Dretch
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Dretch se ajustó de nuevo la gabardina. Con tanta destrucción a su alrededor se sentía como una lánguida y marchita hoja que se había lanzado sin sentido a un mundo desconocido desde la seguridad de su rama, hasta quedar aplastada en el frio y duro asfalto ¿Quién le mandaba salir de North Blue? Una vida tranquila no tenía por qué ser algo malo necesariamente, pensaba mientras seguía los pasos de Eric. A cada paso que daba se sentía cada vez más fuera de lugar, tan sumido estaba en sus propios pensamientos que a punto estuvo de chocarse con Zor-El, el cual por algún motivo había detenido la marcha.
- ¿Qué demonios pasa ahora? – inquirió tratándose de averiguar el motivo de la parada. Tampoco había que ser ningún genio para darse cuenta del motivo real, frente a ellos se encontraba una colosal puerta de metal que había sobrevivido a las tiernas atenciones del shandian. Sin embargo, como no podía ser de otro modo, la puerta permanecía cerrada a cal y canto – Puede que, con un clip, un chicle y una moneda de cobre pueda hacer algo… - pensó en voz alta mientras miraba de reojo la cerradura, sin demasiada fe en sus palabras.
A veces resultaba tan evidente que no eran bienvenidos allí donde iban ¡Ni que fueran los cobradores de frac! Por suerte o por desgracia, la puerta se abrió desde el interior dejando a la vista una enorme mole de acero casi tan aberrante como la propia embarcación. Tras la puerta número uno se encontraba un lote completo de productos problemáticos: un genuino meca de al menos cuatro metros de altura, una lanza tuneladora, dos hermosos escudos que casi parecían puertas de lo grandes que eran y todo ello sazonado con el tenue olor al aceite de motor, óxido y metal. Bueno, a lo mejor no tan tenue.
Dretch miró lentamente hacia arriba. Abrió su ojo sano, el derecho, tanto como fue capaz. No se había percatado del tamaño de la puerta ni de lo que podía ocultarse en su interior. Desde luego si ese cacharro estaba tripulado no dudaba de que su piloto les estuviera mirando desde arriba con diversión. Contemplar como aquella mole se movía no le ayudó calmarse lo más mínimo.
“Vaya por Dios” – pensó el joven Búho, molesto. No estaba teniendo ni una pizca de suerte. Por lo menos esperaba que fuera lo que fuera que hubiera tras ese engendro de la ingeniería mereciera la pena el esfuerzo. Su gesto de fastidio fue rápidamente sustituido por la regía imagen del líder que se suponía que debía aparentar ser.
El inmenso umbral de la puerta se había convertido en su campo de batalla. Pero a diferencia de lo ocurrido hasta aquel entonces, sus sentimientos en el presente eran drásticamente diferentes a los que había tenido cuando se enfrentó a otros rivales en Marineford. Acostumbrado a la soledad, no sentía aburrimiento ni odio en lo más mínimo, se había presentado voluntario para participar en aquel peligroso conflicto sin ser obligado o amenazado. Su mente estaba saturada de fe para proteger a sus compañeros. Podía escuchar la respiración inquietante de Zor-El a su derecha y la voz, orgullosa, de Kaori a su espalda lamentándose de su suerte. Aquellos gestos, por insignificantes que pudieran parecer le daban la sensación de que, aunque no formaran el mejor de los equipos, luchaban codo con codo como verdaderos camaradas. Mientras le daba vueltas a una multitud de pensamientos en su cabeza, su enemigo no perdió el tiempo. El meca comenzó a girar el filo de su lanza, de forma similar a un taladro y realizó un amplio barrido con ella hacia su dirección.
Soltó las agujas de sus manos, dejándolas suspendidas de su cuello gracias al metro de sastre al que estaban atadas y se concentró en sus dedos. Concretamente en los dedales de sus Kurōsu Tēru, sus aparatejos de costura moernos, cerrando y abriendo rápidamente sus puños para asegurarse que los engranajes, hilos y poleas del dispositivo funcionaban correctamente. En apenas un abrir y cerrar de ojos comenzó a dar gráciles saltitos hacia atrás intercalando su punto de apoyo de un pie al otro, para tratar de alejarse del arma de su rival. Mientras tanto, sus dedos trabajaban a toda velocidad entrelazando los hilos de sus diez dedales para crear dos modestas lanzas de apenas un metro cada una. Estas lanzas, que a efectos aún permanecían unidas al Kurōsu Tēru, eran inofensivas. Sin embargo, afinando su puntería, Dretch las arrojaría contra el brazo armado del meca mediante un par de rápidos lanzamientos de cadera. La primera de ellas, algo desviada hacia arriba; mientras que la segunda algo más desviada hacia abajo. Cuando las lanzas hubiesen llegado a la distancia adecuada, mediante varios movimientos controlados con las falanges de sus dedos, desharía las “armas” y volvería a entrelazar entres sí los diez hilos tratando así de obstruir la maquinaria el taladro durante un tiempo. Un tiempo que esperaba que sus camaradas pudieran aprovechar.
- ¿Qué demonios pasa ahora? – inquirió tratándose de averiguar el motivo de la parada. Tampoco había que ser ningún genio para darse cuenta del motivo real, frente a ellos se encontraba una colosal puerta de metal que había sobrevivido a las tiernas atenciones del shandian. Sin embargo, como no podía ser de otro modo, la puerta permanecía cerrada a cal y canto – Puede que, con un clip, un chicle y una moneda de cobre pueda hacer algo… - pensó en voz alta mientras miraba de reojo la cerradura, sin demasiada fe en sus palabras.
A veces resultaba tan evidente que no eran bienvenidos allí donde iban ¡Ni que fueran los cobradores de frac! Por suerte o por desgracia, la puerta se abrió desde el interior dejando a la vista una enorme mole de acero casi tan aberrante como la propia embarcación. Tras la puerta número uno se encontraba un lote completo de productos problemáticos: un genuino meca de al menos cuatro metros de altura, una lanza tuneladora, dos hermosos escudos que casi parecían puertas de lo grandes que eran y todo ello sazonado con el tenue olor al aceite de motor, óxido y metal. Bueno, a lo mejor no tan tenue.
Dretch miró lentamente hacia arriba. Abrió su ojo sano, el derecho, tanto como fue capaz. No se había percatado del tamaño de la puerta ni de lo que podía ocultarse en su interior. Desde luego si ese cacharro estaba tripulado no dudaba de que su piloto les estuviera mirando desde arriba con diversión. Contemplar como aquella mole se movía no le ayudó calmarse lo más mínimo.
“Vaya por Dios” – pensó el joven Búho, molesto. No estaba teniendo ni una pizca de suerte. Por lo menos esperaba que fuera lo que fuera que hubiera tras ese engendro de la ingeniería mereciera la pena el esfuerzo. Su gesto de fastidio fue rápidamente sustituido por la regía imagen del líder que se suponía que debía aparentar ser.
El inmenso umbral de la puerta se había convertido en su campo de batalla. Pero a diferencia de lo ocurrido hasta aquel entonces, sus sentimientos en el presente eran drásticamente diferentes a los que había tenido cuando se enfrentó a otros rivales en Marineford. Acostumbrado a la soledad, no sentía aburrimiento ni odio en lo más mínimo, se había presentado voluntario para participar en aquel peligroso conflicto sin ser obligado o amenazado. Su mente estaba saturada de fe para proteger a sus compañeros. Podía escuchar la respiración inquietante de Zor-El a su derecha y la voz, orgullosa, de Kaori a su espalda lamentándose de su suerte. Aquellos gestos, por insignificantes que pudieran parecer le daban la sensación de que, aunque no formaran el mejor de los equipos, luchaban codo con codo como verdaderos camaradas. Mientras le daba vueltas a una multitud de pensamientos en su cabeza, su enemigo no perdió el tiempo. El meca comenzó a girar el filo de su lanza, de forma similar a un taladro y realizó un amplio barrido con ella hacia su dirección.
Soltó las agujas de sus manos, dejándolas suspendidas de su cuello gracias al metro de sastre al que estaban atadas y se concentró en sus dedos. Concretamente en los dedales de sus Kurōsu Tēru, sus aparatejos de costura moernos, cerrando y abriendo rápidamente sus puños para asegurarse que los engranajes, hilos y poleas del dispositivo funcionaban correctamente. En apenas un abrir y cerrar de ojos comenzó a dar gráciles saltitos hacia atrás intercalando su punto de apoyo de un pie al otro, para tratar de alejarse del arma de su rival. Mientras tanto, sus dedos trabajaban a toda velocidad entrelazando los hilos de sus diez dedales para crear dos modestas lanzas de apenas un metro cada una. Estas lanzas, que a efectos aún permanecían unidas al Kurōsu Tēru, eran inofensivas. Sin embargo, afinando su puntería, Dretch las arrojaría contra el brazo armado del meca mediante un par de rápidos lanzamientos de cadera. La primera de ellas, algo desviada hacia arriba; mientras que la segunda algo más desviada hacia abajo. Cuando las lanzas hubiesen llegado a la distancia adecuada, mediante varios movimientos controlados con las falanges de sus dedos, desharía las “armas” y volvería a entrelazar entres sí los diez hilos tratando así de obstruir la maquinaria el taladro durante un tiempo. Un tiempo que esperaba que sus camaradas pudieran aprovechar.
- resumen:
- Seguir a Eric, ver las puertas cerradas y hacer un amago de MacGyver.
- Contemplar lo que se esconde tras la puerta nº 1 y decidir que ha venido a jugar.
- Confiar en el poder de la amistad, pero solo por el que dirán.
- Dar saltitos cortos pero rápidos hacia atrás para salir del rango del ataque del meca
- Tejer un par de mini lanzas que bien podrían parecer de juguete y arrojarlas sobre el brazo armado del meca para, deshaciendo las costuras a medio camino, tratar de obstruir la maquinaria con los hilos.
- Confiar en que Eric y Kaori no le van a dejar vendido... xD
- Seguir a Eric, ver las puertas cerradas y hacer un amago de MacGyver.
- cosas usadas:
- Sureddoryū: Senpen Banka “Estilo de Hilos: Usos Infinitos”
Dretch enredando los cordeles de sus Cross Tail es capaz de tejer armas de todo tipo y tamaños. Aunque tan solo conservan la forma física de las armas a las que pretende imitar. Sus funciones y utilidad, dependerán exclusivamente del tipo de carrete de hilo empleado durante su elaboración. De igual manera que fue él quien las tejió, mediante los movimientos de sus dedos es capaz de desenredar los hilos que dan forma al arma y eliminarla con una pasmosa facilidad.
Xeyner
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Palpé con los dedos lentamente mi coronilla y me miré la mano con parsimonia. Sangre. ¿Por qué? Si acababa de... acababa de...
Miré alrededor y noté la visión borrosa.
"... yner"
"... alo de aquí"
Intenté descifrar quién decía esas palabras, pero no era capaz de percibir nada. Notaba movimiento a mi alrededor, pero no era capaz de distinguir lo que me rodeaba. Alguien estaba tirando de mis brazos, arrastrándome para llevarme a alguna parte. Intenté patalear y soltarme, pero notaba el cuerpo algo aturdido.
"... quieto"
-¿D-De qué va todo esto?- alcancé a decir con un suspiro, e intenté girarme hacia un lado. Estaba claro que había recibido un golpe en la cabeza y había quedado aturdido, pero necesitaba recobrar los sentidos cuanto antes.
Haciendo un esfuerzo, fui capaz de enfocar algo mejor la vista. Un par de brazos tiraban de mí. No muertos, pensé, al instante. Pero... ¿dónde me llevan?.
Noté una fuerte corriente de aire sacudirme, y un no muerto cayó a tan solo unos centímetros de mí.
"... más rápido"
"... órdenes de la ama"
No tardé en percibir el peligro real de aquella situación, y con un gran esfuerzo conseguí ver lo que había alrededor.
-Oh... mierda.
Una corriente de fuego parecía rodear todo, transportando además residuos a gran velocidad. Parecía tratarse de madera, pero... ¿de dónde salían los árboles? Me pude incorporar a duras penas y miré a los tipos que iban conmigo. Un grupo de no muertos, los reconocía por la charla que habíamos tenido anteriormente. Abrí la boca para decir algo, pero tiraron de mis brazos y no tuve más remedio que seguirles.
-La ama Katharina ha ordenado protegerte a toda costa. El campo de batalla es cada vez más peligroso- dijo uno de ellos, con aparente tranquilidad.
-¿Cuánto tiempo he estado inconsciente?- dije intentando seguir su ritmo.
-Poco- contestó el mismo no muerto, sin mirar hacia atrás. -Apenas unos segundos después de despertar, nuestro grupo fue atacado... Varios de los nuestros han vuelto a la tierra. Algo te golpeó en la cabeza y hemos estado cubriéndote y alejándote del peligro, pero hace unos segundos, el fuego y el viento han comenzado a quemar la madera y a transportarla a gran velocidad. Por suerte estamos ya algo alejados, o no serías capaz de respirar.
Intenté asimilar el sentido de aquellas palabras, y asentí lentamente con la cabeza.
-Ya veo, vosotros...
No tuve tiempo de terminar la frase. El no muerto con el que había estado hablando me soltó y saltó hacia un lateral. Antes de que pudiese pensar qué estaba haciendo, un trozo de madera en llamas le golpeó de lleno en el cuerpo, que hizo de barrera para bloquear la trayectoria de aquel leño. Iba directo hacia mí, recapacité en un segundo. Su cuerpo cayó al suelo, inerte, pero al instante otro no muerto ocupó su lugar, tirando de mis brazos para alejarme de allí.
-Espera, yo... no podemos...-intenté decir mientras veía al anterior no muerto en el suelo, con el trozo de madera encima. Angustiado, me llevé una mano a la boca, pero noté cómo volvían a tirar de mí, obligándome a moverme.
-Vamos. Hay que ponerte a salvo.
Miré alrededor y noté la visión borrosa.
"... yner"
"... alo de aquí"
Intenté descifrar quién decía esas palabras, pero no era capaz de percibir nada. Notaba movimiento a mi alrededor, pero no era capaz de distinguir lo que me rodeaba. Alguien estaba tirando de mis brazos, arrastrándome para llevarme a alguna parte. Intenté patalear y soltarme, pero notaba el cuerpo algo aturdido.
"... quieto"
-¿D-De qué va todo esto?- alcancé a decir con un suspiro, e intenté girarme hacia un lado. Estaba claro que había recibido un golpe en la cabeza y había quedado aturdido, pero necesitaba recobrar los sentidos cuanto antes.
Haciendo un esfuerzo, fui capaz de enfocar algo mejor la vista. Un par de brazos tiraban de mí. No muertos, pensé, al instante. Pero... ¿dónde me llevan?.
Noté una fuerte corriente de aire sacudirme, y un no muerto cayó a tan solo unos centímetros de mí.
"... más rápido"
"... órdenes de la ama"
No tardé en percibir el peligro real de aquella situación, y con un gran esfuerzo conseguí ver lo que había alrededor.
-Oh... mierda.
Una corriente de fuego parecía rodear todo, transportando además residuos a gran velocidad. Parecía tratarse de madera, pero... ¿de dónde salían los árboles? Me pude incorporar a duras penas y miré a los tipos que iban conmigo. Un grupo de no muertos, los reconocía por la charla que habíamos tenido anteriormente. Abrí la boca para decir algo, pero tiraron de mis brazos y no tuve más remedio que seguirles.
-La ama Katharina ha ordenado protegerte a toda costa. El campo de batalla es cada vez más peligroso- dijo uno de ellos, con aparente tranquilidad.
-¿Cuánto tiempo he estado inconsciente?- dije intentando seguir su ritmo.
-Poco- contestó el mismo no muerto, sin mirar hacia atrás. -Apenas unos segundos después de despertar, nuestro grupo fue atacado... Varios de los nuestros han vuelto a la tierra. Algo te golpeó en la cabeza y hemos estado cubriéndote y alejándote del peligro, pero hace unos segundos, el fuego y el viento han comenzado a quemar la madera y a transportarla a gran velocidad. Por suerte estamos ya algo alejados, o no serías capaz de respirar.
Intenté asimilar el sentido de aquellas palabras, y asentí lentamente con la cabeza.
-Ya veo, vosotros...
No tuve tiempo de terminar la frase. El no muerto con el que había estado hablando me soltó y saltó hacia un lateral. Antes de que pudiese pensar qué estaba haciendo, un trozo de madera en llamas le golpeó de lleno en el cuerpo, que hizo de barrera para bloquear la trayectoria de aquel leño. Iba directo hacia mí, recapacité en un segundo. Su cuerpo cayó al suelo, inerte, pero al instante otro no muerto ocupó su lugar, tirando de mis brazos para alejarme de allí.
-Espera, yo... no podemos...-intenté decir mientras veía al anterior no muerto en el suelo, con el trozo de madera encima. Angustiado, me llevé una mano a la boca, pero noté cómo volvían a tirar de mí, obligándome a moverme.
-Vamos. Hay que ponerte a salvo.
- Resumen:
- Despertar después de un golpe en la cabeza y alejarme del epicentro del peligro gracias a los no muertos.
Roland von Klauswitz
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Akuma no mi
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Tal vez, solo tal vez, aquella gente no hubiese entendido el simbolismo de su mensaje. Árboles y vida, naturaleza y calma. Seguramente el fuego tuviese algo que ver, o quizás los extraños fenómenos climatológicos. Al menos le había salido una frase impactante al llegar a la plataforma de ejecución, algo que los humanos valoraban en grado sumo.
Por desgracia, la creciente bola de ¿caramelo? estropeó un poco su entrada. La empalagosa esfera se hacía más grande y, curiosamente, contenía un par de presencias en su interior. Eso sí que era curioso, pues a saber cuánto aire habría dentro. Si, tal y como sospechaba, Legim estaba ahí dentro, más le valía protegerla.
Tuvo que retroceder hasta las escaleras de la plataforma para no verse engullido por el caramelo, y entonces el sonido de los poderosos mecanismos del robot llamó su atención. No parecía dañado, y volvía al ataque con la misma fría ferocidad de antes. Su hacha brillaba con el ardor de una llamarada concentrada en su mortífero filo. No sería buena idea dejar que le golpease con eso.
Aún dolido por haber perdido una de sus armas, empuñó la única que le quedaba con ambas manos y la interpuso en el camino del hacha. El choque de los aceros le ensordeció durante una fracción de segundo, tiempo durante el cual sus pies de madera se vieron despegados del suelo y Kodama terminó volando por la fuerza del golpe.
