Therax seguía sin venir, y fue poco antes de alzar el vuelo que del suelo comenzó a emerger una bonita cantidad de hierbajos de distintas tonalidades de verdes: cartuja, enebro, esmeralda, militar, pino, musgo, entre otros. Eso llevó al pelirrojo a cuestionarse cuantos tipos de tonalidades conocía, y desde cuando sabía distinguir un verde de otro. Se asombraba de lo meticuloso que podía ser en algunas ocasiones, aunque eso le importase poco. Al ver como un bosque se había levantado a sus pies, descendió con cuidado y se puso al lado de sus congéneres, justo entre Nailah y Spanner. Le parecía increíble que sobre aquella roca inerte naciera vida vegetal, pero eso solo podía ser obra de una persona, aunque no tenía claro si era un humano. Se trataba de un ser que conoció en la guerra de Síderos, un hombre-árbol perteneciente al gobierno que podía crear materia viva vegetal de la nada.
-He cambiado de opinión, creo que iré a pie con vosotros –dijo, desenfundando una de sus katanas, pensando que ese sujeto podía estar por allí. Aun se notaba algo cansado, pero podía crear fuego sin problema-. Y este es… ¿tú novio? –preguntó Zane, mirando a Brynn de arriba abajo-. Yo soy Zane D. Kenshin, capitán pirata, amante egoísta e intento de persona sana, un placer.
Girando su cuerpo hasta ponerse frente al patíbulo, justo en la dirección donde había visto minutos antes donde estaba la plataforma de ejecución, se adelantó unos pasos hasta dejar a sus compañeros detrás y agarró su katana con ambas manos. Llevó su arma hacia atrás y lanzó una poderosa onda cortante en línea recta intentando destrozar todos los árboles que tuviera frente a él. Hacía mucho que un trozo de madera no era un obstáculo para él, así que intuyó que aquello no supondría problema alguno. Una vez lo hiciera, aún con su katana en ristre, apoyada sobre su hombro, avanzaría por el camino que crearía, cortando todo árbol que aún siguiera en pie. Su intención era ir al patíbulo y ver que se cocía allí, aún tenía que reclamar Momoiro como su territorio.
-Estad atento muchachos y tened todos vuestros sentidos puestos en el terreno. Por cierto, ¿sabéis algo de Kath?
-He cambiado de opinión, creo que iré a pie con vosotros –dijo, desenfundando una de sus katanas, pensando que ese sujeto podía estar por allí. Aun se notaba algo cansado, pero podía crear fuego sin problema-. Y este es… ¿tú novio? –preguntó Zane, mirando a Brynn de arriba abajo-. Yo soy Zane D. Kenshin, capitán pirata, amante egoísta e intento de persona sana, un placer.
Girando su cuerpo hasta ponerse frente al patíbulo, justo en la dirección donde había visto minutos antes donde estaba la plataforma de ejecución, se adelantó unos pasos hasta dejar a sus compañeros detrás y agarró su katana con ambas manos. Llevó su arma hacia atrás y lanzó una poderosa onda cortante en línea recta intentando destrozar todos los árboles que tuviera frente a él. Hacía mucho que un trozo de madera no era un obstáculo para él, así que intuyó que aquello no supondría problema alguno. Una vez lo hiciera, aún con su katana en ristre, apoyada sobre su hombro, avanzaría por el camino que crearía, cortando todo árbol que aún siguiera en pie. Su intención era ir al patíbulo y ver que se cocía allí, aún tenía que reclamar Momoiro como su territorio.
-Estad atento muchachos y tened todos vuestros sentidos puestos en el terreno. Por cierto, ¿sabéis algo de Kath?
- Resumen:
- Narrar como crecen la flora bajo nosotros y dar un espadazo al frente para quitarme árboles y poner dirección al patíbulo, cortando de un espadazo todo matojo, rama o árbol que se encontrara en frente.
- Datos Técnicos:
- Stat pasivo de P. Destrucción x8
Tier 8 de poder de destrucción:- Tier 7: Es capaz de quebrar árboles de un golpe, o cortarlos a la mitad de un solo tajo.
- Tier 8: Puede cortar esmeralda sin dificultad, y es tan preciso que podría ganarse la vida de peluquero con su arma cortante. Podría romper columnas de hormigón de un golpe con su arma contundente.
- Tabla de maestría de ondas cortantes:
- Nivel 15: Aprende a lanzar ondas cortantes, que se propagan a veinte metros por segundo unos veinte metros. Apenas tienen un par de metros de longitud.
Nivel 30: Sus ondas cortantes alcanzan los treinta metros por segundo, y se disipan a treinta metros.
Nivel 45: Ha llegado a tal potencia que su onda es “sólida”. Podría confrontar espadas lanzando ondas cortantes.
Nivel 60: Puede encadenar varias ondas cortantes a cincuenta metros por segundo, a una distancia de hasta setenta metros.
Nivel 75: Sus ondas cortantes se propagan a ochenta metros por segundo, y su extensión es de unos diez metros.
Nivel 90: Sus ondas cortantes son tan potentes que una sola haría colapsar edificios de tamaño medio.
- Tier 7: Es capaz de quebrar árboles de un golpe, o cortarlos a la mitad de un solo tajo.
No pude evitar arrugar la nariz y llevar a Ámbar la mano en la que no lo transportaba. La gravedad de la situación se había disparado hasta extremos insospechados, de eso no cabía duda. Por un momento llegué a sentir cierto sentimiento de culpa, pero el poco educado tono que empleó Kenzo para dirigirse a mí hizo que se esfumara tan rápido como había llegado. Había estado descansando, ¿qué pretendía?
Fuera como fuere, la momia enfurruñada me había descrito la situación con bastante precisión. Frente a nosotros, una aberración tan amorfa como macabra que no prometía obsequiarnos con su afecto. Además, un olor dulzón asociado a un humo amarillo de mal aspecto flotaba en el ambiente.
-Siempre he sido más de salado -dije en respuesta a la advertencia de mi compañero. ¿Que comentarios como aquél estaban fuera de lugar en una situación como la que vivíamos? Tal vez, pero soltarlos no marcaría la diferencia en cuanto al desenlace de la misma.
Entonces tomó la iniciativa. Contemplé su ofensiva y me aseguré de girar la piedra que adornaba mi anillo en la dirección indicada para lo que pretendía hacer. Aquella cosa no tenía pinta de dejarse destruir con facilidad, así que trataría de golpearle con toda la potencia de la que disponía en aquellos momentos.
No obstante, no pude evitar reparar en que el verde nacía y crecía por doquier. La piedra iba siendo tapizada poco a poco, aunque me parecía apreciar que cada vez lo hacía a una velocidad mayor. ¿Qué demonios estaba sucediendo allí?, ¿quién sería el responsable de aquello? o, lo más importante, ¿sería aliado o enemigo? Esperaba que la primera opción fuese la acertada, porque no veía cómo podría enfrentarme a alguien con poder para hacer aquello.
Entonces, como si la naturaleza pretendiese confirmar mis suposiciones, un árbol creció a una velocidad que rompió todos mis esquemas a unos metros de mí. No sabía hasta qué ese desarrollo podría ser dirigido, pero no tenía en mente esperar para comprobarlo. Si moría, no sería ensartado por una erección vegetal.
-¿¡Pero qué coño!? -exclamé al tiempo que me volvía etéreo. Aún con mi silueta, mi cuerpo comenzó a brillar indicando que había asumido mi estado elemental. Esperaba así no tener que preocuparme de que aquellos dichosos árboles me atravesaran para, de ese modo, poder centrarme en lo que Kenzo estaba tramando.
Esperé el momento oportuno y, en cuanto consideré que el de las vendas ya no podía hacer más, flexioné las rodillas y lancé un puñetazo al aire. Una poderosa onda de choque nació del lugar donde mi mano se había detenido, avanzando a toda velocidad hacia el extraño ser que teníamos frente a nosotros. ¿Sería suficiente para acabar con él? Ya la había empleado anteriormente para dañar un barco pirata, y era consciente de que mi preciado anillo no podría salvarme siempre.
Fuera como fuere, la momia enfurruñada me había descrito la situación con bastante precisión. Frente a nosotros, una aberración tan amorfa como macabra que no prometía obsequiarnos con su afecto. Además, un olor dulzón asociado a un humo amarillo de mal aspecto flotaba en el ambiente.
-Siempre he sido más de salado -dije en respuesta a la advertencia de mi compañero. ¿Que comentarios como aquél estaban fuera de lugar en una situación como la que vivíamos? Tal vez, pero soltarlos no marcaría la diferencia en cuanto al desenlace de la misma.
Entonces tomó la iniciativa. Contemplé su ofensiva y me aseguré de girar la piedra que adornaba mi anillo en la dirección indicada para lo que pretendía hacer. Aquella cosa no tenía pinta de dejarse destruir con facilidad, así que trataría de golpearle con toda la potencia de la que disponía en aquellos momentos.
No obstante, no pude evitar reparar en que el verde nacía y crecía por doquier. La piedra iba siendo tapizada poco a poco, aunque me parecía apreciar que cada vez lo hacía a una velocidad mayor. ¿Qué demonios estaba sucediendo allí?, ¿quién sería el responsable de aquello? o, lo más importante, ¿sería aliado o enemigo? Esperaba que la primera opción fuese la acertada, porque no veía cómo podría enfrentarme a alguien con poder para hacer aquello.
Entonces, como si la naturaleza pretendiese confirmar mis suposiciones, un árbol creció a una velocidad que rompió todos mis esquemas a unos metros de mí. No sabía hasta qué ese desarrollo podría ser dirigido, pero no tenía en mente esperar para comprobarlo. Si moría, no sería ensartado por una erección vegetal.
-¿¡Pero qué coño!? -exclamé al tiempo que me volvía etéreo. Aún con mi silueta, mi cuerpo comenzó a brillar indicando que había asumido mi estado elemental. Esperaba así no tener que preocuparme de que aquellos dichosos árboles me atravesaran para, de ese modo, poder centrarme en lo que Kenzo estaba tramando.
Esperé el momento oportuno y, en cuanto consideré que el de las vendas ya no podía hacer más, flexioné las rodillas y lancé un puñetazo al aire. Una poderosa onda de choque nació del lugar donde mi mano se había detenido, avanzando a toda velocidad hacia el extraño ser que teníamos frente a nosotros. ¿Sería suficiente para acabar con él? Ya la había empleado anteriormente para dañar un barco pirata, y era consciente de que mi preciado anillo no podría salvarme siempre.
- Resumen:
- Hacerme etéreo para librarme de los árboles, esperar el momento oportuno tras la acción de Kenzo (moderación anterior) y lanzar una onda de choque con Ámbar:
Ondas de choque: ¿para qué aprender si una máquina puede hacerlo por ti? Con esta función, una vez cada tres turnos Iulio puede lanzar una poderosa onda de choque. Dicha onda cubre una distancia máxima de veinte metros con un ángulo de 60º, teniendo potencia suficiente como para quebrar un barco de metal de extremo a extremo.
Kenzo Nakajima
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El brazos largos realizó su maniobra de distracción que, aunque estaba bastante seguro de que no supondría un daño importante para aquel monstruo, esperaba al menos que permitiese a Iulio abrirse paso a través de su defensa y acertarle con el ataque más poderoso que fuese capaz de asestarle. Sin embargo, el movimiento del peliblanco no llegaba, y Kenzo empezó a maldecir para sí.
Ya estaba preguntándose cómo podía ser que su compañero se hubiese despistado en un momento como aquel cuando se dio cuenta de que si no había atacado era porque estaba evitando ser trinchado cual pavo por un enorme árbol que había surgido de la nada. ¿Cómo podía aquello ser posible? En el yermo terreno de aquella isla, poco más que un simple trozo de roca en mitad del mar, no debería ser posible el crecimiento de vegetales tan grandes, y por supuesto muchísimo menos a esa velocidad. No podía sino ser obra de alguien. Y ojalá no ser tratase de ninguno de los miles de despreciables delincuentes que asaltaban en aquellos momentos Gray Rock.
Su compañero, una vez hubo evitado ser empalado, lanzó una de aquellas extrañas ondas que su peculiar anillo producía. Siempre le había parecido curiosa la manía de Iulio de girar continuamente esa joya en su dedo, aunque debía admitir que era realmente útil. No obstante, no le dio tiempo a ver si el ataque tenía o no algún efecto, pues en ese momento él mismo fue quien se vio obligado a esquivar un árbol que comenzaba a crecer ante él. En cuanto se dio cuenta de lo que ocurría, lanzó una telaraña hacia la copa del árbol ya crecido más cercano para subir a una de sus ramas, quedando así a salvo del tronco que brotaba a una velocidad irreal donde instantes antes se encontraba el espadachín.
Ya estaba preguntándose cómo podía ser que su compañero se hubiese despistado en un momento como aquel cuando se dio cuenta de que si no había atacado era porque estaba evitando ser trinchado cual pavo por un enorme árbol que había surgido de la nada. ¿Cómo podía aquello ser posible? En el yermo terreno de aquella isla, poco más que un simple trozo de roca en mitad del mar, no debería ser posible el crecimiento de vegetales tan grandes, y por supuesto muchísimo menos a esa velocidad. No podía sino ser obra de alguien. Y ojalá no ser tratase de ninguno de los miles de despreciables delincuentes que asaltaban en aquellos momentos Gray Rock.
Su compañero, una vez hubo evitado ser empalado, lanzó una de aquellas extrañas ondas que su peculiar anillo producía. Siempre le había parecido curiosa la manía de Iulio de girar continuamente esa joya en su dedo, aunque debía admitir que era realmente útil. No obstante, no le dio tiempo a ver si el ataque tenía o no algún efecto, pues en ese momento él mismo fue quien se vio obligado a esquivar un árbol que comenzaba a crecer ante él. En cuanto se dio cuenta de lo que ocurría, lanzó una telaraña hacia la copa del árbol ya crecido más cercano para subir a una de sus ramas, quedando así a salvo del tronco que brotaba a una velocidad irreal donde instantes antes se encontraba el espadachín.
- Resumen:
- - Pensar que Iulio se ha despistado y cagarse en todo lo cagable para sí mismo.
- Darse cuenta de que se ha retrasado porque estaba evitando ser empalado y ver cómo lanza la onda de choque.
- Árbol salvaje aparece y Kenzo usa una telaraña para subir a otro árbol y librarse, por lo que no logra ver si el ataque de su compañero ha tenido éxito o no (eso son cosas del moderador).
Marc Kiedis
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De repente, un bosque completo brotó ante los ojos de Marc en cuestión de segundos. El semigigante no creía lo que veía ¿Qué estaba ocurriendo? ¿Cómo podía ser que en apenas unos segundos la desnuda y estéril roca que pisaban se hubiese poblado por completo de árboles más altos que él mismo? ¿Qué prodigio era aquel?
Alucinando con lo que ocurría, le costó algo más de tiempo de lo normal darse cuenta de que dos personas más se les habían unido. A la primera de ellas ya la conocía. Se trataba de Nailah, una de las integrantes de la tripulación de Syxel (o al menos eso creía Marc) que les habían ayudado durante la competición. Además lo poco que había hablado con ella le había caído bien, parecía una chica maja. Al otro, un tipo de tez oscura, no lo había visto nunca.
