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"Ese olor....¿Sangre?" Las orejas felinas de la chica se habían alzado segundos antes de que el aroma de la sangre llegara a su olfato, creyendo haber escuchado un silbido metálico, sin embargo, en ningún momento había visto a la persona frente a ellos desenvainar su arma, y sus reflejos no eran precisamente lentos. ¿Hubiera sido otra persona? Quizá la sangre no proviniese de ese lugar sino de una zona próxima...Pero, no. Una rápida mirada a su capitán fue suficiente para observar como de su mejilla surgía un hilo de color carmesí. ¿Cómo había...? Fuera como fuera, eso solo había logrado enfurecer a la joven de cabellos anaranjados, quien se proponía llevar su mano a la empuñadura de Ikari para devolver el favor, ignorando completamente la inmensa diferencia entre sus habilidades. ¿Qué importaba? Eso era lo que debía estar pensando la chica, quien únicamente se detuvo porque la mano del pelirrojo se posó sobre su hombro, ejerciendo algo de presión sobre ella para detenerla. " ¿Aka..? ¿Por qué? ¿POR QUÉ? No es justo. Quiero golpearle. Aghhhh." Pensó mientras apartaba la mirada del chico, con el ceño fruncido. Cualquier otra persona con algo de sentido común hubiera agachado la cabeza y aceptado que no debía precipitarse. Pero ella era así, y si no fuera porque el capitán, Bakagami, se encontraba tan serio en ese momento, seguramente la chica hubiera malgastado su vida en ese momento movida por su ira.
La chica desvió la mirada, volteando parte de su cuerpo, al tiempo que buscaba con la mirada a Eagle entre los árboles, encontrando a esta en una rama, con los ojos fijos en ella. Si fuera humana, seguramente la chica hubiera podido vislumbrar en ella una mirada de desaprobación, cosa que solo mosqueaba aún más a Mura. "No me mires así. Me da igual la razón que Bakagami tenga, eso no quita que me este obligando a agachar la cabeza." Le recriminaba a su compañera mentalmente. Aunque, si lo pensaba bien, la verdad es que su compañero había hecho bien. Seguramente no le recriminaría sus decisiones en aquella ocasión.
Aunque para que pudiera librarse de la bronca primero deberían salir de ahí convida, y las condiciones no eran las mejores...aunque siempre podía ir a peor. Quizá por eso fue que la lluvia comenzó a caer del negro cielo, haciendo que una gota resbalara por la mejilla de la chica, seguida de otras tantas que pronto cubrirían con su manto la isla entera. Parecía un preludió a la tragedia...y ciertamente el comparar esa lluvia con el prologo de un libro escrito por algún psicópata amante del gore no sería del todo erróneo, después de todo estaban en una guerra, y el miedo que infundía la muerte en los corazones de las personas empezaba a verse reflejado. Si no fuera así, ¿por qué le estaban temblando las piernas a la felina? Bueno, la abrumadora presencia que acababa de percibir salida de la nada podría tener algo de ver. De hecho, Ni siquiera Akagami, el orgulloso dragón parecía haberse librado de aquella sensación, ya que se aferraba a su hombro con más fuerza que antes. "¿Es capaz de intimidar hasta a un dragón?
Pasaron varios minutos antes de que la presencia menguara, llevándose con ella aquella sensación de malestar y miedo que la chica sentía aún latente en todo su ser, aunque el suelo todavía temblaba bajo sus pies ¿Tanto se había asustado? No...aquello parecía ser otra cosa, Pero..¿Qué? Fuera lo que fuera parecía haber logrado que los hombres que les rodeaban, junto a su líder se retractaran.
Y...conforme ellos se alejaban a Bakagami y a ella les tocaba hacer lo mismo. - Podrá no haber sido nada...Pero no me agrada que nos hayan podido coger con la guardia baja. ¿Y si hubieran decidido matarte en vez de solo hacerte un rasguños?- Contestó en voz baja al tiempo que agachaba la cabeza y apretaba los puños, mientras el pelirrojo se adelantaba. Había olvidado lo ocurrido momentáneamente debido a lo que acababan de percibir, pero eso no quitaba el hecho de que no había sido lo suficientemente rápida. -Vamos...Eagle...- Murmuró la chica antes de echar a caminar, alcanzando a su compañero.
La chica desvió la mirada, volteando parte de su cuerpo, al tiempo que buscaba con la mirada a Eagle entre los árboles, encontrando a esta en una rama, con los ojos fijos en ella. Si fuera humana, seguramente la chica hubiera podido vislumbrar en ella una mirada de desaprobación, cosa que solo mosqueaba aún más a Mura. "No me mires así. Me da igual la razón que Bakagami tenga, eso no quita que me este obligando a agachar la cabeza." Le recriminaba a su compañera mentalmente. Aunque, si lo pensaba bien, la verdad es que su compañero había hecho bien. Seguramente no le recriminaría sus decisiones en aquella ocasión.
Aunque para que pudiera librarse de la bronca primero deberían salir de ahí convida, y las condiciones no eran las mejores...aunque siempre podía ir a peor. Quizá por eso fue que la lluvia comenzó a caer del negro cielo, haciendo que una gota resbalara por la mejilla de la chica, seguida de otras tantas que pronto cubrirían con su manto la isla entera. Parecía un preludió a la tragedia...y ciertamente el comparar esa lluvia con el prologo de un libro escrito por algún psicópata amante del gore no sería del todo erróneo, después de todo estaban en una guerra, y el miedo que infundía la muerte en los corazones de las personas empezaba a verse reflejado. Si no fuera así, ¿por qué le estaban temblando las piernas a la felina? Bueno, la abrumadora presencia que acababa de percibir salida de la nada podría tener algo de ver. De hecho, Ni siquiera Akagami, el orgulloso dragón parecía haberse librado de aquella sensación, ya que se aferraba a su hombro con más fuerza que antes. "¿Es capaz de intimidar hasta a un dragón?
Pasaron varios minutos antes de que la presencia menguara, llevándose con ella aquella sensación de malestar y miedo que la chica sentía aún latente en todo su ser, aunque el suelo todavía temblaba bajo sus pies ¿Tanto se había asustado? No...aquello parecía ser otra cosa, Pero..¿Qué? Fuera lo que fuera parecía haber logrado que los hombres que les rodeaban, junto a su líder se retractaran.
Y...conforme ellos se alejaban a Bakagami y a ella les tocaba hacer lo mismo. - Podrá no haber sido nada...Pero no me agrada que nos hayan podido coger con la guardia baja. ¿Y si hubieran decidido matarte en vez de solo hacerte un rasguños?- Contestó en voz baja al tiempo que agachaba la cabeza y apretaba los puños, mientras el pelirrojo se adelantaba. Había olvidado lo ocurrido momentáneamente debido a lo que acababan de percibir, pero eso no quitaba el hecho de que no había sido lo suficientemente rápida. -Vamos...Eagle...- Murmuró la chica antes de echar a caminar, alcanzando a su compañero.
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Un grito ahogado salió de la garganta de la chica, quien trató de llamar la atención de su capitán antes de que las rocas cayeran, llevándose con ellas a Byakuro-san, quien acababa de ser tragado por la tierra frente a sus ojos, al tiempo que un boquete se abría en la gruta, dejando ver el oscuro cielo, apenas entrando por este una tenue luz que difícilmente se colaba entre las oscuras nubes. ¿Estaría muerto o habría sobrevivido a la caída? En teoría, un usuario de logia como él no debería preocuparse con su cuerpo etéreo...Sin embargo, la intuición de la chica le indicaba que quizá eso no le sería útil en aquel momento. Fuera como fuese, si se había podido convertir en tinta, deberían hacer lo posible para sacarle de ahí, ¿no? Y también estaba el hecho de que a la chica de cabellos violáceos no le agradaba la idea de hacer equipo únicamente con un hombre que no recordaba haber visto en el barco hasta entonces (normal que no le viera teniendo en cuenta lo antisocial que era) y que no le había dado precisamente una buena primera impresión.
-Tal vez podamos mover las rocas...- Dijo la chica del parche en el ojo sin prestar especial atención a su "compañero", quien parecía divertirse a base de meter sus dedos bajo las "cascadas" de agua que se filtraban desde la superficie a causa de la lluvia. ¿Era ese momento de ponerse a medir el Ph del agua? Estaban bajo tierra, con su capitán sepultado, en una isla en guerra a la que habían llegado para ir a salvar a dos de sus compañeros. sin duda, las prioridades eran otras. A pesar de ello...-Es inútil...mi fuerza no basta para apartarlas...- dijo Chrome entre jadeos, tras varios minutos intentando hacer palanca con su bastón para intentar apartar el montículo de roca. Por lo visto no solo habían perdido el tiempo con eso, sino que su cuerpo parecía más débil que antes, como si algo en ese lugar estuviera mermando sus fuerzas. -Supongo que solo nos queda el avanzar y esperar que el capitán nos pueda alcanzar después...Que fastidio...- Exclamó antes de fijarse en Zhivago, el cual se encontraba diciendo cosas sobre lluvia ácida y usar un paraguas para que no se quemara la piel.
-Supongo que el paraguas rosa es para ti.- Dijo al tiempo que extendía la mano para tomar el negro. Aunque por lo visto el gracioso dentista había hecho el rosa especialmente para ella. "Supongo que no me queda otra...al menos solo será mientras pasemos el boquete." Pensó al tiempo que un suspiro escapaba de sus labios. "Espero que no tengamos que ir solos durante demasiado rato...No me agrada la idea de ir con...él."
-Tal vez podamos mover las rocas...- Dijo la chica del parche en el ojo sin prestar especial atención a su "compañero", quien parecía divertirse a base de meter sus dedos bajo las "cascadas" de agua que se filtraban desde la superficie a causa de la lluvia. ¿Era ese momento de ponerse a medir el Ph del agua? Estaban bajo tierra, con su capitán sepultado, en una isla en guerra a la que habían llegado para ir a salvar a dos de sus compañeros. sin duda, las prioridades eran otras. A pesar de ello...-Es inútil...mi fuerza no basta para apartarlas...- dijo Chrome entre jadeos, tras varios minutos intentando hacer palanca con su bastón para intentar apartar el montículo de roca. Por lo visto no solo habían perdido el tiempo con eso, sino que su cuerpo parecía más débil que antes, como si algo en ese lugar estuviera mermando sus fuerzas. -Supongo que solo nos queda el avanzar y esperar que el capitán nos pueda alcanzar después...Que fastidio...- Exclamó antes de fijarse en Zhivago, el cual se encontraba diciendo cosas sobre lluvia ácida y usar un paraguas para que no se quemara la piel.
-Supongo que el paraguas rosa es para ti.- Dijo al tiempo que extendía la mano para tomar el negro. Aunque por lo visto el gracioso dentista había hecho el rosa especialmente para ella. "Supongo que no me queda otra...al menos solo será mientras pasemos el boquete." Pensó al tiempo que un suspiro escapaba de sus labios. "Espero que no tengamos que ir solos durante demasiado rato...No me agrada la idea de ir con...él."
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Akuma no mi
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En un principio, mis habilidades como embaucador, aunque detestables y marrulleras, parecían haber funcionado. Sin embargo, los soldados de Derian querían ir a la sala de mandos a escuchar las grabaciones. Aquello no estaba dentro de mis planes, ni en un millar de años habría pensado que hubiera un sistema de grabación, ¿Qué había sido del honor entre maleantes? ¿Acaso se estaba perdiendo? Aquello me hacía ver que Derian no era tan buen líder como yo creía, después de todo un líder debe confiar en su gente y aquello demostraba todo lo contrario.
-Como quieran, después de todo el submarino es vuestro –dije con desgana, -Rocketto –miré al mapache, -ve con ellos. Ahora os sigo, tengo que hablar con Onox, le veo algo nervioso y ambos sabemos que es algo inestable.
El grupo de soldados se dividió en dos, una parte fue con Rocket, mientras que la otra se quedó supervisando al grupo que se quedaba allí. Los soldados me observaban con sospecha en su mirada, como si toda la trola que había dicho fuera eso, un simple embuste de un granuja cualquiera, que en ese caso estaban en lo cierto. Me acerqué a Onox, en cuya mirada podía ver la sed de sangre, algo a lo que estaba acostumbrado, pero que seguía poniéndome los bellos de punta. –Grandullón, agáchate. –Lo mire fijamente, -¿O esperas que recte hasta tu hombro como una rata cualquiera?
En cuanto se inclinó para ponerse a mi altura, le susurré unas palabras: -Si en media hora no estamos aquí fuera, mátalos a todos sin dejar testigos, y cuando digo a todos me refiero a los mercenarios también. –Miré a Onox con complicidad y una ligera mueca malintencionada.
Sin más preámbulos me adentré en el submarino ante la vista de todos, alguno de los soldados me pregunto que porque iba, a lo que mi respuesta fue firme, pero jocosa: “Yo era el capitán y no iba a dejar a los soldados de Derian con la mascota de la banda”. Si Rocket la hubiera escuchado posiblemente se hubiera enfadado.
Nada más entrar en el submarino, me percaté de que nadie me miraba, respiré hondo y activé mi haki, nuevamente. Localicé la dirección en la que se dirigieron los soldados y Rocket, estaban unos pocos metros por delante de mí. Con cautela fui tras ellos, paso a paso, sin delatarme. Entraron en una habitación todos juntos, esperé unos pocos segundo para continuar tras ellos. Una vez estuve a una distancia prudencial, a sabiendas de que el submarino estaba hecho de metal, mayoritariamente acero, y algún que otro material aislante, casi todos térmicos, me transformé en mi forma híbrida para inmediatamente crear un campo de electricidad estática que afectara todo lo que estuviera en un amplio radio desde mi posición. Aquello era una medida desesperada, pues muy pocas personas en el mundo sabían que yo era un usuario, no obstante, las situaciones desesperadas requieren medidas desesperadas.
