Katharina von Steinhell
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Los espíritus hablaron y sabía hacia donde caminar, pues ahí estarían sus compañeros. Algo le decía que necesitaban su ayuda... De entre las personas que se llevó Zane, ¿por qué no la eligió a ella? ¿Tanto la subestimaba? Apretó el puño con una mezcla de indignación y cólera. No había conseguido hacer nada más que conseguir a un par de sirvientes, los mismos que se autonombraron Caballeros de Katharina. Y por si fuera poco, parecían unos verdaderos descerebrados... Pero estaban del mismo lado y en algún momento les serían útil. Como sea, uno de ellos —cuyo nombre no recordaba— se dirigió a ella cuestionándole un par de cosas, además de decirle tirana. ¿Que si iban a rescatar al sentenciado? Al menos ese era un objetivo más sólido comparado al que tenía su capitán. Para que el mundo supiera cuán grande la tenía, ese hombre no solo estaba dispuesto a sacrificar su vida, sino que con ese acto infantil y arrogante arrastraría a sus amigos. ¿Acaso era más importante hacerse forzadamente un nombre entre los grandes que cuidar de los suyos? Aún no entendía por qué eligió a un hombre tan imprudente como capitán, pero lo importante era esto: no importaba qué tan estúpidas fuesen sus decisiones, pelearía a su lado y protegería a sus compañeros.
Katharina se volteó para buscar la mirada del pirata, preparada para responderle.
—El sentenciado no nos interesa, solo me dirijo a la plaza para ayudar a mis compañeros —respondió sin mucha expresión en su voz, y luego se dirigió a su pequeño ejército de no muertos—. ¡Escúchenme bien, mis lacayos! ¡Nuestro enemigo no es solo el Gobierno Mundial, sino que también las cadenas invisibles que nos imponen! Nos quieren sumisos y callados, pero esta guerra es nuestra oportunidad para decirles que basta, hasta aquí han llegado. Todos ustedes han muerto en combate, pero ahora se han levantado una vez más para cumplir sus sueños —anunció lo más fuerte que le permitió su voz—. ¡Tú, fiel marine! ¡Luchaste por proteger los intereses de alguien que ni siquiera te conoce, pero yo te digo que luches en nombre de la libertad! —Los no muertos comenzaron a intercambiar miradas para luego coger cualquier arma del suelo que les fuese a ser de utilidad— ¡Este será el día en que nuestros nombres serán recordados por siempre, como aquellos que decidieron plantarle cara a quienes siempre nos abandonaron! Estos hombres —dijo, refiriéndose a sus dos sirvientes— serán sus guías. No solo seguirán mis órdenes, sino que las de ellos también. ¡Y cualquiera que luche hoy y viva mañana, será un hombre libre!
Tras anunciar su pequeño discurso motivador, sin importar si fuese bueno o malo pues estos jamás fueron su especialidad, se dirigió hacia la plaza. «Pronto llegaré, amigos», se dijo a sí misma. Detrás de ella marchaba un ejército de no muertos, motivados por encontrar la libertad y la gloria. Jamás pensó en decirles algo así, así que supuso que eso significaba ser humano. A medida que se acercaba, veía gente desmayada y pequeñas y brillantes esferas caer. Intentó evitar cada una de ellas, y finalmente llegó al destino. El suelo estaba destrozado y había varios frentes, por lo que activó inmediatamente su haki de observación para encontrar a sus compañeros. Y así fue. Desde unos 20-30 metros les observaba las espaldas, sonriendo orgullosamente al ver que aún estaban en pie. Por fin, después de tanto tiempo de haber hecho nada, podría blandir sus espadas y cargar contra sus enemigos.
—Ten cuidado, Katharina —le advirtió el espíritu que vivía dentro de su arma—, los oponentes contra los que lucharás no son como a los que has derrotado. No cometas ninguna estupidez.
La pelirrosa sonrió y le respondió.
—Hoy será mi primera gran victoria, Nyx.
Katharina se volteó para buscar la mirada del pirata, preparada para responderle.
—El sentenciado no nos interesa, solo me dirijo a la plaza para ayudar a mis compañeros —respondió sin mucha expresión en su voz, y luego se dirigió a su pequeño ejército de no muertos—. ¡Escúchenme bien, mis lacayos! ¡Nuestro enemigo no es solo el Gobierno Mundial, sino que también las cadenas invisibles que nos imponen! Nos quieren sumisos y callados, pero esta guerra es nuestra oportunidad para decirles que basta, hasta aquí han llegado. Todos ustedes han muerto en combate, pero ahora se han levantado una vez más para cumplir sus sueños —anunció lo más fuerte que le permitió su voz—. ¡Tú, fiel marine! ¡Luchaste por proteger los intereses de alguien que ni siquiera te conoce, pero yo te digo que luches en nombre de la libertad! —Los no muertos comenzaron a intercambiar miradas para luego coger cualquier arma del suelo que les fuese a ser de utilidad— ¡Este será el día en que nuestros nombres serán recordados por siempre, como aquellos que decidieron plantarle cara a quienes siempre nos abandonaron! Estos hombres —dijo, refiriéndose a sus dos sirvientes— serán sus guías. No solo seguirán mis órdenes, sino que las de ellos también. ¡Y cualquiera que luche hoy y viva mañana, será un hombre libre!
Tras anunciar su pequeño discurso motivador, sin importar si fuese bueno o malo pues estos jamás fueron su especialidad, se dirigió hacia la plaza. «Pronto llegaré, amigos», se dijo a sí misma. Detrás de ella marchaba un ejército de no muertos, motivados por encontrar la libertad y la gloria. Jamás pensó en decirles algo así, así que supuso que eso significaba ser humano. A medida que se acercaba, veía gente desmayada y pequeñas y brillantes esferas caer. Intentó evitar cada una de ellas, y finalmente llegó al destino. El suelo estaba destrozado y había varios frentes, por lo que activó inmediatamente su haki de observación para encontrar a sus compañeros. Y así fue. Desde unos 20-30 metros les observaba las espaldas, sonriendo orgullosamente al ver que aún estaban en pie. Por fin, después de tanto tiempo de haber hecho nada, podría blandir sus espadas y cargar contra sus enemigos.
—Ten cuidado, Katharina —le advirtió el espíritu que vivía dentro de su arma—, los oponentes contra los que lucharás no son como a los que has derrotado. No cometas ninguna estupidez.
La pelirrosa sonrió y le respondió.
—Hoy será mi primera gran victoria, Nyx.
- Resumen:
- Dar un discurso a sus no muertos y ordenarles que sigan no solo sus órdenes, sino que también las de Ed y Xey. Llegar a la plaza y ver a sus compañeros, sin acercárseles aún.
Kenmei Shiba
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No había visto nunca nada igual. Ya no es "solo" que estuviera haciendo lo que alguien normal con los ojos cerrados, sino que actuaba como si una fuerza superior lo empujase, sabiendo cómo reaccionar a todo lo que hago incluso antes de que empiece.
Todas mis estratagemas son desbaratadas con una soltura y facilidad pasmosas, dando la sensación de no necesitar esfuerzo alguno para contrarrestar mis ataques, e incluso le sobra tiempo para contraatacar.
Que muriera un marine en el "combate" (si esta vergonzosa demostración de habilidades incomprensibles se podía denominar así) no sirvió más que para manchar de sangre una de mis alas y el suelo. Y, cuando se alejó tras desviar mi ataque para apuntarme con su pistola de nuevo, ocurrió algo aún más extraño e inesperado... No recuerdo nada más allá de que todo se volvió negro, ¡para mí, dentro de mi oscuridad inexpugnable! ¿Qué clase de poder sobrenatural y sobrehumano podía atravesar la barrera que mi fruta del diablo creaba? Y aún hay más, ¿qué podía sacarme de un combate así, tras haber visto la sangre? Esto escapa de todo entendimiento.
Al cabo de unos segundos, con un pinchazo bien fuerte y con la movilidad algo reducida, me levanté. ¿Me habían alcanzado las balas? Un momento... ¿Había llegado a disparar? No recordaba el sonido de los disparos, pero eso explicaría el dolor y todo lo demás que sentía. Instintivamente, sin saber muy bien por qué, miré a los piratas que estaban algo alejados, pero dentro de la plaza. Algo de lo que había ocurrido venía de ellos, de alguna manero lo sabía, simplemente lo sentía.
Me incorporé de manera tosca y comprobando que los marines a mi alrededor, a mayor o menor ritmo también. La oscuridad había desaparecido, obvio, había sido herido. Guardé una de las espadas y usé la otra como apoyo, a modo de bastón para no desestabilizarme.
-No soy un traidor, no soy un topo... Nadie más tiene que morir por una falsa acusación, tras esta guerra podéis juzgarme, no voy a escapar, pero no hay pruebas de lo que no es cierto. -Solté con el suficiente volumen para que mis "perseguidores" me oyeran, incluso si aún seguían aturdidos por lo que sea que hubiera ocurrido. -Por otra parte... Aquí se está liando una buena. A no ser que podáis enfrentar a un Yonkou, cosa que dudo, creo que deberíamos irnos. -Concluiría, usando las alas para volar hacia un sitio seguro, apoyando mi brazo sobre la armadura voladora.
-Llévame hasta Corvo.
Tras eso y, mientras volaba (e iba despertándome del todo ¿me había quedado dormido?), me haría un tanteo rápido, buscando las posibles heridas.
Todas mis estratagemas son desbaratadas con una soltura y facilidad pasmosas, dando la sensación de no necesitar esfuerzo alguno para contrarrestar mis ataques, e incluso le sobra tiempo para contraatacar.
Que muriera un marine en el "combate" (si esta vergonzosa demostración de habilidades incomprensibles se podía denominar así) no sirvió más que para manchar de sangre una de mis alas y el suelo. Y, cuando se alejó tras desviar mi ataque para apuntarme con su pistola de nuevo, ocurrió algo aún más extraño e inesperado... No recuerdo nada más allá de que todo se volvió negro, ¡para mí, dentro de mi oscuridad inexpugnable! ¿Qué clase de poder sobrenatural y sobrehumano podía atravesar la barrera que mi fruta del diablo creaba? Y aún hay más, ¿qué podía sacarme de un combate así, tras haber visto la sangre? Esto escapa de todo entendimiento.
Al cabo de unos segundos, con un pinchazo bien fuerte y con la movilidad algo reducida, me levanté. ¿Me habían alcanzado las balas? Un momento... ¿Había llegado a disparar? No recordaba el sonido de los disparos, pero eso explicaría el dolor y todo lo demás que sentía. Instintivamente, sin saber muy bien por qué, miré a los piratas que estaban algo alejados, pero dentro de la plaza. Algo de lo que había ocurrido venía de ellos, de alguna manero lo sabía, simplemente lo sentía.
Me incorporé de manera tosca y comprobando que los marines a mi alrededor, a mayor o menor ritmo también. La oscuridad había desaparecido, obvio, había sido herido. Guardé una de las espadas y usé la otra como apoyo, a modo de bastón para no desestabilizarme.
-No soy un traidor, no soy un topo... Nadie más tiene que morir por una falsa acusación, tras esta guerra podéis juzgarme, no voy a escapar, pero no hay pruebas de lo que no es cierto. -Solté con el suficiente volumen para que mis "perseguidores" me oyeran, incluso si aún seguían aturdidos por lo que sea que hubiera ocurrido. -Por otra parte... Aquí se está liando una buena. A no ser que podáis enfrentar a un Yonkou, cosa que dudo, creo que deberíamos irnos. -Concluiría, usando las alas para volar hacia un sitio seguro, apoyando mi brazo sobre la armadura voladora.
-Llévame hasta Corvo.
Tras eso y, mientras volaba (e iba despertándome del todo ¿me había quedado dormido?), me haría un tanteo rápido, buscando las posibles heridas.
- Resumen:
- Caer por el Haki del Rey de Arribor, despertar por el rayo de Dexter (estamos aquí a merced de los piratas, madre mía) y pedir una tregua a los marines, instándolos a salvar sus propias vidas. Me voy volando y le pido a la armadura que me lleve hasta Corvo.
PD: No asumo ni niego ninguna herida, vosotros me decís, así como cualquier otra cosa.
Dretch
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No se había percatado, pero casi parecía que no estaban en una guerra. En aquella parte del frente las cosas estaban aún demasiado calmadas. Tanto que, el simple hecho de estar apaciblemente echándose un pitillo mientras conversaba con Zor-El de sus experiencias pasadas, les desvinculaba de todo lo que estaba sucediendo a su alrededor. Apunto estuvo de preguntarle a Bob si tenía algo de cerveza a bordo pero sospechó que, ni él ni la tripulación incluida Kaori, se tomarían aquel comentario con el mismo buen humor que él, así que desistió de aquella idea.
Poco a poco, lentamente al principio, pero de forma rítmica y fluida al final, más y más de aquellas bombas eran arrojadas al mar. Casi como si de un ejército de hormigas se tratasen, aquellos tipos obedecían ciegamente a su reina, es decir a Bob. Teniendo en cuenta la facilidad con la que aquel tipo se había adherido a la espalda de Kaori… no descartaba que fuera un hombre hormiga. Total, cosas más raras había visto desde que le instaron a participar en aquella extraña sucesión de misiones.
“Y todo para acabar en un barco en el culo del mundo” – se dijo así mismo mientras le daba otra calada al cigarrillo. Aunque él creía que aquel acto tan cotidiano no hacía daño a nadie, alguien se percató de sus malos hábitos ¿Quién en su sano juicio se encendería un cigarro junto a cajas de explosivos?
- Me limito a aprender de los profesionales – replicó indiferente, a sabiendas de que el mismo Bob había hecho lo mismo hacía apenas unos minutos. Aunque, lejos de tratar de provocar un incidente, cortó con sus dedos el cigarrillo en dos partes. La primera, la que no estaba prendida, la guardó cuidadosamente en su cajetilla junto al resto de pitillos; la segunda, la que estaba prendida, la extinguió chupándose las yemas de sus dedos y la arrojó al mar.
Seguía sin fiarse de aquel tipo, pero a fin de cuentas estaban en el mismo barco, poco podía hacerse ya. Se giró hacia Zor-El y esta vez sí le dedicó una mirada de complicidad. Le miró una vez, dirigió entonces la mirada de nuevo hacia a Bob y volvió a mirar al salvaje realizando una mueca. Si el plan tenía éxito el CP8 se llevaría todo el mérito y, precisamente, compartir los méritos no era una práctica muy común entre los de su gremio. La Cipher Pol premiaba la competitividad y el esfuerzo individual por encima de cualquier otra cosa, con el tiempo Dretch había logrado comprender que el elitismo era uno de los pilares de la organización. Por eso mismo, la conjura y la traición eran el pan de cada día tanto dentro como fuera de la organización.
Sin necesidad de mediar más palabra con su compañero, se centró en prepararse para lo que estaba por venir. Se llevó la mano hacia el pequeño neceser de cuero envejecido que llevaba sujeto a su cinturón, lo tendió cuidadosamente sobre la cubierta y comenzó a sacar de su interior varios utensilios de costura. Un metro de sastre, que se colocó meticulosamente centrado sobre su cuello, también cogió unas tijeras, que escondió en su bota izquierda y un par de agujas de calceta. Las agujas bien podían ser unas obras de coleccionismo por sí mismas, sus livianas y afiladas piezas estaban forjadas en acero laminado y en sus empuñaduras de oro puro habían incrustado más de seiscientos cristales de Swarovski, además de un enorme zafiro.
Anudó entonces cada uno de los extremos del metro a una de las agujas y comenzó a hacerlas girar sobre su cabeza realizando amplios círculos. El zumbido del metal rasgando el aire comenzó a escucharse a su alrededor mientras que una infinidad de brillos, que hacían daño a la vista debido a la luz que se reflejaba en la absurda cantidad de cristales y piedras preciosas, aparecían a lo largo y ancho de los trazos del agente. Satisfecho con sus herramientas, fue reduciendo la velocidad de sus movimientos hasta que las agujas descansaron de nuevo, inofensivas, sobre las palmas de sus manos. Definitivamente estaba listo para lo que tuviera que pasar.
Poco a poco, lentamente al principio, pero de forma rítmica y fluida al final, más y más de aquellas bombas eran arrojadas al mar. Casi como si de un ejército de hormigas se tratasen, aquellos tipos obedecían ciegamente a su reina, es decir a Bob. Teniendo en cuenta la facilidad con la que aquel tipo se había adherido a la espalda de Kaori… no descartaba que fuera un hombre hormiga. Total, cosas más raras había visto desde que le instaron a participar en aquella extraña sucesión de misiones.
“Y todo para acabar en un barco en el culo del mundo” – se dijo así mismo mientras le daba otra calada al cigarrillo. Aunque él creía que aquel acto tan cotidiano no hacía daño a nadie, alguien se percató de sus malos hábitos ¿Quién en su sano juicio se encendería un cigarro junto a cajas de explosivos?
- Me limito a aprender de los profesionales – replicó indiferente, a sabiendas de que el mismo Bob había hecho lo mismo hacía apenas unos minutos. Aunque, lejos de tratar de provocar un incidente, cortó con sus dedos el cigarrillo en dos partes. La primera, la que no estaba prendida, la guardó cuidadosamente en su cajetilla junto al resto de pitillos; la segunda, la que estaba prendida, la extinguió chupándose las yemas de sus dedos y la arrojó al mar.
Seguía sin fiarse de aquel tipo, pero a fin de cuentas estaban en el mismo barco, poco podía hacerse ya. Se giró hacia Zor-El y esta vez sí le dedicó una mirada de complicidad. Le miró una vez, dirigió entonces la mirada de nuevo hacia a Bob y volvió a mirar al salvaje realizando una mueca. Si el plan tenía éxito el CP8 se llevaría todo el mérito y, precisamente, compartir los méritos no era una práctica muy común entre los de su gremio. La Cipher Pol premiaba la competitividad y el esfuerzo individual por encima de cualquier otra cosa, con el tiempo Dretch había logrado comprender que el elitismo era uno de los pilares de la organización. Por eso mismo, la conjura y la traición eran el pan de cada día tanto dentro como fuera de la organización.
