Kenichi
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Akuma no mi
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Al llegar por fin a la costa y bajar de la embarcación, lo único en lo que podía pensar Kenichi era en los gritos de agonía que momentos atrás habían escuchado, los cuales provenían de esa misteriosa nube verde, ya dejada atrás.
- Se me olvidó agradecerle, Sir Caddie... - Shirahama portaba el trozo de tela que momentos atrás Caddie les había prestado - Bien, ya estamos aquí. Ahora sólo tenemos que-
Su charla fue cortada en el momento debido a la horrorosa visión que se encontraba frente a ellos. Lucha y muerte por todos lados, gritos de agonía e incluso de locura hacían eco en todo el campo de batalla, mientras que una explosión en la lejanía asustaba aún más al novato soldado. Cayendo al suelo debido a la gran impresión que acababa de sufrir, notaba como las piernas le temblaban y apenas le respondían, no tenía ni idea de qué hacer o cómo actuar ahora. Al fin y al cabo, jamás había estado en un lugar como este. Tras haber recorrido con suma dificultad el camino hasta llegar a tierra firme, pasando por aquella corriente que por poco les imposibilita el paso... Jamás se podrían haber imaginado lo que iban a ver al otro lado.
Al momento de la explosión, durante un instante, Shirahama fue capaz de percibir de alguna manera lo que podía ser un parpadeo azul en las proximidades del lugar donde se encontraban, aunque no le dio apenas importancia a esto debido al shock en el que se encontraba.
- C-Caddie-sama... ¿Qué diantres está sucediendo aquí?
El joven por fin pudo levantarse... de alguna manera. Observando a su alrededor, comprendió finalmente que sólo un camino era posible hasta llegar a su objetivo. Observando a sus compañeros, decidió esperar al momento en los que ellos comenzaran a avanzar.
- Se me olvidó agradecerle, Sir Caddie... - Shirahama portaba el trozo de tela que momentos atrás Caddie les había prestado - Bien, ya estamos aquí. Ahora sólo tenemos que-
Su charla fue cortada en el momento debido a la horrorosa visión que se encontraba frente a ellos. Lucha y muerte por todos lados, gritos de agonía e incluso de locura hacían eco en todo el campo de batalla, mientras que una explosión en la lejanía asustaba aún más al novato soldado. Cayendo al suelo debido a la gran impresión que acababa de sufrir, notaba como las piernas le temblaban y apenas le respondían, no tenía ni idea de qué hacer o cómo actuar ahora. Al fin y al cabo, jamás había estado en un lugar como este. Tras haber recorrido con suma dificultad el camino hasta llegar a tierra firme, pasando por aquella corriente que por poco les imposibilita el paso... Jamás se podrían haber imaginado lo que iban a ver al otro lado.
Al momento de la explosión, durante un instante, Shirahama fue capaz de percibir de alguna manera lo que podía ser un parpadeo azul en las proximidades del lugar donde se encontraban, aunque no le dio apenas importancia a esto debido al shock en el que se encontraba.
- C-Caddie-sama... ¿Qué diantres está sucediendo aquí?
El joven por fin pudo levantarse... de alguna manera. Observando a su alrededor, comprendió finalmente que sólo un camino era posible hasta llegar a su objetivo. Observando a sus compañeros, decidió esperar al momento en los que ellos comenzaran a avanzar.
Balagus
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Akuma no mi
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Mi vagabundeo sin rumbo parece aburrir a mi peludo compañero, pero a mí me es incluso menos terrible que aguantar una conversación sin sentido. El ser llamado por Xanxus parece poner fin a su tormento rápidamente, sacándole de mi hombro para oír las noticias y direcciones a tomar.
Exasperado y cada vez más irritado por la ausencia de acción, dejo escapar el aire contenido en un brusco suspiro. Dirijo mi mirada al suelo y pateo una raíz cercana, desenterrándola parcialmente y doblándola en un ángulo horrible. La opción de talar masivamente los árboles de las islas y construir algo para largarnos sigue ahí, ocultándose en mi mente, pero el matar vegetales no es precisamente lo que más me pueda calmar en este momento.
De improviso, noto los pasos de alguien más y dirijo mis ojos hacia el origen de los suaves pasos: Xanxus se ha acercado hasta mí y me ordena, de esa manera tan firme y particular respaldada por mi respeto hacia él, que baje hasta su altura para que no tenga que trepar hasta mi hombro como cierto animalejo.
Esbozo una media sonrisa forzada, aliviando muy ligeramente la tensión en mi rostro y mi mirada, antes de sentarme casi de golpe sobre el suelo y de inclinarme un poco más para poder oír sus secretos planes. A medida que sus palabras van tomando la forma de una serie de órdenes simples, pero sumamente agradables para mis oídos, mi falsa sonrisa se convierte en una más ancha y cruel, con la que respondo a la mueca de mi capitán.
- A sus órdenes, jefe. -Murmuro para mí al tiempo que Xanxus se vuelve hacia el submarino por el que ya han desaparecido Rocket y los recién llegados.
Levantándome, reanudo de nuevo mi camino, de nuevo y al fin tan enérgico como solía ser, hacia el navío de metal. En las cercanías siguen los mercenarios, sin dejar de hablar y murmurar y lanzándome miradas ocasionales que no dudo en responder con furibundas réplicas.
“Aquí va a haber un lío bien gordo. Lo huelo.”
Aprieto los dientes y aferro con fuerza mi maza, desenrollándola presta para cualquier uso que la tenga que dar inmediatamente.
Exasperado y cada vez más irritado por la ausencia de acción, dejo escapar el aire contenido en un brusco suspiro. Dirijo mi mirada al suelo y pateo una raíz cercana, desenterrándola parcialmente y doblándola en un ángulo horrible. La opción de talar masivamente los árboles de las islas y construir algo para largarnos sigue ahí, ocultándose en mi mente, pero el matar vegetales no es precisamente lo que más me pueda calmar en este momento.
De improviso, noto los pasos de alguien más y dirijo mis ojos hacia el origen de los suaves pasos: Xanxus se ha acercado hasta mí y me ordena, de esa manera tan firme y particular respaldada por mi respeto hacia él, que baje hasta su altura para que no tenga que trepar hasta mi hombro como cierto animalejo.
Esbozo una media sonrisa forzada, aliviando muy ligeramente la tensión en mi rostro y mi mirada, antes de sentarme casi de golpe sobre el suelo y de inclinarme un poco más para poder oír sus secretos planes. A medida que sus palabras van tomando la forma de una serie de órdenes simples, pero sumamente agradables para mis oídos, mi falsa sonrisa se convierte en una más ancha y cruel, con la que respondo a la mueca de mi capitán.
- A sus órdenes, jefe. -Murmuro para mí al tiempo que Xanxus se vuelve hacia el submarino por el que ya han desaparecido Rocket y los recién llegados.
Levantándome, reanudo de nuevo mi camino, de nuevo y al fin tan enérgico como solía ser, hacia el navío de metal. En las cercanías siguen los mercenarios, sin dejar de hablar y murmurar y lanzándome miradas ocasionales que no dudo en responder con furibundas réplicas.
“Aquí va a haber un lío bien gordo. Lo huelo.”
Aprieto los dientes y aferro con fuerza mi maza, desenrollándola presta para cualquier uso que la tenga que dar inmediatamente.
Rocket Raccoon
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Akuma no mi
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Empecé a sentir un cosquilleo en la cola cuando salieron del submarino, un cosquilleo que ascendió por mi espina dorsal hasta hacerme temblar las orejas. Me puse de pie y agarré la APHADD con ambas manos, girando la pequeña rueda que hacía que el cañón se contrajese para formar el modo sub-fusil. Suspiré y observé como los guardias salían... seguidos por Sansu, que estaba en forma híbrida. Aquello era lo que despertó mi instinto, su puñetera presencia de depredador...
"Esto va a ir mal..."
Apreté con fuerza la APHADD, siempre en guardia pero sin que pareciese que iba a atacar en cualquier momento. Caminé hasta los guardias, que habían empezado a darse cuenta del aspecto de Sansu. Rapidamente, apunté con mi preciada arma adelante, a los guardias, acariciando el gatillo con la garra. Siendo todo lo rápido que pude, apunté con mi arma al guardia que llevaba la cinta y disparé, aprovechando que estaba girado y mirando a Sansu. Las balas fueron dirigidas en una corta ráfaga a su espalda. Sin preocuparme de si acerté o no, salté hacia atrás y llamé al viento para alejarme aún más, poniendo la APHADD en modo larga distancia. Volví a apuntar a otro de los tipos y disparé, esta vez un único disparo más certero.
"Esto va a ir mal..."
Apreté con fuerza la APHADD, siempre en guardia pero sin que pareciese que iba a atacar en cualquier momento. Caminé hasta los guardias, que habían empezado a darse cuenta del aspecto de Sansu. Rapidamente, apunté con mi preciada arma adelante, a los guardias, acariciando el gatillo con la garra. Siendo todo lo rápido que pude, apunté con mi arma al guardia que llevaba la cinta y disparé, aprovechando que estaba girado y mirando a Sansu. Las balas fueron dirigidas en una corta ráfaga a su espalda. Sin preocuparme de si acerté o no, salté hacia atrás y llamé al viento para alejarme aún más, poniendo la APHADD en modo larga distancia. Volví a apuntar a otro de los tipos y disparé, esta vez un único disparo más certero.