“Esperemos que sirva, o si no la llevamos clara en esta guerra, pues nos enfrentaremos los tres a todo el mundo, literalmente”
-Como quieran, después de todo el submarino es vuestro –dije con desgana, -Rocketto –miré al mapache, -ve con ellos. Ahora os sigo, tengo que hablar con Onox, le veo algo nervioso y ambos sabemos que es algo inestable.
El grupo de soldados se dividió en dos, una parte fue con Rocket, mientras que la otra se quedó supervisando al grupo que se quedaba allí. Los soldados me observaban con sospecha en su mirada, como si toda la trola que había dicho fuera eso, un simple embuste de un granuja cualquiera, que en ese caso estaban en lo cierto. Me acerqué a Onox, en cuya mirada podía ver la sed de sangre, algo a lo que estaba acostumbrado, pero que seguía poniéndome los bellos de punta. –Grandullón, agáchate. –Lo mire fijamente, -¿O esperas que recte hasta tu hombro como una rata cualquiera?
En cuanto se inclinó para ponerse a mi altura, le susurré unas palabras: -Si en media hora no estamos aquí fuera, mátalos a todos sin dejar testigos, y cuando digo a todos me refiero a los mercenarios también. –Miré a Onox con complicidad y una ligera mueca malintencionada.
Sin más preámbulos me adentré en el submarino ante la vista de todos, alguno de los soldados me pregunto que porque iba, a lo que mi respuesta fue firme, pero jocosa: “Yo era el capitán y no iba a dejar a los soldados de Derian con la mascota de la banda”. Si Rocket la hubiera escuchado posiblemente se hubiera enfadado.
Nada más entrar en el submarino, me percaté de que nadie me miraba, respiré hondo y activé mi haki, nuevamente. Localicé la dirección en la que se dirigieron los soldados y Rocket, estaban unos pocos metros por delante de mí. Con cautela fui tras ellos, paso a paso, sin delatarme. Entraron en una habitación todos juntos, esperé unos pocos segundo para continuar tras ellos. Una vez estuve a una distancia prudencial, a sabiendas de que el submarino estaba hecho de metal, mayoritariamente acero, y algún que otro material aislante, casi todos térmicos, me transformé en mi forma híbrida para inmediatamente crear un campo de electricidad estática que afectara todo lo que estuviera en un amplio radio desde mi posición. Aquello era una medida desesperada, pues muy pocas personas en el mundo sabían que yo era un usuario, no obstante, las situaciones desesperadas requieren medidas desesperadas.
“Esperemos que sirva, o si no la llevamos clara en esta guerra, pues nos enfrentaremos los tres a todo el mundo, literalmente”
El Cid
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Mientras me dirigía a la costa para inutilizar el cañón observé como mi compañera sacaba su arma y apuntaba hacia el acantilado, justamente al cañón el cual había lanzado lo que parecía que era una piñata. Con una puntería increíble Alwyn fue capaz de impactar y destruir el objetivo ahorrándonos el esfuerzo de tener que subir por todo el acantilado.
Buen tiro compañera. El Cid Informando hemos neutralizado el fuego de artillería del acantilado nos dirigimos a la costa para recabar información.
Tras avisar a la central de nuestro éxito pusimos rumbo hacia una especie de cala de rocas la cual había divisado la prodigiosa vista de mi compañera, la cual salió volando tras transformarse en una lechuza. Babieca aprovecho ese momento para lanzarte un sonido que denotaba preocupación por ella y que tuviera cuidado.
Mi viejo amigo camélido nunca dejaba de sorprenderme pues esta vez parece que le había cogido cariño a Alwyn y eso que llevábamos poco más de una semana juntos en esta misión. Al cabo de un rato conseguí llevar la barca hasta la cala y empezar con la infiltración, la cual consistía en hacerme pasar por el semigigante y escuchar algo que tuviera alguna importancia entre las personas que corrían de un lado a otro de la isla. Lo realmente preocupante fueron las presencias que sentí, las cuales me estremecieron el corazón y la verdad me dieron ganas de emular las acciones de Babieca en el desembarco anterior. Al cabo de unos minutos fui capaz de recuperar la compostura y seguir con la misión.
Si bien es verdad que mi táctica no es lo que se dice sutil, mi fiel compañero el cual se encuentra siempre a mi lado me otorgaba un aire salvaje que hace difícil de creer que sea un agente del gobierno.
Buen tiro compañera. El Cid Informando hemos neutralizado el fuego de artillería del acantilado nos dirigimos a la costa para recabar información.
Tras avisar a la central de nuestro éxito pusimos rumbo hacia una especie de cala de rocas la cual había divisado la prodigiosa vista de mi compañera, la cual salió volando tras transformarse en una lechuza. Babieca aprovecho ese momento para lanzarte un sonido que denotaba preocupación por ella y que tuviera cuidado.
Mi viejo amigo camélido nunca dejaba de sorprenderme pues esta vez parece que le había cogido cariño a Alwyn y eso que llevábamos poco más de una semana juntos en esta misión. Al cabo de un rato conseguí llevar la barca hasta la cala y empezar con la infiltración, la cual consistía en hacerme pasar por el semigigante y escuchar algo que tuviera alguna importancia entre las personas que corrían de un lado a otro de la isla. Lo realmente preocupante fueron las presencias que sentí, las cuales me estremecieron el corazón y la verdad me dieron ganas de emular las acciones de Babieca en el desembarco anterior. Al cabo de unos minutos fui capaz de recuperar la compostura y seguir con la misión.
Si bien es verdad que mi táctica no es lo que se dice sutil, mi fiel compañero el cual se encuentra siempre a mi lado me otorgaba un aire salvaje que hace difícil de creer que sea un agente del gobierno.
Esmejit R. Airnal
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Esmejit sintió como si una enorme presión el hubiese apretado la boca del estómago. El pelirrojo se quedó sin respiración durante unos segundos, cayendo al suelo y teniendo que hincar la rodilla derecha para no desplomarse. Apoyando también las manos, el chico trató de respirar, hasta que pasaron unos segundos y se vio con fuerzas para ponerse en pie. Su pulso se había acelerado, instigado por un terror puro. El pequeño mago observó cómo el Vicealmirante se levantaba y gran parte de los soldados que dirigía el tipo de pelo verde caían al suelo. El pelirrojo miró con asombro cómo el camino ahora parecía estar libre, y tanto Alice como Melchiah avanzaban dejando atrás a los piratas y a los marines. Esmejit miró al Vicealmirante y dijo:
- Muchas gracias -el joven puso la mano en forma de saludo militar y se dio media vuelta para empezar a seguir a sus compañeros, que ya le sacaban unos cuantos metros de ventaja. Cuando los hubo alcanzado, observó alrededor y preguntó-. ¿Cuál es el plan exactamente? Es decir... ¿tenemos que ir a algún sitio en concreto o simplemente vamos a explorar? -se podía notar que al mago no le hacía gracia estar en medio de una guerra, como posible avanzadilla. Esa carne de cañón, y un blanco perfecto. Aunque ahora que habían pasado de la zona de la costa, posiblemente las cosas se calmasen un poco. Ventajas de estar tras el frente enemigo.
- Muchas gracias -el joven puso la mano en forma de saludo militar y se dio media vuelta para empezar a seguir a sus compañeros, que ya le sacaban unos cuantos metros de ventaja. Cuando los hubo alcanzado, observó alrededor y preguntó-. ¿Cuál es el plan exactamente? Es decir... ¿tenemos que ir a algún sitio en concreto o simplemente vamos a explorar? -se podía notar que al mago no le hacía gracia estar en medio de una guerra, como posible avanzadilla. Esa carne de cañón, y un blanco perfecto. Aunque ahora que habían pasado de la zona de la costa, posiblemente las cosas se calmasen un poco. Ventajas de estar tras el frente enemigo.
Lykanrock94
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Como los soldados no me hicieron ningun caso, les pude robar algo de comida y de bebida para estar prevenido por el camino. Ya me había alejado bastante de aquellos soldados y mientras andaba comenzó a llover y pude divisar una luz verduzca cerca de la cosa. Parecía ser un faro y también vi a gente siendo atacada en medio del oleaje por algo que desconocía lo que era. ¿Qué coño era aquello? No entendía nada.
No podía seguir andando, me senté en el suelo y cogí la poca comida que pude conseguir para echármela a la boca. Estaba herido del combate contra aquel tipo de magma y si no hacía algo no podría seguir mi camino. también bebí un poco de lo que había cogido, que parecía ser agua, en estos momentos venía bien un poco de agua fresca.
Solté un suspiro y me arrastré como pude hasta algún lugar en el que poder apoyar mi espalda y así poder descansar un poco. Estaba exhausto y herido y por el momento no podría seguir mi camino.
No podía seguir andando, me senté en el suelo y cogí la poca comida que pude conseguir para echármela a la boca. Estaba herido del combate contra aquel tipo de magma y si no hacía algo no podría seguir mi camino. también bebí un poco de lo que había cogido, que parecía ser agua, en estos momentos venía bien un poco de agua fresca.
Solté un suspiro y me arrastré como pude hasta algún lugar en el que poder apoyar mi espalda y así poder descansar un poco. Estaba exhausto y herido y por el momento no podría seguir mi camino.
Rainbow662
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El estruendo de la lluvia lo llenaba todo, sofocando cualquier otro sonido. No oía sus pasos sobre el terreno encharcado, ni las quejas del Okama a su espalda quejándose de lo mal que le sentaba a su pelo la humedad. Arribor no tenía tiempo para preguntarse porqué el calvo se preocupaba tanto por su pelo ni porqué el suelo temblaba como si la isla fuese una coctelera gigante. No estaba seguro de cuanto tiempo llevaba dando vueltas por ahí, perdido entre los edificios grises sin puertas, tan siniestros como todo en aquel lugar. Todo había cambiado desde su última visita, como si alguien hubiera remodelado hasta el último rincón de la isla para convertirla en algo totalmente diferente. Un par de veces llegó a preguntarse si no se habría equivocado de lugar. Después lo vio.
Tras el denso manto de lluvia que cubría el mundo, más allá de infinitos campos de cultivo, se alzaba una montaña oscura e informe. No recordaba haber visto nada de eso en su anterior visita a Hallstat, ni siquiera sabía qué era exactamente, pero no se imaginaba que algo así de siniestro pudiera pertenecer a otro lugar. En lo alto de aquella montaña, si es que de verdad lo era, se alzaba un portentoso edificio apenas distinguible a la distancia.
Un rayo de luz horadaba el cielo negro, rompiendo la eterna oscuridad de aquel páramo lluvioso. El pirata estaba empapado y empezaba a enfriarse y si la tormenta seguía descargando a ese ritmo, debería buscar terreno elevado si no quería que el agua terminase por arrastrarle.
-¿Seguro que este era el lugar, travesti loco? -preguntó, frustrado. El mal tiempo y el ambiente lúgubre habían hecho que empeorara su humor. Pero no necesitó respuesta. Su Haki le avisó de una presencia aplastante. En el centro de la isla sobresalía una fuerza muy superior a las demás, que se extendía por doquier, como si su poseedor no quisiera pasar desapercibido. "Te encontré", pensó justo antes de acelerar el paso para dirigirse hacia allí.
Tras el denso manto de lluvia que cubría el mundo, más allá de infinitos campos de cultivo, se alzaba una montaña oscura e informe. No recordaba haber visto nada de eso en su anterior visita a Hallstat, ni siquiera sabía qué era exactamente, pero no se imaginaba que algo así de siniestro pudiera pertenecer a otro lugar. En lo alto de aquella montaña, si es que de verdad lo era, se alzaba un portentoso edificio apenas distinguible a la distancia.
Un rayo de luz horadaba el cielo negro, rompiendo la eterna oscuridad de aquel páramo lluvioso. El pirata estaba empapado y empezaba a enfriarse y si la tormenta seguía descargando a ese ritmo, debería buscar terreno elevado si no quería que el agua terminase por arrastrarle.
-¿Seguro que este era el lugar, travesti loco? -preguntó, frustrado. El mal tiempo y el ambiente lúgubre habían hecho que empeorara su humor. Pero no necesitó respuesta. Su Haki le avisó de una presencia aplastante. En el centro de la isla sobresalía una fuerza muy superior a las demás, que se extendía por doquier, como si su poseedor no quisiera pasar desapercibido. "Te encontré", pensó justo antes de acelerar el paso para dirigirse hacia allí.
Roland von Klauswitz
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Una ciudad subterránea era algo que no esperaba encontrar allí. Era aún más inesperado que un ejército de criaturas salvajes que sirviesen a un conde loco. Aún más que un constante cielo nocturno en el que nunca amanecía. Pero por encima de todo eso, no esperaba encontrar luz solar bajo el suelo.
A su alrededor la gente hablaba, tanto sus compañeros como los habitantes de aquel extraño lugar, pero Kodama no les hacía caso. Estaba concentrado en la maravillosa sensación reparadora que le proporcionaba la luz. Su vitalidad volvía e incluso sus hojas parecían más verdes. Recordaba que una vez estuvo a punto de morir por falta de luz debido a un incendio que cubrió de humo el cielo durante semanas, cuando aún era incapaz de moverse por su cuenta y seguía anclado en aquel bosque. La sensación de la energía y la vida volviendo a su cuerpo era tan intensa como en aquella ocasión.
Le fascinaba que a pesar de estar a tanta profundidad contaran con luz y, aunque se moría de curiosidad, una parte de él prefería dejarlo en el misterio para no estropearlo. Además, tenía otros asuntos que tratar, cosas más urgentes. Un tipo gritaba cosas sobre "Su Majestad Derian" y eso no era buena señal. Había confiado en que esa gente fueran enemigos suyos, o al menos en que no fuesen sus súbditos. Supuso que no les quedaba más remedio que llevar la justicia bajo tierra.
