Bizvan
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Parecía que la situación era más grave de lo que podría imaginar.
No parecía que algo fuese ocurrir de momento en este lugar, pero al ver al almirante marcharse de manera natural (al parecer haciendo uso de sus poderes de hielo).
* ¿Estará planeado hacer frente o puede que sea alguna clase de plan? *no conocía al vicealmirante y Kimura nunca habló sobre él, de hecho nunca mencionó que era un antiguo miembro de sus flota o la razón por la cual la dejó.* No tiene caso intentar entender algo que no comprendo.
Kimura después de presenciar la partida de Al, se giró para dirigirnos unas palabras en su característico tono de seriedad. No era muy alentador escuchar aquello de los lobos y la manada cuando faltaban nakamas, claro que no dejé mi malestar se viera apreciado por los demás.
Algo llamó la atención de Kimura, ¿sería otro cocido importante? Con curiosidad intenté espiar a la persona que había captado la atención del pelirrojo. Era hombre de cabello cenizo que parecía buscar algo.
Mi duda fue resuelta cuando escuché las palabras del capitán, se trataba de un nuevo miembro. Era un poco lamentable que nuestro primer encuentro fuese en este tiempo y lugar, pero de igual forma ayudaría a formar lazos de amistad.
El capitán no tardó en presentar un plan de acción y el nombre de Madre se mencionó.
- Claro capitán, la llamaré en el momento necesario -de no ser por su corto tiempo despierta la habría llamado desde el principio.- Capitán, creo recordar que Ciaran era capaz de generar sismos de cierto nivel, sería bueno agregar ese dato al curso de acciones. -no recordaba totalmente cómo funcionaba o cómo era posible que ella hiciera eso, pero estaba seguro de haberlo escuchado alguna vez aunque no recuerdo de quién.
No parecía que algo fuese ocurrir de momento en este lugar, pero al ver al almirante marcharse de manera natural (al parecer haciendo uso de sus poderes de hielo).
* ¿Estará planeado hacer frente o puede que sea alguna clase de plan? *no conocía al vicealmirante y Kimura nunca habló sobre él, de hecho nunca mencionó que era un antiguo miembro de sus flota o la razón por la cual la dejó.* No tiene caso intentar entender algo que no comprendo.
Kimura después de presenciar la partida de Al, se giró para dirigirnos unas palabras en su característico tono de seriedad. No era muy alentador escuchar aquello de los lobos y la manada cuando faltaban nakamas, claro que no dejé mi malestar se viera apreciado por los demás.
Algo llamó la atención de Kimura, ¿sería otro cocido importante? Con curiosidad intenté espiar a la persona que había captado la atención del pelirrojo. Era hombre de cabello cenizo que parecía buscar algo.
Mi duda fue resuelta cuando escuché las palabras del capitán, se trataba de un nuevo miembro. Era un poco lamentable que nuestro primer encuentro fuese en este tiempo y lugar, pero de igual forma ayudaría a formar lazos de amistad.
El capitán no tardó en presentar un plan de acción y el nombre de Madre se mencionó.
- Claro capitán, la llamaré en el momento necesario -de no ser por su corto tiempo despierta la habría llamado desde el principio.- Capitán, creo recordar que Ciaran era capaz de generar sismos de cierto nivel, sería bueno agregar ese dato al curso de acciones. -no recordaba totalmente cómo funcionaba o cómo era posible que ella hiciera eso, pero estaba seguro de haberlo escuchado alguna vez aunque no recuerdo de quién.
- Resumen:
- Pensar en algunas cosas. Pensar en el nuevo. Dar una sugerencia a Kimura.
Shingetsu Nyx
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Akuma no mi
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Un tenue brillo en la costa llama mi atención. Al siguiente instante estoy apuntando a la misma con el rifle, usando su mirilla para intentar descifrar de donde proviene el resplandor. Para cuando mis ojos se posan sobre el lugar, mi sorpresa solo logra aumentar.
- ¿Que es eso? – susurro por lo bajo, mientras observo como un anillo cristalino está formándose alrededor de la costa - No estoy del todo seguro, pero por ese color... Solo se me ocurre que sea cristal o hielo – comento en un tono que Rexair sea capaz de escuchar – Probablemente sea lo segundo. Es lo único que tiene sentido.
Sea lo que sea, si se está formando tan cerca de los barcos Marines sin que hagan nada, es que es una estrategia de los nuestros. Mi labor sigue siendo defender la isla en caso de que alguien consiga arribar en ella, y si bien no deberían ser capaces de llegar por la costa… «Esos barcos voladores están empezando a molestarme». Las embarcaciones aéreas siguen dando vueltas por el cielo, a lo lejos. Es imposible no percatarse de su presencia.
Sonrío con cierto nerviosismo e indico con un gesto a Rexair que mantenga la distancia o se ponga a cubierto. Si pretendo no ser detectado en caso de un asalto, no me ayuda que haya alguien paseándose alrededor mía. Entiendo que esa es su labor, cubrir mi retaguardia… Pero lo cierto es que si se iniciara un duelo de francotiradores, probablemente perdería la cabeza por no estar a cubierto.
– Mantente atento y vigila los cielos. Dudo que la costa valla a suponernos un problema hasta dentro de mucho. Pero el abordaje desde las alturas es un problema real.
Chasqueo la lengua, ligeramente molesto por mi posición actual. Me aburro demasiado. ¿Por qué me habré ofrecido para vigilar la llegada del barco de Legim? De haber sabido que iba a armarse tanto revuelo en el exterior y, por el momento, tan poco en el interior de la isla… Pero ya es tarde para arrepentirse, ahora solo me queda hacer mi trabajo. Después de todo, no es como si pudiera marcharme y dejar al Mink tirado en tierra.
«Si empezara el combate, me vendrá bien tener un apoyo terrestre firme. Aún no soy lo suficientemente hábil como para mantener un combate parejo cuerpo a cuerpo. Mucho menos con las bestias que están hoy aquí».
Dejando de lado la costa, continúo obserbando las alturas, en busca de alguna señal que de comienzo al ataque. El aire viene cargado de humedad, la tormenta parece estar a punto de estallar.
- ¿Que es eso? – susurro por lo bajo, mientras observo como un anillo cristalino está formándose alrededor de la costa - No estoy del todo seguro, pero por ese color... Solo se me ocurre que sea cristal o hielo – comento en un tono que Rexair sea capaz de escuchar – Probablemente sea lo segundo. Es lo único que tiene sentido.
Sea lo que sea, si se está formando tan cerca de los barcos Marines sin que hagan nada, es que es una estrategia de los nuestros. Mi labor sigue siendo defender la isla en caso de que alguien consiga arribar en ella, y si bien no deberían ser capaces de llegar por la costa… «Esos barcos voladores están empezando a molestarme». Las embarcaciones aéreas siguen dando vueltas por el cielo, a lo lejos. Es imposible no percatarse de su presencia.
Sonrío con cierto nerviosismo e indico con un gesto a Rexair que mantenga la distancia o se ponga a cubierto. Si pretendo no ser detectado en caso de un asalto, no me ayuda que haya alguien paseándose alrededor mía. Entiendo que esa es su labor, cubrir mi retaguardia… Pero lo cierto es que si se iniciara un duelo de francotiradores, probablemente perdería la cabeza por no estar a cubierto.
– Mantente atento y vigila los cielos. Dudo que la costa valla a suponernos un problema hasta dentro de mucho. Pero el abordaje desde las alturas es un problema real.
Chasqueo la lengua, ligeramente molesto por mi posición actual. Me aburro demasiado. ¿Por qué me habré ofrecido para vigilar la llegada del barco de Legim? De haber sabido que iba a armarse tanto revuelo en el exterior y, por el momento, tan poco en el interior de la isla… Pero ya es tarde para arrepentirse, ahora solo me queda hacer mi trabajo. Después de todo, no es como si pudiera marcharme y dejar al Mink tirado en tierra.
«Si empezara el combate, me vendrá bien tener un apoyo terrestre firme. Aún no soy lo suficientemente hábil como para mantener un combate parejo cuerpo a cuerpo. Mucho menos con las bestias que están hoy aquí».
Dejando de lado la costa, continúo obserbando las alturas, en busca de alguna señal que de comienzo al ataque. El aire viene cargado de humedad, la tormenta parece estar a punto de estallar.
- Resumen:
- Blablabla, relleno. No pasa nada en la isla, así que solo observo y analizo la situación
Elya Edelweiss
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-Cualquier precio que estés dispuesta a pagar por una vida es poco, reina.
No le respondió en voz alta, pero sí que lo pensó. Quizás tengas razón, pero solo un idiota negaría que habrá bajas en la batalla que se avecina.
Frases como esa solo llevan a la tragedia y al remordimiento.
El yonkou estuvo a punto de agarrar el DDM, pero el vicealmirante se interpuso entre ambos rápido como un rayo. Vaya. Qué inoportuno. No se deja ver mientras el presunto enemigo se aparece con tranquilidad en el barco y cunde el pánico, pero los reproches a la que intenta zanjar las cosas cuanto antes. Bien. Aguantó la mirada de reproche con estoicidad, bajando apenas la cabeza en señal de reconocimiento. Aunque inútil, seguía siendo su superior y podía traer órdenes que a ella le eran desconocidas.
Le costó no poner los ojos en blanco al escucharle. ¿Una prueba de su identidad? ¿Era idiota? Comandaba doce barcos y de sus pies a su cabeza no había ni un solo signo de nerviosismo. Las dos preguntas eran quién sería capaz de armar todo eso para hacerse pasar por Dexter Black y por qué necesitaría el Yonkou un sustituto. Ninguna de las dos tenía una base lógica. Si era un impostor autodidacta, había hecho un buen trabajo... hasta encontrarse frente a un vicealmirante rodeado de más marines sin mucha posibilidad de escape. Absurdo. Y el mero hecho de que el Yonkou necesitase un sustituto cuando había dejado claro que la marina no podía hacerle frente... más aún.
Y al parecer él concordaba con ella. La lista de posibilidades que nombró le hizo apretar su arma con más fuerza, frustrada y algo curiosa. Por una parte, si de verdad era capaz de hacer todas esas cosas quería saber cómo. Cómo llegaba alguien a conseguir esa clase de poder desbordante. Y por otra, claramente su única opción era el diálogo. Diálogo que ella estaba intentando iniciar. ¡Claramente el DDM del contraalmirante conectaba con el almirantazgo! Estaba segura. Necesitaban esa conexión para recibir las órdenes y después del vicealmirante él estaba al mando en el barco. La marina no juega con un único cartucho. O al menos eso esperaba.
Volvió al presente al escuchar la frase ''bajándome los pantalones'' y captar por el rabillo del ojo la foto de identificación del Yonkou, bastante desmerecida. En parte le alegraba no ser la única, debía de ser un mal común. Alguien debería despedir al tío de las fotos, que trabajara con 90 años no era un milagro si no una desventaja.
Le costó identificar el ''tump''. Pero cuando otros dos reclutas cercanos cayeron al suelo haciendo el mismo sonido lo identificó y un escalofrío más de emoción que de miedo le recorrió la columna vertebral. Estaba segura de que sería la siguiente, pero por algún motivo el momento no llegó. Seguía vivita y coleando para escuchar la respuesta del vicealmirante. Se moría de ganas de intervenir, pero era consciente de que no era su mejor baza ahora mismo. Sin embargo...
Sin alejarse mucho del lugar, apenas un par de metros, le puso la mano en el hombro a otro recluta afortunado de haber escapado al dedo justiciero del dragón. Estaba temblando cuando Elya le susurró con calma:
- Coge a dos más y llevad dentro a los desmayados. Si tenemos que correr necesitaremos el espacio.
El chico pareció agradecer la sugerencia, porque se largó encantado de tener algo que hacer. Elya por su parte regresó discretamente a su posición inicial, mirando al Yonkou a la cara con intriga.
No le respondió en voz alta, pero sí que lo pensó. Quizás tengas razón, pero solo un idiota negaría que habrá bajas en la batalla que se avecina.
Frases como esa solo llevan a la tragedia y al remordimiento.
El yonkou estuvo a punto de agarrar el DDM, pero el vicealmirante se interpuso entre ambos rápido como un rayo. Vaya. Qué inoportuno. No se deja ver mientras el presunto enemigo se aparece con tranquilidad en el barco y cunde el pánico, pero los reproches a la que intenta zanjar las cosas cuanto antes. Bien. Aguantó la mirada de reproche con estoicidad, bajando apenas la cabeza en señal de reconocimiento. Aunque inútil, seguía siendo su superior y podía traer órdenes que a ella le eran desconocidas.
Le costó no poner los ojos en blanco al escucharle. ¿Una prueba de su identidad? ¿Era idiota? Comandaba doce barcos y de sus pies a su cabeza no había ni un solo signo de nerviosismo. Las dos preguntas eran quién sería capaz de armar todo eso para hacerse pasar por Dexter Black y por qué necesitaría el Yonkou un sustituto. Ninguna de las dos tenía una base lógica. Si era un impostor autodidacta, había hecho un buen trabajo... hasta encontrarse frente a un vicealmirante rodeado de más marines sin mucha posibilidad de escape. Absurdo. Y el mero hecho de que el Yonkou necesitase un sustituto cuando había dejado claro que la marina no podía hacerle frente... más aún.
Y al parecer él concordaba con ella. La lista de posibilidades que nombró le hizo apretar su arma con más fuerza, frustrada y algo curiosa. Por una parte, si de verdad era capaz de hacer todas esas cosas quería saber cómo. Cómo llegaba alguien a conseguir esa clase de poder desbordante. Y por otra, claramente su única opción era el diálogo. Diálogo que ella estaba intentando iniciar. ¡Claramente el DDM del contraalmirante conectaba con el almirantazgo! Estaba segura. Necesitaban esa conexión para recibir las órdenes y después del vicealmirante él estaba al mando en el barco. La marina no juega con un único cartucho. O al menos eso esperaba.
Volvió al presente al escuchar la frase ''bajándome los pantalones'' y captar por el rabillo del ojo la foto de identificación del Yonkou, bastante desmerecida. En parte le alegraba no ser la única, debía de ser un mal común. Alguien debería despedir al tío de las fotos, que trabajara con 90 años no era un milagro si no una desventaja.
Le costó identificar el ''tump''. Pero cuando otros dos reclutas cercanos cayeron al suelo haciendo el mismo sonido lo identificó y un escalofrío más de emoción que de miedo le recorrió la columna vertebral. Estaba segura de que sería la siguiente, pero por algún motivo el momento no llegó. Seguía vivita y coleando para escuchar la respuesta del vicealmirante. Se moría de ganas de intervenir, pero era consciente de que no era su mejor baza ahora mismo. Sin embargo...
Sin alejarse mucho del lugar, apenas un par de metros, le puso la mano en el hombro a otro recluta afortunado de haber escapado al dedo justiciero del dragón. Estaba temblando cuando Elya le susurró con calma:
- Coge a dos más y llevad dentro a los desmayados. Si tenemos que correr necesitaremos el espacio.
El chico pareció agradecer la sugerencia, porque se largó encantado de tener algo que hacer. Elya por su parte regresó discretamente a su posición inicial, mirando al Yonkou a la cara con intriga.
- resumen:
- Achantar públicamente mientras despotrica contra el vicealmirante en su cabeza. Sugerir a otro recluta asustado que recoja a los desmayados para que no estorben y volver humildemente a la posición inicial para seguir cotilleando.
Worgulv
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La espera era agónica, toda la flota movilizada, todos los miembros presentes, y sin embargo ahí estaban, en total calma. El hombre solía ser paciente, pero esta vez…no, esta vez no podía estarlo, estaba deseando entrar en acción y salvar a Legim, pero sabía que eso no era lo correcto, en contra de sus deseos egoístas, el enviado de los dioses había elegido su camino, sin importar que les hubiese abandonado y que su lealtad era ahora de otro capitán, el simple hecho de que no hubiese muerto en combate le reconcomía por dentro, una ejecución…tenia que ser una maldita ejecución, esa no era manera de despedir la vida.
Acabando con un silencio que parecía eterno, del lado de los marines un artefacto volador con un, llegando a molesto, ruido de motor, se dirigían hacia ellos. El hombre eufórico empuño el hacha gritando dispuesto a salir volando y enfrentar al enemigo como se merecía. Cuan amarga decepción cuando Worgulv, a punto de sacar las alas y salir disparado, observo como dicho artefacto pasaba de largo, ignorando por completo la lucha contra su flota.
La rabia estaba creciendo en su interior, no solo tenia que soportar el dilema de la inminente muerte de Legim, si no que para mas inri el enemigo rehuía de la batalla. En la tormenta de rabia y furia, el hombre se percato de que su camarada, Deathstroke, comenzó a generar una niebla, solo esperaba que fuese para encubrir algún tipo de ataque o no respondía de sus actos
Acabando con un silencio que parecía eterno, del lado de los marines un artefacto volador con un, llegando a molesto, ruido de motor, se dirigían hacia ellos. El hombre eufórico empuño el hacha gritando dispuesto a salir volando y enfrentar al enemigo como se merecía. Cuan amarga decepción cuando Worgulv, a punto de sacar las alas y salir disparado, observo como dicho artefacto pasaba de largo, ignorando por completo la lucha contra su flota.
