendría que hacer las cosas mejor para no morir en aquel lugar. No sabía por qué no había ido con el capitán, la última guerra en la que estuve me había demostrado que lo mejor era estar junto a tus compañeros. De cualquier forma, debía centrarme en aquellas criaturas, no podía permitirme despistes ni divagaciones como aquella. Busqué a los enemigos más próximos, quería un grupo algo numeroso para maximizar los daños que iba a producir. Una vez lo encontré me dirigía hacia ellos, tratando de dar algún que otro corte por el camino.
Una vez cerca del grupo liberaría el poder de la armadura, lanzando una onda congelante hacia ellos. Esta onda estaba a ochenta grados bajo cero, por lo que cualquiera impactado por ella lo pasaría muy mal. Además, usando la canalización e uno de los manuales que aprendí tiempo atrás, me imbuí con energía, usando a continuación mi habilidad de hielo y lanzando dos ondas cortantes heladas más. Estas estaban a menor temperatura, pero serían igualmente destructivas, y ralentizarían más a los enemigos. Esperaba que, tras la combinación, al menos estaba vez hubiera incapacitado o acabado con varias de las criaturas.
Tras lanzar las ondas me fijé en algo muy curioso, alguien estaba volando y parecía dirigirse hacia el líder de los seres. Por su aspecto debía ser bastante fuerte. Su tamaño estaba más cercano al del feral, que al de los humanos. No descarté la posibilidad de que fuera alguien de su propia raza tratando de quitarle el liderato. Desde la distancia a la que estaba, solo podía distinguirlo a grandes rasgos, aunque no importaba. Ahora, la prioridad era estar alejado del centro, una pelea como aquella sería mortal para la gente cercana.
Una vez cerca del grupo liberaría el poder de la armadura, lanzando una onda congelante hacia ellos. Esta onda estaba a ochenta grados bajo cero, por lo que cualquiera impactado por ella lo pasaría muy mal. Además, usando la canalización e uno de los manuales que aprendí tiempo atrás, me imbuí con energía, usando a continuación mi habilidad de hielo y lanzando dos ondas cortantes heladas más. Estas estaban a menor temperatura, pero serían igualmente destructivas, y ralentizarían más a los enemigos. Esperaba que, tras la combinación, al menos estaba vez hubiera incapacitado o acabado con varias de las criaturas.
Tras lanzar las ondas me fijé en algo muy curioso, alguien estaba volando y parecía dirigirse hacia el líder de los seres. Por su aspecto debía ser bastante fuerte. Su tamaño estaba más cercano al del feral, que al de los humanos. No descarté la posibilidad de que fuera alguien de su propia raza tratando de quitarle el liderato. Desde la distancia a la que estaba, solo podía distinguirlo a grandes rasgos, aunque no importaba. Ahora, la prioridad era estar alejado del centro, una pelea como aquella sería mortal para la gente cercana.
- Zal:
- pegar cortes, hacer carne a grupo y liberar la habilidad de la armadura, manual de prisa y técnica del ámbito
Krieg
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Ignorado. No empezamos bien.
Nada de cena. Sólo descanso en un colchón que parece demasiado adaptado a mi columna. Demasiado ergonómico, todo está ausente de esfuerzo y molestia. Eso es bueno, y como muchas cosas buenas es tremendamente malo.
¿Por eso son así esas criaturas a las que no podemos llamar humanos pero sí persona? ¿Quién soy yo para juzgar los actos y formas de otros más que yo mismo? En eso se resume todo. Puedo juzgarles, puedo criticar su estilo de vida de manera condescendiente. Pero mandar a tus hijos a la escuela también es condescendiente. Y sería asimismo condescendiente pensar que yo tengo la máxima razón.
Mi subconsciente no me traiciona en el letargo, quizás sabiendo que si las pesadillas me privan de mi ansiado descanso la siguiente vez que duerma sea la última. O sólo es cuestión de suerte, es presuntuoso otorgarle una consciencia racional, así como no hacerlo.
