Preparativos Para La Guerra. [Privado] [Kyofu No Yohei]

Cada uno de los integrantes de la banda habían marchado a entrenar, pero no sin antes Madara comentarle algo a Ushi, que debía hacer algo con Vylia. Desde luego que era en lo último en lo que el pobre adulto pensaba. Tan solo pensaba en una cosa y eso era en entrenar. Debía pulir sus habilidades y lo mejor era aumentar su defensa. ¿Por qué? No quería perder a nadie más, así que debía protegerlos. Fue el último que marchó de la sala y lo primero que hizo fue ir a cubierta. El mar era tranquilo, aquel salado olor le reconfortaba. Cerró los ojos y se centró en el ambiente, el silencio. Cuando los abrió se había transformado en su forma híbrida y, con ayuda de sus alas, dio un tremendo salto para volar lo más alto posible y aterrizar en el mástil central, donde había un pequeño puesto de vigilancia. Se sentó en el centro y de nuevo volvió a su forma humana, sabía que era lo que debía mejorar y eso iba a ser sus grandes muros de piedra. Hasta la fecha tan sólo podía crear muros sólidos y cuadrados, lo cual era un problema. Debía centrarse en moldear aquellos muros para poder darles otras formas geométricas. Ya lo había probado antes, pero nunca había tenido un buen resultado. Cerró los ojos, posó sus manos sobre sus rodillas mientras adoptaba la postura de meditación adecuada y comenzó con el entrenamiento.

Un muro se creó al instante delante de él, era totalmente rectangular sin ningún tipo de forma. Apretó sus puños con fuerza y lo volvió a hacer. De la madera surgió otro muro más, pero esta vez justo a su espalda, estando cubierto tanto por delante como por detrás. Era bueno que pudiese crearlos sin tener que mirar directamente donde quería hacerlos ya que así, si se aproximaba algún proyectil o algo que pudiese detectar desde su flanco ciego, podría pararlo con eso. Pero no era lo que esperaba, aquello era poco para él, sin contar que en forma humana los muros eran pequeños y finos, siendo fáciles de destruir. Abrió sus manos y agarró sus rodillas, impotente, apretó con fuerza y se concentró. Debía estar tranquilo, en calma, así que decidió relajarse, escuchar las olas del mar chocar contra el duro caparazón del barco. El sonido de la naturaleza le ayudaba, podía sentir a las aves sobrevolar por encima de él. Era la oportunidad que necesitaba, ya no estaba tenso ni apretaba sus manos, así que concentrando su energía a cada lado de él consiguió crear dos muros, aunque estos más pequeños que los anteriores. Eran más débiles, protegían menos, pero al menos podría cubrir dos flancos a la vez, pero… ¿Aquello era lo que él quería? No. Con aquel nivel de poder no podría hacer nada.

Frustrado se levantó, su cuerpo comenzó a rodearse de escamas cobrizas con toques verdosos. Sus ojos se afilaron al igual que sus nuevos colmillos y sus garras. Dos grandes alas aparecieron a su espalda al igual que una larga cola desde su trasero. Abrió los ojos y, justo en ese momento, lanzó cuatro golpes. El primero fue abriendo los brazos y lanzando una palmada a cada muro que estaba su lado, tanto en el derecho como en el izquierdo. Estos saltaron del sitio y volaron hacia el mar. Debía limpiar lo que había ensuciado. Su cola, entonces, lanzó un golpe hacia atrás y, con una tremenda fuerza sobrehumana, lanzó el muro de su espalda y, de nuevo, al mar. Ya tan sólo quedaba uno que le estorbaba, no sabía cuánto tiempo había pasado desde que comenzó el entrenamiento. Su puño derecho avanzó hacia el frente para quitarse de en medio a ese último muro de piedra. Tras haber despejado la zona, volvió a sentarse, adoptando la posición de meditación y fusionándose con el ecosistema.

Con el arco tenso, y la respiración calmada, me concentraba en moldear el gas corrosivo en forma de flecha. Ese era el primer paso, pero no el más importante, ya que sin que ese gas se solidificase, por decirlo de alguna manera, no podría usarlo como proyectil. Cuando la flecha estuviera lista ya me ocuparía de ver como hacía lo otro. Darle forma al gas era complicado, pero mi fuerza de voluntad era superior a esa dificultad y encontraría la manera de llevarlo a cabo. Según el dragón negro tendría aproximadamente tres horas en tierra, por lo que debía darme prisa. Los minutos fueron pasando y con ellos mis intentos de flechas que más parecían señales de humo que munición. En mitad de este tiempo tuve que parar un segundo para tomar aire, respirar hondo y recordarme que necesitaba hacer esto, volviendo luego a la manipulación del gas.

No estaba segura de cuanto había pasado ya, pero el gas adoptaba ya más o menos la forma deseada. Aunque, de repente, se empezaron a oír impactos en el agua, y pude ver como bloques de piedra salían volando desde el puesto del vigía. Sin perder un minuto ante el posible ataque cambié a forma híbrida y salí volando. Mientras me dirigía a la supuesta zona de ataque preparé una flecha en el arco, dispuesta a lanzarla nada más identificar la amenaza. Aunque lo único que encontré fue a Ushi en completa dándole golpes a muros de piedra, que imaginé el mismo había generado.

-¡Ushi! ¿Qué es lo que pasa? ¿Por qué tanto jaleo? ¿Nos han atacado o algo? – Le pregunté tras el grito inicial.

No parecía ser nada, pero era mejor asegurarse de que todo estuviera en orden. Por suerte el que estaba allí aún debía ser el Ushi mayor, por lo que sería algo más fácil saber que había pasado que si fuera el niño chico. Aunque ahora que lo pensaba, a este había veces que tampoco se le entendía demasiado bien.

El dragón mantuvo sus ojos cerrados mientras sentía las manos de la joven en su espalda. Debido a que estaba en un tamaño normal podía sentirlo mucho mejor. Soltó un suspiro de gusto y después de unos momentos soltó un pequeño quejido. Las manos de la joven resultaron ser bastante agradables. Nunca había recibido uno de aquellos, pues todas iban siempre a lo que iban. Al sexo rápido y dinero fácil. Lily era una persona que se notaba distinta y por eso había atraído tanto al dragón. Estiró los brazos a los lados pensando en lo pasado y si debía cargarse a Bleyd de una vez. No era algo que pudiera costarle mucho. Incluso con una mano atada a la espalda podría. El loco de la guarrilla espía y la rata rosa era fuerte al lado de los demás miembros, pero ante él era un mosquito.

