Luka Rooney
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No llevaba ni media hora en aquel antro y ya había visto demasiado. Humanos egoístas y alborotadores, nada nuevo. Todos intentando medir sus egos con frases, pullitas y de más acciones que empezaban a abochornarme. Curioso también que casi todos se conociesen entre sí. Quizá habían peleado juntos, o unos contra otros. Quizá quisieran verse muertos. Puede que incluso se mataran hoy mismo. En cualquier caso, eso no me incumbía.
Permanecí sentado en la silla intentando evadirme del resto, observando simplemente lo que parecía ser cada vez más un zoo que una reunión de personas civilizadas. O quizá un circo, si nos ponemos más exquisitos. Teníamos un lobo, un borracho, algún que otro gigante, un exhibicionista… Nos faltaba poco para dedicarnos al noble arte del espectáculo.
- Encantado, Syxel. Zane nos ha hablado de tí.- Espeté ante la presentación de mi capitán sin mostrar mucha ilusión a la par que le tendía la mano. - Y supongo que encantado también, señor ligeramente más alto que yo. - Comenté esta vez al gigante que estaba a su lado, aunque sin darle la mano en este caso ya que no se veía demasiado amigable y tampoco me convenía meterme en problemas… Por ahora.
Entonces, alguien entró irrumpiendo en la sala, vociferando sobre por qué servían hamburguesas en un oriental y amenazando si volvían a pedir.
“Así que es él… Habrá que andarse con cuidado con ese tipo”
La cosa cada vez parecía ir a peor. Los humanos se miraban mal, había una especie de pelea de egos que no acabaría nada bien, casi con total seguridad.
Entonces, alguien saltó sobre Therax y no pude reprimir una carcajada ante el comentario de Zane.
- Eso sí que es un imán, Zane. El alumno va superando al profesor… - Esbocé con una sonrisa.
Tras el “incidente”, el hombre enmascarado de la puerta empezó a hablar, haciéndonos ver que teníamos que seguir un estúpido juego en el cual tendríamos que buscar espadas, y, quien la consiguiera, tendría que avanzar a la siguiente ronda. Como si de una competición se tratase. Y lo peor, es que tenía como finalidad elegir al nuevo o nuevos Yonkous. Lo cual me hizo emitir un bufido. Si ya de por sí esta gente tenía ganas de liarla, ahora más aún.
“Menudo desperdicio de tiempo el que hemos invertido para venir. Debería marcharme ahora mismo.”
Zane empezó a idear planes y el resto propusimos más opciones. Decidimos separarnos por grupos de parejas, eligiendolos en función de la afinidad y la compenetración. A mí me tocó ni más ni menos que Therax, el mismo que me curó tras el incidente en Little Garden y uno de los integrantes con los que mejor me llevaba. Además, el rubio venía con su fiel e inseparable amigo Tib, quien había sido de ayuda en más de una ocasión. El resto de equipos estarían formados por Syxel, que iría con el gigante, mientras que Zane iría con la muchacha.
- Mantén la cabeza centrada, Zane, no vayas a hacer tú la paradita por el barco…
El pelirrojo nos dejó un curioso den den mushi personalizado a la par que salía por la puerta y se iba volando con la mujer. Cuando me disponía a salir, aquel lobo que aparentemente había venido a comer hamburguesas, se transformó en humano y empezó a hacer preguntas al hombre enmascarado, que, por otra parte, había pretendido que nos peleáramos a muerte por unas espadas de mierda que no nos garantizaban nada.
- Estoy con el hombre lobo. No nos has dado ni una puta garantía y pretendes que salgamos a partirnos la cara unos a otros. - Espeté haciendo una pausa mientras Syxel se subía ágilmente a la mesa del mismísimo Dexter, rasgando su cuidada y delicada madera y realizando un sonoro crujido que me hizo girar la cabeza hacia él, aunque pronto proseguí mi mensaje. - Sucios humanos, dejad de lado vuestro puto ego de una vez, os vais a jugar la vida porque este tolai os dice que os conseguirá un sitio de poder. ¿Tan corta es la mente humana? Por muchas influencias que este hombre tenga… la mayoría de los que aquí estáis podéis conseguir vuestro fin de otro modo. No os dejéis engañar, opresores.
Lancé una mirada de odio a todos aquellos humanos, consciente de mis palabras y en lo que podría repercutir, aunque confiaba en que entendiesen el mensaje e ignorasen el odio que iba implícito en el mismo. Quizá podría haberlo dicho de otra manera, pero aquellos humanos con su maldita soberbia me superaban.
Tras mi mensaje, Syxel empezó un discurso a la par que Therax aprovechaba para llamar a Zane a través del Den Den mushi. Actuó rápido al ver la ofensa que podía estar causando Syxel sobre el actual Yonkou. El ambiente se estaba caldeando, quizá en exceso, pero eso formaba parte del improvisado plan que todos parecíamos llevar a cabo.
De repente, y justo al acabar mi discurso, Syxel empezó a dar otra especie de discurso, éste mucho más sosegado y pacífico. Parecía que se le entrecortaba la voz cada poco, debía estar bastante nervioso, y no era para menos, estaba en la mismísima mesa de uno de los Yonkou; Dexter.
Justo al acabar, Zane entró por la puerta haciendo gala de su puntualidad.
“Bueno, pues ya estamos todos”
Empezó a caminar dirección a Syxel tras coger una jarra de cerveza y engulliarla y se subió a esta, amenazando a Viktor y usando su haki del rey contra él.
- Therax, vete desenvainando la espada, que nos vamos a dar de hostias muy pronto. - Espeté sacando la botella de agua de la mochila y sujetándola con la mano derecha.
Permanecí sentado en la silla intentando evadirme del resto, observando simplemente lo que parecía ser cada vez más un zoo que una reunión de personas civilizadas. O quizá un circo, si nos ponemos más exquisitos. Teníamos un lobo, un borracho, algún que otro gigante, un exhibicionista… Nos faltaba poco para dedicarnos al noble arte del espectáculo.
- Encantado, Syxel. Zane nos ha hablado de tí.- Espeté ante la presentación de mi capitán sin mostrar mucha ilusión a la par que le tendía la mano. - Y supongo que encantado también, señor ligeramente más alto que yo. - Comenté esta vez al gigante que estaba a su lado, aunque sin darle la mano en este caso ya que no se veía demasiado amigable y tampoco me convenía meterme en problemas… Por ahora.
Entonces, alguien entró irrumpiendo en la sala, vociferando sobre por qué servían hamburguesas en un oriental y amenazando si volvían a pedir.
“Así que es él… Habrá que andarse con cuidado con ese tipo”
La cosa cada vez parecía ir a peor. Los humanos se miraban mal, había una especie de pelea de egos que no acabaría nada bien, casi con total seguridad.
Entonces, alguien saltó sobre Therax y no pude reprimir una carcajada ante el comentario de Zane.
- Eso sí que es un imán, Zane. El alumno va superando al profesor… - Esbocé con una sonrisa.
Tras el “incidente”, el hombre enmascarado de la puerta empezó a hablar, haciéndonos ver que teníamos que seguir un estúpido juego en el cual tendríamos que buscar espadas, y, quien la consiguiera, tendría que avanzar a la siguiente ronda. Como si de una competición se tratase. Y lo peor, es que tenía como finalidad elegir al nuevo o nuevos Yonkous. Lo cual me hizo emitir un bufido. Si ya de por sí esta gente tenía ganas de liarla, ahora más aún.
“Menudo desperdicio de tiempo el que hemos invertido para venir. Debería marcharme ahora mismo.”
Zane empezó a idear planes y el resto propusimos más opciones. Decidimos separarnos por grupos de parejas, eligiendolos en función de la afinidad y la compenetración. A mí me tocó ni más ni menos que Therax, el mismo que me curó tras el incidente en Little Garden y uno de los integrantes con los que mejor me llevaba. Además, el rubio venía con su fiel e inseparable amigo Tib, quien había sido de ayuda en más de una ocasión. El resto de equipos estarían formados por Syxel, que iría con el gigante, mientras que Zane iría con la muchacha.
- Mantén la cabeza centrada, Zane, no vayas a hacer tú la paradita por el barco…
El pelirrojo nos dejó un curioso den den mushi personalizado a la par que salía por la puerta y se iba volando con la mujer. Cuando me disponía a salir, aquel lobo que aparentemente había venido a comer hamburguesas, se transformó en humano y empezó a hacer preguntas al hombre enmascarado, que, por otra parte, había pretendido que nos peleáramos a muerte por unas espadas de mierda que no nos garantizaban nada.
- Estoy con el hombre lobo. No nos has dado ni una puta garantía y pretendes que salgamos a partirnos la cara unos a otros. - Espeté haciendo una pausa mientras Syxel se subía ágilmente a la mesa del mismísimo Dexter, rasgando su cuidada y delicada madera y realizando un sonoro crujido que me hizo girar la cabeza hacia él, aunque pronto proseguí mi mensaje. - Sucios humanos, dejad de lado vuestro puto ego de una vez, os vais a jugar la vida porque este tolai os dice que os conseguirá un sitio de poder. ¿Tan corta es la mente humana? Por muchas influencias que este hombre tenga… la mayoría de los que aquí estáis podéis conseguir vuestro fin de otro modo. No os dejéis engañar, opresores.
Lancé una mirada de odio a todos aquellos humanos, consciente de mis palabras y en lo que podría repercutir, aunque confiaba en que entendiesen el mensaje e ignorasen el odio que iba implícito en el mismo. Quizá podría haberlo dicho de otra manera, pero aquellos humanos con su maldita soberbia me superaban.
Tras mi mensaje, Syxel empezó un discurso a la par que Therax aprovechaba para llamar a Zane a través del Den Den mushi. Actuó rápido al ver la ofensa que podía estar causando Syxel sobre el actual Yonkou. El ambiente se estaba caldeando, quizá en exceso, pero eso formaba parte del improvisado plan que todos parecíamos llevar a cabo.
De repente, y justo al acabar mi discurso, Syxel empezó a dar otra especie de discurso, éste mucho más sosegado y pacífico. Parecía que se le entrecortaba la voz cada poco, debía estar bastante nervioso, y no era para menos, estaba en la mismísima mesa de uno de los Yonkou; Dexter.
Justo al acabar, Zane entró por la puerta haciendo gala de su puntualidad.
“Bueno, pues ya estamos todos”
Empezó a caminar dirección a Syxel tras coger una jarra de cerveza y engulliarla y se subió a esta, amenazando a Viktor y usando su haki del rey contra él.
- Therax, vete desenvainando la espada, que nos vamos a dar de hostias muy pronto. - Espeté sacando la botella de agua de la mochila y sujetándola con la mano derecha.
- ”Resumen”:
- Contestaciones varias.
- Incitar a todo el mundo a ignorar a Viktor al no dar ninguna garantía con un discurso algo violento.
- Contestaciones varias.
Rainbow662
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Una gran cantidad de piratas, algunos famosos y otros simples novatos, fueron llegando mientras Arribor los ignoraba a todos diligentemente. Había bastante bicho raro por allí, pero nadie que le resultase especialmente revelador. Oyó como alguien llamaba "Descamisetado" a uno de los presentes, lo cual le llevó a pensar que el negocio de los apodos estaba de capa caída. No puedo evitar echarse a reír cuando lo oyó y, quizás, solo quizás, se metiera un poco con el pobre diablo al que llamaban así.
-Jajaja, ¿y cómo lo llaman cuando se viste?
Y entonces llegó el dragón. Dando voces nada más entrar, Dexter Black hizo su aparición. ¿Qué tenían de malo las hamburguesas? ¿Era acaso una forma de buscar pelea? Nada como entrar gritando en un local lleno de piratas par empezar una reyerta. Arribor decoró la "sutil" reprimenda del Yonko con un eructo que hizo temblar el barril que vaciaba. Se preguntó si los habría reunido él allí. Quizás quería intentar reclutarlos para su banda o algo así. Estuvo dándole vueltas a eso un rato más, hasta que el show comenzó.
Cuando el tipejo enmascarado de ahí fuera apareció en ese escenario secreto, a punto estuvo de pedirle que cantase algo. Tardó un poco en darse cuenta de que era él quien les había invitado a todos. ¿Quién era aquel hombre? ¿Y por qué alguien de quien nunca había oído hablar tenía la osadía de montar una fiesta de piratas? Ya empezaba a indignarse, y lo que dijo su anfitrión, no mejoró para nada su humor.
-¿Has oído? -le dijo a Drake. Se le hacía un poco raro hablar con un lobo, pero más raro era hablar con Franklin-. Ese imbécil pretende regalar a alguien de puesto de Yonko. Espadas, pruebas... ¿Desde cuando los piratas juegan a estas chorradas para conseguir fama? -dijo en voz lo bastante alta para que todos lo oyeran claramente.
Arribor se levantó bruscamente, dejando caer la silla con un estrépito. No tenía la menor intención de dejar que nadie le diese permiso para ser uno de los emperadores pirata. Y no parecía el único disconforme. Uno tras otro, toda la escoria marina que no se había largado, empezó a exigirle al enmascarado algo más que su palabra. ¿De verdad iban a dejar que alguien que no era ni siquiera pirata les garantizase nada? Qué molesto. Lo que era él, no tenía la menor intención de dejar que nadie le llamase Yonko solo por haber ganado unas pruebas. Su intención era más bien...
-¡¿Pero qué demonios...?! -exclamó de repente-. ¡Ese tío ha creado queso de la nada! -¿Acaso nadie se había dado cuenta? Arribor se acercó a él y aceptó un trozo de queso. ¡Era de verdad! Incluso Franklin hizo su aparición para mordisquear la rueda de queso mágica y llenarla de babas-. Drake, ¿has visto a este tío?
Por otro lado, quizá debía prestar atención a lo que se cocía allí. Si su instinto no le fallaba, iba a montarse una buena.
-A mí me importa un huevo todas las estúpidas pruebas que este memo pueda ponernos. Si alguien aquí piensa que por ganar una competición puede hacerse llamar Yonkou, que siga soñando -dijo. Luego agarró el barril, ya vacío, y lo lanzó violentamente contra una pared-. A mí nadie me va a regalar ningún título. Si lo quiero, no tengo más que matar a todos los aquí presentes.
El tal Viktor le enfadaba tanto que habría incrustado su cabeza contra el suelo de su querido local. Aunque dado que Drake ya se había encarado con él, y que todo el mundo parecía centrado en hablar más que el anterior, optó por una opción más razonable. Pasando al lado del loco que se había subido a la mesa de Dexter por razones que solo su suicida mente sabría, se dispuso a meterse tras la barra y buscar algo más de esa bebida gratis. Si tal y como pensaba, el restaurante iba a acabar hecho trizas, mejor aprovechar la barra libre.
Nailah
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La música resonaba por todo el local. Las camareras con la comida y la bebida no paraban de ir de un lado hacia otro. Nailah no perdía la sonrisa de su rostro aunque aún le dolía la mano con la que le había dado una hostia al pelirrojo, pero se lo merecía. Era como un pequeño castigo por no haber sabido nada de él durante años. Inclinó la cabeza hacia un lado y vio que venía acompañado de dos de sus tripulantes, al parecer. Lo que menos se imaginaba es que su amigo de la infancia y su capitán fuesen familia. Que vueltas daba la vida, incluso arqueó las cejas cuando escuchó aquel comentario de la edad. Pero... si aparentan la misma edad... cómo... pensó muy confusa.
Se sentó en su sitio de antes, junto a su capitán y volvió a llenar su vaso. Ambas bandas se habían presentado, los dos desconocidos pasaron a ser Therax y Luka. En cuanto escuchó la comida que el pelirrojo iba a pedir sus ojos se iluminaron, pues era su plato favorito desde que tenía conciencia. Pero en cuanto el yonkou que había llegado se puso a dar órdenes el brillo desapareció de sus esmeraldas. Puso morritos y arrugó la nariz decepcionada.
-¡Sabes que no me gusta el pato! - Se quejó enfurruñada.
Cogió de nuevo su vaso y, sin darse cuenta, una pelirroja se había abalanzado sobre el rubio, tirándolo al suelo.Hizo retemblar la mesa y casi le tira la bebida. Nailah arqueó las cejas y posó la bebida en la mesa. Zane se había adelantado en criticarla, pero la morena detestaba quedarse callada cuando le pasaba algo.
-Más cuidado - se quejó dando un sorbo al vaso. Luego se rió al escuchar de nuevo las apuestas -. Parece que aquí las mujeres tienen facilidad para abalanzarse sobre los tíos.
Pero qué obsesión tiene con el pato a la pekinesa, pensó Nailah resoplando. El hombre enmascarado que había recogido sus invitaciones volvió hacer acto de presencia en el centro de la taberna. Dio un largo discurso al que Nailah no prestó mucha atención, pero escuchó los detalles importantes: buscar espadas. ¿Para eso vinieron? ¿El juego de buscar las espadas? ¿Qué tontería era esa? Habían juntado a piratas más fieros de todos los mares, no tenía sentido que se pusieran unas pocas espadas para tantas personas.
Nailah apoyó la mano sobre la mesa, escuchando lo que tenían que decir sobre el plan. El pelirrojo les dio unos den den mushi a cada uno de la banda y la pirata miró el suyo, se quedó sorprendida al ver la imagen del bichito y lo guardó. Los grupos se formaron en nada y ella misma accedió a ir con Zane. Se levantó y enseguida se alejaron de todos. Después, de un salto subió a la espalda del pirata y se entrelazó con las piernas. La muchacha estaba sorprendida de las capacidades que había adquirido su amigo, sobre todo las de volar. Su cabello empezó a ondularse hacia todos los lados debido a la velocidad, pero aquella sensación de adrenalina era mágica.
-No empieces con tu superioridad - le respondió con un tono burlón respecto al comentario de la espada.
Nailah se agarró fuertemente a Zane aunque más bien lo había hecho a posta. La morena acercó la cabeza hasta su oído, desde allí podía ver la sonrisa que tenía el pelirrojo, contagiosa hasta más no poder y aquella situación estaba demasiado perfecta entre los dos con aquellas miradas y silencios que lo decían todo. Era un mundo fantástico, un mundo ideal. Se sentía como un haz de luz que lejos iba y nunca más podría volver atrás.
-Tu y yo tenemos una charla pendiente - susurró -. Y lo que no es char - La pirata no llegó a terminar la frase, pues el den den mushi comenzó a sonar con una musiquilla un tanto rara y le cortó el rollo por completo -. ¿Es necesario responder?
Obviamente sí. Le dio al botoncillo y al parecer significaba que Syxel la estaba liando. ¿Tan pronto? Pensó malhumorada. Enseguida bajaron de los cielos hasta la puerta de la taberna, donde el discurso de su capitán seguía sonando. Bajó de un salto de su amigo y entró detrás de él a la taberna. Él estaba en lo alto de una mesa, hablando como un verdadero hombre libre. Nailah sonrió un poco, aquellas palabras la hacían creer que estaba siguiendo el camino adecuado a su lado, pero Zane no tardó en subirse a la mesa también.
Mucho aguanta esa mesa, pensó, sí que es de buena calidad. Mientras todos estaban con sus discursos Nailah se fue hasta la barra, dónde pidió una botella de ron para ella sola. Le dio un trago y no dejó de mirar como todos debatían entre sí, si es que se lo podía llamar así a esos discursos. En el fondo ella también quería subirse a esa mesa, solo por hacerse notar, pero seguro que en cualquier momento acabaría rompiéndose. Piratas dejándose mangonear por un enmascarado todo, que raro.
Al parecer todos tenían algo que decir, incluso el tuerto que lanzó un barril contra una pared. Pero qué bruto y sádico, si los mataba a todos no tendría con quién presumir después de ese título. La pirata le dio otro trago a la botella y la posó de golpe sobre la barra, pero solo tenía una pregunta en su cabeza, ¿era una reunión para ver quién la tenía más grande? Por que es lo que empezaban a aparentar todos.
Se sentó en su sitio de antes, junto a su capitán y volvió a llenar su vaso. Ambas bandas se habían presentado, los dos desconocidos pasaron a ser Therax y Luka. En cuanto escuchó la comida que el pelirrojo iba a pedir sus ojos se iluminaron, pues era su plato favorito desde que tenía conciencia. Pero en cuanto el yonkou que había llegado se puso a dar órdenes el brillo desapareció de sus esmeraldas. Puso morritos y arrugó la nariz decepcionada.
-¡Sabes que no me gusta el pato! - Se quejó enfurruñada.
Cogió de nuevo su vaso y, sin darse cuenta, una pelirroja se había abalanzado sobre el rubio, tirándolo al suelo.Hizo retemblar la mesa y casi le tira la bebida. Nailah arqueó las cejas y posó la bebida en la mesa. Zane se había adelantado en criticarla, pero la morena detestaba quedarse callada cuando le pasaba algo.
-Más cuidado - se quejó dando un sorbo al vaso. Luego se rió al escuchar de nuevo las apuestas -. Parece que aquí las mujeres tienen facilidad para abalanzarse sobre los tíos.
Pero qué obsesión tiene con el pato a la pekinesa, pensó Nailah resoplando. El hombre enmascarado que había recogido sus invitaciones volvió hacer acto de presencia en el centro de la taberna. Dio un largo discurso al que Nailah no prestó mucha atención, pero escuchó los detalles importantes: buscar espadas. ¿Para eso vinieron? ¿El juego de buscar las espadas? ¿Qué tontería era esa? Habían juntado a piratas más fieros de todos los mares, no tenía sentido que se pusieran unas pocas espadas para tantas personas.
Nailah apoyó la mano sobre la mesa, escuchando lo que tenían que decir sobre el plan. El pelirrojo les dio unos den den mushi a cada uno de la banda y la pirata miró el suyo, se quedó sorprendida al ver la imagen del bichito y lo guardó. Los grupos se formaron en nada y ella misma accedió a ir con Zane. Se levantó y enseguida se alejaron de todos. Después, de un salto subió a la espalda del pirata y se entrelazó con las piernas. La muchacha estaba sorprendida de las capacidades que había adquirido su amigo, sobre todo las de volar. Su cabello empezó a ondularse hacia todos los lados debido a la velocidad, pero aquella sensación de adrenalina era mágica.
-No empieces con tu superioridad - le respondió con un tono burlón respecto al comentario de la espada.
Nailah se agarró fuertemente a Zane aunque más bien lo había hecho a posta. La morena acercó la cabeza hasta su oído, desde allí podía ver la sonrisa que tenía el pelirrojo, contagiosa hasta más no poder y aquella situación estaba demasiado perfecta entre los dos con aquellas miradas y silencios que lo decían todo. Era un mundo fantástico, un mundo ideal. Se sentía como un haz de luz que lejos iba y nunca más podría volver atrás.
-Tu y yo tenemos una charla pendiente - susurró -. Y lo que no es char - La pirata no llegó a terminar la frase, pues el den den mushi comenzó a sonar con una musiquilla un tanto rara y le cortó el rollo por completo -. ¿Es necesario responder?
Obviamente sí. Le dio al botoncillo y al parecer significaba que Syxel la estaba liando. ¿Tan pronto? Pensó malhumorada. Enseguida bajaron de los cielos hasta la puerta de la taberna, donde el discurso de su capitán seguía sonando. Bajó de un salto de su amigo y entró detrás de él a la taberna. Él estaba en lo alto de una mesa, hablando como un verdadero hombre libre. Nailah sonrió un poco, aquellas palabras la hacían creer que estaba siguiendo el camino adecuado a su lado, pero Zane no tardó en subirse a la mesa también.
Mucho aguanta esa mesa, pensó, sí que es de buena calidad. Mientras todos estaban con sus discursos Nailah se fue hasta la barra, dónde pidió una botella de ron para ella sola. Le dio un trago y no dejó de mirar como todos debatían entre sí, si es que se lo podía llamar así a esos discursos. En el fondo ella también quería subirse a esa mesa, solo por hacerse notar, pero seguro que en cualquier momento acabaría rompiéndose. Piratas dejándose mangonear por un enmascarado todo, que raro.
Al parecer todos tenían algo que decir, incluso el tuerto que lanzó un barril contra una pared. Pero qué bruto y sádico, si los mataba a todos no tendría con quién presumir después de ese título. La pirata le dio otro trago a la botella y la posó de golpe sobre la barra, pero solo tenía una pregunta en su cabeza, ¿era una reunión para ver quién la tenía más grande? Por que es lo que empezaban a aparentar todos.
- resumen:
- Quejarse de la comida, volar con zane, regresar a la taberna, ver los discursos y pensar mientras bebe un poco.
«Anda que me iban a hacer caso», pensó Therax al ver cómo Zane y Luka pasaban de largo de la mesa que había escogido. El pelirrojo había reconocido a alguien del grupo del que formaba parte la chica. Afortunadamente nadie había aceptado su apuesta, porque la desconocida se abalanzó sobre el "Descamisetado" sin mediar palabra. Un sonoro bofetón siguió al primer gesto de cariño. El domador no sabía qué sucedía allí, pero se levantó, cogió su vaso y se dirigió al grupo de mesas que acababan de unir para que todos cupieran.
Según parecía, el tipo enorme con aspecto de vivir con hemorroides y la impulsiva muchacha acompañaban al tercer sujeto, el cual no era otro que el tío de Zane. «Éramos pocos, y parió la abuela», se quejó en su fuero interno el espadachín, sentándose sin mediar palabra y dando un nuevo sorbo de su bebida. Allí había un tipo más que no debía viajar con Syxel y los demás, pero Therax no tenía ni la menor idea de quién era.
Comenzaron a beber y charlar, poniéndose al día y hablando de cosas que el espadachín no terminaba de comprender. Fue así hasta que un estruendo precedió la apertura de la puerta de acceso a "La Gorgona Roja". Dexter Black, el Yonkou, hizo acto de presencia. Su primera acción fue prohibir las hamburguesas, provocando que el estómago del rubio emitiera un sonoro quejido. Aún no le habían llevado las suyas, y sabía que tampoco se la traerían, pero un sonoro eructo procedente de Arribor Neus logró arrancarle una sonrisa.
