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Melchiah
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Akuma no mi
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¿Le han cortado las cabezas al dragón? ¿Y ahora qué sentido tiene ir al centro de la isla? Mi mente divagaba por la escena de poder descomunal que acababa de presenciar mientras hacía caso omiso a la llamada que Alice había atendido en el den den mushi, pero al notar cómo se apoyaba ligeramente sobre mí, toda mi atención volvió a ella mientras todo mi mundo se sacudía; aunque verdaderamente era un temblor de tierra lo que estaba notando. Aclaré mi mente para descubrir que nuestra misión había llegado a su fin. Realmente lo único que habíamos hecho en aquel lugar era perder el tiempo, nos tocaba abandonar la isla a toda prisa sin tan siquiera saber cual era nuestro verdadero objetivo.
Notando como tiraban de mí mis compañeros para obligarme a avanzar, dirigí mi vista hacia el oeste, lugar donde teníamos que alcanzar la costa para encontrarnos con los barcos que nos sacasen de allí, así que hice que mis piernas trabajasen a todo ritmo para llegar lo antes posible.
¿Qué había pasado en aquel lugar? ¿La guerra se había terminado? Mi cabeza se llenó de preguntas que esperaba fuesen contestadas cuando llegásemos a los barcos para salir de allí. Aunque una idea todavía martilleaba en mi mente, unos instantes antes estábamos en una guerra, no se sabía quien había ganado. ¿Qué nos encontraríamos por el camino? Porque la última vez que dejamos la costa había una lucha entre un ejército y la Marina. ¿Nos perseguirían los marines? No era momento de pensar en eso, ya arreglaríamos las cosas conforme fuesen viniendo.
-Ánimo pelirrojo, que ya queda menos. Dije dándole ánimos a mi compañero que parecía ya agotado cuando apenas llevábamos un momento corriendo.
Notando como tiraban de mí mis compañeros para obligarme a avanzar, dirigí mi vista hacia el oeste, lugar donde teníamos que alcanzar la costa para encontrarnos con los barcos que nos sacasen de allí, así que hice que mis piernas trabajasen a todo ritmo para llegar lo antes posible.
¿Qué había pasado en aquel lugar? ¿La guerra se había terminado? Mi cabeza se llenó de preguntas que esperaba fuesen contestadas cuando llegásemos a los barcos para salir de allí. Aunque una idea todavía martilleaba en mi mente, unos instantes antes estábamos en una guerra, no se sabía quien había ganado. ¿Qué nos encontraríamos por el camino? Porque la última vez que dejamos la costa había una lucha entre un ejército y la Marina. ¿Nos perseguirían los marines? No era momento de pensar en eso, ya arreglaríamos las cosas conforme fuesen viniendo.
-Ánimo pelirrojo, que ya queda menos. Dije dándole ánimos a mi compañero que parecía ya agotado cuando apenas llevábamos un momento corriendo.
Worick L. Arcangelo
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Akuma no mi
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Pues parecía que por fin habíamos vuelto a nuestro barco, ahora limpio de escoria invasora, no obstante algo había que no terminaba de encajarme. Rose nos ordeno que lanzásemos los cuerpos por la borda para limpiar la cubierta del barco de todos aquellos agentes del gobierno y tras un rato empujando y arrastrando cuerpos por fin habíamos acabado con nuestro cometido.
Barba se marchó que bien merecido tenía el descanso pues le debíamos la vida después de los contratiempos que habíamos pasado horas antes en el lugar, pero por suerte habíamos salido indemnes o al menos bastante bien, lastima que Kabil no pudiese decir lo mismo. Por poco confundo su cadáver con un agente y lo lanzo al mar, pero la plancha de acero me hizo darme cuenta de que era él. Rose se acercó hasta mí y se apoyo haciendo un comentario sarcástico sobre mi altura, no tenía yo muy claro que aquella afirmación fuese cierta, pero la verdad es que me hizo gracia. — Pues sabes que parece que no ha dejado de crecer desde que conocimos, cierta parte de tu cuerpo, tú sabrás a que me refiero. — Le comenté mientras reía y echaba una mirada a sus senos, que aunque rara vez prestaba atención a ellos ahora que me fijaba eran más grandes de lo que recordaba.
— Por cierto, no sé como lo hacemos, pero vamos a barco por aventura, al final tocará comprar barcos de repuesto o algo. — Dije mientras me seguía riendo y miraba la cubierta del barco, llena de sangre y trozos de hielo ensartados en esta. — En fin, dejemos de una vez esta maldita isla y esta absurda guerra que no nos incumbía en lo más mínimo. — Comenté cabizbajo mientras observaba el panorama en la isla, los temblores en la isla se había incrementado y los gritos poco a poco cesaban uno tras otro.
Barba se marchó que bien merecido tenía el descanso pues le debíamos la vida después de los contratiempos que habíamos pasado horas antes en el lugar, pero por suerte habíamos salido indemnes o al menos bastante bien, lastima que Kabil no pudiese decir lo mismo. Por poco confundo su cadáver con un agente y lo lanzo al mar, pero la plancha de acero me hizo darme cuenta de que era él. Rose se acercó hasta mí y se apoyo haciendo un comentario sarcástico sobre mi altura, no tenía yo muy claro que aquella afirmación fuese cierta, pero la verdad es que me hizo gracia. — Pues sabes que parece que no ha dejado de crecer desde que conocimos, cierta parte de tu cuerpo, tú sabrás a que me refiero. — Le comenté mientras reía y echaba una mirada a sus senos, que aunque rara vez prestaba atención a ellos ahora que me fijaba eran más grandes de lo que recordaba.
— Por cierto, no sé como lo hacemos, pero vamos a barco por aventura, al final tocará comprar barcos de repuesto o algo. — Dije mientras me seguía riendo y miraba la cubierta del barco, llena de sangre y trozos de hielo ensartados en esta. — En fin, dejemos de una vez esta maldita isla y esta absurda guerra que no nos incumbía en lo más mínimo. — Comenté cabizbajo mientras observaba el panorama en la isla, los temblores en la isla se había incrementado y los gritos poco a poco cesaban uno tras otro.
Steve
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Akuma no mi
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Por suerte había conseguido salvar al chico de pelo marrón. Suspiré aliviado, mientras tiraba por completo del chico, haciendo que este se moviera de manera exagerada, pero por suerte no parecía herido. En cuanto intenté acercarme a él, pude notar algo frio en mi pie. Cuando mire hacía mi zapato, la escarcha cubría todo este, aunque no parecía ser más que algo superficial y aún podía sentir mi pierna entera.
Mire hacía el dragón, y como de repente alguien lo decapitaba, una mujer que con las mismas desapareció. Mi cara de asombro fue tal, que pude oír la risa de algún marine que había dejado de disparar al ver como había muerto aquel, aunque lo que más me sorprendió fue que aquel hombre, la fuente de la enorme presencia en todo aquel lugar, saliera volando, aunque no pude ver la razón. ¿Habría sido la mujer o simplemente había huido al ver lo que le habían hecho a su dragón?
Lo seguí con la mirada, viendo como desaparecía detrás de una torre que empezaba a precipitarse sobre nosotros. El mantra me advirtió que quedarse ahí no sería buena idea. Sobre nuestros pies empezaba un temblor ¿estaría aquella torre unida con la ciudad que yacía bajo tierra? Ahora mismo me alegraba de no haberme quedado allí abajo, si no, quien sabe que podría haberme pasado. Las grietas empezaban a salir por el suelo, dejando escapar un estruendo cuando alguna parte se empezaba a derruir, cayendo al vacío.
Miré a Kenichi, que aún parecía estupefacto por lo que había pasado, y suspiré. No tardaría mucho en salir de allí, pero ¿que haría con él? Decidí no pensarlo demasiado, cogiéndolo y cargándolo al hombro. Sabía que no me movería tan rápido como otros, pero usando el mantra esperaba poder ir evitando todos los baches y derrumbes, esperando poder esquivar si caía algún trozo de la torre. Si salía vivo, esperaba poder echarle una bronca. Se había puesto en peligro de manera exagerada, solo por no saber reaccionar.
Mire hacía el dragón, y como de repente alguien lo decapitaba, una mujer que con las mismas desapareció. Mi cara de asombro fue tal, que pude oír la risa de algún marine que había dejado de disparar al ver como había muerto aquel, aunque lo que más me sorprendió fue que aquel hombre, la fuente de la enorme presencia en todo aquel lugar, saliera volando, aunque no pude ver la razón. ¿Habría sido la mujer o simplemente había huido al ver lo que le habían hecho a su dragón?
Lo seguí con la mirada, viendo como desaparecía detrás de una torre que empezaba a precipitarse sobre nosotros. El mantra me advirtió que quedarse ahí no sería buena idea. Sobre nuestros pies empezaba un temblor ¿estaría aquella torre unida con la ciudad que yacía bajo tierra? Ahora mismo me alegraba de no haberme quedado allí abajo, si no, quien sabe que podría haberme pasado. Las grietas empezaban a salir por el suelo, dejando escapar un estruendo cuando alguna parte se empezaba a derruir, cayendo al vacío.
Miré a Kenichi, que aún parecía estupefacto por lo que había pasado, y suspiré. No tardaría mucho en salir de allí, pero ¿que haría con él? Decidí no pensarlo demasiado, cogiéndolo y cargándolo al hombro. Sabía que no me movería tan rápido como otros, pero usando el mantra esperaba poder ir evitando todos los baches y derrumbes, esperando poder esquivar si caía algún trozo de la torre. Si salía vivo, esperaba poder echarle una bronca. Se había puesto en peligro de manera exagerada, solo por no saber reaccionar.
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Akuma no mi
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El espadachín recorrió rápidamente el interior del Black Lotus sin lograr demasiados resultados. No parecía haber nadie, y eso tenía una parte buena y una mala. La buena es que al menos nadie había intentado robar la nave, lo cual estaba bastante bien... Pero por la otra, sus compañeros aún no habían llegado, lo cual les pondría en una situación un tanto comprometida. Mierda, mierda, mierda... ¿Dónde se habían metido? Había que salir por patas ya, y el tiempo comenzaba a agotarse.
A través de una de las escotillas del barco pudo distinguir en la lejanía toda una flota de la Marina que se dirigía hacia la isla. Buques de guerra bien armados y dispuestos a bombardear aquel lugar hasta que no quedara rastro de vida. Jamás sabría decir si lo que ocurrió a continuación le alivió o le aterrorizó. Las baterías de cañones costeros de Hallstat comenzaron a acribillar los buques con artillería pesada, hundiendo un barco tras otro sin pausa y convirtiendo aquella zona en un verdadero infierno sobre el mar. Explotaban como el maíz al ser calentado, y no tardaron mucho en darse cuenta de que la mejor opción que tenían era la de retirarse cuanto antes si no querían perder más gente. Al menos sus compañeros de gremio tendrían algo más de tiempo para regresar, pues no debían preocuparse por la amenaza de una buster call. Sin embargo... Aquella afirmación no era del todo correcta.
- ¿Qué narices ha sido eso? -se preguntó a sí mismo mientras se daba prisa en subir a cubierta, observando el caos que había invadido la isla.
Innumerables grietas comenzaron a formarse en torno a la superficie de esta, y tanto las fábricas como la enorme columna sobre la que se alzaba el castillo habían comenzado a hundirse en el vacío. Por un momento se quedó paralizado ante semejante visión. ¿Cómo era posible que una isla por completo se estuviera reduciendo a la nada? ¿Cuántas vidas se perderían con ello? Y mucho más importante... ¿Estarían las del resto de la tripulación entre ellas? Negó repetidas veces con la cabeza para obligarse a volver en sí mismo. No era el momento de lamentarse, sino de buscar soluciones, y lo primero era preparar la huida. Ahorraría tiempo que el barco estuviera preparado para zarpar en cuanto el resto llegase... Si es que lo hacían. Y si no... Bueno, podría morir en el mar al no ser navegante o caer junto a sus aliados, y ninguno de esos finales le parecía muy agradable... Aunque sí más que morir aplastado por un meteorito.
- Daos prisa, joder... -masculló antes de ponerse manos a la obra, preparando el navío para zarpar lo antes posible.
A través de una de las escotillas del barco pudo distinguir en la lejanía toda una flota de la Marina que se dirigía hacia la isla. Buques de guerra bien armados y dispuestos a bombardear aquel lugar hasta que no quedara rastro de vida. Jamás sabría decir si lo que ocurrió a continuación le alivió o le aterrorizó. Las baterías de cañones costeros de Hallstat comenzaron a acribillar los buques con artillería pesada, hundiendo un barco tras otro sin pausa y convirtiendo aquella zona en un verdadero infierno sobre el mar. Explotaban como el maíz al ser calentado, y no tardaron mucho en darse cuenta de que la mejor opción que tenían era la de retirarse cuanto antes si no querían perder más gente. Al menos sus compañeros de gremio tendrían algo más de tiempo para regresar, pues no debían preocuparse por la amenaza de una buster call. Sin embargo... Aquella afirmación no era del todo correcta.
- ¿Qué narices ha sido eso? -se preguntó a sí mismo mientras se daba prisa en subir a cubierta, observando el caos que había invadido la isla.