-La Marina está aquí para hacer que vuestro rey camine acabe cubierto de cadenas. Él y todos los que luchen bajo su ala. Por desgracia, siento deciros que no tenemos suficientes esposas... aunque sí suficientes espadas. -dijo, amenazante. La intimidación nunca venía mal en un trabajo como el suyo. Borrando la sonrisa de satisfacción de su rostro arbóreo, Kodama desenvainó sus dos espadas y se adelantó hacia el hombre que había gritado-. Llévanos ante tu amo, joven. Y tal vez puedas quedarte en tu agujero cuando acabemos aquí.
A su alrededor la gente hablaba, tanto sus compañeros como los habitantes de aquel extraño lugar, pero Kodama no les hacía caso. Estaba concentrado en la maravillosa sensación reparadora que le proporcionaba la luz. Su vitalidad volvía e incluso sus hojas parecían más verdes. Recordaba que una vez estuvo a punto de morir por falta de luz debido a un incendio que cubrió de humo el cielo durante semanas, cuando aún era incapaz de moverse por su cuenta y seguía anclado en aquel bosque. La sensación de la energía y la vida volviendo a su cuerpo era tan intensa como en aquella ocasión.
Le fascinaba que a pesar de estar a tanta profundidad contaran con luz y, aunque se moría de curiosidad, una parte de él prefería dejarlo en el misterio para no estropearlo. Además, tenía otros asuntos que tratar, cosas más urgentes. Un tipo gritaba cosas sobre "Su Majestad Derian" y eso no era buena señal. Había confiado en que esa gente fueran enemigos suyos, o al menos en que no fuesen sus súbditos. Supuso que no les quedaba más remedio que llevar la justicia bajo tierra.
-La Marina está aquí para hacer que vuestro rey camine acabe cubierto de cadenas. Él y todos los que luchen bajo su ala. Por desgracia, siento deciros que no tenemos suficientes esposas... aunque sí suficientes espadas. -dijo, amenazante. La intimidación nunca venía mal en un trabajo como el suyo. Borrando la sonrisa de satisfacción de su rostro arbóreo, Kodama desenvainó sus dos espadas y se adelantó hacia el hombre que había gritado-. Llévanos ante tu amo, joven. Y tal vez puedas quedarte en tu agujero cuando acabemos aquí.
Issei Hayate
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Aprovechó el recorrido para inspeccionar a los robots. En realidad parecían una especie de cyborgs, pero con ordenadores en el cráneo. "Cyborgs sin voluntad propia... astuto. Eso los convierte en carceleros leales hasta la muerte." Por otro lado, como había deducido anteriormente, un ordenador carecía de la capacidad de raciocinio de un ser humano. Examinó su estructura interna, aprovechando sus conocimientos de ingeniería y su akuma para buscar puntos débiles. Estaban muy blindados... debía evitar el combate directo con ellos y mantener su fachada. En el peor de los casos, sus láseres y la capacidad que tenía para buscar puntos débiles en su estructura le darían una ventaja táctica. Pero seguiría con el problema de la inmensa superioridad numérica de los otros. Definitivamente, debía evitar el combate a toda costa o moriría. Finalmente llegaron a un pasillo similar al del piso anterior, guardado por un cyborg también.
- Bueno, ahora sólo hace falta la huella y podemos bajar, doctor.
Una huella dactilar... ¡mierda! Con ese inconveniente no había contado. Parecía que su pequeño plan había fracasado. ¿Le daría tiempo a eliminarlos a ambos antes de que diesen la voz de alarma? Un Eikyo en el pecho y aquel tipo sería hombre muerto. El problema real sería el cyborg. ¿Cómo eliminarlo rápidamente? "Tranquilízate... aun puedes salir airoso de esta situación y evitar el combate." Sí, aun tenía formas de evitar un enfrentamiento directo. Miró con aburrimiento al tipo, hurgándose la nariz con desgana. Entonces dijo:
- ¿Para qué? Qué pereza. Haz algo útil y hazlo tú.
Se centró en los pensamientos de Neus, sin dejar de vigilar al cyborg, mientras se mantenía en calma aparente. Si las cosas se salían de control, no le pillarían por sorpresa. "Con semejante escolta y tanto guardia, no podré llevar a cabo mis planes con libertad. Al bajar al siguiente nivel le diré que se largue y buscaré la sala de control. Eliminaré a los guardias de la misma de serme imposible actuar de otra manera, y abriré todas las celdas. Eso causará suficiente caos como para dejarme actuar con libertad... tal vez incluso pueda llegar al siguiente nivel si los prisioneros son lo bastante fuertes." Eso podría funcionar. Ahora le tocaba rezar porque Zumrok le obedeciera y su tapadera colara.
- Bueno, ahora sólo hace falta la huella y podemos bajar, doctor.
Una huella dactilar... ¡mierda! Con ese inconveniente no había contado. Parecía que su pequeño plan había fracasado. ¿Le daría tiempo a eliminarlos a ambos antes de que diesen la voz de alarma? Un Eikyo en el pecho y aquel tipo sería hombre muerto. El problema real sería el cyborg. ¿Cómo eliminarlo rápidamente? "Tranquilízate... aun puedes salir airoso de esta situación y evitar el combate." Sí, aun tenía formas de evitar un enfrentamiento directo. Miró con aburrimiento al tipo, hurgándose la nariz con desgana. Entonces dijo:
- ¿Para qué? Qué pereza. Haz algo útil y hazlo tú.
Se centró en los pensamientos de Neus, sin dejar de vigilar al cyborg, mientras se mantenía en calma aparente. Si las cosas se salían de control, no le pillarían por sorpresa. "Con semejante escolta y tanto guardia, no podré llevar a cabo mis planes con libertad. Al bajar al siguiente nivel le diré que se largue y buscaré la sala de control. Eliminaré a los guardias de la misma de serme imposible actuar de otra manera, y abriré todas las celdas. Eso causará suficiente caos como para dejarme actuar con libertad... tal vez incluso pueda llegar al siguiente nivel si los prisioneros son lo bastante fuertes." Eso podría funcionar. Ahora le tocaba rezar porque Zumrok le obedeciera y su tapadera colara.
Ichimura Hachiro
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Tan sólo su férreo autocontrol le impedía lanzarse a por León y tratar de partirlo por la mitad de un iai. Sin embargo, cerró los ojos en aparente calma, y respiró hondamente. Debatió internamente sus opciones. ¿Dejarlo estar? No era una opción. Aquel hombre le dado una orden, más aun, le estaba obligando a hacer algo que iba contra su código moral y contra el bushido. Además, su honor estaba en juego: habían secuestrado a su discípulo, y semejante afrenta no podía quedar impune. Más aun, el Gobierno había hecho la única cosa que Shun no podía tolerarles: atacar y asesinar a inocentes. Aquellas personas... no se merecían la muerte, y el Cipher Pol había ordenado su asesinato en masa tratando de inculpar en el proceso al rey Derian, una estrategia deshonrosa y despreciable. Los recuerdos de la noche en que Kamashi fue arrasada retornaron a su mente, alimentando su ira y su determinación. León debía pagar por sus crímenes.
- León Zaid, en el nombre de todos los inocentes asesinados por tu organización y para defender mi honor por las afrentas recibidas, yo Shun Hiroyuki de Wano te reto a un duelo a muerte. Defiéndete.
"Lo siento, Byakuro-san... me parece que no voy a poder volver con vosotros" pensó, con tristeza. Tras eso, atacando a un miembro del Gobierno se convertiría en un criminal buscado. No volvería a compartir una comida con la gente del gremio, ni a entrenar con ellos, ni a compartir historias con su buen amigo peliblanco. Es más, no podía arrastrar a aquella vida a Kazuo con él. Él no se merecía convertirse en un criminal por su culpa.
- Kazuo Ryugetsu. Hoy me convertiré en un criminal por atacar a un miembro del Gobierno Mundial. Desde este momento dejas de ser mi discípulo... recuerda mis enseñanzas y no te desvíes del camino del bushido.
No había tenido tiempo de adiestrarle tanto como le hubiera gustado, ni de enseñarle cómo vivía un auténtico samurai de Wano. Pero nada de eso tenía tanta importancia como el combate que estaba a punto de sostener contra aquel hombre. "El honor de un samurai es más valioso que su propia vida, y debe asegurarse de que los hombres viles no lo pisoteen. León Zaid... allá voy." Llevó la mano a la empuñadura de Meiyo, disponiéndose a comenzar, cuando se repente se quedó inmóvil. Era incapaz de seguir moviéndose. Pero... ¿qué? Algo tiraba de su cuerpo. Trató de hacer fuerza con su brazo derecho para seguir moviéndolo, y varias heridas se le marcaron en este. Hilos... era cierto. El agente los empleaba para pelear. "Sin embargo la última vez eran más gruesos, y de kairoseki si mal no recuerdo. Estos son prácticamente imperceptibles." Había caído en la trampa de León. ¿Así que desde un principio había pretendido pelear? Bueno, aquello no iba a ser un impedimento. Dio dos rápidos silbidos, y una corriente de aire pseudo-sólida se formó junto a León, tratando de golpear su cara a una velocidad de 370 km/h.
- ¡Jugando sucio, como cabía esperar de ti! - gritó Shun.
Con el poder su viento, generó mientras hablaba varias ondas cortantes en torno a él que lo liberaron. Una vez libre, agarró a Yu en lugar de a Meiyo y la desenvainó. Mientras sacaba la wakizashi, unas llamas anaranjadas brotaron de la hoja y la envolvieron. Inmediatamente apuntó al agente y se concentró, canalizando su haki en el golpe. El aire comenzó a pasar a gran velocidad en torno a dos agujeros en la guarda del arma, y una bala de aire imbuida en fuego y busoshoku haki salió despedida desde esta hacia el pecho de León.
- Hinoken: ¡Hinokami no Batsu!
Acto seguido desenvainó a Meiyo, cambió a Yu a su mano izquierda y se preparó. Posiblemente más de esos hilos estarían ya repartidos por todo el navío... debería predecir todos los ataques antes de que llegasen hasta él. Se concentró un instante, y de repente el mundo a su alrededor pareció ralentizarse. Pasó a percibir las presencias a su alrededor, centrándose en la de León. Eran su Mushin y su kenbunshoku haki, una letal combinación que le otorgaba una gran percepción que suplía con creces su miopía, y su reducido campo de visión a causa de las gafas.
- León Zaid, en el nombre de todos los inocentes asesinados por tu organización y para defender mi honor por las afrentas recibidas, yo Shun Hiroyuki de Wano te reto a un duelo a muerte. Defiéndete.
"Lo siento, Byakuro-san... me parece que no voy a poder volver con vosotros" pensó, con tristeza. Tras eso, atacando a un miembro del Gobierno se convertiría en un criminal buscado. No volvería a compartir una comida con la gente del gremio, ni a entrenar con ellos, ni a compartir historias con su buen amigo peliblanco. Es más, no podía arrastrar a aquella vida a Kazuo con él. Él no se merecía convertirse en un criminal por su culpa.
- Kazuo Ryugetsu. Hoy me convertiré en un criminal por atacar a un miembro del Gobierno Mundial. Desde este momento dejas de ser mi discípulo... recuerda mis enseñanzas y no te desvíes del camino del bushido.
No había tenido tiempo de adiestrarle tanto como le hubiera gustado, ni de enseñarle cómo vivía un auténtico samurai de Wano. Pero nada de eso tenía tanta importancia como el combate que estaba a punto de sostener contra aquel hombre. "El honor de un samurai es más valioso que su propia vida, y debe asegurarse de que los hombres viles no lo pisoteen. León Zaid... allá voy." Llevó la mano a la empuñadura de Meiyo, disponiéndose a comenzar, cuando se repente se quedó inmóvil. Era incapaz de seguir moviéndose. Pero... ¿qué? Algo tiraba de su cuerpo. Trató de hacer fuerza con su brazo derecho para seguir moviéndolo, y varias heridas se le marcaron en este. Hilos... era cierto. El agente los empleaba para pelear. "Sin embargo la última vez eran más gruesos, y de kairoseki si mal no recuerdo. Estos son prácticamente imperceptibles." Había caído en la trampa de León. ¿Así que desde un principio había pretendido pelear? Bueno, aquello no iba a ser un impedimento. Dio dos rápidos silbidos, y una corriente de aire pseudo-sólida se formó junto a León, tratando de golpear su cara a una velocidad de 370 km/h.
- ¡Jugando sucio, como cabía esperar de ti! - gritó Shun.
Con el poder su viento, generó mientras hablaba varias ondas cortantes en torno a él que lo liberaron. Una vez libre, agarró a Yu en lugar de a Meiyo y la desenvainó. Mientras sacaba la wakizashi, unas llamas anaranjadas brotaron de la hoja y la envolvieron. Inmediatamente apuntó al agente y se concentró, canalizando su haki en el golpe. El aire comenzó a pasar a gran velocidad en torno a dos agujeros en la guarda del arma, y una bala de aire imbuida en fuego y busoshoku haki salió despedida desde esta hacia el pecho de León.
- Hinoken: ¡Hinokami no Batsu!
Acto seguido desenvainó a Meiyo, cambió a Yu a su mano izquierda y se preparó. Posiblemente más de esos hilos estarían ya repartidos por todo el navío... debería predecir todos los ataques antes de que llegasen hasta él. Se concentró un instante, y de repente el mundo a su alrededor pareció ralentizarse. Pasó a percibir las presencias a su alrededor, centrándose en la de León. Eran su Mushin y su kenbunshoku haki, una letal combinación que le otorgaba una gran percepción que suplía con creces su miopía, y su reducido campo de visión a causa de las gafas.
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"No puede ser." Aquellas tres palabras fueron las únicas que se mantuvieron presentes en la mente del castaño en ese momento. No había vuelta a atrás, ni duda en el tono de su maestro. Shun iba a enfrentarse a ese hombre, asumiendo todas las consecuencias que ello tuviera... Y él no podía hacer nada para evitar el enfrentamiento. Se sintió tan débil, tan impotente... Sus puños se cerraron, temblando de rabia por poder ver claramente lo que estaba a punto de ocurrir y, pese a ello, ser incapaz de reaccionar. Sus siguientes palabras, las últimas que escucharía por parte del ronin, le hicieron volver a la realidad, clavando sus ojos sobre la figura del contrario. Ya no sería su discípulo, pues a raíz de lo que estaba a punto de hacer se convertiría en un criminal.