La rabia estaba creciendo en su interior, no solo tenia que soportar el dilema de la inminente muerte de Legim, si no que para mas inri el enemigo rehuía de la batalla. En la tormenta de rabia y furia, el hombre se percato de que su camarada, Deathstroke, comenzó a generar una niebla, solo esperaba que fuese para encubrir algún tipo de ataque o no respondía de sus actos
- resumen:
- Rabia contra lo pacifista +80%, esperar que la niebla de Deathstroke sirva para atacar, nada destacable vaya
En cuestión de segundos estalla la batalla, los barcos piratas se acercan lo suficiente a los navíos marines para que estos comiencen a intercambiar fuego entre ellos. Las balas de cañón vuelan de un lado a otro y los barco que antes estaban centrados en la flota de Dexter ahora cambian su rumbo para responder al ataque. Algunos navíos piratas logran tener algo de ventaja pero los marines responde con un ataque desde los cielos con esferas como balas de cañón que agujerean la cubierta y parten los palos mayores, así como misiles que impactan en un par de barcos haciéndolos astillas, otro está cerca de impactar el de Syxel y un cuarto es volatilizado por lo que parece un láser proveniente de uno de los barcos piratas más grandes. Mientras tanto la flota de los Blue Rose se cubre en niebla y Gray Rock es rodeada por una capa de hielo a una milla de distancia de la costa. Es un volumen tan grande y súbito que el agua desplazada genera una gran ola de unos 10 metros de altura que se dirige a todas las embarcaciones.
Por otra parte los cañones anti-aéreos de la base marine abren fuego contra la nave de Yuu, varias explosiones se suceden alrededor liberando metralla que amenaza el su estructura.
Por otra parte los cañones anti-aéreos de la base marine abren fuego contra la nave de Yuu, varias explosiones se suceden alrededor liberando metralla que amenaza el su estructura.
- Gobierno:
- Fenrir:
- El barco aminora la velocidad y uno de los marines pide que te identifiques… todo estos segundos antes de ver que una ola de unos 10 metros se aproxima a vosotros.
- Kaori Dretch y Eric:
- Voláis en una extraña parodia a la historia interminable y, bueno, buscando puntos vulnerables, tenéis unas naves arriba y Kodama, y a la flota pirata cargando contra el bloqueo de la Marina. Vosotros decidís
- Kai y compañia:
- Disparáis a la flota pirata, y el ataque parece tener éxito, pero hay alguna tripulación que tiene medidas para defenderse de esas armas.
- Kenmei:
- Uno de los oficiales responde. – Pues tendrás que esperar chico, ¿Cuánta gente piensas que quiere hablar con los almirantes en esta situación? Mientras no sea un urgencia o alguna novedad que no sepamos me temo que no puedo darte conexión directa.
- Hachiro y AEG:
- Los navíos acaban de empezar una batalla contra tres embarcaciones que creéis que son revolucionarias, no son muy grandes, pero les están dando problemas.
- Maximilion:
- El oficial duda un poco pero al final cede. – Está bien, pero procurad no estorbar, no podemos garantizar vuestra seguridad.
- Ori:
- Si quieres ayudar será mejor que te prepares para el asalto, ahora mismo los marines no podemos garantizar la seguridad de ningún civil. Con que no te pongas en medio basta.
- Bleyd:
- La zona del patíbulo está relativamente desierta, supongo que ese no es su momento. En un extremo de una plaza con suelo de roca se alza una plataforma tallada en ella, con unas escaleras gemelas que ascienden un total de unos 15 metros. En general todo es bastante más tosco y sencillo que el despliegue que cabría esperar en otro lugar como Marineford.
- Kiritsu:
- Los que no sois Al, ni tenéis inmunidad al frío, notáis como baja la temperatura. Deberíais abrigaros. Cuando la ola creada por el hielo de Al empieza a alejarse, moviendo barcos en su camino, sale del agua un enorme galeón recubierto por una burbuja. Cae de golpe en el hielo, aunque no se astilla debido a su gran resistenca. La burbuja revienta y, del barco, empiezan a bajar piratas. Todos enfadados, gritando y corriendo hacia la isla, armados. Son muchos, aunque algunos van cayendo en la trampa que habéis puesto, cayendo al helado mar. Uno de los que no ha caído es un gigantesco hombre de anchos hombros y… ligera desproporción en relación piernas-torso. ¿No es maravillosa la naturaleza de este mundo? Lleva guantes de hierro que hacen parecer más grandes sus puños. Ese va hacia ti, Al. Los demás parecen algo más concentrados en buscar una forma de pasar del anillo exterior.
Danio, tú viste el barco recubierto antes de que saliese del agua, pero no es lo único que ves. Es un submarino, no muy grande, del tamaño de una orca. En la parte delantera tiene un taladro que se acerca a ti, girando, a peligrosa velocidad.
- Piratas:
- Dexter:
- Parece ser que has sido lo suficientemente convincente. El vicealmirante se lleva la mano dentro de la estrella de gomaespuma y saca un DDM de color negro con detalles plateados. Descuelga el aparato y tras unos segundos eternos por fin habla. – Señor, es Dexter Black, la parecer quiere hablar con usted… Si… Si… No señor, mis hombres también corren peligro… No, no parece tener intención de atacar… Entendido. – Tras eso te pasa el aparato.
- Hablas con el Almirante de la Flota Kazuo. – Dice con una voz que trata de parecer calmada. – Esta es una situación excepcional, así que por el bien de los dos será mejor que digas cuáles son tus intenciones.
- Syxel y compañía:
- Syxel: Parece que se te dan bien los discursos, pero ¿No crees que has sido un poco prepotente al asimilar que te escucharán y serán razonables? Algunas de las respuestas son - ¿crees que por usar palabras bonitas dejaremos el control del barco a manos de un desconocido? Dame un poco de lo que has fumado.- Otras son del palo de – Este piltrafilla cree que puede controlarnos. NADIE PUEDE CONTROLARNOS. Muchachos, cargad de frente, acabaremos con esos marines aquí y ahora. – Y hay uno que te responde – Escucha Syxel, se te da bien dar discursos, pero trata de darme órdenes una vez más y pienso vaporizar te a ti y a tu barco. ¿Entendido? – Junto con esto notas una gran presencia que casi te hace ponerte de rodillas, los piratas con los que has contactado no son precisamente debiluchos, y por sus presencias dirías que alguno de ellos podría barrer tu tripulación sin problemas. – Por lo menos tienes a alguien a bordo que usa la cabeza. Lideraremos el frente izquierdo, espero que este plan no salga mal.
- Ivan: disparas al misil y, junto con Balagus lográis hacer que estalle en el aire antes de alcanzar el barco, pero no todo son buenas noticias. La onda expansiva astilla los palos mayores y un aire sofocante os golpea en la piel. Por cierto las velas están ardiendo.
- Luka:
- La temperatura del mar ha bajado bastante, puede que sea hasta peligroso.
- Aki:
- El fuego va consumiendo el hielo a una velocidad algo lenta, dado que tiene que derretir lo suficiente como para que pase el barco sin problemas, pero eh, ya estás haciendo más que otros.
- Revolucionarios:
- Los hombres empiezan a subir a las cápsulas y encienden los motores, las aspas giran moviendo el aire a su alrededor y generando un ruido insoportable. Poco a poso se elevan desde la cubierta y un enjambre de pequeñas aeronaves cargadas con un ejército despega de los carriers. Su objetivo, rodear la batalla que es está librando y atacar Gray Rock en su centro.
- Maki y Ummak:
- Los navíos entran en batalla sin fijarse en vosotros, la nave más lenta, no parece tener una escalera, pero a lo mejor podéis trepar por la cadena del ancla que parece estar baja.
- Liv:
- Tus órdenes son no descubrir tu tapadera y si ves una oportunidad de sabotear la flota sin ser descubierta hazlo. Estar atenta a nuevas órdenes.
- Tenebrex:
- : Si, has conseguido tu pedido, pero si te fijas algunas de las cosas que has regido estás precintadas con cinta marilla y negra a bandas y algunas tienen calaveras pintadas y cruces rojas. Yo que tú no me fiaba de lo que llevas encima. PD, si quieres conseguir algo en un capítulo, espera a que la moderación te lo diga, no lo hagas aparecer por tu cuenta.
Hamlet
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Akuma no mi
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Me sentía fuera de lugar. Entre tanto alto cargo, yo, el cabo Wyrm, de reciente graduación, caminaba perdido en busca de una figura que pudiese ofrecerme algún tipo de orientación. Algunos me miraban con altivez y lástima, y estaban en todo su derecho. No había dejado de ser un peón en una batalla de piezas mayores, mas esta vez no era más que un títere sin titiritero. Estaba perdido, sin directriz alguna. Allí no serviría de mucho.
A mi alrededor notaba a los distintos grupos de marines debatiendo estrategias a seguir. La gran mayoría de ellos parecía bastante preocupada. En ese entonces, no me daba cuenta de todo el peligro que suponía aquel evento en el que me había involucrado.
De repente, un grito surgió de la multitud, llamándome por mi nombre. Al mirar en dicha dirección, me encontré con un marine pelirrojo que se acercaba a mi posición, acompañado de tres sombrías figuras de semblante serio. ¿Sería él el capitán Kimura? Muy posiblemente. A juzgar por su expresión, no se alegraba mucho de verme. Sé cuando no soy una grata compañía.
Entonces se presentó como Kimura Hayate, y me introdujo a sus compañeros, suponiendo que yo era "el tal Wyrm". Eso debía de pensar. Confirmó mis sospechas: no estaba precisamente contento de tenerme allí, aunque parecía más preocupado por la peligrosa situación que por tener que cargar conmigo.
-Saludos, capitán y compañeros. Sí, soy Wyrm. Me alegro de conocerles, caballeros. Y no, no hay nada que lamentar. Hemos venido a luchar por el orden. Ese es nuestro propósito.
En ese instante, el teniente comandante comenzó a planear una estrategia defensiva. Básicamente, me ordenó no separarme de él, a lo que respondí con un firme asentimiento, e hizo otras indicaciones a sus compañeros. Pude inferir que Ciaran y Bizvan debían de ser las torres en la tripulación, por sus métodos de ofensiva directa, mientras que Tobias podría ser el caballo por su versatilidad. Interesante...
Finalmente, el líder de la tripulación se dirigió a mí, preguntándome acerca de mi estilo de combate.
-Verá, señor... -comencé, con deje humilde- Mis capacidades se basan primariamente en el cuerpo a cuerpo, usando este arma que llevo conmigo en situaciones que requieran algo de agilidad. Soy algo dado a la guerra de guerrillas, aunque no conozco este lugar. Por supuesto, debo mecionar que no soy, precisamente, la persona con los mejores reflejos. Espero que sirva de algo.
Al finalizar, esperé la respuesta de mi superior, concluyendo con unas preguntas:
-¿Es esta la posición que defenderemos? ¿Con que zonas de la base conecta? ¿Hay algún lugar donde reagruparse en caso de emergencia?
Pero, aun más importante:
-¿En qué puedo ayudar?
No quería ser un inútil. No habría tortura más dolorosa que esa.
A mi alrededor notaba a los distintos grupos de marines debatiendo estrategias a seguir. La gran mayoría de ellos parecía bastante preocupada. En ese entonces, no me daba cuenta de todo el peligro que suponía aquel evento en el que me había involucrado.
De repente, un grito surgió de la multitud, llamándome por mi nombre. Al mirar en dicha dirección, me encontré con un marine pelirrojo que se acercaba a mi posición, acompañado de tres sombrías figuras de semblante serio. ¿Sería él el capitán Kimura? Muy posiblemente. A juzgar por su expresión, no se alegraba mucho de verme. Sé cuando no soy una grata compañía.
Entonces se presentó como Kimura Hayate, y me introdujo a sus compañeros, suponiendo que yo era "el tal Wyrm". Eso debía de pensar. Confirmó mis sospechas: no estaba precisamente contento de tenerme allí, aunque parecía más preocupado por la peligrosa situación que por tener que cargar conmigo.
-Saludos, capitán y compañeros. Sí, soy Wyrm. Me alegro de conocerles, caballeros. Y no, no hay nada que lamentar. Hemos venido a luchar por el orden. Ese es nuestro propósito.
En ese instante, el teniente comandante comenzó a planear una estrategia defensiva. Básicamente, me ordenó no separarme de él, a lo que respondí con un firme asentimiento, e hizo otras indicaciones a sus compañeros. Pude inferir que Ciaran y Bizvan debían de ser las torres en la tripulación, por sus métodos de ofensiva directa, mientras que Tobias podría ser el caballo por su versatilidad. Interesante...
Finalmente, el líder de la tripulación se dirigió a mí, preguntándome acerca de mi estilo de combate.
-Verá, señor... -comencé, con deje humilde- Mis capacidades se basan primariamente en el cuerpo a cuerpo, usando este arma que llevo conmigo en situaciones que requieran algo de agilidad. Soy algo dado a la guerra de guerrillas, aunque no conozco este lugar. Por supuesto, debo mecionar que no soy, precisamente, la persona con los mejores reflejos. Espero que sirva de algo.
Al finalizar, esperé la respuesta de mi superior, concluyendo con unas preguntas:
-¿Es esta la posición que defenderemos? ¿Con que zonas de la base conecta? ¿Hay algún lugar donde reagruparse en caso de emergencia?
Pero, aun más importante:
-¿En qué puedo ayudar?
No quería ser un inútil. No habría tortura más dolorosa que esa.
- Resumen:
- Wyrm deja de estar perdido y se encuentra con su capitán. Discuten el curso de acción a tomar.
Danio Rerio
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Desde debajo de la superficie se ve como una masa de agua avanza levantando a los barcos del bloqueo de la marina, sin duda será una ola de tamaño considerable en la superficie y todo un dolor de cabeza para los navegantes. Me doy cuenta tarde de la presencia de un galeón con recubrimiento que avanza hacía el bloqueo de hielo, no pudiendo hacer nada para evitar que salga de las profundidades. Tendrán que apañárselas mis compañeros con esos tipos, aunque no creo que les suponga ningún tipo de problema el mandarlos de vuelta a las profundidades del mar. El agua cada vez está más fría, por suerte el estar todo el rato en movimiento me ayuda a mantener mi temperatura.
De las tenebrosas aguas aparece también un submarino, no más grande que algunos tipos de ballena, pero que en su morro tiene un taladro de buen tamaño y que ya está girando. Su objetivo soy yo sin duda, aunque ¿cómo puede haberme reconocido como enemigo sin ventanas? Bueno, de cualquier forma, si no le distinguía ningún tipo de marca gubernamental, tendría que lidiar con el sumergible y si podía ser de forma rápida y contundente mucho mejor.
Activando mi haki armadura, el mantra y concentrándome en el submarino me dispuse a esperarlo. Con mis conocimientos de navegación y cartografía tenia controlada la velocidad y distancia al a que se encontraba el aparato de mí. Mi intención era apartarme ligeramente a su paso para cuando estuviera pasando al lado de mí propinarle un puñetazo con toda la fuerza que pudiera reunir. Un golpe que a un navío tan pequeño y que depende tanto de su forma e integridad podía resultar ser de lo más devastador. Aunque no debía confiarme, ese chime podía tener ases en la manga y ser más rápido o ágil de lo que parecía a primera vista.
De las tenebrosas aguas aparece también un submarino, no más grande que algunos tipos de ballena, pero que en su morro tiene un taladro de buen tamaño y que ya está girando. Su objetivo soy yo sin duda, aunque ¿cómo puede haberme reconocido como enemigo sin ventanas? Bueno, de cualquier forma, si no le distinguía ningún tipo de marca gubernamental, tendría que lidiar con el sumergible y si podía ser de forma rápida y contundente mucho mejor.
Activando mi haki armadura, el mantra y concentrándome en el submarino me dispuse a esperarlo. Con mis conocimientos de navegación y cartografía tenia controlada la velocidad y distancia al a que se encontraba el aparato de mí. Mi intención era apartarme ligeramente a su paso para cuando estuviera pasando al lado de mí propinarle un puñetazo con toda la fuerza que pudiera reunir. Un golpe que a un navío tan pequeño y que depende tanto de su forma e integridad podía resultar ser de lo más devastador. Aunque no debía confiarme, ese chime podía tener ases en la manga y ser más rápido o ágil de lo que parecía a primera vista.
- resumen:
- Notar tarde la presencia del galeón que sale del agua y empezar a sentir el frio.
Ver al submarino, pensar en como sabe que soy enemigo y tratar de ver si tienes símbolos del gobierno, en caso contrario tratar de eliminarlo.
Esquivarlo en el último momento gracias a mis reflejos y movilidad subacuática y propinarle un puñetazo lo más fuerte que me sea posible, siempre y cuando no sea del gobierno.
Haki armadura perfecto, mantra superior.
Reflejos 8, resistencia 7, velocidad 7, fuerza 7 y agilidad 2
Dretch
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Pese a que el agente dominaba el geppo, volar no se parecía en nada a su tosca técnica para mantenerse en el aire. Aún escéptico, Dretch contemplaba como su compañera surcaba los cielos ajena al peso muerto que suponían Zor-El y él, casi parecía que volaba en el aire como si nadara. Una vez concluido el ascenso, el panorama allí arriba no parecía mucho mejor que desde abajo.
En la lejanía, un par de aeronaves se encontraban estáticas y, aunque aún no habían abierto fuego la una como sobre la otra, la más pequeña ya había recibido el impacto de algunas de las defensas de tierra. No muy lejos de ellos, a su derecha, un extravagante hombre-árbol tiraba esferas a diestro y siniestro sobre la flota pirata. Se habría sorprendido, de no haber sido porque ya le había visto de pasada durante el torneo de Marineford un par de veces. Sus ojos se posaron finalmente en la flota de criminales.
El fuego cruzado ya era una amenaza más que respetable sin que las dos aeronaves se unieran la fiesta. No le entusiasmaba la idea de ser abatidos nada más entrar en acción. Se acordó de Renred, Ledon y Zyanchy; sus antiguos líderes de división. Se preguntaba qué demonios habrían hecho ellos en su lugar. Si tan solo se hubiese hecho con uno de esos den den mushi para recibir alguna orden…
- Avanzar en línea recta es un suicidio, da un rodeo, trataremos de ganar su espalda – gritó para hacerse escuchar entre el batir de las alas de Kaori – Visto un pirata, vistos todos. No importa cuántos sean, como de alto griten, ni de lo negra que sea su bandera. El ego y el odio han forjado esa alianza, solo es cuestión de tiempo que se enfrenten los unos a los otros – razonó – ¿Conocéis a algún capitán pirata? ¿Alguno especialmente odiado o envidiado? Nos será de gran ayuda para lo que tengo en mente.