Sin necesidad de mediar más palabra con su compañero, se centró en prepararse para lo que estaba por venir. Se llevó la mano hacia el pequeño neceser de cuero envejecido que llevaba sujeto a su cinturón, lo tendió cuidadosamente sobre la cubierta y comenzó a sacar de su interior varios utensilios de costura. Un metro de sastre, que se colocó meticulosamente centrado sobre su cuello, también cogió unas tijeras, que escondió en su bota izquierda y un par de agujas de calceta. Las agujas bien podían ser unas obras de coleccionismo por sí mismas, sus livianas y afiladas piezas estaban forjadas en acero laminado y en sus empuñaduras de oro puro habían incrustado más de seiscientos cristales de Swarovski, además de un enorme zafiro.
Anudó entonces cada uno de los extremos del metro a una de las agujas y comenzó a hacerlas girar sobre su cabeza realizando amplios círculos. El zumbido del metal rasgando el aire comenzó a escucharse a su alrededor mientras que una infinidad de brillos, que hacían daño a la vista debido a la luz que se reflejaba en la absurda cantidad de cristales y piedras preciosas, aparecían a lo largo y ancho de los trazos del agente. Satisfecho con sus herramientas, fue reduciendo la velocidad de sus movimientos hasta que las agujas descansaron de nuevo, inofensivas, sobre las palmas de sus manos. Definitivamente estaba listo para lo que tuviera que pasar.
- resumen:
- No pedir un par de cervezas para que no le echen a gorrazos de allí.
- Volver a escuchar a Bob y ceder a regañadientes a pagar el cigarrillo para no dar más problemas.
- Dejarle caer a Zor-El, sin palabras, que no le quite el ojo de encima a Bob pase lo que pase.
- Asumir que su momento está al caer y prepararse para partir la pana.
- No pedir un par de cervezas para que no le echen a gorrazos de allí.
Rylanor
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- Pues vaya, no ha funcionado. Tal vez debería haber pegado más fuerte - mencionó, atusándose la barba.
Observó nuevamente al gigante sumergirse bajo las aguas, generando olas que sacudieron lo poco que quedaba del barco en el que estaba Silver y Kazuo. Kai frunció el ceño, preocupado. ¿Por qué diablos seguían sin reaccionar? ¡Demonios! ¡A ese paso iban a acabar en el fondo del mar! Se mordió los labios, nervioso, y por un instante se distrajo de la amenaza que yacía bajo las aguas. Un error fatal. Cuando vio el destello reaccionó por puros reflejos, volviendo en sí y moviéndose hacia la izquierda empleando toda la velocidad de su Red Burster. Hubo un resplandor cegador y notó dolor en el lado izquierdo de su cuerpo. Pese a que el láser había pasado a cerca de una decena de metros de él, el calor que desprendía era tal que había quemado su piel. Y mientras tanto, el gigante volvía a ponerse de pie, en tan perfectas condiciones como antes de recibir el golpe. Apretó su puño derecho, conteniendo la rabia.
- Relájate...
No podía dejar de pensar en aquellos dos imbéciles. Tenía que ponerlos a salvo, pero si se descuidaba aquel bicho lo volvería carbonilla. Y al mismo tiempo, si se centraba en derrotarle, estarían en peligro. "¡Maldita sea!" El ser de hierro abrió su boca frente a él, y las llamas envolvieron al Vicealmirante. Era irónico... tan irónico que le daban ganas de llorar. Si aún tuviera su akuma, no tendría que preocuparse por quemarse y podría centrarse en rescatar a esos idiotas. Ni tendría que recurrir a ningún poder para no ser dañado por aquel lanzallamas. Si aún tuviera su akuma... Cuando el fuego se dispersó, el marine seguía en el sitio, con el ceño fruncido y los brazos cruzados, manteniéndose en el aire con las llamas de sus pies. Un leve brillo rojizo recorría su piel, y su puño derecho parecía estar recubierto por una capa de escamas rojas traslúcidas. Inspiró profundamente y separó sus brazos.
- Bien, ¿hemos terminado de jugar? - dijo, totalmente serio - Me has puesto de bastante mala humor y hecho perder la paciencia. Se ha acabado el ser suave contigo.
El aura rojiza se desvaneció, mientras los ojos del monje volvían a pasar del castaño oscuro al dorado. Sus músculos aumentaron ostensiblemente su volumen, tensándose tanto que comenzaron a dolerle. No le importó en absoluto. La última vez que había fallado en derrotar a un enemigo, lo había pagado con su propia vida y la de su hermano. No volvería a pasar... nadie más volvería a morir por su falta de fuerza. Su brazo derecho comenzó a echar vapor mientras se volvía de un rojo incandescente.
- Silver, Kazuo... dadme unos segundos - murmuró - No tardaré más.
Cargó su puño derecho hacia atrás mientras tomaba aire, preparándose para el golpe. Aquel sería el definitivo. Pondría toda su potencia en él y realizaría aquella técnica. Era consciente de ser capaz de alcanzarla, porque al fin y al cabo, una vez se dominaba el Advanced Sokudan era una simple cuestión de fuerza bruta, pero hasta aquel momento nunca la había realizado. Recordó las palabras de Karl y su advertencia: no era un poder para usar a la ligera. Empleándola, su hermano había arrasado un barrio entero de Mariejoa. Sin embargo allí no había nada más para dañar; estaban en el aire y lo único que recibiría el golpe sería la cabeza de aquel monstruo. Finalmente descargó el puño mientras con sus pies y mano libre se orientaba hacia el punto donde veía la presencia del tontatta, acelerando al máximo de su velocidad. Al tiempo que liberaba toda su fuerza en la onda, que generaría en el propio golpe contra el titán, gritó:
- ¡ANNIHILATOR CANNON!
Observó nuevamente al gigante sumergirse bajo las aguas, generando olas que sacudieron lo poco que quedaba del barco en el que estaba Silver y Kazuo. Kai frunció el ceño, preocupado. ¿Por qué diablos seguían sin reaccionar? ¡Demonios! ¡A ese paso iban a acabar en el fondo del mar! Se mordió los labios, nervioso, y por un instante se distrajo de la amenaza que yacía bajo las aguas. Un error fatal. Cuando vio el destello reaccionó por puros reflejos, volviendo en sí y moviéndose hacia la izquierda empleando toda la velocidad de su Red Burster. Hubo un resplandor cegador y notó dolor en el lado izquierdo de su cuerpo. Pese a que el láser había pasado a cerca de una decena de metros de él, el calor que desprendía era tal que había quemado su piel. Y mientras tanto, el gigante volvía a ponerse de pie, en tan perfectas condiciones como antes de recibir el golpe. Apretó su puño derecho, conteniendo la rabia.
- Relájate...
No podía dejar de pensar en aquellos dos imbéciles. Tenía que ponerlos a salvo, pero si se descuidaba aquel bicho lo volvería carbonilla. Y al mismo tiempo, si se centraba en derrotarle, estarían en peligro. "¡Maldita sea!" El ser de hierro abrió su boca frente a él, y las llamas envolvieron al Vicealmirante. Era irónico... tan irónico que le daban ganas de llorar. Si aún tuviera su akuma, no tendría que preocuparse por quemarse y podría centrarse en rescatar a esos idiotas. Ni tendría que recurrir a ningún poder para no ser dañado por aquel lanzallamas. Si aún tuviera su akuma... Cuando el fuego se dispersó, el marine seguía en el sitio, con el ceño fruncido y los brazos cruzados, manteniéndose en el aire con las llamas de sus pies. Un leve brillo rojizo recorría su piel, y su puño derecho parecía estar recubierto por una capa de escamas rojas traslúcidas. Inspiró profundamente y separó sus brazos.
- Bien, ¿hemos terminado de jugar? - dijo, totalmente serio - Me has puesto de bastante mala humor y hecho perder la paciencia. Se ha acabado el ser suave contigo.
El aura rojiza se desvaneció, mientras los ojos del monje volvían a pasar del castaño oscuro al dorado. Sus músculos aumentaron ostensiblemente su volumen, tensándose tanto que comenzaron a dolerle. No le importó en absoluto. La última vez que había fallado en derrotar a un enemigo, lo había pagado con su propia vida y la de su hermano. No volvería a pasar... nadie más volvería a morir por su falta de fuerza. Su brazo derecho comenzó a echar vapor mientras se volvía de un rojo incandescente.
- Silver, Kazuo... dadme unos segundos - murmuró - No tardaré más.
Cargó su puño derecho hacia atrás mientras tomaba aire, preparándose para el golpe. Aquel sería el definitivo. Pondría toda su potencia en él y realizaría aquella técnica. Era consciente de ser capaz de alcanzarla, porque al fin y al cabo, una vez se dominaba el Advanced Sokudan era una simple cuestión de fuerza bruta, pero hasta aquel momento nunca la había realizado. Recordó las palabras de Karl y su advertencia: no era un poder para usar a la ligera. Empleándola, su hermano había arrasado un barrio entero de Mariejoa. Sin embargo allí no había nada más para dañar; estaban en el aire y lo único que recibiría el golpe sería la cabeza de aquel monstruo. Finalmente descargó el puño mientras con sus pies y mano libre se orientaba hacia el punto donde veía la presencia del tontatta, acelerando al máximo de su velocidad. Al tiempo que liberaba toda su fuerza en la onda, que generaría en el propio golpe contra el titán, gritó:
- ¡ANNIHILATOR CANNON!
- Resumen:
- - Salgo algo quemado del láser, me enfado y lanzo un puñetazo con toda mi fuerza contra la dirección en que está el tontatta, generando una onda de choque en el golpe.
Puños de los 10 dragones: Kai puede imbuir sus puños en las esencias de los diez dragones sagrados. Cada uno de estos dragones le otorga un poder único a sus golpes. Además, mientras tenga unos puños activados, se vuelve inmune al tipo de energía o ataque que estos le otorgan. (Uso la inmunidad al fuego del puño del dragón rojo)
Haki de Armadura Ronda 7,5/25 (Uso armamento en una sola arma (mi brazo, x4), bastión (x3) mi modalidad (x3,5) y endurecimiento (x3 sobre lo otro))- modalidad:
- Busou: Red Punch: [Modalidad nivel 2] Es capaz de potenciar la faceta ofensiva de su haki, aumentando el incremento de poder de este un +250%, al coste de desgastarse a un ritmo mayor (gasta una ronda de uso de haki más de lo normal). Mientras lo hace, la parte de su cuerpo potenciada adopta un color rojo incandescente y emite calor constante (250º) y vapor.
x31,5 en total por haki
Soul's Eye: [Modalidad nivel 2] Desgastando su concentración al doble de velocidad, es capaz de "ver" las presencias incluso a través de obstáculos a una distancia máxima igual al rango tope de su mantra. Pasivamente es capaz de formarse una imagen mental de cómo es físicamente la persona en la que se esté centrando con el Soul's Eye. Sí, sin ropa. Ronda 4/15.
Primer Camino del Sokudan, Decisión: Se trata de una técnica extremadamente fuerte. El luchador se concentra unos instantes y rompe las restricciones mentales sobre el cuerpo para realizar golpes tan potentes que dañan sus propios músculos. Los músculos del luchador se tensan y expanden, y durante un rato su velocidad y fuerza aumentan de manera espectacular.
Nivel 80 – Dura seis posts. Aumenta la fuerza por 2,75.
Sexto Camino del Sokudan, Vigor: Se trata de uno de los últimos caminos del Sokudan, y es por ello uno de los más difíciles de dominar, más quien lo aprende, se dice que puede dominar el mundo. El sexto camino se basa en el vigor, la fuerza de voluntad que vive dentro de cada persona, y que la impulsa a moverse más allá de sus límites. Cuando activa este camino, el practicante puede resistir cualquier ataque, manteniéndose en pie a pesar de los daños sufridos y tras esto duplicar las aptitudes de combate que otorgan los demás caminos. Una vez activado, permite seguir moviendo el cuerpo por pura fuerza de voluntad, empleando su energía interior para forzarlo a moverse aunque tenga los músculos destrozados o los huesos rotos. Es también llamado “Espíritu de maestro”. Activado, las pupilas de Kai se vuelven doradas.
Fuerza total: x6 pasivo x x37 activo (x5,5+x31,5)=x222 sobre Tier 8
Advanced Sokudan: Este estilo del Sokudan consiste en canalizar energía a través de los puños en forma de poderosas ondas de choque. Las ondas pueden ser dispersas, con una función defensiva (pues no causa un daño real, solo empujan) o concentradas, con un gran potencial destructivo. En combinación con el Primer Camino puede realizar una vez por combate el Supreme Cannon, una poderosísima onda capaz de crear cráteres y que a niveles altos puede arrasar grandes extensiones de terreno si se combina con el poder de los Caminos. Cuando Kai da golpes, aunque sean suaves, las cosas a su alrededor vibran ligeramente.
Deathstroke
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La intervención que hice en el combate, que había comenzado entre tres de los grandes piratas de la época, no le gustó ni una pizca a Arribor, quien tras evitar sin problemas el corte que le había lanzado, comenzó a perder la compostura, y no solo eso, sino que llegó a un estado tan alterado por el cabreo que libero sin ningún tipo de control su voluntad en un área bastante grande. Pude sentir como chocaba con la mía, pero pude resistirla sin ningún tipo de problema, al igual que unos pocos de los que se encontraban el lugar, el capitán, el pollo pelirrojo, un enano pelirrojo y posiblemente alguno más, pero no me fijé.
Arribor creó de pronto una espada y comenzó a girar cuan peonza intentando cortar a todos los que nos encontrábamos ahí, por otra parte, Zane comenzó a volar alto saliendo del combate, el capitán lanzó un pequeño rayo que se fue desplazando por todos lo que habían caído inconscientes por la voluntad de Arribor para luego salir volando tras Zane, y el pequeño marine pelirrojo se lanzó hacia Arribor que se encontraba dando vueltas escudo en mano “no sé yo si ese chico tiene instinto de supervivencia” pensé a ver al marine saltar al ataque.
Ya solo me quedaban un par de opciones, mantenerme allí sin hacer nada y ver lo que iba sucediendo o ayudar al pequeño marine a detener al pirata. Miré que era lo que estaba sucediendo a mi alrededor justo cuando el suelo templo “¿un terremoto?” me dije a mí mismo antes de ver que Bleyd había sido el causante. Parecía que aquel hombre no pensaba en las consecuencias que tenían sus actos, y algún día eso le repercutiría problemas. Volví a al combate que tenía enfrente y tomé una decisión. Me quedaría apartado, solo intervendría en caso de ser algo necesario y que pusiese en peligro los planes de Dexter.
Arribor creó de pronto una espada y comenzó a girar cuan peonza intentando cortar a todos los que nos encontrábamos ahí, por otra parte, Zane comenzó a volar alto saliendo del combate, el capitán lanzó un pequeño rayo que se fue desplazando por todos lo que habían caído inconscientes por la voluntad de Arribor para luego salir volando tras Zane, y el pequeño marine pelirrojo se lanzó hacia Arribor que se encontraba dando vueltas escudo en mano “no sé yo si ese chico tiene instinto de supervivencia” pensé a ver al marine saltar al ataque.
Ya solo me quedaban un par de opciones, mantenerme allí sin hacer nada y ver lo que iba sucediendo o ayudar al pequeño marine a detener al pirata. Miré que era lo que estaba sucediendo a mi alrededor justo cuando el suelo templo “¿un terremoto?” me dije a mí mismo antes de ver que Bleyd había sido el causante. Parecía que aquel hombre no pensaba en las consecuencias que tenían sus actos, y algún día eso le repercutiría problemas. Volví a al combate que tenía enfrente y tomé una decisión. Me quedaría apartado, solo intervendría en caso de ser algo necesario y que pusiese en peligro los planes de Dexter.
- resumen:
- Veo lo que está pasando y me quedo al margen del combate de Arribor y Arthur.
Sasaki
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De pronto comencé a notar mucha tranquilidad a mi alrededor, no porque los monigotes que me ayudaban hubiesen parado de trabajar, sino porque el ruido que había fuera de la habitación de caramelo era mucho menor que cuando había llegado. Por otra parte, eché una ojeada al monigote que había mandado a ver que pasaba con el gigante de metal, y, en apenas unos segundos, donde había un monigote de azúcar pasó a no haber nada, aquel gigante tenía un enorme poder de ataque. Bueno, no podía hacer nada más por el momento, así que seguí a lo mío.
Comencé a hacer velozmente la mezcla que tenía que hacer con la harina, el queso y la mantequilla y realicé algo similar a unas minipizzas, aunque no estaban hechas igual. Aquello sería un gran aperitivo para antes de empezar la comida. En apenas unos minutos la mezcla estaba hecha por completo y el plato listo para hornear, aunque eso debía de hacerlo más tarde, justo antes de comer, para que estuviese caliente y el queso que llevaba derretido, aumentando al máximo su sabor y deliciosidad. Por lo que, al igual que hice con la tarta de antes, introduje todas las minipizzas en una bandeja dentro de mí hasta que llegase el momento de tener que servirlas.
Listo eso, creé una olla y la coloqué en un “fogón”, por otra parte, volví a derretir algo del hielo que teníamos por suelo y fui vertiendo el agua en la olla para que hirviese. Para esto se tomó casi un minuto gracias a la alta temperatura a la que tenía el fogón. Con el agua hirviendo metí en el agua unas cuantas láminas de pasta. Las cocería en un momento para terminar de preparar el plato principal. Mientras cocían, fui viendo como iban los monigotes, quienes tenían todo controlado y casi terminado, el que estaba haciendo la carne, por fin había juntado la salsa con la carne y mientras los mantenía calientes se había puesto a hacer una salsa de bechamel, la cual comenzaba a tener cuerpo. Por otro lado, el otro monigote había terminado casi todo, tenía una tarta cuajada y solo le quedaban los retoques finales y enfriarla por completo.
Cuando terminé de ver que todo estaba más que bajo control, volví a las láminas de pasta, las cuales estaban ya al dentes, las retiré del agua y cree una bandeja para poder empezar a montar la comida. Comencé con una capa de pasta y luego con una de carne bañada con la bechamel. De esta forma continué hasta que se acabó la carne, una vez terminada, coroné aquella obra de arte con unos pellizcos de mantequilla y mozzarella. Ahora estaba lista para ir al horno, pero al igual que antes la introduje dentro de mí para cuando llegase el momento de hacer eso.
