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Las palabras de la reina parecían ser bastante serias y Xemnas empezaba a tener dudas. La marina también podía ser un poco así en caso extremo, pero tampoco era necesidad. Empezó a ver la realidad y tomó una decisión respecto a todo. El rubio entonces tomó de la mano a la rubia, teniéndola cerca suya y asegurándose de que nadie la molestaba. Ya tenía un plan sobre lo que iba a hacer. A diferencia de algunos, que salieron echando chispas, él pensaba ir tranquilamente y no cansarse. Estaba clarísimo que si llegaban los últimos no iba a pasar nada malo. Lo mejor se hacía esperar siempre. Entonces fue cuando empezó a caminar hacia el Sur, indicándole a Misa que le siguiera. Su mirada era seria en todo momento y parecía querer decirle algo a la chica. Se rascó un poco la cabeza y entonces fue cuando se dio cuenta de que ya estaban lo suficientemente lejos de los demás.
- Son cinco bandos y ninguno tiene la razón, cielo. Creía que Balt sería algo parecido a la marina, pero no es así. Nadie lleva la razón. Lo correcto sería que los cinco equipos se uniera y formasen uno global que gustase a todos. Pienso solucionar esto mediante la palabra.
Una vez dijo aquello, el chico tomó su Den den mushi. Lo miró unos momentos y empezó a pensar en el número de cierta persona. Debía recordarlo bien y por ello estuvo callado unos momentos mientras avanzaba con la chica a su lado. Entonces le vino por fin el último digito y fue cuando comenzó a llamar. Si se lo cogían, sabía perfectamente lo que decir. Si no era así, lo dejaría como un mensaje en el buzón. Entonces se dio cuenta de que el número al que llamaba no existía y eso le hizo fruncir el ceño. No se acordaba del jodido número de Kai. A continuación guardó aquel chisme y lo siguiente que hizo fue volver a sacarlo. Había visto a su jefe durante la cena y sabía su número a la perfección.
- Al-sama, me dirijo al centro de la isla junto a Misa ¿Alguna orden en concreto, señor? – Dijo en un tono serio. Esperaba que su jefe le mandase algo.
Le respondiese o no, esperaría un poco y después continuaría a lo suyo junto a la chica rubia. Si resultaban atacados por el camino, no iba a dudar en liarse a espadazos con todo aquel que osara atacarles sin motivo. Ser de un equipo distinto no pensaba tomarlo como una excusa.
- Son cinco bandos y ninguno tiene la razón, cielo. Creía que Balt sería algo parecido a la marina, pero no es así. Nadie lleva la razón. Lo correcto sería que los cinco equipos se uniera y formasen uno global que gustase a todos. Pienso solucionar esto mediante la palabra.
Una vez dijo aquello, el chico tomó su Den den mushi. Lo miró unos momentos y empezó a pensar en el número de cierta persona. Debía recordarlo bien y por ello estuvo callado unos momentos mientras avanzaba con la chica a su lado. Entonces le vino por fin el último digito y fue cuando comenzó a llamar. Si se lo cogían, sabía perfectamente lo que decir. Si no era así, lo dejaría como un mensaje en el buzón. Entonces se dio cuenta de que el número al que llamaba no existía y eso le hizo fruncir el ceño. No se acordaba del jodido número de Kai. A continuación guardó aquel chisme y lo siguiente que hizo fue volver a sacarlo. Había visto a su jefe durante la cena y sabía su número a la perfección.
- Al-sama, me dirijo al centro de la isla junto a Misa ¿Alguna orden en concreto, señor? – Dijo en un tono serio. Esperaba que su jefe le mandase algo.
Le respondiese o no, esperaría un poco y después continuaría a lo suyo junto a la chica rubia. Si resultaban atacados por el camino, no iba a dudar en liarse a espadazos con todo aquel que osara atacarles sin motivo. Ser de un equipo distinto no pensaba tomarlo como una excusa.
- Balt:
- Decirle a Misa su punto de vista. Dirigirse a la parte central y llamar a Al-sama por den den mushi, esperar alguna orden.
Joseph Leto
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Tras subirse al barco el pelirrojo no tarda en colocarse en el carajo del mástil principal a dormir y vaguear como siempre hace en las travesías ya que éstas le parecen sumamente aburridas y agotadoras. El marine prefiere dormir durante el trayecto y llegar con toda la energía posible a su destino, pues generalmente sus viajes no son de placer sino de trabajo y eso suele implicar conflictos y peleas. Realmente lo que hiciera el resto de gente del barco le era completamente indiferente ya que primeramente no conoce a nadie, y segundo, ninguno ha tenido siquiera la gentileza de presentarse o siquiera dirigirse a él. Mientras duerme en su interior vuelve a desatarse una guerra sin cuartel entre las múltiples personalidades que habitan su persona.
Ni siquiera el sonido de un cañón interrumpiría la guerra interna de Joseph ni su sueño, ya que mientras note el barco en movimiento es capaz de ignorar todo lo demás para seguir vagueando. Cuando el barco finalmente se detiene Joseph abre lentamente sus ojos color carmesí y se levanta estirándose como si estuviese en su propia casa y no en un barco rumbo a la guerra. Nada más levantarse recoloca su coleta, ajusta las gafas a su sitio y salta a cubierta al mismo tiempo que se abren las puertas y la guerra en su interior cesa. El vencedor en esta ocasión es la personalidad con más visión estratégica pero también una de las más vagas por lo que ideará un plan para lograr el mayor avance con el menor esfuerzo. Poco después la pretora sale del interior del barco y le dedica unas palabras a lo que ahora era su ejército, a las cuales Joseph presta atención pues cualquier información le será de utilidad para su plan.
Por las palabras de la que es su general por el momento la clave de la guerra parece estar oculta en lo que ella llama centrales de energía por lo que mira con atención el mapa para saber su posición y observa el rumbo que siguen los demás. Tomando en cuenta los actos de sus “compañeros” decide tomar un rumbo similar al del sujeto de la calabaza, pero dirigiéndose más al sur que é. Su objetivo es la central que está al sur y ligeramente al este.
Ni siquiera el sonido de un cañón interrumpiría la guerra interna de Joseph ni su sueño, ya que mientras note el barco en movimiento es capaz de ignorar todo lo demás para seguir vagueando. Cuando el barco finalmente se detiene Joseph abre lentamente sus ojos color carmesí y se levanta estirándose como si estuviese en su propia casa y no en un barco rumbo a la guerra. Nada más levantarse recoloca su coleta, ajusta las gafas a su sitio y salta a cubierta al mismo tiempo que se abren las puertas y la guerra en su interior cesa. El vencedor en esta ocasión es la personalidad con más visión estratégica pero también una de las más vagas por lo que ideará un plan para lograr el mayor avance con el menor esfuerzo. Poco después la pretora sale del interior del barco y le dedica unas palabras a lo que ahora era su ejército, a las cuales Joseph presta atención pues cualquier información le será de utilidad para su plan.
Por las palabras de la que es su general por el momento la clave de la guerra parece estar oculta en lo que ella llama centrales de energía por lo que mira con atención el mapa para saber su posición y observa el rumbo que siguen los demás. Tomando en cuenta los actos de sus “compañeros” decide tomar un rumbo similar al del sujeto de la calabaza, pero dirigiéndose más al sur que é. Su objetivo es la central que está al sur y ligeramente al este.
- Balt:
- -Dormir como un cabron en el carajo(La cajita en lo alto del mástil).
-Despertarse cuando el barco se detiene y bajar a cubierta.
-Escuchar la pretora, mirar el mapa y trazar su rumbo en base a los movimientos de los demás.
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Una sonrisa amable se formó en el rostro del tirador cuando la pelirroja le hizo aquella pregunta. No podía creer que aquella chica estuviese dudando sobre lo que tenía que hacer y sobre la opinión del líder sobre su poder. El rubio tenía su propia opinión sobre aquello y estaba a punto de dejársela clara. Antes de nada se estiró un poco y después de unos momentos comprobó que tenía todas sus armas encima y los cargadores también. Entonces fue cuando paseó la lengua por los dientes y después de unos momentos sonrió de lado. Dirigió su mirada hacia la pelirroja y le respondió a su pregunta.
- Si tuviese una fruta que te convirtiese en un demonio, me daría lo mismo, Nostariel. Tu alma no es lo más bonito del mundo, pero eres una gran persona. Nos dedicamos a erradicar el mal en el mundo, ya sea por métodos violentos o tranquilos. Pero aunque un criminal muera, miles de inocentes se salvaran en un futuro. Tus métodos me parecen más que justos y necesarios. – Terminó de decirle de forma amable.
Durante el desayuno estuvieron con aquel chico tan amable que vieron (Neo) el cual continuaba con aquella aura limpia y agradable. El cazador entonces decidió que irían a lo seguro y cogerían una central de forma fácil. El discurso le pareció algo normal, pero era la hora de salir y sinceramente tenía ganas de continuar investigando los bandos. Por el momento iría a una de aquellas cosas. No veía necesidad de ir volando y malgastar fuerzas. Irían a lo seguro y por ello le dedicó una sonrisa a su compañera.
- Iremos a la fácil.
Dicho aquello, empezó a trotar despacio hacia la que él creía que sería la central más calmada y tranquila de todas. La cual estaba según el mapa, realmente cerca. Se relamió despacio y escuchó a su guardián hablar en su mente. Asintió entonces a sus palabras, pues llevaba la razón. El serafín le había dicho que tuviese cuidado.
- Si tuviese una fruta que te convirtiese en un demonio, me daría lo mismo, Nostariel. Tu alma no es lo más bonito del mundo, pero eres una gran persona. Nos dedicamos a erradicar el mal en el mundo, ya sea por métodos violentos o tranquilos. Pero aunque un criminal muera, miles de inocentes se salvaran en un futuro. Tus métodos me parecen más que justos y necesarios. – Terminó de decirle de forma amable.
Durante el desayuno estuvieron con aquel chico tan amable que vieron (Neo) el cual continuaba con aquella aura limpia y agradable. El cazador entonces decidió que irían a lo seguro y cogerían una central de forma fácil. El discurso le pareció algo normal, pero era la hora de salir y sinceramente tenía ganas de continuar investigando los bandos. Por el momento iría a una de aquellas cosas. No veía necesidad de ir volando y malgastar fuerzas. Irían a lo seguro y por ello le dedicó una sonrisa a su compañera.
- Iremos a la fácil.
Dicho aquello, empezó a trotar despacio hacia la que él creía que sería la central más calmada y tranquila de todas. La cual estaba según el mapa, realmente cerca. Se relamió despacio y escuchó a su guardián hablar en su mente. Asintió entonces a sus palabras, pues llevaba la razón. El serafín le había dicho que tuviese cuidado.
- Balt:
- Contestar a Nos, desayuno con Neo y llegar a la central mas al Norte, justo al lado de Balt.
Aysel Kadhalain
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Caminaba con parsimonia, observando cada detalle que había a su alrededor. Todo le llamaba la atención, preferiría investigar y aprender sobre lo que le gustaba en vez de seguir a la muchedumbre. Por lo menos, se sentiría más útil de esa manera. Aslaug estaba tan despistada que sin querer se tropezó con un hombre. Se levantó rápidamente y lo miró enfurruñada. Si, la culpa había sido de la muchacha, pero no le gustaba atribuirse esa clase de errores.
Si Shiro hubiese estado con ella en aquel momento le habría intentado morder la pierna y, seguramente, la muchacha acabase metida en un lío. Por suerte había hecho bien en dejarlo en el cuartel, al menos estaba a salvo. Quizás, cuando fuese más mayor, lo llevase a alguna batalla, cuando fuese lo suficientemente fuerte.
El hombre desconocido pidió perdón y continuó su camino hacia el barco. Antes de que Aslaug hablase ya se había ido. Ella tan solo quería responder que no fue nada, pero ese tipejo debía tener prisas. De todas formas, no era de su incumbencia a dónde fuese parar. Sacudió sus ropajes y colocó bien la lanza en la espalda. Continuó su camino como antes, fijándose en las gentes de la sociedad, ella no entendía muy bien cómo funcionaba aquello así que no se paró demasiado a observar.
Finalmente llegó al barco. Miró al cielo y las gotas resbalaban sobre su piel. Estuvo refugiada dentro de él hasta que la tormenta amainó. Allí disfrutó de todo lo que tenían y, la verdad, se lo pasó bastante bien. En cuanto desembarcaron tuvo que escuchar otra vez al pretor, aquello le parecía un poco rollo, pero tenía que prestar atención sí o sí.
Las órdenes estaban dadas y ella, tan solo una novata, no sabía muy bien qué hacer, pero no le importaría usar su lanza contra alguien si se metían con ella. Dadas las indicaciones lo único que hizo fue poner rumbo hacia la central del este. Quizás fuese lo mejor separarse de la muchedumbre.
Si Shiro hubiese estado con ella en aquel momento le habría intentado morder la pierna y, seguramente, la muchacha acabase metida en un lío. Por suerte había hecho bien en dejarlo en el cuartel, al menos estaba a salvo. Quizás, cuando fuese más mayor, lo llevase a alguna batalla, cuando fuese lo suficientemente fuerte.
El hombre desconocido pidió perdón y continuó su camino hacia el barco. Antes de que Aslaug hablase ya se había ido. Ella tan solo quería responder que no fue nada, pero ese tipejo debía tener prisas. De todas formas, no era de su incumbencia a dónde fuese parar. Sacudió sus ropajes y colocó bien la lanza en la espalda. Continuó su camino como antes, fijándose en las gentes de la sociedad, ella no entendía muy bien cómo funcionaba aquello así que no se paró demasiado a observar.