En la lejanía, un par de aeronaves se encontraban estáticas y, aunque aún no habían abierto fuego la una como sobre la otra, la más pequeña ya había recibido el impacto de algunas de las defensas de tierra. No muy lejos de ellos, a su derecha, un extravagante hombre-árbol tiraba esferas a diestro y siniestro sobre la flota pirata. Se habría sorprendido, de no haber sido porque ya le había visto de pasada durante el torneo de Marineford un par de veces. Sus ojos se posaron finalmente en la flota de criminales.
El fuego cruzado ya era una amenaza más que respetable sin que las dos aeronaves se unieran la fiesta. No le entusiasmaba la idea de ser abatidos nada más entrar en acción. Se acordó de Renred, Ledon y Zyanchy; sus antiguos líderes de división. Se preguntaba qué demonios habrían hecho ellos en su lugar. Si tan solo se hubiese hecho con uno de esos den den mushi para recibir alguna orden…
- Avanzar en línea recta es un suicidio, da un rodeo, trataremos de ganar su espalda – gritó para hacerse escuchar entre el batir de las alas de Kaori – Visto un pirata, vistos todos. No importa cuántos sean, como de alto griten, ni de lo negra que sea su bandera. El ego y el odio han forjado esa alianza, solo es cuestión de tiempo que se enfrenten los unos a los otros – razonó – ¿Conocéis a algún capitán pirata? ¿Alguno especialmente odiado o envidiado? Nos será de gran ayuda para lo que tengo en mente.
- resumen:
Ver que el tráfico aéreo no es demasiado fluido, indicarle a Kaori que se dirija hacia la flota pirata dando un rodeo para ponerse a su espalda y preguntar a Eric y Kaori por nombres de piratas de dudoso honor.
Maki
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Acta de la vigesimotercera reunión de emergencia interAugustus.
Día: Desconocido.
Hora: Desconocida.
Ubicación: Cerebro de Maki. Sala de conferencias C.
Levanta acta: Maki Secretario
"No hay cuerdas. No hay escaleras. No hay nada". En cuanto Maki Observador se ha dado cuenta de eso y Maki Alarmista ha empezado a gritarlo, se ha hecho el caos. "¿Cómo subiremos al barco?", se preguntan todos. El Señor Presidente golpea el suelo con su bastón de mando, pero nadie le hace caso excepto Maki Obediente. Aún estamos muy afectados por lo del Comandante. Por suerte hemos podido evitar que Maki Come-cosas-raras le hinque el diente. No puedo siquiera transcribir todo lo que dicen.
-¡Basta! ¡Silencio! -exclama Maki Sensato-. Es lógico que debemos dejar el asunto en manos de alguien experto en resolver problemas. Será mejor que tomes el mano, Maki Cubo-de-Rubik.
Todos corean la buena idea que ha tenido, excepto Maki Lleva-la-contraria. Maki Cubo-de-Rubik ha sido el único capaz de terminar ese cruel juego, y eso le convierte en el más listo de todos. Sin duda, estamos en buenas manos.
Aunque el ruido de los cañonazos asustaba a Maki, le consolaba saber que no iban dirigidos a él. Era una suerte que nadie se fijase en que nadaba por ahí. ¡Y encima contaba con un número musical! Qué bien cantaba Ummak; casi tan bien como hablaba. Pero no tenían tiempo para distraerse.
Maki Cubo-de-Rubik aferró las riendas del cerebro del gyojin y le obligó a mirar atentamente a su alrededor. Debía tener en cuenta todas las posibilidades. Asumir que alguien se habría dejado una escalerilla tirada por ahí quizás hubiese sido mucho pedir, pero tenía que haber algún modo de subir a los barcos. ¿A cuál? Al más pequeño, claro. Al fin y al cabo, las celdas eran pequeñas. El problema estaba en que había dos pequeños. ¿Habría dos prisioneros? No, Legins -por desgracia, Maki Cubo-de-Rubik era experto en problemas, no en nombres-solo era uno. Mejor miraba en el más grande. Por lo menos tendría un cuarto de baño grande; llevaba haciéndose pis un buen rato, y mear en el mar le parecía una guarrada.
Con su faceta estratega en pleno apogeo, Maki estudió las diferentes opciones.
Opción 1: Subirse a hombros de Ummak y saltar a la cubierta. No, no sería capaz de mantener el equilibrio, y le daba miedo caerse y que se le metiese agua en la nariz.
Opción 2: Que Ummak se subiese a sus hombros. Pero si hacía eso, ¿qué pensaría Margaret? Se ponía muy celosa desde que salieron juntos una vez.
Opción 3: Lanzar a Rudy, su rodillo mascota, y que éste les tirase una cuerda. ¡Ésa era muy buena!
Opción 4: Como después de lanzar al rodillo, éste no les tiró la cuerda, trepar por la extraña cadena que sobresalía de los barcos y que no parecía servir para nada.
El hierro estaba frío, y a Maki le preocupaba resfriarse. Sin embargo, se obligó a seguir subiendo. Un líder no temía a nada, y él tenía que demostrar que lo era. Además, Margaret le estaba animando. A pesar de no tener claro si era su amiga imaginaria o si él era el suyo, resultaba muy útil tener a alguien que creyese en él. Aunque le daba envidia que Margaret pudiera volar.
Llegó a cubierta y se asomó para ver si había alguien antes de hacerle un gesto a su compañero para que le siguiese. ¿Dónde pensaba dejar la tabla de surf? En fin, era problema suyo. En cuanto a él, si algún marine le veía, solo tenía que usar algún truco para deshacerse de él. Todo iría sobre ruedas.
Día: Desconocido.
Hora: Desconocida.
Ubicación: Cerebro de Maki. Sala de conferencias C.
Levanta acta: Maki Secretario
"No hay cuerdas. No hay escaleras. No hay nada". En cuanto Maki Observador se ha dado cuenta de eso y Maki Alarmista ha empezado a gritarlo, se ha hecho el caos. "¿Cómo subiremos al barco?", se preguntan todos. El Señor Presidente golpea el suelo con su bastón de mando, pero nadie le hace caso excepto Maki Obediente. Aún estamos muy afectados por lo del Comandante. Por suerte hemos podido evitar que Maki Come-cosas-raras le hinque el diente. No puedo siquiera transcribir todo lo que dicen.
-¡Basta! ¡Silencio! -exclama Maki Sensato-. Es lógico que debemos dejar el asunto en manos de alguien experto en resolver problemas. Será mejor que tomes el mano, Maki Cubo-de-Rubik.
Todos corean la buena idea que ha tenido, excepto Maki Lleva-la-contraria. Maki Cubo-de-Rubik ha sido el único capaz de terminar ese cruel juego, y eso le convierte en el más listo de todos. Sin duda, estamos en buenas manos.
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Aunque el ruido de los cañonazos asustaba a Maki, le consolaba saber que no iban dirigidos a él. Era una suerte que nadie se fijase en que nadaba por ahí. ¡Y encima contaba con un número musical! Qué bien cantaba Ummak; casi tan bien como hablaba. Pero no tenían tiempo para distraerse.
Maki Cubo-de-Rubik aferró las riendas del cerebro del gyojin y le obligó a mirar atentamente a su alrededor. Debía tener en cuenta todas las posibilidades. Asumir que alguien se habría dejado una escalerilla tirada por ahí quizás hubiese sido mucho pedir, pero tenía que haber algún modo de subir a los barcos. ¿A cuál? Al más pequeño, claro. Al fin y al cabo, las celdas eran pequeñas. El problema estaba en que había dos pequeños. ¿Habría dos prisioneros? No, Legins -por desgracia, Maki Cubo-de-Rubik era experto en problemas, no en nombres-solo era uno. Mejor miraba en el más grande. Por lo menos tendría un cuarto de baño grande; llevaba haciéndose pis un buen rato, y mear en el mar le parecía una guarrada.
Con su faceta estratega en pleno apogeo, Maki estudió las diferentes opciones.
Opción 1: Subirse a hombros de Ummak y saltar a la cubierta. No, no sería capaz de mantener el equilibrio, y le daba miedo caerse y que se le metiese agua en la nariz.
Opción 2: Que Ummak se subiese a sus hombros. Pero si hacía eso, ¿qué pensaría Margaret? Se ponía muy celosa desde que salieron juntos una vez.
Opción 3: Lanzar a Rudy, su rodillo mascota, y que éste les tirase una cuerda. ¡Ésa era muy buena!
Opción 4: Como después de lanzar al rodillo, éste no les tiró la cuerda, trepar por la extraña cadena que sobresalía de los barcos y que no parecía servir para nada.
El hierro estaba frío, y a Maki le preocupaba resfriarse. Sin embargo, se obligó a seguir subiendo. Un líder no temía a nada, y él tenía que demostrar que lo era. Además, Margaret le estaba animando. A pesar de no tener claro si era su amiga imaginaria o si él era el suyo, resultaba muy útil tener a alguien que creyese en él. Aunque le daba envidia que Margaret pudiera volar.
Llegó a cubierta y se asomó para ver si había alguien antes de hacerle un gesto a su compañero para que le siguiese. ¿Dónde pensaba dejar la tabla de surf? En fin, era problema suyo. En cuanto a él, si algún marine le veía, solo tenía que usar algún truco para deshacerse de él. Todo iría sobre ruedas.
- Resumen:
- Cháchara mental de Maki - Sopesar las opciones - Lanzar a Rudy, su rodillo, para que les tire una cuerda y poder subir al barco más grande - Como eso no ocurre, subir por la cadena y asomarse a ver si está despejado.
Sasaki
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El plan estaba casi completado, ahora solo debíamos de volver a la plaza a seguir esperando. Sin embargo, eso no sucedió. Justo cuando terminamos, se formó una gran ola que se alejó de la isla hacia los barcos piratas. Sin embargo, lo noticioso fue cuando tras la ola salió del agua un enorme galeón recubierto por una burbuja que le permitía sumergirse, “¿En serio?, que tenía ganas de volver a la cama” dije mirando hacia un lado hablando con una de las voces que solía escuchar.
Del barco comenzaron a bajar piratas una vez la burbuja desapareció cayendo algunos de ellos en el agua debido a lo que acabábamos de crear. Un escalofrío de pronto recorrió mi espalda, como si de miedo se tratase “¿Lo cualo? ¿Qué si no tengo frío?” respondí a lo que me pareció que me decía una voz desde la misma dirección. La verdad era que sí, comenzaba a quedarme un poco frío, quizás por ello fuese que había tenido el escalofrío, por ello pasé a mi estado logia y lo hice como caramelo caliente, aunque evité calentar las plantas de los pies por si el hielo se derretía.
-Me encanta el blanco, farlopa – dije cuando uno de los piratas que se acercaba gritando caía en una trampa como si el propio mar se lo tragase de la nada.
Nos iba a tocar combatir, y era hora de comenzar con la mejor estrategia que se podía realizar en aquella situación, activé el mantra para poder estar preparado ante imprevistos y comencé a crear azúcar, la cual envié hacia Arthur, rodeándole y al hacerlo, cree una pequeña armadura de azúcar que lo cubría por completo, dejándole parte de la cara al descubierto para que pudiese ver y respirar y que le permitiese libertad de movimientos. Además, aproveché para reforzarla todo lo que pude, endureciéndola y haciéndola lo más resistente que podía, sin duda algo que le vendría muy bien al pequeño con control de la ira y le apliqué un tuneado de color rosa, aquello le daría un aspecto más peligroso, como Hello Kitty.
-¡A por ellos, White Dwarf Sugar! – dije señalando a los enemigos – empieza por ese que está desproporcionado que se está riendo de tu estatura – continué con la intención de avivar el odio de Arthur – Dan-cho – llamé al Vice-almirante mientras creaba tras de mí un sofá de azúcar rojo con un relleno de caramelo líquido a una temperatura acogedora – ¿Le apetece un Whisquito? Yo invito. – continué sacando una botella de la bosa que tenía en mi interior.
Del barco comenzaron a bajar piratas una vez la burbuja desapareció cayendo algunos de ellos en el agua debido a lo que acabábamos de crear. Un escalofrío de pronto recorrió mi espalda, como si de miedo se tratase “¿Lo cualo? ¿Qué si no tengo frío?” respondí a lo que me pareció que me decía una voz desde la misma dirección. La verdad era que sí, comenzaba a quedarme un poco frío, quizás por ello fuese que había tenido el escalofrío, por ello pasé a mi estado logia y lo hice como caramelo caliente, aunque evité calentar las plantas de los pies por si el hielo se derretía.
-Me encanta el blanco, farlopa – dije cuando uno de los piratas que se acercaba gritando caía en una trampa como si el propio mar se lo tragase de la nada.
Nos iba a tocar combatir, y era hora de comenzar con la mejor estrategia que se podía realizar en aquella situación, activé el mantra para poder estar preparado ante imprevistos y comencé a crear azúcar, la cual envié hacia Arthur, rodeándole y al hacerlo, cree una pequeña armadura de azúcar que lo cubría por completo, dejándole parte de la cara al descubierto para que pudiese ver y respirar y que le permitiese libertad de movimientos. Además, aproveché para reforzarla todo lo que pude, endureciéndola y haciéndola lo más resistente que podía, sin duda algo que le vendría muy bien al pequeño con control de la ira y le apliqué un tuneado de color rosa, aquello le daría un aspecto más peligroso, como Hello Kitty.
-¡A por ellos, White Dwarf Sugar! – dije señalando a los enemigos – empieza por ese que está desproporcionado que se está riendo de tu estatura – continué con la intención de avivar el odio de Arthur – Dan-cho – llamé al Vice-almirante mientras creaba tras de mí un sofá de azúcar rojo con un relleno de caramelo líquido a una temperatura acogedora – ¿Le apetece un Whisquito? Yo invito. – continué sacando una botella de la bosa que tenía en mi interior.
- resumen:
- Ver lo que va sucediendo, ver como llega el galeón al hielo y empiezan a desembarcar enemigos, crear una armadura en Arthur a sus medidas especiales (tiene dureza de diamante, y tenacidad de titanio además de color rosa), crear un sofá e invitar a Al para tomar un Whisky mientras Arthur pelea.
PD: lo que está en verde Jack se lo dice al lector, y on-rol lo dice en voz alta.
Rainbow662
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Realmente, el gigantesco trasto volador que flotaba sobre la isla tenía una pinta inquietante. Vale, si estaba en el aire, podía caer, pero prefería no imaginarse lo que ocurriría con su querido Globo si esa cosa empezaba a vomitar fuego. No podía permitir que algo así pasase, incluso si eso implicaba derribar todo aparato volador -algo que hasta ese entonces no había visto nunca- que surcase los malditos cielos. Eso le llevó a preguntarse para qué diablos había subido allí arriba, si casi parecía estar más en peligro que en el agua.
Se aclaró las ideas tras echar un vistazo a lo que estaba ocurriendo allí abajo. A saber si no habría acabado atascado en el hielo, o sucumbiendo bajo esas cosas que caían desde alguna parte. Estaba demasiado lejos para distinguir más que unas pequeñas motas, pero sí que veía cómo quedaban las embarcaciones sobre las que impactaban. No quería eso para la suya. Había pasado poco tiempo en él, pero cada barco era para Arribor como un hijo. Y eso que, cuando Zaphir -no tenía ni idea de cómo pronunciar su nombre- le preguntó por su origen, no supo contestarle. En ese momento le había embargado la emoción y una curiosa laguna mental, por lo que no había podido contestar más que con ininteligibles balbuceos.
-¿Quién puñetas eres? ¿Tú eres el dueño de esta cosa? -preguntó Arribor al vivaracho tipejo que se le había acercado para pedirle algo a cambio de dejar allí su barco. Solo le faltaba llevar la factura-. ¿Cómo consigues que vuele? ¿Puede ir por el agua? Necesitará un ancla enorme para cuando os vayáis a dormir.
Lo cierto era que pensaba explicarle amablemente a aquel hombre que no pensaba pagar nada, pero el hecho de ser compañeros de parche le hizo replanteárselo. Estaba a punto de darle un par de berries por las molestias cuando sonó el primer cañonazo.
Arribor corrió a asomarse por la borda. La nave temblaba, como si la bombardeasen con cañones. Pero, ¿qué clase de cañones debían ser? Resultaron ser los que la Marina tenía colocados en el muro de roca de su preciada isla. ¿Desde cuándo contaban con armas tan potentes? ¿Y por qué les disparaban a ellos, precisamente?
-Ahh no, eso sí que no -exclamó cuando se dio cuenta de que, si el aparato volador caía, su barco iría detrás-. Trato hecho -le dijo a su involuntario anfitrión-. Vigila mis cosas y yo te ayudaré a mantener este cacharro a flote.
Dos guadañas rojas brotaron de sus antebrazos a una orden mental. Hizo un par de burdos cálculos mentales que después ignoraría y, tras despedirse de sus compañeros con un "Vuelvo enseguida", se lanzó al vacío.
El viento agitaba su abrigo con violencia, y su rugido le taponó los oídos. Le encantaba saltar desde lugares altos. Prácticamente antes de darse cuenta, ya había convocado una plataforma con su habilidad y estaba volando directamente hacia la isla. En concreto, buscaba los cañones que atacaban a la nave voladora. Recorrería la pared de roca destrozándolos con sus armas de sangre según pasaba, y luego volvería tranquilamente a sus asuntos.
Se aclaró las ideas tras echar un vistazo a lo que estaba ocurriendo allí abajo. A saber si no habría acabado atascado en el hielo, o sucumbiendo bajo esas cosas que caían desde alguna parte. Estaba demasiado lejos para distinguir más que unas pequeñas motas, pero sí que veía cómo quedaban las embarcaciones sobre las que impactaban. No quería eso para la suya. Había pasado poco tiempo en él, pero cada barco era para Arribor como un hijo. Y eso que, cuando Zaphir -no tenía ni idea de cómo pronunciar su nombre- le preguntó por su origen, no supo contestarle. En ese momento le había embargado la emoción y una curiosa laguna mental, por lo que no había podido contestar más que con ininteligibles balbuceos.