Un par de sus congéneres le detuvieron con sus frondosas copas. Kodama se mantuvo en equilibrio sobre unas ramas -le resultaba muy raro estar apoyado en unas ramas que no fuesen suyas- a tiempo para ver como el infame hombre-dragón reunía el fuego de los incendios a su alrededor. No tenía ni idea de qué trataba de hacer, pero si evitaba que todo quedase consumido por las llamas estaba dispuesto a darle un voto de confianza a la humanidad. No muy grande, pero bastaría para mantenerlo del lado de los humanos durante un poco más.
Las máquinas, en cambio, eran otra cosa.
Su brazo se había roto ante la acometida del robot. Lo restauró como mejor pudo, usando resina para sellar la fractura, y localizó al robot. No era difícil dar con esas cosas, después de todo. Se fue a por él espada en mano, pensando en cuál podía ser su punto flaco. Aunque no fuese un ser vivo, sus mecanismos o lo que fuese que llevase no podían ser irrompibles, por lo que podría cortarlos. Quizás incluso tuviese cerebro o algo parecido. Se decidió instintivamente a atacar a la cabeza, la zona más vulnerable de todos los seres que conocía.
Agitó su arma con impecable destreza. Con cada movimiento de su hoja brotaba una onda cortante bastante estrecha, que volaba hacia la espesura de su bosque como si fuese una lanza azulada. Cuando sus ataques impactaban sobre algún árbol, rebotaban varias veces en trayectorias milimétricamente calculadas para culminar en la cabeza del enorme robot. Cada una -de un total de seis- impactaría desde una dirección distinta, así le costaría detenerlas con su escudo o su arma.
-También hay para ti -murmuró.
Otro par de ondas cortantes volaron hacia la joven pirata que pululaba alrededor de la bola de caramelo. No podía tener buenas intenciones, así que más valdría espantarla cuanto antes.
Por desgracia, la creciente bola de ¿caramelo? estropeó un poco su entrada. La empalagosa esfera se hacía más grande y, curiosamente, contenía un par de presencias en su interior. Eso sí que era curioso, pues a saber cuánto aire habría dentro. Si, tal y como sospechaba, Legim estaba ahí dentro, más le valía protegerla.
Tuvo que retroceder hasta las escaleras de la plataforma para no verse engullido por el caramelo, y entonces el sonido de los poderosos mecanismos del robot llamó su atención. No parecía dañado, y volvía al ataque con la misma fría ferocidad de antes. Su hacha brillaba con el ardor de una llamarada concentrada en su mortífero filo. No sería buena idea dejar que le golpease con eso.
Aún dolido por haber perdido una de sus armas, empuñó la única que le quedaba con ambas manos y la interpuso en el camino del hacha. El choque de los aceros le ensordeció durante una fracción de segundo, tiempo durante el cual sus pies de madera se vieron despegados del suelo y Kodama terminó volando por la fuerza del golpe.
Un par de sus congéneres le detuvieron con sus frondosas copas. Kodama se mantuvo en equilibrio sobre unas ramas -le resultaba muy raro estar apoyado en unas ramas que no fuesen suyas- a tiempo para ver como el infame hombre-dragón reunía el fuego de los incendios a su alrededor. No tenía ni idea de qué trataba de hacer, pero si evitaba que todo quedase consumido por las llamas estaba dispuesto a darle un voto de confianza a la humanidad. No muy grande, pero bastaría para mantenerlo del lado de los humanos durante un poco más.
Las máquinas, en cambio, eran otra cosa.
Su brazo se había roto ante la acometida del robot. Lo restauró como mejor pudo, usando resina para sellar la fractura, y localizó al robot. No era difícil dar con esas cosas, después de todo. Se fue a por él espada en mano, pensando en cuál podía ser su punto flaco. Aunque no fuese un ser vivo, sus mecanismos o lo que fuese que llevase no podían ser irrompibles, por lo que podría cortarlos. Quizás incluso tuviese cerebro o algo parecido. Se decidió instintivamente a atacar a la cabeza, la zona más vulnerable de todos los seres que conocía.
Agitó su arma con impecable destreza. Con cada movimiento de su hoja brotaba una onda cortante bastante estrecha, que volaba hacia la espesura de su bosque como si fuese una lanza azulada. Cuando sus ataques impactaban sobre algún árbol, rebotaban varias veces en trayectorias milimétricamente calculadas para culminar en la cabeza del enorme robot. Cada una -de un total de seis- impactaría desde una dirección distinta, así le costaría detenerlas con su escudo o su arma.
-También hay para ti -murmuró.
Otro par de ondas cortantes volaron hacia la joven pirata que pululaba alrededor de la bola de caramelo. No podía tener buenas intenciones, así que más valdría espantarla cuanto antes.
- Resumen (Mura-chan, lee):
- Detener el ataque del robot y salir volando por el mismo - Frenarse en un árbol y lanzar ondas cortantes que rebotan por el bosque hasta coincidir -espero- en la cabeza del robot. 6 van hacia él, y otras dos hacia Murasaki, que no quiero que deje pelos en el caramelo
Rainbow662
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Arribor se convenció de que no tenía enfrente a ningún niño, por mucho que su estatura invitara a pensar eso. Para empezar, ningún niño podría haber resistido un golpe así con la cabeza intacta, y mucho menos contraatacar tan rápidamente. Además, no había niño en el mundo con esa fuerza. Mejor, porque Arribor odiaba a los crios.
El suelo se agrietó en varios metros a la redonda cuando Arribor cruzó sus hojas de sangre entre él y el arma de bajito, e incluso varios árboles llegaron a caer a su espalda. Era mucho más fuerte de lo que había imaginado, lo cual lo hacía mucho más interesante. Había pensado que no era más que un tipo gruñón, pero tal vez fuese un tipo gruñón con el que valía la pena combatir.
-¿Quién eres? -preguntó. Tenía curiosidad por saber si era marine, pirata o solo un loco que iba por libre. CLaro que, bien pensado, los piratas no eran más que locos que iban por libre.
Después de la curiosidad, se centró en el combate. Creó un brazo con sangre a partir de su costado, rojo, grueso y musculoso, y lo cargó con haki. Era bastante parecido a un brazo humano, aunque no podía decirse que Arribor fuese un portento de la anatomía. Era más importante poder dar un buen golpe que ser bonito. Y eso fue lo que hizo.
Atacó directo al estómago. Lo impulsó con una orden mental para estrellarse contra el pelirrojo bajito con toda la fuerza de la que fuese capaz. No tenía que preocuparse por que se hiciera daño, así que trató de golpear con tanta potencia que el brazo entero reventase cual globo de agua, igual que cuando a él se le iba la pinza y terminaba dislocándose un codo dando un golpe. A lo mejor eso lo hacía después.
El suelo se agrietó en varios metros a la redonda cuando Arribor cruzó sus hojas de sangre entre él y el arma de bajito, e incluso varios árboles llegaron a caer a su espalda. Era mucho más fuerte de lo que había imaginado, lo cual lo hacía mucho más interesante. Había pensado que no era más que un tipo gruñón, pero tal vez fuese un tipo gruñón con el que valía la pena combatir.
-¿Quién eres? -preguntó. Tenía curiosidad por saber si era marine, pirata o solo un loco que iba por libre. CLaro que, bien pensado, los piratas no eran más que locos que iban por libre.
Después de la curiosidad, se centró en el combate. Creó un brazo con sangre a partir de su costado, rojo, grueso y musculoso, y lo cargó con haki. Era bastante parecido a un brazo humano, aunque no podía decirse que Arribor fuese un portento de la anatomía. Era más importante poder dar un buen golpe que ser bonito. Y eso fue lo que hizo.
Atacó directo al estómago. Lo impulsó con una orden mental para estrellarse contra el pelirrojo bajito con toda la fuerza de la que fuese capaz. No tenía que preocuparse por que se hiciera daño, así que trató de golpear con tanta potencia que el brazo entero reventase cual globo de agua, igual que cuando a él se le iba la pinza y terminaba dislocándose un codo dando un golpe. A lo mejor eso lo hacía después.
- Resumen:
- Defenderse con las guadañas de sangre - Crear un brazo de sangre tamaño culturista - Usarlo para intentar hundirle el estómago a Art-chan
Kenzo Nakajima
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Una vez estuvo apoyado sobre una rama del árbol más cercano, Kenzo dirigió su mirada de nuevo al horrible monstruo hecho de torsos que tenían ante sí. Y su sorpresa fue notable al comprobar que la poderosa onda de choque lanzada por el peculiar anillo de Iulio no había tenido el más mínimo efecto sobre él. Para colmo, aquel extraño humo amarillo de aroma dulzón seguía rodeándolo igual que antes.
De repente, algo en la cabeza del brazos largos hizo click. ¿Y si aquel monstruo no era real? Tal vez fuese una especie de espejismo o ilusión generada por aquel extraño gas. Quizá respirarlo tuviese esos efectos. Debía avisar a su compañero y encontrar una manera de dispersar aquel humo, y tenía que hacerlo rápido.
- ¡Iulio! - gritó con todas sus fuerzas el espadachín. - Quizá ese monstruo no sea real, o haya algún truco en ese gas tan raro. Tenemos que encontrar la manera de dispersarlo.
Y en aquel instante, cuando se hallaba dando vueltas a la mejor manera de deshacerse de aquel humo amarillo, observó la catástrofe que había comenzado a asolar la plaza. Un enorme tornado de llamas había surgido repentinamente y, como era lógico, había iniciado un incendio que se extendía rápidamente entre los árboles que ahora poblaban la isla. Era increíble cómo el paisaje cambiaba minuto a minuto. Ese era el nivel de los poderes que se habían dado cita en aquel lugar.
Pronto fuertes rachas de aire caliente comenzaron a lanzar volando trozos de ramas ardiendo y otras clases de peligrosos proyectiles. Para entonces, el espadachín estaba rígido. Con todo lujo de detalle, los acontecimientos de aquella fatídica noche volvían a sus recuerdos. La pelea en el bar, aparentemente zanjada. El calor y los gritos que le despertaron en mitad de la noche. Las voraces llamas rodeándole por completo, devorando en apenas minutos el campamento del circo por completo. El miedo, el atroz pavor de quien sabe que ni él ni sus seres queridos tienen escapatoria. La abrasadora caricia del fuego en su piel, lo último cuyas fibras nerviosas superficiales habían sentido antes de ser destruidas por completo sin posibilidad alguna de recuperación. La rabia, el odio y la ira, compañeros habituales desde aquel momento. Todas aquellas sensaciones volvieron a su cabeza como si estuviesen sucediendo de nuevo en ese preciso instante. Cada uno de sus recuerdos sobre la noche que había acabado con todos aquellos a quienes conocía, y que le había obligado a tapar a partir de entonces con vendas todo su cuerpo. El fuego, maldito sea mil veces, le había arrebatado a su familia y sus amigos, y le había dejado desfigurado y sin sentido del tacto.
No podía permitir que ocurriera de nuevo. No, no iba a quemarse otra vez, y desde luego no sucumbiría entre las llamas a las que una vez había logrado a duras penas sobrevivir. Su voluntad y su odio, tomando el control a partes iguales, no permitieron que el brazos largos se quedase quieto y acabase siendo pasto de las llamas. En lugar de eso, casi sin pensarlo y actuando guiado por el más puro instinto de autopreservación, bajó al suelo de un salto. Con una espada en cada uno de sus diez brazos, comenzó a hacer girar todos y cada uno de ellos. Cada vez a mayor velocidad, las extremidades rotaban sobre su eje sin parar. No tenía otra alternativa. Tenía que lograr aislarse de las llamas y de los ardientes proyectiles, y solo lo conseguiría si conseguía crear también su propio tornado. Quizá incluso pudiese ayudar a extinguir el incendio o dispersar el extraño humo amarillo, pero eso ni se le había pasado por la cabeza. Lo único que le importaba era evitar sucumbir ante él. La suerte estaba echada.
De repente, algo en la cabeza del brazos largos hizo click. ¿Y si aquel monstruo no era real? Tal vez fuese una especie de espejismo o ilusión generada por aquel extraño gas. Quizá respirarlo tuviese esos efectos. Debía avisar a su compañero y encontrar una manera de dispersar aquel humo, y tenía que hacerlo rápido.
- ¡Iulio! - gritó con todas sus fuerzas el espadachín. - Quizá ese monstruo no sea real, o haya algún truco en ese gas tan raro. Tenemos que encontrar la manera de dispersarlo.
Y en aquel instante, cuando se hallaba dando vueltas a la mejor manera de deshacerse de aquel humo amarillo, observó la catástrofe que había comenzado a asolar la plaza. Un enorme tornado de llamas había surgido repentinamente y, como era lógico, había iniciado un incendio que se extendía rápidamente entre los árboles que ahora poblaban la isla. Era increíble cómo el paisaje cambiaba minuto a minuto. Ese era el nivel de los poderes que se habían dado cita en aquel lugar.
Pronto fuertes rachas de aire caliente comenzaron a lanzar volando trozos de ramas ardiendo y otras clases de peligrosos proyectiles. Para entonces, el espadachín estaba rígido. Con todo lujo de detalle, los acontecimientos de aquella fatídica noche volvían a sus recuerdos. La pelea en el bar, aparentemente zanjada. El calor y los gritos que le despertaron en mitad de la noche. Las voraces llamas rodeándole por completo, devorando en apenas minutos el campamento del circo por completo. El miedo, el atroz pavor de quien sabe que ni él ni sus seres queridos tienen escapatoria. La abrasadora caricia del fuego en su piel, lo último cuyas fibras nerviosas superficiales habían sentido antes de ser destruidas por completo sin posibilidad alguna de recuperación. La rabia, el odio y la ira, compañeros habituales desde aquel momento. Todas aquellas sensaciones volvieron a su cabeza como si estuviesen sucediendo de nuevo en ese preciso instante. Cada uno de sus recuerdos sobre la noche que había acabado con todos aquellos a quienes conocía, y que le había obligado a tapar a partir de entonces con vendas todo su cuerpo. El fuego, maldito sea mil veces, le había arrebatado a su familia y sus amigos, y le había dejado desfigurado y sin sentido del tacto.
No podía permitir que ocurriera de nuevo. No, no iba a quemarse otra vez, y desde luego no sucumbiría entre las llamas a las que una vez había logrado a duras penas sobrevivir. Su voluntad y su odio, tomando el control a partes iguales, no permitieron que el brazos largos se quedase quieto y acabase siendo pasto de las llamas. En lugar de eso, casi sin pensarlo y actuando guiado por el más puro instinto de autopreservación, bajó al suelo de un salto. Con una espada en cada uno de sus diez brazos, comenzó a hacer girar todos y cada uno de ellos. Cada vez a mayor velocidad, las extremidades rotaban sobre su eje sin parar. No tenía otra alternativa. Tenía que lograr aislarse de las llamas y de los ardientes proyectiles, y solo lo conseguiría si conseguía crear también su propio tornado. Quizá incluso pudiese ayudar a extinguir el incendio o dispersar el extraño humo amarillo, pero eso ni se le había pasado por la cabeza. Lo único que le importaba era evitar sucumbir ante él. La suerte estaba echada.
- Resumen:
- - Darse cuenta de que el ataque de Iulio no ha tenido el menor efecto.
- Elaborar una teoría sobre el monstruo de torsos y compartirla con Iulio.
- Ver el incendio y revivir momento a momento la noche en que perdió a todos sus seres queridos y estuvo a punto de morir.
- Dominado por el instinto de supervivencia, hacer lo único que se le ocurre para tratar de evitar ser quemado de nuevo (es posible que la técnica que intento sacar ayude a apagar el fuego o disperse el humo amarillo, pero el propio Kenzo no tiene en cuenta esas posibilidades).
- Técnica que intento sacar:
- - Jutoryuu: Harikēn no me: Kenzo, portando una espada en cada uno de sus diez brazos, comienza a hacerlos girar a toda velocidad aprovechando esta capacidad de los brazos largos. Finalmente, consigue alcanzar una velocidad de giro inmensa, suficiente como para crear un tornado de 20 metros de alto a su alrededor. El espacio del ojo es de unos tres metros de diámetro a la altura del suelo, y en su centro se encuentra el espadachín, que no puede moverse ni dejar de hacer girar sus brazos si quiere que dicho fenómeno se mantenga. De lo contrario, el tornado se disipará. El aire del tornado girará a 50 rpm. Esto hace que los proyectiles dirigidos a Kenzo se detengan y no le alcancen, además de mantener el interior del tornado a salvo de temperaturas extremas y elementos que vengan desde el exterior de este (fuego, hielo, agua, etc). Si una persona u otro ser vivo quiere entrar en el tornado, sufrirá los efectos lógicos de intentar atravesarlo. Durará un máximo de un post, con tres de recarga, y no podrá ser lanzado, solo permanecerá estático en el sitio en el que fue creado (siempre y cuando Kenzo no se mueva ni deje de hacer girar sus brazos). La técnica ha sido moderada por los responsables de personajes con una nota de 8'5.
Zane avanzó creando su propio sendero en dirección al patíbulo mientras cantaba una cancioncilla muy pegadiza, que podría resultar hasta contagiosa.
-Nosotros somos piratas, mi amigo… Y nos mantenemos borrachos hasta el final. Nosotros somos piratas. Nosotros somos piratas. No hay tiempo para marines, porque nosotros somos piratas –intentó entonarla lo mejor que podía, mientras daba un espadazo tras otro abriendo el camino. Aquella era una de sus canciones favoritas desde la infancia, compuesta por el gran pirata músico Federico Mercurio.
Sin darse cuenta, la temperatura del lugar comenzó a aumentar y el fuego les rodeaba cada vez con más intensidad. Él estaba como en su casa, pero para sus compañeros aquello podía ser un infierno.
-Qué os apostáis a que me culpan de esto a mí –comentó el pelirrojo, echando un ojo a sus amigos-. Si no estáis a gusto me elevo y vamos por arriba. A mí me da igual.
Fue entonces cuando su den den mushi comenzó a sonar de nuevo. ¿Habría Therax acabado su combate contra Zuko? ¿Sería el dragón avisándome de que tenía a la majestuosa águila calva? ¿O tal vez sería Katharina que nos buscaba? Posó su katana en su hombro y con su mano libre agarró el aparato que tenía en el bolsillo y contestó.
