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Akuma no mi
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Su rostro colisionó contra el suelo embarrado, segundos después de que algún idiota le empujara, provocando que se precipitara contra este. Joder, ¿acaso la gente se había vuelto loca? ¿Por qué narices estaban corriendo ahora? Se irguió lo más rápido que pudo, limpiándose el barro que ensuciaba su rostro con la mano y observando la dirección en la que iban. Al parecer se dirigían a sus respectivas embarcaciones, como si huyeran de algo... Bastante normal si tenemos en cuenta que el mismísimo rey había hecho acto de presencia, cabalgando una extraña bestia digna de las más increíbles leyendas.
- Mierda... Será mejor que les encuentre cuanto antes -susurró para sí mismo, apretando los dientes y frunciendo el ceño antes de reanudar la carrera tras ese pequeño descanso, mientras que innumerables soldados de Derian seguían emergiendo sin parar de las profundidades de Hallstat. ¿Tan grande era su ejército? No parecía que fuese a tener fin.
Por suerte para él, no tardó mucho tiempo en divisar el Black Lotus. Y menos mal. Supuso que, de no estar allí ya, sus compañeros de gremio acudirían a no mucho tardar. Sobre todo si tenemos en cuenta que, en el horizonte, comenzaban a divisarse barcos del gobierno, armados hasta los... Bueno, lo que tuvieran los barcos. La Buster Call se acercaba, y ellos debían prepararse para salir de allí cuanto antes. Apenas le llevó unos pocos minutos alcanzar el barco, y no tardó demasiado en subir a cubierta. "¿Dónde estáis?" preguntó mentalmente, como si realmente pudiera contactar con ellos de esa forma.
Rápidamente recorrió las estancias de la nave, asegurándose concienzudamente de que todo estuviera en orden. Lo último que necesitaba era encontrarse saqueadores, soldados o cualquier tipo de obstáculo. No con la Marina a punto de arrasar aquella isla. ¿Realmente pensaban disparar sin más? No era su problema, pero allí había más que soldados. "¿Qué puedo esperar de semejantes monstruos?" pensó para sí, recordando la escena vivida momentos antes, con aquel malnacido destrozando el cuerpo de su maestro. "Mierda Shun... Se supone que tú eras el prudente."
- Mierda... Será mejor que les encuentre cuanto antes -susurró para sí mismo, apretando los dientes y frunciendo el ceño antes de reanudar la carrera tras ese pequeño descanso, mientras que innumerables soldados de Derian seguían emergiendo sin parar de las profundidades de Hallstat. ¿Tan grande era su ejército? No parecía que fuese a tener fin.
Por suerte para él, no tardó mucho tiempo en divisar el Black Lotus. Y menos mal. Supuso que, de no estar allí ya, sus compañeros de gremio acudirían a no mucho tardar. Sobre todo si tenemos en cuenta que, en el horizonte, comenzaban a divisarse barcos del gobierno, armados hasta los... Bueno, lo que tuvieran los barcos. La Buster Call se acercaba, y ellos debían prepararse para salir de allí cuanto antes. Apenas le llevó unos pocos minutos alcanzar el barco, y no tardó demasiado en subir a cubierta. "¿Dónde estáis?" preguntó mentalmente, como si realmente pudiera contactar con ellos de esa forma.
Rápidamente recorrió las estancias de la nave, asegurándose concienzudamente de que todo estuviera en orden. Lo último que necesitaba era encontrarse saqueadores, soldados o cualquier tipo de obstáculo. No con la Marina a punto de arrasar aquella isla. ¿Realmente pensaban disparar sin más? No era su problema, pero allí había más que soldados. "¿Qué puedo esperar de semejantes monstruos?" pensó para sí, recordando la escena vivida momentos antes, con aquel malnacido destrozando el cuerpo de su maestro. "Mierda Shun... Se supone que tú eras el prudente."
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Akuma no mi
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No habría sabido decir cuánto tiempo estuvo deambulando por la ciudad y sus alrededores, aunque no debió de ser demasiado... Pero agh, ¿cómo saberlo en un sitio donde no llegaba la luz del Sol? No llevaba tanto tiempo en aquella isla y, aun así, ya lo echaba de menos. Sin duda, compensaría aquello con una larga temporada sin salir de Ennies Lobbie... Si es que volvía con vida, claro.
El caso es que, tras su búsqueda de una nueva ruta a través de la cual ascender hacia el castillo, o bien, alcanzar al tirano y tratar de plantarle cara (cosa harto imposible y bastante menos prudente), el pelirrojo se topó con una especie de entrada excavada en la roca, cuyas galerías parecían ascender. Tal vez aquél camino dirigiera al castillo o, en caso contrario, a algún otro punto de la superficie. Puede que incluso a un asentamiento distinto. En cualquier caso, no había mejor forma de averiguarlo que adentrándose en él. Caminó a un ritmo rápido, no queriendo perder demasiado tiempo por lo que pudiera suceder. Aquello era realmente extraño, pues pese a ser un simple túnel estaba demasiado bien cuidado, como si fuera una ruta de extremada importancia.
- Definitivamente, esto no puede ser una coincidencia -murmuró para sí mismo, llevándose la mano al mentón mientras seguía observando paredes, suelo y techo.
De repente, el sonido de unas voces acompañadas del tintineo de armaduras y armas le alertó, viéndose precisado de buscar refugio en algunas imperfecciones de la galería, ocultándose de una decena de guardias que, en escasos segundos, llegó hasta el lugar donde él había estado instantes atrás. Parecían dirigirse hacia arriba, al igual que él, y ta vez aquello pudiera serle de ayuda. Al fin y al cabo, si existían bifurcaciones en el camino o puertas con algún mecanismo de seguridad, tan solo tendría que limitarse a seguirles y observarles para no ver entorpecido su avance. Sin embargo, sus palabras causaron en él cierta inquietud. "¿Guiarles a la victoria? Parece que el propio rey ha comenzado a tomar parte activa en todo esto."
Rápidamente salió de su escondite y comenzó a seguir a la patrulla con cuidado de que no fueran capaces de percatarse de su presencia, aprovechando las imperfecciones del túnel para usarlas como cobertura, aunque al ritmo que llevaban dudaba que fueran a preocuparse siquiera por si alguien les estaba siguiendo. Al fin y al cabo, allí abajo no debía de haber nadie más que su propia gente. ¿Por qué preocuparse entonces?
El caso es que, tras su búsqueda de una nueva ruta a través de la cual ascender hacia el castillo, o bien, alcanzar al tirano y tratar de plantarle cara (cosa harto imposible y bastante menos prudente), el pelirrojo se topó con una especie de entrada excavada en la roca, cuyas galerías parecían ascender. Tal vez aquél camino dirigiera al castillo o, en caso contrario, a algún otro punto de la superficie. Puede que incluso a un asentamiento distinto. En cualquier caso, no había mejor forma de averiguarlo que adentrándose en él. Caminó a un ritmo rápido, no queriendo perder demasiado tiempo por lo que pudiera suceder. Aquello era realmente extraño, pues pese a ser un simple túnel estaba demasiado bien cuidado, como si fuera una ruta de extremada importancia.
- Definitivamente, esto no puede ser una coincidencia -murmuró para sí mismo, llevándose la mano al mentón mientras seguía observando paredes, suelo y techo.
De repente, el sonido de unas voces acompañadas del tintineo de armaduras y armas le alertó, viéndose precisado de buscar refugio en algunas imperfecciones de la galería, ocultándose de una decena de guardias que, en escasos segundos, llegó hasta el lugar donde él había estado instantes atrás. Parecían dirigirse hacia arriba, al igual que él, y ta vez aquello pudiera serle de ayuda. Al fin y al cabo, si existían bifurcaciones en el camino o puertas con algún mecanismo de seguridad, tan solo tendría que limitarse a seguirles y observarles para no ver entorpecido su avance. Sin embargo, sus palabras causaron en él cierta inquietud. "¿Guiarles a la victoria? Parece que el propio rey ha comenzado a tomar parte activa en todo esto."
Rápidamente salió de su escondite y comenzó a seguir a la patrulla con cuidado de que no fueran capaces de percatarse de su presencia, aprovechando las imperfecciones del túnel para usarlas como cobertura, aunque al ritmo que llevaban dudaba que fueran a preocuparse siquiera por si alguien les estaba siguiendo. Al fin y al cabo, allí abajo no debía de haber nadie más que su propia gente. ¿Por qué preocuparse entonces?
Aria Exia
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Akuma no mi
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Al fin logré alcanzar a Derian, el cual acababa de montatse en un... ¿Dragón? ¿De dónde había sacado una bestia tricéfala como esa? Escuché que se podían crear mediante ingeniería genética y que, de hecho había antecedentes históricos, pero no esperaba encontrarme con una criatura como esa. El dragón alzó el vuelo, con Derian en su lomo gritando ¡POR HALLSTAT!, parecía demasiado ensimismado en su guerra como para darse cuenta de que una de las cabezas me estaba mirando.
La bestia abrió la boca y de sus fauces emergió una bola de fuego color verdoso. No vi que el monarca le ordenase hacer eso así que supuse que el dragón necesitaba algo más de entrenamiento, o bien se trataba de un producto algo defectuoso. Pero ahora eso no importaba, tenía que hacer algo o acabaría mal... muy mal.
Rápidamente me paré en seco, justo antes que que la bola de fuego llegase a mí cambiél el vector de fuerza para retroceder, apartándome un par de metros antes de tocar el suelo. Tras eso creé una esfera alrededor de mí en la cual nada que no generase su propio movimiento pueda pasar, es decir, las llamas que sólo poseían la energía de ser lanzadas se pararían en seco antes de llegar a mí. Poco a poco fui retrocediendo hasta llegar a una distancia que consideré segura, bajo mis pies pude ver un círculo perfecto de roca intacta, rodeado de una roca verdosa, la cual todavía se estaba fundiendo debido a ese aliento ácido.
Supongo que aquella aventura junto al soberando de Hallstat había llegado a su fin, tratar de alcanzarlo sería demasiado arriesgado, su dragón podría volver a atacarme, además de que es un blanco fácil para cualquier enemigo que lo tenga a su alcance. Ahora tenía que centrarme en salir de ahí.
Usé mis poderes para levitar sobre la roca todavía en proceso de fundirse, así como evitar inhalar los gases que emanaban de éstas una vez la nube corrosiva se hubo disipado y me alejé de la zona. Tenía que buscar una manera de salir de la isla, no era seguro quedarse por ahí, y menos después del último comunicado de la Marina. Si Derian sobrevivía quizás me quedase cerca de él un tiempo más.
La bestia abrió la boca y de sus fauces emergió una bola de fuego color verdoso. No vi que el monarca le ordenase hacer eso así que supuse que el dragón necesitaba algo más de entrenamiento, o bien se trataba de un producto algo defectuoso. Pero ahora eso no importaba, tenía que hacer algo o acabaría mal... muy mal.
Rápidamente me paré en seco, justo antes que que la bola de fuego llegase a mí cambiél el vector de fuerza para retroceder, apartándome un par de metros antes de tocar el suelo. Tras eso creé una esfera alrededor de mí en la cual nada que no generase su propio movimiento pueda pasar, es decir, las llamas que sólo poseían la energía de ser lanzadas se pararían en seco antes de llegar a mí. Poco a poco fui retrocediendo hasta llegar a una distancia que consideré segura, bajo mis pies pude ver un círculo perfecto de roca intacta, rodeado de una roca verdosa, la cual todavía se estaba fundiendo debido a ese aliento ácido.
Supongo que aquella aventura junto al soberando de Hallstat había llegado a su fin, tratar de alcanzarlo sería demasiado arriesgado, su dragón podría volver a atacarme, además de que es un blanco fácil para cualquier enemigo que lo tenga a su alcance. Ahora tenía que centrarme en salir de ahí.
Usé mis poderes para levitar sobre la roca todavía en proceso de fundirse, así como evitar inhalar los gases que emanaban de éstas una vez la nube corrosiva se hubo disipado y me alejé de la zona. Tenía que buscar una manera de salir de la isla, no era seguro quedarse por ahí, y menos después del último comunicado de la Marina. Si Derian sobrevivía quizás me quedase cerca de él un tiempo más.
El Cid
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No me equivoqué al pensar que las bolas de fuego podrían pasarnos cerca, pero no me esperaba que fuéramos a sentir el calor que emanaba de ellas, los escombros que provocaron al caer salieron despedidos en todas direcciones y uno de ellos fue directo hacia a mi ojo derecho, si no fuera porque babieca me lanzo una coz en el abdomen haciéndome agachar del dolor justo en el mismo momento en que la piedra pasaba justo por el lugar donde mi cabeza se encontraba segundos atrás.
Al sentir el ruido del objetos caer a mis espaldas comprendí el por que del golpe de mi compañero pero antes de poder agradecérselo recibimos un mensaje por den den mushi, nos informaron de la reacción del enemigo y que debíamos proceder a realizar la maniobra 11-51. Fue en eso preciso momento en el que arrepentí de no asistir ese día a las clases de estrategia, pero realmente no era culpa mía, la noche anterior había cenado en la cafetería del cuartel y estaba seguro que las diarreas fueron producidas por la bazofia de comida que sirvieron esa noche.
Al ver la expresión de incertidumbre en la cara de mi compañera deduje que ella también desconocía cuál era el significado de dicha maniobra, por lo que busqué a mi alrededor y localice a varios agentes y marines replegándose hacia la costa, ninguno de ellos parecía tener heridas graves por lo que seguramente la maniobra consistía en replegarnos hacia el mar. Me convencí de ello cuando un agente nos grito apresurada mente el nombre de la maniobra para posteriormente salir corriendo. Tras escuchar a su compañera le respondió.
