Rocket Raccoon
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Akuma no mi
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Calor. Mucho calor. Y Rocket tenía demasiado pelo encima. ¡ESTÚPIDA CALOR! El mapache jadeaba con la lengua fuera, pues no tenía glándulas sudoríparas en la piel debido a su anatomía animal... Aunque aquello no tenía absolutamente nada que ver con lo que acontecía. Rocket y Sansu se encontraban en un pequeño barco fácilmente manejable y ya llegaban a la isla donde estaba aquello que mas ansiaba el mapache. El arma. Ya la había bautizado y todo. La llamaría "Mildred". Sansu preguntó al mapache, de forma bastante irrespetuosa, si estaba seguro de que ese era el camino.
- Tan seguro como que tu madre tenía ciento cincuenta enfermedades venéreas aún desconocidas por la ciencia. -Contestó tajante el mapache.
Al estar lo suficientemente cerca de la isla, Sansu saltó hasta tierra, pasando completamente del mapache, el cual simplemente chasqueó la lengua y lo siguió, dejando el barco atrás.
- Deberíamos amarrarlo o algo, para poder volver cuando terminemos... Aunque... Si tenemos que llevar a Mildred... Necesitaremos algo más grande.
Rocket ni siquiera sabía lo que era el arma, pero ya tenía una imagen mental. Una imagen mental de él mismo sobre esta riéndose como un maníaco.
- Tan seguro como que tu madre tenía ciento cincuenta enfermedades venéreas aún desconocidas por la ciencia. -Contestó tajante el mapache.
Al estar lo suficientemente cerca de la isla, Sansu saltó hasta tierra, pasando completamente del mapache, el cual simplemente chasqueó la lengua y lo siguió, dejando el barco atrás.
- Deberíamos amarrarlo o algo, para poder volver cuando terminemos... Aunque... Si tenemos que llevar a Mildred... Necesitaremos algo más grande.
Rocket ni siquiera sabía lo que era el arma, pero ya tenía una imagen mental. Una imagen mental de él mismo sobre esta riéndose como un maníaco.
Alistar Reep
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Akuma no mi
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Aquel hombre me había sangrado por completo y dejado sin dinero por un puñetero viaje. ¿Quién demonios se cree qué es? ¡Soy el hijo del Yonko Legan Legim, por dios! Aunque aquello daba igual, por supuesto. Aún no era lo suficientemente famoso como para colgarme de su fama, pero me puede ser útil. El barco iba cada vez mas lento y empezaba a bararse. Me asomé por cubierta para ver el mar casi solidificado por el hielo y el frío que empezaba a calarme en los huesos. Me ajusté bien la chaqueta, con la guadaña pegada a la espalda de esta, dejando mis manos libres. Entonces, de la nada, apareció otra persona que venía en el barco mercante. Un hombre semi-desnudo, vestido con tan solo un bañador ajustado y completamente descalzo, saltó al hielo y empezó a caminar alegremente.
"¿Qué cojones...?"
La curiosidad me pudo. Empecé a bajar del barco hasta el hielo, el cual no estaba muy alejado de la verdadera isla. Bajé poco a poco, para evitar romper el hielo, hundirme y morir de frío. Llegué hasta este, viendo que era lo suficientemente sólido como para soportarme. Si pudo soportar a aquel hombre...
Empecé a seguirle poco a poco, hasta dejar el hielo y llegar a la isla. El hombre se giró una vez, poniendo cara de preocupado y aumentando el ritmo. Hice lo mismo y seguí su propio camino.
"¿Qué cojones...?"
La curiosidad me pudo. Empecé a bajar del barco hasta el hielo, el cual no estaba muy alejado de la verdadera isla. Bajé poco a poco, para evitar romper el hielo, hundirme y morir de frío. Llegué hasta este, viendo que era lo suficientemente sólido como para soportarme. Si pudo soportar a aquel hombre...
Empecé a seguirle poco a poco, hasta dejar el hielo y llegar a la isla. El hombre se giró una vez, poniendo cara de preocupado y aumentando el ritmo. Hice lo mismo y seguí su propio camino.
Drako Hyrule
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Akuma no mi
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No se podía ver demasiado fuera del barco, pues una densa niebla hacía esto imposible. Aquella era la primera misión oficial y de un nivel bastante elevado, en la que nos jugaríamos la vida en cada instante. Notaba algo raro, como si alguien me observase, era una sensanción extraña... Decidí activar mi mantra, pero a pesar de todo, no pude captar la presencia de nada ni nadie.
Pero, aquello no era lo más extraño. El color de la niebla era de un color verdoso. No entendía demasiado de climatología, pero a pesar de todo, notaba como demasiada humedad en el aire, inclusive para ser una niebla común. Parecía como si en cualquier momento fuese a llover...
Aquella situación no me gustaba ni un pelo, parecía que en cualquier momento fuese a atacarnos algo o alguien, en sigilo. Me mantenía de pie, atento, en la cubierta del buque. La verdad, tenía un mal presentimiento. Aunque en cualquiera de los casos, esperaba que Drake, mi hijo, no se hubiese encaminado en aquella busqueda, probablemente fuese algo que se le quedase demasiado grande aún... Aunque mientras, avanzaríamos hacia el sur, tenía un presentimiento de que encontraríamos tierra pronto.
-Vice-Almirante, no tenemos demasiada visibilidad para continuar avanzando, ¿quiere que cambiemos el rumbo?- Me preguntó un muchacho, una de las jóvenes promesas de la Marina, que se hayaba en mi barco con otras cinco.
-Continúa hacia el sur, presiento que pronto llegaremos a tierra firme.- Le respondí.
Al final solamente habíamos podido viajar dos, puesto que ni el joven Ray, ni Gajeel y ni si quiera Blauer habían venido, al menos no lo habían hecho con nosotros. Sabía que había venido con nosotros aquella persona en la que tantas esperanzas tenía, Saske. Me acerqué hacia él, quería advertirle de que estuviese en todo momento alerta.
-Saske, estate atento en todo momento, no sabemos que podemos encontrarnos aquí, prepara tus armas, posiblemente debamos combatir...
Rápidamente desenfundé a Anubis, pues él ya me había salvado en varias ocasiones de grandes peligros, incluso de la muerte misma. Sabía que este sería un as que debería jugar con cabeza y precaución, pues no todo lo que encontrara allí iba a ser pacífico, lo presentía, el peligro llegaría tarde o temprano...
Pero, aquello no era lo más extraño. El color de la niebla era de un color verdoso. No entendía demasiado de climatología, pero a pesar de todo, notaba como demasiada humedad en el aire, inclusive para ser una niebla común. Parecía como si en cualquier momento fuese a llover...
Aquella situación no me gustaba ni un pelo, parecía que en cualquier momento fuese a atacarnos algo o alguien, en sigilo. Me mantenía de pie, atento, en la cubierta del buque. La verdad, tenía un mal presentimiento. Aunque en cualquiera de los casos, esperaba que Drake, mi hijo, no se hubiese encaminado en aquella busqueda, probablemente fuese algo que se le quedase demasiado grande aún... Aunque mientras, avanzaríamos hacia el sur, tenía un presentimiento de que encontraríamos tierra pronto.
-Vice-Almirante, no tenemos demasiada visibilidad para continuar avanzando, ¿quiere que cambiemos el rumbo?- Me preguntó un muchacho, una de las jóvenes promesas de la Marina, que se hayaba en mi barco con otras cinco.
-Continúa hacia el sur, presiento que pronto llegaremos a tierra firme.- Le respondí.
Al final solamente habíamos podido viajar dos, puesto que ni el joven Ray, ni Gajeel y ni si quiera Blauer habían venido, al menos no lo habían hecho con nosotros. Sabía que había venido con nosotros aquella persona en la que tantas esperanzas tenía, Saske. Me acerqué hacia él, quería advertirle de que estuviese en todo momento alerta.
-Saske, estate atento en todo momento, no sabemos que podemos encontrarnos aquí, prepara tus armas, posiblemente debamos combatir...
Rápidamente desenfundé a Anubis, pues él ya me había salvado en varias ocasiones de grandes peligros, incluso de la muerte misma. Sabía que este sería un as que debería jugar con cabeza y precaución, pues no todo lo que encontrara allí iba a ser pacífico, lo presentía, el peligro llegaría tarde o temprano...
Drake Kyra
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Akuma no mi
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Sol, arena, cactus... ¿Por qué razón había tenido que llegar a un desierto de arena? ¿No podía haber sido de hielo? Hacía una calor extrema, solo igualable probablemente por la isla esa rara del Paraiso, ¿Arabasta? No sabía bien como se llamaba, pero seguro que allí hacía menos calor. Y, por si fuese poco, llevaba una sudadera y un suéter con el cuello alto, además de unos pantalones largos de color beige.
Por suerte, no tenía que andar, había ''tomado prestado'' un camello a unos tíos, que tras ''hablar'' un poco me dejaron llevármelo. No sabía como se llamaba, pero le había puesto Jack. También viajaba conmigo Sombrius, mi perro-lobo de mechón rojo, que había crecido bastante desde la última misión. Al menos, mirándolo por el lado positivo, tenía con quien hablar, aunque no lo hiciese demasiado para conservar la saliva.
Llevaba una pequeña mochila, en la que mantenía mi ropa dentro, pues me quité la sudadera y el suéter, no hubiese aguantado con aquello puesto, aunque además, también llevaba un bocadillo de algo raro, aunque estaba sabroso, y media botella de agua, de la empresa ''Fuente Bella'', o al menos eso ponía en la etiqueta.
Tras un rato caminando, un poco alejado, entre la niebla se alzó algo, parecía... ¡UN OASIS! Sombrius comenzó a correr, aprovechando sus últimas fuerzas, pero aquel camello...
-¡CORRE MALDITO!- Le gritaba dándole patadas en el lomo.
Aquel maldito camello ''no tenía sangre'', habíamos avistado lo que parecía un oasis, y el maldito seguía andando al mismo ritmo. Bueno, habría que aguantarse. Poco a poco nos íbamos acercando, y cuando nos encontramos bastante cerca, decidí desenfundar la ''Periel Sword'', la espada que Periel me dejó antes de fallecer en aquella batalla en Ennies Lobby.
Esperaba llegar pronto, y no tener que combatir, o al menos si debía hacerlo, que fuese después de comer. Tanto pensar en comida, me trajo hambre y sed, lo que me obligo a comer un poco de lo que me quedaba de comida y agua...
Por suerte, no tenía que andar, había ''tomado prestado'' un camello a unos tíos, que tras ''hablar'' un poco me dejaron llevármelo. No sabía como se llamaba, pero le había puesto Jack. También viajaba conmigo Sombrius, mi perro-lobo de mechón rojo, que había crecido bastante desde la última misión. Al menos, mirándolo por el lado positivo, tenía con quien hablar, aunque no lo hiciese demasiado para conservar la saliva.
Llevaba una pequeña mochila, en la que mantenía mi ropa dentro, pues me quité la sudadera y el suéter, no hubiese aguantado con aquello puesto, aunque además, también llevaba un bocadillo de algo raro, aunque estaba sabroso, y media botella de agua, de la empresa ''Fuente Bella'', o al menos eso ponía en la etiqueta.
Tras un rato caminando, un poco alejado, entre la niebla se alzó algo, parecía... ¡UN OASIS! Sombrius comenzó a correr, aprovechando sus últimas fuerzas, pero aquel camello...
-¡CORRE MALDITO!- Le gritaba dándole patadas en el lomo.
