Adam
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Akuma no mi
Varios
El chico de pocos ropajes se había posado sobre lo alto del patíbulo, allí agachado comenzó a asomarse por los distintos bordes sin mucha preocupación por integridad física, el rubio miraba de un lado para otro sin mucho éxito, gritando de tarde en tarde los nombres de Keiran y Cass, aunque con escaso éxito, ya que nada ni nadie parecía acudir a su llamada, y no era para menos, no parecía haber ni un alma en la plaza.
Y es que pese a que solo habían pasado unos pocos minutos desde que la mujer de cabellos rojos se hubiera marchado con otro muchacho diciendo algo que no había terminado de entender, aunque como venía siendo habitual lo acabo interpretando como le venía en gana, pensando en este caso que ella también debía estar buscando al amo. Por lo que un acto de providencia, el salvaje decidió tomarse unos segundos para sentarse sobre los tablones de madera y pararse meditar que hacer lo siguiente que debía hacer, y es que el crio sentía que se iba quedando sin ideas a un ritmo alarmante.
-¿Dónde estar cuerpo del capitán? – pensó preocupado - ¿Y dónde estar tesoro de guardias? – se preguntó seguidamente algo decepcionado por no haber encontrado tesoro alguno de los guardias -Si no tesoro que proteger-pensó admitiendo que tal vez se hubiera equivocado.
Fuera como fuera, las manecillas iban pasando y el chico no sentía que estuviera sacando nada en claro, lo que estaba claro es que tanto pensar le estaba dando mucha hambre, por lo que el caprichoso niño se llevó la mano a la entrepierna, al sitio que había denominado “su escondite secreto”, de donde saco uno de los caramelos que le había dado la niña esa que le daba el cuenco por las mañanas. Tras un breve pensamiento de agradecimiento hacia Izanami, el niño se llevó un par caramelos a la boca y comenzando a mascarlo, notando al instante un agua dulzona de color azul y otro néctar de color miel.
-Oh, tener gran idea, ir a último lugar donde ver- pensó al ver de forma continuada las verjas del castillo.
Tras el pequeño aperitivo, decidió levantarse, estirarse un poco sus brazos, crujir su cuello y nudillos de sendas manos un par de veces, acomodarse el resto de su alijo, y rascarse un poco el popis, el niño se lanzó a lomos de su caballo desde lo alto del patíbulo, acariciando el lomo de su caballo y cargando hacia las verjas del castillo, buscando en medio de la molesta neblina.
Tal vez fuera la adrenalina de volver a cabalgar sin que nadie le incomodara, la respiración en crescendo que sufría, las pupilas dilatadas o el desconocimiento de consumo de drogas, pero el joven Adam se sentía con tantas fuerzas y energías que se abalanzó sobre el punto más álgido de la verja desde que podía llegar desde su caballo, para una vez desde lo alto de agarrarse a dos barrotes de la puerta y comenzar a balancearse hacia delante y hacia atrás al mismo ritmo de sus gritos y alaridos.
-¡YA ESTOY DE VUELTA!–gritó antes de sumirse en un salvaje salmo de gritos y alaridos dignos de una entidad tribal.
¿Aguantaría la puerta o serían los esfuerzos musicales del drogadicto insuficientes? Fuera como fuera, había que reconocer que el muchacho tenía el ritmo en el cuerpo y que sabía sacar un buen sonido a esos barrotes.
Y es que pese a que solo habían pasado unos pocos minutos desde que la mujer de cabellos rojos se hubiera marchado con otro muchacho diciendo algo que no había terminado de entender, aunque como venía siendo habitual lo acabo interpretando como le venía en gana, pensando en este caso que ella también debía estar buscando al amo. Por lo que un acto de providencia, el salvaje decidió tomarse unos segundos para sentarse sobre los tablones de madera y pararse meditar que hacer lo siguiente que debía hacer, y es que el crio sentía que se iba quedando sin ideas a un ritmo alarmante.
-¿Dónde estar cuerpo del capitán? – pensó preocupado - ¿Y dónde estar tesoro de guardias? – se preguntó seguidamente algo decepcionado por no haber encontrado tesoro alguno de los guardias -Si no tesoro que proteger-pensó admitiendo que tal vez se hubiera equivocado.
Fuera como fuera, las manecillas iban pasando y el chico no sentía que estuviera sacando nada en claro, lo que estaba claro es que tanto pensar le estaba dando mucha hambre, por lo que el caprichoso niño se llevó la mano a la entrepierna, al sitio que había denominado “su escondite secreto”, de donde saco uno de los caramelos que le había dado la niña esa que le daba el cuenco por las mañanas. Tras un breve pensamiento de agradecimiento hacia Izanami, el niño se llevó un par caramelos a la boca y comenzando a mascarlo, notando al instante un agua dulzona de color azul y otro néctar de color miel.
-Oh, tener gran idea, ir a último lugar donde ver- pensó al ver de forma continuada las verjas del castillo.
Tras el pequeño aperitivo, decidió levantarse, estirarse un poco sus brazos, crujir su cuello y nudillos de sendas manos un par de veces, acomodarse el resto de su alijo, y rascarse un poco el popis, el niño se lanzó a lomos de su caballo desde lo alto del patíbulo, acariciando el lomo de su caballo y cargando hacia las verjas del castillo, buscando en medio de la molesta neblina.
Tal vez fuera la adrenalina de volver a cabalgar sin que nadie le incomodara, la respiración en crescendo que sufría, las pupilas dilatadas o el desconocimiento de consumo de drogas, pero el joven Adam se sentía con tantas fuerzas y energías que se abalanzó sobre el punto más álgido de la verja desde que podía llegar desde su caballo, para una vez desde lo alto de agarrarse a dos barrotes de la puerta y comenzar a balancearse hacia delante y hacia atrás al mismo ritmo de sus gritos y alaridos.
-¡YA ESTOY DE VUELTA!–gritó antes de sumirse en un salvaje salmo de gritos y alaridos dignos de una entidad tribal.
¿Aguantaría la puerta o serían los esfuerzos musicales del drogadicto insuficientes? Fuera como fuera, había que reconocer que el muchacho tenía el ritmo en el cuerpo y que sabía sacar un buen sonido a esos barrotes.
- LET ME INNNNNNNN!:
Consumir drogas + tremenda cumbia en la valla.
Normas del capítulo:
- Se moderará los martes entre las 22:00 y las 23:59.
- No se puede postear los martes antes de la moderación.
- Hay un reloj que marca el tiempo restante. Cuando acaba los temas se cierran.
- Está prohibido metarrolear, powerrolear y demás actitudes tóxicas.
- A más riesgo, más premio.
- Como es tradición, el barco de Sons of Anarchy se hundirá en algún momento.
- Cada post debe ocupar entre 250 y 1.200 palabras. Si no se está en estos límites, el post podría ser ignorado.
- Es responsabilidad de un usuario comunicarse con la gente con la que interactúa.
- Si un post tiene más de 15 faltas ortográficas por párrafo podría ser ignorado.
- Hacer un resumen de acciones relevantes es obligatorio independientemente de la extensión.
- La ley del plot no es a prueba de idiotas.
Moderación:
- Morgoth, Helga y Shiro:
- Morgoth, el hombre parece muy atento en tus palabras mientras sigue el juego. La esfera empieza a girar y vuelve a caer, esta vez otorgándote la victoria a ti, de modo que recuperas lo que has perdido en la ronda anterior. Él no borra la sonrisa pese a ello, pues no es como si estuviera gastando dinero realmente, todo va a ir tarde o temprano a sus manos… Y a las de su superior. Como sea, parece realmente interesado en esos viajes de los que hablas, y tras dejar que termines de hablar te vuelve a tocar a ti responder a sus preguntas.
—Bueno, la desesperación hace estragos en los corazones de las personas y cualquier incentivo es agradable para mejorar el ánimo en tiempos de guerras mi buen señor. En cuanto a sus gustos... —Hace una pausa para observar a las muchachas que has dicho que están acompañándote. Van bien ataviadas, pero no tienen nada que ver con las creaciones de Spirelli. Se queda un momento pensativo. Está claro que conoce mejor que tú los comercios y establecimientos de la ciudad, pero no comenta nada trascendental al respecto—. Bueno, creo que es una pena que nuestras muchachas anden indispuestas en el momento. Creo que podría haber encontrado una cálida compañía en manos de una de mis… compañeras de trabajo. Seguro que en la barra ya le han comentado algo. Lo cierto es que tanto mi establecimiento como algunos de los burdeles de la ciudad están en manos de Altair. Sin duda una gran mujer… Y una con una gran curiosidad sobre otros lares. ¿De dónde es usted? Puede que a mi buena señora le gustase entablar conversación con alguien que parece haber viajado tanto. Es una pena que no haya podido llegar en tiempos mejores. Si quiere conocerla, dudo que se retrase mucho una vez la hora blanca haya pasado —te propone. Y mientras te va hablando las piezas empiezan a cuadrarte un poco más. Si no recuerdas mal, Spirelli también te hablo de esta clienta suya, Altair.
Y mientras te debates sobre que deberías contarle y qué no, un ruido interrumpe tu tren de pensamiento. La puerta se abre de par en par una vez más, dejando pasar a una peculiar pareja… Muy variopinta: Una mujer de gran envergadura y cabellos como el fuego, ataviada con prendas hechas de pieles… Muy atrasadas para la época, se podría decir. Porta un arma bastante contundente… De hecho, pareciera que la han sacado de una de esas tribus de trogloditas del cielo, si es que conoces Skypea, solo le faltan las alas. Y a su lado va un chico muy bajito, cuya comparación con la pelirroja solo le hace resaltar aún más, aunque de normal pasaría desapercibido. Que gente más rara, ¿no crees?
Independientemente de que quieras prestarles más o menos atención y volver a lo que estabas hablando, es complicado. Y es que apenas ha entrado en la sala la pelirroja se ha puesto a hablar en tono elevado, nerviosa como una presa. Ha acosado al tendero pidiéndole fichas y, sin dejar que este llegara a decirle la proporción en Berries y que le pagara, ha vuelto a saltar a otro lado —una ruleta cercana a la tuya— y se ha puesto a gritar sus apuestas. Estos Crupieres tienen una paciencia increíble.
—Señorita, por favor. Pida primero que cambien su dinero en fichas, cuando esté lista empezaremos a jugar tanto como guste— Te dice, Helga. Totalmente tranquilo, imperturbable. De paso te comenta las proporciones en fichas para que lo tengas en cuenta según tus capacidades: Hay fichas de 500, 1.000, 2.000 y 5.000 Berries para apostar.
Una vez pidas las que sean, o te gastes todo tu dinero en ello, empiezan las apuestas. La esfera empieza a girar en la ruleta, pasando por todos y cada uno de los huecos a pequeños brincos. Si la sigues con la vista podrás ver que, pese al comentario de Shiro que intenta distraerte. ¿Por qué hace eso? No parece haber ningún truco detrás de esto y cuando la esfera se detiene esta ha caído justo en la casilla que querías. Si quisieras podrías chincharle al decirle que se equivocaba. Al fin y al cabo, este día estás de suerte y, curiosamente, la segunda apuesta también la ganas. Vaya… ¿Vas a dejar tu buena racha así? Seguro que haces más dinero jugando y relajándote que persiguiendo a un matado para alguien que ni siquiera es tu jefe de verdad.
—¿Ya quiere abandonar, señorita? ¿O preferiría jugar en otra de nuestras mesas? —El crupiere te tienta, Helga.
Y bueno, Shiro. Seguramente hubieras acertado el número, que curiosamente ha caído justo en el que había dicho ella. Eso no significa que no estén amañados, pero como puedes sospechar, lo que buscan es incitar a sus clientes a conseguir y gastar más. Quizás sí que lo estén y por eso mismo ha tenido dos victorias seguidas.
Como sea, es decisión de Helga hacerte o no caso, pero si vas a la barra y te sientas tal vez consigas algo de información interesante. El tendero se acerca desde su lado y te mira con una sonrisa radiante, perfecta.
—Digame caballero, ¿con qué puedo ayudarte? —Sabes que algo va mal cuando teniendo una apariencia tan aniñada no se cuestiona ni por un momento el dejarte hacer viendo el tipo de garrito en el que estás. Pero bueno… Si le enseñas las fotos que llevaba tu compañera —Te tocará cogerlas prestadas— Lo más probable es que, tras incitarte a pedir una bebida o algo, se recline sobre la barra, dejando caer que quizás tenga la información que busca, pero primero necesita asegurarse de a quién se la está dando—. De todos modos, mi buen señor… Parece que su presa se ha adelantado a venir ella solita hasta su propio cepo. ¿Por qué no se relaja, juega un poco y disfruta del espectáculo? Salvo que quiera interrumpir esa partida de ahí —añade, señalando a un tipo de apariencia extravagante, con un enorme abrigo de peluche rosa y un sombre de copa ataviado con corazones y estampados de cebra.
- Keiran, Anna y Cass:
- El hombre frente a vosotros, que en una primera instancia parecía de un gran tamaño y corpulento como él solo, parece distorsionar su apariencia tras soltar el cuerpo. No os equivoquéis, su rostro no ha cambiado, y su cuerpo no tienen más que unos pocos centímetros que envidiar a Keiran en lo que a altura se refiere. Pero sí que parece menos ancho y la armadura de antes se ha visto esfumada, dejando ver una mucho más ligera, de cuero y alguna zona reforzada con el metal de las otras armaduras. El por qué… Seguramente pronto lo averiguaréis.
Keiran, el hombre se fija en ti y, más concretamente, en el arma que empuñas, frunciendo el ceño al reconocerla. Como antiguo caballero de Iliana, es consciente de que esa arma no es una cualquiera, y el hecho de que seas un ladrón, pese a tratarse de un inmundo traidor, hace que frunza el ceño sutilmente.
Me pregunto… —Empieza a hablar, cortando sus palabras solo un momento, lo justo para agacharse y evitar así las lenguas de fuego que has soltado. Tras esto, se reincorpora a tiempo de interponer su espada entre el hacha y su cabeza. La sujeta con solo una mano, pese a su tamaño. Pero, jurarías que esa espadita no era tan grande en el momento. Si te da tiempo a fijarte en ello, podrás notar una especie de proyección traslucida con un brillo metálico negro. Como sea, no solo ha bloqueado tu primer golpe, evitando que puedas soltar un segundo tajo, sino que ha empezado a hacer fuerza desde abajo, clavando firmemente los pies en el suelo. Quiere hacerte retroceder. Y lo haría de no ser por Cassandra y Anna, quienes han decidido flanquearle y buscar su oportunidad ahora.
Cassandra, antes de que os echarais a por el hombre lo cierto es que has podido notar el nerviosismo y preocupación de vuestros hombres, en especial de los dos que eran fieles a Iliana. Si les preguntas, no tardaran en decirte entre balbuceos cosas como que es imposible ganarle… Que se trataba de uno de los caballeros de élite de la reina, Sir Tristán. Parece que por fin hay un hueso duro de roer… O que esos hombres sean más débiles de lo que aparentan. No sé cuanta prudencia decidas tener tras aquello al acercarte a él, pero cuando lo haces te das cuenta de que te ha predecido, en el momento exacto en el que sus ojos dejan de observar a los de Keiran y se clavan en ti. Con su mano, escasamente protegido por un guante de cuero con partes metálicas agarra el filo de tu arma (la envuelta en fuego), volviendo a recubrirse este del guantelete de armadura que te pareció ver antes, y la misma protección surge en el otro antebrazo, ayudando a que no pierda fuerza. Solo agarra una de las espadas, de la que emanan las llamas, pero estas al chocar con las partes metálicas de su armadura de piel parecen enfriarse e incluso llegan a apagarse. Si te acuerdas, los soldados chamuscados antes por Keiran también se habían visto protegidos de su fuego en las zonas cubiertas por el metal de luz azulada. Zeus, por su parte si que acierta a golpear, y se clava brevemente en su piel, pero no suelta gruñido alguno, ni cargada como está de elecrtricidad su hoja. Y, por lo que puedes notar, esa proyección no es para nada ilusoria. Es como si su armadura saliera de su cuerpo y luego se retrajera cuando ya no la necesita.
Anna, tras ver esto no puedes estar segura de que el hombre no te vea a ti también, pero por suerte solo tiene dos manos. Como sea, tu tajo acierta al punto débil que andabas buscando… Solo para ver fallado tu ataque también. Era el menos predecible y, sí, tu daga ha llegado hasta el lugar pertinente, solo para rebotar como si hubiera chocado contra algo metálico. El hombre retoma sus palabras.
—Me pregunto… Si de verdad el señor Anthony tiene tiempo para gastar con personas tan tristes como vosotros —exclama con cierta burla, antes de tirar de la espada de Cassandra quien, si no la suelta, verá como su menuda figura acaba golpeando contra el cuerpo de Keiran, con una fuerza similar a la que ha usado para aplastar con el hombre arbusto a uno de vuestros seguidores. Como sea, ya podéis meterle ganas a los hombres que habéis reclutado para que estos no empiecen a orinarse encima y sean de verdad útiles.
Y Anna, si el hombre se zafa del grandullón y la chillona, ten por seguro que la siguiente a la que va a intentar agarrar eres tú. ¿No sería mejor aprovechar la situación para huir?- El combate continúa aquí:
- Napolean y Adam:
- Parece que el Cyborg ha decidido cesar en sus esfuerzos por interrumpirte. Felicidades, Alexander. Pudiste escuchar el rechinar el metal al golpear contra el suelo irregular de piedras, alejándose cada vez más de tu dirección y de repente… Silencio por parte del hombre. Sin duda aquello te saca una sonrisa, ¿verdad? Una pena no haber podido ver que tan herido había acabado para finiquitar el trabajo, pero había prioridades y un pacifista enclenque no es parte de ellas.
Si vuelves sobre tus pasos, quizás puedas intentar orientarte para llegar a la plaza, según lo bueno que sea tu oído o tus otros sentidos. Por el momento, si recuerdas que la calle era en línea recta no deberías tener muchos impedimentos. Eso sí, reagrupar a tus cachorros y asegurarte de no tropezar con ningún cadáver para acabar comiéndote el suelo te va a retrasar lo suficiente como para ver reducida tu velocidad hasta un tercio. Jodida niebla, ¿eh?
Además, según vas llegando a la plaza los aullidos se irán intensificando, al igual que las pisadas. ¿Te suena que puede ser? No sé si te acordarás, porque entre las calabazas monstruosas, la turba enfurecida y otros personajes que hubo en ese mismo lugar dos semanas atrás a lo mejor los cánidos que acompañaron en su rescate de la reina a los caballeros de Iliana te pasaron por alto. Pero si tienes alguna reminiscencia de aquello supondrás que puedes no ser el único dirigiéndose a tomar el castillo.
Adam, por tu parte el zarandeo está empezando a dar sus frutos, al menos para guiar a unos invitados nada deseables para Anthony hasta la entrada del castillo, con su puerta vallada delante. Seguramente te des cuenta porque el olor a perro mojado ha empezado a azotar tu ahora muy sensible nariz. Los aullidos también daban pistas… Pero no, no son el perro que buscas, aunque ese debe estar cerca… Sí, dentro del castillo: Recuerdas el momento en el que la red cayó sobre vosotros justo en ese momento en el que Perico, asustado por los aullidos, se pone a golpear con sus patas traseras la verja metálica. Esta se tambalea contigo y hace que termines de pasarla por encima de un salto, cayendo de culo sobre el suelo. Una caída algo dolorosa… Aunque apenas lo notas gracias a los caramelos que te has tomado. La próxima vez, ¿por qué no le das uno a Perico? Lo mismo así hubiera saltado él también igual de alto… Como sea, te tocará confiar en que tu mascota no se aleja demasiado. Ahora, recuerdas que la puerta estaba yendo en línea recta y también puedes oler la madera mojada, como el olor que tiene a veces la cubierta de vuestro barco cuando está limpia. Si te diriges todo recto encontraras la entrada principal al castillo, justo a tiempo para evitar cruzarte con su majestad. Ah, y al abrir la puerta entre muchos fuertes olores destacarás el perfume de Cassandra, inconfundible, así como el olor a Azufre que desprende Keiran.
Napo, si te diriges a ver que está sucediendo, siguiendo los mimos ruidos también lo verás: un grupo de seis lobos, una especie de mujer con características animales, también de cánido, una suerte de cinco caballeros y la Reina de Hallstatt. No distingues que sea ella, claro. Son solo siluetas para ti. Aunque si puedes diferencia el sonido del metal hendiendo las barras, cortándolas antes de que la puerta que tan poca protección ofrecía volvía a caer. No se han percatado aún de ti… Pero estáis a punto de pisaros los unos a los otros: tú, Adam y las fuerzas de la reina.
- Velkan:
- Aún puedes usar las dos moderaciones anteriores para reincorporarte al evento.