Innumerables grietas comenzaron a formarse en torno a la superficie de esta, y tanto las fábricas como la enorme columna sobre la que se alzaba el castillo habían comenzado a hundirse en el vacío. Por un momento se quedó paralizado ante semejante visión. ¿Cómo era posible que una isla por completo se estuviera reduciendo a la nada? ¿Cuántas vidas se perderían con ello? Y mucho más importante... ¿Estarían las del resto de la tripulación entre ellas? Negó repetidas veces con la cabeza para obligarse a volver en sí mismo. No era el momento de lamentarse, sino de buscar soluciones, y lo primero era preparar la huida. Ahorraría tiempo que el barco estuviera preparado para zarpar en cuanto el resto llegase... Si es que lo hacían. Y si no... Bueno, podría morir en el mar al no ser navegante o caer junto a sus aliados, y ninguno de esos finales le parecía muy agradable... Aunque sí más que morir aplastado por un meteorito.
- Daos prisa, joder... -masculló antes de ponerse manos a la obra, preparando el navío para zarpar lo antes posible.
AlexEmpanadilla
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Akuma no mi
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De pronto, un sonido de algo reventando resuena en el centro de la isla. Una enorme onda de energía sale disparada desde el interior del castillo hacia el cielo, y todos los poseedores de haki mantra de nivel 2 o superior que aún se encuentren en la isla notan cuatro presencias sobrecogedoras. Los cañones de la costa detienen su fuego y muchos de los barcos abandonan la isla. El castillo en ruinas termina por desmoronarse por completo, mientras un pequeño globo de color negro con un símbolo de murciélago sale volando de su interior. Drake deja de ascender por la columna y aulla con rabia al ver la nevera de Derian colgada del globo como un lastre.
Un sinfín de ráfagas energéticas brotan del castillo, en dirección a un punto del campo de batalla, el lugar en el que Derian combatía contra el pirata Arribor Neus. Tras la explosión resultante, una polvareda se levanta en el sitio. El suelo colapsa sobre sí mismo, y comenzando por los alrededores de la torre destrozada, la tierra se hunde hacia las profundidades. El suelo parece perder toda su consistencia, tragándose todo lo que aún cae sobre él. Se pueden ver tropas de Derian cayendo al vacío, entre ellas dos ghouls aterrados que gritan algo de una bruja. La lluvia empieza a dejar de caer, mientras que Derian parece haber desaparecido por completo. Su presencia ya no está, no puede detectarse. Las presencias se mueven entonces, dos de ellas a gran velocidad. Se escucha a uno de los Almirantes gritar por megafonía: "¡OS PROHIBO QUEDAROS EN ESTA ISLA!" Todos los que puedan oirlo empiezan a sentir la imperiosa necesidad de abandonar la isla a toda velocidad.
- Agente Cero-Cero-Maki:
- El rey está asustado ante lo que ocurre. Parece que el castillo se derrumba nada más haber llegado. Sin embargo, uno de los ghouls de confianza del monarca te agarra y te lanza con fuerza por un agujero del suelo, cayendo sobre la canasta de un enorme globo aerostático del que cuelgan diversos pesos, entre ellos una nevera. El globo empieza a ascender mientras sale por un enorme ventanal roto. ¿Quién diría que a Derian le gustase la aeronáutica? Es en ese momento cuando una enorme onda de energía destroza el castillo de abajo a arriba, con una potencia sobrehumana y que destroza la estructura del palacio, que termina por colapsar mientras el globo se aleja. Ves que tiran a Derian por una ventana antes de que ese muro se hunda hacia el interior. El rey va a caer sobre ti, tal vez deberías amortiguar su caída para que no se haga daño en sus reales posaderas.
- Arribor Neus:
- Tu ataque tiene un éxito enorme, atraviesas el pecho del monarca, un instante antes de que tu mantra te avise de una enorme amenaza proveniente del cielo. Una tromba de energía cae sobre vosotros dos, y puedes ver que alcanza a Derian de lleno. El vampiro empieza a desintegrarse bajo ese ataque, aunque puede que la estaca que le atraviesa el corazón tenga algo que ver (tal vez quieras esquivar la onda igualmente por si acaso). Tras unos segundos, escuchas al Almirante. Sientes la imperiosa necesidad de correr como alma que lleva el diablo y salir de la isla. Franklin palmea dándote ánimos. El hecho de que haya estado a punto de morir no parece afectarle.
- Corvo:
- Logras alejarte en el barco mientras ves la isla hundirse. Es triste pensar en toda la gente que morirá debido a eso. Los marines están en silencio, parecen de luto, y no es de extrañar. Te alejas hacia el horizonte, aprovechando el silencio de los cañones.
- Heaten, Kuro, Murasaki y Akagami:
- Cada uno por su lado empezáis a alejaros del lugar del combate. El lugar alrededor de vosotros es caos, pero tal vez podáis huir y llegar sanos y salvos a la costa.
Podéis hacer un pequeño post indicando vuestra salida de la isla si así lo deseais
- Kenichi y Ryuta:
- Esquivas por los pelos el torreón, y te tuerces el tobillo, pero a base de fuerza de voluntad y un aumento de adrenalina por la tensión, ignoras el dolor y sigues corriendo, medio cojeando, hacia la salvación, con el chico a cuestas. Más ahora que la órden del Almirante es tan clara.
- Hayate y Caddie:
- El suelo se agrieta más aún, y escucháis la voz del Almirante sobre el ruido de la tierra resquebrajándose bajo vuestros pies. Caddie, debes irte ¡YA! La isla va a hundirse en el mar o algo peor, así que corre, corre como nunca has corrido.
- Kaito:
- Corres a toda la velocidad que puedes por el pasillo (que no es mucha, debido a que eres una monstruosidad de 15 metros). El techo empieza a derrumbarse, y de pronto todo colapsa sobre ti, aplastándote. Quedas inconsciente durante unos momentos, tal vez segundos, tal vez días. El caso es que cuando abres los ojos, estás en una celda de aspecto oscuro y húmedo. No ves carceleros, y parece que te han curado la herida del hombro para que no se infecte. Pero estás atrapado ahí... y ni siquiera sabes dónde es "ahí".
No hace falta que contestes esta última moderación.
- Nemonic, Sinclair:
- Reventáis la pared y huís al exterior justo antes de que todo el edificio se derrumbe. Estáis bajo tierra, en una ciudad que parece estar en el interior de una enorme caverna. El techo de la misma está derrumbándose. Justo en ese momento, la prisión explota por completo, como si una enorme onda de energía la hubiese atravesado. Cascotes de roca saltan hacia vosotros. El techo de la caverna se derrumba, y hay agujeros en él. Tal vez podáis salir volando por alguno de ellos. Sin embargo no sentís a Kaito por ninguna parte.
- Falcopone:
- Una guadaña negra cae a tu lado. Un instante después, un hombre de negro pasa a toda velocidad por entre los cascotes que empiezan a caer tras la explosión de la prisión y el castillo, y te recoge. Tiene una enorme máscara blanca, similar a la de una parca, y porta una guadaña dorada muy parecida a la que ha caído a tu lado. Recoge el arma caída y te agarra por la chaqueta con fuerza.
- Tú vienes conmigo... -murmura con un tono cortante como un cuchillo antes de alzarte por el cielo.
- Brigada indisciplinada y Kodama:
- Os alejáis en el barco. Mientras camina por el barco, observando la escena, Arthur encuentra un extraño gorro tirado por cubierta. Tiene una bombilla encima, y un cordelito colgando a un lado del ala. Si tira de ella, el sombrero empieza a sonar como una alarma y la bombilla se ilumina en naranja, parpadeando. Ninguno de los presentes parece ser su dueño. Tal vez puedas quedártelo. Parece de tu talla.
- Kusanagi:
- La prisión revienta como un melón maduro, y sus muros quedan destrozados. Las paredes de la misma salen disparadas y hay una lluvia de cascotes que se une a la del techo derrumbándose. Un grupo de cascotes cae sobre ti. Detectas el aura de Kasanova cerca de ti. Cuando te acercas, una de las piedras le golpea en la cabeza y cae inconsciente. La mala noticia es que los túneles al exterior han sido bloqueados. La buena noticia es que dado que el techo de la caverna se está derrumbando, hay una enorme salida por la que huir igualmente. Escuchas la voz del Almirante y sabes que TIENES QUE SALIR DE AHÍ, con o sin tu compañero.
- Kasanova:
- Ves a tu colega pasar cerca de ti, mientras un cascote te cae en la cabeza y quedas grogui de nuevo.
- Kazuo:
- Ves a un par de personas corriendo por la costa: ¿el doctor Zhivago y Chrome? ¿Dónde está Byakuro? ¿Les dirás lo que le ha pasado a Shun? En cualquier caso, tenéis que salir de ahí, el Almirante os lo ordena y no podéis negaros.
- Issei:
- El techo empieza a agrietarse sobre tu cabeza, anunciando un inminente derrumbe, justo cuando una enorme oleada de energía te hace caer de espaldas sobre los escalones. Frente a ti, todo parece brillar con un blanco metalizado, energía pura que revienta uno tras otro los pisos de prisión por los que has estado descendiendo, sin perder ni un ápice de fuerza. Cuando el estallido de energía cesa, sientes la presencia de cuatro personas que parecen superar cualquier otra cosa que hayas sentido antes. Cuando intentas enfocarlo bien con tu akuma, ves una especie de penumbra que te hace difícil ver con claridad los detalles. En cualquier caso, te das cuenta de que las celdas de la familia real están abiertas, y que debajo de ti ya no hay ni un solo robot operativo. Tras un instante, una tromba de proyectiles asciende por el agujero resultante, que llega a medir varias decenas de metros de ancho, y se pierde en las alturas. No puedes calcular exactamente hasta donde llegará. Pero sabes que el que lo haya hecho es duro. Cuando te vuelves a fijar, ves una salida por el interior de la tierra, en el décimo nivel. Y ni rastro de la familia real. Las presencias parecen no moverse del sitio... por el momento, y pese a que todo parece a punto de desplomarse.
Si vas por el túnel, lleva a un acuífero con maquinaria pesada. Hay una salida a uno de los acantilados del norte de la isla.
- Akashi:
- MUERES.
- Descripción detallada de la muerte:
- Nah, en realidad no mueres, sino que te sientes mucho mejor. Parece que has acertado con el frasco. Ahora sal por patas o te caerás por una de esas enormes grietas que empiezan a surcar el suelo, cada vez más y más grandes.
- Nolan:
- Sigues atrapado bajo el terrible peso, cuando escuchas algo bajo tu cuerpo. Una especie de murmullo que aumenta de intensidad con rapidez. De pronto todo vibra, y un instante después, ves una luz brillante y no sientes nada más. La onda que ha destruido el castillo te ha alcanzado, y has quedado inconsciente.
- Bleyd y Kenta:
- Llegáis a la costa. Ahora tenéis frente a vosotros un montón de barcos evacando gente. La mayoría son de la Marina, otros son independientes. El problema es que dudo que os dejen subir con ese armatoste a cubierta. ¿Os separaréis o seguiréis juntos? En cualquier caso, tal vez podáis probar el modo anfibio del vehiculo... si es que sabéis cómo activarlo, claro.
- Aria:
- Montas en uno de los barcos de rescate, y ya estás alejándote cuando ves la explosión de la torre del castillo. Impresionantes fuegos artificiales.
- Jesaix:
- Una grieta se abre bajo tu pierna izquierda, tragándosela. Será mejor que te des prisa y te liberes. Oh, y corre hacia la costa, si no quieres acabar como esos probres ghouls que empiezan a caer como pesos muertos por las grietas del suelo.
- Zhivago y Chrome:
- Regresáis a la zona de la costa, donde os separasteis de Byakuro. El barco sigue en su sitio, aunque notáis algo distinto. Parece listo para zarpar. Extraño. Veis una figura en cubierta, una figura con vestimentas oscuras, pelo moreno y ojos rojos como rubíes: Kazuo. No hay tiempo para preguntas, la voz os dice que abandonéis la isla, y no podéis contradecirla.
- Cid y Alwyn:
- Lográis huir sin mayores problemas, dejando atrás esa isla de pesadilla. Ahora os merecéis un buen descanso.
- Baozar:
- Logras llegar al barco y montar a todos los prisioneros mientras el agua de la costa se revuelve. Escuchas la voz del Almirante, y no hace falta que repita la órden: tus propios hombres rescatados están a los aparejos, tratando de salir de la isla cuanto antes. Tras un par de problemas con un cabo que se resiste, lográis zarpar sin problemas.
- Sons y Teobaldo:
- El hombre recién llegado os pide ayuda. El barco está listo para partir. Ahora os toca decidir qué hacer con él. Os lo lleváis o lo dejáis morir... esa es vuestra decisión.
- Keth:
- Llegas a un barco cualquiera del Gobierno. No parecen hacer muchas preguntas sobre la gente, están dejando pasar a todo aquel que tenga aspecto de civil que quiera huir de la isla. Pronto soltáis amarras, alejándoos hacia el mar.
- Emile:
- Ya en tu barco, bajo los cuidados de tu tripulación, tan solo te queda esperar a ver cómo termina todo este asunto de la guerra. No ha salido como esperabas, pero ahora al menos puedes descansar y relajarte como un rey: con sexo, comida y bebida. Al menos cuando estés algo menos exhausto. El agente parece rechazar tu oferta, diciéndote que es más que probable que lo tengan vigilado durante lo que resta de misión, y que siente no poder serte de más utilidad.