-¿Quién puñetas eres? ¿Tú eres el dueño de esta cosa? -preguntó Arribor al vivaracho tipejo que se le había acercado para pedirle algo a cambio de dejar allí su barco. Solo le faltaba llevar la factura-. ¿Cómo consigues que vuele? ¿Puede ir por el agua? Necesitará un ancla enorme para cuando os vayáis a dormir.
Lo cierto era que pensaba explicarle amablemente a aquel hombre que no pensaba pagar nada, pero el hecho de ser compañeros de parche le hizo replanteárselo. Estaba a punto de darle un par de berries por las molestias cuando sonó el primer cañonazo.
Arribor corrió a asomarse por la borda. La nave temblaba, como si la bombardeasen con cañones. Pero, ¿qué clase de cañones debían ser? Resultaron ser los que la Marina tenía colocados en el muro de roca de su preciada isla. ¿Desde cuándo contaban con armas tan potentes? ¿Y por qué les disparaban a ellos, precisamente?
-Ahh no, eso sí que no -exclamó cuando se dio cuenta de que, si el aparato volador caía, su barco iría detrás-. Trato hecho -le dijo a su involuntario anfitrión-. Vigila mis cosas y yo te ayudaré a mantener este cacharro a flote.
Dos guadañas rojas brotaron de sus antebrazos a una orden mental. Hizo un par de burdos cálculos mentales que después ignoraría y, tras despedirse de sus compañeros con un "Vuelvo enseguida", se lanzó al vacío.
El viento agitaba su abrigo con violencia, y su rugido le taponó los oídos. Le encantaba saltar desde lugares altos. Prácticamente antes de darse cuenta, ya había convocado una plataforma con su habilidad y estaba volando directamente hacia la isla. En concreto, buscaba los cañones que atacaban a la nave voladora. Recorrería la pared de roca destrozándolos con sus armas de sangre según pasaba, y luego volvería tranquilamente a sus asuntos.
- Resumen:
- Preocuparse por los cañones - Saltar sobre una nube mágica de sangre hacia la isla y tratar de cargárselos a su paso
Gareth Silverwing
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La trampa estaba hecha, los piratas salían y caían en ella, una ola asesina se dirigía a los barcos amigos y enemigos y llovían bolas de hierro y misiles, sin duda todo estaba saliendo a la perfección. Si en este momento hubiera tenido un café decente en las manos ahora podría plantearme el dejar el trabajo de machacar a los piratas a Al y a Jack. Pero todos sabíamos que ese no iba a ser el caso, había demasiados culos que patear y muy poco pie para ello, así que tendría que centrar mis esfuerzos de forma inteligente.
Para empezar la flota pirata parecía tener cierta organización, o no, no me importaba, la madera ardía bien y yo tenía fuego para repartir, además Kai parecía estar repartiendo amor desde el aire, así que supuse que eso los mantendría a ralla de llegar al hielo. De todas formas había alguna que otra embarcación que lograba colarse. Una vez hubo llegado al hielo, en vez de pararse, una persona con aspecto de probable mujer, seguramente humana, comenzó a derretirlo con fuego. Eso si que no, para una vez que Al hace algo a derechas no voy a dejar que pase esto, aunque podía dejar que pasase y echarle la bronca luego. Pero era más práctico intervenir.
Mientras pensaba en mis cosas Jack se dedicaba a... hacer el Jack, cubriéndome con una extraña armadura de azúcar, de formas puras y líneas redondeadas, con un color base rosa algodón de azúcar y detalles en blanco pastel, así como una cabeza de tamaño desproporcionado parecida a la de un osito de peluche. Obviamente dentro de la armadura no podía ver estom, hasta que me vi en un reflejo en un charco congelado. Pero ya era demasiado tarde y Jack estaba demasiado lejos para una reprimenda digna de parvulario.
Fijé mi vista en el barco invasor y centré toda mi fuerza en mis piernas para dar un salto. Unos segundos después caí como un meteorito a unos metros en frente de la nave, a una distancia peligrosa de las llamas, rompiendo el hielo en grandes cascotes bajo mis pies. Alcé la cabeza y dirigí una mirada fulminante a la nave y a la probable mujer (no quería asumir nada precipitado), aunque seguramente no la vieran porque tenía la cara dentro del casco con los únicos agujeros en la nariz y los ojos para ver y respirar.
- Deteneos en nombre de la Marina... o me veré obligado a usar la fuerza. - Advertí con tono amenazante, aunque no se si se escucharía muy bien fuera del casco.
Para empezar la flota pirata parecía tener cierta organización, o no, no me importaba, la madera ardía bien y yo tenía fuego para repartir, además Kai parecía estar repartiendo amor desde el aire, así que supuse que eso los mantendría a ralla de llegar al hielo. De todas formas había alguna que otra embarcación que lograba colarse. Una vez hubo llegado al hielo, en vez de pararse, una persona con aspecto de probable mujer, seguramente humana, comenzó a derretirlo con fuego. Eso si que no, para una vez que Al hace algo a derechas no voy a dejar que pase esto, aunque podía dejar que pasase y echarle la bronca luego. Pero era más práctico intervenir.
Mientras pensaba en mis cosas Jack se dedicaba a... hacer el Jack, cubriéndome con una extraña armadura de azúcar, de formas puras y líneas redondeadas, con un color base rosa algodón de azúcar y detalles en blanco pastel, así como una cabeza de tamaño desproporcionado parecida a la de un osito de peluche. Obviamente dentro de la armadura no podía ver estom, hasta que me vi en un reflejo en un charco congelado. Pero ya era demasiado tarde y Jack estaba demasiado lejos para una reprimenda digna de parvulario.
Fijé mi vista en el barco invasor y centré toda mi fuerza en mis piernas para dar un salto. Unos segundos después caí como un meteorito a unos metros en frente de la nave, a una distancia peligrosa de las llamas, rompiendo el hielo en grandes cascotes bajo mis pies. Alcé la cabeza y dirigí una mirada fulminante a la nave y a la probable mujer (no quería asumir nada precipitado), aunque seguramente no la vieran porque tenía la cara dentro del casco con los únicos agujeros en la nariz y los ojos para ver y respirar.
- Deteneos en nombre de la Marina... o me veré obligado a usar la fuerza. - Advertí con tono amenazante, aunque no se si se escucharía muy bien fuera del casco.
- Resumen Aki te interesa:
- Ver como Al hace el Al y Jack hace el Jack. Recibir la armadura de azúcar, ignorar descaradamente a Jack e ir a por el barco de Aki.
- Aspecto de la armadura:
Dexter Black
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Tantos estímulos a la vez no eran buenos. No podía concentrarse en uno solo, y tampoco elegir cuál era el compromiso más apremiante. ¿Contestar a Minato? ¿Atender a Mura? ¿Salvar a toda su flota del tsunami que se acercaba por la irresponsabilidad de algún capullo con meningitis crónica? La verdad, no tenía demasiado claro que mil doscientos soldados entrenados en todas las formas de combate y artes amatorias pudiesen caer ante una simple ola, por alta que fuese. Sin embargo...
-Dame un momento, churri- susurró cariñosamente al Den Den Mushi.
No se hizo de rogar, y en un segundo sus piernas y brazos quedaron recubiertos de escamas azules, al tiempo que una cornamenta dorada asomaba en su cabeza y su cabello se teñía de un tono zafíreo. Sin esperar ni un instante, toda la electricidad de los alrededores acudió presta a su brazo, donde se concentró como si de un gigantesco guante de luz se tratara. La ola avanzaba velo, pero no era quien de enfrentar el poder del rayo. Cerró los ojos mientras calculaba, pensando en todas las variables que se le escapaban y, finalmente... Un destello embargó todo el navío.
Cuando la luz se disipó Dexter volvía a estar sentado sobre el castillo, con el Den Den mushi en la mano y su apariencia habitual. Tras él una nube de bruma que rápidamente se iba extendiendo por todas las direcciones, y ante él seguía habiendo una tripulación Marine en el barco Marine que había invadido. La ola se había evaporado casi al instante, quedando una espesa y calurosa niebla bastante desagradable, aunque no mortífera, y la corriente ahora pasaba gentilmente bajo ellos sin resultar una mayor preocupación. Pero Minato esperaba, y no estaba bien hacer perder el tiempo a un hombre tan ocupado.
-¿Cómo se convive con la mentira, Almirante?- preguntó, con una sonrisa, recordando el momento en que había escrito la nota-. Todavía recuerdo la dura batalla de hace dos años, y seguro que tú también. Lo que te dije, lo que te pedí, el consejo que te di... Seguro que estás hablando por el mismo caracol que llevabas en tu bolsillo aquel día. Como si lo estuviese viendo.
Le dio unos segundos para recordar, mientras la niebla los tragaba, y aprovechó la reciente capota de invisibilidad para activar el micrófono del comunicador. Toda la banda debía saber cómo actuar, y Deathstroke estaba a cargo del plan, un plan cuyo resultado dependía de unos datos fiables. Sus datos. ¿Qué sucedería en aquel momento? Casi se sentía deseoso de preguntarlo.
-Ese día te dije que persiguieses criminales de verdad, ¿Recuerdas? Legim es un buen comienzo: Asesino, ladrón, usurpador, violador y un largo etcétera que conoces tan bien como yo- se relamió los labios mientras olfateaba en busca de los Marines. No quería perderlos de vista-. Pero sin duda tú te estarás preguntando qué hago aquí si estoy de acuerdo con la ejecución del Capitán- evitó reírse mientras pensaba en las mil trescientas vuvucelas que portaba en los doce barcos-. He venido a proponerte un trato. ¿Cuánto estarías dispuesto a pagar para salvar esta batalla?
No podía verlas, pero estaba seguro de que las caras en el barco se debatían entre la estupefacción y el horror. Clavó sus ojos con audacia en donde creía ver la silueta de la valiente Marine. La valientemente estúpida Marine.
-No es que quiera una respuesta, la verdad, sólo un oído que atienda y una mano que firme- se aclaró la voz-. Como sabrás, hace siete años el Gobierno Mundial me solicitó como Shichibukai, y prometí mis servicios a cambio de que, algún día, mi recompensa sería retirada y yo podría apartarme tranquilo. Me mentisteis. Tú, tus jefes y ese enano cabrón de Ivanovitch- ¿Quién se creía que era para hablar así al Almirante de la Flota, el probablemente hombre más poderoso del mundo sin contar a las cinco viejas Glorias? Simplemente un dragón al que habían despertado-. Cuando pisé Mariejoa no sólo me expulsasteis del Ouka Shichibukai, sino que me declarasteis la guerra a mí y a mis territorios. ¡Cacé a Zero para vosotros! ¡Atrapé al estúpido tejón de Kirito Furukawa, una vergüenza para los mares y una deshonra para quienes no pudisteis apretar su correa! ¡Incluso acepté no participar en la guerra de Hallstat por el peligro que implicaba para todos los reclutas que enviasteis a morir! ¡Byakuro Kyoja murió por culpa de tu estupidez, Minato! ¡Ni siquiera pudiste controlar a Derian! ¡No pudiste pararle los pies! ¡Tuv...- calló por completo. "Tuve que hacerlo yo", había estado a punto de decir, pero había reaccionado a tiempo-. He perdido amigos por vosotros, Almirante, pero ha sido la última vez que me dais la espalda. He estado allí.
Esperó un instante la reacción de su interlocutor, aunque sólo pretendía interrumpirlo si intentaba hablar.
-Quiero amnistía por todos mis crímenes, así como los de mi tripulación. Exijo que los carteles de recompensa a mi nombre y al de mis compañeros sean retirados, y que el Gobierno Mundial reconozca Fiordia como un país neutral, así como un tratado de armisticio entre mi país y el Gobierno Mundial, como antesala de una conferencia de paz. Puedes darme lo que pido, en cuyo caso permitiré que continúes tu patética demostración de poder, o puedes negarte. Pero te garantizo que el One Piece existe, y muy pocos dudarán de mis palabras cuando lo grite al mundo. Tienes cinco minutos, y sabes cómo contactarme.
Colgó el Den Den mushi y lo lanzó al suelo. Subió de nuevo a su barco y empezó a navegar contra el viento, de vuelta a la flota.
-Slade, vínculo-ordenó-. Lo que voy a decir sólo puedes oírlo tú.
-Dame un momento, churri- susurró cariñosamente al Den Den Mushi.
No se hizo de rogar, y en un segundo sus piernas y brazos quedaron recubiertos de escamas azules, al tiempo que una cornamenta dorada asomaba en su cabeza y su cabello se teñía de un tono zafíreo. Sin esperar ni un instante, toda la electricidad de los alrededores acudió presta a su brazo, donde se concentró como si de un gigantesco guante de luz se tratara. La ola avanzaba velo, pero no era quien de enfrentar el poder del rayo. Cerró los ojos mientras calculaba, pensando en todas las variables que se le escapaban y, finalmente... Un destello embargó todo el navío.
Cuando la luz se disipó Dexter volvía a estar sentado sobre el castillo, con el Den Den mushi en la mano y su apariencia habitual. Tras él una nube de bruma que rápidamente se iba extendiendo por todas las direcciones, y ante él seguía habiendo una tripulación Marine en el barco Marine que había invadido. La ola se había evaporado casi al instante, quedando una espesa y calurosa niebla bastante desagradable, aunque no mortífera, y la corriente ahora pasaba gentilmente bajo ellos sin resultar una mayor preocupación. Pero Minato esperaba, y no estaba bien hacer perder el tiempo a un hombre tan ocupado.
-¿Cómo se convive con la mentira, Almirante?- preguntó, con una sonrisa, recordando el momento en que había escrito la nota-. Todavía recuerdo la dura batalla de hace dos años, y seguro que tú también. Lo que te dije, lo que te pedí, el consejo que te di... Seguro que estás hablando por el mismo caracol que llevabas en tu bolsillo aquel día. Como si lo estuviese viendo.
Le dio unos segundos para recordar, mientras la niebla los tragaba, y aprovechó la reciente capota de invisibilidad para activar el micrófono del comunicador. Toda la banda debía saber cómo actuar, y Deathstroke estaba a cargo del plan, un plan cuyo resultado dependía de unos datos fiables. Sus datos. ¿Qué sucedería en aquel momento? Casi se sentía deseoso de preguntarlo.
-Ese día te dije que persiguieses criminales de verdad, ¿Recuerdas? Legim es un buen comienzo: Asesino, ladrón, usurpador, violador y un largo etcétera que conoces tan bien como yo- se relamió los labios mientras olfateaba en busca de los Marines. No quería perderlos de vista-. Pero sin duda tú te estarás preguntando qué hago aquí si estoy de acuerdo con la ejecución del Capitán- evitó reírse mientras pensaba en las mil trescientas vuvucelas que portaba en los doce barcos-. He venido a proponerte un trato. ¿Cuánto estarías dispuesto a pagar para salvar esta batalla?
No podía verlas, pero estaba seguro de que las caras en el barco se debatían entre la estupefacción y el horror. Clavó sus ojos con audacia en donde creía ver la silueta de la valiente Marine. La valientemente estúpida Marine.
-No es que quiera una respuesta, la verdad, sólo un oído que atienda y una mano que firme- se aclaró la voz-. Como sabrás, hace siete años el Gobierno Mundial me solicitó como Shichibukai, y prometí mis servicios a cambio de que, algún día, mi recompensa sería retirada y yo podría apartarme tranquilo. Me mentisteis. Tú, tus jefes y ese enano cabrón de Ivanovitch- ¿Quién se creía que era para hablar así al Almirante de la Flota, el probablemente hombre más poderoso del mundo sin contar a las cinco viejas Glorias? Simplemente un dragón al que habían despertado-. Cuando pisé Mariejoa no sólo me expulsasteis del Ouka Shichibukai, sino que me declarasteis la guerra a mí y a mis territorios. ¡Cacé a Zero para vosotros! ¡Atrapé al estúpido tejón de Kirito Furukawa, una vergüenza para los mares y una deshonra para quienes no pudisteis apretar su correa! ¡Incluso acepté no participar en la guerra de Hallstat por el peligro que implicaba para todos los reclutas que enviasteis a morir! ¡Byakuro Kyoja murió por culpa de tu estupidez, Minato! ¡Ni siquiera pudiste controlar a Derian! ¡No pudiste pararle los pies! ¡Tuv...- calló por completo. "Tuve que hacerlo yo", había estado a punto de decir, pero había reaccionado a tiempo-. He perdido amigos por vosotros, Almirante, pero ha sido la última vez que me dais la espalda. He estado allí.
Esperó un instante la reacción de su interlocutor, aunque sólo pretendía interrumpirlo si intentaba hablar.
-Quiero amnistía por todos mis crímenes, así como los de mi tripulación. Exijo que los carteles de recompensa a mi nombre y al de mis compañeros sean retirados, y que el Gobierno Mundial reconozca Fiordia como un país neutral, así como un tratado de armisticio entre mi país y el Gobierno Mundial, como antesala de una conferencia de paz. Puedes darme lo que pido, en cuyo caso permitiré que continúes tu patética demostración de poder, o puedes negarte. Pero te garantizo que el One Piece existe, y muy pocos dudarán de mis palabras cuando lo grite al mundo. Tienes cinco minutos, y sabes cómo contactarme.
Colgó el Den Den mushi y lo lanzó al suelo. Subió de nuevo a su barco y empezó a navegar contra el viento, de vuelta a la flota.
-Slade, vínculo-ordenó-. Lo que voy a decir sólo puedes oírlo tú.
- Resumen:
- Gritar a Minato, amenazarle y extorsionarle. One piece existe y esas cosas.