Alwyn parece que tenemos que llegar a la costa si nos atrapan aquí en medio estaremos en grandes problemas.
Ni siquiera terminé de decir la última palabra cuando un grupo de ghouls se abalanzó sobre nosotros , mi compañera consiguió abatir a un buen numero pero sin duda estos acabarían por llegar hasta ella, sosteniendo a babieca en mi pecho con el brazo izquierdo me lancé con el tridente en la derecha para abatir a los seres que nos atacaban. De un barrido me llevé a 4 de ellos por delante, para posteriormente al replegar el arma clavar los pinchos en la cabeza del último que se mantenía en pie.
Rápido compañera salgamos de aquí.
Tras eso corrí llevando a Babieca conmigo rumbo a la costa sorteando los escombros e impedimentos que por el camino me encontraba.
Al sentir el ruido del objetos caer a mis espaldas comprendí el por que del golpe de mi compañero pero antes de poder agradecérselo recibimos un mensaje por den den mushi, nos informaron de la reacción del enemigo y que debíamos proceder a realizar la maniobra 11-51. Fue en eso preciso momento en el que arrepentí de no asistir ese día a las clases de estrategia, pero realmente no era culpa mía, la noche anterior había cenado en la cafetería del cuartel y estaba seguro que las diarreas fueron producidas por la bazofia de comida que sirvieron esa noche.
Al ver la expresión de incertidumbre en la cara de mi compañera deduje que ella también desconocía cuál era el significado de dicha maniobra, por lo que busqué a mi alrededor y localice a varios agentes y marines replegándose hacia la costa, ninguno de ellos parecía tener heridas graves por lo que seguramente la maniobra consistía en replegarnos hacia el mar. Me convencí de ello cuando un agente nos grito apresurada mente el nombre de la maniobra para posteriormente salir corriendo. Tras escuchar a su compañera le respondió.
Alwyn parece que tenemos que llegar a la costa si nos atrapan aquí en medio estaremos en grandes problemas.
Ni siquiera terminé de decir la última palabra cuando un grupo de ghouls se abalanzó sobre nosotros , mi compañera consiguió abatir a un buen numero pero sin duda estos acabarían por llegar hasta ella, sosteniendo a babieca en mi pecho con el brazo izquierdo me lancé con el tridente en la derecha para abatir a los seres que nos atacaban. De un barrido me llevé a 4 de ellos por delante, para posteriormente al replegar el arma clavar los pinchos en la cabeza del último que se mantenía en pie.
Rápido compañera salgamos de aquí.
Tras eso corrí llevando a Babieca conmigo rumbo a la costa sorteando los escombros e impedimentos que por el camino me encontraba.
Teobaldo Voglio
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Akuma no mi
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Comencé a caminar lentamente por la costa, habiendo logrado dejar a tras al grupo de soldados que salían de los edificios que estaban en frente de mí, ayudado por la penumbra y la conmoción había seguramente logrado evadir los sin mayor problema. Una vez superado aquel obstáculo me empeñe en mi tarea de encontrar un muelle, pero tras mucho caminar no aprecio ninguno delante de mí. Mis pasos poco a poco me fueron acercando a un camino que se alejaba levemente de la costa acercándome a los edificios que estaban frente a mí, repentinamente y al llegar a la sima de una pequeña duna pude notar a otro contingente de soldados, estos parecían tomar la dirección contraria de los primeros ya que comenzaban a caminar así el interior de la isla.
Mire desde lejos la escena preguntándome porque demonios aquellos hombres se estarían metiendo a las fauces del lobo, a sabiendas que en cuestión de horas la isla seria bolada en pedazos, debido al próximo bombardeó por parte de la marina. Había supuesto en todo mi trayecto hasta este punto que seguramente a estas alturas los pocos soldados que estuvieran en pie lejos de las líneas delanteras estarían evacuando a los civiles, pero supongo que si tal acción se estaba llevando no era cerca de aquél lugar, por lo que no tenía nada que hacer ahí si deseaba una oportunidad de sobrevivir seria hallando un muelle o un grupo de civiles que estuvieran siendo evacuados. Me dispuse entonces a agachar la cabeza, e intentar pasar desapercibido ante aquellos hombres, como había logrado hacer con los primeros. Sin más comencé a caminar pasando por delante de ellos alejándome lentamente, he intentado la misma estrategia que había usado anteriormente.
Mi plan en esta ocasión fue un rotundo fracaso, la cercanía con aquellos hombres me había puesto en una posición privilegiada, quedando a la vista de uno de aquellos soldados el cual impulsivamente me grito – ¡Eh enano!- en ese momento me quede aún más helado de lo que ya estaba, no estaba en condiciones de una pelea y menos contra tantos hombres. No obstante tras esa palabras vinieron otras que me dieron un leve respiro, pues aparentemente me habían confundido con uno de los hombres de Derian, por lo que me ofrecían un médico y la oportunidad de reintegrarme a las filas para entrar de nuevo a la contienda. Me quede unos segundos de pie mirándolo a los ojos intentando comprender como esto podría jugar a mi favor, a simple vista ya tenía un médico que tratara mis heridas pero aún tenía que salir de aquella isla, trate de calmarme y pensar mi repuesta ya que de esta dependían muchas cosas.
Un vez sabiendo lo que diría exclame - ¡A quien llamas enano y quien llora! Para tu información he defendido un tramo de la costa, unos kilómetros más atrás, dando todo en nombre de nuestro señor Derian quien después de todo me ha contratado para limpiar las costas de los intrusos que hozan profanar su nombre y su grandeza- hice una pausa y comencé a caminar así él lentamente sin dejar de mira le, luego continúe en un tono de orgullo -Asignación que por su puesto ya he cumplido más que satisfactoria mente, que es más de lo que por lo visto has hecho, ahora sirve de algo y trae al médico. Si me quieren en óptimas condiciones para cumplir con el resto dela misión que se me ha encomendado. Ya que aún debo hundir algunos barcos antes de poder cobrar mi paga, date prisa que apenas estoy consiente.
Terminando de decir esto pensé un segundo sobre la posibilidad de librarme de aquellos hombres una vez estuviera sano, pues no deseaba que me llevaran a pelear al interior de la isla con ellos, por lo que dado que ya le había dado una posible solución a este problema ahora debía cerrar la mentira con algo que me permitiera alejarme de todo aquello. Seguí caminando hasta quedar de frente a aquel sujeto y una vez estando junto a él continúe hablando buscando un tono más serio que denotara mi preocupación por continuar con mi supuesta misión – Escucha una vez este parchado requiero uno de tus veleros o cualquier bote que te sobre, dame si te sobran la mayor cantidad de TNT o cualquier otro explosivo y algún arma de fuego que tengan de sobra e indícame donde está el siguiente muelle o posible punto de desembarco donde pudiera llegar el enemigo , que ando desorientado y no estoy seguro en que punto de la isla me encuentro ahora. Si no tienes bote o velero solo dame tantos explosivos como pueda cargar e indícame donde están las zonas que te he mencionado, ahora apúrate en traer al médico que no tengo tiempo que perder.
Una vez dicho esto me quede parado frente a él esperando su respuesta y a que llegara el médico, teniendo fe en haber sido lo suficientemente convincente como para no tener que librar un enfrentamiento innecesario.
AlexEmpanadilla
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Alex mordisqueó con agrado una de las empanadillas que había pedido a Sebastian. Oh, estaban en su punto. El mayordomo podía oler algo mal, pero sabía cocinar como el mejor de los cheffs de cualquiera de los Blues. Vale, tal vez exagerase un poco y aquel andrajoso sirviente tan solo hubiese frito unas empanadillas congeladas, pero había que romper una lanza a favor del mayordomo: freía bien. Alex observó su habitación, suspiró y agarró la última de sus pertenencias: la lanza mágica y negra que parecía imantada al cuerpo de la persona en la que pensase. No pocas veces se había imaginado qué pasaría si la lanza atravesase el cuerpo de Derian, pero sabía que el vampiro se quedaría con su mondadientes gigante volador, así que había decidido no lanzársela. Al menos no sin garantías de que iba a morir. Por eso había optado por otro plan más sencillo.
- Bueno... -el chico observó el reloj de la habitación. Marcaba algo más de dos minutos para la destrucción total.
Unos toques impacientes en la puerta interrumpieron al doctor. Dos guardias entraron alarmados. Parecía que había una fuga en la prisión. Alex sonrió de forma tranquilizadora, lo cual no hizo sino alarmar más a los hombres. Cuando el doctor sonreía de aquella forma no venía nada bueno. Normalmente sonreía así a sus sujetos de experimentos.
- Oh, me encargaré de ese problema en... -el médico ojeó el reloj de nuevo- un minuto y cincuenta y siete segundos exactamente. -con paso alegre, el doctor pasó entre los dos guardias, que lo observaron con una mezcla de extrañeza y miedo. Cualquiera se atrevía a molestarlo. Escuchó ruidos a lo lejos, un combate, tal vez, y los ignoró, despreocupado. Canturreando, abrió un ventanal, dejando tras de sí un par de bombas de litio que explotarían cuando todo se derrumbase, y salió volando.
- Hasta el infinito, y más allá... -murmuró, mientras se volvía gaseoso-. Van a ser unos bonitos fuegos artificiales... una lástima que no tenga palomitas. -el jirón de niebla voló hacia la costa.
- Bueno... -el chico observó el reloj de la habitación. Marcaba algo más de dos minutos para la destrucción total.
Unos toques impacientes en la puerta interrumpieron al doctor. Dos guardias entraron alarmados. Parecía que había una fuga en la prisión. Alex sonrió de forma tranquilizadora, lo cual no hizo sino alarmar más a los hombres. Cuando el doctor sonreía de aquella forma no venía nada bueno. Normalmente sonreía así a sus sujetos de experimentos.
- Oh, me encargaré de ese problema en... -el médico ojeó el reloj de nuevo- un minuto y cincuenta y siete segundos exactamente. -con paso alegre, el doctor pasó entre los dos guardias, que lo observaron con una mezcla de extrañeza y miedo. Cualquiera se atrevía a molestarlo. Escuchó ruidos a lo lejos, un combate, tal vez, y los ignoró, despreocupado. Canturreando, abrió un ventanal, dejando tras de sí un par de bombas de litio que explotarían cuando todo se derrumbase, y salió volando.
- Hasta el infinito, y más allá... -murmuró, mientras se volvía gaseoso-. Van a ser unos bonitos fuegos artificiales... una lástima que no tenga palomitas. -el jirón de niebla voló hacia la costa.
Byakuro Kyoya
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Byakuro caminaba con lentitud, estaba cansado y tenía ganas de tirar la toalla. Su cuerpo le pedía que no continuase, pero en su interior sabía que debía seguir, salir a la superficie y buscar a sus compañeros. El dolor lo corroía, y sentía cómo su hombro parecía arder. El cazador dio un par de traspiés mientras avanzaba por un pasillo que terminaba en una sala circular. En el centro, al lado de una mesa con unas botellas y un embudo, un hombre trajeado le sonrió para un instante después plantearle un problema matemático. Tras escuchar las concisas instrucciones del hombre, supo que si no tomaba aquel antídoto pronto, posiblemente moriría. Es más, eso explicaría por qué el calor de su hombro se estaba extendiendo al resto del cuerpo. Una sensación de náusea le dio la alarma de que le debían quedar pocos minutos. En aquel estado no podía pelear, y el aura de aquel tipo no parecía débil, así que se vio empujado a jugar a su jueguecito.
El chico agarró una de las botellas con la mano que le quedaba y le colocó el embudo. La botella era la grande, así que si había atendido bien, era la de medio litro. Tras asegurarse de que el embudo no se movía, creó un tentáculo de tinta en el brazo izquierdo, y lo dotó de forma más o menos similar a un brazo. El cazador entonces vertió el mejunje del tarro en el embudo, llenando lentamente la botella. El espesor de la mezcla lo ponía nervioso, apenas parecía descender. Cuando por fin se hubo llenado, dejó el bote a un lado y traspasó la mezcla a la botella pequeña, dejando el resto en la grande.
- Uffff... -la mirada estaba empezando a fallarle, y las manos le temblaban. El cazador agarró con cuidado la botella grande y empezó a pensar cómo seguir. Nervioso, vació lo que quedaba y pasó el contenido de la pequeña en la grande. Tras eso, volvió a llenar la pequeña y pasó de nuevo todo lo que pudo a la grande. Ahora tenía un poco de mejunje en la pequeña, aproximadamente un tercio, y la grande completamente llena.
El chico sintió cómo el calor empezaba a marearlo, y escupió al suelo. Su saliva estaba roja, sangraba. Apurado, vació la botella grande de nuevo en el bote y pasó el contenido de la pequeña a ésta. Por último llenó de nuevo la pequeña y pasó todo a la botella grande. Si no se equivocaba, la mezcla era correcta. Tragando saliva, sintió el sabor a óxido de su sangre. Agarró la botella y le dio un fuerte trago. Era todo o nada, esperaba haber acertado en las cantidades. El sabor amargo del antídoto le recorrió la garganta.
El chico agarró una de las botellas con la mano que le quedaba y le colocó el embudo. La botella era la grande, así que si había atendido bien, era la de medio litro. Tras asegurarse de que el embudo no se movía, creó un tentáculo de tinta en el brazo izquierdo, y lo dotó de forma más o menos similar a un brazo. El cazador entonces vertió el mejunje del tarro en el embudo, llenando lentamente la botella. El espesor de la mezcla lo ponía nervioso, apenas parecía descender. Cuando por fin se hubo llenado, dejó el bote a un lado y traspasó la mezcla a la botella pequeña, dejando el resto en la grande.
