Cruce de Destinos

En el lapso de tiempo en el que la gerifalte de pelo rosa se demoró en responder mis cuestiones, pude percatarme de que, por unos segundos, la presencia de mi capitán y amigo Xey había desaparecido de nuestro lado.

-¿Dónde se ha metido Aniki?..-Un pequeño chispazo franqueó mi ceja, ocasionando el arqueamiento de esta. Apresurado, giré mi cuello con la habilidad digna de un búho real para observar la hipotética estela que dibujábamos tras nuestro avance, y justo en aquel momento cesó toda mi incertidumbre.

-¡¡Menudos huevazos!!¡¡Se ha quedado dormido!!-Mi mandíbula se dislocó por un instante al ver como el sosegado capitán abría sus ojos resoplando con parsimonia, agilizando posteriormente el ritmo para alcanzar raudo la posición del grupo.

-¿¡Como es posible que te hayas dormido en mitad del campo de batalla Aniki?!La próxima vez le pediremos a Alfred que haga los tés mas cargados..-Me rascaba la sien envuelto en pleno estupor. Era evidente que yo no era ni mucho menos el mas indicado para hablar, pero aun así lo hice cuál buen melón.

Las palabras de Kataharina quebraron por sorpresa la conversación, exponiendo las verdaderas intenciones de la álgida joven en esta contienda.

-¿Desde cuándo una persona así se preocupa por alguien?¿Serán igual de sádicos sus compañeros?..-No pude evitar emitir mis pensamientos a viva voz ante el desconcierto que provocaron en mi persona las palabras de la joven. Mientras me secaba los lagrimales y tragaba saliva con ahínco al imaginar a los camaradas de la joven, esta comenzó un discurso motivador dirigido a los cadáveres a los que había conseguido devolver la existencia.

-Esto...¡¡Esto es imposible!!-Las venas de mis ojos se inyectaron en sangre al observar a la muchedumbre que nos seguía de cerca. Pensé en preguntarle a la pelirrosa sobre el secreto para realizar tal hazaña, pues el misterio de su poder cada vez me inquietaba mas, debido a lo dispares que se mostraban sus habilidades. Sin embargo me contuve, pues entendía que no era el momento de indagar en aquel tema, y por encima de todo, dudaba de que la joven se molestase en pronunciarse al respecto.

A simple vista, los muertos parecían conservar su humanidad de alguna forma, pero no estaba seguro de hasta que punto. De todos modos, la joven pareció esforzarse en intentar persuadirlos con su discurso, lo que me produjo dudas acerca de hasta que punto ella tenía el control sobre los seres que habían roto las leyes de la naturaleza.

Pese a todo, las palabras de la joven llevaban toda la razón a mi parecer, pero aún así aquel discurso me hizo preguntarme hasta que punto las palabras de la joven eran de corazón o exclamadas por conveniencia. Contra todo pronostico y tras unos segundos de incertidumbre, pareció alentar a la gran masa de difuntos apilados a su espalda, los cuáles se armaron con los restos de arsenal que poblaba el campo de batalla, acatando en su mayoría los ideales de la bruja, la cual les ordenó por ultimo que acatasen las ordenes de Xey y un servidor.

-¡¡Eso es!!¡¡Escúchenme, malditos restos de fimosis!!A partir de ahora...podéis llamarme..-Comencé a mover los brazos en forma de elipses en el aire, buscando crear una ambientación de tensión e incertidumbre.

-¡¡¡El capitán de la primera división de los caballeros de Katharina, Edward-sama!!!-Me impulsé, eufórico tras las palabras de la líder, buscando destacar en medio de la multitud mientras continuaba con el movimiento de brazos en el aire, envuelto en una brisa de estrellas brillantes que envolvían mi sonrojada silueta.

-¡¡¡Te acabas de inventar el título!!!-Gritaron todos al unísono, con el puño en alto a modo de protesta.

-Y este...-Continué con mi discurso al aterrizar de nuevo sobre la roca, arrodillándome un instante en el que metí mis manos en los bolsillos interiores de mi gabardina, ignorando los comentarios de nuestros nuevos siervos.

-¡¡¡Es Xeyner-sama, conocido ocasionalmente como...el legendario pirata de rabo prominente!!!-Me posicioné a la velocidad de la luz a la espalda de mi compañero Xey, lanzando con mi mano izquierda un trozo de confeti que abanicaba con un pequeño abanico en la mano restante, haciendo resaltar la figura de mi capitán tras su proclamación.

-¡¡¿Qué clase de apodo es ese!!?-Volvieron a reclamar con el puño en alto y la cabeza inclinada. Creo que nos estábamos ganando su aprobación.

-Espera..-Aprecié una tímida voz entre nuestros seguidores. Acto seguido, noté como una mano se posaba en mi hombro conforme avanzaba hacia nuestro difuso destino.

-¿¡Oe oe..que demonios quieres?!-Me dí la vuelta algo molesto al observar la falta de respeto por parte de uno de los fallecidos.

-Mátame...te pido que me mates por favor..es mi último deseo..-El hombre se encontraba demacrado, le faltaba un ojo, había sido agujereado en el pecho, y uno de sus brazos había sido cortado casi a la altura del hombro. Entre lo poco que quedaba visible de su indumentaria, se distinguía en su gorra el nombre desgastado de los hombres que tenían al yonkou en su poder, “marine”.

-¿¡Que estás diciendo...?!-Intenté sujetar su mano para alejarla de mi hombro, pero el recluta no hizo mas que agitarse ante mis palabras, pasando a agarrarme con su mano a la altura de mi pecho a modo de súplica.

-Le prometí a mi hija que volvería a columpiarla cuándo regresase...le dije que la llevaría a estudiar a Dark Dome...le prometí a mujer que saldríamos adelante con el dinero que me darían por mis servicios aquí...yo...yo...-Las lágrimas desconsoladas del hombre caían sin piedad fundiéndose con la roca que pisábamos.

-¡¡¡No podría mirarlas a la cara!!!¡¡¡No puedo imaginarme a mi familia recibiendo la noticia de que he muerto como escoria pensando que salvaba el mundo!!!...estos pensamientos...no puedo soportarlo...no puedo...por favor...¡¡¡No soporto ser consciente de que lo he perdido todo!!!-Aquel resto de hombre atormentado me zarandeaba con todas sus fuerzas. Al escuchar sus palabras mi respiración se detuvo, mi corazón dejó de latir por un instante y mis pupilas se empequeñecieron hasta el tamaño de un grano de arroz, provocando una mirada apagada y carente de vida en mi rostro en el momento en el que fui consciente del tormento que significaba volver a la vida para aquellos hombres.

