Vale, debía conceder a la princesa que tuviera un nivel de paciencia superior al de la media por lidiar de aquella manera con semejante cerdo como el que llevaban consigo. Porque claro, ella no había dicho ni hecho nada malo. Es decir, una sencilla puntualización sobre que no iban a repartirse la recompensa entre dos, ni entre cuatro. Aunque estaba claro que si por la albina fuera se quedaría con todo el dinero para sí. Pero ya había aprendido de colaborar con el pollo que eso no funcionaría así. En su foro interno quiso resoplar. Seguía sin gustarle eso de trabajar para ayudar a un país y no sé cuántas mierdas más sobre la realeza. A ella ese tipo de actos nobles no le movían. Solo el dinero y, claro si la cacería era de piratas estaba bien. Si eran otros tipos de criminales… No tanto. Lo cierto es que nunca le habían llamado los encargos que no venían con un bonito wanted oficial que la excluía de tener que tomar responsabilidad por los posibles destrozos causados. Eso sí, cuando vio los trineos cargados de bolsas con oro, alguna piedra preciosa, pieles y comida.
—Vale, sí. Supongo que podrían hacer el apaño hasta que volvamos —admitió Hazel mientras cogía de una de las bolsas de joyas lo que pudiera abarcarse entre sus dedos, ojeándolas—. Solo espero que sean de tan buena calidad como aparentan. Ya sabe, lo que nos suele asegurar el que nos paguen en billetes es que no nos están timando. Pero dudo que alguien de su porte haga eso— Y tras esa pequeña amenaza velada de elocuencia sonrió, soltando lo que había cogido dentro de la bolsa. Le hubiera gustado quedarse con alguna de las joyas para sí, pero el viaje se presentaba movidito, así que lo suyo sería guardar todo junto. Ya se pelearían por el reparto después. De hecho. Se negó a dejar que el barrigón se acercara a la bolsa que andaba ojeando, manteniéndola en brazos hasta que Abby hizo salir a sus minios. Cedió la bolsa a la que le había entregado las pertenencias de la rubia para que se las llevase. Estas ya estaban con su dueña.
—Si el grandullón va a ir por su cuenta… —Los ojos ambarinos buscaron a los oscuros del de la cicatriz en la cara. Si conocía a Ayden debía ser el mismo tipo de urraca—. ¿Te importa ayudarme? —Preguntó ladina antes de queda apoyada sobre el trineo— Creo que deberíamos llevárnoslo con todo. Podemos meterlo dentro de doña caritativa —propuso señalando a Abby. Mejor eso a que nos roben por ir con el botín a la vista, ¿no crees? —Iba a añadir algún mote, como con su pichoncito. Pero no había visto lo suficiente de él como para hacerlo. Y quizás «cara rajada» no fuera la mejor opción si quería su ayuda. Una vez hecho eso, se pondría uno de los abrigos que más a medida le quedasen. Unas pieles para el asiento y las otras las mandaría adentro también. De hecho, le pediría un par de minutos más a Abigail para ir a por sus armas (mejor tenerlas a mano). Acabando eso, esperaría a que se pusieran en marcha para debatir sobre la información que habían obtenido. Claro, siempre podía ser que el viejo con complejo de nudista tuviera otros planes y que no dejase que llevásemos junto todo el oro y la comida. Pero el vería. Su parte y ya. Si intentaba abarcar más sí que iba a cortarle los cascabeles. Esta vez de verdad.
Puestos en marcha, tocaba hablar mientras aún pudieran. Escucharía primero la información de Abigail y contrastarían la información. Aunque de base la relación entre un pirata cabalgando un bicho escamado no parecía tener nada que ver con el problema de la princesita.
—¿Crees que quién quiera tirar al rey ese haya decidido contratar piratas en vez de mercenarios? Aunque suena raro. Los piratas son unas sucias ratas sarnosas. Sanguijuelas incluso, pero no suelen aceptar el quedar bajo la bota de nadie más. Tendría más sentido que se hubieran infiltrado en el palacio. Pero pocos son tan «finolis». Tal vez no tenga nada que ver con este trabajo. Los ricos solo piensan en su culo, lo mismo el pueblo se está revelando contra ellos tras ver que les suda tres pares de narices lo que les está pasando y lo ataques vayan aparte —razonó la albina. Aunque eso puede ser «bueno» para nosotros, si hay gente con precio por su cabeza nuestros fondos subirán como la espuma. Y si libramos de esas pestes al pueblo todos estaremos contentos.
—Vale, sí. Supongo que podrían hacer el apaño hasta que volvamos —admitió Hazel mientras cogía de una de las bolsas de joyas lo que pudiera abarcarse entre sus dedos, ojeándolas—. Solo espero que sean de tan buena calidad como aparentan. Ya sabe, lo que nos suele asegurar el que nos paguen en billetes es que no nos están timando. Pero dudo que alguien de su porte haga eso— Y tras esa pequeña amenaza velada de elocuencia sonrió, soltando lo que había cogido dentro de la bolsa. Le hubiera gustado quedarse con alguna de las joyas para sí, pero el viaje se presentaba movidito, así que lo suyo sería guardar todo junto. Ya se pelearían por el reparto después. De hecho. Se negó a dejar que el barrigón se acercara a la bolsa que andaba ojeando, manteniéndola en brazos hasta que Abby hizo salir a sus minios. Cedió la bolsa a la que le había entregado las pertenencias de la rubia para que se las llevase. Estas ya estaban con su dueña.
—Si el grandullón va a ir por su cuenta… —Los ojos ambarinos buscaron a los oscuros del de la cicatriz en la cara. Si conocía a Ayden debía ser el mismo tipo de urraca—. ¿Te importa ayudarme? —Preguntó ladina antes de queda apoyada sobre el trineo— Creo que deberíamos llevárnoslo con todo. Podemos meterlo dentro de doña caritativa —propuso señalando a Abby. Mejor eso a que nos roben por ir con el botín a la vista, ¿no crees? —Iba a añadir algún mote, como con su pichoncito. Pero no había visto lo suficiente de él como para hacerlo. Y quizás «cara rajada» no fuera la mejor opción si quería su ayuda. Una vez hecho eso, se pondría uno de los abrigos que más a medida le quedasen. Unas pieles para el asiento y las otras las mandaría adentro también. De hecho, le pediría un par de minutos más a Abigail para ir a por sus armas (mejor tenerlas a mano). Acabando eso, esperaría a que se pusieran en marcha para debatir sobre la información que habían obtenido. Claro, siempre podía ser que el viejo con complejo de nudista tuviera otros planes y que no dejase que llevásemos junto todo el oro y la comida. Pero el vería. Su parte y ya. Si intentaba abarcar más sí que iba a cortarle los cascabeles. Esta vez de verdad.
Puestos en marcha, tocaba hablar mientras aún pudieran. Escucharía primero la información de Abigail y contrastarían la información. Aunque de base la relación entre un pirata cabalgando un bicho escamado no parecía tener nada que ver con el problema de la princesita.
—¿Crees que quién quiera tirar al rey ese haya decidido contratar piratas en vez de mercenarios? Aunque suena raro. Los piratas son unas sucias ratas sarnosas. Sanguijuelas incluso, pero no suelen aceptar el quedar bajo la bota de nadie más. Tendría más sentido que se hubieran infiltrado en el palacio. Pero pocos son tan «finolis». Tal vez no tenga nada que ver con este trabajo. Los ricos solo piensan en su culo, lo mismo el pueblo se está revelando contra ellos tras ver que les suda tres pares de narices lo que les está pasando y lo ataques vayan aparte —razonó la albina. Aunque eso puede ser «bueno» para nosotros, si hay gente con precio por su cabeza nuestros fondos subirán como la espuma. Y si libramos de esas pestes al pueblo todos estaremos contentos.
- resumen:
- Babear con el adelanto del pago en oro y suministros. Asegurarse de que Roland no intenta robarles y mantenerle alejado de, por lo menos, su parte. Pedir ayuda a Kohaku para guardar en el interior de Abby el trineo que no van a usar, coger sus armas, abrigarse y salir. Tras escuchar la información de Abby comentar sus impresiones al respecto.
Raion
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El general les indicó que les enseñaría un camino que no era especialmente conocido, y justo cuando les estaba explicando que lo utilizaba en su infancia cuando un niño apareció de improviso bajo la mesa. Al parecer se trataba del hijo menor del monarca, pues el mink dudaba muy seriamente de que el consejero real hablase con tanto respeto a cualquier otro niño del reino. Su nombre era Eugen, al parecer.
El chico se quejó, asegurando que no estaba espiando, sino que Raion y Braud le resultaban sospechosos. Comenzó a decir también que algo le había pasado recientemente a su hermano, frase que el general se apresuró a cortar echando al niño de la habitación, pero que no pasó desapercibida para el detallista león. ¿Qué significaba aquello? Sabía que los humanos, a diferencia de los mink, que respetaban a sus monarcas, siempre estaban peleando por el poder. Y si el hermano al que el chico se había referido era el heredero al trono... tal vez alguien con mucho poder estuviese intentando hacerse con el mismo. Tal vez incluso esa persona fuera el segundo hombre más poderoso del reino, a quien tenían delante.
De hecho sus sospechas no hicieron sino aumentar cuando, pese a que escasos minutos antes había afirmado que el rey llegaría a la reunión en poco tiempo, el general marcó un lugar en el mapa y trató de convencerles de iniciar de inmediato la expedición. El león, no obstante, no estaba conforme con ello. Cada minuto que pasaba confiaba menos en aquel noble, pues aquella reunión había estado llena de pequeños detalles que alguien atento podía captar sin demasiada dificultad que indicaban que había cosas que no cuadraban. Así que, antes de partir, preguntó al general:
- ¿Partimos ya? ¿No se suponía que íbamos a entrevistarnos con el rey? Vos mismo habéis dicho hace tan solo unos minutos que estábamos esperando su llegada para comenzar a hablar de los asuntos importantes. Ya que él va a ser quien nos pague me gustaría escuchar lo que tiene que decirnos antes de abandonar el palacio y emprender nuestra misión. Además, es de mala educación dejar plantado a un rey ¿No crees Braud?
Implicar al grandullón sería seguramente una gran idea, pues si dos personas con su fuerza y su tamaño comenzaban a hacer preguntas y a parecer incómodos resultaría mucho más difícil para el general negarse a hacerles caso.
El chico se quejó, asegurando que no estaba espiando, sino que Raion y Braud le resultaban sospechosos. Comenzó a decir también que algo le había pasado recientemente a su hermano, frase que el general se apresuró a cortar echando al niño de la habitación, pero que no pasó desapercibida para el detallista león. ¿Qué significaba aquello? Sabía que los humanos, a diferencia de los mink, que respetaban a sus monarcas, siempre estaban peleando por el poder. Y si el hermano al que el chico se había referido era el heredero al trono... tal vez alguien con mucho poder estuviese intentando hacerse con el mismo. Tal vez incluso esa persona fuera el segundo hombre más poderoso del reino, a quien tenían delante.
De hecho sus sospechas no hicieron sino aumentar cuando, pese a que escasos minutos antes había afirmado que el rey llegaría a la reunión en poco tiempo, el general marcó un lugar en el mapa y trató de convencerles de iniciar de inmediato la expedición. El león, no obstante, no estaba conforme con ello. Cada minuto que pasaba confiaba menos en aquel noble, pues aquella reunión había estado llena de pequeños detalles que alguien atento podía captar sin demasiada dificultad que indicaban que había cosas que no cuadraban. Así que, antes de partir, preguntó al general:
- ¿Partimos ya? ¿No se suponía que íbamos a entrevistarnos con el rey? Vos mismo habéis dicho hace tan solo unos minutos que estábamos esperando su llegada para comenzar a hablar de los asuntos importantes. Ya que él va a ser quien nos pague me gustaría escuchar lo que tiene que decirnos antes de abandonar el palacio y emprender nuestra misión. Además, es de mala educación dejar plantado a un rey ¿No crees Braud?
Implicar al grandullón sería seguramente una gran idea, pues si dos personas con su fuerza y su tamaño comenzaban a hacer preguntas y a parecer incómodos resultaría mucho más difícil para el general negarse a hacerles caso.
- Resumen:
- Desconfiar mucho y muy fuerte del general debido a varios detalles observados y preguntarle sin tapujos por qué quiere que nos vayamos antes de que llegue el rey si antes había dicho que estábamos esperando su llegada a la sala de reuniones.
Freites D. Alpha
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El pequeño pirata dio un fuerte suspiro, realmente no esperaba aquel rechazo. Nada que hacer, era el momento de irse. Aunque aquel aviso que realizo Jace y la honesta afirmación del hombre ya habían puesto sobre aviso a Alpha.- Parece... que es momento de trabajar. - Ya no tenía intención alguna de contenerse. El joven herrero libero su habilidad para calentar todo a unos cincuenta metros a la redonda. Esperen ¿He dicho calentar? Más bien me gustaría decir que la temperatura subiría a unos setenta grados. No por nada lo llaman el desierto viviente.
- ¡Cabrones! ¡Es momento de trabajar! ¡Ayuden a la milicia y acaben con los ninjas! ¡Quiero a dos de esos con vida! – Al terminar de decir lo último, cuatro figuras aparecerían en el barco. Claramente provenientes de Wano. Alpha conocía claramente sobre ese estilo de ropa, se notaba a leguas ya que toda la ropa que el señor de la guerra usa claramente está inspirada en ese lugar. Eso le recordó por unos instantes a los tiempos de caridad que pasaba con Zaina mientras ella le enseñaba todo sobre mora oriental. Siempre era fascinante hablar con ella de ese tipo de temas.
Por otro lado, Alpha al mismo tiempo que el ninja que le tocaba, sacaría desde el interior de su kimono un enorme pedazo de hoja de papel, enrollado en lo que parecía ser un cilindro bastante largo, de unos treinta y tres centímetros para ser exactos. La hoja negra claramente era una muestra de su habilidad con el Haki de armadura. El capitán pirata no bacilo ningún momento y se lanzó contra su oponente a toda velocidad al mismo tiempo que Suzaku, que se encontraba en la parte de atrás del shinobi. El pelilargo tendría la intención de chocar con todas su fuerzas aquella arma con su legendario P.A.P.E.L.I.T.O mientras la súper ave trataba de empalarle con la Hoja Gélida desde atrás. Un bonito ataque combinado, claro que sí.
Aunque el nombre de Lady Payne no le sonaba de nada. Probablemente tenía algo que ver con el hombre que cojeaba, aunque eso tendría que ser un tema para después. La batalla apenas acaba de comenzar y lo mejor que podía ocurrir es que terminara antes que el señor de la guerra comenzara a perder el control.
- ¡Cabrones! ¡Es momento de trabajar! ¡Ayuden a la milicia y acaben con los ninjas! ¡Quiero a dos de esos con vida! – Al terminar de decir lo último, cuatro figuras aparecerían en el barco. Claramente provenientes de Wano. Alpha conocía claramente sobre ese estilo de ropa, se notaba a leguas ya que toda la ropa que el señor de la guerra usa claramente está inspirada en ese lugar. Eso le recordó por unos instantes a los tiempos de caridad que pasaba con Zaina mientras ella le enseñaba todo sobre mora oriental. Siempre era fascinante hablar con ella de ese tipo de temas.
Por otro lado, Alpha al mismo tiempo que el ninja que le tocaba, sacaría desde el interior de su kimono un enorme pedazo de hoja de papel, enrollado en lo que parecía ser un cilindro bastante largo, de unos treinta y tres centímetros para ser exactos. La hoja negra claramente era una muestra de su habilidad con el Haki de armadura. El capitán pirata no bacilo ningún momento y se lanzó contra su oponente a toda velocidad al mismo tiempo que Suzaku, que se encontraba en la parte de atrás del shinobi. El pelilargo tendría la intención de chocar con todas su fuerzas aquella arma con su legendario P.A.P.E.L.I.T.O mientras la súper ave trataba de empalarle con la Hoja Gélida desde atrás. Un bonito ataque combinado, claro que sí.
Aunque el nombre de Lady Payne no le sonaba de nada. Probablemente tenía algo que ver con el hombre que cojeaba, aunque eso tendría que ser un tema para después. La batalla apenas acaba de comenzar y lo mejor que podía ocurrir es que terminara antes que el señor de la guerra comenzara a perder el control.
- Resumen:
- - Activar Living desert:
- Dar la orden de que ayuden a la milicia y que dejen a dos de los ninjas con vida.
- hacer un ataque combinado con Suzaku desde dos posiciones.
Arik Landvik
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- canción:
Los albinos en una jaula, y ante ellos, una horda de monstruos reptilianos con partes metálicas. ¿Era ese su plan? ¿Sacrificarlos a monstruos en honor a su diosa? No estaba mal, aunque seguían siendo unos novatos. Iban a necesitar mucho más que eso para vencer a su banda. Sus dedos siguieron deslizándose por la guitarra, infundiendo valor y determinación a sus aliados con cada nota. Y no era lo único que estaba preparando. Con cada repetición del riff, la música comenzaba a reverberar y a su alrededor el aire se "deformaba", como afectado por la vibración de su música. Llevaba preparando su contraataque desde el mismo momento en que había entrado en la cueva. Y ahora, con Elina mostrándoles a los enemigos, estaba en disposición de golpear.
- Luego nos encargaremos de ellos - dijo a Serleena - Primero toca el aperitivo.
La bestia más grande parecía una especie de toro reptiliano de tamaño descomunal. Para dañar a un bicho como ese necesitaría explosiones tan potentes que dañarían la integridad de la cueva. En cambio los pequeñitos parecían ágiles y letales, pero más endebles, salvando las partes de acero. Una explosión de tamaño reducido bien encajada podría destrozarlos en pedazos, si calculaba bien. Eso haría. Sonrió, dejándose llevar por la emoción de la música y haciendo danzar a sus dedos sobre las cuerdas. Siguió llevando el ritmo con los pies-bombos, y además hizo que su pecho hiciese de tambor, empezando a alternar con su mano derecha entre tocar y golpearse rápidamente para complementar la percusión, alargando las notas de la guitarra para que le diera tiempo.
- ¡Liquidaré a los que pueda de los enanos, no os acerquéis mucho a ellos!
La canción continuó desarrollándose, cada vez más compleja, más frenética y vertiginosa. Alrededor del músico el aire se deformaba de tal manera que su figura era apenas borrones de colores y el suelo vibraba por la música. Atendió a cómo Serleena apuntaba a uno de los dinosaurios y decidió centrarse en los otros seis. No podía actuar sobre más sin dedicar más tiempo a la canción, así que aquello era perfecto. Sin embargo, sabiendo que su puntería no era perfecta, decidió aguardar a que los enemigos se acercasen. Aguardó a que estuviesen a unos tres metros y entonces tocó una nota que arrastró hacia una más grave. Hacia los seis reptiles pequeños salieron veloces ondas que cuando les impactasen generarían una explosión concentrada.
