Helga Eiríksdóttir
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La jefa no se mostraba nada contenta por ver al sospechoso de mantenerse de pie. Bueno, que más daba, al menos había accedido a hablar. La pelirroja frunció el ceño al escuchar la historia del hombre, parecía no creerle o eso me daba la sensación. Al menos la mujer se mostraba satisfecha cuando accedí a ayudarla, al menos eso la calmaría. Me impresionó como la mujer pasó de una actitud de líder a la de una chica de taberna, como si estuviera echándole los tejos. El señor "Won Sun" estaba intentando evitar a la pelirroja y se encontraba pegado a una pared. Al final, la señorita Altair le tocó la cabeza y salieron unas cosas extrañas. Parecían ser lo que mi hermana me había hablado una vez. Esas cosas llamadas "películas". Me quedé alucinando con la escena y vi lo que parecían ser los recuerdos del objetivo. Altair nos dijo que aquello debería permanecer como un secreto entre nosotros y posteriormente hizo algo con esas cosas.
- No se preocupe, señora. No diremos nada - Comenté encogiéndome de hombros mientras el sujeto volvía a la normalidad
El hombre acabó aceptando el trato pero luego la mujer recibió una llamada y nos dijo que la esperábamos en la plaza en media hora. Lo que dijo de que no querríamos quedarnos en tierra me intrigó demasiado. ¿Acaso iba a pasar algo? El sujeto tropezó con Altair, intenté aguantarme la risa ya que parecía ser un momento cómico.
- Como usted diga, señora. Nos verá allí en el plazo que usted ha dicho. Vamos Shiro, hora de moverse - Dije recuperando la compostura y poniendo rumbo a la plaza, intentando no volver a caer en volver al juego. Parecía que las cosas se iban a poner interesantes. A medida iba descubriendo cosas y cuando llegara el momento, actuaría.
- No se preocupe, señora. No diremos nada - Comenté encogiéndome de hombros mientras el sujeto volvía a la normalidad
El hombre acabó aceptando el trato pero luego la mujer recibió una llamada y nos dijo que la esperábamos en la plaza en media hora. Lo que dijo de que no querríamos quedarnos en tierra me intrigó demasiado. ¿Acaso iba a pasar algo? El sujeto tropezó con Altair, intenté aguantarme la risa ya que parecía ser un momento cómico.
- Como usted diga, señora. Nos verá allí en el plazo que usted ha dicho. Vamos Shiro, hora de moverse - Dije recuperando la compostura y poniendo rumbo a la plaza, intentando no volver a caer en volver al juego. Parecía que las cosas se iban a poner interesantes. A medida iba descubriendo cosas y cuando llegara el momento, actuaría.
- Resumen:
- Flipar con el truco de lady Altair, prometerle que no diría nada e ir a esperar a la plaza a ver que iba a pasar
Tomoe Asai-Asakura
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Tras hablar con los caballeros y los lobos, la espadachina se quedó esperando hasta que... bueno, hasta que sus brazos empezaron a sufrir. ¿Le habría pasado algo al muchacho? Tomoe decidió bajar también, encontrándose con el cazador aún trabajando.
Mientras se preparaba, la espadachina pudo ver algo bastante mejor que las sábanas que le ofrecía Sam.
—Gracias Sam, pero creo que usaré esto, será menos engorroso —agradeció el gesto igualmente y se fue de cabeza a un morral que parecía de cuero. Debía ser la bolsa de trabajo de quien fuera que trabajara allí. Por el momento dejó sus libros en una de las mesas del taller y, ni corta ni perezosa, abrió la bolsa y la agitó boca abajo para que todo cayera al suelo. Acto seguido le quitó un poco el polvo con la mano y, después, metió los dos tomos dentro. Tuvo que volver a ajustarse el equipo, pero pronto estuvo lista con sus dos espadas, su bolsa, y su cuaderno aún bien sujeto en el lado derecho de su cintura.
Si iban a ver a la reina... yep, tendría que mantener aún oculta su identidad como revolucionaria.
El trayecto por las calles de Astelia fue bastante suave y sin ningún peligro. Anthony no había cambiado el régimen de patrullas así que las notas que había tomado la espadachina seguían siendo precisas y evitaron encontronazos innecesarios. Así, en apenas veinte minutos llegaron a la plaza de la ciudad, con el castillo delante. La puerta estaba cortada, en el suelo estaba parte de la verja y los portones estaban abiertos.
—Si llegamos hasta él, ¿podríais no matarlo? Quiero hacerle unas cuantas preguntas —pidió. Aunque era cierto que Anthony no era más que un títere, una patata que les concedía pleno acceso a los piratas, aún podía tener información importante para la revolucionaria. Como la identidad de la pelirroja de sus notas, o el paradero del tal Mercurio.
Seguiría a los guardias hasta el interior del castillo y allí pudo ver la escena de un hombre enorme, semigigante, enfrentándose a... no sabía quién era. Allí también estaba la mujer que semanas atrás había visto en las pantallas del zepelín, Iliana. El semigigante era... no recordaba el nombre, pero sí juraría haber visto su cara en algún lado.
—Eh... ¿deberíamos ayudar? —preguntó, sin saber exactamente. Viendo el tamaño de aquel hombre debería bastarse él solito para librarse de aquel... ¿caballero?, ¿era uno de los siervos de Anthony?
Mientras se preparaba, la espadachina pudo ver algo bastante mejor que las sábanas que le ofrecía Sam.
—Gracias Sam, pero creo que usaré esto, será menos engorroso —agradeció el gesto igualmente y se fue de cabeza a un morral que parecía de cuero. Debía ser la bolsa de trabajo de quien fuera que trabajara allí. Por el momento dejó sus libros en una de las mesas del taller y, ni corta ni perezosa, abrió la bolsa y la agitó boca abajo para que todo cayera al suelo. Acto seguido le quitó un poco el polvo con la mano y, después, metió los dos tomos dentro. Tuvo que volver a ajustarse el equipo, pero pronto estuvo lista con sus dos espadas, su bolsa, y su cuaderno aún bien sujeto en el lado derecho de su cintura.
Si iban a ver a la reina... yep, tendría que mantener aún oculta su identidad como revolucionaria.
El trayecto por las calles de Astelia fue bastante suave y sin ningún peligro. Anthony no había cambiado el régimen de patrullas así que las notas que había tomado la espadachina seguían siendo precisas y evitaron encontronazos innecesarios. Así, en apenas veinte minutos llegaron a la plaza de la ciudad, con el castillo delante. La puerta estaba cortada, en el suelo estaba parte de la verja y los portones estaban abiertos.
—Si llegamos hasta él, ¿podríais no matarlo? Quiero hacerle unas cuantas preguntas —pidió. Aunque era cierto que Anthony no era más que un títere, una patata que les concedía pleno acceso a los piratas, aún podía tener información importante para la revolucionaria. Como la identidad de la pelirroja de sus notas, o el paradero del tal Mercurio.
Seguiría a los guardias hasta el interior del castillo y allí pudo ver la escena de un hombre enorme, semigigante, enfrentándose a... no sabía quién era. Allí también estaba la mujer que semanas atrás había visto en las pantallas del zepelín, Iliana. El semigigante era... no recordaba el nombre, pero sí juraría haber visto su cara en algún lado.
—Eh... ¿deberíamos ayudar? —preguntó, sin saber exactamente. Viendo el tamaño de aquel hombre debería bastarse él solito para librarse de aquel... ¿caballero?, ¿era uno de los siervos de Anthony?
- resumen:
Usa la bolsa para almacenar los libros y se va al castillo con el resto. No interviene en el combate de Napo.
Samvel Legacy
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«Maldita sea —pensó Sam cuando la espadachina fue a buscarlo—. Siempre me pasa igual». Cuando se ponía a trabajar en sus proyectos de ingeniería alcanzaba cierto grado de concentración en el que el tiempo avanzaba a una velocidad realmente pasmosa. Casi sin darse cuenta se había puesto a hacer esperar a sus compañeros cuando era probable que una pequeña batalla se estuviera llevando a cabo en la ciudad.
—Bueno, listos. Vamos —sugirió adelantándose. Lo había recogido todo y se había preparado para lo que pudiera ocurrir. Con el escudo en mano y la red cargada en su brazo izquierdo, se apresuró junto al resto del grupo para alcanzar su destino.
Gracias a la guía de los lobos y a los apuntes que había tomado su compañera de las rutas de los guardias de Anthony, volvieron hasta el castillo en un santiamén. Por suerte la niebla se había desvanecido, aunque Sam observó, no sin cierta tristeza, como la guerra había llegado hasta allí. Otra vez.
—Nunca fue mi intención matarlo —declaró abiertamente Sam—. Pero sí encerrarlo y llevarlo a juicio. Ha cometido muchos crímenes y debe hacerse responsable de ellos.
A pesar de todo, también estaba interesado en interrogar al lord. Sus intereses estaban claros: gobernar con mano de hierro la isla de Hallstat desde las sombras, usando a lady Erica en el proceso. Sin embargo, los motivos por los que los piratas le estaban ayudando tan altruistamente no estaban claros, y aquello resultaba casi espeluznante. Los piratas y criminales no solían hacer favores sin recibir nada a cambio, y otorgar el control de una isla no era un favor precisamente pequeño. Su instinto le decía que se pusiera en lo peor.
Finalmente alcanzaron a un grupo de caballeros. Había más lobos, y parecían contar con la presencia del pirata con el que había cruzado golpes antes de perderse en la neblina. La otra mujer era, indudablemente, la reina Iliana, o eso aseguraban los caballeros que le acompañaban. La situación no podía ser más rara, aunque comprensible: la reina se apoyaba en cualquier persona que pareciera apoyarla o que sirviera de escalón para volver al trono. Los sentimientos de Sam de repente se volvieron contradictorios. Por una parte sabía que Iliana no era la mejor líder, aunque no podía permitir que siguiera gobernando Anthony. Lady era no estaba dispuesta a convertirse en la reina, y la lucha por el poder no hacía más que extenderse en un cúmulo de batallas que causaban dolor y sufrimientos a cientos, tal vez miles, de personas inocentes. Tenía que conseguir que todo aquello acabara lo antes posible, pero no sabía cómo.
—No lo sé —contestó a Tomoe, dubitativo—. Parece que lo tienen bajo control. Vamos, quiero hablar con la reina ante de que nos confunda con enemigos. En fondo nuestro objetivo principal es el mismo.
Se acercó apresurado hacia Iliana. Parecía ocupada batallando contra el caballero que les estaba cortando el paso, por lo que intentó no quitarle demasiado tiempo.
—Reina Iliana —llamó. A pesar de todo seguía siendo la soberana del reino hasta que aquella guerra terminase—. Soy Samvel Legacy. No tenemos mucho tiempo, pero somos aliados. ¿Sabe dónde está Anthony? Tenemos que detenerle cuanto antes.
Esperó por la respuesta. Una vez supiera donde estaba Anthony, iría en su busca. Le hubiera gustado encontrarse primero con lady Erica, por si ella podía aportar más información desde la última vez que hablaron, pero no habría sabido ni por donde empezar. Aunque en el caso de que Iliana no supiera en dónde se encontraba el lord, no le quedaría otra que internarse en el castillo aprovechando que los caballeros estaban deteniendo al que parecía un poderoso rival. Tan solo esperaba no perderse.
—¿Me acompañareis? —preguntó a sus acompañantes desde el laboratorio—. Necesitaré ayuda.
Tomoe aceptó al momento, y Sam se adentró en las profundidades del castillo, le acompañaran o no los lobos y caballeros. Con cada paso, su oportunidad para hacer justicia se acercaba.
—Bueno, listos. Vamos —sugirió adelantándose. Lo había recogido todo y se había preparado para lo que pudiera ocurrir. Con el escudo en mano y la red cargada en su brazo izquierdo, se apresuró junto al resto del grupo para alcanzar su destino.
Gracias a la guía de los lobos y a los apuntes que había tomado su compañera de las rutas de los guardias de Anthony, volvieron hasta el castillo en un santiamén. Por suerte la niebla se había desvanecido, aunque Sam observó, no sin cierta tristeza, como la guerra había llegado hasta allí. Otra vez.
—Nunca fue mi intención matarlo —declaró abiertamente Sam—. Pero sí encerrarlo y llevarlo a juicio. Ha cometido muchos crímenes y debe hacerse responsable de ellos.
A pesar de todo, también estaba interesado en interrogar al lord. Sus intereses estaban claros: gobernar con mano de hierro la isla de Hallstat desde las sombras, usando a lady Erica en el proceso. Sin embargo, los motivos por los que los piratas le estaban ayudando tan altruistamente no estaban claros, y aquello resultaba casi espeluznante. Los piratas y criminales no solían hacer favores sin recibir nada a cambio, y otorgar el control de una isla no era un favor precisamente pequeño. Su instinto le decía que se pusiera en lo peor.
Finalmente alcanzaron a un grupo de caballeros. Había más lobos, y parecían contar con la presencia del pirata con el que había cruzado golpes antes de perderse en la neblina. La otra mujer era, indudablemente, la reina Iliana, o eso aseguraban los caballeros que le acompañaban. La situación no podía ser más rara, aunque comprensible: la reina se apoyaba en cualquier persona que pareciera apoyarla o que sirviera de escalón para volver al trono. Los sentimientos de Sam de repente se volvieron contradictorios. Por una parte sabía que Iliana no era la mejor líder, aunque no podía permitir que siguiera gobernando Anthony. Lady era no estaba dispuesta a convertirse en la reina, y la lucha por el poder no hacía más que extenderse en un cúmulo de batallas que causaban dolor y sufrimientos a cientos, tal vez miles, de personas inocentes. Tenía que conseguir que todo aquello acabara lo antes posible, pero no sabía cómo.
—No lo sé —contestó a Tomoe, dubitativo—. Parece que lo tienen bajo control. Vamos, quiero hablar con la reina ante de que nos confunda con enemigos. En fondo nuestro objetivo principal es el mismo.
Se acercó apresurado hacia Iliana. Parecía ocupada batallando contra el caballero que les estaba cortando el paso, por lo que intentó no quitarle demasiado tiempo.
—Reina Iliana —llamó. A pesar de todo seguía siendo la soberana del reino hasta que aquella guerra terminase—. Soy Samvel Legacy. No tenemos mucho tiempo, pero somos aliados. ¿Sabe dónde está Anthony? Tenemos que detenerle cuanto antes.
Esperó por la respuesta. Una vez supiera donde estaba Anthony, iría en su busca. Le hubiera gustado encontrarse primero con lady Erica, por si ella podía aportar más información desde la última vez que hablaron, pero no habría sabido ni por donde empezar. Aunque en el caso de que Iliana no supiera en dónde se encontraba el lord, no le quedaría otra que internarse en el castillo aprovechando que los caballeros estaban deteniendo al que parecía un poderoso rival. Tan solo esperaba no perderse.
—¿Me acompañareis? —preguntó a sus acompañantes desde el laboratorio—. Necesitaré ayuda.
Tomoe aceptó al momento, y Sam se adentró en las profundidades del castillo, le acompañaran o no los lobos y caballeros. Con cada paso, su oportunidad para hacer justicia se acercaba.
- Resumen:
- Llegar al castillo/palacio (aun no tengo claro que es, sorry), preguntarle a Iliana donde está Anthony y pedir ayuda a sus compañeros para que le ayuden a buscar y derrotar al lord.
Napolean
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—Nunca diga usted nunca, ma cherie —le replico el pirata, haciendo un ligero ademán de despedida con su mano derecha, en la cual sujetaba su sable plateado.
«Si no se casa será un desperdicio de señora», pensó para sus adentros, sabiendo el tipo de comportamiento que solía tener Keiran con las persona arrogantes que se creían superiores a él. No obstante, estaba la excepción de Cassandra, que se creía superior a todo el mundo, pero ese era parte de su encanto. La cual, pese a su edad, tampoco parecía querer concertar matrimonio en un futuro próximo. «Estos humanos son muy raros».
Los acompañantes de la reina se habían quedado como meros observadores. Alexander sonrió al verlos, y haciendo uso de todas sus fuerzas, esperó al último momento para dar un poderoso salto y esquivar el barrido que le había hecho su oponente. Era un ataque sencillo que, gracias a su sentido de combate, pudo esquivar con cierta facilidad.
—Très bien, mon ami —elogió Alexander, echándose hacia atrás y sujetando con su mano izquierda una esfera de metal.
Sin más dilación, lanzó la esfera de metal con todas sus fuerzas, buscando que su oponente la bloqueara con el palo. La esfera aumentaría su tamaño hasta duplicarse, así mismo, como de costumbre, su velocidad también sería superior. Lo curioso de su ataque, es que la rotación de la pelota de metal haría que, independientemente del ángulo de bloqueo, la misma rebotaría y le daría a uno de los compañeros de la reina.