- Uffff... -la mirada estaba empezando a fallarle, y las manos le temblaban. El cazador agarró con cuidado la botella grande y empezó a pensar cómo seguir. Nervioso, vació lo que quedaba y pasó el contenido de la pequeña en la grande. Tras eso, volvió a llenar la pequeña y pasó de nuevo todo lo que pudo a la grande. Ahora tenía un poco de mejunje en la pequeña, aproximadamente un tercio, y la grande completamente llena.
El chico sintió cómo el calor empezaba a marearlo, y escupió al suelo. Su saliva estaba roja, sangraba. Apurado, vació la botella grande de nuevo en el bote y pasó el contenido de la pequeña a ésta. Por último llenó de nuevo la pequeña y pasó todo a la botella grande. Si no se equivocaba, la mezcla era correcta. Tragando saliva, sintió el sabor a óxido de su sangre. Agarró la botella y le dio un fuerte trago. Era todo o nada, esperaba haber acertado en las cantidades. El sabor amargo del antídoto le recorrió la garganta.
C. K.
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La agente deja de avanzar en cuanto escucha las órdenes. Para no perder inercia, usa el Geppou para impulsarse hacia arriba y una vez en el aire hace una vuelta de ciento ochenta grados, dando media vuelta. Su velocidad es tal que se convierte en un borrón negro. La mujer agarra su espada, lista para vencer a cualquier posible enemigo que... ¿Eso es un dragón tricéfalo? ¿Dónde demonios se ha ido la lógica y la cordura en esta guerra? Ahora entiende el porqué de la maniobra que le han ordenado. Posiblemente quieran volar la isla con todos sus horrores en ella.
Pasando como una centella por el campo de batalla, puede ver aún los últimos remanentes de la lluvia de fuego a lo lejos. Corre hasta alcanzar a distinguir una figura familiar: una bestia humanoide envuelta en vendas y armada con un enorme espadón. Y frente a ella, su compañero, Fear. La agente prepara su espada, mientras empieza a gritar, como si el hecho de aullar de rabia fuera a darle más fuerza. Corre hacia la momia y planta un pie en el suelo, impulsándose levemente hacia arriba, y golpeando el aire alrededor de la momia, al tiempo que sube poco a poco, rodeándola y hundiendo su espada imbuida en haki por su cuerpo, subiendo en espiral. Según se eleva, como un torbellino negro, su grito se intensifica más aún, y cuando llega a la altura de la cabeza, agarra el arma con ambas manos y trata de separar la cabeza del monstruo de sus hombros. Tras eso, se coloca al lado de Fear y ordena, con autoridad:
- ¡Retirada, ahora! -la mujer retrocede con pasos rápidos, mientras trata de poner distancia entre su enemigo y ella. Al fin y al cabo, cualquier cosa es posible, incluso que esa... cosa... se levante y vuelva para vengarse.
Pasando como una centella por el campo de batalla, puede ver aún los últimos remanentes de la lluvia de fuego a lo lejos. Corre hasta alcanzar a distinguir una figura familiar: una bestia humanoide envuelta en vendas y armada con un enorme espadón. Y frente a ella, su compañero, Fear. La agente prepara su espada, mientras empieza a gritar, como si el hecho de aullar de rabia fuera a darle más fuerza. Corre hacia la momia y planta un pie en el suelo, impulsándose levemente hacia arriba, y golpeando el aire alrededor de la momia, al tiempo que sube poco a poco, rodeándola y hundiendo su espada imbuida en haki por su cuerpo, subiendo en espiral. Según se eleva, como un torbellino negro, su grito se intensifica más aún, y cuando llega a la altura de la cabeza, agarra el arma con ambas manos y trata de separar la cabeza del monstruo de sus hombros. Tras eso, se coloca al lado de Fear y ordena, con autoridad:
- ¡Retirada, ahora! -la mujer retrocede con pasos rápidos, mientras trata de poner distancia entre su enemigo y ella. Al fin y al cabo, cualquier cosa es posible, incluso que esa... cosa... se levante y vuelva para vengarse.
- Croquis explicativo para el moderador:
Aki D. Arlia
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Esquivé como pude las bolas de fuego que caían del cielo. Al parecer no era la única cabreada. ¿O estaría en peligro? ... Bueno, supongo que sabrá cuidarse. Suspirando, di un par de vueltas hasta que di con dos ghouls cargados de lanzas. Les expliqué el problema y me siguieron con entusiasmo. No les apetecía ir hasta la batalla, donde lo más probable era que les mataran. Ahora tan solo esperaba que por la cueva no estuvieran subiendo marines, o les habría sacado de la olla para que cayeran en el fuego. La gente no suele ser amable con los ghouls, y mucho menos si iban conmigo pero... no había nada que pudiera hacer para remediar eso.
Entramos a la cueva. Yo delante, subida en la alfombra y ellos detrás. Pensé que tendríamos que caminar un trecho, o al menos adentrarnos en la cueva para encontrar algo interesante, pero no fue el caso. Apenas habíamos dado un par de pasos cuando vi a alguien moverse al fondo. Me fijé mejor y me di cuenta de que la -figura no era más que una vieja con plumas en sitios extraños. Me recordaba a un niño con un disfraz feo y mal hecho. Pensé en hablarle y preguntarle quién era cuando los dos ghouls -Dobby y Bobby- se pusieron a temblar, abrazándose. ¡La bruja!- Gritaron. Volví a mirar a la vieja. Su vestido estaba raído, su cuerpo esquelético y su pelo sucio y desgreñado. Y su cara...bien, baste decir que no era precisamente amable. Lo mejor era que nos retiráramos. Si los marines intentaban entrar por ahí ella se encargaría de frenarlos, no me cabía duda. Les hice una seña a los ghouls y poco a poco nos fuimos retirando. Sin movimientos bruscos. Sin perderla de vista hasta haber salido de la cueva. Una vez a salvo, o por lo menos mientras no le diera por salir, les dije a los ghouls:
-Id a poneros a cubierto. Si alguien os dice algo explicad que Aki D. Arlia os da su permiso para retiraros de la batalla. En última instancia podéis decir que Derian está de acuerdo. Nadie va a molestarse en comprobarlo. Pero antes de eso, decíais que hay más cuevas. Si alguien puede entrar a la isla por ahí, deberíais avisar de ello en el castillo.
Cuando conseguí que se pusieran en camino, volví a montar en la alfombra y volé hasta el castillo; concretamente hasta la ventana del que hace un par de semanas era mi cuarto. Me colé, agarré mis pertenencias y un par de joyas más y volví a salir llevándolo todo en una práctica mochila. También había encontrado una naranja que empecé a pelar mientras volaba. Me tomé mi tiempo para analizar la situación y ver bien la isla desde las alturas, esquivando alguna que otra bola de fuego ocasional. Sinceramente no me apetecía seguir peleando. Pero había sido un día productivo. Había torturado a alguien por primera vez, había participado en lo crudo de la batalla y había descubierto una especie de bruja. Igual debería avisar, pero no tenía pinta de querer salir de la cueva. Hakuna matata, decía el comerciante que me había regalado la alfombra: Vive y deja vivir. Mientras me acababa la naranja fui hasta un acantilado y me senté ahí, pensando. Después de un rato, simplemente me encogí de hombros y me subí de nuevo a la alfombra dispuesta a salir de la isla. Tanta guerra empezaba a ser aburrida.
Entramos a la cueva. Yo delante, subida en la alfombra y ellos detrás. Pensé que tendríamos que caminar un trecho, o al menos adentrarnos en la cueva para encontrar algo interesante, pero no fue el caso. Apenas habíamos dado un par de pasos cuando vi a alguien moverse al fondo. Me fijé mejor y me di cuenta de que la -figura no era más que una vieja con plumas en sitios extraños. Me recordaba a un niño con un disfraz feo y mal hecho. Pensé en hablarle y preguntarle quién era cuando los dos ghouls -Dobby y Bobby- se pusieron a temblar, abrazándose. ¡La bruja!- Gritaron. Volví a mirar a la vieja. Su vestido estaba raído, su cuerpo esquelético y su pelo sucio y desgreñado. Y su cara...bien, baste decir que no era precisamente amable. Lo mejor era que nos retiráramos. Si los marines intentaban entrar por ahí ella se encargaría de frenarlos, no me cabía duda. Les hice una seña a los ghouls y poco a poco nos fuimos retirando. Sin movimientos bruscos. Sin perderla de vista hasta haber salido de la cueva. Una vez a salvo, o por lo menos mientras no le diera por salir, les dije a los ghouls:
-Id a poneros a cubierto. Si alguien os dice algo explicad que Aki D. Arlia os da su permiso para retiraros de la batalla. En última instancia podéis decir que Derian está de acuerdo. Nadie va a molestarse en comprobarlo. Pero antes de eso, decíais que hay más cuevas. Si alguien puede entrar a la isla por ahí, deberíais avisar de ello en el castillo.
Cuando conseguí que se pusieran en camino, volví a montar en la alfombra y volé hasta el castillo; concretamente hasta la ventana del que hace un par de semanas era mi cuarto. Me colé, agarré mis pertenencias y un par de joyas más y volví a salir llevándolo todo en una práctica mochila. También había encontrado una naranja que empecé a pelar mientras volaba. Me tomé mi tiempo para analizar la situación y ver bien la isla desde las alturas, esquivando alguna que otra bola de fuego ocasional. Sinceramente no me apetecía seguir peleando. Pero había sido un día productivo. Había torturado a alguien por primera vez, había participado en lo crudo de la batalla y había descubierto una especie de bruja. Igual debería avisar, pero no tenía pinta de querer salir de la cueva. Hakuna matata, decía el comerciante que me había regalado la alfombra: Vive y deja vivir. Mientras me acababa la naranja fui hasta un acantilado y me senté ahí, pensando. Después de un rato, simplemente me encogí de hombros y me subí de nuevo a la alfombra dispuesta a salir de la isla. Tanta guerra empezaba a ser aburrida.
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Poco a poco los rostros de los presos cambiaron de la tristeza al ansia, el discurso realizado por el viejo llegó a lo más hondo de sus corazones, o simplemente querían escapar y veían en Inaga la mejor opción. Al cabo de unos segundos un grupo de 17 presos lo seguían y le vitoreaban, si bien no eran muchos para empezar su andadura no estaba mal, dispuesto como estaba a que le siguieran un grupo de personas mayor el anciano se dirigía a una de las esquinas cuando un pitido le llamó la atención.
En una de las esquinas había lo que parecía ser un explosivo con una cuenta atrás de más de 20 minutos, el monje debatió internamente cual iba a ser su siguiente movimiento, por un lado si seguía bajando en la prisión se arriesgaba a que le explotase cuando aun se encontrara en su interior, pues seguramente el pirata legendario se encontrara en los niveles inferiores. Por otro lado si escapaba ahora tendrían más tiempo para correr y huir de la explosión. Sin pensárselo dos veces Inaga usó su atronadora voz y les dio órdenes a sus nuevos compañeros para que lo siguieran. De paso procedió a examinarlos uno a uno queriendo medir un poco las fuerzas de las que disponía.
¡Señores es hora de salir de este laberinto seguidme y os llevare hasta la libertad!
El monje junto a sus nuevos compañeros recorrieron el mismo camino rumbo a la puerta por la que él había entrado, si bien habían bastantes soldados en la puerta esperaba que con el inicio de la guerra estos hubieran sido trasladados a otras posiciones, si no ya pensaría un modo de intentar distraerlos. Siguiendo los cortes que había hecho cuando bajaba no sería difícil dar con la salida. Mientras subían prestaba atención por si veían a más presos intentar unirlos a su causa a la vez que estaba pendiente por si aparecían los guardias.
Ahora Inaga se veía firme y decidido nada que ver a la postura que solía usar cuando intentaba andar desapercibido, sus alas una de color blanco y otra de negro estaban completamente estiradas sobresaliendo de su espalda. Esto sumado al bastón de monje le daba una presencia imponente. Aun le carcomía la idea no haber seguido buscando dentro de la prisión, pero de nada le valdrían más compañeros si no estaban vivos al finalizar la guerra. Ahora solo quedaba salir de la maldita prisión e ir hacia la costa en busca de una nave para huir de esta isla maldita.
En una de las esquinas había lo que parecía ser un explosivo con una cuenta atrás de más de 20 minutos, el monje debatió internamente cual iba a ser su siguiente movimiento, por un lado si seguía bajando en la prisión se arriesgaba a que le explotase cuando aun se encontrara en su interior, pues seguramente el pirata legendario se encontrara en los niveles inferiores. Por otro lado si escapaba ahora tendrían más tiempo para correr y huir de la explosión. Sin pensárselo dos veces Inaga usó su atronadora voz y les dio órdenes a sus nuevos compañeros para que lo siguieran. De paso procedió a examinarlos uno a uno queriendo medir un poco las fuerzas de las que disponía.
¡Señores es hora de salir de este laberinto seguidme y os llevare hasta la libertad!
El monje junto a sus nuevos compañeros recorrieron el mismo camino rumbo a la puerta por la que él había entrado, si bien habían bastantes soldados en la puerta esperaba que con el inicio de la guerra estos hubieran sido trasladados a otras posiciones, si no ya pensaría un modo de intentar distraerlos. Siguiendo los cortes que había hecho cuando bajaba no sería difícil dar con la salida. Mientras subían prestaba atención por si veían a más presos intentar unirlos a su causa a la vez que estaba pendiente por si aparecían los guardias.