- Tomoe y Samvel:
- Tomoe, las llamas de tu alma son fuertes, pero tu oponente parece no querer ceder incluso ante tus habilidades. Te das cuenta, incluso segundos antes de que tu ataque acierte sabes que no estás atacando a la verdadera. Era se ha vuelto a posicionar detrás de ti, pero no puedes hacer nada una vez empiezas a trazar la trayectoria de tu espada: nunca estuvo ahí para empezar. La imagen con la que te engaña es atravesada por un corte que no sangra y el techo empieza a ceder tras el tajo, justo antes de que tus sentidos se nublen.
Con bastante precisión y contundencia su mano a acabado alcanzando tu nuca, dejándote inconsciente con un golpe seco que hace que te desmayes. Aunque antes de que puedas caer al suelo te da un tirón de pelo para asegurarse de que quedas con el cuerpo erguido y que tu peso ceda sobre las rodillas, su otra mano se dirige tranquilamente a tu cabeza ahora, cumpliendo con su objetivo inicial, sacar de esta tus recuerdos sobre los últimos días. Parece que las palabras de una revolucionaria de poca monta —como te considera ella— No le bastaban, así que se aseguró de revisar a conciencia, no encontrando la información que buscaba.
—Que pérdida de tiempo—. Se quejó entonces, dedicando unos últimos minutos a borrar de tus recuerdos su apariencia y el lugar desde el que la habías seguido. El laboratorio ya no importaba, y te ibas a despertar ahí de todos modos, un tanto confusa.
De hecho, la marcha de la mujer se ve solapada a los minutos con la llegada a las instalaciones de otro variopinto grupo de personas y bestias.
Samvel, no estás seguro de como tomarte tu suerte en aquel momento. La verdad es que parece que ha sido una mierda todo. La luz que había sido la aparición de la caritativa Erica y sus intereses teñidos de bondad y aparente inocencia parecen quedar lejanos ahora que tienes que enfrentarte a la traición y la crueldad del mundo una vez más. Has aprendido que los que parecen más humanos no siempre son. ¿Y qué pasa con los raritos? ¿Los que son como tú? O como bestias… Eso es algo que averiguas cuando empiezas a andar. No sabes a dónde te estás dirigiendo en estos momentos… Simplemente te has perdido, todo a causa de la niebla. Quizás hubieras podido preferir el quedarte quieto donde ya sabías que estarías a salvo en teoría durante la hora que durase la neblina, pero el mundo tenía otros planes para ti.
Y es que al perderte has acabado cruzándote con un grupo de los lobos que aullaban entre la niebla, que no estaban precisamente solos. Una suerte de tres caballeros de armaduras decoradas con hojas te han acoralado, confundiéndote con algún subordinado de Anthony por tus peculiares piezas metálicas… Aunque bajan las armas cuando les explicas —si lo haces— que eres un enemigo más del tirano y que ellos también quieren derocarlo, pero primero han de cumplir con otra misión. Van a un lugar… Que quizás pudiera interesarte por tu apariencia, o eso te dicen. Y ya que cuantos más mejor, te ofrecen acompañarles en su campaña contra el tirano, por el bien de Hallstatt. Si les sigues, gracias a los lobos y un cordel con el que ellos mismos se aseguran de no perderse —cual perros guías con sus dueños ciegos— , tardaréis solo otros veinte minutos en llegar a la entrada del laboratorio abandonado. Con investigar un poco la planta inferior no tardaréis en encontrar a una cara conocida: Tomoe, quien se encuentra desmayada en el suelo entre los escombros de un pasillo que parece haber sido cortado con poca o menos delicadeza. ¿No necesitabas aliados?
Napolean
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Akuma no mi
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El rarito de los brazos metálicos no había vuelto a aparecer, y eso era algo que satisfacía al contramaestre de los Revenous Houds. Su brazo derecho comenzaba a volver a la normalidad, dejando atrás ese hormigueo que tanto le incomodaba y que, al mismo tiempo, le hacía incapaz de moverlo con total soltura. Le resultaba interesante el extraño armamento que había fuera de su isla natal, ya no solo era un metal capaz de enfriar al tacto, si no también mecanismos mecánicos capaces de dar descargas eléctricas. «Toma nota de esto, Alexander, que algún día te servirá para construir algo curioso», se decía, notando como su pie derecho pisaba algo blando al volver sobre sus pasos; que supuso que se trataba de un cuerpo humano, pues se quejó.
—Podría decirte que lo siento, pero no es así —comentó, haciendo saber al pisoteado que se había dado cuenta de ello, pese a haber sido por error.
La neblina que envolvía la ciudadela era molesta y desagradable. No solo no era incapaz de ver más allá de unos pocos centímetros, si no que su ropa empezaba a humedecerse y hacerle sentir muy incómodo, pues opinaba que un traje como el suyo no estaba preparado para un clima tan húmedo. «¡Merde! Lo llego a saber y me hubiera puesto algo más sport», comentó para sus adentros, mientras se paraba y cerraba los ojos para centrarse en su oído y el resto de sus sentidos para tratar de sentir alguna presencia conocida.
Alexander era capaz de sentir, aunque no de forma exacta, distintos seres a su alrededor. Había por todas partes, así que no supo en un principio hacia donde debía caminar. Focalizó su mantra en dos grupos de personas y, finalmente, optó por ir hacia el frente, completamente a la aventura. Camino dando pasos seguros y no muy largos. Una de sus manos estaba sobre su revolver, mientras que la otra sujetaba una bola de metal dispuesta a usarla con cualquiera que osara atacarle. Avanzó lo suficiente como para toparse no muy lejos de allí con un grupo bastante extraño, al menos en apariencia. No podía ver muy bien, pero parecía que frente a él se encontraba: una mujer con aspecto de cánido, un grupo de soldados armados, seis perros —que para tamaño humano eran bastante grandes—, y una mujer.
«Approcher ou ne pas approcher? Telle est la question…», se preguntó el pirata, optando por hacer lo primero y acercarse.
A medida que se aproximaba, a duras penas, logró distinguir el rostro de una mujer que había visto antes, pero ¿dónde? Era la pregunta que azotó su mente de golpe. Meditó durante un instante, y encontró la respuesta: «Ça, alors! Era la reina de ese país tan dantesco sacado de una novela cutre».
—¿Necesita ayuda, su alteza? —preguntó Napo, mostrando su mejor sonrisa y haciendo gala de sus modales de caballero de Mythil, inclinándose con elegancia, aunque atento a que no fueran a atacarle.
«Si todo sale bien convierto a Keiran en rey de este pueblucho»
—Podría decirte que lo siento, pero no es así —comentó, haciendo saber al pisoteado que se había dado cuenta de ello, pese a haber sido por error.
La neblina que envolvía la ciudadela era molesta y desagradable. No solo no era incapaz de ver más allá de unos pocos centímetros, si no que su ropa empezaba a humedecerse y hacerle sentir muy incómodo, pues opinaba que un traje como el suyo no estaba preparado para un clima tan húmedo. «¡Merde! Lo llego a saber y me hubiera puesto algo más sport», comentó para sus adentros, mientras se paraba y cerraba los ojos para centrarse en su oído y el resto de sus sentidos para tratar de sentir alguna presencia conocida.
Alexander era capaz de sentir, aunque no de forma exacta, distintos seres a su alrededor. Había por todas partes, así que no supo en un principio hacia donde debía caminar. Focalizó su mantra en dos grupos de personas y, finalmente, optó por ir hacia el frente, completamente a la aventura. Camino dando pasos seguros y no muy largos. Una de sus manos estaba sobre su revolver, mientras que la otra sujetaba una bola de metal dispuesta a usarla con cualquiera que osara atacarle. Avanzó lo suficiente como para toparse no muy lejos de allí con un grupo bastante extraño, al menos en apariencia. No podía ver muy bien, pero parecía que frente a él se encontraba: una mujer con aspecto de cánido, un grupo de soldados armados, seis perros —que para tamaño humano eran bastante grandes—, y una mujer.
«Approcher ou ne pas approcher? Telle est la question…», se preguntó el pirata, optando por hacer lo primero y acercarse.
A medida que se aproximaba, a duras penas, logró distinguir el rostro de una mujer que había visto antes, pero ¿dónde? Era la pregunta que azotó su mente de golpe. Meditó durante un instante, y encontró la respuesta: «Ça, alors! Era la reina de ese país tan dantesco sacado de una novela cutre».
—¿Necesita ayuda, su alteza? —preguntó Napo, mostrando su mejor sonrisa y haciendo gala de sus modales de caballero de Mythil, inclinándose con elegancia, aunque atento a que no fueran a atacarle.
«Si todo sale bien convierto a Keiran en rey de este pueblucho»
- Resumen:
- Pues acercarme elegantemente a la suma monarca con intenciones que solo Napo sabe. ¡Ah! Y quejarse de la niebla.
Tomoe Asai-Asakura
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Aquella pelirroja era más hábil de lo que parecía. Apenas unos segundos después de lanzar su cote sus sentidos se nublaron. Sus ojos se cerraron cuando su consciencia se perdió y luego... oscuridad y nada más. Si había soñado algo durante su inconsciencia no lo recordaba.
En algún momento debió caer al suelo, porque cuando despertó estaba tumbada, rodeada de escombros y tremendamente confundida. Abrió los ojos con cierta dificultad y se quejó un poco. La cabeza aún le daba algunas vueltas y le dolía, sentía como si le hubieran revuelto algo ahí dentro. Apoyó las manos en el suelo y levantó un poco el torso.
«Me pesa el cuerpo... ¿qué demonios ha pasado?»
Tosió un poco y empezó a hacer fuerza para intentar levantarse, pero tenía el cuerpo hecho polvo. De alguna manera no se había herido... menuda suerte. Así, poco a poco, fue usando su fuerza para ir apartando los escombros que la rodeaban. Era... ¿qué puñetas era el sitio donde estaba? Volvió a dejarse caer por un pinchazo de dolor de cabeza cuando intentó recordar qué había ocurrido. Volvió a mirar a su alrededor, vio el techo cortado, eso... eso había sido obra suya, podía reconocer un corte de su espada.
—No sé qué ha pasado pero... estoy cabreada por alguna razón —murmuró. No recordaba nada de ese sitio, y el resto de sus recuerdos recientes estaban borrosos, lo único que sentía era enfado, y se enfadaba más aún porque no conseguía recordar por qué estaba cabreada. En cuanto lograra levantarse ya se pondría a revisar sus notas, algo encontraría ahí.
Pero eso, primero tenía que levantarse.
En algún momento debió caer al suelo, porque cuando despertó estaba tumbada, rodeada de escombros y tremendamente confundida. Abrió los ojos con cierta dificultad y se quejó un poco. La cabeza aún le daba algunas vueltas y le dolía, sentía como si le hubieran revuelto algo ahí dentro. Apoyó las manos en el suelo y levantó un poco el torso.
«Me pesa el cuerpo... ¿qué demonios ha pasado?»
Tosió un poco y empezó a hacer fuerza para intentar levantarse, pero tenía el cuerpo hecho polvo. De alguna manera no se había herido... menuda suerte. Así, poco a poco, fue usando su fuerza para ir apartando los escombros que la rodeaban. Era... ¿qué puñetas era el sitio donde estaba? Volvió a dejarse caer por un pinchazo de dolor de cabeza cuando intentó recordar qué había ocurrido. Volvió a mirar a su alrededor, vio el techo cortado, eso... eso había sido obra suya, podía reconocer un corte de su espada.
—No sé qué ha pasado pero... estoy cabreada por alguna razón —murmuró. No recordaba nada de ese sitio, y el resto de sus recuerdos recientes estaban borrosos, lo único que sentía era enfado, y se enfadaba más aún porque no conseguía recordar por qué estaba cabreada. En cuanto lograra levantarse ya se pondría a revisar sus notas, algo encontraría ahí.
Pero eso, primero tenía que levantarse.
- resumen:
» Estar un poco hecha mierda.
Morgoth
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Una ronda más me llevé algo de dinero, por lo menos no estaba perdiéndolo, sin embargo, la situación me comenzaba a imponerme la tensión que era posible que hubiese. Parecía ser que como dijeron las chicas este negocio tenía buenos contactos. Contactos que sin duda alguna eran aquellos a los que buscábamos, aunque parecía que de forma bastante directa. El gerente del casino comenzó a hablar nuevamente y comencé a prestarle toda la atención que pude.
Frapuchino miró de reojo a las chicas que habían venido conmigo, sin duda no le habrían pasado desapercibidas, menos aún con el comentario que había hecho, era un fallo gordo, aunque inevitable después de que nos viese el camarero. Me dio nuevamente a entender lo que me había comentado el camarero sobre el laboratorio. No sabía que era lo que aquel hombre sabía, pero si estaba relacionado con Altair estaba seguro de que sabía de la muerte de Spirelli. Personalmente no tenía nada que ver, sin embargo, si tenía información de quién había perpetrado aquel asesinato y no se iba a decir como era evidente.
-Brindo por el incentivo – le dije alzando mi copa y dándole un minúsculo sorbo al whisky en el que quedaba aún medio vaso. – Pues sí, algo me comentaron, pero si llego a pedir esa información mis acompañantes me hubiesen matado dadas las caras que pusieron. Sin duda gente de carácter, algo que me gusta en una mujer – añadí sonriendo a mi anfitrión. – Pues me crie en la Red Line. No se la hubicación exacta, los mapas nunca me han llamado la atención. Luego me moví por las islas del West Blue, y ahora los caminos me han traído hasta estas islas. La verdad es que mucho tiempo en el casino me puede arruinar, mis acompañantes juegan con mi dinero Jeje. Mi intención era marchar la verdad a buscar otros quehaceres o ver la ciudad. – Ahora si me permite un momento. Necesito ir al aseo, ¿me puede decir por dónde se encuentra? – pregunté levantándome de la silla.
No me había llegado a levantar cuando las puertas se abrieron de forma brusca y entraron dos personas, una mujer pelirroja seguida un tipo de pelo blanco. Las pintas de ella no daban la sensación de ser alguien que debiese estar en un lugar como ese dado que parecía más una combatiente, aunque en un momento se sentó en una mesa con una ruleta y comenzó a jugar. “Vaya, una ludópata ¿será una cliente fija?” pensé mientras avanzaba hacia el baño.
Lo último que vi antes de entrar en el baño fue al joven de pelo blanco en la barra. Una vez entré en el aseo me fijé en la paredes y techo para fijarme que no hubiese vigilancia. Luego me aseguré de que hubiese alguna ventana en el lugar para poder ventilar la sala y de un tamaño por el que pudiese caber. Entre en uno de los lavabos e hice mis necesidades. Antes de salir la sombra de Raven salió. Le coloqué un par de esferas en el pico que saqué de las sombras.
-Quédate aquí sin hacer ruido. – le susurré aprovechando el ruido de la cisterna – Si cambio de posición contigo distribuye las esferas en el salón.
Lo dejé en aquel lavabo y le cerré la puerta como si estuviese ocupado. Me lavé las manos y volví a salir al salón y a sentarme en la misma mesa junto a Frapuchino. Luego coloqué una ficha para la siguiente partida. Y volví a mirar donde estaba cada persona.
Frapuchino miró de reojo a las chicas que habían venido conmigo, sin duda no le habrían pasado desapercibidas, menos aún con el comentario que había hecho, era un fallo gordo, aunque inevitable después de que nos viese el camarero. Me dio nuevamente a entender lo que me había comentado el camarero sobre el laboratorio. No sabía que era lo que aquel hombre sabía, pero si estaba relacionado con Altair estaba seguro de que sabía de la muerte de Spirelli. Personalmente no tenía nada que ver, sin embargo, si tenía información de quién había perpetrado aquel asesinato y no se iba a decir como era evidente.
-Brindo por el incentivo – le dije alzando mi copa y dándole un minúsculo sorbo al whisky en el que quedaba aún medio vaso. – Pues sí, algo me comentaron, pero si llego a pedir esa información mis acompañantes me hubiesen matado dadas las caras que pusieron. Sin duda gente de carácter, algo que me gusta en una mujer – añadí sonriendo a mi anfitrión. – Pues me crie en la Red Line. No se la hubicación exacta, los mapas nunca me han llamado la atención. Luego me moví por las islas del West Blue, y ahora los caminos me han traído hasta estas islas. La verdad es que mucho tiempo en el casino me puede arruinar, mis acompañantes juegan con mi dinero Jeje. Mi intención era marchar la verdad a buscar otros quehaceres o ver la ciudad. – Ahora si me permite un momento. Necesito ir al aseo, ¿me puede decir por dónde se encuentra? – pregunté levantándome de la silla.
No me había llegado a levantar cuando las puertas se abrieron de forma brusca y entraron dos personas, una mujer pelirroja seguida un tipo de pelo blanco. Las pintas de ella no daban la sensación de ser alguien que debiese estar en un lugar como ese dado que parecía más una combatiente, aunque en un momento se sentó en una mesa con una ruleta y comenzó a jugar. “Vaya, una ludópata ¿será una cliente fija?” pensé mientras avanzaba hacia el baño.
Lo último que vi antes de entrar en el baño fue al joven de pelo blanco en la barra. Una vez entré en el aseo me fijé en la paredes y techo para fijarme que no hubiese vigilancia. Luego me aseguré de que hubiese alguna ventana en el lugar para poder ventilar la sala y de un tamaño por el que pudiese caber. Entre en uno de los lavabos e hice mis necesidades. Antes de salir la sombra de Raven salió. Le coloqué un par de esferas en el pico que saqué de las sombras.
-Quédate aquí sin hacer ruido. – le susurré aprovechando el ruido de la cisterna – Si cambio de posición contigo distribuye las esferas en el salón.
Lo dejé en aquel lavabo y le cerré la puerta como si estuviese ocupado. Me lavé las manos y volví a salir al salón y a sentarme en la misma mesa junto a Frapuchino. Luego coloqué una ficha para la siguiente partida. Y volví a mirar donde estaba cada persona.
- Resumen:
- Contestar a Frappuchino, ir al baño y preparar un plan (busco una ventana por la que pueda caberr), dejando allí a Raven (un cuervo) con una par de T.I.M.E. y encerrado en uno de los lavabos del baño. luego volver a la mesa con Frappuchino.
Helga Eiríksdóttir
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El nerviosismo hacía presa de mí. Solo existía el juego para mí en ese momento, el sentir la rueda girar y la adrenalina de dejar el resultado en manos de la diosa fortuna. Hice caso al crupier y cambié rápidamente mi dinero por varias fichas de cada tipo. Me daba igual quedarme sin blanca, bueno, igual no ya que quería seguir jugando hasta la saciedad. El hambre de continuar apostando hasta el fin de los tiempos. No presté apenas atención a la gente de mi alrededor, solo seguía teniendo un cosquilleo sin cesar. Shiro andaba tocándome los ovarios. Que acabara de jugar para seguir con el trabajo. Pero es que la bolita hacía su baile hipnótico y no podía resistirme a la llamada. Me temblaban las manos de la emoción. Le di las fotos a Shiro para que me dejase tranquila un rato.
- Anda, vete yendo tú a lo nuestro. Yo iré contigo en un rato... ¡Si, joder! ¡Que bien siente ganar, la puta adrenalina! - Grité al ver que había acertado para luego volver a ganar de seguido.
El encargado de la mesa me dijo que si quería seguir jugando o cambiarme de mesa. ¿Para qué querría cambiar? ¡Estaba en racha! ¡La diosa fortuna me estaba sonriendo! Sin dudarlo, continué apostando en la misma mesa. Mi cuerpo se estremecía. Podría quedarme a vivir allí para seguir ganando dinero hasta el fin de los tiempos. Puse las manos juntas dando gracias a mis antepasados y a los dioses por darme su suerte.
- De eso nada, continuo jugando aquí. ¡Apuesto dos fichas de 1.000 a los números 13 negro y 25 rojo! ¡Hoy estoy en racha! - Reí como una maníaca ante el poder que el casino estaba ejerciendo a mi alma, corrompiéndola con el pecado de las apuestas. Esperaba no perder mucho dinero, pero realmente lo que me gustaba era la adrenalina por saber que iba a pasar, si la victoria o la derrota me abrazarían.
- Anda, vete yendo tú a lo nuestro. Yo iré contigo en un rato... ¡Si, joder! ¡Que bien siente ganar, la puta adrenalina! - Grité al ver que había acertado para luego volver a ganar de seguido.
El encargado de la mesa me dijo que si quería seguir jugando o cambiarme de mesa. ¿Para qué querría cambiar? ¡Estaba en racha! ¡La diosa fortuna me estaba sonriendo! Sin dudarlo, continué apostando en la misma mesa. Mi cuerpo se estremecía. Podría quedarme a vivir allí para seguir ganando dinero hasta el fin de los tiempos. Puse las manos juntas dando gracias a mis antepasados y a los dioses por darme su suerte.
- De eso nada, continuo jugando aquí. ¡Apuesto dos fichas de 1.000 a los números 13 negro y 25 rojo! ¡Hoy estoy en racha! - Reí como una maníaca ante el poder que el casino estaba ejerciendo a mi alma, corrompiéndola con el pecado de las apuestas. Esperaba no perder mucho dinero, pero realmente lo que me gustaba era la adrenalina por saber que iba a pasar, si la victoria o la derrota me abrazarían.