- Shun... Imbécil... -susurró, en un tono tan bajo que practicamente ni él fue capaz de escucharse, aceptando su decisión. Apretó los dientes y bajó la mirada, ocultándola bajo algunos mechones de pelo.
¿Qué debía hacer? ¿Desenvainar a Yoake y unirse al enfrentamiento? Era consciente no solo del hecho de que Shun lo desaprobaría (cosa que le importaba poco, la verdad), sino también de que no sería más que un estorbo. La diferencia de poder que había entre él y ellos era abrumadora, tanto que el simple hecho de permanecer cerca durante el combate podría suponer su muerte, y eso no sería de ayuda. No, podría hacer mucho más vivo que muerto, y lo primero era alejarse de allí. Debía buscar a Byakuro y ponerle al tanto de la situación, pedir ayuda... Él, que jamás se había dignado a dejar de lado su orgullo por nadie. La situación había cambiado y, con ella, las circunstancias. Además, no podía permitir que le capturaran de nuevo y le arrebatasen las pertenencias que el ronin le había cedido para que las protegiera. No lo haría por honor, ni por aprecio... Sino por respeto. No podía dejarse llevar por su ego en aquella ocasión.
Asegurándose de que todo estaba seguro bajo su ropa salió corriendo. Cogería un bote, el primero que encontrase, y se alejaría de allí lo más rápido posible. El viento había comenzado a soplar, y aquello tan solo significaba que el duelo acababa de comenzar. Antes de subir a la pequeña embarcación y partir de allí, miró por un instante a su compañero cazador. Tal vez el tiempo que había pasado no fue el suficiente, y aunque el rencor y el odio que sentía hacia él no había llegado a desvanecerse por completo, aprendió a respetarle y a aceptarle como maestro. No importaba cómo lo mirara. Era fuerte, a un nivel inimaginable y, pese a haber intentado matarle, no pretendió en ningún momento arrebatarle la vida. Por el contrario, durante todo ese tiempo intentó rectificar su comportamiento, incluso convertirle en un espadachín mucho más poderoso. Es algo que le agradecía, pese a que nunca fuera a reconocerlo.
- Hagas lo que hagas, no mueras -le dijo, sabiendo que no escucharía aquellas palabras. Simplemente, necesitaba hacerlo.
Tras esto desembarcó del navío, tomando el bote y un par de remos, para disponerse a alejarse de allí cuanto antes. Había comenzado a llover, de forma bastante intensa, e incluso una especie de luz verdusca había abierto un boquete en el oscuro cielo de Hallstat. Todo era bastante extraño, pero aquello no era algo que le importara demasiado en esos momentos. Por un instante una sobrecogedora presencia lo inundó todo, haciendo que el espadachín estuviera a punto de caerse de la pequeña embarcación, lo cual podría haber supuesto una muerte inmediata. Por suerte, logró recuperarse a tiempo y continuó remando. Qué o quién había producido aquello era algo a lo que no dio demasiada importancia. Sabía que en aquella guerra participaban las personas más poderosas de todos los mares, y eso era todo lo que necesitaba saber. Podía ver cada vez más alejado el barco, casi apreciando en la lejanía el fuerte viento y la violencia que se estaban desencadenando en cubierta. Dejando de remar un momento metió la mano en el interior de la chaqueta, deshaciéndose de la revista al molestarle en su búsqueda y extrayendo el den den mushi de Shun, disponiéndose a establecer contacto con el líder del gremio.
- ¡Byakuro-san! -gritaría si descolgaban- ¡Byakuro-san, estamos en problemas! Shun corre peligro. Acaba de desafiar a un alto cargo del gobierno mundial... Un tal León. No puedo ayudarle... -continuó, con el tono más debilitado a cada palabra que pronunciaba, como si se estuviera quedando sin fuerzas o su voz se hubiese quebrado- Necesito... ¡Necesito vuestra ayuda!
Su mano aferró el den den mushi con más fuerza mientras apretaba los dientes, tratando de controlarse. No podía permitirse perder los nervios en ese momento. Mientras tanto seguiría remando, con la esperanza de encontrar al resto de Kurausu no Furenzu en la isla.
- Me dirijo hacia la costa... Buscadme -concluyó, con un deje mucho más apagado.
- Shun... Imbécil... -susurró, en un tono tan bajo que practicamente ni él fue capaz de escucharse, aceptando su decisión. Apretó los dientes y bajó la mirada, ocultándola bajo algunos mechones de pelo.
¿Qué debía hacer? ¿Desenvainar a Yoake y unirse al enfrentamiento? Era consciente no solo del hecho de que Shun lo desaprobaría (cosa que le importaba poco, la verdad), sino también de que no sería más que un estorbo. La diferencia de poder que había entre él y ellos era abrumadora, tanto que el simple hecho de permanecer cerca durante el combate podría suponer su muerte, y eso no sería de ayuda. No, podría hacer mucho más vivo que muerto, y lo primero era alejarse de allí. Debía buscar a Byakuro y ponerle al tanto de la situación, pedir ayuda... Él, que jamás se había dignado a dejar de lado su orgullo por nadie. La situación había cambiado y, con ella, las circunstancias. Además, no podía permitir que le capturaran de nuevo y le arrebatasen las pertenencias que el ronin le había cedido para que las protegiera. No lo haría por honor, ni por aprecio... Sino por respeto. No podía dejarse llevar por su ego en aquella ocasión.
Asegurándose de que todo estaba seguro bajo su ropa salió corriendo. Cogería un bote, el primero que encontrase, y se alejaría de allí lo más rápido posible. El viento había comenzado a soplar, y aquello tan solo significaba que el duelo acababa de comenzar. Antes de subir a la pequeña embarcación y partir de allí, miró por un instante a su compañero cazador. Tal vez el tiempo que había pasado no fue el suficiente, y aunque el rencor y el odio que sentía hacia él no había llegado a desvanecerse por completo, aprendió a respetarle y a aceptarle como maestro. No importaba cómo lo mirara. Era fuerte, a un nivel inimaginable y, pese a haber intentado matarle, no pretendió en ningún momento arrebatarle la vida. Por el contrario, durante todo ese tiempo intentó rectificar su comportamiento, incluso convertirle en un espadachín mucho más poderoso. Es algo que le agradecía, pese a que nunca fuera a reconocerlo.
- Hagas lo que hagas, no mueras -le dijo, sabiendo que no escucharía aquellas palabras. Simplemente, necesitaba hacerlo.
Tras esto desembarcó del navío, tomando el bote y un par de remos, para disponerse a alejarse de allí cuanto antes. Había comenzado a llover, de forma bastante intensa, e incluso una especie de luz verdusca había abierto un boquete en el oscuro cielo de Hallstat. Todo era bastante extraño, pero aquello no era algo que le importara demasiado en esos momentos. Por un instante una sobrecogedora presencia lo inundó todo, haciendo que el espadachín estuviera a punto de caerse de la pequeña embarcación, lo cual podría haber supuesto una muerte inmediata. Por suerte, logró recuperarse a tiempo y continuó remando. Qué o quién había producido aquello era algo a lo que no dio demasiada importancia. Sabía que en aquella guerra participaban las personas más poderosas de todos los mares, y eso era todo lo que necesitaba saber. Podía ver cada vez más alejado el barco, casi apreciando en la lejanía el fuerte viento y la violencia que se estaban desencadenando en cubierta. Dejando de remar un momento metió la mano en el interior de la chaqueta, deshaciéndose de la revista al molestarle en su búsqueda y extrayendo el den den mushi de Shun, disponiéndose a establecer contacto con el líder del gremio.
- ¡Byakuro-san! -gritaría si descolgaban- ¡Byakuro-san, estamos en problemas! Shun corre peligro. Acaba de desafiar a un alto cargo del gobierno mundial... Un tal León. No puedo ayudarle... -continuó, con el tono más debilitado a cada palabra que pronunciaba, como si se estuviera quedando sin fuerzas o su voz se hubiese quebrado- Necesito... ¡Necesito vuestra ayuda!
Su mano aferró el den den mushi con más fuerza mientras apretaba los dientes, tratando de controlarse. No podía permitirse perder los nervios en ese momento. Mientras tanto seguiría remando, con la esperanza de encontrar al resto de Kurausu no Furenzu en la isla.
- Me dirijo hacia la costa... Buscadme -concluyó, con un deje mucho más apagado.
Llevaba un rato observándoles escondido. El ruido de la violenta batalla marítima no me dejaba escuchar de que hablaban, pero parecían más bien recién llegados a la isla que soldados situados allí con órdenes de defender las costas. Puede que su objetivo sea irrumpir en la fortaleza, pero de momento descansaban allí. Estaban ayudando a un herido y, mis tripas rugieron al verlo, tenían una mea llena de comida. Encontrármelos se convirtió en un milagro.
Pero un pensamiento rondó mi cabeza. Un submarino y una mesa con comida, esas cosas son muy lujosas para unos marines rasos. Las dudas inundaron mi mente: “Pueden ser altos mandos de la marina y de verdad estaban al mando de Derian. Podrían pertenecer a una gran tripulación pirata, aunque no creo, les reconocería por los carteles ¿Y si son criminales adinerados en busca de aprovecharse de esta situación?”. Tendría que decidir si arriesgarme o continuar mi camino.
Tras rato pensándolo, es muy probable que se produjera un enfrentamiento si hubiera decidido interactuar con ellos. Independientemente de si estamos en el mismo bando o no, ellos no habrían confiado en mí y me habrían atacado, y yo me habría defendido. No quería verter sangre sin la certeza de que se trata de un enemigo. Igualmente, si fueran aliados les habría ayudado, pero no parecían necesitar a alguien como yo
De modo que di media vuelta, con objetivo a adentrarme más en la isla. Buscar posiblemente un bosque, gente herida o incluso alguna forma de adentrarme en la fortaleza.
Pero un pensamiento rondó mi cabeza. Un submarino y una mesa con comida, esas cosas son muy lujosas para unos marines rasos. Las dudas inundaron mi mente: “Pueden ser altos mandos de la marina y de verdad estaban al mando de Derian. Podrían pertenecer a una gran tripulación pirata, aunque no creo, les reconocería por los carteles ¿Y si son criminales adinerados en busca de aprovecharse de esta situación?”. Tendría que decidir si arriesgarme o continuar mi camino.
Tras rato pensándolo, es muy probable que se produjera un enfrentamiento si hubiera decidido interactuar con ellos. Independientemente de si estamos en el mismo bando o no, ellos no habrían confiado en mí y me habrían atacado, y yo me habría defendido. No quería verter sangre sin la certeza de que se trata de un enemigo. Igualmente, si fueran aliados les habría ayudado, pero no parecían necesitar a alguien como yo
De modo que di media vuelta, con objetivo a adentrarme más en la isla. Buscar posiblemente un bosque, gente herida o incluso alguna forma de adentrarme en la fortaleza.
Maki
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La marcha para salvar el mundo había comenzado. Augustus Makintosh, también conocido como Armando el Mataghouls, como Miss Terioso, como el Comandante, como el Salvador del Mundo y, solo en ciertos círculos, como Paul el Hombre-Baboso, avanzaba al frente de su grupo de fieles ghouls y acompañado de su reina Derian para detener el inminente fin del mundo. Se preguntaba si acabarían uniéndose todos a la Armada Revolucionaria una vez cumpliesen con su sagrado deber, aunque eso no era importante.
A pesar de los temblores y la intensa lluvia, el camino hasta el enorme castillo resultó de lo más animado, ya que iban cantando una sosegada cancioncilla con aire militar que les hizo más corta la caminata.
Cuando llegaron allí se encontraron con un enorme e inexpugnable acantilado. ¿Cómo iban a escalarlo? Tal vez construyendo una escalera. Les pidió a los ghouls que no hiciesen, aunque no se fiaba de que no se cayera cuando estuviese arriba del todo. Claro que tampoco sabía qué demonios iba a hacer en aquel lugar y aún así había ido, así que el pequeño problemilla de la gravedad era lo de menos.
-¿Y si subimos volando? -preguntó Maki.
Todo el mundo sabía que los ghouls podían volar, pero él no. ¿O si? Una vez lo hizo. Saltó de un edificio y voló hacia abajo a gran velocidad, aunque por desgracia el suelo estaba en medio de su trayectoria. De repente, el gyojin se fijó en un haz de luz que atravesaba el cielo negro. ¿Acaso era aquello una señal? No podía ser de otra manera. Esa luz significaba que iban por el buen camino. Solo con avanzar un poco hacia el castillo la eterna noche se había empezado a desmoronar. Estaba más que claro que había un poder superior ayudándolos: EL ORÁCULO.
-¡¡Ohh poderoso oráculo!! -dijo Maki dirigiéndose a la luz-. ¿Qué debemos hacer una vez lleguemos al castillo?
A pesar de los temblores y la intensa lluvia, el camino hasta el enorme castillo resultó de lo más animado, ya que iban cantando una sosegada cancioncilla con aire militar que les hizo más corta la caminata.
- Música alegre y tranquila para el camino:
Cuando llegaron allí se encontraron con un enorme e inexpugnable acantilado. ¿Cómo iban a escalarlo? Tal vez construyendo una escalera. Les pidió a los ghouls que no hiciesen, aunque no se fiaba de que no se cayera cuando estuviese arriba del todo. Claro que tampoco sabía qué demonios iba a hacer en aquel lugar y aún así había ido, así que el pequeño problemilla de la gravedad era lo de menos.
-¿Y si subimos volando? -preguntó Maki.
Todo el mundo sabía que los ghouls podían volar, pero él no. ¿O si? Una vez lo hizo. Saltó de un edificio y voló hacia abajo a gran velocidad, aunque por desgracia el suelo estaba en medio de su trayectoria. De repente, el gyojin se fijó en un haz de luz que atravesaba el cielo negro. ¿Acaso era aquello una señal? No podía ser de otra manera. Esa luz significaba que iban por el buen camino. Solo con avanzar un poco hacia el castillo la eterna noche se había empezado a desmoronar. Estaba más que claro que había un poder superior ayudándolos: EL ORÁCULO.