Comencé a hacer velozmente la mezcla que tenía que hacer con la harina, el queso y la mantequilla y realicé algo similar a unas minipizzas, aunque no estaban hechas igual. Aquello sería un gran aperitivo para antes de empezar la comida. En apenas unos minutos la mezcla estaba hecha por completo y el plato listo para hornear, aunque eso debía de hacerlo más tarde, justo antes de comer, para que estuviese caliente y el queso que llevaba derretido, aumentando al máximo su sabor y deliciosidad. Por lo que, al igual que hice con la tarta de antes, introduje todas las minipizzas en una bandeja dentro de mí hasta que llegase el momento de tener que servirlas.
Listo eso, creé una olla y la coloqué en un “fogón”, por otra parte, volví a derretir algo del hielo que teníamos por suelo y fui vertiendo el agua en la olla para que hirviese. Para esto se tomó casi un minuto gracias a la alta temperatura a la que tenía el fogón. Con el agua hirviendo metí en el agua unas cuantas láminas de pasta. Las cocería en un momento para terminar de preparar el plato principal. Mientras cocían, fui viendo como iban los monigotes, quienes tenían todo controlado y casi terminado, el que estaba haciendo la carne, por fin había juntado la salsa con la carne y mientras los mantenía calientes se había puesto a hacer una salsa de bechamel, la cual comenzaba a tener cuerpo. Por otro lado, el otro monigote había terminado casi todo, tenía una tarta cuajada y solo le quedaban los retoques finales y enfriarla por completo.
Cuando terminé de ver que todo estaba más que bajo control, volví a las láminas de pasta, las cuales estaban ya al dentes, las retiré del agua y cree una bandeja para poder empezar a montar la comida. Comencé con una capa de pasta y luego con una de carne bañada con la bechamel. De esta forma continué hasta que se acabó la carne, una vez terminada, coroné aquella obra de arte con unos pellizcos de mantequilla y mozzarella. Ahora estaba lista para ir al horno, pero al igual que antes la introduje dentro de mí para cuando llegase el momento de hacer eso.
- resumen:
- Sigo cocinando cositas ricas y saludables para la salud.
Nailah
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Nailah chasqueó la lengua una vez entró en el edificio medio derruido. No había nada que captase su atención y era normal, un local en medio de una guerra iba a estar desvalijado, lo que le extrañaba es que no se hubieran encontrado a nadie en el interior aunque fuese para esconderse. La pirata se agachó para recoger papeles del suelo, pero estaban mojados y borrosos, incluso se rompían nada más cogerlos así que decidió dejarlos en su lugar.
Menudo fiasco de misión, pensó la morena aburrida. Se suponía que iba a haber cosas interesantes y hasta el momento solo habían sido sigilosos. ¡Ella quería acción! Habían un montón de frentes abiertos en Gray Rock, pero ellos estaban alejados de todas las zonas de peligro. Ya se encargaría de reprochárselo a Syxel en cuanto tuviese ocasión.
En cuanto Brynn llamó su atención esta se giró y cogió el documento que le tendió. Nailah le echó un buen vistazo y sintió curiosidad por el proyecto. Tras eso decidió guardar el documento en el bolso adosado a su cinturón y sonrió cuando el asesino la halagó. Aquellos comentarios subían su ego a más no poder, pero le encantaba escuchar cosas así sobre sí misma, le hacía sentir más especial.
Mientras su compañero daba un discurso, ella se apoyó en la pared de brazos cruzados. La idea que planeaba era buena y la pirata ya tenía ganas de hacerse un gran nombre, aunque tuviera por su cabeza una gran suma parecía que aun no era suficiente.
-Yo estoy de acuerdo - comentó Nailah cuando todos guardaban silencio ante la pregunta del pirata -. No serán solo piratas, tenedlo en cuenta. Hay más probabilidades de toparnos con perros del gobierno. No deberíamos perder más tiempo aquí, vámonos ya.
La muchacha se separó de pared y fue la primera en salir del edificio. Su orientación no era la mejor así que dependía de ellos si querían ir al norte o a cualquier otra parte. Los miró y les hizo una seña con la cabeza.
Menudo fiasco de misión, pensó la morena aburrida. Se suponía que iba a haber cosas interesantes y hasta el momento solo habían sido sigilosos. ¡Ella quería acción! Habían un montón de frentes abiertos en Gray Rock, pero ellos estaban alejados de todas las zonas de peligro. Ya se encargaría de reprochárselo a Syxel en cuanto tuviese ocasión.
En cuanto Brynn llamó su atención esta se giró y cogió el documento que le tendió. Nailah le echó un buen vistazo y sintió curiosidad por el proyecto. Tras eso decidió guardar el documento en el bolso adosado a su cinturón y sonrió cuando el asesino la halagó. Aquellos comentarios subían su ego a más no poder, pero le encantaba escuchar cosas así sobre sí misma, le hacía sentir más especial.
Mientras su compañero daba un discurso, ella se apoyó en la pared de brazos cruzados. La idea que planeaba era buena y la pirata ya tenía ganas de hacerse un gran nombre, aunque tuviera por su cabeza una gran suma parecía que aun no era suficiente.
-Yo estoy de acuerdo - comentó Nailah cuando todos guardaban silencio ante la pregunta del pirata -. No serán solo piratas, tenedlo en cuenta. Hay más probabilidades de toparnos con perros del gobierno. No deberíamos perder más tiempo aquí, vámonos ya.
La muchacha se separó de pared y fue la primera en salir del edificio. Su orientación no era la mejor así que dependía de ellos si querían ir al norte o a cualquier otra parte. Los miró y les hizo una seña con la cabeza.
- Resumen:
- Coger el documento importante y abandonar el edificio.
Shingetsu Nyx
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Gritos, pánico, tranquilidad, más pánico, un despertar y... Muerte.
Sin entender el por qué, mi Haki parece haber estallado de golpe. Me veo obligado a llevarme una mano a la cabeza e hincar una rodilla en el suelo, sufriendo la intensidad de lo que casi parece un ataque psíquico de un enemigo invisible. Escucho gritos de desesperación, miedo y agonía, pero nadie parece estar elevando la voz a mi alrededor. Siguiendo la "dirección" de los chillidos contemplo la plaza a lo lejos... Solo miro a tiempo de contemplar lo que parece el suceso final de lo que sea que ha iniciado los gritos desesperados de decenas de almas. Un rayo enorme acaba de caer sobre el patíbulo, del cual unos segundos atrás habían surgido diversos estruendos. Las "almas" que sentía gritar, sencillamente han dejado de existir. Ahora soy más consciente que nunca de los cadáveres que me rodean; nunca habían importado lo más mínimo, por eso no los miraba, procurando no hacerme consciente de su existencia, eludiendo el hecho de que yo podría ser uno de esos cuerpos.
«Probabilidades de que hayan habido decenas de muertos... Cercanas al 100%. Posibilidades de que varios cadáveres hayan salido volando por los aires producto de alguna de las explosiones, similar a la anterior. ¿Permiso para reproducir la pista musical "It´s raining men"? Procesando... Solicitud anulada, no tengo capacidad para reproducir pistas musicales. Nyx, quiero una actualización musical para nuestra próxima guerra».
Aún con una mano en la cabeza, soy incapaz de mostrar ningún tipo de reacción a lo que acaba de ocurrir, llegando incluso a ignorar el humor negro de lynae... Intento hablar, percatándome de que mi garganta se ha secado, obligándome a tragar saliva. Al contrario de lo que pueda parecer, no estoy asustado... El miedo sería un sentimiento mucho mas aceptable para mi, una sensación válida cuando ves media isla estallar por los aires; esto es mucho peor... Me encuentro indefenso, carente de control alguno sobre lo que está ocurriendo a lo lejosr. ¿¡Como demonios puedo mantener el control en una situación de tal magnitud!?
- Joder... Estaba ahí al lado hace unos minutos. Esto... Esto es completamente incontrolable -. Sudor frío recorre mi rostro. Sin mi control, no soy nada... Estoy demasiado cerca de terminar como Idel, muerto a causa de su falta de control.
«Nyx... No he sabido analizar la situación, perdona si eso ha sido cruel. Puedo ser perfectamente funcional sin el reproductor musical, no sabía que se escapara de tus habilidades actuales».
Esas palabras, tan sencillas, estúpidas e hirientes, son todo lo que necesito para volver a la realidad. Es solo ahora cuando comprendo el macabro humor del que he sido objetivo porparte de la I.A. que no ha dudado en burlarse de las muertes de aquellos que pudieran encontrarse en la zona cero. Pero... ¿No es eso parte del juego? No es nada nuevo, sencillamente es la primera vez que veo tal nivel de poder en primera persona y en cierta manera, esa es la parte mas cómica del chiste. Así que una vez soy consciente de ello, empiezo a reír como si hubiera perdido mi cordura por completo.
- ¡Estábamos ahí mismo!
Es la mejor broma que me han contado en toda mi vida, ¿la de Lynae? No, más bien todo lo ocurrido... Después de todo, el chiste soy yo. «¿Es hora de actuar?». Consciente de mi propia exposición al peligro, compruebo no tener a ningún enemigo cerca, asintiendo a la pregunta de la I.A., aunque sé que es una pregunta retórica.
- Rex... Voy a jugármela - mi voz es casi un susurro, pero en esas palabras se halla una convicción sin igual, mayor a la que nunca he sentido... Por primera vez soy verdaderamente consciente de lo vulnerable que soy, y eso me jode hasta unos niveles inimaginables. Pero está en mi mano empezar a imponer mi voluntad - Se acabó el paseo, intentemos ir directamente al final.
Sin entender el por qué, mi Haki parece haber estallado de golpe. Me veo obligado a llevarme una mano a la cabeza e hincar una rodilla en el suelo, sufriendo la intensidad de lo que casi parece un ataque psíquico de un enemigo invisible. Escucho gritos de desesperación, miedo y agonía, pero nadie parece estar elevando la voz a mi alrededor. Siguiendo la "dirección" de los chillidos contemplo la plaza a lo lejos... Solo miro a tiempo de contemplar lo que parece el suceso final de lo que sea que ha iniciado los gritos desesperados de decenas de almas. Un rayo enorme acaba de caer sobre el patíbulo, del cual unos segundos atrás habían surgido diversos estruendos. Las "almas" que sentía gritar, sencillamente han dejado de existir. Ahora soy más consciente que nunca de los cadáveres que me rodean; nunca habían importado lo más mínimo, por eso no los miraba, procurando no hacerme consciente de su existencia, eludiendo el hecho de que yo podría ser uno de esos cuerpos.
«Probabilidades de que hayan habido decenas de muertos... Cercanas al 100%. Posibilidades de que varios cadáveres hayan salido volando por los aires producto de alguna de las explosiones, similar a la anterior. ¿Permiso para reproducir la pista musical "It´s raining men"? Procesando... Solicitud anulada, no tengo capacidad para reproducir pistas musicales. Nyx, quiero una actualización musical para nuestra próxima guerra».
Aún con una mano en la cabeza, soy incapaz de mostrar ningún tipo de reacción a lo que acaba de ocurrir, llegando incluso a ignorar el humor negro de lynae... Intento hablar, percatándome de que mi garganta se ha secado, obligándome a tragar saliva. Al contrario de lo que pueda parecer, no estoy asustado... El miedo sería un sentimiento mucho mas aceptable para mi, una sensación válida cuando ves media isla estallar por los aires; esto es mucho peor... Me encuentro indefenso, carente de control alguno sobre lo que está ocurriendo a lo lejosr. ¿¡Como demonios puedo mantener el control en una situación de tal magnitud!?
- Joder... Estaba ahí al lado hace unos minutos. Esto... Esto es completamente incontrolable -. Sudor frío recorre mi rostro. Sin mi control, no soy nada... Estoy demasiado cerca de terminar como Idel, muerto a causa de su falta de control.
«Nyx... No he sabido analizar la situación, perdona si eso ha sido cruel. Puedo ser perfectamente funcional sin el reproductor musical, no sabía que se escapara de tus habilidades actuales».
Esas palabras, tan sencillas, estúpidas e hirientes, son todo lo que necesito para volver a la realidad. Es solo ahora cuando comprendo el macabro humor del que he sido objetivo porparte de la I.A. que no ha dudado en burlarse de las muertes de aquellos que pudieran encontrarse en la zona cero. Pero... ¿No es eso parte del juego? No es nada nuevo, sencillamente es la primera vez que veo tal nivel de poder en primera persona y en cierta manera, esa es la parte mas cómica del chiste. Así que una vez soy consciente de ello, empiezo a reír como si hubiera perdido mi cordura por completo.
- ¡Estábamos ahí mismo!
Es la mejor broma que me han contado en toda mi vida, ¿la de Lynae? No, más bien todo lo ocurrido... Después de todo, el chiste soy yo. «¿Es hora de actuar?». Consciente de mi propia exposición al peligro, compruebo no tener a ningún enemigo cerca, asintiendo a la pregunta de la I.A., aunque sé que es una pregunta retórica.
- Rex... Voy a jugármela - mi voz es casi un susurro, pero en esas palabras se halla una convicción sin igual, mayor a la que nunca he sentido... Por primera vez soy verdaderamente consciente de lo vulnerable que soy, y eso me jode hasta unos niveles inimaginables. Pero está en mi mano empezar a imponer mi voluntad - Se acabó el paseo, intentemos ir directamente al final.
- Resumen:
- - Sentir muchas cosas y ninguna buena. Gente muriendo a decenas a lo lejos por las explosiones de los bestiajos de la plaza.
- Almas que se apagan, voluntades perdidas... etc etc.
- Terminar con más convicción de la que tenía inicialmente.
Es un post un poco de relleno, para dar tiempo a Adry a contestar.
Lily Morgan
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El Oficial me conduce hacia la cabina de comunicaciones desde la cual se transmiten las últimas informaciones relevantes de la flota. Tras ello, se despide apurado adoptando una expresión grave. Mientras permanezco a la espera de noticias en las que se solicite ayuda técnica, me hago eco de lo que está sucediendo en la isla. O al menos las impresiones histéricas recogidas por quienes están por la zona. El panorama debe ser desolador, los muertos podrían empezar a contarse por decenas en cuestión de unos segundos.
¿Qué diablos ha hecho estallar de esa manera a los diferentes bandos? ¿Cuántas bajas quedarán registradas al final del día de hoy? ¿Y de mañana? ¿Así se construye un futuro mejor; sin nadie en él? Como sea, todo esto se está yendo de madre. Sin darme cuenta de ello, estoy apretando tan fuerte la mandíbula que un reguero de sangre baja por mi labio inferior. No entiendo a quien piense que la vida de un solo hombre puede costar incalculables alientos de los nuestros. Se les dirá que lucharon con honor, que se convirtieron en los héroes que La Revolución quería… ¡¡Pero están muertos, joder!! Qué esposa, marido, madre, padre, hija, hijo, amiga, amigo desea tener a un héroe en una fotografía…
Una de las informaciones que acaba de entrar avisa de que un acorazado tiene una torreta invalidada. Los presentes en la cabina me miran con urgencia para que me ponga en marcha de inmediato. Trago saliva con dificultad, si contribuyese a arreglar eso estaría favoreciendo a que se sesguen más vidas inocentes. ¿Pero no es a esto a lo que me dedico? Los barcos no están hechos de amor y aventura, sé bien que implican sangre. Soy consciente de cómo unos sudores fríos recorren cada centímetro de mi piel indicándome que nada de esto está bien. ¡¡¿Pero cuántas vidas más vale ese maldito Legim?!!
Me retiro de la cabina de comunicaciones con mis cosas desatendiendo que ha vuelto a sonar una vez más el intercomunicador reservado al equipo técnico. Elevo de cubierta a mi águila para que me lleve ante el acorazado que ha solicitado la ayuda. La situación también se ha recrudecido a nuestro alrededor. Espero que esos jóvenes que transporta el cargamento médico puedan recuperarse.
Me presento como técnico ante el primer cadete que encuentro para que me reconduzca a quien pueda aportarme más información sobre el asunto. Finalmente me encuentro con el responsable de armamento, me coloco mi equipo y examino a conciencia el estado de la torreta para ver si soy capaz de aventurar un diagnóstico. Mientras esté concentrada en mi trabajo, en aquello que amo, no… no debería pensar en nada más.
¿Qué diablos ha hecho estallar de esa manera a los diferentes bandos? ¿Cuántas bajas quedarán registradas al final del día de hoy? ¿Y de mañana? ¿Así se construye un futuro mejor; sin nadie en él? Como sea, todo esto se está yendo de madre. Sin darme cuenta de ello, estoy apretando tan fuerte la mandíbula que un reguero de sangre baja por mi labio inferior. No entiendo a quien piense que la vida de un solo hombre puede costar incalculables alientos de los nuestros. Se les dirá que lucharon con honor, que se convirtieron en los héroes que La Revolución quería… ¡¡Pero están muertos, joder!! Qué esposa, marido, madre, padre, hija, hijo, amiga, amigo desea tener a un héroe en una fotografía…
Una de las informaciones que acaba de entrar avisa de que un acorazado tiene una torreta invalidada. Los presentes en la cabina me miran con urgencia para que me ponga en marcha de inmediato. Trago saliva con dificultad, si contribuyese a arreglar eso estaría favoreciendo a que se sesguen más vidas inocentes. ¿Pero no es a esto a lo que me dedico? Los barcos no están hechos de amor y aventura, sé bien que implican sangre. Soy consciente de cómo unos sudores fríos recorren cada centímetro de mi piel indicándome que nada de esto está bien. ¡¡¿Pero cuántas vidas más vale ese maldito Legim?!!
Me retiro de la cabina de comunicaciones con mis cosas desatendiendo que ha vuelto a sonar una vez más el intercomunicador reservado al equipo técnico. Elevo de cubierta a mi águila para que me lleve ante el acorazado que ha solicitado la ayuda. La situación también se ha recrudecido a nuestro alrededor. Espero que esos jóvenes que transporta el cargamento médico puedan recuperarse.