- Resumen:
- Continuar jugando y ser poseída por la ludopatía además de darle largas a Shiro
Samvel Legacy
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La niebla es realmente densa, impidiendo ver más allá de un palmo de distancia. «Ojalá tener visión infrarroja» pensó mientras andaba, maldiciendo su mala suerte. ¿Acaso no podría cumplir su promesa? No sabía qué mas podía estar ocurriendo tras dejar a sus anchas a los criminales, pero creía que con aquella niebla se sentirían tan inútiles como él mismo, y eso era suficiente.
—Debo moverme, debo seguir en marcha. —Quizás hubiera sido mejor mantenerse quieto, a la espera, sentado en la plaza, pero era incapaz de permanecer a la espera sin hacer nada. Necesitaba encontrar un sitio dónde arreglar la red y crear al dron. Y si podía, preparar alguna herramienta más que pudiera serle de utilidad para los eventos que, estaba seguro, iban a acontecerse muy pronto—. Vamos, Sam, vamos.
«¿Qué es eso? —se preguntó andando sin saber muy bien hacia dónde—. ¿Son los mismos aullidos de antes?». De pronto, unos lobos le cortaron el paso. No podía distinguirlos con claridad, pero veía sus ojos rojos, dorados y verdes acechando. Gruñen, peligrosos, atentos al menor movimiento.
Sam dio un paso hacia atrás, muy despacio, pero acabaron llegando varios caballeros, gritando y profiriendo amenazas. A Sam le pareció escuchar palabras como "engendro metálico" o "soldado de Anthony", pero tras intercambiar unas pocas palabras amables perdió el medio y aclaró el malentendido. Por fortuna, se había topado con un grupo que estaba en contra de lord Anthony, y tras observarle de arriba abajo le ofrecieron acompañarles. Las palabras de los hombres habían sido tentadoras, al menos mucho más que su alternativa. Parecían saber moverse por el lugar, y tenían un objetivo fijo. No podía perder la oportunidad de ganarse el apoyo de un grupo de aliados, y sus palabras le habían causado curiosidad, por lo que no tardó en agarrarse al último de la fila humana que habían creado al atarse una larga cuerda alrededor de las cinturas.
—Pensaba que no había ninguna oposición a Anthony en el pueblo —dijo, precavido. No quería empezar a hablar de más hasta que no confiara del todo en aquellos hombres—. ¿Tenéis más compañeros? ¿Quién es vuestro líder?
Si le preguntaban sobre él, diría la verdad. Que era un cazarrecompensas y que había llegado a la isla en busca de algún trabajo para subsistir y que antes de darse cuenta se había visto envuelto en aquella guerra civil. Que gracias a un misterioso benefactor —se negaba a dar el nombre de lady Erica a no ser que fuera necesario— había logrado escapar de la mina tras su acalorado enfrentamiento con Anthony y que estaba dispuesto a hacer lo necesario para acabar con aquella locura.
—Anthony no es un buen líder, no puede gobernar —declararía en caso de ser necesario, recordando cuando mandó a matar aliados y enemigos por igual.
Tras la pequeña caminata, llegaron a un edificio extraño, aunque la fachada era difícil de distinguir por culpa de la niebla. Se adentraron en él, y Sam se sorprendió al encontrar una especie de laboratorio, algo muy inusual en aquel lugar. «Sin duda debe tratarse de un lugar usado por los aliados de Anthony». Su intención era investigar y explorar el lugar de arriba abajo, pero antes de poder hacerlo como quería, se encontró una sorpresa. Una sorpresa con gorro y Katana.
—¿Tomoe? ¡Esa es Tomoe! —Salió corriendo en pos de su compañera tumbada en el suelo. Con delicadeza, la sujetó entre sus brazos—. ¿Estás bien? ¿Qué haces aquí, tirada en el suelo? —Miró a los caballeros—. ¿Alguno sabe de medicina? Ella llegó a la isla conmigo, es una aliada —explicó.
—Debo moverme, debo seguir en marcha. —Quizás hubiera sido mejor mantenerse quieto, a la espera, sentado en la plaza, pero era incapaz de permanecer a la espera sin hacer nada. Necesitaba encontrar un sitio dónde arreglar la red y crear al dron. Y si podía, preparar alguna herramienta más que pudiera serle de utilidad para los eventos que, estaba seguro, iban a acontecerse muy pronto—. Vamos, Sam, vamos.
«¿Qué es eso? —se preguntó andando sin saber muy bien hacia dónde—. ¿Son los mismos aullidos de antes?». De pronto, unos lobos le cortaron el paso. No podía distinguirlos con claridad, pero veía sus ojos rojos, dorados y verdes acechando. Gruñen, peligrosos, atentos al menor movimiento.
Sam dio un paso hacia atrás, muy despacio, pero acabaron llegando varios caballeros, gritando y profiriendo amenazas. A Sam le pareció escuchar palabras como "engendro metálico" o "soldado de Anthony", pero tras intercambiar unas pocas palabras amables perdió el medio y aclaró el malentendido. Por fortuna, se había topado con un grupo que estaba en contra de lord Anthony, y tras observarle de arriba abajo le ofrecieron acompañarles. Las palabras de los hombres habían sido tentadoras, al menos mucho más que su alternativa. Parecían saber moverse por el lugar, y tenían un objetivo fijo. No podía perder la oportunidad de ganarse el apoyo de un grupo de aliados, y sus palabras le habían causado curiosidad, por lo que no tardó en agarrarse al último de la fila humana que habían creado al atarse una larga cuerda alrededor de las cinturas.
—Pensaba que no había ninguna oposición a Anthony en el pueblo —dijo, precavido. No quería empezar a hablar de más hasta que no confiara del todo en aquellos hombres—. ¿Tenéis más compañeros? ¿Quién es vuestro líder?
Si le preguntaban sobre él, diría la verdad. Que era un cazarrecompensas y que había llegado a la isla en busca de algún trabajo para subsistir y que antes de darse cuenta se había visto envuelto en aquella guerra civil. Que gracias a un misterioso benefactor —se negaba a dar el nombre de lady Erica a no ser que fuera necesario— había logrado escapar de la mina tras su acalorado enfrentamiento con Anthony y que estaba dispuesto a hacer lo necesario para acabar con aquella locura.
—Anthony no es un buen líder, no puede gobernar —declararía en caso de ser necesario, recordando cuando mandó a matar aliados y enemigos por igual.
Tras la pequeña caminata, llegaron a un edificio extraño, aunque la fachada era difícil de distinguir por culpa de la niebla. Se adentraron en él, y Sam se sorprendió al encontrar una especie de laboratorio, algo muy inusual en aquel lugar. «Sin duda debe tratarse de un lugar usado por los aliados de Anthony». Su intención era investigar y explorar el lugar de arriba abajo, pero antes de poder hacerlo como quería, se encontró una sorpresa. Una sorpresa con gorro y Katana.
—¿Tomoe? ¡Esa es Tomoe! —Salió corriendo en pos de su compañera tumbada en el suelo. Con delicadeza, la sujetó entre sus brazos—. ¿Estás bien? ¿Qué haces aquí, tirada en el suelo? —Miró a los caballeros—. ¿Alguno sabe de medicina? Ella llegó a la isla conmigo, es una aliada —explicó.
- Resumen:
- Seguir a los caballeros hasta el laboratorio y llamar a un médico tras encontrar una desfallecida Tomoe. Por el camino intenta conseguir un poco de información de los caballeros.
Adam
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Sus esfuerzos musicales del pobre rubio parecían no haber sido suficiente para tirar el escenario abajo, fuera como fuera, por unas o por otras el salvaje había caído literalmente al otro lado de la valla, lo cual lo separaba de su compañero Perico. Tras levantarse y aferrándose un par de veces más a la valla y tras zarandearla un par de ocasiones más sin mucho éxito, y con aquel olor a lobo mojado, el muchacho se percató de que aquello debía ser un hasta luego.
-Ir hogar, yo volver- susurró al animal mientras le dada un par de carias a través de los demoniacos y crueles barrotes que separaban el destino de tan encantadora pareja -Yo silbar si necesitar, ¡Tu correr ahora!- gritó a viva voz a sabiendas de que por muy valiente y capaz que hubiera mostrado ser Perico, no podía solo contra una manda al completo, y no era de extrañar que Adam supiera esto después de todo, se había criado en una manada, por lo que sabía de buena mano las posibilidades que tenía.
Tras ver desvanecerse por completo a la bestia, y con ella la bizarra idea de galopar por los pasillos de palacio al grito de su capitán, el salvaje tuvo que conformarse con retomar el rastro al primero olor que reconoció, que fue el de la madera, madera mojada para ser exactos, lo cual le recordó fugazmente al barco y a la breves pero intensas aventuras que había vivido con aquella banda de pordioseros, y como su aventura no era especialmente larga (apenas unas semanas), no tardó mucho en recordar la puerta del castillo, correlacionando rápidamente que aquel debía ser el origen del olor.
Sin dudar ni un instante, el muchacho corrió hacia la puerta para una vez tras abrirla sin muchas complicaciones, volver a ver el solemne pero sobrio interior del castillo. Sin un momento de respiro, y tal vez producto de la residual azúcar de su cuerpo, comenzó a correr por los inmensos pasillos de piedra siguiendo el halo de luz que representaba el olor de sus amos. Y aunque la situación tal vez hubiera requerido un poco más de discreción y decoro propio de corte de la capital, Adam no tardo en volver a soltar improperios y gritos que no tardarían en poner alerta a todo el castillo, eso claro, asumiendo que su manda ya no se hubiera adelantado.
-Ir hogar, yo volver- susurró al animal mientras le dada un par de carias a través de los demoniacos y crueles barrotes que separaban el destino de tan encantadora pareja -Yo silbar si necesitar, ¡Tu correr ahora!- gritó a viva voz a sabiendas de que por muy valiente y capaz que hubiera mostrado ser Perico, no podía solo contra una manda al completo, y no era de extrañar que Adam supiera esto después de todo, se había criado en una manada, por lo que sabía de buena mano las posibilidades que tenía.
Tras ver desvanecerse por completo a la bestia, y con ella la bizarra idea de galopar por los pasillos de palacio al grito de su capitán, el salvaje tuvo que conformarse con retomar el rastro al primero olor que reconoció, que fue el de la madera, madera mojada para ser exactos, lo cual le recordó fugazmente al barco y a la breves pero intensas aventuras que había vivido con aquella banda de pordioseros, y como su aventura no era especialmente larga (apenas unas semanas), no tardó mucho en recordar la puerta del castillo, correlacionando rápidamente que aquel debía ser el origen del olor.
Sin dudar ni un instante, el muchacho corrió hacia la puerta para una vez tras abrirla sin muchas complicaciones, volver a ver el solemne pero sobrio interior del castillo. Sin un momento de respiro, y tal vez producto de la residual azúcar de su cuerpo, comenzó a correr por los inmensos pasillos de piedra siguiendo el halo de luz que representaba el olor de sus amos. Y aunque la situación tal vez hubiera requerido un poco más de discreción y decoro propio de corte de la capital, Adam no tardo en volver a soltar improperios y gritos que no tardarían en poner alerta a todo el castillo, eso claro, asumiendo que su manda ya no se hubiera adelantado.
- BUSCANDO A KERIAN:
Tener momento "natuto sad song" con Perico y meterse corriendo al castillo de forma no poco llamativa.
Eleve una de mis cejas al escuchar esa respuesta tan poco familiar hacia mi persona donde recibí como podía todas las fotos que Helga me entrego siendo que yo no sabía casi nada de la misión y de que ella ahora me estuviese dando el mando de esa manera tan poco particular realmente me había dejado bastante fuera de mi foco como para contestarle correctamente hacia el barman. Claramente esa mujer estaba enviciada con el tema de los juegos de azar y eso no sabía si debo molestarme o no, dado que, estamos en lo que parecía ser un lugar neutral como este. De todas maneras, tan solo acaricio suavemente mi cabello para regresar mi atención hacia el tabernero porque el ofrecimiento sobre los juegos de azar era bastante tentador para ignorar lo que estaba sucediendo en el exterior del casino.
Lance un suspiro al aire de manera suave cosa de que me gire para ver al tabernero y simplemente tomo una de las fotos para dejarla sobre la mesa e pasársela hacia este - No vengo por este tipo de diversión señor, solo vengo por trabajo y necesitaría saber exactamente quien es esta persona y si se encuentra dentro de este territorio ... pagare muy bien por esta informacion señor - digo de manera serena dejando algunos berrys sobre la mesa para que entendiera el mensaje de que estaba en ese lugar solamente para la misión pero usando un tono de voz que claramente no era el de un niño como lo parecia ser mi apariencia, porque solamente estaba en fase de crecimiento, y dejar al menos un tiempo que Helga podría quedarse gastando su dinero, esperando que claramente no me pidiera demasiado dinero a mi persona que no hubiese gastado para pagarle al barman por la información del sujeto del cual era nuestro objetivo obtenerlo.
Lance un suspiro al aire de manera suave cosa de que me gire para ver al tabernero y simplemente tomo una de las fotos para dejarla sobre la mesa e pasársela hacia este - No vengo por este tipo de diversión señor, solo vengo por trabajo y necesitaría saber exactamente quien es esta persona y si se encuentra dentro de este territorio ... pagare muy bien por esta informacion señor - digo de manera serena dejando algunos berrys sobre la mesa para que entendiera el mensaje de que estaba en ese lugar solamente para la misión pero usando un tono de voz que claramente no era el de un niño como lo parecia ser mi apariencia, porque solamente estaba en fase de crecimiento, y dejar al menos un tiempo que Helga podría quedarse gastando su dinero, esperando que claramente no me pidiera demasiado dinero a mi persona que no hubiese gastado para pagarle al barman por la información del sujeto del cual era nuestro objetivo obtenerlo.
- Resumen:
Toma las fotos del sujeto que debemos capturar y compro esa informacion hacia el tabernero sobre su objetivo dejando que Helga se entretenga un poco con los juegos.
Normas del capítulo:
- Se moderará los martes entre las 22:00 y las 23:59.
- No se puede postear los martes antes de la moderación.
- Hay un reloj que marca el tiempo restante. Cuando acaba los temas se cierran.
- Está prohibido metarrolear, powerrolear y demás actitudes tóxicas.
- A más riesgo, más premio.
- Como es tradición, el barco de Sons of Anarchy se hundirá en algún momento.
- Cada post debe ocupar entre 250 y 1.200 palabras. Si no se está en estos límites, el post podría ser ignorado.
- Es responsabilidad de un usuario comunicarse con la gente con la que interactúa.
- Si un post tiene más de 15 faltas ortográficas por párrafo podría ser ignorado.
- Hacer un resumen de acciones relevantes es obligatorio independientemente de la extensión.
- La ley del plot no es a prueba de idiotas.
Moderación:
- Morgoth, Shiro y Helga:
- Bueno, Helga. Lo has conseguido. Gracias a tu plan maestro de dejarle todo el trabajo a Shiro, ahora puedes centrarte por completo en el juego... Donde parece que has cambiado todo el dinero que llevabas encima por fichas de distintas cantidades. De momento no te estaba yendo mal, y es que has ganado con las apuestas ya 4. 000 Berries para tus bolsillos. Sí, has ganado la última apuesta también, ambos números. Viendo lo enganchada que estás, el hombre sonríe.
—Vaya, señorita. Debo decirle que es usted una mujer con mucha suerte... O talento, sin duda se le dan bien los juegos. ¿No le gustaría probar con cantidades más grandes? Si lo hace bien podría conseguir una suma aún mayor de Berries —te propone. Mientras que en el resto de mesas se pueden escuchar distintas voces y murmuros... Los cuales no escuchas en principio, por estar demasiado centrada en la ruleta y en el hombre. Si aceptas, este ensanchará su sonrisa y llevará una de sus manos hasta donde, en teoría, están las fichas. Si lo notas o no queda a suerte de la atención que le estés prestado. De hecho, antes de volvera tirar la esfera, te propone apostar contra él, para hacerlo más... Entretenido todo. Y es el quien pone el precio: 5 Millones de Berries, si es que tienes ese dinero encima, hecho fichas.
Shiro, por tu parte, el hombre enarca una ceja al percatarse de que no le has entendido bien, pero acepta de buena gana el dinero y te pone una copa algo... Cargada.
—Por favor. Le aseguro que tenemos todo bajo control aquí. Si viene por parte de algún asociado nuestro no necesita preocuparse... ¿Quién le envía? ¿O por qué anda buscandoles? —Preguntó, haciendo referencia a ambos, el hombre y la mujer, antes de apartar sus ojos que mantenía clavados en ti, siguiendo la figura del moreno que estaba sentado junto al hombre estridente. Tras un momento cavilando sobre qué sería mejor hacer, acaba por resignarse contigo—. No necesitas pagarme nada. Si me dices que te envía quien yo creo, se trata del hombre jugando con nuestro jefe. Acaba de ir al excusado. Aunque no quiero verme implicado si desata su enfado o el de la señorita Altair. Usted sabrá.
Morgoth, en principio no tienes ningún problema para levantarte e ir al aseo, más allá de una mirada... que pudiste seguir notando pese a su discreción hasta llegar al baño. En principio, si Shiro no se aparece por el lugar, nadie más lo hará, así que puedes dejar la ventana abierta, esta es más bien como un tragaluz de un sótano, y es que el baño se encontraba bajando unas escaleras, pero es ancha, lo que te deja la salida al ras del suelo en la calle. Tu única preocupación al marchar sería pues el abandonar a tus queridas acompañantes a su suerte otra vez. Bueno, fueron ellas quienes se ofrecieron para ese lío, claro. Pero a lo mejor estaría bien avisarlas.
Si decides hacerlo al volvere estaría bien, pues poco después de que salgas del baño y te vuelvas a encaminar a la mesa —te veas interrumpido o no— otra nueva presencia aparecerá en el casino.
Los tres podéis verla cuando entra, y es que el aura que emana, su presencia agresiva, es algo que se puede palpar con la más mínima de las percepciones. La puerta se abrió de golpe, y de la niebla surgió la menuda figura de una mujer pelirroja con el semblante serio. Pese a su estatura, los tacones y su mirada penetrante resultan... imponentes. Hasta tú, Helga, has necesitado detenerte en tus juegos para observarla. La reconoces, estuvo visitando a Antoine antes de que te encargaran esta misión. De hecho, se podría decir que es para ella para quien trabajas. Cuando entra, clava su mirada en Morgoth y sus labios se tuercen en una sonrisa agria. Tras unos segundos en los que todo se queda en silencio, Frapuccino se levanta con los brazos abiertos, rompiendo el silencio con su estridente forma de ser y hablar.
—Lady Altair, mi hermosa jefa. Que.. ¡Deleite! El verla por aquí. ¿Ha tenido un buen camino? Imagino que la niebla ha sido desagradable. ¿Quiere subir a cambiarse? —Pregunta sonriendo ampliamente, enseñando sus finos y picudos dientes. La mujer niega.
—Como esperaba, parece que mi red de contactos sigue siendo igual de efectiva... Así como mis tus trabajadores pese a lo deplorable de esta pocilga. Buen trabajo señor Fra. Caballero —dice, volviendo a mira a Morgoth. Me gustaría tener unas palabras con usted si no es mucho problema—. Morgoth, si aceptas, te conducirá escaleras arriba. Por cierto, si miras a tus chicas las verás... Asustadas, en tensión y muy alerta. Eso no puede ser buena señal.
- Napolean y Adam:
- Los lobos empiezan a gruñir cuando te acercas al grupo, de hecho, dos de ellos saltan frente a ti, mostrando los colmillos y con mirada agresiva. Por suerte para ti, la mujer mitad humana mitad animal no parece reconocerte de cuando ayudó a salvar a Iliana, ni los otros caballeros, aunque puede ser cosa de la niebla. Tras un momento de tensión, Iliana envaina su espada y se queda mirandote. No lo sabes, pero con eso le has ganado unos cuantos minutos a Adam para no tener que cruzarse con ellos.
—¿Y quién se supone que quiere ayudarme? ¿Te envía Sir Velkan acaso? ¿Alguno de mis otros subordinados? —Si te fijas, aunque haya envainado, no ha soltado la empuñadura en ningún momento—. Si eres enemigo de Anthony no tendría problemas con aceptar semejante ayuda —Alza la cabeza. Debido a la niebla no te puede ver con claridad—. Pero si intentas traicionarme acabarás mal, te lo aseguro —Te amenaza, y puedes sentir la presión que emana su presencia en la atmosfera, como si la niebla te aplastase por un segundo. Como sea, tenéis vía libre hasta el castillo. Una vez dentro puedes intentar separarte del grupo e intentar seguir los destrozos hechos por Adam... O seguir a Iliana hasta la sala del trono, donde pretende enfrentar —y decapitar— a Anthony.