- resumen:
- Sigo tocando Megalovania para aumentar los ánimos y determinación de mis compañeros y, dado que llevo preparando el ataque desde el post anterior, lanzo un ataque sónico contra seis de los velocirraptores.
Explosión: Puede hacer una explosión más concentrada (de un único metro de radio) pero con el doble de potencia.
Mejora genuina: Puede dedicar uno o más turnos a preparar un ataque, elaborándolo a través de una canción. Cada turno puede elegir entre aumentar la potencia del futuro ataque un 50%, que afecte a cinco objetivos más o que aumente la precisión del golpe. Haciendo esto, durante los turnos de carga no puede atacar. Puede pasar los turnos que quiera tocando, pero a partir del quinto el ataque llega a su culmen y no puede ser potenciado más.
Omega
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La mano le escocía. Definitivamente había sido demasiado cerca, había hecho bien en reducir la fuerza empleada en el tiro. Se incorporó tambaleándose un poco y se examinó el dorso, donde tenía una astilla de ese material rojizo clavada. En el resto de la mano tenía pellejos de piel colgando, pero nada que lamentar. Por lo demás estaba entero, salvo por algunos restos de su enemigo en el traje. Se arrancó la la astilla y se pasó un pañuelo por el pinchazo para limpiarse la sangre antes de empezar a sacudirse la chaqueta y limpiarse. La apariencia era importante si iban a reunirse con un rey. Entonces la maldita cabeza de ese hombre... ¡siguió hablando! El agente la miró entre sorprendido y enfadado, y se acercó al sitio. En cuanto terminó, reventó el resto de la cabeza de un pisotón.
- Un cálido recibimiento, ¿eh? - dijo a sus compañeros, de mal humor - Sospecho que no será la última vez que sepamos de él. Por lo que dijo supongo que no era más que alguna clase de constructo y el verdadero está en otro lado.
Más que la actitud y estrategia de su enemigo, que también le molestaban porque le hacían sentirse humillado, lo que realmente le ponía de mal humor era el puto frío. Que seguía sin molestarle realmente por su recia constitución, pero no le gustaba. Había una diferencia entre que algo fuese un obstáculo y que lo disfrutase. Suspiró y fue a dirigirse al camarote a por su abrigo cuando se fijó en algo cayendo al suelo. Un papel. ¿Un mapa? Lo recogió y frunció el ceño. Así que tenía el descaro de invitarlos a su casa para la ronda dos. Le tendió al resto el papel para que lo viesen.
- No creo que sea buena idea ir a una trampa evidente, aunque estaría bien capturar a ese cabrón. Pero peor idea sería hacer esperar a un rey, así que sugiero ir al palacio antes que nada.
Echó un vistazo con curiosidad a las paredes de nieve y se fijó una vez más en Ash. ¿Había sido ella pues? Parecía un poder útil. Debía ser uno de los poderes de las akuma no mi. Una vez más, iba en apariencia a acabar rodeado de usuarios. A veces le hacían sentirse pequeño y débil, pero pensar en que si caían al mar él podría salir vivo y ellos no le hacía sentirse algo menos indefenso. Además el rokushiki era un arte marcial poderoso y ayudaba a reducir distancias.
- Gracias por cubrirme el culo - le dijo a la albina, guiñándole el ojo - Cuando quieras te preparo otro de mis platos.
Entró un momento en el camarote y se puso un pesado abrigo por encima del traje, envolviéndose bien en este. Era más cómodo para moverse no llevarlo, pero iba a volverse loco como tuviese que seguir al frío. Además de eso en vez de llevaba unas pesadas botas negras que se había tomado la molestia de pulir y echar betún la noche anterior para estar presentable. Antes de salir montó su fusil y se lo echó al hombro, cogió cinco de sus granadas de mano por si acaso y un pequeño estuche médico. Tenía pinta de que aquella operación iba a irse de las manos muy rápido. Una vez fuera de nuevo dijo:
- ¿Vamos pues?
Si aceptaban, pondría rumbo con ellos hacia el palacio del rey. Pero en cualquier caso, antes de salir del barco llamó a sus subordinados, Ray y Therese.
- Preparad la rampa del OST y ponedlo a punto. Preparad la munición y el combustible. Estad atentos al den den mushi. Cuando os dé la orden, quiero que lo conduzcáis hasta las afueras del pueblo y os reunáis con nosotros.
- Un cálido recibimiento, ¿eh? - dijo a sus compañeros, de mal humor - Sospecho que no será la última vez que sepamos de él. Por lo que dijo supongo que no era más que alguna clase de constructo y el verdadero está en otro lado.
Más que la actitud y estrategia de su enemigo, que también le molestaban porque le hacían sentirse humillado, lo que realmente le ponía de mal humor era el puto frío. Que seguía sin molestarle realmente por su recia constitución, pero no le gustaba. Había una diferencia entre que algo fuese un obstáculo y que lo disfrutase. Suspiró y fue a dirigirse al camarote a por su abrigo cuando se fijó en algo cayendo al suelo. Un papel. ¿Un mapa? Lo recogió y frunció el ceño. Así que tenía el descaro de invitarlos a su casa para la ronda dos. Le tendió al resto el papel para que lo viesen.
- No creo que sea buena idea ir a una trampa evidente, aunque estaría bien capturar a ese cabrón. Pero peor idea sería hacer esperar a un rey, así que sugiero ir al palacio antes que nada.
Echó un vistazo con curiosidad a las paredes de nieve y se fijó una vez más en Ash. ¿Había sido ella pues? Parecía un poder útil. Debía ser uno de los poderes de las akuma no mi. Una vez más, iba en apariencia a acabar rodeado de usuarios. A veces le hacían sentirse pequeño y débil, pero pensar en que si caían al mar él podría salir vivo y ellos no le hacía sentirse algo menos indefenso. Además el rokushiki era un arte marcial poderoso y ayudaba a reducir distancias.
- Gracias por cubrirme el culo - le dijo a la albina, guiñándole el ojo - Cuando quieras te preparo otro de mis platos.
Entró un momento en el camarote y se puso un pesado abrigo por encima del traje, envolviéndose bien en este. Era más cómodo para moverse no llevarlo, pero iba a volverse loco como tuviese que seguir al frío. Además de eso en vez de llevaba unas pesadas botas negras que se había tomado la molestia de pulir y echar betún la noche anterior para estar presentable. Antes de salir montó su fusil y se lo echó al hombro, cogió cinco de sus granadas de mano por si acaso y un pequeño estuche médico. Tenía pinta de que aquella operación iba a irse de las manos muy rápido. Una vez fuera de nuevo dijo:
- ¿Vamos pues?
Si aceptaban, pondría rumbo con ellos hacia el palacio del rey. Pero en cualquier caso, antes de salir del barco llamó a sus subordinados, Ray y Therese.
- Preparad la rampa del OST y ponedlo a punto. Preparad la munición y el combustible. Estad atentos al den den mushi. Cuando os dé la orden, quiero que lo conduzcáis hasta las afueras del pueblo y os reunáis con nosotros.
- resumen:
- Me pongo presentable, hablo con el resto y les tiendo el mapa tras echarle un ojo, ligo con Ash un poco, voy a dentro a recoger mi abrigo y algunas cosas y antes de salir del barco le ordeno a mis subordinados que dejen el tanque preparado para cuando les avise.
Zira
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El ambiente no era el mejor de todos, la conversación del capitán y aquel hombre no estaba yendo muy bien, hacía un frío de cagarse y las palabras de Jace combinadas con la respuesta del cojo terminaron por colmar todo. Zira frunció el ceño cuando vio al hombre sacar esa pistola de bengalas, ¿Dará una señal? Aquél destello naranja la dejó pensando, ¿Y si el destello de antes era una de esas? La idea pasó por la cabeza de la mujer, y entonces el ataque comenzó. –¿Eh? ¿Qué mierda? –Fue lo que balbuceó cuando vio a todos esos ninjas atacar a los hombres de los alrededores. Y junto a eso se elevó la temperatura, derritiendo la nieve y provocando que todo se ponga muy acalorado, esto era demasiado.
Zira oyó las palabras del capitán y asintió. –A sus órdenes. –Se quitó la chaqueta tras esas palabras y la arrojó a sus espaldas para luego mirar al frente cuando los cuatro individuos aparecieron, al instante se vio atacada por un par de kunais, esquivó algunos, pero uno se clavó en su hombro. Liberando un gruñido por el dolor, se lo arrancó de la piel y se lo guardó en una de las bolsas de su cinturón. Frunció el ceño confundida ante las palabras de su atacante. Desenvainando una de sus katanas le contestó. –¿Quién conoce a esa zorra? –Dijo molesta antes de lanzarse a contraatacar, al principio pensó en cortarle la cabeza, pero entonces recordó las palabras de su capitán segundos atrás, tendría que mantenerlo vivo.
No se lo pensaría mucho e iría a por sus extremidades, primero se enfocaría en atacar sus piernas, así no podría moverse, si eso llegaba a funcionar se lanzaría a por los brazos para dejarlo completamente inútil. Eso es lo mejor que se le pudo haber ocurrido, no es de las que arman estrategias muy elaboradas.
Zira oyó las palabras del capitán y asintió. –A sus órdenes. –Se quitó la chaqueta tras esas palabras y la arrojó a sus espaldas para luego mirar al frente cuando los cuatro individuos aparecieron, al instante se vio atacada por un par de kunais, esquivó algunos, pero uno se clavó en su hombro. Liberando un gruñido por el dolor, se lo arrancó de la piel y se lo guardó en una de las bolsas de su cinturón. Frunció el ceño confundida ante las palabras de su atacante. Desenvainando una de sus katanas le contestó. –¿Quién conoce a esa zorra? –Dijo molesta antes de lanzarse a contraatacar, al principio pensó en cortarle la cabeza, pero entonces recordó las palabras de su capitán segundos atrás, tendría que mantenerlo vivo.
No se lo pensaría mucho e iría a por sus extremidades, primero se enfocaría en atacar sus piernas, así no podría moverse, si eso llegaba a funcionar se lanzaría a por los brazos para dejarlo completamente inútil. Eso es lo mejor que se le pudo haber ocurrido, no es de las que arman estrategias muy elaboradas.
- Resumen:
-Asocia la bengala con el destello en el cielo que vio mientras llegaban.
-Respondió de forma afirmativa a las órdenes de su capitán.
-Recibió un kunai en el hombro y decidió guardárselo.
-Se lanzó al ataque dispuesta a incapacitar a su oponente, atacando a las piernas principalmente.
Liam D. Griffith
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«Venga, Liam, piensa…» me dije para mis adentros, tratando de estimular mi memoria para poder ir directamente al palacio con solo la información que me habían dado antes de desembarcar. Quizás había sido un poco escueta, sí, podrían habernos dejado más claras las direcciones a seguir hasta un palacio que, aunque se presentaba magnífico desde la lejanía, parecía también inalcanzable por su posición estratégica. Aun así, mi cabeza me falló y tuve que pedir unas pocas direcciones a un par de civiles que, ni cortos ni perezosos, se apresuraron a tratar de ubicarnos gracias a los uniformes que llevábamos y quizás la constitución y porte de Bizvan. Aun así, entre distintas calles y caminos un poco extraños debido a la presencia de nieve propia de la isla, terminamos por alcanzar nuestro destino, donde ya se arremolinaban bastantes personas que se preparaban para la reunión que se llevaría a cabo. La mayoría estaban allí esperando, oficiales muchos de ellos, hasta que unos minutos más tarde se escuchó crujir la madera más próxima a la gigantesca bisagra y finalmente las puertas se abrieron frente a nosotros, invitándonos a entrar al edificio.
— Desde luego, la temperatura fuera no es la misma que dentro —dije, frotando mis hombros para entrar en calor gracias a la gran cantidad de tapices y fogatas que había a lo largo y ancho del edificio. «Por supuesto, el rey no está dispuesto a pasar el mal tiempo, ¿eh?» susurré realmente bajo, lo suficiente para que nadie me escuchase. Esperaba que los ciudadanos tuvieran aunque fuera un diez por ciento de todo aquello para superar todo aquello mientras pasase, ya que si no iban a sufrir.
Cruzamos os cuantos metros llenos de pilares y cuadros, más propios de un museo que de una vivienda —como solían ser los palacios de cualquier sitio, en resumidas cuentas— hasta que fuimos frenando igual que el resto. Más que atender a una razón lógica, simplemente seguimos el ritmo del resto de marines, que ya estaban parando en seco y mirando a aquel trono sobre el cual reposaba el actual rey de Sakura. Igualmente estaba callado, como si esperase a que alguien más se reuniese allí o sucediese algo, tiempo más que suficiente como para que me distrajese en el estímulo más cercano a mí; una criada parecía reprocharle algo a un par de chiquillas que, por su aspecto y ropa, parecían un par de trastos. Al parecer, se habían escapado de palacio, así que podía sacar en claro que serían hijas de alguien que viviese allí, y que habían perdido a un hermano o, en el mejor de los casos, le había sucedido algún susto por hacer en el pasado lo que las niñas. Se habían escapado al puerto y, a juzgar por el estado de la vestimenta, bien se podrían haber peleado con los peces que allí se vendían, porque habría que lavar a conciencia aquellos trapos para que el olor se marchase. «Espera, ¿invitados?» me pregunté en cuanto escuché aquellas palabras. ¿No eran hijas de sirvientas sino algún cargo dentro del reino, suficientemente importante como para que nos tuvieran que recibir? Le di un codazo realmente suave a Bizvan, tratando de captar su atención si no la tenía ya, susurrando:
— ¿Reconoces a esas dos niñas? —Y le señalaría con la mirada, ya que elevar el dedo sería de una mala educación terrible, especialmente en una situación que merecía tanta elegancia—. La criada las ha tratado como alguien importante que nos recibirá, ¿quizás son infantas o algo así? —Quizás mi acompañante, que tenía un rango claramente mayor que mi triste ''cadete'' tendría más información acerca de la gente que allí vivía. De ser así, ya les hubiera valido a aquellos altos cargos que nos mandaron a Sakura darnos una pequeña clase acerca de la monarquía que había instaurada, ya que era información que nunca sobraba y que nadie sabía cuándo podía ser útil. De todas formas, seguramente lo descubriríamos cuando volviesen a escena, esta vez como estrellas, así que no tendría que darle más importancia.
Repentinamente, el rey llamó la atención de todos con un par de aspavientos que dirigieron las cabezas de cualquiera hacia el trono. Mirar a otro lado mientras el monarca hablaba sería una vergüenza, pero mi afinado oído de músico me decía que desde allí no podríamos escuchar la débil voz de un hombre ya asentado. Suspiré, mirando al grandullón que estaba a mi lado.
— Algo me dice que si nos quedamos aquí nos vamos a perder el discurso, a menos que tengas súper oídos —dije con cierto tono bromista—. ¿Podrías abrir camino? Creo que tu cuerpo y tu rango te respaldarán mejor que… a mí — y me señalé de abajo. Mi cuerpo delgado y mi puesto de cadete seguramente no despertase mucha camaradería en aquellos oficiales.
— Desde luego, la temperatura fuera no es la misma que dentro —dije, frotando mis hombros para entrar en calor gracias a la gran cantidad de tapices y fogatas que había a lo largo y ancho del edificio. «Por supuesto, el rey no está dispuesto a pasar el mal tiempo, ¿eh?» susurré realmente bajo, lo suficiente para que nadie me escuchase. Esperaba que los ciudadanos tuvieran aunque fuera un diez por ciento de todo aquello para superar todo aquello mientras pasase, ya que si no iban a sufrir.
Cruzamos os cuantos metros llenos de pilares y cuadros, más propios de un museo que de una vivienda —como solían ser los palacios de cualquier sitio, en resumidas cuentas— hasta que fuimos frenando igual que el resto. Más que atender a una razón lógica, simplemente seguimos el ritmo del resto de marines, que ya estaban parando en seco y mirando a aquel trono sobre el cual reposaba el actual rey de Sakura. Igualmente estaba callado, como si esperase a que alguien más se reuniese allí o sucediese algo, tiempo más que suficiente como para que me distrajese en el estímulo más cercano a mí; una criada parecía reprocharle algo a un par de chiquillas que, por su aspecto y ropa, parecían un par de trastos. Al parecer, se habían escapado de palacio, así que podía sacar en claro que serían hijas de alguien que viviese allí, y que habían perdido a un hermano o, en el mejor de los casos, le había sucedido algún susto por hacer en el pasado lo que las niñas. Se habían escapado al puerto y, a juzgar por el estado de la vestimenta, bien se podrían haber peleado con los peces que allí se vendían, porque habría que lavar a conciencia aquellos trapos para que el olor se marchase. «Espera, ¿invitados?» me pregunté en cuanto escuché aquellas palabras. ¿No eran hijas de sirvientas sino algún cargo dentro del reino, suficientemente importante como para que nos tuvieran que recibir? Le di un codazo realmente suave a Bizvan, tratando de captar su atención si no la tenía ya, susurrando:
— ¿Reconoces a esas dos niñas? —Y le señalaría con la mirada, ya que elevar el dedo sería de una mala educación terrible, especialmente en una situación que merecía tanta elegancia—. La criada las ha tratado como alguien importante que nos recibirá, ¿quizás son infantas o algo así? —Quizás mi acompañante, que tenía un rango claramente mayor que mi triste ''cadete'' tendría más información acerca de la gente que allí vivía. De ser así, ya les hubiera valido a aquellos altos cargos que nos mandaron a Sakura darnos una pequeña clase acerca de la monarquía que había instaurada, ya que era información que nunca sobraba y que nadie sabía cuándo podía ser útil. De todas formas, seguramente lo descubriríamos cuando volviesen a escena, esta vez como estrellas, así que no tendría que darle más importancia.
Repentinamente, el rey llamó la atención de todos con un par de aspavientos que dirigieron las cabezas de cualquiera hacia el trono. Mirar a otro lado mientras el monarca hablaba sería una vergüenza, pero mi afinado oído de músico me decía que desde allí no podríamos escuchar la débil voz de un hombre ya asentado. Suspiré, mirando al grandullón que estaba a mi lado.
— Algo me dice que si nos quedamos aquí nos vamos a perder el discurso, a menos que tengas súper oídos —dije con cierto tono bromista—. ¿Podrías abrir camino? Creo que tu cuerpo y tu rango te respaldarán mejor que… a mí — y me señalé de abajo. Mi cuerpo delgado y mi puesto de cadete seguramente no despertase mucha camaradería en aquellos oficiales.
- Resumen:
- Pienso sobre las niñas y le tiro de la ropa a papá para que abra camino en Disneyland.
Roland von Klauswitz
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Roland no tenía ni idea de a quién tenía que dispararle ni por qué, pero la visión de esa tonelada de oro le convenció de aceptar el trato, fuera cual fuera. Y encima la princesita decía que quedaba otra mitad. Qué lista. Cómo sabía engatusarle para que no se escaqueara con la pasta. Tenía el mismo talento para los negocios que una puta de las buenas. Seguramente no lo habría hecho, porque le gustaba su trabajo y quería intentar ligar, pero nunca estaba de más quitarle la tentación.
