Rainbow662
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La imponente y gigantesca montaña en la que los marines habían instalado su base era realmente admirable. Grande, robusta y bien provista de artillería. ¿Quién no querría tener un escondite así? Si Arribor no hubiese sido nómada por naturaleza, tal vez se habría planteado la idea de establecer allí su casita de verano. Por desgracia, cuando se estaba en el otro lado, en el lado del que se proponía dar cuenta de multitud de armas dispersas por una gran área en pos de salvar su preciado navío, la cosa perdía el atractivo. A pesar de que arrasar con todos iba a ser bastante aburrido, contempló satisfecho los resultados de su trabajo.
El fuego de los cañones no tardó en disminuir significativamente. Arribor los cortaba fácilmente, pensando que por cada uno que destruía, el riesgo de que su barco terminase en el fondo del mar hecho astillas bajaba. Tenía que evitar que le disparasen a él, claro, pero no era un gran problema. Aunque llegasen a darle, algo como un cañonazo no era para tanto. Solo era cuestión de no respirar mucho humo para no toser. Sí, desde luego que...
"¿Qué diablos es eso?".
El ruido de otras detonaciones en las alturas llamó su atención hacia la maldita y monstruosa nave voladora que ahora disparaba a la del tal Yuu. ¿Y para eso bajaba él ahí? Iba a tener que ocuparse de ella también, y urgentemente, además. Dudaba que representase un peligro una vez estuviese hundida en el mar.
Estaba a punto de volver a ascender cuando alguien le atacó. Sin apenas tiempo para reaccionar, se descubrió con una pierna agujereada por una especie de arpón hecho de un material que olía a azúcar. "Sirope", le dijo su mente de cocinero experto. "Muy curioso". Una segunda lanza había estado a punto de perforarle las tripas, pero había logrado agarrarla gracias a una mezcla de reflejos, mantra y a que estaba acostumbrado a detener los golpes bajos de Franklin. En vez de tener un agujero nuevo en el abdomen, solamente se le había clavado la punta. Se había hecho cortes peores.
-¿Qué demonios es esto? -dijo en voz alta.
El tacto pegajoso de esa cosa era de lo más desagradable; seguro que no se le iba de los dedos en todo el día. ¿Quién se la habría lanzado? Los marines tenían la costumbre de ser unos entrometidos, pero le molestaba que no usasen armas normales y corrientes, del buen acero de toda la vida. ¿Qué necesidad había de pringarle con aquella porquería?
Se arrancó el arpón de caramelo de la pierna con un fuerte tirón. Ni una gota de sangre manchaba el arma. No pudo resistir la tentación de darle un lametón, por aquello de que había comido poco. Seguramente sería cosa de algún usuario con una habilidad especialmente útil. Había bastantes marines por los alrededores, así que podía ser cualquiera, pero cuando se acercó un poco se dio cuenta de que solo un par de presencias eran especialmente relevantes.
-¿A alguno de vosotros se le ha caído esto? -les preguntó-. No tengo tiempo para jugar, hay algo que tengo que hacer -Levantó la vista al cielo y se percató de que entre las dos naves, la que tenía que proteger y la que tenía que hundir, había un irritante lagarto. En fin, seguramente él se ocuparía de hundirla-. Bueno, puede que si tenga un minuto.
Decidió que quien le hubiese atacado querría recuperar sus cosas, así que enarboló ambas armas y las arrojó con fuerza sobre una de las presencias más fuertes, perteneciente a una chiquilla que no tendría más de doce años. No quería matarla, claro, solo darle un susto. ¿Desde cuándo la Marina aceptaba a niñas?
El fuego de los cañones no tardó en disminuir significativamente. Arribor los cortaba fácilmente, pensando que por cada uno que destruía, el riesgo de que su barco terminase en el fondo del mar hecho astillas bajaba. Tenía que evitar que le disparasen a él, claro, pero no era un gran problema. Aunque llegasen a darle, algo como un cañonazo no era para tanto. Solo era cuestión de no respirar mucho humo para no toser. Sí, desde luego que...
"¿Qué diablos es eso?".
El ruido de otras detonaciones en las alturas llamó su atención hacia la maldita y monstruosa nave voladora que ahora disparaba a la del tal Yuu. ¿Y para eso bajaba él ahí? Iba a tener que ocuparse de ella también, y urgentemente, además. Dudaba que representase un peligro una vez estuviese hundida en el mar.
Estaba a punto de volver a ascender cuando alguien le atacó. Sin apenas tiempo para reaccionar, se descubrió con una pierna agujereada por una especie de arpón hecho de un material que olía a azúcar. "Sirope", le dijo su mente de cocinero experto. "Muy curioso". Una segunda lanza había estado a punto de perforarle las tripas, pero había logrado agarrarla gracias a una mezcla de reflejos, mantra y a que estaba acostumbrado a detener los golpes bajos de Franklin. En vez de tener un agujero nuevo en el abdomen, solamente se le había clavado la punta. Se había hecho cortes peores.
-¿Qué demonios es esto? -dijo en voz alta.
El tacto pegajoso de esa cosa era de lo más desagradable; seguro que no se le iba de los dedos en todo el día. ¿Quién se la habría lanzado? Los marines tenían la costumbre de ser unos entrometidos, pero le molestaba que no usasen armas normales y corrientes, del buen acero de toda la vida. ¿Qué necesidad había de pringarle con aquella porquería?
Se arrancó el arpón de caramelo de la pierna con un fuerte tirón. Ni una gota de sangre manchaba el arma. No pudo resistir la tentación de darle un lametón, por aquello de que había comido poco. Seguramente sería cosa de algún usuario con una habilidad especialmente útil. Había bastantes marines por los alrededores, así que podía ser cualquiera, pero cuando se acercó un poco se dio cuenta de que solo un par de presencias eran especialmente relevantes.
-¿A alguno de vosotros se le ha caído esto? -les preguntó-. No tengo tiempo para jugar, hay algo que tengo que hacer -Levantó la vista al cielo y se percató de que entre las dos naves, la que tenía que proteger y la que tenía que hundir, había un irritante lagarto. En fin, seguramente él se ocuparía de hundirla-. Bueno, puede que si tenga un minuto.
Decidió que quien le hubiese atacado querría recuperar sus cosas, así que enarboló ambas armas y las arrojó con fuerza sobre una de las presencias más fuertes, perteneciente a una chiquilla que no tendría más de doce años. No quería matarla, claro, solo darle un susto. ¿Desde cuándo la Marina aceptaba a niñas?
- Resumen:
- Agarrar la lanza de sirope que va a sus tripas - Acercarse a los Crimson (supongo que estarán cerca) y decirles que no tiene tiempo para ellos - Ver que Dexter está encarando a la
Estrella de la Muertenave de Corvo y decidir que sí puede tomarse un minutito - Lanzarle las armas de vuelta a Tobi, aunque solo para que pasen por su lado porque lo ha confundido con una niña
Dexter Black
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La enorme aeronave resultó no ser tan resistente como habría esperado, y bajo él se esfumó el techo de dos pisos en un gran boquete. Por un momento se planteó las repercusiones en el sellado del vehículo, en la despresurización acelerada y todas las complicaciones que ello conllevaría, pero lo que pudo observar en su lugar fue una ordenada evacuación digna de los mejores ejércitos. Sonaba la señal y tanto humanos como máquinas se movían en busca de una salida. Ni siquiera prestaban atención al intruso, tan sólo abandonaban la nave. Se preguntaba seriamente si habrían tenido malas experiencias en el pasado o simplemente la férrea disciplina del... ¿Almirante? ¿General? ¿Qué rango podía ocupar quien llevase una nave tan ostentosa? En cualquier caso no importaba, la nave ya no le pertenecía.
Rodeó lentamente el boquete que había abierto, estudiando cuidadosamente la estructura abierta. Pocas veces tenía la oportunidad de estudiar una pieza de ingeniería tan avanzada, y aun con las enormes vigas medio arrancadas y la chapa hecha poco más que añicos y escoria, debía reconocer que el entramado estaba lo suficientemente bien montado. Estaban, de hecho, a varios kilómetros de altura en una ciudad flotante, sobrevolando una batalla y tras casi haber aniquilado a las tropas revolucionarias sin ningún esfuerzo. Se trataba de un arma terrible con un potencial destructivo inconmensurable, pero al mismo tiempo una maravilla que no podía sino admirar. ¿Cuánto tiempo, dinero y esfuerzo habría costado levantar aquella monstruosidad? ¿Cuántas manos y cuántas horas de estudio y cálculos? ¿Cuántos años de estudio sumados entre todos los ingenieros? Sólo imaginar las posibles tres vidas en estudio que llevaba la nave encima... Casi le hacían sentirse mal por haber roto un pedacito. Casi.
Llevaba ya un par de minutos caminando, y el boquete ya quedaba a su espalda. Minato tenía poco menos de dos minutos para llamar, y él ya había mentido en su primer farol. La nave no estaba cayendo, y frente a él la primera línea de defensa se alzaba. No pudo evitar sorprenderse cuando se descubrió arqueando una ceja ante semejante descubrimiento. Simplemente, no quería creer que la misma persona que vendía armas en el mercado negro a criminales las repartiese también entre las filas del Gobierno. Aunque precisamente había comprado aquella armadura porque le recordaba a las funcionalidades de la que Kai había recibido en la isla de Síderos, de manos del contraalmirante Legstrong. Y, cuando empezó a hablar, casi tuvo que reprimir una mordaz risa sarcástica. ¿De verdad estaba escuchando bien?
-Ah, ¿Que eran revolucionarios?- preguntó, como si lo hubiese pasado por alto-. Disculpa entonces, es que cuando veo acorazados voladores con alta potencia de fuego atacando helicópteros desarmados me ciego un poco. Cosas de la edad, supongo.
Osu había llamado, pero por encima de todas las cosas se trataba de personas a las que todo el mundo, desde un simple ratero hasta el mismísimo Almirante de la Flota debía un mínimo de respeto. Gente que, errada o no, luchaba fielmente por sus ideales y creía en acabar con una cúpula tan podrida como la que el hombre robot anunciaba que la revolución tenía. ¿Cómo conocía o siquiera había oído hablar de los altos cargos de la Revolución? El primero al mando siempre había mantenido su identidad oculta, y los oficiales siempre habían sido devotos defensores del orden y la libertad en los mares, totalmente opuestos a un mecanismo tiránico que los subyugase. Eran héroes entre el pueblo, el grito de los sin voz. En la larga noche que los atenazaba, la Revolución era la última chispa de luz, la llama de la esperanza... Aquel hombre no sabía nada.
-Es imposible que conozcas mis delitos- sentenció, sin dejar de caminar hasta que estuvo a un metro de la armadura más fornida, de colores azul y gris acero-. La mitad de ellos el Gobierno Mundial no quiere que nadie los sepa. Pero descuida, porque te los voy a contar- hizo una pequeña pausa, clavando sus ojos en las rendijas de la máquina-: Valgo un millón de Berries por salvar una vida, y seis millones por huir de quienes me consideraron delincuente por ello. Valgo trescientos por vengar la muerte de una mujer embarazada- a medida que hablaba el suelo empezaba a temblar cada vez con más intensidad. Estaba liberando, sin pretenderlo, la energía de su voluntad-. Me nombraron Shichibukai cuando vieron que no podían frenarme, y en sólo año y medio me destituyeron. Mi cabeza vale mil seiscientos millones porque subí a la cima del mundo, a la Tierra Sagrada de Mariejoa...
Estaba evitando mencionar la sangrienta muerte del hombre al que había arrancado el corazón hacía casi diez años, el deplorable estado en el que Cleón se encontraba desde que habían combatido o la dolorosa muerte tanto de Zero como de Kirito. Aunque las dos últimas habían sido al servicio del Gobierno Mundial, luchando por la unión de más de ciento setenta países a lo largo y anco de los mares. También evitó decir el porqué de su visita a la tierra de los Dragones Celestiales, eso era algo entre Dahlia y él. Y el hombre calvo cuyo cadáver se pudría hacía años en algún lugar de Sabaody.
-Nadie me dio las gracias por frenar el conflicto en Síderos, así que no vengas con zalamerías ahora- escupió al suelo, que parecía empezar a agrietarse-. ¿Sabes por qué vale mi cabeza más que la de Arribor Neus y Krauser Redfield juntos? ¿Sabes por qué nadie me ha atacado todavía pese al riesgo que mi mera existencia representa y el peligro que mi presencia significa?
"Levanté Impel Down con estas manos", hubiera querido decir. Ayudado por Berthil había hecho volar Impel Down y la habían llevado al Ojo, totalmente intacta. Un pasado negro para un futuro brillante como Palacio de Justicia, y eso representaba Fiordia: Un nuevo amanecer.
-¿Acaso crees que quiero a Legim con vida?- una risotada irónica escapó de su boca, casi carcajeante-. Límpiate la boca antes de hablar de él, porque hasta el momento de su muerte habrá vivido siempre fiel a sí mismo y a sus ideales. Tú, por el contrario, te has criado en la Revolución- si es que eso era cierto-, trabajas para el Gobierno Mundial y vendes la tecnología que manejas a piratas. ¿O crees que no sé identificar una APCI con sólo mirarla? - Su ceño, finalmente, se frunció-. Eres escoria que intenta salvar su juguete, y esto va a ser una valiosa lección para todos los que actúan como tú. Apártate de mi camino.
Esperaría durante diez segundos. Si no lo hacía, debería atenerse a las consecuencias.
Rodeó lentamente el boquete que había abierto, estudiando cuidadosamente la estructura abierta. Pocas veces tenía la oportunidad de estudiar una pieza de ingeniería tan avanzada, y aun con las enormes vigas medio arrancadas y la chapa hecha poco más que añicos y escoria, debía reconocer que el entramado estaba lo suficientemente bien montado. Estaban, de hecho, a varios kilómetros de altura en una ciudad flotante, sobrevolando una batalla y tras casi haber aniquilado a las tropas revolucionarias sin ningún esfuerzo. Se trataba de un arma terrible con un potencial destructivo inconmensurable, pero al mismo tiempo una maravilla que no podía sino admirar. ¿Cuánto tiempo, dinero y esfuerzo habría costado levantar aquella monstruosidad? ¿Cuántas manos y cuántas horas de estudio y cálculos? ¿Cuántos años de estudio sumados entre todos los ingenieros? Sólo imaginar las posibles tres vidas en estudio que llevaba la nave encima... Casi le hacían sentirse mal por haber roto un pedacito. Casi.
Llevaba ya un par de minutos caminando, y el boquete ya quedaba a su espalda. Minato tenía poco menos de dos minutos para llamar, y él ya había mentido en su primer farol. La nave no estaba cayendo, y frente a él la primera línea de defensa se alzaba. No pudo evitar sorprenderse cuando se descubrió arqueando una ceja ante semejante descubrimiento. Simplemente, no quería creer que la misma persona que vendía armas en el mercado negro a criminales las repartiese también entre las filas del Gobierno. Aunque precisamente había comprado aquella armadura porque le recordaba a las funcionalidades de la que Kai había recibido en la isla de Síderos, de manos del contraalmirante Legstrong. Y, cuando empezó a hablar, casi tuvo que reprimir una mordaz risa sarcástica. ¿De verdad estaba escuchando bien?
-Ah, ¿Que eran revolucionarios?- preguntó, como si lo hubiese pasado por alto-. Disculpa entonces, es que cuando veo acorazados voladores con alta potencia de fuego atacando helicópteros desarmados me ciego un poco. Cosas de la edad, supongo.
Osu había llamado, pero por encima de todas las cosas se trataba de personas a las que todo el mundo, desde un simple ratero hasta el mismísimo Almirante de la Flota debía un mínimo de respeto. Gente que, errada o no, luchaba fielmente por sus ideales y creía en acabar con una cúpula tan podrida como la que el hombre robot anunciaba que la revolución tenía. ¿Cómo conocía o siquiera había oído hablar de los altos cargos de la Revolución? El primero al mando siempre había mantenido su identidad oculta, y los oficiales siempre habían sido devotos defensores del orden y la libertad en los mares, totalmente opuestos a un mecanismo tiránico que los subyugase. Eran héroes entre el pueblo, el grito de los sin voz. En la larga noche que los atenazaba, la Revolución era la última chispa de luz, la llama de la esperanza... Aquel hombre no sabía nada.
-Es imposible que conozcas mis delitos- sentenció, sin dejar de caminar hasta que estuvo a un metro de la armadura más fornida, de colores azul y gris acero-. La mitad de ellos el Gobierno Mundial no quiere que nadie los sepa. Pero descuida, porque te los voy a contar- hizo una pequeña pausa, clavando sus ojos en las rendijas de la máquina-: Valgo un millón de Berries por salvar una vida, y seis millones por huir de quienes me consideraron delincuente por ello. Valgo trescientos por vengar la muerte de una mujer embarazada- a medida que hablaba el suelo empezaba a temblar cada vez con más intensidad. Estaba liberando, sin pretenderlo, la energía de su voluntad-. Me nombraron Shichibukai cuando vieron que no podían frenarme, y en sólo año y medio me destituyeron. Mi cabeza vale mil seiscientos millones porque subí a la cima del mundo, a la Tierra Sagrada de Mariejoa...