-Póngame a mí lo mismo que a... no sé, que a cualquiera -comentó, siendo consciente de que no tenía ni la menor idea de cómo era el menú de un restaurante oriental. Un intenso olor a queso llegó hasta su nariz, provocando que la arrugara y esbozara una mueca de disgusto. Pocas cosas le daban tanto asco como el maldito queso-. Y otra copa -añadió tras dejar el segundo vaso que apuraba en la mesa.
El Yonkou fue a sentarse a la mesa central, la cual era un poco diferente de las demás del local. «¿Por qué nadie se ha sentado ahí? Esas sillas parecen mucho más cómodas», se preguntó el domador. El capitán fue seguido por sus oficiales, los cuales fueron desfilando hasta ocupar otros asientos en la misma mesa.
Tras aquella teatral entrada, demasiado para su gusto, el espadachín volvió a centrarse en lo que tenía delante... o al menos lo intentó. Súbitamente, sin ningún tipo de aviso, una sombra se abalanzó sobre él y lo tiró de la silla. No esperaba un ataque tan pronto, así que su primera intención fue defenderse. No obstante, en seguida reconoció la melena anaranjada que tenía sobre él. Era Mura, la chica a la que había conocido en Ireos hacía algún tiempo y con quien lo habían intentado matar. La recordaba con cariño, así que no pudo evitar darle un abrazo mientras aún se encontraba en el suelo. ¿Por qué se había abalanzado sobre él si no?
-Sí, bastante. Dime, ¿vas con... ése? -preguntó desde el suelo, señalando a Dexter. No la había visto entrar junto a él, pero sería demasiada casualidad que ella apareciera justo a la vez que el Yonkou. Acto seguido, trató de apartarla para ponerse de pie y, una vez pusiese la silla en su lugar, volver a sentarse en ella. Si la conversación se alargase, la pondría al día acerca de lo acontecido en su vida hasta ese momento.
Una vez Mura se hubo marchado, volvió a intentar sumergirse en la conversación que tenían los de la mesa. Sin embargo, si antes se encontraba perdido, al perder el hilo de lo que estaban hablando pasó a no tener ni idea de a qué se referían con nada. Hastiado de no entender nada, miró a su alrededor para ver quién había en el local. No tuvo otra opción más que fijar su vista en una exuberante pelirroja que había optado por sentarse sola. Podía ver cómo muchos de los presentes la contemplaban igual de absorto que él, pero no le importaba.
Entonces, una estantería situada no demasiado lejos del grupo comenzó a girar. En el lugar que ésta ocupaba apareció un escenario, y sobre él el tipo enmascarado que se encontraba en la puerta hasta no hacía mucho. Therax escuchó el discurso del sujeto sin pronunciar palabra, pero torciendo el gesto con cada palabra que decía. ¿Quién demonios se había creído que era para decidir quién sería el próximo Yonkou? Más aún con un estúpido juego de buscar objetos escondidos. La idea no le convencía en absoluto, pero pronto se pusieron a hacer planes para separarse y buscar las dichosas espadas. A él le tocaría ir con el gyojin, para no variar. No le desagradaba la idea. A fin y al cabo habían cogido cierta confianza con el tiempo.
Todos se dirigieron a la puerta tras recibir unos comunicadores. Zane ya había partido cuando Drake puso voz a lo que él mismo pensaba. Al igual que el resto del grupo, que aún no había partido, se giró para ver al lobo. Había tomado su apariencia humana y decía verdades como puños.
Lo que no esperaba era que el maldito tío de Zane se viniese arriba de ese modo. El muy inconsciente se subió a una mesa, pero no a cualquiera... el condenado tenía que elegir la de Dexter. «Por lo menos me ha avisado», pensó el domador, sacando su den den y llamando al pirata.
-¿Zane? -dijo al caracol-. Bueno, Nailah, también me vales. Tenéis que daros la vuelta y volver aquí. A Syxel se le ha ido la pinza y se ha subido en la mesa de Dexter a dar un discursito. -No cortó la comunicación, sino que la dejó abierta para que escuchasen lo que el tío del pelirrojo tenía que decir-. Tib, tú te vas de aquí. Vuelve al barco y espéranos. Si no lo encuentras,
sigue el olor de alguno de estos y sube al suyo, ¿vale? -susurró, abriendo la puerta para que el Muryn se fuese. Esperaba que, si por algún motivo se separaban, Syxel y los suyos no le hiciesen nada.
En cuanto Tib se hubo ido, Therax se acercó a la mesa que ocupaban el Yonkou y sus hombres para que Zane y Nailah pudiesen escuchar todo lo que el loco que se había subido a la misma tenía que decir. Apoyó el codo del brazo izquierdo sobre la empuñadura de Byakko, que se encontraba fija en su espalda baja y sobresalía por la izquierda. «A saber cómo acaba esto», se dijo mientras se detenía a unos escasos dos metros del improvisado escenario de Syxel.
La conclusión del discurso vino acompañada por otro comentario, en esta ocasión del gyojin. ¿Todo el mundo tenía algo que decir allí, o qué? Therax no quería mirar las caras de Dexter y sus hombres, aunque daba por hecho que la temeridad del tío de Zane no debía de haberles sentado muy bien.
No obstante, el pelirrojo no dejó lugar a la duda cuando, poco después, reapareció en la "La Gorgona Roja" y siguió los pasos de su tío. El rubio cada vez estaba más convencido de que tendrían que salir huyendo de allí, pero optó por esperar.
-Espero que no sea necesario -comentó al escuchar la voz de Rooney, que se había acercado junto a él y le sugería que desenvainase sus sables. No había mucho más que decir. Para Therax, Drake, Syxel y Zane habían dado en el clavo. Sólo restaba esperar la reacción del tipo de la máscara y, sobre todo, del señor de la piratería sobre cuya mesa habían puesto sus pies. «Me guardaré mis comentarios para más tarde. Creo que nuestro punto de vista ha quedado suficientemente claro», razonó, observando cómo todos los presentes tenían su vista fija en la mesa central y cómo Arribor lanzaba su barril contra una pared e iba a por más.
No le gustaba el cariz que estaba tomando la situación, pero aún así tanteó las empuñaduras de sus espadas durante un instante y se acercó algo más a la mesa. Se detuvo a unos seis pasos de la misma, detrás del asiento que había estado ocupando Berthil S. Kyrios. Una vez allí, desenfundó a Byakko y a Yuki-onna con lentitud, dejando claro que apoyaría lo que habían dicho su capitán y el tío de éste hasta las últimas consecuencias.
Según parecía, el tipo enorme con aspecto de vivir con hemorroides y la impulsiva muchacha acompañaban al tercer sujeto, el cual no era otro que el tío de Zane. «Éramos pocos, y parió la abuela», se quejó en su fuero interno el espadachín, sentándose sin mediar palabra y dando un nuevo sorbo de su bebida. Allí había un tipo más que no debía viajar con Syxel y los demás, pero Therax no tenía ni la menor idea de quién era.
Comenzaron a beber y charlar, poniéndose al día y hablando de cosas que el espadachín no terminaba de comprender. Fue así hasta que un estruendo precedió la apertura de la puerta de acceso a "La Gorgona Roja". Dexter Black, el Yonkou, hizo acto de presencia. Su primera acción fue prohibir las hamburguesas, provocando que el estómago del rubio emitiera un sonoro quejido. Aún no le habían llevado las suyas, y sabía que tampoco se la traerían, pero un sonoro eructo procedente de Arribor Neus logró arrancarle una sonrisa.
-Póngame a mí lo mismo que a... no sé, que a cualquiera -comentó, siendo consciente de que no tenía ni la menor idea de cómo era el menú de un restaurante oriental. Un intenso olor a queso llegó hasta su nariz, provocando que la arrugara y esbozara una mueca de disgusto. Pocas cosas le daban tanto asco como el maldito queso-. Y otra copa -añadió tras dejar el segundo vaso que apuraba en la mesa.
El Yonkou fue a sentarse a la mesa central, la cual era un poco diferente de las demás del local. «¿Por qué nadie se ha sentado ahí? Esas sillas parecen mucho más cómodas», se preguntó el domador. El capitán fue seguido por sus oficiales, los cuales fueron desfilando hasta ocupar otros asientos en la misma mesa.
Tras aquella teatral entrada, demasiado para su gusto, el espadachín volvió a centrarse en lo que tenía delante... o al menos lo intentó. Súbitamente, sin ningún tipo de aviso, una sombra se abalanzó sobre él y lo tiró de la silla. No esperaba un ataque tan pronto, así que su primera intención fue defenderse. No obstante, en seguida reconoció la melena anaranjada que tenía sobre él. Era Mura, la chica a la que había conocido en Ireos hacía algún tiempo y con quien lo habían intentado matar. La recordaba con cariño, así que no pudo evitar darle un abrazo mientras aún se encontraba en el suelo. ¿Por qué se había abalanzado sobre él si no?
-Sí, bastante. Dime, ¿vas con... ése? -preguntó desde el suelo, señalando a Dexter. No la había visto entrar junto a él, pero sería demasiada casualidad que ella apareciera justo a la vez que el Yonkou. Acto seguido, trató de apartarla para ponerse de pie y, una vez pusiese la silla en su lugar, volver a sentarse en ella. Si la conversación se alargase, la pondría al día acerca de lo acontecido en su vida hasta ese momento.
Una vez Mura se hubo marchado, volvió a intentar sumergirse en la conversación que tenían los de la mesa. Sin embargo, si antes se encontraba perdido, al perder el hilo de lo que estaban hablando pasó a no tener ni idea de a qué se referían con nada. Hastiado de no entender nada, miró a su alrededor para ver quién había en el local. No tuvo otra opción más que fijar su vista en una exuberante pelirroja que había optado por sentarse sola. Podía ver cómo muchos de los presentes la contemplaban igual de absorto que él, pero no le importaba.
Entonces, una estantería situada no demasiado lejos del grupo comenzó a girar. En el lugar que ésta ocupaba apareció un escenario, y sobre él el tipo enmascarado que se encontraba en la puerta hasta no hacía mucho. Therax escuchó el discurso del sujeto sin pronunciar palabra, pero torciendo el gesto con cada palabra que decía. ¿Quién demonios se había creído que era para decidir quién sería el próximo Yonkou? Más aún con un estúpido juego de buscar objetos escondidos. La idea no le convencía en absoluto, pero pronto se pusieron a hacer planes para separarse y buscar las dichosas espadas. A él le tocaría ir con el gyojin, para no variar. No le desagradaba la idea. A fin y al cabo habían cogido cierta confianza con el tiempo.
Todos se dirigieron a la puerta tras recibir unos comunicadores. Zane ya había partido cuando Drake puso voz a lo que él mismo pensaba. Al igual que el resto del grupo, que aún no había partido, se giró para ver al lobo. Había tomado su apariencia humana y decía verdades como puños.
Lo que no esperaba era que el maldito tío de Zane se viniese arriba de ese modo. El muy inconsciente se subió a una mesa, pero no a cualquiera... el condenado tenía que elegir la de Dexter. «Por lo menos me ha avisado», pensó el domador, sacando su den den y llamando al pirata.
-¿Zane? -dijo al caracol-. Bueno, Nailah, también me vales. Tenéis que daros la vuelta y volver aquí. A Syxel se le ha ido la pinza y se ha subido en la mesa de Dexter a dar un discursito. -No cortó la comunicación, sino que la dejó abierta para que escuchasen lo que el tío del pelirrojo tenía que decir-. Tib, tú te vas de aquí. Vuelve al barco y espéranos. Si no lo encuentras,
sigue el olor de alguno de estos y sube al suyo, ¿vale? -susurró, abriendo la puerta para que el Muryn se fuese. Esperaba que, si por algún motivo se separaban, Syxel y los suyos no le hiciesen nada.
En cuanto Tib se hubo ido, Therax se acercó a la mesa que ocupaban el Yonkou y sus hombres para que Zane y Nailah pudiesen escuchar todo lo que el loco que se había subido a la misma tenía que decir. Apoyó el codo del brazo izquierdo sobre la empuñadura de Byakko, que se encontraba fija en su espalda baja y sobresalía por la izquierda. «A saber cómo acaba esto», se dijo mientras se detenía a unos escasos dos metros del improvisado escenario de Syxel.
La conclusión del discurso vino acompañada por otro comentario, en esta ocasión del gyojin. ¿Todo el mundo tenía algo que decir allí, o qué? Therax no quería mirar las caras de Dexter y sus hombres, aunque daba por hecho que la temeridad del tío de Zane no debía de haberles sentado muy bien.
No obstante, el pelirrojo no dejó lugar a la duda cuando, poco después, reapareció en la "La Gorgona Roja" y siguió los pasos de su tío. El rubio cada vez estaba más convencido de que tendrían que salir huyendo de allí, pero optó por esperar.
-Espero que no sea necesario -comentó al escuchar la voz de Rooney, que se había acercado junto a él y le sugería que desenvainase sus sables. No había mucho más que decir. Para Therax, Drake, Syxel y Zane habían dado en el clavo. Sólo restaba esperar la reacción del tipo de la máscara y, sobre todo, del señor de la piratería sobre cuya mesa habían puesto sus pies. «Me guardaré mis comentarios para más tarde. Creo que nuestro punto de vista ha quedado suficientemente claro», razonó, observando cómo todos los presentes tenían su vista fija en la mesa central y cómo Arribor lanzaba su barril contra una pared e iba a por más.
No le gustaba el cariz que estaba tomando la situación, pero aún así tanteó las empuñaduras de sus espadas durante un instante y se acercó algo más a la mesa. Se detuvo a unos seis pasos de la misma, detrás del asiento que había estado ocupando Berthil S. Kyrios. Una vez allí, desenfundó a Byakko y a Yuki-onna con lentitud, dejando claro que apoyaría lo que habían dicho su capitán y el tío de éste hasta las últimas consecuencias.
- Resumen:
- Resumen:
- Ir a la mesa junto a los demás y no tener ni idea de qué hablan.
- Contemplar a algunos de los que entran y abrazar y hablar con Mura.
- Descontento con lo que dice el enano de la máscara, hacer planes para encontrar la espadas y detenerme en el último momento al escuchar a Drake.
- Llamar a Zane y a Nailah para que sepan lo que sucede y que vuelvan.
- Acercarme a la mesa de Dexter y desenvainar mis armas en señal de apoyo y por lo que pueda pasar.
- Ir a la mesa junto a los demás y no tener ni idea de qué hablan.
Dexter Black
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Su entrada fue... Ignorada, mayormente. Todos estaban ocupados finalmente con sus quehaceres y cada quien iba saltando de mesa en mesa saludando a sus conocidos. Sinceramente, se sentía defraudado por la camaradería que demostraban los piratas en aquella situación. No era que le disgustase lo contrario, pero habría esperado largos silencios incómodos, miradas cargadas de malas intenciones y respuestas mordaces, no música de cantina y un festín para poco menos que conmemorar la caída de un Yonkou. ¿Qué era lo próximo? ¿Una orgía?
Pues... Viendo quién había llegado finalmente, no lo habría dudado. Aki D. Arlia se había presentado envuelta bajo una capa negra que no tardó en desechar, haciendo gala de su voluptuoso cuerpo. No la había visto desde la visita en el Ojo, y todavía guardaba en algún lugar de sus pantalones el anillo de bronce que le había ofrecido la much... mujer. A pesar de su apariencia inocente y juvenil, no podía olvidar que era algo mayor que él. Increíble pero cierto, a decir verdad, pero lo más llamativo en aquella ocasión no era la escultura, sino el manto que la guardaba. Detalles rojo carmesí en un vestido enjoyado, botas de caña alta que se ajustaban perfectamente a sus piernas moldeadas en bronce. ¿Cómo lo hacía?
Ignoró las bravuconadas de Drake. Un perro sin collar era peligroso, pero tampoco iba a preocuparse aunque el dueño estuviese nadando en un barril de cerveza barata. Al fin y al cabo, el lobo de los Markov era una preocupación menor teniendo en cuenta la ingente cantidad de dinero que se había reunido en el lugar. Descartando a su propia banda, Arribor era el que más recompensa tenía sobre su cabeza. No obstante, Zane D. Kenshin era un muchacho que empezaba a destacar, y Aki había demostrado una resistencia sin parangón a pesar de lo barata que pagaban su cabeza... Pero había huido en solitario de Impel Down, un logro que podría tildar de único. Aunque las probabilidades de que fuese el más violento y descerebrado de todos los presentes era una variable que no podía descartar. En cualquier caso, mantuvo su postura mientras las paredes a su izquierda se deshojaban para dar paso a un pequeño escenario, donde cómo no el enmascarado era finalmente la figura importante. ¿Cómo no se le había ocurrido? Aunque, bien pensado, era extraño que el mandamás diese la cara tan apaciblemente.
El nombre le quiso sonar. ¿Viktor Elrik? No había visto nunca su cara, pero durante muchos años había sido su intermediario en el mercado negro, y hacía poco el único que se había atrevido a desafiar al Gobierno Mundial asentando los cimientos de su Palacio de Justicia a partir de Impel Down... ¿Qué hacía allí? ¿Por qué le interesaba a él en específico la elección de un nuevo Emperador Pirata? Si lo coronaba él tal vez esperase tenerlo bajo su bota, y en parte explicaría el porqué de elegir a un Yonkou con pruebas del estilo de recoger espadas. No demostraba fuerza sino audacia, pero podría ser fácil de controlar... Pero eso no sería de su estilo, o sí... En realidad no conocía nada de él, y el plan fallaba en el punto de cómo iba a conseguir que los demás reconociesen al ganador. Algo tenía que haber debajo, un negocio sucio y rastrero. Eso sí estaba claro formaba parte de algo que él podría llegar a hacer.
-Syx, no...- dijo Dexter unos segundos antes de que el pirata se subiera a la mesa. No necesitaba ver el futuro para saber que sería tan imbécil, aunque cuando en su mente la puerta se abrió dejando a Zane bajo el umbral chocó la palma contra su cabeza. ¿Es que no podían estar ni una hora sin hacer gilipolleces?
Estupefacto. La palabra correcta era ésa. No uno, ni dos, sino toda una recua de piratas subidos sobre su mesa dando a cada cual el discurso más estúpido. Sí, era una idiotez pelear por espadas. Sí, nada garantizaba que los demás lo aceptasen una vez entronado, ¿Pero y qué? No iban a conseguir nada discutiendo. Es más, frente a alguien de la talla de Viktor estaban arriesgando sus vidas. Las personas más temibles se ocultaban bajo las máscaras más impolutas, y bajo una perfecta apariencia de porcelana quién sabe lo que se ocultaba. Pero tenía claro que no pensaba descubrirlo.
-¿Ya os habéis divertido?- preguntó, mirando a los que estaban sobre su mesa. Se estaba planteando muy seriamente romperla y hacerlos caer, si no fuera porque los dueños del local no tenían culpa-. Debería daros vergüenza comportaros de semejante forma tan pueril. ¡A todos! Habéis venido invitados por una carta a Jaya, sabíais a lo que veníais, ¿Esperabais votar como señoritas? Pelead por las espadas, rompeos los dientes, dejaos la cabeza y haced lo que os dé la gana- se levantó, haciendo un gesto con la cabeza a su tripulación-. Sólo hay dos con oportunidades reales de aspirar al título si pretendéis hacerlo por la fuerza, así que por vuestro bien jugad con las cartas que os han dado- señaló a Syxel-. Tú ya eres mayorcito para montar números de circo, y tú- clavó la mirada en Zane-, tú tienes las habilidades, pero te comportas como un botarate. He visto a muchos como tú morir en un callejón, y el mismísimo Legan Legim se comportaba igual. No es un buen ejemplo, chico.
Mientras tanto, Deathstroke comunicaba sus órdenes a toda la banda. Berthil, que era el más rápido, buscaría la espada de oro, mientras Slade y Murasaki trataban de hacerse cada uno con una de las armas que había anunciado Viktor. Neo y Barbazul tenían que conseguirle componentes, no le interesaba saber de dónde. Mientras tanto él tenía algo que buscar. Si el señor del Bajo Mundo tenía realmente ese sentido del humor que parecía caracterizarlo tal vez encontrase una de las armas, aunque lo dudaba. Él buscaba otra cosa.
En su marcha se aseguró de pasar casualmente cerca de Aki, frenando por tan sólo unos instantes y apartando el cabello de su oído. Las palabras que le dijo se aseguró de que no fuesen escuchadas por nadie más, y aunque breves, trató de hacerlas intensas. Todavía tenían muchos asuntos por resolver, y tras levantarse salió por la puerta, dejándola abierta para los demás.
-Bien, ¿Tenemos todos claro lo que debemos hacer?- esperó a que todos asintieran-. Bien, pues en marcha. Ya sabéis dónde encontrarme.
Las últimas veces que había visitado Jaya había visto una pequeña herrería clásica en el lugar. Propiedad de un hombre adinerado y pudiente, hacía encargos para toda clase de clientes, y además estaba muy cerca del restaurante. A una o dos calles si no se equivocaba, de hecho. Sólo tenía que ir, asegurarse de abrir la puerta y entrar para encender los hornos. No pensaba participar, pero por lo menos iba a intentar mantenerse entretenido. Y el resto también iba a estarlo, sin duda. Incluso tenía cierta esperanza de que Barbazul llegase a robar alguna que otra espada mientras buscaba metales.
Y allí estaba, hermosa y reluciente, la Forja Dwingelan's, propiedad de Edmund Dwingelan, un anciano que en su día había enseñado algún que otro secreto al joven dragón. De eso hacía ya años, pero la llave estaba oculta bajo el mismo adobe y todo en su mismo sitio. Incluso olía igual. No había pisado en diez años el lugar, pero cada cosa estaba exactamente donde la recordaba, desde el fuelle al piloto del horno. Incendió la primera brasa y dio al botón para iniciar el trabajo del horno. No llevaba nada para fundir, pero seguro que cada preciado lingote de hierro y cada pedazo de carbón aún estaban guardados en la misma despensa.
Pues... Viendo quién había llegado finalmente, no lo habría dudado. Aki D. Arlia se había presentado envuelta bajo una capa negra que no tardó en desechar, haciendo gala de su voluptuoso cuerpo. No la había visto desde la visita en el Ojo, y todavía guardaba en algún lugar de sus pantalones el anillo de bronce que le había ofrecido la much... mujer. A pesar de su apariencia inocente y juvenil, no podía olvidar que era algo mayor que él. Increíble pero cierto, a decir verdad, pero lo más llamativo en aquella ocasión no era la escultura, sino el manto que la guardaba. Detalles rojo carmesí en un vestido enjoyado, botas de caña alta que se ajustaban perfectamente a sus piernas moldeadas en bronce. ¿Cómo lo hacía?
Ignoró las bravuconadas de Drake. Un perro sin collar era peligroso, pero tampoco iba a preocuparse aunque el dueño estuviese nadando en un barril de cerveza barata. Al fin y al cabo, el lobo de los Markov era una preocupación menor teniendo en cuenta la ingente cantidad de dinero que se había reunido en el lugar. Descartando a su propia banda, Arribor era el que más recompensa tenía sobre su cabeza. No obstante, Zane D. Kenshin era un muchacho que empezaba a destacar, y Aki había demostrado una resistencia sin parangón a pesar de lo barata que pagaban su cabeza... Pero había huido en solitario de Impel Down, un logro que podría tildar de único. Aunque las probabilidades de que fuese el más violento y descerebrado de todos los presentes era una variable que no podía descartar. En cualquier caso, mantuvo su postura mientras las paredes a su izquierda se deshojaban para dar paso a un pequeño escenario, donde cómo no el enmascarado era finalmente la figura importante. ¿Cómo no se le había ocurrido? Aunque, bien pensado, era extraño que el mandamás diese la cara tan apaciblemente.
El nombre le quiso sonar. ¿Viktor Elrik? No había visto nunca su cara, pero durante muchos años había sido su intermediario en el mercado negro, y hacía poco el único que se había atrevido a desafiar al Gobierno Mundial asentando los cimientos de su Palacio de Justicia a partir de Impel Down... ¿Qué hacía allí? ¿Por qué le interesaba a él en específico la elección de un nuevo Emperador Pirata? Si lo coronaba él tal vez esperase tenerlo bajo su bota, y en parte explicaría el porqué de elegir a un Yonkou con pruebas del estilo de recoger espadas. No demostraba fuerza sino audacia, pero podría ser fácil de controlar... Pero eso no sería de su estilo, o sí... En realidad no conocía nada de él, y el plan fallaba en el punto de cómo iba a conseguir que los demás reconociesen al ganador. Algo tenía que haber debajo, un negocio sucio y rastrero. Eso sí estaba claro formaba parte de algo que él podría llegar a hacer.
-Syx, no...- dijo Dexter unos segundos antes de que el pirata se subiera a la mesa. No necesitaba ver el futuro para saber que sería tan imbécil, aunque cuando en su mente la puerta se abrió dejando a Zane bajo el umbral chocó la palma contra su cabeza. ¿Es que no podían estar ni una hora sin hacer gilipolleces?
Estupefacto. La palabra correcta era ésa. No uno, ni dos, sino toda una recua de piratas subidos sobre su mesa dando a cada cual el discurso más estúpido. Sí, era una idiotez pelear por espadas. Sí, nada garantizaba que los demás lo aceptasen una vez entronado, ¿Pero y qué? No iban a conseguir nada discutiendo. Es más, frente a alguien de la talla de Viktor estaban arriesgando sus vidas. Las personas más temibles se ocultaban bajo las máscaras más impolutas, y bajo una perfecta apariencia de porcelana quién sabe lo que se ocultaba. Pero tenía claro que no pensaba descubrirlo.
-¿Ya os habéis divertido?- preguntó, mirando a los que estaban sobre su mesa. Se estaba planteando muy seriamente romperla y hacerlos caer, si no fuera porque los dueños del local no tenían culpa-. Debería daros vergüenza comportaros de semejante forma tan pueril. ¡A todos! Habéis venido invitados por una carta a Jaya, sabíais a lo que veníais, ¿Esperabais votar como señoritas? Pelead por las espadas, rompeos los dientes, dejaos la cabeza y haced lo que os dé la gana- se levantó, haciendo un gesto con la cabeza a su tripulación-. Sólo hay dos con oportunidades reales de aspirar al título si pretendéis hacerlo por la fuerza, así que por vuestro bien jugad con las cartas que os han dado- señaló a Syxel-. Tú ya eres mayorcito para montar números de circo, y tú- clavó la mirada en Zane-, tú tienes las habilidades, pero te comportas como un botarate. He visto a muchos como tú morir en un callejón, y el mismísimo Legan Legim se comportaba igual. No es un buen ejemplo, chico.