Los modales y las pintas de aquel hombre parecían dignos de un borracho de bar cualquiera. No era algo a lo que no estuviese acostumbrado, pues había lidiado con gente como él. Eran… complicados de tratar. No obstante, aquella conversación no tenía un futuro tan negro como, en un principio, había augurado el pirata. El supuesto comentario sarcástico del hombre provocó una leve mueca de sonrisa en el rostro del ladrón, a la cual prosiguió una corta carcajada. Yuu colocó ambas manos en cada lado de su torso, dispuesto a esbozar una respuesta a eso.
– Sí, soy el dueño de este monstruo volador. Soy Yuu. – apuntó con su dedo a su pecho, refiriéndose a sí mismo. – No tengo ni idea de cómo funciona realmente esto, pero… – cesó su comentario al escuchar un gran estruendo, seguido de unos cuantos más del mismo calibre. – Mierda.
El barco recibió todos aquellos impactos. La base marina había emprendido su ofensiva contra su navío, dando comienzo a aquella contienda. Tal cual supuso el pirata, su compañero de parche accedió al trato nada más comprobó que su barco estaría en peligro si la nave caía. Sin pensárselo dos veces saltó al vacío tras crear de la nada dos cuchillas carmesíes en sus antebrazos, delatando su condición de usuario. El pelinegro corrió hacia el borde de la cubierta para asomarse y divisar como aquel hombre empezaba con la destrucción de aquellos cañones. Sin duda, un gran aliado había caído justo delante de él, y en cuestión de minutos, quedó demostrado el provecho que había sacado de aquello. Ahora tenía que cumplir su parte del trato. Rápidamente, corrió hacia el globo y se dirigió a sus integrantes.
– No soy vuestro jefe. No me debéis nada. Pero si queréis salir con vida de aquí, hacedme caso. Ahora mismo, si él destruye los cañones, habría una mierda menos de la que preocuparnos. Nuestro principal problema es eso. – señaló a la gigantesca nave que sobrevolaba Gray Rock. – Eso puede acabar con nosotros si se lo propone. Así que necesito más manos, más cabezas. Vuestro capitán ha aparcado en un lugar que no debía, y eso es un puto problema, ya que está a tiro. Os sugiero que salgáis de ahí y me ayudéis a proteger toda la estructura. Muy bien, eso es todo por ahora. Tengo que ocuparme de asuntos mucho más importantes ahora mismo. – se dirigió hacia el borde, dispuesto a observar la nave enemiga. Activó su comunicador y empezó a darle órdenes a la I.A. – Freya, asigna la reparación de la nave a los autómatas restantes. Para acelerar el proceso, cambia de posición a diez de los que estaban fijando la base. Por cierto, los veinte que se quedan, que empiecen a disparar a los cañones, pero que no disparen al tipo con el parche.
– Se requiere de una descripción más desarrollada acerca del “tipo con parche”, señor. – contestó la I.A, con una voz mucho más humana de la que algunos podrían pensar.
– Veamos… un tipo con parche y dos jodidas cuchillas rojas en cada brazo.
– Defina “jodidas”, por favor.
– Freya, añade “jodidas” al diccionario. Ejecuta las órdenes y… por cierto, que los que apuntan a la base den prioridad a disparar a los misiles que disparen antes que a los cañones.
– Inmediatamente, señor.
Dentro de la estructura, todos los autómatas cambiaron de posiciones y de actitud según las órdenes del pirata. La cantidad asignada para la reparación del barco rondaba los cuarenta, con lo que serían suficientes para hacer que los daños causados por sus enemigos fuesen reparados en pocos minutos. Acto seguido, cambió de canal para hablar con su segundo al mando.
– Bobby, informe de situación. ¿Cómo van las cosas por ahí abajo? He visto que había hielo rodeando la isla, ¿qué coño ha pasado? – preguntó, más calmado que antes.
– De mal en peor, capitán. El barco de los Jigoku está ardiendo, aunque… no todo. El hielo ha levantado una ola de grandes dimensiones que se dirigen hacia todas direcciones. Los cañones han empezado a disparar, también. Tanto piratas como marines ahora se hallan enfrentándose entre sí.
– Joder… ¿algo más?
– Nada realmente destacable, señor.
– Joder… ¡joder! Vale, permaneced como estábais. Las cosas van a ponerse moviditas a partir de ahora. – finalizó.
El inminente ataque de la gran nave era lo único que preocupaba a Yuu en aquellos momentos. No quería perder todo cuanto había ganado, por lo que tendría que sacar toda su artillería para evitar su destino.
– Sí, soy el dueño de este monstruo volador. Soy Yuu. – apuntó con su dedo a su pecho, refiriéndose a sí mismo. – No tengo ni idea de cómo funciona realmente esto, pero… – cesó su comentario al escuchar un gran estruendo, seguido de unos cuantos más del mismo calibre. – Mierda.
El barco recibió todos aquellos impactos. La base marina había emprendido su ofensiva contra su navío, dando comienzo a aquella contienda. Tal cual supuso el pirata, su compañero de parche accedió al trato nada más comprobó que su barco estaría en peligro si la nave caía. Sin pensárselo dos veces saltó al vacío tras crear de la nada dos cuchillas carmesíes en sus antebrazos, delatando su condición de usuario. El pelinegro corrió hacia el borde de la cubierta para asomarse y divisar como aquel hombre empezaba con la destrucción de aquellos cañones. Sin duda, un gran aliado había caído justo delante de él, y en cuestión de minutos, quedó demostrado el provecho que había sacado de aquello. Ahora tenía que cumplir su parte del trato. Rápidamente, corrió hacia el globo y se dirigió a sus integrantes.
– No soy vuestro jefe. No me debéis nada. Pero si queréis salir con vida de aquí, hacedme caso. Ahora mismo, si él destruye los cañones, habría una mierda menos de la que preocuparnos. Nuestro principal problema es eso. – señaló a la gigantesca nave que sobrevolaba Gray Rock. – Eso puede acabar con nosotros si se lo propone. Así que necesito más manos, más cabezas. Vuestro capitán ha aparcado en un lugar que no debía, y eso es un puto problema, ya que está a tiro. Os sugiero que salgáis de ahí y me ayudéis a proteger toda la estructura. Muy bien, eso es todo por ahora. Tengo que ocuparme de asuntos mucho más importantes ahora mismo. – se dirigió hacia el borde, dispuesto a observar la nave enemiga. Activó su comunicador y empezó a darle órdenes a la I.A. – Freya, asigna la reparación de la nave a los autómatas restantes. Para acelerar el proceso, cambia de posición a diez de los que estaban fijando la base. Por cierto, los veinte que se quedan, que empiecen a disparar a los cañones, pero que no disparen al tipo con el parche.
– Se requiere de una descripción más desarrollada acerca del “tipo con parche”, señor. – contestó la I.A, con una voz mucho más humana de la que algunos podrían pensar.
– Veamos… un tipo con parche y dos jodidas cuchillas rojas en cada brazo.
– Defina “jodidas”, por favor.
– Freya, añade “jodidas” al diccionario. Ejecuta las órdenes y… por cierto, que los que apuntan a la base den prioridad a disparar a los misiles que disparen antes que a los cañones.
– Inmediatamente, señor.
Dentro de la estructura, todos los autómatas cambiaron de posiciones y de actitud según las órdenes del pirata. La cantidad asignada para la reparación del barco rondaba los cuarenta, con lo que serían suficientes para hacer que los daños causados por sus enemigos fuesen reparados en pocos minutos. Acto seguido, cambió de canal para hablar con su segundo al mando.
– Bobby, informe de situación. ¿Cómo van las cosas por ahí abajo? He visto que había hielo rodeando la isla, ¿qué coño ha pasado? – preguntó, más calmado que antes.
– De mal en peor, capitán. El barco de los Jigoku está ardiendo, aunque… no todo. El hielo ha levantado una ola de grandes dimensiones que se dirigen hacia todas direcciones. Los cañones han empezado a disparar, también. Tanto piratas como marines ahora se hallan enfrentándose entre sí.
– Joder… ¿algo más?
– Nada realmente destacable, señor.
– Joder… ¡joder! Vale, permaneced como estábais. Las cosas van a ponerse moviditas a partir de ahora. – finalizó.
El inminente ataque de la gran nave era lo único que preocupaba a Yuu en aquellos momentos. No quería perder todo cuanto había ganado, por lo que tendría que sacar toda su artillería para evitar su destino.
- Resumen (Los piltrafillas de Arribor deberíais leer):
- Responder a Arribor antes de que se vaya. Hablar con la tripulación del globo de Neus y avisarles de que deberían moverse para proteger aquello. Ordenar a la I.A Freya que priorice el contraataque, haciendo que los autómatas prefieran disparar a los misiles de los cañones que a los cañones en sí. Además, ordena que los autómatas restantes (Los que no están apuntando a ninguna nave, que son 40) se encarguen de la reparación de la nave. El gran número de robots debería agilizar el proceso de reparación. Recibir informe de lo que pasa abajo. P.D: Los autómatas tienen la orden explícita de no disparar a Arribor.
Fenrir
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Bueno, parecía ser que el tipo del barco no iba a arrollarle con el enorme navío. Buenas noticias sin duda. El pelirrojo escuchó una voz proveniente de la cubierta. Un hombre vestido con uniforme de la marina y de aspecto insulso se asomó al borde y miró hacia abajo. El pelirrojo fijó su vista en él, dejando que el haki de observación le dijera el nivel de poder de aquel hombre, y más adelante rastreó el barco en busca de las fuentes de poder más notables. Planearía qué hacer a continuación de forma taimada y ladina. Si no había una fuerza notable en el barco, lo cual sinceramente dudaba, subiría y los mataría a todos sin excepción. De lo contrario, tendría que ser un poco más discreto.
- ¡Señor! ¿Quién es usted y qué hace aquí? -le preguntó el marine. Fenrir se mojó los labios con la lengua, improvisando una excusa.
- Sólo soy un viajero que... -el mercenario sintió entonces un gran ruido. Se dio la vuelta para ver cómo gran parte de la isla se había visto rodeada por lo que parecía ser una enorme tundra helada. Sorprendido, lo siguiente que detectó fue una ondulación en las aguas, que se dirigía hacia su posición-. No... no no no... -murmuró-. Puta fortuna.
La ondulación pronto cobró fuerza y altura, convirtiéndose en una monstruosa ola que superaba varias veces la altura del pelirrojo y su diminuta embarcación. "Oh, venga..." maldijo para sí mismo, mientras desenfundaba su espada. Vio cómo la ola se acercaba más y más, y trató de calcular la distancia que lo separaba de la cubierta del barco. Se planteó si una onda cortante lo bastante fuerte sería suficiente para cortar la ola.
En ese momento, una chispa de inspiración acudió a su mente. Riéndose como si acabase de entender una broma, chasqueó los dedos. Un caballo fantasmal, compuesto exclusivamente de huesos y éter se materializó a su lado en el agua, apoyando sus cascos sobre la cada vez más agitada superficie. De un salto, el pelirrojo se encaramó sobre su corcel, que empezó a cabalgar hacia la ola a toda velocidad. Como si de una ladera se tratase, el caballo empezó a ascender por la ola, hasta avanzar casi en vertical por la cresta de la misma. El pelirrojo sonrió, y el caballo se giró de golpe, montando la zona más alta de aquel pequeño tsunami, como si de un surfista profesional se tratase.
En caso de que el asesino no hubiese detectado ninguna presencia extremadamente fuerte en el barco, lo suficiente como para que atacarlo fuera un suicidio, su objetivo era aquel navío. Si por el contrario había una presencia de dichas características, el pelirrojo tiraría de las riendas y ordenaría a su fiel corcel volar hacia la isla, pasando por encima de aquel yermo helado en que se había convertido la costa.
- ¡Señor! ¿Quién es usted y qué hace aquí? -le preguntó el marine. Fenrir se mojó los labios con la lengua, improvisando una excusa.
- Sólo soy un viajero que... -el mercenario sintió entonces un gran ruido. Se dio la vuelta para ver cómo gran parte de la isla se había visto rodeada por lo que parecía ser una enorme tundra helada. Sorprendido, lo siguiente que detectó fue una ondulación en las aguas, que se dirigía hacia su posición-. No... no no no... -murmuró-. Puta fortuna.
La ondulación pronto cobró fuerza y altura, convirtiéndose en una monstruosa ola que superaba varias veces la altura del pelirrojo y su diminuta embarcación. "Oh, venga..." maldijo para sí mismo, mientras desenfundaba su espada. Vio cómo la ola se acercaba más y más, y trató de calcular la distancia que lo separaba de la cubierta del barco. Se planteó si una onda cortante lo bastante fuerte sería suficiente para cortar la ola.
En ese momento, una chispa de inspiración acudió a su mente. Riéndose como si acabase de entender una broma, chasqueó los dedos. Un caballo fantasmal, compuesto exclusivamente de huesos y éter se materializó a su lado en el agua, apoyando sus cascos sobre la cada vez más agitada superficie. De un salto, el pelirrojo se encaramó sobre su corcel, que empezó a cabalgar hacia la ola a toda velocidad. Como si de una ladera se tratase, el caballo empezó a ascender por la ola, hasta avanzar casi en vertical por la cresta de la misma. El pelirrojo sonrió, y el caballo se giró de golpe, montando la zona más alta de aquel pequeño tsunami, como si de un surfista profesional se tratase.
En caso de que el asesino no hubiese detectado ninguna presencia extremadamente fuerte en el barco, lo suficiente como para que atacarlo fuera un suicidio, su objetivo era aquel navío. Si por el contrario había una presencia de dichas características, el pelirrojo tiraría de las riendas y ordenaría a su fiel corcel volar hacia la isla, pasando por encima de aquel yermo helado en que se había convertido la costa.
- Resumen aproximado:
- Fenrir se plantea si atacar o no el barco (rastrea buscando presencias) + Fenrir invoca a su Corcel de la Muerte y lo monta para pasar por encima de la ola +
Fenrir decide si ir hacia el barco o hacia la isla (Según el poder de las presencias del barco)
Deathstroke
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Prácticamente todos los barcos de la marina que nos apuntaban dejaron de hacerlo para poder responder a los ataques que estaban recibiendo cañonazos de otros barcos piratas. Se habían distraído y era el momento de moverse rápido antes de que pudiesen detenernos.
-Berthil, modifiquemos el rumbo ligeramente para evitar el barco en el que está Dexter. – dije aprovechando el comunicador – A todas las tropas, modifiquen el rumbo a como lo ha hecho Berthil – en ese momento bajé a la cubierta para poder controlar la Joya. – Aumentad la velocidad, es hora de desembarcar, una vez en tierra formad una pequeña base. – ordené nuevamente a todos los soldados y nakamas. – Worgulv, necesito que bajes el miniélmile una vez atraquemos.
Corregí el rumbo y velocidad de la Joya y esperé a que el resto lo hiciese igual, en apenas unos segundos la flota comenzó a salir de la niebla que había creado y rodeando el barco en el que estaba el capitán avanzamos hacia la enorme roca, una vez estuviésemos cerca reduciría la velocidad del barco para evitar una colisión. En ese momento, se pudo escuchar las palabras del capitán en los auriculares. Mantuve mi atención a cada una de las palabras del capitán, a como iba recitando toda la historia que había provocado la marina en los últimos años, antes de que por mi parte hubiese recibido alguna recompensa. Y entonces, llegó la frase que esperaba escuchar como la guinda del pastel.
-Señoras y señores, empezamos con el plan. – avisé aprovechando la pequeña pausa que hizo el capitán. Lo cual fue respondido con vítores de los que se encontraban en el barco.
El capitán continuó hablando con el Almirante en Flota con unas breves palabras con las que realizaba sus peticiones, terminando con una pequeña, se podría llamar amenaza o extorsión l marine. Las siguientes palabras del capitán fueron dirigidas a mí directamente en la que me ordenaba un vínculo entre ambos. Rápidamente lo creé.
-Hecho, capitán – le informé mentalmente.
-Berthil, modifiquemos el rumbo ligeramente para evitar el barco en el que está Dexter. – dije aprovechando el comunicador – A todas las tropas, modifiquen el rumbo a como lo ha hecho Berthil – en ese momento bajé a la cubierta para poder controlar la Joya. – Aumentad la velocidad, es hora de desembarcar, una vez en tierra formad una pequeña base. – ordené nuevamente a todos los soldados y nakamas. – Worgulv, necesito que bajes el miniélmile una vez atraquemos.
Corregí el rumbo y velocidad de la Joya y esperé a que el resto lo hiciese igual, en apenas unos segundos la flota comenzó a salir de la niebla que había creado y rodeando el barco en el que estaba el capitán avanzamos hacia la enorme roca, una vez estuviésemos cerca reduciría la velocidad del barco para evitar una colisión. En ese momento, se pudo escuchar las palabras del capitán en los auriculares. Mantuve mi atención a cada una de las palabras del capitán, a como iba recitando toda la historia que había provocado la marina en los últimos años, antes de que por mi parte hubiese recibido alguna recompensa. Y entonces, llegó la frase que esperaba escuchar como la guinda del pastel.
-Señoras y señores, empezamos con el plan. – avisé aprovechando la pequeña pausa que hizo el capitán. Lo cual fue respondido con vítores de los que se encontraban en el barco.
El capitán continuó hablando con el Almirante en Flota con unas breves palabras con las que realizaba sus peticiones, terminando con una pequeña, se podría llamar amenaza o extorsión l marine. Las siguientes palabras del capitán fueron dirigidas a mí directamente en la que me ordenaba un vínculo entre ambos. Rápidamente lo creé.
-Hecho, capitán – le informé mentalmente.
- resumen:
- Organizar la flota para ir a la isla, aprovechando la pequeña niebla para corregir el rumbo y no chocar con barcos de la marina y aumentar la velocidad para atravesar los barcos. Escuchar las palabras del capitán y obedecer al capitán cuando me pide que cree un vinculo telepático con él.