Estaba evitando mencionar la sangrienta muerte del hombre al que había arrancado el corazón hacía casi diez años, el deplorable estado en el que Cleón se encontraba desde que habían combatido o la dolorosa muerte tanto de Zero como de Kirito. Aunque las dos últimas habían sido al servicio del Gobierno Mundial, luchando por la unión de más de ciento setenta países a lo largo y anco de los mares. También evitó decir el porqué de su visita a la tierra de los Dragones Celestiales, eso era algo entre Dahlia y él. Y el hombre calvo cuyo cadáver se pudría hacía años en algún lugar de Sabaody.
-Nadie me dio las gracias por frenar el conflicto en Síderos, así que no vengas con zalamerías ahora- escupió al suelo, que parecía empezar a agrietarse-. ¿Sabes por qué vale mi cabeza más que la de Arribor Neus y Krauser Redfield juntos? ¿Sabes por qué nadie me ha atacado todavía pese al riesgo que mi mera existencia representa y el peligro que mi presencia significa?
"Levanté Impel Down con estas manos", hubiera querido decir. Ayudado por Berthil había hecho volar Impel Down y la habían llevado al Ojo, totalmente intacta. Un pasado negro para un futuro brillante como Palacio de Justicia, y eso representaba Fiordia: Un nuevo amanecer.
-¿Acaso crees que quiero a Legim con vida?- una risotada irónica escapó de su boca, casi carcajeante-. Límpiate la boca antes de hablar de él, porque hasta el momento de su muerte habrá vivido siempre fiel a sí mismo y a sus ideales. Tú, por el contrario, te has criado en la Revolución- si es que eso era cierto-, trabajas para el Gobierno Mundial y vendes la tecnología que manejas a piratas. ¿O crees que no sé identificar una APCI con sólo mirarla? - Su ceño, finalmente, se frunció-. Eres escoria que intenta salvar su juguete, y esto va a ser una valiosa lección para todos los que actúan como tú. Apártate de mi camino.
Esperaría durante diez segundos. Si no lo hacía, debería atenerse a las consecuencias.
- Resumen:
- Decirle a Corvo que se aparte de mi camino.
Sasaki
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Parecía ser que no me iban a dejar beber tranquilo pudiendo ver a lo lejos como se acercaba a mi posición un tío volando. Por otra parte, el Al ya estaba bebiendo algo, cerveza. Cerveza que había lanzado desde un avión Kai, aquello me hizo recordar algo, aunque no estaba seguro de ello, pero lo más seguro es que fuese cierto, debía de corroborarlo con el capitán o Arthur que seguro que lo sabían de fijo.
-Dan-cho, Arthur, ¿Hoy es cuatro de Marzo, verdad? – les pregunté a ambos.
El hombre había llegado a mi posición y comenzó a dispararme con sus armas, dos lanzallamas. Al ver acercase el fuego, manipulé el azúcar y caramelo del sofá para que me tirase hacia atrás, quedando a cubierto por el respaldo de este. Entre el ruido de los lanzallamas me pareció escuchar las voces de Arthur y Al contestado a mi pregunta, ambas dos eran “si”. No me lo podía creer, se nos había olvidado algo como aquello y no podía ser, debía de ponerme rápido con los preparativos.
Aproveché que aún estaba a cubierto para crear una pequeña sala cúbica con el sofá, formando una pequeña habitación y endurecí y reforcé el caramelo que las formaba todo lo que pude. No necesitaba demasiado espacio, lo que facilitaba las cosas. En mi mano comenzó a surgir un bol de caramelo duro, con una gran capacidad, cerca de cinco litros. Mientras, con la otra mano fui sacando de la despensa que tenía en mi interior galletas y las fui vertiendo en el bol, hasta llegar una cantidad de alrededor de ciento cincuenta. Cuando terminé de sacarlas convertí la mano con la que no sujetaba el bol en una especie de mortero y comencé a machacar las galletas.
Mientras hacia esto volví a prestar atención al hombre del jetpack y aproveché para reforzar un poco más las paredes del cubo con otra capa de caramelo. Teniendo en cuenta las armas que estaba utilizando, debía de estar bastante seguro ahí dentro, el caramelo podría resistir grandes temperaturas y con la resistencia que tenía tardaría bastante en abrirse paso.
-Dan-cho, Arthur, ¿Hoy es cuatro de Marzo, verdad? – les pregunté a ambos.
El hombre había llegado a mi posición y comenzó a dispararme con sus armas, dos lanzallamas. Al ver acercase el fuego, manipulé el azúcar y caramelo del sofá para que me tirase hacia atrás, quedando a cubierto por el respaldo de este. Entre el ruido de los lanzallamas me pareció escuchar las voces de Arthur y Al contestado a mi pregunta, ambas dos eran “si”. No me lo podía creer, se nos había olvidado algo como aquello y no podía ser, debía de ponerme rápido con los preparativos.
Aproveché que aún estaba a cubierto para crear una pequeña sala cúbica con el sofá, formando una pequeña habitación y endurecí y reforcé el caramelo que las formaba todo lo que pude. No necesitaba demasiado espacio, lo que facilitaba las cosas. En mi mano comenzó a surgir un bol de caramelo duro, con una gran capacidad, cerca de cinco litros. Mientras, con la otra mano fui sacando de la despensa que tenía en mi interior galletas y las fui vertiendo en el bol, hasta llegar una cantidad de alrededor de ciento cincuenta. Cuando terminé de sacarlas convertí la mano con la que no sujetaba el bol en una especie de mortero y comencé a machacar las galletas.
Mientras hacia esto volví a prestar atención al hombre del jetpack y aproveché para reforzar un poco más las paredes del cubo con otra capa de caramelo. Teniendo en cuenta las armas que estaba utilizando, debía de estar bastante seguro ahí dentro, el caramelo podría resistir grandes temperaturas y con la resistencia que tenía tardaría bastante en abrirse paso.
- resumen:
- Ver la situación muy por encima, cubrirme de los lanzallamas detrás del sofá, crear con este una sala de caramelo (dureza de diamante y tenacidad del titanio) ponerme a machacar galletas en un bol de caramelo.
Kazuo Tanaka
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Aterrizó en el barco, se quitó el paracaídas y rápido como un rayo, desenfundó sus dos pistolas y apuntó a los piratas. Era curioso, pero estaba bastante tranquilo. ¿Adrenalina? Era bastante posible y le agradaba encontrarse de ese modo, no le gustaba la idea de que sus decisiones fueran tomadas en base al miedo y el exceso de preocupación. Suspiró mientras esperaba algo que diera inicio a la cruenta batalla que se avecinaba. Fue entonces en que el que, al parecer, era el capitán de la banda hizo su acto de aparición. Una escena bastante repetitiva y a lo que el vicealmirante Kai ya le había cortado todo el rollo. Aunque eso no fue lo más impresionante, lo más impresionante fue… Que uno de sus compañeros había atravesado el barco y, seguramente, ahora estaría muy adolorido.
No tenía idea cuantas cubiertas había atravesado o si había atravesado por completo el barco y acabado en el fondo del océano. En cualquier caso, las cosas no le serían favorables si estaba solo en un barco enemigo. Tenía que ir a apoyarlo y estar con él… Para bueno, tener más oportunidades de conseguir más… Cosas. ¿Qué habría ahí debajo de todos modos? Quizás estaba el laser y si lo desactivaban, su nave podría tener vía libre para seguir atacando a destajo. Si, era probable que el arma estuviera ahí, aunque no descartaba que se tratara de algún usuario de las akuma no mi. De cualquier forma, tenía que bajar para averiguar todas esas cosas. Guardó sus pistolas y empezó a correr rumbo al agujero que había creado el Teniente Silver.
– Lo iré a apoyar. – Gritó mientras sin pensárselo se dejaba caer por ese agujero.
No tardó mucho en caer y si que era profundo el agujero. Unos… ¿Qué? Cinco o diez metros hacía abajo, quizás más, de hecho. Suspiró y, para su suerte, no tenía que buscar al teniente. Después de todo, estaba ahí mismo. Se le quedó mirando unos segundos, casi buscando alguna herida que fuera notable o algo.
– Teniente Silver, recluta Kazuo, un gusto – empezó a decir. – Tengo la sospecha de que por aquí debe estar el laser que destruyó nuestros misiles… Creo. No sería mala idea buscar un poco, estoy seguro que nuestros camaradas estarán bien. – Puntualizó.
No tenía idea cuantas cubiertas había atravesado o si había atravesado por completo el barco y acabado en el fondo del océano. En cualquier caso, las cosas no le serían favorables si estaba solo en un barco enemigo. Tenía que ir a apoyarlo y estar con él… Para bueno, tener más oportunidades de conseguir más… Cosas. ¿Qué habría ahí debajo de todos modos? Quizás estaba el laser y si lo desactivaban, su nave podría tener vía libre para seguir atacando a destajo. Si, era probable que el arma estuviera ahí, aunque no descartaba que se tratara de algún usuario de las akuma no mi. De cualquier forma, tenía que bajar para averiguar todas esas cosas. Guardó sus pistolas y empezó a correr rumbo al agujero que había creado el Teniente Silver.
– Lo iré a apoyar. – Gritó mientras sin pensárselo se dejaba caer por ese agujero.
No tardó mucho en caer y si que era profundo el agujero. Unos… ¿Qué? Cinco o diez metros hacía abajo, quizás más, de hecho. Suspiró y, para su suerte, no tenía que buscar al teniente. Después de todo, estaba ahí mismo. Se le quedó mirando unos segundos, casi buscando alguna herida que fuera notable o algo.
– Teniente Silver, recluta Kazuo, un gusto – empezó a decir. – Tengo la sospecha de que por aquí debe estar el laser que destruyó nuestros misiles… Creo. No sería mala idea buscar un poco, estoy seguro que nuestros camaradas estarán bien. – Puntualizó.
- Resumen/Silver lee:
- Bajar donde Silver. Proponer un maravilloso plan para buscar el arma con el que nos acaban de disparar y... Eso (?)
Jason Silvers
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Aterrizó sobre cubierta en medio del humo, soltándose las cinchas y dejando que el paracaídas cayera por su propio peso. Con lo que no contó fue con la tela, que por un momento le tapó la cara, haciéndole perder por completo visual de lo que estaba pasando. Comenzó a pelearse con esta, acabando enrollado en una maraña de tela y cuerdas, viéndose obligado a liberarse a cuchillazo limpio. Una vez estuvo libre se encontró con una situación que parecía sacada de un cómic de ciencia ficción cutre, y con que... el teniente no estaba por ningún lado. Comenzó a buscarlo con la mirada, preguntándose si habría aterrizado mal, cuando de repente vio una cosa atravesar los cielos y reventar la cubierta. Ah, ahí debía estar. "Espero que lleve algo para frenar la caída, porque en caso contrario creo que nos hemos quedado sin jefe." Extrañamente, el Vicealmirante dio orden a Kenzo de liderarlos a pesar de ser el de menor rango, pero Jason no cuestionó sus decisiones. Seguramente ni siquiera fuera consciente de quién tenía qué puesto, y en ausencia de Silver.
- Parece que vamos a tener que arreglar esto por las malas - dijo, lanzando el cuchillo al aire y recogiéndolo.
Kenzo, ni corto ni perezoso, repartió tareas con la inevitable amenaza a Iulio para que no se escaqueara. Jason soltó una risa al escucharlo, mientras abría la caja de cuero de su cinturón, encarándose al lado izquierdo. Cuatro marines contra una multitud... ¿qué podía salir mal? Lo que aquella gente no sabía es que él era especialista en combate contra múltiples enemigos. Lo primero que tenía que hacer era librarse de aquellos rifles-papelera, pues aunque parecieran cosa de risa dudaba que fuese lo único que causaran. Chasqueando los dedos mientras recurría a su poder, se centró en las de los más cercanos, con intención de provocar un fuerte tirón hacia arriba y arrebatárselas de las manos.
- Flip out.
No sabía cuanto pesaban, así que si su poder no bastaba para arrebatarlas al mismo tiempo, se centraría en varias en sucesión. Acto seguido, hubiese funcionado o no, extendió los brazos en un rápido gesto. Un montón de armas de filo cortas y shurikens comenzaron a surgir de diferentes puntos de su ropa, situándose frente a él en una serie de semicírculos concéntricos que apuntaban hacia la multitud, como formando un abanico de acero.
- Es hora de comenzar con la primera danza... ¡Haru no Mai!
Como una lluvia de muerte, todos los cuchillos, kunais, dagas y shurikens comenzaron a salir disparados hacia los piratas. Sin perder el tiempo, el marine agarró el mango de su ninjato y la dejó a medio desenvainar, listo para defenderse de un posible contraataque.
- Parece que vamos a tener que arreglar esto por las malas - dijo, lanzando el cuchillo al aire y recogiéndolo.
Kenzo, ni corto ni perezoso, repartió tareas con la inevitable amenaza a Iulio para que no se escaqueara. Jason soltó una risa al escucharlo, mientras abría la caja de cuero de su cinturón, encarándose al lado izquierdo. Cuatro marines contra una multitud... ¿qué podía salir mal? Lo que aquella gente no sabía es que él era especialista en combate contra múltiples enemigos. Lo primero que tenía que hacer era librarse de aquellos rifles-papelera, pues aunque parecieran cosa de risa dudaba que fuese lo único que causaran. Chasqueando los dedos mientras recurría a su poder, se centró en las de los más cercanos, con intención de provocar un fuerte tirón hacia arriba y arrebatárselas de las manos.
- Flip out.
No sabía cuanto pesaban, así que si su poder no bastaba para arrebatarlas al mismo tiempo, se centraría en varias en sucesión. Acto seguido, hubiese funcionado o no, extendió los brazos en un rápido gesto. Un montón de armas de filo cortas y shurikens comenzaron a surgir de diferentes puntos de su ropa, situándose frente a él en una serie de semicírculos concéntricos que apuntaban hacia la multitud, como formando un abanico de acero.
- Es hora de comenzar con la primera danza... ¡Haru no Mai!
Como una lluvia de muerte, todos los cuchillos, kunais, dagas y shurikens comenzaron a salir disparados hacia los piratas. Sin perder el tiempo, el marine agarró el mango de su ninjato y la dejó a medio desenvainar, listo para defenderse de un posible contraataque.
- Resumen:
- - Derroto a mi archienemigo, la tela del paracaídas.
- Intento desarmar con mi telequinesis a los más cercanos.
- Uso mi poder para lanzar una lluvia de cuchillos y shurikens sobre los piratas de mi lado (el izquierdo).
Katharina von Steinhell
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Al final, el plan apoyado por Katharina y Marc terminó siendo desaprobado por Zane. La idea de fundir el hielo era viable, aunque tardarían demasiado tiempo y, para cuando hubieran llegado a la isla, seguramente la guerra ya habría terminado. La otra idea era surcar el cielo, aunque el problema era que no todos sabían volar. Annie debía cargar a Spanner en su lomo, mientras que el capitán llevaría al semigigante. Todo bien hasta ahí, sin embargo, ¿qué haría ella? ¿Deshacerse del barco que les seguía la retaguardia? Frunció el ceño cuando supo que su trabajo era limitarse a encargarse de unas simples ratas.
No tenía otra opción más que acatar y luego reunirse con sus compañeros. ¿Cómo lo haría? ¿Debería desintegrar la embarcación junto a sus tripulantes? No, no podía ser tan temeraria. Tal vez eran enemigos poderosos con los que tendría que enfrentarse, aunque también estaba la posibilidad de que no fuera así. No obstante, ¿valía la pena arriesgarse? Suspiró una vez más y luego observó, en silencio, la transformación de ambos usuarios para comenzar el inicio del plan.
Caminó hacia el castillo ubicado en popa, sintiendo el viento y visualizando la silueta de la embarcación entre la niebla. Tras un suspiro, el suelo de madera se congeló debido al aura fría que su cuerpo emanaba. Ahora, ¿qué hacer? Tal vez darle una advertencia a la gente del otro barco, aunque ¿cómo le escucharían? Maldita sea, qué complicado. El cuerpo de Katharina se despegó del suelo y emprendió el vuelo directamente hacia la embarcación desconocida, aterrizando elegante y sutilmente en la superficie de esta. Rápidamente desenvainó la Hoja de Argoria transformada en una espada medio curva y delgada, y luego miró a los tripulantes.
