Página 2 de 4. • 1, 2, 3, 4
Jish
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
La fortuna se negaba a brindarnos un momento de respiro. Desde la maleza podíamos observar los botes, apenas se encontraban a unos metros de distancia de nuestra posición. Sin embargo, toda una turba procedente del pequeño muelle en que habíamos atracado había entrado en escena. Eran demasiados, sería prácticamente imposible que nadie del campamento principal o de los recién llegados se percatara de nuestra presencia.
- No vamos a poder atravesar la distancia hacia los botes, no sin ser vistos – aplasté un poco más el helecho para poder observar mejor la playa – Necesitamos una distracción y una bastante buena me atrevería a decir… Suerte que tenemos un becario prescindible.
Sin previo aviso salí de la maleza para internarme en el campamento. No tenía un plan como tal, pero ya se me ocurriría algo sobre la marcha. Caminé arrastrando los pies, como alma en pena a sabiendas de que me estaba jugando el cuello.
Como un alma en pena…
- Habéis pasado privaciones, habéis hecho grandes sacrificios y el fruto de ese esfuerzo os ha traído hoy aquí, pero no debéis bajar la guardia – advertí, en un tono cuidadosamente neutro al primer grupo de piratas con el que me crucé – será mejor que mantengáis vuestras armas a mano y sobretodo las hogueras bien avivadas. No debéis dejar que bajo ningún concepto que las tinieblas cubran este campamento o será vuestro fin. No estáis solos en esta isla…
En apenas un abrir y cerrar de ojos un puño se estampo contra mi rostro, note entonces como era arrastrado a una de las hogueras del campamento.
- ¿Quién eres y cuantos están contigo? ¡Habla alimaña! – oí que rugía uno de los piratas.
- No soy enemigo, ni un aliado tampoco. Tan solo soy un mensajero y haríais bien en escuchar lo que tengo que decir o muchos morirán esta noche – el pirata no respondió, por lo que aproveché sus dudas para tirarme un farol - Se dice que el North Blue, oculto en las sombras y los recovecos de las tinieblas, acecha un ser conocido como Érebo. Esta vil criatura puede entrar en la realidad cruzando a través de la sombra de cualquier criatura, emergiendo con un escalofriante siseo para hundir sus gélidas garras y colmillos en la carne de sus víctimas. Su piel es negra como la tinta y su cara parece temblar y cambiar constantemente: un instante parece una máscara sin expresión ni rasgos y al instante se abre cual herida lacerante de largos dientes, punzantes como agujas. Combatirlo equivale a combatir contra una sombra viviente, pues es una criatura parcialmente incorpórea. Esa criatura esta ahora mismo en esta isla, llegó hace algunos minutos y ninguno fuisteis capaces de percibir su presencia.
- No vamos a poder atravesar la distancia hacia los botes, no sin ser vistos – aplasté un poco más el helecho para poder observar mejor la playa – Necesitamos una distracción y una bastante buena me atrevería a decir… Suerte que tenemos un becario prescindible.
Sin previo aviso salí de la maleza para internarme en el campamento. No tenía un plan como tal, pero ya se me ocurriría algo sobre la marcha. Caminé arrastrando los pies, como alma en pena a sabiendas de que me estaba jugando el cuello.
Como un alma en pena…
- Habéis pasado privaciones, habéis hecho grandes sacrificios y el fruto de ese esfuerzo os ha traído hoy aquí, pero no debéis bajar la guardia – advertí, en un tono cuidadosamente neutro al primer grupo de piratas con el que me crucé – será mejor que mantengáis vuestras armas a mano y sobretodo las hogueras bien avivadas. No debéis dejar que bajo ningún concepto que las tinieblas cubran este campamento o será vuestro fin. No estáis solos en esta isla…
En apenas un abrir y cerrar de ojos un puño se estampo contra mi rostro, note entonces como era arrastrado a una de las hogueras del campamento.
- ¿Quién eres y cuantos están contigo? ¡Habla alimaña! – oí que rugía uno de los piratas.
- No soy enemigo, ni un aliado tampoco. Tan solo soy un mensajero y haríais bien en escuchar lo que tengo que decir o muchos morirán esta noche – el pirata no respondió, por lo que aproveché sus dudas para tirarme un farol - Se dice que el North Blue, oculto en las sombras y los recovecos de las tinieblas, acecha un ser conocido como Érebo. Esta vil criatura puede entrar en la realidad cruzando a través de la sombra de cualquier criatura, emergiendo con un escalofriante siseo para hundir sus gélidas garras y colmillos en la carne de sus víctimas. Su piel es negra como la tinta y su cara parece temblar y cambiar constantemente: un instante parece una máscara sin expresión ni rasgos y al instante se abre cual herida lacerante de largos dientes, punzantes como agujas. Combatirlo equivale a combatir contra una sombra viviente, pues es una criatura parcialmente incorpórea. Esa criatura esta ahora mismo en esta isla, llegó hace algunos minutos y ninguno fuisteis capaces de percibir su presencia.
Airok Bonny
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Pese a que no me gustara admitirlo, Jish tenía razón. Mi plan era bueno, pero no podía dejar de pensar en lo que había destacado sobre la lucha de capitanes que tendría lugar en aquella misma isla, justo en el camino por dónde nosotros necesitábamos pasar.
-- Pues démonos prisa-- dije con voz firme ante el argumento de Jish y en segundos todos se pusieron en marcha.
A pesar de haber elegido el camino más seguro, no podía dejar de pensar en aquella posibilidad, ese peligro inminente de que de pronto alguien diera la voz de alarma y echaran todos a correr hacia nuestra posición. Por suerte, los vigilantes de aquellas hogueras estaban en la orilla con el agua a media pierna haciendo sus cosas y me daba tranquilidad el saber que con total seguridad no verían a Noah.
Sorprendentemente todo marchaba bien hasta que, de pronto y sin avisar Jish se alejó del grupo y se expuso ante la atenta mirada de todos. Extendí un brazo para que se agachara el grupo y con la otra mano hice la señal de silencio a la vez que observaba. "¿Qué narices estaba haciendo ahora?"
En seguida me percaté que estaba haciendo la función de "profeta" con la intención de distraerlos. Ordené avanzar y llamé a uno de los reclutas para que se quedase algo más rezagado. Aquel hombre, bastante mayor para lo que era la media de edad de la tripulación (sin contar a Syxel) se conocía la historia y el nombre de la mayoría de capitanías de los 7 mares.
Me acerqué todo lo que pude a su oído y lo más bajito que me permitió la voz le dije -- Infiltrate y mantente a cierta distancia, solo por si acaso-- Lo dejé atrás y volví a reunirme con el grupo.
Una vez recuperé el frente de la fila, una visita inesperada y peor que cualquier pirata borracho y sin escrúpulos apareció ante nosotros: cinco lobos.
Paralizados frente aquellas bestias, calculando meticulosamente nuestros movimientos con los suyos y rezando para que no empezaran a ladrar o aullar, y mucho menos se abalanzara alguno sobre nosotros, caminamos unos pocos pasos trazando un semicírculo, frente a frente, como si de la preparación de una pelea entre animales se tratase.
El que debía ser el macho alfa parecía que se cansaba de la situación, por lo que había avanzado un par de pasos dejando al resto detrás y en guardia, a lo que respondí sacando lentamente mis dagas y retrocediendo un poco. Por supuesto, todo el grupo desenvainó sus armas de filo, lo que hizo a los lobos dudar por un instante seguido inmediatamente de un arrebato del macho alfa contra mí y dos más que se encontraban a mi espalda. La bestia era tan grande que nos hizo caer a los tres a la vez, haciendo que los otros cuatro se abalanzaran de igual manera al resto de reclutas, los cuales trataron de adentrarse un poco más alejándose así del punto de visión de los de la playa, ya baste era con aquellas bestias.
El gigantesco animal se encontraba por completo sobre mi, forcejeando sus patas delanteras contra mi corset (cuya dureza no era infalible), y su mandíbula contra mis dagas, a la vez que mis dos compañeros clavaban sus empuñaduras en los costados de la bestia, distraiéndolo en ocasiones en las que yo tenía oportunidad de propinarle algún corte en las patas o el hocico. Entre tanto movimiento conseguí liberarme de las patas y del peso de la bestia y aproveché mi pequeña estatura y agilidad para clavar ambas dagas en el estómago del animal de lado a lado, dejándolo finalmente abatido y con una lenta respiración. Entonces me puse en pié y observé la situación.
Dos lobos más yacían en el suelo y los otros dos parecían haber huido con alguna que otra herida. El equipo estaba agotado y algunos bastante ensangrentados, sólo esperaba que la totalidad de aquello no fuese de los portadores, y que la mayoría saliese con agua.
Con algo más de esfuerzo emprendimos el camino, llegando casi al destino previsto sin ningún percance más. Tenía el abdomen totalmente magullado, pero no podía permitirme el mostrar ni un pequeño ápice de dolor o debilidad ante aquello.
"Han sido simplemente unos lobos, los que nos esperan sí que saben luchar."
-- Pues démonos prisa-- dije con voz firme ante el argumento de Jish y en segundos todos se pusieron en marcha.
A pesar de haber elegido el camino más seguro, no podía dejar de pensar en aquella posibilidad, ese peligro inminente de que de pronto alguien diera la voz de alarma y echaran todos a correr hacia nuestra posición. Por suerte, los vigilantes de aquellas hogueras estaban en la orilla con el agua a media pierna haciendo sus cosas y me daba tranquilidad el saber que con total seguridad no verían a Noah.
Sorprendentemente todo marchaba bien hasta que, de pronto y sin avisar Jish se alejó del grupo y se expuso ante la atenta mirada de todos. Extendí un brazo para que se agachara el grupo y con la otra mano hice la señal de silencio a la vez que observaba. "¿Qué narices estaba haciendo ahora?"
En seguida me percaté que estaba haciendo la función de "profeta" con la intención de distraerlos. Ordené avanzar y llamé a uno de los reclutas para que se quedase algo más rezagado. Aquel hombre, bastante mayor para lo que era la media de edad de la tripulación (sin contar a Syxel) se conocía la historia y el nombre de la mayoría de capitanías de los 7 mares.
Me acerqué todo lo que pude a su oído y lo más bajito que me permitió la voz le dije -- Infiltrate y mantente a cierta distancia, solo por si acaso-- Lo dejé atrás y volví a reunirme con el grupo.
Una vez recuperé el frente de la fila, una visita inesperada y peor que cualquier pirata borracho y sin escrúpulos apareció ante nosotros: cinco lobos.
Paralizados frente aquellas bestias, calculando meticulosamente nuestros movimientos con los suyos y rezando para que no empezaran a ladrar o aullar, y mucho menos se abalanzara alguno sobre nosotros, caminamos unos pocos pasos trazando un semicírculo, frente a frente, como si de la preparación de una pelea entre animales se tratase.
El que debía ser el macho alfa parecía que se cansaba de la situación, por lo que había avanzado un par de pasos dejando al resto detrás y en guardia, a lo que respondí sacando lentamente mis dagas y retrocediendo un poco. Por supuesto, todo el grupo desenvainó sus armas de filo, lo que hizo a los lobos dudar por un instante seguido inmediatamente de un arrebato del macho alfa contra mí y dos más que se encontraban a mi espalda. La bestia era tan grande que nos hizo caer a los tres a la vez, haciendo que los otros cuatro se abalanzaran de igual manera al resto de reclutas, los cuales trataron de adentrarse un poco más alejándose así del punto de visión de los de la playa, ya baste era con aquellas bestias.
El gigantesco animal se encontraba por completo sobre mi, forcejeando sus patas delanteras contra mi corset (cuya dureza no era infalible), y su mandíbula contra mis dagas, a la vez que mis dos compañeros clavaban sus empuñaduras en los costados de la bestia, distraiéndolo en ocasiones en las que yo tenía oportunidad de propinarle algún corte en las patas o el hocico. Entre tanto movimiento conseguí liberarme de las patas y del peso de la bestia y aproveché mi pequeña estatura y agilidad para clavar ambas dagas en el estómago del animal de lado a lado, dejándolo finalmente abatido y con una lenta respiración. Entonces me puse en pié y observé la situación.
Dos lobos más yacían en el suelo y los otros dos parecían haber huido con alguna que otra herida. El equipo estaba agotado y algunos bastante ensangrentados, sólo esperaba que la totalidad de aquello no fuese de los portadores, y que la mayoría saliese con agua.
Con algo más de esfuerzo emprendimos el camino, llegando casi al destino previsto sin ningún percance más. Tenía el abdomen totalmente magullado, pero no podía permitirme el mostrar ni un pequeño ápice de dolor o debilidad ante aquello.
"Han sido simplemente unos lobos, los que nos esperan sí que saben luchar."
Dharkel Asrai Nymraif
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Por suerte Syxel y compañía habían sabido leer mis intenciones, eliminando a los piratas con una velocidad abrumadora. No obstante, dejaron a la cortesana viva, pero inconsciente y bien atada. ¿Qué diferenciaba a aquella mujer de los otros? No podía ni quería comprender la decisión del capitán. La más mínima posibilidad de que pudiese recordarnos e identificarnos ante la marina me pondría en peligro. Era algo que no estaba dispuesto a dejar que pasase.
- Tengo que recoger mis cosas y vaciar la vejiga. Ahora os alcanzo.
Varias ideas rondaron mi mente para deshacerme del innecesario problema creado, sin alertar a nadie durante el proceso. Fingir un accidente, clavarle una daga en el corazón y esconder el cuerpo… No obstante, me decanté por una que pudiese ser creíble. Cuando percibí que no había nadie en las cercanías me puse manos a la obra. Recogí una de las botellas de alcohol a medio terminar, le retiré la mordaza y tras dar un trago vertí el resto del contenido sobre su gaznate. Las probabilidades de que muriese estaban ahí, pero había otra opción, aunque ésta no resultase más agradable al menos conservaría la vida sin recordar lo que había sucedido. Cuando finalicé volví a colocar la mordaza y recogí mis pertenencias.
- ¿Lo siento? – pregunté mirando por última vez a la mujer. No, no lo creía. Mi vida estaba por encima de la suya.
Tardé menos de lo esperado en alcanzar al comité de saqueo y venganza. Al parecer tres vigías colocados estratégicamente en las alturas nos impedían seguir avanzando. Mi estrategia de jugar al despiste no podría funcionar debido a cómo estaban colocados. Tampoco podía hacer uso de la akuma sin arriesgarme a que alguien me pillase durante el proceso. Tocaría ver de qué eran capaces tanto el capitán como sus dos seguidores. Encendí el cigarro mientras se repartían los objetivos y le di una profunda calada. Poco podía hacer yo en aquella situación salvo esperar a que actuasen y observar. Les estaba llevando demasiado tiempo…
- Tengo que recoger mis cosas y vaciar la vejiga. Ahora os alcanzo.
Varias ideas rondaron mi mente para deshacerme del innecesario problema creado, sin alertar a nadie durante el proceso. Fingir un accidente, clavarle una daga en el corazón y esconder el cuerpo… No obstante, me decanté por una que pudiese ser creíble. Cuando percibí que no había nadie en las cercanías me puse manos a la obra. Recogí una de las botellas de alcohol a medio terminar, le retiré la mordaza y tras dar un trago vertí el resto del contenido sobre su gaznate. Las probabilidades de que muriese estaban ahí, pero había otra opción, aunque ésta no resultase más agradable al menos conservaría la vida sin recordar lo que había sucedido. Cuando finalicé volví a colocar la mordaza y recogí mis pertenencias.
- ¿Lo siento? – pregunté mirando por última vez a la mujer. No, no lo creía. Mi vida estaba por encima de la suya.
Tardé menos de lo esperado en alcanzar al comité de saqueo y venganza. Al parecer tres vigías colocados estratégicamente en las alturas nos impedían seguir avanzando. Mi estrategia de jugar al despiste no podría funcionar debido a cómo estaban colocados. Tampoco podía hacer uso de la akuma sin arriesgarme a que alguien me pillase durante el proceso. Tocaría ver de qué eran capaces tanto el capitán como sus dos seguidores. Encendí el cigarro mientras se repartían los objetivos y le di una profunda calada. Poco podía hacer yo en aquella situación salvo esperar a que actuasen y observar. Les estaba llevando demasiado tiempo…
Aridam H. Taito
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
No había tiempo que perder, Balagus había avistado a tres guardias un poco más allá y decía que podía encargarse de dos, lo que quería decir que nosotros debíamos lidiar con el tercero por nuestra cuenta. Y rápido, para que no diera la voz de alarma.
Sin dudarlo, activé mi energía interna en forma de descargas, haciendo que varios relámpagos menores cubrieran mi cuerpo y le dieran el subidón de velocidad temporal que necesitaba. Esprinté a toda velocidad contra el guarda de la derecha, al tiempo que una flecha enorme silbaba por mi izquierda y hacia arriba. Un sonido seco indicó que el primer pirata había caído dentro de su puesto, oculto a la vista de los otros.
Intenté forzarme a correr más rápido, pues el ruido sí que había llamado la atención del segundo guardia, quien ya se dirigía a comprobar qué había pasado. Mientras mis pasos levantaban polvo, un segundo silbido voló hasta empalar a dicho guardia contra un árbol algo más allá. Para entonces, mi objetivo se había percatado de mi presencia y del ataque que había sufrido su compañero.
- ¡Aler...!
Pero fue demasiado tarde para él, por fortuna para nosotros. Con mi velocidad aumentada recorrí en nada y menos lo que nos terminaba de separar, y mi enorme mano cubrió su cuello como una soga, ahorcándolo. Al alzar al enemigo en el aire, este pataleó y trató de zafarse mientras intentaba articular algo, pero todo fue en vano. Continué apretando mientras reducía mi velocidad para no estamparme contra el muro, y para cuando me hube frenado un ligero "crack" sonó entre mis dedos, haciendo que el pirata se relajara de golpe como una marioneta a la que han cortado los hilos.
Dejé el cadaver en el suelo con cuidado mientras rezaba una nueva plegaria a su reencarnación, al tiempo que permitía acercarse al resto del grupo.
- Espero que no hayan muchas más sorpresas ahí dentro... - Comenté, refiriéndome a la mina. - Si se preocuparon tanto por la seguridad, puede que ya esperaran visita. - Concluí, indicando que debíamos andarnos con ojo. Puede que no fuera tan descabellada la idea de las trampas después de todo.
Sin dudarlo, activé mi energía interna en forma de descargas, haciendo que varios relámpagos menores cubrieran mi cuerpo y le dieran el subidón de velocidad temporal que necesitaba. Esprinté a toda velocidad contra el guarda de la derecha, al tiempo que una flecha enorme silbaba por mi izquierda y hacia arriba. Un sonido seco indicó que el primer pirata había caído dentro de su puesto, oculto a la vista de los otros.
Intenté forzarme a correr más rápido, pues el ruido sí que había llamado la atención del segundo guardia, quien ya se dirigía a comprobar qué había pasado. Mientras mis pasos levantaban polvo, un segundo silbido voló hasta empalar a dicho guardia contra un árbol algo más allá. Para entonces, mi objetivo se había percatado de mi presencia y del ataque que había sufrido su compañero.