-Zane al aparato –dijo, esperando que contestaran. Quien le había llamado era Luka, informándole de que había puesto el barco a punto y que había visto un tornado de fuego en el cielo-. ¿Un tornado? Pues estaba tan absorto que ni me he dado cuenta –río tras decir eso-. ¿Venirte? No creo que te guste demasiado estar aquí. Temperaturas elevadas, fuego y matojos por todos lados. Eso sin contar que eres nuestro refuerzo en la retaguardia. Si quieres venirte estás en tu derecho, tiene que ser aburrido estar en el barco solo.
Esperó a que el pez le respondiera y puso rumbo de nuevo hacia el frente.
El suelo estaba ensangrentado y los cuerpos inertes de multitud de marines y agentes del gobierno estaban por todas partes. Había de distintos rangos, desde soldados rasos y agentes de segunda categoría, hasta algún que otro comandante por sus insignias y vestimenta. Y frente a él un robot blanco metalizado con detalles en azul eléctrico, rojo intenso y amarillo brillante, y portaba una gran espada negra como la turba. Era grande, pero no tanto como Marc, al menos a simple vista. No sabía si era amigo o enemigo, por lo que elevó la mano indicando a su gente que no continuara andando; aunque lo que aquel autómata dijo no le despejó las dudas.
-Eso depende de cual sea tu camino –le respondió Zane-. A simple vista no debería considerarte un enemigo, después de todo me has despejado el camino hacia el patíbulo. Sin embargo, creo recordar que salisteis del castillo de mi gran amigo Viktor. Y eso me hace plantearme dos cuestiones. La primera, ¿qué busca Viktor? Quería desesperadamente encontrar un aspirante que postulase a emperador del mar y realizó un extraño evento, el cual gané por si te interesa. Y la segunda creo que se contesta por sí sola, pero te la voy a formular de todas formas, ¿estáis tratando de salvar a Legim? ¡Ojo! Qué a mí esto me la trae al pairo, pero esa vieja gloria es un obstáculo que tendré que superar para llegar a la cima y si aquí me ahorran el trabajo mejor que mejor. Así que contesta, ¿vas a dejarnos pasar por las buenas o vamos a tener que convertirte en recambios de segunda mano?
-Nosotros somos piratas, mi amigo… Y nos mantenemos borrachos hasta el final. Nosotros somos piratas. Nosotros somos piratas. No hay tiempo para marines, porque nosotros somos piratas –intentó entonarla lo mejor que podía, mientras daba un espadazo tras otro abriendo el camino. Aquella era una de sus canciones favoritas desde la infancia, compuesta por el gran pirata músico Federico Mercurio.
Sin darse cuenta, la temperatura del lugar comenzó a aumentar y el fuego les rodeaba cada vez con más intensidad. Él estaba como en su casa, pero para sus compañeros aquello podía ser un infierno.
-Qué os apostáis a que me culpan de esto a mí –comentó el pelirrojo, echando un ojo a sus amigos-. Si no estáis a gusto me elevo y vamos por arriba. A mí me da igual.
Fue entonces cuando su den den mushi comenzó a sonar de nuevo. ¿Habría Therax acabado su combate contra Zuko? ¿Sería el dragón avisándome de que tenía a la majestuosa águila calva? ¿O tal vez sería Katharina que nos buscaba? Posó su katana en su hombro y con su mano libre agarró el aparato que tenía en el bolsillo y contestó.
-Zane al aparato –dijo, esperando que contestaran. Quien le había llamado era Luka, informándole de que había puesto el barco a punto y que había visto un tornado de fuego en el cielo-. ¿Un tornado? Pues estaba tan absorto que ni me he dado cuenta –río tras decir eso-. ¿Venirte? No creo que te guste demasiado estar aquí. Temperaturas elevadas, fuego y matojos por todos lados. Eso sin contar que eres nuestro refuerzo en la retaguardia. Si quieres venirte estás en tu derecho, tiene que ser aburrido estar en el barco solo.
Esperó a que el pez le respondiera y puso rumbo de nuevo hacia el frente.
El suelo estaba ensangrentado y los cuerpos inertes de multitud de marines y agentes del gobierno estaban por todas partes. Había de distintos rangos, desde soldados rasos y agentes de segunda categoría, hasta algún que otro comandante por sus insignias y vestimenta. Y frente a él un robot blanco metalizado con detalles en azul eléctrico, rojo intenso y amarillo brillante, y portaba una gran espada negra como la turba. Era grande, pero no tanto como Marc, al menos a simple vista. No sabía si era amigo o enemigo, por lo que elevó la mano indicando a su gente que no continuara andando; aunque lo que aquel autómata dijo no le despejó las dudas.
-Eso depende de cual sea tu camino –le respondió Zane-. A simple vista no debería considerarte un enemigo, después de todo me has despejado el camino hacia el patíbulo. Sin embargo, creo recordar que salisteis del castillo de mi gran amigo Viktor. Y eso me hace plantearme dos cuestiones. La primera, ¿qué busca Viktor? Quería desesperadamente encontrar un aspirante que postulase a emperador del mar y realizó un extraño evento, el cual gané por si te interesa. Y la segunda creo que se contesta por sí sola, pero te la voy a formular de todas formas, ¿estáis tratando de salvar a Legim? ¡Ojo! Qué a mí esto me la trae al pairo, pero esa vieja gloria es un obstáculo que tendré que superar para llegar a la cima y si aquí me ahorran el trabajo mejor que mejor. Así que contesta, ¿vas a dejarnos pasar por las buenas o vamos a tener que convertirte en recambios de segunda mano?
- Resumen:
- Abrirme paso por la isla hasta el patíbulo canturreando una canción to’ molona. Hablar con Luka por den den mushi, y por último intentar dialogar con el robot.
Deathstroke
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El capitán se había percatado también de la estupidez que habían hecho en el bosque. Y a medida que pasaba el tiempo la temperatura del lugar aumentaba con creces y el fuego del tornado se iba extendiendo con facilidad por sus alrededores. Pasé a mi forma completa convirtiéndome en un cuervo humano que superaba con creces el tamaño de una persona normal. Una vez transformado y mientras avanzaba hacia el tornado, me centré en el aire del ambiente, la temperatura se estaba elevando y la humedad del aire se reducía rápidamente.
Sin hacer ningún movimiento extraño comencé a aumentar la humedad del ambiente, creando un clima bastante bochornoso. Sin embargo, el agua ambiente duraba poco y se evaporaba, haciendo que en poco tiempo sobre el bosque se formase una enorme nube de un color gris oscuro. Seguí haciendo esto durante unos minutos más y comenzó a llover con bastante fuerza en todo el bosque. Esperaba que aquello hiciese que el fuego tuviese más dificultades para expandirse y comenzase a apagarse. En ese momento, pude escuchar la voz de Dexter pidiéndome que me encargase del fuego mientras él se encargaba del tornado.
-Estaba en ello capitán – le respondí – ahora iba a ha hacer un cortafuegos.
Con la naginata en la mano comencé a realizar cortes al aire en dirección a las ramas de las copas de los arboles y a la base de los árboles de forma diagonal, de forma que cuando el árbol cayese lo hiciese hacia el lugar de donde procedía el fuego. De esa forma separaría el resto del bosque de los arboles que estaban a punto de prenderse. Esto lo fui realizando mientras daba una vuelta por el bosque rodeando el anillo de fuego. Si me daba tiempo a rodear este, me aseguraría de que hubiese una distancia entre los arboles talados y los que se mantenían de pie de unos cinco metros.
Sin hacer ningún movimiento extraño comencé a aumentar la humedad del ambiente, creando un clima bastante bochornoso. Sin embargo, el agua ambiente duraba poco y se evaporaba, haciendo que en poco tiempo sobre el bosque se formase una enorme nube de un color gris oscuro. Seguí haciendo esto durante unos minutos más y comenzó a llover con bastante fuerza en todo el bosque. Esperaba que aquello hiciese que el fuego tuviese más dificultades para expandirse y comenzase a apagarse. En ese momento, pude escuchar la voz de Dexter pidiéndome que me encargase del fuego mientras él se encargaba del tornado.
-Estaba en ello capitán – le respondí – ahora iba a ha hacer un cortafuegos.
Con la naginata en la mano comencé a realizar cortes al aire en dirección a las ramas de las copas de los arboles y a la base de los árboles de forma diagonal, de forma que cuando el árbol cayese lo hiciese hacia el lugar de donde procedía el fuego. De esa forma separaría el resto del bosque de los arboles que estaban a punto de prenderse. Esto lo fui realizando mientras daba una vuelta por el bosque rodeando el anillo de fuego. Si me daba tiempo a rodear este, me aseguraría de que hubiese una distancia entre los arboles talados y los que se mantenían de pie de unos cinco metros.
- resumen (leer los que esteis en la plaza):
- Producir un diluvio en todo el bosque, intentar crear un cortafuegos para evitar que se siga propagando el fuego, hay una diferencia de unos cinco metros entre los arboles talados y los que no, los arboles talados han sido cortados con la técnica de la akuma de nivel 50 y con mi naginata Aeglos (de kairoseki puro).
William White
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Mientras el caos se terminaba de extender por la isla, completé mi levemente accidentado descenso. Por fortuna todo el mundo estaba ocupado, por lo que mi llegada paso desapercibida, o al menos paso desapercibida entre todas las criaturas “vivas”.
-Dios santo- murmuré para mis adentros al hacer frente a uno de mis mayores desagrados-Las cosas extrañas relacionadas con el más allá y cosas del más allá. Podía jactarse de no haber robado nunca a un muerto, podría haber pagado a otros para que lo hicieran a unos terceros, pero por favor, nunca había robado a nada ni nadie del más allá, al menos indirectamente -¡Qué yuyu!- exclamé alarmado.
Mi intención inicial fue la más natural, salir corriendo, corrí y corrí perdiéndome por la laberíntica estructura de la fortaleza. Esperando que aquel no fuera uno de esos finales de historias de terror que había leído hace algunos años. Finalmente fui a parar a una serie de edificios, los cuales parecían terriblemente abandonados, probablemente no tuvieran nada, pero en vistas de las circunstancias sería mejor que quedarse ahí fuera a que lo devoraran aquellos seres ¿Por qué devoraban a los vivos?, ¿No? Además todo aquello parecía se parecía demasiado a un bosque embrujado, tan solo faltaba la niebla ¿Por qué no había niebla, no?
Lo primero que hice fue tratar de abrir la puerta de forma normal, si estuviera cerrada ya contemplaría y escogería entre uno de los tres escenarios. Entre tanto trataría de monitorizar con el mantra si alguien o algo se escondía en el edificio, así como comprobar si los zombies al ser no muertos desprendían aura, después de todo era la primera vez que me enfrentaba a este tipo de actividades paranormales.
El primero sería forzar la puerta con una ganzúa, tal como estaba acostumbrado a hacer, el cual solo lo acometería si estimaba que me daría tiempo a hacerlo antes de que me alcanzarán mis perseguidores. El segundo caso solo se contemplaba si el edificio tenía dos plantas, estiraría mi brazo transformado en mi sustancia y trataría de colarme por alguno de los balcones o ventanas que pudiera tener, siguiendo el siguiente orden primero estiraría mis brazos transformado en chicle de un tono blancuzco, luego trataría de adherirme con todo el cuerpo a la pared como había hecho en Jaya, una vez hecho eso trataría de romper el cristal con mi arma y entrar al interior normalmente o como un hilo de chicle en caso de que no entrará normalmente, siempre con el cuidado de no cortarme, aunque sería un mal menor, después de todo esperaba ser lo suficientemente ágil para hacer aquellas serie de "piruetas". El tercer escenario sería en caso de que todo fallará propinaría una fuerte patada en carrerilla contra la puerta, y trataría de entrar en el interior del inmueble decidiendo que haría más tarde con los individuos.
-Dios santo- murmuré para mis adentros al hacer frente a uno de mis mayores desagrados-Las cosas extrañas relacionadas con el más allá y cosas del más allá. Podía jactarse de no haber robado nunca a un muerto, podría haber pagado a otros para que lo hicieran a unos terceros, pero por favor, nunca había robado a nada ni nadie del más allá, al menos indirectamente -¡Qué yuyu!- exclamé alarmado.
Mi intención inicial fue la más natural, salir corriendo, corrí y corrí perdiéndome por la laberíntica estructura de la fortaleza. Esperando que aquel no fuera uno de esos finales de historias de terror que había leído hace algunos años. Finalmente fui a parar a una serie de edificios, los cuales parecían terriblemente abandonados, probablemente no tuvieran nada, pero en vistas de las circunstancias sería mejor que quedarse ahí fuera a que lo devoraran aquellos seres ¿Por qué devoraban a los vivos?, ¿No? Además todo aquello parecía se parecía demasiado a un bosque embrujado, tan solo faltaba la niebla ¿Por qué no había niebla, no?
Lo primero que hice fue tratar de abrir la puerta de forma normal, si estuviera cerrada ya contemplaría y escogería entre uno de los tres escenarios. Entre tanto trataría de monitorizar con el mantra si alguien o algo se escondía en el edificio, así como comprobar si los zombies al ser no muertos desprendían aura, después de todo era la primera vez que me enfrentaba a este tipo de actividades paranormales.
El primero sería forzar la puerta con una ganzúa, tal como estaba acostumbrado a hacer, el cual solo lo acometería si estimaba que me daría tiempo a hacerlo antes de que me alcanzarán mis perseguidores. El segundo caso solo se contemplaba si el edificio tenía dos plantas, estiraría mi brazo transformado en mi sustancia y trataría de colarme por alguno de los balcones o ventanas que pudiera tener, siguiendo el siguiente orden primero estiraría mis brazos transformado en chicle de un tono blancuzco, luego trataría de adherirme con todo el cuerpo a la pared como había hecho en Jaya, una vez hecho eso trataría de romper el cristal con mi arma y entrar al interior normalmente o como un hilo de chicle en caso de que no entrará normalmente, siempre con el cuidado de no cortarme, aunque sería un mal menor, después de todo esperaba ser lo suficientemente ágil para hacer aquellas serie de "piruetas". El tercer escenario sería en caso de que todo fallará propinaría una fuerte patada en carrerilla contra la puerta, y trataría de entrar en el interior del inmueble decidiendo que haría más tarde con los individuos.
- resumen y cosas usadas.:
Narrar un poco lo que me describe, huir de los zombies. Contemplar tres escenarios y escoger el que mejor se adapte(abrir puerta, forzar puerta, escalar por los muros y colarse por alguna ventana, patada a la puerta) Recomiendo leer esta parte porque es difícil de resumir, pero en definitiva se podría resumir que si no veo claro decantarse por la patada a la puerta.
(No se cuanta velocidad tienen los bichos estos, ni el margen que tengo para tomar una decisión ^^).
Velocidad tier(0), pero es una principal, por si sirve.
Fuerza tier(1).
Agilidad tier(3).
X0.5 velocidad por ámbito activo Hombre ordinario.
Haki de observación máximo para nivel actual.
Secretos del bandido: El arte de la gunzua(en el caso d que escoja el primer caso):
Conocimiento de ganzúa avanzados, White es capaz de abrir con facilidad mecanismos poco complejos como cerrojos, esposas u ventanas sin complejos sistemas de seguridad.
Ambito hombre rutnario: Activa:
Cada vez que White realiza una acción aprende de la misma, por lo que una serie de repeticiones de la misma acción se traduce en una mejora (velocidad, fuerza, ...) Este crecimiento debe ir siempre en función de la misma característica, en un aumento de x0.5 por ejecución. Este crecimiento es acelerado por lo que la técnica cansará en la misma medida. "En este caso lo uso para correr más rápido".
Sasaki
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Parecía ser que Legim había sido poseído por algún tipo de demonio ya que no paraba de hacer aquel movimiento pélvico, “A este te tío se le va a dislocar la cadera” dije mirando al vacío. Me centré en ver lo que ocurría a mi alrededor, y la verdad era que apenas podía hacerlo, dado el grosor del caramelo. Estaba parcialmente ciego a lo que sucedía al exterior.
Sin embargo, me pareció ver como una sombra se acercaba con gran velocidad hacia la esfera. El objeto o la persona en cuestión chocó con el borde de la esfera, pero lo que realmente no fue normal fue la tremenda fuerza que de pronto sentí en el borde la esfera justo donde acababa de chocar el objeto. El suelo hizo una función de antiretroceso, hecho que provocó que debida la fuerza del impacto la consistencia de la esfera cediese y dejase de ser una esfera y pasase a ser algo parecido a un huevo frito, pero de caramelo.
Por suerte, y gracias a que la mayor parte de caramelo estaba viscoso, el poder del caramelo se redujo bastante y no nos provocó apenas daños al preso y a mí salvo un buen golpe. Me recompuse y comencé a manipular el caramelo antes de sufrir algún ataque que me dejase al descubierto y comencé a formar alrededor de Legim y yo la cabeza de un tiburón, tenía un diámetro de unos cuatro metros y una longitud de siete metros. Sin embargo, el resto del cuerpo no continuó igual al de un tiburón, sino más bien al de un pulpo, y comencé a crear tantos tentáculos como los de un pulpo, siendo estos de unos ocho metros de longitud.
De la misma forma que había hecho antes con la esfera, el exterior del ser que había creado tenía unos diez centímetros de caramelo sólido con las máximas características que podía, lo más delicado eran los dientes de la boca del tiburón, moviéndose esta última de la misma forma que la propia de un animal. La cabeza del animal se encontraba a unos cuantos metros de altura, al igual que los tentáculos, los cuales hacía un movimiento propio moviéndose de forma fluida y ondulante desde el cuerpo hacia el suelo. mientras, me encontraba con el preso a medio cuerpo entre la boca del tiburón y los tentáculos del animal, y mientras miraba al exterio de pronto pasó un robot flotando po dentro del caramelo.
-Eso ha sido extraño - dije mirando a Legim.
Sin embargo, me pareció ver como una sombra se acercaba con gran velocidad hacia la esfera. El objeto o la persona en cuestión chocó con el borde de la esfera, pero lo que realmente no fue normal fue la tremenda fuerza que de pronto sentí en el borde la esfera justo donde acababa de chocar el objeto. El suelo hizo una función de antiretroceso, hecho que provocó que debida la fuerza del impacto la consistencia de la esfera cediese y dejase de ser una esfera y pasase a ser algo parecido a un huevo frito, pero de caramelo.