—Mi nombre es Katharina von Steinhell, historiadora de los Arashi no Kyoudai —se presentó ante los demás—. Se me ha ordenado encargarme de ustedes, y si dependiera de mí, ya estarían muertos. Sin embargo, les daré una opción: únanse a mí, como meros sirvientes, y les perdonaré la vida. Además, permitiré que sigan navegando cerca de nuestro barco, siempre y cuando no nos metan en problemas.
No tenía otra opción más que acatar y luego reunirse con sus compañeros. ¿Cómo lo haría? ¿Debería desintegrar la embarcación junto a sus tripulantes? No, no podía ser tan temeraria. Tal vez eran enemigos poderosos con los que tendría que enfrentarse, aunque también estaba la posibilidad de que no fuera así. No obstante, ¿valía la pena arriesgarse? Suspiró una vez más y luego observó, en silencio, la transformación de ambos usuarios para comenzar el inicio del plan.
Caminó hacia el castillo ubicado en popa, sintiendo el viento y visualizando la silueta de la embarcación entre la niebla. Tras un suspiro, el suelo de madera se congeló debido al aura fría que su cuerpo emanaba. Ahora, ¿qué hacer? Tal vez darle una advertencia a la gente del otro barco, aunque ¿cómo le escucharían? Maldita sea, qué complicado. El cuerpo de Katharina se despegó del suelo y emprendió el vuelo directamente hacia la embarcación desconocida, aterrizando elegante y sutilmente en la superficie de esta. Rápidamente desenvainó la Hoja de Argoria transformada en una espada medio curva y delgada, y luego miró a los tripulantes.
—Mi nombre es Katharina von Steinhell, historiadora de los Arashi no Kyoudai —se presentó ante los demás—. Se me ha ordenado encargarme de ustedes, y si dependiera de mí, ya estarían muertos. Sin embargo, les daré una opción: únanse a mí, como meros sirvientes, y les perdonaré la vida. Además, permitiré que sigan navegando cerca de nuestro barco, siempre y cuando no nos metan en problemas.
- Resumen | Leer Xeyner y compañeros:
- Aceptar la orden de Zane y volar hacia el barco de Xeyner y compañía para ofrecerles un buen trato.
- Cosas usadas:
- Evocación Avanzada: Tras un entrenamiento avanzado y extenuante, y sin duda alguno uno de los más complicados que ha tenido a la hora de encontrar respuestas, Katharina es capaz de sintonizar su magia para manipular y crear los elementos básicos de la naturaleza: aire, tierra, fuego, hielo y electricidad. Este Power Up permite que Katharina pueda ejercer de forma más libre la esencia de la Escuela de Evocación, aunque de ninguna forma reemplaza a los hechizos al tratarse de un uso más bien general. Ya que no está totalmente entrenado, posee ciertas limitaciones:
- Aire: Evidentemente este no se crea, sino que solo se manipula. Puede generar ráfagas de viento cortante con una velocidad máxima de 120 km/h. Es capaz de usar el viento de manera cortante, adquiriendo una dureza de 8 según la escala de Mohs. La bruja solo puede manipular el viento a una distancia de 30 metros.
- Aire: Evidentemente este no se crea, sino que solo se manipula. Puede generar ráfagas de viento cortante con una velocidad máxima de 120 km/h. Es capaz de usar el viento de manera cortante, adquiriendo una dureza de 8 según la escala de Mohs. La bruja solo puede manipular el viento a una distancia de 30 metros.
Ernest F. Mühner
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- Sí, Líder - se limitó a contestar, abriendo su maletín.
Los siguientes minutos fueron largos y estresantes. Algunos de los supervivientes habían salido bien parados dentro de lo que cabía, algún hueso roto, laceraciones y quemaduras, pero nada que amenazase a su vida de manera inmediata. Otros... no habían sido tan afortunadados. El médico en seguida se encontró con los guantes empapados en la sangre de sus camaradas, tratando desesperadamente de mantenerlos con vida. Pero ni estaban en una sala de operaciones ni poseía el material adecuado más que para aplicarles los primeros auxilios mientras los médicos del navío no llegaban a llevárselos. En todo momento llevó a cabo su trabajo sin una queja y totalmente concentrado en la labor. Ni cuando uno de los hombres murió en sus brazos, con metralla en el pecho, dejó que eso le quebrara. Aunque cada imagen de aquella atrocidad lo estaba matando por dentro, como si hubiese sido él el que hubiese recibido aquellas heridas, se obligó a mantenerse firme y terminar con su labor. Como única concesión que se permitió, interrumpió un momento su trabajo para cerrarle los ojos al muerto y murmurar:
- Descansa en paz, camarada. Nosotros continuaremos la lucha por ti.
¿Qué sentido tenía toda aquella crueldad? Buenos hombres heridos en un instante, algunos muertos o tullidos para el resto de sus vidas. Apretó el puño ensangrentado y respiró hondo, conteniendo su rabia. Se levantó en cuanto llegaron el resto de médicos con camillas y se acercó a sus compañeros, con un brillo de determinación en la mirada. Ya no había sombra de la duda o del miedo que antes había mostrado. Tampoco había rabia, odio o sentimientos desenfrenados. Simplemente una férrea voluntad, casi obsesiva. Hasta caminaba más erguido y por su pose parecía más seguro de sí mismo.
- Compañeros... el Gobierno tiene crímenes por los que pagar. Vayamos a la batalla.
Se limpió la sangre con un trapo y cerró su maletín, volviéndose a echar la carabina al hombro. Volvió a subirse al carrier con Osuka, esperando al despegue. Ahora comprendía, o creía hacerlo, qué hacían allí. ¿Cuántos más buenos soldados de la Revolución habían sido asesinados así hasta la fecha? Sus almas clamaban venganza. Los esclavos la pedían. Todos aquellos que habían sido torturados y sufrido a manos del Gobierno... y ellos eran el instrumento de su rabia. Como soldado debía apartar sus ideas y opiniones y alzarse como un simple ejecutor de la justa ira del pueblo. Si estaban allí era porque debían golpear a los tiranos, tan fuerte como pudieran, para darle un mensaje a todos los oprimidos del mundo: seguían allí, y no les habían abandonado.
Los siguientes minutos fueron largos y estresantes. Algunos de los supervivientes habían salido bien parados dentro de lo que cabía, algún hueso roto, laceraciones y quemaduras, pero nada que amenazase a su vida de manera inmediata. Otros... no habían sido tan afortunadados. El médico en seguida se encontró con los guantes empapados en la sangre de sus camaradas, tratando desesperadamente de mantenerlos con vida. Pero ni estaban en una sala de operaciones ni poseía el material adecuado más que para aplicarles los primeros auxilios mientras los médicos del navío no llegaban a llevárselos. En todo momento llevó a cabo su trabajo sin una queja y totalmente concentrado en la labor. Ni cuando uno de los hombres murió en sus brazos, con metralla en el pecho, dejó que eso le quebrara. Aunque cada imagen de aquella atrocidad lo estaba matando por dentro, como si hubiese sido él el que hubiese recibido aquellas heridas, se obligó a mantenerse firme y terminar con su labor. Como única concesión que se permitió, interrumpió un momento su trabajo para cerrarle los ojos al muerto y murmurar:
- Descansa en paz, camarada. Nosotros continuaremos la lucha por ti.
¿Qué sentido tenía toda aquella crueldad? Buenos hombres heridos en un instante, algunos muertos o tullidos para el resto de sus vidas. Apretó el puño ensangrentado y respiró hondo, conteniendo su rabia. Se levantó en cuanto llegaron el resto de médicos con camillas y se acercó a sus compañeros, con un brillo de determinación en la mirada. Ya no había sombra de la duda o del miedo que antes había mostrado. Tampoco había rabia, odio o sentimientos desenfrenados. Simplemente una férrea voluntad, casi obsesiva. Hasta caminaba más erguido y por su pose parecía más seguro de sí mismo.
- Compañeros... el Gobierno tiene crímenes por los que pagar. Vayamos a la batalla.
Se limpió la sangre con un trapo y cerró su maletín, volviéndose a echar la carabina al hombro. Volvió a subirse al carrier con Osuka, esperando al despegue. Ahora comprendía, o creía hacerlo, qué hacían allí. ¿Cuántos más buenos soldados de la Revolución habían sido asesinados así hasta la fecha? Sus almas clamaban venganza. Los esclavos la pedían. Todos aquellos que habían sido torturados y sufrido a manos del Gobierno... y ellos eran el instrumento de su rabia. Como soldado debía apartar sus ideas y opiniones y alzarse como un simple ejecutor de la justa ira del pueblo. Si estaban allí era porque debían golpear a los tiranos, tan fuerte como pudieran, para darle un mensaje a todos los oprimidos del mundo: seguían allí, y no les habían abandonado.
- Resumen:
- Ayudo a aplicarle los primeros auxilios a los heridos y me cabreo bastante. Subo al carrier con el resto.
Nassor
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Frunció el ceño, molesto. Una vez más iba a ponerse en peligro sin pensárselo dos veces... pero en fin, ¿qué le iba a hacer? Aquel no era el momento de preocuparse. Mientras el capitán se dirigía a por el marine, el subcapitán se apresuró a tomar el control de la situación y empezar a dar órdenes.
- ¡Artilleros, esos morteros en acción ya mismo! ¡Johann, que los cañones rujan! Quiero ver a esos perros marines en el fondo del mar. ¡Apresuraos!
Tenían que aprovechar la situación. El Heracles tenía en una gran potencia de fuego y ahora que estaban en medio de la formación marine podían hacer un intercambio de salvas con los navíos de babor y estribor. Estaban en situación de causar un gran daño a la formación marine y dejarles el camino despejado al resto de sus aliados. Se paseó por cubierta observando la batalla y coordinando a los hombres, tratando de no atender al combate de Syxel. Su capitán confiaba en él para comandar a sus hombres en la batalla, y no iba a traicionar aquella fe distrayéndose. Más aún, aquel viejo zorro tenía siete vidas. Volvería de nuevo, más o menos entero, pero con otra victoria más. Estaba seguro de ello.
- ¡Roger, atento! Viramos a la derecha. Vamos a darles un poco de caña desde su retaguardia. ¡Fritz, que los artilleros recarguen la banda derecha! - acto seguido usando las manos a modo de bocina comenzó a gritarle al vigía - ¡Olvan! Haz una señal a los barcos aliados. Vamos a comenzar la maniobra envolvente.
- ¡Artilleros, esos morteros en acción ya mismo! ¡Johann, que los cañones rujan! Quiero ver a esos perros marines en el fondo del mar. ¡Apresuraos!
Tenían que aprovechar la situación. El Heracles tenía en una gran potencia de fuego y ahora que estaban en medio de la formación marine podían hacer un intercambio de salvas con los navíos de babor y estribor. Estaban en situación de causar un gran daño a la formación marine y dejarles el camino despejado al resto de sus aliados. Se paseó por cubierta observando la batalla y coordinando a los hombres, tratando de no atender al combate de Syxel. Su capitán confiaba en él para comandar a sus hombres en la batalla, y no iba a traicionar aquella fe distrayéndose. Más aún, aquel viejo zorro tenía siete vidas. Volvería de nuevo, más o menos entero, pero con otra victoria más. Estaba seguro de ello.
- ¡Roger, atento! Viramos a la derecha. Vamos a darles un poco de caña desde su retaguardia. ¡Fritz, que los artilleros recarguen la banda derecha! - acto seguido usando las manos a modo de bocina comenzó a gritarle al vigía - ¡Olvan! Haz una señal a los barcos aliados. Vamos a comenzar la maniobra envolvente.
- Resumen:
- Doy órdenes en ausencia de Syxel, manejando el barco. Ordeno disparar contra los buques marines de los lados y atravesar la formación virando hacia la izquierda para pasar por detrás de los barcos marines. Hago que el vigía haga señas a la columna de aliados para que continúen con la maniobra envolvente.
Aki D. Arlia
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Por un momento, pareció funcionar. Con mirada amorosa, el osito abrazó el trozo de hielo. Casi creyó que le pegaría un lametazo. Sonriendo, Aki se dio la vuelta para irse, pero en ese instante algo estalló a sus espaldas. Nuevamente en guardia, volvió a encarar al chico. Estaba enfadado. Mucho. Podía sentir su ira desparramándose a su alrededor como algo casi tangible. No solo eso, había destrozado el cacho de hielo y la miraba con los ojos de alguien perfectamente cuerdo.
Escuchó lo que tenía que decirle en completo silencio, pero a cada palabra su rostro se iba acerando con seriedad. Cuando terminó su pequeño discurso, Aki solo tenía para él una pequeña risotada amarga.
-No se de quién ni de cuándo me hablas, te tocará ser más específico. - Comentó sin quitarle los ojos de encima. Levantando el brazo izquierdo en el aire, comenzó a cargar un orbe oscuro.- Pero si crees que eres el único en esta guerra que ha visto sufrir a sus amigos o aliados... oh, estás muy pero que muy equivocado.
Le lanzó el orbe a la cara con elegancia y desprecio por igual impresos en el movimiento. Estallaría en cuanto le rozase, si es que no lo esquivaba. Sin embargo, el chico continuaba caminando hacia ella con calma. Demasiada calma. Demasiada para alguien con tanta ira burbujeando bajo su superficie. Algo entre el caos del lugar captó su atención por el rabillo del ojo; algo que no debía moverse se había movido. Miró hacia abajo de forma fugaz, a tiempo de ver como el suelo se combaba. Apenas un segundo antes de que estallase, la pelirroja se movió para evitarlo. Se protegió la cara con el brazo, pero no pudo evitar quedar salpicada. La ropa no iba a protegerla demasiado de las quemaduras, pero por suerte no serían graves. ¿Quién era ese oso? Había invocado un géiser de la nada, sin hacer ningún tipo de aspaviento.
Volvió a mirarlo y estaba cerca. Muy cerca. Había saltado a por ella. Aleteó para retroceder y quedó debajo, entre el hielo y el oso de color rosa. Pero no estaba atrapada. Interpuso sus manos y de repente un muro se formó entre ambos.
En el momento en el el puño ajeno lo golpeaba le pareció que el mundo se había detenido. Por un segundo lo vio todo más despacio. La voz de antes regresó a colarse en su cabeza con un mensaje de Ivan. Estaba loco por hacer planes para cuando salieran de allí cuando ni siquiera habían comenzado la batalla. Muy loco o muy seguro. Respondió con un breve ''Allí estaré'', mientras pensaba que su contrincante era estúpido si creía que tenía algún derecho sobre ella solo porque se hubiera tropezado con sus amigos. Los suyos tampoco habían tenido mejor suerte. Qué estupidez.
De repente, la pelirroja apretó los dientes y se revolvió. Dio una pirueta y en dos segundos volvía a estar en el aire, a varios metros de distancia del osito. Abrió la boca para decirle un par de cosas, pero una tercera voz se coló en el lugar. Giró la cabeza y a lo lejos, bastante lejos en realidad, vio a... ¿Ese tipo no era Al Naion? ¿No debería estar guardando a Legim? Era quien lo había apresado, estaba segura. Tras meditarlo una décima de segundo, se volvió hacia el osito.
- Mira, ya llegan a buscarte. Deberías ir a recibirle.
Volvió a centrarse en él, buscando su deseo. Veía ira y rabia, pero sabía que en el fondo solo necesitaría una chispa. La llama no estaba muerta, solo resguardada. La avivó con pasión, colando la imagen del que creía era su superior en su mente. Si tenía éxito, pronto el hielo se convertiría en una bonita estampa de película romántica con carrera incluida. Pena que no hubiera una puesta de sol.
Tuviera éxito o no, descendería a una distancia prudencial del osito y comenzaría a moverse en círculo a su alrededor, casi como si estuviera bailando. A su paso, la huella de sus pisadas se incendiaría comenzando poco a poco a derretir el hielo, formando una barrera de fuego alrededor de ambos. No le quitaba los ojos de encima, preparada para lo que pudiera surgir.
Escuchó lo que tenía que decirle en completo silencio, pero a cada palabra su rostro se iba acerando con seriedad. Cuando terminó su pequeño discurso, Aki solo tenía para él una pequeña risotada amarga.
-No se de quién ni de cuándo me hablas, te tocará ser más específico. - Comentó sin quitarle los ojos de encima. Levantando el brazo izquierdo en el aire, comenzó a cargar un orbe oscuro.- Pero si crees que eres el único en esta guerra que ha visto sufrir a sus amigos o aliados... oh, estás muy pero que muy equivocado.