- Deivid:
- Oyes un "Mep, mep", y de pronto todo se vuelve borroso a tu alrededor. Cierras los ojos, y cuando los abres ves el cielo sobre tu cabeza. Estás tumbado en la cubierta de un barco de la Revolución, al lado de otros muchos revolucionarios que no dejan de preguntarse qué ha pasado. Es bastante posible que le debas algo a Azumi Kento después de esto... parece que te ha salvado el culo.
- Deathstroke, Worgulv, Midorima:
- OS alejáis, viendo la escena tras de vosotros. Los cañones dejan de sonar y os alejáis hacia el océano, aprovechando el pequeño momento de paz.
- Alice, Melchiah, Esmejit:
- Llegáis a la costa, donde un pequeño barco revolucionario os espera para partir. Escucháis que Azumi Kento, el legendario oficial general, está encargándose de los refugiados. De pronto, una mancha borrosa sube a cubierta, dejando un cuerpo en ella. Un instante después desaparece, y vuelve a aparecer portando otro. Tras repetirse este proceso varias veces, el barco empieza a navegar. La mancha se presenta como el comandante general, y os felicita a todos los presentes por vuestro papel en la guerra.
- CK, Fear:
- Oh, vaya, has dejado atrás ese manchón borroso que era Halstat.
- Derek y Reira:
- Os alejáis volando de la isla. Wiiiii.
- Byakuro:
- ¿Qué narices llevaba ese antídoto? La cabeza te da vueltas y la vista se te nubla, mientras la caverna a tu alrededor se desmorona. El agua comienza a colarse a gran velocidad por las grietas, inundando la caverna. Sientes escalofríos y un insistente pitido en los oídos, mientras el agua va inundando el lugar, debilitándote poco a poco a medida sube. De momento te da por las rodillas. No puedes ver bien, pero has visto un destello al fondo al tiempo que escuchabas una detonación, y ahora un silbido cada vez más intenso. ¿Qué harás?
- Alex:
- Dejas la isla. Eres feliz, hoy ha sido un día muy productivo. Te empiezas a plantear cual será tu próximo experimento social a gran escala.
Última oportunidad de huir de la isla, el colapso total está próximo. El último post podrá enviarse el día 12 a las 23:59
Byakuro Kyoya
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Byakuro se llevó las manos a la cabeza, murmurando para sí. Estaba empezando a hartarse de aquella situación. Había intentado ser amable. Había intentado ser un buen jugador, y portarse bien, pero a veces el hecho de portarse bien no parecía bastar. El cazador se sentía mal. El agua empezaba a aumentar su nivel, y el chico sabía que aún sin alma, no podría salvarse si solo esperaba a que algún milagro lo salvase. En primer lugar tenía que librarse de toda aquella horrible sensación de mareo y de la vista nublada. Lanzó una cadena hacia el techo y se colgó del mismo, tratando de escapat momentáneamente del agua. Una vez colgado cual rama de muérdago, se concentró en todo su cuerpo. Su sangre emepezó a cambiar, transformándose paulatinamente en un líquido viscoso, de color oscuro: tinta. Esperaba que aquello mitigase al menos parcialmente los efectos del veneno y los efectos secundarios del antídoto (que posiblemente fuera un veneno peor aún). El chico sentía cómo la caverna se desmoronaba a su alrededor, por lo que no debía ser muy estable. El agua se colaba por las grietas que se estaban formando. Era una mala idea avanzar por allí. Por un momento se planteó golpear el techo hasta reventarlo, pero tenía el riesgo de que aquellas grietas por las que se colaba el agua señalasen la localización de otro acuífero, así que en seguida la descartó.
Se giró hacia la zona donde había visto el destello. Había apagado las llamas por el momento, pues las mismas consumían gran parte de su fuerza, y era posible que fuera a necesitar todas. Una cosa estaba clara: si había un destello era porque allí había alguna cosa de algún tipo que lo había provocado. Podía ser una salida, o (posiblemente debido al estallido que había escuchado) una zona llena de algún tipo de explosivos que había provocado aquello. En cualquier caso, era improbable que aquello estuviese bajo el agua. El cazador de pelo blanco avanzó a duras penas hasta allí. Necesitaba saber qué era aquello. Y si se trataba de otro callejón sin salida, tendría que hacer acopio de las últimas fuerzas que le quedaban y tratar de poner en práctica uno de dos planes: o bien buscar grietas por las que no pasase el agua y colarse a través de ellas en forma de tinta, buscando una salida a la superficie, o bien si no encontraba ninguna, abrirse paso a golpes, abriendo una vía vertical. Ninguna de las dos ideas le parecía del todo segura o atractiva, así que esperaba no tener que ponerlas en práctica, pero se le estaban acabando las opciones y el tiempo apremiaba.
Se giró hacia la zona donde había visto el destello. Había apagado las llamas por el momento, pues las mismas consumían gran parte de su fuerza, y era posible que fuera a necesitar todas. Una cosa estaba clara: si había un destello era porque allí había alguna cosa de algún tipo que lo había provocado. Podía ser una salida, o (posiblemente debido al estallido que había escuchado) una zona llena de algún tipo de explosivos que había provocado aquello. En cualquier caso, era improbable que aquello estuviese bajo el agua. El cazador de pelo blanco avanzó a duras penas hasta allí. Necesitaba saber qué era aquello. Y si se trataba de otro callejón sin salida, tendría que hacer acopio de las últimas fuerzas que le quedaban y tratar de poner en práctica uno de dos planes: o bien buscar grietas por las que no pasase el agua y colarse a través de ellas en forma de tinta, buscando una salida a la superficie, o bien si no encontraba ninguna, abrirse paso a golpes, abriendo una vía vertical. Ninguna de las dos ideas le parecía del todo segura o atractiva, así que esperaba no tener que ponerlas en práctica, pero se le estaban acabando las opciones y el tiempo apremiaba.
Alistar Reep
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La rocosa textura se clavaba bajo las patas del ratón mientras intentaba bajar cuando un potente grito llegó a sus oídos. Sus orejas se orientaron hacia arriba, dirección a la abertura de la grieta.
- ¡OS PROHIBO QUEDAROS EN ESTA ISLA!
Las pupilas de Caddie se dilataron en un instante y, antes de darse cuenta, estaba subiendo en vez de bajar. Sus dedos se colaban entre las rendijas de la roca hasta llegar arriba del todo. Apoyándose en las palmas de sus manos, subió y se colocó de pie. La tierra bajo sus pies temblaba con fuerza y todo a su alrededor era ruido. El ratón buscó con la mirada a su peludo compañero, el cual divisó a lo lejos, corriendo hacia el extremo de la isla.
- ¡MONDO!
Pero el perro no lo oyó. Empezó a correr, pero el animal era más rápido que él y se alejaba cada vez más. Apretó los puños y alrededor de sus muñecas apareció un halo brillante de color azul en la izquierda y naranja en la derecha. Estiró el brazo derecho frente a él y colocó un portal naranja cerca de Mondo. Con la otra mano y sin dejar de correr, colocó el otro portal frente a él y se lanzó de cabeza, saliendo al derecho por el otro portal y haciéndolos desaparecer antes de tocar el suelo.
- ¡Mondo!
Esta vez el perro lo oyó. Paró de golpe derrapando sobre sus cuatro patas y se quedó mirando al ratón. Soltó un potente ladrido y miró de nuevo a donde se dirigía: Fuera de la isla.
El ratón asintió y subió rápidamente a la pequeña silla de montar que tenía el perro en su espalda. Enseguida, empezó a cabalgar sobre Mondo con el propósito de llegar lejos y marcharse de la isla de una vez.
"Padre... hermano... Por favor, escapad."
- ¡OS PROHIBO QUEDAROS EN ESTA ISLA!
Las pupilas de Caddie se dilataron en un instante y, antes de darse cuenta, estaba subiendo en vez de bajar. Sus dedos se colaban entre las rendijas de la roca hasta llegar arriba del todo. Apoyándose en las palmas de sus manos, subió y se colocó de pie. La tierra bajo sus pies temblaba con fuerza y todo a su alrededor era ruido. El ratón buscó con la mirada a su peludo compañero, el cual divisó a lo lejos, corriendo hacia el extremo de la isla.
- ¡MONDO!
Pero el perro no lo oyó. Empezó a correr, pero el animal era más rápido que él y se alejaba cada vez más. Apretó los puños y alrededor de sus muñecas apareció un halo brillante de color azul en la izquierda y naranja en la derecha. Estiró el brazo derecho frente a él y colocó un portal naranja cerca de Mondo. Con la otra mano y sin dejar de correr, colocó el otro portal frente a él y se lanzó de cabeza, saliendo al derecho por el otro portal y haciéndolos desaparecer antes de tocar el suelo.
- ¡Mondo!
Esta vez el perro lo oyó. Paró de golpe derrapando sobre sus cuatro patas y se quedó mirando al ratón. Soltó un potente ladrido y miró de nuevo a donde se dirigía: Fuera de la isla.
El ratón asintió y subió rápidamente a la pequeña silla de montar que tenía el perro en su espalda. Enseguida, empezó a cabalgar sobre Mondo con el propósito de llegar lejos y marcharse de la isla de una vez.
"Padre... hermano... Por favor, escapad."
Lykanrock94
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Con suerte habíamos llegado a la costa montados en esa especie de moto. Al llegar allí pudimos divisar varios barcos evacuando gente. Algunos eran de la Marina y otros parecían independientes. Tendríamos de nuevo que elegir que hacer. Menos mal que el que siempre tomaba las decisiones cuando se iba en un vehículo era el que conducía así que yo me quedé callado esperando la elección del tipo de la moto.
No me convendría lo más mínimo alojarme en un barco de esos en el que estaba la marina. Quizás sería mejor en el barco que parecía independiente ahí seguramente estaría mas tranquilo. Ahora mismo yo estaba callado esperando a que el tio que me rescató hablase y dijera su elección.
No me convendría lo más mínimo alojarme en un barco de esos en el que estaba la marina. Quizás sería mejor en el barco que parecía independiente ahí seguramente estaría mas tranquilo. Ahora mismo yo estaba callado esperando a que el tio que me rescató hablase y dijera su elección.
barbazul
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Cuando salía del interior del barco para continuar ayudando a mis amigos me fijé en alguien que venía por el acantilado, me sonaba bastante, aunque no recordaba de que. Aunque por su aspecto podía ser del infierno, porque estaba el pobre hecho una mierda, sangrando por diferentes lugares y sin partes de su cuerpo. Hasta que le escuché hablar no me di cuenta de quién era realmente.
-Les puedo ayudar Barbaazul. Sabes es un alivio encontrarte pido tu ayuda, junto a la de tus compañeros para salir de esta isla, he vivido un infierno y deseo dejar atrás este maldito lugar tanto como ustedes, además les estaré en deuda si me hacen este gran favor y les puedo ser de ayuda si me permiten subir.- Bajé la rampa para ayudarle a subir a bordo, al fin de cuentas habíamos tenido unas cuantas aventuras juntos.
-Vamos, te ayudo a subir. Se te ve hecho una mierda, como has venido tú solo hasta aquí.- Una vez en la cubierta del barco.- Este es Teovaldo, lo conocí en alguno de mis viajes, Rose podemos sacarlo de la isla, es un pirata como nosotros.
Si la Capitana aceptaba pondríamos al maltrecho pirata a cargo de un par de cuerdas hasta que saliéramos de la isla, luego ya podríamos mirar sus heridas y yo podría descansar. Y que otro pirata te deba una siempre viene bien, nunca sabes cuándo será el quien pueda salvarte la vida a ti.
-Les puedo ayudar Barbaazul. Sabes es un alivio encontrarte pido tu ayuda, junto a la de tus compañeros para salir de esta isla, he vivido un infierno y deseo dejar atrás este maldito lugar tanto como ustedes, además les estaré en deuda si me hacen este gran favor y les puedo ser de ayuda si me permiten subir.- Bajé la rampa para ayudarle a subir a bordo, al fin de cuentas habíamos tenido unas cuantas aventuras juntos.
-Vamos, te ayudo a subir. Se te ve hecho una mierda, como has venido tú solo hasta aquí.- Una vez en la cubierta del barco.- Este es Teovaldo, lo conocí en alguno de mis viajes, Rose podemos sacarlo de la isla, es un pirata como nosotros.
Si la Capitana aceptaba pondríamos al maltrecho pirata a cargo de un par de cuerdas hasta que saliéramos de la isla, luego ya podríamos mirar sus heridas y yo podría descansar. Y que otro pirata te deba una siempre viene bien, nunca sabes cuándo será el quien pueda salvarte la vida a ti.
Maki
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“Las cosas como son”, se planteó Maki, “la reina no es que sepa gestionar muy bien las situaciones de crisis”. Su Majestad parecía aún más asustada que él, y eso ya era decir teniendo en cuenta que Sir Augustus se habría mordido las uñas de inquietud si hubiese tenido uñas. Menos mal que los ghouls sí que eran de fiar. Fue gracias a uno de ellos, uno de los más antiguos siervos de la Reina Markov, que llevaba al menos diez minutos a su servicio, que pudieron escapar.
Según el castillo se derrumbaba, lo llevó hasta un agujero que daba al piso inferior, donde había una… una cosa que Maki no había visto nunca. El ghoul le miró a los ojos fijamente con una intensidad tal que el gyojin pensó que iba a besarle, pero en su lugar lo que hizo fue empujarle. De no haber caído casualmente sobre una especie de cesta de picnic gigante seguramente se habría hecho daño. Menos mal que alguien había puesto allí esa cosa.