Finalmente llegó al barco. Miró al cielo y las gotas resbalaban sobre su piel. Estuvo refugiada dentro de él hasta que la tormenta amainó. Allí disfrutó de todo lo que tenían y, la verdad, se lo pasó bastante bien. En cuanto desembarcaron tuvo que escuchar otra vez al pretor, aquello le parecía un poco rollo, pero tenía que prestar atención sí o sí.
Las órdenes estaban dadas y ella, tan solo una novata, no sabía muy bien qué hacer, pero no le importaría usar su lanza contra alguien si se metían con ella. Dadas las indicaciones lo único que hizo fue poner rumbo hacia la central del este. Quizás fuese lo mejor separarse de la muchedumbre.
- Zilda:
- -Chocarme.
-Pasarlo bien en el barco.
-Poner rumbo a la central del este.
Roland von Klauswitz
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De camino al barco, Kodama se topó con una joven de pelo rizado cuya piel era tan clara que le hizo plantearse que estuviese enferma o algo así. Supuso que, al igual que él mismo, iba un tanto apurada para llegar a tiempo a los barcos, aunque Kodama tenía confianza en que no se irían sin él.
-Parece que la puntualidad no es lo tuyo, joven -le dijo el hombre-árbol. La puntualidad tampoco era su rasgo más característico, de hecho ni siquiera entendía la necesidad de darse prisa cuando había tanto tiempo en el mundo, pero era algo que a los humanos les gustaba-. Aún estás a tiempo de quedarte atrás -No pudo evitar esa recomendación. No parecía que la chica fuese precisamente una guerrera y esa no iba a ser una batalla ordinaria. Al menos, a pesar de que no pudiera parar la guerra, podría evitar una muerte innecesaria. Además esa chica le recordaba a alguien de su pasado y le resultaría desagradable verla morir-. O sino, al menos no te alejes mucho.
Embarcó sin prisas, como era habitual en él, y poco después el ejército de Balt se puso en marcha. Desde la proa pudo contemplar como la flota avanzaba hasta el noreste de la isla que iba a convertirse en su campo de batalla. Se suponía que debían hacerse con las centrales energéticas que había repartidas por allí, pero no era un tema que él dominase. Confiaba en saber que hacer llegado el momento.
No prestó atención a la cháchara sobre la extraña fe que profesaban las gentes de Balt. Ni la entendía n ise interesaba. Se limitó a pisar tierra en cuanto llegaron, dejando atrás a esa mujer a la que tanto le gustaban los discursos. Contaba con un pequeño mapa, por lo que se dirigió automáticamente hacia el río que quedaba un poco al sur de su zona de desembarco. Parecía haber una de esas valiosas centrales allí, así que decidió que se adelantaría y se haría con ella.
No lo hacía por la facción con la que colaboraba, ni mucho menos. Su intención era llegar el primero para así poder examinarla en busca de alguna amenaza. Su experiencia como marine le había enseñado a no fiarse de nada ni de nadie, y los de Balt no iban a ser una excepción.
- Balt:
- Hablar con Dafne - Desembarcar - Ir hacia el sur, a la central que hay en el río (la tercera desde arriba)
Danio Rerio
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Mientras termina de subir la gente me doy cuenta de algo, este día hubiera sido perfecto sino fuera por la guerra. Estaba lleno, sentado cómodamente rodeado de agua, y hasta animales me dije mientras veía una libélula cruzar por mi campo visual. Y todo un día por delante, para poder no hacer nada, pero claro, estaba el asunto de ayudar a derrotar a las otras facciones. Antes de que los barcos comenzaran a moverse, pude notar como una Gyojin me observaba desde otro navío cercano. Si sobrevivíamos tendría que hablar con ella, puede que incluso antes si había algún objetivo en el agua.
Cuando partimos, solo pensaba en una cosa, demostrar a aquella gente que la marine era más que competente, para que tras ganar se unieran a nosotros, como parte de gobierno mundial. Ahora solo queda llegar y esperar a ver cuáles son nuestras asignaciones, objetivos principales y secundarios para el avance, o si, por el contrario, es una guerra total en campo abierto. De cualquier modo, era una de esas situaciones en las que o podía permitirme vaguear, ni distraerme.
Cuando atracamos, bajamos a una playa desierta, por suerte el enemigo no había ocupado todo, o puede que esta zona ya la hubieran asegurado las tropas de Balt. De cualquier forma, escuchamos a la pretora soltarnos un discurso, recordando lo de la ascensión para los elegidos. Una vez finalizó la líder, todos comenzaron a moverse, vi como el líder de mi división corría junto a un numeroso grupo de gente, incluida la Gyojin. De momento no le diría nada, tenía una central de aquellas que debíamos capturar en mente. Se llegaba a ella desde el río, lo que sin dudad era una ventaja para alguien que se moviera muy rápido por el agua. Me lancé al mar, avanzando por la costa en dirección a mi objetivo a toda velocidad. Esperaba no tardar demasiado en llegar, al menos, llegar antes que el resto para asegurarla, lo que evitaría tener que hacerlo bajo amenaza.
Cuando partimos, solo pensaba en una cosa, demostrar a aquella gente que la marine era más que competente, para que tras ganar se unieran a nosotros, como parte de gobierno mundial. Ahora solo queda llegar y esperar a ver cuáles son nuestras asignaciones, objetivos principales y secundarios para el avance, o si, por el contrario, es una guerra total en campo abierto. De cualquier modo, era una de esas situaciones en las que o podía permitirme vaguear, ni distraerme.
Cuando atracamos, bajamos a una playa desierta, por suerte el enemigo no había ocupado todo, o puede que esta zona ya la hubieran asegurado las tropas de Balt. De cualquier forma, escuchamos a la pretora soltarnos un discurso, recordando lo de la ascensión para los elegidos. Una vez finalizó la líder, todos comenzaron a moverse, vi como el líder de mi división corría junto a un numeroso grupo de gente, incluida la Gyojin. De momento no le diría nada, tenía una central de aquellas que debíamos capturar en mente. Se llegaba a ella desde el río, lo que sin dudad era una ventaja para alguien que se moviera muy rápido por el agua. Me lancé al mar, avanzando por la costa en dirección a mi objetivo a toda velocidad. Esperaba no tardar demasiado en llegar, al menos, llegar antes que el resto para asegurarla, lo que evitaría tener que hacerlo bajo amenaza.
- Balt:
- Mirar a Valia, divagar, pensar en la guerra, ir a una central nadando por el mar a máxima velocidad.
- Mapa:
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Suspiró de forma intranquila. El discurso de la reina no le termina de convencer, de hecho, solo incrementaba sus dudas. Quizá no era lo mejor estar en este sitio. ¿Por qué había accedido ayudarles? A veces odiaba ser tan fácil de convencer con simples palabras, pero… Desde el inicio de esto, hasta la llegada a Encuentro que todo le causaba desconfianza. ¿Aquel ejército de verdad serían aliados? ¿Quién iba a traicionar a quién? ¿Cuántas vidas se iban a perder por un sin sentido? Negó con la cabeza y apretó su puño derecho. Estaba con Xemnas, solo en él iba a confiar. Se relajó… Un poco más. Escuchó sus palabras y se detuvo.
– Xemnas… – le empezó a decir con calma. – Hay cosas que no se pueden solucionar hablando – siguió su marcha y se ganó a su derecha. – Viste el ejército de Balt… Por la personalidad de la reina, dudo que escuche a alguien – su tono era bastante serio. No es que no creía en el pan de Xemnas, pero quería que él supiera lo difícil que iba a ser. – De todos modos, aunque sea muy difícil, te ayudaré. No quiero que se pierdan vidas por un sin propósito.
No pensaba separarse de él por ningún motivo. No porque con él se sintiera más segura, que también, pero lo conocía bastante bien como para saber que no se iba a retractar en sus palabras. Escuchó como él llamaba por den den mushi al vicealmirante. Lo recordaba ver en la cena, pero de ahí en más, no lo había visto. Quizá porque se divirtió con Xemnas en su habitación… Sí, fue por eso.
– Por lo que entendí, las estaciones son el fruto de poder de muchas de las cosas – empezó a decir con calma. – Si las llegamos a destruir todas, no tendrían modo de luchar, ¿no crees, Xemnas? – le dijo con una sonrisa. No le parecía el mejor plan de la vida, pero parecía ser la única forma. El problema… Destruirlas todas iba a ser algo imposible. – Dudo que sea la única que piense así. En todas ellas habrá muchas peleas, es arriesgado.
– Xemnas… – le empezó a decir con calma. – Hay cosas que no se pueden solucionar hablando – siguió su marcha y se ganó a su derecha. – Viste el ejército de Balt… Por la personalidad de la reina, dudo que escuche a alguien – su tono era bastante serio. No es que no creía en el pan de Xemnas, pero quería que él supiera lo difícil que iba a ser. – De todos modos, aunque sea muy difícil, te ayudaré. No quiero que se pierdan vidas por un sin propósito.
No pensaba separarse de él por ningún motivo. No porque con él se sintiera más segura, que también, pero lo conocía bastante bien como para saber que no se iba a retractar en sus palabras. Escuchó como él llamaba por den den mushi al vicealmirante. Lo recordaba ver en la cena, pero de ahí en más, no lo había visto. Quizá porque se divirtió con Xemnas en su habitación… Sí, fue por eso.
– Por lo que entendí, las estaciones son el fruto de poder de muchas de las cosas – empezó a decir con calma. – Si las llegamos a destruir todas, no tendrían modo de luchar, ¿no crees, Xemnas? – le dijo con una sonrisa. No le parecía el mejor plan de la vida, pero parecía ser la única forma. El problema… Destruirlas todas iba a ser algo imposible. – Dudo que sea la única que piense así. En todas ellas habrá muchas peleas, es arriesgado.
- Resumen Balt:
- Caminar junto a Xemnas. Pensar y decir un plan imposible. Seguir al vicealmirante.
Alwyn
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Yo esperaba pasar un viaje silencioso, sumergida en mis pensamientos, y sobretodo, evitando a los tortolitos de la noche anterior. Mis esperanzas se vieron destruidas por Zuko. Este, comenzó a contarme el motivo de su cambio a la marina y bastante acerca de su historia. Terminó haciéndome prometer que no le contaría nada de lo que había escuchado a nadie. Era un compañero, un igual en todos los aspectos por lo que había oído, así que selo prometí. Casi habíamos llegado la playa, pronto empezaría el espectáculo y yo debía buscar un sitio estratégico.
Cuando bajamos del barco, pensé que no dejarían avanzar, pero la pretora comenzó un nuevo discurso. Volvió a hablar acerca de infieles, de la necesidad de ganar y del premio de la ascensión. Aún no sabíamos ni que era la ascensión, porque querríamos obtenerla sin saber que era, era algo ilógico. De todas formas, no me interesaba, mi objetivo era darle una victoria al gobierno y conseguir que esta isla se uniera al mismo. Zuko no tardó mucho en desplegar las alas e irse volando, propulsado por fuego. No sería una mala idea hacer lo mismo, desde el aire tendría una mejor perspectiva de todo.
Me elevé, usando mi capacidad de levitación. Traté de no pasar cerca de la estela de fuego para no terminar hecha un carboncillo. Una vez arriba buscaría la dirección de mi objetivo, una central muy cerca de lo que nos habían dicho que era la ciudad, vamos, el premio gordo. Una vez orientada avancé en esa dirección, iría tan rápido como si fuera corriendo por el suelo, y sino pillaba corrientes en contra sería menos cansado. Me pondría las gafas en visión térmica, y junto al mantra, trataría de hacerme una idea de amigos y enemigos en la zona. Sería fácil distinguirlos, ya había notado las auras de todos los que habían estado cenando y desayunando en Baltl
Cuando bajamos del barco, pensé que no dejarían avanzar, pero la pretora comenzó un nuevo discurso. Volvió a hablar acerca de infieles, de la necesidad de ganar y del premio de la ascensión. Aún no sabíamos ni que era la ascensión, porque querríamos obtenerla sin saber que era, era algo ilógico. De todas formas, no me interesaba, mi objetivo era darle una victoria al gobierno y conseguir que esta isla se uniera al mismo. Zuko no tardó mucho en desplegar las alas e irse volando, propulsado por fuego. No sería una mala idea hacer lo mismo, desde el aire tendría una mejor perspectiva de todo.
Me elevé, usando mi capacidad de levitación. Traté de no pasar cerca de la estela de fuego para no terminar hecha un carboncillo. Una vez arriba buscaría la dirección de mi objetivo, una central muy cerca de lo que nos habían dicho que era la ciudad, vamos, el premio gordo. Una vez orientada avancé en esa dirección, iría tan rápido como si fuera corriendo por el suelo, y sino pillaba corrientes en contra sería menos cansado. Me pondría las gafas en visión térmica, y junto al mantra, trataría de hacerme una idea de amigos y enemigos en la zona. Sería fácil distinguirlos, ya había notado las auras de todos los que habían estado cenando y desayunando en Baltl
- Balt:
- Escuchar a Zuko, prometer no decir nada de ello. Volar y dirigirme a la central.