Aquel maldito camello ''no tenía sangre'', habíamos avistado lo que parecía un oasis, y el maldito seguía andando al mismo ritmo. Bueno, habría que aguantarse. Poco a poco nos íbamos acercando, y cuando nos encontramos bastante cerca, decidí desenfundar la ''Periel Sword'', la espada que Periel me dejó antes de fallecer en aquella batalla en Ennies Lobby.
Esperaba llegar pronto, y no tener que combatir, o al menos si debía hacerlo, que fuese después de comer. Tanto pensar en comida, me trajo hambre y sed, lo que me obligo a comer un poco de lo que me quedaba de comida y agua...
Kabil
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Akuma no mi
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Bufí, mirando alrededor. ¿Donde nos hallábamos? Ni idea. ¿Qué podíamos hacer? Ni idea. ¿Cómo salir? Ni idea. Viajaba junto a Rose y un chico más, Midorima, que al parecer conocía a la fémina de antes. Nos habíamos perdido y la espesa y blanca niebla que nos cubría tampoco nos ayudaba mucho para saber nuestro paradero exacto. El chico de pelo verde, Mido, se paseaba de un lado para otro, quizá más nervioso que otra cosa. Rose, que hasta el momento no había dicho palabra alguna, se levantó de las escaleras y caminó hacia la barandilla. – Tranquilos, encontraremos una solución tarde o temprano. No es el fin del mundo. Mi actitud no cambiaba ni un poquito, a pesar de todo aquello seguía estando igual de tranquilo que siempre. El chico de un salto acabó en la baranda del barco. - ¿Qué hace? ¿No ve que hay niebla? Aunque al parecer eso no le molestaba ni en lo más mínimo. Al cabo de unos minutos, gritó a todo pulmón que sentía presencias hacia el sur. Se bajó y caminó hacia el centro del barco. – Está bien. Me encogí de hombros. Allí yo era el nuevo, supongo que debía de obedecer todo lo que aquellos dos ordenaran.
Rose se dirigió al timón y cambió el rumbo del barco. – Quizá yo pueda ayudar en esto. Comenté, avanzando hacia donde Rose. Intentaría hacer algo que, con un poco de suerte, quizá resultara y nos quitara un peso de encima. Cerré mis ojos y abrí ambas palmas hacia arriba, me concentré durante unos minutos y suspiré. El viento se arremolinó sobre mis palmas, sentí un leve cosquilleo y sonreí. Fui levantando poco a poco los brazos mientras el viento seguía arremolinándose a mi alrededor. De pronto, abrí mis ojos de par en par, bajé ambos brazos hacia delante y lancé aquellas dos esferas de viento. Avanzaron hacia la niebla y cuando penetraron en la misma explotaron liberando una gran ráfaga de viento que intentaría barrer toda la niebla que teníamos por delante. ¿Funcionaría? Quien sabe, a lo mejor sí y quedaba como todo un campeón o a lo mejor no y… lo intentaría mejor la próxima vez. No era de esos que se avergonzaba si fallaba. Tras eso, me volví hacia Rose y avancé lentamente hacia ella.
- ¿De que conoces a este chico? Pregunté, mirando por encima del hombro de la chica al sujeto. No quería ser un entrometido pero aquello me provocaba demasiada curiosidad. De todos modos, debíamos de estar concentrados para cuando llegara el momento de la verdad.
Rose se dirigió al timón y cambió el rumbo del barco. – Quizá yo pueda ayudar en esto. Comenté, avanzando hacia donde Rose. Intentaría hacer algo que, con un poco de suerte, quizá resultara y nos quitara un peso de encima. Cerré mis ojos y abrí ambas palmas hacia arriba, me concentré durante unos minutos y suspiré. El viento se arremolinó sobre mis palmas, sentí un leve cosquilleo y sonreí. Fui levantando poco a poco los brazos mientras el viento seguía arremolinándose a mi alrededor. De pronto, abrí mis ojos de par en par, bajé ambos brazos hacia delante y lancé aquellas dos esferas de viento. Avanzaron hacia la niebla y cuando penetraron en la misma explotaron liberando una gran ráfaga de viento que intentaría barrer toda la niebla que teníamos por delante. ¿Funcionaría? Quien sabe, a lo mejor sí y quedaba como todo un campeón o a lo mejor no y… lo intentaría mejor la próxima vez. No era de esos que se avergonzaba si fallaba. Tras eso, me volví hacia Rose y avancé lentamente hacia ella.
- ¿De que conoces a este chico? Pregunté, mirando por encima del hombro de la chica al sujeto. No quería ser un entrometido pero aquello me provocaba demasiada curiosidad. De todos modos, debíamos de estar concentrados para cuando llegara el momento de la verdad.
Sandor
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Akuma no mi
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Gerudo valley
Grrrrrrrr - Lupi no se fiaba.
Normal, yo tampoco me fiaba de un animal enorme y con aspecto macabro como era aquel lobo que nos acompañaba. El tema es que había oído que un montón de gente iba a ir a por no se qué arma de no sé quién del gobierno y era una buena oportunidad para hacerme notar entre todo ese gentío. Por desgracia, esa gente también era bastante fuerte, y el mejor camino por el que llegar de manera segura hasta mi objetivo era el desierto. Pero en vez de por una pelea me iba a morir de tanto calor que hacía. Quizá debiera haber esperado a la noche, aunque para entonces se me hubiese adelantado demasiado todo el mundo.
Por suerte ese monstruo tenía barriles llenos de agua que eran la herramienta que yo necesitaba para salir vivo de aquel infierno. Y debo admitir que no se mostraba en absoluto agresivo, dejando acercarme cada vez que lo necesitaba.
Entre lo que bebíamos Lupi y yo, ambos de razas mal adaptadas al calor y a la sequía, y el agua que yo me echaba encima para mantenerme fresco, ya nos habíamos acabado tres barriles, pero al monstruo aún le quedaban unos cuantos más. La verdad es que si no nos hubiese guiado desde el principio, probablemente hubiésemos tenido Lupi y yo que volvernos al rato de andar por el desierto y olvidarnos de hacernos oír por el mundo. O eso, o temerariamente habernos adentrado entre las dunas y haber muerto en mitad de la nada.
De pronto, aquel inmenso animal olfatea sobre la arena y sin previo aviso empieza a correr. El inteligente de Lupi, aunque desconfiado por el colosal tamaño de ese lobo, entendía perfectamente que sin él estábamos muertos. Sin ladrar para no gastar fuerzas innecesarias, sale disparado siguiendo a nuestro necesario aliado.
Joder... maldita sea... - Yo tampoco exteriorizo nada con palabras, pero aquel clima extremo no era el más adecuado para hacer correr a un tritón. Además, ya llevábamos un rato andando y estaba algo cansado. Pero desde luego no me quedaba más remedio. Empecé a mover las piernas y a acelerar lo más rápido que podía. Parecía como si el monstruo ahora nos quisiera abandonar en aquel desierto sin darnos la posibilidad de sobrevivir. Lo parecía porque no nos esperaba. Y, vaya, un lobo de 5 metros puede llegar a correr muy rápido.
Contemplé la posibilidad de usar la Desert Eagle para herirle, pero comprendí que una bala por muy potente que fuese, ante esa bestia lo más que podía hacerle era enfurecerle, y no nos convenía luchar contra él. Primero, porque nos iba a destrozar. Y segundo, porque aunque consiguiéramos matarlo, no podríamos llevar las provisiones necesarias para atravesar el desierto sin su ayuda. Y un disparo al aire podía hacer que se asustase y corriese todavía más rápido.
Metro a metro yo estaba más cansado y perdía de vista a nuestro guía. Por suerte, Lupi sobrevivió a su niñez gracias a su velocidad, y por supuesto corría mucho más que yo, lo que le hacía mantener más o menos la distancia con esa pedazo de mole que no se detenía ante nada.
Lupi... no le pierdas... - Entre jadeos, me vi obligado a pararme a recuperar el aliento. Las gotas de sudor caían sin parar. Mi vida dependía de mi querido lobito, Lupi, la fuerza de sus patas, y su olfato para encontrarme.
Grrrrrrrr - Lupi no se fiaba.
Normal, yo tampoco me fiaba de un animal enorme y con aspecto macabro como era aquel lobo que nos acompañaba. El tema es que había oído que un montón de gente iba a ir a por no se qué arma de no sé quién del gobierno y era una buena oportunidad para hacerme notar entre todo ese gentío. Por desgracia, esa gente también era bastante fuerte, y el mejor camino por el que llegar de manera segura hasta mi objetivo era el desierto. Pero en vez de por una pelea me iba a morir de tanto calor que hacía. Quizá debiera haber esperado a la noche, aunque para entonces se me hubiese adelantado demasiado todo el mundo.
Por suerte ese monstruo tenía barriles llenos de agua que eran la herramienta que yo necesitaba para salir vivo de aquel infierno. Y debo admitir que no se mostraba en absoluto agresivo, dejando acercarme cada vez que lo necesitaba.
Entre lo que bebíamos Lupi y yo, ambos de razas mal adaptadas al calor y a la sequía, y el agua que yo me echaba encima para mantenerme fresco, ya nos habíamos acabado tres barriles, pero al monstruo aún le quedaban unos cuantos más. La verdad es que si no nos hubiese guiado desde el principio, probablemente hubiésemos tenido Lupi y yo que volvernos al rato de andar por el desierto y olvidarnos de hacernos oír por el mundo. O eso, o temerariamente habernos adentrado entre las dunas y haber muerto en mitad de la nada.
De pronto, aquel inmenso animal olfatea sobre la arena y sin previo aviso empieza a correr. El inteligente de Lupi, aunque desconfiado por el colosal tamaño de ese lobo, entendía perfectamente que sin él estábamos muertos. Sin ladrar para no gastar fuerzas innecesarias, sale disparado siguiendo a nuestro necesario aliado.
Joder... maldita sea... - Yo tampoco exteriorizo nada con palabras, pero aquel clima extremo no era el más adecuado para hacer correr a un tritón. Además, ya llevábamos un rato andando y estaba algo cansado. Pero desde luego no me quedaba más remedio. Empecé a mover las piernas y a acelerar lo más rápido que podía. Parecía como si el monstruo ahora nos quisiera abandonar en aquel desierto sin darnos la posibilidad de sobrevivir. Lo parecía porque no nos esperaba. Y, vaya, un lobo de 5 metros puede llegar a correr muy rápido.
Contemplé la posibilidad de usar la Desert Eagle para herirle, pero comprendí que una bala por muy potente que fuese, ante esa bestia lo más que podía hacerle era enfurecerle, y no nos convenía luchar contra él. Primero, porque nos iba a destrozar. Y segundo, porque aunque consiguiéramos matarlo, no podríamos llevar las provisiones necesarias para atravesar el desierto sin su ayuda. Y un disparo al aire podía hacer que se asustase y corriese todavía más rápido.
Metro a metro yo estaba más cansado y perdía de vista a nuestro guía. Por suerte, Lupi sobrevivió a su niñez gracias a su velocidad, y por supuesto corría mucho más que yo, lo que le hacía mantener más o menos la distancia con esa pedazo de mole que no se detenía ante nada.
Lupi... no le pierdas... - Entre jadeos, me vi obligado a pararme a recuperar el aliento. Las gotas de sudor caían sin parar. Mi vida dependía de mi querido lobito, Lupi, la fuerza de sus patas, y su olfato para encontrarme.
