La niña aceptó. Había cambiado los términos pero aceptó. Yoldin esgrimió una sonrisa de satisfacción. Era el momento de ponerse a prueba de una manera justa y sin distracciones al fin. Puso a Quebrantaolas en ristre y se preparó para hacer la primera embestida cuando Dante gritó algo y se lanzó de cabeza contra sus enemigos.
Una llamarada que surgió de su pierna engulló a un grupo de monstruos sin piedad, bloqueando su campo de visión durante un momento. Otra cosa en la que su intuición no le había fallado: el chaval era muy fuerte, mucho más que él. Aún así un latigazo de ira asomó le consumió por un instante. Pensaba que había consumido también a su enemigo y aquello no era algo que estuviese dispuesto a soportar. Vio que al final su calabaza estaba en perfecto estado, sin un arañazo, y que las demás parecían inmunes de alguna manera. Un pequeño alivio, porque sin importar lo fuerte que fuera el chico si le hubiera impedido su objetivo habría ido a por él con todo. Nadie. Se interponía. En su camino.
Se sacudió los pensamientos homicidas de la cabeza, tenía otras cosas de las que ocuparse. "Conque inmunidad al fuego..." pensaba mientras se guardaba el dial térmico de vuelta en el bolsillo. Tendría que limitarse a hacer puré de calabaza. Se abalanzó a por ella con Quebrantaolas en ristre. Parecía que esos bichos aún eran capaces de sangrar, así que el filo cortante sería un arma letal contra ellos. Cuando estuvo lo suficientemente cerca activó el dial de propulsión de la tabla, potenciando una peligrosa estocada dirigida al vientre del monstruo.
En ese momento vi como Helga pretendía cazar a la chavala que trataba de esconderse. Estaba bien, era un detalle importante que debería ser la prioridad del grupo, pero Yoldin ahora tenía entre ceja y ceja el derrotar ese bicho costase lo que costase.
Una llamarada que surgió de su pierna engulló a un grupo de monstruos sin piedad, bloqueando su campo de visión durante un momento. Otra cosa en la que su intuición no le había fallado: el chaval era muy fuerte, mucho más que él. Aún así un latigazo de ira asomó le consumió por un instante. Pensaba que había consumido también a su enemigo y aquello no era algo que estuviese dispuesto a soportar. Vio que al final su calabaza estaba en perfecto estado, sin un arañazo, y que las demás parecían inmunes de alguna manera. Un pequeño alivio, porque sin importar lo fuerte que fuera el chico si le hubiera impedido su objetivo habría ido a por él con todo. Nadie. Se interponía. En su camino.
Se sacudió los pensamientos homicidas de la cabeza, tenía otras cosas de las que ocuparse. "Conque inmunidad al fuego..." pensaba mientras se guardaba el dial térmico de vuelta en el bolsillo. Tendría que limitarse a hacer puré de calabaza. Se abalanzó a por ella con Quebrantaolas en ristre. Parecía que esos bichos aún eran capaces de sangrar, así que el filo cortante sería un arma letal contra ellos. Cuando estuvo lo suficientemente cerca activó el dial de propulsión de la tabla, potenciando una peligrosa estocada dirigida al vientre del monstruo.
En ese momento vi como Helga pretendía cazar a la chavala que trataba de esconderse. Estaba bien, era un detalle importante que debería ser la prioridad del grupo, pero Yoldin ahora tenía entre ceja y ceja el derrotar ese bicho costase lo que costase.
- Resumen:
- Le trato de meter una estocada potenciada con un dial de propulsión a la calabaza en el vientre.
Normas del capítulo:
Moderación
En el cielo, el zeppelín vuelve a apuntar al patíbulo. Continúa vacío, al contrario que la plaza. Poco a poco, se va llenando. Los primeros en llegar son los hombres que no hace tanto llevaban a Iliana a la hora de su muerte. Parecen haberla perdido y sus filas han menguado. Sin embargo, se disponen alrededor del patíbulo como si no hubiera ocurrido nada y se quedan ahí, aguardando.
A continuación, llega un invitado inesperado. Un caballero que ha tenido una noche muy, muy complicada. Su armadura está abollada, su cuerpo cubierto de pequeñas ramitas y lianas, además de sangre y savia y el estado de su yelmo sugiere que ese hombre no debería estar caminando, sino bajo tierra. Sin embargo, llega con presteza, ignora a los sectarios y se coloca a la derecha del patíbulo, mano en el pomo de la espada y cabeza bien alta, aguardando por su alteza.
Las siguientes en llegar son dos niñas pequeñas cogidas de la mano. En las otras, llevan varios cuchillos. Su esqueleto brilla y avanzan hasta adelantar a todo el mundo. Claramente quieren estar en primera fila.
Finalmente, llegan las calabazas. No se sabe de dónde han salido, ni exactamente que son, pero son muchas. Una mezcla entre cadáveres y plantas, con cabeza de calabaza y expresiones variadas pero todas igual de vacías. Forman un nutrido círculo alrededor del patíbulo y… esperan.
Toda Astelia espera. El rumor de uno de los ejércitos es cada vez más cercano y la gente en la ciudad puede comenzar a oírlo en la distancia. Están a punto de llegar.
Solo falta la estrella de la noche y no tarda en llegar. Cogida en brazos y vestida de negro con hermosos ropajes, un traidor porta a la reina hacia su hora final. Ha salido de uno de los callejones que rodea la plaza y en segundos todos sus seguidores se colocan a su alrededor, acompañándoles a cada paso. Avanzan con parsimonia, atentos a cada metro recorrido.
Es el último paseo. Es el principio del fin. El comienzo de una nueva era.
- Se moderará lunes y jueves entre las 22:00 y las 23:59.
- No se puede postear los lunes o jueves antes de la moderación.
- Hay un reloj que marca el tiempo restante. Cuando acaba los temas se cierran.
- Está prohibido metarrolear, powerrolear y demás actitudes tóxicas.
- A más riesgo, más premio.
- Como es tradición, el barco de Sons of Anarchy se hundirá en algún momento.
- Cada post debe ocupar entre 250 y 1.200 palabras. Si no se está en estos límites, el post podría ser ignorado.
- Es responsabilidad de un usuario comunicarse con la gente con la que interactúa.
- Si un post tiene más de 15 faltas ortográficas por párrafo podría ser ignorado.
- Hacer un resumen de acciones relevantes es obligatorio independientemente de la extensión.
- La ley del plot no es a prueba de idiotas.
Moderación
En el cielo, el zeppelín vuelve a apuntar al patíbulo. Continúa vacío, al contrario que la plaza. Poco a poco, se va llenando. Los primeros en llegar son los hombres que no hace tanto llevaban a Iliana a la hora de su muerte. Parecen haberla perdido y sus filas han menguado. Sin embargo, se disponen alrededor del patíbulo como si no hubiera ocurrido nada y se quedan ahí, aguardando.
A continuación, llega un invitado inesperado. Un caballero que ha tenido una noche muy, muy complicada. Su armadura está abollada, su cuerpo cubierto de pequeñas ramitas y lianas, además de sangre y savia y el estado de su yelmo sugiere que ese hombre no debería estar caminando, sino bajo tierra. Sin embargo, llega con presteza, ignora a los sectarios y se coloca a la derecha del patíbulo, mano en el pomo de la espada y cabeza bien alta, aguardando por su alteza.
Las siguientes en llegar son dos niñas pequeñas cogidas de la mano. En las otras, llevan varios cuchillos. Su esqueleto brilla y avanzan hasta adelantar a todo el mundo. Claramente quieren estar en primera fila.
Finalmente, llegan las calabazas. No se sabe de dónde han salido, ni exactamente que son, pero son muchas. Una mezcla entre cadáveres y plantas, con cabeza de calabaza y expresiones variadas pero todas igual de vacías. Forman un nutrido círculo alrededor del patíbulo y… esperan.
Toda Astelia espera. El rumor de uno de los ejércitos es cada vez más cercano y la gente en la ciudad puede comenzar a oírlo en la distancia. Están a punto de llegar.
Solo falta la estrella de la noche y no tarda en llegar. Cogida en brazos y vestida de negro con hermosos ropajes, un traidor porta a la reina hacia su hora final. Ha salido de uno de los callejones que rodea la plaza y en segundos todos sus seguidores se colocan a su alrededor, acompañándoles a cada paso. Avanzan con parsimonia, atentos a cada metro recorrido.
Es el último paseo. Es el principio del fin. El comienzo de una nueva era.
- Pumpkin People:
Helga, te lanzas a por la niña pero para ser pequeña corre muy deprisa y las dos calabazas que la acompañan le siguen el ritmo. Giráis un recodo de la tubería y llegáis a una intersección con otras dos. ¿Dónde rayos estáis? Sin perder el tiempo, la niña se lanza por el tubo de la derecha, que se hunde en el suelo como si fuera un tobogán. Alcanzas a las calabazas y las cortas con tu hacha, pero no parecen sentir dolor. Ni siquiera intentan atacarte realmente, pero desde luego no te dejan pasar y reciben cada corte con entereza. Las heridas quedan abiertas, sangran savia y sangre, pero te siguen mirando con sus ojos de calabaza…
Yoldin, por tu parte parece que esto surte más efecto. El corte le arranca savia y sangre y aunque no parece sentir dolor, el enorme tajo provocado por tu arma y el dial de propulsión hace que pierda el equilibrio y se incline hacia un lado como una marioneta rota. Avanza hacia ti, sin embargo, alargando sus brazos de cadáver calabaza hacia ti con toda la intención de rodear tu garganta con ellos. Ups. Parece que necesita algún tipo de corte final para no volver a levantarse…
- Perros Ravenosos:
- Keiran, llegas al otro lado sin muchas dificultades. No tardas en ver la puerta, está más cerca de lo que parece solo que en ángulo con respecto a donde estábais, por eso no la veías. Si te encaminas verás que es un gigante de doble hoja...de madera. Tiene un enorme postigo doble de hierro que impide que se abra, pero no te cuesta encontrar el mecanismo que lo saca de ahí. Unas escaleras a cada lado llevan a dos palancas que una vez activadas lo levantan por un sistema de pesos.
Oh por cierto, pasan a tu lado dos tipos con pinta de chungos y… de asustados. Parecen estar corriendo a avisar a alguien. De algo. No dejan de mirar el zeppelín mientras corren, ni se fijan en ti.
- Brillitos y lobos:
- Toca reagruparse. Poco a poco vais entrando todos a la dimensión de Brianna. Algún que otro enemigo lo intenta, solo para darse de morros contra la puerta. Al principio los lobos lo ven todo un poco alejados, pero cuando Brianna les interpela directamente, la líder toma una decisión y le sigue, volviendo a transformarse una vez dentro. Esta nerviosa, podéis notarlo. Sobre todo tú, Alistar. Te mira de arriba abajo con asombro y parece estar preguntándose como mínimo tantas cosas como tú. Al final responde a Brianna, pero sin quitarte los ojos de encima. Mueve la cola de un lado a otro, en guardia.
-La gente de Astelia… no tolera bien a los de nuestra especie. Un día llegó una mujer y nos visitó en los rincones en los que nos refugiábamos. Dijo que podía arreglarnos, hacernos perfectos, pero algo falló. Dijo que nos daría la humanidad, pero tan solo nos alejó más de ella.- Frunce el ceño y entonces mira a Velkan y Brianna.- Si de verdad vais a pelear por salvar esta ciudad, esa mujer debe caer. Os ayudaremos, siempre y cuando nos devolváis el favor y nos apoyéis en nuestra búsqueda de venganza.
De repente, olisquea el aire. Te pone una mano en la frente, Bri, antes de fruncir el ceño.
-Tú no deberías pelear. No es sano para las crías. De hecho, te estás esforzando demasiado. Una madre fuerte es digna de orgullecerse, pero una madre herida es un estorbo. Tomaré tu lugar.- Añade finalmente.
Por cierto… habéis llegado al patíbulo. Hay un… curioso, espectáculo montado. Consultad la moderación general.
- Los libera chicas:
Morgoth, encuentras tres tipos de viales además de los rosa y rojo intensos: azul noche, blanco nacarado y negro profundo. Puedes llevarte los que gustes, pero cuando vas a cambiar el vial de la camarera la ves cayendo en brazos de la rubia. Por lo visto lo de ella era solo un pequeño retoque. Parece algo atontada, pero en seguida se coloca muy recta y se marcha taconeando con una sonrisa bobalicona en el rostro.
La rubia regresa al laboratorio y tú mientras tanto liberas al resto de las chicas. Todas son preciosas, pero tienen una belleza natural. Morenas, pelirrojas, altas, bajas… hay de todo y la mayoría parece preocupada, pero en cuanto hablas se miran entre ellas y no tardan en ponerse de acuerdo.
No te siguen exactamente a ti, sino a un grupo de ellas que parece ser de armas tomar, por lo menos en comparación. Como hermanas mayores, van delante y se ocupan de cuidar por las demás. Te siguen, pero todavía están un poco recelosas. No saben de ninguna entrada trasera, por lo que… vas a tener que inventarte algo para apartar a la rubia, me temo.
Lilith, la mujer arruga la nariz cuando mencionas las akumas no mi.
-No,no me gusta utilizarlas. Demasiado volubles. No sabes cuál te va a tocar,ni cómo reaccionará el sujeto a ella. Hay combinaciones perfectas, pero también gente que acaba matándose por lamentar su decisión de tomar una. Prefiero utilizar el método científico, saber siempre lo que va a suceder… poder controlarlo.
Continuais caminando y no tardas en darte cuenta de que te está llevando al patíbulo que hay frente al palacio. De nuevo desde un callejón cercano lo mira con una expresión que solo puede calificarse de anhelo. Parece estar fantaseando con lo que le haría a la reina cuando tu pregunta la trae de nuevo al presente. Te sonríe, mirándote con algo de incredulidad.
-¿Nunca has oído hablar de Altair? ¡Es mi mayor inversora! Claro que son prostíbulos. Los mejores locales de señoritas de Hallstat, bueno, los únicos. Se ha encargado de ello. Altair era la dama más requerida de todo Casino Island, hasta que su capitana le ofreció una vida más… divertida. Está ahí arriba, estoy segura. No se perdería el espectáculo por nada del mundo.
Señala al zeppelin mientras se ríe y menea la cabeza. Ahora, el jolly roger de la rosa y las siete estrellas cobra algo más de sentido.
- La caótica justicia:
- Tomoe, te cuesta cortar incluso con el haki de armadura puesto, pero le pones empeño y al final la espada termina de atravesar su cuello. El hombre se queda con las manos a centímetros de ti, mirándote sin vida en la mirada. Su cabeza cae al suelo y aunque el cuerpo extrañamente no se desploma, tampoco se mueve. Uno menos.
Anastasya, logras apartarte lo bastante de la trayectoria del cuchillo como para que solo te roce. La herida te escuece, pero no es nada grave. Quedáis muy cerca el uno del otro y levanta la mano para quitarse tu abrigo de encima, pero ya es demasiado tarde y el rifle se interpone entre vosotros. El disparo alerta a los demás mientras la sangre empieza a mancharle la ropa y te mira sin terminar de asimilar lo que acaba de pasar. Es entonces cuando mira de nuevo al zeppelin. La escena le dibuja una mueca de odio en la cara.
-¡No! ¡Les han interceptado! La impostora…¡debe morir!
De repente tose y la sangre le llena la boca. Trata de rajarte la cara con el cuchillo, pero da un traspiés dejándote esquivarlo con relativa facilidad. No parece que vaya a ir mucho más lejos.
Samvel, tu plan funciona… a medias. La mole no parece querer morirse, pero le guste o no cuando deja de poder respirar cae al suelo de rodillas y aunque intenta quitarte de encima no le dejas. Al final, cae inconsciente y tú puedes respirar tranquilo aunque igual quieres imitar a Tomoe y rematarlo, porque el fuego solo parece convertirlo en una masa humeante, quemada - casi fundida- y maloliente, pero dado que no lo siente en cuanto despierte va a volver a las andadas.
Los dos enemigos que quedan… no os están haciendo mucho caso. Al contrario, se han quedado mirando el zeppelin y en cuanto ven que os habéis cargado a las moles han salido corriendo en dirección a la zona pobre de la ciudad. Extraño, dado que el zeppelín apunta directamente al barrio rico, a la plaza frente al palacio. Hum.
Bueno chicos, por fin os han dejado a solas. Si inspeccionais los cuerpos, las moles tienen cada una un broche en forma de jolly roger, una calavera en bronce con nueve planetas orbitando a su alrededor. Es igualito a uno de los del zeppelin.
Por su lado, el hombre de los cuchillos tiene un pequeño den den mushi de bolsillo. Lleva un fedora y patillas, además de un monóculo muy elegante. Parece de línea directa, pero no indica con quién contacta.También tiene un broche como el de sus subordinados, solo que el suyo es plateado.
El mundo es vuestro, chicos. Podéis ir a ayudar con la situación frente al palacio, perseguir a los fugitivos o averiguar a quien pertenece el misterioso den den. O improvisar, por supuesto.
La satisfacción inundó a Yoldin cuando vio que su acero atravesaba las capas de materia vegetal y carne del vientre del guerrero calabaza. El golpe había probado ser lo suficientemente efectivo, pero aún así cuando miró a su rival a los ojos no vio ni pizca de emoción, ni una pequeña mueca de dolor si es que esas cosas podían mover la cara, ningún sonido de agonía.
Desconcertado vio que por muy profunda que había sido la herida no era suficiente y la pesadilla se disponía a contraatacar. Movió las raíces que tenía por brazos para intentar agarrar al ángel. Sin embargo no era lo suficientemente rápido. Yoldin se agachó para esquivarle y apuntó de nuevo su arma al mismo sitio donde había golpeado la primera vez. Haciendo acopio de todas sus fuerzas y apuntando bien volvió a hundir a Quebrantaolas en esa maraña de raíces y sangre, dejando escapar un grito de rabia por el esfuerzo y sonriendo al final cuando terminó de cortar a través de su enemigo y la mitad superior del zombie golpeó el suelo.