Le lanzó el orbe a la cara con elegancia y desprecio por igual impresos en el movimiento. Estallaría en cuanto le rozase, si es que no lo esquivaba. Sin embargo, el chico continuaba caminando hacia ella con calma. Demasiada calma. Demasiada para alguien con tanta ira burbujeando bajo su superficie. Algo entre el caos del lugar captó su atención por el rabillo del ojo; algo que no debía moverse se había movido. Miró hacia abajo de forma fugaz, a tiempo de ver como el suelo se combaba. Apenas un segundo antes de que estallase, la pelirroja se movió para evitarlo. Se protegió la cara con el brazo, pero no pudo evitar quedar salpicada. La ropa no iba a protegerla demasiado de las quemaduras, pero por suerte no serían graves. ¿Quién era ese oso? Había invocado un géiser de la nada, sin hacer ningún tipo de aspaviento.
Volvió a mirarlo y estaba cerca. Muy cerca. Había saltado a por ella. Aleteó para retroceder y quedó debajo, entre el hielo y el oso de color rosa. Pero no estaba atrapada. Interpuso sus manos y de repente un muro se formó entre ambos.
En el momento en el el puño ajeno lo golpeaba le pareció que el mundo se había detenido. Por un segundo lo vio todo más despacio. La voz de antes regresó a colarse en su cabeza con un mensaje de Ivan. Estaba loco por hacer planes para cuando salieran de allí cuando ni siquiera habían comenzado la batalla. Muy loco o muy seguro. Respondió con un breve ''Allí estaré'', mientras pensaba que su contrincante era estúpido si creía que tenía algún derecho sobre ella solo porque se hubiera tropezado con sus amigos. Los suyos tampoco habían tenido mejor suerte. Qué estupidez.
De repente, la pelirroja apretó los dientes y se revolvió. Dio una pirueta y en dos segundos volvía a estar en el aire, a varios metros de distancia del osito. Abrió la boca para decirle un par de cosas, pero una tercera voz se coló en el lugar. Giró la cabeza y a lo lejos, bastante lejos en realidad, vio a... ¿Ese tipo no era Al Naion? ¿No debería estar guardando a Legim? Era quien lo había apresado, estaba segura. Tras meditarlo una décima de segundo, se volvió hacia el osito.
- Mira, ya llegan a buscarte. Deberías ir a recibirle.
Volvió a centrarse en él, buscando su deseo. Veía ira y rabia, pero sabía que en el fondo solo necesitaría una chispa. La llama no estaba muerta, solo resguardada. La avivó con pasión, colando la imagen del que creía era su superior en su mente. Si tenía éxito, pronto el hielo se convertiría en una bonita estampa de película romántica con carrera incluida. Pena que no hubiera una puesta de sol.
Tuviera éxito o no, descendería a una distancia prudencial del osito y comenzaría a moverse en círculo a su alrededor, casi como si estuviera bailando. A su paso, la huella de sus pisadas se incendiaría comenzando poco a poco a derretir el hielo, formando una barrera de fuego alrededor de ambos. No le quitaba los ojos de encima, preparada para lo que pudiera surgir.
- Resumen:
- Contraatacar, responder a Syxel/Ivan
- Cosas usadas:
-Orbes oscuros: Tras un intenso entrenamiento, Aki es capaz de utilizar la energía que gasta al enfurecerse para emplearla posteriormente. Con esa energía es capaz de producir esferas negras del tamaño de una naranja mediana con poder explosivo equivalente a medio kg de TNT. Puede dirigirlas en el aire, a una velocidad de 20 m/s. Explotarán a los 10 segundos (A no ser que las detone antes) desde el momento en que son lanzadas.
- Night Shadow. Aki utiliza energía su demoníaca para formar un muro (Igual de alto que ella y un poco más ancho) entre ella y el enemigo. Dura 2 turnos.
- La misma técnica que con el hielo (?)
-Victorious: Cuando baila sus pisadas prenden en fuego infernal al suelo bajo sus pies, dejando tras de sí un rastro de llamas de dos metros de altura que tardan en consumirse tres post. Este fuego no quema a Aki, ya que es ella misma quien lo genera.
-¡Tekkai! -había exclamado el marine antes de encogerse para recibir la improvisada ofensiva del rubio, que no pudo evitar fruncir el ceño. Su transformación había eclipsado el hecho de que se había desplazado por el aire anteriormente, causando que casi olvidase aquella molesta disciplina de combate. ¡Y ahí estaba de nuevo!
Maldijo todo aquello que pasó por su mente mientras surcaba el cielo en dirección al uniformado. ¿Qué criatura era aquélla? No era momento para conjeturas, pues su rival estaba dispuesto a recibir el ataque. Detuvo sus espadas con su propio cuerpo, ennegreciendo de nuevo su brazo y rodeándolo de fuego. Tenía sentido, sobre todo si se había dado cuenta de que el recubrimiento de sus sables era de hielo.
El espadachín sonrió cuando se produjo la colisión. Podía notar la vibración en el cuerpo de su oponente, la cual era exactamente igual a la que él mismo sentía. Tanto sus armas como sus brazos temblaban fruto de la presión que se veía obligado a mantener, y el aire en torno a ellos no tardó en verse afectado. Un extrañamente satisfactorio chirrido comenzó a propagarse por él, distorsionándolo a su paso. Su expresión pronto mutó en una de esfuerzo, apretando los dientes en un intento por sacar fuerzas de algún recóndito lugar de su cuerpo.
Sin embargo, era innegable que el fuego del marine deterioraba el hielo de sus espadas. Su ofensiva perdía fuerza, lo sabía, así que debía prepararse para lo que viniese a continuación. El de los cuernos empujó para obligarle a separarse de él, acción a la que el domador no opuso resistencia. En vez de eso aprovechó el impulso para alejarse unos metros y prepararse para la defensa.
Su adversario se dispuso a lanzar un puñetazo en su dirección. ¿Qué podía esperar de él? Fuego, de eso no cabía duda, pero ¿qué clase de sorpresa podría mantener oculta? Fuera la que fuera, no pensaba limitarse a recibirla sin más. Creyó ver cómo una gota de sangre recorría el antebrazo de su rival, pero enseguida desapareció de su vista. Hizo chocar las empuñaduras de sus espadas justo cuando de la mano de su oponente comenzaba a nacer la bola de fuego. Una resistente cúpula helada se materializó en torno a él, pero no esperaba que fuese capaz de anular por completo semejante despliegue ígneo.
Efectivamente. No tardó en empezar a agitarse, resquebrajarse y derretirse. Sus sables se tornaron de un intenso color negro al colocarlos cruzados frente a él para recibir lo que quedase del ataque del marine. Por desgracia para él era más de lo que pensaba. Su barrera había mitigado parte de la potencia, pero aún le quedaba mucha. El fuego impactó contra el acero, pero había algo más. Una violenta fuerza le empujó hacia atrás, desplazándolo varios metros en el aire al tiempo que mermaba su intensidad.
Los brazos le ardían cuando al fin pudo disipar aquella masa de energía candente realizando sendos cortes en cruz. La ropa que cubría sus brazos había desaparecido casi por completo, revelando una piel quemada que le dolía como no recordaba en mucho tiempo. Además, se había visto obligado a recibir aquel extraño impulso casi por completo sus brazos, lo que acrecentaba la sensación de dolor. ¿Era aquello suficiente para hacer que bajase la intensidad del enfrentamiento? Ni de lejos.
Apretó con fuerza a Byakko y a Yuki-onna, que aún emitían destellos violáceos cuando la luz incidía sobre su filo ennegrecido. Sin mediar palabra se abalanzó de nuevo sobre el marine, trazando un corte oblicuo ascendente con la primera y, después, uno horizontal con la segunda. Si le gustaba tanto combatir empleando Haki no sería él quien se lo impidiese.
Maldijo todo aquello que pasó por su mente mientras surcaba el cielo en dirección al uniformado. ¿Qué criatura era aquélla? No era momento para conjeturas, pues su rival estaba dispuesto a recibir el ataque. Detuvo sus espadas con su propio cuerpo, ennegreciendo de nuevo su brazo y rodeándolo de fuego. Tenía sentido, sobre todo si se había dado cuenta de que el recubrimiento de sus sables era de hielo.
El espadachín sonrió cuando se produjo la colisión. Podía notar la vibración en el cuerpo de su oponente, la cual era exactamente igual a la que él mismo sentía. Tanto sus armas como sus brazos temblaban fruto de la presión que se veía obligado a mantener, y el aire en torno a ellos no tardó en verse afectado. Un extrañamente satisfactorio chirrido comenzó a propagarse por él, distorsionándolo a su paso. Su expresión pronto mutó en una de esfuerzo, apretando los dientes en un intento por sacar fuerzas de algún recóndito lugar de su cuerpo.
Sin embargo, era innegable que el fuego del marine deterioraba el hielo de sus espadas. Su ofensiva perdía fuerza, lo sabía, así que debía prepararse para lo que viniese a continuación. El de los cuernos empujó para obligarle a separarse de él, acción a la que el domador no opuso resistencia. En vez de eso aprovechó el impulso para alejarse unos metros y prepararse para la defensa.
Su adversario se dispuso a lanzar un puñetazo en su dirección. ¿Qué podía esperar de él? Fuego, de eso no cabía duda, pero ¿qué clase de sorpresa podría mantener oculta? Fuera la que fuera, no pensaba limitarse a recibirla sin más. Creyó ver cómo una gota de sangre recorría el antebrazo de su rival, pero enseguida desapareció de su vista. Hizo chocar las empuñaduras de sus espadas justo cuando de la mano de su oponente comenzaba a nacer la bola de fuego. Una resistente cúpula helada se materializó en torno a él, pero no esperaba que fuese capaz de anular por completo semejante despliegue ígneo.
Efectivamente. No tardó en empezar a agitarse, resquebrajarse y derretirse. Sus sables se tornaron de un intenso color negro al colocarlos cruzados frente a él para recibir lo que quedase del ataque del marine. Por desgracia para él era más de lo que pensaba. Su barrera había mitigado parte de la potencia, pero aún le quedaba mucha. El fuego impactó contra el acero, pero había algo más. Una violenta fuerza le empujó hacia atrás, desplazándolo varios metros en el aire al tiempo que mermaba su intensidad.
Los brazos le ardían cuando al fin pudo disipar aquella masa de energía candente realizando sendos cortes en cruz. La ropa que cubría sus brazos había desaparecido casi por completo, revelando una piel quemada que le dolía como no recordaba en mucho tiempo. Además, se había visto obligado a recibir aquel extraño impulso casi por completo sus brazos, lo que acrecentaba la sensación de dolor. ¿Era aquello suficiente para hacer que bajase la intensidad del enfrentamiento? Ni de lejos.
Apretó con fuerza a Byakko y a Yuki-onna, que aún emitían destellos violáceos cuando la luz incidía sobre su filo ennegrecido. Sin mediar palabra se abalanzó de nuevo sobre el marine, trazando un corte oblicuo ascendente con la primera y, después, uno horizontal con la segunda. Si le gustaba tanto combatir empleando Haki no sería él quien se lo impidiese.
- Resumen:
- Más amor.
- Cosas usadas:
- Creo una cúpula para intentar absorber parte del castañazo:
- Valhalla - Nivel II: tras hacer chocar las empuñaduras de sus espadas, Therax es capaz de crear una cúpula de hielo a su alrededor de 10 metros de radio (una esfera en caso de que la cree mientras está en el aire. Dicho hielo tiene una dureza de 9 en la escala MOHS hasta nivel 50 (+0.5 cada 50 niveles) y la tenacidad del oro (platino a nivel 100 y acero a nivel 150). Es capaz de mantenerla durante 2 turnos y, tras estos (o cuando él opta por deshacerla), se resquebraja formando pequeñas esquirlas de hielo con las mismas características que la cúpula. Therax puede optar por hacer que se dispersen a gran velocidad, de modo similar al que lo haría la metralla de una bomba. Necesita una recarga de 2 posts.
En este caso entiendo que ese ataque no permite posibilidad de formar esquirlas con las que poder contraatacar por la potencia de la onda y el calor del fuego, así que roleo en consecuencia.
La potencia restante la "bloqueo", recibiendo quemaduras en las zonas más expuestas (brazos por estar en continuidad con las espadas, que son las que reciben realmente) por el Firebending y dolor por resistir la potencia de la onda. El ataque es un ataque normal y corriente con Haki de armadura superior.
Reflejos: 7 (x4).
Poder de destrucción: 7 (x4).
Agilidad: 5 (x4).
Resistencia: 4 (x4).
Y un PU que creo que tengo que poner:- Aislante térmico: Therax es capaz de tolerar temperaturas de hasta 200ºC. Esto se traduce en una mayor resistencia frente a ataques ígneos.
- Valhalla - Nivel II: tras hacer chocar las empuñaduras de sus espadas, Therax es capaz de crear una cúpula de hielo a su alrededor de 10 metros de radio (una esfera en caso de que la cree mientras está en el aire. Dicho hielo tiene una dureza de 9 en la escala MOHS hasta nivel 50 (+0.5 cada 50 niveles) y la tenacidad del oro (platino a nivel 100 y acero a nivel 150). Es capaz de mantenerla durante 2 turnos y, tras estos (o cuando él opta por deshacerla), se resquebraja formando pequeñas esquirlas de hielo con las mismas características que la cúpula. Therax puede optar por hacer que se dispersen a gran velocidad, de modo similar al que lo haría la metralla de una bomba. Necesita una recarga de 2 posts.
Elya Edelweiss
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Las órdenes del vicealmirante por poco hicieron poner los ojos en blanco a Elya. No podía ser más ambiguo ni intentándolo, estaba segura. Conociendo a la plantilla recluta que solía haber, con ese mandato tendrían suerte si no volaban al menos un barco aliado.
Aún así, se introdujo presta en el barco para llegar a la zona de los cañones. Como imaginaba era un caos, con gente corriendo de aquí para allá. En lugar de centrarse en un solo buque pirata todos estaban recibiendo cañonazos aleatoriamente y ninguno parecía hundirse. Ella misma echó una mano, llevando pólvora de aquí para allá y recargándolos sin una sola queja u observación. Sin embargo, no pasó mucho tiempo hasta que comenzó a hartarse de sentirse inútil.
Vio que no era la única. Podía ver el mosqueo en la cara de varios reclutas, aunque no por ello bajaban el ritmo. Se acercó a uno de ellos y con discreción se fueron haciendo a un lado, todavía afanados sobre uno de los cañones.
-Aquí no pintamos nada. La mitad de las balas no dan en el blanco y los piratas de ahí fuera no van a achantar con un poco de hierro. Esto es inútil.- Estalló en susurros airados el recluta.
Elya estaba de acuerdo con él, no podía ser menos. Le contó su plan y no le costó más que un par de segundos convencerle. El recluta corrió la voz con disimulo y pronto cinco de los reclutas abandonaban el barco. En realidad, no creían que el vicealmirante fuera a darse cuenta. No eran más que unas motas en el hielo y quedaba gente de sobra a bordo para cumplir sus órdenes. Le deseaba buena suerte, aunque dudaba que la tuviera.
Habrían cogido una lancha, pero no habrían podido hacerla navegar a través de la manta blanca que rodeaba Gray Rock. Así pues, echaron a correr buscando un lugar en el que su presencia pudiera ser más útil.
Aún así, se introdujo presta en el barco para llegar a la zona de los cañones. Como imaginaba era un caos, con gente corriendo de aquí para allá. En lugar de centrarse en un solo buque pirata todos estaban recibiendo cañonazos aleatoriamente y ninguno parecía hundirse. Ella misma echó una mano, llevando pólvora de aquí para allá y recargándolos sin una sola queja u observación. Sin embargo, no pasó mucho tiempo hasta que comenzó a hartarse de sentirse inútil.
Vio que no era la única. Podía ver el mosqueo en la cara de varios reclutas, aunque no por ello bajaban el ritmo. Se acercó a uno de ellos y con discreción se fueron haciendo a un lado, todavía afanados sobre uno de los cañones.
-Aquí no pintamos nada. La mitad de las balas no dan en el blanco y los piratas de ahí fuera no van a achantar con un poco de hierro. Esto es inútil.- Estalló en susurros airados el recluta.
Elya estaba de acuerdo con él, no podía ser menos. Le contó su plan y no le costó más que un par de segundos convencerle. El recluta corrió la voz con disimulo y pronto cinco de los reclutas abandonaban el barco. En realidad, no creían que el vicealmirante fuera a darse cuenta. No eran más que unas motas en el hielo y quedaba gente de sobra a bordo para cumplir sus órdenes. Le deseaba buena suerte, aunque dudaba que la tuviera.
Habrían cogido una lancha, pero no habrían podido hacerla navegar a través de la manta blanca que rodeaba Gray Rock. Así pues, echaron a correr buscando un lugar en el que su presencia pudiera ser más útil.