- Mapa:
Rainbow662
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Un barco muy bonito, sí señor, realmente bonito. Arribor no podía evitar imaginarse a sí mismo capitaneando aquel navío, con su bandera ondeando en el mástil y su símbolo pintado en las velas. No habría tantos desconocidos a bordo, claro, y desde luego los raritos de Sarka no pondrían un pie en él, pero desde luego tenía potencial. Quizás debería hacerse con él cuando hubiesen terminado allí. Claro que nada le garantizaba que no fueran a marcharse sin él, y en ese caso se quedaría sin su premio.
Eso era en lo que pensaba mientras realizaban el corto trayecto hasta la isla de Encuentro. Eso y en lo curioso que era que fuesen a encontrarse allí con sus enemigos. ¿Tendría algo que ver o era solo una coincidencia interesante? "No, olvida esas estupideces. Céntrate", se dijo a sí mismo. Si quería que el viaje hasta ese país olvidado valiese la pena iba a tener que coger el toro por los cuernos.
El pirata subió a lo alto del mástil y arrancó la bandera que ondeaba en él. Sin mediar palabra, liberó el Haki del Rey para llamar la atención de todos allí y, especialmente, como demostración de poder. Aunque no tenía la intención de desmayar a nadie; quería que todos allí oyeran bien lo que tenía que decir. Luego cogió aire y comenzó a hablar a voz en grito:
-¡¡Escúchame, Sarka!! -Por suerte había preguntado por ahí el nombre de la facción con la que iba, porque ni se acordaba-. ¡Yo soy Arribor Neus! ¡No estoy aquí por vosotros ni por vuestra estúpida guerra, pero he decidido que éste de aquí ahora es mi barco y cualquiera que lo toque se las verá conmigo! -Mientras hablaba, dejaba que un reguero de su sangre se extendiera por las velas, marcándolas como suyas-. Pero no os preocupéis, no voy a robaros. Este barco y todo lo que contiene será mi precio. A cambio, haré pedazos a vuestros enemigos hasta que no quede ni uno.
El pirata contempló a las tropas de Sarka que se extendían por los alrededores. Había un buen número de soldados y contaban con máquinas de guerra de lo más extrañas. No pudo evitar pensar en lo divertido que sería aplastarlos a todos ellos si decidían rechazar su oferta.
-Y si a alguien no le gusta, añadidme a la lista de vuestros enemigos -Una sonrisa maliciosa y perversa se dibujó en sus labios durante esa breve pausa-. Seré el peor de todos.
Decidió que aguardaría un minuto o dos para ver si alguien optaba por hacer las cosas por las malas y se veía obligado a ponerlo en su sitio. De lo contrario, sugeriría a los suyos ir a la central más cercana, a ver para qué servían esas cosas, y desde ahí al centro de la isla. Sin duda aquel sería el mejor sitio donde partir un par de cráneos.
- Sarka :
- Arribor llega a la isla junto a todos - Como le ha gustado el barco en el que les han llevado, decide quedárselo - Libera el Haki del Rey para demostrar su fuerza y anuncia a toda Sarka que ese barco es ahora suyo y que lo pagará aplastando a sus enemigos, pero que si no están de acuerdo se lo llevará por la fuerza - Aguarda a ver si alguien decide enfrentarse a él - De no ser así, sugerirá a su banda ir hacia el sur, a la central que hay pasando el río
Valia Gyliel
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Conseguí abrir aquel candado, aunque me llevó demasiado tiempo, quizás debería centrarme más en descifrar código que era lo que mejor se me daba. Cuando entramos me quedé entre sorprendida y aterrada. Estaban haciendo combates entre ellos, y parecían ser de lo más salvajes. Como aquellos que decían seguir la luz y el orden hacían aquello. Era un buen motivo para mantenerlo encerrado bajo llave sin duda alguna. Cuando regresamos selo iba a contar a Krauser, pero lo que estaba diciendo me llegó tan hondo, que se me olvido el resto. Ahora adoraba aún más al líder, y coincidía al cien por cien con su concepto de justicia.
Una vez el barco partió me quedé con las ganas de hablar con mi compatriota, pero teníamos una misión y debíamos cumplirla. El viaje fue algo aburrido, empezaba a echar de menos el poder nadar, aunque haber sido elegida para portar la luz era algo importante. Cuando llegamos la líder de Balt, volvió a dar un discurso, rozando el fanatismo. Además, volvió a hablar de la ascensión. En cuanto pudimos, la Venganza nos fuimos de allí en formación flecha. Por el camino, preguntaron al demonio de la niebla por un tal Jim, al que dijo que ninguno nos acercáramos, que era suyo.
Pasaríamos de las centrales de energía y de casi todo lo referente a esa guerra, al menos, hasta saber cuál sería el bando que sería mejor para el gobierno de la isla. Por la información que teníamos, ninguno de ellos sería del todo perfecto, pero ¿cuál lo era? Todos nos fiábamos del criterio del líder para elegir al que debíamos apoyar en la contienda. También, le estaba dando vueltas a que pasaría con nuestros uniformes y sus habilidades si nos volvíamos contra Balt, ¿Tendrían algún método para castigarnos si nos rebelábamos?
Una vez el barco partió me quedé con las ganas de hablar con mi compatriota, pero teníamos una misión y debíamos cumplirla. El viaje fue algo aburrido, empezaba a echar de menos el poder nadar, aunque haber sido elegida para portar la luz era algo importante. Cuando llegamos la líder de Balt, volvió a dar un discurso, rozando el fanatismo. Además, volvió a hablar de la ascensión. En cuanto pudimos, la Venganza nos fuimos de allí en formación flecha. Por el camino, preguntaron al demonio de la niebla por un tal Jim, al que dijo que ninguno nos acercáramos, que era suyo.
Pasaríamos de las centrales de energía y de casi todo lo referente a esa guerra, al menos, hasta saber cuál sería el bando que sería mejor para el gobierno de la isla. Por la información que teníamos, ninguno de ellos sería del todo perfecto, pero ¿cuál lo era? Todos nos fiábamos del criterio del líder para elegir al que debíamos apoyar en la contienda. También, le estaba dando vueltas a que pasaría con nuestros uniformes y sus habilidades si nos volvíamos contra Balt, ¿Tendrían algún método para castigarnos si nos rebelábamos?
- Balt:
- Ver el espectáculo, escuchar a Krauser. Desayunar, aburrirme y seguir al resto, desvaríos varios.
barbazul
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Mientras combato, el tipo que había ido volando golpea al líder de la facción. Este no parece inmutarse por el golpe, pero sí parece alegre. Se baja de la plataforma, levantando la misma a fuerza bruta y lanzándosela a al que lo golpeo. El lanzamiento fue tan potente que se generó una onda de choque, tras la cual, multitud de fragmentos del roto atrio cayeron por toda la zona. Tuve que usar de todas mis habilidades para esquivarlos, no quise arriesgarme a que tuvieran algo de mineral marino y me macharan. Tras esto, el hombre feral pareció quedarse contento y paró todo el combate, invitándonos a un banquete. Los supervivientes ferales no parecieron guardar ningún rencor hacia nosotros. Su cultura debía valorar sobre todo la fuerza, al parecer más que la vida de sus iguales.
Durante el banquete se sirvió de todo y en grandes cantidades. Gracias a mi resistencia alcohólica aguante más que muchos, aprovechando para indagar acerca de las mejoras biónicas que se hacían, y tratando de ver si podría hacerme alguna. Se nos habían unido multitud de gente durante la cena, debían de haber sido llevados a otra arena diferente, lo que los hacía valiosos aliados. Tras conseguir la información, o no, descansaría algo, para estar fresco a la mañana siguiente.
Por la mañana nos hacen entrega de unos artilugios, que al perecer nos servirán de ayuda durante la batalla. Tras una breve explicación de los mismo nos embarcan, nunca mejor dicho, pues literalmente son barcas en las que nos transportan hasta una especie de fortaleza. Desde esta, y tras tres palabras de Ruk, se libera a la marea de hombres y bestias. Tras la estampida inicial, me decanto por dirigirme a la central que esta de camino a la ciudad. Esta es mi principal objetivo, ya que es el único paso al resto de la isla. Saco la Vivre card de Dexter, si puedo me reuniré con él.
Durante el banquete se sirvió de todo y en grandes cantidades. Gracias a mi resistencia alcohólica aguante más que muchos, aprovechando para indagar acerca de las mejoras biónicas que se hacían, y tratando de ver si podría hacerme alguna. Se nos habían unido multitud de gente durante la cena, debían de haber sido llevados a otra arena diferente, lo que los hacía valiosos aliados. Tras conseguir la información, o no, descansaría algo, para estar fresco a la mañana siguiente.
Por la mañana nos hacen entrega de unos artilugios, que al perecer nos servirán de ayuda durante la batalla. Tras una breve explicación de los mismo nos embarcan, nunca mejor dicho, pues literalmente son barcas en las que nos transportan hasta una especie de fortaleza. Desde esta, y tras tres palabras de Ruk, se libera a la marea de hombres y bestias. Tras la estampida inicial, me decanto por dirigirme a la central que esta de camino a la ciudad. Esta es mi principal objetivo, ya que es el único paso al resto de la isla. Saco la Vivre card de Dexter, si puedo me reuniré con él.
- Zal:
- Esquivar piedras y cenar. Pedir información de implantes y tratar de conseguir alguno (a discreción de los mod). Partir en las barcas e ir a por la primera central, luego buscaré a Dex
Ai Nanasaki
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Ai había escuchado la conversación entre el vicealmirante Al y Krauser. Ya lo sabía, pero seguía sin gustarle que él hubiera tenido que asumir la responsabilidad por algo que no había hecho. Pensó, en un momento de la noche, en decir algo más, pero no lo vio necesario y solo se dedicó a dormir. ”Sigue sin ganarse mi confianza” – ese vicealmirante era bastante fuerte. Además, su presencia imponía mucho sobre otras y eso solo significaba problemas.
Ai prestó atención a las palabras de la reina. ”Parecen ser fanáticos religiosos” – se dijo con una sonrisa. No se había separado de Krauser y eso había sido un milagro. Con toda la gente que había allí era fácil perderse y entrar en el barco equivocado. Escuchó la respuesta de Krauser, pero antes había notado como Al también llegaba con ellos. ¿Qué era lo que de verdad buscaba? Parecía ser un buen tipo, pero no le gustaba que fuera alguien de tal poder. ¿Acaso no le preocupaba que un marine de más rango lo viera? Para él, sobre todo, era bastante riesgoso el estar con ellos. ¿Por qué lo hacía? ¿Querría matarlos y luego llevarse todo el crédito? Las palabras de Krauser la sacaron de sus pensamientos.
– Entendido, Krauser. – Le respondió de forma tranquila. ”No pienso separarme de ti, Krauser” – se dijo con una suave sonrisa. No pretendía dejarlo solo y menos si ese vicealmirante lo seguía a todos lados. No se iba a fiar tan fácilmente de alguien como él. Además, su presentación había sido de lo más estúpida, así que más razones tenía para desconfiar de Al. Escuchó las palabras del líder y no tardó en empezar a caminar en su posición. Iba un poco más retrasada que el resto. ”Ban…” – recordó al mafioso por alguna razón. ¿Miedo a la muerte? Era posible. Sacó, desde sus ropas, un den den mushi y marcó su número. Se lo sabía de memoria, si le contestaba, tenía una clara idea de lo que iba a decirle, si no… Solo lo dejaría en su buzón y él lo escucharía cuando pudiera.
– Ban, soy Ai – le dijo con calma. – Espero que no estés en Encuentro… Es un sitio peligroso y no puedes confiar en nadie – apenas susurraba para que nadie la escuchara. – Si estás… Por favor, trata de reunirte conmigo – no era necesario que ella mirara al frente. – Ten cuidado, Ban. No mueras, idiota. – Esbozó una leve sonrisa y esperaría su respuesta, si es que le había contestado. Tampoco es que tuviera que estar atenta al camino, su mantra y sus sentidos mejorados le iban a decir cualquier cosa.
Ai prestó atención a las palabras de la reina. ”Parecen ser fanáticos religiosos” – se dijo con una sonrisa. No se había separado de Krauser y eso había sido un milagro. Con toda la gente que había allí era fácil perderse y entrar en el barco equivocado. Escuchó la respuesta de Krauser, pero antes había notado como Al también llegaba con ellos. ¿Qué era lo que de verdad buscaba? Parecía ser un buen tipo, pero no le gustaba que fuera alguien de tal poder. ¿Acaso no le preocupaba que un marine de más rango lo viera? Para él, sobre todo, era bastante riesgoso el estar con ellos. ¿Por qué lo hacía? ¿Querría matarlos y luego llevarse todo el crédito? Las palabras de Krauser la sacaron de sus pensamientos.
– Entendido, Krauser. – Le respondió de forma tranquila. ”No pienso separarme de ti, Krauser” – se dijo con una suave sonrisa. No pretendía dejarlo solo y menos si ese vicealmirante lo seguía a todos lados. No se iba a fiar tan fácilmente de alguien como él. Además, su presentación había sido de lo más estúpida, así que más razones tenía para desconfiar de Al. Escuchó las palabras del líder y no tardó en empezar a caminar en su posición. Iba un poco más retrasada que el resto. ”Ban…” – recordó al mafioso por alguna razón. ¿Miedo a la muerte? Era posible. Sacó, desde sus ropas, un den den mushi y marcó su número. Se lo sabía de memoria, si le contestaba, tenía una clara idea de lo que iba a decirle, si no… Solo lo dejaría en su buzón y él lo escucharía cuando pudiera.