Cuando Nailah le saludó, el grandullón hizo lo propio. Con una enorme sonrisa, le contestó:
- Yo también me alegro de verte y de comprobar que estás bien, Nailah. ¡Bienvenida al grupo de nuevo!
Su acompañante se presentó como Brynn, Sin Rostro. Dijo que era amigo de Nailah, cosa que ella corroboró, dejando claro que confiaba en él. Marc, al escuchar esto, replicó sonriente:
- Pues si eres amigo de Nailah, bienvenido. Me alegro de conocerte, Brynn.
Tras las presentaciones, Zane decidió que era el momento de actuar al fin, y desenvainando su espada lanzó una onda cortante que, igual que la anterior ocasión en que le había visto hacerlo, dejó al semigigante impresionado por su poder. Su objetivo, al parecer, era abrir un camino entre los árboles para llegar hasta el patíbulo.
Marc, que por supuesto no tenía ninguna intención de quedarse atrás ni de abandonar a sus amigos a su suerte, se lanzaría tras el pelirrojo si este lograba abrir un camino, animando a los demás a hacer lo mismo.
Alucinando con lo que ocurría, le costó algo más de tiempo de lo normal darse cuenta de que dos personas más se les habían unido. A la primera de ellas ya la conocía. Se trataba de Nailah, una de las integrantes de la tripulación de Syxel (o al menos eso creía Marc) que les habían ayudado durante la competición. Además lo poco que había hablado con ella le había caído bien, parecía una chica maja. Al otro, un tipo de tez oscura, no lo había visto nunca.
Cuando Nailah le saludó, el grandullón hizo lo propio. Con una enorme sonrisa, le contestó:
- Yo también me alegro de verte y de comprobar que estás bien, Nailah. ¡Bienvenida al grupo de nuevo!
Su acompañante se presentó como Brynn, Sin Rostro. Dijo que era amigo de Nailah, cosa que ella corroboró, dejando claro que confiaba en él. Marc, al escuchar esto, replicó sonriente:
- Pues si eres amigo de Nailah, bienvenido. Me alegro de conocerte, Brynn.
Tras las presentaciones, Zane decidió que era el momento de actuar al fin, y desenvainando su espada lanzó una onda cortante que, igual que la anterior ocasión en que le había visto hacerlo, dejó al semigigante impresionado por su poder. Su objetivo, al parecer, era abrir un camino entre los árboles para llegar hasta el patíbulo.
Marc, que por supuesto no tenía ninguna intención de quedarse atrás ni de abandonar a sus amigos a su suerte, se lanzaría tras el pelirrojo si este lograba abrir un camino, animando a los demás a hacer lo mismo.
- Resumen:
- - Flipar con el crecimiento de los árboles.
- Saludar alegremente a Nailah y Brynn.
- Si la onda de Zane consigue abrir camino, ir tras él hacia el patíbulo.
Eric Zor-El
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Y cedió. Aquel majestuoso cañón que hacía que la envidia fálica llenara la psique del shandiano hasta cegarlo había cedido, aunque no de la forma que él esperaba. Se había pasado de potencia y había hecho ceder al barco un poco. No supo cómo lo hizo, quizás las altas temperaturas creadas por la subida de testosterona y la impotencia de ver ese cañón sacaron fuerzas de donde no las tenía, pero había surgido efecto. Era consciente que no controlaba bien del todo su poder, así que evitaría usarlo de esa forma más adelante. Y entonces, comenzó a caer. Sin embargo, gracias a los dioses, aquella mujer escondía más sorpresas de las que creía y convertida en una lagarta antropomorfa lo cogió de la mano, para luego agarrarle como si fuera una damisela en apuros.
-Gracias, mujer –le dijo Eric, intentando aguantar la vergüenza.
La dragona ascendía, esquivando los trozos de cascote que caían hacia ellos. Con esfuerzo, y algún que otro contratiempo, fueron al castillo y volvió al suelo. El castillo era enorme, grandilocuente y quizás algo antiestético, pero también quería uno; o eso pensó.
-Bueno, ¿qué hacemos? –preguntó-. Lo suyo sería entrar, ¿no?
Eric tomó el liderazgo del grupo y se adentró en el castillo. ¿Qué encontraría ahí? No lo sabía, pero estaba muy interesado.
-Gracias, mujer –le dijo Eric, intentando aguantar la vergüenza.
La dragona ascendía, esquivando los trozos de cascote que caían hacia ellos. Con esfuerzo, y algún que otro contratiempo, fueron al castillo y volvió al suelo. El castillo era enorme, grandilocuente y quizás algo antiestético, pero también quería uno; o eso pensó.
-Bueno, ¿qué hacemos? –preguntó-. Lo suyo sería entrar, ¿no?
Eric tomó el liderazgo del grupo y se adentró en el castillo. ¿Qué encontraría ahí? No lo sabía, pero estaba muy interesado.
- Resumen:
- Narrar como me salvan y entrar al castillo (algo planeado off)
Liv L Astrid
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Los revolucionarios cayeron sin problemas muertos al suelo, todo salía según el plan que tenía en mente, a excepción de romper la quilla del barco. Tras el tremendo ataque que hice, tan solo se abrió una pequeña brecha que no serviría de mucho.
-Perfecto, has matado a cinco hombres para un pequeño chorro de agua. – Dijo Trece en un tono burlesco. – y con el tremendo ruido que has vuelto a hacer seguro que vienen más soldados. ¿Qué vas a hacer? ¿los vas a ir matando por grupitos hasta que no queden?.
Le respondí con un simple gruñido en señal de que no me había gustado aquel comentario. De pronto, casi rozándome la cara pasó un remache de las placas del barco, presté atención a mi alrededor y pude notar como las placas parecían ceder ante la presión, era hora de marcharse, cuando de pronto comenzó a sonar la alarma, había dos posibilidades, que me hubiesen pillado o que ya hubiesen detectado la avería, y optaba por la primera opción. Miré por un último momento a los soldados muertos y vi un caracolófono descolgado, parecía ser que habían escuchado todo. Me acerqué a coger el caracol y luego corrí hacia la salida de la bodega antes de que aquello cediese por completo.
-He conseguido neutralizar al intruso, aunque ha costado la vida de cuatro buenos hombres. Además, consiguió abrir una grieta en la quilla, el barco pronto colapsará, todo el mundo debería abandonarlo antes de que se hunda– dije por el aparato esperando que me creyese el que estuviese al otro lado.
Mantuve el objeto descolgado, pero me lo guardé en un lugar en el que pudiese escuchar lo que pudiesen decir al otro lado o si me daban algún tipo de orden si aún contaba con mi tapadera.
-Perfecto, has matado a cinco hombres para un pequeño chorro de agua. – Dijo Trece en un tono burlesco. – y con el tremendo ruido que has vuelto a hacer seguro que vienen más soldados. ¿Qué vas a hacer? ¿los vas a ir matando por grupitos hasta que no queden?.
Le respondí con un simple gruñido en señal de que no me había gustado aquel comentario. De pronto, casi rozándome la cara pasó un remache de las placas del barco, presté atención a mi alrededor y pude notar como las placas parecían ceder ante la presión, era hora de marcharse, cuando de pronto comenzó a sonar la alarma, había dos posibilidades, que me hubiesen pillado o que ya hubiesen detectado la avería, y optaba por la primera opción. Miré por un último momento a los soldados muertos y vi un caracolófono descolgado, parecía ser que habían escuchado todo. Me acerqué a coger el caracol y luego corrí hacia la salida de la bodega antes de que aquello cediese por completo.
-He conseguido neutralizar al intruso, aunque ha costado la vida de cuatro buenos hombres. Además, consiguió abrir una grieta en la quilla, el barco pronto colapsará, todo el mundo debería abandonarlo antes de que se hunda– dije por el aparato esperando que me creyese el que estuviese al otro lado.
Mantuve el objeto descolgado, pero me lo guardé en un lugar en el que pudiese escuchar lo que pudiesen decir al otro lado o si me daban algún tipo de orden si aún contaba con mi tapadera.
- resumen:
- Ver la escena, coger el caracolófono y hablar con el que esté al otro lado, intentando mantener la infiltración diciendo que he podido derrotar al intruso, pero que este ha conseguido matar a los otros cuatro que bajaron y abrir un agujero en la quilla. Me llevo el aparato por si ha colado y así poder recibir órdenes, y salir de allí.
Lily Morgan
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A falta de los últimos retoques para terminar con las tareas de reparación de la pieza giratoria a través de los altavoces suena la alarma. Al parecer no soy la única que ha dado un respingo en cuanto el aviso acústico ha perpetrado el silencio. Las miradas vuelan de un lado hacia otro como si alguno de los presentes contase con más información que el resto.
El jefe técnico ordena a unos pocos que se queden para terminar la asistencia temporal, y el resto quedamos liberados para ponernos a disposición del sargento. «¿Un ataque? ¿Una invasión?». Corro junto al resto de compañeros hacia cubierta con la esperanza de encontrar a algún superior que nos pueda explicar qué es lo que está ocurriendo. «Estamos en medio de una guerra, este momento tenía que llegar». La madera cruje a nuestros pies debido al número de reclutas que hemos tenido la misma idea.
– Un camarada ha dado el aviso de que hay un intruso a bordo de la nave. Abrid bien los ojos y pedid refuerzos si es necesario. No quiero héroes, solo atrapar a la rata o ratas que se han colado. –Informa un revolucionario abriéndose paso entre la multitud.
Los más impetuosos salen tras escuchar las palabras del hombre, supongo que para unirse a la búsqueda. La voz corre rápida entre los que todavía no se han enterado y los que quieren aportar su contribución cuanto antes. Por unos segundos, yo me quedo paralizada mirando como todos los revolucionarios se mueven nerviosos como si alguien hubiese agitado una colmena con un palo. «Es lo normal, ¿no? Pero, ¿qué ocurrirá si consiguen atraparlo?».
Regreso hacia la bodega en la que hemos depositado la mayor parte de los explosivos para encargarme personalmente de su vigilancia. Hasta que consigan dar con los responsables del aviso de alarma la flota va a estar muy revuelta. Si alguien con la suficiente convicción y poca estima de su vida quisiera marcarse un buen número de bajas, posiblemente trataría de buscar la Santa Bárbara. Cuando llego al lugar me encuentro con que han decidido adoptar las medidas preventivas que comenté. Podría decirse que me siento aliviada en cierta manera. Me quedo recostada contra la pared, justo al lado de la puerta, en actitud de alerta.
«Y si viene, ¿seré capaz de…? Esto es la guerra y la gente no se lo piensa dos veces; mata primero y remata después».
El jefe técnico ordena a unos pocos que se queden para terminar la asistencia temporal, y el resto quedamos liberados para ponernos a disposición del sargento. «¿Un ataque? ¿Una invasión?». Corro junto al resto de compañeros hacia cubierta con la esperanza de encontrar a algún superior que nos pueda explicar qué es lo que está ocurriendo. «Estamos en medio de una guerra, este momento tenía que llegar». La madera cruje a nuestros pies debido al número de reclutas que hemos tenido la misma idea.
– Un camarada ha dado el aviso de que hay un intruso a bordo de la nave. Abrid bien los ojos y pedid refuerzos si es necesario. No quiero héroes, solo atrapar a la rata o ratas que se han colado. –Informa un revolucionario abriéndose paso entre la multitud.
Los más impetuosos salen tras escuchar las palabras del hombre, supongo que para unirse a la búsqueda. La voz corre rápida entre los que todavía no se han enterado y los que quieren aportar su contribución cuanto antes. Por unos segundos, yo me quedo paralizada mirando como todos los revolucionarios se mueven nerviosos como si alguien hubiese agitado una colmena con un palo. «Es lo normal, ¿no? Pero, ¿qué ocurrirá si consiguen atraparlo?».
Regreso hacia la bodega en la que hemos depositado la mayor parte de los explosivos para encargarme personalmente de su vigilancia. Hasta que consigan dar con los responsables del aviso de alarma la flota va a estar muy revuelta. Si alguien con la suficiente convicción y poca estima de su vida quisiera marcarse un buen número de bajas, posiblemente trataría de buscar la Santa Bárbara. Cuando llego al lugar me encuentro con que han decidido adoptar las medidas preventivas que comenté. Podría decirse que me siento aliviada en cierta manera. Me quedo recostada contra la pared, justo al lado de la puerta, en actitud de alerta.
«Y si viene, ¿seré capaz de…? Esto es la guerra y la gente no se lo piensa dos veces; mata primero y remata después».
- Resumen:
- -Vigilar la zona donde se ha quedado almacenada la munición.
Hamlet
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Mientras avanzaba por las callejuelas que bordeaban la imagen apocalíptica que ahora era la plaza, podía notar como la vegetación que había comenzado a surgir en el estéril terreno de Gray Rock crecía a enorme velocidad. Veía que los pequeños brotes que habían aparecido en cuestión de segundos empezaban a crecer hasta convertirse en recios troncos, logrando dividir tanto la formación de engendros que estaba en el centro de la plaza como a la agrupación de marines que se encargaba de combatirlos.
De repente, también mi visión del conflicto se vio alterada por un enorme árbol que brotó desde la entrada a la plaza. De este modo, dejé de ver al brazoslargos y compañía. Por otra parte, la enorme formación de madera fue lo suficientemente grande como para separar a algunos de los muertos vivientes de la horda, señalándoles como única dirección la calle en la que me había parado. Las cosas iban a mejor.
A pesar de mis heridas, pude dar un tajo con mi machete al muerto más próximo, y, tan pronto como lo hice, comencé a correr por donde había venido. Ya no era factible retomar aquel camino.
Mientras corría, notaba las heridas de mi torso, lo que me impedía moverme tan rápido como podía. Me sentía como si fuera a estallar en cualquier momento en una oleada de sangre, carne y hueso. Pero no podía permitirme frenar. Estaba siendo perseguido. Echaba la mirada hacia atrás con frecuencia. Había conseguido alejarme bastante de ellos, pero no podía relajarme.
Jadeando, llegué al lugar del que había venido: aquella calle de mayor tamaño que conectaba con la plaza, o lo que quedaba de ella. Volví a echar un vistazo a mi alrededor, tenía que encontrar un punto de reunión.
Tardé en creerme lo que vi a continuación. Los Crimson Wolves estaban allí, escondidos entre algunos escombros. Por lo que podía ver, Bizvan, el grandullón de la espada que me había cedido amablemente su protección, estaba atendiendo a Tobías, el de aspecto andrógino. No me extrañaba que pudieran haber resultado heridos.
Corrí hasta ellos como una exhalación. Esta vez no podía permitirme que la vegetación me separase de un grupo con el que estar cubrirme las espaldas, obviando el hecho de que un pequeño grupo de muertos me perseguía.
Cuando llegué, tuve que apoyarme en uno de los escombros para descansar y poder emitir algún sonido que no fuera un jadeo. Miré a Tobías, preocupado. No parecía estar demasiado herido, pero tampoco estaba en su mejor momento.
-Bizvan, Tobías -logré pronunciar-. Menos mal que estáis aquí, no os había visto. Esos bichos nos están rodeando, vienen también por esa calle -señalé-. ¿Y Ciaran y el capitán?
Les dejé algo de tiempo para responder. Si no estaban allí, podía haber pasado cualquier cosa. Solo esperaba que tuvieran algún plan, algún lugar para reagruparse... Lo que fuera.
