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Akuma no mi
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-Me cago en la p... ¡DEREK! -Mi grito resonó por la sala casi más que el ruido del huevo rompiéndose. Me llevé una mano a la frente, sin creerme la que habíamos liado. -¿Qué parte de no llamar la atención en la guarida del malo no se entendía?
Estaba paralizada, como esperando que pasara algo, y no podía dejar de mirar al tonto del capi y el estropicio que había hecho. Y llegó, como era de esperar. ¿Otro más como el que había en la puerta? "Aunque este tiene pinta de ser un sirviente de la casa..." De otra puerta salió una mujer que más que para pelear, parecía que estaba vestida de gala. Daba la impresión de ser más avispada y de tener intención de atacarnos, pero el tono de su piel me decía que quizás estaba igual de viva que el mayordomo.
-Vale. -Me giré hacia Derek, intentando pensar fríamente y no dejarme asustar tan fácil como hasta el momento. -O coges todo lo que puedas y te largas o... -hice una pausa dramática y puse los ojos en blanco porque suponía que le iba a gustar la otra opción- los dejamos K.O. y rapiñamos más. Además, seguramente haya más enemigos y peores cuanto más nos adentremos. Habría que buscar algo que sirviera para bloquear alguna de las demás puertas -dije, mirando a mi alrededor.
Ya estaba bien de correr, ¿no? Me estaba volviendo una blandengue cuando debería ser sanguinaria. El poder del amor. Hice una mueca de asco. "Nah, no he dicho ni pensado eso, así que como si no hubiera pasado nada." Eché mano de un par de bisturíes que tenía en la correa de la pierna, sin saber si funcionaría contra aquellos bichos. ¿Los zombies sentían dolor? ¿Podía matar a un no-muerto? Curiosidad médica. La verdad es que la perspectiva de poder diseccionar a uno de ellos no me disgustaba, quería saber cómo eran por dentro, aunque quizás no tuvieran nada diferente.
En cualquier caso, no sabía si la idea era un suicidio, pero no pensaba dar yo el primer paso. Que vinieran si querían...
Estaba paralizada, como esperando que pasara algo, y no podía dejar de mirar al tonto del capi y el estropicio que había hecho. Y llegó, como era de esperar. ¿Otro más como el que había en la puerta? "Aunque este tiene pinta de ser un sirviente de la casa..." De otra puerta salió una mujer que más que para pelear, parecía que estaba vestida de gala. Daba la impresión de ser más avispada y de tener intención de atacarnos, pero el tono de su piel me decía que quizás estaba igual de viva que el mayordomo.
-Vale. -Me giré hacia Derek, intentando pensar fríamente y no dejarme asustar tan fácil como hasta el momento. -O coges todo lo que puedas y te largas o... -hice una pausa dramática y puse los ojos en blanco porque suponía que le iba a gustar la otra opción- los dejamos K.O. y rapiñamos más. Además, seguramente haya más enemigos y peores cuanto más nos adentremos. Habría que buscar algo que sirviera para bloquear alguna de las demás puertas -dije, mirando a mi alrededor.
Ya estaba bien de correr, ¿no? Me estaba volviendo una blandengue cuando debería ser sanguinaria. El poder del amor. Hice una mueca de asco. "Nah, no he dicho ni pensado eso, así que como si no hubiera pasado nada." Eché mano de un par de bisturíes que tenía en la correa de la pierna, sin saber si funcionaría contra aquellos bichos. ¿Los zombies sentían dolor? ¿Podía matar a un no-muerto? Curiosidad médica. La verdad es que la perspectiva de poder diseccionar a uno de ellos no me disgustaba, quería saber cómo eran por dentro, aunque quizás no tuvieran nada diferente.
En cualquier caso, no sabía si la idea era un suicidio, pero no pensaba dar yo el primer paso. Que vinieran si querían...
Rocket Raccoon
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Akuma no mi
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Golpeé los restos de los guardias con la punta de la APHADD, quedando de cuclillas mientras observaba los cadáveres. Dejé escapar una débil risa y me levanté, colocando el arma en mi hombro y buscando a Onox y Xanxus con la mirada.
- No podemos unirnos a una causa sin liarla, no.
La batalla estaba presente ante nosotros. Muerte y sangre volaba por doquier, creando una extensa pintura que mostraba un sádico paisaje. Me puse el arma a la espalda y empecé a correr, no sin antes gritar a mis compañeros.
- ¡Nos vemos!
Pasé a las cuatro patas y empecé a correr todo lo rápido que pude, intentando esquivar a todos los combatientes, pasando entre sus piernas y dispuesto a hacerme intangible si algún ataque venía hacía mi, intentando activar mi mantra para prevenirlo, aunque me era completamente imposible, pues aún no había dominado tal cosa.
"Temerario, dicen algunos... Divertido, digo yo."
- No podemos unirnos a una causa sin liarla, no.
La batalla estaba presente ante nosotros. Muerte y sangre volaba por doquier, creando una extensa pintura que mostraba un sádico paisaje. Me puse el arma a la espalda y empecé a correr, no sin antes gritar a mis compañeros.
- ¡Nos vemos!
Pasé a las cuatro patas y empecé a correr todo lo rápido que pude, intentando esquivar a todos los combatientes, pasando entre sus piernas y dispuesto a hacerme intangible si algún ataque venía hacía mi, intentando activar mi mantra para prevenirlo, aunque me era completamente imposible, pues aún no había dominado tal cosa.
"Temerario, dicen algunos... Divertido, digo yo."
Alistar Reep
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Akuma no mi
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A nuestro alrededor, los enormes edificios que exhalaban humo se alzaban oscureciendo el cielo. Nunca había visto edificios como esos. En Leonwood al menos no había ni uno solo. Los edificios no tenían puertas, por lo que me obligó a tragar saliva, pensando en si habían trabajadores en su interior...
Miré al frente y vi como el castillo del malvado rey se alzaba a lo alto de la isla, no muy lejos de nuestra posición. Mondo se movió ligeramente, intranquilo. Llevé la mano al costado de su cabeza, acariciándolo para que se tranquilice. Me erguí sobre su lomo y llevé la mano a la empuñadura de Asta Brillante, desenvainando su hoja y haciendo que un apagado brillo verdoso resplandeciese del metal.
Estaba dispuesto a combatir si hacía falta, aunque aún no estaba completamente recuperado de los golpes recibidos en el combate contra el gigante no-muerto. Malditas criaturas del infierno...
Azucé ligeramente a Mondo para que avanzara a paso ligero, pero sin llegar a correr, hacia el enorme castillo.
Miré al frente y vi como el castillo del malvado rey se alzaba a lo alto de la isla, no muy lejos de nuestra posición. Mondo se movió ligeramente, intranquilo. Llevé la mano al costado de su cabeza, acariciándolo para que se tranquilice. Me erguí sobre su lomo y llevé la mano a la empuñadura de Asta Brillante, desenvainando su hoja y haciendo que un apagado brillo verdoso resplandeciese del metal.
Estaba dispuesto a combatir si hacía falta, aunque aún no estaba completamente recuperado de los golpes recibidos en el combate contra el gigante no-muerto. Malditas criaturas del infierno...
Azucé ligeramente a Mondo para que avanzara a paso ligero, pero sin llegar a correr, hacia el enorme castillo.
Maki
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Akuma no mi
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El extraño grupo subió en silencio en el lujoso ascensor. Los botones eran de plata y tenía un espejo que cubría la parte más alejada de la puerta. Maki se miró durante un rato, retocando... bueno, se miró durante un rato y luego se puso a contemplar los botones en un silencio incómodo. Dimitri hacía lo mismo, al igual que Su Majestad Derian. Para estar a punto de recuperar su trono usurpado no parecía muy feliz, aunque supuso que era el efecto de los ascensores. Esas cosa hacían imposible hablar. Resultaba antinatural tener una conversación en un ascensor a parte de hablar del tiempo. ¿Y quién querría hablar del tiempo de Hallstat?
El elevador llegó arriba del todo con una suave parada y una vocecita les anunció que habían llegado. Se alegraba de no haber terminado en otra tintorería. Realmente los siervos de Derian eran muy escrupulosos con la ropa, incluso cuando su señor/señora/pez estaba ausente. Las puertas se abrieron y los dos gyojin salieron. Maki notó como Derian le miraba de forma rara.
-Ha sido el caracol. -dijo. Y se adentraron en el amplio castillo.
Una gruesa puerta de madera se les presenta como la única ruta que pueden seguir. "Parece de madera de la buena. Seguro que aquí manejan", pensó el pez gota mientras se acercaba. No había ninguna señal ni ningún cartel por allí que les anunciase donde estaban, así que iban a ciegas. Maki abrió la puerta y entró con cautela, pues acababa de escuchar algo romperse. ¿era una ventana? Esperaba que no le echasen a él las culpas, aunque siempre podía decir que había sido el caracol.
El elevador llegó arriba del todo con una suave parada y una vocecita les anunció que habían llegado. Se alegraba de no haber terminado en otra tintorería. Realmente los siervos de Derian eran muy escrupulosos con la ropa, incluso cuando su señor/señora/pez estaba ausente. Las puertas se abrieron y los dos gyojin salieron. Maki notó como Derian le miraba de forma rara.
-Ha sido el caracol. -dijo. Y se adentraron en el amplio castillo.
Una gruesa puerta de madera se les presenta como la única ruta que pueden seguir. "Parece de madera de la buena. Seguro que aquí manejan", pensó el pez gota mientras se acercaba. No había ninguna señal ni ningún cartel por allí que les anunciase donde estaban, así que iban a ciegas. Maki abrió la puerta y entró con cautela, pues acababa de escuchar algo romperse. ¿era una ventana? Esperaba que no le echasen a él las culpas, aunque siempre podía decir que había sido el caracol.
Balagus
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Akuma no mi
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La pesada armadura y mi lejanía del suelo no me impiden oír el eco de unos disparos provenientes del submarino. Inmóvil, cierro el puño con fuerza sobre el mango de mi maza, listo para emplearla en caso de que sea necesaria. La voz de Rocket resonando dentro del navío metálico consigue relajarme rápidamente y dibuja una sonrisa cruel en mi rostro.
No muy lejos de allí, y mientras salen mis compañeros, la aparente tranquilidad se transforma en una matanza violenta y sangrienta que ensancha mi mueca de agrado. Noto la sangre golpeándome las venas por el ansia de combatir y de matar y descuelgo mi arma, desenrollándola sin delicadezas de forma que golpea el suelo pesadamente. De improviso, el mapache, que había salido del submarino hace un momento, sale disparado hacia toda la jarana, corriendo a cuatro patas como el animal que es en el fondo.
- ¡Pero serás cabrón! -Le impreco antes de escupir contra el suelo y levantar la maza en el aire para comenzar a darle vueltas- ¡Xanxus! Más te vale correr porque la gloria no espera a nadie, ¡jaja!