Incluso les dieron provisiones. Roland cogió uno de los fardos y lo quitó de ese trineo de mierda para cargárselo al hombro. Antes echó un vistazo dentro y vio que apenas había metido tres chorizos, lo cual era toda una decepción. Con eso no tendría ni para un almuerzo ligero, y menos teniendo en cuenta que ya había empezado a comer, lo cual era una vergüenza tratándose de la realeza. Pero en fin, esa gente no sabía comer. ¿Por qué no le había metido un bote de mayonesa? Decidió que sería buena idea coger más, así que agarró otra bolsa, que supuestamente sería para el Cara Cortada. Aun así no sería suficiente. Le iba a tocar cazar algo y hacerse una barbacoa en condiciones. Menos mal que siempre podía tirar de la despensa del castillo dentro de Abi.
-Me he tirado cosas más peligrosas que una ventisca en este puto parque infantil. Deberías ir a Ártica algún día. Las brisas de invierno son tan frías que pueden arrancarle la cara a una foca. ¿Eso te pasó a ti, Cara Cortada? -preguntó al otro hombre entre carcajadas.
Tras sacar su moto del interior de la monja, vio como la otra tipa quería meterlo todo dentro de ella para guardarlo. ¿Acaso quería quedárselo todo para ella? Como le hiciera trampas con el reparto esa chica iba a tener un problema serio. Un problema en forma de agujero humeante en toda la cara. A él no le parecía mal dejar el oro a buen recaudo en Abi, porque así tenía otra excusa luego para colarse dentro de ella, pero no le gustaba la cara de esa enana codiciosa. Roland podía oler la avaricia, y la canosa apestaba como unas bragas meadas al sol.
-Bueno, ¿a dónde hay que ir? -preguntó ya sobre la Black Rodolfus. También se dirigió a los dos desconocidos-. No os metáis en mi camino, ¿eh? Vosotros quedaos por ahí y no toquéis mucho los cojones. Dejad que cacen los hombres de verdad, hohoho.
Incluso les dieron provisiones. Roland cogió uno de los fardos y lo quitó de ese trineo de mierda para cargárselo al hombro. Antes echó un vistazo dentro y vio que apenas había metido tres chorizos, lo cual era toda una decepción. Con eso no tendría ni para un almuerzo ligero, y menos teniendo en cuenta que ya había empezado a comer, lo cual era una vergüenza tratándose de la realeza. Pero en fin, esa gente no sabía comer. ¿Por qué no le había metido un bote de mayonesa? Decidió que sería buena idea coger más, así que agarró otra bolsa, que supuestamente sería para el Cara Cortada. Aun así no sería suficiente. Le iba a tocar cazar algo y hacerse una barbacoa en condiciones. Menos mal que siempre podía tirar de la despensa del castillo dentro de Abi.
-Me he tirado cosas más peligrosas que una ventisca en este puto parque infantil. Deberías ir a Ártica algún día. Las brisas de invierno son tan frías que pueden arrancarle la cara a una foca. ¿Eso te pasó a ti, Cara Cortada? -preguntó al otro hombre entre carcajadas.
Tras sacar su moto del interior de la monja, vio como la otra tipa quería meterlo todo dentro de ella para guardarlo. ¿Acaso quería quedárselo todo para ella? Como le hiciera trampas con el reparto esa chica iba a tener un problema serio. Un problema en forma de agujero humeante en toda la cara. A él no le parecía mal dejar el oro a buen recaudo en Abi, porque así tenía otra excusa luego para colarse dentro de ella, pero no le gustaba la cara de esa enana codiciosa. Roland podía oler la avaricia, y la canosa apestaba como unas bragas meadas al sol.
-Bueno, ¿a dónde hay que ir? -preguntó ya sobre la Black Rodolfus. También se dirigió a los dos desconocidos-. No os metáis en mi camino, ¿eh? Vosotros quedaos por ahí y no toquéis mucho los cojones. Dejad que cacen los hombres de verdad, hohoho.
- Resumen:
- Santa siendo Santa y quitándole la bolsa de provisiones a Kohaku. No pasa gran cosa.
Ashlyn Blake
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Habían conseguido quitarse de en medio a aquel tipo, pero parecía que aún medio destrozado tenía cosas que decir. Bufo un poco mientras se aseguraba de que el resto de sus compañeros estaban enteros. Cuando se aseguró de que Astartea y John estaban bien se quedó algo más tranquila. — Ni lo menciones, ahora somos compañeros no voy a dejar que destrocen a uno de ellos si puedo impedirlo — dejo salir una leve risilla mientras se estiraba un poco y hacia desaparecer los muros de nieve.
Tenían dos opciones, ir a por esos cabronazos o ir a ver al rey primero. Teniendo en cuánta que les habían enviado allí a esa reunión no podían quedarse simplemente allí y decidir por su cuenta el camino, así que bueno, la idea de Omega de ir al palacio a ver al rey era la más acertada. — Entonces vamos a ver al rey, a ver qué tiene que decirnos — se ajustó el sombrero y entonces vio como Omega descargaba algo del barco. Esperaba que no tardas en demasiado, no le gustaba esperar, desde siempre había sido una mujer bastante imapaciente.
Tras hablar un poco más con sus compañeros y coger una muestra del tipo destrozado se pusieron rumbo al palacio para encontrarse con el rey de Sakura. Esperaba no tener más problemas de camino aunque a saber, teniendo en cuenta la cantidad de cosas que podrían ocurrir y lo extraño que estaba el mundo últimamente. Por ese motivo Ash estaba siempre preparada para cualquier cosa o al menos para casi todo. En el camino decidió preguntarle a Astartea que había dentro de la caja de pizza.
Después de todo no habían escuchado ninguna explosión y no parecía que fuera una bomba. Pero si no era una bomba entonces ¿Qué era? Desde luego era una buena pregunta y tras ver el papel que Omega había recogido del suelo solo conseguían hacerse más u más preguntas. Pero esperaba que esas incógnitas se viesen resueltas hablando con el rey, tal vez ellos tenían las respuestas a sus preguntas o si al menos tenían algo más de información que pudiera ayudarlos, sería de gran ayuda.
Tenían dos opciones, ir a por esos cabronazos o ir a ver al rey primero. Teniendo en cuánta que les habían enviado allí a esa reunión no podían quedarse simplemente allí y decidir por su cuenta el camino, así que bueno, la idea de Omega de ir al palacio a ver al rey era la más acertada. — Entonces vamos a ver al rey, a ver qué tiene que decirnos — se ajustó el sombrero y entonces vio como Omega descargaba algo del barco. Esperaba que no tardas en demasiado, no le gustaba esperar, desde siempre había sido una mujer bastante imapaciente.
Tras hablar un poco más con sus compañeros y coger una muestra del tipo destrozado se pusieron rumbo al palacio para encontrarse con el rey de Sakura. Esperaba no tener más problemas de camino aunque a saber, teniendo en cuenta la cantidad de cosas que podrían ocurrir y lo extraño que estaba el mundo últimamente. Por ese motivo Ash estaba siempre preparada para cualquier cosa o al menos para casi todo. En el camino decidió preguntarle a Astartea que había dentro de la caja de pizza.
Después de todo no habían escuchado ninguna explosión y no parecía que fuera una bomba. Pero si no era una bomba entonces ¿Qué era? Desde luego era una buena pregunta y tras ver el papel que Omega había recogido del suelo solo conseguían hacerse más u más preguntas. Pero esperaba que esas incógnitas se viesen resueltas hablando con el rey, tal vez ellos tenían las respuestas a sus preguntas o si al menos tenían algo más de información que pudiera ayudarlos, sería de gran ayuda.
- Resumen:
- Mira a ver que estén todos bien, pregunta si la caja era una bomba o no y ponen rumbo al palacio aunque se lleva un trozo del señor de arcilla como muestra
Illje Landvik
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¿Oh? Por lo visto su corazonada tenía una razón de ser. Elina iluminó todo el lugar y entonces pudieron ver lo que tenían delante. De todo lo que se esperaba, desde luego dinosaurios no estaba entre los más probables. ¿Y los albinos? Escaneó su pantalla en busca de respuestas y terminó alzando la cabeza. Arriba, en la bóveda. En una jaula sujeta por cadenas. ¿Cómo habían llegado hasta allí? No hacía tanto que estaban con ellos.
Se preguntó por un instante si estarían presos, pero entonces los animales cargaron contra ellos y tiró esa teoría por el desagüe. No estaban en peligro, les estaban alimentando a las bestias. La conejita frunció el ceño mientras se quitaba el abrigo y desenvainaba las espadas, pasando sus patines a la función todoterreno.
-Si el grandullón no se llama Luna, van a tener que explicarnos más de un par de cosas.
Por suerte para ella, estaba rodeada de gente competente. Claude apareció enseguida llevando sus linternas. No tenía muy claro cómo había ido y venido del barco tan deprisa pero… un momento, ¿se había colado en su cuarto? Le dio una pequeña palmada en la cabeza, esperaba que no le hubiera desordenado nada.
-Pásame una, voy a comprobar una cosa. Cuando volvamos no te olvides de dejarlas donde estaban, ¿sí?
Acto seguido, salió corriendo. Tenía otra teoría y sus compañeros estaban ya dando buena cuenta de los extraños dinosaurios metálicos. Serleena no había perdido tiempo y ya había disparado al más cercano, mientras que Arik le estaba dando duro a la guitarra. Cada nota le llenaba de determinación y se alejó de los bichos para examinar los recovecos de la cueva.
Tenían que haber subido de alguna manera. La jaula estaba en teoría pendiendo sobre la cueva, pero ellos estaban a su lado no hacía tanto. O ellos habían subido o la jaula había bajado. Y el mecanismo seguramente no andaría lejos. Examinó las paredes de la cueva con la linterna en una mano y Budur en la otra, en busca de cualquier cosa que le llamara la atención. Quizá había un interruptor o una palanca que haría que la jaula bajase. Tal vez un ascensor camuflado en la piedra. Fuera como fuese, iba a encontrarlo. Y luego se encargaría de hacer que los peliblancos bajaran. Seguro que cuando estuvieran a su altura el numerito de los lagartos no les haría tanta gracia.
Su investigación le llevó por todo el borde de la cueva y cuando pasó por detrás del triceratops rodando a todo rodar, trató de aprovechar para cortarle la punta de la cola antes de seguir buscando alguna pista, puerta o mecanismo oculto. Ese estúpido bicho no iba a tocar a ni uno solo de sus amigos, mucho menos a su familia.
Se preguntó por un instante si estarían presos, pero entonces los animales cargaron contra ellos y tiró esa teoría por el desagüe. No estaban en peligro, les estaban alimentando a las bestias. La conejita frunció el ceño mientras se quitaba el abrigo y desenvainaba las espadas, pasando sus patines a la función todoterreno.
-Si el grandullón no se llama Luna, van a tener que explicarnos más de un par de cosas.
Por suerte para ella, estaba rodeada de gente competente. Claude apareció enseguida llevando sus linternas. No tenía muy claro cómo había ido y venido del barco tan deprisa pero… un momento, ¿se había colado en su cuarto? Le dio una pequeña palmada en la cabeza, esperaba que no le hubiera desordenado nada.
-Pásame una, voy a comprobar una cosa. Cuando volvamos no te olvides de dejarlas donde estaban, ¿sí?
Acto seguido, salió corriendo. Tenía otra teoría y sus compañeros estaban ya dando buena cuenta de los extraños dinosaurios metálicos. Serleena no había perdido tiempo y ya había disparado al más cercano, mientras que Arik le estaba dando duro a la guitarra. Cada nota le llenaba de determinación y se alejó de los bichos para examinar los recovecos de la cueva.
Tenían que haber subido de alguna manera. La jaula estaba en teoría pendiendo sobre la cueva, pero ellos estaban a su lado no hacía tanto. O ellos habían subido o la jaula había bajado. Y el mecanismo seguramente no andaría lejos. Examinó las paredes de la cueva con la linterna en una mano y Budur en la otra, en busca de cualquier cosa que le llamara la atención. Quizá había un interruptor o una palanca que haría que la jaula bajase. Tal vez un ascensor camuflado en la piedra. Fuera como fuese, iba a encontrarlo. Y luego se encargaría de hacer que los peliblancos bajaran. Seguro que cuando estuvieran a su altura el numerito de los lagartos no les haría tanta gracia.
Su investigación le llevó por todo el borde de la cueva y cuando pasó por detrás del triceratops rodando a todo rodar, trató de aprovechar para cortarle la punta de la cola antes de seguir buscando alguna pista, puerta o mecanismo oculto. Ese estúpido bicho no iba a tocar a ni uno solo de sus amigos, mucho menos a su familia.
Claude von Appetit
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Ah, vale, que Elina es una luciérnaga. ¿No podría haberlo dicho desde el principio en vez de dejar que me preocupase por tonterías? Que casi me mato aterrizando dos veces para traer las linternas. Y nada, llego al interior de la cueva y no resulta difícil encontrarlos a todos, si bien mirar a la "capitana" es de lo más desagradable. Hace daño en los ojos, para ser más exactos, como si fuese una especie de lámpara muy potente. Peor que mirar las linternas de Illje a la cara, de hecho.
El caso es que me encuentro con varias cosas que no me gustan: La primera es que los albinos han desaparecido, y dudo que ellos hayan escapado a recoger linternas; la segunda es que aparecen un montón de pequeños pavos con escamas y una vaca rinoceronte gigante y, la última, pero no por ello menos importante, es que una de las alimañas se ha lanzado contra mi trasero de una forma muy poco honorable. Como todas las cosas poco honorables, parece funcionar. Bueno, de hecho funciona, y me hinca el diente. Mi Habuso es lo suficientemente resistente como para evitar que profundice en mi piel, pero su mordedora lo bastante fuerte como para quedarse atascado en mi culo. Lo cual, por mucho que quieras pensarlo así, no es gracioso. Pero es que de ninguna de las maneras.
Tanto tiene, porque Illje viene a pedirme una de mis linternas, pero claro, los tengo al lado del morral y en vez de pasarle una lo que hago es tenderle un pequeño vial de aceite de oliva. Siempre hay que llevar aceite de oliva encima, por lo que pueda suceder.
- Vale, si tú me ayudas con el bicho este.
Illje amablemente me unta el aceite en el culo, y los dientes del animal empiezan a deslizarse hasta que se cierran con un chasquido, dando el pistoletazo de salida para que la sirena de tierra se vaya corriendo, aunque prefiero verlo como que nada sobre el suelo, porque es más poético. Y en general lo que rodea a las sirenas debe ser poético.
En fin, antes de limpiarme el trasero salgo corriendo yo también, pero tengo un objetivo mucho más curioso. Mi plan es utilizar mis piernas como motor y el cuerpo de la vaca rinoceronte como trampolín, así que intento rodearlo hasta dar con su cola para iniciar la escalada, raudo como el trueno, y si me sale bien me impulsaré hasta llegar a la jaula donde están los albinos, escalando los barrotes y sentándome sobre la cadena. De salirme esto bien, dejaré el cuchillo sobre el enganche y el índice sobre mis labios.
- O paráis a la vaca o nos ayudáis a cazarla -digo, en un susugrito.
El caso es que me encuentro con varias cosas que no me gustan: La primera es que los albinos han desaparecido, y dudo que ellos hayan escapado a recoger linternas; la segunda es que aparecen un montón de pequeños pavos con escamas y una vaca rinoceronte gigante y, la última, pero no por ello menos importante, es que una de las alimañas se ha lanzado contra mi trasero de una forma muy poco honorable. Como todas las cosas poco honorables, parece funcionar. Bueno, de hecho funciona, y me hinca el diente. Mi Habuso es lo suficientemente resistente como para evitar que profundice en mi piel, pero su mordedora lo bastante fuerte como para quedarse atascado en mi culo. Lo cual, por mucho que quieras pensarlo así, no es gracioso. Pero es que de ninguna de las maneras.
Tanto tiene, porque Illje viene a pedirme una de mis linternas, pero claro, los tengo al lado del morral y en vez de pasarle una lo que hago es tenderle un pequeño vial de aceite de oliva. Siempre hay que llevar aceite de oliva encima, por lo que pueda suceder.
- Vale, si tú me ayudas con el bicho este.
Illje amablemente me unta el aceite en el culo, y los dientes del animal empiezan a deslizarse hasta que se cierran con un chasquido, dando el pistoletazo de salida para que la sirena de tierra se vaya corriendo, aunque prefiero verlo como que nada sobre el suelo, porque es más poético. Y en general lo que rodea a las sirenas debe ser poético.
En fin, antes de limpiarme el trasero salgo corriendo yo también, pero tengo un objetivo mucho más curioso. Mi plan es utilizar mis piernas como motor y el cuerpo de la vaca rinoceronte como trampolín, así que intento rodearlo hasta dar con su cola para iniciar la escalada, raudo como el trueno, y si me sale bien me impulsaré hasta llegar a la jaula donde están los albinos, escalando los barrotes y sentándome sobre la cadena. De salirme esto bien, dejaré el cuchillo sobre el enganche y el índice sobre mis labios.
- O paráis a la vaca o nos ayudáis a cazarla -digo, en un susugrito.
- Resumen:
- Intentar llegar a la jaula para amenazar a los albinos.
Ryuichi Ichiban
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No le hicieron caso cuando pidió más bebida, lo cual fue ciertamente decepcionante. Le apetecía más de ese dulce y meloso néctar que no tenía nada que envidiarle a la cerveza. No estaba prestando mucha atención, después de todo... él no era el tipo de persona que se encargaba de eso. Braud sabía que su mente funcionaba de manera distinta al resto. Si fuese mejor o peor o no sería él quien lo juzgase, tan solo... él se encargaría de pegar a quien el listo del grupo le dijese que había que pegar. No tenía porque cuestionarlo, confiaba plenamente en el criterio de sus compañeros. Sobre todo en el de Abby.
Ni siquiera se había dado cuenta, a diferencia del león, de que la versión del general parecía tener agujeros. Ni siquiera se había planteado porque aquel chiquitajo sospechaba de ellos. Se volvió a hablar de un hermano amenazado, lo cual no entendió. Ya lo había dicho, él cuando era un bebé solía estar amenazado a muerte por su primo continuamente. Son cosas de críos, no pasa nada. El león parecía haber empezado a cuestionar lo que decía el general, incluso terminando pidiendo la opinión de Braud. El gigante miró al general a los ojos, habiendo perdido su sonrisa bonachona hasta el momento... de forma sincera, pues no le habían traído más bebida.
—Ahora que lo dices, sí... ¿No se suponía que el rey iba a venir aquí? ¿Nos ocultas algo? —se inclinó un poco —. No me gusta trabajar para gente que me oculta cosas.