Ahora Inaga se veía firme y decidido nada que ver a la postura que solía usar cuando intentaba andar desapercibido, sus alas una de color blanco y otra de negro estaban completamente estiradas sobresaliendo de su espalda. Esto sumado al bastón de monje le daba una presencia imponente. Aun le carcomía la idea no haber seguido buscando dentro de la prisión, pero de nada le valdrían más compañeros si no estaban vivos al finalizar la guerra. Ahora solo quedaba salir de la maldita prisión e ir hacia la costa en busca de una nave para huir de esta isla maldita.
Der
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Derek soltó un taco cuando la lanza le hizo la herida en la pierna, pero la mujer parecía querer irse y no seguir peleando, así que no iba a ser un suicida. Miró a Reira y se acercó para comprobar si estaba bien. La chica no parecía más que algo conmocionada, pero bastante entera. La chica se puso a hacer unas curas de primeros auxilios. El chico observó la sala y observó la maldita máquina de huevos. Ahora sí que estaba enfadado. Se concentró en el cristal y lo reventó de un puñetazo certero en el centro de la luna. El cristal cayó hecho añicos, y el joven de ojos rojos se puso a saquear como un verdadero pirata. Agarró todos los extraños huevos engemados. Tras eso, se puso a correr por la sala, buscando entre las montañas de tesoros algo que pudiera ser útil, o al menos lo bastante caro como para venderlo a un alto precio en el mercado negro. Mientras tanto, Reira podía recoger monedas y joyas. Si encontraba alguna cosa pequeña pero con aspecto de mucho valor, que sobresaliese sobre el resto, lo guardaría en el hueco para diales de su brazo izquierdo.
- Reira... esto sí que ha sido una aventura, ¿eh? -el chico se acercó a ella, con la respiración agitada, y la agarró de la mano cuando terminó de rebuscar entre aquel montón de dinero y objetos brillantes. Tiró con suavidad de ella para correr juntos hacia la entrada del castillo-. Vámonos al barco, creo que con esto tenemos para vivir bien durante meses o años.
El chico se miró la pierna con rabia: tendría que pedirle ayuda a su hermana para que se la arreglase, y seguro que aprovecharía para burlarse de él. Por suerte, podría callarla con alguna cosa bonita de las que a ella le gustaban, como el pequeño espejo de mango de plata que había encontrado.
- Reira... esto sí que ha sido una aventura, ¿eh? -el chico se acercó a ella, con la respiración agitada, y la agarró de la mano cuando terminó de rebuscar entre aquel montón de dinero y objetos brillantes. Tiró con suavidad de ella para correr juntos hacia la entrada del castillo-. Vámonos al barco, creo que con esto tenemos para vivir bien durante meses o años.
El chico se miró la pierna con rabia: tendría que pedirle ayuda a su hermana para que se la arreglase, y seguro que aprovecharía para burlarse de él. Por suerte, podría callarla con alguna cosa bonita de las que a ella le gustaban, como el pequeño espejo de mango de plata que había encontrado.
Esmejit R. Airnal
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Esmejit estaba aterrado. Los segundos se alargaban y los latidos de su corazón le resonaban en los oídos. Estaba completamente tenso, como si le hubieran pegado un calambrazo. Por suerte, los cascos de los caballos se alejaron. Y posiblemente también sus jinetes. El mago se permitió respirar de nuevo, mientras observaba cómo Alice decidía avanzar hacia el castillo de Derian. El mismo castillo del que acababa de surgir un enorme dragón de tres cabezas, sobre el que una figura que indudablemente se trataba del monarca de la tierra que pisaban gritaba eufórico.
- A-Alice... j-jefa... -intentó detenerla el joven de pelo rojizo, mientras observaba con terror absoluto el campo de batalla frente a ellos. No quería ir hacia allí delante, quería retroceder-. ¡Alice! ¡Es una muerte segura! -el chico temblaba de los pies a la cabeza, mientras miraba con ojos llorosos a la chica. No quería ir a la boca del lobo y morir en aquella maldita isla.
El chico se había detenido en medio de la nada, y tal vez sus compañeros se detuvieran o tal vez siguieran. El pelirrojo suspiró, mientras se daba media vuelta y miraba la costa, al otro lado de la barrera de fábricas.
- Yo... yo... lo siento. No quiero ir. No puedo ser de ayuda, y creo que si vamos hasta esa... cosa -el chico señaló al dragón- vamos a morir. -el chico empezó a caminar de nuevo hacia las fábricas. Sus compañeros podían ir a morir, pero él no era un idiota suicida.
- A-Alice... j-jefa... -intentó detenerla el joven de pelo rojizo, mientras observaba con terror absoluto el campo de batalla frente a ellos. No quería ir hacia allí delante, quería retroceder-. ¡Alice! ¡Es una muerte segura! -el chico temblaba de los pies a la cabeza, mientras miraba con ojos llorosos a la chica. No quería ir a la boca del lobo y morir en aquella maldita isla.
El chico se había detenido en medio de la nada, y tal vez sus compañeros se detuvieran o tal vez siguieran. El pelirrojo suspiró, mientras se daba media vuelta y miraba la costa, al otro lado de la barrera de fábricas.
- Yo... yo... lo siento. No quiero ir. No puedo ser de ayuda, y creo que si vamos hasta esa... cosa -el chico señaló al dragón- vamos a morir. -el chico empezó a caminar de nuevo hacia las fábricas. Sus compañeros podían ir a morir, pero él no era un idiota suicida.
Rei Arslan
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Seguíamos avanzando lo más rápido posible. A lo lejos podemos escuchar el ruido de las olas chocar contra las rocas y una especie de sombra grande, que por lo que se podía deducir era nuestro barco. Aunque no lo fue por mucho tiempo. Mierda... Como era de esperar el barco se hundió, esta vez salió un cangrejo hacia la superficie y lo sumergió. - Otra vez no... - Murmuré con la voz entristecida. Algún día de estos acabaría haciendo un libro con mis barcos hundidos y sus causas, sería muy interesante. A medida que me acercaba a toda prisa veía con más claridad el destrozo hasta que me detuve y me quedé boquiabierta. ¡Si no era nuestro barco! Que susto me había llevado, ya me había acostumbrado a perder barcos como si fuese lo más normal del mundo.
Nuestro barco estaba al lado por suerte. Pero antes de seguir avanzando un disparo llegó frente a mis pies. Miré al suelo y luego al frente, había un montón de hombres en la cubierta y todos armados, nos superaban bastante en número, todos iban de negro así que se podía deducir que eran del gobierno, de todas formas no me iba a parar a comprobarlo, quería el barco libre. Levanté las manos a la altura de mis ojos en señal de rendición.
-Ahora que lo pienso la cubierta lleva demasiado tiempo sin limpiarse , y este es el momento perfecto. - De mis manos, sin moverlas, comenzaron a salir pinchos de hielo de un tamaño considerable. Eran como una lluvia, pero controlada por mí, estos iban dirigidos hacia el frente y laterales, deseaba ver si eran capaces de esquivarlos o de destruirlos, algo que me extrañaba puesto a la dureza que poseían y el haki que llevaban imbuidos. Solo esperaba que ayudase para deshacernos con algunos y luego adentrarnos en el barco y luchar con los que quedaban, se me daba mejor estar cerca.
Bajé las manos y una la apoyé sobre mi katana, a la espera de si debía usarla o no.
Nuestro barco estaba al lado por suerte. Pero antes de seguir avanzando un disparo llegó frente a mis pies. Miré al suelo y luego al frente, había un montón de hombres en la cubierta y todos armados, nos superaban bastante en número, todos iban de negro así que se podía deducir que eran del gobierno, de todas formas no me iba a parar a comprobarlo, quería el barco libre. Levanté las manos a la altura de mis ojos en señal de rendición.
-Ahora que lo pienso la cubierta lleva demasiado tiempo sin limpiarse , y este es el momento perfecto. - De mis manos, sin moverlas, comenzaron a salir pinchos de hielo de un tamaño considerable. Eran como una lluvia, pero controlada por mí, estos iban dirigidos hacia el frente y laterales, deseaba ver si eran capaces de esquivarlos o de destruirlos, algo que me extrañaba puesto a la dureza que poseían y el haki que llevaban imbuidos. Solo esperaba que ayudase para deshacernos con algunos y luego adentrarnos en el barco y luchar con los que quedaban, se me daba mejor estar cerca.
Bajé las manos y una la apoyé sobre mi katana, a la espera de si debía usarla o no.
Worick L. Arcangelo
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Parecía que por fin alcanzábamos nuestro barco cuando de pronto un enorme cangrejo salió y lo arrastró al fondo del mar consigo... ¿Por qué siempre teníamos tan mala suerte con los barcos? La capitana parecía tan decepcionada como nosotros, o eso reflejo un pequeño susurro que hizo, pero de pronto se alegro al percatarse, igual que nosotros, de que aquel barco que se había hundido no era el nuestro. Menudo alivio nos habíamos llevado todos al saber que por fin íbamos a poder largarnos de allí, sin duda si el barco se hubiese hundido no hubiésemos sabido que hacer, pero alguna cosa se nos habría ocurrido. En cualquier caso ahora no teníamos que pensar en aquello sino en como saldríamos del espacio de la guerra sin perder nuestras cabezas.
Queríamos acercarnos a nuestro barco que se encontraba justo al lado del desafortunado accidente que acabábamos de presenciar, pero un disparo que golpeo frente a los pies de la capitana nos hizo prestar atención a la cubierta. El barco estaba lleno de lo que parecían agentes del gobierno, parecía una buena oportunidad para aprovecharme del cargo en el que había logrado infiltrarme, no obstante la capitana no dio tiempo para nada de aquello. Tras hacer un comentario sarcástico sobre la cubierta su agresión contra los invasores del navío empezó, un montón de hielo salió de sus manos y comenzó a llover sobre aquellos agentes. La verdad es que me daban algo de pena pues cuando la capitana se enfada incluso yo la temía, pero aquel no era momento para lamentarse por otros, tenía que prepararme para el combate.
Tomé la guadaña que descansaba en mi espalda por el pomo y tras darle un toquecito en el hombro, con el dedo indice de mi otra mano, a la capitana sonreí. — Supongo que tienes razón, será mejor que saquemos la basura. Yo me centraré en la defensa a corto alcance y trataré de actuar como un escudo, tú asegúrate de librarte de ellos, Rose. — Hacía muchísimo tiempo que no peleaba junto a la capitana y el sentimiento que me invadía en aquellos momentos era casi inexplicable, una mezcla de adrenalina, entusiasmo y... ¡Agh! Que más dará como fuese en cualquier caso me alegraba de haber vuelto al lugar al que pertenecía.
Queríamos acercarnos a nuestro barco que se encontraba justo al lado del desafortunado accidente que acabábamos de presenciar, pero un disparo que golpeo frente a los pies de la capitana nos hizo prestar atención a la cubierta. El barco estaba lleno de lo que parecían agentes del gobierno, parecía una buena oportunidad para aprovecharme del cargo en el que había logrado infiltrarme, no obstante la capitana no dio tiempo para nada de aquello. Tras hacer un comentario sarcástico sobre la cubierta su agresión contra los invasores del navío empezó, un montón de hielo salió de sus manos y comenzó a llover sobre aquellos agentes. La verdad es que me daban algo de pena pues cuando la capitana se enfada incluso yo la temía, pero aquel no era momento para lamentarse por otros, tenía que prepararme para el combate.
Tomé la guadaña que descansaba en mi espalda por el pomo y tras darle un toquecito en el hombro, con el dedo indice de mi otra mano, a la capitana sonreí. — Supongo que tienes razón, será mejor que saquemos la basura. Yo me centraré en la defensa a corto alcance y trataré de actuar como un escudo, tú asegúrate de librarte de ellos, Rose. — Hacía muchísimo tiempo que no peleaba junto a la capitana y el sentimiento que me invadía en aquellos momentos era casi inexplicable, una mezcla de adrenalina, entusiasmo y... ¡Agh! Que más dará como fuese en cualquier caso me alegraba de haber vuelto al lugar al que pertenecía.
Keth - Selim
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En cuestión de minutos, todo comenzó a llenarse. ¿La batalla habría empezado ya? La sala se llenó de soldados que agarraban armas antes de salir corriendo. Al principio pensé que no era más que caos por todas partes, pero después de unos minutos observando me di cuenta de que seguían un patrón con sus movimientos. Por muy aleatorio que pareciera, este ejército estaba bien organizado. Y eso no lo hacía si no más peligroso. Tenía que salir de aquí y dar la voz de alarma, porque entre tanta gente no iba a poder hacer nada; ni montar un escándalo ni un incendio ni nada parecido. Si lo intentaba, lo más seguro es que alguien me vería. Suspiré y apreté los dientes, nervioso.
Estaba allí plantado cuando un hombre se me acercó dando voces y señalándome unas cajas. Al menos todavía se creían lo del inventario... espera. ¡Ya estaba! Así podría salir. Asentí con la cabeza y me incliné para abrir la caja. Contenía granadas, y el pensar en lo que podrían causar esos hombres con tanta munición hizo que notara un vacío en el estómago. No podía entregárselas. Cogí una en cada mano y fingí examinarlas a conciencia. Luego me puse en pie de un salto, con cara de alarmada.