En aquel momento, una poderosa brisa consumió todos los alrededores hasta donde alcanzaba mi vista. La ira de un hombre en pleno auge había sido liberada en pleno núcleo del conflicto, haciendo un alarde de aquel poder de leyenda que dejaba en evidencia la abrumadora diferencia de poder entre los allí presentes. Noté por un instante como perdía el equilibrio sin poder hacer nada al respecto, mis manos se aflojaron, librándome del contacto con el hombre que suplicaba su muerte. Mi cabello fue agitado por la brisa conforme me precipitaba de espaldas y perdía todo resto de conciencia, lo cuál se veía reflejado en mis ojos, ahora tornados completamente de un blanco color nieve exento de vida, quedando allí tendido en mitad del campo de batalla a merced de la bondad del destino mientras todo lo que me rodeaba se apaga como el soplar de una vela.

-¿Hemos llegado tan lejos...solo para destruirnos a nosotros mismos?-Me cuestionaba el sentido de los actos de todos los que estábamos allí presentes. Tras un doloroso pinchazo y un calambre que recorrió toda mi espina dorsal, pude sentir de algún modo que aun me encontraba en este mundo. Aún con mi cuerpo paralizado tras el tremendo sobresalto, intentaba moverme sin éxito al tiempo que mi mirada se perdía entre el turbio cielo de color ceniza, creando una atmósfera lúgubre como perfecto acompañante a los acontecimientos que sucedían en tierra.

-¡¡Edward-sama!!¡¡Edward-sama!!-Una voz se acercaba desde la lejanía pronunciando mi nombre. Sus intenciones me eran desconocidas e irrelevantes, pues me sería imposible reaccionar a cualesquiera fuesen, pues el zumbido de mis oídos era casi insoportable y los calambres por todo mi cuerpo incesantes.

Resumen (Plaza de la isla).:

Fenrir observaba todo desde las alturas, montado en su caballo de huesos. La isla parecía haberse convertido en una batalla de proporciones titánicas. Entre las siluetas inmóviles de una especie de estatuas en poses estrambóticas, un montón de personas de aspecto poco saludable avanzaban con lentitud. El mercenario podía ver explosiones, fuego, muerte. Torció su boca en una sonrisa. Aquello le deleitaba. Fue entonces cuando se fijó en uno de los extremos de la plaza, donde un hombre rubio y otro embutido dentro de una armadura de combate. A su lado, un albino encadenado, en posición de sumisión. Giró la cabeza, dirigiendo su atención a otros lugares, donde parecía que la gente peleaba de forma caótica. No tenía cuál era el objetivo de aquella batalla, pero estaba bastante seguro de que no era de su incumbencia. Arqueando la ceja con desdén, empezó a cabalgar sobre la escena, analizando la situación.

"No es sensato bajar ahí" se dijo a sí mismo mientras volaba en círculos a lomos de su corcel. "Siento presencias muy fuertes ahí abajo" su mirada se movía entre las personas con mayor aura del lugar. De pronto, una llamarada pasó a su lado, sobresaltándolo y haciendo que su montura descendiese rápidamente para evitar ser abrasada. El tono rojo y el azul destelleaban sobre su cabeza de forma intermitente, y bajo él el caos se extendía. Frunció el ceño.

- No pinto nada aquí... -murmuró para sí, mientras azuzaba a su montura para que acelerase más aún. "Tanto caos solo puede derivar en una bala perdida o en un enemigo demasiado fuerte para mí" pensó.

Su corcel empezó a elevarse de nuevo, alejándose de la plaza con rapidez. Estaba claro que no podía sacar nada de provecho de allí, y no le apetecía morir o ser apresado en aquel lugar. Tras él, el sonido de la batalla seguía presente, aunque esperaba dejarlo atrás cuanto antes.

Resumen:

Bueno... la verdad es que esto se había convertido en una sucesión de eventos catastróficos.

Mi idea de hacer un túnel hacia abajo en busca de una oquedad en la roca resulto lo mejor y lo peor que podía esperar. Lo mejor fue por que tenia razón en mis sospechas lo peor... Bueno tan solo decir que todo comenzo a hundirse, el suelo al igual que un castillo de naipes fue colapsando, derrumbandose el suelo que a su vez era el techo de una gran caverna de una instalación del gobierno. Si no tuviera puesto el casco se me vería blanco cual nubecita de algodón. Tuve que reprimir soltar un "¿He sido yo?" Sali de la linea de visión de aquellos que buscaban un culpable y preferí hacer como si nada hubiera pasado.

En un estado de verguenza supremo no sabia muy bien que hacer, miraba con cara tonto lo que ocurría a mi alrededor, Al retaba a todos aquellos que quisieran salvar a Legim, un ejercito de muertos se acercaba a la zona, Kai se unia a Al y pensamientos enfrentados se agolparon en mi cabeza.

Un pequeño Fluffle apareció en mi hombro derecho, "pfftbllblblbl" (vamos unete a tu amigo kai y al señor Smile el campeon de la marina y los niños, se el herue que estas destinado a ser)

Sus palabras me llegaron al corazon me hincharon de orgullo y estaba dispuesto a arrancar la moto y unirme a ellos en la batalla.
Sin embargo en mi hombro izquierdo una criatura cuadrupeda se materializo en el, obviamente estas dos representaciones de mi subconciente eran mirase por donde lo mirase un par de adorables criaturas... o tal vez no.

pony:

La voz de este segundo caballito era como si las palabras fueran afiladas y cortantes, punzantes dagas que se clavaban en mi alma.
"Unete a los muertos, todo ha de morir, ve con ellos y libera el poder ancestral que yace en ti, devuelvelos a la vida"

Estaba claro que la representacion no era otra cosa mas que la infección del poneglyph a la que estuve sometido en la base espacial.
Los recuerdos que tanto tiempo habia estado reprimiendo afloraron a la superficie, una horda de monstruosidades se levantaba usando a los muertos como foco catalizador, criaturas del infierno que dejaban a los zombies que pululaban por allí como meros y amables personajes de un cuento idílico de hadas.

Sabia que aquello era tan solo una alucinacion creada en mi mente para arrastrarme a la locura, intente despejar mi cabeza y volver a la realidad.