De repente, también mi visión del conflicto se vio alterada por un enorme árbol que brotó desde la entrada a la plaza. De este modo, dejé de ver al brazoslargos y compañía. Por otra parte, la enorme formación de madera fue lo suficientemente grande como para separar a algunos de los muertos vivientes de la horda, señalándoles como única dirección la calle en la que me había parado. Las cosas iban a mejor.
A pesar de mis heridas, pude dar un tajo con mi machete al muerto más próximo, y, tan pronto como lo hice, comencé a correr por donde había venido. Ya no era factible retomar aquel camino.
Mientras corría, notaba las heridas de mi torso, lo que me impedía moverme tan rápido como podía. Me sentía como si fuera a estallar en cualquier momento en una oleada de sangre, carne y hueso. Pero no podía permitirme frenar. Estaba siendo perseguido. Echaba la mirada hacia atrás con frecuencia. Había conseguido alejarme bastante de ellos, pero no podía relajarme.
Jadeando, llegué al lugar del que había venido: aquella calle de mayor tamaño que conectaba con la plaza, o lo que quedaba de ella. Volví a echar un vistazo a mi alrededor, tenía que encontrar un punto de reunión.
Tardé en creerme lo que vi a continuación. Los Crimson Wolves estaban allí, escondidos entre algunos escombros. Por lo que podía ver, Bizvan, el grandullón de la espada que me había cedido amablemente su protección, estaba atendiendo a Tobías, el de aspecto andrógino. No me extrañaba que pudieran haber resultado heridos.
Corrí hasta ellos como una exhalación. Esta vez no podía permitirme que la vegetación me separase de un grupo con el que estar cubrirme las espaldas, obviando el hecho de que un pequeño grupo de muertos me perseguía.
Cuando llegué, tuve que apoyarme en uno de los escombros para descansar y poder emitir algún sonido que no fuera un jadeo. Miré a Tobías, preocupado. No parecía estar demasiado herido, pero tampoco estaba en su mejor momento.
-Bizvan, Tobías -logré pronunciar-. Menos mal que estáis aquí, no os había visto. Esos bichos nos están rodeando, vienen también por esa calle -señalé-. ¿Y Ciaran y el capitán?
Les dejé algo de tiempo para responder. Si no estaban allí, podía haber pasado cualquier cosa. Solo esperaba que tuvieran algún plan, algún lugar para reagruparse... Lo que fuera.
- Resumen:
- Darme cuenta de que no puedo unirme a Kenzo y compañía. Atacar a un zombi y salir corriendo. Encontrarme con los Crimson. Preguntar por la situación.
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Ya había notado el surgimiento de los árboles, pero lo que nunca esperé fue el hecho de su gran crecimiento. En cuestión de segundos el terreno comenzó a cambiar de manera drástica.* Solo en este día he visto más cosas extrañas que en los últimos años como marine.
El suelo comenzó a cambiar a causa de las raíces de los árboles, era como si un grupo de criaturas se abriera paso por debajo de mis pies, deformando el suelo haciéndome tambalear en más en de una ocasión o viéndome obligado a moverme para evitar ser atrapado por alguna de las raíces que emergían del suelo como tentáculos a cusa de su tamaño.
Después de unos minutos parecía que la trasformación de la isla había llegado a su fin. No podía comprender que o quien tenía el poder para realizar un cambio tan drástico en el terreno, pero ahora lo único que podía ver era un bosque denso que cubría parcialmente la iluminación por las hojas.
- Maldición, ¿no te has preguntado si todo esto no es más que un sueño o incluso lo mismo que vivimos antes de ir a Sideros? -sabía que esto no podía ser un sueño, pero había una probabilidad de que fuese otra simulación como en aquella isla del tesoro.
El sonido de alguien acercándose corriendo captó mi atención y al girarme vi un rostro familiar. Era el peliblanco.
- Wyrm, me alegra ver que estas bien. –expresé con alegría en mi rostro al verlo ser capaz de moverse, pero el médico dentro de mi quería regañarlo por moverse en esas condiciones.* No hay tiempo para eso. *viendo su expresión y su falta de aliento, aquello de estar siendo rodeados era un tema más importante.- ¿Bichos? ¿Algo como escarabajos o arañas gigantes? –quizás mi pregunta sonó bastante estúpida, pero esperaba no me culpara y tomara en cuenta la aparición del bosque.- Bueno, no importa lo que sea, si lo mencionas es porque son enemigos. Tenemos suerte de contar con estos arboles a nuestro al redor, podemos utilizarlos para realizar un ataque sorpresa. Puedo cortarlos y que caigan sobre ellos… No, podría terminar lastimando a aliados. Quizás subir a las ramas y lanzar un ataque desde ahí sea lo mejor.
Miré a Tobías, el sirope de mi nakama podía ser utilizado de diversas maneras en tácticas de captura, ya sea solo dejándolo en el piso y formando lanzas para empalar al enemigo o solo inmovilizándolo. No obstante algo en su mirada me decía que había una pequeña probabilidad de no poder contar con su ayuda.
- De cualquier manera, creo que subir en los árboles y atacar a tus perseguidores es lo más indicado. –de nuevo miré el cuerpo de Wyrm y por un momento dudé que él fuese capaz de subir rápido esos árboles tan altos. Me quité el aparato de mi brazo y se lo extendí al peliblanco.- El nombre de esta cosa es “EFSIH” y como puedes ver es un gancho mecánico. Con este botón disparas el garfio, este otro acciona el motor del aparato para elevarte o atraer lo que sea que el gancho penetró y este último libera al gancho de la superficie a la cual se adhirió y lo preparara para ser disparado de nuevo. En este terreno es bastante ventajoso para moverte entre las ramas o esquivar ataques. Puedes tomarlo si lo deseas, ah, de igual forma puedes tomar la armadura de nuevo si así lo quieres.
No había contestado la pregunta sobre el paradero de Kimura o Ciaran por la simple razón de no saber nada al respecto, pero temía que la moral se derrumbara si decía eso, por lo cual solo fingí olvidar eso a causa de enfocarme en los “Bichos” que mi compañero mencionó.
El suelo comenzó a cambiar a causa de las raíces de los árboles, era como si un grupo de criaturas se abriera paso por debajo de mis pies, deformando el suelo haciéndome tambalear en más en de una ocasión o viéndome obligado a moverme para evitar ser atrapado por alguna de las raíces que emergían del suelo como tentáculos a cusa de su tamaño.
Después de unos minutos parecía que la trasformación de la isla había llegado a su fin. No podía comprender que o quien tenía el poder para realizar un cambio tan drástico en el terreno, pero ahora lo único que podía ver era un bosque denso que cubría parcialmente la iluminación por las hojas.
- Maldición, ¿no te has preguntado si todo esto no es más que un sueño o incluso lo mismo que vivimos antes de ir a Sideros? -sabía que esto no podía ser un sueño, pero había una probabilidad de que fuese otra simulación como en aquella isla del tesoro.
El sonido de alguien acercándose corriendo captó mi atención y al girarme vi un rostro familiar. Era el peliblanco.
- Wyrm, me alegra ver que estas bien. –expresé con alegría en mi rostro al verlo ser capaz de moverse, pero el médico dentro de mi quería regañarlo por moverse en esas condiciones.* No hay tiempo para eso. *viendo su expresión y su falta de aliento, aquello de estar siendo rodeados era un tema más importante.- ¿Bichos? ¿Algo como escarabajos o arañas gigantes? –quizás mi pregunta sonó bastante estúpida, pero esperaba no me culpara y tomara en cuenta la aparición del bosque.- Bueno, no importa lo que sea, si lo mencionas es porque son enemigos. Tenemos suerte de contar con estos arboles a nuestro al redor, podemos utilizarlos para realizar un ataque sorpresa. Puedo cortarlos y que caigan sobre ellos… No, podría terminar lastimando a aliados. Quizás subir a las ramas y lanzar un ataque desde ahí sea lo mejor.
Miré a Tobías, el sirope de mi nakama podía ser utilizado de diversas maneras en tácticas de captura, ya sea solo dejándolo en el piso y formando lanzas para empalar al enemigo o solo inmovilizándolo. No obstante algo en su mirada me decía que había una pequeña probabilidad de no poder contar con su ayuda.
- De cualquier manera, creo que subir en los árboles y atacar a tus perseguidores es lo más indicado. –de nuevo miré el cuerpo de Wyrm y por un momento dudé que él fuese capaz de subir rápido esos árboles tan altos. Me quité el aparato de mi brazo y se lo extendí al peliblanco.- El nombre de esta cosa es “EFSIH” y como puedes ver es un gancho mecánico. Con este botón disparas el garfio, este otro acciona el motor del aparato para elevarte o atraer lo que sea que el gancho penetró y este último libera al gancho de la superficie a la cual se adhirió y lo preparara para ser disparado de nuevo. En este terreno es bastante ventajoso para moverte entre las ramas o esquivar ataques. Puedes tomarlo si lo deseas, ah, de igual forma puedes tomar la armadura de nuevo si así lo quieres.
No había contestado la pregunta sobre el paradero de Kimura o Ciaran por la simple razón de no saber nada al respecto, pero temía que la moral se derrumbara si decía eso, por lo cual solo fingí olvidar eso a causa de enfocarme en los “Bichos” que mi compañero mencionó.
- Resumen :
- Ver a Ham, alegarme al saber que se encuentra bien. Sugerir subir a los árboles para realizar un ataque a quien sea lo que persigue. Ofrecerle el EFSIH para que pueda moverse más rápido utilizando los árboles. Ofrecerle la armadura de nuevo.
Aki D. Arlia
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Podría calificarse como un buen intento. Por lo menos, ambos seguían con la cabeza sobre los hombros y de momento solo les habían amenazado de muerte. Una amenaza mortal era desde luego mucho mejor que un ataque mortal. Aunque su tapadera había durado menos que un melón en su despensa, no se molestó en quitarse el disfraz. Solo uno de los marines que había a su alrededor parecía haber descubierto el engaño y tenía el presentimiento de que podía venirle bien en una huida improvisada.
Lo que si le sorprendió fue que el mismo marine que había visto a través de su engaño creía a pies juntillas que Ivan era alguien llamado Katharina. Escuchó sus palabras atentamente, intentando ver la lógica detrás de esa deducción, pero no fue capaz de encontrarla. ¿Causar una masacre apocalíptica para volver a la marina? Por lo menos su plan aunque improvisado no era estúpido. No tanto.
Se acercó a Al con una sonrisa en los labios en cuanto Murasaki agarró las cadenas de Legim, pero antes de que pudiera hacer nada un enorme árbol brotó ante sus pies, bloqueándole la vista. No era solo ese; de repente todo el lugar estaba infestado de vegetación. Intentando tener algo de perspectiva, la pelirroja trepó con agilidad a lo alto de uno de aquellos monstruos de madera. Le llevó más de lo que había esperado y para cuando estuvo asentada entre las ramas el caos había llegado a Gray Rock.
Le habían llegado gritos y frases absurdas mientras subía. Un idiota se declaraba Emperador mientras otro reclamaba Momoiro para si y para colmo había aparecido alguien más deseoso de llevarse a Legim. ¿Desde cuando ese hombre era tan popular? Vio no muy lejos a lo que parecían tres enormes androides, uno de ellos enzarzado en un combate contra... ¿Dexter? Ah. Eso explicaba lo del Emperador; ese hombre se aburría demasiado, definitivamente. Pero eso no era lo que le interesaba ahora.
Cerca del patíbulo la verdadera Katharina y Bleyd peleaban con inquina y arrojo; supuso que eso desmantelaría la coartada de Ivan si Al llegaba a verlo, pero no tenía miedo por el vampiro. Sabía cuidarse solito, le venía de familia. Sin embargo, Legim... ¿Cómo había acabado ahí? Junto a uno de los marines, estaba encerrado en una especie de bola de caramelo que otro loco - el lugar estaba lleno de locos, por lo visto - intentaba destrozar con un hacha para entrar. El marine parecía haber formado la cárcel para protegerse, pero de poco estaba valiéndole. Con toda esa confusión...
Alargó la mano hacia los dos habitantes de la esfera de caramelo y conjuró el deseo entre el condenado a muerte y su dulce carcelero. Si tenía suerte, se tirarían el uno a los brazos del otro presas de una pasión incontrolable. Si no, esperaba desconcertarlos lo suficiente como para que el loco del hacha terminara su trabajo. Una vez estuviera fuera podría cazarlo. En teoría.
Bajó del árbol en completo silencio y buscó a Ivan entre los no muertos a los que comandaba. Se le acercó por detrás y le puso la mano en el hombro. Le hizo mirar hacia la esfera de caramelo antes de susurrarle:
- En cuanto caiga, y caerá, nos tocará secuestrarle. O intentarlo. ¿Te apuntas?
Lo que si le sorprendió fue que el mismo marine que había visto a través de su engaño creía a pies juntillas que Ivan era alguien llamado Katharina. Escuchó sus palabras atentamente, intentando ver la lógica detrás de esa deducción, pero no fue capaz de encontrarla. ¿Causar una masacre apocalíptica para volver a la marina? Por lo menos su plan aunque improvisado no era estúpido. No tanto.
Se acercó a Al con una sonrisa en los labios en cuanto Murasaki agarró las cadenas de Legim, pero antes de que pudiera hacer nada un enorme árbol brotó ante sus pies, bloqueándole la vista. No era solo ese; de repente todo el lugar estaba infestado de vegetación. Intentando tener algo de perspectiva, la pelirroja trepó con agilidad a lo alto de uno de aquellos monstruos de madera. Le llevó más de lo que había esperado y para cuando estuvo asentada entre las ramas el caos había llegado a Gray Rock.
Le habían llegado gritos y frases absurdas mientras subía. Un idiota se declaraba Emperador mientras otro reclamaba Momoiro para si y para colmo había aparecido alguien más deseoso de llevarse a Legim. ¿Desde cuando ese hombre era tan popular? Vio no muy lejos a lo que parecían tres enormes androides, uno de ellos enzarzado en un combate contra... ¿Dexter? Ah. Eso explicaba lo del Emperador; ese hombre se aburría demasiado, definitivamente. Pero eso no era lo que le interesaba ahora.
Cerca del patíbulo la verdadera Katharina y Bleyd peleaban con inquina y arrojo; supuso que eso desmantelaría la coartada de Ivan si Al llegaba a verlo, pero no tenía miedo por el vampiro. Sabía cuidarse solito, le venía de familia. Sin embargo, Legim... ¿Cómo había acabado ahí? Junto a uno de los marines, estaba encerrado en una especie de bola de caramelo que otro loco - el lugar estaba lleno de locos, por lo visto - intentaba destrozar con un hacha para entrar. El marine parecía haber formado la cárcel para protegerse, pero de poco estaba valiéndole. Con toda esa confusión...
Alargó la mano hacia los dos habitantes de la esfera de caramelo y conjuró el deseo entre el condenado a muerte y su dulce carcelero. Si tenía suerte, se tirarían el uno a los brazos del otro presas de una pasión incontrolable. Si no, esperaba desconcertarlos lo suficiente como para que el loco del hacha terminara su trabajo. Una vez estuviera fuera podría cazarlo. En teoría.
