Todo marchaba sobre ruedas. Tras la marcha de los autómatas de la cubierta, el pirata no creyó lo que su ojo se hallaba viendo. La nave que tantos problemas le estaba dando ya no estaba donde en un primer momento se hallaba. Apesadumbrado, el pelinegro se acercó a la barandilla de cubierta a ver cuál era la situación abajo… y entonces la divisó. La gigantesca nave se encontraba en el océano, justo en el… ¿hielo? “¿Desde cuándo hay hielo aquí abajo…? ¿Qué coño me he perdido?”, pensó para sí mismo. El pirata observó como de los alrededores del navío enemigo emergía una especie de densa niebla. Se desconocía la causa de esto, y como no era demasiado importante, prefirió proceder a hacer algo con más valor para el curso de la batalla que seguir mirando a su enemigo caído.
Aunque antes… tenía que oír lo que, uno por uno, le decían los integrantes de la supuesta banda del otro parcheado. Antes de entablar las distintas conversaciones, tuvo que voltearse para ver qué era lo que tramaban a sus espaldas. “¿Se puede saber qué cojones hacen con esa chatarra?”, se preguntó al ver como movían las piezas de los robots hacia su barco. Prefirió ignorarlo, pues realmente él no necesitaba todo aquello. Tras esto, el primero en acercarse al parcheado fue el peliazul.
– Oye, gracias por dejarnos aparcar aquí. He limpiado un poco la cubierta de todos esos trastos... Espero que no te moleste. ¿Tienes pensado entrar en ese hervidero de marines o tienes otros planes? El descerebrado de nuestro capitán se ha ido a hacer su pasatiempo favorito y a saber cuando volverá, así que si te podemos ayudar en algo más, solo dilo. Por cierto, mi nombre es Zack.
– Entrar en el hervidero puede ser un suicidio, pero debe de ser divertido. Aún así, me quedaré en la nave… por ahora. Si queréis ser útiles dadme unos minutos para pensar en algo, porque no sé ni lo que voy a hacer yo.
Luego… se acercó otro. Por apariencia, este iba bastante más arreglado. Aunque el pirata no entendió por qué llevaba gafas de sol.
– Mi nombre es Jolly, yo también te agradezco que nos permitieras quedarnos. Hasta que nuestro capitán regrese o nos reclame, supongo que podemos intentar ayudarte un rato más.
– Te digo lo mismo que a tu compañero… – intentó acordarse del nombre del otro, el cual le acababa de decir haría un minuto aproximadamente. – Zack. – consiguió acordarse. – No tengo nada planeado, pero si os esperáis un poco… igual puedo daros algo que hacer.
Por último, el que no había causado demasiada buena impresión al pelinegro, del cual no sabía ni el nombre… gritó desde unos metros de distancia al ladrón.
– Perdona, Yuu. ¿Tienes algo con lo que romper el hielo? Estoy seguro que la hermandad te estará muy agradecida por ello.
– Claro, pero no pensaba que esto fuese una cita. – bromeó, refiriéndose a “romper el hielo” como otra cosa. Acto seguido, se acercó a él. – Lo único que tengo que sería efectivo… serían los cañones de los robots. Lo malo es que no sé si llegarán desde esta distancia. – contestó en un tono mucho más serio. – Se puede probar. – se encogió de hombros y llamó a uno de los autómatas, el cual se acercó rápidamente a ambos. – ¿Dónde quieres disparar? Porque hay bastante hielo.
Una vez le dijese donde disparar al robot, el muchacho se apartaría de sus invitados y establecería contacto con uno de sus oficiales.
– Aquí Blade. ¿Cómo está la situación por ahí abajo? ¿Algo interesante?
– Señor, ahí abajo las cosas no van muy bien.
– Situación de los Jigoku.
– Se hallan maniobrando por el hielo, por lo que vemos, pero… no podemos ver nada más.
– ¿Qué hay de ese Dexter?
– Hemos intentado seguirle la pista todo el tiempo. Él ha sido quién le ha librado de la nave enemiga, y ahora parece que va a llevarla a algún sitio. Todos sus barcos se están moviendo. Parece que se retiran. – tragó saliva y respiró hondo. – Pero él… él ahora está en la isla. De hecho… se encuentra justo en el centro.
– Vale… ¿y además de todo eso? ¿Algo más?
– Sí, señor. Vienen acorazados desde Marineford, y están abriendo fuego a los barcos, el de los Jigoku incluido.
– Vale… ordena a alguien que lleve mi caracol a cubierta. Tengo que hablar con Syxel ya.
– Inmediatamente, señor.
Mientras su caracol venía, Yuu decidió contarles la situación a sus invitados, y proponerles algo.
– ¡Veamos! La cosa está jodida. Ahí abajo están todos dándose de hostias y encima ahora vienen acorazados de la Marina a tocar los cojones. Mi nave y la vuestra está a salvo, por ahora… ya habéis visto lo que le ha pasado al monstruo ese. Por lo tanto… tanto yo como vosotros tenéis dos opciones. U os quedáis aquí arriba, vigilando y apoyando como podáis a la situación marítima… o bajáis con un par de cojones a ayudar a vuestro capitán. Vosotros decidís. – tras dejar de hablar, observó como se abrían las puertas del ascensor de cubierta. Corriendo, se acercó uno de los subordinados con el caracol en mano. Una vez el pirata lo cogió, el individuo se volvió a marchar. Yuu abrió la línea y esperó que su capitán la tuviera también de la misma forma. – ¿Syxel? ¿Me recibes? Aquí arriba ya no hay ninguna amenaza. Si no recibo respuesta alguna, haré lo que crea conveniente. Si estás ahí, dime qué es lo que crees que hay que hacer.
Aunque antes… tenía que oír lo que, uno por uno, le decían los integrantes de la supuesta banda del otro parcheado. Antes de entablar las distintas conversaciones, tuvo que voltearse para ver qué era lo que tramaban a sus espaldas. “¿Se puede saber qué cojones hacen con esa chatarra?”, se preguntó al ver como movían las piezas de los robots hacia su barco. Prefirió ignorarlo, pues realmente él no necesitaba todo aquello. Tras esto, el primero en acercarse al parcheado fue el peliazul.
– Oye, gracias por dejarnos aparcar aquí. He limpiado un poco la cubierta de todos esos trastos... Espero que no te moleste. ¿Tienes pensado entrar en ese hervidero de marines o tienes otros planes? El descerebrado de nuestro capitán se ha ido a hacer su pasatiempo favorito y a saber cuando volverá, así que si te podemos ayudar en algo más, solo dilo. Por cierto, mi nombre es Zack.
– Entrar en el hervidero puede ser un suicidio, pero debe de ser divertido. Aún así, me quedaré en la nave… por ahora. Si queréis ser útiles dadme unos minutos para pensar en algo, porque no sé ni lo que voy a hacer yo.
Luego… se acercó otro. Por apariencia, este iba bastante más arreglado. Aunque el pirata no entendió por qué llevaba gafas de sol.
– Mi nombre es Jolly, yo también te agradezco que nos permitieras quedarnos. Hasta que nuestro capitán regrese o nos reclame, supongo que podemos intentar ayudarte un rato más.
– Te digo lo mismo que a tu compañero… – intentó acordarse del nombre del otro, el cual le acababa de decir haría un minuto aproximadamente. – Zack. – consiguió acordarse. – No tengo nada planeado, pero si os esperáis un poco… igual puedo daros algo que hacer.
Por último, el que no había causado demasiada buena impresión al pelinegro, del cual no sabía ni el nombre… gritó desde unos metros de distancia al ladrón.
– Perdona, Yuu. ¿Tienes algo con lo que romper el hielo? Estoy seguro que la hermandad te estará muy agradecida por ello.
– Claro, pero no pensaba que esto fuese una cita. – bromeó, refiriéndose a “romper el hielo” como otra cosa. Acto seguido, se acercó a él. – Lo único que tengo que sería efectivo… serían los cañones de los robots. Lo malo es que no sé si llegarán desde esta distancia. – contestó en un tono mucho más serio. – Se puede probar. – se encogió de hombros y llamó a uno de los autómatas, el cual se acercó rápidamente a ambos. – ¿Dónde quieres disparar? Porque hay bastante hielo.
Una vez le dijese donde disparar al robot, el muchacho se apartaría de sus invitados y establecería contacto con uno de sus oficiales.
– Aquí Blade. ¿Cómo está la situación por ahí abajo? ¿Algo interesante?
– Señor, ahí abajo las cosas no van muy bien.
– Situación de los Jigoku.
– Se hallan maniobrando por el hielo, por lo que vemos, pero… no podemos ver nada más.
– ¿Qué hay de ese Dexter?
– Hemos intentado seguirle la pista todo el tiempo. Él ha sido quién le ha librado de la nave enemiga, y ahora parece que va a llevarla a algún sitio. Todos sus barcos se están moviendo. Parece que se retiran. – tragó saliva y respiró hondo. – Pero él… él ahora está en la isla. De hecho… se encuentra justo en el centro.
– Vale… ¿y además de todo eso? ¿Algo más?
– Sí, señor. Vienen acorazados desde Marineford, y están abriendo fuego a los barcos, el de los Jigoku incluido.
– Vale… ordena a alguien que lleve mi caracol a cubierta. Tengo que hablar con Syxel ya.
– Inmediatamente, señor.
Mientras su caracol venía, Yuu decidió contarles la situación a sus invitados, y proponerles algo.
– ¡Veamos! La cosa está jodida. Ahí abajo están todos dándose de hostias y encima ahora vienen acorazados de la Marina a tocar los cojones. Mi nave y la vuestra está a salvo, por ahora… ya habéis visto lo que le ha pasado al monstruo ese. Por lo tanto… tanto yo como vosotros tenéis dos opciones. U os quedáis aquí arriba, vigilando y apoyando como podáis a la situación marítima… o bajáis con un par de cojones a ayudar a vuestro capitán. Vosotros decidís. – tras dejar de hablar, observó como se abrían las puertas del ascensor de cubierta. Corriendo, se acercó uno de los subordinados con el caracol en mano. Una vez el pirata lo cogió, el individuo se volvió a marchar. Yuu abrió la línea y esperó que su capitán la tuviera también de la misma forma. – ¿Syxel? ¿Me recibes? Aquí arriba ya no hay ninguna amenaza. Si no recibo respuesta alguna, haré lo que crea conveniente. Si estás ahí, dime qué es lo que crees que hay que hacer.
- Resumen (Syxel y tripu de Arribor):
- Contestar a las comadrejas de Arribor, hacer que un autómata dispare un cañonazo al trozo de hielo que William diga, pedir informe de situación a mis subordinados (mediante las cámaras de la nave) y conocer la posición de Dexter (al estar casi encima de Gray Rock, puedo ver prácticamente toda la zona circundante), del barco de los Jigoku y de los acorazados de Marineford. Llamar a Syxel para saber qué hacer y proponerles a las comadrejas dos opciones.
Worgulv
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Cuando aterrizo en la nave, no quedaba allí ni un alma salvo la de su capitán, parecía que todo el mundo había salido volando, lo cual era lógico si Dexter estaba en ella con intenciones hostiles. Para su decepción, Worgulv solo había subido tan alto como recadero.
Cuando su capitán se acerco hacia él, este le entrego el cañón sin mediar palabra, no parecía que lo necesitase en un principio, y menos ahora que no quedaba nadie con quien luchar, lo cual hizo sentirse aún más estúpido al hombre, todo aquello había sido una absoluta pérdida de tiempo.
Fue entonces cuando Dexter se dispuso a utilizar su Den-Den mushi, y con un gesto, el hombre comprendió que tenia que apagar su comunicador, lo tenia a rango de escucha, seria incomodo escucharlo a tiempo real y por el comunicador.
La primera frase que salió de su boca le dejo en shock, ¿! ya no serían piratas¡? Tras eso el capitán ordeno la retirada de las tropas, el hombre no cabía en sí, no solo íbamos a dejar la piratería, ¿si no que nos retirábamos de la batalla? ¨¨ ¿Por todos los dioses en que está pensando? ¨¨ solo cabía la posibilidad de que fuese un farol, ¨¨ ¿Acaba de decir luchar junto al gobierno? ¿pero qué demonios? ¨¨ puede que fuese por la expresión del hombre con los ojos desorbitados por no comprender que demonios estaba pasando, pero Dexter negó ligeramente con la cabeza mientras lo miraba fijamente, eso le quito todo el peso y le relajo profundamente, con una sonrisa sostuvo su martillo con dos manos, dispuesto a seguir a su capitán como siempre había hecho.
Cuando su capitán apoyo una mano en su hombro, lo escucho atentamente. Tenía razón, por mucho que eso llegase a doler, era su camino y su elección, negarle la libertad de elegir su destino seria incluso más horrible.
-Os espero a todos, si sigo siendo vuestro Capitán, en la plaza del patíbulo de Gray Rock.
¨¨ Eso sin dudar¨¨ Cuando su capitán extendió sus alas y salió volando, el hombre también desplego las suyas y fue tras él, en vez de dejarse caer sobre la plaza como su capitán, descendió en picado, y tras una ultima sacudida para reducir la velocidad, aterrizo y se situó a un lado de Dexter.
Cuando su capitán se acerco hacia él, este le entrego el cañón sin mediar palabra, no parecía que lo necesitase en un principio, y menos ahora que no quedaba nadie con quien luchar, lo cual hizo sentirse aún más estúpido al hombre, todo aquello había sido una absoluta pérdida de tiempo.
Fue entonces cuando Dexter se dispuso a utilizar su Den-Den mushi, y con un gesto, el hombre comprendió que tenia que apagar su comunicador, lo tenia a rango de escucha, seria incomodo escucharlo a tiempo real y por el comunicador.
La primera frase que salió de su boca le dejo en shock, ¿! ya no serían piratas¡? Tras eso el capitán ordeno la retirada de las tropas, el hombre no cabía en sí, no solo íbamos a dejar la piratería, ¿si no que nos retirábamos de la batalla? ¨¨ ¿Por todos los dioses en que está pensando? ¨¨ solo cabía la posibilidad de que fuese un farol, ¨¨ ¿Acaba de decir luchar junto al gobierno? ¿pero qué demonios? ¨¨ puede que fuese por la expresión del hombre con los ojos desorbitados por no comprender que demonios estaba pasando, pero Dexter negó ligeramente con la cabeza mientras lo miraba fijamente, eso le quito todo el peso y le relajo profundamente, con una sonrisa sostuvo su martillo con dos manos, dispuesto a seguir a su capitán como siempre había hecho.
Cuando su capitán apoyo una mano en su hombro, lo escucho atentamente. Tenía razón, por mucho que eso llegase a doler, era su camino y su elección, negarle la libertad de elegir su destino seria incluso más horrible.
-Os espero a todos, si sigo siendo vuestro Capitán, en la plaza del patíbulo de Gray Rock.
¨¨ Eso sin dudar¨¨ Cuando su capitán extendió sus alas y salió volando, el hombre también desplego las suyas y fue tras él, en vez de dejarse caer sobre la plaza como su capitán, descendió en picado, y tras una ultima sacudida para reducir la velocidad, aterrizo y se situó a un lado de Dexter.
- Resumen:
- Entrega del cañón, escucho y sigo a Dexter a la plaza del patíbulo
Kenzo Nakajima
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El ataque del Vicealmirante hizo retumbar todo el barco, destrozando por completo casi la mitad del cuerpo del coloso mecánico. Kenzo no pudo más que asombrarse ante tal demostración de poder, al tiempo que se prometía sí mismo que tarde o temprano alcanzaría ese nivel. Debía hacerlo si quería acabar con la delincuencia y que nadie más tuviese que sufrir tragedias como la suya. Casi podía sentir de nuevo el fuego abrasando su piel, aquellas llamas que habían devorado sin piedad alguna a todos sus seres queridos y a las que él había sobrevivido milagrosamente. No, nadie debería pasar por algo así, y debía ser él quien cambiara las cosas.
En aquel momento, las piezas metálicas que habían salido volando debido al ataque del Vicealmirante se unieron al resto del cuerpo del gigante por medio de lo que parecía una extraña corriente eléctrica que brotaba de éste, devolviendo al espadachín a la realidad. Poco a poco, el coloso metálico se recompuso, anulando el efecto del golpe recibido y permitiendo a la descomunal máquina retomar el combate como si nada hubiera ocurrido. No obstante, había un detalle importante. Las telarañas de Kenzo continuaban manteniendo juntos sus tobillos, disminuyendo notablemente la movilidad y el equilibrio del engendro.
Teniendo en cuenta ese detalle, al marine se le ocurrió un plan. Era arriesgado, sí, pero necesitaban probar algo diferente si querían cambiar las tornas. Así que se dirigió a sus compañeros obviando las diferencias de rangos entre ellos:
- Vicealmirante, usted es el más poderoso de nosotros. Yo creo que si empuja al coloso con la fuerza suficiente, gracias a las telarañas que rodean sus tobillos caerá, aplastando el barco. Además, servirá como distracción para que Jason, Iulio y yo ataquemos desde la distancia y desde diferentes ángulos al enano de las gafas raras que parece que lo controla todo. ¿Qué opináis?
Si sus superiores aceptaban el plan, el brazos largos esperaría al ataque de Kai para desplazarse hacia un lateral mientras desenvainaba las dos espadas restantes con sus manos humanas. Una vez se hubo situado a una distancia correcta, aprovechando que el Vicealmirante seguramente atraería casi toda la atención, comenzaría a hacer girar sus brazos humanos a toda velocidad hasta llegar a un punto en que la inercia del giro le permitiese, al dirigir la punta de sus katanas hacia el pequeño ser que parecía controlar al robot, crear una poderosa onda de viento cortante en esa dirección. Además, esperaba que sus compañeros ayudasen con sus respectivos ataques para intentar acabar con aquel molesto ser.
En aquel momento, las piezas metálicas que habían salido volando debido al ataque del Vicealmirante se unieron al resto del cuerpo del gigante por medio de lo que parecía una extraña corriente eléctrica que brotaba de éste, devolviendo al espadachín a la realidad. Poco a poco, el coloso metálico se recompuso, anulando el efecto del golpe recibido y permitiendo a la descomunal máquina retomar el combate como si nada hubiera ocurrido. No obstante, había un detalle importante. Las telarañas de Kenzo continuaban manteniendo juntos sus tobillos, disminuyendo notablemente la movilidad y el equilibrio del engendro.
Teniendo en cuenta ese detalle, al marine se le ocurrió un plan. Era arriesgado, sí, pero necesitaban probar algo diferente si querían cambiar las tornas. Así que se dirigió a sus compañeros obviando las diferencias de rangos entre ellos:
- Vicealmirante, usted es el más poderoso de nosotros. Yo creo que si empuja al coloso con la fuerza suficiente, gracias a las telarañas que rodean sus tobillos caerá, aplastando el barco. Además, servirá como distracción para que Jason, Iulio y yo ataquemos desde la distancia y desde diferentes ángulos al enano de las gafas raras que parece que lo controla todo. ¿Qué opináis?