La guerra sucedia por todas partes y no tenia pinta de terminarse rápido, siempre había intentado mantenerme en el filo de la navaja sin elegir un bando u otro trabajando para unos y para otros, sin embargo o huía de allí y me olvidaba de todo o elegía un bando de una vez por todas, incluso Dexter el alto señor de fiordia estaba de parte de la marina.

No sabia muy bien que hacer pero una cosa estaba clara, llevaba suficiente tiempo batallando contra muertos vivientes para saber que suponian una amenaza real y pelibrosa, eleve la moto para ponerme en posicion y abri fuego contra la marea de criaturas no muertas, eligiendo como objetivo a los pequeños zombyes e ignorando a la inmensa criatura de mas de cinco metros, sabia que esos bichos podian evolucionar a costa de sus semejantes asi que seria mejor hacer picadillo con la gatling y los misiles de la moto a los pequeños antes de empezar con el grande.

resumen:

El combate estaba siendo entretenido, además de que nunca hubiese pensado que en la marina hubiese alguien tan joven como aquel adolescente, como para enfrentarse prácticamente en igualdad de condiciones contra Arribor. Estaba por sentarme y esperar a ver como se iban desarrollando los acontecimientos, sin embargo, de pronto escuché la voz de un marine anunciando la localización de Legim. Me giré y miré directamente a mi primer capitán.

Al verlo lo primero que sentí fue lastima por él, así como una imperiosa necesidad de sacarlo de aquella situación. Pero como él mismo nos había dicho en una carta y el capitán nos había remarcado antes de ir, había sido Legim el que había tomado un camino distinto al nuestro para lograr su sueño, dejando los nuestros de lado. Además, me había hecho ver, que el capitán, aunque poderoso como era cuando lo conocí, era egocéntrico y solo miraba por sí mismo. Nos tocó crecer en su mayor parte por nuestra cuenta solos antes de que prácticamente toda la banda a excepción de el se juntase nuevamente y formásemos una nueva tripulación, de la cual, solo quedábamos los tres que estuvimos con Legim: Worgulv, Dexter y yo.

Dejé la pelea del marine y el pirata de lado y comencé a avanzar volando hacia el preso y el marine rubio que parecía buscar bronca con los que querían rescatar a Legim. Junto al marine, se encontraba Mura, quien parecía estar reteniéndole el avance. A lo que el marine le hizo una pequeña amenaza.

-Mura, déjale pasar. – le dije de una forma tranquila a la chica. – el capitán no se va a ir a ningún lado, yo los acompañaré hasta el patíbulo – continué aterrizando junto en frente de Legim y el rubio. – Además, si no me equivoco, este marine fue el que lo atrapó, no creo que vaya a dejar ahora que se largue sin más. – le dije a Mura nuevamente mirando al marine – Por cierto, quizás queráis echarle la bronca a ese que os ha roto el suelo – dije señalando a Bleyd que se encontraba disparando con sus armas.

resumen:

Pasaron unos minutos desde que había terminado de montar toda la lasaña, en estos, había comido la poca carne con salsa que había sobrado, no era de los que desperdiciaban la comida que sobraba, siempre le daba un uso y en este caso el mejor era comerla, siendo un buen tentempié para ir nuevamente a la batalla que se estaba desarrollando en la isla, “Vaya, no es mucho, pero sabe algo más de la cuenta el clavo, tendré que regañar al monigote número B” dije mirando nuevamente hacia el infinito.

El monigote que acababa de nombrar, aquel que se había encargado de la lasaña, de pronto fue desapareciendo y metiendo su azúcar en mí. Por otro lado, el otro monigote se giró hacia mí y me mostró el resultado de lo que había hecho. La tarta al Whisky estaba terminada, y había quedado a la perfección. Estaba seguro de que Kai estaría muy contento de que nos acordásemos de su cumpleaños, y sobre todo del regalo que el capitán la había regalado. La ejecución de un Yonkou.

Guardé la tarta en mi interior y deshice el monigote y absorbí el azúcar de este, luego deshice la habitación y todo lo que fuese de azúcar o caramelo para hacer una tabla compacta de la misma sustancia. Me subí a ella y me dirigí volando en esta al patíbulo, era hora de defenderlo de quienes quisiesen rescatar al capitán Legim, y si era posible atrapar a todos lo posibles piratas que estuviesen en el lugar para así además reducir el número de criminales libres.

-¡Chicoooss, esperadmeee! – grité mientras iba volando a toda velocidad encima de aquella tabla. Me sentía como Aladdin, un protagonista de un cuento que me había leído mi padre cuando era pequeño, este iba de un lado para otro volando en una alfombra voladora.

Mientras avanzaba por encima de la roca, comencé a deshacer la tabla y a hacer como copos de nieve muy finos. Bañando con estos por todos los lados por los que pasaba. Pude ver desde el cielo un gran agujero en el suelo que daba lugar al puerto oculto de la isla, y alguna llamarada pasó rozándome en el aire. Cree otro monigote y este se lanzó al vacío, y a los pocos metros de caída hice que explotase, y que formase de esa forma una mayor cantidad de nieve de azúcar en la plaza que la podría cubrir por completo.

resumen:

Apenas había alcanzado a mis acompañantes cuando Ed me llamó la atención por haber descansado la vista unos segundos. Me llevé una mano a la barbilla y miré hacia un lado, mientras le contestaba en voz alta.

-Esto… Sí, maldito Saed, esta semana le tocará fregar la cubierta- contesté al tiempo que me fijaba que Katharina estaba levantando a más personas fallecidas del suelo.

La chica no tardó en dar un discurso en voz alta para todos, que me hizo soltar más de una lágrima y aplaudir con todas mis fuerzas. Acto seguido Ed se presentó a los no muertos, que no parecieron demasiado contentos con su autoproclamación, y después me presentó a mí también. Levanté los brazos al mismo tiempo que lo hacía, pese a lo curioso del título, y noté como algunas piedras caían a nuestro alrededor.

-¡Maldita sea, Aniki! ¡No está funcionando!

Ed se apresuró a corregir aquello tratando con un curioso tipo, así que me acerqué a otra multitud de no muertos.

-¡Firmes!- dije en voz alta, a lo que algunos respondieron llevando su mano a la frente, mientras que otros simplemente se mantuvieron inmutables.

-¿Es cierto que estamos vivos de nuevo? ¿Esa chica nos está resucitando?- me preguntó uno de los del último grupo, al parecer preocupado.