«Dommage collatéral», se dijo el pirata para sus adentros, mientras se abalanzaba sobre el caballero, trazando una línea vertical con su espada, al mismo tiempo que intentaba golpearle con la mano desnuda en la cara. Sí, quería darle un bofetón.
«Si no se casa será un desperdicio de señora», pensó para sus adentros, sabiendo el tipo de comportamiento que solía tener Keiran con las persona arrogantes que se creían superiores a él. No obstante, estaba la excepción de Cassandra, que se creía superior a todo el mundo, pero ese era parte de su encanto. La cual, pese a su edad, tampoco parecía querer concertar matrimonio en un futuro próximo. «Estos humanos son muy raros».
Los acompañantes de la reina se habían quedado como meros observadores. Alexander sonrió al verlos, y haciendo uso de todas sus fuerzas, esperó al último momento para dar un poderoso salto y esquivar el barrido que le había hecho su oponente. Era un ataque sencillo que, gracias a su sentido de combate, pudo esquivar con cierta facilidad.
—Très bien, mon ami —elogió Alexander, echándose hacia atrás y sujetando con su mano izquierda una esfera de metal.
Sin más dilación, lanzó la esfera de metal con todas sus fuerzas, buscando que su oponente la bloqueara con el palo. La esfera aumentaría su tamaño hasta duplicarse, así mismo, como de costumbre, su velocidad también sería superior. Lo curioso de su ataque, es que la rotación de la pelota de metal haría que, independientemente del ángulo de bloqueo, la misma rebotaría y le daría a uno de los compañeros de la reina.
«Dommage collatéral», se dijo el pirata para sus adentros, mientras se abalanzaba sobre el caballero, trazando una línea vertical con su espada, al mismo tiempo que intentaba golpearle con la mano desnuda en la cara. Sí, quería darle un bofetón.
- Resumen:
- Napo haciendo de Napo.
Normas del capítulo:
- Se moderará los martes entre las 22:00 y las 23:59.
- No se puede postear los martes antes de la moderación.
- Hay un reloj que marca el tiempo restante. Cuando acaba los temas se cierran.
- Está prohibido metarrolear, powerrolear y demás actitudes tóxicas.
- A más riesgo, más premio.
- Como es tradición, el barco de Sons of Anarchy se hundirá en algún momento.
- Cada post debe ocupar entre 250 y 1.200 palabras. Si no se está en estos límites, el post podría ser ignorado.
- Es responsabilidad de un usuario comunicarse con la gente con la que interactúa.
- Si un post tiene más de 15 faltas ortográficas por párrafo podría ser ignorado.
- Hacer un resumen de acciones relevantes es obligatorio independientemente de la extensión.
- La ley del plot no es a prueba de idiotas.
Moderación:
- Ravenous Hounds:
- Bueno, que buen trabajo. Una preocupación menos ahora que Keiran a Decapitado a este señor. Y de hecho… Tenéis la salida prácticamente en frente. Podríais marcharos por la puerta lateral y regresar a casa. Seguro que esta idea se os ha pasado por la cabeza, justo antes de daros cuenta de algo: Entre estornudos, tos y picores de ojos Keiran ha caído en la cuenta de que si Adam ha llegado hasta ahí seguramente Napolean no esté lejos. Cassandra, supones que esto pospondrá tu tan esperada ducha caliente con rebosantes burbujas para quitar el hedor que has ido acumulando a lo largo de las dos últimas semanas, el barro, etc. Los calabozos no son nada agradables. Seguro que el niño salvaje te hubiera comentado algo de no ser porque todo lo que nota Adam en ese momento en su nariz es dolor causado por la pimienta y el chili.
Esta pequeña jugarreta al caballero va a suponeros no poder guiaros ni por el olfato de Keiran ni por el de Adam hasta dentro de un rato. Y al picor pronto se le suman los mocos, así que podéis buscar un pañuelo o algo para sonaros. Tontunas aparte Adam os cuenta lo que se le ocurrirá pertinente, pero si preguntáis lo mismo descubrís que el contramaestre le seguía los pies hacia el castillo. Si decidís ir a buscarle podéis hacerlo saliendo y dando un rodeo hasta la entrada principal o volviendo sobre vuestros pasos camino al lugar donde se encuentra Anthony. Seguro que los sonidos metálicos de la batalla os guían.
Por tu parte, Napolean. Iliana sigue adelante sin más dilación, haciendo caso omiso a tu comentario mientras tú alardeas de tu destreza. Ves como el caballero enarca una ceja al notarte tan confiado. Sin embargo, no responde de ninguna forma. Parece alguien bastante templado. Cuando le atacas, no le supone mucho esfuerzo detener tu esfera. Notas otra vez ese brillo especial en su arma cuando la lanza va a recibir el impacto, incluso jurarías que batea tu bola para darle aún más impulso al rebote. No puede saber que por azar ibas a provocarle ese efecto, claro. Pero si ha leído el movimiento puede haber decidido usar tu ataque para quitarse de otros enemigos. El caballero recibe malamente el golpe que le abolla la coraza de la armadura y le hace retroceder, cayendo de espaldas. Menos mal que la reina no estaba ahí para ver cómo se caía ¿Verdad? El hombre se levanta como buenamente puede. Estará más atento.
En cuanto al resto de tú ofensiva, el tajo consigue detenerlo a base de golpear con su guja en sentido opuesto. Las hojas chocan y, para tu sorpresa, consigue detener el avance de tu filo sin demasiado problema pese a tu fuerza de semigigante. La bofetada se la das, pero su cara se ha vuelto del mismo tono que su arma, y parece que te va a doler a ti la mano más que a él que ni se inmuta.
—¿Has acabado ya? — cuestiona antes de hacer una maniobra con su arma y desviar tu espada a un lado, dejando suficiente hueco como para golpear con una patada que se dirige a la boca de tu estómago con la izquierda.- Stats:
- Resistencia Rango 8, Fuerza rango 7.
Por cierto, no sé si te has fijado mientras estabas combatiendo, pero un grupito de supuestos aliados de Iliana ha entrado en escena, siendo uno de ellos el chico medio robot con el que intercambiaste golpes antes.
- Morgoth, Helga y Shiro:
- Morgoth, como bien has podido notar, la hora había avanzado un par de minutos desde que la habías mirado la primera vez. Cinco minutos, para ser exactos. Al menos de lo que tú crees recordar, pero un lapso lo tiene cualquiera. ¿No? Tal vez miraste la hora mal. Ahí queda en tus manos sacar las conclusiones que quieras. Cuando te escuchar decir que volverías a trabajar para la del pelo Lila se nota que no termina de hacerle gracia la idea. Seguramente ella tenía otros planes para ti.
—Bueno, todo se puede hablar. Nuestra… Empresa toca muchos ámbitos, aunque por el momento estamos realizando una colaboración. Hablaremos de eso más tarde, así que por ahora… —Hace un ademán con la mano, dándote paso a la salida. El accidente se sucede tal y como narras, sin ningún problema y la canica se queda entre la chaqueta y el cinturón.
Helga, Shiro. Al igual que con vuestro invitado, la mujer se despide tras reteneros unos segundos y decirle que le deis el mensaje a Antoine de que ya habéis cumplido el objetivo. Este os recompensará una vez lo hagáis. Podéis pedirle más dinero —si es que no os basta con lo que habéis amasado ya de la base de los camellos— o pedir un objeto de buena calidad. Helga ya tiene su porra. Pero seguro que tiene cosas mejores en su caja fuerte… O información.
Tras este tiempo, os encontráis en la plaza con la pelirroja, quién en media hora ha tenido tiempo de sobra para cambiarse de ropa para asearse y ponerse cómoda. La gabardina la llevaba para la hora blanca. Ahora porta una chaqueta de cuero gris. Por suerte, no se dio cuenta de lo de la canica y esta ha quedado en el suelo de alguna de las habitaciones de las plantas altas del casino. Sobre el gato nadie dijo nada. Pero fue suficiente señal para que las tres jovencitas que acompañaban a Morgoth se fueran.
Morgoth, puedes tener una conversación con las chicas o lo que sea que quieras hacer con ellas. Siempre puedes hacer que se queden cubriendo el frente.
Como sea… No pasa mucho tiempo después de que os reunáis. Antoine… O quien se supone que es Antoine hace lo mismo, acompañando a Shiro y Helga. Aunque se detiene con una sonrisa burlona, que se ensancha aún más cuando del Zeppelin baja una plataforma sujeta por cuerdas metálicas. Sobre esta se encuentra Antoine Giovanni. ¿Cómo es posible? El impostor frente a vosotros se quita su máscara sintética y su peluca. Tienen una pequeña conversación.
Ambrose, que es como se llama en verdad el hombre que estaba encargado de la droga estaba haciendo de doble para Antoine todo ese tiempo. También alcanzáis a notar trazas del desagrado que le siente Altair a este hombre, quien baja para dirigirse al castillo.
— Más vale que no nos retrases. ¿Sabes? Seguro que a Terra no le hará gracia.
— Por favor, querida. No habrá ningún problema. Solo voy a despedirme cordialmente de Anthony ahora que ya no nos sirve. Tú solo asegúrate de cuidar a nuestros invitados con Ambrose. Y de despertar a Spirelli. Llevamos un rato esperando.
Tras esto, subís al Zeppelin, que parece mucho más grande desde dentro. La mujer os guía por los pasillos hasta una zona de investigación, donde deja una especie de mini-nevera. Si te fijas de reojo, Morgoth, verás a una niña en un tanque. Una niña idéntica a la científica. Helga, Shiro, la conocéis. Es la sobrina del falso Giovanni. ¿Qué le ha pasado? Podéis hacer las preguntas mientras os acomodan en el salón de los mil ojos: Una sala en penumbra llena de pantallas que retrasmiten lo que pasa en varios puntos de la ciudad en vivo. Entre estás están el castillo, el puerto, los alrededores, las calles… Y si os fijáis encontrareis que hay nuevos invitados en la fiesta: La marina.
- Tomoe y Samvel:
- Quizás ese no fuera el mejor momento para dárselas al dialogo, Samvel. Iliana se gira cuando le hablas, deteniendo de mala gana sus pasos, por la educación que le han, ya más adentrada en el pasillo, dejando la pelea a un lado, lo mismo que hacéis vosotros. Os perdéis así el pelotazo de metal al pobre soldado de Iliana.
No sé qué tan perceptivos seáis de normal, pero cuando la reina se gira notáis una presión terrible encima. Como si su enfado se hubiera manifestado en forma de mano invisible gigante que parece querer aplastaros contra el suelo. Solo unos segundos antes de que la presión cese.
—Si queréis ver como le decapito seguidme. Lo más probable es que se encuentre en la sala del trono. Mis caballeros —Mira de reojo a la comitiva que iba con vosotros— ¿Habéis acabado el trabajo? ¿Estamos en paz con estas bestias?
—Cuando llegamos el laboratorio estaba patas arriba, las jaulas vacías y parecía que alguien había peleado. Creemos que el objetivo fue asesinado antes de que llegásemos. —La loba frunce el ceño, pero no dice nada. Ya había prometido su ayuda y es muy tarde para intentar echarse atrás.
Un par de minutos de caminata a paso apresurado os sobra para llegar a la sala del trono, donde suponéis que estará Anthony. No creo que ninguno de los dos haya tenido la desfachatez de volver a contradecir a la reina, por lo que, desde detrás, con dos caballeros a cada lado, observáis como esta abre las puertas de par en par. En el salón del trono, Lady Erica se encuentra custodiada en un lado por un hombre entrado en canas, con apariencia de mayordomo. Anthony está parado entre el trono e Iliana, con el pasillo separándoles unos cincuenta metros y dos caballeros más: Sir Lars y Sir Richard.
Anthony mantiene las manos a la espalda mientras Iliana apunta su espada hacia él. No hacen falta palabras. En un momento de tensión y silencio mortal las miradas de odio de ambos vuelan y pronto lo hace también la espada de la reina, que se ve detenida por uno de los caballeros. Van a enfrentarla en un dos contra uno en principio… a no ser que queráis ayudar. Anthony se limita a sentarse en el trono y disfrutar con una sonrisa del combate.
Morgoth
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fuerza
Fortaleza
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Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
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Akuma no mi
Varios
El hecho de decirle a Altair que en el futuro volvería a trabajar para Lilith no pareció gustarle demasiado y puso mala cara, aunque intentó arreglarlo con unas palabras. Empezaba a ver como era aquella mujer, después de decirme que su “empresa” tocaba muchos ámbitos. Nos despedimos de buenas formas a pesar del tropiezo, y con ello listo el momento de tomar cartas en el asunto. Justo cuando salí de la sala me giré para fingir que le iba a decir algo a Altair, pero las puertas se cerraron demasiado rápido y no pude hacer nada. “Mierda, tengo que ser más rápido para la próxima” pensé mientras iba hacia el lavabo una vez más.
Una vez en el lavabo entré en el que había dejado a Raven, este me devolvió los explosivos y se introdujo en mi sombra. En esta también pude ver la sombra de Katua, parecía haber salido de mi rango y debido a ello volvió automáticamente a introducirse en la mía. Era el momento de volver a la taberna y hablar con las chicas.
Una vez en la taberna informé a las chicas sobre la información que había obtenido en mi conversación con Frapuccino y con Altair. Cuando me preguntaron por el chico de pelo blanco y la mujer pelirroja no supe responderles ni quienes eran ni que buscaban, era casi como si hubiesen aparecido de pronto en la sala. Después de aquello les pedí que le entregasen aquella información a la marina, y que me describiesen a estos para que supiesen quien era en caso de que actuasen. Aunque esto último me parecía algo imposible dada la situación civil de la isla, sin embargo, si sabían que quien estaba de tras de varias de las cosas que estaban pasando eran piratas como había descubierto, era posible que quisiesen actuar.
Cuando terminé de contarles todo les informé de que marcharía a la plaza donde me esperaban. Ellas también se levantaron y salimos todos juntos, aunque ellas fueron en una diferente a la mía para hacer mi encargo.
En la plaza pude ver a lo lejos un zeppelin y a la entrada de este a Altair, se había cambiado, lo que hacía que hubiese perdido una de mis preciados T.I.M.E. En una plataforma se encontraban esta y otras personas a las que no reconocí o por lo menos no las conocía de nada. No sabía de lo que hablaban, pero a mis oídos llegó el nombre de Spirelli junto a la palabra despertar, algo que no debería ser posible.
Una vez en el vehículo Altair nos comenzó a guiar por las instalaciones de la estructura, en cierto punto pude ver un tanque en el que se encontraba una niña, la cual reconocí al momento, era Spirelli. Cada vez me resultaba aquello más extraño, pero parecía que antes de subir parecían hablar en serio. Me mantuve lo más normal que pude. Algo nervioso por un nuevo trabajo en el que me podían contratar y serio para parecer lo más profesional posible ante las personas con las que nos cruzábamos.
Todo el viaje acabó en una sala llena de pantallas con imágenes de la ciudad. Parecían tenerla vigilada por completo. Antes de sentarme en una de las sillas pude ver por una de las pantallas a soldados de la marina. Todo parecía complicarse poco a poco. La sombra de Katua salió de mi sombra en aquella oscuridad y tras sacar una mano del bolsillo interno de la chaqueta le puse en la boca una canica para que la colocase por aquella sala y luego volviese a introducirse en la mía sin que nadie le viese. Era hora de esperar a los jefes para la reunión por lo que parecía aquello.
Una vez en el lavabo entré en el que había dejado a Raven, este me devolvió los explosivos y se introdujo en mi sombra. En esta también pude ver la sombra de Katua, parecía haber salido de mi rango y debido a ello volvió automáticamente a introducirse en la mía. Era el momento de volver a la taberna y hablar con las chicas.
Una vez en la taberna informé a las chicas sobre la información que había obtenido en mi conversación con Frapuccino y con Altair. Cuando me preguntaron por el chico de pelo blanco y la mujer pelirroja no supe responderles ni quienes eran ni que buscaban, era casi como si hubiesen aparecido de pronto en la sala. Después de aquello les pedí que le entregasen aquella información a la marina, y que me describiesen a estos para que supiesen quien era en caso de que actuasen. Aunque esto último me parecía algo imposible dada la situación civil de la isla, sin embargo, si sabían que quien estaba de tras de varias de las cosas que estaban pasando eran piratas como había descubierto, era posible que quisiesen actuar.
Cuando terminé de contarles todo les informé de que marcharía a la plaza donde me esperaban. Ellas también se levantaron y salimos todos juntos, aunque ellas fueron en una diferente a la mía para hacer mi encargo.