Con mi maníaca carcajada final inicio una carga lenta y pesada, pero compensada con el amplio espacio que recorren mis piernas. Mis pisadas hacen temblar el suelo con todo mi peso y el de mi armadura, la cual no dudo en aprovechar, junto a mi escudo alzado frente a mí, para detener cualquier posible proyectil que se proponga interceptarme, mientras continúo dando velocidad a la bola de acero erizada que porto.
Rápidamente distingo la masa de soldados de Derian de la de sus opositores, y esprintando con un salvaje grito de guerra me adentro entre estos últimos, dejando caer la pesada maza en brutales barridos a ras de suelo para abrirme sitio entre las filas enemigas.
"¡Vamos a ver qué tienen antes de usar mi haki o mi verdadera forma!"
No muy lejos de allí, y mientras salen mis compañeros, la aparente tranquilidad se transforma en una matanza violenta y sangrienta que ensancha mi mueca de agrado. Noto la sangre golpeándome las venas por el ansia de combatir y de matar y descuelgo mi arma, desenrollándola sin delicadezas de forma que golpea el suelo pesadamente. De improviso, el mapache, que había salido del submarino hace un momento, sale disparado hacia toda la jarana, corriendo a cuatro patas como el animal que es en el fondo.
- ¡Pero serás cabrón! -Le impreco antes de escupir contra el suelo y levantar la maza en el aire para comenzar a darle vueltas- ¡Xanxus! Más te vale correr porque la gloria no espera a nadie, ¡jaja!
Con mi maníaca carcajada final inicio una carga lenta y pesada, pero compensada con el amplio espacio que recorren mis piernas. Mis pisadas hacen temblar el suelo con todo mi peso y el de mi armadura, la cual no dudo en aprovechar, junto a mi escudo alzado frente a mí, para detener cualquier posible proyectil que se proponga interceptarme, mientras continúo dando velocidad a la bola de acero erizada que porto.
Rápidamente distingo la masa de soldados de Derian de la de sus opositores, y esprintando con un salvaje grito de guerra me adentro entre estos últimos, dejando caer la pesada maza en brutales barridos a ras de suelo para abrirme sitio entre las filas enemigas.
"¡Vamos a ver qué tienen antes de usar mi haki o mi verdadera forma!"
sinclair moon
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Akuma no mi
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Esos espantapájaros me habían tocado la moral, además de tocarme todo el cuerpo con metralla, surikens y otros objetos punzantes, es decir que esos malditos eran un par de bombas. Lo bueno de que expulsaran tanta carga descontrolada, es que algunos de esos objetos los pude esquivar y otros simplemente fallaron, pero eso no pudo evitar que quedara como un erizo, con heridas por todo el cuerpo y con dolor, por lo que como acto reflejo me convertí en mi forma completa de mi akuma para intentar anestesiarlo con mi poder de autocuración. Lo que sabía que era peligroso y más en esta situación que tenía tantas heridas, pero al menos de este modo podría mirar mi cuerpo y las heridas que tenía. Unas eran mas superficiales que otras, pero había de todo quemaduras, cortes e incluso, algunos de esos objetos se me habían incrustado en el cuerpo, tendría que ir con ojo porque, quizás, tuviese alguna hemorragia interna.
Ciertamente, en aquella ocasión, el destino se había cebado con nosotros, primero jugó con nosotros y, después nos masacro por la espalda como un cobarde, era como si quisiese matarnos y necesitábamos un milagro porque la aventura que estábamos corriendo estaba muy lejos de acabar. Aunque yo no era el único que había sufrido, Kaito, que era el que más cercano estaba a la bomba vi como un suriken se le había clavado en el pecho, aunque no se como se lo había logrado sacar. Cierra los ojos kaito voy a ayudarte. Cuando me aseguré que los tenía cerrados me acerque a él y al ver su cuerpo pude ver que tenía heridas bastante feas y una de ellas era la del pecho asi que puse mis manos encima del cuerpo de Kaito, cerré los ojos y me concentré ya que, si era verdad que mi cuerpo casi no sentía dolor, mis fuerzas y energías estaban aminorando y tenía que pensar en las posibles heridas que hubiese sufrido mi compañero Guldrik, quién, inteligentemente, se había alejado a cierta distancia de la bomba. De mis manos comenzó a salir una luz blanquecina que bañó todo el cuerpo de Kaito, con el fin de reducir las consecuencias de esas heridas.
Kaito al igual que yo, estaba harto de como nos estaban tratando esta vez y quería hacerselo pagar al causante. No estas solo Kaito, los dos les haremos pagar a los responsables de esto. Y seguí andando por el pasillo hasta el final en el que había dos puertas ante las que kaito se había parado y yo no sería el que eligiera puerta ya que, mis decisiones nos habín llevado a aquella situación.
Ciertamente, en aquella ocasión, el destino se había cebado con nosotros, primero jugó con nosotros y, después nos masacro por la espalda como un cobarde, era como si quisiese matarnos y necesitábamos un milagro porque la aventura que estábamos corriendo estaba muy lejos de acabar. Aunque yo no era el único que había sufrido, Kaito, que era el que más cercano estaba a la bomba vi como un suriken se le había clavado en el pecho, aunque no se como se lo había logrado sacar. Cierra los ojos kaito voy a ayudarte. Cuando me aseguré que los tenía cerrados me acerque a él y al ver su cuerpo pude ver que tenía heridas bastante feas y una de ellas era la del pecho asi que puse mis manos encima del cuerpo de Kaito, cerré los ojos y me concentré ya que, si era verdad que mi cuerpo casi no sentía dolor, mis fuerzas y energías estaban aminorando y tenía que pensar en las posibles heridas que hubiese sufrido mi compañero Guldrik, quién, inteligentemente, se había alejado a cierta distancia de la bomba. De mis manos comenzó a salir una luz blanquecina que bañó todo el cuerpo de Kaito, con el fin de reducir las consecuencias de esas heridas.
Kaito al igual que yo, estaba harto de como nos estaban tratando esta vez y quería hacerselo pagar al causante. No estas solo Kaito, los dos les haremos pagar a los responsables de esto. Y seguí andando por el pasillo hasta el final en el que había dos puertas ante las que kaito se había parado y yo no sería el que eligiera puerta ya que, mis decisiones nos habín llevado a aquella situación.
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Akuma no mi
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Me adelante unos metros esperando a que llegara alguien, ya que necesitaba desahogarme. En ese momento mire hacia atrás para comprobar que mis compañeros me seguían, no quería avanzar demasiado. Pero en ese momento los espantapájaros explotaron, creando una lluvia de fragmentos y fuego en el pasillo. Rápidamente me transforme y agrande los escudos de los 4 brazos, evitando en gran medida los fragmentos. Mientras me transformaba, comencé a crear hielo por el cuerpo para reducir en gran medida la llamara. De esa manera la llama derretiría el hielo y solo tendría heridas superficiales. – Pero que cojo.. – Dije pensando en que parecía que nos estaban leyendo la mente – la jaula, los muñecos y ahora la bomba – pensé.
Deje aquel pensamiento a un lado, para ayudar rápidamente a Kaito, que era el que había sufrido mayor daño. Cierto era que ellos eran médicos como yo, pero yo estaba especializado en cirugía. Mientras Sinclair le curaba las heridas superficiales, saque algunas herramientas y le saque algunos fragmentos. No pude sacarlos todos, ya que Kaito se levantó y dijo que debíamos seguir. Estaba bastante molesto por lo ocurrido y quería como todos, encontrar al que nos había metido allí. – Estoy contigo Kaito, pero ten cuidado o se abrirán tu heridas – le dije cosiendo la última que pude. – Sin guarda fuerzas, no me hace falta curación, aunque cierto es que tengo algunas quemaduras. Cuando salgamos de aquí ya tendrás tiempo de tratarlas con tu habilidad, prosigamos – dije sin saber realmente el alcance de mis heridas, ya que estaba mas preocupados por ellos. Despues me puse de píe y llegamos a un pasillo que terminaba en dos puertas.
- Elijamos esta – le dije a los demás, señalando la de la izquierda – No sé si habrá algo bueno, pero peor que lo que nos está pasando hasta ahora…. – dije pensando en que esperaba que no fuera peor. Active mi haki de observación y me quede en mi forma hibrida, para después golpear con fuerza la puerta de la izquierda. La patada sería fuerte, por lo que lanzaría una puerta normal hacía atrás con velocidad. Mi decisión estaba tomada y esperaba que mis compañeros no se molestaran conmigo. Pero ya estaba harto de esperar a que ocurriera algo bueno para nosotros, así que tome la iniciativa.
Deje aquel pensamiento a un lado, para ayudar rápidamente a Kaito, que era el que había sufrido mayor daño. Cierto era que ellos eran médicos como yo, pero yo estaba especializado en cirugía. Mientras Sinclair le curaba las heridas superficiales, saque algunas herramientas y le saque algunos fragmentos. No pude sacarlos todos, ya que Kaito se levantó y dijo que debíamos seguir. Estaba bastante molesto por lo ocurrido y quería como todos, encontrar al que nos había metido allí. – Estoy contigo Kaito, pero ten cuidado o se abrirán tu heridas – le dije cosiendo la última que pude. – Sin guarda fuerzas, no me hace falta curación, aunque cierto es que tengo algunas quemaduras. Cuando salgamos de aquí ya tendrás tiempo de tratarlas con tu habilidad, prosigamos – dije sin saber realmente el alcance de mis heridas, ya que estaba mas preocupados por ellos. Despues me puse de píe y llegamos a un pasillo que terminaba en dos puertas.
- Elijamos esta – le dije a los demás, señalando la de la izquierda – No sé si habrá algo bueno, pero peor que lo que nos está pasando hasta ahora…. – dije pensando en que esperaba que no fuera peor. Active mi haki de observación y me quede en mi forma hibrida, para después golpear con fuerza la puerta de la izquierda. La patada sería fuerte, por lo que lanzaría una puerta normal hacía atrás con velocidad. Mi decisión estaba tomada y esperaba que mis compañeros no se molestaran conmigo. Pero ya estaba harto de esperar a que ocurriera algo bueno para nosotros, así que tome la iniciativa.
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Akuma no mi
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¿Señor? Me resultaba algo raro, nunca me habían llamado nada parecido. La contienda entre zombis y marines, estos seguían sin avanzar la defensa zombi que era bien persistente. Yo no podía quedarme allí parado sin hacer nada, protegido por unos hombres que luchaban por la misma razón que yo. Agarre fuerte mi tridente y me dispuse a avanzar hasta la primera linea de batalla.
-¿A donde crees que vas?- me dijo el marine que anteriormente me salvo la vida cogiéndome del hombro para detenerme. - No permitiré que un civil se arriesgue a morir, no estando yo al mando.-
Me di la vuelta con rabia y le mire a los ojos. No había tenido un buen día, pero el no tenia la culpa. Le quite su mano de mi hombro tranquilamente mientras le preguntaba por su nombre. Sólomon me contesto.