Si sus superiores aceptaban el plan, el brazos largos esperaría al ataque de Kai para desplazarse hacia un lateral mientras desenvainaba las dos espadas restantes con sus manos humanas. Una vez se hubo situado a una distancia correcta, aprovechando que el Vicealmirante seguramente atraería casi toda la atención, comenzaría a hacer girar sus brazos humanos a toda velocidad hasta llegar a un punto en que la inercia del giro le permitiese, al dirigir la punta de sus katanas hacia el pequeño ser que parecía controlar al robot, crear una poderosa onda de viento cortante en esa dirección. Además, esperaba que sus compañeros ayudasen con sus respectivos ataques para intentar acabar con aquel molesto ser.
- Resumen:
- - Observar el ataque de Kai y cómo el coloso se recupera.
- Saltarse las jerarquías y tratar de organizar un ataque conjunto.
- Atacar si a los demás les parece bien con esto:- Nitoryuu: Ju Taka no Arashi: Kenzo comienza a hacer girar sus brazos a gran velocidad mientras sujeta sus espadas, aprovechando la habilidad de los brazos largos para hacer esto gracias a su doble codo. Una vez alcanza la suficiente velocidad para que sus brazos dejen de ser visibles para el ojo ordinario, aprovecha la inercia de su movimiento para estirar ambos brazos en dirección al enemigo, usando ambas espadas como prolongaciones de los mismos. De la punta de ellas sale una potente ráfaga de viento cortante que avanza en un cono de 60º a 25 m/s. Tiene un alcance de 20 metros.
- Nitoryuu: Ju Taka no Arashi: Kenzo comienza a hacer girar sus brazos a gran velocidad mientras sujeta sus espadas, aprovechando la habilidad de los brazos largos para hacer esto gracias a su doble codo. Una vez alcanza la suficiente velocidad para que sus brazos dejen de ser visibles para el ojo ordinario, aprovecha la inercia de su movimiento para estirar ambos brazos en dirección al enemigo, usando ambas espadas como prolongaciones de los mismos. De la punta de ellas sale una potente ráfaga de viento cortante que avanza en un cono de 60º a 25 m/s. Tiene un alcance de 20 metros.
Adry-sama
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Y de una forma tan sencilla, ocurrió algo que no me habría esperado nunca jamás. Un Yonkou, y no cualquiera, sino Dexter Black. Y lo más asombroso no fue que entrara al patíbulo como si nada, lo más sorprendente es que en ese mismo momento estaba de nuestra parte. Por un parte me tranquilizaba, pero no terminaba de fiarme de él, ya que era un pirata y se sabe que los mayores mentirosos y estafadores de la faz de la tierra pertenecen a este gremio tan característico, pero era verdad que para unirse a nuestro bando en mitad de la guerra tenía que tener algún motivo oculto y con mucha seguridad no nos clavaría un puñal en la espalda, no por el momento.
Mi compañero Nyx parecía también reacio a la idea de tener al Yonkou de aliado, cosa que reflejó en sus palabras cargadas de connotaciones ofensivas y pensamientos ocultos. A decir verdad, tenía toda la razón del mundo. Tanto la Revolución y su ejército como el Gobierno Mundial únicamente quieren dominar todo lo que se encuentre delante de ellos, sin importar los resultados. Quieren el poder, y por eso recurren a actuaciones tan drásticas como asesinatos ocultos entre las sombras o engaños y estafas para salirse con la suya, y lo peor de todo es que tanto Nyx como yo éramos la mano ejecutora del Gobierno, y si me paraba a pensar mucho en ello, me avergonzaba, pero no me arrepentía de ello. Tenía un objetivo en mente, y no me importaba pasar por este tipo de situaciones o cometer actos innombrables si era capaz de conseguir mi meta. Por lo que me callé y no contesté al parloteo político de Nyx, pero en mi interior admiraba su valentía al expresarse libremente aún perteneciendo a este bando. Era extraño encontrar a gente con un punto de vista tan conflictivo participando en la agencia de espionaje del Gobierno. Realmente me agradaría escuchar la historia de su vida en el futuro, y quizás algún día así fuera.
Después de esa recapacitación mental, Nyx me comentó que deberíamos desplazarnos hacia algún lugar más activo donde pudiéramos participar en el conflicto. A decir verdad tenía razón, ya que nuestro sitio estaba cubierto por el Yonkou y nosotros no pintábamos mucho en ese lugar, motivo por el que decidí seguir su consejo para llegar a un sitio en el que pudiéramos ser útiles para finalizar este conflicto lo antes posible, de modo que me transformo en la forma completa de mi akuma y me giro en dirección a la costa. Miro a Nyx a los ojos y le digo:
- Sube, si me montas llegaremos antes a la costa. Pon tu arma a punto y agárrate fuerte, que puede ser una marcha movidita. Si ves algún objetivo interesante grita fuerte, que aún con el viento en contra seré capaz de escucharte.
Dicho esto, esperaría a que se subiera a mi grupa y una vez que se hubiera sujetado bien correría a gran velocidad hacia la zona donde empezaban a aparecer los enemigos.
Mi compañero Nyx parecía también reacio a la idea de tener al Yonkou de aliado, cosa que reflejó en sus palabras cargadas de connotaciones ofensivas y pensamientos ocultos. A decir verdad, tenía toda la razón del mundo. Tanto la Revolución y su ejército como el Gobierno Mundial únicamente quieren dominar todo lo que se encuentre delante de ellos, sin importar los resultados. Quieren el poder, y por eso recurren a actuaciones tan drásticas como asesinatos ocultos entre las sombras o engaños y estafas para salirse con la suya, y lo peor de todo es que tanto Nyx como yo éramos la mano ejecutora del Gobierno, y si me paraba a pensar mucho en ello, me avergonzaba, pero no me arrepentía de ello. Tenía un objetivo en mente, y no me importaba pasar por este tipo de situaciones o cometer actos innombrables si era capaz de conseguir mi meta. Por lo que me callé y no contesté al parloteo político de Nyx, pero en mi interior admiraba su valentía al expresarse libremente aún perteneciendo a este bando. Era extraño encontrar a gente con un punto de vista tan conflictivo participando en la agencia de espionaje del Gobierno. Realmente me agradaría escuchar la historia de su vida en el futuro, y quizás algún día así fuera.
Después de esa recapacitación mental, Nyx me comentó que deberíamos desplazarnos hacia algún lugar más activo donde pudiéramos participar en el conflicto. A decir verdad tenía razón, ya que nuestro sitio estaba cubierto por el Yonkou y nosotros no pintábamos mucho en ese lugar, motivo por el que decidí seguir su consejo para llegar a un sitio en el que pudiéramos ser útiles para finalizar este conflicto lo antes posible, de modo que me transformo en la forma completa de mi akuma y me giro en dirección a la costa. Miro a Nyx a los ojos y le digo:
- Sube, si me montas llegaremos antes a la costa. Pon tu arma a punto y agárrate fuerte, que puede ser una marcha movidita. Si ves algún objetivo interesante grita fuerte, que aún con el viento en contra seré capaz de escucharte.
Dicho esto, esperaría a que se subiera a mi grupa y una vez que se hubiera sujetado bien correría a gran velocidad hacia la zona donde empezaban a aparecer los enemigos.
- Resumen:
- Resumen mental de la situacion a mi alrededor, pienso qué me parece la situación, admiro a Nyx por ser capaz de no morderse la lengua, y le propongo que me monte para ir de paseo por las heladas costas del islote en busca de "amigos" con los que "jugar".
Balagus
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Dejé que mi peso se derrumbara en cubierta, sentándome de golpe, y relajé brazos y mandíbula, pues ambos acaban de soportar una terrible tensión. La primera, para ser más exactos, a causa directa de la segunda.
Jadeé pesadamente, recuperando a duras penas el aire que el esfuerzo me había arrebatado. Sentía mis extremidades superiores tremendamente doloridas y acalambradas, pero nuestra aventajada posición actual y el oír sólo un leve crujido al rozar el hielo eran todo lo que necesitaba para reanimar mi espíritu.
- ¡No os quedéis ahí pasmados! -Bramé como pude a nuestros tripulantes, al tiempo que Nassor hacía lo propio.- ¡Disparadles! ¡Descargad la muerte que llevamos con nosotros sobre sus desnudos culos de bebé!
Esperando que nuestros subalternos entendieran que me refería a la popa de los barcos de la Marina, y no literalmente al recto de nuestros enemigos, me concentré en no soltar el ancla de mis manos y tomar aire para levantarme y no ceder la cadena que aún me quedara.
- ¡Muchachos! Necesito algunos hombros fuertes que me ayuden a tirar de esta cadena. ¡Vamos a abordar por las malas esa nave y vamos a romper todos los huesos que podamos!
Y comencé con la maniobra, dando por sentado que mi tripulación me secundaría, mientras observaba cómo nuestra embarcación se posicionaba en una ventajosa localización entre las enemigas, gracias a las órdenes del segundo al mando. Sonreí, satisfecho, pues deduje que aquello facilitaría el avance del resto de nuestra flota a través del estrecho entre el círculo de protección de la Marina al tiempo que nos permitía situarnos en el centro de la acción.
- ¡Preparad vuestras armas, piltrafas! -Grité entre risas.- ¡Vamos a hacernos notar por las malas!
Y, tan pronto estuvimos lo suficientemente cerca como para saltar sin peligro, tiré bruscamente del ancla y me la enrollé de vuelta al hombro izquierdo, mientras con la mano derecha busqué y empuñé mi fiel hacha de metal negro. Con un silbido, llamé a Misha a mi lado y encaré el barco a asaltar.
- Vamos a ver qué tenéis... -Mascullé, esperando que mis brazos pudieran dar batalla todavía, antes de lanzarme al abordaje con nuestros compañeros.
Jadeé pesadamente, recuperando a duras penas el aire que el esfuerzo me había arrebatado. Sentía mis extremidades superiores tremendamente doloridas y acalambradas, pero nuestra aventajada posición actual y el oír sólo un leve crujido al rozar el hielo eran todo lo que necesitaba para reanimar mi espíritu.
- ¡No os quedéis ahí pasmados! -Bramé como pude a nuestros tripulantes, al tiempo que Nassor hacía lo propio.- ¡Disparadles! ¡Descargad la muerte que llevamos con nosotros sobre sus desnudos culos de bebé!
Esperando que nuestros subalternos entendieran que me refería a la popa de los barcos de la Marina, y no literalmente al recto de nuestros enemigos, me concentré en no soltar el ancla de mis manos y tomar aire para levantarme y no ceder la cadena que aún me quedara.
- ¡Muchachos! Necesito algunos hombros fuertes que me ayuden a tirar de esta cadena. ¡Vamos a abordar por las malas esa nave y vamos a romper todos los huesos que podamos!
Y comencé con la maniobra, dando por sentado que mi tripulación me secundaría, mientras observaba cómo nuestra embarcación se posicionaba en una ventajosa localización entre las enemigas, gracias a las órdenes del segundo al mando. Sonreí, satisfecho, pues deduje que aquello facilitaría el avance del resto de nuestra flota a través del estrecho entre el círculo de protección de la Marina al tiempo que nos permitía situarnos en el centro de la acción.
- ¡Preparad vuestras armas, piltrafas! -Grité entre risas.- ¡Vamos a hacernos notar por las malas!
Y, tan pronto estuvimos lo suficientemente cerca como para saltar sin peligro, tiré bruscamente del ancla y me la enrollé de vuelta al hombro izquierdo, mientras con la mano derecha busqué y empuñé mi fiel hacha de metal negro. Con un silbido, llamé a Misha a mi lado y encaré el barco a asaltar.
- Vamos a ver qué tenéis... -Mascullé, esperando que mis brazos pudieran dar batalla todavía, antes de lanzarme al abordaje con nuestros compañeros.
- Resumen:
- - Relajarme y recuperarme brevemente del esfuerzo físico realizado y arengar a la tripulación para no perder el tiempo.
- Llamar a unos cuantos tripulantes suficientemente fuertes y tirar del ancla lanzada para acercar ambos barcos hasta una distancia suficiente para abordarlo. (Las acciones de Nassor han sido habladas con él, si de todas formas no las secunda, no tendré problema).
- Recuperar mi ancla, armarme con mi hacha especial, llamar a Misha, e iniciar el abordaje.
Ragnar Asborn
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De golpe, mientras Ragnar se encontraba en la cubierta de aquel enorme barco ayudando a cargar las balas de mortero, un atronador ruido completamente nuevo para él inundó todo el cielo. La primera reacción de este fue mirar hacia arriba, lugar en el que podía apreciarse varios puntitos negros cayendo directo a la flota de piratas y haciéndose cada vez más y más grandes, el chico no estaba seguro de que era aquello, pero por la situación en la que estaban y la reacción de varios de los tripulantes se imaginó que no era nada bueno. Cuando los tres objetos se encontraban más cerca se iba aclarando el hecho de que una de aquellas extrañas siluetas se dirigía hacia ellos ¿El fin se acercaba? Poco a poco se iban distinguiendo rasgos como su verdadero tamaño y su naturaleza metálica, pero antes de que pudiera toca el navío apareció un hombre de pelo blanco y con un preciso tiro logró hacer explotar la bomba, reduciendo increíblemente los daños que en primer lugar podría haber recibido el vehículo en el que se encontraban. Las velas se prendieron en fuego y debido a la onda de choque, una fuerte sacudida recorrió todo el barco haciendo que el espadachín de ojos rojos cayera bruscamente boca arriba, dándose un golpe en la nuca con una bala de cañón que se encontraba rodando por ahí. Puesto que todo el mundo se encontraba con la atención aún en la explosión, no pasarían unos unos minutos hasta que alguien se diera cuenta de aquel cuerpo inconsciente en el suelo.
Todo estaba oscuro y los ruidos que anteriormente se mezclaban con otros ahora simplemente habían desaparecido, cada una de las percepciones exteriores se reducía ahora a una sola vibración la cual recorría una y otra vez toda su mente proporcionándole una inmensa paz a esta, como si del rebote de una gota cayendo sobre el agua se tratase. De golpe, en uno de los intervalos entre aquellas “ondas” una suave voz femenina acompañada de una blanca y luminiscente sombra humanoide pudo escucharse levemente y de forma interrumpida: - Tú….. hermanos… fuerte.. llores……camino. - Las mismas palabras se repitieron durante un segundo infinitas veces en su cabeza, como la historia entera de un universo y cuando parecía que estas mismas iban a coger sentido de una vez por todas, una segunda voz (esta vez masculina) desvinculó totalmente la consciencia de Ragnar de aquella extraña experiencia. -¿Te encuentras bien, puedes escucharme? – El contacto de unas manos con sus axilas poniéndole de pie hizo que el chico volviera a recobrar la consciencia de su cuerpo, abriendo rápidamente los ojos y jadeando fuertemente, como si toda la paz que había experimentado momentos antes fuera ahora todo lo contrario. – ¡S…sí! – Respondió rápida e instintivamente mirando frenéticamente a su alrededor intentando situarse en aquel lugar, como si lo acabaran de teletransportar de otro totalmente diferente. A los pocos segundos y gracias al roce del barco contra algo sólido pudo serenarse y ubicarse lo suficiente como para parar de mirar incrédulo de un lado hacía otro. Sin girar su cabeza hacía atrás y siquiera dar las gracias a quien le había sacado de aquel trance, caminó varios pasos simplemente por huir de la situación y acabar de adaptarse al “ mundo real”
A las tres pisadas escuchó una voz dando órdenes claramente por encima de las demás: se trataba del semi-gigante de aquella tripulación y en cuanto escuchó la palabra “abordar” provenir de sus enormes fauces algo se iluminó en su cabeza, acabándole de poner los pies en la tierra… o mejor dicho la madera. Nassor le había ordenado que ayudara en el abordaje a los suyos, por lo que posiblemente aquella era la señal de que dicha tarea iba a comenzar. El tal Balagus había logrado algo impensable para muchos con aquella ancla y ahora se encontraba a lomos de un oso, al igual que él, enorme. El peliblanco comenzó a correr hacía él lo más rápido que pudo hasta situarse a su lado y sin detener su carrera, lo miró decidido y casi gritando afirmó: - ¡Te acompaño! – Desenfundando una de sus espadas y preparándose para saltar. Todo lo que había pasado era muy confuso, pero aquel no era momento para detenerse a pensar en el significado que podía tener, era hora de actuar.
Todo estaba oscuro y los ruidos que anteriormente se mezclaban con otros ahora simplemente habían desaparecido, cada una de las percepciones exteriores se reducía ahora a una sola vibración la cual recorría una y otra vez toda su mente proporcionándole una inmensa paz a esta, como si del rebote de una gota cayendo sobre el agua se tratase. De golpe, en uno de los intervalos entre aquellas “ondas” una suave voz femenina acompañada de una blanca y luminiscente sombra humanoide pudo escucharse levemente y de forma interrumpida: - Tú….. hermanos… fuerte.. llores……camino. - Las mismas palabras se repitieron durante un segundo infinitas veces en su cabeza, como la historia entera de un universo y cuando parecía que estas mismas iban a coger sentido de una vez por todas, una segunda voz (esta vez masculina) desvinculó totalmente la consciencia de Ragnar de aquella extraña experiencia. -¿Te encuentras bien, puedes escucharme? – El contacto de unas manos con sus axilas poniéndole de pie hizo que el chico volviera a recobrar la consciencia de su cuerpo, abriendo rápidamente los ojos y jadeando fuertemente, como si toda la paz que había experimentado momentos antes fuera ahora todo lo contrario. – ¡S…sí! – Respondió rápida e instintivamente mirando frenéticamente a su alrededor intentando situarse en aquel lugar, como si lo acabaran de teletransportar de otro totalmente diferente. A los pocos segundos y gracias al roce del barco contra algo sólido pudo serenarse y ubicarse lo suficiente como para parar de mirar incrédulo de un lado hacía otro. Sin girar su cabeza hacía atrás y siquiera dar las gracias a quien le había sacado de aquel trance, caminó varios pasos simplemente por huir de la situación y acabar de adaptarse al “ mundo real”
A las tres pisadas escuchó una voz dando órdenes claramente por encima de las demás: se trataba del semi-gigante de aquella tripulación y en cuanto escuchó la palabra “abordar” provenir de sus enormes fauces algo se iluminó en su cabeza, acabándole de poner los pies en la tierra… o mejor dicho la madera. Nassor le había ordenado que ayudara en el abordaje a los suyos, por lo que posiblemente aquella era la señal de que dicha tarea iba a comenzar. El tal Balagus había logrado algo impensable para muchos con aquella ancla y ahora se encontraba a lomos de un oso, al igual que él, enorme. El peliblanco comenzó a correr hacía él lo más rápido que pudo hasta situarse a su lado y sin detener su carrera, lo miró decidido y casi gritando afirmó: - ¡Te acompaño! – Desenfundando una de sus espadas y preparándose para saltar. Todo lo que había pasado era muy confuso, pero aquel no era momento para detenerse a pensar en el significado que podía tener, era hora de actuar.
- Resumen:
- -"Relleno" para justificar el lapso de tiempo transcurrido durante mi ausencia.
- Apoyar y acompañar a Balagus en el abordaje.
