Eric Zor-El
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No podía creerlo. El intento del shandiano para reducir al gigante de metal no había servido para nada. Pese a todos sus intentos para derrotarlo no pudo hacerlo. Era débil. Por primera vez en muchos se sentía un inútil, una persona que de nuevo no era capaz de salvar a su gente. Y de nuevo un disparo, cuya potencia le ensordeció durante un instante. Escuchando un sonido muy agudo en sus tímpanos que le molestaron.
Su compañera agente había caído al suelo, desangrándose lentamente y volviendo a su forma humana lentamente. Ella no había sido una persona que le cayera muy bien, pero ninguna mujer debía morir en la guerra; o ese era su pensamiento. Y su primer y único amigo desde que llegó al mar azul, pese a estar vivo, tampoco había salido muy bien parado. Tenía el brazo pendiente de un tendón que había aguantado el impacto de aquel extraño proyectil, pero estaba completamente destrozado. De su hombro brotaba sangre a borbotones y todo había sido por su culpa, por no ser lo suficientemente fuerte. Él era un Zor-El, un guerrero de nacimiento, y no había podido hacer nada para detener a aquel ser.
Estaba impactado, inmóvil en mitad de aquel barco mientras el gigante se acercaba a sus compañeros a paso lento, y fue entonces cuando su mente evocó el más triste y desagradable de sus recuerdos: la exterminación de la mitad de su pueblo por parte de unos hombres del mar azul que llevaban una calavera roja sobre un fondo negro por bandera. Sangre, llantos, mujeres forzadas… Eric comenzó a hiperventilar, respirando cada vez más rápido y entonces, sacando toda la fuerza que tenía en su interior, gritó con fuerza. Aquel chillido le calmó un ápice y comenzó a correr, sobre pasando al robot y colocándose entre sus amigos y él.
-¡Ya basta! –dijo, mirando a lo que debían ser los ojos de aquel coloso-. No más muerte. No más daño. Nos iremos de aquí y no volverás a saber de nosotros por ahora –dijo para sus adentros-. Tienes mi palabra.
Una vez dijo aquello, esperaría a un acto de buena fe del robot para coger a Dretch y Kaori y aprovechar que el barco estaba escorado hacia un lado para saltar a otro barco, o bien al hielo si estuviera cerca. En caso contrario, únicamente cogería el cuerpo de Dretch y haría lo mismo, buscar una salida de allí a toda pastilla.
Su compañera agente había caído al suelo, desangrándose lentamente y volviendo a su forma humana lentamente. Ella no había sido una persona que le cayera muy bien, pero ninguna mujer debía morir en la guerra; o ese era su pensamiento. Y su primer y único amigo desde que llegó al mar azul, pese a estar vivo, tampoco había salido muy bien parado. Tenía el brazo pendiente de un tendón que había aguantado el impacto de aquel extraño proyectil, pero estaba completamente destrozado. De su hombro brotaba sangre a borbotones y todo había sido por su culpa, por no ser lo suficientemente fuerte. Él era un Zor-El, un guerrero de nacimiento, y no había podido hacer nada para detener a aquel ser.
Estaba impactado, inmóvil en mitad de aquel barco mientras el gigante se acercaba a sus compañeros a paso lento, y fue entonces cuando su mente evocó el más triste y desagradable de sus recuerdos: la exterminación de la mitad de su pueblo por parte de unos hombres del mar azul que llevaban una calavera roja sobre un fondo negro por bandera. Sangre, llantos, mujeres forzadas… Eric comenzó a hiperventilar, respirando cada vez más rápido y entonces, sacando toda la fuerza que tenía en su interior, gritó con fuerza. Aquel chillido le calmó un ápice y comenzó a correr, sobre pasando al robot y colocándose entre sus amigos y él.
-¡Ya basta! –dijo, mirando a lo que debían ser los ojos de aquel coloso-. No más muerte. No más daño. Nos iremos de aquí y no volverás a saber de nosotros por ahora –dijo para sus adentros-. Tienes mi palabra.
Una vez dijo aquello, esperaría a un acto de buena fe del robot para coger a Dretch y Kaori y aprovechar que el barco estaba escorado hacia un lado para saltar a otro barco, o bien al hielo si estuviera cerca. En caso contrario, únicamente cogería el cuerpo de Dretch y haría lo mismo, buscar una salida de allí a toda pastilla.
- Resumen:
- Narrar todo + recordar parte de su pasado + intentar despertar el haki del rey, por cosas del momento y tal (lo tengo como predilecto en la ficha) + decirle al robot que nos iremos que nos deje en paz, en el caso de que acceda coger el cuerpo de los dos. En el caso de que pase de nosotros, coger solo el de Dretch e irme pitando de allí
Una buena cantidad de marines aparecieron en la cubierta de aquel amplio navío, apuntándole tanto a él como a sus compañeros con rifles y armas de todo tipo. Aquella era una situación a la que estaba acostumbrado, fuera donde fuere siempre había alguna multitud que acaba apuntándole a la cabeza, ¿por qué? Unos porque le consideraban un criminal, otros porque no les gustaba que el pelirrojo se acercaran a sus hijas, ni a sus mujeres, ni a sus madres y, en algunas ocasiones, tampoco a sus abuelas. Así que, pese a todo, Zane estaba muy tranquilo, quizás demasiado. La situación era tensa, como si ninguno de los dos bandos quisiera comenzar una batalla sobre aquel barco, pero entonces apareció un hombre de avanzada edad, vestido con una gabardina y un traje oscuro. Su cabello era blanco como la nieve y tenía una perilla muy molona. Sin embargo, lo que verdaderamente llamó la atención del anciano era la hermosa katana que llevaba amarrada a su cinto. Su funda era un blanco impoluto y tenía decorados en azul zafiro. Su tsuka estaba recubierto por una fina tela de color azul que resaltaba el tsuba que separaba el mango de la hoja, que estaba cubierta por esa hermosa vaina.
Bonita espada
-Así que usted es el jefe de esta panda –dijo Zane, mirando los ojos del viejo. Hacía mucho que no veía una mirada así, tan fría y estremecedora, era muy parecida a la de su abuelo cuando estaba enfadado; y eso no le gustaba-. Sí, bueno, pero también se supone que debíais ajusticiar a Legim y sigue vivo.
Y aquellas fueron las únicas palabras que pudo decir el pelirrojo, pues el anciano, haciendo gala de una velocidad increíble para alguien de su edad, se aproximó hacia él trazando un tajo vertical ascendente.
Es rápido –se dijo para sus adentros, observando los movimientos de su contrincante, mientras se echaba velozmente hacia un lado, esquivando el golpe y dando un pequeño salto hacia atrás, al mismo tiempo que hacía retroceder las alas que tenía en la espalda.
-Un espadachín que se precie nunca ataca a traición, señor… -le recriminó, haciendo una reverencia, esperando que dijera su nombre-. Como bien sabrás, yo soy Zane D. Kenshin, de los D. Kenshin de Wano, uno de tantos espadachines de una larga generación de samuráis. Y acepto su reto.
Zane no solía ser muy educado con la gente, pero sí lo era con los espadachines y aún más con los espadachines entrados en años. Aquel señor le recordaba a su abuelo. Una persona seria y con cara de tener muy mala uva, pero que al mismo tiempo era respetado por los suyos. Solo había que mirar la cara de los marines que estaban a su alrededor para saber que era una persona respetada.
-¡Chicos! –alzó la voz-. Vosotros encargaos de los marines, entretanto yo me encargaré del anciano. ¿Entendido? Si la cosa se pone fea, ya sabéis que tenéis que hacer.
Dicho aquello, Zane se abalanzó sobre el espadachín de cabellos níveos trazando una diagonal descendente sobre el anciano con su zurda, para justo después intentar darle una estocada con la sobrante. Tras ello, comenzaría a dar una serie de golpes consecutivos a distintas alturas para probar cuan veloz y hábil era aquel hombre. Su idea no era darle golpes mortales ni mucho menos, sino que quería saber a que clase de rival se estaba enfrentando.
Bonita espada
-Así que usted es el jefe de esta panda –dijo Zane, mirando los ojos del viejo. Hacía mucho que no veía una mirada así, tan fría y estremecedora, era muy parecida a la de su abuelo cuando estaba enfadado; y eso no le gustaba-. Sí, bueno, pero también se supone que debíais ajusticiar a Legim y sigue vivo.
Y aquellas fueron las únicas palabras que pudo decir el pelirrojo, pues el anciano, haciendo gala de una velocidad increíble para alguien de su edad, se aproximó hacia él trazando un tajo vertical ascendente.
Es rápido –se dijo para sus adentros, observando los movimientos de su contrincante, mientras se echaba velozmente hacia un lado, esquivando el golpe y dando un pequeño salto hacia atrás, al mismo tiempo que hacía retroceder las alas que tenía en la espalda.
-Un espadachín que se precie nunca ataca a traición, señor… -le recriminó, haciendo una reverencia, esperando que dijera su nombre-. Como bien sabrás, yo soy Zane D. Kenshin, de los D. Kenshin de Wano, uno de tantos espadachines de una larga generación de samuráis. Y acepto su reto.
Zane no solía ser muy educado con la gente, pero sí lo era con los espadachines y aún más con los espadachines entrados en años. Aquel señor le recordaba a su abuelo. Una persona seria y con cara de tener muy mala uva, pero que al mismo tiempo era respetado por los suyos. Solo había que mirar la cara de los marines que estaban a su alrededor para saber que era una persona respetada.
-¡Chicos! –alzó la voz-. Vosotros encargaos de los marines, entretanto yo me encargaré del anciano. ¿Entendido? Si la cosa se pone fea, ya sabéis que tenéis que hacer.
Dicho aquello, Zane se abalanzó sobre el espadachín de cabellos níveos trazando una diagonal descendente sobre el anciano con su zurda, para justo después intentar darle una estocada con la sobrante. Tras ello, comenzaría a dar una serie de golpes consecutivos a distintas alturas para probar cuan veloz y hábil era aquel hombre. Su idea no era darle golpes mortales ni mucho menos, sino que quería saber a que clase de rival se estaba enfrentando.
- Resumen:
- Hablar con el anciano, esquivarlo aprovechando mis reflejos (tier 10 y x2 de pasivos) y velocidad (Tier 4 y x2 de pasivos) + atacarle haciendo una combinación de goles para medirlo.
PD: Tengo el Musondo activado desde el turno anterior.
Munsondo: Zane transmite espiritual a sus espadas, las cuales se recubren y empiezan a emitir un color blanquecino, aumentando el poder de destrucción al atacar y la resistencia a la hora de bloquear golpes.
El rubio apenas había comenzado a ejecutar su ofensiva cuando se dio cuenta de que allí no había nadie para recibirla. ¿Qué demonios sucedía? Los alrededores aún danzaban ante sus ojos como consecuencia del cabezazo que había recibido, pero sus movimientos eran guiados por instinto y experiencia. ¿Adónde demonios había ido el marine?
Se detuvo justo después de realizar el primer corte, esperando algún tipo de ágil ataque como los que el uniformado había estado ejecutando hasta entonces. Nada de eso sucedió, así que rastreo el área en busca de su oponente. Y allí estaba. Caía, al parecer inconsciente, en dirección al hielo que había cubierto la superficie del mar hacía ya... ¿Cuánto llevaban combatiendo? No tenía la menor idea.
Habían luchado a una altura considerable. ¿Podría alguien sobrevivir a semejante caída, más aún encontrándose desmayado? Más importante todavía, ¿debía preocuparse por lo que sucediera con aquel tipo? De haberle derrotado, con toda seguridad habría acabado con su vida o le habría encerrado en uno de los calabozos de los que tan mal le habían hablado.
Sus consideraciones apenas duraron unos instantes. "H" ni siquiera tuvo que intervenir para asesorarle acerca de qué era lo correcto. No, la respuesta se materializó en su mente con toda claridad. Un sinfín de pensamientos comenzaron a fluir atropelladamente en su conciencia mientras, tras hacer una breve pirueta, se precipitaba al vacío en picado y con las alas plegadas.
El marine le había dado el combate más reñido y excitante que recordaba y, lo más importante, había sido un enfrentamiento justo, cara a cara y sin trucos. Esa actitud distaba mucho de la que estaba acostumbrado a presenciar por parte de la Marina. Si aquello no merecía todos sus respetos... No, si ese hombre no era digno de su respeto y consideración, ¿quién lo era?
El rubio alcanzó al uniformado y, acto seguido, desplegó sus alas para remontar el vuelo. Quedó suspendido a una altura considerable, haciendo uso de la agudeza visual que le confería "H" para observar los alrededores. La batalla continuaba, aunque las líneas no se encontraban tan bien dibujadas como cuando su lucha había dado comienzo. El hielo seguía imperando en la superficie del mar, y los barcos que no habían sido destruidos ya seguían en pleno conflicto.
Tras localizar un navío con la inconfundible insignia de los perros al servicio de los Tenryuubitos, creó una poderosa corriente de viento y se impulsó hacia él. En el tiempo que duró su corto viaje se planteó si debía decir algo con respecto al marine que estaba a punto de dejar, pero enseguida lo descartó. Cualquiera podría hacerse una idea de cómo había transcurrido todo sólo con ver el estado en el que él mismo se encontraba.
Una vez se encontró lo suficientemente cerca de la nave, se colocó sobre ella y trazó un par de círculos antes de decidirse. Esperaba que lo fugaz de su aparición y la batalla en la que se encontraban inmersos impidiese a los tripulantes reaccionar a tiempo. No obstante, permanecería alerta por si acaso.
Una vez más, plegó sus alas y creó una corriente de viento que le impulsase hacia abajo con toda la velocidad posible. Apenas faltaban unos metros cuando las extendió de nuevo, frenando en seco y creando en el proceso unas violentas ráfagas de aire que se expandieron como un círculo en torno a él. ¿Sería aquello suficiente para permitirle huir sin dar opción a que le pusiesen la mano encima? Esperaba que sí.
Buscando permanecer en la cubierta el mínimo tiempo posible, dejó al marine y aleteó con potencia una única vez para dirigirse de nuevo hacia los cielos, tratando de alejarse cuanto antes de la zona. Sus intereses no estaban allí, no. Se encontraban con el resto de los Arashi, con Annie. ¿Dónde estarían? ¿Se encontrarían bien? Esperaba que sí... No, sabía que sí. Sabían cuidarse perfectamente.
Como si alguien le hubiese transmitido sus pensamientos a su capitán, el caracol que tanto se parecía a él comenzó a sonar y vibrar. Therax no tardó en responder, y al escuchar las palabras del pelirrojo no le cupo la menor duda de lo que debía hacer. Se disponía a preguntarle cómo podía encontrarle, pero cuando despegó los labios ya había cortado la comunicación. ¿Acaso se pensaba que era vidente, o qué?
Dedicó unos instantes a analizar la situación, contemplando durante un segundo el "Rosamel Forrito". Allí no parecía haber nadie, al menos que él pudiera distinguir desde donde se encontraba. En consecuencia, dirigió su atención a la masa de roca que, por un motivo o por otro, era el objetivo final de cuantos se habían reunido allí.
No obstante, no lucía igual que antes. El espadachín se propulsó rumbo a tierra firme, y conforme la distancia se reducía podía apreciar con más detalle lo que había acontecido. Vegetación por doquier, la cual no había distinguido en ningún momento con anterioridad. ¿De dónde demonios habría salido? Además, se podían apreciar múltiples zonas donde el fuego había arrasado con el verde, dejando un rastro evidente de que allí había habido de todo menos paz.
Fuera como fuere, lo más llamativo no se encontraba allí. Había una limitada extensión de terreno, la cual parecía haber sido destruida milímetro a milímetro por un monstruo -o más de uno-. Quieto a muchos metros de altura, se preguntó dónde podrían encontrarse los demás. ¿Qué era lo más sensato? Tal vez permanecer juntos y... No, pensar de ese modo no tenía mucho sentido. Zane habría llevado a cabo la estrategia más imprudente y temeraria que se le pudiera ocurrir, lo que hacía de la plaza -o lo que quedaba de ella- el lugar idóneo para comenzar su búsqueda.
Descendió un poco para situarse más cerca del suelo y, aún suspendido en las alturas, se esforzó por identificar las presencias que había en la zona en busca de las de sus compañeros. En caso de encontrar la de Zane, no se lo pensaría y acudiría donde estuviera. No era habitual que su capitán demandase ayuda, por lo que la situación debía haberse complicado mucho más de lo habitual. Si no encontrase le encontrase, continuaría buscándole por las zonas más destruidas en base a su razonamiento anterior.
Se detuvo justo después de realizar el primer corte, esperando algún tipo de ágil ataque como los que el uniformado había estado ejecutando hasta entonces. Nada de eso sucedió, así que rastreo el área en busca de su oponente. Y allí estaba. Caía, al parecer inconsciente, en dirección al hielo que había cubierto la superficie del mar hacía ya... ¿Cuánto llevaban combatiendo? No tenía la menor idea.
Habían luchado a una altura considerable. ¿Podría alguien sobrevivir a semejante caída, más aún encontrándose desmayado? Más importante todavía, ¿debía preocuparse por lo que sucediera con aquel tipo? De haberle derrotado, con toda seguridad habría acabado con su vida o le habría encerrado en uno de los calabozos de los que tan mal le habían hablado.
Sus consideraciones apenas duraron unos instantes. "H" ni siquiera tuvo que intervenir para asesorarle acerca de qué era lo correcto. No, la respuesta se materializó en su mente con toda claridad. Un sinfín de pensamientos comenzaron a fluir atropelladamente en su conciencia mientras, tras hacer una breve pirueta, se precipitaba al vacío en picado y con las alas plegadas.
El marine le había dado el combate más reñido y excitante que recordaba y, lo más importante, había sido un enfrentamiento justo, cara a cara y sin trucos. Esa actitud distaba mucho de la que estaba acostumbrado a presenciar por parte de la Marina. Si aquello no merecía todos sus respetos... No, si ese hombre no era digno de su respeto y consideración, ¿quién lo era?
El rubio alcanzó al uniformado y, acto seguido, desplegó sus alas para remontar el vuelo. Quedó suspendido a una altura considerable, haciendo uso de la agudeza visual que le confería "H" para observar los alrededores. La batalla continuaba, aunque las líneas no se encontraban tan bien dibujadas como cuando su lucha había dado comienzo. El hielo seguía imperando en la superficie del mar, y los barcos que no habían sido destruidos ya seguían en pleno conflicto.
Tras localizar un navío con la inconfundible insignia de los perros al servicio de los Tenryuubitos, creó una poderosa corriente de viento y se impulsó hacia él. En el tiempo que duró su corto viaje se planteó si debía decir algo con respecto al marine que estaba a punto de dejar, pero enseguida lo descartó. Cualquiera podría hacerse una idea de cómo había transcurrido todo sólo con ver el estado en el que él mismo se encontraba.