Suspiró complacido, pero no demasiado. Había sido un enemigo interesante: su principal fortaleza venía de la intimidación, algo que no había que subestimar pues casi le habían hecho perder los nervios, además de ser completamente inmunes al dolor, haciendo ataques basados en la abrasión inútiles, pero al fin y al cabo solo eran peones, peones más fuertes que los humanos pero solo piezas de un gran ejército. Habría sido temible enfrentarse a todos los monstruos que salieron de esas huertas, pero afortunadamente hacía un rato que habían desaparecido todos, probablemente dirigiéndose a la plaza como había predicho.
Había que reconocer que no se había esperado este poder de Antoine. Pensaba que su banda sería un grupo de chavales desaliñados como los que habían conocido en su callejón, no zombies vegetales... No. Esos eran solo un arma. Una herramienta. La gente del pirata eran personas CAPACES de usar esas armas. Quizás le había sobreestimado, pensaba que ese peligro que se le había avisado en tantas ocasiones no había sido más que una mera fanfarronada para salvaguardar la integridad de su base, algo así como lo que se había encontrado ya en Gellum con esos mafiosos que hacían creer a los locales que un dragón poblaba su cueva. Tenía que comenzar a tomárselo en serio si quería vencerle.
Miró a su alrededor y se encontró solo. Tanto Dante como Helga debían haberse metido a perseguir a la niña. En realidad habían tomado la opción más inteligente pero había sido necesario medir sus fuerzas contra ese ser, era una cuestión de tantear el terreno. Cogió los restos de la calabaza y los echó a lo que quedaba del fuego que había hecho el chavalín como medida de precaución y enfiló la tubería siguiendo los sonidos de pelea que venían del otro extremo.
Cuando llegó se encontró con sus compañeros peleando contra otros dos cuerpos calabaza. No había ni rastro de la niña pero era claro que los guerreros no-muertos estaban protegiendo la tubería que bajaba. Bien. Por ahora echaría un cable en la pelea y cuando los vencieran bajarían todos por el tobogán con él en cabeza, sujetando a Quebrantaolas como escudo por las trampas que pudieran haber.
Desconcertado vio que por muy profunda que había sido la herida no era suficiente y la pesadilla se disponía a contraatacar. Movió las raíces que tenía por brazos para intentar agarrar al ángel. Sin embargo no era lo suficientemente rápido. Yoldin se agachó para esquivarle y apuntó de nuevo su arma al mismo sitio donde había golpeado la primera vez. Haciendo acopio de todas sus fuerzas y apuntando bien volvió a hundir a Quebrantaolas en esa maraña de raíces y sangre, dejando escapar un grito de rabia por el esfuerzo y sonriendo al final cuando terminó de cortar a través de su enemigo y la mitad superior del zombie golpeó el suelo.
Suspiró complacido, pero no demasiado. Había sido un enemigo interesante: su principal fortaleza venía de la intimidación, algo que no había que subestimar pues casi le habían hecho perder los nervios, además de ser completamente inmunes al dolor, haciendo ataques basados en la abrasión inútiles, pero al fin y al cabo solo eran peones, peones más fuertes que los humanos pero solo piezas de un gran ejército. Habría sido temible enfrentarse a todos los monstruos que salieron de esas huertas, pero afortunadamente hacía un rato que habían desaparecido todos, probablemente dirigiéndose a la plaza como había predicho.
Había que reconocer que no se había esperado este poder de Antoine. Pensaba que su banda sería un grupo de chavales desaliñados como los que habían conocido en su callejón, no zombies vegetales... No. Esos eran solo un arma. Una herramienta. La gente del pirata eran personas CAPACES de usar esas armas. Quizás le había sobreestimado, pensaba que ese peligro que se le había avisado en tantas ocasiones no había sido más que una mera fanfarronada para salvaguardar la integridad de su base, algo así como lo que se había encontrado ya en Gellum con esos mafiosos que hacían creer a los locales que un dragón poblaba su cueva. Tenía que comenzar a tomárselo en serio si quería vencerle.
Miró a su alrededor y se encontró solo. Tanto Dante como Helga debían haberse metido a perseguir a la niña. En realidad habían tomado la opción más inteligente pero había sido necesario medir sus fuerzas contra ese ser, era una cuestión de tantear el terreno. Cogió los restos de la calabaza y los echó a lo que quedaba del fuego que había hecho el chavalín como medida de precaución y enfiló la tubería siguiendo los sonidos de pelea que venían del otro extremo.
Cuando llegó se encontró con sus compañeros peleando contra otros dos cuerpos calabaza. No había ni rastro de la niña pero era claro que los guerreros no-muertos estaban protegiendo la tubería que bajaba. Bien. Por ahora echaría un cable en la pelea y cuando los vencieran bajarían todos por el tobogán con él en cabeza, sujetando a Quebrantaolas como escudo por las trampas que pudieran haber.
- Resumen:
- Acabo por cortar en dos a la calabaza, echo sus restos al fuego y me reúno con mis compañeros para ayudarles en su pelea con los otros bichos. Cuando terminemos bajaremos por el tobogán sosteniendo a Quebrantaolas en primer lugar para soportar algún ataque si lo hubiera.
Helga Eiríksdóttir
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No corría lo suficiente como para alcanzar a la niña de las calabazas extrañas. Maldita sea, ¿que les daban de comer a los niños hoy en día? Pero no había huido sola, pues le acompañaban dos calabazas. Aquellos seres resultaban molestos. De alguna manera, entramos en la tubería que supuestamente nos llevaría a la base de Antoine. Me preguntaba como sería. Me lo imaginaba grande y fuerte y con una inteligencia digna de los reyes de antaño de mi isla. Pero ahora mismo no debía pensar en eso, no era el momento. Tenía que centrarme en la persecución y atrapar a aquella chica antes de que llegara a su tío. Al parecer habíamos llegado a una intersección y la niña había desaparecido por la tubería derecha que daba hacia abajo.
Las calabazas montaron guardia y recibieron el castigo de mi hacha. Pero por mucho que eran cortadas, no parecían sentir los cortes. Es más, no parecían agresivas. Restos de lo que parecía ser sangre y savia salían de sus heridas. Justo había llegado Yoldin. Ahora debíamos acabar de una vez por todas con esas cosas. Agarré mi hacha con fuerza y haciendo uso de ella, lancé un corte potente contra la cabeza de una de las calabazas. Dejé la otra a alguno de mis compañeros para que la golpeara. Si todo salía bien y caían, era el momento de seguir a la pequeña escurridiza. Yoldin se puso a la delantera como escudo. Me preguntaba que clase de cosas aparecerían ahí abajo. Ya de por si las calabazas fue algo perturbador. Me puse en guardia con mi hacha y escudo en mano por si aparecían más enemigos.
Las calabazas montaron guardia y recibieron el castigo de mi hacha. Pero por mucho que eran cortadas, no parecían sentir los cortes. Es más, no parecían agresivas. Restos de lo que parecía ser sangre y savia salían de sus heridas. Justo había llegado Yoldin. Ahora debíamos acabar de una vez por todas con esas cosas. Agarré mi hacha con fuerza y haciendo uso de ella, lancé un corte potente contra la cabeza de una de las calabazas. Dejé la otra a alguno de mis compañeros para que la golpeara. Si todo salía bien y caían, era el momento de seguir a la pequeña escurridiza. Yoldin se puso a la delantera como escudo. Me preguntaba que clase de cosas aparecerían ahí abajo. Ya de por si las calabazas fue algo perturbador. Me puse en guardia con mi hacha y escudo en mano por si aparecían más enemigos.
- Resumen:
- Seguir a la niña, intentar acabar con una de las calabazas golpeándole la cabeza y seguir por donde fue la niña si las calabazas caen
Samvel Legacy
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Subido en la espalda del monstruo, apretó con todas sus fuerzas, intentando no caer al suelo ante sus sacudidas. Al poco cayó al suelo, de rodillas, mientras seguía forcejeando para librarse del yugo de su cuello, pero Sam perseveró hasta que la criatura finalmente se quedó sin energías y se desplomó, desmayada. El cazador finalmente se dejó caer al suelo también, apoyando su espalda contra el cuerpo del monstruo quemado; aquel combate no había sido fácil, había tenido que dar todo de sí y necesitó un momento para retomar el aliento. «Sigue vivo» comprendió mientras volvía a ponerse en pie. Por un momento pensó en acabar con su vida; si lo dejaba libre tal vez causara problemas, y esta vez a gente que no pudiera defenderse. Pero por otro lado sentía que debía dejarlo con vida. No era culpa suya haberse convertido en aquella aberración, casi podía considerarse que era culpa del cyborg, aunque los auténticos culpables eran los piratas con aquellas drogas extrañas.
—Por favor —pidió a las chicas que se encontraban a su lado—, no terminéis con la vida de este ser, quizás podamos curarlo, o el efecto de la droga sea pasajero. Como sea, mientras no amenace a nadie más no merece morir —explicó, para luego ir a recuperar las redes que había lanzado al inicio de la contienda. Una de ellas la volvió a introducir en su brazo izquierdo, lista para usarla en cuanto la necesitase, y la otra la usó como cuerda para dejar inmovilizados los brazos de la criatura —. En cuanto despierte, intentaré dialogar con él, y ver si aún conserva algo de humanidad.
Cuando se aseguró de mantenerlo bien atado, con los brazos en la espalda en una posición en la que eran difíciles de mover, lo registró.
— Por favor —pidió nuevamente—. Registrad los otros cuerpos. Tal vez contengan alguna pista, o información útil sobre estos piratas. Parece que han armado un plan muy complejo, pero a juzgar por sus comentarios quizás no todo esté saliendo como tenían previsto. Cuanto más intrincado es un plan, más fácil es que desmorone. Es más, lo normal sería que algunas cosas no salieran como ellos tenían pensado. Debemos actuar con cuidado y sobre todo con cabeza.
Tras investigar sus bolsillos, encontró una pequeña insignia. Una calavera de bronce con nuevo planetas circulares alrededor suyo, como planetas girando alrededor del sol. «Es la misma insignia que la del dirigible. Pero, ¿y la otra? ¿Cuántos están implicados en esto? No podían haber elegido un momento peor, con un ejército acechando los muros de la ciudad. Solo es cuestión de tiempo para que acaben entrando, y entonces saltará la guerra. ¿Qué debería hacer?»
Mientras buscaba una respuesta, sus compañeras encontraron un Den Den Mushi de bolsillo, algo peculiar, entre las ropas del hombre de las dagas, además de un broche idéntico al del monstruo, con la única diferencia de que la calavera era de otro color, en este caso plateada. «Así es como se identifican dentro de su grupo» pensó mientras se guardaba la chapa bronceada.
— Señorita marine, ¿cómo debo llamarla? Yo soy Samvel Legacy, cazarrecompensas, y creo que ahora mismo deberíamos colaborar para hacer frente a la amenaza que se nos presenta. También creo que debería guardar esa chapa plateada, quizás pueda serle útil más adelante. —Se dirigió a Tomoe—. Lo mismo te digo, conserva la insignia del hombre al que derrotaste, por si acaso. Y respecto al Den Den Mushi, es posible que podamos conseguir información si hablamos con la persona que hay tras él. ¿Les importaría que mantuviera yo la conversación? A fin de cuentas el comunicador pertenecía a un hombre, y entre nosotros soy el que tiene la voz más parecida.
Si las chicas daban su consentimiento, procedería a contactar con el destinatario del Den Den Mushi, respondió con la mítica expresión:
—Soy yo.
Intentaría imitar todo lo posible la voz del antigua portador del Den Den Mushi, esperando que las interferencias propias de los intercomunicadores hicieran el resto y no le descubrieran. Si conseguía hacerse pasar por aquel hombre, podría conseguir información que le ayudaría a tomar una decisión sobre qué hacer. Pero debía hacerlo rápido.
—Por favor —pidió a las chicas que se encontraban a su lado—, no terminéis con la vida de este ser, quizás podamos curarlo, o el efecto de la droga sea pasajero. Como sea, mientras no amenace a nadie más no merece morir —explicó, para luego ir a recuperar las redes que había lanzado al inicio de la contienda. Una de ellas la volvió a introducir en su brazo izquierdo, lista para usarla en cuanto la necesitase, y la otra la usó como cuerda para dejar inmovilizados los brazos de la criatura —. En cuanto despierte, intentaré dialogar con él, y ver si aún conserva algo de humanidad.
Cuando se aseguró de mantenerlo bien atado, con los brazos en la espalda en una posición en la que eran difíciles de mover, lo registró.
— Por favor —pidió nuevamente—. Registrad los otros cuerpos. Tal vez contengan alguna pista, o información útil sobre estos piratas. Parece que han armado un plan muy complejo, pero a juzgar por sus comentarios quizás no todo esté saliendo como tenían previsto. Cuanto más intrincado es un plan, más fácil es que desmorone. Es más, lo normal sería que algunas cosas no salieran como ellos tenían pensado. Debemos actuar con cuidado y sobre todo con cabeza.
Tras investigar sus bolsillos, encontró una pequeña insignia. Una calavera de bronce con nuevo planetas circulares alrededor suyo, como planetas girando alrededor del sol. «Es la misma insignia que la del dirigible. Pero, ¿y la otra? ¿Cuántos están implicados en esto? No podían haber elegido un momento peor, con un ejército acechando los muros de la ciudad. Solo es cuestión de tiempo para que acaben entrando, y entonces saltará la guerra. ¿Qué debería hacer?»
Mientras buscaba una respuesta, sus compañeras encontraron un Den Den Mushi de bolsillo, algo peculiar, entre las ropas del hombre de las dagas, además de un broche idéntico al del monstruo, con la única diferencia de que la calavera era de otro color, en este caso plateada. «Así es como se identifican dentro de su grupo» pensó mientras se guardaba la chapa bronceada.
— Señorita marine, ¿cómo debo llamarla? Yo soy Samvel Legacy, cazarrecompensas, y creo que ahora mismo deberíamos colaborar para hacer frente a la amenaza que se nos presenta. También creo que debería guardar esa chapa plateada, quizás pueda serle útil más adelante. —Se dirigió a Tomoe—. Lo mismo te digo, conserva la insignia del hombre al que derrotaste, por si acaso. Y respecto al Den Den Mushi, es posible que podamos conseguir información si hablamos con la persona que hay tras él. ¿Les importaría que mantuviera yo la conversación? A fin de cuentas el comunicador pertenecía a un hombre, y entre nosotros soy el que tiene la voz más parecida.
Si las chicas daban su consentimiento, procedería a contactar con el destinatario del Den Den Mushi, respondió con la mítica expresión:
—Soy yo.
Intentaría imitar todo lo posible la voz del antigua portador del Den Den Mushi, esperando que las interferencias propias de los intercomunicadores hicieran el resto y no le descubrieran. Si conseguía hacerse pasar por aquel hombre, podría conseguir información que le ayudaría a tomar una decisión sobre qué hacer. Pero debía hacerlo rápido.
- Resumen:
- Perdonarle la vida al grandullón pero atarlo con una de las redes que lanzó con anterioridad para que no supusiera ninguna amenaza. Registrar su cuerpo y encontrar la insignia pirata, guárdasela y aconsejar a las chicas que hicieran lo mismo. Proponer una alianza a la marine y, si las chicas dan su consentimiento, hacerse pasar a través del Den Den Mushi por el hombre de las dagas, intentando conseguir información para decidir qué haría a continuación.
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La carrera hacia la capital fue intensa pero sin incidentes, y no tardaron demasiado en atisbar las altas murallas que cautivaban Astelia y les impedían el paso.
El caballero resucitado gracias a la ayuda de unas misteriosas plantas llegó tras ellos, cual experto atleta, pero toda preocupación de haber sido perseguidos en búsqueda de venganza se desvaneció de la mente de la princesa al verlo escalar con precisión inhumana el muro y saltar al otro lado.
"Bueno, ya que ha venido a nosotros, no estaría de más capturarlo y llevárnoslo de vuelta para estudiar el funcionamiento de esas plantas en profundidad...", reflexionó para sí la astrónoma. Si bien la biología escapaba a sus conocimientos, no era nada que la ayuda de Izanami no pudiese solucionar. Si podían extraer el componente que le había devuelto la vida al caballero... Las utilidades que aquello tendría...
Cassandra amainó a sus caballos antes de bajar del carruaje y se aseguró de que estaban tranquilos, preocupándose de que no se escapasen con Izanami y Adam aún montados.
Frente a ellos se extendía una gruesa muralla de piedra que no tenía nada que envidiar a la de su hogar natal, y que parecía estar lo suficientemente bien cuidada como para no dejar roturas o salientes donde poder agarrarse para escalar. El gran portalón que parecía dar acceso único a la capital estaba cerrado y bloqueado, cosa que Cassandra no tardó en comprobar al forcejear con el mismo.
—Si no estoy equivocada, y no suelo estarlo —comenzó la joven aristócrata—, debería haber una entrada secundaria, más pequeña, quizá en la parte de atrás, o en alguno de los laterales.
Su capitán parecía estar de acuerdo, pero prefirió intentar atravesar la pared, o algo similar, con sus habilidades demoníacas. Debió conseguirlo, porque desapareció entre las sombras y no volvió a resurgir, por lo que Cassandra se cruzó de brazos y analizó sus opciones.
—Bueno, podemos quedarnos aquí esperando pacientemente a que Keiran le plante fuego a la puerta... Porque todos sabemos que le va a plantar fuego a la puerta, ¿verdad? —confirmó con sus acompañantes, en tono resignado—. Pero eso nos convierte en blanco fácil para el ejército que está a punto de llegar, y no me gusta que me empuje una turba enfadada, no soy una plebeya. Así que alejémonos de la puerta y busquemos una entrada secundaria. Napo, Izzy, os toca el lado derecho. El crío y yo iremos por el izquierdo —ordenó, ya echando a caminar en la dirección indicada—. Si Keiran hace arder la puerta, intentaremos entrar antes de que lleguen los militares. Aunque no sé hasta qué punto queremos estar ahí dentro una vez lleguen —terminó, despidiéndose de sus compañeros con una mano.
La joven caminó unos metros en paralelo al muro, en busca de la esquina que señalaba el lateral izquierdo, atenta ante la aparición de cualquier puerta pequeña, o incluso escaleras para trepar el muro, mientras mantenía el oído agudizado a la espera de escuchar el ya familiar sonido de las llamas.