Por tu parte, Adam, una vez entras en el castillo no tardas en encontrar entre el olor a productos de limpieza, citrico y metal, el rastro con el que llegar a donde parece que se llevaron a tus amos. El problema es que han estado pululando por gran parte del castillo, así que su rastro está disperso por varios pasillos y tres salas en concreto. Cuando llegas a la difurcación a la que te guía el olor te encuentras en mitad de un pasillo que sigue recto y luego dobla a la izquierda. Además, hay unas escaleras que llevan a un lugar oscuro, que huele a tierra además de a carne chamuscada y otra escalera asecendente. Si te fijas en el suelo, podrás ver pisadas manchando el suelo de moqueta, todas suben y ninguna baja, así que podrías suponer que el de abajo es donde les tenían antes... Pero podrían no ser sus huellas. Si vas por arriba llegarás a la armería, por abajo... Aún te tocará dar más vuelta, y seguramente te cruces con más de una señora con una escoba en la mano que se ponga a chillar y golpearte con esta para echarte del hogar de sus señores, no las vayan a regañar a ellas. Tú verás que camino eliges. Lo que tienes claro es que es sorprendente la poca seguridad que has encontrado hasta el momento... Seguramente a causa de Keiran, claro. ¿Se está moviendo su cuerpo solo?
- Sam y Tomoe:
- Tomoe, cuando te levantas, o lo intentas, notas como si algo o alguien te sujetara, no dejando que vuelvas del todo en ti o al ponerte en pie. Por alguna razón, A medio camino de incorporarte una persona que te resulta familiar se ha puesto a gritar que le traigan un médico para ayudarte. No es como si estuvieras precisamente herida tampoco, solo algo ida. Al terminar de volver en sí, te das cuenta de que este hombre es Samvel, el cazarrecompensas con el que te encontraste dos semanas atrás. También te percatas de que hay más entes cerca de ti, como si la percepción que sueles usar normalmente cuando necesitas concentrarte en combate se hubiera vuelto más fuerte. Giras la cabeza hacia donde notas las presencias, terminando de incorporarte y te encuentras con cinco canidos, demasiado grandes como para ser perros y unos cuantos caballeros con una armadura... Que no llegaste a vislumbrar en la plaza la vez anterior. Si están con Samvel no puedenser enemigos, ¿no?
Sam, cuando sueltas a Tomoe esta parece aún algo confusa sobre donde se encuentra o quien está con ella, así que quizás quieras ponerla en situación ahora que has visto que está «bien». Si lo haces, los hombres que van contigo darán algo de contexto sobre donde están y qué son esos lobos, que antes habían sido algo más cercano a los humanos pero experimentaron con ellos y quedaron en ese extraño estado... Que salieron de ese laboratorio, y no es lo único que ha salido de ahí.
Tomoe, puede que sea buena idea apuntar esas cosas y revisar tu libreta, notando más punzadas en el proceso. Entiendes lo que lees, pero no puedes decir que tú misma lo hayas vivido. Es una sensación extraña. Lo que no se va de tu cabeza es esa pelirroja a la que habías estado siguiendo. Seguro que ella puede esclarecer tu enfado y cómo has acabado en aquel lugar... Si la encuentras. Pero por el momento deberías aprovechar que estás ahí para buscar información entre los libros y salas del edificio. Si Sam se decide a ayudar, junto con los demás abarcaréis más espacio...
Hablando de espacio, Sam. Mientras vas yendo de sala en sala, encuentras una puerta que te llama la atención, si intentas entrar, al estar oscuro, no te das cuenta de que hay una escalinata hasta que has pisado en vacío, cayendo por la escalera hasta llegar a una sala muy espaciosa con olor a aceite y metal. Al encender una luz, ya sea tuya o buscando un interruptor... Al parecer te has dado de bruces con el taller de alguien. Y da la casualidad de que entre las piezas y prototipos puedes encontrar planos que se asemejan a las armas tecnológicas que utilizó Anthony el día que asedió la ciudad, además de un espacio de trabajo abandonado hace ya un tiempo, por todo el polvo que se acumula sobre las sabanas que cubren las cosas más «delicadas».
Por tu parte, Tomoe, encuentras varios libros y catálogos para modificar personas y hacerlas a medida, como cuando pides en un buffet libre y descartas lo que no te gusta, quedandote solo con lo que sí. Es... Realmente repulsivo. Puede que eso tenga que ver con tu enfado misterioso también, sumado a la situación precaria de los niños y el tema de las drogas, sobre el que acabas encontrando algo tras mucho rato rebuscando entre los papeles. Si decides al acabar con ese trabajo ir a hablar con Sam o pregutnar a alguno de los NPC´s estos podrán confirmar tus sospechas en parte. Esto tiene que ver, todo con un complot más grande, uno que usa a Anthony para hacer en Hallstatt lo que les viene en gana. ¿Y ahora?
Helga Eiríksdóttir
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Andaba de racha y podía sentir como la sangre me recorría el cuerpo como si tuviera dentro una maldita orgía. Aquello era mejor que partir cráneos y robarle a la gente. La fortuna me seguía sonriendo y continué ganando apuestas. Shiro cogió la idea y me dejó sola en la mesa, para continuar deleitándome con el juego. Mis ojos y mi cerebro solo podían atender al delicioso sonido de la pelotita. La gente me daba absolutamente igual. Es más, solo podía escuchar ecos de las personas de al rededor. Estaba centrada en la ruleta y para seguir apostando dándole mis fichas al crupier además de pillar mis ganancias. Lo irónico era que estaba diciendo números al azar y el azar estaba besando mis jugadas con pasión.
-¿Oh? Ahora estamos hablando. ¡Me interesa mucho dejarle a la madre fortuna el resultado de este duelo! ¡Venga chato, que sean 5 millones de berries! ¡Total, me siento con suerte! - Estaba realmente emocionada, por fin había llegado la posible muerte súbita, un momento, una jugada, donde podía ganar mucho dinero o perder mis riquezas ganadas por el sudor de mi frente.
Tomé las fichas hasta juntas los 5 grandes, era hora de brillar o hundirse en la mierda. Mordiéndome la uña del dedo gordo derecho, se lo dejé todo al azar y crucé los dedos. Cuando iba a decir mi apuesta, la puerta se abrió y entró una mujer de cabellos rojos cuyo rostro se me hacía muy conocido. Intenté hacer memoria hasta recordar que la había visto hablando con Antoine. Según un hombre, su nombre era Altair y parecía ser una mujer muy importante. Miró mal a otro hombre y a saber que hizo en ese momento, porque volví a retomar el juego.
- Bueno, ¿por donde íbamos? ¡Apuesto 5 millones al número 20 negro! - Con un movimiento agresivo, puse las fichas en juego y me esperé para lo mejor o peor rezando a la diosa fortuna una vez más.
-¿Oh? Ahora estamos hablando. ¡Me interesa mucho dejarle a la madre fortuna el resultado de este duelo! ¡Venga chato, que sean 5 millones de berries! ¡Total, me siento con suerte! - Estaba realmente emocionada, por fin había llegado la posible muerte súbita, un momento, una jugada, donde podía ganar mucho dinero o perder mis riquezas ganadas por el sudor de mi frente.
Tomé las fichas hasta juntas los 5 grandes, era hora de brillar o hundirse en la mierda. Mordiéndome la uña del dedo gordo derecho, se lo dejé todo al azar y crucé los dedos. Cuando iba a decir mi apuesta, la puerta se abrió y entró una mujer de cabellos rojos cuyo rostro se me hacía muy conocido. Intenté hacer memoria hasta recordar que la había visto hablando con Antoine. Según un hombre, su nombre era Altair y parecía ser una mujer muy importante. Miró mal a otro hombre y a saber que hizo en ese momento, porque volví a retomar el juego.
- Bueno, ¿por donde íbamos? ¡Apuesto 5 millones al número 20 negro! - Con un movimiento agresivo, puse las fichas en juego y me esperé para lo mejor o peor rezando a la diosa fortuna una vez más.
- Spoiler:
- Seguir con la euforia del juego, aceptar la propuesta de todo o nada del crupier, reaccionar a la entrada de Altair y jugármela a lo grande.
Napolean
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Los chihuahuas comenzaron a enseñar los dientes en el preciso momento en el que Alexander se acercó a ese siniestro grupo. Una pareja de ellos se puso a sus pies, con el rabo completamente bajado y las orejas hacia atrás. «Se parecen a Keiran cuando se enfada», pensó el pirata, tratando de no soltar una carcajada al recordarlo. Silbó a los lobos con simpatía, como si buscara que fueran sus amigos, mientras chasqueaba los dedos para llamar su atención y les decía alguna lindeza; como si fueran simples perros domésticos.
—Parecen buenos chicos —comentó poco antes de ver como Eliana enfundaba su arma, mas no separaba la mano de su empuñadura.
La joven princesa comenzó a hablar y pasados unos segundos Napo se percató de que tenían algo en común: Anthony no era fruto de su devoción. E iba a usar eso en beneficio propio hasta saber si podía jugársela a ese grupo o no. Alexander era incapaz de apartar la mirada de la reina, todo lo que tenía de linda —por definirlo de alguna forma— también lo tenía de siniestra y de poco fiar. Era extraña, y mucho más amenazadora que los monarcas que había conocido en su vida como miembro de la corte de Mythil. De pronto, una fuerza que incidió sobre él y lo dejó paralizado durante un instante. No era la primera vez que le ocurría algo así, no obstante, era lo más incómodo que había sentido en mucho tiempo.
—El enemigo de mi enemigo es mi amigo, ¿verdad, su alteza? —dijo con voz distendida—. No conozco a ese caballero al que os referís como Sir Velkan. Tan solo soy un humilde extranjero que se ha visto envuelto en toda esta zapatiesta sin poder evitarlo por la vía diplomática, mas eso no implica que esa forma fuera la única en mis pensamientos. No obstante, si su plan es ajusticiar a Lord Anthony… Puede contar con mis servicios. A fin de cuentas, si todo sale bien quizá terminaremos, incluso, como simpatizantes.
Dicho aquello, esperaría a que la princesa volviera a hablar para ir con ella al castillo, pero, aunque no lo hiciera, de todas formas, se adentraría en el palacio. Total, ¿qué podía salirle mal?, pensaba el bueno de Alexander.
—Parecen buenos chicos —comentó poco antes de ver como Eliana enfundaba su arma, mas no separaba la mano de su empuñadura.
La joven princesa comenzó a hablar y pasados unos segundos Napo se percató de que tenían algo en común: Anthony no era fruto de su devoción. E iba a usar eso en beneficio propio hasta saber si podía jugársela a ese grupo o no. Alexander era incapaz de apartar la mirada de la reina, todo lo que tenía de linda —por definirlo de alguna forma— también lo tenía de siniestra y de poco fiar. Era extraña, y mucho más amenazadora que los monarcas que había conocido en su vida como miembro de la corte de Mythil. De pronto, una fuerza que incidió sobre él y lo dejó paralizado durante un instante. No era la primera vez que le ocurría algo así, no obstante, era lo más incómodo que había sentido en mucho tiempo.
—El enemigo de mi enemigo es mi amigo, ¿verdad, su alteza? —dijo con voz distendida—. No conozco a ese caballero al que os referís como Sir Velkan. Tan solo soy un humilde extranjero que se ha visto envuelto en toda esta zapatiesta sin poder evitarlo por la vía diplomática, mas eso no implica que esa forma fuera la única en mis pensamientos. No obstante, si su plan es ajusticiar a Lord Anthony… Puede contar con mis servicios. A fin de cuentas, si todo sale bien quizá terminaremos, incluso, como simpatizantes.
Dicho aquello, esperaría a que la princesa volviera a hablar para ir con ella al castillo, pero, aunque no lo hiciera, de todas formas, se adentraría en el palacio. Total, ¿qué podía salirle mal?, pensaba el bueno de Alexander.
- Resumen:
- Hablar con Eliana, tratar de hacerle el lío a Iliana y entrar al castillo.
Morgoth
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Todo parecía ir relativamente bien. De alguna forma me acercaba a mi objetivo de poder adentrarme en el bajo mundo para empezar a ver como funcionaba y a tratar con él. En principio la parte más importante de un plan para mí estaba hecha, quedaba hacerla para las chicas. Gracias al ki no había notado nada raro hasta ahora. La única pega que tenía era el pequeño tamaño de la ventana que me hacía un poco justa la salida, pero al menos era algo.
Cuando salí del aseo me dirigí hacia la mesa. Sin embargo, algo que no tenía en mente, por lo menos no tan pronto, sucedió. La puerta de la calle se volvió a abrir y apareció una mujer pelirroja. Esta pareció saber exactamente donde se encontraba y perfectamente situada. Nada más entrar, pareció fijar la mirada en mí rápidamente. Su mirada era seria e imponente. No fingí que no había visto aquello y le devolví la mirada sin titubear. Tenía una corazonada de quien era y Frapuccino lo corroboró al momento. Altair.
Este rápidamente fue a saludarla y a agasajarla y atenderla como era debido dado que era su jefa. Esta los negó completamente y tras dedicarle unas palabras se dirigió hacia mí. La mujer me invitó a subir al lugar del que había venido Frapuccino. Parecía que lo único que le interesaba era yo. Aceptaría, aquel era el plan, a fin de cuentas, pero antes debía de hacer algo.
-Muy bien, señora… - Miré un momento hacia Frapuccino - ¿Altair? Creo que aquí mi anfitrión le ha llamado. – le hice una ligera reverencia. – Sin embargo, deme un minuto primero, he de hablar con mis acompañantes.
Esperaba que me hubiesen escuchado. Me dirigí hacia una esquina no demasiado alejada y me aseguré de que quedase visible para el resto de gente. Si venían les daría las instrucciones pertinentes.
-Fingid pena – les susurraría si venían hasta mí – Voy a tener una reunión con Altair que parece ser la que está detrás de todo. Si veis al gato por las mesas huid a la posada. – volvería a susurrarles sacando unos billetes. – Así que bueno, esto es todo lo que os pueda dar mientras hago negocios, cuando os canséis marchaos y ya os encontraré. - Esto ya lo comenté en un tono más normal tirando a bajo.
Cuando terminé de decirles aquello, volví hacia Altair y tras hacerle un ligero movimiento de asentimiento para darle a entender que ya estaba listo para la conversación que quería.
-No podía dejar a su suerte a mis acompañantes, ya que las he traído para divertirse, mientras no esté espero que sigan haciéndolo. – Tras esto seguiría a la mujer.
Cuando salí del aseo me dirigí hacia la mesa. Sin embargo, algo que no tenía en mente, por lo menos no tan pronto, sucedió. La puerta de la calle se volvió a abrir y apareció una mujer pelirroja. Esta pareció saber exactamente donde se encontraba y perfectamente situada. Nada más entrar, pareció fijar la mirada en mí rápidamente. Su mirada era seria e imponente. No fingí que no había visto aquello y le devolví la mirada sin titubear. Tenía una corazonada de quien era y Frapuccino lo corroboró al momento. Altair.
Este rápidamente fue a saludarla y a agasajarla y atenderla como era debido dado que era su jefa. Esta los negó completamente y tras dedicarle unas palabras se dirigió hacia mí. La mujer me invitó a subir al lugar del que había venido Frapuccino. Parecía que lo único que le interesaba era yo. Aceptaría, aquel era el plan, a fin de cuentas, pero antes debía de hacer algo.
-Muy bien, señora… - Miré un momento hacia Frapuccino - ¿Altair? Creo que aquí mi anfitrión le ha llamado. – le hice una ligera reverencia. – Sin embargo, deme un minuto primero, he de hablar con mis acompañantes.
Esperaba que me hubiesen escuchado. Me dirigí hacia una esquina no demasiado alejada y me aseguré de que quedase visible para el resto de gente. Si venían les daría las instrucciones pertinentes.
-Fingid pena – les susurraría si venían hasta mí – Voy a tener una reunión con Altair que parece ser la que está detrás de todo. Si veis al gato por las mesas huid a la posada. – volvería a susurrarles sacando unos billetes. – Así que bueno, esto es todo lo que os pueda dar mientras hago negocios, cuando os canséis marchaos y ya os encontraré. - Esto ya lo comenté en un tono más normal tirando a bajo.
Cuando terminé de decirles aquello, volví hacia Altair y tras hacerle un ligero movimiento de asentimiento para darle a entender que ya estaba listo para la conversación que quería.
-No podía dejar a su suerte a mis acompañantes, ya que las he traído para divertirse, mientras no esté espero que sigan haciéndolo. – Tras esto seguiría a la mujer.
- resumen:
- Vuelvo del aseo, aceptar la propuesta de Altair con la condición de que antes me deje hablar con mis acompañantes, les cuento a estas que hacer y volver con Altair.
Tomoe Asai-Asakura
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No llamó a nadie ni pidió auxilio, pero notó algo... de forma similar a cuando estaba en aquel navío de esclavos, sus oídos se llenaron con sonidos desconocidos. Presencias. Escuchaba la melodía de las emociones ajenas, incluyendo la del cyborg. El muchacho de la otra vez había llegado con... ¿caballería? No entendía nada. Con su ayuda se puso en pie y se llevó una mano a la cabeza, intentando recordar qué demonios había ocurrido exactamente.
—¿Sam? Estoy... estoy bien, solo un poco confundida —respiró un poco y miró a su alrededor, esta vez con la visión menos borrosa. En esos momentos agradecía tener la costumbre de ir anotando sus pasos, ahora podría revisar sus notas y, más o menos, saber qué demonios hacía ahí. Y... ¿qué hacía con esa mochila tan absurda? Mira, ¿sabes qué? no haría preguntas.
Antes de mirar nada, la espadachina sacó su cuaderno y empezó a revisar las notas que había tomado desde que llegó a Astelia.
—Estaba buscando un... laboratorio, ¿es esto? —miró a su alrededor de nuevo antes de volver a sus notas —. Mujer, pelirroja... por algún motivo tengo notas sobre las patrullas de Anthony. Parece que estuve siguiendo a esa mujer y... no recuerdo nada más ni hay más anotaciones, lo siguiente es que desperté aquí tirada —murmuró, tratando de recordar qué significaban esas anotaciones y por qué se detenían tan de repente.
Por su parte Tomoe no podía dar demasiada información más allá de lo que ya había comentado en voz alta, no tenía recuerdos recientes. Según decían, esos lobos habían sido humanos antes y habían escapado de ese laboratorio. Una vez más miró a su alrededor, eso explicaría esas jaulas. Y en cuanto a las cápsulas... ¿seres medio vegetales como el de aquella vez?
—Lo siento, no me he presentado, me llamo Tomoe Asai-Asakura, vine para investigar la plaga de drogadicción de este reino —acabó presentándose con su nombre completo. A esas alturas del cuento... quizá lo mejor sería ser sincera casi por completo.
Estaba ahí para investigar y, por ello, empezó a hacerlo.
Había muchos libros que no eran de interés, manuales de anatomía, biología, química... no entendía mucho del tema, pero eran bastante "genéricos". No obstante, sí que encontró unos más específicos y bastante más vomitivos. Revisó con detenimiento los tomos sobre la modificación de humanos, eso podía explicar el ser al que tuvo que matar cuando estaban enfrentándose a los traficantes de drogas. Mientras notaba su enfado volver a hacerse visible, fue anotando lo que consideraba más importante. Si su memoria fallaba tenía que tener pruebas escritas de los crímenes cometidos contra la población del reino antes de llevárselos a las altas esferas revolucionarias.
También, tras revisar bastante, pudo encontrar información sobre la droga. Revisó con detenimiento, tratando de encontrar algún dato útil para identificar el origen de la droga, su fórmula -aunque esto lo veía más difícil- o, en general, cualquier cosa que pudiera servir para esclarecer lo que ocurría. Anotó lo más importante, agarró los libros que tenían más información y se dirigió hacia la gente que había acompañado a Sam.
—Sam, si encuentras algo donde poder guardar estos libros, ¿podrías traérmelo? buscaré por aquí también alguna bolsa que poder atarme a la espalda, o algo así —su equipo no era para ir cargando cosas. Llevaba el cuaderno atado en el cinto y los lápices estaban guardados dentro del lomo, no tenía, de momento, una forma eficaz de cargar con dos libros más.
—Agh, no tiene ni pies ni cabeza —se quejó, sin poder entender exactamente qué pasaba —. Anthony no tiene ni idea de esto, ¿no? aunque eso no lo hace menos culpable —preguntó al final al grupo de caballeros. La teoría de que Lord Anthony solo fuera un títere era la que tenía más sentido, porque incluso a él le saldría contraproducente destrozar a su propia población de esa manera.
—¿Sam? Estoy... estoy bien, solo un poco confundida —respiró un poco y miró a su alrededor, esta vez con la visión menos borrosa. En esos momentos agradecía tener la costumbre de ir anotando sus pasos, ahora podría revisar sus notas y, más o menos, saber qué demonios hacía ahí. Y... ¿qué hacía con esa mochila tan absurda? Mira, ¿sabes qué? no haría preguntas.
Antes de mirar nada, la espadachina sacó su cuaderno y empezó a revisar las notas que había tomado desde que llegó a Astelia.