-Bueno Sólomon- dije con voz relajada -,lo siento pero voy a tener que desobedecerte. No soy uno de tus hombres y ya que ellos dan su vida por mi, yo la daré por ellos.- y me dispuse a unirme a la batalla.
Era un acto impropio de mi. Ayudar a los defensores de la ley que tanto suelo ignorar, pero en aquella situación, ¿qué podría hacer? Mientras me alejaba de Sólomon, este me pegunto mi nombre, apunto de unirme a sus hombres en el ataque me di la vuelta y le conteste para continuación girarme y, empuñando mi tridente, atacar.
Con un ataque de cuchillas de agua que cree con el deposito de mi tridente despeje un poco la zona donde estaba y así conseguí dar un poco más de espacio a los marines. Nosotros estábamos mejor armados y preparados pero ellos eran demasiados y también fuertes. Pasaba el tiempo, vi a varios de mis compañeros morir en ese tiempo y a otros tantos zombis caer al suelo sin vida. Acabe adelantándome a mis compañeros sin quererlo y rodeado de zombis. No paraba de acabar con aquellos seres pero seguían apareciendo más. Pero de pronto:
-¡Gyojin, rápido. Ven y ponte a salvo!-
No lo entendí bien, pero cuando vi un pequeño hueco que se abrió ante mi dejándome paso hasta los marines, no lo dude dos veces y lo atravesé para llegar junto a mis compañeros. Una vez al otro lado, dos de los marines me levantaron diciéndome uno de ellos ``Atento, se acabo la tontería´´. Dicho eso, lo cual no entendí. Vi como sobrevolaban sobre nuestras cabezas dirección hacia los zombis, como una colonia de pájaros, unos explosivos que acababan con las lineas de atrás de los no muertos, exterminando así a la gran mayoría y haciendo que, los de las primeras lineas se quedaran solos ante el ejercito de los marines y huyeran. Tan pronto como los últimos zombis desaparecían entre los edificios de al fondo, los marines celebraron su victoria.
Los ánimos se calmaron tras el discurso del Sólomon que les decía principalmente que se calmaran, pues era una mera batalla ante la guerra que se avecinaba. Tras un rato, organizando grupos, se decidió avanzar como un pelotón entre los edificios para llegar a nuestro destino. Mientras avanzábamos, me coloque en la marcha junto a Sólomon. al rato, tras pasar los primeros edificios uno de sus hombres tubo la idea de tomar un pequeño grupo de reconocimiento para investigar una colina cercana, en la cual se podía ver una mina con aspecto ruinoso y abandonado. Sólomon dudo al principio de la idea pero pensó que podría ser un buen punto estratégico, y que si llegara a ser una guarida de zombis que avisaran con una bengala que le dio. El marine, al cual Sólomon reconoció como Tomson, se dispuso a organizar al equipo de exploración. Yo también lo pensé, y me pareció una buena idea, aparte de que tenia curiosidad por ver el lugar. Me ofrecí a unirme al grupo y para mi sorpresa Sólomon acepto. En cuestión de minutos me encontraba con Tomson alejándonos del grupo principal y dirigiéndonos con siete hombres mas hacia la colina.
-¿A donde crees que vas?- me dijo el marine que anteriormente me salvo la vida cogiéndome del hombro para detenerme. - No permitiré que un civil se arriesgue a morir, no estando yo al mando.-
Me di la vuelta con rabia y le mire a los ojos. No había tenido un buen día, pero el no tenia la culpa. Le quite su mano de mi hombro tranquilamente mientras le preguntaba por su nombre. Sólomon me contesto.
-Bueno Sólomon- dije con voz relajada -,lo siento pero voy a tener que desobedecerte. No soy uno de tus hombres y ya que ellos dan su vida por mi, yo la daré por ellos.- y me dispuse a unirme a la batalla.
Era un acto impropio de mi. Ayudar a los defensores de la ley que tanto suelo ignorar, pero en aquella situación, ¿qué podría hacer? Mientras me alejaba de Sólomon, este me pegunto mi nombre, apunto de unirme a sus hombres en el ataque me di la vuelta y le conteste para continuación girarme y, empuñando mi tridente, atacar.
Con un ataque de cuchillas de agua que cree con el deposito de mi tridente despeje un poco la zona donde estaba y así conseguí dar un poco más de espacio a los marines. Nosotros estábamos mejor armados y preparados pero ellos eran demasiados y también fuertes. Pasaba el tiempo, vi a varios de mis compañeros morir en ese tiempo y a otros tantos zombis caer al suelo sin vida. Acabe adelantándome a mis compañeros sin quererlo y rodeado de zombis. No paraba de acabar con aquellos seres pero seguían apareciendo más. Pero de pronto:
-¡Gyojin, rápido. Ven y ponte a salvo!-
No lo entendí bien, pero cuando vi un pequeño hueco que se abrió ante mi dejándome paso hasta los marines, no lo dude dos veces y lo atravesé para llegar junto a mis compañeros. Una vez al otro lado, dos de los marines me levantaron diciéndome uno de ellos ``Atento, se acabo la tontería´´. Dicho eso, lo cual no entendí. Vi como sobrevolaban sobre nuestras cabezas dirección hacia los zombis, como una colonia de pájaros, unos explosivos que acababan con las lineas de atrás de los no muertos, exterminando así a la gran mayoría y haciendo que, los de las primeras lineas se quedaran solos ante el ejercito de los marines y huyeran. Tan pronto como los últimos zombis desaparecían entre los edificios de al fondo, los marines celebraron su victoria.
Los ánimos se calmaron tras el discurso del Sólomon que les decía principalmente que se calmaran, pues era una mera batalla ante la guerra que se avecinaba. Tras un rato, organizando grupos, se decidió avanzar como un pelotón entre los edificios para llegar a nuestro destino. Mientras avanzábamos, me coloque en la marcha junto a Sólomon. al rato, tras pasar los primeros edificios uno de sus hombres tubo la idea de tomar un pequeño grupo de reconocimiento para investigar una colina cercana, en la cual se podía ver una mina con aspecto ruinoso y abandonado. Sólomon dudo al principio de la idea pero pensó que podría ser un buen punto estratégico, y que si llegara a ser una guarida de zombis que avisaran con una bengala que le dio. El marine, al cual Sólomon reconoció como Tomson, se dispuso a organizar al equipo de exploración. Yo también lo pensé, y me pareció una buena idea, aparte de que tenia curiosidad por ver el lugar. Me ofrecí a unirme al grupo y para mi sorpresa Sólomon acepto. En cuestión de minutos me encontraba con Tomson alejándonos del grupo principal y dirigiéndonos con siete hombres mas hacia la colina.
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Seguía lloviendo a cantaros, Kabil encima del trozo de metal debería estar bien aunque no tenía conocimientos médicos para saber si sería mejor dejarlo así o quitárselo. Rose y Kuroi parecían haberse quedado extasiados de nuevo, aquello cada vez se ponía peor si un enemigo o fuego de mortero caía cerca estarían en problemas. No podía permitir que la capitana muriera, así que la levante y la puse echada al lado de Kabil. Tras lo cual pasando a mi forma hibrida me ate a kuroi a la espalda, para luego pasar a la completa, una pantera de metro setenta de alto.
Mordí la cuerda que había atado a la placa de metal y comencé a tirar de ella, debía llegar hasta la zona del barco e intentar poner a salvo a los tres. Por suerte para nosotros era navegante como Rose y la había visto en varias ocasiones manejar el barco. Seguro que sería capaz de sacarlo de la isla y escapar de todo aquello.
Deshice el camino que habíamos seguido hasta las fábricas, estas se veían intactas en su mayoría. Una vez traspasadas torcí y me dirigí hacia mi destino al amparo del muro de las mismas, esperaba no tener desviarme o luchar en esas condiciones.
Mordí la cuerda que había atado a la placa de metal y comencé a tirar de ella, debía llegar hasta la zona del barco e intentar poner a salvo a los tres. Por suerte para nosotros era navegante como Rose y la había visto en varias ocasiones manejar el barco. Seguro que sería capaz de sacarlo de la isla y escapar de todo aquello.
Deshice el camino que habíamos seguido hasta las fábricas, estas se veían intactas en su mayoría. Una vez traspasadas torcí y me dirigí hacia mi destino al amparo del muro de las mismas, esperaba no tener desviarme o luchar en esas condiciones.
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La maldita escalera era más larga incluso de lo que me había parecido mirando desde abajo, estaba empapada y dar un paso me costaba una eternidad; claro que agarrarse a ella como si mi vida pendiese de cada uno de mis dedos no hacía que me fuese más fácil. Normalmente las subidas no eran el problema, pero un resbalón me obligó a mirar hacia abajo y había una gran cantidad de abajo que mirar. Por fortuna no tardamos en alcanzar el tejado de la fábrica, tras separarme unos pasos del borde, me pude relajar puesto que no veía el abismo.
Ciertamente las vistas eran inmejorables, si no fuese por el ejército que se estaba movilizando frente a nosotros y a la matanza de nuestra espalda. Había un impresionante castillo al fondo y se podían vislumbrar algunos pueblos, en un día soleado las vistas serían de foto.
De repente, gracias a la iluminación de un rayo algo en la distancia llamó mi atención, era una especie de reptil que estaba aterrizando. No podía ser otra cosa que un dragón, desde pequeño me habían encantado los cuentos de dragones y allí había uno. Una inmensa sonrisa iluminó mi cara y no podía dejar de mirar hacia aquel lugar intentando volver a ver a la criatura. En ese momento llegaron a mí las palabras de Alice preguntando qué hacer, pero en un instante de lucidez conseguí morderme la lengua para no insistir como un niño en ir a ver el dragón. Así que escuché atentamente su deliberación e intente hablar lo más calmadamente posible, debía darle todo mi apoyo en sus decisiones.
-Teniendo en cuenta que no sabemos nada de este lugar ni de donde está exactamente nuestro objetivo y que lo más visible que hay es aquel enorme castillo, creo que tienes razón y deberíamos dirigirnos allí. Así podremos ver como es la casa de un rey desde dentro, o por lo menos ponernos a salvo de esta maldita lluvia.
Miré directamente a la chica mientras se lo decía para ofrecerle todo mi apoyo, aunque seguía con una sonrisa que me cruzaba la cara de parte a parte ya que no era capaz de quitarme la imagen del dragón de la mente. Aunque duró poco al ver a Alice dirigirse a la escalera que descendía del tejado, en ese momento la sonrisa se cambió por una mueca y la alegría por una presión en la boca del estómago con sólo ver el vacío que había frente a nosotros. Las bajadas siempre son lo peor, no ves hacia dónde vas ni donde pones los pies y siempre tienes ahí el recordatorio de que si cometes un solo fallo vas a visitar el suelo. Pero todo sea por la misión… bueno y por no quedar mal delante de la chica.
Ciertamente las vistas eran inmejorables, si no fuese por el ejército que se estaba movilizando frente a nosotros y a la matanza de nuestra espalda. Había un impresionante castillo al fondo y se podían vislumbrar algunos pueblos, en un día soleado las vistas serían de foto.