Me presento como técnico ante el primer cadete que encuentro para que me reconduzca a quien pueda aportarme más información sobre el asunto. Finalmente me encuentro con el responsable de armamento, me coloco mi equipo y examino a conciencia el estado de la torreta para ver si soy capaz de aventurar un diagnóstico. Mientras esté concentrada en mi trabajo, en aquello que amo, no… no debería pensar en nada más.
- Resumen:
- -Indignarme por la gente que ha muerto
-Examinar a conciencia el estado de la torreta que me han indicado que no funciona
Brynn
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La sonrisa se dibujó en el rostro de Nailah, que pronto aceptó la propuesta del asesino. Juntos, avanzarían hasta donde su ímpetu les guiase, algo que sin rostro confiaba que fuese lejos. Con los papeles en posesión de la mujer pirata, no había nada que ligase ya al pirata con la banda de Syxel, más allá de un enorme apego por haberle salvado de aquél barco marine.
Se aproximó hasta la ventana para divisar qué ocurría fuera, mas lo que observó fue sorprendente hasta para él. El terreno parecía haber sufrido las consecuencias de la guerra, así como los que participaron en ella, que parecían muertos. Sin embargo, Brynn agudizó su vista, tornando sus ojos amarillentos y dilatando sus pupilas, hasta que pudo observar que la gran mayoría de los tumbados estaban… ¿Durmiendo? ¿Qué habría pasado?
- Fíjate, Nailah, todos los que se encuentran fuera están en el suelo, pero no parecen muertos. ¿A qué se deberá? Quizá ha… -un enorme estruendo, similar a un relámpago resonó alrededor de toda la plaza, y entonces, casi por instinto, el asesino se sentó, mientras intentaba pensar qué hacer para salir de allí y alcanzar su objetivo. Ojeó al resto de sus acompañantes, y entendió que quizá no era buena idea llevarles con él. Aunque ellos habían aceptado, era un gesto egoísta por parte del pirata.
- El venir aquí va a ser un punto de inflexión en nuestras vidas, Nailah. Y se van a separar irremediablemente, nos salga bien o mal el plan. No sé si volverás al barco del capitán Syxel o, si por el contrario, decidirás emprender tu aventura en solitario. No he visto que hayas hecho muy buenas migas con nadie allí, y quizá te vaya mejor sola. Pero de cualquier manera, eso es únicamente decisión tuya. Yo no puedo ofrecerte nada ahora, pero quizá, si todo sale bien, tus habilidades puedan serme útiles.
Una sonrisa se dibujó en el casi siempre frío semblante del asesino, que se levantó -perteneciendo aún así agachado-, y continuó observando a través de la ventana cómo se sucedían los acontecimientos.
- Ahí afuera puede pasar cualquier cosa, pero si por algún casual la vida nos da una segunda oportunidad -comentó a la par que se sacaba un pequeño trozo de papel de la mochila-, quiero que tengas esto. Algún día nos volveremos a ver, y nos dedicaremos a contar todo lo aquí vivido como una banal anécdota. Si salgo de aquí con vida te prometo que me pondré en contacto contigo, aunque sea mediante carta. Y dicho esto, sigamos con el plan.
El pirata prefirió despedirse allí, en la más absoluta de las tranquilidades, puesto que decirle un simple “adios” cuando el destino les separase, probablemente le dejase con mal sabor de boca. Tras ello echaría un último vistazo por la ventana mientras Nailah se disponía a salir, agudizando su vista si era necesario, para dirigirse a la zona donde más piratas hubiese de manera sigilosa, intentando pillarles desprevenidos o recién despertados. Su finalidad requería hacerse de un nombre fuera de los bajos mundos, y para ello tenía que demostrar su valía en combate. Afortunadamente, su danza de la muerte aún no había sido mostrada al mundo, ¿qué mejor lugar que aquél para enseñarla?
Se aproximó hasta la ventana para divisar qué ocurría fuera, mas lo que observó fue sorprendente hasta para él. El terreno parecía haber sufrido las consecuencias de la guerra, así como los que participaron en ella, que parecían muertos. Sin embargo, Brynn agudizó su vista, tornando sus ojos amarillentos y dilatando sus pupilas, hasta que pudo observar que la gran mayoría de los tumbados estaban… ¿Durmiendo? ¿Qué habría pasado?
- Fíjate, Nailah, todos los que se encuentran fuera están en el suelo, pero no parecen muertos. ¿A qué se deberá? Quizá ha… -un enorme estruendo, similar a un relámpago resonó alrededor de toda la plaza, y entonces, casi por instinto, el asesino se sentó, mientras intentaba pensar qué hacer para salir de allí y alcanzar su objetivo. Ojeó al resto de sus acompañantes, y entendió que quizá no era buena idea llevarles con él. Aunque ellos habían aceptado, era un gesto egoísta por parte del pirata.
- El venir aquí va a ser un punto de inflexión en nuestras vidas, Nailah. Y se van a separar irremediablemente, nos salga bien o mal el plan. No sé si volverás al barco del capitán Syxel o, si por el contrario, decidirás emprender tu aventura en solitario. No he visto que hayas hecho muy buenas migas con nadie allí, y quizá te vaya mejor sola. Pero de cualquier manera, eso es únicamente decisión tuya. Yo no puedo ofrecerte nada ahora, pero quizá, si todo sale bien, tus habilidades puedan serme útiles.
Una sonrisa se dibujó en el casi siempre frío semblante del asesino, que se levantó -perteneciendo aún así agachado-, y continuó observando a través de la ventana cómo se sucedían los acontecimientos.
- Ahí afuera puede pasar cualquier cosa, pero si por algún casual la vida nos da una segunda oportunidad -comentó a la par que se sacaba un pequeño trozo de papel de la mochila-, quiero que tengas esto. Algún día nos volveremos a ver, y nos dedicaremos a contar todo lo aquí vivido como una banal anécdota. Si salgo de aquí con vida te prometo que me pondré en contacto contigo, aunque sea mediante carta. Y dicho esto, sigamos con el plan.
El pirata prefirió despedirse allí, en la más absoluta de las tranquilidades, puesto que decirle un simple “adios” cuando el destino les separase, probablemente le dejase con mal sabor de boca. Tras ello echaría un último vistazo por la ventana mientras Nailah se disponía a salir, agudizando su vista si era necesario, para dirigirse a la zona donde más piratas hubiese de manera sigilosa, intentando pillarles desprevenidos o recién despertados. Su finalidad requería hacerse de un nombre fuera de los bajos mundos, y para ello tenía que demostrar su valía en combate. Afortunadamente, su danza de la muerte aún no había sido mostrada al mundo, ¿qué mejor lugar que aquél para enseñarla?
- Resumen:
Narrar cómo todos los de afuera están en el suelo (haki del rey de sir arribor), y como luego se oye un estruendo (rayitos de papi Dex).
Darle a Nailah una vivre card para volver a verse.
Observar el terreno por la ventana para intentar ir a la zona más estratégica posible, intentando centrarse en los piratas y con la firme intención de dirigirse lo más sigilosamente posible, intentando pillarlos desprevenidos o recién despiertos.
Le habría gustado decir que el camino que seguían resultaba seguro, que podía relajarse ante tales circunstancias y que nada evitaría la llegada de Legim al patíbulo. Le habría gustado, pero no podía: Había visto la flota pirata, y estaba seguro de que no tardaría en sumarse un grupo mucho mayor en poco tiempo. Esperaba también a los revolucionarios, que seguramente no desaprovechasen la oportunidad de desestabilizar el paupérrimo equilibrio del mundo que, además, según el pirata le debían un favor. La pregunta realmente era qué favor podía ser tan importante para que un ejército que ajusticiaría a Legim normalmente por sus crímenes fuese a arriesgarlo todo para evitar su muerte.
-¿Sabes? He estado pensando- comentó mientras caminaba. A su alrededor el hielo se movía velozmente, y bajo él la carroza avanzaba como alma que lleva el diablo-. Hace algún tiempo murió un compañero mío, Xemnas. Lo mató Jin Surfer. ¿Lo recuerdas?
Claro que lo recordaba. Jin Surfer, Kogato Uchiha, Aomine Daiki... Todos eran lo mismo. Todos eran el mismo tripulante de los Shirokami que desde hacía años pasaba el tiempo infiltrándose en el Gobierno. Y estaba seguro de que el nombre tras los horribles actos de Surfer había otro que despertaba el temor de los más aguerridos: Legan Legim.
-Claro que lo recuerdas, estoy seguro- continuó al tiempo que el hielo se abría ante ellos por última vez, dejando paso a un entramado de túneles por el que debían ascender: El segundo puerto de Gray Rock-. Fue miembro de tu banda durante mucho tiempo, y después compañero de León Zaid, tu hijo primogénito. Sí, Legan, sabemos que era tu hijo. Y también que trabajaba para la Revolución... Y para los bajos fondos del Nuevo Mundo, la verdad es que era un chico aplicado. Pero, la verdad, jugar a tantas bandas sólo le hizo ganarse enemigos en todas partes, y dio con sus huesos en Impel Down. Creo que murió hace cosa de un mes en el quinto nivel, aunque no se ha recuperado todavía su cuerpo.
En teoría Impel Down era una prisión secreta, pero el antiguo emperador había pasado dos años preso y seguramente habría deducido, tras haber vivido ya en una durante algún tiempo, que se encontraba allí. En cualquier caso, ¿Por qué decirle a un padre moribundo que su hijo había finado? La verdad, por puro odio.
-¿Sabes por qué te lo cuento, Leonardo?- sí, sabía su nombre. Entre sus pertenencias había una carta de Susana Zaid, y era uno de los motivos por los que habían acabado tirando del hilo-. Porque Jin Surfer ha arrebatado a demasiada gente lo que más quería, y ha robado a tantos otros sus vidas. Surfer me ha dejado sin camarada, pero ha dejado a una mujer sin esposo y a una pupila sin maestro. La bestia que has liberado no ha hecho sino causar el terror bajo tus órdenes, desde los confines del mar hasta el centro del mundo. Sus crímenes también son tuyos.
Llevaba un rato tirando violentamente de la cadena que aferraba las esposas del pirata, apenas consciente de ello. Se estaba poniendo furioso, hasta el punto de que otra vez se sorprendió aferrando la espada. Sólo que aquella vez no era Okami, sino Fuego. Por suerte, un rayo de sol le hizo volver en sí lo suficiente como para razonar que estaba a punto de salir a la superficie.
-El día que te arresté no sentía nada por ti. Eras un criminal que merecía castigo, nada más- clavó los ojos en él, iracundo-. Pero hoy eres simplemente escoria. Un pirata cobarde que intentó utilizar a un asesino y no pudo controlarlo. No mereces el sacrificio de tanta gente que ha venido hoy a salvarte.
Siguió caminando por un entramado de callejuelas entre edificios: Cuarteles menores, pabellones médicos, barracones..., hasta que se dio de bruces con la plaza. Al borde de la muerte muchos, inconscientes otros tantos, Arthur enfrentando a Arribor Neus y en el cielo rayos azules enfrentándose al rojo fuego. No quería teorizar, pero estaba convencido de que Dexter Black y Zane D. Kenshin habían roto su alianza... O eso o Kai había recuperado su fruta del diablo, pero lo dudaba.
-Esto es una masacre...
No utilizó su Haki de observación. Demasiado horror, demasiado sufrimiento. Si lo sentía todo podría colapsar, y no quería. Continuó avanzando hasta que estuvo seguro de poder hacerse oír en la mayor parte de la plaza:
-¡Se ordena a todos los reclutas retirarse de inmediato a la base central!- gritó, deseando que pudieran escucharlo cuantos más mejor-. ¡Todos los Marines y Agentes heridos deben ser evacuados de inmediato, y cada pirata y revolucionario que esté aquí para salvar a Legim... Aquí lo tenéis!- se giró hacia el prisionero-. Y da gracias de que no te mate aquí mismo.
¿Que qué pretendía? Lógicamente alejar el peligro de los más débiles. Si él se convertía en el objetivo todo resultaría más fácil.
-Quiero que vengas aquí- ordenó, hablando a un den den mushi que probablemente nadie le habría visto sacar-. Ahora.
-¿Sabes? He estado pensando- comentó mientras caminaba. A su alrededor el hielo se movía velozmente, y bajo él la carroza avanzaba como alma que lleva el diablo-. Hace algún tiempo murió un compañero mío, Xemnas. Lo mató Jin Surfer. ¿Lo recuerdas?
Claro que lo recordaba. Jin Surfer, Kogato Uchiha, Aomine Daiki... Todos eran lo mismo. Todos eran el mismo tripulante de los Shirokami que desde hacía años pasaba el tiempo infiltrándose en el Gobierno. Y estaba seguro de que el nombre tras los horribles actos de Surfer había otro que despertaba el temor de los más aguerridos: Legan Legim.
-Claro que lo recuerdas, estoy seguro- continuó al tiempo que el hielo se abría ante ellos por última vez, dejando paso a un entramado de túneles por el que debían ascender: El segundo puerto de Gray Rock-. Fue miembro de tu banda durante mucho tiempo, y después compañero de León Zaid, tu hijo primogénito. Sí, Legan, sabemos que era tu hijo. Y también que trabajaba para la Revolución... Y para los bajos fondos del Nuevo Mundo, la verdad es que era un chico aplicado. Pero, la verdad, jugar a tantas bandas sólo le hizo ganarse enemigos en todas partes, y dio con sus huesos en Impel Down. Creo que murió hace cosa de un mes en el quinto nivel, aunque no se ha recuperado todavía su cuerpo.
En teoría Impel Down era una prisión secreta, pero el antiguo emperador había pasado dos años preso y seguramente habría deducido, tras haber vivido ya en una durante algún tiempo, que se encontraba allí. En cualquier caso, ¿Por qué decirle a un padre moribundo que su hijo había finado? La verdad, por puro odio.
-¿Sabes por qué te lo cuento, Leonardo?- sí, sabía su nombre. Entre sus pertenencias había una carta de Susana Zaid, y era uno de los motivos por los que habían acabado tirando del hilo-. Porque Jin Surfer ha arrebatado a demasiada gente lo que más quería, y ha robado a tantos otros sus vidas. Surfer me ha dejado sin camarada, pero ha dejado a una mujer sin esposo y a una pupila sin maestro. La bestia que has liberado no ha hecho sino causar el terror bajo tus órdenes, desde los confines del mar hasta el centro del mundo. Sus crímenes también son tuyos.
Llevaba un rato tirando violentamente de la cadena que aferraba las esposas del pirata, apenas consciente de ello. Se estaba poniendo furioso, hasta el punto de que otra vez se sorprendió aferrando la espada. Sólo que aquella vez no era Okami, sino Fuego. Por suerte, un rayo de sol le hizo volver en sí lo suficiente como para razonar que estaba a punto de salir a la superficie.
-El día que te arresté no sentía nada por ti. Eras un criminal que merecía castigo, nada más- clavó los ojos en él, iracundo-. Pero hoy eres simplemente escoria. Un pirata cobarde que intentó utilizar a un asesino y no pudo controlarlo. No mereces el sacrificio de tanta gente que ha venido hoy a salvarte.
Siguió caminando por un entramado de callejuelas entre edificios: Cuarteles menores, pabellones médicos, barracones..., hasta que se dio de bruces con la plaza. Al borde de la muerte muchos, inconscientes otros tantos, Arthur enfrentando a Arribor Neus y en el cielo rayos azules enfrentándose al rojo fuego. No quería teorizar, pero estaba convencido de que Dexter Black y Zane D. Kenshin habían roto su alianza... O eso o Kai había recuperado su fruta del diablo, pero lo dudaba.
-Esto es una masacre...
No utilizó su Haki de observación. Demasiado horror, demasiado sufrimiento. Si lo sentía todo podría colapsar, y no quería. Continuó avanzando hasta que estuvo seguro de poder hacerse oír en la mayor parte de la plaza:
-¡Se ordena a todos los reclutas retirarse de inmediato a la base central!- gritó, deseando que pudieran escucharlo cuantos más mejor-. ¡Todos los Marines y Agentes heridos deben ser evacuados de inmediato, y cada pirata y revolucionario que esté aquí para salvar a Legim... Aquí lo tenéis!- se giró hacia el prisionero-. Y da gracias de que no te mate aquí mismo.
¿Que qué pretendía? Lógicamente alejar el peligro de los más débiles. Si él se convertía en el objetivo todo resultaría más fácil.
-Quiero que vengas aquí- ordenó, hablando a un den den mushi que probablemente nadie le habría visto sacar-. Ahora.
- Resumen:
- Contenerme las ganas de matar a Legim. Intentar baitear a los criminales más poderosos para evacuar la zona. Seguir conteniendo las ganas de matar a Legim. Gritar.
Nivel 110: Puede hacerse oír en una iglesia vacía, llena o como esté. Su potencia pulmonar y su capacidad para hacer sonar la música podría llegar a ensordecer ligeramente a la gente más cercana. Su conocimiento sobre el ritmo le permite realizar dos ataques un turno por combate, pero el segundo no será mucho más de dos tercios que el primero.
Rainbow662
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Ni tan siquiera se detuvo a contar a los que se habían desmayado bajo el peso de su Voluntad. No le interesaba que piratas o marines eran demasiado débiles como para estar allí, ni quienes eran capaces de aguantar en pie. No quería saber nada sobre a qué se debían esos rayos, ni si había llegado o no a cortar a alguien con su espada. Todo eso daba igual.
Reabsorbió la sangre utilizada -excepto la parte congelada- y respiró hondo. Ya se había quedado tranquilo. Arribor se conocía bien; nada como dar cuatro voces para tranquilizarse un poco. Quizás se hubiese pasado un poco, desde cierta perspectiva, pero para él era el equivalente a cuando otra gente se iba a gritar al campo.
-Uff, ya estoy mucho mej...