Si el pelirrojo conseguía plantarle fuego a la puerta, debía esperar a que las llamas abriesen paso antes de poder entrar, de todas maneras, por lo que buscar una entrada alternativa no resultaba tan descabellado. Si no lo conseguía, Cassandra dudaba que aquel portalón de madera pudiese resistir el asedio de un ejército tan nutrido como el que se aproximaba a la capital, por lo que solo tendrían que esperar pacientemente a que todos entrasen, y entrar detrás.
—No te alejes mucho, criatura salvaje. Si te pierdes otra vez, grabaré mis iniciales en tu trasero con fuego —amenazó Cassandra a su compañero, esperando que se portase bien y la siguiese, como había ordenado.
El caballero resucitado gracias a la ayuda de unas misteriosas plantas llegó tras ellos, cual experto atleta, pero toda preocupación de haber sido perseguidos en búsqueda de venganza se desvaneció de la mente de la princesa al verlo escalar con precisión inhumana el muro y saltar al otro lado.
"Bueno, ya que ha venido a nosotros, no estaría de más capturarlo y llevárnoslo de vuelta para estudiar el funcionamiento de esas plantas en profundidad...", reflexionó para sí la astrónoma. Si bien la biología escapaba a sus conocimientos, no era nada que la ayuda de Izanami no pudiese solucionar. Si podían extraer el componente que le había devuelto la vida al caballero... Las utilidades que aquello tendría...
Cassandra amainó a sus caballos antes de bajar del carruaje y se aseguró de que estaban tranquilos, preocupándose de que no se escapasen con Izanami y Adam aún montados.
Frente a ellos se extendía una gruesa muralla de piedra que no tenía nada que envidiar a la de su hogar natal, y que parecía estar lo suficientemente bien cuidada como para no dejar roturas o salientes donde poder agarrarse para escalar. El gran portalón que parecía dar acceso único a la capital estaba cerrado y bloqueado, cosa que Cassandra no tardó en comprobar al forcejear con el mismo.
—Si no estoy equivocada, y no suelo estarlo —comenzó la joven aristócrata—, debería haber una entrada secundaria, más pequeña, quizá en la parte de atrás, o en alguno de los laterales.
Su capitán parecía estar de acuerdo, pero prefirió intentar atravesar la pared, o algo similar, con sus habilidades demoníacas. Debió conseguirlo, porque desapareció entre las sombras y no volvió a resurgir, por lo que Cassandra se cruzó de brazos y analizó sus opciones.
—Bueno, podemos quedarnos aquí esperando pacientemente a que Keiran le plante fuego a la puerta... Porque todos sabemos que le va a plantar fuego a la puerta, ¿verdad? —confirmó con sus acompañantes, en tono resignado—. Pero eso nos convierte en blanco fácil para el ejército que está a punto de llegar, y no me gusta que me empuje una turba enfadada, no soy una plebeya. Así que alejémonos de la puerta y busquemos una entrada secundaria. Napo, Izzy, os toca el lado derecho. El crío y yo iremos por el izquierdo —ordenó, ya echando a caminar en la dirección indicada—. Si Keiran hace arder la puerta, intentaremos entrar antes de que lleguen los militares. Aunque no sé hasta qué punto queremos estar ahí dentro una vez lleguen —terminó, despidiéndose de sus compañeros con una mano.
La joven caminó unos metros en paralelo al muro, en busca de la esquina que señalaba el lateral izquierdo, atenta ante la aparición de cualquier puerta pequeña, o incluso escaleras para trepar el muro, mientras mantenía el oído agudizado a la espera de escuchar el ya familiar sonido de las llamas.
Si el pelirrojo conseguía plantarle fuego a la puerta, debía esperar a que las llamas abriesen paso antes de poder entrar, de todas maneras, por lo que buscar una entrada alternativa no resultaba tan descabellado. Si no lo conseguía, Cassandra dudaba que aquel portalón de madera pudiese resistir el asedio de un ejército tan nutrido como el que se aproximaba a la capital, por lo que solo tendrían que esperar pacientemente a que todos entrasen, y entrar detrás.
—No te alejes mucho, criatura salvaje. Si te pierdes otra vez, grabaré mis iniciales en tu trasero con fuego —amenazó Cassandra a su compañero, esperando que se portase bien y la siguiese, como había ordenado.
- Resumen:
- Bajar del carruaje, calmar a los caballos.
- Escuchar al capitán, ordenar a Napo e Izzy que busquen una entrada alternativa en el lado derecho. Ordenar a Adam que vaya con ella a buscar una entrada alternativa en el lado izquierdo.
- Dirigirse al izquierdo y buscar una entrada, o escaleras para subir a lo alto del muro, o cualquier manera de entrar.
- Amenazar a Adam para que se porte bien.
Keiran T. Farraige
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¡Genial! El plan parecía haber surtido efecto y, como no podía ser de otro modo, había acabado al otro lado de los muros que resguardaban la ciudad. El lugar no era muy distinto a sus recuerdos recientes de Northumbria aunque, debía reconocer, su ya lejano hogar no resultaba ni de lejos tan tétrico y deprimente como la capital de Hallstat. Se respiraba un ambiente demasiado cargado, aunque podía comprender que buena culpa de ello la tendría el conflicto armado en el que sus habitantes se veían envueltos. Si habían recibido noticias sobre la gran hueste que se aproximaba lenta pero imparable hacia allí sería aún más comprensible. Pero, ¿y si supieran lo que se traía entre manos el capitán pirata? Ahí sí que las preocupaciones del pueblo norteño no tendrían límites.
Se desplazó con presteza, siguiendo la linea del imponente muro hasta visualizar no muy lejos de allí lo que supondría que sería la entrada principal de la ciudad... sin custodia. Bueno, esto último no es del todo cierto: sí que parecía contar con gente guardándola aunque, sin una explicación inicial aparente, echaron a correr como almas que lleva el diablo prestándole nula atención. Porque claro, ¿qué mejor que ignorar al fornido hombre de dos metros armado con un colosal mandoble que acababa de plantarse frente al punto más frágil de lo único que protegía —hasta donde había visto— la ciudad que guardas? No parecían ser los hombres más avispados de la milicia suponiendo, claro está, que formaran parte de esta. No podían ser otra cosa, ¿no?
En cierto sentido resultaba decepcionante, por no decir insultante, y es que el pelirrojo había fantaseado hasta ese momento con tener la oportunidad de partir un par de cabezas antes de abrir el portón; no parecía que fuera a ser el caso.
—Pues si esta es la resistencia que se van a encontrar... pobres los inocentes que morirán hoy —dramatizó en soledad con fingida pena, terminando su breve intervención con una carcajada cargada de cinismo.
No le llevó demasiado dar con el mecanismo que servía para desbloquear aquellas enormes puertas de madera, ancladas e inamovibles gracias a los hierros que las mantenían sujetas. Al parecer, no requería más que tirar de dos palancas para hacer que estas se separasen y dejar paso libre a quien fuera que quisiera adentrarse en la ciudad. El concepto estaba bien: necesitarían, por norma general, a dos personas que activaran las poleas para abrir la entrada, de modo que ningún idiota sin supervisión debía poder ocasionar problemas salvo, quizá, si atrancaba una de las palancas; tan solo harían falta dos idiotas. Sin embargo, una idea mucho más satisfactoria y retorcidamente divertida cruzó la mente perturbada de Keiran: ¿por qué limitarse a abrir el portón y arriesgarse a que volvieran a cerrarlo cuando podía, simplemente, deshacerse de él? Estaba seguro de que sería una lástima que nadie pudiera poner fin a la marea incesante de soldados que, a lo lejos, comenzaba a escucharse. No tardarían mucho más en llegar.
«No creo que vayan a tenerlo muy difícil de todos modos», pensó, «pero no pasará nada por ponérselo algo más fácil, ¿verdad?». Los labios del pirata se estiraron en una sonrisa macabra a medida que este se aproximaba hasta la puerta.
—Espero llegar a tiempo para darle mis respetos a la reina —se dijo, posando su diestra sobre la superficie de madera mientras que sus ojos comenzaban a emitir un leve resplandor dorado—. Alguien tendría que haberle dicho que el portón, cuanto menos vulnerable, mejor.
Y, justo en ese instante, el fuego manó desde su mano para comenzar a propagarse por la totalidad de la puerta, extendiéndose sin pausa y sin que su amo cesara en la creación del mismo hasta que viera cómo toda ella fuera pasto de las llamas.
Se desplazó con presteza, siguiendo la linea del imponente muro hasta visualizar no muy lejos de allí lo que supondría que sería la entrada principal de la ciudad... sin custodia. Bueno, esto último no es del todo cierto: sí que parecía contar con gente guardándola aunque, sin una explicación inicial aparente, echaron a correr como almas que lleva el diablo prestándole nula atención. Porque claro, ¿qué mejor que ignorar al fornido hombre de dos metros armado con un colosal mandoble que acababa de plantarse frente al punto más frágil de lo único que protegía —hasta donde había visto— la ciudad que guardas? No parecían ser los hombres más avispados de la milicia suponiendo, claro está, que formaran parte de esta. No podían ser otra cosa, ¿no?
En cierto sentido resultaba decepcionante, por no decir insultante, y es que el pelirrojo había fantaseado hasta ese momento con tener la oportunidad de partir un par de cabezas antes de abrir el portón; no parecía que fuera a ser el caso.
—Pues si esta es la resistencia que se van a encontrar... pobres los inocentes que morirán hoy —dramatizó en soledad con fingida pena, terminando su breve intervención con una carcajada cargada de cinismo.
No le llevó demasiado dar con el mecanismo que servía para desbloquear aquellas enormes puertas de madera, ancladas e inamovibles gracias a los hierros que las mantenían sujetas. Al parecer, no requería más que tirar de dos palancas para hacer que estas se separasen y dejar paso libre a quien fuera que quisiera adentrarse en la ciudad. El concepto estaba bien: necesitarían, por norma general, a dos personas que activaran las poleas para abrir la entrada, de modo que ningún idiota sin supervisión debía poder ocasionar problemas salvo, quizá, si atrancaba una de las palancas; tan solo harían falta dos idiotas. Sin embargo, una idea mucho más satisfactoria y retorcidamente divertida cruzó la mente perturbada de Keiran: ¿por qué limitarse a abrir el portón y arriesgarse a que volvieran a cerrarlo cuando podía, simplemente, deshacerse de él? Estaba seguro de que sería una lástima que nadie pudiera poner fin a la marea incesante de soldados que, a lo lejos, comenzaba a escucharse. No tardarían mucho más en llegar.
«No creo que vayan a tenerlo muy difícil de todos modos», pensó, «pero no pasará nada por ponérselo algo más fácil, ¿verdad?». Los labios del pirata se estiraron en una sonrisa macabra a medida que este se aproximaba hasta la puerta.
—Espero llegar a tiempo para darle mis respetos a la reina —se dijo, posando su diestra sobre la superficie de madera mientras que sus ojos comenzaban a emitir un leve resplandor dorado—. Alguien tendría que haberle dicho que el portón, cuanto menos vulnerable, mejor.
Y, justo en ese instante, el fuego manó desde su mano para comenzar a propagarse por la totalidad de la puerta, extendiéndose sin pausa y sin que su amo cesara en la creación del mismo hasta que viera cómo toda ella fuera pasto de las llamas.
- Resumen:
- » Recochinearse.
» Hacer arder el portón.
Velkan Byrne
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Dunnae herida, la reina desaparecida y la mitad de sus hermanos muertos. Tardó un segundo, mirando con odio a las niñas fantasma y los traidores supervivientes, en darse la vuelta y cruzar el portal. Habían fracasado. Sí, aún podían salvarla, pero sus fuerzas se habían reducido en menos de la mitad y ya no tenían monturas. Salvo las de Alistar y Brianna, claro, pero esas no iban a llevarles a ningún lado a todos. Durante un momento se mantuvo callado, sin fuerzas, y luego echó a andar hacia el patíbulo con el resto. ¿Cómo habían podido fracasar tan estrepitosamente? La Werwolf atrajo su atención, hablando de ayudarles a cambio de venganza. La miró por un momento, valorando las posibilidades. Añadir lobos a sus filas podía ser la clase de vuelco de la balanza que necesitaban.
- Por mi honor de caballero juro que si dais todo de vuestra parte para salvar a la reina, daré todo de la mía para cumplir vuestra venganza - dijo con voz solemne.
Se llevó el puño derecho al corazón, con un ruido metálico al chocar el guantelete con la coraza. Tras eso hizo una inclinación de cabeza. Cualquiera, hombre o bestia, que luchase por la reina tendría su respeto. Entonces la loba dijo que Bri estaba embarazada. Por su manera peculiar de decirlo tardo unos segundos en procesarlo. En cuanto se dio cuenta, se quitó el casco y se puso delante de su hermana, sorprendido y entrando ligeramente en pánico.
- Hermana, ¿qué es... eso que dice? ¿Estás embarazada? ¿Cómo puedes venir a una guerra estando así? - ¿en serio iba a ser tío? - ¡En tu condición no deberías meterte en algo tan peligroso!
Aunque se lo dijo con un reproche, su tono era principalmente de preocupación. En lo primero que pensó fue en decirle que se fuese a un lugar seguro, pero... nadie podía realmente entrar en la dimensión de las puertas sin su permiso, por lo que había visto antes. Y necesitaban a Brianna para salir de allí y salvar a la reina. La situación no hacía más que complicarse más y más... y sin embargo, no podía evitar sentir una cierta alegría y esperanza. Incluso en el momento más oscuro, podía haber buenas noticias. Sintió cómo recuperaba poco a poco los ánimos y las fuerzas.
- Ahora tenemos un motivo más para ganar. No puedo dejar que el hogar de mi futuro sobrino arda - le acarició suavemente la mejilla a Brianna con los dedos - Ten cuidado hermana, por favor. No salgas de aquí si no es necesario.
Terminaron de recorrer la calle y llegaron al patíbulo. En esta se había reunido una auténtica congregación de traidores, aberraciones medio vegetal medio hombre, calabazas que se movían y, por supuesto, las dos niñas fantasma. Valoró la situación. Habiendo una multitud normalmente usaría hierba de azufre para producir gas lacrimógeno. Sin embargo no tenía cómo de claro si afectaría a las plantas. Probablemente no lo hiciera en absoluto. Sin embargo como mínimo sí lo haría con los cinco traidores y tal vez con las niñas. Decidido. Sacó tres botellitas con el aceite que contrarrestaba el gas y le pidió a todos se que sacasen paños o los improvisasen con ropa.
- Echad unas gotas del aceite en el paño y cubríos la boca con él, y esparcidos otras pocas en torno a los ojos - se acercó a la loba y le dio una de las botellas - Ponle las gotas a tus... amigos. No creo que sea buena idea que lo intente yo. Si les mojas el hocico debería bastar para protegerles - tomó aire y silbó para tener la atención de todos - Este es el plan: vamos a usar una formación de punta de lanza para golpear fuerte y rápido y romper sus líneas. Pero para que funcione, tenemos primero que causar el caos entre ellos. Brianna, tú abrirás una puerta pequeña a los pies de los caballeros traidores. Por ella colaré hierbas lacrimógenas encendidas; para eso son los paños y el aceite. Tras eso abrirás cuatro puertas grandes en torno a la formación. Yo generaré oscuridad con mi Yami Yami no mi desde todas las puertas para golpearles y que no tengan claro de dónde vendrá el ataque. Cruzaremos todos juntos desde la misma puerta y golpearemos unidos. Recordad: el objetivo es la reina. Si uno logra llegar a ella y recuperarla, el objetivo de todos los demás pasará a ser cubrir su retirada a la puerta más cercana.
Planteado el plan, se puso su paño y frotó aceite alrededor de los ojos, tras lo que se puso el casco. Entonces sacó las hierbas de azufre, hizo una pelota con ellas y les prendió fuego con pedernal y acero. Un humo amarillento comenzó a surgir desde estas. Tras eso asintió a Brianna y esperó a que abriese la primera puerta. Lanzó la bola en ascuas a través de esta y se preparó, comenzando a generar tantas cantidades de oscuridad como era capaz de crear. Cuando los cuatro portales estuvieron abiertos, la enorme masa de negrura salió por estos. Parte de ella se extendió entre los portales hasta tocarse entre sí, convirtiéndose en una jaula de negros barrotes. No volverían a huir. El resto de la oscuridad se esparció por el suelo como una extraña niebla y se convirtió en brazos que intentaban golpear y agarrar a los enemigos. Mientras su poder causaba el caos, con un grito de guerra, Velkan atravesó el primero el portal con su lanza roja en la mano derecha.
- ¡Por Hallstat y la reina!
Cargó contra los enemigos girando su lanza y haciendo los movimientos que el padre Pérez le había enseñado. Por un momento pareció que sus brazos partían la lanza dividiéndola en dos mientras golpeaba, lanzando cortes y estocadas a diestro y siniestro, intentando abrirse paso hacia la reina.
- Por mi honor de caballero juro que si dais todo de vuestra parte para salvar a la reina, daré todo de la mía para cumplir vuestra venganza - dijo con voz solemne.
Se llevó el puño derecho al corazón, con un ruido metálico al chocar el guantelete con la coraza. Tras eso hizo una inclinación de cabeza. Cualquiera, hombre o bestia, que luchase por la reina tendría su respeto. Entonces la loba dijo que Bri estaba embarazada. Por su manera peculiar de decirlo tardo unos segundos en procesarlo. En cuanto se dio cuenta, se quitó el casco y se puso delante de su hermana, sorprendido y entrando ligeramente en pánico.
- Hermana, ¿qué es... eso que dice? ¿Estás embarazada? ¿Cómo puedes venir a una guerra estando así? - ¿en serio iba a ser tío? - ¡En tu condición no deberías meterte en algo tan peligroso!
Aunque se lo dijo con un reproche, su tono era principalmente de preocupación. En lo primero que pensó fue en decirle que se fuese a un lugar seguro, pero... nadie podía realmente entrar en la dimensión de las puertas sin su permiso, por lo que había visto antes. Y necesitaban a Brianna para salir de allí y salvar a la reina. La situación no hacía más que complicarse más y más... y sin embargo, no podía evitar sentir una cierta alegría y esperanza. Incluso en el momento más oscuro, podía haber buenas noticias. Sintió cómo recuperaba poco a poco los ánimos y las fuerzas.