Bajó del árbol en completo silencio y buscó a Ivan entre los no muertos a los que comandaba. Se le acercó por detrás y le puso la mano en el hombro. Le hizo mirar hacia la esfera de caramelo antes de susurrarle:
- En cuanto caiga, y caerá, nos tocará secuestrarle. O intentarlo. ¿Te apuntas?
- Resumen. Leed: Ivan, Worgulv, Jack :
Subirse a un árbol para ver todo el percal y ponerse al día. Intentar que Jack y Legim empiecen a revolcarse dentro de su bolita de caramelo y avisar a Ivan para aprovechar esa confusión a nuestro favor.
Usado, Manipulación: Aki es capaz de ''manipular'' el deseo de una persona. Puede aumentarlo, disminuirlo o redirigirlo hacia una determinada persona u objeto, incluyendo el propio sujeto. En su caso más extremo, Aki puede inducir a las personas un desesperante deseo carnal. A la víctima en cuestión le entrarán sudores y unas ganas locas de hacer el amor con quien se halle más próximo. Básicamente el efecto es comparable a 10 diales de feromonas a la vez.
Tobías Thorn
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Y de pronto... La luz se hizo de nuevo, tan rápido que pareció no haber pasado nunca. No sabía si había pestañeado de más o si simplemente me estaba dando un bajón de azúcar, pero el caso... Es que casi hubiese sido mejor estar ciego que ver lo que ocurrió a continuación, y no hablo de la multitud de árboles que crecieron de una hondonada de hojas que me separó de mi nakama en un instante con un fuerte empujón de una rama furtiva, ni de los robots gigantes ni del nuevo tornado ígneo que se formaba en el epicentro de la batalla de los no-muertos o lo que fuese aquello... Si no que la guerra volvió a dar un giro cuando Dexter realizó su siguiente movimiento y reclamó a Legim para él. ¿En qué coño estaba pensando el Vicealmirante Al Naion cuando dejó a Legim con la mano derecha de Dexter?¿Acaso era una tosca traición a vista de todos los presentes o simplemente algún tipo de error que no podía imaginarme como había sucedido?
Fuese cual fuese el motivo, debíamos actuar y volver a apoyar en la guerra como bien había mencionado Bizvan antes de que la arboleda floreciese, por lo que tras recomponerme del empujón vegetal volví a reunirme con él, llevándome otra sorpresa, aunque esta vez más grata. Wyrm había vuelto y parecía estar bien. Me alegraba de que el espadachín le hubiese dejado su armadura, porque si no quizás hubiese quedado hecho un amasijo de huesos y músculos tras recibir el ataque de Arribor.
- Wyrm, me alegro que estés bien. Toma lo que necesites de nuestro arsenal porque la cosa se torna cada vez más rara y peligrosa - dije metiéndome en medio de la conversación de los dos marines mientras sacaba mis dos dagas. Caricia de Luzbel y el Cuchillo de Shiva. Cada una era un recuerdo de un momento especial de mi vida, pero no era momento de sentimentalismos -Esta primera, causa descargas eléctricas que podrán entorpecer los movimientos de tu enemigo, mientras que esta otra congela la zona en la que golpees. Sírvete de cualquiera de ellas como si fuese tuya - terminé mientras sujetaba las dos armas en alto para que las viese.
Que hubiese vuelto demostraba insensatez por su parte... Pero también el arrojo y valor digno de un lobo. Si salía de esta no dudaba en que llegaría a ser un miembro importante de la marina y un gran fichaje para la banda, así que no dudaba en dejarle cualquier arma que pudiese utilizar para que saliese de esta con vida. Si no, no podría perdonarme... Ni a mí, ni a Kimura por haberle arrastrado a esta locura, así que esperé a que el peliblanco decidiese que armas llevarse antes de proseguir.
-Chicos, ahora tenemos que pensar como podemos ser más beneficiosos para la guerra. Yo también estoy preocupado por el resto de nuestros nakamas, pero no podemos perder tiempo buscándolos mientras más vidas siguen perdiéndose por culpa de este circo absurdo - continué con un nudo en el estómago por mi decisión. Me costaba horrores no salir en pos de ellos para saber si seguían vivos o no, pero a veces había que dejar los deseos a un lado y hacer lo correcto... Aunque no tenía ya muy claro que era lo mejor para nosotros. - Así que os haré una pregunta. ¿Nos unimos a la lucha contra esos bichos o contra los robots gigantes? Se que lo segundo puede resultar demasiado peligroso y no quiero que os pase nada, pero si consiguen llevarse a Legim toda esta muerte habrá sido en vano... Y no podemos permitir que la sangre de nuestros compañeros de facción quede en una derrota - pregunté a los marines. -No quiero arrastraros a ningún lado, así que expondremos aquí y ahora nuestra opinión para salir disparados contra cualquiera de ellos.
No quería mostrarme tan apresurado en mis acciones. Estaba acostumbrado a planear cada paso que daba, pero dada la situación otra no nos quedaba.
-Yo por mi parte creo que lo mejor será avanzar hasta donde se encuentra todo el meollo - o más bien caos -y mientras podemos ir eliminando a todos los cadáveres andantes mientras buscamos quien puede ser el causante de todo este revuelo - proseguí mostrando mi propia opinión al mismo tiempo que sacaba a Pesar y Alivio y me los ajustaba bien en su sitio. - Debemos apoyar a quienes aún luchan por que esto acabe con la balanza a nuestro favor, por lo que opino que si nos quedamos aquí es como escondernos... ¡Y los CW no somos ningunos cobardes! - sentencié intentando infundir ánimos en mis compañeros.
Teníamos que movernos cuanto antes, pero ni quería dejarlos allí solos ni obligarlos a hacer algo que no quisiesen, así que esperaría a sus respuestas y en consonancia con lo que decidiésemos así nos moveríamos.
Fuese cual fuese el motivo, debíamos actuar y volver a apoyar en la guerra como bien había mencionado Bizvan antes de que la arboleda floreciese, por lo que tras recomponerme del empujón vegetal volví a reunirme con él, llevándome otra sorpresa, aunque esta vez más grata. Wyrm había vuelto y parecía estar bien. Me alegraba de que el espadachín le hubiese dejado su armadura, porque si no quizás hubiese quedado hecho un amasijo de huesos y músculos tras recibir el ataque de Arribor.
- Wyrm, me alegro que estés bien. Toma lo que necesites de nuestro arsenal porque la cosa se torna cada vez más rara y peligrosa - dije metiéndome en medio de la conversación de los dos marines mientras sacaba mis dos dagas. Caricia de Luzbel y el Cuchillo de Shiva. Cada una era un recuerdo de un momento especial de mi vida, pero no era momento de sentimentalismos -Esta primera, causa descargas eléctricas que podrán entorpecer los movimientos de tu enemigo, mientras que esta otra congela la zona en la que golpees. Sírvete de cualquiera de ellas como si fuese tuya - terminé mientras sujetaba las dos armas en alto para que las viese.
Que hubiese vuelto demostraba insensatez por su parte... Pero también el arrojo y valor digno de un lobo. Si salía de esta no dudaba en que llegaría a ser un miembro importante de la marina y un gran fichaje para la banda, así que no dudaba en dejarle cualquier arma que pudiese utilizar para que saliese de esta con vida. Si no, no podría perdonarme... Ni a mí, ni a Kimura por haberle arrastrado a esta locura, así que esperé a que el peliblanco decidiese que armas llevarse antes de proseguir.
-Chicos, ahora tenemos que pensar como podemos ser más beneficiosos para la guerra. Yo también estoy preocupado por el resto de nuestros nakamas, pero no podemos perder tiempo buscándolos mientras más vidas siguen perdiéndose por culpa de este circo absurdo - continué con un nudo en el estómago por mi decisión. Me costaba horrores no salir en pos de ellos para saber si seguían vivos o no, pero a veces había que dejar los deseos a un lado y hacer lo correcto... Aunque no tenía ya muy claro que era lo mejor para nosotros. - Así que os haré una pregunta. ¿Nos unimos a la lucha contra esos bichos o contra los robots gigantes? Se que lo segundo puede resultar demasiado peligroso y no quiero que os pase nada, pero si consiguen llevarse a Legim toda esta muerte habrá sido en vano... Y no podemos permitir que la sangre de nuestros compañeros de facción quede en una derrota - pregunté a los marines. -No quiero arrastraros a ningún lado, así que expondremos aquí y ahora nuestra opinión para salir disparados contra cualquiera de ellos.
No quería mostrarme tan apresurado en mis acciones. Estaba acostumbrado a planear cada paso que daba, pero dada la situación otra no nos quedaba.
-Yo por mi parte creo que lo mejor será avanzar hasta donde se encuentra todo el meollo - o más bien caos -y mientras podemos ir eliminando a todos los cadáveres andantes mientras buscamos quien puede ser el causante de todo este revuelo - proseguí mostrando mi propia opinión al mismo tiempo que sacaba a Pesar y Alivio y me los ajustaba bien en su sitio. - Debemos apoyar a quienes aún luchan por que esto acabe con la balanza a nuestro favor, por lo que opino que si nos quedamos aquí es como escondernos... ¡Y los CW no somos ningunos cobardes! - sentencié intentando infundir ánimos en mis compañeros.
Teníamos que movernos cuanto antes, pero ni quería dejarlos allí solos ni obligarlos a hacer algo que no quisiesen, así que esperaría a sus respuestas y en consonancia con lo que decidiésemos así nos moveríamos.
- Resumen:
- Volver en mí y narrar un poco todo el caos que está sucediendo
si es que es posible, para acto seguido tras el reencuentro comenzar a planear nuestro siguiente movimiento en conjunto.
Ori Kenobi
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Tan solo me había despistado un momento y todo se había vuelto aún más loco de lo que ya me parecía. El tipo de la caja de caramelo ahora estaba haciéndose una bola con el preso y él mismo dentro de esta, un tipo con aspecto de nórdico por lo que había leído en libros lo intentaba cortar con un hacha. Por otra parte, había comenzado a caer un montón de hojas al selo, las cuales de pronto habían arraigado en el suelo y de ellas habían comenzado a crecer.
Con unos ágiles movimientos fui esquivando todas las ramas que habían ido creciendo de los árboles que crecían. Debido al crecimiento acelerado de las plantas, el azúcar que había en el suelo casi había desaparecido, debido a que fue usada como nutriente. Pronto la plaza había quedado igual que un bosque verde, siendo esta la única vegetación que había visto en la isla. Cuando las plantas terminaron de crecer, noté como la temperatura del lugar comenzaba a subir, parecía que lo árboles provocaban una pequeña brigada que ponía acobijo a quien estuviese dentro. Sin embargo, la temperatura siguió subiendo, debía de ser otra cosa, quizás alguien hubiese propagado algún fuego cerca de donde me encontraba, debía estar listo para salir de ahí si era necesario.
Mientras iba esquivando las ramas había acabado subido en una de ellas y desde ahí podía observar a no muertos que seguían caminando por el campo de batalla como si nada, nuevamente encendí el sable de luz azul y bajé al suelo, aprovechando la caída para intentar cortar uno de los cuerpos por la mitad, para luego ponerme en una posición defensiva esperando el ataque de los zombies.
Con unos ágiles movimientos fui esquivando todas las ramas que habían ido creciendo de los árboles que crecían. Debido al crecimiento acelerado de las plantas, el azúcar que había en el suelo casi había desaparecido, debido a que fue usada como nutriente. Pronto la plaza había quedado igual que un bosque verde, siendo esta la única vegetación que había visto en la isla. Cuando las plantas terminaron de crecer, noté como la temperatura del lugar comenzaba a subir, parecía que lo árboles provocaban una pequeña brigada que ponía acobijo a quien estuviese dentro. Sin embargo, la temperatura siguió subiendo, debía de ser otra cosa, quizás alguien hubiese propagado algún fuego cerca de donde me encontraba, debía estar listo para salir de ahí si era necesario.
Mientras iba esquivando las ramas había acabado subido en una de ellas y desde ahí podía observar a no muertos que seguían caminando por el campo de batalla como si nada, nuevamente encendí el sable de luz azul y bajé al suelo, aprovechando la caída para intentar cortar uno de los cuerpos por la mitad, para luego ponerme en una posición defensiva esperando el ataque de los zombies.
- resumen:
- Ver lo que ha pasado, empezar a combatir contra los zombies.
Rei Arslan
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Annie estaba expectante ante la situación de la plaza. No solo las cosas se estaban poniendo mal, sino que también estaba aumentando el revuelo. Esta pasó la mano por su cabello, echándolo todo hacia atrás. A lo lejos había divisado a la muchacha que pertenecía a la banda de Zane muy bien acompañada y luego se fijó, que en muy poco tiempo, Spanner los había dejado para ir en busca del capitán por si este estaba herido.
La arquera estaba flipando en colores y no continuó junto a los miembros del grupo del pelirrojo, ella se había quedado allí, cerca de Katharina. Quizás la sorpresa que traía la mujer le había hecho mantenerse quieta, pero si de algo estaba segura es que aquellos cuerpos extraños parecían estar a las órdenes de la pirata.
¿Qué clase de brujería era aquella? La gente luchaba encarnizadamente contra los monstruos, pues ella estaba manteniendo su propia batalla contra otro hombre que no conocía de nada. Por si fuera poco, la naturaleza comenzó a brotar lentamente. Lo que antes era un terreno infértil y hecho de roca se convirtió en una hermosa flora formada por gran cantidad de árboles y flores exóticas.
-Menuda isla de locos - Dijo en voz alta, casi inapreciable.
¿En que momento pensó que sería buena idea asistir a un evento de tal calibre? En ninguno, no pensaba las cosas y eso le molestaba, si fuera un poquito más responsable habría evitado esta situación. Ya tenía suficiente con dos guerras, no necesitaba una tercera. Se apartó de todo el escándalo que se estaba acumulando en la plaza, sin perder a Katharina de vista. No quería importunarla en su batalla contra el desconocido, pero tampoco quería acercarse a la horda de monstruitos que traía detrás. Le daban miedo.
La arquera estaba flipando en colores y no continuó junto a los miembros del grupo del pelirrojo, ella se había quedado allí, cerca de Katharina. Quizás la sorpresa que traía la mujer le había hecho mantenerse quieta, pero si de algo estaba segura es que aquellos cuerpos extraños parecían estar a las órdenes de la pirata.
¿Qué clase de brujería era aquella? La gente luchaba encarnizadamente contra los monstruos, pues ella estaba manteniendo su propia batalla contra otro hombre que no conocía de nada. Por si fuera poco, la naturaleza comenzó a brotar lentamente. Lo que antes era un terreno infértil y hecho de roca se convirtió en una hermosa flora formada por gran cantidad de árboles y flores exóticas.
-Menuda isla de locos - Dijo en voz alta, casi inapreciable.
¿En que momento pensó que sería buena idea asistir a un evento de tal calibre? En ninguno, no pensaba las cosas y eso le molestaba, si fuera un poquito más responsable habría evitado esta situación. Ya tenía suficiente con dos guerras, no necesitaba una tercera. Se apartó de todo el escándalo que se estaba acumulando en la plaza, sin perder a Katharina de vista. No quería importunarla en su batalla contra el desconocido, pero tampoco quería acercarse a la horda de monstruitos que traía detrás. Le daban miedo.
- Resumen:
- Moverse entre los árboles y alejarse del caos, sin perder de vista a Kat y su séquito.