Tras adecentarme y en medio de mi sesión de estiramientos los chambelanes robóticos llaman a la puerta para llevarnos, esta vez a un ritmo sustancialmente más rápido, al ascensor para dar a la sala de reuniones.
Son cinco figuras de la misma aberrante raza repleta de cables y artilugios. Sólo uno conocido, y aunque distinguibles entre sí no nos aportan información alguna para su distinción más que la imagen que proyectan. Siquiera la información que debería ser útil está completa.
- Encuentro. Isla capital. Forma estrellada cuyas puntas limitan con la isla bastión de Zilda. Disponemos de 1 solo puerto. 20 años de disputas para mantener el terreno de la capital.
- Ausencia de potencia armamentística. Gran equipo de contrainteligencia.
- Funciones vitales relacionadas con los implantes mecánicos que poseen. ¿Limitación de salud? ¿Sostenidos por la ciencia?
- 35 puntos (Centrales) a controlar. Disputas entre facciones. Potenciadoras de habilidades para otros, nosotros sólo negamos la ventaja al controlar.
- Primer botón “Anulador funciones enemigas”. Segundo botón “Mimetizador”.
- Prisa, premura, pánico en su tono.
- Ir hacia un barco para llegar a nuestra base en Encuentro.
Además tengo que tener en cuenta los miembros de esta facción. Claro que… las amistades que pudieran surgir de ésta forzada socialización deben enfrentarse al golpe del fin de la guerra… Piratas, agentes, marines, cazarrecompensas… y a pesar de todo estamos en un mismo bando. ¿Quiénes serán, realmente?
- Bien. Tengo que realizar varias preguntas por el bien de la expedición. ¿Existen nativos en la isla capital o nos enfrentamos a un terreno vacío para usar guerrilla? ¿Qué harán ustedes en la isla sin nuestra protección tras la falta de recursos armamentísticos?- aunque dada la solemnidad con la que nos recibieron ayer parece ser que sacrificarán su seguridad- Otro punto a tratar es la utilización de acciones pseudodiplomáticas no contra sus enemigos si no contra las personas, que al igual que nosotros habrán escogido bando. ¿Debemos matarlos, herirlos de gravedad, capturarlos?-¿Algo más que pueda ser tratado ahora…? Ah, claro-.Y queda el asunto de proveernos de comida antes de la guerra. No se puede combatir bien con un estómago vacío.
Con un poco de suerte podrán contestarme las preguntas.
Terminada la reunión, y dedicando nada más que miradas de complicidad a mis compañeros, en especial al extraño ser que intenta aumentar su nivel social por el uso de bromas en relevancia a su inhumano aspecto. ¿Qué será? Quizás haya tiempo de conocernos en el barco… ahora tengo el tiempo contado para hacer mis pequeñas averiguaciones.
Paseo por las calles de Zilda a paso apresurado, los edificios grises y rectangulares hacen fácil su distribución en un mapa mental, siempre y cuando no pierda la dirección que estoy llevando… la ausencia de puntos diferentes en el mapa constituyen un grave problema para quienes se olvidan de donde vienen. Por suerte, al menos en este caso, yo nunca olvido. Espío lo que pueda entre los edificios, deseo ver como son las gentes de éste “país” y cómo son sus costumbres en el aséptico entorno que viven. Luego voy al punto de encuentro para irnos de esta tierra a la guerra.
Nada de cena. Sólo descanso en un colchón que parece demasiado adaptado a mi columna. Demasiado ergonómico, todo está ausente de esfuerzo y molestia. Eso es bueno, y como muchas cosas buenas es tremendamente malo.