Su sorpresa fue mayúscula cuando se dio cuenta de que había un globo enganchado a la cesta y que arrastraba a esta por una ventana destrozada, lo bastante grande como para que cupiera por ella todo el conjunto. Maki se planteó desatar el globo pero alguien le gritó que no lo hiciera, así que lo dejó como estaba. Lo cierto era le resultaba divertido volar y casi se olvidó de que el castillo se hundía. Una vez en el exterior, alguien le lanzó a un grotesco y feísimo pez que… ah, no era la Reina Derian que había caído sobre su cabeza en un alarde de maestría acrobática. Los dos peces contemplaron como la enorme fortaleza se venía abajo mientras todos los ghouls les miraban con admiración y lágrimas en los ojos. Algunos les deseaban suerte a gritos o alababan a su reina, todos ellos con el pulgar extendido y una brillante sonrisa en sus labios semi-descompuestos justo antes de que el edificio colapsara.
Maki se sintió mal por ellos, pero cuando vio que Dimitri, el caracol telépata, había subido al globo de alguna forma inexplicable sin que nadie se diera cuenta, se animó un poco. “Oh, típico de Dimitri”, pensó.
El gyojin echó un vistazo hacia abajo y vio como el reino que tanto les había costado reconquistar colapsaba y se venía literalmente abajo, hundiéndose la isla entera en el fondo del mar. Era una lástima. Su ejército de ghouls seguramente habría caído junto con todo lo demás. “Descansen en… Uy, una nevera.”
Por alguna razón, había una nevera colgando del globo. Que detalle haberles dejado algo de cenar para el viaje. En cualquier caso un tentempié no les vendría mal, así que se asomó a la cesta y se estiró para llegar a la nevera y coger un aperitivo.
-Casi llego. –murmuraba para sí mismo-. Casi llego, casiii… -Por desgracia, algo chocó contra la nevera y balanceó el globo violentamente. Eso fue el empujoncito, literalmente, que le faltaba para caerse.
Maki se precipitó hacia abajo, pero se le quedó un pie enganchado en una cuerda. Ojalá se hubiese enredado un poco más abajo, porque seguía sin llegar a la nevera, en la que ahora había sujeto un tipo con un parche en el ojo, lleno de barro y sangre. En cualquier otra ocasión le preguntaría quién era o qué quería, pero su estómago rugiente le decía que dejase las formalidades para luego.
-¿Me pasas algo de comer? –preguntó al extraño, pensando en que a pesar de estar allí colgado al menos tendría alguien con quien hablar hasta que aterrizasen.
“¿Y cómo diablos se aterrizará esto?”
Según el castillo se derrumbaba, lo llevó hasta un agujero que daba al piso inferior, donde había una… una cosa que Maki no había visto nunca. El ghoul le miró a los ojos fijamente con una intensidad tal que el gyojin pensó que iba a besarle, pero en su lugar lo que hizo fue empujarle. De no haber caído casualmente sobre una especie de cesta de picnic gigante seguramente se habría hecho daño. Menos mal que alguien había puesto allí esa cosa.
Su sorpresa fue mayúscula cuando se dio cuenta de que había un globo enganchado a la cesta y que arrastraba a esta por una ventana destrozada, lo bastante grande como para que cupiera por ella todo el conjunto. Maki se planteó desatar el globo pero alguien le gritó que no lo hiciera, así que lo dejó como estaba. Lo cierto era le resultaba divertido volar y casi se olvidó de que el castillo se hundía. Una vez en el exterior, alguien le lanzó a un grotesco y feísimo pez que… ah, no era la Reina Derian que había caído sobre su cabeza en un alarde de maestría acrobática. Los dos peces contemplaron como la enorme fortaleza se venía abajo mientras todos los ghouls les miraban con admiración y lágrimas en los ojos. Algunos les deseaban suerte a gritos o alababan a su reina, todos ellos con el pulgar extendido y una brillante sonrisa en sus labios semi-descompuestos justo antes de que el edificio colapsara.
Maki se sintió mal por ellos, pero cuando vio que Dimitri, el caracol telépata, había subido al globo de alguna forma inexplicable sin que nadie se diera cuenta, se animó un poco. “Oh, típico de Dimitri”, pensó.
El gyojin echó un vistazo hacia abajo y vio como el reino que tanto les había costado reconquistar colapsaba y se venía literalmente abajo, hundiéndose la isla entera en el fondo del mar. Era una lástima. Su ejército de ghouls seguramente habría caído junto con todo lo demás. “Descansen en… Uy, una nevera.”
Por alguna razón, había una nevera colgando del globo. Que detalle haberles dejado algo de cenar para el viaje. En cualquier caso un tentempié no les vendría mal, así que se asomó a la cesta y se estiró para llegar a la nevera y coger un aperitivo.
-Casi llego. –murmuraba para sí mismo-. Casi llego, casiii… -Por desgracia, algo chocó contra la nevera y balanceó el globo violentamente. Eso fue el empujoncito, literalmente, que le faltaba para caerse.
Maki se precipitó hacia abajo, pero se le quedó un pie enganchado en una cuerda. Ojalá se hubiese enredado un poco más abajo, porque seguía sin llegar a la nevera, en la que ahora había sujeto un tipo con un parche en el ojo, lleno de barro y sangre. En cualquier otra ocasión le preguntaría quién era o qué quería, pero su estómago rugiente le decía que dejase las formalidades para luego.
-¿Me pasas algo de comer? –preguntó al extraño, pensando en que a pesar de estar allí colgado al menos tendría alguien con quien hablar hasta que aterrizasen.
“¿Y cómo diablos se aterrizará esto?”
Rainbow662
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Arribor lanzó una última mirada a los ojos de su enemigo antes de que un haz de luz barriese con todo. El vampiro, cuyo pecho continuaba atravesado por la estaca de sangre del pirata, se sumergió en la energía brillante. Su cuerpo comenzó a desintegrarse mientras Arribor caía hacia atrás tras esquivar por poco ese ataque inesperado. El impacto del rayo de luz provocó un violento estallido que le mandó volando varios metros hasta aterrizar sobre la corpulenta morsa que no parecía inquieta por lo ocurrido.
El conde Derian Markov se convirtió en cenizas bajo la abrasadora luz de lo que parecía ser un castigo divino, sin más testigos que un pirata y el cielo sobre sus cabezas, al menos aparentemente. “Cenizas y polvo”, pensó Arribor. “¿Es eso lo que queda cuando un monstruo muere?”. Y tras unos segundos se dio la vuelta dispuesto a marcharse de aquel lugar maldito, dejando atrás todo lo relacionado con él.
La lluvia continuaba y los temblores aumentaron su intensidad aún más, pero una voz resonó desde algún lugar enmudeciendo el sonido de la tormenta y el terremoto.
-¡OS PROHIBO QUEDAROS EN ESTA ISLA! –clamó la voz y un irrefrenable deseo de hacer precisamente eso se extendió por todo su ser. No podía quedarse allí.
Arribor echó a correr, agarrando a Franklin por la cola y arrastrándolo tras él sin demasiada delicadeza. Tampoco podía permitirse llevarlo a cuestas con un brazo y el muy idiota no consintió en transformarse en concha. El animal rebotaba contra el inestable suelo que comenzaba a hundirse a sus espaldas. Enormes agujeros se abrían a su alrededor, tragándose a todo y a todos. El pirata saltó un boquete en el suelo de tres metros de ancho pero cuando aterrizó, el suelo bajo él se resquebrajó y comenzó a caer. Tuvo que hacer acopio de todas sus fuerzas para lanzar a la morsa hacia un terreno más seguro y luego correr por la gran roca que iba inclinándose hacia el negro abismo, mientras maldecía la lluvia que lo empapaba todo. Los pequeños riachuelos formados por la tormenta desembocaban ahora en el mar, aunque por una vía que no era la esperada. Por suerte, el pirata Heartless era lo bastante testarudo como para que una miseria como la fuerza de la gravedad no le impidiera llegar a salvo de un salto a tierra firme, impulsándose en el fragmento del suelo antes de que se hundiera del todo.
Sin un segundo para recuperar el aliento, continuó la carrera, sin tener ni idea de cómo iba a marcharse de allí. ¿Habría algún barco en el que pudiera subirse? Lo cierto era que no tenía muchas esperanzas. Muy loco debía de estar aquel que todavía continuase anclado ante las costas de aquella isla infernal. Pero era su única opción, así que continuó corriendo con la esperanza de dar con alguno de esos locos.
Sin embargo, algo en el aire llamó su atención. Entre la densa lluvia, y gracias a que no había tenido oportunidad de apretar el botón para desconectar la luz que Franklin emitía por la boca, acertó a ver una forma llamativa. Era como… ¿un globo? Parecía tener algo colgando pero aun así flotaba por el aire, balanceado por la tormenta. No le importaba cómo diablos podía volar aquella cosa, solo le interesaba la oportunidad que representaba. Dejó de correr hacia la costa para seguir la trayectoria de ese globo, saltando por entre el traicionero terreno. Edificios enteros caían al vacío junto con legiones de ghouls, pero él no era tan estúpido como para caerse. Bueno… estúpido si era, pero no tenía intención de morir allí.
Frente a él, la tierra se sacudió aún más violentamente, levantando un gigantesco trozo de roca que quedó inclinado cual barco hundido. No iba a tener una oportunidad mejor que esa, así que dio un capón a la morsa para que se convirtiera en concha y no molestara. Subió a ella de un salto y, concentrando todas sus fuerzas en sus piernas y acelerando su flujo circulatorio para ganar poder, se impulsó sobre la roca en un potente salto para llegar hasta el extraño globo.
La roca se hizo añicos bajo sus pies cuando él se elevó a gran velocidad y se estrellaba contra algo que había colgado del globo. ¿Una nevera? “El mundo está loco”, se planteó. Se quedó allí unos segundos, pensando en si alguien habría sido testigo de los últimos segundos del monarca vampiro o si sería una historia que quedaría únicamente en su recuerdo. Luego echó un vistazo a su alrededor y vio que no era el único que había colgado del globo. Por alguna razón, un enorme pez tenía un pie enredado en una cuerda y estaba colgado boca abajo estirando los brazos hacia la nevera. Un hilillo de baba se escapaba de su boca y a punto estuvo de caer sobre la cara de Arribor.
-¿Me pasas algo de comer? –le preguntó la grotesca criatura.
“¿Por qué siempre me pasan cosas raras?”
El conde Derian Markov se convirtió en cenizas bajo la abrasadora luz de lo que parecía ser un castigo divino, sin más testigos que un pirata y el cielo sobre sus cabezas, al menos aparentemente. “Cenizas y polvo”, pensó Arribor. “¿Es eso lo que queda cuando un monstruo muere?”. Y tras unos segundos se dio la vuelta dispuesto a marcharse de aquel lugar maldito, dejando atrás todo lo relacionado con él.
La lluvia continuaba y los temblores aumentaron su intensidad aún más, pero una voz resonó desde algún lugar enmudeciendo el sonido de la tormenta y el terremoto.
-¡OS PROHIBO QUEDAROS EN ESTA ISLA! –clamó la voz y un irrefrenable deseo de hacer precisamente eso se extendió por todo su ser. No podía quedarse allí.
Arribor echó a correr, agarrando a Franklin por la cola y arrastrándolo tras él sin demasiada delicadeza. Tampoco podía permitirse llevarlo a cuestas con un brazo y el muy idiota no consintió en transformarse en concha. El animal rebotaba contra el inestable suelo que comenzaba a hundirse a sus espaldas. Enormes agujeros se abrían a su alrededor, tragándose a todo y a todos. El pirata saltó un boquete en el suelo de tres metros de ancho pero cuando aterrizó, el suelo bajo él se resquebrajó y comenzó a caer. Tuvo que hacer acopio de todas sus fuerzas para lanzar a la morsa hacia un terreno más seguro y luego correr por la gran roca que iba inclinándose hacia el negro abismo, mientras maldecía la lluvia que lo empapaba todo. Los pequeños riachuelos formados por la tormenta desembocaban ahora en el mar, aunque por una vía que no era la esperada. Por suerte, el pirata Heartless era lo bastante testarudo como para que una miseria como la fuerza de la gravedad no le impidiera llegar a salvo de un salto a tierra firme, impulsándose en el fragmento del suelo antes de que se hundiera del todo.
Sin un segundo para recuperar el aliento, continuó la carrera, sin tener ni idea de cómo iba a marcharse de allí. ¿Habría algún barco en el que pudiera subirse? Lo cierto era que no tenía muchas esperanzas. Muy loco debía de estar aquel que todavía continuase anclado ante las costas de aquella isla infernal. Pero era su única opción, así que continuó corriendo con la esperanza de dar con alguno de esos locos.
Sin embargo, algo en el aire llamó su atención. Entre la densa lluvia, y gracias a que no había tenido oportunidad de apretar el botón para desconectar la luz que Franklin emitía por la boca, acertó a ver una forma llamativa. Era como… ¿un globo? Parecía tener algo colgando pero aun así flotaba por el aire, balanceado por la tormenta. No le importaba cómo diablos podía volar aquella cosa, solo le interesaba la oportunidad que representaba. Dejó de correr hacia la costa para seguir la trayectoria de ese globo, saltando por entre el traicionero terreno. Edificios enteros caían al vacío junto con legiones de ghouls, pero él no era tan estúpido como para caerse. Bueno… estúpido si era, pero no tenía intención de morir allí.