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El calor le abrasó la piel, mientras la onda lo golpeaba empujándolo en el aire. Cerró los ojos cegado por la luz y sus oído comenzaron a pitar. Por un instante sintió una punzada de miedo, seguida de aceptación. Si aquel era su final, lo acogía gustosamente, con los brazos abiertos. Era lo que él había elegido y había vivido de acuerdo a sus propias normas y deseos. Sin embargo, el dolor no remitía. No llegaba la dulce y fría caricia de la muerte, ya familiar como una vieja conocida. No... él ya había muerto una vez, y aquello era bastante diferente. Abrió los ojos mientras sus oídos comenzaban a recuperarse y el sonido de la batalla se volvía audible de nuevo. "Lo he... ¿logrado?" Apretó los puños y los labios notando una cálida sensación de orgullo. Había logrado lo que, incluso para sus grandes habilidades, había creído una proeza inalcanzable. Aún viviría para contarlo, así como Syxel. Sonrió, observando desafiante al enorme engendro metálico mientras preparaba de nuevo su pistola. Aquello no era Síderos, él ya no era la misma persona. "Ya soy un cazador. No tengo motivos para temer. Mientras mi voluntad de ganar se mantenga intacta, nada podrá apartarme de mi camino." Sin embargo el artefacto comenzó a elevarse en el aire y se alejó, dejándoles un respiro de momento. El vampiro lo observó alejarse con desconfianza, mientras recapacitaba sobre sus propios actos.
- He arriesgado mi vida... ¿por otros? - negó con la cabeza, confuso.
¿Estaba aquello mal? No, desde luego que no. Había sido su elección libre y propia. Y si lo había hecho era porque Syxel era, ¿su compañero? ¿camarada de armas? ¿su amigo? Bajó la cabeza y lo miró por un instante, frunciendo el ceño. Amigos... no había empleado esa palabra con nadie desde Zero. Hasta ahora no lo había pensado; simplemente había apartado de su mente el dolor de la pérdida. Lo había considerado un sentimiento muestra de debilidad que no servía para nada, pero ahora comprendía más. Negando su dolor, negaba todo lo que su querido compañero le había hecho ver. Que pese a todo, había gente por la que merecía la pena luchar. Con la que merecía la pena compartir una jarra cerveza o un plato de comida. Gente capaz de hacerle sonreír o de pasar un buen rato, o simplemente dispuesta a echarle un cable cuando hiciera necesario. "Y Syxel se quedó distrayendo a Deathstroke cuando nos atacó. Aunque sabía que probablemente estuviera firmando su sentencia de muerte, y aunque se excusara en que yo tenía las banderas." Soltó una carcajada y guardó la pistola en el interior de su gabardina. Entonces un aura azul le recubrió y una nube de murciélagos envueltos en llamas blancas brotaron de él, acercándose a las velas y apagando el fuego en estas, desapareciendo en el proceso. Mientras lo hacía, comenzó a bajar hacia el capitán con un gesto serio.
- Ha llegado la hora de la verdad, Silver D. Syxel - entrecerró los ojos - La hora de que deje de mentirme a mí mismo y al mundo.
Sabía que eventualmente aquel momento llegaría. Era sólo cuestión de tiempo que alguien descubriera su verdadera identidad y se la revelara al Gobierno, si es que no lo sabían ya. O que su investigación le llevara a estudiar temas prohibidos con este. Aquel conflicto era algo que hacía mucho que sabía que se avecinaba; siempre había sido consciente de que ser cazarrecompensas era algo temporal. En aquel momento simplemente estaba adelantando acontecimientos, porque, ¿para qué seguir mintiendo? Si hasta ahora no se había enfrentado al Gobierno es porque aún no había tenido razones. Pero Syxel estaba en aquella batalla, y sabía que el temerario capitán sólo aceptaría la victoria o la muerte. Y dado que no deseaba su muerte, la única solución que le quedaba era darle la victoria. Miró con intensidad al hombre mientras su piel comenzaba a palidecer, sus ojos a cambiar de color y su constitución a ser más delgada y atlética, al tiempo que crecía hasta llegar a alrededor de un metro noventa. Era hora de mostrar al mundo su verdadero rostro... uno que él mismo no veía desde hacía mucho tiempo. ¿Cuánto habría cambiado? Sus ojos se volvieron de un color azul intenso, al tiempo que sus cabellos se alargaban y pasaban del negro a un castaño oscuro.
- Quiero que transmitas esto con tu poder a todo el que pueda oírte. Quiero la Marina oiga mi mensaje. Mi nombre no es Helkan. Ni Ivan Roux. Yo soy Ivan Markov, el primogénito del rey Derian Markov y legítimo heredero al trono de Hallstat - metió la mano en el interior de su gabardina y sacó a Vanator, apoyando la hoja en el hombro - Y hoy renuncio a mi puesto de cazarrecompensas por la bandera negra. Te ayudaré a ganar esta batalla, capitán Silver. A ti y a todos los hombres libres que aquí luchan.
Alzó la mirada hacia el cielo tormentoso. Aquellas esferas negras seguían cayendo de un punto lejano, difícil de ver para una persona corriente. Pero no para la aguda vista de Ivan. Se giró y comenzó a correr hacia el mástil, apoyando una pierna en este y continuando su carrera en vertical como si para él fuera suelo firme. Gracias al monstruoso tamaño de aquel barco tuvo espacio suficiente para coger carrerilla, y cuando llegó al final, evitando cabos y velas por el camino y finalmente echó a volar con la vista fija en aquella figura. A medida se acercaba pudo confirmar la gabardina blanca de oficial marine y lo que parecía una armadura... no, ¿madera? Finalmente se situó a su altura. Había oído historias sobre él, pero sinceramente, ¿quién se hubiese creído que un árbol podía hacerse marine? Esbozó una sonrisa, mientras su pelo se volvía blanco y sus colmillos crecían. Colocó la espada en posición, apuntando con ella hacia el marine mientras una llama blanca brotaba del filo negro de Vanator.
- Capitán Kodama... me temo que voy a tener que pararos. No puedo dejar que dañéis ni un solo barco más.
- He arriesgado mi vida... ¿por otros? - negó con la cabeza, confuso.
¿Estaba aquello mal? No, desde luego que no. Había sido su elección libre y propia. Y si lo había hecho era porque Syxel era, ¿su compañero? ¿camarada de armas? ¿su amigo? Bajó la cabeza y lo miró por un instante, frunciendo el ceño. Amigos... no había empleado esa palabra con nadie desde Zero. Hasta ahora no lo había pensado; simplemente había apartado de su mente el dolor de la pérdida. Lo había considerado un sentimiento muestra de debilidad que no servía para nada, pero ahora comprendía más. Negando su dolor, negaba todo lo que su querido compañero le había hecho ver. Que pese a todo, había gente por la que merecía la pena luchar. Con la que merecía la pena compartir una jarra cerveza o un plato de comida. Gente capaz de hacerle sonreír o de pasar un buen rato, o simplemente dispuesta a echarle un cable cuando hiciera necesario. "Y Syxel se quedó distrayendo a Deathstroke cuando nos atacó. Aunque sabía que probablemente estuviera firmando su sentencia de muerte, y aunque se excusara en que yo tenía las banderas." Soltó una carcajada y guardó la pistola en el interior de su gabardina. Entonces un aura azul le recubrió y una nube de murciélagos envueltos en llamas blancas brotaron de él, acercándose a las velas y apagando el fuego en estas, desapareciendo en el proceso. Mientras lo hacía, comenzó a bajar hacia el capitán con un gesto serio.
- Ha llegado la hora de la verdad, Silver D. Syxel - entrecerró los ojos - La hora de que deje de mentirme a mí mismo y al mundo.
Sabía que eventualmente aquel momento llegaría. Era sólo cuestión de tiempo que alguien descubriera su verdadera identidad y se la revelara al Gobierno, si es que no lo sabían ya. O que su investigación le llevara a estudiar temas prohibidos con este. Aquel conflicto era algo que hacía mucho que sabía que se avecinaba; siempre había sido consciente de que ser cazarrecompensas era algo temporal. En aquel momento simplemente estaba adelantando acontecimientos, porque, ¿para qué seguir mintiendo? Si hasta ahora no se había enfrentado al Gobierno es porque aún no había tenido razones. Pero Syxel estaba en aquella batalla, y sabía que el temerario capitán sólo aceptaría la victoria o la muerte. Y dado que no deseaba su muerte, la única solución que le quedaba era darle la victoria. Miró con intensidad al hombre mientras su piel comenzaba a palidecer, sus ojos a cambiar de color y su constitución a ser más delgada y atlética, al tiempo que crecía hasta llegar a alrededor de un metro noventa. Era hora de mostrar al mundo su verdadero rostro... uno que él mismo no veía desde hacía mucho tiempo. ¿Cuánto habría cambiado? Sus ojos se volvieron de un color azul intenso, al tiempo que sus cabellos se alargaban y pasaban del negro a un castaño oscuro.
- Quiero que transmitas esto con tu poder a todo el que pueda oírte. Quiero la Marina oiga mi mensaje. Mi nombre no es Helkan. Ni Ivan Roux. Yo soy Ivan Markov, el primogénito del rey Derian Markov y legítimo heredero al trono de Hallstat - metió la mano en el interior de su gabardina y sacó a Vanator, apoyando la hoja en el hombro - Y hoy renuncio a mi puesto de cazarrecompensas por la bandera negra. Te ayudaré a ganar esta batalla, capitán Silver. A ti y a todos los hombres libres que aquí luchan.
Alzó la mirada hacia el cielo tormentoso. Aquellas esferas negras seguían cayendo de un punto lejano, difícil de ver para una persona corriente. Pero no para la aguda vista de Ivan. Se giró y comenzó a correr hacia el mástil, apoyando una pierna en este y continuando su carrera en vertical como si para él fuera suelo firme. Gracias al monstruoso tamaño de aquel barco tuvo espacio suficiente para coger carrerilla, y cuando llegó al final, evitando cabos y velas por el camino y finalmente echó a volar con la vista fija en aquella figura. A medida se acercaba pudo confirmar la gabardina blanca de oficial marine y lo que parecía una armadura... no, ¿madera? Finalmente se situó a su altura. Había oído historias sobre él, pero sinceramente, ¿quién se hubiese creído que un árbol podía hacerse marine? Esbozó una sonrisa, mientras su pelo se volvía blanco y sus colmillos crecían. Colocó la espada en posición, apuntando con ella hacia el marine mientras una llama blanca brotaba del filo negro de Vanator.
- Capitán Kodama... me temo que voy a tener que pararos. No puedo dejar que dañéis ni un solo barco más.
- Resumen - Todos los de la flota este, os interesa:
- - Descubro que no he muerto
- Apago el fuego de las velas con mi técnica de Boreas (llama congelante).
- Anulo la polimorfia y adopto mi aspecto real
- A través de la telepatía de Syxel declaro que soy el hijo de Derian Markov, rechazo mi puesto de cazador y declaro la guerra al Gobierno.
- Vuelo hacia Kodama y lo desafío.
¿Una rata amarilla eléctrica de mofletes sonrojados? No. ¿Un perro amarillo multiforme y malhablado? Tampoco. ¿Un gato con sobredosis de esteroides y muchas horas de gimnasio a sus espadas? Poco probable. No tenía muy claro qué clase de ser se había subido a su barco, haciendo gala de una sutilidad superada solo por él mismo. No obstante, eso no era lo más impresionante, sino que había sido capaz de reconocer a los miembros de la tripulación a ojo, pues ninguna bandera se ondeaba en el mástil de Rosamel Forrito, el barco que le había prestado su hermano para aquella empresa.
-El que faltaba –murmuró Zane, al contemplar con su vista de pájaro a un viejo conocido suyo, que dando patadas en el aire se iba acercando a gran velocidad. Esa persona no era otra que Zuko, el recluta con el que tuvo un enfrentamiento hacía ya dos o tres años. ¿Habría escalado algún puesto dentro de la marina o seguiría siendo un pez grande en una gran pecera? Fuera como fuese, no podía perder el tiempo con él en ese momento; papi no estaba para jugar a ver quién tiene un fuego más intenso-. ¡Therax! Es hora de trabajar, no de dejarse trabajar –bromeó, al ver como estaba tan apegado a Annie-. A las dos en punto se está acercando un hombre con un fuego tan intenso como el mío, así que ya sabes que hacer –el capitán pirata bloqueó el timón y se aproximó a su comandante antes de que se fuera-. Usa tu viento para apagar su fuego –alzó el puño para chocarlo.
Unos segundos después de su marcha, aún con una conversación pendiente con aquel animal antropomorfo, una gran masa de hielo comenzó a bordear toda la isla desde el este. Fue un suceso muy hermoso, como la superficie cristalina del agua del mar fue volviéndose una masa sólida que conectaba con la isla. ¿Sería buena usarlo de puente para cruzar? Quizás, pero mejor dejarlo como última opción. Fue entonces, cuando en el horizonte se pudo vislumbrar una gran ola se dirigía hacia su barco. Rápidamente, haciendo surgir casi de forma instantánea unas alas en su espalda, se puso delante del barco y desenfundando a Supuringugeiru, concentrando en ella una gran cantidad de energía espiritual y de fuego generado por su fruta, haciendo que la hoja de la espada brille con mucha intensidad y su hoja se recubra de llamas. Una vez hecho eso, la echó hacia atrás con ambas manos, aferrándose con fuerza a la empuñadura de la katana y, con un fuerte movimiento descendente, lanzó una onda cortante de grandes dimensiones –unos cuarenta metros de largo y dos metros de ancho– recubierta de energía espiritual y fuego, cortando la ola e intentando romper el bloque de hielo que tenía al frente. La ola se partió en dos de forma inmediata, evaporando lo poco que podría rozar la madera de su barco, creando una niebla que se juntó con otra más extraña que procedía del barco que encabezaba a los Blue Roses.
Aprovechando el vapor de agua que se suspendía en el aire, el pelirrojo enfundó su katana y volvió al barco, sacando su den den Zane para llamar a Luka.
-Socio, tenemos un problema. La superficie del mar como que se ha congelado, así que vamos a tener que cambiar de planes. Intenta buscar una salida a tu manera, pero tampoco te metas en muchos líos, ¿vale? –el pelirrojo esperó a que el gyojin le contestara–.En media hora volveré a ponerme en contacto contigo.
«¿Ahora qué? ¡Ah, sí!»
Zane se aproximó hacia el lugar donde estaban con el intruso, ¿Cuál era su excusa? No la había escuchado. ¿Qué quería de él y su gente? No le importaba. Si seguía atado era que no había sido capaz de convencer a Spanner, y el pelimorado rara vez se equivocaba al juzgar una persona.
-Duerme amiguito –dijo Zane, usando su haki del rey sobre en pobre animal de cabello amarillo, intentando desmayarlo-. Devolvedlo al lugar de donde ha venido, pero no le matéis.
La niebla comenzaba a disiparse, así que quedaba poco para ver si su potente corte había sido suficiente como para quebrar el bloque de hielo o tendría usar otra vía para llegar a la isla.
-Señores tenemos tres opciones: la primera es ir volando y ser blanco de barcos y naves aéreas. La segunda es que vaya en la cabeza intentando descongelar el hielo para que pase el navío. Y la tercera, y la que menos me gusta, echar el ancla, preparando el barco para una huida rápida e ir por el hielo. ¿Qué preferís?
-El que faltaba –murmuró Zane, al contemplar con su vista de pájaro a un viejo conocido suyo, que dando patadas en el aire se iba acercando a gran velocidad. Esa persona no era otra que Zuko, el recluta con el que tuvo un enfrentamiento hacía ya dos o tres años. ¿Habría escalado algún puesto dentro de la marina o seguiría siendo un pez grande en una gran pecera? Fuera como fuese, no podía perder el tiempo con él en ese momento; papi no estaba para jugar a ver quién tiene un fuego más intenso-. ¡Therax! Es hora de trabajar, no de dejarse trabajar –bromeó, al ver como estaba tan apegado a Annie-. A las dos en punto se está acercando un hombre con un fuego tan intenso como el mío, así que ya sabes que hacer –el capitán pirata bloqueó el timón y se aproximó a su comandante antes de que se fuera-. Usa tu viento para apagar su fuego –alzó el puño para chocarlo.
Unos segundos después de su marcha, aún con una conversación pendiente con aquel animal antropomorfo, una gran masa de hielo comenzó a bordear toda la isla desde el este. Fue un suceso muy hermoso, como la superficie cristalina del agua del mar fue volviéndose una masa sólida que conectaba con la isla. ¿Sería buena usarlo de puente para cruzar? Quizás, pero mejor dejarlo como última opción. Fue entonces, cuando en el horizonte se pudo vislumbrar una gran ola se dirigía hacia su barco. Rápidamente, haciendo surgir casi de forma instantánea unas alas en su espalda, se puso delante del barco y desenfundando a Supuringugeiru, concentrando en ella una gran cantidad de energía espiritual y de fuego generado por su fruta, haciendo que la hoja de la espada brille con mucha intensidad y su hoja se recubra de llamas. Una vez hecho eso, la echó hacia atrás con ambas manos, aferrándose con fuerza a la empuñadura de la katana y, con un fuerte movimiento descendente, lanzó una onda cortante de grandes dimensiones –unos cuarenta metros de largo y dos metros de ancho– recubierta de energía espiritual y fuego, cortando la ola e intentando romper el bloque de hielo que tenía al frente. La ola se partió en dos de forma inmediata, evaporando lo poco que podría rozar la madera de su barco, creando una niebla que se juntó con otra más extraña que procedía del barco que encabezaba a los Blue Roses.
Aprovechando el vapor de agua que se suspendía en el aire, el pelirrojo enfundó su katana y volvió al barco, sacando su den den Zane para llamar a Luka.
-Socio, tenemos un problema. La superficie del mar como que se ha congelado, así que vamos a tener que cambiar de planes. Intenta buscar una salida a tu manera, pero tampoco te metas en muchos líos, ¿vale? –el pelirrojo esperó a que el gyojin le contestara–.En media hora volveré a ponerme en contacto contigo.
«¿Ahora qué? ¡Ah, sí!»
