Jace eigner
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Parecería que la situación había terminado relativamente bien las cosas en cubierta después de todo no se sentirían mas golpes y mucho menos cañonazos, de esta manera y tomaría una silla y me pondría a leer hasta que encontrase la situación de las trampas que se encontraban delante nuestro, la situación era cuanto menos mala si es que llegábamos a encontrarnos con ellas y yo por lo menos ya me iba haciendo de una idea de que íbamos a hacer, estaba claro que necesitábamos acabar con las defensas de la isla para ahora saquearla y no protegerla, después de todo ahora los teníamos en nuestra contra, acabaríamos con quien tuviésemos que acabar de las tropas enemigas y aunque no tomaríamos a nadie por esclavo, haríamos nuestro lo que pudiésemos.
De esa manera llenaría un balde con agua, mientras me paraba de esa silla y veía que mi rehen estuviese bien atado, no quería problemas innecesarios para lo que ahora seria un interrogatorio a un hombre duro de roer de por si, por lo que seria largo y molesto, además que lo mas probable de complicaciones de por si, pero tenia confianza en mis habilidades para sacar información, una vez estuviese ciento por ciento seguro de que no podía liberarse le tararía el balde de agua y me sentaría en la silla otra vez, con capucha puesta y la luz apuntándole para que no pudiese verme la cara bien -Las cosas pudieron terminar taaan bien, pero tuvieron que darnos tantos problemas... - explicaría una vez lo tuviese despierto.
-Es una lastima que ahora tengamos que obligatoriamente gracias a tu actuar de distintos bandos... Me habría gustado poder ayudarles sinceramente al igual que a toda la tripulación, pero ahora tenemos que velar por nosotros y intentaremos mantenernos con vida a como de lugar. - Expresaría con una voz seria, pero que mantendría una tonalidad burlesca adrede, después de todo ahora debía ser el malo del lugar, esperaría a ver unas palabras de el para empezar a interrogarle solo si es que no me era interrumpido por algún comentario molesto.
-Necesito saber que mierda necesitaban esos tipos que tomaron por emboscada a los tuyos y porque te atacaron primero que todo. - Le preguntaría primero a el para luego contrastar con lo que digieran esos bastardos, si es que llegaba a no decirme nada lo mas probable empezaría con la tortura, mientras esperaba ver a algún miembro de la tripulación para que le enviase un mensaje a Alpha.
De esa manera llenaría un balde con agua, mientras me paraba de esa silla y veía que mi rehen estuviese bien atado, no quería problemas innecesarios para lo que ahora seria un interrogatorio a un hombre duro de roer de por si, por lo que seria largo y molesto, además que lo mas probable de complicaciones de por si, pero tenia confianza en mis habilidades para sacar información, una vez estuviese ciento por ciento seguro de que no podía liberarse le tararía el balde de agua y me sentaría en la silla otra vez, con capucha puesta y la luz apuntándole para que no pudiese verme la cara bien -Las cosas pudieron terminar taaan bien, pero tuvieron que darnos tantos problemas... - explicaría una vez lo tuviese despierto.
-Es una lastima que ahora tengamos que obligatoriamente gracias a tu actuar de distintos bandos... Me habría gustado poder ayudarles sinceramente al igual que a toda la tripulación, pero ahora tenemos que velar por nosotros y intentaremos mantenernos con vida a como de lugar. - Expresaría con una voz seria, pero que mantendría una tonalidad burlesca adrede, después de todo ahora debía ser el malo del lugar, esperaría a ver unas palabras de el para empezar a interrogarle solo si es que no me era interrumpido por algún comentario molesto.
-Necesito saber que mierda necesitaban esos tipos que tomaron por emboscada a los tuyos y porque te atacaron primero que todo. - Le preguntaría primero a el para luego contrastar con lo que digieran esos bastardos, si es que llegaba a no decirme nada lo mas probable empezaría con la tortura, mientras esperaba ver a algún miembro de la tripulación para que le enviase un mensaje a Alpha.
- acciones:
- -Jace revisa que el tipo este atado y prepara el ambiente para que no pueda saber ni donde esta, ni ver quien tiene al frente
-Jace lo despierta una vez esta todo listo con un balde de agua si despierta empezaría a preguntarle cosas y si no contestaba empezaría con los "Incentivos"
-Cuando algún tripulante pase Jace lo detendría para enviarle a alpha un mensaje
Arik Landvik
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El pelirrojo se retorció y gritó de rabia mientras lo sacaban a la fuerza de la cueva. No quería marcharse sin matar a esos dos desgraciados. ¡¿Por qué tenían que arrebatarle a sus presas?! Lanzó patadas, escupió y trató de morder a su captora, en pleno ataque de furia asesina. Disparó un par de tiros al aire intentando asustar a Elina para que le soltase, pero finalmente acabaron en el exterior y sus compañeros bombardearon la entrada para derrumbarla.
- ¡NO, JODER! ¡NO!
Soltó un último grito de rabia y furia, tras lo que se paró al fin, respirando con fuerza y el corazón latiéndole a toda velocidad. La ira comenzó a disiparse poco a poco, y aunque seguía de mal humor, al salir de su frenesí comenzó a ver las cosas con un poco más de perspectiva. A veces tendía a perder la cabeza durante un asesinato, de una manera similar a como le pasaba a Aria. A lo mejor era algo propio de su familia. Eso explicaría que ambos tuviesen el mismo problema, aunque Arik prefería no usar ese término. Era un rasgo que tenía sus ventajas. Era notoriamente mucho más hábil y eficaz cuando se sumía en aquel frenesí.
- Chicos - dijo con voz ronca - No hemos logrado enterarnos de nada. ¿Seguro que no queréis intentar capturar a alguno antes de...?
No llegó a terminar. La ventisca empeoró y decenas de figuras, si no más, comenzaron a llegar desde el interior de la cueva. Eran mucho albinos como los de antes, demasiados. Casi un pequeño ejército. Y estaban liderados por la mujer a la que había asesinado, que ahora había adoptado un aspecto fantasmal. Arik abrió los ojos de par en par. No creía que llegase a presenciarlo nunca, pero... ahí estaba. Alguien había vuelto del reino de Lantla, Gthon, y había sido nada menos que una infiel. Observó al fantasma con una mezcla de maravilla, rabia y terror a partes iguales, casi ignorando a sus compañeros. Hasta que estos empezaron a retirarse ni se dio cuenta. Entonces miró a Elina y dijo:
- Vamos a probar el plan de Illje, ¿te parece?
Su prima asintió y adelantó hacia la masa de enemigos. Supuso lo que iba a hacer en el momento en que se paró y unos destellos comenzaron a salir de ella. Cerró los ojos mientras convertía su brazo izquierdo en un saxofón y se llevaba un dedo boquilla a la boca. A pesar de tener los ojos cerrados notó el resplandor a través de los párpados. Comenzó a tocar, y en cuanto notó la luz disminuir abrió los ojos, aumentando el sonido de su música y desafiando a la propia tormenta. Entonces lanzó su explosión más potente contra la pared montañosa. Y funcionó, vaya si funcionó. Sin pararse a admirar los resultados dio media vuelta y echó a correr ladera abajo. No le gustaba tener que matar de esa manera teniendo sus manos, un buen cuchillo y una pistola, pero eran demasiados para ellos. Sin embargo lo que más le mosqueaba era irse sin saber más de aquella extraña secta. Notó que Elina lo agarraba por la cintura y lo levantaba, llevándolo por los aires monte abajo, a través del bosque.
- A eso es a lo que llamo un rescate oportuno - dijo a media voz.
- ¡NO, JODER! ¡NO!
Soltó un último grito de rabia y furia, tras lo que se paró al fin, respirando con fuerza y el corazón latiéndole a toda velocidad. La ira comenzó a disiparse poco a poco, y aunque seguía de mal humor, al salir de su frenesí comenzó a ver las cosas con un poco más de perspectiva. A veces tendía a perder la cabeza durante un asesinato, de una manera similar a como le pasaba a Aria. A lo mejor era algo propio de su familia. Eso explicaría que ambos tuviesen el mismo problema, aunque Arik prefería no usar ese término. Era un rasgo que tenía sus ventajas. Era notoriamente mucho más hábil y eficaz cuando se sumía en aquel frenesí.
- Chicos - dijo con voz ronca - No hemos logrado enterarnos de nada. ¿Seguro que no queréis intentar capturar a alguno antes de...?
No llegó a terminar. La ventisca empeoró y decenas de figuras, si no más, comenzaron a llegar desde el interior de la cueva. Eran mucho albinos como los de antes, demasiados. Casi un pequeño ejército. Y estaban liderados por la mujer a la que había asesinado, que ahora había adoptado un aspecto fantasmal. Arik abrió los ojos de par en par. No creía que llegase a presenciarlo nunca, pero... ahí estaba. Alguien había vuelto del reino de Lantla, Gthon, y había sido nada menos que una infiel. Observó al fantasma con una mezcla de maravilla, rabia y terror a partes iguales, casi ignorando a sus compañeros. Hasta que estos empezaron a retirarse ni se dio cuenta. Entonces miró a Elina y dijo:
- Vamos a probar el plan de Illje, ¿te parece?
Su prima asintió y adelantó hacia la masa de enemigos. Supuso lo que iba a hacer en el momento en que se paró y unos destellos comenzaron a salir de ella. Cerró los ojos mientras convertía su brazo izquierdo en un saxofón y se llevaba un dedo boquilla a la boca. A pesar de tener los ojos cerrados notó el resplandor a través de los párpados. Comenzó a tocar, y en cuanto notó la luz disminuir abrió los ojos, aumentando el sonido de su música y desafiando a la propia tormenta. Entonces lanzó su explosión más potente contra la pared montañosa. Y funcionó, vaya si funcionó. Sin pararse a admirar los resultados dio media vuelta y echó a correr ladera abajo. No le gustaba tener que matar de esa manera teniendo sus manos, un buen cuchillo y una pistola, pero eran demasiados para ellos. Sin embargo lo que más le mosqueaba era irse sin saber más de aquella extraña secta. Notó que Elina lo agarraba por la cintura y lo levantaba, llevándolo por los aires monte abajo, a través del bosque.
- A eso es a lo que llamo un rescate oportuno - dijo a media voz.
- resumen:
- Me sacan a rastras de la cueva, lanzo una explosión contra la montaña para mandar a tomar por culo a los albinos con la onda expansiva, los desprendimientos o la probable avalancha y dejo que Elina me saque volando.
Normas del capítulo:
Moderación
- Se moderará lunes y jueves entre las 22:00 y las 23:59.
- No se puede postear los lunes o jueves antes de la moderación.
- Hay un reloj que marca el tiempo restante. Cuando acaba los temas se cierran.
- Está prohibido metarrolear, powerrolear y demás actitudes tóxicas.
- A más riesgo, más premio.
- Como es tradición, el barco de Sons of Anarchy se hundirá en algún momento.
- Cada post debe ocupar entre 250 y 1.200 palabras. Si no se está en estos límites, el post podría ser ignorado.
- Es responsabilidad de un usuario comunicarse con la gente con la que interactúa.
- Si un post tiene más de 15 faltas ortográficas por párrafo podría ser ignorado.
- Hacer un resumen de acciones relevantes es obligatorio independientemente de la extensión.
- La ley del plot no es a prueba de idiotas.
Moderación
- Abi y Hazel:
- Con el mal trago en el pasado continuáis avanzando. Poco a poco las setas se van haciendo más abundantes en el camino hasta el punto que se vuelven la única fuente de luz. Llegáis a una sala bastante grande, el techo llega a los seis o siete metros en sus puntos más altos y esta se extiende en un laberinto de columnas y recovecos. Más que una sala parece una gran intersección entre túneles que con el tiempo han formado un espacio más grande, con una planta compleja. Las paredes están plagadas de esos hongos, líquenes y musgo, aunque el aire parece limpio y respirable, casi podríais decir que con el brillo que emiten es un sitio hermoso, en las partes más bajas de la sala hay una charca de aguas claras, en concreto a vuestra derecha, el agua está en calma por lo que no parece que sea corriente. Pero lo que más sorprende es que el micelio de esos hongos es tan abundante que emerge de la tierra y se hace visible en algunos sitios, respetando sólamente una línea serpenteante en el suelo de roca que podríais suponer que es un camino.
El sitio es silencioso, si exceptuamos algún goteo esporádico de la humedad que se filtra de las rocas. Pero al poco tiempo algo llama vuestra atención, un sonido rítmico. Cuando os adentráis y cruzáis un par de esquinas lo podéis escuchar con más nitidez, son como pasos pero por su fuerza podríais suponer que es de alguien pequeño. Y de pronto pasa delante de Hazel, casi no se he fijado en vosotras, es un pequeño hombrecillo seta, de no más de cuarenta centímetros de alto, con bracitos y piernas achatadas y rechonchas, con un sombrero marrón y un cuerpo blanquecino, dos puntos negros en la parte alta de su cuerpo se asemejan a ojos. Lleva entre los brazos lo que parece ser un parche de musgo y camina sin prestaros atención. Cuando levantáis la mirada podéis ver que no es sólo uno, sino docenas, caminando de un lado a otro como enanos en la mina. El primero con el que os cruzasteis deja el parche de musgo al lado de la charca de agua en un punto con tierra movida, para luego darse la vuelta y volver por donde ha venido.
Ahora que estáis ahí os dáis cuenta de que este lugar es más grande de lo que parecía desde la entrada, con muchos caminos marcados por estalactitas y columnas que sortean la charca de agua. Podríais buscar una salida para seguir, o puede que investigar este misterioso lugar. Una cosa está clara, cada vez agradecéis más que Roland no os haya seguido para fumarse a esos pequeños.
- Roland:
- El olor de la pólvora te devuelve los sentidos, cuando las armas se callan por fin puedes ver con claridad, delante de tí hay una estantería metálica, o bueno, lo que parecía ser una con varias cajas de herramientas en ella. Ahora yace en el suelo completamente acribillada.
Cuando miras parece que hay varias personas vestidas con trajes algo dispares y cascos que corren despavoridos gritando. Estás en una sala grande, iluminada con luz eléctrica y vagonetas. Los andamios y las instalaciones te han a entender que aquí se estaba trabajando sacando minerales hasta hace poco y algunas de las vagonetas volcadas crees que ha sido culpa tuya. Por cierto, Rudolf está en medio de una pila de cajas de cartón y madera medio enterrada pero sin daños graves.
De pronto unos pasos retumban por una entrada que, por la falta de raíles deduces que no es por la que has accedido. De la penumbra aparece una figura con forma vagamente humanoide de unos seis metros de altura, se mueve de forma desacompasada y está cubierta de una armadura hecha de crudas placas de metal remachadas y amartilladas. Agarra a uno de los hombres con el índice y el pulgar del cuello de la chaqueta y lo levanta hasta ponerlo a la altura de su rostro.
- Habéis dejado de trabajar… ¿Qué está pasando aquí? - Pregunta con una voz susurrante.
- E-Ese tío raro… ha llegado con su moto y ha empezado a dar vueltas poniéndolo todo patas arriba mientras balbuceaba cosas sin sentido. Luego se ha chocado contra las cajas y le ha empezado a gritar a la estantería hasta que ha sacado el arma y se ha puesto a disparar.
El hombre de la armadura suspira y deja al otro en el suelo, el cual corre a ponerse a salvo. Estira su mano y agarra un martillo percutor con una mano y una vagoneta con la otra, usándolas de una especie de espada y escudo. Sin mediar palabra se abalanza para pulverizarte con la herramienta de minería.
- Kohaku:
- Subes por la escalera, los peldaños están tallados en la roca y está iluminada en tramos por pequeñas setas y en otros por lámparas de aceite. La escalera sube serpenteante de manera irregular y dirías en cierto punto que has subido varias docenas de metros. La piedra está húmeda y tienes que estar atento por no resbalar, dado que cada peldaño parece estar desgastado.