Ichimura Hachiro
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El agente ignoró la bravuconada del revolucionario, observándolo en silencio mientras esperaba a ver su reacción. Era definitivamente más duro de lo que había esperado, tal vez la medición de poder de su compañero había sido incorrecta. El extraño hablaba de manera incorrecta como si no lo hubieran educado o no supiera hablar bien el idioma común, y eso sumado a las extrañas ropas que vestía le hizo deducir que estaba frente a alguna clase de salvaje de alguna tribu que había quedado aislada. En fin, eso no iba a hacer que lo subestimara ni mucho menos; si había podido evitar caer noqueado pese al ataque por sorpresa y el uso de su Sonic Burst, tal vez estuviera frente a alguien lo bastante hábil como para presentarle batalla. Por ello decidió ser cuidadoso y estudiar sus movimientos en silencio, intentando encontrar los secretos presentes en cada gesto, intentando comprender su manera de moverse para anticiparse a él. Mientras lo hacía un destello verde recorrió sus ojos por un momento. Usar el Jōkyūsei le desgastaba rápido, pero era preferible cansarse a recibir una herida por descuidarse. Y bien hizo, pues el pelo de su enemigo comenzó de repente a crecer y tomar forma de una maraña de enormes serpientes.
- Un usuario, ¿eh?
La situación se complicaba. ¿Realmente pintaban algo en aquel barco? Desde luego ir eliminando a combatientes enemigos peligrosos sería una ayuda para su bando, pero su intención inicial en aquel lugar era ayudar al transporte del Yonkou. Y parecía evidente que Legim no estaba allí. La tripulación marine abandonaba el barco, y en general no parecían estar presentando gran batalla. Aquello era evidentemente un cebo en el que desgraciadamente ellos mismos habían caído. "Deberían habernos informado a los miembros del Cipher Pol. Hemos perdido el tiempo viniendo aquí" pensó, herido en su orgullo. Sin embargo en el fondo sabía que había sido una buena elección limitar el conocimiento de dicha información a poca gente para evitar que se acabara filtrando. En fin, ya que estaban allí podían colaborar eliminando enemigos y poniéndole las cosas más fáciles a la Marina. De repente una brusca sacudida estuvo a punto de hacerle perder el equilibrio. Habían chocado contra un barco revolucionario, aunque eso parecía no importarle a su salvaje enemigo, que seguía obcecado en fanfarronear. Parte de su cuerpo se envolvió de pelo, ¿una armadura corporal? y comenzó a hacer uso de su arma estirando su filo enormemente mientras cargaba hacia él.
- Has cometido tres errores, niño - dijo, remangándose el brazo derecho - El primero, asumir que no soy un guerrero. El segundo, llamarme estúpidamente rostro pálido cuando tu piel es más clara que la mía.
Mientras decía eso estiró su diestra y el brazalete negro se deformó y saltó a su mano, convirtiéndose en una réplica perfecta de la forma estándar del arma de su rival. Con una sonrisa burlona y sardónica, la interpuso en medio del ataque activando el dial de corindón y formando un sólido muro de tres metros de largo sobre él. El arma era pesada, y el golpe fue tan contundente que por un momento le costó mantener la posición y estuvo a punto de flaquear. La barrera vibró, haciéndole comprender que había habido algo más que un simple choque en aquel ataque. Sin embargo pese a que su enemigo contaba con la ventaja de la gravedad a su favor, Hachiro era más fuerte que él y las armas idénticas en poder. Dejando de sonreír, miró a los ojos a su enemigo. Ahora que le había visto, podía decir por sus movimientos que era poco más que un principiante con un arma muy buena.
- El tercero, venir a una guerra siendo poco más que un novato y llamarte a ti mismo guerrero. Los usuarios de akuma tendéis a confiaros demasiado sólo por vuestro poder. Ahora, muere en silencio. ¡Rankyaku!
Sin soltar la lanza, con un veloz movimiento de su pierna derecha formó una onda verde horizontal directa al pecho del revolucionario. Acto seguido se echó a un lado mientras destransformaba a Kameleon devolviéndolo a su forma de brazalete. El muro y la lanza desaparecieron y se retrajeron, retornando a su brazo derecho. Volvió a colocarse bien la manga mientras escuchaba las palabas de Anders y lo veía alzar el vuelo. Desde luego tenía razón y permanecer en aquel navío era peligroso. Rematar a aquel novato no merecía la pena; ahora tenían cosas más importantes que hacer. "Hemos venido al cebo que nuestro propio bando ha tendido. Lo mejor que podemos hacer aquí es colaborar con la Marina y tratar de causar el mayor daño posible a la Revolución. Con respecto a mi enemigo, no fue problema. Tenía un arma interesante y era usuario, pero nada de lo que no pudiera encargarme. Mientras se comunicaba mentalmente alzó el vuelo con su geppou y fue a reunirse con Anders.
- No mereces mi tiempo, niño - dijo al rubio antes de alejarse. Al llegar junto a su compañero, dijo - Me quedan pocas bombas, tal vez suficientes para abrir brecha en el casco de otro barco. Sin embargo es probable que esta vez se lo vean venir, así que necesitaría que me cubras. ¿Qué dices, lo intentamos o vamos a intentar ser útiles en otro punto del campo de batalla?
- Un usuario, ¿eh?
La situación se complicaba. ¿Realmente pintaban algo en aquel barco? Desde luego ir eliminando a combatientes enemigos peligrosos sería una ayuda para su bando, pero su intención inicial en aquel lugar era ayudar al transporte del Yonkou. Y parecía evidente que Legim no estaba allí. La tripulación marine abandonaba el barco, y en general no parecían estar presentando gran batalla. Aquello era evidentemente un cebo en el que desgraciadamente ellos mismos habían caído. "Deberían habernos informado a los miembros del Cipher Pol. Hemos perdido el tiempo viniendo aquí" pensó, herido en su orgullo. Sin embargo en el fondo sabía que había sido una buena elección limitar el conocimiento de dicha información a poca gente para evitar que se acabara filtrando. En fin, ya que estaban allí podían colaborar eliminando enemigos y poniéndole las cosas más fáciles a la Marina. De repente una brusca sacudida estuvo a punto de hacerle perder el equilibrio. Habían chocado contra un barco revolucionario, aunque eso parecía no importarle a su salvaje enemigo, que seguía obcecado en fanfarronear. Parte de su cuerpo se envolvió de pelo, ¿una armadura corporal? y comenzó a hacer uso de su arma estirando su filo enormemente mientras cargaba hacia él.
- Has cometido tres errores, niño - dijo, remangándose el brazo derecho - El primero, asumir que no soy un guerrero. El segundo, llamarme estúpidamente rostro pálido cuando tu piel es más clara que la mía.
Mientras decía eso estiró su diestra y el brazalete negro se deformó y saltó a su mano, convirtiéndose en una réplica perfecta de la forma estándar del arma de su rival. Con una sonrisa burlona y sardónica, la interpuso en medio del ataque activando el dial de corindón y formando un sólido muro de tres metros de largo sobre él. El arma era pesada, y el golpe fue tan contundente que por un momento le costó mantener la posición y estuvo a punto de flaquear. La barrera vibró, haciéndole comprender que había habido algo más que un simple choque en aquel ataque. Sin embargo pese a que su enemigo contaba con la ventaja de la gravedad a su favor, Hachiro era más fuerte que él y las armas idénticas en poder. Dejando de sonreír, miró a los ojos a su enemigo. Ahora que le había visto, podía decir por sus movimientos que era poco más que un principiante con un arma muy buena.
- El tercero, venir a una guerra siendo poco más que un novato y llamarte a ti mismo guerrero. Los usuarios de akuma tendéis a confiaros demasiado sólo por vuestro poder. Ahora, muere en silencio. ¡Rankyaku!
Sin soltar la lanza, con un veloz movimiento de su pierna derecha formó una onda verde horizontal directa al pecho del revolucionario. Acto seguido se echó a un lado mientras destransformaba a Kameleon devolviéndolo a su forma de brazalete. El muro y la lanza desaparecieron y se retrajeron, retornando a su brazo derecho. Volvió a colocarse bien la manga mientras escuchaba las palabas de Anders y lo veía alzar el vuelo. Desde luego tenía razón y permanecer en aquel navío era peligroso. Rematar a aquel novato no merecía la pena; ahora tenían cosas más importantes que hacer. "Hemos venido al cebo que nuestro propio bando ha tendido. Lo mejor que podemos hacer aquí es colaborar con la Marina y tratar de causar el mayor daño posible a la Revolución. Con respecto a mi enemigo, no fue problema. Tenía un arma interesante y era usuario, pero nada de lo que no pudiera encargarme. Mientras se comunicaba mentalmente alzó el vuelo con su geppou y fue a reunirse con Anders.
- No mereces mi tiempo, niño - dijo al rubio antes de alejarse. Al llegar junto a su compañero, dijo - Me quedan pocas bombas, tal vez suficientes para abrir brecha en el casco de otro barco. Sin embargo es probable que esta vez se lo vean venir, así que necesitaría que me cubras. ¿Qué dices, lo intentamos o vamos a intentar ser útiles en otro punto del campo de batalla?
- Resumen:
- - Bloqueo el golpe de Ummak formando un muro con Kameleon (con la capacidad de su propia arma que le he copiado)
- Le lanzo un rankyaku hacia el pecho.
- Me voy con geppou a reunirme con AEG.
Nassor
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La situación se recrudecía. Las naves piratas, totalmente descoordinadas, hacían cada una una cosa diferente y la navegación se complicaba por momentos. Pese a todo milagrosamente la estrategia parecía estar funcionando y la formación marine había quedado dividida y estaba siendo acribillada desde diferentes puntos. Sin embargo la enorme embarcación de los Jigoku era demasiado grande para maniobrar a tiempo para evitar el hielo; habían calculado mal sus movimientos, un error que era posible que pronto pagaran caro.
- ¡Roger, todo a estribor maldita sea!
Sin embargo el contramaestre había decidido tomar cartas en el asunto. Empleando aquel enorme ancla que llevaba consigo y lanzándola contra un barco marine, usó la nave enemiga para ayudar al Heracles a girar. El barco gimió y crujió al rascar contra el iceberg, pero lograron dar la vuelta y evitar un peligroso choque. Sin pararse ni un momento a reposar, el pelirrojo continuó dando órdenes:
- Evans, baja a las cubiertas inferiores a comprobar que no haya daños en el casco. Quiero a todos los artilleros recargando de nuevo todas nuestras armas: nos vamos al maldito infierno - se giró hacia el timonel - ¡Rogers, llévanos al centro de la formación enemiga!
Aquella estrategia suicida era digna de su capitán. Sin embargo, el Shikanari no había pasado por alto la llegada, aún en el horizonte de los refuerzos marines. Los navíos de guerra de la Marina eran famosos por su potencial de fuego y probablemente uno solo de ellos rivalizase con el propio Heracles. Aún contando conque los aliados tuviesen más naves potentes capaz de igualar la brecha, con la cercanía de Marineford probablemente cada acorazado viniera cargado de soldados de élite. Tenían que destrozar a los marines presentes antes de que los enemigos tuvieran tiempo a reorganizarse y coordinarse con los refuerzos. El subcapitán se aproximó al semigigante y le dio un suave golpe en el hombro.
- Gran trabajo compañero. Nos hemos librado gracias a ti - acto seguido se giró hacia los hombres - ¡Grupo de abordaje! ¡Seguid al contramaestre, es hora de enseñarle a esos perros marines de qué somos capaces! ¡Biscuit, únete a ellos y apóyales! Tu ayuda será seguramente inestimable.
Biscuit era un tontatta que se había unido a ellos en Jaya. De momento no había tenido muchas ocasiones de verle en acción, pero las historias sobre él eran bien conocidas en Grand Line. Enviarle a él y a Balagus era un movimiento arriesgado, pues dejarían el barco un poco desprotegido en cuanto a combatientes poderosos, pero Nassor quería barrer a la Marina cuanto antes. Si podían eliminar la resistencia en el abordaje rápido, antes tendría de vuelta a todo el grupo de asalto.
- ¡Vigía! Haz señales con banderas a los barcos aliados. "Ataque total a la formación enemiga." Artilleros, ¡fuego a discreción!
A pesar del rugir de los cañones y el estruendo de la batalla, el sonido del den den mushi no se le escapó a su agudo oído. Syxel debía haberlo dejado antes de partir a la batalla contra el Vicealmirante. Se aproximó a grandes trancos y cogió la llamada arqueando ligeramente una ceja, preguntándose si sería Brynn. Aún parecía un poco pronto para que hubiese hecho progresos en su misión, de todos modos. Sin embargo no, era Yuu, una de las nuevas adquisiciones de la banda. El pirata contaba con una nave voladora, un artefacto extremadamente útil.
- Soy Nassor, en este momento Syxel está ocupado combatiendo. Yo estoy al cargo mientras tanto - tras un instante para comprobar sus alrededores, continuó - Este lugar es un maldito infierno. Danos apoyo aéreo y causa el máximo daño posible a los barcos marines. Tenemos que destrozarles antes de que lleguen esos acorazados. Una vez hecho eso... ya pensaremos en cómo lidiar con esos monstruos.
- ¡Roger, todo a estribor maldita sea!
Sin embargo el contramaestre había decidido tomar cartas en el asunto. Empleando aquel enorme ancla que llevaba consigo y lanzándola contra un barco marine, usó la nave enemiga para ayudar al Heracles a girar. El barco gimió y crujió al rascar contra el iceberg, pero lograron dar la vuelta y evitar un peligroso choque. Sin pararse ni un momento a reposar, el pelirrojo continuó dando órdenes:
- Evans, baja a las cubiertas inferiores a comprobar que no haya daños en el casco. Quiero a todos los artilleros recargando de nuevo todas nuestras armas: nos vamos al maldito infierno - se giró hacia el timonel - ¡Rogers, llévanos al centro de la formación enemiga!
Aquella estrategia suicida era digna de su capitán. Sin embargo, el Shikanari no había pasado por alto la llegada, aún en el horizonte de los refuerzos marines. Los navíos de guerra de la Marina eran famosos por su potencial de fuego y probablemente uno solo de ellos rivalizase con el propio Heracles. Aún contando conque los aliados tuviesen más naves potentes capaz de igualar la brecha, con la cercanía de Marineford probablemente cada acorazado viniera cargado de soldados de élite. Tenían que destrozar a los marines presentes antes de que los enemigos tuvieran tiempo a reorganizarse y coordinarse con los refuerzos. El subcapitán se aproximó al semigigante y le dio un suave golpe en el hombro.
- Gran trabajo compañero. Nos hemos librado gracias a ti - acto seguido se giró hacia los hombres - ¡Grupo de abordaje! ¡Seguid al contramaestre, es hora de enseñarle a esos perros marines de qué somos capaces! ¡Biscuit, únete a ellos y apóyales! Tu ayuda será seguramente inestimable.
Biscuit era un tontatta que se había unido a ellos en Jaya. De momento no había tenido muchas ocasiones de verle en acción, pero las historias sobre él eran bien conocidas en Grand Line. Enviarle a él y a Balagus era un movimiento arriesgado, pues dejarían el barco un poco desprotegido en cuanto a combatientes poderosos, pero Nassor quería barrer a la Marina cuanto antes. Si podían eliminar la resistencia en el abordaje rápido, antes tendría de vuelta a todo el grupo de asalto.
- ¡Vigía! Haz señales con banderas a los barcos aliados. "Ataque total a la formación enemiga." Artilleros, ¡fuego a discreción!
A pesar del rugir de los cañones y el estruendo de la batalla, el sonido del den den mushi no se le escapó a su agudo oído. Syxel debía haberlo dejado antes de partir a la batalla contra el Vicealmirante. Se aproximó a grandes trancos y cogió la llamada arqueando ligeramente una ceja, preguntándose si sería Brynn. Aún parecía un poco pronto para que hubiese hecho progresos en su misión, de todos modos. Sin embargo no, era Yuu, una de las nuevas adquisiciones de la banda. El pirata contaba con una nave voladora, un artefacto extremadamente útil.
- Soy Nassor, en este momento Syxel está ocupado combatiendo. Yo estoy al cargo mientras tanto - tras un instante para comprobar sus alrededores, continuó - Este lugar es un maldito infierno. Danos apoyo aéreo y causa el máximo daño posible a los barcos marines. Tenemos que destrozarles antes de que lleguen esos acorazados. Una vez hecho eso... ya pensaremos en cómo lidiar con esos monstruos.
- resumen:
- - Pongo orden en el barco y seguir capitaneando.
- Ordeno avanzar hacia el interior de la formación marine y abrir fuego contra estos.
- Mando al vigía enviar señales con banderas a los aliados para que cooperen.
- Ordeno a Biscuit, el tontatta (NPC que conseguimos en Jaya) que ayude a Balagus en el abordaje).
- Le pido apoyo aéreo a Yuu.
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Mientras descendía hacia Boat Knight dispuesto a darle un tajo de mi ardiente espada, y antes siquiera de que la ingente cantidad de resurgidos pudiera suponer un verdadero problema para él, pude ver cómo incluso dentro de mi aura de oscuridad que prácticamente extingue toda fuente de luz surgían unos haces seguidos de una onda. Los muertos salieron volando, algunos inevitablemente en mi dirección, ya que habían formado una pelota a su alrededor. No me costó demasiado maniobrar para evitarlos, pero esto me supuso tener que frenar mi asalto momentáneamente, dándole un tiempo precioso al marine para lanzar una nueva proyección de luz en forma de estocada.
Esta vez me la esperaba, siendo así capaz de con calma desviarme en el aire y evitar el impacto, mas él no me estaba apuntando a mí: apuntaba al cielo, desde el cual numerosas espadas luminosas descendieron como una lluvia. Incluso viéndose mermado su fulgor al entrar en el enorme rango de mi aura de oscuridad, no se extinguían del todo, y asumí que no me convenía dejar que ninguna me tocara. Después de todo, ya no podía subestimar a mi oponente.
Estar dentro del aura de oscuridad me daba dos ventajas principales. La primera era que mis sentidos estaban muy acrecentados, por lo que podía llegar a ver la trayectoria de las espadas y reaccionar para evitarlas. Esto sin embargo sería difícil, dada mi velocidad de vuelo y la velocidad de caída de las mismas. Y ahí es donde entra la segunda ventaja, una de la que no solía aprovecharme por motivos personales. Y es que todo el lugar estaba lleno de sombras, sombras entre las cuales podía moverme con mi paso sombrío mucho más rápido de lo que tardaría en desplazarme volando. Así que en cuanto una de las espadas se acercaba peligrosamente a mí, yo me transportaba unos metros hacia un lugar de la cúpula oscura donde no hubiera espada. Y así repetidamente, evitándolas todas hasta que dejaron de caer. Y suerte que hice eso, porque al ver lo que las espadas hacían con los muertos que habían caído al agua, pude suponer que a mí me habrían hecho bastante daño también.
- Esto empieza a ser un fastidio... - reconocí - Acabemos con esto rápido.