¿Por eso son así esas criaturas a las que no podemos llamar humanos pero sí persona? ¿Quién soy yo para juzgar los actos y formas de otros más que yo mismo? En eso se resume todo. Puedo juzgarles, puedo criticar su estilo de vida de manera condescendiente. Pero mandar a tus hijos a la escuela también es condescendiente. Y sería asimismo condescendiente pensar que yo tengo la máxima razón.
Mi subconsciente no me traiciona en el letargo, quizás sabiendo que si las pesadillas me privan de mi ansiado descanso la siguiente vez que duerma sea la última. O sólo es cuestión de suerte, es presuntuoso otorgarle una consciencia racional, así como no hacerlo.
Tras adecentarme y en medio de mi sesión de estiramientos los chambelanes robóticos llaman a la puerta para llevarnos, esta vez a un ritmo sustancialmente más rápido, al ascensor para dar a la sala de reuniones.
Son cinco figuras de la misma aberrante raza repleta de cables y artilugios. Sólo uno conocido, y aunque distinguibles entre sí no nos aportan información alguna para su distinción más que la imagen que proyectan. Siquiera la información que debería ser útil está completa.
- Encuentro. Isla capital. Forma estrellada cuyas puntas limitan con la isla bastión de Zilda. Disponemos de 1 solo puerto. 20 años de disputas para mantener el terreno de la capital.
- Ausencia de potencia armamentística. Gran equipo de contrainteligencia.
- Funciones vitales relacionadas con los implantes mecánicos que poseen. ¿Limitación de salud? ¿Sostenidos por la ciencia?
- 35 puntos (Centrales) a controlar. Disputas entre facciones. Potenciadoras de habilidades para otros, nosotros sólo negamos la ventaja al controlar.
- Primer botón “Anulador funciones enemigas”. Segundo botón “Mimetizador”.
- Prisa, premura, pánico en su tono.
- Ir hacia un barco para llegar a nuestra base en Encuentro.
Además tengo que tener en cuenta los miembros de esta facción. Claro que… las amistades que pudieran surgir de ésta forzada socialización deben enfrentarse al golpe del fin de la guerra… Piratas, agentes, marines, cazarrecompensas… y a pesar de todo estamos en un mismo bando. ¿Quiénes serán, realmente?
- Bien. Tengo que realizar varias preguntas por el bien de la expedición. ¿Existen nativos en la isla capital o nos enfrentamos a un terreno vacío para usar guerrilla? ¿Qué harán ustedes en la isla sin nuestra protección tras la falta de recursos armamentísticos?- aunque dada la solemnidad con la que nos recibieron ayer parece ser que sacrificarán su seguridad- Otro punto a tratar es la utilización de acciones pseudodiplomáticas no contra sus enemigos si no contra las personas, que al igual que nosotros habrán escogido bando. ¿Debemos matarlos, herirlos de gravedad, capturarlos?-¿Algo más que pueda ser tratado ahora…? Ah, claro-.Y queda el asunto de proveernos de comida antes de la guerra. No se puede combatir bien con un estómago vacío.
Con un poco de suerte podrán contestarme las preguntas.
Terminada la reunión, y dedicando nada más que miradas de complicidad a mis compañeros, en especial al extraño ser que intenta aumentar su nivel social por el uso de bromas en relevancia a su inhumano aspecto. ¿Qué será? Quizás haya tiempo de conocernos en el barco… ahora tengo el tiempo contado para hacer mis pequeñas averiguaciones.
Paseo por las calles de Zilda a paso apresurado, los edificios grises y rectangulares hacen fácil su distribución en un mapa mental, siempre y cuando no pierda la dirección que estoy llevando… la ausencia de puntos diferentes en el mapa constituyen un grave problema para quienes se olvidan de donde vienen. Por suerte, al menos en este caso, yo nunca olvido. Espío lo que pueda entre los edificios, deseo ver como son las gentes de éste “país” y cómo son sus costumbres en el aséptico entorno que viven. Luego voy al punto de encuentro para irnos de esta tierra a la guerra.