- ¡Aler...!
Pero fue demasiado tarde para él, por fortuna para nosotros. Con mi velocidad aumentada recorrí en nada y menos lo que nos terminaba de separar, y mi enorme mano cubrió su cuello como una soga, ahorcándolo. Al alzar al enemigo en el aire, este pataleó y trató de zafarse mientras intentaba articular algo, pero todo fue en vano. Continué apretando mientras reducía mi velocidad para no estamparme contra el muro, y para cuando me hube frenado un ligero "crack" sonó entre mis dedos, haciendo que el pirata se relajara de golpe como una marioneta a la que han cortado los hilos.
Dejé el cadaver en el suelo con cuidado mientras rezaba una nueva plegaria a su reencarnación, al tiempo que permitía acercarse al resto del grupo.
- Espero que no hayan muchas más sorpresas ahí dentro... - Comenté, refiriéndome a la mina. - Si se preocuparon tanto por la seguridad, puede que ya esperaran visita. - Concluí, indicando que debíamos andarnos con ojo. Puede que no fuera tan descabellada la idea de las trampas después de todo.
Syxel
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Mientras debatíamos cual debía ser nuestro siguiente movimiento, me planteé por un momento por qué motivo exactamente habíamos decidido valernos del sigilo para avanzar, en lugar de ir de frente como acostumbrábamos. Pero tras darle un par de vueltas llegué a la conclusión de que variar podía llegar a ser divertido, por lo que me limité a encogerme de hombros y asentir cuando Balagus y Taito terminaron de hablar. El gigante preparó las flechas y cargó su arco, mientras pequeños rayos comenzaron a recorrer el cuerpo del rubio. Le había visto utilizar esa habilidad en el pasado, por lo que no me quedaba duda alguna de que podía hacerlo a tiempo. Por ello, me relajé junto a Dharkel mientras me disponía a disfrutar el espectáculo.
- ¿Sabías que eso mata? - bromeé, mirando de reojo el tabaco al que daba una calada tras otra. - Se me ocurren mejores formas de morir.
Tal y como esperaba, no tardaron prácticamente nada encargarse de los tres guardias. Por lo que pasados unos minutos ya nos encontrábamos todos reunidos frente a la entrada de las cuevas. Me tomé un instante para comprobar que llevaba encima cuanto necesitaba, llevándome una mano al bolsillo para comprobar que llevaba encima aquella moneda. Me permití juguetear con ella, pasándola entre mis dedos, mientras dirigía la mirada hacia el interior de la mina. A apenas unos metros desde la entrada la oscuridad se intensificaba, hasta cubrir su interior por completo. Y si bien eso a mí no me suponía ningún problema, sí que podía serlo para el resto. Por fortuna, comprobé que Balagus llevaba encima un par de antorchas. Me bastó una mirada para que me entendiese, y enseguida las prendió, pasándole una a Taito.
- Quiero que avances el último, te toca cubrirnos las espaldas. - Comencé dirigiéndome al grandullón. - Taito, como tú mismo has comentado, confío en que puedas guiarnos ahí dentro. Por lo que he oído hay una red de túneles ahí dentro. Y tú... - hice una breve pausa mientras miraba a Dharkel de arriba abajo - ¿Qué tal se te da rastrear?
Les dejé un par de minutos más, por si querían añadir algo o prepararse. Y en cuanto los cuatro estuvimos listos, finalmente nos adentramos en el interior de la mina.
- ¿Sabías que eso mata? - bromeé, mirando de reojo el tabaco al que daba una calada tras otra. - Se me ocurren mejores formas de morir.
Tal y como esperaba, no tardaron prácticamente nada encargarse de los tres guardias. Por lo que pasados unos minutos ya nos encontrábamos todos reunidos frente a la entrada de las cuevas. Me tomé un instante para comprobar que llevaba encima cuanto necesitaba, llevándome una mano al bolsillo para comprobar que llevaba encima aquella moneda. Me permití juguetear con ella, pasándola entre mis dedos, mientras dirigía la mirada hacia el interior de la mina. A apenas unos metros desde la entrada la oscuridad se intensificaba, hasta cubrir su interior por completo. Y si bien eso a mí no me suponía ningún problema, sí que podía serlo para el resto. Por fortuna, comprobé que Balagus llevaba encima un par de antorchas. Me bastó una mirada para que me entendiese, y enseguida las prendió, pasándole una a Taito.
- Quiero que avances el último, te toca cubrirnos las espaldas. - Comencé dirigiéndome al grandullón. - Taito, como tú mismo has comentado, confío en que puedas guiarnos ahí dentro. Por lo que he oído hay una red de túneles ahí dentro. Y tú... - hice una breve pausa mientras miraba a Dharkel de arriba abajo - ¿Qué tal se te da rastrear?
Les dejé un par de minutos más, por si querían añadir algo o prepararse. Y en cuanto los cuatro estuvimos listos, finalmente nos adentramos en el interior de la mina.
Anon K. Noah
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Mis compañeros resultaron no estar aún en el lugar esperado, por lo que quedé hundido en el agua dejando que su suave corriente costera me meciera, como un niño en brazos de una madre. Deseaba que no tardasen demasiado en llegar, pero a la vez también me sentía tentado de simplemente dejarme llevar y olvidarme de todo, hasta que el hambre o el aburrimiento volvieran a obligarme a moverme.
Aburrimiento que no tardó en llegar. A falta de reloj, mi mejor forma de determinar cuánto tiempo había pasado era mirando el cielo y sintiendo los cambios en las mareas, y aunque ninguna de ellas era lo más preciso del mundo sí que me permitían dar por supuesto que Airok y compañía ya estaban tardando demasiado. Sospechando que les habría ocurrido algún percance me dispuse a abandonar mi posición y acudir a su encuentro yo mismo, pero dos cosas me detuvieron. La primera fue la falta de ruido, pues supuse que si realmente los habían pillado, habría mucho más alboroto por parte de la zona de las hogueras.
Y la segunda fue la pareja que se acercaba tambaleándose en la oscuridad. Yo apenas podía distinguir ambas figuras incluso con mi aguda vista de tiburón, por lo que no temía que me hubieran localizado, y en su lugar concluí que estaban allí por la misma razón que yo: porque era una forma de evitar al resto de piratas y sus miradas indiscretas. Gruñendo en silencio y para mis adentros, retrocedí de nuevo al agua con rapidez y me oculté bajo el casco del bote, espiando ligeramente asomado a la quilla y esperando que si me veían simplemente pensaran que se trataba de un pez. No parecían demasiado sobrios a juzgar por su errático movimiento, lo cual jugaba en mi favor.
El plan era esperar a que pasaran de largo antes de seguir con mis intenciones originales, pero los muy @#$"%& se quedaron justo al lado de donde estaba yo, buscando un apoyo en los árboles cercanos para poder dar rienda suelta a su lujuria.
"No me lo puedo creer..." Pensé, exasperado. No pensaba esperar a que terminaran, eso desde luego, por lo que una siniestra sonrisa ocupó mi rostro al pensar en cómo librarme de ellos.
Fue todo tan sencillo que hasta me dan ganas de reír. Con un ligero movimiento de la mano, tomé el control de un poco del agua que me rodeaba y lo concentré entre mis dedos. Luego hice que ese agua saliera "disparada" desde el mar hasta la espalda del hombre, que ya se disponía a bajarse el pantalón. El chorro le llegó como poco más que una salpicadura, pero fue suficiente para llamar su atención de forma sutil. Extrañado, dejó a su acompañante un momento tras murmurarle algo y se acercó a la frontera entre la tierra y el agua, buscando seguramente a algún compañero suyo escondido bajo el pequeño saliente y gastándole una broma.
Con las mismas, una masa de agua mucho mayor que la inicial salió de repente a su encuentro, aprisionándolo y arrastrándolo hacia el mar. No pudo reaccionar a tiempo, y sus gritos quedaron ahogados literalmente por el salado líquido.
"Prisión de agua." Pensé, mientras hacía que la masa de agua bajo mi control, y con ella su cuerpo que inútilmente se sacudía intentando liberarse, se hundiera cada vez más hacia las profundidades, matándolo de forma lenta y agónica, oculto al resto del mundo.
Su pareja no tardó en notar su ausencia, y al buscarlo por allí cerca acabó siguiéndolo hasta el lecho marino, sufriendo el mismo destino.
Algo de mejor humor tras haber satisfecho mi sadismo, continué esperando y espiando para asegurarme de que nadie más se acercaba a molestar. "Os doy tres minutos..." Pensé, refiriéndome a Jish y su grupo, aunque no iba a saber cuánto serían tres minutos exactamente. De todas formas era una manera de decir que les iba a esperar un poco más, pero no demasiado.
Aburrimiento que no tardó en llegar. A falta de reloj, mi mejor forma de determinar cuánto tiempo había pasado era mirando el cielo y sintiendo los cambios en las mareas, y aunque ninguna de ellas era lo más preciso del mundo sí que me permitían dar por supuesto que Airok y compañía ya estaban tardando demasiado. Sospechando que les habría ocurrido algún percance me dispuse a abandonar mi posición y acudir a su encuentro yo mismo, pero dos cosas me detuvieron. La primera fue la falta de ruido, pues supuse que si realmente los habían pillado, habría mucho más alboroto por parte de la zona de las hogueras.
Y la segunda fue la pareja que se acercaba tambaleándose en la oscuridad. Yo apenas podía distinguir ambas figuras incluso con mi aguda vista de tiburón, por lo que no temía que me hubieran localizado, y en su lugar concluí que estaban allí por la misma razón que yo: porque era una forma de evitar al resto de piratas y sus miradas indiscretas. Gruñendo en silencio y para mis adentros, retrocedí de nuevo al agua con rapidez y me oculté bajo el casco del bote, espiando ligeramente asomado a la quilla y esperando que si me veían simplemente pensaran que se trataba de un pez. No parecían demasiado sobrios a juzgar por su errático movimiento, lo cual jugaba en mi favor.
El plan era esperar a que pasaran de largo antes de seguir con mis intenciones originales, pero los muy @#$"%& se quedaron justo al lado de donde estaba yo, buscando un apoyo en los árboles cercanos para poder dar rienda suelta a su lujuria.
"No me lo puedo creer..." Pensé, exasperado. No pensaba esperar a que terminaran, eso desde luego, por lo que una siniestra sonrisa ocupó mi rostro al pensar en cómo librarme de ellos.
Fue todo tan sencillo que hasta me dan ganas de reír. Con un ligero movimiento de la mano, tomé el control de un poco del agua que me rodeaba y lo concentré entre mis dedos. Luego hice que ese agua saliera "disparada" desde el mar hasta la espalda del hombre, que ya se disponía a bajarse el pantalón. El chorro le llegó como poco más que una salpicadura, pero fue suficiente para llamar su atención de forma sutil. Extrañado, dejó a su acompañante un momento tras murmurarle algo y se acercó a la frontera entre la tierra y el agua, buscando seguramente a algún compañero suyo escondido bajo el pequeño saliente y gastándole una broma.
Con las mismas, una masa de agua mucho mayor que la inicial salió de repente a su encuentro, aprisionándolo y arrastrándolo hacia el mar. No pudo reaccionar a tiempo, y sus gritos quedaron ahogados literalmente por el salado líquido.
"Prisión de agua." Pensé, mientras hacía que la masa de agua bajo mi control, y con ella su cuerpo que inútilmente se sacudía intentando liberarse, se hundiera cada vez más hacia las profundidades, matándolo de forma lenta y agónica, oculto al resto del mundo.
Su pareja no tardó en notar su ausencia, y al buscarlo por allí cerca acabó siguiéndolo hasta el lecho marino, sufriendo el mismo destino.
Algo de mejor humor tras haber satisfecho mi sadismo, continué esperando y espiando para asegurarme de que nadie más se acercaba a molestar. "Os doy tres minutos..." Pensé, refiriéndome a Jish y su grupo, aunque no iba a saber cuánto serían tres minutos exactamente. De todas formas era una manera de decir que les iba a esperar un poco más, pero no demasiado.
Balagus
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Nuestra delicada operación siguió su curso, superando una a una las desafortunadas eventualidades que se cruzaban con nosotros. Reunidos frente a los acantilados, Taito y yo comenzamos el ataque relámpago tan pronto como mi primera flecha, cuidadosamente apuntada, alcanzó en pleno esternón al vigilante en lo alto.
El revolucionario se lanzó a la ofensiva sin dudarlo y a una velocidad asombrosa mientras yo cargaba un segundo proyectil en mi arma. El nuevo disparo, no obstante, erró en su objetivo a causa de la rapidez con la que me había visto obligado a efectuarlo.
Con una fea maldición en mi idioma natal, volví a sacar otra flecha del carcaj y tensé el arco con fuerza. Instintivamente, corregí el desvío del fallo previo y solté la cuerda. Mi víctima, que había visto retrasada su reacción unos valiosos segundos, primero por la repentina muerte de su compañero, y luego por el gigantesco proyectil que se había clavado en los resquicios de la roca a unos veinte centímetros de su cabeza, apenas logró abrir la boca para dar la alarma antes de que una punta de metal digna de una lanza se la atravesara, ofreciendo una macabra estampa final para el recuerdo.
Taito, por su parte, consiguió acallar al último centinela en el mismo instante que se disponía a gritar, disimulando aquel extraño sonido como si lo hubieran causado los animales de la isla. con el camino despejado, nos preocupamos por dejar los cuerpos algo disimulados tras un saliente, pero sin esforzarnos mucho igualmente: cualquiera mínimamente avispado que pasara por allí se daría cuenta de que faltaban los vigías antes de ver siquiera sus cadáveres.
Respondiendo al gesto de mi capitán, repartí tres antorchas que me había traído del barco, en previsión de posibles eventualidades, entre mis compañeros, quedándome con una sensiblemente más grande. Tras ponernos de acuerdo y asegurarnos de tener todo listo, nos adentramos en la tierra con mi imponente figura cerrando la marcha.
"No es mala idea. Así podrán avisarme cuando esto se estreche."
Tras unos pocos minutos, alcanzamos el punto de partida del grupo del capitán pirata local: el final de la gran caverna en la que se encontraba amarrado el gran barco. Desde nuestra posición, poco más se podía ver aparte de la gruta por la que veníamos y aquella por la que, presumiblemente, tocaba bajar. Por el otro lado, a derechas, el techo se elevaba considerablemente y el saliente sobre el agua marina en el que estábamos giraba bruscamente en dirección a la costa y al navío.
Sin dudar y confiando en nuestro guía, tomamos la ruta hacia las profundidades en busca de los enemigos de nuestro capitán.
Mientras tanto, en el exterior se libró una dura batalla entre el grupo de Airok y los lobos salvajes, que gracias a la fortuna no produjo excesivos ruidos en su resolución a favor de los piratas. Gracias a la fortuna, y a una arriesgada maniobra por parte de Jish, tratando de jugar la baza del heraldo de la fatalidad para dar cobertura a sus compañeros.
Lamentablemente, el timador se encontró con uno de los rufianes más sobrios y malhumorados de la playa, quien no dudó en agarrarle del cuello y tumbarle en la arena sin miramientos mientras exigía explicaciones.
El discurso que los allí reunidos escucharon a continuación dejó a la mayoría de ellos preguntándose de qué diablos hablaba aquel gañán, a otros temblando por los malos augurios que aquello traía y al resto regresando a sus bebidas entre carcajadas. El circunspecto sujeto que sujetaba al recién llegado reaccionó con poco más que un escupitajo en la cara del mismo y un puñetazo en la otra mejilla.
- Si lo que quieres es quedarte conmigo, bicho raro, -le increpó- te voy a dejar una buena marca en tu jeta para varias semanas.
Jish intentó continuar su misteriosa palabrería para detener a su agresor, mas este ya había asumido que el hombrecillo al que golpeaba había abusado de algo más que el alcohol, las fiestas y la mala compañía.
En su pequeño parapeto, al final de la playa, Noah se permitió gastar su tiempo libre deshaciéndose del ebrio pirata y de su acompañante de una manera ingeniosa y sutil, que por desgracia nadie podría corroborar en su favor, pero rápidamente se encontró de nuevo sin nada que hacer salvo esperar. Cuando el gyojin comenzó a molestarse de verdad por la tardanza de sus compañeros, estos, con la ausencia de Jish, aparecieron desde la oscura y lejana maleza, ensangrentados y magullados. Con discreción, todos avanzaron hacia el mismo punto y se reunieron para poner en común los siguientes pasos a tomar y qué hacer con el camarada que se había quedado atrás. Tanto movimiento terminó por llamar la atención de los otros dos amantes, que tanto empeño habían puesto en encontrar un refugio discreto en aquel apartado recodo para saciar sus deseos carnales, y no tardaron en dejar lo que estaban haciendo para comprobar hasta qué punto se había visto comprometida su privacidad.
Irónicamente, el mismo que había estado recibiendo una paliza había pasado a ser arrastrado en dirección al final de la playa, concentrando un divertido y asustado corro de borrachos a partes iguales. Allí, el violento sujeto planeaba dar los últimos y más brutales golpes a su víctima como castigo y ejemplo para los demás, así como para dejar claro a sus camaradas quién era el macho más macho de aquella manada de patanes.
No muy lejos de allí, en el gran navío atracado en las cuevas, Nassor acató las órdenes del segundo de abordo, más se cuidó de sabotear disimuladamente algunos cañones y cualquier posible sistema de alarma que se encontrase en su camino. Mientras simulaba realizar su particular vigilancia, aaprovechó para mapear mentalmente una vez más el interior del navío, de manera que el ataque fuera lo más sigiloso y efectivo posible. El subcapitán permaneció en cubierta, paseando de un lado a otro mientras maldecía su suerte. Tal vez en algún momento abandonara su puesto para regresar con su jefe, pero era muy probable que eso tardara demasiado tiempo en suceder.
El revolucionario se lanzó a la ofensiva sin dudarlo y a una velocidad asombrosa mientras yo cargaba un segundo proyectil en mi arma. El nuevo disparo, no obstante, erró en su objetivo a causa de la rapidez con la que me había visto obligado a efectuarlo.
Con una fea maldición en mi idioma natal, volví a sacar otra flecha del carcaj y tensé el arco con fuerza. Instintivamente, corregí el desvío del fallo previo y solté la cuerda. Mi víctima, que había visto retrasada su reacción unos valiosos segundos, primero por la repentina muerte de su compañero, y luego por el gigantesco proyectil que se había clavado en los resquicios de la roca a unos veinte centímetros de su cabeza, apenas logró abrir la boca para dar la alarma antes de que una punta de metal digna de una lanza se la atravesara, ofreciendo una macabra estampa final para el recuerdo.