Ni siquiera se había dado cuenta, a diferencia del león, de que la versión del general parecía tener agujeros. Ni siquiera se había planteado porque aquel chiquitajo sospechaba de ellos. Se volvió a hablar de un hermano amenazado, lo cual no entendió. Ya lo había dicho, él cuando era un bebé solía estar amenazado a muerte por su primo continuamente. Son cosas de críos, no pasa nada. El león parecía haber empezado a cuestionar lo que decía el general, incluso terminando pidiendo la opinión de Braud. El gigante miró al general a los ojos, habiendo perdido su sonrisa bonachona hasta el momento... de forma sincera, pues no le habían traído más bebida.
—Ahora que lo dices, sí... ¿No se suponía que el rey iba a venir aquí? ¿Nos ocultas algo? —se inclinó un poco —. No me gusta trabajar para gente que me oculta cosas.
- Resumen:
- querer más bebida y seguir el rollo de cuestionar cosas
Jace eigner
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Mis suposiciones se afirmarían cuando el hombre mirara los arbustos y de ahí sacara una pistola que me haría pensar que le dispararía al que estuviese allí, después de todo su expresión era de una sorpresa que te quitaban las ganas de existir, y con razón puso esa cara si en cosa de segundos sus cañones y armada se encontraban bajo ataque (aunque como si como de una broma o cosa del destino se tratase, los primeros terminarían volando por los aires en vez de nosotros) lo que me haría decirle al veterano de guerra, mientras alpha daba órdenes de ayudarles –Bueno creo que será mejor que las acciones hablen por nosotros- Diría quitándome la mayoría de los abrigos que llevaba más dejándome la chaqueta, después de todo el capitán con sus habilidades no diferenciaba mucho entre enemigos y aliados.
Sería entonces mientras me sacaba la bufanda que esos ninjas llegarían a cubierta con armas en mano dejándonos en un evidente uno vs uno, modal que veía con malos ojos desde la perspectiva de ladrón, dado que, a pesar de ser una forma de combatir más fácil un buen asesino tiende a atacar los puntos débiles de cada enemigo, lo cual me decepcionaba bastante en este caso, dado al parecer no se fueron contra el capitán el cual debía ser su objetivo principal, en esta batalla (después de todo él era el evidente líder de los soldados).
Fuese como fuese, aprovecharía ese cuchillo arrojadizo oculto que siempre tuve en mi manga para arrojarlo en cuanto mi enemigo me lanzase esas armas extrañas que parecían no ser cuchillos, activando una de mis mejores habilidades, si no la mejor hasta el momento el “Ciclón de cortes expansivos” el cual crearía un tornado de dos metros que liberaría una única onda expansiva que bloquearía ese ataque, pero no atacaría a mi rival, aun... Después de todo no sabía si esas cosas podrían seguir después de mi defensa. Sería entonces donde haría un movimiento rápido aprovechando que mi oponente no me veía, gracias al tamaño de la técnica, generando una ilusión la cual pasaría a un lado del torbellino para distraer a mi enemigo, mientras por otro lado yo hacía a gran velocidad una carrerilla en línea recta (evitando el ciclón) hacia el ninja que se había aproximado a el viejo, para mientras el otro se distraía darle un ataque que había aprendido de aquel espadachín ya hace tiempo, haciéndolo con su daga oculta del brazo (la cual era la típica daga de brazo fijada a este) y esperando no matarlo, pero si intentando dejarlo herido para que no escape, después de todo apuntaría a sus sectores más débiles en su impresionante ataque furtivo.
Si todo iba según su plan su enemigo quedaría en el suelo con una letra J bastante bien pulida, para poder decirle al que era su oponente -Así trabaja un asesino, para que tengan una lección- Asegurándose que aquel este fuera de combate y el distraído se de cuenta de donde estaba el real.
Sería entonces mientras me sacaba la bufanda que esos ninjas llegarían a cubierta con armas en mano dejándonos en un evidente uno vs uno, modal que veía con malos ojos desde la perspectiva de ladrón, dado que, a pesar de ser una forma de combatir más fácil un buen asesino tiende a atacar los puntos débiles de cada enemigo, lo cual me decepcionaba bastante en este caso, dado al parecer no se fueron contra el capitán el cual debía ser su objetivo principal, en esta batalla (después de todo él era el evidente líder de los soldados).
Fuese como fuese, aprovecharía ese cuchillo arrojadizo oculto que siempre tuve en mi manga para arrojarlo en cuanto mi enemigo me lanzase esas armas extrañas que parecían no ser cuchillos, activando una de mis mejores habilidades, si no la mejor hasta el momento el “Ciclón de cortes expansivos” el cual crearía un tornado de dos metros que liberaría una única onda expansiva que bloquearía ese ataque, pero no atacaría a mi rival, aun... Después de todo no sabía si esas cosas podrían seguir después de mi defensa. Sería entonces donde haría un movimiento rápido aprovechando que mi oponente no me veía, gracias al tamaño de la técnica, generando una ilusión la cual pasaría a un lado del torbellino para distraer a mi enemigo, mientras por otro lado yo hacía a gran velocidad una carrerilla en línea recta (evitando el ciclón) hacia el ninja que se había aproximado a el viejo, para mientras el otro se distraía darle un ataque que había aprendido de aquel espadachín ya hace tiempo, haciéndolo con su daga oculta del brazo (la cual era la típica daga de brazo fijada a este) y esperando no matarlo, pero si intentando dejarlo herido para que no escape, después de todo apuntaría a sus sectores más débiles en su impresionante ataque furtivo.
Si todo iba según su plan su enemigo quedaría en el suelo con una letra J bastante bien pulida, para poder decirle al que era su oponente -Así trabaja un asesino, para que tengan una lección- Asegurándose que aquel este fuera de combate y el distraído se de cuenta de donde estaba el real.
- Resumen:
- -Jace después del aviso se prepara desvistiéndose un poco para recibir el calor de alpha uwu para ademas dedicarle unas palabras al veterano
-aprovecho la daga oculta que tenia en la manga para hacer una técnica la cual uso defensivamente nada mas.
-Uso mi primera acción auxiliar para hacer una ilusión usando la cobertura del ciclón y luego me muevo con mi otra acción auxiliar para moverme velozmente a otro enemigo, específicamente el del veterano aprovechando la distracción.
-Uso mi 3 técnica para atacarle al que esta frente al veterano
-si todo va bien haré lo que dice el ultimo párrafo
- tecnicas:
- Nombre de la técnica: Kakudai katto no saikuron (Ciclón de cortes expansivos)
Categoría: Mitica
Naturaleza: Fisica
Descripción: Jace hace girar una de sus dagas (usos 1) en sus manos hasta que alcanza tal velocidad que al lanzadla genera un ciclón el cual llega a medir unos 2 metros totales, que ademas de rotar y cortar todo a su paso, va generando ondas de cortes (llegando a generar 4) que llegan hasta 50 metros, pero que la fuerza integra de las ondas llega hasta los 10 primeros metros.
El ciclón dura de a 3 a 4 segundos.
Nombre de la técnica: Empty walk
Categoría: Especial
Naturaleza: Espiritual
Descripción: Jace ha logrado que su figura al hacer un movimiento rápido siga caminando como si su figura siguiese de largo y el pudiese caminar hacia otro lado (Aunque Jace no sea invisible), pudiendo correr 6 segundos antes que desaparezca
Nombre de la técnica: El poder de un nombre
Categoría: Genuina
Naturaleza: Física
Descripción: El maestro os enseña cómo sacar rápidamente la espada de su vaina y moverla en el aire con cuatro movimientos precisos, creando cuatro cortes en la forma de vuestra inicial y devolviendo la espada a su funda en un increíble tiempo de 2 segundos. Tiene 1 post de recarga.
- Fundamentos:
- Tengo velocidad (aceleración) al 5 por lo que podría moverme sin que me vean, ademas de tener 2 acciones auxiliares, pero para variar hago una ilusión la cual distraerá a mi enemigo en caso de que me pueda ver. Como dato tengo sigilo al 3 (sutileza y ocultación), por lo que debería poder hacer un ataque furtivo dado que el otro no espera este en combate con él y ademas tengo pelea callejera al 2... por lo que creo poder dar un corte mas en mi ataque.
John Wayne
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Akuma no mi
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La resolución de la caja fue... anticlimática. Cayó al agua, sin explosión alguna. Dio una calada al puro observando la superficie del mar donde había caído, pensativo. Seguía sin arrepentirse de lo que había hecho, pues la posibilidad de que fuese una bomba estaba allí en ese instante, y no le gustaba para nada la idea de que Ash y Astartea acabasen enzarzadas en una explosión. Y mucho menos mientras estuviese él presente. Se rascó la barba, con el puro en la boca, sabiendo que muy seguramente había hecho el ridículo. Aún así no se arrepentía.
Observó como Omega veía el papel que había caído, el cual lo más probable era que los llevase a una trampa. Pudo ver como hablaba con Ash sobre el próximo paso a tomar. Durante un instante frunció el ceño. Miró a un lado y dejó escapar el humo de su boca dando otra calada. De camino fue al lado de Ash, recolocándose bien su abrigo. Ciertamente, echaba de menos su poncho, pero el frío era el frío. En aquel instante envidiaba a la albina por ser capaz estar en un ambiente con temperaturas tan bajas sin siquiera inmutarse.
Observó como Omega veía el papel que había caído, el cual lo más probable era que los llevase a una trampa. Pudo ver como hablaba con Ash sobre el próximo paso a tomar. Durante un instante frunció el ceño. Miró a un lado y dejó escapar el humo de su boca dando otra calada. De camino fue al lado de Ash, recolocándose bien su abrigo. Ciertamente, echaba de menos su poncho, pero el frío era el frío. En aquel instante envidiaba a la albina por ser capaz estar en un ambiente con temperaturas tan bajas sin siquiera inmutarse.
- resumen:
- pues ponerse en marcha, supongo
Elina Landvik
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Akuma no mi
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¿Cómo cojones habían subido allí arriba aquellos malditos albinos? Aunque bueno, también podrían estar cautivos aunque era demasiado extraño que acabasen en aquella jaula cuando se supone que aquella cueva es su guarida o algo así ¿No? Bueno, fuese como fuera no tenía tiempo que perder pues una especie de lagartos gigantes habían aparecido para darles una cálida y metálica bienvenida. Había siete u ocho más pequeños que corrían que se las pelaban y otro bastante más grande con cuernos y mala baba.
Elina no tardó mucho en decidir quién sería su contrincante, dejo que Arik se hiciese cargo de los pequeños junto a Serleena. Illje y Claude por su parte parecían interesados en averiguar el tema de la jaula y ella iría a por el premio gordo. Saco dos enormes alas de su espalda y tras dar un salto las batió un par de veces para intentar acabar sobre el lomo del bicho más grande. Si lo conseguía sacaría sus espadas para comenzar a cortar al bicho desde aquella posición, si sus espadas normales no servían intentaría hacer lo mismo con espadas creadas con su luz. Si por el contrario no era capaz de subir a su lomo tenía otra idea en mente.
Materializaria un arco y comenzaría a disparar flechas de luz en dirección de aquel e irme bicho para ver si era capaz de hacerse cargo de él antes de que pudiera hacer daño a alguno de sus tripulantes. Gracias a la luz que ella desprendía y a su clarividencia podía asegurar el perímetro y saber en qué posición estaban sus chicos y esos malditos bichos con partes metálicas. Tendría que estar un poco más atenta la próxima vez, no esperaba que pillasen el culo de Claude tan fácilmente.
Si lograban acabar con esos bichos iban a darle una buena lección a esos malditos albinos. No entendía como habían podido llegar a creer que iba a ser tan sencillo usarlos de comida para reptiles. Ninguno de los allí presentes había tenido una vida sencilla y estaban más que acostumbrados a pelear y a sacarse las castañas del fuego. No les perdonaría tan fácilmente tamaña ofensa, en aquel momento tenía unas ganas enormes de degollar a esa maldita abuela y colgarla del mascarón de proa, a lo mejor terminaba haciendo quien sabe.
Elina no tardó mucho en decidir quién sería su contrincante, dejo que Arik se hiciese cargo de los pequeños junto a Serleena. Illje y Claude por su parte parecían interesados en averiguar el tema de la jaula y ella iría a por el premio gordo. Saco dos enormes alas de su espalda y tras dar un salto las batió un par de veces para intentar acabar sobre el lomo del bicho más grande. Si lo conseguía sacaría sus espadas para comenzar a cortar al bicho desde aquella posición, si sus espadas normales no servían intentaría hacer lo mismo con espadas creadas con su luz. Si por el contrario no era capaz de subir a su lomo tenía otra idea en mente.
Materializaria un arco y comenzaría a disparar flechas de luz en dirección de aquel e irme bicho para ver si era capaz de hacerse cargo de él antes de que pudiera hacer daño a alguno de sus tripulantes. Gracias a la luz que ella desprendía y a su clarividencia podía asegurar el perímetro y saber en qué posición estaban sus chicos y esos malditos bichos con partes metálicas. Tendría que estar un poco más atenta la próxima vez, no esperaba que pillasen el culo de Claude tan fácilmente.
Si lograban acabar con esos bichos iban a darle una buena lección a esos malditos albinos. No entendía como habían podido llegar a creer que iba a ser tan sencillo usarlos de comida para reptiles. Ninguno de los allí presentes había tenido una vida sencilla y estaban más que acostumbrados a pelear y a sacarse las castañas del fuego. No les perdonaría tan fácilmente tamaña ofensa, en aquel momento tenía unas ganas enormes de degollar a esa maldita abuela y colgarla del mascarón de proa, a lo mejor terminaba haciendo quien sabe.
- Resumen:
- Intenta hacerse cargo del reptil más grande mientras sus chicos le pegan a los pequeños
Kohaku Sato
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Akuma no mi
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La respuesta que recibió por parte de la princesa no terminó por convencer al cazador, que la miró con cierta desconfianza. Su historia tenía lagunas, pequeños vacíos que hacía que no encajara todo con perfecta armonía. Escondía algo, pero… ¿el qué? Era la pregunta que ansiaba saber Kohaku.
No obstante, parte de su historia no parecía mentira. Descendió cuidadosamente por una escalinata, obviando cualquier comentario que dijeran sus compañeros. «¿Por qué siempre termino codeándome con gente tan ruidosa?», se preguntó, suspirando justo después. Allí se encontraban dos trineos repletos de riquezas y provisiones, suficientes como para que un grupo como aquel viviera como reyes y comieran como sacerdotes durante un largo periodo de tiempo.
Kohaku se acercó disimuladamente a uno, donde vio una joya que no pudo evitar coger y guardarse. No se consideraba un ladrón, pero era una de las golosinas que decoraba su porción de pastel. Era precioso, y lo guardó en su bolsillo.
—Dejaré que mi parte la guardes tú, Abby —le dijo, a sabiendas de que no podía fiarse de la mujer—. Y sí, Hazel, te ayudo a meterlo dentro de ella.
Al decir eso se sonrojó levemente. Para ese tipo de cosas Kohaku era como un niño, así que no pudo evitar, incluso, mostrar una pequeña sonrisa, la cual se desdibujó de su cara al contemplar como Roland cogía parte de su rancho y se burlaba de la cicatriz de su rostro.
—Se puede decir que el pelo de tu madre corta como una navaja —le respondió, haciendo gala de esa alma macarra que raras veces sacaba al exterior—. Y hablando de cortes.... —desenfundó a golondrina, una de sus preciadas katanas, y apuntó a Roland—. Esta vez puedes llevarte la bolsa con comida porque hay mucha, pero la próxima vez que te pille robándome en mi cara te corto en dos, ¿entendido, barrilete?
Una vez aclarara los términos con Roland, ayudaría a Hazel con el trineo y esperaría instrucciones de la princesa, ya que desde ese preciso instante su encargo había comenzado.
—Solo puedo decirte que algo huele raro aquí, ¿el qué? No lo sé con total certeza, pero no puedo evitar darle vueltas a la cabeza —le dijo a Hazel ya sentado en el trineo—. Solo decirte que tengas cuidado y no te fíes de nadie —concluyó, sonriente.
No obstante, parte de su historia no parecía mentira. Descendió cuidadosamente por una escalinata, obviando cualquier comentario que dijeran sus compañeros. «¿Por qué siempre termino codeándome con gente tan ruidosa?», se preguntó, suspirando justo después. Allí se encontraban dos trineos repletos de riquezas y provisiones, suficientes como para que un grupo como aquel viviera como reyes y comieran como sacerdotes durante un largo periodo de tiempo.
Kohaku se acercó disimuladamente a uno, donde vio una joya que no pudo evitar coger y guardarse. No se consideraba un ladrón, pero era una de las golosinas que decoraba su porción de pastel. Era precioso, y lo guardó en su bolsillo.
—Dejaré que mi parte la guardes tú, Abby —le dijo, a sabiendas de que no podía fiarse de la mujer—. Y sí, Hazel, te ayudo a meterlo dentro de ella.
Al decir eso se sonrojó levemente. Para ese tipo de cosas Kohaku era como un niño, así que no pudo evitar, incluso, mostrar una pequeña sonrisa, la cual se desdibujó de su cara al contemplar como Roland cogía parte de su rancho y se burlaba de la cicatriz de su rostro.
—Se puede decir que el pelo de tu madre corta como una navaja —le respondió, haciendo gala de esa alma macarra que raras veces sacaba al exterior—. Y hablando de cortes.... —desenfundó a golondrina, una de sus preciadas katanas, y apuntó a Roland—. Esta vez puedes llevarte la bolsa con comida porque hay mucha, pero la próxima vez que te pille robándome en mi cara te corto en dos, ¿entendido, barrilete?
Una vez aclarara los términos con Roland, ayudaría a Hazel con el trineo y esperaría instrucciones de la princesa, ya que desde ese preciso instante su encargo había comenzado.
—Solo puedo decirte que algo huele raro aquí, ¿el qué? No lo sé con total certeza, pero no puedo evitar darle vueltas a la cabeza —le dijo a Hazel ya sentado en el trineo—. Solo decirte que tengas cuidado y no te fíes de nadie —concluyó, sonriente.
- Resumen:
- Dejar que Abby guarde mi parte del botín + robar una joya sutilmente + amenazar a Roland con cariño, porque en el fondo Kohaku sabe que puede, incluso, quererlo + sentarse en el trineo y hablar con Hazel
Aria Landvik
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-¿No podría haber sido el perro? - La pregunta sale de mis labios como si de verdad fuera un lamento y por un instante desearía que no estuviera pasando nada de aquello, pero la vida pirata tiene esos problemas. Nada se puede controlar, todo puede acabar en masacre y definitivamente nosotros seremos un gran dolor en el trasero para todas las personas de este mundo o del siguiente. Sea como sea, esos bichos comienzan a correr y noto la sangre correr por mi cuerpo a una velocidad desbordante.