- ZILDA ADAM:
- Repasos mentales. Hacer preguntas 1 ¿Hay navitos en la capital, cómo es el terreno? 2 Que hacen los de zilda aquí solos sin nuestra protección 3 Qué hacemos con la gente del otro bando, que a lo mejor tienen aquí codigos morales o algo. 4 ¿Y la comida , que no hemos comido?; Miradas de complicidad con los compis a lo, anda compis; Intento espiar los edificios de zilda desde el punto de vista social y cultural, que este sitio es muy raro: Me voy al punto de encuentro del puerto para ir al barco tal que cual.
El descarado pelirrojo tomó contacto visual con su compañera Haruka, guiñándole su ojo izquierdo y meciendo con delicadeza su cabeza en un movimiento de vaivén hacia arriba. Zane la consideraba una persona más de su banda, pero el comportamiento frío y distante de la muchacha hacía que el pelirrojo no terminara de sentirse cómodo con ella, por lo que prefirió no acercarse; eso sin contar que le cortaría el rollo si intentaba alguna locura, y ya tenía suficiente con Spanner.
Al entrar en las inmediaciones del castillo había una serie de asientos colocados en paralelo. Zane se quedó al final del todo, de pie, algo que, seguramente, llamó la atención de la gente que estaba allí, sobre todo por su inconfundible melena rojiza como el fuego. Una vez todo el mundo tomó asiento, el anciano que los recibió hacía días desveló la identidad de uno de los presentes, una persona de la que solo había oído rumores, un ser que disfrutaba con la sangre y martirizando a toda clase de ser vivo, el despiadado Jin Surfer.
—Spanner –el pirata tocó su hombro desde atrás y se inclinó para hablarle en el oído–. Ten cuidado con ese al que han llamado Jin, es muy peligroso.
Tras ello, una muchacha, que no superaría la veintena, se presentó como Yoai, la pretora y legítima reina de todo el reino, ante la sorpresa de todos los presentes. Dio un emotivo discurso que parecía algo ensayado y una serie de instrucciones sobre unos botones y no sé qué manera de obtener energía; algo poco entretenido que hizo bostezar al pirata.
Al terminar el discurso, el pelirrojo sintió una extraña aura proveniente de Yoai que le estremeció, e hizo que llevara su mano al mango de sus katanas por instinto. ¿Qué demonios había sido aquello? ¿Haki? ¿El poder de alguna akuma no mi? No lo sabía, pero hizo que su interés pasara del cero al cincuenta por ciento en pocos segundos.
—Socio, vas a tener que repetirme lo que ha dicho la pava. No he estado muy atento –le dijo de camino a su habitación.
Después de unas horas descansando, Zane se guardó aquel extraño aparato en el bolsillo y salió de su habitación en dirección al patio delantero, dónde tuvo lugar la reunión. Paseó por allí durante un rato, analizando todas las clases de personas que habían sido llamadas a combatir con Meln, y la verdad es que eran muy variopintos, juraría que había incluso hasta simpatizantes del gobierno, sobre todo por su forma de actuar. Sin embargo, no buscó problemas. Al rato llegó Spanner y se puso a su lado, y fueron saludados por un chaval, más o menos de su edad, que iba acompañada de un bombón pelirrojo.
—¡Uuh! Qué hace un sitio como éste con una chica como tú dentro, gatita –dijo Zane dirigiéndose a la pelirroja, cuyas curvas despampanantes despertaron sus instintos más animales–. Puedes llamarme Zane, al menos de día –le guiñó un ojo, mientras medía la fuerza de ambos sujetos con mi mantra.
Al entrar en las inmediaciones del castillo había una serie de asientos colocados en paralelo. Zane se quedó al final del todo, de pie, algo que, seguramente, llamó la atención de la gente que estaba allí, sobre todo por su inconfundible melena rojiza como el fuego. Una vez todo el mundo tomó asiento, el anciano que los recibió hacía días desveló la identidad de uno de los presentes, una persona de la que solo había oído rumores, un ser que disfrutaba con la sangre y martirizando a toda clase de ser vivo, el despiadado Jin Surfer.