En la plaza pude ver a lo lejos un zeppelin y a la entrada de este a Altair, se había cambiado, lo que hacía que hubiese perdido una de mis preciados T.I.M.E. En una plataforma se encontraban esta y otras personas a las que no reconocí o por lo menos no las conocía de nada. No sabía de lo que hablaban, pero a mis oídos llegó el nombre de Spirelli junto a la palabra despertar, algo que no debería ser posible.
Una vez en el vehículo Altair nos comenzó a guiar por las instalaciones de la estructura, en cierto punto pude ver un tanque en el que se encontraba una niña, la cual reconocí al momento, era Spirelli. Cada vez me resultaba aquello más extraño, pero parecía que antes de subir parecían hablar en serio. Me mantuve lo más normal que pude. Algo nervioso por un nuevo trabajo en el que me podían contratar y serio para parecer lo más profesional posible ante las personas con las que nos cruzábamos.
Todo el viaje acabó en una sala llena de pantallas con imágenes de la ciudad. Parecían tenerla vigilada por completo. Antes de sentarme en una de las sillas pude ver por una de las pantallas a soldados de la marina. Todo parecía complicarse poco a poco. La sombra de Katua salió de mi sombra en aquella oscuridad y tras sacar una mano del bolsillo interno de la chaqueta le puse en la boca una canica para que la colocase por aquella sala y luego volviese a introducirse en la mía sin que nadie le viese. Era hora de esperar a los jefes para la reunión por lo que parecía aquello.
- resumen:
- Nada relevante. Pero si lo resumo sería salir del casino recuperando las sombras y explosivos del cuervo, hablar con las chicas y darles nuevas instrucciones (que avisen a la marina de los piratas y donde encontrarlos, vamos la banda de Altair y ubicar la plaza) subir al zeppelin y sentarme en una de las sillas de la sala de camaras.
Helga Eiríksdóttir
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La señorita Altair nos despidió y nos dijo que avisáramos a Antoine de que habíamos cumplido el trabajo. Aquellas palabras me alegraron, porque eso significaba que tocaba cobrar. Con una reverencia me despedí y salí al exterior de la plaza. Para hacer tiempo, me puse en contacto con el jefe y le dije que ya habíamos acabado con lo que nos mandó. Me relamí los labios y me di cuenta que debería pedir dinero porque me había arruinado bastante en el casino. Además de que... a lo mejor podría volver a seguir jugando si conseguía más oro. Pero simplemente mi gusto por el dinero era lo que me guiaba. Así que acabé pidiendo más berries para mi y dejé que Shiro pidiera lo que quisiera. Solo quedaba esperar y ver a donde nos llevarían a continuación o que pasaría.
Cuando se cumplió el plazo de la media hora, la jefa apareció con ropa nueva además de que también apareció el muchacho al que habíamos estado intentando encontrar y también apareció el jefe Antoine. Tenía una sonrisa extraña pero mi mente explotó cuando del zeppelin que había bajado a buscarnos, apareció otro Antoine. ¿Qué carajo estaba pasando? Resultaba que el Antoine con el que habíamos estado tratando era un doble cuyo nombre era Ambrose. No me hizo mucha gracia que me engañaran. Pero debía seguir jugando un rato más a los espías. Mantuvieron una charla y el verdadero Antoine se marchó al castillo hablando de reunirse con Anthony para despedirse. Algo me decía que lo iba a matar.
Entramos a la guarida del lobo y Altair nos llevó de tour por el zeppelin. Había una niña en una bañera. Era la supuesta sobrina de Antoine. O Ambrose. O quien fuera. Ya no sabía quien era quien.
- ¿Que le pasa a la niña? - Pregunté preocupada por ella, no me gustaba ver a infantes de esa manera.
T
Al final nos acabamos sentando en una sala llena de pantallas donde se podía ver todos los lugares de la isla. Menos mal que no había hecho nada que pudiera indicar que era una traidora. Ahora sabía que tendría que tener cuidado aún más. En una de las pantallas, me fijé que la Marina había llegado a la isla. Podría ser mi oportunidad de poner en práctica lo aprendido por mi buen maestro. Que esperaba que tampoco fuera un doble o algo así. Me había llegado a caer bien a pesar de todo. Tocaba esperar nuevas órdenes y de que nos decían los jefes.
- Si necesitáis gente para frenar a la Marina, yo me ofrezco. Personalmente no me gustan los gaviotas - Dije dejando caer mi deseo de luchar.
Cuando se cumplió el plazo de la media hora, la jefa apareció con ropa nueva además de que también apareció el muchacho al que habíamos estado intentando encontrar y también apareció el jefe Antoine. Tenía una sonrisa extraña pero mi mente explotó cuando del zeppelin que había bajado a buscarnos, apareció otro Antoine. ¿Qué carajo estaba pasando? Resultaba que el Antoine con el que habíamos estado tratando era un doble cuyo nombre era Ambrose. No me hizo mucha gracia que me engañaran. Pero debía seguir jugando un rato más a los espías. Mantuvieron una charla y el verdadero Antoine se marchó al castillo hablando de reunirse con Anthony para despedirse. Algo me decía que lo iba a matar.
Entramos a la guarida del lobo y Altair nos llevó de tour por el zeppelin. Había una niña en una bañera. Era la supuesta sobrina de Antoine. O Ambrose. O quien fuera. Ya no sabía quien era quien.
- ¿Que le pasa a la niña? - Pregunté preocupada por ella, no me gustaba ver a infantes de esa manera.
T
Al final nos acabamos sentando en una sala llena de pantallas donde se podía ver todos los lugares de la isla. Menos mal que no había hecho nada que pudiera indicar que era una traidora. Ahora sabía que tendría que tener cuidado aún más. En una de las pantallas, me fijé que la Marina había llegado a la isla. Podría ser mi oportunidad de poner en práctica lo aprendido por mi buen maestro. Que esperaba que tampoco fuera un doble o algo así. Me había llegado a caer bien a pesar de todo. Tocaba esperar nuevas órdenes y de que nos decían los jefes.
- Si necesitáis gente para frenar a la Marina, yo me ofrezco. Personalmente no me gustan los gaviotas - Dije dejando caer mi deseo de luchar.
- Resumen:
- Pedir pasta para Helga por el trabajo. Flipar con el doble y sentirme engañada. Preguntar por el estado de la niña en el zeppelin, esperar nuevas órdenes y dejar caer mi deseo de pelear con los marines.
Tomoe Asai-Asakura
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Sam fue demasiado directo. No sabía cuánto contacto había tenido con los miembros de esa Casa, pero en cualquier caso tratar con la máxima autoridad del reino de esa forma no era el movimiento adecuado. Entendió el enfado de Illiana y por ello no dijo nada. Habían estado cerca de ejecutarla y su reino estaba en caos, era comprensible que estuviera de malas pulgas.
Lo que levantó las sospechas de Tomoe sobre si debía dejar Hallstat en sus manos fue la forma de dirigirse a los lobos. Frunció el ceño casi tanto como la loba. Bestias. Trabajo. Como si no fueran nada más que una deuda. Tan... deshumanizante. Tampoco había preguntado sobre el estado de su pueblo. Solo parecía interesada en recuperar su trono y eso, a ojos de la revolucionaria, no la ponía muy por encima del propio Anthony. No sabía cuánto caso le harían en la Armada, pero de momento su informe no pintaba nada bien.
Por el momento continuaría su teatro personal. Ya tenía todo lo que necesitaba, ahora solo estaba completando su informe sobre la prioridad que la Armada debía darle al reino de Hallstat. Siguió a la reina hasta las puertas del salón del trono donde, efectivamente, se encontraba tanto Anthony como varias personas más. Un mayordomo, una mujer, dos caballeros y el propio usurpador, que se mantenía bastante relajado.
Sigh. No es que le hiciera gracia tener que ayudar a esa mujer, pero iba a necesitar toda la ayuda del mundo para poder acorralar a Anthony. Luego ya vería cómo se las ingeniaba para evitar que la reina lo decapitara antes de poder sonsacarle información sobre quienes lo habían puesto ahí.
Resopló y, cansada de la realeza de un lado y de otro, se adelantó para echar una mano. Se lanzó al ataque pero no utilizaría su odachi de momento porque tenía un problema bastante serio: su arma principal no estaba diseñada para combates en equipo, era demasiado arriesgado usar una hoja tan grande con la reina cerca. De momento, y muy a su pesar, utilizó su katana estándar. Aceleró hasta llegar donde la reina y el caballero. Se movió hacia un lado para flanquear y, tras imbuir su hoja en su frágil Armadura, desenvainó para atacar. No estaba usando armas pesadas, por lo que se permitió el lujo de lanzar, además del corte vertical de desenvaine, una estocada más hacia la cara, el lugar donde probablemente no tendría nada de armadura -si la tuvieran-.
Lo que levantó las sospechas de Tomoe sobre si debía dejar Hallstat en sus manos fue la forma de dirigirse a los lobos. Frunció el ceño casi tanto como la loba. Bestias. Trabajo. Como si no fueran nada más que una deuda. Tan... deshumanizante. Tampoco había preguntado sobre el estado de su pueblo. Solo parecía interesada en recuperar su trono y eso, a ojos de la revolucionaria, no la ponía muy por encima del propio Anthony. No sabía cuánto caso le harían en la Armada, pero de momento su informe no pintaba nada bien.
Por el momento continuaría su teatro personal. Ya tenía todo lo que necesitaba, ahora solo estaba completando su informe sobre la prioridad que la Armada debía darle al reino de Hallstat. Siguió a la reina hasta las puertas del salón del trono donde, efectivamente, se encontraba tanto Anthony como varias personas más. Un mayordomo, una mujer, dos caballeros y el propio usurpador, que se mantenía bastante relajado.
Sigh. No es que le hiciera gracia tener que ayudar a esa mujer, pero iba a necesitar toda la ayuda del mundo para poder acorralar a Anthony. Luego ya vería cómo se las ingeniaba para evitar que la reina lo decapitara antes de poder sonsacarle información sobre quienes lo habían puesto ahí.
Resopló y, cansada de la realeza de un lado y de otro, se adelantó para echar una mano. Se lanzó al ataque pero no utilizaría su odachi de momento porque tenía un problema bastante serio: su arma principal no estaba diseñada para combates en equipo, era demasiado arriesgado usar una hoja tan grande con la reina cerca. De momento, y muy a su pesar, utilizó su katana estándar. Aceleró hasta llegar donde la reina y el caballero. Se movió hacia un lado para flanquear y, tras imbuir su hoja en su frágil Armadura, desenvainó para atacar. No estaba usando armas pesadas, por lo que se permitió el lujo de lanzar, además del corte vertical de desenvaine, una estocada más hacia la cara, el lugar donde probablemente no tendría nada de armadura -si la tuvieran-.
- resumen:
Ir a echarle un cable a la reinona. Flanquea por un lado y lanza dos cortes al caballero: uno vertical de desenvaine, de abajo a arriba, y una estocada. Todo con la katana normalita, sin ondas de corte ni nada deso.
Cassandra Pendragon
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La princesa de Mercia, que quizá debería dejar de referirse a sí misma de esa manera a estas alturas, escuchó las quejas de sus compañeros con la poca paciencia que le quedaba en el cuerpo tras tantos días encerrada en una celda.
Lo importante era que Tristán yacía fallecido en el suelo, la sangre empezaba a extenderse peligrosamente en dirección a sus botas y no tenían mayor motivo por el que continuar en aquella cocina inmunda ahora que nadie se interponía entre ellos y la tan ansiada libertad.
Con todo ello, Cassandra podía escuchar el lejano barullo de la batalla a lo lejos, más allá de la puerta, probablemente en el exterior del castillo, quizá en la plaza donde se había producido el primer asalto de aquella curiosa guerra civil. Estaba claro, por la simple presencia de Adam, que los Ravenous Hounds andaban cerca, y probablemente estuviesen intentando invadir el palacio con intención de rescatar a su capitán y, en menor medida, también a la subcapitana. Probablemente Napolean no estaría muy lejos o, al menos, la noble esperaba que el contramaestre no hubiese dejado al niño salvaje a su aire, sino que lo hubiese tenido vigilado y el pequeño buscador de problemas se hubiese escabullido en un momento en que Alexander no podía hacerse cargo de él por motivos ajenos a su persona, como el hecho de estar él mismo enzarzado en un combate con alguien.
Lo cual sonaba extremadamente coherente en la cabeza de la joven platina al tiempo que examinaba el casco que Adam parecía haber sacado de la nada. Fuese como fuese, los objetivos de Cassandra y Keiran no estaban precisamente alineados en aquel momento, pero la subcapitana desplazó la necesidad de darse una ducha de agua caliente y quemar su ropa para no volver a tocarla jamás a un segundo puesto, dejando como prioridad la dulce venganza que el pelirrojo sin duda tenía como primer y único objetivo. El tal Anthony se le había cruzado entre ceja y ceja y, si algo sabía la pirata, era que Keiran no descansaría hasta tener su cabeza. Por su parte, la merciana tenía en mente plantarle fuego a la isla entera y quemar vivos a todos los presentes como pago por lo que le habían hecho, así que asesinar a Anthony no se alejaba en exceso de sus propios ideales maliciosos.
—Lo primero es lo primero —comenzó, dirigiéndose a todos los presentes—. Si Adam está aquí, nuestro amigo Alexander no puede andar muy lejos. Sugiero que nos reunamos con los demás miembros de nuestro pequeño equipo antes de partir en la búsqueda del tal Anthony —propuso, ya abriendo la puerta lateral hacia el exterior—. Así tendremos algo de tiempo para respirar aire fresco y recuperar nuestras fosas nasales.
Sin esperar a que nadie le respondiese, Cassandra salió al exterior del palacio y siguió el camino que rodeaba el edificio hasta el frente del mismo, donde se estaba produciendo, efectivamente, una nueva batalla. La joven no tardó en ubicar al semigigante entre la multitud y se acercó a él con paso apurado, volviendo a desenvainar sus espadas y soplándose un mechón de pelo que se le había caído frente al rostro, con expresión de resignación. Acababan de salir de una pelea un tanto compleja, y parecía que sus problemas solo acababan de comenzar.
La princesa llegaría a la escena al tiempo que su compañero atacaba a su oponente, para ejecutar dos ondas cortantes perpendiculares, en forma de "X", que se dirigirían directamente al costado de quien fuese aquel tipo que parecía estarse enfrentando a Napolean, sin mediar siquiera palabra, dejando de lado su diplomacia y sin intentar establecer diálogo alguno.
—¿Necesitas ayuda, querido? —le preguntó a su compañero, tras haber atacado, con su habitual tono burgués.
Empezaba a cansarse de tanta tontería. Si tenía que matar a todos los presentes para terminar aquel estúpido conflicto y poder darse una ducha... Bueno, al menos podía intentarlo.
Lo importante era que Tristán yacía fallecido en el suelo, la sangre empezaba a extenderse peligrosamente en dirección a sus botas y no tenían mayor motivo por el que continuar en aquella cocina inmunda ahora que nadie se interponía entre ellos y la tan ansiada libertad.
Con todo ello, Cassandra podía escuchar el lejano barullo de la batalla a lo lejos, más allá de la puerta, probablemente en el exterior del castillo, quizá en la plaza donde se había producido el primer asalto de aquella curiosa guerra civil. Estaba claro, por la simple presencia de Adam, que los Ravenous Hounds andaban cerca, y probablemente estuviesen intentando invadir el palacio con intención de rescatar a su capitán y, en menor medida, también a la subcapitana. Probablemente Napolean no estaría muy lejos o, al menos, la noble esperaba que el contramaestre no hubiese dejado al niño salvaje a su aire, sino que lo hubiese tenido vigilado y el pequeño buscador de problemas se hubiese escabullido en un momento en que Alexander no podía hacerse cargo de él por motivos ajenos a su persona, como el hecho de estar él mismo enzarzado en un combate con alguien.
Lo cual sonaba extremadamente coherente en la cabeza de la joven platina al tiempo que examinaba el casco que Adam parecía haber sacado de la nada. Fuese como fuese, los objetivos de Cassandra y Keiran no estaban precisamente alineados en aquel momento, pero la subcapitana desplazó la necesidad de darse una ducha de agua caliente y quemar su ropa para no volver a tocarla jamás a un segundo puesto, dejando como prioridad la dulce venganza que el pelirrojo sin duda tenía como primer y único objetivo. El tal Anthony se le había cruzado entre ceja y ceja y, si algo sabía la pirata, era que Keiran no descansaría hasta tener su cabeza. Por su parte, la merciana tenía en mente plantarle fuego a la isla entera y quemar vivos a todos los presentes como pago por lo que le habían hecho, así que asesinar a Anthony no se alejaba en exceso de sus propios ideales maliciosos.
