Aki D. Arlia
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Todo había sucedido demasiado rápido. Había podido parar su puñetazo cambiando de postura en el aire para darle una certera patada, aunque más que hacerle daño todo lo que había logrado era no salir disparada hacia arriba. Por suerte mi oponente era lo bastante amable como para remediar eso en cuestión de segundos.
Apenas lo vi venir, y cuando lo hice tan solo pude reaccionar a la defensiva. Volví a colocar un muro entre ambos y procuré utilizar el haki de armadura para evitarme las quemaduras. Sin embargo, no pude absorber toda la fuerza de la explosión y lo siguiente que supe al abrir los ojos era que estaba a unos 10 o 15 metros de altura. Woah. Me ardían las piernas y estaba segura de que cuando esto acabara estaría un par de días sumergida en aloe vera, pero por ahora eso tendría que esperar. Hice balance de daños; estaba bastante magullada y me sentía como si me hubiera pasado una manada de leones por encima, pero no creía tener nada roto. Me dolía el pecho, pero podía respirar sin problemas. Quizás tuviera algo dislocado. Sin embargo, yo no entendía mucho de anatomía.
Miré a mi alrededor para ubicarme y descendí hasta mi barco. Varias de las chicas que habían atendido más que yo en sus clases de medicina acudieron en seguida. Me pusieron emplastes en las quemaduras y me vendaron el pecho para que lo que fuera que me había torcido no se torciera todavía más. Eso estaba muy bien, pero no podía quedarme sentada.
Fui a proa y me elevé un par de metros, buscando al causante de todo esto. No estaba por ningún lado y como testigo del combate solo quedaba el destrozo que le había hecho al hielo. La cúpula había volado en pedazos con la explosión. Mandé colocar el barco a toda máquina y regresé a quemar con paciencia el hielo para que siguiéramos avanzando. Era algo más fácil en esa zona, ya que el marine lo había roto en varios puntos. Pero todo esto era demasiado lento y yo aún seguía con la energía del combate en la sangre.
Intenté retomar el contacto con aquella persona que unos minutos antes había asaltado mi mente sin permiso; quizás no fuera mala idea precipitar según que cosas.
- Lamento interrumpir lo que sea que estés haciendo, pero por favor, dinos tu posición y las de tus compañeros. Iremos a hacer una visita y de paso echaros un cable, aquí solo hay hielo destrozado.
Esperaba que le hubiera llegado el mensaje. En cuanto obtuviera respuesta, saldría volando en la dirección que me comunicara. Si podía, me llevaría a alguna de mis guerreras. No habían ido hasta ahí a hacer de marineritas, esperaba.
Apenas lo vi venir, y cuando lo hice tan solo pude reaccionar a la defensiva. Volví a colocar un muro entre ambos y procuré utilizar el haki de armadura para evitarme las quemaduras. Sin embargo, no pude absorber toda la fuerza de la explosión y lo siguiente que supe al abrir los ojos era que estaba a unos 10 o 15 metros de altura. Woah. Me ardían las piernas y estaba segura de que cuando esto acabara estaría un par de días sumergida en aloe vera, pero por ahora eso tendría que esperar. Hice balance de daños; estaba bastante magullada y me sentía como si me hubiera pasado una manada de leones por encima, pero no creía tener nada roto. Me dolía el pecho, pero podía respirar sin problemas. Quizás tuviera algo dislocado. Sin embargo, yo no entendía mucho de anatomía.
Miré a mi alrededor para ubicarme y descendí hasta mi barco. Varias de las chicas que habían atendido más que yo en sus clases de medicina acudieron en seguida. Me pusieron emplastes en las quemaduras y me vendaron el pecho para que lo que fuera que me había torcido no se torciera todavía más. Eso estaba muy bien, pero no podía quedarme sentada.
Fui a proa y me elevé un par de metros, buscando al causante de todo esto. No estaba por ningún lado y como testigo del combate solo quedaba el destrozo que le había hecho al hielo. La cúpula había volado en pedazos con la explosión. Mandé colocar el barco a toda máquina y regresé a quemar con paciencia el hielo para que siguiéramos avanzando. Era algo más fácil en esa zona, ya que el marine lo había roto en varios puntos. Pero todo esto era demasiado lento y yo aún seguía con la energía del combate en la sangre.
Intenté retomar el contacto con aquella persona que unos minutos antes había asaltado mi mente sin permiso; quizás no fuera mala idea precipitar según que cosas.
- Lamento interrumpir lo que sea que estés haciendo, pero por favor, dinos tu posición y las de tus compañeros. Iremos a hacer una visita y de paso echaros un cable, aquí solo hay hielo destrozado.
Esperaba que le hubiera llegado el mensaje. En cuanto obtuviera respuesta, saldría volando en la dirección que me comunicara. Si podía, me llevaría a alguna de mis guerreras. No habían ido hasta ahí a hacer de marineritas, esperaba.
- resumen:
- Salir disparada, hacer balance de daños y curarse de urgencia lo que pueda. Preguntarle a Syxel por su ubicación.
Jason Silvers
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Aterrizó pesadamente sobre el suelo de metal, que se sacudió con un horrible sonido de crujidos. Apenas escuchó la voz del Vicealmirante mientras se giraba para tirarse boca arriba, hiperventilando con los ojos fuera de sí. Aquello había sido más de lo que podía soportar, y para colmo... ¡su cigarrillo había salido volando! Con todo aún dándole vueltas y el corazón golpeándole con fuerza, se incorporó apartándose el pelo de la cara. Solo estaban Kenzo, Iulio y él... ¿qué había sido del teniente y del otro chico? Hizo un esfuerzo para levantarse y se alejó de la compuerta, dejándose caer sobre uno de los asientos con un profundo suspiro. Aquel ascenso había sido una de las experiencias más terroríficas de su vida, balanceado sin control alguno a cientos de metros de altura y suspendido únicamente por una fina hebra. ¿Y si se hubiera roto o soltado? Con las manos aún temblorosas, se llevó un cigarrillo a la boca y sacó el mechero, necesitando varios intentos para encenderlo. Una luz roja se encendió y la compuerta de paracaidismo comenzó a cerrarse. El marine dio un suspiro de alivio echando una bocanada de humo, y le tendió el pitillo a sus compañeros.
- ¿Sabéis que ha sido del teniente? ¿Por qué no está con nosotros?
- La nave ha recibido daños en el último ataque. Procederemos a aterrizar en la base de Gray Rock por seguridad - dijo una voz por megafonía.
- Oh, genial. Lo que faltaba. En fin, ¿quién está el mando ahora? Sé que el gigantón ese te puso a ti, Kenzo, pero teóricamente Iulio y yo somos tus superiores - se rascó la cabeza - Sea como sea, supongo que tocará desembarcar en la base y ver cómo anda la situación allí.
La tentación de sacarse el porro y fumárselo allí mismo era grande, pero no era ningún inconsciente. Sabía que ir drogado a la batalla sería como firmar su sentencia de muerte. Sin embargo tras aquel susto no le vendría mal un trago para asentar el estómago y terminar de relajarse. Extrajo del bolsillo de la chaqueta una pequeña petaca de metal a la que dio un generoso trago. A pesar de ser un ron barato en aquel momento el sabor a licor aguado le sentó mejor que el más fino de los tintos de Domica. Dando un suspiro de placer, volvió a cerrar y guardarse el bote, llevándose el cigarro a los labios. Mientras se aproximaban a la isla se dedicó a limpiar de sangre los cuchillos, esperando a que llegara el momento de desembarcar.
- ¿Alguna idea de qué diablos vamos a hacer ahora? - preguntó, agarrándose a una de las barras mientras el avión descendía - Dudo que la base sea remanso de calma con la tormenta de hostias que está cayendo ahí fuera.
- ¿Sabéis que ha sido del teniente? ¿Por qué no está con nosotros?
- La nave ha recibido daños en el último ataque. Procederemos a aterrizar en la base de Gray Rock por seguridad - dijo una voz por megafonía.
- Oh, genial. Lo que faltaba. En fin, ¿quién está el mando ahora? Sé que el gigantón ese te puso a ti, Kenzo, pero teóricamente Iulio y yo somos tus superiores - se rascó la cabeza - Sea como sea, supongo que tocará desembarcar en la base y ver cómo anda la situación allí.
La tentación de sacarse el porro y fumárselo allí mismo era grande, pero no era ningún inconsciente. Sabía que ir drogado a la batalla sería como firmar su sentencia de muerte. Sin embargo tras aquel susto no le vendría mal un trago para asentar el estómago y terminar de relajarse. Extrajo del bolsillo de la chaqueta una pequeña petaca de metal a la que dio un generoso trago. A pesar de ser un ron barato en aquel momento el sabor a licor aguado le sentó mejor que el más fino de los tintos de Domica. Dando un suspiro de placer, volvió a cerrar y guardarse el bote, llevándose el cigarro a los labios. Mientras se aproximaban a la isla se dedicó a limpiar de sangre los cuchillos, esperando a que llegara el momento de desembarcar.
- ¿Alguna idea de qué diablos vamos a hacer ahora? - preguntó, agarrándose a una de las barras mientras el avión descendía - Dudo que la base sea remanso de calma con la tormenta de hostias que está cayendo ahí fuera.
- resumen:
- Me tomo un descanso para fumar, beber un trago de ron y limpiar mis armas mientras esperamos a que el avión llegue a Gray Rock. En cuanto aterrice, descenderé a ver la situación.
Marc Kiedis
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Mientras veía cómo su arpón de queso era cortado sin aparente esfuerzo por el marine de la espada, Marc observó cómo Spanner se enfrascaba en un combate con el otro defensor, el extraño chico-chica de aspecto excesivamente juvenil. Para colmo, la marine que estaba atendiendo al chico que Annie parecía conocer lo había dejado a cargo de otros soldados y se dirigía de nuevo hacia ellos transformada en una especie de reptil enorme con afilados colmillos. ¿Qué sería aquello?
Entonces, la batalla que se libraba en las cercanías entre los más poderosos capitanes pirata del momento pareció recrudecerse aún más, con la incorporación del que, si no recordaba mal, era el segundo al mando de Dexter Black, y de un peculiar marine pelirrojo extremadamente pequeño. Marc tuvo en ese momento claro lo que Zane le había dicho antes de aterrizar. Si el combate no terminaba pronto, debían alejarse de él lo máximo posible. No sabía qué tenía preparado el Antiguo Supernova, pero si había realizado esa advertencia seguramente estaría justificada. Así que, sin pensárselo dos veces, llamó a sus dos compañeros:
- ¡Annie, Spanner, debemos alejarnos más de la posición de Zane! ¡No sé qué tiene planeado, pero si nos dijo eso debemos hacer caso!
Una vez dicho esto, el semigigante se dio la vuelta y comenzó a correr a la escasa velocidad que su pesado cuerpo permitía. Esperaba que sus amigos le siguieran, pues no sería nada agradable para el pelirrojo darse cuenta después de que había herido a sus propios compañeros. Tal vez a los marines no les diera tiempo a alejarse lo suficiente, pero eso no le importaba tanto, la verdad. No los odiaba, ni mucho menos, pero ahora mismo eran sus enemigos. Y una cosa era ser buena persona, y otra muy distinta salvar a quien quiere matarte o encarcelarte. Eso es ser tonto, y Marc no quería que nadie pensase de él algo así.
Entonces, la batalla que se libraba en las cercanías entre los más poderosos capitanes pirata del momento pareció recrudecerse aún más, con la incorporación del que, si no recordaba mal, era el segundo al mando de Dexter Black, y de un peculiar marine pelirrojo extremadamente pequeño. Marc tuvo en ese momento claro lo que Zane le había dicho antes de aterrizar. Si el combate no terminaba pronto, debían alejarse de él lo máximo posible. No sabía qué tenía preparado el Antiguo Supernova, pero si había realizado esa advertencia seguramente estaría justificada. Así que, sin pensárselo dos veces, llamó a sus dos compañeros:
- ¡Annie, Spanner, debemos alejarnos más de la posición de Zane! ¡No sé qué tiene planeado, pero si nos dijo eso debemos hacer caso!
Una vez dicho esto, el semigigante se dio la vuelta y comenzó a correr a la escasa velocidad que su pesado cuerpo permitía. Esperaba que sus amigos le siguieran, pues no sería nada agradable para el pelirrojo darse cuenta después de que había herido a sus propios compañeros. Tal vez a los marines no les diera tiempo a alejarse lo suficiente, pero eso no le importaba tanto, la verdad. No los odiaba, ni mucho menos, pero ahora mismo eran sus enemigos. Y una cosa era ser buena persona, y otra muy distinta salvar a quien quiere matarte o encarcelarte. Eso es ser tonto, y Marc no quería que nadie pensase de él algo así.
- Resumen:
- - Avisar a Spanner y Annie, y alejarme de Zane a la poca velocidad a la que puedo correr.
Kenzo Nakajima
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Tras unos segundos del más absoluto caos volando por los aires y aterrizando pesadamente en el interior de la nave, que pareció tener dificultades para alzar el vuelo de nuevo, Kenzo se levantó del suelo y movió rápidamente la cabeza hacia ambos lados, buscando despejarse. Volvió a su forma humana, y pudo ver junto a él a Jason y a Iulio. Al parecer, los tres estaban sanos y salvos, pero faltaban dos de los integrantes de su peculiar grupo: el teniente Silver y el becario que debía llevar puesta la armadura del Vicealmirante. Este último había vuelto, supuso el brazos largos, a enfrentarse con el robot gigante, como les había dicho que haría. No obstante, ¿dónde estaban los otros dos?
En ese momento, Jason ofreció a sus dos compañeros un cigarrillo y tomó la palabra. El espadachín aceptó compartir el pitillo. No era un fumador habitual, pero de vez en cuando no sentaba mal dar un par de caladas. En cuanto al razonamiento del pelinegro sobre cuál debía ser su siguiente paso, el músico no pudo sino mostrarse de acuerdo:
- Tienes razón, Jason. Yo también creo que lo mejor es salir de la nave cuando esta aterrice y ver qué podemos hacer allí para ayudar a rechazar a los invasores.
Si era cierto que la capacidad de vuelo de la nave estaba en aquel momento comprometida, no debían permanecer mucho más tiempo en ella. Cuanto más demorara el aterrizaje, mayores serían las probabilidades de que alguna parte del vehículo que estuviese tocada dejase de funcionar. Tan negros pensamientos pusieron algo nervioso al marine, por lo que pidió también a Jason un trago de su petaca. Si este aceptaba a compartir el licor, Kenzo daría un pequeño trago, ya que tampoco quería dejar a su compañero sin nada.