Cuando llegas arriba pareces estar en el pasillo de algo parecido a una fortaleza, las paredes se ensanchan y son más regulares, como edificadas donde la piedra no ha sido tallada. La luz es eléctrica y el suelo es de baldosas, con un techo abovedado. Avanzas un poco por el pasillo y parece que este se ramifica a ambos lados, pero de pronto algo te sorprende. Unos pasos a tu espalda.
Te das la vuelta, y ves a una persona encapuchada, la penumbra le oculta el rostro menos la boca que muestra una mandíbula andrógina y una sonrisa perfecta.
- Veo que por fin uno ha llegado. - Dice con una voz melódica. - Estaba esperando este momento.
No parece ser hostil, aunque bajo la túnica no puedes ver si va armado o no. De todas formas no parece tener intenciones de atacarte y no escuchas que nadie más venga. De todas formas se ha acercado por un lugar donde no debería haber nadie sin que lo notases. No puedes fiarte.
- Braud y Raion:
- Una curiosa alucinación, pero parece que sólo ha pasado un instante y nada malo ha ocurrido en ese tiempo. Bueno, puede que sí, Braud tiene unas tres púas de unos tres centímetros de diámetro clavadas en varias partes del cuerpo al no defenderse de esta lluvia. Vuestro oponente tampoco parece haberle afectado mucho y no se ha movido del sitio, es más permanece inmutable cuando Raion se acerca y descarga su golpe, así como en el momento en el que ataca Braud.
No notáis ni una sóla intención de moverse, ni siquiera parpadea cuando vuestras armas o puños empiezan a quebrar sus espinas y escamas. La combinación de vuestros ataques es tan potente que levanta la nieve a vuestro alrededor en una cortina de polvo, así como innumerables esquirlas afiladas de sus escamas y púas rotas. Pero cuando el viento se la lleva podéis ver la razón de la pasividad de la bestia. Ante vosotros está una cáscara vacía y reventada, con lo poco que queda podéis ver que tenía la forma de ese lobo y, lo que es más parece hecha de cerámica. Pero lo que había en el interior parece haber desaparecido.
De todas formas ese momento de paz no dura. La nieve se mueve a unos metros a espaldas de Braud y de esta emerge de nuevo el lobo, solo que esta vez no parece tener escamas, con un pelaje algo rígido y de color térreo que le da un aspecto más normal. Vuelve a moverse en zigzag, pero esta vez parece que no son movimientos para confundir, sino para poner siempre a Braud entre Raion y él. Se lanza de frente con la mandíbula abierta de par en par, procurando reflejar los movimientos del león hasta que llega al lado de Braud, entonces lanza un mordisco dirigido a su garganta con unas mandíbulas que podrían partir un árbol.
- Freites, Zira y Jace:
- Zira, evitas que el intruso vuelque la lámpara de aceite, el corte no le secciona la mano pero la herida hace que aparte el brazo, impidiendo un incendio. Lo has pillado con la guardia baja, por lo que no te cuesta mucho lanzar cortes a diestro y siniestro hasta que te has asegurado que está muerto. Menudo estropicio, como la sangre cuele en la madera no va a haber nadie que la limpie. Pero si ignoramos que has condenado a un desafortunado grumete a pasar días frotando con un paño mojado te darás cuenta de que hace unos segundos que suena algo bajo las ropas del cuerpo. Es un den den mushi, podrías contestar, o dejar que suene, o a lo mejor dárselo a alguien más, incluso tirarlo por la borda si te apetece. Si alguien sabe de esos aparatos se dará cuenta de que este en concreto sirve sólo para recibir llamadas por una línea fija, a cambio esta no puede ser interceptada ni espiada.
Freites, puedes ver a los ninjas supervivientes, la mayoría sigue inconsciente, menos el que parece estar muriéndose. Se revuelve y se retuerce con una fuerza que no recuerdas que tuviese, haciéndose daño en la carne hasta el punto de casi romper sus ataduras. Cuando te fijas te das cuenta de que unas venas negras se extienden desde la herida de su cuello por la carne hasta que han llegado a la cabeza. De pronto cierra la boca, como si contuviera una arcada y tras eso vomita una sustancia negra parecida a la que había en su hoja, en un chorro que amenaza con mancharte a ti y a los tripulantes que están alrededor. Es en ese momento que notas un ligero mareo, cuando recuerdas la herida que recibiste, si quitas los vendajes verás que de esta herida han empezado a salir venas negras que se extienden unos diez centímetros alrededor de la herida.
Jace, el prisionero sigue dormido, tus palabras llegan a oídos sordos, o eso parece. De pronto cuando terminas de hablar escuchas una risilla algo cascada. Tose con una voz ronca y abre los ojos. Está débil, parece que las ataduras casi no son necesarias. Y entonces abre la boca para decir algo...
- Han puesto al niño al volante:
- Omega, escuchas que la voz te contesta.
- ¿Hmm? Oh, eres tú. Déjame ver, hm… Veo que estás en una situación de lo más curiosa, si. Tengo una buena noticia, estoy de buen humor y no creo que haga falta mi poder para esto. Sólo tienes que despertar. - Al principio no parece que la respuesta tenga sentido hasta que abres los ojos.
Los tres estáis en el mismo punto que antes, la estalactita ha caído y ha levantado una polvareda, pero nadie ha sido abducido por un profundo ni nadie ha saltado a su perdición. Por lo general la situación es, dentro de lo que cabe normal. Recuperáis la compostura y, por muy cautelosos que seáis, no parece ocurrir nada fuera de lo normal. Avanzaís a las torres siguientes, las cuales están en ruinas, pero esta vez a nadie le ponen la zancadilla y los puentes no se caen y, lo mejor, no llueven rocas. Las torres, si las investigáis, podréis ver huellas de pisadas, no son recientes, pero está claro que en estas si que ha habido alguien por lo menos hace menos de 24 horas.
Ante vosotros ahora hay un gran puente colgante, este parece bastante sólido, tanto que, si el OST pudiera llegar hasta ahí, podría pasar. Las cuerdas parecen tener varios anclajes a los lados y en el techo, por lo que no parece que nadie pueda cortarlas de tal manera que se caiga por sorpresa. Al otro lado hay una pequeña plaza con unos portones entreabiertos al interior de la ciudadela, lo guardan seis hombres con armadura de metal de un tono oscuro. Cuando os ven cuatro de ellos cogen lanzas y empiezan a avanzar por el puente para interceptaros, dos de ellos en cambio sacan arcos y cargan flechas que descargan sobre el primero que pise el puente. La luz es suficiente para mostrar un pequeño detalle, el tono de su piel os recuerda a la arcilla que visteís antes, solo que sus movimientos son más automáticos y forzados que los de vuestro anterior encuentro.
- Pero sabes si tan interesado estás en mi poder… Creo que podemos llegar a un trato. - Dice la voz en la cabeza de Omega. - Como me caes bien te daré dos opciones de pago, puedes tenerlo ahora a cambio de la vida de uno de tus compañeros, confían en tí, seguro que será pan comido. O te lo puedo dar más tarde si me logras traer con vida a quien esté detrás de todo esto. Si mis suposiciones son correctas es alguien mucho más astuto de lo que crees.
- Bizvan y Liam:
- Los hombres que hay al otro lado parecen ser dos soldados con una armadura de metal oscurecido. La penumbra hace imposible distinguir sus facciones, pero al verte de lo que estás seguro es que no son amistosos. Uno de ellos porta una lanza y el otro una espada y un escudo.
Cuando llegas no te cuesta mucho lanzar un golpe con el plano de la espada. “Clonk” suena el sonido metálico contra el casco, aunque pasa algo que no te esperabas. Has hundido su cabeza en su torso hasta los hombros, por los huecos del casco abollado sale una masa rojiza como si fuera plastilina. El golpe ha tenido la suficiente fuerza para tumbar al de la lanza, pero el de el escudo se lanza con la espada en alto, tratando de lanzar un tajo a tu cuello.
No hay mucho espacio, pero sí lo suficiente como para que te apoyen dos esqueletos sin tener que preocuparte por darles con tu arma. Al lado de los guardias, los cuales no han mediado ni una sola palabra hay una mesa con una vela pero no parece tener nada de agua ni de comida para su guardia.
- Pelirrojiños:
- Buena toma de decisiones, sí señor. Que no se diga que el ansia de sangre es capaz de nublar el juicio y volver a quienes son poseídos por ella unos descerebrados incompetentes. Elina brilla con intensidad, tanta que sólo ella tiene visibilidad del entorno antes de que Arik emita sus sonidos. Algunos albinos salen despedidos, pero ahí no reside lo más peligroso de la ofensiva.
Un gutural rugido nace de la madre tierra, de forma que la nieve comienza a agitarse poco a poco ante vuestros ojos. Al principio parece falsamente que cae poco a poco, pero comienza a ganar velocidad y cada vez más nieve se suma al alud, que se precipita desde lo alto y amenaza con sepultar a cuantas personas se interpongan en su camino.
Así lo hace de hecho, de manera que unos segundos después sólo el inmenso blanco es distinguible frente a vosotros. Si aguardáis unos momentos comprobaréis que nada ni nadie parece intentar abandonar el manto que ha sepultado a la horda, por lo que podemos intuir que por el momento estáis a salvo. ¡Bien por vosotros!
En cuanto a la entrada a la cueva, si os interesa, está bloqueada casi por completo. Aun así, en la zona superior parece que la barrera de nieve es más delgada. Si escarbáis un poco podréis abrir una entrada sin demasiada dificultad. En principio todo está oscuro, pero si Elina hace uso de su poder alcanzaréis a distinguir cómo una figura se escabulle por uno de los altos accesos por los que aparecieron las bestias metálicas. Es el señor negro, sin duda. ¿Y bien?
Roland von Klauswitz
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Roland respiró aliviado cuando descargó toda la adrenalina que pudo soltar. La adrenalina y las balas, que no paró hasta que acabó con todas. Fue un largo minuto. La extraña aparición, sin duda producto de esa maldita seta alucinógena, se fue tal como vino para alivio de Roland. Aunque se descubrió en mitad de una enorme sala llena de gente, perfectamente iluminada y a rebosar de equipamiento minero. Reconoció algunas de las herramientas de los tiempos en los que robaba y fumaba hierba en las minas de carbón de Ártica.
-Sí que era fuerte esa puta cosa, joder -se dijo. Había flipado tanto que había reventado a tiros una estantería.
Dejó caer la linterna y la ametralladora, ya descargada. Soltó una tos grave, ronca y potente. Con la tensión del momento había consumido medio puro de una sola calada, nada a lo que no estuviera acostumbrado. Echó un vistazo a su entorno. Esos tipos estaban extrayendo algo ahí dentro. O eso o también habían ido a drogarse. En realidad le importaba un huevo, pero le habían visto asustado, y eso le cabreaba.
-¿Quién cojones sois vosotros, eh? No, no, ¿sabéis qué? Que a la mierda, que me da igual. Que os jodan.
Estaba realmente enfadado. Si esa gente eran piratas se los cargaría a todos, y sino, a lo mejor les sacudía igual. Buscó armas con su ojo experto. Armas y piedras preciosas, que igual esa mina era de oro o algo así. Pero la aparición de un tipo que era incluso más grande que él le distrajo. Iba totalmente acorazado, cargado con tanto metal como un puto imán de tamaño industrial. Su cuerpo parecía un tanto raro bajo esa fea armadura, pero Roland sonrió. Sus dientes de oro dejaron que el mundo leyera la inscripción grabada en ellos. Ese tipo ya tenía más pinta de valer dinero.
-Por fin alguien en esta isla que no da puta vergüenza.
Mientras aquel tipo amenazaba a uno de sus hombrecillos, él echó mano al saco y sacó una cajita envuelta en papel rojo. Lo rasgó, abrió la caja de su munición especial y cargó a Lulú con las balas que él mismo fabricaba. Pero ese tipo era grande. Iba a necesitar algo realmente potente y espectacular para cargárselo. Así que, forzando los límites del saco con su magia, extrajo de él algo mucho más grande que la propia bolsa. Tenía la forma de un bastón de caramelo de tamaño absurdo, con un lazo amarillo en un extremo. Roland se lo cargó al hombro con el lado curvo hacia atrás. Tanteó a través del envoltorio hasta encontrar el gatillo mientras aquel tipejo blindado se lanzaba hacia él con un par de trastos ridículos en las manos.
-Yo te enseñaré lo que es un arma de verdad, comemierda. -Atravesando el papel con el dedo, apretó el gatillo-. Boom.
El bastón de caramelo disparó. El papel de regalo empezó a arder hasta incinerarse cuando la pólvora hizo su trabajo y el calor se volvió incontenible. Del final del lado más largo surgió la bala, un proyectil explosivo del tamaño de la cabeza de un buey. Hubo un petardazo descomunal, un terremoto concentrado en manos de Roland, que incluso retrocedió un paso cuando el bazooka vomitó su mortal contenido. Dudaba que aquel tipo tan grande que iba directo hacia él pudiera esquivarlo. Esa armadura estaba a punto de irse a tomar por culo, y el tipejo de dentro con ella. Roland no podía dejar de reírse mientras los oídos aún le pitaban.
Llevaba mucho tiempo queriendo probar aquella cosa.
-Sí que era fuerte esa puta cosa, joder -se dijo. Había flipado tanto que había reventado a tiros una estantería.
Dejó caer la linterna y la ametralladora, ya descargada. Soltó una tos grave, ronca y potente. Con la tensión del momento había consumido medio puro de una sola calada, nada a lo que no estuviera acostumbrado. Echó un vistazo a su entorno. Esos tipos estaban extrayendo algo ahí dentro. O eso o también habían ido a drogarse. En realidad le importaba un huevo, pero le habían visto asustado, y eso le cabreaba.
-¿Quién cojones sois vosotros, eh? No, no, ¿sabéis qué? Que a la mierda, que me da igual. Que os jodan.
Estaba realmente enfadado. Si esa gente eran piratas se los cargaría a todos, y sino, a lo mejor les sacudía igual. Buscó armas con su ojo experto. Armas y piedras preciosas, que igual esa mina era de oro o algo así. Pero la aparición de un tipo que era incluso más grande que él le distrajo. Iba totalmente acorazado, cargado con tanto metal como un puto imán de tamaño industrial. Su cuerpo parecía un tanto raro bajo esa fea armadura, pero Roland sonrió. Sus dientes de oro dejaron que el mundo leyera la inscripción grabada en ellos. Ese tipo ya tenía más pinta de valer dinero.
-Por fin alguien en esta isla que no da puta vergüenza.
Mientras aquel tipo amenazaba a uno de sus hombrecillos, él echó mano al saco y sacó una cajita envuelta en papel rojo. Lo rasgó, abrió la caja de su munición especial y cargó a Lulú con las balas que él mismo fabricaba. Pero ese tipo era grande. Iba a necesitar algo realmente potente y espectacular para cargárselo. Así que, forzando los límites del saco con su magia, extrajo de él algo mucho más grande que la propia bolsa. Tenía la forma de un bastón de caramelo de tamaño absurdo, con un lazo amarillo en un extremo. Roland se lo cargó al hombro con el lado curvo hacia atrás. Tanteó a través del envoltorio hasta encontrar el gatillo mientras aquel tipejo blindado se lanzaba hacia él con un par de trastos ridículos en las manos.
-Yo te enseñaré lo que es un arma de verdad, comemierda. -Atravesando el papel con el dedo, apretó el gatillo-. Boom.
El bastón de caramelo disparó. El papel de regalo empezó a arder hasta incinerarse cuando la pólvora hizo su trabajo y el calor se volvió incontenible. Del final del lado más largo surgió la bala, un proyectil explosivo del tamaño de la cabeza de un buey. Hubo un petardazo descomunal, un terremoto concentrado en manos de Roland, que incluso retrocedió un paso cuando el bazooka vomitó su mortal contenido. Dudaba que aquel tipo tan grande que iba directo hacia él pudiera esquivarlo. Esa armadura estaba a punto de irse a tomar por culo, y el tipejo de dentro con ella. Roland no podía dejar de reírse mientras los oídos aún le pitaban.