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Por fin, tras una buena temporada de viaje marítimo habían logrado localizar la isla... Más o menos. Una extraña y densa niebla los rodeaba y, aunque estaba logrando dirigir el barco sin demasiadas complicaciones, aquello obstaculizaba su visión de forma bastante notable. Tanto como que no podían ver mucho más allá de donde se encontraban. Aquello no era el único problema que tenían... Ya fuese por la larga travesía, o tal vez por el insaciable apetito de los tripulantes, las provisiones se habían visto prácticamente agotadas a excepción de alguna botella de agua fresca. Pero, por supuesto, no acababa todo ahí. La niebla, que poseía cierta tonalidad anaranjada, parecía afectar de forma notable a la temperatura... Aunque tal vez fuera simplemente el clima de la isla. Sin embargo, pudo percibir claramente que debía de hacer bastante calor gracias a sus compañeros que, sudando y buscando las zonas más frescas del navío, se lo confirmaban.
- Sois algo quejicas... Tampoco es para tanto -respondió con un tono calmado el pelirrojo, el cual no se veía afectado por las elevadas temperaturas de la zona. Ventajas de ser un dragón.
En cualquier caso se habían topado con un enorme amasijo de rocas justo frente a ellos. "Final del trayecto." Tomando con firmeza el timón se dispuso a aproximar el barco a tierra para poder atracar lo más cerca posible, ordenando que soltasen el ancla a una distancia prudencial. Tras esto se aseguró de que todo estuviera en orden y, apoyando un pie sobre la baranda, se impulsó para saltar a tierra. Una vez allí inspeccionaría el terreno y prestaría mayor atención a las "voces" que percibía con su mantra, más que nada para no perder la localización de sus compañeros.
- Bueno, parece que no queda más remedio que dar un rodeo -les diría, girándose hacia ellos en caso de que hubiesen bajado junto a él, o bien encarándose al barco- Trataré de echar un vistazo desde arriba. Tal vez la niebla no sea demasiado alta. Coged el agua e id avanzando, no tardaré.
Y, dicho esto, haría aparecer sus alas y ascendería para intentar superar las rocas, con suerte superaría la niebla y podría tener una mejor idea del terreno. Suponiendo que no hubiese habido ningún percance antes de esto, claro.
- Sois algo quejicas... Tampoco es para tanto -respondió con un tono calmado el pelirrojo, el cual no se veía afectado por las elevadas temperaturas de la zona. Ventajas de ser un dragón.
En cualquier caso se habían topado con un enorme amasijo de rocas justo frente a ellos. "Final del trayecto." Tomando con firmeza el timón se dispuso a aproximar el barco a tierra para poder atracar lo más cerca posible, ordenando que soltasen el ancla a una distancia prudencial. Tras esto se aseguró de que todo estuviera en orden y, apoyando un pie sobre la baranda, se impulsó para saltar a tierra. Una vez allí inspeccionaría el terreno y prestaría mayor atención a las "voces" que percibía con su mantra, más que nada para no perder la localización de sus compañeros.
- Bueno, parece que no queda más remedio que dar un rodeo -les diría, girándose hacia ellos en caso de que hubiesen bajado junto a él, o bien encarándose al barco- Trataré de echar un vistazo desde arriba. Tal vez la niebla no sea demasiado alta. Coged el agua e id avanzando, no tardaré.
Y, dicho esto, haría aparecer sus alas y ascendería para intentar superar las rocas, con suerte superaría la niebla y podría tener una mejor idea del terreno. Suponiendo que no hubiese habido ningún percance antes de esto, claro.
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Akuma no mi
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No sabía donde estábamos. Como era común en mí yo solo me limitaba a esperar a donde nos llevaba el capitán, pero esta vez se había pasado. Que calor, era horrible, como si estuvieras metido en un horno y alguien te estuviera cocinando a fuego lento. Eso me recordaba que era la hora de la comida. Por desgracia no había muchos víveres en el barco debido a la larga travesía y el capitán no parecía muy dispuesto a dejar que nos los tomáramos sin más.
El calor hacía de cada paso un infierno, las fuerzas te abandonaban como si nunca hubieran estado hay y la boca parecía un desierto de estos en los que ni un solo oasis alcanzas a ver. Caminé con extremada lentitud con mi gabardina y mis ropas superiores atadas a la cintura. Con un esfuerzo sobre humano conseguí bajar del barco y me dejé caer en el suelo mientras me abanicaba con la mano. Uno de mis fantasmas imitaba la acción de manera algo más cómica como a forma de burla.
-¿Qué se nos habrá perdido en el infierno? Y lo que es más importante. ¿Me recordais por que ha venido él con nosotros? - Dije señalando a Ryuta. El capitán soltó unas indicaciones a las que no hice demasiado caso y salió volando levantando un viento fresco que secaba el sudor y se sintió la gloria. Por desgracia fue tan breve que en segundos el sudor había vuelto.
-Por favor busquemos un lugar mas fresco.
El calor hacía de cada paso un infierno, las fuerzas te abandonaban como si nunca hubieran estado hay y la boca parecía un desierto de estos en los que ni un solo oasis alcanzas a ver. Caminé con extremada lentitud con mi gabardina y mis ropas superiores atadas a la cintura. Con un esfuerzo sobre humano conseguí bajar del barco y me dejé caer en el suelo mientras me abanicaba con la mano. Uno de mis fantasmas imitaba la acción de manera algo más cómica como a forma de burla.
-¿Qué se nos habrá perdido en el infierno? Y lo que es más importante. ¿Me recordais por que ha venido él con nosotros? - Dije señalando a Ryuta. El capitán soltó unas indicaciones a las que no hice demasiado caso y salió volando levantando un viento fresco que secaba el sudor y se sintió la gloria. Por desgracia fue tan breve que en segundos el sudor había vuelto.
-Por favor busquemos un lugar mas fresco.
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El viaje en barco había sido excesivamente largo para el gusto de la pelirroja. Cosa rara, ya que en los tres años y medio que llevaba viajando por el mundo nunca había sentido cansancio al ir en barco, por largo que fuera el trayecto. Quizá culpa de su agotamiento era el hecho de que Su capitán y Ryuta se pasaran la mitad del trayecto, si no más, discutiendo a la mínima y casi peleando por ver quien comía más o estupideces por el estilo que, junto al apetito de los demás, les habían dejado en una situación comprometida. Sin apenas víveres y con solo tres botellas de agua fresca.
Sin duda alguna lo único bueno del viaje hasta entonces había sido su reencuentro con Sumire, su "pequeña amiga" que no era ni más ni menos que una dragona de escamas plateadas que tenía ciertas habilidades bastante...refrescantes y que seguramente les vendría bien teniendo en cuenta su situación.
Cuanto más se acercaban a lo que debía ser tierra firme más extraña era la situación. ¿Dónde habían ido? Una niebla de tono anaranjado les rodeaba, causando un calor insoportable para la mayoría de miembros que componían la tripulación. La chica se mantuvo sentada al lado de Sumire, la cual se había tumbado en la cubierta y que rodeaba a la chica con el cuello, refrescandolas a ella y a Eagle con su aliento helado, el cual era como una brisa de aire limpio y fresco.
Se mantuvieron así hasta que su capitán dio la orden de desembarcar. Al contrario que a la mayoría de miembros que bajaron torpemente del barco, debido a su cansancio, a ella le basto con dar un par de pasos largos antes de saltar del navío con sus piernas felinas. "Tal vez debí haber pedido a Sumire que les ayudara a ellos también..." Pensó al ver la situación de Nagato y los otros.
La dragona siguió a Mura aunque no descendió, sino que se mantuvo a cierta altura, proporcionándoles así algo de sombra mientras caminaban. -¡Sumire! Por favor, refrescales a ellos también.- Pidió la chica a su alvina amiga. No sabía si era capaz de entenderla, pero confiaba en que, con su inteligencia, la dragona intuiría lo dicho por ella.
Sin duda alguna lo único bueno del viaje hasta entonces había sido su reencuentro con Sumire, su "pequeña amiga" que no era ni más ni menos que una dragona de escamas plateadas que tenía ciertas habilidades bastante...refrescantes y que seguramente les vendría bien teniendo en cuenta su situación.
Cuanto más se acercaban a lo que debía ser tierra firme más extraña era la situación. ¿Dónde habían ido? Una niebla de tono anaranjado les rodeaba, causando un calor insoportable para la mayoría de miembros que componían la tripulación. La chica se mantuvo sentada al lado de Sumire, la cual se había tumbado en la cubierta y que rodeaba a la chica con el cuello, refrescandolas a ella y a Eagle con su aliento helado, el cual era como una brisa de aire limpio y fresco.
Se mantuvieron así hasta que su capitán dio la orden de desembarcar. Al contrario que a la mayoría de miembros que bajaron torpemente del barco, debido a su cansancio, a ella le basto con dar un par de pasos largos antes de saltar del navío con sus piernas felinas. "Tal vez debí haber pedido a Sumire que les ayudara a ellos también..." Pensó al ver la situación de Nagato y los otros.
La dragona siguió a Mura aunque no descendió, sino que se mantuvo a cierta altura, proporcionándoles así algo de sombra mientras caminaban. -¡Sumire! Por favor, refrescales a ellos también.- Pidió la chica a su alvina amiga. No sabía si era capaz de entenderla, pero confiaba en que, con su inteligencia, la dragona intuiría lo dicho por ella.
Kaito Kazuki
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Frío, una niebla extraña, de una tonalidad azul rodea el barco, dificultando bastante la visión de todo aquél que no posea una capacidad visual relativamente alta o poseyera algun artilugio para poder obviar ese problema de la niebla de su visión, en el caso del cazador de recompensas, Kaito, su visión es excelente y por tanto logra identificar el mar a su alrededor, pero este está helándose, seguir el viaje en el barco sería perderlo, por ello el joven espadachín coloca sus cuatro espadas de forma que queden a la altura de su cintura, dos a cada lado, Kirimarus en la diestra, Chisi Itami y Osore Chaneringu en la siniestra, de esa forma su capacidad ofensiva se ve potenciada relativamente, y más aún si sabe usar dicha capacidad. Los ojos escarlata del joven samurái se fijan en el horizonte, viendo como delante de su embarcación se extiende una llanura cubierta de nieve, un manto blanco que se extiende hasta donde alcanza la vista y por si fuera poco, empieza una ventisca de nieve que complica aún más la visión de lo que hace ya de por si la niebla.
|~Sinclair, Edward. La situación no es precisamente favorable, algo extraño sucede con esta niebla, no es normal encontrarse este tipo de acontecimientos meteorológicos así de pronto. Bajaremos aquí, pues el mar se está helando y el barco no puede avanzar. Echad, anclas, preparaos y en marcha.~| Dice el joven peliblanco justo antes de saltar a la llanura con su kimono violeta cubierto por una capa negra que ondea con la ventisca. Por suerte su vestimenta es idónea para esos climas pero eso es otro tema.
|~Sinclair, Edward. La situación no es precisamente favorable, algo extraño sucede con esta niebla, no es normal encontrarse este tipo de acontecimientos meteorológicos así de pronto. Bajaremos aquí, pues el mar se está helando y el barco no puede avanzar. Echad, anclas, preparaos y en marcha.~| Dice el joven peliblanco justo antes de saltar a la llanura con su kimono violeta cubierto por una capa negra que ondea con la ventisca. Por suerte su vestimenta es idónea para esos climas pero eso es otro tema.