—Estaba buscando un... laboratorio, ¿es esto? —miró a su alrededor de nuevo antes de volver a sus notas —. Mujer, pelirroja... por algún motivo tengo notas sobre las patrullas de Anthony. Parece que estuve siguiendo a esa mujer y... no recuerdo nada más ni hay más anotaciones, lo siguiente es que desperté aquí tirada —murmuró, tratando de recordar qué significaban esas anotaciones y por qué se detenían tan de repente.
Por su parte Tomoe no podía dar demasiada información más allá de lo que ya había comentado en voz alta, no tenía recuerdos recientes. Según decían, esos lobos habían sido humanos antes y habían escapado de ese laboratorio. Una vez más miró a su alrededor, eso explicaría esas jaulas. Y en cuanto a las cápsulas... ¿seres medio vegetales como el de aquella vez?
—Lo siento, no me he presentado, me llamo Tomoe Asai-Asakura, vine para investigar la plaga de drogadicción de este reino —acabó presentándose con su nombre completo. A esas alturas del cuento... quizá lo mejor sería ser sincera casi por completo.
Estaba ahí para investigar y, por ello, empezó a hacerlo.
Había muchos libros que no eran de interés, manuales de anatomía, biología, química... no entendía mucho del tema, pero eran bastante "genéricos". No obstante, sí que encontró unos más específicos y bastante más vomitivos. Revisó con detenimiento los tomos sobre la modificación de humanos, eso podía explicar el ser al que tuvo que matar cuando estaban enfrentándose a los traficantes de drogas. Mientras notaba su enfado volver a hacerse visible, fue anotando lo que consideraba más importante. Si su memoria fallaba tenía que tener pruebas escritas de los crímenes cometidos contra la población del reino antes de llevárselos a las altas esferas revolucionarias.
También, tras revisar bastante, pudo encontrar información sobre la droga. Revisó con detenimiento, tratando de encontrar algún dato útil para identificar el origen de la droga, su fórmula -aunque esto lo veía más difícil- o, en general, cualquier cosa que pudiera servir para esclarecer lo que ocurría. Anotó lo más importante, agarró los libros que tenían más información y se dirigió hacia la gente que había acompañado a Sam.
—Sam, si encuentras algo donde poder guardar estos libros, ¿podrías traérmelo? buscaré por aquí también alguna bolsa que poder atarme a la espalda, o algo así —su equipo no era para ir cargando cosas. Llevaba el cuaderno atado en el cinto y los lápices estaban guardados dentro del lomo, no tenía, de momento, una forma eficaz de cargar con dos libros más.
—Agh, no tiene ni pies ni cabeza —se quejó, sin poder entender exactamente qué pasaba —. Anthony no tiene ni idea de esto, ¿no? aunque eso no lo hace menos culpable —preguntó al final al grupo de caballeros. La teoría de que Lord Anthony solo fuera un títere era la que tenía más sentido, porque incluso a él le saldría contraproducente destrozar a su propia población de esa manera.
- resumen:
» Ponerse al día y revisar sus propias notas.
» Investigar los libros sobre modificación de humanos y la documentación que encuentre sobre el tema de las drogas. Anota primero lo importante por si pierde los libros y luego agarra uno de ellos para poder llevárselo como prueba.
» Pide ayuda a Sam para encontrar algo donde poder guardar dos cosas: uno de los libros de genética y la documentación sobre la droga.
Samvel Legacy
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La chica no se encontraba herida. Le dolía la cabeza, estaba confundida, pero no parecía tener ninguna herida. Al menos no a simple vista. Sam respiró aliviado; le alegraba saber que la joven estaba en buen estado. La ayudó a ponerse en pie, despacio, no quería forzarla y que le pasara factura.
Escuchar su voz de nuevo fue suficiente para sentirse avergonzado. Actuó sin pensar, preocupado por la chica, y se había acercado, la había agarrado... Sus mejillas se tornaron rosadas y bajó la mirada repentinamente. Casi se quedó mudo, pero unas pocas palabras salieron de su boca, casi susurradas.
—M-me alegro... —murmuró, nervioso.
Acto seguido se retiró varios pasos. Sentía que cuanto más lejos estuviera de la chica, más tranquilo se encontraría, pero tampoco se quería alejar demasiado. Quería quedarse cerca de ella, pendiente. No solo porque pudiera tener información útil, sino porque estaba preocupado. Al observar los destrozos ocasionados a su alrededor supo que si se había desmayado había sido por alguna especie de escaramuza, por lo que descartó que se hubiera desmayado a causa de alguna enfermedad, pero no podía dejar de pensar en si tenía secuelas. De momento, solo sabía que el golpe había sido lo suficientemente fuerte como para provocarle una especie de amnesia temporal.
—Y-ya veo —dijo, aún nervioso. Reunió coraje y dio un paso, acercándose otra vez—. Yo h-he d-descubierto cosas sobre A-Anthony —informó, todavía con la mirada gacha—. Ha recibido ayuda del exterior. Mercurio. Su contacto se llama Mercurio. —Recordó la nota que encontró en el vehículo blindado y todo lo que le había llevado hasta allí—. Quiere sentar en el trono a un títere para hacer lo que le plazca, pero creo que él mismo es otro títere. De Mercurio, sí.
Tras compartir la información, escuchó atento la nueva presentación de Tomoe. Esta vez había usado su apellido. Parecía que empezaba a confiar de verdad en él, y aquello también le agradaba.
—Y-Yo soy Samvel Legacy —declaró, como respuesta—. Vine para ejercer la labor de cazarrecompensas, pero ahora estoy decidido a liberar Hallstat de los tiranos que quieren dominarla. —Levantó la mirada, cargada de determinación, y la volvió a bajar de inmediato. Se sentía estúpido.
No tardó en seguir el ejemplo de la muchacha y empezó a investigar por su cuenta.
Al parecer aquellos lobos casi sobrenaturales eran producto de experimentos científicos. Nadie hubiera dicho jamás que habían sido humanos, pero ahí estaban. Y como ellos habían muchos más, al igual que Toby. Experimentos humanos con horrorosos resultados. Aquel laboratorio clandestino parecía ser el origen de muchas cosas, incluidas Toby. Había perdido la pista de su monstruoso y vegetal amigo, asunto que le inquietaba, pero era posible que hubiera encontrado el lugar donde se originó la droga que le convirtió en aquel ser sin raciocinio. Pensar en aquello le enfadaba, pero sabía que era su oportunidad de encontrar una cura.
Empezó a buscar.
No sabía si lo encontraría, pero se movería de sala en sala buscando algo que le sirviera de ayuda para curar a Toby. En su búsqueda —fuera fructífera o no— se acabó topando con un lugar cuyo olor le resultaba extrañamente familiar. Empezó a sentirse nostálgico y, segundos antes de encender la luz, se dio cuenta de que olía de forma muy parecida al lugar donde había adquirido su cuerpo. Una vez con la luz encendida observó la sala en su plenitud. Se trataba de un taller, bastante amplio, plagado de todo tipo de piezas y artefactos realmente extraños. Se encontraba relativamente ordenado, aunque era bastante obvio que hacía tiempo que nadie se había pasado por ahí, a juzgar por el polvo.
—Ehm, sí, espera —gritó Sam desde el taller—. Ya te llevo una sábana.
Retiró una tela blanca que se encontraba la estancia y, al hacerlo, posó los ojos sobre lo que cubría.
Escuchar su voz de nuevo fue suficiente para sentirse avergonzado. Actuó sin pensar, preocupado por la chica, y se había acercado, la había agarrado... Sus mejillas se tornaron rosadas y bajó la mirada repentinamente. Casi se quedó mudo, pero unas pocas palabras salieron de su boca, casi susurradas.
—M-me alegro... —murmuró, nervioso.
Acto seguido se retiró varios pasos. Sentía que cuanto más lejos estuviera de la chica, más tranquilo se encontraría, pero tampoco se quería alejar demasiado. Quería quedarse cerca de ella, pendiente. No solo porque pudiera tener información útil, sino porque estaba preocupado. Al observar los destrozos ocasionados a su alrededor supo que si se había desmayado había sido por alguna especie de escaramuza, por lo que descartó que se hubiera desmayado a causa de alguna enfermedad, pero no podía dejar de pensar en si tenía secuelas. De momento, solo sabía que el golpe había sido lo suficientemente fuerte como para provocarle una especie de amnesia temporal.
—Y-ya veo —dijo, aún nervioso. Reunió coraje y dio un paso, acercándose otra vez—. Yo h-he d-descubierto cosas sobre A-Anthony —informó, todavía con la mirada gacha—. Ha recibido ayuda del exterior. Mercurio. Su contacto se llama Mercurio. —Recordó la nota que encontró en el vehículo blindado y todo lo que le había llevado hasta allí—. Quiere sentar en el trono a un títere para hacer lo que le plazca, pero creo que él mismo es otro títere. De Mercurio, sí.
Tras compartir la información, escuchó atento la nueva presentación de Tomoe. Esta vez había usado su apellido. Parecía que empezaba a confiar de verdad en él, y aquello también le agradaba.
—Y-Yo soy Samvel Legacy —declaró, como respuesta—. Vine para ejercer la labor de cazarrecompensas, pero ahora estoy decidido a liberar Hallstat de los tiranos que quieren dominarla. —Levantó la mirada, cargada de determinación, y la volvió a bajar de inmediato. Se sentía estúpido.
No tardó en seguir el ejemplo de la muchacha y empezó a investigar por su cuenta.
Al parecer aquellos lobos casi sobrenaturales eran producto de experimentos científicos. Nadie hubiera dicho jamás que habían sido humanos, pero ahí estaban. Y como ellos habían muchos más, al igual que Toby. Experimentos humanos con horrorosos resultados. Aquel laboratorio clandestino parecía ser el origen de muchas cosas, incluidas Toby. Había perdido la pista de su monstruoso y vegetal amigo, asunto que le inquietaba, pero era posible que hubiera encontrado el lugar donde se originó la droga que le convirtió en aquel ser sin raciocinio. Pensar en aquello le enfadaba, pero sabía que era su oportunidad de encontrar una cura.
Empezó a buscar.
No sabía si lo encontraría, pero se movería de sala en sala buscando algo que le sirviera de ayuda para curar a Toby. En su búsqueda —fuera fructífera o no— se acabó topando con un lugar cuyo olor le resultaba extrañamente familiar. Empezó a sentirse nostálgico y, segundos antes de encender la luz, se dio cuenta de que olía de forma muy parecida al lugar donde había adquirido su cuerpo. Una vez con la luz encendida observó la sala en su plenitud. Se trataba de un taller, bastante amplio, plagado de todo tipo de piezas y artefactos realmente extraños. Se encontraba relativamente ordenado, aunque era bastante obvio que hacía tiempo que nadie se había pasado por ahí, a juzgar por el polvo.
—Ehm, sí, espera —gritó Sam desde el taller—. Ya te llevo una sábana.
Retiró una tela blanca que se encontraba la estancia y, al hacerlo, posó los ojos sobre lo que cubría.
- Resumen:
- Compartir información con Tomo y los caballeros (que supongo que habrán puesto la oreja), buscar una cura para la transformación del desaparecido Toby, encontrar el taller y levantar las misteriosas sábanas.
Adam
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Parecía que el rubio se encontraba en una peliaguda situación, y es que, si bien su ruidosa actitud no le había traído problemas hasta ahora, el ir corriendo por los pasillos de palacio sin fijarse con gran detalle por donde pisaba lo habían llevado a perderse por los solemnes y decrépitos pasillos de la anterior residencia de los Markov.
Adam se encontraba ante una bifurcación, escaleras hacia arriba y hacia abajao y varios pasillos que no hacían otra cosa que marear la densa cabeza del rubio. Sin mucha dilación, el muchacho se agachó para ver las pisadas con mayor detenimiento, posando su nariz sobre la moqueta para tratar de captar un olor, aunque sin mucho éxito, por lo que decidió fijarse en las pisadas con algo más de detenimiento, su capitán era un hombre grande y fuerte, por lo que sus pisadas debían ser de gran planta y profundas, y es que mi querido lector, aunque no ocurra muy a menudo, Adam puede pensar, tal como hizo a continuación.
-¿Yo haber estado por aquí antes?- comenzó a refunfuñar el canijo mientras se detenía en seco a hurgarse la nariz, en lo que parecía ser un ejercicio demasiado profundo para el muchacho -La cara de este señor sonar a mi- prosiguió deteniéndose ante una armadura de exposición, una de tantas que había visto por palacio -¿Tu no haber visto a Keiran? Keiran ser hombre grande y poderoso, a veces también ser perro negro grande con fuego- preguntó de nuevo a la armadura, la cual no pareció responder, igual que las otras cinco anteriores -¿Tu tampoco responder?- increpó a la armadura poniéndose algo más violento, a la vez que agarraba a la armadura por los brazos, para acto seguido comenzar a zarandearla, y es que el bueno de Keiran ya había enseñado al muchachito el como obtener indicaciones de los locales.
Fuera como fuera, Adam rápidamente entendió que no debía estar haciendo bien, para empezar ese tipejo pesaba un montón por lo que su balanceo no era demasiado intenso que digamos, por otro lado, el hombre no había arrancado ni tan siguiera una palabra, ni tampoco se había meado, a pesar de ello en un último empujón de fuerza, la cabeza del hombre cayó al suelo rodando.
En una primera instancia asustado, Adam creyó que había decapitado accidentalmente al hombre, más cuando vio que no había nada dentro del hombre y que estaba hueco, se arreó un pequeño susto, Adam se alejó de un salto y se puso en guardia, en una primera instancia pensó que el hombre se había escondido, más cuando volvío a examinar el interior de la armadura, llegó a una terrible conclusión: “Aquel debía ser el destino de los que se quedaban con un cuerpo sin voz”.
Aún así, aquel cuerpo no pertenecía a Keiran, o al menos no lo creía, ya que su amo era un hombre bastante más alto que aquella cascara hueca. Aun así, aterrado por la idea de tener que servir a un ser de metal sin voz. Sin mediar palabra y en lo que debía ser el primer acto de empatía que sentía en semanas, Adam tomó la cabeza que había decapitado y se la puso sobre su cabeza, coronándose, así como el vengador de los “sin voz” y es que, si había algo más que apreciaba Adam que el cuenco de gachas que le ponía Izanami por las mañanas, era la libertad de hacer lo que quería cuando quería.
Engalanado como estandarte de la libertad, con un casco algo más holgado de lo que debería, trataría de seguir el rastro de las huellas si veía indicio de que la marca de su capitán podía estar entre ellas, o siguiendo el más puro y profundo de sus instintos, agudizando su vista y oídos hasta limites humanamente insospechados, y es que Adam siempre había tenido instinto para estas cosas, algo que podría resultar no tan raro y único como el rubio pensaba.
Adam se encontraba ante una bifurcación, escaleras hacia arriba y hacia abajao y varios pasillos que no hacían otra cosa que marear la densa cabeza del rubio. Sin mucha dilación, el muchacho se agachó para ver las pisadas con mayor detenimiento, posando su nariz sobre la moqueta para tratar de captar un olor, aunque sin mucho éxito, por lo que decidió fijarse en las pisadas con algo más de detenimiento, su capitán era un hombre grande y fuerte, por lo que sus pisadas debían ser de gran planta y profundas, y es que mi querido lector, aunque no ocurra muy a menudo, Adam puede pensar, tal como hizo a continuación.
-¿Yo haber estado por aquí antes?- comenzó a refunfuñar el canijo mientras se detenía en seco a hurgarse la nariz, en lo que parecía ser un ejercicio demasiado profundo para el muchacho -La cara de este señor sonar a mi- prosiguió deteniéndose ante una armadura de exposición, una de tantas que había visto por palacio -¿Tu no haber visto a Keiran? Keiran ser hombre grande y poderoso, a veces también ser perro negro grande con fuego- preguntó de nuevo a la armadura, la cual no pareció responder, igual que las otras cinco anteriores -¿Tu tampoco responder?- increpó a la armadura poniéndose algo más violento, a la vez que agarraba a la armadura por los brazos, para acto seguido comenzar a zarandearla, y es que el bueno de Keiran ya había enseñado al muchachito el como obtener indicaciones de los locales.
Fuera como fuera, Adam rápidamente entendió que no debía estar haciendo bien, para empezar ese tipejo pesaba un montón por lo que su balanceo no era demasiado intenso que digamos, por otro lado, el hombre no había arrancado ni tan siguiera una palabra, ni tampoco se había meado, a pesar de ello en un último empujón de fuerza, la cabeza del hombre cayó al suelo rodando.
En una primera instancia asustado, Adam creyó que había decapitado accidentalmente al hombre, más cuando vio que no había nada dentro del hombre y que estaba hueco, se arreó un pequeño susto, Adam se alejó de un salto y se puso en guardia, en una primera instancia pensó que el hombre se había escondido, más cuando volvío a examinar el interior de la armadura, llegó a una terrible conclusión: “Aquel debía ser el destino de los que se quedaban con un cuerpo sin voz”.
Aún así, aquel cuerpo no pertenecía a Keiran, o al menos no lo creía, ya que su amo era un hombre bastante más alto que aquella cascara hueca. Aun así, aterrado por la idea de tener que servir a un ser de metal sin voz. Sin mediar palabra y en lo que debía ser el primer acto de empatía que sentía en semanas, Adam tomó la cabeza que había decapitado y se la puso sobre su cabeza, coronándose, así como el vengador de los “sin voz” y es que, si había algo más que apreciaba Adam que el cuenco de gachas que le ponía Izanami por las mañanas, era la libertad de hacer lo que quería cuando quería.
Engalanado como estandarte de la libertad, con un casco algo más holgado de lo que debería, trataría de seguir el rastro de las huellas si veía indicio de que la marca de su capitán podía estar entre ellas, o siguiendo el más puro y profundo de sus instintos, agudizando su vista y oídos hasta limites humanamente insospechados, y es que Adam siempre había tenido instinto para estas cosas, algo que podría resultar no tan raro y único como el rubio pensaba.
- "ADAM DID NOTHING WRONG":
- Buscar en el rastro de pisadas a ver si ve alguna que se parezca a la de su home, el Kerian.
- Discutir con la armadura de chill, bueno no tan chill, porque acaba funandola concoiendo así el destino que le espera a keiran si no lo salva.
Claramente despertar haki del conquistador.- Bueno, en realidad en el caso de que todo falle, trata de guiarse por su instinto animal. También se "josea" un casco, pero esta vez es por una buena causa.
- Buscar en el rastro de pisadas a ver si ve alguna que se parezca a la de su home, el Kerian.
Mire de manera escéptica cuando este mencionaba los asuntos de para saber para quien exactamente estaba trabajando pero al parecer, este tenia la leve idea para quien lo hacia por lo que, no era secreto el asunto por el cual estaba en ese lugar - Ella y yo venimos por parte de Antonie para buscar a esta persona en particular si es que usted me entiende el porque de que estamos aquí exactamente - fue lo que le dije en tono sereno viendo en la dirección en la que me había señalado donde se había ido la persona en cuestión por la que habíamos tenido que venir a este lugar en cuestión mas para cuando mi vista fue para con la rubia, un largo suspiro inundo mi ser por ver que estaba totalmente enviciada con el juego de póker en el que estaba.
Me levante del taburete del bar para cuando me dijo que no necesitaba ningun tipo de paga y por lo tanto, retire la bolsa de berrys de la misma porque despues de todo, no iba a malgastar mi dinero en tonterias, capaz que en algún hombre si pudiese ir a algún prostíbulo pero no en bebidas, quería que al menos mi cuerpo no tuviese que lidiar con ese tipo de peste en mi persona. Para cuando vi que aquel hombre había regresado del lavado, tan solo me levante para ir para con este y frenarlo, porque tenia que cumplir la misión o tendría algunos cuantos problemas con el don mayor y no podía confiar del todo con Helga en esos momentos. Pero mis pasos fueron detenidas por aquella fuerte presencia que me hizo poner en guardia casi en cuestión de segundos hasta que, note que la misma provenía de una pequeña mujer cuya apariencia y tono de voz se me hizo demasiado familiar y un foco se prendió en mi ser porque dicha voz ya la había escuchado en la base de Antonie, dándome un pequeño escalofrió.
Por esta razón, saque una de las tantas aceitunas que habían en alguno de los tragos y se la lance con la suficiente fuerza a la cabeza de Helga para que no solo me prestara atención sino que se diese cuenta de que ahora estábamos en "problemas" por no haber cumplido con la misión como se debía hacer. De todas maneras, sentía una pequeña presión en mi estomago que no sabia describirla exactamente que era pero mi instinto de supervivencia me decía que huyera y no la enfrentara si podía hacerlo - Lady Altaír disculpe no haber logrado completar correctamente la misión, pero yo estaba por escoltar al señor a la guarida - abría dicho acercándome hacia el castaño por la espalda porque después de todo, era preferible cohesionarlo antes de que intentara escapar y esperando que Helga saliera de la mesa en cuestión para acompañarme en caso de que la joven dama realmente llegara a pedir de nuestra presencia para subir con esta.