Taito, por su parte, consiguió acallar al último centinela en el mismo instante que se disponía a gritar, disimulando aquel extraño sonido como si lo hubieran causado los animales de la isla. con el camino despejado, nos preocupamos por dejar los cuerpos algo disimulados tras un saliente, pero sin esforzarnos mucho igualmente: cualquiera mínimamente avispado que pasara por allí se daría cuenta de que faltaban los vigías antes de ver siquiera sus cadáveres.
Respondiendo al gesto de mi capitán, repartí tres antorchas que me había traído del barco, en previsión de posibles eventualidades, entre mis compañeros, quedándome con una sensiblemente más grande. Tras ponernos de acuerdo y asegurarnos de tener todo listo, nos adentramos en la tierra con mi imponente figura cerrando la marcha.
"No es mala idea. Así podrán avisarme cuando esto se estreche."
Tras unos pocos minutos, alcanzamos el punto de partida del grupo del capitán pirata local: el final de la gran caverna en la que se encontraba amarrado el gran barco. Desde nuestra posición, poco más se podía ver aparte de la gruta por la que veníamos y aquella por la que, presumiblemente, tocaba bajar. Por el otro lado, a derechas, el techo se elevaba considerablemente y el saliente sobre el agua marina en el que estábamos giraba bruscamente en dirección a la costa y al navío.
Sin dudar y confiando en nuestro guía, tomamos la ruta hacia las profundidades en busca de los enemigos de nuestro capitán.
Mientras tanto, en el exterior se libró una dura batalla entre el grupo de Airok y los lobos salvajes, que gracias a la fortuna no produjo excesivos ruidos en su resolución a favor de los piratas. Gracias a la fortuna, y a una arriesgada maniobra por parte de Jish, tratando de jugar la baza del heraldo de la fatalidad para dar cobertura a sus compañeros.
Lamentablemente, el timador se encontró con uno de los rufianes más sobrios y malhumorados de la playa, quien no dudó en agarrarle del cuello y tumbarle en la arena sin miramientos mientras exigía explicaciones.
El discurso que los allí reunidos escucharon a continuación dejó a la mayoría de ellos preguntándose de qué diablos hablaba aquel gañán, a otros temblando por los malos augurios que aquello traía y al resto regresando a sus bebidas entre carcajadas. El circunspecto sujeto que sujetaba al recién llegado reaccionó con poco más que un escupitajo en la cara del mismo y un puñetazo en la otra mejilla.
- Si lo que quieres es quedarte conmigo, bicho raro, -le increpó- te voy a dejar una buena marca en tu jeta para varias semanas.
Jish intentó continuar su misteriosa palabrería para detener a su agresor, mas este ya había asumido que el hombrecillo al que golpeaba había abusado de algo más que el alcohol, las fiestas y la mala compañía.
En su pequeño parapeto, al final de la playa, Noah se permitió gastar su tiempo libre deshaciéndose del ebrio pirata y de su acompañante de una manera ingeniosa y sutil, que por desgracia nadie podría corroborar en su favor, pero rápidamente se encontró de nuevo sin nada que hacer salvo esperar. Cuando el gyojin comenzó a molestarse de verdad por la tardanza de sus compañeros, estos, con la ausencia de Jish, aparecieron desde la oscura y lejana maleza, ensangrentados y magullados. Con discreción, todos avanzaron hacia el mismo punto y se reunieron para poner en común los siguientes pasos a tomar y qué hacer con el camarada que se había quedado atrás. Tanto movimiento terminó por llamar la atención de los otros dos amantes, que tanto empeño habían puesto en encontrar un refugio discreto en aquel apartado recodo para saciar sus deseos carnales, y no tardaron en dejar lo que estaban haciendo para comprobar hasta qué punto se había visto comprometida su privacidad.
Irónicamente, el mismo que había estado recibiendo una paliza había pasado a ser arrastrado en dirección al final de la playa, concentrando un divertido y asustado corro de borrachos a partes iguales. Allí, el violento sujeto planeaba dar los últimos y más brutales golpes a su víctima como castigo y ejemplo para los demás, así como para dejar claro a sus camaradas quién era el macho más macho de aquella manada de patanes.
No muy lejos de allí, en el gran navío atracado en las cuevas, Nassor acató las órdenes del segundo de abordo, más se cuidó de sabotear disimuladamente algunos cañones y cualquier posible sistema de alarma que se encontrase en su camino. Mientras simulaba realizar su particular vigilancia, aaprovechó para mapear mentalmente una vez más el interior del navío, de manera que el ataque fuera lo más sigiloso y efectivo posible. El subcapitán permaneció en cubierta, paseando de un lado a otro mientras maldecía su suerte. Tal vez en algún momento abandonara su puesto para regresar con su jefe, pero era muy probable que eso tardara demasiado tiempo en suceder.
Aridam H. Taito
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Con los guardias rematados y el grupo organizado, poco quedaba más allá de adentrarnos finalmente en las minas. A menos que Syxel tuviera algo que añadir de último momento, habíamos aclarado que iría yo en cabeza y abriendo camino, aprovechando mi posición para andar atento a cualquier imprevisto que surgiera. Al fin y al cabo, si nuestros objetivos habían tomado la molestia de poner tanto guardia aquí y allá, era muy probable que hubieran más dentro de las cuevas, y eso si no estaba repleta de más trampas. ¿Acaso estaban esperando que todo aquello ocurriera? Era inverosímil, pero no descabellado pensar que de alguna forma hubieran sabido desde el principio que íbamos a por ellos.
- ¿Tenéis alguna antorcha o dos? - Pregunté, con intención de llevar una yo mismo en la mano mientras durara la expedición.
Si me respondían afirmativamente, podría encenderlas yo mismo conjurando algunas llamas entre mis manos, mediante el poder de mi chakra. De lo contrario, si respondían de forma negativa, esas mismas llamas podrían hacer un sustituto equivalente, aunque no podría mantenerlas demasiado tiempo sin cansarme. Con suerte dentro de la propia mina encontraríamos alguna otra antorcha que soltar de la pared y que tomara mi relevo.
En cualquier caso, y mientras mis compañeros no tuvieran a bien quejarse acerca de mi velocidad, avanzaríamos a paso moderado, cuidando de no cruzarnos con ninguna cuerda o trozo de tierra removido recientemente, por si las moscas. Al principio simplemente seguiríamos hasta llegar al primer cruce, momento en el cual decidiríamos hacia donde ir. No sería muy difícil seguir el rastro dejado por multitud de pies pasando por aquel mismo suelo, el cual a falta de corrientes de aire no debería tener razón para desaparecer del polvo y tierra presentes. Mencionaría este plan a mis acompañantes, añadiendo que eso nos llevaría directos hacia el grupo de piratas que buscábamos, aunque si alguno de la tripulación presente quería ir por otro lado, sería un buen momento para decirlo.
- ¿Tenéis alguna antorcha o dos? - Pregunté, con intención de llevar una yo mismo en la mano mientras durara la expedición.
Si me respondían afirmativamente, podría encenderlas yo mismo conjurando algunas llamas entre mis manos, mediante el poder de mi chakra. De lo contrario, si respondían de forma negativa, esas mismas llamas podrían hacer un sustituto equivalente, aunque no podría mantenerlas demasiado tiempo sin cansarme. Con suerte dentro de la propia mina encontraríamos alguna otra antorcha que soltar de la pared y que tomara mi relevo.
En cualquier caso, y mientras mis compañeros no tuvieran a bien quejarse acerca de mi velocidad, avanzaríamos a paso moderado, cuidando de no cruzarnos con ninguna cuerda o trozo de tierra removido recientemente, por si las moscas. Al principio simplemente seguiríamos hasta llegar al primer cruce, momento en el cual decidiríamos hacia donde ir. No sería muy difícil seguir el rastro dejado por multitud de pies pasando por aquel mismo suelo, el cual a falta de corrientes de aire no debería tener razón para desaparecer del polvo y tierra presentes. Mencionaría este plan a mis acompañantes, añadiendo que eso nos llevaría directos hacia el grupo de piratas que buscábamos, aunque si alguno de la tripulación presente quería ir por otro lado, sería un buen momento para decirlo.
Dharkel Asrai Nymraif
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
- ¿Sabías que eso mata? – bromeó Syxel -. Se me ocurren mejores formas de morir.
- Esa es una falsa creencia muy común a lo largo de los mares… - hice una pausa para dar un par de caladas dramáticas -. Lo que mata son las consecuencias.
Varios minutos después, una vez reunidos frente a la entrada de la cueva no pude evitar hacer una pregunta con un ligero aire de malicia al ver la sincronización que habían demostrado Taito y Balagus a la hora de eliminar a los objetivos.
- ¿Lo habéis estado practicando? - la mirada del medio gigante me bastó para recibir el mensaje.
Syxel, metiéndose una vez más en su papel como capitán comenzó a dar órdenes, preguntándome qué tal se me daba rastrear. Podría haber sido completamente sincero, pero necesitaba ganarme un lugar en la tripulación si no quería que me echasen a los dos meses. No se podía vivir de un solo acto eternamente.
- La duda ofende – me limité a decir mientras negaba la antorcha que me ofrecían.
Antes de entrar, saqué un lápiz y un trozo de papel lo suficientemente grande como trazar el recorrido que posteriormente seguiríamos. No es que no me fiase del rubiales, que no lo hacía. Simplemente confiaba más en mí mismo que en el resto. Sobre todo, ante la posibilidad de entrar en un laberinto bajo tierra.
Seguí los pasos de Taito, con Syxel a mí espalda, aunque a una distancia prudencial por si activaba algún mecanismo de defensa y tanteando el terreno con el palo a la par que trazaba líneas irregulares sobre el papel. Nunca había sido mi fuerte dibujar, pero para poder volver a encontrar la salida aquellos trazos servirían. Mantuve el palo pegado a mi mano mediante la telekinesis. Las únicas fuentes de luz que podrían delatarme eran las de la vanguardia y la retaguardia, por lo que podía hacer uso de las sombras para camuflar mi habilidad.
Finalmente llegamos a una bifurcación. ¿Por qué siempre había bifurcaciones? Abandoné mi tarea de cartografía durante unos momentos para inspeccionar el terreno. Me agaché, cogí un poco de tierra, la olí y asentí confiado. O al menos esa era la impresión que quería dar.
- Sí, es por aquí – dije señalando uno de los caminos al azar.
- Esa es una falsa creencia muy común a lo largo de los mares… - hice una pausa para dar un par de caladas dramáticas -. Lo que mata son las consecuencias.
Varios minutos después, una vez reunidos frente a la entrada de la cueva no pude evitar hacer una pregunta con un ligero aire de malicia al ver la sincronización que habían demostrado Taito y Balagus a la hora de eliminar a los objetivos.
- ¿Lo habéis estado practicando? - la mirada del medio gigante me bastó para recibir el mensaje.
Syxel, metiéndose una vez más en su papel como capitán comenzó a dar órdenes, preguntándome qué tal se me daba rastrear. Podría haber sido completamente sincero, pero necesitaba ganarme un lugar en la tripulación si no quería que me echasen a los dos meses. No se podía vivir de un solo acto eternamente.
- La duda ofende – me limité a decir mientras negaba la antorcha que me ofrecían.
Antes de entrar, saqué un lápiz y un trozo de papel lo suficientemente grande como trazar el recorrido que posteriormente seguiríamos. No es que no me fiase del rubiales, que no lo hacía. Simplemente confiaba más en mí mismo que en el resto. Sobre todo, ante la posibilidad de entrar en un laberinto bajo tierra.
Seguí los pasos de Taito, con Syxel a mí espalda, aunque a una distancia prudencial por si activaba algún mecanismo de defensa y tanteando el terreno con el palo a la par que trazaba líneas irregulares sobre el papel. Nunca había sido mi fuerte dibujar, pero para poder volver a encontrar la salida aquellos trazos servirían. Mantuve el palo pegado a mi mano mediante la telekinesis. Las únicas fuentes de luz que podrían delatarme eran las de la vanguardia y la retaguardia, por lo que podía hacer uso de las sombras para camuflar mi habilidad.
Finalmente llegamos a una bifurcación. ¿Por qué siempre había bifurcaciones? Abandoné mi tarea de cartografía durante unos momentos para inspeccionar el terreno. Me agaché, cogí un poco de tierra, la olí y asentí confiado. O al menos esa era la impresión que quería dar.
- Sí, es por aquí – dije señalando uno de los caminos al azar.
Jish
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Algunos de los piratas habían mordido el anzuelo, otros aun no sabían que creer y por último unos pocos me habían calado por lo que verdaderamente era, un embaucador.
“La noche ya empieza a apestar” pensé mientras sentía como el escupitajo de aquel tipo me recorría el rostro. Acto seguido, un derechazo impactó de lleno contra mi mejilla al que apenas opuse resistencia. Durante el impacto, llegaron miles de imágenes mentales a mi cabeza, pero cuando por fin mis ojos se posaron sobre los del pirata, llegué a la conclusión de que estaba pensando demasiado, la edad me había vuelto débil. Mi mente comenzó a relajarse, conforme iba recuperando el control de la situación.
Mientras tanto el rufián no había perdido el tiempo, un par más de brutos me mantenían sujeto de espaldas sobre la arena. Al parecer me habían convertido en la atracción principal de la noche para aquellos indeseables. Poco a poco más y más piratas comenzaban a arremolinarse para ver el espectáculo, al parecer no todos los días tenían el privilegio de ver como “interrogaban” a un mocoso.
- ¿Qué te pasa muchacho? ¿Te ha comido la lengua el gato? – inquirió divertido el pirata.
El cabecilla me dedicó una mirada calculadora, para luego asentir con satisfacción mientras se sacaba una daga de la bota. Un par de rudas manos me pusieron en pie, intenté mantener el equilibrio con dignidad. El contacto del cuchillo contra mi garganta no era demasiado tranquilizador.
- No eres nada más que humo, jovencito – susurró – Dentro de un momento ¡Paf! Habrás desaparecido como si no hubieses existido nunca. Tus compañeros, a los que tanto defiendes, nunca sabrán que ha sido de ti.
Me estremecí durante un instante, una risa estridente partió del fondo de mi corazón y se dirigió conjunto de piratas que cerraban el circulo. Contemplé los gritos de júbilo y sus provocaciones con calma y felicidad, con esa risa feroz del niño que se ríe de los tormentos de la mariposa a la que ha arrancado las alas. Aquello era lo más parecido a un público que había tenido en mucho tiempo.
- Te amenazo ¿Y lo único que se te ocurre es reírte? ¡Es la ostia! ¿Qué hacemos con él? – increpó al corrillo de piratas, los cuales comenzaron a berrear con más fuerza.
- ¿Qué harás? ¿Matarme? – chasqué los dedos de mi mano derecha y en apenas unos instantes una daga surgió en la palma de mi mano, la tensión aumento por momentos. Sonreí amargamente y antes de darles tiempo para reaccionar, me deshice de la presa a la que me sometía uno de esos garrulos e introduje la daga en mi cráneo.
Cuando vieron que aún continuaba en pie, impasible ante aquella herida, dejaron escapar numerosas exclamaciones de asombro y compasión.
– Existe una muy buena razón por la que tantas culturas y sociedades del mundo temen a la oscuridad. Yo fui asesinado por Érebo una noche como esta, no se puede matar a un muerto… – dije, esforzándome por mantener una voz de ultratumba que resultara creíble – Habéis sido advertidos. Ya es tarde para vuestro capitán, pero aun no es tarde para salvar vuestras almas. Abandonad la isla.
Y pensar que no cobrara ni un duro por este tipo de actuaciones, que gran talento se estaba perdiendo el mundo. Me alejé a hurtadillas, con el paso lento y calmado propio de una aparición, del campamento. Me habría encantado quedarme para mofarme un poco de la estupidez humana, pero no podía fiarme de Noah.
“Quizá con algo de suerte aun no llegue tarde para subirme al último bote” –pensé, mientras contemplaba como el humillo rojo de la daga ilusoria volvía a los guanteletes de cuero.
“La noche ya empieza a apestar” pensé mientras sentía como el escupitajo de aquel tipo me recorría el rostro. Acto seguido, un derechazo impactó de lleno contra mi mejilla al que apenas opuse resistencia. Durante el impacto, llegaron miles de imágenes mentales a mi cabeza, pero cuando por fin mis ojos se posaron sobre los del pirata, llegué a la conclusión de que estaba pensando demasiado, la edad me había vuelto débil. Mi mente comenzó a relajarse, conforme iba recuperando el control de la situación.
Mientras tanto el rufián no había perdido el tiempo, un par más de brutos me mantenían sujeto de espaldas sobre la arena. Al parecer me habían convertido en la atracción principal de la noche para aquellos indeseables. Poco a poco más y más piratas comenzaban a arremolinarse para ver el espectáculo, al parecer no todos los días tenían el privilegio de ver como “interrogaban” a un mocoso.
- ¿Qué te pasa muchacho? ¿Te ha comido la lengua el gato? – inquirió divertido el pirata.
El cabecilla me dedicó una mirada calculadora, para luego asentir con satisfacción mientras se sacaba una daga de la bota. Un par de rudas manos me pusieron en pie, intenté mantener el equilibrio con dignidad. El contacto del cuchillo contra mi garganta no era demasiado tranquilizador.
- No eres nada más que humo, jovencito – susurró – Dentro de un momento ¡Paf! Habrás desaparecido como si no hubieses existido nunca. Tus compañeros, a los que tanto defiendes, nunca sabrán que ha sido de ti.
Me estremecí durante un instante, una risa estridente partió del fondo de mi corazón y se dirigió conjunto de piratas que cerraban el circulo. Contemplé los gritos de júbilo y sus provocaciones con calma y felicidad, con esa risa feroz del niño que se ríe de los tormentos de la mariposa a la que ha arrancado las alas. Aquello era lo más parecido a un público que había tenido en mucho tiempo.
- Te amenazo ¿Y lo único que se te ocurre es reírte? ¡Es la ostia! ¿Qué hacemos con él? – increpó al corrillo de piratas, los cuales comenzaron a berrear con más fuerza.
- ¿Qué harás? ¿Matarme? – chasqué los dedos de mi mano derecha y en apenas unos instantes una daga surgió en la palma de mi mano, la tensión aumento por momentos. Sonreí amargamente y antes de darles tiempo para reaccionar, me deshice de la presa a la que me sometía uno de esos garrulos e introduje la daga en mi cráneo.
Cuando vieron que aún continuaba en pie, impasible ante aquella herida, dejaron escapar numerosas exclamaciones de asombro y compasión.
– Existe una muy buena razón por la que tantas culturas y sociedades del mundo temen a la oscuridad. Yo fui asesinado por Érebo una noche como esta, no se puede matar a un muerto… – dije, esforzándome por mantener una voz de ultratumba que resultara creíble – Habéis sido advertidos. Ya es tarde para vuestro capitán, pero aun no es tarde para salvar vuestras almas. Abandonad la isla.
Y pensar que no cobrara ni un duro por este tipo de actuaciones, que gran talento se estaba perdiendo el mundo. Me alejé a hurtadillas, con el paso lento y calmado propio de una aparición, del campamento. Me habría encantado quedarme para mofarme un poco de la estupidez humana, pero no podía fiarme de Noah.