Worick L. Arcangelo
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Akuma no mi
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Ahm... Que bonito era todo en aquel lugar, aquel bonito prado lleno de bonitas flores, pero... ¿Cómo había llegado hasta allí? Recordaba estar a bordo de un barco en compañía de Kaede y entonces me recosté un momento sobre ella, pero... Vale, esto tenía que ser un sueño de modo que antes o después me iba a despertar solo tenía que esperar. Y así lo hice, me eché en aquel prado entre flores y hierba baja, tratando de descansar mi mente en aquel dulce sueño. Realmente aquel lugar era muy relajante, pero... ¿Por qué estaba soñando aquello, por qué no tenía mis comunes pesadillas? ¿Acaso tenía algo que ver el lugar en el que estaba durmiendo? Realmente había algo especial en aquel barco, o... Lo que estaba causando aquel agradable sueño era el regazo de Kaede, no podía ser otra cosa, nada era diferente excepto aquel detalle. Desde luego era agradable soñar algo bonito de vez en cuando, pero no dudaría mucho pues no tardé en ser despertado por una voz que decía:
- ¡Hey! ¿Qué tenéis pensado hacer? Seguimos hacia el sur… ¿O tal vez buscamos otra ruta? -Dijo un barbudo que se había acercado hasta mí y se había puesto de cuclillas a mi lado para hablarme. -
Aquel tipo, ¿cómo podía despertarme para hacerme aquella pregunta? Me retorcí un poco acomodando la cabeza en las piernas de Kaede, aquello se sentía bien, así que esto era de lo que Shi siempre parloteaba. Realmente en esta situación creo que comprendía un poco mejor como se sentía mi hermano, pero ni de lejos era para tanto. O eso pensaba hasta que cuando por fin acomodé mi cabeza pude ver a Kaede, aquella era una extraña sensación, ¿eso era el amor? Podía ver su bello rostro mirándome y como me propició una bonita sonrisa para recibirme tras haberme despertado, fue entonces cuando fortuitamente me fijé en sus senos, estaban demasiado cerca y eso me incomodó. Pude notar como me sonrojaba por momentos y me ponía nervioso, me levanté rápidamente y creo que asusté a Kaede por lo inesperado que fue. Estuve de espaldas a ella unos segundos y recuperé la compostura, para poco después girarme y devolverle la sonrisa.
- Siento si Kuroi te asustó, es solo que... Le sorprendió verte cuidándolo, él te agradece por hacerlo Kaede, creo que pude dormir bien gracias a ti. - Dije mientras me acercaba y la besaba en la mejilla, se me hacía raro porque para mí era casi una completa extraña, pero algo dentro de mí, supongo que Shi, me hacía amarla. -
Tras aquello me giré y miré a nuestro barbudo amigo y su hijo, desde luego que descortés por mi parte dormirme mientras ellos se hacían cargo de todo. No solo se habían dispuesto a llevarnos en su barco sin pedir nada a cambio, sino que además, yo me había dormido mientras ellos andaban al tanto de la navegación:
- Perdonen a Kuroi, que descortés por su parte dormirse mientras ustedes se hacían cargo de todo por él, encima que se han tomado las molestias de llevarnos sin pedir nada a cambio. Realmente les pido perdón por esto. -dije totalmente avergonzado al darme cuenta de la situación, no había sido nada "bonito" mi trato hacía ellos a pesar de todo lo que estos estaban haciendo por nosotros. -
- No te preocupes chico, esta bien. ¿Has podido descansar bien? Y que hay de tu novia, ¿también esta bien? -preguntó con una amplia sonrisa que se veía tras su castaña barba.-
- Sí lo hice, ¡espere un momento! Ella no es... Etto... Ella no.. ¡Agh! -Un nudo se hizo en mi garganta y no conseguí seguir la conversación, me parece que Kaede tendría que contestar la pregunta de aquel tipo, pues yo estaba completamente inmóvil. Algo en mi cabeza había colapsado al oír aquellas palabras.
- ¡Hey! ¿Qué tenéis pensado hacer? Seguimos hacia el sur… ¿O tal vez buscamos otra ruta? -Dijo un barbudo que se había acercado hasta mí y se había puesto de cuclillas a mi lado para hablarme. -
Aquel tipo, ¿cómo podía despertarme para hacerme aquella pregunta? Me retorcí un poco acomodando la cabeza en las piernas de Kaede, aquello se sentía bien, así que esto era de lo que Shi siempre parloteaba. Realmente en esta situación creo que comprendía un poco mejor como se sentía mi hermano, pero ni de lejos era para tanto. O eso pensaba hasta que cuando por fin acomodé mi cabeza pude ver a Kaede, aquella era una extraña sensación, ¿eso era el amor? Podía ver su bello rostro mirándome y como me propició una bonita sonrisa para recibirme tras haberme despertado, fue entonces cuando fortuitamente me fijé en sus senos, estaban demasiado cerca y eso me incomodó. Pude notar como me sonrojaba por momentos y me ponía nervioso, me levanté rápidamente y creo que asusté a Kaede por lo inesperado que fue. Estuve de espaldas a ella unos segundos y recuperé la compostura, para poco después girarme y devolverle la sonrisa.
- Siento si Kuroi te asustó, es solo que... Le sorprendió verte cuidándolo, él te agradece por hacerlo Kaede, creo que pude dormir bien gracias a ti. - Dije mientras me acercaba y la besaba en la mejilla, se me hacía raro porque para mí era casi una completa extraña, pero algo dentro de mí, supongo que Shi, me hacía amarla. -
Tras aquello me giré y miré a nuestro barbudo amigo y su hijo, desde luego que descortés por mi parte dormirme mientras ellos se hacían cargo de todo. No solo se habían dispuesto a llevarnos en su barco sin pedir nada a cambio, sino que además, yo me había dormido mientras ellos andaban al tanto de la navegación:
- Perdonen a Kuroi, que descortés por su parte dormirse mientras ustedes se hacían cargo de todo por él, encima que se han tomado las molestias de llevarnos sin pedir nada a cambio. Realmente les pido perdón por esto. -dije totalmente avergonzado al darme cuenta de la situación, no había sido nada "bonito" mi trato hacía ellos a pesar de todo lo que estos estaban haciendo por nosotros. -
- No te preocupes chico, esta bien. ¿Has podido descansar bien? Y que hay de tu novia, ¿también esta bien? -preguntó con una amplia sonrisa que se veía tras su castaña barba.-
- Sí lo hice, ¡espere un momento! Ella no es... Etto... Ella no.. ¡Agh! -Un nudo se hizo en mi garganta y no conseguí seguir la conversación, me parece que Kaede tendría que contestar la pregunta de aquel tipo, pues yo estaba completamente inmóvil. Algo en mi cabeza había colapsado al oír aquellas palabras.
Ryusen Higure
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Akuma no mi
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Me encontraba sentado en el mascarón de proa del barco mirando con atención todo lo que rodeaba el mismo. Mientras navegábamos mis sentidos permanecían atentos a cualquier detalle que sirviese para guiarnos a través de esas aguas desconocidas sin muchos percances. Tras varios días de viaje sin ninguna novedad finalmente se empezó a notar algo diferente, el ambiente empezó a cambiar debido a una extraña niebla azul que rodeaba el barco y hacía que el ambiente se sintiera más frío que de costumbre. Afortunadamente mi pelaje felino y mi ropa me resguardaban del frío y simplemente notaba una brisa fresca que podría llegar a ser molesta. Conmigo llevaba dos espadas, las que me dio Holo mientras entrenábamos en su isla natal, las otras dos las guardaba mi esposa que también cuidaba de mi amigo Kylan.
El barco finalmente llegó a lo que parecía ser una zona donde podría o bien bajar a alguna de las dos zonas boscosas a investigar o seguir navegando por el canal que había entre ambas pero mi instinto animal me decía que lo mejor sería bajar a la zona de la derecha y avanzar por ese bosque. Mi único acompañante era Rowan pero no necesitaba más ya que confiaba plenamente en él así que simplemente grité Nos vamos por el bosque de la derecha, prepara tu hacha que nos vamos a divertir. Tras esas palabras eché el ancla y salté a tierra donde esperaría a mi compañero de viajes.
El barco finalmente llegó a lo que parecía ser una zona donde podría o bien bajar a alguna de las dos zonas boscosas a investigar o seguir navegando por el canal que había entre ambas pero mi instinto animal me decía que lo mejor sería bajar a la zona de la derecha y avanzar por ese bosque. Mi único acompañante era Rowan pero no necesitaba más ya que confiaba plenamente en él así que simplemente grité Nos vamos por el bosque de la derecha, prepara tu hacha que nos vamos a divertir. Tras esas palabras eché el ancla y salté a tierra donde esperaría a mi compañero de viajes.
Rhapsodia
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Akuma no mi
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De nuevo navegando hacia la nada, hacia un destino del que no sabíamos absolutamente nada....
Me había quedado dormido en cubierta y desperté por una sensación creciente de calor. Abrí los ojos y vislumbré una tenue niebla naranja que impedía la visibilidad. El calor no paraba de aumentar y me hacían saber que nuestras provisiones eran cuanto menos escasas. Me levanté de la butaca en la que minutos antes me había dormido y sosteniendo aún aquél porro de maría que me había preparado exclamé al ver aquél paisaje:
- ¿Pero que mierdas me fumé hace media hora?
Al ver que mis compañeros también habían notado aquella agobiante sensación de calor y aquella niebla naranja me quedé mas o menos tranquilo.
- Mmm, menos mal que no has sido tu, dije mirando al porro que yacía en el suelo apagado.
Unos instantes después sentí como el barco dejó de moverse, habíamos encallado. Busqué con la mirada al resto de la tripulación mas no encontré persona alguna. Me levanté y comencé a andar por la cubierta hasta llegar a proa. Allí estaban mis compañeros, y ese individua extraño al cual el capitán había invitado a viajar con nosotros. No tenía nada en contra de él pero todavía no se había ganado mi confianza, era obvio que se había ganado la confianza del capitán pues si no, no estaría allí. Bajé de un salto justo en el momento en el que el capitán elevó sus alas y desapareció entre aquella espesa niebla color naranja.
Mire a mis compañeros y les dije con un semblante serio:
- Creo que necesito unos calzoncillos nuevos, se me han vuelto a perder los últimos que llevaba en mi maleta.
Aun me acordaba de aquellos calzoncillos blancos de marca que había podido comprarme gracias al dinero que Lanxe me dió. Que buenos momentos había pasado con aquellos gayumbos, auque casi siempre me miraban desde el sillón o desde la maleta. Los tenía mas tiempo posados sobre muebles o sobre objetos inanimados que puestos.
- Necesitamos beber agua cuanto antes, la deshidratación en nuestro peor enemigo ahora mismo.
Me había quedado dormido en cubierta y desperté por una sensación creciente de calor. Abrí los ojos y vislumbré una tenue niebla naranja que impedía la visibilidad. El calor no paraba de aumentar y me hacían saber que nuestras provisiones eran cuanto menos escasas. Me levanté de la butaca en la que minutos antes me había dormido y sosteniendo aún aquél porro de maría que me había preparado exclamé al ver aquél paisaje:
- ¿Pero que mierdas me fumé hace media hora?
Al ver que mis compañeros también habían notado aquella agobiante sensación de calor y aquella niebla naranja me quedé mas o menos tranquilo.
- Mmm, menos mal que no has sido tu, dije mirando al porro que yacía en el suelo apagado.