Llevaba mucho tiempo queriendo probar aquella cosa.
- Resumen:
- Disparar cosas más grandes.
Armaggedon Candy: Un bastón de azúcar de cinco metros de longitud que oculta un bazooka dentro. Tiene capacidad para diez disparos sin tener que recargar, cosa que es bastante lenta.
Abigail Mjöllnir
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Akuma no mi
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Frunció el ceño durante la intervención de Hazel, y se vio obligada a regañarla un poquito, nada grave, pero era algo que la incomodaba un poco.
—No me importa que blasfemes, pero por favor, blasfema sobre otro, no sobre mi dios. Seguro que sabes de alguien que lo merezca más —aconsejó, sin decir nada más sobre ese asunto mientras seguían avanzando por la caverna.
Al final acabarían llegando a una intersección de túneles iluminada por una gran cantidad de esas setas luminiscentes. Era un sitio bastante bonito, casi místico. El aire no se había visto afectado por todos esos hongos, debía ser una mina con una ventilación fuera de lo normal. El silencio era lo que reinaba allí, interrumpido solo por el goteo del agua sobre el suelo. Podía ver una charca desde donde estaba. No parecía que se moviera, pero al mismo tiempo era muy clara, ¿sería a causa de los hongos?
—Que lugar más... —empezó a decir, pero se calló cuando escuchó pasos.
Uy, ¿y eso? Sabía de la existencia de muchas razas en ese mundo, como los Tontatta, pero desconocía por completo qué era aquella especie de personita-seta. En principio no parecían ser de esa tribu, por lo que sabía los Tontatta llegaban a caber en la palma de una mano humana adulta. No se había percatado de la presencia de las cazadoras e iba a la charca, dejando algo en concreto. Ahora se daba cuenta de que no era solo uno, había bastantes andando de un lado a otro.
Bueno, tenían varias opciones. Podían explorar e investigar por su cuenta, pero también podían arriesgarse a interactuar con los locales. Eran muchos y solo era cuestión de tiempo que se dieran cuenta de que estaban allí, así que la beata pensó que lo mejor sería intentar hablar con ellos, quizá fueran seres amables además de bonitos. No le dijo nada a Hazel sobre dejarle a ella el diálogo, a lo largo del encargo había visto que, aunque fuera ruda, tenía bastante conocimiento a la hora de actuar. No sería necesario estar encima de ella para darle indicaciones, y eso le gustaba mucho.
Se agachó para quedar más a la altura de aquellos seres, no quería que pareciera que les hablaba desde "lo alto", por muy irremediable que fuera.
—Perdonad, ¿habláis mi idioma? —preguntó primero —. Me llamo Abigail Mjöllnir, ¿sabéis a quién podría hacerle algunas preguntas sobre estos túneles? —se presentó antes de decir nada más y luego trataría de averiguar si seguían alguna jerarquía, si había alguien con más autoridad y conocimiento entre aquellos seres sería buena idea tratar de averiguar todo lo posible. Si eran nativos de esas cuevas podrían haber visto u oído cosas extrañas. Quizá incluso supieran algo sobre aquellos que se habían acomodado en las profundidades de esa cueva.
Estaba preparada por si se ponían hostiles, pero nadie de su fortaleza atacaría sin una orden directa.
—No me importa que blasfemes, pero por favor, blasfema sobre otro, no sobre mi dios. Seguro que sabes de alguien que lo merezca más —aconsejó, sin decir nada más sobre ese asunto mientras seguían avanzando por la caverna.
Al final acabarían llegando a una intersección de túneles iluminada por una gran cantidad de esas setas luminiscentes. Era un sitio bastante bonito, casi místico. El aire no se había visto afectado por todos esos hongos, debía ser una mina con una ventilación fuera de lo normal. El silencio era lo que reinaba allí, interrumpido solo por el goteo del agua sobre el suelo. Podía ver una charca desde donde estaba. No parecía que se moviera, pero al mismo tiempo era muy clara, ¿sería a causa de los hongos?
—Que lugar más... —empezó a decir, pero se calló cuando escuchó pasos.
Uy, ¿y eso? Sabía de la existencia de muchas razas en ese mundo, como los Tontatta, pero desconocía por completo qué era aquella especie de personita-seta. En principio no parecían ser de esa tribu, por lo que sabía los Tontatta llegaban a caber en la palma de una mano humana adulta. No se había percatado de la presencia de las cazadoras e iba a la charca, dejando algo en concreto. Ahora se daba cuenta de que no era solo uno, había bastantes andando de un lado a otro.
Bueno, tenían varias opciones. Podían explorar e investigar por su cuenta, pero también podían arriesgarse a interactuar con los locales. Eran muchos y solo era cuestión de tiempo que se dieran cuenta de que estaban allí, así que la beata pensó que lo mejor sería intentar hablar con ellos, quizá fueran seres amables además de bonitos. No le dijo nada a Hazel sobre dejarle a ella el diálogo, a lo largo del encargo había visto que, aunque fuera ruda, tenía bastante conocimiento a la hora de actuar. No sería necesario estar encima de ella para darle indicaciones, y eso le gustaba mucho.
Se agachó para quedar más a la altura de aquellos seres, no quería que pareciera que les hablaba desde "lo alto", por muy irremediable que fuera.
—Perdonad, ¿habláis mi idioma? —preguntó primero —. Me llamo Abigail Mjöllnir, ¿sabéis a quién podría hacerle algunas preguntas sobre estos túneles? —se presentó antes de decir nada más y luego trataría de averiguar si seguían alguna jerarquía, si había alguien con más autoridad y conocimiento entre aquellos seres sería buena idea tratar de averiguar todo lo posible. Si eran nativos de esas cuevas podrían haber visto u oído cosas extrañas. Quizá incluso supieran algo sobre aquellos que se habían acomodado en las profundidades de esa cueva.
Estaba preparada por si se ponían hostiles, pero nadie de su fortaleza atacaría sin una orden directa.
- resumen:
Utiliza el diálogo con los minisetos para ver si son hostiles o no y ver si puede preguntarles cosis o no.
Zira
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Ya había llegado el momento de que ese hombre muera, Zira lo iba a disfrutar tanto, ya en su sonrisa se notaba y sus ojos que se abrieron bien en grande cuando le acertó el primer corte en la mano, no logró cortarla, que mal. Pero eso daba igual a estas alturas, ya que retrocedió sin haber podido alcanzar la lámpara. Pobre, si hubiera jugado mejor sus cartas, la cosa sería distinta. Ahora ya tenía a la fiera encima suyo, ataque tras ataque fue recibiendo el enmascarado, lo había acorralado, ya no podía escapar, los cortes comenzaron a alcanzarlo, atravesando su carne y chocando con sus huesos, incluso partiendolos. Fue entonces que su cuerpo no aguanto y tras recibir un corte en la garganta, cayó al suelo de espaldas, aunque seguido de eso le llegó una apuñalada en la frente.
Sin embargo siguió lanzando cortes a su rostro, cortando la máscara y dejándole el rostro irreconocible, sí, se estaba ensañando un poco, disfrutaba acabar con ese desgraciado. Ya tras quedarse satisfecha guardó sus katanas, luego recogería sus armas, ahora quería obtener nuevas. Tomó el tanto y su funda para mirarlo un rato, estaba pensando si quedárselo o no, al final lo guardó y se lo colocó en el costado izquierdo del cinturón, éstos últimos tiempos Zira tuvo cierta afición por coleccionar armas. Aunque llegará a un punto en el que le moleste llevar tantas cosas encima y terminará tirando alguna.
Fue entonces que comenzó a escuchar un sonido, era bastante molesto para ella, a pesar de no tener un buen oído le retumbaba en la cabeza, era un den den mushi, como odiaba a esos bichos. Lo sacó de entre las ropas del hombre, lo miró fijamente con ganas de aplastarlo, pero sabía que podía ser útil y optó por dejarlo a un lado apartado. –Más te vale dejar de chillar. –Le habló al den den mushi, aunque este siguió sonando, al rato se olvidó de él y se enfocó en el cuerpo, comenzó a palpar el cuerpo y buscar entre sus ropas, cualquier kunai extra que se encontrara no dudaría en guardarlo en sus bolsas que colgaban a los lados de su cinturón.
Sin embargo siguió lanzando cortes a su rostro, cortando la máscara y dejándole el rostro irreconocible, sí, se estaba ensañando un poco, disfrutaba acabar con ese desgraciado. Ya tras quedarse satisfecha guardó sus katanas, luego recogería sus armas, ahora quería obtener nuevas. Tomó el tanto y su funda para mirarlo un rato, estaba pensando si quedárselo o no, al final lo guardó y se lo colocó en el costado izquierdo del cinturón, éstos últimos tiempos Zira tuvo cierta afición por coleccionar armas. Aunque llegará a un punto en el que le moleste llevar tantas cosas encima y terminará tirando alguna.
Fue entonces que comenzó a escuchar un sonido, era bastante molesto para ella, a pesar de no tener un buen oído le retumbaba en la cabeza, era un den den mushi, como odiaba a esos bichos. Lo sacó de entre las ropas del hombre, lo miró fijamente con ganas de aplastarlo, pero sabía que podía ser útil y optó por dejarlo a un lado apartado. –Más te vale dejar de chillar. –Le habló al den den mushi, aunque este siguió sonando, al rato se olvidó de él y se enfocó en el cuerpo, comenzó a palpar el cuerpo y buscar entre sus ropas, cualquier kunai extra que se encontrara no dudaría en guardarlo en sus bolsas que colgaban a los lados de su cinturón.
- Resumen:
- -Mata al intruso.
-Se ensaña desfigurando la cara del cuerpo con su espada.
-Se queda con el tanto.
-Toma el den den mushi, lo aparta a un lado y lo deja sonar.
-Sigue buscando por el cuerpo a ver que encuentra.
Freites D. Alpha
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Aunque aquello último fuera un sueño bastante real, era momento de continuar. El pequeño pirata le tomó muy poco tiempo llegar al sitio donde que encontraba los invitados. Al llegar, aquella grotesca imágen era lo primera imagen que llegaría a los ojos de pelilargo. Aquel líquido negro que salía de las fauces del ninja era similar al líquido de la espoda que traía el mismo. - Bueno, ya sabemos lo que me pasará si no encontramos un médico pron... - El capitán no pudo terminar la frase. Se sentía algo mareado. Alpha apoyo una de las rodillas al suelo. Buscaba respirar y buscar tranquilizarse. Y antes que aquel sujetó siquiera intentaste chorrear a todos, el joven rey le dispararía en la cabeza con una de sus pistolas clásicas, con la intención de frenar ya todo el desastre.
-¡Señor! - todos se mostraban preocupados por el pequeño Herrero. Algunos se acercaron para intentar ayudarle a levantar. El simplemente con un amable gestó les indicó que aún todo estaba bien.
-Aún no he muerto, hermanos.- Dijo mientras se levantaba. - Tenía en mente interrogar a estos para ver si aquella espada realmente estaba envenenada. Pero este me ha ahorrado el trabajado. -Dijo mostrándose totalmente tranquilo. Quito los vendajes y se dio cuenta que el veneno ya había recorrido cierto camino. Después de analizar su herida. Unos de los grumetes se acercó para colocarle vendajes nuevos.
- Debemos conseguir un médico, Señor.
- Lo se. Informa a Jace cuándo puedas de mi estado. Y los otros dos no tiene mucho que ofrecer por lo que veo. Ya saben que hacer, los quiero muertos y fuera de mi barco. Y tu. - Dijo mientras señalaba a otro. - lleva sake a mi habitación. Tengo que estar tranquilo y reposar.
La situación era algo turbia. Alpha no tenía las intenciones de vomitar veneno y morir. Pero si era lo que tocaba, habría disfrutado de una corta pero fantástica vida. Por otro lado era momento de dirigirse a la habitación y sentirse en su escritorio. Era momento de tomarse un descanso y dejar a los Seasonings hacerse cargo.
-¡Señor! - todos se mostraban preocupados por el pequeño Herrero. Algunos se acercaron para intentar ayudarle a levantar. El simplemente con un amable gestó les indicó que aún todo estaba bien.
-Aún no he muerto, hermanos.- Dijo mientras se levantaba. - Tenía en mente interrogar a estos para ver si aquella espada realmente estaba envenenada. Pero este me ha ahorrado el trabajado. -Dijo mostrándose totalmente tranquilo. Quito los vendajes y se dio cuenta que el veneno ya había recorrido cierto camino. Después de analizar su herida. Unos de los grumetes se acercó para colocarle vendajes nuevos.
- Debemos conseguir un médico, Señor.
- Lo se. Informa a Jace cuándo puedas de mi estado. Y los otros dos no tiene mucho que ofrecer por lo que veo. Ya saben que hacer, los quiero muertos y fuera de mi barco. Y tu. - Dijo mientras señalaba a otro. - lleva sake a mi habitación. Tengo que estar tranquilo y reposar.
La situación era algo turbia. Alpha no tenía las intenciones de vomitar veneno y morir. Pero si era lo que tocaba, habría disfrutado de una corta pero fantástica vida. Por otro lado era momento de dirigirse a la habitación y sentirse en su escritorio. Era momento de tomarse un descanso y dejar a los Seasonings hacerse cargo.
- Resúmen:
- - Disparar en la cabeza al ninja de vómitos locos.
- Revisar la herida.
- Mandar a avisar a Jace sobre el Estado del veneno.
- Ordenar matarlos a todos los ninjas que quedaban.
- Ponerse en camino a su Oficina para sentarse a descansar.
Claude von Appetit
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La verdad es que es un plan genial y todos cumplen mis órdenes al pie de la letra, aunque Elina parece molesta. Le fastidia que su autoridad robada vuele en cuanto el verdadero espíritu de la capitanía surge. Si no fuese porque ha cumplido, tendría que disciplinarla, pero por suerte o por desgracia para todos tengo problemas más importantes de los que ocuparme: Sí, la montaña desde lo alto me mantiene a salvo de los albinos, pero ha habido una cosa en mi plan que no he tenido en cuenta, y es que si la nieve que está arriba cae... Yo caigo con ella.
Illje ha sido muy expeditiva y yo he estado lento, la verdad. Debería haber bajado junto a ella, pero en su lugar me he quedado distraído pensando en lo bonitas que son mis uñas. Normalmente los cocineros las tienen hechas un desastre, pero las mías presentan una manicura poco menos que... En fin, que me estoy cayendo. Y caigo. No ruedo porque tengo buen equilibrio, pero un par de veces mientras esquío malamente como puedo poniendo ambos pies en fila india ha estado a punto de írseme volando Aria. Que teniendo en cuenta el golpe quese ha llevado no creo que lo notase, pero capaz sus hermanas me echan a mí la bronca de que se mate. ¡Después de haber intentado apuñalarme ella a mí! Pero bueno, cosas de chicas. Tampoco puedo estar toda la vida enfadándome con ellas.
Sin embargo esta aventura ha sido suficiente para dejarme clara una cosa: Tengo que devolver a Aria al barco. No sé dónde estará la ciudad más cercana, y no podré confiar en nadie de un lugar desconocido. Por lo menos sé que Sven va a trabajar silenciosamente por su confort y cuidado, o pondrá a Barbie a hacerlo. Rossy le preparará una buena comida... Sí, el barco es la mejor opción. ¿A mí que me importan los albinos? Los demás pueden arreglárselas, pero la loca necesita ayuda. Además, algo que aprendí hace mucho tiempo es que si alguien intenta matarte tienes dos opciones: Jugártela a que lo consiga o evitarlo. Y esta gente ya lo ha intentado dos veces. Una de ellas usando impresionantes efectos audiovisuales.