—Lo primero es lo primero —comenzó, dirigiéndose a todos los presentes—. Si Adam está aquí, nuestro amigo Alexander no puede andar muy lejos. Sugiero que nos reunamos con los demás miembros de nuestro pequeño equipo antes de partir en la búsqueda del tal Anthony —propuso, ya abriendo la puerta lateral hacia el exterior—. Así tendremos algo de tiempo para respirar aire fresco y recuperar nuestras fosas nasales.
Sin esperar a que nadie le respondiese, Cassandra salió al exterior del palacio y siguió el camino que rodeaba el edificio hasta el frente del mismo, donde se estaba produciendo, efectivamente, una nueva batalla. La joven no tardó en ubicar al semigigante entre la multitud y se acercó a él con paso apurado, volviendo a desenvainar sus espadas y soplándose un mechón de pelo que se le había caído frente al rostro, con expresión de resignación. Acababan de salir de una pelea un tanto compleja, y parecía que sus problemas solo acababan de comenzar.
La princesa llegaría a la escena al tiempo que su compañero atacaba a su oponente, para ejecutar dos ondas cortantes perpendiculares, en forma de "X", que se dirigirían directamente al costado de quien fuese aquel tipo que parecía estarse enfrentando a Napolean, sin mediar siquiera palabra, dejando de lado su diplomacia y sin intentar establecer diálogo alguno.
—¿Necesitas ayuda, querido? —le preguntó a su compañero, tras haber atacado, con su habitual tono burgués.
Empezaba a cansarse de tanta tontería. Si tenía que matar a todos los presentes para terminar aquel estúpido conflicto y poder darse una ducha... Bueno, al menos podía intentarlo.
- Resumen:
Salir de las cocinas, reencontrarse con Napo y atacar a su oponente por un costado enviándole dos ondas cortantes en forma de X.
Napolean
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La acometida del antiguo caballero de Mythil no había surgido el efecto deseado, mas eso no impidió a Alexander culminar con un correctivo en la cara; aunque con la diferencia de tamaños también abarcó parte de su cuerpo. Sin embargo, defendió su rostro llevando allí toda su voluntad, tornándose de color oscuro.
«Connard…» —maldijo para sus adentros, reculando hacia atrás interponiendo la espada entre su estómago y la diminuta planta del pie de su enemigo, para aprovechar el impulso para alejarse.
Para poder acabar con él iba a tener que ponerse en serio, así que iba a dejarse de tonterías y hacer lo que mejor se le daba: disparar y golpear, aunque no en ese preciso orden. Envainó la espada y sujetó el cañón de mano, en cuyo interior reposaba una de sus balas especiales, concretamente la que se abría y formaba una red.
Se disponía a agrandar el cañón de mano junto a su respectiva munición, cuando apareció a lo lejos un grupo variopinto que conocía bastante bien: su banda. A sabiendas que agrandar la red podía joder un poco a sus compañeros si se acercaban, clavó los ojos sobre el caballero y respondió a su pregunta:
—Esto solo acaba de empezar, mon ami —le dijo con arrogancia, disparando la bala del cañón de mano que, para el tamaño del hombre, seguramente fuera equivalente a la de un cañón normal.
La bola avanzaría hasta abrirse y crear una red lo suficientemente como para atraparlo, y observó como casi de forma simultanea Cass le atacaba por un costado. «Siempre en el momento preciso, mon amour interdit».
—Si no es mucha molestia para su alteza —le respondió a su compañera, sonriéndole y guiñándole un ojo.
«Connard…» —maldijo para sus adentros, reculando hacia atrás interponiendo la espada entre su estómago y la diminuta planta del pie de su enemigo, para aprovechar el impulso para alejarse.
Para poder acabar con él iba a tener que ponerse en serio, así que iba a dejarse de tonterías y hacer lo que mejor se le daba: disparar y golpear, aunque no en ese preciso orden. Envainó la espada y sujetó el cañón de mano, en cuyo interior reposaba una de sus balas especiales, concretamente la que se abría y formaba una red.
Se disponía a agrandar el cañón de mano junto a su respectiva munición, cuando apareció a lo lejos un grupo variopinto que conocía bastante bien: su banda. A sabiendas que agrandar la red podía joder un poco a sus compañeros si se acercaban, clavó los ojos sobre el caballero y respondió a su pregunta:
—Esto solo acaba de empezar, mon ami —le dijo con arrogancia, disparando la bala del cañón de mano que, para el tamaño del hombre, seguramente fuera equivalente a la de un cañón normal.
La bola avanzaría hasta abrirse y crear una red lo suficientemente como para atraparlo, y observó como casi de forma simultanea Cass le atacaba por un costado. «Siempre en el momento preciso, mon amour interdit».
—Si no es mucha molestia para su alteza —le respondió a su compañera, sonriéndole y guiñándole un ojo.
- Resumen:
- Blablabla + esquivar + lanzar bola red para que la crew que apareció detrás le ataquen
Adam
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Fue un cabezazo más o menos limpio, un sonoro “clonck” que finalizaba el ataque de la manada en bloque, y es que durante el breve salto el chico comenzó a percibir todo de una forma terriblemente lenta. Lo primero que percibió fue el calor que emanaban las llamas en las que se veía envuelto la coraza andante, lo siguiente que sintió fue esa sensación de picor en la nariz producto de la mezcla de especias, una explosión de picores en su nariz sacudió su cabeza, para poco después sentir el impacto de lleno.
Adam calló al suelo redondo, rodando varios metros y agitándose hasta calmar las leves quemaduras que había recibido producto de su osadía, aunque el frescor de la piedra y la sensación de mareo eran sensaciones mucho más apremiantes para los sobrepasados sentidos del albino, bueno, al menos la hoja seguía intacta por lo que el muchacho no debía temer por que sus vergüenzas quedarán al descubierto, algo que no le preocupaba tanto como la galleta correctiva que le daría la pudorosa de su subcapitana, aunque claro, esto es algo de lo que el rubio no se daría cuenta hasta meses más tarde.
El rubio poco a poco y en medio de medio de un ataque de estornudos comenzó a reincorporarse lentamente observando el panorama de poco en poco, en la sala estaban la temida y amedrentadora Cass, su querido y respetado maestro de las malas artes, Kerian y por último otra chica que le resultaba un poco extraña “posiblemente sería familia de Cassandra y por eso era más pequeña” creyó justificar el enano de forma solvente.
Acto seguido el capitán se acercó a él, en una primera instancia pensó que se trataba de algún tipo de recompensa por haberle salvado la vida, más se llevó un fiasco cuando este le quitó el casco a la vez que le preguntaba de dónde venía, el rubio entre algún refunfuño, señalo de mala gana de la sala de la que había venido y es que como venían siendo recurrentes en las conversaciones con el rubio, se solían requerir un par de explicaciones y algún otro dibujito para que entendiera la pregunta a la primera.
-Al menos no tener que servir a armadura andante- pensó para sus adentros aliviado por el aciago destino que había evitado su capitán y es que la idea de servir a una armadura andante, no le terminaba de resultar atractiva, y es que por mucho más efusivo que pudiera estar por haber encontrado a la manada, que le quitaran el casco no dejaba de ser un golpe bajo.
La segunda pregunta del pelirrojo si encontró más fortuna, aunque más por el nombre que del contramaestre que por el resto de la frase.
-Perico ser más rápido y Alexandre quedar atrás, donde gran roca- comentó haciendo referencia a la muralla y es que, pese a que los caminos de ambos se pudieran haber entrecruzado, la neblina le había jugado una mala pasada al rubio.
Adam comenzó a afilar su olfato, aunque con poco éxito ya que en vez de entrar olores salían mocos, algo un poco desagradable, aunque nada que no pudiera resolver hurgándose un poco en la nariz ¿Verdad?
Fuera como fuera, el rubio se dispuso a seguir como buen perro faldero a su recién encontrado amo y es que después de dos semanas había echado de menos al pelirrojo e incluso a las broncas de la bruja que lo acompañaba, y es que ya solo restaba encontrarse con el gigantón para volver a reunir a la manada, lo cual no debía ser muy complicado, después de todo era incluso más alto que el propio Keiran.
-Deber tener cuidado- pensó el albino para sus adentros -Él soler lanzar siempre cosas cuando lo veo, sobre todo cuando entrar en bodega a por agua roja- prosiguió recordando que el pelirrojo era muy dado al lanzamiento de botellas y cofres blancos.
Adam calló al suelo redondo, rodando varios metros y agitándose hasta calmar las leves quemaduras que había recibido producto de su osadía, aunque el frescor de la piedra y la sensación de mareo eran sensaciones mucho más apremiantes para los sobrepasados sentidos del albino, bueno, al menos la hoja seguía intacta por lo que el muchacho no debía temer por que sus vergüenzas quedarán al descubierto, algo que no le preocupaba tanto como la galleta correctiva que le daría la pudorosa de su subcapitana, aunque claro, esto es algo de lo que el rubio no se daría cuenta hasta meses más tarde.
El rubio poco a poco y en medio de medio de un ataque de estornudos comenzó a reincorporarse lentamente observando el panorama de poco en poco, en la sala estaban la temida y amedrentadora Cass, su querido y respetado maestro de las malas artes, Kerian y por último otra chica que le resultaba un poco extraña “posiblemente sería familia de Cassandra y por eso era más pequeña” creyó justificar el enano de forma solvente.
Acto seguido el capitán se acercó a él, en una primera instancia pensó que se trataba de algún tipo de recompensa por haberle salvado la vida, más se llevó un fiasco cuando este le quitó el casco a la vez que le preguntaba de dónde venía, el rubio entre algún refunfuño, señalo de mala gana de la sala de la que había venido y es que como venían siendo recurrentes en las conversaciones con el rubio, se solían requerir un par de explicaciones y algún otro dibujito para que entendiera la pregunta a la primera.
-Al menos no tener que servir a armadura andante- pensó para sus adentros aliviado por el aciago destino que había evitado su capitán y es que la idea de servir a una armadura andante, no le terminaba de resultar atractiva, y es que por mucho más efusivo que pudiera estar por haber encontrado a la manada, que le quitaran el casco no dejaba de ser un golpe bajo.
La segunda pregunta del pelirrojo si encontró más fortuna, aunque más por el nombre que del contramaestre que por el resto de la frase.
-Perico ser más rápido y Alexandre quedar atrás, donde gran roca- comentó haciendo referencia a la muralla y es que, pese a que los caminos de ambos se pudieran haber entrecruzado, la neblina le había jugado una mala pasada al rubio.
Adam comenzó a afilar su olfato, aunque con poco éxito ya que en vez de entrar olores salían mocos, algo un poco desagradable, aunque nada que no pudiera resolver hurgándose un poco en la nariz ¿Verdad?
Fuera como fuera, el rubio se dispuso a seguir como buen perro faldero a su recién encontrado amo y es que después de dos semanas había echado de menos al pelirrojo e incluso a las broncas de la bruja que lo acompañaba, y es que ya solo restaba encontrarse con el gigantón para volver a reunir a la manada, lo cual no debía ser muy complicado, después de todo era incluso más alto que el propio Keiran.
-Deber tener cuidado- pensó el albino para sus adentros -Él soler lanzar siempre cosas cuando lo veo, sobre todo cuando entrar en bodega a por agua roja- prosiguió recordando que el pelirrojo era muy dado al lanzamiento de botellas y cofres blancos.
- Adam sin casco ser triste:
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Samvel Legacy
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Si Samvel había tenido alguna esperanza en aquella reina, las perdió todas en cuanto abrió la boca. Sí, nunca había conocido a ningún noble ni había tratado con la realeza, y aunque sabía que podían pecar de arrogancia, no creía que la que mostraba Iliana estuviera justificada. No en una guerra en la que cualquier ayuda era de agradecer.
Y para demostrar que él era mejor que la reina, se quedó en silencio, asintió y la siguió hasta la Sala del Trono. A pesar de su actitud, era una aliada. Tan solo debía encontrar la forma de impedir que acabara con la vida de Anthony llegado el momento.
Una vez en la Sala del Trono, Sam se encontró a un variopinto grupo. Enfrente del trono, todo orgullo y confianza, se alzaba lord Anthony, como si les hubiera estado esperando desde un principio. Estaba custodiado por dos caballeros y un lado, casi retenida por el que parecía un mayordomo, estaba lady Erica. Sam sonrió al verla a salvo y se centró en los eventos que se propiciaron.
Iliana, dejándose llevar por sus emociones, se lanzó al ataque sin dudar, y los dos caballeros salieron a defender a su señor. Y en un momento, lo que era una dos contra uno se volvió en un dos contra dos cuando Tomoe se lanzó al ataque. Al observar como su compañera salía decidida a enfrentar a los caballeros, Sam salió de dudas y se dispuso a hacer lo mismo.
Con el escudo sujeto con el brazo derecho, desenvainó su Pacificadora y cambió la munición de balas comunes a balas perforantes. Los caballeros luchaban con grandes espadas y pesadas armaduras que les defendían de los ataques, pero con su munición especial sería capaz de atravesarlas. Así, mientras Tomoe flanqueaba a los enemigos por un lado, Sam hizo lo mismo hacia el lado contrario, disparando tres balas al brazo que sujetaba el arma del caballero que tenía más cerca.
Y para demostrar que él era mejor que la reina, se quedó en silencio, asintió y la siguió hasta la Sala del Trono. A pesar de su actitud, era una aliada. Tan solo debía encontrar la forma de impedir que acabara con la vida de Anthony llegado el momento.
Una vez en la Sala del Trono, Sam se encontró a un variopinto grupo. Enfrente del trono, todo orgullo y confianza, se alzaba lord Anthony, como si les hubiera estado esperando desde un principio. Estaba custodiado por dos caballeros y un lado, casi retenida por el que parecía un mayordomo, estaba lady Erica. Sam sonrió al verla a salvo y se centró en los eventos que se propiciaron.
Iliana, dejándose llevar por sus emociones, se lanzó al ataque sin dudar, y los dos caballeros salieron a defender a su señor. Y en un momento, lo que era una dos contra uno se volvió en un dos contra dos cuando Tomoe se lanzó al ataque. Al observar como su compañera salía decidida a enfrentar a los caballeros, Sam salió de dudas y se dispuso a hacer lo mismo.
Con el escudo sujeto con el brazo derecho, desenvainó su Pacificadora y cambió la munición de balas comunes a balas perforantes. Los caballeros luchaban con grandes espadas y pesadas armaduras que les defendían de los ataques, pero con su munición especial sería capaz de atravesarlas. Así, mientras Tomoe flanqueaba a los enemigos por un lado, Sam hizo lo mismo hacia el lado contrario, disparando tres balas al brazo que sujetaba el arma del caballero que tenía más cerca.
- Resumen:
- Pues meterse en la lucha, poco mas.
Keiran T. Farraige
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Atendió a las explicaciones de Adam, haciendo acopio de tanta paciencia como fue capaz mientras trataba de hacerle entender lo que le estaba diciendo. A su vez, se estrujó los sesos para comprender y descifrar los encriptados mensajes que le lanzaba el vigía de los Ravenous Hounds porque, como siempre, su interpretación de la realidad podía llegar a volverse demasiado simplista para el resto de tripulantes. De hecho, no estaba del todo seguro de a qué se refería con «gran roca», aunque supuso que o estaba llamando así al castillo de Astelia o a la muralla que la protegía. Casi como si se trata de algún tipo de recompensa, Keiran le devolvió el yelmo al rubio tras apreciar su molestia por habérselo quitado.
Fuera como fuese, Cassandra acertó a coincidir en el curso de acción y encaminó la marcha en busca de Alexander; decisión ante la que no hubo la menor pega por parte del pirata. De paso, aprovecharían su salida al exterior para respirar un poco de aire fresco y despejar sus fosas nasales. Aún podía notar el escozor que el chili y la pimienta le habían causado a su nariz, por no hablar de la constante moquera de la que no era capaz de librarse. Tuvo que taponarse los agujeros alternativamente y sonarse para que los mocos salieran de su cavidad nasal y poder comenzar a percibir, muy poco a poco, los olores del ambiente. Lo que no tuvo problema en notar, sin embargo, fue el escándalo que se podía escuchar proveniente de las distintas calles de la capital y, a su vez, de la mismísima entrada a palacio. Los causantes de este debían ser, sin lugar a dudas, el resto de su tripulación. Sonreiría ante aquel pensamiento, sintiéndose en cierto modo orgulloso por sus chicos, aunque el gesto no duró mucho: aún tenían trabajo por delante.