-¡¡Ohh poderoso oráculo!! -dijo Maki dirigiéndose a la luz-. ¿Qué debemos hacer una vez lleguemos al castillo?
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Suspiré al no escuchar una respuesta de ellos. Pero no había mucho tiempo y sea lo que sea que pasara a continuación, debía actuar rápido. La lluvia empezó a caer de forma paulatina y luego se desató la tormenta… Era como si sonará en el ambiente una triste melodía que indicaba el final de todo. Miré una vez más a mis nakamas y luego me giré para ver a mis nuevos enemigos, seguramente, ya le habrían dicho a Derian de mi traición y, a estas alturas del juego, poco me importaba. Ahora debía hacer un pasadizo para que mis nakamas y luego ir a donde estaba el Shichibukai y derrotarlo. ”De verdad quieres morir…” – suspiré. Y entonces logré sentir una horrible presencia que me hizo, por unos pocos segundos, apoyar mis rodillas en el suelo… ”Derian… Ya se puso en movimiento, ese maldito” – pensé al sentir su poder en el centro de la isla. Si ya estaba en movimiento… No debería faltar mucho para que Dexter y los Almirantes hicieran su entrada.
– Death, Worgulv… Vamos – tomé una ligera pausa mientras miraba a mis amigos. – Como dije, no es el momento ni el lugar donde podamos hablar – a medida que iba hablando iba activando el nivel dos de mi técnica. – Ustedes dos, se encargarán de cubrirme. Yo me abriré paso a través de ellos. El objetivo, llegar a donde esta Derian. – En ese momento, noté una presencia muy fuerte y los soldados de Derian habían caído como si nada. No me había fijado en él antes, pero ese Vicealmirante que estaba entre el grupo era bastante fuerte y… Hablando de ellos, ¿dónde mierda se habían metido? No era el momento para preocuparse de ellos, pero si se me hacía conocida la chica que había visto, algún wanted o alguna noche de bares, alguna pasada en alguna isla, no sabía bien… Pero de verdad se me hacía conocida… Suspiré mientras avanzaba rumbo a los idiotas que nos bloqueaban el paso.
– A ver… Si se apartan por las buenas, no les dolerá… Mucho. – Dije con una sonrisa. Imbuí mis dos brazos en mi Busoushoku. Lo que estaba por hacer iba a ser, cuanto menos, un verdadero suicidio. Pero bueno, ¿Qué sería de la vida sin riesgos? Sonreí de nuevo y di nuevas zancadas hacía el ejército. Era un todo o nada, iba a ganar aquí e iba a detener a Derian. Así fuera lo último que hiciera. Ganaría.
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La sonrisa se borró de la boca del marine. "En fin... ha llegado la hora de ponerse serios." El joven monje era muy risueño, despreocupado y bromista, pero sabía cuándo debía actuar con serenidad y fría lógica. No por nada era el genio que había logrado ascender de recluta a comodoro en cuestión de meses, y si el CP se había fijado en él y lo había reclutado como agente especial... por algo era. Analizó la situación, acariciándose el mentón con calma. Al parecer Kodama quería que los soldados se entregaran... aquello era una estupidez. Claramente eran leales a Derian. Una petición de rendición era una formalidad que les restaba tiempo de reacción. Era hora de actuar ahora que la atención estaba centrada en el hombre árbol. De repente las pupilas del marine se volvieron doradas, y su musculatura disminuyó y definió más. Eran su Sexto y Segundo Caminos, técnicas que aumentaban su capacidad de combate, velocidad y agilidad. Se puso en una pose de guardia del Sokudan, con las piernas flexionadas, un brazo extendido con la palma hacia arriba y el otro protegiendo el pecho.
- Kodama-san, es inútil - entonces se dirigió al resto, sin girarse - ¡Equipo! ¡Evitad dentro de lo posible matar a los soldados! Muchos de ellos son hombres que tan sólo buscan defender sus hogares. Con las criaturas de la noche que Derian ha creado... - su rostro se ensombreció - que no haya piedad. ¡Kiritsu Ryodan, al ataque!
A diferencia de su actitud habitual, sus palabras habían ido cargadas de un tono serio y carismático poco habitual en él. Un aura rojiza brotó de su cuerpo, y el marine se movió a tal velocidad que pareció desaparecer. En menos de un segundo se plantó frente a uno que estaba en mitad del grupo, lanzándole un puñetazo al mentón. Sin perder el tiempo, comenzó a girar sobre sí mismo lanzando patadas y puñetazos a un ritmo vertiginoso. Sus extremidades se habían vuelto de color negro metálico, evidenciando que había activado su haki de armadura. Trató con sus golpes de evitar ataques posiblemente mortales, intentando en su lugar lisiarlos o dejarlos fuera de combate. Tampoco uso su fuego para evitar dañarlos de sobremanera, aunque activó su intangibilidad por si era incapaz de esquivar algún ataque. Había activado su mantra, pero seguían siendo demasiados enemigos. No era mera habilidad y poder la que alimentaba sus acciones y su fuerza... era su determinación. Derrotaría a aquellos guerreros y tomaría aquella ciudad en nombre del Gobierno Mundial. Había despertado el verdadero Kai. Ante los ruidos y el griterío, dedujo rápidamente la situación y cuáles eran las prioridades.
- ¡Si logramos derrotar y arrestar a todos los soldados, podremos conquistar la ciudad pacíficamente, y evitaremos que vayan a reforzar a sus camaradas en la superficie! Nuestra prioridad será evitar que se dirijan a la fábrica, y una vez aseguremos nuestra posición aquí, unirnos a nuestras fuerzas - gritó a sus compañeros, al tiempo que lanzaba una onda de choque con su puño a dos soldados que se disponían a dispararle.
- Kodama-san, es inútil - entonces se dirigió al resto, sin girarse - ¡Equipo! ¡Evitad dentro de lo posible matar a los soldados! Muchos de ellos son hombres que tan sólo buscan defender sus hogares. Con las criaturas de la noche que Derian ha creado... - su rostro se ensombreció - que no haya piedad. ¡Kiritsu Ryodan, al ataque!
A diferencia de su actitud habitual, sus palabras habían ido cargadas de un tono serio y carismático poco habitual en él. Un aura rojiza brotó de su cuerpo, y el marine se movió a tal velocidad que pareció desaparecer. En menos de un segundo se plantó frente a uno que estaba en mitad del grupo, lanzándole un puñetazo al mentón. Sin perder el tiempo, comenzó a girar sobre sí mismo lanzando patadas y puñetazos a un ritmo vertiginoso. Sus extremidades se habían vuelto de color negro metálico, evidenciando que había activado su haki de armadura. Trató con sus golpes de evitar ataques posiblemente mortales, intentando en su lugar lisiarlos o dejarlos fuera de combate. Tampoco uso su fuego para evitar dañarlos de sobremanera, aunque activó su intangibilidad por si era incapaz de esquivar algún ataque. Había activado su mantra, pero seguían siendo demasiados enemigos. No era mera habilidad y poder la que alimentaba sus acciones y su fuerza... era su determinación. Derrotaría a aquellos guerreros y tomaría aquella ciudad en nombre del Gobierno Mundial. Había despertado el verdadero Kai. Ante los ruidos y el griterío, dedujo rápidamente la situación y cuáles eran las prioridades.
- ¡Si logramos derrotar y arrestar a todos los soldados, podremos conquistar la ciudad pacíficamente, y evitaremos que vayan a reforzar a sus camaradas en la superficie! Nuestra prioridad será evitar que se dirijan a la fábrica, y una vez aseguremos nuestra posición aquí, unirnos a nuestras fuerzas - gritó a sus compañeros, al tiempo que lanzaba una onda de choque con su puño a dos soldados que se disponían a dispararle.
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Me limité a asentir ante lo que decía mi compañero el capitán. Me alejé un poco de la escena, siendo seguido por los mercenarios. Me senté en el suelo, mirando al oscuro cielo que se cernía sobra nosotros, y saqué la APHADD de mi espalda, con el propósito de mirarla con detenimiento. Uno de los mercenarios dio un paso adelante y se sentó también, observándome.
- ¿Cómo es que un mapache como tú ha llegado a sub-capitán? Y... ¿De donde has sacado ese armatoste?
- Señor mío, este "armatoste" fue construido por mí. Y en cuanto a lo otro, resulta que soy el único cualificado para dicho rol. Y para el de capitán también, pero a Sansu le hace ilusión.
Una carcajada llenó el ambiente. Sonreí y seguí observando la APHADD, tal vez en busca de algún desperfecto. De golpe, un pequeño calambre me dio en el dedo al tocar el arma metálica, haciendo que la soltara. Miré hacia el submarino tras recoger de nuevo mi arma. ¿Qué demonios habría pasado?
- ¿Cómo es que un mapache como tú ha llegado a sub-capitán? Y... ¿De donde has sacado ese armatoste?
- Señor mío, este "armatoste" fue construido por mí. Y en cuanto a lo otro, resulta que soy el único cualificado para dicho rol. Y para el de capitán también, pero a Sansu le hace ilusión.
Una carcajada llenó el ambiente. Sonreí y seguí observando la APHADD, tal vez en busca de algún desperfecto. De golpe, un pequeño calambre me dio en el dedo al tocar el arma metálica, haciendo que la soltara. Miré hacia el submarino tras recoger de nuevo mi arma. ¿Qué demonios habría pasado?
Gareth Silverwing
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Buebo... supongo que esto no podía durar mucho. En un abiri y cerrar de ojos la situación cambió de forma radical, de la broma que era nuestro grupo a la seriedad propia de unos soldados disciplinados. La diplomacia de la espada, en estos casos puede que fuese la mejor, teníamos que escoger, tratar de solucionar las formas de forma tanquila y dejar que, por culpa de nuestra lentitud cientos de hombres muriesen... o hacer las cosas a nuestra manera, quedar como los malos delante de los civiles y obtener una victoria para nuestras fuerzas.
Kai se lanzó de frente para neutralizar a los soldados, tomando la iniciativa del combate y colocándose entre las tropas enemigas, neutralizándolos con precisos golpes que evitaban matarlos. Supongo que aguantará unos segundos mientras organizo el grupo.
-Ya lo habéis oído. Jack córtales la retirada y procura inmovilizarlos, Kyle tu apóyale y vigila la llegada de refuerzos. Kodama usa látigo cepa, digo... informa al mando de la situación. Yo cubro a Kai.- Dicho esto empuñé a Zinogre y me lancé al ataque.
-Recuerda, fuerza no letal- Dije a Zinogre mentalmente.
-Si, si, no tienes que repetírmelo- Me contestó. De inmediato el filo del glaive se volvió romo para no causar cortes.
Salté en medio de un grupo de seis hombres, los cuales ya estaban en posición de disparo, sorprendiéndolos y rompiendo su formación con un par de giros de mi arma. Me movía de un lado a otro, trazando amplios arcos con mi arma los cuales encadenaba con mis pasos para formar una fluída tormenta de golpes que no tardó mucho en dejar KO a los soldados.
Mientras combatía no podía evitar pensar en que sucedería con los cuidadanos, nos recibirían como a libertadores... o como a invasores, en el peor de los casos puede que tomasen las armas e intentasen defender la ciudad y eso si que sería un problema. Nosotros podíamos tener cuidado de no matarlos, pero puede que los marines de la fuerza principal los viesen como a simples enemigos.
Kai se lanzó de frente para neutralizar a los soldados, tomando la iniciativa del combate y colocándose entre las tropas enemigas, neutralizándolos con precisos golpes que evitaban matarlos. Supongo que aguantará unos segundos mientras organizo el grupo.
-Ya lo habéis oído. Jack córtales la retirada y procura inmovilizarlos, Kyle tu apóyale y vigila la llegada de refuerzos. Kodama usa látigo cepa, digo... informa al mando de la situación. Yo cubro a Kai.- Dicho esto empuñé a Zinogre y me lancé al ataque.
-Recuerda, fuerza no letal- Dije a Zinogre mentalmente.
-Si, si, no tienes que repetírmelo- Me contestó. De inmediato el filo del glaive se volvió romo para no causar cortes.
Salté en medio de un grupo de seis hombres, los cuales ya estaban en posición de disparo, sorprendiéndolos y rompiendo su formación con un par de giros de mi arma. Me movía de un lado a otro, trazando amplios arcos con mi arma los cuales encadenaba con mis pasos para formar una fluída tormenta de golpes que no tardó mucho en dejar KO a los soldados.
Mientras combatía no podía evitar pensar en que sucedería con los cuidadanos, nos recibirían como a libertadores... o como a invasores, en el peor de los casos puede que tomasen las armas e intentasen defender la ciudad y eso si que sería un problema. Nosotros podíamos tener cuidado de no matarlos, pero puede que los marines de la fuerza principal los viesen como a simples enemigos.
Nemonic
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Por fín salimos de aquel lugar, el cual ya me estaba aburriendo un poco. Desde que despertamos no nos habiamos encontrado con nadie.... cuerdo, ya que no contaba para nada al hombre de la celda de al lado. La situación estaba demasiado tranquila, algo que me hacía sentir incomodo, creando una sensación de incertidumbre en el grupo. Cierto es que no me gustaba meterme en problemas, pero un poco de acción o algo mas que aquello no me iba a matar.
Comenzamos a avanzar por un pasillo y Kaito nos comentó seriamente que tuvieramos cuidado, ya que aquel silencio podía llevar a algo peor. Sinclair sin embargo hizo un comentario chisotoso, que aunque parecía una tontería, me hizo esbozar una sonrisa y llevar mejor aquella sitaución. - Si cantas me mato aqui mismo. Ya te he escuchado cantar - dije burlonamente mientras avanzabamos por aquellos extraños pasillos.