-Debéis llamarla Katharina-sama- le interrumpí -y lo cierto es que tenéis otra oportunidad en la vida gracias a ella, en efecto.

-Pero, pero… -continuó el tipo, dudando- ¿por qué hace esto?

Me acerqué al grupo y me situé en el centro, dejando la mirada perdida en el horizonte.

-Hace muchos años… La ama Katharina perdió a sus preciados hermanos en la guerra de Lavshi. Durante años vagó por los confines del mundo, buscando el poder definitivo que hiciese resucitar a las personas, dispuesta a salvar las vidas de los que falleciesen en combate y devolviendo la paz a los campos de batalla- dije mientras una lágrima caía por mi mejilla.

Miré de reojo alrededor y noté cómo algunos de los no muertos comenzaban a creerse la historia, emitiendo gemidos de preocupación.

-¡Ama Katharina…! Ella también ha perdido tanto…- dijo uno de ellos, mientras se tapaba los ojos llorosos con el brazo.

-Así es, amigo- le dije poniéndole una mano en el hombro -pero entonces nos encontró a Ed y a mí. La salvamos de las mismas fauces de un dragón y la guiamos por todo Redline, hasta que por fin encontró la fruta filosofal que le dio estos poderes- terminé de decir mientras todo el grupo de no muertos aplaudía, vitoreando a Kath.

-¿Y qué pasa si no quiero creerte?- dijo uno de ellos, dando un paso adelante. Justo en ese momento, la Aberración pasó cerca de nosotros y cogió al tipo, engulléndolo en sus fauces.

Una gota de sudor comenzó a caer por mi mejilla al observar a dicha bestia, pero intenté mantenerme firme.

-Xe-Xeyner sama… -dijo uno de los que me rodeaba, tembloroso- ¿Ha hecho usted eso? ¿Es nuestro castigo por no obedecer? ¡Por favor, no nos mate! ¡Aunque ya estemos muertos!- terminó diciendo de rodillas.

-Está bien, está bien- dije con la mayor seguridad que pude -Levántate, nos vamos- pronuncié mientras me daba la vuelta y comenzaba a caminar a paso rápido. La realidad era que me había aterrado lo que ese bicho era capaz de hacer, pero parecía que los no muertos no eran capaz de darse cuenta.

Apenas había caminado unos pasos cuando, de repente, noté una sensación rara en mi interior. Parecía que empezaba a perder fuerza, y no tardé en notar como mi cuerpo caía por su propio peso.

Me desperté con gritos de batalla unos segundos después, totalmente desorientado. Estábamos cerca del centro del conflicto y mi cuerpo estaba más aletargado que nunca. Miré alrededor y vi caer a unos cuantos no muertos, totalmente indefensos ante algún tipo de ataque. Noté cómo miraban con desesperación a Kath, a Ed y a mí, buscando algún tipo de ayuda. Me obligué a levantarme mientras noté como una especie de nevada cubría los alrededores, dando algo más de dramatismo a lo que estaba por venir.

Resumen:

Me quedé callado durante unos instantes, degustando el amargo sabor de la nicotina que tanto me tranquilizaba, mientras el resto de integrantes de la nave voladora comenzaron a moverse y a charlar entre ellos. Acepté el paracaídas que el tuerto generó de la nada, imaginándome que podría hacer yo si tuviese ese poder, todos los robos y putadas que podría realizar de forma rápida, al igual que lo útil que sería llevar las herramientas del taller o del laboratorio sin cargarlas, incluso con el hándicap del tiempo era algo interesante... O más al menos que poder transformarte en tejón. No sabía si usarlo desgastaría mucho, pero al parecer tampoco lo averiguaría, ya que me quedé más tiempo de lo que me gustaría admitir empanado y cuando quise reaccionar el tuerto y el ya se habían lanzado al vacío.

-Lerdo, espabila - me auto recriminé mientras me ponía esa especie de mochila antes de que desapareciese.

Tal fue la prisa, que no lo pensé demasiado y solo salté al vacío tras dedicarle una mirada de circunstancia al tipo que Jolly había "amenazado". La caída fue vertiginosa, con un principio emocionante que hubiese conseguido erizar mi piel si esta pudiese hacerlo, pero una vez que comencé a perder el control del descenso el viaje se tornó menos agradable. No me había enterado de como funcionaba el cacharro que llevaba puesto y para colmo una corriente de aire consiguió desestabilizarme, transformando el emocionante viaje en agobiante, el abajo en arriba... Y mi estómago en una centrifugadora.

Por suerte, en uno de esos vaivenes mi cuerpo volvió a centrarse y vi como mi compañero activaba el suyo. Usé el mecanismo y en un abrir y cerrar de ojos el paracaídas se abrió. Parecía que había conseguido librarme de acabar reventado contra el suelo, cuando de repente me di cuenta que no sabía manejar el aparato y comencé a bajar dando enormes vueltas en círculo. Eso hizo que no pudiese seguir al tal Yuu, si no que cada vez por tres iba más y más cerca de Gray de Rock, aunque de lo malo malo, no iba solo, ya que el sapo se había lanzado hacia la misma dirección.

Desde mi perspectiva me di cuenta que no era el mejor lugar en el que aterrizar. Un enorme tornado parecía contener un infierno, era una digna imagen que cualquier artista que amase plasmar el caos. Un trío monumental parecía a punto de suceder, no uno sexual si no bélico, pero el caso es que parecía que quedaban escasos segundos para que hombres, estatuas y zombis fuesen a luchar. Todos parecían tensos, esperando que una mecha disparase la pólvora que lo desencadenase todo... Pero la verdad es que no pude ver más desde mi excepcional perspectiva, puesto que un enorme grito, acompañado de una oleada de poder, hizo que casi todo el mundo se viene a bajo de una forma o de otra.

-Maldito hijo de perra... - maldecí intentándome aguantar inútilmente al reconocer la presencia del tuerto.

Habíamos ido a aterrizar justo en el único lugar en el que no quería estar. Arribor es ese tipo de personas que es un imán para los problemas, pero no de esos simples y tontos, si no de esos que si le haces caso te ves inmerso en dos guerras o asaltando uno de los bancos más importantes de todo los mares... Y por eso, y por cien cosas más no quería caer ahí, bajo el yugo de un demente que no piensa sus acciones por ser tan ridículamente fuerte, aunque me tuve que conformar con ese poco desahogo pues caí rendido ante tal enorme presión.