- Resumen:
- Escaquearme con cuatro npc's para ser útil en otra parte
Maze
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Un extenso terreno de hielo se mostraba al frente una vez pasada la neblina en que se había transformado el amenazante tsunami, gracias a las habilidades de su capitán. Esta había resultado en una gran ayuda, a pesar de los inconvenientes causados a la vista y olfato de la pelirroja y cualquier otro ser vivo que se sirviera de esos sentidos. Por suerte, ya había quedado atrás, sirviendo de cortina para ellos. La flota de la marina poco había reparado en como doce barcos pasaban por el lado oeste de Gray Rock, prefiriendo centrarse únicamente en el lado este. Por como sonaba, pareciera que este se había convertido en un campo de batallas de verdad.
Mura se pasó en silencio los minutos que habían llevado al rubí recorrer el último tramo realizado con la boca cerrada, sorprendiendo a los que apenas conocían a la "general" de los Blue. Pero ninguno dijo nada. Todos siguieron sus labores escuchando las ordenes de la imponenete figura del contramaestre. No fue hasta que, al respirar hondo, el aire del mar dejo de olerle únicamente a sal que volvió a centrarse en lo que la rodeaba. Sin mediar palabra ni siquiera con Aka, se puso en pie y recorrió el barco para acabar en el Bauprés del barco. Pudo discernir otro barco pirata a la distancia, tratando de abrir camino por medio del hielo, así como alguna figura caminando sobre este. Una silueta alada les sobrepasó momentáneamente, aunque no le prestó caso. Esta se había dirigido hacia el otro lado de la isla.
-Parece que de momento no se nos tiene muy en cuenta.- Comentó por su comunicador en voz baja, mientras sus morados orbes contemplaban el panorama. Varias ideas pasaban por su cabeza en ese momento. Era una buena oportunidad para dar un golpe al gobierno... O para conseguir alguna información de este. Se fijó también en que la superficie del iceberg no era lo único peculiar en la periferia de la isla, sino que había una especie de puente que conectaba con esta y se perdía en la lejanía. Aquello le hizo recordar a un extraño hombre que se presentase frente a ellos cuando los Demons aún vivían. Una sonrisa nostálgica le surcó el rostro, así como una idea.
-Oye, Bakagami.¿Cuál es la isla más cercana a esta roca?- Preguntó antes de señalar la aparentemente frágil estructura mencionada antes. -Esa cosa debe acabar en algún lugar, viendo además todo este hielo. ¿Los demás qué opináis? ¿Podéis ver a lo que me refiero?- Seguramente nadie hiciera caso de aquel dato, pero quiso comentarlo igualmente antes de escuchar la petición de Slade, haciendo una mueca. No se le daba bien comandar a otras personas.
-Esta bien.- Contestó desganadamente antes de girarse al dragón. -¿Te parece bien que coja a algunos de tus subordinados? Mi barco esta algo lejos.- Fijándose en sus ambarinos ojos, podía notar un leve deje de preocupación... o quizás solo fuera molestia, aunque si le conocía medianamente bien después de tantos años, debía ser lo primero. Tras haber perdido a Barba, ese miedo se había reforzado en el contramaestre y el hecho de ser ella quien fuese. Ya la había dado por muerta una vez, así que una segunda podría hacerle mucho daño. A pesar de esto, el chico solo asintió seriamente.
Tan solo llevó consigo quince personas, todas ellas de apariencia atlética pero poco musculada. Eran personas ágiles, o eso le habían asegurado tanto sus compañeros como ellos mismos. No podían desembarcar de forma normal, ya que no había una playa a la cual llegar y dejar el bote. Tampoco iban a acercarse más con los barcos por el riesgo que aquella masa helada suponía, por lo que Akane tuvo que ingeniárselas para proponer una manera rápida y segura de avanzar. Voy a crear un camino que conecte el barco con "tierra". Este estaba reforzado con su propio Haki de armadura.
Una vez en tierra, de conseguir llegar sin problemas, se aseguraría de que el resto llegasen con a salvo y comenzaría su exploración. Tenía que comprobar como de resistente era el terreno, aunque por la vista de antes debía llegar hasta el lecho marino. También se concentró en activar su aura, generando una zona calida que les protegiera del frío por poco que fuera.
Mura se pasó en silencio los minutos que habían llevado al rubí recorrer el último tramo realizado con la boca cerrada, sorprendiendo a los que apenas conocían a la "general" de los Blue. Pero ninguno dijo nada. Todos siguieron sus labores escuchando las ordenes de la imponenete figura del contramaestre. No fue hasta que, al respirar hondo, el aire del mar dejo de olerle únicamente a sal que volvió a centrarse en lo que la rodeaba. Sin mediar palabra ni siquiera con Aka, se puso en pie y recorrió el barco para acabar en el Bauprés del barco. Pudo discernir otro barco pirata a la distancia, tratando de abrir camino por medio del hielo, así como alguna figura caminando sobre este. Una silueta alada les sobrepasó momentáneamente, aunque no le prestó caso. Esta se había dirigido hacia el otro lado de la isla.
-Parece que de momento no se nos tiene muy en cuenta.- Comentó por su comunicador en voz baja, mientras sus morados orbes contemplaban el panorama. Varias ideas pasaban por su cabeza en ese momento. Era una buena oportunidad para dar un golpe al gobierno... O para conseguir alguna información de este. Se fijó también en que la superficie del iceberg no era lo único peculiar en la periferia de la isla, sino que había una especie de puente que conectaba con esta y se perdía en la lejanía. Aquello le hizo recordar a un extraño hombre que se presentase frente a ellos cuando los Demons aún vivían. Una sonrisa nostálgica le surcó el rostro, así como una idea.
-Oye, Bakagami.¿Cuál es la isla más cercana a esta roca?- Preguntó antes de señalar la aparentemente frágil estructura mencionada antes. -Esa cosa debe acabar en algún lugar, viendo además todo este hielo. ¿Los demás qué opináis? ¿Podéis ver a lo que me refiero?- Seguramente nadie hiciera caso de aquel dato, pero quiso comentarlo igualmente antes de escuchar la petición de Slade, haciendo una mueca. No se le daba bien comandar a otras personas.
-Esta bien.- Contestó desganadamente antes de girarse al dragón. -¿Te parece bien que coja a algunos de tus subordinados? Mi barco esta algo lejos.- Fijándose en sus ambarinos ojos, podía notar un leve deje de preocupación... o quizás solo fuera molestia, aunque si le conocía medianamente bien después de tantos años, debía ser lo primero. Tras haber perdido a Barba, ese miedo se había reforzado en el contramaestre y el hecho de ser ella quien fuese. Ya la había dado por muerta una vez, así que una segunda podría hacerle mucho daño. A pesar de esto, el chico solo asintió seriamente.
Tan solo llevó consigo quince personas, todas ellas de apariencia atlética pero poco musculada. Eran personas ágiles, o eso le habían asegurado tanto sus compañeros como ellos mismos. No podían desembarcar de forma normal, ya que no había una playa a la cual llegar y dejar el bote. Tampoco iban a acercarse más con los barcos por el riesgo que aquella masa helada suponía, por lo que Akane tuvo que ingeniárselas para proponer una manera rápida y segura de avanzar. Voy a crear un camino que conecte el barco con "tierra". Este estaba reforzado con su propio Haki de armadura.
Una vez en tierra, de conseguir llegar sin problemas, se aseguraría de que el resto llegasen con a salvo y comenzaría su exploración. Tenía que comprobar como de resistente era el terreno, aunque por la vista de antes debía llegar hasta el lecho marino. También se concentró en activar su aura, generando una zona calida que les protegiera del frío por poco que fuera.
- Spoiler:
- Fijarse en los alrededores y comentar que hay una estructura translucida que parece conectar la isla con algo. Obedecer a las ordenes de Death y tratar de llegar a la superficie helada que rodea Gray Rock con quince Npc´s.
- cosas usadas:
- Habilidad especial “Ira”: Murasaki ha sido siempre una chica impulsiva y con poca paciencia, cosa que se refleja en su aura. El aura aumenta notablemente a causa del enfado de Mura. Al principio, esta pensaba que su enfado era la causa principal de que “prender” se haya creado, como una explosión de sus emociones, sin embargo su maestro le enseñó que aquello no era del todo correcto. El aura es energía y, en el caso de Mura, la energía que mejor puede manejar, es la calórica. Su aura funciona como catalizador, pudiendo aumentar la temperatura y, a cambio de consumir oxigeno, generar fuego. Habiendo aprendido a controlar su enfado a su favor, ahora Murasaki puede emplear ese fuego tanto para impulsarse o ganar velocidad, como para luchar, quemando a quien se ponga enfrente. Además, la forma en que se genera la “llama” la vuelve inmune al fuego rojo, aunque no al fuego azul. Las limitaciones de esta técnica se encuentran, ya no en la energía, pues esta se ve compensada mediante el uso del oxígeno del aire, sino en la cantidad de oxigeno que necesita el cuerpo de la chica. Encontrándose en medio de las llamas, si usa en exceso esta habilidad, podría acabar perdiendo el conocimiento por falta de oxígeno.
+ lo usado en post anteriores para generar el "puente".
Al parecer sí había un plan, aunque la elaboración del mismo dejase mucho que desear. A falta de Silver, el vicealmirante había tenido a bien dar el mando a Kenzo. Fruncí el ceño. Estaba claro que no tenía mucha idea de los rangos que ostentaban sus subordinados, pero opté por mantener la boca cerrada. Quien hablaba siempre pagaba el pato, que en ese caso sería hacerse cargo de todos los movimientos de los miembros de Loyal Army presentes. No. Eso implicaba pensar y, en definitiva, más trabajo. No estaba dispuesto a hacer eso.
Entonces, un súbito sonido me sacó de mi ensimismamiento. Un gran agujero se había abierto a unos metros de distancia. ¿Qué demonios había sido aquello? Iba a preguntar, pero el recluta -según él mismo afirmaba- desconocido satisfizo mi curiosidad.
-Ese Silver... Siempre tiene que ir llamando la atención -refunfuñé en voz baja para, acto seguido, escuchar las órdenes de Kenzo. «Genial, otro mandón», pensé. Debía ingeniármelas para alcanzar un puesto de mayor relevancia, pues me negaba a estar toda mi vida cumpliendo órdenes de Einar, Kenzo y Silver. Con toda seguridad no me darían ni un minuto de descanso, sobre todo los dos primeros.
Haciendo caso a sus indicaciones, miré hacia arriba con intención de distinguir la cofa. Y allí estaba. ¿Había armas apuntando hacia la cubierta? Lo cierto era que no podía distinguirlo con toda la precisión que me gustaría, pero parecía que sí. Fuera como fuere, debía ingeniármelas para acabar con quien quiera que hubiese allí arriba. Para eso necesitaba un ángulo mejor que el que tenía, así que por fin extraje por completo el primer espejo de Blancanieves de su lugar en mi espalda. Fijé mi vista unos segundos en una cabeza que asomaba y, acto seguido, lancé el espejo al aire. Éste quedó inmóvil en una posición que permitiría que mi ascenso fuese oblicuo en vez de vertical, fijo por el momento a varios metros de altura.
-Ahora nos vemos -comenté a mis compañeros, que también comenzaban a moverse. Asumí mi forma elemental y me lancé hacia la superficie reflectante, permitiéndome esta alterar el recorrido y lanzándome en dirección a mi objetivo. Una vez en la cofa, de pie sobre el límite de la misma, trataría de lanzar al vigía -y a quien más hubiese en caso de que fuera así- de una patada en la cabeza aprovechando el factor sorpresa.
Tras ello me sentaría en el borde del lugar del vigía y trataría de identificar más puestos similares a aquél en el que me encontraba. De haber más, orientaría a Ámbar hacia uno de ellos -o más en caso de que pudiese incidir sobre varios con un único movimiento- y, tras lanzar un puñetazo en su dirección, liberaría una poderosa onda de choque.
Entonces, un súbito sonido me sacó de mi ensimismamiento. Un gran agujero se había abierto a unos metros de distancia. ¿Qué demonios había sido aquello? Iba a preguntar, pero el recluta -según él mismo afirmaba- desconocido satisfizo mi curiosidad.
-Ese Silver... Siempre tiene que ir llamando la atención -refunfuñé en voz baja para, acto seguido, escuchar las órdenes de Kenzo. «Genial, otro mandón», pensé. Debía ingeniármelas para alcanzar un puesto de mayor relevancia, pues me negaba a estar toda mi vida cumpliendo órdenes de Einar, Kenzo y Silver. Con toda seguridad no me darían ni un minuto de descanso, sobre todo los dos primeros.
Haciendo caso a sus indicaciones, miré hacia arriba con intención de distinguir la cofa. Y allí estaba. ¿Había armas apuntando hacia la cubierta? Lo cierto era que no podía distinguirlo con toda la precisión que me gustaría, pero parecía que sí. Fuera como fuere, debía ingeniármelas para acabar con quien quiera que hubiese allí arriba. Para eso necesitaba un ángulo mejor que el que tenía, así que por fin extraje por completo el primer espejo de Blancanieves de su lugar en mi espalda. Fijé mi vista unos segundos en una cabeza que asomaba y, acto seguido, lancé el espejo al aire. Éste quedó inmóvil en una posición que permitiría que mi ascenso fuese oblicuo en vez de vertical, fijo por el momento a varios metros de altura.
-Ahora nos vemos -comenté a mis compañeros, que también comenzaban a moverse. Asumí mi forma elemental y me lancé hacia la superficie reflectante, permitiéndome esta alterar el recorrido y lanzándome en dirección a mi objetivo. Una vez en la cofa, de pie sobre el límite de la misma, trataría de lanzar al vigía -y a quien más hubiese en caso de que fuera así- de una patada en la cabeza aprovechando el factor sorpresa.
Tras ello me sentaría en el borde del lugar del vigía y trataría de identificar más puestos similares a aquél en el que me encontraba. De haber más, orientaría a Ámbar hacia uno de ellos -o más en caso de que pudiese incidir sobre varios con un único movimiento- y, tras lanzar un puñetazo en su dirección, liberaría una poderosa onda de choque.
- Resumen:
- Subir a la cofa usando un espejo (que queda flotando) e intentar echar a quien haya allí a base de patadas en la cabeza. Tras eso, y en caso de conseguirlo, intentar identificar localizaciones similares a la mía en otros mástiles. Si las hay, intentar destruirlos mediante la onda de choque del anillo: una vez cada tres turnos Iulio puede lanzar una poderosa onda de choque. Dicha onda cubre una distancia máxima de veinte metros con un ángulo de 60º, teniendo potencia suficiente como para quebrar un barco de metal de extremo a extremo.
Liv L Astrid
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El mecanismo había soportado aquel ataque, posiblemente el más poderoso que había hecho en mi vida, sin duda los barcos que usaba la revolución eran bastante buenos. Me dispuse para propinarle otro golpe al enorme objeto, sin embargo, algo me detuvo, Trece, quien hizo un pequeño sonidito.
-¿Qué sucede, Trece? – dije con un tono algo cansino.
-Me había parecido escuchar algo – respondió indiferente.
Aquello hizo que tomase una posición de guardia y me ocultase detrás de la maquinaria por si aparecía alguien, me mantuve así durante unos minutos, pero no escuché nada ni apareció nadie por aquel nivel de la embarcación, sin duda era más importante la cubierta para ver como se iba desarrollando la guerra. Como siguió sin aparecer nadie, subí a lo alto del objeto y me preparé para otro ataque.
Esta vez, no quise aumentar la potencia del corte, sin embargo, había aprendido a lanzar ondas cortantes, salté y lancé una onda cortante hacia el objeto, esta vez realicé el ataque con fuerza de Balder, esperaba que esta vez fuese con el suficiente poder como para que incluso atravesase el casco de la nave, aunque me conformaba con que la dirección de la nave quedase inutilizada. Si quedaba destruida, volvería a la cubierta de la embarcación.
-¿Qué sucede, Trece? – dije con un tono algo cansino.
-Me había parecido escuchar algo – respondió indiferente.
Aquello hizo que tomase una posición de guardia y me ocultase detrás de la maquinaria por si aparecía alguien, me mantuve así durante unos minutos, pero no escuché nada ni apareció nadie por aquel nivel de la embarcación, sin duda era más importante la cubierta para ver como se iba desarrollando la guerra. Como siguió sin aparecer nadie, subí a lo alto del objeto y me preparé para otro ataque.
Esta vez, no quise aumentar la potencia del corte, sin embargo, había aprendido a lanzar ondas cortantes, salté y lancé una onda cortante hacia el objeto, esta vez realicé el ataque con fuerza de Balder, esperaba que esta vez fuese con el suficiente poder como para que incluso atravesase el casco de la nave, aunque me conformaba con que la dirección de la nave quedase inutilizada. Si quedaba destruida, volvería a la cubierta de la embarcación.