-¡Señor! ¡No les entregue más armas! Están defectuosas, acabo de comprobarlo. Ahora entiendo porque me mandaron a hacer inventario en lugar de... ¡Estas granadas están trucadas! Lo más probable es que les estallen en la mano en cuanto les quiten el seguro. Aquí, mire, ¿Lo ve?.- Le acerqué una señalando ''algo'' donde estaba el seguro. Un segundo después la retiré y le miré preocupado. No tenía por qué no creerme. Y no se iba a arriesgar a perder a sus hombres, suponía. Volví a meter las granadas en la caja con mucho, mucho cuidado. Como si fueran a estallar en cualquier momento. Luego la cogí en brazos y le hice una seña a un soldado para que cogiera la otra caja.
-Voy a sacarlas de aquí, lo primero. Si explotan, el resto de la pólvora y las armas prenderán también y será un caos. Tengo que encontrar a mi superior y deshacernos de esto. ¡Rápido!
Eché a correr con la caja firmemente sujeta y la liebre Elí siguiéndome. El corazón me latía en el pecho y tenía una expresión de resolución y firmeza en el rostro. Confiaba en que pareciera que era porque realmente quería salvar a esos hombres, aunque solo pretendía evitar algunas muertes más. Seguí la fila de soldados ya armados, lamentándome de no poder frenarlos a ellos también. Pero con suerte me llevarían al exterior, y una vez allí ya decidiría.
Estaba allí plantado cuando un hombre se me acercó dando voces y señalándome unas cajas. Al menos todavía se creían lo del inventario... espera. ¡Ya estaba! Así podría salir. Asentí con la cabeza y me incliné para abrir la caja. Contenía granadas, y el pensar en lo que podrían causar esos hombres con tanta munición hizo que notara un vacío en el estómago. No podía entregárselas. Cogí una en cada mano y fingí examinarlas a conciencia. Luego me puse en pie de un salto, con cara de alarmada.
-¡Señor! ¡No les entregue más armas! Están defectuosas, acabo de comprobarlo. Ahora entiendo porque me mandaron a hacer inventario en lugar de... ¡Estas granadas están trucadas! Lo más probable es que les estallen en la mano en cuanto les quiten el seguro. Aquí, mire, ¿Lo ve?.- Le acerqué una señalando ''algo'' donde estaba el seguro. Un segundo después la retiré y le miré preocupado. No tenía por qué no creerme. Y no se iba a arriesgar a perder a sus hombres, suponía. Volví a meter las granadas en la caja con mucho, mucho cuidado. Como si fueran a estallar en cualquier momento. Luego la cogí en brazos y le hice una seña a un soldado para que cogiera la otra caja.
-Voy a sacarlas de aquí, lo primero. Si explotan, el resto de la pólvora y las armas prenderán también y será un caos. Tengo que encontrar a mi superior y deshacernos de esto. ¡Rápido!
Eché a correr con la caja firmemente sujeta y la liebre Elí siguiéndome. El corazón me latía en el pecho y tenía una expresión de resolución y firmeza en el rostro. Confiaba en que pareciera que era porque realmente quería salvar a esos hombres, aunque solo pretendía evitar algunas muertes más. Seguí la fila de soldados ya armados, lamentándome de no poder frenarlos a ellos también. Pero con suerte me llevarían al exterior, y una vez allí ya decidiría.
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La situación en aquella isla parecía ponerse cada vez más peligrosa, habíamos dejado una batalla campal a nuestras espaldas y en el horizonte frente a nosotros se presentaba un peligro aún mayor. Para colmo el chico pelirrojo estaba comenzando a dudar sobre como debíamos actuar mientras que Alice estaba decidida a continuar hacia delante.
-Vamos chico, tenemos órdenes que seguir. Y hasta el momento, hemos conseguido avanzar sin tener que dar un solo puñetazo, sólo debemos confiar en nuestra jefa e ir con cautela.
Le dirigí unas palabras de ánimo apelando una órdenes, aunque hasta el momento no me habían importado lo más mínimo y seguramente seguirían sin importarme. Pero había visto lo que parecía un maldito dragón de tres cabezas y algo en mi interior me impulsaba a acercarme para poder verlo bien. Así que saqué uno de mis últimos cigarros y protegiéndolo de la lluvia con la mano lo mejor que pude lo encendí mientras avanzaba junto a la chica sin quitar la mirada del horizonte en llamas.
-Vamos chico, tenemos órdenes que seguir. Y hasta el momento, hemos conseguido avanzar sin tener que dar un solo puñetazo, sólo debemos confiar en nuestra jefa e ir con cautela.
Le dirigí unas palabras de ánimo apelando una órdenes, aunque hasta el momento no me habían importado lo más mínimo y seguramente seguirían sin importarme. Pero había visto lo que parecía un maldito dragón de tres cabezas y algo en mi interior me impulsaba a acercarme para poder verlo bien. Así que saqué uno de mis últimos cigarros y protegiéndolo de la lluvia con la mano lo mejor que pude lo encendí mientras avanzaba junto a la chica sin quitar la mirada del horizonte en llamas.
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Ya podía escuchar las olas romper en los acantilados, pronto estaríamos en el barco, lejos de esta maldita isla y podríamos darle un funeral digno a nuestro compañero. Cuando llegamos al punto donde nos habían recogido los emisarios del rey al llegar, y veíamos ya el barco, un gran cangrejo marino emergió de las embravecidas aguas para agarrarlo con su gigantesca pinza y llevárselo a las profundidades con él. Para disgusto de todos por lo que pude ver, no era justo perder un barco de aquella manera, y menso ahora que lo necesitábamos. Por suerte, por una vez, el barco arrastrado por el cangrejo no era el nuestro, el nuestro estaba a su lado cubierto por agentes vestidos de negro, que dispararon nada más aparecimos en señal de advertencia.
La capitana pareció levantar sus manos en señal de rendición, “que narices haces Rose” pensé mientras dejaba la cuerda con la que tenía atada la placa metálica en la que transportaba el cuerpo de Kabil. Lo que pasó a continuación dejó claro que no conocía a Rose tanto como creía, de sus manos salieron hielos en dirección al barco, no dejando casi huecos para que los hombres de cubierta pudieran esconderse o apartarse. Mientras Kuroi desenfundo su guadaña, poniéndose a la altura de Rose, ahora parecía muy preparado para la lucha, más que hacía apenas una hora la verdad.
Cuando termine con la cuerda me acerqué hasta mis compañeros, si había que limpiar el barco lo haríamos, luego podríamos recoger a Kabil tranquilamente. Cuando llegué a su altura desenfunde la katana que contenía la cobra real, una vez empezará el ataque yo me transformaría usando las garras y la liberaría a ella para que acabara con los agentes, siempre cerca de mí para que no le pasara nada, ni se perdiera.
La capitana pareció levantar sus manos en señal de rendición, “que narices haces Rose” pensé mientras dejaba la cuerda con la que tenía atada la placa metálica en la que transportaba el cuerpo de Kabil. Lo que pasó a continuación dejó claro que no conocía a Rose tanto como creía, de sus manos salieron hielos en dirección al barco, no dejando casi huecos para que los hombres de cubierta pudieran esconderse o apartarse. Mientras Kuroi desenfundo su guadaña, poniéndose a la altura de Rose, ahora parecía muy preparado para la lucha, más que hacía apenas una hora la verdad.
Cuando termine con la cuerda me acerqué hasta mis compañeros, si había que limpiar el barco lo haríamos, luego podríamos recoger a Kabil tranquilamente. Cuando llegué a su altura desenfunde la katana que contenía la cobra real, una vez empezará el ataque yo me transformaría usando las garras y la liberaría a ella para que acabara con los agentes, siempre cerca de mí para que no le pasara nada, ni se perdiera.
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Seguíamos caminando por el pasillo cuando de pronto un Den Den Mushi comenzó a sonar, los guardias se detuvieron a atender la llamada pero sus caras reflejaban problemas. - ¡Código 3! ¡Fuga a gran escala! -la voz al otro lado suena tensa, incluso temerosa de algo. Estoy en el nivel seis y... xxxxx... ctor Coop... xxxxxxxx... dor a la patri... xxxxxxxxxxxxx.
De pronto se corta la comunicación, en ese momento ambos guardias se miran asintiendo, uno de ellos echa a correr hacía la prisión mientras que el otro se gira mirándome para desenvainar su espada y lanzarse a por mi. Avanzó saltando sobre mi a la vez que lanzaba un tajo horizontal, apenas me dio tiempo a reaccionar por la poca distancia que nos separaba pero fue el suficiente para interponer las cadenas de las esposas para que las cortase por mi.
El plan había salido bien, el carcelero se había caído sobre mi y ambos estábamos en el suelo pero con la diferencia de que ahora tenía las manos libres. Me levanté de un salto mientras él se recuperaba de la caída, rápidamente pateé la cimitarra para alejarla, seguidamente me senté encima suya estando éste de espaldas. - ¿Cual es la situación en la isla? - No tenía pensado perder mucho tiempo con ese hombre así que sea cual sea la respuesta utilizaré el Shigan a la altura de las vertebras cervicales provocándole tetraplejia.
Nada mas atravesar su cuello comprobé sus pertenencias, entre otras cosas por si tenía mas esposas y las llaves además de armas escondidas. Luego de la inspección me apresuré en seguir al guardia que había salido corriendo, para recuperar el tiempo perdido tendría que correr como en toda mi vida lo había echo así que a base de Soru supuse que no debería tardar demasiado en darle caza.
"A todo esto... Ese mensaje decía que los presos se habían fugado de sus celdas... Hablaban sobre el nivel seis... Si se regían por la misma pauta que en Impel Dawn... Eso significaba que los presos mas poderosos habían escapado... ¿Que me encontraré allí? Además destacaban en especial a un hombre... El mensaje estaba entrecortado pero a mi cabeza venía un nombre en concreto..."
De pronto se corta la comunicación, en ese momento ambos guardias se miran asintiendo, uno de ellos echa a correr hacía la prisión mientras que el otro se gira mirándome para desenvainar su espada y lanzarse a por mi. Avanzó saltando sobre mi a la vez que lanzaba un tajo horizontal, apenas me dio tiempo a reaccionar por la poca distancia que nos separaba pero fue el suficiente para interponer las cadenas de las esposas para que las cortase por mi.
El plan había salido bien, el carcelero se había caído sobre mi y ambos estábamos en el suelo pero con la diferencia de que ahora tenía las manos libres. Me levanté de un salto mientras él se recuperaba de la caída, rápidamente pateé la cimitarra para alejarla, seguidamente me senté encima suya estando éste de espaldas. - ¿Cual es la situación en la isla? - No tenía pensado perder mucho tiempo con ese hombre así que sea cual sea la respuesta utilizaré el Shigan a la altura de las vertebras cervicales provocándole tetraplejia.
Nada mas atravesar su cuello comprobé sus pertenencias, entre otras cosas por si tenía mas esposas y las llaves además de armas escondidas. Luego de la inspección me apresuré en seguir al guardia que había salido corriendo, para recuperar el tiempo perdido tendría que correr como en toda mi vida lo había echo así que a base de Soru supuse que no debería tardar demasiado en darle caza.
"A todo esto... Ese mensaje decía que los presos se habían fugado de sus celdas... Hablaban sobre el nivel seis... Si se regían por la misma pauta que en Impel Dawn... Eso significaba que los presos mas poderosos habían escapado... ¿Que me encontraré allí? Además destacaban en especial a un hombre... El mensaje estaba entrecortado pero a mi cabeza venía un nombre en concreto..."
AlexEmpanadilla
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Un sonido de cañones se escucha en la costa. Quien esté cerca de Derian puede ver como el monarca sonríe con desprecio a los barcos de la Buster Call, que empiezan a caer como moscas ante la artillería de Halstat. Lo que nos lleva a pensar... ¿Por qué Derian no los usó para hundir todos los que están en la isla? Misterios de la vida. El caso es que los barcos de la costa empiezan a huir hacia el océano, aprovechando mientras los cañones se recargan. La medio sonrisa del rey cambia drásticamente a un gesto serio cuando algo se oye sobre el estruendo.
- Probando, probando...Permíteme que insista. -una voz resuena por el sistema de megafonía de palacio, sobre el ruido del combate-. Hola, hola. ¿Se me oye? Soy el Comandante Sir Augustus Makintosh, Caballero Real. Estoy aquí para deciros... -de pronto hay un sonoro eructo-. Estoy aquí para deciros… Un momento, tengo que ir al baño. -en ese momento una señal luminosa con forma de murciélago ilumina el cielo.
El rey Derian Markov alza la mirada, furibundo, mientras se escucha el discurso proveniente de palacio. Grita una serie de improperios:
- ¡¿QUIÉN DEMONIOS ESTÁ EN MI PALACIO?! ¡¡DRAKEEEEEE!! -un enorme lobo blanco empieza a ascender trepando por la columna de roca sobre la que está el palacio, hundiendo sus puños en esta, gritando algo sobre salvar una nevera. Las voces continúan.
- Ya he vuelto. El baño estaba ya sucio de antes, ¿vale? Yo solo he apuntado donde he podido. En fin, estoy aquí para deciros que el verdadero Derian...
- ¿Qué ha pasado en el baño? -se escucha una voz de fondo.
- Eso ya estaba así. Estoy aquí para deciros que el verdadero Derian Markov ha ocupado su trono. El usurpador ha sido derrocado y ahora Derian-sama y su ejército de fieles ghouls salvarán el mundo de la noche eterna. El falso Derian… bueno, pues se habrá ido a su casa, digo yo, no sé. Y… eso. Ea, adiós.