Me levante del taburete del bar para cuando me dijo que no necesitaba ningun tipo de paga y por lo tanto, retire la bolsa de berrys de la misma porque despues de todo, no iba a malgastar mi dinero en tonterias, capaz que en algún hombre si pudiese ir a algún prostíbulo pero no en bebidas, quería que al menos mi cuerpo no tuviese que lidiar con ese tipo de peste en mi persona. Para cuando vi que aquel hombre había regresado del lavado, tan solo me levante para ir para con este y frenarlo, porque tenia que cumplir la misión o tendría algunos cuantos problemas con el don mayor y no podía confiar del todo con Helga en esos momentos. Pero mis pasos fueron detenidas por aquella fuerte presencia que me hizo poner en guardia casi en cuestión de segundos hasta que, note que la misma provenía de una pequeña mujer cuya apariencia y tono de voz se me hizo demasiado familiar y un foco se prendió en mi ser porque dicha voz ya la había escuchado en la base de Antonie, dándome un pequeño escalofrió.
Por esta razón, saque una de las tantas aceitunas que habían en alguno de los tragos y se la lance con la suficiente fuerza a la cabeza de Helga para que no solo me prestara atención sino que se diese cuenta de que ahora estábamos en "problemas" por no haber cumplido con la misión como se debía hacer. De todas maneras, sentía una pequeña presión en mi estomago que no sabia describirla exactamente que era pero mi instinto de supervivencia me decía que huyera y no la enfrentara si podía hacerlo - Lady Altaír disculpe no haber logrado completar correctamente la misión, pero yo estaba por escoltar al señor a la guarida - abría dicho acercándome hacia el castaño por la espalda porque después de todo, era preferible cohesionarlo antes de que intentara escapar y esperando que Helga saliera de la mesa en cuestión para acompañarme en caso de que la joven dama realmente llegara a pedir de nuestra presencia para subir con esta.
- Resumen + Acciones:
- Acepta la información y se va a buscar al objetivo con la mirada cuando llega a tenerlo, siente la presencia de Altaír, informando que no habían cumplido a tiempo con la misión pero que estaba dispuesto para seguir con la misma escoltando a Morgoth con Helga.
Normas del capítulo:
Los minutos siguen pasando y la hora blanca llega a su fin. La niebla se deshace tal y como había llegado y la visibilidad en la calle vuelve a ser completa. Las patrullas vuelven a ponerse en marcha y no tardan en descubrir que el castillo está siendo atacado. Pero… No son los hombres de Anthony los que están patrullando a estas horas. Sus armaduras ya no son de un tono azulado ni frío, sino que combinan el color negro con el del oropel, con un diseño robótico. Tienen piezas como engranajes decorando partes de la propia armadura.
Más allá, en el mar. El grito de socorro de una pequeña marine ha llegado a oídos de sus superiores y se pueden ver despuntando en la costa tres barcos con las velas blancas de la marina, decoradas con la gaviota azul. Su objetivo, las costas de Hallstatt. No en el puerto, sino lo más cerca posible de los muros de la capital.
- Se moderará los martes entre las 22:00 y las 23:59.
- No se puede postear los martes antes de la moderación.
- Hay un reloj que marca el tiempo restante. Cuando acaba los temas se cierran.
- Está prohibido metarrolear, powerrolear y demás actitudes tóxicas.
- A más riesgo, más premio.
- Como es tradición, el barco de Sons of Anarchy se hundirá en algún momento.
- Cada post debe ocupar entre 250 y 1.200 palabras. Si no se está en estos límites, el post podría ser ignorado.
- Es responsabilidad de un usuario comunicarse con la gente con la que interactúa.
- Si un post tiene más de 15 faltas ortográficas por párrafo podría ser ignorado.
- Hacer un resumen de acciones relevantes es obligatorio independientemente de la extensión.
- La ley del plot no es a prueba de idiotas.
Moderación:
Los minutos siguen pasando y la hora blanca llega a su fin. La niebla se deshace tal y como había llegado y la visibilidad en la calle vuelve a ser completa. Las patrullas vuelven a ponerse en marcha y no tardan en descubrir que el castillo está siendo atacado. Pero… No son los hombres de Anthony los que están patrullando a estas horas. Sus armaduras ya no son de un tono azulado ni frío, sino que combinan el color negro con el del oropel, con un diseño robótico. Tienen piezas como engranajes decorando partes de la propia armadura.
Más allá, en el mar. El grito de socorro de una pequeña marine ha llegado a oídos de sus superiores y se pueden ver despuntando en la costa tres barcos con las velas blancas de la marina, decoradas con la gaviota azul. Su objetivo, las costas de Hallstatt. No en el puerto, sino lo más cerca posible de los muros de la capital.
- Morgoth, Shiro y Helga:
- Helga, el hombre decide hacer una apuesta aún más arriesgada por su parte, señalando el «19 rojo», como si quisiera robarte toda la suerte por la cercanía. Aunque claro, ese sí que era un desafío. Podíais perder ambos o quedar a un desliz de la bola de ganar o perder. En apariencia, valía completamente la pena. Así pues, la canica blanca empieza a girar y girar. Tú la sigues con la mirada, claro. Perdiendo tu concentración en el juego, o no, justo cuando una aceituna de golpea en la coronilla. Aunque para ser una aceituna es un golpe bastante más potente. Como que te la han lanzado adrede… Y justo entonces la rueda deja de girar. Si te has girado para ver quién te ha intentado agredir de forma tan poco efectiva, seguramente no te hayas percatado, pero por un momento la ruleta ha frenado de forma más brusca. La bola cae en el 19 rojo.
—Es una lástima, señorita. Pero ya sabe, algunas veces se pierde… Aunque, ¿no le gustaría continuar?
Tú verás si quieres seguir con las apuestas o no, pero mientras tanto a Shiro parecen habérsele cruzado los cables. Ha reconocido la voz de Altair de cuando estabais con Antoine y, por mucho que el camarero le hubiera indicado que su objetivo estaba en buenas manos y no había nada de qué preocuparse, ha decidido intervenir en la conversación con Altair, poniéndose a la espalda de Morgoth, pese a que este ya había accedido a seguirla amablemente.
Shiro, tanto tú como Morgoth podéis ver la expresión de sorpresa que se dibuja en el carámbano de hielo que es el rostro de Altair, así como la mirada espantada de Frapuccino. Y, como no podía ser de otra forma, la sorpresa lleva al enfado. No contigo perse, Shiro, porque no tienes culpa de que tu jefe no haya pensado en gente más capaz que uno de sus niños vendedores de drogas —con los que te confunde—; sino con el propio Antoine. Pese a todo, su enfado es igual que su mirada y su tono mantiene la misma templanza que cuando empezó a hablar con Morgoth.
—No sé de qué crees conocerme, niño. Pero estoy segura de que hay un malentendido en esto. Para empezar, ¿por qué castigaría a alguien que no he contratado? Esto no es una guarida, sino un salón de entretenimiento. —Shiro, notas la presión sobre tu cuerpo al escuchar estas palabras. No sabes que es, pero estás seguro de que insistir en el tema no va a serte propicio. Cuando termina contigo, hace por suavizar un poco el gesto, mirando a las chicas. No las ha visto más que una vez a lo sumo, así que es imposible que las identifique con el laboratorio. En los recuerdos de la asistente de Spirelli no salen recuerdos de ti escapando con estas, así que se limita a asentir—. Claro, por favor. Ocúpate de tus amigas primero. Y no hagas caso al niño, hay quien haría lo que fuera para llamar mi atención. —Es una obvia mentira, aunque su tono se ha suavizado tanto y es tan amable que dan ganas de creérsela, hasta ha dibujado una sonrisa para transmitirte confianza en que no te va a pasar nada malo si vas con ella. ¿Por qué debería?
Mientras espera a que termines y estés dispuesto para subir con ella, Altair le dice a Shiro que les acompañe también. Arriba hay un salón más íntimo. Con un escritorio al fondo y una pequeña sala de estar con sillones de piel de color rojo oscuro y rosa pálido, una mesita con frutas y otros tentempiés adorna el centro de la sala. Ella se sienta en el butacón más grande y os pide que toméis asiento a ambos.
—Bien. Mi nombre, ya lo saben. Es Altair. Soy quien regenta este lugar, así como otros locales de Astellia, en Hallstatt. —Tras decir esto hace una pausa, como dando paso a que os presentéis—. Imagino que el pequeño es un asociado de un compañero mío. Pero la razón de que estuviera buscando a alguien es… Para conversar. Verán mis negocios han sido… trastocados en esta isla por la pérdida de una colaboradora y amiga mía. Y estoy intentando descubrir qué ha sucedido realmente. Ni siquiera fuimos capaces de encontrar su cuerpo hasta varios días después de la masacre que todo el… «burdo» intento de mostrar a la reina decapitada. —Rodó los ojos, demostrando lo en desacuerdo que estaba al respecto— Y las últimas personas de las que tenemos noticia que estuvieron en contacto con ella son: un hombre que se parece a usted, y una mujer de largo cabello lila.
Tras decir esto, mostró ambas imágenes, unas fotografías muy nítidas de ambos, Lilith y tú, Morgoth. Aunque estaban hechas con tal precisión y desde tan cerca que la cámara tendría que haber estado hablando con vosotros.
—Pretendo pagar tanto por la ayuda de rastreo de mi compañero —dice mirando a Shiro—. Como por toda información que me lleve hasta su asesino. No me faltan medios. Hallstatt es solo una pequeña parte de mis negocios. Solo necesitaría… —Y se pone de pie, teniéndote la mano—. Su colaboración.
Helga, tú de esto puedes enterarte también si decides abandonar la mesa tras el aviso de Shiro y pedir que te dejen subir también. En cuyo caso puedes suponer que se te incluye cuando habla de los asociados de Antoine.
- Napolean:
- Cuando hablas así a los canidos, estos te miran mal. No es que te enseñen más los dientes o gruñan. Lo puedes notar en sus ojos, en como una arruga se muestra en su entrecejo. Si pudieran hablar, o quisieran hacerlo, seguramente empezarían a despotricar hacia tu persona, pero ya está su líder, la mujer medio lobo, para hablar por ellos.
—No son buenos chicos, son personas. Debería tener cuidado con cómo les habla solo porque parecen lobos. No han perdido su raciocinio —te contesta, antes de hacer un gesto para que se alejen de ti.
Por su parte, Iliana arquea pronunciadamente una de tus cejas. ¿Lo decía en serio? ¿Por qué debería creerte o simpatizar contigo? Pero bueno, su instinto le decía que no lo hacías, así que… Aunque le resultes alguien raro y no merecedor de su confianza, necesita todas las manos fuertes que puedan servir a su causa.
—Está bien. Accederé a que nos acompañes, y si sirves para matar a Anthony procuraré recompensarte. No perdamos más tiempo. —Aparta la mano de la empuñadura de su espada y deja pasar a sus hombres al frente, seguidos de ella. Es la líder, pero en ese momento no estaba en plenas facultades, así que mejor que hubiera alguien más dispuesto a morir por su bien. A ti te toca ir detrás de los lobos, pues tampoco terminan de fiarse de ti.
Entráis en el castillo, y la reina tiene claro el camino y su objetivo: la sala del trono. Pero no va a ser tan fácil… Nunca lo es. Hay un caballero apostado a la entrada de esta, en el pasillo principal que sigue, como ya sabes, la escalinata central del recibidor. Ese era el camino más rápido y directo después de todo. ¿Por qué estaba ahí? Bueno, digamos que el aviso a Anthony había servido para darles más trabajo a los demás y no solo al «Inútil» de Tristón.
Napo, gracias a tu altura le ves incluso sin terminar de subir las escaleras. Un tipo de tamaño medio, aunque de musculatura fibrosa bajo la armadura, muy distinta a la que llevaban los otros guardias. Había una clara diferencia entre un soldado raso y un alto mando en cualquier ejército, como ya sabes, y este tenía pinta de ser uno de ellos.
—Su antigua majestad —saluda a Iliana, con una nimia reverencia de su cabeza—. Buenos los ojos que la ven. Ya la daba por pérdida. ¿Cuánto hace que no se pasa por la ciudad? —Dijo con cierta burla y fingida alegría.
—Sir Fion. Por favor, ahorrenos su falsedad. Siempre fue uno de mis mejores caballeros, pero lo que tiene de dotado en el arte de la guerra lo tiene de falso. —Los ojos de Iliana refulgieron en ese rojo sangre mientras que el hombre se preparaba para realizar su primer embate con su arma: Una guja con el filo tan largo y ancho que se puede usar más como un arma de corta distancia que como una alabarda.
Bueno, Napolean, es momento de decidir si quieres ayudar de verdad a la reina, interponiéndote en el ataque de este hombre o, por el contrario, aprovechar que ya estás en el castillo para intentar buscar a tu capitán y dejar a la Markov lidiar con sus propios problemas.
- Adam:
- Después de lamentarte por los pobres hombres sin voz y coronarte por su causa empiezas a mirar el suelo desde otra perspectiva. Sí, ves unas huellas grandes, como las que crees que podría calzar Keiran: Grandes pero humanas. Y si te fijas estas suben desde la parte de abajo, van escaleras arriba y luego vuelven a bajar, siguiendo el pasillo. La moqueta está toda sucia por las pisadas, así que no te cuesta suponer que tienes que ir por el pasillo. Además, según avanzas vas notando diferentes olores, entre ellos el de comida… Y el de fuego. Algo se está quemando y o se han dejado algo puesto al fuego en la cocina o lo más probable era que fuese tú capitán el causante de esto. Aún te toma unos minutos el encontrar el lugar del que proviene el aroma a quemado, pero si lo sigues, te encontraras con la cocina, donde hay instrumentos que te recuerdan a los que le gustan a la humana que te alimenta todos los días. Lo que te recuerda lo poco que has comido hoy. También te encuentras con una niña intentando armar algo con botellas, desperdiciando el contenido para rellenarlas con lo que huele a alcohol. Como lo que bebe Napo. Y ves de refilón la figura de alguien conocido, Cassandra. La mujer está de espaldas a ti, preparándose para hacer algo, mientras que el olor de Keiran, el que sobresale porque huele a Perro del infierno, se encuentra un poco más adelante.
Si quieres, puedes intervenir, colándote en el combate que están llevando a cabo aquí: https://www.onepiece-definitiverol.com/t24993-ravenous-hounds-vs-sir-tristan
Básicamente verás a un hombre con una armadura rara defendiéndose de Keiran, que está usando su espadón y un hacha de guerra enorme para intentar partirle en dos, pero eso cuando te acerques y te adentres dentro de la sala, si lo haces.
- Tomoe y Samvel:
- Tomoe, sobre coges las cosas importantes como puedes y te dispones a salir del cuarto que estás usando cuando uno de los lobos se te acerca por la entrada y te detiene. Olisquea el lugar y te acaba por señalarte el libro que llevas en las manos con su hocico. Al parecer debe haber alguna entrada sobre lo que les hicieron. Uno de los caballeros le sigue.
—Creo que quiere decir… que en ese o en otro libro deben estar los apuntes sobre lo que les hicieron. Lo cierto es que estos lobos antes eran una raza de Minks. O eso nos dijeron cuando accedieron a ayudarnos. Salvo su líder, que tiene una forma oscilante entre mink y loba, todos los demás se han quedado así atascados. Pero no creo que podamos hacer nada con esto. Lo cierto es que vinimos aquí buscando vengarles, como favor por sumarse a nuestra causa y ayudarnos a salvar a nuestra reina —te explica. No estás del todo segura, pero te planteas que puede que con lo de reina se refiera a Iliana—. Por cierto, dijiste algo de que tú podías intentar ayudar a los drogadictos con sus problemas, ¿no? ¿Se podría hacer algo por ellos? —pregunta ahora, y puedes notar como los ojos del cánido te miran con suplica, esperando una respuesta afirmativa.
No hace falta que te lo repitan, porque Samvel ya contestó a tu pregunta de antes, pero sí. Parece que Anthony es un idiota en el fondo que está siendo utilizado a cambio de ayuda.
Sam. Cuando levantas la sabana una polvareda de polvo se levanta, haciendo que te piquen los ojos y la nariz, antes. No es una sensación agradable. Pero cuando puedes volver a mirar a tu alrededor te encuentras con herramientas y una mesa de trabajo con soldadores de distintos tipos, unas gafas para no lastimarte las retinas, pinzas, alicates, guantes… Todo un equipo de bastante buena calidad para tus trapicheos. También encontraste un plano sobre cómo está hecha la red eléctrica. Lo cierto es que según de donde vengas te parecerá una maravilla o una chapuza. Tiene Kairo, algo difícil de conseguir, pero su proporción es la mínima para hacer que un usuario de Akuma no mi quede incapacitado para usar sus poderes. Lo compensa con una potente descarga. Así que es útil, pero no demasiado. El resto de materiales que utiliza tampoco son de la mejor calidad, por eso fue tan fácil de romper. Pero bueno, con algo de maña y soldar lo mejor posible, fibra a fibra casi, podrías tenerla como nueva.
Al acabar… Os quedaría decidir qué hacer desde ahí. Por su parte, los lobos y los caballeros tras no encontrar a su objetivo os dicen que deben volver sobre sus pasos y dirigirse al castillo a enfrentar al architraidor. Samvel, tú has hecho una promesa, ¿Pero y Tomoe? ¿La dejarías así? ¿A su suerte? Va siendo hora de ponerse de acuerdo y seguir en marcha. Al menos las calles están más despejadas.
Helga Eiríksdóttir
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Aquel hombrecillo era astuto. Parecías saber lo que hacía pues también se arriesgó y apostó el 19 rojo. Aquello hizo que me sintiera más llena de adrenalina. Así era como tenía que ser, dos personas jugándose dinero y dejándolo todo al azar. Solo podía salir un ganador y el perdedor lo perdería todo. Acepté la apuesta, ansiosa de ver el resultado. No perdía la vista de la bola. Aguanté el gesto de comerme las uñas y quedé ensimismada en la bolita blanca. Pero justo entonces fue cuando algo pequeño me golpeó la cabeza, giré la misma hacia atrás para ver quien había sido el gracioso que me había interrumpido en un momento tan grandioso como aquel. Solo vi a Shiro acompañando a la mujer de antes y a un hombre de pelo negro escaleras arriba. Mierda... La misión.
Volví a ver la ruleta cuando me quise dar cuenta, la pelota había entrado dentro de la apuesta del crupier. Había perdido la apuesta. Pero aquella forma tan brusca de frenar... era sospechosa. ¿Acaso Shiro tenía razón y me habían timado? Bueno, no se podía hacer nada. Aquello seguramente era un castigo de los dioses por no haberme retirado a tiempo.
- Nah, paso. He de hacer unas cosas, a lo mejor vuelvo más adelante - Le dije al crupier con desánimo por haber perdido.
Ahora, debía volver de vuelta al curro. Seguí a la gente y pedí permiso a la persona que custodiaba las escaleras diciéndole que trabajaba para la señora. Subí las escaleras hasta llegar a donde estaban hablando. Me uní un poco tarde a la conversación pero justo para enterarme de que era lo que quería la mujer pelirroja. Me resultaba extraño, porque ¿no se suponía que el sospechoso era aquel hombre que estaba sentado junto a Shiro? Me quedé callada. Imaginaba que podía ser una maniobra de la mujer.
- Será un gusto ayudarla en lo que pueda, señora. La misión que me ha dado su asociado sigue siendo la misma. Soy Helga, un placer - Comenté de forma educada
Volví a ver la ruleta cuando me quise dar cuenta, la pelota había entrado dentro de la apuesta del crupier. Había perdido la apuesta. Pero aquella forma tan brusca de frenar... era sospechosa. ¿Acaso Shiro tenía razón y me habían timado? Bueno, no se podía hacer nada. Aquello seguramente era un castigo de los dioses por no haberme retirado a tiempo.
- Nah, paso. He de hacer unas cosas, a lo mejor vuelvo más adelante - Le dije al crupier con desánimo por haber perdido.
Ahora, debía volver de vuelta al curro. Seguí a la gente y pedí permiso a la persona que custodiaba las escaleras diciéndole que trabajaba para la señora. Subí las escaleras hasta llegar a donde estaban hablando. Me uní un poco tarde a la conversación pero justo para enterarme de que era lo que quería la mujer pelirroja. Me resultaba extraño, porque ¿no se suponía que el sospechoso era aquel hombre que estaba sentado junto a Shiro? Me quedé callada. Imaginaba que podía ser una maniobra de la mujer.
- Será un gusto ayudarla en lo que pueda, señora. La misión que me ha dado su asociado sigue siendo la misma. Soy Helga, un placer - Comenté de forma educada
- Resumen:
- Lamentarme de mi mala suerte, rechazar la apuesta, ir donde la reunión y presentarme a la jefa además de ofrecer mi ayuda
Morgoth
Fama
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Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
El muchacho de pelo blanco que había entrado en el casino y se había puesto a hablar con el camarero, se colocó a mi espalda y comenzó a hablar con Altair, a quien se le escapó una cara de sorpresa brevemente por aquello, aunque duró apenas un segundo.