Frente a él, la tierra se sacudió aún más violentamente, levantando un gigantesco trozo de roca que quedó inclinado cual barco hundido. No iba a tener una oportunidad mejor que esa, así que dio un capón a la morsa para que se convirtiera en concha y no molestara. Subió a ella de un salto y, concentrando todas sus fuerzas en sus piernas y acelerando su flujo circulatorio para ganar poder, se impulsó sobre la roca en un potente salto para llegar hasta el extraño globo.
La roca se hizo añicos bajo sus pies cuando él se elevó a gran velocidad y se estrellaba contra algo que había colgado del globo. ¿Una nevera? “El mundo está loco”, se planteó. Se quedó allí unos segundos, pensando en si alguien habría sido testigo de los últimos segundos del monarca vampiro o si sería una historia que quedaría únicamente en su recuerdo. Luego echó un vistazo a su alrededor y vio que no era el único que había colgado del globo. Por alguna razón, un enorme pez tenía un pie enredado en una cuerda y estaba colgado boca abajo estirando los brazos hacia la nevera. Un hilillo de baba se escapaba de su boca y a punto estuvo de caer sobre la cara de Arribor.
-¿Me pasas algo de comer? –le preguntó la grotesca criatura.
“¿Por qué siempre me pasan cosas raras?”
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Finalmente y con un golpe de suerte acabé con el mercenario volador y lo pude mandar bien lejos. Tras un buen rato mirando embobado su trayectoria un temblor sacudió la isla y me tiró al suelo. Me levanté con dificultades del suelo. Miré a mi alrededor, me encontraba totalmente solo, donde antes había una batalla ahora solo se encontraban los cadáveres de esta. El único superviviente que no se había marchado aun era yo. Me dispuse a recoger mi arma y marcharme en dirección a donde creía que estaría el grupo de marines del cual me había alejado antes de llegar aquí, cuando otro temblor se produjo y con más fuerza que el anterior. este temblor abrió brechas en el suelo provocando que una de mis piernas se colara por una de estas aberturas y quedara atrapada. El lugar temblaba cada vez con mayor ferocidad, lo que en un principio era peligrosas brechas que tragaban todo lo que encontraban ahora eran hundimientos de grandes proporciones de terreno que engullían hasta el ultimo trozo de tierra y sumiéndolo en un pozo sin fondo. El hundimiento se acercaba por mi espalda, en cuestión de segundos me tragaría y se acabaría mi existencia. Quería salir corriendo de allí, pero me era imposible, a pesar del dolor yo tiraba de mi pierna pero esta no salia. Me ponía nervioso pensar que tras de mi estaba la muerte, que se aproximaba y de forma muy ruidos. Tiré con mayor fuerza hasta que finalmente me la rompí. Un desgarrador grito me dejo sin fuerzas a la vez que sin ideas y, con la idea de que todavía no podía morir, cogí la espada de un cadáver marine que se encontraba a apenas un metro de mi y con el mayor temple que he tenido nunca rasure mi pierna de un único tajo por la zona del muslo.
Con un grito insonoro debido a mi falta de voz y con un llanto que dificultaba mi vista me arrastré lo más rápido que me fue posible hasta llegar a mi tridente. Con su ayuda conseguí levantarme y sin pararme a pensarlo comencé a caminar. No sabía a donde dirigirme, mi guerra había acabado. Estaba desesperado solo se me ocurría escapar de aquel inmenso hoyo que se acababa de tragar mi pierna. De repente un desesperado grito de megafonía ordeno la retirada. No se muy bien de quien provenía o hacia quien iba dirigido, pero yo acepte esa orden como si fuera directamente dirigida a mi. Lo más rápido que me permitía mi nueva condición física me dirigí a la costa. por suerte no andaba lejos y en cuestión de minutos llegué a puerto donde vi como todos los barcos se alejaban lo más pronto posible de aquel lugar y como los pocos que aun quedaban embarcaban a los últimos hombres y se disponían a marcharse sin esperar una segunda orden. Intente gritar y pedir auxilio pero no podía, la voz no salia y nadie podía escucharme. Aun me quedaban unos cuantos metros hasta llegar a los pocos barcos restantes pero los marineros estaban muy ocupados embarcando a los últimos heridos como para verme. Acelere mi ritmo más y más como pude apoyándome con ambas manos en el tridente y dando grandes zancadas. Estaba apunto de llegar al barco cuando tropecé y caí al suelo. Al abrir los ojos tras el impacto me costaba ver debido a las lagrimas que brotaban sin cesar y al mareo por la perdida de sangre. Borroso, vi como el ultimo barco levaba anclas y se alejaba de la isla. rendido y con el cuerpo agotado apoye la frente en el suelo y me di por vencido esperando mi muerte.
Oí unos pasos que me hicieron levantar la cabeza. Una sombra se acercaba corriendo y se agacho frente a mí. ¿Mi salvación? ¿O quizás una ilusión fruto del mareo?
Con un grito insonoro debido a mi falta de voz y con un llanto que dificultaba mi vista me arrastré lo más rápido que me fue posible hasta llegar a mi tridente. Con su ayuda conseguí levantarme y sin pararme a pensarlo comencé a caminar. No sabía a donde dirigirme, mi guerra había acabado. Estaba desesperado solo se me ocurría escapar de aquel inmenso hoyo que se acababa de tragar mi pierna. De repente un desesperado grito de megafonía ordeno la retirada. No se muy bien de quien provenía o hacia quien iba dirigido, pero yo acepte esa orden como si fuera directamente dirigida a mi. Lo más rápido que me permitía mi nueva condición física me dirigí a la costa. por suerte no andaba lejos y en cuestión de minutos llegué a puerto donde vi como todos los barcos se alejaban lo más pronto posible de aquel lugar y como los pocos que aun quedaban embarcaban a los últimos hombres y se disponían a marcharse sin esperar una segunda orden. Intente gritar y pedir auxilio pero no podía, la voz no salia y nadie podía escucharme. Aun me quedaban unos cuantos metros hasta llegar a los pocos barcos restantes pero los marineros estaban muy ocupados embarcando a los últimos heridos como para verme. Acelere mi ritmo más y más como pude apoyándome con ambas manos en el tridente y dando grandes zancadas. Estaba apunto de llegar al barco cuando tropecé y caí al suelo. Al abrir los ojos tras el impacto me costaba ver debido a las lagrimas que brotaban sin cesar y al mareo por la perdida de sangre. Borroso, vi como el ultimo barco levaba anclas y se alejaba de la isla. rendido y con el cuerpo agotado apoye la frente en el suelo y me di por vencido esperando mi muerte.
Oí unos pasos que me hicieron levantar la cabeza. Una sombra se acercaba corriendo y se agacho frente a mí. ¿Mi salvación? ¿O quizás una ilusión fruto del mareo?
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De alguna forma, había acertado cuando consumí ese frasco. Noté de inmediato los efectos y ya me podía mover con normalidad. ”Eso estuvo cerca” – pensé con algo de diversión. La isla se venía abajo, del castillo poco y nada quedaba y logré sentir cuatro presencias muy poderosas. Tenía muchas ganas de ir y ver con mis propios ojos todo lo que pudiera pasar, pero… No, no podía quedarme. Debía escapar.
– ¡OS PROHIBO QUEDARSE EN LA ISLA! – Un grito casi desgarrador llegó a mis oídos. Y, sin darme cuenta, empecé a correr rumbo al puerto. ¿Objetivo? Subirme a cualquier barco que estuviera cerca y huir en él. No importaba si llegaba a un barco con enemigos, podía derrotarlos y hacerme con el control de la nave, pero ahora debía huir sea como sea. Las grietas que había visto eran un descenso seguro al infierno y las cosas solo iban a empeorar.
– Sobreviviré, no importa qué, pero saldré de este sitio. – Me iba repitiendo a cada paso que daba, a cada roca que iba esquivando, a cada segundo que, teóricamente, me iba acercando al puerto. Debía sobrevivir, mis nakamas me estaban esperando y no los podía preocupar. Debía vivir y poder, quizás en un futuro, tener la chance de hacer mejores cosas y no tener que estar escapando. Mi lugar era donde se iba a librar la batalla final, no en un barco de escape. Yo debía estar ahí, pasara lo que pasara debía ser el centro de atención y lograr triunfar. Ese era mi lugar. ”Pero por ahora… Solo escapa” – pensé mientras aceleraba el paso… Debía escapar de alguna forma… Lo iba a conseguir pasara lo que pasara.
– ¡OS PROHIBO QUEDARSE EN LA ISLA! – Un grito casi desgarrador llegó a mis oídos. Y, sin darme cuenta, empecé a correr rumbo al puerto. ¿Objetivo? Subirme a cualquier barco que estuviera cerca y huir en él. No importaba si llegaba a un barco con enemigos, podía derrotarlos y hacerme con el control de la nave, pero ahora debía huir sea como sea. Las grietas que había visto eran un descenso seguro al infierno y las cosas solo iban a empeorar.
– Sobreviviré, no importa qué, pero saldré de este sitio. – Me iba repitiendo a cada paso que daba, a cada roca que iba esquivando, a cada segundo que, teóricamente, me iba acercando al puerto. Debía sobrevivir, mis nakamas me estaban esperando y no los podía preocupar. Debía vivir y poder, quizás en un futuro, tener la chance de hacer mejores cosas y no tener que estar escapando. Mi lugar era donde se iba a librar la batalla final, no en un barco de escape. Yo debía estar ahí, pasara lo que pasara debía ser el centro de atención y lograr triunfar. Ese era mi lugar. ”Pero por ahora… Solo escapa” – pensé mientras aceleraba el paso… Debía escapar de alguna forma… Lo iba a conseguir pasara lo que pasara.
Gareth Silverwing
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Hallstat, la isla en la cual se ha llevado a cabo la guerra más sangrienta que se recuerda en el North blue, un capítulo inacabado que pasará a la historia junto con las incontables vidas que hoy se han perdido en esta masacre la cual parece carecer de sentido. Observo en silencio, desde la seguridad del barco, cómo la isla colapsa y se derrumba sobre el peso de un líder demasiado ambicioso y la cólera del gobierno al cual desafió.
La Buster Call, ese último recurso capaz de destruir de forma indiscriminada a todo aquello que amenace la "paz y estabilidad" del Gobierno Mundial. Siglos, sino milenios de historia ahora reducidos a ceniza y escombros, por culpa de la ambición de unas pocas personas. Me dispongo a darme la vuelta para volver con el resto de la brigada, pero algo en la cubierta llama mi atención.
Es un gorro, con una especie de bombilla encima, al tirar del cordel que cae por su ala, la luz comenza a parpadear con bastante intensidad. Miro a un lado, miro al otro, los marines corren de acá para allá sin reparar en ese curiosos objeto, nadie parece reclamarlo como suyo.
Vuelvo a mirar a la moribunda Hallstat, pensando en lo absurdo que es este final, teniendo en cuenta la cantidad de vidas que se han perdido y que, como a alguien se le ocurra hacerme una foto, pienso asegurarme de que esa persona también forme parte de la historia de las víctimas de Hallstat.
La Buster Call, ese último recurso capaz de destruir de forma indiscriminada a todo aquello que amenace la "paz y estabilidad" del Gobierno Mundial. Siglos, sino milenios de historia ahora reducidos a ceniza y escombros, por culpa de la ambición de unas pocas personas. Me dispongo a darme la vuelta para volver con el resto de la brigada, pero algo en la cubierta llama mi atención.
Es un gorro, con una especie de bombilla encima, al tirar del cordel que cae por su ala, la luz comenza a parpadear con bastante intensidad. Miro a un lado, miro al otro, los marines corren de acá para allá sin reparar en ese curiosos objeto, nadie parece reclamarlo como suyo.
Vuelvo a mirar a la moribunda Hallstat, pensando en lo absurdo que es este final, teniendo en cuenta la cantidad de vidas que se han perdido y que, como a alguien se le ocurra hacerme una foto, pienso asegurarme de que esa persona también forme parte de la historia de las víctimas de Hallstat.
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Akuma no mi
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No le llevó mucho más detectar la presencia de su compañero, así como fijar su posición. Sin embargo, la situación parecía empeorar por momentos, y los muros de la prisión reventaron, uniéndose sus escombros al derrumbamiento general. "Mierda, esto no me gusta nada" pensó el pelirrojo, frunciendo el ceño. "Hay que salir de aquí cuanto antes." Su cuerpo adoptó la forma etérea cuando un grupo de cascotes se precipitó sobre él, atravesándole todos ellos sin causarle daño alguno. Probablemente le debería la vida a su akuma si lograban salir vivos de allí. Se posicionó al lado de su compañero, que había sido golpeado por un fragmento de roca y quedó inconsciente, ante lo cual lo cargó sobre el hombro, sujetándole con ambas manos.
- Joder, para haberte pasado una semana sin apenas comer pesas un huevo... -masculló, observando los alrededores para poder analizar cuál sería la mejor ruta de escape.
No pudo evitar soltar una maldición cuando observó que los túneles, más concretamente por el que había venido, habían sido taponados por los múltiples desprendimientos, cortando las vías de escape más potenciales. "Piensa rápido, Kus" se dijo a sí mismo, justo cuando pudo ver que la bóveda que hacía anteriormente de techo para la ciudad se había comenzado a desprender también, formando una nueva y gigantesca salida. Supuso que aquella era la única opción que les quedaba, y estaba a punto de comenzar a ascender cuando la voz del almirante llegó hasta él.