- Ahora tenemos un motivo más para ganar. No puedo dejar que el hogar de mi futuro sobrino arda - le acarició suavemente la mejilla a Brianna con los dedos - Ten cuidado hermana, por favor. No salgas de aquí si no es necesario.
Terminaron de recorrer la calle y llegaron al patíbulo. En esta se había reunido una auténtica congregación de traidores, aberraciones medio vegetal medio hombre, calabazas que se movían y, por supuesto, las dos niñas fantasma. Valoró la situación. Habiendo una multitud normalmente usaría hierba de azufre para producir gas lacrimógeno. Sin embargo no tenía cómo de claro si afectaría a las plantas. Probablemente no lo hiciera en absoluto. Sin embargo como mínimo sí lo haría con los cinco traidores y tal vez con las niñas. Decidido. Sacó tres botellitas con el aceite que contrarrestaba el gas y le pidió a todos se que sacasen paños o los improvisasen con ropa.
- Echad unas gotas del aceite en el paño y cubríos la boca con él, y esparcidos otras pocas en torno a los ojos - se acercó a la loba y le dio una de las botellas - Ponle las gotas a tus... amigos. No creo que sea buena idea que lo intente yo. Si les mojas el hocico debería bastar para protegerles - tomó aire y silbó para tener la atención de todos - Este es el plan: vamos a usar una formación de punta de lanza para golpear fuerte y rápido y romper sus líneas. Pero para que funcione, tenemos primero que causar el caos entre ellos. Brianna, tú abrirás una puerta pequeña a los pies de los caballeros traidores. Por ella colaré hierbas lacrimógenas encendidas; para eso son los paños y el aceite. Tras eso abrirás cuatro puertas grandes en torno a la formación. Yo generaré oscuridad con mi Yami Yami no mi desde todas las puertas para golpearles y que no tengan claro de dónde vendrá el ataque. Cruzaremos todos juntos desde la misma puerta y golpearemos unidos. Recordad: el objetivo es la reina. Si uno logra llegar a ella y recuperarla, el objetivo de todos los demás pasará a ser cubrir su retirada a la puerta más cercana.
Planteado el plan, se puso su paño y frotó aceite alrededor de los ojos, tras lo que se puso el casco. Entonces sacó las hierbas de azufre, hizo una pelota con ellas y les prendió fuego con pedernal y acero. Un humo amarillento comenzó a surgir desde estas. Tras eso asintió a Brianna y esperó a que abriese la primera puerta. Lanzó la bola en ascuas a través de esta y se preparó, comenzando a generar tantas cantidades de oscuridad como era capaz de crear. Cuando los cuatro portales estuvieron abiertos, la enorme masa de negrura salió por estos. Parte de ella se extendió entre los portales hasta tocarse entre sí, convirtiéndose en una jaula de negros barrotes. No volverían a huir. El resto de la oscuridad se esparció por el suelo como una extraña niebla y se convirtió en brazos que intentaban golpear y agarrar a los enemigos. Mientras su poder causaba el caos, con un grito de guerra, Velkan atravesó el primero el portal con su lanza roja en la mano derecha.
- ¡Por Hallstat y la reina!
Cargó contra los enemigos girando su lanza y haciendo los movimientos que el padre Pérez le había enseñado. Por un momento pareció que sus brazos partían la lanza dividiéndola en dos mientras golpeaba, lanzando cortes y estocadas a diestro y siniestro, intentando abrirse paso hacia la reina.
- resumen. Leed los que estéis en el patíbulo:
- Tras los diálogos correspondientes, planteo el plan para derrotar a los traidores que llevan a Iliana: con una puerta de Brianna, tiramos unas hierbas que producen gas lacrimógeno al centro de la formación. Luego Brianna crea cuatro puertas alrededor de los enemigos y yo uso oscuridad para crear barrotes entre las puertas para cercarles. Y luego empiezan las tortas.
Hierbas de azufre: Quemadas, liberan un gas amarillento que irrita los ojos y el sistema respiratorio, causado una fuerte tos, visión borrosa y un molesto picor en ambas zonas. Liberan una gran cantidad de este, llegando con una pequeña pelota del tamaño de un puño de hierba para llenar una estancia grande de humo. Sabe preparar también un remedio, un aceite que frotado en torno a los ojos y llevando un pañuelo mojado con este cubriendo la boca y la nariz evita los molestos efectos del gas.
Nombre de la técnica: La partición del pan
Categoría: Genuina
Naturaleza: Física
Descripción: Sujetando una o dos armas en la mano, se ejecuta una serie de movimientos que aumentan la velocidad con la que se utiliza el/las armas, permitiendo durante un asalto ejecutar un ataque más de lo normal, a un objetivo diferente.
Morgoth
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Cuando terminé mi discursito frente a las chicas, no me extraño que no me siguiesen como podía haber pensado en un principio, de hecho, no me estuviesen siguiendo, pero como solo había una salida, pues el camino que teníamos que recorrer era el mismo.
También podía ser que frente a nosotros había aparecido un lobo, que yo reconocí al instante, pero que había de las chicas, seguro que se asustarían si lo veían. Me acerqué al animal y comencé a acariciarlo para que viesen que el animal no era ningún tipo de enemigo y que no les haría nada.
-Buen chico – dije acariciándole – Ahora, estas chicas tienen que salir de aquí sin que les vean. Asique tengo un plan que quizás me puedas ayudar. – le dije mirándole a la cara y a la vez sacando mi linterna de un bolsillo del abrigo y pasando su luz por las uniones de su sombra con el cuerpo. – Vamos a causar un revuelo. Hay un gato por aquí que anda acechando a un pájaro. Entre los tres persiguiéndoos como si os fueseis a cazar vais a distraer a la camarera que nos trajo y a la chica rubia que nos atendió con Spirelli. Cuando salgamos todos os silbaré para que salgáis de ahí.
Dije aquello en un tono de voz normal para que además del lobo lo escuchasen también Kato y Raven, así como las chicas que había detrás de mí. Esperaba que de esa forma las jóvenes confiasen más en mí y en mis palabras. Me volví a incorporar y esperé que el animal comenzase a perseguir a Kato, el cual había comenzado a perseguir a Raven y se dirigían a toda velocidad hacia la sala en la que se encontraba la rubia, mientras, la sombra que acababa de adquirir se fundía con la mía y quedaba almacenada por si la necesitaba en algún momento.
Mientras íbamos avanzando, me centraba de vez en cuando en los sentidos de la vista de Kato y Raven para asegurarme de que teníamos vía libre para salir del lugar sin problemas de que nos detectasen. Para ello, cuando llegábamos a algún punto crítico, principalmente la zona del pasillo que daba a la salida y a donde se encontraba la científica. Les iría dando la señal a las chicas para que fuesen saliendo de una en una. La primera esquina lo haría yo, para que viesen como lo hacía yo.
-Cuando lleguéis al siguiente cruce esperadme, para asegurarme de que se puede seguir sin problemas. – Les dije, esperaba que confiasen un poco más en mí y me hiciesen caso – Os prometo que si luego queréis marcharos nos os diré nada. Y Lilith os ayudará a que no os vuelvan a encontrar los de este sitio.
También podía ser que frente a nosotros había aparecido un lobo, que yo reconocí al instante, pero que había de las chicas, seguro que se asustarían si lo veían. Me acerqué al animal y comencé a acariciarlo para que viesen que el animal no era ningún tipo de enemigo y que no les haría nada.
-Buen chico – dije acariciándole – Ahora, estas chicas tienen que salir de aquí sin que les vean. Asique tengo un plan que quizás me puedas ayudar. – le dije mirándole a la cara y a la vez sacando mi linterna de un bolsillo del abrigo y pasando su luz por las uniones de su sombra con el cuerpo. – Vamos a causar un revuelo. Hay un gato por aquí que anda acechando a un pájaro. Entre los tres persiguiéndoos como si os fueseis a cazar vais a distraer a la camarera que nos trajo y a la chica rubia que nos atendió con Spirelli. Cuando salgamos todos os silbaré para que salgáis de ahí.
Dije aquello en un tono de voz normal para que además del lobo lo escuchasen también Kato y Raven, así como las chicas que había detrás de mí. Esperaba que de esa forma las jóvenes confiasen más en mí y en mis palabras. Me volví a incorporar y esperé que el animal comenzase a perseguir a Kato, el cual había comenzado a perseguir a Raven y se dirigían a toda velocidad hacia la sala en la que se encontraba la rubia, mientras, la sombra que acababa de adquirir se fundía con la mía y quedaba almacenada por si la necesitaba en algún momento.
Mientras íbamos avanzando, me centraba de vez en cuando en los sentidos de la vista de Kato y Raven para asegurarme de que teníamos vía libre para salir del lugar sin problemas de que nos detectasen. Para ello, cuando llegábamos a algún punto crítico, principalmente la zona del pasillo que daba a la salida y a donde se encontraba la científica. Les iría dando la señal a las chicas para que fuesen saliendo de una en una. La primera esquina lo haría yo, para que viesen como lo hacía yo.
-Cuando lleguéis al siguiente cruce esperadme, para asegurarme de que se puede seguir sin problemas. – Les dije, esperaba que confiasen un poco más en mí y me hiciesen caso – Os prometo que si luego queréis marcharos nos os diré nada. Y Lilith os ayudará a que no os vuelvan a encontrar los de este sitio.
- resumen:
- Ver la llegada del lobo de Liltih, robarle la sombra, pedirle ayuda para crear revuelo donde está la rubia hasta que consiga salir con las chicas sin que nos vean.
Brianna Byrne
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Habían conseguido llegar al patíbulo y tras ver semejante despliegue de medios tenían que pensar en algo y rápido. Por suerte para ellos Velkan había demostrado ser un caballero hecho y derecho y eso era algo que enorgullecía a Brianna muchísimo. No obstante las palabras de la loba la hicieron mirarla con una enorme confusión. ¿Crías? ¿de que crías estaba hablando? No sabía que decir ni que hacer en aquel momento, se quedo completamente en blanco y más aún cuando Velkan se acerco diciendo que iba a ser tío, parecía contento con la idea pero, un momento, ¿tío?
Los miro a los dos con la confusión absoluta escrita en el rostro y después llevo las manos a su vientre ¿estaba embarazada? por un momento quiso ponerse a llorar, era una mezcla de sentimientos extraña, entre felicidad y miedo, miedo de perderlos, miedo de que Ivan no quisiera saber nada de ellos, incluso miedo de que alguien pudiera hacerle daño para llegar hasta él. Ahora las cosas no paraban de complicarse, pero tampoco podía permitirse el lujo de pensar demasiado. Tenía que ser fuerte, era momento de rescatar a Iliana y no podía perder demasiado tiempo pensando en eso, aunque ahora no podría sacárselo de la cabeza.
Tras las indicaciones de su hermano ella por si acaso también se coloco el aceite en los ojos y el pañuelo, aunque no pensaba salir de su dimensión en aquel momento, necesitaba tener el perímetro controlado para que todo fuera acorde al plan. Abrió primero la puerta pequeña bajo los pies de aquella gente y otra en la dimensión para que velkan pudiera lanzar aquellas hierbas ardientes. Tras cerrar esas dos dejando allí las hierbas haciendo su trabajo se dispuso a abrir las demás alrededor d ela formación que tenía como núcleo a la reina de Hallstat.
La oscuridad de Velkan saldría por ellas acompaña de todos sus aliados que buscarían abrirse hueco hacía la reina. Si alguno conseguía cogerla la llevarían hasta sus puertas donde estaría a salvo y ella permanecería guardado las mismas. Esta vez debían conseguir rescatarla, no podían permitirse el lujo de volver a fallar, no ahora que estaba al lado del patíbulo y que todos estaban allí reunidos para armar escándalo. Iliana debía ser salvada ahora o sinceramente dudaba que tuviera algún tipo de salvación, solo esperaba que Velkan, Alistar y todos sus aliados se mantuvieran firmes y volvieran todo lo sanos que pudieran. Ella podía curar heridas, pero no resucitar muertos.
Los miro a los dos con la confusión absoluta escrita en el rostro y después llevo las manos a su vientre ¿estaba embarazada? por un momento quiso ponerse a llorar, era una mezcla de sentimientos extraña, entre felicidad y miedo, miedo de perderlos, miedo de que Ivan no quisiera saber nada de ellos, incluso miedo de que alguien pudiera hacerle daño para llegar hasta él. Ahora las cosas no paraban de complicarse, pero tampoco podía permitirse el lujo de pensar demasiado. Tenía que ser fuerte, era momento de rescatar a Iliana y no podía perder demasiado tiempo pensando en eso, aunque ahora no podría sacárselo de la cabeza.
Tras las indicaciones de su hermano ella por si acaso también se coloco el aceite en los ojos y el pañuelo, aunque no pensaba salir de su dimensión en aquel momento, necesitaba tener el perímetro controlado para que todo fuera acorde al plan. Abrió primero la puerta pequeña bajo los pies de aquella gente y otra en la dimensión para que velkan pudiera lanzar aquellas hierbas ardientes. Tras cerrar esas dos dejando allí las hierbas haciendo su trabajo se dispuso a abrir las demás alrededor d ela formación que tenía como núcleo a la reina de Hallstat.
La oscuridad de Velkan saldría por ellas acompaña de todos sus aliados que buscarían abrirse hueco hacía la reina. Si alguno conseguía cogerla la llevarían hasta sus puertas donde estaría a salvo y ella permanecería guardado las mismas. Esta vez debían conseguir rescatarla, no podían permitirse el lujo de volver a fallar, no ahora que estaba al lado del patíbulo y que todos estaban allí reunidos para armar escándalo. Iliana debía ser salvada ahora o sinceramente dudaba que tuviera algún tipo de salvación, solo esperaba que Velkan, Alistar y todos sus aliados se mantuvieran firmes y volvieran todo lo sanos que pudieran. Ella podía curar heridas, pero no resucitar muertos.
- Resumen:
- Flipar por que esta embarazada, seguir el plan de Velkan y rezar por que ahora funcione
Lilith Blair
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Ahora tenía toda la información que quería, Altair era la mujer que poseía los prostíbulos de Hallstat y quien se había encargado de librarse de la competencia, si quería quedarse con ellos tendría que acabar con ella de alguna manera. Aunque visto lo visto desde luego tenía pinta de que iba a ser bastante complicado. Además, el espectáculo que estaba viendo era grotesco, aquella gente que ni si quiera parecía humana llevaban a la que al parecer era la reina de Hallstat para ser ejecutada. Desde luego era una bonita forma de hacerse con el poder de una isla, usurpar el trono o el lugar de poder en si. En su caso las islas no le interesaban demasiado, aunque puede que en un futuro se hiciera con alguna.
Por otro lado, no estaba segura de si sería o no capaz de hacerse cargo de Spirelli, aquellas niñas eran un problema y aunque estaban alejadas seguramente fueran a ayudarla en caso de que la mujer fuese atacada. Lilith tampoco se metía en problemas de los que no pudiera salir y teniendo en cuenta que eran ella y León contra Spirelli de la cual no sabían demasiado y las dos niñas pues tampoco sabía si merecía la pena meterse en ese berenjenal. Sin embargo, parecía que había aún más problemas o al menos esa oscuridad repentina le hizo pensarlo, eso y el aroma tan desagradable que hacía que sus ojos se llenasen de lágrimas.
Tal vez era mejor no estar allí durante mucho más tiempo. Se colocó un pañuelo en la nariz y la boca y León hizo lo mismo mientras se ponía delante de su señora a modo de protección. No se marcharían todavía, querían ver que sucedía en aquel lugar, tal vez si la cosa se ponía complicada pudieran tomar bando por alguien. No estaba segura de que le gustase demasiado Spirelli y teniendo en cuenta que conocía a Altair tal vez librarse de ella le abriría la puerta a que Altair bajase de esa cosa voladora. Librarse de ella sería una buena idea para hacerse con todo lo que ella tenía en Hallstat así que ¿por que no probar?
Esperaría el momento oportuno y si lo encontraba, si ese momento se daba, Lilith intentaría acuchillar a Spirelli. Mientras esperaban ese momento León fue soltando sus hilos aprovechando que estaba cerca de la mujer ya que estaba protegiendo a su señora para ir enredando poco a poco el cuerpo de la mujer. Sería su baza, si León conseguía enredarla, con tirar después la tendrían inmovilizada y entonces Lilith tendría mas sencillo el deshacerse de ella, pero tampoco se ponían demasiado en riesgo por ello León era quien daba el primer paso con esos hilos metálicos prácticamente invisibles más aun ahora que estaba el eclipse y la oscuridad reinaba en el lugar. Esperaba que por su parte, Morgoth estuviera bien y estuviese haciendo un buen trabajo.
Por otro lado, no estaba segura de si sería o no capaz de hacerse cargo de Spirelli, aquellas niñas eran un problema y aunque estaban alejadas seguramente fueran a ayudarla en caso de que la mujer fuese atacada. Lilith tampoco se metía en problemas de los que no pudiera salir y teniendo en cuenta que eran ella y León contra Spirelli de la cual no sabían demasiado y las dos niñas pues tampoco sabía si merecía la pena meterse en ese berenjenal. Sin embargo, parecía que había aún más problemas o al menos esa oscuridad repentina le hizo pensarlo, eso y el aroma tan desagradable que hacía que sus ojos se llenasen de lágrimas.
Tal vez era mejor no estar allí durante mucho más tiempo. Se colocó un pañuelo en la nariz y la boca y León hizo lo mismo mientras se ponía delante de su señora a modo de protección. No se marcharían todavía, querían ver que sucedía en aquel lugar, tal vez si la cosa se ponía complicada pudieran tomar bando por alguien. No estaba segura de que le gustase demasiado Spirelli y teniendo en cuenta que conocía a Altair tal vez librarse de ella le abriría la puerta a que Altair bajase de esa cosa voladora. Librarse de ella sería una buena idea para hacerse con todo lo que ella tenía en Hallstat así que ¿por que no probar?