Casi como si de alguna manera buscara salirse por mi cuerpo ella sola, y mientras esa sensación sigue en mis manos, aprieto las uñas hasta que finalmente la sangre, viaja tranquilamente por ellas.
Esta vez parece que de alguna manera la he invocado, pero necesito su ayuda tanto como necesito salvar a la gente que quiero.
N͉̼̊̄ͤe̫̣̻͕̻̞͇c̣ͤ͂͌́̓eͭs̹͙̼̞i̓ͭͥ̑ͅt͚̣̥̠̳̖͋ͧ͊̒̍o̜̜͙̹̻̳̥̽ͭ̎͆ͥ̂ͦ ̝͔̙͈̟̲ͥͤ̅̒q̪͖̬̮̥̫̰̈ű͓̮̪̳͑e̲̘̮̩̰̲ͧ̋ ͎̯̤͓̦̃l̻̳ͮ̑ͥa͖̖͙͑ ͈̝̘̭̤͍͈̌s̳͓̰͔ͥͨå̞ͩͥͮͣ̚n̤̘̗̯̤ͬͯͫ̎͊̏̏g̤̥͍͇̐͗ȑ̭̞̱̳̬̭̌͋ͪͭ͗̄e͙̳͍̖̫͆̎͆ ͇̩̞͚̼̐ͫ͆͆ͩ̏ͪd̟͕̣ͯͦḛ͍̯ͦ̄ͥ͒͐͗ͨͅ ̫̻͕̲̣ͫ̔ͯͨͣ̂e̗ͧ̄sͫ̾ͪ̍̌t̖̤̳ͪ̑ͪ̑͊a͖͚̪ͮ͋ͅ ̾̏ͦ͐̂ͬͭḡ̤͈͙̯̹̟̲̃ͫ̏̒̃ẹ̲̖͔ͣ̽n̚ț̐ͧ̅ͫͬ̉ḛ̹͉ͥ̅̏ͣ̍͒,̜̝͎̱͎̮̹͛͂̽̋̒̆ ̌̓͂ͫ̄m̪̜ͅä̻͙͗̔ͅn̪c̳̮͚͉̘̊ͧ̌̊̈́̂ͅh͍̏̌ͦ͗ͨ͊e͚̗̖̤̟̪̱ ̫̐ͦͫͨ̀ͬͮl̳͙̩͓͒̐͑͊̅a̭͎ ̮͙͇̤͓̻̎ͣ͌̏͋ͣl͚͎̙̪̜ͫ̏̑̽ủ͉̣̳̭̭̟͐̈͗n̖̘̻̲͆̔a̮̻͙͈̅̿ ̬̮͙̂ͤͣ̿͊ͣq̯͔̪̳̬̲͊͆u̘̲͕̼̅͌̑ͥe͎͔͙͎̰ ͇̾̑̂̀͊̃͊b̟̥̋ͣ̃ͩ̎r̬̦̮͍̹̰͑ͪ̎ͭ̆i̍͂̑ͧl͖̬͙̉̔ͣ̇l͔ͫ̎ͨͫͮā̪̬̩̹͎ ̹͓̙̱͑͌e̎ñ̠̥̯̪̞̙̙̊̋͗́̍ ̗ͭͮͫͣe̟̩̠̰ͦ̌͗ͩ͛͌̌l̺̣̯̲̰̟̒̌̈̓̃ͅ ̭̦̙́̇̈ͩͯ̉͌ͅc͈̪͙̹ͩi̭̩̥̗e̪̩͚ͭl̠͈͚͈̥̬̈ͤ̔͑o̒̔̀.̮͎̩ͣ̊ͭ̽̇ͦ͗̓̌͐
La sensación de la sangre, el terror, la ira, es como un dulce néctar que desea llenar mi boca y mi cuerpo, simplemente es cuestión de dejarlo salir. Cuando el inmenso monstruo y sus amigos se acercan, me aseguró de que si quieren llegar hasta aquí, paguen el precio. Con los cinco litros de sangre desperdigados por el suelo me encargo de que el grandullón, antes de llegar hasta Elina, tenga que pasar un suelo de tres metros lleno de estacas de sangre de más de un metro. La idea no era solo frenar su estampida, si no asegurarme de que su sangre y la de todo aquel que pisara aquellas estacas se sumará a la mía.
Cuando finalmente pasara la haría volver hasta mi, creando una lanza que usaría para tirarme encima de alguno de aquellos pequeños seres que se atreviera a herir o tocar a mis hermanas, a mi gente, a mis pequeñas criaturitas.
Mi sonrisa amplia, sedienta de sangre, el iris desapareciendo de entre mis ojos y aquella sangre alrededor mia, era una sensación de vida tan grande que aún no sé como ella no puede entenderla. Matar y hacer desaparecer a alguien es el mayor consuelo que puedes darle para hacerle irse de una vida que solo le traerá sufrimientos y desgracias. No parecen darse cuenta de que solo soy una salvadora para un montón de incrédulos que creen encontrar la paz y la salvación en la luna.
Pobres ingenuos que no saben que esta noche, nosotros, la teñimos de sangre.
Y el color de este mundo será tan rojo como el de nuestras cabezas.
Casi como si de alguna manera buscara salirse por mi cuerpo ella sola, y mientras esa sensación sigue en mis manos, aprieto las uñas hasta que finalmente la sangre, viaja tranquilamente por ellas.
Esta vez parece que de alguna manera la he invocado, pero necesito su ayuda tanto como necesito salvar a la gente que quiero.
N͉̼̊̄ͤe̫̣̻͕̻̞͇c̣ͤ͂͌́̓eͭs̹͙̼̞i̓ͭͥ̑ͅt͚̣̥̠̳̖͋ͧ͊̒̍o̜̜͙̹̻̳̥̽ͭ̎͆ͥ̂ͦ ̝͔̙͈̟̲ͥͤ̅̒q̪͖̬̮̥̫̰̈ű͓̮̪̳͑e̲̘̮̩̰̲ͧ̋ ͎̯̤͓̦̃l̻̳ͮ̑ͥa͖̖͙͑ ͈̝̘̭̤͍͈̌s̳͓̰͔ͥͨå̞ͩͥͮͣ̚n̤̘̗̯̤ͬͯͫ̎͊̏̏g̤̥͍͇̐͗ȑ̭̞̱̳̬̭̌͋ͪͭ͗̄e͙̳͍̖̫͆̎͆ ͇̩̞͚̼̐ͫ͆͆ͩ̏ͪd̟͕̣ͯͦḛ͍̯ͦ̄ͥ͒͐͗ͨͅ ̫̻͕̲̣ͫ̔ͯͨͣ̂e̗ͧ̄sͫ̾ͪ̍̌t̖̤̳ͪ̑ͪ̑͊a͖͚̪ͮ͋ͅ ̾̏ͦ͐̂ͬͭḡ̤͈͙̯̹̟̲̃ͫ̏̒̃ẹ̲̖͔ͣ̽n̚ț̐ͧ̅ͫͬ̉ḛ̹͉ͥ̅̏ͣ̍͒,̜̝͎̱͎̮̹͛͂̽̋̒̆ ̌̓͂ͫ̄m̪̜ͅä̻͙͗̔ͅn̪c̳̮͚͉̘̊ͧ̌̊̈́̂ͅh͍̏̌ͦ͗ͨ͊e͚̗̖̤̟̪̱ ̫̐ͦͫͨ̀ͬͮl̳͙̩͓͒̐͑͊̅a̭͎ ̮͙͇̤͓̻̎ͣ͌̏͋ͣl͚͎̙̪̜ͫ̏̑̽ủ͉̣̳̭̭̟͐̈͗n̖̘̻̲͆̔a̮̻͙͈̅̿ ̬̮͙̂ͤͣ̿͊ͣq̯͔̪̳̬̲͊͆u̘̲͕̼̅͌̑ͥe͎͔͙͎̰ ͇̾̑̂̀͊̃͊b̟̥̋ͣ̃ͩ̎r̬̦̮͍̹̰͑ͪ̎ͭ̆i̍͂̑ͧl͖̬͙̉̔ͣ̇l͔ͫ̎ͨͫͮā̪̬̩̹͎ ̹͓̙̱͑͌e̎ñ̠̥̯̪̞̙̙̊̋͗́̍ ̗ͭͮͫͣe̟̩̠̰ͦ̌͗ͩ͛͌̌l̺̣̯̲̰̟̒̌̈̓̃ͅ ̭̦̙́̇̈ͩͯ̉͌ͅc͈̪͙̹ͩi̭̩̥̗e̪̩͚ͭl̠͈͚͈̥̬̈ͤ̔͑o̒̔̀.ͣ̊ͭ̽̇ͦ͗
La sensación de la sangre, el terror, la ira, es como un dulce néctar que desea llenar mi boca y mi cuerpo, simplemente es cuestión de dejarlo salir. Cuando el inmenso monstruo y sus amigos se acercan, me aseguró de que si quieren llegar hasta aquí, paguen el precio. Con los cinco litros de sangre desperdigados por el suelo me encargo de que el grandullón, antes de llegar hasta Elina, tenga que pasar un suelo de tres metros lleno de estacas de sangre de más de un metro. La idea no era solo frenar su estampida, si no asegurarme de que su sangre y la de todo aquel que pisara aquellas estacas se sumará a la mía.
Cuando finalmente pasara la haría volver hasta mi, creando una lanza que usaría para tirarme encima de alguno de aquellos pequeños seres que se atreviera a herir o tocar a mis hermanas, a mi gente, a mis pequeñas criaturitas.
Mi sonrisa amplia, sedienta de sangre, el iris desapareciendo de entre mis ojos y aquella sangre alrededor mia, era una sensación de vida tan grande que aún no sé como ella no puede entenderla. Matar y hacer desaparecer a alguien es el mayor consuelo que puedes darle para hacerle irse de una vida que solo le traerá sufrimientos y desgracias. No parecen darse cuenta de que solo soy una salvadora para un montón de incrédulos que creen encontrar la paz y la salvación en la luna.
Pobres ingenuos que no saben que esta noche, nosotros, la teñimos de sangre.
Y el color de este mundo será tan rojo como el de nuestras cabezas.
- Resumen:
- Oh no es el perro... Entro en modo loca, activo todo palante y hago una pasarela de estacas de sangre para que el grandullón se destroce los pies o lo que pille y sacarle sangre para hacer más cosas. Aparte de eso saca una lanza de sangre del suelo lleno de sangre para pegarle a uno de los bichos cercanos.
- Cosas de Berserker:
- - Cordura a Locura: Cuando Aria pelea de forma totalmente cuerda, su punto dominante es la Destreza, sin embargo, cuando pelea como Berserker su punto dominante es la Fuerza. Esta habilidad le da la posibilidad de cambiar su atributo de Destreza por el de Fuerza cuando entra en modo Berserker, casi como si se convirtiera en una persona diferente. (Si tiene 4 de Destreza y 3 de Fuerza, en Berserker tendrá 4 de Fuerza y 3 de Destreza)
- Doble voluntad: Aria posee dos personalidades, dos voluntades, casi dos personas dentro de ella. Esto hace que cuando recibe un golpe de Haki del Rey en forma Berserker, el que sufre el golpe es su modo Berserker, desconectándose este de forma automática tras recibirlo en caso de choque favorable al enemigo. Quedará entonces la Aria normal, que si recibe otro choque caerá como es normal. Tras el primer golpe Aria tarda cinco turnos en poder entrar de nuevo a modo Berserker y comenzará a sufrir los problemas de la debilidad esquizofrenia.
-Sed de sangre: El modo Berserker de Aria es muy resistente al dolor, moviéndose por instinto de supervivencia y por proteger a su familia, el dolor no es algo que la parará para conseguir su objetivo.
Astartea Shikei
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Tomar aire un par de veces, recordarse que no puede hacerle daño a la gente que tiene que ayudarla, respirar de nuevo. Eso es lo que tiene que hacer durante una cantidad bastante concreta de veces, esperando pacientemente a que las ganas asesinas de operar a corazón abierto a Jhon, de manera totalmente consciente se le quiten. El problema era que solo iban en aumento, así que se obligó a manipular sus emociones para simplemente mirarle, aguantar ese extraño tic que le sale en la boca cuando tuerce demasiado la sonrisa, y mirarle.- ¿John? ¿Puedes darme la mano un momento? Prometo devolverla enseguida.- Niegas evitando la gran cantidad de pensamientos asesinos que están pasando en tu mente por ese momento y suspiras.
-O era un comunicador o algo relacionado con eso, una cámara o algo, tenía cableado sencillo y una lente creo.- Suspira finalmente, escuchando las palabras de Omega se queda pensando un momento.- ¿Podremos llamar a Palacio? Tal vez haya alguna manera de ponernos con ello en contacto y decirles lo que ha pasado, quizás prefieren que sigamos esta pista.- Preguntando, dando opciones de lo que era viable hacer o no, mientras examinaba con calma lo que había agarrado de una de las copias de sus brazos que ahora habían desaparecido.
Se preguntó si al multiplicar aquella arcilla simplemente aparecería aquel extraño repartidor de nuevo, si tenía algún compuesto biológico parecido al de una persona, si era alguna clase de experimento. Su sonrisa demoniaca apareció por un instante mientras la curiosidad comenzaba a devorarla lentamente, sin duda era un hombre con el que querría volver a encontrarse, estaba deseando saber qué podía hacer.
-Al menos me ha servido para medir vuestras capacidades, Ash y Jhon siguen tan finos como siempre, pero me alegra ver que es alguien increíblemente útil, Omega.- Una leve inclinación de cabeza, una sonrisa angelicamente tranquila y una caminata que comienza rumbo a un castillo, como todos los días de su vida. Tal vez la idea de llamar no era una opción, pero no podía evitar seguir dándole vueltas a todo lo que acababa de pasar.
Definitivamente eran todos una panda de paranoicos de mierda, y eso le encantaba y desagradaba a partes iguales. Con uno era suficiente, ahora con cuatro podía haber choque de intereses y cosas peligrosas. Pero bueno, mejor eso que terminar con un montón de palurdos incapaces de hacer nada, todos eran adorablemente útiles y encantadores, maravilloso.
-O era un comunicador o algo relacionado con eso, una cámara o algo, tenía cableado sencillo y una lente creo.- Suspira finalmente, escuchando las palabras de Omega se queda pensando un momento.- ¿Podremos llamar a Palacio? Tal vez haya alguna manera de ponernos con ello en contacto y decirles lo que ha pasado, quizás prefieren que sigamos esta pista.- Preguntando, dando opciones de lo que era viable hacer o no, mientras examinaba con calma lo que había agarrado de una de las copias de sus brazos que ahora habían desaparecido.
Se preguntó si al multiplicar aquella arcilla simplemente aparecería aquel extraño repartidor de nuevo, si tenía algún compuesto biológico parecido al de una persona, si era alguna clase de experimento. Su sonrisa demoniaca apareció por un instante mientras la curiosidad comenzaba a devorarla lentamente, sin duda era un hombre con el que querría volver a encontrarse, estaba deseando saber qué podía hacer.
-Al menos me ha servido para medir vuestras capacidades, Ash y Jhon siguen tan finos como siempre, pero me alegra ver que es alguien increíblemente útil, Omega.- Una leve inclinación de cabeza, una sonrisa angelicamente tranquila y una caminata que comienza rumbo a un castillo, como todos los días de su vida. Tal vez la idea de llamar no era una opción, pero no podía evitar seguir dándole vueltas a todo lo que acababa de pasar.
Definitivamente eran todos una panda de paranoicos de mierda, y eso le encantaba y desagradaba a partes iguales. Con uno era suficiente, ahora con cuatro podía haber choque de intereses y cosas peligrosas. Pero bueno, mejor eso que terminar con un montón de palurdos incapaces de hacer nada, todos eran adorablemente útiles y encantadores, maravilloso.
- Resumen:
- "Amenaza" a John, les cuenta lo que vio, juega con un trozo de arcilla de uno de sus brazos falsos, dice de llamar al Rey de alguna manera antes de ir mientras camina con ellos y le hace pat pat verbal a Omega.
Bizvan
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Llegar al palacio no fue complicado gracias a las indicaciones de unos cuantos ciudadanos que amablemente indicaron que ruta tomar a los dos marines.
No hubo señales de aquellos encapuchados. No estaba claro cuáles eran sus intenciones o quienes podrían ser. Bizvan pensaba que aquellos tipos solo tenían la tarea de recabar información y reportarla.
* ¿Y si esos sujetos se dejaron mirar a propósito en un intento recabar datos sobre nosotros? *sonaba un tanto forzado el pensar eso, pero el marine no veía muy lógico que ambas figuras se dejaran mirar así como así, en especial por el hecho de correr riesgo de ser capturado, por tanto había dos posibles opciones.* ¿Estaban muy confiados de su poder de combate o sus habilidades para el escape? *considerando lo sucedido, debería ser lo segundo.* Es muy probable que no seamos los únicos con un encuentro similar, si es posible me gustaría preguntar a unos cuantos marines cuando lleguemos al palacio, necesito un poco más de información antes de correr el riesgo de perseguir a una figura sospechosa si aparecen de nuevo.
Para cuando ambos llegaron a los jardines del palacio, varias otras personas ya se encontraban ahí. No había rostros familiares entre aquellos que el marine consiguió ver a simple vista, quizás un rápido sondeo le indicara si había un aura familiar entre todos los reunidos, además de aprovechar para comenzar a reconocer el aura de Liam.
Bizvan activó su mantra y lo primero que hizo fue concentrarse en Liam en un intento por dejar grabada en su memoria su aura.
* Valla, creo entender ahora porque lo vigilaban. *era cierto que el haki de observación no era su fuerte, no obstante su habilidad para estimar la fuerza de otros se encontraba en un margen de acierto aceptable aunque no infalible.
Al acabar con la inspección del pelirrojo se concentraría en las personas reunidas en la búsqueda de un aura familiar, limitándose solo en la búsqueda de eso para no tener que concentrarse demasiado.
Tras unos minutos se comenzó a llevar a todos dentro del palacio y mientras caminaban, Liam resaltó la presencia de dos jóvenes que eran regañadas por una mujer que hizo mención de unas cuantas palabras interesantes.
- No, te mentiría si te dijera quienes son esas chicas. Es un fastidio, pero la información que se medio fue bastante básica y solo se limitó a hacer mención de unas minas. -comentó Biz al mismo tiempo que trataba de encontrar una ruta por donde avanzar.- Oye Liam, ¿crees que esas chicas sepan algo? Puede que si preguntamos obtengamos algo de información, pero si somos honestos, es más probable que dos señoritas consideren hablar con un marine con un rostro como el tuyo. Claro que solo es una sugerencia y para nada una orden. Oh, mira creo que por aquí sería más sencillo avanzar.