Dretch
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Aunque algunos de los cañones dispararon, no le apuntaron precisamente a él sino mucho más arriba, sobre su cabeza. En mayor o menor medida había cumplido con su parte distrayendo a tantos cañones como había sido capaz, en aquel momento tan solo podía confiar en que Kaori y Eric cumplieran con su parte. Ajeno a todo lo que ocurría a su alrededor continuó corriendo, esta vez a un ritmo más lento, mientras esperaba alguna señal de sus compañeros. Por fortuna, la señal no se hizo esperar. En apenas un abrir y cerrar de ojos un seísmo sacudió la enorme estructura de acero y madera.
Pocas interpretaciones podían hacerse de aquel suceso, ellos también habían cumplido. Casi por instinto se parapetó contra una de las paredes del edificio para evitar se dañado por algún escombro que se precipitara desde lo alto. No pasó demasiado tiempo hasta que escuchó la voz de Kaori a su espalda.
- Puede que por fuera este desierto, pero me niego a creer que esta aberración no tenga una tripulación – respondió mientras se alejaba del pared y volvía a mostrarse con una actitud sosegada. No necesitó terminar de proponer su plan cuando Zor-El tomó la delantera tratando de hallar una entrada al interior – Se supone que esta es un barco insignia de la flota, la prioridad es conseguir tanta información como seamos capaces, ten los ojos bien abiertos.
Pocas interpretaciones podían hacerse de aquel suceso, ellos también habían cumplido. Casi por instinto se parapetó contra una de las paredes del edificio para evitar se dañado por algún escombro que se precipitara desde lo alto. No pasó demasiado tiempo hasta que escuchó la voz de Kaori a su espalda.
- Puede que por fuera este desierto, pero me niego a creer que esta aberración no tenga una tripulación – respondió mientras se alejaba del pared y volvía a mostrarse con una actitud sosegada. No necesitó terminar de proponer su plan cuando Zor-El tomó la delantera tratando de hallar una entrada al interior – Se supone que esta es un barco insignia de la flota, la prioridad es conseguir tanta información como seamos capaces, ten los ojos bien abiertos.
- resumen:
- Cubrirse de los escombros no vaya a ser que se ensucie el traje.
- Reunirse con el resto.
- Dejar claras las prioridades y tratar de encontrar una entrada al interior de la estructura.
- Cubrirse de los escombros no vaya a ser que se ensucie el traje.
Sasaki
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El vikingo de los Blue Roses fue lo suficientemente rápido como para que con un corte que hizo con su hacha llegase a hacer un pequeño agujero hasta donde estábamos Legim y yo, por ello, y con más rapidez de lo que lo estaba haciendo, generé mucha más cantidad de caramelo, de forma que en unos pocos minutos la esfera era lo suficiente mente grande como para doblar sin problemas el tamaño de los arboles que habían salido de las hojas que había lanzado Kodama.
Aprovechando el tamaño de la esfera amplié ligeramente el tamaño del cubículo donde nos encontrábamos el preso y yo, para tener más espacio para poder respirar y no estar tan apretados. Seguí generando más caramelo y acoplándolo a la esfera cuando de pronto comencé a tener una extraña sensación, sentía una ligera atracción por Legim, “No, no, no. No puede ser, tengo una bonita relación una persona a la que quiero, no puede ser que tenga algún tipo de relación con este tipo” dije mirando hacia una pared mientras señalaba con el pulgar a Legim quien estaba tras de mí. Poco a poco aquella extraña sensación se fue pasando hasta que desapareció, sin embargo, al momento noté como algo comenzaba a acercase a mí y no con intenciones buenas, por lo que me giré y pude ver como el preso realizaba movimientos pélvicos hacia mí con intenciones oscuras y de connotación sexual.
Mi reacción fue rápida y aproveché que me rodeaba caramelo para detener los pies de Legim, que se acercaba de una forma bastante preocupante para mi salud. Resuelto el problema, seguí aumentando la cantidad de caramelo en la esfera, hasta que no pude generar más, había gastado todo el azúcar que podía usar. Era el momento de comenzar con la acción ofensiva, por lo que la capa más externa de la esfera se solidificó hasta una profundidad de unos diez centímetros, luego, esta capa tomo la forma de pequeñas escapas de tiburón, aunque dado el tamaño de la esfera eran visibles al ojo humano, luego las endurecí las comencé a hacer girar a toda la velocidad que pude.
Aprovechando el tamaño de la esfera amplié ligeramente el tamaño del cubículo donde nos encontrábamos el preso y yo, para tener más espacio para poder respirar y no estar tan apretados. Seguí generando más caramelo y acoplándolo a la esfera cuando de pronto comencé a tener una extraña sensación, sentía una ligera atracción por Legim, “No, no, no. No puede ser, tengo una bonita relación una persona a la que quiero, no puede ser que tenga algún tipo de relación con este tipo” dije mirando hacia una pared mientras señalaba con el pulgar a Legim quien estaba tras de mí. Poco a poco aquella extraña sensación se fue pasando hasta que desapareció, sin embargo, al momento noté como algo comenzaba a acercase a mí y no con intenciones buenas, por lo que me giré y pude ver como el preso realizaba movimientos pélvicos hacia mí con intenciones oscuras y de connotación sexual.
- abre bajo tu riesgo (representa a Legim):
- https://youtu.be/ooPs5VihXNQ?t=72
Mi reacción fue rápida y aproveché que me rodeaba caramelo para detener los pies de Legim, que se acercaba de una forma bastante preocupante para mi salud. Resuelto el problema, seguí aumentando la cantidad de caramelo en la esfera, hasta que no pude generar más, había gastado todo el azúcar que podía usar. Era el momento de comenzar con la acción ofensiva, por lo que la capa más externa de la esfera se solidificó hasta una profundidad de unos diez centímetros, luego, esta capa tomo la forma de pequeñas escapas de tiburón, aunque dado el tamaño de la esfera eran visibles al ojo humano, luego las endurecí las comencé a hacer girar a toda la velocidad que pude.
- resumen:
- Seguir haciendo la esfera más grande, sentir los esfectos de la lasciva mirada de Aki, detener a Legim y gastar todo el azúcar que puedo generar para hacer la esfera.
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Parecía que lo que le había dicho a Legim se convertiría en realidad. Era posible que fuese a conocer a los subordinados del yonkou, dado que el capitán había cambiado el plan nuevamente, esta vez por motivos que habían aparecido de pronto, Victor y todo su séquito. La estrategia del capitán sería ahora impedir que el tipo que controlaba el inframundo no consiguiese más poder en caso de que estuviese para salvar a Legim. Lo cual parecía lo más obvio dada toda la parafernalia que había traído, así como todo el teatro que había creado para “proclamar” un nuevo Yonkou.
Justo cuando iba a echar mano del antiguo yonkou, el marine con pintas de pirata se echó hacia atrás y comenzó a crear una esfera de lo que parecía caramelo, olor que comenzó a expandirse por el lugar, así como el tamaño de la bola. Worgulv estuvo más avispado que yo y consiguió cortar el caramelo, aunque en vano, ya que se regeneró rápidamente. Por otra parte, había surgido un bosque de la nada, después de que unas hojas tocasen el suelo. Para tener una mejor vista del sujeto que tenía preso ahora a Legim comencé a volar en mi forma humana, y de entre la maleza pude distinguir fuego, sin embargo, no era algo caótico, sino que se había formado un tornado con él. “si alguien o ha generado no tiene que tener mucha cabeza” pensé al verlo.
-Capitán, chicos, hay un imbécil que ha creado un tornado de fuego, voy a ver si consigo controlarlo antes de que se queme todo y esto se vuelva un infierno. – dicho esto, me dirigí hacia el lugar volando.
Justo cuando iba a echar mano del antiguo yonkou, el marine con pintas de pirata se echó hacia atrás y comenzó a crear una esfera de lo que parecía caramelo, olor que comenzó a expandirse por el lugar, así como el tamaño de la bola. Worgulv estuvo más avispado que yo y consiguió cortar el caramelo, aunque en vano, ya que se regeneró rápidamente. Por otra parte, había surgido un bosque de la nada, después de que unas hojas tocasen el suelo. Para tener una mejor vista del sujeto que tenía preso ahora a Legim comencé a volar en mi forma humana, y de entre la maleza pude distinguir fuego, sin embargo, no era algo caótico, sino que se había formado un tornado con él. “si alguien o ha generado no tiene que tener mucha cabeza” pensé al verlo.
-Capitán, chicos, hay un imbécil que ha creado un tornado de fuego, voy a ver si consigo controlarlo antes de que se queme todo y esto se vuelva un infierno. – dicho esto, me dirigí hacia el lugar volando.
- resumen:
- ver lo sucedido e ir hacia el tornado de fuego.
Gareth Silverwing
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Y de pronto, como si fuera poco, aparecen un montón de árboles de la nada. Me cogieron por sorpresa, literalmente, enganchando con una rama el cuello de mi camisa y elevándome por los aires... al igual que a Arribor. El tío me preguntó si era cosa mía.
- ¿Acaso te parece que esto es cosa mía? - Pregunté mientras me zarandeaba para intentar zafarme de esa molesta rama. Miré a otro lado y miré un tornado de fuego. - Eso tampoco, aunque a lo mejor podría hacerlo.
De todas formas mientras me explicaba y pensaba cómo podría crear semejante fenómeno me di cuenta de que el pirata se había ido a buscar a una morsa o algo así. Este tío estaba como una cabra, aunque la verdad es que viendo el percal, a lo mejor no lo estaba tanto. En serio se habían reunido demasiados factores peligrosos como para que la ejecución de Legim importase algo ahora. Si el gobierno jugaba bien sus cartas el día podría salirles redondo, muriera el Yonkou o no. Por fin pude bajar del árbol partiendo esa estúpida rama y cayendo al suelo. Al mismo tiempo volvía el pirata con ánimos de pelea. ¿Cómo lo sabía? Pues por el simple hecho de que en el mismo momento que llegué al suelo me mandó otra vez arriba de una patada en el mentón.
Si no hubiese estado rápido de reflejos y hubiese activado mi haki en ese punto el golpe me hubiera roto el cuello. Notaba un pitido en la cabeza mientras ascendía rompiendo ramas con la cabeza. A medida que este se pasaba aumentaba cada vez más y más mi rabia. Empuñé mi arma justo cuando terminé de ascender y comencé de nuevo mi caída trazando un arco con esta cuyo objetivo era, o bien partirlo por la mitad, o bien impactar dando un soberano golpe en el suelo con todas mis fuerzas.
- ¿Acaso te parece que esto es cosa mía? - Pregunté mientras me zarandeaba para intentar zafarme de esa molesta rama. Miré a otro lado y miré un tornado de fuego. - Eso tampoco, aunque a lo mejor podría hacerlo.
De todas formas mientras me explicaba y pensaba cómo podría crear semejante fenómeno me di cuenta de que el pirata se había ido a buscar a una morsa o algo así. Este tío estaba como una cabra, aunque la verdad es que viendo el percal, a lo mejor no lo estaba tanto. En serio se habían reunido demasiados factores peligrosos como para que la ejecución de Legim importase algo ahora. Si el gobierno jugaba bien sus cartas el día podría salirles redondo, muriera el Yonkou o no. Por fin pude bajar del árbol partiendo esa estúpida rama y cayendo al suelo. Al mismo tiempo volvía el pirata con ánimos de pelea. ¿Cómo lo sabía? Pues por el simple hecho de que en el mismo momento que llegué al suelo me mandó otra vez arriba de una patada en el mentón.
Si no hubiese estado rápido de reflejos y hubiese activado mi haki en ese punto el golpe me hubiera roto el cuello. Notaba un pitido en la cabeza mientras ascendía rompiendo ramas con la cabeza. A medida que este se pasaba aumentaba cada vez más y más mi rabia. Empuñé mi arma justo cuando terminé de ascender y comencé de nuevo mi caída trazando un arco con esta cuyo objetivo era, o bien partirlo por la mitad, o bien impactar dando un soberano golpe en el suelo con todas mis fuerzas.
- Resumen:
- Como buen caballero, encajo la patada de Arribor y le devuelvo el favor intentando partirlo por la mitad.
Los fenómenos extraños se siguen sucediendo en la isla. Antes no se apreciaba bien, pero en el patíbulo había una bola de ¿caramelo? El caso es que ahora es notablemente más grande. Aunque puede que eso sea una de las menores preocupaciones de aquellos que se encuentren en la isla, sobretodo en la parte de la plaza. Hay un tornado de fuego, si, en medio de un bosque. El fuego y el viento queman la madera y esparcen madera en llamas que crean nuevos focos, a parte de generar más combustión y más aire caliente, que se eleva siendo succionado por el tornado. Con el paso de los segundos el tornado va ganando fuerza y extendiendo el incendio, por si eso no fuera poco, las corrientes de aire y el fuego están consumiendo el oxígeno de las cercanías, por lo que aquellos que se encuentren más cerca les resultará difícil respirar con normalidad.
Por otro lado la batalla naval parece estar en un punto muerto, con barcos batallando entre ellos sin que sea claro quien tiene la ventaja y quien va perdiendo. La flota revolucionaria mantiene su posición aprovechando que los marines están demasiado ocupados con los piratas. Apoyan el batalla en la isla atacando con cañones las posiciones fortificadas de la costa y los acantilados, así que si hay alguien por esa zona que tenga cuidado.
Por otro lado la batalla naval parece estar en un punto muerto, con barcos batallando entre ellos sin que sea claro quien tiene la ventaja y quien va perdiendo. La flota revolucionaria mantiene su posición aprovechando que los marines están demasiado ocupados con los piratas. Apoyan el batalla en la isla atacando con cañones las posiciones fortificadas de la costa y los acantilados, así que si hay alguien por esa zona que tenga cuidado.
- Luka:
- La técnica parece funcionar, aunque todavía no pareces ser capaz de llegar hasta los 500 grados. Poco a poco vas cogiendo práctica y aumentando el calor, pero ves que necesitas perfeccionarla. El hielo, sin embargo, cede sin problemas a tus avances y poco a poco vas rodeando el barco. Parece que en nada el barco estará libre y aguardando a sus pasajeros para zarpar. ¿Te quedarás a esperar o irás a buscarles?
- William:
- No parece que nadie te esté prestando especial atención, supones que todos están hasta el cuello con sus propios problemas. Sin embargo, allí a lo lejos, o no tan lejos dependiendo de lo rápido que puedas correr, parece que un par de no muertos te han cogido cariño y se aproximan para darte todo su amor. O partirte en dos. Son criaturas complejas y misteriosas. Tú mientras tanto te escabulles entre las callejuelas de la fortaleza; según te alejas das un giro aquí y un giro allá y de pronto todo parece más abandonado y corroído. Las estructuras siguen en pie, pero se nota que nadie ha puesto un pie ahí en mucho tiempo. Hay varios edificios a los que te parece que podrías entrar con una bonita patada de bienvenida en la puerta. ¿Te animas? Si no, tus admiradores no tan muertos no semejan haberse rendido y se están acercando a tu posición.
- Crimson Wolves:
- Oís un WAAAAAA a vuestra espalda. O quizás fuera vuestra imaginación, entre todo el barullo. Pero al mirar veis que uno de los no muertos se ha tropezado con vuestros escombros y os ha localizado. Os mira casi con deseo, o quizás hambre. Quizás simplemente tenga la mirada vacía, al fin y al cabo que se le haya caído un ojo en algún punto no ayuda. Lo que no parece tener es intenciones amistosas. Hacia arriba por los árboles o hacia otro lado, pero ha llegado el momento de moverse o asegurar la posición.