Logro frenar a duras penas, y ruedo sobre la nieve intentando cubrir a Aria todo lo que puedo. Me levanto, y con esfuerzo la levanto de nuevo. Esta vez no digo nada; no queda nada más por decir. El barco es la mejor opción, así que me encamino. Ya los encontraré a la vuelta, o en el barco cuando llegue el anochecer. Y aunque me da miedo que vuelvan a zarpar sin mí... Un capitán debe enfrentarse a sus miedos de vez en cuando por el bien de todos.
Illje ha sido muy expeditiva y yo he estado lento, la verdad. Debería haber bajado junto a ella, pero en su lugar me he quedado distraído pensando en lo bonitas que son mis uñas. Normalmente los cocineros las tienen hechas un desastre, pero las mías presentan una manicura poco menos que... En fin, que me estoy cayendo. Y caigo. No ruedo porque tengo buen equilibrio, pero un par de veces mientras esquío malamente como puedo poniendo ambos pies en fila india ha estado a punto de írseme volando Aria. Que teniendo en cuenta el golpe quese ha llevado no creo que lo notase, pero capaz sus hermanas me echan a mí la bronca de que se mate. ¡Después de haber intentado apuñalarme ella a mí! Pero bueno, cosas de chicas. Tampoco puedo estar toda la vida enfadándome con ellas.
Sin embargo esta aventura ha sido suficiente para dejarme clara una cosa: Tengo que devolver a Aria al barco. No sé dónde estará la ciudad más cercana, y no podré confiar en nadie de un lugar desconocido. Por lo menos sé que Sven va a trabajar silenciosamente por su confort y cuidado, o pondrá a Barbie a hacerlo. Rossy le preparará una buena comida... Sí, el barco es la mejor opción. ¿A mí que me importan los albinos? Los demás pueden arreglárselas, pero la loca necesita ayuda. Además, algo que aprendí hace mucho tiempo es que si alguien intenta matarte tienes dos opciones: Jugártela a que lo consiga o evitarlo. Y esta gente ya lo ha intentado dos veces. Una de ellas usando impresionantes efectos audiovisuales.
Logro frenar a duras penas, y ruedo sobre la nieve intentando cubrir a Aria todo lo que puedo. Me levanto, y con esfuerzo la levanto de nuevo. Esta vez no digo nada; no queda nada más por decir. El barco es la mejor opción, así que me encamino. Ya los encontraré a la vuelta, o en el barco cuando llegue el anochecer. Y aunque me da miedo que vuelvan a zarpar sin mí... Un capitán debe enfrentarse a sus miedos de vez en cuando por el bien de todos.
- Resumen:
- Me separo del grupo para llevar a Aria al barco.
Bizvan
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El golpe contra unos de los hombres dió completamente en el blanco. La espada impactó contra el casco del sujeto que portaba una lanza en sus manos, sin embargo Bizvan no esperaba que la cabeza de este se hundiera como una roca en el fango.
Por un momento el marine pensó que había usado demasiado fuerza y había matado por accidente al hombre, pero al notar aquella masa extraña le hizo pensar que su oponente podría ser un usuario de fruta del diablo.
Por desgracia no había mucho tiempo para pensar. El otro hombre aún se encontraba de pie y dispuesto a tomar la vida del espadachín.
Bizvan calmó su respiración, para de este modo dejar de utilizar “aceleración”, pues podría terminar siendo arriesgado el perder parte de su movilidad o incluso llegar a desmayarse en un escenario como este.
Había muy poca información en este combate, por lo cual el moreno tomaría la opción que pensó era la más acertada por ahora. Tanto su puño izquierdo como su espada tomaron la tonalidad negro metalizada característica del Haki de armadura.
- ¡Li… -por un momento pensó en llamar a su compañero para pedir su apoyo en caso de ser necesario, no obstante prefiero no hacerlo pensando que el pelirrojo podría terminar herido a causa de haberle pedido ayuda. Sí Liam quería ayudar por cuenta propia a Bizvan, este no dudaría en aceptarla, sin embargo no deseaba que el marine se sintiera obligado a hacerlo a causa del rango.- ¡Zero, Descarte, corten en pedazos al sujeto que esté tirado en el piso! -ordenó en voz alta y con seriedad el espadachín.
La intención de Bizvan era utilizar su puño izquierdo para golpear la hoja de su enemigo en un intento por romperla o su defecto detener el avance de está. Mientras que con su espada buscaría cortar a su oponente por la mitad, aún a sabiendas que esté podría intentar utilizar su escudo para cubrirse.
Al mismo tiempo, los dos esqueletos se aproximarían a la figura tirada, y utilizando su espada larga y katana, tratarían de cortar al hombre sin cabeza. Claro que la técnica de Zero y Descarte está muy lejos aún de ser considerada buena, por lo que les tomaría más de un corte el poder atravesar un hueso humano…
Por un momento el marine pensó que había usado demasiado fuerza y había matado por accidente al hombre, pero al notar aquella masa extraña le hizo pensar que su oponente podría ser un usuario de fruta del diablo.
Por desgracia no había mucho tiempo para pensar. El otro hombre aún se encontraba de pie y dispuesto a tomar la vida del espadachín.
Bizvan calmó su respiración, para de este modo dejar de utilizar “aceleración”, pues podría terminar siendo arriesgado el perder parte de su movilidad o incluso llegar a desmayarse en un escenario como este.
Había muy poca información en este combate, por lo cual el moreno tomaría la opción que pensó era la más acertada por ahora. Tanto su puño izquierdo como su espada tomaron la tonalidad negro metalizada característica del Haki de armadura.
- ¡Li… -por un momento pensó en llamar a su compañero para pedir su apoyo en caso de ser necesario, no obstante prefiero no hacerlo pensando que el pelirrojo podría terminar herido a causa de haberle pedido ayuda. Sí Liam quería ayudar por cuenta propia a Bizvan, este no dudaría en aceptarla, sin embargo no deseaba que el marine se sintiera obligado a hacerlo a causa del rango.- ¡Zero, Descarte, corten en pedazos al sujeto que esté tirado en el piso! -ordenó en voz alta y con seriedad el espadachín.
La intención de Bizvan era utilizar su puño izquierdo para golpear la hoja de su enemigo en un intento por romperla o su defecto detener el avance de está. Mientras que con su espada buscaría cortar a su oponente por la mitad, aún a sabiendas que esté podría intentar utilizar su escudo para cubrirse.
Al mismo tiempo, los dos esqueletos se aproximarían a la figura tirada, y utilizando su espada larga y katana, tratarían de cortar al hombre sin cabeza. Claro que la técnica de Zero y Descarte está muy lejos aún de ser considerada buena, por lo que les tomaría más de un corte el poder atravesar un hueso humano…
- Resumen:
- Dejar de utilizar “aceleración”
Activar su Haki de armadura (haki nivel 9: Magnífico) y recubrir su puño izquierdo y espada con endurecimiento.
Tratar de romper el arma de su oponente con su brazo izquierdo, mientras que con la espada intenta cortarlo en dos.
Ordenar a sus dos esqueletos que corten en pedazos al sujeto sin cabeza.
Serleena
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Por algún motivo que desconocía me había despertado sana y a salva lejos de la contienda. No tenía ni idea de como había caído dormida, y mucho menos sabía el cómo había llegado hasta las afueras de la cueva. Me dolía un poco la cabeza, y estaba segura de no haber recibido golpe alguno en la cabeza, al menos no hoy.
Lo único que sabía era eso, que estaba fuera de la cueva y podía ver como la lucha continuaba. Parecía que me había perdido la fiesta en su mayor parte. Me levanté rápidamente ayudándome de mi rifle a modo de muleta, y pude ver como la entrada de la cueva estaba prácticamente colapsada salvo por su parte superior. ¿Qué había pasado? ¿ Que fue de los albinos?. Parecía que mis compañeros estaban bien , ya que pude ver a algunos a pocos metros de mi.
En el mismo momento que trataba de masajearme la cabeza con las manos, intentando aclarar mis ideas, ya que no sabía muy bien que hacer. Esperaba que ninguno hubiera quedado atrapado en el interior de la cueva, así que me dispuse a acercarme allí.
Me puse el rifle a la espalda y comencé a correr hacia la rampa de nieve hasta llegar al pequeño orifico superior, para después tratar de intentar ver al otro lado.
- ¿Elina? ¿Arik? ¿Claude? ¿Alguien? ¿Alguien puede escucharme? -dije mientras encendía una pequeña cerilla para tratar de mirar por el hueco.
Lo único que sabía era eso, que estaba fuera de la cueva y podía ver como la lucha continuaba. Parecía que me había perdido la fiesta en su mayor parte. Me levanté rápidamente ayudándome de mi rifle a modo de muleta, y pude ver como la entrada de la cueva estaba prácticamente colapsada salvo por su parte superior. ¿Qué había pasado? ¿ Que fue de los albinos?. Parecía que mis compañeros estaban bien , ya que pude ver a algunos a pocos metros de mi.
En el mismo momento que trataba de masajearme la cabeza con las manos, intentando aclarar mis ideas, ya que no sabía muy bien que hacer. Esperaba que ninguno hubiera quedado atrapado en el interior de la cueva, así que me dispuse a acercarme allí.
Me puse el rifle a la espalda y comencé a correr hacia la rampa de nieve hasta llegar al pequeño orifico superior, para después tratar de intentar ver al otro lado.
- ¿Elina? ¿Arik? ¿Claude? ¿Alguien? ¿Alguien puede escucharme? -dije mientras encendía una pequeña cerilla para tratar de mirar por el hueco.
- resumen:
Se levanta tras haber sido llevada fuera de la cueva. Se despierta confusa y ve que toda la lucha ya se ha desarrollado. Como solo ve la entrada de la cueva tapada se acerca a ella, pensando, que algunos de sus compañeros puedan estar dentro, a pesar de que algunos están fuera.
Jace eigner
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Ahí me encontraba oyendo las frases de mi interrogado como si de una especie de negociante empedernido se tratase, después de todo lo que hace alguien al negociar es que el otro acceda al mejor trato, y a pesar de que yo sabía me daría problemas no esperaba este tipo de problemas, por un momento me dieron ganas de aceptar el trato del sujeto, pero mis dudas eran varias ¿Qué recibiría de pago? ¿Sería lo suficientemente buena? ¿Qué sería de mi después de aceptarlo? Ni una respuesta era suficientemente convincente en mi cabeza por lo que a pesar de la duda y mis intenciones decidí no confiar en el hombre.
Con una voz mucho menos confiada le explicaría su posición actual de una forma clara -Creo que no ves ni la situación en la que metiste a ti y a tus hombres, y menos a quien carajo tienes delante… - Me acercaría levantándome de la silla para tomarle el pelo al anciano que tenía ahí, intentando no pasarme después de todo estaba más débil que cualquiera en este barco y no era la idea matarlo o dejarlo inconsciente -No me interesa ayudarlos por buenas acciones y menos me interesa no recibir ningún puto pago de alguien como tú, nada me asegura que al traicionarles voy a recibir algo a cambio y aunque fuese una buena recompensa la que me puedas como una posición o algo así nada me dice que tu rey me la dará. – Le miraría en menos para luego soltarlo del pelo y arreglarme un poco la ropa, desempolvándome.
-Sera mejor que vayas preparándote necesito me digas exactamente quien tiene el detonador de las bombas que están más adelante- Le miraría fijamente con una mirada fría para comentarle una última frase -Prepárate que cuando vuelva no vendré solo a charlar. – alejando mi mirada saldría de la habitación para cerrar la puerta con candado y todo desde afuera, estaba débil el hombre, pero no me iba a confiar.
Una vez afuera suspiraría, estuvo realmente cerca de comprarme, y era cierto que Alpha podía dejarme peor de lo que estaba, pero me queda poco tiempo antes de que pierda mi ser y si decidía traicionarlo lo más probable perdería mi oportunidad de encontrarlo a corto plazo... De esta manera, aun dudoso me dirigiría a buscar a Alpha debía decirle cual sería nuestro objetivo ahora que había encontrado como hacer caer las fuerzas de esta isla y al rey con ella.
Con una voz mucho menos confiada le explicaría su posición actual de una forma clara -Creo que no ves ni la situación en la que metiste a ti y a tus hombres, y menos a quien carajo tienes delante… - Me acercaría levantándome de la silla para tomarle el pelo al anciano que tenía ahí, intentando no pasarme después de todo estaba más débil que cualquiera en este barco y no era la idea matarlo o dejarlo inconsciente -No me interesa ayudarlos por buenas acciones y menos me interesa no recibir ningún puto pago de alguien como tú, nada me asegura que al traicionarles voy a recibir algo a cambio y aunque fuese una buena recompensa la que me puedas como una posición o algo así nada me dice que tu rey me la dará. – Le miraría en menos para luego soltarlo del pelo y arreglarme un poco la ropa, desempolvándome.
-Sera mejor que vayas preparándote necesito me digas exactamente quien tiene el detonador de las bombas que están más adelante- Le miraría fijamente con una mirada fría para comentarle una última frase -Prepárate que cuando vuelva no vendré solo a charlar. – alejando mi mirada saldría de la habitación para cerrar la puerta con candado y todo desde afuera, estaba débil el hombre, pero no me iba a confiar.
Una vez afuera suspiraría, estuvo realmente cerca de comprarme, y era cierto que Alpha podía dejarme peor de lo que estaba, pero me queda poco tiempo antes de que pierda mi ser y si decidía traicionarlo lo más probable perdería mi oportunidad de encontrarlo a corto plazo... De esta manera, aun dudoso me dirigiría a buscar a Alpha debía decirle cual sería nuestro objetivo ahora que había encontrado como hacer caer las fuerzas de esta isla y al rey con ella.
- acciones:
- -Dejo bien claro al veterano que no saldrá del barco con mi ayuda, además que le dejo bastante claro que vendría mas tarde a interrogarle
-Se dirige donde este alpha
Ashlyn Blake
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Tras abrir los ojos se dio cuenta de que todo había sido un puñetero sueño o una pesadilla mejor dicho. No se habían movido de donde estaban y las voces parecía que ni si quiera habían sido reales. Siguió el beso que el vaquero le daba y le miro con una sonrisa ládina y algo pilla para después levantarse y ayudarle a levantarse también. Siguieron avanzando y cuando llegaron a un gran puente colgante arqueo una ceja al ver a esa gente tan rarita. Parecían hechos de la misma arcilla que ese tipo que les llevo la pizza y no parecían amistosos en absoluto. Suspira un poco molesta y mira de reojo a sus compañeros. Bueno, si querían continuar tenían que quitárselos de en medio.
Ash iba parando las flechas que le lanzaban creando muros de nieve con una de sus manos mientras que con la otra utilizaba su revolver con la mira telescópica acoplada para buscar un punto abierto entre la armadura y disparar. Buscaba librarse de ellos cuanto antes para evitar que pudieran llegar hasta donde estaban. Esperaba que Omega y John la cubriesen, después de todo ella no podía hacerse cargo de todos los que había allí en ese momento y aunque pudiera, siempre estaba bien tener a un aliado que te eche una mano en una situación como aquella.
En algún momento de su vida tenía que hacerse con una escopeta, una escopeta potente con un calibre importante, de esas que te abren un agujero en el pecho con un solo disparo. Pero por el momento tendría que conformarse con lo que tenía, si las cosas se complicaban mucho más usaría su viento y su nieve para intentar tirar a los caballeros del puente para que se estampasen contra el suelo. Desde luego parecía que habían encontrado una pista interesante y esperaba que al llegar al final de todo aquello pudieran dar con el causante de tanta locura.
Ash iba parando las flechas que le lanzaban creando muros de nieve con una de sus manos mientras que con la otra utilizaba su revolver con la mira telescópica acoplada para buscar un punto abierto entre la armadura y disparar. Buscaba librarse de ellos cuanto antes para evitar que pudieran llegar hasta donde estaban. Esperaba que Omega y John la cubriesen, después de todo ella no podía hacerse cargo de todos los que había allí en ese momento y aunque pudiera, siempre estaba bien tener a un aliado que te eche una mano en una situación como aquella.