Mientras tanto, Deathstroke comunicaba sus órdenes a toda la banda. Berthil, que era el más rápido, buscaría la espada de oro, mientras Slade y Murasaki trataban de hacerse cada uno con una de las armas que había anunciado Viktor. Neo y Barbazul tenían que conseguirle componentes, no le interesaba saber de dónde. Mientras tanto él tenía algo que buscar. Si el señor del Bajo Mundo tenía realmente ese sentido del humor que parecía caracterizarlo tal vez encontrase una de las armas, aunque lo dudaba. Él buscaba otra cosa.
En su marcha se aseguró de pasar casualmente cerca de Aki, frenando por tan sólo unos instantes y apartando el cabello de su oído. Las palabras que le dijo se aseguró de que no fuesen escuchadas por nadie más, y aunque breves, trató de hacerlas intensas. Todavía tenían muchos asuntos por resolver, y tras levantarse salió por la puerta, dejándola abierta para los demás.
-Bien, ¿Tenemos todos claro lo que debemos hacer?- esperó a que todos asintieran-. Bien, pues en marcha. Ya sabéis dónde encontrarme.
Las últimas veces que había visitado Jaya había visto una pequeña herrería clásica en el lugar. Propiedad de un hombre adinerado y pudiente, hacía encargos para toda clase de clientes, y además estaba muy cerca del restaurante. A una o dos calles si no se equivocaba, de hecho. Sólo tenía que ir, asegurarse de abrir la puerta y entrar para encender los hornos. No pensaba participar, pero por lo menos iba a intentar mantenerse entretenido. Y el resto también iba a estarlo, sin duda. Incluso tenía cierta esperanza de que Barbazul llegase a robar alguna que otra espada mientras buscaba metales.
Y allí estaba, hermosa y reluciente, la Forja Dwingelan's, propiedad de Edmund Dwingelan, un anciano que en su día había enseñado algún que otro secreto al joven dragón. De eso hacía ya años, pero la llave estaba oculta bajo el mismo adobe y todo en su mismo sitio. Incluso olía igual. No había pisado en diez años el lugar, pero cada cosa estaba exactamente donde la recordaba, desde el fuelle al piloto del horno. Incendió la primera brasa y dio al botón para iniciar el trabajo del horno. No llevaba nada para fundir, pero seguro que cada preciado lingote de hierro y cada pedazo de carbón aún estaban guardados en la misma despensa.
- Resumen:
- Enfadarme con Syxel por payaso, reprender a Zane, ignorar a Drake. Irme a una herrería a craftear mis espadas.
Con casino. Y furcias.
barbazul
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Cuando quise darme cuenta estaba totalmente solo en el barco. Había llegado tarde a la reunión con mis compañeros de banda y ahora me tocaba ir a buscarlos. Los piratas con los que había viajado hasta la isla habían comentado que la reunión a la que asistirían sería en la parte rica de la ciudad, por lo que lo lógico sería empezar a buscar por la misma. De camino me encontré con mucho pirata desmadrado y que con muchos que caminaban en mí misma dirección. En la puerta de esa parte de la ciudad tres gorilas paraban a todo el mundo y le pedían invitación para poder llegar a la reunión. Tomé una de las calles laterales, buscando un callejón que comunicara con la verja de la zona y lo aproveché para pasar en forma de tinta al otro lado.
Una vez en Mock Town, me dirigí a la zona de afluencia de gente, parecía un restaurante de gran tamaño. Recuperé mi forma tras un árbol antes de proceder a entrar en el lugar. Nada más hacerlo pude reconocer a varias de las personas presentes, entre ellas Marc, el joven pirata que había conocido antes de venir. Además de alguno más que me sonaban de la guerra de Hallstat. Me encaminé a la mesa donde se encontraban el resto de los Blue Rose y me senté en un hueco libre.
Al poco, un tipo extraño que se presentó como Viktor no sé qué, se puso a hablar de las pruebas y de elegir al nuevo Yonkou con las mismas. La mayoría de los piratas presentes parecieron sentirse ofendidos por aquella proclamación, escuchándose varios discursos diferentes de personas subidas a nuestra mesa. La verdad es que era una forma de elegir al nuevo emperador de los mares un poco extraña para unos piratas, siendo más adecuada para los perros del gobierno. En cuanto estos discursos acabaron el capitán se levantó de la mesa, les dejó las cosas muy claras a todos los presentes se dirigió a la salida.
Gracias a la conexión mental de Deathstroke recibí mis ordenes, debía buscar grandes cantidades de metal. Al parecer no parecía importar de donde procedieran siempre y cuando no se lo dijera luego al capitán. Por lo que me levanté del asiento y me fui tras Black. Una vez fuera del local, con todos reunidos el capitán preguntó si sabíamos nuestras ordenes, a lo que asentí. Hecho lo cual me fui a la parte pobre de la ciudad. Sin duda alguna en el puerto podía encontrar bastantes piezas de metal, y más aún cerca de los armadores. No desaprovecharía la oportunidad de quitarle sus aceros a los piratas borrachos que me cruzara por el camino, pero antes debía encontrar algún medio para transportar todo.
Una vez en Mock Town, me dirigí a la zona de afluencia de gente, parecía un restaurante de gran tamaño. Recuperé mi forma tras un árbol antes de proceder a entrar en el lugar. Nada más hacerlo pude reconocer a varias de las personas presentes, entre ellas Marc, el joven pirata que había conocido antes de venir. Además de alguno más que me sonaban de la guerra de Hallstat. Me encaminé a la mesa donde se encontraban el resto de los Blue Rose y me senté en un hueco libre.
Al poco, un tipo extraño que se presentó como Viktor no sé qué, se puso a hablar de las pruebas y de elegir al nuevo Yonkou con las mismas. La mayoría de los piratas presentes parecieron sentirse ofendidos por aquella proclamación, escuchándose varios discursos diferentes de personas subidas a nuestra mesa. La verdad es que era una forma de elegir al nuevo emperador de los mares un poco extraña para unos piratas, siendo más adecuada para los perros del gobierno. En cuanto estos discursos acabaron el capitán se levantó de la mesa, les dejó las cosas muy claras a todos los presentes se dirigió a la salida.
Gracias a la conexión mental de Deathstroke recibí mis ordenes, debía buscar grandes cantidades de metal. Al parecer no parecía importar de donde procedieran siempre y cuando no se lo dijera luego al capitán. Por lo que me levanté del asiento y me fui tras Black. Una vez fuera del local, con todos reunidos el capitán preguntó si sabíamos nuestras ordenes, a lo que asentí. Hecho lo cual me fui a la parte pobre de la ciudad. Sin duda alguna en el puerto podía encontrar bastantes piezas de metal, y más aún cerca de los armadores. No desaprovecharía la oportunidad de quitarle sus aceros a los piratas borrachos que me cruzara por el camino, pero antes debía encontrar algún medio para transportar todo.
- Resumen:
- Colarme en la reunión en forma de tinta por un lugar no vigilado
Ver lo que pasa dentro, escuchar los discursos y seguir a Dexter fuera
Asentir a las ordenes e ir a la parte del puerto, a los armadores a buscar metal, buscar algo para llevar mucho material por el camino (carretas o similares)
Aki D. Arlia
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Cuantas cosas podían pasar en apenas unos minutos. Poco a poco el ambiente iba caldeándose y aparentando cada vez más lo que era en realidad: Una reunión de piratas. Ruidosos, orgullosos y, en su mayor parte hambrientos, piratas. Las miradas volaban entre las mesas, tanto las de adoración como las de desconfianza. Conocer las historias que unían a tantas personas unas con otras sería casi imposible; y hasta el día de hoy Aki no sabía de nadie que tuviera tanta información. Algún registro así otorgaría mucho poder, pero por ser dichas relaciones tan caóticas como sus protagonistas no es que fuera difícil conseguirlo; es que de existir sería tan cambiante y desastroso que el hacedor no podría parar de escribir ni un solo día de su vida...
Un sonido interrumpió sus pensamientos y de paso su cena. Apartó los tallarines y se levantó, cruzándose de brazos mientras la pared de la derecha giraba revelando un escenario. Sonrió a Mura, que había llegado hace un rato y la estaba saludando. Le alegraba ver más caras conocidas; no solían abundar las mujeres en esas reuniones. Sin embargo, pronto su cabeza volvió al espectáculo. Algo había comenzado, pero no sabía el qué. Tampoco reconocía al hombre de la máscara. Su expresión era adusta mientras le escuchaba. A su alrededor, no se oía nada. Todos habían parado sus quehaceres para prestarle atención al extraño. No le gustaba ni un pelo. Y cuando este se presentó, aumentó su desconfianza. Sï, reconocía el nombre. ¿Cómo no hacerlo? Viktor Elrik era uno de los nombres más susurrados a gritos por los grandes perros del bajo mundo. Si alguien sostenía su correa y evitaba que la cosa se desmadrase era el hombre de la máscara que ahora tenía frente a ella. No le había imaginado así, pero poco importaba. Pocas veces la imaginación se corresponde con la realidad.
No le gustó lo que decía. Era un hombre o muy tonto o muy astuto; ninguna de las dos opciones tenía visos de acabar bien. Para empezar, organizar una reunión de semejante calibre implicaba en si mismo un agrio final para alguien, siempre. Si además le sumabas algo como esa curiosa carrera de obstáculos...
En efecto, no tardó en estallar. Los piratas no eran gente organizada; que alguien que ni siquiera formaba parte de lo que ellos eran intentara comandarlos, aunque fuera por una buena razón, no podía acabar sino en gritos y peleas. Drake, un hombre llamado Syxel, un gyojin... uno por uno varios de los presentes alzaron su voz para protestar. No les faltaba razón en lo que decían, en realidad. Sin embargo, era un método bastante útil para escoger al nuevo Yonkou, si es que tanta falta hacía. Sobretodo teniendo en cuenta que la otra posibilidad era una batalla a muerte. No había necesidad de mermar la cantidad de piratas por un mero trámite burocrático. Sin embargo...
El último en hablar fue Dexter Black. Tras asegurarse de dar su opinión y regañar a algunos de los presentes, pasó por su lado antes de dirigirse a la salida. Conciso, decidido y directo al punto, como siempre. Casi. Sonrió por un momento y dejó que sus ojos vagaran hasta los suyos durante exactamente segundo y medio, antes de volver a ponerse seria y coger al toro por los cuernos.
Caminó rodeando la mesa a la que minutos antes estaba sentada, hasta quedar frente a Viktor Elrik. Chasqueó los dedos sin descruzar los brazos, activando el poder seductor de su akuma. Comenzó a avanzar hacia el hombre mientras engrandecía su aura hasta el punto de que incluso alguien sin haki mantra intuiría que no era buena idea meterse con ella. Frenó, aún estando a varias mesas de distancia del escenario y del mismo movimiento se recolocó el pelo y lanzó un cuchillo hacia la pared.
- Ya me he hartado de tanta tontería.
Volvió a cruzarse de brazos y con otro chasquido de dedos cesó el efecto de su akuma. Lo único que quería era la atención del público y por muy bajo que fuera el precio por su cabeza, sabía bien cómo conseguirla. Al fin y al cabo cuando el deseo se disipa, muchas veces deja atrás el miedo. El cuchillo de mano, lanzado con precisión milimétrica y velocidad envidiable, se tambalearía a tres centímetros y medio del cuello de Victor, clavado en la pared. Al menos así lo había planeado, por supuesto.
- ¿Por qué alguien como tú, que ni ha sido pirata ni lo será jamás, tiene potestad para escoger al sobresaliente entre nosotros? - Sonrió, antes de continuar.- Perdón, quizás algunos no me conozcan. Mi nombre es Aki D. Arlia y me temo que he robado la invitación para estar hoy aquí. Estoy segura de que no soy la única, de todas formas. Y le felicito, señor Elrik. La idea de la búsqueda de las espadas bien podría evitar un baño de sangre completamente... innecesario.
Avanzó hacia el escenario, sin llegar a subirse, y le señaló con una mano.
-Sin embargo, que alguien como tú sea juez y señor de esta prueba es completamente ridículo. Ningún pirata en su sano juicio aceptaría algo así, por lo menos no antes de la tercera copa.
Acto seguido, le dio la espalda con todo el descaro y la elegancia del mundo y mostró tres cuchillos más entre sus dedos.
-Si alguien quiere presentar sus espadas, me temo que deberá demostrarme que es digno de ello. Yo no tengo intención alguna de convertirme en el próximo Yonkou, pero sí tengo interés en asegurarme de que este no sea una marioneta a las órdenes de una máscara. Como ya he dicho, no es necesario derramar sangre pero... al igual que cualquiera aquí presente, yo protegeré aquello en lo que creo.
Guardó los cuchillos y, mientras poco a poco iba difuminando el efecto sobre su aura, se sentó en una mesa con las piernas cruzadas, aguardando el efecto de sus palabras. Si alguien se oponía estaba más que dispuesta a convencerle.
Un sonido interrumpió sus pensamientos y de paso su cena. Apartó los tallarines y se levantó, cruzándose de brazos mientras la pared de la derecha giraba revelando un escenario. Sonrió a Mura, que había llegado hace un rato y la estaba saludando. Le alegraba ver más caras conocidas; no solían abundar las mujeres en esas reuniones. Sin embargo, pronto su cabeza volvió al espectáculo. Algo había comenzado, pero no sabía el qué. Tampoco reconocía al hombre de la máscara. Su expresión era adusta mientras le escuchaba. A su alrededor, no se oía nada. Todos habían parado sus quehaceres para prestarle atención al extraño. No le gustaba ni un pelo. Y cuando este se presentó, aumentó su desconfianza. Sï, reconocía el nombre. ¿Cómo no hacerlo? Viktor Elrik era uno de los nombres más susurrados a gritos por los grandes perros del bajo mundo. Si alguien sostenía su correa y evitaba que la cosa se desmadrase era el hombre de la máscara que ahora tenía frente a ella. No le había imaginado así, pero poco importaba. Pocas veces la imaginación se corresponde con la realidad.
No le gustó lo que decía. Era un hombre o muy tonto o muy astuto; ninguna de las dos opciones tenía visos de acabar bien. Para empezar, organizar una reunión de semejante calibre implicaba en si mismo un agrio final para alguien, siempre. Si además le sumabas algo como esa curiosa carrera de obstáculos...
En efecto, no tardó en estallar. Los piratas no eran gente organizada; que alguien que ni siquiera formaba parte de lo que ellos eran intentara comandarlos, aunque fuera por una buena razón, no podía acabar sino en gritos y peleas. Drake, un hombre llamado Syxel, un gyojin... uno por uno varios de los presentes alzaron su voz para protestar. No les faltaba razón en lo que decían, en realidad. Sin embargo, era un método bastante útil para escoger al nuevo Yonkou, si es que tanta falta hacía. Sobretodo teniendo en cuenta que la otra posibilidad era una batalla a muerte. No había necesidad de mermar la cantidad de piratas por un mero trámite burocrático. Sin embargo...
El último en hablar fue Dexter Black. Tras asegurarse de dar su opinión y regañar a algunos de los presentes, pasó por su lado antes de dirigirse a la salida. Conciso, decidido y directo al punto, como siempre. Casi. Sonrió por un momento y dejó que sus ojos vagaran hasta los suyos durante exactamente segundo y medio, antes de volver a ponerse seria y coger al toro por los cuernos.
Caminó rodeando la mesa a la que minutos antes estaba sentada, hasta quedar frente a Viktor Elrik. Chasqueó los dedos sin descruzar los brazos, activando el poder seductor de su akuma. Comenzó a avanzar hacia el hombre mientras engrandecía su aura hasta el punto de que incluso alguien sin haki mantra intuiría que no era buena idea meterse con ella. Frenó, aún estando a varias mesas de distancia del escenario y del mismo movimiento se recolocó el pelo y lanzó un cuchillo hacia la pared.
- Ya me he hartado de tanta tontería.
Volvió a cruzarse de brazos y con otro chasquido de dedos cesó el efecto de su akuma. Lo único que quería era la atención del público y por muy bajo que fuera el precio por su cabeza, sabía bien cómo conseguirla. Al fin y al cabo cuando el deseo se disipa, muchas veces deja atrás el miedo. El cuchillo de mano, lanzado con precisión milimétrica y velocidad envidiable, se tambalearía a tres centímetros y medio del cuello de Victor, clavado en la pared. Al menos así lo había planeado, por supuesto.
- ¿Por qué alguien como tú, que ni ha sido pirata ni lo será jamás, tiene potestad para escoger al sobresaliente entre nosotros? - Sonrió, antes de continuar.- Perdón, quizás algunos no me conozcan. Mi nombre es Aki D. Arlia y me temo que he robado la invitación para estar hoy aquí. Estoy segura de que no soy la única, de todas formas. Y le felicito, señor Elrik. La idea de la búsqueda de las espadas bien podría evitar un baño de sangre completamente... innecesario.
Avanzó hacia el escenario, sin llegar a subirse, y le señaló con una mano.
-Sin embargo, que alguien como tú sea juez y señor de esta prueba es completamente ridículo. Ningún pirata en su sano juicio aceptaría algo así, por lo menos no antes de la tercera copa.
Acto seguido, le dio la espalda con todo el descaro y la elegancia del mundo y mostró tres cuchillos más entre sus dedos.
-Si alguien quiere presentar sus espadas, me temo que deberá demostrarme que es digno de ello. Yo no tengo intención alguna de convertirme en el próximo Yonkou, pero sí tengo interés en asegurarme de que este no sea una marioneta a las órdenes de una máscara. Como ya he dicho, no es necesario derramar sangre pero... al igual que cualquiera aquí presente, yo protegeré aquello en lo que creo.
Guardó los cuchillos y, mientras poco a poco iba difuminando el efecto sobre su aura, se sentó en una mesa con las piernas cruzadas, aguardando el efecto de sus palabras. Si alguien se oponía estaba más que dispuesta a convencerle.
- Spoiler:
- RESUMEN. IMPORTANTE, LEER AQUELLOS EN EL RESTAURANTE:
- Aura:
- -Técnica de disfraz del aura: Aki es capaz de ''camuflar'' su aura a placer, para imitar la de una persona inofensiva, alguien más peligroso que ella misma, una inocente niña, etc. Personas con niveles superiores al suyo pueden ver tras este ''disfraz''.
- Akuma:
- Aki es capaz de ''manipular'' el deseo de una persona. Puede aumentarlo, disminuirlo o redirigirlo hacia una determinada persona u objeto, incluyendo el propio sujeto. En su caso más extremo, Aki puede inducir a las personas un desesperante deseo carnal. A la víctima en cuestión le entrarán sudores y unas ganas locas de hacer el amor con quien se halle más próximo. Básicamente el efecto es comparable a 10 diales de feromonas a la vez. (Los tiempos y efectos se describen a continuación, junto con otra faceta de esta aptitud)
-Atender a los distintos discursos
-Levantarse, activar su akuma para aumentar el deseo de los presentes por ella y la técnica de aura para parecer absurdamente peligrosa.
-Tirar un cuchillo al escenario, a centímetros de Victor.
- Cesar el efecto de la akuma y acercarse al escenario. Declarar que cualquiera dispuesto a entregar una espada tendrá que demostrarle su valía primero.
-Cesar poco a poco el efecto del aura.
William White
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Mientras miraba el panorama observé a varios de los piratas muchos de ellos eran bastante reconocidos, entre ellos destacaban Drake, la bestia y el ya conocido Arribor, dios santo, solo esperaba que el hombre no me reconociera después de todo estaba bastante seguro de que también sabía usar mantra. Pero ahí no terminaba el problema, entre ellos había alguno de los novatos de la nueva era. Fuera como fuera no podía evitar de sentir que aquello era otra liga, pero lo peor estaba por llegar. No paso mucho tiempo tras sentarse cuando el trueno resonó en la taberna, tal vez fuera por el hecho de que se encontraba algo más alejado del barullo por lo que comenzó a escuchar la lluvia al otro lado del cristal.
-A todas las desgracias las precede una tormenta- pensaba para sus adentros recordando cómo había llovido en Loguetown hace ya diez años.
Una presencia imponente entro en el bar, un escalofrió recorrió mi piel. Un hombre tanto imponente como elegante entró en la sala, no llegué a distinguir las palabras que dijo de lo impactado que estaba. El hombre de pelo oscuro y claro a partes iguales medía algo más de dos metros, no había duda él era…
-Dexter Black, el yonkou- musitó por lo bajo.
Tras el emperador comenzaron a entrar uno por uno miembros de su banda, muchas de ellas caras conocidas de carteles y otras situaciones como era el caso de Akane y su otra acompañante nómada.
-Que caja de sorpresas- pensó el chico a la vez que se baja el sombrero tapando la parte superior de su rostro.
Contemplando la vista general aquella citación tan caótica era un despropósito, había tantos frentes abiertos, tantas discusiones y tanto jolgorio que era inútil seguir usando el mantra, por lo que desactivando el don y evitando el posible dolor de cabeza que este le provocaría, dejó que por esta vez fueran sus instintos los que le guiarán.
No tardó excesivamente, al llegar la hora los guardias cerraron las puertas y las luces del local se volvieron tenues como si aquello se tratará de un teatro. La suposición resultó más acertada de lo esperado ya que un pequeño escenario salió a la luz, siendo la persona que había recogido las entradas. El hombre se hizo llamar Viktor, nombre que no era para nada desconocido, así que detrás de toda esta “hermandad” se encontraba un emperador del bajo mundo. Esto le resultó extraño ya que por lo general los emperadores del bajo mundo están más interesado en estar a la vera de los yonkous que en si mismo quien estuviera en el cargo. Continuó escuchando el discurso del hombre mientras realizaba sus propias hipótesis, no tardé en darme cuenta de que a aquel hombre lo que probablemente le interesará es la falta de estabilidad en los mares, que siempre se habían compuesto por la trinidad de yonkous-marina-sistema schibukai. De todas formas, aquel asuntó le chirriaba. En primer lugar, el hombre solicitó al señor Black ya presenté que no interviniera de forma activa, el hombre prosiguió diciendo que se había tomado de poner una serie de pruebas a los candidatos, no hacía falta ser un genio para saber que el hombre en primer lugar no tenía una posición como para imponer algo a otro yonkou aunque no descartaba que su apoyo pudiera ser indispensable para conseguir que alguna banda como los Hearthless se pudieran coronar con el título.
Tras el anuncio, la respuesta no se hizo esperar, muchos de los piratas salieron tropel en busca de aquellas dieciséis espadas. Él se encaminó a hacerlo, durante su marcha pudo ver como alguno de los piratas se encaraban con el emperador cuestionando su autoridad, a los cuales no les faltaba razón.
Saliendo de la taberna antes de que algunos de los piratas iniciarán una reyerta, iría hacia el norte de la isla, saliendo de Mock Town después de todo conseguir influencia en el bajo mundo pasaba por impresionar a Viktor, después de todo encontrar un objeto le resultaría extremadamente más sencillo que otro tipo de trabaja, después de todo él se había dedicado más de una década, tanto en Loguetown como en la Grey Terminal.
Volviendo a activar el mantra se perdió por las callejuelas, atento a cualquier brillo u comentario llamativo de las personas que se fuera cruzando en su camino.
-Hora de volver al trabajo- musitó mientras se recolocaba el sombrero.
-A todas las desgracias las precede una tormenta- pensaba para sus adentros recordando cómo había llovido en Loguetown hace ya diez años.
Una presencia imponente entro en el bar, un escalofrió recorrió mi piel. Un hombre tanto imponente como elegante entró en la sala, no llegué a distinguir las palabras que dijo de lo impactado que estaba. El hombre de pelo oscuro y claro a partes iguales medía algo más de dos metros, no había duda él era…
-Dexter Black, el yonkou- musitó por lo bajo.
Tras el emperador comenzaron a entrar uno por uno miembros de su banda, muchas de ellas caras conocidas de carteles y otras situaciones como era el caso de Akane y su otra acompañante nómada.
-Que caja de sorpresas- pensó el chico a la vez que se baja el sombrero tapando la parte superior de su rostro.
Contemplando la vista general aquella citación tan caótica era un despropósito, había tantos frentes abiertos, tantas discusiones y tanto jolgorio que era inútil seguir usando el mantra, por lo que desactivando el don y evitando el posible dolor de cabeza que este le provocaría, dejó que por esta vez fueran sus instintos los que le guiarán.
No tardó excesivamente, al llegar la hora los guardias cerraron las puertas y las luces del local se volvieron tenues como si aquello se tratará de un teatro. La suposición resultó más acertada de lo esperado ya que un pequeño escenario salió a la luz, siendo la persona que había recogido las entradas. El hombre se hizo llamar Viktor, nombre que no era para nada desconocido, así que detrás de toda esta “hermandad” se encontraba un emperador del bajo mundo. Esto le resultó extraño ya que por lo general los emperadores del bajo mundo están más interesado en estar a la vera de los yonkous que en si mismo quien estuviera en el cargo. Continuó escuchando el discurso del hombre mientras realizaba sus propias hipótesis, no tardé en darme cuenta de que a aquel hombre lo que probablemente le interesará es la falta de estabilidad en los mares, que siempre se habían compuesto por la trinidad de yonkous-marina-sistema schibukai. De todas formas, aquel asuntó le chirriaba. En primer lugar, el hombre solicitó al señor Black ya presenté que no interviniera de forma activa, el hombre prosiguió diciendo que se había tomado de poner una serie de pruebas a los candidatos, no hacía falta ser un genio para saber que el hombre en primer lugar no tenía una posición como para imponer algo a otro yonkou aunque no descartaba que su apoyo pudiera ser indispensable para conseguir que alguna banda como los Hearthless se pudieran coronar con el título.