Una vez se encontró lo suficientemente cerca de la nave, se colocó sobre ella y trazó un par de círculos antes de decidirse. Esperaba que lo fugaz de su aparición y la batalla en la que se encontraban inmersos impidiese a los tripulantes reaccionar a tiempo. No obstante, permanecería alerta por si acaso.
Una vez más, plegó sus alas y creó una corriente de viento que le impulsase hacia abajo con toda la velocidad posible. Apenas faltaban unos metros cuando las extendió de nuevo, frenando en seco y creando en el proceso unas violentas ráfagas de aire que se expandieron como un círculo en torno a él. ¿Sería aquello suficiente para permitirle huir sin dar opción a que le pusiesen la mano encima? Esperaba que sí.
Buscando permanecer en la cubierta el mínimo tiempo posible, dejó al marine y aleteó con potencia una única vez para dirigirse de nuevo hacia los cielos, tratando de alejarse cuanto antes de la zona. Sus intereses no estaban allí, no. Se encontraban con el resto de los Arashi, con Annie. ¿Dónde estarían? ¿Se encontrarían bien? Esperaba que sí... No, sabía que sí. Sabían cuidarse perfectamente.
Como si alguien le hubiese transmitido sus pensamientos a su capitán, el caracol que tanto se parecía a él comenzó a sonar y vibrar. Therax no tardó en responder, y al escuchar las palabras del pelirrojo no le cupo la menor duda de lo que debía hacer. Se disponía a preguntarle cómo podía encontrarle, pero cuando despegó los labios ya había cortado la comunicación. ¿Acaso se pensaba que era vidente, o qué?
Dedicó unos instantes a analizar la situación, contemplando durante un segundo el "Rosamel Forrito". Allí no parecía haber nadie, al menos que él pudiera distinguir desde donde se encontraba. En consecuencia, dirigió su atención a la masa de roca que, por un motivo o por otro, era el objetivo final de cuantos se habían reunido allí.
No obstante, no lucía igual que antes. El espadachín se propulsó rumbo a tierra firme, y conforme la distancia se reducía podía apreciar con más detalle lo que había acontecido. Vegetación por doquier, la cual no había distinguido en ningún momento con anterioridad. ¿De dónde demonios habría salido? Además, se podían apreciar múltiples zonas donde el fuego había arrasado con el verde, dejando un rastro evidente de que allí había habido de todo menos paz.
Fuera como fuere, lo más llamativo no se encontraba allí. Había una limitada extensión de terreno, la cual parecía haber sido destruida milímetro a milímetro por un monstruo -o más de uno-. Quieto a muchos metros de altura, se preguntó dónde podrían encontrarse los demás. ¿Qué era lo más sensato? Tal vez permanecer juntos y... No, pensar de ese modo no tenía mucho sentido. Zane habría llevado a cabo la estrategia más imprudente y temeraria que se le pudiera ocurrir, lo que hacía de la plaza -o lo que quedaba de ella- el lugar idóneo para comenzar su búsqueda.
Descendió un poco para situarse más cerca del suelo y, aún suspendido en las alturas, se esforzó por identificar las presencias que había en la zona en busca de las de sus compañeros. En caso de encontrar la de Zane, no se lo pensaría y acudiría donde estuviera. No era habitual que su capitán demandase ayuda, por lo que la situación debía haberse complicado mucho más de lo habitual. Si no encontrase le encontrase, continuaría buscándole por las zonas más destruidas en base a su razonamiento anterior.
- Resumen:
- Recoger a Zuko, intentar dejarle en un barco de la Marina e irme (no lo he condicionado en el post porque me parecía muy feo hacer más de medio posts con condicionales, pero quiero remarcar que no lo considero como conseguido). Recibir la llamada de Zane, dirigirme a la isla y, con una deducción no demasiado difícil, comenzar a buscar allí donde más destrucción parece haber. Una vez allí, emplear mantra para intentar localizar su presencia o la de alguno de los Arashi y, en caso de encontrarla, ir hacia donde esté. En caso de no encontrarla, seguir buscando (por las zonas más destruidas sobre todo) en base al razonamiento "Zane debe haber pasado por donde haya más destrucción y caos, como buen imprudente".
Haki de observación (Predilecto): Visión y Empatía - Tier 7.
Empatía: si se concentra activamente puede detectar y localizar cualquier presencia en un radio de cien metros, y con relativa concentración cualquiera en cincuenta metros. Sin concentrarse puede detectar cualquier presencia en un radio de diez metros. Puede, con esa misma facilidad, detectar animales, y lee tanto la parte fundamental como el epíteto de las presencias. Es capaz de mantener la concentración durante veinte asaltos.
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Arribor podía sentirlo todo. El sonido de las balas, los golpes y los gritos llegaban a él con claridad meridiana, cada susurro retumbando con la fuerza de un tambor; veía las minúsculas motas de polvo en el aire, las diminutas perlas rojas que brotaban de cada herida y que quedaban suspendidas en el aire durante medio segundo; notaba el aroma del sudor y la muerte, el familiar sabor cobrizo de la sangre, las vibraciones provocadas por las constantes explosiones, las lanzadas de dolor de las numerosas heridas. Todo formaba parte de un mismo cuadro, un collage en cuyo centro estaba él. La gente solía hablar sobre el arte de la batalla como algo estratégico e intelectual, pero no tenían ni idea. El verdadero arte era vivirla, experimentar la euforia y el riesgo de una lucha a muerte.
Arribor lo sintió en toda su plenitud cuando vio el brazo cercenado de su enemigo, cuando su rostro cedió bajo la fuerza de un potente derechazo, y lo sintió aún más cuando vio como el marine reponía su extremidad sin problema alguno. No se preguntaba cómo podía hacerlo, ni qué supondría para él que pudiese curarse indefinidamente. No se planteaba qué clase de persona usaba su propio brazo como arma. Cuatro duros golpes, que se saldaron su precio en al menos un par de costillas dañadas, no lograron hacerle flaquear, ni tan siquiera se preocupó cuando vio que le había arrancado un dedo de un mordisco, sino que se limitó a atraerlo hacia sí con su sangre y usar ésta para conectarlo con su mano como si tal cosa.
Ya no había pausas, no había contemplaciones, ni siquiera había piratas o marines. A Arribor todo eso ya le traía sin cuidado. Así que no esperó a que la peligrosísima arma incandescente que el enano monstruoso estaba invocando llegase hasta él. Se lanzó sobre él con la misma ferocidad que la vez anterior, con una espada de sangre que empuñaba a dos manos. Nunca había sido un espadachín precisamente hábil, pero no dudaba de su capacidad de usar un arma así; cualquier mono podía coger una espada y lanzar un golpe con ella. Por eso no respetaba a los espadachines.
La luz blanca le hacía daño en el ojo sano. No podía ser nada, pero nada bueno, que esa cosa le tocase, por lo que partiría en dos a su portador antes de darle la oportunidad de usar su ataque. Le sería difícil manejar sus poderes si tenía que sujetarse las tripas para que no se le cayeran.
O, al menos, ése era el plan.
En la práctica, sus ideas no solían tener mucho éxito, y la primera excepción a esa regla aún quedaba lejos. Justo antes de completar su ataque, el marine lanzó el suyo. La masa blanca voló hacia él arrastrando consigo un calor arrollador, infinitamente superior al que el mejor horno del mundo podría emitir en cien años. Arribor se vio a sí mismo convertido en cenizas, en menos aún que eso, calcinado hasta lo imposible por aquel fuego blanco. Nunca sabría si el paso lateral con el que se salvó lo realizó por instinto, por su haki o por un golpe de suerte fuera de lo común. En cualquier caso, unos míseros centímetros le salvaron de una muerte segura.
El inmenso calor estuvo a punto de asfixiarle incluso sin llegar a tocarle. La boca se le quedó seca como el más árido desierto, la piel le ardía y el brazo y la parte izquierda de la cara, más cerca de la onda de fuego, se le llenaron de dolorosas ampollas. El extraño metal que reforzaba su brazo izquierdo ardía con la mera proximidad de esa infernal masa de calor. Más de la mitad de su espada de sangre quedó vaporizada en un instante, así como su improvisada cola, y se encontró empuñando poco más que un fragmento astillado de diez centímetros.
Sí, desde luego le había ido de un pelo. Y Arribor no podía estar más contento.
De hecho, en su cabeza no había espacio para los gritos de su sentido común: "Si hace otra de esas, estás muerto", "Has estado a punto de convertirte en un charquito incandescente", "A este paso vas a terminar derretido como un polo". Solo había una voz que le guiaba y le decía qué hacer, y Arribor estaba más que dispuesto a escucharla.
"Hazlo trizas"
Extendió lo poco que quedaba de su arma, dando prioridad a un mortífero filo que se alargó en menos de un segundo. El negro azabache del haki de armadura tiñó por completo la hoja, y Arribor se dispuso a obedecer totalmente los dictámenes de su mente. Hizo acopio de todas sus fuerzas y descargó un tajo tan potente como pudo.
Arribor lo sintió en toda su plenitud cuando vio el brazo cercenado de su enemigo, cuando su rostro cedió bajo la fuerza de un potente derechazo, y lo sintió aún más cuando vio como el marine reponía su extremidad sin problema alguno. No se preguntaba cómo podía hacerlo, ni qué supondría para él que pudiese curarse indefinidamente. No se planteaba qué clase de persona usaba su propio brazo como arma. Cuatro duros golpes, que se saldaron su precio en al menos un par de costillas dañadas, no lograron hacerle flaquear, ni tan siquiera se preocupó cuando vio que le había arrancado un dedo de un mordisco, sino que se limitó a atraerlo hacia sí con su sangre y usar ésta para conectarlo con su mano como si tal cosa.
Ya no había pausas, no había contemplaciones, ni siquiera había piratas o marines. A Arribor todo eso ya le traía sin cuidado. Así que no esperó a que la peligrosísima arma incandescente que el enano monstruoso estaba invocando llegase hasta él. Se lanzó sobre él con la misma ferocidad que la vez anterior, con una espada de sangre que empuñaba a dos manos. Nunca había sido un espadachín precisamente hábil, pero no dudaba de su capacidad de usar un arma así; cualquier mono podía coger una espada y lanzar un golpe con ella. Por eso no respetaba a los espadachines.
La luz blanca le hacía daño en el ojo sano. No podía ser nada, pero nada bueno, que esa cosa le tocase, por lo que partiría en dos a su portador antes de darle la oportunidad de usar su ataque. Le sería difícil manejar sus poderes si tenía que sujetarse las tripas para que no se le cayeran.
O, al menos, ése era el plan.
En la práctica, sus ideas no solían tener mucho éxito, y la primera excepción a esa regla aún quedaba lejos. Justo antes de completar su ataque, el marine lanzó el suyo. La masa blanca voló hacia él arrastrando consigo un calor arrollador, infinitamente superior al que el mejor horno del mundo podría emitir en cien años. Arribor se vio a sí mismo convertido en cenizas, en menos aún que eso, calcinado hasta lo imposible por aquel fuego blanco. Nunca sabría si el paso lateral con el que se salvó lo realizó por instinto, por su haki o por un golpe de suerte fuera de lo común. En cualquier caso, unos míseros centímetros le salvaron de una muerte segura.
El inmenso calor estuvo a punto de asfixiarle incluso sin llegar a tocarle. La boca se le quedó seca como el más árido desierto, la piel le ardía y el brazo y la parte izquierda de la cara, más cerca de la onda de fuego, se le llenaron de dolorosas ampollas. El extraño metal que reforzaba su brazo izquierdo ardía con la mera proximidad de esa infernal masa de calor. Más de la mitad de su espada de sangre quedó vaporizada en un instante, así como su improvisada cola, y se encontró empuñando poco más que un fragmento astillado de diez centímetros.
Sí, desde luego le había ido de un pelo. Y Arribor no podía estar más contento.
De hecho, en su cabeza no había espacio para los gritos de su sentido común: "Si hace otra de esas, estás muerto", "Has estado a punto de convertirte en un charquito incandescente", "A este paso vas a terminar derretido como un polo". Solo había una voz que le guiaba y le decía qué hacer, y Arribor estaba más que dispuesto a escucharla.
"Hazlo trizas"
Extendió lo poco que quedaba de su arma, dando prioridad a un mortífero filo que se alargó en menos de un segundo. El negro azabache del haki de armadura tiñó por completo la hoja, y Arribor se dispuso a obedecer totalmente los dictámenes de su mente. Hizo acopio de todas sus fuerzas y descargó un tajo tan potente como pudo.
- Resumen:
- Lanzarse a la carga - Esquivar la cosa de fuego de Arthur de puro milagro - Intentar hacerle un afeitado apurado
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La voz que, surgiendo aparentemente de la nada, contestó a la pregunta del pelirrojo hizo que el semigigante se estremeciera. Desde el más alto pelo de su cabeza hasta los dedos de sus pies, un escalofrío recorrió por completo su cuerpo. Y, cuando el dueño de aquella voz se mostró, el cocinero retrocedió involuntariamente un par de pasos. No se trataba de cobardía, simplemente había algo en aquel anciano que no presagiaba nada bueno. ¿Quién sería aquel hombre?
Desde luego, entre la autoridad que transmitía sin apenas intentarlo y la magnificencia del arma que portaba, Marc no concebía ninguna posibilidad más allá de que se tratase de un Almirante, o como poco de un Vicealmirante de enorme poder. Fuera como fuese, no cabía la menor duda de que ese enemigo se encontraba tremendamente por encima de su nivel.
Al parecer, el pelirrojo había llegado a la misma conclusión, pues rápidamente se puso frente al viejo y dijo a los demás que se encargasen del resto de los marines. El grandullón, consciente del peligro que aquella situación conllevaba, se mostró de acuerdo. No le gustaba la idea de dejar que su amigo se enfrentase solo a un enemigo como aquel, pero debía reconocer que era lo mejor. Él no era aún lo bastante poderoso como para hacer otra cosa que suponer una carga para Zane en un combate así, pero sin embargo si quitaba de en medio a algunos marines podría ayudar a sus amigos a salir con vida de allí. La decisión estaba tomada.
Agarrando con fuerza a Kotai-Hi, el semigigante se dirigió hacia donde más marines había, y con una voz que reflejaba la más firme decisión de ayudar a sus amigos y de no dejar que nadie interrumpiese el combate entre Zane y el anciano, proclamó:
- Preparáos, no vais a poder conmigo.
Y acto seguido, esbozando una sonrisa el grandullón efectuó dos cortes oblicuos con su espadón. El arma hendió el aire en dos ocasiones, generando sendas ondas cortantes que supondrían un grave peligro tanto para los marines como para el barco, pues estarían impregnadas del ardiente espíritu de Kotai-Hi, alcanzando unas temperaturas desmesuradamente altas.
Desde luego, entre la autoridad que transmitía sin apenas intentarlo y la magnificencia del arma que portaba, Marc no concebía ninguna posibilidad más allá de que se tratase de un Almirante, o como poco de un Vicealmirante de enorme poder. Fuera como fuese, no cabía la menor duda de que ese enemigo se encontraba tremendamente por encima de su nivel.
Al parecer, el pelirrojo había llegado a la misma conclusión, pues rápidamente se puso frente al viejo y dijo a los demás que se encargasen del resto de los marines. El grandullón, consciente del peligro que aquella situación conllevaba, se mostró de acuerdo. No le gustaba la idea de dejar que su amigo se enfrentase solo a un enemigo como aquel, pero debía reconocer que era lo mejor. Él no era aún lo bastante poderoso como para hacer otra cosa que suponer una carga para Zane en un combate así, pero sin embargo si quitaba de en medio a algunos marines podría ayudar a sus amigos a salir con vida de allí. La decisión estaba tomada.
Agarrando con fuerza a Kotai-Hi, el semigigante se dirigió hacia donde más marines había, y con una voz que reflejaba la más firme decisión de ayudar a sus amigos y de no dejar que nadie interrumpiese el combate entre Zane y el anciano, proclamó:
- Preparáos, no vais a poder conmigo.
Y acto seguido, esbozando una sonrisa el grandullón efectuó dos cortes oblicuos con su espadón. El arma hendió el aire en dos ocasiones, generando sendas ondas cortantes que supondrían un grave peligro tanto para los marines como para el barco, pues estarían impregnadas del ardiente espíritu de Kotai-Hi, alcanzando unas temperaturas desmesuradamente altas.
- Resumen:
- - Narrar la llegada del anciano, prepararse para luchar contra los marines y lanzar dos ondas cortantes ardientes.
- Cosas:
- - Ondas Cortantes (Maestría nivel 30) a 1500ºC por la habilidad de Kotai-Hi, mi espadón épico.
Kenzo Nakajima
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El brazos largos, convertido ahora por completo en una enorme araña, observó cómo el peliblanco lograba golpear al tipo que corría como pollo sin cabeza por el campo de batalla. Sin embargo, apenas unos instantes después el suelo terminó de abrirse bajo sus pies. Kenzo, gracias a sus capacidades y a estar vigilante por si eso finalmente ocurría, logró propulsarse mediante una de sus telas hacia la pared más próxima del enorme socavón que se acababa de formar.
Acto seguido, fijó sus ojos (ahora más de dos) en Iulio y el otro tipo. Sabía que su compañero era capaz de transformarse en aquella extraña luz y evitar hacerse daño al caer, pero seguramente a alguien tan perezoso le resultaría una molestia tener que subir de nuevo a tierra. Tal vez debería dejarle caer para que aprendiese, al fin y al cabo su vida no peligraría en ningún momento.
Finalmente, decidió que sería mejor recogerle, y de paso también al otro tipo. No sabía si se trataba de un miembro de las filas del Gobierno Mundial o por el contrario era un delincuente, pero de todas formas si lo atrapaba con su telaraña no supondría un gran peligro. Así que, tan rápido como fue capaz, lanzó dos telarañas. Una dirigida a su compañero, y otra hacía el extraño corredor que, en aquellos momentos, caía inconsciente al vacío. La idea era dejar a ambos pegados a la pared del agujero para, posteriormente, ir a buscarles.
Primero se dirigiría a la posición de su compañero para, acto seguido, ir hacia el otro tipo junto a él. Si hubiese logrado atraparle y detener su caída, se aseguraría de mantenerle inmovilizado, con los brazos sujetos al tronco y ambas piernas pegadas entre sí. Después le subiría a tierra firme y, junto a su compañero (si éste le seguía una vez se hubiese liberado de la telaraña), le interrogaría para averiguar su identidad y sus intenciones.
Acto seguido, fijó sus ojos (ahora más de dos) en Iulio y el otro tipo. Sabía que su compañero era capaz de transformarse en aquella extraña luz y evitar hacerse daño al caer, pero seguramente a alguien tan perezoso le resultaría una molestia tener que subir de nuevo a tierra. Tal vez debería dejarle caer para que aprendiese, al fin y al cabo su vida no peligraría en ningún momento.