En algún momento de su vida tenía que hacerse con una escopeta, una escopeta potente con un calibre importante, de esas que te abren un agujero en el pecho con un solo disparo. Pero por el momento tendría que conformarse con lo que tenía, si las cosas se complicaban mucho más usaría su viento y su nieve para intentar tirar a los caballeros del puente para que se estampasen contra el suelo. Desde luego parecía que habían encontrado una pista interesante y esperaba que al llegar al final de todo aquello pudieran dar con el causante de tanta locura.
- Resumen:
- Ash se levanta, intenta para las flechas con muros de nieve y va disparando con su revolver a los huecos que pueda haber en las armaduras para librarse de los atacantes.
Raion
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El mink observó con profunda extrañeza cómo la bestia no hacía ademán alguno por defenderse ni de su acometida ni de la de Braud, recibiendo ambos golpes en toda su potencia. Las escamas se quebraron, cediendo ante el poder combinado de los dos cazarrecompensas, pero bajo ella no había piel, músculos ni huesos, sino tan solo hueco. Aquello desconcertó enormemente al león, cuyo instinto de cazador le decía que su enemigo seguía allí. ¿Qué clase de poderes poseía aquel lobo? ¿Se trataría de alguna clase de akuma o tan solo sería algún ingenio mecánico?
En ese momento el animal emergió de nuevo entre la nieve, con la salvedad de que en aquella ocasión no había escamas protegiendo su peluda piel. Su aspecto era mucho más lobuno, aunque no dejaba de ser inmensamente más grande que un lobo normal. Y, con toda probabilidad, también inmensamente más peligroso.
El depredador se movía en zig zag, no solo para desconcertar a los cazarrecompensas sino que, como el león pudo comprobar cuando trató de alcanzarle, para poder cambiar rápidamente de dirección y reflejar los movimientos de este. De ese modo se mantenía siempre a una distancia prudencial del mink, al que parecía considerar más peligroso que a su compañero. Parecía tratar de mantener siempre a Braud entre ambos, de forma que Raion no tuviera una línea directa de ataque sobre él en ningún momento si no quería dañar también en el proceso a su amigo. Sin embargo, el felino se dio cuenta de que el cánido no había tenido en cuenta una cosa: él podía estar en una posición concreta, pero el viento se encontraba por todas partes a su alrededor.
Por tanto, cuando el animal se abalanzó sobre Braud con sus fauces por delante, el mink hizo que dos grandes ráfagas de viento avanzaran sobre él, una desde cada uno de sus laterales y ambas con una trayectoria perpendicular al movimiento de la bestia. Entre una y otra habría unos dos metros de distancia para intentar asegurarse de que le alcanzaba con al menos una de las dos. Dada la tremenda velocidad del viento y su poder cortante, tan letal como el de una espada, el mink contaba con que la probabilidad de cortar al lobo, ya desprovisto de sus escamas protectoras, limpiamente en dos o tres trozos (en función de si le alcanzaba una o ambas ráfagas) era muy elevada. El lobo, ya lanzado en su acometida, no podría defenderse de aquello.
En ese momento el animal emergió de nuevo entre la nieve, con la salvedad de que en aquella ocasión no había escamas protegiendo su peluda piel. Su aspecto era mucho más lobuno, aunque no dejaba de ser inmensamente más grande que un lobo normal. Y, con toda probabilidad, también inmensamente más peligroso.
El depredador se movía en zig zag, no solo para desconcertar a los cazarrecompensas sino que, como el león pudo comprobar cuando trató de alcanzarle, para poder cambiar rápidamente de dirección y reflejar los movimientos de este. De ese modo se mantenía siempre a una distancia prudencial del mink, al que parecía considerar más peligroso que a su compañero. Parecía tratar de mantener siempre a Braud entre ambos, de forma que Raion no tuviera una línea directa de ataque sobre él en ningún momento si no quería dañar también en el proceso a su amigo. Sin embargo, el felino se dio cuenta de que el cánido no había tenido en cuenta una cosa: él podía estar en una posición concreta, pero el viento se encontraba por todas partes a su alrededor.
Por tanto, cuando el animal se abalanzó sobre Braud con sus fauces por delante, el mink hizo que dos grandes ráfagas de viento avanzaran sobre él, una desde cada uno de sus laterales y ambas con una trayectoria perpendicular al movimiento de la bestia. Entre una y otra habría unos dos metros de distancia para intentar asegurarse de que le alcanzaba con al menos una de las dos. Dada la tremenda velocidad del viento y su poder cortante, tan letal como el de una espada, el mink contaba con que la probabilidad de cortar al lobo, ya desprovisto de sus escamas protectoras, limpiamente en dos o tres trozos (en función de si le alcanzaba una o ambas ráfagas) era muy elevada. El lobo, ya lanzado en su acometida, no podría defenderse de aquello.
- Resumen:
- Tratar de hacer picadillo de lobo lanzando dos grandes y veloces ráfagas de viento cortante desde sus laterales para pillarle desprevenido mientras ataca a Braud.
Quien iba a decir que un comentario tan «indefenso» iba a ser la causa de un pequeño distanciamiento entre las dos. Era una pena, teniendo en cuenta que eran las que mejor parecían estar congeniando en ese momento. ¿Pero a quién más podría maldecir la albina de existir un dios de verdad por su suerte? Claro que no lo dijo en voz alta. Su sorpresa pasó al enfado en su rostro y a que apartase la mirada, chasqueando la lengua. Por un momento, se planteó soltar un par de cosas más al respecto o explicarle los motivos que tendría para despreciar a cualquier deidad si de verdad existía. Incluso se le ocurrió la excusa de «no sabes sobre que Dios he blasfemado», que no hubiera ido mal encaminada teniendo en cuenta que cada quien creía en lo que le salía de sus partes íntimas. Pero no. Tenía dos motivos muy claros para no decir nada: El primero era, obviamente, el dinero. Y es que enfadar a la que servía de mochila, ambulancia, refugio y llevaba toda su recompensa a cuestas no parecía buena idea si quería sacar tajada. El segundo era que no tenía motivo alguno para abrirse con ella y contarle su puta vida, tampoco le interesaba de momento la suya. Así que se limitó a seguir caminando por el corredor de las setas luminiscentes en silencio antes de preguntarle sobre su relación con el rubio —Ayden— para hacer más amena la travesía. Minutos después el estrecho túnel se abrió para dejar paso a una de las afamadas cuevas.
Vale, la princesita podría haber añadido el sutil detalle de las setas. Al menos antes de llegar parecían haber confirmado que no fueron estas las que provocaron sus alucinaciones —pues en todo el trayecto no se habían visto afectadas de nuevo—. Una suerte teniendo en cuenta que toda la cavidad estaba decorada con estas setas. De hecho, había tal cantidad de micelio en el suelo que este salía a la superficie cubriéndola con un fino manto, salvo por un camino trazado de manera serpenteante. «Curioso que solo esa parte este limpia», pensó la albina mirando con inquina por donde posaba sus pies. De hecho, estaba a punto de comentar su idea de que tal vez había sido cosa de los piratas, mercenarios o lo que fueran los del golpe de estado ese, porque por lo normal la naturaleza “sin perturbar” no dejaría un sendero tan marcado, lástima que su teoría se tambaleara al cruzarse por su camino una seta con patas que provocó un traspiés a la albina, quien se equilibró como buenamente pudo.
«¡GENIAL! Pasamos de los conejos zombies con plantas a los hongos andantes. ¿Qué será lo siguiente? ¿Una planta carnívora gigante?». Y, por si fuera poco, no había una seta con patas, no, no; había muchas. Y a Abigail parecían gustarles. De hecho, antes de que pudiera gesticular palabra tras la interrupción inesperada, la cazadora ya estaba camino a hablar con las setas. Bueno, eso que se ahorraría. Solo esperaba que no hicieran algo raro. Mientras ella hacía sus cosas de «monja que susurraba a los champiñones», ella se preocuparía en adentrarse un poco más en la cueva, sin perder de vista a la rubita. Con suerte, si seguía el camino de piedra este la guiaría hacia su objetivo, tal y como suponía. Claro que antes se fijaría también en si la setas también causaban al andar un senderito entre el micelio y su teoría se sostenía o no.
Vale, la princesita podría haber añadido el sutil detalle de las setas. Al menos antes de llegar parecían haber confirmado que no fueron estas las que provocaron sus alucinaciones —pues en todo el trayecto no se habían visto afectadas de nuevo—. Una suerte teniendo en cuenta que toda la cavidad estaba decorada con estas setas. De hecho, había tal cantidad de micelio en el suelo que este salía a la superficie cubriéndola con un fino manto, salvo por un camino trazado de manera serpenteante. «Curioso que solo esa parte este limpia», pensó la albina mirando con inquina por donde posaba sus pies. De hecho, estaba a punto de comentar su idea de que tal vez había sido cosa de los piratas, mercenarios o lo que fueran los del golpe de estado ese, porque por lo normal la naturaleza “sin perturbar” no dejaría un sendero tan marcado, lástima que su teoría se tambaleara al cruzarse por su camino una seta con patas que provocó un traspiés a la albina, quien se equilibró como buenamente pudo.
«¡GENIAL! Pasamos de los conejos zombies con plantas a los hongos andantes. ¿Qué será lo siguiente? ¿Una planta carnívora gigante?». Y, por si fuera poco, no había una seta con patas, no, no; había muchas. Y a Abigail parecían gustarles. De hecho, antes de que pudiera gesticular palabra tras la interrupción inesperada, la cazadora ya estaba camino a hablar con las setas. Bueno, eso que se ahorraría. Solo esperaba que no hicieran algo raro. Mientras ella hacía sus cosas de «monja que susurraba a los champiñones», ella se preocuparía en adentrarse un poco más en la cueva, sin perder de vista a la rubita. Con suerte, si seguía el camino de piedra este la guiaría hacia su objetivo, tal y como suponía. Claro que antes se fijaría también en si la setas también causaban al andar un senderito entre el micelio y su teoría se sostenía o no.
- resumen:
- • Poner mala cara con lo de que le recriminasen su blasfemia.
•Llegar a la cueva, fijarse en el camino, trastabillar por no pisar al hombre-seta.
•Dejar a Abi el tema diplomático y adentrarse un poco en la cueva siguiendo el sendero tras ver si las setas al pisar el suelo dejaban caminitos too o su teoría de que fuera cosa de los piratas se mantenía a flote. No perder de vista a la monja.
Elina Landvik
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La avalancha había sido suficiente para librarse de esa gente o al menos era lo que parecía. Con Arik en brazos descendió cerca de la puerta de la cueva y vio una pequeña apertura, la hizo un poco más grande y junto a su primo entraron en aquella cavidad. Quería ver que demonios había allí dentro, que era lo que guardaban y como tenían esas bestias horribles con ellos. Ilumino muy levemente una de sus manos para darles luz pero tampoco quería llamar la atención y señalo en silencio al tipo que corría lejos de ellos. Sin duda ese era el camino que debían seguir si querían descubrir que estaba pasando.
Ambos se dispusieron a seguirle, no sabía donde estaba el resto de su tripulación pero estaba segura de que estaban bien. Además había escuchado los llamados de Serleena y le había hecho una señal para que entrase con ellos. Al menos serían tres y investigando aquella locura. Esperaba que Illje y Aria estuvieran bien, aunque conociéndolas y después de todo lo que habían pasado durante toda su vida, eran mujeres duras que sabían defenderse y confiaba en ellas. Sabía que serían capaces de volver sanas y salvas y de cuidarse a si mismas hasta que se reunieran de nuevo, esperaba que la siguieran a la cueva o que la esperasen en el barco o si se embarcaban en una aventura nueva que fuera con cuidado.
Por su parte continuó por la cueva junto a Arik y si Serleena los había seguido con ella también. Tarde o temprano acabarían descubriendo que estaba ocurriendo allí y que ocultaban en aquel lugar tan peculiar. Por ahora esperaban ser sigilosos, puede que fueran algo impulsivos pero tampoco eran unos suicidas y hasta que no estuvieran seguros de que podrían hacerse cargo de lo que tuvieran delante simplemente no se harían notar. Si era necesario se largarían de la cueva sin armar jaleo, prefería sobrevivir en aquella batalla antes de perder la capacidad de lograr su venganza y sus ambiciones, aún tenía mucho que conseguir como para dejar que un albino de mierda acabase con ella.
Ambos se dispusieron a seguirle, no sabía donde estaba el resto de su tripulación pero estaba segura de que estaban bien. Además había escuchado los llamados de Serleena y le había hecho una señal para que entrase con ellos. Al menos serían tres y investigando aquella locura. Esperaba que Illje y Aria estuvieran bien, aunque conociéndolas y después de todo lo que habían pasado durante toda su vida, eran mujeres duras que sabían defenderse y confiaba en ellas. Sabía que serían capaces de volver sanas y salvas y de cuidarse a si mismas hasta que se reunieran de nuevo, esperaba que la siguieran a la cueva o que la esperasen en el barco o si se embarcaban en una aventura nueva que fuera con cuidado.
Por su parte continuó por la cueva junto a Arik y si Serleena los había seguido con ella también. Tarde o temprano acabarían descubriendo que estaba ocurriendo allí y que ocultaban en aquel lugar tan peculiar. Por ahora esperaban ser sigilosos, puede que fueran algo impulsivos pero tampoco eran unos suicidas y hasta que no estuvieran seguros de que podrían hacerse cargo de lo que tuvieran delante simplemente no se harían notar. Si era necesario se largarían de la cueva sin armar jaleo, prefería sobrevivir en aquella batalla antes de perder la capacidad de lograr su venganza y sus ambiciones, aún tenía mucho que conseguir como para dejar que un albino de mierda acabase con ella.
- Resumen:
- Entra en la cueva con Arik y Serleena si decide seguirlos y se pone a seguir al falso negro para ver donde va y que esconden
Ryuichi Ichiban
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Sus puños resonaban chocando contra el duro lobo. La nieve a su alrededor se levantaba en un muro blanquecino con cada golpe. La furia desenfrenada de Braud aumentaba con cada impacto, cada golpe que notaba en sus nudillos. Sentía retumbar el impacto en sus huesos, reverberando como un eco que iba desde sus puños hasta sus codos. Braud se sentía vivo... Aunque no le estaba golpeando a nada. La nieve dejó de obstaculizar su vista y pudo ver que lo que golpeaba era una carcasa vacía. Se dio la vuelta, jadeando como un depredador buscando a su presa. Allí estaba la bestia.
Ahora un lobo de rígido pelo erizado, corría hacia él. Su movimiento era extraño, pues no parecía el de una bestia errática. Aquella criatura pensaba y razonaba, era capaz de montar una estrategia, siendo capaz de razonar que si se se movía siempre alrededor de Braud como epicentro mientras se acercaba dejando siempre a Raion en el lado opuesto, podría usarlo de escudo. Pudo sentir el aire a su alrededor moverse, seguramente producto del poder de su compañero haciendo su ataque. Pero Braud no podía quedarse quieto. Debía estar preparado por si fallaba.
Con ambas manos cogió la ahora vacía carcasa del lobo y la puso entre el animal y él justo cuando lo atacaba, esperando que la criatura mordiese su antigua piel en vez de su cuello. Si chocaba, su mandíbula quedaría totalmente abierta contra la coraza y, antes de que pudiese separarla, Braud dio un fuerte puñetazo a la coraza todavía potenciado por el aura que tenía. Le quedaba poco tiempo de usarla, debía aprovecharla bien. El golpe debería empujar hacia delante la coraza, así como transmitir la fuerza del impacto justo a la boca del lobo si lo había hecho bien.
Ahora un lobo de rígido pelo erizado, corría hacia él. Su movimiento era extraño, pues no parecía el de una bestia errática. Aquella criatura pensaba y razonaba, era capaz de montar una estrategia, siendo capaz de razonar que si se se movía siempre alrededor de Braud como epicentro mientras se acercaba dejando siempre a Raion en el lado opuesto, podría usarlo de escudo. Pudo sentir el aire a su alrededor moverse, seguramente producto del poder de su compañero haciendo su ataque. Pero Braud no podía quedarse quieto. Debía estar preparado por si fallaba.