– Ban, soy Ai – le dijo con calma. – Espero que no estés en Encuentro… Es un sitio peligroso y no puedes confiar en nadie – apenas susurraba para que nadie la escuchara. – Si estás… Por favor, trata de reunirte conmigo – no era necesario que ella mirara al frente. – Ten cuidado, Ban. No mueras, idiota. – Esbozó una leve sonrisa y esperaría su respuesta, si es que le había contestado. Tampoco es que tuviera que estar atenta al camino, su mantra y sus sentidos mejorados le iban a decir cualquier cosa.
- Resumen Balt:
- Desconfiar de Al y de la reina. Responder a Krauser. Tratar de contactar con Ban. Seguir con el grupo.
Meneíllos
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Los cinco barcos de la flota del mafioso avanzaban a la par con la de Sarka. Si bien sus navíos (robados a la Marina en su mayoría) no tenían nada que envidiar al grueso de los de sus aliados, los barcos más grandes de estos superaban con creces incluso al Black Caiman. En este, Meneror daba órdenes a los marineros a voz en grito. Estaba particularmente animado por la idea de entrar en batalla y por los tesoros que les aguardarían. Al aproximarse al bastión, los barcos de Sarka se aprestaron a acercarse al puerto para desembarcar, pero el pirata tenía otros planes. Su flota sería más efectiva en el mar, así que actuarían de otra manera. Él iría al puerto con Ban mientras sus oficiales dirigían la flota al oeste, a tomar las centrales de energía y saquear lo que pudieran por el camino. Por supuesto tenían órdenes estrictas de no meterse en el camino de las tropas de Sarka, aún si eso suponía dejar una aldea o dos sin saquear, y de dirigirse hacia su posición en cuanto diese la señal. Esta consistiría en trazar en el cielo con humo el jolly roger de la banda en llamas. Una vez en tierra se acercaron a escuchar las palabras del Pretor, quien dio órdenes sencillas y bastante específicas: avanzar y conquistar. Al pirata le gustó cómo sonó aquello. Sonrió y se llevó un puro a la boca.
- Pronto podremos conseguir fondos, Ban. Marchemos hacia el sur.
Los soldados de Sarka comenzaron a causar un gran estruendo al comenzar a marchar, llevando consigo sus excesivas máquinas de guerra. Consultó el mapa y se fijó en que el río cortaría el avance del ejército, cosa que no sería problema ni para él ni para Ban. Enrolló el papel y se lo guardó bajo el abrigo, dirigiéndose al exterior y echando a volar en forma de humareda negra. Se elevó, observando el terreno bajo él. Era un yermo rocoso rojizo, en los lindes del cual podía distinguir un bosque y el río. Esperó a que Ban lo alcanzara con su geppou y le dijo:
- Procura seguirme el ritmo, o te dejo atrás.
No iría a su máxima velocidad porque era consciente de que el mafioso no podría seguir en ese caso, pero tampoco iría demasiado lento. En todo caso, era más una amenaza para que se pusiera las pilas que una intención real. Sabía que era un hombre muy útil y no iba a prescindir de sus habilidades, no en mitad de una guerra. Puso rumbo al sur, observando el terreno bajo él atento por si veía algo interesante antes de la central, aunque su intención principal en todo caso sería esperar a llegar al otro lado del río, donde tendrían vía libre para actuar sin que nadie interfiriera... o eso esperaba.
- Sarka:
- - Ordeno a la flota ir a saquear el cabo occidental y tomar las tres centrales.
- Decido poner rumbo al sur volando con Ban, a la central del otro lado del río. Si veo algo interesante (pueblos, almacenes, etc) tal vez descendamos.
Corvo
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Aquella facción estaba siendo de lo más contradictoria, tenían grandes armas con inmenso poder, pero también de funcionamiento y activación muy rudimentarios. Cuando todo terminara, trataría de replicar alguna de las cosas que había visto allí, pero modificándolas a algo mucho más actualizado. El pretor, además ser muy campechano tenía ideas muy claras, y por más que lo intentará no conseguiría sacarle nada, por lo que, lo dejé pasar. Si sobrevivíamos, le pediría, además planos de alguno de los artilugios. El resto del tiempo se hizo lento y aburrido, no encontrando nada más interesante que hacer por allí.
El camino con el barco no fue excesivamente largo, y tras una pequeña arenga, las tropas de Sarka partieron hacía las centrales. Según los mapas, y por las direcciones tomarían las más fáciles y cercanas. Yo localicé mi objetivo rápidamente, una central al borde del mar. Esperaba que fuera un acantilado, pero daba igual. En cuanto me dejaron active los robots, preparando el despegue de todos. La velocidad de los de apoyo no era tan grande como la de las armaduras, pero, aun así, adelantaríamos a toda la gente que fuera corriendo, o incluso alguno de los vehículos más lentos. Cuando llegáramos rellenaría los depósitos de las pilas.
Mi idea era asegurar el perímetro con los drones observadores, que identificarían y señalarían los objetivos a los Ares y N1 apostados en el perímetro de la central, mientras yo trataba de descubrir cómo funcionaba y como la habían hecho. Grum había comentado que el botón las destruiría, pero debía haber alguna forma de capturarlas sin necesidad de ello. De conseguirlo, ya vería si mantener la posición o avanzar. Si los drones detectaban a cualquier aliado saldría de allí inmediatamente, no quería volar con una central de aquellas. Aunque esperaba tener bastante ventaja con respecto al resto.
El camino con el barco no fue excesivamente largo, y tras una pequeña arenga, las tropas de Sarka partieron hacía las centrales. Según los mapas, y por las direcciones tomarían las más fáciles y cercanas. Yo localicé mi objetivo rápidamente, una central al borde del mar. Esperaba que fuera un acantilado, pero daba igual. En cuanto me dejaron active los robots, preparando el despegue de todos. La velocidad de los de apoyo no era tan grande como la de las armaduras, pero, aun así, adelantaríamos a toda la gente que fuera corriendo, o incluso alguno de los vehículos más lentos. Cuando llegáramos rellenaría los depósitos de las pilas.
Mi idea era asegurar el perímetro con los drones observadores, que identificarían y señalarían los objetivos a los Ares y N1 apostados en el perímetro de la central, mientras yo trataba de descubrir cómo funcionaba y como la habían hecho. Grum había comentado que el botón las destruiría, pero debía haber alguna forma de capturarlas sin necesidad de ello. De conseguirlo, ya vería si mantener la posición o avanzar. Si los drones detectaban a cualquier aliado saldría de allí inmediatamente, no quería volar con una central de aquellas. Aunque esperaba tener bastante ventaja con respecto al resto.
- Sarka:
- Escuchar a Grum y aburrirme. Salir volando con las armaduras hacía la central en la costa. De llegar preparar el perímetro defensivo e investigar la misma. Defenderla, o huir si llegan aliados para que no la vuelen conmigo en ella.
- Mapa:
Ban Midou IV
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Al fin se ponían en marcha y el mafioso estaba pendiente a las palabras de Meneror. Su líder parecía tener su plan listo y los fondos estaban incluidos en él. El castaño simplemente se dedicó a asentir con la cabeza, pendiente aún de querer cortar en trozos a Oda. Se llevó la mano derecha a la cabeza y una vez se rascó el cabello soltó un enorme suspiro. Se relamió despacio y se ajustó el cuello de su camisa. Lo que hizo a continuación fue estirarse un poco y comprobar que sus armas estaban listas. Acarició despacio a Hudoku, la cual quería como si fuera parte de su propio cuerpo y después de unos momentos miró un poco a su alrededor. Su haki de observación estaba listo. De esa forma podría predecir cualquier cosa que pudiese pasar en aquel sitio.
En ese mismo momento, el peliblanco comenzó a volar en forma de humareda. Fue cuando el joven pateó el aire y comenzó a seguirlo con su Geppou, escuchando las palabras que le había dicho. Dejarle atrás podía ser malo para él, pero necesitaba a Meneror para ayudarle a encontrar a los Bolts. Midou apretó los puños unos momentos al no poder ser más rápido y a continuación agachó la cabeza y siguió a su jefe, esforzándose al máximo por poder estar a su par.
- Enseguida, Meneror-sama.
Dijo con un tono respetuoso mientras le seguía. Se colocó bien las gafas de Sol y no pudo evitar mirar hacia abajo, observando el terreno. Después de unos momentos notó una pequeña vibración en su bolsillo. Tomó el Den den mushi mirando a Meneror con algo de “miedo” y después descolgó aquel objeto. Entonces escuchó las palabras de aquella chica, Ai. El espadachín abrió los ojos como platos al oír su voz. “Mierda” Pensó al mismo tiempo que notaba un pinchazo en su pecho. No podía ponerse blando con su jefe delante y mucho menos llamarla jefa. Seguramente le iba a pedir explicaciones. Si Il Bianco descubría que era una usuaria de rayo con un poder demoledor y encima tenía contactos fuertes, tal vez planeara algo. No podía permitir aquello.
Ban frunció el ceño al mismo tiempo que entrecerraba los ojos y apretaba los dientes. La impotencia le recorría y no pudo evitar apretar el puño de forma violenta. Después de unos instantes de silencio respondió con un tono serio y frío.
- Lo estoy. Si vuelves a llamarme o tratas de buscarme, te mataré. En estos momentos estoy trabajando con mi líder, no oses interrumpir con tus estupideces. No creo que volvamos a vernos.
Ban elevó su comunicador unos dos metros y cuando este estaba a punto de caer, de un tajo rápido con su katana, lo partió en dos. El caracol cayó al rio y después de aquello continuó siguiendo a Meneror con una expresión seria. Por dentro estaba lamentándose por lo que había dicho, pero la situación era demasiado extrema y la chica no iba a poder entenderla. “Perdóname, Ai. Mi destino quedó sellado cuando mi clan fue asesinado y me reuní con Meneror” Pensó al mismo tiempo que entrecerraba los ojos. En ese momento recordó el día que conoció a la revolucionaria y no pudo evitar morderse la lengua con algo de fuerza. Ban quería a Ai de una forma increíble aunque no lo demostrase y lo último que deseaba era que se viera involucrada con Meneror, los Bolst y él.
- ¿Qué opina de ese tal Oda, señor?
En ese mismo momento, el peliblanco comenzó a volar en forma de humareda. Fue cuando el joven pateó el aire y comenzó a seguirlo con su Geppou, escuchando las palabras que le había dicho. Dejarle atrás podía ser malo para él, pero necesitaba a Meneror para ayudarle a encontrar a los Bolts. Midou apretó los puños unos momentos al no poder ser más rápido y a continuación agachó la cabeza y siguió a su jefe, esforzándose al máximo por poder estar a su par.
- Enseguida, Meneror-sama.
Dijo con un tono respetuoso mientras le seguía. Se colocó bien las gafas de Sol y no pudo evitar mirar hacia abajo, observando el terreno. Después de unos momentos notó una pequeña vibración en su bolsillo. Tomó el Den den mushi mirando a Meneror con algo de “miedo” y después descolgó aquel objeto. Entonces escuchó las palabras de aquella chica, Ai. El espadachín abrió los ojos como platos al oír su voz. “Mierda” Pensó al mismo tiempo que notaba un pinchazo en su pecho. No podía ponerse blando con su jefe delante y mucho menos llamarla jefa. Seguramente le iba a pedir explicaciones. Si Il Bianco descubría que era una usuaria de rayo con un poder demoledor y encima tenía contactos fuertes, tal vez planeara algo. No podía permitir aquello.
Ban frunció el ceño al mismo tiempo que entrecerraba los ojos y apretaba los dientes. La impotencia le recorría y no pudo evitar apretar el puño de forma violenta. Después de unos instantes de silencio respondió con un tono serio y frío.
- Lo estoy. Si vuelves a llamarme o tratas de buscarme, te mataré. En estos momentos estoy trabajando con mi líder, no oses interrumpir con tus estupideces. No creo que volvamos a vernos.
Ban elevó su comunicador unos dos metros y cuando este estaba a punto de caer, de un tajo rápido con su katana, lo partió en dos. El caracol cayó al rio y después de aquello continuó siguiendo a Meneror con una expresión seria. Por dentro estaba lamentándose por lo que había dicho, pero la situación era demasiado extrema y la chica no iba a poder entenderla. “Perdóname, Ai. Mi destino quedó sellado cuando mi clan fue asesinado y me reuní con Meneror” Pensó al mismo tiempo que entrecerraba los ojos. En ese momento recordó el día que conoció a la revolucionaria y no pudo evitar morderse la lengua con algo de fuerza. Ban quería a Ai de una forma increíble aunque no lo demostrase y lo último que deseaba era que se viera involucrada con Meneror, los Bolst y él.
- ¿Qué opina de ese tal Oda, señor?
- Sarka:
- Ir con Meneror, responderle a Ai por DDM y preguntar a Meneror.
Énra Kelter
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Muchas cosas pasan por mi cabeza, pero al final solo consigo decirle a Madara que me gustaría que al finalizar la guerra pasáramos a apoyarnos, como socios comerciales y guerreros. La idea era que los contratos que llegaran a cada uno, que resultaran más fáciles para el otro nos lo pasáramos, y colaboráramos en algunos de los más complejos. Aunque todo pareció quedar en el aire al ver el Shichibukai que la comida que nos habían preparado había desaparecido. Por algún motivo, salió de la sala a toda prisa seguido por una joven con un arco. Bueno, supongo que tendría algo importante que hacer antes de empezar.