Madara abrió despacio sus rojizos ojos y los clavó en el cartel. Lo primero que hizo fue pasar su lengua por los labios cuando vio el precio. Luego vino la foto y después el apellido y las palabras de la joven. Se rascó un poco la cabeza y después se mantuvo pensativo. Soltó un enorme bostezo y se dio cuenta de que tampoco era tanto dinero. Si tenía el apellido de ella podía ser un familiar. La opción de pareja descartada, pues lo mataría sin piedad y además, un apellido noble… No, la chica no estaría tan orgullosa si no fuera suyo. Debía de ser un hermano, un primo o incluso su padre. El devastador entonces mostró una pequeña sonrisa y se reincorporó. Quedó sentado frente a ella y la miró fijamente a sus hermosos ojos.

- Sé lo que se siente el tener un ser querido con precio. Mi hermano pequeño vale novecientos mil millones. No te preocupes, no le tocaremos ni un pelo. – Dijo acariciándole la cabeza con la mano. – ¿Es tu hermano? – Preguntó entonces para salir de dudas y saber si comérselo o no.

Escuchaba sonidos fuera y algo le decía que el resto ya estaba entrenando. Era posible que él saliese pronto a la cubierta a hacer también de las suyas, pero por el momento estaba demasiado cómodo con la muchacha allí. El dragón bajó la mano de la cabeza de ella hasta su mejilla derecha y allí miró de nuevo sus ojos. Era demasiado hermosa y su personalidad le volvía loco. No pudo evitar suspirar con un poco de decepción. Era una lástima que ella no pareciese sentir nada similar.

- Prometí que no te iba a molestar, que no te tiraría los tejos y te respetaría. Eso seguiré haciendo hasta la muerte, pero debo admitir… Que eres perfecta. – Dijo entonces admirándola como si de un tesoro se tratase. – No solo eres hermosa, tus ojos son bellos, tu corazón me hace querer protegerte de todo y tu personalidad me hace estar contento. Yo, Uchicha Madara me he imprimado, tiene cojones. – Mencionó soltando una leve carcajada y mirándola de cerca a los ojos, pero respetando las distancias ante todo.

Se mantuvo mirándola fijamente mientras pensaba en lo bien que le estaba sentando el masaje, por lo que quizás debía volver a… No, no se lo pediría si no era por voluntad propia esta vez. Cogió el cartel del tal Ryuken y memorizó bien su rostro. Asintió con la cabeza y continuó mirándola fijamente. Esperaba alguna reacción por su parte o que dejase salir aquella voz que tanto le gustaba a él. Tal vez lo fulminaba con la mirada y eso lo haría sentirse demasiado bien. Como amaba aquella mirada, era la mejor.

- ¿Qué desea ahora mi tesoro?

Ushi seguía frustrado por no poder desarrollar su técnica del todo. Estaba a punto de volar el puesto de vigilancia, pero aquello no debía hacerlo. En sus pensamientos seguía inundándose, viéndose como una persona débil que no era capaz de protegerse a sí mismo ni mucho menos a los suyos. Debía estudiar una mejor forma de entrenar ya que eso no le estaba dando resultados. Entonces, entre sus delirios, pudo escuchar la voz de una mujer, la de Vilya. Al parecer pensaba que tal vez los estuvieran atacando o algo ya que el ruido que el joven provocaba no era poco. Aquellos golpes contra los muros de piedra retumbaban en todo el barco. En su forma humana ya, Ushi agachó la cabeza. No podía mirarla a la cara y decirle que era débil, que no iba a poder proteger a nadie si seguía así. ¿Lo mejor era abandonar? No, eso no debía planteárselo, a pesar de creer que era una carga. La miró fijamente con sus ojos fríos y su cara triste que siempre poseía en dicha forma.

- No… Tan sólo estoy entrenando… Pero no va bien… - Seguía siendo tan cerrado como de costumbre, sin mostrar sus sentimientos y creando una coraza que impedía entrar en su mente. – Debo hacerme más fuerte… Solo es eso… - Aclaró.

Apretó sus puños con tanta fuerza que se clavó sus uñas en las palmas de las manos. Estaba impotente, con tan solo una cosa en mente: entrenar. Agachó de nuevo la cabeza, no sabía cómo escapar de aquella situación. La pequeña plataforma tembló por un pequeño instante y de los pies de Ushi surgió una pequeña columna alta de piedra. ¡Sí! ¡Había conseguido hacer algo que antes no había podido! Había creado una especie de cilindro y no el típico muro rectangular de piedra. Ahora se encontraba en lo alto del pilar, aunque tampoco era tan largo. Tal vez dos metros, como mucho. Abrió sus manos y dejó caer unas gotas de sangre al suelo provocadas por la herida con sus uñas. Pero, durante un instante casi imperceptible del ojo humano, pareció dibujarse una mueca lo más parecido posible a una sonrisa en la cara de Ushi. Pero, tal vez fuera la imaginación. ¿Podía en aquella forma siquiera pensar en algo bueno?

Parecía que mi compañero estaba pasando por un momento malo, incluso para su forma pesimista de ser. Estaba tan frustrado que hasta se estaba haciendo sangrar las manos de lo que las tenía apretadas. Quizás pudiera ayudarle con su entrenamiento mientras hacía el mío, a fin de cuentas, parecía estar creando muros de forma defensiva. La frustración dio sus frutos, puesto que Ushi se elevó sobre un pilar de piedra. Bueno, o eso pensé yo, su cara seguía siendo la misma de siempre y no sabía si era lo que quería o no. De todas formas, no tenía mucho tiempo para malgastar así que le propuse una idea al dragón.

-Entrenaré contigo, yo estoy practicando la creación de flechas corrosivas. Así que haremos lo siguiente, yo practico disparándote y tu defendiéndote con esos muros. No te creas que seré blanda contigo, te atacaré desde todas las direcciones moviéndome en el aire. Si bien las flechas no podrán contra tu piedra, si te descuidas y alguna te da notaras bastante escozor, e incluso puede que empieces a perder ropa.

Sin esperar a que el otro mercenario pudiera responder me elevé un poco más. comencé a girar en torno al chico, preparando la flecha de gas, y luego disparándola. Como le había dicho, estas flechas no podrían corroer la piedra, pero si podrían hacerlo con su ropa. Y aunque no era mi intención desnudarlo, estaba segura de que el haberlo mencionado sería una motivación para esta faceta de Ushi. Si hubiera sido la faceta adolescente seguro que también hubiera sido una motivación, pero de otro tipo.

Me moví un poco más, esta vez en diagonal hacía bajo para dispararle otra flecha de gas. Cada vez me salían mejor y parecían tener mayor consistencia. Todo iba bien, solo faltaba que Madara subiera en algún momento para poder hablar con el de sus ideas para la protección de las islas que les pertenecieran. Además, necesitaba recursos para empezar la investigación con los especímenes adecuados.