Bizvan se quitó el abrigo para dejar visible su uniforme y las medallas que había conseguido. Estas se verían opacadas por muchos otros marines reunidos, pero al menos esperaba que estas le ayudaran a abrirse paso a una mejor posición en la cual poder escuchar mejor la información.
Si Liam aceptaba ir a preguntar, Bizvan avanzaría sólo para escuchar lo necesario y cuando se encontrara con Liam le compartiría aquello que se comentara.
En caso de que Liam se niegue por una u otra razón, Bizvan avanzaría en compañía de Liam, siendo cuidadoso de que este no se separe para que ambos se puedan acercar a una mejor posición.
En ambas opciones el marine sería amable y procuraría no parecer un abusivo.
No hubo señales de aquellos encapuchados. No estaba claro cuáles eran sus intenciones o quienes podrían ser. Bizvan pensaba que aquellos tipos solo tenían la tarea de recabar información y reportarla.
* ¿Y si esos sujetos se dejaron mirar a propósito en un intento recabar datos sobre nosotros? *sonaba un tanto forzado el pensar eso, pero el marine no veía muy lógico que ambas figuras se dejaran mirar así como así, en especial por el hecho de correr riesgo de ser capturado, por tanto había dos posibles opciones.* ¿Estaban muy confiados de su poder de combate o sus habilidades para el escape? *considerando lo sucedido, debería ser lo segundo.* Es muy probable que no seamos los únicos con un encuentro similar, si es posible me gustaría preguntar a unos cuantos marines cuando lleguemos al palacio, necesito un poco más de información antes de correr el riesgo de perseguir a una figura sospechosa si aparecen de nuevo.
Para cuando ambos llegaron a los jardines del palacio, varias otras personas ya se encontraban ahí. No había rostros familiares entre aquellos que el marine consiguió ver a simple vista, quizás un rápido sondeo le indicara si había un aura familiar entre todos los reunidos, además de aprovechar para comenzar a reconocer el aura de Liam.
Bizvan activó su mantra y lo primero que hizo fue concentrarse en Liam en un intento por dejar grabada en su memoria su aura.
* Valla, creo entender ahora porque lo vigilaban. *era cierto que el haki de observación no era su fuerte, no obstante su habilidad para estimar la fuerza de otros se encontraba en un margen de acierto aceptable aunque no infalible.
Al acabar con la inspección del pelirrojo se concentraría en las personas reunidas en la búsqueda de un aura familiar, limitándose solo en la búsqueda de eso para no tener que concentrarse demasiado.
Tras unos minutos se comenzó a llevar a todos dentro del palacio y mientras caminaban, Liam resaltó la presencia de dos jóvenes que eran regañadas por una mujer que hizo mención de unas cuantas palabras interesantes.
- No, te mentiría si te dijera quienes son esas chicas. Es un fastidio, pero la información que se medio fue bastante básica y solo se limitó a hacer mención de unas minas. -comentó Biz al mismo tiempo que trataba de encontrar una ruta por donde avanzar.- Oye Liam, ¿crees que esas chicas sepan algo? Puede que si preguntamos obtengamos algo de información, pero si somos honestos, es más probable que dos señoritas consideren hablar con un marine con un rostro como el tuyo. Claro que solo es una sugerencia y para nada una orden. Oh, mira creo que por aquí sería más sencillo avanzar.
Bizvan se quitó el abrigo para dejar visible su uniforme y las medallas que había conseguido. Estas se verían opacadas por muchos otros marines reunidos, pero al menos esperaba que estas le ayudaran a abrirse paso a una mejor posición en la cual poder escuchar mejor la información.
Si Liam aceptaba ir a preguntar, Bizvan avanzaría sólo para escuchar lo necesario y cuando se encontrara con Liam le compartiría aquello que se comentara.
En caso de que Liam se niegue por una u otra razón, Bizvan avanzaría en compañía de Liam, siendo cuidadoso de que este no se separe para que ambos se puedan acercar a una mejor posición.
En ambas opciones el marine sería amable y procuraría no parecer un abusivo.
- Resumen :
- Pensar en las figuras misteriosas.
Activar su mantra Nivel 6 para medir el poder de Liam, además de tratar de memorizar el aura del marine.
Sondear a los presentes en búsqueda de un aura que fuera familiar.
Avanzar entre las personas haciendo uso de su rango para abrirse paso.
Normas del capítulo:
Moderación
Las nubes terminan de engullir los últimos rayos de sol que quedan, dejando la isla en la sombra de un día nublado. Si la temperatura hasta ahora era fría, un viento gélido desciende de las montañas, con un aire que corta al respirar. Los que no estén acostumbrados a este clima y se encuentren a la intemperie les sorprenderá que la temperatura pueda descender aún más a tal velocidad. Los primeros copos de nieve comienzan a precipitarse con relativa tranquilidad sobre la isla, aunque más están por venir.
Por otra parte ha llegado la hora y en el palacio se reúnen aquellos que han sido llamados por la casa real. Las gruesas paredes de piedra, el calor del fuego, el licor y la comida caliente protegen del frío. Marines y agentes, así como mercenarios y cazadores atraídos por la recompensa o el deber se sientan en las mesas del salón del palacio alrededor de una alargada hoguera. El silencio se hace en la sala cuando el rey, sentado en el sitio de honor, levanta la mano para saludar a los presentes. Un hombre ya en sus cincuenta, con cierta barriga, pero que, incluso a través de sus ropas reales se nota que en su día estuvo en una forma envidiable. Envuelto en una capa de piel y con una corona bastante más austera de lo que algunos esperarían. Otro hombre, alto y más esbelto, aunque de la misma edad, con una barba algo cana bien recortada y un abrigo militar accede y se sienta a su lado. Al poco tiempo dos jóvenes gemelas de unos trece años y una mujer joven de unos dieciocho se unen a ellos, seguramente las princesas del reino.
- Como sabréis estamos en tiempos de necesidad, nuestro reino os ha pedido ayuda porque ha sido apuñalado desde sus entrañas. Nuestras fuerzas están mermadas y los culpables han escapado a las montañas. Hace poco nos hemos enterado de que todo esto puede no ser más que la preparación previa a una invasión, si enviamos a nuestro ejército en busca de los culpables puede que no nos queden fuerzas para aguantar el ataque de una fuerza que ha demostrado actuar con la suficiente anticipación como para obligar a este reino a inclinarse y pedir ayuda ante vosotros. - Hace una pausa y se quita la corona, dejándola sobre la mesa e inclinándose ante vosotros. - Se que esta no es la forma en la que un rey debería actuar, pero desde que mi hijo ha sido atacado por nuestro más fiel mayordomo ya no sé en quién confiar, por eso os he mandado venir aquí. La información que se os ha dado es escasa, pero es precisamente para que no se filtrarse hasta ahora. Aurelio…- Hace un gesto a su acompañante para que continúe.
- Soy Aurelio Kord, general del reino de Sakura. - Hace un gesto y tras él desciende una tela blanca sobre la cual se empieza a proyectar un mapa de la isla. - Sabemos que los atacantes han escapado a las montañas y que han usado la vieja red de túneles de las minas abandonadas para esconderse y refugiarse, pero hay algo más. - Con bastón señala tres puntos en el mapa. - Estas son las entradas conocidas y esta, la que más alta está es la que creemos que han usado para llegar al antiguo castillo de la cima. También pensamos que pueden haber habilitado el viejo teleférico para subir y llevar equipamiento a esa zona. Si nuestras suposiciones son correctas lo que buscan es debilitarnos para facilitar un ataque a gran escala, necesitan preparar algo que no hemos llegado a averiguar cuál es su naturaleza, pero si se han escondido es porque necesitan tiempo. Formaréis partidas de búsqueda y caza por las montañas, bosques y cuevas de esta zona, toda pista es esencial para detenerlos cuanto antes.
Durante los minutos siguientes da información técnica, datos del terreno y del clima, indicaciones y procedimientos, así como la posición de fuerzas aliadas del propio ejército de Sakura, los cuales están defendiendo los puertos, ciudades y accesos por mar. Si nadie presenta más dudas os indicará que en los almacenes tienen preparados todo lo necesario para que podáis salir, incluidos trineos, víveres y abrigos.
- Se moderará lunes y jueves entre las 22:00 y las 23:59.
- No se puede postear los lunes o jueves antes de la moderación.
- Hay un reloj que marca el tiempo restante. Cuando acaba los temas se cierran.
- Está prohibido metarrolear, powerrolear y demás actitudes tóxicas.
- A más riesgo, más premio.
- Como es tradición, el barco de Sons of Anarchy se hundirá en algún momento.
- Cada post debe ocupar entre 250 y 1.200 palabras. Si no se está en estos límites, el post podría ser ignorado.
- Es responsabilidad de un usuario comunicarse con la gente con la que interactúa.
- Si un post tiene más de 15 faltas ortográficas por párrafo podría ser ignorado.
- Hacer un resumen de acciones relevantes es obligatorio independientemente de la extensión.
- La ley del plot no es a prueba de idiotas.
Moderación
Las nubes terminan de engullir los últimos rayos de sol que quedan, dejando la isla en la sombra de un día nublado. Si la temperatura hasta ahora era fría, un viento gélido desciende de las montañas, con un aire que corta al respirar. Los que no estén acostumbrados a este clima y se encuentren a la intemperie les sorprenderá que la temperatura pueda descender aún más a tal velocidad. Los primeros copos de nieve comienzan a precipitarse con relativa tranquilidad sobre la isla, aunque más están por venir.
Por otra parte ha llegado la hora y en el palacio se reúnen aquellos que han sido llamados por la casa real. Las gruesas paredes de piedra, el calor del fuego, el licor y la comida caliente protegen del frío. Marines y agentes, así como mercenarios y cazadores atraídos por la recompensa o el deber se sientan en las mesas del salón del palacio alrededor de una alargada hoguera. El silencio se hace en la sala cuando el rey, sentado en el sitio de honor, levanta la mano para saludar a los presentes. Un hombre ya en sus cincuenta, con cierta barriga, pero que, incluso a través de sus ropas reales se nota que en su día estuvo en una forma envidiable. Envuelto en una capa de piel y con una corona bastante más austera de lo que algunos esperarían. Otro hombre, alto y más esbelto, aunque de la misma edad, con una barba algo cana bien recortada y un abrigo militar accede y se sienta a su lado. Al poco tiempo dos jóvenes gemelas de unos trece años y una mujer joven de unos dieciocho se unen a ellos, seguramente las princesas del reino.
- Como sabréis estamos en tiempos de necesidad, nuestro reino os ha pedido ayuda porque ha sido apuñalado desde sus entrañas. Nuestras fuerzas están mermadas y los culpables han escapado a las montañas. Hace poco nos hemos enterado de que todo esto puede no ser más que la preparación previa a una invasión, si enviamos a nuestro ejército en busca de los culpables puede que no nos queden fuerzas para aguantar el ataque de una fuerza que ha demostrado actuar con la suficiente anticipación como para obligar a este reino a inclinarse y pedir ayuda ante vosotros. - Hace una pausa y se quita la corona, dejándola sobre la mesa e inclinándose ante vosotros. - Se que esta no es la forma en la que un rey debería actuar, pero desde que mi hijo ha sido atacado por nuestro más fiel mayordomo ya no sé en quién confiar, por eso os he mandado venir aquí. La información que se os ha dado es escasa, pero es precisamente para que no se filtrarse hasta ahora. Aurelio…- Hace un gesto a su acompañante para que continúe.
- Soy Aurelio Kord, general del reino de Sakura. - Hace un gesto y tras él desciende una tela blanca sobre la cual se empieza a proyectar un mapa de la isla. - Sabemos que los atacantes han escapado a las montañas y que han usado la vieja red de túneles de las minas abandonadas para esconderse y refugiarse, pero hay algo más. - Con bastón señala tres puntos en el mapa. - Estas son las entradas conocidas y esta, la que más alta está es la que creemos que han usado para llegar al antiguo castillo de la cima. También pensamos que pueden haber habilitado el viejo teleférico para subir y llevar equipamiento a esa zona. Si nuestras suposiciones son correctas lo que buscan es debilitarnos para facilitar un ataque a gran escala, necesitan preparar algo que no hemos llegado a averiguar cuál es su naturaleza, pero si se han escondido es porque necesitan tiempo. Formaréis partidas de búsqueda y caza por las montañas, bosques y cuevas de esta zona, toda pista es esencial para detenerlos cuanto antes.
Durante los minutos siguientes da información técnica, datos del terreno y del clima, indicaciones y procedimientos, así como la posición de fuerzas aliadas del propio ejército de Sakura, los cuales están defendiendo los puertos, ciudades y accesos por mar. Si nadie presenta más dudas os indicará que en los almacenes tienen preparados todo lo necesario para que podáis salir, incluidos trineos, víveres y abrigos.
- Ashlyn y las ardillas:
- El camino al castillo lo hacéis sin más contratiempo que el clima, el cual parece estar empeorando por momentos. Mientras camináis y entráis en la ciudad podéis ver cómo los ciudadanos se apresuran en volver a sus casas todos con la mirada puesta en el cielo.
Los que hayáis recogido algo de la arcilla podréis comprobar que es una arcilla normal y corriente, si alguno tiene conocimientos artísticos sabréis que es una arcilla de gran calidad, pero sin ninguna cualidad excepcional.
Al llegar os toman el nombre y la identificación, al ser miembros del gobierno no tenéis problemas en pasar y os llevan a un gran salón donde esperan cerca de una docena de personas más. Entre los que podéis reconocer hay oficiales de la marina y algunos cazadores y mercenarios. Os sirven bebida y algo de comida caliente mientras esperáis a que aparezca el rey.
Por cierto, poco después de sentaros Astartea notas que algo se mueve bajo la mesa, si miras verás que hay un niño rubio de ojos azules, de unos siete y ocho años, parece mirar con desconfianza a alguno de los presentes y está totalmente convencido de que está bien escondido ahí.
Por cierto, de entre las esntradas que menciona ninguna es la que aparece en el mapa.
- Freites, Zira y Jace:
- El combate comienza y todos se ponen en guardia, incluido aquel hombre, el cual esta vez sí que saca una pistola con la que apunta al asesino que tiene delante.
De todas formas, a pocos segundos de que todo comience una ola de calor sale del cuerpo de Freintes, visible por el vapor que se genera en el aire debido al contraste repentino y cubre durante unos segundos todo vuestro campo de visión. Cuando os dais cuenta esto no es una sauna, es peor, y la humedad no ayuda, el choque térmico hace que todos menos Freites se noten mareados y débiles, casi al borde de la inconsciencia algunos de los tripulantes incluso se desmayan. El aire os duele al respirar, como si vuestros pulmones estuvieran ardiendo y la cabeza os da vueltas. No sóis los únicos que están así, el hombre que había subido antes está con una rodilla en el suelo y casi lo rematan de no ser por Jace. Zira también es capaz de asestar unos cortes con éxito en su oponente gracias a la distracción antes de caer, dejándolo en peor estado que ella. En la costa alcanza también a unos cuantos y el vaho generado por el cambio brusco entorpece la visión de lo que está pasando.
Tres de los cuatro asesinos han caído o están cerca de ello, bien sea por el repentino calor o por las heridas sufridas por los ataques de Jace y Zira. Sólo uno queda en pie, aunque a duras penas. Freites, puede que tratar de parar una hoja sólida con un papel con tal capacidad elástica no fuera una buena idea, el papel sale intacto, pero se dobla y acabas con un corte en el hombro. De todas formas Suzaku logra herir en el costado a tu oponente y este se encuentra en guardia frente a vosotros, con una herida abierta y barajando sus posibilidades, aunque parece ser que el calor le impide pensar con claridad.
- Lady Payne no tolera a los traidores, no seremos los últimos, colgaremos vuestras cabezas en el palo mayor para que sirvan de ejemplo. - Lleva el cuchillo a su cuello con la intención de clavarselo.
- Liam y Bizvan:
- En el palacio podéis llegar al comedor sin problema gracias a las condecoraciones que muestra Bizvan. Si este está entre los presentes podrá ver con más detalle lo que dice el rey en la moderación general.
Liam, si decides no escuchar al rey y te acercas a las chicas verás que casi reconocen tu cara, como si te hubieran visto en algún sitio. Se muestran algo reacias a entablar conversación, pero se miran y una asiente a la otra. Te hacen una seña de de que las sigas hasta un rincón apartado, no en otra sala, pero sí oculto de las miradas y los oídos de los fisgones. Parece que la criada ha vuelto y las busca por un momento, al no encontrarlas suspira, parece acostumbrada a este tipo de situaciones, se aleja por los pasillos para seguir con su búsqueda con cara de preocupación.
- ¡Necesitamos que nos ayu… !- Comienza a decir una de ellas, pero su hermana le pone la mano en la boca, haciendo un gesto para que baje la voz. - Cierto. Necesitamos que nos ayudes. - Dice ahora con un tono más sosegado. - Vosotros tenéis pinta de ser diferentes, destacáis demasiado para ser marines y parecéis fuertes.
- Freija… - Comenta la hermana reprochándola con la mirada.
- Cierto. Yo soy Freija Claus, y esta es mi hermana Estriz Claus. Somos las segundas princesas del reino de Sakura. - Ambas hacen una educada inclinación. - Tenemos que ir ahora con padre, pero cuando acabe id al cobertizo del jardín, os esperamos allí.
Dicho esto salen al encuentro de la criada, poco después acceden al comedor a acompañar a su padre mientras da el discurso. Qué encuentro tan extraño.
- Abby, Roland Kohaku y Hazel:
- Durante las preparaciones la princesa le dice a Abby que no será problema arreglar una propiedad en un buen lugar de la isla si todo sale bien. También que la roca de la montaña es extremadamente sólida, pero las minas, aunque viejas están bien apuntaladas, no ha habido reportes de derrumbes desde que se dejó de extraer un hierro bastante cotizado por sus propiedades y pureza, de todas formas nunca ha estado personalmente y sólo sabe lo que ha escuchado a su padre hablar con los responsables de esta. Eso sí, sabe que se cerró hace un par de generaciones, por escasez de minerales. También ha escuchado que, a pesar de contar con galerías y túneles cuentan con salas naturales más grandes que el propio castillo.
Una vez salgáis notaréis que la temperatura ha descendido y el tiempo empeora. Podríais esperar a vuestros compañeros, pero tardaréis en llegar y no tenéis ni idea de dónde os pillará la ventisca cuando empiece. Cuanto menos tardéis mejor.
- Raion y Braud:
- Se hace un silencio tenso en la sala, en cuanto tratáis de intimidar al general, lejos de parecer achantado por vuestra estatura os sostiene la mirada sin pestañear. Aunque su gesto apenas ha cambiado, se nota que no está complacido con el tono desafiante con el que le habéis contestado. De pronto notáis una presión casi antinatural, como si algo os oprimiera el pecho, como si de pronto aquel hombre fuera mucho más grande de lo que en realidad es. De todas formas, notáis cómo respira hondo y no pierde la compostura.