El grito de Derian se oye en toda la isla. En ese momento, aparece una mujer frente a él. Su dragón la mira con odio... y hambre. Y entonces una de las cabezas cubre a la chica con fuego ardiente. La segunda cabeza hace lo propio con llamas heladas. Y antes de que la tercera logre llegar a expulsar su aliento tóxico, un látigo blanco brillante como el sol surge de la mezcla de llamas, seccionando limpiamente las tres cabezas. La mujer tiene un brazo tan brillante que ciega, y parece ser la causante de ese ataque. El cuerpo del dragón se tambalea y se desploma. Derian parece a punto de enfrentarse a la Shichibukai Yazori cuando...
¡KA-BOOOOM! Todo el castillo que se alza en el centro de la isla tiembla, mientras de las profundidades de la tierra surge un terrible sonido, como el de un terremoto. El enorme edificio del orgulloso monarca de Halstat se agrieta, al igual que hace la enorme torre de roca pura sobre la que se encuentra, que se tambalea y empieza a colapsar sobre sí misma. Una de las torres del enorme edificio se desprende de la estructura principal. Yazori se deshace en plasma y se aleja, con su trabajo ya realizado. No es quien para enfrentarse sola contra el monarca vampiro. El rey frunce el ceño, y aparece un ligero tic en su ojo izquierdo. Mira de nuevo la señal luminosa, y se lanza a por el tipo que la ha realizado, dispuesto a saciar su sed.
Y entonces, un ligero temblor empieza a sacudir el suelo de la isla. Según los segundos pasan, el temblor aumenta, levantando rocas del suelo, agrietando la isla e incluso resquebrajando y empezando a destruir las fábricas.
- Augustus Makintosh, el Anunciante de Tronos:
- Perfecto. Tu trabajo ha sido realizado. Ahora Derian pondrá fin a esta guerra. Ves a los ghouls celebrando la victoria de la diplomacia ante la violencia, justo cuando algo ocurre. De pronto las pantallas de la sala en la que estás se agrietan y apagan, el suelo empieza a temblar y escuchas gritos generalizados entre los presentes. Es como si un enorme gigante hubiera agarrado el castillo y lo estuviese usando como sonajero. El castillo se empieza a derrumbar, y el techo parece hecho de naipes cuando cae sobre ti (aunque posiblemente pese bastante más). Tal vez puedas preguntarle al soberano cómo salir del castillo antes de que todo el edificio caiga al vacío.
- Arribor Neus:
- Oh, esa tía te ha robado la oportunidad de pelear contra Derian y su dragón. Y parece que el conde hace caso omiso de tu señal... Espera, te está mirando. Vuela hacia ti, y se coloca frente a ti, con un aspecto cercano a la demencia. Notas su presencia sobrecogedora sobre ti, parece mucho más peligroso a esta distancia. Te apunta con su espada, y dice:
- Ya probé una vez tu sangre. Está vez me aseguraré de dejarte seco, presa. -el vampiro lanza una onda cortante contra Franklin, a tal velocidad que apenas ves un borrón. Tras eso, se relame. Su antaño porte ha sido sustituido por un aura asesina que le hace parecer aún más siniestro.
- Corvo:
- Corres hacia la costa, huyendo de todo y todos, mientras el mundo parece sumirse en el caos más absoluto. Acabas alcanzando la salida cuando la caverna se derrumba tras de ti. Que suerte que hayas salido corriendo. Por cierto, enhorabuena por haber robado una bombilla, sin duda es un objeto fascinante y digno de estudio.
- Heaten, Kuro, Murasaki y Akagami:
- Tal vez deberíais dejar vuestras diferencias y largaros. Al fin y al cabo, de poco os vale mataros entre vosotros si os hundís en una de las grietas del suelo que no dejan de formarse.
- Kenichi y Ryuta:
- Ryuta salva a Kenichi de morir congelado en ese mar de llamas criogenizadas. Enhorabuena, tu habilidad de Esquiva ha aumentado en +4, tu Empatía en +12, y ganas un bonus de +4 cuando trates de salvar a una damisela en apuros de un dragón. Oh, y sientes tu pie muy frío. El hálito congelante ha golpeado tu zapato de refilón, cubriéndolo de escarcha. Por los pelos. En ese momento el dragón es decapitado por una mujer extraña, que se desmaterializa, y Derian sale disparado en otra dirección mientras una torre cae desde las alturas sobre vosotros dos. Salís de la sartén para caer en las brasas. Oh, y el suelo empieza a temblar.
- Hayate y Caddie:
- Observáis la escenita de Ryuta salvando a Kenichi, y la posterior derrota del dragón de Derian. ¿Y ahora qué? Una torre va a caer sobre los supervivientes, y Derian ha desaparecido, volando hacia dios sabe dónde. ¿Qué váis a hacer ahora? Tal vez evitar caer por ese agujero que se ha formado en el suelo sea lo mejor, y visto lo visto... ¿abandonar la isla, que parece estar en las últimas? Aunque tal vez si saqueais...
- Xanxus, Onox y Rocket:
- Os veis envueltos por la enorme nube del Nubegeddon de Ícarus. Vuestros cuerpos quedan a salvo dentro de la prisión férrea en la que os ha introducido, pero a cambio, posiblemente despertéis en una celda calurosa del cuarto nivel de Impel Down. Posiblemente no haya sido vuestra mejor jugada.
- Kaito:
- Estás observando el pasillo cuando escuchas una explosión por uno de los pasillos cercanos. Y después otra, y otra y otra, que se juntan formando un ruido igual al de una enorme explosión de tamaño colosal. Las paredes empiezan a agrietarse a un ritmo alarmante mientras una oleada de fuego recorre el pasillo hacia ti y te ves envuelto por él. Las paredes se derrumban casi al instante y el techo cae sobre tu cabeza. ¿Será esto cosa del ninja? ¿Qué harás para salir de esta ratonera?
- Nemonic, Sinclair:
- Os internáis en un pasillo cuando de pronto escucháis una enorme explosión sobre vuestras cabezas. De fondo aún os parece oír la voz del ninja, aunque ahora parece enfadado, gritando improperios mientras se aleja. A lo lejos, a unos veinte metros, al fondo del pasillo en el que habéis terminado veis un ligero ventanuco rectangular, apenas de 20x60cm, muy cerca del techo, con barrotes de lo que parece titanio, hierro o un material similar. El problema es que el pasillo está desmoronándose a toda velocidad, y ese parece el único medio de salir de ahí. Enormes trozos de techo caen sobre vuestra cabeza. ¿Qué haréis?
- Falcopone:
- El combate contra Derian te ha dejado cansado, y parece ser que lo único que ves ante ti es una destrucción sin precendentes que te obliga a mirar. Llevas embobado un buen rato cuando te das cuenta de que estás solo. Tal vez deberías regresar al barco antes de que algo malo pase... ¿no? Al fin y al cabo la maldita isla está siendo destruida.
- Brigada indisciplinada y Kodama:
- Llegáis a la costa, mientras Arthur hace de mini ambulancia, llevando a los heridos a rastras si hace falta. El enano carga con todos con fuerza impresionante pese a su tamaño. Subís al barco y os largáis.
- Kusanagi:
- Tras un par de minutos ascendiendo, una explosión de enorme intensidad es escuchada a lo lejos. Los guardias parecen ponerse nerviosos, y algunos trozos del techo de la caverna se desprenden. Sientes que te cae una piedrecita en la cabeza. Sientes también un ligero temblor del suelo que va en aumento con rapidez. Y por último sientes un ruido de gritos y rocas, y un posterior silencio. Donde estaban los guardias ahora el techo se ha hundido, dejando que una luz mortecina que asocias con el exterior se cuele por el hueco. ¿Saldrás o volverás a por tu compañero? Tal vez la situación requiera un cambio de planes. O tal vez quieras ser sensato y salir por patas.
- Kasanova:
- Observas los objetos que lleva el hombre. Oh, parece que tiene un enorme juego de esposas... y un par de consoladores rosas, y una varita mágica, de esas con una estrellita al final. Te das cuenta, debido a tu gran intuición de CP entrenado, que estás soñando. Escuchas un ruido de fondo, y te das cuenta de que todo tiembla. Estás tirado en el suelo, con un moratón en la cara, y te duele mucho la cabeza. Parece ser que al interponer las esposas, el impulso de la cimitarra ha empujado las esposas contra tu cabeza, haciendo que caigas KO. Ahora a saber donde está el guardia, pero sigues esposado, tirado en el suelo, y el suelo se está agrietando. Todo tiembla, y las luces de la ciudad están parpadeando, posiblemente se apaguen pronto y quedes a oscuras... ¿qué vas a hacer?
- Un detallito...:
- Tío, he leído el post con Nat y Karl y hemos contado un mínimo de 7 acciones cerradas durante el combate. Nat prefería poner que simplemente explotabas, pero me caes bien, así que he decidido que tan solo te ha dejado KO
- Kazuo:
- Escuchas cañonazos en el exterior y ves por un ojo de buey como la flota de la marina está siendo hundida por las baterías de cañones costeros de Halstat, que acaban con los barcos como si estuvieran hechos de palillos pegados con cinta adhesiva. A continuación oyes el caos que se está desarrollando en la isla. Tal vez deberías hacer algo, y rápido.
- Issei:
- Empiezas a descender, cuando sobre tu cabeza escuchas una potente explosión que resuena por los pasillos, y un polvillo cae desde el techo. El lugar empieza a temblar, y por los pasillos resuenan los gritos desesperados de guardias y presos, mientras todo el lugar vibra como si tuviera un enorme motor en funcionamiento. Llegas a la entrada al siguiente nivel justo a tiempo para ver con tu akuma cómo el tercer nivel acaba de hundirse sobre el cuarto, y no parece que vaya a detenerse. Bajando rápidamente por las escaleras al siguiente nivel, te encuentras con un grupo de unos cuantos guardias. Tu fruta no te permite sentir ninguna clase de pensamiento racional, por lo que supones que son robots. Perfecto, atrapado en una ratonera que se derrumba con robots asesinos. El techo del quinto nivel colapsa. Los robots te miran y sientes como la mayor parte de tus circuitos cyborg dejan de funcionar de pronto. ¿Qué demonios ha pasado? Uno de ellos levanta la mano frente a ti, y observas una boca de cañón en la palma de la misma, apuntando a tu cabeza. El hombro del otro se abre para mostrar una serie de pequeña plataforma de lanzamiento de misiles. Parece que son hostiles hacia ti... y el piso seis acaba de caer. De pronto el derrumbe se detiene, agrietándose la estructura del nivel en el que estás. Sientes que el suelo se hunde ligeramente mientras los niveles inferiores sufren el castigo de soportar tanto peso de golpe. Bien, ahora a ver que haces ante estos robots.
- Akashi:
- Tu ataque parece surtir efecto, y pese a los malditos efectos del veneno, logras encontrar dos pequeños frascos: uno con un líquido oscuro, marrón, y otro con un líquido rojo intenso. Seguro que uno de esos dos es el del antídoto que buscas. ¿Cuál te tomarás? ¿Rojo o marrón? ¿ROJO O MARRÓN?
- Nolan:
- Un trozo de techo te cae encima, aplastándote la pierna y quebrando tus huesos. Ahora estás atrapado entre los escombros, mientras el castillo cada vez más inestable, se tambalea con fuertes vibraciones al tiempo que su base se vuelve más y más quebradiza. Antes de que puedas hacer nada, una estatua (de las típicas armaduras de adorno de los castillos) cae sobre ti con su espadón, haciéndote un profundo corte en el costado, que sangra profusamente.
- Bleyd y Kenta:
- Avanzáis montados en la moto de aspecto futurista, justo cuando frente a vosotros se abre una enorme grieta. Podríais saltarla si vais a toda velocidad... o tal vez os precipitéis hacia el vacío más profundo y oscuro. Ey, Kenta, ¿sabes lo mejor? Que la decisión de saltar o no es de Bleyd, así que estás en manos de ese loco con un bicho peludo y rosa. Bleyd, tú eliges. Puedes probar suerte o... tal vez buscar una ruta alternativa.
- Aria:
- El dragón es descabezado, Derian sale volando hacia un gilipollas con una morsa que dispara un haz de luz al cielo. Y con todo lo que está pasando... ¿vas a hacer algo?
- Jesaix:
- Todo empieza a temblar y derrumbarse. ¿Qué haces?
- Zhivago y Chrome:
- Considerad en vuestro post del combate la situación actual.
- Cid y Alwyn:
- Los ghouls caen con rapidez ante vuestro ataque coordinado. Según corréis hacia la costa, a vuestra espalda suenan el discurso del caballero Augustus y la el grito infrahumano de Derian, que os hiela la sangre en las venas. Llegáis a uno de los barcos del cuerpo, y subís a toda prisa. Un grupo de agentes os incita a daros prisa y a entrar, mientras los últimos pasajeros entran a todo correr y el navío suelta amarras. Desde el mar todo será más seguro. Mientras os alejáis de la costa, podéis ver a lo lejos los navíos de la marina hundiéndose en el mar.
- Baozar:
- Guías a los presos hasta la salida del primer nivel. Hay algunos guardias, pero los hombres, ansiosos por huir de esa prisión terrorífica, y se lanzan sin miedo sobre ellos, reduciéndolos rápidamente. Y entonces empiezan a sonar explosiones en los pasillos tras vosotros. Ni siquiera han pasado cinco minutos, y sin embargo, ha detonado la bomba. El lugar empieza a temblar. La gente echa a correr, y pese a que algunos de ellos huyen, dejándote atrás, pero trece permanecen fieles. La luz en la ciudad subterránea parpadea, y todo tiembla. A tu espalda, la prisión empieza a derrumbarse y hundirse en el suelo. El techo de la caverna empieza a agrietarse y a caer sobre las casas. Será mejor que salgas de ahí cuanto antes.