El chico se había delatado. Por las palabras que le dijo a la chica, parecía ser que trabajaba para ella y su objetivo no era otro más que yo. Por ende, y eché una fugaz mirada a la mujer que estaba jugando en la ruleta, aquella mujer también dado que el chico le acompañaba por lo que los había visto. Sin duda, lo que había hecho había sido una gran idea. Aquello se había complicado demasiado en unos minutos. No solo estaba en un lugar peligroso, sino que ahora era el centro de atención de un montón de gente con la que realmente no tenía demasiada intención.
La mujer, como la autoridad que era en aquella situación, dado que no había nadie por encima suyo por lo que parecía, no se cortó en responder al muchacho de forma bastante brusca, aunque con unas palabras acertadas. Esto remarcaba su autoridad, lo que me pareció algo similar a lo que se podía ver en Lilith en cierta manera. No me giré para mirar al chico, supuse que aquellas palabras no le gustarían, me limité a ir con las chicas y luego esperar a que mi nueva anfitriona me guiase hasta el lugar en el que quería hablar.
Cuando Altair me guió hasta arriba, la chica que jugaba y el muchacho también nos acompañaron, parecía ser, que, aunque la mujer había dicho que no trabajaban para ella, alguna relación si les unía. La sala a la que nos llevó sin duda parecía cómoda para hacer negocios- Un escritorio, unos muebles que parecían cómodos, pero para mi gusto de colores pésimos. La mujer nos señaló una de las butacas para que tomásemos asiento.
-Si no le importa me quedaré un momento de pie, llevo mucho tiempo sentado y no me vendría mal estirar las piernas – le pedí antes de que comenzase a hablar en un tono respetuoso. – Mi nombre es Won Sung. – Me presenté escuetamente cuando hizo un silencio tras presentarse.
Bueno, parecía que las cartas comenzaban a mostrarse. Aquella mujer que tenía delante buscaba información. Información que era posible que tuviese parte. Nos mostró un par de fotos, en una aparecía Lilith y en la otra aparecía yo. No me sorprendió el que tuviesen una foto nuestra, sino la calidad y la cercanía con la que nos las había hecho. Por lo que parecía, aquella mujer, lo que estaba haciendo era ofrecerme de alguna manera un trabajo por darle información.
-Bueno, – comencé dando unos pasos hacia una de las paredes de la estancia – como es evidente, no voy a negar el hecho indiscutible de que el de esa fotografía soy yo, aunque creo que tengo un ángulo mejor que ese, para ser sincero. – continué con mi camino mirando lo que había a mi alrededor. – Y si tiene esas imágenes, seguro que también le habrán dicho que fui junto a esa mujer al laboratorio de su amiga Spirelli. – continué en un tono calmado parándome y fijándome en todo detalle que podía. – Le diré lo que sé, pero no por un precio, dado que mi información no le va a solucionar nada creo yo. – continué caminando hacia el lado opuesto de la sala. – Trabajé para esa mujer, y mientras lo hacía visitamos su laboratorio, nos enseñó como funcionaban sus cámaras y de lo que era capaz, creo recordad que mencionó que tenía un catalogo de lo que podía hacer. Tras ello, se presentaron en la sala una mujer con dos niñas gemelas, de aspecto extraño, para que voy a engañarla, aunque supongo que con algunos tratamientos. Spirelli le ofreció a esa chica mostrarle algo de lo que ofrecía en acción y se marcharon derechitas a la plaza donde se estuvo desarrollando toda la batalla. De esto me enteré unas horas después dado que no los acompañé directamente, la que por entonces era mi contratista me pidió que fuese a otro sitio antes de reunirme con ella. – Hice una pequeña pausa para fijarme en los detalles de la pared en la que antes había estado. – Cuando la volví a ver, parecía bastante alterada, pude ver que tenía una pequeña herida y su guardaespaldas personal se encontraba en posición de combate, pero estaban ellos dos solos. Desde ahí les di apoyo hasta que llegaron al puerto y se marcharon de la isla, lo último que me dijo fue que ya no estaba interesada en ese negocio. – terminé de contar – Si me permite mi opinión. Si alguien entra en una batalla sin necesidad tiene posibilidades de acabar lamentándolo. Personalmente he estado en un par, y con el caos que se genera, muchas veces no se distingue a amigo de enemigo y en cualquier momento puede pasarte lo impensable, como una bala perdida.
El chico se había delatado. Por las palabras que le dijo a la chica, parecía ser que trabajaba para ella y su objetivo no era otro más que yo. Por ende, y eché una fugaz mirada a la mujer que estaba jugando en la ruleta, aquella mujer también dado que el chico le acompañaba por lo que los había visto. Sin duda, lo que había hecho había sido una gran idea. Aquello se había complicado demasiado en unos minutos. No solo estaba en un lugar peligroso, sino que ahora era el centro de atención de un montón de gente con la que realmente no tenía demasiada intención.
La mujer, como la autoridad que era en aquella situación, dado que no había nadie por encima suyo por lo que parecía, no se cortó en responder al muchacho de forma bastante brusca, aunque con unas palabras acertadas. Esto remarcaba su autoridad, lo que me pareció algo similar a lo que se podía ver en Lilith en cierta manera. No me giré para mirar al chico, supuse que aquellas palabras no le gustarían, me limité a ir con las chicas y luego esperar a que mi nueva anfitriona me guiase hasta el lugar en el que quería hablar.
Cuando Altair me guió hasta arriba, la chica que jugaba y el muchacho también nos acompañaron, parecía ser, que, aunque la mujer había dicho que no trabajaban para ella, alguna relación si les unía. La sala a la que nos llevó sin duda parecía cómoda para hacer negocios- Un escritorio, unos muebles que parecían cómodos, pero para mi gusto de colores pésimos. La mujer nos señaló una de las butacas para que tomásemos asiento.
-Si no le importa me quedaré un momento de pie, llevo mucho tiempo sentado y no me vendría mal estirar las piernas – le pedí antes de que comenzase a hablar en un tono respetuoso. – Mi nombre es Won Sung. – Me presenté escuetamente cuando hizo un silencio tras presentarse.
Bueno, parecía que las cartas comenzaban a mostrarse. Aquella mujer que tenía delante buscaba información. Información que era posible que tuviese parte. Nos mostró un par de fotos, en una aparecía Lilith y en la otra aparecía yo. No me sorprendió el que tuviesen una foto nuestra, sino la calidad y la cercanía con la que nos las había hecho. Por lo que parecía, aquella mujer, lo que estaba haciendo era ofrecerme de alguna manera un trabajo por darle información.
-Bueno, – comencé dando unos pasos hacia una de las paredes de la estancia – como es evidente, no voy a negar el hecho indiscutible de que el de esa fotografía soy yo, aunque creo que tengo un ángulo mejor que ese, para ser sincero. – continué con mi camino mirando lo que había a mi alrededor. – Y si tiene esas imágenes, seguro que también le habrán dicho que fui junto a esa mujer al laboratorio de su amiga Spirelli. – continué en un tono calmado parándome y fijándome en todo detalle que podía. – Le diré lo que sé, pero no por un precio, dado que mi información no le va a solucionar nada creo yo. – continué caminando hacia el lado opuesto de la sala. – Trabajé para esa mujer, y mientras lo hacía visitamos su laboratorio, nos enseñó como funcionaban sus cámaras y de lo que era capaz, creo recordad que mencionó que tenía un catalogo de lo que podía hacer. Tras ello, se presentaron en la sala una mujer con dos niñas gemelas, de aspecto extraño, para que voy a engañarla, aunque supongo que con algunos tratamientos. Spirelli le ofreció a esa chica mostrarle algo de lo que ofrecía en acción y se marcharon derechitas a la plaza donde se estuvo desarrollando toda la batalla. De esto me enteré unas horas después dado que no los acompañé directamente, la que por entonces era mi contratista me pidió que fuese a otro sitio antes de reunirme con ella. – Hice una pequeña pausa para fijarme en los detalles de la pared en la que antes había estado. – Cuando la volví a ver, parecía bastante alterada, pude ver que tenía una pequeña herida y su guardaespaldas personal se encontraba en posición de combate, pero estaban ellos dos solos. Desde ahí les di apoyo hasta que llegaron al puerto y se marcharon de la isla, lo último que me dijo fue que ya no estaba interesada en ese negocio. – terminé de contar – Si me permite mi opinión. Si alguien entra en una batalla sin necesidad tiene posibilidades de acabar lamentándolo. Personalmente he estado en un par, y con el caos que se genera, muchas veces no se distingue a amigo de enemigo y en cualquier momento puede pasarte lo impensable, como una bala perdida.
- resumen:
- Hacer suposiciones en mi cabeza y pintarme en una situación peor de la que quería y esperaba. Ir a la sala y escuchar a Altair, contarle lo que sucedió.
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El semblante de Alexander debió ser un cuadro del pintor más bizarro que se hubiera conocido, ya que al enterarse que aquellos cánidos eran seres humanos no supo que decir; se había quedado sin palabras. Sus ojos se abrieron como platos de la sorpresa, tragó saliva y sonrió con gesto de circunstancia a la mujer-loba.
«¿El poder de alguna fruta mágica? ¿O quizá es por culpa de la mujer-loba como en los cuentos para niños?», se cuestionó el pirata, poco antes de que la reina de Hallstat rompiera el silencio sepulcral que se había creado.
—Con que hagáis saber que he ayudado en su derrota me es suficiente —comentó Alexander, accediendo a entrar al castillo—. El nombre de un hombre persiste en el tiempo por sus actos —concluyó, para luego intentar cambiar de tema y comenzar con su plan principal: casarla con Keiran—. Por cierto, su alteza…, disculpe que sea inoportuno y descarado, pero ¿usted tiene esposo consorte? Porque de no ser así, mi señor creo que sería una excelente opción. Se trata de un noble caballero de moral dudosa, fuerte como mil hombres y bastante animado —describió a Keiran lo mejor posible—. Aunque tiene malas pulgas con aquellos que le molestan —aclaró, soltando una pequeña risotada.
Iba a continuar hablando después de que la reina dijera algo, pero tras la gran escalinata que había en el centro del recibidor había un caballero armado. Por alguna razón le recordaba mucho al capitán Fisher y eso hizo emerger dentro del pirata una llama de ira que solo podía acabar de una forma…
Como era de esperar, el caballero atacó de frente con una guja de hoja ancha con ferocidad, trazando un movimiento recto que, desde la vista de un ojo curtido en la batalla, se podía apreciar que trazaba un arco ligeramente descendente. Ante eso, Alexander, aprovechando que en su mano izquierda tenía una de las bolas metálicas, desenfundó su espada con la diestra y trazó un arco para bloquear la acometida, retrocediendo un paso hacia atrás por el impulso del enemigo. Igualmente, casi de forma simultánea, aprovechando la posición en la que estaba, trató de desviar la guja hacia un lado y lanzarle la esfera metálica, duplicando su tamaño y velocidad. ¿Su intención? Golpear al caballero y ver como se movía.
—Ma cherie —llamó la atención de Illiana—. Yo me encargo de este individuo. Usted encuentre a su presa y medite mi proposición —Después de eso, clavaría sus ojos sobre los del caballero, mostrando una sonrisa picaresca e inclinaría su cuello hacia un lado hasta que crujiera—. Monsieur Fion, intuyo que usted sabe quien soy, después de todo hay carteles con mi cara en toda la ciudad, ¿qué es lo que pretende ese Lord Anthony que tanto protege?
«¿El poder de alguna fruta mágica? ¿O quizá es por culpa de la mujer-loba como en los cuentos para niños?», se cuestionó el pirata, poco antes de que la reina de Hallstat rompiera el silencio sepulcral que se había creado.
—Con que hagáis saber que he ayudado en su derrota me es suficiente —comentó Alexander, accediendo a entrar al castillo—. El nombre de un hombre persiste en el tiempo por sus actos —concluyó, para luego intentar cambiar de tema y comenzar con su plan principal: casarla con Keiran—. Por cierto, su alteza…, disculpe que sea inoportuno y descarado, pero ¿usted tiene esposo consorte? Porque de no ser así, mi señor creo que sería una excelente opción. Se trata de un noble caballero de moral dudosa, fuerte como mil hombres y bastante animado —describió a Keiran lo mejor posible—. Aunque tiene malas pulgas con aquellos que le molestan —aclaró, soltando una pequeña risotada.
Iba a continuar hablando después de que la reina dijera algo, pero tras la gran escalinata que había en el centro del recibidor había un caballero armado. Por alguna razón le recordaba mucho al capitán Fisher y eso hizo emerger dentro del pirata una llama de ira que solo podía acabar de una forma…
Como era de esperar, el caballero atacó de frente con una guja de hoja ancha con ferocidad, trazando un movimiento recto que, desde la vista de un ojo curtido en la batalla, se podía apreciar que trazaba un arco ligeramente descendente. Ante eso, Alexander, aprovechando que en su mano izquierda tenía una de las bolas metálicas, desenfundó su espada con la diestra y trazó un arco para bloquear la acometida, retrocediendo un paso hacia atrás por el impulso del enemigo. Igualmente, casi de forma simultánea, aprovechando la posición en la que estaba, trató de desviar la guja hacia un lado y lanzarle la esfera metálica, duplicando su tamaño y velocidad. ¿Su intención? Golpear al caballero y ver como se movía.
—Ma cherie —llamó la atención de Illiana—. Yo me encargo de este individuo. Usted encuentre a su presa y medite mi proposición —Después de eso, clavaría sus ojos sobre los del caballero, mostrando una sonrisa picaresca e inclinaría su cuello hacia un lado hasta que crujiera—. Monsieur Fion, intuyo que usted sabe quien soy, después de todo hay carteles con mi cara en toda la ciudad, ¿qué es lo que pretende ese Lord Anthony que tanto protege?
- Resumen:
- Hablar + bloquear al caballero + pedirle a Illiana que se piense casarse con Keiran, o al menos conocerlo
Tomoe Asai-Asakura
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Mercurio... se apresuró a anotarlo. Ayuda externa, probablemente del grupo de piratas que había enviado el zepelín de hacía un par de semanas. Puede que estuviera también detrás del asunto de drogas... dejó aquella anotación hecha, asegurándose de marcarla con unas interrogaciones por no estar del todo segura.
Samvel era cazador... bueno, no lo veía como el tipo de cazador que cazaría a cualquier persona solo por tener un precio por su cabeza, no tendría que preocuparse por él mientras mantuviera sus ideales. Por lo que les comentaban tenía razón en que el actual monarca no era más que un títere para legitimar sus actos. Lo preocupante era lo de antes.
Los lobos eran Minks con los que habían experimentado. Y los soldados estaban allí para salvar a su reina. ¿Iliana? Huh... no era un buen momento para declararse como revolucionaria. De momento continuaría siendo la espadachina errante que estaba allí para ayudar.
—Pues... es posible, sí. Ya tengo una muestra de la droga, entre la muestra y lo que haya aquí escrito puede que los científicos que conozco sean capaces de averiguar cómo revertir sus efectos, no es algo que yo pueda hacer aquí y ahora —dijo, para luego sonreirles, tratando de transmitirles cierta confianza —. No perdáis la esperanza —no se sentía del todo cómoda asegurándoles que sí tenía solución, pero... si esa solución existía pensaba encontrarla.
Los lobos y los caballeros pretendían ir a por el traidor. Ella... no tenía más pistas. Ya tenía información sobre la droga y sobre lo que hacían los invasores, así como una muestra de la misma -aunque fuera una muestra pequeña-. También había podido averiguar que detrás de Anthony no se escondían marines si no piratas, a juzgar por el jolly roger que había en el zepelín aquel.
Realmente, su misión allí había terminado. Podría intentar salir de Hallstat, volver con el Ejército Revolucionario y entregar su informe pero... claro, había dos problemas ahí. El primero: no recordaba parte de lo que había pasado y no quería entregar un informe incompleto. El segundo problema era que debía ayudarlos, era lo correcto.
Sería una soldado de la Armada, pero también era una revolucionaria de corazón, no podía dejarlos ahí tirados si podía ayudar. Además, quizá en el castillo encontrara más pistas sobre lo que había ocurrido en el laboratorio, encontrar a esa pelirroja... lo que pudiera.
—Iré con vosotros cuando Sam vuelva —dijo. Esperaría a que Sam volviera, con algo de suerte con algo que sirviera para almacenar los libros.
Si lo hacía, y si podía guardarlos, iría con ellos después de recoger sus propias armas.
Samvel era cazador... bueno, no lo veía como el tipo de cazador que cazaría a cualquier persona solo por tener un precio por su cabeza, no tendría que preocuparse por él mientras mantuviera sus ideales. Por lo que les comentaban tenía razón en que el actual monarca no era más que un títere para legitimar sus actos. Lo preocupante era lo de antes.
Los lobos eran Minks con los que habían experimentado. Y los soldados estaban allí para salvar a su reina. ¿Iliana? Huh... no era un buen momento para declararse como revolucionaria. De momento continuaría siendo la espadachina errante que estaba allí para ayudar.
—Pues... es posible, sí. Ya tengo una muestra de la droga, entre la muestra y lo que haya aquí escrito puede que los científicos que conozco sean capaces de averiguar cómo revertir sus efectos, no es algo que yo pueda hacer aquí y ahora —dijo, para luego sonreirles, tratando de transmitirles cierta confianza —. No perdáis la esperanza —no se sentía del todo cómoda asegurándoles que sí tenía solución, pero... si esa solución existía pensaba encontrarla.
Los lobos y los caballeros pretendían ir a por el traidor. Ella... no tenía más pistas. Ya tenía información sobre la droga y sobre lo que hacían los invasores, así como una muestra de la misma -aunque fuera una muestra pequeña-. También había podido averiguar que detrás de Anthony no se escondían marines si no piratas, a juzgar por el jolly roger que había en el zepelín aquel.
Realmente, su misión allí había terminado. Podría intentar salir de Hallstat, volver con el Ejército Revolucionario y entregar su informe pero... claro, había dos problemas ahí. El primero: no recordaba parte de lo que había pasado y no quería entregar un informe incompleto. El segundo problema era que debía ayudarlos, era lo correcto.
Sería una soldado de la Armada, pero también era una revolucionaria de corazón, no podía dejarlos ahí tirados si podía ayudar. Además, quizá en el castillo encontrara más pistas sobre lo que había ocurrido en el laboratorio, encontrar a esa pelirroja... lo que pudiera.
—Iré con vosotros cuando Sam vuelva —dijo. Esperaría a que Sam volviera, con algo de suerte con algo que sirviera para almacenar los libros.
Si lo hacía, y si podía guardarlos, iría con ellos después de recoger sus propias armas.
- resumen:
De charreta, anota lo que comentan del tal Mercurio, y decide ir al castillo también si Sam le trae algo para guardar los libretos.
Samvel Legacy
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—Esto es increíble —murmuró mientras revisaba el contenido de la mesa. En ella se encontraban múltiples herramientas que todo buen ingeniero apreciaría, y con las que podría reparar la extraña red. Pero lo más importante consistía en los planos; había varios planos que mostraban diversos prototipos, pero el que más le llamó la atención fue el de la red que había conseguido: estaba hecha de kairoseki—. No me puedo creer la suerte que tengo.
Para cualquier otra persona de la isla aquel lugar no era nada más allá de un pequeño almacén de extraños cachivaches, pero para él, quién había visitado islas altamente desarrolladas y que había comprobado en sus propias carnes lo útil que era la tecnología y la comprensión de esta, se trataba de un tesoro de gran valor. Había obtenido la posibilidad de reparar una herramienta extremadamente útil; el kairoseki era un mineral capaz de incapacitar y debilitar hasta a los más poderosos usuarios de las frutas del diablo y, aunque su red no tuviera una alta concentración de dicho mineral, podría servir para acabar con poderosos oponentes que seguramente se encontraran en la isla. Y no solo eso, sino que al encontrar los planos de las armas enemigas era capaz de descubrir los puntos débiles de estas y así sabotearlas.
Hasta el momento solo había visto tres clases de armas tecnológicas en el bando de lord Anthony y Mercurio: los vehículos blindados con poderosos cañones, la armadura tecnológica capaz de derretir el metal del usurpador y la red de kairoseki capaz de transmitir potentes corrientes de electricidad. Los blindados habían quedado destruidos por él hacía dos semanas, cuando secuestró el vehículo personal de Anthony, la armadura la seguía teniendo este último, pero ahora era él quién contaba con la red. Junto a ello, tenía los planos para descubrir qué otros artilugios podría poseer el bando enemigo además de sus puntos débiles. Si conseguía volver junto a Erica e informarle sobre sus hallazgos, podrían preparar la ofensiva final, aunque algo le decía que no sería tan sencillo. Primero tenía que reparar la red, y después volver al castillo cuyo estado desconocía. Más le valía darse prisa.