Por suerte, y gracias a que la mayor parte de caramelo estaba viscoso, el poder del caramelo se redujo bastante y no nos provocó apenas daños al preso y a mí salvo un buen golpe. Me recompuse y comencé a manipular el caramelo antes de sufrir algún ataque que me dejase al descubierto y comencé a formar alrededor de Legim y yo la cabeza de un tiburón, tenía un diámetro de unos cuatro metros y una longitud de siete metros. Sin embargo, el resto del cuerpo no continuó igual al de un tiburón, sino más bien al de un pulpo, y comencé a crear tantos tentáculos como los de un pulpo, siendo estos de unos ocho metros de longitud.
De la misma forma que había hecho antes con la esfera, el exterior del ser que había creado tenía unos diez centímetros de caramelo sólido con las máximas características que podía, lo más delicado eran los dientes de la boca del tiburón, moviéndose esta última de la misma forma que la propia de un animal. La cabeza del animal se encontraba a unos cuantos metros de altura, al igual que los tentáculos, los cuales hacía un movimiento propio moviéndose de forma fluida y ondulante desde el cuerpo hacia el suelo. mientras, me encontraba con el preso a medio cuerpo entre la boca del tiburón y los tentáculos del animal, y mientras miraba al exterio de pronto pasó un robot flotando po dentro del caramelo.
-Eso ha sido extraño - dije mirando a Legim.
- aspecto de la criatura de caramelo:
- resumen:
- Recibir el ataque de Dexter, hacer una nueva forma con el caramelo quedando el preso y Jack en una zona media entre boca del tiburón y los tentáculos
- Técnicas usadas:
- -Al calorcito rico (temperatura 1000ºC).
-Endurecimiento: dureza del caramelo del diamante y tenacidad del titanio.
Marc Kiedis
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La comitiva liderada por el pelirrojo avanzaba entre los restos cortados de los troncos que habían sufrido las consecuencias de la onda cortante del Antiguo Supernova, cuando de repente la temperatura ambiente comenzó a subir de forma exponencial. En apenas unos segundos el calor se tornó agobiante, y cuando el semigigante miró a su alrededor pudo ver que una cantidad cada vez mayor de árboles estaban ardiendo. El fuego se extendía a una velocidad vertiginosa entre la frondosa vegetación que desde hacía apenas unos minutos poblaba la anteriormente yerma isla.
- Parece que no somos los únicos aquí capaces de crear fuego - dijo el grandullón a su amigo Zane. Pero ¿quién habría sido el causante de tal desastre?
Parecía que Gray Rock se sumía más y más en el caos a cada minuto que pasaba, y no parecía que la situación fuese a mejorar próximamente. En ese momento el DDM de Zane comenzó a sonar. Al parecer era Luka, informando de que había visto una especie de tornado de llamas desde la isla. El pelirrojo le avisó de que si volvía con ellos el ambiente no sería especialmente cómodo para él. Sin embargo, Marc no las tenía todas consigo en ese sentido. El tiburón no era del tipo de persona que en esas situaciones se pare a pensar, sino que suele dejarse llevar por sus emociones. Y estando sus amigos en medio de aquel caos, no eran demasiadas las probabilidades de que se quedase quieto en el barco esperándoles. Cosa que Marc entendía, pues él posiblemente tampoco lo haría si estuviera en su situación.
En aquel instante, sus pensamientos fueron interrumpidos por una figura humanoide. Se trataba de una especie de robot de color blanco, al parecer uno de los tres que habían llegado hacía unos minutos al patíbulo. El androide no parecía tener intención de dejarles pasar, y su aspecto unido a la cantidad de cadáveres en el suelo a su alrededor sugerían que era poseedor de un gran poder.
Mientras Brynn y Nailah se iban hacia un lado, Zane decidió intentar solucionar las cosas por la vía diplomática, cosa que sorprendió bastante a Marc, pues no era una opción que normalmente el impulsivo pelirrojo hubiese tomado como primera posibilidad. Mientras pirata y robot hablaban, comenzó a llover con fuerza. Además otro tornado, solo que al parecer este no era llameante, se formó repentinamente a unos cuantos metros de su posición. Desde luego, lo que estaba sucediendo en aquella isla ese día transgredía todos los límites de la lógica.
Por su parte, el semigigante se echó a Kotai-Hi al hombro, manteniendo la mano en la empuñadura y la hoja descansando sobre su cuerpo. Debía estar preparado en caso de que el robot, que solo era ligeramente más pequeño que él, les atacase.
- Parece que no somos los únicos aquí capaces de crear fuego - dijo el grandullón a su amigo Zane. Pero ¿quién habría sido el causante de tal desastre?
Parecía que Gray Rock se sumía más y más en el caos a cada minuto que pasaba, y no parecía que la situación fuese a mejorar próximamente. En ese momento el DDM de Zane comenzó a sonar. Al parecer era Luka, informando de que había visto una especie de tornado de llamas desde la isla. El pelirrojo le avisó de que si volvía con ellos el ambiente no sería especialmente cómodo para él. Sin embargo, Marc no las tenía todas consigo en ese sentido. El tiburón no era del tipo de persona que en esas situaciones se pare a pensar, sino que suele dejarse llevar por sus emociones. Y estando sus amigos en medio de aquel caos, no eran demasiadas las probabilidades de que se quedase quieto en el barco esperándoles. Cosa que Marc entendía, pues él posiblemente tampoco lo haría si estuviera en su situación.
En aquel instante, sus pensamientos fueron interrumpidos por una figura humanoide. Se trataba de una especie de robot de color blanco, al parecer uno de los tres que habían llegado hacía unos minutos al patíbulo. El androide no parecía tener intención de dejarles pasar, y su aspecto unido a la cantidad de cadáveres en el suelo a su alrededor sugerían que era poseedor de un gran poder.
Mientras Brynn y Nailah se iban hacia un lado, Zane decidió intentar solucionar las cosas por la vía diplomática, cosa que sorprendió bastante a Marc, pues no era una opción que normalmente el impulsivo pelirrojo hubiese tomado como primera posibilidad. Mientras pirata y robot hablaban, comenzó a llover con fuerza. Además otro tornado, solo que al parecer este no era llameante, se formó repentinamente a unos cuantos metros de su posición. Desde luego, lo que estaba sucediendo en aquella isla ese día transgredía todos los límites de la lógica.
Por su parte, el semigigante se echó a Kotai-Hi al hombro, manteniendo la mano en la empuñadura y la hoja descansando sobre su cuerpo. Debía estar preparado en caso de que el robot, que solo era ligeramente más pequeño que él, les atacase.
- Resumen:
- - Observar cómo se expande el incendio a su alrededor mientras avanza junto a Zane y compañía.
- Narrar lo ocurrido a su alrededor: llamada de Luka, aparición del robot y discurso del pelirroho.
- Observar cómo comienza a llover (cosa de Deathstroke) y aparece un nuevo tornado (Kenzo).
- Prepararse por si el robot no atiende a razones.
Worgulv
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El golpe había logrado pasar a través de la barrera, pero al sacar el hacha el caramelo ya se había repuesto como si no hubiese pasado nada, el hombre sufría la imperiosa necesidad de acabar con la vida de aquel hombre, que era un insulto a todo lo que respetaba y veneraba, nada podría distraerlo de aquel cometido. Por un momento sintió algo diferente, unas ganas de reproducirse que no había sentido nunca, pero que quedaron sepultadas bajo toda la furia que le impulsaba al ataque contra el ser impío.
La barrera estaba creciendo poco a poco y a penas quedaba sitio en la plataforma para poder lanzar un golpe, con una fuerte sacudida de alas, el hombre y se elevó por encima de las copas de unos árboles que juraría que antes no estaban ahí.
Una vez miró hacia abajo, uno de los gigantes hombres de metal había pasado por la plataforma, la barrera había desaparecido y en su lugar una bestia mitad tiburón mitad pulpo se erigía en la plataforma, sin duda era una representación de la bestia impía que estaba intentando exterminar. El hombre hizo aparecer de sus brazaletes sendos artilugios que se colocaron en los laterales del arma.
El hombre se dejó caer gritando furiosamente, descargando un golpe con el hacha dirigido al cuello de la bestia. Un golpe vertical que activo el artilugio, acelerando el hacha imbuida en un aura negra y azulada. Cuando su cuerpo se vio arrastrado por la velocidad del golpe, la furia comenzó a disiparse, ¿qué demonios estaba haciendo?
La barrera estaba creciendo poco a poco y a penas quedaba sitio en la plataforma para poder lanzar un golpe, con una fuerte sacudida de alas, el hombre y se elevó por encima de las copas de unos árboles que juraría que antes no estaban ahí.
Una vez miró hacia abajo, uno de los gigantes hombres de metal había pasado por la plataforma, la barrera había desaparecido y en su lugar una bestia mitad tiburón mitad pulpo se erigía en la plataforma, sin duda era una representación de la bestia impía que estaba intentando exterminar. El hombre hizo aparecer de sus brazaletes sendos artilugios que se colocaron en los laterales del arma.
El hombre se dejó caer gritando furiosamente, descargando un golpe con el hacha dirigido al cuello de la bestia. Un golpe vertical que activo el artilugio, acelerando el hacha imbuida en un aura negra y azulada. Cuando su cuerpo se vio arrastrado por la velocidad del golpe, la furia comenzó a disiparse, ¿qué demonios estaba haciendo?
- resumen:
- Salir de la plataforma, priorizar la furia ante la lujuria y atacar a la bestia sacada de sharknado 5 el regreso
- Cosas usadas:
- Stats:
- Poder de destrucción: 6 + 75%
Fuerza: 2 + 200%
Pericia: 6
Agilidad: 4
Resistencia: 4
- Haki:
- Nivel de Desarrollo: Nivel 9, Haki Magnifico. (usable hasta nivel 6)(Predilecto)
Niveles de Armadura: 9. (usable hasta 6)
Niveles de Armamento: 9. (usable hasta 6)
Sintonía: Bastión y Tizona.
Uso: 20 asaltos
Fe imparable: Después de las continuas muestras de Fe en los dioses en batalla y al uso de Haki en las mismas, Worgulv posee fuerza y dureza suficiente para al blandir sus armas y no recibir daños a causa de las mismas. De manera activa, al usar su Haki su poder de destrucción aumenta un 50%
Fe imparable II: De forma activa, su poder de destrucción al usar Haki de armamento se ve incrementada en un 75%
- Técnica:
- BENDICIÓN DEL WALHALA: Dos alas surgen en tu espalda, permitiéndote volar a hasta 100 km/h. Al mismo tiempo, tu fuerza se triplica, y tu piel adquiere una dureza próxima a la de Mjolnir (dureza de diamante). Este estado dura 2 turnos, y tras él, sufrirás una debilitación menor. Una vez activas este efecto, no puedes cancelarlo. En este estado, cualquier arma que portes adquirirá la dureza de Mjolnir y un aura brillante la cubrirá
- arma:
- DØDSKAMP AV FROST:
- Nombre del objeto: Dødskamp av frost
Características del objeto: En los confines de la isla de elbaf, en las montañas mas gélidas y altas, existe un gigante hecho uno con el hielo, Ymir, el cual puede controlar la densidad y forma del propio hielo, este hacha representa su poderío, con una hoja capaz de dañar al mismísimo kairoseki, o aun usuario de logia, sin necesidad de que el usuario tenga haki,y es inquebrantable. El mango sin embargo, esta tallado de la raíz de yggdrasil, el árbol del mundo, lo que la hace indestructible. Este arma solo puede tener un dueño, hasta que este ascienda como dictan los dioses al Walhalla, si un ser vivo toca el arma, se empezara a congelar sin remedio, hasta que su cuerpo sea puro hielo, hasta el fin del Ragnarok. Sin embargo el dueño la puede manejar con total soltura, aun siendo un hacha de aspecto pesado y tosco. Unas runas de poder brillan a ambos lados del filo, junto con los ojos de la calavera que adorna el centro, con un brillo azul-blanco gélido, que provocan daño de hielo a todo aquel al que roza, sin contar claro a su portador, lo que ademas de un corte limpio aportara una congelación severa, a aquel al que este arma vea como su objetivo.
Habilidades especiales:
.Indestructible
.Corta a usuarios y daña kairo
.Solo su dueño puede portar el hacha, o se congelara a pesar de posibles inmunidades al frió- TABLA DE CONGELACIÓN:
- lvl 1: La congelación es lenta y poco severa al principio, pero puede alcanzar todo el cuerpo si se le deja un tiempo de horas
lvl 20: La congelación es más rápida y puede llegar al codo en cuestión de menos de una hora
Lvl 30: La congelación es rápida llegando al hombro en 30 min
Lvl 40: El arma produce tal cantidad de frió que al agarrarla durante 10 min podría suponer la congelación completa del brazo y parte del torso
.Extremadamente ligera para su portador
.Produce daño por hielo
Descripción completa del objeto: Dødskamp av frost es un hacha de un filo y medio, que se puede manejar con una mano, aunque es grande, una calavera de lo que parece un dragón, une el mástil con el filo, el mástil está adornado por cueros y pieles, a parte de una gran gema azul-blanca que adorna el final del mismo, el filo es dentado decorado por varias runas que recorren ambos lados y todas partes, con el mismo brillo que la gema del mástil y la calavera.
- Artilugio:
- Calidad de objeto: épica (Lotería garantizado)
Nombre del objeto: Meginnjörð
Descripción: Este artilugio en cuestión, consta de dos imanes que se sitúan a ambos lados del arma deseada, aferrándose fuertemente mientras no se este activando. Ambos imanes tienen una forma circular y ambos portan una runa idéntica, el Vegvísir.
Usos comunes: El artefacto sin activar simplemente son dos imanes aferrados a un arma.
Habilidades especiales Al activarse, los dos imanes se despliegan a cierta distancia del arma, situándose a unos 5 cm de esta paralelamente.
Basándose en el principio del motor homopolar, los imanes como conductores paralelos (los rieles) son alimentados por una corriente eléctrica. El arma se sitúa haciendo contacto con ambos imanes cerrando el circuito. La corriente que se produce interactúa con los fuertes campos magnéticos generados por el paso de la electricidad a través de los conductores y esto acelera el arma linealmente en la dirección de los rieles, siendo capaz de disparar o simplemente acelerar masivamente la cabeza de un martillo de guerra, a una velocidad de 1,5 mach como máximo.
Lily Morgan
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–Caminar sin temor en el mar es lo mejor…
–Eh Billy, tu uniforme se ha manchado de sangre. Creo que deberías ir a un médico.
Escucho dos voces a lo lejos.
–¿Estás loco? ¿Y que me quede sin ascenso este mes?
–Tienes un aspecto lamentable, tío. Como si fueras a echar la pota en cualquier momento. –habla una tercera.
–¡Ja! ¡Pero si veo a través de ti! ¿Tú te has visto? Espera…
Abro los ojos de golpe con el pulso acelerado. ¡¡¿Qué diablos son esas voces?!! El vello de la piel se ha erizado mientras que los cabellos de mi pelo levitan ingrávidos a mi alrededor. Todo apunta a que he entrado en un estado de trance de súbito. Echo un vistazo más extenso a las inmediaciones del pasillo, pero no hay nada que se aleje de lo normal. Escucho unos pasos a lo lejos que parecen dirigirse hacia la bodega. «Algo gordo tiene que estar pasando ahí para que el sonido se transmita a través de este armazón tan compacto, ¿habrán encontrado alguna pista?» «Pero si vamos todos a la vez, lo más posible es que si lo (o los) han encontrado se revuelvan de manera agresiva como un animal asustado».
Camino a toda velocidad pegando oreja en busca de los compañeros que me ha parecido escuchar hasta que finalmente los veo. Es un grupo que marcha acelerado hacia la zona de la quilla. Saco del brazo izquierdo el pequeño conejo tatuado en él, lo mando en la misma dirección con la instrucción de que los acompañe y si abandonan la sala, él regrese a mí. Con rapidez arranco de la pared el plano de evacuación de emergencia, con ello quiero visualizar las posibles salidas por las que podría escapar en el caso de que la contención no sea suficiente. Las salidas principales no estarán exentas de vigilancia, en parte porque son las zonas más transitadas del buque. Cuento el número de accesos que llevan a cubierta puesto que, para escapar, a la fuerza deberá pasar por uno de ellos. Hago unos dibujos rápidos de monos perfilando una forma diferente de las orejas, de esta manera podré distinguir cuál he enviado a cada ruta con una instrucción clara.
Por último, hago salir a la serpiente que llevo tatuada en la pierna derecha, con una nota entre los colmillos. En dicha nota relato mis intenciones y especifico que avise a quien corresponda por Den Den Mushi. Decido enviársela al jefe técnico, el cual posiblemente todavía esté realizando ajustes dentro de la casamata, ya que el resto de la tripulación se encontrará dispersa. En cuanto a mí, me dirijo hacia la salida más obvia y me incrusto en la pared a modo de dibujo modificando los rasgos del rostro.
–Eh Billy, tu uniforme se ha manchado de sangre. Creo que deberías ir a un médico.
Escucho dos voces a lo lejos.
–¿Estás loco? ¿Y que me quede sin ascenso este mes?
–Tienes un aspecto lamentable, tío. Como si fueras a echar la pota en cualquier momento. –habla una tercera.
–¡Ja! ¡Pero si veo a través de ti! ¿Tú te has visto? Espera…
Abro los ojos de golpe con el pulso acelerado. ¡¡¿Qué diablos son esas voces?!! El vello de la piel se ha erizado mientras que los cabellos de mi pelo levitan ingrávidos a mi alrededor. Todo apunta a que he entrado en un estado de trance de súbito. Echo un vistazo más extenso a las inmediaciones del pasillo, pero no hay nada que se aleje de lo normal. Escucho unos pasos a lo lejos que parecen dirigirse hacia la bodega. «Algo gordo tiene que estar pasando ahí para que el sonido se transmita a través de este armazón tan compacto, ¿habrán encontrado alguna pista?» «Pero si vamos todos a la vez, lo más posible es que si lo (o los) han encontrado se revuelvan de manera agresiva como un animal asustado».
Camino a toda velocidad pegando oreja en busca de los compañeros que me ha parecido escuchar hasta que finalmente los veo. Es un grupo que marcha acelerado hacia la zona de la quilla. Saco del brazo izquierdo el pequeño conejo tatuado en él, lo mando en la misma dirección con la instrucción de que los acompañe y si abandonan la sala, él regrese a mí. Con rapidez arranco de la pared el plano de evacuación de emergencia, con ello quiero visualizar las posibles salidas por las que podría escapar en el caso de que la contención no sea suficiente. Las salidas principales no estarán exentas de vigilancia, en parte porque son las zonas más transitadas del buque. Cuento el número de accesos que llevan a cubierta puesto que, para escapar, a la fuerza deberá pasar por uno de ellos. Hago unos dibujos rápidos de monos perfilando una forma diferente de las orejas, de esta manera podré distinguir cuál he enviado a cada ruta con una instrucción clara.