Alistar Reep
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Akuma no mi
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El tipo castaño que acompañaba al ratón y a Kimura parecía bastante afligido por sus alrededores. La muerte rodeaba al trío, en forma de gritos de agonía y almas pereciendo. Una sensación que, por suerte o por desgracia, no le era extraña a Caddie. El ratón estaba serio, con la mitad del rostro cubierta por aquel pañuelo improvisado hecho por su capa. Caddie simplemente siguió avanzando a lomos de Mondo, a paso lento.
- Es una guerra, Kenichi... Ya están muertos, no podemos hacer nada por ellos. Hagamos algo por los que aún están vivos. -La fría respuesta sorprendió incluso al ratón. Aquella actitud no era propia del pequeño guerrero, que siempre buscaba la forma de salvar a todo el mundo. - La guerra... la guerra nunca cambia.
Una explosión sonó por encima de los gritos de agonía y dolor. El ratón se llevó los brazos a la cabeza, cubriéndose la cara ante el repentino destello azul, seguido por una pregunta de Kenichi. Caddie miró a los lados y vio que solo había un camino posible...
Azuzó a Mondo para que acelerara el paso. El perro empezó a correr dirección a la temible presencia que se cernía sobre la isla, con intenciones oscuras.
- Es una guerra, Kenichi... Ya están muertos, no podemos hacer nada por ellos. Hagamos algo por los que aún están vivos. -La fría respuesta sorprendió incluso al ratón. Aquella actitud no era propia del pequeño guerrero, que siempre buscaba la forma de salvar a todo el mundo. - La guerra... la guerra nunca cambia.
Una explosión sonó por encima de los gritos de agonía y dolor. El ratón se llevó los brazos a la cabeza, cubriéndose la cara ante el repentino destello azul, seguido por una pregunta de Kenichi. Caddie miró a los lados y vio que solo había un camino posible...
Azuzó a Mondo para que acelerara el paso. El perro empezó a correr dirección a la temible presencia que se cernía sobre la isla, con intenciones oscuras.
Kaito Kazuki
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Akuma no mi
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Una broma de Sinclair, un comentario de Guldirk dan sonido al solitario y silencioso camino que emprenden los cazadores que se dirigen hacia un par de siluetas humanoides, algo que tiene al lider de aquél pequeño grupo en ascuas por saber si aquellos seres son enemigos, aliados o otro tipo de personas. Pero conforme se acercan los jovenes a esos dos seres se empiezan a escuchar extraños pitidos débiles, pero cada vez más veloces, como si mandaran un mensaje en código o dieran algún tipo de aviso.
|~¿Una bomba?¿Mensaje codificado?~| Se pregunta Kaito mientras se acerca a los espantapájaros a atacarlos, pero por si acaso no los golpea, sino que simplemente los examina desde cerca, activa su mantra para prevenir cualquier interacción por sorpresa.
|~¿Una bomba?¿Mensaje codificado?~| Se pregunta Kaito mientras se acerca a los espantapájaros a atacarlos, pero por si acaso no los golpea, sino que simplemente los examina desde cerca, activa su mantra para prevenir cualquier interacción por sorpresa.
sinclair moon
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Seguimos por el pasillo hacía aquellas figuras humanoides, aunque nuestra preparación no sirvió de nada ya que cuando llegamos a la altura en la que estaban simplemente eran un par de espantapájaros.
La sangre me hervía nos la habían jugado demasiadas veces en esta misión y eso me enfurecía y me entraron ganas de destrozarlos con mis propias manos, aunque algo extraño pasaba con aquellos dos espantapájaros, hacían "silbidos" extraños. Mi mente empezó a tener ideas serían bombas, una alarma...si fuera la segunda opción probablemente pronto empezaría la acción, si era la primera estaríamos en serios problemas de distinta gravedad en la situación en la que nos encontrábamos.
La sangre me hervía nos la habían jugado demasiadas veces en esta misión y eso me enfurecía y me entraron ganas de destrozarlos con mis propias manos, aunque algo extraño pasaba con aquellos dos espantapájaros, hacían "silbidos" extraños. Mi mente empezó a tener ideas serían bombas, una alarma...si fuera la segunda opción probablemente pronto empezaría la acción, si era la primera estaríamos en serios problemas de distinta gravedad en la situación en la que nos encontrábamos.
Falcopone Gialvanni
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Al escuchar el rugir de los cañones Falcopone comenzo a cesar su paso lentamente hasta quedarse quieto, miro al cielo y observo como empezaban a caer las primeras gotas de lluvia, a pesar de ello su puro seguia encendido, aspirando fuertemente, se rasco la barbilla y por un momento penso que lo mejor seria retirarse de aquel lugar pues lo primero era su seguridad, como el Don diria "Primero debo salvarme yo, después vosotros", pero la situación era realmente fea, demasiado, pero Falcopone habia venido con un objetivo y no se iria sin recoger el fruto de los hechos.
-Don Falcopone, la marina esta aquí
-¡¿Que?!...Thougjojojo, bueno parece que al menos he tenido mas suerte de lo que pensaba, si ese reyezuelo es el enemigo, entonces mi apoyo estara por supuesto para la marina, vamos...manos a la obra.
El Don se encamino hacia la costa aproximandose a los barcos de la marina, alzando las manos en señal de que no iba armada, aunque claramente lo hacia con el fin de que lo reconozcan, los rangos altos del lugar, es de bien saber que el Don aporta "beneficios" a la marina desde hace bastantes años, mostrando su apoyo incondicional al gobierno mundial, el Don se dirigió a los marines del lugar del rango bajo, no sin antes dar una calada a su puro.
-La Agencia Gialvanni apoya a la marina en su cometido, como presidente de la misma pido como favor que se me confié seguridad ante los acontecimientos que estan apunto de suceder. *concluyo educadamente a la espera de que algun alto rango se dirigiera hacia el*
-Don Falcopone, la marina esta aquí
-¡¿Que?!...Thougjojojo, bueno parece que al menos he tenido mas suerte de lo que pensaba, si ese reyezuelo es el enemigo, entonces mi apoyo estara por supuesto para la marina, vamos...manos a la obra.
El Don se encamino hacia la costa aproximandose a los barcos de la marina, alzando las manos en señal de que no iba armada, aunque claramente lo hacia con el fin de que lo reconozcan, los rangos altos del lugar, es de bien saber que el Don aporta "beneficios" a la marina desde hace bastantes años, mostrando su apoyo incondicional al gobierno mundial, el Don se dirigió a los marines del lugar del rango bajo, no sin antes dar una calada a su puro.
-La Agencia Gialvanni apoya a la marina en su cometido, como presidente de la misma pido como favor que se me confié seguridad ante los acontecimientos que estan apunto de suceder. *concluyo educadamente a la espera de que algun alto rango se dirigiera hacia el*
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Akuma no mi
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Tal vez activar su mantra y extenderlo lo máximo posible no fuera la mejor de las ideas... De hecho, fue una ocurrencia nefasta, pues en cuanto volvió a ser consciente de la terrible presencia del rey su voluntad se tambaleó y, con ella, su cuerpo. Precisó de varios segundos para recuperar la compostura y volver a erguirse. Realmente era un gran contratiempo. ¿Se vería incapaz de emplear su haki si quería mantenerse en pie? Bueno, al menos había conseguido averiguar algo, y es que Derian se encontraba justo debajo de él, bajo tierra. ¿Túneles subterráneos? ¿Algún asentamiento secreto, tal vez? Si el tirano estaba allí, debía haber alguna forma de bajar, y encontrarla sería su objetivo principal a partir de ese momento.
Tras esto el parcheado pelirrojo comenzó a caminar, avanzando para adentrarse más en la isla, aunque no pudo hacerlo más allá de unos pocos metros. De frente, a lo lejos, un importante grupo compuesto por soldados de Hallstat avanzaban imparables, seguidos de cerca por dos pelirrojos... De los cuales uno le resultó la mar de familiar. ¿O tal vez debería decir "una"? Era extraño, realmente extraño, y por un momento el desconcierto y una leve crispación le invadieron. No pasó mucho tiempo con ella, pero no le había parecido el tipo de persona que seguiría a alguien como Derian. Debía haber algún motivo, pero ya habría tiempo para buscarla y preguntárselo él mismo. Algo más lejos de ellos, el ojo de Kusanagi localizó lo que parecía ser la entrada a una cueva. "Cuevas, ¿eh? Tal vez sea la forma de descender" pensó al tiempo que se ajustaba bien la katana. Al menos ya sabían por dónde comenzar a buscar, aunque no tenía muy claro cómo podrían desenvolverse frente al mismísimo rey. Al menos el lisiado no les había seguido, por lo que se acababa de ahorrar un camino que probablemente llevaría al dolor y a la muerte. Sin embargo, por algún motivo el agente no sentía temor alguno. Al contrario, estaba ansioso por estar cara a cara con él. Quería mirar a los ojos al causante de todo el mal que le rodeaba en ese momento, al responsable de la sangre derramada, y separar su cabeza del cuerpo.
- Las cosas se complican a partir de aquí... Pero debemos darnos prisa. No podemos permitir que se nos escape, o que llegue hasta... Bueno, hasta donde se esté dirigiendo ahora. ¡Vamos, Noa! -gritó al tiempo que comenzaba a correr hacia la entrada de la cueva.