Acto seguido, con el ánimo de relajar el ambiente hasta que aterrizaran, se sentaría en un escalón o asiento cercano, sacaría su querida guitarra y comenzaría a tocar y cantar algo alegre, en tono más de broma que artístico, buscando hacer reír a sus compañeros y que así su estrés se desvaneciese. Quién sabía lo que les esperaba en la isla, así que debían estar despejados.
En ese momento, Jason ofreció a sus dos compañeros un cigarrillo y tomó la palabra. El espadachín aceptó compartir el pitillo. No era un fumador habitual, pero de vez en cuando no sentaba mal dar un par de caladas. En cuanto al razonamiento del pelinegro sobre cuál debía ser su siguiente paso, el músico no pudo sino mostrarse de acuerdo:
- Tienes razón, Jason. Yo también creo que lo mejor es salir de la nave cuando esta aterrice y ver qué podemos hacer allí para ayudar a rechazar a los invasores.
Si era cierto que la capacidad de vuelo de la nave estaba en aquel momento comprometida, no debían permanecer mucho más tiempo en ella. Cuanto más demorara el aterrizaje, mayores serían las probabilidades de que alguna parte del vehículo que estuviese tocada dejase de funcionar. Tan negros pensamientos pusieron algo nervioso al marine, por lo que pidió también a Jason un trago de su petaca. Si este aceptaba a compartir el licor, Kenzo daría un pequeño trago, ya que tampoco quería dejar a su compañero sin nada.
Acto seguido, con el ánimo de relajar el ambiente hasta que aterrizaran, se sentaría en un escalón o asiento cercano, sacaría su querida guitarra y comenzaría a tocar y cantar algo alegre, en tono más de broma que artístico, buscando hacer reír a sus compañeros y que así su estrés se desvaneciese. Quién sabía lo que les esperaba en la isla, así que debían estar despejados.
- Resumen:
- - Llegar a la nave, hablar con Jason sobre la situación, fumar, beber y sacar la guitarra para amenizar el trayecto hasta aterrizar en Gray Rock.
Dretch
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Dretch volvió a mirar a Bob de nuevo, aunque no del mismo modo del que lo había estado mirando hasta hacia unos instantes. Suspiró un instante entre aliviado y tenso, aliviado por no tener que enfrentarse a aquella tripulación y tenso porque ahora, definitivamente, sabía que ya no podía fiarse de aquel hombre.
Había pocas cosas que detestará más que ser tratado como un idiota. La sensación de que el agente había estado jugando con ellos desde el primer momento hacía que su lado más cínico y políticamente incorrecto aflorara hasta la superficie. No se había jugado el cuello para acabar bajo las ordenes de un mentiroso, menos aún para un mentiroso que ni tan siquiera pertenecía a su agencia. Si los suyos se enteraban de aquel gesto de sumisión seguramente le echarían de una patada en el culo de la Karasu, eso en el mejor de los casos.
- No quiero ser una carga, lo mejor para todos será que me haga a un lado mientras observo como trabajan los profesionales – se excusó airado a la sugerencia de Bob mientras caminaba hasta el mástil más cercano para apoyar la espalda en él y cruzarse de brazos – A fin de cuentas, todo el mundo sabe que los búhos son inútiles durante el día.
Aunque su comportamiento pudiera parecer algo infantil, llevaban obligándolo a exprimir hasta la última gota su talento desde que puso el pie por primera vez en Marineford. Desconocía si Bob, si es que aquel era su verdadero nombre, había formado también parte del torneo secreto. Pero lo cierto era que no podía quitarse de la cabeza que, el misterioso tipo que ahora tenía en frente, no era de fiar y, por algún motivo que aún no era capaz de comprender, aquello le incomodaba más aún que si hubiera continuado siendo un pirata. Pensó durante unos instantes en buscar la chapa conmemorativa que le habían regalado tras la competición, como prueba de que no era tan novato como aparentaba. Sin embargo, tan solo metió la mano en su gabardina para extraer cuidadosamente uno de sus cigarrillos.
“Veamos en que acaba todo esto” – se dijo a sí mismo mientras prendía el cigarrillo con su encendedor.
Dretch echó una calada y tardo unos segundos en exhalar el humo de sus pulmones. Vio como Kaori si cooperaba, no podía reprocharle que lo hiciera. Sin embargo, ellos no podía hacer lo mismo. Resultaba demasiado obvio que, si aún seguían contando con sus servicios, era porque tenían algo especial. Tanto en su caso como en el de Eric, ambos tenían poderes que podían clasificarse como excepcionales, aquello para bien o para mal, les hacía reaccionar de forma distinta en según qué situaciones. No necesitó ni tan siquiera buscar una mirada de complicidad con el salvaje para saber que él también se negaría a trabajar para otros.
- ¿Recuerdas nuestro combate? Tendrías que haber luchado en serio ¿Sabes? La propaganda nunca le ha hecho mal a nadie, ahora por ser un blando y no querer destruir más instalaciones no nos conocen ni en nuestras casas – le reprochó al salvaje mientras echaba un vistazo a su alrededor para tratar de tomar una perspectiva de su situación.
Había pocas cosas que detestará más que ser tratado como un idiota. La sensación de que el agente había estado jugando con ellos desde el primer momento hacía que su lado más cínico y políticamente incorrecto aflorara hasta la superficie. No se había jugado el cuello para acabar bajo las ordenes de un mentiroso, menos aún para un mentiroso que ni tan siquiera pertenecía a su agencia. Si los suyos se enteraban de aquel gesto de sumisión seguramente le echarían de una patada en el culo de la Karasu, eso en el mejor de los casos.
- No quiero ser una carga, lo mejor para todos será que me haga a un lado mientras observo como trabajan los profesionales – se excusó airado a la sugerencia de Bob mientras caminaba hasta el mástil más cercano para apoyar la espalda en él y cruzarse de brazos – A fin de cuentas, todo el mundo sabe que los búhos son inútiles durante el día.
Aunque su comportamiento pudiera parecer algo infantil, llevaban obligándolo a exprimir hasta la última gota su talento desde que puso el pie por primera vez en Marineford. Desconocía si Bob, si es que aquel era su verdadero nombre, había formado también parte del torneo secreto. Pero lo cierto era que no podía quitarse de la cabeza que, el misterioso tipo que ahora tenía en frente, no era de fiar y, por algún motivo que aún no era capaz de comprender, aquello le incomodaba más aún que si hubiera continuado siendo un pirata. Pensó durante unos instantes en buscar la chapa conmemorativa que le habían regalado tras la competición, como prueba de que no era tan novato como aparentaba. Sin embargo, tan solo metió la mano en su gabardina para extraer cuidadosamente uno de sus cigarrillos.
“Veamos en que acaba todo esto” – se dijo a sí mismo mientras prendía el cigarrillo con su encendedor.
Dretch echó una calada y tardo unos segundos en exhalar el humo de sus pulmones. Vio como Kaori si cooperaba, no podía reprocharle que lo hiciera. Sin embargo, ellos no podía hacer lo mismo. Resultaba demasiado obvio que, si aún seguían contando con sus servicios, era porque tenían algo especial. Tanto en su caso como en el de Eric, ambos tenían poderes que podían clasificarse como excepcionales, aquello para bien o para mal, les hacía reaccionar de forma distinta en según qué situaciones. No necesitó ni tan siquiera buscar una mirada de complicidad con el salvaje para saber que él también se negaría a trabajar para otros.
- ¿Recuerdas nuestro combate? Tendrías que haber luchado en serio ¿Sabes? La propaganda nunca le ha hecho mal a nadie, ahora por ser un blando y no querer destruir más instalaciones no nos conocen ni en nuestras casas – le reprochó al salvaje mientras echaba un vistazo a su alrededor para tratar de tomar una perspectiva de su situación.
- resumen:
- Enterarse que Bob pertenece al CP8 y perder toda la confianza que tenía en él.
- Negarse a trabajar para él alegando que es un inútil y retirarse hacia uno de los mástiles para echarse un piti y hablar con Zor-El
- Echar un vistazo a su alrededor para, ahora que están relativamente seguros, hacerse una idea más precisa de su entorno más cercano.
- Enterarse que Bob pertenece al CP8 y perder toda la confianza que tenía en él.
Dexter Black
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-¿No había algo más llamativo?- protestó Dexter mentalmente, viendo cómo una licra roja de repente lo envolvía y su abdomen abultaba hasta convertirse en una prominente panza cervecera. Lo único que pareció no verse afectado por la ilusión fue su miembro, aunque ante la ajustada malla ahora parecía mucho más impresionante que de costumbre. ¿Y por qué tenía entre las piernas un pony azul? Había cometido un error al creer que alguna vez Deathstroke fue una persona seria; tenía un horriblemente desarrollado sentido del humor que rozaba los límites del absurdo. En cualquier caso, parecía que su ridícula apariencia no había sido suficiente para amedrentar a Arribor, que sólo se enfadó dentro de sus estándares ordinarios. Sin embargo Zane sí que se asustó.
"Totalmente irresponsable", pensó mientras veía brillar la columna de llamas. El viento de Deathstroke sería insuficiente si él no hacía algo, y al tiempo que las llamas empezaron a extenderse el pirata salió del refugio que su segundo proporcionaba, evitando poco discretamente la pelea que acababa de iniciarse entre el subcapitán y Arribor, y empezó a amasar el viento en sus manos, liberándolo para envolver a Zane D. Kenshin en un tornado del que estaba seguro nadie podría huir.
Movía ajetreadamente las manos para contener la tormenta que Zane estaba liberando. No necesitaba concentrarse para ver la debacle que se avecinaba a marines y piratas, a revolucionarios y en general a todos los presentes en la plaza, convirtiéndola en un infierno del que pocos podían escapar. ¿Por qué actuaba de una manera tan exagerada? El viento giraba y giraba, disipando el calor hacia el cielo, pero ello no impidió que algunas llamaradas huyesen en espiral, generando un extraño fuego de luces alrededor de la llamarada ascendente del pelirrojo, ahora pájaro.
Cuando el corte llegó a él chocó contra su Haki, sin hacerle más daño que el empujón por semejante potencia. Definitivamente, por nivel de poder había sido una buena elección. Por su incapacidad para baremar las consecuencias de sus actos, era una opción pésima. Sin embargo no tenía otra opción, y ahora que el pollo había decidido pelear en serio tendría que adelantar sus planes por mucho que le pesara. Sin embargo, si el descamisetado quería demostrar que no era sólo un niño jugando a un juego que no entendía del todo tendría que esforzarse más.
-¿Se puede saber qué haces?- preguntó, caminando lentamente, dibujando un círculo alrededor del ave. El fuego ya se había disipado, pero el calor que emitía Zane era tan elevado que resultaba casi molesto. O lo haría si por sus venas no fluyese fuego-. Podrías haber carbonizado a media plaza y matar a la otra mitad- su voz emanaba un tono mortalmente tranquilo y una frialdad antinatural-. Pero me preocupa más saber por qué lo haces.
Un pirata sin motivación era lo más peligroso que podía existir. Irreverente, libre, caótico y descontrolado, cayendo constantemente ante el tedio y representando lo más negativo de su condición marinera. No se había preguntado por qué llevaba a cabo sus acciones, y probablemente ése fuera el mayor error. ¿Por qué había confiado en él? A la mínima se había asustado y con la piel de gallina llegaba el fuego y la muerte.
-Todavía te queda mucho que aprender. Pero hoy vas a recibir la primera lección, Zane: Nunca te dejes llevar por el miedo.
Deformó la ilusión de Slade hasta que Dexter Black volvió a tomar su apariencia y, con una mirada, sus brazos se recubrieron de lo que pareció ser un gigantesco diamante en bruto. El izquierdo tardó poco en volverse naranja, mientras el derecho enverdeció, y con un puñetazo explotó.
Alrededor de Dexter se formó un bosque de amatistas que flotaban grácilmente, espinas listas para explotar al tacto, y sonrió a Zane antes de lanzar la onda de granate hacia él con el latigueo de su brazo. Aquello era un simple calentamiento, pero tal vez llegase para hacer al piratuelo portarse como un niño grande.
"Totalmente irresponsable", pensó mientras veía brillar la columna de llamas. El viento de Deathstroke sería insuficiente si él no hacía algo, y al tiempo que las llamas empezaron a extenderse el pirata salió del refugio que su segundo proporcionaba, evitando poco discretamente la pelea que acababa de iniciarse entre el subcapitán y Arribor, y empezó a amasar el viento en sus manos, liberándolo para envolver a Zane D. Kenshin en un tornado del que estaba seguro nadie podría huir.
Movía ajetreadamente las manos para contener la tormenta que Zane estaba liberando. No necesitaba concentrarse para ver la debacle que se avecinaba a marines y piratas, a revolucionarios y en general a todos los presentes en la plaza, convirtiéndola en un infierno del que pocos podían escapar. ¿Por qué actuaba de una manera tan exagerada? El viento giraba y giraba, disipando el calor hacia el cielo, pero ello no impidió que algunas llamaradas huyesen en espiral, generando un extraño fuego de luces alrededor de la llamarada ascendente del pelirrojo, ahora pájaro.
Cuando el corte llegó a él chocó contra su Haki, sin hacerle más daño que el empujón por semejante potencia. Definitivamente, por nivel de poder había sido una buena elección. Por su incapacidad para baremar las consecuencias de sus actos, era una opción pésima. Sin embargo no tenía otra opción, y ahora que el pollo había decidido pelear en serio tendría que adelantar sus planes por mucho que le pesara. Sin embargo, si el descamisetado quería demostrar que no era sólo un niño jugando a un juego que no entendía del todo tendría que esforzarse más.
-¿Se puede saber qué haces?- preguntó, caminando lentamente, dibujando un círculo alrededor del ave. El fuego ya se había disipado, pero el calor que emitía Zane era tan elevado que resultaba casi molesto. O lo haría si por sus venas no fluyese fuego-. Podrías haber carbonizado a media plaza y matar a la otra mitad- su voz emanaba un tono mortalmente tranquilo y una frialdad antinatural-. Pero me preocupa más saber por qué lo haces.
Un pirata sin motivación era lo más peligroso que podía existir. Irreverente, libre, caótico y descontrolado, cayendo constantemente ante el tedio y representando lo más negativo de su condición marinera. No se había preguntado por qué llevaba a cabo sus acciones, y probablemente ése fuera el mayor error. ¿Por qué había confiado en él? A la mínima se había asustado y con la piel de gallina llegaba el fuego y la muerte.
-Todavía te queda mucho que aprender. Pero hoy vas a recibir la primera lección, Zane: Nunca te dejes llevar por el miedo.