Me tomé una de las píldoras de perdida de color, tomando a continuación otra de las de color aleatorio. Mientras tanto, el hombre de aspecto raro, nos había comentado un poco la situación de la base y sus defensas naturales. Necesitaba trazar una estrategia, y, como había visto a pocos que parecieran poder volar, me decidí por aventurarme a la central que aparecía en el mar. Solamente esperaba que no estuviera sumergida, o aquello sería una sería pérdida de tiempo. Otra opción era pedirles un barco para ir hacía ella, pero era probable que se negaran en redondo.
Cuando salí al bosque, me pareció un lugar perfecto para la defensa y ocultación. La torre que estaba viendo delante, y que al parecer era una delas centrales, llamaba mucho la atención. Debería aprovechar la espesura, y por suerte mi sonar me ayudaría a esquivar ramas y troncos mientras volaba a ras de suelo en dirección a la central. Si era algo parecido a la anterior, se la debería ver desde la costa. De no ser así supondría que estaría sumergida y me desviaría hacía la siguiente más cercana. Puede que incluso me planteará atravesar a las del otro lado.
Me tomé una de las píldoras de perdida de color, tomando a continuación otra de las de color aleatorio. Mientras tanto, el hombre de aspecto raro, nos había comentado un poco la situación de la base y sus defensas naturales. Necesitaba trazar una estrategia, y, como había visto a pocos que parecieran poder volar, me decidí por aventurarme a la central que aparecía en el mar. Solamente esperaba que no estuviera sumergida, o aquello sería una sería pérdida de tiempo. Otra opción era pedirles un barco para ir hacía ella, pero era probable que se negaran en redondo.
Cuando salí al bosque, me pareció un lugar perfecto para la defensa y ocultación. La torre que estaba viendo delante, y que al parecer era una delas centrales, llamaba mucho la atención. Debería aprovechar la espesura, y por suerte mi sonar me ayudaría a esquivar ramas y troncos mientras volaba a ras de suelo en dirección a la central. Si era algo parecido a la anterior, se la debería ver desde la costa. De no ser así supondría que estaría sumergida y me desviaría hacía la siguiente más cercana. Puede que incluso me planteará atravesar a las del otro lado.
- Zilda:
- Proponer tratos a Madara, cambio de color (dejado a discreción del moderador, al ser aleatorios y comenzar la parte chunga) dirigirme a la central del agua.
- Mapa:
Teravan Zallen
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Como era de esperar, sus ataques no surtieron demasiado efecto. Tal vez le faltase poder, o puede que su estrategia fuese, de algún modo, mejorable. La conversación con su nuevo compañero fue interrumpida, de igual modo, por un poco esperado suceso. Un hombre caído del cielo había logrado tranquilizar a la bestia con tan solo un ademán. Ese día parecía estar lleno de sorpresas, aunque no todas igual de agradables. Una vez terminó el combate, les dirigieron a una zona de descanso y festejo, a la que el agente acudió con gusto y sin demora.
Teravan comió y bebió en abundancia, gozando de cada uno de los majares que se le ofrecían. La comida era simplona y poco elaborada, constando en su mayor parte de carne. No podía quejarse, teniendo en cuenta que hasta hace poco habían sido reclusos. No entabló conversación con nadie durante gran parte de la noche, dedicándose únicamente a observar lo que sucedía a su alrededor. Cada uno de los presentes era más extraño que el anterior. Despertó especial interés en su persona un hombre que había golpeado a su nuevo dirigente, el caído del cielo. Parecía especialmente poderoso, pues de lo contrario no habría podido dar el espectáculo que realizó en la arena. ¿Podría alguien ser tan buen actor? Parecía poco plausible.
Su cavilación sobre el tema no duró mucho pues, al parecer, no había sido la única persona que despertaba interés. Otro interesante individuo se acercó a su posición. Su aspecto era especialmente elegante y, en cierto modo, atractivo. Gozaba de esa misteriosa aura que rodeaba a más hombre de lo que él imaginaba hacía tan solo unas horas. Si los acontecimientos seguían desarrollándose de tal forma, acabaría teniendo un grave problema de autoestima.
Ivan Roux... Su nombre era musical y rítmico. Aunque era extraño que no se escuchase hablar de una persona con ese aspecto, pues portaba la expresión de las personas que están acostumbradas a ser protagonistas, y no figurantes.
- Hermosa en verdad, buen señor. Hace tan solo unas horas estábamos debatiéndonos entre la vida y la muerte, sin embargo, ahora festejamos y celebramos como si no hubiese un mañana. Qué dulce es la ironía... cuando no afecta a uno mismo. - Le tendió la mano mientras se dirigía a él, siendo estrictamente correcto en el protocolo. - Mi nombre es Teravan, es un placer encontrar a alguien con vuestra elegancia de entre este grupo variopinto que hemos tenido la suerte, o desgracia, de conocer. - Sonrió con sinceridad, dando a conocer su ausencia de hostilidad hacia el recién llegado. - Soy uno de los recientemente liberados prisioneros de Meln, ¿y qué hay de vos? No nos habíamos visto con anterioridad, ¿me equivoco?
El aura que emitía era similar a la que había notado en Yarmin. Era curioso cuánto se parecían aquellas dos personas. Su sonrisa era cálida y su mirada, atrayente. Un aura seductora envolvía su figura y, de no haber sido del sexo opuesto, sentiría una atracción irresistible hacia él. Su respuesta no se hizo esperar demasiado. - Efectivamente aún no nos hemos visto. Yo soy uno de los voluntarios que han venido a combatir en esta guerra. Inicialmente iba a unirme a Meln, pero... preferí el bando ganador. - Dijo, con una sonrisa - Y a vos, ¿qué os ha traído a estas tierras? ¿Cómo os capturaron los de Meln, si me permitís la curiosidad?
No vio razón alguna para ocultar la verdad, sin embargo, no podría darle una respuesta muy concreta, puesto que su mente aún estaba algo aturdida. Su memoria estaba limitada a lo que había sucedido esa mañana, pues tenía una enorme laguna en lo que había sucedido en el pasado próximo. - Si os digo la verdad, no recuerdo gran cosa de lo que ocurrió antes de que me capturase. Tal vez necesite algún tiempo para asimilar todo lo que acaba de ocurrir. - Respondió con un aire de pesadez evidente. - Estaré aquí hasta que salde mi deuda con quienes han tenido la cordialidad de sacarme de esa cápsula.
Siguieron hablando de vanalidades referentes al resto de los presentes, así como a la situación de cada uno. El cansancio acabó venciendo al agente y, despidiéndose de Ivan, decidieron que se encontrarían al día siguiente. Su descanso fue satisfactorio a pesar de la humildad de su zona de descanso. No podía quejarse, a decir verdad, y sus músculos agradecieron el reposo. Al día siguiente siguió las instrucciones de dirigirse hacia el puerto. Las naves en las que viajarían eran robustas, mas su simplicidad rozaba lo excesivo. Eran barcos creados para un propósito específico: transporte, y todo lo que no fuese imprescindible había sido eliminado.
Una cosa tenía clara: no iba a usar la piedra de la copa hasta que tuviese completamente clara su función. No le gustaban las sorpresas. El mapa le iba a resultar de especial utilidad, aunque iba a limitarse a acompañar a Ivan, que parecía más allegado a la causa. Tal vez debería informarse sobre el resto de aspirantes al reinado de ese lugar. Sin embargo, la pregunta que en ese momento rondaba por su cabeza era dónde demonios se había metido Yarmin.
Teravan comió y bebió en abundancia, gozando de cada uno de los majares que se le ofrecían. La comida era simplona y poco elaborada, constando en su mayor parte de carne. No podía quejarse, teniendo en cuenta que hasta hace poco habían sido reclusos. No entabló conversación con nadie durante gran parte de la noche, dedicándose únicamente a observar lo que sucedía a su alrededor. Cada uno de los presentes era más extraño que el anterior. Despertó especial interés en su persona un hombre que había golpeado a su nuevo dirigente, el caído del cielo. Parecía especialmente poderoso, pues de lo contrario no habría podido dar el espectáculo que realizó en la arena. ¿Podría alguien ser tan buen actor? Parecía poco plausible.
Su cavilación sobre el tema no duró mucho pues, al parecer, no había sido la única persona que despertaba interés. Otro interesante individuo se acercó a su posición. Su aspecto era especialmente elegante y, en cierto modo, atractivo. Gozaba de esa misteriosa aura que rodeaba a más hombre de lo que él imaginaba hacía tan solo unas horas. Si los acontecimientos seguían desarrollándose de tal forma, acabaría teniendo un grave problema de autoestima.
Ivan Roux... Su nombre era musical y rítmico. Aunque era extraño que no se escuchase hablar de una persona con ese aspecto, pues portaba la expresión de las personas que están acostumbradas a ser protagonistas, y no figurantes.
- Hermosa en verdad, buen señor. Hace tan solo unas horas estábamos debatiéndonos entre la vida y la muerte, sin embargo, ahora festejamos y celebramos como si no hubiese un mañana. Qué dulce es la ironía... cuando no afecta a uno mismo. - Le tendió la mano mientras se dirigía a él, siendo estrictamente correcto en el protocolo. - Mi nombre es Teravan, es un placer encontrar a alguien con vuestra elegancia de entre este grupo variopinto que hemos tenido la suerte, o desgracia, de conocer. - Sonrió con sinceridad, dando a conocer su ausencia de hostilidad hacia el recién llegado. - Soy uno de los recientemente liberados prisioneros de Meln, ¿y qué hay de vos? No nos habíamos visto con anterioridad, ¿me equivoco?
El aura que emitía era similar a la que había notado en Yarmin. Era curioso cuánto se parecían aquellas dos personas. Su sonrisa era cálida y su mirada, atrayente. Un aura seductora envolvía su figura y, de no haber sido del sexo opuesto, sentiría una atracción irresistible hacia él. Su respuesta no se hizo esperar demasiado. - Efectivamente aún no nos hemos visto. Yo soy uno de los voluntarios que han venido a combatir en esta guerra. Inicialmente iba a unirme a Meln, pero... preferí el bando ganador. - Dijo, con una sonrisa - Y a vos, ¿qué os ha traído a estas tierras? ¿Cómo os capturaron los de Meln, si me permitís la curiosidad?
No vio razón alguna para ocultar la verdad, sin embargo, no podría darle una respuesta muy concreta, puesto que su mente aún estaba algo aturdida. Su memoria estaba limitada a lo que había sucedido esa mañana, pues tenía una enorme laguna en lo que había sucedido en el pasado próximo. - Si os digo la verdad, no recuerdo gran cosa de lo que ocurrió antes de que me capturase. Tal vez necesite algún tiempo para asimilar todo lo que acaba de ocurrir. - Respondió con un aire de pesadez evidente. - Estaré aquí hasta que salde mi deuda con quienes han tenido la cordialidad de sacarme de esa cápsula.
Siguieron hablando de vanalidades referentes al resto de los presentes, así como a la situación de cada uno. El cansancio acabó venciendo al agente y, despidiéndose de Ivan, decidieron que se encontrarían al día siguiente. Su descanso fue satisfactorio a pesar de la humildad de su zona de descanso. No podía quejarse, a decir verdad, y sus músculos agradecieron el reposo. Al día siguiente siguió las instrucciones de dirigirse hacia el puerto. Las naves en las que viajarían eran robustas, mas su simplicidad rozaba lo excesivo. Eran barcos creados para un propósito específico: transporte, y todo lo que no fuese imprescindible había sido eliminado.
Una cosa tenía clara: no iba a usar la piedra de la copa hasta que tuviese completamente clara su función. No le gustaban las sorpresas. El mapa le iba a resultar de especial utilidad, aunque iba a limitarse a acompañar a Ivan, que parecía más allegado a la causa. Tal vez debería informarse sobre el resto de aspirantes al reinado de ese lugar. Sin embargo, la pregunta que en ese momento rondaba por su cabeza era dónde demonios se había metido Yarmin.
- Resumen Zal:
- Festejar mientras observa los movimientos de los presentes.
- Entablar conversación con Ivan.
- Montarme en el barco y observar las piedras.
- Seguir a Ivan al día siguiente, no sin antes intentar dar con Yarmin.
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Tras presentarme, esperé respuesta del otro individuo, pero este se alejó de nosotros en completo silencio, como si de pronto no pudiese vernos ni oírnos. Me encogí de hombros, y continué la conversación con el pequeño esqueleto sin darle mayor importancia. Hablamos durante un rato, recordando la pequeña y desértica aventura que habíamos compartido, y acabamos por separarnos de camino al barco. Pensé buscarle una vez a bordo, pero una tarea de mayor importancia ocupaba mis pensamientos: encontrar la comida.
Para cuando llegué al lugar donde habían servido el almuerzo, el panorama que encontré fue desolador. Una enorme mesa, en la que en algún momento debió de haberse servido un auténtico festín, estaba ahora casi vacía. Al final de la misma, una impresionante muralla de platos vacíos, tras la cual se podían oír los sonidos de alguna especie de animal, sin duda el culpable de tan dolorosa escena.
- Oh, no, eso si que no.
Sin perder un instante me abalancé sobre la mesa, y sin tan siquiera llegar a tomar asiento, comencé a devorar tan a prisa como pude la mayor cantidad posible de la comida restante.