Unos instantes después sentí como el barco dejó de moverse, habíamos encallado. Busqué con la mirada al resto de la tripulación mas no encontré persona alguna. Me levanté y comencé a andar por la cubierta hasta llegar a proa. Allí estaban mis compañeros, y ese individua extraño al cual el capitán había invitado a viajar con nosotros. No tenía nada en contra de él pero todavía no se había ganado mi confianza, era obvio que se había ganado la confianza del capitán pues si no, no estaría allí. Bajé de un salto justo en el momento en el que el capitán elevó sus alas y desapareció entre aquella espesa niebla color naranja.
Mire a mis compañeros y les dije con un semblante serio:
- Creo que necesito unos calzoncillos nuevos, se me han vuelto a perder los últimos que llevaba en mi maleta.
Aun me acordaba de aquellos calzoncillos blancos de marca que había podido comprarme gracias al dinero que Lanxe me dió. Que buenos momentos había pasado con aquellos gayumbos, auque casi siempre me miraban desde el sillón o desde la maleta. Los tenía mas tiempo posados sobre muebles o sobre objetos inanimados que puestos.
- Necesitamos beber agua cuanto antes, la deshidratación en nuestro peor enemigo ahora mismo.
sinclair moon
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Akuma no mi
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Otra vez el gobierno nos había reclamado a todo el gremio y estábamos todos excepto el hombre escarabajo que no por donde andaría. Otra vez pensaba seriamente en que el gobierno quería deshacerse de todos los cazadores ya que, al menos, la última vez estuvimos al borde de la muerte y hubiese sido así de no haber sido por Kaito. Aunque jugarse la vida por el gobierno salía rentable si salias con vida de los trabajos que encomendaba, ya no era si quiera por sus generosos pagos ya que, personalmente, pienso que no hay cantidad de dinero, ni recompensa material por la que valga la pena dar la vida. Yo prefería dar la vida por hacer un mundo un poco mejor y por fortalecerme cosa que sospechaba haber hecho en la misión anterior que nos encomendó el gobierno.
De repente, algo me sacó de mis pensamientos, quizás fuese el frío helador que envolvía el ambiente o las palabras que mis oídos escucharon provenientes de kaito, quien nos estaba haciendo un análisis de la situación ambiental y nos pedía a Edward y a mi que hecharamos anclas, cosa que con un poco de esfuerzo hice yo. Y después de hacerlo bajé a aquella llanura nevada que se extendía ante nosotros. Me dirigí hacia Kaito con mi traje de cuero negro el cual cubría mi gabardina larga que poseía múltiples bolsillos interiores en las que guardaba un par de cargadores de cada tipo de munición que había conseguido, en mi cintura llevaba las pistoleras donde guardaba mis dos pistolas y mi arrow of destruction atado en mi brazo derecho.
- Bueno kaito aquí estamos otra vez jugándonosla por vete tu a saber que turbio asunto.
De repente, algo me sacó de mis pensamientos, quizás fuese el frío helador que envolvía el ambiente o las palabras que mis oídos escucharon provenientes de kaito, quien nos estaba haciendo un análisis de la situación ambiental y nos pedía a Edward y a mi que hecharamos anclas, cosa que con un poco de esfuerzo hice yo. Y después de hacerlo bajé a aquella llanura nevada que se extendía ante nosotros. Me dirigí hacia Kaito con mi traje de cuero negro el cual cubría mi gabardina larga que poseía múltiples bolsillos interiores en las que guardaba un par de cargadores de cada tipo de munición que había conseguido, en mi cintura llevaba las pistoleras donde guardaba mis dos pistolas y mi arrow of destruction atado en mi brazo derecho.
- Bueno kaito aquí estamos otra vez jugándonosla por vete tu a saber que turbio asunto.
Sawn
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Leonel no había dicho nada aún de lo que íbamos a hacer próximamente, pero me jugaría mi almuerzo de los miércoles a que iríamos a hacer algo grandioso. El día era maravilloso, el cielo estaba despejado y el sol pegaba fuerte, pero se podía aguantar. Ninguno dentro del barco paró de hacer sus cosas, unos preparaban cajas que dejaban en una esquina de la cubierta, otros con cuerdas en las manos se liaban una buena y yo me encontraba en en la zona de mandos del barco, no me habían mandado hacer nada y allí estaba, pegado en la barandilla mirando todo lo que nos rodeaba.
Todo iba perfecto hasta que entramos en un banco de niebla, o eso parecía. Segundos mas tarde de entrar en ese banco el calor se había incrementado un montón. Fui a cubierta a preguntar a mis compañeros como iban, el calor que nos rodeaba no era normal. Todos me decían que de momento podían seguir trabajando. Sin decir nada bajé al almacén, aunque pudiesen de momento trabajar, necesitarían agua. Ya en el almacén me puse a buscar agua, sabía perfectamente que había ¿pero donde?
Abrí cajas, donde había un montón de comida: manzanas, algo de carne, verduras, legumbres,... Era bueno saber que teníamos fruta con una gran cantidad de agua por si se necesitaban. Al fin encontré las botellas de agua, me sorprendió ver solo 8 botellas de dos litros cada una, con eso no teníamos ni para la mitad de los que estábamos en el barco ahora mismo. Subí rápidamente a la zona de mandos junto a Leonel.
Henry: ¡Capitán, empieza a hacer mucha calor y solo tenemos dos botellas, perdón, 8 botellas de dos litros cada una. Si tenemos que llegar a algún lado que sea rápido, no creo que la gente pueda aguantar mucho!
Todo iba perfecto hasta que entramos en un banco de niebla, o eso parecía. Segundos mas tarde de entrar en ese banco el calor se había incrementado un montón. Fui a cubierta a preguntar a mis compañeros como iban, el calor que nos rodeaba no era normal. Todos me decían que de momento podían seguir trabajando. Sin decir nada bajé al almacén, aunque pudiesen de momento trabajar, necesitarían agua. Ya en el almacén me puse a buscar agua, sabía perfectamente que había ¿pero donde?
Abrí cajas, donde había un montón de comida: manzanas, algo de carne, verduras, legumbres,... Era bueno saber que teníamos fruta con una gran cantidad de agua por si se necesitaban. Al fin encontré las botellas de agua, me sorprendió ver solo 8 botellas de dos litros cada una, con eso no teníamos ni para la mitad de los que estábamos en el barco ahora mismo. Subí rápidamente a la zona de mandos junto a Leonel.
Henry: ¡Capitán, empieza a hacer mucha calor y solo tenemos dos botellas, perdón, 8 botellas de dos litros cada una. Si tenemos que llegar a algún lado que sea rápido, no creo que la gente pueda aguantar mucho!
Keth - Selim
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Suspiré por tercera vez. Llevaba navegando cerca de una semana, y el aire se volvía cada vez más frío. Había avistado tierra a lo lejos hacía unas horas, pero una espesa niebla decidió tomar el control del paisaje cuando poco me quedaba para poder atracar. Me envolví más en mi bufanda azul, agradeciendo tenerla conmigo. Pese a llevar ropa de abrigo, azul y blanca, era la bufanda, amplia y esponjosa, la que más calor me daba.
Suspiré por cuarta vez, y guardé la flauta en su funda nueva colgada a mi cintura, antes de que se helase. Había tenido la precaución de comprarla antes de emprender el viaje; era de cuero y bien bonita. Los rumores acerca de la agitación en estas aguas habían recorrido varios archipiélagos, pero nada concreto. Solo sabía que mucha gente iba a congregarse por aquí. Y si quería encontrar a mi protegido o protegida... tal vez estuviera entre la marea de humanos. No perdía nada. Pero no podía dejar de preguntarme qué había hecho que tanta gente viniera hacia aquí. Había distinguido siluetas de barcos en la niebla mientras me aproximaba, unos pequeños y otros grandes, en todo caso demasiados. Aunque uno solo también me habría parecido excesivo.
Reprimí mis pensamientos al oír un ruido extraño. Me asomé a la borda y vi que mi pobre barquito había roto metro y pico de hielo antes de quedarse atascado. Suspiré por quinta vez. Agarré al hombro la bolsa que tenía mis escasas pertenencias y até mi katana al cinto antes de saltar a tierra. Miré a lo lejos y vi... la nada. Mucho hielo debía de haber porque la niebla no me dejaba divisar ni siquiera la forma de una montaña. Eché a andar envuelto en negros pensamientos.
No se si pasaron unos minutos o una hora, pero divisé unas sombras a lo lejos. Me pregunté si me verían, pues la nieve me había cubierto casi por entero y por ahorrar energía en esa pradera blanca sin fin, ni siquiera me la había apartado. Pero haciendo recuento de la situación, me di cuenta de que no podía seguir viajando solo. Mi principal objetivo era enterarme de qué ocurría y examinar a cuantas más personas mejor. Era necesario que alcanzara a esas personas. Me agaché a atarme bien las botas, agarré con fuerza mi bolsa y en silencio eché a correr en medio de la nieve, silencioso y ágil como una sombra.
Suspiré por cuarta vez, y guardé la flauta en su funda nueva colgada a mi cintura, antes de que se helase. Había tenido la precaución de comprarla antes de emprender el viaje; era de cuero y bien bonita. Los rumores acerca de la agitación en estas aguas habían recorrido varios archipiélagos, pero nada concreto. Solo sabía que mucha gente iba a congregarse por aquí. Y si quería encontrar a mi protegido o protegida... tal vez estuviera entre la marea de humanos. No perdía nada. Pero no podía dejar de preguntarme qué había hecho que tanta gente viniera hacia aquí. Había distinguido siluetas de barcos en la niebla mientras me aproximaba, unos pequeños y otros grandes, en todo caso demasiados. Aunque uno solo también me habría parecido excesivo.
Reprimí mis pensamientos al oír un ruido extraño. Me asomé a la borda y vi que mi pobre barquito había roto metro y pico de hielo antes de quedarse atascado. Suspiré por quinta vez. Agarré al hombro la bolsa que tenía mis escasas pertenencias y até mi katana al cinto antes de saltar a tierra. Miré a lo lejos y vi... la nada. Mucho hielo debía de haber porque la niebla no me dejaba divisar ni siquiera la forma de una montaña. Eché a andar envuelto en negros pensamientos.
No se si pasaron unos minutos o una hora, pero divisé unas sombras a lo lejos. Me pregunté si me verían, pues la nieve me había cubierto casi por entero y por ahorrar energía en esa pradera blanca sin fin, ni siquiera me la había apartado. Pero haciendo recuento de la situación, me di cuenta de que no podía seguir viajando solo. Mi principal objetivo era enterarme de qué ocurría y examinar a cuantas más personas mejor. Era necesario que alcanzara a esas personas. Me agaché a atarme bien las botas, agarré con fuerza mi bolsa y en silencio eché a correr en medio de la nieve, silencioso y ágil como una sombra.
Steve
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¿Qué hora era? No podría saberlo, o más bien no me interesaba, solo quería comer algo, pero desde la cama era difícil conseguir comida a no ser que te la trajera otra persona y además hace varios días que la comida escaseaba en el barco. Mordí la almohada, llenándola de babas, con la intención de engañar al estomago, pero no hacía ningún efecto. Tras un rato más en la cama, decidí levantarme, pues ya empezaba a hacerse imposible descansar ahí, no solo por el hambre, sino también por el calor, que me provocó una extraña confrontación de pereza y ganas de estar en pie, aunque esta quizás para conseguir algo con lo que refrescarse.