Mientras corría, trataba de pensar en cómo le estaría yendo al resto. ¿Irían ganando? ¿Aún podrían conservar la esperanza? Era curioso el hecho de que, pese a sus diferencias y el odio mutuo, tanto el Gobierno como la Armada hubieran aunado fuerzas para enfrentarse a semejante adversario. No solo ellos... Incluso piratas o guerreros sin señor se habían unido a las filas de la coalición. Era esperanzador, pese a que el motivo que había detrás fuera tan oscuro. Era posible, al fin y al cabo, establecer lazos incluso con los que se oponían al sistema. "Y para que pueda darse de forma definitiva, solo hay una cosa que debemos hacer." Apretó los puños y frunció el ceño, mostrando una expresión mucho más seria. Si salía con vida, se aseguraría de cumplir su propósito con más fuerza que nunca. Limpiaría la corrupción que había infectado al árbol que era el gobierno desde la raíz hasta la hoja más alta.
- ¿Estarán padre y madre aquí también? -murmuró, de forma inaudible, para sí mismo.
Tras esto el parcheado pelirrojo comenzó a caminar, avanzando para adentrarse más en la isla, aunque no pudo hacerlo más allá de unos pocos metros. De frente, a lo lejos, un importante grupo compuesto por soldados de Hallstat avanzaban imparables, seguidos de cerca por dos pelirrojos... De los cuales uno le resultó la mar de familiar. ¿O tal vez debería decir "una"? Era extraño, realmente extraño, y por un momento el desconcierto y una leve crispación le invadieron. No pasó mucho tiempo con ella, pero no le había parecido el tipo de persona que seguiría a alguien como Derian. Debía haber algún motivo, pero ya habría tiempo para buscarla y preguntárselo él mismo. Algo más lejos de ellos, el ojo de Kusanagi localizó lo que parecía ser la entrada a una cueva. "Cuevas, ¿eh? Tal vez sea la forma de descender" pensó al tiempo que se ajustaba bien la katana. Al menos ya sabían por dónde comenzar a buscar, aunque no tenía muy claro cómo podrían desenvolverse frente al mismísimo rey. Al menos el lisiado no les había seguido, por lo que se acababa de ahorrar un camino que probablemente llevaría al dolor y a la muerte. Sin embargo, por algún motivo el agente no sentía temor alguno. Al contrario, estaba ansioso por estar cara a cara con él. Quería mirar a los ojos al causante de todo el mal que le rodeaba en ese momento, al responsable de la sangre derramada, y separar su cabeza del cuerpo.
- Las cosas se complican a partir de aquí... Pero debemos darnos prisa. No podemos permitir que se nos escape, o que llegue hasta... Bueno, hasta donde se esté dirigiendo ahora. ¡Vamos, Noa! -gritó al tiempo que comenzaba a correr hacia la entrada de la cueva.
Mientras corría, trataba de pensar en cómo le estaría yendo al resto. ¿Irían ganando? ¿Aún podrían conservar la esperanza? Era curioso el hecho de que, pese a sus diferencias y el odio mutuo, tanto el Gobierno como la Armada hubieran aunado fuerzas para enfrentarse a semejante adversario. No solo ellos... Incluso piratas o guerreros sin señor se habían unido a las filas de la coalición. Era esperanzador, pese a que el motivo que había detrás fuera tan oscuro. Era posible, al fin y al cabo, establecer lazos incluso con los que se oponían al sistema. "Y para que pueda darse de forma definitiva, solo hay una cosa que debemos hacer." Apretó los puños y frunció el ceño, mostrando una expresión mucho más seria. Si salía con vida, se aseguraría de cumplir su propósito con más fuerza que nunca. Limpiaría la corrupción que había infectado al árbol que era el gobierno desde la raíz hasta la hoja más alta.
- ¿Estarán padre y madre aquí también? -murmuró, de forma inaudible, para sí mismo.
Nemonic
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No podía creer lo que veían mis ojos, eran dos simples y asquerosos muñecos. Parecía como si alguien me hubiera leído el pensamiento y estuviera jugando con nosotros. Comencé a sentir el corazón latir con gran fuerza y rapidez, notaba que iba a perder el control. Nunca me había pasado algo parecido, al menos en unas circunstancias similares. Pero ver aquellas dos..... Allí parados con aquella mueca, hacía que quisiera golpear y destruir todo lo que había.
- ¿Esto será una broma, no? - dije conteniéndome para no ir a por ellos y hacerlos añicos.
Observe que Kaito se acercó a ellos y comenzó a observarlos. El pitido que hacían me llevaba a pensar que eran algún tipo de sensor o algo parecido, aunque también podría ser una bomba. - Cuidado Kaito, por si acaso explota- dije con cautela. Si era una simple alarma, me encargaría de quien viniera y después me haría una hoguera con los espantapájaros.
En ese momento recordé lo que mi maestro me enseño en la niñez, mantener la calma en situaciones adversas conducían a la victoria. Era complicado seguir esa pauta en ese momento, por lo que respire profundamente y pase de largo de los muñecos. Con mi haki activo, me adelante unos metros para comprobar si alguien venía. Necesitaba desahogarme con alguien o algo y el próximo al que nos encontráramos lo sufrirían.
- ¿Esto será una broma, no? - dije conteniéndome para no ir a por ellos y hacerlos añicos.
Observe que Kaito se acercó a ellos y comenzó a observarlos. El pitido que hacían me llevaba a pensar que eran algún tipo de sensor o algo parecido, aunque también podría ser una bomba. - Cuidado Kaito, por si acaso explota- dije con cautela. Si era una simple alarma, me encargaría de quien viniera y después me haría una hoguera con los espantapájaros.
En ese momento recordé lo que mi maestro me enseño en la niñez, mantener la calma en situaciones adversas conducían a la victoria. Era complicado seguir esa pauta en ese momento, por lo que respire profundamente y pase de largo de los muñecos. Con mi haki activo, me adelante unos metros para comprobar si alguien venía. Necesitaba desahogarme con alguien o algo y el próximo al que nos encontráramos lo sufrirían.
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El castaño se mantuvo inmóvil durante unos instantes, sin apartar la mirada del pequeño caracol que hacía de comunicador entre él y el maestro del gremio, sujetándolo con firmeza pese a que todos sus músculos temblaran. ¿Miedo? No... Era más que eso. Impotencia tal vez. No había obtenido respuesta alguna, y ahora estaba completamente solo. "Justo ahora que les necesito" pensó al tiempo que resoplaba, guardando el den den mushi bajo la chaqueta de nuevo y comenzando a remar con mayor ímpetu. Debía salir del agua rápidamente, pues a su alrededor el mar parecía haberse convertido en el mismísimo infierno. Barcos hundiéndose, siendo consumidos por las llamas; munición de todo tipo silbando al rozar el aire para impactar poco después en alguna de las naves o incluso en el agua, produciendo explosiones que generaban fuertes olas, haciendo que la barca del espadachín se tambaleara. Mientras avanzaba hacia la costa podía escuchar con claridad los sollozos y lamentos de los heridos en combate, mientras su mirada se clavaba en la extraña nube verde, que tan solo vaticinaba muerte y desolación.
Era extraño, pero volver a pisar tierra produjo en él una sensación comparable a la de llegar al mismísimo cielo, si es que aquello existía realmente. Se apresuró a bajar del bote dando un pequeño salto y a observar a su alrededor. No importaba hacia donde mirara, allá por donde su vista pasaba tan solo se topaba con acero, humo y fuego. Bien, ¿y ahora qué? No sabía dónde se encontraban sus compañeros, ni qué podría hacer para ser de ayuda, pero una cosa estaba clara y es que no podía quedarse allí. Terminarían viéndole y pasaría a tener que entablar combate, cosa que... Bueno, probablemente ocurriría independientemente del bando al que perteneciesen. Al fin y al cabo, el gobierno parecía haberles traicionado y uno de los suyos había atacado a un alto cargo de este. Sin duda, eso no podría traer nada bueno, aunque con suerte nadie más que los presentes en el barco serían conscientes de esto último.
- Byakuro-san se localizaba al Este hace una semana... Tal vez podría empezar a buscar por allí. Puede que me tope con el Black Lotus y haya alguien en él -se dijo a sí mismo, apretando la empuñadura de Yoake mientras fruncía el ceño. Parecía ser la única opción viable- Muy bien...
Comenzó a caminar a buen ritmo, dirección Este, lo suficientemente rápido como para avanzar con rapidez sin llegar a descuidar su atención sobre el terreno. Se encontraba en mitad de una guerra, al fin y al cabo, no podía bajar la guardia. Tan solo faltaba que comenzaran a llover jodidos meteoritos para que fuera un día redondo. ¡Maldición! Seguro que ahora que lo había pensado hacían acto de presencia. Esas malditas rocas en llamas... Pero bueno, ya se pondría a salvo cuando hubiera encontrado al resto.
Era extraño, pero volver a pisar tierra produjo en él una sensación comparable a la de llegar al mismísimo cielo, si es que aquello existía realmente. Se apresuró a bajar del bote dando un pequeño salto y a observar a su alrededor. No importaba hacia donde mirara, allá por donde su vista pasaba tan solo se topaba con acero, humo y fuego. Bien, ¿y ahora qué? No sabía dónde se encontraban sus compañeros, ni qué podría hacer para ser de ayuda, pero una cosa estaba clara y es que no podía quedarse allí. Terminarían viéndole y pasaría a tener que entablar combate, cosa que... Bueno, probablemente ocurriría independientemente del bando al que perteneciesen. Al fin y al cabo, el gobierno parecía haberles traicionado y uno de los suyos había atacado a un alto cargo de este. Sin duda, eso no podría traer nada bueno, aunque con suerte nadie más que los presentes en el barco serían conscientes de esto último.