Con ambas manos cogió la ahora vacía carcasa del lobo y la puso entre el animal y él justo cuando lo atacaba, esperando que la criatura mordiese su antigua piel en vez de su cuello. Si chocaba, su mandíbula quedaría totalmente abierta contra la coraza y, antes de que pudiese separarla, Braud dio un fuerte puñetazo a la coraza todavía potenciado por el aura que tenía. Le quedaba poco tiempo de usarla, debía aprovecharla bien. El golpe debería empujar hacia delante la coraza, así como transmitir la fuerza del impacto justo a la boca del lobo si lo había hecho bien.
- Resumen:
- Utilizar la coraza de escudo para que la muerda y enseguida golpearla para hacerle pupa en la boquita
John Wayne
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Parecía que sí, que era la auténtica, cosa que lo alivió muchísimo. A partir de ahí el camino fue relativamente fácil. O al menos no había rocas cayendo sobre su cabeza. Llegaron hasta lo que parecía ser un puente colgante, aunque parecía estable. El propio vaquero se acercó para comprobarlo, aunque no puso un pie en él, al menos todavía. Era grande y estable, por lo que seguramente no tendrían problemas en pasar. De golpe aparecieron... gente con lanzas. John enseguida apuntó con la pistola y disparó directamente a sus cabezas, aunque algo le decía que eso no iba a funcionar.
Como si fuese poco, empezaron a dispararles flechas. Sintiendo el peligro mortal, el vaquero bloqueó algunas flechas con el brazo metálico, y una chocó contra el metal que había bajo la piel de su hombro. No sabía como de fuertes y potentes eran esas flechas, si eran capaces de agujerear su coraza interna, sin embargo tenía claro que no le iba a doler... O al menos eso esperaba. Se movió por el lugar, para así dificultar el apuntado de los arqueros y confundir a los lanceros.
Cogió entonces de su cartuchera la munición especial que había cogido del tanque de Omega. Era... ¿Explosiva había dicho? No se acordaba, pero sabía que era especial. Había cogido expresamente aquella que iba con su revólver, por lo que no tardó en recargarlo con esa munición especial. Entonces disparó a los arqueros con ella, pues si eran explosivas no quería darle a los lanceros, tan cerca de ellos, y arriesgarse al fuego amigo.
Como si fuese poco, empezaron a dispararles flechas. Sintiendo el peligro mortal, el vaquero bloqueó algunas flechas con el brazo metálico, y una chocó contra el metal que había bajo la piel de su hombro. No sabía como de fuertes y potentes eran esas flechas, si eran capaces de agujerear su coraza interna, sin embargo tenía claro que no le iba a doler... O al menos eso esperaba. Se movió por el lugar, para así dificultar el apuntado de los arqueros y confundir a los lanceros.
Cogió entonces de su cartuchera la munición especial que había cogido del tanque de Omega. Era... ¿Explosiva había dicho? No se acordaba, pero sabía que era especial. Había cogido expresamente aquella que iba con su revólver, por lo que no tardó en recargarlo con esa munición especial. Entonces disparó a los arqueros con ella, pues si eran explosivas no quería darle a los lanceros, tan cerca de ellos, y arriesgarse al fuego amigo.
- Resumen:
- Bloquear flechas con el brazo cyborg y disparar pipol, concretamente con la munición especial que cogí a Omega cuando ibamos en el tanque ese to shulo
Kohaku Sato
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El ascendente camino por la mina se hizo bastante largo y parecía que no iba a acabar. Eran peldaños bastante grandes para alguien de si tamaño, iluminado de forma intermitente cada escasos metros por setas y lámparas de aceite intercaladas. Kohaku se paró después de un buen rato, y miró hacia arriba. La espiral que formaba el camino parecía que no iba a terminar. Respiró hondo y continuó con paso firme.
Finalmente, llego a lo que parecía el final del camino y se detuvo durante un rato más. Subir escaleras era un buen deporte, le activaba todos los músculos y le hacía entrar en calor, pero también era algo cansado en las circunstancias en la que se encontraba: con su armadura puesta y sus dos espadas.
El joven cazador empezó a caminar con tranquilidad, observando la estancia a la que había llegado. Era un pasillo espacioso y bastante largo, fabricado completamente de una piedra grisácea con toques en marrón muy claritos, cuyo techo abovedado era del mismo tipo de material. El suelo, en cambio, no era nada del otro mundo, totalmente ocupado con baldosas cuadradas de distintos colores. A Kohaku le recordaban al del comedor del gremio familiar, aunque de un color distinto.
Y de pronto, una voz agradable resonó en su espalda.
—¿Y usted es? —le preguntó en voz alta con tono muy serio, llevando sutilmente la mano a Golondrina, una de sus preciadas katanas—. Y lo más importante, ¿por qué me estaba esperando?
Se trataba de una persona de sexo indefinido, pues tan solo se le veía la parte inferior de la cara, con una sonrisa tan perfecta como atractiva, mas eso no era suficiente como para fiarse ni un ápice.
«Debo de tener cuidado»
Finalmente, llego a lo que parecía el final del camino y se detuvo durante un rato más. Subir escaleras era un buen deporte, le activaba todos los músculos y le hacía entrar en calor, pero también era algo cansado en las circunstancias en la que se encontraba: con su armadura puesta y sus dos espadas.
El joven cazador empezó a caminar con tranquilidad, observando la estancia a la que había llegado. Era un pasillo espacioso y bastante largo, fabricado completamente de una piedra grisácea con toques en marrón muy claritos, cuyo techo abovedado era del mismo tipo de material. El suelo, en cambio, no era nada del otro mundo, totalmente ocupado con baldosas cuadradas de distintos colores. A Kohaku le recordaban al del comedor del gremio familiar, aunque de un color distinto.
Y de pronto, una voz agradable resonó en su espalda.
—¿Y usted es? —le preguntó en voz alta con tono muy serio, llevando sutilmente la mano a Golondrina, una de sus preciadas katanas—. Y lo más importante, ¿por qué me estaba esperando?
Se trataba de una persona de sexo indefinido, pues tan solo se le veía la parte inferior de la cara, con una sonrisa tan perfecta como atractiva, mas eso no era suficiente como para fiarse ni un ápice.
«Debo de tener cuidado»
- Resumen:
- Narrar cosas + hablar con el señor o la señora que ha aparecido
Normas del capítulo:
Moderación
- Se moderará lunes y jueves entre las 22:00 y las 23:59.
- No se puede postear los lunes o jueves antes de la moderación.
- Hay un reloj que marca el tiempo restante. Cuando acaba los temas se cierran.
- Está prohibido metarrolear, powerrolear y demás actitudes tóxicas.
- A más riesgo, más premio.
- Como es tradición, el barco de Sons of Anarchy se hundirá en algún momento.
- Cada post debe ocupar entre 250 y 1.200 palabras. Si no se está en estos límites, el post podría ser ignorado.
- Es responsabilidad de un usuario comunicarse con la gente con la que interactúa.
- Si un post tiene más de 15 faltas ortográficas por párrafo podría ser ignorado.
- Hacer un resumen de acciones relevantes es obligatorio independientemente de la extensión.
- La ley del plot no es a prueba de idiotas.
Moderación
- Abi y Hazel:
- Abi parece sorprender a una de las setas cuando le dirige la palabra, esta da un saltito y luego la mira. Parpadea y escucha lo que dices, luego se da la vuelta y camina hasta el micelio, posa su mano sobre este durante un par de segundos. Otros cuatro hombres seta vienen caminando, se reúnen y empiezan a moverse y a dar saltitos como si mantuvieran una conversación gesticulando. Tras un par de minutos miran a Abi uno de ellos da un par de saltitos y te hace indicaciones de que lo sigas. Si decides seguirlos te llevarán por un camino no muy difícil de recordar, es más las setas parecen hacerse más abundantes según avanzas. Tras un arco formado por dos grandes hongos hay una sala cuyas paredes están totalmente tomadas de micelio. Los hombrecillos se despiden y vuelven al trabajo, pero algo se mueve en esa sala. Parte del micelio toma vida ante tus ojos y comienza a levantarse en forma de zarcillos pálidos… te suenan. Estos empiezan a moverse y retorcerse hasta que forman una figura vagamente humana con una corona formada por setas y un par de ojos azules.
Saludos. Mis pequeños me han dicho que unas humanas tenían preguntas. - Comenta con una voz susurrante y extraña.
Por otro lado Hazel, exploras un poco la cueva, parece que los hombrecillos caminan por micelio y camino por igual sin prestar mucha atención a tu presencia y sin que el micelio se aparte ante ellos. Son como hormigas trabajando en un hormiguero todos parecen dirigirse a algún sitio o cargar algo en los brazos. Te das cuenta de lo que hacen con el musgo, lo cultivan al lado de la charca, pero no sólo eso, de pronto uno te llama la atención, lleva sobre la cabeza la calavera de un reno. Al llegar a un rincón lo lanza a un montón lleno de huesos y restos de animales muertos, las raíces del micelio parecen ser más abundantes y gruesas en ese montón. Al lado de esa sala hay una salida, y sabes que es una salida porque no ves nada al otro lado, si hasta ahora la cueva estaba iluminada por las setas, en esa sala no se ve ninguna, ni siquiera la luz que emanan. Los hombrecillos parece que quieren llevar a Abi hasta algún sitio, tú sabrás si te quedas explorando o vas con ella.
- Roland:
- Una explosión retumba en la sala, la tierra tiembla y caen algunas piedrecitas. Ante tí hay una cortina de humo levantada por la explosión que has provocado. A un lado del humo sale lanzado algo, es la vagoneta, la cual vuela pasando a escasos centímetros de tu cara. Su metal estaba reventado y retorcido, quedando poco más que su base y las ruedas, ese escudo debe de haber bloqueado gran parte del cañonazo.
Lo segundo en salir del humo es el martillo percutor, aunque por la explosión ha perdido parte de la inercia que llevaba. Golpea peligrosamente cerca de tus joyas, por fortuna en el suelo entre tus piernas, y lo que pasa a continuación te sirve para hacerte a la idea de lo que hubiera sido de tí de darte. Su punta se hunde y comienza a golpear la tierra con un sonido ensordecedor, pulverizando la roca bajo tus pies y amenazando con hacerte perder el equilibrio. Avanza usa su otra mano, ahora libre, para tratar de agarrar Armaggedon Candy y ponerse fuera de su alcance.
- Kohaku:
- ¿Quién soy? Por ahora digamos que soy el director de esta gran obra.- Comenta presentándose con una reverencia teatral y una tono juguetón en la voz. - Estaba esperando que alguno de vosotros llegase hasta aquí… y si es sólo mejor, las entrevistas a los actores se hacen mejor si no hay incordios. -
Hay un silencio tenso, espera, te da la oportunidad de que pienses y asimiles lo que está diciendo, casi como si esperase que fuera eso lo que hicieses. De pronto parece percatarse de que llevas tu mano al arma.
- Yo que tú no haría tonterías. - Comenta con una voz bastante carente de tensión, como si lo tuviera todo controlado. - No me malinterpretes, si desenvainas esa espada me harás pedacitos antes de que pueda hacer nada, no tengo duda de tus habilidades, el problema es lo que les pase a ellos.
Eleva un brazo y abre su túnica, la oscuridad oculta su cuerpo pero tres pequeñas pantallas aparecen debajo de la túnica, en una de ellas se puede ver a Roland en una mina luchando con una persona grande y acorazada, en otra se pueden ver a Hazel y Abi en una sala llena de setas y en la tercera se pueden ver a Braud y a Raion en medio de la nieve.
- Sígueme si no quieres que les pase nada… Claro que si deseas librarte de tus compañeros, serían dos pájaros de un tiro. - Se ríe como si le hiciera gracia la situación.
- Braud y Raion:
- Todo ocurre muy rápido. El lobo parece tener cero sentido de la autoconservación, no se molesta en esquivar las cuchillas de viento y las recibe de lleno, aunque lo que cortan estas parece sensiblemente más blando que la carne, partiendo su cuerpo en tres partes. De todas formas la “mitad” delantera sigue avanzando hasta Braud, este revienta la coraza que usó de escudo en mil pedazos de cerámica afilada y hunde el puño en la cabeza del animal, atravesando su cabeza desde la boca hasta la nuca.
Si ignoramos los múltiples y pequeños cortes que hay en su piel podréis ver una cosa en los restos del animal que hay por el suelo y que han quedado en el brazo de Braud, no es carne, sino arcilla. Aunque parece que ya no se mueve. También hay algo que destaca en su superficie, todos sus detalles parecían pintados en la superficie de arcilla y cerámica a la perfección de forma muy realista, todo excepto los ojos. A causa del impacto han salido de estos un par de dispositivos con lentes, cableados a uno con forma de caja metálica situado en medio de la cabeza y que ha acabado dañado.
Unos segundos más tarde algo os sobresalta, un zumbido agudo, casi melódico, como la nota que hace una copa al frotarla, cuando os dáis cuenta proviene de las espinas que ha soltado antes por todas partes y que pueblan la zona en la que estáis, están vibrando a alta frecuencia hasta el punto de que al poco tiempo estallan en miles de esquirlas afiladas. Si alguien tiene alguna clavada le da tiempo a quitársela antes de que agrave la herida. Después de esto ya no os quedarán obstáculos para continuar vuestro camino, este enemigo no os ha desviado demasiado de vuestra ruta original.
Desde un lugar remoto una pantalla que muestra las caras de Braud y Raion en el último momento del combate se apaga, mostrando interferencias. Una sonrisa se dibuja en la penumbra y deja en una mesa de cuidada madera una libreta y una pluma.
- Excelente, con lo que me han mostrado ya tengo el guión para el siguiente acto.
- Bizban y Liam:
- Bueno, rompes la espada sin problema, de hecho dirías que es un acero común sin nada especial, al igual que su escudo y su armadura. Lo cortas por la mitad sin problemas. Por otro lado Zero y Descarte no tienen problema ninguno en cortar la cabeza del otro, bueno, está hundida, pero con un poco de palanca logran cortarla limpiamente. Ambos caen al suelo sin vida, pero cuando los ves te das cuenta de algo, esa masa es arcilla, y ninguno tiene huesos dentro. Por lo demás son como muñecos que imitan a una persona y llevan una armadura, pero bueno, ahora que no dan problemas hay alguien que os está mirando.
Es un hombre que coincide con la descripción del mayordomo, está en fondo de la celda, tras los barrotes de hierro, os mira con una mezcla de confusión y alivio. Viste unos harapos que en su momento pudieron haber sido sus ropas y está medio cubierto por una manta.
- ¿Quienes sois? - Pregunta con una voz un poco cansada. - ¿Os envían desde palacio?
A juzgar por la celda en la que lo tienen prisionero no parece que exista un mecanismo complejo ni que los barrotes sean especialmente resistentes. A una persona normal la mantendrían encerrada sin duda y a alguien de cierta edad más.
- Están usando el cañón para disparar ardillas:
- Por lo general las flechas no parecen una gran amenaza, en vez de ser de madera están hechas de lo que parece ser cerámica así que a parte de las astillas afiladas en caso de que se rompan no dan muchos más problemas.
Ash, tu muro de viento cubre de la mayoría de ellas manteniéndote a salvo de más salvas, pero los lanceros son otra historia, las balas normales encuentran huecos en su armadura, pero atraviesan su carne de arcilla, logras seccionar el brazo de alguno de ellos pero te encuentras con el problema de que por lo menos dos lanzas amenazan con atravesarte.
John, las balas explosivas no encuentran muchos problemas en dar en el blanco y hacen que uno de los arqueros estalle en pedazos, mientras el otro, aunque no ha caído le resulta completamente imposible volver a coger su arma, dado que le falta el brazo y parte del pecho. De todas formas los portones que antes estaban entre abiertos, se terminan de abrir, salen marchando otros cuatro arqueros y dos caballeros montados en caballos de arcilla con armadura y armados con un sable y un escudo.