Por último, hago salir a la serpiente que llevo tatuada en la pierna derecha, con una nota entre los colmillos. En dicha nota relato mis intenciones y especifico que avise a quien corresponda por Den Den Mushi. Decido enviársela al jefe técnico, el cual posiblemente todavía esté realizando ajustes dentro de la casamata, ya que el resto de la tripulación se encontrará dispersa. En cuanto a mí, me dirijo hacia la salida más obvia y me incrusto en la pared a modo de dibujo modificando los rasgos del rostro.
- Resumen:
- -Localizar dónde se dirigen mis compañeros y trazar un plan secreto por si la contención no es suficiente.
- Cosas usadas:
- Ámbito: Sacerdotisa
Nivel 2:
Pasiva: La energía espiritual se canaliza a través del cuerpo de la sacerdotisa, dándole forma y transfiriéndose hacia objetos, armas y armaduras. La sacerdotisa es capaz de percibir voces y susurros procedentes de espíritus llegando a establecer comunicación con ellos.
Akuma No Mi:
Nivel 20: Logra control sobre los “dibujos en su piel” (Tatuajes) aunque solo sobre los suyos y con las mismas limitaciones del resto de creaciones. Así mismo puede convertirse en un dibujo para ocultarse en superficies planas, aunque si la echan agua volverá a su forma humana. Las creaciones de dos metros o menos mantienen las características y resistencia base de su raza.
El dichoso fuego no dejaba de crecer, alimentado por poderosas corrientes de viento que a saber quién demonios había creado. Porque las había generado alguien, de eso no cabía duda. ¿Cuántas posibilidades había de que, de forma espontánea, surgiera un tornado justo donde se estaba desarrollando todo el conflicto? Despreciables, eso por descontado.
Para colmo, la onda de choque que había lanzado anteriormente no había tenido el menor efecto sobre la cosa que se enfrentaba a nosotros. Sin embargo, tampoco parecía haber sucedido nada a sus espaldas. ¿Acaso había engullido el impacto? A saber. Poseía una gran potencia, pero aquel bicho era de todo menos común y no sabía qué sorpresas podría guardar para nosotros.
Traté de rascarme la nuca -olvidando por un momento que seguía siendo etéreo y chasqueando la lengua al comprobar que mis dedos no encontraban mi cuello-, reprimí un bostezo y dirigí mi vista hacia Kenzo. Sabía perfectamente que su relación con el fuego no era precisamente cordial, así que no era mala idea estar pendiente de él por si en algún momento necesitaba ayuda.
No obstante, la momia parecía no haber perdido los papeles y seguía analizando la situación. ¿Que no fuera real? Era una posibilidad. Además, aquel misterioso humo que flotaba en el ambiente no había desaparecido y, dejando a un lado el olor dulzón que transmitía, hasta el momento no había demostrado tener ninguna otra función. En ese contexto, engañar a los sentidos era una utilidad plausible y, sobre todo, molesta.
Por mi parte no podía hacer nada para dispersarlo. Yo no era capaz de hacer girar mis brazos como las aspas de un molino -inconvenientes de tener un único codo-, pero a mi mente acudieron las palabras del padre Vurlve, impregnadas de consejos y enseñanzas cargadas de moral religiosa que, al ser dejadas de lado, permitían intuir la pequeña dosis de realidad que se esconde tras cada leyenda.
«Luzoke...», pensé, recordando el nombre de la deidad a la que adoraba el sacerdote. Eran muchos los pasajes de sus escrituras que Yaco me había leído y explicado durante mi estancia junto a él. Algunos eran más verosímiles, otros menos, pero con el paso del tiempo -y vista mi condición- había llegado a la conclusión de que ese hombre no podía ser otra cosa que un antiguo usuario de la fruta que yo había ingerido.
"Y entonces, ante la presencia de Luzoke, los engaños se convirtieron en verdades, lo oculto salió a la luz y las mentiras fueron reveladas", resonó la voz del cura en mi mente. No podía recordar con detalle aquella historia, aunque sí en qué consistía en líneas generales. Tal y como indicaba la última cita de la misma, las falacias eran traspasadas por la luz de Luzoke. ¿Y si, como todo lo que tenía que ver con la leyenda que había sobre él, aquello también guardaba relación con la luz que nacía de su cuerpo?
Me giré de nuevo hacia Kenzo para dirigirle unas palabras, pero el brazoslargos había comenzado a girar sobre sí mismo de una forma casi enfermiza. Tal vez no fuese el mejor momento para molestarle. Volviéndome de nuevo hacia el monstruo de torsos y aún en mi forma elemental, me esforcé por brillar con toda la intensidad posible. Proyecté la luz que emanaba de mí cuan lejos pude, asegurándome de que incidiese de forma clara y directa sobre aquella cosa.
La temperatura estaba subiendo, así que no podría permanecer allí mucho tiempo más si no quería acabar deshidratado y seco como una pasa. No obstante, pensaba que aún tenía un estrecho margen de tiempo para comprobar si mi teoría sobre el mito de Luzoke se seguía confirmando con aquello.
Para colmo, la onda de choque que había lanzado anteriormente no había tenido el menor efecto sobre la cosa que se enfrentaba a nosotros. Sin embargo, tampoco parecía haber sucedido nada a sus espaldas. ¿Acaso había engullido el impacto? A saber. Poseía una gran potencia, pero aquel bicho era de todo menos común y no sabía qué sorpresas podría guardar para nosotros.
Traté de rascarme la nuca -olvidando por un momento que seguía siendo etéreo y chasqueando la lengua al comprobar que mis dedos no encontraban mi cuello-, reprimí un bostezo y dirigí mi vista hacia Kenzo. Sabía perfectamente que su relación con el fuego no era precisamente cordial, así que no era mala idea estar pendiente de él por si en algún momento necesitaba ayuda.
No obstante, la momia parecía no haber perdido los papeles y seguía analizando la situación. ¿Que no fuera real? Era una posibilidad. Además, aquel misterioso humo que flotaba en el ambiente no había desaparecido y, dejando a un lado el olor dulzón que transmitía, hasta el momento no había demostrado tener ninguna otra función. En ese contexto, engañar a los sentidos era una utilidad plausible y, sobre todo, molesta.
Por mi parte no podía hacer nada para dispersarlo. Yo no era capaz de hacer girar mis brazos como las aspas de un molino -inconvenientes de tener un único codo-, pero a mi mente acudieron las palabras del padre Vurlve, impregnadas de consejos y enseñanzas cargadas de moral religiosa que, al ser dejadas de lado, permitían intuir la pequeña dosis de realidad que se esconde tras cada leyenda.
«Luzoke...», pensé, recordando el nombre de la deidad a la que adoraba el sacerdote. Eran muchos los pasajes de sus escrituras que Yaco me había leído y explicado durante mi estancia junto a él. Algunos eran más verosímiles, otros menos, pero con el paso del tiempo -y vista mi condición- había llegado a la conclusión de que ese hombre no podía ser otra cosa que un antiguo usuario de la fruta que yo había ingerido.
"Y entonces, ante la presencia de Luzoke, los engaños se convirtieron en verdades, lo oculto salió a la luz y las mentiras fueron reveladas", resonó la voz del cura en mi mente. No podía recordar con detalle aquella historia, aunque sí en qué consistía en líneas generales. Tal y como indicaba la última cita de la misma, las falacias eran traspasadas por la luz de Luzoke. ¿Y si, como todo lo que tenía que ver con la leyenda que había sobre él, aquello también guardaba relación con la luz que nacía de su cuerpo?
Me giré de nuevo hacia Kenzo para dirigirle unas palabras, pero el brazoslargos había comenzado a girar sobre sí mismo de una forma casi enfermiza. Tal vez no fuese el mejor momento para molestarle. Volviéndome de nuevo hacia el monstruo de torsos y aún en mi forma elemental, me esforcé por brillar con toda la intensidad posible. Proyecté la luz que emanaba de mí cuan lejos pude, asegurándome de que incidiese de forma clara y directa sobre aquella cosa.
La temperatura estaba subiendo, así que no podría permanecer allí mucho tiempo más si no quería acabar deshidratado y seco como una pasa. No obstante, pensaba que aún tenía un estrecho margen de tiempo para comprobar si mi teoría sobre el mito de Luzoke se seguía confirmando con aquello.
- Resumen:
- Escuchar a Kenzo e, intentando desarrollar una técnica, tratar de ver a través de la ilusión (en caso de que la suposición sea cierta y lo sea).
- PU que intento sacar en el post:
- Luz reveladora: la luz de Iulio es capaz de deshacer cualquier ilusión sobre la que incida siempre y cuando su creador no le supere en más de diez niveles.
Hamlet
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Noté la inquietud de Bizvan. Parecía bastante alterado por los acontecimientos recientes, y su pregunta acerca de los "bichos" confirmaba mi hipótesis.
-No, Bizvan. Más bien como los que hay en la plaza. ¿No los has visto? Nos superan en número.
Estuve reflexionando unos instantes sobre su idea de escalar los árboles y atacar desde lo alto. Francamente, no era el comportamiento de una "torre", como había juzgado por su aspecto.
-No sé si realmente valdrá la pena escalar para un ataque sorpresa... No vienen tantos en nuestra dirección. Aunque sí que podríamos usar la altura de los árboles para avanzar por la isla sin adentrarnos en el campo de batalla.
Tobías parecía haber despertado. Seguramente habría sufrido un golpe tan potente como el mío. Se incorporó con lentitud antes de dirigirme la palabra. En ese instante, Bizvan me ofreció un aparato de escalada y la armadura que había llevado antes, y Tobías hizo lo propio con un par de dagas que llevaba consigo.
-Ciertamente, no estoy en posición para negarme -respondí mientras tomaba los artilugios-. Me quedaré con todo, así podré servir de ayuda.
Me coloqué las dagas en el cinturón, junto a la vaina del machete, y coloqué cada uno de los brazales que me ofreció Bizvan en mis antebrazos. Con un poco de suerte, podría compensar el hecho de que estaba algo herido. Entretanto, pude notar, por el rabillo del ojo, como Bizvan parecía estar callándose algo. Y, de hecho, me había dado cuenta de que no había respondido la pregunta que le había hecho acerca de la posición del líder de la flota y nuestro otro compañero. Simplemente miré distraídamente a otro lado. No serían los primeros muertos en una guerra.
Tobías mostró su preocupación acerca del rumbo que debíamos tomar. No sabía que las figuras que habían aterrizado antes eran robots, ni que su objetivo fuera rescatar a Legim, pero tenía claro que no podríamos hacer nada contra ellos, y, sin embargo, el agente tenía razón en cuanto a que perder a Legim supondría nuestra derrota y la pérdida de nuestros esfuerzos a lo largo de los años para atraparlo. Notaba como mi sentido del deber chocaba contra mi pragmatismo.
Pude ver, acercándose, a uno de los engendros de los que había huido. Eso podía significar que nos habían visto, que nuestra posición ya no era segura. Mientras Tobías finalizaba de dar su opinión, argumentando que debíamos ayudar a decantar la balanza a nuestro favor, me acerqué al muerto, desenvainando el machete. Con la mayor precisión posible, justo cuando el CP afirmaba que nuestra flota no estaba compuesta de cobardes, asesté un tajo vertical contra el cráneo del monstruo. Eso tendría que dejarlo bien muerto.
-No lo sé -opiné desde allí-, debéis de escoger vosotros, que sois mis superiores. Lo que sí sé, como puedo ver, es que quedarnos aquí no es una opción. Quizás debamos unirnos con el resto y tratar de trazar una estrategia conjunta.
Volví con ellos y enfoqué mi visión en la pared de un edificio, que había aguantado, regia, la catástrofe que se había dado en la plaza. Miré el artefacto de mi brazo.
-¿Subimos? -pregunté, sin quitar mi mirada del brazalete.
-No, Bizvan. Más bien como los que hay en la plaza. ¿No los has visto? Nos superan en número.
Estuve reflexionando unos instantes sobre su idea de escalar los árboles y atacar desde lo alto. Francamente, no era el comportamiento de una "torre", como había juzgado por su aspecto.
-No sé si realmente valdrá la pena escalar para un ataque sorpresa... No vienen tantos en nuestra dirección. Aunque sí que podríamos usar la altura de los árboles para avanzar por la isla sin adentrarnos en el campo de batalla.
Tobías parecía haber despertado. Seguramente habría sufrido un golpe tan potente como el mío. Se incorporó con lentitud antes de dirigirme la palabra. En ese instante, Bizvan me ofreció un aparato de escalada y la armadura que había llevado antes, y Tobías hizo lo propio con un par de dagas que llevaba consigo.
-Ciertamente, no estoy en posición para negarme -respondí mientras tomaba los artilugios-. Me quedaré con todo, así podré servir de ayuda.
Me coloqué las dagas en el cinturón, junto a la vaina del machete, y coloqué cada uno de los brazales que me ofreció Bizvan en mis antebrazos. Con un poco de suerte, podría compensar el hecho de que estaba algo herido. Entretanto, pude notar, por el rabillo del ojo, como Bizvan parecía estar callándose algo. Y, de hecho, me había dado cuenta de que no había respondido la pregunta que le había hecho acerca de la posición del líder de la flota y nuestro otro compañero. Simplemente miré distraídamente a otro lado. No serían los primeros muertos en una guerra.
Tobías mostró su preocupación acerca del rumbo que debíamos tomar. No sabía que las figuras que habían aterrizado antes eran robots, ni que su objetivo fuera rescatar a Legim, pero tenía claro que no podríamos hacer nada contra ellos, y, sin embargo, el agente tenía razón en cuanto a que perder a Legim supondría nuestra derrota y la pérdida de nuestros esfuerzos a lo largo de los años para atraparlo. Notaba como mi sentido del deber chocaba contra mi pragmatismo.
Pude ver, acercándose, a uno de los engendros de los que había huido. Eso podía significar que nos habían visto, que nuestra posición ya no era segura. Mientras Tobías finalizaba de dar su opinión, argumentando que debíamos ayudar a decantar la balanza a nuestro favor, me acerqué al muerto, desenvainando el machete. Con la mayor precisión posible, justo cuando el CP afirmaba que nuestra flota no estaba compuesta de cobardes, asesté un tajo vertical contra el cráneo del monstruo. Eso tendría que dejarlo bien muerto.
-No lo sé -opiné desde allí-, debéis de escoger vosotros, que sois mis superiores. Lo que sí sé, como puedo ver, es que quedarnos aquí no es una opción. Quizás debamos unirnos con el resto y tratar de trazar una estrategia conjunta.
Volví con ellos y enfoqué mi visión en la pared de un edificio, que había aguantado, regia, la catástrofe que se había dado en la plaza. Miré el artefacto de mi brazo.
-¿Subimos? -pregunté, sin quitar mi mirada del brazalete.
- Resumen:
- Salir bien pertrechado sin soltar un duro, acabar con la vida del pobre zombi (llamémosle Henry, por darle un debido funeral) y declarar que esa zona ya no es segura, viendo la posibilidad de que se acerquen más Henrys.
Rylanor
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Ejércitos de zombies, tornados de llamas, un bosque brotando en un instante, Jack convertido en una bola de caramelo tamaño XXKai, Dexter siendo Dexter... el Vicealmirante apretó el puño, frustrado. Medio segundo. Eso le hubiese llevado plantarse en medio del infierno. Unos dos más para absorber todas las llamas del lugar y entrar en modo Overload. Otro medio más para devolver todo el fuego a los piratas en un Hinokami y llevarse con él a la mayor parte de ellos. Y ahora... ¿qué podía hacer? ¿Dar puñetazos muy fuertes? Se sentía... inútil. Años de esfuerzo y trabajo duro le habían sido arrebatados en un instante, y aunque seguía sin duda siendo un adversario temible, ¿qué pintaba él ahí? Lo máximo que había aportado a aquella batalla había sido eliminar a un único pirata, y ni siquiera uno de los jefes gordos, hiriéndose un brazo en el proceso. ¿Tanto había dependido de su akuma hasta entonces? Respiró hondo y apretó los dientes, tratando de controlar aquel sentimiento de impotencia. Ni siquiera Al había querido confiarle la vigilancia de Legim, prefiriendo tirarle la cadena a unos piratas que habían resultado ser enemigos. ¿Tan débil y prescindible se había vuelto?
- Ni siquiera he podido mantener la única puta norma de mi orden - esbozó una sonrisa amarga.
De un salto, casi sin pensarlo, subió a lo alto de un árbol y se asentó en la copa en perfecto equilibrio. Observó el incendio esparciéndose, un peligro para todo el que estuviese cerca, marines, revolucionarios y piratas por igual. Sin embargo Dexter ya se estaba encargando de sacar de en medio el tornado. Un pirata, y no uno cualquiera, sino el maldito Zafiro Negro tenía que hacerles el trabajo. Soltó una carcajada cargada de rabia e impotencia. "Da igual cuánto entrene, ¿verdad? Los usuarios de akuma siempre estarán diez pasos por delante" apretó el puño izquierdo, mientras un aura blanca comenzaba a envolver este. "Todo lo que me queda es el poder que Asahi-sensei me legó. Sin él, ¿qué sería? ¿Un idiota con mucha fuerza?" Ensanchó su amarga sonrisa y echó el puño hacia atrás, lanzando de un golpe al aire una onda blanca con forma de cabeza de dragón. Tres más siguieron a la primera, dirigidas a diferentes puntos del incendio. Su intención era hacer lo que pudiera para apagar las llamas.
- Un gasto de energía ineficiente... - soltó, con otra carcajada.
Simplemente dolía. Más de dos décadas preparándose, entrenando desde su más tierna infancia y... ¿para qué? No había sido suficiente. Pero simplemente no podía rendirse. Aunque fuese injusto, aunque le hubiesen arrebatado la fuente de su poder y su orgullo, no podía dejar de caminar. Aunque le hubiesen arrancado ambos brazos, simplemente no podía retroceder. Porque entonces, todo por lo que había luchado sí que habría sido en vano. Y ante todo, el Equilibrio debería ganar. Equilibrio que continuamente los enemigos del Gobierno quebraban, y cada vez inclinaban más la balanza hacia la debacle y el caos. Cambiando su macabra sonrisa por un gesto iracundo, comenzó a saltar de árbol en árbol hasta ponerse delante del monstruo de caramelo que ahora era Jack, entre esta y los piratas.