- Liv:
- Al otro lado de la línea, un hombre escucha atentamente tu explicación, para después responderte en tono calmado.
-Agradezco tu intervención. Identifícate, por favor. Me gustaría tener esto en cuenta cuando vuelvas de esa carnicería.
Maravilloso, te están ofreciendo un ascenso en una organización a la que ni siquiera perteneces. La infiltración no podría ir mejor. Eso, o es una prueba para asegurarse de que estás con ellos. Hm. Que fallo. De cualquier manera, oyes pasos a lo lejos y no precisamente calmados. Van en tu dirección, tienes poco tiempo para reaccionar.
- Lily:
- No parece venir nadie. Oyes pasos a lo lejos y sabes que se trata de los hombres que se dirigen a la bodega. ¿Estarán bien ellos solos?
- Kodama:
- El robot recibe el golpe de la bola con su escudo, el cual le ayuda a encajar bien el embate. Aunque al estar en medio del aire sale despedido a un lado. Cuando llegas notas una extraña presencia que proviene de dentro de una bola de caramelo. Ah y el robot de antes vuelve a por ti, de nuevo blandiendo el hacha con una mano, aunque esta vez esta tiene un brillo anaranjado.
- La panda´l Dretch:
- Bueno la cosa se estabiliza un poco y os reunís en la cubierta del castillo naval. Buscando una entrada encontráis una enorme puerta de metal en una de las paredes cerca de la sección que se ha derrumbado. Al acercaros esta comienza a abrirse… aunque lo único que veis al otro lado es esto.
Mide más de 4 metros de alto y va armado con lo que parece una gran lanza y dos escudos sujetos a unas extremidades que salen de su espalda. No media palabra y hace un barrido con su arma para intentar haceros picadillo a los tres, la punta de esta comienza a girar a gran velocidad como si fuera un taladro.
- Banda de Zane:
- Después de la amigable reunión os abrís camino por el mágico y cada vez más en llamas bosque de Kodama. Las ramas y los troncos se parten sin problemas como… vamos como si fueran árboles normales y corrientes. Aunque antes de llegar al patíbulo aparece una enorme figura frente a vosotros. Uno de los robots que cayó antes. Es el blanco, está armado con un enorme espadón grueso y mira el patíbulo antes de percatarse en vosotros.
- ¿Vosotros también vais a poneros en mi camino? – Pregunta mientras se echa su arma al hombro. A sus pies hay una mezcla de agentes y algunos marines que parecen tener cierto cargo completamente derrotados.
- Aki:
- Bueno, caer caer no ha caído, es más se ha hecho más grande y ha comenzado a girar. Aunque tienes la impresión de que tu hechizo ha funcionado en uno de los dos.
- Bleyd, Katharina y derredores:
- Bueeeno, pues el tornado de fuego comienza a calcinar lo árboles cercanos, al hacerlo consigue más combustible y el viento que tiene de por si hace que este proceso se realice con mayor facilidad. Al poco tiempo ramas y astillas en llamas se extienden por los alrededores formando nuevos focos. El tornado cada vez cobra más y más fuerza, la temperatura aumenta y los que están cerca notan cierta falta de aire. Aquellos que estén luchando con o contra los zombies alrededor deben de tener en cuenta que se les vienen astillas y ramas en llamas encima a gran velocidad.
- Jack y la compañía del anillo:
- Mientras Jack intenta evitar que le quiten los pétalos a su flor expande la esfera en la que se encuentran. Worgulv y Mura (y quien esté) si no os apartáis os quedaréis sin espacio en el patíbulo, así que tendréis que retroceder a las escaleras.
- Yuu:
- Cuando dejas de reírte, te das cuenta de algo extraño. El sonido de tus disparos no es el que debería. La carne al abrirse no suena como madera rompiéndose. Parpadeas varias veces y de un momento para otro los cuerpos han desaparecido. Los casquillos de tu arma yacen en el suelo, la pared frente a ti completamente llena de agujeros. Oyes una risita proveniente de algún lugar cercano, seguida de una voz bastante dulce. Tanto que se te antoja repulsiva:
-Oh, pequeño... no has tardado mucho en explotar. Así nunca podrás hacerte un nombre de verdad. No si lo último que recuerdan de ti es tus armas y no tu apellido.
Maki
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Acta secreta de la vigesimotercera reunión de emergencia interAugustus.
Día: Desconocido.
Hora: Desconocida.
Ubicación: Prisión del Inconsciente. Área de máxima seguridad
Levanta acta: Maki Asuntos Turbios
El Señor Presidente y yo somos de los pocos que podemos entrar aquí. La Prisión del Inconsciente es donde están encerradas las facetas más peligrosas y destructivas de la personalidad del Maki Absoluto, el Maki Original, la suma de todos nosotros. Algunos de ellos, los del Módulo 1, solo causan problemas menores, como por ejemplo Maki Comedor-de-pipas o Maki Acaricia-perros-sin-dueño. Más abajo están los que pueden provocar daños al cuerpo, como Maki Lame-cables o Maki Spoilers, y en el nivel inferior hay importantes y perversas personalidades como Maki Fashion-victim, Maki Cheff Prepotente o Maki de Pueblo.
El Señor Presidente hace un gesto a Maki Sentido Común, el triste y debilitado guardián que nos abre la puerta del módulo de máxima seguridad. Solo hay seis Augustus encerrados aquí, en lo más profundo del inconsciente, lejos de cualquier posibilidad de que el Original piense en ellos y los traiga de vuelta a la vida.
Pasamos por delante de la puerta numerada con el 6, donde Maki Rompe-la-Cuarta-Pared está encerrado. Él, igual que el resto de los que se almacenan aquí, tiene el potencial de destruirnos por completo a todos, a la mente entera. Este Maki puede hacerlo con sus delirantes ideas sobre la conciencia cósmica omnipotente. Y como las celdas están ordenadas por peligrosidad, los cinco siguientes son aún peores que este demente.
El Señor Presidente ha tomado una dura decisión. Nos apuntan muchos marines y, sin el Comandante aquí, necesitamos ayuda urgente. Suerte que en la mente todo va a una velocidad distinta que ahí fuera. Hasta me daría tiempo de ir a tomar café. Bah, de hecho, voy a tomarme uno.
Bien, ya estoy. No puedo creer que vayamos a liberar a uno de estos monstruos. Si se nos va de las manos, estamos perdidos. ¿Cuál será? ¿El número cinco, Maki Pereza, que podría destruirnos con el poder de su vagueza? No, es aún peor. El Señor Presidente se detiene sobre la puerta número cuatro. No, imposible... Éste no...
Maki jamás había visto tantas armas. Bueno, sí, las había visto, pero no apuntándole a él. O por lo menos no desde aquella vez en que se coló en la convención de la Asociación Gyojin del Rifle. Un buen número de humanos con intenciones claramente poco amistosas parecía haber decidido que el pobre pez era un intruso. Que lo era, pero ellos no tenía por qué juzgarle.
¿Cómo iba a salir de ese lío? Podía hacerse el muerto, claro, pero los humanos se comían a los peces muertos, y eso era un problema. También podría irse nadando todo lo rápido que pudiera, pero eso sería como huir. Y ¿qué clase de líder huye ante las adversidades? No podría volver a mirar a la cara a sus hombres si lo hacía.
Y entonces tuvo una revelación. Fue como si algo en su cabeza hiciese click y todo cambiara. Tenía una idea, una genial, y solo necesitaba...
-Música -dijo. Y la música sonó.
La melodía surgió de la nada, como por arte de magia. Maki chasqueó los dedos y el ritmo aumentó. Estaba claro que solo había un arma capaz de enfrentarse a tantas otras, y era algo que Augustus Irwin Makintosh, tal y como acababa de recordar, dominaba a la perfección: una canción pegadiza.
Maki empezó a cantar. Su voz siempre había estado preparada para eso, ¡ahora lo veía! Era un barítono perfecto. ¡O un tenor, o todo a la vez! Podía hacer lo que quisiera con cualquier letra, algo que había olvidado hace mucho.
Y su canción tenía todo lo que necesitaba una buena canción. Era rápida y con mensaje, con un acompañamiento que... Vale, no sabía de dónde diablos salía, pero era música al fin y al cabo, y eso era lo importante. Y cómo cantaba... Había nacido para ello, para que su voz se acoplara perfectamente a la banda de música que sonaba o bien en su cabeza o bien en la realidad.
Luego añadió el baile, claro. No había marine capaz de resistirse a participar en la coreografía y a corear los estribillos. Incluso Margaret cantaba con el rápido tempo de la pieza. Maki sabía... No, ¡estaba cien por cien seguro! de que antes de darse cuenta habría montado un número musical imposiblemente organizado y coordinado de proporciones épicas. Luz, color, ruido, armonía, ¡lo quería todo! Quería hacer la ola con la tercera estrofa, danzar en una hilera de gente con los brazos entrelazados al son del estribillo. Quería que todos cantasen su himno -que habrían aprendido por razones que a él se le escapaban- y que la cueva entera retumbase con la potencia de su canto. Quería bailar con decenas de marines al mismo tiempo, mientras los de detrás hacían volteretas y coreaban la pegadiza tonadilla.
Y mientras... Bueno, él aprovecharía para marcharse discretamente por cualquier pasillo, escalera o hueco que diese al exterior de la cueva, desapareciendo en el momento justo en que la canción llegaba a su fin con un clamoroso grito de euforia.
Estaba seguro de que podría hacerlo. Tal era el poder del número cuatro en la lista de los Makis más peligrosos: el Maki Musical.
Día: Desconocido.
Hora: Desconocida.
Ubicación: Prisión del Inconsciente. Área de máxima seguridad
Levanta acta: Maki Asuntos Turbios
El Señor Presidente y yo somos de los pocos que podemos entrar aquí. La Prisión del Inconsciente es donde están encerradas las facetas más peligrosas y destructivas de la personalidad del Maki Absoluto, el Maki Original, la suma de todos nosotros. Algunos de ellos, los del Módulo 1, solo causan problemas menores, como por ejemplo Maki Comedor-de-pipas o Maki Acaricia-perros-sin-dueño. Más abajo están los que pueden provocar daños al cuerpo, como Maki Lame-cables o Maki Spoilers, y en el nivel inferior hay importantes y perversas personalidades como Maki Fashion-victim, Maki Cheff Prepotente o Maki de Pueblo.
El Señor Presidente hace un gesto a Maki Sentido Común, el triste y debilitado guardián que nos abre la puerta del módulo de máxima seguridad. Solo hay seis Augustus encerrados aquí, en lo más profundo del inconsciente, lejos de cualquier posibilidad de que el Original piense en ellos y los traiga de vuelta a la vida.
Pasamos por delante de la puerta numerada con el 6, donde Maki Rompe-la-Cuarta-Pared está encerrado. Él, igual que el resto de los que se almacenan aquí, tiene el potencial de destruirnos por completo a todos, a la mente entera. Este Maki puede hacerlo con sus delirantes ideas sobre la conciencia cósmica omnipotente. Y como las celdas están ordenadas por peligrosidad, los cinco siguientes son aún peores que este demente.
El Señor Presidente ha tomado una dura decisión. Nos apuntan muchos marines y, sin el Comandante aquí, necesitamos ayuda urgente. Suerte que en la mente todo va a una velocidad distinta que ahí fuera. Hasta me daría tiempo de ir a tomar café. Bah, de hecho, voy a tomarme uno.
Bien, ya estoy. No puedo creer que vayamos a liberar a uno de estos monstruos. Si se nos va de las manos, estamos perdidos. ¿Cuál será? ¿El número cinco, Maki Pereza, que podría destruirnos con el poder de su vagueza? No, es aún peor. El Señor Presidente se detiene sobre la puerta número cuatro. No, imposible... Éste no...
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Maki jamás había visto tantas armas. Bueno, sí, las había visto, pero no apuntándole a él. O por lo menos no desde aquella vez en que se coló en la convención de la Asociación Gyojin del Rifle. Un buen número de humanos con intenciones claramente poco amistosas parecía haber decidido que el pobre pez era un intruso. Que lo era, pero ellos no tenía por qué juzgarle.
¿Cómo iba a salir de ese lío? Podía hacerse el muerto, claro, pero los humanos se comían a los peces muertos, y eso era un problema. También podría irse nadando todo lo rápido que pudiera, pero eso sería como huir. Y ¿qué clase de líder huye ante las adversidades? No podría volver a mirar a la cara a sus hombres si lo hacía.
Y entonces tuvo una revelación. Fue como si algo en su cabeza hiciese click y todo cambiara. Tenía una idea, una genial, y solo necesitaba...
-Música -dijo. Y la música sonó.
La melodía surgió de la nada, como por arte de magia. Maki chasqueó los dedos y el ritmo aumentó. Estaba claro que solo había un arma capaz de enfrentarse a tantas otras, y era algo que Augustus Irwin Makintosh, tal y como acababa de recordar, dominaba a la perfección: una canción pegadiza.
Maki empezó a cantar. Su voz siempre había estado preparada para eso, ¡ahora lo veía! Era un barítono perfecto. ¡O un tenor, o todo a la vez! Podía hacer lo que quisiera con cualquier letra, algo que había olvidado hace mucho.
Y su canción tenía todo lo que necesitaba una buena canción. Era rápida y con mensaje, con un acompañamiento que... Vale, no sabía de dónde diablos salía, pero era música al fin y al cabo, y eso era lo importante. Y cómo cantaba... Había nacido para ello, para que su voz se acoplara perfectamente a la banda de música que sonaba o bien en su cabeza o bien en la realidad.
Luego añadió el baile, claro. No había marine capaz de resistirse a participar en la coreografía y a corear los estribillos. Incluso Margaret cantaba con el rápido tempo de la pieza. Maki sabía... No, ¡estaba cien por cien seguro! de que antes de darse cuenta habría montado un número musical imposiblemente organizado y coordinado de proporciones épicas. Luz, color, ruido, armonía, ¡lo quería todo! Quería hacer la ola con la tercera estrofa, danzar en una hilera de gente con los brazos entrelazados al son del estribillo. Quería que todos cantasen su himno -que habrían aprendido por razones que a él se le escapaban- y que la cueva entera retumbase con la potencia de su canto. Quería bailar con decenas de marines al mismo tiempo, mientras los de detrás hacían volteretas y coreaban la pegadiza tonadilla.
Y mientras... Bueno, él aprovecharía para marcharse discretamente por cualquier pasillo, escalera o hueco que diese al exterior de la cueva, desapareciendo en el momento justo en que la canción llegaba a su fin con un clamoroso grito de euforia.
Estaba seguro de que podría hacerlo. Tal era el poder del número cuatro en la lista de los Makis más peligrosos: el Maki Musical.