- Freites, Jace y Zira:
- Zira, mientras el den den mushi suena tu revisas el cuerpo encharcado de sangre. pocas armas encuentras, un par de shuriken, una cantimplora y un kunai más de repuesto, pero poco más. Pero entre la tela encuentras algo bajo la manga, un papel doblado, dentro hay unas coordenadas, una fecha y una hora, una entrada de mar al norte de la isla dentro de dos semanas. Por cierto el den den mushi sigue sonando.
Por otro lado Freites. El disparo en la cabeza detiene su vómito, pero sus convulsiones tardan unos segundos en parar, lo que expone a la tripulación a una preocupante visión, además de algo curioso, la mancha que ha dejado el cuerpo no es roja sino completamente negra, incluyendo el interior de su cráneo. Siguiendo tus órdenes rematan a los que estaban desmayados, sin que den muchos más problemas los tiran por la borda, sus cuerpos quedan flotando a la deriva en las aguas heladas de Sakura. Te retiras a tu camarote, te encuentras a Zira al lado de un cuerpo masacrado con el que se ha ensañado hasta dejarlo irreconocible y el suelo encharcado de sangre y no sabes si el sake te va a venir mejor a ti o a las manchas para sacarlas. Al parecer el intruso ha desordenado bastantes cosas dentro de tu camarote, pero a primera vista no se ha perdido nada importante.
Por el lado de Jace, el anciano escucha tus palabras sosteniéndote la mirada sin un sólo ápice de miedo en la suya.
- Como quieras joven, yo no te voy a obligar a nada. Haz lo que debas.
Con esas palabras lo dejas en el cuarto a la espera de tu vuelta. Te encuentras a tu capitán al lado de zira y un montón de gazpacho de ninja.
A partir de aquí tengo buenas y malas noticias. Las malas son que escucháis cómo el casco del barco ha rozado con algo, cuando miráis podréis ver cómo es un trozo de hielo a la deriva. No es el único, más adelante hay más y más grandes, la ventisca debe estar congelando las partes más internas de la entrada de mar. Las buenas noticias son que quizás ya no tengáis que preocuparos tanto de las bombas y ahora ya no necesitáis un puerto para desembarcar.
A todo esto, escucháis también un chapoteo en el agua, como el de un chapuzón, proviene del lado del barco donde estaba el camarote donde teníais a vuestro prisionero, si alguien va podrá ver la ventana abierta, las cuerdas cortadas y su chaqueta flotando en el agua.
- ¡A la hoguera con los pelirrojos!:
- Lo cierto es que, una vez pasada la sorpresa, Claude no tiene demasiada dificultad para llevar a Aria hasta el barco. Estoy seguro de que Sven y quien sea podrán hacerse cargo de ella sin mayores problemas, aunque lo más importante seguramente sea decidir qué debes hacer ahora. Puedes quedarte a pasar el rato con ellos, claro, aunque quizás te aburras. La opción de volver con Elina, Arik, Ilje y Serleena también está ahí y, por último, puedes irte por ahí a explorar y expandir aún más la fama del inconmensurable Claude von Appetit.
Para los que están intentando hacer algo productivo ―jeje―, la luz de Elina ilumina el interior de una cueva que, si ya era lúgubre de por sí, con el taponamiento de la entrada y la consiguiente acentuación de la escasez de luz, es más oscura si cabe. Al seguir el camino que ha escogido el albino, podéis apreciar que las paredes están decoradas con motivos que brillan con la luz que emite Elina, como si la pintura empleada llevase incorporado un metal que brilla con cierto aire metálico y blanquecino.
Terminaréis por alcanzar una zona que, de nuevo, está más despejada. Allí hay algunas jaulas. Algunas nunca han sido ocupadas, salta a la vista sólo con verlas, mientras que una más grande ha sido abierta. Tiene sentido suponer que es la que ocupaba el tricerátops, aunque no seré yo quien guíe vuestros razonamientos deductivos. El camino sigue hacia delante, sin bifurcarse ni mostrar otro sendero más que un arco en la piedra similar al que habéis atravesado para llegar hasta ahí.
Bizvan
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Por un momento mientras veía al hombre ser partido a la mitad, pudo ver la figura de una mujer rubia que escupía sangre mientras trataba de dar sus últimas bocanadas de aire.
Bizvan no sabía la razón por la cual justo ahora acaba de recordad a aquella mujer. Estaba bastante seguro de no sentirse culpable por haber acabado con su vida, aún incluso cuando sus ojos se encontraron en sus últimos momentos, y estos reflejaban un terror absoluto en sus últimos segundos de vida.
El marine dejó de canalizar su haki y en respuesta su puño y arma regresaron a la normalidad. Por unos instantes miró ambas partes como esperando que algo ocurriera. Se podría pensar que el espadachín esperaba que estás de alguna forma comenzarán a moverse… Sin embargo solo quería confirmar que la complexión de este fuera masculino y no el de aquella mujer.
El sonido de las armas de sus esqueletos lo trajeron de nuevo a la realidad. Zero y Descarte parecían haber conseguido terminar con el sujeto de la cabeza sumida al extrarla y cortarla.
Bizvan no podía explicar que cosa eran estos sujetos, bueno, para ser honestos si que podía explicarlo, parecían ser hombres de arcilla a quienes vistieron y armaron para que realizaran la tarea de guardias. De cierta forma no era distinto a lo que él mismo hacía con sus queridos esqueletos.
El marine se aproximó hacia sus chicos y con ternura acarició el cráneo de ambos y con una cálida sonrisa expresó.
- Buen trabajo ustedes dos. -no había necesidad de hacer esto. Los esqueletos no respondieron, no se movieron, solo permanecieron quietos mirando el rostro sonriente del marine.- Ahora necesito que vigilen ambos cuerpos, al más mínimo movimiento por parte de ellos ataquen.
El joven centró su atención en la persona detrás de los barrotes de la celda. Al hacer memoria sobre la descripción física del mayordomo traidor, esta parecía cumplir con los datos que el marine conocía.
- Mi nombre es Bizvan, estos chicos son Zero y Descarte. Soy un marine a quien ciertas personas nos pidieron desviarnos un poco al escuchar que un querido amigo suyo se encontraba en peligro. -el marine miró los barrotes para determinar que tipo de metal era. Se trataba de simple hierro sin aparentes características resaltables.
El espadachín tomó su espada y con certeros movimientos se dispuso a cortar los barrotes para que el hombre fuese capaz de salir.
- Señor si sabe algo respecto de lo que está sucediendo es de vital importancia que nos lo diga, cualquiera cosa por más pequeña que parezca será de utilidad. -antes de continuar, Bizvan recordó que el ambiente no debía ser el más apropiado para solo llevar una manta encima, por lo que se quitó su abrigó y se lo ofreció al hombre para que este lo utilizara, no hacía falta decir que no aceptaría un no como respuesta.
De igual forma preguntaría si el hombre se encontraba herido de alguna forma, y en caso de ser así, hacer uso de su conocimiento médico profesional y naturista para ayudarlo.
Bizvan no sabía la razón por la cual justo ahora acaba de recordad a aquella mujer. Estaba bastante seguro de no sentirse culpable por haber acabado con su vida, aún incluso cuando sus ojos se encontraron en sus últimos momentos, y estos reflejaban un terror absoluto en sus últimos segundos de vida.
El marine dejó de canalizar su haki y en respuesta su puño y arma regresaron a la normalidad. Por unos instantes miró ambas partes como esperando que algo ocurriera. Se podría pensar que el espadachín esperaba que estás de alguna forma comenzarán a moverse… Sin embargo solo quería confirmar que la complexión de este fuera masculino y no el de aquella mujer.
El sonido de las armas de sus esqueletos lo trajeron de nuevo a la realidad. Zero y Descarte parecían haber conseguido terminar con el sujeto de la cabeza sumida al extrarla y cortarla.
Bizvan no podía explicar que cosa eran estos sujetos, bueno, para ser honestos si que podía explicarlo, parecían ser hombres de arcilla a quienes vistieron y armaron para que realizaran la tarea de guardias. De cierta forma no era distinto a lo que él mismo hacía con sus queridos esqueletos.
El marine se aproximó hacia sus chicos y con ternura acarició el cráneo de ambos y con una cálida sonrisa expresó.
- Buen trabajo ustedes dos. -no había necesidad de hacer esto. Los esqueletos no respondieron, no se movieron, solo permanecieron quietos mirando el rostro sonriente del marine.- Ahora necesito que vigilen ambos cuerpos, al más mínimo movimiento por parte de ellos ataquen.
El joven centró su atención en la persona detrás de los barrotes de la celda. Al hacer memoria sobre la descripción física del mayordomo traidor, esta parecía cumplir con los datos que el marine conocía.
- Mi nombre es Bizvan, estos chicos son Zero y Descarte. Soy un marine a quien ciertas personas nos pidieron desviarnos un poco al escuchar que un querido amigo suyo se encontraba en peligro. -el marine miró los barrotes para determinar que tipo de metal era. Se trataba de simple hierro sin aparentes características resaltables.
El espadachín tomó su espada y con certeros movimientos se dispuso a cortar los barrotes para que el hombre fuese capaz de salir.
- Señor si sabe algo respecto de lo que está sucediendo es de vital importancia que nos lo diga, cualquiera cosa por más pequeña que parezca será de utilidad. -antes de continuar, Bizvan recordó que el ambiente no debía ser el más apropiado para solo llevar una manta encima, por lo que se quitó su abrigó y se lo ofreció al hombre para que este lo utilizara, no hacía falta decir que no aceptaría un no como respuesta.
De igual forma preguntaría si el hombre se encontraba herido de alguna forma, y en caso de ser así, hacer uso de su conocimiento médico profesional y naturista para ayudarlo.
- Resumen:
- Proceder a cortar los barrotes.
Preguntar al hombre si sabe algo de lo que está pasando.
Darle su abrigo y preguntar si está herido. En caso de estarlo proceder a auxiliarlo usando todos sus conocimientos como médico y curandero
Freites D. Alpha
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-Vaya día… - Las cosas no podían ponerse peor. Aquella última visión del ulterior del ninja envenenado demostraba que el veneno era bastante mortífero. Alpha solo podía imaginarse algo similar a estar pudriéndose por dentro y por fuera. Si estamos de algo seguros es que este veneno claramente no posee de una naturaleza mineral o de alguna clase de metal, ya que el joven rey de la forja no se ve afectado por ningún efecto negativo por parte de ellos, como ocurrió en aquella isla donde se encontraba el Plomo Ambar.
Pero esto era totalmente diferente y, tarde o temprano, reclamaría su vida si no tomaba acciones rápidas a consecuencia.
Al encontrar el camarote, el pequeño pirata tuvo la oportunidad de ver un escenario un poco más familiar y cómodo para la vista. Zira, quien se encontraba masacrando a uno de los intrusos que había osado entrar en la habitación. Alpha solo pudo sonreír al ver que su Seasoning había cumplido con el trabajo. Se acercó lentamente, le acaricio la cabeza y le dio un beso en la frente. – Buen trabajo, Zira. - El capitán estaba satisfecho. Ciertamente tanto Ella como Jace estaban superando sus expectativas. Se sentía orgulloso de tenerlos en su familia y, estaba seguro que pronto ellos crecerían más.
Luego, el pelilargo se dispuso a sentarse con tranquilidad en su silla. El grumete llegaría momentos después con la botella de Sake observando aquel desastre. Imadietamente coloco una cara de poco amigos porque ya sabía lo que se le venía. Alpha sonrió y le dijo. – El doble de paga este mes para ti si dejas este lugar impecable. – Sus palabras fueron música para los odios el aprendiz de pirata. Luego de entregarle la botella al herrero, salió corriendo a buscar todo lo que pudiera necesitar para deshacerse del desastre. Momentos después Llegaría Jace. El chiquillo le observo fijamente para luego dar un comunicado.
- En este punto, nos encontramos en medio de algo llamado encrucijada. No les mentiré, me fuera gustado mucho tenderle una mano a este reino. Pero las cosas han cambiado. – Dio un gran trago a su botella de Sake. Miro directamente a Jace a los ojos para decirle. – Te has ganado el derecho de ser el capitán del barco número uno de mi ejército, mi pequeño hermano. Pero antes tendrás que superar a Allbert en combate. – Luego de dedicarle una sonrisa. Continuaría parloteando. - Pero volvamos a la realidad un momento. El otro barco no habían confundido con estos ninjas y, los ninjas nos confundieron con la gente del otro barco. Por eso tanto gritaban “traición”. Tengo un plan que nos ayudaran a salir de esto pero, es momento de medir tus habilidades, Jace. El prodigio de la investigación –Dijo mientras miraba el den den mushi que sonaba. - Eso estaba en el cuerpo de este ninja ¿Correcto, Zira? Bien. Jace, quiero que tomes la llamada y que saques lo mejor que puedas. Informen que tenemos información sobre la defensa interna y que su capitán necesita ayuda médica. Pero no les digan que estoy envenenado, podría levantar sospechas.
Luego de aquellas palabras el barco claramente se había rozado con algo. Alpha dio un gran suspiro y otro gran trago a la botella se Sake. Llegaría el timonel con una cara de preocupación. – Señor... hemos detenido el avance, no podemos avanzar.
- Lo que me faltaba. ¿Algo más de lo que me tenga que enterar?
- Señor… el anciano ha escapado.
-… - Una cómoda pausa por parte del capitán pirata. Pero no una muy larga, el tiempo era corto.- Jace, coloca el mapa en la mesa junto a la bitácora. Zira, necesito un panorama real de donde estamos y a donde deberíamos ir. Sabemos que queremos joder las defensas internas de Sakura y una vez allí. Tomar todo lo que podemos del caos que se va a formar. Tenemos poco tiempo y si ese viejo llega primero que nosotros a las defensas internas, estamos jodidos.
Pero esto era totalmente diferente y, tarde o temprano, reclamaría su vida si no tomaba acciones rápidas a consecuencia.
Al encontrar el camarote, el pequeño pirata tuvo la oportunidad de ver un escenario un poco más familiar y cómodo para la vista. Zira, quien se encontraba masacrando a uno de los intrusos que había osado entrar en la habitación. Alpha solo pudo sonreír al ver que su Seasoning había cumplido con el trabajo. Se acercó lentamente, le acaricio la cabeza y le dio un beso en la frente. – Buen trabajo, Zira. - El capitán estaba satisfecho. Ciertamente tanto Ella como Jace estaban superando sus expectativas. Se sentía orgulloso de tenerlos en su familia y, estaba seguro que pronto ellos crecerían más.
Luego, el pelilargo se dispuso a sentarse con tranquilidad en su silla. El grumete llegaría momentos después con la botella de Sake observando aquel desastre. Imadietamente coloco una cara de poco amigos porque ya sabía lo que se le venía. Alpha sonrió y le dijo. – El doble de paga este mes para ti si dejas este lugar impecable. – Sus palabras fueron música para los odios el aprendiz de pirata. Luego de entregarle la botella al herrero, salió corriendo a buscar todo lo que pudiera necesitar para deshacerse del desastre. Momentos después Llegaría Jace. El chiquillo le observo fijamente para luego dar un comunicado.
- En este punto, nos encontramos en medio de algo llamado encrucijada. No les mentiré, me fuera gustado mucho tenderle una mano a este reino. Pero las cosas han cambiado. – Dio un gran trago a su botella de Sake. Miro directamente a Jace a los ojos para decirle. – Te has ganado el derecho de ser el capitán del barco número uno de mi ejército, mi pequeño hermano. Pero antes tendrás que superar a Allbert en combate. – Luego de dedicarle una sonrisa. Continuaría parloteando. - Pero volvamos a la realidad un momento. El otro barco no habían confundido con estos ninjas y, los ninjas nos confundieron con la gente del otro barco. Por eso tanto gritaban “traición”. Tengo un plan que nos ayudaran a salir de esto pero, es momento de medir tus habilidades, Jace. El prodigio de la investigación –Dijo mientras miraba el den den mushi que sonaba. - Eso estaba en el cuerpo de este ninja ¿Correcto, Zira? Bien. Jace, quiero que tomes la llamada y que saques lo mejor que puedas. Informen que tenemos información sobre la defensa interna y que su capitán necesita ayuda médica. Pero no les digan que estoy envenenado, podría levantar sospechas.