Finalmente, decidió que sería mejor recogerle, y de paso también al otro tipo. No sabía si se trataba de un miembro de las filas del Gobierno Mundial o por el contrario era un delincuente, pero de todas formas si lo atrapaba con su telaraña no supondría un gran peligro. Así que, tan rápido como fue capaz, lanzó dos telarañas. Una dirigida a su compañero, y otra hacía el extraño corredor que, en aquellos momentos, caía inconsciente al vacío. La idea era dejar a ambos pegados a la pared del agujero para, posteriormente, ir a buscarles.
Primero se dirigiría a la posición de su compañero para, acto seguido, ir hacia el otro tipo junto a él. Si hubiese logrado atraparle y detener su caída, se aseguraría de mantenerle inmovilizado, con los brazos sujetos al tronco y ambas piernas pegadas entre sí. Después le subiría a tierra firme y, junto a su compañero (si éste le seguía una vez se hubiese liberado de la telaraña), le interrogaría para averiguar su identidad y sus intenciones.
- Resumen:
- - Lanzarse hacia una pared del socavón, parar la caída de Iulio y del corredor inconsciente con sus telarañas y desplazarse hasta ellos. Finalmente, si ha conseguido atrapar al otro tipo, interrogarle para averiguar quién es.
Logré atizarle, aunque no pude evitar sentir cierto remordimiento. Lo único que le faltaba a aquel pobre infeliz era que llegase un desconocido, alguien que ni siquiera le había visto antes de que comenzase a correr como un loco por ahí, a zurrarle. Fuera como fuere, la sensación duró en mí poco más que unas centésimas. Mis pies volvieron a posarse en el suelo y, de repente, ya no había piedra, vegetación ni terreno calcinado que pisar.
Comencé a precipitarme hacia el vacío, chasqueando la lengua al comprobar que era una caída considerable. De forma casi instintiva, extendí la mano para impedir que el tipo noqueado cayese demasiado lejos de mí. Por mi parte no tendría problema para evitar espachurrarme contra lo que me esperase en el fondo, aunque ese hecho no podía aplicarse a mi compañero de caída.
¿Cómo podía librarle de semejante guarrazo? Aún más importante, ¿por qué debía intentar hacerlo? Aquél no era el momento para pensar en asuntos tan intrascendentes como ése. Era consciente de que no podía hacer nada, pero al menos podría salvarme. Entonces, sin previo aviso, noté cómo algo me golpeaba y me desplazaba hacia la pared de la grieta que se había abierto debajo de mí.
No tardé en reconocer la viscosidad de la telaraña que producía Kenzo. No era la primera vez que me atrapaba en ella, y probablemente no sería la última. El desconocido también había sido alcanzado por la sustancia, de modo que ambos nos encontrábamos pegados a los márgenes del agujero. Sonreí, aliviado al caer en la cuenta de que no tendría que tomarme la molestia de volver a subir.
La momia no tardó en acudir a liberarnos. Yo, por mi parte, no dudé en subirme a su particularmente desagradable lomo para facilitarle la tarea de devolvernos a la superficie. Una vez allí, me apeé de mi transporte temporal y dejé que el marine hiciera una de las cosas que mejor se le daba: interrogar sospechosos. Lo había demostrado hacía un tiempo en English Garden, así que decidí confiar en él y dediqué unos instantes a observar los alrededores. ¿Era mi impresión, o allí había menos uniformados que hacía un rato? Podía ser, aunque tal vez no fuese más que una percepción errónea.
-¿No nos hemos quedado un poco solos? -pregunté, haciendo partícipe a mi compañero de la idea que me rondaba la mente.
Comencé a precipitarme hacia el vacío, chasqueando la lengua al comprobar que era una caída considerable. De forma casi instintiva, extendí la mano para impedir que el tipo noqueado cayese demasiado lejos de mí. Por mi parte no tendría problema para evitar espachurrarme contra lo que me esperase en el fondo, aunque ese hecho no podía aplicarse a mi compañero de caída.
¿Cómo podía librarle de semejante guarrazo? Aún más importante, ¿por qué debía intentar hacerlo? Aquél no era el momento para pensar en asuntos tan intrascendentes como ése. Era consciente de que no podía hacer nada, pero al menos podría salvarme. Entonces, sin previo aviso, noté cómo algo me golpeaba y me desplazaba hacia la pared de la grieta que se había abierto debajo de mí.
No tardé en reconocer la viscosidad de la telaraña que producía Kenzo. No era la primera vez que me atrapaba en ella, y probablemente no sería la última. El desconocido también había sido alcanzado por la sustancia, de modo que ambos nos encontrábamos pegados a los márgenes del agujero. Sonreí, aliviado al caer en la cuenta de que no tendría que tomarme la molestia de volver a subir.
La momia no tardó en acudir a liberarnos. Yo, por mi parte, no dudé en subirme a su particularmente desagradable lomo para facilitarle la tarea de devolvernos a la superficie. Una vez allí, me apeé de mi transporte temporal y dejé que el marine hiciera una de las cosas que mejor se le daba: interrogar sospechosos. Lo había demostrado hacía un tiempo en English Garden, así que decidí confiar en él y dediqué unos instantes a observar los alrededores. ¿Era mi impresión, o allí había menos uniformados que hacía un rato? Podía ser, aunque tal vez no fuese más que una percepción errónea.
-¿No nos hemos quedado un poco solos? -pregunté, haciendo partícipe a mi compañero de la idea que me rondaba la mente.
- Resumen:
- Dejarme atrapar por Kenzo y permitir que me lleve a la superficie. Una vez allí, dejarle interrogar al sospechoso e inspeccionar los alrededores, creyendo -sin estar seguro- que hay aún menos gente que antes de que se abriera el suelo (la justificación de esto sería la orden de retirada, la cual no nos puede llegar porque ninguno tenemos el rango necesario).
William White
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Fui a realizar un ataque a la tercera acometida, pero la errática carecía de ataque de mi adversario me hacía mi complicado discernir su ritmo, no fue hasta dos golpes más tarde cuando realmente vi una abertura es su guardia y ataque, tal vez fuera por la inusual velocidad que llevaba o por el extraño giro que realizó mi adversario, que no conseguí segarle la extremidad, pero sí en cambio prolongar el corte hasta su pie haciéndole un corte tremendamente feo. Acto seguido traté de detener la faena cortándole la cabeza, ya que parecía la única forma plausible de acabar con él, lamentablemente mi adversario la detuvo con su arma, pese a haberle aplicado bastante fuerza al tajo el zombie parecía haberla detenido sin excesivo problema, aunque finalmente cayera arrodillado ante mí.
Entre tanto vi como el compañero del muñón se reincorporaba a la batalla con su particular ritmo, por lo que de un nuevo salto me deslicé unos pasos hacia atrás. Utilicé el espacio ganado para darme un respiro y analizar un poco el panorama, entre exhalación y exhalación observé la distancia entre las dos criaturas, unos cinco metros, tal vez algo menos.
-Pese a ser lentos, son duros de pelar- mascullé para mis adentros indignado por el aguante de los dos sujetos -Cualquiera de los dos ataques me habría dejado lisiado de por vida probablemente.
El arrodillado estaba actualmente de espaldas a su compañero el cual aún se sujetaba el muñón, puede que después de todo tuvieran limitaciones fisiológicas. Por lo que sin dudarlo un instante traté de flanquearle girando por una columna tratando de ganarle la espalda al del muñón, de un explosivo sprint, en caso de que se girará para encararme, lo cual no sería improbable, trataría de hacerle una finta y esta vez tratar de decapitarle, ya que esta vez no dispondría de brazo alguno con el que cubrirse. Mi ataque se basaba en dos principios, la velocidad y los reflejos, los cuales parecían ser superiores a los de mis adversarios. Al menos contra este podía actuar de forma más imprudente, ya que el arma que más me preocupaba eran sus dientes.
Si acababa con la no vida del monstruo trataría de evitar recibir un contrataque de su compañero al cual vigilaba con el rabillo del ojo, aunque la torpeza de sus movimientos me daba de pensar que le costaría bastante volver a reincorporarse, por lo que intentaría acabar con él del machete seguidamente, dando una estocada simple en su cuello, aprovechando su lado malo y que el filo de mi arma extendía más que la de un machete.
Si por caso contrario fallaba vilmente en mi intento trataría de asestar una rápida serie de estocadas a mi querido manco, tratando de hacer un coladero, los golpes irían dirigidos a distintos puntos de su cuerpo, pecho, rodilla, cuello, hombro. Puntos que le impidieran moverse cómodamente en general o bien que provocarán tanto estrés en su cuerpo que terminará por colapsar.
Entre tanto vi como el compañero del muñón se reincorporaba a la batalla con su particular ritmo, por lo que de un nuevo salto me deslicé unos pasos hacia atrás. Utilicé el espacio ganado para darme un respiro y analizar un poco el panorama, entre exhalación y exhalación observé la distancia entre las dos criaturas, unos cinco metros, tal vez algo menos.
-Pese a ser lentos, son duros de pelar- mascullé para mis adentros indignado por el aguante de los dos sujetos -Cualquiera de los dos ataques me habría dejado lisiado de por vida probablemente.
El arrodillado estaba actualmente de espaldas a su compañero el cual aún se sujetaba el muñón, puede que después de todo tuvieran limitaciones fisiológicas. Por lo que sin dudarlo un instante traté de flanquearle girando por una columna tratando de ganarle la espalda al del muñón, de un explosivo sprint, en caso de que se girará para encararme, lo cual no sería improbable, trataría de hacerle una finta y esta vez tratar de decapitarle, ya que esta vez no dispondría de brazo alguno con el que cubrirse. Mi ataque se basaba en dos principios, la velocidad y los reflejos, los cuales parecían ser superiores a los de mis adversarios. Al menos contra este podía actuar de forma más imprudente, ya que el arma que más me preocupaba eran sus dientes.
Si acababa con la no vida del monstruo trataría de evitar recibir un contrataque de su compañero al cual vigilaba con el rabillo del ojo, aunque la torpeza de sus movimientos me daba de pensar que le costaría bastante volver a reincorporarse, por lo que intentaría acabar con él del machete seguidamente, dando una estocada simple en su cuello, aprovechando su lado malo y que el filo de mi arma extendía más que la de un machete.
Si por caso contrario fallaba vilmente en mi intento trataría de asestar una rápida serie de estocadas a mi querido manco, tratando de hacer un coladero, los golpes irían dirigidos a distintos puntos de su cuerpo, pecho, rodilla, cuello, hombro. Puntos que le impidieran moverse cómodamente en general o bien que provocarán tanto estrés en su cuerpo que terminará por colapsar.
- resumen:
Narrar y cargar flanqueando por la espalda al del muñón, manteniendo vigilado al del pie jodido.- arma usada:
- Una espada de un ligero metal negro, según la leyenda está hecha a base de un meteorito que cayó hace algún tiempo. Su empuñadura y tacto es desagradable y jamás ha poseído funda alguna.
-Indestructible
-Inoxidable
-Buena conducción para los ámbitos y voluntad: Con esto me refiero al que el arma amplía las capacidades de los ámbitos y haki de armadura, esto quiere decir que permite extenderlo algo más alrededor del arma, no más de 2 cm. (Naturalmente requiere el ámbito o el haki, con un ejemplo se ve mejor: Con un ámbito de electricidad el arma podría recubrir su filo de una carga eléctrica que no extienda su rango más de 2 cm del filo)
-Ligera
-La empuñadura es tosca y desagradable, requiere bastante uso para poder usarla con destreza.
Haki de observación: Tier máximo para su nivel.
Hombre rutinario: Activo: Cada vez que White realiza una acción aprende de la misma, por lo que una serie de repeticiones de la misma acción se traduce en una mejora(velocidad, fuerza, ...) Este crecimiento debe ir siempre en función de la misma característica, en un aumento de x0.5 por ejecución. Este crecimiento es acelerado por lo que la técnica cansará en la misma medida. (velocidad x2.0)[asumo que podre aguantar la técnica un turno más, dos como mucho, corregidme si opináis lo contrario]
PU's: Reflejos x2
Clave: Reflejos(Nivel 2)
Principales: Agilidad(Nivel 3) || Velocidad(Nivel 0)
Secundarias: Resistencia(Nivel 0) || Fuerza(Nivel 1).
Maestría: Duelo <- Esto me permite pelear contra dos sin penalización, en principio.
Roland von Klauswitz
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Los brazos del Roble aguantaban a duras penas. La corteza se quebraba, los falsos huesos y músculos de madera se aproximaban temiblemente rápido a su límite, forzados hasta el extremo por la tenaza de frío acero. Pugnó por profundizar más en el interior de la máquina, esperando hacer contacto con algo vivo dentro de ese armatoste, extendiendo sus ramas todo lo posible. No dio con nada que le recordase a materia viva, pero eso no le impidió dar energía a las semillas para que las lanzas brotasen.
La presión desapareció de inmediato y Kodama dejó caer los brazos. Las ramas con las que los reforzaba, fragmentadas y astilladas, volvieron al interior de su cuerpo. Por fin podía respirar tranquilamente desde hacía un buen rato. La máquina, inerte y silenciosa, cómo debía estar, parecía haber muerto de una vez. O al menos el equivalente de muerte para esas cosas. A pesar de que la batalla continuaba, le parecía que se había quedado un silencio muy relajante una vez desaparecido el infernal ruido de la maquinaria del robot. Tenía poquísima tolerancia a esas cosas.
Y entonces se encendió. Sus ojos, ascuas que brillaban tras pequeños cristales ovalados, volvieron a conectarse y apuntar directamente a Kodama. El árbol no esperaba que hablase, ni tampoco que sus ojos empezasen a parpadear como si se hubiesen vuelto locos. Y desde luego no tenía intención alguna de volver a ver a esa cosa ni a ninguna como ella.
Casi convencido de que el robot estaba muerto, buscó con la mirada al marine que custodiaba a Legim. El prisionero había estado en una bola de... ¿caramelo? Sí, vale, había visto cosas peores, podía ser caramelo sin problemas. No fue difícil... ¿Qué le pasaba al robot? ¿Y a sus ojos? Era como uno de esos aparatos que los humanos usaban para despertarse por las mañanas y que tanto odiaban.
"Será mejor que me dé prisa", pensó. Seguramente el robot no volvería a moverse. Y si lo hacía, ya se ocuparía llegado el momento. Pero evitar que los piratas recuperasen al prisionero era lo primero. No le gustaba la idea de ejecutarlo, pero veía difícil que pudieran devolverlo a la cárcel sin más. Mientras continuase con vida seguiría representando un peligro, un motivo para que la batalla continuase. Y si quedaba libre, el mundo lo pagaría. ¿No eran acaso los piratas los causantes de tantas guerras? Lo peor de la raza humana, al menos por norma general, mancillando el recuerdo de los congéneres arbóreos que habían servido para construir barcos. Barcos convertidos en armas para robar y saquear. Un Emperador Pirata no debería sentirse orgulloso de serlo, y él se ocuparía de que no pudiera volver a reclamar su trono.
La presión desapareció de inmediato y Kodama dejó caer los brazos. Las ramas con las que los reforzaba, fragmentadas y astilladas, volvieron al interior de su cuerpo. Por fin podía respirar tranquilamente desde hacía un buen rato. La máquina, inerte y silenciosa, cómo debía estar, parecía haber muerto de una vez. O al menos el equivalente de muerte para esas cosas. A pesar de que la batalla continuaba, le parecía que se había quedado un silencio muy relajante una vez desaparecido el infernal ruido de la maquinaria del robot. Tenía poquísima tolerancia a esas cosas.
Y entonces se encendió. Sus ojos, ascuas que brillaban tras pequeños cristales ovalados, volvieron a conectarse y apuntar directamente a Kodama. El árbol no esperaba que hablase, ni tampoco que sus ojos empezasen a parpadear como si se hubiesen vuelto locos. Y desde luego no tenía intención alguna de volver a ver a esa cosa ni a ninguna como ella.
Casi convencido de que el robot estaba muerto, buscó con la mirada al marine que custodiaba a Legim. El prisionero había estado en una bola de... ¿caramelo? Sí, vale, había visto cosas peores, podía ser caramelo sin problemas. No fue difícil... ¿Qué le pasaba al robot? ¿Y a sus ojos? Era como uno de esos aparatos que los humanos usaban para despertarse por las mañanas y que tanto odiaban.
"Será mejor que me dé prisa", pensó. Seguramente el robot no volvería a moverse. Y si lo hacía, ya se ocuparía llegado el momento. Pero evitar que los piratas recuperasen al prisionero era lo primero. No le gustaba la idea de ejecutarlo, pero veía difícil que pudieran devolverlo a la cárcel sin más. Mientras continuase con vida seguiría representando un peligro, un motivo para que la batalla continuase. Y si quedaba libre, el mundo lo pagaría. ¿No eran acaso los piratas los causantes de tantas guerras? Lo peor de la raza humana, al menos por norma general, mancillando el recuerdo de los congéneres arbóreos que habían servido para construir barcos. Barcos convertidos en armas para robar y saquear. Un Emperador Pirata no debería sentirse orgulloso de serlo, y él se ocuparía de que no pudiera volver a reclamar su trono.
- Resumen:
- Básicamente, ir a buscar a Jack para echarle un cable y que no lleven a su caramelizado prisionero
Deathstroke
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Casi no había terminado de hablar con Dexter y recibir su respuesta cuando Bleyd comenzó a volar con unos propulsores hacia otro lado. “No, chico, no te vas a pirar tan fácilmente, tienes un compromiso con el juez” pensé al ver lo que estaba haciendo, pasé a mi forma híbrida y salí a toda velocidad tras él.
Sin embargo, tanta velocidad fue innecesaria, dado que Mura usó lo que parecían hilos para formar una red que mandó en dirección al escapista. No me detuve por si la joven no había conseguido alcanzarle. Mientras avanzaba también pude ver como Worgulv se dirigía también hacia el agujero por el que la rata traidora intentaba escapar. Sin embargo, Mura había conseguido atraparlo en aquel lugar antes de que terminase por desaparecer.
Al ver la red pude ver como Bleyd no se encontraba solo, sino que estaba bajo un montón de pescado. Parecía que no solo habíamos atrapado al iluso criminal, sino que habíamos conseguido también la cena. Extendí mi mano hacia la red y la intenté coger para subir a Bleyd a tierra y atraparlo definitivamente.
-¿Estás seguro de que quieres marcharte? – le pregunté a Bleyd – si lo haces, atrapar a tu querida mascota rosa será coser y cantar, y sufrirá el castigo que deberías sufrir tú.
Esperaba que aquellas palabras llegasen al tipo aquel y no opusiese más resistencia. Si no me vería obligado a usar la fuerza no letal que había dicho el capitán. Y como un buen tipo precavido, me preparé para ello y me coloqué lo más cerca que pude de Bleyd en caso de que hubiese conseguido subirlo a tierra firme.
-Mura, Worgulv, estad preparados para retroceder lo más rápido que podáis en caso de que os lo diga – les informé mentalmente a mis nakamas.