Esperaría el momento oportuno y si lo encontraba, si ese momento se daba, Lilith intentaría acuchillar a Spirelli. Mientras esperaban ese momento León fue soltando sus hilos aprovechando que estaba cerca de la mujer ya que estaba protegiendo a su señora para ir enredando poco a poco el cuerpo de la mujer. Sería su baza, si León conseguía enredarla, con tirar después la tendrían inmovilizada y entonces Lilith tendría mas sencillo el deshacerse de ella, pero tampoco se ponían demasiado en riesgo por ello León era quien daba el primer paso con esos hilos metálicos prácticamente invisibles más aun ahora que estaba el eclipse y la oscuridad reinaba en el lugar. Esperaba que por su parte, Morgoth estuviera bien y estuviese haciendo un buen trabajo.
- Resumen:
- Intentar enredar a Spirelli y esperar a ver que ocurre, si la cosa es propicia seguramente Lilith intentara librarse de la mujer
Napolean
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Keiran era un conductor excelente, quizás si dejara la piratería podría dedicarse al transporte de celebridades en alguna isla en la que no le conocieran; o eso era lo que pensaba Napo, que observaba complaciente la forma en la que llevaba las riendas y domaba los caballos para que fueran hacia donde él quería. Sin embargo, lo que menos iba a imaginar es que el caballero iba a resultar ser una especie de bestia del averno que, de un salto, iba a saltar la muralla que tenía frente a sus narices.
—¡Sacre bleu! —exclamó en voz alta—. Por las barbas de Thalarin el grande, ¿has visto eso? —le preguntó a su capitán—. Se necesita mucha fuerza en el tren trasero del cuerpo para poder hacer algo así.
Llegaron a la muralla y no parecía haber un acceso claro a la gran ciudadela. Caminaron un poco y se toparon con una puerta de madera. Era lo suficientemente grande como para que el semigigante pasara, quizás algo agachado, pero era bastante. La golpeó con la mano con suavidad. No parecía gran cosa, quizás con un buen golpe se rompería, mas aquello correspondía a Keiran, pues solía tener la iniciativa en ese tipo de asuntos; podría decirse que: «era lo suyo».
—¡D’accord, ma chérie! —dijo ante la orden de Cassandra, haciéndole una señal con la cabeza a la joven Izzy para que fuera con él—. No obstante, esperemos a ver los resultados de nuestro querido capitán.
Alexander mostró una sonrisa, y espero a que su fuego tratara de reducir la puerta a cenizas. Si no funcionaba el plan principal —destruir la puerta—, iría por el lugar que le ordeno su subcapitana, concretamente por el costado diestro a esa entrada
—Aquí gobernaban los Markov, ¿cierto? —le preguntaría a Izzy si finalmente se separaba del resto—. Podríamos concertar un matrimonio con nuestro capitán —Soltó una carcajada—. Sería un monarca curioso, y creo que se ganaría el respeto de su gente. ¿No crees?
Observaría la muralla, esperando encontrar algún punto débil y, de encontrarlo, trataría de derribarlo con un buen golpe, después de todo Keiran no era el único fuerte de la banda.
—¡Sacre bleu! —exclamó en voz alta—. Por las barbas de Thalarin el grande, ¿has visto eso? —le preguntó a su capitán—. Se necesita mucha fuerza en el tren trasero del cuerpo para poder hacer algo así.
Llegaron a la muralla y no parecía haber un acceso claro a la gran ciudadela. Caminaron un poco y se toparon con una puerta de madera. Era lo suficientemente grande como para que el semigigante pasara, quizás algo agachado, pero era bastante. La golpeó con la mano con suavidad. No parecía gran cosa, quizás con un buen golpe se rompería, mas aquello correspondía a Keiran, pues solía tener la iniciativa en ese tipo de asuntos; podría decirse que: «era lo suyo».
—¡D’accord, ma chérie! —dijo ante la orden de Cassandra, haciéndole una señal con la cabeza a la joven Izzy para que fuera con él—. No obstante, esperemos a ver los resultados de nuestro querido capitán.
Alexander mostró una sonrisa, y espero a que su fuego tratara de reducir la puerta a cenizas. Si no funcionaba el plan principal —destruir la puerta—, iría por el lugar que le ordeno su subcapitana, concretamente por el costado diestro a esa entrada
—Aquí gobernaban los Markov, ¿cierto? —le preguntaría a Izzy si finalmente se separaba del resto—. Podríamos concertar un matrimonio con nuestro capitán —Soltó una carcajada—. Sería un monarca curioso, y creo que se ganaría el respeto de su gente. ¿No crees?
Observaría la muralla, esperando encontrar algún punto débil y, de encontrarlo, trataría de derribarlo con un buen golpe, después de todo Keiran no era el único fuerte de la banda.
- Resumen:
- Hablar + narrar cosis + esperar a ver si funcionaba el plan de Kei (quemar), y de no funcionar ir por el derecho y buscar una entrada (o crearla de ver algún punto débil en la muralla)
Anastasya
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Anastasya no se lo pensó dos veces a la hora de disparar al hombre que tenía enfrente. Ni siquiera lo conocía, incluso le entregó la bolsita con las drogas sin pedirle nada a cambio, y ahora ella apretaba el gatillo para poner fin a su vida. Consideraba que los piratas no merecían ningún perdón, y quería intentar resolver siempre las cosas por la vía pacífica para no derramar sangre de manera innecesaria… pero cuando tenía que defenderse de esa manera no le quedaba elección.
Se llevó la mano al cuello sintiendo el escozor que le dejó el filo de la daga y expresó una ligera mueca de dolor, escuchando como los pasos de los piratas restantes se alejaban en la distancia. Decidida a tomarse un respiro se acercó hasta el cuerpo del que había sido su enemigo y se agachó para poder recoger su abrigo del suelo, luego le cerró los ojos a aquel hombre para que pudiese descansar en paz. A pesar de no entender sus últimas palabras, si comprendió que su plan no iba como tenían planeado. Entretanto escuchaba a Samvel de fondo, que se aseguraba de que aquel monstruo quedara inmovilizado. La tiradora estaba de acuerdo con su decisión, pero también pensaba que acabar con su vida era un gesto de clemencia, más que nada.
Ante la propuesta del chico Anastasya volvió a dirigir su vista hacia el cuerpo del hombre, le dio la vuelta con cuidado de no mancharse y registró sus bolsillos, encontrando una insignia de plata con forma de calavera y nueve planetas girando a su alrededor, idéntica a la que se exhibía desde el dirigible sobre sus cabezas. Debía haberlo supuesto. Después encontró un den den mushi de bolsillo que llevaba un fedora y un monóculo, resultaba ostentoso y elegante por igual, pero la tiradora procuró tratarlo con cuidado mientras se ponía en pie. La chapa plateada se la guardó en uno de sus bolsillos, no estaba segura de que fuera a resultar útil pero prefería llevarla encima.
Entonces Samvel se acercó hasta ella para presentarse como era debido, este gesto sorprendió momentáneamente a Anastasya, que no esperaba tanta cortesía por su parte. No después de haber matado a una persona delante de sus ojos. La chica esbozó una tímida sonrisa y llevando su mano libre al pecho, pues en la otra sujetaba el den den mushi, se presentó también.
—Anastasya Seleznyova, cadete de la marina. El placer es mío Samvel. Podéis llamarme Anastasya, o An, si lo preferís. Y por supuesto, estaría encantada de poder colaborar con gente tan sensata como vosotros. Aunque al principio estaba investigando a Antoine, siento que la situación en la ciudad es más grave de lo que pensaba. Así que sí, creo que colaborar es la mejor opción que tenemos ahora mismo —escuchó lo que el muchacho tenía que decir y dirigió su vista al caracol que tenía sobre la palma de su mano, le parecía razonable que se ofreciera él para contactar a… ¿Antoine suponía? Pero también le resultaba muy arriesgado, aun así, accedió al plan y le entregó el den den mushi—. Adelante.
Anastasya dirigió su vista una última vez al zeppelin para ver como iban las cosas, y luego se mantuvo en silencio, escuchando la conversación de Samvel.
Se llevó la mano al cuello sintiendo el escozor que le dejó el filo de la daga y expresó una ligera mueca de dolor, escuchando como los pasos de los piratas restantes se alejaban en la distancia. Decidida a tomarse un respiro se acercó hasta el cuerpo del que había sido su enemigo y se agachó para poder recoger su abrigo del suelo, luego le cerró los ojos a aquel hombre para que pudiese descansar en paz. A pesar de no entender sus últimas palabras, si comprendió que su plan no iba como tenían planeado. Entretanto escuchaba a Samvel de fondo, que se aseguraba de que aquel monstruo quedara inmovilizado. La tiradora estaba de acuerdo con su decisión, pero también pensaba que acabar con su vida era un gesto de clemencia, más que nada.
Ante la propuesta del chico Anastasya volvió a dirigir su vista hacia el cuerpo del hombre, le dio la vuelta con cuidado de no mancharse y registró sus bolsillos, encontrando una insignia de plata con forma de calavera y nueve planetas girando a su alrededor, idéntica a la que se exhibía desde el dirigible sobre sus cabezas. Debía haberlo supuesto. Después encontró un den den mushi de bolsillo que llevaba un fedora y un monóculo, resultaba ostentoso y elegante por igual, pero la tiradora procuró tratarlo con cuidado mientras se ponía en pie. La chapa plateada se la guardó en uno de sus bolsillos, no estaba segura de que fuera a resultar útil pero prefería llevarla encima.
Entonces Samvel se acercó hasta ella para presentarse como era debido, este gesto sorprendió momentáneamente a Anastasya, que no esperaba tanta cortesía por su parte. No después de haber matado a una persona delante de sus ojos. La chica esbozó una tímida sonrisa y llevando su mano libre al pecho, pues en la otra sujetaba el den den mushi, se presentó también.
—Anastasya Seleznyova, cadete de la marina. El placer es mío Samvel. Podéis llamarme Anastasya, o An, si lo preferís. Y por supuesto, estaría encantada de poder colaborar con gente tan sensata como vosotros. Aunque al principio estaba investigando a Antoine, siento que la situación en la ciudad es más grave de lo que pensaba. Así que sí, creo que colaborar es la mejor opción que tenemos ahora mismo —escuchó lo que el muchacho tenía que decir y dirigió su vista al caracol que tenía sobre la palma de su mano, le parecía razonable que se ofreciera él para contactar a… ¿Antoine suponía? Pero también le resultaba muy arriesgado, aun así, accedió al plan y le entregó el den den mushi—. Adelante.
Anastasya dirigió su vista una última vez al zeppelin para ver como iban las cosas, y luego se mantuvo en silencio, escuchando la conversación de Samvel.
- resumen:
- -Anastasya inspecciona el cuerpo del hombre y se guarda la insignia plateada.
-Le entrega el Den Den Mushi a Samvel y se mantiene en silencio escuchando.
Maldecia internamente al no ver alcanzado a exterminar a esas calabazas andantes mas mi sorpresa no daba a basto cuando pude notar que esas cosas no solo habian resistido mi mejor tecnica sino que tambien se fueron ignorandome como si yo no fuese una amenaza real para ellos pero eso queria decir que sus ordenes eran definitivas y no podian saltarlas por alguna razon que desconocia. De todas maneras mis compañeros no la estaban pasando para nada bien con los hombres calabazas que protegian a la niña cosa que note que la misma estaba tratando de escapar hacia el interior de la base, seguramente para dar alarma hacia su jefe y por esta razon, desperto todas mis alarmas porque si hacia eso, seguramente estaríamos mas que en problemas.
Una rabia se poso en mi sangre, tanto asi que brame por lo bajo y comence la carrera hacia la tuberia donde estaba por desaparecer la niña de mi vista, pero no se lo iba a dejar tan facil, mi velocidad era algo en lo que me destaba ademas de mi fuerza mas si hubiese tenido mi tabla seguramente hubiese sido mas facil seguirle el paso - Fuera de mi maldito caminooooo aaaagrr- brame con enojo empuñando mis puños para golpear los laterales de los hombres calabaza para sacarmelos del medio, porque claramente ellos estaban ahi para frenarnos y realmente no tenia el tiempo y el deseo de tener que estar soportando ese tipo de cosas. Ya estaba bastante frustado de que solo una pequeña visita a Hallstat estaba siendo mas que un grano en el trasero y mi poca paciencia estaba siendo drenada lentamente como si tratase de un reloj de arena mal calibrado y por esta razon, debia atrapar a esa mocosa de una buena vez antes de que llegara a su jefe o realmente la cosa se iba a liar en grande.
Una rabia se poso en mi sangre, tanto asi que brame por lo bajo y comence la carrera hacia la tuberia donde estaba por desaparecer la niña de mi vista, pero no se lo iba a dejar tan facil, mi velocidad era algo en lo que me destaba ademas de mi fuerza mas si hubiese tenido mi tabla seguramente hubiese sido mas facil seguirle el paso - Fuera de mi maldito caminooooo aaaagrr- brame con enojo empuñando mis puños para golpear los laterales de los hombres calabaza para sacarmelos del medio, porque claramente ellos estaban ahi para frenarnos y realmente no tenia el tiempo y el deseo de tener que estar soportando ese tipo de cosas. Ya estaba bastante frustado de que solo una pequeña visita a Hallstat estaba siendo mas que un grano en el trasero y mi poca paciencia estaba siendo drenada lentamente como si tratase de un reloj de arena mal calibrado y por esta razon, debia atrapar a esa mocosa de una buena vez antes de que llegara a su jefe o realmente la cosa se iba a liar en grande.
- Resumen:
Persigue a la niña por la tubería, tratando de dar dos golpes a los costados a los hombres calabaza que molestan a Helga y a Yoldin.
Aplico usar mi velocidad 4 y mi fuerza 5 para dichas acciones.
Adam
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Adam se había mantenido inquieto durante todo el viaje, tal vez sacado de quicio en más de una ocasión a la que era la segunda al mando de aquella tripulación. Aunque tan caprichoso como era el rubio, el mosqueo se le fue pasando a medida que fueron avanzando por el sinuoso sendero de grava y piedra, tal vez fuera por la fría brisa del norte que despejaba sus pensamientos, tal vez fueran los impresionantes bosques de coníferas que rodeaban la capitán o tal vez el monótono sonido del cabalgar de los caballos, o la combinación de infinidad de detalles nimios que absortan la mente del salvaje, y es que cuando se quiso darse cuenta, ya se habían detenido ante una enorme construcción de piedra, algo que mas tarde entendería como muralla.
Adam volvió a exclamar de asombros, señalando la inmensa fachada de piedra la cual debía ser fácilmente el mayor constructo humano en cuanto a tamaño y dimensiones se refería. Aún así, parecía que su grupo entero había encontrado un escollo el cual no podían pasar, no fue así fue para el misterioso caballero el cual escaló la empalizada en una exaltación despareciendo ante la vista del salvaje antes de que este se diera cuenta, tal rápido como había venido.
-Ese ser hombre más rápido que conocer- pensó Adam el cual creía haber recorrido una gran distancia desde la casa hasta la mansión, y es que aquellas bestias que tiraban aquellas extrañas cajas de madera iban a una velocidad mucho mayor de la que Adam había experimentado hasta ahora ¿Sería acaso la adrenalina por la velocidad lo que había alegrado al muchacho?
Fuera como fuera, en vista de como había subido el caballero, Adam trató de imitar a tan ilustre figura aferrándose con uñas y dientes a la empalizada y tratando de escalar por ella, siguiendo la traza y el reguero que el misterioso caballero había dejado atrás. Lamentablemente el albino no logro ni escalar dos metros antes de resbalarse por la piedra, afortunadamente sin dejarse ningún diente en el proceso. Ofuscado por ser incapaz de emular al árbol de hojalata, Adam intentó emular a su capitán, poniéndose a cuatro patas y pegando la cabeza a la pared, para tras eso, comenzó a pensar muy fuerte, tratando de alcanzar la licantropía, este intento tampoco trajo mucho éxito consigo, ya que no consiguió filtrase con la extraña habilidad que había demostrado su capitán, aunque si consiguió ponerse la cabeza del color de un tomate, posiblemente debido a que toda la sangre la tenía en la cabeza.
Adam volvió a reincorporarse sintiéndose despojado de toda su dignidad como hombre, y es que si el no podía convertirse en un perro o hacer las cosas más grandes o ni tan siquiera trepar aquel inmenso muro como aquel árbol con hojalata ¿Qué pensarían sus compañeros de cacería? ¿Lo dejarían atrás por ser alguien inútil para la camada? Y Este pensamiento cobró fuerza cuando la mujer, la cual parecía haber terminado sus tareas con los animales, se le acercó a hablarle. Si bien solo entendido las palabras fuego, salvaje (la cual era una palabra con la que la dama solía referirse a él) y trasero, el tonó le dejo bien en claro que era una de las habituales reprimendas de la mujer, probablemente debido a su incapacidad de transformarse en perro.
Fuera como fuera, el rubio logró comprender que la mujer lo quería donde señalaba su dedo, por lo que temeroso por lo que pudiera hacerle aquella bruja, asintió y comenzó a seguir a la mujer mientras de forma curiosa y calmada observaba los extraños muros de piedra oscura, ojeando de tarde en tarde curioso por el ruido que escuchaba a sus espaldas, así mismo observando y señalando el extraño pájaro que sobrevolaba el vuelo. Señalándoselo a Cassandra en reiteradas ocasiones, en un burdo intento de que la mujer le diera el nombre de tan extraño animal, y es que, si la vista no le engañaba, le daba la impresión de que llevaba a una persona con él ¿Acaso aquella cosa también comía humanos? Entre que esperaba una respuesta de Cass, la comenzó a seguir sin rechistar, después de todo no quería que lo abandonarán allí, ya que, si de una cosa estaba bastante seguro el niño de caballos plateados, es de que le costaría encontrar el camino de regreso a casa.
Adam volvió a exclamar de asombros, señalando la inmensa fachada de piedra la cual debía ser fácilmente el mayor constructo humano en cuanto a tamaño y dimensiones se refería. Aún así, parecía que su grupo entero había encontrado un escollo el cual no podían pasar, no fue así fue para el misterioso caballero el cual escaló la empalizada en una exaltación despareciendo ante la vista del salvaje antes de que este se diera cuenta, tal rápido como había venido.
-Ese ser hombre más rápido que conocer- pensó Adam el cual creía haber recorrido una gran distancia desde la casa hasta la mansión, y es que aquellas bestias que tiraban aquellas extrañas cajas de madera iban a una velocidad mucho mayor de la que Adam había experimentado hasta ahora ¿Sería acaso la adrenalina por la velocidad lo que había alegrado al muchacho?