Luego de aquellas palabras el barco claramente se había rozado con algo. Alpha dio un gran suspiro y otro gran trago a la botella se Sake. Llegaría el timonel con una cara de preocupación. – Señor... hemos detenido el avance, no podemos avanzar.
- Lo que me faltaba. ¿Algo más de lo que me tenga que enterar?
- Señor… el anciano ha escapado.
-… - Una cómoda pausa por parte del capitán pirata. Pero no una muy larga, el tiempo era corto.- Jace, coloca el mapa en la mesa junto a la bitácora. Zira, necesito un panorama real de donde estamos y a donde deberíamos ir. Sabemos que queremos joder las defensas internas de Sakura y una vez allí. Tomar todo lo que podemos del caos que se va a formar. Tenemos poco tiempo y si ese viejo llega primero que nosotros a las defensas internas, estamos jodidos.
- Resumen:
- - Informar y dar instrucciones.
Abigail Mjöllnir
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Aquellas criaturas dieron un pequeño respingo al darse cuenta de su presencia. Sin embargo, no parecían demasiado sorprendidas por su tamaño. No parecía que pudieran hablar, se hacían muchas señales y gestos y es que tal vez se comunicaran a base de signos, como la gente que no podía hablar, escuchar o ambas. Finalmente le indicaron que los siguiera. Bueno... no le quedaba otra si quería conseguir algo de posible información.
La vegetación de hongos era cada vez más abundante hasta que, tras pasar por un arco que parecía estar hecho de setas, llegó a una sala totalmente cubierta por el micelio. Se despidió con la mano de los que la habían llevdo hasta ahí y llegó el mal rollo.
«Preparad los elementos por si acaso, quiero que estéis listos para quemar este sitio si es necesario» transmitió aquella orden por el interior de su fortaleza y, cmo respuesta, sus habitantes se prepararían con diales eléctricos, de hielo, y con el lanzallamas. El motivo de su sospecha era que el micelio empezaba a moverse por voluntad propia tomando la forma de los zarcillos que había visto en el Lapahn zombieficado. Hablaba con una voz extraña, como si estuviera susurrando pero a un volumen perfectamente audible.
—Me preguntaba si últimamente habéis notado cosas extrañas o fuera de lugar en estas cuevas —ya, preguntarle a un ser nacido de micelios que si había visto cosas extrañas era bastante surrealista —. Un grupo peligroso de piratas está refugiándose en algún lugar del interior de la montaña, pero no sabemos dónde exactamente. Uno de ellos es muy alto, quizá como un semigigante, otro montaba un lobo con escamas extrañas. ¿Habéis visto algo así en los últimos días? —preguntó. Además, quería preguntar otra cosa. No estaba segura de si era buena idea, pero tenía que estar segura de sus siguientes pasos, y para eso era inevitable preguntar acerca de cierto incidente que ocurrido minutos atrás.
—Y... mientras veníamos hacia estas cuevas, fuera, en la montaña, nos atacó un Lapahn extremadamente fuerte, con heridas mortales, insensibilidad casi total al dolor, totalmente enloquecido, y de su cuerpo salían unos bulbos y unos zarcillos como los que acaban de darte forma —explicó —. ¿Tienes algo que ver con eso? —preguntó finalmente. Dejó fuera, solo por si acaso, el hecho de que pudieron repelerlo con fuego, no quería dar más información de la estrictamente necesaria.
Y Hazel, ¿dónde estaba? si aquel ente resultaba ser agresivo puede que necesitara ayuda.
La vegetación de hongos era cada vez más abundante hasta que, tras pasar por un arco que parecía estar hecho de setas, llegó a una sala totalmente cubierta por el micelio. Se despidió con la mano de los que la habían llevdo hasta ahí y llegó el mal rollo.
«Preparad los elementos por si acaso, quiero que estéis listos para quemar este sitio si es necesario» transmitió aquella orden por el interior de su fortaleza y, cmo respuesta, sus habitantes se prepararían con diales eléctricos, de hielo, y con el lanzallamas. El motivo de su sospecha era que el micelio empezaba a moverse por voluntad propia tomando la forma de los zarcillos que había visto en el Lapahn zombieficado. Hablaba con una voz extraña, como si estuviera susurrando pero a un volumen perfectamente audible.
—Me preguntaba si últimamente habéis notado cosas extrañas o fuera de lugar en estas cuevas —ya, preguntarle a un ser nacido de micelios que si había visto cosas extrañas era bastante surrealista —. Un grupo peligroso de piratas está refugiándose en algún lugar del interior de la montaña, pero no sabemos dónde exactamente. Uno de ellos es muy alto, quizá como un semigigante, otro montaba un lobo con escamas extrañas. ¿Habéis visto algo así en los últimos días? —preguntó. Además, quería preguntar otra cosa. No estaba segura de si era buena idea, pero tenía que estar segura de sus siguientes pasos, y para eso era inevitable preguntar acerca de cierto incidente que ocurrido minutos atrás.
—Y... mientras veníamos hacia estas cuevas, fuera, en la montaña, nos atacó un Lapahn extremadamente fuerte, con heridas mortales, insensibilidad casi total al dolor, totalmente enloquecido, y de su cuerpo salían unos bulbos y unos zarcillos como los que acaban de darte forma —explicó —. ¿Tienes algo que ver con eso? —preguntó finalmente. Dejó fuera, solo por si acaso, el hecho de que pudieron repelerlo con fuego, no quería dar más información de la estrictamente necesaria.
Y Hazel, ¿dónde estaba? si aquel ente resultaba ser agresivo puede que necesitara ayuda.
- resumen:
Hablar con supersetaking
Raion
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De nuevo aquel extraño lobo no hizo intento alguno por defenderse y terminó siendo rebanado en varios trozos por el viento cortante de Raion. No obstante su parte anterior continuó su trayectoria tan solo para estamparse contra el puño de Braud, que reventó el cráneo de la bestia. La sorpresa llegó cuando el mink miró hacia el suelo y pudo comprobar que los restos del animal caído no eran como deberían. En lugar de carne, huesos y sangre había solamente arcilla pintada en su cara externa de forma tremendamente realista, como si de una vasija viviente se tratara.
Pero lo que más llamó su atención fueron los ojos de la bestia. Eran la única parte de la misma que no estaba hecha de arcilla, sino que se trataba de una especie de dispositivos tecnológicos con lentes unidos por un cable a una caja de metal que ocupaba el teórico lugar del cerebro del animal y que, en aquel momento, parecía haber sufrido considerables daños. Parecían ser alguna clase de cámaras, pero ¿quién querría usar un engendro como aquel para grabar imágenes? Y sobre todo... ¿Por qué?
En ese momento un extraño zumbido alertó al cazarrecompensas de que algo iba a suceder, y no tardó en darse cuenta de qué era. Las espinas restantes, una vez liberadas del falso cánido, vibraban con mayor intensidad a cada segundo que pasaba hasta que estallaron en múltiples esquirlas. El mink, avisando a su amigo con un grito por si acaso no había identificado la inminente amenaza, dejó que su cuerpo pasara a forma elemental para que las esquirlas lo atravesaran sin dañarlo.
Una vez hubo pasado el peligro nada les impedía continuar su camino. Pensando que más adelante les podría ser de ayuda tenerlos consigo, el león intentó coger las dos cámaras y la caja a la que iban unidas y guardárselas. No sabía para qué podrían resultar útiles, pero mejor cogerlas y no necesitarlas que no verse en la necesidad de utilizarlas y no disponer de ellas.
Por suerte apenas se habían desviado de la ruta elegida, por lo que probablemente no tendrían muchos problemas para continuar. O eso esperaba.
Pero lo que más llamó su atención fueron los ojos de la bestia. Eran la única parte de la misma que no estaba hecha de arcilla, sino que se trataba de una especie de dispositivos tecnológicos con lentes unidos por un cable a una caja de metal que ocupaba el teórico lugar del cerebro del animal y que, en aquel momento, parecía haber sufrido considerables daños. Parecían ser alguna clase de cámaras, pero ¿quién querría usar un engendro como aquel para grabar imágenes? Y sobre todo... ¿Por qué?
En ese momento un extraño zumbido alertó al cazarrecompensas de que algo iba a suceder, y no tardó en darse cuenta de qué era. Las espinas restantes, una vez liberadas del falso cánido, vibraban con mayor intensidad a cada segundo que pasaba hasta que estallaron en múltiples esquirlas. El mink, avisando a su amigo con un grito por si acaso no había identificado la inminente amenaza, dejó que su cuerpo pasara a forma elemental para que las esquirlas lo atravesaran sin dañarlo.
Una vez hubo pasado el peligro nada les impedía continuar su camino. Pensando que más adelante les podría ser de ayuda tenerlos consigo, el león intentó coger las dos cámaras y la caja a la que iban unidas y guardárselas. No sabía para qué podrían resultar útiles, pero mejor cogerlas y no necesitarlas que no verse en la necesidad de utilizarlas y no disponer de ellas.
Por suerte apenas se habían desviado de la ruta elegida, por lo que probablemente no tendrían muchos problemas para continuar. O eso esperaba.
- Resumen:
- Dejar que las esquirlas pasen a traves de él sin tocarle tras avisar a Braud del peligro. Intentar coger los falsos ojos y cerebro y guardárselos por si les hacen falta más tarde. Seguir su camino.
Roland von Klauswitz
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Los restos de la vagoneta estuvieron a punto de arrancarle a Roland la cabeza. El maldito trasto le desató la bandana y dejó libre y al descubierto su canoso cabello antes de estrellarse contra el suelo. El tipo que la había llevado, todavía sano y entero a pesar del cañonazo del bazooka, salió de la humareda justo detrás. Llevaba en las manos uno de esos taladros neumáticos enormes, y a punto estuvo de dejar a Roland sin descendencia aún con mayor brutalidad que la percha de su primera novia.
El taladro reventó el suelo, llenándolo de grietas y sacudiendo la roca hasta dejarla hecha trizas. Roland perdió el equilibrio. De repente quería un arma como esa. Las malévolas ideas sobre los diversos usos que podía darle a algo así surcaron su cabeza dejando un poso de perniciosa ambición. Después de cargárselo se llevaría uno de esos taladros al taller y vería qué clase de añadidos interesantes podía hacerle. Pero antes tenía que liquidarlo, claro.
Si le acertaba de lleno con el bastón de caramelo no sería demasiado difícil; tan solo habría que recoger luego los pedazos. Sin embargo, el pirata había agarrado su arma, lo cual a Roland le importó un huevo, a decir verdad. Se limitó a dispararla otra vez un poco al azar y luego a soltarla antes de caerse de culo sobre el amasijo de piedra destrozada que estaba pariendo el taladro. Los oídos le pitaron, pero estaba más que acostumbrado a eso. Dio una vuelta sobre sí mismo para ponerse en pie ya en terreno más firme y echó mano a Lulú.
-Te voy a hacer una cara nueva -amenazó mientras le apuntaba al rostro con el rotundo y negro cañón del pistolón.
Estuvo a punto de abrir fuego, pero se demoró medio segundo para bajar un poco el ángulo en el que apuntaba. Buscó el pecho, porque estaba seguro de que si le machacaba la cabeza y lo dejaba irreconocible no cobraría. Era un poco latoso, pero también sería satisfactorio dejarlo hecho un colador, aunque fuese con la cabeza aún sobre su cuello.
Anticipando el destrozo que sus balas especiales harían en la armadura y la carne de debajo, Roland apretó el gatillo y confió en no tragarse sin querer ningún trozo de carne.
El taladro reventó el suelo, llenándolo de grietas y sacudiendo la roca hasta dejarla hecha trizas. Roland perdió el equilibrio. De repente quería un arma como esa. Las malévolas ideas sobre los diversos usos que podía darle a algo así surcaron su cabeza dejando un poso de perniciosa ambición. Después de cargárselo se llevaría uno de esos taladros al taller y vería qué clase de añadidos interesantes podía hacerle. Pero antes tenía que liquidarlo, claro.
Si le acertaba de lleno con el bastón de caramelo no sería demasiado difícil; tan solo habría que recoger luego los pedazos. Sin embargo, el pirata había agarrado su arma, lo cual a Roland le importó un huevo, a decir verdad. Se limitó a dispararla otra vez un poco al azar y luego a soltarla antes de caerse de culo sobre el amasijo de piedra destrozada que estaba pariendo el taladro. Los oídos le pitaron, pero estaba más que acostumbrado a eso. Dio una vuelta sobre sí mismo para ponerse en pie ya en terreno más firme y echó mano a Lulú.
-Te voy a hacer una cara nueva -amenazó mientras le apuntaba al rostro con el rotundo y negro cañón del pistolón.
Estuvo a punto de abrir fuego, pero se demoró medio segundo para bajar un poco el ángulo en el que apuntaba. Buscó el pecho, porque estaba seguro de que si le machacaba la cabeza y lo dejaba irreconocible no cobraría. Era un poco latoso, pero también sería satisfactorio dejarlo hecho un colador, aunque fuese con la cabeza aún sobre su cuello.
Anticipando el destrozo que sus balas especiales harían en la armadura y la carne de debajo, Roland apretó el gatillo y confió en no tragarse sin querer ningún trozo de carne.
- Resumen:
- ¿He dicho ya disparar? Pues esta vez con el pistolón.
Pepinazos: La munición casera de Roland, utilizada para su querido pistolón. Los pepinazos son como una bala normal, solo que más grande, más ruidosa y más espectacular. Estalla al impactar, de modo que provoca más daños y tiende a reventar un buen cacho de carne allá donde acierte.
Serleena
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Buenos pues estábamos todos allí juntos en amor y compañía. Por mi parte no había problema alguno en seguir el camino del albino, así que tiré para adelante sin ningún tipo de problema. Afortunadamente teníamos a la capitana con nosotros para "darnos luz" en los momentos más difíciles. Al menos tendríamos aquella cueva iluminada y podríamos ver lo que teníamos delante y detrás.
Yo por mi parte me tomé dos minutos para revisar mi equipo: Mis dos pistolas, varios de mis puñales, cinturón multiusos con diversas bombas y mi rifle. Todo parecía estar en orden, y ahora viajaba algo más ligera tras haber vaciado unos cuantos cargadores contra el triceratops previamente. Una vez pasado revista, pude ver como las veta de metal de la cueva brillaban con intensidad al darle la luz de la capitana, dejando una iluminación bastante bonita. Sin embargo no podía ocultar mi descontento debido a que todavía no me había divertido realmente.
-¿Alguien sabe que me ha pasado? Lo último que recuerdo es la carga del triceratops, luego muchos gritos y finalmente un fondo negro.
Quizás ellos podían decirme como demonios había quedado inconsciente sin darme cuenta, aunque si no lo sabían también me daba igual.
Tras unos minutos llegamos a una gran zona con jaulas, siendo la más grande de todas la que estaba abierta. ¿Sería la del Triceratops? Eso imaginaba, ya que no habíamos visto otro morlaco de semejante tamaño por aquel lugar.
-A saber que iban a meter en las otras jaulas.- dije mientras observaba con atención las jaulas frente a mi.
Continué caminando, esperando siempre a mis compañeros, hacia adelante por aquel lugar, y siempre con una mano junto a la cartuchera.
-No voy a ser yo quién lleve la contraria al resto pero....¿Creéis que saldremos de aquí? Yo me estoy empezando a agobiar.
- Resumen:
-Camina.
-Mira las jaulas con detetenimiento.
-Continúa caminando para ver a donde le lleva aquel camino único. Está preparada por si algo sale de entre las sombras.
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