Tras el anuncio, la respuesta no se hizo esperar, muchos de los piratas salieron tropel en busca de aquellas dieciséis espadas. Él se encaminó a hacerlo, durante su marcha pudo ver como alguno de los piratas se encaraban con el emperador cuestionando su autoridad, a los cuales no les faltaba razón.
Saliendo de la taberna antes de que algunos de los piratas iniciarán una reyerta, iría hacia el norte de la isla, saliendo de Mock Town después de todo conseguir influencia en el bajo mundo pasaba por impresionar a Viktor, después de todo encontrar un objeto le resultaría extremadamente más sencillo que otro tipo de trabaja, después de todo él se había dedicado más de una década, tanto en Loguetown como en la Grey Terminal.
Volviendo a activar el mantra se perdió por las callejuelas, atento a cualquier brillo u comentario llamativo de las personas que se fuera cruzando en su camino.
-Hora de volver al trabajo- musitó mientras se recolocaba el sombrero.
- resumen:
- Divagaciones varias, reconozcó a varios de los personajes (Rain y Mura), continuó manteniendome al marguen, escucho a Viktor y marcho a buscar las espadas desde E8 hasta E7 o E8
tocado y hundidocon la esperanza de ganar algo de reconocimiento como broker/ladrón. (No hago caso a lo de Aki porque interpretó que salgo antes, ya que en principio salgo algo antes de que Dexter comience a salir[more less])
Maze
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Su viejo amigo tardó más de lo que esperaba en reaccionar cuando se abalanzó sobre él, acabando los dos en el suelo. "Tal vez no debería haberme lanzando sin más". Pensó Mura en lo que tardaba en cerrar y abrir los ojos, al impactar ambos contra la superficie... ¿Era de madera? Al volver a abrir los ojos, tenía al chico debajo suya. Le dedicó una sonrisa al ver como su rostro pasaba de mostrar desconcierto y molestia a alegría, antes de abrazarla. Akane correspondió el abrazo de buena gana. Procurando ignorar el comentario de uno de los de la mesa en todo lo que pudo, aunque sus ansias asesinas la delataban. No se quedó mucho tiempo en la mesa de Therax, lo justo para contarse cuatro cosas, confirmarle que Dexter era su capitán y plantearse varias formas de importunar al pelirrojo que había soltado aquel comentario inapropiado.
Una vez terminaron su breve pero animada conversación, el olor de la comida incitó a la felina a dirigirse a su mesa. Quiso pasarse a saludar a Aki una vez terminó con Therax, pero el hecho de que hubiese un cambio en la iluminación del lugar y que apareciese un escenario de la nada, provocó que cambiase de idea. "Mejor me paso luego". Pensó y fue a sentarse frente a su montaña de comida, entre Aka y Sumire, para atiborrarse de comida mientras observaba el espectáculo. Y que espectáculo más aburrido. Lo único que sucedió fue que un hombrecito enmascarado apareció de detrás del armario. "imagino que ya saben para que he venido bla bla bla". Akane suspiró, mientras daba vueltas a unos fideos con sus palillos, apoyando la cabeza perezosamente sobre su mano izquierda. No comprendía muy bien todos los detalles de aquella reunión. Salvo lo de tener que elegir un nuevo Yonkou. ¿Quién era aquel enano? ¿Eso era escusa para montar todo ese espectáculo? ¿Por qué estaban gritando tanto? Mura acabó por soltar los palillos y taparse las orejas. Podría haberlas destransformado, pero se negaba. Y el ruido le había causado una molestia capaz de quitarle el apetito.
Al menos el dragón azul puso algo de orden. Una sonrisa se dibujó en el rostro de la pelirroja al escuchar los reproches que soltaba, llevando la vista a Berthil. No había que ser un genio para saber que el chico hubiese saltado de la misma forma si siguiese siendo el capitán de los Demons. Incluso ahora, creyó ver que se estaba controlando para no "quedar mal". Dexter terminó de hablar y comenzó a dar las siguientes ordenes. ¿Las espadas? Las orejas de la chica se alzaron con curiosidad. ¿Acaso quería hacer replicas? ¿O quizás...? La chica mostró sus colmillos, divertida, antes de levantarse de forma energía, tirando incluso la silla al hacerlo. Sumire la miró y tuvo que aguantarse una carcajada al pensar en lo niña que se veía su hermana, emocionándose por una búsqueda del tesoro. Pero había algo más.
-Entendido. Solo una pregunta.- Contestó la chica, alzando la voz para que todos en el local la escuchasen, como hacía cuando cantaba pero sin dar un tono melodioso a su voz. No hubiera ido acorde con la ocasión. -¿Podemos quedarnos con Jaya?- Era una pregunta que en parte desafiaba a todos los piratas a su alrededor y a su anfitrión. La chica miró a Dexter, como si esperase que este asintiese en aprobación o la regañase. Tras aquello, se marchó con Sumire. En cuanto salió por la puerta, La dragona volvió a tomar su forma real y ella subió, impulsándose con ayuda de los diales de sus botas y su propia fuerza para subirse a su lomo. Irían hacia el este de la isla. Lo mejor sería abarcar las zonas que están más lejos e ir volviendo, o eso pensó Mura, marchándose a toda prisa y perdiéndose el discurso de Aki. Una vez en camino, llamó a Deathstroke por DDM para decirle que ella pretendía ir al otro lado de la isla. Sería mejor que cada uno buscase por zonas distintas.
Una vez terminaron su breve pero animada conversación, el olor de la comida incitó a la felina a dirigirse a su mesa. Quiso pasarse a saludar a Aki una vez terminó con Therax, pero el hecho de que hubiese un cambio en la iluminación del lugar y que apareciese un escenario de la nada, provocó que cambiase de idea. "Mejor me paso luego". Pensó y fue a sentarse frente a su montaña de comida, entre Aka y Sumire, para atiborrarse de comida mientras observaba el espectáculo. Y que espectáculo más aburrido. Lo único que sucedió fue que un hombrecito enmascarado apareció de detrás del armario. "imagino que ya saben para que he venido bla bla bla". Akane suspiró, mientras daba vueltas a unos fideos con sus palillos, apoyando la cabeza perezosamente sobre su mano izquierda. No comprendía muy bien todos los detalles de aquella reunión. Salvo lo de tener que elegir un nuevo Yonkou. ¿Quién era aquel enano? ¿Eso era escusa para montar todo ese espectáculo? ¿Por qué estaban gritando tanto? Mura acabó por soltar los palillos y taparse las orejas. Podría haberlas destransformado, pero se negaba. Y el ruido le había causado una molestia capaz de quitarle el apetito.
Al menos el dragón azul puso algo de orden. Una sonrisa se dibujó en el rostro de la pelirroja al escuchar los reproches que soltaba, llevando la vista a Berthil. No había que ser un genio para saber que el chico hubiese saltado de la misma forma si siguiese siendo el capitán de los Demons. Incluso ahora, creyó ver que se estaba controlando para no "quedar mal". Dexter terminó de hablar y comenzó a dar las siguientes ordenes. ¿Las espadas? Las orejas de la chica se alzaron con curiosidad. ¿Acaso quería hacer replicas? ¿O quizás...? La chica mostró sus colmillos, divertida, antes de levantarse de forma energía, tirando incluso la silla al hacerlo. Sumire la miró y tuvo que aguantarse una carcajada al pensar en lo niña que se veía su hermana, emocionándose por una búsqueda del tesoro. Pero había algo más.
-Entendido. Solo una pregunta.- Contestó la chica, alzando la voz para que todos en el local la escuchasen, como hacía cuando cantaba pero sin dar un tono melodioso a su voz. No hubiera ido acorde con la ocasión. -¿Podemos quedarnos con Jaya?- Era una pregunta que en parte desafiaba a todos los piratas a su alrededor y a su anfitrión. La chica miró a Dexter, como si esperase que este asintiese en aprobación o la regañase. Tras aquello, se marchó con Sumire. En cuanto salió por la puerta, La dragona volvió a tomar su forma real y ella subió, impulsándose con ayuda de los diales de sus botas y su propia fuerza para subirse a su lomo. Irían hacia el este de la isla. Lo mejor sería abarcar las zonas que están más lejos e ir volviendo, o eso pensó Mura, marchándose a toda prisa y perdiéndose el discurso de Aki. Una vez en camino, llamó a Deathstroke por DDM para decirle que ella pretendía ir al otro lado de la isla. Sería mejor que cada uno buscase por zonas distintas.
- resumen:
- Saludar a Therax, charlar un rato y pensar como molestar a Zane antes de volver a su sitio para comer y escuchar al mafioso este. Seguir las ordenes de su capitán, no sin antes preguntar si su banda podía adueñarse de Jaya. Dirigirse hacia South Grave (L8) a lomos de Sumire.
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El local se fue llenando progresivamente, aumentando mi incomodidad y forzándome a incrementar el ritmo con el que mi pequeño barril subía y bajaba para mantener a raya cualquier posibilidad de limpiar los alrededores a golpe de hacha.
La posibilidad de asentar el alcohol con una generosa fuente de carne recién traída sosegó levemente mi malhumor, ya suficientemente cebado por la interminable conversación que se había asentado a mi alrededor. Sin ningún tipo de consideración, recogí la pieza de carne central, la más grande de todas, y la mordisqueé levemente para llevarme sólo la mitad de la misma.
Sólo me hizo falta masticarla un par de segundos para escupirla sobre el suelo enmoquetado y arrojar el resto del pollo en la misma dirección.
- Putas especias orientales. –Mascullé, irritado.- Han destrozado el sabor de la carne. Y se dignan a llamar esto “cocina”…
Me negué a probar un solo muslo más y traté de aislarme del resto del barullo, sin éxito. Casi empezaba a perder la esperanza de poder mantener aquello en el umbral de lo no violento, tal y como el sentido común nos sugería, cuando un trueno y un breve lapsus de silencio y airada reprimenda reclamó la atención de todos los reunidos.
Dexter Black. Ni su aspecto ni su nombre me resultaban desconocidos. Y por lo que sabía de él, era un hombre de temer, así como sus camaradas, que aparecieron tras él.
Reprimí las ganas de increparle por tratar de imponer sus prioridades culinarias a los demás cuando, de todas maneras, daba igual si la gente quería matarse a base de hamburguesas o de la comida local, pues ambas parecían estar muy a la zaga en lo referente a su nefasta calidad alimenticia.
Apareció también una mujer que, si bien ostentaba un cuerpo y una indumentaria de escándalo para estándares humanos, lo único que a mí me pareció realmente reseñable fue su cabellera roja e intensa. Asimismo, otra joven entró en escena y “asaltó” a uno de los miembros del denominado “Descamisetado”.
Con la aparición de las dos féminas, la multitudinaria reunión recuperó su jaleo acostumbrado y forzó a los recién llegados a tomar los pocos asientos que quedaban. El cierre final de puertas y el descenso en la intensidad de las luces marcó el punto final a tan tediosa espera, y una estantería en la pared derecha del establecimiento giró para revelar un escenario, ocupado por el mismo individuo que nos dio paso.
La teatralidad de su aparición ya me hizo soltar un bufido despectivo, pues no me costaba imaginar cómo se desarrollaría aquello. Tal y como supuse, al hombrecillo enmascarado le gustaba dar discursos y decorarlos con aquella inútil oratoria que yo tanto odiaba, y su forma de hablar consiguió hacerme apretar el asa de mi enorme jarra hasta casi romperla.
No obstante, su nombre sí llamó mi atención: Viktor Elrik. Aunque no conocía todos los detalles, sí recordaba haber escuchado sobre él a mi madre a lo largo de los dos últimos años. Diciéndolo con suavidad, por lo que sabía de él, si alguna vez llegaba a asociarme con tal individuo, sería para arrancarle la fea cara de su corrupto cuerpo.
Pero no estaba allí para eso, y alguien como él tendría, sin duda, demasiado poder como para que yo pudiera superarle así por las buenas. Así que, conteniendo el asco que sentía de la mejor manera que pude, continué escuchando sin prestar demasiada importancia a sus palabras.
Un juego. Un triste juego de buscar espadas era todo lo que se le podía ocurrir a aquel lamentable ser para escoger al próximo Yonkou. Ahogué mi risa con un último trago a mi apurada y maltrecha jarra, que una camarera, seguida de un hombre fornido, no tardó en llevarse con discreción. No sólo resultaban obvias las razones por las que alguien de su infamia se ofrecería como mecenas de una de las próximas figuras más importantes de la piratería, sino que había puesto todo su esfuerzo en disfrazarlo bajo una actitud caritativa e inocente con un divertimento que, a mi entender, poco o nada tenía que ver con la realidad de la gente del mar.
Sea como fuere, Viktor terminó de hablar y un gran número de invitados se levantaron a toda prisa de sus sitios y marcharon como animales a buscar su ansiado premio. Lentamente, dejé escapar aire por la nariz mientras me traían una segunda jarra a la que di un largo trago.
“Vine para hacer algo de verdad, no para jugar a memeces…”
Mi descontento no pareció ser el único en la sala: el lobo gigante, que ya se había enfrentado a Dexter tras dejar patente su desagrado por las hamburguesas, se subió a su mesa tomando forma humana y pidió explicaciones a nuestro anfitrión, con unas dotes diplomáticas que se aproximaban mucho más al trato que a mí me gustaba dispensar.
Con el establecimiento sensiblemente vaciado, el sujeto pelirrojo y falto de vergüenza que se hacía llamar Zane reunió a sus subordinados cerca de nosotros y nos dividimos todos en parejas para buscar con mayor eficiencia las armas en cuestión. Quise abrir la boca para preguntarle de mala manera quién le había dado autoridad sobre nosotros para decidir tal cosa, pero se escabulló inmediatamente con Nailah tras él.
Bufé, profundamente disgustado, y di otro trago. Mi resistencia y tamaño me permitían aguantar bastante bien un ron tan fuerte, pero empezaba a sentir los síntomas típicos de la ebriedad próxima. “Si tomo una más, igual me afecta a la hora de combatir. Debería beber con más cautela, pero para aguantar este tostón…”
Afortunadamente, los acontecimientos tomaron un agradable giro de última hora: el lobo blanco gigante, que ya se había enfrentado a Dexter al saber de la prohibición de las hamburguesas, se subió a su mesa adoptando forma humana y, haciendo gala de una diplomacia que no distaba mucho de la que yo dispensaba, pidió explicaciones a Viktor. Inmediatamente después intervino el gyojin de la banda de Zane, con un discurso, que no me habría importado secundar con firmeza.
Aún más: Silver, que estaba prácticamente en la puerta ya, regresó, quizás envalentonado por las recientes intervenciones, y se subió a la misma mesa que el lobo humano y el hombre pez. La charleta que soltó, ensalzando valores y moralidades, para mí, absurdos y tontos, amenazó con regresar mi hastío. Sólo por cuánto conocía a mi capitán y mi amistado con él, logré aguantar estoico tan pretencioso espectáculo.
Por eso, y porque en cierto modo materializaba lo que sentía, al menos en parte, hacia el asqueroso sujeto que nos había reunido.
Y apareció Zane, de vuelta. Y secundó al que había llamado por “tío” con un lenguaje que, al menos, logró mantenerme despierto. Incluso el compañero del lobo, Arribor Neus, mostró su desacuerdo con efusividad, haciendo una pausa para admirar brevemente a otro semigigante que había… ¿creado queso de la nada?
Meneé la cabeza para no ocupar mi mente con tonterías. Ojeé con curiosidad los alrededores, analizando el entorno con cuidado a la búsqueda de cualquier amenaza que el enmascarado pudiera lanzar contra nosotros por contravenirle, pero sólo encontré a Therax, contemplando el lío mientras desenfundaba las armas en actitud cauta, y al resto de presentes que estudiaban el siguiente paso.
Paso que tomó el Yonkou presente. Al parecer, Dexter Black sintió la necesidad de hacer oír su voz como “pirata experimentado y de renombre” que era, haciendo gala de esos valores y superioridad moral rancios que sólo podían pertenecer a los viejos. Tras dejar patentes una serie de principios de la piratería que, seguramente, ni él se preocupaba en cumplir, se marchó bastante airado, deteniéndose sólo ante la pelirroja.
Pelirroja que, sin parpadear un segundo, se sumó al descontento general, pero aplicando fuerza real en sus argumentos. De esa que suele traducirse en un “Yo no te estoy amenazando, pero igual te mueres si me sigues tocando los huevos”.
Terminada su intervención, me levanté con ominosa y deliberada parsimonia de mi amplio asiento, y caminé hacia la reunión desenfundando una de mis hachas en el proceso.
- Yo no soy como estos. –Empecé, hablando con la misma planeada lentitud con la que me desplazaba.- No soy nadie importante. No aspiro a serlo. La gente que lo es, deja de lado lo que realmente importa. Y hablando claro: esto es una gilipollez. –Me humedecí los labios. Sabía que mi franqueza y modales podían salirme caros, pero había estado aguantando ya demasiado tiempo y necesitaba soltarlo todo.- A un líder, a un jefe, no se le escoge mediante juegos infantiles y favoritismos de alguien con dinero y poder. Un jefe se hace valer por sus actos y su espíritu. Esto es una pantomima, y si vamos a seguir con ella, lo menos que se puede hacer es dignificarla un poco.
Para dar mayor peso a mis argumentos, clavé con fuerza mi arma en una mesa vacía próxima, atravesándola y llegando al suelo sin problemas.
- Silver tiene razón. El ligón pelirrojo tiene razón, y el gyokin y, sobre todo, la mujer pelirroja. Si vamos a decidir un Yonkou aquí, que se lo gane por sus méritos, y no por los que impongan otros.
La posibilidad de asentar el alcohol con una generosa fuente de carne recién traída sosegó levemente mi malhumor, ya suficientemente cebado por la interminable conversación que se había asentado a mi alrededor. Sin ningún tipo de consideración, recogí la pieza de carne central, la más grande de todas, y la mordisqueé levemente para llevarme sólo la mitad de la misma.
Sólo me hizo falta masticarla un par de segundos para escupirla sobre el suelo enmoquetado y arrojar el resto del pollo en la misma dirección.
- Putas especias orientales. –Mascullé, irritado.- Han destrozado el sabor de la carne. Y se dignan a llamar esto “cocina”…
Me negué a probar un solo muslo más y traté de aislarme del resto del barullo, sin éxito. Casi empezaba a perder la esperanza de poder mantener aquello en el umbral de lo no violento, tal y como el sentido común nos sugería, cuando un trueno y un breve lapsus de silencio y airada reprimenda reclamó la atención de todos los reunidos.
Dexter Black. Ni su aspecto ni su nombre me resultaban desconocidos. Y por lo que sabía de él, era un hombre de temer, así como sus camaradas, que aparecieron tras él.
Reprimí las ganas de increparle por tratar de imponer sus prioridades culinarias a los demás cuando, de todas maneras, daba igual si la gente quería matarse a base de hamburguesas o de la comida local, pues ambas parecían estar muy a la zaga en lo referente a su nefasta calidad alimenticia.
Apareció también una mujer que, si bien ostentaba un cuerpo y una indumentaria de escándalo para estándares humanos, lo único que a mí me pareció realmente reseñable fue su cabellera roja e intensa. Asimismo, otra joven entró en escena y “asaltó” a uno de los miembros del denominado “Descamisetado”.
Con la aparición de las dos féminas, la multitudinaria reunión recuperó su jaleo acostumbrado y forzó a los recién llegados a tomar los pocos asientos que quedaban. El cierre final de puertas y el descenso en la intensidad de las luces marcó el punto final a tan tediosa espera, y una estantería en la pared derecha del establecimiento giró para revelar un escenario, ocupado por el mismo individuo que nos dio paso.
La teatralidad de su aparición ya me hizo soltar un bufido despectivo, pues no me costaba imaginar cómo se desarrollaría aquello. Tal y como supuse, al hombrecillo enmascarado le gustaba dar discursos y decorarlos con aquella inútil oratoria que yo tanto odiaba, y su forma de hablar consiguió hacerme apretar el asa de mi enorme jarra hasta casi romperla.
No obstante, su nombre sí llamó mi atención: Viktor Elrik. Aunque no conocía todos los detalles, sí recordaba haber escuchado sobre él a mi madre a lo largo de los dos últimos años. Diciéndolo con suavidad, por lo que sabía de él, si alguna vez llegaba a asociarme con tal individuo, sería para arrancarle la fea cara de su corrupto cuerpo.
Pero no estaba allí para eso, y alguien como él tendría, sin duda, demasiado poder como para que yo pudiera superarle así por las buenas. Así que, conteniendo el asco que sentía de la mejor manera que pude, continué escuchando sin prestar demasiada importancia a sus palabras.
Un juego. Un triste juego de buscar espadas era todo lo que se le podía ocurrir a aquel lamentable ser para escoger al próximo Yonkou. Ahogué mi risa con un último trago a mi apurada y maltrecha jarra, que una camarera, seguida de un hombre fornido, no tardó en llevarse con discreción. No sólo resultaban obvias las razones por las que alguien de su infamia se ofrecería como mecenas de una de las próximas figuras más importantes de la piratería, sino que había puesto todo su esfuerzo en disfrazarlo bajo una actitud caritativa e inocente con un divertimento que, a mi entender, poco o nada tenía que ver con la realidad de la gente del mar.
Sea como fuere, Viktor terminó de hablar y un gran número de invitados se levantaron a toda prisa de sus sitios y marcharon como animales a buscar su ansiado premio. Lentamente, dejé escapar aire por la nariz mientras me traían una segunda jarra a la que di un largo trago.
“Vine para hacer algo de verdad, no para jugar a memeces…”
Mi descontento no pareció ser el único en la sala: el lobo gigante, que ya se había enfrentado a Dexter tras dejar patente su desagrado por las hamburguesas, se subió a su mesa tomando forma humana y pidió explicaciones a nuestro anfitrión, con unas dotes diplomáticas que se aproximaban mucho más al trato que a mí me gustaba dispensar.
Con el establecimiento sensiblemente vaciado, el sujeto pelirrojo y falto de vergüenza que se hacía llamar Zane reunió a sus subordinados cerca de nosotros y nos dividimos todos en parejas para buscar con mayor eficiencia las armas en cuestión. Quise abrir la boca para preguntarle de mala manera quién le había dado autoridad sobre nosotros para decidir tal cosa, pero se escabulló inmediatamente con Nailah tras él.
Bufé, profundamente disgustado, y di otro trago. Mi resistencia y tamaño me permitían aguantar bastante bien un ron tan fuerte, pero empezaba a sentir los síntomas típicos de la ebriedad próxima. “Si tomo una más, igual me afecta a la hora de combatir. Debería beber con más cautela, pero para aguantar este tostón…”
Afortunadamente, los acontecimientos tomaron un agradable giro de última hora: el lobo blanco gigante, que ya se había enfrentado a Dexter al saber de la prohibición de las hamburguesas, se subió a su mesa adoptando forma humana y, haciendo gala de una diplomacia que no distaba mucho de la que yo dispensaba, pidió explicaciones a Viktor. Inmediatamente después intervino el gyojin de la banda de Zane, con un discurso, que no me habría importado secundar con firmeza.
Aún más: Silver, que estaba prácticamente en la puerta ya, regresó, quizás envalentonado por las recientes intervenciones, y se subió a la misma mesa que el lobo humano y el hombre pez. La charleta que soltó, ensalzando valores y moralidades, para mí, absurdos y tontos, amenazó con regresar mi hastío. Sólo por cuánto conocía a mi capitán y mi amistado con él, logré aguantar estoico tan pretencioso espectáculo.
Por eso, y porque en cierto modo materializaba lo que sentía, al menos en parte, hacia el asqueroso sujeto que nos había reunido.
Y apareció Zane, de vuelta. Y secundó al que había llamado por “tío” con un lenguaje que, al menos, logró mantenerme despierto. Incluso el compañero del lobo, Arribor Neus, mostró su desacuerdo con efusividad, haciendo una pausa para admirar brevemente a otro semigigante que había… ¿creado queso de la nada?
Meneé la cabeza para no ocupar mi mente con tonterías. Ojeé con curiosidad los alrededores, analizando el entorno con cuidado a la búsqueda de cualquier amenaza que el enmascarado pudiera lanzar contra nosotros por contravenirle, pero sólo encontré a Therax, contemplando el lío mientras desenfundaba las armas en actitud cauta, y al resto de presentes que estudiaban el siguiente paso.
Paso que tomó el Yonkou presente. Al parecer, Dexter Black sintió la necesidad de hacer oír su voz como “pirata experimentado y de renombre” que era, haciendo gala de esos valores y superioridad moral rancios que sólo podían pertenecer a los viejos. Tras dejar patentes una serie de principios de la piratería que, seguramente, ni él se preocupaba en cumplir, se marchó bastante airado, deteniéndose sólo ante la pelirroja.
Pelirroja que, sin parpadear un segundo, se sumó al descontento general, pero aplicando fuerza real en sus argumentos. De esa que suele traducirse en un “Yo no te estoy amenazando, pero igual te mueres si me sigues tocando los huevos”.
Terminada su intervención, me levanté con ominosa y deliberada parsimonia de mi amplio asiento, y caminé hacia la reunión desenfundando una de mis hachas en el proceso.
- Yo no soy como estos. –Empecé, hablando con la misma planeada lentitud con la que me desplazaba.- No soy nadie importante. No aspiro a serlo. La gente que lo es, deja de lado lo que realmente importa. Y hablando claro: esto es una gilipollez. –Me humedecí los labios. Sabía que mi franqueza y modales podían salirme caros, pero había estado aguantando ya demasiado tiempo y necesitaba soltarlo todo.- A un líder, a un jefe, no se le escoge mediante juegos infantiles y favoritismos de alguien con dinero y poder. Un jefe se hace valer por sus actos y su espíritu. Esto es una pantomima, y si vamos a seguir con ella, lo menos que se puede hacer es dignificarla un poco.
Para dar mayor peso a mis argumentos, clavé con fuerza mi arma en una mesa vacía próxima, atravesándola y llegando al suelo sin problemas.