Fuera como fuera, en vista de como había subido el caballero, Adam trató de imitar a tan ilustre figura aferrándose con uñas y dientes a la empalizada y tratando de escalar por ella, siguiendo la traza y el reguero que el misterioso caballero había dejado atrás. Lamentablemente el albino no logro ni escalar dos metros antes de resbalarse por la piedra, afortunadamente sin dejarse ningún diente en el proceso. Ofuscado por ser incapaz de emular al árbol de hojalata, Adam intentó emular a su capitán, poniéndose a cuatro patas y pegando la cabeza a la pared, para tras eso, comenzó a pensar muy fuerte, tratando de alcanzar la licantropía, este intento tampoco trajo mucho éxito consigo, ya que no consiguió filtrase con la extraña habilidad que había demostrado su capitán, aunque si consiguió ponerse la cabeza del color de un tomate, posiblemente debido a que toda la sangre la tenía en la cabeza.
Adam volvió a reincorporarse sintiéndose despojado de toda su dignidad como hombre, y es que si el no podía convertirse en un perro o hacer las cosas más grandes o ni tan siquiera trepar aquel inmenso muro como aquel árbol con hojalata ¿Qué pensarían sus compañeros de cacería? ¿Lo dejarían atrás por ser alguien inútil para la camada? Y Este pensamiento cobró fuerza cuando la mujer, la cual parecía haber terminado sus tareas con los animales, se le acercó a hablarle. Si bien solo entendido las palabras fuego, salvaje (la cual era una palabra con la que la dama solía referirse a él) y trasero, el tonó le dejo bien en claro que era una de las habituales reprimendas de la mujer, probablemente debido a su incapacidad de transformarse en perro.
Fuera como fuera, el rubio logró comprender que la mujer lo quería donde señalaba su dedo, por lo que temeroso por lo que pudiera hacerle aquella bruja, asintió y comenzó a seguir a la mujer mientras de forma curiosa y calmada observaba los extraños muros de piedra oscura, ojeando de tarde en tarde curioso por el ruido que escuchaba a sus espaldas, así mismo observando y señalando el extraño pájaro que sobrevolaba el vuelo. Señalándoselo a Cassandra en reiteradas ocasiones, en un burdo intento de que la mujer le diera el nombre de tan extraño animal, y es que, si la vista no le engañaba, le daba la impresión de que llevaba a una persona con él ¿Acaso aquella cosa también comía humanos? Entre que esperaba una respuesta de Cass, la comenzó a seguir sin rechistar, después de todo no quería que lo abandonarán allí, ya que, si de una cosa estaba bastante seguro el niño de caballos plateados, es de que le costaría encontrar el camino de regreso a casa.
- ¡DON COMEDIA!:
Pues me pongo al día con la moderación, narró dos intentos estrafalarios de atravesar el muro y decido seguir a la mujer, temeroso de Dios.
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La loba pareció detectar algo en Brianna. Una segunda vida, creciendo dentro de ella. O... ¿Nuevas vidas? Dijo crías, en plural. Antes de meterse en ello, suspiró. Siguió las indicaciones de Velkan y, después, se acercó a Brianna, con la mirada fija en la puerta de salida de aquella dimensión que pertenecía a la morena. Se quedó quieto unos instantes y, durante uno de ellos, estuvo a punto de poner una mano en el hombro de la chica. Pero no lo hizo.
—El juramento que te hice, Brianna... —entonces la miró, con una muy leve sonrisa en el rostro—. Se transmite también a él... O a ella. Mientras yo siga respirando no os pasará nada, te lo prometo. Y ahora... —respiró hondo y miró al frente, a la espalda de Velkan que estaba a punto de lanzarse al ataque—. Voy a ayudar a tu hermano.
Empezó a cambiar de forma mientras caminaba hacia delante. Dos enormes lobos blancos detrás de un lancero que gritaba por su reino bien podría crear cierta táctica de intimidación. Junto a Kodlak, saltó detrás del noble caballero de los Byrne. A cualquiera que se librase de sus lanzazos o intentase atacarle, lo atacaría cual bestia salvaje. Era lo mejor que sabía hacer. Zarpazos y mordiscos, como un monstruo... acompañado de otro lobo igual de feroz.
No iba a permitir que ningún Byrne sufriera daños mientras estuviese allí.
—El juramento que te hice, Brianna... —entonces la miró, con una muy leve sonrisa en el rostro—. Se transmite también a él... O a ella. Mientras yo siga respirando no os pasará nada, te lo prometo. Y ahora... —respiró hondo y miró al frente, a la espalda de Velkan que estaba a punto de lanzarse al ataque—. Voy a ayudar a tu hermano.
Empezó a cambiar de forma mientras caminaba hacia delante. Dos enormes lobos blancos detrás de un lancero que gritaba por su reino bien podría crear cierta táctica de intimidación. Junto a Kodlak, saltó detrás del noble caballero de los Byrne. A cualquiera que se librase de sus lanzazos o intentase atacarle, lo atacaría cual bestia salvaje. Era lo mejor que sabía hacer. Zarpazos y mordiscos, como un monstruo... acompañado de otro lobo igual de feroz.
No iba a permitir que ningún Byrne sufriera daños mientras estuviese allí.
- Resumen:
- Actualizar el juramento a Bri e ir detrás de Velkan cual lobo feroz junto al pequeño Kodlak
Normas del capítulo:
Moderación
- Se moderará lunes y jueves entre las 22:00 y las 23:59.
- No se puede postear los lunes o jueves antes de la moderación.
- Hay un reloj que marca el tiempo restante. Cuando acaba los temas se cierran.
- Está prohibido metarrolear, powerrolear y demás actitudes tóxicas.
- A más riesgo, más premio.
- Como es tradición, el barco de Sons of Anarchy se hundirá en algún momento.
- Cada post debe ocupar entre 250 y 1.200 palabras. Si no se está en estos límites, el post podría ser ignorado.
- Es responsabilidad de un usuario comunicarse con la gente con la que interactúa.
- Si un post tiene más de 15 faltas ortográficas por párrafo podría ser ignorado.
- Hacer un resumen de acciones relevantes es obligatorio independientemente de la extensión.
- La ley del plot no es a prueba de idiotas.
Moderación
- Helga, Shiro y Yoldin:
- Helga, hundes tu espada en la cabeza de la calabaza. Al principio te parece que se queda atascada, pero con un poco más de fuerza logras atravesarla de lado a lado. El bicho se queda quieto y unos segundos después se derrumba delante de ti.
Shiro, pasas a todo correr entre los dos calabazas y uno alarga sus brazos hacia ti intentando agarrarte. De hecho, te roza la camiseta pero un codazo tuyo termina de quitártelo de encima. Sigues a todo correr...pero no llegas muy lejos antes de estamparte contra un hombre.
Yoldin, llegas justo a tiempo de ver a este amable caballero aparecer en escena.
Es un hombre alto, vestido de traje y sombrero. Lleva un bastón en la mano y la barba esmeradamente arreglada. Su corbata es plateada y sus zapatos tienen un ligero tacón. Alza una ceja al ver a Shiro e intenta darle un par de golpecitos con el bastón para que se aparte. Detrás de él podéis ver a la niña, agarrada a su abrigo mientras come una enorme piruleta.
-Sabía que había… inconvenientes, pero no esperaba que hubieran llegado hasta aquí.
-Pero tío, ya te dije que había tres individuos arriba…
-’’Arriba’’ puede ser toda la ciudad, pequeña. En fin, será cuestión de darnos prisa. Lamentad que no me quede a… parlamentar,con vosotros. Buenas tardes.
Os saluda con el sombrero e ignorándoos, avanza por la tubería hacia fuera con total tranquilidad, seguido de su sobrina. La calabaza que queda, al verla, pasa de vosotros y comienza a seguirles a su lento paso de calabaza.
De repente, un den den mushi de bolsillo suena y el hombre se lo lleva a la oreja. Tras escuchar a alguien al otro lado, sonríe y responde sin dejar de caminar.
-Oh. ¿Ya está limpia la calle? (...) Je. Comprendo. Voy para ahí.
¿Qué haréis? Claramente va a ver la que se está liando en el centro de la ciudad… podéis seguirle, investigar su guarida ahora que no está o… improvisar, por supuesto.
- Ravenous Hounds:
- Cassandra, Adam, no encontrais puertas ni escaleras. Sí encontráis, eso sí, un hueco del que sale un río de agua no precisamente limpia que no tarda en perderse en la hierba. Toda ciudad que se precie necesita un buen sistema de desagüe… y acabáis de encontrarlo. Podéis entrar y llegaréis cómodamente al otro lado, aunque solo cabéis a cuatro patas.
Napo, por tu parte mientras estás dando vueltas te fijas en que hay un cacho de la muralla un tanto… diferente, al resto. Las piedras son más nuevas, no hay duda. En cuanto lo inspeccionas, llegas a la conclusión de que alguien abrió un boquete ahí no hace más de unos meses y aunque se apresuraron a taparlo… se nota. Logras abrirlo con el golpe, aunque te despellejas los nudillos en el proceso. El mayor problema es que vas a tener que aovillarte para pasar. Es ancho de sobras, pero no está hecho para alguien de tu tamaño. Tampoco exactamente para un humano, sino más bien una especie de animal muy grande. No vendría mal que Izanami tirase de ti, tampoco, pero yo creo que con un poco de maña y optimismo lograrás llegar al otro lado.
Aysh, Keiran… Enhorabuena. Las llamas lamen la madera y no tardan en trepar por todo lo alto. Es una puerta enorme y tardará un poco en consumirse del todo, pero logras causar el suficiente daño como para que la madera deje de aguantar el peso de los postigos y las dos enormes barras de hierro caigan al suelo al rojo vivo, resonando en media ciudad. Wiii.
Por cierto, no tardáis en oír la que se está montando en el centro de la ciudad. Si quisierais llegar allí, os llegaría con guiaros por los gritos… y la moderación de Velkan, Brianna y Alistar.
- Velkan, Brianna y Alistar:
Velkan, la loba te mira durante varios segundos antes de asentir con cautela. Ha aceptado tu juramento. Distribuye el aceite entre sus aliados con cuidado, sin dejar de lanzarle miradas furtivas a Alistar. En menos de lo que podría pensarse, todos estaban listos. La batalla se olía en el aire. Lo que ellos no sabían… es que no iba a ser una batalla justa.
El gas lacrimógeno sale de las puertas y ataca a los traidores. Las niñas son las primeras en sufrir sus efectos y se apresuran a retirarse estratégicamente, colocándose detrás del cadalso para evitar que acabéis con ellas. Logran de hecho escurrirse justo a tiempo para escapar de la jaula de barrotes de oscuridad. Ventajas de ser un crío, son rápidas como el demonio.
El resto de enemigos quedan encerrados en la trampa… incluido el que lleva a Iliana,que no duda en dejarla caer al suelo para protegerse a sí mismo. Los traidores que quedan no tardan en caer, pero las calabazas es otro asunto. Por más que lanzáis cortes y cortes, no parecen dispuestas a detenerse. Al final, uno de los lobos da un salto y rompe el cuello de una de ellas de una poderosa dentellada. Se desmorona y cae al suelo, por lo que enseguida le imitais y no tardan en caer.
Entre todo el tumulto, la mujer loba se transforma y se mete dentro de la jaula entre los barrotes, echándose a Iliana encima. Recibe no pocos espadazos y cojea bastante,pero logra salir y pasársela a Alistar antes de caer al suelo. No está muerta, pero necesita atención urgente y tiene una cara de cabreo interesante, hasta para un lobo.
En ese momento, el caballero-zombie-planta que había al lado del cadalso se acerca y alarga los brazos hacia la reina, como esperando amablemente que se la deis. No dice nada, solo espera.
Habéis tenido un par de bajas en vuestro bando, pero gracias a la estrategia de Velkan estáis más o menos enteros salvando algunas heridas que curarán con ponerles algo de atención. Enhorabuena. ¿Y ahora qué?
- Teufel:
Morgoth, tu plan sale a la perfección… casi. El espectáculo que ponen entre los tres animales es interesante como mínimo y la chica rubia desde luego se sobresalta. Reacciona especialmente mal al ver al lobo, eso sí. Parecía confusa los primeros segundos, pero luego agarra una barra de metal e intenta golpearle una y otra vez para espantarlo y librarse de él. De alguna manera, parece que no es el primer lobo contra el que pelea. La camarera por su parte se ha subido a una silla y solo grita, así que no es un impedimento. Sin embargo, al final el lobo y el resto tienen que salir por patas.
Se reúnen con vosotros, que habéis logrado salir y reuniros por los pelos y puedes ver que cojea un poco de una pata, pero por lo demás está entero. Las chicas parecen asustadas, pero te están esperando y parecen dispuestas a hacerte caso.
Por cierto… podéis oír claramente los ruidos de la plaza principal; si quisierais ir allí, os llegaría con guiaros por el oído. [
Lilith, no te cuesta darte cuenta de que Spirelli tampoco se esperaba lo que está ocurriendo en la plaza. Se agarra a la pared como si estuviera emocionada viendo una película de acción mientras se tapa la boca con una mano y no se entera cuando los hilos de Leon comienzan a envolverla. Eso sí, debido a su postura no le agarra los brazos, tan solo las piernas. Intentas acuchillarla y aunque te ve venir por el rabillo del ojo y trata de desviar el cuchillo, acaba hundido en su costado. Te maldice y trata de huir, pero gracias a los hilos termina tirada en el suelo y con la caída algo se desliza fuera de su bolsillo.
Es un diminuto den den mushi de bolsillo que lleva una preciosa rosa entre los ojos y un jolly roger grabado en la concha. No te cuesta reconocer uno de los dos que adornan el dirigible. Más aún, es de línea única. No hay muchas dudas acerca de con quién contacta. La pregunta es… ¿qué vas a decirle?
- Anastasya, Tomoe y Samvel:
Alguien contesta al den den mushi y tras un segundo de silencio, una voz de hombre, grave y melosa, te responde.
-Oh. ¿Ya está limpia la calle?
Por lo visto habían avisado a su jefe antes de ir a por vosotros… y ahora estáis hablando con él.
Entretanto, la mole atada parpadea y poco a poco se despierta. Al verse maniatado intenta ponerse en pie y librarse de las ataduras… sin éxito. Al final, de pura frustración, empieza a gritar e intentar morder a cualquiera que se le acerque. Sea lo que sea… ya no es humano. No solo eso, sino que quien quiera que haya al otro lado de la línea lo ha escuchado. Samvel, oyes una risita y una última frase antes de que la conexión se corte.
-Comprendo. Voy para ahí.
Por cierto, empezáis a escuchar el gran revuelo que se está montando en el centro de la ciudad. Si quisierais dirigiros allí, os llegaría con guiaros por el ruido… y la moderación de Velkan, Brianna y Alistar.
Morgoth
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Mientras pasaba entre los pasillos para salir del local y miraba a través de los ojos de mis sombras pude ver como la joven rubia tras un breve momento de sorpresa, luego se puso a perseguir al lobo y las sombras con un palo para echarlos a palazos, sin duda alguna, ya tenía experiencia con ello y no se iba a asustar tan fácilmente como pensé.
Sin embargo, a pesar de eso, me dio tiempo a salir de aquel lugar sin que nadie se diese cuenta de lo que había hecho. Sin embargo, Allaidh se había llevado la peor parte del plan, y regresó cojeando un poco. Cuando llegó a la posición escondida en la que me encontraba con las chicas, me agaché y le comencé a acariciar.
-Buen chico. Has hecho un trabajo excelente. Seguro que Madame tiene algún remedio para que se pase el dolor. – le dije al animal mientras le acariciaba y le daba unos mimos – Chicas, ahora iré hasta donde se encuentra Lilith, las que quieran pueden acompañarnos – Dije señalando al lobo – Pero recordad, queráis o no trabajar para ella, os diría que la conocieseis, o puede ayudar a desaparecer para que no os vuelvan a encontrar. Ahora, sois libres de decidir lo que queráis. A las que no me sigan, que tengáis suerte, las que me queráis acompañar vamos a buscar a Lilith. – Dije girándome para empezar a avanzar – Por cierto, si alguna tiene dos hijas o hermanas pequeñas gemelas sé donde estarán. – Esto lo dije sin girarme, no quería ver las reacciones.
Tras estas palabras comencé a avanzar junto al lobo que había empezado a seguir el rastro del olor de Lilith. Yo no notaba su olor, pero sí podía ver un rastro muy disipado y mezclado con otros que supuse que serían de sus acompañantes.
El rastro parecía ir directo hacia la plaza de la ciudad, donde había un gran barullo, se podría decir que había una buena pelea armada, por ello, metí mi mano entre los pliegues del abrigo y de su sombra saqué la pistola para estar preparado por si surgía algo inesperado.
Al girar la última esquina puede ver que Lilith y León que estaban al lado de un cuerpo que no distinguía desde la distancia a la que estábamos. Pero cuando nos acercamos, pude reconocer de quien era el cuerpo de la persona, Spirelli. No sabía que era lo que había pasado, pero por alguna razón no terminaba de extrañarme aquella escena.
-He llegado, están todas libres y sin que se enteren de ello. - Dije acercándome a Lilith.
Sin embargo, a pesar de eso, me dio tiempo a salir de aquel lugar sin que nadie se diese cuenta de lo que había hecho. Sin embargo, Allaidh se había llevado la peor parte del plan, y regresó cojeando un poco. Cuando llegó a la posición escondida en la que me encontraba con las chicas, me agaché y le comencé a acariciar.
-Buen chico. Has hecho un trabajo excelente. Seguro que Madame tiene algún remedio para que se pase el dolor. – le dije al animal mientras le acariciaba y le daba unos mimos – Chicas, ahora iré hasta donde se encuentra Lilith, las que quieran pueden acompañarnos – Dije señalando al lobo – Pero recordad, queráis o no trabajar para ella, os diría que la conocieseis, o puede ayudar a desaparecer para que no os vuelvan a encontrar. Ahora, sois libres de decidir lo que queráis. A las que no me sigan, que tengáis suerte, las que me queráis acompañar vamos a buscar a Lilith. – Dije girándome para empezar a avanzar – Por cierto, si alguna tiene dos hijas o hermanas pequeñas gemelas sé donde estarán. – Esto lo dije sin girarme, no quería ver las reacciones.