De repente, gracias a la iluminación de un rayo algo en la distancia llamó mi atención, era una especie de reptil que estaba aterrizando. No podía ser otra cosa que un dragón, desde pequeño me habían encantado los cuentos de dragones y allí había uno. Una inmensa sonrisa iluminó mi cara y no podía dejar de mirar hacia aquel lugar intentando volver a ver a la criatura. En ese momento llegaron a mí las palabras de Alice preguntando qué hacer, pero en un instante de lucidez conseguí morderme la lengua para no insistir como un niño en ir a ver el dragón. Así que escuché atentamente su deliberación e intente hablar lo más calmadamente posible, debía darle todo mi apoyo en sus decisiones.
-Teniendo en cuenta que no sabemos nada de este lugar ni de donde está exactamente nuestro objetivo y que lo más visible que hay es aquel enorme castillo, creo que tienes razón y deberíamos dirigirnos allí. Así podremos ver como es la casa de un rey desde dentro, o por lo menos ponernos a salvo de esta maldita lluvia.
Miré directamente a la chica mientras se lo decía para ofrecerle todo mi apoyo, aunque seguía con una sonrisa que me cruzaba la cara de parte a parte ya que no era capaz de quitarme la imagen del dragón de la mente. Aunque duró poco al ver a Alice dirigirse a la escalera que descendía del tejado, en ese momento la sonrisa se cambió por una mueca y la alegría por una presión en la boca del estómago con sólo ver el vacío que había frente a nosotros. Las bajadas siempre son lo peor, no ves hacia dónde vas ni donde pones los pies y siempre tienes ahí el recordatorio de que si cometes un solo fallo vas a visitar el suelo. Pero todo sea por la misión… bueno y por no quedar mal delante de la chica.
Baozar
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Si alguien hubiera podido ver la cara del monje podría observar como este sonreía. La sensación de un plan bien ejecutado era algo que le encantaba a Inaga. Si realizar ningún ruido logro colarse por las puertas atreves de las rendijas y oquedades gracias a su cuerpo el cual estaba completamente transformado en humo.
Al atravesar las puertas el anciano llegó al interior de la prisión, la cual se encontraba bien iluminada y para su sorpresa libre de enemigos. Recomponiendo su cuerpo Inaga examinó la estancia y encontró un mapa enorme en la pared el cual confirmaba sus temores.
Siempre es más fácil entrar en una prisión que salir de ella.
El mapa mostraba que la cárcel era una especie de laberinto de máxima seguridad, hacia arriba se encontraban los presos de menor categoría o relevancia y hacia debajo a los que consideraban los más peligrosos. El plan del monje era liberar al legendario pirata Brian y con suerte alguno más de la prisión se uniría a su tripulación. se tomo su tiempo para memorizar el mapa pues si iba a bajar tenía que recordar la manera de subir.
Tras un momento el anciano detecto una sala de guardias en lo que parecía ser el sexto o séptimo nivel, con un poco más de suerte las llaves de la prisión podrían encontrarse allí. Con una renovada voluntad el monje intento detectar las auras cercanas con su tercer ojo, pues ser cauteloso era uno de sus rasgos, al no detectar presencia alguna el monje puso rumbo a la sala de control. Esta vez intentando hacer el menor ruido posible por lo que intentaba no tocar el suelo con la punta de su bastón e ir lo mas sigiloso que era capaz.
Al atravesar las puertas el anciano llegó al interior de la prisión, la cual se encontraba bien iluminada y para su sorpresa libre de enemigos. Recomponiendo su cuerpo Inaga examinó la estancia y encontró un mapa enorme en la pared el cual confirmaba sus temores.
Siempre es más fácil entrar en una prisión que salir de ella.
El mapa mostraba que la cárcel era una especie de laberinto de máxima seguridad, hacia arriba se encontraban los presos de menor categoría o relevancia y hacia debajo a los que consideraban los más peligrosos. El plan del monje era liberar al legendario pirata Brian y con suerte alguno más de la prisión se uniría a su tripulación. se tomo su tiempo para memorizar el mapa pues si iba a bajar tenía que recordar la manera de subir.
Tras un momento el anciano detecto una sala de guardias en lo que parecía ser el sexto o séptimo nivel, con un poco más de suerte las llaves de la prisión podrían encontrarse allí. Con una renovada voluntad el monje intento detectar las auras cercanas con su tercer ojo, pues ser cauteloso era uno de sus rasgos, al no detectar presencia alguna el monje puso rumbo a la sala de control. Esta vez intentando hacer el menor ruido posible por lo que intentaba no tocar el suelo con la punta de su bastón e ir lo mas sigiloso que era capaz.
Aria Exia
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Pude escuchar atentamente la respuesta de el rey a parte de mis preguntas. Es cierto que Hallstat tiene unas reservas de plata bastante abundantes, o por lo menos eso ponía en el informe, de todas formas es un método que pone a la isla entera en dependencia de un mineral que no es precisamente abundante. A parte de eso mencionó que si era necesario podría obtener más plata con los métodos adecuados, según sus palabras. En ese mismo momento clavó la mirada en mi como esperando una respuesta o una reacción en especial. No pude evitar sentir una presión en el pecho, una especie de temor y ansiedad al ser observada por Derian, al tener la atención del monarca clavada en mis acciones, sin duda no muchas personas podrían soportar esta situación sin cometer una soberana estupidez.
-Lamento insistir, no se cuales son esos métodos, para ser sincera, no se si es buena idea insistir, pero me gustaría saber cuales son esos métodos.- Terminé mi respuesta mientras le sostenía la mirada para no parecer distante y, al mismo tiempo no mostrar temor. -Al fin y al cabo, aunque tuviese un método de conseguir plata de forma indefinida, no creo que sea una buena idea que toda la isla dependa de ese recurso- Continúe ahora un poco más nerviosa al darme cuenta de que estaba discutiendo los medios de el hombre más poderoso de la isla... en su cara. -Le tengo por un hombre extremadamente inteligente, no creo que me lo revele, pero estoy segura de que alguien como usted jamas cometería el error de sostener un país entero, y menos un imperio, sobre un único pilar.- Terminé con mi respuesta, todavía mirando al monarca, dudando si había sido buen idea o no ser tan inquisitiva con mis comentarios.
De todas formas comenzaba a tener la sensación de que, más que otra cosa, había logrado despertado la curiosidad de Derian, parece que me miraba como a una rareza, quizás algo que no se esperaba o alguien diferente a los humanos (cosa que era cierto). O puede que simplemente no me haya matado hasta ahora porque la conversación le está entreteniendo. El caso es que tenía que seguir como hasta ahora, no ofender al rey y conservar mi vida, por lo menos hasta ver a donde se dirige todo esta guerra.
-Lamento insistir, no se cuales son esos métodos, para ser sincera, no se si es buena idea insistir, pero me gustaría saber cuales son esos métodos.- Terminé mi respuesta mientras le sostenía la mirada para no parecer distante y, al mismo tiempo no mostrar temor. -Al fin y al cabo, aunque tuviese un método de conseguir plata de forma indefinida, no creo que sea una buena idea que toda la isla dependa de ese recurso- Continúe ahora un poco más nerviosa al darme cuenta de que estaba discutiendo los medios de el hombre más poderoso de la isla... en su cara. -Le tengo por un hombre extremadamente inteligente, no creo que me lo revele, pero estoy segura de que alguien como usted jamas cometería el error de sostener un país entero, y menos un imperio, sobre un único pilar.- Terminé con mi respuesta, todavía mirando al monarca, dudando si había sido buen idea o no ser tan inquisitiva con mis comentarios.
De todas formas comenzaba a tener la sensación de que, más que otra cosa, había logrado despertado la curiosidad de Derian, parece que me miraba como a una rareza, quizás algo que no se esperaba o alguien diferente a los humanos (cosa que era cierto). O puede que simplemente no me haya matado hasta ahora porque la conversación le está entreteniendo. El caso es que tenía que seguir como hasta ahora, no ofender al rey y conservar mi vida, por lo menos hasta ver a donde se dirige todo esta guerra.
Byakuro Kyoya
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Byakuro observó con aire pensativo el suelo de la sala. Había una especie de mecanismo similar a un cepo o a una trampa para osos. En cualquiera de los dos casos, nada bueno para él o para sus piernas. Si no se equivocaba, cualquiera que pisase en aquel lugar, vería como su pierna quedaba atrapada. Y dado que las paredes parecían tener kairoseki en su composición, no le apetecía para nada tener que perder una pierna. Se miró el hombro donde unos minutos antes había tenido un brazo, ahora extinto. El cazador soltó un gruñido de molestia. Malditas trampas y traiciones. Tenía que salir de ahí, encontrar a Chrome y a Doc y luego acabar con tantos agentes gubernamentales y seguidores de Derian como fuese necesario hasta encontrar a Shun y Kazuo. Estar atrapado bajo tierra como una rata no le hacía especial gracia, como es de suponer.
- Maldita sea... -se dijo, mientras empezaba a elevarse por el aire, a unos cuantos centímetros del suelo, para así evitar tocar el cepo. Un par de cadenas de energía se formaron en sus manos, y el chico las lanzó hacia delante, enganchándolas entre las rocas del otro lado de la sala. Una vez estuvieron afianzadas, empezó a recogerlas a toda velocidad para salir impulsado hacia las rocas.
El albino aterrizó en el desprendimiento sobre manos y pies, amortiguando el impacto, y empezó a trepar hacia el pequeño ventanuco del que salía la extraña luz de antorcha que había visto desde el otro lado de la sala. Llevaba el mantra activo, y sus ojos se habían acostumbrado lo suficiente a la titilante luz del fuego de su mano como para no quedar ciego al entrar en la sala donde se encontraba aquella hipotética antorcha. Echó un vistazo hacia el interior de la misma, para asegurarse de que no hubiese peligro alguno (como otra trampa de cepo traicionera). Si el lugar parecía seguro, o al menos todo lo seguro que podía ser un lugar dentro de lo que obviamente era una trampa mortal para intrusos, entraría.
- Maldita sea... -se dijo, mientras empezaba a elevarse por el aire, a unos cuantos centímetros del suelo, para así evitar tocar el cepo. Un par de cadenas de energía se formaron en sus manos, y el chico las lanzó hacia delante, enganchándolas entre las rocas del otro lado de la sala. Una vez estuvieron afianzadas, empezó a recogerlas a toda velocidad para salir impulsado hacia las rocas.
El albino aterrizó en el desprendimiento sobre manos y pies, amortiguando el impacto, y empezó a trepar hacia el pequeño ventanuco del que salía la extraña luz de antorcha que había visto desde el otro lado de la sala. Llevaba el mantra activo, y sus ojos se habían acostumbrado lo suficiente a la titilante luz del fuego de su mano como para no quedar ciego al entrar en la sala donde se encontraba aquella hipotética antorcha. Echó un vistazo hacia el interior de la misma, para asegurarse de que no hubiese peligro alguno (como otra trampa de cepo traicionera). Si el lugar parecía seguro, o al menos todo lo seguro que podía ser un lugar dentro de lo que obviamente era una trampa mortal para intrusos, entraría.