- Silver tiene razón. El ligón pelirrojo tiene razón, y el gyokin y, sobre todo, la mujer pelirroja. Si vamos a decidir un Yonkou aquí, que se lo gane por sus méritos, y no por los que impongan otros.
Deathstroke
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Apenas nos habíamos sentado en la mesa cuando el pirata Drake alzó la voz para amenazar a un camarero para que le siguiese trayendo hamburguesas y luego pasó a retar al capitán para que enfrentase su comida contra la suya, algo muy estúpido y propio de un ser sin demasiada cabeza.
-Bestia, deberías relajarte y dejarte llevar por todas las comidas – le dije a Drake – todas tienen sus cosas buenas y la oriental en particular.
Cuando llegó la hora de la reunión, la luz del lugar se hizo más tenue, y tras el ruido de mecanismos unos focos iluminaron a un tipo, el cual dio la bienvenida a los presentes por acudir. Y tras un par de preguntas y comentarios lanzados al aire el tipo se presentó, un tal Viktor Elrik. Todo lo que estaba haciendo aquel tipo era una especie de obra de teatro, o más bien una presentación muy bien preparada. En este caso, cuando comenzó esta, una fotografía del capitán Legim descendió detrás de él. Buscaba un sucesor del Yonkou. Esto hizo que se dirigiese personalmente a Dexter, a quien le pidió que no interviniese y solo diese su opinión.
-Disculpa, pero a última hora nos dieron la invitación, por cierto, gracias. – dije sacando la invitación que le había quitado a los piratas que me habían atacado, y dejándola sobre la mesa.
El tipo aquel, siguió con la explicación de lo que pretendía hacer. Una serie de pruebas en las que poco a poco se vería quien era un digno sucesor del capitán. Sin embargo, sus palabras parecieron causar un efecto que él no quería, y el primero en saltar fue nuevamente el lobo, el cual se subió a la mesa y se hizo humano. Parecía ser no estar dispuesto a hacer lo que Viktor quería, habiendo interpretado que este sería el que elegiría al sucesor de Legim, algo que no había dicho en ningún momento. Tras esto el resto del mundo pareció alborotarse y seguir los ideales de la bestia, ¿acaso no había nadie con dos dedos de frente?. Evidentemente sí, y el capitán hizo su primer movimiento. Dejó las cosas claras y regaño a un par de tipos que estaban haciendo el capullo en el local. Se levantó de la mesa e hizo un gesto para que nos pusiésemos en marcha.
En el momento en el que nos hizo el gesto, cree un canal que me unía telepáticamente al capitán, quien rápidamente me dio las ordenes que debíamos seguir. Las cuales eran seguir el pequeño juego de Viktor, y estropeárselo un poco. Una vez transmitidas las ordenes cree canales con todos los miembros de la banda para decirles a cada uno su parte.
-Brethil, debes buscar la espada dorada que ha mencionad Viktor lo más rápido que puedas. Neo, Barbazul, debéis conseguir materiales para el capitán, no le importa de dónde los saquéis ni cómo mientras lo hagáis. Mura tu irás conmigo para buscar las otras espadas, una cada uno. ¿Todo está claro?.
Pareció serlo, pues todos comenzaron a moverse hacia donde les había tocado, por mi parte en cuanto salí de le restaurante, salte con fuerza y comencé a volar hacia el sur de la isla, dado que Mura había ido hacia el este de la isla.
-Bestia, deberías relajarte y dejarte llevar por todas las comidas – le dije a Drake – todas tienen sus cosas buenas y la oriental en particular.
Cuando llegó la hora de la reunión, la luz del lugar se hizo más tenue, y tras el ruido de mecanismos unos focos iluminaron a un tipo, el cual dio la bienvenida a los presentes por acudir. Y tras un par de preguntas y comentarios lanzados al aire el tipo se presentó, un tal Viktor Elrik. Todo lo que estaba haciendo aquel tipo era una especie de obra de teatro, o más bien una presentación muy bien preparada. En este caso, cuando comenzó esta, una fotografía del capitán Legim descendió detrás de él. Buscaba un sucesor del Yonkou. Esto hizo que se dirigiese personalmente a Dexter, a quien le pidió que no interviniese y solo diese su opinión.
-Disculpa, pero a última hora nos dieron la invitación, por cierto, gracias. – dije sacando la invitación que le había quitado a los piratas que me habían atacado, y dejándola sobre la mesa.
El tipo aquel, siguió con la explicación de lo que pretendía hacer. Una serie de pruebas en las que poco a poco se vería quien era un digno sucesor del capitán. Sin embargo, sus palabras parecieron causar un efecto que él no quería, y el primero en saltar fue nuevamente el lobo, el cual se subió a la mesa y se hizo humano. Parecía ser no estar dispuesto a hacer lo que Viktor quería, habiendo interpretado que este sería el que elegiría al sucesor de Legim, algo que no había dicho en ningún momento. Tras esto el resto del mundo pareció alborotarse y seguir los ideales de la bestia, ¿acaso no había nadie con dos dedos de frente?. Evidentemente sí, y el capitán hizo su primer movimiento. Dejó las cosas claras y regaño a un par de tipos que estaban haciendo el capullo en el local. Se levantó de la mesa e hizo un gesto para que nos pusiésemos en marcha.
En el momento en el que nos hizo el gesto, cree un canal que me unía telepáticamente al capitán, quien rápidamente me dio las ordenes que debíamos seguir. Las cuales eran seguir el pequeño juego de Viktor, y estropeárselo un poco. Una vez transmitidas las ordenes cree canales con todos los miembros de la banda para decirles a cada uno su parte.
-Brethil, debes buscar la espada dorada que ha mencionad Viktor lo más rápido que puedas. Neo, Barbazul, debéis conseguir materiales para el capitán, no le importa de dónde los saquéis ni cómo mientras lo hagáis. Mura tu irás conmigo para buscar las otras espadas, una cada uno. ¿Todo está claro?.
Pareció serlo, pues todos comenzaron a moverse hacia donde les había tocado, por mi parte en cuanto salí de le restaurante, salte con fuerza y comencé a volar hacia el sur de la isla, dado que Mura había ido hacia el este de la isla.
- resumen:
- contestar a Drake, escuchar a Viktor, transmitir las ordenes del capitán al resto de la banda e ir hacia el Sur. (D10)
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El dragón aguardó con paciencia la llegada del manjar que pronto pasaría a llenar su estómago, o al menos lo intentaría. El hambre voraz del azabache era insaciable pese a su escasa necesidad de alimento, de modo que probablemente un único plato no sería suficiente para saciarle. Una vez llevaron a la mesa los distintos pedidos de la banda, incluidos los de Mura y Barbazul que habían tomado asiento con ellos en último lugar, Berthil bajó los pies de la mesa para comenzar a comer, no sin antes quitarle de las manos la botella de sake al camarero.
─ Ya me sirvo yo ─dijo con voz grave, poco antes de dar un largo trago directamente de ella, ante lo que el empleado se retiró sin mayores consecuencias.
Un regusto ligeramente endulzado, aunque algo fuerte, recorrió su paladar y garganta a medida que el alcohol descendía por la misma, ardiendo de forma agradable en su pecho, lo que provocó que soltase un sonoro suspiro antes de ponerse manos a la obra. En general, su atención se mantuvo centrada en la comida, la cual engullía sin pudor. De vez en cuando se permitía el lujo de lanzar alguna que otra mirada a los criminales allí presentes, analizando sus rostros, comportamiento e incluso presencia. Huelga decir que había extendido su voz para sentir la de los demás, identificando con rapidez a los individuos que aparentaban ser más peligrosos. Como era obvio, la mayoría ni siquiera se acercaba al potencial de Dexter, aunque no pudo evitar sorprenderse al sentir la de Arribor. Era realmente intensa, probablemente lo suficiente como para plantarle cara al dragón azul. ¿Qué clase de monstruo era? Sonrió con levedad y continuó con su asalto al plato, no sin antes percatarse de la mirada que el pelirrojo le había echado. Se estaba tomando algunas libertades... Quizá demasiado imprudentes, aunque le agradaba en cierto sentido. Mostraba agallas al comportarse así frente al oficial de un Yonkou y eso le gustaba.
Divagaciones varias más tarde, todo el jaleo amainó al momento en que una de las paredes se transformaba en un ostentoso escenario. En el mismo se presentó el hombre que les estaba brindando semejante banquete: Viktor Elrik. Berthil no le había visto jamás en persona, pero su nombre no era desconocido para él. Uno de los señores del bajo mundo, quizá el más influyente y peligroso de todos. Para alguien que fue esclavo durante buena parte de su vida ese nombre significaba muchas cosas. Ninguna de ellas buena. Frunció el ceño, algo molesto, antes de apartar el plato por un momento y prestar algo de atención al discurso, botella en mano. Se excusaba por no haber invitado a Dexter y al resto de Blue Rose, y aunque comprendía en cierto sentido sus motivos, no podía dejar de pensar que quería mantenerlos alejados de todo aquello. En fin, no parecía especialmente molesto por su presencia de todos modos, así que poco importaba. Buscar espaditas, esa sería una de las pruebas que el enmascarado propondría para la elección del próximo Emperador del Nuevo Mundo. Por un momento le pareció una completa estupidez, aunque no tardó en recapacitar. Había muchas formas de ganar aquella prueba, no únicamente siendo el más rápido o el más fuerte, sino también el más astuto. De hecho, quizá este último fuera el que saliera vencedor, y no los dos anteriores. Aun así, estaba claro que ninguno de los allí presentes estaría dispuesto a reconocer al próximo Yonkou a través de semejantes juegos. De hecho, no tardaron en alzarse contra Viktor, increpándole y malentendiendo sus palabras. «Está claro que el intelecto de la piratería brilla por su ausencia» se dijo, observando con cierto desdén cómo uno a uno se iban situando sobre su mesa los disidentes, apoyados por los coros de algunos piratas menores.
─ Esto se está yendo de las manos, Dexter ─advirtió a su capitán, quien no tardó en intervenir.
El Zafiro Negro estalló, reprendiendo a todos los que habían decidido obtener un leve momento de gloria en aquel caos criminal que se había formado. Viktor permanecía impasible ante la reacción de algunos de los piratas con más renombre del lugar... Y la de otros que no tenían tanto. Aquella gente no parecía tener mucho sentido de autoconsevación. Desafiar de aquella forma a alguien de la calaña de su anfitrión podía costarle la vida a más de uno. Quizá no allí, quizá no en ese instante, pero indudablemente en algún momento, de la forma más desagradable posible. Berthil hizo una mueca, observando los pies que reposaban cerca de lo que minutos antes era su comida, para luego enfocar su atención en Dexter, quien decidió poner punto y final a la discusión y largarse de allí. El dragón dorado, mientras tanto, se puso en pie.
─ No ha dicho en ningún momento que vaya a hacer de juez, cerebros de mosquito ─intervino, alzando la voz para que incluso la señorita pelirroja que pretendía hacer de filtro le escuchara─. Solo os ha propuesto una forma de decidirlo, algo más diplomática que una masacre. Honestamente, muchos de vosotros moriríais en los primeros segundos si se diera el caso, así que os aconsejo que os replanteéis la situación. Esto es un Parlamento Pirata. No escogerá él, escogeremos nosotros. Quizá alguien se gane cierto apoyo con estas pruebas, ¿no creéis? ─dirigió su mirada al rubito que mantenía las manos en sus espadas. Parecía una hormiga en comparación a las bestias allí presentes─ Yo que tu no desperdiciaría mi vida de una forma tan estúpida.
Su propia presencia se agrandó y se transformó en algo mucho más inhumano, cercana a la de una bestia sanguinaria y chocó contra todos los allí presentes. Casi parecía haber incrementado su propio tamaño y todo.
─ Por cierto ─siguió, dirigiendo una mirada malhumorada a los piratas situados sobre la mesa─. Habéis pisado mi comida.
Lo sentía por los dueños del local, pero él no sería tan empático como Dexter. En apenas una décima de segundo, tan rápido que ni la más aguda de las vistas podría haber llegado a percibirlo, sujetó la mesa por el borde y la lanzó por los aires, tratando de derribar a todos los que se habían puesto a hacer el payaso sobre ella. Tal era su fuerza que no le supuso más esfuerzo del que le llevaría levantar el brazo por encima de la cabeza. Tras esto se dirigió con calma hacia la salida, disculpándose por el estropicio que pudiera haber causado y dando un nuevo trago a su botella. Una vez fuera, recibidas las órdenes por cortesía de Deathstroke, asintió ante el capitán y se dispuso a cumplir su parte del plan.
─ Yo también iré al Este. Me voy adelantando.
Su cuerpo fue recubriéndose de escamas según avanzaba, al tiempo que una cola y unas alas doradas surgían tras él, adoptando su forma de Emperador de los Cielos. Tomó impulso y, en menos de lo que dura un parpadeo, desapareció de allí a tal velocidad que el propio aire explotó. Voló a toda velocidad hacia la otra mitad de la isla, buscando ser el primero en llegar.
─ Ya me sirvo yo ─dijo con voz grave, poco antes de dar un largo trago directamente de ella, ante lo que el empleado se retiró sin mayores consecuencias.
Un regusto ligeramente endulzado, aunque algo fuerte, recorrió su paladar y garganta a medida que el alcohol descendía por la misma, ardiendo de forma agradable en su pecho, lo que provocó que soltase un sonoro suspiro antes de ponerse manos a la obra. En general, su atención se mantuvo centrada en la comida, la cual engullía sin pudor. De vez en cuando se permitía el lujo de lanzar alguna que otra mirada a los criminales allí presentes, analizando sus rostros, comportamiento e incluso presencia. Huelga decir que había extendido su voz para sentir la de los demás, identificando con rapidez a los individuos que aparentaban ser más peligrosos. Como era obvio, la mayoría ni siquiera se acercaba al potencial de Dexter, aunque no pudo evitar sorprenderse al sentir la de Arribor. Era realmente intensa, probablemente lo suficiente como para plantarle cara al dragón azul. ¿Qué clase de monstruo era? Sonrió con levedad y continuó con su asalto al plato, no sin antes percatarse de la mirada que el pelirrojo le había echado. Se estaba tomando algunas libertades... Quizá demasiado imprudentes, aunque le agradaba en cierto sentido. Mostraba agallas al comportarse así frente al oficial de un Yonkou y eso le gustaba.
Divagaciones varias más tarde, todo el jaleo amainó al momento en que una de las paredes se transformaba en un ostentoso escenario. En el mismo se presentó el hombre que les estaba brindando semejante banquete: Viktor Elrik. Berthil no le había visto jamás en persona, pero su nombre no era desconocido para él. Uno de los señores del bajo mundo, quizá el más influyente y peligroso de todos. Para alguien que fue esclavo durante buena parte de su vida ese nombre significaba muchas cosas. Ninguna de ellas buena. Frunció el ceño, algo molesto, antes de apartar el plato por un momento y prestar algo de atención al discurso, botella en mano. Se excusaba por no haber invitado a Dexter y al resto de Blue Rose, y aunque comprendía en cierto sentido sus motivos, no podía dejar de pensar que quería mantenerlos alejados de todo aquello. En fin, no parecía especialmente molesto por su presencia de todos modos, así que poco importaba. Buscar espaditas, esa sería una de las pruebas que el enmascarado propondría para la elección del próximo Emperador del Nuevo Mundo. Por un momento le pareció una completa estupidez, aunque no tardó en recapacitar. Había muchas formas de ganar aquella prueba, no únicamente siendo el más rápido o el más fuerte, sino también el más astuto. De hecho, quizá este último fuera el que saliera vencedor, y no los dos anteriores. Aun así, estaba claro que ninguno de los allí presentes estaría dispuesto a reconocer al próximo Yonkou a través de semejantes juegos. De hecho, no tardaron en alzarse contra Viktor, increpándole y malentendiendo sus palabras. «Está claro que el intelecto de la piratería brilla por su ausencia» se dijo, observando con cierto desdén cómo uno a uno se iban situando sobre su mesa los disidentes, apoyados por los coros de algunos piratas menores.
─ Esto se está yendo de las manos, Dexter ─advirtió a su capitán, quien no tardó en intervenir.
El Zafiro Negro estalló, reprendiendo a todos los que habían decidido obtener un leve momento de gloria en aquel caos criminal que se había formado. Viktor permanecía impasible ante la reacción de algunos de los piratas con más renombre del lugar... Y la de otros que no tenían tanto. Aquella gente no parecía tener mucho sentido de autoconsevación. Desafiar de aquella forma a alguien de la calaña de su anfitrión podía costarle la vida a más de uno. Quizá no allí, quizá no en ese instante, pero indudablemente en algún momento, de la forma más desagradable posible. Berthil hizo una mueca, observando los pies que reposaban cerca de lo que minutos antes era su comida, para luego enfocar su atención en Dexter, quien decidió poner punto y final a la discusión y largarse de allí. El dragón dorado, mientras tanto, se puso en pie.
─ No ha dicho en ningún momento que vaya a hacer de juez, cerebros de mosquito ─intervino, alzando la voz para que incluso la señorita pelirroja que pretendía hacer de filtro le escuchara─. Solo os ha propuesto una forma de decidirlo, algo más diplomática que una masacre. Honestamente, muchos de vosotros moriríais en los primeros segundos si se diera el caso, así que os aconsejo que os replanteéis la situación. Esto es un Parlamento Pirata. No escogerá él, escogeremos nosotros. Quizá alguien se gane cierto apoyo con estas pruebas, ¿no creéis? ─dirigió su mirada al rubito que mantenía las manos en sus espadas. Parecía una hormiga en comparación a las bestias allí presentes─ Yo que tu no desperdiciaría mi vida de una forma tan estúpida.
Su propia presencia se agrandó y se transformó en algo mucho más inhumano, cercana a la de una bestia sanguinaria y chocó contra todos los allí presentes. Casi parecía haber incrementado su propio tamaño y todo.
─ Por cierto ─siguió, dirigiendo una mirada malhumorada a los piratas situados sobre la mesa─. Habéis pisado mi comida.
Lo sentía por los dueños del local, pero él no sería tan empático como Dexter. En apenas una décima de segundo, tan rápido que ni la más aguda de las vistas podría haber llegado a percibirlo, sujetó la mesa por el borde y la lanzó por los aires, tratando de derribar a todos los que se habían puesto a hacer el payaso sobre ella. Tal era su fuerza que no le supuso más esfuerzo del que le llevaría levantar el brazo por encima de la cabeza. Tras esto se dirigió con calma hacia la salida, disculpándose por el estropicio que pudiera haber causado y dando un nuevo trago a su botella. Una vez fuera, recibidas las órdenes por cortesía de Deathstroke, asintió ante el capitán y se dispuso a cumplir su parte del plan.
─ Yo también iré al Este. Me voy adelantando.
Su cuerpo fue recubriéndose de escamas según avanzaba, al tiempo que una cola y unas alas doradas surgían tras él, adoptando su forma de Emperador de los Cielos. Tomó impulso y, en menos de lo que dura un parpadeo, desapareció de allí a tal velocidad que el propio aire explotó. Voló a toda velocidad hacia la otra mitad de la isla, buscando ser el primero en llegar.
- Resumen:
- - Comer y beber.
- Activar su mantra para analizar las voces de todos los presentes, identificando a los más fuertes.
- Escuchar el discurso, aguardar a que termine la bronca de Dexter, explicar que Viktor no ha dicho que vaya a ser el juez y aconsejarle a todo el mundo cooperar un poco y seguirle el rollo.
- Lanzar la mesa donde todos los disidentes han decidido subirse por los aires por haber pisoteado su comida.
- Salir del local, aceptar las órdenes, adoptar forma zoan y salir volando a toda velocidad hacia el otro lado de la isla (South Grave).
Mientras algunos planean su próxima acción, otros salen directamente en busca de las espadas y, mas de los esperados se quedan en el restaurante. Parece ser que esto ha sido algo repentino y la explicación algo apresurada. Este se queda escuchando las opiniones de los presentes, por muy bienintencionadas o maleducadas que sean, así como observando sus acciones en silencio. Parece impasible incluso después de que usen el haki del rey con él. Por fin una sonora carcajada resuena por toda la estancia cuando ve que Bethril voltea la mesa tirando a los que les pille desprevenidos o no tengan el equilibrio suficiente para caer bien.
- Si... esto es una reunión de piratas. - Dice una vez se calma un poco. - Disculpadme, es cierto que os debo una explicación... tal y como algunos han dicho en ningún momento he dicho que yo sea el juez o que yo decida quien va a serlo, yo sólo estoy proponiendo un método y proporcionando los medios. Pero dejaré que las imágenes hablen por mi. - Tras eso una diapositiva de una isla aparece en la pantalla. - Esta isla pertenecía a Legim... hasta hace poco. - Al pulsar un botón cambia la diapositiva mostrando la misma isla devastada, los bosques y los pueblos incendiados, se pueden distinguir barcos de distintas banderas en el mar en una lucha abierta. Tras esta una serie de fotos de islas antes y después de la captura de Legim y la desaparición de Mihasy comienzan a sucederse, todas ellas, o por lo menos la mayoría, eran sus territorios, todas ellas ahora en disputa por bandas que ansían tener su parte del pastel. - También he de decir que mi interés no es intervenir en la elección para que el Yonkou que salga de aquí sea una marioneta, mi interés es que salga elegido alguien lo antes posible, alguien con el mayor nivel de aceptación y apoyo posible por parte de los presentes. Me interesa alguien que ponga orden y traiga cierta estabilidad. No soy alguien tratando de enriquecerse... más, soy alguien que trata de proteger su negocio, y si para eso tengo que reunir a las personas más peligrosas del mundo y arriesgarme a que me despedacen, que así sea. - Dice con una voz más seria y determinada que antes.
Todos aquellos que estáis usando mantra para detectar sus intenciones os llevaréis una sorpresa, lo que detectáis es confuso, bueno, confuso es poco es algo así como intenciones no muy claras... sucesiones alternas entre el SI y el NO, una de sus intenciones es la raiz cuadrada de menos uno, algo que se escucha como el colore verde y uno olor bastante fuerte a hexágono... esas son más o menos sus intenciones. Aun así veis vestigios de pensamientos normales, entre ellos no veis la mentira así que puede que no os esté tratando de engañar después de todo.
- Comprendo que muchos de vosotros no estáis de acuerdo con este método, sois personas que han luchado para tomar lo que quieren, y, de pronto alguien os propone que mediante un "juego" obtengáis algo. Yo no pienso obligaros a participar ni mucho menos a aceptar este método, si a alguien se le ocurre un método mejor que hable. - Hace una pausa para ofreceros la palabra. - Si por el contrario lo que queréis es hacerlo por el método más simple... - Chasquea los dedos y cada pared, estantería, cuadro y superficie libre se transforman en paneles y expositores llenos de una ingente cantidad de armas de todo tipo. - Puedo arreglarlo para que así sea. No me importa el resultado, lo que me importa es que lleguéis a un acuerdo.
- Si... esto es una reunión de piratas. - Dice una vez se calma un poco. - Disculpadme, es cierto que os debo una explicación... tal y como algunos han dicho en ningún momento he dicho que yo sea el juez o que yo decida quien va a serlo, yo sólo estoy proponiendo un método y proporcionando los medios. Pero dejaré que las imágenes hablen por mi. - Tras eso una diapositiva de una isla aparece en la pantalla. - Esta isla pertenecía a Legim... hasta hace poco. - Al pulsar un botón cambia la diapositiva mostrando la misma isla devastada, los bosques y los pueblos incendiados, se pueden distinguir barcos de distintas banderas en el mar en una lucha abierta. Tras esta una serie de fotos de islas antes y después de la captura de Legim y la desaparición de Mihasy comienzan a sucederse, todas ellas, o por lo menos la mayoría, eran sus territorios, todas ellas ahora en disputa por bandas que ansían tener su parte del pastel. - También he de decir que mi interés no es intervenir en la elección para que el Yonkou que salga de aquí sea una marioneta, mi interés es que salga elegido alguien lo antes posible, alguien con el mayor nivel de aceptación y apoyo posible por parte de los presentes. Me interesa alguien que ponga orden y traiga cierta estabilidad. No soy alguien tratando de enriquecerse... más, soy alguien que trata de proteger su negocio, y si para eso tengo que reunir a las personas más peligrosas del mundo y arriesgarme a que me despedacen, que así sea. - Dice con una voz más seria y determinada que antes.
Todos aquellos que estáis usando mantra para detectar sus intenciones os llevaréis una sorpresa, lo que detectáis es confuso, bueno, confuso es poco es algo así como intenciones no muy claras... sucesiones alternas entre el SI y el NO, una de sus intenciones es la raiz cuadrada de menos uno, algo que se escucha como el colore verde y uno olor bastante fuerte a hexágono... esas son más o menos sus intenciones. Aun así veis vestigios de pensamientos normales, entre ellos no veis la mentira así que puede que no os esté tratando de engañar después de todo.
- Comprendo que muchos de vosotros no estáis de acuerdo con este método, sois personas que han luchado para tomar lo que quieren, y, de pronto alguien os propone que mediante un "juego" obtengáis algo. Yo no pienso obligaros a participar ni mucho menos a aceptar este método, si a alguien se le ocurre un método mejor que hable. - Hace una pausa para ofreceros la palabra. - Si por el contrario lo que queréis es hacerlo por el método más simple... - Chasquea los dedos y cada pared, estantería, cuadro y superficie libre se transforman en paneles y expositores llenos de una ingente cantidad de armas de todo tipo. - Puedo arreglarlo para que así sea. No me importa el resultado, lo que me importa es que lleguéis a un acuerdo.
- Dexter:
- Te vas a la herrería, diviértete.
- Barbazul:
- Vas buscando metales, y bueno, en una ciudad dominada por los piratas el metal "ajeno" es uno de los recursos más comunes que hay. Al lado del puerto hay unos almacenes no muy grandes donde se reparan barcos, puede que ahí encuentres grandes cantidades de metal. Sino hay tiendas con barriles llenos de espadas, alguna bastante brillante y llamativa, la verdad. O también puedes optar por ir robando las armas a todo el que pilles, la decisión es tuya.