Madara se relajó bastante cuando afirmó que era su hermano. Ya no lo mataría, una suerte que no fuera su pareja, o le arrancaba el corazón del pecho de un tirón. Soltó un pequeño suspiro de alivio entonces y continuó mirándola fijamente a los ojos. Las palabras adorables hicieron al devastador ladear un poco la cabeza y finalmente sonrió. Era perfecta en todos los sentidos y siempre supo que tenía una forma dulce. Esos preciosos ojos no podían ser de alguien que estuviera siempre de malas. No tardó mucho en mirar su rubor y lentamente fue ampliando su sonrisa. No podía evitar estar tan colado por ella. Era la perfección en mujer. Era perfecta para él y sabía que la quería para él. No iba a dejarla escapar y lucharía con todas sus ganas por su amor. Ya tenía un nuevo objetivo en la vida. Lily debía convertirse en su princesa.



Cuando el dragón notó el beso en su mejilla por parte de ella no pudo evitar abrir los ojos un poco más de la cuenta. Se colocó la mano en la zona donde estuvieron sus labios y una sonrisa se formó en su rostro. Se quedó mirándola unos segundos y asintió a lo de entrenar una cosa. El dragón entonces estiró su mano y la tomó de la barbilla. Miró sus ojos dorados y en su rostro podía verse una extraña mirada de calma. Ella le estaba relajando muchísimo. Fue entonces cuando Madara acercó sus labios hasta los de ella y la besó despacio, con bastante cariño de hecho. En un suave beso que duró al menos tres segundos se separó despacio y se colocó en pie. Avanzó despacio hasta la puerta y después se giró mirándola.

- Si quieres que eso suceda más, es que me quieres. Si has sentido odio u asco es que no. Elijas lo que elijas, yo si te quiero. – Dijo guiñándole el ojo. – Si no te importa voy a cubierta a entrenar también, tal vez deberías venir, pequeña. – Terminó de decirle de una forma bastante agradable.

Madara salió a la cubierta abriendo ambas puertas con sus manos. Caminó hasta fijarse que Ushi y la mujer dragón ya estaban entrenando por su lado. Era el momento de que él continuase mejorando el estilo emperador. Juntó entonces las manos y empezó a moldear energía alrededor de su brazo derecho. Lo que planeaba era formar un golpe imbuido en algún tipo de energía que pudiese joder a sus enemigos de forma interna. El que se le ocurrió fue el tipo vibración y por ello haría eso. Colocó la mano derecha en forma de garra y empezó a lanzar golpes al aire al mismo tiempo que concentraba su energía en la palma de la mano. Ahora que estaba allí, Vilya podría decirle lo que desease.

- Estilo emperador…

Susurró despacio al mismo tiempo que sus ojos se cerraban. No pretendía transformarse para ello, pues era algo que debía hacer por él mismo y no por su fruta. Tan solo tenía un pantalón negro puesto, por lo que su musculoso torso estaba al descubierto. Le gustaba saber habilidades cuerpo a cuerpo además de las de armas y aquella sería una de ella. Tomó aire y lanzó una palmada hacia un lado. También esperaba que su rubia estuviese entrenando cerca para poder tenerla a la visa.

- ¡Lily! Atácame si lo necesitas para tu entrenamiento. No hace falta que me avises, así mejoro yo también mis sentidos. – Le dijo mirándola de forma sádica y levantando su pulgar derecho hacia ella.

Vilya le propuso algo a Ushi; entrenar juntos. Ushi agachó la cabeza y miró para otro lado durante un momento, creía que no era digno de entrenar con nadie ya que su fuerza era muy baja. En aquel momento no era nada más que un debilucho. Comentó algo sobre unas flechas corrosivas y sabía que algo podía hacer, tal vez podría ayudarla. Era un dragón capaz de escupir ácido, aunque su ácido no era tan potente como el de Madara. Cuando Vilya terminó de hablar, sin esperar un momento, se elevó y comenzó a volar alrededor de Ushi, preparando su ataque. El joven se dio cuenta de las intenciones, sabía que ella no iba a esperar una respuesta así que debía tratar de defenderse de alguna forma. Se dejó caer del pilar cuando vio que ella iba a disparar, dejando tras de sí, justo encima del cilindro de piedra, un nuevo muro curvo que le protegería de la primera flecha.

- Bien… - Susurró para sí mismo.

Había conseguido crear una nueva forma, un muro rectangular pequeño que se curvaba, pudiendo proteger un pequeño porcentaje de cada lado. Pero entonces vino un segundo ataque justo antes de celebrar su mejoría. Una segunda flecha avanzó hacia él. Fue capaz de crear un segundo muro de protección, pero era demasiado lento. La flecha tenía más velocidad, por lo que avanzó sin problema hacia el cuerpo de Ushi, impactando contra su hombro. Por suerte no consiguió clavarse, pero si provocó un pequeño corte. La herida le escocía, su ropa comenzaba a derretirse y, para evitar que se quedara desnudo y la corrosión avanzase, arrancó la manga de su gabardina. Por suerte estaba tan acostumbrado a perder la ropa en batallas que había aprendido a coser. Su brazo izquierdo se mostró, era musculado y fibrado notándose así su entrenamiento. Iba a seguir peleando de forma amistosa, mejor dicho, defendiéndose, cuando escuchó la voz de Madara. Al parecer aquel tipo había terminado con sus cosas de mayores con Liliana y salió a entrenar.

Se asomó y los vio en cubierta a los dos, desde lo más alto. La albina le respondió y tras eso sus brazos se imbuyeron en una energía morada. Estaba curioso, no sabía que tan fuerte podía ser aquella chica y deseaba ver, al menos, su primer ataque. Dando honor al nombre del dragón que poseía y a los gustos de este, creó una pasarela que sobresalía de la plataforma de madera. Un camino estrecho y fino que caía como si de un tobogán se tratase, pasando a dos pequeñas plataformas que dejaba ver el combate más de cerca. No había bajado mucho, tal vez dos metros solamente y por suerte era estable. Era el momento de descubrir lo fuerte que se había vuelto Madara. Sabía que su líder era mucho mejor que cualquier otra persona, para él uno de los más poderosos del mundo. ¿Podría sorprenderlo? Una sonrisa durante un mínimo instante se dibujó en su rostro y desde lo alto del puesto de vigía, justo por debajo, creó una fina y larga estalactita que caía hacia Madara. Sabía que sus reflejos eran sobrehumanos y que no conseguiría sorprenderlo, pero debía intentarlo.

Uhsi paró la primera de las flechas con un muro curvado. Ese muro era algo diferente a los que había visto caer desde la cubierta apenas unos minutos antes. ¿Era eso lo que trataba de hacer? La verdad es que variar la forma de sus muros le podía dar mucho juego, ya fuera ofensiva o defensivamente. El salto desde el pedestal me sorprendió, pero aun así le lancé la siguiente flecha. Comprobar que tal se defendía en movimiento también estaría bien, incluso puede que le desvelara más cosas a mejorar de su defensa. La generación del muro no fue lo suficientemente rápida y no detuvo mi flecha. La flecha impactó en el hombro del dragón haciéndole un pequeño corte y expandiendo el gas corrosivo, que pronto empezó a devorar la tela. El muchacho arrancó la manga para evitar quedarse sin más ropa, mostrando un musculado brazo.