- ¡DEXTER! ¡No voy a permitir que evites esta ejecución! Legan Legim debe responder por sus crímenes. Retrocede y déjanos terminar el trabajo, o no me contendré.
Legim... no, su padre, debía morir. Aunque eso supusiera sacrificar la única oportunidad que tenía de hablar con él. Entonces vio a aquel ser volador, y sin pensarlo saltó en su dirección emitiendo fuego por sus pies. Concentró durante un momento su kenbunshoku en él, y poniendo los brazos en cruz sobre él, los recubrió en su endurecimiento. Estos se volvieron de color rojo oscuro metalizado, y cuando el golpe (más veloz de lo que hubiera esperado) cayó sobre él, hubo un sonido como de un estallido y lo siguiente que notó fue el suelo contra su espalda. Con un grito de dolor echó un esputo de sangre por la boca. Su haki había sido lo bastante poderoso para bloquear el arma, pero el golpe iba a tanta velocidad que simplemente lo había hecho mierda contra el suelo. Se levantó en medio de un pequeño cráter, con una mueca de rabia, mientras su puño derecho comenzaba a echar vapor. Había notado el frío del golpe, pero el aura de su técnica le había protegido.
- Eso no será suficiente... es el último aviso, dejad de obstruir la justicia, o no tendré piedad con ninguno
- Ni siquiera he podido mantener la única puta norma de mi orden - esbozó una sonrisa amarga.
De un salto, casi sin pensarlo, subió a lo alto de un árbol y se asentó en la copa en perfecto equilibrio. Observó el incendio esparciéndose, un peligro para todo el que estuviese cerca, marines, revolucionarios y piratas por igual. Sin embargo Dexter ya se estaba encargando de sacar de en medio el tornado. Un pirata, y no uno cualquiera, sino el maldito Zafiro Negro tenía que hacerles el trabajo. Soltó una carcajada cargada de rabia e impotencia. "Da igual cuánto entrene, ¿verdad? Los usuarios de akuma siempre estarán diez pasos por delante" apretó el puño izquierdo, mientras un aura blanca comenzaba a envolver este. "Todo lo que me queda es el poder que Asahi-sensei me legó. Sin él, ¿qué sería? ¿Un idiota con mucha fuerza?" Ensanchó su amarga sonrisa y echó el puño hacia atrás, lanzando de un golpe al aire una onda blanca con forma de cabeza de dragón. Tres más siguieron a la primera, dirigidas a diferentes puntos del incendio. Su intención era hacer lo que pudiera para apagar las llamas.
- Un gasto de energía ineficiente... - soltó, con otra carcajada.
Simplemente dolía. Más de dos décadas preparándose, entrenando desde su más tierna infancia y... ¿para qué? No había sido suficiente. Pero simplemente no podía rendirse. Aunque fuese injusto, aunque le hubiesen arrebatado la fuente de su poder y su orgullo, no podía dejar de caminar. Aunque le hubiesen arrancado ambos brazos, simplemente no podía retroceder. Porque entonces, todo por lo que había luchado sí que habría sido en vano. Y ante todo, el Equilibrio debería ganar. Equilibrio que continuamente los enemigos del Gobierno quebraban, y cada vez inclinaban más la balanza hacia la debacle y el caos. Cambiando su macabra sonrisa por un gesto iracundo, comenzó a saltar de árbol en árbol hasta ponerse delante del monstruo de caramelo que ahora era Jack, entre esta y los piratas.
- ¡DEXTER! ¡No voy a permitir que evites esta ejecución! Legan Legim debe responder por sus crímenes. Retrocede y déjanos terminar el trabajo, o no me contendré.
Legim... no, su padre, debía morir. Aunque eso supusiera sacrificar la única oportunidad que tenía de hablar con él. Entonces vio a aquel ser volador, y sin pensarlo saltó en su dirección emitiendo fuego por sus pies. Concentró durante un momento su kenbunshoku en él, y poniendo los brazos en cruz sobre él, los recubrió en su endurecimiento. Estos se volvieron de color rojo oscuro metalizado, y cuando el golpe (más veloz de lo que hubiera esperado) cayó sobre él, hubo un sonido como de un estallido y lo siguiente que notó fue el suelo contra su espalda. Con un grito de dolor echó un esputo de sangre por la boca. Su haki había sido lo bastante poderoso para bloquear el arma, pero el golpe iba a tanta velocidad que simplemente lo había hecho mierda contra el suelo. Se levantó en medio de un pequeño cráter, con una mueca de rabia, mientras su puño derecho comenzaba a echar vapor. Había notado el frío del golpe, pero el aura de su técnica le había protegido.
- Eso no será suficiente... es el último aviso, dejad de obstruir la justicia, o no tendré piedad con ninguno
- Resumen:
- - Me frustro mucho porque ya no soy capaz de seguir el ritmo a los usuarios de akuma
- Intento apagar el incendio con ondas de mi Puño del dragón de hielo.
- Me pongo entre el monstruo de caramelo de Jack y los piratas y lanzo una advertencia.
- Bloqueo el golpe de Worgulv, llevándome una buena hostia de camino.
Puños de los 10 dragones: Kai puede imbuir sus puños en las esencias de los diez dragones sagrados. Cada uno de estos dragones le otorga un poder único a sus golpes. Además, mientras tenga unos puños activados, se vuelve inmune al tipo de energía o ataque que estos le otorgan
Puño congelante del dragón blanco: El puñetazo y las ondas que envía se ven imbuidas con un frío muy intenso, capaz de congelar con cada golpe.
Haki de armadura nivel 8 [Predilecto] Ronda 3/25 (por usar endurecimiento)
Haki de observación nivel 8 [Visión 3/Empatía 5] Ronda 1/15
One Punch Kai: Primera ronda de carga.
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* ¿No son insectos? Ah, los bichos deben ser esos zombis *tendría más sentido que fuese eso.- Ya veo, hablas de los zombis esos... En ese caso hay que tener cuidado con que caigan de lo alto, no me extrañaría que alguno de ellos se viera atrapado por los árboles y en un intento por liberarse cayera hasta el suelo.
Wyrm, tenía razón, al tratarse de esos zombis no tendría sentido preocuparse por un ataque sorpresa.* De todas maneras solo era una opción. *me sentía más tranquilo al ver que mi compañero había regresado a la normalidad, e incluso había propuesto ir a enfrentarnos a esas cosas que enormes. No sabía si era robots o gigantes con armaduras tecnológicas, fuesen lo que fuesen no eran aliados.
El marine tomó el aparato, la armadura y un par de dagas que Tobías le ofreció.
Un pequeño sonido captó mi atención. Se trataba de uno de los bichos que el peliblanco mencionó.* Que lindo. *pensé al verlo intentar ponerse nuevamente de pie tras caer a causa de un escombro.
Tenía mucha curiosidad por saber cómo diablos un ser podía regresar a la vida después de muerto. Quizás no había regresado a la vida, puede que lo veíamos era el caparazón y algo más era capaz de utilizar un cadáver como si fuera una marioneta.
Mi interés personal y profesional por primera vez en mi vida se había unido, me encantaría poder capturarlo de una u otra forma, para poder practicarle una autopsia. Sería bastante interesante ver cómo funcionaba su cuerpo, que órganos continuaban en funcionamiento o simplemente descubrir cómo diablos podía moverse.
- Ah, Wyrm… Ten cuidado con esas cosas, hace un tiempo me enfrenté a algo parecido y el resultado fue un monstruo con tentáculos de carne.-no podía dejar que mi interés personal colocara en riesgo a los demás, por lo cual no le pedí que solo se limitara a cortar sus extremidades.
De igual forma desenvainé a Madre, pues mi advertencia era real, pero era poco probable que estos zombis fuesen capaces de realizar algo así, claro que solo un idiota no tomaría precauciones ante un enemigo desconocido. Tenía la esperanza de que Wyrm fuese capaz de manejar al zombi sin problemas, pero solo por precaución estaría preparado para lanzar una onda cortante en caso de que mi compañero se viera en peligro.
Un aroma peculiar llegó a mi nariz, era como si alguien estuviera quemando algo.* Por favor dime que ningún idiota tuvo la brillante idea de utilizar fuego en un bosque. *si realmente el fuego se estaba llevando a cabo entonces lo mejor sería cambiar de ubicación lo más rápido posible. Antes de avisar sobre este aroma a mis compañeros me pareció escuchar un sonido bastante peculiar.
- ¿Soy el único que escucha algo parecido a una ola de agua? En cualquier caso estoy dispuesto a seguir tu plan Tobías, así que guíanos. –no sería bueno comenzar con discutir sobre cuál debería ser el siguiente paso. Si Tobías quería ir a enfrentar a los robots o a otro enemigo, lo seguiría sin protestar.
Wyrm, tenía razón, al tratarse de esos zombis no tendría sentido preocuparse por un ataque sorpresa.* De todas maneras solo era una opción. *me sentía más tranquilo al ver que mi compañero había regresado a la normalidad, e incluso había propuesto ir a enfrentarnos a esas cosas que enormes. No sabía si era robots o gigantes con armaduras tecnológicas, fuesen lo que fuesen no eran aliados.
El marine tomó el aparato, la armadura y un par de dagas que Tobías le ofreció.
Un pequeño sonido captó mi atención. Se trataba de uno de los bichos que el peliblanco mencionó.* Que lindo. *pensé al verlo intentar ponerse nuevamente de pie tras caer a causa de un escombro.
Tenía mucha curiosidad por saber cómo diablos un ser podía regresar a la vida después de muerto. Quizás no había regresado a la vida, puede que lo veíamos era el caparazón y algo más era capaz de utilizar un cadáver como si fuera una marioneta.
Mi interés personal y profesional por primera vez en mi vida se había unido, me encantaría poder capturarlo de una u otra forma, para poder practicarle una autopsia. Sería bastante interesante ver cómo funcionaba su cuerpo, que órganos continuaban en funcionamiento o simplemente descubrir cómo diablos podía moverse.
- Ah, Wyrm… Ten cuidado con esas cosas, hace un tiempo me enfrenté a algo parecido y el resultado fue un monstruo con tentáculos de carne.-no podía dejar que mi interés personal colocara en riesgo a los demás, por lo cual no le pedí que solo se limitara a cortar sus extremidades.
De igual forma desenvainé a Madre, pues mi advertencia era real, pero era poco probable que estos zombis fuesen capaces de realizar algo así, claro que solo un idiota no tomaría precauciones ante un enemigo desconocido. Tenía la esperanza de que Wyrm fuese capaz de manejar al zombi sin problemas, pero solo por precaución estaría preparado para lanzar una onda cortante en caso de que mi compañero se viera en peligro.
Un aroma peculiar llegó a mi nariz, era como si alguien estuviera quemando algo.* Por favor dime que ningún idiota tuvo la brillante idea de utilizar fuego en un bosque. *si realmente el fuego se estaba llevando a cabo entonces lo mejor sería cambiar de ubicación lo más rápido posible. Antes de avisar sobre este aroma a mis compañeros me pareció escuchar un sonido bastante peculiar.
- ¿Soy el único que escucha algo parecido a una ola de agua? En cualquier caso estoy dispuesto a seguir tu plan Tobías, así que guíanos. –no sería bueno comenzar con discutir sobre cuál debería ser el siguiente paso. Si Tobías quería ir a enfrentar a los robots o a otro enemigo, lo seguiría sin protestar.
- Resumen :
- Pensar sobe algunas cosas relacionas con los zombis. Mencionar el sonido de agua. Prestarle un poco de mi atención al zombi que apareció y estar preparado para lanzar una onda cortante en caso de ser necesario. Decirle a Tobías que seguiré el planta que proponga.
Eric Zor-El
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El joven heredero de los Zor-El se quedó pasmado al contemplar las habilidades dela gente del gobierno para abrir una puerta sin necesidad de romperla. Le tomo su tiempo, como todo, pero al conseguirlo no pudo evitar asentir con gesto de aprobación y con ganas de aprender como lo había hecho.
-Tienes que enseñarme a hacer eso, ojitos de papá –le dijo Eric, descruzando sus brazos-. He tenido que pagar más de una puerta durante mis misiones como mercenario y creo que podría serme de utilidad.
En cuanto la compuerta estuvo abierta, el salvaje se dispuso a entrar, pero a su pesar se topó con un coloso tintado de blanco y morado que duplicaba su altura como mínimo. Avanzó hacia ellos a paso lento, portando un grandioso escudo y una especie de espada circular. No era un ser humano, eso seguro, pero parecía ser un dios más que un ser terrenal.
-¿Qué clase de raza es esta? –preguntó en voz alta, esperando que alguno de sus compañeros le respondiera.
Fue entonces, cuando sin mediar palabra alguna, aquel ser de tez metalizada hizo un barrido con horizontal con su arma. Instintivamente, saltó hacia atrás con toda su fuerza quitándose del alcance del barrido para luego contemplar si sus compañeros estaban bien. Aquel era un individuo poderoso y de gran tamaño, así que solo uno de ellos tres podía plantarle cara mientras los otros intentaban hacerle daño.
-¡Mujer! –le dijo a Kaori, llamando su atención-. Tú irás de frente y nosotros nos encargaremos de guardarte las espaldas e intentar hacerle daño, así que adelante.
Tras eso, cubrió sus manos de haki de armadura y corrió hacia el guardián de la puerta aprovechando que estaba entretenido con Dretch, e intentó golpearle en la parte lateral de la rodilla con fuerza para hacerle caer de rodilla.
-Tienes que enseñarme a hacer eso, ojitos de papá –le dijo Eric, descruzando sus brazos-. He tenido que pagar más de una puerta durante mis misiones como mercenario y creo que podría serme de utilidad.
En cuanto la compuerta estuvo abierta, el salvaje se dispuso a entrar, pero a su pesar se topó con un coloso tintado de blanco y morado que duplicaba su altura como mínimo. Avanzó hacia ellos a paso lento, portando un grandioso escudo y una especie de espada circular. No era un ser humano, eso seguro, pero parecía ser un dios más que un ser terrenal.
-¿Qué clase de raza es esta? –preguntó en voz alta, esperando que alguno de sus compañeros le respondiera.
Fue entonces, cuando sin mediar palabra alguna, aquel ser de tez metalizada hizo un barrido con horizontal con su arma. Instintivamente, saltó hacia atrás con toda su fuerza quitándose del alcance del barrido para luego contemplar si sus compañeros estaban bien. Aquel era un individuo poderoso y de gran tamaño, así que solo uno de ellos tres podía plantarle cara mientras los otros intentaban hacerle daño.
-¡Mujer! –le dijo a Kaori, llamando su atención-. Tú irás de frente y nosotros nos encargaremos de guardarte las espaldas e intentar hacerle daño, así que adelante.
Tras eso, cubrió sus manos de haki de armadura y corrió hacia el guardián de la puerta aprovechando que estaba entretenido con Dretch, e intentó golpearle en la parte lateral de la rodilla con fuerza para hacerle caer de rodilla.
- Resumen:
- Esquivar + trazar un plan + atacar
Liv L Astrid
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Alguien al otro lado del caracol contestó a mi informe, agradecía que le hubiese informado de había un intruso y de que había muerto, tras eso me pidió que me identificase para conocerlo cuando terminase la guerra. Aquello parecía reconocimiento para escalar dentro de las filas enemigas, algo que sin duda vendría bien al gobierno.
-A mí me parece una trampa, no se lo digas, te matarán. – dijo Trece al escuchar las palabras de aquel hombre.
-Soy Hvit Livet, participé junto con otros soldados en la búsqueda de alguien para ascender entre las filas. – le respondí con tono calmado. – subiré ahora a la cubierta principal.
Comencé a correr hacia las escaleras y a subir para poder salir del barco lo antes posible. Cuando avancé a la siguiente cubierta, comencé a escuchar como la agitación del barco aumentaba y muchos de esos pasos venían hacia mi posición. Al escuchar aquello solo se me ocurrió una cosa.
-¡Largo todos de aquí! – Grité cuando terminé de subir las primeras escaleras – Las placas de la bodega están cediendo y el barco colapsará y se hundirá en unos momentos, hay que ir a los botes salvavidas y los que puedan volar que lo hagan – continué avisando para ver la reacción de los hombres.
Había enfundado todas mis armas, centré mi atención en la marca rúnica e hice que pasase a un color azul, liberando una pequeña cantidad de descarga sobre los brazaletes para que estos comenzasen a cargarse en caso de necesitarlos usar en breves, aunque esperaba que no.
-A mí me parece una trampa, no se lo digas, te matarán. – dijo Trece al escuchar las palabras de aquel hombre.
-Soy Hvit Livet, participé junto con otros soldados en la búsqueda de alguien para ascender entre las filas. – le respondí con tono calmado. – subiré ahora a la cubierta principal.
Comencé a correr hacia las escaleras y a subir para poder salir del barco lo antes posible. Cuando avancé a la siguiente cubierta, comencé a escuchar como la agitación del barco aumentaba y muchos de esos pasos venían hacia mi posición. Al escuchar aquello solo se me ocurrió una cosa.
-¡Largo todos de aquí! – Grité cuando terminé de subir las primeras escaleras – Las placas de la bodega están cediendo y el barco colapsará y se hundirá en unos momentos, hay que ir a los botes salvavidas y los que puedan volar que lo hagan – continué avisando para ver la reacción de los hombres.
Había enfundado todas mis armas, centré mi atención en la marca rúnica e hice que pasase a un color azul, liberando una pequeña cantidad de descarga sobre los brazaletes para que estos comenzasen a cargarse en caso de necesitarlos usar en breves, aunque esperaba que no.
- resumen:
- Escuchar lo que dice el hombre, identificarme y avisar de que subiré a la cubierta principal. Según comienzo a subir avisar de que el barco va a colapsar para que salgan de ahí, comenzar a cargar los brazaletes con carga eléctrica que genero con la akuma.
Kaori Nanami
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—Tengo la extraña sensación de que algo no va bien…—murmuró mientras veía a Drecth hacer de las suyas para entrar en la gran puerta de acero.