- William:
- Sales del barrio "pijo" no Mock Town para adentrarte por las callejuelas en busca de esas espadas, por el camino ves varios piratas apresurados, pero ninguno parece reparar en tu presencia. Poco a poco vas saliendo de la zona más urbana para llegar a las afueras. Aquí no parece haber gran cosa, hay algunos almacenes abandonados, puede que estos sean un buen lugar para esconder una de las espadas. Hay tres en total, dos a tu derecha y uno a la izquierda de la calle. Todavía no ha llegado nadie hasta ahí, así que si encuentras algo serías el primero.
- NOSOYUNGATO:
- Vuelas hacia el bosque atravesando el mar que hay entre las dos partes de la isla. En el trayecto ves una embarcación semi-hundida cerca de la costa. Puede que sea un buen sitio para explorar.
- Deathstroke:
- Vuelas... lentamente hacia el sur. Desde las alturas ves las luces de la ciudad, los tejados, alguna que otra pareja en un rincón que creen íntimo. Dentro de la ciudad parece haber muchos lugares en los que esconder esas espadas, demasiados,
pero fuera de esta el relieve simple de la isla hace destacar otros posibles lugares donde esconder una espada, por ejemplo en la cala que puedes ver más al sur con rocas en los extremos (C12,C13,C14)
- Beedrill:
- Sobrevuelas la isla y a Mura, mira a ver si quieres saludarla, hasta situarte sobre el South Grave, sin duda uno de los mejores lugares para esconder algo. La vegetación es tan densa que desde las alturas no se ve nada, y menos siendo de noche. Puede que tengas que aterrizar para poder buscar mejor.
- Otra cosa:
- Para empezar disculpad la tardanza, no tengo excusa.
Segundo: los post que carezcan de resumen, sobre todo los largos, podrán no ser tenidos en cuenta. Si os movéis poned las coordenadas o puede que aparezcáis en el sitio equivocado.
Su discurso, como ya había ocurrido en el pasado, su intento de discurso había sido eclipsado por unas pocas palabras del engreído y soberbio dragón azul. Zane cerraba el puño impotente, clavándose las uñas de sus dedos en la palma de la mano para no soltar ni una palabra que pudiera enfurecer al yonkou. Él era un temerario en muchas ocasiones, sí, pero sabía que estaba todavía muy lejos de varios de los allí presentes. Era todavía un pez pequeño en un mar repleto de reyes marinos capaces de destruir todo a su paso sin inmutarse. Continuaba sobre la mesa, mirando a un punto fijo sobre el mantel, un bordado en oro con la forma de una cruz de cuatro brazos iguales. No podía creer que ese hombre le hubiera llamado botarate, al igual que su padre cuando era un infante. No soportaba que le llamaran así, es más, podría decir que lo odiaba con todas sus fuerzas. Le daba igual que le llamaran inconsciente, incluso insensato, pero no de esa forma, no botarate. Mientras Zane seguía sumergido en sus pensamientos, el pirata de cabello monocromático se levantó y se fue de allí, marchándose del local como vino, altivo y con aires de superioridad.
Sin embargo, no todo quedó ahí, sino que uno de sus hombres, de cabellos negros con mechas doradas como un vulgar vendedor de cobre de un puerto cualquiera, comenzó a amonestar a todos y cada uno de los presentes. Para justo después, a una velocidad casi imperceptible para un humano común, agarró la mesa con intención de lanzarla por los aires. Instintivamente, el pelirrojo se impulsó hacia la barra gracias a su firebust y contempló como la mesa salía despedida hacia la pared. Cuando volvió a reaccionar, aquel individuo ya se había marchado, así que se tomó una de sus píldoras y adoptó su forma veloz, cubriéndose de una fina capa de plumas de color carmesí con destellos dorados y con unas poderosas alas en la espalda, y salió volando de allí tras Berthil; destrozando la puerta del restaurante con su salida.
Aquel sujeto volaba rápido, quizás demasiado rápido, nunca había tenido frente a él alguien que surcara los cielos a una velocidad tan ingente. ¿Sería la primera persona que le plantara cara en el aire en años? Podría ser, para algo era parte de la banda de un yonkou. Sin embargo, no iba a dejar que aquel sujeto siguiera aumentado la distancia entre ambos. Aumentó su velocidad todo lo que pudo, reduciéndola cada vez más, y en poco segundos se colocó a su lado.
¡Eh, tú! –gritó, intentando que le escuchase-. ¡Para! –espetó, esperando que lo hiciera.
Sin embargo, no todo quedó ahí, sino que uno de sus hombres, de cabellos negros con mechas doradas como un vulgar vendedor de cobre de un puerto cualquiera, comenzó a amonestar a todos y cada uno de los presentes. Para justo después, a una velocidad casi imperceptible para un humano común, agarró la mesa con intención de lanzarla por los aires. Instintivamente, el pelirrojo se impulsó hacia la barra gracias a su firebust y contempló como la mesa salía despedida hacia la pared. Cuando volvió a reaccionar, aquel individuo ya se había marchado, así que se tomó una de sus píldoras y adoptó su forma veloz, cubriéndose de una fina capa de plumas de color carmesí con destellos dorados y con unas poderosas alas en la espalda, y salió volando de allí tras Berthil; destrozando la puerta del restaurante con su salida.
Aquel sujeto volaba rápido, quizás demasiado rápido, nunca había tenido frente a él alguien que surcara los cielos a una velocidad tan ingente. ¿Sería la primera persona que le plantara cara en el aire en años? Podría ser, para algo era parte de la banda de un yonkou. Sin embargo, no iba a dejar que aquel sujeto siguiera aumentado la distancia entre ambos. Aumentó su velocidad todo lo que pudo, reduciéndola cada vez más, y en poco segundos se colocó a su lado.
¡Eh, tú! –gritó, intentando que le escuchase-. ¡Para! –espetó, esperando que lo hiciera.
Quieto detrás del asiento de Berthil, Therax observó cómo transcurrían los acontecimientos. Dexter Black no tardó en tomar la palabra, reprendiendo a los piratas que habían hablado como si de niños se tratase y conminándoles a que lucharan por lo que querían. Ignoró cualquier comentario que le hubieran podido dirigir y, poco después, abandonó el local junto a sus hombres.
Antes de hacerlo, el Ju Senshi tras el cual había desenvainado el rubio se levantó y secundó a su capitán. Un instante después, se giró en dirección al domador para dedicarle un “Yo que tú no desperdiciaría mi vida de una forma tan estúpida”. El comentario vino seguido de una espantosa sensación: la presencia de Berthil se expandió de una forma desmesurada, provocando que el espadachín reculase un poco. ¿De verdad había osado sacar sus armas a las espaldas de aquel tipo? Le quedó claro al instante: si seguía vivo era porque él quería.
No obstante, el pirata de los Blue Rose no hizo nada en su contra, sino que mandó la mesa a volar y abandonó el local. El espadachín no se esperaba la reacción de su capitán, que salió en busca de Berthil sin dar tiempo a que nadie lo detuviera. Pensándolo bien, después de todo no era una reacción extraña en él.
Al mismo tiempo, la despampanante pelirroja que se había sentado sola en un primer momento decidió pronunciarse. Dexter le había dicho algo antes de marcharse, y ella se levantó y se erigió como prueba necesaria para entregar las espadas, rechazando cualquier atisbo de autoridad sobre la prueba que el tal Elrik pudiese desear.
Therax no tenía ni la menor idea de quién era, pero la forma en que expandió su aura por el lugar y lo que ésta transmitía no dejaban duda acerca de su peligrosidad. «¿Qué clase de personas hay en este maldito restaurante?», se preguntó, dirigiendo una nueva mirada a Heartless y a Drake.
El último en sumarse a la fiesta de discursos no fue otro que Balagus, que apostaba por dignificar la prueba a la que se quería someter a los allí presentes –o al menos eso creyó entender él-. Había que alcanzar la cima por méritos propios, no porque alguien ajeno al mundo de los allí presentes decidiese cómo debía desarrollarse todo. El rubio no pudo más que asentir con firmeza ante la opinión del semigigante.
No obstante, no esperaba la intervención del minúsculo hombre que era la causa última del alboroto. De un modo u otro, afirmaba que todo se debía a un malentendido. Therax no terminaba de convencerse de aquello, pero calló y siguió escuchando lo que tenía que decir. Se presentaba como poco más que un catalizador para que ellos mismos designasen quién debía ostentar el título de Yonkou para que, de esa manera, el equilibrio volviera a los océanos.
Un chasqueo de los dedos inundó los alrededores de armas de todo tipo, que ocuparon los espacios donde antes había cuadros y estanterías. Therax no se dejó impresionar por aquello, y se centró en tratar de distinguir cuáles eran las verdaderas intenciones del tipo. A pesar de ello, lo que percibía por su parte era tan confuso como contradictorio.
Dándolo por imposible, dirigió su mirada hacia el que hasta hacía un momento se encontraba sobre la mesa. Syxel había caído de pie después del arrebato de ira de Berthil y, al igual que él mismo, había estado escuchando al anfitrión. Distinguió cómo realizaba un gesto con la cabeza para indicarle que abandonara el restaurante, así que se dio la vuelta y comenzó a caminar hacia la salida.
-Vámonos, Rooney –le dijo al gyojin mientras le daba un toque en el brazo. Una vez fuera, esperó a que todos hubieran aparecido para pronunciarse-. Sigue sin gustarme eso de seguirle el juego al tipo ése, pero ya son muchos los que han ido a buscar las malditas espadas… Creo que nosotros también deberíamos encontrar algunas, por si lo que dice el tal Viktor resulta ser cierto. He pensado que puedo volar con Nailah hacia el norte. Cuatro ojos siempre ven más que dos y allí podría haber algo interesante.
Una vez todos hubieron manifestado su opinión y se decidió lo que debería hacer cada uno, Therax le entregó el den den que antes le había dado Zane a la chica. Entonces, se separó un poco del grupo y adoptó su forma completa: un águila de enormes dimensiones, con un plumaje azulado en su mayoría y dorado en algunos puntos. Esperó a que Nailah subiese y, una vez estuvo seguro de que no se caería, aleteó para remontar el vuelo y dirigirse hacia el norte. Con el fin de llegar cuanto antes a su destino, creó una corriente de aire que golpeara de pleno sus alas y que le permitiera volar a mayor velocidad.
Antes de hacerlo, el Ju Senshi tras el cual había desenvainado el rubio se levantó y secundó a su capitán. Un instante después, se giró en dirección al domador para dedicarle un “Yo que tú no desperdiciaría mi vida de una forma tan estúpida”. El comentario vino seguido de una espantosa sensación: la presencia de Berthil se expandió de una forma desmesurada, provocando que el espadachín reculase un poco. ¿De verdad había osado sacar sus armas a las espaldas de aquel tipo? Le quedó claro al instante: si seguía vivo era porque él quería.
No obstante, el pirata de los Blue Rose no hizo nada en su contra, sino que mandó la mesa a volar y abandonó el local. El espadachín no se esperaba la reacción de su capitán, que salió en busca de Berthil sin dar tiempo a que nadie lo detuviera. Pensándolo bien, después de todo no era una reacción extraña en él.
Al mismo tiempo, la despampanante pelirroja que se había sentado sola en un primer momento decidió pronunciarse. Dexter le había dicho algo antes de marcharse, y ella se levantó y se erigió como prueba necesaria para entregar las espadas, rechazando cualquier atisbo de autoridad sobre la prueba que el tal Elrik pudiese desear.
Therax no tenía ni la menor idea de quién era, pero la forma en que expandió su aura por el lugar y lo que ésta transmitía no dejaban duda acerca de su peligrosidad. «¿Qué clase de personas hay en este maldito restaurante?», se preguntó, dirigiendo una nueva mirada a Heartless y a Drake.
El último en sumarse a la fiesta de discursos no fue otro que Balagus, que apostaba por dignificar la prueba a la que se quería someter a los allí presentes –o al menos eso creyó entender él-. Había que alcanzar la cima por méritos propios, no porque alguien ajeno al mundo de los allí presentes decidiese cómo debía desarrollarse todo. El rubio no pudo más que asentir con firmeza ante la opinión del semigigante.
No obstante, no esperaba la intervención del minúsculo hombre que era la causa última del alboroto. De un modo u otro, afirmaba que todo se debía a un malentendido. Therax no terminaba de convencerse de aquello, pero calló y siguió escuchando lo que tenía que decir. Se presentaba como poco más que un catalizador para que ellos mismos designasen quién debía ostentar el título de Yonkou para que, de esa manera, el equilibrio volviera a los océanos.
Un chasqueo de los dedos inundó los alrededores de armas de todo tipo, que ocuparon los espacios donde antes había cuadros y estanterías. Therax no se dejó impresionar por aquello, y se centró en tratar de distinguir cuáles eran las verdaderas intenciones del tipo. A pesar de ello, lo que percibía por su parte era tan confuso como contradictorio.
Dándolo por imposible, dirigió su mirada hacia el que hasta hacía un momento se encontraba sobre la mesa. Syxel había caído de pie después del arrebato de ira de Berthil y, al igual que él mismo, había estado escuchando al anfitrión. Distinguió cómo realizaba un gesto con la cabeza para indicarle que abandonara el restaurante, así que se dio la vuelta y comenzó a caminar hacia la salida.
-Vámonos, Rooney –le dijo al gyojin mientras le daba un toque en el brazo. Una vez fuera, esperó a que todos hubieran aparecido para pronunciarse-. Sigue sin gustarme eso de seguirle el juego al tipo ése, pero ya son muchos los que han ido a buscar las malditas espadas… Creo que nosotros también deberíamos encontrar algunas, por si lo que dice el tal Viktor resulta ser cierto. He pensado que puedo volar con Nailah hacia el norte. Cuatro ojos siempre ven más que dos y allí podría haber algo interesante.
Una vez todos hubieron manifestado su opinión y se decidió lo que debería hacer cada uno, Therax le entregó el den den que antes le había dado Zane a la chica. Entonces, se separó un poco del grupo y adoptó su forma completa: un águila de enormes dimensiones, con un plumaje azulado en su mayoría y dorado en algunos puntos. Esperó a que Nailah subiese y, una vez estuvo seguro de que no se caería, aleteó para remontar el vuelo y dirigirse hacia el norte. Con el fin de llegar cuanto antes a su destino, creó una corriente de aire que golpeara de pleno sus alas y que le permitiera volar a mayor velocidad.
- Resumen:
- Resumen:
- Presenciar todo lo que ocurre y escuchar a Viktor Elrik.
- Abandonar “La Gorgona Roja”.
- Debatir cuáles deben ser los siguientes pasos.
- Volar con Nailah hacia el norte en busca de las espaditas (H4).
- Presenciar todo lo que ocurre y escuchar a Viktor Elrik.
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Nada más salir de la zona rica comienzan las asquerosas calles que había recorrido para llegar al restaurante. Lo primero que me propongo es encontrar un medio para llevar todo el metal que recupere. Espero conseguir bastante, por lo que me decanto por acércame hasta un par de carros parados en una calle, y hablar con el hombre al que pertenecen, ofreciéndole la cantidad de cuarenta mil berries por el alquiler de los dos carros, y que me llevara por toda la ciudad recogiendo lo que necesitaba. Lo más seguro es que aceptara la oferta, ya que pocos trabajos tan fáciles y lucrativos habría en aquella ciudad. Podría llegar hasta los sesenta mil regateando, pero no pasaría de ahí. Si no lo conseguía, robaría uno en alguna de las calles más adelante, no debía ser muy complicado llevar un carro tirado por un burro.
Una vez con el transporte listo, me dirigiría hacía el puerto recogiendo espadas, restos de armaduras y partes metálicas varias que fuera encontrando por el camino. Cuando pasaba por delante de una tienda de armas me fijé en los toneles que se encontraban en la entrada. Estaban llenos de espadas y derivados, que fácil y rápido sería cargarlos en el carro. Usando toda mi velocidad, tiré cien mil berries en billetes al interior de la tienda, y durante el jaleo que se formaría, aprovecharía para cargar los tonales en el carro. El primero que cogería era uno con una espada bastante llamativa, que incluso puede que me quedara para mí. No sabía si el capitán aprobaría la técnica, pero tampoco podía dejar sin nada al pobre tendero, y estaba más que seguro que la suma sería más elevada de lo que yo me había llevado. Repetiría la táctica en otro par de tiendas antes de ir directamente al puerto.
Una vez en el puerto me acercaría hasta los almacenes del puerto. Estos resultaron ser más pequeños de lo que me imaginaba, haciendo que me alegrara más de las “compras” en las tiendas de la ciudad. Las espadas de piratas borrachos y caídos fueron también una gran fuente de ingresos, pero esperaba que en los almacenes doblara la cantidad de metal que ya había acumulado. Recorrería los mismo cogiendo y cargando todos los trozos metálicos que encontrar, poniéndolos bajo las espadas para evitar que luego tuviera que amenazar a empleados cotillas.
Una vez con el transporte listo, me dirigiría hacía el puerto recogiendo espadas, restos de armaduras y partes metálicas varias que fuera encontrando por el camino. Cuando pasaba por delante de una tienda de armas me fijé en los toneles que se encontraban en la entrada. Estaban llenos de espadas y derivados, que fácil y rápido sería cargarlos en el carro. Usando toda mi velocidad, tiré cien mil berries en billetes al interior de la tienda, y durante el jaleo que se formaría, aprovecharía para cargar los tonales en el carro. El primero que cogería era uno con una espada bastante llamativa, que incluso puede que me quedara para mí. No sabía si el capitán aprobaría la técnica, pero tampoco podía dejar sin nada al pobre tendero, y estaba más que seguro que la suma sería más elevada de lo que yo me había llevado. Repetiría la táctica en otro par de tiendas antes de ir directamente al puerto.
Una vez en el puerto me acercaría hasta los almacenes del puerto. Estos resultaron ser más pequeños de lo que me imaginaba, haciendo que me alegrara más de las “compras” en las tiendas de la ciudad. Las espadas de piratas borrachos y caídos fueron también una gran fuente de ingresos, pero esperaba que en los almacenes doblara la cantidad de metal que ya había acumulado. Recorrería los mismo cogiendo y cargando todos los trozos metálicos que encontrar, poniéndolos bajo las espadas para evitar que luego tuviera que amenazar a empleados cotillas.
- Resumen:
- Alquilar o robar uno o dos carros en los que empezar a cargar espadas y armas encontradas por la calles y en piratas muertos o desmayados.
Lanzar billetes al interior de las tiendas para distraer a los clientes y dueños para cargar los toneles con espadas en los carros
Examinar la espada que llama la atención para decidir si me la quedo.
Llegar al puerto (G8) y cargar metal usado de los almacenes colocándolo bajo las armas recogidas.
Luka Rooney
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Los sonoros discursos parecían ser un punto de unión entre unos cuantos, que intentábamos quizá poner entre la espada y la pared a Dexter, el cual miraba con cierta decepción el panorama que se estaba montando en aquella mesa. Incluso pareció advertir a Syxel, aunque estaba lejos como para verlo con claridad.
“Quizá nunca en tan pocos metros cuadrados haya habido una cantidad tan grande de recompensas como la que hay ahora. Incluso había sido mayor al escuchar al tal Viktor, minutos atrás, cuando aún estábamos todos “reunidos”.”
Miré el semblante de cada humano que allí quedaba. Todo parecía un poco surrealista. ¿Piratas que aceptaban hacer una prueba que un hombre decía, sin siquiera rechistar? ¿Se creían las promesas de éste?
La piratería era sinónimo de libertad. Tenías dos opciones principales en aquél momento: O aceptabas, o te negabas. Nosotros habíamos decidido lo segundo. Éramos un pequeño grupo que prefirió tomar su propio camino y evitar hacer aquella estupidez, pero por otro lado, la competición era para elegir a un Yonkou… ¿En serio alguien se creía que por conseguir encontrar una espadita escondida y superar cuatro pruebas más conseguiría ganarse el respeto del resto? La mentalidad humana cada vez dejaba más que desear…
Era todo tan ilógico, que no sabía muy bien qué pensar.
Entonces, Dexter reaccionó. Y terminó sorprendiéndome, aunque no sé si gratamente o no.
Después de llamar botarate a mi capitán, hizo caso omiso a nuestras palabras, largándose y hablando con su banda y con la pelirroja.
- Yo pensaba que los Yonkous tenían cojones y hacían frente a las cosas. - Comenté a Therax algo más fuerte de lo normal, con la intención de que Dexter lo oyese.
No podía entender aquella pasividad. Es como si tuviera pensado un plan y no pudiese cambiarlo, como si, pese a los acontecimientos, hubiese venido a la isla simple y llanamente a hacer algo, y ninguna de las cosas que ocurriese pudiese impedirlo. O quizá era simplemente su forma de ser. Era la primera vez que veía a Dexter, por lo que no sabía ni cómo era ni las capacidades que tenía. Aunque después de todo, si era un Yonkou, debería de ser capaz de acabar con casi todos nosotros sin demasiada dificultad.
Miré a Therax tras la marcha de Dexter e intenté indagar qué pensaba. Pero justo entonces, Viktor empezó a hacer lo que parecía ser su movimiento tras nuestras acusaciones.
Palabras vagas y una intención bastante clara, que sigamos con el juego. Pese a que nos propuso dar una mejor opción, estaba claro que no la escucharía. Aquél hombre cada vez me caía peor. No pude reprimir durante toda su charla una cara de odio bastante obvia.
“¿Quieres que jugemos, verdad? Pues juguemos”
Miré a Therax, el cual había tocado mi brazo incitándome a salir de allí. En otra circunstancia, me habría encarado con aquél tal Viktor de nuevo, aunque esta vez hubiera sido desde más cerca… Pero no podía hacer aquello. Por lo que todo el mundo decía, aquel tipo tenía bastantes contactos… Y algunos de los piratas más fuertes que allí se encontraban parecían “apoyarle”.
Cogí una jarra que se encontraba a la mitad en una de las mesas y un plato, a la par que salía. Después de todo, no había comido ni bebido nada aún, había estado demasiado concentrado viendo qué hacía cada persona en aquél lugar.
- Estoy con Therax.- Espeté tras engullir la comida y habiéndome bebido la mitad de aquella mitad de jarra. Jarra caliente y comida fría, buenos manjares... - Muchos se han ido ya. Nos hemos encarado a Viktor y parece que ha pasado bastante de nosotros… Se podría decir que nos llevan bastante ventaja. Nos ha propuesto jugar a un juego… Pero me está apeteciendo cambiar las reglas del juego. ¿Alguien se anima conmigo?
Se me habían ocurrido tantas cosas… Desde sabotear a los propios piratas, hundir cada maldito barco que había pisado esta isla y huir hasta evitar que nadie entregase una espada. Pero seguro que aquellos piratas terminaban encontrándome y, francamente, no estaba ni mucho menos en condiciones de plantarle batalla a cualquiera de ellos.
Tras la aceptación de Syx, siguió la del gigante. Therax se marchó con aquella chica que anteriormente se había marchado con Zane. Creían mejor opción hacer lo que el resto de piratas…
“Therax… Cuando aprenderás. Nos están tomando el pelo y tu vas a formar parte de ello” Pensé haciendo una negación con la cabeza.
Cuando nos quedamos solos comenzamos a hablar sobre qué hacer y una gran sonrisa se me puso en la cara. Avanzamos hacia el sur buscando a algún maleante con la espada equivocada.
“Espero encontrarme con alguien… Igual hasta encontramos alguna con la tontería.”
“Quizá nunca en tan pocos metros cuadrados haya habido una cantidad tan grande de recompensas como la que hay ahora. Incluso había sido mayor al escuchar al tal Viktor, minutos atrás, cuando aún estábamos todos “reunidos”.”
Miré el semblante de cada humano que allí quedaba. Todo parecía un poco surrealista. ¿Piratas que aceptaban hacer una prueba que un hombre decía, sin siquiera rechistar? ¿Se creían las promesas de éste?
La piratería era sinónimo de libertad. Tenías dos opciones principales en aquél momento: O aceptabas, o te negabas. Nosotros habíamos decidido lo segundo. Éramos un pequeño grupo que prefirió tomar su propio camino y evitar hacer aquella estupidez, pero por otro lado, la competición era para elegir a un Yonkou… ¿En serio alguien se creía que por conseguir encontrar una espadita escondida y superar cuatro pruebas más conseguiría ganarse el respeto del resto? La mentalidad humana cada vez dejaba más que desear…
Era todo tan ilógico, que no sabía muy bien qué pensar.
Entonces, Dexter reaccionó. Y terminó sorprendiéndome, aunque no sé si gratamente o no.
Después de llamar botarate a mi capitán, hizo caso omiso a nuestras palabras, largándose y hablando con su banda y con la pelirroja.
- Yo pensaba que los Yonkous tenían cojones y hacían frente a las cosas. - Comenté a Therax algo más fuerte de lo normal, con la intención de que Dexter lo oyese.
No podía entender aquella pasividad. Es como si tuviera pensado un plan y no pudiese cambiarlo, como si, pese a los acontecimientos, hubiese venido a la isla simple y llanamente a hacer algo, y ninguna de las cosas que ocurriese pudiese impedirlo. O quizá era simplemente su forma de ser. Era la primera vez que veía a Dexter, por lo que no sabía ni cómo era ni las capacidades que tenía. Aunque después de todo, si era un Yonkou, debería de ser capaz de acabar con casi todos nosotros sin demasiada dificultad.
Miré a Therax tras la marcha de Dexter e intenté indagar qué pensaba. Pero justo entonces, Viktor empezó a hacer lo que parecía ser su movimiento tras nuestras acusaciones.
Palabras vagas y una intención bastante clara, que sigamos con el juego. Pese a que nos propuso dar una mejor opción, estaba claro que no la escucharía. Aquél hombre cada vez me caía peor. No pude reprimir durante toda su charla una cara de odio bastante obvia.
“¿Quieres que jugemos, verdad? Pues juguemos”
Miré a Therax, el cual había tocado mi brazo incitándome a salir de allí. En otra circunstancia, me habría encarado con aquél tal Viktor de nuevo, aunque esta vez hubiera sido desde más cerca… Pero no podía hacer aquello. Por lo que todo el mundo decía, aquel tipo tenía bastantes contactos… Y algunos de los piratas más fuertes que allí se encontraban parecían “apoyarle”.