Tras eso algo distrajo, no disparé la siguiente flecha para acercarme un poco a ver que era aquello tan importante. En la cubierta ahora estaban Madara y la nueva. No pude evitar sentir algo de celos por el tiempo que habían pasado a solas, y más después de que el mercenario la presentara como su mujer. ¿Era posible que el dragón negro hubiera cambiado tanto en dos años? De todas formas, debía dejar esos sentimientos de lado, lo ocurrido solo habías sido por diversión. Aun así, no podía evitar sentir algunos recelos contra el jefe. Vi al otro dragón hacer una pasarela desde la torre y caminar por ella quedando sobre la pareja. Me sorprendió ver como mi compañero creaba una estaca de piedra y la dejaba caer encima de Madara.

Se me ocurrió que podía ser una buena prueba de lo que nuestro líder había mejorada en esos dos años, por lo que disparé una de las nuevas flechas imbuida en haki hacia él. Había apuntado al sitio más o menos concreto donde la estaca caería para que llegaran a la vez, pero no había estado demasiado con Ushi como para que fuera una combinación perfecta. Quizás más tarde pudiéramos practicar esos ataques los dos juntos. No solo era una prueba para el mercenario, sino también para la nueva incorporación. Sus reacciones nos dirían mucho acerca de ella, incluso de su fuerza si trataba de meterse entre los ataques y el dragón.

La energía morada de la joven tenía al dragón algo curioso. Ese tono era similar al del veneno y por ello pensaba que tal vez era algo tóxico. Se mantuvo mirando despacio a la rubia entrenar con su haki extendido por si el payaso de Bleyd continuaba por la zona. Él mientras tanto continuaba canalizando su energía en la mano mientras lanzaba varios golpes sin intención alguna de levantar ondas ni nada por el estilo. Su golpe era algo que debía pasar las armaduras de sus enemigos fuesen lo que fuesen. Era algo más técnico que violento. Se mantuvo calmado entrenando aquella cosa como bien podía y entonces pasó algo que le hizo ladear la cabeza. Los otros dos no parecían estar luchando y algunas cosas raras de piedra iban formándose por el sitio. Ushi tenía un buen control del elemento, pero justo entonces notó las intenciones hostiles hacia su persona.

- Serán cabrones…

Madara se mantuvo con la mano estirada hacia el frente sin hacer nada. La flecha y el trozo de piedra estaban ya a centímetros de su cara. Justo entonces estallaron en trozos de los distintos elementos. Una especie de costillas azuladas se habían formado alrededor del mercenario. Sus rojizos ojos ahora se clavaron en aquellos dos sujetos y sonrió de forma siniestra. Con su mano había imbuido la barrera en su haki perfecto y por ello haciéndola indestructible para ellos dos al menos. Sus alas negras surgieron de su espalda y se elevó en el aire mientras continuaba rodeado de su escudo. En poco tiempo lo anuló quedando en su aspecto normal. Salió disparado a toda velocidad hacia Ushi. Cuando llegase hasta su posición lanzaría una rápida patada voladora a su pecho, le diese o no, giraría sobre sí mismo y lanzaría un cañonazo de ácido hacia el brazo derecho de Vilya. El color era rosado, por lo que tal vez ella no sospechaba que era corrosivo.

Les diese o no, el mercenario saltaría hacia la playa y se quedaría en la arena. Mostró una expresión temible y colocó ambas manos juntas. Su escudo azulado tomó forma y un enorme monstruo humanoide de unos siete metros se formó. Él quedó dentro totalmente protegido y con tan solo sus alas extendidas en forma humana. Sonrió de forma un poco engreída y se quedó mirando hacia sus hombres. El monstruo rugió con fuerza y alzó ambos brazos, en cada uno portaba una espada. De su barbilla nacían dos cuernos y su musculatura era considerable. Madara entonces empezó a reírse de forma siniestra. Se relamió despacio y continuó canalizando energía vibratoria en su mano derecha.

- ¡Vamos! ¡No creo que podáis hacerme gran cosa! – Desafió a aquellos dos de forma que parecía sentir superioridad.

Si la rubia quería añadirse a la pelea no iba a quejarse, pero por el momento él estaba esperándoles en la arena de la playa. Sabía de sobra que no iban a poder hacerle casi nada. Tenía su haki centrado en ellos totalmente y por lo que notaba, aquello iba a ser demasiado fácil en cuando se pusiera un poco serio.

Tras el ataque de Ushi, la dragona Vilya decidió unirse a él y atacar también a Madara. Tanto la flecha como la estalactita iban directos hacia el líder de la organización, pero entonces desató una de sus técnicas. Unas enormes costillas rodearon al dragón negro y desintegró ambos ataques. Era el momento de una verdadera pelea, ni siquiera Ushi y Vilya trabajando juntos podrían con Madara, pero eso poco le importaba al joven buey. Era el mejor entrenamiento que recibiría en años, así que debía aprovecharlo. Se dio cuenta que su líder iba a atacar, pero no sabía a quién. Necesitaba defender a su compañera y resistir el golpe que le pudiese propinar. La piel de Ushi comenzó a rodearse de escamas hasta que al final se transformó en su forma híbrida. Madara avanzó hacia él y el joven, en vez de defenderse, creó un muro en forma de óvalo que cubría a Vilya de cualquier ataque. Era una especie de escudo que si Madara podría atravesarlo sin problemas, al menos frenaría el ataque y avisaría a su compañera. Pero el pelilargo decidió atacar a Ushi, lanzando una patada hacia el pecho de Ushi que impactó con gran fuerza. El joven salió volando y chocó contra una pared de madera, amortiguando el golpe con sus alas y cola. Comenzó a toser sangre, su visión estaba nublada y apenas podía buscar a su compañera con la vista. Vio su mochila al lado y sacó sus armas de kairoseki. Se colocó las dos hojas ocultas en sus brazos, las garras se las puso y guardó las esposas a su espalda. Si bien no eran suficiente, tal vez podría hacer algo y debilitar a Madara.

- Hitomi Rei… - Pronunció.

Sus ojos se volvieron blancos en su totalidad, desapareciendo así su pupila y unas venas se mostraron alrededor de sus ojos. Consiguió fijarse en Madara que ahora estaba de pie en la playa, con un enorme monstruo humanoide que le protegía. Poseía espadas en cada mano, sin duda era realmente peligroso. Ushi se lanzó a su máxima velocidad hacia la playa, creando tras de sí pequeñas columnas de piedra una tras otra, una más alta que la anterior. Si Vilya lo entendía sabía que podía usar dichos pilares para tomar una buena posición desde el aire. Ushi se mostraba cansado y justo cuando se acercó a Madara, creó entre los dos un muro de piedra que impedía la visión entre ambos. Sabía que el haki de observación que su líder poseía podía prever su ataque sin problemas, pero quería, al menos, mostrar algo de dificultad. Saltó el muro y fue directo hacia la cara de aquel temible monstruo, atacando con sus nuevas zarpas de kairoseki en los ojos, clavándolas lo más rápido que pudiese. No podrían hacerle nada a Madara si no destruían primero a aquella bestia.