No tardarían en llegar hasta las puertas de palacio nuevamente y allí, casi como una analogía de lo que habían vivido ellos, se encontrarían al contramaestre combatiendo mano a mano contra un caballero de notable fuerza —al menos la suficiente como para plantarle cara a su oficial sin apenas despeinarse—. Si aquel nuevo obstáculo era, como mínimo, igual de habilidoso que Tristán, su compañero se encontraba en serios apuros: no sería un oponente que pudiera derrotar por sí solo. Por suerte para él, los combates honorables y justos no eran acordes al estilo pirata, algo que pareció calar en la subcapitana.
Keiran avanzó unos pasos, aún por detrás de sus oficiales, mientras desenvainaba a Ocras.
—Vamos a tener que enseñarle a este también que nadie se interpone en nuestro camino, ¿eh? —sugirió, lanzando la cabeza de Tristán por los aires para que cayera a los pies del caballero—. Te has perdido parte de la fiesta, Napo.
No se andó con medias tintas, adoptando en ese preciso instante su forma híbrida y viendo su cuerpo envolverse en llamas por completo. Ya había acabado con aquel desgraciado que se había atrevido a llamarle chucho, así que se encontraba lo suficientemente lúcido como para evitar dañar a sus propios compañeros. Sería así como aprovecharía la ofensiva de Cass y Alexander para lanzarse de seguido, buscando el flanco más débil de aquella mole y buscando superar su armadura con un mandoblazo de Ocras dirigido a su costado. Diera o no, para no perder las buenas costumbres, proyectaría sus llamas contra él. Eso sí: esta vez de abajo hacia arriba, para que no se le ocurriera agacharse y evadirlas.
Fuera como fuese, Cassandra acertó a coincidir en el curso de acción y encaminó la marcha en busca de Alexander; decisión ante la que no hubo la menor pega por parte del pirata. De paso, aprovecharían su salida al exterior para respirar un poco de aire fresco y despejar sus fosas nasales. Aún podía notar el escozor que el chili y la pimienta le habían causado a su nariz, por no hablar de la constante moquera de la que no era capaz de librarse. Tuvo que taponarse los agujeros alternativamente y sonarse para que los mocos salieran de su cavidad nasal y poder comenzar a percibir, muy poco a poco, los olores del ambiente. Lo que no tuvo problema en notar, sin embargo, fue el escándalo que se podía escuchar proveniente de las distintas calles de la capital y, a su vez, de la mismísima entrada a palacio. Los causantes de este debían ser, sin lugar a dudas, el resto de su tripulación. Sonreiría ante aquel pensamiento, sintiéndose en cierto modo orgulloso por sus chicos, aunque el gesto no duró mucho: aún tenían trabajo por delante.
No tardarían en llegar hasta las puertas de palacio nuevamente y allí, casi como una analogía de lo que habían vivido ellos, se encontrarían al contramaestre combatiendo mano a mano contra un caballero de notable fuerza —al menos la suficiente como para plantarle cara a su oficial sin apenas despeinarse—. Si aquel nuevo obstáculo era, como mínimo, igual de habilidoso que Tristán, su compañero se encontraba en serios apuros: no sería un oponente que pudiera derrotar por sí solo. Por suerte para él, los combates honorables y justos no eran acordes al estilo pirata, algo que pareció calar en la subcapitana.
Keiran avanzó unos pasos, aún por detrás de sus oficiales, mientras desenvainaba a Ocras.
—Vamos a tener que enseñarle a este también que nadie se interpone en nuestro camino, ¿eh? —sugirió, lanzando la cabeza de Tristán por los aires para que cayera a los pies del caballero—. Te has perdido parte de la fiesta, Napo.
No se andó con medias tintas, adoptando en ese preciso instante su forma híbrida y viendo su cuerpo envolverse en llamas por completo. Ya había acabado con aquel desgraciado que se había atrevido a llamarle chucho, así que se encontraba lo suficientemente lúcido como para evitar dañar a sus propios compañeros. Sería así como aprovecharía la ofensiva de Cass y Alexander para lanzarse de seguido, buscando el flanco más débil de aquella mole y buscando superar su armadura con un mandoblazo de Ocras dirigido a su costado. Diera o no, para no perder las buenas costumbres, proyectaría sus llamas contra él. Eso sí: esta vez de abajo hacia arriba, para que no se le ocurriera agacharse y evadirlas.
- Resumen:
- Salir de las cocinas con el grupo y acudir en auxilio de Napo. Vamos a por el segundo caballero.
Normas del capítulo:
Todo parece estar llegando a su final más rápido de lo que se esperaba. Todo el mundo se encuentra en movimiento, cada quien a sus cosas hasta que, por un instante, todo se detiene. No se ha parado el tiempo, pero da esa sensación cuando el cielo se ve partido, surcado por un haz de luz visible incluso a plena luz del día. La cola de un cometa, su estela, muestra una parabólica que se precipita cada vez más cerca de la tierra hasta perderse en el horizonte de Hallstatt. Segundos después la tierra tiembla. Ha caído muy lejos de la isla, en otro de los mares. Tal vez en la Grand Line, quizás en la propia línea que separa el mundo. El caso es que por un instante todo tiembla con fuerza.
Un terremoto sacude la isla. Las casas no están preparadas para este tipo de suceduras, así que las más viejas o endebles se derrumban. Algunas zonas del suelo se agrietan superficialmente… Las paredes tiemblan y alguna otra grieta hace que candelabros caigan. Quien no estuviera preparado seguramente haya acabado de culo en el suelo. ¿Qué ha sido eso? La preocupación inunda a las buenas y no tan buenas personas de la isla. Por un momento, todos o casi todos se detienen a la espera de una repetición, asustados. Pero no. El temblor no ha sido muy fuerte y sus consecuencias aparentemente suaves. Así que todo vuelve a la normalidad... Sí se le puede llamar así.
No es muy normal ver barcos de la marina pasearse por la costa del Reino de Hallstatt, ya que este no está afiliado al gobierno mundial. Algo de información se debe haber filtrado. Tres buques marines se habían dispuesto en la costa para servir de refuerzo a sus subordinados que han pedido ayuda. Vienen principalmente a asegurar su salida segura de la isla, pero el ver un aparato volador con los emblemas piratas de «Las piratas de Andromeda» y del subordinado de Terra Kepler quizás les haga cambiar de parecer. Se dividen en tres grupos: Rescate, Diplomacia —que se dirige hacia el castillo con el capitán, su comandante y dos tenientes acompañándole—, y un tercero para investigar las calles y la plaza, formado por varios reclutas, un supervisor y varios cabos.
- Se moderará los martes entre las 22:00 y las 23:59.
- No se puede postear los martes antes de la moderación.
- Hay un reloj que marca el tiempo restante. Cuando acaba los temas se cierran.
- Está prohibido metarrolear, powerrolear y demás actitudes tóxicas.
- A más riesgo, más premio.
- Como es tradición, el barco de Sons of Anarchy se hundirá en algún momento.
- Cada post debe ocupar entre 250 y 1.200 palabras. Si no se está en estos límites, el post podría ser ignorado.
- Es responsabilidad de un usuario comunicarse con la gente con la que interactúa.
- Si un post tiene más de 15 faltas ortográficas por párrafo podría ser ignorado.
- Hacer un resumen de acciones relevantes es obligatorio independientemente de la extensión.
- La ley del plot no es a prueba de idiotas.
Moderación:
Todo parece estar llegando a su final más rápido de lo que se esperaba. Todo el mundo se encuentra en movimiento, cada quien a sus cosas hasta que, por un instante, todo se detiene. No se ha parado el tiempo, pero da esa sensación cuando el cielo se ve partido, surcado por un haz de luz visible incluso a plena luz del día. La cola de un cometa, su estela, muestra una parabólica que se precipita cada vez más cerca de la tierra hasta perderse en el horizonte de Hallstatt. Segundos después la tierra tiembla. Ha caído muy lejos de la isla, en otro de los mares. Tal vez en la Grand Line, quizás en la propia línea que separa el mundo. El caso es que por un instante todo tiembla con fuerza.
Un terremoto sacude la isla. Las casas no están preparadas para este tipo de suceduras, así que las más viejas o endebles se derrumban. Algunas zonas del suelo se agrietan superficialmente… Las paredes tiemblan y alguna otra grieta hace que candelabros caigan. Quien no estuviera preparado seguramente haya acabado de culo en el suelo. ¿Qué ha sido eso? La preocupación inunda a las buenas y no tan buenas personas de la isla. Por un momento, todos o casi todos se detienen a la espera de una repetición, asustados. Pero no. El temblor no ha sido muy fuerte y sus consecuencias aparentemente suaves. Así que todo vuelve a la normalidad... Sí se le puede llamar así.
No es muy normal ver barcos de la marina pasearse por la costa del Reino de Hallstatt, ya que este no está afiliado al gobierno mundial. Algo de información se debe haber filtrado. Tres buques marines se habían dispuesto en la costa para servir de refuerzo a sus subordinados que han pedido ayuda. Vienen principalmente a asegurar su salida segura de la isla, pero el ver un aparato volador con los emblemas piratas de «Las piratas de Andromeda» y del subordinado de Terra Kepler quizás les haga cambiar de parecer. Se dividen en tres grupos: Rescate, Diplomacia —que se dirige hacia el castillo con el capitán, su comandante y dos tenientes acompañándole—, y un tercero para investigar las calles y la plaza, formado por varios reclutas, un supervisor y varios cabos.
- Helga, Shiro y Morgoth:
- Cuando pasáis delante de la niña y Helga hacer su pregunta Altair se detiene un momento para explicar escuetamente que se trata de “Annabell Spirreli”, la hija biológica de la doctora. El parecido es increíble, sí. Pero son personas distintas… O lo eran. No da muchos detalles tampoco.
—La niña está bien. Esto es… Para ayudar a que su madre regrese. Fue asesinada, pero era un genio. Encontró una manera de traspasar su consciencia de necesitarlo. Pero bueno, eso no es un asunto del que debáis preocuparos. —Dicho esto, la visita sigue. No hace falta tener muchas luces para leer entre líneas y suponer lo que pretenden hacer con esa pobre niña. De hecho, la mirada de Altair se ha teñido de amargura, dibujando una mueca. No parece del todo contenta con ese tema… Quizás le tuviera cariño a la niña, si fuera una de tus amigas, Morgoth, seguro que no le hubiera temblado el pulso. Pero todos tienen su lado sensible.
Como sea, pasáis más adelante y os sentáis a observar. Morgoth, la oscuridad no es total, así que eres capaz de sacar de la escasa sombra que proyectas a tu felino amigo y este deja escondido en uno de los muebles el explosivo antes de volver contigo. Sabiendo lo de la niña, quizás quieras hacer algo más… ¿Salvar a la niña y escapar quizás?
Helga, Altair te da permiso para irte, aunque te recuerda que ellos tienen prisa, así que si no vuelves antes de que se vayan te quedarás en tierra, sobre Shiro… El decidirá si quiere acompañarte o quedarse ahí y marcharse con Antoine y sus piratas. ¿A dónde? Es lo que os van a explicar ahora. O más bien os vais a enterar con la llegada de uno de los investigadores que, buscando a Antoine acaba dando las noticias a la señorita Altair.
—El cometa ha caído, mi señora. Ha sido en el Grand Line… Creemos que ha derrumbado parte de la red Line antes de caer en una de las islas.
—Está bien. Mercurio ya sabía que estaba cerca el momento, ¿no? Habrá ido solo a despedirse. Nos iremos cuando regrese a bordo.
Tenéis vía libre de hacer o preguntar lo que queráis con lo que sabéis. Os han dejado casi total libertad por el Zeppelin. Aunque este no está vacío. Así que a divertirse.
Mientras tanto, Morgoth, la marina recibió tu llamada por parte de tus amigas, y esta avisó a los barcos que hay apostados en la costa, así que procederán con todavía más cautela ahora que saben que, como poco, tienen control sobre los negocios más lucrativos de la ciudad.
En cuanto a Helga y Shiro, os han pagado, no os preocupéis. La cantidad se sabrá más adelante.
- Ravenous Hounds:
- Ahora que la banda se ha reunido, parece que la suerte quiere estar de vuestro lado, porque no, no es un enemigo débil el que tenéis delante y se nota por su simple presencia. Pese a ello, el ver la cabeza de su amigo caer rodando frente a sus pies le ha desconcentrado lo suficiente como para que la red le dé casi de lleno. Se mantiene en pie sin moverse ni un milímetro pese al impacto, pero suelta un quejido. Como mínimo su armadura no es tan fuerte como la de Tristán, lo que implica que su poder debe residir en otra parte…
Pese a que no lo sea y que los cortes de cassandra mellen la armadura —el de este sí que cubre casi por completo su cuerpo— Su rostro no se inmuta y la sangre no parece fluir por ninguna parte de su cuerpo.
Cass, Napo, os apartáiscuando Keiran se lanza al ataque, desequilibrándoos por la sacudida del suelo. Por un momento las paredes tiemblan, las vigas se mueven y el candelabro sobre vuestras cabezas se desequilibra hasta caer justo después del impacto de Ocras que choca contra la Guja del caballero. Esta sí que parece más resistente, como si toda su fuerza de voluntad se concentrara en el arma para que Ocras tenga que retroceder. El arma cae sobre ambos, aunque estaba más inclinada al lado del caballero. Un golpe de suerte se podría decir. El peso y la fuerza con la que impactan le da en la cabeza y hace que suelte un gruñido.
Por tu parte, Keiran, recibes el impacto sobre los brazos y el hombro izquierdo —si no tuvieras la piel tan gruesa te habrías hecho bastante daño por el diseño del porta-velas que casi se te clava en este. De verdad, alguien tendría que enseñar a los norteños sobre diseño. Y bueno, los cuadros también han caído, así como cualquier cosa que pudiera rodar por el suelo que hubiera podido estar adornando el pasillo principal de un castillo. Los caballeros siguen ahí, pero ninguno se ha inmutado, así que suponéis que no van a intervenir —Los de Iliana—.
Sobre las llamas… Parece que las soporta mejor que Tristán, aunque se las coma de lleno. O lo mismo es la armadura. Cómo sea, el hombre se levanta como puede si Keiran le deja o decide cortar el contacto de sus armas y esta vez se impulsa hacia la que le ha parecido la más débil del grupo: Cassandra. Hace un sprint y, sí nadie le detiene, intentará acabarla con un barrido horizontal, usando su Guja como una lanza o Alabarda, sujeta por su extremo.
- Tomoe y Samvel:
- Veis como la reina se lanza hacia delante, y Tomoe no tarda en ponerse en marcha. La espada de Iliana es detenida por el primero, el de la derecha, que forcejea con ella mientras que el otro va a aprovechar la situación. No quieren que sea una pelea justa. No necesita esforzarse. Saben que la reina está cansada y en un dos contra uno podrán vencerla… Solo que no está sola.
Tomoe, tu ataque pilla por sorpresa a tu contrincante, el que estaba forcejeando con la reina, y recibe los dos tajos. El primero, como supones, no le hace nada por la armadura, pero el segundo a la cara le obliga a echarse hacia atrás. Apenas cortas un par de mechones de cabello porque no, no llevan casco. Eso y una herida superficial. Pero eh, ha perdido terreno. Los lobos por su parte se dirigen a por Anthony, rodeándole. Este suspira y se pone de pie. No lleva armadura, ni usa armas, sino que adquiere la posición defensiva de alguien versado en artes marciales.
Mientras los lobos están entreteniendo al tirano… Haciendo su mejor esfuerzo porque tampoco son rivales para él, Samvel muy probablemente haya salvado la vida de Iliana con su reacción. El escudo se interpone entre la espada y el flanco de la morena en el último segundo. Forcejeáis y puedes notar, Sam, que es más fuerte que tú. Pero cuando disparas prácticamente a quemarropa no le queda más remedio que ceder. No has atravesado del todo el metal, pues no está hecho de hojalata, pero se ha mellado y casi quedado perforado. Notas las marcas.
Tras vuestro ataque, ahora les toca a ellos. El que ha recibido el susto de las balas pasa de centrarse en Iliana a ir a por ti, Quiere desarmarte. Ni siquiera va a tomarse el tiempo de intentar herir tu orgullo. E ahí la diferencia entre alguien que menosprecia a su rival y quien no, supones. Cambia su postura, usando su espada como si fuera un estoque para perforar el escudo, arrebatártelo si puede y aprovechar el impulso para golpearte con él en le brazo armado y hacerte soltar la pacificadora.