Deformó la ilusión de Slade hasta que Dexter Black volvió a tomar su apariencia y, con una mirada, sus brazos se recubrieron de lo que pareció ser un gigantesco diamante en bruto. El izquierdo tardó poco en volverse naranja, mientras el derecho enverdeció, y con un puñetazo explotó.
Alrededor de Dexter se formó un bosque de amatistas que flotaban grácilmente, espinas listas para explotar al tacto, y sonrió a Zane antes de lanzar la onda de granate hacia él con el latigueo de su brazo. Aquello era un simple calentamiento, pero tal vez llegase para hacer al piratuelo portarse como un niño grande.
- Resumen:
- Aleccionar a Zane.
Fenrir
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Agilidad
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Agudeza
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Fenrir vio la escena a cámara lenta. El mechero encendido empezaba a caer sobre el agujero, mientras el ruido de los cañonazos pasaba a un segundo plano, como un sonido sordo que poco a poco desaparecía. El puño que le agarraba ferreamente del brazo demostraba la determinación de aquel hombre de no dejarlo ir. El mechero seguía cayendo, mientras el pelirrojo observaba como se colaba entre los tablones rotos. Intentó desviarlo de su trayectoria con el filo de la guadaña, pero tan solo logro golpear la tapa metálica con un "cling" como resultado. El pequeño encendedor desapareció en la penumbra bajo cubierta. "¡Fortuna, puta ramera!" gritó internamente, mientras volvía a su forma humana y con la ahora espada ardiente atacaba al cuello desprotegido del marine.
Mientras tanto, bajo cubierta, el mechero rebotó entre un par de pequeños barriletes llenos de pólvora, cayendo al lado de uno de ellos. En el lugar reinaba la oscuridad, exceptuando unos finos rayos de sol que se colaban entre los tablones rotos y la propia llama del mechero. Llama que, de hecho, empezó a crecer en intensidad, extendiéndose a una velocidad alarmante. Cualquiera que hubiera visto esa escena se habría dado cuenta de dos cosas, una a posteriori de la otra. La primera cosa era que era imposible que el fuego se extendiese tan rápido por la madera, con lo que probablemente hubiera restos de pólvora u otro material inflamable. La segunda vendría a partir de esa, y era que la seguridad de los barcos de la marina era nefasta, si tenían los polvorines tan sucios y expuestos a que una simple llama acabase con el barco tan rápidamente.
Mientras tanto, Fenrir tiró con fuerza hacia atrás, librándose del agarre del marine, y echó a correr hacia cubierta. Tras él, justo debajo del cuerpo moribundo del capitán, la madera se combó hacia arriba, mientras los barriletes de pólvora explotaban gracias a la llama del zippo. El mercenario apenas tuvo tiempo de saltar con fuerza sobre el mar, perdiendo el equilibrio debido a la tremebunda explosión a su espalda. El agua bajo él le esperaba, pero su corcel apareció justo bajo él. El hombre se golpeó en la cara contra el huesudo lomo de la criatura esquelética, que partió al galope, alejándose de la explosión. Trozos de madera ardiendo caían desde lo alto, y una enorme columna de humo negro se elevó sobre los restos del navío. Fenrir, algo magullado pero aún entero, supuso que aquella explosión no habría sido discreta, así que hizo que su montura se elevase y volara cerca de la columna, mientras alzaba su espada y rugía:
- ¡Esto es lo que le ocurre a aquellos que se cruzan en mi camino, escoria! -tras eso, enfundó la hoja y observó la isla en silencio. Algo le decía que algo en aquel lugar era el motivo de todo el revuelo. Tiró de las riendas de su caballo y empezó a galopar hacia allí.
Mientras tanto, bajo cubierta, el mechero rebotó entre un par de pequeños barriletes llenos de pólvora, cayendo al lado de uno de ellos. En el lugar reinaba la oscuridad, exceptuando unos finos rayos de sol que se colaban entre los tablones rotos y la propia llama del mechero. Llama que, de hecho, empezó a crecer en intensidad, extendiéndose a una velocidad alarmante. Cualquiera que hubiera visto esa escena se habría dado cuenta de dos cosas, una a posteriori de la otra. La primera cosa era que era imposible que el fuego se extendiese tan rápido por la madera, con lo que probablemente hubiera restos de pólvora u otro material inflamable. La segunda vendría a partir de esa, y era que la seguridad de los barcos de la marina era nefasta, si tenían los polvorines tan sucios y expuestos a que una simple llama acabase con el barco tan rápidamente.
Mientras tanto, Fenrir tiró con fuerza hacia atrás, librándose del agarre del marine, y echó a correr hacia cubierta. Tras él, justo debajo del cuerpo moribundo del capitán, la madera se combó hacia arriba, mientras los barriletes de pólvora explotaban gracias a la llama del zippo. El mercenario apenas tuvo tiempo de saltar con fuerza sobre el mar, perdiendo el equilibrio debido a la tremebunda explosión a su espalda. El agua bajo él le esperaba, pero su corcel apareció justo bajo él. El hombre se golpeó en la cara contra el huesudo lomo de la criatura esquelética, que partió al galope, alejándose de la explosión. Trozos de madera ardiendo caían desde lo alto, y una enorme columna de humo negro se elevó sobre los restos del navío. Fenrir, algo magullado pero aún entero, supuso que aquella explosión no habría sido discreta, así que hizo que su montura se elevase y volara cerca de la columna, mientras alzaba su espada y rugía:
- ¡Esto es lo que le ocurre a aquellos que se cruzan en mi camino, escoria! -tras eso, enfundó la hoja y observó la isla en silencio. Algo le decía que algo en aquel lugar era el motivo de todo el revuelo. Tiró de las riendas de su caballo y empezó a galopar hacia allí.
- Resumen:
- Golpeo al marine con la espada para matarlo del todo (y absorber fragmentos de alma de paso) + Narro la poca seguridad de los barcos de la marina + Monto en mi corcel y proclamo mi victoria a los cuatro vientos + Me dirijo a la isla al galope
Primero Dexter, irrumpiendo de esa forma que solo él sabía hacerlo. Luego aquel extraño marine de cabellos rojizos, que era capaz de absorber su fuego. Y ahora, sin comerlo ni beberlo, uno de los subordinados del emperador del mar. Algo le decía que el combate contra Arribor no iba a poder producirse sin más inconveniente, así que solo le quedaba mostrar su fuerza. Sin embargo, todo eso se vino debajo de golpe. Sin darse cuenta se vio envuelto un muro de aire que corría a gran velocidad hacia su alrededor, impulsando su improvisado estallido de fuego hacia el cielo y eclipsando al mundo lo que era capaz de hacer.
Y las palabras del hombre en mallas le hicieron ver que estaba comiendo un error. Recordó en que no muy lejos de allí estaban sus amigos, Therax, Luka, Nailah, Marc… ¿en qué demonios estaba pensando? En nada, como de costumbre. El pirata se miró las garras, estaban sudorosas y le temblaban. ¿Qué era esa sensación? ¿Miedo? ¿Impotencia? No lo tenía claro, pero no era la primera vez que se sentía así. Un simple novato en una batalla repleta de colosos queriendo demostrar algo, al igual que en la guerra que hubo hacía ya dos años en la isla de Sideros. No obstante, esa vez era diferente. Podía notar como la balanza estaba más equilibrada ahora, quizás tuviera una oportunidad. Hace dos años era alguien que solo conocían unos pocos. En Jaya un novato venido a más, cuyo nombre les era familiar por un graciosillo que se dedicó a colocar carteles con su foto y su nombre, ¿algún admirador? Era posible. Y tras la captura de bandera en Long Ring Long Land pasó a ser Zane D. Kenshin, el Descamisetado, el pirata que aspiraba a lo más alto. Es por eso que se armó de valor e hizo algo que algunos tacharían de imprudente, mirar al yonkou por encima del hombro como un igual.
-Porque estoy harto de que me menosprecien –dijo, con voz firme y altiva, mientras apretaba con fuerza los mangos de sus katanas y respiraba hondo.
Y de pronto, después de unas últimas palabras, aquel hombre de aspecto saludable fue adquiriendo la forma del verdadero Zafiro Negro, al mismo tiempo que surgían una serie de piedras cristalinas y afiladas a su alrededor. E inmediatamente después lo pudo sentir, pudo ver el aura en el ataque del yonkou cuando éste movió su brazo. Rápidamente, esperando que fuera suficiente, el suzaku creó una barrera de haki justo frente a él, intentando parar el ataque de su contrincante. Ésta era trasparente y no podía contemplarse con un ojo inexperto, la cual pudo contener a duras penas el ataque. Tras ello, agitó sus alas y se elevó hacia el cielo –entre 150 y 200 metros aproximadamente, alejándose el espacio suficiente como para que no hubiera daños a terceros.
Y tras eso, cubrió sus espadas de energía espiritual y se propuso a lanzar una serie de ondas cortantes de pequeño tamaño repletas de energía directas a oponente lo más rápido que pudo.
-Arashi no Ken… -susurró, esperando que el dragón entendiera que quería llevar esa contienda a un combate aéreo-. ¡Adelante, Dexter!
Y las palabras del hombre en mallas le hicieron ver que estaba comiendo un error. Recordó en que no muy lejos de allí estaban sus amigos, Therax, Luka, Nailah, Marc… ¿en qué demonios estaba pensando? En nada, como de costumbre. El pirata se miró las garras, estaban sudorosas y le temblaban. ¿Qué era esa sensación? ¿Miedo? ¿Impotencia? No lo tenía claro, pero no era la primera vez que se sentía así. Un simple novato en una batalla repleta de colosos queriendo demostrar algo, al igual que en la guerra que hubo hacía ya dos años en la isla de Sideros. No obstante, esa vez era diferente. Podía notar como la balanza estaba más equilibrada ahora, quizás tuviera una oportunidad. Hace dos años era alguien que solo conocían unos pocos. En Jaya un novato venido a más, cuyo nombre les era familiar por un graciosillo que se dedicó a colocar carteles con su foto y su nombre, ¿algún admirador? Era posible. Y tras la captura de bandera en Long Ring Long Land pasó a ser Zane D. Kenshin, el Descamisetado, el pirata que aspiraba a lo más alto. Es por eso que se armó de valor e hizo algo que algunos tacharían de imprudente, mirar al yonkou por encima del hombro como un igual.
-Porque estoy harto de que me menosprecien –dijo, con voz firme y altiva, mientras apretaba con fuerza los mangos de sus katanas y respiraba hondo.
Y de pronto, después de unas últimas palabras, aquel hombre de aspecto saludable fue adquiriendo la forma del verdadero Zafiro Negro, al mismo tiempo que surgían una serie de piedras cristalinas y afiladas a su alrededor. E inmediatamente después lo pudo sentir, pudo ver el aura en el ataque del yonkou cuando éste movió su brazo. Rápidamente, esperando que fuera suficiente, el suzaku creó una barrera de haki justo frente a él, intentando parar el ataque de su contrincante. Ésta era trasparente y no podía contemplarse con un ojo inexperto, la cual pudo contener a duras penas el ataque. Tras ello, agitó sus alas y se elevó hacia el cielo –entre 150 y 200 metros aproximadamente, alejándose el espacio suficiente como para que no hubiera daños a terceros.
Y tras eso, cubrió sus espadas de energía espiritual y se propuso a lanzar una serie de ondas cortantes de pequeño tamaño repletas de energía directas a oponente lo más rápido que pudo.
-Arashi no Ken… -susurró, esperando que el dragón entendiera que quería llevar esa contienda a un combate aéreo-. ¡Adelante, Dexter!
- Resumen:
- Recapacitar un pelín, bloquear el ataque de Dexter y elevarme unos doscientos metros en el aire para lanzarle unas veinte ondas cortantes de energía
- Tiers:
- Reflejos: Tier 10: Tier 10: Podría reaccionar en una centésima de segundo a un vehículo tratando de atropellarlo.
Poder de destrucción: Tier 8: Puede cortar esmeralda sin dificultad, y es tan preciso que podría ganarse la vida de peluquero con su arma cortante. Podría romper columnas de hormigón de un golpe con su arma contundente.
Resistencia: Tier 8: Sus músculos son extremadamente resistentes. En el hipotético caso de que se rompiera un hueso, la tensión de estos le permitiría seguir moviendo la parte afectada.
Velocidad: Tier 4: Si se pone a cuatro patas, puede ganar en carrera a un caballo. Pero mejor hacerlo a dos.
Agilidad: Tier 3: Realiza volteretas dobles con suma facilidad. Rueda por el suelo casi tan rápido como camina y se levanta de él con suma facilidad.
- Maestría:
- Nivel 90: Sus ondas cortantes son tan potentes que una sola haría colapsar edificios de tamaño medio.
- stats:
- Fuerza/P. Destrucción x7
Velocidad x12 (2+10 racial del despertar)
Resistencia x8
Agilidad x11 (1+10 racial del despertar)
Reflejos x12 (2+10 racial del despertar)
- Técnica empleada:
- Munsondo: Zane transmite espiritual a sus espadas, las cuales se recubren y empiezan a emitir un color blanquecino, aumentando el poder de destrucción al atacar y la resistencia a la hora de bloquear golpes.
Arashi no Ken [Tormenta de Espadas]: El usuario es capaz de encadenar una serie de ondas cortantes, cuyo poder de destrucción y su longitud de corte aumenta en proporción al nivel del espadachín, las cuales al chocar contra algo también desprenden una “onda de expansiva” que hiere al rival.. Sin embargo, para desarrollar esta técnica, es necesario aprender previamente el Munsondo.
Nivel 90: A este nivel es capaz de encadenar hasta un máximo de veinte ondas cortantes llenas de energía, cuyo poder de destrucción es un 50% más elevado, y cuyo tamaño es de dos metros de alto y treinta centímetros de ancho. Y la onda expansiva que provoca es de dos metros y medio de radio.
Eric Zor-El
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Eric estaba perplejo ante lo que acababa de ocurrir. ¿Acaso todos los agentes del cipher pol pensaban igual? Aquel sujeto llamado Bob, resulta que era el líder de otra agencia, que al igual que nosotros, se habían hecho pasar por piratas. El shandiano negó con la cabeza y se cruzó de brazos, escuchando los que el resto tenía que decir. Aquel hombre nos mandó a tirar una serie de cajas al mar, a lo que el salvaje no hizo mucho caso.