- Tengo que salir de aquí... -respondió con voz neutra, casi como un robot, mientras su cuerpo comenzaba a ser invadido por el deseo de huir lo más rápido posible- Pero tú te vienes conmigo.
El agente comenzó a emplear el geppou para ascender mientras cargaba con Noa. No podía decir que aquello fuera una tarea fácil, pero aunque le costara estaba logrando subir sin excesivos problemas. El cansancio comenzaba a hacer presa de él, pero su instinto de supervivencia podía más que el agotamiento, por lo que no se detendría hasta que lograran ponerse a salvo. En cuanto alcanzó la superficie pisó el suelo rápidamente, harto de forzarse a caminar por el aire, y activo el soru una última vez para dirigirse hacia las embarcaciones y salir de aquel infierno a punto de derrumbarse. A veces trastabillaba, pero en ningún momento dejó de avanzar, ya fuera por sus ganas de salir de allí o por el poder que aquella orden parecía contener. Esperaba, como poco, un "gracias" después de ello, o llevaría a la práctica la idea de convertir en comida de emergencia al albino.
- Joder, para haberte pasado una semana sin apenas comer pesas un huevo... -masculló, observando los alrededores para poder analizar cuál sería la mejor ruta de escape.
No pudo evitar soltar una maldición cuando observó que los túneles, más concretamente por el que había venido, habían sido taponados por los múltiples desprendimientos, cortando las vías de escape más potenciales. "Piensa rápido, Kus" se dijo a sí mismo, justo cuando pudo ver que la bóveda que hacía anteriormente de techo para la ciudad se había comenzado a desprender también, formando una nueva y gigantesca salida. Supuso que aquella era la única opción que les quedaba, y estaba a punto de comenzar a ascender cuando la voz del almirante llegó hasta él.
- Tengo que salir de aquí... -respondió con voz neutra, casi como un robot, mientras su cuerpo comenzaba a ser invadido por el deseo de huir lo más rápido posible- Pero tú te vienes conmigo.
El agente comenzó a emplear el geppou para ascender mientras cargaba con Noa. No podía decir que aquello fuera una tarea fácil, pero aunque le costara estaba logrando subir sin excesivos problemas. El cansancio comenzaba a hacer presa de él, pero su instinto de supervivencia podía más que el agotamiento, por lo que no se detendría hasta que lograran ponerse a salvo. En cuanto alcanzó la superficie pisó el suelo rápidamente, harto de forzarse a caminar por el aire, y activo el soru una última vez para dirigirse hacia las embarcaciones y salir de aquel infierno a punto de derrumbarse. A veces trastabillaba, pero en ningún momento dejó de avanzar, ya fuera por sus ganas de salir de allí o por el poder que aquella orden parecía contener. Esperaba, como poco, un "gracias" después de ello, o llevaría a la práctica la idea de convertir en comida de emergencia al albino.
Rei Arslan
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Hacia nuestro lado un hombre se acercaba. Se le veía bastante herido. Dejé el timón para ir junto a él aunque ya estaba Barba a su lado. Por las palabras parecían conocerse y si Barba quería ayudarle no se lo iba a negar. No es que me agradase el hecho de tener un completo desconocido en el barco, pero me fiaría de lo que decía mi compañero. Si por mí fuera, este hombre habría muerto ahí mismo. Me crucé de brazos viendo como le ayudaba a entrar.
-Te llevaremos solo hasta la próxima isla. A partir de ahí te buscarás la vida tu solo. – El tono de mis palabras era serio, y llegaban a sonar un poco bordes, aunque no era mi intención.
¿Pirata, eh? Uno de los nuestros, al menos eso me tranquilizaba más, aunque seguía sin fiarme del muchacho. De todas formas si lográbamos salir de aquí podríamos llegar a un acuerdo con él y salir beneficiada la banda.
-Por cierto, dado que te hemos salvado la vida... Algún día te cobraremos el favor que nos debes así que más te vale no olvidar quienes somos. – Comenté con una sonrisa.
Antes de darme la vuelta me fijé en su pecho. Tenía un nombre que me resultaba bastante conocido. Aki… Solo conocía a una y tenía que ser ella. Me apetecía volver a verla, aquella vez no llegamos a acabar nuestro duelo. El próximo sería mejor.
-Vaya… ¡pero si estás marcado por Aki! Esto va a ser divertido. Hace tiempo que no la veo, espero que esté bien. – Respondí entre risas. – Con suerte a lo mejor se pasar por el barco de visita. Qué maravilla. -Tras esto volví al timón. Kuroi y Barba ya sabían de lo que tenían que encargarse.[/i]
-Te llevaremos solo hasta la próxima isla. A partir de ahí te buscarás la vida tu solo. – El tono de mis palabras era serio, y llegaban a sonar un poco bordes, aunque no era mi intención.
¿Pirata, eh? Uno de los nuestros, al menos eso me tranquilizaba más, aunque seguía sin fiarme del muchacho. De todas formas si lográbamos salir de aquí podríamos llegar a un acuerdo con él y salir beneficiada la banda.
-Por cierto, dado que te hemos salvado la vida... Algún día te cobraremos el favor que nos debes así que más te vale no olvidar quienes somos. – Comenté con una sonrisa.
Antes de darme la vuelta me fijé en su pecho. Tenía un nombre que me resultaba bastante conocido. Aki… Solo conocía a una y tenía que ser ella. Me apetecía volver a verla, aquella vez no llegamos a acabar nuestro duelo. El próximo sería mejor.
-Vaya… ¡pero si estás marcado por Aki! Esto va a ser divertido. Hace tiempo que no la veo, espero que esté bien. – Respondí entre risas. – Con suerte a lo mejor se pasar por el barco de visita. Qué maravilla. -Tras esto volví al timón. Kuroi y Barba ya sabían de lo que tenían que encargarse.[/i]
Nemonic
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Cada segundo era una eternidad en aquel pasillo, el cual se derrumbaba cada vez más rápido. Quería vivir, no quería morir sepultado por un montón de piedras y escombros. Cerré los ojos mientras impactaba contra él muro, percibiendo como se desmoronaba por el golpe y sintiendo el vacío al momento. En mi rostro se formó una sonrisa agridulce, por haber podido salir de aquel lugar y por haber tenido que dejar a Kaito atrás. Pero mi pesadilla todavía no había acabado, al abrir los ojos observé que aquel lugar todavía podía ser nuestra tumba.
- ¿Estámos bajo tierra?- me dije, observando lo que parecía una gran ciudad dentro de una cueva. Aquello no parecía mejorar, pero no era tiempo de lamentaciones ya que teníamos que salir de allí.
En ese momento el techo de aquella cueva comenzó a derrumbarse, íbamos a morir de la misma forma que íbamos a escapar. Miré a Sinclair para hablarle, pero antes de poder decir nada una explosión se produjo a nuestras espaldas. La onda expansiva nos golpeó con violencia, aparte de los cascotes que volaban por todas partes. Comencé a girar sin control y varias piedras me golpearon provocándome varias heridas por el cuerpo. Poco a poco conseguí estabilizarme en el aire y por fin pare. Mire hacía el montón de escombros que en su momento fue nuestra prisión, - Kaito – dije activando el haki con todas mis fuerzas. No lo sentía…. Pero yo tenía que verlo con mis propios ojos, yo… no quería darme por vencido.
De repente un trozo del techo pasó a escasos metros de mí, haciendo que prestara atención a lo que se nos venía. – Sin, creo que veo una salida allí arriba. Es nuestra única opción o puede que muramos aquí. Kaito…. seguro que saldrá de está – terminé diciendo con lágrimas en los ojos. En ese momento comencé a elevarme a gran velocidad con los escudos al tamaño normal, pero juntados en forma de cuña. Si algo caía, se haría a un lado y podría seguir avanzando. Sinclair se pondría debajo de mí, volando por sus propios medios.
Ya estaba agotado, pero ya quedaba poco o al menos veía luz cada vez más cerca. – Vamos Guldrik, ya falta poco – me decía, para aguantar aquellos minutos interminables. Haría un último esfuerzo para salir de allí y por fin liberarme de aquel infierno. Tras unos instantes la luz ya solo se encontraba a unos metros de nosotros – AAAAAHHH!!!! -Grité agotando mis últimas energías en aquel impulso y al salir mis alas comenzaron a fallar, había llegado al límite. – Sinclair ayúdame a elevarme, ya casi no puedo aletear – le dije, notando como mi aleteo se había ralentizado por el cansancio. Mire a mi alrededor y todo era caos y destrucción. Si no conseguíamos salir de allí volando, buscaríamos un barco de la marina o del gobierno y huiríamos de allí en él. – Kaito, volveré por ti. Estés vivo o muerto, lo prometo. - ….
- ¿Estámos bajo tierra?- me dije, observando lo que parecía una gran ciudad dentro de una cueva. Aquello no parecía mejorar, pero no era tiempo de lamentaciones ya que teníamos que salir de allí.
En ese momento el techo de aquella cueva comenzó a derrumbarse, íbamos a morir de la misma forma que íbamos a escapar. Miré a Sinclair para hablarle, pero antes de poder decir nada una explosión se produjo a nuestras espaldas. La onda expansiva nos golpeó con violencia, aparte de los cascotes que volaban por todas partes. Comencé a girar sin control y varias piedras me golpearon provocándome varias heridas por el cuerpo. Poco a poco conseguí estabilizarme en el aire y por fin pare. Mire hacía el montón de escombros que en su momento fue nuestra prisión, - Kaito – dije activando el haki con todas mis fuerzas. No lo sentía…. Pero yo tenía que verlo con mis propios ojos, yo… no quería darme por vencido.
De repente un trozo del techo pasó a escasos metros de mí, haciendo que prestara atención a lo que se nos venía. – Sin, creo que veo una salida allí arriba. Es nuestra única opción o puede que muramos aquí. Kaito…. seguro que saldrá de está – terminé diciendo con lágrimas en los ojos. En ese momento comencé a elevarme a gran velocidad con los escudos al tamaño normal, pero juntados en forma de cuña. Si algo caía, se haría a un lado y podría seguir avanzando. Sinclair se pondría debajo de mí, volando por sus propios medios.
Ya estaba agotado, pero ya quedaba poco o al menos veía luz cada vez más cerca. – Vamos Guldrik, ya falta poco – me decía, para aguantar aquellos minutos interminables. Haría un último esfuerzo para salir de allí y por fin liberarme de aquel infierno. Tras unos instantes la luz ya solo se encontraba a unos metros de nosotros – AAAAAHHH!!!! -Grité agotando mis últimas energías en aquel impulso y al salir mis alas comenzaron a fallar, había llegado al límite. – Sinclair ayúdame a elevarme, ya casi no puedo aletear – le dije, notando como mi aleteo se había ralentizado por el cansancio. Mire a mi alrededor y todo era caos y destrucción. Si no conseguíamos salir de allí volando, buscaríamos un barco de la marina o del gobierno y huiríamos de allí en él. – Kaito, volveré por ti. Estés vivo o muerto, lo prometo. - ….
Issei Hayate
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Akuma no mi
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Así que todo se iba a acabar ahí... "No puedo rendirme tan fácilmente. ¡Aun no he hecho justicia con el asesino de mi padre ni el Renegado!" Recuperando sus agallas, se agachó y miró al techo con atención. Tenía muy pocas oportunidades de sobrevivir, pero las exprimiría al máximo. Trataría de emplear su akuma combinada con sus reflejos y agilidad para evitar las rocas, y aunque sabía que era imposible que al final no quedase atrapado, era preferible quedar sólo parcialmente aplastado y tratar de quedar en el hueco entre varias rocas a morir bajo una. De aquella manera podría tratar de pedir auxilio por den den mushi, y esperar a poder ser rescatado. Sin embargo, de repente una luz intensa lo cegó, y algo lo tumbó sobre las escaleras con una fuerza enorme. El golpe no le causó mayores daños gracias a su cuerpo cyborg, aunque quedó aturdido por unos instantes. Al abrir de nuevo los ojos, vio frente a él un agujero de tamaño descomunal por el que entraba luz del exterior. Su haki percibió al instante cuatro poderes descomunales, y al mirar hacia el subsuelo vio que había gente en el décimo nivel.
- Giro Giro no Spirit.
Eran cuatro, y podía ver en torno a ellos un aura de poder descomunal. Notó cómo un escalofrío recorría su espalda. ¿Quiénes eran? Parecía que estaban junto a una celda y... todos los guardias estaban desactivados. ¿Ellos eran los presos del décimo nivel? "No me extraña que el rey Derian tuviera tanta seguridad. De haber estado sueltos, podrían haber decidido la guerra con su mera presencia." Con un suspiro, observó su alrededor. ¿Se había librado? Parecía que la destrucción se había detenido en el nivel inmediatamente superior, aunque con aquel agujero la estructura seguramente habría quedado dañada. Debía salir cuanto antes de aquel lugar. "¿Qué habrá causado esto? Parece venir de abajo, así que, ¿los prisioneros? Desde luego parecen lo suficientemente poderosos como para algo así, por exagerado que sea." Comenzó a examinar los alrededores con su akuma, llegando a la conclusión de que sólo había dos vías de escape: una subiendo hacia la superficie por el agujero, y otra a través de una caverna en el décimo nivel. "Acercarse a esas malas bestias no parece buena idea, pero para ellos yo sólo soy un mosquito probablemente. Dudo que me presten mucha atención si yo no los molesto. Por otro lado, no me gusta la idea de aparecer en mitad de los llanos de Hallstat, probablemente en mitad de territorio enemigo con la guerra en curso."