Dado que estaba volando, y todo el lugar estaba envuelto en sombras, sabía que no se notaría si me desprendía de la mía propia y la situaba en el bote del marine, así que hice eso mismo, mientras con un batir de mis alas, descendía en picado sobre Boat Knight, dispuesto a darle un tajo descendente con mi espada imbuida de fuego oscuro a la máxima temperatura, recubierta a su vez también de haki de armadura para más potencia. Era un potente golpe que caería desde arriba... Para en el último momento, yo intercambiar lugares con mi sombra y alterar así la dirección de mi ataque, pretendiendo pillar al Vice Almirante por la espalda y con la guardia baja al lanzar el tajo desde un lateral. Incluso si me había visto dar pasos sombríos, el intercambio de posición entre mi propia sombra y yo era más rápido, así que tenía confianza en esta táctica para rebanar de un solo tajo al "caballero" por la mitad antes de que pudiera reaccionar.
Esta vez me la esperaba, siendo así capaz de con calma desviarme en el aire y evitar el impacto, mas él no me estaba apuntando a mí: apuntaba al cielo, desde el cual numerosas espadas luminosas descendieron como una lluvia. Incluso viéndose mermado su fulgor al entrar en el enorme rango de mi aura de oscuridad, no se extinguían del todo, y asumí que no me convenía dejar que ninguna me tocara. Después de todo, ya no podía subestimar a mi oponente.
Estar dentro del aura de oscuridad me daba dos ventajas principales. La primera era que mis sentidos estaban muy acrecentados, por lo que podía llegar a ver la trayectoria de las espadas y reaccionar para evitarlas. Esto sin embargo sería difícil, dada mi velocidad de vuelo y la velocidad de caída de las mismas. Y ahí es donde entra la segunda ventaja, una de la que no solía aprovecharme por motivos personales. Y es que todo el lugar estaba lleno de sombras, sombras entre las cuales podía moverme con mi paso sombrío mucho más rápido de lo que tardaría en desplazarme volando. Así que en cuanto una de las espadas se acercaba peligrosamente a mí, yo me transportaba unos metros hacia un lugar de la cúpula oscura donde no hubiera espada. Y así repetidamente, evitándolas todas hasta que dejaron de caer. Y suerte que hice eso, porque al ver lo que las espadas hacían con los muertos que habían caído al agua, pude suponer que a mí me habrían hecho bastante daño también.
- Esto empieza a ser un fastidio... - reconocí - Acabemos con esto rápido.
Dado que estaba volando, y todo el lugar estaba envuelto en sombras, sabía que no se notaría si me desprendía de la mía propia y la situaba en el bote del marine, así que hice eso mismo, mientras con un batir de mis alas, descendía en picado sobre Boat Knight, dispuesto a darle un tajo descendente con mi espada imbuida de fuego oscuro a la máxima temperatura, recubierta a su vez también de haki de armadura para más potencia. Era un potente golpe que caería desde arriba... Para en el último momento, yo intercambiar lugares con mi sombra y alterar así la dirección de mi ataque, pretendiendo pillar al Vice Almirante por la espalda y con la guardia baja al lanzar el tajo desde un lateral. Incluso si me había visto dar pasos sombríos, el intercambio de posición entre mi propia sombra y yo era más rápido, así que tenía confianza en esta táctica para rebanar de un solo tajo al "caballero" por la mitad antes de que pudiera reaccionar.
- Resúmen:
- Esquivo las espadas dando pasos sombríos dentro del aura de oscuridad, y luego me lanzo en picado a dar un potente corte con haki y llamas a máxima temperatura, para en el último momento intercambiar de posición con mi sombra detrás de mi enemigo y tratar así de pillarle por sorpresa.
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- Ay, ay, ay, ay...
A cada músculo de mi cuerpo que se movía para desincrustarme de la madera, una punzada de dolor recorría mi cuerpo. El golpe había sido soberano, y la experiencia no era algo que repetiría a menudo. Aunque debía reconocer que el chute de adrenalina que sentí durante la caída y posterior impacto había sido espectacular, tal vez podría pensar en patentar un deporte de riesgo parecido, si se me ocurría alguna forma de frenar con seguridad antes del impacto. El paracaidismo está muy visto ya, ¡la imitación del "hombre bala" es el futuro!
Este tipo de pensamientos optimistas fueron los que evitaron que me desplomara en el sitio, y me motivaba a alzarme de nuevo pese a las contusiones. Bueno, eso, y los ruidos provenientes de las cubiertas superiores que me indicaban que el resto del equipo ya estaba luchando sin mí. Vale, y el hecho de que aquella zona se estuviera llenando peligrosamente de agua también era un factor importante, ¡pero siempre hay que pensar en positivo!
- Franky, colega, ¿estás bien? - Dije dentro del casco de la armadura, recibiendo por respuesta una serie de pitidos y muestras de información en el visor - Ya, lo siento, pero ahora no podemos perder más tiempo, ¡tenemos que avisar a los demás y unirnos a la refriega!
Haciendo uso de mis propulsores de nuevo, fui pasando de cubierta en cubierta usando los agujeros hechos por mi cuerpo, recorriendo el mismo camino que al entrar pero para salir poco a poco. Una vez ya al aire libre, un último impulso me pondría sobre la cubierta principal, donde la vista me regalaría el espectáculo que era el destrozo por robot que quedó tras un ataque de Kai. Y aún más espectacular fue cómo el mismo se recomponía en el aire a velocidades vertiginosas. Asintiendo con la cabeza admití mentalmente que esa era una buena muestra de ingeniería robótica, y me planteé la posibilidad de imitar ese rasgo en mis futuros implantes. Sería útil y me ahorraría muchos costes en reparaciones.
- Franky, ¿lo estás grabando todo? Bien, perfecto, vamos allá entonces. - dije. En este punto fue cuando Kenzo habló, llegando yo a oírle por poco, y al escuchar su plan una bombillita se encendió en mi cabeza - ¡Eh, Kai! - llamé su atención antes de darme unos toques en el casco con la mano - Esta mierda aguanta y se ha cargado parte del casco. ¿Repetimos lo de la bala? - concluí señalando con la barbilla al robot, dando a entender que el marine podría propulsarme como un proyectil contundente gigante para tumbar al robot sin destrozarlo como antes - Ah, y eso, que el barco se hunde.
Mi despiste hizo que me dejara lo más importante para lo último, pero bueno, cosas que pasan. Si Kai aceptaba la adición al plan, podría acercarme mucho al robot y a gran velocidad. Y no confirmo ni desmiento la posibilidad de que me interesara observar bien de cerca su diseño. E incluso si fuera así, no confirmo ni desmiento la posibilidad de que fuera con el fin de replicarlo, más que para encontrar una vulnerabilidad en su sistema. Que también era mi objetivo, después de todo.
A cada músculo de mi cuerpo que se movía para desincrustarme de la madera, una punzada de dolor recorría mi cuerpo. El golpe había sido soberano, y la experiencia no era algo que repetiría a menudo. Aunque debía reconocer que el chute de adrenalina que sentí durante la caída y posterior impacto había sido espectacular, tal vez podría pensar en patentar un deporte de riesgo parecido, si se me ocurría alguna forma de frenar con seguridad antes del impacto. El paracaidismo está muy visto ya, ¡la imitación del "hombre bala" es el futuro!
Este tipo de pensamientos optimistas fueron los que evitaron que me desplomara en el sitio, y me motivaba a alzarme de nuevo pese a las contusiones. Bueno, eso, y los ruidos provenientes de las cubiertas superiores que me indicaban que el resto del equipo ya estaba luchando sin mí. Vale, y el hecho de que aquella zona se estuviera llenando peligrosamente de agua también era un factor importante, ¡pero siempre hay que pensar en positivo!
- Franky, colega, ¿estás bien? - Dije dentro del casco de la armadura, recibiendo por respuesta una serie de pitidos y muestras de información en el visor - Ya, lo siento, pero ahora no podemos perder más tiempo, ¡tenemos que avisar a los demás y unirnos a la refriega!
Haciendo uso de mis propulsores de nuevo, fui pasando de cubierta en cubierta usando los agujeros hechos por mi cuerpo, recorriendo el mismo camino que al entrar pero para salir poco a poco. Una vez ya al aire libre, un último impulso me pondría sobre la cubierta principal, donde la vista me regalaría el espectáculo que era el destrozo por robot que quedó tras un ataque de Kai. Y aún más espectacular fue cómo el mismo se recomponía en el aire a velocidades vertiginosas. Asintiendo con la cabeza admití mentalmente que esa era una buena muestra de ingeniería robótica, y me planteé la posibilidad de imitar ese rasgo en mis futuros implantes. Sería útil y me ahorraría muchos costes en reparaciones.
- Franky, ¿lo estás grabando todo? Bien, perfecto, vamos allá entonces. - dije. En este punto fue cuando Kenzo habló, llegando yo a oírle por poco, y al escuchar su plan una bombillita se encendió en mi cabeza - ¡Eh, Kai! - llamé su atención antes de darme unos toques en el casco con la mano - Esta mierda aguanta y se ha cargado parte del casco. ¿Repetimos lo de la bala? - concluí señalando con la barbilla al robot, dando a entender que el marine podría propulsarme como un proyectil contundente gigante para tumbar al robot sin destrozarlo como antes - Ah, y eso, que el barco se hunde.
Mi despiste hizo que me dejara lo más importante para lo último, pero bueno, cosas que pasan. Si Kai aceptaba la adición al plan, podría acercarme mucho al robot y a gran velocidad. Y no confirmo ni desmiento la posibilidad de que me interesara observar bien de cerca su diseño. E incluso si fuera así, no confirmo ni desmiento la posibilidad de que fuera con el fin de replicarlo, más que para encontrar una vulnerabilidad en su sistema. Que también era mi objetivo, después de todo.
- Resúmen (Kai lee):
- Levantarme, salir a donde están Kai, Kenzo y los demás, llamar la atención de Kai para hacerle proposiciones indecentes, y si acepta, servir como proyectil humano-armadura para ejecutar el plan que sugirió Kenzo.
«Maldito mosquito», pensé, rascándome por infinitésima vez el muslo izquierdo. Seguía sentado sobre el límite de la cofa de la embarcación, maldiciendo mi suerte por verme inmerso en una situación tan conflictiva y observando todo lo que sucedía por debajo de mi posición -aunque el tamaño del coloso de metal no se ajustaba demasiado al concepto de "por debajo"-.
No pude evitar arrugar el rostro y entrecerrar los ojos cuando el vicealmirante golpeó al robot. Los trozos de chatarra saltaron por los aires, acompañados por un ruido de chapa destrozada que causó que me estremeciera. Definitivamente, no quería recibir ni la más leve caricia de parte del oficial al mando allí.
Por su parte, Kenzo había optado por lanzar la desagradable sustancia que producía a las extremidades inferiores de la máquina. Yo mismo había sido el blanco de aquella cosa tiempo atrás y no había podido librarme de ella por la fuerza. ¿Ocurriría lo mismo con el cachivache al que nos enfrentábamos? A saber, pero con toda seguridad atesoraría bastante más fuerza que yo.
-Vamos, no me jodas -me quejé al ver el proceso de recomposición de la máquina. Destruir aquel chisme no iba a ser tarea fácil, pero tal vez pudiese dedicarme a contemplarlo todo desde mi posición privilegiada. Sin embargo, mis esperanzas se hicieron pedazos tan pronto como Kenzo tuvo a bien abrir su arácnida y oculta boca. «¿Otro mandón? No, por favor», pensé.
Aún tenía la posibilidad de tratar de librarme. Podría quedarme allí sentado sin más, pero el descomunal tortazo que había dado anteriormente el vicealmirante me lo desaconsejaba. Mientras continuaba perdido en mis disquisiciones, Silver reapareció de las profundidades del barco. ¿Que se estaba hundiendo? Eso parecía, así que debíamos ingeniárnoslas para terminar con aquello cuanto antes. Quedaba claro que yo también tenía que poner de mi parte.
Esperé a que los demás efectuasen sus movimientos, manteniendo mi vista fija en el lugar que en teoría constituía el refugio de quien manejaba el robot. Tras unos segundos mi espejo se orientó hacia la zona en la que había mantenido fija la vista y, como un paciente depredador, aguardé mi momento. En cuanto nuestro objetivo quedase expuesto -en caso de que así fuese-, asumiría mi forma elemental y, reflejándome en Blancanieves, me abalanzaría sobre él. Intentaría usar mi rodilla para golpear su rostro y, de ser posible, lo sacaría del interior de su fortaleza andante.
No pude evitar arrugar el rostro y entrecerrar los ojos cuando el vicealmirante golpeó al robot. Los trozos de chatarra saltaron por los aires, acompañados por un ruido de chapa destrozada que causó que me estremeciera. Definitivamente, no quería recibir ni la más leve caricia de parte del oficial al mando allí.
Por su parte, Kenzo había optado por lanzar la desagradable sustancia que producía a las extremidades inferiores de la máquina. Yo mismo había sido el blanco de aquella cosa tiempo atrás y no había podido librarme de ella por la fuerza. ¿Ocurriría lo mismo con el cachivache al que nos enfrentábamos? A saber, pero con toda seguridad atesoraría bastante más fuerza que yo.
-Vamos, no me jodas -me quejé al ver el proceso de recomposición de la máquina. Destruir aquel chisme no iba a ser tarea fácil, pero tal vez pudiese dedicarme a contemplarlo todo desde mi posición privilegiada. Sin embargo, mis esperanzas se hicieron pedazos tan pronto como Kenzo tuvo a bien abrir su arácnida y oculta boca. «¿Otro mandón? No, por favor», pensé.
Aún tenía la posibilidad de tratar de librarme. Podría quedarme allí sentado sin más, pero el descomunal tortazo que había dado anteriormente el vicealmirante me lo desaconsejaba. Mientras continuaba perdido en mis disquisiciones, Silver reapareció de las profundidades del barco. ¿Que se estaba hundiendo? Eso parecía, así que debíamos ingeniárnoslas para terminar con aquello cuanto antes. Quedaba claro que yo también tenía que poner de mi parte.
Esperé a que los demás efectuasen sus movimientos, manteniendo mi vista fija en el lugar que en teoría constituía el refugio de quien manejaba el robot. Tras unos segundos mi espejo se orientó hacia la zona en la que había mantenido fija la vista y, como un paciente depredador, aguardé mi momento. En cuanto nuestro objetivo quedase expuesto -en caso de que así fuese-, asumiría mi forma elemental y, reflejándome en Blancanieves, me abalanzaría sobre él. Intentaría usar mi rodilla para golpear su rostro y, de ser posible, lo sacaría del interior de su fortaleza andante.
- Resumen:
- Esperar la oportunidad para, reflejándome en el espejo que he reorientado, desplazarme en forma elemental hasta quien maneja el robot. En caso de poder, trataría de golpear su cara y después intentaría sacarlo a la fuerza del chisme.
Ori Kenobi
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La granada que desvié evitó todos los daños de la caja de caramelo y sobre mí, sin embargo, no todo salió como quise ya que cuando explotó se pudieron escuchar algunos gritos de alguien a quien era posible que les hubiese afectado. Aquellos gritos me sacaron por un momento del combate.
-No te preocupes por ellos y atento al combate – Dijo de pronto Varda cuando notó que perdí mi concentración. – Después si quieres ve a ver como se encuentra.
El pirata fue afectado por la Fuerza que había usado contra él, sin embargo, cuando avancé hacia él para acabar con su mochila, este cayó haciendo el pino girando sobre sí mismo y luego saltó hacia mí con los pies. En ese momento volví en mí y di un paso hacia atrás como cualquiera había hecho, e interpuse el sable de luz en horizontal con la esperanza de que los pies chocasen con el filo de este.
Si aquello salí como esperaba, aprovecharía que mi oponente se encontraba en el aire para volver a intentar romperle la mochila propulsora con un corte rápido del sable de luz, luego daría un pequeño salto y mientras giraba en el aire para coger impulso le intentaría dar una patada a mi oponente.
-Dime cuando te encuentras listo y te daré mi poder – volvió a hablar el pequeño cubo, pero esta vez en un susurro para que solo yo escuchase.
-Creo que intentaré hacerlo con mi propio poder.
-No te preocupes por ellos y atento al combate – Dijo de pronto Varda cuando notó que perdí mi concentración. – Después si quieres ve a ver como se encuentra.
El pirata fue afectado por la Fuerza que había usado contra él, sin embargo, cuando avancé hacia él para acabar con su mochila, este cayó haciendo el pino girando sobre sí mismo y luego saltó hacia mí con los pies. En ese momento volví en mí y di un paso hacia atrás como cualquiera había hecho, e interpuse el sable de luz en horizontal con la esperanza de que los pies chocasen con el filo de este.
Si aquello salí como esperaba, aprovecharía que mi oponente se encontraba en el aire para volver a intentar romperle la mochila propulsora con un corte rápido del sable de luz, luego daría un pequeño salto y mientras giraba en el aire para coger impulso le intentaría dar una patada a mi oponente.
-Dime cuando te encuentras listo y te daré mi poder – volvió a hablar el pequeño cubo, pero esta vez en un susurro para que solo yo escuchase.
-Creo que intentaré hacerlo con mi propio poder.
- resumen:
- Seguir la pelea, intento bloquear sus pies con el filo del sable, de conseguirlo intento cortar la mochila nuevamente y le intento dar una patada lateral al pirata para ganar algo de tiempo.
Liv L Astrid
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Akuma no mi
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Armas profanas, fue mi descubrimiento cuando fui abriendo las cajas. Muchas de estas estaban en un estado lamentable, siendo en su mayoría viejas, otras, no podría adivinar su procedencia, aún así me importaba más bien poco. Lo que tenía que hacer era pensar en un modo de deshacerme de ellas, o estropearlas de algún modo que no se pudiesen usar y que pareciese que nadie las hubiese manipulado.
-Eso que estás pensado es muy difícil. – me dijo Trece mientras pasaba una mano por encima de una de las armas.
-Pero es parte de lo que me han mandado, además destruir armas profanas me agrada bastante. Que luchen como se debe, cuerpo a cuerpo. – le contesté en un susurro.
Mientras miraba más cajas, y buscaba algo que me llamase la atención de estas, como símbolos o similares, se me ocurrió una forma, en la que era posible que las armas se viesen afectadas de forma negativa. Concentré la marca rúnica en la palma de ambas manos e hice que pasase a un color blanco y comencé a pasarlas por las armas que fui encontrando para reducir todo lo que pude la temperatura de estas. Esperaba que les pasase algo similar a las espadas, ya que cuando estaban enfundadas y el metal se enfriaba demasiado luego costaba desenfundar el arma.
-Eso que estás pensado es muy difícil. – me dijo Trece mientras pasaba una mano por encima de una de las armas.
-Pero es parte de lo que me han mandado, además destruir armas profanas me agrada bastante. Que luchen como se debe, cuerpo a cuerpo. – le contesté en un susurro.
Mientras miraba más cajas, y buscaba algo que me llamase la atención de estas, como símbolos o similares, se me ocurrió una forma, en la que era posible que las armas se viesen afectadas de forma negativa. Concentré la marca rúnica en la palma de ambas manos e hice que pasase a un color blanco y comencé a pasarlas por las armas que fui encontrando para reducir todo lo que pude la temperatura de estas. Esperaba que les pasase algo similar a las espadas, ya que cuando estaban enfundadas y el metal se enfriaba demasiado luego costaba desenfundar el arma.