Sin embargo, tanta velocidad fue innecesaria, dado que Mura usó lo que parecían hilos para formar una red que mandó en dirección al escapista. No me detuve por si la joven no había conseguido alcanzarle. Mientras avanzaba también pude ver como Worgulv se dirigía también hacia el agujero por el que la rata traidora intentaba escapar. Sin embargo, Mura había conseguido atraparlo en aquel lugar antes de que terminase por desaparecer.
Al ver la red pude ver como Bleyd no se encontraba solo, sino que estaba bajo un montón de pescado. Parecía que no solo habíamos atrapado al iluso criminal, sino que habíamos conseguido también la cena. Extendí mi mano hacia la red y la intenté coger para subir a Bleyd a tierra y atraparlo definitivamente.
-¿Estás seguro de que quieres marcharte? – le pregunté a Bleyd – si lo haces, atrapar a tu querida mascota rosa será coser y cantar, y sufrirá el castigo que deberías sufrir tú.
Esperaba que aquellas palabras llegasen al tipo aquel y no opusiese más resistencia. Si no me vería obligado a usar la fuerza no letal que había dicho el capitán. Y como un buen tipo precavido, me preparé para ello y me coloqué lo más cerca que pude de Bleyd en caso de que hubiese conseguido subirlo a tierra firme.
-Mura, Worgulv, estad preparados para retroceder lo más rápido que podáis en caso de que os lo diga – les informé mentalmente a mis nakamas.
- resumen:
- Intentar subir a Bleyd a tierra firme si sigue en la red, intentar extorsionarlo diciéndole que si él no viene lo parará su preciado pony rosa. En caso de que intente escapar nuevamente estar preparado para seguirle y estar preparado para atacarle.
Brynn
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El asesino se fijó en el rostro de sus aliados, a los cuales veía increíblemente confiados. Sin duda, se habrían visto en tal tesitura infinidad de veces, de lo contrario no entendía que desprendiesen tal sensación.
Dije… Bueno, intenté decir que no era buena idea. Tenía razón
Con la mano derecha sobre el mango de su machete, ojeó a Zane, quien era el primero en hablar. Se pidió al marine que desprendía mayor aura de poder, y tras ello instó al resto de piratas a encargarse de los demás marines. Sin rostro negó con semblante serio, su plan acababa de irse a la mierda por completo, pero no le vendría mal un poco de acción. Esperaba que no le saliese caro. Desenfundó rápidamente su machete y notó cómo éste adquiría una alta temperatura. Sonrió ante el acto del semi-gigante, el cual hacía lo mismo que él portando un sable que desprendía una gran cantidad de calor, aunque no sabría si sería el mismo que su machete. Cuando observó que el tal Marc se disponía a hacer un movimiento, pronto hizo lo mismo. Aunque esperaba una sincronización casi perfecta, lo cierto era que no quedó muy vistoso. Nada vistoso. De hecho, fue penosa la sincronización entre ambos piratas. Aunque en defensa de Brynn, en su mente no había tanta diferencia entre un movimiento y otro.
Dando un par de pasos hacia el frente, el asesino realizó un par de movimientos ágiles con su machete, produciendo sendas ondas cortantes calientes que se dirigían hacia el costado contrario al que Marc había atacado. Las ondas llevaban forma de T, y tras el movimiento el pirata se lanzó al frente, intentando atacar a la primera línea de rivales con su espada.
- ¡A por ellos! -gritó a los cuatro vientos
Su ofensiva trataría de realizar ágiles movimientos con la firme intención de derribar a cualquiera que se pusiera en su camino. Esperaba que tanto el semi-gigante como el resto de piratas no le dejasen solo, de lo contrario estaría un poco vendido, y no sería la primera vez en su vida.
Dije… Bueno, intenté decir que no era buena idea. Tenía razón
Con la mano derecha sobre el mango de su machete, ojeó a Zane, quien era el primero en hablar. Se pidió al marine que desprendía mayor aura de poder, y tras ello instó al resto de piratas a encargarse de los demás marines. Sin rostro negó con semblante serio, su plan acababa de irse a la mierda por completo, pero no le vendría mal un poco de acción. Esperaba que no le saliese caro. Desenfundó rápidamente su machete y notó cómo éste adquiría una alta temperatura. Sonrió ante el acto del semi-gigante, el cual hacía lo mismo que él portando un sable que desprendía una gran cantidad de calor, aunque no sabría si sería el mismo que su machete. Cuando observó que el tal Marc se disponía a hacer un movimiento, pronto hizo lo mismo. Aunque esperaba una sincronización casi perfecta, lo cierto era que no quedó muy vistoso. Nada vistoso. De hecho, fue penosa la sincronización entre ambos piratas. Aunque en defensa de Brynn, en su mente no había tanta diferencia entre un movimiento y otro.
Dando un par de pasos hacia el frente, el asesino realizó un par de movimientos ágiles con su machete, produciendo sendas ondas cortantes calientes que se dirigían hacia el costado contrario al que Marc había atacado. Las ondas llevaban forma de T, y tras el movimiento el pirata se lanzó al frente, intentando atacar a la primera línea de rivales con su espada.
- ¡A por ellos! -gritó a los cuatro vientos
Su ofensiva trataría de realizar ágiles movimientos con la firme intención de derribar a cualquiera que se pusiera en su camino. Esperaba que tanto el semi-gigante como el resto de piratas no le dejasen solo, de lo contrario estaría un poco vendido, y no sería la primera vez en su vida.
- Resumen:
Observar cómo sucede todo.
Lanzar ondas de corte calientes (habilidad arma - 1500 grados) hacia los rivales del costado contrario a los que ataca Marc, en un ejercicio de sincronización nefasto con el semi-gigante.
Ir al frente a luchar contra los marines, realizando una serie de movimientos para quitarse a los más débiles de enmedio.
Luka Rooney
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¿Pero qué? ¿De qué diantres hablaba aquella gente?
El tiburón había oído algo sobre que tendrían que acabar con él también. ¿Acaso le habrían hecho algo a algún nakama suyo? El habitante del mar empezó a notar cómo la pulsera ardía en su muñeca derecha, a la par que apretaba el puño intentando no pensar en qué podría haber pasado. Su misión había sido desde el principio proteger el barco y, aunque en un principio no había nadie, quizá alguno de sus nakamas había vuelto como él lo había hecho tras su combate contra Danio.
Tranquilo, Luka. Quizá hayas oído mal o se refieran a cualquier otra cosa Intentó repetirse con el fin de controlar su ira.
Su anillo empezó a brillar, y de éste empezó a emanar agua que se repartía por el cuerpo del tiburón, fruto de la humedad del ambiente. El habitante del mar concentró el agua alrededor del torso, sobre todo en los laterales, intentando prevenir lo que se podría venir tras la pregunta que tenía intención de hacer. Y es que no esperaba que sus enemigos reaccionasen de manera amistosa. Aunque a veces la esperanza que él tuviese no le importaba mucho al destino.
Cuando el gyojin se disponía a preguntar a los dos individuos qué hacían allí, uno de ellos puso sus ojos en blanco y disparó al pecho de éste, que ágilmente realizó un movimiento de pies que le llevó hasta la dirección del atacante. Allí, el tiburón hizo brotar de cada costado dos brazos acuáticos, quedándose con un total de cuatro más dos de carne y hueso. Justo cuando los brazos saliesen de él, intentaría agarrar la cintura de su rival con los dos brazos acuáticos inferiores y los antebrazos con los dos superiores. Si no conseguía agarrarle, intentaría desarmarle agarrando la muñeca en la cual portase el arma y, tras ello, darle un fuerte tirón. De cualquiera de las maneras, empezaría a golpear con dureza el estómago de su rival con los dos puños reales envueltos en haki. Teniendo en cuenta que el segundo humano pudiera intervenir en cualquier momento, debía hacerlo con la mayor velocidad posible.
El gyojin no podía parar de pensar sobre qué querían aquellos humanos y, sobre todo, qué habían hecho para llegar allí. Acaso… ¿Acaso pertenecerían al submarino que les atacó a Danio y a él? De ser así, Luka no podría dejar de pensar en lo pequeño que era el mundo. Primero, el tiburón les ayudó, impidiendo que Danio hundiese el propio submarino, y después éstos hicieron acto de presencia de nuevo atacando tanto a Danio como a Luka sin diferenciarlos. Aquello no le había gustado nada al gyojin, que podría aprovechar la situación para vengarse de ello. Sin duda, debía preguntarles algo.
- ¿Quienes sois y quién os manda? -escupiría tras su ofensiva y justo después daría un paso hacia atrás, manteniendo una pose defensiva.
El tiburón había oído algo sobre que tendrían que acabar con él también. ¿Acaso le habrían hecho algo a algún nakama suyo? El habitante del mar empezó a notar cómo la pulsera ardía en su muñeca derecha, a la par que apretaba el puño intentando no pensar en qué podría haber pasado. Su misión había sido desde el principio proteger el barco y, aunque en un principio no había nadie, quizá alguno de sus nakamas había vuelto como él lo había hecho tras su combate contra Danio.
Tranquilo, Luka. Quizá hayas oído mal o se refieran a cualquier otra cosa Intentó repetirse con el fin de controlar su ira.
Su anillo empezó a brillar, y de éste empezó a emanar agua que se repartía por el cuerpo del tiburón, fruto de la humedad del ambiente. El habitante del mar concentró el agua alrededor del torso, sobre todo en los laterales, intentando prevenir lo que se podría venir tras la pregunta que tenía intención de hacer. Y es que no esperaba que sus enemigos reaccionasen de manera amistosa. Aunque a veces la esperanza que él tuviese no le importaba mucho al destino.
Cuando el gyojin se disponía a preguntar a los dos individuos qué hacían allí, uno de ellos puso sus ojos en blanco y disparó al pecho de éste, que ágilmente realizó un movimiento de pies que le llevó hasta la dirección del atacante. Allí, el tiburón hizo brotar de cada costado dos brazos acuáticos, quedándose con un total de cuatro más dos de carne y hueso. Justo cuando los brazos saliesen de él, intentaría agarrar la cintura de su rival con los dos brazos acuáticos inferiores y los antebrazos con los dos superiores. Si no conseguía agarrarle, intentaría desarmarle agarrando la muñeca en la cual portase el arma y, tras ello, darle un fuerte tirón. De cualquiera de las maneras, empezaría a golpear con dureza el estómago de su rival con los dos puños reales envueltos en haki. Teniendo en cuenta que el segundo humano pudiera intervenir en cualquier momento, debía hacerlo con la mayor velocidad posible.
El gyojin no podía parar de pensar sobre qué querían aquellos humanos y, sobre todo, qué habían hecho para llegar allí. Acaso… ¿Acaso pertenecerían al submarino que les atacó a Danio y a él? De ser así, Luka no podría dejar de pensar en lo pequeño que era el mundo. Primero, el tiburón les ayudó, impidiendo que Danio hundiese el propio submarino, y después éstos hicieron acto de presencia de nuevo atacando tanto a Danio como a Luka sin diferenciarlos. Aquello no le había gustado nada al gyojin, que podría aprovechar la situación para vengarse de ello. Sin duda, debía preguntarles algo.
- ¿Quienes sois y quién os manda? -escupiría tras su ofensiva y justo después daría un paso hacia atrás, manteniendo una pose defensiva.
- Resumen:
- Moverse a gran velocidad tras el sonido del disparo -intentando evadirlo- y posicionarse al lado del humano pistolero.
- Hacer brotar cuatro brazos (dos por costado) de su cuerpo e intentar inmovilizar a su enemigo agarrando con los dos brazos superiores los brazos del rival y con los dos inferiores su cadera. Si no lo consigue, intentar desarmar a su rival agarrándole de la muñeca en la cual porta el arma y dando un fuerte tirón.
- Dar un combo de puñetazos con haki en el estómago del rival.
- Preguntarles quienes son y quién les manda a la par que coge distancia.
- Moverse a gran velocidad tras el sonido del disparo -intentando evadirlo- y posicionarse al lado del humano pistolero.
- Cosas:
- Carga pulsera: 2 turnos.
- Bonificadores pasivos: Fuerza x4 - Resistencia x2
- Bonificadores de clase: Fuerza 8 (6 Clase + 2 Gyojin) | Resistencia 6 | Agilidad 4 | Velocidad 4 | Reflejos 2
- Gegenees: Luka utiliza su be water, my friend, para crear cuatro brazos que salen del costado, quedando de manera paralela a los suyos y con unas dimensiones similares. Puede controlarlos a voluntad y, al igual que en la técnica previamente mencionada, cualquier usuario con una fuerza igual o superior a Luka podrá romperlos sin problemas.
- Binshō-sei: Realizando un ágil movimiento de pies Luka puede moverse a velocidades extremadamente altas, siendo casi imperceptible para el ojo humano. La técnica puede emplearse durante un periodo de dos post y únicamente se puede usar una vez por combate. Luka gracias a esta técnica es capaz de llegar a los 17m/s. (Post 1)
- Kōgi no seishin: Debido a la perfección del Gyojin Karate, Rooney es capaz de recubrir partes su cuerpo de agua y potenciarse de la siguiente manera:
- Tabla de nivel:
- Nivel 10: Fuerza y Resistencia x1.5 durante 2 turnos.
- Nivel 20: Fuerza y Resistencia x2 durante 2 turnos.
- Nivel 30: Fuerza y Resistencia x2.25 durante 2 turnos.
- Nivel 40: Fuerza y Resistencia x2.5 durante 2 turnos.
- Nivel 50: Fuerza y Resistencia x2.75 durante 2 turnos.
- Nivel 60: Fuerza y Resistencia x3 durante 2 turnos.
- Nivel 70: Fuerza y Resistencia x3.25 durante 2 turnos.
- Nivel 80: Fuerza y Resistencia x3.5 durante 2 turnos.
- Nivel 90: Fuerza y Resistencia x3.75 durante 2 turnos.
- Nivel 100: Fuerza y Resistencia x4 durante 3 turnos.
- Nivel 10: Fuerza y Resistencia x1.5 durante 2 turnos.
- Haki de armadura: Predilecto. Tier 5.
[*]Objetos usados:- Pulsera de la diosa fortuna:
Descripción del objeto: Una pulsera de distintas piedras procedentes de lo más profundo del mar que fueron algún día recolectadas y selladas por distintos Gyojins. Cada pequeña piedra es distinta y de un color diferente a cualquiera del resto, lo cual hace que esta pulsera sea única. Cada piedra está unida a otra con delicadeza en un hilo irrompible del cual se desconoce su procedencia.
Habilidades especiales o destacables: Este objeto concentra la energía interior de Luka como ser vivo a través de los fluidos de su organismo, desplazándolos y generando energía cinética y concentrándola en diversas partes de su cuerpo con el fin de protenciar su siguiente impacto de onda de choque.
La energía almacenada va ampliando su potencia hasta llegar a un límite de:- Si la energía se almacena 1 turno: 150% de potencia y tamaño en la siguiente onda de choque.
- Si la energía se almacena 2 turnos: 300% de potencia y tamaño en la siguiente onda de choque.
- Si la energía se almacena 3 turnos: 500% de potencia y tamaño en la siguiente onda de choque.
- Si la energía se almacena 5 turnos: 700% de potencia y tamaño en la siguiente onda de choque.
Si la energía ha sido almacenada entre 4 y 5 posts, Luka se podrá ver resentido al efectuar una onda de choque de tal potencia y dimensión.- Si la energía se almacena 1 turno: 150% de potencia y tamaño en la siguiente onda de choque.
- Espiritu de Poseidón:
Descripción del objeto: Un particular anillo de zafiro forjado en la isla Gyojin con pequeñas piedras dentro del propio mineral.
Habilidades especiales o destacables: El usuario que lo porta es capaz de invocar grandes cantidades de agua a través de la humedad del ambiente. Dicha agua se genera con una salinidad del 10% y la cantidad variará dependiendo de la humedad, no siendo menor de 5 litros ni superior a 50. Además, cuentan las leyendas que cuando se forjó, el mismísimo Dios del mar lo llevaba puesto.
- Carga pulsera: 2 turnos.
Liv L Astrid
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Me habían tocado lo hombres perezosos a la hora de hacer las cosas ya que tardaron un poco en comenzar a coger el mando del hacha y moverse hacia las escaleras para seguir subiendo. A mi lado Trece, parecía estar divirtiéndose y se reída de la situación, aunque estaba segura de que en concreto lo hacía de mí por estar haciendo lo que hacía, y tenía razón en otras circunstancias habría matado ya a aquellos hombres o los habría dejado atrás para que pereciesen por sí solos.
-Desde ahora te llamaré superniñera – me dijo Trece con un claro tono de burla.
-No soy una niñera – le susurré en respuesta.
En ese momento, algo en el techo me llamó la atención, miré hacia allá, y pude ver lo que parecía una pintura de una joven. Aquello me resultó tremendamente extraño. No tenía sentido que en el techo pusiesen un dibujo, pero sin duda me pareció algo tremendamente extraño. Activé la visión de Heimdall para cerciorarme de que no era otra trama y en caso de serlo quizás me diese tiempo a actuar. Cuando la activé, noté la presencia de cinco personas en el lugar en el que nos encontrábamos, algo que me pareció extraño dado que la mía no la contaba como tal.
Dejé pasar por alto aquello y una vez hubieron pasado todos, seguí el camino más rápido a la cubierta. Esperaba que no hubiese más puertas cerradas ni más trampas por el suelo que retrasen el escape. Además, me mantuve alerta por si la quinta presencia que sentía hacía un acto de presencia más agresivo y nos intentaba atacar, por ello no guardé el hacha.
-Desde ahora te llamaré superniñera – me dijo Trece con un claro tono de burla.
-No soy una niñera – le susurré en respuesta.
En ese momento, algo en el techo me llamó la atención, miré hacia allá, y pude ver lo que parecía una pintura de una joven. Aquello me resultó tremendamente extraño. No tenía sentido que en el techo pusiesen un dibujo, pero sin duda me pareció algo tremendamente extraño. Activé la visión de Heimdall para cerciorarme de que no era otra trama y en caso de serlo quizás me diese tiempo a actuar. Cuando la activé, noté la presencia de cinco personas en el lugar en el que nos encontrábamos, algo que me pareció extraño dado que la mía no la contaba como tal.
Dejé pasar por alto aquello y una vez hubieron pasado todos, seguí el camino más rápido a la cubierta. Esperaba que no hubiese más puertas cerradas ni más trampas por el suelo que retrasen el escape. Además, me mantuve alerta por si la quinta presencia que sentía hacía un acto de presencia más agresivo y nos intentaba atacar, por ello no guardé el hacha.
- resumen:
- Ver a Lily, dejar que los revolucionarios terminen de pasar, activar el hki de observación (visión de Hemimdall) y notar la presencia de Lily, dejarlo pasar y seguir avanzando hacia la cubierta. (mantengo la akuma activada)
Justo antes de saltar hacia atrás, el ladrón pudo sentir como desgarraba sus ropajes, mas no pudo saber si de verdad había alcanzado su piel. En cualquier caso, aterrizó tras la voltereta sin haber encadenado la patada, dibujando una mueca de insatisfacción en su rostro al haber fallado. Nada más tuvo a la vista a su enemigo, divisó algo que le hizo volver a cambiar su rostro. El desgarro que había provocado en la tela parecía de un tono rojizo, dando la posibilidad de que Yuu pudiese haber alcanzado la piel del oponente.