AlexEmpanadilla
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El doctor entró tranquilamente en el castillo lúgubre y horrorosamente decorado de Derian. No pudo evitar darse cuenta de la cantidad de nuevas presencias que acababan de entrar en el palacio. Un par de ellas estaban cerca de la entrada, en la sala anterior al trono, donde Derian tenía aquellas colecciones tan estrambóticas. Aunque el hecho de meter una máquina expendedora ya se había llevado la palma. Él había insistido en que era mejor poner los huevos en un estante a la vista de todos y cubrirlos con un veneno de contacto, pero el monarca había decidido que era mucho mejor dejarlos en una estúpida máquina expendedora. Así uno no podía divertirse tranquilamente. Las otras presencias estaban entrando en la sala del trono en ese mismo momento. Alex decidió pasar por la sala de las excentricidades y luego llegar hasta el trono caminando con paso tranquilo.
Y así hizo.
- Buenos días... -dijo, mientras entraba en el salón de las colecciones de Derian. Un chico y una chica jovenes, con pinta de ladrones, estaba allí, y parecían tener un encuentro no muy amistoso con el mayordomo Sebastián "el Cara Lechosa" y con la damisela "Carita de Alabastro", dos esbirros de Derian. Oh, vaya, pobres chicos. El doctor se encogió de hombros mientras cerraba tras de sí la puerta y se encaminaba al salón del trono por unas enormes escaleras que ascendían-. Oh, tú... -dijo mientras se giraba hacia el mayordomo-. Hazme un favor y traeme una bandeja de empanadillas a mi habitación lo antes posible.
Tras aquel intercambio de palabras extrañamente jovial (para tratarse de él), el doctor de pelo blanco subió hasta llegar al trono. Allí había una comitiva de lo que parecían ser ghouls de Derian. El médico los miró extrañado, antes de desviarse hacia su cuarto con un "Continuad, señores..." dicho a media voz.
El doctor llegó a su cuarto tras unos minutos por los laberínticos pasillos, recogiendo por fin sus cosas entre las que se encontraba su lanza mágica, y un par de mudas de ropa. Tras eso, agarró sus divertidas Bombas de Destrucción Super Maquiavélicas (cuya sigla no acababa de gustarle, pero el nombre le parecía apropiado) y se transformó en gas para salir volando por los pasillos hasta llegar a la prisión. Una vez bajase unos cuantos metros (hasta llegar más o menos a la base de la columna sobre la que se sustentaba el palacio), comenzaría su operación de colocar todas las bombas. Antes de colocar la primera pensó: "Bueno, creo que poner cinco minutos sería un poco ambicioso por mi parte, aunque le daría un gran clímax al asunto". Al final, decidió ajustar el tiempo del reloj a media hora, y empezó a colocar, una tras otra, todas y cada una de las cargas por toda la prisión, mientras tarareaba una tonadilla e iba dejando un rastro de cloro a su alrededor para evitar que nadie lo molestase. Normalmente nadie lo molestaba cuando echaba cloro, posiblemente porque los que se acercaban caían al suelo entre agónicos boqueos. O tal vez porque no les gustase el olor.
Y así hizo.
- Buenos días... -dijo, mientras entraba en el salón de las colecciones de Derian. Un chico y una chica jovenes, con pinta de ladrones, estaba allí, y parecían tener un encuentro no muy amistoso con el mayordomo Sebastián "el Cara Lechosa" y con la damisela "Carita de Alabastro", dos esbirros de Derian. Oh, vaya, pobres chicos. El doctor se encogió de hombros mientras cerraba tras de sí la puerta y se encaminaba al salón del trono por unas enormes escaleras que ascendían-. Oh, tú... -dijo mientras se giraba hacia el mayordomo-. Hazme un favor y traeme una bandeja de empanadillas a mi habitación lo antes posible.
Tras aquel intercambio de palabras extrañamente jovial (para tratarse de él), el doctor de pelo blanco subió hasta llegar al trono. Allí había una comitiva de lo que parecían ser ghouls de Derian. El médico los miró extrañado, antes de desviarse hacia su cuarto con un "Continuad, señores..." dicho a media voz.
El doctor llegó a su cuarto tras unos minutos por los laberínticos pasillos, recogiendo por fin sus cosas entre las que se encontraba su lanza mágica, y un par de mudas de ropa. Tras eso, agarró sus divertidas Bombas de Destrucción Super Maquiavélicas (cuya sigla no acababa de gustarle, pero el nombre le parecía apropiado) y se transformó en gas para salir volando por los pasillos hasta llegar a la prisión. Una vez bajase unos cuantos metros (hasta llegar más o menos a la base de la columna sobre la que se sustentaba el palacio), comenzaría su operación de colocar todas las bombas. Antes de colocar la primera pensó: "Bueno, creo que poner cinco minutos sería un poco ambicioso por mi parte, aunque le daría un gran clímax al asunto". Al final, decidió ajustar el tiempo del reloj a media hora, y empezó a colocar, una tras otra, todas y cada una de las cargas por toda la prisión, mientras tarareaba una tonadilla e iba dejando un rastro de cloro a su alrededor para evitar que nadie lo molestase. Normalmente nadie lo molestaba cuando echaba cloro, posiblemente porque los que se acercaban caían al suelo entre agónicos boqueos. O tal vez porque no les gustase el olor.
Steve
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Los marines parecieron aceptar que fuera con ellos, aunque prefirieron comprobar que no estaba herido. Tras cerciorarse de algo que ya había corroborado yo, pero tampoco me importo demasiado que se molestaran en dejarlos a cambio de una escuadra personal de protección.
Avanzamos entre aquel infierno, mientras presencias desaparecían a mi alrededor. ¿Cómo era que había acabado allí? No podía recordar nada, de las tres noches anteriores, y todo aquello era un deja vu extraño, pues no recordaba haber vivido nada parecido. Aunque no recordaba porque, cada vez que una de aquellas voces se apagaba, sentía como un escalofrío me recorría la espalda, sentía como la piel se me erizaba. Era una sensación horrible, pero me mantenía ahí, despierto, recordándome que no debía dejar la guardia baja ni por un segundo, aunque eso me hiciera sentir los peligros de aquel lugar.
No tardamos mucho en llegar a nuestro objetivo, un enorme edificio, con la apariencia de un castillo medieval, como los pocos edificios que había visto donde había aparecido ¿Era parte de la anterior población, como si este fuera un monumento? ¿O simplemente había sido la excentricidad de alguien? No podía saberlo con seguridad, pero de algo estaba seguro, y es que estaba ante un bastión único entre muchos. La arquitectura era algo imponente y parecía un edificio digno de estudiarse. Quizás hubiese indagado por este en otro momento si no estuviéramos en medio de una guerra.
Ante nosotros una enorme pared se alzaba, la que era la base de la enorme fortaleza. Suspiré pensando en cómo entrar a esta. La más razonable era la de moverse hasta encontrar una entrada, pero eso también significaba que estaba la posibilidad de encontrarse enemigos. Me apoyé en la pared, descartando la idea de escalarla. Acerque la mano derecha a la pared, golpeándola rítmicamente, esperando una idea milagrosa, que llegó como una revelación.
- Chicos... ¿tenéis explosivos con vosotros? Sería una buena manera de entrar desde este lado, si es posible. Si no, es una debilidad en el edificio que podría hacerlo caer si se le somete a la suficiente guerra desde puntos estratégicos. - les dije a los marines - También está el rodear hasta entrar aquí dentro, pero podríamos encontrarnos con algo más peligroso que unos soldados corrientes. Sea lo que sea yo os seguiré en cuanto lo decidáis.
Tras eso, me volví a mis pensamientos, con el golpeteo rítmico en la pared, esperando que se decidieran rápidamente.
Avanzamos entre aquel infierno, mientras presencias desaparecían a mi alrededor. ¿Cómo era que había acabado allí? No podía recordar nada, de las tres noches anteriores, y todo aquello era un deja vu extraño, pues no recordaba haber vivido nada parecido. Aunque no recordaba porque, cada vez que una de aquellas voces se apagaba, sentía como un escalofrío me recorría la espalda, sentía como la piel se me erizaba. Era una sensación horrible, pero me mantenía ahí, despierto, recordándome que no debía dejar la guardia baja ni por un segundo, aunque eso me hiciera sentir los peligros de aquel lugar.
No tardamos mucho en llegar a nuestro objetivo, un enorme edificio, con la apariencia de un castillo medieval, como los pocos edificios que había visto donde había aparecido ¿Era parte de la anterior población, como si este fuera un monumento? ¿O simplemente había sido la excentricidad de alguien? No podía saberlo con seguridad, pero de algo estaba seguro, y es que estaba ante un bastión único entre muchos. La arquitectura era algo imponente y parecía un edificio digno de estudiarse. Quizás hubiese indagado por este en otro momento si no estuviéramos en medio de una guerra.
Ante nosotros una enorme pared se alzaba, la que era la base de la enorme fortaleza. Suspiré pensando en cómo entrar a esta. La más razonable era la de moverse hasta encontrar una entrada, pero eso también significaba que estaba la posibilidad de encontrarse enemigos. Me apoyé en la pared, descartando la idea de escalarla. Acerque la mano derecha a la pared, golpeándola rítmicamente, esperando una idea milagrosa, que llegó como una revelación.
- Chicos... ¿tenéis explosivos con vosotros? Sería una buena manera de entrar desde este lado, si es posible. Si no, es una debilidad en el edificio que podría hacerlo caer si se le somete a la suficiente guerra desde puntos estratégicos. - les dije a los marines - También está el rodear hasta entrar aquí dentro, pero podríamos encontrarnos con algo más peligroso que unos soldados corrientes. Sea lo que sea yo os seguiré en cuanto lo decidáis.
Tras eso, me volví a mis pensamientos, con el golpeteo rítmico en la pared, esperando que se decidieran rápidamente.
Nocturne93
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Corrí hacia adelante hasta que me di cuenta de que había algo extraño en las fábricas que había alrededor. No tenían puertas, no parecía haber ninguna entrada visible. Continué avanzando hasta estar al lado del revolucionario, quien había aminorado el paso. Yo hice lo mismo. Enfrente se podía ver el gran e imponente castillo de Hallstat, hogar de Derian Markov. Algo me decía que no hacíamos bien en dirigirnos hacia esa dirección.
-Cadogan. Dudo que sea buena idea continuar hacia adelante. Cuando más nos aproximemos al foco de la guerra, allí donde se halla Derian, más complicado se volverá todo. El joven Kenichi no es muy experimentado en combate. Y sinceramente, si aquella abominación de la última vez te dejó magullado, no estás preparado para un reto mayor... Obviamente yo tampoco. Continuar hacia adelante tal vez solo nos lleve a cavar nuestra propia fosa. Y no quisiera morir en Hallstat.