- resumen:
- Intentar congelar el metal de las armas para que estas no funcionen cuando se vayan a usar. (puedo reducir la temperatura en 25ª lo que toque con la marca).
Sasaki
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Los monigotes que trabajaban conmigo, lo hacían a buen ritmo, poco a poco iban haciendo su parte a buen ritmo, por mi parte, la masa estaba casi lista por completo, solo tenía que amasar un poco más y lista. Cuando la terminé cree un molde de forma circular y comencé a verter la masa y a aplanarla en el fondo de este hasta que lo cubrí por completo.
Cuando terminé hacer esto, eché un ojo al joven que se enfrentaba al tío de la mochila propulsada, parecía no ir del todo mal. Conseguía defenderse a priori, y tenía energía suficiente como para atacar rápidamente después de su defensa. Por ello, el monigote que había fuera, levantó unos de sus “brazos” y apuntando al pirata y de este salió un chorro de azúcar húmedo que si conseguía hacer contacto con el oponente lo endurecería y sería como pegamento. No podía darle ordenes al monigote mentalmente, pero siempre que sacaba a alguno era para captura y no para acabar con la vida de nadie.
Volví a lo mío, para que no me pillase el tiempo. retiré una pequeña capa del bol para que no hubiese migas de las galletas en la siguiente mezcla. Una vez limpio, introduje en mi cuerpo el brazo libre y saqué leche, la cual fui vertiendo en el bol, junto con leche condensada y unos huevos y queso fresco. Con los ingredientes en el bol creé en mi mano un batidor de azúcar y comencé a batir la mezcla.
Cuando terminé hacer esto, eché un ojo al joven que se enfrentaba al tío de la mochila propulsada, parecía no ir del todo mal. Conseguía defenderse a priori, y tenía energía suficiente como para atacar rápidamente después de su defensa. Por ello, el monigote que había fuera, levantó unos de sus “brazos” y apuntando al pirata y de este salió un chorro de azúcar húmedo que si conseguía hacer contacto con el oponente lo endurecería y sería como pegamento. No podía darle ordenes al monigote mentalmente, pero siempre que sacaba a alguno era para captura y no para acabar con la vida de nadie.
Volví a lo mío, para que no me pillase el tiempo. retiré una pequeña capa del bol para que no hubiese migas de las galletas en la siguiente mezcla. Una vez limpio, introduje en mi cuerpo el brazo libre y saqué leche, la cual fui vertiendo en el bol, junto con leche condensada y unos huevos y queso fresco. Con los ingredientes en el bol creé en mi mano un batidor de azúcar y comencé a batir la mezcla.
- resumen:
- Sigo cocinando en mi caja, hago que el monigote que está fuera lanze azúcar pegajoso al pirata.
PEGAMENTO AZUCARADO: Con esta técnica lo que Jack consigue hacer es que el azúcar que controla/produce/es absorbe la humedad del aire para crear una sustancia pegajosa extremadamente resistente, este pegamento solo se puede deshacer de 3 formas, que lo quite el propio Jack, que se funda a una alta temperatura (unos 250ºC) o que se coma, es decir, chuparlo como si de una piruleta se tratase hasta que se deshaga, si no se deshace se podrá romper pero se necesitará mucha fuerza (varias veces la de una persona normal).
Deathstroke
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Pude ver como Worgulv había llegado bien hasta la nave y los hombres parecía que comenzaban a desembarcar rápidamente, tal y como me esperaba de los soldados de Fiordia. Sin embargo, apenas había desembarcado unos cuantos, cuando el capitán comenzó a hablar por un Den Den Mushi. Parecía que el plan continuaba como lo habíamos planeado, habíamos dejado de ser una banda pirata y ahora éramos simplemente civiles, civiles muy poderosos que ahora simplemente estaban por allí, aunque las ordenes del capitán fueron ayudar al Gobierno en la ejecución. Sin duda, sería posiblemente la parte más dura de todo.
-Ya habéis oído, hemos metido suficiente miedo. – les dije a los soldados. – hora de volver a casa chicos, tened un buen viaje – me despedí de los soldados que comenzaron a embarcar en los barcos para el regreso – por cierto, a los que había ordenado quedarse en los barcos para defenderlos, llevareis aquel armatoste a los muelles de Fiordia en cuanto baje – dije señalando el barco que caía.
A los soldados que se quedaron en la Joya me dirigí al más leal a Dexter y le entregué el anillo, y le ordené que llevase el barco a la isla con el resto. Ahora era el momento de reunirse con el capitán tal y como había ordenado. Comencé a ascender volando con el viento que generaba y me dirigí volando hasta la plaza en la que se encontraba el patíbulo, donde se encontraba alguien conocido, Bleyd, había tenido la fortuna de enfrentarme con él en el Ojo hacía ya bastante tiempo. Sin embargo, no pensé que cuando me lo volviese a encontrar estaría haciendo el capullo, bueno, si la Marina y el Gobierno se lo permitían no sería yo quien dijese lo contrario.
-Ya habéis oído, hemos metido suficiente miedo. – les dije a los soldados. – hora de volver a casa chicos, tened un buen viaje – me despedí de los soldados que comenzaron a embarcar en los barcos para el regreso – por cierto, a los que había ordenado quedarse en los barcos para defenderlos, llevareis aquel armatoste a los muelles de Fiordia en cuanto baje – dije señalando el barco que caía.
A los soldados que se quedaron en la Joya me dirigí al más leal a Dexter y le entregué el anillo, y le ordené que llevase el barco a la isla con el resto. Ahora era el momento de reunirse con el capitán tal y como había ordenado. Comencé a ascender volando con el viento que generaba y me dirigí volando hasta la plaza en la que se encontraba el patíbulo, donde se encontraba alguien conocido, Bleyd, había tenido la fortuna de enfrentarme con él en el Ojo hacía ya bastante tiempo. Sin embargo, no pensé que cuando me lo volviese a encontrar estaría haciendo el capullo, bueno, si la Marina y el Gobierno se lo permitían no sería yo quien dijese lo contrario.
- resumen:
- Seguir las ordenes de Dexter e ir a la plaza donde se encuentra el patíbulo para reunirme con Dexter y el resto.
Loyal D.Edward
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Akuma no mi
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Al igual que habían percibido mis sentidos el tremendo esbozo de poder del mayordomo, Xey rápidamente se percató de la oleada de destrucción que formaría el incalculable poder interior de aquel hombre sudoroso y ansioso que se mantenía a duras penas de pié sobre cubierta.
Por suerte para nuestra existencia, el mayordomo, tras mirarnos con una perceptible confusión en su rostro, pareció calmar la furia sin mesura que nacía de sus entrañas. Una vez nuestra mayor preocupación se disipó con la rapidez con la que nuestra señora Katharina desenvainaba su arma, ahora solo había lugar para pensar en la siguiente parte de nuestro plan maestro que sacudiría al mundo entero, o al menos eso sonaba bien en mi cabeza.
Mi grito de guerra definitivo fue acompañado con la explosiva respuesta de Xey, el cuál, viendo mi misterioso a la par que majestuoso gesto, respondió con un bizarro movimiento de brazos que completó el ritual de formación de los caballeros de Katharina, no esperaba menos de él.
En aquel momento, el tiempo pareció detenerse, como si lo único que importase fuese el resplandecer de nuestras siluetas, brillando con el ímpetu digno del núcleo solar. En aquel momento y tan solo por unos segundos, parecimos inmutables.
Tras alcanzar el clímax del momento, un balanceó arremetió contra nuestro navío, provocando que me desequilibrase y casi cayese al suelo. Se trataba de aquel enorme bloque de hielo, que ahora ademas de cubrir el horizonte había frenado por completo nuestro intento de avance hasta la salvación.
Me asomé a cubierta para dar veracidad a mi peor pesadilla en aquel momento, visualizando en aquel momento solo una opción posible.
-No me jodas...que al final nos va a tocar caminar por el hielo..-Me limpié el sudor de mi frente con una mano y cerré un poco los ojos como singo de desilusión.
-No creo que sea lo mas aconsejado...con lo torpe que es usted, seguramente acabe tropezándose y muriendo tras el simple contacto de la suela de su bota.-Lanzó la pulla el astuto y agitado mayordomo, situado a unos tres metros a mi espalda.
-¡¡¡ No creo que estés en posición de decir eso o te dejaremos abandonado en el barco, maldito!!!- Dí media vuelta para mirar con la furia momentánea a Saed, inclinando mi cabeza hacia su posición, haciendo que esta pareciese exageradamente mas grande de lo normal.
Antes de tener opción de continuar la disputa, la colonizadora de nuestro barco hizo acto de presencia de nuevo.
-¿¡ Va a atacar de nuevo?¡- Exclamé sobresaltado al ver que una corriente de viento comenzó a envolver su figura, agitando su cabello y ropajes.
Rápidamente se dirigió a nosotros, los que poco antes le habíamos jurado lealtad con tal de no destruir su existencia y la de todos los presentes.
-Nos estas cogiendo cariño, Katrina-sama .-Dije al ver como la joven se preocupaba por si alguno de los presentes tenia miedo a las alturas.
Mientras debatía interiormente si aquel comentario era irónico o no, se nos encomendó nuestra primera misión como caballeros de Katharina, tratándose esta de escoltar a la pelirrosa hasta la isla donde se produciría la ejecución.
Rápidamente un remolino de viento nos envolvió, agitando mi pelo y provocando un súbito ascenso hasta el cielo en medio de la aún presente y espesa niebla.
-¡¡¡Impresiiiiiiiiiiiiioooooooooonaaaaaaaaaaaannnnteeeeeeee, así es como debe sentirse un súper guerrero.!!!- Comenté emocionado al ver como el barco se perdía entre la niebla, cada vez mas diminuto. Mi pelo se erizaba debido a las fuertes corrientes que me transportaban a su antojo, como si de una raza no humana se tratase.
-¡¡Ahora lo entiendo!!-Mis ojos brillantes dirigieron la mirada hacia Xey, visible entre la niebla debido a la cercanía de nuestros cuerpos.
-Se trata del Haki del conquistador de Alfred, ¡¡Es tan poderoso que puede hacernos volar como marionetas a su antojo, que persona tan generosa y legendaria, el sólo quiere que lleguemos a salvo a la isla!!-Las lágrimas afloraron de mis ojos al percatarme del gesto heroico de nuestro todopoderoso compañero.
-Oe oe Aniki...tu amigo el devorador de disoses..¿No viene?-Pregunté dudoso a Xey, temiendo por nuestra protección tras la inesperada ausencia del hombre que arrodillaba a los reyes del mar. Mientras tanto, avanzábamos a ritmo firme hacia la isla, tan solo unos pasos por detrás de nuestra fría y tirana líder.
Por suerte para nuestra existencia, el mayordomo, tras mirarnos con una perceptible confusión en su rostro, pareció calmar la furia sin mesura que nacía de sus entrañas. Una vez nuestra mayor preocupación se disipó con la rapidez con la que nuestra señora Katharina desenvainaba su arma, ahora solo había lugar para pensar en la siguiente parte de nuestro plan maestro que sacudiría al mundo entero, o al menos eso sonaba bien en mi cabeza.
Mi grito de guerra definitivo fue acompañado con la explosiva respuesta de Xey, el cuál, viendo mi misterioso a la par que majestuoso gesto, respondió con un bizarro movimiento de brazos que completó el ritual de formación de los caballeros de Katharina, no esperaba menos de él.
En aquel momento, el tiempo pareció detenerse, como si lo único que importase fuese el resplandecer de nuestras siluetas, brillando con el ímpetu digno del núcleo solar. En aquel momento y tan solo por unos segundos, parecimos inmutables.
Tras alcanzar el clímax del momento, un balanceó arremetió contra nuestro navío, provocando que me desequilibrase y casi cayese al suelo. Se trataba de aquel enorme bloque de hielo, que ahora ademas de cubrir el horizonte había frenado por completo nuestro intento de avance hasta la salvación.
Me asomé a cubierta para dar veracidad a mi peor pesadilla en aquel momento, visualizando en aquel momento solo una opción posible.
-No me jodas...que al final nos va a tocar caminar por el hielo..-Me limpié el sudor de mi frente con una mano y cerré un poco los ojos como singo de desilusión.
-No creo que sea lo mas aconsejado...con lo torpe que es usted, seguramente acabe tropezándose y muriendo tras el simple contacto de la suela de su bota.-Lanzó la pulla el astuto y agitado mayordomo, situado a unos tres metros a mi espalda.
-¡¡¡ No creo que estés en posición de decir eso o te dejaremos abandonado en el barco, maldito!!!- Dí media vuelta para mirar con la furia momentánea a Saed, inclinando mi cabeza hacia su posición, haciendo que esta pareciese exageradamente mas grande de lo normal.
Antes de tener opción de continuar la disputa, la colonizadora de nuestro barco hizo acto de presencia de nuevo.
-¿¡ Va a atacar de nuevo?¡- Exclamé sobresaltado al ver que una corriente de viento comenzó a envolver su figura, agitando su cabello y ropajes.
Rápidamente se dirigió a nosotros, los que poco antes le habíamos jurado lealtad con tal de no destruir su existencia y la de todos los presentes.
-Nos estas cogiendo cariño, Katrina-sama .-Dije al ver como la joven se preocupaba por si alguno de los presentes tenia miedo a las alturas.
Mientras debatía interiormente si aquel comentario era irónico o no, se nos encomendó nuestra primera misión como caballeros de Katharina, tratándose esta de escoltar a la pelirrosa hasta la isla donde se produciría la ejecución.
Rápidamente un remolino de viento nos envolvió, agitando mi pelo y provocando un súbito ascenso hasta el cielo en medio de la aún presente y espesa niebla.
-¡¡¡Impresiiiiiiiiiiiiioooooooooonaaaaaaaaaaaannnnteeeeeeee, así es como debe sentirse un súper guerrero.!!!- Comenté emocionado al ver como el barco se perdía entre la niebla, cada vez mas diminuto. Mi pelo se erizaba debido a las fuertes corrientes que me transportaban a su antojo, como si de una raza no humana se tratase.
-¡¡Ahora lo entiendo!!-Mis ojos brillantes dirigieron la mirada hacia Xey, visible entre la niebla debido a la cercanía de nuestros cuerpos.
-Se trata del Haki del conquistador de Alfred, ¡¡Es tan poderoso que puede hacernos volar como marionetas a su antojo, que persona tan generosa y legendaria, el sólo quiere que lleguemos a salvo a la isla!!-Las lágrimas afloraron de mis ojos al percatarme del gesto heroico de nuestro todopoderoso compañero.
-Oe oe Aniki...tu amigo el devorador de disoses..¿No viene?-Pregunté dudoso a Xey, temiendo por nuestra protección tras la inesperada ausencia del hombre que arrodillaba a los reyes del mar. Mientras tanto, avanzábamos a ritmo firme hacia la isla, tan solo unos pasos por detrás de nuestra fría y tirana líder.
- Resumen ( Kath y Xey):
- Alabar el poder del dios Saed.
Hasta el cimbrel de tanto hielo.
Dirigirnos volando a la isla con el poder de Kath.
Alcanzar la fase de súper guerrero.
- Gobierno:
- Todos los usuarios de mantra que se encuentren en la plaza detectan una presencia formidable, seguramente la de Dexter, quien acaba de descender a la plaza.
- Kenzo y Silver:
- Iulio, tu intento está bien, pero... No eres capaz de levantar la dura coraza que lo protege. Pero es una molestia que le hace querer estamparte con una mano contra el suelo. ¿Qué vas a hacer ahora, eh? Que esa mano es enorme, a ver cómo la evitas. Hablando de evitar...
Bueno, parece que Kai está pasmando. El barco, por cierto, hace aguas. ¿Sabéis lo que significa? Que os queda cada vez menos tiempo, y el vicealmirante no parece muy por la labor de seguir el ritmo trepidante del robot, cuyo brazo, por cierto, se repliega en una especie de cañón. Está empezando a iluminarse. Apunta hacia vosotros. Empieza a hacer calorcito. Veis la luz blanca... ¡Corred!
- Crimson Puppyes y Arribor:
- Here comes a new challenger. Zane y Marc se unen a la batalla.
- Kenmei:
- : Tu ataque pilla por sorpresa al topo y logras desarmarlo, no parece poner mucha resistencia, aparte de esquivar bastante bien el corte que va a la mano del detonador. Ha soltado la pistola y tiene la mano dolorida por el disparo. Tiene la espada en el cuello pero no parece que esté muy nervioso, de hecho sonríe.
- No creas que te has salido con la tuya, se cuál es tu plan y no funcionará traidor. - ¿Traidor? ¿de qué está hablando? – Toma aire en sus pulmones para luego gritar a los cuatro vientos. - ¡Traidor, estabas con la revolución desde un principio! ¡Atención a todas las unidades cercanas, el sujeto que va con la máscara y la armadura, Kenmei Shiba es un topo de la revolución!
Esto es malo, parece ser que alguien ha escuchado sus gritos de ayuda, puedes escuchar a bastantes personas acercándose, marines o agentes seguramente. Por cierto ¿Dónde está su detonador?
- Dretch y compañía:
- El capitán escucha atentamente vuestras palabras y los aullidos de simio de Eric. Saca una pitillera y lanza una mirada a Dretch como si pidiera permiso para fumar, aunque como mera formalidad, dado que lo enciende a los dos segundos. Da una profunda calada mientras escucha vuestras palabras para luego dar su opinión. Se acomoda con las piernas cruzadas sobre la cubierta antes de hablar.
- Chico, si quisiera dar un discurso te contrataría para que hablases por mí… pero yo te escribiría el guion. Por fortuna para este viejo lobo de mar conozco la fama de los piratas que surcan estos mares y sé que los piratas Sin Corazón no tienen fama de recurrir a otros. Sólo tienes que ver a su capitán, estoy seguro de que ahora mismo se encuentra, o bien liderando la carga de la flota, o bien pateando culos en la isla, todo esto por diversión. Tampoco he escuchado nunca que envíen a subordinados a otros barcos. En cuanto a Zane y Syxel, no los conozco muy bien, pero ¿Qué tiene de malo que nos usen? Al fin y al cabo una flota dividida no tardaría en ser aplastada por la marina y, de no ser por su rápida actuación ahora mismo estaríamos rodeados. Ser un peón ahora mismo nos da más posibilidades de sobrevivir que ir por libre. – Hace una pausa para dar otra calada. – Otro aspecto en el que os equivocáis es que no servimos a otra banda, hemos decidido trabajar juntos por cuenta propia. Señorita, aseguras que no deberíamos luchar bajo el nombre de otros, pero inmediatamente después nos coaccionas diciendo que luchemos bajo el nombre de los Sin Corazón, aclara tus ideas antes de abrir el pico, por lo menos el gorila tiene las cosas claras, sus aullidos son lo más sensato que ha salido de vuestras bocas.
El capitán se levanta, no sabéis por qué pero parece más imponente que antes.