- resumen:
- Volver a atacar la dirección del barco, esta vez no potencio el ataque pero uso una onda cortante (maestría de nivel 60) imbuida en haki de armadura (fuerza de Balder)
Ori Kenobi
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Delante de mí pude ver como el hombre rubio que bebía unos botellines de cerveza y luego pareció que se iba a enfrentar a un hombre de piernas extremadamente largas. Nunca había visto algo como eso, sin embargo, tampoco era una cosa que me extraño, había conocido a un hombre lagarto. Al hombre que se había sentado en el sofá de pronto se le echó un tipo que iba volando con una mochila extraña y un par de armas en sus manos. El tipo de aspecto pirata se oculto tras el sofá cuando el que venía volando abrió fuego con un par de lanzallamas, y de pronto apareció un cubo translúcido del color del caramelo que lo rodeaba, incluso olía a caramelo. Por otra parte, el tipo bajito y pelirrojo que había visto antes con ellos en la plaza ya no estaba con ellos, ahora había una especie de oso rosa y se enfrentaba a una mujer pelirroja.
EL tipo rubio dejó de lado al hombre de las piernas largas y se dirigió al que estaba el oso rosa, ¿acaso no iba a ayudar a su otro compañero que parecía estar en mayores problemas? Al verlo, no pude quedarme quieto y comencé a correr hacia el tipo de los lanzallamas y el cubo de lo que parecía caramelo. Cuando lo hice activé la Percepción de la Fuerza por si aquel tipo decidía cambiar de objetivo y atacarme. Una vez estuve cerca de este di un gran salto, tanto como me permitían mis piernas y así poder quedarme justo encima del pirata durante un momento. En el momento en el que pasase justo por encima del pirata usaría el empujón de la Fuerza para mandarlo al suelo, de esa forma lo llevaría a mi terreno y me sería más sencillo el combate.
-Señor, ¿acaso no piensa combatir? – le dije al hombre que había dentro del caramelo una vez volví a caer al suelo, hecho que hizo que retrocediese unos metros porque me resbalé. – En cuanto a ti – señalé al tipo de los lanzallamas – ¿no crees que es mejor hablar las cosas antes de intentar incinerar a alguien?.
EL tipo rubio dejó de lado al hombre de las piernas largas y se dirigió al que estaba el oso rosa, ¿acaso no iba a ayudar a su otro compañero que parecía estar en mayores problemas? Al verlo, no pude quedarme quieto y comencé a correr hacia el tipo de los lanzallamas y el cubo de lo que parecía caramelo. Cuando lo hice activé la Percepción de la Fuerza por si aquel tipo decidía cambiar de objetivo y atacarme. Una vez estuve cerca de este di un gran salto, tanto como me permitían mis piernas y así poder quedarme justo encima del pirata durante un momento. En el momento en el que pasase justo por encima del pirata usaría el empujón de la Fuerza para mandarlo al suelo, de esa forma lo llevaría a mi terreno y me sería más sencillo el combate.
-Señor, ¿acaso no piensa combatir? – le dije al hombre que había dentro del caramelo una vez volví a caer al suelo, hecho que hizo que retrocediese unos metros porque me resbalé. – En cuanto a ti – señalé al tipo de los lanzallamas – ¿no crees que es mejor hablar las cosas antes de intentar incinerar a alguien?.
- resumen:
- Ayudar a Jack Con el tipo de los lanzallamas.
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Los robots enemigos iban cayendo poco a poco gracias a la fuerza conjunta de nuestro aliado temporal y el tejón. Me limitaba a seguir atacando a los robots que parecían ser un poco más débiles que el resto, dejando a los demás a los otros. Lo mejor que podía hacer era seguir lanzando ondas de corte sin acercarme demasiado. Odiaba admitirlo, pero yo era aún demasiado débil como para establecer un combate cuerpo a cuerpo. Miré hacia la gran nave y me pareció ver a alguien subida a ella. ¿Acaso serían imaginaciones mías? Cerca de mí, el tejón parecía estar disfrutando despedazando al ejército mecánico enemigo. El arma que portaba parecía ser muy buena y yo deseaba alguna que otra espada mejor que la que tenía. Uno de los autómatas se acercó demasiado a mí y conseguí esquivarlo por los pelos para lanzarle una onda de corte e intentar hacerle daño.
Hecha ya mi parte, comencé a mirar por la cubierta a ver si alguien necesitaba ayuda. Aunque visto lo visto, nadie parecía necesitarla así que me dispuse a luchar junto al tejón hasta que el lugar estuviese limpio de enemigos.
Hecha ya mi parte, comencé a mirar por la cubierta a ver si alguien necesitaba ayuda. Aunque visto lo visto, nadie parecía necesitarla así que me dispuse a luchar junto al tejón hasta que el lugar estuviese limpio de enemigos.
- Resumen:
- Seguir luchando contra los robots y luego intentar ayudar a Zack
Balagus
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El estruendo de los disparos me desagradaba. El hedor de la pólvora me irritaba. El agua y el humo invadían mis ojos y nariz, molestando más de lo que me hubiera gustado soportar. Y sin embargo, frente a las altas posibilidades de muerte en combate, seguía enviando balas una a una a mis enemigos con pletórico júbilo.
La cortina de humo y niebla nos dio la oportunidad de sorprender a la Marina, cuyas filas comenzamos a penetrar como el cuchillo que atraviesa la piel. Incluso un pequeño barco aliado decidió entrar por todo lo grande y atravesar un navío marine. Con un grito triunfal y mi puño derecho en alto, lideré una ola de vítores hacia los valientes camaradas, justo antes de que la aparición de un marine de armadura y embarcación cantosa apagara nuestro buen humor de golpe.
- ¡Seguid disparando! -Bramé, tratando de apartar los pensamientos y la vista de la tripulación de los restos del osado y pequeño barco pirata.- ¡Atravesaremos el bloqueo, cueste lo que cueste!
Afortunadamente, Syxel intervino providencialmente una vez más y encaró al recién llegado. Por lo que mi haki observador me dejó caer, aquel tipo poseía un poder absurdo e inmenso, uno que mi capitán tal vez no pudiera vencer.
"Le has visto sobrevivir a situaciones más duras que esa. Sabrá salir adelante de alguna forma."
Como si pudiera oír mis pensamientos, Silver nos comunicó mentalmente que continuáramos con el plan mientras él se quedaba para retrasar al nuevo enemigo. Con un bufido, sopesé sus posibilidades y cómo podría afectarles mi presencia en la lucha.
- ¿Qué estáis haciendo ahí parados? ¡Moveos! -Ladré a nuestros piratas, tomando mi decisión.- ¡Syxel está ahí ganándonos algo de tiempo, y juro que enterraré en ese islote de ahí delante al que encuentre malgastándolo!
Continué repartiendo fuego entre mis enemigos mientras me movía por toda la cubierta dando órdenes para continuar con la batalla, con Nassor haciendo lo propio al otro lado del barco. También mantuve a mano el ancla de guerra en caso de necesitarla para limpiar rápidamente un abordaje.
La cortina de humo y niebla nos dio la oportunidad de sorprender a la Marina, cuyas filas comenzamos a penetrar como el cuchillo que atraviesa la piel. Incluso un pequeño barco aliado decidió entrar por todo lo grande y atravesar un navío marine. Con un grito triunfal y mi puño derecho en alto, lideré una ola de vítores hacia los valientes camaradas, justo antes de que la aparición de un marine de armadura y embarcación cantosa apagara nuestro buen humor de golpe.
- ¡Seguid disparando! -Bramé, tratando de apartar los pensamientos y la vista de la tripulación de los restos del osado y pequeño barco pirata.- ¡Atravesaremos el bloqueo, cueste lo que cueste!
Afortunadamente, Syxel intervino providencialmente una vez más y encaró al recién llegado. Por lo que mi haki observador me dejó caer, aquel tipo poseía un poder absurdo e inmenso, uno que mi capitán tal vez no pudiera vencer.
"Le has visto sobrevivir a situaciones más duras que esa. Sabrá salir adelante de alguna forma."
Como si pudiera oír mis pensamientos, Silver nos comunicó mentalmente que continuáramos con el plan mientras él se quedaba para retrasar al nuevo enemigo. Con un bufido, sopesé sus posibilidades y cómo podría afectarles mi presencia en la lucha.
- ¿Qué estáis haciendo ahí parados? ¡Moveos! -Ladré a nuestros piratas, tomando mi decisión.- ¡Syxel está ahí ganándonos algo de tiempo, y juro que enterraré en ese islote de ahí delante al que encuentre malgastándolo!
Continué repartiendo fuego entre mis enemigos mientras me movía por toda la cubierta dando órdenes para continuar con la batalla, con Nassor haciendo lo propio al otro lado del barco. También mantuve a mano el ancla de guerra en caso de necesitarla para limpiar rápidamente un abordaje.
- Resumen:
- - Relleno
- Alentar a nuestras tropas tras la intervención de Syxel
- Seguir disparando y organizando a nuestra tripulación a medida que atravesamos las líneas de la Marina.
- Mantener preparada el ancla de guerra para contrarrestar abordajes.
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Al cabo de un rato, el sonido de los cañones cercanos a nosotros iban disminuyendo. ¿Que estaba pasando? ¿Quien estaba destruyendo las defensas? La respuesta llegó después de darme cuenta de que había una figura moviéndose de un lado a otro cortando los cañones como si de mantequilla se tratara. *Ese es... ¡Arribor Neus!* pensé un poco sorprendida de ver a un pirata de tal calibre en persona. Tobi se dio cuenta antes de su presencia que yo y se separó del grupo para intentar detenerlo usando los poderes de su fruta del diablo. Su primer ataque le dio en la pierna pero ya el segundo ataque el tuerto lo detuvo como si nada. Tobi logró llamar su atención pero parecía que tenía prisa por ir a unas naves que estaban flotando encima de nosotros.
Le lanzó las armas de devuelta y temí por la vida de mi camarada. Sin dudarlo un instante, avancé al frente y lancé una onda de corte hacia Arribor con mi espadón con la intención de intentar hacerle algún daño, en caso de que llegara mi onda. Quería intentar ser de utilidad para la Marina y para mis compañeros al menos una vez, lo de Sideros me tenía bastante frustrada. Arriesgar mi vida luchando contra los criminales era mi deber. Si alguien tan fuerte como Arribor estaba ahí, eso significaba que otros criminales de igual o mayor poder se encontraban allí también.
Sin embargo, no me preocupaba mi vida. Mi mente estaba llena de preocupación por mis camaradas de flota y los demás soldados del Gobierno.
Le lanzó las armas de devuelta y temí por la vida de mi camarada. Sin dudarlo un instante, avancé al frente y lancé una onda de corte hacia Arribor con mi espadón con la intención de intentar hacerle algún daño, en caso de que llegara mi onda. Quería intentar ser de utilidad para la Marina y para mis compañeros al menos una vez, lo de Sideros me tenía bastante frustrada. Arriesgar mi vida luchando contra los criminales era mi deber. Si alguien tan fuerte como Arribor estaba ahí, eso significaba que otros criminales de igual o mayor poder se encontraban allí también.
Sin embargo, no me preocupaba mi vida. Mi mente estaba llena de preocupación por mis camaradas de flota y los demás soldados del Gobierno.
- Resumen:
- Ver a Arribor destruyendo los cañones, a Tobi intentando derribarlo, intentar lanzar una onda de corte a Arribor.
Bizvan
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No estaba seguro si el peliblanco estaba considerando tomar el brazalete o no, pero antes de poder agregar otra cosa, algo causó un fuerte impacto cercano a la posición donde nos encontrábamos. A causa de la sorpresa no pude evitar girarme de manera brusca en un intento por encontrar la fuente de aquel estruendo.
No era el único tratando de averiguar que ocurría. Mi atención se enfocó en los cañones, no, para ser preciso en la persona que se encontraba destruyéndolos.* Esto es malo, si ni siquiera toma la molestia de pasar desapercibido es porque debe estar muy confiado de su poder.
Solo para estar seguro activé por un instante mi mantra y el resultado fue un escalofrió recorriendo mi espalda. Las palabras de mi andrógino compañero me ayudaron a confirmar que aquel individuo era alguien peligroso.
Tobías se alejó un poco y comenzó a utilizar su fruta para preparar sus ataques.
Por mi parte me giré para mirar a Wyrm, tomé una de sus manos y coloqué el brazalete en su palma.- Esto es una orden marine, utiliza el brazalete para protegerte si lo crees necesario. –mi tono de voz y expresión tenían esa seriedad poco habitual en mí.
Sin más por hacer caminé en la misma dirección de mi nakama, aunque me mantuve un poco alejado de la sustancia en el suelo pues no estaba seguro que tipo de acciones realizaría con su sirope y no quería estorbar su movimiento. Tobías había lanzó su ataque. Tenía que darle crédito por actuar de manera tan valiente, pues el hombre a quien atacaba podía acabar con nosotros en cuestión de segundos.
No pude evitar aguantar la respiración mientras veía los arpones volar hacia su objetivo. Una de ellas impactó sin problemas, pero la segunda fue detenida antes de causar un daño significativo.
El hombre parecía no darle mucha importancia al ataque y en su lugar se acercó lo suficiente para que su voz fuese audible. Después de declarar que no tenía tiempo miró hacia el cielo, sentía curiosidad por imitarlo e intentar ver que era tan curioso, pero una parte de mi me obligó a no quitarle la vista de encima.
De nuevo abrió su boca y esta vez expresó que contaba con un minuto. Esperaba que solo fuese una expresión y no una afirmación con bases sólidas.
En el momento que lo vi prepararse para arrojar los proyectiles de Tobías, desenvainé mi espada y tomé una posición defensiva a la espera de una acción más directa.
Una onda fue arrojada desde otra posición y la persona que realizó esta acción fue Ciaran, no pude evitar sentirme aliviado al ver que la caballero había optado por un ataque a distancia en lugar de buscar un enfrentamiento directo, pero ahora temía que la atención del enemigo se enfocara en ella.
Podría haber seguido el ejemplo de ambos y realizar algún ataque a distancia, pero preferí no revelar eso por ahora y en su lugar preparar mis botas Voto y mis reflejos en caso de tener que interponerme entre un ataque dirigido a la alta mujer.
No era el único tratando de averiguar que ocurría. Mi atención se enfocó en los cañones, no, para ser preciso en la persona que se encontraba destruyéndolos.* Esto es malo, si ni siquiera toma la molestia de pasar desapercibido es porque debe estar muy confiado de su poder.
Solo para estar seguro activé por un instante mi mantra y el resultado fue un escalofrió recorriendo mi espalda. Las palabras de mi andrógino compañero me ayudaron a confirmar que aquel individuo era alguien peligroso.
Tobías se alejó un poco y comenzó a utilizar su fruta para preparar sus ataques.
Por mi parte me giré para mirar a Wyrm, tomé una de sus manos y coloqué el brazalete en su palma.- Esto es una orden marine, utiliza el brazalete para protegerte si lo crees necesario. –mi tono de voz y expresión tenían esa seriedad poco habitual en mí.
Sin más por hacer caminé en la misma dirección de mi nakama, aunque me mantuve un poco alejado de la sustancia en el suelo pues no estaba seguro que tipo de acciones realizaría con su sirope y no quería estorbar su movimiento. Tobías había lanzó su ataque. Tenía que darle crédito por actuar de manera tan valiente, pues el hombre a quien atacaba podía acabar con nosotros en cuestión de segundos.
No pude evitar aguantar la respiración mientras veía los arpones volar hacia su objetivo. Una de ellas impactó sin problemas, pero la segunda fue detenida antes de causar un daño significativo.
El hombre parecía no darle mucha importancia al ataque y en su lugar se acercó lo suficiente para que su voz fuese audible. Después de declarar que no tenía tiempo miró hacia el cielo, sentía curiosidad por imitarlo e intentar ver que era tan curioso, pero una parte de mi me obligó a no quitarle la vista de encima.
De nuevo abrió su boca y esta vez expresó que contaba con un minuto. Esperaba que solo fuese una expresión y no una afirmación con bases sólidas.
En el momento que lo vi prepararse para arrojar los proyectiles de Tobías, desenvainé mi espada y tomé una posición defensiva a la espera de una acción más directa.
Una onda fue arrojada desde otra posición y la persona que realizó esta acción fue Ciaran, no pude evitar sentirme aliviado al ver que la caballero había optado por un ataque a distancia en lugar de buscar un enfrentamiento directo, pero ahora temía que la atención del enemigo se enfocara en ella.
Podría haber seguido el ejemplo de ambos y realizar algún ataque a distancia, pero preferí no revelar eso por ahora y en su lugar preparar mis botas Voto y mis reflejos en caso de tener que interponerme entre un ataque dirigido a la alta mujer.
- Resumen:
- Darle el brazalete a Wyrm. Colocarme cerca de Tobías, pero sin llegar a ser un estorbo en su plan (o futuro plan). Prepararme para bloquear un ataque que pueda ir en dirección de Ciaran.