De repente nos encontramos con una bifurcación, en la cual nos paramos muy poco tiempo. Antes incluso de preguntar por que pasillo ibamos a seguir, Kaito se adelanto por el pasillo de la derecha. Me pareció correcta la dirección que tomó, ya que se percibian dos figuras humanoides por aquel pasillo. Fuera quienes fueran o una de dos , tendriamos que combatir o nos podrian dar infomración de por que estabamos allí. Esperaba que no fueran dos muñecos, ya que me daría algo no encontrarme nada. - parece que la decisión ya esta tomada muchachos, para lo bueno o para lo malo - dije ajustandome mis fire punch y mis guantes de onda espansiva. Lo que nos estuviera esperando en aquel pasillo, se iba a encontrar con tres cazadores que no se iban a por todas.
Comenzamos a avanzar por un pasillo y Kaito nos comentó seriamente que tuvieramos cuidado, ya que aquel silencio podía llevar a algo peor. Sinclair sin embargo hizo un comentario chisotoso, que aunque parecía una tontería, me hizo esbozar una sonrisa y llevar mejor aquella sitaución. - Si cantas me mato aqui mismo. Ya te he escuchado cantar - dije burlonamente mientras avanzabamos por aquellos extraños pasillos.
De repente nos encontramos con una bifurcación, en la cual nos paramos muy poco tiempo. Antes incluso de preguntar por que pasillo ibamos a seguir, Kaito se adelanto por el pasillo de la derecha. Me pareció correcta la dirección que tomó, ya que se percibian dos figuras humanoides por aquel pasillo. Fuera quienes fueran o una de dos , tendriamos que combatir o nos podrian dar infomración de por que estabamos allí. Esperaba que no fueran dos muñecos, ya que me daría algo no encontrarme nada. - parece que la decisión ya esta tomada muchachos, para lo bueno o para lo malo - dije ajustandome mis fire punch y mis guantes de onda espansiva. Lo que nos estuviera esperando en aquel pasillo, se iba a encontrar con tres cazadores que no se iban a por todas.
Fear Liath
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Akuma no mi
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Comencé a andar hacía el interior de la playa, esperando encontrar algo a lo que disparar. Allí no había absolutamente nada y mi radar solo captaba a Catherine, algo que me mosqueo bastante. Ya estaba con ganas de matar, descuartizar o simplemente escuchar gritar a sus enemigos, pero en vez eso exploraba la cala. Catherine parecía que estaba en lo mas alto de un acantilado cercano y aun así no parecía ver nada o al menos no me lo había comunicado. Me iba a adentrar un poco mas en el lugar, cuando una gota paso por delante de mi. Comenzarón a ensombrecer el suelo poco a poco, mojando la arena punto a punto, hasta que el suelo estaba totalmente cubierto.
Para algunos la lluvía significaba melancolia o tristeza, pero a mí me encantaba aquel tiempo. El gris de las nubes, la oscuridad que se creaba con ellas, la lluvía que escondía el sonido de los gritos y de los disparos. Me recordó a ciertas matanzas relizadas por mí y aunque ahora no podía dar rienda suelta a mi.... perversión, siempre encontraba la manera de liberar esta tensión.
Al cabo de un momento CK me comentó que no había peligro en la zona, haciendo que soltara un refunfuño al no haber nada interesante. Pero de repente unos sollozos comenzarón a llenar el ambiente, algo que era musica para mis oidos. Eran lloros de sufrimiento, - cuanto hacía que no escuchaba ese tipo de llantos- me dije disfrutando del momento. Iba a ir al lugar de donde provenían los sollozos, pero Catherine paro mi avance al darme ordenes.
Segun sus ordenes quería que revsara la perifería por si había algun enemigo, mientras ella comprobaba de donde venían los sollozos. - De acuerdo - dije un poco entre dientes, por que me había quitado la opción de ir a ver quien estaba llorando. Cambíe la frecuencía a canal 3 y observé como Catherine desapareció de mi vista.
Con ayuda del geppou, ya que no quería usar mis propulsores, me elevé para comenzar a inspeccionar la zona con mas detenimiento. Ahora que no estaba aquella agente, podía encontrarme a un enemigo y decir que se había resistido. No era la primera vez que decía aquella mentira y se la habían creido, por lo que usaría a la primera persona que viera de diana. Usando mi radar, mi zoom visual y las camaras que tenía en mis hombros, comencé a rastrear la zona milimetricamente. El tener camaras de visión nocturna y térmica, me podía ayudar muy bien en aquella situación.
Para algunos la lluvía significaba melancolia o tristeza, pero a mí me encantaba aquel tiempo. El gris de las nubes, la oscuridad que se creaba con ellas, la lluvía que escondía el sonido de los gritos y de los disparos. Me recordó a ciertas matanzas relizadas por mí y aunque ahora no podía dar rienda suelta a mi.... perversión, siempre encontraba la manera de liberar esta tensión.
Al cabo de un momento CK me comentó que no había peligro en la zona, haciendo que soltara un refunfuño al no haber nada interesante. Pero de repente unos sollozos comenzarón a llenar el ambiente, algo que era musica para mis oidos. Eran lloros de sufrimiento, - cuanto hacía que no escuchaba ese tipo de llantos- me dije disfrutando del momento. Iba a ir al lugar de donde provenían los sollozos, pero Catherine paro mi avance al darme ordenes.
Segun sus ordenes quería que revsara la perifería por si había algun enemigo, mientras ella comprobaba de donde venían los sollozos. - De acuerdo - dije un poco entre dientes, por que me había quitado la opción de ir a ver quien estaba llorando. Cambíe la frecuencía a canal 3 y observé como Catherine desapareció de mi vista.
Con ayuda del geppou, ya que no quería usar mis propulsores, me elevé para comenzar a inspeccionar la zona con mas detenimiento. Ahora que no estaba aquella agente, podía encontrarme a un enemigo y decir que se había resistido. No era la primera vez que decía aquella mentira y se la habían creido, por lo que usaría a la primera persona que viera de diana. Usando mi radar, mi zoom visual y las camaras que tenía en mis hombros, comencé a rastrear la zona milimetricamente. El tener camaras de visión nocturna y térmica, me podía ayudar muy bien en aquella situación.
- Baozar:
- Llegas ante la puerta... Bueno, ante el acceso a la puerta. Es fácilmente reconocible la sección de terreno que puede ser la prisión, ya que si bien gran parte de la ciudad subterránea está sustentada sobre columnas pétreas no excesivamente anchas, lo que parece un pilar maestro de casi un kilómetro de ancho se asienta en el centro. Además, hay unos doscientos metros a su alrededor completamente baldíos, sólo custodiados por guardias y más guardias. Vas dando una vuelta para encontrar algún punto débil, pero sólo ves uno: Una puerta. Creo que va a ser difícil entrar, pero con tanta seguridad seguro que logras sacar algo de provecho.
- Byakuro:
- Con el brazo sesgado, el dolor se te ha hecho casi insoportable. Además, no es de esos dolores que se sientan, sino una percepción más romántica... Sientes tu brazo fantasma. A veces intentas acercarlo a la roca, otras simplemente te das cuenta cuando mueves el muñón de que ya no está ahí.
Cuando te acercas a la oscuridad, ves que comienza un terreno muy similar al que, unos metros arriba, ibas a atravesar con total calma. ¿Tal vez haya necesidad de un poco de luz?
- Corvo:
- Ves bastante más cerca de lo que desearías una marea de soldados, que te ven también a ti. Se detienen y por un momento te observan:
-¡Alto! ¿Quién va?- pregunta uno en vanguardia, con voz de muy malas pulgas. Tal vez sea mejor contestar, pero sobre todo, recuerda no hacer movimientos bruscos o demostrar miedo. Huelen el miedo.
- Caddie, Kimura y Kenichi:
- Nota: Noc está AFK hasta nuevo aviso.
Llegáis a tierra, y los gritos poco a poco se van apagando. ¿Cuántos hombres pueden haber muerto sólo con eso? Una trampa tras otra, puede que sea eso lo que espera en Hallstat. Una trampa mortal tras otra mientras el rey espera a las fuerzas debilitadas del enemigo. Y vosotros podéis ver cómo la corriente de agua hace casi imposible correr, mientras camináis con dificultad por la corriente desde la costa hasta una tierra, por fin, firme.
A ambos lados hay batalla, y a lo lejos una gran explosión, al tiempo que un parpadeo azul se ve momentáneamente en vuestras proximidades. Al Este soldados observan diversos espectáculos, entre crueles y bizarros, de cómo gente sin miedo los hace marchar para apoderarse de sus víveres. Sólo hay un camino que parezca libre, y es el origen de la temible presencia.
- Alex:
- Aligeremos el trámite: Matas mucho, sin piedad y administras mermelada en una jeringuilla a uno que había por ahí, sólo para ver cuánto tarda en coagularse la sangre en ese punto. Por desgracia tus cálculos han fallado y el brazo explota por la presión antes. 17 segundos 8 décimas, por si vas a tomar nota.
Y tras eso, te das cuenta de que los lamentos se apagan. Los que estaban en la nube han terminado por morir. ¿Ahora vuelves a seguir tu plan o haces más travesuras?
- Sons of Anarchy:
- Veamos... El Micaiah no ha funcionado, por algún motivo. Tal vez porque la herida ya estaba cerrada. Ahora falta que se despierte y todo está bien, ¿verdad? En fin, Kuroi... Tus hilos están requemados pero tú estás aparentemente bien, y Kabil... Bueno, no parece ni siquiera inmutarse. De hecho, ahora que reparáis en él...¿Qué es ese cacho de metal que tiene clavado en la espalda? Eso explica por qué no se ha movido. si hay algún médico puede despertar la sospecha de que ha quedado tetrapléjico, y un cirujano experimentado podría decir con gran precisión la gravedad de la lesión.
Bueno, alguien deberá cargar con él por el momento, si aún queréis iros. Al ritmo que esto avanza, el caudal de agua es caga vez mayor. El cielo llora mucho.
- Zgivago y Chrome:
- Vuestro avance:
Bueno, finalmente vais avanzando con sumo cuidado y, tras un rato, acabáis ascendiendo hasta la isla desde la gruta formada por dos acantilados. Seguramente, un cartógrafo podría aseverar que es un viejo fiordo derretido, aunque muy pequeño y de alguna forma sin llegar a una laguna gigante, tan sólo una rampilla abrupta para ascender hasta tierra isleña.
Y ante vosotros, la inmensidad muerta de Hallstat. Una tierra llena de soldados en camino de la dirección contraria, una lucha constante que se aleja y... nada más. No hay mujeres ni niños buscando cobijo, ni algún tipo de leva involuntaria... Nada. Sólo fábricas y factorías, un muro gris sin puertas y algunos manchones verdes entre cada sección industrial... No parece haber forma de llegar hasta Byakuro. ¿Qué vais a hacer?
- Midorima:
- Alice, Esmejit, Melchiah:
- Midorima os ha conseguido hacer pasillo. ¡Qué bien, ¿No?! Ya no hay peligro de que se centren en vosotros cuando su general primero los traiciona y luego amenaza. Podéis ir avanzando hasta salir del campo de soldados caídos. Igual queréis rematarlos, pero sólo son peones de una guerra, por mucho que crean en esa causa... En fin, cosa vuestra.
Llegáis ante la fábrica más cercana, y podéis bordearla o tomar las escaleras empapadas de mano que hay en el exterior. Aunque no sé yo si me arriesgaría. Una caída de ahí puede ser letal. Pero se tendría mayor visibilidad.
- Nemonic, Kaito y Sinclair:
- Kaito tiene la mano en la empuñadura de la Katana, Sinclair está listo para disparar una andanada sobre el enemigo, y Guldrik tiene los puños listos para abalanzarse sobre lo que haga falta, cuando, a punto de atacar a los guardias...
- Guardias:
Ambos son así, y cuando os acercáis empiezan a pitar de forma débil, aunque cada vez más veloz, como si dieran aviso de algún tipo de secuencia, un mensaje en morse, o algo similar.- Para Nemonic:
Esperaba que no fueran dos muñecos, ya que me daría algo no encontrarme nada.
No se me había ocurrido. Muchísimas gracias xD
- Akashi:
- Van avanzando, y cuando no pueden continuar uno de cada dos se queda atrás, permitiendo cerrar el ciclo sobre ti. Bueno, mira el lado positivo: Si hay cada vez menos, puedes tener mayor oportunidad. Ahora mismo sólo seis se acercan a ti, pero están a punto de poder pincharte con sus armas.
-Si te tocan con sus lanzas no tendrás oportunidad de rendición. Estás avisado.
- Catherine:
- Ves al doctor Cooper torturar un barco (a su tripulación, se entiende), y naves cercanas sufrir quemados bajo la lluvia. Y por desgracia, están bajo la nube verde. Seguro que sumas dos y dos... En fin, parece no haber muchos peligros.
- Ryuta:
- Los disparos milagrosamente no te dan, pero tu sombrero ha recibido un buen tiro, y tu chaqueta tiene un par de ojales más. Pero por suerte para ti, tus aliados han muerto. ¡Mira el lado positivo! Los que ahora reconoces como Marines han intentado no darte, y ello te ha salvado.
-¡Ey! ¿Estás bien?- dice uno-. Están usando civiles como cobertura, menudos monstruos.
Parecen no percatarse de que vas armado. Tal vez debieras ocultarlo y tal.
- Cid y Alwyn:
- Un destello azul en la lejanía del Oeste, y fragor de batalla al Este. El Norte, zona por la que viene el Rey, se ve tranquila y casi despejada, con apenas ningún soldado tratando de atacar nada, y los únicos puntos de bullicio son movimientos hacia algún extremo. Elegid vuestro destino, y pensad a fondo vuestros movimientos.