- Resumen:
- A ver cómo lo explico... Maki intenta montar un número musical improvisado pero extrañamente coreografiado con los marines de alrededor, en plan Disney, y escabullirse por donde sea para seguir adelante. La idea es que se contagien del espíritu musical de Maki y los marines canten y bailen con él imaginándose la música. O al menos que no le disparen xD
Katharina von Steinhell
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Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
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Sintió una leve sacudida en el suelo y, de pronto, un pequeño brote surgió. Katharina le quedó mirando extrañada, preguntándose por qué habría de salir un árbol en esa tierra infértil. Sin embargo, su sorpresa fue mayor cuando vio que del suelo emergían verdaderas estacas vivas, árboles de dimensiones grotescas. No pasó mucho tiempo para que la plaza fuese reemplazada por un bosque… uno afectado por el tornado en llamas de la pelirrosa. Si hubiese sabido que habría surgido tanta naturaleza en la isla, jamás habría usado una técnica tan… destructiva. En ese momento no le importó si el hechizo había causado efecto o no en su oponente, pues lo que pronto estaría por desencadenarse sería la mayor de sus preocupaciones.
Los árboles fueron víctimas del tornado de fuego, y no tardó en ocasionarse un incendio. Katharina deshizo el conjuro, pero ya era demasiado tarde y ahora tendría que preocuparse de no ser devorada por las llamas. Y tan rápido como surgió el fuego, hubo otro problema: el humo. Ella había sido la principal culpable de que la isla se convirtiese en un mar de llamas, y seguramente entre todos los monstruos que peleaban en Gray Rock, habría uno capaz de extinguir por completo el incendio, pero era su responsabilidad. La suya, de nadie más. Le hubiera gustado tener el poder para hacerlo, pero lo cierta era que no lo tenía. Necesitaba pensar en algo, y necesitaba hacerlo ahora.
Un pequeño remolino se formó a los pies de la pelirrosa, al mismo tiempo que un tronco comenzaba a caer sobre ella. Realizó un rápido tajo vertical para deshacerse de lo que pudo haberse convertido en un peligro, y luego sus pies se separaron del suelo gracias a la manipulación del viento. Antes de salir del alcance de las llamas y cualquier peligro que hubiese en tierra, le ordenó a un miembro de su pequeño ejército que le avisase a los demás que salieran del foco del incendio. Fue bien específica en decirle que buscase a los sirvientes, Xeyner y Edward, y los sacase de allí. Ella no podía preocuparse ahora mismo de sus lacayos.
—Maldición…
La perspectiva desde el cielo era completamente distinta… ¿Qué clase de guerra era esa? Su mantra le alertó de las presencias que desaparecían a cada segundo. ¿En serio un solo pirata valía tantas muertes? Katharina apretó el puño, no es que se preocupara de las vidas perdidas, pero es que parecía que al Gobierno ni le importaba perder a los suyos. Y hablando de compañeros, ¿dónde estaría Zane y los demás? Bueno, si estaban con el pelirrojo, no habría ningún problema. Ahora tenía un único propósito: extinguir las llamas.
Cerró los ojos y dejó que la energía fluyese a través de su cuerpo, pensando en si valdría la pena intentarlo o no. Gracias a la magia era capaz de controlar las fuerzas de la naturaleza y aprovecharse de ellas, pero jamás había pensado en algo tan grande. En los comienzos de sus estudios de magia elemental, se limitó a crear bolas de fuego y estacas de hielo, ondas cortantes de aire y balas de piedra. Lo que quería conseguir ahora desafiaba los límites que ella misma se impuso hace mucho tiempo. El viento comenzó a girar suavemente en torno a su alrededor, intentando hacer que hubiese una diferencia de temperaturas. Cuando abrió los ojos, estos se volvieron completamente blancos y emitían un brillo antinatural. Continuó reuniendo magia, preparándose para lanzarla toda en una onda que afectase el clima a su alrededor. Su objetivo era manipular el clima de tal forma que comenzase a llover, estaba intentando formar una especie de tormenta.
Si lo conseguía o no, el destino mismo lo decidiría. Si fallaba, tendría que pagar el precio. Había usado una buena cantidad de energía para crear esa tormenta… Se arriesgó para hacer algo nuevo e imprudente, así que de todas formas no podía arrepentirse. Ya era lo suficientemente grande para encargarse de sus errores, y si terminaba demasiado cansada como para continuar peleando, bueno, dejaría que sus compañeros se encargasen del resto. En el mejor de los casos, los cielos se tornarían aún más grises y las primeras gotas de lluvia caerían, ayudando a extinguir las llamas que ella misma creó.
Los árboles fueron víctimas del tornado de fuego, y no tardó en ocasionarse un incendio. Katharina deshizo el conjuro, pero ya era demasiado tarde y ahora tendría que preocuparse de no ser devorada por las llamas. Y tan rápido como surgió el fuego, hubo otro problema: el humo. Ella había sido la principal culpable de que la isla se convirtiese en un mar de llamas, y seguramente entre todos los monstruos que peleaban en Gray Rock, habría uno capaz de extinguir por completo el incendio, pero era su responsabilidad. La suya, de nadie más. Le hubiera gustado tener el poder para hacerlo, pero lo cierta era que no lo tenía. Necesitaba pensar en algo, y necesitaba hacerlo ahora.
Un pequeño remolino se formó a los pies de la pelirrosa, al mismo tiempo que un tronco comenzaba a caer sobre ella. Realizó un rápido tajo vertical para deshacerse de lo que pudo haberse convertido en un peligro, y luego sus pies se separaron del suelo gracias a la manipulación del viento. Antes de salir del alcance de las llamas y cualquier peligro que hubiese en tierra, le ordenó a un miembro de su pequeño ejército que le avisase a los demás que salieran del foco del incendio. Fue bien específica en decirle que buscase a los sirvientes, Xeyner y Edward, y los sacase de allí. Ella no podía preocuparse ahora mismo de sus lacayos.
—Maldición…
La perspectiva desde el cielo era completamente distinta… ¿Qué clase de guerra era esa? Su mantra le alertó de las presencias que desaparecían a cada segundo. ¿En serio un solo pirata valía tantas muertes? Katharina apretó el puño, no es que se preocupara de las vidas perdidas, pero es que parecía que al Gobierno ni le importaba perder a los suyos. Y hablando de compañeros, ¿dónde estaría Zane y los demás? Bueno, si estaban con el pelirrojo, no habría ningún problema. Ahora tenía un único propósito: extinguir las llamas.
Cerró los ojos y dejó que la energía fluyese a través de su cuerpo, pensando en si valdría la pena intentarlo o no. Gracias a la magia era capaz de controlar las fuerzas de la naturaleza y aprovecharse de ellas, pero jamás había pensado en algo tan grande. En los comienzos de sus estudios de magia elemental, se limitó a crear bolas de fuego y estacas de hielo, ondas cortantes de aire y balas de piedra. Lo que quería conseguir ahora desafiaba los límites que ella misma se impuso hace mucho tiempo. El viento comenzó a girar suavemente en torno a su alrededor, intentando hacer que hubiese una diferencia de temperaturas. Cuando abrió los ojos, estos se volvieron completamente blancos y emitían un brillo antinatural. Continuó reuniendo magia, preparándose para lanzarla toda en una onda que afectase el clima a su alrededor. Su objetivo era manipular el clima de tal forma que comenzase a llover, estaba intentando formar una especie de tormenta.
Si lo conseguía o no, el destino mismo lo decidiría. Si fallaba, tendría que pagar el precio. Había usado una buena cantidad de energía para crear esa tormenta… Se arriesgó para hacer algo nuevo e imprudente, así que de todas formas no podía arrepentirse. Ya era lo suficientemente grande para encargarse de sus errores, y si terminaba demasiado cansada como para continuar peleando, bueno, dejaría que sus compañeros se encargasen del resto. En el mejor de los casos, los cielos se tornarían aún más grises y las primeras gotas de lluvia caerían, ayudando a extinguir las llamas que ella misma creó.
- Resumen:
- Darse cuenta que la cagó en crear un tornado de llamas, ordenarle a sus no muertos que se saquen a Xeyner y a Edward del incendio, volar y reunir energía para intentar manipular el clima.
- Cosas:
- Técnica que se intenta aprender:
- Controlar el clima: Tarda un turno completo en reunir energía mágica para castear este hechizo, y los efectos comienzan a manifestarse en el siguiente turno para, en el subsiguiente, alcanzar el ápice. Permite generar condiciones adecuadas para el clima y estación del área en la que la bruja se encuentra, además se puede usar este hechizo para hacer que el clima en la zona sea tranquilo y normal para la estación.
- Primeravera: Tornado, tormenta, agualluvia o clima caluroso.
- Verano: Lluvia torrencial, ola de calor o granizada.
- Otoño: Clima caluroso o frío, niebla o aguanieve.
- Invierno: Frío glacial, ventisca o deshielo.
- Finales de invierno: Vientos huracanados.
Puede controlar las tendencias generales del clima, como la dirección o intensidad del viento, pero en ningún caso puede controlar detalles específicos (dónde impactarán los rayos, por ejemplo). El clima dura [5 turnos + 1 cada diez niveles de la conjuradora], o hasta que se use otra acción para designar un nuevo tipo de clima. No es posible mantener condiciones contradictorias simultáneamente. Controlar el clima permite eliminar fenómenos atmosféricos (ya sean naturales o de otro tipo) así como crearlos. Tiene un alcance de 2 millas en torno a la bruja y puede usarse una vez cada ocho turnos. - Primeravera: Tornado, tormenta, agualluvia o clima caluroso.
Dexter Black
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Emitió un quejido cuando vio el escaso efecto que su ataque había causado. El androide seguía en pie con al menos un 75% de funcionalidad. Cierto era que el veinticinco por ciento restante era el cien por cien de su brazo, pero en cómputo global... En cómputo global no parecía ser demasiado inteligente, así que tal vez había llegado a chamuscarle algún transistor. Porque, desde luego, marcarse un Midorima para ir de frente contra él cuando le faltaba un brazo no resultaba muy inteligente. Casi lloró por la nostalgia cuando algo ligeramente áspero empezó a empujarlo.
-Eh, eh ¡Eh!- gritó al gigantesco caramelo que intentaba limar asperezas... literalmente-. ¡Que estoy aquí! ¡Maleducado!
Empezó a sentirse bastante molesto. Se despistaba un momento y ya la gente empezaba a liarla parda. Que si una mujer de ínfima estatura y pechos que desafiaban la lógica anatómica creaba un tornado, que si Bleyd peleaba contra "Guerra mundial Z" (una película muy conocida en los libros de Tierralandia), que si una enorme esfera de caramelo intentaba pulverizarlo con relativo éxito, y encima aquel robot que parecía a punto de subirse a una carabana LGTB para minusválidos mentales se lanzaba contra él. Pues no. No le daba la puta gana.
Esquivó a duras penas el puño, pero con la suficiente agilidad como para ponerse tras él, y antes de que consiguiese finalizar el movimiento, lanzó su brazo con gran y calculada fuerza contra la cabeza del androide. Consiguiera darle o no, ya estaba calculando lo necesario para reducir la esfera de caramelo a azúcar glas. Porque, aun por encima, El puto hombre de azúcar había secuestrado a Legim. Con perversas intenciones, probablemente. Al fin y al cabo, estaba sintiendo la lujuria en el pene de Legim. Sí, el pene de Legim había desarrollado presencia independiente. Y seguramente tuviese más neuronas allí que en el resto del cuerpo sumado. Desgraciadamente, ni una célula nerviosa del viejo capitán era funcional: Legim era retrasado.
-En fin, ahora ocupémonos de lo importante- dijo, no sin comprobar antes el resultado de su ataque. Si el robot rosa no había explotado junto a la esfera de caramelo, o el caramelo no había explotado junto al robot, lo tendría en cuenta. Probablemente, para aplicar medidas extremas contra alguno de los dos. O contra ambos-, ¡El apocalipsis!
Luz. Fuego. Destrucción. Gray Rock podría ser una ruina. No lo podía permitir.
-Slade- diría mentalmente, esperando que su subcapitán no hubiese cerrado el vínculo-. Yo me ocupo del viento, tú apaga ese fuego.
Comenzó a caminar lentamente hacia el borde de la plataforma, sin dejar de observar el gigantesco y brutal tornado que se extendía a desde el cielo a la tierra. Tampoco pasó por alto el anillo de fuego que había comenzado a formarse por culpa de aquella insensatez. ¡Los árboles ardían! Intensamente, según el aire se calentaba y la poca humedad que quedada en el lugar se disipaba. Dio un paso adelante, fuera de la plataforma, y un remolino de aire recogió su pie. Avanzó de nuevo y parsimonioso comenzó a caminar mientras el viento lo acogía en su seno. ¿Era el momento de usar aquello? La forma más poderosa que nunca había logrado dominar, un poder que simplemente frenaría por completo aquel tornado de maldad y apagaría cualquier fuego... No, no era el momento. No podía quedar rendido, no todavía.
Su piel se resquebrajó una vez mientras crecía hasta los cuatro metros, tomando por completo su piel un color negro azabache y surgiendo doradas venas por todo su cuerpo casi por completo desnudo. No necesitaba usar su forma completa, pero aun así dejó que su cabello se tornase plumas y escamas negras recubriesen sus ya quemados brazos y piernas. El poder del viento en sus manos, el verdadero poder del viento...
-Esto es...
"Muy temerario", terminó su cabeza antes de que pudiese decir nada. Sus manos comenzaron a girar en el mismo sentido que la violenta ventolera, formando un anillo a su alrededor intentando concentrar el fuego. Mucho calor podía resultar explosivo, pero aun así comenzó a cerrar el círculo, haciendo que el viento girase a velocidades suficientes como para que su oxigenación fuese nula o, por lo menos, mínima. Pero no se detuvo ahí. Siguió haciendo que la nova de fuego girase mientras se acercaba al tornado, ya paralizado, y cuando por fin estuvo todo... No podía. No era suficiente. No podía con aquel infierno, necesitaba más.
-Slade... Esto es demasiado. Estate atento...
Un anillo de nubes negras envolvió el cielo instantáneamente, y un rayo dorado cayó sobre él. Antes de que el destello se hubiera disipado, hacia las nubes ascendía una larguísima sierpe azul rodeada de un anillo infernal de fuego, tan amplio que la envolvía por completo, pero la envolvía. Dexter se permitió sonreír cuando atravesó las nubes. Su forma flaqueó y el fuego se extendió por toda la nube, calentándola hasta que comenzó a hervir. Pero el agua hirviendo era mejor que el fuego a miles de grados, ¿No?
Otra vez humano, se dejó caer...
-Eh, eh ¡Eh!- gritó al gigantesco caramelo que intentaba limar asperezas... literalmente-. ¡Que estoy aquí! ¡Maleducado!
Empezó a sentirse bastante molesto. Se despistaba un momento y ya la gente empezaba a liarla parda. Que si una mujer de ínfima estatura y pechos que desafiaban la lógica anatómica creaba un tornado, que si Bleyd peleaba contra "Guerra mundial Z" (una película muy conocida en los libros de Tierralandia), que si una enorme esfera de caramelo intentaba pulverizarlo con relativo éxito, y encima aquel robot que parecía a punto de subirse a una carabana LGTB para minusválidos mentales se lanzaba contra él. Pues no. No le daba la puta gana.
Esquivó a duras penas el puño, pero con la suficiente agilidad como para ponerse tras él, y antes de que consiguiese finalizar el movimiento, lanzó su brazo con gran y calculada fuerza contra la cabeza del androide. Consiguiera darle o no, ya estaba calculando lo necesario para reducir la esfera de caramelo a azúcar glas. Porque, aun por encima, El puto hombre de azúcar había secuestrado a Legim. Con perversas intenciones, probablemente. Al fin y al cabo, estaba sintiendo la lujuria en el pene de Legim. Sí, el pene de Legim había desarrollado presencia independiente. Y seguramente tuviese más neuronas allí que en el resto del cuerpo sumado. Desgraciadamente, ni una célula nerviosa del viejo capitán era funcional: Legim era retrasado.