En cuanto los ataques impactaron en las costillas del dragón sentí un escalofrió recorrer mi espalda. Puede que no hubiera sido del todo buena idea hacer eso, pero ese tipo de entrenamiento era el mejor, siempre y cuando el jefe se controlara y no se entusiasmara demasiado. Activé mi haki mantra, preparándome para la réplica del dragón negro que por lo que estaba notando no se haría esperar. Cuando Madara saltó hacia nosotros vi como mi compañero creaba una barrera de piedra a mi alrededor, seguramente haciendo el mismo de blanco. No tardé demasiado en escuchar el golpe contra la madera y presentir el peligro. Usé toda mi velocidad para dejarme caer en picado hacía la cubierta mientras el ácido del dragón se estrellaba contra la piedra.

Ushi no parecía estar demasiado allá tras el golpe, pero en seguida se repuso y se lanzó al ataque formando columnas de piedra por el camino. Me concentré haciendo que en varios de ellos se comenzaran a formar unos árboles que más adelante tenía pensado usar. Mientras tanto, saqué una de las flechas de punta de obsidiana y la coloqué junto a una de las flechas de gas corrosivo. Tenía pensado aprovechar el ataque de mi compañero y las columnas para intentar sorprender al jefe. Moviéndome a través de las columnas sin acercarme demasiado, puesto que mi especialidad era la lejanía, le lanzaría a algún punto de la criatura las dos flechas al mismo tiempo intentado que su potencia combinada más el haki hicieran mella en la defensa del mercenario.

Sabía de sobra que mi haki y potencia eran muy inferiores a las del dragón negro, pero esperaba que mi maniobrabilidad y velocidad unida a las columnas fueran suficientes para esquivar cualquier cosa que me lanzara o para tratar de evadirlo mientras le seguía disparando. Además, trataría de apoyar a Ushi, aunque fuera complicado al ser el luchador cuerpo a cuerpo. En uno de los movimientos vi a la nueva en la cubierta del barco a lo suyo. Sería una de esas personas individualistas que no saben cómo luchar en equipo o persiguen solo sus propias metas. De ser así, tendríamos un serio problema en las misiones.

Una sonrisa se formó en el rostro del moreno cuando vio la barrera de piedra bloquear su ácido. No pudo evitar aplaudir desde su posición por la buena combinación de piedras de Ushi. Sabía que aquel hombre valía cien veces más que Bleyd, bueno, eso podía ser insultando, quizás un millón. Siempre había confiado en la vaca como su arma secreta. Ahora supo que no se equivocaba, pero entonces le vio ir hacia su posición a toda velocidad ¿Qué diablos pretendía? Debía admitir que tenía huevos. El enorme monstruo alzó sus espadas mientras se preparaba para atacar. Justo entonces el chico creó un muro de piedra. El mercenario colocó la mano derecha en el interior de su barrera imbuyéndola en haki y haciendo que tomase un color morado en lugar de azul.

En cuando predijo las intenciones del dragón empezó a reír despacio. Tal y como planeaba, sus cuchillas impactaron en el rostro del enorme ser, junto al proyectil de la arquera. Un poco de humo se formó entonces y cuando se disipó, el enorme ser estaba intacto. Rugió con fuerza y aprovechando la cercanía lanzó un tajo hacia arriba, provocando una onda cortante que fue rumbo a por Ushi. El mercenario miró hacia el sitio del que procedía la presencia de la dragona y sonrió de forma siniestra.

- Me temo que no podéis romper mi barrera perfecta de ninguna forma ¡Es mi turno! – El mercenario salió volando entonces a toda velocidad rumbo hacia la chica.

El escudo lanzaba ondas cortantes hacia los pilares, haciéndolos pedazos. Trató de cortar las plataformas también con su haki armadura. Cuando estuviese cerca de ella trataría de embestirla simplemente. El enorme escudo en sí podía usarse como escudo de choque. Claramente apuntaría de forma que saliese despedida hacia la playa, para que de esa forma no cayese al agua. Le diese o no, aterrizaría de nuevo en la playa y miraría a ambos con una sonrisa siniestra.

- ¡Hahahahaha! ¡Sigamos bailando! – Gritó de forma alta mientras continuaba canalizando su energía en el brazo derecho.

Ya había dominado más o menos el conocimiento para producir la energía vibratoria. No había sido tampoco tan difícil, pero se daba por satisfecho. En su siguiente ataque lanzaría su nueva habilidad contra uno de ellos dos. Esta vez había planeado bien las cosas. Todo aquello estaba haciéndolo sin sus armas, pero gracias a su fruta tenía una fuerza física monstruosa. Sonrió unos momentos y después alzó la mano izquierda. El enorme ser alzó ambas espadas y rugió de forma que un poco de arena se levantó.

- Ardo en deseos de saber lo que pensáis ahora ¿Cuál será vuestro siguiente movimiento? ¡Vamos, romper mi barrera si os veis capaces! – Gritó desafiante mientras mantenía su mantra fijo en los tres en todo momento. De hecho, lo siguiente que hizo fue sentarse en la arena se forma provocativa.

Las garras de Ushi chocaron contra el ojo del monstruo al igual que las flechas de Vilya. Una humareda se levantó y cuando desapareció, la bestia no tenía ni un solo rasguño. Rugió con fuerza y entonces lanzó un tajo ascendente, lanzando así una onda cortante que viajaba hacia Ushi. Él se propulsó desde la cara del gigante y creó un muro pequeño de piedra. La onda lo atravesó sin dificultad y chocó contra el cuerpo de Ushi, provocando cortes en sus escamas. Cayó desde lo alto hasta la playa, chocando contra el suelo con fuerza y levantando polvo. Cada vez estaba más cansado y casi sin energías. Se fijó entonces que Madara iba a ir en contra de Vilya y él no iba a poder hacer nada para defenderla. Era demasiado débil aún. Agachó la cabeza y escuchó un golpe. Entonces vio a Madara con una sonrisa siniestra en la playa, gritando y riendo.