Cogí una jarra que se encontraba a la mitad en una de las mesas y un plato, a la par que salía. Después de todo, no había comido ni bebido nada aún, había estado demasiado concentrado viendo qué hacía cada persona en aquél lugar.
- Estoy con Therax.- Espeté tras engullir la comida y habiéndome bebido la mitad de aquella mitad de jarra. Jarra caliente y comida fría, buenos manjares... - Muchos se han ido ya. Nos hemos encarado a Viktor y parece que ha pasado bastante de nosotros… Se podría decir que nos llevan bastante ventaja. Nos ha propuesto jugar a un juego… Pero me está apeteciendo cambiar las reglas del juego. ¿Alguien se anima conmigo?
Se me habían ocurrido tantas cosas… Desde sabotear a los propios piratas, hundir cada maldito barco que había pisado esta isla y huir hasta evitar que nadie entregase una espada. Pero seguro que aquellos piratas terminaban encontrándome y, francamente, no estaba ni mucho menos en condiciones de plantarle batalla a cualquiera de ellos.
Tras la aceptación de Syx, siguió la del gigante. Therax se marchó con aquella chica que anteriormente se había marchado con Zane. Creían mejor opción hacer lo que el resto de piratas…
“Therax… Cuando aprenderás. Nos están tomando el pelo y tu vas a formar parte de ello” Pensé haciendo una negación con la cabeza.
Cuando nos quedamos solos comenzamos a hablar sobre qué hacer y una gran sonrisa se me puso en la cara. Avanzamos hacia el sur buscando a algún maleante con la espada equivocada.
“Espero encontrarme con alguien… Igual hasta encontramos alguna con la tontería.”
- ”Resumen”:
- Soltar un comentario a Dexter antes de que este salga.
- Salir del local y hablar con Syxel y Balagus.
- Avanzar hacia el sur dirección E12.
- Soltar un comentario a Dexter antes de que este salga.
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-Un Yonkou necesita tener más cerebro que escroto- fue lo único que había respondido antes de cerrar la puerta.
Murasaki había preguntado si podían quedarse Jaya. Tras una mirada que duró varios segundos, había contestado que una isla que daba cobijo a los desamparados, por sangrienta y horrible que fuese, no debía ser de nadie. La anarquía hacía de ese lugar un refugio de tanta gente que se reunía de igual a igual independientemente de su clase o facción; nadie era pirata o marine, sólo gente que se juntaba a beber, cantar y partirse la cara. No podía, por muy violento que fuese el hogar, hacerlo suyo. No estaría bien.
-Espero que lo entiendas- había dicho, esperando que no le molestase. Hacía años habían luchado juntos por liberarla, no podían hacer lo mismo que la gente contra la que habían combatido, y mucho menos declarar de facto una isla suya para luego consentir que nada cambiase.
Tras un rato buscando por la herrería se encontró con varias armas, pero estaba seguro de que ninguna era la que servía como pase a la siguiente prueba. En cualquier caso, tampoco importaba. De momento tenía algo importante que hacer, y era tallar el molde para la obra que estaba a punto de trabajar.
-¿Dónde estará el yeso?- se preguntó en voz alta mientras cargaba una decena de espadas, varias hachas y unos cuantos mazos de acero bueno. El viejo Dwingelan era un gran artesano y siempre se guardaba las mejores piezas para él, luciéndolas con orgullo. Pero ahora él se aburría y, mientras pagase luego, no creía que importase demasiado. Al fin y al cabo ese hombre ya se había acostumbrado a sus incursiones hacía muchos años.
Buscó en la amplia trastienda, y se topó con un saco lleno que trató de modelar. No era muy buen escultor, pero había creado centenares de espadas; ya estaba familiarizado con la fabricación de moldes para las armas y sus estructuras. No eran perfectos, pero una vez en el yunque resultaban muy fáciles de corregir. El único problema del yeso es que secaba muy despacio. ¡Pero podía solucionarlo! Sólo necesitaba aumentar sensiblemente la temperatura, reducir el porcentaje de humedad y... Bueno, salir mientras tanto, no quería deshidratarse.
-Horno industrial especializado para la utilización en siderurgia, alcanzando hasta los 3.000 grados gracias a su sistema de presión... Y voy yo a ponerlo a cincuenta.
"Ole mis huevos", estuvo a punto de decir una vez hubo trabajado el primer molde, que metió raudo para secarlo cuanto antes, y dejó un instante la forja, en parte para dejar el material descansar unos minutos y por otro lado para pensar. Hacía mucho tiempo que no estaba en Jaya, y en cierto modo echaba de menos el cielo de la isla. A pesar de todos sus defectos, allí se veían las mejores estrellas del mundo.
Se recostó contra la pared exterior mientras pensaba, no tanto en qué hacer con los moldes sino con la banda. Tras tanto tiempo... ¿Realmente eran una banda? Eran protectores de un país en guerra, y no se comportaban como piratas, al menos no la mayor parte del tiempo. ¿Habría llegado la banda a su fin? Lo que estaba claro era que no podían escalar más, que se habían estancado en una carrera que nadie podía ganar. ¿Por qué seguía haciendo lo que hacía? Tal vez como pasatiempo, tal vez fuese tan poco importante que importaba, o porque tenía esperanza de que algo cambiase tras él... Pero el mundo se resistía a cambiar. Aunque las estrellas, una vez despejado el cielo de nuevo, eran hermosas.
Murasaki había preguntado si podían quedarse Jaya. Tras una mirada que duró varios segundos, había contestado que una isla que daba cobijo a los desamparados, por sangrienta y horrible que fuese, no debía ser de nadie. La anarquía hacía de ese lugar un refugio de tanta gente que se reunía de igual a igual independientemente de su clase o facción; nadie era pirata o marine, sólo gente que se juntaba a beber, cantar y partirse la cara. No podía, por muy violento que fuese el hogar, hacerlo suyo. No estaría bien.
-Espero que lo entiendas- había dicho, esperando que no le molestase. Hacía años habían luchado juntos por liberarla, no podían hacer lo mismo que la gente contra la que habían combatido, y mucho menos declarar de facto una isla suya para luego consentir que nada cambiase.
Tras un rato buscando por la herrería se encontró con varias armas, pero estaba seguro de que ninguna era la que servía como pase a la siguiente prueba. En cualquier caso, tampoco importaba. De momento tenía algo importante que hacer, y era tallar el molde para la obra que estaba a punto de trabajar.
-¿Dónde estará el yeso?- se preguntó en voz alta mientras cargaba una decena de espadas, varias hachas y unos cuantos mazos de acero bueno. El viejo Dwingelan era un gran artesano y siempre se guardaba las mejores piezas para él, luciéndolas con orgullo. Pero ahora él se aburría y, mientras pagase luego, no creía que importase demasiado. Al fin y al cabo ese hombre ya se había acostumbrado a sus incursiones hacía muchos años.
Buscó en la amplia trastienda, y se topó con un saco lleno que trató de modelar. No era muy buen escultor, pero había creado centenares de espadas; ya estaba familiarizado con la fabricación de moldes para las armas y sus estructuras. No eran perfectos, pero una vez en el yunque resultaban muy fáciles de corregir. El único problema del yeso es que secaba muy despacio. ¡Pero podía solucionarlo! Sólo necesitaba aumentar sensiblemente la temperatura, reducir el porcentaje de humedad y... Bueno, salir mientras tanto, no quería deshidratarse.
-Horno industrial especializado para la utilización en siderurgia, alcanzando hasta los 3.000 grados gracias a su sistema de presión... Y voy yo a ponerlo a cincuenta.
"Ole mis huevos", estuvo a punto de decir una vez hubo trabajado el primer molde, que metió raudo para secarlo cuanto antes, y dejó un instante la forja, en parte para dejar el material descansar unos minutos y por otro lado para pensar. Hacía mucho tiempo que no estaba en Jaya, y en cierto modo echaba de menos el cielo de la isla. A pesar de todos sus defectos, allí se veían las mejores estrellas del mundo.
Se recostó contra la pared exterior mientras pensaba, no tanto en qué hacer con los moldes sino con la banda. Tras tanto tiempo... ¿Realmente eran una banda? Eran protectores de un país en guerra, y no se comportaban como piratas, al menos no la mayor parte del tiempo. ¿Habría llegado la banda a su fin? Lo que estaba claro era que no podían escalar más, que se habían estancado en una carrera que nadie podía ganar. ¿Por qué seguía haciendo lo que hacía? Tal vez como pasatiempo, tal vez fuese tan poco importante que importaba, o porque tenía esperanza de que algo cambiase tras él... Pero el mundo se resistía a cambiar. Aunque las estrellas, una vez despejado el cielo de nuevo, eran hermosas.
- Resumen:
- Cuando salga de la herrería o haga algo relevante lo pondré, I promise.
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Con el apoyo de mis camaradas, de el pelirrojo y sus compañeros, y de algunos de los piratas allí presentes, creía que la situación tomaría un rumbo muy distinto. Que realmente podríamos lograr algo y cambiar lo que, a nuestro parecer, no era más que un juego absurdo y sin un propósito claro. Y aunque en el fondo sabía que existía la posibilidad de que fuésemos ignorados y no lográsemos nada, no esperaba que fuese a ocurrir de esa manera.
Para mi sorpresa, y probablemente la de muchos otros, no fue Viktor quien respondió a todas nuestras cuestiones. Quién habló tras nosotros no fue otro más que el propio Dexter. Aunque más que hablar en favor de uno u otro de los bandos que se estaban formando, se limitó a reprendernos a Zane y a mí como si no fuésemos más que un par de críos.
La ironía de aquella situación no se me pasó por alto, pero ese pensamiento quedó eclipsado por la rabia que sentía. Rabia que enseguida se tornó frustración, por ser consciente de que no tenía la fuerza ni los medios para cambiar aquella situación.
No hizo ni un comentario más al respecto. En su lugar, se limitó a dejar el lugar, seguido al momento por sus oficiales. Uno de ellos, Berthil, cuyo rostro reconocí por los carteles, se detuvo unos instantes antes de reunirse con su capitán. Momento que aprovechó para continuar con la reprimenda y lanzar por los aires la mesa sobre la que nos encontrábamos. Por suerte, no nos resultó difícil mantenernos en pie al caer, evitando así un bochorno aún mayor al que ya estábamos soportando.
De hecho, la frustración que debía sentir el pelirrojo era tal que, sin decir ni una sola palabra más, salió volando del local, destrozando la puerta a su paso. Estaba claro que iba a cometer alguna imprudencia, pero no me quedó más opción que confiar en que supiese cuidarse solo. Después de todo, a mi aún me quedaba trabajo que hacer allí.
Me mantuve en silencio durante unos segundos. Dexter y los suyos se habían marchado, Zane también, nuestros hombres mantenían la vista fija en mi mientras yo no la apartaba de Viktor. Mi mirada clavada en sus pupilas, tratando de ver más allá de aquella dichosa máscara. Hasta que mi atención se centró en otro lugar, en otra persona. Como si hubiese dejado de ser dueño de mis acciones y pensamientos no pude dejar de observar a la imponente pelirroja que, tras haberse mantenido en silencio hasta el momento, ahora se dirigía al frente del escenario. Seguí cada uno de sus pasos atentamente hasta, tan repentinamente como lo había perdido, el control de mi cuerpo volviese a mí.
La joven, quién se nos presentó como Aki D. Arlia, habló entonces. Y por primera vez desde que la situación se descontroló escuché unas palabras con las que podía estar de acuerdo. Tampoco es que ofreciese una alternativa al problema que teníamos delante, pero al menos parecía más interesada en darle una solución. Y a juzgar por la presencia que había podido sentir en ella, y lo que fuera que hubiese hecho hacía unos momentos, era alguien a tener en cuenta.
Mientras en mi cabeza daba vueltas a lo que debíamos hacer a continuación, Viktor finalmente tomó la palabra y volvió a dirigirse a todos los que aún permanecían en el local. Sin embargo, nada de lo que dijo importaba ya, al menos no para mí. Lo que si llamó mi atención fue las imágenes que se mostraron en los monitores, las consecuencias de la ausencia de un equilibrio de poder en el Nuevo Mundo. Pero eso no hacía más que reforzar mi pensamiento de que debíamos solucionar todo aquello cuanto antes.
Así pues, tomé al fin una decisión. Hice una señal a Therax y Luka para que me esperasen fuera. Luego, ignorando a nuestro anfitrión avancé hasta encontrarme frente a Aki. La miré fijamente a los ojos durante unos instantes, hasta que finalmente me dirigí a ella.
- No nos conocemos, señorita Arlia. Pero realmente creo que la alternativa que ofrece es la mejor opción que tenemos. Voy a confiar en que seáis capaz de cumplir con lo que habéis dicho. - Hice una breve pausa, pues quería medir bien lo que iba a decir. - No aspiro a sentarme en ese supuesto trono, no por ahora. Soy plenamente consciente de que aún me queda mucho camino por recorrer... Pero todo lo que he dicho iba enserio. Estoy aquí para luchar por la hermandad, y pienso asegurarme de que quién se siente en el lo merezca de verdad.
Dicho aquello, y tras despedirme de la joven, me encaminé hacia donde un rato antes se encontraba la puerta del restaurante, seguido de cerca por mi fiel contramaestre. Ni siquiera estaba seguro de por qué le había dicho todo eso a una completa desconocida, pero sí que lo estaba de lo que iba a hacer a continuación.
Una vez reunidos en el exterior del local, todo fue muy rápido. Therax y Nailah parecían dispuestos a continuar con la búsqueda, decisión que les correspondía a ellos así que no iba a criticarla. Tras desearle suerte a ambos, y recordarles que podían llamarnos si se metían en cualquier problema, contemplé sorprendido como el joven rubio se transformaba en una gigantesca águila y alzaba el vuelo hacia el norte, con Nailah sobre su espalda.
Junto a mi quedaban Balagus y Luka. A pesar del considerable cabreo que aún tenía, no pude evitar esbozar una media sonrisa. No podía estar en mejor compañía para lo que tenía en mente.
- Si quieren que juguemos, vamos a jugar. Pero lo haremos siguiendo nuestras propias reglas - comencé. - Si esto va a seguir adelante, comencemos por purgar la lista de jugadores.
Para mi sorpresa, y probablemente la de muchos otros, no fue Viktor quien respondió a todas nuestras cuestiones. Quién habló tras nosotros no fue otro más que el propio Dexter. Aunque más que hablar en favor de uno u otro de los bandos que se estaban formando, se limitó a reprendernos a Zane y a mí como si no fuésemos más que un par de críos.
La ironía de aquella situación no se me pasó por alto, pero ese pensamiento quedó eclipsado por la rabia que sentía. Rabia que enseguida se tornó frustración, por ser consciente de que no tenía la fuerza ni los medios para cambiar aquella situación.
No hizo ni un comentario más al respecto. En su lugar, se limitó a dejar el lugar, seguido al momento por sus oficiales. Uno de ellos, Berthil, cuyo rostro reconocí por los carteles, se detuvo unos instantes antes de reunirse con su capitán. Momento que aprovechó para continuar con la reprimenda y lanzar por los aires la mesa sobre la que nos encontrábamos. Por suerte, no nos resultó difícil mantenernos en pie al caer, evitando así un bochorno aún mayor al que ya estábamos soportando.
De hecho, la frustración que debía sentir el pelirrojo era tal que, sin decir ni una sola palabra más, salió volando del local, destrozando la puerta a su paso. Estaba claro que iba a cometer alguna imprudencia, pero no me quedó más opción que confiar en que supiese cuidarse solo. Después de todo, a mi aún me quedaba trabajo que hacer allí.
Me mantuve en silencio durante unos segundos. Dexter y los suyos se habían marchado, Zane también, nuestros hombres mantenían la vista fija en mi mientras yo no la apartaba de Viktor. Mi mirada clavada en sus pupilas, tratando de ver más allá de aquella dichosa máscara. Hasta que mi atención se centró en otro lugar, en otra persona. Como si hubiese dejado de ser dueño de mis acciones y pensamientos no pude dejar de observar a la imponente pelirroja que, tras haberse mantenido en silencio hasta el momento, ahora se dirigía al frente del escenario. Seguí cada uno de sus pasos atentamente hasta, tan repentinamente como lo había perdido, el control de mi cuerpo volviese a mí.
La joven, quién se nos presentó como Aki D. Arlia, habló entonces. Y por primera vez desde que la situación se descontroló escuché unas palabras con las que podía estar de acuerdo. Tampoco es que ofreciese una alternativa al problema que teníamos delante, pero al menos parecía más interesada en darle una solución. Y a juzgar por la presencia que había podido sentir en ella, y lo que fuera que hubiese hecho hacía unos momentos, era alguien a tener en cuenta.
Mientras en mi cabeza daba vueltas a lo que debíamos hacer a continuación, Viktor finalmente tomó la palabra y volvió a dirigirse a todos los que aún permanecían en el local. Sin embargo, nada de lo que dijo importaba ya, al menos no para mí. Lo que si llamó mi atención fue las imágenes que se mostraron en los monitores, las consecuencias de la ausencia de un equilibrio de poder en el Nuevo Mundo. Pero eso no hacía más que reforzar mi pensamiento de que debíamos solucionar todo aquello cuanto antes.
Así pues, tomé al fin una decisión. Hice una señal a Therax y Luka para que me esperasen fuera. Luego, ignorando a nuestro anfitrión avancé hasta encontrarme frente a Aki. La miré fijamente a los ojos durante unos instantes, hasta que finalmente me dirigí a ella.
- No nos conocemos, señorita Arlia. Pero realmente creo que la alternativa que ofrece es la mejor opción que tenemos. Voy a confiar en que seáis capaz de cumplir con lo que habéis dicho. - Hice una breve pausa, pues quería medir bien lo que iba a decir. - No aspiro a sentarme en ese supuesto trono, no por ahora. Soy plenamente consciente de que aún me queda mucho camino por recorrer... Pero todo lo que he dicho iba enserio. Estoy aquí para luchar por la hermandad, y pienso asegurarme de que quién se siente en el lo merezca de verdad.
Dicho aquello, y tras despedirme de la joven, me encaminé hacia donde un rato antes se encontraba la puerta del restaurante, seguido de cerca por mi fiel contramaestre. Ni siquiera estaba seguro de por qué le había dicho todo eso a una completa desconocida, pero sí que lo estaba de lo que iba a hacer a continuación.
Una vez reunidos en el exterior del local, todo fue muy rápido. Therax y Nailah parecían dispuestos a continuar con la búsqueda, decisión que les correspondía a ellos así que no iba a criticarla. Tras desearle suerte a ambos, y recordarles que podían llamarnos si se metían en cualquier problema, contemplé sorprendido como el joven rubio se transformaba en una gigantesca águila y alzaba el vuelo hacia el norte, con Nailah sobre su espalda.
Junto a mi quedaban Balagus y Luka. A pesar del considerable cabreo que aún tenía, no pude evitar esbozar una media sonrisa. No podía estar en mejor compañía para lo que tenía en mente.
- Si quieren que juguemos, vamos a jugar. Pero lo haremos siguiendo nuestras propias reglas - comencé. - Si esto va a seguir adelante, comencemos por purgar la lista de jugadores.
- Resumen:
- Escucho a Dexter, Berthil y a Aki. Me dirijo a ella y, tras hablas, salgo del local junto a mis compañeros. Una vez que Therax y Nailah se separan para ir a buscar espadas, acuerdo con Balagus y Luka buscar participantes que ya las tengan y hacernos con ellas.
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La pelinaranja surcaba el cielo divagando sobre todo lo que acababa de pasar en un instante. Molesta en gran medida por lo que acababa de pasar. No por lo de Jaya, a lo que su capitán respondió que no iban a adueñarse de la isla. Eso ya se lo esperaba, viendo que tiempo atrás la habían liberado y que entonces cualquiera de las bandas hubieran podido reclamar sus territorios. Pero no era necesario, Jaya no era de nadie. "Hai hai, solo era una broma". Había contestado antes de salir dibujando una media sonrisa al tiempo que llevaba los brazos por detrás de la cabeza. Realmente lo único que quería con ese comentario era provocar un poco al resto de piratas o, en su defecto, que esa contestación sirviese de advertencia indirecta... por si algún día se planteaban si quiera invadir la isla. No. Lo que había molestado a la felina no había sido esa tontería sobre Jaya, ni el hecho de que Bakagami tirase la mesa en la que aún había comida. "¡Qué desperdicio!" El problema había sido la actitud de los demás hacia su banda y hacia el capitán. De no ser porque pensaba cumplir diligentemente la misión, se habría quedado a decirle cuatro cosas al gyojin que le había insultado. Pero, decidió que sería mejor esperar. Ya surgiría la ocasión.
Mura suspiro, estuvo a punto de pasar por alto un lugar interesante en el que empezar a buscar. Si se detuvo fue por la fugaz y feroz presencia de Berthil, quien pasó volando sobre sus cabezas. - Oye, Lagartija. Esto no va sobre quien es más rápido.- Le gritó, aunque era más que obvio que no lo escucharía. También vio pasar a otra figura tras de sí. Si su memoria no le fallaba, tenía el aura del capitán de Therax. "¿Qué coj.. Qué quiere ese con Aka?"
-¿Quieres ir a ver?- Preguntó Sumire al notar la reacción de Mura, quien asintió, pero no le indicó que se moviera.
-Eagle... Ve a observar. Acércate lo justo para localizarles. Si el idiota con escamas tiene problemas ven a avisarme. Iré en cuanto acabemos aquí- Dijo y el águila contestó con un graznido antes de salir volando en su dirección. Cuando ya no era más que un punto, Sumire y ella regresaron a sus quehaceres. Tardaron lo que dura un parpadeo en alcanzar la orilla, divisando cerca de esta el casco de un barco. ¿Habría algo que valiese la pena ahí como para arriesgarse? El navío no parecía muy seguro desde el punto de vista de Mura. Pero estaba lo suficientemente cerca de la costa. Con Sumire a su lado... No pasaría nada. "Se prudente, niña". Le dijo Kouga y ella asintió. -Sumire, bajemos. ¿Quién sabe? Tal vez encontremos una de las espadas, o alguna cosa más.-
-Esperemos que no haya algún montruo marino dentro. No sería fácil cuidar de ti, Aka-nee.-
-No creo que sea yo quien necesite niñera.- Contestó Mura, hinchando las mejillas. La dragona rió y ambas acabaron sobre lo que en su día fue la cubierta del Barco. Primero Mura que descendió generando una escalera de hilos de aura. Por grácil que fuera, saltar sobre una madera que podía estar podrida era un riesgo que no tomaría. No era una pluma. La dragona por su parte, se transformó de nuevo en una niña antes de descender, quedando solo sus alas como indicativo de su verdadera identidad...Hasta que tocó el suelo. -Bueno, entremos.- Dijo, al tiempo que una pequeña llama se formaba en la palma de su mano. con esta, podrían ver mejor lo que hubiera dentro. También volvió a transformar sus ojos y sus orejas en los de un felino.
Mura suspiro, estuvo a punto de pasar por alto un lugar interesante en el que empezar a buscar. Si se detuvo fue por la fugaz y feroz presencia de Berthil, quien pasó volando sobre sus cabezas. - Oye, Lagartija. Esto no va sobre quien es más rápido.- Le gritó, aunque era más que obvio que no lo escucharía. También vio pasar a otra figura tras de sí. Si su memoria no le fallaba, tenía el aura del capitán de Therax. "¿Qué coj.. Qué quiere ese con Aka?"
-¿Quieres ir a ver?- Preguntó Sumire al notar la reacción de Mura, quien asintió, pero no le indicó que se moviera.
-Eagle... Ve a observar. Acércate lo justo para localizarles. Si el idiota con escamas tiene problemas ven a avisarme. Iré en cuanto acabemos aquí- Dijo y el águila contestó con un graznido antes de salir volando en su dirección. Cuando ya no era más que un punto, Sumire y ella regresaron a sus quehaceres. Tardaron lo que dura un parpadeo en alcanzar la orilla, divisando cerca de esta el casco de un barco. ¿Habría algo que valiese la pena ahí como para arriesgarse? El navío no parecía muy seguro desde el punto de vista de Mura. Pero estaba lo suficientemente cerca de la costa. Con Sumire a su lado... No pasaría nada. "Se prudente, niña". Le dijo Kouga y ella asintió. -Sumire, bajemos. ¿Quién sabe? Tal vez encontremos una de las espadas, o alguna cosa más.-
-Esperemos que no haya algún montruo marino dentro. No sería fácil cuidar de ti, Aka-nee.-
-No creo que sea yo quien necesite niñera.- Contestó Mura, hinchando las mejillas. La dragona rió y ambas acabaron sobre lo que en su día fue la cubierta del Barco. Primero Mura que descendió generando una escalera de hilos de aura. Por grácil que fuera, saltar sobre una madera que podía estar podrida era un riesgo que no tomaría. No era una pluma. La dragona por su parte, se transformó de nuevo en una niña antes de descender, quedando solo sus alas como indicativo de su verdadera identidad...Hasta que tocó el suelo. -Bueno, entremos.- Dijo, al tiempo que una pequeña llama se formaba en la palma de su mano. con esta, podrían ver mejor lo que hubiera dentro. También volvió a transformar sus ojos y sus orejas en los de un felino.