El guantazo le pilló desprevenido. Podría haber esperado un ataque, un espadazo o un rayo vengador cayendo del cielo, pero no se imaginaba a ese tipo bajito cruzándole la cara. Se quedó anonadado, apoyando la mano en la mejilla como un idiota. No sabía qué decir ni qué hacer. ¿Debía pegarle? Era la primera vez que alguien que no fuese de su familia se atrevía a hacer algo así tan descaradamente. Aunque cuando era su hermana o su abuela quienes lo hacían, él no se atrevía a devolvérsela, por supuesto. ¿Tendría que zurrar a ese atrevido?
Se miró la mano que se había llevado a la cara, como si le hubiese quedado algún resto del tortazo. Luego al desconocido. Mano, desconocido, sin perder la cara de absoluto desconcierto.
-¿Quién demonios eres tú? -fue lo que se le ocurrió preguntar. ¿Era un pirata? ¿Un marine? ¿Un imbécil cualquiera con la mano larga? No, ningún combatiente en aquella batalla haría algo tan absurdo como soltarle un manotazo sin más-. ¡Eh, aquí se ha perdido un niño! -exclamó-. ¡Que alguien se lleve a este mocoso!
“Antes de que lo mate”, pensó. Nunca le habían gustado los niños, y menos los de esa clase. Resultaban especialmente irritantes. Lo agarraría por el pescuezo y lo levantaría como a un gato para decirle un par de cosas.
No tardó mucho en aparecer alguien que tal vez fuese por él. Era un tipejo rubio y enclenque que acompañaba a otro hombre con grilletes. ¿Quién era ése? Gritaba mucho, y parecía mandar por allí. O al menos creer que mandaba. Eso quería decir que era un marine. Y si decía la verdad, Legim era el que estaba a su lado.
"Ajá... ¿Y quién cuernos es Legim?". El nombre le sonaba vagamente, pero no atinaba a recordar de qué. En cualquier caso, igual podía hacer que se llevase al enano pegón.
-¡Eh, tú, niño pijo! -Arribor supuso que por tener gafas era un tipo de bien, acomodado y, por tanto, pijo y cursi-. ¡Cállate y llévate a este mocoso de aquí!
Reabsorbió la sangre utilizada -excepto la parte congelada- y respiró hondo. Ya se había quedado tranquilo. Arribor se conocía bien; nada como dar cuatro voces para tranquilizarse un poco. Quizás se hubiese pasado un poco, desde cierta perspectiva, pero para él era el equivalente a cuando otra gente se iba a gritar al campo.
-Uff, ya estoy mucho mej...
El guantazo le pilló desprevenido. Podría haber esperado un ataque, un espadazo o un rayo vengador cayendo del cielo, pero no se imaginaba a ese tipo bajito cruzándole la cara. Se quedó anonadado, apoyando la mano en la mejilla como un idiota. No sabía qué decir ni qué hacer. ¿Debía pegarle? Era la primera vez que alguien que no fuese de su familia se atrevía a hacer algo así tan descaradamente. Aunque cuando era su hermana o su abuela quienes lo hacían, él no se atrevía a devolvérsela, por supuesto. ¿Tendría que zurrar a ese atrevido?
Se miró la mano que se había llevado a la cara, como si le hubiese quedado algún resto del tortazo. Luego al desconocido. Mano, desconocido, sin perder la cara de absoluto desconcierto.
-¿Quién demonios eres tú? -fue lo que se le ocurrió preguntar. ¿Era un pirata? ¿Un marine? ¿Un imbécil cualquiera con la mano larga? No, ningún combatiente en aquella batalla haría algo tan absurdo como soltarle un manotazo sin más-. ¡Eh, aquí se ha perdido un niño! -exclamó-. ¡Que alguien se lleve a este mocoso!
“Antes de que lo mate”, pensó. Nunca le habían gustado los niños, y menos los de esa clase. Resultaban especialmente irritantes. Lo agarraría por el pescuezo y lo levantaría como a un gato para decirle un par de cosas.
No tardó mucho en aparecer alguien que tal vez fuese por él. Era un tipejo rubio y enclenque que acompañaba a otro hombre con grilletes. ¿Quién era ése? Gritaba mucho, y parecía mandar por allí. O al menos creer que mandaba. Eso quería decir que era un marine. Y si decía la verdad, Legim era el que estaba a su lado.
"Ajá... ¿Y quién cuernos es Legim?". El nombre le sonaba vagamente, pero no atinaba a recordar de qué. En cualquier caso, igual podía hacer que se llevase al enano pegón.
-¡Eh, tú, niño pijo! -Arribor supuso que por tener gafas era un tipo de bien, acomodado y, por tanto, pijo y cursi-. ¡Cállate y llévate a este mocoso de aquí!
- Resumen:
- Flipar con Arthur - Confundirlo con un crio - Intentar cogerlo por el pescuezo y levantarlo cual cachorro de gato - Mandar callar a Al y decirle que se lleve a Arthur
Marc Kiedis
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El grito de la peliblanca frenó su carrera. Al parecer algo, o alguien, había logrado contener el fuego que Zane había creado, evitando así que se extendiera por la plaza. Y menos mal, pues el semigigante no estaba muy convencido de haber podido alejarse lo suficiente en caso contrario. Con un suspiro de alivo, giró y se puso de nuevo en marcha, dispuesto a reunirse con Annie y Spanner otra vez.
Sin embargo, cuando ya estaba a pocos metros de ellos, algo ocurrió. No sabría decir qué fue lo que sucedió, pero una extraña sensación le invadió y notó que perdía el equilibrio. El mundo se volvió completamente negro mientras el grandullón sentía su cuerpo caer al suelo. Para cuando terminó de caer, el grandullón ya estaba inconsciente, y el impacto de su corpachón sobre la roca hizo temblar levemente la roca a su alrededor.
Sin embargo, cuando ya estaba a pocos metros de ellos, algo ocurrió. No sabría decir qué fue lo que sucedió, pero una extraña sensación le invadió y notó que perdía el equilibrio. El mundo se volvió completamente negro mientras el grandullón sentía su cuerpo caer al suelo. Para cuando terminó de caer, el grandullón ya estaba inconsciente, y el impacto de su corpachón sobre la roca hizo temblar levemente la roca a su alrededor.
****
- ¡Ay!
Un brusco chispazo recorrió el cuerpo de Marc de abajo hacia arriba, provocando que todos y cada uno de los músculos de su cuerpo se contrajesen durante una fracción de segundo. El semigigante abrió los ojos, dolorido e intrigado. ¿Qué habría pasado? No tenía la menor idea de qué era la abrumadora sensación que le había llevado a perder la consciencia, ni tampoco la extraña corriente eléctrica que le había sacado de su trance. ¿Habría sido obra de alguno de los presentes? De ser así, tenía que tratarse de alguien con un poder inimaginable. Solo de pensarlo un escalofrío ascendía por su espalda.
El semigigante se levantó a duras penas, aún entumecido, y cogió a Kotai-Hi. Al desmayarse había soltado su arma, que había caído al suelo justo a su lado. Menos mal que no la había perdido. Aquella espada era realmente valiosa para él, pues representaba su único nexo con Elbaf, la tierra ancestral de los gigantes, de donde uno de sus anónimos progenitores procedía.
Cuando miró a su alrededor, pudo ver que prácticamente todo el mundo se encontraba en su misma situación. Al parecer, fuera lo que fuese aquella sensación, había dejado fuera de combate a la inmensísima mayoría de cuantos se encontraban en la plaza, y todos estaban poco a poco recobrando la consciencia. Quizá se debiese al mismo chispazo que había despertado a Marc, quién sabía.
A lo lejos divisó a la brujita que había venido con ellos en el barco, acompañada de dos chicos a los que no conocía y de lo que parecían unos cadáveres andantes y un terrorífico monstruo. Había que ver lo rara que era la gente. No podrían limitarse a crear queso como hacía él o cosas parecidas, no. Tenían que dar vida a muertos o locuras similares de mal gusto.
Tras estas cavilaciones, el grandullón decidió ir hacia Annie y Spanner, que se encontraban bastante cerca de su posición, sin perder de vista a los marines y agentes por si alguno de ellos decidía aprovechar la confusión para intentar acabar con ellos.
Un brusco chispazo recorrió el cuerpo de Marc de abajo hacia arriba, provocando que todos y cada uno de los músculos de su cuerpo se contrajesen durante una fracción de segundo. El semigigante abrió los ojos, dolorido e intrigado. ¿Qué habría pasado? No tenía la menor idea de qué era la abrumadora sensación que le había llevado a perder la consciencia, ni tampoco la extraña corriente eléctrica que le había sacado de su trance. ¿Habría sido obra de alguno de los presentes? De ser así, tenía que tratarse de alguien con un poder inimaginable. Solo de pensarlo un escalofrío ascendía por su espalda.
El semigigante se levantó a duras penas, aún entumecido, y cogió a Kotai-Hi. Al desmayarse había soltado su arma, que había caído al suelo justo a su lado. Menos mal que no la había perdido. Aquella espada era realmente valiosa para él, pues representaba su único nexo con Elbaf, la tierra ancestral de los gigantes, de donde uno de sus anónimos progenitores procedía.
Cuando miró a su alrededor, pudo ver que prácticamente todo el mundo se encontraba en su misma situación. Al parecer, fuera lo que fuese aquella sensación, había dejado fuera de combate a la inmensísima mayoría de cuantos se encontraban en la plaza, y todos estaban poco a poco recobrando la consciencia. Quizá se debiese al mismo chispazo que había despertado a Marc, quién sabía.
A lo lejos divisó a la brujita que había venido con ellos en el barco, acompañada de dos chicos a los que no conocía y de lo que parecían unos cadáveres andantes y un terrorífico monstruo. Había que ver lo rara que era la gente. No podrían limitarse a crear queso como hacía él o cosas parecidas, no. Tenían que dar vida a muertos o locuras similares de mal gusto.
Tras estas cavilaciones, el grandullón decidió ir hacia Annie y Spanner, que se encontraban bastante cerca de su posición, sin perder de vista a los marines y agentes por si alguno de ellos decidía aprovechar la confusión para intentar acabar con ellos.
- Resumen:
- - Desmayarse por el Haki de Arribor y despertar por el chispazo de Dex.
- Pensamientos varios e ir hacia Spanner y Annie, permaneciendo pendiente de los marines y agentes cercanos por si deciden atacar.
Maze
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El tiempo que había malgastado escudriñando en el cráter con su vista de felina para ver como este se empezaba a llenar de agua solo le había servido para perder más tiempo en llegar a su destino. O eso había pensado hasta que la cúpula celeste se empezó a oscurecer, iluminándose de repente con un explosión de fuego a la que no tardo en seguir un azul eléctrico. Ese solo podía ser su capitán. Y eso significaba solo una cosa, problemas. Una batalla estaba a punto de comenzar sobre sus cabezas. El que Slade no se molestase en contestar a su llamada también podía tener algo que ver.
"Kouga, parece que llegamos tarde". Se dijo a sí misma, cambiando su improvisada rampa por plataformas que ir saltando de forma rápida, aprovechando la capacidad de los pumas de saltar hasta cinco metros de altura cada vez. No tardó mucho en verse en lo alto de Gray Rock. Una vez sus pies reposaron sobre la piedra, Akane se agazapó para poder echar un vistazo antes de descender. Una mueca de horror se dibujó por un instante en su rostro.
Frente a ella, la plaza se encontraba devastada. El suelo se había agrietado y un gran número de personas habían acabado desmayadas. Había ratros de sangre y el estruendo de la pelea no había cedido. Un chico de cabello escarlata, más bajito que ella se peleaba contra "Sin corazón". -La persona contra la que se enfrentó Aka...- Musitó, antes de apartar la vista, buscando a sus compañeros. Pudo ver de esa forma a Deathstroke algo más alejado. Seguramente demasiado ocupado en observar el combate como para reparar en su presencia, y creía oler a más personas conocidas. El molesto capitán de Therax y el rubito no debían andar lejos tampoco.
-Bien. Va siendo hora de arrojarse a la boca del lobo.- Sentenció hablando sola, antes de dejarse caer mientras frenaba su caída con plataformas de aura cada poco rato. Mientras lo hacía, no pudo evitar fijarse en que alguien más estaba entrando en escena. Desde la lejanía no terminaba de recordar quien podía ser. Pero su ropa blanca dejaba claro que se trataba de un marine. Esto no fue lo que llamó su atención, sin embargo, sino el hecho de que llevase consigo a un hombre encadenado.
No tuvo apenas tiempo para pensar en su próxima acción, que se vio impulsada por el recuerdo de Berthil, yendo solo a buscar a Anna. Su imagen siendo emboscado pasó por la mente de Mura. Si no se cumplía el trato. Si Legim no era ejecutado, algo podía pasarle a la lagartija dorada. Y eso si que no iba a permitirlo. Se había decidido desde que escuchó lo dicho por el marine.
En menos de un parpadeo, su cuerpo cambió al de una especie de felino con rasgos humanoides, mientras apoyaba sus extremidades delanteras en el suelo y tomaba impulso. Tenía que ser la primera en llegar a donde se encontraba Legim y asegurarse de que nadie le liberaba, por lo que rodeo a la mayor velocidad que pudo la plaza. Su objetivo era colocarse detrás del marine primero, para luego ponerse en frente suya, deteniendo su avance. El motivo de esto era crear una red de hilos que cercase a los tres. Ya que las intenciones de esto no eran ofensivas, esperaba que con un poco de suerte el hombre no se percatara de aquello hasta que ya fuera tarde.
-Lo siento, pero no puedo dejar que entregues a ese hombre y quede libre.- Le diría de lograr su objetivo. También intentaría dejar dos de sus amplificadores fuera de la red, para poder usarlos en una defensa acústica, en caso de serle necesario. Además, se prepararía para desenvainar alguna de sus dagas de requerirlo la situación.
"Kouga, parece que llegamos tarde". Se dijo a sí misma, cambiando su improvisada rampa por plataformas que ir saltando de forma rápida, aprovechando la capacidad de los pumas de saltar hasta cinco metros de altura cada vez. No tardó mucho en verse en lo alto de Gray Rock. Una vez sus pies reposaron sobre la piedra, Akane se agazapó para poder echar un vistazo antes de descender. Una mueca de horror se dibujó por un instante en su rostro.
Frente a ella, la plaza se encontraba devastada. El suelo se había agrietado y un gran número de personas habían acabado desmayadas. Había ratros de sangre y el estruendo de la pelea no había cedido. Un chico de cabello escarlata, más bajito que ella se peleaba contra "Sin corazón". -La persona contra la que se enfrentó Aka...- Musitó, antes de apartar la vista, buscando a sus compañeros. Pudo ver de esa forma a Deathstroke algo más alejado. Seguramente demasiado ocupado en observar el combate como para reparar en su presencia, y creía oler a más personas conocidas. El molesto capitán de Therax y el rubito no debían andar lejos tampoco.
-Bien. Va siendo hora de arrojarse a la boca del lobo.- Sentenció hablando sola, antes de dejarse caer mientras frenaba su caída con plataformas de aura cada poco rato. Mientras lo hacía, no pudo evitar fijarse en que alguien más estaba entrando en escena. Desde la lejanía no terminaba de recordar quien podía ser. Pero su ropa blanca dejaba claro que se trataba de un marine. Esto no fue lo que llamó su atención, sin embargo, sino el hecho de que llevase consigo a un hombre encadenado.
No tuvo apenas tiempo para pensar en su próxima acción, que se vio impulsada por el recuerdo de Berthil, yendo solo a buscar a Anna. Su imagen siendo emboscado pasó por la mente de Mura. Si no se cumplía el trato. Si Legim no era ejecutado, algo podía pasarle a la lagartija dorada. Y eso si que no iba a permitirlo. Se había decidido desde que escuchó lo dicho por el marine.
En menos de un parpadeo, su cuerpo cambió al de una especie de felino con rasgos humanoides, mientras apoyaba sus extremidades delanteras en el suelo y tomaba impulso. Tenía que ser la primera en llegar a donde se encontraba Legim y asegurarse de que nadie le liberaba, por lo que rodeo a la mayor velocidad que pudo la plaza. Su objetivo era colocarse detrás del marine primero, para luego ponerse en frente suya, deteniendo su avance. El motivo de esto era crear una red de hilos que cercase a los tres. Ya que las intenciones de esto no eran ofensivas, esperaba que con un poco de suerte el hombre no se percatara de aquello hasta que ya fuera tarde.
-Lo siento, pero no puedo dejar que entregues a ese hombre y quede libre.- Le diría de lograr su objetivo. También intentaría dejar dos de sus amplificadores fuera de la red, para poder usarlos en una defensa acústica, en caso de serle necesario. Además, se prepararía para desenvainar alguna de sus dagas de requerirlo la situación.
- Spoiler:
- Llegar a Gray Rock y observar la situación. Bajar e intentar llegar a toda prisa al lugar donde se encuentra Al, nada más escuchar que pensaba liberar a Legim. Intentar rodearle con sus hilos de aura en una red imbuida en Haki de armadura, para separarles. Dejar dos de sus amplifiacadores fuera de la red, encendidos, para usarlos de ser necesario y prepararse para cualquier reacción ofensiva del marine ante su negación de dejarle entregar a Legim.
- Cosas usadas:
Pu Haki de Observación. "Inadvertida": Gracias al sigilo propio de Mura, tanto por sus habilidades como asesina, como por el hecho de ser un felino y su control por el aura, Mura ha logrado pasar desapercibida al rededor de las personas hasta tal punto que, en caso de no atacar, las personas con su mismo nivel de Haki, o inferior al suyo, no podrán detectar su posición o ignoraran el hecho de que se encuentra frente a ellos.
“Trampa de hilos”: Pensando en sus necesidades y su verdadera forma de combatir, Akane ha perfeccionado esta habilidad, contentándose en generar un gran número de hilos, los cuales puede expandir en un radio de setenta metros cuadrados y pueden llegar a tener la misma dureza que el Haki de armadura de la chica. Estos hilos salen de sus extremidades y son controlados a voluntad por la chica. Compactándolos, Mura puede crear armas sencillas, plataformas para sí misma y para otros y conectar su aura a la de otros, atando los hilos en alguna parte del cuerpo de su objetivo.