-Lo siento, Bob –dijo, mirándole desde la lejanía-. Pero no entiendo de explosivos. Simplemente estoy aquí porque le debo un favor al ojazos. «Y porque quiero hacerme marine» se dijo así mismo, poco después de que Dretch declinara también aquella oferta. Una vez cerca de su amigo, éste le reprochó en cara lo del combate que había tenido hacía pocos días-. No quería hacerte daño –bromeó Eric, dándole un golpecito suave al agente en el brazo, para después ponerse serio y bajar su tono de voz-. ¿Y qué opinas de todo esto? –señaló a la isla. Allí se podían oír cañonazos, disparos y una corriente de fuego se pudo ver en la lejanía. Se podía deducir que se estaba formando una buena en la isla.
-Lo siento, Bob –dijo, mirándole desde la lejanía-. Pero no entiendo de explosivos. Simplemente estoy aquí porque le debo un favor al ojazos. «Y porque quiero hacerme marine» se dijo así mismo, poco después de que Dretch declinara también aquella oferta. Una vez cerca de su amigo, éste le reprochó en cara lo del combate que había tenido hacía pocos días-. No quería hacerte daño –bromeó Eric, dándole un golpecito suave al agente en el brazo, para después ponerse serio y bajar su tono de voz-. ¿Y qué opinas de todo esto? –señaló a la isla. Allí se podían oír cañonazos, disparos y una corriente de fuego se pudo ver en la lejanía. Se podía deducir que se estaba formando una buena en la isla.
- Resumen:
- Blablabla +hablar con Dretch
Worgulv
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Una humareda negra cubrió por completo su campo de visión, su oponente había desaparecido en todo aquel humo, lo sensato habría sido retirarse ya que podía volar, así ganaría distancia y perspectiva, pudiendo pensar en disipar el humo, o abordar la situación de una manera más cauta, en cambio, por cuestiones desconocidas, el hombre optó por golpear donde se había encontrado su enemigo justo antes de que fuese cegado por el humo.
Un segundo antes de golpear con el martillo, se topó de bruces contra un muro, esto extrañó al hombre, porque que recordase, no había ningún muro entre él y su oponente, quizás no se encontraba en el mismo lugar, siguiendo un instinto extraño, golpeó aquel supuesto muro.
En un abrir y cerrar de ojos, el hombre no sabía dónde se hallaba, estaba terriblemente confundido, no sabía si había logrado impactar ese muro o a su oponente, o si había fallado, pero la velocidad excesiva de su martillo lo había arrastrado, como era lógico, por los aires. El hombre extendió las alas con dificultad para frenar en el aire, pasaron unos pocos segundos hasta que se estabilizó, no sabia donde se encontraba exactamente, un vistazo a su alrededor fue suficiente para localizarse mínimamente, la plaza estaba a lo lejos, había salido despedido hacia el cielo arrastrado por su martillo, la potencia de ese artilugio estaba aún por controlar, tenía que hallar una manera de no descontrolarse de esa manera en el futuro, al menos si la situación no lo requería.
Desde la posición en la que se encontraba le pareció ver a Death, estaba en medio de una batalla de múltiples participantes. El hombre se sintió avergonzado, mientras que él había sucumbido a la furia del momento y a la provocación de un desconocido, sus camaradas libraban una batalla, patético, su lugar estaba ahora junto a sus camaradas, no creía que fuese de gran ayuda, pero nunca esta de mal un martillo de más. El descenso hasta sus compañeros fue en picado.
Un segundo antes de golpear con el martillo, se topó de bruces contra un muro, esto extrañó al hombre, porque que recordase, no había ningún muro entre él y su oponente, quizás no se encontraba en el mismo lugar, siguiendo un instinto extraño, golpeó aquel supuesto muro.
En un abrir y cerrar de ojos, el hombre no sabía dónde se hallaba, estaba terriblemente confundido, no sabía si había logrado impactar ese muro o a su oponente, o si había fallado, pero la velocidad excesiva de su martillo lo había arrastrado, como era lógico, por los aires. El hombre extendió las alas con dificultad para frenar en el aire, pasaron unos pocos segundos hasta que se estabilizó, no sabia donde se encontraba exactamente, un vistazo a su alrededor fue suficiente para localizarse mínimamente, la plaza estaba a lo lejos, había salido despedido hacia el cielo arrastrado por su martillo, la potencia de ese artilugio estaba aún por controlar, tenía que hallar una manera de no descontrolarse de esa manera en el futuro, al menos si la situación no lo requería.
Desde la posición en la que se encontraba le pareció ver a Death, estaba en medio de una batalla de múltiples participantes. El hombre se sintió avergonzado, mientras que él había sucumbido a la furia del momento y a la provocación de un desconocido, sus camaradas libraban una batalla, patético, su lugar estaba ahora junto a sus camaradas, no creía que fuese de gran ayuda, pero nunca esta de mal un martillo de más. El descenso hasta sus compañeros fue en picado.
- Resumen:
- Salir volando a causa de la inercia del golpe, estabilizarme en el aire, dirigirme hacia mis camaradas para presentar batalla y ayudar.
Sasaki
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La tarta comenzaba a oler dentro de la habitación, y en poco tiempo la cubrió por completo, aquello me hizo saber que estaba lista, era hora de ponerla a enfriar para que se pudiese comer. Fui hasta el improvisado horno, lo abrí sin tocarlo gracias a que era de azúcar y de la misma forma lo saqué de ahí y lo dejé cerca del hielo del suelo para que se templara y cuando estuviese frío dejaría la bandeja en la que estaba en el suelo helado un par de minutos.
Por otra parte, uno de los monigotes había completado de hacer un almíbar y una crema que la usaría para un relleno para otra cosa que tenía en mente y había comenzado a preparar lo siguiente en la receta. El otro monigote, estaba terminando de hacer una salsa de tomate, pimientos y zanahoria y en un “fuego” estaba preparando carne que había aderezado, cortado y preparado antes. Ninguno iba a mal ritmo y quedaba poca cosa. De pronto algo llamó mi atención, un robot cerca del mar que estaba armándola parda. “Si es que ya no dejan trabajar a uno a gusto. Siempre con alguna distracción por parte de otros, ¿no os pasa a vosotros también cuando estáis leyendo o viendo algo? Siempre viene alguien a joder tu momento” dije hacia el infinito mirando hacia los monigotes, quienes miraron hacia mí mirándome como si fuese el loco de la habitación.
Miré al monigote que aún estaba fuera y le hice una señal para que se dirigiese hacia el robot gigante, según avanzaba hacia este, abrí un pequeño agujero que miraba hacia el robot. De des que la veía mejor al monigote y al gigante de hierro.
-¡Protocolo 1! – solo los monigotes sabían que era lo que significaba, o eso creía, porque me lo acababa de inventar, pero en mi cabeza serviría para molestar al robot y que el monigote fuese el centro de atención para que no provocase más problemas.
Volví a mis fogones y comprobé la tarta que ya estaba fría, solo quedaba el último detalle, poner una buena capa de mermelada coronándola en cuanto estuvo la introduje en mi interior, el lugar en el que estaría más segura. Luego comencé con la siguiente elaboración, para esto necesitaba poca cosa, y se haría rápido. Saqué algo de harina de mi interior, más queso y mantequilla y comencé a mezclar harina con algo de agua que saqué del suelo tras derretirlo. Sería el entrante y no lo terminaría hasta que se fuese a poner en la mesa.
Por otra parte, uno de los monigotes había completado de hacer un almíbar y una crema que la usaría para un relleno para otra cosa que tenía en mente y había comenzado a preparar lo siguiente en la receta. El otro monigote, estaba terminando de hacer una salsa de tomate, pimientos y zanahoria y en un “fuego” estaba preparando carne que había aderezado, cortado y preparado antes. Ninguno iba a mal ritmo y quedaba poca cosa. De pronto algo llamó mi atención, un robot cerca del mar que estaba armándola parda. “Si es que ya no dejan trabajar a uno a gusto. Siempre con alguna distracción por parte de otros, ¿no os pasa a vosotros también cuando estáis leyendo o viendo algo? Siempre viene alguien a joder tu momento” dije hacia el infinito mirando hacia los monigotes, quienes miraron hacia mí mirándome como si fuese el loco de la habitación.
Miré al monigote que aún estaba fuera y le hice una señal para que se dirigiese hacia el robot gigante, según avanzaba hacia este, abrí un pequeño agujero que miraba hacia el robot. De des que la veía mejor al monigote y al gigante de hierro.
-¡Protocolo 1! – solo los monigotes sabían que era lo que significaba, o eso creía, porque me lo acababa de inventar, pero en mi cabeza serviría para molestar al robot y que el monigote fuese el centro de atención para que no provocase más problemas.
Volví a mis fogones y comprobé la tarta que ya estaba fría, solo quedaba el último detalle, poner una buena capa de mermelada coronándola en cuanto estuvo la introduje en mi interior, el lugar en el que estaría más segura. Luego comencé con la siguiente elaboración, para esto necesitaba poca cosa, y se haría rápido. Saqué algo de harina de mi interior, más queso y mantequilla y comencé a mezclar harina con algo de agua que saqué del suelo tras derretirlo. Sería el entrante y no lo terminaría hasta que se fuese a poner en la mesa.
- resumen:
- Seguir cocinando y acabar uno de los platos que tengo pensados. mandar el monigote que estaba fuera de la habitación al robot gigante, después vuelvo a cocinar.
Off-rol recordatorio: lo que está en verde lo dice al lector.
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Mi preocupación por el sujeto que se había quedado por propia voluntad en el barco condenado se tornó en la ira de un volcán en cuanto el Heracles fue golpeado por este, viéndose empujado contra el hielo que tanto me había costado evitarnos y contagiándonos de sus ávidas llamas negras. Apenas fui consciente de que mis manos astillaban la barandilla de cubierta de la fuerza que hacían, pues la presión sanguínea y la respiración por mis extendidas fosas nasales aumentaban en la misma medida que lo hacían mis instintos de matar a aquel necio.
Fui a buscar mi hacha para saltar a por el bastardo albino y partirle en dos de un tajo, mas Nassor se acercó con presteza para calmar mis ánimos, si bien él tampoco parecía en absoluto tranquilo con la eventualidad que nos acababa de acaecer.
- Veré lo que puedo hacer. -Gruñí, en respuesta a su petición.- Pero no puedo asegurar que venga con todos sus huesos intactos.
Dejando de lado mi arma principal, recogí el ancla de guerra y empecé a girarla en el aire. Entrecerré los ojos para poder observar mejor a mi objetivo entre las llamas, calculé rápidamente la fuerza, distancia y trayectoria adecuada para atrapar al individuo de pelo blanco en un lanzamiento, y solté el arma.
Dejé que la cadena se fuera soltando conforme a mis cálculos y esperé que, tanto él quisiera como no, nuestro fatídico compañero pudiera ser alzado por los aires y devuelto a nuestra nave. Una vez allí, me dedicaría a dar órdenes a los tripulantes adecuados para manejar el timón y alejarnos del hielo, al tiempo que nuestro subcapitán hacia lo propio para que los gyojins pudieran separar la molesta embarcación marine de nosotros, y me acercaría al recién rescatado.
- No te vayas muy lejos, genio. -Le espetaría, con la amabilidad que tendría una roca golpeándote en la mejilla.- Tú y yo vamos a dejar claros unos asuntos cuando arreglemos esto.
Y dejándole allí, me dirigí a la otra borda del Heracles, la que encaraba al hielo por la zona más cercana a la proa, y usé mi ancla para, esta vez, descolgarme por la pared externa del navío usando la cadena y dejando bien sujeta la parte pesada allá arriba.
La situación no pintaba muy bien: las grandes esquirlas y prominencias heladas empezaban a amenazar con causar daños serios, y no estaba en mi gusto aquel día a la fuerza. Con firme determinación, planté mis pies en el hielo y empecé a correr junto al barco al tiempo que lo empujaba con todas mis fuerzas, aferrando la cadena enrollada en mi brazo por si me quedaba atrás.
En cuanto hube conseguido el suficiente espacio, me dejé caer por el hueco entre la madera y el peligroso hielo. Soltando sólo la cantidad suficiente de cadena para caer un par de metros más, posé mis botas en el congelado fragmento de mar y las manos sobre el casco, volcando toda la ira que había sentido hacía un rato en aquel esfuerzo para alejar lo antes posible nuestro barco del peligro. En más de una ocasión estuve a punto de caerme por el precario equilibrio de la situación, pero mi fiel cadena me mantuvo firme y sólo tuve que revolverme en el aire un par de veces para retomar la tarea, hasta que mis extremidades dejaron de tocar firme y pude volver a ascender de vuelta a cubierta, jadeando profusamente.
Fui a buscar mi hacha para saltar a por el bastardo albino y partirle en dos de un tajo, mas Nassor se acercó con presteza para calmar mis ánimos, si bien él tampoco parecía en absoluto tranquilo con la eventualidad que nos acababa de acaecer.
- Veré lo que puedo hacer. -Gruñí, en respuesta a su petición.- Pero no puedo asegurar que venga con todos sus huesos intactos.
Dejando de lado mi arma principal, recogí el ancla de guerra y empecé a girarla en el aire. Entrecerré los ojos para poder observar mejor a mi objetivo entre las llamas, calculé rápidamente la fuerza, distancia y trayectoria adecuada para atrapar al individuo de pelo blanco en un lanzamiento, y solté el arma.
Dejé que la cadena se fuera soltando conforme a mis cálculos y esperé que, tanto él quisiera como no, nuestro fatídico compañero pudiera ser alzado por los aires y devuelto a nuestra nave. Una vez allí, me dedicaría a dar órdenes a los tripulantes adecuados para manejar el timón y alejarnos del hielo, al tiempo que nuestro subcapitán hacia lo propio para que los gyojins pudieran separar la molesta embarcación marine de nosotros, y me acercaría al recién rescatado.
- No te vayas muy lejos, genio. -Le espetaría, con la amabilidad que tendría una roca golpeándote en la mejilla.- Tú y yo vamos a dejar claros unos asuntos cuando arreglemos esto.
Y dejándole allí, me dirigí a la otra borda del Heracles, la que encaraba al hielo por la zona más cercana a la proa, y usé mi ancla para, esta vez, descolgarme por la pared externa del navío usando la cadena y dejando bien sujeta la parte pesada allá arriba.
La situación no pintaba muy bien: las grandes esquirlas y prominencias heladas empezaban a amenazar con causar daños serios, y no estaba en mi gusto aquel día a la fuerza. Con firme determinación, planté mis pies en el hielo y empecé a correr junto al barco al tiempo que lo empujaba con todas mis fuerzas, aferrando la cadena enrollada en mi brazo por si me quedaba atrás.