- Byakuro-san se localizaba al Este hace una semana... Tal vez podría empezar a buscar por allí. Puede que me tope con el Black Lotus y haya alguien en él -se dijo a sí mismo, apretando la empuñadura de Yoake mientras fruncía el ceño. Parecía ser la única opción viable- Muy bien...
Comenzó a caminar a buen ritmo, dirección Este, lo suficientemente rápido como para avanzar con rapidez sin llegar a descuidar su atención sobre el terreno. Se encontraba en mitad de una guerra, al fin y al cabo, no podía bajar la guardia. Tan solo faltaba que comenzaran a llover jodidos meteoritos para que fuera un día redondo. ¡Maldición! Seguro que ahora que lo había pensado hacían acto de presencia. Esas malditas rocas en llamas... Pero bueno, ya se pondría a salvo cuando hubiera encontrado al resto.
Issei Hayate
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¡Otro problema! Parecía que en aquel piso sólo estaba la familia real. Hubiese estado bien un rescate triunfal, pero Issei no era un héroe, y la ingente cantidad de guardias complicaba las cosas. Séptimo nivel ya... y parece que aun hay más." Si seguía aumentando el número de vigilantes, llegaría un punto que la huida sería imposible. Debía retroceder al nivel anterior y replantear su estrategia. De repente, el otro tipo dijo que se iría ya. ¡Maldición! ¿Y si no había forma de salir de allí sin la huella? No podía dejarle irse. Esbozó su sonrisa malévola más convincente y le dijo:
- No, tu esperas aquí. Si te aburres puedes jugar al veo veo con los guardias o algo así. Yo voy a cumplir mis órdenes. No dejes tu puesto, o le pediré permiso al vampirito para llevarte a mi laboratorio - dijo, ampliando su sonrisa.
"Dios mío... igual he exagerado un poco mi interpretación, pero por lo que veo en sus recuerdos, el doctor Cooper es así. Está como una cabra." Abandonó en su puesto a Zumrok y comenzó a deambular por los pasillos, sacando un cuaderno de notas y un boli como si cumpliese con una inspección. Fingió tomar notas escribiendo detalles irrelevante mientras planteaba su siguiente movimiento. Volver al piso anterior y tratar de averiguar si los presos eran combatientes sería lo apropiado. Así podría organizar un motín. De todos modos... había descubierto un dato crucial: la anterior familia real estaba viva. El CP estaría muy interesado en aquella información. Se pasó por los pasillos que teóricamente daban a los pisos inferiores, y revisó el lugar con su akuma para tratar de discernir cuál era el que llevaba al siguiente nivel, si es que no se podía acceder a este por ambos. Tras su reconocimiento, regresó junto al hombrezuelo y le dijo:
- Hala, ya podemos volver Neo Rumzok. Tú delante. Ahora llévame a la sala de control del anterior nivel, me da pereza hacer el informe completo del tuyo, así que te dejaré hacerlo. Yo me limitaré a comprobar la situación viendo las cámaras. Si eres buen chico te daré una galletita, y tal vez hasta te recomiende para un ascenso.
- No, tu esperas aquí. Si te aburres puedes jugar al veo veo con los guardias o algo así. Yo voy a cumplir mis órdenes. No dejes tu puesto, o le pediré permiso al vampirito para llevarte a mi laboratorio - dijo, ampliando su sonrisa.
"Dios mío... igual he exagerado un poco mi interpretación, pero por lo que veo en sus recuerdos, el doctor Cooper es así. Está como una cabra." Abandonó en su puesto a Zumrok y comenzó a deambular por los pasillos, sacando un cuaderno de notas y un boli como si cumpliese con una inspección. Fingió tomar notas escribiendo detalles irrelevante mientras planteaba su siguiente movimiento. Volver al piso anterior y tratar de averiguar si los presos eran combatientes sería lo apropiado. Así podría organizar un motín. De todos modos... había descubierto un dato crucial: la anterior familia real estaba viva. El CP estaría muy interesado en aquella información. Se pasó por los pasillos que teóricamente daban a los pisos inferiores, y revisó el lugar con su akuma para tratar de discernir cuál era el que llevaba al siguiente nivel, si es que no se podía acceder a este por ambos. Tras su reconocimiento, regresó junto al hombrezuelo y le dijo:
- Hala, ya podemos volver Neo Rumzok. Tú delante. Ahora llévame a la sala de control del anterior nivel, me da pereza hacer el informe completo del tuyo, así que te dejaré hacerlo. Yo me limitaré a comprobar la situación viendo las cámaras. Si eres buen chico te daré una galletita, y tal vez hasta te recomiende para un ascenso.
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Akuma no mi
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Noté que los tipos se iban acercando e iban cerrando el pequeño espacio que iba teniendo. Diablos, la situación era muy peligrosa y tampoco era que tuviera muchas opciones. Luchar o rendirme y dejarme a la merced de ellos. La primera fue lo que, valga la redundancia, lo primero que se me ocurrió en el momento, pero lo segundo cada vez tomaba más fuerza y era el camino más “seguro”. Si los hacía creer que me tenían “detenido”, podría avanzar más y poder investigar un poco más y, tal vez, acercarme a la posición de Derian. ”¿Qué hago?” – pensaba mientras trataba de mantener la calma. Ellos no iban a dudar y atacarme de ser necesario, yo tenía ese derecho a la duda y poder pensar fríamente. ”Supongo que será lo mejor…” – ¿En serio lo era? ¡Maldita sea!
– Esta bien… – suspiré y me relajé. Lo mejor era seguirles la corriente y no causar más problemas. Aunque bueno, en esta guerra todo era uno y bueno… Tampoco era que importara mucho meterme en uno más, ¿o sí? – Hagan lo que quieran. No quiero más peleas. – Levanté ambas manos y relajé un poco más mi postura. No es que quisiera ser arrestado, detenido, privado de libertad en el peor de los casos, no en una guerra, al menos. ¿Qué iba a hacer una vez ellos hicieran lo que tenían que hacer? Aún lo seguía pensando, procesando alguna idea para escapar. Seguramente se me iba a ocurrir algo, de momento, solo tenía que seguirles la corriente y no cometer muchos errores… Lo cual iba a ser divertido y algo complicado, más que nada porque odiaba tener acatar órdenes de unas escorias como esas. ”En cuanto pueda, me escaparé.” – pensaba mientras los miraba con cierta desconfianza. Mi Haki mantra estaba al máximo y, solo por si lo necesitaba, una fina capa invisible de mi Busoushoku recubría mis puntos vitales. ¿Qué pasaría ahora?
Byakuro Kyoya
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El cazador avanzaba a trompicones por el oscuro pasadizo. El brazo cortado lo cegaba de dolor, y unas lágrimas empezaron a descender por sus mejillas. De vez en cuando, de forma instintiva trataba de utilizar el brazo que ya no tenía, por lo que tras un par de minutos el chico se hartó y generó tinta recubriendo la herida y creando un brazo sustituyendo al perdido. El chico empezó a avanzar entonces con más decisión. Tenía que encontrar a Chrome y a Doc cuanto antes.
Trató de sacar su Den-Den Mushi, pero estando allí abajo lo único que había era estática. El cazador maldijo su mala suerte y empezó a caminar de nuevo. Sus pasos lo acabaron llevando a un lugar similar al que había dejado atrás. Posiblemente tuviera otras trampas similares. El cazador sacó un dial de fuego de su bolsa, y lo acercó a la mano de tinta. El pringoso líquido negro prendió, y entonces Byakuro tiró un par de pegotes llameantes al centro del paso, esperando que las llamas le mostrasen posibles trampas en las paredes, el techo o el propio suelo.
- Se han asegurado de defender bastante este lugar... y si alguien protege algo es porque no quiere que nadie se acerque. -murmuró el albino, mientras buscaba mecanismos que pudieran revelar la localización de trampas de algún tipo. En caso de no ver ninguna, empezaría a volar por el centro del pasillo, con el mantra activo y sin tocar el suelo, el techo o las paredes.
Trató de sacar su Den-Den Mushi, pero estando allí abajo lo único que había era estática. El cazador maldijo su mala suerte y empezó a caminar de nuevo. Sus pasos lo acabaron llevando a un lugar similar al que había dejado atrás. Posiblemente tuviera otras trampas similares. El cazador sacó un dial de fuego de su bolsa, y lo acercó a la mano de tinta. El pringoso líquido negro prendió, y entonces Byakuro tiró un par de pegotes llameantes al centro del paso, esperando que las llamas le mostrasen posibles trampas en las paredes, el techo o el propio suelo.
- Se han asegurado de defender bastante este lugar... y si alguien protege algo es porque no quiere que nadie se acerque. -murmuró el albino, mientras buscaba mecanismos que pudieran revelar la localización de trampas de algún tipo. En caso de no ver ninguna, empezaría a volar por el centro del pasillo, con el mantra activo y sin tocar el suelo, el techo o las paredes.
AlexEmpanadilla
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- Meh... ni siquiera has llegado a los veinte segundos... -dijo Alex mientras se apartaba trocitos molestos de brazo que se le habían quedado pegados a la cara debido a la explosión. El doctor simplemente alzó la vista para ver cómo la mayor parte de los hombres del navío parecían estar muriendo. Que desgracia... ya no hacían a la gente como antes. Ahora parecía que se rompían demasiado rápido.