El monstruo gigantesco alzó sus brazos con armas en mano y rugió, creando una humareda de arena y polvo. Madara estaba ahí, desafiante, deseando que le atacasen y montando un buen espectáculo. Se sentó en la arena de forma desafiante. Ushi comenzó a correr para ganar alcance y acercarse tanto a Madara como a Vilya, tal vez así podría protegerla mejor. A escasos metros de la gran bestia paró en seco y golpeó el suelo con las palmas de sus manos. Una hilera de estalagmitas comenzó a crearse desde el suelo, pequeñas, finas y afiladas. Comenzaron a avanzar hacia la bestia, pero su intención no era atravesarla. Sabía que para él sería imposible acabar con aquella gran barrera, era sin duda indestructible. Más bien su intención era atacar desde dentro, creando estalagmitas desde el interior del monstruo. Tanto desde el suelo como de la pared surgirían pequeños pinchos de piedras que se abalanzarían contra Madara, con la intención de ensartarlo. Ahora estaba más cerca de su compañera e intentaría estar ahí para protegerla con su vida si hiciese falta.

Madara venia hacía mi cortando todos los pilares que encontraba a su paso mediante ondas. Sin ellos sería casi imposible no ser golpeada por la gigantesca técnica del mercenario, pero quizás hubiera algo que pudiera hacer para evitar en lo posible los efectos adversos. El dragón era rápido y fuerte, pero poco ágil, si conseguía un poco de ventaja podría librarme de la mayoría del golpe. Ya me encontraba en mi forma hibrida por lo que me evita el tener que transformarme.

Me lancé a toda velocidad contra el Shichibukai, en lo que se podría considerar un acto suicida. Cada vez me encontraba más cerca de él y cuanto más lo estaba más dudas me surgían del plan, pero era lo único que tenía en mi arsenal de momento. Además, si lo conseguía, le demostraría al mercenario lo mucho que estaba evolucionando y que en algún momento podría luchar contra él sin miedo a morir. Cuando apenas quedaban unos pocos metros para colisionar con aquella armadura energética, viré hacia la derecha, sabiendo que el dragón me seguiría para interceptarme. Lo que no esperaría es que plegara las alas y comenzara a caer repentinamente, para a dos metros del suelo abrirlas de nuevo y tratar de evitar chocarme contra la arena de la playa. Pero fue en vano. De alguna manera me pilló las intenciones y me consiguió golpear mandándome contra la arena y provocándome bastante dolor por todo el cuerpo.

Por suerte, con mi haki y mi resistencia superior a la media y no me maté, ni me rompí nada, pero solo de milagro. Madara aterrizó en la misma playa algo alejado. Parecía que quería seguir jugando, pero otro golpe como ese y muy posiblemente yo me pasara varias semanas en la cama curándome. Aun así, no podía simplemente rendirme y que el dragón se saliera con la suya, no era mi estilo abandonar. Me levanté como pude, pasando a continuación a completa mostrando la forma de la gran dragona verde. Alcé el vuelo levanto bastante arena de la playa de paso hasta estar a varias decenas de metros sobre el suelo. Una vez en el aire comencé a concentrarme en generar la flecha de gas, no tenía un arco con que dispararla, pero seguro que concentrándome era capaz de generar uno de gas para el tamaño de la dragona, aunque eso gastaría demasiadas energías. Lo más probable era que solo pudiera usar una, como mucho dos veces ese ataque, pero no perdía por probar. Una vez lista, lanzaría la flecha hacía el mercenario y su armadura.

El enorme dragón había usado su mantra para predecir los movimientos de la dragona, de hecho, siguiendo también su aura y con su enorme velocidad logró impactarla contra el suelo usando su enorme barrera. Ahora se hallaba en la arena esperando a sus objetivos mientras sonreía de forma siniestra. Estaba hartándose de no tener sus armas, pues eran la base de sus habilidades. También presumía de su buena fuerza en el cuerpo a cuerpo y su estilo de luchar. Su enorme barrera preparó sus espadas cuando vio al dragón mirarle. En cuanto Ushi corrió hacia él, el enorme ser lanzó un par de cortes al aire y provocó un par de ondas cortantes que fueron hacia él, pero no con intención de darle. Haría que impactasen en la arena cercana para cegarle y molestarle. Justo entonces previó algo con su haki que no le gustó nada. Apartó la mano rápidamente de la pared del Impakuto lanzó un puñetazo al suelo.

Todo su cuerpo cambió a color morado entonces. Partió las piedras de sus pies antes de que saliesen y notó los impactos de los pinchos de las paredes en su torso. Era una suerte que su haki armadura fuese tan fuerte. Quedó un poco molesto con tanto estorbo en aquel pequeño espacio. Sus hombros tenían leves zonas enrojecidas por el impacto y eso le hizo chasquear la lengua. Justo entonces notó la presencia de la dragona hacerse más fuerte. Miró hacia su posición y pudo ver la enorme flecha y hacia él. Era enorme y eso le hizo sonreír de forma siniestra. El Impakuto entonces se deshizo. Sus ojos se abrieron como platos al no entenderlo. Abrió la boca lo más rápido que pudo y convirtió su cabeza en la forma completa. Una inmensa bocanada de ácido salió disparado e impactó contra le flecha de gas. La explosión formada tuvo como consecuencia varios charcos de ácido por la playa y restos de gas por la zona. El mercenario saltó hacia un lado volviendo su cabeza a ser humana. Su brazo estaba quemándole debido a un poco de gas recibido en la zona. Se tiró a la orilla del mar y rodó por ella mojándoselo totalmente con agua. Además, se vomitó después su propio ácido. El moreno se colocó en pie y clavó la mirada en el buey ¿Cómo?

- Un momento…

Recordó que en el momento en que predijo su ataque, usó su mano derecha para impactarla contra el suelo, lo que reventó las piedras con la energía vibratoria acumulada. En ese momento… Claro, las piedras salidas de las paredes alteraron la composición de su barrera y la reventaron. Había dejado de usar su haki en ella. No sabía si eso lo había planeado la vaca o solamente había tenido mucha suerte. Menos mal que pudo vomitar a tiempo su ácido, el cual al tener más potencia que el gas, lo dispersó. Poder imbuir su líquido en haki era algo fabuloso. Madara entonces mostró una sonrisa algo siniestra y clavó sus rojizos ojos en ambos. Se mordió la mano izquierda y provocó sangre. Cuando el líquido carmesí llegó a sus dedos empezó a lamerlo como si de un perro fuese. El sabor le hizo excitarse y reaccionar a la batalla. Fue en ese momento cuando entre risas colocó ambas manos en el suelo.

- Mokuton… ¡Gran Jungla! – Gritó.

Del suelo empezaron a surgir árboles, unos treinta metros a la redonda se vieron afectados por aquella técnica. La hierba creció hasta la altura de las rodillas y varios “lagos” de ácido se formaron en zonas al azar. La luz del Sol dejó de iluminar la zona, quedando todo oscuro, sumado al poder del clima de Madara oscureciendo el cielo, todo quedó bastante poco visible. Una vez hizo aquel poder, admiró su jungla con una sonrisa. El mercenario entre risas volvió a canalizar su energía vibratoria en el brazo derecho. De una potente patada al aire formó una onda cortante plateada en forma de media luna que salió a veinte metros por segundo e imbuida en haki hacia Ushi. A la arquera no la atacaría por el momento. Se quedó mirando al causante de su barrera rota (Con su mantra clavado en los tres) y después le señaló con el dedo índice izquierdo.