Lancé una mirada fugaz hacia los alrededores, observando nuevamente las fábricas.
-Fíjate en estos edificios. No tienen entrada alguna, pero son fábricas. El acceso debe de estar en el interior, tiene que haber algún tipo de pasaje inferior para llegar hasta allí... Si lo que quieres es continuar hacia adelante debemos de hacerlo discretos, deberíamos buscar una forma de entrar sin que nos vean. A escondidas. Si mi teoría es cierta esa sería la mejor opción. Al fin y al cabo ahí dentro debe haber algo, no pueden ser simples edificios cerrados.
Pro más que lo dijese para convencer a Cadogan, realmente trataba más de convencerme a mí. No podía dejar que se me escapase el revolucionario, y por supuesto no podía permitir que Kenichi salga mal parado, puesto que me siento responsable de su seguridad. Pero también es prioritario mantener vigilado al revolucionario. ¿Qué debería priorizar? Por un lado tengo mi moralidad, no puedo dejar que el chico acabe mal en una guerra de estas dimensiones, pero la alianza con el revolucionario podría ser la clave para decantar la balanza de la guerra a nuestro favor. Esperaba que el revolucionario no me diese más problemas.
-Cadogan. Dudo que sea buena idea continuar hacia adelante. Cuando más nos aproximemos al foco de la guerra, allí donde se halla Derian, más complicado se volverá todo. El joven Kenichi no es muy experimentado en combate. Y sinceramente, si aquella abominación de la última vez te dejó magullado, no estás preparado para un reto mayor... Obviamente yo tampoco. Continuar hacia adelante tal vez solo nos lleve a cavar nuestra propia fosa. Y no quisiera morir en Hallstat.
Lancé una mirada fugaz hacia los alrededores, observando nuevamente las fábricas.
-Fíjate en estos edificios. No tienen entrada alguna, pero son fábricas. El acceso debe de estar en el interior, tiene que haber algún tipo de pasaje inferior para llegar hasta allí... Si lo que quieres es continuar hacia adelante debemos de hacerlo discretos, deberíamos buscar una forma de entrar sin que nos vean. A escondidas. Si mi teoría es cierta esa sería la mejor opción. Al fin y al cabo ahí dentro debe haber algo, no pueden ser simples edificios cerrados.
Pro más que lo dijese para convencer a Cadogan, realmente trataba más de convencerme a mí. No podía dejar que se me escapase el revolucionario, y por supuesto no podía permitir que Kenichi salga mal parado, puesto que me siento responsable de su seguridad. Pero también es prioritario mantener vigilado al revolucionario. ¿Qué debería priorizar? Por un lado tengo mi moralidad, no puedo dejar que el chico acabe mal en una guerra de estas dimensiones, pero la alianza con el revolucionario podría ser la clave para decantar la balanza de la guerra a nuestro favor. Esperaba que el revolucionario no me diese más problemas.
Frente a mí se posaba una oportunidad única, si bien era poco probable que solo un saboteo de este mecanismo acabara por inutilizar el complejo motor hidráulico, bien podía en su lugar causar un gran alboroto, con suerte le daría varios problemas a las tropas de Hallstat y hasta podría llegar a ser un factor decisivo para esta guerra, sin embargo ya no tenía tan clara mi desconfianza para con el Monarca de esta isla, la mayoría de la gente que conozco, de mis contactos, mis informantes y otros aliados probablemente desprestigiarían la confiabilidad de Derian, y sé también que muchos me aconsejarían no confiar en sus palabras bonitas y sus modales monárquicos. Pero no podía ignorar los hechos, aun con las hebras de misterio que sobresalían de este manto inmaculado, Derian había cumplido a detalle todo cuanto prometió en nuestro acuerdo, ha mostrado interés por la vida de sus súbditos.
Escabullí las yemas de mis dedos a través de mi cabello como si con la mano me estuviera peinando, palpando firmemente mi cuero cabelludo hasta que mi pulgar pasó sobre mi oreja y acabó sosteniendo mi nuca, mi mirada estaba fija, perdida en la incertidumbre buscando en la nada la respuesta a todos mis problemas. Era muy pronto para asumir que el Rey Derian cumpliría con los estatutos de nuestro tratado, o es que debía llevar esta alianza hasta el final y defender junto al Monarca los derechos de los inocentes habitantes de este pacifico mar cardinal.
Al no hallar respuesta a mis dilemas contraje los ligamentos de mis dedos rascando con fuerza mi casco y jalando suavemente mi cabellera azulada, cerré los ojos fuertemente como cuando estas deseando que todo a tu alrededor desaparezca para estar tranquilo y luego manteniendo la mano en esa posición de zarpa me rasqué bruscamente la cabeza un par de veces, para luego respirar profundamente, mi objetivo era ahuyentar de mis pensamientos la desesperación inminente y concentrarme para abrirle el paso a la lógica y la estrategia.
Finalmente no moví una sola palanca, no quería llamar la atención, solo me acerqué y palpé meticulosamente el panel de control mientras mi rostro lucía un ceño fruncido y una mirada penetrante con la que recubrí el mecanismo controlador, durante dicho acto no obtuve mucha información útil sobre las funciones de los controles o la estructura del mecanismo pero si me dio una buena oportunidad para introducir algunos naipes rellenos de explosivos por entre las rendijas del aparato, los ases bajo la manga nunca están de sobra.
Acto seguido caminé hacia los peculiares líquidos que se vislumbraban a un costado, su color era muy llamativo e inusual, me acerqué para oler, observar y tratar de reconocer la composición de dicha sustancia. Luego sin importar el resultado de mi rustico análisis tomé una copiosa muestra del compuesto que almacené en uno de mis naipes, el cual rápidamente oculté dentro de un bolsillo al interior de mi bota.
Una vez hecho esto levanté la mirada hacia la lejanía tratando de divisar a mi anfitrión y el resto de su séquito...
En caso de ubicaros y estar seguro de que nadie me estaba prestando atención ni estuviera fisgoneando a mi alrededor, realizaría una llamada con mi den den mushi intentando contactar a Azumi para conocer la situación de las tropas que venían con el fin de apoyar la causa del reino de Hallstat para conquistar todas las tierras que conforman este mar, y erradicar en el proceso a todo dominio de la marina y el gobierno sobre dichas tierras y sus habitantes.
Si las circunstancias no me permitían realizar dicha llamada tranquilamente optaría por omitirla por completo y simplemente proseguir con lo que hacía antes de ver el majestuoso mecanismo interno de la isla, es decir volvería al sitio donde se hallaba el rey vampiro y la muchacha que nos acompañaba.
Debo mantenerme cerca de Derian si quiero tomar la decisión correcta al final.
Pensé antes de ir en la dirección por la cual llegué, usando para ello el mismo método que antes.
Escabullí las yemas de mis dedos a través de mi cabello como si con la mano me estuviera peinando, palpando firmemente mi cuero cabelludo hasta que mi pulgar pasó sobre mi oreja y acabó sosteniendo mi nuca, mi mirada estaba fija, perdida en la incertidumbre buscando en la nada la respuesta a todos mis problemas. Era muy pronto para asumir que el Rey Derian cumpliría con los estatutos de nuestro tratado, o es que debía llevar esta alianza hasta el final y defender junto al Monarca los derechos de los inocentes habitantes de este pacifico mar cardinal.
Al no hallar respuesta a mis dilemas contraje los ligamentos de mis dedos rascando con fuerza mi casco y jalando suavemente mi cabellera azulada, cerré los ojos fuertemente como cuando estas deseando que todo a tu alrededor desaparezca para estar tranquilo y luego manteniendo la mano en esa posición de zarpa me rasqué bruscamente la cabeza un par de veces, para luego respirar profundamente, mi objetivo era ahuyentar de mis pensamientos la desesperación inminente y concentrarme para abrirle el paso a la lógica y la estrategia.
Finalmente no moví una sola palanca, no quería llamar la atención, solo me acerqué y palpé meticulosamente el panel de control mientras mi rostro lucía un ceño fruncido y una mirada penetrante con la que recubrí el mecanismo controlador, durante dicho acto no obtuve mucha información útil sobre las funciones de los controles o la estructura del mecanismo pero si me dio una buena oportunidad para introducir algunos naipes rellenos de explosivos por entre las rendijas del aparato, los ases bajo la manga nunca están de sobra.
Acto seguido caminé hacia los peculiares líquidos que se vislumbraban a un costado, su color era muy llamativo e inusual, me acerqué para oler, observar y tratar de reconocer la composición de dicha sustancia. Luego sin importar el resultado de mi rustico análisis tomé una copiosa muestra del compuesto que almacené en uno de mis naipes, el cual rápidamente oculté dentro de un bolsillo al interior de mi bota.
Una vez hecho esto levanté la mirada hacia la lejanía tratando de divisar a mi anfitrión y el resto de su séquito...
En caso de ubicaros y estar seguro de que nadie me estaba prestando atención ni estuviera fisgoneando a mi alrededor, realizaría una llamada con mi den den mushi intentando contactar a Azumi para conocer la situación de las tropas que venían con el fin de apoyar la causa del reino de Hallstat para conquistar todas las tierras que conforman este mar, y erradicar en el proceso a todo dominio de la marina y el gobierno sobre dichas tierras y sus habitantes.
Si las circunstancias no me permitían realizar dicha llamada tranquilamente optaría por omitirla por completo y simplemente proseguir con lo que hacía antes de ver el majestuoso mecanismo interno de la isla, es decir volvería al sitio donde se hallaba el rey vampiro y la muchacha que nos acompañaba.
Debo mantenerme cerca de Derian si quiero tomar la decisión correcta al final.
Pensé antes de ir en la dirección por la cual llegué, usando para ello el mismo método que antes.
C. K.
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Catherine corre a toda velocidad, cuando un enorme estruendo resuena a su espalda. Observa una especie de onda de vapor ascendente donde ha dejado a Fear. ¿Qué demonios ha sido esa cosa? Está claro que nada bueno. ¿La bahía era una trampa, al fin y al cabo? ¿Ha hecho mal dejando atrás a su subordinado? Debería regresar, ver qué había ocurrido... ¿o será mejor avanzar hacia el interior de la isla?
No tiene mucho trato con Fear, pero sigue estando bajo su responsabilidad. Agarra su Den-Den Mushi y trata de comunicarse con él. En ese momento, una especie de extrañas vendas de seda oscurecida empiezan a rodearla a la altura de la cintura. La chica de pelo esmeralda agarra su espada con firmeza y traza un arco rápido tratando de cortar las serpentinas cintas de tela. Además, salta utilizando Geppou para tratar de evitar las posibles vendas que no logre partir.
Parece que la persona que la ha intentado apresar está cerca de su posición. Si es que el término de "persona" puede emplearse con ese extraño ser humanoide armado como un soldado antiguo, y con vendas cubriéndole parcialmente el cuerpo.