Encogiéndose de hombros, el doctor empezó a elevarse en el aire, mientras sobre él un sol verde y enfermizo parecía brillar con un tono mortecino. A Alex no le apasionaba el sol, pero la cantidad de destrucción que había provocado bien valía la pena.
- Bueeeeeeno... vamos a ver... -se dijo a sí mismo, mientras se encaraba hacia el castillo-. Matemos dos pájaros y unos cuantos cientos de personas de un tiro... -el doctor entró en forma gaseosa de nuevo, internándose en las nubes y saturándolas de cloro según se iba aproximando al castillo real. Cualquier persona que estuviese bajo aquel corredor de la muerte estaría en problemas.
El doctor acabó por llegar al patio de la entrada, donde la mujer pelirroja que había encontrado antes estaba mirando la puerta desde una extraña postura en el suelo. Extrañado, el tipo de pelo blanco se preguntó si sería buena idea enterrarla viva. Al final se dio cuenta de que no valía la pena pasar el esfuerzo. Pasando de largo, entró en la sala del hall principal.
- Bueeeeeno... vamos a empezar los fuegos artificiales. -se dijo, mientras se dirigía a su cuarto, en busca de los explosivos, mientras canturreaba una retahíla ridícula sobre puentes explotando y un hombre llamado Miguel de la Bahía y Suárez.
Encogiéndose de hombros, el doctor empezó a elevarse en el aire, mientras sobre él un sol verde y enfermizo parecía brillar con un tono mortecino. A Alex no le apasionaba el sol, pero la cantidad de destrucción que había provocado bien valía la pena.
- Bueeeeeeno... vamos a ver... -se dijo a sí mismo, mientras se encaraba hacia el castillo-. Matemos dos pájaros y unos cuantos cientos de personas de un tiro... -el doctor entró en forma gaseosa de nuevo, internándose en las nubes y saturándolas de cloro según se iba aproximando al castillo real. Cualquier persona que estuviese bajo aquel corredor de la muerte estaría en problemas.
El doctor acabó por llegar al patio de la entrada, donde la mujer pelirroja que había encontrado antes estaba mirando la puerta desde una extraña postura en el suelo. Extrañado, el tipo de pelo blanco se preguntó si sería buena idea enterrarla viva. Al final se dio cuenta de que no valía la pena pasar el esfuerzo. Pasando de largo, entró en la sala del hall principal.
- Bueeeeeno... vamos a empezar los fuegos artificiales. -se dijo, mientras se dirigía a su cuarto, en busca de los explosivos, mientras canturreaba una retahíla ridícula sobre puentes explotando y un hombre llamado Miguel de la Bahía y Suárez.
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Estaba en un aprieto, si el agua me alcanzaba estaría en serios problemas. Me levanté y comencé a andar todo lo rápido que pude. El agua empezaba a hacer fuerza debajo de mi. Debía llegar donde Derian a toda costa. Tal y como estaba seguramente este sería mi final. No quería morir aquí, debía llegar hasta Derian lo antes posible para poder ayudarlo a cumplir su objetivo.
Intenté acelerar mis pasos, pero era costoso, ya que tenía el pie malherido y estaba bastante cansado.
Intenté acelerar mis pasos, pero era costoso, ya que tenía el pie malherido y estaba bastante cansado.
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Me frené en seco durante un segundo y me quedé mirando lo que pasaba, con la boca abierta en una mueca extraña, y una ceja levantada. "¿Qué se supone que acaba de pas...? No, no vale la pena, sigue caminando." Y así hice, mientras pensaba en que yo podía ser neutral y tirar para lo que más me convenía, pero a pesar de todo no cambiaba de bando como si de chaquetas se tratara, tal como parecía hacer el peliverde de la pierna extraña. Vale, venga, quizás no era la más indicada para reprocharlo sin saber por qué lo hacía, pero era extraño y no pensaba fiarme de él. "Si es que... se acaba de tirar contra sus propios soldados..." Y lo peor era que había conseguido derribar a bastantes de ellos, que ahora yacían en el suelo moribundos. Los fui esquivando como podía o por lo menos lo intentaba, pasando incluso por encima de algunos, esquivando sus miradas y las manos que se tendían hacia nosotros, sin saber si debía rematarlos para acabar con el sufrimiento o dejarles la oportunidad de recuperarse milagrosamente. Nah, prefería no mancharme las manos, aunque me costaba cerrar los ojos.
Se hizo eterno, y demasiado tenso. Cuando por fin llegamos a una de las fábricas que había al otro lado, hice un gran esfuerzo por mirar atrás para ver si mis compañeros estaban bien y, para qué mentir, para echar un vistazo a la desolación que estábamos dejando en aquel campo. Empezaba a entender que lo único que se hacía en una guerra era perder gente en ambos lados, y en ocasiones ni siquiera quedaba un claro vencedor. Menuda pérdida de tiempo y recursos... Y vidas.
Dejé los desvaríos internos y me centré en lo que tenía delante. La escalera parecía bastante endeble y peligrosa, pero me tentaba subir y echar una ojeada. Me quedé al pie de ella, pensando si era buena idea.
-Yo intentaré subir sin matarme en el intento -les dije, con una sonrisa falsa para dar ánimos. -Vosotros podéis rodear el edificio o subir conmigo, pero no sé si aguantará mucho peso.
En cuanto se decidieran, y si no pasaba nada inesperado, subiría.
Se hizo eterno, y demasiado tenso. Cuando por fin llegamos a una de las fábricas que había al otro lado, hice un gran esfuerzo por mirar atrás para ver si mis compañeros estaban bien y, para qué mentir, para echar un vistazo a la desolación que estábamos dejando en aquel campo. Empezaba a entender que lo único que se hacía en una guerra era perder gente en ambos lados, y en ocasiones ni siquiera quedaba un claro vencedor. Menuda pérdida de tiempo y recursos... Y vidas.
Dejé los desvaríos internos y me centré en lo que tenía delante. La escalera parecía bastante endeble y peligrosa, pero me tentaba subir y echar una ojeada. Me quedé al pie de ella, pensando si era buena idea.
-Yo intentaré subir sin matarme en el intento -les dije, con una sonrisa falsa para dar ánimos. -Vosotros podéis rodear el edificio o subir conmigo, pero no sé si aguantará mucho peso.
En cuanto se decidieran, y si no pasaba nada inesperado, subiría.
William White
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Mientras analizaba las paredes, las lamparas y la estancia en general estaba repleta de cámaras y micrófonos, demonios hasta tal extremo llegaba la paranoia del vampiro, en fin supuse que el tirano llevaba mal lo de dormir poco, las noches le sabrían eternas y tendría mucho que pensar. Cogiendo uno de los micrófonos y una de las cámaras y abriéndolos en canal comprobé que utilizaban el mismo canal de transmisión, es decir utilizaban una única frecuencia. Aquello por fortuna me facilitaba la tarea en un 50% ya que con hacer un único inhibidor de frecuencia bastaría. Primero realicé un inhibidor de señal con la cámara, la cual inmediatamente activé. Tras esto transformaría el micrófono en un receptor de señal que funcionaba como un altavoz de muy poca potencia (pero suficiente como para interceptar un mensaje).
-Esto que he creado es un pequeño micrófono modificado, en cuanto desactive el inhibidor de frecuencia escucharé posiblemente algún tipo de mensaje, cada treinta segundos produciré cortes de frecuencia, entonces te diré lo que he recibido del mensaje tras lo cual reanudaré la escucha, las pausas duran diez segundos, el resto del tiempo actúa con normalidad y sobretodo no hables hasta que no chasque los dedos de mi mano derecha- le ordené a mi compañero, ya que nuestra supervivencia se basaba principalmente en la actuación de mi compañero.
Apagando el inhibidor, traté de sacar algo en claro de las comunicaciones en caso de las que hubiera podido intervenir lo cual nos sería especialmente si por algún casual alguno de los dos bandos iba contra nosotros. Los mensajes y las reacciones del enemigo me servirán tanto como el mantra. Fue justo en ese instante en el cual noté unas presencias ligeramente débiles acercándose a mi posición. Realizando la segunda interferencia avisé a mi compañero con un chasquido y le informé:
-Se acerca alguien mantente alerta, si quieren negociar, negociaremos -le comuniqué a mi compañero, el cual pesé a tener una gran capacidad de mejora aún estaba lejos del nivel de la guerra, incluso mi supervivencia no estaba garantizada, si podíamos evitar combates innecesarios los evitaría, pero jamás volvería a renunciar a mis creencias.
-Esto que he creado es un pequeño micrófono modificado, en cuanto desactive el inhibidor de frecuencia escucharé posiblemente algún tipo de mensaje, cada treinta segundos produciré cortes de frecuencia, entonces te diré lo que he recibido del mensaje tras lo cual reanudaré la escucha, las pausas duran diez segundos, el resto del tiempo actúa con normalidad y sobretodo no hables hasta que no chasque los dedos de mi mano derecha- le ordené a mi compañero, ya que nuestra supervivencia se basaba principalmente en la actuación de mi compañero.