“Quizá con algo de suerte aun no llegue tarde para subirme al último bote” –pensé, mientras contemplaba como el humillo rojo de la daga ilusoria volvía a los guanteletes de cuero.
Airok Bonny
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Al fin habíamos llegado al punto de encuentro, aunque no podía decir que "sanos y salvos".
En lo que nos subíamos en el bote que Noah había separado, escuché un fuerte revuelo en la playa y no pude pensar otra cosa más que "Jish"
Rápidamente busqué al Gyojin con la mirada -- Vete a la orilla y asústalos -- le dije sin perder la calma que me caracterizaba.
Los segundos de duda me desquiciaron un poco y volví a repetirlo en otro tono -- Jish les habló de unas tinieblas. Vete a asustarlos y tráelo a él y a Gibs al bote lo más rápido que puedas. Vamos!! -- La poca amabilidad que me podía quedar ya había desaparecido del todo del tono de mi voz.
Finalmente Noah emprendió camino y yo con el bote para ganar tiempo, confiaba en que nos seguirían una vez estuvieran juntos. Al moverme para colocarme frente a la tripulación y dirigir el camino del bote hacia el navío objetivo, un pinchazo de dolor me perforó el costado "Maldita bestia..."
Con ayuda de los que estaban en el bote conmigo, pudimos avanzar lo suficiente sin que yo remara. Una vez estuvimos a cierta distancia de la orilla sin ser vistos, observé lo que pude de la escena de la playa, esperando que no se desviaran demasiado y volvieran cuanto antes. Me incorporé con intención de ver con algo más de claridad pero de nuevo noté el pinchazo "Vamos Bonny, han habido heridas peores" Respiré hondo y apreté la herida con la mano.
Mientras, Gibs observaba atento el panorama desde la playa, tratando de sutilmente poner a algunos piratas novatos a favor de Jis, aunque no pudo evitar una suculenta paliza que recibió. A cierta distancia y prácticamente preparado para actuar, observó la fascinante actuación de Jis, guardó su arma y se dispuso a caminar junto a él
-- Os lo dije -- dijo en voz baja a un grupo de grumetes que aún estaban algo escépticos y marchó a paso ligero junto a Jis.
-- La intendente y el resto de tripulación ya habrán llegado al bote, creo que deberíamos dirigirnos hacia allí sin que se note --
En lo que nos subíamos en el bote que Noah había separado, escuché un fuerte revuelo en la playa y no pude pensar otra cosa más que "Jish"
Rápidamente busqué al Gyojin con la mirada -- Vete a la orilla y asústalos -- le dije sin perder la calma que me caracterizaba.
Los segundos de duda me desquiciaron un poco y volví a repetirlo en otro tono -- Jish les habló de unas tinieblas. Vete a asustarlos y tráelo a él y a Gibs al bote lo más rápido que puedas. Vamos!! -- La poca amabilidad que me podía quedar ya había desaparecido del todo del tono de mi voz.
Finalmente Noah emprendió camino y yo con el bote para ganar tiempo, confiaba en que nos seguirían una vez estuvieran juntos. Al moverme para colocarme frente a la tripulación y dirigir el camino del bote hacia el navío objetivo, un pinchazo de dolor me perforó el costado "Maldita bestia..."
Con ayuda de los que estaban en el bote conmigo, pudimos avanzar lo suficiente sin que yo remara. Una vez estuvimos a cierta distancia de la orilla sin ser vistos, observé lo que pude de la escena de la playa, esperando que no se desviaran demasiado y volvieran cuanto antes. Me incorporé con intención de ver con algo más de claridad pero de nuevo noté el pinchazo "Vamos Bonny, han habido heridas peores" Respiré hondo y apreté la herida con la mano.
Mientras, Gibs observaba atento el panorama desde la playa, tratando de sutilmente poner a algunos piratas novatos a favor de Jis, aunque no pudo evitar una suculenta paliza que recibió. A cierta distancia y prácticamente preparado para actuar, observó la fascinante actuación de Jis, guardó su arma y se dispuso a caminar junto a él
-- Os lo dije -- dijo en voz baja a un grupo de grumetes que aún estaban algo escépticos y marchó a paso ligero junto a Jis.
-- La intendente y el resto de tripulación ya habrán llegado al bote, creo que deberíamos dirigirnos hacia allí sin que se note --
Nailah
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Maldijo por lo bajo mirando hacia atrás. El barco que la traía se había ido sin decirle nada. Tan solo estaba acompañada de sus armas y un bote que pronto acabaría en el fondo marino. ¡Se iban a enterar! Movió los remos con fuerza, intentando avanzar más rápido de lo normal. Las aguas estaban en calma y la tenue luz de la luna permitía ver con claridad. Nadie se ofreció para robar el valioso barco, solo ella tuvo el valor y la voluntad suficiente para plantarse en cara al capitán del barco anterior, pero lo único que consiguió fue el bote.
Nailah suspiró mientras movía los remos con fuerza hasta detenerse. La luna se reflejaba en las oscuras aguas. Tenía su objetivo a la vista. Todo parecía en calma. Algo que no era muy normal en alta mar. En la cubierta había luces y se podía ver alguna que otra persona. Ir con el bote llamaría la atención enseguida e incluso haría ruido al chocar los remos contra el agua, tendría que ir a nado.
Posó los remos con cuidado en el suelo. Se asomó hasta el borde y se sumergió lentamente, tratando de no causar ningún ruido. Un quejido escapó de sus labios por culpa del agua helada. Entre castañeteos, nadó con lentitud y sumergiéndose poco a poco en el agua. Tratando de no despertar sospechas entre los tripulantes de aquel barco. Escuchaba conversaciones, pero no tenían ninguna importancia para ella.
Lo más importante era colarse sin que la vieran. Podían escucharse los grillos cantar y las luciérnagas brillar desde la orilla. De vez en cuando buceaba un poco para tratar de avanzar hasta que al fin llego a la proa. Miró a lo alto y se agarró a una cuerda saliente. Estaba deseando salir del agua, se iba a acabar resfriando con aquella tontería, pero necesitaba el barco y luego les enseñaría a los piratas que la abandonaron quién mandaba. Si el viejo Vic la viera, se sentiría orgulloso de ella.
Tiró de la cuerda y posó las piernas sobre la madera. Estaba resbaladizo. Las manos le dolían de apretar con tanta fuerza y, probablemente, se hubiesen irritado ya. En cuanto escuchó a unos tripulantes pasar cerca de esa zona se detuvo. Esperando a que se marchasen, pero parecía que tenían mucho de qué hablar. No apartó la mirada en ningún momento, pero por su mente pasaban viles insultos.
Nailah suspiró mientras movía los remos con fuerza hasta detenerse. La luna se reflejaba en las oscuras aguas. Tenía su objetivo a la vista. Todo parecía en calma. Algo que no era muy normal en alta mar. En la cubierta había luces y se podía ver alguna que otra persona. Ir con el bote llamaría la atención enseguida e incluso haría ruido al chocar los remos contra el agua, tendría que ir a nado.
Posó los remos con cuidado en el suelo. Se asomó hasta el borde y se sumergió lentamente, tratando de no causar ningún ruido. Un quejido escapó de sus labios por culpa del agua helada. Entre castañeteos, nadó con lentitud y sumergiéndose poco a poco en el agua. Tratando de no despertar sospechas entre los tripulantes de aquel barco. Escuchaba conversaciones, pero no tenían ninguna importancia para ella.
Lo más importante era colarse sin que la vieran. Podían escucharse los grillos cantar y las luciérnagas brillar desde la orilla. De vez en cuando buceaba un poco para tratar de avanzar hasta que al fin llego a la proa. Miró a lo alto y se agarró a una cuerda saliente. Estaba deseando salir del agua, se iba a acabar resfriando con aquella tontería, pero necesitaba el barco y luego les enseñaría a los piratas que la abandonaron quién mandaba. Si el viejo Vic la viera, se sentiría orgulloso de ella.
Tiró de la cuerda y posó las piernas sobre la madera. Estaba resbaladizo. Las manos le dolían de apretar con tanta fuerza y, probablemente, se hubiesen irritado ya. En cuanto escuchó a unos tripulantes pasar cerca de esa zona se detuvo. Esperando a que se marchasen, pero parecía que tenían mucho de qué hablar. No apartó la mirada en ningún momento, pero por su mente pasaban viles insultos.
Syxel
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Estando todos de acuerdo en lo que debíamos hacer a continuación, finalmente retomamos la marcha y nos adentramos en el interior de las cuevas. Avanzamos a buen ritmo, aunque con la suficiente prudencia para tranquilizar a los más precavidos del grupo, pero esperaban encontrar cualquier cosa en el interior de los túneles por los que caminábamos. Enseguida dejamos atrás la escasa luz que se colaba desde el exterior, pero las antorchas que portaban Taito y Balagus eran suficiente para que mis compañeros pudiesen ver.
No obstante, hubo algo que captó mi atención. habría jurado Dharkel movía la vara que llevaba sin llegar a tocarla, aunque apenas lo vi por unos instantes y los otros dos ni tan siquiera se percataron de ello. Tampoco era algo extraordinario, pero sonreí satisfecho al comprobar que, tal y como había sospechado desde el principio, aquel hombre era mucho más de lo que parecía.
Al cabo de un rato las paredes de la gruta que atravesábamos fueron ensanchándose, hasta que nos encontramos en el interior de una enorme caverna, el centro de la cual estaba cubierto por un lago subterráneo. Me acerqué un par de pasos y lo seguí con la mirada, pues se extendía hacia un lado más allá de lo que me alcanzaba la vista. A juzgar por el aire que nos llegaba, debía estar conectado con la costa de la isla. De ser así, nos vendría bien tener ubicada otra salida por si la necesitásemos.
Las palabras de Dharkel captaron mi atención, haciendo que dejase mis pensamientos a un lado para reunirme con él. Se encontraba frente a la entrada de otro túnel, uno de los varios que había allí, y con aparente decisión aseguró que era el camino que debíamos tomar. No había motivos para dudar de su palabra, así que sin perder más tiempo seguimos avanzando por la ruta elegida.
No obstante, hubo algo que captó mi atención. habría jurado Dharkel movía la vara que llevaba sin llegar a tocarla, aunque apenas lo vi por unos instantes y los otros dos ni tan siquiera se percataron de ello. Tampoco era algo extraordinario, pero sonreí satisfecho al comprobar que, tal y como había sospechado desde el principio, aquel hombre era mucho más de lo que parecía.
Al cabo de un rato las paredes de la gruta que atravesábamos fueron ensanchándose, hasta que nos encontramos en el interior de una enorme caverna, el centro de la cual estaba cubierto por un lago subterráneo. Me acerqué un par de pasos y lo seguí con la mirada, pues se extendía hacia un lado más allá de lo que me alcanzaba la vista. A juzgar por el aire que nos llegaba, debía estar conectado con la costa de la isla. De ser así, nos vendría bien tener ubicada otra salida por si la necesitásemos.
Las palabras de Dharkel captaron mi atención, haciendo que dejase mis pensamientos a un lado para reunirme con él. Se encontraba frente a la entrada de otro túnel, uno de los varios que había allí, y con aparente decisión aseguró que era el camino que debíamos tomar. No había motivos para dudar de su palabra, así que sin perder más tiempo seguimos avanzando por la ruta elegida.
Balagus
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Por cortesía de Taito, encendimos las antorchas que portábamos y nos internamos en la fría e impasible tierra. Absteniéndome de hacer cualquier comentario desconfiado sobre la fuente de su poder, dejé que la comitiva formase como el capitán había indicado, conmigo cerrando nuevamente la comitiva.
La estrechez de los túneles me obligó a bajar la cabeza y a inclinarme durante casi todo el trayecto, e incluso a caminar con las piernas flexionadas a veces, mas no pude quejarme pues todavía seguía habiendo suficiente espacio para que yo pasara. Y eso era algo extraño en las galerías subterráneas.
Tras un par de minutos descendiendo, una bifurcación nos hizo detenernos. En ese momento, desde mi aventajada altura, pude detectar algo durante una fracción de segundo en Dharkel. El breve lapso de tiempo que ocupo la visión y la imposibilidad de que algo así ocurriera fueron suficientes para hacerme creer que la danza de luces y sombras arrojadas por las antorchas me había jugado una mala pasada, pero una pequeña parte de mi mente no pudo evitar recordarme que hacía bien en desconfiar de tan extraño sujeto.
Su extraña manera de encontrar el camino a seguir me hizo sospechar aún más. Aunque mi especialidad fuera la superficie y las áreas boscosas, y no las cuevas, sí sabía de rastreo y sí poseía un olfato mejor que el de los aquí presentes. No pude evitar oponerme mentalmente a aquella decisión casi de inmediato. Sin embargo, mi capitán decidió hacerle caso y continuamos por la ruta escogida. Sólo para detener la marcha unos metros más adelante.
- Alto. -Ordené, mientras olisqueaba el aire en busca de una pequeña traza que me había llegado entre la humedad reinante.- Agachaos, y no os mováis.
Clavando mi gran antorcha entre un par de pedruscos sueltos, saqué mi arco y una flecha, y prendí esta con el fuego que acababa de dejar. Dejando que mi intuición me guiara, disparé apuntando a una docena de metros por delante de nuestro grupo, a las sombras más profundas.
El resultado fue inmediato y satisfactorio: el fuego rápidamente se extendió por el suelo, devorando una mancha de aceite e iluminando una urna camuflada en el techo, así como una cuerda en tensión preparada a la altura de los tobillos humanos.
Sin decir nada, y después de que se apagara el fuego tras unos segundos, desarmamos lo que quedaba de la misma, nos llevamos la urna de material inflamable y continuamos el camino, que desgraciadamente no estuvo exento de dificultades: un cepo de osos, estuvo a punto de llevarse la pierna de Taito y el palo de Dharkel, y unos explosivos instalados en las paredes cuya placa de presión conseguimos ver instantes antes de pisarla nos amenazaron con terminar la expedición prontamente.
De una forma o de otra, logramos librarnos de los peligros, todos ellos con apariencia de haber sido instalados con bastantes prisas, y alcanzamos una intersección de hasta cinco túneles. A nosotros llegaban ahora las voces de los que, suponía, eran nuestros objetivos. Sin embargo, el eco distorsionaba demasiado su procedencia, y mi olfato no encontraba traza alguna de sus propietarios.
- Supongo que si tenéis algún as en la manga, es hora de usarlo.
------------------------------------------------------------------------------------------------------------------
El tumulto en la playa había tomado un derrotero imprevisto con la actuación de Jish: en el culmen de su teatro particular, el timador logró zafarse de sus agresores en un momento de duda y sorpresa, iniciando una importante división de opiniones entre los presentes. Para cuando el violento agresor hubo puesto en orden sus pensamientos, se enfrentaba a un gran tumulto de compañeros en diverso grado de embriaguez y el sujeto al que pretendía matar a golpes había desaparecido en la noche. Superado por las opciones en su contra, intentó convencer a sus intranquilos compañeros de que todo aquello que habían escuchado no se trataba sino de fanfarronadas y tonterías, que habían sido objeto de algún truco barato.
A él se unió la pareja que, buscando intimidad entre los botes, había encontrado al pequeño grupo infiltrado. Tan vanamente como su escéptico compañero, intentaron poner orden para hacer saber a los demás de la presencia de los intrusos. No obstante, su interés disminuyó rápidamente y en la misma medida en la que se dieron cuenta de que alguien se preguntaría con cierta insistencia qué hacían los dos allí. Solos.
Con un par de botes en su propiedad y el camino despejado, al menos durante unas cuantas horas, Airok y el resto marcharon sigilosamente hacia la gruta marina, ayudados por Noah para mantener el mayor silencio posible en su marcha. En el camino, divisaron una figura humana que se salía de la superficie y se hundía a intervalos regulares, hasta que alcanzó el barco y comenzó a treparlo. Para ese momento, el pequeño contingente estaba lo suficientemente cerca como para que el gyojin llamara la atención de Nailah y la forzara a detenerse. Cualquier intromisión externa en el plan podía fastidiarlo todo, incluso más de lo que los improvistos acaecidos ya habían conseguido.
En el barco en sí, los vigilantes locales, al menos una docena, mataban el aburrimiento con juegos de azar y cartas, deseosos de que algo rompiera la tranquilidad de aquella tediosa noche. Nassor esperaba en una ventana en la zona por donde tenían que ascender sus compañeros, mas estos tardaban demasiado y él se impacientaba. El propio subcapitán decidió que era hora de echar un vistazo a su subordinado, de manera que inició el camino hacia los camarotes y las bodegas interiores, dispuesto a encontrar al grumete del que desconfiaba.
La estrechez de los túneles me obligó a bajar la cabeza y a inclinarme durante casi todo el trayecto, e incluso a caminar con las piernas flexionadas a veces, mas no pude quejarme pues todavía seguía habiendo suficiente espacio para que yo pasara. Y eso era algo extraño en las galerías subterráneas.
Tras un par de minutos descendiendo, una bifurcación nos hizo detenernos. En ese momento, desde mi aventajada altura, pude detectar algo durante una fracción de segundo en Dharkel. El breve lapso de tiempo que ocupo la visión y la imposibilidad de que algo así ocurriera fueron suficientes para hacerme creer que la danza de luces y sombras arrojadas por las antorchas me había jugado una mala pasada, pero una pequeña parte de mi mente no pudo evitar recordarme que hacía bien en desconfiar de tan extraño sujeto.
Su extraña manera de encontrar el camino a seguir me hizo sospechar aún más. Aunque mi especialidad fuera la superficie y las áreas boscosas, y no las cuevas, sí sabía de rastreo y sí poseía un olfato mejor que el de los aquí presentes. No pude evitar oponerme mentalmente a aquella decisión casi de inmediato. Sin embargo, mi capitán decidió hacerle caso y continuamos por la ruta escogida. Sólo para detener la marcha unos metros más adelante.
- Alto. -Ordené, mientras olisqueaba el aire en busca de una pequeña traza que me había llegado entre la humedad reinante.- Agachaos, y no os mováis.
Clavando mi gran antorcha entre un par de pedruscos sueltos, saqué mi arco y una flecha, y prendí esta con el fuego que acababa de dejar. Dejando que mi intuición me guiara, disparé apuntando a una docena de metros por delante de nuestro grupo, a las sombras más profundas.
El resultado fue inmediato y satisfactorio: el fuego rápidamente se extendió por el suelo, devorando una mancha de aceite e iluminando una urna camuflada en el techo, así como una cuerda en tensión preparada a la altura de los tobillos humanos.
Sin decir nada, y después de que se apagara el fuego tras unos segundos, desarmamos lo que quedaba de la misma, nos llevamos la urna de material inflamable y continuamos el camino, que desgraciadamente no estuvo exento de dificultades: un cepo de osos, estuvo a punto de llevarse la pierna de Taito y el palo de Dharkel, y unos explosivos instalados en las paredes cuya placa de presión conseguimos ver instantes antes de pisarla nos amenazaron con terminar la expedición prontamente.