En cuanto hube conseguido el suficiente espacio, me dejé caer por el hueco entre la madera y el peligroso hielo. Soltando sólo la cantidad suficiente de cadena para caer un par de metros más, posé mis botas en el congelado fragmento de mar y las manos sobre el casco, volcando toda la ira que había sentido hacía un rato en aquel esfuerzo para alejar lo antes posible nuestro barco del peligro. En más de una ocasión estuve a punto de caerme por el precario equilibrio de la situación, pero mi fiel cadena me mantuvo firme y sólo tuve que revolverme en el aire un par de veces para retomar la tarea, hasta que mis extremidades dejaron de tocar firme y pude volver a ascender de vuelta a cubierta, jadeando profusamente.
- Resumen:
- - Cabrearme mucho, mucho, mucho con Ragnar, pero atender a Nassor y tratar de rescatarle con mi Ancla de Guerra.
- Dar órdenes de alejarnos del hielo y, en caso de haber podido salvar a Ragnar (está narrado en condicionales), acercarme a él para dejarle un par de conceptos claros.
- Descolgarme por la zona de la proa que contacta con el hielo, usando el Ancla de Guerra y su cadena para ello, para empujar primero el barco desde la superficie congelada y, luego, seguir empujando desde la propia grieta para ampliar el cambio de trayectoria. (Obviamente, esto último no podré hacerlo si los gyojin no logran alejarnos el barco marine en llamas).
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Llegando otra vez a la zona de combate en mi forma Dino Dance, tuve que retroceder un par de metros debido a que uno de los combatientes había expandido una impresionante ola de calor. Mis compañeros seguían luchando contra los esbirros del pirata. Era un poco irresponsable el usar tal poder sabiendo que podría hacer daño a sus propios nakamas. Sin embargo, más gente se había unido a la contienda. Incluso el Yonkou Dexter Black se había unido, lo que implicaba que esto era una batalla para decidir quien era el pirata más fuerte. O eso pensaba yo. Pude ver a mis compañeros de flota, Tobías estaba flotando en el aire para evitar algún posible ataque y Biz se encontraba en tierra preparándose para atacar.
-¡Chicos, he vuelto! - grité para que me oyeran y volviendo a mi forma normal. Podría ser que se enfadaran conmigo por volver, pero no estaba dispuesta a dejarles tirados en medio de la guerra y pensaba echarles una mano aunque fuera débil. A pocos metros pude observar como uno de los criminales intentaba alejarse del combate, era un semigigante armado con una espada. Podría lanzarle una onda de corte aprovechando que estaba con la guardia baja pero no estaba dispuesta a atacar a alguien por la espalda, no había nada de honor en ello. Simplemente me aproximé a donde estaba Biz para darle apoyo.
- Lo siento, no podía dejaros solos. Al fin y al cabo somos una manada y las manadas luchan juntas incluso si ello implica riesgo de muerte - dije sonriendo
-¡Chicos, he vuelto! - grité para que me oyeran y volviendo a mi forma normal. Podría ser que se enfadaran conmigo por volver, pero no estaba dispuesta a dejarles tirados en medio de la guerra y pensaba echarles una mano aunque fuera débil. A pocos metros pude observar como uno de los criminales intentaba alejarse del combate, era un semigigante armado con una espada. Podría lanzarle una onda de corte aprovechando que estaba con la guardia baja pero no estaba dispuesta a atacar a alguien por la espalda, no había nada de honor en ello. Simplemente me aproximé a donde estaba Biz para darle apoyo.
- Lo siento, no podía dejaros solos. Al fin y al cabo somos una manada y las manadas luchan juntas incluso si ello implica riesgo de muerte - dije sonriendo
- Resumen:
- Reaccionar a lo sucedido en el combate, acercarme a mis compañeros para darles apoyo
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Nunca me había sentido tan vivo, el aire meciendo mi cabellera mientras el tejón y yo descendíamos a tierra en paracaídas. Me adelanté a mi compañero y le indiqué que aterrizáramos un poco lejos de la gran batalla que estaba sucediendo en la plaza. Marines, revolucionarios, piratas... era una completa masacre lo que estaba sucediendo. Ahora me volvía a replantear si había sido una buena idea bajar del barco para que me mataran o encarcelaran en tierra. También tenía el deseo de poseer un lienzo, acuarelas y un pincel para dibujar un cuadro que retratara aquella cruenta batalla. Sin duda, era algo digno de plasmar en un lienzo. Incluso pensé en un nombre para la obra de arte: "Sangre y Fuego".
Nada más aterrizar, nuestro medio de transporte desapareció. "Supongo que el tiempo acabó. Agradezco al destino que no desaparecieran cuando estábamos flotando" pensé. Cerca de nosotros habían un grupo der marines rasos preparándose para dar refuerzos a sus compañeros. En cuanto nos vieron sacaron sus armas y comenzaron a acercarse corriendo con la intención de luchar. No me gustaba tener que matar, pero estábamos en una guerra y en las guerras no había compasión que dar.
- Supongo que no hay remedio. Solo no te pases con ellos, hay que darles una muerte rápida - comenté triste sacando mi katana y lancé una onda cortante con la intención de golpear a algunos de ellos y dispersarlos. Sabía que el tejón no iba a ser muy dulce con el enemigo, así que me preparé para darles muerte y evitar que sufrieran más de lo necesario.
Nada más aterrizar, nuestro medio de transporte desapareció. "Supongo que el tiempo acabó. Agradezco al destino que no desaparecieran cuando estábamos flotando" pensé. Cerca de nosotros habían un grupo der marines rasos preparándose para dar refuerzos a sus compañeros. En cuanto nos vieron sacaron sus armas y comenzaron a acercarse corriendo con la intención de luchar. No me gustaba tener que matar, pero estábamos en una guerra y en las guerras no había compasión que dar.
- Supongo que no hay remedio. Solo no te pases con ellos, hay que darles una muerte rápida - comenté triste sacando mi katana y lancé una onda cortante con la intención de golpear a algunos de ellos y dispersarlos. Sabía que el tejón no iba a ser muy dulce con el enemigo, así que me preparé para darles muerte y evitar que sufrieran más de lo necesario.
- Resumen:
- Caer un poco alejado de la plaza, atacar a un grupo de marines rasos que había por allí
- Cosas:
- - Stats: Poder de destrucción 2, Reflejos 2, Velocidad 1, Agilidad 1 y Resistencia 0
- Maestría ondas cortantes: Nivel 15: Aprende a lanzar ondas cortantes, que se propagan a veinte metros por segundo unos veinte metros. Apenas tienen un par de metros de longitud.
Liv L Astrid
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Akuma no mi
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En la cubierta pasé desapercibida sin ningún problema, es más nadie pareció percatarse de mi presencia, posiblemente estaban demasiado centrados en reparar lo que había destruido para ponerse a la altura de los otros barcos, quienes estaban ya muy cerca de la isla. Me acerqué a uno de los hombres que encontré por el barco y me hice pasar por un superior, aunque no de un rango muy superior.
-Cadete, ve a avisar al capitán del barco que avanzaré hasta uno de los otros barcos más avanzados, como médico no puedo dejar que se pierdan vidas innecesariamente. – le dije girándome hacia los otros barcos de la revolución. – No necesitaré un barco.
Activé nuevamente la marca rúnica y cree en mi espalda un par de alas, no podría volar con ellas, pero me servirían de excusa para poder usar la técnica del Geppou. Di un salto tan potente como pude y comencé a planear hacia los barcos y de vez en cuando las batía a la vez que usaba la técnica para elevarme un poco. Mientras volaba usé de nuevo el caracol para volver a llamar al número de antes.
-Aquí la agente Liv de nuevo. – diría si me cogían el den den mushi – He conseguido inutilizar casi por completo uno de los barcos principales y ahora me dirijo hacia los otros, ¿alguna orden nueva o sigo con la misma? – preguntaría si lo cogían.
-Cadete, ve a avisar al capitán del barco que avanzaré hasta uno de los otros barcos más avanzados, como médico no puedo dejar que se pierdan vidas innecesariamente. – le dije girándome hacia los otros barcos de la revolución. – No necesitaré un barco.
Activé nuevamente la marca rúnica y cree en mi espalda un par de alas, no podría volar con ellas, pero me servirían de excusa para poder usar la técnica del Geppou. Di un salto tan potente como pude y comencé a planear hacia los barcos y de vez en cuando las batía a la vez que usaba la técnica para elevarme un poco. Mientras volaba usé de nuevo el caracol para volver a llamar al número de antes.
-Aquí la agente Liv de nuevo. – diría si me cogían el den den mushi – He conseguido inutilizar casi por completo uno de los barcos principales y ahora me dirijo hacia los otros, ¿alguna orden nueva o sigo con la misma? – preguntaría si lo cogían.
- resumen:
- Dirigirme hacia los otros barcos de la revolución volando, intentar volver a contactar con un superior mientras vuelo hacia los barcos, para informar y preguntar si hay cambios en la misión de sabotaje.
Rei Arslan
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Annie chasqueó la lengua y bajó el arco. El aroma dulzón rosa no había surtido el efecto que ella deseaba y con el tiempo se fue disipando hasta quedar invisible. Los marines habían conseguido deshacerse bien de los ataques de cada uno y, a lo lejos, se acercaba un animal corriendo junto a ellos. Sin embargo, no todo iba bien. La pelea del pelirrojo con aquellos desconocidos para la cenicienta estaba resultando un auténtico desastre.
Estaba atónita ante la situación en la que se encontraban y los gritos de Marc le hicieron dar un sobresalto. Este había echado a correr debido a las consecuencias de aquella batalla, pero no tenía otra opción más que retirarse. Aquellos marines no eran sus enemigos, los propios piratas habían decidido atacarlos sin más.
Cuando estuvo a punto de echar a correr se detuvo, pues el ataque de Zane había sido detenido por el hombre de cabellos blancos y negros. La muchacha gritó por Marc para que no siguiera huyendo, por suerte el gigantón no había recorrido mucha distancia. Annie se alejó un par de metros, mientras Spanner estaba ocupado con uno de ellos y Marc con el otro, ella alzó la mano para generar un gran círculo con pequeñas bolas de viento comprimido dentro.
Las lanzó con fuerza hacia el animal que se acercaba a ellos, impulsándolas por su propio viento para que al explotar provocaran explosiones con una gran potencia destructiva. Luego, bajó la mano y se echó mucho más hacia atrás. Si tenía suerte, quizás algunas impactaran sobre los otros marines y cruzó los dedos. Era la arquera y no podía encontrarse en la primera fila de la batalla. Aun así, debía estar atenta para avisar a los demás sobre cuanto tendrían que huir. Las cosas podían ponerse muy feas con aquellas tres bestias en todo lo alto.
Estaba atónita ante la situación en la que se encontraban y los gritos de Marc le hicieron dar un sobresalto. Este había echado a correr debido a las consecuencias de aquella batalla, pero no tenía otra opción más que retirarse. Aquellos marines no eran sus enemigos, los propios piratas habían decidido atacarlos sin más.
Cuando estuvo a punto de echar a correr se detuvo, pues el ataque de Zane había sido detenido por el hombre de cabellos blancos y negros. La muchacha gritó por Marc para que no siguiera huyendo, por suerte el gigantón no había recorrido mucha distancia. Annie se alejó un par de metros, mientras Spanner estaba ocupado con uno de ellos y Marc con el otro, ella alzó la mano para generar un gran círculo con pequeñas bolas de viento comprimido dentro.
Las lanzó con fuerza hacia el animal que se acercaba a ellos, impulsándolas por su propio viento para que al explotar provocaran explosiones con una gran potencia destructiva. Luego, bajó la mano y se echó mucho más hacia atrás. Si tenía suerte, quizás algunas impactaran sobre los otros marines y cruzó los dedos. Era la arquera y no podía encontrarse en la primera fila de la batalla. Aun así, debía estar atenta para avisar a los demás sobre cuanto tendrían que huir. Las cosas podían ponerse muy feas con aquellas tres bestias en todo lo alto.
- resumen:
- Lanzar bolas de viento comprimido a Pyros y si hay suerte, que le den también a los otros marines.
Rainbow662
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-Oh, venga ya. Tiene que ser una broma -se quejó Arribor en voz alta-. ¿Alguien más piensa aparecer? ¿La señora de la limpieza? ¿El tipo que cose los uniformes de los marines? Juro por lo más sagrado que mataré al próximo imbécil que meta sus narices en mis asuntos.
Y es que no bastaba con que el maldito lagarto apareciese, que su compañero también tenía que hacerlo. Ese tipejo cómo-se-llame con el que ya peleó una vez durante la prueba de las banderas había usado uno de sus extraños poderes para bloquear su ataque y le apuntaba con su espada. Por alguna razón, su movimiento era estúpidamente lento, así que Arribor se limitó a moverse hacia un lado y dejar que el tremendo corte volador pasase por su lado sin pena ni gloria.
Y por si ése no fuese suficiente, un enano que apestaba a violencia había decidido que pasearse por allí era buena idea. ¿Qué demonios hacía allí? ¿Es que ya nadie respetaba el combate de otro hombre? Y qué decir del tipejo de la barba. Era otro que pasaba por ahí sin invitación alguna y que pretendía colarse en su fiesta. Por alguna razón, el hombre con el que había ido a pelear se había enzarzado con el otro único hombre que podía despertar su interés por encima de Zane. Y ahí estaba él; lo habían apartado como si nada, relegado a un segundo plano en favor de todo aquel que quisiera coger número y pelear con él. Y seguro que había más. Cómo no, todo el mundo estaba invitado, al menos mientras al bueno de Arribor le durase su escasa paciencia. En ese momento, las últimas gotas de ésta se evaporaban del diminuto vaso de su autocontrol.
-¡¡¡AHHHHHHH!!!
Arribor dejó que toda su ira se expandiese más allá de su cuerpo, lanzando un poderoso grito mientras desplegaba su indómita Ambición. El haki del rey constituía una forma perfecta de catarsis, un desahogo ideal tanto para eliminar la frustración como para dejar fuera de combate a los débiles que no valían la pena. Y por si eso no fuera suficiente, siempre podía matarlos.
Hizo que una espada de sangre se extendiese varios metros desde su brazo. Esa gruesa y larga, forjada sin ninguna elegancia ni delicadeza, simplemente un arma pensada para atravesar todo cuanto hubiese en su camino, regando la tierra con la sangre de sus enemigos. Rotó sobre sí mismo multitud de veces con la espada extendida. Si topaba con algo que no pudiese cortar, cosa que no contemplaba, el arma se desharía y se recompondría de nuevo para poder seguir girando y cortando lo que estuviese a su alcance.