Se puso manos a la obra. Despejó la mesa de trabajo para que nada le entorpeciera, colocó sobre ella la extraña red y empezó a repararla con sus delicadas manos no sin antes ataviarse con las protecciones adecuadas. Con los guantes y máscara puestos, fue reparando cada una de las hebras metálicas añadiendo las soldaduras y guiándose por los planos. Una vez hubo terminado, se dispuso a guardar la red en el lanzaredes de su brazo, no sin antes comprobar que funcionaba.
Además, aprovechó que se encontraba en aquel taller para fabricar un rudimentario escudo con los restos del vehículo en el que fue encerrado, que los súbditos de lady Erica habían desmontado para él, y si le sobraban materiales intentaría construir una ligera armadura, aunque sabía que tampoco tenía mucho tiempo. Con suerte, saldría de allí ataviado como todo un caballero.
—Toma la sábana —dijo a Tomoe cuando se encontró con ella, tendiéndosela—. ¿Nos vamos? Tenemos un reino que salvar.
Para cualquier otra persona de la isla aquel lugar no era nada más allá de un pequeño almacén de extraños cachivaches, pero para él, quién había visitado islas altamente desarrolladas y que había comprobado en sus propias carnes lo útil que era la tecnología y la comprensión de esta, se trataba de un tesoro de gran valor. Había obtenido la posibilidad de reparar una herramienta extremadamente útil; el kairoseki era un mineral capaz de incapacitar y debilitar hasta a los más poderosos usuarios de las frutas del diablo y, aunque su red no tuviera una alta concentración de dicho mineral, podría servir para acabar con poderosos oponentes que seguramente se encontraran en la isla. Y no solo eso, sino que al encontrar los planos de las armas enemigas era capaz de descubrir los puntos débiles de estas y así sabotearlas.
Hasta el momento solo había visto tres clases de armas tecnológicas en el bando de lord Anthony y Mercurio: los vehículos blindados con poderosos cañones, la armadura tecnológica capaz de derretir el metal del usurpador y la red de kairoseki capaz de transmitir potentes corrientes de electricidad. Los blindados habían quedado destruidos por él hacía dos semanas, cuando secuestró el vehículo personal de Anthony, la armadura la seguía teniendo este último, pero ahora era él quién contaba con la red. Junto a ello, tenía los planos para descubrir qué otros artilugios podría poseer el bando enemigo además de sus puntos débiles. Si conseguía volver junto a Erica e informarle sobre sus hallazgos, podrían preparar la ofensiva final, aunque algo le decía que no sería tan sencillo. Primero tenía que reparar la red, y después volver al castillo cuyo estado desconocía. Más le valía darse prisa.
Se puso manos a la obra. Despejó la mesa de trabajo para que nada le entorpeciera, colocó sobre ella la extraña red y empezó a repararla con sus delicadas manos no sin antes ataviarse con las protecciones adecuadas. Con los guantes y máscara puestos, fue reparando cada una de las hebras metálicas añadiendo las soldaduras y guiándose por los planos. Una vez hubo terminado, se dispuso a guardar la red en el lanzaredes de su brazo, no sin antes comprobar que funcionaba.
Además, aprovechó que se encontraba en aquel taller para fabricar un rudimentario escudo con los restos del vehículo en el que fue encerrado, que los súbditos de lady Erica habían desmontado para él, y si le sobraban materiales intentaría construir una ligera armadura, aunque sabía que tampoco tenía mucho tiempo. Con suerte, saldría de allí ataviado como todo un caballero.
—Toma la sábana —dijo a Tomoe cuando se encontró con ella, tendiéndosela—. ¿Nos vamos? Tenemos un reino que salvar.
- Resumen:
- Reparar la red, coger todos los planos posibles, equiparse con lo que pudiera, darle la sabana a Tomoe e irse al castillo.
Normas del capítulo:
- Se moderará los martes entre las 22:00 y las 23:59.
- No se puede postear los martes antes de la moderación.
- Hay un reloj que marca el tiempo restante. Cuando acaba los temas se cierran.
- Está prohibido metarrolear, powerrolear y demás actitudes tóxicas.
- A más riesgo, más premio.
- Como es tradición, el barco de Sons of Anarchy se hundirá en algún momento.
- Cada post debe ocupar entre 250 y 1.200 palabras. Si no se está en estos límites, el post podría ser ignorado.
- Es responsabilidad de un usuario comunicarse con la gente con la que interactúa.
- Si un post tiene más de 15 faltas ortográficas por párrafo podría ser ignorado.
- Hacer un resumen de acciones relevantes es obligatorio independientemente de la extensión.
- La ley del plot no es a prueba de idiotas.
Moderación:
- Morgoth, Helga y Shiro:
- Por suerte no hay un mal que no se pueda reparar, o eso debió pensar Altair al ver que decidías seguirla. Eso era bueno para ambas partes, ya que no necesitaba montar un alboroto con la prisa que llevaba. Quería hablar lo que tenía que discutir, llegar a un acuerdo favorable para ella y poner rumbo a su siguiente objetivo. Ser una mujer de negocios sin duda era agotador.
Si bien hay que decir que no le hizo demasiada gracia ver como tú, Morgoth, no tomabas asiento junto a sus otros dos… Invitados sorpresa. Todo por culpa de su asociado. Bueno, suyo. El de Mercurio, quien le había dado demasiadas libertades. ¡Hasta le había dejado usar su nombre! Antoine Giovanni. Y ella tenía que seguir esa farsa por tener a sus subordinados delante. Suspiró pesadamente.
—No tengo problema con ello, señor Won Sun. Pero le agradecería que no toquetease mucho —replicó, escuchando cada palabra que tenías que decirle. Tanto ella como Helga, a quien habían dejado pasar por un pelo y Shiro, quien no parecía con muchas ganas de añadir nada más tras la mirada asesina de antes.
Así pues, Morgoth os habla de su encuentro con Spirelli, sobre Lilith dice poco, pero ahí lo tenéis. Y cuando le dice que se ha marchado de la isla no puede evitar fruncir levemente el ceño. Que se le iba a hacer. Tenía información con la que empezar, pero todavía quería asegurarse de que lo que le había dicho no estaba tergiversado y, en su caso eso era fácil. Cuando Morgoth terminó de hablar la mujer de cabellos rojos se levantó de su asiento, con semblante calmado y voz atractiva, coqueta incluso. Algo muy distinto a lo que se pudo escuchar antes.
—Entonces… ¿Ya no trabaja para esta tal Lilith, señor Won Sun? Si es el caso tal vez le interese trabajar para mí. Son solo negocios, nada personal, ¿no? Porque no se une a mi… compañía. Estoy segura de que encontrará algo interesante. Claro que primero necesitaría saber que puede ofrecer. —Te dedica una sonrisa, Morgoth, tendientote otra vez la mano, suavemente, con la palma hacia arriba. Aceptes o no tomarla dará lo mismo, pues con tanto paseo te has «acorralado» a ti mismo lo suficiente como para que no le resulte complicado llevar la mano a tu cabeza. Por un momento te quedas con la mente en blanco.
Helga, Shiro. Vosotros por vuestra parte podéis ver como de la cabeza de Morgoth sale lo que parece una serie de películas de cortometraje, siguen saliendo más y más y en ellas están la escena que ha vivido el hombre unos minutos atrás, los recuerdos de las últimas semanas. No sale la muerte de Spirelli, como había anunciado, pero sí que consigue una imagen del barco en que Lilith se ha marchado y, su nombre real y cortar de sus recuerdos el momento en que Shiro le descubre que le andaban buscando.
—Esto va a ser un secreto entre nosotros tres —os dice, guardando una copia de la «fotografía» del barco y la escena que quería «enmendar». También te borra el recuerdo de haberte tocado la frente o haberlo intentado siquiera. Así que cuando vuelves en ti estás con la mano de la mujer tendida o sosteniéndola si has aceptado.
—Bien, me gustaría saber si tiene algún número de contacto suyo o similares. Si no es el caso creo que podríamos haber acabado con ese tema. ¿Hablamos entonces de lo que usted podría aportarnos? —Te pregunta, pero la charla es interrumpida por una llamada de DDM—. Disculpadme un momento… —Coge el teléfono, y parece que alguien aún más por encima de ella le está metiendo prisa para ir a algún lugar—. ¿Ya es hora de partir? Está bien. —Se vuelve a vosotros otra vez. —Cambio de planes. Id los tres a vuestras cosas. Vamos a tener que hacer un viajecito, si aceptas mi trato, señor Won Sun. Os espero en media hora en la plaza de la ciudad. No creo que quieran quedarse en tierra, así que no os demoréis.
- Napolean:
- La mujer loba no comenta nada más, y los cánidos se apartan de ti para seguirla. No sabes que les ha pasado, pero… Si te fijas en los ojos tristes de la mujer te darás cuenta que su culpa como tal no debe ser. A lo mejor a ella también le han hecho un cambio parecido.
Pero volviendo a lo que nos interesa. Os adentráis en el castillo y has decidido que tu camino debe conducirte por la senda de cortejar a Iliana para que esta se case con tu capitán. No vas por muy buen camino. Lo cierto es que la mujer no tiene ganas ni tiempo de escuchar lo que tienen nadie que decirle sobre un compromiso. Sigue enferma, aunque eso tú no lo sabes y parece que lo oculta bien. Pero solo quiere acabar con esto, quitar a Anthony de su trono y no volver a ver a un hombre relacionado con los Markovs o su padre en su puñetera vida. Y puedes estar seguro por la mirada que te lanza antes de que seáis interrumpidos, de que te iba a decir que no. No está casada, ni pretende estarlo. Una pena que hayas perdido toda su atención con la aparición de Fionn… O una suerte, tal vez.
Te fijas por un momento en la reina cuando termina tu ataque disuasorio hacia el caballero. Este no te estaba prestando atención en el momento así que ha sido fácil detener su ataque tras adelantarte a Iliana, que ya estaba desenvainando de nuevo su arma. Te mira y cuando escucha tus palabras pasa de una mirada escéptica a una sonrisa con cierta burla. Ella conoce a sus caballeros mejor que nadie y sabe que Sir Fionn era parte de su élite. Hasta a ella le daría problemas, verte tan decidido a servir de distracción. No, incluso que creas que puedes derrotarlo por tu cuenta le hace gracia.
—Muy bien… Sir Alexander. Asegurate de dar un buen espectáculo —te dice, justo antes de mirar a dos de sus hombres—. Quedaros para acompañar al caballero durante su combate. Quiero saber que tan bien se desenvuelve. Si necesita ayuda se la dais, al fin y al cabo, si no consigue acabar con la vida de Sir Fionn será vuestro turno. —Y tras decir esto vuelve la vista una vez más a ti—. Si le derrotas, le daré la oportunidad a tu señor de presentarse ante mí. Pero no pretendo casarme —Sentencia. Cuando va a pasar de lado del caballero con su comitiva este intenta detenerla, no haciéndote mucho caso. Va a atacar a la señorita por la espalda con esa enorme arma, así que puedes decidir detenerle. Si no lo haces ya lo hará ella, claro. Pero la idea es que te luzcas así que…
Si te lanzas al ataque otra vez, el hombre se girará, soltando su arma solo por un momento para agarrarla del palo más largo y hacer un barrido horizontal en tu dirección. Este es rápido, mucho más que antes y si te ha dado tiempo a fijarte va recubierto de algo que le da un tono negro metálico… Que antes no estaba ahí.
- Samverl y Tomoe:
- Tomoe, ya tienes tus cosas listas, tus apuntes preparados y todo a mano, solo te falta esperar porque Sam vuelva con el resto de los caballeros… Y te cansas esperando. Mira que eres fuerte pero hasta a ti se te empiezan a cansar un poco los brazos, tanto que acabas descendiendo escaleras abajo, siguiendo el sonido de chispas saltando y martillazos que te pilla por sorpresa. Cuando llegas, te encuentras a tu nuevo compañero haciendo de manitas para poner a punto una suerte de escudo.
Sam, ese trabajo te llevaría tanto tiempo hacerlo por completo que cuando la mujer llega entiendes que el tiempo apremia más de lo que esperabas. Te ha dado lo justo y necesario para un apaño rápido de la red, todavía necesitando algunos arreglillos mejores que ya apañaras cuando tengas un respiro… Y para construirte una suerte de escudo. Por los materiales es de calidad especial, aunque se trata de un diseño sencillo y estéticamente no es lo más bonito del mundo. Imagino que no quieres que te dejen atrás, así que cuando ves a la espadachina te quitas el protector de la cara, dejas los guantes y el soldador y te llevas todo en tu maletín o mochila, ahora vacíos.
Por suerte para Tomoe, en lo que tardas tú en terminar de prepararte, se fija en un bolso de cuero. Tiene herramientas dentro, pero bastaría con vaciarlo dejando caer las cosas al suelo para poder usarlo… Más cómodo, seguro y práctico que una sábana es.
Como sea, una vez estéis listos, los caballeros os apremian el paso hacia el castillo. Tardáis unos veinte minutos en llegar a la plaza, con el camino despejado… Gracias a los apuntes de Tomoe podríais sortear a los guardias sin problemas. Si lo hacéis… Bueno, al ver la puerta de entrada al castillo cortada por un tajo limpio en diagonal, en el suelo parte de la verja y la puerta de madera abierta de par en par, entendéis que la fiesta ya ha comenzado sin vosotros con la entrada de Iliana. Los caballeros muestran una sonrisa. ¿Orgullo? ¿Alegría por su señora?
—Vamos, la reina nos está esperando —dice uno de ellos y, aunque Tomoe ya tenía planeado seguirles pese a saber lo que les espera… A Sam lo mismo se le pasan otras cosas por la cabeza, como la pobre e indefensa Erica que ha quedado atrapada en este fuego cruzado sin comerlo ni beberlo.
En fin, si os adentráis al castillo podéis seguir a los guardias hasta el lugar en el que se encuentra Napolean peleando codo con codo con Iliana contra este caballero o… desviaros por el castillo y ver a donde os conducen vuestros pasos.
Morgoth
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
No me esperé que a aquella mujer le importase tanto el hecho de que no le obedeciese, pero tampoco me extrañaba. Alguien que está acostumbrada a que todo lo que diga sea cumplido con la mayor de las disciplinas que alguien se salga de tiesto es chocante y de mal gusto para esa persona. Bueno, sabía que el alterar las emociones de alguien en cualquier tipo de combate podía dar una ventaja a su oponente, por lo que lo vi como una pequeña victoria por mi parte.
Sin embargo, a pesar de saber en que situación estaba, pensé por alguna razón que acercarme a una de las esquinas de la sala sería una buena idea. Como era evidente y después de pensarlo estaba claro, no lo era. La joven había avanzado hacia mí y me había dejado acorralado contra la esquina mientras me hablaba con una voz diferente a la que había usado antes en el casino o la que acababa de usar para decirme que no tocase nada, a lo cual le había hecho caso. Cuando estuvo frente a mí me tendió la mano para ofrecerme un trabajo. Era el momento.
Distraje un momento de la joven pelirroja viendo la hora del reloj de la pared y asegurarme de que la niebla se hubiese ido ya. Y centré durante un segundo en el gato que aún seguía en el casino y con un simple pensamiento este comenzó a moverse. La orden había sido sencilla, sal de ahí por las mesas para que te vean. Tras eso abrí la boca para responder a la joven.
De pronto mi mente se quedó en blanco, y aunque intenté responder a la joven que tenía delante mi mente pareció quedarse en un estado de inactividad, como si estuviese en blanco, pero sin recibir ningún tipo de información ni poder generar tampoco nada, ni movimiento ni articular palabra. De pronto mi mente volvió de nuevo en sí, parecía que me había quedado como traspuesto durante un momento, moví la cabeza ligeramente para desperezarme, al hacerlo noté algo extraño. Había pasado bastante tiempo desde que lo había mirado por última vez. “Aquí ha pasado algo de lo que no me he enterado” pensé centrando la vista en la joven aun con la boca abierta.
-Efectivamente ahora mismo no estoy bajo su contrato, sin embargo, trabajaré más para ella en un futuro, o eso me ha asegurado dado que quedó satisfecha con el trabajo que realicé en su momento para ella. – le respondí tranquilamente guardando una mano en el bolsillo de la chaqueta mientras con la otra le daba la mano – Y dependiendo de lo que sea el trabajo podríamos tener algún negocio, claro.
En la mano que tenía en el bolsillo apareció de entre las sombras una canica y la cogí con los dedos mientras jugaba dando le vueltas entre estos. En ese momento un den den mushi comenzó a sonar y la mujer rápidamente fue a responder. Parecía una orden de arriba por algún cambio de plan. Sin duda era el momento. Incliné la cabeza y comencé a avanzar hacia la salida. Sin embargo, algo pareció salir bien para mí según avancé.
Cuando comencé a avanzar lo hice con el pie derecho como era costumbre, pero este se encontraba desatado y el cordón bajo el pie izquierdo. Aquello hizo que me tropezase y en el traspiés chocase con la pelirroja. En ese momento, mientras intentaba sujetarme intenté dejar la pequeña canica en el cinturón de la joven, para que quedase fija entre este la gabardina y el cinturón, y aprovechando el golpe el colocarla podría pasar desapercibido la ligera presión que tendría aquello.
-Disculpa, me he tropezado con el cordón – le dije a Altair mientras me agachaba rápidamente para atar el cordón. – En media hora en la plaza, perfecto, y lo siento.
Sin embargo, a pesar de saber en que situación estaba, pensé por alguna razón que acercarme a una de las esquinas de la sala sería una buena idea. Como era evidente y después de pensarlo estaba claro, no lo era. La joven había avanzado hacia mí y me había dejado acorralado contra la esquina mientras me hablaba con una voz diferente a la que había usado antes en el casino o la que acababa de usar para decirme que no tocase nada, a lo cual le había hecho caso. Cuando estuvo frente a mí me tendió la mano para ofrecerme un trabajo. Era el momento.
Distraje un momento de la joven pelirroja viendo la hora del reloj de la pared y asegurarme de que la niebla se hubiese ido ya. Y centré durante un segundo en el gato que aún seguía en el casino y con un simple pensamiento este comenzó a moverse. La orden había sido sencilla, sal de ahí por las mesas para que te vean. Tras eso abrí la boca para responder a la joven.
De pronto mi mente se quedó en blanco, y aunque intenté responder a la joven que tenía delante mi mente pareció quedarse en un estado de inactividad, como si estuviese en blanco, pero sin recibir ningún tipo de información ni poder generar tampoco nada, ni movimiento ni articular palabra. De pronto mi mente volvió de nuevo en sí, parecía que me había quedado como traspuesto durante un momento, moví la cabeza ligeramente para desperezarme, al hacerlo noté algo extraño. Había pasado bastante tiempo desde que lo había mirado por última vez. “Aquí ha pasado algo de lo que no me he enterado” pensé centrando la vista en la joven aun con la boca abierta.
-Efectivamente ahora mismo no estoy bajo su contrato, sin embargo, trabajaré más para ella en un futuro, o eso me ha asegurado dado que quedó satisfecha con el trabajo que realicé en su momento para ella. – le respondí tranquilamente guardando una mano en el bolsillo de la chaqueta mientras con la otra le daba la mano – Y dependiendo de lo que sea el trabajo podríamos tener algún negocio, claro.
En la mano que tenía en el bolsillo apareció de entre las sombras una canica y la cogí con los dedos mientras jugaba dando le vueltas entre estos. En ese momento un den den mushi comenzó a sonar y la mujer rápidamente fue a responder. Parecía una orden de arriba por algún cambio de plan. Sin duda era el momento. Incliné la cabeza y comencé a avanzar hacia la salida. Sin embargo, algo pareció salir bien para mí según avancé.
Cuando comencé a avanzar lo hice con el pie derecho como era costumbre, pero este se encontraba desatado y el cordón bajo el pie izquierdo. Aquello hizo que me tropezase y en el traspiés chocase con la pelirroja. En ese momento, mientras intentaba sujetarme intenté dejar la pequeña canica en el cinturón de la joven, para que quedase fija entre este la gabardina y el cinturón, y aprovechando el golpe el colocarla podría pasar desapercibido la ligera presión que tendría aquello.
-Disculpa, me he tropezado con el cordón – le dije a Altair mientras me agachaba rápidamente para atar el cordón. – En media hora en la plaza, perfecto, y lo siento.
- resumen:
- quedarme arrinconado, ver la hora, hacer que salga el gato en el casino y corra hasta salir por algún lado (se desvanecerá al salir de rango), mente en blanco, volver a ver la hora y notar que ha pasado demasiado tiempo (dado que son recuerdos de 2 semanas considero que le lleva mínimo un par de minutos y me parece demasiado tiempo desde la primera vez que vi e reloj hasta la segunda), aceptar el trabajo (en principio), tropezarme con el cordón chocando con Altair y usando la suerte y el sigilo intentar colocar una canica entre la gabardina y el cinturón, le pido disculpas y le hago entender que estaré en el punto mencionado.
PD: dado que escuché también al camarero mencionar que acababa de llegar la presa nada más llegar al casino infiero que alguien viene tras de mí y tras la conversación con Frapuccino casi lo sé concerteza.
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