-En fin, ahora ocupémonos de lo importante- dijo, no sin comprobar antes el resultado de su ataque. Si el robot rosa no había explotado junto a la esfera de caramelo, o el caramelo no había explotado junto al robot, lo tendría en cuenta. Probablemente, para aplicar medidas extremas contra alguno de los dos. O contra ambos-, ¡El apocalipsis!
Luz. Fuego. Destrucción. Gray Rock podría ser una ruina. No lo podía permitir.
-Slade- diría mentalmente, esperando que su subcapitán no hubiese cerrado el vínculo-. Yo me ocupo del viento, tú apaga ese fuego.
Comenzó a caminar lentamente hacia el borde de la plataforma, sin dejar de observar el gigantesco y brutal tornado que se extendía a desde el cielo a la tierra. Tampoco pasó por alto el anillo de fuego que había comenzado a formarse por culpa de aquella insensatez. ¡Los árboles ardían! Intensamente, según el aire se calentaba y la poca humedad que quedada en el lugar se disipaba. Dio un paso adelante, fuera de la plataforma, y un remolino de aire recogió su pie. Avanzó de nuevo y parsimonioso comenzó a caminar mientras el viento lo acogía en su seno. ¿Era el momento de usar aquello? La forma más poderosa que nunca había logrado dominar, un poder que simplemente frenaría por completo aquel tornado de maldad y apagaría cualquier fuego... No, no era el momento. No podía quedar rendido, no todavía.
Su piel se resquebrajó una vez mientras crecía hasta los cuatro metros, tomando por completo su piel un color negro azabache y surgiendo doradas venas por todo su cuerpo casi por completo desnudo. No necesitaba usar su forma completa, pero aun así dejó que su cabello se tornase plumas y escamas negras recubriesen sus ya quemados brazos y piernas. El poder del viento en sus manos, el verdadero poder del viento...
-Esto es...
"Muy temerario", terminó su cabeza antes de que pudiese decir nada. Sus manos comenzaron a girar en el mismo sentido que la violenta ventolera, formando un anillo a su alrededor intentando concentrar el fuego. Mucho calor podía resultar explosivo, pero aun así comenzó a cerrar el círculo, haciendo que el viento girase a velocidades suficientes como para que su oxigenación fuese nula o, por lo menos, mínima. Pero no se detuvo ahí. Siguió haciendo que la nova de fuego girase mientras se acercaba al tornado, ya paralizado, y cuando por fin estuvo todo... No podía. No era suficiente. No podía con aquel infierno, necesitaba más.
-Slade... Esto es demasiado. Estate atento...
Un anillo de nubes negras envolvió el cielo instantáneamente, y un rayo dorado cayó sobre él. Antes de que el destello se hubiera disipado, hacia las nubes ascendía una larguísima sierpe azul rodeada de un anillo infernal de fuego, tan amplio que la envolvía por completo, pero la envolvía. Dexter se permitió sonreír cuando atravesó las nubes. Su forma flaqueó y el fuego se extendió por toda la nube, calentándola hasta que comenzó a hervir. Pero el agua hirviendo era mejor que el fuego a miles de grados, ¿No?
Otra vez humano, se dejó caer...
- Resumen:
- Intentar llevarme el tornado conmigo, en mi forma Dragón espiritual. Por cuestiones de gestión de energía, dejarme caer antes de que el turno termine para estar no tan hecho mierda.
Luka Rooney
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El tiburón sonrió al observar cómo el calor que consiguió emanar derretía el hielo que rodeaba el barco. Con suma paciencia y delicadeza fue bordeando el navío hasta el punto de dejarlo completamente libre. Aunque quién le decía que, en un futuro cercano, no se tendría que ver envuelto de nuevo en la misma situación.
Cuando acabó, reflexionó durante un momento sobre su plan, el cual había salido francamente bien. Y no únicamente por lograr su fin, sino también por cómo se había ejecutado. Aquello le hizo pensar que, si Therax hubiera estado cerca, el resultado hubiese sido bien distinto. Primero, porque el espadachín hubiese puesto alguna pega, probablemente alegando que el habitante del mar no pensaba mucho, o no como alguien “inteligente”. Y segundo, porque definitivamente hubiese salido mal. No había plan que hiciese a su lado que saliese relativamente bien. Sin duda, todo aquello conformaba la teoría que Luka estaba meditando durante meses; Therax era gafe. El más gafe de la banda.
Cuando volvió de su particular beef al espadachín, el tiburón observó la isla, y lo que vió le preocupó hasta tal punto que decidió volver a llamar por DDM a su capitán, y en caso que este no lo cogiese, lo haría al gigantón de Marc.
-¿Capitán? ¿Eres tú? Estoy en el barco, tal y como me pediste, he liberado la zona de hielo y ya está en condiciones para una huida. Pero estoy viendo todo arder y una especie de.. ¿Tornado? ¿Qué está pasando? ¿Necesitáis mi ayuda?
Durante el transcurso de la llamada, el gyojin había estado nadando hacia la costa para ganar tiempo. Si bien es cierto que se encontraba relativamente bien y que los vendajes habían actuado correctamente, aún debía recordar que tanto el tobillo como sus costillas seguían con daños que le impedirían dar el 100%. Aunque, por otro lado, su carisma y flow podían estar over 9000, lo cual podría claramente decantar la batalla.
Sí por alguna razón, su capitán le ordenaba volver al barco, sólo tendría que dar media vuelta. Sí aceptaba su ayuda, intentaría preguntarle dónde estaban y, tras ello, intentaría localizarlos empleando mantra y, probablemente, iría volando para evitar tanto las ramas que quedaban por arder como las que ya lo estaban haciendo. Sólo esperaba que no fuese demasiado tarde para ninguno de sus compañeros.
Cuando acabó, reflexionó durante un momento sobre su plan, el cual había salido francamente bien. Y no únicamente por lograr su fin, sino también por cómo se había ejecutado. Aquello le hizo pensar que, si Therax hubiera estado cerca, el resultado hubiese sido bien distinto. Primero, porque el espadachín hubiese puesto alguna pega, probablemente alegando que el habitante del mar no pensaba mucho, o no como alguien “inteligente”. Y segundo, porque definitivamente hubiese salido mal. No había plan que hiciese a su lado que saliese relativamente bien. Sin duda, todo aquello conformaba la teoría que Luka estaba meditando durante meses; Therax era gafe. El más gafe de la banda.
Cuando volvió de su particular beef al espadachín, el tiburón observó la isla, y lo que vió le preocupó hasta tal punto que decidió volver a llamar por DDM a su capitán, y en caso que este no lo cogiese, lo haría al gigantón de Marc.
-¿Capitán? ¿Eres tú? Estoy en el barco, tal y como me pediste, he liberado la zona de hielo y ya está en condiciones para una huida. Pero estoy viendo todo arder y una especie de.. ¿Tornado? ¿Qué está pasando? ¿Necesitáis mi ayuda?
Durante el transcurso de la llamada, el gyojin había estado nadando hacia la costa para ganar tiempo. Si bien es cierto que se encontraba relativamente bien y que los vendajes habían actuado correctamente, aún debía recordar que tanto el tobillo como sus costillas seguían con daños que le impedirían dar el 100%. Aunque, por otro lado, su carisma y flow podían estar over 9000, lo cual podría claramente decantar la batalla.
Sí por alguna razón, su capitán le ordenaba volver al barco, sólo tendría que dar media vuelta. Sí aceptaba su ayuda, intentaría preguntarle dónde estaban y, tras ello, intentaría localizarlos empleando mantra y, probablemente, iría volando para evitar tanto las ramas que quedaban por arder como las que ya lo estaban haciendo. Sólo esperaba que no fuese demasiado tarde para ninguno de sus compañeros.
- Resumen:
Darse cuenta de que ha logrado derretir el hielo.
Beef a Therax.
Llamar por DDM a Zane, si no lo coge, llamar a Marc. Sí tampoco, suicidarse por ser ignorado (?)
Proponer su ayuda y avanzar hacia la costa esperando una respuesta.
Brynn
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Brynn sonrió y asintió de manera educada ante cada presentación que los amigos de Nailah le brindaron. Meditó durante unos segundos si los amigos de su amiga eran sus amigos, o si por el contrario, no había vínculo alguno. Aunque a juzgar por cómo le habían recibido, creía que al menos podrían serlo.
Al asesino no le llamaba nada aquello de la amistad, pero sí el tener a aquella poderosa banda como un contacto con el que poder trabajar en un futuro. Y si así lo quería, debería hacer bien las cosas con ellos.
Brynn esbozó una tímida sonrisa cuando Zane preguntó si era el novio de Nailah y esperó a que está contestase. Apostó en su interior a que le daría un bofetón, pero dudó en si lo que haría sería físico, o a través de un cortante comentario. No las tenía todas consigo, pero se decantó por el comentario.
Cuando se disponían a salir, sin rostro paró en seco ante la mole que se plantó en el camino que los piratas estaban tomando. Uno de los robots de Viktor. El asesino miró hacia donde antes se encontraba Viktor y se preguntó qué clase de robot sería. ¿Qué poderes tendría? ¿Sería inmune a algo? La situación requería probar al robot para ver de qué estaba hecho, pero Brynn era consciente que vencerlo quizá no era una opción demasiado sensata.
Cuando Zane se disponía a hablar -o eso parecía-, el asesino le dió un tímido golpe con la funda del machete a Nailah, invitándola de nuevo a un ameno baile en el cual su integridad física podría verse comprometida. Aquello parecía un baile literal. Pero a excepción de los bailes, a Brynn no se le daba nada mal combatir.
Con los ojos le hizo una seña a la pirata para que se moviese con él hacía la izquierda, y empleando el mayor sigilo posible, intento hacerlo sin que el robot le prestase demasiada atención. Desde allí, observaría cómo iban ocurriendo las distintas situaciones y, tras ello, actuaría en función de ellas.
De momento, el asesino se llevó la mano izquierda al bolsillo y palpó las tres píldoras que Nassor le había dado, mientras con la derecha daba pequeños toquecitos al cómodo mango del machete.
- Esto se va a poner feo en 3, 2, 1...
Al asesino no le llamaba nada aquello de la amistad, pero sí el tener a aquella poderosa banda como un contacto con el que poder trabajar en un futuro. Y si así lo quería, debería hacer bien las cosas con ellos.
Brynn esbozó una tímida sonrisa cuando Zane preguntó si era el novio de Nailah y esperó a que está contestase. Apostó en su interior a que le daría un bofetón, pero dudó en si lo que haría sería físico, o a través de un cortante comentario. No las tenía todas consigo, pero se decantó por el comentario.
Cuando se disponían a salir, sin rostro paró en seco ante la mole que se plantó en el camino que los piratas estaban tomando. Uno de los robots de Viktor. El asesino miró hacia donde antes se encontraba Viktor y se preguntó qué clase de robot sería. ¿Qué poderes tendría? ¿Sería inmune a algo? La situación requería probar al robot para ver de qué estaba hecho, pero Brynn era consciente que vencerlo quizá no era una opción demasiado sensata.
Cuando Zane se disponía a hablar -o eso parecía-, el asesino le dió un tímido golpe con la funda del machete a Nailah, invitándola de nuevo a un ameno baile en el cual su integridad física podría verse comprometida. Aquello parecía un baile literal. Pero a excepción de los bailes, a Brynn no se le daba nada mal combatir.
Con los ojos le hizo una seña a la pirata para que se moviese con él hacía la izquierda, y empleando el mayor sigilo posible, intento hacerlo sin que el robot le prestase demasiada atención. Desde allí, observaría cómo iban ocurriendo las distintas situaciones y, tras ello, actuaría en función de ellas.
De momento, el asesino se llevó la mano izquierda al bolsillo y palpó las tres píldoras que Nassor le había dado, mientras con la derecha daba pequeños toquecitos al cómodo mango del machete.
- Esto se va a poner feo en 3, 2, 1...
- Resumen:
Escuchar a todos presentarse.
Observar de arriba abajo al robot.
Dar un golpecito a Nailah para que venga conmigo a un lateral, intentando que el robot no se centre en nosotros.
El ladrón seguía riendo como si no hubiese mañana, mientras seguía disparando a bocajarro contra las marines, sin piedad alguna. Tardó unos cuantos segundos en darse cuenta de algo, pero finalmente se percató de que algo estaba ocurriendo. El sonido del impacto de las balas era demasiado atípico, y las personas que a su alrededor se hallaban tampoco movían un dedo para detenerle. Por puro instinto, parpadeó ante el tan estrambótico suceso. Justo cuando abrió los ojos tras milésimas de segundo, comprobó que no había ningún cadáver… ni nadie más. Delante de él, para su completo asombro, se halla una pared agujereada casi al completo por las balas del pelinegro. Justo debajo de él, un gran cúmulo de casquetes formaba una diminuta montaña. Yuu no tenía ni idea de lo que estaba pasando, pero su furia aumentaba por momentos. Un pequeño “tic” en el ojo visible empezó a suceder cuando escuchó una risa infantil no muy lejos de su posición. Era aquella niña, mofándose de él. Tiró los subfusiles al suelo y los hizo desaparecer, junto con las balas.
–Oh, pequeño... no has tardado mucho en explotar. Así nunca podrás hacerte un nombre de verdad. No si lo último que recuerdan de ti es tus armas y no tu apellido. –dijo la pelirroja, la ubicación de la cual el mercenario desconocía por completo.
–Cállate la puta boca, criaja de mierda –apretó los dos puños y los dientes, incrementando su cólera cada segundo que pasaba–. Cuando te pille te voy a cortar esa lengua tan larga que tienes, y te voy a obligar a que te la comas. ¡Sal de donde quiera que estés! Está claro que no voy a salir de aquí hasta que acabe contigo… ¡así que venga, sucia puerca! ¡Sal a jugar! ¡Te estoy esperando! –y la cólera, finalmente, estalló.
Desenvainó con furia una de sus espadas, y empezó a buscar con la mirada a la condenada niña que tan nervioso le estaba poniendo.
–Oh, pequeño... no has tardado mucho en explotar. Así nunca podrás hacerte un nombre de verdad. No si lo último que recuerdan de ti es tus armas y no tu apellido. –dijo la pelirroja, la ubicación de la cual el mercenario desconocía por completo.
–Cállate la puta boca, criaja de mierda –apretó los dos puños y los dientes, incrementando su cólera cada segundo que pasaba–. Cuando te pille te voy a cortar esa lengua tan larga que tienes, y te voy a obligar a que te la comas. ¡Sal de donde quiera que estés! Está claro que no voy a salir de aquí hasta que acabe contigo… ¡así que venga, sucia puerca! ¡Sal a jugar! ¡Te estoy esperando! –y la cólera, finalmente, estalló.
Desenvainó con furia una de sus espadas, y empezó a buscar con la mirada a la condenada niña que tan nervioso le estaba poniendo.
- ”Resumen”:
- Yuu se da cuenta de todo lo que está pasando, y cuando la niña se ríe, entra en cólera.
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