De una forma o de otra, logramos librarnos de los peligros, todos ellos con apariencia de haber sido instalados con bastantes prisas, y alcanzamos una intersección de hasta cinco túneles. A nosotros llegaban ahora las voces de los que, suponía, eran nuestros objetivos. Sin embargo, el eco distorsionaba demasiado su procedencia, y mi olfato no encontraba traza alguna de sus propietarios.
- Supongo que si tenéis algún as en la manga, es hora de usarlo.
------------------------------------------------------------------------------------------------------------------
El tumulto en la playa había tomado un derrotero imprevisto con la actuación de Jish: en el culmen de su teatro particular, el timador logró zafarse de sus agresores en un momento de duda y sorpresa, iniciando una importante división de opiniones entre los presentes. Para cuando el violento agresor hubo puesto en orden sus pensamientos, se enfrentaba a un gran tumulto de compañeros en diverso grado de embriaguez y el sujeto al que pretendía matar a golpes había desaparecido en la noche. Superado por las opciones en su contra, intentó convencer a sus intranquilos compañeros de que todo aquello que habían escuchado no se trataba sino de fanfarronadas y tonterías, que habían sido objeto de algún truco barato.
A él se unió la pareja que, buscando intimidad entre los botes, había encontrado al pequeño grupo infiltrado. Tan vanamente como su escéptico compañero, intentaron poner orden para hacer saber a los demás de la presencia de los intrusos. No obstante, su interés disminuyó rápidamente y en la misma medida en la que se dieron cuenta de que alguien se preguntaría con cierta insistencia qué hacían los dos allí. Solos.
Con un par de botes en su propiedad y el camino despejado, al menos durante unas cuantas horas, Airok y el resto marcharon sigilosamente hacia la gruta marina, ayudados por Noah para mantener el mayor silencio posible en su marcha. En el camino, divisaron una figura humana que se salía de la superficie y se hundía a intervalos regulares, hasta que alcanzó el barco y comenzó a treparlo. Para ese momento, el pequeño contingente estaba lo suficientemente cerca como para que el gyojin llamara la atención de Nailah y la forzara a detenerse. Cualquier intromisión externa en el plan podía fastidiarlo todo, incluso más de lo que los improvistos acaecidos ya habían conseguido.
En el barco en sí, los vigilantes locales, al menos una docena, mataban el aburrimiento con juegos de azar y cartas, deseosos de que algo rompiera la tranquilidad de aquella tediosa noche. Nassor esperaba en una ventana en la zona por donde tenían que ascender sus compañeros, mas estos tardaban demasiado y él se impacientaba. El propio subcapitán decidió que era hora de echar un vistazo a su subordinado, de manera que inició el camino hacia los camarotes y las bodegas interiores, dispuesto a encontrar al grumete del que desconfiaba.
Jish
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Aun podía escuchar las lejanas voces de aquella turba de pobres diablos a mis espaldas. Se la habían comido doblada. Ellos mismos le estaban dando vida aquella historia improvisada, tan solo el tiempo diría que tan lejos podía volar aquella patraña. A pesar de todo, puede que esa fuera mi función en la tripulación de Syxel, la de hacer de cualquier miseria una gran aventura que transcendiera entre las nuevas generaciones de piratas. Tendría que mentir demasiado para convertir a aquel atajo de patanes en protagonistas dignos de una buena leyenda, darles apodos temibles y un pasado a la altura de sus hazañas… Podía hacerse.
Aproveché el cobijo que me ofrecía la oscuridad para limpiarme el escupitajo de aquel maldito pirata con la manga de la chaqueta. Aquella vez me había salido con la mía, pero no podía regresar a esa cuadrilla de saqueadores con esas pintas ¿Qué pensarían si me vieran hecho un trapo? Recobré la compostura, me tomé un momento para alisarme la ropa y ceñirme la katana a la cintura, y adapté mi paso para aproximarme cuanto antes a los botes.
- La intendente no va a esperar por ti, será mejor que espabiles si no quieres quedarte aquí solo – escuché como el viejo Gibbs me abordaba – ¿Dónde has aprendido a actuar así? Deberías estar muerto.
- La mayoría de la gente solo tenéis un registro, un único disfraz que os ayuda a interpretar un papel que no os corresponde. Aferrarse a una identidad es algo impropio de un auténtico pirata ¿No crees? – le respondí sin molestarme en ocultar la sonrisa.
Una pareja de locuelos se percató de nuestra conversación, pero siguió a lo suyo como si aquel día fuese su último día sobre la Tierra. Quien sabe, quizá lo fuera…
Al cabo de unos minutos nos reunimos con Airok y el resto del grupo de incursión. Como un corderito manso, me dejé guiar por sus órdenes. No era algo que me entusiasmara especialmente, pero había una jerarquía. Si yo, en apariencia, el más joven e inexperto del grupo me negaba a cumplir las órdenes y me salía con la mía ¿Qué no harían esa banda de delincuentes? A regañadientes me subí en uno de los botes, cogí uno de los remos y comencé a remar lentamente.
- Tu dirás lo que quieras, pero a mí todo esto me mosquea ¿Tanto lio para robar un barco? Yo creía que los piratas abordabais barcos en alta mar y que el simple hecho de izar la bandera negra hacia que la gente se cagara en los pantalones - miré a la intendente de reojo – Tú eras la segunda al mando y no sabías nada de esto… No dejes que vuelva a decidir algo por ti o tendremos un problema.
Conforme nos acercamos al navío las conversaciones cesaron. Noah ya se encontraba allí, aquel maldito hombre-pez parecía ocupado conversando con el que parecía uno de nuestros compañeros rezagados. Hasta ahora, esos dos se habían librado de dar un palo al agua.
- Menudos holgazanes… - murmuré para mi mismo.
Airok señaló una enorme cadena en la parte delantera de la embarcación, nuestra ruta de entrada. Si Nassor había cumplido con su parte del plan, la mayoría de esos ojos de buey deberían estar despejados de miradas curiosas. Me descalcé, dejando las botas en el bote y, sujetando la funda de la katana entre mis muelas, comencé el ascenso aprovechándome de los eslabones de la enorme ancla. Lentamente el resto de bucaneros comenzaron a descalzarse y a juntarse en torno a la cadena.
Aproveché el cobijo que me ofrecía la oscuridad para limpiarme el escupitajo de aquel maldito pirata con la manga de la chaqueta. Aquella vez me había salido con la mía, pero no podía regresar a esa cuadrilla de saqueadores con esas pintas ¿Qué pensarían si me vieran hecho un trapo? Recobré la compostura, me tomé un momento para alisarme la ropa y ceñirme la katana a la cintura, y adapté mi paso para aproximarme cuanto antes a los botes.
- La intendente no va a esperar por ti, será mejor que espabiles si no quieres quedarte aquí solo – escuché como el viejo Gibbs me abordaba – ¿Dónde has aprendido a actuar así? Deberías estar muerto.
- La mayoría de la gente solo tenéis un registro, un único disfraz que os ayuda a interpretar un papel que no os corresponde. Aferrarse a una identidad es algo impropio de un auténtico pirata ¿No crees? – le respondí sin molestarme en ocultar la sonrisa.
Una pareja de locuelos se percató de nuestra conversación, pero siguió a lo suyo como si aquel día fuese su último día sobre la Tierra. Quien sabe, quizá lo fuera…
Al cabo de unos minutos nos reunimos con Airok y el resto del grupo de incursión. Como un corderito manso, me dejé guiar por sus órdenes. No era algo que me entusiasmara especialmente, pero había una jerarquía. Si yo, en apariencia, el más joven e inexperto del grupo me negaba a cumplir las órdenes y me salía con la mía ¿Qué no harían esa banda de delincuentes? A regañadientes me subí en uno de los botes, cogí uno de los remos y comencé a remar lentamente.
- Tu dirás lo que quieras, pero a mí todo esto me mosquea ¿Tanto lio para robar un barco? Yo creía que los piratas abordabais barcos en alta mar y que el simple hecho de izar la bandera negra hacia que la gente se cagara en los pantalones - miré a la intendente de reojo – Tú eras la segunda al mando y no sabías nada de esto… No dejes que vuelva a decidir algo por ti o tendremos un problema.
Conforme nos acercamos al navío las conversaciones cesaron. Noah ya se encontraba allí, aquel maldito hombre-pez parecía ocupado conversando con el que parecía uno de nuestros compañeros rezagados. Hasta ahora, esos dos se habían librado de dar un palo al agua.
- Menudos holgazanes… - murmuré para mi mismo.
Airok señaló una enorme cadena en la parte delantera de la embarcación, nuestra ruta de entrada. Si Nassor había cumplido con su parte del plan, la mayoría de esos ojos de buey deberían estar despejados de miradas curiosas. Me descalcé, dejando las botas en el bote y, sujetando la funda de la katana entre mis muelas, comencé el ascenso aprovechándome de los eslabones de la enorme ancla. Lentamente el resto de bucaneros comenzaron a descalzarse y a juntarse en torno a la cadena.
Nailah
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Apoyó el pie con fuerza hacia la madera y tiró de la cuerda con fuerza para ver si estaba segura. Sin embargo, algo llamó su atención antes de subir. Unas voces que no parecían provenir de la superficie del barco. Arqueó una ceja y se giró, tratando de encontrar las figuras escondidas en la oscuridad. Venían en un bote. ¿Qué pasaba? ¿También le querían quitar el barco? No iban a tener esa suerte. ¡Ella lo había visto primero! No divisó bien la cara de las personas, pero uno le llamó atención. Nailah tan solo lo miró con indiferencia y se giró de nuevo.
Unos extraños no iban a detenerla, a no ser... que pertenecieran al barco. Entonces estaría en un buen apuro. Pero si lo fueran ya habrían dado la voz de alarma. ¿Entonces quiénes eran y por qué se dirigían a su barco? Movió la cabeza en señal de negación y tiró de nuevo de la cuerda. Apoyó las piernas en la madera y comenzó a subir mediante impulsos. Al hacer tanta fuerza con las manos sentía que su piel se irritaba y probablemente se rozara, pero era poca distancia al menos.
En un último esfuerzo se agarró a la barandilla, jadeando. Alzó la pierna y dio la vuelta hasta caer al suelo. No hizo mucho ruido con la caída, pero no podía esperar que la pillaran. Sin levantar, fue agachada hasta unos cuantos barriles. Apartó uno cuidado y se coló para no levantar sospechas. El problema era cómo llegar hasta el timón, pues los tripulantes del barco paseaban y jugaban a juegos de azar como si nada. Aun no era lo suficientemente fuerte como para poder enfrentarse a todos, pero no quería ir a lo loco.
Su principal preocupación era saber que planeaban los desconocidos del bote. Si le llamaron la atención también podrían seguirla y no le apetecía dar explicaciones. Acarició la barbilla, pensando qué hacer, pero ninguna solución que venía a su mente era viable. En momentos como ese no se arrepentía de llamarse estúpida a sí misma. El capitán de su antigua tripulación tenía razón, era una inconsciente, siempre actuaba sin pensar.
Unos extraños no iban a detenerla, a no ser... que pertenecieran al barco. Entonces estaría en un buen apuro. Pero si lo fueran ya habrían dado la voz de alarma. ¿Entonces quiénes eran y por qué se dirigían a su barco? Movió la cabeza en señal de negación y tiró de nuevo de la cuerda. Apoyó las piernas en la madera y comenzó a subir mediante impulsos. Al hacer tanta fuerza con las manos sentía que su piel se irritaba y probablemente se rozara, pero era poca distancia al menos.
En un último esfuerzo se agarró a la barandilla, jadeando. Alzó la pierna y dio la vuelta hasta caer al suelo. No hizo mucho ruido con la caída, pero no podía esperar que la pillaran. Sin levantar, fue agachada hasta unos cuantos barriles. Apartó uno cuidado y se coló para no levantar sospechas. El problema era cómo llegar hasta el timón, pues los tripulantes del barco paseaban y jugaban a juegos de azar como si nada. Aun no era lo suficientemente fuerte como para poder enfrentarse a todos, pero no quería ir a lo loco.
Su principal preocupación era saber que planeaban los desconocidos del bote. Si le llamaron la atención también podrían seguirla y no le apetecía dar explicaciones. Acarició la barbilla, pensando qué hacer, pero ninguna solución que venía a su mente era viable. En momentos como ese no se arrepentía de llamarse estúpida a sí misma. El capitán de su antigua tripulación tenía razón, era una inconsciente, siempre actuaba sin pensar.
Dharkel Asrai Nymraif
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
A penas habíamos recorrido unos pocos metros cuando Balagus dio una señal. Me frené en seco y le miré con curiosidad mientras olfateaba el aire. ¿Sería algún tipo de sabueso mezclado con un gigante? Si había hombres-pez, ¿por qué no hombres-perro? Las posibilidades de aquel mundo eran absurdas y cuanto más las estudiaba, más me sorprendían. Nos agachamos, sacó su enorme arco y posicionó entre sus dedos una lanza que él probablemente hubiese afirmado que era una flecha. Sería una mera cuestión de perspectiva. No tardó en prenderla y lanzarla hacia el fondo del corredor. El fuego se expandió con rapidez sobre el suelo cuando la lanza impactó contra la pared, rompiéndose en cientos de astillas ardientes e iluminando lo que parecía ser una trampa elaborada con prisas, pues el cable de tensión que debería liberar el infierno sobre los despistado estaba a una distancia absurda del charco. Aferré mi palo con fuerza a la par que daba gracias por no ser el que lideraba el camino. Con un poco de suerte tan solo Taito sufriría las consecuencias de las siguientes trampas, de haberlas.
Continuamos la marcha por el sendero. A pocos metros de la anterior se encontraba otra trampa. Esta vez se trataba de un enorme cepo situado en mitad del sendero, aunque ocultado ligeramente bajo la tierra. No había duda de que el trampero que se había dedicado a crearlas no había puesto demasiado empeño, probablemente debido a las prisas. No obstante, fue suficiente para que el rubiales diese un traspié y mi palo redujese su tamaño unos pocos centímetros cuando los dientes de acero se cerraron sobre él.
- Me hubiese gustado ver lo que es capaz de hacer con el hueso – comenté mirando a Taito con una sonrisa pícara.
Más adelante otra trampa, esta vez de presión, estuvo a punto de estallarnos en la cara. Por suerte el líder de la expedición consiguió discernir que algo iba mal a tiempo, librándonos de un destino que en ocasiones podía resultar apetecible. Finalmente conseguimos llegar al final del recorrido donde nos esperaban cinco arcos de piedra en los cuales se adentraban oscuros senderos y desprendían los ecos de voces y el sonido del hierro chocando contra la piedra.
- Dame un segundo – le respondí a Balagus mientras procedía con el mismo movimiento de antes. Me agaché, cogí un poco de tierra y la olí, esta vez haciendo uso de aquella magia llamada haki de observación. No podía reconocer las presencias de quienes estábamos buscando, pero sí conocer su ubicación -. Es por aquí – dije internándome en el segundo corredor de la izquierda. Al ver que nadie me seguía volví sobre mis pasos -. ¿No pretenderéis que vaya yo solo, verdad?
Continuamos la marcha por el sendero. A pocos metros de la anterior se encontraba otra trampa. Esta vez se trataba de un enorme cepo situado en mitad del sendero, aunque ocultado ligeramente bajo la tierra. No había duda de que el trampero que se había dedicado a crearlas no había puesto demasiado empeño, probablemente debido a las prisas. No obstante, fue suficiente para que el rubiales diese un traspié y mi palo redujese su tamaño unos pocos centímetros cuando los dientes de acero se cerraron sobre él.
- Me hubiese gustado ver lo que es capaz de hacer con el hueso – comenté mirando a Taito con una sonrisa pícara.
Más adelante otra trampa, esta vez de presión, estuvo a punto de estallarnos en la cara. Por suerte el líder de la expedición consiguió discernir que algo iba mal a tiempo, librándonos de un destino que en ocasiones podía resultar apetecible. Finalmente conseguimos llegar al final del recorrido donde nos esperaban cinco arcos de piedra en los cuales se adentraban oscuros senderos y desprendían los ecos de voces y el sonido del hierro chocando contra la piedra.
- Dame un segundo – le respondí a Balagus mientras procedía con el mismo movimiento de antes. Me agaché, cogí un poco de tierra y la olí, esta vez haciendo uso de aquella magia llamada haki de observación. No podía reconocer las presencias de quienes estábamos buscando, pero sí conocer su ubicación -. Es por aquí – dije internándome en el segundo corredor de la izquierda. Al ver que nadie me seguía volví sobre mis pasos -. ¿No pretenderéis que vaya yo solo, verdad?
Syxel
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Siguiendo la ruta escogida por Dharkel enseguida encontramos la primera trampa, lo cual nos confirmaba que estábamos siguiendo el camino correcto. Balagus, quién la detectó gracias a su olfato fue quién se encargó de la misma, prendiendo fuego al pequeño charco hasta que todo el aceite se hubo consumido. Tras desmontar lo que quedó de la trampa y tomar la urna para llevarla con nosotros seguimos avanzando, encontrándonos poco después con una segunda. Un cepo que se llevó parte de la vara de nuestro compañero y a punto estuvo de hacer lo mismo con el pie de Taito. No pude evitar que se me escapara una carcajada ante el oportuno comentario. Y estaba seguro de que, de no ser por mi presencia, el rubio habría empezado una pelea en aquel preciso instante.
De nuevo retomamos la marcha, algo más confiados por lo lamentable que habían sido los intentos de frenarnos. Pero dicha confianza enseguida nos pasó factura. Pues cuándo vi frente a nosotros la tierra removida, ya era tarde para detener a Taito. Su pie se posó sobre la misma, y el sonido casi imperceptible de algún mecanismo accionándose llegó hasta mis oídos. De manera casi instintiva di un paso al frente, empujando al grandullón hacia delante y quedando yo justo sobre la placa de presión que había pisado. Durante apenas una décima de segundo alcancé a ver el brillo metálico de la punta de una flecha saliendo de la pared a mi izquierda. Sabiéndome incapaz de evitarla hice lo primero que se me pasó por la cabeza, detenerla. Alcé las manos enseguida y las interpuse en su trayectoria. La punta del proyectil impactó en la palma de mi diestra, atravesando la carne y quedando incrustada en la misma.
Después de contener un quejido, y de unos segundos de completo silencio, la situación era digna de ser retratada. Completamente inmóvil, con la mano alzada y la flecha atravesando la misma, a escasos centímetros de mi rostro, la herida goteando sangre y una gota de sudor cayendo por mi sien. Sin duda será una buena historia para contar bebiendo.
- Podría haber sido peor - comenté para mis compañeros, restándole importancia. Con la mano libre partí el proyectil, para extraerlo con mayor facilidad, y rebusqué en mi bolsa hasta dar con una venda. - En unas horas no quedará ni rastro de la herida - continué mientras la cubría, haciendo referencia a mi capacidad de regeneración.