Apagando el inhibidor, traté de sacar algo en claro de las comunicaciones en caso de las que hubiera podido intervenir lo cual nos sería especialmente si por algún casual alguno de los dos bandos iba contra nosotros. Los mensajes y las reacciones del enemigo me servirán tanto como el mantra. Fue justo en ese instante en el cual noté unas presencias ligeramente débiles acercándose a mi posición. Realizando la segunda interferencia avisé a mi compañero con un chasquido y le informé:
-Se acerca alguien mantente alerta, si quieren negociar, negociaremos -le comuniqué a mi compañero, el cual pesé a tener una gran capacidad de mejora aún estaba lejos del nivel de la guerra, incluso mi supervivencia no estaba garantizada, si podíamos evitar combates innecesarios los evitaría, pero jamás volvería a renunciar a mis creencias.
C. K.
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Catherine empieza a observar la dantesca imagen que se desarrolla ante sus ojos. Un hombre de pelo blanco parece estar experimentando con los hombres moribundos que están siendo consumidos por la lluvia mortal que cae sobre ellos. El macabro doctor de chaqueta oscura parece disfrutar con los horribles experimentos, y tras inyectar un fluido con una jeringuilla a uno de los marineros, se pone a contar segundos con un reloj en la mano. Antes de pasar veinte segundos, el brazo del pobre hombre revienta, manchando toda la cubierta del barco. Catherine se lleva las manos a la boca, espantada, ahogando un grito.
Poco a poco desciende de nuevo hasta las rocas, y cuando se siente oculta de los ojos escrutadores del doctor Cooper, saca su Den-Den Mushi y pronuncia unas palabras:
- Aquí agente C.K. Me dirijo al interior de la isla. La costa parece segura, el agente Liath está peinando el lugar. -dicho esto, la mujer guarda el aparato y se posa en tierra firme. Su haki visión le permite prever cualquier ataque que se acerque a ella, por lo que decide arriesgarse a internarse en territorio enemigo.
Con un gesto de estiramiento, la mujer se prepara para la carrera. Un par de brazos surgen bajo los que ya posee, y su cuerpo adquiere un tono marrón, al tiempo que un par de enormes quelíceros brotan de ambos lados de su boca.
- Vamos allá. -dice, mientras sale disparada hacia el interior de la isla, buscando enemigos a los que abatir y civiles a los que rescatar.
Poco a poco desciende de nuevo hasta las rocas, y cuando se siente oculta de los ojos escrutadores del doctor Cooper, saca su Den-Den Mushi y pronuncia unas palabras:
- Aquí agente C.K. Me dirijo al interior de la isla. La costa parece segura, el agente Liath está peinando el lugar. -dicho esto, la mujer guarda el aparato y se posa en tierra firme. Su haki visión le permite prever cualquier ataque que se acerque a ella, por lo que decide arriesgarse a internarse en territorio enemigo.
Con un gesto de estiramiento, la mujer se prepara para la carrera. Un par de brazos surgen bajo los que ya posee, y su cuerpo adquiere un tono marrón, al tiempo que un par de enormes quelíceros brotan de ambos lados de su boca.
- Vamos allá. -dice, mientras sale disparada hacia el interior de la isla, buscando enemigos a los que abatir y civiles a los que rescatar.
Der
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Derek observó el montón de cosas de aspecto valioso. Sus ojos parecieron iluminarse en cuanto vio aquellas riquezas de aspecto caro y por las que seguro que podrían sacar un buen pellizco si lograban llevarse alguna. El chico se frotó las manos con avidez, mientras pensaba en las enormes bolsas de patatas fritas que podría comprar con todo aquel dinero. Un ruido lo sacó de su ensimismamiento. Una máquina en una esquina de la sala, similar a las típicas expendedoras de gominolas, se había activado, posiblemente encendiendo un ventilador o algo similar en su interior, y había comenzado a hacer un ruido bastante molesto. El chico se acercó a la susodicha máquina y observó el interior. Lleno hasta arriba de lo que parecían ser piezas de artesanía enjoyadas hasta el más mínimo recoveco, y con una extraña forma ovoide.
- ¡Mira Reira! -exclamó mientras señalaba los huevos con gemas-. Son preciosos.
El chico se acercó a uno de los montones de monedas y agarró una, metiéndola por la rendija, esperando que aquel truco tan pobre funcionase. Si colaba, podría conseguir todas aquellas obras de arte, y seguro que algunas podrían venderse a un precio exageradamente alto, y las demás las enterrarían en una isla desierta para ir a buscarlas cuando les hiciera falta dinero. La verdad es que el chico de pelo negro ya se sentía como un pirata, saqueando y consiguiendo botín para luego enterrarlo en algún lugar secreto. Tan solo le faltaba el parche en el ojo y la pata de palo.
- Rayo... vigila que nadie se acerque. -murmuró a su mascota, que saltó de su hombro, donde había estado agarrado todo el rato. El animal se acercó a la puerta de entrada y empezó a vigilar el lugar, en busca de intrusos.
- ¡Mira Reira! -exclamó mientras señalaba los huevos con gemas-. Son preciosos.
El chico se acercó a uno de los montones de monedas y agarró una, metiéndola por la rendija, esperando que aquel truco tan pobre funcionase. Si colaba, podría conseguir todas aquellas obras de arte, y seguro que algunas podrían venderse a un precio exageradamente alto, y las demás las enterrarían en una isla desierta para ir a buscarlas cuando les hiciera falta dinero. La verdad es que el chico de pelo negro ya se sentía como un pirata, saqueando y consiguiendo botín para luego enterrarlo en algún lugar secreto. Tan solo le faltaba el parche en el ojo y la pata de palo.
- Rayo... vigila que nadie se acerque. -murmuró a su mascota, que saltó de su hombro, donde había estado agarrado todo el rato. El animal se acercó a la puerta de entrada y empezó a vigilar el lugar, en busca de intrusos.
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Apenas habían comenzado su camino siguiendo a la tropa que se encontraba bajo el mando de Derian, siendo guiados por aquel espadachín que...¿Dónde se había metido? Los ojos de la felina a penas lograban seguir sus movimientos. ¿Tan ágil era? El hombre siguió avanzando al frente del pelotón, olvidándose por completo de ellos para realizar su trabajo como "jefe" del grupo. Aunque tampoco es que fueran a atacarles aún. Al menos por el momento, ambos pelirrojos habían decidido seguirles el juego e ir con ellos (aunque realmente fue Akagami quien decidió por ambos). "Que remedio.." Se dijo a sí misma la chica al tiempo que de sus labios escapaba un largo suspiro.
Por si fuera poco, ella se encontraba desde hacía un buen rato...¿Malhumorada? Bueno, no era algo nuevo en ella, ya que en ocasiones (a pesar de su buen humor) tendía a ser bastante susceptible. Pero en aquel momento nadie había hecho nada para que estuviera en tal estado anímico. Ni siquiera la situación en que se encontraban debería haberla mosqueado tanto. ¿Entonces? Tal vez fuera por la presencia de antes, o por alguna otra de las incontables voces que les rodeaban. De hecho, había alguna que le resultaba familiar. "Será imaginaciones mías..." Pensó antes de ser sacada de su ensimismamiento por la aparición de una nueva voz mucho más fuerte que las demás, la cual parecía estar bajando del cielo.
Su cola se erizó y sus orejas se pusieron en punta, al tiempo que ella alzaba la mirada, olisqueando el húmedo aire y buscando con sus ojos la procedencia de aquella presencia. Cual sería su sorpresa al descubrir que esta provenía de un familiar de la lagartija. -¿Otro lagarto con alas?- Murmuró al tiempo que sus ojos desviaban la mirada de la bestia, buscando a su compañero. -Aka...- Le llamó al mismo tiempo que él a ella, indicándole que su objetivo había cambiado. -¿Así que cazar dragones?...Suena divertido.- Respondió la chica antes de tomar la mano de su capitán, en cuya espalda se habían materializado dos alas doradas. Aunque podría haber a pie en su forma completa...Pero no se iba a quejar. Ser llevada en brazos mientras él volaba debía ser divertido, aunque no tanto como ir a lomos de Sumire, eso seguro.
Por si fuera poco, ella se encontraba desde hacía un buen rato...¿Malhumorada? Bueno, no era algo nuevo en ella, ya que en ocasiones (a pesar de su buen humor) tendía a ser bastante susceptible. Pero en aquel momento nadie había hecho nada para que estuviera en tal estado anímico. Ni siquiera la situación en que se encontraban debería haberla mosqueado tanto. ¿Entonces? Tal vez fuera por la presencia de antes, o por alguna otra de las incontables voces que les rodeaban. De hecho, había alguna que le resultaba familiar. "Será imaginaciones mías..." Pensó antes de ser sacada de su ensimismamiento por la aparición de una nueva voz mucho más fuerte que las demás, la cual parecía estar bajando del cielo.
Su cola se erizó y sus orejas se pusieron en punta, al tiempo que ella alzaba la mirada, olisqueando el húmedo aire y buscando con sus ojos la procedencia de aquella presencia. Cual sería su sorpresa al descubrir que esta provenía de un familiar de la lagartija. -¿Otro lagarto con alas?- Murmuró al tiempo que sus ojos desviaban la mirada de la bestia, buscando a su compañero. -Aka...- Le llamó al mismo tiempo que él a ella, indicándole que su objetivo había cambiado. -¿Así que cazar dragones?...Suena divertido.- Respondió la chica antes de tomar la mano de su capitán, en cuya espalda se habían materializado dos alas doradas. Aunque podría haber a pie en su forma completa...Pero no se iba a quejar. Ser llevada en brazos mientras él volaba debía ser divertido, aunque no tanto como ir a lomos de Sumire, eso seguro.