Tomoe, por tu lado, el hombre sabe que no puede con las dos a la vez… Aunque sea porque eres lo suficientemente incordio como para crearle huecos que Iliana pueda aprovechar, pero no puede tampoco ignorar a la reina. Así que te lanza una patada para intentar desequilibrarte y sacarte de su rango. Si lo consigue, intentará esquivar el siguiente ataque de la morena, ponerse a su espalda, agarrarla por el pelo para tirar de ella y decapitarla. El si lo conseguirá o no… Depende de lo que puedas hacer. Aunque con el temblor que acaba de sacudiros lo tiene un poco difícil. ¿Y ahora?
Helga Eiríksdóttir
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Akuma no mi
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La jefa Altair respondió a mi pregunta acerca de la niña. La hija de una doctora, aparentemente muerta, a la que iban a transmitir su... ¿consciencia a la niña? No me hacía gracia ese tipo de cosas. Era jugar a ser dios y a los dioses no les gustan que los mortales rompan ciertos tabúes como aquel. Aunque al menos no era la única que se mostraba molesta con aquello, pues la propia Altair parecía haber hecho un gesto de desagrado. También me agradó que me concediera permiso para volver abajo y pegarme de hostias con algún marine. A ver si así lograba continuar hacerme un nombre en el mundo de la piratería. De pronto vino un señor buscando al verdadero Antoine y le dijo a Altair que había caído un meteorito en el Gran Line.
- ¿Cómo que en el Gran Line? Espero que no haya caído en la isla de donde vengo... - Comenté nerviosa de que a mi hermana pequeña le hubiera pasado algo. El destino de mi padre me daba completamente igual.
Después de oír las explicaciones y de tener vía libre, decidí continuar con mi idea de volver a bajar. Me dispuse a mirar por las pantallas de la sala y me limité a ver algunos destrozos que había provocado algún terremoto, suponía que por el cometa. También le eché el ojo a algunos marines que se habían divididos en grupitos por la isla. Había uno cerca de donde nos habíamos ido. Aquel sería el primero.
- Si no vuelvo a tiempo, decidme a donde os dirigís. Me las intentaré ingeniar para ir para allá - Dije esperando a que me dejaran volver a bajar a la plaza - Shiro, de ti depende si quieres acompañarme o no. Te advierto de que las cosas se podrían poner muy feas abajo, no te culparé si decides quedarte aquí - Comenté esperando la decisión de mi compañero.
- ¿Cómo que en el Gran Line? Espero que no haya caído en la isla de donde vengo... - Comenté nerviosa de que a mi hermana pequeña le hubiera pasado algo. El destino de mi padre me daba completamente igual.
Después de oír las explicaciones y de tener vía libre, decidí continuar con mi idea de volver a bajar. Me dispuse a mirar por las pantallas de la sala y me limité a ver algunos destrozos que había provocado algún terremoto, suponía que por el cometa. También le eché el ojo a algunos marines que se habían divididos en grupitos por la isla. Había uno cerca de donde nos habíamos ido. Aquel sería el primero.
- Si no vuelvo a tiempo, decidme a donde os dirigís. Me las intentaré ingeniar para ir para allá - Dije esperando a que me dejaran volver a bajar a la plaza - Shiro, de ti depende si quieres acompañarme o no. Te advierto de que las cosas se podrían poner muy feas abajo, no te culparé si decides quedarte aquí - Comenté esperando la decisión de mi compañero.
- Resumen:
- Quedarme molesta por lo de la niña, mirar los paneles de la sala de visión para mirar los posibles destrozos del meteorito y buscar marines que apalear. Preguntar a donde van por si no vuelvo a tiempo y esperar a que me dejen volver a la plaza a por el grupito de marines
Morgoth
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Akuma no mi
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Altair respondió sin problemas a la pregunta que le hicieron sobre la niña metida en aquel tanque. Por lo que la mujer dio a entender, parecía ser un salvoconducto de Spirelli, siendo la niña del tanque su hija. Sabiendo esto, me dio algo de pena la niña, aunque me dio pie a preguntarme cómo era posible como poder pasar la memoria de alguien muerto a otra persona. Para mí con el escaso conocimiento que tenía sobre medicina, parecía imposible, pero parecía que debía de haber alguna posibilidad de hacer aquello.
Una vez en la sala, un tipo entró y le contó unas noticias que para ella no fueron sorpresa. Un meteorito había caído en alguna zona del Grand Line y que era posible que hubiese chocado también parte de la Red Line. A pesar de haber marchado de allí hacía un tiempo, se me pasó por la cabeza recuerdos de mi familia y si estarían bien, pero volví rápidamente en mí justo cuando la otra chica que había venido con nosotros hablaba para parcharse.
-Sí, estaría bien saber dónde trabajaremos, por investigar el lugar y saber por dónde moverme cuando lleguemos. – Opiné antes de que la joven se marchase.
Una vez supiese la respuesta de Altair, saldría de aquella sala y comenzaría a vagar por el vehículo. Recordaba donde se encontraba la sala de la niña. Mi primera intención al salir de la sala de cámaras fue buscar la sala de control desde la que se manejaba la estructura y luego buscaría la sala de máquinas. No tenía nada en contra de una banda de piratas, pero estos se acercaban demasiado a mis intereses, sin contar el hecho de tenerme allí principalmente era para mantenerme vigilado después de saber lo que les había contado, a pesar de la excusa de que querían contratarme. Debía evitar que despegasen si me era posible.
Una vez en la sala, un tipo entró y le contó unas noticias que para ella no fueron sorpresa. Un meteorito había caído en alguna zona del Grand Line y que era posible que hubiese chocado también parte de la Red Line. A pesar de haber marchado de allí hacía un tiempo, se me pasó por la cabeza recuerdos de mi familia y si estarían bien, pero volví rápidamente en mí justo cuando la otra chica que había venido con nosotros hablaba para parcharse.
-Sí, estaría bien saber dónde trabajaremos, por investigar el lugar y saber por dónde moverme cuando lleguemos. – Opiné antes de que la joven se marchase.
Una vez supiese la respuesta de Altair, saldría de aquella sala y comenzaría a vagar por el vehículo. Recordaba donde se encontraba la sala de la niña. Mi primera intención al salir de la sala de cámaras fue buscar la sala de control desde la que se manejaba la estructura y luego buscaría la sala de máquinas. No tenía nada en contra de una banda de piratas, pero estos se acercaban demasiado a mis intereses, sin contar el hecho de tenerme allí principalmente era para mantenerme vigilado después de saber lo que les había contado, a pesar de la excusa de que querían contratarme. Debía evitar que despegasen si me era posible.
- resumen:
- Preguntar el destino al que iríamos, pulular por el zeppelin
Anna Bloodfallen
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La Madre Luna sabrá por qué continúo con esta gente que desconoce lo que es el sentido común. Si es que yo no entiendo para qué he venido, ni siquiera entiendo lo que quieren hacer, pero ya que estoy aquí intentaré ser de utilidad. Ahora nos toca pelear contra un maldito gorila envuelto en metal. Mis “compañeros”, incluyendo al pelirrojo de ochocientos metros de alto del cual no hablaré mucho, han tomado la iniciativa. No basta con quemar al enemigo y tirarle de todo, también hay que reventarle un puto candelabro en la cabeza. Esto es demasiado peligroso para mí. ¿Nadie se fija en lo menuda que soy? Como me involucre en esta pelea de titanes acabaré muerta. Y que a nadie se le ocurra llamar chucho al perro de fuego.
Me alejo del centro de la batalla, y como todos están ocupadísimos con la gente grande, pues yo me escabullo como la rata que siempre he sido. Me deslizo entre las sombras, acercándome sigilosa y cuidadosamente hacia la puerta que da hacia la sala del trono. ¿Por qué habría tantos caballeros si no diera a un lugar importante? Igual termino robando algo o encontrando la pieza que necesito para detener esta locura. Un boleto a la libertad. Continúo avanzando siendo una con la oscuridad. Si consigo llegar a la puerta sin ser vista, intentaré abrirla. Si no puedo, bueno, a tirar de las ganzúas. Los cerrojos de este estilo siempre son fáciles de forzar.
Antes de entrar, en caso de conseguir todo hasta ahora, voltearía la mirada hacia la señora escándalos. A pesar de ser una altanera, arrogante y muchas veces odiable, me cae bien. Es más hábil y fuerte que yo, todos aquí lo son, así que no debería preocuparme. ¿Qué diablos? Los conozco hace una hora, hacer amiguis no es lo mío. Una vez en la sala del trono analizaría la situación. Buscaría los puntos más importantes para esconderme, estudiaría a la gente y trataría de identificarla. ¿Habrá algún rey o algo así? Me gustaría tomar de rehén a alguien, creo que sería sencillo acabar con todo esto si lo consigo.
Me alejo del centro de la batalla, y como todos están ocupadísimos con la gente grande, pues yo me escabullo como la rata que siempre he sido. Me deslizo entre las sombras, acercándome sigilosa y cuidadosamente hacia la puerta que da hacia la sala del trono. ¿Por qué habría tantos caballeros si no diera a un lugar importante? Igual termino robando algo o encontrando la pieza que necesito para detener esta locura. Un boleto a la libertad. Continúo avanzando siendo una con la oscuridad. Si consigo llegar a la puerta sin ser vista, intentaré abrirla. Si no puedo, bueno, a tirar de las ganzúas. Los cerrojos de este estilo siempre son fáciles de forzar.
Antes de entrar, en caso de conseguir todo hasta ahora, voltearía la mirada hacia la señora escándalos. A pesar de ser una altanera, arrogante y muchas veces odiable, me cae bien. Es más hábil y fuerte que yo, todos aquí lo son, así que no debería preocuparme. ¿Qué diablos? Los conozco hace una hora, hacer amiguis no es lo mío. Una vez en la sala del trono analizaría la situación. Buscaría los puntos más importantes para esconderme, estudiaría a la gente y trataría de identificarla. ¿Habrá algún rey o algo así? Me gustaría tomar de rehén a alguien, creo que sería sencillo acabar con todo esto si lo consigo.
- Resumen:
- Intentar colarme a la sala del trono y solicitar información sobre lo que veo. Ya tomaré a alguien de rehén.
Keiran T. Farraige
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Akuma no mi
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Los ataques parecían no surtir efecto en aquel nuevo contendiente, quien había recibido prácticamente de lleno los intentos de herirle de sus compañeros sin el menor impedimento. Por su parte, había sido capaz de detener su arremetida con aquella suerte de guja que portaba, frenando a Ocras en seco en el proceso. De nuevo, aquel brillo metálico y oscuro parecía cubrir el arma como ya lo hiciera anteriormente en el caso de Tristán, solo que en aquella ocasión no era el portador sino el arma quien se veía mayormente beneficiado por esta. Aspiró, en cualquier caso, que las llamas cumplieran su función y sirvieran para quitarse de en medio aquella molestia. No tardaría en sentirse decepcionado con el resultado.
—¿La tendencia que tienen vuestros nobles de convertirse en murciélagos os ha hecho preveniros del fuego o qué coño os pasa? —gruñó el cánido, mirando con rabia al contrario y casi obviando los temblores que sacudieron el palacio.
Por supuesto, los ignoró hasta que se dio cuenta del candelabro que se cernía sobre ambos, apenas logrando apartarse lo suficiente como para que el impacto quedara minimizado a un coscorrón algo cómico —y doloroso—. Para cuando ambos se recuperaron del golpe ya habían puesto cierta distancia entre ambos, algo que incomodaba al pirata. La guja era un problema para el que tendría que encontrar solución cuanto antes, en especial si se arriesgaba a mantener aquella distancia. No, por más que su mandoble fuera descomunalmente extenso, el combate cercano le favorecería.
Iba a lanzarse a la carga nuevamente con este pensamiento, pero su rival tomó la iniciativa y, prácticamente ignorándole, se lanzó directo contra Cassandra con la intención de partirla, presumiblemente, en dos. Por suerte para ella y por desgracia para el soldado, los reflejos de Keiran no tardarían en hacer acto de presencia y acudiría a interponerse raudo entre su segunda y él, sujetando a Ocras con ambas manos. No lo hizo pensando en que la merciana no fuera a ser capaz de defenderse, sino por la voluntad de guardar la integridad de los suyos y, de paso, intentar dejar sin su mayor ventaja al caballero.
—No hemos terminado aún —advirtió, con los ojos clavados en los ajenos y una inquietante sonrisa—. ¡A por él!
Fue en ese preciso instante, con ambas armas aún en contacto, que el capitán activó el mecanismo de su oscuro mandoble y proyectó una nube frontal de gas corrosivo; uno de los ases que se había guardado bajo la manga hasta ese momento. Con algo de suerte, el gas sería lo suficientemente potente como para descomponer la guja del enemigo y, de paso, dañar la armadura que lo protegía. Lo lograra o no mantendría el contacto, únicamente para evitar que pudiera defenderse de sus compañeros.
—¿La tendencia que tienen vuestros nobles de convertirse en murciélagos os ha hecho preveniros del fuego o qué coño os pasa? —gruñó el cánido, mirando con rabia al contrario y casi obviando los temblores que sacudieron el palacio.
Por supuesto, los ignoró hasta que se dio cuenta del candelabro que se cernía sobre ambos, apenas logrando apartarse lo suficiente como para que el impacto quedara minimizado a un coscorrón algo cómico —y doloroso—. Para cuando ambos se recuperaron del golpe ya habían puesto cierta distancia entre ambos, algo que incomodaba al pirata. La guja era un problema para el que tendría que encontrar solución cuanto antes, en especial si se arriesgaba a mantener aquella distancia. No, por más que su mandoble fuera descomunalmente extenso, el combate cercano le favorecería.
Iba a lanzarse a la carga nuevamente con este pensamiento, pero su rival tomó la iniciativa y, prácticamente ignorándole, se lanzó directo contra Cassandra con la intención de partirla, presumiblemente, en dos. Por suerte para ella y por desgracia para el soldado, los reflejos de Keiran no tardarían en hacer acto de presencia y acudiría a interponerse raudo entre su segunda y él, sujetando a Ocras con ambas manos. No lo hizo pensando en que la merciana no fuera a ser capaz de defenderse, sino por la voluntad de guardar la integridad de los suyos y, de paso, intentar dejar sin su mayor ventaja al caballero.
—No hemos terminado aún —advirtió, con los ojos clavados en los ajenos y una inquietante sonrisa—. ¡A por él!
Fue en ese preciso instante, con ambas armas aún en contacto, que el capitán activó el mecanismo de su oscuro mandoble y proyectó una nube frontal de gas corrosivo; uno de los ases que se había guardado bajo la manga hasta ese momento. Con algo de suerte, el gas sería lo suficientemente potente como para descomponer la guja del enemigo y, de paso, dañar la armadura que lo protegía. Lo lograra o no mantendría el contacto, únicamente para evitar que pudiera defenderse de sus compañeros.
- Resumen:
- • Llevarse un coscorrón del candelabro.
• Interponerse entre el caballero y Cass.
• Intentar descomponer su arma gracias a la capacidad corrosiva de Ocras.
- Ocras:
- Descripción y habilidades: Los orígenes de Ocras son inciertos, aunque está claro que debió ser forjada por unas manos expertas y habilidosas. El mandoble, que llega a medir cerca de dos metros de longitud, está compuesto por una aleación de acero y un metal sin identificar que le otorga el tono azabache tan característico a la hoja. Adornando esta, así como su empuñadura, se encuentran incrustados en el propio metal láminas cristalizadas que, absorbiendo la joya central de la guarda la luz solar, reflejan la misma como si constasen de luz propia.
La cualidad que hace realmente única a esta espada es el mecanismo oculto que guarda en su interior. Escondido a simple vista, cerca de la guarda se esconde una pequeña placa de metal como si fuera una suerte de botón. Al pulsarlo, de los diminutos poros que recorren la hoja, manará un oscuro gas que seguirá los arcos que describa su filo, proyectando una densa nube que sería capaz de corroer el más tenaz de los aceros en cuestión de segundos, siempre y cuando no posean una resistencia a la corrosión genuina o superior. Este gas puede proyectarse en un arco, dispersándose tras un recorrido de hasta cinco metros a los dos segundos, pudiendo hacerse uso de él hasta en cuatro ocasiones por día, que es el tiempo que le lleva a la propia espada recargar los componentes de este gas, tomados directamente del aire.
Propiedades exóticas: Dureza épica, tenacidad épica y resistencia a la corrosión épica.
Tomoe Asai-Asakura
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Había logrado pillarlo por sorpresa, pero dudaba que eso pudiera pasar de nuevo. Después de sus ataques, quizá la consideraba una molestia más que una amenaza porque no intentó matarla, solo le propinó una patada para sacarla del medio. Recibió el golpe y se preparó para contraatacar. Estaba buscando decapitarla, pero no pensaba dejar que...