Tras intercambiar algunos comentarios sobre mi peculiar forma de encargarme de la trampa retomamos una vez más el camino, pues ya habíamos perdido mucho tiempo. Enseguida llegamos a una nueva intersección, encontrándonos esta vez frente a cinco opciones. Al igual que había hecho anteriormente, Dharkel se adelantó y comenzó a manosear la tierra, para acto seguido elegir un camino.
Balagus y Taito se miraban entre ellos, desconfiando, mientras Dharkel nos instaba a continuar. Por mi parte me tomé unos segundos, concentrándome en mi haki de observación, pues comenzaba a sentir algunas presencias, además de las nuestras. No pude alcanzar a determinar cuántas eran, pero ya no estaban lejos. Y, en efecto, se encontraban al final del camino escogido por nuestro peculiar rastreador. De nuevo fui el primero en dar un paso al frente, llevándome esta vez la mano izquierda a la cintura para desenvainar mi katana.
- Preparaos, ya estamos cerca. - Les indiqué justo antes de avanzar.
De nuevo retomamos la marcha, algo más confiados por lo lamentable que habían sido los intentos de frenarnos. Pero dicha confianza enseguida nos pasó factura. Pues cuándo vi frente a nosotros la tierra removida, ya era tarde para detener a Taito. Su pie se posó sobre la misma, y el sonido casi imperceptible de algún mecanismo accionándose llegó hasta mis oídos. De manera casi instintiva di un paso al frente, empujando al grandullón hacia delante y quedando yo justo sobre la placa de presión que había pisado. Durante apenas una décima de segundo alcancé a ver el brillo metálico de la punta de una flecha saliendo de la pared a mi izquierda. Sabiéndome incapaz de evitarla hice lo primero que se me pasó por la cabeza, detenerla. Alcé las manos enseguida y las interpuse en su trayectoria. La punta del proyectil impactó en la palma de mi diestra, atravesando la carne y quedando incrustada en la misma.
Después de contener un quejido, y de unos segundos de completo silencio, la situación era digna de ser retratada. Completamente inmóvil, con la mano alzada y la flecha atravesando la misma, a escasos centímetros de mi rostro, la herida goteando sangre y una gota de sudor cayendo por mi sien. Sin duda será una buena historia para contar bebiendo.
- Podría haber sido peor - comenté para mis compañeros, restándole importancia. Con la mano libre partí el proyectil, para extraerlo con mayor facilidad, y rebusqué en mi bolsa hasta dar con una venda. - En unas horas no quedará ni rastro de la herida - continué mientras la cubría, haciendo referencia a mi capacidad de regeneración.
Tras intercambiar algunos comentarios sobre mi peculiar forma de encargarme de la trampa retomamos una vez más el camino, pues ya habíamos perdido mucho tiempo. Enseguida llegamos a una nueva intersección, encontrándonos esta vez frente a cinco opciones. Al igual que había hecho anteriormente, Dharkel se adelantó y comenzó a manosear la tierra, para acto seguido elegir un camino.
Balagus y Taito se miraban entre ellos, desconfiando, mientras Dharkel nos instaba a continuar. Por mi parte me tomé unos segundos, concentrándome en mi haki de observación, pues comenzaba a sentir algunas presencias, además de las nuestras. No pude alcanzar a determinar cuántas eran, pero ya no estaban lejos. Y, en efecto, se encontraban al final del camino escogido por nuestro peculiar rastreador. De nuevo fui el primero en dar un paso al frente, llevándome esta vez la mano izquierda a la cintura para desenvainar mi katana.
- Preparaos, ya estamos cerca. - Les indiqué justo antes de avanzar.
Aridam H. Taito
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
El viaje por el túnel estaba resultando más tranquilo y apacible de lo que esperaba... o al menos eso pareció en un principio. No tardamos tanto en empezar a encontrar trampas peligrosas y que se habrían llevado la integridad física de más de uno si no hubiéramos tenido cuidado. Por suerte teníamos cuatro pares de ojos atentos. Y una boca muy habladora, la cual habría cerrado yo mismo de un puñetazo si nuestro capitán no me hubiera disuadido con la mirada.
Aunque claro, díganle eso al palo del pobre (literalmente, maldito pirata mendigo) Dharkel. O a mi pie, el cual también casi se despide de mí sin mi permiso. O a la mano de Syxel, que si sus poderes regenerativos eran maravillosos, no quería decir no fuera algo doloroso ver aquella flecha clavada de lado a lado de su palma. Culpa mía, por cierto, ya que se me pasó por algo una placa a presión. Error de novato, tendría que estar más atento al suelo.
De hecho, ¿por qué no nos habíamos repartido aquella tarea? Ahora que lo pensaba, resultaba un poco tonto que todos buscáramos a nuestro ritmo, cuando podría ir cada uno atento a una de las superficies del túnel para maximizar la posibilidad de detectar más trampas. Aunque bueno, ya no tenía caso. Al parecer tras varias vueltas y un rato de caminata, habíamos llegado al punto clave de nuestro viaje: los objetivos estaban cerca.
No pude evitar esbozar una sonrisa feroz y menear un poco los hombros. Tanto rato mirando al suelo y cabizbajo me estaban dando dolores de cuello y espalda ya. Mientras el resto preparaban sus armas, yo simplemente abrí y cerré los puños, preparado para salir disparado en cualquier momento contra el primero que se me metiera por delante. Mi papel era obvio: ser el ariete del grupo. El caos producido por mi súbita carga (cuando fuera el momento oportuno, claro) atraería toda la atención sobre mí... y puede que sobre el orcaso de cuatro por cuatro, aunque lo mismo si se mantenía lejos y usando su arco no sería un problema. Eso le daría a los más ágiles del grupo la oportunidad de mezclarse entre el grupo de infelices desordenados y aprovechar el factor sorpresa. Rápido, limpio y directo. Mi tipo de plan preferido.
Aunque... nadie ha hablado de planes aún. De hecho era posible que mis compañeros tuvieran otras ideas en la cabeza. Confiaba en Syxel, su criterio, y nuestra experiencia juntos como para improvisar algo sobre la marcha si salían las cosas mal, pero no podía decir lo mismo de los otros dos... y mucho menos del recién adquirido recluta. ¿Merecía la pena avisarles, ahora que cualquier ruido podía delatarnos?
Nah.
Mejor simplemente tomaba la inciativa y rezaba para que me pudieran seguir el ritmo.
Aunque claro, díganle eso al palo del pobre (literalmente, maldito pirata mendigo) Dharkel. O a mi pie, el cual también casi se despide de mí sin mi permiso. O a la mano de Syxel, que si sus poderes regenerativos eran maravillosos, no quería decir no fuera algo doloroso ver aquella flecha clavada de lado a lado de su palma. Culpa mía, por cierto, ya que se me pasó por algo una placa a presión. Error de novato, tendría que estar más atento al suelo.
De hecho, ¿por qué no nos habíamos repartido aquella tarea? Ahora que lo pensaba, resultaba un poco tonto que todos buscáramos a nuestro ritmo, cuando podría ir cada uno atento a una de las superficies del túnel para maximizar la posibilidad de detectar más trampas. Aunque bueno, ya no tenía caso. Al parecer tras varias vueltas y un rato de caminata, habíamos llegado al punto clave de nuestro viaje: los objetivos estaban cerca.
No pude evitar esbozar una sonrisa feroz y menear un poco los hombros. Tanto rato mirando al suelo y cabizbajo me estaban dando dolores de cuello y espalda ya. Mientras el resto preparaban sus armas, yo simplemente abrí y cerré los puños, preparado para salir disparado en cualquier momento contra el primero que se me metiera por delante. Mi papel era obvio: ser el ariete del grupo. El caos producido por mi súbita carga (cuando fuera el momento oportuno, claro) atraería toda la atención sobre mí... y puede que sobre el orcaso de cuatro por cuatro, aunque lo mismo si se mantenía lejos y usando su arco no sería un problema. Eso le daría a los más ágiles del grupo la oportunidad de mezclarse entre el grupo de infelices desordenados y aprovechar el factor sorpresa. Rápido, limpio y directo. Mi tipo de plan preferido.
Aunque... nadie ha hablado de planes aún. De hecho era posible que mis compañeros tuvieran otras ideas en la cabeza. Confiaba en Syxel, su criterio, y nuestra experiencia juntos como para improvisar algo sobre la marcha si salían las cosas mal, pero no podía decir lo mismo de los otros dos... y mucho menos del recién adquirido recluta. ¿Merecía la pena avisarles, ahora que cualquier ruido podía delatarnos?
Nah.
Mejor simplemente tomaba la inciativa y rezaba para que me pudieran seguir el ritmo.
Anon K. Noah
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
-ZZzzzzZZZzzz.........
Roncaba. Sip, me había quedado dormido por el aburrimiento. Igual debería haber salido a buscar a mis compañeros tal como planeé en un principio, pero tanto rato quieto en el mismo sitio, escondido bajo la barca... Me pasó factura. Acabé quedándome completamente sopa.
Menos mal que al final no pasó nada grave, y el grupo acabó llegando al lugar de encuentro sin problemas. Eso me despertó.
-A buenas horas... -mascullé entre bostezos-. ¿Se puede saber qué demonios ha pasado?
Mantuve una "agradable" charla con uno de los reclutas, el cual me puso al día con los últimos acontecimientos. Ya iba a dar por perdido a Jish al oír lo que había hecho, cuando este apareció por una esquina, acompañado del que fue a buscarlo.
-Ese es mi estafador favorito... -murmuré sonriendo mientras terminaba de preparar aquel bote.
Tras comprobar que no había nadie por los alrededores, y separar un bote o dos más como el primero, el grupo logró comenzar su "travesía" hacia la parte más difícil de la misión. Oh, la preocupación, el ansia, los nervios... y el hombre-pez nadando de espaldas tranquilamente al lado de uno de las pequeñas embarcaciones, conversando como si nada con el recluta de antes. Sí, me había caído bien el chaval. Se le notaba dispuesto y lleno de ilusiones. Ya tenía ganas de ver cómo todo su mundo se derrumbaba a su alrededor, y la cara que ponía cuando ocurriera.
-Shhh, ya estamos -me indicó susurrando ese mismo chaval-.
Yo por mi parte simplemente me hundí en el agua y nadé hacia la cadena, aprovechando mi forma de atravesar el agua como una aguja para tomar impulso y saltar cual delfín sin hacer un solo ruido de chapoteo. Aquello me permitió agarrarme a la extensión más o menos a mitad de altura, ganando cierta ventaja respecto a mis compañeros que aún se congregaban en la base.
¿Tenía prisa? Un poco. Lo cierto es que quería adelantarme. Pero no solo para asegurarme de que no hubieran miradas indiscretas, no...
Sino para intentar averiguar por mi cuenta quién carajos era la muchacha que se había colado en el mismo barco apenas momentos atrás. Si se pensaba que no la habíamos visto solo porque entraba y salía del agua, se había equivocado por completo. A mi vista de tiburón no se le escapaban cosas como esas, incluso a aquella distancia y con aquella escasa luminosidad. Es mas, podría haberla notado incluso sin verla, gracias al "sexto sentido tiburonil" (tiene su explicación científica, pero es un rollo y no la voy a dar ahora que me da pereza). ¿Acaso había más gente interesada en robar aquel barco? ¿O se trataba de un rezagado que iba a dar la voz de alarma? Fuera como fuera, no tenía tiempo de preocupar al resto con gilipolleces, me encargaría personalmente de aquel asunto y continuaríamos con la misión como si nada.
Mi capitán contaba conmigo. Mi hermano contaba conmigo. No podía defraudarles.
Roncaba. Sip, me había quedado dormido por el aburrimiento. Igual debería haber salido a buscar a mis compañeros tal como planeé en un principio, pero tanto rato quieto en el mismo sitio, escondido bajo la barca... Me pasó factura. Acabé quedándome completamente sopa.
Menos mal que al final no pasó nada grave, y el grupo acabó llegando al lugar de encuentro sin problemas. Eso me despertó.
-A buenas horas... -mascullé entre bostezos-. ¿Se puede saber qué demonios ha pasado?
Mantuve una "agradable" charla con uno de los reclutas, el cual me puso al día con los últimos acontecimientos. Ya iba a dar por perdido a Jish al oír lo que había hecho, cuando este apareció por una esquina, acompañado del que fue a buscarlo.
-Ese es mi estafador favorito... -murmuré sonriendo mientras terminaba de preparar aquel bote.
Tras comprobar que no había nadie por los alrededores, y separar un bote o dos más como el primero, el grupo logró comenzar su "travesía" hacia la parte más difícil de la misión. Oh, la preocupación, el ansia, los nervios... y el hombre-pez nadando de espaldas tranquilamente al lado de uno de las pequeñas embarcaciones, conversando como si nada con el recluta de antes. Sí, me había caído bien el chaval. Se le notaba dispuesto y lleno de ilusiones. Ya tenía ganas de ver cómo todo su mundo se derrumbaba a su alrededor, y la cara que ponía cuando ocurriera.
-Shhh, ya estamos -me indicó susurrando ese mismo chaval-.
Yo por mi parte simplemente me hundí en el agua y nadé hacia la cadena, aprovechando mi forma de atravesar el agua como una aguja para tomar impulso y saltar cual delfín sin hacer un solo ruido de chapoteo. Aquello me permitió agarrarme a la extensión más o menos a mitad de altura, ganando cierta ventaja respecto a mis compañeros que aún se congregaban en la base.
¿Tenía prisa? Un poco. Lo cierto es que quería adelantarme. Pero no solo para asegurarme de que no hubieran miradas indiscretas, no...
Sino para intentar averiguar por mi cuenta quién carajos era la muchacha que se había colado en el mismo barco apenas momentos atrás. Si se pensaba que no la habíamos visto solo porque entraba y salía del agua, se había equivocado por completo. A mi vista de tiburón no se le escapaban cosas como esas, incluso a aquella distancia y con aquella escasa luminosidad. Es mas, podría haberla notado incluso sin verla, gracias al "sexto sentido tiburonil" (tiene su explicación científica, pero es un rollo y no la voy a dar ahora que me da pereza). ¿Acaso había más gente interesada en robar aquel barco? ¿O se trataba de un rezagado que iba a dar la voz de alarma? Fuera como fuera, no tenía tiempo de preocupar al resto con gilipolleces, me encargaría personalmente de aquel asunto y continuaríamos con la misión como si nada.
Mi capitán contaba conmigo. Mi hermano contaba conmigo. No podía defraudarles.
Airok Bonny
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Ya estábamos encaminados y con buen rumbo, finalmente con todo el plan en marcha como estaba previsto. Jish, Gibbs, y Noah habían vuelto al grupo y estábamos ya todos prácticamente preparados.
A medio camino, Jish se dignó a hablarme tras un rato de obediencia sin rechistar lo más mínimo. Ya me extrañaba que durase tanto.
- ... Tú eras la segunda al mando y no sabías nada de esto… No dejes que vuelva a decidir algo por ti o tendremos un problema. -
- No pienso responder por los actos de Syxel en cuanto a lo que me cuenta o lo que no, eso es cosa suya - Pese al duro tono de mi voz, llevaba el suficiente tiempo con Jish como para saber cuando tenía razón y hablaba con sensatez. Esa era una de esas veces y merecía que lo sacara de dudas.
- Piensa un poco, este barco lo queremos para nosotros, lo necesitamos entero. Sólo piensa en los recursos que tenemos, el estado en el que dejaríamos el barco si lo abordamos como solemos hacer... No tenemos tiempo ni medios para restaurar ese navío prácticamente desde 0 -
Tras un rato más de conversación, Jish finalmente se dio por satisfecho. Por suerte ya me conocía y se centraba más en mis palabras que en el tono con que las decía, a diferencia del resto de la tripulación.
El plan inicial era que uno a uno y poco a poco nos iríamos infiltrando dejando aquel navío lo más desprotegido posible antes de entrar a la fuerza y con la escandalera que le caracterizaba a los reclutas, pero nada más llegar, una sombra sospechosa se movió frente a nosotros. Tras la reacción de Noah, aquella sombra aceleró el paso y subió por la cadena, lo que me hizo confirmar mis sospechas, si el gyojin había tratado de detenerla, es que definitivamente no era una ilusión, sino alguien que podría estropearnos los planes.
Nassor había despejado la mayor parte del barco por el lado del ancla, como estaba previsto, por lo que no había demasiado riesgo en ser vistos desde el mar. Aún así, debíamos de tener mucho cuidado y no armar demasiado alboroto, mucho menos después de haber visto aquel desconocido, el cual no sabíamos si era amigo o enemigo.
No dudé en indicar a Jish que trepara la cadena tras Noah y la sombra, a la vez que les hacía un gesto de silencio. El sigilo era lo más importante y amenazaba con perderse a causa de aquel molesto imprevisto.
Igualmente, uno a uno fueron subiendo, quedando yo de última junto a los demás tiradores para asegurar la retaguardia con las pistolas, y al mismo ritmo que avanzaban se escucharon gritos sordos de dolor y cuerpos que caían al agua. Ya no tardaría en comenzar la masacre, debíamos apurarnos para subir.
A medio camino, Jish se dignó a hablarme tras un rato de obediencia sin rechistar lo más mínimo. Ya me extrañaba que durase tanto.
- ... Tú eras la segunda al mando y no sabías nada de esto… No dejes que vuelva a decidir algo por ti o tendremos un problema. -
- No pienso responder por los actos de Syxel en cuanto a lo que me cuenta o lo que no, eso es cosa suya - Pese al duro tono de mi voz, llevaba el suficiente tiempo con Jish como para saber cuando tenía razón y hablaba con sensatez. Esa era una de esas veces y merecía que lo sacara de dudas.
- Piensa un poco, este barco lo queremos para nosotros, lo necesitamos entero. Sólo piensa en los recursos que tenemos, el estado en el que dejaríamos el barco si lo abordamos como solemos hacer... No tenemos tiempo ni medios para restaurar ese navío prácticamente desde 0 -
Tras un rato más de conversación, Jish finalmente se dio por satisfecho. Por suerte ya me conocía y se centraba más en mis palabras que en el tono con que las decía, a diferencia del resto de la tripulación.
El plan inicial era que uno a uno y poco a poco nos iríamos infiltrando dejando aquel navío lo más desprotegido posible antes de entrar a la fuerza y con la escandalera que le caracterizaba a los reclutas, pero nada más llegar, una sombra sospechosa se movió frente a nosotros. Tras la reacción de Noah, aquella sombra aceleró el paso y subió por la cadena, lo que me hizo confirmar mis sospechas, si el gyojin había tratado de detenerla, es que definitivamente no era una ilusión, sino alguien que podría estropearnos los planes.
Nassor había despejado la mayor parte del barco por el lado del ancla, como estaba previsto, por lo que no había demasiado riesgo en ser vistos desde el mar. Aún así, debíamos de tener mucho cuidado y no armar demasiado alboroto, mucho menos después de haber visto aquel desconocido, el cual no sabíamos si era amigo o enemigo.