Pensaba limpiar el campo de batalla. Primero acabaría con las dos molestias recién llegadas, y también con el bajito violento, si es que estaba a su alcance, y después podría volver a sus asuntos. Toda su testarudez, aún mayor que su fuerza, lo empujaba a seguir su combate contra el Hombre Pollo, y si para eso tenía que eliminar a Dexter y a sus polluelos, pues así lo haría. Al fin y al cabo, jamás ha existido nada más peligroso que un loco competitivo.
Y es que no bastaba con que el maldito lagarto apareciese, que su compañero también tenía que hacerlo. Ese tipejo cómo-se-llame con el que ya peleó una vez durante la prueba de las banderas había usado uno de sus extraños poderes para bloquear su ataque y le apuntaba con su espada. Por alguna razón, su movimiento era estúpidamente lento, así que Arribor se limitó a moverse hacia un lado y dejar que el tremendo corte volador pasase por su lado sin pena ni gloria.
Y por si ése no fuese suficiente, un enano que apestaba a violencia había decidido que pasearse por allí era buena idea. ¿Qué demonios hacía allí? ¿Es que ya nadie respetaba el combate de otro hombre? Y qué decir del tipejo de la barba. Era otro que pasaba por ahí sin invitación alguna y que pretendía colarse en su fiesta. Por alguna razón, el hombre con el que había ido a pelear se había enzarzado con el otro único hombre que podía despertar su interés por encima de Zane. Y ahí estaba él; lo habían apartado como si nada, relegado a un segundo plano en favor de todo aquel que quisiera coger número y pelear con él. Y seguro que había más. Cómo no, todo el mundo estaba invitado, al menos mientras al bueno de Arribor le durase su escasa paciencia. En ese momento, las últimas gotas de ésta se evaporaban del diminuto vaso de su autocontrol.
-¡¡¡AHHHHHHH!!!
Arribor dejó que toda su ira se expandiese más allá de su cuerpo, lanzando un poderoso grito mientras desplegaba su indómita Ambición. El haki del rey constituía una forma perfecta de catarsis, un desahogo ideal tanto para eliminar la frustración como para dejar fuera de combate a los débiles que no valían la pena. Y por si eso no fuera suficiente, siempre podía matarlos.
Hizo que una espada de sangre se extendiese varios metros desde su brazo. Esa gruesa y larga, forjada sin ninguna elegancia ni delicadeza, simplemente un arma pensada para atravesar todo cuanto hubiese en su camino, regando la tierra con la sangre de sus enemigos. Rotó sobre sí mismo multitud de veces con la espada extendida. Si topaba con algo que no pudiese cortar, cosa que no contemplaba, el arma se desharía y se recompondría de nuevo para poder seguir girando y cortando lo que estuviese a su alcance.
Pensaba limpiar el campo de batalla. Primero acabaría con las dos molestias recién llegadas, y también con el bajito violento, si es que estaba a su alcance, y después podría volver a sus asuntos. Toda su testarudez, aún mayor que su fuerza, lo empujaba a seguir su combate contra el Hombre Pollo, y si para eso tenía que eliminar a Dexter y a sus polluelos, pues así lo haría. Al fin y al cabo, jamás ha existido nada más peligroso que un loco competitivo.
- Resumen:
- Cabrearse muy mucho - Liberar el Haki del Rey - Hacer una espada grande y agitarla en círculos cual bestia salvaje para cortar todo lo que pille por medio
H. del Rey
Conquista --> Tier 7: Los animales se niegan a atacarlo, provocando que su nivel efectivo se reduzca a un tercio del de su domador (a un 50% si es entrenador). Liberar su Haki del rey paralizará durante cuatro asaltos a cualquiera con un Haki superior, dejando inconsciente a todo el que no posea un Haki a ese nivel.
Esencia del miedo: La presencia de Arribor resulta especialmente aterradora, como si perteneciese a un monstruo en lugar de a una persona.
Nivel I: De forma pasiva, cualquiera que utilice mantra sobre Arribor lo percibirá como un ser aterrador. A nivel visual, será como si de él surgiesen las fauces de un monstruo rugiente que se hace cada vez más grande. Si lo desea, podrá extender el área de influencia de este haki hasta el dole de la distancia máxima que le corresponde por el tier en el que esté, pero solo de forma descontrolada.
Nivel II: Sumado a lo anterior, cualquiera que use el mantra sobre Arribor notará una leve presión sobre su cuerpo, como si la presencia de Arribor lo envolviera. Podrá extender el área de influencia de este haki hasta tres veces la distancia máxima que le corresponde por el tier en el que esté, pero solo de forma descontrolada.
Nivel III: Sumado a lo anterior, cualquiera que use el mantra sobre Arribor por primera vez percibirá un ligero zumbido en los oídos y notará la visión levemente borrosa. Podrá extender el área de influencia de este haki hasta cinco veces la distancia máxima que le corresponde por el tier en el que esté, pero solo de forma descontrolada.
Ori Kenobi
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No tarde mucho en llegar al lugar de la explosión. En él pude ver el cráter que se había preparado de unos tres metros de radio, nunca había visto algo así, pero me parecía algo de bastante poder.
-Te libraste de una buena – dijo Varda.
-¿Y tú cómo lo puedes saber?, no estás viendo lo que yo – le dije algo enfadado.
-Por tu forma de actuar. No has dicho nada en cuanto has llegado, lo que me indica que te has sorprendido. Por cierto, ¿eso es un perro? – preguntó de pronto.
La verdad era que, si se escuchaba como un aullido, este no tenía ninguna extremidad, lo más seguro a causa de la explosión de la granada, y cerca de este el cuerpo de lo que parecía el cuerpo de una mujer. me daba cuenta de que había tomado una mala decisión y debido a ella había muerto una persona y un animal estaba agonizando.
-Quizás deberías acabar con su sufrimiento – me dijo en un tono más solemne Varda. – a no ser que puedas curarle y no creo que seas capaz es lo mejor que puedes hacer.
-Sí – dije simplemente.
Me acerqué hasta el pobre animal, encendí el sable de luz y le atravesé intentando darle una muerte rápida para que no sufriese más de lo que ya lo hacía. Cuando terminé con eso, me di la vuelta y comencé a avanzar hacia la isla nuevamente, allí no había nada que pudiese hacer y además no me estaba sintiendo cómodo tras lo que acababa de ver. Solo esperaba que a donde llegase pudiese servir de utilidad.
-Te libraste de una buena – dijo Varda.
-¿Y tú cómo lo puedes saber?, no estás viendo lo que yo – le dije algo enfadado.
-Por tu forma de actuar. No has dicho nada en cuanto has llegado, lo que me indica que te has sorprendido. Por cierto, ¿eso es un perro? – preguntó de pronto.
La verdad era que, si se escuchaba como un aullido, este no tenía ninguna extremidad, lo más seguro a causa de la explosión de la granada, y cerca de este el cuerpo de lo que parecía el cuerpo de una mujer. me daba cuenta de que había tomado una mala decisión y debido a ella había muerto una persona y un animal estaba agonizando.
-Quizás deberías acabar con su sufrimiento – me dijo en un tono más solemne Varda. – a no ser que puedas curarle y no creo que seas capaz es lo mejor que puedes hacer.
-Sí – dije simplemente.
Me acerqué hasta el pobre animal, encendí el sable de luz y le atravesé intentando darle una muerte rápida para que no sufriese más de lo que ya lo hacía. Cuando terminé con eso, me di la vuelta y comencé a avanzar hacia la isla nuevamente, allí no había nada que pudiese hacer y además no me estaba sintiendo cómodo tras lo que acababa de ver. Solo esperaba que a donde llegase pudiese servir de utilidad.
- resumen:
- Ver lo que provocó la explosión, acabar con la vida del perro y volver a la isla.
Parece ser que la ejecución de Legim va a ser algo secundario, dado la que se está montando en la isla, tornados en llamas, hombres voladores, mapaches armados, ponis... sin duda esto se está descontrolando. De todas formas es posible que la situación no dure mucho, algo os dice que el evento principal no tardará en llegar, sólo para verse eclipsado por el gran número de contendientes que están zurrándose la banana en una batalla masiva.
Por cierto, el ejército de golems que asediaban a los marines parece que empiezan a detenerse por alguna razón.
Por cierto, el ejército de golems que asediaban a los marines parece que empiezan a detenerse por alguna razón.
- Gobierno:
- Dretch y los hijos del metal:
- Mientras la dama se encarga del trabajo duro los hombres se van a fumarse un piti mientras charlan amistosamente, viva el patriarcado opresor.
- Muy bien señores, casi estamos. - Grita Bob mientras da indicaciones y se acerca a vosotros. - Se que ahora sí que no te fías de mí, y te diré que es lo más sensato que has hecho desde que llegaste a este barco. Si aceptas un consejo de mi parte, si quieres llegar lejos en este trabajo ten siempre un cuchillo en tu pecho y una pistola apuntando a tus espaldas. Por cierto, eres la primera persona que veo que se ponga a fumar al lado de una caja de explosivos.
- Bleyd:
- Cuando miras al suelo ves... Suelo. Hay algunas partes ligeramente grisáceas, pero por regla general se denota el brillo blanco. roca y hormigón, sin más.
- Nota:
- Tras una breve investigación de los rayos X, se ha visto que su funcionamiento es el siguiente: Se establece una densidad, y lo que corresponde a esa densidad se ve blanco. Lo que no corresponda se verá negro. En el hipotético caso de que hubiese algo bajo el suelo estaría bajo gruesos suelos de roca, pilares de metal y demás trastería.
- Kai:
- Veamos... Logras poner a salvo a los panocos estos, pero tu misión aún no ha terminado: Cuando impactas como una bala sobre el pecho del ser sale despedido contra el mar, hundiéndose en lo más profundo del abismo, pero, cuando crees que por fin puedes respirar tranquilo el mismo brillo que te hizo reaccionar antes surge del mar, y en una nube de vapor ardiente y luz blanca como el sol un rayo se dirige a por ti con furia y rapidez. Tras ello... Vuelve a levantarse, intacto. O casi. Parece que hay un brillo azul a su espalda, como de chispas.
-¡Joder, me encanta esta mierda!- Escuchas cómo bebe un trago de, probablemente, lejía desde el interior del robot y, entonces, de su boca surge una poderosa llamarada que pretende envolver un cono de ciento ochenta grados. Sálvese quien pueda.
- Las putitas de Kai:
- Moveos o morid. Primer y último aviso.
- Las putitas de Kai que se movieron:
- Bueno, esquiváis por los pelos el navajazo del peligroso Arribor Neus y encontráis un panorama... Complicado. Todo el mundo en el suelo salvo Dexter Black, Zane D. Kenshin, Deathstroke, el pequeño Capitán Arthur Silverwing, el propio Arribor Neus y poca gente más. Parece que la fiesta ya ha empezado, llegáis tarde y eso os ha salvado la vida. ¿Igual deberíais atender a vuestros compañeros? Kimura hayate ahí sigue, de pie, mirando, con sus ojos de besugo. Tiene una cara...
- Kimura en estos momentos:
- Jack Suzume:
- El azucarillo ha sido vaporizado por un cañón de neutrones. O algo así. Pero esa tarta tiene una pinta de puta madre.
- Ori Kenobi:
- Vale, hijo de puta, has matado a Pluto. Estarás contento, ¿No? Pues en fin, aparte del loco pastelero y de un robot homicida parece que poco queda por hacer en ese cacho de hielo perdido de la mano de dios. De hecho, sobre tu cabeza pasa una nave voladora que te recuerda a Tatooine, esa isla desértica famosa por sus cantinas y Pizza Hutt. Y por sus cazarrecompensas. ¿O todo eso era un sueño? En fin, qué más da, acabas de estar con un tío que preparaba pasteles junto al mar en una guerra, ya nada tiene sentido.
- kenmei:
- Tu corriente sin duda logra ralentizar su marcha, pero sigue recto hasta casi llegar a ti, en el último momento esquiva el corte de las alas, casi como si previera tus intenciones salta dando una pirueta hacia atrás para evitar más daños de estas alas, aunque un desafortunado marine no logra librarse, desplomándose con un grito seco. Llegas a él con las espadas, pero, de nuevo como si supiera lo que vas a hacer interpone el cuchillo en el cruce de ambas hojas, haciendo fuerza hacia abajo con este para hacer que las abras en una dirección inofensiva para él. Tras eso vuelve a tomar distancia de forma bastante ágil y lanza otros dos disparos dirigidos a tu pecho.
- Nyx & co:
- Por haber hay bastantes golems, no es muy dificil encontrarlos dado que son cientos. La munición resulta ciertamente útil contra ellos, aunque con alguno necesitas más de un disparo. También ayuda el hecho de que parezcan estar ralentizando su paso.
- piratas:
- Katharina y la mazmorra del fitness:
- Bueno, empiezas a reunir cadáveres, unos pocos de allá otros pocos de acá, revolucionarios, marines, algún pirata de por medio. Tienes en tu poder una pequeña fuerza considerable que podría causar problemas, y la aberración, a parte de un cadáver con un retrete en la cabeza y el mango de una fusta dorada hundido en el culo.
- Barco de Syxel:
- Bueno, gracias al esfuerzo conjunto de la tripulación lográis apagar las llamas antes de que esto llegue al desastre y liberar el barco del agarre del hielo antes de que se generen vías de agua importantes. La madera afectada por las llamas, parece más corroída que quemada, pero no ha llegado a un fallo estructural serio. Por otro lado Balagus logra, no tan heroicamente rescatar a Ragnar de una muerte bastante segura, dado que, un par de segundos después un disparo acierta en el polvorín del barco condenado, partiéndolo en dos de una explosión que os sacude. Ragnar no ha acabado intacto dado que ha recibido el impacto de una masa de metal que lo ha catapultado de vuelta al barco.
En cuanto a los acorazados... siguen ahí, y parece que se disponen a disparar en breves en cuanto recarguen.
- Jordi Copacavana:
- Te lanzas a por los marines ondas cortantes de por medio, logrando abatir a un par de ellos, pero el resto, lejos de acobardarse, se ponen en formación, listos para disparar una salva en tu dirección. Son unos 10.
- Revolucionarios:
- Maki:
- Pues encontrar no encuentras gran cosa salvo muchas burbujas y algunos cadáveres que salen de las entrañas del barco mientras sus dos mitades se hunden. También va flotando hacia la superficie un extraño paquete de harina envasada al vacío.
- Lily:
- Bueno pues parece que el barco no podrá recuperar su mobilidad completa hasta que no reciba reparaciones en un puerto, por ahora hay un par de barcos más que requieren revisión, uno es un acorazado con una torreta incapacitada, y el otro es un buque hospital con la sala de máquinas afectada por el último ataque.