—Spanner –el pirata tocó su hombro desde atrás y se inclinó para hablarle en el oído–. Ten cuidado con ese al que han llamado Jin, es muy peligroso.
Tras ello, una muchacha, que no superaría la veintena, se presentó como Yoai, la pretora y legítima reina de todo el reino, ante la sorpresa de todos los presentes. Dio un emotivo discurso que parecía algo ensayado y una serie de instrucciones sobre unos botones y no sé qué manera de obtener energía; algo poco entretenido que hizo bostezar al pirata.
Al terminar el discurso, el pelirrojo sintió una extraña aura proveniente de Yoai que le estremeció, e hizo que llevara su mano al mango de sus katanas por instinto. ¿Qué demonios había sido aquello? ¿Haki? ¿El poder de alguna akuma no mi? No lo sabía, pero hizo que su interés pasara del cero al cincuenta por ciento en pocos segundos.
—Socio, vas a tener que repetirme lo que ha dicho la pava. No he estado muy atento –le dijo de camino a su habitación.
Después de unas horas descansando, Zane se guardó aquel extraño aparato en el bolsillo y salió de su habitación en dirección al patio delantero, dónde tuvo lugar la reunión. Paseó por allí durante un rato, analizando todas las clases de personas que habían sido llamadas a combatir con Meln, y la verdad es que eran muy variopintos, juraría que había incluso hasta simpatizantes del gobierno, sobre todo por su forma de actuar. Sin embargo, no buscó problemas. Al rato llegó Spanner y se puso a su lado, y fueron saludados por un chaval, más o menos de su edad, que iba acompañada de un bombón pelirrojo.
—¡Uuh! Qué hace un sitio como éste con una chica como tú dentro, gatita –dijo Zane dirigiéndose a la pelirroja, cuyas curvas despampanantes despertaron sus instintos más animales–. Puedes llamarme Zane, al menos de día –le guiñó un ojo, mientras medía la fuerza de ambos sujetos con mi mantra.
- Acciones en Meln:
-Tomar contacto visual con Haruka.
-Escuchar el discurso de pie porque soy un rebelde.
-Ir con Spanner a la habitación para coger la amatista
-Dar una vuelta por el patio delantero
-Saludar a Milena como un gañán
-Medir la fortaleza de Amaiar y Milena con mi mantra
Sarah Foxxx
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Síderos, un lugar como poco curioso, llegó con el resto de mis compañeros, a algunos ya los conozco, como a Zack, o a Arribor. Sonreí al ver a tantos compañeros en esta banda. El ambiente es hostil, con lo cual debo estar alerta constantemente, nunca se sabe lo que me pueda ocurrir si no vigilo mis espaldas.
Después de un paseo, llegamos a una plaza, una preciosa plaza, que conecta con 4 puentes. Ante mi veo un muro, que si para mi es grande midiendo 5 metros, para los demás será como verme a mí por triplicado. Dos puertas se abren, y sale un hombre, de más o menos mi altura, aunque es más bajo que yo, acompañado de 4 guardias más altos que él.
Nos da la bienvenida, y nos da paso a la fortaleza, nos pide que dejemos los zapatos en la entrada.
``Mierda, ¿y dónde demonios llevo yo mis armas?´´ -pienso para mí, mientras que sin más remedio, saco la navaja de mi bota derecha, y el puño de la bota izquierda, y meto ambos en un pequeño saco que tengo colgado a la cadera.
Después de comerme la cabeza con el tema de las armas y mis botas, seguimos al hombre al interior, él va delante, y sus soldados a nuestros lados, como escolta. Al entrar me encuentro con que el lugar es realmente acogedor, lo de fuera es el infierno comparado con esto, claro que estamos en un interior, sería extraño que no fuera así.