- Y por eso te quiero tanto, compañero… ¡Vamos, continúa excitándome! – Gritó emocionado al chico buey mientras caminaba despacio hacia él.

El ataque de Ushi había sido mucho mejor de lo que podría llegar a desear, el monstruo que rodeaba a su líder había desaparecido. El hombre buey comenzó a jadear debido al cansancio, estaba a punto de superar su límite y no sabía cuánto más iba a durar. Pensó en su resistencia, en el futuro y sabía perfectamente que en la conquista él sería un lastre. Chasqueó su lengua a modo de desesperación y miró hacia el suelo. Se limpió el polvo que tenía en la cara y sus ojos ya estaban cansados de usar la técnica. Era la hora de acabar con aquello de una forma u otra. Sabía que no podía ganar, pero no pararía de pelear. Aquello era el mejor entrenamiento que había recibido en años, una pelea real contra alguien que le hacía sobrepasar del todo sus límites. Su pecho sangraba debido a la onda cortante que había recibido anteriormente y su brazo izquierdo parecía no responder del todo. Estaba dormido, muerto, estirado hacia abajo y por muchos esfuerzos que hiciera no era capaz de levantarlo. Debía utilizar sus últimas fuerzas para tratar de acabar con aquel entrenamiento y sabía que su mejor forma era la completa. Su cuerpo se comenzó a agrandar, su boca se convertía poco a poco en un hocico y su cabeza cogía forma. Su cuerpo cambiaba por completo y se tornaba más largo. Las alas ahora eran mucho más grandes que antes. Lanzó sus armas de Kairoseki a un lado, hacia el barco. Ya estaba en su más fuerte forma, aunque era consciente de que no haría mucho.

- Argh… - Gruñía a la vez que jadeaba.

Era un dragón enorme, algo más viejo de lo normal. Sus escamas cobrizas estaban desgastadas, no brillaban como de costumbre. Incluso algunas zonas tenían un color mugriento y verde. Del suelo comenzaron a brotar árboles sin parar en cuanto Madara habló y posó sus manos en el suelo. Era una de sus muchas técnicas gracias a su akuma no mi. Era un dragón muy superior a él y más desarrollado. La arena de la playa se había transformado en un campo de hierba sin contar que en algunas zonas había pequeños lagos de ácido. Todo se había inundado en oscuridad, por suerte los ojos del dragón podría detectar a Madara. Y así lo hizo. Allí estaba él, sonriendo, caminando hacia Ushi. Lanzó entonces una onda cortante que avanzó hacia el dragón a una grandiosa velocidad. La bestia creó un muro enorme entre ellos, más poderoso, pero aun así acabó partido a la mitad. Por suerte la potencia de la onda se había frenado y cuando chocó contra las escamas del dragón no hizo tanto. Unos arañazos dolorosos que sangraban habían surgido de su pecho. Pero escocía más de lo normal. Si fuera tan solo una onda cortante no le hubiese hecho nada, pero estaban imbuídas en haki. Las heridas se abrieron como si por arte de magia se tratase y comenzó a sangrar aún más. Debía hacer algo, tal vez su último movimiento antes de caer desmayado.

Sus alas se alzaron y bajaron de golpe, levantando una humareda de polvo. Ushi comenzó a mantenerse en el aire mientras la sangre teñía de rojo la hierba del lugar. Las palabras de Madara llegaron al dragón, casi dibujándole una sonrisa en su cara. Casi… Ushi abrió la boca y comenzó a soltar un extraño gas incoloro, cubriendo cuatro metros a la redonda. Aquello haría que lo que entrase en dicha zona fuese más lento. Pero aquello no era todo. Desde el cielo, desde lo más alto, desde las copas de los árboles, soltó una enorme bocanada de ácido como si de una manguera a presión se tratase. Iba dirigido hacia Madara, con intención de bañarlo entero. Abarcaría un amplio terreno y entonces su cabeza y su lengua se rodearían de electricidad. Rayos amarillos aparecían como si nada acompañados de otros azules. Uno de ellos avanzó hacia su bocanada de ácido y chocó, creando así una reacción química. El chorro comenzó a arder y el ácido comenzó a prenderse fuego, creando un aliento de ácido y fuego a su vez. El humo que soltaba aquello era extraño, más negro de lo habitual, como si portasen propiedades del ácido del dragón.

Mi compañero había conseguido de alguna forma destruir la armadura energética de Madara, haciendo que casi tuviese un impacto directo de mi flecha. Pero el dragón tenía muchos ases debajo de la manga como para que le pudiera llegar a rozar. Transformando parte de su cara en la de dragón vomitó una gran bocanada de ácido que impactó contra la flecha dispersando el gas. A pesar de ello parte del gas terminó llegando hasta él y tuvo que ir hasta el agua para librarse del mismo. Habíamos tenido una suerte increíble, o Ushi no estaba mostrando todo su potencial hasta ahora. Deseaba que fuera la segunda, cuanto mejor fuéramos todos, más oportunidades tendríamos de vencer a nuestros adversarios.

Aunque el resultado de la combinación fue bueno, también nos había metido en graves problemas. Madara se estaba sobreexcitando y eso era algo contraproducente en muchos sentidos. Creó de la nada un bosque tan denso que era difícil ver algo de interior, exceptuando en algunos parches en los que se veía claramente lagunas de lo que debía ser ácido. Era una estrategia por parte del Shichibukai que no entendía, pero que me venía de perlas. Me concentré en los árboles que estaban justo en línea recta a donde había entrado el jefe. Hice que los mismo empezaran a mover las ramas más bajas en forma de barrido. Conociendo un poco al mercenario no le gustaría demasiado y lo más probable es que terminara cortando ramas y árboles por igual. Además de eso usé el control sobre las plantas para desenraizar uno de los árboles y que tratara de atrapar al dragón con sus ramas o raíces.

Mientras mi compañero no se había quedado quieto y había lanzado gran cantidad de ácido al que luego le había prendido fuego de alguna manera. Seguro que eso no se lo esperaba el mercenario. Atacado por dos frentes a la vez, me dejaba un poco de tiempo para maniobrar y colocarme de la mejor forma para lanzar la siguiente flecha y posiblemente tener que volver a la forma humana por el excesivo gasto energético. Mis progresos de hoy me tenían entusiasmada, pero seguro que Madara necesitaría algo más de juerga antes de darse por satisfecho. El momento en que nosotros nos quedáramos sin fuerzas sería el ideal para que la nueva atacara al jefe y lo terminara de desfogar. Claro que también podría serlo para que acabara con nosotros.