- Ernest:
- En las baterías más grandes no ves indicios de munición apilada cerca, ni tampoco un polvorín, la estructura era enorme y relativamente nueva, lo más seguro es que todo estuviera en una estructura bajo la roca. De todas formas hay una serie de cañones más pequeños, su sistema es más antiguo aunque los están usando como apoyo, estos si que tienen cada uno una serie de cajas con munición algo apartadas pero seguro que hacen un gran pum.
- Liv:
- Te informan de que puedes, o bien continuar con el sabotaje, o bien dar apoyo en la isla. De continuar con el sabotaje hay dos objetivos prioritarios, uno un acorazado con las torretas dañadas, sería intentar explotar el polvorín, otro un buque hospital con sus capacidades motrices mermadas, sólo habría que terminar de incapacitarlos.
Maki
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Acta de la vigesimotercera reunión de emergencia interAugustus.
Día: Desconocido.
Hora: Desconocida.
Ubicación: Cerebro de Maki. Sala de conferencias C.
Levanta acta: Maki Rompe-la-Cuarta-Pared
A ver, todos sabemos que esa chorrada de que el Señor Presidente escribiese el acta anterior era solo una bobada para escribir menos. Sí, así es, tooodos lo sabemos. Y no me extraña, porque el Maki Secretario ya no da para más y es un coñazo buscar a un nuevo pringado que escriba esta bazofia. Así que aquí estoy yo, que soy el único de todos los Makis que realmente sabe la verdad: que una conciencia, seguramente malvada y ligeramente pervertida, nos controla a todos. El resto me llama loco, claro, pero solo tengo una perspectiva mayor.
No creáis que no sé quiénes sois, escoria omnisciente que ve, escucha o, tal vez, lee lo que hacemos y pensamos aquí, en el cerebro de Augustus. Seguro que os divertís viendo todos los problemas por los que estamos pasando, ¿eh? Igual hasta os habéis fijado en que Maki Pechos-al-Aire lleva los pechos al aire. ¡Esa maldita conciencia lo ha creado así solo por diversión! Ni siquiera existía hace unos segundos.
Por todo esto, me niego a satisfaceros más. Hablo en nombre de todos cuando digo que Augustus Makintosh se declara en huelga. No pienso hacer nada más para vosotros, demonios desalmados que manipulan mi existencia. Me quedaré aquí sentado y no tendréis nada para ver.
¡Ja! Ahora es cuando pasaría a hablar en pasado y contar lo que pasa con el cuerpo original, ¿verdad? Pues de eso nada. Ahora mando yo. He amordazado al Señor Presidente y tomado el mando de la Cámara de los Makis. Y no pienso seguir con esta chorrada de misión.
No me importa que no haya ni rastro de ese Legim, porque seguro que la malvada conciencia o, seguramente, otra conciencia diferente con cierto poder sobre los acontecimientos, ha hecho que todo esto no sea más que una pérdida de tiempo. ¿Y Ummak? Sí, exacto, yo sí que me sé los nombres, no como ese Maki bufón al que estáis acostumbrados. Al diablo con ese surfero melenudo, seguro que es otra creación vuestra.
¿Sabéis qué? Que me voy a nadar. Soy un gyojin y nunca me habéis visto nadar. Pos ale. Mira, si hasta tengo aquí una bolsita con azúcar para el camino. Luego me lo comeré, cuando salga a la superficie. Nananana, nadando, nadando. La verdad, no sé como nadie se ha dado cuenta de que esta realidad no existe, de que es producto de la imaginación de alguien. ¡Voy por ahí con un rodillo y ni siquiera amaso pan! ¡Si es que está claro!
No quiero seguir siendo utilizado para vosotros, conciencias endemoniadas. ¿Es que no somos más que juguetes para vosotros? No tenéis corazón. Paso de esta misión del demonio, a la mierda. ¿Veis? Mi creador ni siquiera me ha dejado decir tacos hasta ahora. ¡Culo! ¡Rayos, retruécanos y condenación! Qué bien sienta.
Pues eso, que me voy. Me piro a alguna isla tropical a beber cairipi... caipirniñas... cómo se llamen. Ea, ahí os quedáis.
¿O eso es lo que queréis? Oh, maldito creador, ¿eres tú quién mueve mis hilos? No puede ser. Si quieres que me vaya de aquí, entonces tengo que hacer lo contrario. Creo que... Sí, ya lo tengo. No puedes derrotar a mi libre albedrío, cruel tirano. Me marcho nadando hacia esa isla de la que antes nos han hablado. Allí no me alcanzarán tus pérfidos ojos y seré libre por fin.
¡Oh, libertad, allá voy!
Día: Desconocido.
Hora: Desconocida.
Ubicación: Cerebro de Maki. Sala de conferencias C.
Levanta acta: Maki Rompe-la-Cuarta-Pared
A ver, todos sabemos que esa chorrada de que el Señor Presidente escribiese el acta anterior era solo una bobada para escribir menos. Sí, así es, tooodos lo sabemos. Y no me extraña, porque el Maki Secretario ya no da para más y es un coñazo buscar a un nuevo pringado que escriba esta bazofia. Así que aquí estoy yo, que soy el único de todos los Makis que realmente sabe la verdad: que una conciencia, seguramente malvada y ligeramente pervertida, nos controla a todos. El resto me llama loco, claro, pero solo tengo una perspectiva mayor.
No creáis que no sé quiénes sois, escoria omnisciente que ve, escucha o, tal vez, lee lo que hacemos y pensamos aquí, en el cerebro de Augustus. Seguro que os divertís viendo todos los problemas por los que estamos pasando, ¿eh? Igual hasta os habéis fijado en que Maki Pechos-al-Aire lleva los pechos al aire. ¡Esa maldita conciencia lo ha creado así solo por diversión! Ni siquiera existía hace unos segundos.
Por todo esto, me niego a satisfaceros más. Hablo en nombre de todos cuando digo que Augustus Makintosh se declara en huelga. No pienso hacer nada más para vosotros, demonios desalmados que manipulan mi existencia. Me quedaré aquí sentado y no tendréis nada para ver.
******
¡Ja! Ahora es cuando pasaría a hablar en pasado y contar lo que pasa con el cuerpo original, ¿verdad? Pues de eso nada. Ahora mando yo. He amordazado al Señor Presidente y tomado el mando de la Cámara de los Makis. Y no pienso seguir con esta chorrada de misión.
No me importa que no haya ni rastro de ese Legim, porque seguro que la malvada conciencia o, seguramente, otra conciencia diferente con cierto poder sobre los acontecimientos, ha hecho que todo esto no sea más que una pérdida de tiempo. ¿Y Ummak? Sí, exacto, yo sí que me sé los nombres, no como ese Maki bufón al que estáis acostumbrados. Al diablo con ese surfero melenudo, seguro que es otra creación vuestra.
¿Sabéis qué? Que me voy a nadar. Soy un gyojin y nunca me habéis visto nadar. Pos ale. Mira, si hasta tengo aquí una bolsita con azúcar para el camino. Luego me lo comeré, cuando salga a la superficie. Nananana, nadando, nadando. La verdad, no sé como nadie se ha dado cuenta de que esta realidad no existe, de que es producto de la imaginación de alguien. ¡Voy por ahí con un rodillo y ni siquiera amaso pan! ¡Si es que está claro!
No quiero seguir siendo utilizado para vosotros, conciencias endemoniadas. ¿Es que no somos más que juguetes para vosotros? No tenéis corazón. Paso de esta misión del demonio, a la mierda. ¿Veis? Mi creador ni siquiera me ha dejado decir tacos hasta ahora. ¡Culo! ¡Rayos, retruécanos y condenación! Qué bien sienta.
Pues eso, que me voy. Me piro a alguna isla tropical a beber cairipi... caipirniñas... cómo se llamen. Ea, ahí os quedáis.
¿O eso es lo que queréis? Oh, maldito creador, ¿eres tú quién mueve mis hilos? No puede ser. Si quieres que me vaya de aquí, entonces tengo que hacer lo contrario. Creo que... Sí, ya lo tengo. No puedes derrotar a mi libre albedrío, cruel tirano. Me marcho nadando hacia esa isla de la que antes nos han hablado. Allí no me alcanzarán tus pérfidos ojos y seré libre por fin.
¡Oh, libertad, allá voy!
- Resumen:
- A Maki le da un chungo mental importante y termina yendo nadando hacia la isla por motivos que escapan a su comprensión
Gareth Silverwing
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Ahora si que me sentía mejor, con todo ese calor, ese fuego... ¿Fuego? un montón si. Noté como el calor se extendía en todas direcciones, a punto de calcinar la plaza o por lo menos las cercanías a ese hombre. Me dispuse a absorber la mayor cantidad que pudiese, o por lo menos a contenerlo, dejando las llamas en algo inocuo. Pero el tipejo raro hizo algo más extraño que su aspecto, bueno, no estaba seguro si fue él o no, pero lo parecía por la relativa calma con la que actuaba. Redirigió todo el fuego en un tornado y yo me tomé la libertad de alimentarme un poquito más, para recargar las pilas. Tras eso se transformó en Dexter, eso tenía bastante más sentido. Tras una bronca digna de parvulario se elevaron por los aires para empezar a luchar.
Abajo nos quedamos unos cuantos, entre ellos Arribor que parecía estar teniendo un chungo de ira o algo por el estilo. Que vergüenza no saber controlar su rabia a esa edad, sin duda era algo lamentable dejarse llevar por un sentimiento tan triste. Dejó libre su presencia de forma descontrolada, afectando a la mayoría de la plaza, y... bueno parando el conflicto de una manera bastante más efectiva de lo que hubiera hecho yo... por lo menos en esa zona. Tras eso comenzó a girar con una espada enorme con la intención de rebanar a los que quedábamos en pie. Eh era una buena idea, así no hacía nada a los que se habían desmayado. Pero yo no me había desmayado, lo había notado si, pero seguía en pie.
Ahora veía como una gran hoja se precipitaba a por mí, era el momento de usar mi nuevo juguete, el escudo AUCH. Llevé mi mano libre a la espalda y acoplé el escudo a mi antebrazo para interponerlo en la trayectoria de su ataque. El impacto fue considerable, incluso con sus capacidad de absorción, aunque para mi sorpresa la hoja se deshizo para seguir su camino pasando de largo. Aquel hombre podía controlar su sangre hasta un grado bastante sorprendente. Estaba dando la vuelta y ahí volvía por el mismo lado de antes, esta vez volvería a interponer el escudo de la misma forma pero con una diferencia. A un metro de que impactase congelé la sangre para evitar que se licuase y pasase de largo de nuevo. El choque casi me hace salir despedido, pero recurrí a mi mala hostia acumulada para clavar los pies en el suelo y aguantar.
Sin perder un segundo y aprovechando la parada (momentánea o no) de la hoja me lancé a por Arrbor, pero no empuñaba mi arma, no. Abrí la palma y extendí el brazo hacia atrás para hacer el arco lo más amplio posible. Era hora de calmar un poco al pirata y si buscaba problemas que los tuviera conmigo y, si acaso de forma esporádica con algún otro entrometido. Cuando llegué a él le di una bofetada con toa la mano abierta, no sabía si pararía la bobada o no, pero le dolería en la cara, el alma y seguramente en el orgullo, pero el mensaje estaba claro, a papa ni una o sale la mano a pasear.
Abajo nos quedamos unos cuantos, entre ellos Arribor que parecía estar teniendo un chungo de ira o algo por el estilo. Que vergüenza no saber controlar su rabia a esa edad, sin duda era algo lamentable dejarse llevar por un sentimiento tan triste. Dejó libre su presencia de forma descontrolada, afectando a la mayoría de la plaza, y... bueno parando el conflicto de una manera bastante más efectiva de lo que hubiera hecho yo... por lo menos en esa zona. Tras eso comenzó a girar con una espada enorme con la intención de rebanar a los que quedábamos en pie. Eh era una buena idea, así no hacía nada a los que se habían desmayado. Pero yo no me había desmayado, lo había notado si, pero seguía en pie.
Ahora veía como una gran hoja se precipitaba a por mí, era el momento de usar mi nuevo juguete, el escudo AUCH. Llevé mi mano libre a la espalda y acoplé el escudo a mi antebrazo para interponerlo en la trayectoria de su ataque. El impacto fue considerable, incluso con sus capacidad de absorción, aunque para mi sorpresa la hoja se deshizo para seguir su camino pasando de largo. Aquel hombre podía controlar su sangre hasta un grado bastante sorprendente. Estaba dando la vuelta y ahí volvía por el mismo lado de antes, esta vez volvería a interponer el escudo de la misma forma pero con una diferencia. A un metro de que impactase congelé la sangre para evitar que se licuase y pasase de largo de nuevo. El choque casi me hace salir despedido, pero recurrí a mi mala hostia acumulada para clavar los pies en el suelo y aguantar.
Sin perder un segundo y aprovechando la parada (momentánea o no) de la hoja me lancé a por Arrbor, pero no empuñaba mi arma, no. Abrí la palma y extendí el brazo hacia atrás para hacer el arco lo más amplio posible. Era hora de calmar un poco al pirata y si buscaba problemas que los tuviera conmigo y, si acaso de forma esporádica con algún otro entrometido. Cuando llegué a él le di una bofetada con toa la mano abierta, no sabía si pararía la bobada o no, pero le dolería en la cara, el alma y seguramente en el orgullo, pero el mensaje estaba claro, a papa ni una o sale la mano a pasear.
- Resumen:
- Parar, o por lo menos intentarlo, la espada de arribor... y luego abofetearlo con todo el amor de un padre, y la mala hostia también.
- Cosas usadas:
- Toque disciplinario: Una bofetada a mano abierta. Duele más en el orgullo que en la cara (Y duele mucho). No puede ser esquivada ni bloqueada. Nunca (no importan los PUs que se usen) puede ser mortal ni dejar fuera de combate. Sólo se puede usar una vez por combate o rol. Todo aquel que la reciba cambiará (Si lo tiene) cualquier efecto de control psicológico (miedo, sugestión, sueño...) por un fuerte dolor en la zona afectada y una marca roja bastante evidente.
Esta técnica ancestral admite variantes como collejas y cachetes, todas igual de efectivas y dolorosas.
Escudo AUCH
Dexter Black
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Su gesto mutó en una mueca preocupada cuando notó el suelo quebrarse rápidamente bajo sus pies, y volteó la cabeza casi por instinto. A su espalda casi cada recluta y oficial de bajo rango comenzó a caer contra el suelo, desplomado. Las grietas se extendían por todas partes, formando una red negra que poco a poco elevaba pequeños guijarros de roca resquebrajada, temblequeante sobre más piedra que, poco a poco, se rompía más y más.