- Esto es lo que yo pienso. Ahora mismo intentáis de forma desesperada que un barco se ponga en contra de la flota, logrando lo que la marina ha sido incapaz de hacer, que es colocar un agente en la retaguardia del enemigo. Nosotros abrimos fuego y luchamos contra otros piratas, estos no tardan en dirigir sus cañones a nosotros y hundirnos, pero en el fuego cruzado algunas balas dan contra otros barcos. El caos se extiende como el fuego y la frágil unidad de esta flota se va al garete, dejando a la vanguardia atrapada entre el hielo, la discordia y una flota marine que no tarda en aprovechar la ventaja. Bien jovencitos, ahora decid la verdad ¿Quién os envía? – Sus últimas palabras suenan más como una amenaza que como una pregunta y la situación cada vez se vuelve más tensa al volver a tener a todos los de la tripulación en guardia.
- Al Naion:
- Los marines acceden a que seas tú quien escolte a Legim. Así que sin más dilación lo sacan del submarino para comenzar la marcha hasta el embarcadero de la isla. Su aspecto está bastante desmejorado, está débil y no sólo por el Kairoseki, pero sin duda es él. No media palabra, parece estar ausente o puede que no le sorprenda este tipo de contratiempos.
- Fenrir:
- Tu defensa logra hacer retroceder al capitán del barco un par de pasos, pero está lejos de perder el equilibrio.
- Muy amable por tu parte. Pero me temo que eso ya no es decisión mía.
Tu ataque golpea con una fuerza hercúlea sobre la madera de la cubierta, tu oponente ha esquivado con un eficiente movimiento mínimo, sin duda el impacto no le ha dejado indiferente pero tampoco ha decidido el combate. Tras eso da un paso al frente. Poniendo el pie sobre un tablón de madera quebrado, lo empuja con su peso doblándolo y partiéndolo sobre su espada ahora hundida en la cubierta, a su vez lo usa como apoyo para tratar de inmovilizar tu arma y lanzarte tres rápidas estocadas al pecho.
De pronto se escucha una detonación, una bala de cañón cruza silbando el cielo para luego partir a la mitad el palo mayor de la nave.
- Ori y Jack:
- Ori, tu esquive es exitoso, además que tu contraataque con la espada consigue amputar, cauterizando la herida además, los dedos de los pie-manos del pirata. Todos menos los pulgares. Grita de dolor y parece apunto de levantarse y seguir con su ofensiva, cuando el azucar endurecido de Jack choca contra él y lo empuja, atrapándolo. En ese momento su máscara se sale y podéis ver su secreto. El porque tenía esos pies tan extraños. Es un mono. O al menos lo parece. Está enfadado y dolorido, pero parece que esta es vuestra victoria… aunque no os relajéis. Sigue habiendo una guerra a vuestro alrededor.
- Piratas:
- Dexter:
- Tu llegada a la plaza no pasa inadvertida. Al principio haces que marines y agentes se pongan en guardia por igual, pero tras unos tensos segundos sus superiores dan órdenes de no atacarte. Eso ha sido rápido.
- Mura:
- Camináis por el hielo un par de cientos de metros. No parece pasar nada, la batalla se encuentra a cierta distancia de vosotros. Pero de pronto notas como el hielo cede bajo tu pie y el agua helada moja tu pierna. Parece ser que el hielo delante de vosotros es bastante fino, como si fuera una trampa puesta por algún deslamado, seguramente rubio.
- Brynn y Nailah:
- Aterrizáis en el tejado de una vieja nave que sirve como almacén, por ahora no parece que hayáis llamado la atención de ningún marine. Por lo general podéis ver marines y agentes yendo y viniendo, respondiendo a llamados y alertas que no tienen nada que ver con vosotros. Otros escuadrones más grandes se dirigen a la plaza donde hay más acción. Por cierto, sois todo lo sigilosos que podéis ser en un tejado viejo y con una estructura de dudosa resistencia, tenéis la sensación de que no es muy estable al escuchar crujir algo.
- Katharina y sus esclavos del BDSM:
- Guau, sí que hay gente en el aire hoy, y disparos también, por fortuna no sois un blanco muy grande ni el más llamativo, por lo que no tardáis en llegar a una zona rocosa encima de los acantilados de la isla. Por ahora nadie os ha visto y si lo ha hecho tiene algo más importante que hacer.
- banda de Syxel:
- La batalla se recrudece con el abordaje, en el barco no encontráis resistencia significativa, marines no muy fuertes que no tardan en ser derrotados o escapar en botes. Ha sido fácil en este barco, demasiado. Hay alguno que lo escucháis gritar algo así como “código 4” Cuando parece que las cosas van viento en popa algo explota en el barco marine. Un cañonazo, pero no de la flota pirata. Las patrulleras huyen, pero varios acorazados llegan de frente descargando su artillería sobre piratas y barcos marines atrapados por igual.
- Syxel:
- Te sitúas a la espalda de tu oponente, dispuesto a lanzar el tajo final, pero de pronto algo se interpone en tu camino, su escudo. El caballero lo ha levantado, no parando tu espada, sino tus brazos.
- Puedo ver tus pecados antes de que los cometas villano. – Dice tras su casco.
Suelta su lanza y empuña su espada a la vez que empuja tus brazos hacia arriba con una fuerza sorprendente. Su espada se ilumina con un fulgor sagrado, casi cegador. Se da la vuelta a la vez que da un tajo horizontal, el cual va seguido por un haz de luz que corta y quema lo que toca.
- Revolucionarios:
- Los helicópteros llegan a la batalla y empiezan a descargar soldados, algunos sobre la isla, los cuales comienzan un asalto contra las fuerzas del gobierno, otros abordan barcos marines para tratar de tomarlos o inutilizarlos. Aquellos que estén en los helicópteros que aclaren si bajan en la isla o en un barco marine.
- Maki, Ummak, AEG y Hachiro:
- Ya no son sólo algunas, las balas de cañón están impactando por todo el lateral de este barco, este no tardará en hundirse junto al otro barco revolucionario. Mientras tanto en el agua hay varios botes salvavidas con marines que han escapado antes de que empezasen a destruir su barco.
AEG tus ataques logran dañar el ya maltrecho barco, pero está bastante… como decirlo, fusionado con el barco marine.
- Lily:
- Bueno… hay algunas piezas que podrían estar en mejor estado y otras que les hace falta que las engrasen, pero nada dice sabotaje a gritos mejor que la dirección del barco cortada de forma limpia… y algunas otras piezas más que tienen pinta de importantes. Dudo que nadie haga eso de forma accidental.
- liv:
- Enfrías las armas, todavía no sabes si han servido de algo, pero no sé si tienes tiempo para descubrirlo. Escuchas voces acercándose. Por cierto no distingues marcas significativas entre las cajas, si acaso algunas que indiquen de forma vaga la naturaleza de su contenido pero poco más.
- Tenebrex:
- Ves alguna que Arribor ha dejado intacta, lanzas el obús, y la explosión es mucho mayor de lo que esperabas, lanzando metralla peligrosamente cerca de vosotros, o bien has dado el en depósito de munición, o bien te alegras de no tener eso en las manos más tiempo.
Eric Zor-El
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Aquella era la circunstancia más extraña en la que había estado. Un hombre que había muerto, que él mismo había acabado con su vida, había regresado al mundo de los vivos por algún tipo de magia extraña que el ojos saltones de Dretch había hecho. Y antes una mujer dándole órdenes, como era aquella insufrible dragona, aunque sentía un ligero respeto por ella, después de todo si estaba en esa guerra era porque debía ser una verdadera guerrera del mar azul. Aunque eso ya no importaba, eran solo pensamientos que el shandiano estaba eliminando de su cabeza para concentrarse en lo que tenía frente a él: una banda pirata al completo. Por primera vez en muchos años, quizás desde su niñez, estaba acorralado en una esquina sin saber qué hacer, sin poder solucionar las cosas como a él le gustaba: con los puños. Realmente, si se miraba de otra manera, sí podía solucionarlo a golpes, pero no confiaba en que aquel mugriento navío resistiera uno de sus golpes al máximo de su capacidad. Lo único positivo era que no estaban muy lejos del hielo, y si el viento seguía soplando en aquella dirección, a menos que movieran las velas, llegaría el momento en el que chocarían contra él.
El capitán de aquellos individuos hablaba, no parecía mal tipo, pero se había dado cuenta de que la coartada del salvaje y los agentes no era cierta. ¿Se decía coartada? ¿Sí, no? En su dialecto natal la situación en la que se encontraba tenía un vocablo: Glatukmanrik, pero seguramente que en el idioma del mar azul fuera algo más complejo. Entre tanto, el capitán Bob dejó de hablar y les hizo una pregunta. Echó una mirada a Dretch y otra a Kaori, respiró hondo y dio un paso la frente.
-Somos los que somos, ya te lo hemos dicho. Puedes creernos o no, eso ya es cosa tuya y de tu clan. Así que te voy a dar dos soluciones, una nos beneficia a todos y otra perjudicará a uno de los bandos, y algo me dice que más a vosotros que a nosotros. La primera es irnos de aquí por donde hemos venido, volando y si te he visto no me acuerdo. Y la segunda es dejando un rastro de sangre a nuestro paso –el shandiano clavó su mirada sobre todos los que estaba a su alrededor, intentando intimidarlos de alguna forma. Él solía intimidar siempre con su aspecto, así que esperaba que funcionara con esos tipos-. Y ya te he mandado una vez al otro mundo y has vuelto, no creo que tengas la misma suerte dos veces.
El capitán de aquellos individuos hablaba, no parecía mal tipo, pero se había dado cuenta de que la coartada del salvaje y los agentes no era cierta. ¿Se decía coartada? ¿Sí, no? En su dialecto natal la situación en la que se encontraba tenía un vocablo: Glatukmanrik, pero seguramente que en el idioma del mar azul fuera algo más complejo. Entre tanto, el capitán Bob dejó de hablar y les hizo una pregunta. Echó una mirada a Dretch y otra a Kaori, respiró hondo y dio un paso la frente.
-Somos los que somos, ya te lo hemos dicho. Puedes creernos o no, eso ya es cosa tuya y de tu clan. Así que te voy a dar dos soluciones, una nos beneficia a todos y otra perjudicará a uno de los bandos, y algo me dice que más a vosotros que a nosotros. La primera es irnos de aquí por donde hemos venido, volando y si te he visto no me acuerdo. Y la segunda es dejando un rastro de sangre a nuestro paso –el shandiano clavó su mirada sobre todos los que estaba a su alrededor, intentando intimidarlos de alguna forma. Él solía intimidar siempre con su aspecto, así que esperaba que funcionara con esos tipos-. Y ya te he mandado una vez al otro mundo y has vuelto, no creo que tengas la misma suerte dos veces.
- Resumen:
- Simplemente decirle al capitán que o nos deja ir por las buenas o nos iremos por las malas, intentando intimidar a sus muchachos.
Osuka Sumisu
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Le pillo bastante desprevenido el mensaje del Yonkou. Es decir, no le pillaba desprevenido, pero no esperaba que fuese a hacer aquello justamente hoy. Por una parte estaba mosqueado y por otra contento porque supuestamente no era un corte de relaciones directo y además cumplía su objetivo de recibir amnistía.
Quiso centrarse de nuevo y escucho las palabras de su segundo al mando sobre sus objetivos.
- Muy fácil, pretenden ejecutar a Legim en el patíbulo de la plaza, como la mayoría de veces que han hecho el Gobierno – “Y aun así no aprenden” quería añadir, pero se lo callo -. Por lo que nosotros iremos a las instalaciones y cogeremos de todo; planos, informes, prototipos e incluso los registros de dietas si hace falta. Después, tocara improvisar.
El helicóptero toco tierra, y de milagro, dado a la explosión del proyectil del rubio fue, excedentemente volátil y no los había derribado de milagro. Cuando piso el suelo, le vino un respingo agradable por toda la columna.
Pasó su mano por el suelo, acariciándolo con delicadeza, como si se tratase de un ser vivo más. Podía sentir como su poder alcanzaba casi toda la isla. Era casi embriagador. Aquella isla, con poca vegetación y otros elementos, era un bloque de piedra puro, como un montón de arcilla esperando a que un alfarero le diese vida. Una sonrisa se le enmarco en su rostro, solo pensando en que el Gobierno creía que estaría a salvo de él.
- Me siento como un niño en una tienda de chucherías –expresó mientras daba una vuelta sobre sí mismo-. Creo que es hora de igualar las tornas un poco…
Respiro profundamente, como nunca lo había hecho y se concentró. Apoyando la mano en la fría piedra del suelo, su cuerpo empezó a tener minúsculas convulsiones, como si fuese una olla a presión a punto de estallar, o como si quisiera mover la pequeña isla con sus manos.
Temblores se apoderaban del lugar y se transmitían por casi toda la isla debido a su reducido tamaño. Grietas se fueron formando en todas las direcciones como punto de origen de donde Osu tenía la palma de la mano, como si fueran una gran telaraña grabada en el suelo. Tras unos instantes se detuvo el seísmo, pero desemboco en el sonido del suelo siendo golpeado por cientos de hombres. Alrededor del sargento, decenas, cientos de seres de piedra de aspecto humano, salían del suelo. Moviéndose de forma mecánica, como si se trataran de marionetas. Armados con lanzas y escudos que les cubrían casi todo el cuerpo, golpeaban al unísono el suelo, como si fueran personas de verdad, anunciando a sus enemigos que estaban listos para la batalla. Los revolucionarios que habían aterrizado cerca se quedaron anonadados por el gran contingente de seres que habían aparecido de la nada.
Los soldados de piedra empezaron a entrecortar los intervalos entre golpe y golpe, hasta que sonaban como un martillo pilón, hasta que de repente, hicieron silencio.
- Al igual que vosotros, yo me crié en este mundo lleno de guerras y de injusticias.- expresó a los revolucionarios que le escuchaban-. ¡Pero ahora, y como hace casi dos siglos, aún sigue en pie el bastión de la esperanza y el coraje; la Revolución!- los soldados de piedra volvieron a empezar el repiqueo con sus armas e incluso esta vez algunos de los que le escuchaban hacían lo mismo con las suyas-. El Gobierno, dirigido por cobardes, corrompida por los codiciosos y sin embargo, creen que nosotros estamos debilitados, que no nos queda otra que estar a la defensiva. Pero ahora no es así. ¡Ahora purguemos este mal! ¡Seguidme, y acabaremos con esta época de oscuridad!
Puede que Dexter le quisiera dar aquel mensaje de advertencia, y por buena voluntad dejaría al dragon azul en paz para que pudiera vivir con su reino como siempre habría querido. Sin embargo hasta entonces, hasta que no pudiera ver cara a cara sus ojos grises y aquella melena bicolor tan inusual, no daría vuelta atrás. No solo por saber que el Yonkou podría con el sin problemas, sino para enseñarle al gobierno que la próxima vez, el que les salvara el culo hoy, no estará la próxima vez.
Quiso centrarse de nuevo y escucho las palabras de su segundo al mando sobre sus objetivos.
- Muy fácil, pretenden ejecutar a Legim en el patíbulo de la plaza, como la mayoría de veces que han hecho el Gobierno – “Y aun así no aprenden” quería añadir, pero se lo callo -. Por lo que nosotros iremos a las instalaciones y cogeremos de todo; planos, informes, prototipos e incluso los registros de dietas si hace falta. Después, tocara improvisar.
El helicóptero toco tierra, y de milagro, dado a la explosión del proyectil del rubio fue, excedentemente volátil y no los había derribado de milagro. Cuando piso el suelo, le vino un respingo agradable por toda la columna.
Pasó su mano por el suelo, acariciándolo con delicadeza, como si se tratase de un ser vivo más. Podía sentir como su poder alcanzaba casi toda la isla. Era casi embriagador. Aquella isla, con poca vegetación y otros elementos, era un bloque de piedra puro, como un montón de arcilla esperando a que un alfarero le diese vida. Una sonrisa se le enmarco en su rostro, solo pensando en que el Gobierno creía que estaría a salvo de él.
- Me siento como un niño en una tienda de chucherías –expresó mientras daba una vuelta sobre sí mismo-. Creo que es hora de igualar las tornas un poco…
Respiro profundamente, como nunca lo había hecho y se concentró. Apoyando la mano en la fría piedra del suelo, su cuerpo empezó a tener minúsculas convulsiones, como si fuese una olla a presión a punto de estallar, o como si quisiera mover la pequeña isla con sus manos.
Temblores se apoderaban del lugar y se transmitían por casi toda la isla debido a su reducido tamaño. Grietas se fueron formando en todas las direcciones como punto de origen de donde Osu tenía la palma de la mano, como si fueran una gran telaraña grabada en el suelo. Tras unos instantes se detuvo el seísmo, pero desemboco en el sonido del suelo siendo golpeado por cientos de hombres. Alrededor del sargento, decenas, cientos de seres de piedra de aspecto humano, salían del suelo. Moviéndose de forma mecánica, como si se trataran de marionetas. Armados con lanzas y escudos que les cubrían casi todo el cuerpo, golpeaban al unísono el suelo, como si fueran personas de verdad, anunciando a sus enemigos que estaban listos para la batalla. Los revolucionarios que habían aterrizado cerca se quedaron anonadados por el gran contingente de seres que habían aparecido de la nada.
Los soldados de piedra empezaron a entrecortar los intervalos entre golpe y golpe, hasta que sonaban como un martillo pilón, hasta que de repente, hicieron silencio.
- Al igual que vosotros, yo me crié en este mundo lleno de guerras y de injusticias.- expresó a los revolucionarios que le escuchaban-. ¡Pero ahora, y como hace casi dos siglos, aún sigue en pie el bastión de la esperanza y el coraje; la Revolución!- los soldados de piedra volvieron a empezar el repiqueo con sus armas e incluso esta vez algunos de los que le escuchaban hacían lo mismo con las suyas-. El Gobierno, dirigido por cobardes, corrompida por los codiciosos y sin embargo, creen que nosotros estamos debilitados, que no nos queda otra que estar a la defensiva. Pero ahora no es así. ¡Ahora purguemos este mal! ¡Seguidme, y acabaremos con esta época de oscuridad!
Puede que Dexter le quisiera dar aquel mensaje de advertencia, y por buena voluntad dejaría al dragon azul en paz para que pudiera vivir con su reino como siempre habría querido. Sin embargo hasta entonces, hasta que no pudiera ver cara a cara sus ojos grises y aquella melena bicolor tan inusual, no daría vuelta atrás. No solo por saber que el Yonkou podría con el sin problemas, sino para enseñarle al gobierno que la próxima vez, el que les salvara el culo hoy, no estará la próxima vez.
- RESUMEN:
Aterrizar en la isla.
Hacer que la islita tiemble unos instantes (cuanto mas cerca de Osu que esten mas fuerte habrá sido).
Crear casi medio millar de soldados de piedra armados con lanzas y escudos.(Importante: Solo atacaran a los que Osu considere enemigos dentro del grupo del Gobierno(a Yoko o a Dexter y pandilla no se les toca(?))
Y tener mi momento epic(que ya tenia ganas, ojú)(?)
Cosas usadas:
EJERCITO MILENARIO:
Por cada 500 kilos que controla el usuario, puede convocar a un soldado pétreo, armado con armas sencillas del mismo material (cosas sencillas como un garrote, lanzas, escudos, etc.). Estos tienen un albedrio limitado, solo captando ordenes sencillas y sin poder tomar ninguna decisión por sí mismos. El alcance de control son unos 500 metros, ya que al alejarse más volverán a ser inertes. Estos tienen un 10% el nivel del usuario.