- Sons:
- Muy bien, habéis logrado limpiar la cubierta con esos agentes. Pero... esperad... esa barandilla del castillo de popa... tiene un estilo de tallado más rococó que el de vuestro barco... ¡Oh, mierda! Parece que el otro, el del cangrejo, sí que era vuestro barco... y este era el de esos pobres agentes del CP. De todos modos, esos agentes acababan de saquear vuestro navío. Veis un montón de cajas en cubierta con vuestras cosas. Si investigáis el barco, veis que es exactamente igual al vuestro, salvo por el detalle de la barandilla... y porque hay un tapiz muy hortera en el cuarto del capitán.
- Keth:
- Acabáis llegando al exterior. Y entonces empieza a desatarse el caos. Los soldados quedan extrañados ante el mensaje de megafonía, y se sorprenden ante el derrumbe del castillo. Cuando todo empieza a temblar, la caja se te escurre de entre los dedos, y algunas granadas caen de la misma y empiezan a rodar entre los pies de los soldados, que gritan y se tiran al suelo llevándose las manos a la cabeza. Cuando las granadas no revientan, te miran, sorprendidos. Parece que las granadas no eran tan... sensibles. Tal vez deberías aprovechar que están en el suelo y... tomar la iniciativa. Al fin y al cabo, si la isla se quiebra no te gustaría estar dentro.
- Aki:
- Te largas sin muchos problemas. Bien jugado.
- Una queja...:
- Jope... yo quería que Aki se encontrase con Byakuro... Bueh, ya me retarás...
- Emile:
- El líder de la escuadra te observa, pero niega. Parece que no tienen intención de luchar ahora que Derian se ha lanzado contra otro objetivo, que además parece ser un pirata bastante famoso y fuerte. Teniendo en cuenta que uno de los suyos está fuera de combate ya no pueden enfrentarse en un combate directo. Además, por otro lado, parece que Derian te está ignorando. No debe haberle sentado muy bien que su reino se desmorone en un instante cuando la victoria está tan cerca. El hombre de la espada enfunda su arma y te dice:
- Nosotros nos retiramos, tenemos órdenes. -a continuación añade-. Ven con nosotros, agente. Te cubriremos durante el viaje de vuelta. Al fin y al cabo el soberano no parece estar en sus cabales ahora y corres tanto o más peligro que antes. -tras eso, sale volando, agarrando al mentalista. El hombre de cara esquelética espera unos cuantos segundos, tras los que murmura algo que no logras entender y sale disparado como una centella en dirección a tierra, posiblemente a recuperar su guadaña. Parece que no van a insistir en que vayas con ellos, pero ciertamente tienen razón con respecto a Derian. Tal vez no sea buena idea acercarse a él.
- Teobaldo:
- El hombre te mira, saca un Den-Den Mushi y dice:
- No sabes lo que has hecho... llamar a Cooper... estás loco, tío. -a continuación intenta contactar con alguien al otro lado de la linea.
Mientras tanto, los demás hombres se acercan a ti, no parece que les haya gustado el hecho de que cuestiones sus tareas. Se dan golpecitos con los puños, como preparándose para darte una paliza. Tal vez no deberías haber dicho que son inútiles. Uno de ellos te suelta un puñetazo en la cabeza. Otro te intenta golpear en la rodilla. Mientras tanto, el que parece el líder se gira hacia ti y dice:
- El doctor parece ocupado... ¡AHORA VUELVE AL TRABAJO!
Es entonces cuando empiezan a sonar los cañones de la costa. Parece que la cosa se complica. Si sigues caminando llegarás a unos acantilados donde, en una cala, verás un barco atracado sobre el cual parece haber una pelea entre tres tipos y un montón de personas uniformadas (Sons of Anarchy).
- Deivid:
- Todo empieza a temblar. Haz algo ya.
- Deathstroke, Worgulv, Midorima:
- El barco de la marina se mueve, alejándose de la costa. Habéis logrado huir. Bieeeeen.
- Alice, Melchiah, Esmejit:
- Tal vez deberíais haberos decidido a avanzar antes, pues con el caos que se ha formado ahora no parece buena idea continuar adelante. Adiós al plan de ir al castillo, aunque por otro lado no estar cerca probablemente os salve la vida. De repente vuestros Den Den Mushi empiezan a sonar (los que tengáis). Si cogéis el mensaje será este:
- A todos los que aun sigáis en la isla, ¡salid de ahí ya! - podéis reconocer la voz del oficial general Azumi - ¡Hay barcos en la costa oeste esperando!
- CK, Fear:
- CK, ha convertido a la momia en una monda de mandarina reseca y vendada. Hora de salir por piernas, y tal vez de llevarte a tu compañero Fear contigo. Es exasperantemente lento.
- Derek y Reira:
- Habéis saqueado una buena cantidad de juguetitos, pero os habéis demorado demasiado en el castillo. De repente toda la estructura tiembla fuertemente por un instante. El temblor inicial es seguido por uno continuado, y de repente el castillo comienza a desmoronarse a gran velocidad. El techo se os está desplomando encima, y pronto las puertas de salida de la estancia quedarán tapadas bajo toneladas de escombros.
- Byakuro:
- Menudo momento de delirio te ha dado, ¿no? En medio de tus locuras de moribundo has hecho todos los cálculos con el agua en lugar de con el mejunje verde. Por suerte para ti, eso era lo correcto, pues tenías que calcular 400 mililitros de agua para mezclar con el compuesto. Has tenido suerte... tal vez para la próxima no tengas tanta. Consumes el antídoto, y de inmediato notas una gran mejoría, si bien los síntomas no desaparecen al momento. El extraño sonríe y dice:
- Pocos podrían haberlo resuelto estando en tus condiciones de salud y mentales. Te felicito.
En ese momento suena un gran estruendo lejano y toda la caverna comienza a agrietarse. No parece ser parte del plan de este tipo, pues está mirando la situación con cierta alarma. De repente empiezas a notar un ligero mareo y tu vista se nubla.
- Este es desde luego un desafortunado imprevisto, pero interesante como último juego - dice, con una sonrisa malévola - Hasta la vista, señor Kyoya.
Corriendo a una velocidad increíble, y reventando la puerta de salida en el proceso, huye caverna arriba. Tal vez deberías seguirle. La cueva está empezando a derrumbarse, y por las grietas de la pared empieza a caer agua a chorros. Malditos acuíferos... si no fuese por este extraño mareo, podrías huir en un instante. Ve pensando en una forma de escapar, y rápido, o te quedarás atrapado y te ahogarás.
- Alex:
- Menuda has armado, ¿no? Es un precioso espectáculo. Ahora tal vez sea hora de irse, o si decides que no ha sido suficiente fiesta, tirarle cloro a algún superviviente. Lástima que no haya colmenas cerca. Oh, tu Den-Den Mushi suena, posiblemente sea un ghoul que quiere que implantes algún brazo.
Señores... la isla se quebrará en breves...
PD: lo de todos los posts... quejas o sugerencias a mí
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No acababa de salir de la caverna cuando esta se vino abajo, en el cielo tres cabezas de dragón cortadas caían hacia grietas abiertas donde antes había campos y edificios. Una señal luminosa en el cielo con forma de murciélago parecía atraer la atención de un desquiciado Rey Derian al ver como su isla, su castillo y su dragón desaparecían. Una figura luminosa huía a gran velocidad por el cielo que seguía nublado y lluvioso. El sonido de los cañones llenaba el aire, tanto los de la costa como los de la marina, aunque estos últimos parecían sufrir grandes pérdidas. Ya no sólo los hombres del gobierno huían a la costa, sino también los soldados reales huyendo de la destrucción del suelo.
Sin pararme a mirar más seguí hasta la costa, a la mayor velocidad que me permitían las piernas, saltando grietas, esquivando obstáculos y en un par de ocasiones ayudando a algún marine a levantarse y seguir, o a salir de alguna de las grietas. Cuando llegué a la costa me monté en una de las barcas de evacuación de la marina, por suerte los marineros que ayude me acompañaban y nadie hizo preguntas, no tenía encima mis acreditaciones y no creo que se pararan a preguntar a sus superiores en aquella situación.
Mientras el barco ya lleno se alejaba de la costa, más y más grietas aparecían en la superficie rocosa, hundiendo la muralla de maltrechos edificios, y el pilar sobre el que descansaba el castillo se hundía sobre sí mismo. ¿Qué estaría haciendo Derian, o había sido cosa de la marina y el gobierno con agentes encubiertos? Esta última opción era poco probable por la gran cantidad de explosivos necesarios. Era una pena perder tanta valiosa información en aquellas cuevas, y seguramente tantas vidas civiles si es que las cuevas seguían llenas de ellos, al menos había sacado un par de piedras y muestras que ya revisaría tranquilamente en el laboratorio.
Sin pararme a mirar más seguí hasta la costa, a la mayor velocidad que me permitían las piernas, saltando grietas, esquivando obstáculos y en un par de ocasiones ayudando a algún marine a levantarse y seguir, o a salir de alguna de las grietas. Cuando llegué a la costa me monté en una de las barcas de evacuación de la marina, por suerte los marineros que ayude me acompañaban y nadie hizo preguntas, no tenía encima mis acreditaciones y no creo que se pararan a preguntar a sus superiores en aquella situación.
Mientras el barco ya lleno se alejaba de la costa, más y más grietas aparecían en la superficie rocosa, hundiendo la muralla de maltrechos edificios, y el pilar sobre el que descansaba el castillo se hundía sobre sí mismo. ¿Qué estaría haciendo Derian, o había sido cosa de la marina y el gobierno con agentes encubiertos? Esta última opción era poco probable por la gran cantidad de explosivos necesarios. Era una pena perder tanta valiosa información en aquellas cuevas, y seguramente tantas vidas civiles si es que las cuevas seguían llenas de ellos, al menos había sacado un par de piedras y muestras que ya revisaría tranquilamente en el laboratorio.
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Pese a estar en las pésimas condiciones que me tenía el veneno, logré acabar con los idiotas que me querían llevar preso. ”Ahora a buscar” – pensaba entre los mareos. La isla se estaba convirtiendo en un festival de caos. Vi como el dragón era cortado como mantequilla, como Derian se largaba a Dios sabe dónde y cómo es que una torre explotaba. ”Sera mejor largarme en cuanto me recupere” – pensaba con cierta frustración. De no haber perdido el tiempo habría hecho algo más, pero ahora debía huir de aquí y dejarle el resto a los Shichibukai o a los Almirantes. ¿Podía confiar en ellos? Era lo único que me iba quedando. La única esperanza eran ellos. Derian debía morir. ”El antídoto.” – me recordé mientras trataba de controlar los intensos mareos.
– Bien…. – susurré. Encontré dos frascos. Uno con un líquido marrón y otro de color rojo intenso. – Maldita sea… ¿En serio? – nunca había sido bueno con las adivinanzas. No tenían ninguna etiqueta o algo que me indicara la respuesta. Uno era el antídoto y el otro podría ser un veneno incluso más mortal que el que ya tenía en mi cuerpo. Era una apuesta arriesgada, pero no es que tuviera mucho tiempo… No sé si eran los mareos o de verdad estaba temblando e iba aumentando a cada segundo. – ¡Mierda! – Grité antes de caer al suelo. Por suerte, los dos frascos estaban en mi mano y no se habían roto. Tenía que tomarme uno y apostar a que sería el correcto. Traté de calmarme, pero entre el veneno y la adrenalina era imposible. No podía tener ni siquiera un punto de enfoque correcto y mis sentidos estaban vueltos locos. ”Solo tengo una oportunidad…” – pensaba mientras veía ambos frascos, ¿cuál era? ¿Cuál de los dos? ¡Maldita sea! Debí ser más cauto… Más precavido. ”Tiene que ser este” – dije mientras dejaba el frasco marrón en mi mano izquierda y destapaba el rojo. Tenía que ser ese. Me lo tomé de un trago y recé para que fuera el correcto. No tiré el otro frasco, solo por si acaso… ¿Qué me pasaría? ¿Viviría o moriría?
– Bien…. – susurré. Encontré dos frascos. Uno con un líquido marrón y otro de color rojo intenso. – Maldita sea… ¿En serio? – nunca había sido bueno con las adivinanzas. No tenían ninguna etiqueta o algo que me indicara la respuesta. Uno era el antídoto y el otro podría ser un veneno incluso más mortal que el que ya tenía en mi cuerpo. Era una apuesta arriesgada, pero no es que tuviera mucho tiempo… No sé si eran los mareos o de verdad estaba temblando e iba aumentando a cada segundo. – ¡Mierda! – Grité antes de caer al suelo. Por suerte, los dos frascos estaban en mi mano y no se habían roto. Tenía que tomarme uno y apostar a que sería el correcto. Traté de calmarme, pero entre el veneno y la adrenalina era imposible. No podía tener ni siquiera un punto de enfoque correcto y mis sentidos estaban vueltos locos. ”Solo tengo una oportunidad…” – pensaba mientras veía ambos frascos, ¿cuál era? ¿Cuál de los dos? ¡Maldita sea! Debí ser más cauto… Más precavido. ”Tiene que ser este” – dije mientras dejaba el frasco marrón en mi mano izquierda y destapaba el rojo. Tenía que ser ese. Me lo tomé de un trago y recé para que fuera el correcto. No tiré el otro frasco, solo por si acaso… ¿Qué me pasaría? ¿Viviría o moriría?