Después de 20 minutos, paseos, pasillos, y más cosas, llegamos a una sala con una mesa en forma de U. Todos nos sentamos en la mesa, excepto nuestro anfitrión, que se sienta en un trono, presidiendo la mesa. Nos dice que la situación no es buena, que son 20 años, y que les pasan factura, desde luego, bien no está la cosa ahí fuera.
Nos explica la situación, que en cualquier momento puede estallar una guerra, a la cual yo estaré preparada. Nos indica que en el pasillo de enfrente están las habitaciones de invitados, y que los pasillos laterales son para explorar. Antes de poder decir nada, unos sirvientes casi iguales al anfitrión, traen unos engranajes colgados en una cadena, por lo visto son para que los soldados no nos confundan.
Pensaba levantarme a explorar, pero Zack me ha hablado primero. Dice que se irá a dar una vuelta, que me quedé yo a recoger más información, y que luego nos encontramos en mi cuarto para hablar de lo que hemos averiguado.
-De acuerdo, ve tranquilo, en un rato nos vemos -le dije notando un beso suyo en mi mejilla, y luego devolviéndosela, poniéndome a su altura. Mientras él se va, me quedo sentada observando al hombre, del cual espero más información.
Después de unas horas, vuelvo a mi cuarto, descanso un poco, pues, aunque es raro en mí, estoy ligeramente nerviosa, y eso que no suelo estarlo con estas cosas. Pasa el resto del día tranquilo, sin mayores problemas. Unos rayos de luz me despiertan bruscamente, a pesar de tener los ojos cerrados, casi me ciegan. Noto que el ambiente está más revolucionado, dentro y fuera de la fortaleza.
Según salgo de mi cuarto, unos sirvientes me guían al patio principal de la fortaleza de nuestro anfitrión. Querrá decirnos algo antes de irnos. A parte de todos nosotros, también una gran congregación de soldados. Muchos de ellos en realidad ni son soldados, por su vestimenta, parecen ser ingenieros, o algo por el estilo. En una plataforma, se encuentra el anfitrión de este baile guerrero, hablando con algunas personas, las cuales no se quienes deben de ser, pero por la ropa parecen importantes.
Nos explica lo que casi todos estábamos pensando, en que terminaremos con ellos, que ha llegado el día de la guerra, en que van a temblar en Encuentro nada más nos bajemos del barco, o al menos eso pensaba yo. Nos explicaba que es lo que hace el colgante. Nos habla de unos botones, ambos se ven de relieve en el colgante, interesante, cada uno hace una cosa diferente. Después de explicarnos eso, nos manda a todos estar embarcados en poco rato, no sin antes coger lo que necesitemos. Yo como buena luchadora, voy a echar un ojo a la mercancía, para ver que tiene, y que me puede servir. A mi lado están Zack y Arribor.
- ¿Vosotros que opináis?, ¿saldremos de esta?, espero que sí, os invitaré a una cerveza cuando esto termine -digo dirigiéndome con ellos a recoger cosas útiles, para luego dirigirnos al astillero. No sin antes quedarme atónita con todo el armamento que hay fuera, los ingenieros entraban en aquellas maquinas, o muy complejo, o demasiado sencillo.
Después de un paseo, llegamos a una plaza, una preciosa plaza, que conecta con 4 puentes. Ante mi veo un muro, que si para mi es grande midiendo 5 metros, para los demás será como verme a mí por triplicado. Dos puertas se abren, y sale un hombre, de más o menos mi altura, aunque es más bajo que yo, acompañado de 4 guardias más altos que él.
Nos da la bienvenida, y nos da paso a la fortaleza, nos pide que dejemos los zapatos en la entrada.
``Mierda, ¿y dónde demonios llevo yo mis armas?´´ -pienso para mí, mientras que sin más remedio, saco la navaja de mi bota derecha, y el puño de la bota izquierda, y meto ambos en un pequeño saco que tengo colgado a la cadera.