La puerta de acero se abrió. Por alguna razón, su instinto le decía que era buena idea dar marcha atrás, pero habían llegado muy lejos como para pensar en eso. Los segundos en que la puerta se abría le parecieron eternos y solo para mostrar el por qué… Un enorme robot de, al menos, cuatro metros de altura se mostraba ante ellos. ¿Serían todos los tripulantes iguales? Casi prefería que hubiera una tripulación armadas con espadas y esas cosas, que un robot que no parecía tener puntos débiles. ¿Cómo podían pelear ante algo así? Sea como sea, eso ya no importaba. Vio como usaba su lanza para hacer un barrido contra ellos y, a diferencia de sus compañeros, ella emprendió el vuelo usando su forma híbrida. No tenía que ser una genio para saber cuál era su función ante esa cosa. Esperó a que Dretch usara sus extraños hilos sacados de quién sabe dónde y, al escuchar las palabras de Eric, fue que afirmó su creencia. Ella debía contenerlo para que los otros dos pudieran pelear con más libertades.
—Eric, no creo que sea el momento de saber de qué raza es—le dijo mientras volaba rumbo al robot gigante. —Aunque no es de ninguna raza.—Terminó por añadir.
Mientras volaba directo al robot, adoptó su forma completa. Un hermoso dragón de bronce fue su nuevo cuerpo. Medía cuatro metros de alto, más o menos lo que el robot medía, veinte de ala a ala y dieciséis de largo. Era la única que podía pelear contra esa cosa en “igualdad” de condiciones. ”Lo siento por ustedes, pero si esa cosa llega a tener un cable al aire, la humedad hará de las suyas” – pensó mientras iba generando niebla a su alrededor. La idea era bien simple, aparte de esconder a sus compañeros, limitar el rango visual de esa cosa, es por si llegaba a tener aunque un cable suelto, un cable que no guardaron bien debajo de la gran infraestructura de esa cosa. Además, salvo ella, todos se iban a sentir un poco más pesados y les costaría un poco respirar. Aunque confiaba que Dretch y Eric podrían pelear de todos modos.
Su plan era, más o menos, sencillo. Teniendo clara noción donde estaban sus compañeros, frenó en el aire y aterrizó en sus dos patas traseras. Usando las delanteras es que intentaría agarrarlo y obligarlo a empezar a retroceder. Además, buscaría que esa cosa se cayera de espaldas y así tener completa ventaja, tanto en posición como en ofensiva. ¿Cómo buscaría eso? Usaría su cola para enredar, al menos, una de sus piernas. Si todo funcionaba como correspondía, con sus brazos tiraría hacia atrás y con su cola, en el sentido contrario. Buscando que esa cosa, finalmente, besara el suelo. ”Tiene que funcionar, maldita sea, tiene que funcionar” – pensó.
La puerta de acero se abrió. Por alguna razón, su instinto le decía que era buena idea dar marcha atrás, pero habían llegado muy lejos como para pensar en eso. Los segundos en que la puerta se abría le parecieron eternos y solo para mostrar el por qué… Un enorme robot de, al menos, cuatro metros de altura se mostraba ante ellos. ¿Serían todos los tripulantes iguales? Casi prefería que hubiera una tripulación armadas con espadas y esas cosas, que un robot que no parecía tener puntos débiles. ¿Cómo podían pelear ante algo así? Sea como sea, eso ya no importaba. Vio como usaba su lanza para hacer un barrido contra ellos y, a diferencia de sus compañeros, ella emprendió el vuelo usando su forma híbrida. No tenía que ser una genio para saber cuál era su función ante esa cosa. Esperó a que Dretch usara sus extraños hilos sacados de quién sabe dónde y, al escuchar las palabras de Eric, fue que afirmó su creencia. Ella debía contenerlo para que los otros dos pudieran pelear con más libertades.
—Eric, no creo que sea el momento de saber de qué raza es—le dijo mientras volaba rumbo al robot gigante. —Aunque no es de ninguna raza.—Terminó por añadir.
Mientras volaba directo al robot, adoptó su forma completa. Un hermoso dragón de bronce fue su nuevo cuerpo. Medía cuatro metros de alto, más o menos lo que el robot medía, veinte de ala a ala y dieciséis de largo. Era la única que podía pelear contra esa cosa en “igualdad” de condiciones. ”Lo siento por ustedes, pero si esa cosa llega a tener un cable al aire, la humedad hará de las suyas” – pensó mientras iba generando niebla a su alrededor. La idea era bien simple, aparte de esconder a sus compañeros, limitar el rango visual de esa cosa, es por si llegaba a tener aunque un cable suelto, un cable que no guardaron bien debajo de la gran infraestructura de esa cosa. Además, salvo ella, todos se iban a sentir un poco más pesados y les costaría un poco respirar. Aunque confiaba que Dretch y Eric podrían pelear de todos modos.
Su plan era, más o menos, sencillo. Teniendo clara noción donde estaban sus compañeros, frenó en el aire y aterrizó en sus dos patas traseras. Usando las delanteras es que intentaría agarrarlo y obligarlo a empezar a retroceder. Además, buscaría que esa cosa se cayera de espaldas y así tener completa ventaja, tanto en posición como en ofensiva. ¿Cómo buscaría eso? Usaría su cola para enredar, al menos, una de sus piernas. Si todo funcionaba como correspondía, con sus brazos tiraría hacia atrás y con su cola, en el sentido contrario. Buscando que esa cosa, finalmente, besara el suelo. ”Tiene que funcionar, maldita sea, tiene que funcionar” – pensó.
- Resumen:
- Luchar contra el meka gigante en forma completa. Buscar agarrarlo y que se centre en ella gracias a su tamaño y esas cosas. Hacer niebla a su alrededor para limitar sus movimientos, rezar para que haya un cablecito suelto por ahí para que la humedad y la electricidad hagan de sus cosas mágicas. Buscar tirarlo al suelo usando su cola que la enrolla en una de sus piernas. Rezar para que su plan funcione.
- Datos técnicos:
- Fuerza: Tier 3 (x6 forma completa). Velocidad: Tier 3(x6), Resistencia: Tier 2, Reflejos: Tier 2.
Nivel 30: Su niebla alcanza los diez metros y cinco de alto. Ya no se ve nada más que tu propia nariz, además, es bastante húmeda y se siente un poco más pesado. Cuesta un poco más respirar.
Ori Kenobi
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La temperatura seguía subiendo poco a poco, por suerte la ropa que me habían dado hacía un tiempo me facilitaba estar en aquella situación, manteniendo la temperatura más baja para mi cuerpo. De pronto, noté en la mano con la que sujetaba el sable como caía una gota de agua, parecía que se iba a poner a llover, algo que parecía lógico dado que se notaba como la humedad del ambiente había aumentado a pesar de que el fuego debía de secado.
El agua estaba tremendamente caliente, casi hirviendo, y comenzó a caer con más fuerza, siendo casi un diluvio que nunca había visto por la cantidad de agua que caía. Era un baño de agua hirviendo del que tuve suerte de librarme, pues cuando noté todo esto, me puse la capucha de la túnica y guardé el sable para cubrirme completamente.
-Deberías salir de aquí, Ori, esto se está poniendo muy mal. – Me comentó la maestra.
-Sí tienes razón, o que quemo por el fuego o me quemo con la lluvia, pero bueno, creo que lo principal ahora es hacer que el fuego no se extienda más.
Me pareció escuchar como la maestra comenzó a refunfuñar un por lo bajo sobre aquella decisión, pero la vio lógica de mi decisión, o eso creía. Comencé a moverme por el bosque, evitando cruzarme con más no muertos o empujándolos con la Fuerza a los que se percataban de mi presencia y venían a por mí. Por otra parte, a lo lejos pude ver como una criatura gigantesca sobresalía por los arboles en la zona del patíbulo, era del mismo color que el caramelo del tipo que cocinaba, por lo que supuse que sería él el que lo había creado. Luego, tres haces de luz que apenas pude ver salieron disparados. Aquella pelea estaba fuera de mis posibilidades, siendo muy posible que muriese si me acercaba.
El agua estaba tremendamente caliente, casi hirviendo, y comenzó a caer con más fuerza, siendo casi un diluvio que nunca había visto por la cantidad de agua que caía. Era un baño de agua hirviendo del que tuve suerte de librarme, pues cuando noté todo esto, me puse la capucha de la túnica y guardé el sable para cubrirme completamente.
-Deberías salir de aquí, Ori, esto se está poniendo muy mal. – Me comentó la maestra.
-Sí tienes razón, o que quemo por el fuego o me quemo con la lluvia, pero bueno, creo que lo principal ahora es hacer que el fuego no se extienda más.
Me pareció escuchar como la maestra comenzó a refunfuñar un por lo bajo sobre aquella decisión, pero la vio lógica de mi decisión, o eso creía. Comencé a moverme por el bosque, evitando cruzarme con más no muertos o empujándolos con la Fuerza a los que se percataban de mi presencia y venían a por mí. Por otra parte, a lo lejos pude ver como una criatura gigantesca sobresalía por los arboles en la zona del patíbulo, era del mismo color que el caramelo del tipo que cocinaba, por lo que supuse que sería él el que lo había creado. Luego, tres haces de luz que apenas pude ver salieron disparados. Aquella pelea estaba fuera de mis posibilidades, siendo muy posible que muriese si me acercaba.
- resumen:
- Ver lo que va pasando, comenzar a hacer un cortafuegos para evitar que el fuego se propague.
Maze
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El ambiente enrarecido, junto con el cambio de planes que acababa de dar lugar en un momento, al que se le sumaba el caos inicial de la plaza, había logrado desubicar notablemente a Mura. Para empezar, una gran cantidad de humo se había acumulado cuando, después del salvaje crecimiento de la flora que habitaba aquella piedra gigante, alguien había decidido provocar un incendio y amplificarlo con un tornado. No sabía si aquella maravillosa idea había sido cosa de un único gilipollas o habían contribuido más retrasados. Pero tenía claro que de dar con el culpable le cantaría las cuarenta por las dificultades para respirar que le había provocado. Al menos su capitán ya se había ocupado de solventar el problema, causando una llovizna. Esta no estaba calmando los humos de la batalla, pero al menos ya no había un incendio rodeandoles. "Por algo no me gusta el fuego". Se dijo a sí misma. mientras se planteaba abrir su paraguas, pero no tardó en descartar la idea. Luchar con este no sería la mejor opción observando el panorama:
Ignorando a los robots gigantes contra los que se estaban peleando algunos y las hordas de... ¿Muertos vivientes? ¿Quién había hecho el guión de aquella película? En fin... Tenía un bicho de caramelo a las espaldas que había vuelto a mutar. Al principio era una pelota, luego se convirtió en una especie de tortilla que obligó a la felina a alejarse del patíbulo para no ser aplastada por el dulce material, y ahora era una especie de cabeza de tiburón con tentáculos. Encima, su objetivo se encontraba ahí dentro. -Ya podría Dexter haber cambiado de opinión cuando el rubito me entregó las cadenas.- Musitó, frunciendo el ceño ante el panorama. Gesto que complementó con un chasquido de lengua al notar, gracias a su mantra varios ataques viniendo hacia ella sin comerlo ni beberlo. -¿Qué coño?- Aquel día estaba mal hablando más de lo normal. De seguro su tutor se estaba revolviendo en su tumba con todo lo que le había costado educar a la niña para que acabara con una boca tan sucia. Las malas influencias. Pero la chica tenía todo el derecho de quejarse.
Mientras maldecía, tuvo que dejar caer el cuerpo, desenvainando a Ikari para poder defenderse de dos hondas cortantes a base de generar otra que chocase con estas. Tuvo el tiempo justo para hacer eso y después, apoyando todo su cuerpo sobre los brazos, impulsarse a un lado con ayuda de sus brazaletes en su forma "armada". Usó el impulso de dos disparos para escapar por los pelos de un disparo de luz surgido de la nada. Literalmente, ya que las puntas de su coleta habían quedado chamuscadas. Al final, acabó rodando un par de metros, resbalando a propósito por la piedra encharcada. Logró tomar distancia suficiente para echar a correr, en caso de que volvieran a dispararle y tomar detalle de su nuevo enemigo. A pesar de la cortina de agua que caía, su vista le había permitido fijarse en los rasgos más destacables del hombre, el cual le sonaba de algo, pero no caía en el porque.
-Temo que recuperar a Legim se va a volver complicado desde mi posición.- Comunicó a todos los miembros del Blue Rose, mientras enfundaba su espada y agarraba un par de sus dagas. -Un nuevo enemigo ha aparecido, además de que el hombre que custodía a Legim a creado un monstruo espantoso a su alrededor. Al menos tenemos certeza de que Víctor tampoco le agarrara con facilidad.- Comentó mientras trataba de alejarse hacia la maleza. No iba a luchar ahí pudiendo usar la frondosidad que les rodeaba a su favor. Se adentraría y volvería desde otro punto. Además, aquel hombre no le había disparado solo a ella. Teniendo eso en mente, lo trasmitió también. Dio detalle de su apariencia y de los objetivos que había atacado. También esperaba escuchar del vikingo que no había sufrido daños o le tocaría ir a ayudarle. Su compañero era más importante que un pirata que desconocía.
Ignorando a los robots gigantes contra los que se estaban peleando algunos y las hordas de... ¿Muertos vivientes? ¿Quién había hecho el guión de aquella película? En fin... Tenía un bicho de caramelo a las espaldas que había vuelto a mutar. Al principio era una pelota, luego se convirtió en una especie de tortilla que obligó a la felina a alejarse del patíbulo para no ser aplastada por el dulce material, y ahora era una especie de cabeza de tiburón con tentáculos. Encima, su objetivo se encontraba ahí dentro. -Ya podría Dexter haber cambiado de opinión cuando el rubito me entregó las cadenas.- Musitó, frunciendo el ceño ante el panorama. Gesto que complementó con un chasquido de lengua al notar, gracias a su mantra varios ataques viniendo hacia ella sin comerlo ni beberlo. -¿Qué coño?- Aquel día estaba mal hablando más de lo normal. De seguro su tutor se estaba revolviendo en su tumba con todo lo que le había costado educar a la niña para que acabara con una boca tan sucia. Las malas influencias. Pero la chica tenía todo el derecho de quejarse.
Mientras maldecía, tuvo que dejar caer el cuerpo, desenvainando a Ikari para poder defenderse de dos hondas cortantes a base de generar otra que chocase con estas. Tuvo el tiempo justo para hacer eso y después, apoyando todo su cuerpo sobre los brazos, impulsarse a un lado con ayuda de sus brazaletes en su forma "armada". Usó el impulso de dos disparos para escapar por los pelos de un disparo de luz surgido de la nada. Literalmente, ya que las puntas de su coleta habían quedado chamuscadas. Al final, acabó rodando un par de metros, resbalando a propósito por la piedra encharcada. Logró tomar distancia suficiente para echar a correr, en caso de que volvieran a dispararle y tomar detalle de su nuevo enemigo. A pesar de la cortina de agua que caía, su vista le había permitido fijarse en los rasgos más destacables del hombre, el cual le sonaba de algo, pero no caía en el porque.
-Temo que recuperar a Legim se va a volver complicado desde mi posición.- Comunicó a todos los miembros del Blue Rose, mientras enfundaba su espada y agarraba un par de sus dagas. -Un nuevo enemigo ha aparecido, además de que el hombre que custodía a Legim a creado un monstruo espantoso a su alrededor. Al menos tenemos certeza de que Víctor tampoco le agarrara con facilidad.- Comentó mientras trataba de alejarse hacia la maleza. No iba a luchar ahí pudiendo usar la frondosidad que les rodeaba a su favor. Se adentraría y volvería desde otro punto. Además, aquel hombre no le había disparado solo a ella. Teniendo eso en mente, lo trasmitió también. Dio detalle de su apariencia y de los objetivos que había atacado. También esperaba escuchar del vikingo que no había sufrido daños o le tocaría ir a ayudarle. Su compañero era más importante que un pirata que desconocía.
- Blue Rose, leed:
- Alejarse del patíbulo y por tanto del monstruo de caramelo. Defenderse de las ondas cortantes de Kodama y esquivar el ataque de Bleyd, predecidos por el Haki (visión:Tier7). Intentar alejarse para aprovechar el bosque como camuflaje y comunicarse con los Blue Rose. Explicar su situación y describir a Bleyd, para que tengan cuidado de venir a ayudar porque la ha atacado, además de preocuparse de que el vikingo esté bien.
- cosas usadas:
- Caracteristicas de clase: Reflejos nvl 6, agilidad nvl6, velocidad nvl 3 + pu´s físicos pasivos: velocidad y reflejos x3, agilidad x5.
- Ikari:
- Descripición: Espada japonesa a dos manos similar a una katana, aunque mucho más grande. La hoja es de un color azulado o violáceo (según la luz) y mide alrededor de un metro de largo, quizá unos centímetros menos, y la empuñadura unos treinta centímetros. La funda, tiene una cinta con la que poder llevarla a la espalda.
características: Es una espada bastante pesada, por lo que hace falta cierta fuerza para poder manejara con soltura. Esta hecha de acero con un alto nivel de carbono, lo que la hace que la hoja sea muy resistente. Además la técnica de forjado que necesita vuelve a la hoja muy flexible.
Una peculiaridad de esta espada es que posee la capacidad de canalizar la energía del usuario, haciendo los golpes más poderosos o convirtiendo la energía del usuario en ondas cortantes, las cuales pueden alcanzar hasta cortar en un radio de 3 metros de distancia.
- ten no hi:
Descripción física: Parecen brazaletes al inicio, pero al ser activados, cubren las manos y antebrazos del portador como si fueran guanteletes, cuya finalidad es actuar como una protección. Los guanteletes son de color negro, con algún adornos rojos.
Usos comunes: Adornar, servir de protecciones para los antebrazos y las manos, hacer más daño al golpear y disparar energía.
Habilidades especiales o destacables: Cambiar de forma (de brazalete a guantelete) y canalizar energía, pudiendo emplearla para dañar a su contendiente.
Mecanismos:
1º- Mecanismos retráctiles para cambiar la forma del objeto.
2º. Dentro tienen cámaras en las que se acumula la energía, para poder dispararla, dando al usuario la capacidad de realizar 24 disparos en total (por combate) cuando ambos guanteletes están completamente cargados. Hay un pequeño cañón gris oculto al frente de los guanteletes, alineado centre los nudillos del dedo índice y medio.
La función ofensiva de los guanteletes parece estar arraigada a crear pulsos de energía cinética en bruto. Emiten flashes de luz parecido a explosiones o flamas, y son capaces de empujar enemigos a grandes distancias (todo dependiendo de la resistencia que tenga el contrario).