Poco más tarde nos encontrábamos en cubierta, citados nuevamente por el peculiar individuo con el que ya comenzaba a familiarizarme. “Quizás deberíamos haberle dejado algo de comida a él, que buena falta le hace”. Pensé, distrayéndome una vez más de las palabras que nos dirigía. En cuestión de minutos ya habíamos desembarcado en el impresionante bastión que, según había alcanzado a oír, debíamos centrarnos en defender por el momento. Lamenté no haber prestado más atención, y me planteaba levantar la mano para preguntar, como en los tiempos de la academia, cuando alguien llamó mi atención.
- ¡Tú vendrás conmigo! Acompáñame - Exclamó decidido mientras me señalaba.
No le había reconocido antes, ni en las reuniones ni en el barco, pero teniéndole ahora de frente y dirigiéndose a mí, supe al instante de quien se trataba. Nada menos que el vice-almirante Kai, apodado Puño Rojo. Sus hazañas eran conocidas por todo marine, así como sus locuras. Si bien siempre he tenido problemas con la jerarquía, tenía claro que ese era un hombre digno de admirar.
Sin darme tiempo a hacer una sola pregunta echó a andar, y sin saber muy bien porque, le seguí sin decir palabra. Cuando nos encontramos frente a la entrada se detuvo y me lanzó su bolsa.
- ¡Súbete a mi espalda y agárrate fuerte! Y procura no estrangularme ni chillar como un niño asustado.
No tenía ni idea de lo que se le estaría pasando por la cabeza en ese momento, pero fuese lo que fuese, la situación prometía. Así pues, me coloqué su bolsa a la espalda junto con la mía y me encaramé a su espalda como pude.
- Ni una palabra de esto a nadie - Alcancé a decir, justo antes de que las puertas se abriesen y Kai echase a correr a una velocidad que me pilló desprevenido.
Y si estuve a punto de caer cuando comenzó a correr, casi no lo cuento cuando de pronto alzó el vuelo, viéndome obligado a afianzar los brazos alrededor de su cuello con tanta fuerza como pude.
“Creo que se me olvida algo... ¿Huesos?”.
No tuve mucho tiempo a pensar al respecto, pues enseguida llegamos a nuestro destino y tomamos tierra. En cuanto aterrizó me solté de su espalda, y agradecí pisar suelo firme. Era la primera vez que volaba de esa manera, y si bien la sensación no había sido mala, la velocidad me había dejado notablemente mareado. Mientras se me pasaba, el vice-almirante aprovechó para comunicarse con el resto, haciendo uso de la misteriosa pulsera, dejando al fin claro cuál era su plan. Acto seguido nos dirigimos hacia el interior de la central. Una vez dentro, a petición de mi nuevo compañero, y deseando ser todo lo útil que pudiese, trataría de poner en marcha la misma.
Para cuando llegué al lugar donde habían servido el almuerzo, el panorama que encontré fue desolador. Una enorme mesa, en la que en algún momento debió de haberse servido un auténtico festín, estaba ahora casi vacía. Al final de la misma, una impresionante muralla de platos vacíos, tras la cual se podían oír los sonidos de alguna especie de animal, sin duda el culpable de tan dolorosa escena.
- Oh, no, eso si que no.
Sin perder un instante me abalancé sobre la mesa, y sin tan siquiera llegar a tomar asiento, comencé a devorar tan a prisa como pude la mayor cantidad posible de la comida restante.
Poco más tarde nos encontrábamos en cubierta, citados nuevamente por el peculiar individuo con el que ya comenzaba a familiarizarme. “Quizás deberíamos haberle dejado algo de comida a él, que buena falta le hace”. Pensé, distrayéndome una vez más de las palabras que nos dirigía. En cuestión de minutos ya habíamos desembarcado en el impresionante bastión que, según había alcanzado a oír, debíamos centrarnos en defender por el momento. Lamenté no haber prestado más atención, y me planteaba levantar la mano para preguntar, como en los tiempos de la academia, cuando alguien llamó mi atención.
- ¡Tú vendrás conmigo! Acompáñame - Exclamó decidido mientras me señalaba.
No le había reconocido antes, ni en las reuniones ni en el barco, pero teniéndole ahora de frente y dirigiéndose a mí, supe al instante de quien se trataba. Nada menos que el vice-almirante Kai, apodado Puño Rojo. Sus hazañas eran conocidas por todo marine, así como sus locuras. Si bien siempre he tenido problemas con la jerarquía, tenía claro que ese era un hombre digno de admirar.
Sin darme tiempo a hacer una sola pregunta echó a andar, y sin saber muy bien porque, le seguí sin decir palabra. Cuando nos encontramos frente a la entrada se detuvo y me lanzó su bolsa.
- ¡Súbete a mi espalda y agárrate fuerte! Y procura no estrangularme ni chillar como un niño asustado.
No tenía ni idea de lo que se le estaría pasando por la cabeza en ese momento, pero fuese lo que fuese, la situación prometía. Así pues, me coloqué su bolsa a la espalda junto con la mía y me encaramé a su espalda como pude.
- Ni una palabra de esto a nadie - Alcancé a decir, justo antes de que las puertas se abriesen y Kai echase a correr a una velocidad que me pilló desprevenido.
Y si estuve a punto de caer cuando comenzó a correr, casi no lo cuento cuando de pronto alzó el vuelo, viéndome obligado a afianzar los brazos alrededor de su cuello con tanta fuerza como pude.
“Creo que se me olvida algo... ¿Huesos?”.
No tuve mucho tiempo a pensar al respecto, pues enseguida llegamos a nuestro destino y tomamos tierra. En cuanto aterrizó me solté de su espalda, y agradecí pisar suelo firme. Era la primera vez que volaba de esa manera, y si bien la sensación no había sido mala, la velocidad me había dejado notablemente mareado. Mientras se me pasaba, el vice-almirante aprovechó para comunicarse con el resto, haciendo uso de la misteriosa pulsera, dejando al fin claro cuál era su plan. Acto seguido nos dirigimos hacia el interior de la central. Una vez dentro, a petición de mi nuevo compañero, y deseando ser todo lo útil que pudiese, trataría de poner en marcha la misma.
- Zilda:
- Comer cuanto fuese posible en el barco. Una vez en la isla,
montar a Kaivolar junto con Kai hasta la central situada al suroeste del punto de desembarco de Meln. Entrar en la misma y tratar de ponerla en funcionamiento haciendo uso de mis conocimientos como ingeniero.
Yoko Littner
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Todo iba tranquilamente hasta que Yoko casi se cae de narices. Por suerte, fuese lo que fuese, se había agarrado a ella cual koala. Cuando vio quien había saltado sobre ella se sorprendió demasiado. Era la persona con quién no contaba encontrarse en un lugar tan grande. Neo, aquel muchacho muy mono con el que se había encontrado hace tiempo y habían logrado entablar una amistad gracias a la mascota de este.
Sonrió al verlo y lo abrazó.
-¡Neo! Me alegro mucho de verte – Exclamó alegremente. – He estado bien, ¿y tú? ¿Qué tal le va a Shiro?
La verdad es que la mascota de su compañero era adorable y Yoko siempre se quedaba ensimismada con los animales. Después de que el chico bajase, él y la pelirroja debían ponerse de camino al barco. Yoko le preguntó si iría con ella, tenía ganas de estar con alguien conocido en aquel lugar tan misterioso; además, en el fondo estaba un poco nerviosa.
Mientras tanto, si Neo accedía a ir con ella, la pelirroja subiría al barco. La travesía fue bastante simple, pero rápida. Estaba bastante sorprendida de la fuerza de Balt, lo cual seguía llamando su atención. Por suerte, ella solo ayudaría a los heridos y lo demás le daría igual. La vida de personas inocentes era lo primero.
No tardaron en desembarcar. Allí la pretora dio uno de sus afamados discursos, dándoles vía libre para moverse en la batalla. La pelirroja prestó atención a cada una de sus palabras. En cierto modo, estaba preocupada por lo que pudiese pasar. Admiró todo lo que había a su alrededor y, después, miró a Neo dedicándole una dulce sonrisa. Estar con alguien conocido ya no hacía tan triste una guerra.
-¿Hacia dónde irás? Bueno, yo te sigo.
Sonrió al verlo y lo abrazó.
-¡Neo! Me alegro mucho de verte – Exclamó alegremente. – He estado bien, ¿y tú? ¿Qué tal le va a Shiro?
La verdad es que la mascota de su compañero era adorable y Yoko siempre se quedaba ensimismada con los animales. Después de que el chico bajase, él y la pelirroja debían ponerse de camino al barco. Yoko le preguntó si iría con ella, tenía ganas de estar con alguien conocido en aquel lugar tan misterioso; además, en el fondo estaba un poco nerviosa.
Mientras tanto, si Neo accedía a ir con ella, la pelirroja subiría al barco. La travesía fue bastante simple, pero rápida. Estaba bastante sorprendida de la fuerza de Balt, lo cual seguía llamando su atención. Por suerte, ella solo ayudaría a los heridos y lo demás le daría igual. La vida de personas inocentes era lo primero.
No tardaron en desembarcar. Allí la pretora dio uno de sus afamados discursos, dándoles vía libre para moverse en la batalla. La pelirroja prestó atención a cada una de sus palabras. En cierto modo, estaba preocupada por lo que pudiese pasar. Admiró todo lo que había a su alrededor y, después, miró a Neo dedicándole una dulce sonrisa. Estar con alguien conocido ya no hacía tan triste una guerra.
-¿Hacia dónde irás? Bueno, yo te sigo.
- Balt:
- -Encontrarse con Neo y charlar.
-Ir en el barco.
-Seguir a Neo.
Syxel
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- ¿Hermanos? Con mi edad, más bien podría ser tu abuelo - Respondí ante su ingeniosa insinuación, incapaz de contener una sonora carcajada. Reí como no lo había hecho en mucho tiempo, demasiado quizás. - Conocí a vuestros padres, sí. Digamos que navegamos juntos en más de una ocasión - Añadí, dejando en el aire el tema de mi edad y apariencia.
Obviamente mi respuesta les confundió, sus miradas lo dejaban claro, pues el único de los allí presentes que sabía mi edad era Noah. No obstante, no tuvieron oportunidad de preguntar al respecto, ni yo de dar explicación alguna, pues otro individuo se dirigió a nosotros. Se trataba de un tipo alto y corpulento, de aspecto curioso, que se presentó como Bleyd Master. No le habría prestado especial atención, de no ser porque pude oír como el hijo de Sbun le susurraba a Zane que se trataba de nada menos que un Yonkaikyo.
- Puede que esto se ponga interesante - Le susurré al pequeño gyojin.
Tras responder a su saludo, el pelirrojo optó por algo que realmente me pilló por sorpresa. La atmosfera a nuestro alrededor se volvió pesada, y noté como un sudor frío me recorría la espalda.
“¿Haoshoku?”.
Mas si bien el uso de semejante habilidad había conseguido sorprendernos, el hecho de que el tal Bleyd se desplomase casi instantáneamente puso prematuro fin al que esperaba fuese un prometedor encuentro. Notablemente decepcionado, volví a dirigirme al resto del particular grupo que sin darnos cuenta se había formado. Y tras un rato de charla sin importancia sobre temas de aún menos importancia, nos fuimos despidiendo y separando para pasar la víspera de la guerra como cada uno prefiriese. Por mi parte, opté por ir a comer algo, para luego dirigirme a la taberna que me recomendó uno de los guardias. Donde pasé una, o quizás dos horas, disfrutando de las bebidas del lugar. Cuando cayó la noche me retiré a mi habitación, donde no tardé en conciliar el sueño.
Tras reunirme nuevamente con el pequeño grupo del día anterior, Todos escuchamos una vez más, el discurso de la joven Yoai. No obstante, fue muy diferente a los anteriores. Si bien hasta el momento no nos había mostrado más una fachada, la de una joven indefensa que desea recuperar su hogar, y que probablemente ni ella misma se creyese, ahora dejaba clara su verdadera naturaleza.
Sin duda muchos se cuestionarían su elección con respecto al bando para la guerra, ya no solo por la actitud de la legítima reina por la que debíamos luchar, sino por los movimientos de sus tropas y la lluvia ácida que con orgullo nos había mostrado. Muchos, quizás la mayoría, pero personalmente esos detalles no podían importarme menos. Para bien o para mal, a lo largo de los años había tratado con gente a cuyo lado, la desquiciada pretora de Meln parecería un alma bondadosa.
Tras el comienzo de la carga de su ejército, y mientras el resto de los voluntarios decidían sus movimientos, nosotros nos reunimos para tomar una decisión. El pelirrojo dejó clara su opinión al respecto, sugiriendo cautela. Noah, por otro lado, deseaba entrar en batalla cuanto antes, y propuso ir directos a la Ciudad Imperial que supuestamente debíamos tomar. Luego habló Amaiar, que para mi sorpresa secundó el plan del sádico gyojin, aunque por motivos bien distintos según dio a entender.
- Creo que a estas alturas sobra decir que ninguno confía en esta gente, y es lógico - comencé a hablar - Pero, sinceramente, a mí me importan bastante poco sus motivos o planes. El hecho es que desconocemos la situación de los otros bandos, o si serán una mejor o peor opción. Y creo que deberíamos estar seguros antes de tomar una decisión.
Hice una breve pausa para rebuscar en mis bolsillos, hasta hallar el pequeño artefacto que nos habían entregado.
- No me disgusta la idea de dirigirnos directos a la capital, pero antes me gustaría averiguar algo más sobre esta cosa y esas centrales de energía. Han insistido tanto en su control que ahora siento verdadera curiosidad. Y, quien sabe, quizás nos sean útiles una vez allí.