- ¿En qué momento os he dado la equivocada impresión de que quiera que os marchéis? Sólamente os he mostrado mi hospitalidad, enseñado vuestro equipo y os he dado la oportunidad de prepararos antes de que llegue el rey, dado que todavía se estaba preparando. Os diré que no pienso tolerar este tipo de actitud desafiante ni en mi presencia ni en la de su majestad. - Su voz es firme y no comunica un sólo ápice de terror, es más, es la voz autoritaria y disciplinada que se esperaría de un general.
De todas formas el sonido de unas puertas al abrirse os interrumpe, al parecer un gran número de personas ha accedido al salón en el que estábais y el ruido ha llegado hasta el almacén. Cuando regresáis más de una docena de personas ha tomado asiento en el salón, podéis distinguir desde algunos marines de alto rango a posibles agentes e incluso puede que algún mercenario.
- El rey está a punto de entrar. - Comenta en voz baja a vuestro lado. - Será mejor que no montéis una escena.
- Les Pelirrojes:
- Bueno, en el combate varios de los dinosaurios pequeños mueren, uno de un disparo certero, dos gracias a las explosiones sónicas y otro se resbala con el aceite de oliva, siendo acertado por la lanza de sangre. Quedan pocos y su coordinación cambia a una estrategia más segura y menos agresiva, tratando de atacar rápidamente y luego alejarse. Ignoran las amenazas que consideran más peligrosas de cerca y dos van a por Arik mientras que el que queda va a por Ilje, al ver que es la que les da la espalda.
Hablando de Ilje, puedes ver que las cadenas bajan a un panel de control algo rudimentario, los controles están algo viejos y oxidados, pero seguramente puedas bajarlos tirando de una de las palancas, aunque el metal que las forma no parece estar en las mejores condiciones.
Por otro lado, el triceratops parece ser más duro incluso en las partes que no están cubiertas por metal. Los cortes realizados por las espadas en su lomo y cola, así como las heridas de las estacas parecen haber abierto su grueso cuero, aunque sale algo de sangre no parece ser una cantidad ni de lejos suficiente como para causarle molestias, por lo menos no da señales de que le moleste. Se encabrita, tratando de zafarse de quien está en su espalda, si hay alguien cerca debería tener cuidado. Tras eso corre hacia una de las paredes con intención de chocar contra ella, puede que no vaya a dañar a nadie, pero a lo mejor a la sala no le sienta tan bien.
Al ver esto los albinos miran a Claude.
- Vale, te ayudaremos si nos bajas, pero no queremos morir enterrados. - Dice uno de ellos tras consultarlo con sus compañeros.
- Thyra:
- Te escapas de los zarpazos de puro milagro. Una milésima más tarde y probablemente no tendrías pies en estos momentos, pero no perdamos el tiempo pensando en qué pudo pasar y centrémonos en qué está pasando. Brillas un poquito, lo que atrae la atención de más conejotes. No, tranquila, no van a por ti. Tienen una presa delante y quieren dar buena cuenta de ella antes de pensar en comerte o lo que tengan pensado hacer contigo.
En cuanto al tuyo, tus dagas caen sobre él. Su pelaje es grueso y espeso, así como su piel, pero la pobre bestia no cuenta con la temperatura del acero que pretende clavarse en su cuello. El olor a pelo quemado llega hasta tus fosas nasales mientras sigues en el aire ―por cierto, no sé si te has vuelto a agarrar al látigo o estás cayendo de vuelta a la nieve con el látigo enrollado en la rama― y el aullido del dolor del conejo indica que su carne también se ha visto lacerada.
Parece que va a continuar dando guerra, pero entonces sucede algo. De las zonas donde las dagas se han clavado, justo sobre sus clavículas ―no olvidemos que has lanzado desde arriba―, comienzan a nacer sendos chorros de sangre que desbordan el tapón que hacía el acero. ¡Maldito calor, que convierte la carne en mantequilla! De cualquier modo, el animal cae al suelo con tus dagas clavadas y, esta vez sí, el resto de la manada se centra en ti. ¿La parte positiva? Que sois más y las criaturas aún combaten contra el resto de merodeadores. ¿La negativa? Que lo hacen con más violencia que antes y con el único objetivo de quitarlos de en medio para ir a por ti.
Serleena
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La cosa se estaba poniendo bastante complicada, al menos para mi ya que en mi contador de muertos solo había un reptil, al cual una bala le había reventado su lustroso cráneo. Bueno, mientras mis compañeros hacían de las suyas contra aquella amenaza algo llamó mi atención. Como no podía ser de otro modo Claude estaba tratando de ser el más "diplomático", o eso pensaba al verle subido a aquella jaula.
Tampoco fueron pocas las sorpresas de mis compañeras. ¿Aquello eran estacas de sangre? ¿Y esa ira?...que divertido debe ser tener poderes para hacer cosas …y yo me conformo con mi rifle y mis otras armas. Pues si, me gusta más disparar que hacer "jibiris", tiene más mérito que cuando matas a alguien sea por esfuerzo propio y no por ayudas mágicas. Bueno volviendo al tema.
Recargo por primera vez el rifle de francotirador desde mi posición si aquel morlaco se entretenía con mis compañeros, pero de venir hacia a mi me colocaría el rifle a la espalda y comenzaría a dar volteretas hacia atrás para que a la cuarta, sacar nuevamente mis dos psitolas de la cartuchaera y pegarle dos tiros. No le harían más que cosquillas, pero al menos lo frenarían...o eso creía.
De entretenerse el bicho me quedaría con una rodilla en tierra. Recargaría el rifle con otra bala de gran calibre, apuntaría por la mira siempre y cuando los reptiles peques ya no fueran un problema, y trataría de dispararle a alguno de los huecos donde la armadura no le cubriera, concretamente, donde tenía los cortes.
Tras esto pude ver que el morlaco se giró y trató de atacar a mis compañeros entonces ya me cabreé.
-¡EH ESTÚPIDO BICHO QUE TE ESTOY DISPARANDO YO!¡¿COMO OSAS DARME LA ESPALDA!-dije disparando otro tiro de rifle hasta darme cuenta del …el bicho en su intento por golpear a mis nakamas se golpeó contra una de las paredes de la cueva. Abrí los ojos como platos, pues todos sabíamos que iba a pasar.
-Ay dioses....-dije en alusión al posible derrumbamiento mientras miraba la entrada de la cueva desde mi distancia de tiradora.
Tampoco fueron pocas las sorpresas de mis compañeras. ¿Aquello eran estacas de sangre? ¿Y esa ira?...que divertido debe ser tener poderes para hacer cosas …y yo me conformo con mi rifle y mis otras armas. Pues si, me gusta más disparar que hacer "jibiris", tiene más mérito que cuando matas a alguien sea por esfuerzo propio y no por ayudas mágicas. Bueno volviendo al tema.
Recargo por primera vez el rifle de francotirador desde mi posición si aquel morlaco se entretenía con mis compañeros, pero de venir hacia a mi me colocaría el rifle a la espalda y comenzaría a dar volteretas hacia atrás para que a la cuarta, sacar nuevamente mis dos psitolas de la cartuchaera y pegarle dos tiros. No le harían más que cosquillas, pero al menos lo frenarían...o eso creía.
De entretenerse el bicho me quedaría con una rodilla en tierra. Recargaría el rifle con otra bala de gran calibre, apuntaría por la mira siempre y cuando los reptiles peques ya no fueran un problema, y trataría de dispararle a alguno de los huecos donde la armadura no le cubriera, concretamente, donde tenía los cortes.
Tras esto pude ver que el morlaco se giró y trató de atacar a mis compañeros entonces ya me cabreé.
-¡EH ESTÚPIDO BICHO QUE TE ESTOY DISPARANDO YO!¡¿COMO OSAS DARME LA ESPALDA!-dije disparando otro tiro de rifle hasta darme cuenta del …el bicho en su intento por golpear a mis nakamas se golpeó contra una de las paredes de la cueva. Abrí los ojos como platos, pues todos sabíamos que iba a pasar.
-Ay dioses....-dije en alusión al posible derrumbamiento mientras miraba la entrada de la cueva desde mi distancia de tiradora.
- Resumen:
-Trata de distraer al triceratops disparándole en las heridas previas.
- Calumnia al reptil en cuanto pasa de ella.
-Ante el golpe que se iba a dar el reptil contra la pared de la cueva, Serleena se queda blanca ya que puede haber un derrumbamiento, o al menos eso cree ella.
Abigail Mjöllnir
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Fortaleza
Velocidad
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Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
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Akuma no mi
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Había hecho bien poniéndose el abrigo de piel sobre el hábito. Combinando las dos prendas no notaría tanto el frío que empezaba a hacer. El cielo se nubló, y sus pronósticos acabaron cumpliéndose. La nieve fue lo primero que empezó a caer, pero no le extrañaría nada si en los próximos minutos además de nieve caía agua y granizo.
La princesa decía que no había problema con arreglar una propiedad si salía todo bien y, además, le había dado información importante sobre el lugar al que iban. La roca de la montaña era muy sólida, y probablemente tendrían que preocuparse más de un posible alud que de un desprendimiento de roca. Por otra parte, solo hubo derrumbes durante la actividad de la mina y, aparentemente, se cerró hará... cuanto, 40 o 50 años? Cualquier explosivo, si es que los usaban, habría quedado inutilizado por la humedad de la isla. Además, había otro dato interesante. La montaña contaba con cuevas naturales de un tamaño similar o mayor al del castillo.
—Por partes —dijo, y es que había bastante que tratar ahí, empezando por lo último que había comentado Hazel.
—Un ataque mercenario sería una evidencia de un complot, pero... ¿piratas? esos asaltos tienen lugar a diario, sería más complicado sospechar que eso forma parte de un levantamiento —respondió —. En uno de mis últimos encargos había bandas piratas trabajando para un individuo del bajo mundo, algunos abarcan más que el saqueo clásico, algunos se... diversifican más —miró de reojo a ambos cazadores, esperando que comprendieran que sus actos y palabras no eran solo por su carácter protector, había cierta experiencia detrás —. Para otra, Kohaku, intenta no desvelar tus deducciones delante de la persona de la que sospechas. Si aciertas y te oyen podrías perder el factor sorpresa o podrían preparar defensas adicionales que nos dificultarán el trabajo. La información es mucho más poderosa y efectiva de lo que podemos imaginar, no la entregues tan fácilmente —no lo decía para regañarle ni nada parecido, solo era una indicación y consejo a futuro. Tenían que ser avispados, inteligentes, desconfiados y estratégicos si querían subir el nivel de sus presas.
Aclarado eso, y mientras el trineo continuaba su camino bajo la guía de la navegante del grupo, tocaba exponer lo que había dicho la princesa cuando estaban preparándose. La ventisca iba a empeorar... no podían esperar a Raion y Braud, sería muy difícil avanzar rápidamente cuando fuera a peor y perdieran casi toda la visibilidad.
—Según la princesa la mina hacia la que nos dirigimos lleva abandonada unas décadas, debería ser lo bastante sólida como para aguantar disparos pero creo que, a menos que sea necesario para sobrevivir, deberíamos evitar explosivos, ondas de corte, de choque, y esas cosas que puedan dañar la estructura de la mina —explicó. Eso, por supuesto, incluía sus láseres —. Por otra parte, hay cuevas naturales del tamaño del castillo, ahí debería ser más o menos seguro incluso si nos pasamos un poco —comentó. Es más... si había gente viviendo allí tenía pinta de que vivirían en una de esas cuevas en lugar de en los túneles de minería.
Ya estaban dirigiendo el trineo hacia la mina siguiendo la ruta marcada, aunque la navegante del grupo estaba atenta a posibles caminos alternativos que pudieran acortar el viaje. Logró ver la posición del sol antes de que las nubes lo taparan y, de todas formas, pudo echar un vistazo a la hora en el reloj de bolsillo que le entregó el Gobierno por uno de sus encargos recientes. Ya había pasado la hora del encuentro con el rey... acarició las protuberancias del reloj, esos proyectiles que encajarían más con un espía que con ella.
«Ya deberían haber acabado... le llamaré ahora»
De entre los bolsillos de su hábito, debajo del abrigo, sacó el Den Den Mushi que había usado para ponerse en contacto con el resto de cazadores la semana anterior.
—Hazel, ¿puedes guiar el trineo un momento, por favor? Voy a llamar a Raion, ya deberían haber acabado con lo del rey, no te desvíes de la ruta por ahora —pidió antes de sacar el Den Den y llamar al león del grupo. Si contestaba y si la llamada llegaba bien, le comentaría sus hallazgos:
—Raion, ¿puedes hablar? ¿te escucha alguien? Procura que no, nunca podemos fiarnos del todo. Nos dirigimos a una de las minas. Prepárate bien, se va a desatar una ventisca. Si esperamos perderemos mucha visibilidad así que nos adelantamos para ir investigando. Ah, sí, mientras os esperaba investigué un poco, los lugareños vieron un grupo de no más de diez personas, uno tenía mucha altura y el que parecía el líder iba sobre un lobo con unas escamas extrañas, fueron bastante rápidos y los locales no llegaron a ver nada más —hizo una pausa de unos segundos. ¿Debía contarle ya lo del pago por adelantado? La princesa había sacado todo eso del propio palacio —. Si sigues en el palacio que nadie oiga esto —dejó otra pausa—. Tenemos un pago por adelantado, no podemos fallar —dijo. Recibiendo un pago por adelantado se habían comprometido a solucionar la situación de Sakura, fallar o irse ya no era una opción si querían mantener cierta reputación positiva. Además de eso, también le hablaría al león de lo que había dicho la princesa, que habían detectado huellas de personas y animales de gran tamaño, que los lugareños habían oído cosas en la entrada por las noches. También le comentaría que la princesa había discutido con el general la posibilidad de que fuera parte de un próximo ataque a mayor escala.
Cuando la conversación con Raion acabara, y cuando guardara el den den mushi, podría volver a pestar atención a sus compañeros del trineo, pero antes miró el mapa para asegurarse de que iban por buen camino.
—A este paso no deberíamos tardar demasiado, no nos conviene estar fuera cuando esas nubes descarguen lo que tienen dentro —murmuró. Tenía algo de preocupación, y es que todo se torcía cuando entraba en juego el trono de un reino. Podrían haber sido contratados para favorecer a los asesinos sin ser conscientes —. Intentad no matar si no es estrictamente necesario para sobrevivir. Quizá podamos sonsacarles información sobre quién es el culpable de verdad —pidió por una razón en concreto. Si, como decía Kohaku, no podían fiarse, matar sería una imprudencia, perderían información valiosa que podría servirles de mucho. Quería cumplir el encargo, pero no se mancharía las manos de sangre inocente.
Y si la estaban engañando... no habría mar suficiente para escapar de ella.
La princesa decía que no había problema con arreglar una propiedad si salía todo bien y, además, le había dado información importante sobre el lugar al que iban. La roca de la montaña era muy sólida, y probablemente tendrían que preocuparse más de un posible alud que de un desprendimiento de roca. Por otra parte, solo hubo derrumbes durante la actividad de la mina y, aparentemente, se cerró hará... cuanto, 40 o 50 años? Cualquier explosivo, si es que los usaban, habría quedado inutilizado por la humedad de la isla. Además, había otro dato interesante. La montaña contaba con cuevas naturales de un tamaño similar o mayor al del castillo.
—Por partes —dijo, y es que había bastante que tratar ahí, empezando por lo último que había comentado Hazel.
—Un ataque mercenario sería una evidencia de un complot, pero... ¿piratas? esos asaltos tienen lugar a diario, sería más complicado sospechar que eso forma parte de un levantamiento —respondió —. En uno de mis últimos encargos había bandas piratas trabajando para un individuo del bajo mundo, algunos abarcan más que el saqueo clásico, algunos se... diversifican más —miró de reojo a ambos cazadores, esperando que comprendieran que sus actos y palabras no eran solo por su carácter protector, había cierta experiencia detrás —. Para otra, Kohaku, intenta no desvelar tus deducciones delante de la persona de la que sospechas. Si aciertas y te oyen podrías perder el factor sorpresa o podrían preparar defensas adicionales que nos dificultarán el trabajo. La información es mucho más poderosa y efectiva de lo que podemos imaginar, no la entregues tan fácilmente —no lo decía para regañarle ni nada parecido, solo era una indicación y consejo a futuro. Tenían que ser avispados, inteligentes, desconfiados y estratégicos si querían subir el nivel de sus presas.
Aclarado eso, y mientras el trineo continuaba su camino bajo la guía de la navegante del grupo, tocaba exponer lo que había dicho la princesa cuando estaban preparándose. La ventisca iba a empeorar... no podían esperar a Raion y Braud, sería muy difícil avanzar rápidamente cuando fuera a peor y perdieran casi toda la visibilidad.
—Según la princesa la mina hacia la que nos dirigimos lleva abandonada unas décadas, debería ser lo bastante sólida como para aguantar disparos pero creo que, a menos que sea necesario para sobrevivir, deberíamos evitar explosivos, ondas de corte, de choque, y esas cosas que puedan dañar la estructura de la mina —explicó. Eso, por supuesto, incluía sus láseres —. Por otra parte, hay cuevas naturales del tamaño del castillo, ahí debería ser más o menos seguro incluso si nos pasamos un poco —comentó. Es más... si había gente viviendo allí tenía pinta de que vivirían en una de esas cuevas en lugar de en los túneles de minería.
Ya estaban dirigiendo el trineo hacia la mina siguiendo la ruta marcada, aunque la navegante del grupo estaba atenta a posibles caminos alternativos que pudieran acortar el viaje. Logró ver la posición del sol antes de que las nubes lo taparan y, de todas formas, pudo echar un vistazo a la hora en el reloj de bolsillo que le entregó el Gobierno por uno de sus encargos recientes. Ya había pasado la hora del encuentro con el rey... acarició las protuberancias del reloj, esos proyectiles que encajarían más con un espía que con ella.
«Ya deberían haber acabado... le llamaré ahora»
De entre los bolsillos de su hábito, debajo del abrigo, sacó el Den Den Mushi que había usado para ponerse en contacto con el resto de cazadores la semana anterior.