Tras estas palabras comencé a avanzar junto al lobo que había empezado a seguir el rastro del olor de Lilith. Yo no notaba su olor, pero sí podía ver un rastro muy disipado y mezclado con otros que supuse que serían de sus acompañantes.
El rastro parecía ir directo hacia la plaza de la ciudad, donde había un gran barullo, se podría decir que había una buena pelea armada, por ello, metí mi mano entre los pliegues del abrigo y de su sombra saqué la pistola para estar preparado por si surgía algo inesperado.
Al girar la última esquina puede ver que Lilith y León que estaban al lado de un cuerpo que no distinguía desde la distancia a la que estábamos. Pero cuando nos acercamos, pude reconocer de quien era el cuerpo de la persona, Spirelli. No sabía que era lo que había pasado, pero por alguna razón no terminaba de extrañarme aquella escena.
-He llegado, están todas libres y sin que se enteren de ello. - Dije acercándome a Lilith.
- resumen:
- Salir del local, charla a las chicas para intentar convencer finalmente a todas de que vengan conmigo e ir hasta donde se encuentra Lilith.
Helga Eiríksdóttir
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Con fuerza, logró conectar mi hacha en la cabeza de uno de aquellos monstruos hortalizas. Pareció que mi arma se había quedado estancada en la cabeza de la calabaza, pero aplicando más fuerza, logré rebanarle la testa. Al principió parecía que mi ataque no había logrado hacer absolutamente nada y ya me disponía a intentar rebanarle el torso, pero luego aquel ser del infierno cayó inerte al suelo. Dejé escapar un suspiro, pensé que tendría que cortarle todo el cuerpo o algo para matarla, pero gracias al Padre de Todo no hizo falta. Shiro había conseguido adelantarse pero no llegó muy lejos. Alguien se había mostrado. Era un hombre de porte elegante con un bastón en una de sus manos. Parecía estar vestido como uno de esos nobles. Le seguía la niña de antes. Nos saludó de forma educada pero parecía tener mucha prisa. Así que esa persona era el famoso Antoine. Nos ignoró y prosiguió su caminó junto a la niña y una de las calabazas. Le sonó una especie de dispositivo de habla y parecía que iba a la calle.
-¿Es usted, Antoine? Me lo imaginaba de otra forma pero me complace el conocerle por fin - Me aventuré a decir un poco molesta por pasar de nosotros - Hemos venido a por su cabeza y ponerle un freno a lo que sea que esté sucediendo en esta isla de locos. Me gustaría hacerme una idea de la distancia de poder que hay entre nosotros dos, así que, si no le molesta... ¡Voy a atacarle! - Exclamé avisándole de que me disponía a atacarle, para no atacarle suciamente por la espalda.
Alcé mi hacha y me dispuse a cortarle la cabeza con toda la fuerza que mi cuerpo podía ejercer. Esperaba que la niña ni la calabaza se entrometieran en el ataque. No me quedaría satisfecha hasta comprobar que tan fuerte era aquel hombre. Por si acaso, preparé mi escudo por si tenía que bloquear o resistir algún golpe.
-¿Es usted, Antoine? Me lo imaginaba de otra forma pero me complace el conocerle por fin - Me aventuré a decir un poco molesta por pasar de nosotros - Hemos venido a por su cabeza y ponerle un freno a lo que sea que esté sucediendo en esta isla de locos. Me gustaría hacerme una idea de la distancia de poder que hay entre nosotros dos, así que, si no le molesta... ¡Voy a atacarle! - Exclamé avisándole de que me disponía a atacarle, para no atacarle suciamente por la espalda.
Alcé mi hacha y me dispuse a cortarle la cabeza con toda la fuerza que mi cuerpo podía ejercer. Esperaba que la niña ni la calabaza se entrometieran en el ataque. No me quedaría satisfecha hasta comprobar que tan fuerte era aquel hombre. Por si acaso, preparé mi escudo por si tenía que bloquear o resistir algún golpe.
- Resumen:
- Reaccionar a la aparición del supuesto Antoine y atacarle para comprobar que distancia de poder hay entre los dos así como intentar usar mi escudo para protegerme de algún contraataque
El ruido de mi codo golpear algo duro no me hizo detener mi corrida porque después de todo, no tenia demasiado tiempo para entretenerme peleando con esas cosas cuando mis dos compañeros me estaban dando el margen necesario para poder lograr llegar a alcanzar a la niña en cuestión par que no avisara a su jefe mas mi cabeza fue a parar hacia el cuerpo de una persona cuya presencia no había sido percibida por mi haki de observación. Eso era algo muy particular a pesar de que era algo que no había entrenado para nada en todo este tipo y con suerte había descubierto por accidente que tenia despertado mas cuando logre quitarme del lugar y sobarme el trasero tras caer de trasero, pude sentir que la presencia de aquel hombre vestido demasiado formal para lo que realmente que mas los golpes con su bastón me molestaron que solo hizo que sujetara el extremo del bastón y lo apartara de mi cuerpo del camino.
Claramente sentía el abrumador poder de pelea de este mas iba a precipitar en hacer ningún movimiento en falso, solo dejando pasar al hombre junto a la niña dado que, si el mismo salía por propia voluntad de su guarida como lo estaba haciendo, era porque sus planes no estaban resultando del todo bien, siendo que les hice un gesto con la mirada tanto a Helga como a Yoldin para que se apartaran y siguiéramos adelante. Donde escuche claramente de que las cosas se estaban poniendo calientes en la plaza, pero eso poco nos importaba momentáneamente, ya veríamos que tipo de vía de escape tomaríamos los tres si es que seguíamos juntos para esa altura del partido, pero la linea de mis pensamientos fue interrumpida por la voz de la dama rubia que le estaba pidiendo a aquel hombre mediar fuerzas en un lugar tan estrecho como era la entrada de la tubería, cosa que yo aproveche para colarme e irme a buscar que diablos escondían en la guardia.
Obviamente sabia que la diferencia entre el y nosotros era abrumadora, y ni siquiera la combinación de la fuerza de los tres lograríamos llegar a dañarle en lo mas mínimo y vivir para contarlo, por lo que, la idea de la rubia era tan descabellada que prefería seguir mi camino porque tenia la corazonada que la guarida no le había dejado tan "desprotegida" como lo aparentaba .
Claramente sentía el abrumador poder de pelea de este mas iba a precipitar en hacer ningún movimiento en falso, solo dejando pasar al hombre junto a la niña dado que, si el mismo salía por propia voluntad de su guarida como lo estaba haciendo, era porque sus planes no estaban resultando del todo bien, siendo que les hice un gesto con la mirada tanto a Helga como a Yoldin para que se apartaran y siguiéramos adelante. Donde escuche claramente de que las cosas se estaban poniendo calientes en la plaza, pero eso poco nos importaba momentáneamente, ya veríamos que tipo de vía de escape tomaríamos los tres si es que seguíamos juntos para esa altura del partido, pero la linea de mis pensamientos fue interrumpida por la voz de la dama rubia que le estaba pidiendo a aquel hombre mediar fuerzas en un lugar tan estrecho como era la entrada de la tubería, cosa que yo aproveche para colarme e irme a buscar que diablos escondían en la guardia.
Obviamente sabia que la diferencia entre el y nosotros era abrumadora, y ni siquiera la combinación de la fuerza de los tres lograríamos llegar a dañarle en lo mas mínimo y vivir para contarlo, por lo que, la idea de la rubia era tan descabellada que prefería seguir mi camino porque tenia la corazonada que la guarida no le había dejado tan "desprotegida" como lo aparentaba .
- Resumen:
- Se levanta y apartar el bastón de donde le haya golpeado, dejándolo pasar para meterse directamente hacia la guarida, no sin antes decirle con la mirada que lo sigan mas ignora el intento de diferencia de poder con aquel sujeto con Helga para ver que se trama dentro de la guarida.
Tomoe Asai-Asakura
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Se quedó con el nombre de la marine y, después de las presentaciones se presentó ella misma. Las llamas de sus ojos desaparecieron, así como sus guanteletes y su espada etérea. Ahora tendría que esperar un rato antes de volver a convocar su enlace con los cielos. Tras asegurarse de que tenía todo su equipo en su sitio se giró hacia la marine.
—Tomoe Asai-Asakura —se presentó, haciendo una pequeña reverencia. Al contrario que aquellos dos, todavía se guardaría su ocupación, era irrelevante y podría hacer que cooperar con la marine fuera más difícil de lo necesario.
—Como quieras, pero creo que dejarlo así es más cruel que acabar con su sufrimiento —no tuvo reparos para poner sus ideas sobre la mesa —. Espero que estés seguro de lo que haces —finalizó.
Sam decidió jugársela a hacer una llamada con el den den mushi. Contestó una voz masculina que preguntaba si ya estaba limpia la calle. ¿Era él? Ahora tenían un problema, y es que el factor sorpresa se acababa de ir al cuerno por culpa de la mole que no habían rematado. Le daba igual no matarlo, pero no pensaba poner en juego su propia supervivencia por lo que a todas luces era un monstruo.
Cuando la conexión se cortó, Tomoe miró al ser que estaba ahí peleando por librarse de las ataduras. Primero se dirigió hacia el que ella misma había matado, encontrándose con el broche con forma de enseña pirata. Era la misma que la del zepelín... no podía permitir que Hallstat fuera tomada por piratas. Era preferible que fuera del gobierno a que estuviera en las manos directas de piratas como esos.
—De momento preparar una emboscada queda casi descartado, sabe que está aquí y que hay por lo menos un hombre entre nosotros —dijo, refiriéndose a la criatura enorme aquella, una vez finalizó la breve conversación, no le echaría la culpa de nada, pero no amordazarlo o apartarse para hablar había sido un patinazo —. Hay ajetreo por allí... —susurró. ¿Debería ir para allá? Agitó la cabeza, no, de momento no. Si quien estaba de camino era ligeramente parecido a quien había parado su espada dos personas no serían suficientes para frenarlo.
—¿Hay más efectivos de la Marina que puedan ayudar? —preguntó, y es que a lo mejor la cadete había traído compañía. Eso, o era como ella y era una iniciada en su primer encargo en solitario.
—Tomoe Asai-Asakura —se presentó, haciendo una pequeña reverencia. Al contrario que aquellos dos, todavía se guardaría su ocupación, era irrelevante y podría hacer que cooperar con la marine fuera más difícil de lo necesario.
—Como quieras, pero creo que dejarlo así es más cruel que acabar con su sufrimiento —no tuvo reparos para poner sus ideas sobre la mesa —. Espero que estés seguro de lo que haces —finalizó.
Sam decidió jugársela a hacer una llamada con el den den mushi. Contestó una voz masculina que preguntaba si ya estaba limpia la calle. ¿Era él? Ahora tenían un problema, y es que el factor sorpresa se acababa de ir al cuerno por culpa de la mole que no habían rematado. Le daba igual no matarlo, pero no pensaba poner en juego su propia supervivencia por lo que a todas luces era un monstruo.
Cuando la conexión se cortó, Tomoe miró al ser que estaba ahí peleando por librarse de las ataduras. Primero se dirigió hacia el que ella misma había matado, encontrándose con el broche con forma de enseña pirata. Era la misma que la del zepelín... no podía permitir que Hallstat fuera tomada por piratas. Era preferible que fuera del gobierno a que estuviera en las manos directas de piratas como esos.
—De momento preparar una emboscada queda casi descartado, sabe que está aquí y que hay por lo menos un hombre entre nosotros —dijo, refiriéndose a la criatura enorme aquella, una vez finalizó la breve conversación, no le echaría la culpa de nada, pero no amordazarlo o apartarse para hablar había sido un patinazo —. Hay ajetreo por allí... —susurró. ¿Debería ir para allá? Agitó la cabeza, no, de momento no. Si quien estaba de camino era ligeramente parecido a quien había parado su espada dos personas no serían suficientes para frenarlo.
—¿Hay más efectivos de la Marina que puedan ayudar? —preguntó, y es que a lo mejor la cadete había traído compañía. Eso, o era como ella y era una iniciada en su primer encargo en solitario.
- resumen:
Pue se queda allí de momento a esperar al señor ese que viene
Keiran T. Farraige
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La sonrisa de Keiran se ensanchó a medida que las llamas ascendían por la madera, viendo sus ambarinos ojos iluminados por el reflejo del fuego. Dio unos pocos pasos hacia atrás, contemplando con satisfacción las consecuencias de sus actos y viendo cómo, poco a poco, la barrera que debía proteger a los habitantes de Astelia cedía. Como una promesa cruel, las ascuas se convertirían en un mensaje y, a su vez, en una premonición: la capital ardería, tal y como había avisado el caballero resurgido, pero sería él y solo él quien destruyera las pocas esperanzas que albergaran aún los corazones de Hallstat.
Mientras esperaba a que el portón terminara de caer y a que el resto de su tripulación se reuniera con él, dio media vuelta y clavó su mirada en las pantallas del dirigible. Parecía que la situación se estaba agravando no solo en los muros de la ciudad, sino también en su plaza: el conflicto había sido trasladado directamente al centro, donde algo similar a una resistencia parecía haber irrumpido en un ataque a la desesperada con la intención de evitar la ejecución de la reina. A ojos del pirata no eran sino un atajo de ilusos que se aferraban a un clavo candente pero, ¿quién era él para juzgar a aquellos que luchaban por lo que creían? Nadie, probablemente, así que se limitaría a observar cómo sus esperanzas se desmoronaban como lo haría pronto la gloria que pudiera quedarle al reino.
En cualquier caso, lo que estaba claro era que la verdadera acción se estaba concentrando allí y que, tarde o temprano, la horda que se aproximaba acabaría tomando las calles. Sería testigo, juez y ejecutor del resultado de aquella última batalla, no tenía duda alguna, pero aún necesitaba que sus hombres volvieran a él.
Alzó una ceja y miró hacia ambos laterales de reojo, uno cada vez, encogiéndose de hombros.
—¿Para esto me esfuerzo en abriros camino? —cuestionó a sus oficiales con fingida ofensa—. Yo, que he tenido que elegir entre condenar a las pobres almas de esta ciudad o dejaros fuera, todo en vano —siguió, terminando con una carcajada que mostraba una clara carencia de remordimientos—. En fin, esto se va a caldear pronto y parece que andan ocupados en el centro. Creo que va siendo hora de presentarle nuestros respetos a la Markov y su gente.
No fue una orden pero tampoco una sugerencia: el capitán de los Ravenous Hounds comenzó a moverse con paso decidido por las calles, esperando que sus tripulantes lo siguieran sin cuestionarle —mucho—. Sus pasos no tardarían en hacerles llegar hasta el foco de todo aquel jaleo, gozando así de una maravillosa y caótica vista: extrañas criaturas lupinas, soldados, los que pasaría a conocer como "´héroes" de Hallstat y su viejo amigo el resurgido. Sonrió con cinismo, avanzando un poco antes de hablar a viva voz.
—¡Yo que tú le entregaría a vuestra señora! —Sus ojos se clavaron en el fardo enclenque que era Illiana—. No creo que sea muy inteligente oponerse a su gente, ¿sabes? No cuando algún desalmado parece haber echado abajo las puertas. —Dirigió su mirada al caballero de las raíces, encogiéndose de hombros—. Sin rencores, no fue nada personal —y de vuelta a los rescatadores—. Quizá prefiráis salvar vuestra propia vida antes de que lleguen los demás.
Los labios de Keiran mantenían aquella sonrisa irritante, pero sus ojos brillaban de emoción. La realidad es que prefería que siguieran resistiéndose y es que contemplar una ejecución no era tan divertido como ser partícipe de una matanza, ¿no?
Mientras esperaba a que el portón terminara de caer y a que el resto de su tripulación se reuniera con él, dio media vuelta y clavó su mirada en las pantallas del dirigible. Parecía que la situación se estaba agravando no solo en los muros de la ciudad, sino también en su plaza: el conflicto había sido trasladado directamente al centro, donde algo similar a una resistencia parecía haber irrumpido en un ataque a la desesperada con la intención de evitar la ejecución de la reina. A ojos del pirata no eran sino un atajo de ilusos que se aferraban a un clavo candente pero, ¿quién era él para juzgar a aquellos que luchaban por lo que creían? Nadie, probablemente, así que se limitaría a observar cómo sus esperanzas se desmoronaban como lo haría pronto la gloria que pudiera quedarle al reino.
En cualquier caso, lo que estaba claro era que la verdadera acción se estaba concentrando allí y que, tarde o temprano, la horda que se aproximaba acabaría tomando las calles. Sería testigo, juez y ejecutor del resultado de aquella última batalla, no tenía duda alguna, pero aún necesitaba que sus hombres volvieran a él.
Alzó una ceja y miró hacia ambos laterales de reojo, uno cada vez, encogiéndose de hombros.
—¿Para esto me esfuerzo en abriros camino? —cuestionó a sus oficiales con fingida ofensa—. Yo, que he tenido que elegir entre condenar a las pobres almas de esta ciudad o dejaros fuera, todo en vano —siguió, terminando con una carcajada que mostraba una clara carencia de remordimientos—. En fin, esto se va a caldear pronto y parece que andan ocupados en el centro. Creo que va siendo hora de presentarle nuestros respetos a la Markov y su gente.
No fue una orden pero tampoco una sugerencia: el capitán de los Ravenous Hounds comenzó a moverse con paso decidido por las calles, esperando que sus tripulantes lo siguieran sin cuestionarle —mucho—. Sus pasos no tardarían en hacerles llegar hasta el foco de todo aquel jaleo, gozando así de una maravillosa y caótica vista: extrañas criaturas lupinas, soldados, los que pasaría a conocer como "´héroes" de Hallstat y su viejo amigo el resurgido. Sonrió con cinismo, avanzando un poco antes de hablar a viva voz.
—¡Yo que tú le entregaría a vuestra señora! —Sus ojos se clavaron en el fardo enclenque que era Illiana—. No creo que sea muy inteligente oponerse a su gente, ¿sabes? No cuando algún desalmado parece haber echado abajo las puertas. —Dirigió su mirada al caballero de las raíces, encogiéndose de hombros—. Sin rencores, no fue nada personal —y de vuelta a los rescatadores—. Quizá prefiráis salvar vuestra propia vida antes de que lleguen los demás.
