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Amaiar Silverfang
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Recompensa
Características
fuerza
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Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Todo se derrumbaba a mi alrededor, y no en un sentido literal.
Nuestro grupo se iba separando y aislando cada vez más, las sorpresas no paraban de sucederse una tras otra, parecía que las dos personas más influyentes de la tripulación se habían quedado "fuera de servicio" y ahora toda la responsabilidad caía sobre mis hombros.
Suspiré. Otro día más en la vida del oficial Marine.
Lo más importante era mantener la calma. Actuando por impulsos no llegaríamos a ningún lado, solo empeoraríamos las cosas.
Bizban era el que más conocimientos de medicina tenía de nosotros, por lo que le hice un gesto para darle a entender que estaba de acuerdo con su idea. Tobías por su parte se me adelantó gracias a su dominio del Rouku, así que tampoco pondría muchas pegas a su intención. Así era más eficiente.
Ciaran había desaparecido. Pero ella no estaba herida, al menos que hubiera visto yo, por lo que seguramente se perdió como el resto. Nota mental: "Proponer que a los Marines se les debería inculcar lecciones de orientación para evitar este tipo de cosas." Ya habría tiempo de buscarla más tarde, o incluso con suerte volvería al barco sola. Esa chica era fuerte, y confié en que sabría arreglárselas por su cuenta durante algo de tiempo.
Así que mi atención se centró en lo que restaba: la turba furiosa.
Mientras el agente del Sirope pedía ayuda a su compañero y trataba de hacer volver en sí al capitán y subcapitán de los Crimson Wolves, yo me dirigí hacia donde venían aquellas veinte o treinta personas enfadadas, con intención de ser el primero en recibirlas.
Cada uno tenía su papel que cumplir. Y a mí me tocaba ser el que diera la cara en momentos difíciles. Pues no era demasiado complicado adivinar lo que habría pasado: si las heridas de Gusi fueran a causa de un combate con los bandidos, estos estarían huyendo, no "viniendo hacia aquí." Aún sangraba, eran heridas frescas, por lo que tampoco tenía sentido que fueran "refuerzos" para los bandidos, los cuales no había visto ni sentido con Mantra cerca del lugar de todas formas. No, lo que venía hacia nosotros era sin duda alguna justo lo que dije, una turba furiosa de ciudadanos.
Y si eran ciudadanos, podría hablar con ellos, razonar con ellos. Incluso el más enfadado de ellos escucharía si lo que salía de mi boca eran disculpas, por los problemas que hubiera causado (y no dudaba de que así había sido) alguno de aquellos inconscientes hombres. Muy probablemente Gusi, aunque tal vez Kimura tuviera algo que ver también, a juzgar por el viento de antes.
El plan era sencillo: recibirlos, disculparnos, responsabilizarnos y compensarlos de manera justa, marcharnos, reagruparnos y continuar con la misión encomendada por la Emperatriz. Si todo salía bien, nos marcharíamos de la isla en menos de una semana, y habiendo cumplido nuestro deber de manera exitosa.
Pero, ¿y si no eran ciudadanos? ¿Y si eran bandidos de verdad? Pues por esa razón no me iba a alejar demasiado de mis compañeros aún en activo, para poder solicitar su apoyo en caso de necesitarlo. Confiaba en mi propia capacidad para mantener a ralla a un grupo de enemigos así, al menos durante el tiempo necesario para que pudieran poner a los heridos a cubierto y acudieran luego en ayuda. Entre los tres seguro que podíamos hacer algo. Aunque como digo esa posibilidad era mucho más remota.
Nuestro grupo se iba separando y aislando cada vez más, las sorpresas no paraban de sucederse una tras otra, parecía que las dos personas más influyentes de la tripulación se habían quedado "fuera de servicio" y ahora toda la responsabilidad caía sobre mis hombros.
Suspiré. Otro día más en la vida del oficial Marine.
Lo más importante era mantener la calma. Actuando por impulsos no llegaríamos a ningún lado, solo empeoraríamos las cosas.
Bizban era el que más conocimientos de medicina tenía de nosotros, por lo que le hice un gesto para darle a entender que estaba de acuerdo con su idea. Tobías por su parte se me adelantó gracias a su dominio del Rouku, así que tampoco pondría muchas pegas a su intención. Así era más eficiente.
Ciaran había desaparecido. Pero ella no estaba herida, al menos que hubiera visto yo, por lo que seguramente se perdió como el resto. Nota mental: "Proponer que a los Marines se les debería inculcar lecciones de orientación para evitar este tipo de cosas." Ya habría tiempo de buscarla más tarde, o incluso con suerte volvería al barco sola. Esa chica era fuerte, y confié en que sabría arreglárselas por su cuenta durante algo de tiempo.
Así que mi atención se centró en lo que restaba: la turba furiosa.
Mientras el agente del Sirope pedía ayuda a su compañero y trataba de hacer volver en sí al capitán y subcapitán de los Crimson Wolves, yo me dirigí hacia donde venían aquellas veinte o treinta personas enfadadas, con intención de ser el primero en recibirlas.
Cada uno tenía su papel que cumplir. Y a mí me tocaba ser el que diera la cara en momentos difíciles. Pues no era demasiado complicado adivinar lo que habría pasado: si las heridas de Gusi fueran a causa de un combate con los bandidos, estos estarían huyendo, no "viniendo hacia aquí." Aún sangraba, eran heridas frescas, por lo que tampoco tenía sentido que fueran "refuerzos" para los bandidos, los cuales no había visto ni sentido con Mantra cerca del lugar de todas formas. No, lo que venía hacia nosotros era sin duda alguna justo lo que dije, una turba furiosa de ciudadanos.
Y si eran ciudadanos, podría hablar con ellos, razonar con ellos. Incluso el más enfadado de ellos escucharía si lo que salía de mi boca eran disculpas, por los problemas que hubiera causado (y no dudaba de que así había sido) alguno de aquellos inconscientes hombres. Muy probablemente Gusi, aunque tal vez Kimura tuviera algo que ver también, a juzgar por el viento de antes.
El plan era sencillo: recibirlos, disculparnos, responsabilizarnos y compensarlos de manera justa, marcharnos, reagruparnos y continuar con la misión encomendada por la Emperatriz. Si todo salía bien, nos marcharíamos de la isla en menos de una semana, y habiendo cumplido nuestro deber de manera exitosa.
Pero, ¿y si no eran ciudadanos? ¿Y si eran bandidos de verdad? Pues por esa razón no me iba a alejar demasiado de mis compañeros aún en activo, para poder solicitar su apoyo en caso de necesitarlo. Confiaba en mi propia capacidad para mantener a ralla a un grupo de enemigos así, al menos durante el tiempo necesario para que pudieran poner a los heridos a cubierto y acudieran luego en ayuda. Entre los tres seguro que podíamos hacer algo. Aunque como digo esa posibilidad era mucho más remota.
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