No dudé en indicar a Jish que trepara la cadena tras Noah y la sombra, a la vez que les hacía un gesto de silencio. El sigilo era lo más importante y amenazaba con perderse a causa de aquel molesto imprevisto.
Igualmente, uno a uno fueron subiendo, quedando yo de última junto a los demás tiradores para asegurar la retaguardia con las pistolas, y al mismo ritmo que avanzaban se escucharon gritos sordos de dolor y cuerpos que caían al agua. Ya no tardaría en comenzar la masacre, debíamos apurarnos para subir.
Balagus
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Dharkel fue, sorprendentemente, el primero que aceptó mi sugerencia y se inclinó sobre el suelo para olerla. Aquel método, sumado a su repentino afán voluntarioso me hicieron fruncir el ceño, profundamente desconfiado, pues lo que acababa de hacer no tenía sentido si ni mi sensible olfato podía dar con un rastro claro allí. Entre lo que acababa de presenciar y su dudosa manera de resolver bifurcaciones mostrada con anterioridad, todas las dudas que se habían negado a abandonarme sobre la intención del desharrapado de ocultarnos todo su poder, desaparecieron sin dejar rastro ni un número al que llamar.
De todas formas, Silver no había dejado de confiar en él, y este era el peor momento para iniciar una trifulca entre nosotros. Decidí dejar el tema para una ocasión más propicia en el futuro, mas no quise ahorrarme una mirada significativa a nuestro capitán para asegurarme de que aprobaba la decisión de nuestro compañero.
Verle avanzar fue toda la confirmación que necesitaba. La impetuosa carga agresiva de Taito me forzó a dejarle paso y seguí al grupo con el arco preparado. Revisé mis hachas y sus sujeciones con un rápido movimiento de la mano derecha, pues no descartaba la posibilidad de necesitarlas en un campo de batalla reducido.
Los recodos que nos acercaban a las voces de nuestros objetivos se fueron angostando hasta el punto en el que andar casi de rodillas dejó de servirme. Mis compañeros, por supuesto, podían seguir caminando sin problemas, pero yo llegué al punto de moverme a gatas para no hacer ruido y que mi cabeza no chocara con rocas y estalactitas continuamente.
El destino fue una sala mediana, muy bien alumbrada con varias linternas y candiles de aceite y media docena de cofres de aspecto mugriento. Cuatro oficiales conversaban entre sí y con el capitán, todos ellos bien armados y pertrechados para cualquier eventualidad como la que acababa de presentarse. Un pequeño grupo de seis fornidos grumetes picaban sin descansar en una fosa de la que, presumiblemente, se habrían extraído los baúles mencionados.
Taito entró causando el mismo tumulto que diez hombres y en la mitad de tiempo. Los subalternos de mayor graduación pudieron apartarse al haber oído el estrépito antes de haberlo visto y desenfundaron sus armas sin dudar: un hacha de gran tamaño, una maza alargada, un par de pistolas y un imponente cuchillo de carnicero. El capitán, un hombre corpulento e imponente de espesa barba y gesto serio no tuvo muchas dificultades en apartarse de la trayectoria del intruso, dejando expeditos a los sorprendidos mineros ante el vendaval de golpes y violencia.
- Ah, Syxel. -Saludó a nuestro jefe tan pronto como lo vio salir por la galería. Su tono no parecía ni sorprendido ni atemorizado.- Supuse que tarde o temprano tendría que ver tu fea cara de nuevo. Y... la de tus nuevos lacayos. -Puntializó, con un desprecio que me erizó el pelo de ira al escucharlo desde el túnel. Mientras hablaba, Syxel se posicionó frente a él y nos dejó sitio a Dharkel y a mí para salir de las sombras, mientras el cuarto integrante de nuestra pandilla terminaba de dar cuenta de sus víctimas.- Buscas esto, ¿verdad? -Levantó la mano derecha, cuyo antebrazo estaba protegido por un brazal de brillo y aspecto sumamente extraños, para dejar ver claramente un simpre anillo de plata con grabados en su dedo.- Lamento enormemente que tu viaje ha sido en vano. ¡Matadlos!
La refriega estalló de inmediato, pues ya había sido contenida demasiado tiempo, y yo aproveché para erguirme en mi totalidad y disparar la flecha de mi arco. Mi objetivo, el sujeto de las pistolas, se apartó rápidamente, logrando evitando el enorme proyectil por escasos centímetros. El último de los mineros, sensiblemente herido y apaleado, trepó por el borde de la zanja para alejarse de la ira de su agresor sólo para recibir mi disparo en todo el pecho y quedar ensartado en la pared del fondo.
Gruñí, contrariado, y cargué otra flecha, mas un par de balas en el brazo y la pierna izquierdos me retrasaron. Para mí, los proyectiles humanos eran mucho menos dolorosos, pero si recibía los suficientes podía tener serios problemas.
Disparé, volviendo a fallar, y a cambio fui golpeado por cuatro balas más de las que me tuve que cubrir forzosamente. Ahora tenía cinco pequeñas heridas en mis brazos, y algo me decía que aquel sujeto al que estaba intentando matar era demasiado ágil para derrotarlo en un combate a larga distancia, así como endiabladamente rápido con el gatillo.
Con un bramido, me lancé a la carrera contra mi enemigo, agachado y cubriéndome la cabeza con el brazo izquierdo. Tiré el arco al suelo y desenfundé un hacha antes de alcanzar mi destino, donde alcé mi arma y la dejé caer con brutalidad sobre el lugar en el que debía encontrar a un pirata.
El barco pirata permanecía silencioso y tranquilo. Nadie había vuelto a saber de Nassor, pero todos confiaban en que supiera hacer su parte. Bueno, todos excepto Nailah, que no tenía ni idea del lío en el que se acababa de meter.
El grupo de Airok ascendió por el lateral del barco sin hacer ruido, con Noah a la cabeza para dar con la mujer intrusa antes que nadie. El resto iniciaron la operación inmediatamente, asesinando tripulantes según la jefa trepaba por la cadena del ancla. No obstante, los planes se fueron al garete abruptamente cuando Jish, en su empeño por alejarse de la matanza, se encontró de bruces con cinco piratas jugando a las cartas dentro del comedor. El estafador, sin cambiar en absoluto su gesto, empezó a excusarse cuando cinco pistolas al unísono se alzaron, apuntando a su cara, y cinco martillos percutores repicaron al unísono.
Noah persiguió a la desconocida, temiendo que pudiera echar por tierra todo y sin saber que eso ya estaba a punto de hacerlo su compañero. Afortunadamente, logró dar con su objetivo, oculto entre unos barriles mientras replanteaba la lógica de su estrategia. El ruido de su encuentro y su conversación ligeramente subida de volumen atrajo al subcapitán, que patrullaba cerca, y se asomó por encima de los contenedores.
- ¿Papeles, por favor? –Preguntó con sarcasmo, arqueando una ceja y torciendo el gesto en claro desagrado. En apenas unos segundos, Noah y Nailah vieron el puño, protegido con un guante de combate, del segundo oficial descendiendo a toda velocidad hacia ellos.
Los reclutas rápidamente se encontraron también con varios grumetes, atraídos por el ruido. Seis piratas habían sido asesinados, pero todavía quedaban otros catorce, contando los de la cocina, y el subcapitán. Nassor, por suerte, no permaneció quieto y asesinó a dos vigilantes en los camarotes antes de que subieran a la cubierta para identificar la fuente del jaleo.
De todas formas, Silver no había dejado de confiar en él, y este era el peor momento para iniciar una trifulca entre nosotros. Decidí dejar el tema para una ocasión más propicia en el futuro, mas no quise ahorrarme una mirada significativa a nuestro capitán para asegurarme de que aprobaba la decisión de nuestro compañero.
Verle avanzar fue toda la confirmación que necesitaba. La impetuosa carga agresiva de Taito me forzó a dejarle paso y seguí al grupo con el arco preparado. Revisé mis hachas y sus sujeciones con un rápido movimiento de la mano derecha, pues no descartaba la posibilidad de necesitarlas en un campo de batalla reducido.
Los recodos que nos acercaban a las voces de nuestros objetivos se fueron angostando hasta el punto en el que andar casi de rodillas dejó de servirme. Mis compañeros, por supuesto, podían seguir caminando sin problemas, pero yo llegué al punto de moverme a gatas para no hacer ruido y que mi cabeza no chocara con rocas y estalactitas continuamente.
El destino fue una sala mediana, muy bien alumbrada con varias linternas y candiles de aceite y media docena de cofres de aspecto mugriento. Cuatro oficiales conversaban entre sí y con el capitán, todos ellos bien armados y pertrechados para cualquier eventualidad como la que acababa de presentarse. Un pequeño grupo de seis fornidos grumetes picaban sin descansar en una fosa de la que, presumiblemente, se habrían extraído los baúles mencionados.
Taito entró causando el mismo tumulto que diez hombres y en la mitad de tiempo. Los subalternos de mayor graduación pudieron apartarse al haber oído el estrépito antes de haberlo visto y desenfundaron sus armas sin dudar: un hacha de gran tamaño, una maza alargada, un par de pistolas y un imponente cuchillo de carnicero. El capitán, un hombre corpulento e imponente de espesa barba y gesto serio no tuvo muchas dificultades en apartarse de la trayectoria del intruso, dejando expeditos a los sorprendidos mineros ante el vendaval de golpes y violencia.
- Ah, Syxel. -Saludó a nuestro jefe tan pronto como lo vio salir por la galería. Su tono no parecía ni sorprendido ni atemorizado.- Supuse que tarde o temprano tendría que ver tu fea cara de nuevo. Y... la de tus nuevos lacayos. -Puntializó, con un desprecio que me erizó el pelo de ira al escucharlo desde el túnel. Mientras hablaba, Syxel se posicionó frente a él y nos dejó sitio a Dharkel y a mí para salir de las sombras, mientras el cuarto integrante de nuestra pandilla terminaba de dar cuenta de sus víctimas.- Buscas esto, ¿verdad? -Levantó la mano derecha, cuyo antebrazo estaba protegido por un brazal de brillo y aspecto sumamente extraños, para dejar ver claramente un simpre anillo de plata con grabados en su dedo.- Lamento enormemente que tu viaje ha sido en vano. ¡Matadlos!
La refriega estalló de inmediato, pues ya había sido contenida demasiado tiempo, y yo aproveché para erguirme en mi totalidad y disparar la flecha de mi arco. Mi objetivo, el sujeto de las pistolas, se apartó rápidamente, logrando evitando el enorme proyectil por escasos centímetros. El último de los mineros, sensiblemente herido y apaleado, trepó por el borde de la zanja para alejarse de la ira de su agresor sólo para recibir mi disparo en todo el pecho y quedar ensartado en la pared del fondo.
Gruñí, contrariado, y cargué otra flecha, mas un par de balas en el brazo y la pierna izquierdos me retrasaron. Para mí, los proyectiles humanos eran mucho menos dolorosos, pero si recibía los suficientes podía tener serios problemas.
Disparé, volviendo a fallar, y a cambio fui golpeado por cuatro balas más de las que me tuve que cubrir forzosamente. Ahora tenía cinco pequeñas heridas en mis brazos, y algo me decía que aquel sujeto al que estaba intentando matar era demasiado ágil para derrotarlo en un combate a larga distancia, así como endiabladamente rápido con el gatillo.
Con un bramido, me lancé a la carrera contra mi enemigo, agachado y cubriéndome la cabeza con el brazo izquierdo. Tiré el arco al suelo y desenfundé un hacha antes de alcanzar mi destino, donde alcé mi arma y la dejé caer con brutalidad sobre el lugar en el que debía encontrar a un pirata.
El barco pirata permanecía silencioso y tranquilo. Nadie había vuelto a saber de Nassor, pero todos confiaban en que supiera hacer su parte. Bueno, todos excepto Nailah, que no tenía ni idea del lío en el que se acababa de meter.
El grupo de Airok ascendió por el lateral del barco sin hacer ruido, con Noah a la cabeza para dar con la mujer intrusa antes que nadie. El resto iniciaron la operación inmediatamente, asesinando tripulantes según la jefa trepaba por la cadena del ancla. No obstante, los planes se fueron al garete abruptamente cuando Jish, en su empeño por alejarse de la matanza, se encontró de bruces con cinco piratas jugando a las cartas dentro del comedor. El estafador, sin cambiar en absoluto su gesto, empezó a excusarse cuando cinco pistolas al unísono se alzaron, apuntando a su cara, y cinco martillos percutores repicaron al unísono.
Noah persiguió a la desconocida, temiendo que pudiera echar por tierra todo y sin saber que eso ya estaba a punto de hacerlo su compañero. Afortunadamente, logró dar con su objetivo, oculto entre unos barriles mientras replanteaba la lógica de su estrategia. El ruido de su encuentro y su conversación ligeramente subida de volumen atrajo al subcapitán, que patrullaba cerca, y se asomó por encima de los contenedores.
- ¿Papeles, por favor? –Preguntó con sarcasmo, arqueando una ceja y torciendo el gesto en claro desagrado. En apenas unos segundos, Noah y Nailah vieron el puño, protegido con un guante de combate, del segundo oficial descendiendo a toda velocidad hacia ellos.
Los reclutas rápidamente se encontraron también con varios grumetes, atraídos por el ruido. Seis piratas habían sido asesinados, pero todavía quedaban otros catorce, contando los de la cocina, y el subcapitán. Nassor, por suerte, no permaneció quieto y asesinó a dos vigilantes en los camarotes antes de que subieran a la cubierta para identificar la fuente del jaleo.
Jish
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Tal y como lo habíamos acordado, no había nadie a la vista en la bodega de estribor. Teníamos vía libre para el asalto, cortesía de Nassor. No tarde demasiado en rezagarme. No tenía ningún interés en una pelea, así que para ellos toda la gloria y la matanza.
“Al fin y al cabo tú ya has cumplido tu parte, que ellos se encarguen del resto” - me dije a mi mismo mientras abría la puerta de una habitación. Quizás, con algo de suerte, podría comenzar el saqueo antes de que terminara la batalla.
Mis esperanzas se truncaron al abrir aquella puerta. Cinco sujetos, que jugaban a las cartas en la mesa de un improvisado comedor, se giraron alarmados. Por algún motivo no esperaban ser descubiertos, pero al percatarse de que no era uno de los suyos sacaron sus pistolas al unísono. Parecían casi tan confundidos como yo.
- Vaya, vaya, vaya… ¿A quién tenemos aquí? ¿Tú que dices Baro? – inquirió el primero.
- Parece un cachorro abandonado, aunque no sabría decir de que raza ¿Elsau? ¿Hau? ¿Ima? – respondió el tal Baro, pidiéndole opiniones al resto de sus camaradas.
- Parece un tonto común, son muy corrientes en el North Blue – se burló el de la derecha, Ima quizás.
- Sea como sea estas en un problema, perro ¿Alguna idea para tu final? – volvió a intervenir el primero.
- ¿Mi final? Para nada, creedme he estado mucho peor. Sois grumetes ¿verdad? La verdad es que me resulta más cómodo lidiar vosotros que con esos engreídos de guerreras con galones y sombreros elegantes.
Durante un instante los cinco se miraron confundidos.
- ¿Grumetes? Te equivocas, somos piratas de pleno derecho y tu estas en un problema – respondió enojado uno de los que aún no había intervenido, Hau o Elsau.
– Dime, pirata ¿Quién se queda vigilando un barco mientras los demás se dan la fiesta padre en la playa? Yo te lo diré, los pringaos así que a otro con ese rollo de pirata de pleno derecho. Sois los parias de la tripulación, no cuentan con vosotros ni para vigilar a los borrachos y eso es un hecho.
Era una finta destinada a alterarlos y hacerlos hablar, pero me sentí secretamente conmocionado cuando aquellos hombres rechinaron los dientes y aceptaron la provocación en silencio.
- ¿Quién eres? Nada de juegos.
- Soy vuestro pasaporte para salir de esta con vida. Vuestro barco… no, vuestra tripulación está siendo asaltada por otra banda de piratas que creen que sois débiles y descuidados, y deben tener razón, al menos a medias, dado que sois incapaces de actuar contra ellos.
- ¿Esperas que nos creamos las palabras de un polizón? Harías lo que fuera con tal de salir de esta.
Reí alegremente entre dientes.
- Mi palabra es todo cuanto poseo ¿Hace cuánto creéis que comenzó el ataque? ¿Creéis honradamente que los asaltantes habrían podido sobrevivir durante tanto tiempo como lo han hecho si no contaran con algunos miembros de vuestra tripulación entre sus filas? La situación se os fue de las manos hace ya algún tiempo ¿De qué otro modo creéis que logré entrar aquí? – no tenía ningún motivo para mentir, a juzgar por la expresión de incertidumbre que afloró en las caras de aquellos tipos, era una afirmación con cierto fundamento.
- ¿Quien? – tartamudeo uno de los rufianes, apretando aún más fuerte la pistola.
“Esto es casi demasiado fácil” - pensé y sonreí.
- A su tiempo, grumetillos. Consideremos primero nuestro conflicto más inmediato. Me gustaría salir de aquí con vida y asumo que vosotros también, tenemos una causa común. Como bien dije antes, vuestra supervivencia está ligada a la mía. Tal y como yo lo veo, podéis dispararme y salir ahí fuera a morir por una causa perdida o podemos quedarnos aquí sin hacer ruido como buenos camaradas. Si los vuestros ganan habréis apresado a un subintendente y si ganan los míos os habréis asegurado de salir ilesos.
- ¿Ilesos? ¿Y esperas que nos fiemos de tu palabra? ¿Que no romperás el trato en cuanto no te seamos útiles? Eres un mocoso ¿Por qué deberíamos creer que tus superiores respetarían tu trato? Por lo que a nosotros respecta tan solo eres un charlatán.
- ¿Superiores? Esa sí que es buena, yo soy mi propio dueño ¿Qué clase de pirata seria si me inclinara ante alguien? Ya lo dije, mi palabra es todo cuanto poseo – me jacté lleno de orgullo – Lo primero es lo primero. Puedo conseguir que os perdonen la vida e incluso que consigáis un hueco en nuestra tripulación, pero a cambio debéis darme todas vuestras armas. Cuando el resto de esos novatos hayan terminado de asaltar el barco, me encargaré de hablar a vuestro favor y si os portáis bien puede que algo más.
- Creo que sigues sin comprender tu situación… - espetó Ima, acercando aún más el cañón del arma a mi pecho.
- No, sois vosotros los que no entendéis la situación. El destino ha querido que, por fortuna para vosotros, nuestros caminos se crucen ¡La bandera negra os ayudo a escapar del yugo del gobierno, dándoos la esperanza de una nueva vida! ¿Aun os queda una pizca de decencia? ¡Vosotros también sois piratas! ¡¿Por qué demonios os inclináis ante nadie?! No importa la lealtad con la que sirváis a vuestros oficiales o a vuestro capitán, al final ellos solo os ven como unos perros ¡Unos perros que nunca pueden levantar la cabeza! Yo no soy el secuestrado aquí, soy más libre de lo que vosotros seréis jamás y os estoy dando una oportunidad única.