- Nemo y Nolan:
- Hablando mal y rápido, hay un micro cada palmo de pared, tanto horizontal como verticalmente. A cada metro, y en cada lámpara, otro más. Tras los cuadros, bajo las camas y en un lugar donde jamás a nadie se le habría ocurrido curiosear. Los botones de repuesto de cada camisa en vuestra maleta son micros también, y hasta en los bolsillos de gabardinas y el cierre superior de los pantalones. Ha colocado micros en toda superficie posible. ¿Qué se podía esperar si no de un hombre que ha llegado tan alto? La única pregunta es, entonces, cómo la chica esa logró pasar una semana inadvertida. De todas formas, si no recuerdo mal, un buen decodificador sabrá fabricar un inhibidor con un par de trastos, ¿No?
Pero, de repente, Nemo siente dos presencias algo débiles en el castillo.
- Aria y Deivid:
- Tras la llegada de Aria, una bala se clava en el suelo, y de ella surge Leonel con una media sonrisa, esperando ver lo que el Rey pretende mostrarle.
-Perdón por la espera, he tenido que mandar un mensaje.
Aria, te das cuenta de que has tardado apenas unos 30 segundos en caer. ¿Lo habrá enviado por Den Den Mushi? Quién sabe.
-Muy bien, pues si ya estamos todos, podemos avanzar. Y sí, cúbranos por favor.
Tras unos minutos caminando os aproximáis a una especie de cueva, que un minuto de bajada después da paso a una ciudad subterránea.
-Les presento el secreto de Hallstat- dice, mientras toda la corriente de agua se canaliza para mover poderosos molinos que surten de electricidad las fábricas y las casas-. Siempre me pregunté qué haría en una tierra tan lluviosa como ésta el Dance Powder. Tenemos energía asegurada para que las fábricas se autoabastezcan un mes, y las flotas de conquista se desplazan ahora mismo para enjaular al enemigo. En uno o dos días el Gobierno Mundial estará asediado en su propio asedio, si no antes. ¿Qué les parece el nuevo Hallstat? Las lluvias no volverán a ser un problema, y las guerras se librarán sin bajas civiles... ¿No es hermoso?
Podéis percataros del poderoso trozo de tierra que hay en el centro, que fácilmente estará bajo el castillo elevado de Derian. ¿Qué vais a hacer ahora?
- Akagami y Mura:
- Podéis ver cómo el "líder" del grupito se desvanece por instantes para ir apareciendo instantáneamente en la cabeza de sus subordinados. Parece tener mucha prisa. Debe de ser algo urgente, y sin duda peligroso. Diversión por un tubo, vaya.
Y bueno, ya que vais... Un dragón cae en picado hacia algún lugar de la isla. Las fuerzas que se movilizan en esta isla son cada vez más abrumadoras, tal vez prefiráis seguir al animal, o cazarlo, o... Matar a sus enemigos, tal vez.
- Kusanagi y Kasan:
- ¿Activas tu mantra? ¡Pal suelo otra vez! El rey está justo debajo de ti. Ahora lo sabes, vaya. ¿Cómo ha hecho para meterse bajo tierra? ¿Tendrá una red de túneles para flanquear al enemigo? Quién sabe.
Vais avanzando, hasta que finalmente veis a dos pelirrojos avanzar detrás de una tropa de Derian, todos con rostro crispado, y a lo lejos una especie de cueva o algo así. ¿Vais a entrar por el agujero?
- Bleyd:
- Kilian ha caído de las escaleras y está siendo arrastrado por la corriente. Ya se las apañará.
En fin, tú buscas los planos, pero no hallas nada, y lo único es una gran hoja de papel calcinada. Parece que estás ante un objeto único, y al mismo tiempo hay una rampa de escombros para huir... ¿Vas a probar el cacharro?
- Derek y Reira:
- Hay grandes obras por todo el Hall, desde jarrones hasta colecciones de numismática en plata pura, monedas de oro, una máquina de golosinas que sólo tiene huevos fabergé... ¿No te tienta la idea de meter una moneda de oro a ver si cuela? En fin, muchas joyas y seguramente lo más valioso sea lo del interior de la máquina y las monedas. Al menos de lo que es práctico llevarse.
- Jesaix:
- El barco termina llegando y no distinguen amigos de enemigos. Disparan sin más. Una bala perdida te da en el brazo.
- Sansu y Rocket:
- -Bien, Subcapitán. Ahora sólo tenemos que marcharnos a ver la cinta y tras entregar los informes pertinentes, en un par de horas podréis avanzar... ¿Qué es eso?
Dicen, señalando hacia Sansu.
- Kenta:
- El agua sigue arrastrando todo, y empieza a hacer fuerza debajo de ti para llevarte. Mejor será que empieces a caminar. No quedan soldados, pues todos han marchado, pero igual podrías llegar hasta Derian.
- Arribor Neus:
- Lo notas muy cerca. Entonces, alguien se interpone en tu camino.
-No puedo permitirte que sigas desde aquí.
Es el Okama. Parece completamente serio, y amenazante como el que más.
-Si intentas pasar de aquí, tendré que impedírtelo, o Su Majestad no me dejará extender el Newkama Kempo por el Imperio. Lo siento, mister Newkama, tu camino termina aquí.
Se pone en posición.
Si atacas abro combate.
- Kiritsu y Kodama:
- A lo lejos veis todos cómo una figura rubia está trabajando, y el agua que bajaba con vosotros por la cueva se congela repentinamente. Ese cretino de Al parece que no quiere que lo vean trabajar... Estúpido...
En fin, dejando ese pequeño detalle, los soldados no tardan en retirarse mientras avanza una figura alta, de un tono morado y hojas de energía verde en las manos. Su presencia es similar a la del rey pero más débil, soportable incluso. Alas de murciélado y pelo negro, así como llamas verdes por ojos.
-Habéis llamado mucho la atención en mi reino, extranjeros. Dejadme que os enseñe la hospitalidad Hallstatiana. Y luego morid.
Hora de luchar
- Issei:
- "Estúpido engreído" es lo más suave que piensa, pero pone el dedito. Con esto logras bajar al ¿Séptimo? ¿Octavo? ¿Te acuerdas del piso en el que estabas? En fin, aquí puedes ver a la familia Real anterior. Es raro, porque se difundió públicamente su trágica muerte... ¿Tendrá algo planeado? Parecen bastante cómodos entre libros y algunos lujos.
Ésa es la única prisión ocupada de este piso... ¿Tal vez sea hora de ir arriba? Y no, el tipo a tu lado no sabe qué hay abajo.
Hay, en el mismo espacio, el doble de ciborgs que arriba. ¡Y dos puertas!
-En fin, yo tengo que subir arriba, que tengo tareas pendientes. Si no me requiere nada más...
Empieza a retirarse.
- Shun:
- Kazuo:
- Llegas a la costa, evitando la nube verde y los disparos, el fuego cruzado... Y no tienes idea de por dónde seguir. Sólo sabes que hace una semana Byakuro estaba al Este, y no recibes respuestas... ¿Qué vas a hacer?
- Starus:
- Ni bosques ni gente, sólo militares y algunas cuevas por las que baja una corriente de agua muy interesante, y con interesante digo que parece un maldito tobogán de esos superdivertidos... Pero a saber qué será. ¿Lo ignoras, bajas, te tiras por él...? Tú eliges. La otra opción es seguir hacia el enorme pedrusco sobre el que se asienta Derian.
- Paul el Hombre-Baboso:
- -Yo antes trabajaba aquí- dice el Ghoul que te dio el premio hace unos días-. Hay un ascensor escondido justo ahí- señala un punto donde se ve la puerta de aluminio detrás de una cortinilla marrón piedra descorrida-. Podemos subir y llevar a la reina hasta su trono, y desde la megafonía detener la guerra, pero tendréis que ir solos. Los Ghouls tenemos miedo a las alturas. Por eso le arrancamos las piernas a ese tan alto de ahí.
Señala al tipo ghoul que se va arrastrando por ahí. Ha ido muy rápido para no tener piernas, a decir verdad. Esto de no cansarse mola. ¡Vivan los Ghouls!
Maki
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Akuma no mi
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No fue el oráculo quien le respondió, sino uno de los ghouls de su ejército. Aunque tal vez fuera un instrumento del oráculo para mostrarle el camino. El ghoul le explicó que había una puerta metálica camuflada tras una cortina del mismo color que la piedra del acantilado y que daba acceso a un ascensor. Maki no tenía ni idea de qué era un ascensor pero aún así asintió con convicción para que no se notara. Supuso que sería un artefacto mágico que les permitiría subir para que la verdadera Derian Markov pudiera reclamar su legítimo trono, aunque por lo que parecía tendría que hacerlo solo.
-Es normal. -le dijo Maki cuando le explicó que no irían con él-. A mí tampoco me gustan las alturas. Casi prefiero esperar a que la lluvia lo inunde todo y nadar hasta arriba.
Por desgracia, podía pasar mucho tiempo hasta que el nivel del agua llegase hasta arriba del todo, así que le tocaría usar ese ascensor o lo que fuera. Se acercó a la pared del acantilado junto con su reina, no sin antes coger a Dimitri, el caracol telepático para que les acompañase. El caracol no lo había dicho pero Maki estaba seguro de que quería ir también. Corrió la cortinilla y abrió la puerta. Tras ella estaban los ascensores, dos máquinas cuadradas y blancas, con un agujero circular en el centro.
-Esto es la lavandería, Comandante. -le dijo uno de los ghouls, así que el gyojin tuvo que palpar la pared de roca hasta que encontró otra cortinilla abrió la puerta tras ella.
-Ocupado -exclamó el enfadado ocupante del cuarto de baño secreto que encontró tras ella.
"Tendré que buscar otra puerta", pensó. En la siguiente había una pequeña sala con una mesa de madera y un tipo sentado tras ella. La silla se dio la vuelta y Maki vio que se sentaba en ella un hombre calvo, con una cicatriz en el ojo que acariciaba un gato con lentitud.
-Hola, señor Bond. Le he estado esperando. -dijo.
-Oh, perdón. Me he equivocado.
Cerró la puerta y, tras pasar por otro cuarto de baño, dos tintorerías clandestinas, un viñedo y un extraño jardín habitado por seres de colores que se alimentaban de hierba, Maki volvió a preguntar el calvo del gato dónde estaba el ascensor. Resultó que estaba tras la primera lavandería.
Entró en el elevador y empezó a pulsar botones mientras una musiquita sonaba para hacer más entretenida la subida. El pez gota se quedó mirando los botones mientras tanto, pues un ghoul le había dicho que en los ascensores la gente siempre miraba los botones en silencio.
-Es normal. -le dijo Maki cuando le explicó que no irían con él-. A mí tampoco me gustan las alturas. Casi prefiero esperar a que la lluvia lo inunde todo y nadar hasta arriba.
Por desgracia, podía pasar mucho tiempo hasta que el nivel del agua llegase hasta arriba del todo, así que le tocaría usar ese ascensor o lo que fuera. Se acercó a la pared del acantilado junto con su reina, no sin antes coger a Dimitri, el caracol telepático para que les acompañase. El caracol no lo había dicho pero Maki estaba seguro de que quería ir también. Corrió la cortinilla y abrió la puerta. Tras ella estaban los ascensores, dos máquinas cuadradas y blancas, con un agujero circular en el centro.
-Esto es la lavandería, Comandante. -le dijo uno de los ghouls, así que el gyojin tuvo que palpar la pared de roca hasta que encontró otra cortinilla abrió la puerta tras ella.
-Ocupado -exclamó el enfadado ocupante del cuarto de baño secreto que encontró tras ella.
"Tendré que buscar otra puerta", pensó. En la siguiente había una pequeña sala con una mesa de madera y un tipo sentado tras ella. La silla se dio la vuelta y Maki vio que se sentaba en ella un hombre calvo, con una cicatriz en el ojo que acariciaba un gato con lentitud.
-Hola, señor Bond. Le he estado esperando. -dijo.
-Oh, perdón. Me he equivocado.
Cerró la puerta y, tras pasar por otro cuarto de baño, dos tintorerías clandestinas, un viñedo y un extraño jardín habitado por seres de colores que se alimentaban de hierba, Maki volvió a preguntar el calvo del gato dónde estaba el ascensor. Resultó que estaba tras la primera lavandería.
Entró en el elevador y empezó a pulsar botones mientras una musiquita sonaba para hacer más entretenida la subida. El pez gota se quedó mirando los botones mientras tanto, pues un ghoul le había dicho que en los ascensores la gente siempre miraba los botones en silencio.
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Cada vez notaba su presencia más cerca, aunque no llegaba a verlo todavía. El vampiro debía de andar por ahí, aunque si el castillo era tan grande como recordaba tardaría una eternidad en dar con él. Supuso que lo mejor sería tirar abajo el castillo y ya está, solo tendría que esperar a que saliera. Claro que no se esperaba tener que ocuparse de un nuevo rival antes de eso.
Cuando el Okama se puso en su camino, Arribor creyó que iba a soltar algún nuevo discurso sobre su increíble atractivo o cosas de ese tipo. Pensaba quitarlo de en medio de un manotazo, ignorar lo que tuviera que decir y continuar su caminata resignándose a escuchar sus agudas exclamaciones. Pero en cuanto vio su expresión se detuvo en seco. El calvo estaba mucho más serio de lo que lo había visto en los días que habían viajado juntos en su ridículo bote. "Algo pasa", pensó de inmediato.
-¿Qué diablos te pasa? ¿Te has roto una uña o algo? -preguntó el pirata, deseando darle un empujón para que no molestase más. Pero una parte de su mente le decía que no sería tan fácil.
-Si intentas pasar de aquí, tendré que impedírtelo, o Su Majestad no me dejará extender el Newkama Kempo por el Imperio. Lo siento, mister Newkama, tu camino termina aquí. -le dijo.
Arribor se quedó mirándole en silencio durante unos segundos. ¿Era otra broma? No, esta vez no era un juego, estaba hablando en serio. No esperaba que ese tipo se plantase ante él para detenerle, y menos por un motivo tan raro como ese, aunque bien visto, era una oportunidad perfecta para librarse por fin de él.