La batalla continúa en medio del caos de la niebla. Aunque no se vea bien la flota pirata parece estar ganando entre los barcos marines, los cuales empiezan a retirarse por los flancos para intentar reagruparse. Mientras tanto la flota pirata se acerca al hielo e incluso algún barco ha comenzado a desembarcar.
Hasta que llegaron los hermanos mayores. Varios cañonazos resuenan por la batalla y enormes balas de cañón impactan y revientan un barco pirata. Por uno de los flancos se acercan varios acorazados marines provenientes de Marineford, así como otros tres han emergido del embarcadero de la isla proporcionando apoyo y cubriendo la retirada de sus compañeros más ligeros.
Pero ellos no son los únicos que llegan. por el aire docenas de cápsulas elevadas por aspas giratorias se acercan a la isla cargando soldados y algunas más grandes armamento de asedio. Estas llevan el distintivo de la revolución en uno de los costados. Faltan minutos para que lleguen a tierra.
Hasta que llegaron los hermanos mayores. Varios cañonazos resuenan por la batalla y enormes balas de cañón impactan y revientan un barco pirata. Por uno de los flancos se acercan varios acorazados marines provenientes de Marineford, así como otros tres han emergido del embarcadero de la isla proporcionando apoyo y cubriendo la retirada de sus compañeros más ligeros.
Pero ellos no son los únicos que llegan. por el aire docenas de cápsulas elevadas por aspas giratorias se acercan a la isla cargando soldados y algunas más grandes armamento de asedio. Estas llevan el distintivo de la revolución en uno de los costados. Faltan minutos para que lleguen a tierra.
- Gobierno:
- Elya:
- Ya hay algunas zonas donde empieza a haber batallas en el hielo, a lo lejos puedes ver como alguien lucha contra un tipo de proporciones confusas, a un enano luchar contra una sucubo... Pero hay algunos barcos pirata más ágiles que se han colado y empiezan a desembarcar. A lo mejor podéis emboscarles, o pedir apoyo o que se yo.
- Dretch, Kaori y Eric :
- Vuestra llegada arma revuelo en cubierta y capta la atención de los tripulantes, quienes miran impotentes como Eric ejecuta despiadadamente a uno de ellos.
- ¡Dios mío! – Exclama uno de los piratas. - ¡Ha matado al capitán Bob! Justo cuando se estaba recuperando de su enfermedad tras tantos años de tratamiento.
La tripulación enfurece, lanzándoos miradas llenas de tristeza e ira por igual, algunos se arrodillan llorando por la pérdida de su capitán.
- ¡Bastardos! Bob era el mejor capitán que ha surcado los mares, me acogió cuando era niño y me alejó de la casa donde mi padre abusaba de mí.
- A mí me salvó de una vida de ratero en las calles y me dio un techo y tres comidas al día.
- Mató a mi madre quien me prostituía con un noble depravado para gastárselo en alcohol.
- A mí me tomó como hijo adoptivo cuando había perdido la fe en la humanidad.
- Me salvó de vivir en un país en guerra.
- Nos dio a mí y a mis hermanos una razón para vivir.
Al parecer el capitán Bob era famoso por acoger a gente en una mala situación y darles una vida mejor, aunque fuera la vida del pirata. Su carácter afable, pero severo había generado una figura paternal para el resto de su tripulación, quienes lo seguían y lo respetaban.
- Seáis de los Sin Corazón o no, no vamos a dejar que este crimen quede impune.
Los piratas se arman de valor y furia por igual mientras uno de ellos ataca a Eric, provocándole un feo corte en el costado con un sable, mientras otro retira el cadáver de su capitán y salvador y cargan hacia vosotros. Dretch dos se lanzan a por ti blandiendo espadas mientras un tercero te apunta con una escopeta, Kaori otros tres van a por ti, los tres con espadas y hachas lanzando tajos para cortarte en pedazos. Eric otros dos te apuntan con sus rifles y disparan. Todos ellos con lágrimas en los ojos.
(La regla de las acciones cerradas se aplica también a los NPC, sobre todo si no sabéis con qué os vais a encontrar, a no ser que se especifique lo contrario.)
- Andry-Sama y Nyx :
- -Recibido, los refuerzos van en camino. – Tras unos segundos varios marines y agentes rodean al sujeto pidiéndole que ponga las manos en alto.
- Bleyd:
- Varios marines y agentes te rodean y te apuntan con tus armas pidiéndote que dejes lo que estás haciendo y levantes las manos
- Corvo :
- La nave desciende, pero… Gray Rock no es tan amplia como para albergar semejante bicho sin que aplaste edificios importantes, a lo mejor es más responsable acercarla a la superficie helada. Pero ese ahora mismo no es el mayor de tus problemas.
- Danio y Luka:
- El submarino, en el último momento, vuelve a guardar los torpedos, evitando así que las ondas los detonasen. Sin embargo, las ondas no han llegado con todo su poder, ya que al congelar el agua a su paso se han ralentizado ligeramente. Los golpes hacen mella en el metal del submarino, aunque es casi imperceptible, ya que parece ser un metal muy resistente. Sin embargo, tras eso, el submarino apaga las luces y da marcha atrás, desapareciendo en la oscuridad del mar. Parece que no quiere entreteneros mientras combatís y va a buscar otra forma de acceder a la isla.
- Al:
─¿Eh? ¡Espera!
El pirata sale corriendo detrás de ti, aunque no es tan rápido como tú. Aunque… en el momento que ve a Aki, sus piernas empiezan a moverse a más velocidad. Ahora es más rápido que tú, pero ya no eres su objetivo. Te ha adelantado y va directo hacia Aki. Durante un momento te ha parecido que tenía los ojos en forma de corazón.
- Jack y Ori:
- Tras el empujón de Fuerza el pirata cae al hielo, encima de su Jetpack, que se le apaga. Ignora por completo tu pregunta, Ori, a la par que empieza a correr y volver a despegar. Sin embargo, no quita su atención de vosotros. Si pudieseis ver su cara veriais a alguien muy enfadado porque ahora tenía que lidiar con dos personas y no con una. Entonces, Ori, te das cuenta de algo que Jack no puede ver al estar en su cubo. Sus pies… no son exactamente pies. O al menos no pies humanos. Tiene pulgares retráctiles, como los de una mano humana. Con gran flexibilidad, lleva una de sus piernas al cinturón de su torso y, de este, saca una granada. Con los dedos de aquellos raros pies quita la anilla y la lanza directa al cubo, esperando dañar a Ori a la par que intenta dañar el cubo.
- Kazuo y Silver:
- Silver… Cuando te levantas te das cuenta de una cosa: Eres la pieza del puzzle que faltaba. ¿Quieres saber por qué? Porque cuando te levantas te das cuenta de que tu cuerpo está más o menos anclado a un cacho de madera igualito a ti. Tranquilo, se desprende rápido, pero es del fondo del barco. Vamos, que hay un agujero Jack size. Espero que sepáis achicar. Ah, y el barco tiembla. Mucho.
- Comando KJIK:
- Kai-Jason-Iulio-Kenzo… A ver cómo os explico. Primero vamos con lo secillo:
El ataque conjunto de Jason, Iulio y Kenzo consigue libraros de la morralla, algo bastante meritorio teniendo en cuenta que un misil de tamaño gigantesco es el equivalente en este barco a un problema menor. Sin embargo, está bastante claro que no todo va a ser tan fácil a partir de ahora. Más que nada… Mirad hacia delante.
Kai, te voy a decir… Sí, le das de lleno, y sí, le haces pupita. De hecho, le has derretido media cara, medio cuerpo y medio bote de lejía. Pero lo que asusta es lo que hay en el bote de lejía: De unos dos palmos de altura, color muy moreno, pelo blanco y pecas. Lleva puestas unas gafas de realidad virtual, unos guantes conectados a ellas y un bote de lejía en la mano. Por cierto, la presencia ahora está en el pequeño ser. Que te mira con bastante cabreo.
-Jovencito, no me gusta nada lo que has hecho- dice, quitándose las gafas de realidad virtual lentamente-. Permíteme presentarte a mi bebé de un millón de berries. Es bastante más impresionante que esta chatarra.
Y mientras señala al medio negro-medio máquina derretida una enorme mano de hierro los agarra y arrastra hasta las profundidades… De donde resurge un colosal gigante de color gris y cara de no muchos amigos. Ríe con jovialidad, pero algo os dice que no es tan alegre como parece. Tal vez lo que está diciendo, con voz mecánica.
-Os voy a reventar- y con esas palabras mete un poderoso zurriagazo contra el barco, pretendiendo estamparse contra Kai.
Por cierto, por lo que mide la mano… Igual el bicho se va a los cincuenta metros de altura. Yo lo comento.
- Piratas:
- Dexter :
- Tu DDM suena. Si lo coges escucharás una voz.
- Creo estar hablando con Dexter Black. ¿Me equivoco? – Su voz no es la de Minato, no eres capaz de reconocerla pero suena bastante seguro. – Creo que te interesa hablar conmigo para tratar los términos que has expuesto.
- Zane :
- y compañía Por ahora nadie se ha dado cuenta de vuestra presencia, gracias a que voláis entre la niebla, pero tened cuidado, Gray Rock está muy bien defendida y los que usen mantra detectarán varias presencias poderosas por la zona.
- Syxel :
- El caballero envuelve su arma en un aura tan blanca como la luz del alba, la cual extiende su tamaño hasta el doble. Su energía choca contra la tuya, perforándola en el proceso como los rayos del amanecer perforan la noche, tras eso te apunta y esta energía se extiende a gran velocidad en tu dirección, las olas que se interponen son abiertas de par en par. Tras eso avanza y maniobra entre los barcos para volver a enfilarte. Los marines que ven esa luz vitorean y corean su nombre con una moral renovada.
- Blue Rose :
- Al parecer por ahora es seguro desembarcar. Aunque debido a la temperatura del hielo casi ni es necesaria el ancla. Eso sí id abrigados no os pilléis un catarro.
- Brynn y Nailah :
- Voláis, con algún problema porque por muy grande que sea la tela suelta no colabora mucho a la aerodinámica que digamos. Tras la batalla entre barcos de la marina y piratas hay una gran planicie de hielo que rodea la isla. Parece que no sois los únicos que se dirigen a esta volando, pero los Marines están preparados para esto. (Cuidado, aunque seáis invisibles podéis ser detectados e interceptados)
- Barco de Syxel :
- La formación sigue avanzando entre los barcos marines, casi implacable… hasta que llegáis al hielo. Los barcos de ambas columnas ahora tienen que maniobrar si no quieren chocar contra el hielo, así como avisar a los barcos de la retaguardia para no chocar con los que frenen.
- Revolucionarios:
- Maki y Ummak:
- Maki, en tu apresurada huida atraviesas una pared, los barcos de los marines son muy raros, parece estar todo bastante más vacío de lo normal, a penas te encuentras con algún marine y estos no parecen querer meterse en tu camino, todo lo contrario, corren apresurados hacia las salidas del barco.
- Lily :
- Te facilitan las herramientas que pides y te guían hasta la sala de calderas, sin duda el sitio está dañado y requiere de un tratamiento especializado, también parece algo inestable por lo que puede ser peligroso. Os informan de que uno de los carriers está perdiendo velocidad.
- Liv :
- Logras cargarte el sistema de dirección y algún que otro mecanismo con pinta de importante. Los daños no tardarán en ser notados por el resto de la tripulación. Notas como el barco ya no puede maniobrar y, de hecho va perdiendo velocidad poco a poco. Es posible que venga alguien a ver y a lo mejor no quieres que te encuentren ahí.
Rylanor
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- Bueno, y yo que pensaba que iba a poder estrenar la Iron Kai en condiciones... pero toca ponerse en serio.
La armadura comenzó a replegarse sobre su cuerpo, acumulándose en el torso hasta empezar a desmontarse en este también y transformarse en una compacta mochila de metal. Bajo la armadura había un hombre joven extremadamente alto y fornido, con barba y una melena oscura. Vestía con una camiseta blanca ajustada con el símbolo de la marina en el pecho y pantalones cómodos azules. Se sacó la mochila y la tiró en dirección al tipo momia de muchos brazos, crujiéndose el cuello. Observó el enorme gigante de hierro y suspiró, echando en falta un buen cigarro. ¿Por qué no le ponían algo de talla más reducida que le obligara a moverse menos? Así podría echarse un piti mientras peleaban. Tomó aire y apretó los puños, concentrándose en su cuerpo. Gruñó con fuerza, mientras sus músculos comenzaban a tensarse y aumentar su masa, hasta el punto de que el propio Kai pareció aumentar de tamaño. Sus ojos comenzaron a destellar y se volvieron dorados, mientras el gruñido de convertía en un poderoso grito. Con una última contracción, su cuerpo terminó de crecer. Ahora rondaba los dos metros y medio de altura y su ropa parecía a punto de estallar en cualquier momento por la presión. Se agachó tomando aire, observando el puño alzarse sobre el barco.
- Os recomendaría coger un bote y largaros. Esto va a ponerse violento. Ah, y guárdame la Iron Kai, por favor.
De un poderoso salto tan fuerte que la madera de cubierta se agrietó, se propulsó a los aires en dirección al robot. Sus pies comenzaron a emitir una llama rojiza a modo de propulsor, aumentando su velocidad de vuelo. Su cuerpo comenzó a recubrirse por secciones de una especie de armadura rojiza metálica: su haki de armadura, centrado principalmente en sus brazos. Por un momento miró abajo el barco, cada vez más lejos. "Si fallo... Silver y el resto probablemente morirán." Una sonrisa asomó a su rostro, feroz y cargada de determinación. Tenía un objetivo y eso era suficiente. Mientras volaba hacia el pecho del robot fue echando el puño derecho hacia atrás, concentrando su energía en este. Una armadura de escamas broncíneas pareció envolver su cuerpo por un instante, para luego concentrarse en su puño. Probablemente aquel era el acto más estúpidamente osado que iba a hacer en toda su carrera: mover a un puto coloso de metal de un puñetazo. Un coloso de un millón de berries, por añadidura. ¿Es que lo habían hecho de cartón piedra o qué? Poco importaba, pues pronto comprobaría como de resistente era realmente.
- ¡AQUÍ LLEGA KAI!
Con toda la fuerza que pudo reunir, descargó todo su poder en un único golpe. Al instante notó un intenso dolor recorrer su brazo y subir hasta su hombro y su pectoral derecho. Probablemente cuando acabara el combate tendría un bonito dolor de músculos, tal vez incluso alguna rotura de fibras. Usar el Primer Camino tenía consecuencias... esbozó una mueca de dolor por un instante, pero no cejó. Frunciendo el ceño con rabia, tomó aire y liberó toda su voluntad en un poderoso grito mientras seguía ejerciendo presión con su puño. Un grito que fue más que físico, haciendo vibrar el aire a su alrededor. No iba a fallar, ¡no allí!
- ¡CAE, MALDITA CHATARRA!
La armadura comenzó a replegarse sobre su cuerpo, acumulándose en el torso hasta empezar a desmontarse en este también y transformarse en una compacta mochila de metal. Bajo la armadura había un hombre joven extremadamente alto y fornido, con barba y una melena oscura. Vestía con una camiseta blanca ajustada con el símbolo de la marina en el pecho y pantalones cómodos azules. Se sacó la mochila y la tiró en dirección al tipo momia de muchos brazos, crujiéndose el cuello. Observó el enorme gigante de hierro y suspiró, echando en falta un buen cigarro. ¿Por qué no le ponían algo de talla más reducida que le obligara a moverse menos? Así podría echarse un piti mientras peleaban. Tomó aire y apretó los puños, concentrándose en su cuerpo. Gruñó con fuerza, mientras sus músculos comenzaban a tensarse y aumentar su masa, hasta el punto de que el propio Kai pareció aumentar de tamaño. Sus ojos comenzaron a destellar y se volvieron dorados, mientras el gruñido de convertía en un poderoso grito. Con una última contracción, su cuerpo terminó de crecer. Ahora rondaba los dos metros y medio de altura y su ropa parecía a punto de estallar en cualquier momento por la presión. Se agachó tomando aire, observando el puño alzarse sobre el barco.
- Os recomendaría coger un bote y largaros. Esto va a ponerse violento. Ah, y guárdame la Iron Kai, por favor.
De un poderoso salto tan fuerte que la madera de cubierta se agrietó, se propulsó a los aires en dirección al robot. Sus pies comenzaron a emitir una llama rojiza a modo de propulsor, aumentando su velocidad de vuelo. Su cuerpo comenzó a recubrirse por secciones de una especie de armadura rojiza metálica: su haki de armadura, centrado principalmente en sus brazos. Por un momento miró abajo el barco, cada vez más lejos. "Si fallo... Silver y el resto probablemente morirán." Una sonrisa asomó a su rostro, feroz y cargada de determinación. Tenía un objetivo y eso era suficiente. Mientras volaba hacia el pecho del robot fue echando el puño derecho hacia atrás, concentrando su energía en este. Una armadura de escamas broncíneas pareció envolver su cuerpo por un instante, para luego concentrarse en su puño. Probablemente aquel era el acto más estúpidamente osado que iba a hacer en toda su carrera: mover a un puto coloso de metal de un puñetazo. Un coloso de un millón de berries, por añadidura. ¿Es que lo habían hecho de cartón piedra o qué? Poco importaba, pues pronto comprobaría como de resistente era realmente.