Nocturne93
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Rápidamente me subí al bote y cogí los remos. Aguardé a que Cadogan entrase al bote, y este vino acompañado de su perro-montura. En cuanto subieron comencé a remar hacia la orilla de la isla. No cabía duda de que nos esperaba algo tan grande como peligroso. No estaba muy tranquilo trayendo a Kenichi conmigo. Sabía que sabía defenderse, pero dudaba de conservar mi propia vida ante esta gran batalla. ¿Cómo iba a ser capaz de proteger también la suya? Bien es cierto que tenía una gran motivación para seguir con vida. Pero la motivación no es fuente de poder, y uno no puede ir más allá de sus límites por motivado que se halle.
Avanzamos, y de pronto comenzó a llover. No observaba a mis espaldas, pero una gran oscuridad amenazaba visualmente a todo aquél que osase posar su mirada sobre ella. La lluvia cada vez arremetía con más fuerza, hasta que de pronto apenas se podía apreciar nada bien a distancia. Y el sonido era atronador. Casi llegábamos a la orilla, cuando noté una infinita presión recorriendo cada una de las partes de mi cuerpo, mis articulaciones y mis órganos. En un instante me quedé sin fuerzas, mi cuerpo casi cae a plomo al suelo si no es por que me dejo caer deslizando las rodillas hacia adelante y sentándome sobre mis propios talones. Mi mente se nubla y me mareo durante un instante.
Pasan dos segundos y me encuentro nuevamente recuperado. Casi pierdo el conocimiento. ¿Qué diablos había ocurrido ahí? Hacía mucho tiempo que no sentía esto realmente. Estaba aterrorizado como nunca. Los gritos desde la isla llegaban a mis oídos. No pude evitar quedarme perplejo, dudar por un instante. Quería marcharme de allí. Me importaba una mierda que me considerasen un desertor de la marina. Si no conseguía vivir aquí no podría proteger a los míos... No me lo pensé. Si lo pensaba era peor y no sería capaz de decidirme, tal vez incluso acabaría dando media vuelta y regresando al navío de la marina. Pero continué avanzando, debía completar mi misión, aunque no pudiera con ello.
Cadogan me había tendido una tela que ahora me ponía tapándome la nariz y boca a modo de pañuelo. No se fiaba de esa nube extraña, y sinceramente yo tampoco. Todos esos gritos no podían ser en vano, debía ser algo. Pero no tenemos ni idea de qué puede tratarse. Yo menos. Todavía estaba aterrado y pensando en qué podría haber sido esa extraña sensación que casi me hace caer inconsciente.
Llegamos a la orilla y todos bajamos. Yo tan solo me quedo mirando. Los gritos van desapareciendo, seguramente por causa de la muerte. ¿Quién diablos se está llevando todas estas vidas de esa forma? Mi mente comenzó a colapsar, comencé a apretar los puños y dientes sin darme cuenta siquiera. Se estaba repitiendo. Una isla asediada por piratas, gente inocente muriendo por culpa de su estúpida y absurda sed de sangre. Gente peleando sin poder hacer nada, tan solo intentando sobrevivir. La historia volvía a cobrar vida. Con la única diferencia de que esto era mucho más grande que aquello.
Caminamos un poco, y Kenichi estaba agradeciendo al revolucionario ese pañuelo. Pero de pronto sus palabras se vieron ahogadas. Era una masacre. Una gran batalla estaba teniendo lugar en este preciso instante, y no me veía capaz de hacer nada. Pude entrever como un flash la cabeza del pirata en uno de los combatientes, el rostro de mi padre en uno de los cadáveres... Mis amigos, mi familia... Vi muchas caras conocidas por un instante. Me di la vuelta tapando y frotándome los ojos. Sabía que nada de eso era real, tan solo mi mente me estaba causando malas pasadas. Y eso no hacía más que llenarme de ira, a la vez que de impotencia.
Me volví a girar, algo más sereno. Rezaba para no volver a ver ningún rostro conocido, ni siquiera por una fracción de segundo. Un gran destello azul ilumina toda la zona, precedido por una explosión. No sabía que era eso. Pero había un camino para avanzar.
-Esto es la guerra Shirahama Kenichi -mi voz sonó muy seria, tal vez más seria de lo que nunca me habría escuchado el chico. Caddie comenzó a galopar con su perro-. En la guerra o eres el cazador o eres la presa. Pero ten claro que como cazador en ningún momento puedes bajar tu guardia. Los papeles se pueden invertir con una increíble facilidad.
Desenfundé ambas espadas, sujeté la espada maestra con la mano izquierda y la plateada con la derecha. Estaba en mitad del combate, no tenía sentido utilizar el arco, de modo que pelearía como mejor se hacerlo. Pero no puedo dejar escapar al ratón. Debo ir tras él, puesto que todavía no conozco sus verdaderas intenciones. Comencé a correr, pero antes de eso le dije unas palabras a Kenichi.
-Si nunca has visto nada parecido estarás impactado. Pero no te duermas. Si no puedes estar muerto cuando quieras despertar... No te separes mucho de mí.
Comencé entonces a correr hacia la misma dirección que Sir Cadogan. No se me iba a escapar. Y aquella presencia me daba muy mala espina. Si es un enemigo es probable que el revolucionario no pueda él solo contra él. De momento debía asegurarme de mantenerlo con vida.
Avanzamos, y de pronto comenzó a llover. No observaba a mis espaldas, pero una gran oscuridad amenazaba visualmente a todo aquél que osase posar su mirada sobre ella. La lluvia cada vez arremetía con más fuerza, hasta que de pronto apenas se podía apreciar nada bien a distancia. Y el sonido era atronador. Casi llegábamos a la orilla, cuando noté una infinita presión recorriendo cada una de las partes de mi cuerpo, mis articulaciones y mis órganos. En un instante me quedé sin fuerzas, mi cuerpo casi cae a plomo al suelo si no es por que me dejo caer deslizando las rodillas hacia adelante y sentándome sobre mis propios talones. Mi mente se nubla y me mareo durante un instante.
Pasan dos segundos y me encuentro nuevamente recuperado. Casi pierdo el conocimiento. ¿Qué diablos había ocurrido ahí? Hacía mucho tiempo que no sentía esto realmente. Estaba aterrorizado como nunca. Los gritos desde la isla llegaban a mis oídos. No pude evitar quedarme perplejo, dudar por un instante. Quería marcharme de allí. Me importaba una mierda que me considerasen un desertor de la marina. Si no conseguía vivir aquí no podría proteger a los míos... No me lo pensé. Si lo pensaba era peor y no sería capaz de decidirme, tal vez incluso acabaría dando media vuelta y regresando al navío de la marina. Pero continué avanzando, debía completar mi misión, aunque no pudiera con ello.
Cadogan me había tendido una tela que ahora me ponía tapándome la nariz y boca a modo de pañuelo. No se fiaba de esa nube extraña, y sinceramente yo tampoco. Todos esos gritos no podían ser en vano, debía ser algo. Pero no tenemos ni idea de qué puede tratarse. Yo menos. Todavía estaba aterrado y pensando en qué podría haber sido esa extraña sensación que casi me hace caer inconsciente.
Llegamos a la orilla y todos bajamos. Yo tan solo me quedo mirando. Los gritos van desapareciendo, seguramente por causa de la muerte. ¿Quién diablos se está llevando todas estas vidas de esa forma? Mi mente comenzó a colapsar, comencé a apretar los puños y dientes sin darme cuenta siquiera. Se estaba repitiendo. Una isla asediada por piratas, gente inocente muriendo por culpa de su estúpida y absurda sed de sangre. Gente peleando sin poder hacer nada, tan solo intentando sobrevivir. La historia volvía a cobrar vida. Con la única diferencia de que esto era mucho más grande que aquello.
Caminamos un poco, y Kenichi estaba agradeciendo al revolucionario ese pañuelo. Pero de pronto sus palabras se vieron ahogadas. Era una masacre. Una gran batalla estaba teniendo lugar en este preciso instante, y no me veía capaz de hacer nada. Pude entrever como un flash la cabeza del pirata en uno de los combatientes, el rostro de mi padre en uno de los cadáveres... Mis amigos, mi familia... Vi muchas caras conocidas por un instante. Me di la vuelta tapando y frotándome los ojos. Sabía que nada de eso era real, tan solo mi mente me estaba causando malas pasadas. Y eso no hacía más que llenarme de ira, a la vez que de impotencia.
Me volví a girar, algo más sereno. Rezaba para no volver a ver ningún rostro conocido, ni siquiera por una fracción de segundo. Un gran destello azul ilumina toda la zona, precedido por una explosión. No sabía que era eso. Pero había un camino para avanzar.
-Esto es la guerra Shirahama Kenichi -mi voz sonó muy seria, tal vez más seria de lo que nunca me habría escuchado el chico. Caddie comenzó a galopar con su perro-. En la guerra o eres el cazador o eres la presa. Pero ten claro que como cazador en ningún momento puedes bajar tu guardia. Los papeles se pueden invertir con una increíble facilidad.
Desenfundé ambas espadas, sujeté la espada maestra con la mano izquierda y la plateada con la derecha. Estaba en mitad del combate, no tenía sentido utilizar el arco, de modo que pelearía como mejor se hacerlo. Pero no puedo dejar escapar al ratón. Debo ir tras él, puesto que todavía no conozco sus verdaderas intenciones. Comencé a correr, pero antes de eso le dije unas palabras a Kenichi.