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Los Ghouls no duraron casi nada con nuestras habilidades combinadas, entonces por megafonía alguien anuncio, con cortes y varias cosas raras, que el verdadero Derian había vuelto y que el falso se habría ido. Qué clase de estúpida broma era aquella cuando justo delante de nosotros el Rey estaba montado sobre un inmenso dragón tricéfalo. Éste, al terminar el discurso de megafonía profirió un grito de rabia que me dejó paralizada de terror unos instantes, parecía que el discurso, unido a una explosión que amenazaba el castillo lo habían sacado totalmente de sus casillas. Por si fuera poco todo aquello, una figura había aparecido cerca del dragón, y mientras este le echaba el aliento con dos cabezas quien quiera que fuera la persona pareció ser inmune y además consiguió cortar las tres cabezas con único golpe, haciendo que el dragón comenzara a caer, y aprovechando para huir antes que el Rey se recuperara.
Tarde unos segundos en recuperarme y seguir adelante, mientras lo hacia continúe disparando a las tropas de Derian, para cubrir al resto de mis compañeros. Cuando llegamos al a costa desde los barcos nos apuraban, al parecer toda la isla estaba colapsando como la zona que tenía el castillo, aunque el panorama en mar no era muy diferente con la artillería destruyendo los barcos de la Buster Call, al menos en el mar tendrían una oportunidad cuando los cañones no pudieran seguir disparando por estar cayendo hacia los abismos que se abrían. Cuando subí al barco me posicione junto a una caja para cubrirme y seguir disparando para cubrir a los últimos agentes que llegaban.
En cuanto el último hombre visible estuvo a bordo soltamos amarras y comenzamos a alejarnos de la isla, el peligro no había pasado aún, pero al menos tendríamos unos minutos de descanso entre disparo de artillaría y disparo.
Tarde unos segundos en recuperarme y seguir adelante, mientras lo hacia continúe disparando a las tropas de Derian, para cubrir al resto de mis compañeros. Cuando llegamos al a costa desde los barcos nos apuraban, al parecer toda la isla estaba colapsando como la zona que tenía el castillo, aunque el panorama en mar no era muy diferente con la artillería destruyendo los barcos de la Buster Call, al menos en el mar tendrían una oportunidad cuando los cañones no pudieran seguir disparando por estar cayendo hacia los abismos que se abrían. Cuando subí al barco me posicione junto a una caja para cubrirme y seguir disparando para cubrir a los últimos agentes que llegaban.
En cuanto el último hombre visible estuvo a bordo soltamos amarras y comenzamos a alejarnos de la isla, el peligro no había pasado aún, pero al menos tendríamos unos minutos de descanso entre disparo de artillaría y disparo.
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El pelirrojo continuó con su sigilosa persecución, dándose cuenta de que por mucho que avanzasen aquello no parecía dejar de ascender. Una de dos: o estaban dirigiéndose al castillo o la superficie estaba mucho más arriba de lo que esperaba, lo cual era irónico ya que el camino de bajada apenas le había durado unos pocos minutos. Tal vez el hecho de tener que preocuparse porque no se dieran cuenta de que un pelirrojo parcheado estaba persiguiendo a un grupo de guardias tuviera algo que ver. Debo decir que, sin duda, habría preferido seguir eternizándose por aquellos túneles antes que enfrentar a lo que vino a continuación. Al principio fue apenas un temblor, pero al instante pudieron escuchar una colosal explosión que hizo que toda la galería se sacudiera, haciéndole perder el equilibrio momentaneamente. Una pequeña piedrecita golpeó su cabeza, desprendiéndose del techo del túnel, seguido de temblores que comenzaban a intensificarse a un ritmo bastante rápido. Por suerte para él y por desgracia para sus acompañantes, se había despistado durante el tiempo suficiente para no seguir avanzando, evitando ser sepultado por las rocas al igual que los guardias. Sin duda, aquella apertura en la cueva se había convertido en un precioso tragaluz. ¿Lo tendrían planeado así?
- Mierda... Esto se viene abajo. ¿Una Buster Call? No... Las explosiones no vienen desde la superficie -ladeó el cuerpo, mirando hacia atrás durante unos segundos y, después, volviendo su mirada hacia la que parecía ser su única posibilidad de salir ileso de allí- Pero Noa debe de estar ahí abajo... Y si ha habido derrumbes, tal vez no haya otra vía de escape.
Esbozó una sonrisa amarga y asintió en soledad, como un signo de autoconvicción. Si pretendía ser el máximo defensor de la Justicia Absoluta, no podía permitir que un compañero muriera. No allí abajo... Y menos aún cuando este había compartido con él un viaje de, como poco, una semana en un submarino sin víveres. Después de haberse convertido en una posible comida de emergencia no podía dejarle atrás. "Tal vez habría sido más fácil si no te hubieras dejado atrapar." Se quitó la banda y el parche, dejándolos caer sobre la fría y temblorosa roca que se mantenía bajo sus pies, antes de girar sobre sí mismo para encarar el camino de vuelta. El iris de su ojo cyborg, con un rojo tan intenso como el de mil rubíes, brilló casi con luz propia.
- Vamos allá.
Su sonrisa se ensanchó y el pelirrojo desapareció en un instante, movido a toda velocidad gracias al soru. Su cabello escarlata, ahora suelto, ondeaba por el rozamiento del aire y él apenas era una estela roja en mitad de aquellos túneles, avanzando rápidamente con la intención de localizar a su compañero. Creía recordar la dirección en la que se lo habían llevado, así que seguiría su instinto y tiraría hacia allí. Por el camino pudo comprobar que el de antes no había sido el único desprendimiento, e incluso algunos escombros obstaculizaban el paso, pero no dejaría que aquello supusiera un problema. Apoyándose en el kami-e volvió su cuerpo mucho más ágil y ligero, pudiendo evadir las rocas sin demasiada dificultad, aunque se vio necesitado de adoptar su forma elemental en algunas ocasiones para no ser golpeado por fragmentos que se desprendían de la bóveda de aquellas galerías.
No tardó demasiado tiempo en alcanzar la ciudad donde se habían separado, y tan solo le llevó un par de segundos situarse y deducir en qué dirección debía avanzar. Tras esto volvió a emplear el soru para moverse. Definitivamente terminaría agotado por emplear de forma tan constante aquella técnica, pero no le importaría si lograban salir con vida de aquel sitio. Activó la visión infrarroja de su ojo derecho para detectar las fuentes de calor que pudiera haber cerca, al tiempo que expandía levemente su mantra con la intención de sentir las presencias más cercanas. Con suerte localizaría la del agente y podrían caminar de vuelta hacia la salida... Si no quedaba sepultada también. La ciudad se había visto gravemente afectada por los temblores y los continuos desprendimientos, aunque pareció que se habían dado prisa en tratar de evacuar la zona... O, al menos, habrían salido corriendo en mitad del caos. "Si muero, pienso echarte toda la culpa" pensó de forma irónica, antes de gritar.
- ¡¡¡NOOOOOOOAAAAAAAAA!!! ¿¡DONDE COJONES TE HAS METIDO!?
- Mierda... Esto se viene abajo. ¿Una Buster Call? No... Las explosiones no vienen desde la superficie -ladeó el cuerpo, mirando hacia atrás durante unos segundos y, después, volviendo su mirada hacia la que parecía ser su única posibilidad de salir ileso de allí- Pero Noa debe de estar ahí abajo... Y si ha habido derrumbes, tal vez no haya otra vía de escape.
Esbozó una sonrisa amarga y asintió en soledad, como un signo de autoconvicción. Si pretendía ser el máximo defensor de la Justicia Absoluta, no podía permitir que un compañero muriera. No allí abajo... Y menos aún cuando este había compartido con él un viaje de, como poco, una semana en un submarino sin víveres. Después de haberse convertido en una posible comida de emergencia no podía dejarle atrás. "Tal vez habría sido más fácil si no te hubieras dejado atrapar." Se quitó la banda y el parche, dejándolos caer sobre la fría y temblorosa roca que se mantenía bajo sus pies, antes de girar sobre sí mismo para encarar el camino de vuelta. El iris de su ojo cyborg, con un rojo tan intenso como el de mil rubíes, brilló casi con luz propia.
- Vamos allá.
Su sonrisa se ensanchó y el pelirrojo desapareció en un instante, movido a toda velocidad gracias al soru. Su cabello escarlata, ahora suelto, ondeaba por el rozamiento del aire y él apenas era una estela roja en mitad de aquellos túneles, avanzando rápidamente con la intención de localizar a su compañero. Creía recordar la dirección en la que se lo habían llevado, así que seguiría su instinto y tiraría hacia allí. Por el camino pudo comprobar que el de antes no había sido el único desprendimiento, e incluso algunos escombros obstaculizaban el paso, pero no dejaría que aquello supusiera un problema. Apoyándose en el kami-e volvió su cuerpo mucho más ágil y ligero, pudiendo evadir las rocas sin demasiada dificultad, aunque se vio necesitado de adoptar su forma elemental en algunas ocasiones para no ser golpeado por fragmentos que se desprendían de la bóveda de aquellas galerías.
No tardó demasiado tiempo en alcanzar la ciudad donde se habían separado, y tan solo le llevó un par de segundos situarse y deducir en qué dirección debía avanzar. Tras esto volvió a emplear el soru para moverse. Definitivamente terminaría agotado por emplear de forma tan constante aquella técnica, pero no le importaría si lograban salir con vida de aquel sitio. Activó la visión infrarroja de su ojo derecho para detectar las fuentes de calor que pudiera haber cerca, al tiempo que expandía levemente su mantra con la intención de sentir las presencias más cercanas. Con suerte localizaría la del agente y podrían caminar de vuelta hacia la salida... Si no quedaba sepultada también. La ciudad se había visto gravemente afectada por los temblores y los continuos desprendimientos, aunque pareció que se habían dado prisa en tratar de evacuar la zona... O, al menos, habrían salido corriendo en mitad del caos. "Si muero, pienso echarte toda la culpa" pensó de forma irónica, antes de gritar.
- ¡¡¡NOOOOOOOAAAAAAAAA!!! ¿¡DONDE COJONES TE HAS METIDO!?
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El hombre pudo ver algo más tranquilo como se estabilizaba su camarada, Death estaba haciendo todo lo que podía, y con ayuda de algún que otro marine, lograron salvarle la vida, el hombre lo miro apenado, había perdido las dos extremidades superiores, y eso para un guerrero era muy duro, ¿Cómo podría combatir ahora? El hombre ya había pasado suficiente tiempo en el mundo ``civilizado´´ como para saber que se le podían sustituir por artefactos profanos, como el que ya portaba en su pierna derecha, al hombre le parecían prácticos y llenos de artimañas, pero nada podría ser mejor para el que la carne que lleva la sangre de tu corazón y espíritu.
El hombre fue sacado de sus pensamientos con el sonido atronador de lo que parecía una artillería capaz de hundir una isla, con tanto ajetreo en atender las urgencias médicas de su compañero, el hombre se percató ahora de que la nave estaba en movimiento, alejándose de la costa. El hombre corrió a uno de los extremos del barco, y vio como el tiempo se había tornado más turbulento si cavia. Forzando la vista, podía vislumbrar una bestia escamosa con tres cabezas, que tendría que ser enorme para verse a una distancia tan grande, la bestia tenía un jinete que desde esa distancia parecía una mota, la criatura luchaba contra algo muy resplandeciente, que la mato en un suspiro decapitándola, para luego desvanecerse, el hombre no tenía ninguna gana de saber que era esa luz tan brillante. La isla parecía estar sufriendo convulsiones, las rocas se agitaban y las edificaciones se desgarraban, el hombre agradeció no estar cerca de eso, parecía que a la isla se la iba a tragar el mar, eso recordó al hombre la amenaza similar que habían sufrido en Marinejoa, y supo lo que había que hacer, nadar en la otra dirección, salió corriendo hacia Deathstroke para contarle lo que había visto en un sencillo `` Tenemos que largarnos de aquí o ni los dioses podrán salvarnos´´ dijo el hombre, aunque el habría deseado volver a despachar a cuantos guerreros se pusiesen en su camino, pero el hombre tenía dos prioridades, salvar a su camarada y salvar su propio pellejo.
El hombre fue sacado de sus pensamientos con el sonido atronador de lo que parecía una artillería capaz de hundir una isla, con tanto ajetreo en atender las urgencias médicas de su compañero, el hombre se percató ahora de que la nave estaba en movimiento, alejándose de la costa. El hombre corrió a uno de los extremos del barco, y vio como el tiempo se había tornado más turbulento si cavia. Forzando la vista, podía vislumbrar una bestia escamosa con tres cabezas, que tendría que ser enorme para verse a una distancia tan grande, la bestia tenía un jinete que desde esa distancia parecía una mota, la criatura luchaba contra algo muy resplandeciente, que la mato en un suspiro decapitándola, para luego desvanecerse, el hombre no tenía ninguna gana de saber que era esa luz tan brillante. La isla parecía estar sufriendo convulsiones, las rocas se agitaban y las edificaciones se desgarraban, el hombre agradeció no estar cerca de eso, parecía que a la isla se la iba a tragar el mar, eso recordó al hombre la amenaza similar que habían sufrido en Marinejoa, y supo lo que había que hacer, nadar en la otra dirección, salió corriendo hacia Deathstroke para contarle lo que había visto en un sencillo `` Tenemos que largarnos de aquí o ni los dioses podrán salvarnos´´ dijo el hombre, aunque el habría deseado volver a despachar a cuantos guerreros se pusiesen en su camino, pero el hombre tenía dos prioridades, salvar a su camarada y salvar su propio pellejo.
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