—Hazel, ¿puedes guiar el trineo un momento, por favor? Voy a llamar a Raion, ya deberían haber acabado con lo del rey, no te desvíes de la ruta por ahora —pidió antes de sacar el Den Den y llamar al león del grupo. Si contestaba y si la llamada llegaba bien, le comentaría sus hallazgos:
—Raion, ¿puedes hablar? ¿te escucha alguien? Procura que no, nunca podemos fiarnos del todo. Nos dirigimos a una de las minas. Prepárate bien, se va a desatar una ventisca. Si esperamos perderemos mucha visibilidad así que nos adelantamos para ir investigando. Ah, sí, mientras os esperaba investigué un poco, los lugareños vieron un grupo de no más de diez personas, uno tenía mucha altura y el que parecía el líder iba sobre un lobo con unas escamas extrañas, fueron bastante rápidos y los locales no llegaron a ver nada más —hizo una pausa de unos segundos. ¿Debía contarle ya lo del pago por adelantado? La princesa había sacado todo eso del propio palacio —. Si sigues en el palacio que nadie oiga esto —dejó otra pausa—. Tenemos un pago por adelantado, no podemos fallar —dijo. Recibiendo un pago por adelantado se habían comprometido a solucionar la situación de Sakura, fallar o irse ya no era una opción si querían mantener cierta reputación positiva. Además de eso, también le hablaría al león de lo que había dicho la princesa, que habían detectado huellas de personas y animales de gran tamaño, que los lugareños habían oído cosas en la entrada por las noches. También le comentaría que la princesa había discutido con el general la posibilidad de que fuera parte de un próximo ataque a mayor escala.
Cuando la conversación con Raion acabara, y cuando guardara el den den mushi, podría volver a pestar atención a sus compañeros del trineo, pero antes miró el mapa para asegurarse de que iban por buen camino.
—A este paso no deberíamos tardar demasiado, no nos conviene estar fuera cuando esas nubes descarguen lo que tienen dentro —murmuró. Tenía algo de preocupación, y es que todo se torcía cuando entraba en juego el trono de un reino. Podrían haber sido contratados para favorecer a los asesinos sin ser conscientes —. Intentad no matar si no es estrictamente necesario para sobrevivir. Quizá podamos sonsacarles información sobre quién es el culpable de verdad —pidió por una razón en concreto. Si, como decía Kohaku, no podían fiarse, matar sería una imprudencia, perderían información valiosa que podría servirles de mucho. Quería cumplir el encargo, pero no se mancharía las manos de sangre inocente.
Y si la estaban engañando... no habría mar suficiente para escapar de ella.
- resumen:
» Comenta Cosas de lo que dice la princesa. Da consejos a Hazel y Kohaku (Roland lo oye también pero no va a hacer caso (?)).
» Mientras lleva el trineo trata de localizar alguna ruta más rápida, aunque de momento sigue la ruta (Se dirigen hacia la mina que indicó la princesa) que se le ha marcado en el mapa por ser la más segura, en teoría.
» Mira la hora y llama a Raion cuando cree que ya ha acabado la reunión con el rey. Le informa de... todo, realmente, incluido el pronóstico de ventisca para que no le pille por sorpresa.
» Puede que en vano, pide a sus compañeros que reduzcan la letalidad al mínimo posible para poder interrogar a los que derroten en la mina.
Su sonrisa se ensanchó cuando el hombre de cabello oscuro decidió acceder a echarle una mano para guardar las cosas dentro de Abi. En parte escondiendo con aquel gesto burlón lo irónico que le resultaba que alguien tan desconfiado fuese a fiarse de entre todas las personas en ese cuarto de ella. A ver. Muy en el fondo era alguien confiable. Pero estando Abigail, que literalmente les había agrupado a todos y tenía pintas de santa. Se tenía que reír. Aunque su gesto suavizado y su gesto desfruncido que dejaban ver que, tras esa mueca había un rostro de facciones casi angelicales duraron lo que tardó el gordinflón en acercarse. Si la albina hubiera podido leerle la mente… Una pena. Pero si iba a ir por su cuenta en su scooter lo mismo acababa hecho un cúbito de hielo sin dar más por saco. Al menos si se cumplía el pronóstico de la navegante.
Los cielos se terminaban de oscurecer y el tiempo apremiaba, así que hechos los preparativos no quedó más remedio que mantener el grupo dividido. Nada que a la albina le molestase. Si al final solo una mitad cumplía el objetivo implicaba que los otros dos no merecían tocar la recompensa, y ya que Abigail había dicho algo de preferir una casa… Más para ella. O eso iba divagando entre que prestaba atención y no a las palabras de los otros dos. Su atención fue máxima cuando recibieron los datos de la novicia, hasta puso su aporte. Pero las desconfianzas de Kohaku hacia la princesa basadas en una corazonada no terminaron de calar. Rodó los ojos. Y su cara no pudo ser peor cuando la mujer dijo que sí que podían ser ciertas y que sería mejor no matar a nadie. «Solo saben quitar la diversión. Luego que por qué no cojo encargos que no tengan una diana del gobierno sobre su cabeza», se quejó en su foro interno, asintiendo a regañadientes.
—sí, sí, lo que sea. Aunque ya me estoy viendo como nos cae una estalactita del techo de alguna de las cuevas del tamaño de una catedral. —Hizo el apunte mirando a la mujer. Ella por su parte no tenía problemas. Que supiera, no estallaba en llamas ni iba por ahí lanzando granadas. Solo ella, sus armas de filo y su mala leche para llevar a cabo el trabajo. Hablando de sus armas, ahora echaba de menos a “filo carmesí” y “aguijón negro”. Hubiera sido una buena idea llevar esas dos armas consigo. Una espada capaz de resistir la temperatura y sus golpes y un puñal que potenciaba el impacto por su pesadez. Quizás para otra ocasión. Aunque si no podían matar…
Al menos se llevaría de esa experiencia dos cosas, su recompensa y el contacto de una cazadora capaz. No es que la chica hubiera cambiado de parecer sobre lo de hacer equipo. Y de hecho de su grupito… Se salvaban los humanos, por no llamar a los otros tres bichos raros, si bien no había tenido contacto suficiente con el gatito y el gigantón para formarse una opinión objetiva. Y la mujer tenía como extra el poder cargar con muchas, pero muchas cosas. Seguro que podía vender las armas y suministros de sus objetivos en Whiskey Peak por un precio decente. Y su carga no se limitaría a una o dos mochilas grandes.
El viaje continuó tal y como se había previsto, con los primeros copos cayendo sobre sus cabezas. Parecía que pronto iría a peor y es que el viento cortante que estaban soportando contra sus caras por la velocidad del trineo se vería acompañado más pronto que tarde de nieve en cantidad, granizo y un aumento de velocidad. Si hubieran salido más tarde hubiera sido todo peor. Por suerte, el trineo seguía su rumbo. Buscó con la mirada a Santa. ¿Se habría ido por otro lado? Seguramente no tuviera esa suerte. Resopló. Abi llamó entonces su atención.
—¿Mantener el rumbo? Sí, claro. Solo tengo que hacer que el trineo siga recto, ¿no? —preguntó, «tomando las riendas» del trineo tanto literal como figuradamente, procurando no virar si no necesitaban evitar un árbol o cosas por el estilo mientras escuchaba la conversación. —Parece que cuadra tanto lo del rey como lo otro con lo dicho por la princesita —comentaría sin apartar la vista del camino—. Oye, Abi, esto se está poniendo más feo. ¿Nos queda mucho para llegar? No me gustaría convertirme en un cúbito de hielo.
Los cielos se terminaban de oscurecer y el tiempo apremiaba, así que hechos los preparativos no quedó más remedio que mantener el grupo dividido. Nada que a la albina le molestase. Si al final solo una mitad cumplía el objetivo implicaba que los otros dos no merecían tocar la recompensa, y ya que Abigail había dicho algo de preferir una casa… Más para ella. O eso iba divagando entre que prestaba atención y no a las palabras de los otros dos. Su atención fue máxima cuando recibieron los datos de la novicia, hasta puso su aporte. Pero las desconfianzas de Kohaku hacia la princesa basadas en una corazonada no terminaron de calar. Rodó los ojos. Y su cara no pudo ser peor cuando la mujer dijo que sí que podían ser ciertas y que sería mejor no matar a nadie. «Solo saben quitar la diversión. Luego que por qué no cojo encargos que no tengan una diana del gobierno sobre su cabeza», se quejó en su foro interno, asintiendo a regañadientes.
—sí, sí, lo que sea. Aunque ya me estoy viendo como nos cae una estalactita del techo de alguna de las cuevas del tamaño de una catedral. —Hizo el apunte mirando a la mujer. Ella por su parte no tenía problemas. Que supiera, no estallaba en llamas ni iba por ahí lanzando granadas. Solo ella, sus armas de filo y su mala leche para llevar a cabo el trabajo. Hablando de sus armas, ahora echaba de menos a “filo carmesí” y “aguijón negro”. Hubiera sido una buena idea llevar esas dos armas consigo. Una espada capaz de resistir la temperatura y sus golpes y un puñal que potenciaba el impacto por su pesadez. Quizás para otra ocasión. Aunque si no podían matar…
Al menos se llevaría de esa experiencia dos cosas, su recompensa y el contacto de una cazadora capaz. No es que la chica hubiera cambiado de parecer sobre lo de hacer equipo. Y de hecho de su grupito… Se salvaban los humanos, por no llamar a los otros tres bichos raros, si bien no había tenido contacto suficiente con el gatito y el gigantón para formarse una opinión objetiva. Y la mujer tenía como extra el poder cargar con muchas, pero muchas cosas. Seguro que podía vender las armas y suministros de sus objetivos en Whiskey Peak por un precio decente. Y su carga no se limitaría a una o dos mochilas grandes.
El viaje continuó tal y como se había previsto, con los primeros copos cayendo sobre sus cabezas. Parecía que pronto iría a peor y es que el viento cortante que estaban soportando contra sus caras por la velocidad del trineo se vería acompañado más pronto que tarde de nieve en cantidad, granizo y un aumento de velocidad. Si hubieran salido más tarde hubiera sido todo peor. Por suerte, el trineo seguía su rumbo. Buscó con la mirada a Santa. ¿Se habría ido por otro lado? Seguramente no tuviera esa suerte. Resopló. Abi llamó entonces su atención.
—¿Mantener el rumbo? Sí, claro. Solo tengo que hacer que el trineo siga recto, ¿no? —preguntó, «tomando las riendas» del trineo tanto literal como figuradamente, procurando no virar si no necesitaban evitar un árbol o cosas por el estilo mientras escuchaba la conversación. —Parece que cuadra tanto lo del rey como lo otro con lo dicho por la princesita —comentaría sin apartar la vista del camino—. Oye, Abi, esto se está poniendo más feo. ¿Nos queda mucho para llegar? No me gustaría convertirme en un cúbito de hielo.
- Resumen :
- Mofarse internamente por ser en quien más confía la mayor parte del grupo, en especial Kohaku, en comparación a su desconfianza en Abi. Escuchar a Abi y rodar los ojos con lo de no poder matar a los presuntos enemigos del rey, aceptando a regañadientes que tenía sus motivos para decirlo. Comentar que lo mismo con el eco de los disparos derrumbaban alguna cueva sobre sus cabezas y controlar el rumbo del trineo mientras la monja hablaba con el lindo gatito, poniendo la oreja mientras.
Freites D. Alpha
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-¿Mmmm? – El ataque con P.A.P.E.L.I.T.O quizás no habría sido la mejor, pero de los errores se aprende. Aquella herida por suerte no resulto ser tan profunda y de igual manera no hizo mucho daño. Pronto haría que uno de sus grumetes le realizara un vendaje para que el sangrado de detuviera, pero aun no era el momento. < Su Haki es más fuerte de lo que pensaba. Quizás esta arma es muy flexible.> Pensó el pequeño pirata. De igual forma, tarde o temprano él encontraría una solución con aquel inconveniente. Aún quedaba trabajo por hacer.
- ¡Amarrad a los tres que están en el suelo! – Ordeno el joven rey. Un sí señor se escuchó fuerte y claro. Dos tripulantes por cada ninja y el resto se ocupó se atender a todos los que habían caído inconscientes. Jóvenes grumetes que aún no se acostumbraban al calor del señor de la guerra.
- ¡Joder capitán! ¡Debería calmarse un poco cuando sea momento de pelear! – Alpha realizo un gesto de risa al escuchar aquello. Claramente él era el primero en poner sobre aviso a todos sobre su modo de pelear. Algún defecto tenía que tener ¿No?
- ¿Lady Payne? – Preguntó abiertamente el pirata. Mientras desactivaba su habilidad. Pronto el calor comenzaría a bajar y, el orgulloso pirata observaba sin perderse ningún detalle los movimientos del ninja que quedaba. Aunque… los otros estaban supuestamente muertos ¿No? En situaciones como estas, Alpha no podía confiarse.
<¿Qué coño?> El pelilargo no podía creerlo. Los ojos se le pusieron como un par de platos y su expresión se volvió totalmente sorpresiva <¿Se está intentando suicidar?> Alpha no podía créelo. Por un lado, le parecía algo admirable. Por otro lado, era algo que no podía permitir. Aquel asesino tenía aún muchas preguntas que responder.
Alpha se lanzó disparado contra su oponente a toda velocidad. Por otro lado, Suzaku también apoyaba a su compañero. El joven pirata buscaría sujetar la mano con la que aquel sujeto intentaba suicidarse, con la intención de calentar su mano lo suficiente para que soltara el arma y la dejase caer. Si funcionaba, la súper ave trataría de golpear en la cabeza con fuerza al ninja con la parte plana de la espada para noquearle. Si todo salía bien, el herrero ordenaría a los tripulantes. Que lo amarrasen y lo amordazasen.
Por otro lado, era momento de ver el panorama fuera del barco y analizar un poco la situación. El joven rey daría un rápido vistazo a todo mientras ordenaba repartir agua para hidratar a todos. – Beba agua, soldado. – Dijo al veterano. - La guerra aún no ha terminado. – Y mientras el pequeño sonreía y observaba el espectáculo. Un grumete se acercaría al pequeño con la intención de vendar la herida del hombro izquierdo de su capitán.
- ¡Amarrad a los tres que están en el suelo! – Ordeno el joven rey. Un sí señor se escuchó fuerte y claro. Dos tripulantes por cada ninja y el resto se ocupó se atender a todos los que habían caído inconscientes. Jóvenes grumetes que aún no se acostumbraban al calor del señor de la guerra.
- ¡Joder capitán! ¡Debería calmarse un poco cuando sea momento de pelear! – Alpha realizo un gesto de risa al escuchar aquello. Claramente él era el primero en poner sobre aviso a todos sobre su modo de pelear. Algún defecto tenía que tener ¿No?
- ¿Lady Payne? – Preguntó abiertamente el pirata. Mientras desactivaba su habilidad. Pronto el calor comenzaría a bajar y, el orgulloso pirata observaba sin perderse ningún detalle los movimientos del ninja que quedaba. Aunque… los otros estaban supuestamente muertos ¿No? En situaciones como estas, Alpha no podía confiarse.
<¿Qué coño?> El pelilargo no podía creerlo. Los ojos se le pusieron como un par de platos y su expresión se volvió totalmente sorpresiva <¿Se está intentando suicidar?> Alpha no podía créelo. Por un lado, le parecía algo admirable. Por otro lado, era algo que no podía permitir. Aquel asesino tenía aún muchas preguntas que responder.
Alpha se lanzó disparado contra su oponente a toda velocidad. Por otro lado, Suzaku también apoyaba a su compañero. El joven pirata buscaría sujetar la mano con la que aquel sujeto intentaba suicidarse, con la intención de calentar su mano lo suficiente para que soltara el arma y la dejase caer. Si funcionaba, la súper ave trataría de golpear en la cabeza con fuerza al ninja con la parte plana de la espada para noquearle. Si todo salía bien, el herrero ordenaría a los tripulantes. Que lo amarrasen y lo amordazasen.
Por otro lado, era momento de ver el panorama fuera del barco y analizar un poco la situación. El joven rey daría un rápido vistazo a todo mientras ordenaba repartir agua para hidratar a todos. – Beba agua, soldado. – Dijo al veterano. - La guerra aún no ha terminado. – Y mientras el pequeño sonreía y observaba el espectáculo. Un grumete se acercaría al pequeño con la intención de vendar la herida del hombro izquierdo de su capitán.
- Resumen:
- - Recibir una cortada en el hombro izquierdo.
- Desactivar Living Desert.
- Intentar detener el intento de suicidio de aquel sujeto. Mientras Suzaku Intentaba darle un golpe con la parte plana de la espada con la intencion de noquearlo.
- independientemente de que lograra o no evitar el suicidio. Ordenar repetir agua para hidratar a todos, incluyendo al veterano.
-Intentar recibir un vendaje bastante básico, lo suficientemente útil como para detener la hemorragia.
Zira
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El calor emanado por su capitán no la ayudaba mucho, pero debía adaptarse a la situación, su enemigo tampoco la pasaba muy bien en ese entorno, debía apurarse antes de que su cuerpo llegue a su límite. Avanzaron al ataque, el contrincante volvió a sacar un kunai pero esta vez para usarlo cuerpo a cuerpo, lanzando una apuñalada frontal hacia el cuello de la chica, pero Zira se adelantó acortando la distancia y lanzando cortes bajos. Dejó las piernas del hombre en un estado crítico, este terminó cayendo al suelo boca abajo, la muchacha no iba a aguantar más en pie y en cuanto vio que el enemigo estaba llevando su mano hacia su bolsillo, ella no dudó en pisarle el codo con el fin de romperselo. Y clavó con fuerza su katana en el otro, hundiendolo tanto que se clavó en el suelo atravesando todo el brazo. Y segundos después cayó al suelo.
Comenzaba a ver borroso, la cabeza dolía y el cuerpo le ardía, era un infierno en vida, esa habilidad del capitán no le beneficiaba mucho. Mientras la tensión se iba estabilizando, dos hombres de la tripulación levantaron a Zira junto a sus espadas, sacando una del cuerpo del shinobi y llevándoselo a él también. –¿Eh? ¿Qué pasa? –Preguntaba mientras la sentaban en el suelo ya en otro lugar del barco, miró a los dos que la movieron, les mostró una sonrisa en cuanto vio a sus katanas al lado. –Vayan a ayudar al capitán en lo que necesite, yo ando bien. –Les confirmaba asintiendo con mucha confianza, ambos se fueron y ella se quedó allí descansando con sus espadas en mano, al menos la temperatura volvió a su origen.
Comenzaba a ver borroso, la cabeza dolía y el cuerpo le ardía, era un infierno en vida, esa habilidad del capitán no le beneficiaba mucho. Mientras la tensión se iba estabilizando, dos hombres de la tripulación levantaron a Zira junto a sus espadas, sacando una del cuerpo del shinobi y llevándoselo a él también. –¿Eh? ¿Qué pasa? –Preguntaba mientras la sentaban en el suelo ya en otro lugar del barco, miró a los dos que la movieron, les mostró una sonrisa en cuanto vio a sus katanas al lado. –Vayan a ayudar al capitán en lo que necesite, yo ando bien. –Les confirmaba asintiendo con mucha confianza, ambos se fueron y ella se quedó allí descansando con sus espadas en mano, al menos la temperatura volvió a su origen.
- Resumen:
- Incapacita a su oponente causándole severas heridas antes de caer al suelo por el cambio de temperatura. Dos tripulantes la ayudaron dejándola apartada de ese lugar, ella al recuperarse parcialmente les indicó que ayuden al capitán, Zira se quedaría tomando un descanso allí mismo.
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