Xeyner
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A pesar de un leve contratiempo a causa del hielo, Katharina no tardó en volver a mostrar su objetivo. Una corriente de viento pareció envolvernos a todos, como por arte de magia, y no pude hacer otra cosa que mirar alrededor, confundido.
-Esto… ¿Cómo?
De repente la corriente se hizo más fuerte y nuestros cuerpos se elevaron sobre cubierta. Intenté girarme en el aire o ir en alguna dirección, pero mi único propósito parecía ser dejarme llevar. La lógica decía que se trataba de algún poder extraño, pero había algo raro. Miré hacia abajo y distinguí la figura de nuestro compañero Saed, que nos miraba con el ceño fruncido.
-No será…
Mi nakama Ed pareció completar mi frase en voz alta, haciéndome ver que pensaba que todo esto era el poder del mayordomo.
-No puede ser… ¡haki del conquistador! ¡Es como cuenta la leyenda!- miré hacia el horizonte mientras una lágrima se escapaba de mi mejilla dada la velocidad que llevábamos en el aire. –Quizás hay un futuro para esta batalla, solo queda que nos acompañe también.
Miré hacia abajo esperando que Saed saltara tras nosotros con su legendaria fuerza de salto, pero permaneció inmutable en su sitio.
-No puede ser… ¿Esto le ha agotado?- me giré y miré hacia el frente, a unos acantilados que había a cierta distancia. –No conseguiremos llegar, el espacio es demasiado grande y el haki es una ráfaga de poder, ¡caeremos al vacío!
Me tapé los ojos con las manos mientras rezaba mis oraciones al santísimo Gold Roger y asumía mi muerte en silencio. Pasaron varios segundos y…
-¿Eh? ¿No caemos?- me toqué el pecho y los brazos, mirando alrededor. Encontré con la vista a Ed y Kath, igual que antes.
-¡Aniki, hemos sobrevivido! Creo que se trata de telequinesis, está controlando el flujo espacial para traernos hasta aquí, ¡por eso no puede moverse! –apreté mi puño mientras llegaba al borde del acantilado, y di unos pasos para comprobar el terreno.
-Bien, esto va según lo planeado. ¡Ama Katy!– exclamé mientras miraba al horizonte -¡Misión completada!
-Esto… ¿Cómo?
De repente la corriente se hizo más fuerte y nuestros cuerpos se elevaron sobre cubierta. Intenté girarme en el aire o ir en alguna dirección, pero mi único propósito parecía ser dejarme llevar. La lógica decía que se trataba de algún poder extraño, pero había algo raro. Miré hacia abajo y distinguí la figura de nuestro compañero Saed, que nos miraba con el ceño fruncido.
-No será…
Mi nakama Ed pareció completar mi frase en voz alta, haciéndome ver que pensaba que todo esto era el poder del mayordomo.
-No puede ser… ¡haki del conquistador! ¡Es como cuenta la leyenda!- miré hacia el horizonte mientras una lágrima se escapaba de mi mejilla dada la velocidad que llevábamos en el aire. –Quizás hay un futuro para esta batalla, solo queda que nos acompañe también.
Miré hacia abajo esperando que Saed saltara tras nosotros con su legendaria fuerza de salto, pero permaneció inmutable en su sitio.
-No puede ser… ¿Esto le ha agotado?- me giré y miré hacia el frente, a unos acantilados que había a cierta distancia. –No conseguiremos llegar, el espacio es demasiado grande y el haki es una ráfaga de poder, ¡caeremos al vacío!
Me tapé los ojos con las manos mientras rezaba mis oraciones al santísimo Gold Roger y asumía mi muerte en silencio. Pasaron varios segundos y…
-¿Eh? ¿No caemos?- me toqué el pecho y los brazos, mirando alrededor. Encontré con la vista a Ed y Kath, igual que antes.
-¡Aniki, hemos sobrevivido! Creo que se trata de telequinesis, está controlando el flujo espacial para traernos hasta aquí, ¡por eso no puede moverse! –apreté mi puño mientras llegaba al borde del acantilado, y di unos pasos para comprobar el terreno.
-Bien, esto va según lo planeado. ¡Ama Katy!– exclamé mientras miraba al horizonte -¡Misión completada!
- Resumen (Kath y Ed):
- Saed es el hijo perdido de Roger. Esto de volar no está mal, podría acostumbrarme. Llegamos al acantilado, es la hora de las tortas.
Kaori Nanami
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Kaori estaba sorprendida, al parecer, Bob no era un tonto. Tenía las cosas más claras que ellos y, para complicar más las cosas, su instinto era bastante agudo. Suspiró y miró, de reojo, a Dretch y Eric. Todo indicaba que su plan no iba a funcionar y que, al final, tendrían que luchar para salir con vida de ese lugar. La cosa ahora era… ¿Bob sería tan débil como se lo imaginaba? Tenía sus dudas respecto a eso… Casi como si quisiera aparentar algo que no era. ¿O solo se mostraba así para proteger a sus nakamas? Si ese sujeto tenía algún punto débil era su propia personalidad: Era un bonachón, un tipo que daría su vida por la de sus compañeros, es decir, si veía que sus nakamas caían como moscas, podrían tenerlo todavía mejor manipulado. Frunció el ceño y chasqueó con la lengua mientras pensaba sus opciones. Podía simplemente agarrar a los dos y salir volando del lugar, pero… ¿Huir? No era lo que más le gustaba y, quizás, el ojos saltones podía hacer algo más.
Escuchó las palabras de Eric y… No pudo evitar mirarle algo extrañada. ¿El de los gritos de simio espartano estaba siendo razonable? ¿Podía ser razonable? La agente solo pensaba que era un bruto, salvaje y sin cerebro y que haya dicho esas cosas… Fue inesperado. Aunque… ¿Bob entendería a razones? Quizás su mal presentimiento era verdadero y el capitán era mucho más fuerte de lo que aparentaba. Su seguridad y sus palabras mostraban eso, pero… ¿Qué podían hacer? No sabía muy bien si el barco pudiera resistir una batalla con sus habilidades. Suspiró para relajarse, sentía su corazón a mil y como la adrenalina subía. Este plan era muy arriesgado y, aunque al principio parecía que iba a funcionar, todo indicaba que ahora ya era hora de pasar a la acción. Sonrió con frialdad y encaró a Bob.
– Los dos sabemos qué es lo que elegirás, Bob – mencionó con seriedad. No veía en el capitán un hombre capaz de rendirse y más si creía que podía ganar al ser más. – Dretch, Eric, yo me cargo haré de él – elevó la voz lo suficiente como para que ellos la escucharan, aunque tampoco debía elevarla demasiado, después de todo, estaban bastante cerca. – Les pido que me cubran, por favor. – Finalizó.
No lo negaba, estaba nerviosa y era, justo en estos momentos, en que se arrepentía de no entrenar más a menudo o tener cierto interés por ser más fuerte. Pero… Ya no había vuelta atrás. Tenía que comprobar qué tanto podía hacer en esa forma y contaba con el apoyo de sus compañeros. No lo podía asegurar, pero no veía en ellos que abandonarían a uno de los suyos. Suspiró para relajarse y, de paso, también relajar su cuerpo. Su mirada se volvió más fría y solo estaba centrada en una cosa: En Bob. Si sus creencias eran ciertas, ese tipo estaba escondiendo una fuerza sorprendente para que así ellos lo subestimaran, pero… Eso no iba a funcionar con ella.
Era cierto, se veía más imponente que antes, pero… ¿Qué más daba? No le tenía miedo a un tipo como ese, así que podía luchar igual. No sabía cómo serían las reacciones de sus compañeros, pero la situación no daba para más y si ella era la que tenía que dar el primer paso, que así fuera. Se desplazó con velocidad hacia donde estaba Bob y sin esperar su respuesta o las reacciones de sus compañeros, como primer ataque y un saludo, intentó conectar un poderoso puñetazo en su abdomen. Diera o no, se alejaría un par de metros.
– En vez de aprovechar tu segunda oportunidad de vida… Solo debías hacernos caso, ahora tú y tus camaradas pagarán las consecuencias de tu imprudencia. – Comentó.
Escuchó las palabras de Eric y… No pudo evitar mirarle algo extrañada. ¿El de los gritos de simio espartano estaba siendo razonable? ¿Podía ser razonable? La agente solo pensaba que era un bruto, salvaje y sin cerebro y que haya dicho esas cosas… Fue inesperado. Aunque… ¿Bob entendería a razones? Quizás su mal presentimiento era verdadero y el capitán era mucho más fuerte de lo que aparentaba. Su seguridad y sus palabras mostraban eso, pero… ¿Qué podían hacer? No sabía muy bien si el barco pudiera resistir una batalla con sus habilidades. Suspiró para relajarse, sentía su corazón a mil y como la adrenalina subía. Este plan era muy arriesgado y, aunque al principio parecía que iba a funcionar, todo indicaba que ahora ya era hora de pasar a la acción. Sonrió con frialdad y encaró a Bob.
– Los dos sabemos qué es lo que elegirás, Bob – mencionó con seriedad. No veía en el capitán un hombre capaz de rendirse y más si creía que podía ganar al ser más. – Dretch, Eric, yo me cargo haré de él – elevó la voz lo suficiente como para que ellos la escucharan, aunque tampoco debía elevarla demasiado, después de todo, estaban bastante cerca. – Les pido que me cubran, por favor. – Finalizó.
No lo negaba, estaba nerviosa y era, justo en estos momentos, en que se arrepentía de no entrenar más a menudo o tener cierto interés por ser más fuerte. Pero… Ya no había vuelta atrás. Tenía que comprobar qué tanto podía hacer en esa forma y contaba con el apoyo de sus compañeros. No lo podía asegurar, pero no veía en ellos que abandonarían a uno de los suyos. Suspiró para relajarse y, de paso, también relajar su cuerpo. Su mirada se volvió más fría y solo estaba centrada en una cosa: En Bob. Si sus creencias eran ciertas, ese tipo estaba escondiendo una fuerza sorprendente para que así ellos lo subestimaran, pero… Eso no iba a funcionar con ella.
Era cierto, se veía más imponente que antes, pero… ¿Qué más daba? No le tenía miedo a un tipo como ese, así que podía luchar igual. No sabía cómo serían las reacciones de sus compañeros, pero la situación no daba para más y si ella era la que tenía que dar el primer paso, que así fuera. Se desplazó con velocidad hacia donde estaba Bob y sin esperar su respuesta o las reacciones de sus compañeros, como primer ataque y un saludo, intentó conectar un poderoso puñetazo en su abdomen. Diera o no, se alejaría un par de metros.
– En vez de aprovechar tu segunda oportunidad de vida… Solo debías hacernos caso, ahora tú y tus camaradas pagarán las consecuencias de tu imprudencia. – Comentó.
- Resumen:
- Reaccionar a lo que dice Bob. Decidir dar el primer paso y atacarlo con esto.
- Nivel 30: Fuerza 3, Resistencia 2, Velocidad 3, Reflejos 3, Agilidad 0
Dretch
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El agente levantó una ceja instintivamente, sorprendido al darse cuenta de que ninguna de sus palabras había calado en el capitán pirata y su tripulación. De hecho, parecía que Bob había sido lo suficiente perspicaz como para interpretar por completo su plan, pero… ¿Por qué no les habían atacado aún? Quizás, el hecho de que le hubiese salvado la vida, fuera el único motivo de aquella tregua tan precaria. En cualquier caso, le estaba bien empleado, mentir nunca había sido lo suyo. Zor-El se adelantó a sus palabras y, aunque intentó enmascarar la mentira un poco más. Dretch sospechaba que aquel hombre no se creería ninguna de sus palabras a menos que tuvieran un mínimo de sentido. Ya le habían mentido una vez ¿Qué les impediría volver a mentirle una segunda?
Debía de elegir muy bien sus próximas palabras.
Cerró su ojo sano y se tomó su tiempo para dar la que, con toda seguridad, seria su última ocasión de justificar su intrusión en el navío. Trató de ver la situación desde el punto de vista de Bob. De meterse en su piel y de sentir lo que él sentía en aquel momento. Era un trozo de pan, todas las personas de la tripulación creían ciegamente en su palabra y harían literalmente cualquier cosa por él. Después de todo era su salvador, tenían una deuda de gratitud que probablemente jamás podrían pagar. Una tripulación de fanáticos era un problema, sí, pero en punto débil de aquella ecuación era el propio Bob. Como capitán estaba obligado a velar por los intereses de sus camaradas, eso era todo cuanto importaba en aquella situación y el ultimo pensamiento que el joven Búho sacó de su reflexión.
Dretch abrió de nuevo su ojo sano y miró fijamente al capitán. Le habían enseñado demasiado bien como identificar y neutralizar a los tipos malos y, por desgracia, Bob no encaja en su perfil de villano. Sabía que no estaba en la posición ideal para proponer ningún tipo de acuerdo. Él ya había puesto su granito de arena, de no ser así aquella conversación no estaría teniendo lugar. Por lo que esperaba que Bob hiciera también su aportación.
Esta vez fue la agente Nanami quien habló. Era una suerte que no hubiera decidido huir, después de todo, nunca sabía lo que podía esperar de ella. Cuando insinuó que se haría cargo de enfrentarse con el pirata en caso de que fuera necesario, a Dretch no le quedó más remedio que confiar en ella. Desde su encontronazo inicial en el Umi Resha no había vuelto a combatir contra ella, desconocía hasta que punto había interiorizado el rokushiki y si verdaderamente era rival para aquel tipo. No tenía ni idea de como reaccionaría el pirata al ataque de Kaori, por lo que se apresuró a abrir la boca antes de que fuera demasiado tarde. Llegados a aquel punto, Bob merecía saber la verdad. Al menos una parte de ella.
- No somos piratas, pertenecemos a la Cipher Pol número siete – confesó mientras que poco a poco volvía a colocarse el uniforme gubernamental con elegancia, adoptando su apariencia habitual – Salvar la vida de un criminal no es algo demasiado común en mi trabajo y, sin embargo, lo hice. No me arrepiento de ello. Seré directo Bob, quiero que tú y los tuyos colaboréis con el Gobierno Mundial, se os recompensará debidamente. Sé que desconfías de nosotros… pero no hay problema. Puedes reconsiderar mi oferta después de los eventos de hoy. Si te niegas, bueno… estamos aislados, rodeados y en inferioridad numérica. Sin embargo, no tenemos nada que perder y no nos contendremos. En la Karasu nos suelen decir que una pelea es un juego donde el perdedor muere, estamos dispuestos a cubrir esa apuesta ¿Y tú? ¿A cuántos de los tuyos estas dispuesto a mandar a la otra vida?
No había ningún gesto de desafío o mofa en su rostro. Detestaba tener que ser un villano, pero creía conocer demasiado bien como debía de sentirse el pirata en aquellos momentos. Le habían dado demasiada información. Tal y como había interpretado el agente, Bob era como un padre para aquellos rufianes, su relación con ellos era su talón de Aquiles. No necesitaban derrotarlo, tan solo necesitaban hacerle ver que, si todos sus subordinados morían por culpa de sus malas decisiones, no habría victoria posible. Y tal y como Dretch lo había planteado, el único responsable de tomar la decisión sería el propio Bob.
Debía de elegir muy bien sus próximas palabras.
Cerró su ojo sano y se tomó su tiempo para dar la que, con toda seguridad, seria su última ocasión de justificar su intrusión en el navío. Trató de ver la situación desde el punto de vista de Bob. De meterse en su piel y de sentir lo que él sentía en aquel momento. Era un trozo de pan, todas las personas de la tripulación creían ciegamente en su palabra y harían literalmente cualquier cosa por él. Después de todo era su salvador, tenían una deuda de gratitud que probablemente jamás podrían pagar. Una tripulación de fanáticos era un problema, sí, pero en punto débil de aquella ecuación era el propio Bob. Como capitán estaba obligado a velar por los intereses de sus camaradas, eso era todo cuanto importaba en aquella situación y el ultimo pensamiento que el joven Búho sacó de su reflexión.
Dretch abrió de nuevo su ojo sano y miró fijamente al capitán. Le habían enseñado demasiado bien como identificar y neutralizar a los tipos malos y, por desgracia, Bob no encaja en su perfil de villano. Sabía que no estaba en la posición ideal para proponer ningún tipo de acuerdo. Él ya había puesto su granito de arena, de no ser así aquella conversación no estaría teniendo lugar. Por lo que esperaba que Bob hiciera también su aportación.
Esta vez fue la agente Nanami quien habló. Era una suerte que no hubiera decidido huir, después de todo, nunca sabía lo que podía esperar de ella. Cuando insinuó que se haría cargo de enfrentarse con el pirata en caso de que fuera necesario, a Dretch no le quedó más remedio que confiar en ella. Desde su encontronazo inicial en el Umi Resha no había vuelto a combatir contra ella, desconocía hasta que punto había interiorizado el rokushiki y si verdaderamente era rival para aquel tipo. No tenía ni idea de como reaccionaría el pirata al ataque de Kaori, por lo que se apresuró a abrir la boca antes de que fuera demasiado tarde. Llegados a aquel punto, Bob merecía saber la verdad. Al menos una parte de ella.
- No somos piratas, pertenecemos a la Cipher Pol número siete – confesó mientras que poco a poco volvía a colocarse el uniforme gubernamental con elegancia, adoptando su apariencia habitual – Salvar la vida de un criminal no es algo demasiado común en mi trabajo y, sin embargo, lo hice. No me arrepiento de ello. Seré directo Bob, quiero que tú y los tuyos colaboréis con el Gobierno Mundial, se os recompensará debidamente. Sé que desconfías de nosotros… pero no hay problema. Puedes reconsiderar mi oferta después de los eventos de hoy. Si te niegas, bueno… estamos aislados, rodeados y en inferioridad numérica. Sin embargo, no tenemos nada que perder y no nos contendremos. En la Karasu nos suelen decir que una pelea es un juego donde el perdedor muere, estamos dispuestos a cubrir esa apuesta ¿Y tú? ¿A cuántos de los tuyos estas dispuesto a mandar a la otra vida?
No había ningún gesto de desafío o mofa en su rostro. Detestaba tener que ser un villano, pero creía conocer demasiado bien como debía de sentirse el pirata en aquellos momentos. Le habían dado demasiada información. Tal y como había interpretado el agente, Bob era como un padre para aquellos rufianes, su relación con ellos era su talón de Aquiles. No necesitaban derrotarlo, tan solo necesitaban hacerle ver que, si todos sus subordinados morían por culpa de sus malas decisiones, no habría victoria posible. Y tal y como Dretch lo había planteado, el único responsable de tomar la decisión sería el propio Bob.
- resumen:
- Concentrarse y tratar de ponerse en la piel de su enemigo para poder elegir bien sus palabras.
- Confesar su verdadera identidad y tratar de poner a proponerle al capitán contra la espada y la pared: o elige cooperar con el Gobierno mundial a cambio de favores, salvaguardando así la vida de sus subordinados; o se arriesga a luchar, en cuyo caso, Dretch le deja caer sutilmente que está dispuesto a cargar con tantas muertes como sean necesarias hasta que cambie de opinión.