- Spoiler:
- Mura gibada sobre lo sucedido en el restaurante y la que le caerá de su parte a Luka como se lo vuelva a cruzar. Ve pasar por encima suya a Bakagami y a Zane, mandando a Eagle para que les vigile. Acaba llegando a L8 y entra a investigar el barco, con Sumire transformada en una niña otra vez. Para alumbrar su camino genera una llama en la palma de su mano, usando esta técnica pero de forma más "limitada":
- técnica:
- *Habilidad especial “Ira”: Murasaki ha sido siempre una chica impulsiva y con poca paciencia, cosa que se refleja en su aura. El aura aumenta notablemente a causa del enfado de Mura. Al principio, esta pensaba que su enfado era la causa principal de que “prender” se haya creado, como una explosión de sus emociones, sin embargo su maestro le enseñó que aquello no era del todo correcto. El aura es energía y, en el caso de Mura, la energía que mejor puede manejar, es la calórica. Su aura funciona como catalizador, pudiendo aumentar la temperatura y, a cambio de consumir oxigeno, generar fuego. Habiendo aprendido a controlar su enfado a su favor, ahora Murasaki puede emplear ese fuego tanto para impulsarse o ganar velocidad, como para luchar, quemando a quien se ponga enfrente. Además, la forma en que se genera la “llama” la vuelve inmune al fuego rojo, aunque no al fuego azul. Las limitaciones de esta técnica se encuentran, ya no en la energía, pues esta se ve compensada mediante el uso del oxígeno del aire, sino en la cantidad de oxigeno que necesita el cuerpo de la chica. Encontrándose en medio de las llamas, si usa en exceso esta habilidad, podría acabar perdiendo el conocimiento por falta de oxígeno.
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- ¡Las orientadas, solo dan problemas! ¡Te invito a probar las hamburguesas de mi mujer! – Y dicho eso, vio al tío de la máscara largarse.
Si hubiera sido solo él, no le habría extrañado, pero cuando toda aquella panda de hipócritas, que habían unido unidos sus voces junto a él, habían salido por patas, frunció el ceño. Vaya panda de estúpidos. Mucho “Yo no juego” pero bien que todos habían salido corriendo.
- Sois una panda de hipócritas. Primero todos firmes y ahora veis que la gente va y todos detrás como borregos. Ya veo que el “Lameculismo” es algo que hoy en día abunda ¿Dónde han quedado vuestras palabras y discursos? Venga, iros a jugar a las escondidas. – Mencionó en voz alta para que todo el mundo del interior pudiese escucharle.
El luchador soltó un pequeño suspiro y volvió a la mesa donde estaba su querida comida. Se sentó en ella, pero no sin antes morderla con ganas. Se dedicó a mirar al tal Viktor de forma calmada y después de unos momentos tragó su alimento. Aquel hombre no tenía culpa de nada, más bien culpaba a los cobardes que salieron corriendo. Fue en ese momento cuando buscó con la mirada a su capitán, el cual debía estar hartándose de vino. Se colocó en pie y se acercó hasta él con una expresión bastante seria en el rostro.
- Arribor, no pienso buscar espaditas, esto es una idiotez. Propongo largarnos de esta isla o irnos a comer al sitio ese que dijo el dragón. – Realmente parecía bastante indignado con el comportamiento sin personalidad del resto, pero tampoco podía hacer nada.
Abrió la boca para tan solo soltar un enorme bostezo, pues no tenía nada más que decir. Cogió lo que le faltaba de su enorme hamburguesa y comenzó a comérsela tranquilamente. No tardó mucho en haber destrozado aquellos deliciosos pedazos de pan y queso en su boca. Una vez tragó todo se pasó la lengua por los labios quitándose los restos de salsa. Se rascó un poco la cabeza y después miró de nuevo al tipo de la máscara, el cual parecía tan solo querer que alguien fuera Yonkou y nada más. El lobo blanco entonces le dirigió la palabra con una calma asombrosa.
- Con esto no quiero decir que esté en contra de nadie, Viktor. Voy a seguir pateando al gobierno y a la marina a mi modo, pero dado que no estoy interesado en ese puesto, seré un mero observador. – Miró a su capitán. – O ayudaré a mi capitán si le interesa luchar, pero no perseguiré espadas. Dicho esto… ¡Camarero, otra hamburguesa gigante! – Exigió sentándose en la barra y cruzándose de brazos.
Si hubiera sido solo él, no le habría extrañado, pero cuando toda aquella panda de hipócritas, que habían unido unidos sus voces junto a él, habían salido por patas, frunció el ceño. Vaya panda de estúpidos. Mucho “Yo no juego” pero bien que todos habían salido corriendo.
- Sois una panda de hipócritas. Primero todos firmes y ahora veis que la gente va y todos detrás como borregos. Ya veo que el “Lameculismo” es algo que hoy en día abunda ¿Dónde han quedado vuestras palabras y discursos? Venga, iros a jugar a las escondidas. – Mencionó en voz alta para que todo el mundo del interior pudiese escucharle.
El luchador soltó un pequeño suspiro y volvió a la mesa donde estaba su querida comida. Se sentó en ella, pero no sin antes morderla con ganas. Se dedicó a mirar al tal Viktor de forma calmada y después de unos momentos tragó su alimento. Aquel hombre no tenía culpa de nada, más bien culpaba a los cobardes que salieron corriendo. Fue en ese momento cuando buscó con la mirada a su capitán, el cual debía estar hartándose de vino. Se colocó en pie y se acercó hasta él con una expresión bastante seria en el rostro.
- Arribor, no pienso buscar espaditas, esto es una idiotez. Propongo largarnos de esta isla o irnos a comer al sitio ese que dijo el dragón. – Realmente parecía bastante indignado con el comportamiento sin personalidad del resto, pero tampoco podía hacer nada.
Abrió la boca para tan solo soltar un enorme bostezo, pues no tenía nada más que decir. Cogió lo que le faltaba de su enorme hamburguesa y comenzó a comérsela tranquilamente. No tardó mucho en haber destrozado aquellos deliciosos pedazos de pan y queso en su boca. Una vez tragó todo se pasó la lengua por los labios quitándose los restos de salsa. Se rascó un poco la cabeza y después miró de nuevo al tipo de la máscara, el cual parecía tan solo querer que alguien fuera Yonkou y nada más. El lobo blanco entonces le dirigió la palabra con una calma asombrosa.
- Con esto no quiero decir que esté en contra de nadie, Viktor. Voy a seguir pateando al gobierno y a la marina a mi modo, pero dado que no estoy interesado en ese puesto, seré un mero observador. – Miró a su capitán. – O ayudaré a mi capitán si le interesa luchar, pero no perseguiré espadas. Dicho esto… ¡Camarero, otra hamburguesa gigante! – Exigió sentándose en la barra y cruzándose de brazos.
- Spoiler:
- - Tomar por hipócrita a todo el que se fue después de decir que se quedaban.
- Hablar para que escuche el que quiera.
- Comer burguer, hablar con arribor y después hablarle a Viktor.
- Pedir otra burguer y sentarse en la barra tranquilamente a la espera de que Viktor hable o alguien (Arri) le diga algo.
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Todo parecía ser tranquilo, no parecía que estuviese en la isla de Jaya, isla que normalmente tenía peleas entre grupos, borrachos en las calles y mujeres de dudosa reputación por las calles. Desde las alturas pude ver la ciudad con un mayor detenimiento, un lugar con un montón de sitios para esconder espadas y quizás acabase rápido si iba a ver, pero me daba pena el pasar al lado de parejas en su intimidad más carnal mientras yo buscaba espadas. ¿Qué les iba a decir después de cortarles el royo? ¿les daba algún consejo como médico?, sería gracioso, pero que disfrutasen mientras pudiesen.
En un momento, salí de los límites de la ciudad y los lugares en los que buscar se hicieron más evidentes que dentro de la ciudad. El que me pareció más destacado fue una cala que se encontraba un poco más al sur. Todo pirata que se preciase había ocultado un tesoro en las cuevas que había en los acantilados de una isla, haciéndolos lugares de difícil acceso, y por lo general había que mojarse para conseguirlos. Por ello, me dirigí hacia allí, estaba preparado para mojarme gracias a la armadura. No tardé en llegar pues aumenté la velocidad para tardar que los planes del capitán se hiciesen cuanto antes.
Empecé a revisar la cala desde su zona norte, y me ayudé usando la vista térmica del ojo, en caso de que estuviese bajo el agua, era posible que el acero del filo se enfriase más que el resto y pudiese ver más o menos su forma. Además, según fui descendiendo activé el mantra, en caso de que encontrar una cueva y la explorase, me ayudaría a detectar cuando había activado una trampa, posiblemente no me hiciese nada gracias a la armadura, pero no quería que se rayase por esas tonterías.
En un momento, salí de los límites de la ciudad y los lugares en los que buscar se hicieron más evidentes que dentro de la ciudad. El que me pareció más destacado fue una cala que se encontraba un poco más al sur. Todo pirata que se preciase había ocultado un tesoro en las cuevas que había en los acantilados de una isla, haciéndolos lugares de difícil acceso, y por lo general había que mojarse para conseguirlos. Por ello, me dirigí hacia allí, estaba preparado para mojarme gracias a la armadura. No tardé en llegar pues aumenté la velocidad para tardar que los planes del capitán se hiciesen cuanto antes.
Empecé a revisar la cala desde su zona norte, y me ayudé usando la vista térmica del ojo, en caso de que estuviese bajo el agua, era posible que el acero del filo se enfriase más que el resto y pudiese ver más o menos su forma. Además, según fui descendiendo activé el mantra, en caso de que encontrar una cueva y la explorase, me ayudaría a detectar cuando había activado una trampa, posiblemente no me hiciese nada gracias a la armadura, pero no quería que se rayase por esas tonterías.
- resumen:
- Ir a C12, activar visión térmica del ojo cyborg y el mantra.
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El alcohol ya había comenzado a hacer mella en la blanda sesera de Arribor, quien optó por no filtrarlo y dejarse llevar por su efecto embriagador. No estaba prestando mucha atención a lo que ocurría en el restaurante, pero cada vez le resultaba más gracioso. Todos los gallos del corral habían cacareado y al final se habían ido a comer maíz. Aunque, claro, algo había que hacer.
-Creo que voy a jugar con los otros niños -le dijo a Drake. Ya que todos habían ignorado las armas de la pared, era eso o volverse por donde habían venido-. No es que piense dejar que nadie me llame por ningún título si gano, no así, pero si les ganamos... -Hizo una breve pausa para eructar elegantemente-. Si les ganamos les demostraremos quien manda. ¡Que no se diga que Arribor Neus rehuye un reto! Si no te apetece, puedes esperar en la línea de meta o lo que sea y robar a todo el que pase por allí. Igual las espadas hasta valen dinero, jaja.
Se levantó tambaleándose ligeramente y se dirigió a la puerta. Como no la encontró, se limitó a atravesar la pared por un agujero que, según recordaba, no estaba ahí antes de hacerlo él. Se iban a enterar esos de quién era él. Si querían competir por las espadas, que así fuera. Pensaba ganar en cualquier cosa. Su espíritu competitivo le empujaba a darles una paliza a todos los demás jugadores; metafóricamente, claro. Menos a la pelirroja. Esa mujer extrañamente atractiva le intimidaba. No es que se le diese muy bien tratar con ellas, y ésa en concreto imponía bastante. Si se acercaba demasiado, quedaría en ridículo. ¿Y que era eso de que habría que demostrarle a ella su valía? ¿Es que quería pelear con todos?
-Y si nos aburrimos, siempre podemos volver a la opción de resolverlo a tortas -añadió con una carcajada justo antes de dar un poderosísimo salto.
Una vez en el aire, hizo una plataforma con su sangre y echó a volar hacia la otra parte de la isla. Si no recordaba mal, en el mapa aparecía un bosque por allí. Ése sería un buen sitio. Una espada destacaría más entre árboles que entre un montón de gente que llevaba más espadas, ¿no? Justo antes de irse, le grito a Drake:
-¡Vamos, lobo! ¡Quien más cosas de esas consiga, gana el derecho de gastarle bromas al tejón durante una semana!
- Resumen:
- Decidir jugar a lo de las espadas por motivos absurdos - Subirse a una plataforma de sangre y echar a volar hacia la otra parte de la isla, hacia el bosque. Voy hacia M8 o por ahí, no sé hasta donde podré llegar.
Marc Kiedis
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Marc, tras darle a probar del queso que había creado a Heartless y a todo el que quiso comer un poco, se dedicó a observar, cada vez más atónito, cómo los acontecimientos se sucedían en el bar. Observó la declaración de rebeldía de Zane y de otro pirata, subidos a una mesa. Le gustó, consiguieron mover en el emociones, eso era ser pirata en su opinión. Sin embargo, se llevó un chasco al escuchar la reprimenda que les echó el Yonkou como si no fuesen más que dos chiquillos. Cuando Berthil, el Ju Senshi, tiró la mesa para poner en su sitio a los dos piratas rebeldes, el grandullón temió que se armara una enorme pelea en la taberna. Por suerte, los ánimos no se caldearon tanto y el ambiente, aunque tenso, permaneció pacífico.
La intervención de la pelirroja, que se presentó como Aki D. Arlia, también le convenció, además de conseguir durante un momento despertar en él un deseo tan grande que no podía ser algo natural. Aquella mujer, a pesar de su apariencia frágil, debía de ser una de las personas más poderosas allí presentes, lo cual era mucho decir.
La contestación del hombrecillo enmascarado pareció sincera, aunque no había manera de averiguar si lo era realmente. De todas formas, las imágenes que mostró conmovieron al semigigante profundamente. Si algo estaba claro, era que había que restaurar el equilibrio en los mares, y para ello había que elegir un nuevo Yonkou. Sin embargo, él no aspiraba a serlo, además de ser consciente de que no poseía el poder necesario para ocupar tal rango.
Cuando La Bestia criticó tan duramente a quienes habían partido intentando participar de la prueba, Marc no pudo evitar pensar que aquel hombre era demasiado testarudo y orgulloso. Sin embargo, poco después su capitán se lanzó a la aventura sin pensarlo mucho, y retando a Drake a seguirlo. Acababa de entrar en juego el que, en opinión de Marc (basada solo en las historias que había oído) era el principal favorito al puesto.
Tras lo ocurrido, Marc salió de la taberna con la intención no de concursar, pero sí de intentar asegurarse que nadie que no fuera digno de ser Yonkou lo consiguiera. Si algo le había quedado claro tras el debate y, sobre todo, tras las imágenes que había visto, era que el mundo necesitaba un nuevo Emperador fuerte y respetado, que hiciese valer su poder. Allí vio al pirata que se había subido a la mesa con el Descamisetado, rodeado por un semigigante casi tan alto como el propio Marc, y por el gyojin tiburón. Marc se dirigió hacia ellos y, con una sonrisa, les dijo:
- Buenas compañeros, veo que no habéis salido en busca de las espadas. ¿Queréis en su lugar aseguraros de que nadie que no sea lo suficiente fuerte lo consiga? Si es así, contad conmigo, os ayudaré a lograr ese objetivo.
Si aceptaban, me uniría a aquellos tres piratas para poner a prueba el poder de los aspirantes a Yonkou.
La intervención de la pelirroja, que se presentó como Aki D. Arlia, también le convenció, además de conseguir durante un momento despertar en él un deseo tan grande que no podía ser algo natural. Aquella mujer, a pesar de su apariencia frágil, debía de ser una de las personas más poderosas allí presentes, lo cual era mucho decir.
La contestación del hombrecillo enmascarado pareció sincera, aunque no había manera de averiguar si lo era realmente. De todas formas, las imágenes que mostró conmovieron al semigigante profundamente. Si algo estaba claro, era que había que restaurar el equilibrio en los mares, y para ello había que elegir un nuevo Yonkou. Sin embargo, él no aspiraba a serlo, además de ser consciente de que no poseía el poder necesario para ocupar tal rango.
Cuando La Bestia criticó tan duramente a quienes habían partido intentando participar de la prueba, Marc no pudo evitar pensar que aquel hombre era demasiado testarudo y orgulloso. Sin embargo, poco después su capitán se lanzó a la aventura sin pensarlo mucho, y retando a Drake a seguirlo. Acababa de entrar en juego el que, en opinión de Marc (basada solo en las historias que había oído) era el principal favorito al puesto.
Tras lo ocurrido, Marc salió de la taberna con la intención no de concursar, pero sí de intentar asegurarse que nadie que no fuera digno de ser Yonkou lo consiguiera. Si algo le había quedado claro tras el debate y, sobre todo, tras las imágenes que había visto, era que el mundo necesitaba un nuevo Emperador fuerte y respetado, que hiciese valer su poder. Allí vio al pirata que se había subido a la mesa con el Descamisetado, rodeado por un semigigante casi tan alto como el propio Marc, y por el gyojin tiburón. Marc se dirigió hacia ellos y, con una sonrisa, les dijo:
- Buenas compañeros, veo que no habéis salido en busca de las espadas. ¿Queréis en su lugar aseguraros de que nadie que no sea lo suficiente fuerte lo consiga? Si es así, contad conmigo, os ayudaré a lograr ese objetivo.
Si aceptaban, me uniría a aquellos tres piratas para poner a prueba el poder de los aspirantes a Yonkou.
- Resumen:
- - Observar las reacciones de los piratas y cómo la tensión aumentaba.
- Estar bastante de acuerdo con Zane, Syxel y Aki.
- Conmoverme profundamente con las imágenes mostradas por Viktor y convencerme de que el mundo necesita un Yonkou poderoso y respetado para restaurar el equilibrio.
- Salir de la taberna y hablar con Syxel, Balagus y Luka para ayudarles a poner a prueba a los aspirantes a Yonkou.
Invitado
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
«Quizá debería haberle dado una lección de humildad al pececito», dijo para sus adentros mientras sobrevolaba las aguas que separaban la zona oriental de la isla de la occidental. Había tenido el suficiente coraje -o estupidez, más bien- de alzar la voz contra el capitán antes de que siquiera hubiese abandonado el ruidoso local. Al haber sido Dexter el primero en salir, si él pudo escucharlo, todos los demás miembros de la tripulación también tuvieron la oportunidad de hacerlo. «Tampoco podemos permitirnos perder el tiempo aplastando hormiguitas. Ni Dexter necesita nadie que le proteja», concluyó, a sabiendas de que a la pelirroja le habría gustado darse media vuelta y poner en su lugar al gyojin. En fin, ¿qué importaba?
No le llevó demasiado tiempo adelantar a Mura, que iba sobre Sumire en la misma dirección que él. Le pareció escuchar un grito, pero tan rápido iba que no fue capaz de descifrar el mensaje. Seguramente se estuviera quejando de que quisiera llegar el primero o algo por el estilo, conociéndola. Se limitó a esbozar una leve sonrisa mientras proseguía su camino. No le llevó mucho tiempo más alcanzar la costa Oeste de Jaya, aminorando lentamente la velocidad de su vuelo para no frenar con brusquedad. Bajo él se presentaba todo un bosque que, amparado por la oscuridad de la noche, dejaba ver poco o nada de lo que pudiera aguardar en su interior. Le iba a tocar descender, pero parecía un buen sitio para ponerse a buscar.
─ Parece que viene compañía -susurró al sentir la presencia de uno de los piratas de la reunión aproximarse hacia su posición a una velocidad vertiginosa.
Ladeó el cuerpo para encararle. No tuvo que esperar a verle para reconocer quién era. Aquella presencia era de las más intensas que pudo sentir en la reunión de la hermandad y, exceptuando a los miembros de Blue Rose, tan solo había unas pocas personas que tuvieran tanto potencial. El dragón aguardó con calma antes de que el pelirrojo apareciera frente a él, transformado en alguna especie de ave en llamas. Usuario de akuma no mi, claro. «Se parece a Lanx... Aunque él era algo más azul».
─ No sé si sentirme orgulloso o decepcionado contigo, "descamisetado". Te esperaba alguien más prudente... Aunque tras el numerito del local está claro que no lo eres tanto -le dijo con cierta sorna-. ¿Tanto te ha molestado lo de la mesa como para desperdiciar tu vida viniendo hasta mí?
Sabía que tarde o temprano se encontraría cara a cara con él durante aquella reunión, pero no esperaba que fuera a tener la oportunidad de hacerlo tan pronto. Sus deseos se encontraban confrontados con sus expectativas. Por un lado, deseaba ver de qué era capaz el antiguo supernova y si toda la fama que había cosechado de forma tan fugaz era merecida o no. Un enfrentamiento contra un vicealmirante no era algo que pasara inadvertido. Sin embargo, no tenía claro hasta dónde sería capaz de llegar el emplumado por su orgullo pirata. Esperaba no verse en la obligación de dañarle más de la cuenta... El chico mostraba actitud y capacidad, pero podía echarlo todo a perder si se comportaba de forma imprudente.
─ El rubito de las espadas y el pez de escaso sentido común son parte de tu banda, ¿verdad? -medio afirmó tras lo que pudo observar en el local- Creo que deberías tener algo más de cuidado con ellos. Son demasiado imprudentes para las escasas posibilidades de supervivencia que tenían en esa reunión. ¿No les has enseñado a mantener la boca cerrada cuando deben? Tienen suerte de haberse topado con los Blue Rose y no con los asesinos de Émile. Quizá no siguieran vivos de haberse dado el caso.
En ese momento cayó en la cuenta de que el Hijo del Traidor no había hecho acto de presencia en la reunión. Quizá no se hubiera enterado al no haber sido invitado... O, simplemente, no le pareció suficientemente interesante aquella reunión como para mover su endemoniado trasero hasta allí. En fin, mejor para ellos. Si hubiera decidido ir probablemente la reunión se hubiera convertido en un baño de sangre y media Jaya habría terminado arrasada.
─ Hazles un favor y vuelve con ellos. Lo último que necesitan es quedarse sin capitán. Es la primera y última advertencia que te voy a dar, Zane D. Kenshin. Esta zona es mía, así que vuelve por donde has venido.
Y, sin más, se apresuró a descender hacia la espesa vegetación, adentrándose en la South Grave. El lugar estaba bastante oscuro. La noche y las nubes de tormenta que gracias a Dexter ocultaban la Luna y las estrellas hacía que apenas hubiera visibilidad allí, incluso cuando su mirada se hubo acostumbrado a la escasa luz. Si el pelirrojo no le seguía, volvería a su forma humana y buscaría un palo lo suficientemente robusto como para que no quebrara a las primeras de cambio, enrollando en uno de los extremos un pañuelo. Después localizaría resina de algún árbol y con su aliento de dragón prendería fuego a la antorcha improvisada. ¿Le dejaría el descamisetado buscar en paz?
No le llevó demasiado tiempo adelantar a Mura, que iba sobre Sumire en la misma dirección que él. Le pareció escuchar un grito, pero tan rápido iba que no fue capaz de descifrar el mensaje. Seguramente se estuviera quejando de que quisiera llegar el primero o algo por el estilo, conociéndola. Se limitó a esbozar una leve sonrisa mientras proseguía su camino. No le llevó mucho tiempo más alcanzar la costa Oeste de Jaya, aminorando lentamente la velocidad de su vuelo para no frenar con brusquedad. Bajo él se presentaba todo un bosque que, amparado por la oscuridad de la noche, dejaba ver poco o nada de lo que pudiera aguardar en su interior. Le iba a tocar descender, pero parecía un buen sitio para ponerse a buscar.
─ Parece que viene compañía -susurró al sentir la presencia de uno de los piratas de la reunión aproximarse hacia su posición a una velocidad vertiginosa.
Ladeó el cuerpo para encararle. No tuvo que esperar a verle para reconocer quién era. Aquella presencia era de las más intensas que pudo sentir en la reunión de la hermandad y, exceptuando a los miembros de Blue Rose, tan solo había unas pocas personas que tuvieran tanto potencial. El dragón aguardó con calma antes de que el pelirrojo apareciera frente a él, transformado en alguna especie de ave en llamas. Usuario de akuma no mi, claro. «Se parece a Lanx... Aunque él era algo más azul».
─ No sé si sentirme orgulloso o decepcionado contigo, "descamisetado". Te esperaba alguien más prudente... Aunque tras el numerito del local está claro que no lo eres tanto -le dijo con cierta sorna-. ¿Tanto te ha molestado lo de la mesa como para desperdiciar tu vida viniendo hasta mí?
Sabía que tarde o temprano se encontraría cara a cara con él durante aquella reunión, pero no esperaba que fuera a tener la oportunidad de hacerlo tan pronto. Sus deseos se encontraban confrontados con sus expectativas. Por un lado, deseaba ver de qué era capaz el antiguo supernova y si toda la fama que había cosechado de forma tan fugaz era merecida o no. Un enfrentamiento contra un vicealmirante no era algo que pasara inadvertido. Sin embargo, no tenía claro hasta dónde sería capaz de llegar el emplumado por su orgullo pirata. Esperaba no verse en la obligación de dañarle más de la cuenta... El chico mostraba actitud y capacidad, pero podía echarlo todo a perder si se comportaba de forma imprudente.
─ El rubito de las espadas y el pez de escaso sentido común son parte de tu banda, ¿verdad? -medio afirmó tras lo que pudo observar en el local- Creo que deberías tener algo más de cuidado con ellos. Son demasiado imprudentes para las escasas posibilidades de supervivencia que tenían en esa reunión. ¿No les has enseñado a mantener la boca cerrada cuando deben? Tienen suerte de haberse topado con los Blue Rose y no con los asesinos de Émile. Quizá no siguieran vivos de haberse dado el caso.
En ese momento cayó en la cuenta de que el Hijo del Traidor no había hecho acto de presencia en la reunión. Quizá no se hubiera enterado al no haber sido invitado... O, simplemente, no le pareció suficientemente interesante aquella reunión como para mover su endemoniado trasero hasta allí. En fin, mejor para ellos. Si hubiera decidido ir probablemente la reunión se hubiera convertido en un baño de sangre y media Jaya habría terminado arrasada.
─ Hazles un favor y vuelve con ellos. Lo último que necesitan es quedarse sin capitán. Es la primera y última advertencia que te voy a dar, Zane D. Kenshin. Esta zona es mía, así que vuelve por donde has venido.
Y, sin más, se apresuró a descender hacia la espesa vegetación, adentrándose en la South Grave. El lugar estaba bastante oscuro. La noche y las nubes de tormenta que gracias a Dexter ocultaban la Luna y las estrellas hacía que apenas hubiera visibilidad allí, incluso cuando su mirada se hubo acostumbrado a la escasa luz. Si el pelirrojo no le seguía, volvería a su forma humana y buscaría un palo lo suficientemente robusto como para que no quebrara a las primeras de cambio, enrollando en uno de los extremos un pañuelo. Después localizaría resina de algún árbol y con su aliento de dragón prendería fuego a la antorcha improvisada. ¿Le dejaría el descamisetado buscar en paz?
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