Desperté con un enorme sobresalto bastante doloroso para mi férreo cuerpo. La descarga había recorrido todo mi cuerpo dejando mis músculos tan contraídos que me costó unos segundos en poder si quiera moverme. Al parecer el paracaídas había terminado desapareciendo y me había estrellado con el tejado de una de las pocas edificaciones del lugar, pero por suerte lo mismo que había hecho que el chispazo fuese más fuerte también consiguió que no me rompiese la crisma al estrellarme. No tenía que haber sido tampoco desde muy alto y parecía que mi gran resistencia había hecho el resto para no llegar a problemas mayores.

Recordando de golpe donde me encontraba y qué había pasado instantes antes de caer rendido, me obligué a moverme tras un pequeño descanso, sentándome en el tejado para incorporarme y echar un vistazo al panorama. Cuando por fin pude llegar al borde del tejado pude encontrarme con que la escena era completamente diferente. No solo porque ahora estuviese más cerca, si no porque varias cosas habían cambiado de forma drástica. El terreno ahora lucía con enormes grietas aquí y allá, al igual que un monstruoso agujero que un tipo con coleta quería evitar comerse el marrón disparando a zombis; aunque eso tampoco era lo más impactante. El tornado ígneo había desparecido parcialmente y en él se veía luchando a un enorme pájaro humanoide contra un ser mucho más pequeño que gritaba Dexter con cada impulso de poder, pero si había algo más impresionante que esa magnífica pelea fue haberme levantado justo en el momento en que mi capitán era golpeado por un pelirrojo enano. Por lo que el pirata gritaba se debía de tratar de algún niño insensato envalentonado, pero esa escena consiguió arrancarme una sonrisa entre tanto dolor. El viejo tuerto parecía herido y eso era algo digno de remarcar, casi lo que más porque nunca lo había visto durante los años que ya llevaba con él... Pero siendo sinceros la palma se la llevó un tío rubio, ese al que el tuerto había llamado pijo. Mira por una vez coincidíamos en algo.

El marine gritó, llenando la calma que se había generado por el incipiente desmayo en masa con nada más y nada menos que con la pieza clave de toda esta pantomima. Alegando voz en grito que ahí tenía a Legim, que no buscasen más. Desde luego quería ser el centro de atención mientras el resto de marines se retiraban como el bien había pedido... Pero la realidad es que la cosa quedó en pólvora mojada. Solo un par de personas se centraron en él acercándose, pero ninguno parecía que fuesen los causantes de todo este caos, si no que más bien eran simples espectadores que querían lo mismo que el marine. Que el Emperador del Mar muriese. Todo ese sin sentido consiguió renovar las energías que necesitaba a base de humor, por lo que tras un par de segundos de regodeo por la situación por fin pude mover mi brazo hasta alcanzar el paquete de tabaco que por suerte no se había perdido en la caída, aunque por desgracia se habían roto todos a excepción de uno, que había quedado doblado y parcialmente achatado. Encendí el mechero al cuarto intento y me centré en recuperar fuerzas mientras degustaba lo que podía ser mi último cigarro.

Si las cosas seguían por el mismo derrotero no me quedaría otra opción que hacer lo que llevaba todo el tiempo diciendo que no haría, ayudar a mi capitán. Él era el único que podría sacarme de este hervidero de agentes y marines, por lo que si las cosas se le ponían muy jodidas no me tocaría otra que actuar... Aunque siendo sinceros, poco podría hacer yo contra un enemigo que lo derrotase, pero de momento me quedaría como un mero espectador hasta que me recuperase.

Resumen:

Había logrado abatir a unos pocos marines gracias a mis ondas cortantes pero, sin embargo, los que quedaron en pie se prepararon para lanzarme una salva con sus rifles. Estaba realmente jodido. ¿Como iba a poder esquivarlo o atacar a tiempo sin recibir parte de las balas? ¿Y si lograban matarme? Aún así, me preparé para interrumpir sus disparos con otra onda cortante que esperaba que llegase a tiempo. Justo en el momento decisivo, escuché el grito de quien podría ser mi capitán y sentí como mis ojos se iban cerrando por alguna extraña razón. Antes de perder mi conciencia, logré lanzar mi ataque a la vez que oía como los marines disparaban mientras ellos también iban cayendo.

Todo estaba negro, me había desmayado y no era capaz de despertarme. ¿Había llegado mi momento? ¿Iba a morir en aquella guerra de aquella forma? Parecía que habían pasado días o semanas hasta que, finalmente, un chispazo que me dejó tonto por unos instantes me despertó. Cuando intenté levantarme, sentí un dolor en el hombro izquierdo. Al parecer una de las balas había logrado alcanzarme. Me levanté sujetándome la herida y contemplé el escenario. La plaza había sido parcialmente destruida, había un ejercito de muertos acercándose junto a un gran monstruo mientras dos figuras combatían en el aire.

- Esta guerra es demasiado para alguien como yo... en cualquier momento cualquiera podría matarme aunque fuera por accidente. Demasiados monstruos hay por aquí. Caminando, me acerqué a un lugar donde estaba el tejón mirando todo el asunto de la plaza. Otro grito se expandió por toda la plaza. Era un marine que traía consigo a quien parecía ser Legim. La guerra parecía que estaba acabando. Eso si lograban matar de una vez al condenado pirata.

- A ver si lo matan ya y podemos largarnos de este nido de locos - dije a mi compañero

Resumen:

Realmente la respuesta de Vergil no me agradó en lo absoluto, pero bueno al menos me habían contestado lo cual siempre era de agradecer.

-Sobran las palabras, no te culpo por tu falta de fé, pero hablas con un hombre del alta alcurnia y sobre todo, honor- enfatice en la última palabra con tono severo y grave -Aun así, os informo de que no soy navegante por lo que si la embarcación cae bajo fuego amigo será vuestra responsabilidad, quién avisa no es traidor- les comunique siendo completamente honesto, después de todo había acordado viajar con ellos y si podía les devolvería el favor, pero nada más. No estaba dispuesto a arriesgar mi vida lo más mínimo, ni por nada ni por nadie -Si tenéis un comunicador y me necesitáis para algo de aquí arriba llamar- finalicé con tono claro justo antes de observar cómo se lanzaban al vacio, en medio de todo el fragoir de la batalla.