Dude durante unos segundos si vestir mis atuendos típicos, pero viendo el color de estos y todo lo que cubrían, decidí no asarme como un pollo y llevar solo la camisa blanca y el pantalón negro. Fui hacía la puerta para salir del cuarto de la pelirroja, pues la temperatura cada vez era más infernal, pero recordé que dejaba mi arma detrás, reculando unos pasos para cogerla y colgarla de uno de los tres cintos que sostenían mi pantalón.
Llegué a cubierta justo en el momento en el que Akagami hablaba, oyendo desde arriba lo que decía, algo de dar un vistazo desde arriba, realmente no le hacía mucho caso en esas cosas y solía omitir sus conversaciones aburridas y pedantes, pues bastante tenía que soportarlo ya. Una pregunta de otro miembro de la tripulación cuyo nombre era… Para que mentirnos, no me había aprendido ninguno todavía y hasta que no me despertaran algún tipo de interés no lo haría, me conocía lo suficiente como para afirmar eso.
-Veras, enclenque, voy con vosotros porque si la seguridad de vuestra banda dependiera de tus brazitos, hace mucho que estaríais muertos. Ni a mí me gusta tener que se vuestra niñera, ni a vosotros que lo sea, así que dejemos ese cargo solo para cuando sea necesario ¿te parece?-le dije desde mi posición, que todavía era elevada-.
Sabía que no era buena idea y seguramente Mura me reprendiese por hablarle así, o algo, pero yo no era el que iba buscando pelea, aunque ciertamente el estar sin comer y con ese calor no me hacía una persona sumamente agradable y bonachona, pero bueno, tenía una excusa. Tras eso bajé hasta el suelo, y me quedé esperando a que se movieran, pero todos los que habían bajado se quedaron quietos, lo cual me hizo mirar hacia el lugar por el que había desaparecido el lagarto volador y después mirar de nuevo a las tres personas que había por allí, Mura y dos jóvenes, que parecían hacer caso omiso a su capitán. “Menuda panda” fue lo primero que se me paso por la cabeza, así que cogí aire y empecé a hablar con un tono imperativo.
-¿No le habéis oído? Ha dicho que nos movamos. Todos. Ahora. Con las piernas.-dije señalando el camino a mi espalda-.
Y tras eso, empecé a andar, con o sin ellos, pues quería irme de allí rápido y la mejor manera era saber como continuar.
Dude durante unos segundos si vestir mis atuendos típicos, pero viendo el color de estos y todo lo que cubrían, decidí no asarme como un pollo y llevar solo la camisa blanca y el pantalón negro. Fui hacía la puerta para salir del cuarto de la pelirroja, pues la temperatura cada vez era más infernal, pero recordé que dejaba mi arma detrás, reculando unos pasos para cogerla y colgarla de uno de los tres cintos que sostenían mi pantalón.
Llegué a cubierta justo en el momento en el que Akagami hablaba, oyendo desde arriba lo que decía, algo de dar un vistazo desde arriba, realmente no le hacía mucho caso en esas cosas y solía omitir sus conversaciones aburridas y pedantes, pues bastante tenía que soportarlo ya. Una pregunta de otro miembro de la tripulación cuyo nombre era… Para que mentirnos, no me había aprendido ninguno todavía y hasta que no me despertaran algún tipo de interés no lo haría, me conocía lo suficiente como para afirmar eso.
-Veras, enclenque, voy con vosotros porque si la seguridad de vuestra banda dependiera de tus brazitos, hace mucho que estaríais muertos. Ni a mí me gusta tener que se vuestra niñera, ni a vosotros que lo sea, así que dejemos ese cargo solo para cuando sea necesario ¿te parece?-le dije desde mi posición, que todavía era elevada-.
Sabía que no era buena idea y seguramente Mura me reprendiese por hablarle así, o algo, pero yo no era el que iba buscando pelea, aunque ciertamente el estar sin comer y con ese calor no me hacía una persona sumamente agradable y bonachona, pero bueno, tenía una excusa. Tras eso bajé hasta el suelo, y me quedé esperando a que se movieran, pero todos los que habían bajado se quedaron quietos, lo cual me hizo mirar hacia el lugar por el que había desaparecido el lagarto volador y después mirar de nuevo a las tres personas que había por allí, Mura y dos jóvenes, que parecían hacer caso omiso a su capitán. “Menuda panda” fue lo primero que se me paso por la cabeza, así que cogí aire y empecé a hablar con un tono imperativo.
-¿No le habéis oído? Ha dicho que nos movamos. Todos. Ahora. Con las piernas.-dije señalando el camino a mi espalda-.
Y tras eso, empecé a andar, con o sin ellos, pues quería irme de allí rápido y la mejor manera era saber como continuar.
Viole
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-Ah..., que sueño... - Susurraba para mí, totalmente dormido.
Me despertó una voz que bien conocía, la cual no tardé en identificar. Theo me estaba llamando desde bastante lejos, pues la voz llegaba débil a mis oídos. Normalmente no me despertaba por una ligera voz, pero también se sumaba el increíble calor que hacía en la habitación. Me levanté de la cama bastante dormido y en ropas menores, para luego dejarla bien hecha a duras penas e intentar ponerme un poco de ropa válida para ello. Así, me puse algo ligero, exactamente una fina camisa de manga corta y un pantalón corto que daban a relucir mi blanca piel. Cuando me proponía a salir a ver que ocurría, no me di cuenta de que la puerta estaba cerrada y me pegué un cabezazo contra ella. Me recompuse al momento y salí de allí, con una mueca que era más de cansancio y tristeza que de otra cosa.
Nada más salir noté una cosa y era que la temperatura aumentaba, o al menos aquella era la sensación que me trasmitía mi cuerpo. Por suerte, llevaba relativamente bien el calor y no sudaba con facilidad, pero seguramente terminaría por caer si todo seguía a este ritmo. Dejé de prestarle atención a la temperatura y me centré de donde había venido la voz. No llegaba a vislumbrar bien donde estaba Theo, pero sabía que no estaba en el barco con casi toda seguridad. Tampoco es que mi cerebro me dejara pensar mucho recién despierto, pero aunque sea funcionaba lo mínimo. Miré a las zonas circundantes al barco y descubrí que había tierra, que creó una faceta aún más triste en mi cara. Seguramente tendría que ir y dejar de dormir...
Salté del barco, no sin antes posar la mano en las espadas para asegurarme que las llevaba y coger una goma del pelo, pues con este calor y sumado a la molestia que era tenerlo en la cara, iba a ser un infierno. Me acerqué con los ojos entrecerrados para ver un poco mejor y vi al hombre del pelo blanco y a la chica, a los cuales ignoré y me centré solamente en Theo. Levanté la mano en señal de saludo y me acerqué a ella, aún con la mano en las espadas y tornando mi mueca de desagrado en una un poco más feliz naturalmente. Pasando por alto lo lógico, que era preguntar a donde íbamos, hice otra pregunta que me interesaba más.
-¿Sabéis hacer una coleta? - Dije, mostrando la goma.
Me despertó una voz que bien conocía, la cual no tardé en identificar. Theo me estaba llamando desde bastante lejos, pues la voz llegaba débil a mis oídos. Normalmente no me despertaba por una ligera voz, pero también se sumaba el increíble calor que hacía en la habitación. Me levanté de la cama bastante dormido y en ropas menores, para luego dejarla bien hecha a duras penas e intentar ponerme un poco de ropa válida para ello. Así, me puse algo ligero, exactamente una fina camisa de manga corta y un pantalón corto que daban a relucir mi blanca piel. Cuando me proponía a salir a ver que ocurría, no me di cuenta de que la puerta estaba cerrada y me pegué un cabezazo contra ella. Me recompuse al momento y salí de allí, con una mueca que era más de cansancio y tristeza que de otra cosa.
Nada más salir noté una cosa y era que la temperatura aumentaba, o al menos aquella era la sensación que me trasmitía mi cuerpo. Por suerte, llevaba relativamente bien el calor y no sudaba con facilidad, pero seguramente terminaría por caer si todo seguía a este ritmo. Dejé de prestarle atención a la temperatura y me centré de donde había venido la voz. No llegaba a vislumbrar bien donde estaba Theo, pero sabía que no estaba en el barco con casi toda seguridad. Tampoco es que mi cerebro me dejara pensar mucho recién despierto, pero aunque sea funcionaba lo mínimo. Miré a las zonas circundantes al barco y descubrí que había tierra, que creó una faceta aún más triste en mi cara. Seguramente tendría que ir y dejar de dormir...
Salté del barco, no sin antes posar la mano en las espadas para asegurarme que las llevaba y coger una goma del pelo, pues con este calor y sumado a la molestia que era tenerlo en la cara, iba a ser un infierno. Me acerqué con los ojos entrecerrados para ver un poco mejor y vi al hombre del pelo blanco y a la chica, a los cuales ignoré y me centré solamente en Theo. Levanté la mano en señal de saludo y me acerqué a ella, aún con la mano en las espadas y tornando mi mueca de desagrado en una un poco más feliz naturalmente. Pasando por alto lo lógico, que era preguntar a donde íbamos, hice otra pregunta que me interesaba más.
-¿Sabéis hacer una coleta? - Dije, mostrando la goma.
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Akuma no mi
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Ni un solo rayo de luz lograba adentrarse en el camarote del marine, el cual había tapado la escotilla con su albina chaqueta de teniente comandante. No es que le molestase la iluminación, la cual parecía ser algo escasa en aquellos momentos, pero prefería la calma y tranquilidad de la oscuridad. Sin nada que pudiera sacarle de sus pensamientos, ni perturbarle... A excepción de esos malditos cánticos del infierno. ¿Quién cojones era el imbécil que se había puesto a cantar a aquellas horas? Peor: ¿por qué narices tenía que aguantar esos asquerosos gritos? Lo odiaba, lo odiaba muchísimo. No era capaz de comprender la necesidad de vociferar aquellas melodías a los cuatro vientos, y menos aún cuando poseían una voz tan horrenda como la del que lo estaba haciendo en ese momento. "No le estallará la cabeza, no..." Pensaba el azabache mientras se colocaba la almohada sobre la cabeza, tratando de impedir que el sonido llegase hasta sus oídos. A decir verdad, sin mucho éxito.
No tenía muy claro cuánto tiempo había pasado, pero no pegó ojo en toda la noche. Fuera quien fuese el que pasó toda la noche cantando lo pagaría caro. Más le valía no ser de menor rango que él o pasaría un rato divertido torturándole, ya fuese a base de órdenes o de forma literal si se le presentaba la oportunidad. De ser un superior... Bueno, ya se le presentaría la oportunidad de vengarse con el tiempo. En cualquier caso lo único cierto era que estaba agotado, y que de hecho le había estado soltando algún que otro puñetazo de rabia a la pared, haciéndose un daño que, evidentemente, había absorbido con sus poderes y guardado en alguno de los frasquitos que traía junto a su equipo médico. Unos 30 mililitros aproximadamente. La puerta de su camarote se abrió, dejando pasar una deslumbrante luz que seguía a uno de los capitanes, el cual le avisó de que pronto llegarían y que tal vez le vendría bien comer algo. Con un gesto de la mano algo desganado y asintiendo dio su "roger" y se dispuso a prepararse, colocándose a Astartea y su otro sable a cada lado de la cintura, así como ocultando sus cuchillos bajo los brazales de cuero, recogiendo su chaqueta y su equipo médico, pedido a sus superiores y que apenas constaba de algo de alcohol, unas vendas, un pequeño bisturí e hilo y agujas. Al salir del camarote, que estaba justo frente al de Heaten, pudo ver a la pelimorada con aquellas prendas tan poco adecuadas que solía llevar.