Después de comerme la cabeza con el tema de las armas y mis botas, seguimos al hombre al interior, él va delante, y sus soldados a nuestros lados, como escolta. Al entrar me encuentro con que el lugar es realmente acogedor, lo de fuera es el infierno comparado con esto, claro que estamos en un interior, sería extraño que no fuera así.
Después de 20 minutos, paseos, pasillos, y más cosas, llegamos a una sala con una mesa en forma de U. Todos nos sentamos en la mesa, excepto nuestro anfitrión, que se sienta en un trono, presidiendo la mesa. Nos dice que la situación no es buena, que son 20 años, y que les pasan factura, desde luego, bien no está la cosa ahí fuera.
Nos explica la situación, que en cualquier momento puede estallar una guerra, a la cual yo estaré preparada. Nos indica que en el pasillo de enfrente están las habitaciones de invitados, y que los pasillos laterales son para explorar. Antes de poder decir nada, unos sirvientes casi iguales al anfitrión, traen unos engranajes colgados en una cadena, por lo visto son para que los soldados no nos confundan.
Pensaba levantarme a explorar, pero Zack me ha hablado primero. Dice que se irá a dar una vuelta, que me quedé yo a recoger más información, y que luego nos encontramos en mi cuarto para hablar de lo que hemos averiguado.
-De acuerdo, ve tranquilo, en un rato nos vemos -le dije notando un beso suyo en mi mejilla, y luego devolviéndosela, poniéndome a su altura. Mientras él se va, me quedo sentada observando al hombre, del cual espero más información.
Después de unas horas, vuelvo a mi cuarto, descanso un poco, pues, aunque es raro en mí, estoy ligeramente nerviosa, y eso que no suelo estarlo con estas cosas. Pasa el resto del día tranquilo, sin mayores problemas. Unos rayos de luz me despiertan bruscamente, a pesar de tener los ojos cerrados, casi me ciegan. Noto que el ambiente está más revolucionado, dentro y fuera de la fortaleza.
Según salgo de mi cuarto, unos sirvientes me guían al patio principal de la fortaleza de nuestro anfitrión. Querrá decirnos algo antes de irnos. A parte de todos nosotros, también una gran congregación de soldados. Muchos de ellos en realidad ni son soldados, por su vestimenta, parecen ser ingenieros, o algo por el estilo. En una plataforma, se encuentra el anfitrión de este baile guerrero, hablando con algunas personas, las cuales no se quienes deben de ser, pero por la ropa parecen importantes.
Nos explica lo que casi todos estábamos pensando, en que terminaremos con ellos, que ha llegado el día de la guerra, en que van a temblar en Encuentro nada más nos bajemos del barco, o al menos eso pensaba yo. Nos explicaba que es lo que hace el colgante. Nos habla de unos botones, ambos se ven de relieve en el colgante, interesante, cada uno hace una cosa diferente. Después de explicarnos eso, nos manda a todos estar embarcados en poco rato, no sin antes coger lo que necesitemos. Yo como buena luchadora, voy a echar un ojo a la mercancía, para ver que tiene, y que me puede servir. A mi lado están Zack y Arribor.
- ¿Vosotros que opináis?, ¿saldremos de esta?, espero que sí, os invitaré a una cerveza cuando esto termine -digo dirigiéndome con ellos a recoger cosas útiles, para luego dirigirnos al astillero. No sin antes quedarme atónita con todo el armamento que hay fuera, los ingenieros entraban en aquellas maquinas, o muy complejo, o demasiado sencillo.
- RESUMEN SARAH (SARKA):
-Llegar a Síderos
-Hablar con Zack
-Conseguir información de Grum
-Volver a mi cuarto
-Descansar
-Saber para que sirven los botones del colgante engranaje
-Coger cosas útiles para la guerra
-E impresionarme con el armamento que hay ahí fuera
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