- En fin, creo que no tengo más opción - murmuró para sí.
Se levantó y saltó al vacío, dando de repente una fuerte patada al aire. Empleando el geppou comenzó a descender poco a poco, observando los niveles a medida bajaba. Estaban destrozados y cayéndose a pedazos, y en todos ellos los guardias robóticos estaban apagados. Los presos, si aun quedaban, no estaban a la vista. ¿Se habrían ido ya aprovechando el momento que había abierto las celdas? No parecía factible viendo que en las escaleras al sexto nivel aun había guardias. Y los que estaba viendo ahora no parecían, en principio, haber sido desactivados por daños en combate. No que viera, aunque tampoco se paró a comprobarlo. No le parecía una opción sensata, desde luego, sabiendo que en cualquier momento aquellos monstruos del décimo nivel podían decidir salir y tomarlo por una molestia. Se aproximó a uno de los pasillos de este que habían quedado al descubierto con el agujero y entró en él, dirigiéndose a paso rápido a la salida. No se molestó en ir con sigilo, aunque tampoco corrió ni hizo demasiado ruido... unos seres así de poderosos seguramente tendrían un nivel de dominio del mantra excepcional, y de haber querido eliminarlo ya lo habrían hecho hacía un rato. Era más que seguro que ya eran consciente de su presencia.
Tras un rato, llegó a la salida del nivel. Esta era un pasillo que le llevó a un enorme lago subterráneo junto a una especie de fábrica. Al lado de este había unos muelles, en los que había un único medio de transporte: un submarino. Tras comprobar que no había ningún humano cerca, se acercó al aparato. "No se si sabré pilotar esa cosa... pero puedo intentarlo." Abrió la escotilla y comenzó a revisar el interior. No era muy amplio, pero al menos tenía espacio. Parecía que su huida pronto sería posible. Tras revisar toda la maquinaria y comprobar que quedaba combustible, puso en funcionamiento la nave y comenzó a avanzar. Los controles no eran muy complejos por suerte, y podía llevarla sin problemas aun sin conocimiento previo. Puso rumbo a la salida, tras comprobar que el acuífero llevaba a un río subterráneo, y se dispuso a salir del lugar. "Hora de informar." Sacó su den den mushi y llamó a su superior, dispuesto a avisarle de lo ocurrido y de su captura de la nave enemiga.
- Giro Giro no Spirit.
Eran cuatro, y podía ver en torno a ellos un aura de poder descomunal. Notó cómo un escalofrío recorría su espalda. ¿Quiénes eran? Parecía que estaban junto a una celda y... todos los guardias estaban desactivados. ¿Ellos eran los presos del décimo nivel? "No me extraña que el rey Derian tuviera tanta seguridad. De haber estado sueltos, podrían haber decidido la guerra con su mera presencia." Con un suspiro, observó su alrededor. ¿Se había librado? Parecía que la destrucción se había detenido en el nivel inmediatamente superior, aunque con aquel agujero la estructura seguramente habría quedado dañada. Debía salir cuanto antes de aquel lugar. "¿Qué habrá causado esto? Parece venir de abajo, así que, ¿los prisioneros? Desde luego parecen lo suficientemente poderosos como para algo así, por exagerado que sea." Comenzó a examinar los alrededores con su akuma, llegando a la conclusión de que sólo había dos vías de escape: una subiendo hacia la superficie por el agujero, y otra a través de una caverna en el décimo nivel. "Acercarse a esas malas bestias no parece buena idea, pero para ellos yo sólo soy un mosquito probablemente. Dudo que me presten mucha atención si yo no los molesto. Por otro lado, no me gusta la idea de aparecer en mitad de los llanos de Hallstat, probablemente en mitad de territorio enemigo con la guerra en curso."
- En fin, creo que no tengo más opción - murmuró para sí.
Se levantó y saltó al vacío, dando de repente una fuerte patada al aire. Empleando el geppou comenzó a descender poco a poco, observando los niveles a medida bajaba. Estaban destrozados y cayéndose a pedazos, y en todos ellos los guardias robóticos estaban apagados. Los presos, si aun quedaban, no estaban a la vista. ¿Se habrían ido ya aprovechando el momento que había abierto las celdas? No parecía factible viendo que en las escaleras al sexto nivel aun había guardias. Y los que estaba viendo ahora no parecían, en principio, haber sido desactivados por daños en combate. No que viera, aunque tampoco se paró a comprobarlo. No le parecía una opción sensata, desde luego, sabiendo que en cualquier momento aquellos monstruos del décimo nivel podían decidir salir y tomarlo por una molestia. Se aproximó a uno de los pasillos de este que habían quedado al descubierto con el agujero y entró en él, dirigiéndose a paso rápido a la salida. No se molestó en ir con sigilo, aunque tampoco corrió ni hizo demasiado ruido... unos seres así de poderosos seguramente tendrían un nivel de dominio del mantra excepcional, y de haber querido eliminarlo ya lo habrían hecho hacía un rato. Era más que seguro que ya eran consciente de su presencia.
Tras un rato, llegó a la salida del nivel. Esta era un pasillo que le llevó a un enorme lago subterráneo junto a una especie de fábrica. Al lado de este había unos muelles, en los que había un único medio de transporte: un submarino. Tras comprobar que no había ningún humano cerca, se acercó al aparato. "No se si sabré pilotar esa cosa... pero puedo intentarlo." Abrió la escotilla y comenzó a revisar el interior. No era muy amplio, pero al menos tenía espacio. Parecía que su huida pronto sería posible. Tras revisar toda la maquinaria y comprobar que quedaba combustible, puso en funcionamiento la nave y comenzó a avanzar. Los controles no eran muy complejos por suerte, y podía llevarla sin problemas aun sin conocimiento previo. Puso rumbo a la salida, tras comprobar que el acuífero llevaba a un río subterráneo, y se dispuso a salir del lugar. "Hora de informar." Sacó su den den mushi y llamó a su superior, dispuesto a avisarle de lo ocurrido y de su captura de la nave enemiga.
Worick L. Arcangelo
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Cuando por fin íbamos a marcharnos de aquella isla las cosas parecían no parar de complicarse, o mejor dicho, no paraban de aparecer improvistos. Un completo extraño se había aproximado hasta nuestro barco afirmando que conocía a barba y que necesitaba su ayuda, cosa que resultaba bastante lógica en vista del estado en el que se encontraba. Barba que reacciono de una forma bastante amigable y afable le ofreció su ayuda, pero como era común las cosas no eran gratis y la capitana no tardó en aparecer para mediar sobre el asunto. Yo, ignorando bastante el tema y confiando en la decisión de Rose me encaminé hacía los cabos y las velas para liberarlas de sus ataduras y zarpar cuanto antes, pues la isla parecía que se iba a hacer añicos de un momento a otro. ¿Qué habría ocasionado todo aquello?
Ya eran muchas las batallas que había vivido y llevado a mi espalda. Loguetown, Mariejoia y muchas otras aventuras, pero nunca había sido capaz de desenvolverme como era debido, así que lo había decidido, tras salir de allí y abandonar el north, emprendería un viaje en busca de respuestas y poder. Poder para lograr mis sueños y conseguir todo lo que me proponga, para proteger lo que me importaba y lo que necesitaba ser defendido. Las despedidas sin duda no eran mi fuerte, así que no las haría, simplemente una carta expresaría lo que quería decir en aquellos momentos.
Y así fue, tan pronto como alisté todo lo necesario junto con barba para que el barco zarpase y con nuestro nuevo acompañante a bordo solo faltaba que la capitana fijase rumbo y empezase a navegar, mientras ella hacía aquello yo marché hacía los camarotes para escribir la carta que sería mi despedida durante este tiempo.
Ya eran muchas las batallas que había vivido y llevado a mi espalda. Loguetown, Mariejoia y muchas otras aventuras, pero nunca había sido capaz de desenvolverme como era debido, así que lo había decidido, tras salir de allí y abandonar el north, emprendería un viaje en busca de respuestas y poder. Poder para lograr mis sueños y conseguir todo lo que me proponga, para proteger lo que me importaba y lo que necesitaba ser defendido. Las despedidas sin duda no eran mi fuerte, así que no las haría, simplemente una carta expresaría lo que quería decir en aquellos momentos.
Y así fue, tan pronto como alisté todo lo necesario junto con barba para que el barco zarpase y con nuestro nuevo acompañante a bordo solo faltaba que la capitana fijase rumbo y empezase a navegar, mientras ella hacía aquello yo marché hacía los camarotes para escribir la carta que sería mi despedida durante este tiempo.
sinclair moon
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Al salir de aquel pasillo que se derrumbaba a pasos agigantados, una pregunta pasó por mi mente ¿habíamos ganado, habíamos perdido, o simplemente parecía que habíamos sobrevivido?.
Tras aquellos barrotes que había tras aquel pasillo, se nos alzaban las ruinas de una ciudad subterránea y el techo de lo que parecía ser una caverna se iba desmoronando y una explosión a nuestra espalda creó una onda expansiva que nos golpeó a los dos. Desafortunadamente, en esos momentos estaba en la forma híbrida de mi akuma, por lo que sentí algo más de daño, pero acompañado por una sensación extraña de alivio al pensar que ese podría ser el último daño que recibiría en aquella aventura infernal. Así que, volé tras Guldrik, quién iba abriendo camino son sus escudos, aunque a la vez iba notando que su cansancio iba en aumento. Hasta que me pidió que lo cogiera y lo llevara en su forma humana volando, así lo hice y me dirigí al puerto en busca de un barco amigo que nos asistiera y sacara de aquel infierno, cuando mis ojos se posaron en un barco marine subí a su cubierta, deje a Guldrik en el suelo y yo exhausto y jadeante volví a mi forma humana y a un par de hombres les dije:
- Por piedad caballeros, saquennos de esta isla se lo imploro, juro por mi vida que no somos, ni piratas, ni revolucionarios.
Los hombres aceptaron y fueron a buscar camillas para auxiliarnos y me volví hacia mi compañero y le dije:
- Se que es duro cuando llega la situación entre sobrevivir o salvar a un amigo, pero si volvieramos ahora a por el no sería lealtad, ni amistad, sería una locura ya que no sabemos ni donde se encuentra Kaito, pero cuando me recupere yo mismo vendré contigo a buscar a Kaito.
Tras decir estas palabras me desmallé con las voces de fondo de los miembros de la tripulación de aquel barco marine.
Tras aquellos barrotes que había tras aquel pasillo, se nos alzaban las ruinas de una ciudad subterránea y el techo de lo que parecía ser una caverna se iba desmoronando y una explosión a nuestra espalda creó una onda expansiva que nos golpeó a los dos. Desafortunadamente, en esos momentos estaba en la forma híbrida de mi akuma, por lo que sentí algo más de daño, pero acompañado por una sensación extraña de alivio al pensar que ese podría ser el último daño que recibiría en aquella aventura infernal. Así que, volé tras Guldrik, quién iba abriendo camino son sus escudos, aunque a la vez iba notando que su cansancio iba en aumento. Hasta que me pidió que lo cogiera y lo llevara en su forma humana volando, así lo hice y me dirigí al puerto en busca de un barco amigo que nos asistiera y sacara de aquel infierno, cuando mis ojos se posaron en un barco marine subí a su cubierta, deje a Guldrik en el suelo y yo exhausto y jadeante volví a mi forma humana y a un par de hombres les dije:
- Por piedad caballeros, saquennos de esta isla se lo imploro, juro por mi vida que no somos, ni piratas, ni revolucionarios.
Los hombres aceptaron y fueron a buscar camillas para auxiliarnos y me volví hacia mi compañero y le dije:
- Se que es duro cuando llega la situación entre sobrevivir o salvar a un amigo, pero si volvieramos ahora a por el no sería lealtad, ni amistad, sería una locura ya que no sabemos ni donde se encuentra Kaito, pero cuando me recupere yo mismo vendré contigo a buscar a Kaito.
Tras decir estas palabras me desmallé con las voces de fondo de los miembros de la tripulación de aquel barco marine.
Teobaldo Voglio
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Barba azul acepto ayudarme y me invito subir al navío, mientras llegábamos a cubierta me comento que me veía muy mal, luego me pregunto sobre cómo había dado a parar en aquel lugar, la explicación era larga por lo que me limite a decirle – Solo digamos que tuve mala suerte- acto seguido y una vez arriba Barba me presento ante una mujer llamada Rose quien supuse debía ser la capitana de aquel grupo. La mujer se cruzó de brazos mientras me observaba y tras escuchar a Barba término diciendo que solo me llevarían hasta la siguiente isla, a partir de ese punto estaría por mi cuenta.
Luego se tomó un instante, para continuar diciendo que dado me habían salvado la vida más adelante se cobrarían el favor por lo que no debía olvidar los, ante tal declaración me dispuse a comentarles –Por mi honor que si llegaran a necesitar de mi ahí estaré, ya que Barba azul no se ha olvidado de mi yo no me olvidare de ustedes ni de la deuda que tengo, sé que quizás puedan desconfiar de mi pero, les aseguro que no hay razón, sin más les doy las gracias por las molestias que les he causado y con que me dejen en la siguiente isla es más que suficiente.