No había tiempo para hablar ni tampoco para pensar, puesto que el contraataque enemigo era inminente. Con los cuchillos en la mano del sujeto, el mercenario no pudo quitar la vista de encima a estos. En unos instantes, fueron lanzados buscando impactar en los globos oculares del pelinegro. Yuu sabía que, si eso le daba, probablemente las consecuencias serían fatales para su existencia. El tiempo no se detuvo, mas el muchacho habría deseado que lo hiciese. Concentró completamente su haki en su oponente, dispuesto a intentar averiguar la trayectoria real de los cuchillos. Sabiendo que era imposible esquivarlos yendo a la velocidad a la que iban, no le quedaba más opción que crear algo que los detuviera. Creó un bloque de acero de un metro de grosor y de su misma altura justo entre la trayectoria de los cuchillos y él mismo. Para crear una doble barrera colocó sus dos brazos delante de sus ojos, formando una equis. En caso de llegar a detener el ataque de su contrincante, dejaría la espada clavada en el suelo y saltaría encima del bloque que había creado. En su mano libre, crearía un subfusil con el cual dispararía a bocajarro hacia la supuesta posición del oponente.
–¡Toma esta! ¡Y esta! ¡Y esta otra! –siguió riéndose, a consecuencia de la adrenalina que recorría todo su cuerpo.
No había tiempo para hablar ni tampoco para pensar, puesto que el contraataque enemigo era inminente. Con los cuchillos en la mano del sujeto, el mercenario no pudo quitar la vista de encima a estos. En unos instantes, fueron lanzados buscando impactar en los globos oculares del pelinegro. Yuu sabía que, si eso le daba, probablemente las consecuencias serían fatales para su existencia. El tiempo no se detuvo, mas el muchacho habría deseado que lo hiciese. Concentró completamente su haki en su oponente, dispuesto a intentar averiguar la trayectoria real de los cuchillos. Sabiendo que era imposible esquivarlos yendo a la velocidad a la que iban, no le quedaba más opción que crear algo que los detuviera. Creó un bloque de acero de un metro de grosor y de su misma altura justo entre la trayectoria de los cuchillos y él mismo. Para crear una doble barrera colocó sus dos brazos delante de sus ojos, formando una equis. En caso de llegar a detener el ataque de su contrincante, dejaría la espada clavada en el suelo y saltaría encima del bloque que había creado. En su mano libre, crearía un subfusil con el cual dispararía a bocajarro hacia la supuesta posición del oponente.
–¡Toma esta! ¡Y esta! ¡Y esta otra! –siguió riéndose, a consecuencia de la adrenalina que recorría todo su cuerpo.
- ”Resumen”:
- Yuu concentra todo su haki en el oponente, y crea un bloque de acero de 1 metro de grosor y de 1,90 metros de alto, además de cubrirse los ojos con los brazos. Luego, si el ataque falla, salta al bloque, dejando su espada clavada en el suelo y crea un subfusil de una mano, empezando a disparar hacia la posición donde debería estar su enemigo.
Gareth Silverwing
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¿El tiempo se había congelado? De pronto todo parecía ir más despacio, no, no era eso. Estaba viviendo, viviendo este momento. La expresión que dice vive el momento al máximo ahora cobraba sentido, experimentaba lo que pasaba cada fracción de segundo convirtiéndola en una estampa única, una eternidad que se desvanecía al instante, un instante en el cual tenía los cinco sentidos enfocados en lo que pasaba, o mejor dicho, lo que hacía Arribor.
Pude ver como con un ágil movimiento esquivaba mi filo de calor, aunque no intacto, había conseguido desarmarlo. De todas formas no podía bajar la guardia, lejos de retroceder, seguía adelante, tenía un plan, creía tenerlo, o lo tendría nada mas llegase a mí. Esos ojos no eran los de un hombre desesperado, eran los de alguien que sabía que no era el momento de rendirse. La hoja quebrada de su espada de sangre volvió a extenderse de pronto.
En ese mismo instante una punzada de dolor recorrió mi cuerpo de los pies a cabeza, un recordatorio de la presión inhumana a la que lo estaba sometiendo. Se me acababa el tiempo y a la vez notaba como la energía se acumulaba en mi interior, alimentaba mis músculos, los cuales estaban al límite. Mi cuerpo entero estaba a punto de desbordar, tendría unos últimos segundos en los cuales alcanzaría el clímax de Unlimited, antes de tener que liberar toda esa energía y hacer una parada de emergencia. Una vez acabase no podría moverme aunque quisiera, incluso respirar sería un esfuerzo y quedaría expuesto a cualquier ataque. Por eso tenía que hacer que cada segundo contase.
La espada de Arribor ahora estaba peligrosamente cerca de mí, envuelta en haki. El tajo llevaba una trayectoria demasiado peligrosa como para ignorarlo y dejar que la regeneración se encargase, y con una velocidad y una dirección que hacía imposible que lo esquivase sin perder unos segundos demasiado valiosos. Necesitaba al pirata lo más cerca posible para que recibiera la mayor cantidad de daño, aunque eso supusiese recibir una herida preocupantemente seria.
Extendí el brazo y lo recubrí con haki para recibir el golpe. Pero no sólo la piel, cada fibra de cada músculo, incluso los huesos serían endurecidos. Noté como la fina hoja se abría paso entre mi carne, cortando la mano en dos, entre el corazón y el anular. Sentía como avanzaba cortando a lo largo de mi brazo, dividiéndolo en dos. El hueso cedía y los ligamentos eran seccionados, pero a cada centímetro la espada perdía fuerza. Pasó el hombro y seccionó la clavícula, quedando la hoja a escasos centímetros de la columna vertebral. El dolor era insoportable, o debería serlo, en ese momento incluso si lo sentía no me importaba. Justo cuando tuve la espada en mi carne tensé los músculos y cerré la herida lo más rápido que pude. La carne volvió a recomponer su forma original, dejando la hoja del arma del oponente atrapada en mi. Al mismo tiempo absorbería todo el calor que pudiese de esta incluso si la tenía que usar como conductor hasta el cuerpo del pirata para congelarla y que no pudiese separarla de mi cuerpo o deshacerla.
Este ataque tenía que acertar, literalmente si no lo hacía estaba muerto. Miré a Arribor directamente a los ojos, dejando que mi expresión hablase por mí. Quería que esta imagen se le quedase grabada en la memoria, recordase los ojos del hombre que lo llevó al límite. Si sobrevivía a esto quería que recordase con temor y respeto el nombre de Arthur Silverwing.
- Aprieta... esos... dientes. - Vocalicé con la mandíbula todavía un poco entumecida del anterior golpe.
Aseguré mi posición en el suelo. Clavé las garras de los pies en la roca de un pisotón, ligeramente separadas y en ángulo. Quedaba cerca de un segundo para llegar al límite. Eché el puño que no había recibido daño hacia atrás y lo cerré con fuerza. La energía ya comenzaba a desbordar mi cuerpo haciendo que la tierra temblase a mi alrededor y levantando pequeñas piedras del suelo. Notaba como mi puño rompía la presión del aire al avanzar a gran velocidad y llegaba a alcanzar una elevada temperatura debido a la fricción repentina con este.
Fue un parpadeo, menos incluso, el tiempo que tardé en dar ese puñetazo. Un golpe ascendente, me era indiferente donde diese, en la boca del estómago, las costillas, la mandíbula... incluso si bloqueaba los daños serían considerables. Tras darlo una gran masa de aire ascendería debido a la fuerza que había comunicado ese movimiento a la atmósfera.
Pero la cosa no acababa ahí. Con el puño todavía en el aire, llegué a mi límite, liberando de golpe todo el calor acumulado en mi cuerpo, en forma de una explosión de calor que fundiría la roca a mi alrededor. Con mis últimas fuerzas centré este más o menos en una columna de calor en su dirección. Calculaba que, incluso a una distancia de varias decenas de metros, llegaría a superar los 300 grados.
Tras eso volví a la normalidad, bueno, por lo menos mi aspecto volvía a ser más o menos el de un humano. Un humano desnudo. Mis pies en medio de un montón de piedra al rojo, mi carne chamuscada con varios moratones por todo el cuerpo. Notaba que tenía el brazo izquierdo gravemente herido, con una cicatriz sangrante que lo recorría de la mano al hombro. El otro brazo no estaba mucho mejor. El color era rojo tirando a morado debido al daño que me había hecho dando ese último golpe. Incluso con mi capacidad de regeneración tardaría días o puede que semanas en recuperar la completa funcionalidad en los brazos.
Con el brazo en alto me mantuve en pie. Sin poder mover ni un músculo. Si alguien quería atacarme era el momento. Si Arribor había sobrevivido o estaba en condiciones de continuar podía matarme perfectamente, incluso cualquier otra persona que estuviese cerca. Pero mi cara mostraba una expresión de indudable determinación. Una media sonrisa y unos ojos desafiantes que decían "Ven... te espero"
Pude ver como con un ágil movimiento esquivaba mi filo de calor, aunque no intacto, había conseguido desarmarlo. De todas formas no podía bajar la guardia, lejos de retroceder, seguía adelante, tenía un plan, creía tenerlo, o lo tendría nada mas llegase a mí. Esos ojos no eran los de un hombre desesperado, eran los de alguien que sabía que no era el momento de rendirse. La hoja quebrada de su espada de sangre volvió a extenderse de pronto.
En ese mismo instante una punzada de dolor recorrió mi cuerpo de los pies a cabeza, un recordatorio de la presión inhumana a la que lo estaba sometiendo. Se me acababa el tiempo y a la vez notaba como la energía se acumulaba en mi interior, alimentaba mis músculos, los cuales estaban al límite. Mi cuerpo entero estaba a punto de desbordar, tendría unos últimos segundos en los cuales alcanzaría el clímax de Unlimited, antes de tener que liberar toda esa energía y hacer una parada de emergencia. Una vez acabase no podría moverme aunque quisiera, incluso respirar sería un esfuerzo y quedaría expuesto a cualquier ataque. Por eso tenía que hacer que cada segundo contase.
La espada de Arribor ahora estaba peligrosamente cerca de mí, envuelta en haki. El tajo llevaba una trayectoria demasiado peligrosa como para ignorarlo y dejar que la regeneración se encargase, y con una velocidad y una dirección que hacía imposible que lo esquivase sin perder unos segundos demasiado valiosos. Necesitaba al pirata lo más cerca posible para que recibiera la mayor cantidad de daño, aunque eso supusiese recibir una herida preocupantemente seria.
Extendí el brazo y lo recubrí con haki para recibir el golpe. Pero no sólo la piel, cada fibra de cada músculo, incluso los huesos serían endurecidos. Noté como la fina hoja se abría paso entre mi carne, cortando la mano en dos, entre el corazón y el anular. Sentía como avanzaba cortando a lo largo de mi brazo, dividiéndolo en dos. El hueso cedía y los ligamentos eran seccionados, pero a cada centímetro la espada perdía fuerza. Pasó el hombro y seccionó la clavícula, quedando la hoja a escasos centímetros de la columna vertebral. El dolor era insoportable, o debería serlo, en ese momento incluso si lo sentía no me importaba. Justo cuando tuve la espada en mi carne tensé los músculos y cerré la herida lo más rápido que pude. La carne volvió a recomponer su forma original, dejando la hoja del arma del oponente atrapada en mi. Al mismo tiempo absorbería todo el calor que pudiese de esta incluso si la tenía que usar como conductor hasta el cuerpo del pirata para congelarla y que no pudiese separarla de mi cuerpo o deshacerla.
Este ataque tenía que acertar, literalmente si no lo hacía estaba muerto. Miré a Arribor directamente a los ojos, dejando que mi expresión hablase por mí. Quería que esta imagen se le quedase grabada en la memoria, recordase los ojos del hombre que lo llevó al límite. Si sobrevivía a esto quería que recordase con temor y respeto el nombre de Arthur Silverwing.
- Aprieta... esos... dientes. - Vocalicé con la mandíbula todavía un poco entumecida del anterior golpe.
Aseguré mi posición en el suelo. Clavé las garras de los pies en la roca de un pisotón, ligeramente separadas y en ángulo. Quedaba cerca de un segundo para llegar al límite. Eché el puño que no había recibido daño hacia atrás y lo cerré con fuerza. La energía ya comenzaba a desbordar mi cuerpo haciendo que la tierra temblase a mi alrededor y levantando pequeñas piedras del suelo. Notaba como mi puño rompía la presión del aire al avanzar a gran velocidad y llegaba a alcanzar una elevada temperatura debido a la fricción repentina con este.
Fue un parpadeo, menos incluso, el tiempo que tardé en dar ese puñetazo. Un golpe ascendente, me era indiferente donde diese, en la boca del estómago, las costillas, la mandíbula... incluso si bloqueaba los daños serían considerables. Tras darlo una gran masa de aire ascendería debido a la fuerza que había comunicado ese movimiento a la atmósfera.
Pero la cosa no acababa ahí. Con el puño todavía en el aire, llegué a mi límite, liberando de golpe todo el calor acumulado en mi cuerpo, en forma de una explosión de calor que fundiría la roca a mi alrededor. Con mis últimas fuerzas centré este más o menos en una columna de calor en su dirección. Calculaba que, incluso a una distancia de varias decenas de metros, llegaría a superar los 300 grados.
Tras eso volví a la normalidad, bueno, por lo menos mi aspecto volvía a ser más o menos el de un humano. Un humano desnudo. Mis pies en medio de un montón de piedra al rojo, mi carne chamuscada con varios moratones por todo el cuerpo. Notaba que tenía el brazo izquierdo gravemente herido, con una cicatriz sangrante que lo recorría de la mano al hombro. El otro brazo no estaba mucho mejor. El color era rojo tirando a morado debido al daño que me había hecho dando ese último golpe. Incluso con mi capacidad de regeneración tardaría días o puede que semanas en recuperar la completa funcionalidad en los brazos.
Con el brazo en alto me mantuve en pie. Sin poder mover ni un músculo. Si alguien quería atacarme era el momento. Si Arribor había sobrevivido o estaba en condiciones de continuar podía matarme perfectamente, incluso cualquier otra persona que estuviese cerca. Pero mi cara mostraba una expresión de indudable determinación. Una media sonrisa y unos ojos desafiantes que decían "Ven... te espero"
- Resumen:
- Recibir el tajo de una forma un poco gore. Tratar de atrapar la espada de Arribor y darle la madre de los puñetazos. Liberar el calor en una explosión a mi alrededor y quedarme quieto en pose de héroe.
- Cosas usadas:
- Último turno de Burst Mode y Unlimited (x21 Fuerza y x 15 Velocidad)
Negación de Zonas (Técnica pasiva): Arthur "ataca a las posibilidades" de sus oponentes, cada turno de combate contra una persona obtiene una carga de zona. Puede negar tres zonas para bloquear un ataque físico de un oponente mientras no tenga la movilidad reducida. Puede Negar cinco zonas para que su siguiente ataque físico golpee al objetivo sin posibilidad de éste de bloquearlo o esquivarlo sin recibir daño. (Uso las 5 "cargas" para dar el puñetazo)
Brute Force (Ámbito): Arthur emplea un estilo de lucha que se basa en golpes rápidos y devastadores, gracias a la preparación física obtiene de forma pasiva un aumento de un 20% en todas las mejoras pasivas de fuerza.
De forma activa, una vez por combate puede sacar más fuerza de sus músculos incrementando en un 20% las mejoras de fuerza activas durante un turno.
Katharina von Steinhell
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Caminó por un sendero de cenizas, madera a medio quemar y cadáveres rostizados. Necesitaba un momento para descansar y recuperar energías, y si podía ayudar a un animal perdido en medio de una guerra, mejor. Una vez hubiese recuperado magia para seguir combatiendo, iría a ayudar al resto de sus compañeros. No sabía mucho acerca de cómo estaba el resto de la tripulación. Luka partió a pelear contra un vicealmirante, mientras que Therax alzó el vuelo para enfrentarse a un marine. Por otra parte, Zane había sido derrotado por el pirata más peligroso de la actualidad, Dexter Black. Solo un idiota no conocía ese nombre. Katharina, desde el minuto en que vio la ola, se dio cuenta de la diferencia de poderes, diferencia que debía acortar a toda costa.
De pronto, el animal se detuvo de golpe y pareció apuntar con su hocico la lucha que se llevaba a cabo frente a Katharina. Un monstruo tan salvaje como peligroso luchaba contra un hombre portador de armas de sangre. ¿Qué diablos era esa criatura? ¿Podría domesticarla como si de un perrito se tratase? Podía intentarlo, aunque primero debería enfrentarse al pirata conocido como Arribor Neus, y no le hacía mucha gracia. Ella tenía muy claro que si Dexter Black no existiese, el tuerto ocuparía su lugar. O al menos ella apostaba a por él, incluso más que por su propio capitán. Y el ver a esas dos bestias luchando entre sí, destrozó toda idea de considerarse a sí misma como alguien fuerte.
Era una auténtica barbaridad… A pesar de que la criatura perdió su brazo, decidió usarlo como arma y golpear a su oponente, para luego volvérselo a poner. ¡¿Qué diablos?! Eso era escalofriante, por decir algo. Pero el pirata no se quedó quieto, sino que contraatacó. Y así el combate se transformó en un vaivén de demostraciones de fuerza. De pronto, una masa incandescente apareció en escena y estaba claro que la criatura extraña era la responsable. En cualquier caso, no podía permitir que la morsa se viera tan involucrada en el combate. El animal podía ser de cualquiera de los dos, pero a juzgar por la chaqueta que llevaba, apostaba a que era de Arribor Neus.
—Por favor dime que él no es tu dueño.
Y de pronto, un destello llamó su atención. Katharina centró su haki de observación en la bestia, sintiendo una fuerte presencia, y luego imágenes llegaron a su cabeza. Por un segundo, todo se sintió tan caluroso como estar en el mismo infierno. Por un segundo, todo lo que estuvo a su alrededor fue víctima de una abrasadora llama. Tenía poco tiempo para reaccionar y protegerse del inminente ataque fogoso. Cerró los ojos y dejó que la energía fluyese a través de ella, sintiendo la tierra como una extensión de su cuerpo. Estaba débil, pero podía hacerlo. Debía hacerlo, por su bien y por el de la morsa. Y justo después de abrir los ojos, una cúpula de roca cubrió a ambos. El material rocoso logró resistir las altas temperaturas, habiendo cumplido su propósito.