- ¡AQUÍ LLEGA KAI!
Con toda la fuerza que pudo reunir, descargó todo su poder en un único golpe. Al instante notó un intenso dolor recorrer su brazo y subir hasta su hombro y su pectoral derecho. Probablemente cuando acabara el combate tendría un bonito dolor de músculos, tal vez incluso alguna rotura de fibras. Usar el Primer Camino tenía consecuencias... esbozó una mueca de dolor por un instante, pero no cejó. Frunciendo el ceño con rabia, tomó aire y liberó toda su voluntad en un poderoso grito mientras seguía ejerciendo presión con su puño. Un grito que fue más que físico, haciendo vibrar el aire a su alrededor. No iba a fallar, ¡no allí!
- ¡CAE, MALDITA CHATARRA!
- Resumen&Técnicas:
- - Me quito la armadura y se la paso a Kenzo.
- Activó el Primer y el Sexto Camino del Sokudan.
- Me lanzo hacia el pecho del coloso y le golpeó con todas mis fuerzas, liberando una onda de haoshoku en el proceso.
Primer Camino del Sokudan, Decisión: Se trata de una técnica extremadamente fuerte. El luchador se concentra unos instantes y rompe las restricciones mentales sobre el cuerpo para realizar golpes tan potentes que dañan sus propios músculos. Los músculos del luchador se tensan y expanden, y durante un rato su velocidad y fuerza aumentan de manera espectacular.
Nivel 80 – Dura seis posts. Aumenta la fuerza por 2,75.
Sexto Camino del Sokudan, Vigor: Se trata de uno de los últimos caminos del Sokudan, y es por ello uno de los más difíciles de dominar, más quien lo aprende, se dice que puede dominar el mundo. El sexto camino se basa en el vigor, la fuerza de voluntad que vive dentro de cada persona, y que la impulsa a moverse más allá de sus límites. Cuando activa este camino, el practicante puede resistir cualquier ataque, manteniéndose en pie a pesar de los daños sufridos y tras esto duplicar las aptitudes de combate que otorgan los demás caminos. Una vez activado, permite seguir moviendo el cuerpo por pura fuerza de voluntad, empleando su energía interior para forzarlo a moverse aunque tenga los músculos destrozados o los huesos rotos. Es también llamado “Espíritu de maestro”. Activado, las pupilas de Kai se vuelven doradas.
Red Burster: Esta técnica es una actualización del Akahane, con la diferencia de que la velocidad máxima de desplazamiento es de 120 km/h. En modo Overload la velocidad del Red Burster se triplica.
Puño repulsivo del dragón broncíneo: El puñetazo y las ondas que envía se ven imbuidas con más fuerza de lo normal, con lo que empujarán al objetivo que impacten a bastante distancia, siempre acorde a la fuerza del mismo.
Haki Armadura perfecto: Endurecimiento
Fuerza Tier 9 (x33 con PUs y activas)
Fenrir
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Fenrir cargó hacia el navío marine, espada en mano, mientras con su mano libre agarraba de nuevo su máscara y se la colocaba sobre el rostro. La hoja brillaba como una antorcha, y uno pequeño hilillo de vapor se elevaba en el aire tras ella, debido a la baja temperatura ambiental y a la humedad del aire. El pelirrojo se elevó cuando la ola llegó al barco, ascendiendo hasta la cubierta y saltando de su corcel, que se desintegró en una explosión de niebla. Aterrizó sobre el suelo de madera, hincando una rodilla en el suelo, y alzando la mirada lentamente. Sonrió con desdén.
- No sé qué está ocurriendo -dijo-. Pero es vuestro funeral.
En la cubierta había un total de veinte hombres. Ninguno de ellos parecía extremadamente fuerte. Con una sonrisa de superioridad, el mercenario se lanzó de cabeza contra el primero de ellos, atravesándolo con su hoja y levantando un olor a carne quemada en el aire. El hombre chilló de dolor, mientras dejaba caer su espada, mientras otros tantos preparaban sus rifles para disparar. Fenrir interpuso el cuerpo del pobre marine a modo de escudo humano, estando éste aún ensartado por la espada, y un par de balas impactaron en el desdichado, que cayó inerte. Antes de que tocara el suelo, el pelirrojo ya estaba cargando contra otro de los hombres. Vio venir una bala por la izquierda, e hizo una finta hacia la izquierda para evitarla. El aire zumbó al lado de su oído.
- ¡Corte infernal! -gritó mientras hacia un amplio arco con su espada, abriendo en canal a otro de los marineros. Otros dos que se encontraban detrás de éste trataron de retroceder, aún armados con sus rifles, pero el enmascarado, sumido en un trance por la orgía de sangre que estaba provocando, se lanzó hacia delante, desapareciendo por un instante para reaparecer tras ellos. Una fuente de líquido escarlata brotó del pecho de ambos hombres mientras el mercenario se giraba, encarando a los demás presentes.
Tres se lanzaron contra él, saltando con las espadas sobre sus cabezas. "Novatos" pensó el asesino, mientras aprovechaba la nula protección de las piernas de los hombres para cortarle las piernas a uno con un tajo certero, bloqueando con la espada el arma de otro de ellos, y agarrando con la mano desnuda el filo del tercer marine. Su mano, cubierta por completo con un color azabache rojizo, no parecía verse afectada en absoluto por el arma. "Patético". Con un tirón fuerte, hizo perder el equilibrio a este último, que prefirió soltar su arma a caer al suelo tras ella. Craso error. La hoja de Fenrir bailó, rápida y mortal, segando vidas a una velocidad asombrosa.
El hombre se movió veloz como un espectro vengador entre los presentes que seguían luchando. Pronto se dieron cuenta de dos cosas: el combate no era por detener a aquel loco maníaco, era por preservar la vida; y no podían ganarlo. Algunos de los restantes marines prefirieron saltar por la borda, mientras que un par de ellos huyeron al interior del barco, aterrados. Fenrir se detuvo cuando no quedó nadie vivo en los alrededores. La cubierta estaba teñida en rojo, y su espada goteaba sangre. Con una sonrisa, observó alrededor. Aún sentía algunas presencias en el barco. Se crujió el cuello con un movimiento seco de cabeza.
- ¡¡¡Venid aquí, cobardes!!! -rugió, ebrio de poder, mientras la niebla empezaba a rodear el navío, envolviéndolo. A lo lejos, cañonazos resonaban.
- No sé qué está ocurriendo -dijo-. Pero es vuestro funeral.
En la cubierta había un total de veinte hombres. Ninguno de ellos parecía extremadamente fuerte. Con una sonrisa de superioridad, el mercenario se lanzó de cabeza contra el primero de ellos, atravesándolo con su hoja y levantando un olor a carne quemada en el aire. El hombre chilló de dolor, mientras dejaba caer su espada, mientras otros tantos preparaban sus rifles para disparar. Fenrir interpuso el cuerpo del pobre marine a modo de escudo humano, estando éste aún ensartado por la espada, y un par de balas impactaron en el desdichado, que cayó inerte. Antes de que tocara el suelo, el pelirrojo ya estaba cargando contra otro de los hombres. Vio venir una bala por la izquierda, e hizo una finta hacia la izquierda para evitarla. El aire zumbó al lado de su oído.
- ¡Corte infernal! -gritó mientras hacia un amplio arco con su espada, abriendo en canal a otro de los marineros. Otros dos que se encontraban detrás de éste trataron de retroceder, aún armados con sus rifles, pero el enmascarado, sumido en un trance por la orgía de sangre que estaba provocando, se lanzó hacia delante, desapareciendo por un instante para reaparecer tras ellos. Una fuente de líquido escarlata brotó del pecho de ambos hombres mientras el mercenario se giraba, encarando a los demás presentes.
Tres se lanzaron contra él, saltando con las espadas sobre sus cabezas. "Novatos" pensó el asesino, mientras aprovechaba la nula protección de las piernas de los hombres para cortarle las piernas a uno con un tajo certero, bloqueando con la espada el arma de otro de ellos, y agarrando con la mano desnuda el filo del tercer marine. Su mano, cubierta por completo con un color azabache rojizo, no parecía verse afectada en absoluto por el arma. "Patético". Con un tirón fuerte, hizo perder el equilibrio a este último, que prefirió soltar su arma a caer al suelo tras ella. Craso error. La hoja de Fenrir bailó, rápida y mortal, segando vidas a una velocidad asombrosa.
El hombre se movió veloz como un espectro vengador entre los presentes que seguían luchando. Pronto se dieron cuenta de dos cosas: el combate no era por detener a aquel loco maníaco, era por preservar la vida; y no podían ganarlo. Algunos de los restantes marines prefirieron saltar por la borda, mientras que un par de ellos huyeron al interior del barco, aterrados. Fenrir se detuvo cuando no quedó nadie vivo en los alrededores. La cubierta estaba teñida en rojo, y su espada goteaba sangre. Con una sonrisa, observó alrededor. Aún sentía algunas presencias en el barco. Se crujió el cuello con un movimiento seco de cabeza.
- ¡¡¡Venid aquí, cobardes!!! -rugió, ebrio de poder, mientras la niebla empezaba a rodear el navío, envolviéndolo. A lo lejos, cañonazos resonaban.
- Spoiler:
- Subir al barco en cuestión y masacrar a los presentes en cubierta sin muchas dificultades. Sentir más auras en el barco y gritar improperios, buscando pelea.
Eric Zor-El
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«¿Me habré pasado con el golpe?»
Se preguntaba el shandiano en voz alta, utilizando el dialecto arcaico que usaban en su tribu, haciendo que nadie más le entendiera. Rara vez hacía eso, pues siempre tenía que explicar a sus acompañantes que significaban lo que decía, y tendían a preguntar palabras absurdas para decirlas mal pronunciadas y ensuciando el lindo dialecto de su tribu. Sin embargo, no podía evitarlo, lo llevaba dentro. Al parecer, el pirata que Eric escogió al azar para darle uno de sus mejores puñetazos era el capitán de aquella banda, un tipejo llamado Bob que parecía más una organización no gubernamental –ONG– que un capitán pirata, adoptando prostitutas, mendigos y gente de bajo estrato social, ¿pero para qué? Para convertirlos en meros asesinos y ladrones, salvo que en un sitio fijo, ambulantes.
Observaba expectante como todos los piratas se alzaban en armas contra él y los dos agentes del gobierno, que no se percató de un corte en su costado derecho, del cual salía sangre a borbotones que se deslizaba sobre su cuerpo y caía en el suelo de madera de aquel barco. El shandiano se tocó la herida para ver su profundidad, era fea, pero no letal. Tras hacer eso, miró a los corsarios que tenía en frente y llevó los dedos ensangrentados a su propia boca, relamiéndose con ella. No le gustaba hacer eso, pero era algo que impactaba mucho a la gente. Y tras ellos, dos hombres armados con carabinas le dispararon. Las balas venían de frente, y no sabía si le iba a dar tiempo a esquivarlas. Así que, ante aquello, cargó nuevamente sus manos con el poder de su fruta, al mismo tiempo que reunía energía y palmeó con fuerza, intentando crear una onda de choque que desviara las balas. Tras ello, en caso de conseguirlo, recularía hasta colocarse junto a sus compañeros para planear la escapada.
Se preguntaba el shandiano en voz alta, utilizando el dialecto arcaico que usaban en su tribu, haciendo que nadie más le entendiera. Rara vez hacía eso, pues siempre tenía que explicar a sus acompañantes que significaban lo que decía, y tendían a preguntar palabras absurdas para decirlas mal pronunciadas y ensuciando el lindo dialecto de su tribu. Sin embargo, no podía evitarlo, lo llevaba dentro. Al parecer, el pirata que Eric escogió al azar para darle uno de sus mejores puñetazos era el capitán de aquella banda, un tipejo llamado Bob que parecía más una organización no gubernamental –ONG– que un capitán pirata, adoptando prostitutas, mendigos y gente de bajo estrato social, ¿pero para qué? Para convertirlos en meros asesinos y ladrones, salvo que en un sitio fijo, ambulantes.
Observaba expectante como todos los piratas se alzaban en armas contra él y los dos agentes del gobierno, que no se percató de un corte en su costado derecho, del cual salía sangre a borbotones que se deslizaba sobre su cuerpo y caía en el suelo de madera de aquel barco. El shandiano se tocó la herida para ver su profundidad, era fea, pero no letal. Tras hacer eso, miró a los corsarios que tenía en frente y llevó los dedos ensangrentados a su propia boca, relamiéndose con ella. No le gustaba hacer eso, pero era algo que impactaba mucho a la gente. Y tras ellos, dos hombres armados con carabinas le dispararon. Las balas venían de frente, y no sabía si le iba a dar tiempo a esquivarlas. Así que, ante aquello, cargó nuevamente sus manos con el poder de su fruta, al mismo tiempo que reunía energía y palmeó con fuerza, intentando crear una onda de choque que desviara las balas. Tras ello, en caso de conseguirlo, recularía hasta colocarse junto a sus compañeros para planear la escapada.
- Resumen:
- Narrar todo + defenderme de las balas.
- Datos:
- Onda de choque nivel 30: Sus ondas de choque son más poderosas, alcanzando una velocidad de treinta metros por segundo y disipándose a los cincuenta metros. (PONGO NIVEL 30 POR EL +5 RACIAL)
Poder de la akuma grado 2 en la escala ritcher para potenciar la onda.
Brynn
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El picor en la espalda de Brynn le hacía ver que había demasiado movimiento por allí. Quizá era por su intento por volar demasiado rápido. La verdad es que pese a parecerle un buen plan en un principio, pronto vió las lagunas de éste, siendo la principal la escasa velocidad que podía alcanzar con la tela ejerciendo de impedimento contra el aire.
- ¿Todos bien por ahí? -comentó empleando un nivel de voz bajo.
El asesino empezaba a vislumbrar una gran planicie de hielo alrededor de la isla, por lo que decidió acercarse con prudencia. Esperaba que nadie les detectase o que lo hicieran tarde. Una vez llegaran a tierra, tendrían que ingeniárselas para buscar algún edificio o almacén donde poder saquear todo lo que pudiesen. Eso si es que había algún lugar así. Quizá, al final, tendrían que luchar y olvidarse de su primer plan, pero Brynn se decidió a no pensar en ello. Las cosas vendrían de algún modo que se escapaban a su conocimiento, por lo que habría que actuar en función de cómo se fuesen dando los acontecimientos. ¿Qué estaría pensando acerca del tema Nailah y el resto de tripulantes? ¿Verían todo más postiviamente que el asesino?
- Si véis algo donde podamos aterrizar sin llamar la atención, o algún edificio que se escape de mi vista, avisad y pondremos rumbo hacia allí.
Continuó sobrevolando buscando un sitio donde poder ejercer su plan. De no verlo, terminaría aterrizando en la costa, donde no hubiese marines cerca -o donde no los viese él-.
Si al menos supiera cómo crear un vínculo telepático con Syxel, podría decirle lo que veo desde aquí…
- ¿Todos bien por ahí? -comentó empleando un nivel de voz bajo.
El asesino empezaba a vislumbrar una gran planicie de hielo alrededor de la isla, por lo que decidió acercarse con prudencia. Esperaba que nadie les detectase o que lo hicieran tarde. Una vez llegaran a tierra, tendrían que ingeniárselas para buscar algún edificio o almacén donde poder saquear todo lo que pudiesen. Eso si es que había algún lugar así. Quizá, al final, tendrían que luchar y olvidarse de su primer plan, pero Brynn se decidió a no pensar en ello. Las cosas vendrían de algún modo que se escapaban a su conocimiento, por lo que habría que actuar en función de cómo se fuesen dando los acontecimientos. ¿Qué estaría pensando acerca del tema Nailah y el resto de tripulantes? ¿Verían todo más postiviamente que el asesino?
- Si véis algo donde podamos aterrizar sin llamar la atención, o algún edificio que se escape de mi vista, avisad y pondremos rumbo hacia allí.
Continuó sobrevolando buscando un sitio donde poder ejercer su plan. De no verlo, terminaría aterrizando en la costa, donde no hubiese marines cerca -o donde no los viese él-.
Si al menos supiera cómo crear un vínculo telepático con Syxel, podría decirle lo que veo desde aquí…
- Resumen:
Seguir volando intentando encontrar un edificio donde aterrizar. Si no lo encuentro, aterrizar sobre algún sitio donde no se vean marines a simple vista (o donde menos haya)
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