La mujer empezó a retirarse a cuando repentinamente pareció sorprendida, pero no eran por mis palabras, algo en mi le había llamado la atención, sin rodeos dijo en voz alta que estaba marcado por Aki, luego comento que sería divertido y comenzó a reírse, para luego mencionar que esperaba que aquella mujer estuviera bien. No entendía muy bien por qué se alegraba ante la idea pero supuse que ambas debían ser amigas o conocidas pues esperaba que aquella mujer nos visitara. Sin dar ningún otro comentario dio media vuelta y regreso al timón, mientras le ordenaba a sus hombres lo que tenían que hacer.
Por mi parte me limite a sujetar algunas sogas, para asegurar las velas ya que no deseaba verme como una carga para aquella tripulación, mientras tanto pensaba en el nombre de la mujer que tenía al pecho, no sabía si estar molesto por el daño que me había hecho o estarle agradecido por mostrarme que aún me quedaba mucho por fortalecerme. No obstante en el fondo, muy en el fondo creo que me sentía en paz con ella y no sabia exactamente el porque.
Dr Zhivago
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Atravesé el túnel cargando al hombro con Chrome mientras en el exterior se escuchaban un tremebundo, el suelo comenzó a temblar lo cual entorpeció mi movimiento, obligandome a detenerme momentaneamente para no caer al suelo -Maldición, habría disfrutado ver lo que había ocurrido fuera- pensaba mientras trataba de avanzar por el camino hasta llegar al barco- Si no fuera por esta inútil ahora tendría un sujeto de pruebas y una historia que escribir en mi libro de historia reciente- maldecía una y otra vez a la idiota de mi compañera.
Finalmente terminamos de atravesar la cueva, la lluvia aún no terminaba de amainar y los estruendos procedentes del centro de la isla me obligaron a dirigir la mirada al castillo, el cual había desaparecido casi por completo -¿Qué diablos había pasado?- pensaba a la vez que apretaba mi puño derecho con fuerza. Mirando al frente vi el barco preparado al cual me dirigí inmediatamente, el barco parecía estar listo para zarpar, en cubierta había un hombre. según nos fuimos acercando parecía ser Kazurro, al parecer habían conseguido salvarle Shun, el cual no parecía estar haciendo nada en la cubierta.
Acelerando un poco el paso subí al barco sin mucha prisa, crucé una rápida mirada con Kazuo y introduje a Chrome dentro de la enfermería depositandola en la camilla muy a regañadientes, su torpeza me había causado muchas molestias y ciertamente me había dado una pereza enorme el hecho de ayudarla, tras ponerle un paño húmedo en la cabeza para aliviar su hinchazón y arroparla con una manta por encima salí a cubierta.
-Supongo que tendrás que decirnos muchas cosas junto con Shun, pero
Finalmente terminamos de atravesar la cueva, la lluvia aún no terminaba de amainar y los estruendos procedentes del centro de la isla me obligaron a dirigir la mirada al castillo, el cual había desaparecido casi por completo -¿Qué diablos había pasado?- pensaba a la vez que apretaba mi puño derecho con fuerza. Mirando al frente vi el barco preparado al cual me dirigí inmediatamente, el barco parecía estar listo para zarpar, en cubierta había un hombre. según nos fuimos acercando parecía ser Kazurro, al parecer habían conseguido salvarle Shun, el cual no parecía estar haciendo nada en la cubierta.
Acelerando un poco el paso subí al barco sin mucha prisa, crucé una rápida mirada con Kazuo y introduje a Chrome dentro de la enfermería depositandola en la camilla muy a regañadientes, su torpeza me había causado muchas molestias y ciertamente me había dado una pereza enorme el hecho de ayudarla, tras ponerle un paño húmedo en la cabeza para aliviar su hinchazón y arroparla con una manta por encima salí a cubierta.
-Supongo que tendrás que decirnos muchas cosas junto con Shun, pero
AlexEmpanadilla
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Akuma no mi
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- Byakuro:
- El silibdo resulta ser un misil lanzado por el hombre del veneno, imbuido en haki. El impacto te vuela una pierna, aunque la explosión resultante no te hace más daño debido a que eres de tinta. ¿Quién cojones usa un lanzamisiles en una cueva? Toda la zona donde estás se desploma, incluido el techo. Caes al agua mientras el nivel de esta sube enormemente. Empiezas a ahogarte, con el peso de las rocas aplastándote. Mueres entre terribles sufrimientos, con una última imagen de todos tus seres queridos en tu cabeza, mientras tus Vivre Card se consumen en llamas.
- Caddie:
- Logras alcanzar la costa montado en tu fiel perro de monta. Ves un barco de la Revolución a punto de partir. Las tropas de tu padre parecen batirse en retirada, pero no ves a ningún miembro de tu familia. Posiblemente ya se hayan ido. Montas a toda prisa en el buque y poco después abandonáis la costa.
- Sons y Teobaldo:
- Os alejáis de la costa sin problemas. Veis la sombra del cangejo bajo vosotros, y una de sus pinzas sale a la superficie, amenazando con hundiros. Por suerte, parece bastante satisfecho con haber hundido un barco y no parece atacar. De todos modos, os hacéis a la mar.
- Maki y Arribor:
- Os alejáis volando en el globo. Aprovechad, que tenéis tiempo para conoceros. Tal vez de aquí surja una buena amistad.
- Akashi:
- Logras moverte hasta la costa donde un barco te lleva a un lugar seguro.
- Kenta:
- Te salvan. Eso sí, tu pierna no tiene salvación, está carbonizada. ¿Sabes cuando haces una barbacoa y al acabar quedan los tizones de carbón negros y completamente calcinados? Así está tu pierna. Y no tienes pie. Tal vez, si tienes suerte, puedas conseguir una pequeña prótesis, pero el pie ha desaparecido, como los antiguos días de infancia en los que todo era felicidad... y pies, al contrario que ahora. Agradece que aún conservas la vida.
- Bleyd y Jesaix:
- La moto se eleva en cuanto pulsáis el tercer botón del manillar. Las ruedas desaparecen y se transforman en un par de pequeños reactores. Os eleváis y os alejáis los dos de la moribunda isla.
- Arthur:
- Nada que comentar, ahora tienes un casco de ambulancia.
- Kusanagi:
- Te elevas en el aire con tu compañero y logras llevarlo hasta un barco del Cipher Pol, donde te encuentras con Catherine y otro hombre más, de aspecto siniestro. Véis volar por el aire a dos personas que aterrizan en cubierta: el líder del Cipher Pol 9 y uno de sus compañeros. Volvéis a la isla judicial.
- Nemonic y Sinclair:
- Os alejáis y lográis poneros a salvo.
- Issei:
- Pasas el siguiente día navegando por el interior de la isla, a través de un río subterráneo. Cuando sales a la superficie, hay un barco del Cipher Pol esperándote. Cuando vas a salir, abriendo la escotilla, ves una nota pegada en ésta.
Ha sido un placer compartir mi travesía contigo. Siento no haber sido muy sociable durante el viaje, pero no me apetecía hablar. Shadow manda saludos. Firmado: Aurelius Dominic
- Zhivago, Kazuo y Chrome:
- Las posibles Vivre Card de Byakuro que poseáis se desintegran. Sabéis lo que eso significa.
PREMIOS:
Todos los personajes que han sobrevivido al capítulo obtendrán de forma completamente gratuita una técnica especial de nota 7,5 o menor (los personajes que no posean ningún haki podrán intercambiar esta técnica de forma extraordinaria por el nivel 1 de un haki a su elección (salvo H. Rey)). A continuación se añade la lista de experiencia ganada para los personajes, además de posibles recompensas extra.
- Nocturne:
- 12000 PX
- Arthur:
- 15000 PX. Obtienes un casco con una sirena de ambulancia. Enhorabuena.
- Akashi:
- 12000 PX
- Alex Cooper:
- 14000 PX
- Derek:
- 15000 PX. 73.000.000 de berries por el saqueo del palacio.
- Esmejit:
- 13000 PX. Además tienes acceso a un conjuro nuevo de Abjuración o Evocación.
- Rose:
- 12500 PX. Ahora tu barco tiene un estilo rococó y un tapiz hortera. Enhorabuena.
- CK:
- 15000 PX
- Kai:
- 15000 PX. Técnica de control de akuma (la igualas a tu nivel). Enhorabuena.
- Emile:
- 18000 PX. Puedes crearte una isla en el North Blue de como máximo 500 km cuadrados y serás su dueño. Cuenta para hito de conquista de isla en un Blue. Además ganas 100 millones de berries de dinero gracias a Derian. También ganas 250.000.000 por tu cabeza, y enemistad contra el gobierno. Tal vez recibas una visita en el futuro cercano, así que mantente alerta.
- Shun:
- Has muerto. Si hubieras vivido ganarías 8000 PX
- Issei:
- 17000 PX y una nota misteriosa.
- Caddie:
- 14000 PX. Ganas 15.000.000 de recompensa por tu cabeza.
- Rocket:
- 15000 PX. Acabas en el 4º nivel de Impel Down.
- Jack Suzume:
- 13000 PX.
- Deathstroke:
- 16000 PX. Has salvado a tu compañero peliverde (una pena que vaya a morir luego).
- Arribor:
- 19999 PX. Te ofrecen el puesto de Shichibukai (por eso de "matar a Derian"). Aumenta tu recompensa en 300.000.000 (si entras al Ouka, queda oculta)
- Kodama:
- 10000 PX
- Maki:
- 20001 PX, has superado las expectativas del capítulo y le has robado un PX a Rainbow. Ganas una nevera llena de plasma sanguíneo, y un gyojin pez gota como personaje irrelevante que te ayudará (es nivel 25). Además de los títulos honoríficos de Caballero, Bardo Real, Mataghouls, Miss Ghoul Camiseta Mojada, Miss Terioso y tres más a tu elección.
- Alice:
- 15000 PX y el amor incondicional del moderador. Enhorabuena.
- Reira:
- 13500 PX y las ganancias compartidas con Derek.
- Deivid:
- 11000 PX y tu vida.
- Jesaix:
- 8500 PX
- Iro:
- 1 PX. Técnica especial para quedar dormida de pie. Enhorabuena.
- Xanxus:
- 14000 PX. Acabas en el 4º nivel de Impel Down.
- Worgulv:
- 15000 PX.
- Bleyd:
- 14000 PX. Una motocicleta voladora con capacidades de tanque. Posee tres lanzamisiles, una gatling y motor de 500 CV. También puedes añadirle de forma gratuita una muñeca hula en el manillar.
- Kusanagi:
- 18001 PX
- Akagami:
- 16000 PX
- Kazuo:
- 14000 PX
- Ryuta:
- 15000 PX. Haki visión aumenta en 1 nivel
- Kuro:
- 17000 PX. +1 permanente a Carisma. Te encuentras unas gafas de sol muy chulas tiradas por ahí.
- Kasan:
- 4000 PX. Has sobrevivido otro capítulo. Ganas el título del Intocable.
- Murasaki:
- 14000 PX
- Chrome:
- 12000 PX
- Heaten:
- 14000 PX
- Keth:
- 17500 PX
- Aki:
- 17500 PX y un sujetador de encaje negro precioso que te has apropiado del castillo.
- Alwyn:
- 15000 PX
- Barbazul:
- 16000 PX
- Corvo:
- 14000 PX. Una bombilla de 40 W de potencia.
- Kenta:
- 10000 PX
- Onox:
- 12000 PX. Acabas en el 4º nivel de Impel Down.
- Kuroi:
- 10000 PX
- Teobaldo:
- 8000 PX
- Kaito:
- 14000 PX. Tienes que realizar un moderado de nivel 5 para escapar de la prisión en la que has acabado. En el TimeSkip podrás aprender a controlar el H. Rey con un 9 en lugar de con un 10. Enhorabuena.
- Melchiah:
- 17000 PX
- Zhivago:
- 14000 PX
- Baozar:
- 12000 PX, además obtienes 17 personajes irrelevantes con los siguientes atributos: (Devastador 1, Asesino 2, Asesino 8, Luchador 10, Espadachin 10, Espadachin 10, Espadachin 11, Espadachin 12, Espadachin 13, Luchador 13, Asesino 13, Luchador 14, Tirador 14, Devastador 15, Asesino 17, Asesino 18, Devastador Bárbaro 24). Te ofrecen un puesto en el Saigo Yonkaikyo.
- El Cid:
- 10000 PX
- Fear:
- 11000 PX
- Nemonic:
- 15000 PX
- Sinclair:
- 12000 PX
- Aria:
- 15000 PX
Tres días tras el final de la guerra por Hallstat, cuando aún es reciente la caída del dictador a manos del pirata Arribor Neus, una noticia hace temblar el mundo. El que se creía muerto soberano, Derian Markov, proclama al mundo su aún dominio sobre gran parte del North Blue. Los esfuerzos por parte del Gobierno de derrocar al vampiro no parecen dar sus frutos, y la zona del North Blue se sume en una época de inestabilidad con continuos pulsos de tira y afloja. De la isla de Halstat apenas queda una enorme ruina nublada. El corazón del imperio de Derian ha caído, aunque el vampiro no parece dispuesto a ceder ni un milímetro en su ansia imperialista. Mientras tanto, la gente habla de los cuatro prisioneros que escaparon de la enorme fortaleza del vampiro, y de quienes son esos hombres... El tiempo dirá.
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