El silencio se paseó a sus anchas por el comedor, hasta que finalmente volví a hablar.
- Podéis llamarme Jish, seguro que no conocéis mis hazañas, no suelo airear con tanta libertad mis logros como el resto de piratas. Pero hay algo que si deberíais saber, es más fácil prosperar bajo el mando de un tipo listo, que bajo el de uno fuerte... Servidme bien y sabré recompensaros – admití sin más, mostrando una sonrisa petulante - Ahora dadme las armas.
“Al fin y al cabo tú ya has cumplido tu parte, que ellos se encarguen del resto” - me dije a mi mismo mientras abría la puerta de una habitación. Quizás, con algo de suerte, podría comenzar el saqueo antes de que terminara la batalla.
Mis esperanzas se truncaron al abrir aquella puerta. Cinco sujetos, que jugaban a las cartas en la mesa de un improvisado comedor, se giraron alarmados. Por algún motivo no esperaban ser descubiertos, pero al percatarse de que no era uno de los suyos sacaron sus pistolas al unísono. Parecían casi tan confundidos como yo.
- Vaya, vaya, vaya… ¿A quién tenemos aquí? ¿Tú que dices Baro? – inquirió el primero.
- Parece un cachorro abandonado, aunque no sabría decir de que raza ¿Elsau? ¿Hau? ¿Ima? – respondió el tal Baro, pidiéndole opiniones al resto de sus camaradas.
- Parece un tonto común, son muy corrientes en el North Blue – se burló el de la derecha, Ima quizás.
- Sea como sea estas en un problema, perro ¿Alguna idea para tu final? – volvió a intervenir el primero.
- ¿Mi final? Para nada, creedme he estado mucho peor. Sois grumetes ¿verdad? La verdad es que me resulta más cómodo lidiar vosotros que con esos engreídos de guerreras con galones y sombreros elegantes.
Durante un instante los cinco se miraron confundidos.
- ¿Grumetes? Te equivocas, somos piratas de pleno derecho y tu estas en un problema – respondió enojado uno de los que aún no había intervenido, Hau o Elsau.
– Dime, pirata ¿Quién se queda vigilando un barco mientras los demás se dan la fiesta padre en la playa? Yo te lo diré, los pringaos así que a otro con ese rollo de pirata de pleno derecho. Sois los parias de la tripulación, no cuentan con vosotros ni para vigilar a los borrachos y eso es un hecho.
Era una finta destinada a alterarlos y hacerlos hablar, pero me sentí secretamente conmocionado cuando aquellos hombres rechinaron los dientes y aceptaron la provocación en silencio.
- ¿Quién eres? Nada de juegos.
- Soy vuestro pasaporte para salir de esta con vida. Vuestro barco… no, vuestra tripulación está siendo asaltada por otra banda de piratas que creen que sois débiles y descuidados, y deben tener razón, al menos a medias, dado que sois incapaces de actuar contra ellos.
- ¿Esperas que nos creamos las palabras de un polizón? Harías lo que fuera con tal de salir de esta.
Reí alegremente entre dientes.
- Mi palabra es todo cuanto poseo ¿Hace cuánto creéis que comenzó el ataque? ¿Creéis honradamente que los asaltantes habrían podido sobrevivir durante tanto tiempo como lo han hecho si no contaran con algunos miembros de vuestra tripulación entre sus filas? La situación se os fue de las manos hace ya algún tiempo ¿De qué otro modo creéis que logré entrar aquí? – no tenía ningún motivo para mentir, a juzgar por la expresión de incertidumbre que afloró en las caras de aquellos tipos, era una afirmación con cierto fundamento.
- ¿Quien? – tartamudeo uno de los rufianes, apretando aún más fuerte la pistola.
“Esto es casi demasiado fácil” - pensé y sonreí.
- A su tiempo, grumetillos. Consideremos primero nuestro conflicto más inmediato. Me gustaría salir de aquí con vida y asumo que vosotros también, tenemos una causa común. Como bien dije antes, vuestra supervivencia está ligada a la mía. Tal y como yo lo veo, podéis dispararme y salir ahí fuera a morir por una causa perdida o podemos quedarnos aquí sin hacer ruido como buenos camaradas. Si los vuestros ganan habréis apresado a un subintendente y si ganan los míos os habréis asegurado de salir ilesos.
- ¿Ilesos? ¿Y esperas que nos fiemos de tu palabra? ¿Que no romperás el trato en cuanto no te seamos útiles? Eres un mocoso ¿Por qué deberíamos creer que tus superiores respetarían tu trato? Por lo que a nosotros respecta tan solo eres un charlatán.
- ¿Superiores? Esa sí que es buena, yo soy mi propio dueño ¿Qué clase de pirata seria si me inclinara ante alguien? Ya lo dije, mi palabra es todo cuanto poseo – me jacté lleno de orgullo – Lo primero es lo primero. Puedo conseguir que os perdonen la vida e incluso que consigáis un hueco en nuestra tripulación, pero a cambio debéis darme todas vuestras armas. Cuando el resto de esos novatos hayan terminado de asaltar el barco, me encargaré de hablar a vuestro favor y si os portáis bien puede que algo más.
- Creo que sigues sin comprender tu situación… - espetó Ima, acercando aún más el cañón del arma a mi pecho.
- No, sois vosotros los que no entendéis la situación. El destino ha querido que, por fortuna para vosotros, nuestros caminos se crucen ¡La bandera negra os ayudo a escapar del yugo del gobierno, dándoos la esperanza de una nueva vida! ¿Aun os queda una pizca de decencia? ¡Vosotros también sois piratas! ¡¿Por qué demonios os inclináis ante nadie?! No importa la lealtad con la que sirváis a vuestros oficiales o a vuestro capitán, al final ellos solo os ven como unos perros ¡Unos perros que nunca pueden levantar la cabeza! Yo no soy el secuestrado aquí, soy más libre de lo que vosotros seréis jamás y os estoy dando una oportunidad única.
El silencio se paseó a sus anchas por el comedor, hasta que finalmente volví a hablar.
- Podéis llamarme Jish, seguro que no conocéis mis hazañas, no suelo airear con tanta libertad mis logros como el resto de piratas. Pero hay algo que si deberíais saber, es más fácil prosperar bajo el mando de un tipo listo, que bajo el de uno fuerte... Servidme bien y sabré recompensaros – admití sin más, mostrando una sonrisa petulante - Ahora dadme las armas.
Aridam H. Taito
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Tal como asumimos, al doblar una esquina unas sombras indicaron la presencia inmediata de nuestros enemigos. Sin dudar, aceleré el paso, "obligando" a Balagus a apartarse para facilitarme la maniobra, pues el túnel se estrechaba más de lo que esperábamos a cada paso.
Por suerte, para alguien como yo eso no suponía un problema, aún había espacio de sobra para lo que pretendía hacer, pero no podía evitar sentir algo de pena por el semi-gigante que nos tenía que acompañar. Al ser de los más altos de la tripulación sin contar con él, comprendía muy bien lo que eran los "problemas de gente alta", si bien en una escala más... humana.
Varias cabezas se giraron en mi dirección cuando aparecí.
Otras tantas se volvieron a girar en sentido contrario al recibir mi puñetazo.
Sin explicaciones ni previos avisos, había pasado a mi forma híbrida para poder sacar dos pares de brazos adicionales con los que provocar el caos, y casualmente seis eran también los piratas enemigos que tenía más a tiro. Incluso tratándose de fornidos mineros, mi propia complexión al entrar en aquella forma era algo que nunca en su vida podían esperar igualar, y antes de que el primer cuerpo cayera inconsciente al suelo, otros dos ya volaban por el aire.
Por desgracia los de mayor "rango" (o eso quería suponer por sus actitudes confiadas y el hecho de que portasen armas llamativas) habían logrado evitar con facilidad mi carga a ciegas, dejándome pasar como si no fuera más que una mosca. Cabreado, pensé en girarme y saltarles al cuello, pero primero tenía que terminar lo que había empezado.
Con un grito inhumano, salté en medio del trío restante, que ya empezaba a ponerse en guardia. Dos brazos por la izquierda y dos más por la derecha, eso fue mi defensa al sujetar los picos que se dirigían a mi persona. Los brazos restantes sujetaron las cabezas de aquellos infelices y...
-Now, kiss...
... las hicieron chocar con tanta fuerza que casi se pudo oír un "clonk" como resultado.
El último hombre, a pesar de su musculatura, no pudo evitar temblar de arriba a abajo al ver la criatura infernal (y nunca mejor dicho) que se le acercaba, imparable. Pero eso no evitó que lo cogiera de los pies y lo sacudiera con tanta fuerza contra una de las paredes, que el túnel entero amenazó con derrumbarse. Por suerte lo único que se desprendió fue un trozo de la tierra ya a medio picar de aquel mismo muro, dejando a la vista un cofre adicional. Solo entonces me percaté de la existencia de los otros seis, comprendiendo al fin qué demonios hacían allá abajo.
-¡Vaya! Si tuviéramos mano de obra como tú, el trabajo sería siempre mucho más sencillo -bromeó una voz socarrona-. ¿Qué me dices? ¿No te interesaría por casualidad pasarte a nuestro bando?
Al girarme pude ver al hombre de la maza separarse un poco del resto, para ir a mi encuentro. Más allá estaba estallando el conflicto entre los dos bandos también, pero este se había separado al parecer con sus propios planes. Podía ver en su rostro la fanfarronería típica de los de su calaña, ante lo cual solo pude responder una cosa:
-... Vete al infierno.
Y sin más, me dispuse a lanzarme contra él. Por su parte, sujetó con firmeza su arma y suspiró, preparándose para la embestida.
-Me lo imaginaba... Una auténtica pena, entonces tendré que ¡MATARTE!
Sincronizado con sus palabras, su arma trazó un arco por detrás de su espalda y encima de su cabeza, apenas rozando el techo en el proceso (se notaba que estaba más acostumbrado que nosotros a actuar en aquel lugar) y dirigiéndose peligrosamente al sitio donde estaría yo en unos segundos.
Con un pequeño paso lateral pude evitar un impacto directo, retrocediendo antes de que el susodicho atentara nuevamente contra mí usando esta vez el otro extremo del arma (el del mango). No obstante, uno de mis brazos izquierdos adicionales quedó inutilizado, obligándome a hacerlo desaparecer para no tener un peso muerto en mi costado. Esto también me forzó a ajustar ligeramente mi postura, ya que mi centro de gravedad y por tanto mi equilibrio se había visto modificado ligeramente al hacerlo.
-Vaaamos, vaaamos. ¿No me digas que eso es todo lo que podías hacer?
Fruncí el ceño, cabreándome cada vez más con la actitud de aquel tipo.
Como. Odiaba. A. Los. Charlatanes.
En ese momento una flecha del tamaño de una lanza pasó por nuestro lado, impactando inocentemente en uno de los muros a mi lado. Parecía que Balagus había entrado en acción también. A sabiendas de que no tendría que preocuparme más de los otros piratas, y que podía darme el gustazo de un uno contra uno sin camisa contra el subnormal aquel, hice sonar mis nudillos mientras una sonrisa salvaje aparecía en mi rostro.
Antes de lanzarme de nuevo de frente, con intención de repetir la jugada de antes con los picos y detener su maza cuando fuera a blandirla usando mi enorme fuerza y cuatro de mis brazos, dejando así el quinto libre para intentar hundirle el estómago de un puñetazo, murmuré:
-A bailar, hijo de puta...
Por suerte, para alguien como yo eso no suponía un problema, aún había espacio de sobra para lo que pretendía hacer, pero no podía evitar sentir algo de pena por el semi-gigante que nos tenía que acompañar. Al ser de los más altos de la tripulación sin contar con él, comprendía muy bien lo que eran los "problemas de gente alta", si bien en una escala más... humana.
Varias cabezas se giraron en mi dirección cuando aparecí.
Otras tantas se volvieron a girar en sentido contrario al recibir mi puñetazo.
Sin explicaciones ni previos avisos, había pasado a mi forma híbrida para poder sacar dos pares de brazos adicionales con los que provocar el caos, y casualmente seis eran también los piratas enemigos que tenía más a tiro. Incluso tratándose de fornidos mineros, mi propia complexión al entrar en aquella forma era algo que nunca en su vida podían esperar igualar, y antes de que el primer cuerpo cayera inconsciente al suelo, otros dos ya volaban por el aire.
Por desgracia los de mayor "rango" (o eso quería suponer por sus actitudes confiadas y el hecho de que portasen armas llamativas) habían logrado evitar con facilidad mi carga a ciegas, dejándome pasar como si no fuera más que una mosca. Cabreado, pensé en girarme y saltarles al cuello, pero primero tenía que terminar lo que había empezado.
Con un grito inhumano, salté en medio del trío restante, que ya empezaba a ponerse en guardia. Dos brazos por la izquierda y dos más por la derecha, eso fue mi defensa al sujetar los picos que se dirigían a mi persona. Los brazos restantes sujetaron las cabezas de aquellos infelices y...
-Now, kiss...
... las hicieron chocar con tanta fuerza que casi se pudo oír un "clonk" como resultado.
El último hombre, a pesar de su musculatura, no pudo evitar temblar de arriba a abajo al ver la criatura infernal (y nunca mejor dicho) que se le acercaba, imparable. Pero eso no evitó que lo cogiera de los pies y lo sacudiera con tanta fuerza contra una de las paredes, que el túnel entero amenazó con derrumbarse. Por suerte lo único que se desprendió fue un trozo de la tierra ya a medio picar de aquel mismo muro, dejando a la vista un cofre adicional. Solo entonces me percaté de la existencia de los otros seis, comprendiendo al fin qué demonios hacían allá abajo.
-¡Vaya! Si tuviéramos mano de obra como tú, el trabajo sería siempre mucho más sencillo -bromeó una voz socarrona-. ¿Qué me dices? ¿No te interesaría por casualidad pasarte a nuestro bando?
Al girarme pude ver al hombre de la maza separarse un poco del resto, para ir a mi encuentro. Más allá estaba estallando el conflicto entre los dos bandos también, pero este se había separado al parecer con sus propios planes. Podía ver en su rostro la fanfarronería típica de los de su calaña, ante lo cual solo pude responder una cosa:
-... Vete al infierno.
Y sin más, me dispuse a lanzarme contra él. Por su parte, sujetó con firmeza su arma y suspiró, preparándose para la embestida.
-Me lo imaginaba... Una auténtica pena, entonces tendré que ¡MATARTE!
Sincronizado con sus palabras, su arma trazó un arco por detrás de su espalda y encima de su cabeza, apenas rozando el techo en el proceso (se notaba que estaba más acostumbrado que nosotros a actuar en aquel lugar) y dirigiéndose peligrosamente al sitio donde estaría yo en unos segundos.
Con un pequeño paso lateral pude evitar un impacto directo, retrocediendo antes de que el susodicho atentara nuevamente contra mí usando esta vez el otro extremo del arma (el del mango). No obstante, uno de mis brazos izquierdos adicionales quedó inutilizado, obligándome a hacerlo desaparecer para no tener un peso muerto en mi costado. Esto también me forzó a ajustar ligeramente mi postura, ya que mi centro de gravedad y por tanto mi equilibrio se había visto modificado ligeramente al hacerlo.
-Vaaamos, vaaamos. ¿No me digas que eso es todo lo que podías hacer?
Fruncí el ceño, cabreándome cada vez más con la actitud de aquel tipo.
Como. Odiaba. A. Los. Charlatanes.
En ese momento una flecha del tamaño de una lanza pasó por nuestro lado, impactando inocentemente en uno de los muros a mi lado. Parecía que Balagus había entrado en acción también. A sabiendas de que no tendría que preocuparme más de los otros piratas, y que podía darme el gustazo de un uno contra uno sin camisa contra el subnormal aquel, hice sonar mis nudillos mientras una sonrisa salvaje aparecía en mi rostro.
Antes de lanzarme de nuevo de frente, con intención de repetir la jugada de antes con los picos y detener su maza cuando fuera a blandirla usando mi enorme fuerza y cuatro de mis brazos, dejando así el quinto libre para intentar hundirle el estómago de un puñetazo, murmuré:
-A bailar, hijo de puta...
Airok Bonny
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Ascender por la cadena fue un poco más doloroso de lo que me esperaba. Quizás debido al esfuerzo, los arañazos de aquel lobo se habría abierto haciéndose algo más grande. Fuera como fuese, había sufrido golpes muchísimo peores por cosas más tontas.
Una vez estuvimos en cubierta, ordené a los reclutas que allí quedaban a que me siguieran. Había que terminar de peinar la zona, no iba a arriesgarme a que ninguno de aquellos piratas tuviera posibilidad de esconderse y apuñalar a alguno por la espalda. Primero inspeccionaríamos la cubierta, después los camarotes.
"¿Dónde demonios estás Nassor?" Pensé a medida que nos movíamos con sigilo. Era evidente que no nos había dejado colgados, su parte del plan estaba ejecutada correctamente y si además la tripulación ni siquiera estaba prevenida de nuestra llegada, era porque tampoco le había pasado nada ni lo habían descubierto.
Siguiendo ese orden, llegamos a dar con Noah y con una chavala, la que imaginé, fue aquella extraña sombra que habíamos visto subiendo al barco. Los acompañaba lo que parecía ser algún alto mando de su tripulación de no muy buen agrado.
Saqué una de mis pistolas y apunté con ella a la cabeza de aquel desconocido interrumpiendo la escena. Me acerqué caminando tranquilamente mientras el resto de mi grupo apuntaba con sus armas o se preparaba para saltar en cualquier momento. Sin darnos apenas cuanta, ambos nos encontrábamos en medio de un círculo de aliados a mi favor, con el cañón de mi pistola pegada a su cara, y en una situación general, he de decir, bastante desfavorecida para él.
No era mujer de muchas palabras y ya todos lo sabían, por lo que nadie esperaba a que dijera nada, algo que siempre vi como ventaja, ya que me ahorraba tiempo y simplemente tenía que actuar para que el resto reaccionara y me siguiera en combate.
-- Señorita, me temo que hemos empezado con mal pie -- Mi cara se mantuvo intacta e inexpresiva mientras comenzaba a hablar -- No nos hemos presentado, soy Marshall, el subcapitán de este navío y quizás hablo en nombre de mi tripulación cuando digo que agradecería que desembarcaran lo antes posible. No teníamos previstas visitas y no podremos atenderos de la forma más apropiada --
Con las manos estiradas a los lados hablaba con un tono un tanto chulesco y aireado, como si no se preocupase de la situación. Ante su primer movimiento hacia mi pistola para apartar el cañón de su cara, respondí disparando hacia una de sus piernas tratando de inmobilizarlo.
Contenido patrocinado
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Página 2 de 4. • 1, 2, 3, 4
Permisos de este foro:
No puedes responder a temas en este foro.