Nota: La dureza del haki será por tener este activado y los objetos no pueden ser de gran volumen (una sandía o una calabaza grande como mucho).
Haki de armadura
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El caracol me respondió bastante rápido, y me dieron dos opciones más, pasar a defender la isla en tierra firme o seguir con el sabotaje de los barcos, en uno debía de destruir unos cañones que, muy posiblemente estuviesen causando numerosos daños o por lo menos problemáticos, en otro debía de detenerlo por completo pues ya estaba dañado.
-Mmm, me apetece ir a tierra a combatir – me dije a mí misma – Pero si voy a tierra descubrirán que dispongo de una akuma y de momento no quiero que lo sepan.
-Pues sigue saboteando. – me respondió Trece – Yo diría que primero detuvieses por completo el barco y luego las torretas.
-Creo que dejaré a los revolucionarios del barco médico que tengan alguna esperanza de huir, destruiré primero las armas profanas y luego iré a por el otro barco.
Guardé el caracol entre la armadura y planeé hasta el barco en el que tenía que destruir las torretas, me acerqué con la mayor discreción que pude y aproveché que la mayoría, sino todos, los tripulantes del barco estaban atentos al fuego enemigo y estaban con labores de ataque. Quizás de esa forma pudiese infiltrarme sin que nadie me viese, además aproveché el acercamiento para ver qué había bajo el barco, por si podía inmovilizarlo usando arrecifes que allí hubiese y así dejar más vendidos a los tripulantes. Si conseguía la infiltración sin que me viesen, avanzaría hasta la cubierta inferior del barco y buscaría los puntos que estuviesen bajo las torretas. En el caso de que me pillasen, les informaría de que era una navegante para ayudarles con las maniobras mientras atacaban al gobierno.
-Mmm, me apetece ir a tierra a combatir – me dije a mí misma – Pero si voy a tierra descubrirán que dispongo de una akuma y de momento no quiero que lo sepan.
-Pues sigue saboteando. – me respondió Trece – Yo diría que primero detuvieses por completo el barco y luego las torretas.
-Creo que dejaré a los revolucionarios del barco médico que tengan alguna esperanza de huir, destruiré primero las armas profanas y luego iré a por el otro barco.
Guardé el caracol entre la armadura y planeé hasta el barco en el que tenía que destruir las torretas, me acerqué con la mayor discreción que pude y aproveché que la mayoría, sino todos, los tripulantes del barco estaban atentos al fuego enemigo y estaban con labores de ataque. Quizás de esa forma pudiese infiltrarme sin que nadie me viese, además aproveché el acercamiento para ver qué había bajo el barco, por si podía inmovilizarlo usando arrecifes que allí hubiese y así dejar más vendidos a los tripulantes. Si conseguía la infiltración sin que me viesen, avanzaría hasta la cubierta inferior del barco y buscaría los puntos que estuviesen bajo las torretas. En el caso de que me pillasen, les informaría de que era una navegante para ayudarles con las maniobras mientras atacaban al gobierno.
- resumen:
- Ir al barco que tiene las torretas dañadas, intentar infiltrarme sin que me vean para intentar ir a la cubierta inferior, si me pillan diré que soy una navegante para apoyar en las maniobras del barco mientras realizan la ofensiva.
Worgulv
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El hombre fue testigo desde las alturas de la batalla que se estaba desarrollando, ¿cómo demonios no se había percatado de ella si estaba a escaso metros?, bueno, al fin y al cavo esas preguntas no valían de nada ahora, lo importante era ayudar a sus camaradas.
En mitad de la caída, se percato de como un hombre gritaba a pleno pulmón y la gente comenzaba a caer, ya lo había visto y sufrido antes, en un acto reflejo, su martillo desapareció con un destello de sus brazales, apretó los dientes e intento hacer frente a lo que estaba por llegar, reuniendo toda su fuerza de voluntad. A los pocos segundos una fuerte impresión lo golpeo con la fuerza de una bestia desbocada, por mucho que lo intentase, aun no estaba preparado, el hombre cayó.
Entre tanta oscuridad noto algo, una pequeña corriente eléctrica que lo despertó, el hombre no supo que había ocurrido, pero estaba a escasos metros del suelo, con un fuerte aleteo, logro evitar estrellarse contra el pavimento, el hombre sudoroso miro por todas partes intentando localizar a sus camaradas y situarse a su lado. No tardo mucho, mientras volaba para situarse con su banda, localizo a un camarada más, uno que no había visto en mucho tiempo, sus ojos no podían dejar de mirar en la misma dirección, apretó los puños instintivamente, Legim había llegado al patíbulo.
En mitad de la caída, se percato de como un hombre gritaba a pleno pulmón y la gente comenzaba a caer, ya lo había visto y sufrido antes, en un acto reflejo, su martillo desapareció con un destello de sus brazales, apretó los dientes e intento hacer frente a lo que estaba por llegar, reuniendo toda su fuerza de voluntad. A los pocos segundos una fuerte impresión lo golpeo con la fuerza de una bestia desbocada, por mucho que lo intentase, aun no estaba preparado, el hombre cayó.
Entre tanta oscuridad noto algo, una pequeña corriente eléctrica que lo despertó, el hombre no supo que había ocurrido, pero estaba a escasos metros del suelo, con un fuerte aleteo, logro evitar estrellarse contra el pavimento, el hombre sudoroso miro por todas partes intentando localizar a sus camaradas y situarse a su lado. No tardo mucho, mientras volaba para situarse con su banda, localizo a un camarada más, uno que no había visto en mucho tiempo, sus ojos no podían dejar de mirar en la misma dirección, apretó los puños instintivamente, Legim había llegado al patíbulo.
- Resumen:
- Intentar resistirse al Haki del rey, desmayarse, recuperarse antes de estrellarse y reagruparme
Ori Kenobi
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Seguí avanzando hacia la roca que conformaba la isla, cada vez que miraba me parecía ver explosiones y juegos de luces, llamas, rayos. Sin duda allí es donde se estaba armado todo el evento de aquel día, y por las horas, el pirata a ejecutar debía de estar al llegar o ya había llegado a la isla para su encuentro con la muerte.
Me movía con todo el cuidado que podía pasa subir nuevamente hacia la plaza en la que me encontraba al principio. Miré hacia atrás por si alguien más venía y en medio del hielo seguía la habitación de caramelo con el marine dentro, supuse que cocinando como había hecho hasta ahora. Además, me pasó por encima volando una nave, hecho que me trajo a la memoria unos recuerdos un tanto extraños, sobre todo porque sabía que no había estado en la vida real en ningún sitio así, quizás sí en algún sueño, pero no estaba seguro.
Desenfundé el sable azul y lo mantuve preparado por si me encontraba con alguien que intentase luchar contra mí, para poder defenderme.
-Ori, te estas poniendo nervioso, lo noto hasta yo – me dijo Varda mientras avanzaba a la carrera.
-Sí, lo noto, pero creo que es por que estoy en una guerra, acabo de matar a un animal y a una mujer por un error de decisión y no quiero que eso vuelva a pasar – le respondí un poco agitado – Y para colmo, en la cabeza le estoy dando mil vueltas a las cosas en busca de predecir todas las situaciones que se me puedan presentar, pero son demasiadas, y eso me hace perder más la cabeza – dije en un tono ya más ansioso al ver que la situación me sobrepasaba.
-Deja de correr – me ordenó la maestra – respira calmadamente, saldrás de esta, estoy segura, pero has de relajarte – poco a poco fui respirando hasta que esta fue normal – Bien, ahora sigue.
Me movía con todo el cuidado que podía pasa subir nuevamente hacia la plaza en la que me encontraba al principio. Miré hacia atrás por si alguien más venía y en medio del hielo seguía la habitación de caramelo con el marine dentro, supuse que cocinando como había hecho hasta ahora. Además, me pasó por encima volando una nave, hecho que me trajo a la memoria unos recuerdos un tanto extraños, sobre todo porque sabía que no había estado en la vida real en ningún sitio así, quizás sí en algún sueño, pero no estaba seguro.
Desenfundé el sable azul y lo mantuve preparado por si me encontraba con alguien que intentase luchar contra mí, para poder defenderme.
-Ori, te estas poniendo nervioso, lo noto hasta yo – me dijo Varda mientras avanzaba a la carrera.
-Sí, lo noto, pero creo que es por que estoy en una guerra, acabo de matar a un animal y a una mujer por un error de decisión y no quiero que eso vuelva a pasar – le respondí un poco agitado – Y para colmo, en la cabeza le estoy dando mil vueltas a las cosas en busca de predecir todas las situaciones que se me puedan presentar, pero son demasiadas, y eso me hace perder más la cabeza – dije en un tono ya más ansioso al ver que la situación me sobrepasaba.
-Deja de correr – me ordenó la maestra – respira calmadamente, saldrás de esta, estoy segura, pero has de relajarte – poco a poco fui respirando hasta que esta fue normal – Bien, ahora sigue.
- resumen:
- Seguir avanzado hacia la plaza de la isla.
Rei Arslan
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Con toda la polvareda que habían causado las explosiones de su viento no pudo ver los efectos de esta. Tosió un poco y creó una pequeña brisa para que este desapareciera. La batalla del cielo llamó su atención, estaba impresionada ante las habilidades del capitán pelirrojo, sin duda parecía alguien muy fuerte. Algún día le gustaría medirse con él amigablemente, Annie no se consideraba débil, pero aun le quedaba un largo camino por delante para llegar a alcanzarlo.
Cuando volvió a poner su atención en el campo de batalla sintió como una energía la invadía. Todo a su alrededor comenzó a alejarse hasta convertirse en oscuridad. A medida que sus compañeros se alejaban intentó gritarles y estirarles la mano, pero nunca llegó hasta ellos.
La muchacha cayó de espaldas al suelo, desmayada durante cuestión de minutos, estaba profundamente dormida y no era consciente de lo que estaba ocurriendo a su alrededor. No supo cuanto tiempo estuvo en ese estado, pero cuando un gran chispazo recorrió su cuerpo que la hizo despertar. Esta se levantó de golpe mirando en todas direcciones y respirando entre jadeos.
Alargó su brazo para alcanzar el arco, que se había soltado cuando cayó y con la otra mano llevó la mano hasta la frente, frotando el entrecejo. Aquella situación superaba sus límites, sin hacer nada se había desmayado y junto a ella, cientos de personas. La arquera creía estar preparada para asistir a una guerra por primera vez, pero se dio cuenta de que no. No quería regresar a una guerra nunca más ni verse inmersa en una. Por primera vez, tenía una sensación horrible de todas las personas que la rodeaban.
Se levantó tambaleándose un poco y se fijó en la que se estaba liando en la plaza. Un rubio tenía al pirata ya en el patíbulo, ¿a qué esperaban para matarlo? La guerra terminaría de una vez por todas en cuanto lo ejecutaran. Annie se giró para acercarse hasta Marc y a lo lejos vio a la pelirroja de la banda, la cual venía bastante bien acompañada.
-Por culpa del pirata ese hay una guerra - dijo en voz alta dirigiéndose al gigantón con un tono serio, no le conocía de nada y tampoco le importaba saber sobre él - Deberían ejecutarlo de una vez, a nadie le importa su miserable vida. Hay gente muriendo por su culpa, espero que allá donde vaya cuando muera no disfrute del descanso eterno.
Las palabras de Annie no eran las mejores, pero estaba estresada y no sabía reprimir su ira. Le molestaba que aun así tuvieran el acto de pedir que quisieran salvarlo, aquello solo retrasaría más las cosas. Se cruzó de brazos y miró a los marines, no podía perderlos de vista. Aún no.
Cuando volvió a poner su atención en el campo de batalla sintió como una energía la invadía. Todo a su alrededor comenzó a alejarse hasta convertirse en oscuridad. A medida que sus compañeros se alejaban intentó gritarles y estirarles la mano, pero nunca llegó hasta ellos.
La muchacha cayó de espaldas al suelo, desmayada durante cuestión de minutos, estaba profundamente dormida y no era consciente de lo que estaba ocurriendo a su alrededor. No supo cuanto tiempo estuvo en ese estado, pero cuando un gran chispazo recorrió su cuerpo que la hizo despertar. Esta se levantó de golpe mirando en todas direcciones y respirando entre jadeos.
Alargó su brazo para alcanzar el arco, que se había soltado cuando cayó y con la otra mano llevó la mano hasta la frente, frotando el entrecejo. Aquella situación superaba sus límites, sin hacer nada se había desmayado y junto a ella, cientos de personas. La arquera creía estar preparada para asistir a una guerra por primera vez, pero se dio cuenta de que no. No quería regresar a una guerra nunca más ni verse inmersa en una. Por primera vez, tenía una sensación horrible de todas las personas que la rodeaban.
Se levantó tambaleándose un poco y se fijó en la que se estaba liando en la plaza. Un rubio tenía al pirata ya en el patíbulo, ¿a qué esperaban para matarlo? La guerra terminaría de una vez por todas en cuanto lo ejecutaran. Annie se giró para acercarse hasta Marc y a lo lejos vio a la pelirroja de la banda, la cual venía bastante bien acompañada.
-Por culpa del pirata ese hay una guerra - dijo en voz alta dirigiéndose al gigantón con un tono serio, no le conocía de nada y tampoco le importaba saber sobre él - Deberían ejecutarlo de una vez, a nadie le importa su miserable vida. Hay gente muriendo por su culpa, espero que allá donde vaya cuando muera no disfrute del descanso eterno.
Las palabras de Annie no eran las mejores, pero estaba estresada y no sabía reprimir su ira. Le molestaba que aun así tuvieran el acto de pedir que quisieran salvarlo, aquello solo retrasaría más las cosas. Se cruzó de brazos y miró a los marines, no podía perderlos de vista. Aún no.
- resumen:
- Desmayarse, volver a levantarse y ser savage porque la pobre se estresa (?)
Hoy está pasando de todo, fuego y rayos luchan en el cielo, la batalla en la isla sufre una pausa forzosa gracias a los problemas de control de la ira de Arribor, aunque por fortuna el bueno de Dexter los despierta a todos con la delicadeza un suave calambre que os hace cagaros en to levantaros y recuperar la conciencia. Espero que no hubiese ningún enfermo del corazón o nadie con un marcapasos o puede que tenga problemas. En otro orden de cosas los misteriosos golems terminan de detenerse del todo quedando en curiosas poses dignas de un museo de arte, para luego dar lugar a un ejército de no muertos que se abren paso sin mucha resistencia.
Mientras todos se recuperan de la conmoción, algún loco se le ha ocurrido la brillante idea de hacer un gran agujero en el suelo, con forma cuadrada y de varios metros de lado. Se escuchan como caen los enormes cascotes y como cunde el caos en las instalaciones inferiores.
Y bueno, hay un rubio gritando ordenes y tal, parece que los marines de menor rango le hacen caso y empiezan a retirarse, por cierto, Legim está a su lado.
Mientras todos se recuperan de la conmoción, algún loco se le ha ocurrido la brillante idea de hacer un gran agujero en el suelo, con forma cuadrada y de varios metros de lado. Se escuchan como caen los enormes cascotes y como cunde el caos en las instalaciones inferiores.
Y bueno, hay un rubio gritando ordenes y tal, parece que los marines de menor rango le hacen caso y empiezan a retirarse, por cierto, Legim está a su lado.
- Gobierno:
- Arthur y Rainbow:
- Jeje... Te ha llamado niño. Arribor, igual quieres correr.
- Jack:
- Te has pasado un poco con el clavo.
- Kai:
- Ni una marca. Ni una sola. Sin embargo, por detrás una gigantesca pila alcalina cae al mar, propulsada por semejante piñazo. Y, sin energía, se empieza a hundir mientras en su interior el tontatta grita con furia, miedo y desesperación.
- Silver:
- Kazuo ha reaccionado en el último momento y te salva de las brasas del robot, dejándote a salvo en el hielo.
- Ori:
- La que se ha liao, pollito. Como aquella vez que a Lando, el barman del club "La Nube", se le ocurrió jugar con nitrógeno líquido y le congeló la cara a Sam Holo. Lella echaba chispas. Pero va, en serio, mira qué lío.
- Dretch y el reparto de FRIENDS:
- Por fin las cargas terminan de estar listas, el barco se ha ido deslizando cuidadosamente entre la flota dejándolas caer lo más cerca posible de los cascos de algunos barcos.
- Bien, es hora de los fuegos artificiales. - Dice bob antes de sacar de una caja el detonador y pulsarlo.
Una serie de explosiones se suceden entre la flota de los piratas, dañando o incluso hundiendo bastantes barcos. Con toda la confusión generada muchos no saben ni lo que ha pasado. Si van a empezar a atacarse entre ellos todavía están demasiado alterados para ello.
- Preparaos, ahora si alguien le da por atacarnos no tendremos más opción que defendernos, acabamos de alterar al avispero entero.
- Kenmei:
- Despiertas el primero de los que quedan, cuando dices tus palabras todavía están algo atontados, pero seguramente escuchasen lo que dijiste. Por otro lado el otro hombre sigue tendido en el suelo con algún que otro movimeitno leve, le está costando más que al resto de los marines. En cuanto a heridas una de las balas te ha rozado el hombro pero poco más.
- Bleyd:
- Al dar el golpe notas como la roca es bastante sólida y muy consolidada, pero la zona comienza a hundirse, no de golpe. Es como si el golpe, más que demoler, hubiera desestabilizado el terreno. Primero se hunde un metro, luego dos, cuatro, doce... el suelo de la zona desaparece el en vacío. Puedes ver como gigantescos bloques de roca caen en una cavidad enorme que había bajo la isla. Lo que parece las instalaciones alrededor de un puerto subterráneo. Cunde el caos, hay edificios destrozados, algún túnel seccionado a en las paredes del agujero, tuberías que vierten agua (y puede que algo más peligroso)... Y muchas, muchas miradas que, si no están ayudando a los heridos, están buscando un culpable.
- Piratas:
- Algunos de los acorazados están tocados y se meten dentro de la linea de tiro de los que vienen detrás dando tiempo a la flota pirata que está alrededor del hielo para adaptarse y empezar a contraatacar. Por otra parte algo ha sucedido en el embarcadero de la isla pues los barcos que había ahí han dejado de disparar. Pero no todo son buenas noticias. Algo ha pasado en la retaguardia, una montón de explosiones se han sucedido dañando varios barcos, algunos se hunden.