-Parece que no debí sacarte del agua, Okama. ¿acaso tienes un nuevo ídolo? No me imagino a Markov de travesti, pero cosas más raras se han visto. -La imagen del conde vestido de mujer estuvo a punto de hacerle perder la concentración-. En fin, veamos si los Okamas dais de verdad dais tanto miedo.
El pirata saltó hacia el enorme travesti, cargó su brazo derecho en Haki y lanzó un puñetazo que ponía fin a su colaboración.
Cuando el Okama se puso en su camino, Arribor creyó que iba a soltar algún nuevo discurso sobre su increíble atractivo o cosas de ese tipo. Pensaba quitarlo de en medio de un manotazo, ignorar lo que tuviera que decir y continuar su caminata resignándose a escuchar sus agudas exclamaciones. Pero en cuanto vio su expresión se detuvo en seco. El calvo estaba mucho más serio de lo que lo había visto en los días que habían viajado juntos en su ridículo bote. "Algo pasa", pensó de inmediato.
-¿Qué diablos te pasa? ¿Te has roto una uña o algo? -preguntó el pirata, deseando darle un empujón para que no molestase más. Pero una parte de su mente le decía que no sería tan fácil.
-Si intentas pasar de aquí, tendré que impedírtelo, o Su Majestad no me dejará extender el Newkama Kempo por el Imperio. Lo siento, mister Newkama, tu camino termina aquí. -le dijo.
Arribor se quedó mirándole en silencio durante unos segundos. ¿Era otra broma? No, esta vez no era un juego, estaba hablando en serio. No esperaba que ese tipo se plantase ante él para detenerle, y menos por un motivo tan raro como ese, aunque bien visto, era una oportunidad perfecta para librarse por fin de él.
-Parece que no debí sacarte del agua, Okama. ¿acaso tienes un nuevo ídolo? No me imagino a Markov de travesti, pero cosas más raras se han visto. -La imagen del conde vestido de mujer estuvo a punto de hacerle perder la concentración-. En fin, veamos si los Okamas dais de verdad dais tanto miedo.
El pirata saltó hacia el enorme travesti, cargó su brazo derecho en Haki y lanzó un puñetazo que ponía fin a su colaboración.
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En cuanto me asome para ver el interior vi una patrulla de soldados muy cerca de mi posición, demasiado cerca como para que no me vieran. Tendría que decir la verdad si me preguntaban, aunque fuera una verdad a medias era una verdad al fin y al cabo, y todo para poder pasar como con los de arriba. Uno de los soldados de cabeza me miro fijamente y con un tono de pocos amigos me pregunto que que hacia allí, tuve que contenerme para soltarle una bordería en el mismo tono que él me había hablado.
-Un científico, estudiando las plantas de las que nos alimentamos para mejorar la producción.- mi tono era serio y frio, al fin y al cabo era científico pero también un justiciero.- Si me disculpáis debo seguir son mis labores para entregarlas a tiempo.
Una vez respondida la pregunta del soldado me pude fijar en aquel grandioso lugar, era increíble lo que habían conseguido, y más impresionante aún que las plantas pudieran crecer dentro de la cueva como si fuera el exterior, ¿Tendría que ver con la luz amarillenta? Además no pude dejar de fijarme en que canalizaban el agua que se empezaba a filtrar por la roca debido a la intensa lluvia fuera seguramente. Si tenia tiempo averiguaría a donde llevaban toda esa agua y para que la usaban.
Los soldados no parecían decidirse, por lo que finalmente le dije al que me había hablado que eran libres de acompañarme si no se fiaban, pero con todo el jaleo que se escuchaba fuera quizás fueran más útiles allí. Mientras se lo decía señalaba lo que parecía ser una formación cristalina debajo de la cual estaban creciendo plantas herbáceas y hasta un arbusto.
-Un científico, estudiando las plantas de las que nos alimentamos para mejorar la producción.- mi tono era serio y frio, al fin y al cabo era científico pero también un justiciero.- Si me disculpáis debo seguir son mis labores para entregarlas a tiempo.
Una vez respondida la pregunta del soldado me pude fijar en aquel grandioso lugar, era increíble lo que habían conseguido, y más impresionante aún que las plantas pudieran crecer dentro de la cueva como si fuera el exterior, ¿Tendría que ver con la luz amarillenta? Además no pude dejar de fijarme en que canalizaban el agua que se empezaba a filtrar por la roca debido a la intensa lluvia fuera seguramente. Si tenia tiempo averiguaría a donde llevaban toda esa agua y para que la usaban.
Los soldados no parecían decidirse, por lo que finalmente le dije al que me había hablado que eran libres de acompañarme si no se fiaban, pero con todo el jaleo que se escuchaba fuera quizás fueran más útiles allí. Mientras se lo decía señalaba lo que parecía ser una formación cristalina debajo de la cual estaban creciendo plantas herbáceas y hasta un arbusto.
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Sus ojos seguían clavados sobre el cabecilla del grupo, intentando seguirle con la mirada pese a que su velocidad fuera tal que escapase de esta. Parecía tener mucha prisa y no le importaba pisotear las cabezas de sus hombres a medida que avanzaba. Qué podría preocupar tanto a alguien como él era todo un misterio... Un misterio que tendría que esperar para ser resuelto, pues algo más grande llamó su atención. El sonido de un batir de alas muy familiar, acompañado de rugidos que le obligaron a alzar la vista, viéndose obligado a detener sus pasos ante lo que su razón trataba de negarle a su vista. "Un dragón" pensó, sin apartar la mirada de la enorme criatura que ni siquiera parecía pertenecer a ese mundo. Cayó en picado, como si hubiera localizado una presa a la que abatir, a unos cuantos cientos de metros. ¿Otro de los siervos del rey?
- Mura... Cambio de planes -dijo, suponiendo que la chica se habría percatado también de semejante adversario- Vamos a cazar dragones.
Derian tenía en sus manos un poder que nadie podría comprender mejor que él, o incluso Dexter. Aquel ser podría reducir a cenizas todo lo que se interpusiera en su camino, escupiera fuego, rayos o amapolas. Era una amenaza contra todo el que se encontrara lo suficientemente cerca. Con semejante monstruo de su lado, las posibilidades del gobierno y la coalición se verían mermadas de forma notable. No le importaba la guerra, pero no dejaría que aquel poder pudiera llegar hasta Anna antes que él. No... Lo destruiría antes de que eso ocurriera, y después a aquellos que le hubieran plantado cara. No estaba allí para establecer alianzas con la Marina, de todos modos.
Su mirada se posó entonces sobre la de su compañera, que parecía estar bastante molesta con aquella situación pese a que no le hubiera dicho nada. Sin embargo, sabía que como poco sentiría una gran curiosidad por ver a otra "lagartija con alas", como la habría apodado. Se aseguró de que los soldados se hubieran alejado lo suficiente, además de posicionarse en algún lugar lo suficientemente discreto, e hizo aparecer sus doradas alas en la espalda, extendiéndolas. Tras esto le tendió la mano a su compañera, esperando que la cogiera. Andar les podría llevar mucho tiempo, y si la criatura decidía desplazarse jamás serían capaces de alcanzarla a pie. No estaba acostumbrado a llevar gente con él, pero en aquella situación no había más remedio. Cargaría con Mura y alzaría el vuelo, siguiendo como destino el lugar sobre el que se había abalanzado el dragón. Era una sensación extraña, pues más allá de su fortuito encuentro con el dragón de zafiro, jamás se había topado con nada similar. ¿Cómo sería entablar combate con uno real? ¿Sería más poderoso que él?
- Ten cuidado, chico... Hay algo extraño en ese ser. Dejó de pertenecer al mundo de los vivos hace mucho tiempo... -le dijo Fafnir en su mente, como si aquella criatura también hubiera despertado cierta intranquilidad en él.
- Mura... Cambio de planes -dijo, suponiendo que la chica se habría percatado también de semejante adversario- Vamos a cazar dragones.
Derian tenía en sus manos un poder que nadie podría comprender mejor que él, o incluso Dexter. Aquel ser podría reducir a cenizas todo lo que se interpusiera en su camino, escupiera fuego, rayos o amapolas. Era una amenaza contra todo el que se encontrara lo suficientemente cerca. Con semejante monstruo de su lado, las posibilidades del gobierno y la coalición se verían mermadas de forma notable. No le importaba la guerra, pero no dejaría que aquel poder pudiera llegar hasta Anna antes que él. No... Lo destruiría antes de que eso ocurriera, y después a aquellos que le hubieran plantado cara. No estaba allí para establecer alianzas con la Marina, de todos modos.
Su mirada se posó entonces sobre la de su compañera, que parecía estar bastante molesta con aquella situación pese a que no le hubiera dicho nada. Sin embargo, sabía que como poco sentiría una gran curiosidad por ver a otra "lagartija con alas", como la habría apodado. Se aseguró de que los soldados se hubieran alejado lo suficiente, además de posicionarse en algún lugar lo suficientemente discreto, e hizo aparecer sus doradas alas en la espalda, extendiéndolas. Tras esto le tendió la mano a su compañera, esperando que la cogiera. Andar les podría llevar mucho tiempo, y si la criatura decidía desplazarse jamás serían capaces de alcanzarla a pie. No estaba acostumbrado a llevar gente con él, pero en aquella situación no había más remedio. Cargaría con Mura y alzaría el vuelo, siguiendo como destino el lugar sobre el que se había abalanzado el dragón. Era una sensación extraña, pues más allá de su fortuito encuentro con el dragón de zafiro, jamás se había topado con nada similar. ¿Cómo sería entablar combate con uno real? ¿Sería más poderoso que él?
- Ten cuidado, chico... Hay algo extraño en ese ser. Dejó de pertenecer al mundo de los vivos hace mucho tiempo... -le dijo Fafnir en su mente, como si aquella criatura también hubiera despertado cierta intranquilidad en él.
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La presión iba poco a poco dejaba de sentirse tan poderosa, lo cual me dejo empezar a respirar con normalidad de nuevo. Había caído sin preocuparme por la gente de mi alrededor, pero aún tenía activado el mantra y cuando ese peso desapareció de mi pecho, pude fijarme como una a una las voces de mi alrededor se apagaban ¿Acaso aquello había sido algo o alguien?
Aún podía notar esa enorme presencia, pero era más un malestar que el dolor de antes. Oí una voz desde delante, que decía algo de usar civiles como escudo. Me levanté con dificultad, dejando las armas, que antes me habían dado, en el suelo y mire al que habló a la cara para después percatarme de la matanza que habían hecho. Tenía la ropa un poco manchada por la sangre y el agua, además de tener unos cuantos agujeros de bala. Me quité el sombrero y observé el agujero que lo atravesaba por completo. "Un poco más y no lo cuento" me dije a mi mismo, metiendo el dedo por el agujero de bala.
-Oh, perdón... Sí, estoy bien, bastante bien, no se puede decir lo mismo de mi ropa pero no es una pérdida importante. - respondí al marine, mientras hacía el amago de sacudirme un poco el polvo - Me habían obligado a ir con ellos. - mentí mientras le dirigía una mirada de asco al líder de estos, todo para hacerlo mucho más creíble - Estaba perdido cuando toda esta guerra empezó y no recuerdo muy bien como acabé aquí, así que se aprovecharon de eso.
Me llevé la mano a la cabeza, para colocarme el sombrero agujereado. Aún sentía varias voces a mi alrededor, pero podía estar seguro de que no era el escuadrón, que parecía haber servido como un gran entrenamiento de puntería para aquellos marines. La gente parecía estar en pánico, desaparecían velozmente y nadie parecía sentirse culpable por esto. "La guerra no es un lugar para héroes, ¿verdad? Bueno, estaré bien... Al fin y al cabo no soy uno" pensé mientras me acercaba al escuadrón de marines para hablar con ellos.
-Este es un lugar peligroso ¿me vais a dejar aquí? - pregunté, esperando que su sentido de la justicia y la responsabilidad les hiciera llevarme con ellos -
Si decían que si los seguiría, posiblemente evitando ir en primera línea de fuego, e intentando estar completamente al tanto de si veía, oía o sentía algo extraño para alertarles. Eso era una guerra y no pensaba morir allí.
Aún podía notar esa enorme presencia, pero era más un malestar que el dolor de antes. Oí una voz desde delante, que decía algo de usar civiles como escudo. Me levanté con dificultad, dejando las armas, que antes me habían dado, en el suelo y mire al que habló a la cara para después percatarme de la matanza que habían hecho. Tenía la ropa un poco manchada por la sangre y el agua, además de tener unos cuantos agujeros de bala. Me quité el sombrero y observé el agujero que lo atravesaba por completo. "Un poco más y no lo cuento" me dije a mi mismo, metiendo el dedo por el agujero de bala.
-Oh, perdón... Sí, estoy bien, bastante bien, no se puede decir lo mismo de mi ropa pero no es una pérdida importante. - respondí al marine, mientras hacía el amago de sacudirme un poco el polvo - Me habían obligado a ir con ellos. - mentí mientras le dirigía una mirada de asco al líder de estos, todo para hacerlo mucho más creíble - Estaba perdido cuando toda esta guerra empezó y no recuerdo muy bien como acabé aquí, así que se aprovecharon de eso.
Me llevé la mano a la cabeza, para colocarme el sombrero agujereado. Aún sentía varias voces a mi alrededor, pero podía estar seguro de que no era el escuadrón, que parecía haber servido como un gran entrenamiento de puntería para aquellos marines. La gente parecía estar en pánico, desaparecían velozmente y nadie parecía sentirse culpable por esto. "La guerra no es un lugar para héroes, ¿verdad? Bueno, estaré bien... Al fin y al cabo no soy uno" pensé mientras me acercaba al escuadrón de marines para hablar con ellos.
-Este es un lugar peligroso ¿me vais a dejar aquí? - pregunté, esperando que su sentido de la justicia y la responsabilidad les hiciera llevarme con ellos -
Si decían que si los seguiría, posiblemente evitando ir en primera línea de fuego, e intentando estar completamente al tanto de si veía, oía o sentía algo extraño para alertarles. Eso era una guerra y no pensaba morir allí.
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