Debatimos durante unos minutos, hasta que finalmente estuvimos de acuerdo. Y con respecto a qué dirección debíamos tomar primero, y tratando de recordar entre todos el mapa que nos habían mostrado durante el discurso, coincidimos en que la mayoría se dirigirían a las más próximas, las situadas al sur. Propuse entonces desplazarnos hacia el este, siguiendo la costa, hasta llegar a otra relativamente cercana. Decisión con la que todos estuvimos de acuerdo.
Obviamente mi respuesta les confundió, sus miradas lo dejaban claro, pues el único de los allí presentes que sabía mi edad era Noah. No obstante, no tuvieron oportunidad de preguntar al respecto, ni yo de dar explicación alguna, pues otro individuo se dirigió a nosotros. Se trataba de un tipo alto y corpulento, de aspecto curioso, que se presentó como Bleyd Master. No le habría prestado especial atención, de no ser porque pude oír como el hijo de Sbun le susurraba a Zane que se trataba de nada menos que un Yonkaikyo.
- Puede que esto se ponga interesante - Le susurré al pequeño gyojin.
Tras responder a su saludo, el pelirrojo optó por algo que realmente me pilló por sorpresa. La atmosfera a nuestro alrededor se volvió pesada, y noté como un sudor frío me recorría la espalda.
“¿Haoshoku?”.
Mas si bien el uso de semejante habilidad había conseguido sorprendernos, el hecho de que el tal Bleyd se desplomase casi instantáneamente puso prematuro fin al que esperaba fuese un prometedor encuentro. Notablemente decepcionado, volví a dirigirme al resto del particular grupo que sin darnos cuenta se había formado. Y tras un rato de charla sin importancia sobre temas de aún menos importancia, nos fuimos despidiendo y separando para pasar la víspera de la guerra como cada uno prefiriese. Por mi parte, opté por ir a comer algo, para luego dirigirme a la taberna que me recomendó uno de los guardias. Donde pasé una, o quizás dos horas, disfrutando de las bebidas del lugar. Cuando cayó la noche me retiré a mi habitación, donde no tardé en conciliar el sueño.
Al día siguiente, tras el desembarco…
Tras reunirme nuevamente con el pequeño grupo del día anterior, Todos escuchamos una vez más, el discurso de la joven Yoai. No obstante, fue muy diferente a los anteriores. Si bien hasta el momento no nos había mostrado más una fachada, la de una joven indefensa que desea recuperar su hogar, y que probablemente ni ella misma se creyese, ahora dejaba clara su verdadera naturaleza.
Sin duda muchos se cuestionarían su elección con respecto al bando para la guerra, ya no solo por la actitud de la legítima reina por la que debíamos luchar, sino por los movimientos de sus tropas y la lluvia ácida que con orgullo nos había mostrado. Muchos, quizás la mayoría, pero personalmente esos detalles no podían importarme menos. Para bien o para mal, a lo largo de los años había tratado con gente a cuyo lado, la desquiciada pretora de Meln parecería un alma bondadosa.
Tras el comienzo de la carga de su ejército, y mientras el resto de los voluntarios decidían sus movimientos, nosotros nos reunimos para tomar una decisión. El pelirrojo dejó clara su opinión al respecto, sugiriendo cautela. Noah, por otro lado, deseaba entrar en batalla cuanto antes, y propuso ir directos a la Ciudad Imperial que supuestamente debíamos tomar. Luego habló Amaiar, que para mi sorpresa secundó el plan del sádico gyojin, aunque por motivos bien distintos según dio a entender.
- Creo que a estas alturas sobra decir que ninguno confía en esta gente, y es lógico - comencé a hablar - Pero, sinceramente, a mí me importan bastante poco sus motivos o planes. El hecho es que desconocemos la situación de los otros bandos, o si serán una mejor o peor opción. Y creo que deberíamos estar seguros antes de tomar una decisión.
Hice una breve pausa para rebuscar en mis bolsillos, hasta hallar el pequeño artefacto que nos habían entregado.
- No me disgusta la idea de dirigirnos directos a la capital, pero antes me gustaría averiguar algo más sobre esta cosa y esas centrales de energía. Han insistido tanto en su control que ahora siento verdadera curiosidad. Y, quien sabe, quizás nos sean útiles una vez allí.
Debatimos durante unos minutos, hasta que finalmente estuvimos de acuerdo. Y con respecto a qué dirección debíamos tomar primero, y tratando de recordar entre todos el mapa que nos habían mostrado durante el discurso, coincidimos en que la mayoría se dirigirían a las más próximas, las situadas al sur. Propuse entonces desplazarnos hacia el este, siguiendo la costa, hasta llegar a otra relativamente cercana. Decisión con la que todos estuvimos de acuerdo.
- Meln:
- Tras charlar, separarnos y pasar el resto de la tarde. Tras desembarcar, reunirnos para tomar una decisión. Finalmente dirigirnos hacia la central de energía situada al este del punto de desembarco de Meln, siguiendo la costa.
Rocket Raccoon
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El mapache recuperó su forma cuando la arena tocaba el suelo. No tardó un segundo en sacar la APHADD de su espalda e inspeccionarla. Había trabajado en un prototipo de una versión 2.0 de su querida, aunque requirió de la ayuda de Dexter y sus compañeros para poder fabricarla. No le importaba. La necesitaba. Por suerte, el dragón también había visto menester hacerle recuperar su extremidad. Bueno, no era la suya exactamente, pero sin duda le sería útil.
Tuvo que asistir a una reunión donde le fue otorgada una extraña pulsera. Ni siquiera hizo caso a su utilidad y simplemente se la colocó en la muñeca robótica. Siendo sinceros, el mapache no tenía motivo alguno para estar allí a parte de estar con su capitán. Y de armar un poco de bulla, por supuesto.
--------
- ¡Agh! -no pudo evitar gritar cuando la muchacha que estaba con Dexter lo agarró.
Intentó forcejear en un principio mientras la chica le hablaba, sin embargo esta consiguió descubrir su punto débil. Empezó a rascarle detrás de la oreja. Los pelos de la cola del mapache se erizaron, a la par que estiraba los brazos y piernas para, finalmente, relajarse mientras ponía los ojos en blanco, dejándose llevar por el pequeño masaje. Ciertamente, odiaba eso. Con toda su alma. ¡Lo hacía vulnerable ante cualquiera! Lo peor de todo es que llevaba la APHADD en la mano, por lo que en cualquier momento la chica podría hacer que la tirara.
- Ah... Soy Rocket, espera- El mapache se deshizo en arena y cayó al suelo entre los brazos de la chica, reformándose de nuevo en el suelo-. No es que no me guste ir en brazos, es que así es más cómodo. Vamos, te sigo.
Y, tal como había dicho, empezó a caminar junto a Hinori con la APHADD 2.0 en mano, atento a cualquier señal de peligro.
Tuvo que asistir a una reunión donde le fue otorgada una extraña pulsera. Ni siquiera hizo caso a su utilidad y simplemente se la colocó en la muñeca robótica. Siendo sinceros, el mapache no tenía motivo alguno para estar allí a parte de estar con su capitán. Y de armar un poco de bulla, por supuesto.
--------
- ¡Agh! -no pudo evitar gritar cuando la muchacha que estaba con Dexter lo agarró.
Intentó forcejear en un principio mientras la chica le hablaba, sin embargo esta consiguió descubrir su punto débil. Empezó a rascarle detrás de la oreja. Los pelos de la cola del mapache se erizaron, a la par que estiraba los brazos y piernas para, finalmente, relajarse mientras ponía los ojos en blanco, dejándose llevar por el pequeño masaje. Ciertamente, odiaba eso. Con toda su alma. ¡Lo hacía vulnerable ante cualquiera! Lo peor de todo es que llevaba la APHADD en la mano, por lo que en cualquier momento la chica podría hacer que la tirara.
- Ah... Soy Rocket, espera- El mapache se deshizo en arena y cayó al suelo entre los brazos de la chica, reformándose de nuevo en el suelo-. No es que no me guste ir en brazos, es que así es más cómodo. Vamos, te sigo.
Y, tal como había dicho, empezó a caminar junto a Hinori con la APHADD 2.0 en mano, atento a cualquier señal de peligro.
- Zilda:
- Mirar la APHADD
- Asistir a la reunión
- Zafarme de Hinori
- Caminar junto a ell
Vinnie Estacado
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- Vaya, vaya... ¿Pero a quién tenemos aquí?
El mafioso, tras haber escuchado el discurso de los de Meln, viéndose bastante complacido con su pasión y modo de hacer las cosas a base de amenazas, había alcanzado con la vista un rostro que no veía desde hace más de dos años pero que seguro que nunca olvidaría. El pelo rojo como el fuego, el pecho al descubierto y los ojos de distinto color. No había duda alguna. Se acercó a este, maletín en mano, y a su grupito. Dedicó una mirada a todos para terminar sonriendo al pelirrojo.
- ¿No te acuerdas de mí? Uno la lía en una taberna de Sabaody con alguien y a los dos años ya se olvidan de ti...
Dio una calada al cigarro que llevaba en la boca y dedicó una sonrisa de apariencia sincera a los presentes, como siempre hacía con los desconocidos. Lo mejor era siempre dar a entender que no eres mal tipo del todo. Así empiezan los mejores negocios.
- Disculpad mis modales. Mi nombre es Vincento Estacado, aunque podéis llamarme Vinnie. Zane y yo nos conocimos en un altercado hará unos años en Sabaody y no he podido evitar la tentación de pasarme a saludar. ¿Cómo va todo, Zane?
Tal vez podría juntarse a un grupo y mantenerse en las sombras durante más tiempo. Que lástima que Émile no estuviese allí.
El mafioso, tras haber escuchado el discurso de los de Meln, viéndose bastante complacido con su pasión y modo de hacer las cosas a base de amenazas, había alcanzado con la vista un rostro que no veía desde hace más de dos años pero que seguro que nunca olvidaría. El pelo rojo como el fuego, el pecho al descubierto y los ojos de distinto color. No había duda alguna. Se acercó a este, maletín en mano, y a su grupito. Dedicó una mirada a todos para terminar sonriendo al pelirrojo.
- ¿No te acuerdas de mí? Uno la lía en una taberna de Sabaody con alguien y a los dos años ya se olvidan de ti...
Dio una calada al cigarro que llevaba en la boca y dedicó una sonrisa de apariencia sincera a los presentes, como siempre hacía con los desconocidos. Lo mejor era siempre dar a entender que no eres mal tipo del todo. Así empiezan los mejores negocios.
- Disculpad mis modales. Mi nombre es Vincento Estacado, aunque podéis llamarme Vinnie. Zane y yo nos conocimos en un altercado hará unos años en Sabaody y no he podido evitar la tentación de pasarme a saludar. ¿Cómo va todo, Zane?
Tal vez podría juntarse a un grupo y mantenerse en las sombras durante más tiempo. Que lástima que Émile no estuviese allí.
- Meln:
- Acercarme a Zane y cia y acoplarme como un caballero
Deathstroke
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En el ascensor me quedé algo distraído, y el resto de mis nakamas se adelantaron al puerto y cuando me puse en camino al puerto para alcanzar a mis compañeros, una chica de pelo blanco se chocó conmigo.
-Perdón pequeña, ¿estabas en la reunión verdad?, imagino que intentas ir al puerto para ir a la guerra, te acompaño si quieres, a mi es están esperando allí ya – le dije a la chiquilla que parecía apurada.
Independientemente de lo que hiciese la chica, me dirigí hacia el puerto para embarcar y alcanzar a mis compañeros. Una vez embarqué, zarpamos a la batalla, el mar estaba en calma y el único cambio que había fue pasar de una lluvia monótona a un cielo despejado, una vez allí las tropas tal y como nos habían avisado eran escasas, pero los números no siempre ganaban las batallas.
En una hora más o menos pudimos ver la costa, y gracias a mi ojo cyborg y su vista prismática, la base de Zilda excavada en un acantilado. Y se podía ver una gran actividad por parte de toda esa gente posiblemente nerviosa, una vez en la costa, Beros nos condujo a los pisos superiores del acantilado y nos dio otro discurso.
Nos advirtió de que una vez saliésemos de la base estaríamos en guerra y su estrategia quería que se basase en la estrategia y rapidez en vez de cargar a por el enemigo de cabeza para destruirlo como hacían otros clanes. La estrategia me gustaba más que ir a lo loco, para poder llevarla a cabo debíamos de ir rápidos y con cuidado a por las centrales señaladas en el mapa holográfico, el cual aprendí con un vistazo para poder tenerlo en el ojo para cuando quisiese.
Las compuertas se fueron abriendo y los soldados junto con unos cuantos autómatas salieron tomando posiciones. Por otra parte Hinori pareció dirigirse con el mapache a la torre más cercana, otros dos salieron volando a toda velocidad hacia el norte, de hacho uno se comunicó por el aparato que nos habían dado para contarnos su plan, otro de los aliados nos comunicó la situación de las torres con respecto a otros clanes. Era la hora de ponerse en marcha y todos estaban tomando un rumbo, no debía de ser menos, esperé unos segundos y miré a mi lado, me sorprendí ligeramente al no ver a Worgulv con quien había estado en todas las grandes aventuras y tenía su ritual antes de empezarlas. Me centré de nuevo y tras activar el haki de armadura me dirigí hacia el sur a las centrales que podíamos asegurar rápido.