- Brynn:
- La zona entre edificios parece la más apropiada para una emboscada, pero hay un problema, los marines parecen estarse retirando de la plaza y sus alrededores, como si estuviesen evacuando. Salir ahora podría poneros en una situación comprometida o, puede que ayudase a tu plan, nadie sabe lo que puede pasar.
- Mura:
- Diviértete con Al y Legim.
- Revolucionarios:
- Maki:
- Tras ver que no había rastro de Legim por ningún sitio del barco decides poner rumbo a la isla, debe de ser invernal, porque hay una pared enorme de hielo rodeándola, o a lo mejor esa es la isla. El caso es que, al ver que no es hielo del que se pueda lamer sin perder un cacho de carne ves un túnel en este que conduce al misterio... O puedes ir caminando por encima.
- Lily:
- Bueno, llegas al barco, y aparte de daños relativamente menores, te llevan a la torreta. Es una estructura bastante grande, con unos cañones que superan fácilmente la decena de metros de longitud. Al parecer el problema se encuentra bajo cubierta, en la ciudadela. Al parecer un ataque anterior ha puesto una gran masa de metal atascando la estructura y esta no puede girar. El problema es que está al lado del depósito de munición e intentar cortar el metal sería peligroso.
- Liv:
- Llegas al barco sin ningún problema, este parece navegar sobre aguas profundas. La estructura es bastante grande, similar a los acorazados marines, puede que un poco más grande. A lo largo de toda su estructura cuentas cuatro torretas, con dos cañones navales cada una. Escuchas entre los tripulantes que ha llegado el personal encargado de reparar la torreta dañada.
Bizvan
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De cierta forma era hipnotizante, pocas veces uno podría ser capaz de ver con sus propios ojos un choque de poder como el de que aquellos piratas. Era como ver dos fuerzas de la naturaleza.
* Cielos, es un tanto frustrante ver la cúspide del poder y saber que jamás lo alcanzaré. *mi instinto y sentido común me decía que debía correr en un intento de ponerme a salvo, pero sabía que no había forma de escapar de aquellas llamas, siendo ese el caso prefería ser engullido de frente a ser alcanzado mientras intentaba escapar. A pesar de haber aceptado ser alcanzado por el fuego, no puede evitar cerrar los ojos y apretar los dientes.
Por un momento imaginé el calor abrazador y el olor de la carne quemada… Pero no era así, todo eso estaba en mi cabeza. Abrí mis ojos y el ataque de fuego fue detenido.
Podía sentir las gotas de sudor recorrer mi rostro, era molesto, pero a causa del casco no me sería posible limpiar mi rostro. Claro que era una molestia que podía tolerar a cambio de mantenerme a salvo.
* Bueno, para ser honesto ya no tengo idea de que podría… *un grito se hizo presente y con el una sensación que jamás había experimentado. Mi visión comenzó a oscurecerse y mis piernas comenzaron a tambalearse. Intenté utilizar mi espada para apoyarme, pero repentinamente todo se oscureció.
Una sensación dolorosa recorrió mi cuerpo y con ello abrí mis ojos. Lo que podía ver era el suelo, aunque parecía haber más polvo y trozos de lo que podía recordar y si uno se fijaba bien podía ver un gran agujero.
- ¿Cuánto tiempo me fui? –no tenía idea cuanto tiempo había transcurrido o lo que había ocurrido durante mi siesta involuntaria. Miré a mí alrededor y noté que no era el único afectado (y extrañado por la situación), además de haber victimas en ambos bandos. ¿Quién había hecho eso? El recuerdo del grito me vino a la mente, estaba seguro de haber escuchado esa voz antes, pero ahora no recordaba de quien exactamente.
* Tobi… *al intentar recordar donde escuché esa voz, la imagen del agente pateando el aire para salir del rango del humo vino a mi mente. Si él había sido afectado por lo mismo que yo…* Debo encontrarlo. *con algo de dificultad me coloqué de pie y utilicé el anillo para encontrarlo con facilidad.
Si estaba herido o en problemas, mi presencia sería un buen apoyo. Además el sonido de las rocas cayendo era bastante preocupante.
La presencia a lo lejos de lo que parecían ser zombis habría llamado mi atención con suma facilidad (por alguna razón siempre me sentí atraído por ese tipo cosas). No obstante la preocupación por mi compañero era más fuerte, no quería imaginar a mi nakama bajo piedras y tierra.
* Cielos, es un tanto frustrante ver la cúspide del poder y saber que jamás lo alcanzaré. *mi instinto y sentido común me decía que debía correr en un intento de ponerme a salvo, pero sabía que no había forma de escapar de aquellas llamas, siendo ese el caso prefería ser engullido de frente a ser alcanzado mientras intentaba escapar. A pesar de haber aceptado ser alcanzado por el fuego, no puede evitar cerrar los ojos y apretar los dientes.
Por un momento imaginé el calor abrazador y el olor de la carne quemada… Pero no era así, todo eso estaba en mi cabeza. Abrí mis ojos y el ataque de fuego fue detenido.
Podía sentir las gotas de sudor recorrer mi rostro, era molesto, pero a causa del casco no me sería posible limpiar mi rostro. Claro que era una molestia que podía tolerar a cambio de mantenerme a salvo.
* Bueno, para ser honesto ya no tengo idea de que podría… *un grito se hizo presente y con el una sensación que jamás había experimentado. Mi visión comenzó a oscurecerse y mis piernas comenzaron a tambalearse. Intenté utilizar mi espada para apoyarme, pero repentinamente todo se oscureció.
···
Una sensación dolorosa recorrió mi cuerpo y con ello abrí mis ojos. Lo que podía ver era el suelo, aunque parecía haber más polvo y trozos de lo que podía recordar y si uno se fijaba bien podía ver un gran agujero.
- ¿Cuánto tiempo me fui? –no tenía idea cuanto tiempo había transcurrido o lo que había ocurrido durante mi siesta involuntaria. Miré a mí alrededor y noté que no era el único afectado (y extrañado por la situación), además de haber victimas en ambos bandos. ¿Quién había hecho eso? El recuerdo del grito me vino a la mente, estaba seguro de haber escuchado esa voz antes, pero ahora no recordaba de quien exactamente.
* Tobi… *al intentar recordar donde escuché esa voz, la imagen del agente pateando el aire para salir del rango del humo vino a mi mente. Si él había sido afectado por lo mismo que yo…* Debo encontrarlo. *con algo de dificultad me coloqué de pie y utilicé el anillo para encontrarlo con facilidad.
Si estaba herido o en problemas, mi presencia sería un buen apoyo. Además el sonido de las rocas cayendo era bastante preocupante.
La presencia a lo lejos de lo que parecían ser zombis habría llamado mi atención con suma facilidad (por alguna razón siempre me sentí atraído por ese tipo cosas). No obstante la preocupación por mi compañero era más fuerte, no quería imaginar a mi nakama bajo piedras y tierra.
- Resumen :
- Ver el combate. Desmayarse por el haki. Despertar por el chispazo. Buscar a Tobí con el anillo para ver si se encontraba bien y brindarle apoyo en caso de ser necesario.
Tobías Thorn
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Gracias al mantra fui capaz de sentir que el espadachín salió indemne de mi ataque, y no solo eso, si no que pude prever su intención asesina, ya que la escena del azabache emergiendo del suelo queriendo partirme por la mitad pasó por mi mente antes de que sucediese. Sabía que el haki me daba poco tiempo de antelación, por lo que sin perder más tiempo me volví a llevar la mano al colgante y en un instante la armadura comenzó a formarse por todo mi cuerpo justo en el momento en que el espadachín real salía despedido del suelo espada en ristre.
Gracias al haki, a la distancia y a mis extraordinarios reflejos me dio tiempo a calcular mi defensa, al mismo tiempo que pensaba cual sería mi ofensiva.
Me esperé a que el espadachín estuviese a la distancia justa y plasmé mi haki armadura a forma de barrera, intentando parar el ascenso del espadachín de esa forma. Si no tenía ninguna capacidad para mantener el vuelo la gravedad haría el resto, mientras que por otro lado esperé a que este se diese de frente contra mi barrera para volver a manipular el sirope que le había lanzado en mi ataque anterior para que volviese hacia nosotros, con intención de querer atravesarlo por la espalda... O eso al menos era la idea, ya que una vez que formé la barrera no me dio tiempo a pasar al ataque pues una presencia abrumadora consiguió que me temblase hasta el alma antes de caer fulminado sin saber muy bien que pasaba.
Todo estuvo en blanco hasta que una especie de sacudida consiguió despertarme con un sobresalto que hizo que me saltasen todas las alarmas, aunque este duró poco, pues no tardé en ser consciente de que estaba otra vez en el suelo con todo el cuerpo molido y agarrotado por el extraño estremecimiento que había sufrido.
-¿Qué cojones...? - pensé cuando miré a mi alrededor y comprobé que casi todo el mundo estaba como yo, tendidos o abatidos como si un enorme lapsus mental nos hubiese arrasado a todos.... O casi todos, ya que los pesos pesados seguían inmersos en su batalla.
Me dolía todo el cuerpo como hacía mucho que no me pasaba. Quizás solo había estado así durante alguno de mis entrenamientos con Kimura o Taiga, pero la diferencia esta vez es que no era un combate programado donde sabía que no iba a morir, si no que esta vez estaba en mitad de un combate multitudinario donde la mitad me querían muertos. Me obligué a reaccionar, pero el cuerpo no me respondía y flaqueé brevemente hasta que caí en la cuenta que la armadura debía de haberse recargado tras el golpetazo contra el suelo, así que no dudé más y activé la función de Curación que esta portaba. Enseguida comencé a notar sus efectos beneficiosos, relegando mis contusiones a un nivel inferior, y por fin pude ponerme en pie mientras apretaba los dientes.
Deseaba poder quitarme la armadura para poder echar un vistazo a mi maltratado cuerpo, pero como la zona aún era sitio de conflicto tuve que hacer acopio de fuerzas y reprimirme las ganas mientras observaba la zona en busca de Bizvan o del espadachín, al igual que echar un vistazo a los alrededores, ya que en ese lapsus de tiempo que había pasado desde mi caída el terreno se había transformado por completo. Múltiples grietas y un enorme socavón adornaban ahora la isla de roca. Mi preocupación fue en aumento, por lo que me centré en buscar a mi nakama para que hablásemos de que íbamos a hacer.
Gracias al haki, a la distancia y a mis extraordinarios reflejos me dio tiempo a calcular mi defensa, al mismo tiempo que pensaba cual sería mi ofensiva.
Me esperé a que el espadachín estuviese a la distancia justa y plasmé mi haki armadura a forma de barrera, intentando parar el ascenso del espadachín de esa forma. Si no tenía ninguna capacidad para mantener el vuelo la gravedad haría el resto, mientras que por otro lado esperé a que este se diese de frente contra mi barrera para volver a manipular el sirope que le había lanzado en mi ataque anterior para que volviese hacia nosotros, con intención de querer atravesarlo por la espalda... O eso al menos era la idea, ya que una vez que formé la barrera no me dio tiempo a pasar al ataque pues una presencia abrumadora consiguió que me temblase hasta el alma antes de caer fulminado sin saber muy bien que pasaba.
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Todo estuvo en blanco hasta que una especie de sacudida consiguió despertarme con un sobresalto que hizo que me saltasen todas las alarmas, aunque este duró poco, pues no tardé en ser consciente de que estaba otra vez en el suelo con todo el cuerpo molido y agarrotado por el extraño estremecimiento que había sufrido.
-¿Qué cojones...? - pensé cuando miré a mi alrededor y comprobé que casi todo el mundo estaba como yo, tendidos o abatidos como si un enorme lapsus mental nos hubiese arrasado a todos.... O casi todos, ya que los pesos pesados seguían inmersos en su batalla.
Me dolía todo el cuerpo como hacía mucho que no me pasaba. Quizás solo había estado así durante alguno de mis entrenamientos con Kimura o Taiga, pero la diferencia esta vez es que no era un combate programado donde sabía que no iba a morir, si no que esta vez estaba en mitad de un combate multitudinario donde la mitad me querían muertos. Me obligué a reaccionar, pero el cuerpo no me respondía y flaqueé brevemente hasta que caí en la cuenta que la armadura debía de haberse recargado tras el golpetazo contra el suelo, así que no dudé más y activé la función de Curación que esta portaba. Enseguida comencé a notar sus efectos beneficiosos, relegando mis contusiones a un nivel inferior, y por fin pude ponerme en pie mientras apretaba los dientes.
Deseaba poder quitarme la armadura para poder echar un vistazo a mi maltratado cuerpo, pero como la zona aún era sitio de conflicto tuve que hacer acopio de fuerzas y reprimirme las ganas mientras observaba la zona en busca de Bizvan o del espadachín, al igual que echar un vistazo a los alrededores, ya que en ese lapsus de tiempo que había pasado desde mi caída el terreno se había transformado por completo. Múltiples grietas y un enorme socavón adornaban ahora la isla de roca. Mi preocupación fue en aumento, por lo que me centré en buscar a mi nakama para que hablásemos de que íbamos a hacer.
- Resumen:
- Defenderme con una barrera de haki y esperar que la gravedad haga el resto con Spanner, desmayarme por Arri y despertarme por Dexter. Luego ir a buscar a Bizvan
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El pirata se llevó la mano a sus dos machetes, aún envueltos en sus fundas, y tras ello cercó sus dedos índice, pulgar y corazón de la mano derecha sobre su revólver, palpándolo a la par que seguía un ritmo que solo él conocía. También estaba cercana su daga, y atrás tenía las negruzcas cadenas, las cuales hacía semanas que no usaba. El asesino esperaba que no se torciesen mucho las cosas, sobre todo para conservar con vida a aquellos que habían decidido acompañarle y le estaban ayudando en su peculiar misión, aunque fuera de manera indirecta.
Se rascó la calva y la tapó pronto con su atuendo, mirando al infinito y pensando en si había sido buena idea salir del refugio. Al fin y al cabo, pese a haber mirado por la ventana, no había visto nada que le diese una clara ventaja.
Caminó junto a sus compañeros un instante, empleó su vista de ave para intentar divisar algo, y entonces se dió cuenta de lo que ocurría. La gente empezaba a moverse sin rumbo, y un pelotón marine se acercaba hacia ellos desde la lejanía. Parecía que en el centro de la isla había algo que los marines -o al menos los que venían- no podían combatir, por lo que aquél sería el último destino que el pirata visitaría.
“No me pueden ver” Se dijo a sí mismo.
- Chicos, vienen marines y no pueden verme. Debo seguir con mi plan, estaré por aquí -comentó a la par que agarraba su daga y cerraba los ojos-, pero actuad como si no lo estuviera. Cuando llegue el momento volveré a mostrarme.
Entonces sin rostro se volvió invisible, y tras ello, desenfundó y agarró con firmeza su machete espíritu libre, moviéndose entre cinco y diez metros hacia la parte derecha de sus compañeros, notando cómo la temperatura subía al instante gracias a su arma. Observó el rostro de sus amigos, y dió un par de pasos al frente. Cerró los ojos y se concentró hasta tal punto de fundirse mentalmente con su arma.
Realizó un par de movimientos para calentar y, tras ello, lanzó un par de ondas cortantes horizontales con todas sus fuerzas, cuya temperatura era de mil grados. Confiaba en pillar desprevenidos a los marines y, con suerte, que éstos cayesen pronto. Si no surtía mucho efecto, se esperaría a que su machete dejase de estar caliente, lo guardaría y agarraría su revolver, disparando hasta vaciar el cargador. Tras ello, se desplazaría unos cincuenta metros desde su posición ofensiva hacia la parte opuesta al centro de la isla, donde deseaba encontrar algún pirata rezagado. Conocía a varios gracias a su relación con el bajo mundo, pero no sabía si se toparía con alguno digno de llamar la atención, o si sabría reconocerlo. Francamente, empezaba a ver bastante complicado alcanzar su objetivo, aunque no desistiría hasta el final. Aún tenía muchos recursos, y sus ganas no cesarían ante las adversidades, que por otro lado, nunca verían solas.
No dejaría de observar lo que sus compañeros hiciesen, intentando seguir sus movimientos desde la lejanía siempre dispuesto a ayudarles.
Se rascó la calva y la tapó pronto con su atuendo, mirando al infinito y pensando en si había sido buena idea salir del refugio. Al fin y al cabo, pese a haber mirado por la ventana, no había visto nada que le diese una clara ventaja.
Caminó junto a sus compañeros un instante, empleó su vista de ave para intentar divisar algo, y entonces se dió cuenta de lo que ocurría. La gente empezaba a moverse sin rumbo, y un pelotón marine se acercaba hacia ellos desde la lejanía. Parecía que en el centro de la isla había algo que los marines -o al menos los que venían- no podían combatir, por lo que aquél sería el último destino que el pirata visitaría.
“No me pueden ver” Se dijo a sí mismo.
- Chicos, vienen marines y no pueden verme. Debo seguir con mi plan, estaré por aquí -comentó a la par que agarraba su daga y cerraba los ojos-, pero actuad como si no lo estuviera. Cuando llegue el momento volveré a mostrarme.
Entonces sin rostro se volvió invisible, y tras ello, desenfundó y agarró con firmeza su machete espíritu libre, moviéndose entre cinco y diez metros hacia la parte derecha de sus compañeros, notando cómo la temperatura subía al instante gracias a su arma. Observó el rostro de sus amigos, y dió un par de pasos al frente. Cerró los ojos y se concentró hasta tal punto de fundirse mentalmente con su arma.