Gareth Silverwing
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Arribor era resistente, eso había que admitirlo. El hecho de poder bloquear uno de mis golpes y salir airoso decía mucho de él, aunque era cierto que todavía no estaba dándolo todo. Hasta ahora sólo lo estaba midiendo, estaba seguro de que, al igual que yo, llevaba luchando desde hacía un rato y ahora teníamos que medir los golpes con más cuidado. Al parecer su poder era manipular la sangre, o por lo menos un líquido rojo similar, por lo que vi era capaz de endurecerlo hasta niveles considerables y formar objetos y armas con ella.
- Soy el capitán Arthur Silverwing. Harás bien en recordar el nombre.
Como respuesta a mi ataque formó un brazo con su sangre, era grande grueso, casi una parodia de anatomía, aunque no dudaba de su funcionalidad. De todas formas me empezó a preocupar cuando pude ver como se cubría en haki. Tras el ataque estaba en una posición algo expuesta y no podría maniobrar para evadirlo.
Recibí el impacto justo en la boca del estómago y noté toda la fuerza que llevaba el golpe. Por fortuna mis reflejos dieron lo suficiente de si para interponer el escudo y que este tomase parte del impacto. De todas formas salí volando hacia atrás rompiendo varios árboles en mi camino. Según volaba notaba cómo la temperatura aumentaba rápidamente y me era más difícil respirar. Cuando me quise dar cuenta estaba metido de lleno en medio de un vórtice de llamas. El calor no era un problema, pero el viento me zarandeaba amenazando con llevarme volando. Clavé mi arma al suelo para no dejarme llevar y me mantuve firme haciendo uso de mis fuerzas. Mientras tanto me empecé a alimentar del calor que me rodeaba, a su vez lo usaba para alimentar mis músculos y renovar mis fuerzas. Tras unos segundos Me coloqué en posición para salir disparado contra la posición donde suponía que se encontraba.
Dirigí primero toda la fuerza a las piernas para salir disparado, dejando una onda de choque a la salida y un agujero en la pared del tornado. Recorrí la distancia que nos separaba en un abrir y cerrar de ojos siguiendo la estela de árboles destrozados. Cuando llegué me aproximé más al suelo para quedar por debajo de su línea de visión y frené cuando estaba un par de pasos detrás de él, liberando otra onda de choque. Tras eso blandí mi arma con las dos manos para dar un tajo en horizontal a la altura de su torso.
- Soy el capitán Arthur Silverwing. Harás bien en recordar el nombre.
Como respuesta a mi ataque formó un brazo con su sangre, era grande grueso, casi una parodia de anatomía, aunque no dudaba de su funcionalidad. De todas formas me empezó a preocupar cuando pude ver como se cubría en haki. Tras el ataque estaba en una posición algo expuesta y no podría maniobrar para evadirlo.
Recibí el impacto justo en la boca del estómago y noté toda la fuerza que llevaba el golpe. Por fortuna mis reflejos dieron lo suficiente de si para interponer el escudo y que este tomase parte del impacto. De todas formas salí volando hacia atrás rompiendo varios árboles en mi camino. Según volaba notaba cómo la temperatura aumentaba rápidamente y me era más difícil respirar. Cuando me quise dar cuenta estaba metido de lleno en medio de un vórtice de llamas. El calor no era un problema, pero el viento me zarandeaba amenazando con llevarme volando. Clavé mi arma al suelo para no dejarme llevar y me mantuve firme haciendo uso de mis fuerzas. Mientras tanto me empecé a alimentar del calor que me rodeaba, a su vez lo usaba para alimentar mis músculos y renovar mis fuerzas. Tras unos segundos Me coloqué en posición para salir disparado contra la posición donde suponía que se encontraba.
Dirigí primero toda la fuerza a las piernas para salir disparado, dejando una onda de choque a la salida y un agujero en la pared del tornado. Recorrí la distancia que nos separaba en un abrir y cerrar de ojos siguiendo la estela de árboles destrozados. Cuando llegué me aproximé más al suelo para quedar por debajo de su línea de visión y frené cuando estaba un par de pasos detrás de él, liberando otra onda de choque. Tras eso blandí mi arma con las dos manos para dar un tajo en horizontal a la altura de su torso.
- Resumen:
- Bloquear el golpe de Arribor con el escudo AUCH y salir despedido hacia el tornado matando algunos de los hijos de Kodama en el proceso. Regresar con más ganas de guerra intentando rajar a Arribor.
- Cosas usadas:
- Force Step: Siempre que tenga los pies en el suelo Arthur puede dar un "paso", para impulsarse a una posición a la velocidad del sonido. Generará una onda de choque (sonic boom) al salir disparado y, si el desplazamiento dura menos de un segundo, otra al parar. Esta velocidad se ve incrementada por PUs activos de fuerza, pero sólo con la mitad de su valor (la onda expansiva será proporcional a la fuerza de salida.) No puede ser usada más de una vez en un turno ni en turnos consecutivos.
Trans Am: Activa x3 Fuerza X3 Velocidad
Tobías Thorn
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Nuestra conversación no tardó en quedarse en segundo plano en apenas unos instantes, ya que tras nuestra pequeña charla y el intercambio de armas un nuevo personaje hizo su aparición. Era uno de esos asquerosos seres que tanto parecían gustarle a mi compañero y de los que Wyrm nos había avisado. No teníamos tiempo que perder con esa minucias cuando el centro de la batalla se había tornado en un escenario que haría volverse loco al climatólogo más experimentado.
Wyrm fue el que dio el primer paso y se lanzó arma en mano dispuesto a apuñalar al bicho, pero como no teníamos tiempo que perder no dudé en ayudarlo. Proferí un fuerte pisotón al mismo tiempo que generaba sirope para apoyar a mi nuevo nakama, haciendo que este avanzase de forma rápida y directa hacia el atacante para que cuando se encontrase a un metro del atacante saliese en forma de cuatro lanzas endurecidas gracias a mi Control y que iban dirigidas dos de ellas a las extremidades inferiores, una a cada, y las otras dos con intención de atravesarle el pecho y cabeza. No sabía cual era el motor que impulsaba a esos seres, pero por si acaso los ataques rudimentarios no valían para acabar con él, intentaría anclarlo al suelo con mi ataque, ya que si las lanzas daban en el blanco haría que les saliese un una especie de espolón para que al ser les costase más quitárselo.
Una vez hiciese mi ataque, diese o no, me volvería a dirigir a mis compañeros que parecían esperar que fuese yo el que decidiese al final. Qué marrón.
-Vayámonos antes de que nos rodeen - dije mientras me dirigía a la estructura que había señalado Wyrm usando el Geppou para ascender por ella hasta alcanzar un sitio donde poder apoyarme y así visualizar qué sucedía con el escenario. Esperaba que mis compañeros dispusiesen de sus propios métodos para subir, si no les proporcionaría una especie de escalera fabricada con mi elemento.
Al cambiar de perspectiva pude comprobar como Bizvan no andaba muy desencaminado con eso de la ola de agua, ya que volví a vislumbrar más fenómenos meteorológicos sucediéndose uno detrás de otro con un origen indeterminado. Una fea humareda no dejaba captar los detalles, pero con el plano general ya era más que evidente que la cosa estaba candente. Una parte de mí no quería arrastrar a mis nakamas hacia esa vorágine que podía consumir nuestra vida como el fuego al bosque, pero si hoy daba un paso atrás estaría reprochándomelo toda la vida.
-Avancemos hasta dar con alguien que necesite nuestra ayuda - dije mientras me dirigía hacia el meollo de la guerra.
Me daba igual avanzar por el aire que por el bosque. Por suerte tenía conocimientos para saber desenvolverme entre los árboles, por lo que lideraría la comitiva para ir abriendo paso ante cualquier adversidad con la que nos encontrásemos.
Wyrm fue el que dio el primer paso y se lanzó arma en mano dispuesto a apuñalar al bicho, pero como no teníamos tiempo que perder no dudé en ayudarlo. Proferí un fuerte pisotón al mismo tiempo que generaba sirope para apoyar a mi nuevo nakama, haciendo que este avanzase de forma rápida y directa hacia el atacante para que cuando se encontrase a un metro del atacante saliese en forma de cuatro lanzas endurecidas gracias a mi Control y que iban dirigidas dos de ellas a las extremidades inferiores, una a cada, y las otras dos con intención de atravesarle el pecho y cabeza. No sabía cual era el motor que impulsaba a esos seres, pero por si acaso los ataques rudimentarios no valían para acabar con él, intentaría anclarlo al suelo con mi ataque, ya que si las lanzas daban en el blanco haría que les saliese un una especie de espolón para que al ser les costase más quitárselo.
Una vez hiciese mi ataque, diese o no, me volvería a dirigir a mis compañeros que parecían esperar que fuese yo el que decidiese al final. Qué marrón.
-Vayámonos antes de que nos rodeen - dije mientras me dirigía a la estructura que había señalado Wyrm usando el Geppou para ascender por ella hasta alcanzar un sitio donde poder apoyarme y así visualizar qué sucedía con el escenario. Esperaba que mis compañeros dispusiesen de sus propios métodos para subir, si no les proporcionaría una especie de escalera fabricada con mi elemento.
Al cambiar de perspectiva pude comprobar como Bizvan no andaba muy desencaminado con eso de la ola de agua, ya que volví a vislumbrar más fenómenos meteorológicos sucediéndose uno detrás de otro con un origen indeterminado. Una fea humareda no dejaba captar los detalles, pero con el plano general ya era más que evidente que la cosa estaba candente. Una parte de mí no quería arrastrar a mis nakamas hacia esa vorágine que podía consumir nuestra vida como el fuego al bosque, pero si hoy daba un paso atrás estaría reprochándomelo toda la vida.
-Avancemos hasta dar con alguien que necesite nuestra ayuda - dije mientras me dirigía hacia el meollo de la guerra.
Me daba igual avanzar por el aire que por el bosque. Por suerte tenía conocimientos para saber desenvolverme entre los árboles, por lo que lideraría la comitiva para ir abriendo paso ante cualquier adversidad con la que nos encontrásemos.
- Resumen:
- Atacar al zombi con cuatro lanzas de sirope endurecido para intentar acabar con él o para intentar inmovilizarlo. Después seguir el camino que indica Wyrm para observar como el tiempo está cada vez más loco y avanzar hacia el meollo de la guerra en busca de personas a las que ofrecer apoyo.
Y así como vino… se fue, el tornado de fuego alcanza lo que parece ser su límite y comienza a deshacerse. Lenguas enormes de fuego se dispersan en varias direcciones antes de desaparecer bajo una lluvia bastante caliente que ha empezado a empapar la tierra. El tiempo se vuelve loco en la isla y comienza a llover con bastante intensidad.
En el mar ahora las olas se encrespan como augurio a una tempestad acercándose, o puede que sea la influencia de varias personas en la isla. El caso es que parece que se acerca mal tiempo y hay que prepararse.
En el mar ahora las olas se encrespan como augurio a una tempestad acercándose, o puede que sea la influencia de varias personas en la isla. El caso es que parece que se acerca mal tiempo y hay que prepararse.
- Kodama:
- Tus ondas vuelan hacia tu objetivo e impactan todas. Al principio no ves bien, pero cuando te quieres dar cuenta ves que ha bloqueado parte de estas con el escudo, parte con el arma, y parte con otro par de brazos que han salido de sus enormes hombreras. El metal está dañado, pero no de forma fatal.
El robot empuña su hacha con una de las “nuevas manos” y con las otras dos agarra el escudo de unas asideras que tiene a los lados. Al tirar de estas este se transforma al cambiar sus partes móviles en una enorme tenaza. Se lanza a por ti con la intención de cortarte con unas tenazas que fácilmente abarcan todo tu torso y lanzando un golpe con el hacha por si acaso.
- Maki:
- La música resuena por las paredes de la cueva llenando el embarcadero de vida y alegría, o no, o todo está en tu cabeza, pero eh, es entretenido.
Fuera de la mente de Maki los marines están flipando de tal manera que no mueven ni un músculo, casi como si les diera miedo que les pegases algo. Hay uno que se pone a bailar también, pero un superior de dirige una mirada fulminante y para.
Así a la bobada cuando termines el musical te darás cuenta de que has entrado por una puerta que da a un pasillo malamente iluminado, de paredes de hormigón envejecido y sin ventanas. Al final hay dos puertas, una grande de metal y una algo más pequeña de madera. Ninguna parece tener nada parecido a una cerradura así que, en un principio se podrían abrir. Toma la decisión rápido, parece ser que la conmoción que formaste no duró mucho.
- Arribor y Arthur:
- Vosotros a lo vuestro
- Castlels Chrashers:
- Los tres esquiváis el primer ataque y contraatacáis. Dretch, tus hilos son despachados con bastante facilidad. Eric, pues, como decirlo, golpeas la pierna del robot, y como que te duele a ti más que a él, por lo menos por tu parte no se mueve ni un centímetro, eso sí, ten cuidado con la cola de Kaori. Kaori, en un principio el choque hace retroceder a la máquina unos 30 cm, tras eso notas que no puedes moverla más allá. Logras enrollar tu cola en una de sus piernas, pero al tirar no logras nacer que ceda. ¿Cuánta fuerza tiene esa máquina? Lejos de intentar zafarse te va a agarrar con uno de los brazos para evitar que evites la estocada que va a lanzar a bocajarro con su lanza.
- Deathstroke:
- Entre la lluvia y el espacio entre las copas el fuego, aunque tardará un poco en extinguirse, ya no se extenderá por el resto de la isla. Kodama estaría orgulloso de no ser porque has matado a varios de sus hijos en el proceso, sacrificios necesarios.
- Pandal´Zane:
- - Los asuntos para los que Viktor quiere a Legim no son de tu incumbencia, ni tampoco creo que te interese una explicación detallada que bien podría durar unos 18 minutos aproximadamente. Aunque bueno, si la resumo de forma que sólo diga los factores más importantes es posible que sólo me lleve unos 2 minutos y 45 segundos. De todas formas supongo que os sirve la explicación básica. El caso es que Legim, aunque siga vivo, ha perdido demasiado poder, él ya no puede volver al puesto que tenía y parece ser que Dexter también ha llegado a la misma conclusión, así que simplemente le vamos a dar una jubilación adelantada si promete beneficiarnos en ciertos asuntos. Oh mira lo he resumido en apenas 32 segundos. Resulta que la explicación de antes sí que era larga y…- El robot sigue hablando y hablando enrollándose cada vez más.
Mientras habla el suelo tiembla y comienza a agrietarse. Un par de segundos después este cede, partiéndose en grandes rocas y cayendo al vacío, o más bien a una cueva en la que se encuentra el embarcadero de la marina.
- Katharina:
- Bueno, no sabes muy bien si lo que intentabas ha funcionado o no. Lluvia hay, y el fuego se va apagando, aunque si te fijas, no eres la única capaz de manipular el clima.
- Kenzo y Iulio:
- La lluvia, a pesar de estar algo caliente, refresca el ambiente y lo limpia de impurezas. No sabéis si vuestras técnicas han surtido mucho efecto o no, pero al retirarse el humo amarillo os dais cuenta de que el monstruo de torsos en realidad era un tronco que ha acabado algo maltrecho. Seguro que había algo en ese humo.
- La de Diox del patíbulo:
- Bueno parece que cada uno tiene su pareja de baile. Dexter, el impacto conjunto entre tu golpe y la esfera de caramelo de Jack ha destrozado la mayoría del cuerpo restante del robot, dejando piezas esparcidas por todas partes.
- Luka:
- Zane te contesta la primera, así que ya no puedo narrar tu suicidio y eso me parece mal. Escoge si quieres unírteles en el caos o guardar el barco un poco más. Quizás te aguarden sorpresas en la segunda parte, quizás no. Tú eliges.
- William:
- No ves las cosas claras, así que al final le das una patada a la puerta de uno de los edificios y se viene abajo como si se postrara ante ti. Entras rápidamente y te das cuenta de que estás en una especie de almacen. Es bastante amplio y no hay paredes interiores, solo columnas y pilares maestros dispersos aquí y alla junto a montañas de cajas de madera. Hay una capa de polvo de al menos dos dedos de grosor sobre todo, incluído el suelo. No hay niebla, pero seguro que si estornudas logras algo muy parecido. En algunas de las cajas pone ''frágil'' y compruebas que dentro hay armas. Muchas armas. Munición a patadas, también. En otras, cachivaches que no consigues identificar. Algunas de las cajas se encuentran cerradas, también. Mientras las estás examinando, oyes ruidos a tu espalda. Tus admiradores han llegado.
- Crimson Wolves:
- Entre la solemnidad y el intercambio fútil de opiniones para conseguir un plan, el zombi llega. Bueno, los zombis. Ha habido otro WAAAAA, que esta vez sonaba más a WEEEE y ahora hay dos en vez de uno. Auch. Bizvan, uno te salta al cuello como si quisiera darte un apasionado abrazo, aunque lo más probable es que quiera pegarte un bocado. Hamlet, el otro le ha echado el ojo a tu pierna izquierda y a por ella se lanza.
- Yuu:
- Uy, pero qué deslenguado. ¿Es porque soy una niña?
Vuelves a oír esa irritante risita y un sonido de pasos correteando. Te pone los pelos de punta. De repente, oyes una voz detrás de ti. Es la misma y aunque no se parecen en nada tú lo sabes. La misma melosidad pegajosa, aunque quien te habla ahora parece ser un hombre adulto.
- Quizás me prefieras así... tanta ira te hará feo, cielo. Así no lograrás nada de lo que te propongas.
De repente, le ubicas. Está sentado en un mueble, contra una pared. Balancea las piernas en el aire y mueve los hombros como si todavía se estuviera riendo. Es alto y espigado, aunque tiene el mismo pelo rojo de la niña. ¿Qué está pasando aquí?
- Liv y Lily:
-Comprobaremos la información. Por favor, tenga cuidado y mantenga la posición. Buen trabajo, volveremos a contactarla en breve.
Quieres creer que ha colado. Abres la puerta y te encuentras con cinco hombres que te apuntan con sus armas. Sin embargo tu grito parece desconcertarlos y hay unos momentos de confusión entre todos. Dos de ellos parecen dudar, pero al final todos subís las escaleras a la carrera. Sin embargo, la puerta al final de las escaleras... está cerrada.
Lily... sabes dónde está el ''intruso''. Han intentado abrir una de las puertas. ¿Qué harás?
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