- ¡Identifíquese, señor! -exige la mujer. Si ha logrado librarse de las vendas, adquirirá una postura de guardia, lista para un posible enfrentamiento.
No tiene mucho trato con Fear, pero sigue estando bajo su responsabilidad. Agarra su Den-Den Mushi y trata de comunicarse con él. En ese momento, una especie de extrañas vendas de seda oscurecida empiezan a rodearla a la altura de la cintura. La chica de pelo esmeralda agarra su espada con firmeza y traza un arco rápido tratando de cortar las serpentinas cintas de tela. Además, salta utilizando Geppou para tratar de evitar las posibles vendas que no logre partir.
Parece que la persona que la ha intentado apresar está cerca de su posición. Si es que el término de "persona" puede emplearse con ese extraño ser humanoide armado como un soldado antiguo, y con vendas cubriéndole parcialmente el cuerpo.
- ¡Identifíquese, señor! -exige la mujer. Si ha logrado librarse de las vendas, adquirirá una postura de guardia, lista para un posible enfrentamiento.
Der
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Derek se giró hacia Reira, que parecía molesta por el ruido que había hecho el huevo al estrellarse y partirse en mil pedazos. Pensando en romper el cristal para coger los demás, el chico de ojos rojos desechó la idea cuando se dio cuenta de que había otras personas en la sala. En primer lugar, una especie de mayordomo, pálido como un cirio y estirado como un pincel. Y además, una chica vestida con un look gótico. ¿Serían guardias del lugar? La verdad es que no le importaba.
- Vale. O coges todo lo que puedas y te largas o... -empezó a hablar Reira, pero el chico de pelo negro y ojos como rubís ya estaba cargando. Su cuerpo empezó a brillar con llamas de color rojo, como si de pronto se hubiese prendido fuego.
- ¡Ataque rápido: Garra Dragón! -gritó el chico, mientras salía disparado hacia delante utilizando los propulsores de sus pies para volar paralelo al suelo, al tiempo que lanzaba un puñetazo de frente, en dirección al mayordomo. De su puño salió disparada una cabeza de dragón de aspecto rojizo, que estallaría al golpear al mayordomo, liberando calor y provocando leves quemaduras. Y un instante después, llegaría él, con toda la fuerza del puño izquierdo, ya extendido hacia delante tras haber lanzado la onda expansiva, tratando de golpear en la mandíbula del sirviente.
Estaba aún en el aire, cuando entró una persona más en la sala, ataviado con una gabardina negra y un maletín del mismo color. Sus ojos claros se clavaron en él y Reira, antes de pasar al mayordomo y pedirle una bandeja de empanadillas. Tras unos segundos de verdadera tensión dramática (a saber quien era aquel tipo que paseaba tan tranquilamente por el castillo a sus anchas), el hombre de pelo blanco se retiró, subiendo el tramo de escaleras, dejándolo bastante chocado y sin comprender lo que acababa de pasar. Tras un instante de duda, se dio cuenta de que ya había atacado al mayordomo, y se preguntó si le habría logrado dar.
- Vale. O coges todo lo que puedas y te largas o... -empezó a hablar Reira, pero el chico de pelo negro y ojos como rubís ya estaba cargando. Su cuerpo empezó a brillar con llamas de color rojo, como si de pronto se hubiese prendido fuego.
- ¡Ataque rápido: Garra Dragón! -gritó el chico, mientras salía disparado hacia delante utilizando los propulsores de sus pies para volar paralelo al suelo, al tiempo que lanzaba un puñetazo de frente, en dirección al mayordomo. De su puño salió disparada una cabeza de dragón de aspecto rojizo, que estallaría al golpear al mayordomo, liberando calor y provocando leves quemaduras. Y un instante después, llegaría él, con toda la fuerza del puño izquierdo, ya extendido hacia delante tras haber lanzado la onda expansiva, tratando de golpear en la mandíbula del sirviente.
Estaba aún en el aire, cuando entró una persona más en la sala, ataviado con una gabardina negra y un maletín del mismo color. Sus ojos claros se clavaron en él y Reira, antes de pasar al mayordomo y pedirle una bandeja de empanadillas. Tras unos segundos de verdadera tensión dramática (a saber quien era aquel tipo que paseaba tan tranquilamente por el castillo a sus anchas), el hombre de pelo blanco se retiró, subiendo el tramo de escaleras, dejándolo bastante chocado y sin comprender lo que acababa de pasar. Tras un instante de duda, se dio cuenta de que ya había atacado al mayordomo, y se preguntó si le habría logrado dar.
Kenichi
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Intentando hacer caso omiso de lo que pasaba alrededor, Kenichi seguía con firme determinación a sus dos compañeros, los cuales se encontraban a una distancia bastante cercana el uno del otro. Mientras intentaba seguirles el paso, el joven estudiante de Ryu Hiza observaba todos sus alrededores, sin percatarse de las rarezas que éstas presentaban. Mirando una vez más al frente, parecía que Kimura y Caddie se encontraban en una conversación. Al aminorar sus acompañantes el paso, Shirahama hizo lo propio, alcanzándoles por fin con una respiración agitada.
- ¿Qué sucede, chicos? - Shirahama, además, portaba el trozo de tela que momentos atrás Caddie les había prestado. Al observar el escenario que tenía justo delante de él, su respiración se agitó aún más. - V-Vaya...
Un gigantesco castillo se alzaba frente a sus ojos. Kenichi tenía la sensación de que si intentaba observarlo de arriba a abajo, caería sobre sus espaldas por la monstruosa altura que dicha estructura presentaba. Era algo que no se veía todos los días, perfecto para representar el poder que el enemigo al que se enfrentaban poseía. Apretando con fuerza el puño con el cual sostenía la tela de Caddie, su respiración comenzó a relajarse. Una vez más, esperaría a la decisión de sus compañeros, y éste la seguiría al pie de la letra, aunque aún se preguntaba de qué estarían hablando momentos antes.
- ¿Qué sucede, chicos? - Shirahama, además, portaba el trozo de tela que momentos atrás Caddie les había prestado. Al observar el escenario que tenía justo delante de él, su respiración se agitó aún más. - V-Vaya...
Un gigantesco castillo se alzaba frente a sus ojos. Kenichi tenía la sensación de que si intentaba observarlo de arriba a abajo, caería sobre sus espaldas por la monstruosa altura que dicha estructura presentaba. Era algo que no se veía todos los días, perfecto para representar el poder que el enemigo al que se enfrentaban poseía. Apretando con fuerza el puño con el cual sostenía la tela de Caddie, su respiración comenzó a relajarse. Una vez más, esperaría a la decisión de sus compañeros, y éste la seguiría al pie de la letra, aunque aún se preguntaba de qué estarían hablando momentos antes.
“Mi camino acaba aquí, Starus no es nadie y nunca llegó a ser nadie”, pensaba mientras caía por el túnel, golpeándome en las paredes de roca arrastrado por la fortísima y fría corriente, sin poder respirar. Mi cuerpo acabaría en algún embalse subterráneo, nadie espera mi vuelta. Mi cadáver se pudriría allí sin que nadie reparase en que he desaparecido.
Entonces mi cuerpo se estrelló fuertemente contra el agua. Pensé que ya había llegado al lugar de mi sepultura. Pero vi una tenue y cálida luz. Nadé a la superficie, que estaba sorprendentemente cerca. Al salir cogí aire de forma desesperada, un segundo más y habría muerto. Me mantuve tumbado en la orilla de la charca donde caí. Respiraba con dificultad y me había hecho daño en aquel túnel. Concretamente, varias costillas rotas, a mi supones, el brazo derecho también roto y un fuerte traumatismo en la cabeza.
La Luz venía de detrás de mí, ahora acompañada de mucho ruido. Me levanté con cuidado y miré de qué se trataba. La enorme caverna estaba llena de máquinas y de gente que se encargaban tanto del funcionamiento como de su vigilancia y protección.
Un rayo atravesó mi mente, “Shusui”. Me giré rápidamente y la vi en la orilla. La enganché en mi cintura nuevamente y ya estaba listo para pensar en cómo salir de esa isla: buscar la salida, encontrar la barca en la que llegué o cualquier medio de transporte que me saque de aquí y rehacer mi camino. Es hora de empezar mi nueva vida.
Entonces mi cuerpo se estrelló fuertemente contra el agua. Pensé que ya había llegado al lugar de mi sepultura. Pero vi una tenue y cálida luz. Nadé a la superficie, que estaba sorprendentemente cerca. Al salir cogí aire de forma desesperada, un segundo más y habría muerto. Me mantuve tumbado en la orilla de la charca donde caí. Respiraba con dificultad y me había hecho daño en aquel túnel. Concretamente, varias costillas rotas, a mi supones, el brazo derecho también roto y un fuerte traumatismo en la cabeza.
La Luz venía de detrás de mí, ahora acompañada de mucho ruido. Me levanté con cuidado y miré de qué se trataba. La enorme caverna estaba llena de máquinas y de gente que se encargaban tanto del funcionamiento como de su vigilancia y protección.
Un rayo atravesó mi mente, “Shusui”. Me giré rápidamente y la vi en la orilla. La enganché en mi cintura nuevamente y ya estaba listo para pensar en cómo salir de esa isla: buscar la salida, encontrar la barca en la que llegué o cualquier medio de transporte que me saque de aquí y rehacer mi camino. Es hora de empezar mi nueva vida.
- Spoiler:
- Quiero dejar el capitulo, por dos motivos. Primero me voy de vacaciones de navidad. y segundo, siendo el motivo verdaderamente importante, voy a resetear este personaje. No hace falta que este sea mi ultimo post, si el moderador que se encargue lo cree conveniente haré más para desarrolar mi huida
Esmejit R. Airnal
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El ascenso hasta el tejado de la factoría no había sido precisamente suave, pero las vistas eran espectaculares desde allí arriba. Aún rodeados por algunas fábricas a los alrededores, más allá de estas podía verse una enorme extensión de campos que rodeaban un gigantesco pilar sobre el que se erigía el castillo del rey Derian Markov. El pelirrojo sentía la presencia del vampiro cerniéndose sobre ellos como una mortaja, y la lluvia que caía no ayudaba a mejorar la situación.
A lo lejos, aterrizando en algún punto indeterminado de la isla, un enorme ser reptiliano con alas cruzó momentáneamente el rango de visión de Airi, que soltó un respingo.
- ¿Ha-habéis visto eso? -murmuró, lo justo para que se le oyese por encima del sonido de la lluvia incesante que caía sobre la isla-. ¿Era un dragón? -el pelirrojo tragó saliva y trató de no pensar mucho en aquello. Alice parecía dispuesta a seguir, por lo que dio media vuelta y empezó a bajar las escaleras por las que unos momentos antes habían ascendido. Melchia la siguió.