-Capitán, me dirigiré al sur para asegurar las torres, no creo necesitar ayuda, en caso de necesitarlo avisaré por el regalo de Zilda.
-Perdón pequeña, ¿estabas en la reunión verdad?, imagino que intentas ir al puerto para ir a la guerra, te acompaño si quieres, a mi es están esperando allí ya – le dije a la chiquilla que parecía apurada.
Independientemente de lo que hiciese la chica, me dirigí hacia el puerto para embarcar y alcanzar a mis compañeros. Una vez embarqué, zarpamos a la batalla, el mar estaba en calma y el único cambio que había fue pasar de una lluvia monótona a un cielo despejado, una vez allí las tropas tal y como nos habían avisado eran escasas, pero los números no siempre ganaban las batallas.
En una hora más o menos pudimos ver la costa, y gracias a mi ojo cyborg y su vista prismática, la base de Zilda excavada en un acantilado. Y se podía ver una gran actividad por parte de toda esa gente posiblemente nerviosa, una vez en la costa, Beros nos condujo a los pisos superiores del acantilado y nos dio otro discurso.
Nos advirtió de que una vez saliésemos de la base estaríamos en guerra y su estrategia quería que se basase en la estrategia y rapidez en vez de cargar a por el enemigo de cabeza para destruirlo como hacían otros clanes. La estrategia me gustaba más que ir a lo loco, para poder llevarla a cabo debíamos de ir rápidos y con cuidado a por las centrales señaladas en el mapa holográfico, el cual aprendí con un vistazo para poder tenerlo en el ojo para cuando quisiese.
Las compuertas se fueron abriendo y los soldados junto con unos cuantos autómatas salieron tomando posiciones. Por otra parte Hinori pareció dirigirse con el mapache a la torre más cercana, otros dos salieron volando a toda velocidad hacia el norte, de hacho uno se comunicó por el aparato que nos habían dado para contarnos su plan, otro de los aliados nos comunicó la situación de las torres con respecto a otros clanes. Era la hora de ponerse en marcha y todos estaban tomando un rumbo, no debía de ser menos, esperé unos segundos y miré a mi lado, me sorprendí ligeramente al no ver a Worgulv con quien había estado en todas las grandes aventuras y tenía su ritual antes de empezarlas. Me centré de nuevo y tras activar el haki de armadura me dirigí hacia el sur a las centrales que podíamos asegurar rápido.
-Capitán, me dirigiré al sur para asegurar las torres, no creo necesitar ayuda, en caso de necesitarlo avisaré por el regalo de Zilda.
- resumen Zilda:
- hablar con la chica con la que me choco, ir al puerto e ir a la base de Zilda, dirigirme a las centrales del sur
Ryuken Shirou
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Entrecerré mis ojos al ver como la chiquilla se reía de forma desquiciada, pero no dije nada o me quejé. Era la persona menos indicada para recriminarle su locura a alguien, así que me daba un poco igual si a la chiquilla le faltaba un tornillo o dos. No, lo que en verdad llamó mi atención fue ver lo que el botón hacía y el rastro morado que dejaban esos tipos. Ver tal destrucción hizo que me estremeciera y desistiera en intentar apretar el mío. Realmente no quería matar a alguien por accidente por presionar algo que no debía, pese a que parte de mi ansiaba por disfrutar de aquellos gritos de desesperación de la gente. Fruncí el ceño al darme cuenta de lo que estaba pensando y negué varias veces con la cabeza. No, no era el momento ni lugar correcto para ir a por mi dosis. Al cabo de unos segundos conseguí calmarme lo suficiente, era una suerte que aún no se cumplían los dos meses, por lo que podía detener su enfermedad mental con relativa facilidad.
Me calmé al sentir la mano de Galia en mi cabello, a lo que le di una sonrisa de gratitud; no sabía lo mucho que eso había significado para mí. Vio que su compañera se alejaba de allí, por lo que se puso en marcha para intentar alcanzarla. Al cabo de unos minutos lo logró, y habían llegado a una de esas centrales que dijeron en el desembarcadero. Vi con atención como Galia intentaba buscar una puerta por donde entrar, al tiempo que me decía que cubriera su retaguardia.
– Entendido – le dije.
Flexioné mis músculos y saqué a Gram de mi espalda. No adopté una posición de combate, pero me mantuve alerta a cualquier situación fuera de lo común. Pensaba en lo que debía hacer y llegué a una conclusión: llegar a la ciudad imperial lo más rápido posible. Necesitaba respuestas acerca de quien era malo y quien bueno, y tenía la sensación que las respuestas se encontraban en esa ciudad. De momento... seguiría resguardando la retaguardia de Galia a como de lugar. Era lo único que podía hacer luego de todo lo que hizo por mi desde ese encuentro en el reino de Lvneel.
Me calmé al sentir la mano de Galia en mi cabello, a lo que le di una sonrisa de gratitud; no sabía lo mucho que eso había significado para mí. Vio que su compañera se alejaba de allí, por lo que se puso en marcha para intentar alcanzarla. Al cabo de unos minutos lo logró, y habían llegado a una de esas centrales que dijeron en el desembarcadero. Vi con atención como Galia intentaba buscar una puerta por donde entrar, al tiempo que me decía que cubriera su retaguardia.
– Entendido – le dije.
Flexioné mis músculos y saqué a Gram de mi espalda. No adopté una posición de combate, pero me mantuve alerta a cualquier situación fuera de lo común. Pensaba en lo que debía hacer y llegué a una conclusión: llegar a la ciudad imperial lo más rápido posible. Necesitaba respuestas acerca de quien era malo y quien bueno, y tenía la sensación que las respuestas se encontraban en esa ciudad. De momento... seguiría resguardando la retaguardia de Galia a como de lugar. Era lo único que podía hacer luego de todo lo que hizo por mi desde ese encuentro en el reino de Lvneel.
- Miembro de Meln, Resumen:
- Seguir a Galia, procurando esquivar ese rastro morado dejando por esos sujetos, y mantener guardia y defenderla en caso de un ataque.
Gusi
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Me quede sorprendido de que mi espectáculo diera resultado, haciendo que la joven emperatriz se acercara a mí, dándome un beso en la mejilla y agradeciéndomelo casi en un suspiro al lado de la oreja. Me quede paralizado, y algo empalmado, ante su belleza y majestuosidad cuando subía escaleras arriba y desaparecía de mi vista. Intenté decir algo o incluso moverme, pero la situación me había dejado en un estado aletargado. Pensé no darle más importancia, pues molestar a la emperatriz en exceso podría ser algo peligroso, por lo que decidí volver a mi cuarto y buscar los objetos que había mencionado en la reunión.
Por el camino, un extraño malestar me hizo apoyarme en una barandilla del jardín, haciéndome sentir algo mareado e inestable. Espere unos minutos a que mi cabeza volviera a ser lo que era, mientras esperaba sentando en un banco y contemplaba lo horrible que era aquel lugar, más propiamente sacado de un cuento de terror. Intenté buscar el problema de mi mareo, pero lo acuñe a que estaba enamorado, pues nunca me había sentido de esa manera.
Termine de recuperar fuerzas y me dirigí de nuevo a mi cuarto, parando antes por una tienda de comestibles para comer algo típico del lugar. Al final de unos largos minutos y de molestar a la dependienta con mis cientos de preguntas en busca de información de los productos, me decante por un sapo asado en su jugo. Casi al salir de la tienda me lo comí por completo, sintiendo de nuevo un mareo, más leve que el primero, y un extraño dolor punzante en mi mejilla. Me lleve la mano al dolor y noté una extraño hinchazón. –Maldita sea, ya me ha picado un bicho en mi hermoso rostro.- tiré el envoltorio del sapo a una basura y me dirigí cabreado a mi cuarto.
Cuando por fin llegue me desplome sobre la cama, en la cual ya no había ninguna joven durmiendo y me quede terriblemente dormido. Siendo despertado, como era de costumbre en ese lugar, al día siguiente por un molesto y desagradable graznido de cuerpo. Maldije a gritos y me puse a mover los brazos para que se marchara. Intenté dormir de nuevo, pero no era capaz de volver a coger al sueño, por lo que me dirigí al baño y me lave la cara en un lavabo, observando como la picadura había casi desaparecido, dejando un pequeño punto rojo en mi mejilla. Estuve largo tiempo debatiendo si debía explotarme el puntito, pero eso haría que mi cara se enrojeciera más decayendo así mi belleza.
Volví a mi cama y en la mesilla, al lado de esta, me encontré los dos objetos que había mencionado la emperatriz. Lo examiné por encime y entonces recordé que ese mismo día partían a la batalla. Corrí como loco, en busca del lugar de partida y con suerte, encontré a un montón de gente que parecía ir en la misma dirección. Los seguí y acabe, no sé muy bien como, dentro de un barco. Decidí probar suerte y espere que ese barco me llevara más cerca de mí amado corazón.
Cuando desembarcamos, un montón de soldados me rodeaban, los cuales parecían un poco confusos y no sabían a dónde dirigirse, pero la voz de mi amada sonó por encima de todos, haciéndome sonreír como un bobo y sorprendiéndome con cada una de sus palabras. Pero entonces hizo algo que me puso en alerta ¿Había creado lluvia acida? O algo así distinguieron mis ojos, mientras recordaba mi primer objetivo en ese lugar, infiltrarme. Fui atravesando el tumulto de personas que había en el lugar, hasta llegar a la altura de la emperatriz, mostrando mí mejor sonrisa y unas palabras de mí repertorio.- Princesa, ya ha llegado su príncipe para protegerla.
Me coloque al lado de unos cuantos tipos más que parecían tener las mismas intenciones que yo y los mire con algo de recelo. Tenía que buscar una oportunidad para quitarle ese maldito collar, antes de que llegaran a la guerra y pusiera a alguno de los Crimson Wolves en peligro, pero la presencia de los tipos allí presentes me hacían andar con más precaución de la necesaria. Un movimiento en falso y podría acabar muerto.
Por el camino, un extraño malestar me hizo apoyarme en una barandilla del jardín, haciéndome sentir algo mareado e inestable. Espere unos minutos a que mi cabeza volviera a ser lo que era, mientras esperaba sentando en un banco y contemplaba lo horrible que era aquel lugar, más propiamente sacado de un cuento de terror. Intenté buscar el problema de mi mareo, pero lo acuñe a que estaba enamorado, pues nunca me había sentido de esa manera.
Termine de recuperar fuerzas y me dirigí de nuevo a mi cuarto, parando antes por una tienda de comestibles para comer algo típico del lugar. Al final de unos largos minutos y de molestar a la dependienta con mis cientos de preguntas en busca de información de los productos, me decante por un sapo asado en su jugo. Casi al salir de la tienda me lo comí por completo, sintiendo de nuevo un mareo, más leve que el primero, y un extraño dolor punzante en mi mejilla. Me lleve la mano al dolor y noté una extraño hinchazón. –Maldita sea, ya me ha picado un bicho en mi hermoso rostro.- tiré el envoltorio del sapo a una basura y me dirigí cabreado a mi cuarto.
Cuando por fin llegue me desplome sobre la cama, en la cual ya no había ninguna joven durmiendo y me quede terriblemente dormido. Siendo despertado, como era de costumbre en ese lugar, al día siguiente por un molesto y desagradable graznido de cuerpo. Maldije a gritos y me puse a mover los brazos para que se marchara. Intenté dormir de nuevo, pero no era capaz de volver a coger al sueño, por lo que me dirigí al baño y me lave la cara en un lavabo, observando como la picadura había casi desaparecido, dejando un pequeño punto rojo en mi mejilla. Estuve largo tiempo debatiendo si debía explotarme el puntito, pero eso haría que mi cara se enrojeciera más decayendo así mi belleza.
Volví a mi cama y en la mesilla, al lado de esta, me encontré los dos objetos que había mencionado la emperatriz. Lo examiné por encime y entonces recordé que ese mismo día partían a la batalla. Corrí como loco, en busca del lugar de partida y con suerte, encontré a un montón de gente que parecía ir en la misma dirección. Los seguí y acabe, no sé muy bien como, dentro de un barco. Decidí probar suerte y espere que ese barco me llevara más cerca de mí amado corazón.
Cuando desembarcamos, un montón de soldados me rodeaban, los cuales parecían un poco confusos y no sabían a dónde dirigirse, pero la voz de mi amada sonó por encima de todos, haciéndome sonreír como un bobo y sorprendiéndome con cada una de sus palabras. Pero entonces hizo algo que me puso en alerta ¿Había creado lluvia acida? O algo así distinguieron mis ojos, mientras recordaba mi primer objetivo en ese lugar, infiltrarme. Fui atravesando el tumulto de personas que había en el lugar, hasta llegar a la altura de la emperatriz, mostrando mí mejor sonrisa y unas palabras de mí repertorio.- Princesa, ya ha llegado su príncipe para protegerla.
Me coloque al lado de unos cuantos tipos más que parecían tener las mismas intenciones que yo y los mire con algo de recelo. Tenía que buscar una oportunidad para quitarle ese maldito collar, antes de que llegaran a la guerra y pusiera a alguno de los Crimson Wolves en peligro, pero la presencia de los tipos allí presentes me hacían andar con más precaución de la necesaria. Un movimiento en falso y podría acabar muerto.
- Meln:
- Mareo por el beso- comer sapo- dormir - ir en barco- colocarme cerca de la emperatriz y buscar momento para robar collar
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