La roca cayó y dejó que Katharina pudiera evidenciar otro producto de la guerra. Lo que alguna vez fue una bestia, ahora era un hombrecito del tamaño de un niño. Y en torno a él, como el centro de un cráter, estaba absolutamente todo rostizado. ¿Arribor Neus habrá sobrevivido? Esperaba que sí, de lo contrario, ella misma tendría que hacerse cargo del animal. Sin embargo, lo que más le sorprendió fue ver al pequeño alzando el puño en señal de victoria, estando completamente vulnerable ante cualquier ataque. Era el momento perfecto para dar el último golpe, y no importaba quien se lo diese, pues no tenía oportunidad de reaccionar. No en ese estado. Sin embargo, la bruja no permitiría que alguien se involucrase en el duelo entre dos hombres. A Katharina no le importaba si el niño ese era marine o pirata, revolucionario o agente, no merecía perecer ante el inoportuno ataque de un extraño. Si alguien intentaba hacer algo, ella misma reaccionaría usando el resto de sus energías.
De pronto, el animal se detuvo de golpe y pareció apuntar con su hocico la lucha que se llevaba a cabo frente a Katharina. Un monstruo tan salvaje como peligroso luchaba contra un hombre portador de armas de sangre. ¿Qué diablos era esa criatura? ¿Podría domesticarla como si de un perrito se tratase? Podía intentarlo, aunque primero debería enfrentarse al pirata conocido como Arribor Neus, y no le hacía mucha gracia. Ella tenía muy claro que si Dexter Black no existiese, el tuerto ocuparía su lugar. O al menos ella apostaba a por él, incluso más que por su propio capitán. Y el ver a esas dos bestias luchando entre sí, destrozó toda idea de considerarse a sí misma como alguien fuerte.
Era una auténtica barbaridad… A pesar de que la criatura perdió su brazo, decidió usarlo como arma y golpear a su oponente, para luego volvérselo a poner. ¡¿Qué diablos?! Eso era escalofriante, por decir algo. Pero el pirata no se quedó quieto, sino que contraatacó. Y así el combate se transformó en un vaivén de demostraciones de fuerza. De pronto, una masa incandescente apareció en escena y estaba claro que la criatura extraña era la responsable. En cualquier caso, no podía permitir que la morsa se viera tan involucrada en el combate. El animal podía ser de cualquiera de los dos, pero a juzgar por la chaqueta que llevaba, apostaba a que era de Arribor Neus.
—Por favor dime que él no es tu dueño.
Y de pronto, un destello llamó su atención. Katharina centró su haki de observación en la bestia, sintiendo una fuerte presencia, y luego imágenes llegaron a su cabeza. Por un segundo, todo se sintió tan caluroso como estar en el mismo infierno. Por un segundo, todo lo que estuvo a su alrededor fue víctima de una abrasadora llama. Tenía poco tiempo para reaccionar y protegerse del inminente ataque fogoso. Cerró los ojos y dejó que la energía fluyese a través de ella, sintiendo la tierra como una extensión de su cuerpo. Estaba débil, pero podía hacerlo. Debía hacerlo, por su bien y por el de la morsa. Y justo después de abrir los ojos, una cúpula de roca cubrió a ambos. El material rocoso logró resistir las altas temperaturas, habiendo cumplido su propósito.
La roca cayó y dejó que Katharina pudiera evidenciar otro producto de la guerra. Lo que alguna vez fue una bestia, ahora era un hombrecito del tamaño de un niño. Y en torno a él, como el centro de un cráter, estaba absolutamente todo rostizado. ¿Arribor Neus habrá sobrevivido? Esperaba que sí, de lo contrario, ella misma tendría que hacerse cargo del animal. Sin embargo, lo que más le sorprendió fue ver al pequeño alzando el puño en señal de victoria, estando completamente vulnerable ante cualquier ataque. Era el momento perfecto para dar el último golpe, y no importaba quien se lo diese, pues no tenía oportunidad de reaccionar. No en ese estado. Sin embargo, la bruja no permitiría que alguien se involucrase en el duelo entre dos hombres. A Katharina no le importaba si el niño ese era marine o pirata, revolucionario o agente, no merecía perecer ante el inoportuno ataque de un extraño. Si alguien intentaba hacer algo, ella misma reaccionaría usando el resto de sus energías.
- Resumen:
- Llegar hasta Arribor y Arthur, contemplar el combate, protegerse levantando un muro de roca, y decidir proteger al niño de cualquier persona que intente aprovecharse de su estado.
- Luka:
- Esquivas la bala, pero en cuanto esta llega a donde debería haber estado tu pecho explota, alcanzándote en el hombro. Incluso con tu constitución eso ha dolido, aunque no parece que tengas más que una quemadura y algunos moratones. Consigues inmovilizarlo, pero no suelta la pistola. Tus puñetazos dan también en el blanco, pero en el medio de tu ataque le ves girando una parte de la pistola y disparando al suelo. En lugar de una bala, del arma sale una ráfaga de bolitas moradas que una vez en el suelo comienzan a hincharse y terminan por rodear tus piernas hasta debajo de las rodillas. Antes de que puedas hacer nada, se ha solidificado. El chico en tus brazos se debate intentando huir, pero no se zafa de tu agarre. El otro responde por él, apuntándote con una de las mini-espadas. Le tiembla el pulso.
- ¡Somos revolucionarios! Y... ¡Y este barco queda confiscado para nuestro uso personal! Ríndete o.. o afronta las consecuencias.
- William:
- Tu estrategia funciona y tras unos segundos ambos cuerpos caen inmóviles al suelo, descansando al fin. Estás lleno de sangre tras la refriega, lleno de sangre y... solo en el lugar. ¿Qué harás?
- Yuu:
- Los cuchillos se clavan en el bloque de acero y contra toda expectativa, comienzan a formarse grietas desde el lugar en el que impactan, hasta que al final todo el bloque salta en multitud de cachitos. Los cuchillos caen al suelo tintineando con aspecto inocente. ¿Pero de qué están hechos? Por lo menos ahora puedes ver claramente a tu enemigo, con el pecho cubierto de sangre. Al parecer sí que le habías dado. Esta vez no habla. Se dedica a moverse a una velocidad endiablada, intentando esquivar tu munición. Al final, sin embargo, una de ellas le alcanza en el hombro y cae al suelo contra la pared, sujetándoselo. Hay un buen boquete ahí. Te mira, de nuevo con esa insidiosa sonrisa en los labios.
-Desde luego me estás dando una buena pelea, cachorrito. Hacía mucho que no jugaba tanto, estoy un poco... oxidado.
Mientras escuchas sus palabras te das cuenta de que detrás de los harapos que antes era su camisa solo queda sangre seca. Las heridas se han cerrado de alguna manera.
- Liv:
- Avanzáis hasta la puerta que da a la cubierta, en lo alto de las últimas escaleras, pero cuando intentáis abrirla veis que esta también esta cerrada. Por el ruido que hay al otro lado parece que algo la esté taponando. Claramente hay alguien que quiere teneros encerrados a toda costa.
- Therax:
- Bueno, la presencia de Zane viene de debajo de un agujero en el suelo, parece ser que hay una cueva enorme bajo la plaza. Aunque ten cuidado con la que se está armando en la plaza.
- Zane y amijos:
- - Ah, el niñato Legim ese… bueno, ya ha hecho su trabajo bastante bien, así que no importa si sigue vivo o muerto. – Dice mientras recupera su pose. - Hijikata Toshizo, antiguo almirante al cargo del escuadrón SSG. Aunque eso le pilla en pañales incluso a tu padre. E hijo mío, si eso para ti ha sido un ataque sorpresa, o bien estás muy verde, o bien yo no he perdido mi toque. – Comenta mientras se defiende de tus ataques.
Desvía el tajo con el canto de la espada y enlanza el movimiento de esta en un trazo curvo que intercepta la estocada, mientras que otros cortes los para con la parte roma de un objeto alargado que guarda en una funda de cuero.
- Hmm… Kenshi… Kenshi. Oh. No espera, no, no me suenan. – Dice con una cara que parece más de un viejo senil que de un espadachín experimentado.
Tras parar el último golpe da un tirón y saca el objeto de su funda. Es un fusil algo antiguo, con un sistema de recarga por palanca, la cual usa para voltearlo, amartillarlo y disparar directo a la cabeza. Ves la forma en la que lo mueve y casi parece como si estuviera blandiendo una segunda espada. Tras eso vuelve a cargar para lanzar un tajo en vertical destinado a cortar tu retirada.
- No te contengas con esta vieja gloria chico… pienso dar guerra hasta que llegue a la tumba.
Marc y Brynn, vuestras ondas alcanzan a algunos marines, por los cuales seguramente ya no os tengáis que preocupar. El resto se lanza al ataque, 6 a cada uno. Armados con espadas y bayonetas, dispuestos a haceros pedacitos. Otros 4 se disponen a disparar con sus fusiles cuando sus compañeros hagan una apertura.
- El trío del castillo:
- Cada paso del robot retumba en el suelo. El sonido de sus músculos metálicos os hiela la sangre a medida que se acerca con una lentitud preocupante. A un par de metros de vosotros se para. Lentamente se arrodilla y acerca su cabeza a Eric.
- 48 vidas. Es el precio que se ha cobrado vuestro jueguecito. – Dice con una voz metálica.- Vas a una guerra, entras en el barco más grande, comienzas a armarla, y a la primera baja pides piedad al enemigo. Todo eso tras causar una distracción que nos ha costado docenas de bajas y grandes daños materiales. Eres un ingenuo joven. Ella. –Dice apuntando a Kaori. – Y él si no recibe tratamiento. Serán el precio que pagues por vuestra osadía.
Parece que iba a decir algo más, pero de pronto varios cilindros chocan contra el robot y al caer al suelo llenan todo de humo. Varias personas aparecen de pronto de entre el humo y os agarran a los tres. Escucháis ruidos y notáis como os mueven para cambiar de barco.
Cuando salís del humo estáis en el barco de Bob. Eric, estás al lado del capitán y este está en frente de Dretch. Dretch, estás recostado en el suelo, te están comenzando a tratar la herida, te debería de doler, pero estás en estado de shock por la pérdida de sangre.
- Aunque fuera en medio de una guerra… estabais más seguros con nosotros que en el barco de Viktor Elric. Y os estabais enfrentado a uno de sus capitanes. Esas máquinas son unas bestias con inteligencia artificial, al nivel seguramente de un vicealmirante, o puede que más. Por eso la marina envió a un almirante a encargarse del barco. Pero vosotros… hay maneras más fáciles de suicidarse. – Mira a uno de los doctores, el cual está revisando a Kaori, este baja la mirada y niega con la cabeza. – Mirad el resultado de vuestra arrogancia. Me da pena por ella, pero que esto os sirva de lección. Ahora nos retiraremos, el alto mando ha dado la orden de evacuar la isla, creo que la van a volar en pedazos.
- Kodama:
- El parpadeo acelera cada vez más, aunque eso ya no parece ser tu problema. Ahora veamos que está haciendo Jack…
- Blue Rose:
- Bueno… si Bleyd no hace nada supongo que acabaréis apresándolo o este acabará atrayendo a más gatos de los que le gustaría. Fluffle mira con cara de indignación a Deathstroke al escuchar sus palabras y tira un taco con su nombre al suelo.
- iulio y Kenzo:
- Bueno pues… una vez arriba, veis que la ropa de ese hombre está chamuscada y no le quedan marcas que delaten su bando. A parte de eso la tarea de interrogarlo la encontráis bastante difícil, más que nada porque sigue inconsciente.
Por cierto, Debajo del agujero podéis ver la base subterránea de la marina, un gran puerto con construcciones hechas en las paredes, parece ser que hay bastantes marines embarcando.
- Arribor, Katharina, Arthur y la morsa:
- A la espera de que el combate se resuelva, Katharina es tan maja de no dar el golpe de gracia… cuando lo tiene to regalao. Míralo… está ahí, tan indefenso.
- Maki:
- La puerta cae con un sonoro "Klonk" Al otro lado hay una sala polvorienta, llena de cajas y bidones viejos. En medio hay algo medio cubierto con una gran lona. Se trata de una especie de embarcación pequeña... o un vehículo muy grande. Es como si un carro y un barco hubieran tenido un hijo no muy agraciado. Tiene pinta de llevar años allí, aunque si lo exploras con cierto detenimiento verás que el tanque de combustible está lleno y la llave está puesta en el contacto. En uno de los lados se lee el nombre "El rape volador"
La isla sufre los últimos estertores de la guerra, sumergida en una ola de violencia que ha demostrado ser efectiva a la hora de dañar a todos los participantes por igual. Aunque en los últimos minutos parece que la cosa se calma, ciertas partes llegan a acuerdos sombríos y los agentes del orden se retiran al puerto subterráneo dejando varias instalaciones y armamentos desprotegidos.
Los marines de rango capitán o superior y los agentes por encima de rango 4 se les recuerda que como no salgan de ahí en unos minutos tendrán un sello en sus fichas rojo y grande con las siglas MEC.
La habilidad de aquella vieja gloria de la marina superó las expectativas del pelirrojo, que no pudo evitar mirar a los ojos del anciano con gesto de aprobación. Aquel anciano era hábil, quizás demasiado para alguien con una edad tan avanzada, ¿Cuántos podía tener? ¿Noventa, cien? ¿Quizá más? Hubiera sido una falta de respeto preguntarle, así que, simplemente, el pirata estuvo callado y atento a sus movimientos. La forma en la que había bloqueado su ofensiva, que no evadido, había sido con movimientos simples y rápidos, sin malgastar ni uno. Pese a su aspecto, se notaba que en su tiempo había sido un espadachín en toda regla, no obstante, hubo algo que gustó a Zane, y es que sacara un extraño arcabuz y se defendiera con él.
-Ni un espadachín de verdad… -susurró para sus adentros, con cierta desazón. En el momento que contempló la espada del viejo almirante tuvo la esperanza de tener un verdadero duelo de espadachines, pero ahora que había desenfundado un arma de fuego aquello había pasado a ser un combate rutinario; uno más que añadir a la lista. Rápidamente, ante el disparo Hijikata, trazó una diagonal con su diestra con la firme intención de cortar la bala en dos, al mismo tiempo que hacía crecer sus alas en la espalda y alzaba el vuelo para evadir su segundo ataque. Sí ese viejo senil se creía que eso era suficiente como para detenerle estaba claro.
-Está bien, señor Hijikata –el pirata se envolvió de un aura que caldeaba los alrededores, como si en lugar de encontrarse en los túneles de una isla del gobierno mundial estuvieran tomando el sol en una playa paradisiaca, mientras sus ojos se rasgaban como los de un ave rapaz y se tornaban de un rojo muy intenso. El fuego que yacía en su interior se propagó rápidamente por todo su cuerpo, creando un manto de plumas carmesíes con destellos dorados que lo cubrió por completo. Sus rasgos físicos eran el equilibrio perfecto entre un humano atractivo como él se consideraba y un ser mitológico como era el suzaku. Su altura había aumentado un metro y en su cara había nacido un pico-. Si quiere que vaya con todo, así será-. Sin embargo, aquello no era todo. De Zane comenzó a emanar una poderosa energía de color azul que recubrió completamente cada rincón de su cuerpo y sus dos espadas. La energía fue fluctuando hasta que se sereno y adoptó la forma de una armadura de samurái que le hacía tener más envergadura.
Se sentía poderoso, y aunque no estuviera al nivel de un emperador del mar tenía que demostrarse a sí mismo que estaba al nivel de un viejo alto cargo de la marina. Tal vez ese viejo almirante ahora tuviera la fuerza de un vicealmirante, quizás de un contralmirante, pero era más que suficiente. Ahora no solo era rápido y con buenos reflejos, sino que tenía la fuerza, la resistencia y la agilidad necesaria para enfrentarse a cualquier que le plantase cara.
-¡Qué sepas que si gano me quedo con tu espada! –se limitó a decir, antes de abalanzarse contra el marine a una velocidad trepidante con la intención de darle un doble tajo en cruz con ambas katanas, con la intención de alejarse de sus compañeros para así poder combatir de forma más cómoda, al mismo tiempo que generaba una poderosa llamarada que lanzaría directamente de frente al anciano.
Consiguiera o no el propósito de poder alejarse de sus compañeros para una batalla más íntima, lo primero que hizo el pelirrojo fue trazar un corte vertical ascendente con su diestra, generando una onda cortante con la que intentaría cortar el brazo izquierdo del anciano –el que sujeta la arma de fuego según la imagen-, esperaba que si el corte no le diera, al menos la onda al propagarse así lo hiciera. Tras eso, recubriría sus espadas de haki de armadura y de forma simétrica trazaría su siguiente ataque: dos cortes horizontales de dentro hacia afuera a la altura del pecho, seguido de dos estocadas diagonales apuntando a su costado y, tras apoyar su pierna en el pecho de su oponente para echarlo hacia atrás sacar sus katanas, intentaría una doble onda cortante vertical imbuida en haki de armadura. No obstante, en el caso del anciano fuera capaz de esquivar su estocada, seguiría intentando hacer la doble onda cortante imbuida en haki de armadura.
-Ni un espadachín de verdad… -susurró para sus adentros, con cierta desazón. En el momento que contempló la espada del viejo almirante tuvo la esperanza de tener un verdadero duelo de espadachines, pero ahora que había desenfundado un arma de fuego aquello había pasado a ser un combate rutinario; uno más que añadir a la lista. Rápidamente, ante el disparo Hijikata, trazó una diagonal con su diestra con la firme intención de cortar la bala en dos, al mismo tiempo que hacía crecer sus alas en la espalda y alzaba el vuelo para evadir su segundo ataque. Sí ese viejo senil se creía que eso era suficiente como para detenerle estaba claro.
-Está bien, señor Hijikata –el pirata se envolvió de un aura que caldeaba los alrededores, como si en lugar de encontrarse en los túneles de una isla del gobierno mundial estuvieran tomando el sol en una playa paradisiaca, mientras sus ojos se rasgaban como los de un ave rapaz y se tornaban de un rojo muy intenso. El fuego que yacía en su interior se propagó rápidamente por todo su cuerpo, creando un manto de plumas carmesíes con destellos dorados que lo cubrió por completo. Sus rasgos físicos eran el equilibrio perfecto entre un humano atractivo como él se consideraba y un ser mitológico como era el suzaku. Su altura había aumentado un metro y en su cara había nacido un pico-. Si quiere que vaya con todo, así será-. Sin embargo, aquello no era todo. De Zane comenzó a emanar una poderosa energía de color azul que recubrió completamente cada rincón de su cuerpo y sus dos espadas. La energía fue fluctuando hasta que se sereno y adoptó la forma de una armadura de samurái que le hacía tener más envergadura.
Se sentía poderoso, y aunque no estuviera al nivel de un emperador del mar tenía que demostrarse a sí mismo que estaba al nivel de un viejo alto cargo de la marina. Tal vez ese viejo almirante ahora tuviera la fuerza de un vicealmirante, quizás de un contralmirante, pero era más que suficiente. Ahora no solo era rápido y con buenos reflejos, sino que tenía la fuerza, la resistencia y la agilidad necesaria para enfrentarse a cualquier que le plantase cara.