Zane se aproximó hacia el lugar donde estaban con el intruso, ¿Cuál era su excusa? No la había escuchado. ¿Qué quería de él y su gente? No le importaba. Si seguía atado era que no había sido capaz de convencer a Spanner, y el pelimorado rara vez se equivocaba al juzgar una persona.
-Duerme amiguito –dijo Zane, usando su haki del rey sobre en pobre animal de cabello amarillo, intentando desmayarlo-. Devolvedlo al lugar de donde ha venido, pero no le matéis.
La niebla comenzaba a disiparse, así que quedaba poco para ver si su potente corte había sido suficiente como para quebrar el bloque de hielo o tendría usar otra vía para llegar a la isla.
-Señores tenemos tres opciones: la primera es ir volando y ser blanco de barcos y naves aéreas. La segunda es que vaya en la cabeza intentando descongelar el hielo para que pase el navío. Y la tercera, y la que menos me gusta, echar el ancla, preparando el barco para una huida rápida e ir por el hielo. ¿Qué preferís?
- Resumen:
- Mandar a Therax con Zuko + Lanzar una onda cortante muy tocha de fuego y energía para partir la ola en dos y resquebrajar el bloque de hielo para crear un camino + hablar con Luka + spamear haki del rey para dormir a Zord por intruso + proponer cosas a los que quedamos en el barco
- Habilidad de la katana:
- Habilidades especiales o destacables: Fraguada en las antiguas forjas de la isla de Wano, nos encontramos con una katana solo que solo podría ser destruida por armas de la misma calidad o superior a ella, dan dura como el mismísimo diamante y con la gran capacidad de corte. Además de eso, esta arma tiene una extraña peculiaridad, la primera de ellas es que según la leyeda parece tener voluntad propia, desenfundándose solo ante rivales que ella cree dignos. (Es sobre todo on rol, vaya) Sin embargo, no es así, si no que la katana tiene un dispositivo que hace que se desenfunda si la empuñadura es agarrada con brío.
Sin embargo, como arma mítica que es, tiene dos poderes: el primero de ellos es que si se empuña y se le aplica energía espiritual, su capacidad de corte aumenta exponencialmente, siendo capaz de realizar ondas cortantes con su misma capacidad de corte, con la diferencia de que dichas ondas pueden ser hasta cincuenta veces más grandes que la hoja de la katana. Eso es posible debido a un mecanismo que libera la energía absorbida de golpe, aumentando su potencia. Y la segunda es que si alguien que maneje algún poder elemental la empuña (fuego, electricidad, energía…) su hoja adopta dichas capacidades, siendo un arma verdaderamente útil. Eso es debido a las capacidades del material del que está fabricada la hoja, que se desconoce a día de hoy.
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-Señor, nos encontramos a rango de tiro de todos los objetivos. – comentó el encargado del radar.
-Fuego a discreción, quiero a todos esos navíos en el fondo del mar para la hora de comer. - De repente en la pantalla se comenzaron a ver multitud de objetos no identificados saliendo de las naves de la revolución. Por su conformación parecían haber sido lanzadas, como si de rocas de un arma de asedio se tratasen. Y por si fuera poco algo salió volando de la nave pirata en dirección a los cañones fijos que ya la bombardeaban. Redirigir los cañones que apuntan a la flota pirata a esa nave, la quiero fuera del cielo ¡ya! ¡Cambiar los objetivos de las armas ligeras a esa nube de objetos sin identificar, que lleguen los menos posibles hasta la isla!
Las cosas cambiaban por momentos durante una batalla y me estaba empezando a dar cuenta que aún me faltaba mucho para que mi ejercito estuviera completo. No podía dar el cien por cien debido a que no podía desplegar tropas en tierra aún, lo que significaba que ese sería el siguiente punto de mi ruta de creaciones. Además, necesitaba mejorar el armamento y defensas de la base si los piratas empezaban a tener embarcaciones voladoras.
-Activar cuatro robots Ω, los quiero en la cubierta que da a esa nave listos para atacar o derribar cualquier cosa que intenten lanzarnos. Que los apoyen una veintena de robots RVYB en modo defensa. Ponerme con Kemmei, tengo que avisarle. – Tras unos momentos de espera a que el oficial de comunicaciones contactara con mi compañero científico. – Kemmei, van multitud de obejetos sin identificar de la revolución hacía vosotros en masa, mantén cerca el DDM para que la APCI IV que está preparada para vuelos suborbitales. ¿Y qué pasa con esa conexión? Como maldición quieren un combate eficiente si no puedo informarles de las novedades en tiempo real, que se den prisa.
-Fuego a discreción, quiero a todos esos navíos en el fondo del mar para la hora de comer. - De repente en la pantalla se comenzaron a ver multitud de objetos no identificados saliendo de las naves de la revolución. Por su conformación parecían haber sido lanzadas, como si de rocas de un arma de asedio se tratasen. Y por si fuera poco algo salió volando de la nave pirata en dirección a los cañones fijos que ya la bombardeaban. Redirigir los cañones que apuntan a la flota pirata a esa nave, la quiero fuera del cielo ¡ya! ¡Cambiar los objetivos de las armas ligeras a esa nube de objetos sin identificar, que lleguen los menos posibles hasta la isla!
Las cosas cambiaban por momentos durante una batalla y me estaba empezando a dar cuenta que aún me faltaba mucho para que mi ejercito estuviera completo. No podía dar el cien por cien debido a que no podía desplegar tropas en tierra aún, lo que significaba que ese sería el siguiente punto de mi ruta de creaciones. Además, necesitaba mejorar el armamento y defensas de la base si los piratas empezaban a tener embarcaciones voladoras.
-Activar cuatro robots Ω, los quiero en la cubierta que da a esa nave listos para atacar o derribar cualquier cosa que intenten lanzarnos. Que los apoyen una veintena de robots RVYB en modo defensa. Ponerme con Kemmei, tengo que avisarle. – Tras unos momentos de espera a que el oficial de comunicaciones contactara con mi compañero científico. – Kemmei, van multitud de obejetos sin identificar de la revolución hacía vosotros en masa, mantén cerca el DDM para que la APCI IV que está preparada para vuelos suborbitales. ¿Y qué pasa con esa conexión? Como maldición quieren un combate eficiente si no puedo informarles de las novedades en tiempo real, que se den prisa.
- Resumen (Yuu y kemmei os interesa:
- Abrir fuego contra la flota revolucionaria y la nave de Yuu, quedando diez cañones de cada tipo apuntando a cada uno de los objetivos.
Centrar el esfuerzo de las armas ligereas apuntadas a la revolución en las coas que están lanzando a la isla.
Activar varios de los robots que traigo para que suban la cubierta y ayuden contra la nave de Yuu.
Avisar a Kemmei de lo que pasa y mandarle la APCI IV para que la use durante el resto de la batalla.
**Descripciones de todos los robots en el segundo post de la ficha.**
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Al acercarnos a los barcos que, al menos en teoría, transportaban a Legim hasta la isla para su ejecución, pude ver como tres pequeños navíos habían logrado alcanzarlos. Dichas embarcaciones parecían pertenecer a la Armada Revolucionaria, aunque ¿qué pintarían ellos intentando rescatar a un Yonkou? ¿qué importancia podía tener para ellos el destino de aquel hombre más allá de salvarlo para anotarse un tanto frente al Gobierno Mundial? El combate entre ambos grupos estaba comenzando, así que utilicé mi conexión telepática con Hachiro para, mientras me frenaba en el aire, comunicarle mis intenciones:
- Parece que la Armada Revolucionaria trata de rescatar a Legim, si es que se encuentra realmente ahí, como dijiste antes. Debemos ayudar a proteger los barcos del asalto, pero primero quiero ver bien cuál es la situación y a qué nos enfrentamos. Poseo una vista muy superior a la de un humano corriente, así que voy a emplearla a la vez que el Mantra para tratar de averiguar con la mayor precisión posible qué es lo que tenemos delante. Te iré informando a través de este vínculo de todo lo que vea o perciba.
Era posible que, al ser mi superior en Sombras del Deber, el peliblanco no se tomase muy bien que fuese yo quien le dijera a él qué hacer, aunque dada su probada inteligencia, probablemente se diese cuenta de que lo que yo proponía era lo más sensato. Así pues comencé a recorrer minuciosamente con la mirada lo que teníamos bajo nuestros pies, tanto los tres barcos atacantes como la pequeña guardia del prisionero. Mientras tanto, utilicé el Haki de Observación para buscar presencias poderosas o amenazas ocultas a mi aguda visión.
En todas las embarcaciones el panorama era similar. Hombres y mujeres corriendo de un lado a otro, poniendo a punto todo y preparándose para el ataque unos y la defensa los otros. No obstante, hubo algo que llamó poderosamente mi atención. O, más bien, NO había algo. Mi Mantra me decía que no había en ninguno de aquellos navíos una presencia con un poder tan inmenso como el que, teóricamente, poseía un Yonkou. Aquello podía significar dos cosas: o las sospechas de Hachiro eran ciertas y el verdadero Legim no se encontraba allí, o el Gobierno había encontrado el modo de camuflar su presencia.
Comuniqué todo esto al peliblanco, esperando su reacción ante la posible confirmación de sus suposiciones. Después continué escrutando cada rincón de los barcos hasta que, en un momento dado, percibí una presencia que parecía algo más poderosa de lo normal. Tal vez (aunque no podía saberlo a ciencia cierta) incluso más que la mía propia. Provenía de una extraña criatura que acababa de subir a la cubierta de uno de los barcos del Gobierno Mundial desde el mar. Por su grotesco aspecto debía de ser algún tipo de gyojin. Sin embargo, nunca había visto ni leído sobre ningún pez que guardase parecido con aquella monstruosidad.
Dado que había abordado la embarcación desde el mar, no cabía duda de que era un atacante. No sabía si pertenecería o no a la Armada Revolucionaria, pero en aquel momento era lo de menos. Era una potencial amenaza para el plan del Gobierno Mundial, y había que eliminarla. Por lo tanto, sin perder un segundo me lancé hacia él aprovechando la ventaja que la altura me otorgaba mientras comunicaba a Hachiro lo que había visto, con la esperanza de que me siguiera a la batalla. Era hora de empezar a luchar.
Manteniendo mi Haki de Observación activo, me dejaría caer sobre aquel extraño ser aprovechando únicamente la fuerza de la gravedad, tratando de hacer el menor ruido posible para que, con el ajetreo de los barcos, no fuese capaz de oírme llegar. Una vez estuviese lo suficientemente cerca, extendería el dedo índice de mi mano derecha buscando, con un movimiento endiabladamente rápido, herir al intruso.
- Parece que la Armada Revolucionaria trata de rescatar a Legim, si es que se encuentra realmente ahí, como dijiste antes. Debemos ayudar a proteger los barcos del asalto, pero primero quiero ver bien cuál es la situación y a qué nos enfrentamos. Poseo una vista muy superior a la de un humano corriente, así que voy a emplearla a la vez que el Mantra para tratar de averiguar con la mayor precisión posible qué es lo que tenemos delante. Te iré informando a través de este vínculo de todo lo que vea o perciba.
Era posible que, al ser mi superior en Sombras del Deber, el peliblanco no se tomase muy bien que fuese yo quien le dijera a él qué hacer, aunque dada su probada inteligencia, probablemente se diese cuenta de que lo que yo proponía era lo más sensato. Así pues comencé a recorrer minuciosamente con la mirada lo que teníamos bajo nuestros pies, tanto los tres barcos atacantes como la pequeña guardia del prisionero. Mientras tanto, utilicé el Haki de Observación para buscar presencias poderosas o amenazas ocultas a mi aguda visión.
En todas las embarcaciones el panorama era similar. Hombres y mujeres corriendo de un lado a otro, poniendo a punto todo y preparándose para el ataque unos y la defensa los otros. No obstante, hubo algo que llamó poderosamente mi atención. O, más bien, NO había algo. Mi Mantra me decía que no había en ninguno de aquellos navíos una presencia con un poder tan inmenso como el que, teóricamente, poseía un Yonkou. Aquello podía significar dos cosas: o las sospechas de Hachiro eran ciertas y el verdadero Legim no se encontraba allí, o el Gobierno había encontrado el modo de camuflar su presencia.
Comuniqué todo esto al peliblanco, esperando su reacción ante la posible confirmación de sus suposiciones. Después continué escrutando cada rincón de los barcos hasta que, en un momento dado, percibí una presencia que parecía algo más poderosa de lo normal. Tal vez (aunque no podía saberlo a ciencia cierta) incluso más que la mía propia. Provenía de una extraña criatura que acababa de subir a la cubierta de uno de los barcos del Gobierno Mundial desde el mar. Por su grotesco aspecto debía de ser algún tipo de gyojin. Sin embargo, nunca había visto ni leído sobre ningún pez que guardase parecido con aquella monstruosidad.
Dado que había abordado la embarcación desde el mar, no cabía duda de que era un atacante. No sabía si pertenecería o no a la Armada Revolucionaria, pero en aquel momento era lo de menos. Era una potencial amenaza para el plan del Gobierno Mundial, y había que eliminarla. Por lo tanto, sin perder un segundo me lancé hacia él aprovechando la ventaja que la altura me otorgaba mientras comunicaba a Hachiro lo que había visto, con la esperanza de que me siguiera a la batalla. Era hora de empezar a luchar.
Manteniendo mi Haki de Observación activo, me dejaría caer sobre aquel extraño ser aprovechando únicamente la fuerza de la gravedad, tratando de hacer el menor ruido posible para que, con el ajetreo de los barcos, no fuese capaz de oírme llegar. Una vez estuviese lo suficientemente cerca, extendería el dedo índice de mi mano derecha buscando, con un movimiento endiabladamente rápido, herir al intruso.
- Resumen (Hachiro y Maki, leed):
- - Ver que los revolucionarios atacan a los barcos que llevan a Legim.
- Analizar con mis ojos y Mantra la situación, dándome cuenta de que no percibo una presencia tan poderosa como la que debería tener Legim.
- Notar una presencia más poderosa que el resto, ver a Maki (que es quien la emite), comunicar a Hachiro mi descubrimiento y lanzarme sobre el gyojin.
- Cosas:
- - Stats: Agilidad 6, Reflejos 5, Fuerza 5, Velocidad 3, Resistencia 3.
- PU Pasivos: x2 a Fuerza, Agilidad y Reflejos.
- Haki Observación Desarrollado.
- Sentidos Felinos: Al haber consumido una Akuma felina, la vista de Thawne es el doble de aguda que la de un humano normal, y es capaz de ver en la oscuridad con la misma nitidez y precisión que si fuera de día (no en la oscuridad absoluta). Pasivamente, sus pupilas en la oscuridad se tornan afiladas como las de un gato.
- Shigan Kempo: Gracias a la velocidad de movimientos que le otorga su Kami-e Kempo, ejecuta sus Shigan con tal rapidez que resulta casi imposible reaccionar a tiempo para esquivarlos. Del mismo modo, dicha velocidad hace que sus Shigan tengan el doble de potencia que antes. Puede lanzar Shigan con más de un dedo a la vez, con el pie, o incluso lanzar varios consecutivos, pareciendo una ametralladora.
Marc Kiedis
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Respondiendo a la petición de Spanner, el semigigante creó en un abrir y cerrar de ojos unas bonitas cuerdas de queso de color rosa fosforito, pensando que seguramente harían un contraste curioso con la piel de aquel extraño y peludo ser. Marc estaba intrigadísimo, ¡se trataba ni más ni menos que de un felino que caminaba a dos patas y hablaba! ¿Sería aquello el poder de alguna fruta del diablo? Si él era capaz de crear queso de la nada tras comer una, no veía por qué no iba a existir una que te convirtiera en un hombre-gato cubierto de pelo de colores chillones. Incapaz de contener su curiosidad, una vez se hubo asegurado de que aquel bicho estaba atado y bien atado, le dijo:
- Perdona que te lo pregunte así, pero ¿qué eres? Nunca he visto un ser que se parezca a ti.
Instantes después, el pelirrojo comenzó a organizar a su tripulación. Encargó a Therax ocuparse de un tipo que se hallaba caminando sobre el aire frente al barco, algo que, tras haber visto tantas cosas raras desde que había salido del New Baratie, no sorprendió demasiado al grandullón. Lo que vino después, no obstante, sí que le dejó completamente anonadado. El mar se estaba congelando por completo alrededor de la isla. Su primera reacción fue pensar en Luka, pues el simpático gyojin se encontraba sumergido en aquellos momentos. Para colmo, una gigantesca ola había surgido de dicho hielo y amenazaba con hundir su barco.
Zane, no corto ni perezoso, desenvainó su espada y lanzó una inmensa onda cortante contra la ola, partiéndola en dos. << Vaya, algún día quiero ser capaz de lanzar ondas tan poderosas como esa >> pensó el grandullón, sorprendido ante la proeza que el pelirrojo acababa de realizar sin aparentemente casi ningún esfuerzo.
Poco después, pareció que el Antiguo Supernova llegó a la misma conclusión que Marc y, sin perder tiempo, sacó su extraño caracol personalizado para avisar a Luka de lo que ocurría en el mar. Tras esto, se acercó al intruso al que el semigigante había atado y, con alguna misteriosa habilidad, consiguió hacer que se desmayase pronunciando unas simples palabras.
Finalmente, cuando el pelirrojo enumeró varias posibles opciones y preguntó a los demás por su opinión al respecto, Marc fue el primero en responder. Poniendo la mejor de sus sonrisas, dijo con voz alegre y confiada:
- Yo creo que, si te ves capaz de derretir el hielo para abrirnos un camino, esa sería la mejor opción. Volar nos haría blancos muy fáciles, y con mi peso no me fío mucho de pisar sobre ese hielo. No sé nadar y creo que es muy arriesgado, podría romperse fácilmente. Además, si te ocupas del hielo yo puedo encargarme del timón y dirigir el barco por el camino que nos marques. Soy un buen navegante.
Dicho esto, escucharía las opiniones de los demás y, si a todos les parecía bien, se dirigiría al timón.