-Desde luego valor les sobra- musité para mis adentros mientras hacia una extraña sonrisa, más parecida a una mueca, desde luego poner expresiones no era lo mío -Debería evitar hacerlo, al menos hasta que Colins me de unas nociones de actuación- pensé para mis adentros mientras continuaba observando el panorama, esta vez sin más distracciones que alguna llamativa explosión en algunos focos. Aunque lo que realmente llamó mi atención fue la plaza, pesé a que Legim todavía no había asomado la cabeza por el patíbulo, había una gran cantidad de combates, aunque desde mi altura eran pequeñas manchas y una gran nube de polvo y humo.

-La marina lo tiene casi todo en contra, un yonkou, otro recién proclamado y Arribor, que sin duda era equivalente a un emperador más, aunque por el tipo de hombre que era seguramente no fuer buscando títulos- analicé para mis adentros -la única esperanza era que Zane y Arribor se enzarzarán en una pelea y la marina tuviera una oportunidad de resistir a Dexter, aunque ahora que se fijaba su flota parecía estar replegándose, me preguntó qué diablos está tratando de lograr. Si no recordaba él había pertenecido a la banda del borracho tiempo atrás… ¿Querrá liberarle entonces? O tal vez tenga rencillas pendientes y por eso se dividió su banda –proseguí pensando.

Entre tanto los autómatas seguías disparando sin cesar a algunas embarcaciones de la marina, y cada vez me daba la impresión de que estaba llamando la atención de miras más indiscretas. Con la intención de ir a la cabina de mando, donde el capitán del parche me había indicado que podría comunicarme con ellos.

-Podrías ponerme en contacto con el señor Yuu- voceé en la sala esperando que algún autómata o maquina obedeciera mis órdenes. Al cabo de unos instantes, escuché como una voz me ponía en contacto con Yuu atravesó de un sistema mejorado de den den mushi, o algo así imaginé -Al habla Zaphir, Capitán Yuu, necesito que cese de inmediato el ataque de sus autómatas, su cadencia de fuego resulta estéril para el tamaño de esos buques, ahora mismo solo esta llamando la atención con su voluminosa nave, le sugiero que me autoricé para cambiar a sus autómatas a tareas defensivas, sino no podremos garantizar la seguridad de su nave- finalicé, con tono cordial y tranquilo, solo esperaba que su tono fuese igual de correcto y que pudiera responder a mis replicas.

resumen(lee yuu):

Arribor parecía consternado, por fin se había calmado un poco y parecía que volvía a la normalidad. Me miraba con incredulidad para luego llamarme niño varias veces. Con cada frase que salía de su boca ponía un clavo más sobre su tumba, me daban ganas de cruzarle la cara de nuevo, pero seguro que esta vez no tenía el mismo impacto que antes. Tenía que enviar un mensaje más... contundente.

Mientras estaba entretenido preguntado si alguien me recogía, y gritándole a Al, me di la vuelta y retrocedí unos metros. Me di la vuelta y calculé, la distancia, la velocidad, el momento y el empeine necesarios para que mi plan saliese bien. Di unos saltitos para calentarme y estiré bien las piernas y los brazos, todo debía salir bien. Me coloqué en posición y salí corriendo hacia el pirata a toda velocidad. Justo en el momento antes llegar a él pararía en seco y, aprovechando la inercia de la carrera haría que mi pierna trazase un arco perfecto para dar un soberano puntapié en su entrepierna.

- ¡AAAAAAAA TOMAR POR CULO! - Grité con todas mis fuerzas mientras daba una patada cargada de rabia a las joyas del pirata.

Sin duda la forma de enviar un mensaje de forma efectiva a un pirata es amenazarlo con destruir su tesoro más preciado, y seguro que a Arribor no le hacía ninguna gracia que le golpeara en su escroto. Le diera o no, ningún hombre puede ignorar algo que amenace la integridad de su masculinidad, y menos algo tan peligroso. Por lo menos así se dejaría de juegos y me podría tomar en serio.

Resumen:

Había logrado llegar cerca de mis compañeros pero la mujer que me había dicho antes de curar al recluta marine me había lanzado unas especies de bolas de aire. Intenté esquivarlas lo mejor que pude usando mi forma Dino Dance pero , desgraciadamente, no logré esquivar una de ellas completamente aunque me dio tiempo de pasar a mi forma híbrida para que el daño fuera menor. El ataque me lanzó contra el suelo y rodé bastante hasta quedarme tumbada. Eso me había hecho pupa. Volví a mi forma humana, lamentándome de mis heridas en el vientre. Intenté levantarme de alguna forma, pero el dolor me lo dificultaba. Escuché un grito de uno de los combatientes y mi visión se volvió oscura. ¿Habían sido las heridas las culpables de que perdiera el conocimiento? Esperaba que no, no quería acabar siendo otra carga para mis compañeros.

Mientras estaba sumida en las tinieblas, soñaba con el capitán Logan y mis nakamas de flota. Podía ver sus rostros y escuchar sus voces, me animaban a que me pusiera en pie y que no rindiera. Intentaba ir con ellos pero fue entonces cuando sentí una corriente lo suficientemente fuerte como para despertarme. Sentía mi cuerpo entumecido por una descarga pero lo más importante era tratar las heridas que tenía. Por suerte, llevaba conmigo las herramientas de Biz. Era algo tonto de mi parte el intentar tratarme a mí misma en medio de una batalla, pero los demás estaban ocupados. Volví a mirar a la plaza y algunas partes de ella se habían venido abajo. ¿Que había pasado mientras estaba durmiendo?

Escuché otro grito del cual intenté ver a quien pertenecía. Era el vicealmirante Naion que llevaba consigo al yonkou Legim, ¿era finalmente la hora de la ejecución? ¿Tanta muerte había merecido tanto la pena por un simple hombre? Un ejército de muertos estaba entrando en la plaza y los piratas seguían luchando. ¿Que podía hacer? Intenté curarme yo sola para ver si podía al menos lograr mitigar un poco el dolor. Escocía bastante y no pude evitar gritar. Fue entonces cuando logré divisar a Biz e intenté llamarle la atención gritando su nombre.

Resumen:

La llegada al barco pareció ser como había planeado, no me habían visto. Una vez aterricé en la nave desactivé las marcas y las alas rúnicas que tenía se hicieron más pequeñas hasta desaparecer por completo. Me moví entre el caos de la cubierta mientras me dirigía hacia una de las torretas con cañones para que dejasen de escupir fuego. Para ello la mejor opción que se me ocurrió fue la de derrumbarlas, lo que quedaba por decidir era cómo hacerlo sin que me pillasen o estaría en problemas serios.