- Deberías abrigarte mejor -le dijo mientras se ajustaba la larga chaqueta- Tal vez el tiempo empeore, y será más adecuado para una Teniente Comandante de la Marina -prosiguió. La verdad es que no le importaba demasiado, pero cuando estaban de servicio debían guardar las formas- Iré a comer algo mientras tanto. Nos vemos en cubierta dentro de 10 minutos.
Y acto seguido se encaminó hacia cocina. Por suerte había comida ya hecha y no tendría que preparar nada... Realmente habría detestado tener que comerse uno de sus propios platos. ¿Cómo podían gustarle a los demás? Tras alimentarse se dirigiría hacia cubierta, donde esperaría a su compañera.
No tenía muy claro cuánto tiempo había pasado, pero no pegó ojo en toda la noche. Fuera quien fuese el que pasó toda la noche cantando lo pagaría caro. Más le valía no ser de menor rango que él o pasaría un rato divertido torturándole, ya fuese a base de órdenes o de forma literal si se le presentaba la oportunidad. De ser un superior... Bueno, ya se le presentaría la oportunidad de vengarse con el tiempo. En cualquier caso lo único cierto era que estaba agotado, y que de hecho le había estado soltando algún que otro puñetazo de rabia a la pared, haciéndose un daño que, evidentemente, había absorbido con sus poderes y guardado en alguno de los frasquitos que traía junto a su equipo médico. Unos 30 mililitros aproximadamente. La puerta de su camarote se abrió, dejando pasar una deslumbrante luz que seguía a uno de los capitanes, el cual le avisó de que pronto llegarían y que tal vez le vendría bien comer algo. Con un gesto de la mano algo desganado y asintiendo dio su "roger" y se dispuso a prepararse, colocándose a Astartea y su otro sable a cada lado de la cintura, así como ocultando sus cuchillos bajo los brazales de cuero, recogiendo su chaqueta y su equipo médico, pedido a sus superiores y que apenas constaba de algo de alcohol, unas vendas, un pequeño bisturí e hilo y agujas. Al salir del camarote, que estaba justo frente al de Heaten, pudo ver a la pelimorada con aquellas prendas tan poco adecuadas que solía llevar.
- Deberías abrigarte mejor -le dijo mientras se ajustaba la larga chaqueta- Tal vez el tiempo empeore, y será más adecuado para una Teniente Comandante de la Marina -prosiguió. La verdad es que no le importaba demasiado, pero cuando estaban de servicio debían guardar las formas- Iré a comer algo mientras tanto. Nos vemos en cubierta dentro de 10 minutos.
Y acto seguido se encaminó hacia cocina. Por suerte había comida ya hecha y no tendría que preparar nada... Realmente habría detestado tener que comerse uno de sus propios platos. ¿Cómo podían gustarle a los demás? Tras alimentarse se dirigiría hacia cubierta, donde esperaría a su compañera.
Kokonoe Toru
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Akuma no mi
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Me encontraba en mi camarote en una postura de meditación pensando en mi pasado y mi futuro, pensando en porque me hice cazador y lo más importante, porque seguía haciendo el trabajo sucio del gobierno. Mis ojos permanecían cerrados mientras llevaba el abrigo a pesar de estar en el interior del barco ya que hacía un frío inusual. Poco a poco mi mente y mi ritmo cardíaco se iban sincronizando y mi cuerpo se relajaba dejándome en un estado donde podría soportar el frío inusual que hacía. El barco avanzaba con cuidado por las aguas debido a la niebla y al estado del mar hasta que de pronto se escuchó la voz de Kaito diciendo que echáramos anclas y nos preparáramos para salir.
Abrí los ojos con el cuerpo en un estado similar al nirvana y recogí unas pocas armas, la primera el Arrow of Destruction, una herencia de mi hermano; Ryu y Tora, mis dos pistolas más preciadas; y mi kusarigama la cual ocultaba un poder misterioso. Salí del camarote y vi como Sinclair echaba el ancla y se reunía con Kaito por lo que simplemente me adelanté hasta colocarme a su lado y salté a la nieve esperando órdenes de Kaito.
Abrí los ojos con el cuerpo en un estado similar al nirvana y recogí unas pocas armas, la primera el Arrow of Destruction, una herencia de mi hermano; Ryu y Tora, mis dos pistolas más preciadas; y mi kusarigama la cual ocultaba un poder misterioso. Salí del camarote y vi como Sinclair echaba el ancla y se reunía con Kaito por lo que simplemente me adelanté hasta colocarme a su lado y salté a la nieve esperando órdenes de Kaito.
Sasaki
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Akuma no mi
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-Dios, ¿dan-cho, porque no utilizas un poco tu poder para refrescar esto? me estoy asando vivo- le dije al rubio pues sabía que podía controlar el hielo.
Me encontraba tumbado en la cubierta de un barco marine agonizando por el calor que estaba haciendo, me gustaba el calor pero no en exceso, y en ese momento era excesivo, por lo que me llevaba a preguntarme como habíamos llegado allí.
Mientras tanto de fondo teníamos una gran sinfonía dedicada a nosotros por nuestro compañero Kai, que ronquido tras ronquido parecía que la bestia se desperezaba, y de repente un olor a comida me llamó la atención. Me levanté como pude y fui en dirección a la sabrosa comida, aunque y para cuando me quise dar cuenta Kai y había llegado, lo cual no era bueno para mí, pues este comenzó a comer la pizza y el cartón sobre el que esta estaba, una gran forma de devorar sin duda alguna pero ya no había más comida, por lo que pasaríamos hambre, caí de rodillas sobre la cubierta levanté las manos y grité.
-MORIREMOS DE INANICIÓN- y me tumbé boca abajo en la cubierta, tras un poco de esta forma me volví a levantar.
Levantado de nuevo busque a Al con la mirada para ver lo que quería que hiciésemos y descubrí que estaba en bolas, bueno, no realmente, lo correcto sería decir en bragas literalmente, el vicealmirante se había quitado toda la ropa excepto la ropa interior que eran unos culottes de mujer. Con esa imagen tan radical y grotesca, la tuve que negar, no podía aceptarla.
Volví a girarme para ver donde se encontraba Arthur quien seguro que estaría tirándose de los pelos y cabreado por lo que estaba haciendo Al, pero no encontré al pequeño, que andaría haciendo, dónde se habría metido, y con este trajín de buscar al pequeño Arthur pude ver vómito en el suelo, el cual por el aspecto no estaba digerido y fijándose bien se podían distinguir trozos de piza mal masticada junto con trozos de catón, sólo podía ser de una persona, Kai, como era posible que lo hubiese vomitado todo, si lo iba a hacer, que no hubiese comido que a me comía yo.
Medio cabreado con Kai por no dejar comida, cogí una botella de agua y así asegurarme que no se la bebían toda y me dejaban sin nada, me quité la camisa y las botas con esto y un palo improvisado de azúcar hice un petate la camisa llevaba dentro las botas y estaba atada al palo de azúcar, el cual esperaba que aguantase el calor y no se deshiciese.
Me encontraba tumbado en la cubierta de un barco marine agonizando por el calor que estaba haciendo, me gustaba el calor pero no en exceso, y en ese momento era excesivo, por lo que me llevaba a preguntarme como habíamos llegado allí.
Mientras tanto de fondo teníamos una gran sinfonía dedicada a nosotros por nuestro compañero Kai, que ronquido tras ronquido parecía que la bestia se desperezaba, y de repente un olor a comida me llamó la atención. Me levanté como pude y fui en dirección a la sabrosa comida, aunque y para cuando me quise dar cuenta Kai y había llegado, lo cual no era bueno para mí, pues este comenzó a comer la pizza y el cartón sobre el que esta estaba, una gran forma de devorar sin duda alguna pero ya no había más comida, por lo que pasaríamos hambre, caí de rodillas sobre la cubierta levanté las manos y grité.
-MORIREMOS DE INANICIÓN- y me tumbé boca abajo en la cubierta, tras un poco de esta forma me volví a levantar.
Levantado de nuevo busque a Al con la mirada para ver lo que quería que hiciésemos y descubrí que estaba en bolas, bueno, no realmente, lo correcto sería decir en bragas literalmente, el vicealmirante se había quitado toda la ropa excepto la ropa interior que eran unos culottes de mujer. Con esa imagen tan radical y grotesca, la tuve que negar, no podía aceptarla.
Volví a girarme para ver donde se encontraba Arthur quien seguro que estaría tirándose de los pelos y cabreado por lo que estaba haciendo Al, pero no encontré al pequeño, que andaría haciendo, dónde se habría metido, y con este trajín de buscar al pequeño Arthur pude ver vómito en el suelo, el cual por el aspecto no estaba digerido y fijándose bien se podían distinguir trozos de piza mal masticada junto con trozos de catón, sólo podía ser de una persona, Kai, como era posible que lo hubiese vomitado todo, si lo iba a hacer, que no hubiese comido que a me comía yo.
Medio cabreado con Kai por no dejar comida, cogí una botella de agua y así asegurarme que no se la bebían toda y me dejaban sin nada, me quité la camisa y las botas con esto y un palo improvisado de azúcar hice un petate la camisa llevaba dentro las botas y estaba atada al palo de azúcar, el cual esperaba que aguantase el calor y no se deshiciese.
Gareth Silverwing
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Akuma no mi
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Calor, mucho calor y una extraña niebla... Calor húmedo, ese era sin duda el peor calor de todos, te asfixiaba y hacía que la ropa se pegase al cuerpo, dificultando la transpiración y aumentando la sensación de sofoco. Ese era por lo menos el aspecto que tenía la tripulación del barco, la cual estaba casi que se arrastraba por los suelos. Por mi parte yo me encontraba a gusto, había creado una capa alrededor de mi cuerpo en la cual impedía que entrase más calor del necesario, manteniendo una agradable temperatura de 22º. Caminaba tranquilamente camino a la cubierta del barco para encontrarme con mis compañeros Al, mi superior al mando, Kai, un joven al cual a penas conocía, y Jack... un sucio simio.
Accedí a la cubierta para ver un cielo cubierto por la niebla, en el exterior la sensación de humedad se notaba todavía más. Iba a decirles buenos días, pero de pronto Al me lanzó su camisa a la cara, quedándose casi desnudo en un instante. Con un gesto de cabreo contenido la agarré, hice una bola con ella y la lancé con todas mis fuerza, acabando en una columna de fuego con olor a salsa barbacoa que escupía quien deduje que era Kai. No se que coño había pasado pero Jack estaba diciendo no se qué de morir de inanición. Ahora que lo pienso, ¿Cuando fue la última vez que comimos? Escuché que llevábamos la comida justa. ¿Es que acaso se han comido la última pizza?
-Buena la habéis armado... No me siento con energías para cabrearme con todos vosotros a la vez, sí que simplemente diré que tenemos que hacer algo al respecto. Vamos a desembarcar dentro de poco y no sabemos cuanto tiempo pasará hasta que podamos comer algo.- Hice una pausa para asegurarme de que me estaban escuchando -Al, Jack, si no os importa llenad unas cuantas cantimploras con agua azucarada, nos dará algo de energías... supongo- Dicho ésto me dirigí a la proa del barco para intentar avistar cuanto faltaba para llegar a tierra.