Entonces, llegaron los temblores. Estaban en el interior del edificio, así que no podía saber a qué se debían los temblores, solo que algo o alguien había provocado un terremoto. Espera... ¿la ciudad estaba bien? había pasado por zonas que estaban en un estado deprimente, un temblor de esa magnitud sería fatal para la porción más pobre del reino. Por desgracia no podía permitirse irse ahora, tendría que esperar a que la situación en el castillo estuviera bajo control antes de pensar en hacer control de daños.
No pretendía matar a nadie, pero si el único punto sin protección del caballero era la cabeza no tenía más remedio que apuntar ahí. Una vez se detuvo el temblor, Tomoe volvió a lanzarse al ataque. Envainó la odachi, alzó los brazos y la desenvainó de nuevo mientras realizaba un corte hacia abajo usando cuanta más fuerza mejor. Por si acaso evitaría el uso de proyecciones cortantes por ahora, nu rango de ataque era demasiado grande, podría herir a alguien aliado sin querer.
Así, con ese corte, intentaría obligar al caballero a separarse de la reina. Confiaría en que el peso de su armadura le complicaría recuperar el equilibrio antes que a Tomoe, que lo único que llevaba de peso era su propia espada.
Tenía que acabar cuanto antes, para echarle una mano a Sam y a los minks transformados, no quería entretenerse demasiado protegiendo a la reina.
Entonces, llegaron los temblores. Estaban en el interior del edificio, así que no podía saber a qué se debían los temblores, solo que algo o alguien había provocado un terremoto. Espera... ¿la ciudad estaba bien? había pasado por zonas que estaban en un estado deprimente, un temblor de esa magnitud sería fatal para la porción más pobre del reino. Por desgracia no podía permitirse irse ahora, tendría que esperar a que la situación en el castillo estuviera bajo control antes de pensar en hacer control de daños.
No pretendía matar a nadie, pero si el único punto sin protección del caballero era la cabeza no tenía más remedio que apuntar ahí. Una vez se detuvo el temblor, Tomoe volvió a lanzarse al ataque. Envainó la odachi, alzó los brazos y la desenvainó de nuevo mientras realizaba un corte hacia abajo usando cuanta más fuerza mejor. Por si acaso evitaría el uso de proyecciones cortantes por ahora, nu rango de ataque era demasiado grande, podría herir a alguien aliado sin querer.
Así, con ese corte, intentaría obligar al caballero a separarse de la reina. Confiaría en que el peso de su armadura le complicaría recuperar el equilibrio antes que a Tomoe, que lo único que llevaba de peso era su propia espada.
Tenía que acabar cuanto antes, para echarle una mano a Sam y a los minks transformados, no quería entretenerse demasiado protegiendo a la reina.
- resumen:
Recibe la patada pero aguanta el tipo hasta que llega el temblor. Luego da un tajo vertical descendente al señor que intenta decapitar a la señora. Utiliza la odachi de pesadez especial para esto.
Cassandra Pendragon
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A diferencia del combate anterior, en esta ocasión los ataques acertaron de lleno al oponente pero, para desencanto de Cassandra, le afectaron más bien poco. La armadura que portaba y le cubría básicamente todo el cuerpo se melló ligeramente con las ondas cortantes de la platina, y la persona de su interior emitió un quejido de dolor al recibir de lleno la red, pero no se inmutó más allá de aquello.
Cassandra frunció el ceño, a sabiendas de que aquel combate sería tan o incluso más complejo que el anterior, y que tampoco había hueco para la diplomacia en aquella situación. La princesa ya estaba empezando a calcular un nuevo plan en su cabecita, uno que tuviese en cuenta los comportamientos extremadamente violentos y frecuentemente aleatorios de su capitán y su contramaestre, por no mencionar al niño salvaje, cuando el suelo comenzó a temblar. Las paredes se sacudieron, los cuadros se cayeron y las vigas rechinaron en sus lugares y dejaron escapar pequeñas nubes de polvo provocadas por la fricción. Fue entonces cuando la joven escuchó el terrorífico chirrido del metal sobre su cabeza y, tras echar un rápido vistazo al techo y divisar el candelabro, se lanzó a un lado con la destreza de la que disponía para evitar ser aplastada por la lámpara, que se desplomó enseguida un poco más allá, peligrosamente cerca de Keiran y el caballero. La noble utilizó el impulso de su salto para volver a levantarse casi al instante, y descubrir al caballero lanzándose hacia ella guja en mano, con la clara intención de ejecutar un corte horizontal directo a su torso, que podría hacerle mucho daño.
Instintivamente, la reacción de Cassandra fue cruzar las espadas frente a ella, para proteger su torso e intentar detener el sablazo, pero Keiran se interpuso entre ella y el caballero antes de que llegase el impacto, lo que la obligó a moverse y le otorgó unos segundos extra. La joven aristócrata los aprovecharía para salir de detrás de su capitán por la izquierda, buscar con su crítica mirada la junta de la armadura donde se unían los protectores del muslo y la rodilla del caballero, y dirigir en su dirección una estocada con Zeus activado, con la intención de comprobar si aquel caballero era inmune a la electricidad como el anterior, y de clavar la espada en su carne.
Cassandra frunció el ceño, a sabiendas de que aquel combate sería tan o incluso más complejo que el anterior, y que tampoco había hueco para la diplomacia en aquella situación. La princesa ya estaba empezando a calcular un nuevo plan en su cabecita, uno que tuviese en cuenta los comportamientos extremadamente violentos y frecuentemente aleatorios de su capitán y su contramaestre, por no mencionar al niño salvaje, cuando el suelo comenzó a temblar. Las paredes se sacudieron, los cuadros se cayeron y las vigas rechinaron en sus lugares y dejaron escapar pequeñas nubes de polvo provocadas por la fricción. Fue entonces cuando la joven escuchó el terrorífico chirrido del metal sobre su cabeza y, tras echar un rápido vistazo al techo y divisar el candelabro, se lanzó a un lado con la destreza de la que disponía para evitar ser aplastada por la lámpara, que se desplomó enseguida un poco más allá, peligrosamente cerca de Keiran y el caballero. La noble utilizó el impulso de su salto para volver a levantarse casi al instante, y descubrir al caballero lanzándose hacia ella guja en mano, con la clara intención de ejecutar un corte horizontal directo a su torso, que podría hacerle mucho daño.
Instintivamente, la reacción de Cassandra fue cruzar las espadas frente a ella, para proteger su torso e intentar detener el sablazo, pero Keiran se interpuso entre ella y el caballero antes de que llegase el impacto, lo que la obligó a moverse y le otorgó unos segundos extra. La joven aristócrata los aprovecharía para salir de detrás de su capitán por la izquierda, buscar con su crítica mirada la junta de la armadura donde se unían los protectores del muslo y la rodilla del caballero, y dirigir en su dirección una estocada con Zeus activado, con la intención de comprobar si aquel caballero era inmune a la electricidad como el anterior, y de clavar la espada en su carne.
- Resumen:
Evitar el candelabro.
Atacar a la rodilla del caballero con Zeus, tras ser protegida por Keiran.
Sinceramente no esperaba lo de Altair ni mucho menos la revelacion sobre la menor en cuestion a la que habia "presentado" como la hija de la doctora mas lo que habia hecho con la misma era algo que sinceramente deseaba preguntar demasiado para mi persona. Aun asi asisto con la cabeza ante la palabra de Helga dado que, realmente no tenia mucho que hacer en esos momentos como para no acompañarla en esos instantes ya que, no tenia demasiados planes como para esperarla demasiado tiempo - Pues querida realmente no tengo mucho que hacer y creo que sino te vigilo otra vez seguramente hagas mas caos del necesario ... ademas prefiero tu compañia que la de tantos desconocidos - decia eso ultimo en tono bajo tras escuchar algo sobre un cometa y lo relacionado con la Grand Line.
- opino no lo mismo, si quieren les dejo mi numero de Den Den no mushi, tengo mi propio barco y seria de utilidad saber hacia donde se dirigen si realmente no llegamos a darles alcance a ustedes - fue lo que dije esperando unos minutos para anotar el numero de mi caracola personal mientras pasaba luego mis brazos tras de mi nuca, lanzando un ligero bostezo y caminar tras de la musculosa mujer porque era la persona mas confiable que tenia en todo el lugar tras la desaparición de su otro conocido, del cual no había tenido ninguna noticia reciente pero que suponía que estaría bien dado que no le vi salir del refugio de Altair.
- opino no lo mismo, si quieren les dejo mi numero de Den Den no mushi, tengo mi propio barco y seria de utilidad saber hacia donde se dirigen si realmente no llegamos a darles alcance a ustedes - fue lo que dije esperando unos minutos para anotar el numero de mi caracola personal mientras pasaba luego mis brazos tras de mi nuca, lanzando un ligero bostezo y caminar tras de la musculosa mujer porque era la persona mas confiable que tenia en todo el lugar tras la desaparición de su otro conocido, del cual no había tenido ninguna noticia reciente pero que suponía que estaría bien dado que no le vi salir del refugio de Altair.
- Resumen:
Acompaña a Helga en su Pelea mientras que deja a alguno de los científicos su numero personal por sino llegan a tiempo a alcanzar el navio
Normas del capítulo:
- Se moderará los martes entre las 22:00 y las 23:59.
- No se puede postear los martes antes de la moderación.
- Hay un reloj que marca el tiempo restante. Cuando acaba los temas se cierran.
- Está prohibido metarrolear, powerrolear y demás actitudes tóxicas.
- A más riesgo, más premio.
- Como es tradición, el barco de Sons of Anarchy se hundirá en algún momento.
- Cada post debe ocupar entre 250 y 1.200 palabras. Si no se está en estos límites, el post podría ser ignorado.
- Es responsabilidad de un usuario comunicarse con la gente con la que interactúa.
- Si un post tiene más de 15 faltas ortográficas por párrafo podría ser ignorado.
- Hacer un resumen de acciones relevantes es obligatorio independientemente de la extensión.
- La ley del plot no es a prueba de idiotas.
Moderación:
- Helga y Shiro:
- Tal y como subisteis habéis vuelto a tierra tras una última advertencia de Altair. Lo cierto es que lo más posible era que el papel con el número de caracolófono de Shiro fuera a acabar perdido entre otras tantas pilas de notas, si no era arrugado y lanzado a la papelera en cuanto salierais por la puerta. Por suerte, la pregunta de Helga fue contestada antes de que saliera por la puerta. No por Altair, obviamente, sino por el investigador que vino a advertirles: —Tenemos que contrastar nuestras fuentes, pero es casi seguro que haya aterrizado cerca de Sabaody, por la parábola que llevaba —fue lo que dijo el hombre, bajito, regordete y con la coronilla exenta de cabellera.
Dicho lo cual, bajáis con ese mismo tubo con el que habéis ascendido al Zeppelin, que en ningún momento había tocado tierra —lamento si ha podido haber algún tipo de confusión— y os encontráis de nuevo en la plaza. Sabéis que hacia el palacio se están acercando varios marines de apariencia importante por sus vestimentas. Si esperáis un poco, tal vez les podáis cortar el paso. Pero esperar es aburrido y pueden desviarse. Si salís en su búsqueda y os perdéis por las calles de la ciudad, por otro lado… Os cruzaréis con el grupo que se dirigía a la plaza (que no al castillo). Este se ha dividido en dos, quedando contra vosotros El supervisor, un cabo y tres reclutas.
—¿Estáis bien? ¿Quiénes sois? ¿Hay gente herida? —No necesitan presentarse, pues el uniforme habla por sí mismo… y Bueno, en caso de que Helga tenga recompensa, no parecen haberse fijado todavía en ella. Si no les atacáis no os harán nada más allá de cuestionaros y sacaros toda la información que puedan. Vosotros decidís.
- Morgoth:
- La respuesta sobre la ubicación te la contesta… O, mejor dicho, queda contestada a Helga cuando esta pregunta.
—Tenemos que contrastar nuestras fuentes, pero es casi seguro que haya aterrizado cerca de Sabaody, por la parábola que llevaba —dice el hombre que ha llegado a toda prisa buscando a Giovanni. Un hombre bajito, regordete y con la coronilla exenta de cabellera.
Que decir, la mujer pelirroja de apariencia barbárica se reafirma en que quiere ir a enfrentarse por algún capricho a los marines y su compañero la sigue tras darle un papel con su teléfono al hombre, quien lo arruga y guarda en su bata de laboratorio, seguramente para tirarlo más adelante. Tras unos minutos más, Altair tiene sus propios asuntos así que te deja total libertad. De hecho, se despide de ti a la vez que el pintoresco dúo para acompañarles al ascensor de bajada —El tubo de antes— y permitir que vuelvan a tierra firme. Tal vez no me expliqué como era debido, pero el Zeppelin no ha toca suelo en ningún momento, sino que se encuentra flotando en el aire.
Como sea, tienes mucho paseo que recorrer para encontrar las diferentes salas. Por suerte para ti, no hay excesiva vigilancia en el Zeppelin. Están en un lugar elevado cuyo único acceso sería por aire, de forma estúpidamente obvia, o por el acceso que habéis usado. Está claro que no dejan pasar a cualquiera, pero mientras no hagas movimientos sospechosos te dejaran en paz, como un invitado más. Así, vas pasando por los pasillos encontrándote una sala que podría considerarse como un centro de reunión o un salón para pasar el rato y conversar, con un detallado globo del mundo decorándola, entre otras cosas, una sala de “Astronomía”, con un enorme telescopio que ha debido ser usado para observar la caída del meteorito del que hablaban… Notas, según te vas alejando, que todo lo importante parece estar apostado en un lado concreto del Zeppelin, en su morro, mientras que las cosas básicas: Despensa, cocinas, sala de máquinas o de navegación principales se encuentran en la cola. Hay además lugares en los que el suelo parece separado por finas líneas, quizás para poder sellarlas en caso de tener algún problema.
Si sigues caminando, no tardarás en encontrarte en una bifurcación: A un lado, un pasillo algo más oscuro donde los cables quedan a la vista, reptando por la pared. El otro pasillo es algo más ancho y tiene la misma luz. Según donde decidas ir llegarás a uno u otro lado.
- Ravenous Hounds:
- El candelabro cae y, como dijimos, impacta principalmente golpeando a Fionn, aunque roza a Keiran, pero este no tiene mucho problema en esquivar y es lo suficientemente rápido como para interponerse entre Cassandra y el caballero. Sus armas pueden ser buenas, su armadura de alta calidad, pero la corrosión de Ocras no puede neutralizarse por pura fuerza de voluntad. El hombre mira con sorpresa el gas negro que surje del arma, pero no tarda en notarlo tanto en sus guanteletes como en su Guja. Se va a quedar sin armas. Si bien quería quitarse a la que debía ser más escurridiza de los que estabais atacanto primero… Si se va a quedar desarmado al menos que no sea en vano, piensa, ahora intentando atravesar con su mantra tu ataque y partir a Ocras en dos por pura voluntad.
En ese momento, Keiran, lo notas. Ya no es algo que tenga que ver con las espadas. ¿Qué pasará después? Con la fuerza que está poniendo te hace retroceder, si no haces algo, antes de que la Guja quede inutilizada te va a partir en dos. Lo piensas y es en ese momento que tus antebrazos, tus manos y, finalmente el filo de tu arma desde el guardamanos hasta la punta, se tiñen de un color oscuro y metálico. No es tan fuerte como el del caballero, pero ya es tarde. La Guja se parte por la mitad justo al tiempo que Cassandra acierta a clavar la fina hoja de Zeus en las carnes de vuestro enemigo, electrocutándolo. Su pierna cede y no le queda más remedio que intentar apartarse, lanzando las piezas rotas de su arma, una hacia Cass y, la otra (la que tiene la punta del arma, hacia ti, Keiran.
Napo, Tú has visto toda la escena desde atrás y reconoces ese poder que ha despertado tu capitán… O que a lo mejor ya tenía, pero no había mostrado antes. Como poco dibujas una sonrisa de orgullo. Pero la cosa no ha acabado todavía. Fionn se quita los guanteletes a prisa y busca acercarse a una de las armaduras decorativas que hay en las paredes, tomando de una de ellas una alabarda. No será igual, pero le servirá por el momento.
Anna, tú ves todo esto desde de la escena, justo antes de empujar con la mano y ver que la puerta cede sin problemas. Tu moderación continúa en la de Tomoe.
Adam, por tu parte… Bueno, hay más caballeros. A lo mejor quieres ensañarte con ellos. Por último... Tanto tú por tu buen olfato, como Cassandra por haber sido capaz de percatarse a tiempo del ataque del caballero notáis que hay algo raro… Como si hubiera alguien nuevo en escena, pero no le ubicáis en este momento. Adam lo nota por su olfato, pero en caso de Cassandra es más bien una corazonada, la misma que le ha permitido evadir la pieza de Guja rota que iba dirigida a ella segundos antes de que fuera lanzada.