- Concentrarse y tratar de ponerse en la piel de su enemigo para poder elegir bien sus palabras.
Se le había olvidado lo que era estar en mitad de una amplia contienda, como era aquella guerra que estaba aconteciendo en aquel pedazo de roca, y que aquellos que le respetaban temblaran con solo verle. No recordaba lo que era sentir el miedo de sus oponentes aunque no lucharan contra él, los gritos incesantes de dolor, el inconfundible ruido de una espada chocando contra otra en mitad de lo que era un infierno. Personas llorando por los seres queridos cuya vida iba dejando el mundo terrenal cada minuto que pasaba. Una guerra, al fin y al cabo. Se decía el pelirrojo sin apartar la vista del escenario que podía contemplar desde su posición, ampliando con su vista de pájaro para tener una visión más extensa. Sus ojos rasgados como los de un ave rapaz ampliaban todo con precisión milimétrica en cientos de metros, pudiendo llegar a observar hasta la más mínima imperfección en el rostro de quien observaba. Había marines, agentes y piratas, algunos más conocidos y otros que a saber por qué estaban ahí, ¿por obligación como podía ser el caso de los miembros del tristemente aceptado gobierno mundial? ¿O por las ganas de pelear y hacerse un nombre en el mar por parte de sus hermanos de la piratería? Quien sabe, quizás hubiera alguien que quisiera reclamar Momoiro como su territorio también, pero eso no podía permitirlo. Si algún día quería acabar con ellos, al ser tantos, debía hacerlo desde dentro. ¿Y qué mejor manera de dejar a Spanner como su emperatriz? Tal vez en un futuro se hiciera amigos de esos infernales travestis.
La onda de su compañero y amigo Marc, el productor de queso que tenía que fichar fuera como fuere, avanzaba rápida y ardientemente por el campo de batalla, arrasando con todo lo que se ponía en su camino, resquebrajando el suelo y calcinando todo. Ni él mismo podría hacer algo así con tanta facilidad, ¿tanto potencial tenía ese novato? Sí, lo tenía. «Sería un gran fichaje» se dijo, asintiendo con gesto de aprobación. Pero no podía estar atento a él, tenía a Arribor, el único pirata capaz de impedirle su ascenso a lo más alto, a su lado. Le había propuesto colaborar juntos, pero no tenía claro que diría el tuerto, así que se aferraba al mango de su katana con fuerza al mismo tiempo que seguía llevando su fuego a ella, recargando el mecanismo que ella escondía en su interior y lo que le hacía un arma verdaderamente valiosa. Entre tanto, gracias a sus desarrollados reflejos y el uso casi inconsciente de su mantra, pudo notar peligro. Era una sensación que le recorría la espalda, como un pálpito, un extraño presentimiento que le hizo estar alerta. Y entonces, casi de forma simultánea, el emperador del mar sobrevoló Gray Rock hasta llegar al centro de la isla, agitando el ambiente a su alrededor con su presencia, mientras que unas balas se dirigían hacia donde se encontraba. Rápidamente desenfundó a Samidare con su zurda y con ambas katanas, volviendo sus ojos a su estado normal, perdiendo ese aspecto alado, hizo una serie de movimientos con las mismas intentando cortar por la mitad las balas que venían hacia él, desviándolas y quedando a salvo.
-Luego nosotros somos los que no tenemos honor –susurró el pelirrojo, viendo los posibles causantes de ese ataque huían de la contienda.
Y de pronto algo resonó en su cabeza, era la voz de Yiromaru, el espíritu del demonio que yacía dentro de él desde que se había convertido en un usuario. «¿No querías destacar, muchacho? Pues deja de buscar alianzas banales y derrota a ese tipejo con un solo ojo» Razón no le faltaba al ancestral suzaku, ¿pero tendría razón? Entonces recordó la fama de pendenciero que tenía Arribor, una persona que adoraba la batalla por encima de cualquier cosa, además de que era su rival más directo hacia su candidatura como emperador del mar. Ni Syxel, ni Johnny ”Boca negra” M. Elavo, ni ningún otro, lo era el hombre que tenía a su izquierda.
«¡Qué demonios, a por él!»
El musculoso y atractivo cuerpo de Zane comenzó a emanar paulatinamente un mar de llamas en un radio de dos metros, de un color anaranjado como el sol al atardecer, que elevó la temperatura de todo lo que estaba a su alrededor en muchísimo grados, esperando que aquello sirviera para que su oponente no tuviera el valor de acercarse y si lo hacía que se fuera con unas cuantas quemaduras. Respiró hondo y clavó la mirada sobre su oponente, frunciendo el ceño y mostrando justo después una sonrisa de emoción. Agitó las alas y se impulsó hacia él, con sus dos katanas en ristre, superponiendo una a la otra unos pocos centímetros, propinando un primer golpe con su zuda, describiendo una diagonal ascendente buscando, o más bien intentando, hacerle un buen corte. Mientras que con su diestra intentaría trazar un simple tajo vertical creando una onda cortante que fuera directa a su rival.
-Veamos de que pasta estás hecha, Heartless.
La onda de su compañero y amigo Marc, el productor de queso que tenía que fichar fuera como fuere, avanzaba rápida y ardientemente por el campo de batalla, arrasando con todo lo que se ponía en su camino, resquebrajando el suelo y calcinando todo. Ni él mismo podría hacer algo así con tanta facilidad, ¿tanto potencial tenía ese novato? Sí, lo tenía. «Sería un gran fichaje» se dijo, asintiendo con gesto de aprobación. Pero no podía estar atento a él, tenía a Arribor, el único pirata capaz de impedirle su ascenso a lo más alto, a su lado. Le había propuesto colaborar juntos, pero no tenía claro que diría el tuerto, así que se aferraba al mango de su katana con fuerza al mismo tiempo que seguía llevando su fuego a ella, recargando el mecanismo que ella escondía en su interior y lo que le hacía un arma verdaderamente valiosa. Entre tanto, gracias a sus desarrollados reflejos y el uso casi inconsciente de su mantra, pudo notar peligro. Era una sensación que le recorría la espalda, como un pálpito, un extraño presentimiento que le hizo estar alerta. Y entonces, casi de forma simultánea, el emperador del mar sobrevoló Gray Rock hasta llegar al centro de la isla, agitando el ambiente a su alrededor con su presencia, mientras que unas balas se dirigían hacia donde se encontraba. Rápidamente desenfundó a Samidare con su zurda y con ambas katanas, volviendo sus ojos a su estado normal, perdiendo ese aspecto alado, hizo una serie de movimientos con las mismas intentando cortar por la mitad las balas que venían hacia él, desviándolas y quedando a salvo.
-Luego nosotros somos los que no tenemos honor –susurró el pelirrojo, viendo los posibles causantes de ese ataque huían de la contienda.
Y de pronto algo resonó en su cabeza, era la voz de Yiromaru, el espíritu del demonio que yacía dentro de él desde que se había convertido en un usuario. «¿No querías destacar, muchacho? Pues deja de buscar alianzas banales y derrota a ese tipejo con un solo ojo» Razón no le faltaba al ancestral suzaku, ¿pero tendría razón? Entonces recordó la fama de pendenciero que tenía Arribor, una persona que adoraba la batalla por encima de cualquier cosa, además de que era su rival más directo hacia su candidatura como emperador del mar. Ni Syxel, ni Johnny ”Boca negra” M. Elavo, ni ningún otro, lo era el hombre que tenía a su izquierda.
«¡Qué demonios, a por él!»
El musculoso y atractivo cuerpo de Zane comenzó a emanar paulatinamente un mar de llamas en un radio de dos metros, de un color anaranjado como el sol al atardecer, que elevó la temperatura de todo lo que estaba a su alrededor en muchísimo grados, esperando que aquello sirviera para que su oponente no tuviera el valor de acercarse y si lo hacía que se fuera con unas cuantas quemaduras. Respiró hondo y clavó la mirada sobre su oponente, frunciendo el ceño y mostrando justo después una sonrisa de emoción. Agitó las alas y se impulsó hacia él, con sus dos katanas en ristre, superponiendo una a la otra unos pocos centímetros, propinando un primer golpe con su zuda, describiendo una diagonal ascendente buscando, o más bien intentando, hacerle un buen corte. Mientras que con su diestra intentaría trazar un simple tajo vertical creando una onda cortante que fuera directa a su rival.
-Veamos de que pasta estás hecha, Heartless.
- Resumen:
- Narrar lo que ve desde su posición. Sentir la presencia de Dexter y el ataque de Tobias, del cual intenta defenderse cortando las balas de sirope (mirar luego spoiler de datos técnicos). Escuchar la voz de Yiromaru –el nombre del demonio del suzaku, puro relleno todo–, y atacar a Arribor.
- Datos técnicos:
- Tiers:
- Reflejos: Tier 10: Tier 10: Podría reaccionar en una centésima de segundo a un vehículo tratando de atropellarlo.
Poder de destrucción: Tier 8: Puede cortar esmeralda sin dificultad, y es tan preciso que podría ganarse la vida de peluquero con su arma cortante. Podría romper columnas de hormigón de un golpe con su arma contundente.
Resistencia: Tier 8: Sus músculos son extremadamente resistentes. En el hipotético caso de que se rompiera un hueso, la tensión de estos le permitiría seguir moviendo la parte afectada.
Velocidad: Tier 4: Si se pone a cuatro patas, puede ganar en carrera a un caballo. Pero mejor hacerlo a dos.
Agilidad: Tier 3: Realiza volteretas dobles con suma facilidad. Rueda por el suelo casi tan rápido como camina y se levanta de él con suma facilidad.
- Maestría:
- Nivel 90: Sus ondas cortantes son tan potentes que una sola haría colapsar edificios de tamaño medio.
- stats:
- Fuerza/P. Destrucción x7
Velocidad x4 (2+2 racial forma humana)
Resistencia x8
Agilidad x1,75 (1+0.75 racial forma humana)
Reflejos x4,25 (2+2,25 racial forma humana)
- Habilidades Pasivas:
- Templanza: El resultado del entrenamiento intensivo y las decenas de combates con distintos tipos de contrincantes han hecho a Zane una persona capaz de enfrentarse a cualquier tipo de situación complicada o peligrosa con calma, sin perder la concentración.
Asimilación completa: Aparentemente el cuerpo no parece tener ningún cambio. Sin embargo, su dominio y entendimiento del haki de armadura ha llegado a su nivel máximo, haciendo que sus músculos tengan una resistencia de 9 en la escala Mohs de forma pasiva, sin necesidad de activarlo.
- Técnica empleada:
- Aura Ígnea: Zane se envuelve de un aura ígnea, cuyo color varía en función de la intensidad del calor que desprende, desde un color rojizo (en torno a los 150 ºC), pasando por uno anaranjado (Entre los 200 ºC y 500 ºC), hasta un color azulado muy claro (En torno a los 1000 ºC).
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Mi defensa había logrado servir para su objetivo, evité el golpe del hombre, lo que le provocó daños al mismo con la amputación de los dedos del pie a excepción del dedo pulgar. Este corte, como era evidente, le dolió a mi oponente y lo reflejó con un grito de dolor. El hombre cayó al suelo para seguir el combate y lo más seguro para tomar venganza por sus dedos cortados. Sin embargo, el monigote que tenía al lado le lanzó un chorro de algo y lo inmovilizó. Parecía que la pelea había terminado por fin.
Cuando el hombre fue atrapado la mascara que llevaba se le cayó dejando ver el rostro de un simio. Era realmente un animal contra quien había estado combatiendo, lo que me resolvió la duda de por qué no me había dirigido la palabra. Viendo que ya no podía moverse volví a llamar a la caja de caramelo y se volvió a abrir un agujero en la pared.
-Voy a ir a otra zona para ayudar, tenga cuidado. – le dije al tipo que había en su interior.
El tipo me dio las gracias y volvió a lo suyo. Por mi parte, me dirigí tras esto hacia el lugar en el que había explotado anteriormente para ver a quienes había afectado. A pesar de que ya no podía hacer nada por esas personas no me sentía bien si no lo confirmaba las cosas.
-No es necesario que vayas, Ori – me dijo Varda – Si no puede hacer nada no hace falta que sufras por ello.
La Maestra tenía razón, pero aún debía de pasar mucho tiempo para superar las costumbres que tenía de toda una vida. Además, no por sufrir por ver lo que había provocado debía de ignorarlo, era algo de lo que podría aprender para otras ocasiones.
Cuando el hombre fue atrapado la mascara que llevaba se le cayó dejando ver el rostro de un simio. Era realmente un animal contra quien había estado combatiendo, lo que me resolvió la duda de por qué no me había dirigido la palabra. Viendo que ya no podía moverse volví a llamar a la caja de caramelo y se volvió a abrir un agujero en la pared.
-Voy a ir a otra zona para ayudar, tenga cuidado. – le dije al tipo que había en su interior.
El tipo me dio las gracias y volvió a lo suyo. Por mi parte, me dirigí tras esto hacia el lugar en el que había explotado anteriormente para ver a quienes había afectado. A pesar de que ya no podía hacer nada por esas personas no me sentía bien si no lo confirmaba las cosas.
-No es necesario que vayas, Ori – me dijo Varda – Si no puede hacer nada no hace falta que sufras por ello.
La Maestra tenía razón, pero aún debía de pasar mucho tiempo para superar las costumbres que tenía de toda una vida. Además, no por sufrir por ver lo que había provocado debía de ignorarlo, era algo de lo que podría aprender para otras ocasiones.
- resumen:
- Ver como el monigote atrapa al mono con azúcar, decirle a Jack que me voy, acercarme al lugar donde explotó la granada que desvié para ver los daños que ocasonó.
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El asesino ojeó todo lo que pudo gracias a su vista de ave. Pudo observar cómo en la plaza se daba un importante asunto entre piratas de la talla de Dexter, Zane D. Kenshin e incluso Heartless. Pronto esas tres bestias crearían tal destrozo, que serían el principal objetivo de la marina y el gobierno.
Genial, deberíamos aprovechar eso
Sin rostro fue el primero que llegó hasta el centro del techo, el lugar en el cual habían quedado. Durante el trayecto se dió cuenta del mal estado de éste, y de lo pronto que tendrían que bajar si no querían caer y echar por tierra su plan de sigilo. Esperó a Nailah y al resto, y fué el primero en decir lo que había visto.
- He podido ver a marines por aquí y por allá sin rumbo, y aparentemente no están custodiando este sitio. También hay tres piratas famosos en el centro de la plaza, lo cual me insta a pensar que pronto estarán rodeados de agentes y marines, lo cual debería dejar esta zona bastante tranquila. ¿Qué habéis visto vosotros?
El pirata esperaría a tener toda la información y tras ello, y si nada le decía lo contrario, ordenaría bajar a todo el mundo al suelo, dado el estado del techo.
- Todos os habréis dado cuenta del mal estado del techo, caminad por las vigas -comentó señalando la que partía desde el lateral derecho hasta su opuesto y estaba situada justo en el centro del techo, donde ellos mismos se encontraban-, es la forma más segura de bajar. Yo bajaré el primero, si hago algún ruido, no bajéis y esperad.
El asesino caminó lentamente por el techo haciendo acopio de toda su agilidad para no caerse, y de su sigilo para que nadie notase su presencia allí arriba y, cuando se encontraba cerca del borde, se fijaría en lo que hubiese abajo. Si no había nada sospechoso, bajaría agarrándose sobre la superficie del tejado y cayendo lo más suavemente que pudiese. Desde allí esperaría a que el resto de sus compañeros bajase para intentar colarse en aquél edificio a la par que les haría una señal para darles a entender que bajasen. Mientras esperaba, intentaría mirar a través de alguna ventana -de haberla-, con el fin de intentar trazar un plan de entrada y ver si había alguien custodiando el sitio.
¿Qué habría allí dentro? Con suerte podría dejar el mensaje que había escrito en el barco con alguna señal que le identificase. Nadie sabía la pertenencia que llevaba en el bolsillo, y mucho menos qué mensaje había en ella. Pero su intención era clara, y estaba apunto de conseguir mostrarle al mundo el por qué de haber ido hasta aquél punto. Ni salvar a Legim, ni robar armas, ni ganar nombre, ni obtener honor, nada de aquellas cosas había llevado hasta aquella isla a sin rostro. Lo que le había llevado estaba apunto de ver la luz. Pero para ello, todo lo que planeaba tenía que salir bien. ¿Serían bondadosos los dioses?
Genial, deberíamos aprovechar eso
Sin rostro fue el primero que llegó hasta el centro del techo, el lugar en el cual habían quedado. Durante el trayecto se dió cuenta del mal estado de éste, y de lo pronto que tendrían que bajar si no querían caer y echar por tierra su plan de sigilo. Esperó a Nailah y al resto, y fué el primero en decir lo que había visto.
- He podido ver a marines por aquí y por allá sin rumbo, y aparentemente no están custodiando este sitio. También hay tres piratas famosos en el centro de la plaza, lo cual me insta a pensar que pronto estarán rodeados de agentes y marines, lo cual debería dejar esta zona bastante tranquila. ¿Qué habéis visto vosotros?
El pirata esperaría a tener toda la información y tras ello, y si nada le decía lo contrario, ordenaría bajar a todo el mundo al suelo, dado el estado del techo.
- Todos os habréis dado cuenta del mal estado del techo, caminad por las vigas -comentó señalando la que partía desde el lateral derecho hasta su opuesto y estaba situada justo en el centro del techo, donde ellos mismos se encontraban-, es la forma más segura de bajar. Yo bajaré el primero, si hago algún ruido, no bajéis y esperad.
El asesino caminó lentamente por el techo haciendo acopio de toda su agilidad para no caerse, y de su sigilo para que nadie notase su presencia allí arriba y, cuando se encontraba cerca del borde, se fijaría en lo que hubiese abajo. Si no había nada sospechoso, bajaría agarrándose sobre la superficie del tejado y cayendo lo más suavemente que pudiese. Desde allí esperaría a que el resto de sus compañeros bajase para intentar colarse en aquél edificio a la par que les haría una señal para darles a entender que bajasen. Mientras esperaba, intentaría mirar a través de alguna ventana -de haberla-, con el fin de intentar trazar un plan de entrada y ver si había alguien custodiando el sitio.
¿Qué habría allí dentro? Con suerte podría dejar el mensaje que había escrito en el barco con alguna señal que le identificase. Nadie sabía la pertenencia que llevaba en el bolsillo, y mucho menos qué mensaje había en ella. Pero su intención era clara, y estaba apunto de conseguir mostrarle al mundo el por qué de haber ido hasta aquél punto. Ni salvar a Legim, ni robar armas, ni ganar nombre, ni obtener honor, nada de aquellas cosas había llevado hasta aquella isla a sin rostro. Lo que le había llevado estaba apunto de ver la luz. Pero para ello, todo lo que planeaba tenía que salir bien. ¿Serían bondadosos los dioses?
- Resumen:
Hablar con el grupo de infiltración y, si nadie dice lo contrario, bajar al suelo con cuidado (si no hay nada abajo) y pedir al resto que bajen. Desde allí se trazará un plan para intentar entrar sin ser vistos en el edificio.
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