-¡Qué sepas que si gano me quedo con tu espada! –se limitó a decir, antes de abalanzarse contra el marine a una velocidad trepidante con la intención de darle un doble tajo en cruz con ambas katanas, con la intención de alejarse de sus compañeros para así poder combatir de forma más cómoda, al mismo tiempo que generaba una poderosa llamarada que lanzaría directamente de frente al anciano.
Consiguiera o no el propósito de poder alejarse de sus compañeros para una batalla más íntima, lo primero que hizo el pelirrojo fue trazar un corte vertical ascendente con su diestra, generando una onda cortante con la que intentaría cortar el brazo izquierdo del anciano –el que sujeta la arma de fuego según la imagen-, esperaba que si el corte no le diera, al menos la onda al propagarse así lo hiciera. Tras eso, recubriría sus espadas de haki de armadura y de forma simétrica trazaría su siguiente ataque: dos cortes horizontales de dentro hacia afuera a la altura del pecho, seguido de dos estocadas diagonales apuntando a su costado y, tras apoyar su pierna en el pecho de su oponente para echarlo hacia atrás sacar sus katanas, intentaría una doble onda cortante vertical imbuida en haki de armadura. No obstante, en el caso del anciano fuera capaz de esquivar su estocada, seguiría intentando hacer la doble onda cortante imbuida en haki de armadura.
- Resumen y Datos técnicos:
- Resumen: Enfrentarme al viejo.
- Datos técnicos:
Stats (Sendero de la Virtud Aplicado):
Fuerza x28
Resistencia x32
Velocidad x24
Reflejos x24
Agilidad x12
Tiers: Reflejos: 10 | Resistencia: 8 | Poder de destrucción: 8 | Velocidad: 4| Agilidad: 5
Afinidad Completa: Después de asimilar todo lo posible los conocimientos y el poder proporcionado por el suzaku, Zane es capaz de tener las mismas habilidades tanto en forma híbrida como en completa, de tal forma que apenas hay diferencias entre una u otra en cuestión de poder, no de stats.
Sendero de la virtud: Está es la fase definitiva dentro del sendero del espadachín errante. Aquí el espadachín ha adquirido un conocimiento pleno de la espada y la energía espiritual, de tal forma que es capaz de adoptar una armadura de un color azul muy intenso con la forma de un samurái algo más grande que el usuario (pero no mucho). En este nivel la energía empleada no se desperdicia, lo que implica que su cuerpo no resulta perjudicado en un plazo medio, es decir, que si no se prolonga mucho su uso no tendría secuelas póstumas. Además, sus características se ven incrementadas:- Nivel 90: Las características físicas del usuario aumentan por 4 durante tres post.
Haki de armadura predilecto Tier 9:
Armadura: Tier 9: Es capaz de mantener el Haki de manera continuada hasta treinta asaltos. Durante ellos, puede generar una armadura transparente con brillo metálico alrededor de su cuerpo, que resiste los golpes siempre y cuando el atacante no posea cinco veces más fuerza que el usuario resistencia o lo iguale en Haki.
Armamento: Tier 9: Su uso del endurecimiento llega a un nivel increíble. La potencia de sus golpes imbuidos en endurecimiento se triplica respecto al uso normal del Haki.
Power Up de Haki: Armadura expansiva: Escénicamente el haki de Zane recubre todo su cuerpo por completo, haciendo que se torne de color negro con reflejos verdosos y es capaz de propagarlo en su fuego y sus ondas cortantes.
Bizvan
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La altura del árbol me permitía apreciar lo ocurrido en las zonas bajas, no era tranquilizador, lo cual por desgracia no debería ser extraño. Sin embargo noté algo más. Un gran número de marines comenzaba a moverse.* A juzgar por sus uniformes no poseen un rango elevado. *parecían estarse retirando, pero no como si escaparan de algo, más bien parecían haber recibido una orden o algo parecido.
- Oye Wyrm, ¿puedes ver mejor desde tu posición? –pegunté a mi compañero en un tono de voz alto para ser escuchado.
Si tuviera que dar una opinión diría que esos marines estaban siendo evacuados, era probable que Al nuevamente diera la orden de retirada a los marines que no fuesen capaz de seguir el ritmo del combate. Recordar lo sencillo que fui lanzado me provocó un sentimiento de malestar, no con el tuerto, sino conmigo mismo. Odiaba admitirlo, pero actualmente era un inútil.- De no ser por Madre, habría muerto. –la cicatriz de que quedaría en mi rostro será un buen recordatorio de mi poco poder bélico.
- Oigan, apostaría que esos marines están evacuando, Tobi, lo más seguro es que quieras darme un puñetazo por lo que diré, pero considero que lo mejor es buscar a Ciaran y al capitán, y retirarnos. No estamos a nivel de esos monstruos… No, disculpa por meterte en el mismo saco que yo, tú fuiste el único que realizó el esfuerzo por enfrentar ese tuerto, sin embargo ahora mismo hay enemigos con el poder para destruir esta isla si se lo proponen. ¿Cobardía? Tal vez, pero antes de enlistarme vivía bajo la ideología de retirarme para pelear otro día. –mis palabras contenían un gran pesar, en especial por tener que decirlas poco después de aquel discurso de mi nakama.
Miré entre los árboles en búsqueda de una ruta de descenso (lo más seguro posible).
- Wyrm ¿De casualidad recuerdas donde despertaste o cual fue el último lugar donde viste a Ciaran? –me respondiera o no, comenzaría a bajar utilizando mi agilidad como guardabosques y mi talento natural para aferrarme a los objetos. En caso de caer utilizaría la ráfaga de viento de las botas voto para intentar disminuir el impacto.
Si llegaba a al suelo llamaría a Madre para hacer uso de su olfato y así poder localizar a la mujer caballero. El olfato de la loba humanoide era bastante bueno y por suerte conocía el aroma de nuestra compañera, por lo cual en cuanto captara el aroma, le indicaría a Tobías y a Wyrm que deberíamos buscar a Ciaran.
Con respecto al capitán, estaba seguro que Tobí aun poseía la vivre card de Kimura, con ella lo contrariamos de manera sencilla.
- Oye Wyrm, ¿puedes ver mejor desde tu posición? –pegunté a mi compañero en un tono de voz alto para ser escuchado.
Si tuviera que dar una opinión diría que esos marines estaban siendo evacuados, era probable que Al nuevamente diera la orden de retirada a los marines que no fuesen capaz de seguir el ritmo del combate. Recordar lo sencillo que fui lanzado me provocó un sentimiento de malestar, no con el tuerto, sino conmigo mismo. Odiaba admitirlo, pero actualmente era un inútil.- De no ser por Madre, habría muerto. –la cicatriz de que quedaría en mi rostro será un buen recordatorio de mi poco poder bélico.
- Oigan, apostaría que esos marines están evacuando, Tobi, lo más seguro es que quieras darme un puñetazo por lo que diré, pero considero que lo mejor es buscar a Ciaran y al capitán, y retirarnos. No estamos a nivel de esos monstruos… No, disculpa por meterte en el mismo saco que yo, tú fuiste el único que realizó el esfuerzo por enfrentar ese tuerto, sin embargo ahora mismo hay enemigos con el poder para destruir esta isla si se lo proponen. ¿Cobardía? Tal vez, pero antes de enlistarme vivía bajo la ideología de retirarme para pelear otro día. –mis palabras contenían un gran pesar, en especial por tener que decirlas poco después de aquel discurso de mi nakama.
Miré entre los árboles en búsqueda de una ruta de descenso (lo más seguro posible).
- Wyrm ¿De casualidad recuerdas donde despertaste o cual fue el último lugar donde viste a Ciaran? –me respondiera o no, comenzaría a bajar utilizando mi agilidad como guardabosques y mi talento natural para aferrarme a los objetos. En caso de caer utilizaría la ráfaga de viento de las botas voto para intentar disminuir el impacto.
Si llegaba a al suelo llamaría a Madre para hacer uso de su olfato y así poder localizar a la mujer caballero. El olfato de la loba humanoide era bastante bueno y por suerte conocía el aroma de nuestra compañera, por lo cual en cuanto captara el aroma, le indicaría a Tobías y a Wyrm que deberíamos buscar a Ciaran.
Con respecto al capitán, estaba seguro que Tobí aun poseía la vivre card de Kimura, con ella lo contrariamos de manera sencilla.
- Resumen :
- Sugerir buscar a Ciaran y Kimura para retirarnos. Preguntar a Wyrm si recuerda donde despertó o si vio a Ciaran. Bajar del árbol y llamar a Madre para hacer uso de su olfato para buscar a Ciaran.
Brynn
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El asesino ojeó sonriente cómo sus ondas cortantes habían tenido un relativo éxito, al igual que sonrió al ver que el semi-gigante también lo había hecho bien.
-En otra situación contaría a los caídos para ver quién ha ganado -le comentó al grandullón-. Pero creo que antes debemos ocuparnos de esto…
Y es que pese a sus ataques, aún quedaban muchos marines en pie. Escuchaba con atención lo que Zane y aquel marine decían, y le pareció oir que había sido almirante. ¿Acaso el nivel del resto de marines sería tan alto como le corresponde a los pupilos de tal cargo?
En unos momentos lo verían, aunque el espadachín prefería no hacerlo, puesto que dudaba que tanto el semi-gigante como él pudieran con algo de tal calibre.
Con el rifle en la diestra y casper en la siniestra, sin rostro contó a sus posibles rivales; seis. Los cuales se dirigían hasta su posición. No pasó por alto a los cuatro que parecían estar apuntándoles desde la lejanía, pero de momento poco podía hacer contra ellos… ¿Por qué aún no habían disparado? Quizá su ángulo no fuese el idóneo. Entonces, la daga reflejó la luz que rodeaba al asesino, y éste se volvió invisible.
Justo entonces y apuntando a sus enemigos, vaciaría el cargador contra los seis marines que iban en su dirección con la intención de abatir a alguno y, tras ello, enfundaría su rifle lentamente para dejar a su cuerpo mutar. Los brazos de Brynn se tornaron en unas alas enormes cuya embergadura rondaba los cinco metros, y de sus piernas nacieron unas afiladas garras, volviéndose su cuerpo mucho más delgado que antes. Un graznido clamó a la batalla y, tras ello, sin rostro se lanzó hacia sus enemigos a toda velocidad. Contaba con la ventaja de ser invisible, aunque era posible que los marines le detectasen, ¿pero sería el haki de aquellos guerreros lo suficientemente rápido para interceptar los movimientos del ave? Puede que sí, pero era algo que sin rostro no podía saber.
Justo en el momento en el que Brynn se encontrase más cerca de sus rivales, utilizaría su afiladas garras para impactar y realizar diferentes cortes en sus rivales.
-En otra situación contaría a los caídos para ver quién ha ganado -le comentó al grandullón-. Pero creo que antes debemos ocuparnos de esto…
Y es que pese a sus ataques, aún quedaban muchos marines en pie. Escuchaba con atención lo que Zane y aquel marine decían, y le pareció oir que había sido almirante. ¿Acaso el nivel del resto de marines sería tan alto como le corresponde a los pupilos de tal cargo?
En unos momentos lo verían, aunque el espadachín prefería no hacerlo, puesto que dudaba que tanto el semi-gigante como él pudieran con algo de tal calibre.
Con el rifle en la diestra y casper en la siniestra, sin rostro contó a sus posibles rivales; seis. Los cuales se dirigían hasta su posición. No pasó por alto a los cuatro que parecían estar apuntándoles desde la lejanía, pero de momento poco podía hacer contra ellos… ¿Por qué aún no habían disparado? Quizá su ángulo no fuese el idóneo. Entonces, la daga reflejó la luz que rodeaba al asesino, y éste se volvió invisible.
Justo entonces y apuntando a sus enemigos, vaciaría el cargador contra los seis marines que iban en su dirección con la intención de abatir a alguno y, tras ello, enfundaría su rifle lentamente para dejar a su cuerpo mutar. Los brazos de Brynn se tornaron en unas alas enormes cuya embergadura rondaba los cinco metros, y de sus piernas nacieron unas afiladas garras, volviéndose su cuerpo mucho más delgado que antes. Un graznido clamó a la batalla y, tras ello, sin rostro se lanzó hacia sus enemigos a toda velocidad. Contaba con la ventaja de ser invisible, aunque era posible que los marines le detectasen, ¿pero sería el haki de aquellos guerreros lo suficientemente rápido para interceptar los movimientos del ave? Puede que sí, pero era algo que sin rostro no podía saber.
Justo en el momento en el que Brynn se encontrase más cerca de sus rivales, utilizaría su afiladas garras para impactar y realizar diferentes cortes en sus rivales.
- resumen:
Volverse invisible.
Vaciar un cargador de su arma (10 disparos) contra los marines y transformarse para enfrentarse a ellos, con la intención de pillarlos por sorpresa (al ser invisible).
- Cosas:
- Atributos clase: Agilidad 3, Sigilo 2, Reflejos 3, Puntería 2, Poder destrucción 1.
- Atributos forma híbrida: Agilidad 2, Velocidad 2, Reflejos 1.5, Fuerza 1.5
- Hummingbird form: Al igual que en su forma híbrida, los brazos del usuario se transforman en dos enormes alas cuya envergadura ronda los cinco metros, sus piernas se transforman en garras y todo su cuerpo se vuelve considerablemente más delgado; en esta forma su agilidad se incrementa en un 200%.
- Atributos clase: Agilidad 3, Sigilo 2, Reflejos 3, Puntería 2, Poder destrucción 1.
Luka Rooney
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Las cosas se habían dado demasiado rápido en un pequeño lapso de tiempo, algo que hizo que el tiburón no terminase de percibir con exactitud todas ellas. Primero, había conseguido evadir la bala, pero la extraña forma de ésta no era casual, sino que debía tener algún extraño compuesto que rozó el hombro del gyojin, el cual ignoró durante unos segundos ese daño, hasta que pronto notó cómo se le había quemado parcialmente la zona afectada, percibiendo una sensación de dolor media.
El habitante del mar pudo retener al pistolero agarrándole con sus brazos acuáticos, aunque éste no cedió en su afán por mantener su arma en la mano. El gyojin pudo combinar una serie de golpes y, posteriormente, su rival realizó un disparo que pilló por sorpresa a Luka. Y no por la rapidez ni la agilidad en éste, si no por el lugar al que iba dirigido; Al suelo. El rival del tiburón giró una parte de la pistola y de ésta salió una ráfaga de bolas moradas con muy mala pinta. El gyojin intentó mover las piernas, sin embargo, éstas estaban sujetas a… una extraña sustancia solidificada. ¿Qué diablos? Aquello había dejado al tiburón sin poder moverse, por lo que debía finalizar cuanto antes el combate.
El pistolero intentó zafarse de su presa, pero no fue capaz. Mientras tanto, el otro compañero, visiblemente asustado, amenazó a Luka alzando su arma, algo que no le sentó demasiado bien al habitante del mar.
Los ojos del gyojin se centraron en su primer rival, ignorando al asustadizo de las espadas. Su semblante empezó a cambiar poco a poco, dejando ver sus afilados dientes y dilatando sus pupilas, las cuales empezaban a adquirir un color rojizo de manera lenta. Su rostro empezó a ser cada vez más y más tétrico. A la par que giraba el rostro para ojear al rival que previamente le había amenazado, sus ojos pasaban por un color anaranjado, para posteriormente llegar a un rosado y finalizar en un intenso rojo. Sus músculos empezaron a marcarse cada vez más, y con ello las venas de éstos. Su muñeca ardía en deseos de demostrar de qué era capaz de nuevo. Había llegado el momento, pero primero quería ver el semblante de miedo de sus rivales.
No dejó de observar al hombre de la espada mientras agarraba con fuerza la muñeca de su rival pistolero, intentando que éste no realicese otro movimiento inesperado. La ira empezó a apoderarse del tiburón, y la mirada denotaba una furia que probablemente aquellos dos jóvenes maleantes no hubiesen visto nunca en su corta vida. Y entonces, el ser marino se decidió a hablar.
- Revolucionarios… Estáis en el barco de los Arashi, delante de su comandante, Luka Kyouu Rooney. Vais a necesitar algo más que dos asustadizos niños para vencerme. Habéis desatado la tormenta.
El habitante del mar continuó fijando la mirada en su rival, intentando provocarle miedo. Separó sus labios para mostrar los afilados dientes que escondía, y sus pupilas más dilatadas que antes, y entonces, posicionó su puño derecho sobre la boca del estómago de su rival, enfocando el cuerpo del humano hacia el asustadizo de las espadas.
Con el puño envuelto en haki y usando el gyojin karate, el tiburón realizó una potente onda de choque que impactaría con vibración en el estómago de su rival si éste no lograba zafarse de su prisión, y si no lo hacía, probablemente saliese despedido en la dirección de su compañero revolucionario. La pulsera dejó de quemar tras el impacto, quedándose tranquila, al igual que pareció hacerlo el habitante del mar.
Tras ello, el tiburón estornudó sonoramente, quizá fruto de estar entrando y saliendo del agua con tanta asiduidad.
- A que me he resfriado… -comentó a la par que intentaba buscar a Timon-. ¡Timón, ayuda a papá a liberarse de lo que tiene en las piernas!
El habitante del mar pudo retener al pistolero agarrándole con sus brazos acuáticos, aunque éste no cedió en su afán por mantener su arma en la mano. El gyojin pudo combinar una serie de golpes y, posteriormente, su rival realizó un disparo que pilló por sorpresa a Luka. Y no por la rapidez ni la agilidad en éste, si no por el lugar al que iba dirigido; Al suelo. El rival del tiburón giró una parte de la pistola y de ésta salió una ráfaga de bolas moradas con muy mala pinta. El gyojin intentó mover las piernas, sin embargo, éstas estaban sujetas a… una extraña sustancia solidificada. ¿Qué diablos? Aquello había dejado al tiburón sin poder moverse, por lo que debía finalizar cuanto antes el combate.
El pistolero intentó zafarse de su presa, pero no fue capaz. Mientras tanto, el otro compañero, visiblemente asustado, amenazó a Luka alzando su arma, algo que no le sentó demasiado bien al habitante del mar.
Los ojos del gyojin se centraron en su primer rival, ignorando al asustadizo de las espadas. Su semblante empezó a cambiar poco a poco, dejando ver sus afilados dientes y dilatando sus pupilas, las cuales empezaban a adquirir un color rojizo de manera lenta. Su rostro empezó a ser cada vez más y más tétrico. A la par que giraba el rostro para ojear al rival que previamente le había amenazado, sus ojos pasaban por un color anaranjado, para posteriormente llegar a un rosado y finalizar en un intenso rojo. Sus músculos empezaron a marcarse cada vez más, y con ello las venas de éstos. Su muñeca ardía en deseos de demostrar de qué era capaz de nuevo. Había llegado el momento, pero primero quería ver el semblante de miedo de sus rivales.