- Tomoe:
- Parece que Sam se las está ingeniando mejor de lo que podría esperarse, con su fuego, sus disparos… Y sin su escudo de hojalata. Este lo ha perdido y le ha tocado sacar y usar en la mano que antes sujetaba el escudo lo que parece una porra que deja suelta destellos. Aunque tú eso no lo puedes ver, estás demasiado concentrada en cumplir tu objetivo.
Como bien habías calculado, el caballero que no se esperaba que un temblor como ese sacudiera el palacio, perdió el equilibrio y, pese a no caer, tuvo que tomarse un momento para recuperar el equilibrio y no le queda más remedio que cubrirse de tu ataque, dejando desatendida a la antigua reina quien… Justo en el momento que ve la oportunidad no duda en rebanar el cuello al chico… Bueno, lo intenta. Justo en el último segundo este consigue endurecer su piel quedando aquel ademan en un corte muy feo que no parece que vaya a dejar de sangrar por magia divina. Una herida así si se sigue moviendo va a resultarle mortal.
Por cierto, la puerta se ha abierto sutilmente, como si una brisa las hubiera empujado. Solo se escucha como vuelve a su sitio con un suave sonido, casi superficial, al cerrarse de nuevo. Nadie se ha percatado de la presencia de Anna, quien ha pasado desde el corredor donde se estaba peleando Fionn con el resto de chuchines para ver como una mujer de cabello azabache largo y ojos como el color de la sangre… Como los suyos, casi decapita a un caballero. Se escucha como le hablan: «Su majestad, ¿está bien?». Es la voz de Samvel, que no recibe respuesta alguna de la engreída soberana por derecho. Si sigues mirando, Anna, verás a los lobos, a Anthony. Sabes quién es por todo lo que sucedió cuando te capturaron. Y verle peleando a puño limpio contra una manada de lobos de indica que mejor no acercarse a él. Aparte de los caballeros, Anthony, Iliana y el resto de la comitiva… Ves a la que parece una princesa por sus vestimentas elegantes, sus joyas, su pelo bonito y bien recogido de color lila y sus ojos claros. Además, lleva una tiara en el pelo. Parece estar siendo retenida o custodiada por un mayordomo entrado en años. No crees que vaya a ser un peligro para ti, y podrían ser la pieza que resolviera tu puzzle y diera un respiro a tanta guerra. Eso depende de cómo juegues tus cartas.
Helga Eiríksdóttir
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Después de que uno de los científicos me dijera que iban a ir a un lugar cerca de Shabody y de una última advertencia de Altair, era tiempo de volver al suelo. Me dio gusto de que Shiro accediera a acompañarme en mi cruzada. Le dio un papel al investigador antes de venir conmigo. En cuanto al hombre sospechoso, había estado de acuerdo conmigo en saber a donde íbamos. No me daba buena espina, pero eso ya era cosa de Altair y los suyos. Íbamos a ser dos contra esos gaviotas. Entré a un tubo y me deslicé hacia abajo, de nuevo en la plaza. Al final, mi vuelta a Hallstat no iba a ser tan aburrida como lo pensé. Muchas cosas han pasado. Al menos me alegraba saber que mi hermana no se encontraba en medio de esta guerra. Si mal no recordaba, venían como tres grupos de marines o algo así.
- Bueno Shiro, vamos a calentar un poco con esos gaviotas. A lo mejor suben nuestra recompensa - Me di cuenta de que no habíamos hablado de ello - Ah si, tengo 14 millones por mi cabeza. ¿Y tú? - Pregunté con curiosidad.
Después, tomé la iniciativa y comencé a caminar hasta que nos encontramos con uno de los grupos de la Marina. Me sorprendió que no me reconocieran por la recompensa sobre mi cabeza. Me molestó un poco, aquello era una herida a mi honor como pirata. De mala gana respondí a sus preguntas.
- Habéis llegado justo en medio de una guerra por el trono. Realmente no pintáis nada aquí. Os propongo un trato. Si tú - Dije apuntando con el dedo al supervisor - Me ganas en un combate, os contaré más cosas. Estoy aburrida y necesito hacerme más fuerte. Shiro, si quieres puedes atacar a los otros. Perdón por pedirme al pez gordo - Sonreí mientras saco mi hacha y mi escudo.
Necesitaba decir algo más o de lo contrario podrían tratarme de loca y pasar de mí.
- Soy una pirata con recompensa. Helga "La Loba Roja" 14 millones de berries. Respóndeme, señor marine. ¿Accedes a mi propuesta? Solo quiero una pelea de uno contra uno - Dije al supervisor.
- Bueno Shiro, vamos a calentar un poco con esos gaviotas. A lo mejor suben nuestra recompensa - Me di cuenta de que no habíamos hablado de ello - Ah si, tengo 14 millones por mi cabeza. ¿Y tú? - Pregunté con curiosidad.
Después, tomé la iniciativa y comencé a caminar hasta que nos encontramos con uno de los grupos de la Marina. Me sorprendió que no me reconocieran por la recompensa sobre mi cabeza. Me molestó un poco, aquello era una herida a mi honor como pirata. De mala gana respondí a sus preguntas.
- Habéis llegado justo en medio de una guerra por el trono. Realmente no pintáis nada aquí. Os propongo un trato. Si tú - Dije apuntando con el dedo al supervisor - Me ganas en un combate, os contaré más cosas. Estoy aburrida y necesito hacerme más fuerte. Shiro, si quieres puedes atacar a los otros. Perdón por pedirme al pez gordo - Sonreí mientras saco mi hacha y mi escudo.
Necesitaba decir algo más o de lo contrario podrían tratarme de loca y pasar de mí.
- Soy una pirata con recompensa. Helga "La Loba Roja" 14 millones de berries. Respóndeme, señor marine. ¿Accedes a mi propuesta? Solo quiero una pelea de uno contra uno - Dije al supervisor.
- Resumen:
- Bajar a la plaza, preguntarle a Shiro si tiene Wanted, avanzar hasta que los marines salen al paso y desafiar al supervisor a un duelo de uno contra uno.
Cassandra Pendragon
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La princesa de Mercia no contaba con excesiva experiencia real en combate. Es decir, nunca había participado en una batalla real, o una guerra de ningún tipo. Todo su conocimiento táctico y su experiencia bélica se limitaba a los ejercicios prácticos realizados con sus maestros, y con la guardia real de su nación. Quizá aquel era el motivo por el que se estaba viendo claramente abrumada por las circunstancias, y estaba actuando con mucha menor precisión y pragmatismo del que le gustaría.
La pelea contra Sir Tristán había sido poco menos que bochornosa, siendo incapaz de hacer poco más que tirarle un tarro de especias picantes a la cara como golpe bajo y nada elegante. Todas sus ideas fracasaban, y todos sus movimientos eran inutilizados o minimizados hasta el punto de que no parecían servir de nada, lo que había concluido como un ataque directo a su confianza y autoestima. Seguía reprendiéndose a sí misma por no haber sido capaz de detectar a Anthony cuando había llegado a la sala del trono, ni de haber sido capaz de evitar la red que los había atrapado. Si algo era Cassandra Pendragon, era exigente. Consigo misma por encima de cualquier otro. El considerarse mejor que los demás implicaba cierto grado de fundamentación, después de todo. Pero aquella guerra civil solo le demostraba a la aristócrata que, aunque tuviese en su cabecita todos los conocimientos teóricos necesarios para liderar una guerra por sí misma, no contaba con la práctica ni experiencia suficiente para defenderse dignamente en combate ante cualquier oponente medianamente decente. Lo que también le decía que sus maestros la habían mimado demasiado. Quizá no se habían merecido aquel aumento de sueldo...
Sea como fuere, cuando Cassandra acertó a introducir la espada electrificada en la carne de este nuevo caballero, y pudo ver que este no era inmune a la electricidad como su compañero, sino que la pierna cedía ante el estímulo eléctrico y el hombre parecía caer de bruces al suelo, la joven no pudo evitar emitir un ligero sonido de sorpresa. ¿Quizá este caballero era un poco más inútil que el anterior?
Pero tenía un mal presentimiento. La noble pudo ver, en el borde de su campo de visión, cómo el arma de su oponente se rompía en dos, cediendo ante la presión de Keiran. El caballero se apartaba entonces, extrayendo con ese movimiento a Zeus de su pierna al echarse hacia atrás, y lanzando a su vez las piezas partidas de su guja en dirección a ella y su capitán. La platina sintió que se paralizaba, al tiempo que su cerebro le chillaba que se tirase al suelo. Casi sentía como si el tiempo pasase más despacio, o quizá era cosa de su percepción, debido al pánico instantáneo. Con los ojos fijos en la pieza del arma que se dirigía hacia ella, Cassandra se dejó caer al suelo cual futbolista haciendo una entrada a otro jugador para quitarle el balón, cruzando las espadas sobre su torso para proteger las zonas vitales y dándose impulso con un pie para derrapar por el suelo unos metros.
El trozo de guja pasó casi rozando su cabeza y aterrizó a peligrosos centímetros de su cabellera, para rebotar contra el suelo y ser arrastrada por su propia inercia un par de metros más.
Cassandra se incorporó con rostro de completa confusión y se quedó mirando fijamente la pieza del arma, sin comprender del todo lo que acababa de suceder. ¿Ese mal presentimiento la había avisado de que su vida corría peligro? ¿Era acaso algún tipo de brujería que acababa de despertar? ¿Era ella bruja después de todo? Quizá aun quedaba esperanza.
Aunque el mal presentimiento no se había ido.
No.
Allí había algo peligroso. Algo o alguien. Mucho más peligroso que todos los demás presentes. La princesa decidió dejar al caballero en manos del pelirrojo y echó un vistazo desconfiado a su alrededor, deteniéndose en los rostros de todas las personas que había allí, intentando identificar al origen de su mal augurio.
Las cosas iban a ponerse feas. Pero, ¿quién sería el villano de la habitación?
La pelea contra Sir Tristán había sido poco menos que bochornosa, siendo incapaz de hacer poco más que tirarle un tarro de especias picantes a la cara como golpe bajo y nada elegante. Todas sus ideas fracasaban, y todos sus movimientos eran inutilizados o minimizados hasta el punto de que no parecían servir de nada, lo que había concluido como un ataque directo a su confianza y autoestima. Seguía reprendiéndose a sí misma por no haber sido capaz de detectar a Anthony cuando había llegado a la sala del trono, ni de haber sido capaz de evitar la red que los había atrapado. Si algo era Cassandra Pendragon, era exigente. Consigo misma por encima de cualquier otro. El considerarse mejor que los demás implicaba cierto grado de fundamentación, después de todo. Pero aquella guerra civil solo le demostraba a la aristócrata que, aunque tuviese en su cabecita todos los conocimientos teóricos necesarios para liderar una guerra por sí misma, no contaba con la práctica ni experiencia suficiente para defenderse dignamente en combate ante cualquier oponente medianamente decente. Lo que también le decía que sus maestros la habían mimado demasiado. Quizá no se habían merecido aquel aumento de sueldo...
Sea como fuere, cuando Cassandra acertó a introducir la espada electrificada en la carne de este nuevo caballero, y pudo ver que este no era inmune a la electricidad como su compañero, sino que la pierna cedía ante el estímulo eléctrico y el hombre parecía caer de bruces al suelo, la joven no pudo evitar emitir un ligero sonido de sorpresa. ¿Quizá este caballero era un poco más inútil que el anterior?
Pero tenía un mal presentimiento. La noble pudo ver, en el borde de su campo de visión, cómo el arma de su oponente se rompía en dos, cediendo ante la presión de Keiran. El caballero se apartaba entonces, extrayendo con ese movimiento a Zeus de su pierna al echarse hacia atrás, y lanzando a su vez las piezas partidas de su guja en dirección a ella y su capitán. La platina sintió que se paralizaba, al tiempo que su cerebro le chillaba que se tirase al suelo. Casi sentía como si el tiempo pasase más despacio, o quizá era cosa de su percepción, debido al pánico instantáneo. Con los ojos fijos en la pieza del arma que se dirigía hacia ella, Cassandra se dejó caer al suelo cual futbolista haciendo una entrada a otro jugador para quitarle el balón, cruzando las espadas sobre su torso para proteger las zonas vitales y dándose impulso con un pie para derrapar por el suelo unos metros.
El trozo de guja pasó casi rozando su cabeza y aterrizó a peligrosos centímetros de su cabellera, para rebotar contra el suelo y ser arrastrada por su propia inercia un par de metros más.
Cassandra se incorporó con rostro de completa confusión y se quedó mirando fijamente la pieza del arma, sin comprender del todo lo que acababa de suceder. ¿Ese mal presentimiento la había avisado de que su vida corría peligro? ¿Era acaso algún tipo de brujería que acababa de despertar? ¿Era ella bruja después de todo? Quizá aun quedaba esperanza.
Aunque el mal presentimiento no se había ido.
No.
Allí había algo peligroso. Algo o alguien. Mucho más peligroso que todos los demás presentes. La princesa decidió dejar al caballero en manos del pelirrojo y echó un vistazo desconfiado a su alrededor, deteniéndose en los rostros de todas las personas que había allí, intentando identificar al origen de su mal augurio.
Las cosas iban a ponerse feas. Pero, ¿quién sería el villano de la habitación?
- Resumen:
- Esquivar el trozo de guja.
- Reaccionar a su corazonada con confusión.
- Seguir ese presentimiento de mal augurio y buscar esa nueva presencia entre los presentes.
Keiran T. Farraige
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Cuando la guja impactó contra Ocras pudo notarlo: una fuerza capaz de partir no solo el oscuro mandoble sino a él mismo con él. Aquel brillo metálico que cubría el arma de Fionn era el mismo que Keiran pudo haber usado en contadas ocasiones de su pasado, siendo más relevante la del día en que puso fin a la vida de Leighton. Pudo ver en su contrincante la misma voluntad por sobrevivir, hacerse con la victoria... y por matar. La misma que había tenido él, puede que incluso más fuerte. Sin embargo, si algo caracterizaba al pelirrojo no eran ni sus ataques de ira ni su gusto por la sangre derramada, sino su violento instinto de supervivencia.
Aquella fuerza despertó en él una vez más, justo a tiempo para no solo sobrevivir al embate sino también para aguantar lo suficiente y destrozar aquella guja. El gas de Ocras consumió la estructura de aquel arma cuya mitad superior había sido lanzada por el caballero en un intento de acabar con su vida. Por suerte, tuvo tiempo suficiente como para echarse a un lado, minimizando los daños a un corte que recorrió su pómulo izquierdo. El pirata sonrió ante esto. ¿Sería capaz de salir igual de airoso de aquel combate? Ya ni siquiera se acordaba del corte que Tristán había alcanzado a hacerle en el muslo, absorto como estaba en la batalla.
Sin saber si aquella fuerza seguiría acompañándole aún, arremetió contra el hombre que se interponía entre su tripulación y la sala del trono, abordándolo prácticamente en el momento en que fue capaz de hacerse con una alabarda. El golpe buscó el mango, esperando ser capaz de partirlo gracias a la superior calidad del mandoble. Después de todo, un arma de exposición no estaría siquiera afilada, ¿no? Fuera cual fuese el resultado, la fuerza aplicada en su embate sería suficiente como para proyectar una onda de choque —que no cortante— ante el impacto, si es que se daba.
Aquella fuerza despertó en él una vez más, justo a tiempo para no solo sobrevivir al embate sino también para aguantar lo suficiente y destrozar aquella guja. El gas de Ocras consumió la estructura de aquel arma cuya mitad superior había sido lanzada por el caballero en un intento de acabar con su vida. Por suerte, tuvo tiempo suficiente como para echarse a un lado, minimizando los daños a un corte que recorrió su pómulo izquierdo. El pirata sonrió ante esto. ¿Sería capaz de salir igual de airoso de aquel combate? Ya ni siquiera se acordaba del corte que Tristán había alcanzado a hacerle en el muslo, absorto como estaba en la batalla.
Sin saber si aquella fuerza seguiría acompañándole aún, arremetió contra el hombre que se interponía entre su tripulación y la sala del trono, abordándolo prácticamente en el momento en que fue capaz de hacerse con una alabarda. El golpe buscó el mango, esperando ser capaz de partirlo gracias a la superior calidad del mandoble. Después de todo, un arma de exposición no estaría siquiera afilada, ¿no? Fuera cual fuese el resultado, la fuerza aplicada en su embate sería suficiente como para proyectar una onda de choque —que no cortante— ante el impacto, si es que se daba.
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- Placa-placa al Finolis.
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