Realizó un par de movimientos para calentar y, tras ello, lanzó un par de ondas cortantes horizontales con todas sus fuerzas, cuya temperatura era de mil grados. Confiaba en pillar desprevenidos a los marines y, con suerte, que éstos cayesen pronto. Si no surtía mucho efecto, se esperaría a que su machete dejase de estar caliente, lo guardaría y agarraría su revolver, disparando hasta vaciar el cargador. Tras ello, se desplazaría unos cincuenta metros desde su posición ofensiva hacia la parte opuesta al centro de la isla, donde deseaba encontrar algún pirata rezagado. Conocía a varios gracias a su relación con el bajo mundo, pero no sabía si se toparía con alguno digno de llamar la atención, o si sabría reconocerlo. Francamente, empezaba a ver bastante complicado alcanzar su objetivo, aunque no desistiría hasta el final. Aún tenía muchos recursos, y sus ganas no cesarían ante las adversidades, que por otro lado, nunca verían solas.
No dejaría de observar lo que sus compañeros hiciesen, intentando seguir sus movimientos desde la lejanía siempre dispuesto a ayudarles.
- Resumen:
Decidir salir y toparse con el escenario fuera.
Ver un pelotón marine a lo lejos (lo deduzco de la moderación, aunque no digo cuántos por si las moscas) y volverse invisible gracias a su daga.
Realizar una onda cortante horizontal de mil grados en dirección a los marines y si no tiene mucho efecto, vaciar el cargador del revólver. Tras ello alejarse cincuenta metros desde la posición en la que realizó el ataque y seguir observando a sus compañeros a la par que busca algún objetivo digno para lograr su objetivo de postularse como shichibukai.
Rylanor
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Al momento notó un nuevo pinchazo de dolor recorrer todo su brazo derecho hasta la espalda, pero no fue eso lo que causó que su rostro se contrajera en una mueca. Frente a él el coloso de metal se alzaba intacto, sin una sola marca. ¿Cómo era posible? Aquel golpe tenía fuerza suficiente para destrozar... a saber qué, nunca había sido tan cafre como para probar su poder. Entonces escuchó un "ploff" y vio algo alargado sumergiéndose en las aguas entre las piernas del gigante, y este empezó a hundirse. El marine dio un suspiro de alivio y se secó el sudor de la frente, ignorando los chillidos de desesperación del tontatta. ¿Debería rematarlo? ¿Dejarlo inconsciente y llevárselo consigo? No... ahora la prioridad eran Silver y Kazuo. Buscó con la mirada el barco, pero este ya había desaparecido bajo las olas. Un destello rojo atrajo su atención y se fijó que en el hielo, a unas decenas de metros, reposaban la Iron Kai y la armadura del teniente. Se dirigió de inmediato hacia allí, aterrizando entre ambos con una mirada seria.
- Iron Kai, a mí. Modo coraza.
La armadura comenzó a desacoplarse del cuerpo del recluta y se dirigió al Vicealmirante, colocándose en torno a su torso. Acto seguido se aproximó a Kazuo y lo observó por unos instantes. Entonces negó con la cabeza, suspirando, y le cruzó la cara de una bofetada digna del más okama de los okamas.
- Brigadier, quedas degradado de nuevo a recluta. Desaparece de mi vista. Ve a buscar un lugar seguro y espera a que la batalla termine.
Acto seguido se giró hacia Silver. Si este no lograba evitarlo a tiempo, le quitaría el casco en un rápido movimiento y le cruzaría la cara con tres bofetadas seguidas, similares a las que le había dado a Kazuo pero con más saña. Acto seguido lo abrazaría con fuerza.
- Eres un imbécil, Jack. ¿Por qué carajo no hiciste nada? ¿Tienes idea de lo preocupado que he estado? - se apartó de él, con una mirada entre paternal y decepcionada - Tienes suerte de que esté demasiado aliviado como para enfadarme, porque te juro que si no te degradaría tan rápido que no te daría tiempo a protestar.
Le apoyó la mano en el hombro con una gran sonrisa.
- Me alegro de que sigas vivo.
Entonces su den den mushi comenzó a sonar, cortando el bonito momento. ¿Quién sería en mitad de la guerra? ¿Órdenes de los altos mandos? Ya era hora de ser el caso, porque de haberse mantenido a la espera como le dijeron seguiría mirando al aire desde la cabina del Flying Kai. Se sacó el pequeño animal del bolsillo del pantalón y descolgó. De fondo sobre la isla había destellos azules y rojos, y el sonido de truenos resonaba desde el lugar.
- Aquí Kai - frunció el ceño al escuchar la respuesta - Estaría bien que dijeras dónde es "aquí", pero viendo todo ese espectáculo de luces de discoteca... me hago una idea. Estaré en un momento.
Colgó y se guardó el DDM, girándose hacia Silver con una mirada repentinamente seria:
- Bien, no hay tiempo para más charlas. Me voy al centro de esta maldita locura. ¿Te vienes?
En caso de que la respuesta fuera afirmativa, se agacharía para que se subiera a su espalda y despegaría con su Red Burster. En caso de que dijera que no, se iría sin él. Por otro lado, si lo veía dudar demasiado se lo intentaría cargar al hombro sin preguntar y echaría a volar. En cualquier caso, se dirigió directo a la plaza volando tan raudo como pudo, sobrevolando los cañones navales, las ruinosas estructuras de la base marine y finalmente la plaza. Voló algo más bajo al aproximarse a esta para no verse metido accidentalmente en el enfrentamiento entre el pájaro de fuego y el dragón, observando la plaza. Marines replegándose, un montón de estatuas de soldados, Arribor Neus a punto de ser destrozado por la encarnación de la Ira (tuvo un escalofrío al ver el rostro de Arthur), marines y piratas luchando por todo el lugar, una masa de cadáveres animados, su avión en una esquina... y finalmente lo vio. Aterrizó directamente a su lado, mirándolo a los ojos con seriedad.
- Al - no supo qué más decir. Era su primer encuentro desde que lo había expulsado de Kiritsu.
Entonces otra cosa atrajo su atención. Sus labios se contrajeron en una fina línea mientras apretaba sus puños. Estaba demacrado tras los dos años de encierro en Impel Down, pero aún así era totalmente reconocible. Mil sentimientos se agolparon en su pecho, mientras decenas de preguntas se le venían a su mente. Durante unos segundos se limitó a mirar a los ojos de su padre, con un gesto acusador. Sin embargo, al final le dio la espalda y se giró hacia la plaza.
- Toca sacar la basura - dijo, crujiéndose los nudillos - ¿Por dónde empezamos?
- Iron Kai, a mí. Modo coraza.
La armadura comenzó a desacoplarse del cuerpo del recluta y se dirigió al Vicealmirante, colocándose en torno a su torso. Acto seguido se aproximó a Kazuo y lo observó por unos instantes. Entonces negó con la cabeza, suspirando, y le cruzó la cara de una bofetada digna del más okama de los okamas.
- Brigadier, quedas degradado de nuevo a recluta. Desaparece de mi vista. Ve a buscar un lugar seguro y espera a que la batalla termine.
Acto seguido se giró hacia Silver. Si este no lograba evitarlo a tiempo, le quitaría el casco en un rápido movimiento y le cruzaría la cara con tres bofetadas seguidas, similares a las que le había dado a Kazuo pero con más saña. Acto seguido lo abrazaría con fuerza.
- Eres un imbécil, Jack. ¿Por qué carajo no hiciste nada? ¿Tienes idea de lo preocupado que he estado? - se apartó de él, con una mirada entre paternal y decepcionada - Tienes suerte de que esté demasiado aliviado como para enfadarme, porque te juro que si no te degradaría tan rápido que no te daría tiempo a protestar.
Le apoyó la mano en el hombro con una gran sonrisa.
- Me alegro de que sigas vivo.
Entonces su den den mushi comenzó a sonar, cortando el bonito momento. ¿Quién sería en mitad de la guerra? ¿Órdenes de los altos mandos? Ya era hora de ser el caso, porque de haberse mantenido a la espera como le dijeron seguiría mirando al aire desde la cabina del Flying Kai. Se sacó el pequeño animal del bolsillo del pantalón y descolgó. De fondo sobre la isla había destellos azules y rojos, y el sonido de truenos resonaba desde el lugar.
- Aquí Kai - frunció el ceño al escuchar la respuesta - Estaría bien que dijeras dónde es "aquí", pero viendo todo ese espectáculo de luces de discoteca... me hago una idea. Estaré en un momento.
Colgó y se guardó el DDM, girándose hacia Silver con una mirada repentinamente seria:
- Bien, no hay tiempo para más charlas. Me voy al centro de esta maldita locura. ¿Te vienes?
En caso de que la respuesta fuera afirmativa, se agacharía para que se subiera a su espalda y despegaría con su Red Burster. En caso de que dijera que no, se iría sin él. Por otro lado, si lo veía dudar demasiado se lo intentaría cargar al hombro sin preguntar y echaría a volar. En cualquier caso, se dirigió directo a la plaza volando tan raudo como pudo, sobrevolando los cañones navales, las ruinosas estructuras de la base marine y finalmente la plaza. Voló algo más bajo al aproximarse a esta para no verse metido accidentalmente en el enfrentamiento entre el pájaro de fuego y el dragón, observando la plaza. Marines replegándose, un montón de estatuas de soldados, Arribor Neus a punto de ser destrozado por la encarnación de la Ira (tuvo un escalofrío al ver el rostro de Arthur), marines y piratas luchando por todo el lugar, una masa de cadáveres animados, su avión en una esquina... y finalmente lo vio. Aterrizó directamente a su lado, mirándolo a los ojos con seriedad.
- Al - no supo qué más decir. Era su primer encuentro desde que lo había expulsado de Kiritsu.
Entonces otra cosa atrajo su atención. Sus labios se contrajeron en una fina línea mientras apretaba sus puños. Estaba demacrado tras los dos años de encierro en Impel Down, pero aún así era totalmente reconocible. Mil sentimientos se agolparon en su pecho, mientras decenas de preguntas se le venían a su mente. Durante unos segundos se limitó a mirar a los ojos de su padre, con un gesto acusador. Sin embargo, al final le dio la espalda y se giró hacia la plaza.
- Toca sacar la basura - dijo, crujiéndose los nudillos - ¿Por dónde empezamos?
- resumen:
- - Dejar al tontatta a su suerte e ir a "encargarme" de Silver y Kazuo.
- En caso de que Silver acepte, me lo llevo volando conmigo a la plaza.
- Me sitúo junto a Al y le saludo.
Katharina von Steinhell
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Su ejército de no muertos tenía órdenes muy claras: acatar las instrucciones de los Caballeros de Katharina y, por sobre todas las cosas, proteger a la nigromante. Algunos de ellos se mostraron reacios a la voluntad de la bruja, sobre todo algunos marines que no quedaron satisfechos con el discurso anunciado anteriormente. Sin embargo, poco y nada le importaba. No necesitaba motivarlos, sino darles órdenes precisas, solo no quería ser cruel con ellos. Quería dejar de ser tan dura con los demás y con ella misma, pero si la gente no colabora, pues toca lo que hay. El único que obedecía sin cuestionar absolutamente nada era Bobby-chan, el monstruo compuesto de cadáveres y cinco metros de alto. Sus ojos inexpresivos observaban con curiosidad a los muertos de su alrededor, llevándolo a coger uno y echárselo a lo que se suponía que era una boca. Típico de Bobby... Siempre tan hambriento. Cuando lo creó por primera vez fue como ver a su propio hijo, ¿qué importaba si solo era un montón de cadáveres? Para los demás sería demasiado... turbio mirar como hijo a algo así, pero no se detenían a pensar como la bruja.
—Bobby-chan, muéstrales qué pasa si me cuestionan o intentan conspirar contra mí o alguno de mis amigos —le ordenó a la criatura. La Aberración la miró torpemente, como si no entendiese a lo que se refería por lo que tuvo que hacer un gesto demasiado textual, y solo así el rostro del monstruo se iluminó. Bobby cogió un cadaver y con todas sus fuerzas lo partió por la mitad, para luego echarse las partes a la boca—. Lo de comérselos es demasiado... A lo que me refiero es que siquiera piensan en rebelarse, me encargaré de eliminar toda la bondad que hay en mí y sufrirán.
Antes de llegar a donde estaban sus compañeros, una voz extraordinariamente fuerte le llamó la atención. Posó la mirada en el hombre de cabello rubio y gafas, quien estaba junto a un prisionero. Así que él era Legim, ¿eh? Mucha gente estaba muriendo por intentar rescatar a un pedazo de mierda, pero algunos solo se mantenían en pie para dejarle claro al Gobierno Mundial que no podía hacer lo que quisiera. Lo normal hubiese sido huir junto a los demás marines, pues algo grande se aproximaba. No había que ser demasiado inteligente para darse cuenta que ese hombre no era un simple soldado... Y ahora no solo era él, sino que llegó otro a hacerle compañía. Katharina apretó el puño, pues las cosas se pondrían realmente feas. Si su capitán quería que el mundo lo reconociese como un gran pirata, ¿por qué no solo atacó a otro Yonkou y ya? ¿Por qué no esperó a que eso se diese espontáneamente? Igual ya no sacaba nada cuestionando el actuar del pelirrojo.
—No se acerquen a Bobby-chan —les dijo a sus compañeros cuando ella se detuvo cerca del grandulón—. Marc, ¿puedes hacerme un resumen de lo que ha ocurrido aquí?
—Bobby-chan, muéstrales qué pasa si me cuestionan o intentan conspirar contra mí o alguno de mis amigos —le ordenó a la criatura. La Aberración la miró torpemente, como si no entendiese a lo que se refería por lo que tuvo que hacer un gesto demasiado textual, y solo así el rostro del monstruo se iluminó. Bobby cogió un cadaver y con todas sus fuerzas lo partió por la mitad, para luego echarse las partes a la boca—. Lo de comérselos es demasiado... A lo que me refiero es que siquiera piensan en rebelarse, me encargaré de eliminar toda la bondad que hay en mí y sufrirán.
Antes de llegar a donde estaban sus compañeros, una voz extraordinariamente fuerte le llamó la atención. Posó la mirada en el hombre de cabello rubio y gafas, quien estaba junto a un prisionero. Así que él era Legim, ¿eh? Mucha gente estaba muriendo por intentar rescatar a un pedazo de mierda, pero algunos solo se mantenían en pie para dejarle claro al Gobierno Mundial que no podía hacer lo que quisiera. Lo normal hubiese sido huir junto a los demás marines, pues algo grande se aproximaba. No había que ser demasiado inteligente para darse cuenta que ese hombre no era un simple soldado... Y ahora no solo era él, sino que llegó otro a hacerle compañía. Katharina apretó el puño, pues las cosas se pondrían realmente feas. Si su capitán quería que el mundo lo reconociese como un gran pirata, ¿por qué no solo atacó a otro Yonkou y ya? ¿Por qué no esperó a que eso se diese espontáneamente? Igual ya no sacaba nada cuestionando el actuar del pelirrojo.
—No se acerquen a Bobby-chan —les dijo a sus compañeros cuando ella se detuvo cerca del grandulón—. Marc, ¿puedes hacerme un resumen de lo que ha ocurrido aquí?
- Resumen:
- Darle órdenes a mi ejército y pedirle un resumen de lo sucedido a Marc.
Lily Morgan
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La estructura de los cañones, pese a su gran envergadura, no parece haber sufrido daños importantes. Por si acaso no es mal momento para revisar que los cañones no se hayan destrincado con su uso y reforzar sus aparejos si es necesario. Todo indica que el verdadero daño parece afectar la plataforma rotativa y con ello, la torreta queda inutilizada de su función. Antes de dirigirme hacia la casamata, informo a uno de mis superiores del peligroso hallazgo acontecido en el navío del que procedo.
–S-señor, es importante que alerte al resto de la tripulación sobre una posible infiltración enemiga en la flota. Al último navío que he revisado le habían cortado el sistema de dirección y no podrá ser reparado hasta llegar a puerto. También sería bueno reforzar los lugares que podrían ser especialmente vulnerables a un posible sabotaje: como la sala de máquinas, la caldera, el polvorín…
Realizo la despedida formal correspondiente dejando al cargo de las medidas pertinentes a mi superior. Debajo de la casamata una gran masa de metal está atascando la maquinaria, impidiendo que los rodamientos puedan hacer su trabajo. Me muerdo el labio inferior aventurando que este no es el mayor de los problemas, si no su cercanía con la santabárbara. Más que nunca tenemos que trabajar todos coordinados para que esto salga bien. En primer lugar, engrasamos la masa de metal para que resulte más fácil descompactarla y que vayan saliendo restos. Luego nos dividimos en dos grupos de trabajo; unos se encargarán de hacer palanca con un rascador y los segundos harán que la maquinaria gire en sentido contrario para ejercer mayor presión. Una vez conseguido esto, en último lugar pasaremos un cepillo para quitar todas las partículas de suciedad restantes y que no intercedan con la maquinaria.
–S-señor, es importante que alerte al resto de la tripulación sobre una posible infiltración enemiga en la flota. Al último navío que he revisado le habían cortado el sistema de dirección y no podrá ser reparado hasta llegar a puerto. También sería bueno reforzar los lugares que podrían ser especialmente vulnerables a un posible sabotaje: como la sala de máquinas, la caldera, el polvorín…
Realizo la despedida formal correspondiente dejando al cargo de las medidas pertinentes a mi superior. Debajo de la casamata una gran masa de metal está atascando la maquinaria, impidiendo que los rodamientos puedan hacer su trabajo. Me muerdo el labio inferior aventurando que este no es el mayor de los problemas, si no su cercanía con la santabárbara. Más que nunca tenemos que trabajar todos coordinados para que esto salga bien. En primer lugar, engrasamos la masa de metal para que resulte más fácil descompactarla y que vayan saliendo restos. Luego nos dividimos en dos grupos de trabajo; unos se encargarán de hacer palanca con un rascador y los segundos harán que la maquinaria gire en sentido contrario para ejercer mayor presión. Una vez conseguido esto, en último lugar pasaremos un cepillo para quitar todas las partículas de suciedad restantes y que no intercedan con la maquinaria.
- Resumen:
- -Avisar a un superior sobre otros sabotajes sufridos en la flota
-Solicitar que refuerce las zonas vulnerables (sala de máquinas, caldera y polvorín)
-Bricomanía torretil (?). Engrasar y hacer palanca para que se descomprima la gran masa de metal en fragmentos, para poder retirarlos y limpiar la maquinaria.
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