-Si nunca has visto nada parecido estarás impactado. Pero no te duermas. Si no puedes estar muerto cuando quieras despertar... No te separes mucho de mí.
Comencé entonces a correr hacia la misma dirección que Sir Cadogan. No se me iba a escapar. Y aquella presencia me daba muy mala espina. Si es un enemigo es probable que el revolucionario no pueda él solo contra él. De momento debía asegurarme de mantenerlo con vida.
Esmejit R. Airnal
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Esmejit pasó corriendo entre los soldados que parecían estar bastante ocupados tratando de acabar con el peliverde. Esmejit lo miró, extrañado. ¿No era su general? Aquello era muy extraño, sin duda.
- ¡Corre, corre, corre! -le gritó a Melchiah mientras le empujaba con ahínco en la espalda, tratando de hacer que su compañero corriese lo suficiente como para evitar quedar atrapado en medio de la melee. El pelirrojo agarraba sus pistolas con fuerza, mientras observaba el combate que se desarrollaba a su alrededor. Los gritos de agonía, las explosiones, los disparos, y ese extraño foco verde en el cielo. Aquella escena era verdaderamente pesadillesca.
Evitando, casi milagrosamente, el combate, terminaron por alcanzar una de las fábricas que estaban desperdigadas por la zona. Parecía un enorme edificio de gruesos muros, más pensado como bloque de contención que como fábrica en sí misma. A Esmejit le dio un escalofrío por toda la espalda. Unas escaleras de hierro ascendían hasta la parte alta de la fábrica, llegando al tejado, y Alice se dispuso a subir. Esmejit empezó a barajar opciones. Así, de buenas a primeras, veía dos: o subía también o se quedaba con todos aquellos enemigos allí abajo. Sus piernas empezaron a caminar por sí solas hacia la escalera y sus brazos se agarraron, ligeramente temblorosos a la barandilla, tratando de aferrarse con fuerza para evitar resbalar y caer.
- N-no... no puede ser... tan malo... -se dijo a sí mismo, tratando de darse ánimos.
- ¡Corre, corre, corre! -le gritó a Melchiah mientras le empujaba con ahínco en la espalda, tratando de hacer que su compañero corriese lo suficiente como para evitar quedar atrapado en medio de la melee. El pelirrojo agarraba sus pistolas con fuerza, mientras observaba el combate que se desarrollaba a su alrededor. Los gritos de agonía, las explosiones, los disparos, y ese extraño foco verde en el cielo. Aquella escena era verdaderamente pesadillesca.
Evitando, casi milagrosamente, el combate, terminaron por alcanzar una de las fábricas que estaban desperdigadas por la zona. Parecía un enorme edificio de gruesos muros, más pensado como bloque de contención que como fábrica en sí misma. A Esmejit le dio un escalofrío por toda la espalda. Unas escaleras de hierro ascendían hasta la parte alta de la fábrica, llegando al tejado, y Alice se dispuso a subir. Esmejit empezó a barajar opciones. Así, de buenas a primeras, veía dos: o subía también o se quedaba con todos aquellos enemigos allí abajo. Sus piernas empezaron a caminar por sí solas hacia la escalera y sus brazos se agarraron, ligeramente temblorosos a la barandilla, tratando de aferrarse con fuerza para evitar resbalar y caer.
- N-no... no puede ser... tan malo... -se dijo a sí mismo, tratando de darse ánimos.
Anduve por aquella isla, más tiempo del que estaba dispuesto a gastar. Ya había dejado la playa tiempo atrás y ahora intentaba atravesar un barranco. Llevaba horas intentando salir de aquel paraje inhóspito. Dos desmedidas paredes de roca ascendían a mis lados, pese a ello decidí continuar por el estrecho desfiladero. Era un parillo frio y oscuro, a veces tan ajustado que me costaba pasar y si mirabas al cielo nublado solo se veía una delgada línea de nubes negras. Llegó un momento en el que me olvidé de todo, los cañones y las explosiones cercanas dejaron de importar. Estaba yo solo con la naturaleza.
Tras el introspectivo llegué al final del desfiladero, donde descubrí que todo eso no lleva a nada. Las dos infinitas paredes se fusionan para llevar a nada. Todo aquel paso, largo y estrecho pasillo, se formó tras millones de años de erosión y, quizás, algún evento volcánico. Todo ese tiempo para no llegar a ningún sitio.
Me senté, cansado y hambriento, apoyado en el muro rocoso que marcaba el final de mi camino. Pensé en mi propia historia, ¿Todo lo que estoy haciendo sirve realmente para algo? ¿Le estoy haciendo un bien real a esta sociedad? No. Mi vida en ese momento no llevaba a nada. Era momento de cambiar y de dar un giro de 180 grados a mi forma de ver el mundo.
Justo en el momento en el que llegue a esa conclusión noté algo en mi espalda. La roca de mi espalda cedió, abriendo un hueco en la pared. Caí en el agua más fría que jamás había tocado mi piel y la fuerte corriente subterránea me arrastró a las profundidades de la isla.
Tras el introspectivo llegué al final del desfiladero, donde descubrí que todo eso no lleva a nada. Las dos infinitas paredes se fusionan para llevar a nada. Todo aquel paso, largo y estrecho pasillo, se formó tras millones de años de erosión y, quizás, algún evento volcánico. Todo ese tiempo para no llegar a ningún sitio.
Me senté, cansado y hambriento, apoyado en el muro rocoso que marcaba el final de mi camino. Pensé en mi propia historia, ¿Todo lo que estoy haciendo sirve realmente para algo? ¿Le estoy haciendo un bien real a esta sociedad? No. Mi vida en ese momento no llevaba a nada. Era momento de cambiar y de dar un giro de 180 grados a mi forma de ver el mundo.
Justo en el momento en el que llegue a esa conclusión noté algo en mi espalda. La roca de mi espalda cedió, abriendo un hueco en la pared. Caí en el agua más fría que jamás había tocado mi piel y la fuerte corriente subterránea me arrastró a las profundidades de la isla.
Aria Exia
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El otro hombre no tardó mucho en unirse a nosotros, no me di cuenta de cuando llegó, sólo miré a mi lado y ahí estaba él. No tenía ni idea ni de cuándo ni de cómo había llegado, además con quién se habría comunicado en un espacio tan corto de tiempo, eso me inquietaba, lo prudente sería tener un ojo sobre él. Pero ahora no podía desconcentrarme o la "burbuja" que nos cubría de la lluvia se desharía y a Derian no le gustaría mucho mojarse.
Nuestro camino nos llevó hacia una extraña cueva, a pesar de que la entrada parecía natural las paredes habían sido tratadas por la mano humana. Poco después pude ver el lugar al cual nos llevaba, una gigantesca gruta, una bóveda subterránea la cual albergaba una ciudad entera. Según Derian, el agua de lluvia era canalizada para alimentar las turbinas que suministraban de electricidad a las fábricas y a las viviendas. Ante mi se hallaba una auténtica maravilla de la ingeniería, una muestra de lo que el ser humano es capaz de hacer. Todo aquello llenaba mi cabeza de un gran número de preguntas, pero entre ellas había dos que era imperante que manifestase en voz alta.
-Todo esto deja sin duda sin aliento señor Markov, es algo absolutamente impresionante mantener una infraestructura tan grande oculta a los ojos del mundo, una obra digna de un emperador mas que de un rey si me permite. De todas formas tengo que hacerle varias preguntas. Por ejemplo ¿De dónde sale esta luz que parece tan natural? aunque esa es la menos importante de todas- Hice una pequeña pausa para apreciar mejor la vista de la ciudad subterránea. -¿Por qué me ha mostrado a alguien como yo, quien era una intrusa en su castillo hasta hace escasos minutos, el gran secreto de Hallstat? y, si no es mucho preguntar ¿Qué sucederá cuando se agote el Dance Powder? Según mis cálculos se necesita una inmensa cantidad de plata para producirlos- Concluí mostrando con esa última pregunta mis dudas sobre tan colosal proyecto.
Nuestro camino nos llevó hacia una extraña cueva, a pesar de que la entrada parecía natural las paredes habían sido tratadas por la mano humana. Poco después pude ver el lugar al cual nos llevaba, una gigantesca gruta, una bóveda subterránea la cual albergaba una ciudad entera. Según Derian, el agua de lluvia era canalizada para alimentar las turbinas que suministraban de electricidad a las fábricas y a las viviendas. Ante mi se hallaba una auténtica maravilla de la ingeniería, una muestra de lo que el ser humano es capaz de hacer. Todo aquello llenaba mi cabeza de un gran número de preguntas, pero entre ellas había dos que era imperante que manifestase en voz alta.
-Todo esto deja sin duda sin aliento señor Markov, es algo absolutamente impresionante mantener una infraestructura tan grande oculta a los ojos del mundo, una obra digna de un emperador mas que de un rey si me permite. De todas formas tengo que hacerle varias preguntas. Por ejemplo ¿De dónde sale esta luz que parece tan natural? aunque esa es la menos importante de todas- Hice una pequeña pausa para apreciar mejor la vista de la ciudad subterránea. -¿Por qué me ha mostrado a alguien como yo, quien era una intrusa en su castillo hasta hace escasos minutos, el gran secreto de Hallstat? y, si no es mucho preguntar ¿Qué sucederá cuando se agote el Dance Powder? Según mis cálculos se necesita una inmensa cantidad de plata para producirlos- Concluí mostrando con esa última pregunta mis dudas sobre tan colosal proyecto.
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