Parece que será una misión dura, la marina había movilizado a muchos de sus hombres, entre ellos nosotros, y si tenían que recurrir a nosotros... significaba que andaban jodidos. Me di la vuelta y los miré, excepto a Kai parecía que a todos les afectaba en cierta medida el calor. Decidí hacerles un favor y extendí a 10 metros el área de acción de mis poderes para refrescarlos un poco, me tenía que concentrar un poco más, pero no pasaba nada.
Accedí a la cubierta para ver un cielo cubierto por la niebla, en el exterior la sensación de humedad se notaba todavía más. Iba a decirles buenos días, pero de pronto Al me lanzó su camisa a la cara, quedándose casi desnudo en un instante. Con un gesto de cabreo contenido la agarré, hice una bola con ella y la lancé con todas mis fuerza, acabando en una columna de fuego con olor a salsa barbacoa que escupía quien deduje que era Kai. No se que coño había pasado pero Jack estaba diciendo no se qué de morir de inanición. Ahora que lo pienso, ¿Cuando fue la última vez que comimos? Escuché que llevábamos la comida justa. ¿Es que acaso se han comido la última pizza?
-Buena la habéis armado... No me siento con energías para cabrearme con todos vosotros a la vez, sí que simplemente diré que tenemos que hacer algo al respecto. Vamos a desembarcar dentro de poco y no sabemos cuanto tiempo pasará hasta que podamos comer algo.- Hice una pausa para asegurarme de que me estaban escuchando -Al, Jack, si no os importa llenad unas cuantas cantimploras con agua azucarada, nos dará algo de energías... supongo- Dicho ésto me dirigí a la proa del barco para intentar avistar cuanto faltaba para llegar a tierra.
Parece que será una misión dura, la marina había movilizado a muchos de sus hombres, entre ellos nosotros, y si tenían que recurrir a nosotros... significaba que andaban jodidos. Me di la vuelta y los miré, excepto a Kai parecía que a todos les afectaba en cierta medida el calor. Decidí hacerles un favor y extendí a 10 metros el área de acción de mis poderes para refrescarlos un poco, me tenía que concentrar un poco más, pero no pasaba nada.
William White
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- Ambientación:
- Arthas Theme Pd: Soy del grupo nº 16
Cierto era que había zonas donde el mar alcanzaba temperaturas moderadamente altas, pero en cierta manera era algo extraño, en especial por el emplazamiento de las aguas, ya que las de su alrededor no compartían esas características, de esto deduje que estábamos bajo una zona de una placa tectónica, un “punto caliente de la tierra” por donde de tarde en tarde se expulsaba lava la cual inmediatamente se solidificaba, y así se formaban las islas como si el propio mundo fuese un organismo vivo lleno de cicatrices.
El barco donde me encontraba era una carraca de dimensiones limitadas, no era el barco prototipo del gobierno, si no que parecía pertenecer a una flota de incógnito, tenía dos mástiles a parte de la vela mayor, el barco era propulsado por tres respectivas velas de color pistacho oscuro que contrastaba con la madera oscura y grisácea de la nave, ciertamente el barco no me inspiraba gran confianza.
Mientras daba vueltas a la cabeza a esos entre otros pensamientos me detuve apoyándome en la vela mayor a observar al señor Derian, el hombre se mantenía como una gárgola de piedra, tenía el mismo aspecto pensativo y distante de siempre, aunque por la manera que empuñaba aquella joya de la herrería me daba a entender que había algo que le inquietaba, aunque tal vez fue mi propio nerviosismo el que me empujara a ver aquellas sensaciones en el noble. La brisa aumentaba, acelerando y posteriormente empeorando la situación climática.
El aspecto del conde tenía una complexión atlética, la misma que la de un hombre que rondaría los treinta años. Era un hombre alto rondando el metro ochenta, su piel era tersa blanca, como si tuviera muerto, incluso en comparación con mi tono idílico de piel era increíblemente blanco. Su pelo era largo, con aspecto envejecido y canoso que contrastaba mucho con su físico. Sus vestimentas eran las acordes a su estatus asemejándose mucho a un caballero, aunque portaba una armadura de apariencia ligera que le proporcionaría un equilibrio entre defensa y movilidad.
Otro tripulante salio del interior del barco, se trataba de “El doctor cuervo”, el conocido teórico
Alex Cooper. Era un hombre bastante más joven y ligeramente más bajo. Por el contrario su complexión era infinitamente más delgada que la del noble, su piel era blanquecina aunque esta no era comparable con mi tono. Su pelo corto y oscuro era bastante discreto, su vestimenta me recordaba a la de mi padre Yokohama aunque mucha más oscura. Este llamó inmediatamente la atención realizando una queja sobre la navegación de la nave.
Esto me recordaba una cosa que por más que le daba vueltas no era capaz de comprender, en mi cabeza se trazaban miles y miles de rectas que se reunían en un punto, daba igual cuantas veces lo intentará o pensará, todas y cada unas de las trayectorias era un posible solución. ¿Sería posible que mis informaciones se hubieran equivocado, que todas y cada unas de mis informaciones fueran erróneas? No, eso solo se podía significar que la fuente común de información era errónea.
Ciertamente no sabía si sentirme ofendido por mi negligente trabajo como decodificador o como cartógrafo.
De estos negativos pensamientos me sacó mi ahora aliado Derian, el hombre clavó sus dorados ojos en los mios, soltando sus intenciones de ir adelantándose y ofreciéndome su ayuda para trasladarme al Sureste, aunque ciertamente el tono de su voz denotaba cierta tensión o ansía.
-No es necesario, tengo mis métodos- le dije mientras me acercaba a mi posición estirando ligeramente y asegurando de que mi arma de kairoseki estaba en si sitio, bien enfundada.
Ciertamente no me apetecía ser llevado por un vampiro, ciertamente no terminaba de fiarme del conde, tal vez el permanecer en su forma completa no era un acto muy tranquilizador. Aunque la maldad del conde tenía fama por si sola. Aún así era un hombre que se preocupaba por su pueblo por lo que yo creía que no sería tan monstruo como había oído.
Poniendo en practica mi técnica “Getsumen” acompañé el noble viajero en su periplo hacia lo desconocido.
Sasuke Uchiha
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Que sensación mas extraña - Pensé mientras observaba la niebla que rodeaba todo lo que mis ojos podían llegar a ver -
No sabía lo que era, pero el Vicealmirante Drako también se había dado cuenta. ¿Tendría el alguna idea de que se podía tratar? Quien sabe. Para esta misión el Cuartel General nos asignó a nosotros, seis jóvenes reclutas muy prometedores con el Vicealmirante Drako.
Algunos de ellos parecían conocerse anteriormente, para mí todos iban a ser compañeros nuevos, aunque esto no era algo de mi interés. No conocía aún sus nombres, pero tenía memorizados sus rostros y curiosidad por descubrir sus habilidades.
Una de mis compañeras para esta misión, quien estaba a cargo del timón del barco, cuestionó a Drako acerca del rumbo que íbamos a llevar. Este parecía muy decidido a llegar a tierra firme, ¿Un presentimiento quizás? No sabemos que nos podemos encontrar allí - Reflexionaba entretanto el Vicealmirante se me acercaba -
Drako me advirtió, cada vez estaba más claro. Esta misión no iba a ser un paseo por una isla tropical, ni un viaje de vacaciones. Esta misión era una importante. ¿Dónde estará ese científico loco? - No dejaba de pensar mientras miraba al frente, esperando llegar a tierra firme -
No sabía lo que era, pero el Vicealmirante Drako también se había dado cuenta. ¿Tendría el alguna idea de que se podía tratar? Quien sabe. Para esta misión el Cuartel General nos asignó a nosotros, seis jóvenes reclutas muy prometedores con el Vicealmirante Drako.
Algunos de ellos parecían conocerse anteriormente, para mí todos iban a ser compañeros nuevos, aunque esto no era algo de mi interés. No conocía aún sus nombres, pero tenía memorizados sus rostros y curiosidad por descubrir sus habilidades.
Una de mis compañeras para esta misión, quien estaba a cargo del timón del barco, cuestionó a Drako acerca del rumbo que íbamos a llevar. Este parecía muy decidido a llegar a tierra firme, ¿Un presentimiento quizás? No sabemos que nos podemos encontrar allí - Reflexionaba entretanto el Vicealmirante se me acercaba -
Drako me advirtió, cada vez estaba más claro. Esta misión no iba a ser un paseo por una isla tropical, ni un viaje de vacaciones. Esta misión era una importante. ¿Dónde estará ese científico loco? - No dejaba de pensar mientras miraba al frente, esperando llegar a tierra firme -
Flea
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Eran cerca de las cuatro y media de la tarde. Me encontraba en un bote mercante, cerca de la isla a la que tenía planeada llegar. Una niebla verde me recubría, con un aire tropical. Me traía feos recuerdos, de cuando estaba en la Isla Kyuuka de vacaciones y un Agente del Cipher Pol me venció y me llevó a la Prisión Submarina Impel Down. Un ligero escalofrío se apoderó de mi cuerpo, mientras notaba como se me erizaban los pelos de la espalda. Sin duda habían sido sucesos algo turbios, no tanto por la derrota si no por mi estadía en la cárcel. Trataba de sacar ese tema de mi atolondrada cabeza y escuchar con atención al hombre que se me acercaba.
El tipo al mando me dijo que había un bote esperándome. Le agradecí dejándole unos Berries en la mano y le dije que no necesitaba el barco, que me las podría arreglar sólo. Activé mi Kenbunshoku Haki y desplegué mis alas. Estaba apunto de despegarme del suelo cuando noté una presencia, proveniente de la niebla. Supuse que serían los traumas de los sucesos que ocurrieron en la Isla Tropical, así que no le presté mucha atención y fijé mi dirección. De un lado había una pequeña isla con vegetación, mientras que del otro una bastante más grande. Sin embargo noté unas cuantas rocas, como si cubriesen el camino. Me dirigí hacia allí, en busca de lo que no podía ver, así que comencé a levitar y rápidamente me dirigí hacia la roca más alta.
Aterricé suavemente, guardé mis alas y dirigí mi mirada hacia todas las direcciones. La presencia que sentía gracias a mi Haki persistía, y cada vez me preguntaba más si era cosa mía o algo de verdad. "El Haki no miente" pensé. Traté de despejarme y prestar atención a mi alrededor para ver si algo se acercaba.
El tipo al mando me dijo que había un bote esperándome. Le agradecí dejándole unos Berries en la mano y le dije que no necesitaba el barco, que me las podría arreglar sólo. Activé mi Kenbunshoku Haki y desplegué mis alas. Estaba apunto de despegarme del suelo cuando noté una presencia, proveniente de la niebla. Supuse que serían los traumas de los sucesos que ocurrieron en la Isla Tropical, así que no le presté mucha atención y fijé mi dirección. De un lado había una pequeña isla con vegetación, mientras que del otro una bastante más grande. Sin embargo noté unas cuantas rocas, como si cubriesen el camino. Me dirigí hacia allí, en busca de lo que no podía ver, así que comencé a levitar y rápidamente me dirigí hacia la roca más alta.
Aterricé suavemente, guardé mis alas y dirigí mi mirada hacia todas las direcciones. La presencia que sentía gracias a mi Haki persistía, y cada vez me preguntaba más si era cosa mía o algo de verdad. "El Haki no miente" pensé. Traté de despejarme y prestar atención a mi alrededor para ver si algo se acercaba.
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