No dejó de observar al hombre de la espada mientras agarraba con fuerza la muñeca de su rival pistolero, intentando que éste no realicese otro movimiento inesperado. La ira empezó a apoderarse del tiburón, y la mirada denotaba una furia que probablemente aquellos dos jóvenes maleantes no hubiesen visto nunca en su corta vida. Y entonces, el ser marino se decidió a hablar.
- Revolucionarios… Estáis en el barco de los Arashi, delante de su comandante, Luka Kyouu Rooney. Vais a necesitar algo más que dos asustadizos niños para vencerme. Habéis desatado la tormenta.
El habitante del mar continuó fijando la mirada en su rival, intentando provocarle miedo. Separó sus labios para mostrar los afilados dientes que escondía, y sus pupilas más dilatadas que antes, y entonces, posicionó su puño derecho sobre la boca del estómago de su rival, enfocando el cuerpo del humano hacia el asustadizo de las espadas.
Con el puño envuelto en haki y usando el gyojin karate, el tiburón realizó una potente onda de choque que impactaría con vibración en el estómago de su rival si éste no lograba zafarse de su prisión, y si no lo hacía, probablemente saliese despedido en la dirección de su compañero revolucionario. La pulsera dejó de quemar tras el impacto, quedándose tranquila, al igual que pareció hacerlo el habitante del mar.
Tras ello, el tiburón estornudó sonoramente, quizá fruto de estar entrando y saliendo del agua con tanta asiduidad.
- A que me he resfriado… -comentó a la par que intentaba buscar a Timon-. ¡Timón, ayuda a papá a liberarse de lo que tiene en las piernas!
- Resumen:
Cabrearse un pelín porque le ataquen.
Liberar una onda de choque en el estómago de su rival, enfocando el cuerpo de éste hacia el asustadizo de las espadas.
Estornudar y buscar a Timón, en ese orden.
- Cosas:
- Carga pulsera: 3 turnos -usada-. Proporciona un 500% de potencia y tamaño en la onda de choque utilizada.
- Bonificadores pasivos: Fuerza x4 - Resistencia x2
- Bonificadores de clase: Fuerza 8 (6 Clase + 2 Gyojin) | Resistencia 6 | Agilidad 4 | Velocidad 4 | Reflejos 2
- Ondas de choque: Nivel 50: La potencia de los golpes de Luka pueden causar una onda destructiva de hasta 5 metros de radio.
- Golpes con vibración: Ayudándose del Gyojin Kárate y el control de sus fluidos, Luka es capaz de generar vibraciones de distintas potencias que son capaces de crear daños internos en el enemigo cuando un golpe impacta en éste.
- Kyōbōna: Cuando Luka sufre una gran ira, su cuerpo “muta”, dilatándose sus pupilas y transformándose en un color rojizo, sus músculos se marcan más, a la par que sus venas. Su semblante se “enloquece” y sed de sangre aumenta. Nota: Esta técnica es puramente estética, no proporciona ningún beneficio.
- Gegenees: Luka utiliza su be water, my friend, para crear cuatro brazos que salen del costado, quedando de manera paralela a los suyos y con unas dimensiones similares. Puede controlarlos a voluntad y, al igual que en la técnica previamente mencionada, cualquier usuario con una fuerza igual o superior a Luka podrá romperlos sin problemas.
- Binshō-sei: Realizando un ágil movimiento de pies Luka puede moverse a velocidades extremadamente altas, siendo casi imperceptible para el ojo humano. La técnica puede emplearse durante un periodo de dos post y únicamente se puede usar una vez por combate. Luka gracias a esta técnica es capaz de llegar a los 17m/s. (Post 2 de 2)
- Kōgi no seishin: Debido a la perfección del Gyojin Karate, Rooney es capaz de recubrir partes su cuerpo de agua y potenciarse de la siguiente manera:
- Tabla de nivel:
- Nivel 10: Fuerza y Resistencia x1.5 durante 2 turnos.
- Nivel 20: Fuerza y Resistencia x2 durante 2 turnos.
- Nivel 30: Fuerza y Resistencia x2.25 durante 2 turnos.
- Nivel 40: Fuerza y Resistencia x2.5 durante 2 turnos.
- Nivel 50: Fuerza y Resistencia x2.75 durante 2 turnos.
- Nivel 60: Fuerza y Resistencia x3 durante 2 turnos.
- Nivel 70: Fuerza y Resistencia x3.25 durante 2 turnos.
- Nivel 80: Fuerza y Resistencia x3.5 durante 2 turnos.
- Nivel 90: Fuerza y Resistencia x3.75 durante 2 turnos.
- Nivel 100: Fuerza y Resistencia x4 durante 3 turnos.
- Nivel 10: Fuerza y Resistencia x1.5 durante 2 turnos.
- Haki de armadura: Predilecto. Tier 5.
[*]Objetos usados:- Pulsera de la diosa fortuna:
Descripción del objeto: Una pulsera de distintas piedras procedentes de lo más profundo del mar que fueron algún día recolectadas y selladas por distintos Gyojins. Cada pequeña piedra es distinta y de un color diferente a cualquiera del resto, lo cual hace que esta pulsera sea única. Cada piedra está unida a otra con delicadeza en un hilo irrompible del cual se desconoce su procedencia.
Habilidades especiales o destacables: Este objeto concentra la energía interior de Luka como ser vivo a través de los fluidos de su organismo, desplazándolos y generando energía cinética y concentrándola en diversas partes de su cuerpo con el fin de protenciar su siguiente impacto de onda de choque.
La energía almacenada va ampliando su potencia hasta llegar a un límite de:- Si la energía se almacena 1 turno: 150% de potencia y tamaño en la siguiente onda de choque.
- Si la energía se almacena 2 turnos: 300% de potencia y tamaño en la siguiente onda de choque.
- Si la energía se almacena 3 turnos: 500% de potencia y tamaño en la siguiente onda de choque.
- Si la energía se almacena 5 turnos: 700% de potencia y tamaño en la siguiente onda de choque.
Si la energía ha sido almacenada entre 4 y 5 posts, Luka se podrá ver resentido al efectuar una onda de choque de tal potencia y dimensión.- Si la energía se almacena 1 turno: 150% de potencia y tamaño en la siguiente onda de choque.
- Espiritu de Poseidón:
Descripción del objeto: Un particular anillo de zafiro forjado en la isla Gyojin con pequeñas piedras dentro del propio mineral.
Habilidades especiales o destacables: El usuario que lo porta es capaz de invocar grandes cantidades de agua a través de la humedad del ambiente. Dicha agua se genera con una salinidad del 10% y la cantidad variará dependiendo de la humedad, no siendo menor de 5 litros ni superior a 50. Además, cuentan las leyendas que cuando se forjó, el mismísimo Dios del mar lo llevaba puesto.
- Carga pulsera: 3 turnos -usada-. Proporciona un 500% de potencia y tamaño en la onda de choque utilizada.
Hamlet
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- Oye, Wyrm. ¿Puedes ver mejor desde tu posición? –escuché preguntar a Bizvan.
Di un vistazo a toda la plaza, pero me sentía completamente incapaz de determinar lo que realmente estaba ocurriendo, o bien la cantidad de cosas que estaban pasando saturaban mis capacidades sensoriales. El fuego parecía haberse extinguido, y me costaba ver si seguía habiendo muertos en la zona. Una de las figuras titánicas que había descendido acababa de detenerse bruscamente. Mientras tanto, en el patíbulo, un gran caos se había desatado, y solo podía distinguir borrones moviéndose a toda velocidad. El suelo vibraba con furiosos tremores, actuando como reclamo del apocalipsis.
-No realmente -respondí-. Pero sea lo que sea, ir en esa dirección será nuestra condena.
Bizvan nos propuso entonces ignorar a las fuerzas que chocaban allí y buscar a Ciaran y al capitán, para luego tratar de huir con los marines que estaban evacuando. Lo cierto es que aquello era la solución más lógica. Estando la isla en semejante estado, luchar por el orden en esta ya no tenía sentido alguno. Y si además, los altos mandos se decidían a ejecutar una Buster Call o un acto semejante, lo mejor sería salir de allí. Fruncí el ceño y asomé la cabeza en dirección a Bizvan, quien me había preguntado por Ciaran.
-Desperté por esta zona -contesté, notando el dolor en el torso que había causado que acabase allí-. Pero estaba inconsciente, no sé que puede haber sido de ella. Solo sé que no estaba cerca cuando volví en mí.
Viendo que Bizvan había bajado a la calle, decidí hacer lo propio enganchando el garfio del aparato de Bizvan a la cornisa del edificio y descendiendo usando la cuerda a modo de rápel.
-¿Creéis que nos dará tiempo a encontrarlos? Esto no tiene buena pinta. Puede que ya hayan ido hacia los barcos junto al resto de marines.
Continué bajando, esperando una orden. Ojalá estuvieran en lo cierto.
Di un vistazo a toda la plaza, pero me sentía completamente incapaz de determinar lo que realmente estaba ocurriendo, o bien la cantidad de cosas que estaban pasando saturaban mis capacidades sensoriales. El fuego parecía haberse extinguido, y me costaba ver si seguía habiendo muertos en la zona. Una de las figuras titánicas que había descendido acababa de detenerse bruscamente. Mientras tanto, en el patíbulo, un gran caos se había desatado, y solo podía distinguir borrones moviéndose a toda velocidad. El suelo vibraba con furiosos tremores, actuando como reclamo del apocalipsis.
-No realmente -respondí-. Pero sea lo que sea, ir en esa dirección será nuestra condena.
Bizvan nos propuso entonces ignorar a las fuerzas que chocaban allí y buscar a Ciaran y al capitán, para luego tratar de huir con los marines que estaban evacuando. Lo cierto es que aquello era la solución más lógica. Estando la isla en semejante estado, luchar por el orden en esta ya no tenía sentido alguno. Y si además, los altos mandos se decidían a ejecutar una Buster Call o un acto semejante, lo mejor sería salir de allí. Fruncí el ceño y asomé la cabeza en dirección a Bizvan, quien me había preguntado por Ciaran.
-Desperté por esta zona -contesté, notando el dolor en el torso que había causado que acabase allí-. Pero estaba inconsciente, no sé que puede haber sido de ella. Solo sé que no estaba cerca cuando volví en mí.
Viendo que Bizvan había bajado a la calle, decidí hacer lo propio enganchando el garfio del aparato de Bizvan a la cornisa del edificio y descendiendo usando la cuerda a modo de rápel.
-¿Creéis que nos dará tiempo a encontrarlos? Esto no tiene buena pinta. Puede que ya hayan ido hacia los barcos junto al resto de marines.
Continué bajando, esperando una orden. Ojalá estuvieran en lo cierto.
- Resumen:
- Bajar del edificio y decidir sí buscar al resto de la flota o comenzar a huir.
Eric Zor-El
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Todo ocurrió muy rápido. Ahí estaba Eric, frente a ese coloso de metal con intención de acabar con su vida, cuando Bob y el resto de agentes del gobierno aparecieron para salvarles el cuello de una muerte más que segura. El shandiano estuvo callado durante todo el camino, escoltado por los agentes hacia un barco que se iba de la isla, pues iban a dar el golpe final. Un médico se le acercó y le atendió, le puso unas vendas que tenían un extraño olor a eucalipto y le dio dos capsulas de plástico de color rojo y blanco. “Eso te va a curar” –le dijo el doctor, pero en cuanto se descuidó las tiró por la borda. Él era un guerrero, si tenía que sanar lo haría por sus propios medias, no mediante rituales paganos ni consumiendo brebajes mágicos.
Allí, sobre el suelo, el cuerpo de Kaori, pálido e inerte. A su lado, Dretch, impactado mirando a la nada. La pérdida de aquella mujer había sido demasiado para él, ¿su primera guerra? Era probable, después de todo no todos valen para eso. A pasos lentos, el salvaje se puso al lado de su amigo.
-No llores su pérdida, Dretch Buerganor –posó su mano sobre el hombre bueno de su amigo-. Ella no querría eso. Era una guerra valiente como cualquier hombre, pero se topó con algo que un humano normal no podría derrotar. Conocía de poco a Kaori, pero ella no querría verte afligido. En mi clan tenemos un dicho muy antiguo, un guerrero que cae en combate no debe ser digno de lástima, no hay que llorarles ni guardarles el luto, sino que llevarle presente en todas y cada una de las siguientes empresas que lleves a cabo –clavó la mirada sobre la del agente-. Vuelve tan fuerte que tu yo de ahora sea solo un espejismo olvidado y algún día te encontrarás de nuevo con ese ser metálico y lo derrotarás. Después de todo los grandes dioses son caprichosos y si esto ha pasado es por algo.
Dicho aquello, sacó su pipa de madera y la preparó para fumar de ella mientras veía los estragos de la guerra desde la lejanía.
Allí, sobre el suelo, el cuerpo de Kaori, pálido e inerte. A su lado, Dretch, impactado mirando a la nada. La pérdida de aquella mujer había sido demasiado para él, ¿su primera guerra? Era probable, después de todo no todos valen para eso. A pasos lentos, el salvaje se puso al lado de su amigo.
-No llores su pérdida, Dretch Buerganor –posó su mano sobre el hombre bueno de su amigo-. Ella no querría eso. Era una guerra valiente como cualquier hombre, pero se topó con algo que un humano normal no podría derrotar. Conocía de poco a Kaori, pero ella no querría verte afligido. En mi clan tenemos un dicho muy antiguo, un guerrero que cae en combate no debe ser digno de lástima, no hay que llorarles ni guardarles el luto, sino que llevarle presente en todas y cada una de las siguientes empresas que lleves a cabo –clavó la mirada sobre la del agente-. Vuelve tan fuerte que tu yo de ahora sea solo un espejismo olvidado y algún día te encontrarás de nuevo con ese ser metálico y lo derrotarás. Después de todo los grandes dioses son caprichosos y si esto ha pasado es por algo.
Dicho aquello, sacó su pipa de madera y la preparó para fumar de ella mientras veía los estragos de la guerra desde la lejanía.
- REsumen:
- Hablar con Dretch
Marc Kiedis
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Los primeros ataques del grandullón parecían haber tenido el efecto deseado, aunque de sus compañeros tan solo el hombre de tez oscura se había unido a la batalla. De hecho, su forma de combatir sorprendió a Marc, pues había usado la misma estrategia que él, cosa ciertamente curiosa. Mientras tanto, el pelirrojo seguía enfrascado en su pelea contra el terrorífico anciano, quien había reconocido ser un antiguo Almirante. Como el propio semigigante había deducido al verle, su poder seguramente seguiría siendo devastador.
No obstante, no tuvo tiempo de pensar mucho más. Seis marines se acercaban rápidamente hacia él, buscando hacerle pedazos. Al mismo tiempo, otros cuatro le apuntaban con armas de fuego desde la lejanía, pero aparentemente sin disparar. ¿Estarían esperando a que sus compañeros no se encontrasen entre ellos y los piratas? Era lo más probable, así que no pensaba darles la oportunidad. A diferencia de Zane, él no era tan rápido con su espada como para cortar balas. No, debía hacerlo de otra forma.
Tan rápido como pudo, creó toda la cantidad de queso fundido que fue capaz de fabricar, poniendo sus capacidades al límite. Mientras lo hacía, se concentró en aplicar el calor de su fuego en él, elevando su temperatura hasta que quemase al contacto, y lo lanzó contra los marines que iban hacia él formando una ola de queso que avanzaba por el aire, a la altura del abdomen de los humanos.
Con eso esperaba provocarles graves quemaduras y hacer que se detuviesen en el peor de los casos durante unos instantes. Eso le daría tiempo para, en cuanto el queso cayese al suelo, usar su técnica Edam Pellet desde ese punto. Era una pena tener que hacerlo así, pues disfrutaba realmente de hacer el gesto de la pistolita con sus dedos, pero en aquella situación era mucho más práctico. Gracias a su capacidad para controlar su queso a distancia podría hacer que cuatro balas sólidas hechas de éste saliesen disparadas, una a cada uno de los marines que le apuntaban.
Hecho esto, se pondría en guardia, con Kotai-Hi en posición defensiva, preparado por si alguno de aquellos marines podía seguir luchando o por si alguno más se unía a ellos.
No obstante, no tuvo tiempo de pensar mucho más. Seis marines se acercaban rápidamente hacia él, buscando hacerle pedazos. Al mismo tiempo, otros cuatro le apuntaban con armas de fuego desde la lejanía, pero aparentemente sin disparar. ¿Estarían esperando a que sus compañeros no se encontrasen entre ellos y los piratas? Era lo más probable, así que no pensaba darles la oportunidad. A diferencia de Zane, él no era tan rápido con su espada como para cortar balas. No, debía hacerlo de otra forma.
Tan rápido como pudo, creó toda la cantidad de queso fundido que fue capaz de fabricar, poniendo sus capacidades al límite. Mientras lo hacía, se concentró en aplicar el calor de su fuego en él, elevando su temperatura hasta que quemase al contacto, y lo lanzó contra los marines que iban hacia él formando una ola de queso que avanzaba por el aire, a la altura del abdomen de los humanos.
Con eso esperaba provocarles graves quemaduras y hacer que se detuviesen en el peor de los casos durante unos instantes. Eso le daría tiempo para, en cuanto el queso cayese al suelo, usar su técnica Edam Pellet desde ese punto. Era una pena tener que hacerlo así, pues disfrutaba realmente de hacer el gesto de la pistolita con sus dedos, pero en aquella situación era mucho más práctico. Gracias a su capacidad para controlar su queso a distancia podría hacer que cuatro balas sólidas hechas de éste saliesen disparadas, una a cada uno de los marines que le apuntaban.
Hecho esto, se pondría en guardia, con Kotai-Hi en posición defensiva, preparado por si alguno de aquellos marines podía seguir luchando o por si alguno más se unía a ellos.
- Resumen:
- - Intentar machacar marines.
- Cosas usadas:
- Akuma nivel 20: Puede crear hasta 200 litros de queso (creo los 200 litros para atacar a los marines).
- Raclette: Usando su queso derretido y su ámbito fuego, puede hacer que su queso fundido se caliente hasta como máximo la temperatura que permita este último, pudiendo quemar al contacto. Puede aplicarlo a cualquier técnica en la que use queso derretido (mi ámbito me permite elevar la temperatura del queso fundido hasta los 200 ºC).
- Cheese Master: Marc ha logrado familiarizarse con el queso que crea hasta tal punto que es capaz de controlar (moverlo a su antojo) y realizar sus técnicas con el queso ya creado aunque no esté en contacto con él en un radio de 50 metros.
- Edam Pellet: Marc hace la forma de una pistola con su índice y su pulgar y dispara pequeñas bolas de queso sólido. Éstas miden 1 cm de diámetro y salen de su dedo con la velocidad de una bala disparada por una pistola estándar (unos 350 m/s). El alcance de estas balas es de 50 metros, aunque por encima de 30 pierden 30 m/s por cada metro adicional.
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