El joven mago se quedó unos segundos más allí, planteándose qué hacer a continuación. No quería ir a lo que presumiblemente era la boca del lobo, pero quedarse solo en una fábrica, rodeado por enemigos, tampoco le resultaba una opción muy alentadora. Girándose sobre sus tobillos, dio media vuelta y corrió hacia las escaleras, ocultando sus pistolas y el libro del que no se había separado aún bajo su ropa, y esperando que la bajada por las escaleras se llevase a cabo sin incidentes.
El resbaladizo metal bajo sus pies le hizo cambiar de idea, y mientras agarraba con una mano el libro y dejaba las pistolas colgadas del cinto, con la otra se aferró a la barandilla hasta que los nudillos se le pusieron blancos.
A lo lejos, aterrizando en algún punto indeterminado de la isla, un enorme ser reptiliano con alas cruzó momentáneamente el rango de visión de Airi, que soltó un respingo.
- ¿Ha-habéis visto eso? -murmuró, lo justo para que se le oyese por encima del sonido de la lluvia incesante que caía sobre la isla-. ¿Era un dragón? -el pelirrojo tragó saliva y trató de no pensar mucho en aquello. Alice parecía dispuesta a seguir, por lo que dio media vuelta y empezó a bajar las escaleras por las que unos momentos antes habían ascendido. Melchia la siguió.
El joven mago se quedó unos segundos más allí, planteándose qué hacer a continuación. No quería ir a lo que presumiblemente era la boca del lobo, pero quedarse solo en una fábrica, rodeado por enemigos, tampoco le resultaba una opción muy alentadora. Girándose sobre sus tobillos, dio media vuelta y corrió hacia las escaleras, ocultando sus pistolas y el libro del que no se había separado aún bajo su ropa, y esperando que la bajada por las escaleras se llevase a cabo sin incidentes.
El resbaladizo metal bajo sus pies le hizo cambiar de idea, y mientras agarraba con una mano el libro y dejaba las pistolas colgadas del cinto, con la otra se aferró a la barandilla hasta que los nudillos se le pusieron blancos.
Fear Liath
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Los misiles que había lanzado impactaron contra la playa, mientras bajo mi mascara esbozaba una sonrisa de satisfacción. La explosión había desencadenado que explotaran los demás artefactos, pero comencé a darme cuenta de que lo que había provocado sería mas potente de lo que creía. Mi tez cambio de una sonrisa a una cara de desesperación, ya que veía como la onda expansiva comenzaba a elevarse a gran velocidad. El impacto fue de lleno haciendo que me elevara a gran velocidad y sin control, notando como un gas caliente comenzaba a calentar el traje protector. En varias partes de mi cuerpo noté como el calor provocaba algunas quemaduras, haciendo el dolor insoportable aunque a la vez satisfactorio. Poco a poco pude recuperar el control de mi vuelo y pude observar con detenimiento como había quedado la cala.
En un principio había poensado que solo eran algunas minas, pero los artefactos habían sido colocados por toda la playa. Por lo que donde antes había arena, solo quedaba un enorme agujero que se iba llenando de agua de mar poco a poco. Los guijarros y rocas que antes habían estado bajo tierra, caían por todos lados creando un efecto de una lluvia irreal. En ese momento cogí el den den mushi y me puse en contacto con C.K. – la cala estaba plagada de minas o algún tipo de artefacto explosivo enterrado. Han comenzado a explotar provocando una reacción en cadena de explosiones, que han hecho que la cala sea inaccesible, espero ordenes…. – terminé comentándole y evitando decir que yo había provocado el agujero.
Mientras esperaba a que C.K. me contestara, hice un control de sistemas para comprobar que todo estaba en orden……..
Chequeo de Sistema……..
- Cabeza………. Ok…..
- Brazos……. Quemaduras leves en ambos brazos…..
- Piernas…… Quemaduras leves en ambas piernas….
- Torso….. Quemaduras leves en costado….
- Armamento…..OK
- Sistemas de emergencia…..Ok
Calibración visual…………………………………………………………………………..Finalizada
Propulsores inferiores………… funcionamiento correcto
Informe:
Quemaduras leves en diferentes partes del cuerpo, ligera pérdida de calibración visual solucionada. Resto de sistemas en correcto funcionamiento………..
Fin de chequeo
En un principio había poensado que solo eran algunas minas, pero los artefactos habían sido colocados por toda la playa. Por lo que donde antes había arena, solo quedaba un enorme agujero que se iba llenando de agua de mar poco a poco. Los guijarros y rocas que antes habían estado bajo tierra, caían por todos lados creando un efecto de una lluvia irreal. En ese momento cogí el den den mushi y me puse en contacto con C.K. – la cala estaba plagada de minas o algún tipo de artefacto explosivo enterrado. Han comenzado a explotar provocando una reacción en cadena de explosiones, que han hecho que la cala sea inaccesible, espero ordenes…. – terminé comentándole y evitando decir que yo había provocado el agujero.
Mientras esperaba a que C.K. me contestara, hice un control de sistemas para comprobar que todo estaba en orden……..
Chequeo de Sistema……..
- Cabeza………. Ok…..
- Brazos……. Quemaduras leves en ambos brazos…..
- Piernas…… Quemaduras leves en ambas piernas….
- Torso….. Quemaduras leves en costado….
- Armamento…..OK
- Sistemas de emergencia…..Ok
Calibración visual…………………………………………………………………………..Finalizada
Propulsores inferiores………… funcionamiento correcto
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Quemaduras leves en diferentes partes del cuerpo, ligera pérdida de calibración visual solucionada. Resto de sistemas en correcto funcionamiento………..
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El pelirrojo descendió con calma, o eso le habría gustado decir. Lo cierto es que mantenía todos sus sentidos alerta, como si temiera que en cualquier momento algún sirviente del Rey pudiera aparecer para atacarles por sorpresa, y el hecho de no poder extender su haki para sentir las presencias cercanas no le era de ayuda. Tampoco podía permitirse volver a sentirse amedrentado a causa de la presencia de Derian, que probablemente ahora estaría incluso más cerca que antes. Estaban descendiendo para toparse con él, al fin y al cabo, ¿no?
En cualquier caso, lo cierto es que el trayecto se estaba volviendo bastante aburrido. Tal vez por eso de que el "paisaje" no podía ser más monótono, todo estalactitas y caverna que, pese a ser una visión notablemente interesante en un principio, había terminado por aburrir al agente del CP. Tampoco podía decir que la presencia de su compañero, que parecía estar un tanto ausente, fuera de mucha ayuda. ¿En qué andaría pensando ese cabeza de chorlito? ¿Tal vez seguiría absorto por el caso omiso que les había hecho el cojo? En fin, quién sabe, tampoco era el momento de darle mucha importancia a esos temas. No, ahora lo que apremiaba era poner fin a aquella guerra cuanto antes. Tan solo había una pequeña cuestión que responder... ¿Cómo iban a hacerlo?
- Espera... ¿Qué es ese ruido? -preguntó, más para sí mismo que para su compañero, al comenzar a escuchar algo de bullicio, como un eco, proveniente de algunos metros más abajo de ellos en la espiral.
No tardaron demasiado en confirmar que, a no sé cuántos metros bajo la superficie se encontraba ni más ni menos que un asentamiento. Y no uno cualquiera, desde luego. Era toda una ciudad, con multitud de gente paseando por las calles, entretenidos en sus labores rutinarias, comprando o... Bueno, esas cosas a las que se dedica la gente normal en la ciudad. ¿Quién lo habría dicho? Incluso parecía ser de día pese a estar bajo aquella mole rocosa. Definitivamente aquella isla era realmente rara. Sin embargo, Kusanagi no pudo entretenerse por mucho más tiempo al percatarse de que un grupo de guardias se estaban aproximando hacia ellos. "Mierda, ¿no vamos a tener ni un rato tranquilo?" Trató de captar la atención de Noa con un leve empujón de su brazo, para a continuación indicarle que cambiaría la dirección en la que caminaban con un gesto de cabeza.
- Será más fácil si nos separamos. Ten mucho cuidado, y si necesitas ayuda trata de crear algún tipo de señal. Yo haré lo propio -le indicó antes de separarse con paso tranquilo, pero ligero, internándose entre la multitud con completa naturalidad.
En cualquier caso, el pelirrojo no bajó la guardia y mantuvo su mano cerca de la empuñadura de una de sus espadas. No estaba dispuesto a que le pillaran desprevenido tras haber descubierto aquel sitio. En cualquier caso, siempre podría tratar de alardear de labia de nuevo si le llamaban la atención. Tan solo esperaba que si eso ocurría fueran igual de estúpidos que los oficiales de los submarinos.
En cualquier caso, lo cierto es que el trayecto se estaba volviendo bastante aburrido. Tal vez por eso de que el "paisaje" no podía ser más monótono, todo estalactitas y caverna que, pese a ser una visión notablemente interesante en un principio, había terminado por aburrir al agente del CP. Tampoco podía decir que la presencia de su compañero, que parecía estar un tanto ausente, fuera de mucha ayuda. ¿En qué andaría pensando ese cabeza de chorlito? ¿Tal vez seguiría absorto por el caso omiso que les había hecho el cojo? En fin, quién sabe, tampoco era el momento de darle mucha importancia a esos temas. No, ahora lo que apremiaba era poner fin a aquella guerra cuanto antes. Tan solo había una pequeña cuestión que responder... ¿Cómo iban a hacerlo?
- Espera... ¿Qué es ese ruido? -preguntó, más para sí mismo que para su compañero, al comenzar a escuchar algo de bullicio, como un eco, proveniente de algunos metros más abajo de ellos en la espiral.
No tardaron demasiado en confirmar que, a no sé cuántos metros bajo la superficie se encontraba ni más ni menos que un asentamiento. Y no uno cualquiera, desde luego. Era toda una ciudad, con multitud de gente paseando por las calles, entretenidos en sus labores rutinarias, comprando o... Bueno, esas cosas a las que se dedica la gente normal en la ciudad. ¿Quién lo habría dicho? Incluso parecía ser de día pese a estar bajo aquella mole rocosa. Definitivamente aquella isla era realmente rara. Sin embargo, Kusanagi no pudo entretenerse por mucho más tiempo al percatarse de que un grupo de guardias se estaban aproximando hacia ellos. "Mierda, ¿no vamos a tener ni un rato tranquilo?" Trató de captar la atención de Noa con un leve empujón de su brazo, para a continuación indicarle que cambiaría la dirección en la que caminaban con un gesto de cabeza.
- Será más fácil si nos separamos. Ten mucho cuidado, y si necesitas ayuda trata de crear algún tipo de señal. Yo haré lo propio -le indicó antes de separarse con paso tranquilo, pero ligero, internándose entre la multitud con completa naturalidad.
En cualquier caso, el pelirrojo no bajó la guardia y mantuvo su mano cerca de la empuñadura de una de sus espadas. No estaba dispuesto a que le pillaran desprevenido tras haber descubierto aquel sitio. En cualquier caso, siempre podría tratar de alardear de labia de nuevo si le llamaban la atención. Tan solo esperaba que si eso ocurría fueran igual de estúpidos que los oficiales de los submarinos.
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