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Vilya sûlceleb
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Tras un relajante rato metida dentro del agua salí del jacuzzy con algo de esfuerzo por las fuerzas perdidas por el agua. Menos mal que no había nadie cerca, hubiera sido una escena bastante rara ver salir a la cazadora medio desnuda del agua. El tiempo gastado en el aquella agua caliente le había relajado los músculos, pero había reabierto algunas heridas del combate anterior. Con paciencia volvió a poner ungüento en las mismas y a taparlas. Menos mal que nuestro destino estaba lejos, sino haber realizado un entrenamiento como aquel habría sido una total estupidez.
De camino al puente de mando paré en mi camarote, el movimiento del barco apenas se notaba y eso era señal de que todo marchaba bastante bien. Dejé las cataplasmas guardadas y recogí el libro sobre Cactus Island que estaba leyendo cuando el jefe me interrumpió. Tenía que terminar de leer acerca de las plantas y animales de nuestro destino para intentar sacar provecho durante nuestra estancia. El libro además incluía una pequeña guía de punto de interés y un mapa bastante completo de la isla. Si todo seguía bien, podría decirle cosas útiles al mercenario cuando regresara, no como su nueva muñeca dormilona.
En el puente todo seguía igual, no había ningún botón encendido que hiciera alarmarse a los que lo vieran, ni sonaban ruidos de alerta. Fuera, el mar parecía en calma y el sol iluminaba su superficie reflectando la luz como si fuera un espejo. Sentándome de frente a los ventanales y cuadros de mando me puse a leer. Cuando Madara regresara se pondría el mismo a dirigir el barco, aunque si no volvía tendría que buscar algún manual de instrucciones para saber como usar aquel impresionante navío. Tenía que dejar pensar eso, no era muy probable que hubiera muchas cosas capaces de derrotar al dragón negro.
De camino al puente de mando paré en mi camarote, el movimiento del barco apenas se notaba y eso era señal de que todo marchaba bastante bien. Dejé las cataplasmas guardadas y recogí el libro sobre Cactus Island que estaba leyendo cuando el jefe me interrumpió. Tenía que terminar de leer acerca de las plantas y animales de nuestro destino para intentar sacar provecho durante nuestra estancia. El libro además incluía una pequeña guía de punto de interés y un mapa bastante completo de la isla. Si todo seguía bien, podría decirle cosas útiles al mercenario cuando regresara, no como su nueva muñeca dormilona.
En el puente todo seguía igual, no había ningún botón encendido que hiciera alarmarse a los que lo vieran, ni sonaban ruidos de alerta. Fuera, el mar parecía en calma y el sol iluminaba su superficie reflectando la luz como si fuera un espejo. Sentándome de frente a los ventanales y cuadros de mando me puse a leer. Cuando Madara regresara se pondría el mismo a dirigir el barco, aunque si no volvía tendría que buscar algún manual de instrucciones para saber como usar aquel impresionante navío. Tenía que dejar pensar eso, no era muy probable que hubiera muchas cosas capaces de derrotar al dragón negro.
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