Los labios de Keiran mantenían aquella sonrisa irritante, pero sus ojos brillaban de emoción. La realidad es que prefería que siguieran resistiéndose y es que contemplar una ejecución no era tan divertido como ser partícipe de una matanza, ¿no?
- Resumen - Velkan, Bri, Alistar, leed:
- » Regodearse en la destrucción que él mismo provoca.
» Ser testigo de todo lo que está ocurriendo en la plaza gracias al dirigible antes de que el resto de la tripulación se reuna con él.
» Presentarse en la plaza, saludar a su amigo el chombie vegetal y sugerirle con todo su encanto al grupo de Velkan, Brianna y Alistar que entreguen a la reina y salgan por patas.
Cassandra Pendragon
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Cassandra detuvo sus pasos con cierta brusquedad al ver en su campo de visión algo saliendo del muro. Se alegró por sus botas al comprobar que acababa de toparse con lo que parecía el desagüe de la capital, o al menos uno de ellos, que arrastraba el agua sucia hacia el exterior.
Con tan solo un vistazo rápido, la aristócrata determinó que entrar a la ciudad utilizando aquel agujero inmundo era bastante factible. No obstante, supondría mancharse la ropa, los zapatos, posiblemente el pelo... Mejor ni imaginarse esa sustancia horrenda acercándose a su impoluta y blanquecina piel. Se estremeció con solo pensarlo.
El zepelín seguía flotando por encima de sus cabezas, con la pantalla gigante ahora enfocando lo que parecía ser una ejecución truncada de una Markov. Cassandra intuyó que se trataría de la reina, o quizá algún otro miembro de la familia real que gobernaba la isla. Después de todo, y de acuerdo con las notas que había encontrado y las palabras del caballero-vegetal, estaban presenciando un golpe de estado en toda regla. El estrepitoso sonido de la puerta principal derrumbándose llegó entonces a sus oídos, distrayéndola de su atención a la pantalla.
La espadachina emitió un suspiro de resignación y dio media vuelta.
—Vamos, niño —llamó a Adam—. Parece que el capitán nos ha dado una mejor forma de entrar que esto —dictaminó, para dirigirse sin más dilación de vuelta a la puerta y descubrir esta en el suelo, en llamas.
No le costó demasiado esquivarla y adentrarse al otro lado de los muros de la ciudad, al igual que no le costó identificar la roja cabellera de su socio un poco más allá.
—¿No esperarías que nos quedásemos quietecitos esperando a que nos abrieses la puerta, no? —respondió a las palabras del capitán pirata—. Si hubiese encontrado otra manera de entrar, no habría vuelto. Pero mira el lado positivo, al menos le has puesto las cosas fáciles a la turba que debe estar a punto de llegar. Como diría mi querida Rose: "Caos y destrucción".
La subcapitana siguió sin mayor dilación al pelirrojo, a sabiendas de que estaban allí para traer poco más que muerte y destrucción, con altas dosis de interferencia y una pizca de meterse en donde no los llamaban. Lo que se encontraron en la plaza parecía tan sacado de un libro de fantasía como la historia del caballero-planta. Lobos y criaturas similares a hombres-lobo atacando a otras personas, cogiendo a la que parecía ser la reina en sus fauces, ¿quizá protegiéndola?
El caballero resucitado parecía tener un especial interés en la señora desmayada, porque había extendido sus brazos hacia ella con clara intención de recibirla en ellos. Keiran no tardó en darse cuenta de lo mismo e interpelar al extraño grupo que parecía estar secuestrando, o rescatando, a la mujer.
Cassandra, por su parte, nota un extraño aroma en el aire que la obliga a taparse la nariz y la boca con la manga del chaquetón de piel. Había dejes de algún tipo de gas en la zona y, viendo el comportamiento de la gente a su alrededor, no era precisamente gas de la risa. Algunas personas parecían estar encerradas en una prisión fabricada de algo que no terminaba de identificar.
La noble echó un rápido vistazo a su alrededor, procurando absorber toda la información posible, y se mantuvo al lado del ladronzuelo con el que se había asociado, a la espera de que se desarrollasen los acontecimientos.
Si no estaba muy equivocada —y no solía estarlo—, las cosas estaban a punto de ponerse feas. Sin embargo, Cassandra tan solo se preguntaba si su filo ardiente sería capaz de abrirse paso por aquellos extraños barrotes y liberar así a los prisioneros.
No estaban allí para hacer amigos, ni para aliarse con nadie, estaban allí para marcar su presencia. Destruir los planes y estrategias de todos los bandos existentes parecía una opción razonable para conseguir que toda la atención se posase en los piratas que acababan de llegar a la ciudad.
Con tan solo un vistazo rápido, la aristócrata determinó que entrar a la ciudad utilizando aquel agujero inmundo era bastante factible. No obstante, supondría mancharse la ropa, los zapatos, posiblemente el pelo... Mejor ni imaginarse esa sustancia horrenda acercándose a su impoluta y blanquecina piel. Se estremeció con solo pensarlo.
El zepelín seguía flotando por encima de sus cabezas, con la pantalla gigante ahora enfocando lo que parecía ser una ejecución truncada de una Markov. Cassandra intuyó que se trataría de la reina, o quizá algún otro miembro de la familia real que gobernaba la isla. Después de todo, y de acuerdo con las notas que había encontrado y las palabras del caballero-vegetal, estaban presenciando un golpe de estado en toda regla. El estrepitoso sonido de la puerta principal derrumbándose llegó entonces a sus oídos, distrayéndola de su atención a la pantalla.
La espadachina emitió un suspiro de resignación y dio media vuelta.
—Vamos, niño —llamó a Adam—. Parece que el capitán nos ha dado una mejor forma de entrar que esto —dictaminó, para dirigirse sin más dilación de vuelta a la puerta y descubrir esta en el suelo, en llamas.
No le costó demasiado esquivarla y adentrarse al otro lado de los muros de la ciudad, al igual que no le costó identificar la roja cabellera de su socio un poco más allá.
—¿No esperarías que nos quedásemos quietecitos esperando a que nos abrieses la puerta, no? —respondió a las palabras del capitán pirata—. Si hubiese encontrado otra manera de entrar, no habría vuelto. Pero mira el lado positivo, al menos le has puesto las cosas fáciles a la turba que debe estar a punto de llegar. Como diría mi querida Rose: "Caos y destrucción".
La subcapitana siguió sin mayor dilación al pelirrojo, a sabiendas de que estaban allí para traer poco más que muerte y destrucción, con altas dosis de interferencia y una pizca de meterse en donde no los llamaban. Lo que se encontraron en la plaza parecía tan sacado de un libro de fantasía como la historia del caballero-planta. Lobos y criaturas similares a hombres-lobo atacando a otras personas, cogiendo a la que parecía ser la reina en sus fauces, ¿quizá protegiéndola?
El caballero resucitado parecía tener un especial interés en la señora desmayada, porque había extendido sus brazos hacia ella con clara intención de recibirla en ellos. Keiran no tardó en darse cuenta de lo mismo e interpelar al extraño grupo que parecía estar secuestrando, o rescatando, a la mujer.
Cassandra, por su parte, nota un extraño aroma en el aire que la obliga a taparse la nariz y la boca con la manga del chaquetón de piel. Había dejes de algún tipo de gas en la zona y, viendo el comportamiento de la gente a su alrededor, no era precisamente gas de la risa. Algunas personas parecían estar encerradas en una prisión fabricada de algo que no terminaba de identificar.
La noble echó un rápido vistazo a su alrededor, procurando absorber toda la información posible, y se mantuvo al lado del ladronzuelo con el que se había asociado, a la espera de que se desarrollasen los acontecimientos.
Si no estaba muy equivocada —y no solía estarlo—, las cosas estaban a punto de ponerse feas. Sin embargo, Cassandra tan solo se preguntaba si su filo ardiente sería capaz de abrirse paso por aquellos extraños barrotes y liberar así a los prisioneros.
No estaban allí para hacer amigos, ni para aliarse con nadie, estaban allí para marcar su presencia. Destruir los planes y estrategias de todos los bandos existentes parecía una opción razonable para conseguir que toda la atención se posase en los piratas que acababan de llegar a la ciudad.
- Resumen:
- Descubrir el desagüe.
- Estremecerse solo con pensar usarlo.
- Prestar atención al dirigible para enterarse de qué está pasando en la ciudad mientras espera a que Keiran destruya la puerta principal.
- Dirigirse a ésta una vez ha caído y entrar en Astelia, para seguir a su capitán hacia la plaza.
- Cubrirse la boca y la nariz en relación al gas y preguntarse si podría romper los barrotes de aquella extraña celda con su espada.
Lilith Blair
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Había conseguido clavar el cuchillo en el costado de Spirelli y había caído al suelo debido a los cables de León. No tardo ni un segundo en terminar el trabajo que había empezado. No tenía intención de dejar a la científica con vida, así que con el mismo cuchillo le rebanaría el cuello. Una vez que lo hiciera, tomaría el den den mushi y lo guardaría en uno de sus bolsillos, además registraría completamente a Spirelli para ver si había algo mas de interés escondido en alguna parte. Aún no estaba segura de si quería hablar con esa tal Altair o no, pero oye, nunca estaba de más tener todo aquello por si acaso. Una vez se librase de esa señora se acercaría a los barrotes de oscuridad donde estaban atrapadas las niñas y las sacaría de allí.
— Vamos, venid conmigo, de prisa, hay que salir de aquí — tiraría de ellas hacía el callejón donde había visto a Morgoth y entonces su intención sería perderse de la vista de la gente que iba llegando a la plaza aprovechando la oscuridad y los callejones. Parecía que Allaidh no estaba del todo bien, le notaba cojear y miro a Morgoth con el ceño un poco fruncido, pero después relajo el rostro y se acercó al animal para ver que era lo que le había ocurrido. Esperaba que lo que le hubiese ocurrido no fuera permanente por que se iba a enfadar.
— Me alegra ver que estáis todos bien, será mejor que nos alejemos de este lugar por el momento, en la plaza se esta liando una buena — no quería que se vieran implicados más de la cuenta en lo que fuera que estuviera pasando. Ella quería hacerse con el control de los prostíbulos de Hallstat y desde luego no le interesaba demasiado nada más. El resto que se apañase como pudiera y que fueran espabilados con sus cosas. Además, cada vez llegaba más y más gente y le ponía un poco nerviosa tener que hacer frente a un montón de desconocidos.
Sus planes eran claros y no tenía intención de forzar demasiado la máquina. Ya se había arriesgado con Spirelli y se estaba arriesgando de nuevo al llevarse a esas dos niñas, solo esperaba que al menos no se pusieran en su contra. Cuando estuvieran a salvo se aseguraría a revisar que todos los presentes estuvieran bien — ¿estáis todos bien? ¿hay alguien herido? — Lilith mostraba verdadera preocupación por todos aquellos que ahora estaban a su cargo. Le dio mimitos a Allaidh que no tardó nada en pedirle cariño ya que estaba herido.
— Vamos, venid conmigo, de prisa, hay que salir de aquí — tiraría de ellas hacía el callejón donde había visto a Morgoth y entonces su intención sería perderse de la vista de la gente que iba llegando a la plaza aprovechando la oscuridad y los callejones. Parecía que Allaidh no estaba del todo bien, le notaba cojear y miro a Morgoth con el ceño un poco fruncido, pero después relajo el rostro y se acercó al animal para ver que era lo que le había ocurrido. Esperaba que lo que le hubiese ocurrido no fuera permanente por que se iba a enfadar.
— Me alegra ver que estáis todos bien, será mejor que nos alejemos de este lugar por el momento, en la plaza se esta liando una buena — no quería que se vieran implicados más de la cuenta en lo que fuera que estuviera pasando. Ella quería hacerse con el control de los prostíbulos de Hallstat y desde luego no le interesaba demasiado nada más. El resto que se apañase como pudiera y que fueran espabilados con sus cosas. Además, cada vez llegaba más y más gente y le ponía un poco nerviosa tener que hacer frente a un montón de desconocidos.
Sus planes eran claros y no tenía intención de forzar demasiado la máquina. Ya se había arriesgado con Spirelli y se estaba arriesgando de nuevo al llevarse a esas dos niñas, solo esperaba que al menos no se pusieran en su contra. Cuando estuvieran a salvo se aseguraría a revisar que todos los presentes estuvieran bien — ¿estáis todos bien? ¿hay alguien herido? — Lilith mostraba verdadera preocupación por todos aquellos que ahora estaban a su cargo. Le dio mimitos a Allaidh que no tardó nada en pedirle cariño ya que estaba herido.
- Resumen:
- Lilith mata a Spirelli del todo, recoge el den den mushi y se lleva al grupi lejos de la plaza para revisar a heridos y pensar un nuevo plan
Brianna Byrne
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En el momento en que la loba le entrego a Alistar a la reina Iliana Brianna no dudo un momento en mover una de sus puertas para tragarse al hombre junto a la reina y a la loba que acabaron todos en su dimensión paralela obviamente dejando fuera al señor extraño que había aparecido pidiéndola y al caballero que había alargado los brazos hacía ella para tomarla. Realmente no entendía que clase de personas tenía Hallstat entre sus calles. Cada vez alucinaba un poco más y la verdad es que no quería averiguar mucho más. Una vez que Iliana y la lobita estuvieron dentro no dudo un momento en comenzar a curarlas, no tenía problema estando en su dimensión pues nadie podría entrar sin su permiso.
Por otro lado iría moviendo sus puertas para que los heridos fueran entrando y saliendo del lugar del combate para evitar que pudieran seguir haciéndoles daño. Esperaba que Velkan pudiera entrar solo, si no, lo metería también ella y después cerraría todas las puertas para simplemente mantenerse allí tranquilamente. La idea era una vez que todos estuvieran más o menos bien ir acoplando puertas para marcharse de allí sin que pudieran interceptarlos. Era momento de marcharse de allí y dejarse de tonterías, ahora que tenían a Iliana no podían perderla de nuevo y tampoco tenían por que continuar arriesgándose más.
Necesitaban asegurarse de que la mujer estuviera bien, habían logrado salvar a Iliana y estaba segura de que Ivan estaría feliz por aquella noticia. Brianna suspiro algo cansada después de tanto trajín pero tenía que tener cuidado. Si era cierto lo que decía la loba y estaba embarazada no podía seguir dando vueltas en aquella locura de guerra que se habían montado en Hallstat. Le preocupaba un poco aquel hecho, ¿como se lo diría a Ivan? desde luego era una completa locura. No podía presentarse delante de él y decirle "mira, hemos salvado a tu hermana y además estoy embarazada". Estaba que no sabía que hacer en aquel momento sinceramente, estaba completamente abrumada con todo aquello.
Esperaba que pudieran salir de allí enteros y refugiarse en un lugar algo más tranquilo, no estaban en condiciones de continuar con la batalla, además, ellos habían acudido allí para rescatar a Iliana y eso era lo que habían hecho y con eso tenían suficiente. Un suspiro largo salio de sus labios mientras buscaban un lugar donde refugiarse, tal vez volver a la mansión Byrne era una opción. Estaba lejos de la capital y seguramente tardarían un poco en atar cabos y saber que la habían llevado allí, por el momento era un lugar seguro. Aunque su dimensión siempre sería el lugar más seguro para mantener a Iliana y no tenía intencion de sacarla de allí bajo ninguna circunstancia.
Por otro lado iría moviendo sus puertas para que los heridos fueran entrando y saliendo del lugar del combate para evitar que pudieran seguir haciéndoles daño. Esperaba que Velkan pudiera entrar solo, si no, lo metería también ella y después cerraría todas las puertas para simplemente mantenerse allí tranquilamente. La idea era una vez que todos estuvieran más o menos bien ir acoplando puertas para marcharse de allí sin que pudieran interceptarlos. Era momento de marcharse de allí y dejarse de tonterías, ahora que tenían a Iliana no podían perderla de nuevo y tampoco tenían por que continuar arriesgándose más.
Necesitaban asegurarse de que la mujer estuviera bien, habían logrado salvar a Iliana y estaba segura de que Ivan estaría feliz por aquella noticia. Brianna suspiro algo cansada después de tanto trajín pero tenía que tener cuidado. Si era cierto lo que decía la loba y estaba embarazada no podía seguir dando vueltas en aquella locura de guerra que se habían montado en Hallstat. Le preocupaba un poco aquel hecho, ¿como se lo diría a Ivan? desde luego era una completa locura. No podía presentarse delante de él y decirle "mira, hemos salvado a tu hermana y además estoy embarazada". Estaba que no sabía que hacer en aquel momento sinceramente, estaba completamente abrumada con todo aquello.
Esperaba que pudieran salir de allí enteros y refugiarse en un lugar algo más tranquilo, no estaban en condiciones de continuar con la batalla, además, ellos habían acudido allí para rescatar a Iliana y eso era lo que habían hecho y con eso tenían suficiente. Un suspiro largo salio de sus labios mientras buscaban un lugar donde refugiarse, tal vez volver a la mansión Byrne era una opción. Estaba lejos de la capital y seguramente tardarían un poco en atar cabos y saber que la habían llevado allí, por el momento era un lugar seguro. Aunque su dimensión siempre sería el lugar más seguro para mantener a Iliana y no tenía intencion de sacarla de allí bajo ninguna circunstancia.
- Resumen:
- Mete a Alistar, Iliana y la loba en su dimensión, se pone a revisar a las dos y una vez estén sus aliados en la dimensión cerrara puertas para que no les molesten. Buscarán entonces un lugar seguro donde mantenerse y terminar de reagruparse y ver que hacen con su vida.
- Técnica:
- Nombre de la técnica: Mūbingudoa (Puerta móvil)
Categoría: Especial
Naturaleza: Mejora Pasiva de Akuma No mi
Descripción: Brianna es capaz de mover sus puertas de lado sin necesidad de hacerlas aparecer y desaparecer, por ejemplo, puede mover una puerta de izquierda a derecha o de arriba abajo moviendo su mano, apuntando a la puerta y moviendo la mano hacía el punto al que desea llevar dicha puerta.
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