-¿Tu ego vale más que las vidas de toda esta gente? Que la vida de tus enemigos, que la vida de tantos inocentes... ¿Vale más tu ego que la vida de tus camaradas?- devolvió la mirada a Zane, ignorando por un instante el ataque de rabia de Arribor, que Arthur Silverwing había visto a bien frenar-. Me daría vergüenza si fuera tú haber actuado así. Pero tú lo has querido.
Sus ojos brillaron por un instante con fulgor relampagueante, y sus rasgos se afilaron sutilmente. Poco a poco su cabello a dos colores fue adoptando un uniforme tono azul, y sobre su frente coronaron dos cuernos de color dorado, apenas perceptibles entre la marea azul. Se deshizo de su chaqueta perezosamente, arrojándola a un lado, y dejó que todas las cicatrices de su torso fuesen completamente visibles mientras una larga cola azul desbordaba a su espalda, reflejando las chispas que caminaban por todo su cuerpo. Por último, dos alas membranosas se desarrollaron desde sus omóplatos, cada una tan grande como él. Se tocó los antebrazos, levemente recorridos por escamas.
-Uno no llega hasta el fin del mundo alimentando vanidades vacuas, Kenshin- sentenció, extendiendo los brazos mientras una armadura de color amarillo brillante lo envolvía-. Ésa será tu segunda lección.
Cuando los cortes llegaron, todo su cuerpo estaba envuelto en un sarcófago amarillo, un topacio de dureza insuperable que resistió los golpes del descamisetado sin ningún problema. ¿Era eso todo lo que podía ofrecerle? No quería hacerle verdadero daño, pero no estaba poniendo de su parte para que no cayese toda su imagen si era derrotado aquel día. Tenía que forzarlo a sacar lo mejor de sí mismo, y lo iba a conseguir. Sabía que lo iba a conseguir.
Concentró energía en su pierna, tanta que comenzó a brillar con color azul, liberando un calor que casi resultaba molesto. Y entonces, situando a cada persona desmayada en la plaza, dejó que el poder del rayo fluyese, con energía suficiente como para despertarlos a todos. Con un doloroso pinchazo y posterior calambre, claro, pero era mejor que estar fuera de combate en medio del fuego cruzado.
El relámpago se extendió por todas partes y el cuerpo de ópalo reventó en mil pedazos, dejando de nuevo a la vista el cuerpo del dragón. Impactó a Worgulv, al mapache y a decenas de reclutas que estaban en el suelo ya, así como a varios marines que pululaban por el lugar y al aparentemente paralizado de miedo Kimura, solo frente a la adversidad, mirando a los niños grandes combatir con ojos muertos, como una oveja en plena sobredosis de crack.
-Ocupaos de Arribor- ordenó a Deathstroke y a Arthur, sin apartar la mirada del cielo. Zane ya había ascendido a las alturas, y poseía una velocidad que él no podría igualar. Tenía que utilizar sus armas, su poder, su fortaleza... No podía ser más veloz que un rayo.
Podría haber liberado un potente haz de luz sobre su rival, pero sólo un retrasado atacaría con calor a un pollo de fuego. Habría dejado fluir la espada magna del dios del rayo, pero no quería matarlo... Así pues, sólo podía hacer una cosa. Dobló los brazos por los codos, haciendo que las pocas nubes sobre la isla se concentrasen en un único punto, una masa de tormenta tan negra que parecía absorber la luz, tan ionizada que chispas blancas recorrían la perfecta esfera de nimbos en constante movimiento, tan salvaje que poco a poco pareció ser suficiente electricidad para alimentar a todo el Ojo durante un par de semanas... Aunque era difícil calcularlo a aquella distancia.
Un destello inundó toda la plaza y, seguramente, se hubiera visto también más allá del hielo que envolvía el peñón. Al mismo tiempo el rugido del trueno llegó acompañado de la roca bajo sus pies acelerando la ya artificial erosión. El poder de su voluntad descontrolado afectando en masa a todo el suelo bajo sus pies... Una peligrosa irresponsabilidad, si no fuera a alejarse inmediatamente. Dejaba para los que llegasen tras él un escenario complicado, irregular y peligroso, pero al menos estaban todos vivos. Aleteó lentamente hacia el aire, buscando, si había resistido, al que iba a ser su rival.
-¿Tu ego vale más que las vidas de toda esta gente? Que la vida de tus enemigos, que la vida de tantos inocentes... ¿Vale más tu ego que la vida de tus camaradas?- devolvió la mirada a Zane, ignorando por un instante el ataque de rabia de Arribor, que Arthur Silverwing había visto a bien frenar-. Me daría vergüenza si fuera tú haber actuado así. Pero tú lo has querido.
Sus ojos brillaron por un instante con fulgor relampagueante, y sus rasgos se afilaron sutilmente. Poco a poco su cabello a dos colores fue adoptando un uniforme tono azul, y sobre su frente coronaron dos cuernos de color dorado, apenas perceptibles entre la marea azul. Se deshizo de su chaqueta perezosamente, arrojándola a un lado, y dejó que todas las cicatrices de su torso fuesen completamente visibles mientras una larga cola azul desbordaba a su espalda, reflejando las chispas que caminaban por todo su cuerpo. Por último, dos alas membranosas se desarrollaron desde sus omóplatos, cada una tan grande como él. Se tocó los antebrazos, levemente recorridos por escamas.
-Uno no llega hasta el fin del mundo alimentando vanidades vacuas, Kenshin- sentenció, extendiendo los brazos mientras una armadura de color amarillo brillante lo envolvía-. Ésa será tu segunda lección.
Cuando los cortes llegaron, todo su cuerpo estaba envuelto en un sarcófago amarillo, un topacio de dureza insuperable que resistió los golpes del descamisetado sin ningún problema. ¿Era eso todo lo que podía ofrecerle? No quería hacerle verdadero daño, pero no estaba poniendo de su parte para que no cayese toda su imagen si era derrotado aquel día. Tenía que forzarlo a sacar lo mejor de sí mismo, y lo iba a conseguir. Sabía que lo iba a conseguir.
Concentró energía en su pierna, tanta que comenzó a brillar con color azul, liberando un calor que casi resultaba molesto. Y entonces, situando a cada persona desmayada en la plaza, dejó que el poder del rayo fluyese, con energía suficiente como para despertarlos a todos. Con un doloroso pinchazo y posterior calambre, claro, pero era mejor que estar fuera de combate en medio del fuego cruzado.
El relámpago se extendió por todas partes y el cuerpo de ópalo reventó en mil pedazos, dejando de nuevo a la vista el cuerpo del dragón. Impactó a Worgulv, al mapache y a decenas de reclutas que estaban en el suelo ya, así como a varios marines que pululaban por el lugar y al aparentemente paralizado de miedo Kimura, solo frente a la adversidad, mirando a los niños grandes combatir con ojos muertos, como una oveja en plena sobredosis de crack.
-Ocupaos de Arribor- ordenó a Deathstroke y a Arthur, sin apartar la mirada del cielo. Zane ya había ascendido a las alturas, y poseía una velocidad que él no podría igualar. Tenía que utilizar sus armas, su poder, su fortaleza... No podía ser más veloz que un rayo.
Podría haber liberado un potente haz de luz sobre su rival, pero sólo un retrasado atacaría con calor a un pollo de fuego. Habría dejado fluir la espada magna del dios del rayo, pero no quería matarlo... Así pues, sólo podía hacer una cosa. Dobló los brazos por los codos, haciendo que las pocas nubes sobre la isla se concentrasen en un único punto, una masa de tormenta tan negra que parecía absorber la luz, tan ionizada que chispas blancas recorrían la perfecta esfera de nimbos en constante movimiento, tan salvaje que poco a poco pareció ser suficiente electricidad para alimentar a todo el Ojo durante un par de semanas... Aunque era difícil calcularlo a aquella distancia.
Un destello inundó toda la plaza y, seguramente, se hubiera visto también más allá del hielo que envolvía el peñón. Al mismo tiempo el rugido del trueno llegó acompañado de la roca bajo sus pies acelerando la ya artificial erosión. El poder de su voluntad descontrolado afectando en masa a todo el suelo bajo sus pies... Una peligrosa irresponsabilidad, si no fuera a alejarse inmediatamente. Dejaba para los que llegasen tras él un escenario complicado, irregular y peligroso, pero al menos estaban todos vivos. Aleteó lentamente hacia el aire, buscando, si había resistido, al que iba a ser su rival.
- Resumen:
- Despertar a las víctimas de Arribor. Cargarme un poquito la capa superficial de baldosín de gres. Lanzar un rayo a Zane. Volar a por él con calma calmita.
- Transformación:
- Indra Dekrit: En esta forma Dexter obtiene cola, su cuerpo se recubre de escamas azules y una corona ósea de color dorado surge en su cabeza. Durante esta forma obtiene un control de la electricidad comparable al de su forma completa. Sus cualidades físicas siguen correspondiendo a su forma humana, aunque las escamas funcionan a modo de armadura.
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No recordaba nada de lo que había pasado en ese periodo de tiempo. Diantres, sería un milagro si hubiese llegado a hacerlo. Solo podía vislumbrar en mi mente imágenes salteadas sin sentido aparente, quizás recuerdos de los instantes que había pasado en estado de inconsciencia, casi vegetal. El dolor había nublado mi vista, taponado mis oídos y entumecido mi cuerpo. Creía haber visto a la capitana del Victory, a quien me había encontrado en Johota. También me pareció haber percibido a mi nuevo compañero, el de rostro andrógino, tratando de comunicarse conmigo, sin éxito aparente. La última imagen que rondaba mi mente era la de alguien tendiéndome en el suelo con suavidad, dejando únicamente el cielo nublado frente a mis ojos. Después de eso, nada más que negrura infinita.
En breves instantes todo ese estado onírico se alteró por un punzante dolor que recorrió todo mi cuerpo. La oscuridad se despejó de manera repentina y salí prácticamente catapultado del suelo, como si fuera un resorte. El impacto había recorrido todo mi cuerpo despertándome forzosamente. Notaba mis músculos agarrotados, pero mi veía con claridad todo a mi alrededor, con mis ojos abiertos de par en par. Tenso por el dolor, hundí mis uñas en mis mejillas y las arañé con fuerza. Lancé un último grito, antes de toser sangre de nuevo por la brusquedad del movimiento, notando un fuego ardiente en mi torso. Estaba despierto.
Jadeé profusamente, nervioso, mirando a mi alrededor en todas direcciones, como si me hubiese acabado de despertar de una pesadilla. A mi lado, encontré a un par de soldados todavía tumbados en el suelo, pero temblando y con los ojos como platos. "¿Qué acaba de suceder?", me pregunté, mientras me arrastraba hacia la pared para apoyar allí la espalda.
Traté de calmarme lo mejor que pude y observé el campo de batalla con más concentración. El suelo firme que antes había estado pisando parecía haberse tornado en una profunda oquedad, muy parecida a un cráter. En el cielo, bestias inspiradoras de un gran poder, que preferí reconocer como usuarios, parecían estar en posición de combate, preparándose para lanzarse las unas contra las otras.
Por otra parte, allí estaba yo, herido, rodeado de soldados rasos y aun sin la capacidad de poder hacer frente a semejantes bestias. No quise preguntarme donde estaba el resto de la banda: sabía que la respuesta no me iba a gustar para nada. Poco podía hacer yo para ayudarles. Siempre he sido un inútil, y jamás llegaré a ser apto para ayudar a nadie.
Con las rodillas temblando, me puse en pie a duras penas. Necesitaba ambas manos para mantenerme apoyado a la pared. Usándolas como apoyo, comencé a cojear en dirección contraria al epicentro del cataclismo, con la sangre filtrándose entre mis labios y deslizándose por mi cuello, dejando inconfundibles manchas rojas en el uniforme. Me movía lentamente, pero esperaba llegar a tiempo para encontrar a alguien capaz de detener esa locura. Ese alguien, ya quedaba claro, no era yo.
En breves instantes todo ese estado onírico se alteró por un punzante dolor que recorrió todo mi cuerpo. La oscuridad se despejó de manera repentina y salí prácticamente catapultado del suelo, como si fuera un resorte. El impacto había recorrido todo mi cuerpo despertándome forzosamente. Notaba mis músculos agarrotados, pero mi veía con claridad todo a mi alrededor, con mis ojos abiertos de par en par. Tenso por el dolor, hundí mis uñas en mis mejillas y las arañé con fuerza. Lancé un último grito, antes de toser sangre de nuevo por la brusquedad del movimiento, notando un fuego ardiente en mi torso. Estaba despierto.
Jadeé profusamente, nervioso, mirando a mi alrededor en todas direcciones, como si me hubiese acabado de despertar de una pesadilla. A mi lado, encontré a un par de soldados todavía tumbados en el suelo, pero temblando y con los ojos como platos. "¿Qué acaba de suceder?", me pregunté, mientras me arrastraba hacia la pared para apoyar allí la espalda.
Traté de calmarme lo mejor que pude y observé el campo de batalla con más concentración. El suelo firme que antes había estado pisando parecía haberse tornado en una profunda oquedad, muy parecida a un cráter. En el cielo, bestias inspiradoras de un gran poder, que preferí reconocer como usuarios, parecían estar en posición de combate, preparándose para lanzarse las unas contra las otras.
Por otra parte, allí estaba yo, herido, rodeado de soldados rasos y aun sin la capacidad de poder hacer frente a semejantes bestias. No quise preguntarme donde estaba el resto de la banda: sabía que la respuesta no me iba a gustar para nada. Poco podía hacer yo para ayudarles. Siempre he sido un inútil, y jamás llegaré a ser apto para ayudar a nadie.
Con las rodillas temblando, me puse en pie a duras penas. Necesitaba ambas manos para mantenerme apoyado a la pared. Usándolas como apoyo, comencé a cojear en dirección contraria al epicentro del cataclismo, con la sangre filtrándose entre mis labios y deslizándose por mi cuello, dejando inconfundibles manchas rojas en el uniforme. Me movía lentamente, pero esperaba llegar a tiempo para encontrar a alguien capaz de detener esa locura. Ese alguien, ya quedaba claro, no era yo.
- Resumen:
- Despertarme de manera muy dramática (exagerada, me atrevería a decir), observar a las "bestias apocalípticas", divagar sobre mi inutilidad y hacer lo que todos esperarían que hiciese el señor Wyrm: huir cojeando en dirección contraria.
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