-Liv – me dijo Trece para llamar la atención – a lo mejor se te ha escapado, pero, el equipo que va a reparar las torretas que tienes que destruir acaba de llegar.

Aquello iba a dificultar las cosas mucho más de lo que ya lo eran. O quizás no, había otra posibilidad de acabar con las torretas. Era más peligrosa, pero en la situación en la que me encontraba era la mejor. Con agilidad y rapidez comencé a bajar por las cubiertas como había hecho en el barco en el que había estado antes hasta que llegué a la más baja, donde debería estar la quilla del barco.

-¿Estas segura de querer hacer esto? – me preguntó Trece – Puede que no salga tan bien como esperas.

-Estoy segura, para grandes resultados hay que arriesgarse, además, espero que los dioses lo vean bien, todo por acabar con armas profanas.

Me aseguré de que no hubiese nadie en los alrededores, desenfundé una de las espadas gemelas y la recubrí de haki de armadura junto con la marca rúnica de color negro. La marca también comenzó a cubrirme completamente, aunque en especial los bazos, espalda y torso. Luego clavé con todas mis fuerzas la espada en la quilla del barco, de pronto la marca comenzó a tornarse de color blanco desde mis brazos hacia la espada. Tras unos segundos enfriando la quilla con las runas desde la espada espiré un pequeño vaho y saqué la espada de la quilla y la enfundé nuevamente. Cubrí mi brazo derecho nuevamente con las runas y esta vez con haki de armadura, luego golpeé con toda la fuerza que pude la quilla para intentar que terminase de quebrarse y de esa forma el barco comenzase a hundirse. Si lo lograba saldría de allí lo más rápido que pudiese para evitar el agua.

resumen:

Parecía que por fin había llegado al lugar donde se estaba desarrollando toda la guerra. Un chico marine pelirrojo se enfrentaba a alguien mayor y moreno con pintas de pirata, había gente alrededor de estos, por otra parte, se había abierto un gran agujero en la superficie de la isla que daba a un puerto que había en el interior.

De pronto comenzó a nevar por el lugar. Sin embargo, la lógica me decía que eso era imposible, no hacía el suficiente frío como para ello, además no había nubes como para ello, extendí la mano para ver los copos, y cuando algunos cayeron en mi mano noté que no se derretían, y con estos noté como el olor del aire cambió a ser algo dulce, como si fuese azúcar. Parecía ser que el tipo que cocinaba en mitad del hielo se había puesto en movimiento, aunque no sabía bien para que hacía aquello.

Seguí avanzando hacia la plaza, concretamente hacia el patíbulo para poder ayudar a defender el lugar mejor hasta que llegase el criminal al que iban a ejecutar. El cual me pareció ver junto a un tipo rubio, una joven pelirroja y un tipo que iba envuelto en armadura. Sin duda alguna, había gente extraña en todos lados, y todos ellos parecían fuertes, podía notar sus presencias de esa forma, esperaba que no me tuviese que enfrentar a ellos. Aún así, encendí mi sable de luz y me preparé para el combate que pudiese venirse.

resumen:

Nassor hizo caso omiso a lo que el pirata preguntó, mas tampoco le importaba mucho quién era aquel peliblanco que había puesto a la tripulación en tan peliaguda situación. Con saber que no era un traidor, cosa que confirmó el subcapitán de los Jigoku instantes después de que el pelinegro preguntase. Tanto el semigigante como el pelirrojo descargaron toda su artillería contra el sujeto en cuestión, así que no era la labor de Yuu el meterse en dicho asunto. Tanto Balagus como Nassor demostraron una gran cantidad de valentía en los minutos que seguirían a aquello.

El oscuro fuego terminaría por apagarse con toda la ayuda que pudieron ofrecer toda la tripulación. Extinguido por completo, la labor del extintor llegó a su fin, con lo que desapareció inmediatamente. El ladrón debía atender las comandas del subcapitán nada más acabar con aquello, con lo que se dirigió sin mucha prisa para coger el timón. Antes de que llegase, algo le detuvo. En la lejanía, desde distintos puntos, se escucharon graves y continuas explosiones. Rápidamente, y por si acaso, alzó la mirada hacia arriba para comprobar si su nave estaba en buenas condiciones. Efectivamente, lo estaba.

–  ¿Qué cojones habrá sido eso? –  se preguntó a sí mismo en voz alta.

Para cuando el pirata llegó a coger el timón, parecía que la situación ya estaba a punto de solucionarse. Sin saber cómo, el barco se separó del otro y su destino se volvió menos negro. En cualquier caso, no debía tomar ningún otro rumbo con el barco. Un gyojin volvió al timón, del cual Yuu no conocía de nada… aún. Por lo tanto, el pirata bajó de nuevo a cubierta para ver si Nassor quería algo más. Sin embargo, de repente sonó el caracol en el bolsillo del pelinegro. Lo extrajo y atendió la llamada.

–  ¿Aló? –  escuchó lo que tenía que decir aquel que estaba al otro lado de la línea, que resultó ser el pedante invitado de su nave… el tal Zaphir. –  ¿Qué coño significa estéril? No te voy a autorizar a nada, básicamente porque desde aquí no puedo. Dile a Bobby que lo haga él. Es el tipo alto con barba pelirroja. Te diría que me pasases con él, pero no tengo tiempo, así que… dile que son órdenes del Capitán Blade. En fin, corto. –  cesó la comunicación con el barco.

Segundos después, Nassor se acercó al pirata y le encomendó una nueva misión. Escuchó con atención lo que tenía que decir y procedió a responderle.

–  ¿Los caracoles esos, no? Una vez vi uno roto en el suelo… y no parece tener un mecanismo tan complicado, la verdad. –  pensó durante un segundo y medio. –  De todos formas, no puedo subir ahora mismo. Pero creo que tengo una idea. Voy a despejar la cubierta de… –  señaló un barco que tenían cerca. –  Ese barco. Crearé un globo para subir al cielo y entonces crearé algo para que el sonido llegue a la flota. ¿Un plan maestro, verdad? Aunque ahora que lo pienso… no hará falta ir a ese barco. –  creó un Den Den Mushi de la nada y le mostró el número de contacto, grabado en negro en el costado del objeto. –  Acuérdate de este número, es importante. Ahora… manos a la obra.