- Perdona que te lo pregunte así, pero ¿qué eres? Nunca he visto un ser que se parezca a ti.
Instantes después, el pelirrojo comenzó a organizar a su tripulación. Encargó a Therax ocuparse de un tipo que se hallaba caminando sobre el aire frente al barco, algo que, tras haber visto tantas cosas raras desde que había salido del New Baratie, no sorprendió demasiado al grandullón. Lo que vino después, no obstante, sí que le dejó completamente anonadado. El mar se estaba congelando por completo alrededor de la isla. Su primera reacción fue pensar en Luka, pues el simpático gyojin se encontraba sumergido en aquellos momentos. Para colmo, una gigantesca ola había surgido de dicho hielo y amenazaba con hundir su barco.
Zane, no corto ni perezoso, desenvainó su espada y lanzó una inmensa onda cortante contra la ola, partiéndola en dos. << Vaya, algún día quiero ser capaz de lanzar ondas tan poderosas como esa >> pensó el grandullón, sorprendido ante la proeza que el pelirrojo acababa de realizar sin aparentemente casi ningún esfuerzo.
Poco después, pareció que el Antiguo Supernova llegó a la misma conclusión que Marc y, sin perder tiempo, sacó su extraño caracol personalizado para avisar a Luka de lo que ocurría en el mar. Tras esto, se acercó al intruso al que el semigigante había atado y, con alguna misteriosa habilidad, consiguió hacer que se desmayase pronunciando unas simples palabras.
Finalmente, cuando el pelirrojo enumeró varias posibles opciones y preguntó a los demás por su opinión al respecto, Marc fue el primero en responder. Poniendo la mejor de sus sonrisas, dijo con voz alegre y confiada:
- Yo creo que, si te ves capaz de derretir el hielo para abrirnos un camino, esa sería la mejor opción. Volar nos haría blancos muy fáciles, y con mi peso no me fío mucho de pisar sobre ese hielo. No sé nadar y creo que es muy arriesgado, podría romperse fácilmente. Además, si te ocupas del hielo yo puedo encargarme del timón y dirigir el barco por el camino que nos marques. Soy un buen navegante.
Dicho esto, escucharía las opiniones de los demás y, si a todos les parecía bien, se dirigiría al timón.
- Resumen:
- - Atar a Zay y preguntarle qué clase de ser es.
- Preocuparse por Luka al ver cómo el mar se congela.
- Narrar lo ocurrido y responder a Zane cuando pide la opinión del resto, ofreciéndose a llevar el timón si es necesario.
Osuka Sumisu
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Los motores empezaron a rotar a su máxima potencia, provocando tanto ruido que empezaban a pitar los oídos. Al final estaban los cuatro en aquella cabina voladora; Osu, Ed, Valia y Fred. Listos para lo que le podría tirar encima cuando llegasen a Gray Rock. Si tenían algún problema con aquel cacharro con hélices, el sargento al menos confiaba en su segundo al mando, que era un catalogo de vehiculos viviente. Los ataques entre piratas y marines había empezado. El olor a pólvora y fuego no tardarian en llegar a los carriers. Era hora de prepararse.
- Si tenemos suerte, los marines tendrán una cafetera ahí abajo -bromeó al comentario de Fred, para aliviar tensiones-. Y si no, te llevare al mejor lugar donde sirvan café de los cuatro blues.
Los ingenieros estaban revisando los últimos detalles para que aquel cacharro no se estrellase nada más despegar. Aunque ahora le daba más miedo los proyectiles que se había metido Ed en el pecho.
- Siento ser cenizo contigo, pero que esas cosas tengan una calavera pintada me dan yuyu que te pasas -le dijo al rubiales, refiriéndose a la munición. Sinceramente, no quería que su compañero explotarse como una piñata. Seria asqueroso y traumático.
De sopetón empezó a escuchar disparos de artillería demasiado cerca de ellos. Osu salió de la cabina y se asomo a la cubierta para ver como un navío empezaba a disparar contra las naves de asalto que volaban. Con un gesto y griterío aviso al personal del carrier dejase de enviar naves voladoras.
- Hay que joderse… - se sacó del bolsillo el Den Den Mushi y pulso el prefijo ’687’ para contactar con alguien-. … Dexter, tenemos un problema por aquí. Alguno de estos capullos están atacando a todas las naves de asalto que enviamos y desde aquí nos va ser muy complicado. Nos vendría bien algo de ayuda.
Se dirigió a sus compañeros aun dentro de la nave, para explicarles lo sucedido.
- Parece que la excursión se va a retrasar un poco por un barco con unos antiaéreos. Todo aquel que sepa usar artillería que se prepare. Hasta que no recibamos apoyo no vamos darles tregua -se giró y se dirigió al resto de los tripulantes-. Eso también va por vosotros. Todos a sus puestos de combate!, concentrar el fuego en sus baterias de artilleria antiaerea! Quiero a ese barco como un colador!
- Si tenemos suerte, los marines tendrán una cafetera ahí abajo -bromeó al comentario de Fred, para aliviar tensiones-. Y si no, te llevare al mejor lugar donde sirvan café de los cuatro blues.
Los ingenieros estaban revisando los últimos detalles para que aquel cacharro no se estrellase nada más despegar. Aunque ahora le daba más miedo los proyectiles que se había metido Ed en el pecho.
- Siento ser cenizo contigo, pero que esas cosas tengan una calavera pintada me dan yuyu que te pasas -le dijo al rubiales, refiriéndose a la munición. Sinceramente, no quería que su compañero explotarse como una piñata. Seria asqueroso y traumático.
De sopetón empezó a escuchar disparos de artillería demasiado cerca de ellos. Osu salió de la cabina y se asomo a la cubierta para ver como un navío empezaba a disparar contra las naves de asalto que volaban. Con un gesto y griterío aviso al personal del carrier dejase de enviar naves voladoras.
- Hay que joderse… - se sacó del bolsillo el Den Den Mushi y pulso el prefijo ’687’ para contactar con alguien-. … Dexter, tenemos un problema por aquí. Alguno de estos capullos están atacando a todas las naves de asalto que enviamos y desde aquí nos va ser muy complicado. Nos vendría bien algo de ayuda.
Se dirigió a sus compañeros aun dentro de la nave, para explicarles lo sucedido.
- Parece que la excursión se va a retrasar un poco por un barco con unos antiaéreos. Todo aquel que sepa usar artillería que se prepare. Hasta que no recibamos apoyo no vamos darles tregua -se giró y se dirigió al resto de los tripulantes-. Eso también va por vosotros. Todos a sus puestos de combate!, concentrar el fuego en sus baterias de artilleria antiaerea! Quiero a ese barco como un colador!
- RESUMEN:
- Indicar al carrier en el que está que deje de enviar naves, solicitar apoyo de Dexter y mientras empezar a disparar con los cañones del barco contra el de Corvo(centrándose en los antiaéreos)
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¿De verdad había sido tan sencillo? Pensaba que la marina era algo más letrada y lista, pero vaya, me ha venido de perlas. Francamente, no sabía que hacer a continuación, y las primeras galletas ya habían llegado al exterior de la isla. Observé el patío, buscando alguna zona donde se pudiera requerir mi ayuda...y enfocando mi vista en la búsqueda de alguna autoridad de la que poder alardear peleando codo con codo. Luego pensé que eso supondría muchos problemas y que un civil no sería distinguido de amigo o enemigo en aquel combate.
¿Que lugar tiene inmunidad en una guerra? Pensé para mi. La respuesta era bastante obvia. !La enfermería, seguramente necesitarían manos allí. No era que me gustara especialmente, pero era un objetivo de las múltiples opciones que tenía.
Aquel oficial, me había permitido quedarme en la batalla, sin embargo, aprovechando la charla, le pregunté.
-No me subestime oficial, no sabe de lo que soy capaz de hacer para evitar que ese malnacido que van a ejecutar no escape, pero ciertamente, entiendo su preocupación. -Cambié la mirada hacia el patio- ¿Donde se requiere ayuda?¿Quizás la enfermería? ¿Evacuación de civiles? ¿Defender algún punto en concreto?.
Esta última pregunta parecía absurda, y claramente lo era, estábamos en guerra y era obvio que algo había que defender....pero francamente me daba igual todo, tan solo estaba ahí para mi provecho particular, asi que decidí tirar de un As para que le oficial me mandara una tarea aceptable donde pudiera servir a la marina propiamente.
-Soy un usuario si eso le ayuda a mandarme a algún punto de este lugar. Pero dese prisa, se lo suplico, cada minuto que lo piensa es tiempo que pierdo en ayudar a la marina, y el enemigo, se acerca.
Tras decir aquellas palabras, puse mi bastón con cabeza de Pegaso agarrado bajo mi sobaco, y mi mano derecha comenzó a arreglarse los botones del puño derecho mientras mi rostro mostraba, una tranquilidad exagerada.
Mi barco junto se había retirado junto al resto de civiles que escapaban de la isla, por tanto, podía decirse que ya no había vuelta atrás...y no me disgustaba en absoluto.
¿Que lugar tiene inmunidad en una guerra? Pensé para mi. La respuesta era bastante obvia. !La enfermería, seguramente necesitarían manos allí. No era que me gustara especialmente, pero era un objetivo de las múltiples opciones que tenía.
Aquel oficial, me había permitido quedarme en la batalla, sin embargo, aprovechando la charla, le pregunté.
-No me subestime oficial, no sabe de lo que soy capaz de hacer para evitar que ese malnacido que van a ejecutar no escape, pero ciertamente, entiendo su preocupación. -Cambié la mirada hacia el patio- ¿Donde se requiere ayuda?¿Quizás la enfermería? ¿Evacuación de civiles? ¿Defender algún punto en concreto?.
Esta última pregunta parecía absurda, y claramente lo era, estábamos en guerra y era obvio que algo había que defender....pero francamente me daba igual todo, tan solo estaba ahí para mi provecho particular, asi que decidí tirar de un As para que le oficial me mandara una tarea aceptable donde pudiera servir a la marina propiamente.
-Soy un usuario si eso le ayuda a mandarme a algún punto de este lugar. Pero dese prisa, se lo suplico, cada minuto que lo piensa es tiempo que pierdo en ayudar a la marina, y el enemigo, se acerca.
Tras decir aquellas palabras, puse mi bastón con cabeza de Pegaso agarrado bajo mi sobaco, y mi mano derecha comenzó a arreglarse los botones del puño derecho mientras mi rostro mostraba, una tranquilidad exagerada.
Mi barco junto se había retirado junto al resto de civiles que escapaban de la isla, por tanto, podía decirse que ya no había vuelta atrás...y no me disgustaba en absoluto.
- Resumen.:
- Solicito un destino en la base para ayudar, queriendo principalmente, que el oficial me mande a alguna zona donde pueda ayudar a algún marine de rango medio, o al menos, donde la gente recuerde que Pegasus ayudó a esa pobre gente , la que escapa y la que se queda defendiendo.(realmente le da igual, como si mueren todos).
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Ya habíamos subido a aquellos aparatos con los que en teoría asaltaríamos la gran fortaleza de la marina. La quimera reunida en un pequeño espacio en el que llegar hasta un lugar inaccesible de otra forma, y más ahora con una buena capa de hielo cubriendo la retaguardia de los barcos marines. Solo el pensar que tendrían que enfrentarse a gente capaz de hacer aquello le helaba la sangre, y nunca mejor dicho.
A nuestro alrededor los cañonazos y las explosiones ya comenzaban a sonar, marines y piratas ya entablaban combate y pronto nos llegaría el turno a nosotros. Aunque aquellas capsulas de metal no me daban muy buena espina sabía que si algo ocurría mi misión estaba clara, rescatar a todos los miembros de nuestra división del mar y llevarlos a un lugar seguro desde el que reagruparnos. Seguramente si pudiera salvara a más llegado el caso, pero esperaba de verdad no tener que mojarme en ese día por esa causa.
Algo estaba pasando fuera, Osu había salido de repente y se le veía mucho más nervioso de lo habitual. Hasta sacó un DDM y se puso a llamar a ¿Dexter? ¿Qué estaba pasando allí fuera para que nuestro líder tuviera que llamar al famoso Yonkou? Un pequeño vistazo fue más que suficiente, aunque el hombre de piedra nos contó lo que pasaba. Una nave estaba disparando contra los transportes que ya estaban en el aire, lo que sin duda estaría ocasionando muchas bajas.
-Osu, puede ser útil recogiendo revolucionarios caídos al mar con esas explosiones. Los supervivientes estarán demasiado conmocionados como para poder sobrevivir mucho tiempo en estas embravecidas aguas, podríamos minimizar las bajas. Además, puedo estar de vuelta en menos de lo que canta un gallo cuando se decida que partir es seguro y se reanuden los vuelos.
A nuestro alrededor los cañonazos y las explosiones ya comenzaban a sonar, marines y piratas ya entablaban combate y pronto nos llegaría el turno a nosotros. Aunque aquellas capsulas de metal no me daban muy buena espina sabía que si algo ocurría mi misión estaba clara, rescatar a todos los miembros de nuestra división del mar y llevarlos a un lugar seguro desde el que reagruparnos. Seguramente si pudiera salvara a más llegado el caso, pero esperaba de verdad no tener que mojarme en ese día por esa causa.
Algo estaba pasando fuera, Osu había salido de repente y se le veía mucho más nervioso de lo habitual. Hasta sacó un DDM y se puso a llamar a ¿Dexter? ¿Qué estaba pasando allí fuera para que nuestro líder tuviera que llamar al famoso Yonkou? Un pequeño vistazo fue más que suficiente, aunque el hombre de piedra nos contó lo que pasaba. Una nave estaba disparando contra los transportes que ya estaban en el aire, lo que sin duda estaría ocasionando muchas bajas.
-Osu, puede ser útil recogiendo revolucionarios caídos al mar con esas explosiones. Los supervivientes estarán demasiado conmocionados como para poder sobrevivir mucho tiempo en estas embravecidas aguas, podríamos minimizar las bajas. Además, puedo estar de vuelta en menos de lo que canta un gallo cuando se decida que partir es seguro y se reanuden los vuelos.
- resumen:
- Cosas varias narrando que pasa y lo que hace Osu
Proponerle que me deje ir a rescatar revolucionarios al agua hasta que partamos, momento en el que volvería para ir con ellos hasta la fortaleza.
Worgulv
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La niebla cubrió poco a poco la flota, su camarada les había ofrecido una cobertura, el hombre esperaba que fuese para atacar por sorpresa, cuan equivocado estaba.
Cuando comenzó el estruendo de la guerra y lo cañones rugían en todas direcciones, Deathstroke comunico las ordenes.
– A todas las tropas, modifiquen el rumbo a como lo ha hecho Berthil, Aumentad la velocidad, es hora de desembarcar, una vez en tierra formad una pequeña base. Worgulv, necesito que bajes el miniélmile una vez atraquemos.
En vez de zambullirse de lleno en la batalla, iban a dirigirse a tierra para formar una base, el hombre aun refunfuñando por la elección de no atacar, levanto el brazo en la que portaba el hacha ``Seguid a la flota y preparaos para desembarcar´´ grito para reafirmar la orden de su camarada. Mientras los hombres se agitaban y cambiaban el rumbo, Worgulv se dirigió al interior de la nave a cumplir la parte que le tocaba.
Con un fuerte tirón, el hombre se cargo al hombro lo que se le había ordenado. El hombre salió a cubierta con su hacha en la mano derecha, y cargada con ayuda del brazo izquierdo, a Mino-yo Émile, una pieza de artillería ``portátil´´, pesaba, pero el hombre lo considero un buen entrenamiento. También era consciente de que portaba un arma que no sabia si clasificar como profana, ya que parecía invocar el poder de los dioses para aniquilar a sus enemigos, el hombre honraba el combate cuerpo a cuerpo, y lo prefería, pero también podría admitir que esa arma ofrecía un espectáculo digno.
Cuando llegó de nuevo a la proa del navío, se aproximaban a la isla, pero el hombre pudo divisar lo que parecía hielo sobre la superficie del mar que rodeaba la isla, el hombre se preparo para el impacto, si tenían que desembarcar sobre hielo, lo haría, no seria la primera ni la última vez.
Cuando comenzó el estruendo de la guerra y lo cañones rugían en todas direcciones, Deathstroke comunico las ordenes.
– A todas las tropas, modifiquen el rumbo a como lo ha hecho Berthil, Aumentad la velocidad, es hora de desembarcar, una vez en tierra formad una pequeña base. Worgulv, necesito que bajes el miniélmile una vez atraquemos.
En vez de zambullirse de lleno en la batalla, iban a dirigirse a tierra para formar una base, el hombre aun refunfuñando por la elección de no atacar, levanto el brazo en la que portaba el hacha ``Seguid a la flota y preparaos para desembarcar´´ grito para reafirmar la orden de su camarada. Mientras los hombres se agitaban y cambiaban el rumbo, Worgulv se dirigió al interior de la nave a cumplir la parte que le tocaba.
Con un fuerte tirón, el hombre se cargo al hombro lo que se le había ordenado. El hombre salió a cubierta con su hacha en la mano derecha, y cargada con ayuda del brazo izquierdo, a Mino-yo Émile, una pieza de artillería ``portátil´´, pesaba, pero el hombre lo considero un buen entrenamiento. También era consciente de que portaba un arma que no sabia si clasificar como profana, ya que parecía invocar el poder de los dioses para aniquilar a sus enemigos, el hombre honraba el combate cuerpo a cuerpo, y lo prefería, pero también podría admitir que esa arma ofrecía un espectáculo digno.
Cuando llegó de nuevo a la proa del navío, se aproximaban a la isla, pero el hombre pudo divisar lo que parecía hielo sobre la superficie del mar que rodeaba la isla, el hombre se preparo para el impacto, si tenían que desembarcar sobre hielo, lo haría, no seria la primera ni la última vez.
- resumen:
- Recibo ordenes, cojo cañón y me dispongo a cumplirlas
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