Cuando Madara entró en aquella zona pudo notar sus movimientos un poco más lentos, como si algo le estuviese impidiendo acomodarse del todo. Tampoco le iba a dar mucha importancia. Dirigió su mirada ahora al enorme dragón que se hallaba frente a sus ojos y no tardó en sonreír. Se notaba que era la forma más poderosa de su compañero. Sus rojizos ojos estaban clavados en él y entonces predijo lo que pretendía. No tenía problemas con hacer un choque de ácidos. Abrió la boca con fuerza y cuando estuvo a punto de escupir notó sus brazos y piernas ser apresados. Inmediatamente, una seria de ramas empezaron a golpearle con fuerza. Los putos árboles, maldita Vilya. Por suerte, su poderoso haki de armadura lo protegía de esos daños tan simples, por lo que los árboles eran los que se partían al chocar contra él. De hecho, volvió a su tamaño real siendo de dos metros y medio, por lo que ahora su musculatura era la mejor defensa.

Notó las intenciones de la chica y pudo ver el cañonazo ir hacia él. No podía reaccionar a las dos cosas a la vez, pero entonces una idea rápida llegó a su mente. Las lianas y ramas se partieron en pedazos. El humano de gran tamaño había desaparecido, dejando en su lugar a un terrible y enorme dragón negro de tamaño colosal. El Lord Silver y el Yoroi se activaron, dando lugar a un enorme monstruo con un aura plateada y lleno de grietas marrones por el cuerpo. Abrió la boca lanzando su cañonazo de ácido más poderoso, aquella cantidad era aberrante comparada con la de Ushi, por lo que debía mandar tanto su ácido como a él a tomar por culo. Por si las moscas, Madara no mantuvo la bocanada y solo escupió. No era tonto y como el fuego prendiese su propio elemento podía acabar con la boca quemada. Diese o no, saltó elevándose hacia arriba con su enorme velocidad.

¿Qué pasó con la flecha? Madara agitó la cola con tanta mala leche que provocó un terrible viento, que junto a las alas batiéndose de forma violenta hicieron varios árboles salir volando y dicha flecha disolverse ¿Solo eso? No. Por si dicha flecha no se disolvía, el dragón había elevado la pata inferior izquierda y había lanzado también un cañonazo de ácido por ella para que impactase contra la flecha. El enorme monstruo destrozó sus propios árboles y salió volando hacia el cielo. Tenía algo de fuego prendiendo sus alas y algo de ácido de la joven en su cola. Gritó de dolor y se lanzó hacia el mar. Antes de impactar se frenó y sumergió la cola totalmente, la sacó regándose a sí mismo para apagar los leves restos de llamas. El monstruo sobrevoló el barco y volvió a la jungla. Aterrizó en forma completa y miró a sus dos hombres. Estaba bastante dolorido por los malditos elementos de aquellos dos, pero confiaba en que su ácido también hubiese dado en ambos. Igualmente, era su turno de atacar con aquel bono de fuerza tan monstruoso que le daban sus técnicas activadas.

El enorme ser voló lo más rápido posible hacia Ushi y sin pensárselo trató de impactar con su ala derecha sobre su cuerpo, de esa forma pretendía estamparlo contra el suelo y dejarlo en fuera de juego. Tras intentarlo miraría a la chica, era su turno [Manual Prisa]. Salió disparado hacia ella y en mitad del vuelo empezó a girar sobre su propio eje. Su objetivo era chocarse contra ella y mandarla volando contra los árboles. Si ella se iba hacia un lado, volvería a intentarlo de nuevo. Su tamaño abarcaba bastante y su velocidad era enorme. Además, todo su cuerpo había segregado ácido en forma de gas, para cuando golpease a Ushi y Vilya sintieran el dolor que había aguantado él. Diese en ellos o no, el enorme dragón aterrizó en el suelo y volvió a la forma humana. Su espalda estaba bastante enrojecida por las quemaduras. Tenía heridas en los brazos y algunas zonas del cuerpo sucias. Igualmente, todo su cuerpo era de color morado por el haki tan avanzado que tenía. Con su mantra activado miró a sus dos soldados y sonrió al mismo tiempo que jadeaba.

- Me habéis hecho usar el treinta por ciento de mi capacidad, enhorabuena. – Mencionó sin desactivar su aura plateada y con aquellas grietas presentes en su cuerpo.

Su dureza también había aumentado por su ámbito terrestre y ahora su piel de forma pasiva tenía una resistencia infernal. Se sentía con las fuerzas necesarias para invocar de nuevo su monstruo azul, pero por el momento trató de localizar a Lily mientras los miraba a ellos.

- ¿Se ha terminado?

Por suerte mi posicionamiento me había dejado cerca del acantilado y podía usar la piedra del mismo para defenderme. Madara había desecho la flecha con una potente onda de viento y su ácido, pero parte de este último había continuado su camino. Logré interponer una roca de tamaño considerable en medio, pero aun así parte de las alas terminó con restos de aquella sustancia corrosiva. Pero la cosa no terminó ahí, el gran dragón alzó el vuelo para atacar a mi compañero y a mí. No puede estar pendiente de Ushi a causa del ácido, me lo traté de quitar rápidamente de encima sacudiendo las alas, pero el daño ya estaba hecho.

Casi sin fuerzas ya, vi venir hacía mí una especie de tornado. Estaba casi segura de que era el mercenario por el tamaño que tenía, pero no podía asegurarlo. Aunque eso ya daba igual, tenía más velocidad que yo en esos momentos, por lo que lo único que pude hacer fue prepararme para recibir el golpe minimizando daños. Moví la piedra hacía ese lado, colocando las alas apoyadas a la misma y me imbuí en haki. El choque fue brutal, desintegrándose la piedra en el mismo y saliendo despedida contra la selva sobre el acantilado.

Los árboles amortiguaron el golpe en parte, pero había habido algo más en ese golpe. Notaba las alas doloridas, como si estuvieran en carne viva. Al volver a forma humana noté como partes de la espalda dolían y habían perdido la ropa. Por suerte la armadura estaba lo suficientemente bien como para que no se cayera. El jefe debía haber usado algo más en ese ataque que me había quemado buena parte de la espalda. No me podría levantar en unos minutos por el cansancio y el dolor, pero tampoco podía quedarme apoyada de espaldas. Así que giré hacia un lado, apoyándome sobre uno de los brazos. Escuché al dragón hablar a lo lejos, parecía que le habíamos hecho usar bastante energía y quería saber si lo dábamos por acabado. Por mi parte sí, no podría levantarme hasta pasado un buen rato, y luego necesitaría de algunas plantas para curarme las heridas.

-Yo sí, Madara necesitaría algunas plantas de por aquí para unas curas, si no fuera molestia que las cogieras. – Comenté a ver si el dragón me podía ayudar con esa tarea, más que nada porque él se podía mover.