Creó una bolsa bastante grande con una correa de cuero y metió el caracol dentro. Se la colgó y dio un salto hacia las cuerdas que subía hacia los palos de las velas. Empezó a escalar con toda la rapidez que podía, para finalmente alcanzar la cofa en poco tiempo. Una vez allí, su plan dio comienzo. Creó un globo para una persona de un tamaño no muy grande, suficiente para caber en la espaciosa cofa, con el sistema de propano conveniente para que ascendiese correctamente hasta al menos unos trescientos metros. Se metió dentro de la góndola y empezó a tirar del cordel para encender los quemadores y hacer que la recámara empezase a llenarse de aire caliente. En menos de un minuto, el vehículo empezó a ascender con lentitud. Las corrientes de aire no ayudaban en absoluto, por lo que el globo se tambaleaba todo el rato. Hubo un momento en el que no pudo subir más, así que decidió estabilizarlo para poder moverse sin perder el equilibrio. Sacó el caracol de su bolsa e hizo desaparecer esta. Acto seguido, sostuvo el aparato de comunicación con una mano y creó una especie de bocina de gran tamaño que sostendría con su otra mano en la boca del Den Den Mushi. Cuando recibió la llamada de Nassor, el discurso empezó a proyectarse por los alrededores, que era lo que en un principio ansiaba el subcapitán.

Cuando acabó… el pirata se sentía un poco más motivado de lo que ya estaba. Sin duda, la capacidad de habla del pelirrojo no estaba nada mal. Hizo desaparecer tanto el caracol como la bocina, y se sentó durante unos instantes, para pensar en su siguiente movimiento. Para su sorpresa, algo atravesó el globo de lado a lado. Todo el aire caliente empezó a salir y todo se desestabilizó, haciendo que el vehículo cayese cada vez a más velocidad. Le dio muy poco tiempo para reaccionar. La góndola se volteó hacia abajo y produjo que el pirata cayese de allí, precipitándose al vacío. Instintivamente, hizo desaparecer el globo. Había perdido de vista el barco, con lo que lo único que podía hacer era caer en un barco cualquiera. Sin tener en cuenta las velas, creó varios colchones para frenar su caída inminente en un barco aleatorio. ¿Quién sabe lo que le depararía a este?

Resumen (William y toda la flota de los Jigoku):

Oyó la voz en su cabeza como un susurro. Se ubicó rápidamente y dio instrucciones a su navegante para que pusiera rumbo a la dirección que le habían dicho. Sin embargo, el barco avanzaba demasiado lento para su gusto y en cuestión de segundos volvía a estar en el aire entre las protestas de sus guerreras. Querían seguir curándole, pero no pensaba esperar ni un momento más. No se dignó tampoco a responderles y evitando un cañonazo aquí y un cadáver volador allá, siguió las instrucciones que el desconocido le había hecho llegar.

El lugar era un completo caos, aunque podías apreciar cierto orden desde las alturas. La flota pirata frente a la marine, en una lucha sin cuartel. Pero ambos bandos tenían sus propios problemas. En la retaguardia pirata los barcos explotaban, dañando a sus ocupantes y a todo lo que tuvieran alrededor. Los acorazados marine también daban muestras de estar empezando a flaquear. Desde luego había llegado en un momento interesante. Y justo frente a ella...

Había oído hablar de ese marine, aunque más que un hombre de bien parecía un monstruo descontrolado. En medio de la flota pirata crecía un gigantesco árbol que no dejaba de atacar a... vaya, pero si a ese lo conocía. Era solo una motita en la distancia, pero Aki apresuró el paso. El árbol parecía malherido y dudaba que esas heridas hubieran sido gratis. Le costó reconocerle y cuando vio como la espada se le clavaba dudó por una milésima de segundo, antes de esprintar en su dirección. Cazó al tullido al vuelo, más hecho mierda que otra cosa. Ya no tenía piernas, le faltaba un ojo y dejó de contar sus heridas para dejar la mente en blanco. Si moría o no no era su problema, ya no. Pronto daría igual, pero mientras tanto...

-¿Es toda de kairoseki? Increíble.

Se la sacó del pecho sin muchos miramientos y mientras le sujetaba con una mano probó a mover el arma con la otra. Al fin y al cabo, él ahora pesaba la mitad de lo normal. Pero que pudiera sujetarla no le daba más destreza con ella y a punto estuvo de tirarlos al suelo por andar jugando. Se la sujetó a la cintura y se centró en Ivan Markov. Comenzaba a regenerarse, así que debería estar bien en un rato. Mala hierba nunca muere, estaba claro que le venía de familia.

-Menos mal que dijiste de quedar tras la batalla, porque ahora mismo no te veo muy a punto para dar un paseo.

Sonrió ante su respuesta, tan arrogante como siempre, y puso rumbo al barco que le señaló. El árbol no pareció seguirlos de cerca, pero se mantuvo ojo avizor por si acaso. Aterrizaron en la cubierta sin demasiados problemas y pronto los sirvientes del vampiro se hicieron cargo de su señor.

-Hm... hacía ya mucho que no veía tantos no muertos juntos. Qué recuerdos.

Le tendieron una petaca, seguramente llena del ''vino'' que tanto ansiaba y el poco color que su cara tenía normalmente regresó poco a poco a sus mejillas.

-No soy yo quien ha visto de cerca la muerte por bellotas.- Le comentó alzando una ceja, con los brazos cruzados. Lo cierto es que el momento en el que habían comenzado a salir a propulsión de su maltrecho cuerpo había sido bastante gracioso. No pensaba dejar que lo olvidara... por ahora. Le dejó a su aire, dando órdenes y organizando cosas, pero pasados un par de minutos comenzó a aburrirse. Acudió a su lado y le tiró del cuello de la ropa.

- Oe, no me ignores ahora. Mi barco está de camino, yo he venido antes para liar todavía más las cosas. Más te vale darme algo de acción, que me debes una muy gorda.

Ignoró el hecho de que se había cobrado la espada como pago, aunque alguien con el orgullo de ese chico negaría que su vida valiera tan poco. De momento estaba en buena posición. La pelirroja sonrió, mirando al frente. Estaba cubierta de sangre y el olor le cosquilleaba la nariz. Respiraba al compás, todavía exaltada de la pelea que había dejado hace poco. De hecho... se quitó los vendajes y los arrojó al mar. Estaban empapados gracias al vampiro. Le dolía el pecho todavía, pero podía ignorar eso y el picor de las quemaduras. Todavía le quedaba mucha guerra que dar.

- Esto... no ha hecho más que empezar.

Resumen: