Ivan Markov
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La situación empezaba a no gustarle. Su mesa no hacía más que llenarse de presas y no tan presas. Había pretendido mantener una conversación con aquel tipo, por cómo lo llamaron otros piratas un tal Syxel. "Descamisetado" Zane se unió con un grupo variopinto a la conversación armando bastante jaleo y tratando con mucha familiaridad al joven al que se había dirigido. Pese a que el antiguo Supernova parecía alguien poderoso (y su recompensa así lo prometía) de primeras no le despertaba ningún interés y para colmo venía acompañado de una buena tanda de débiles presas. Piratas de segunda con baja recompensa y pinta de no ser especialmente fuertes. El parloteo de aquella gente comenzaba a aburrirle, así que dejó de prestarles atención y se fijó en las mesas cercanas. Cada vez llegaban más corsarios, algunos desconocidos para él, otros con cierta fama y algunos nombres respetados en el Nuevo Mundo. La situación empezó a volverse más interesante cuando dos de los Ju Senshis en persona entraron en escena: Berthil "Kurogami" y Deathstroke. Si esas dos personas estaban allí...
- Entonces el Emperador en persona está al caer - murmuró, llevándose la copa a los labios.
La lluvia y el viento comenzaron a arreciar contra el restaurante, tan repentinamente que para Ivan fue casi evidente que aquello no era natural. Aunque el clima en Grand Line era impredecible eso sólo se daba en alta mar, y en las islas estaba estabilizado en torno a uno concreto. La luz de un relámpago atravesó los cristales y finalmente el hombre al que esperaba hizo acto de presencia. Su Voz era tan avasalladoramente poderosa que un escalofrío recorrió su espalda y al momento se sintió tan pequeño e insignificante como una mosca. Nunca había estado en presencia de alguien tan poderoso hasta entonces y no parecía haber nadie en la sala que rivalizara con él. Desvió la mirada y dejó de emplear su kenbunshoku, notando un alivio momentáneo al dejar de sentir aquella presión sobre él. ¿Qué diablos hacía allí? Llevar a cabo sus planes iba a ser terriblemente complicado con el Zafiro Negro en persona presente. Si le descubría y decidía eliminarle, sus posibilidades de supervivencia serían escasas en el mejor caso, nulas siendo realista.
Su situación aún podía empeorar. Sólo había otro pirata aparte de Drake que hubiese podido descubrir su fachada y había pasado tanto tiempo desde su encuentro que ni siquiera se había acordado hasta aquel momento. Un fallo de cálculos fatal que podía pasarle factura. En el momento en que Aki entró en la sala se atragantó con el vino y comenzó a toser, tratando de ocultar su sorpresa y agitación. Por suerte que fuese una mujer tan deslumbrante podía servir para que su reacción pasara desapercibida, pues no fueron pocos los que reaccionaron de maneras similares a su aparición. "Maldita sea mi suerte. Joder... al menos acabamos de buenas aquella noche, ¿no? Mierda... haz memoria, ¿le contaste si eras cazador?" En el caso de Drake era menos grave porque esperaba que respetase la memoria de su padre y no actuara contra él. Al fin y al cabo le había ayudado en Síderos. Sin embargo, ¿qué motivos podría tener la pirata para desvelarle? "Calma... piensa racionalmente. ¿Qué ganaría ella?" Entonces cayó en la cuenta de que ni siquiera tenía claras sus motivaciones. Maldijo en sus adentros y trató de que sus preocupaciones no traslucieran.
Finalmente apareció el misterioso anfitrión y ahí ya supo que la había cagado del todo. "Joder... a este no voy a poder pegársela ni con queso. El puto Viktor Elric, y yo me he colado en su reunión mintiéndole a la cara." Cabía la posibilidad de que no hubiese elegido a los invitados en persona y que por ello no supiera que él no era el capitán de los Piratas de la Tormenta... pero no iba a agarrarse a esa posibilidad. Debía asumir que sabía que no era quién decía ser. Que no le hubiese hecho nada aún era una buena señal y en su propio discurso ya declaró saber que había presentes no invitados y no parecía importarle especialmente. Atendió a sus palabras y se alegró de que los planes del magnate le convinieran tanto. Si los piratas se dispersaban buscando espadas podría capturar a dos o tres y largarse con sus cabezas... o podía también de paso conseguir algunas él mismo y quién sabe... negociaría con ellas, las usaría de cebo para cazar más piratas o él mismo competiría. No esperaba ganar y se retiraría de ver la situación peligrosa, pero al menos podría medirle las fuerzas a algunos criminales fuertes de cara al futuro.
Le hizo un gesto con la cabeza a McGaian y ambos se levantaron en dirección a la puerta junto con más piratas, entre ellos "Descamisetado". En el interior comenzaba a armarse un caos y Drake daba una especie de discurso, pero lo que hicieran los piratas ya no era de su interés. Tenía el escenario perfecto y debía empezar a moverse. Lo primero sería hacer que sus siervos no muertos le informaran, pero aprovecharía para ir buscando esas espadas. Eran demasiado pocas y pronto habría decenas de hombres buscándolas.
- Mac, ve al barco. Que alguno de los oficiales se reúna conmigo al sur de Mock Town y me cuente todo lo que han descubierto en esta media hora.
Mientras el semigigante se alejaba, él siguió avanzando hacia las afueras con la mano en su katana. Pronto comenzaría el verdadero plan que le había llevado hasta allí.
- Entonces el Emperador en persona está al caer - murmuró, llevándose la copa a los labios.
La lluvia y el viento comenzaron a arreciar contra el restaurante, tan repentinamente que para Ivan fue casi evidente que aquello no era natural. Aunque el clima en Grand Line era impredecible eso sólo se daba en alta mar, y en las islas estaba estabilizado en torno a uno concreto. La luz de un relámpago atravesó los cristales y finalmente el hombre al que esperaba hizo acto de presencia. Su Voz era tan avasalladoramente poderosa que un escalofrío recorrió su espalda y al momento se sintió tan pequeño e insignificante como una mosca. Nunca había estado en presencia de alguien tan poderoso hasta entonces y no parecía haber nadie en la sala que rivalizara con él. Desvió la mirada y dejó de emplear su kenbunshoku, notando un alivio momentáneo al dejar de sentir aquella presión sobre él. ¿Qué diablos hacía allí? Llevar a cabo sus planes iba a ser terriblemente complicado con el Zafiro Negro en persona presente. Si le descubría y decidía eliminarle, sus posibilidades de supervivencia serían escasas en el mejor caso, nulas siendo realista.
Su situación aún podía empeorar. Sólo había otro pirata aparte de Drake que hubiese podido descubrir su fachada y había pasado tanto tiempo desde su encuentro que ni siquiera se había acordado hasta aquel momento. Un fallo de cálculos fatal que podía pasarle factura. En el momento en que Aki entró en la sala se atragantó con el vino y comenzó a toser, tratando de ocultar su sorpresa y agitación. Por suerte que fuese una mujer tan deslumbrante podía servir para que su reacción pasara desapercibida, pues no fueron pocos los que reaccionaron de maneras similares a su aparición. "Maldita sea mi suerte. Joder... al menos acabamos de buenas aquella noche, ¿no? Mierda... haz memoria, ¿le contaste si eras cazador?" En el caso de Drake era menos grave porque esperaba que respetase la memoria de su padre y no actuara contra él. Al fin y al cabo le había ayudado en Síderos. Sin embargo, ¿qué motivos podría tener la pirata para desvelarle? "Calma... piensa racionalmente. ¿Qué ganaría ella?" Entonces cayó en la cuenta de que ni siquiera tenía claras sus motivaciones. Maldijo en sus adentros y trató de que sus preocupaciones no traslucieran.
Finalmente apareció el misterioso anfitrión y ahí ya supo que la había cagado del todo. "Joder... a este no voy a poder pegársela ni con queso. El puto Viktor Elric, y yo me he colado en su reunión mintiéndole a la cara." Cabía la posibilidad de que no hubiese elegido a los invitados en persona y que por ello no supiera que él no era el capitán de los Piratas de la Tormenta... pero no iba a agarrarse a esa posibilidad. Debía asumir que sabía que no era quién decía ser. Que no le hubiese hecho nada aún era una buena señal y en su propio discurso ya declaró saber que había presentes no invitados y no parecía importarle especialmente. Atendió a sus palabras y se alegró de que los planes del magnate le convinieran tanto. Si los piratas se dispersaban buscando espadas podría capturar a dos o tres y largarse con sus cabezas... o podía también de paso conseguir algunas él mismo y quién sabe... negociaría con ellas, las usaría de cebo para cazar más piratas o él mismo competiría. No esperaba ganar y se retiraría de ver la situación peligrosa, pero al menos podría medirle las fuerzas a algunos criminales fuertes de cara al futuro.
Le hizo un gesto con la cabeza a McGaian y ambos se levantaron en dirección a la puerta junto con más piratas, entre ellos "Descamisetado". En el interior comenzaba a armarse un caos y Drake daba una especie de discurso, pero lo que hicieran los piratas ya no era de su interés. Tenía el escenario perfecto y debía empezar a moverse. Lo primero sería hacer que sus siervos no muertos le informaran, pero aprovecharía para ir buscando esas espadas. Eran demasiado pocas y pronto habría decenas de hombres buscándolas.
- Mac, ve al barco. Que alguno de los oficiales se reúna conmigo al sur de Mock Town y me cuente todo lo que han descubierto en esta media hora.
Mientras el semigigante se alejaba, él siguió avanzando hacia las afueras con la mano en su katana. Pronto comenzaría el verdadero plan que le había llevado hasta allí.
- Resumen:
- - Divagaciones varias.
- Abandonar el restaurante en cuanto Viktor termina de hablar.
- Dirigirme a D12 donde espero a que se presente uno de mis no muertos a informar (en el primer post los mandé a recolectar información por la aldea y enterarse de qué bandas había presentes y datos que pudieran serme de ayuda).
Aki D. Arlia
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Su carcajada me asqueó. Ese hombre se estaba burlando de todos los presentes, como si supiera cosas que nosotros no. No me caía bien, pero esperé y escuché. Me habría tirado a por él y seguramente algunos de los que todavía estaban en el restaurante me habrían seguido, pero tanto Akon como Jester me habían enseñado mejor que eso. La paciencia quizás no fuera una de mis virtudes, pero sí era capaz de utilizarla si lo necesitaba.
Su discurso no mejoró la opinión que tenía de él, pero sí hizo que se me revolviera el estómago. Todos esos estragos por la muerte de un solo hombre, era absurdo. Y horrible. Pero era todavía peor que la persona utilizando esos argumentos fuera alguien como Viktor.
- Le dijo la sartén al cazo. ¿De qué sirve que vuelva la calma a esas islas si tu gente va a estar destrozándolas por lo bajo y a las espaldas? No, lo que he dicho sigue en pie. Bastante haces por tu cuenta como para tener a un yonkou debajo de tu bota.
Alguien como él, que controlaba el bajo mundo. De nuevo, acabar con él o por lo menos reducirlo haría mucho más fáciles las cosas. Pero que toda la prueba se basase solo en encontrar las espadas era una estupidez. Si tenía algo más montado valía la pena verlo. Era cierto que hacía falta alguien que escalara al puesto de Yonkou, y rápido. A poder ser alguien con dos dedos de frente, con quien pudiera aliarse. Pero no pasaba nada, todavía tenían que aparecer los aspirantes. Por lo que había oído no todos pretendían agarrar una espada.
Me di la vuelta, con toda la intención de irme, cuando un hombre se paró frente a mi. Le miré de arriba abajo, sabía que había escuchado su nombre antes esa noche. ¿Syxel, tal vez? Escuché atentamente sus palabras y para cuando hubo terminado de hablar yo ya estaba más calmada. Era un alivio ver que no todos iban a tontas y a locas.
- Si eso es lo que crees, búscame cuando toda esta locura acabe. Quizás podamos ayudarnos el uno al otro.
Le dediqué una sonrisa de amabilidad mientras se despedía y se iba. Que chaval tan simpático. Fui a seguirle por la puerta, necesitaba tomar un poco el aire, pero mi vista se quedó quieta en la pared que el hombre había hecho aparecer. Repleta de armas, del suelo al techo. Me acerqué a examinarla, curiosa a mi pesar. Si había algún cuchillo bonito o algo que me llamase la atención me lo quedaría; cualquier cosa que consiguiera a costa de ese capullo me sabría a gloria.
Un par de minutos después salía por la puerta con mi tesoro escondido entre la ropa. Suspiré y sacando mis alas me elevé en el cielo, estirándome por el camino. ¿Sería buena idea ir a buscar una de las espadas? Mientras todos iban y venían tenía que matar el tiempo de alguna manera, pero es que no veía el punto en participar en una competición en la que no quería ganar. Aunque bueno, siempre podía cedérsela a quien no la consiguiera, si era el caso. Deambulé un poco en torno al restaurante, volando en busca de algo que me llamara la atención. Activé el mantra, sin embargo. Tendría un oído pendiente en la posición del restaurante y en cuanto alguien se acercara, volvería. No iba a faltar a mi palabra. No obstante...
- ¿Qué demonios estás haciendo?
Había notado la presencia de Dexter a unas pocas calles y tenía curiosidad. Él tampoco planeaba conseguir el puesto, quizás había encontrado otro bar o un lugar para pasar el tiempo. Lo que no esperaba era que estuviera en mitad de una herrería haciendo... cosas ... de herreros. Sí. ¿Qué demonios? Sin molestarse en bajar al suelo, se acercó hasta donde estaba para examinar el proyecto que tenía entre manos.
- ¿Tanto te aburrías que has venido a hacer manualidades? ¿O tienes un propósito en mente?
Sabía que con seguridad sería lo segundo, pero desde luego... siempre era más divertido preguntar.
Su discurso no mejoró la opinión que tenía de él, pero sí hizo que se me revolviera el estómago. Todos esos estragos por la muerte de un solo hombre, era absurdo. Y horrible. Pero era todavía peor que la persona utilizando esos argumentos fuera alguien como Viktor.
- Le dijo la sartén al cazo. ¿De qué sirve que vuelva la calma a esas islas si tu gente va a estar destrozándolas por lo bajo y a las espaldas? No, lo que he dicho sigue en pie. Bastante haces por tu cuenta como para tener a un yonkou debajo de tu bota.
Alguien como él, que controlaba el bajo mundo. De nuevo, acabar con él o por lo menos reducirlo haría mucho más fáciles las cosas. Pero que toda la prueba se basase solo en encontrar las espadas era una estupidez. Si tenía algo más montado valía la pena verlo. Era cierto que hacía falta alguien que escalara al puesto de Yonkou, y rápido. A poder ser alguien con dos dedos de frente, con quien pudiera aliarse. Pero no pasaba nada, todavía tenían que aparecer los aspirantes. Por lo que había oído no todos pretendían agarrar una espada.
Me di la vuelta, con toda la intención de irme, cuando un hombre se paró frente a mi. Le miré de arriba abajo, sabía que había escuchado su nombre antes esa noche. ¿Syxel, tal vez? Escuché atentamente sus palabras y para cuando hubo terminado de hablar yo ya estaba más calmada. Era un alivio ver que no todos iban a tontas y a locas.
- Si eso es lo que crees, búscame cuando toda esta locura acabe. Quizás podamos ayudarnos el uno al otro.
Le dediqué una sonrisa de amabilidad mientras se despedía y se iba. Que chaval tan simpático. Fui a seguirle por la puerta, necesitaba tomar un poco el aire, pero mi vista se quedó quieta en la pared que el hombre había hecho aparecer. Repleta de armas, del suelo al techo. Me acerqué a examinarla, curiosa a mi pesar. Si había algún cuchillo bonito o algo que me llamase la atención me lo quedaría; cualquier cosa que consiguiera a costa de ese capullo me sabría a gloria.
Un par de minutos después salía por la puerta con mi tesoro escondido entre la ropa. Suspiré y sacando mis alas me elevé en el cielo, estirándome por el camino. ¿Sería buena idea ir a buscar una de las espadas? Mientras todos iban y venían tenía que matar el tiempo de alguna manera, pero es que no veía el punto en participar en una competición en la que no quería ganar. Aunque bueno, siempre podía cedérsela a quien no la consiguiera, si era el caso. Deambulé un poco en torno al restaurante, volando en busca de algo que me llamara la atención. Activé el mantra, sin embargo. Tendría un oído pendiente en la posición del restaurante y en cuanto alguien se acercara, volvería. No iba a faltar a mi palabra. No obstante...
- ¿Qué demonios estás haciendo?
Había notado la presencia de Dexter a unas pocas calles y tenía curiosidad. Él tampoco planeaba conseguir el puesto, quizás había encontrado otro bar o un lugar para pasar el tiempo. Lo que no esperaba era que estuviera en mitad de una herrería haciendo... cosas ... de herreros. Sí. ¿Qué demonios? Sin molestarse en bajar al suelo, se acercó hasta donde estaba para examinar el proyecto que tenía entre manos.
- ¿Tanto te aburrías que has venido a hacer manualidades? ¿O tienes un propósito en mente?
Sabía que con seguridad sería lo segundo, pero desde luego... siempre era más divertido preguntar.
- Spoiler:
- -Soltar otra respuesta mordaz
- Hablar con Syxel
- Examinar la pared de armas. Si hay un cuchillo de mano o, quien sabe, una de las espadas, me la pido (?)
- Salir a tomar el aire y sobrevolar las casillas alrededor del restaurante por si desde las alturas algo me llama la atención.
- Terminar por bajar a la forja a matar el tiempo incordiando a Dexter.
- Activar el mantra para volver en cuanto alguien regrese con una de las espadas.
William White
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Ya habrían pasado no menos unos quince minutos desde que abandoné La Gorgona Roja, lentamente fui abandonando el núcleo de más cache de la ciudad dando paso a los suburbios de la ciudad, el lugar era cuanto menos deprimente viendo bastantes similitudes con la Grey Terminal en la que había vivido hacia escasos meses. Poco a poco el flujo de piratas y corsarios fue disminuyendo hasta ser nulo, por lo que me indicaba el mantra ninguno de los grupos había encontrado nada, aquello era una buena señal ya que significaba que el número de espadas escondidas aún sería “alto”.
-En la competición habrá dos tipos de grupos, puede que tres- pensaba mientras caminaba por las callejuelas -El primero de ellos son los piratas o personas de menor calibre, entre los cuales me encuentro, el rol de mi grupo es encontrar y llevar las espadas al lugar indicado. Otro grupo por el contrario seguramente se quedé en las entradas de la plaza a la espera de que lleguen las primeras espadas, aprovechando que son personajes con mayor relevancia y calibre tratarán de arrebatar las armas a los primeros. Los terceros simplemente no participarán, aunque puede que incordien a alguno de los dos primeros grupo- concluí a la vez que llegaba a las afueras frente a un trió de almacenes.
De los tres almacenes dos se situaban a la derecha y un tercero a la izquierda, el mantra me indicaba que no había nadie a los alrededores por lo que posiblemente fuera el primero que llegaba. Frotándome las manos sonreí, puede que fuera mi día de suerte, si era el primero en llegar en caso de que alguien hubiera dejado allí armas probablemente hubiera dejado un rastro primero por lo poco concurrida que era la zona. Lamentablemente había llovido por lo que también era posible que la breve tormenta hubiera borrado los rastros o, al contrario, si el encargado de esconder las espadas lo había hecho tras la tormenta probablemente hubiera dejado huellas, aun así, también podía aprovechar eso a mi favor o al menos intentarlo.
Trataría de examinar las entradas de los tres almacenes, dando un vistazo rápido a los tres empezando por los de la derecha. El vistazo consistiría en tratar de revisar la entrada de los almacenes, o al menos las más evidentes. Tras eso entraría y vería si en el interior de los almacenes había algún tipo de rastro, después de todo dentro de ellos probablemente no hubiera llovido y por lo tanto si había alguna pista estaría impoluta. En caso de que viera algo que me llamará la atención trataría de seguirlo para ver hasta donde le llevaba, en caso de detectar otras presencias extremaría las precauciones.
Si encontraba alguna de las armas no cambiaría mi pensamiento, tal vez aquello fuera algo difícil, pero después de todo tenía un buen control de emociones y tal eso me hiciera más difícil de leer a efectos de otros usuarios de mantra, a fin de cuentas, era mi especialidad.
Si después de todo no encontraba nada comenzaría a hacer una búsqueda exhaustiva por el último almacén examinado. La parte buena del plan era que no perdería el tiempo buscando en almacenes por los que no pasará hace mucho tiempo nadie, la mala es que probablemente al abrir los almacenes estuviera ahorrando trabajo a los que vinieran por detrás de mí. Pero que sería de los bohemios y de los románticos sin una vida sin riesgos.
-En la competición habrá dos tipos de grupos, puede que tres- pensaba mientras caminaba por las callejuelas -El primero de ellos son los piratas o personas de menor calibre, entre los cuales me encuentro, el rol de mi grupo es encontrar y llevar las espadas al lugar indicado. Otro grupo por el contrario seguramente se quedé en las entradas de la plaza a la espera de que lleguen las primeras espadas, aprovechando que son personajes con mayor relevancia y calibre tratarán de arrebatar las armas a los primeros. Los terceros simplemente no participarán, aunque puede que incordien a alguno de los dos primeros grupo- concluí a la vez que llegaba a las afueras frente a un trió de almacenes.
De los tres almacenes dos se situaban a la derecha y un tercero a la izquierda, el mantra me indicaba que no había nadie a los alrededores por lo que posiblemente fuera el primero que llegaba. Frotándome las manos sonreí, puede que fuera mi día de suerte, si era el primero en llegar en caso de que alguien hubiera dejado allí armas probablemente hubiera dejado un rastro primero por lo poco concurrida que era la zona. Lamentablemente había llovido por lo que también era posible que la breve tormenta hubiera borrado los rastros o, al contrario, si el encargado de esconder las espadas lo había hecho tras la tormenta probablemente hubiera dejado huellas, aun así, también podía aprovechar eso a mi favor o al menos intentarlo.
Trataría de examinar las entradas de los tres almacenes, dando un vistazo rápido a los tres empezando por los de la derecha. El vistazo consistiría en tratar de revisar la entrada de los almacenes, o al menos las más evidentes. Tras eso entraría y vería si en el interior de los almacenes había algún tipo de rastro, después de todo dentro de ellos probablemente no hubiera llovido y por lo tanto si había alguna pista estaría impoluta. En caso de que viera algo que me llamará la atención trataría de seguirlo para ver hasta donde le llevaba, en caso de detectar otras presencias extremaría las precauciones.
Si encontraba alguna de las armas no cambiaría mi pensamiento, tal vez aquello fuera algo difícil, pero después de todo tenía un buen control de emociones y tal eso me hiciera más difícil de leer a efectos de otros usuarios de mantra, a fin de cuentas, era mi especialidad.
Si después de todo no encontraba nada comenzaría a hacer una búsqueda exhaustiva por el último almacén examinado. La parte buena del plan era que no perdería el tiempo buscando en almacenes por los que no pasará hace mucho tiempo nadie, la mala es que probablemente al abrir los almacenes estuviera ahorrando trabajo a los que vinieran por detrás de mí. Pero que sería de los bohemios y de los románticos sin una vida sin riesgos.
- Resumen:
- Narró el camino a los almacenes, trato de ver rastros en la lluvia que me indiquen actividad en los almacenes, como probablemente estos han sido borrados por la lluvia, trato de examinar el interior de las entradas de cada almacén empezando por los del lado derecho(rollo abro puerta de almacén 1, miro si hay rastro, si no lo veo nada paso al siguiente) en caso de encontrar alguna pisto la sigo para ver hasta donde me lleva. Llevo el mantra activado para advertir algo en caso de que alguien se acerqué a mi posición.
- Cosas usadas::
- Buen rastreador:
- Talento: Curiosamente sabría seguir el rastro de algo con tan solo unas pistas, quizás sea por las novelas de misterio a las que era tan aficionado, o porque es capaz de percibir cosas que el rastro no percibiría. El caso es que es que seguramente sería un buen cazador de recompensas si no fuera por que odia pelear.
- Conocimiento de ganzúa avanzados:
- White es capaz de abrir con facilidad mecanismos poco complejos como cerrojos, esposas u ventanas sin complejos sistemas de seguridad.
Nailah
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El jaleo en la taberna era cada vez más fuerte y Nailah tenía el presentimiento de que las consumiciones libres tardarían en desaparecer. Y así fue, todo el mundo parecía estar de acuerdo en una cosa o en desacuerdo con otra. La pirata dejó el alcohol por aquella noche y se frotó las manos. Su capitán y el pelirrojo la habían liado de buena manera, pero estuvieran en el lío que fuera no dudaría en ayudarlos. Sin embargo, aquella gente imponía demasiado y a la morena no hacía más que pasársele por la cabeza inventarse alguna historia junto a ellos. Quizás ganaba un poco de fama y cuchicheos...
Hubo una conclusión clara de toda aquella reunión, al fin y al cabo era necesario buscar las espadas. La idea le seguía pareciendo un poco rara, pero quién era ella para criticarla. Si los grandes del lugar estaban de acuerdo no iba a ser la única a contracorriente. Además, le parecía divertido tener que buscar las espadas. Le recordaba a sus aventuras de pequeña en Sabaody, cuando jugaban a encontrar tesoros piratas y solo encontraban chatarra, pero para ella era como oro.
Nailah escuchó las explicaciones de Viktor y al cabo de un rato abandonó la taberna junto a su capitán y los miembros de la otra banda. Las demás personas del lugar no tardaron en hacer lo mismo y allí fuera enseguida prepararon su plan. La pirata se iría con el rubito de las espadas. Al principio le rechinaba un poco la idea, pero al ser un miembro de Zane le hacía sentir más confianza. Esperaba que no la decepcionase.
-Entonces nos vamos - Comentó colocándose sus armas en la cintura.
Lo que le sorprendió fue el chico siendo capaz de volar. Cuando este se transformó en una majestuosa ave la muchacha se quedó boquiabierta. Se giró y le hizo una señal con la cabeza a Syxel a modo de despedida. Después se acercó hasta él y se subió sobre los lomos del ave. Apoyó las manos sobre las plumas y al despegar el vuelo su cabello se vio todo enredado.
Echó un último vistazo hacia la taberna, dónde aún seguían sus compañeros y luego hacia delante. El infinito se expandía ante ellos. La muchacha apretó las piernas y bajó un poco la cabeza para no sentir la velocidad del viento chocar tan fuerte contra ella.
-¡Therax, cualquier destello que veamos iremos a investigarlo! - Exclamó mientras miraba hacia el suelo, tratando de fijarse en algo interesante -. Iremos a pares, espada para mi y espada para ti.
Hubo una conclusión clara de toda aquella reunión, al fin y al cabo era necesario buscar las espadas. La idea le seguía pareciendo un poco rara, pero quién era ella para criticarla. Si los grandes del lugar estaban de acuerdo no iba a ser la única a contracorriente. Además, le parecía divertido tener que buscar las espadas. Le recordaba a sus aventuras de pequeña en Sabaody, cuando jugaban a encontrar tesoros piratas y solo encontraban chatarra, pero para ella era como oro.
Nailah escuchó las explicaciones de Viktor y al cabo de un rato abandonó la taberna junto a su capitán y los miembros de la otra banda. Las demás personas del lugar no tardaron en hacer lo mismo y allí fuera enseguida prepararon su plan. La pirata se iría con el rubito de las espadas. Al principio le rechinaba un poco la idea, pero al ser un miembro de Zane le hacía sentir más confianza. Esperaba que no la decepcionase.
-Entonces nos vamos - Comentó colocándose sus armas en la cintura.
Lo que le sorprendió fue el chico siendo capaz de volar. Cuando este se transformó en una majestuosa ave la muchacha se quedó boquiabierta. Se giró y le hizo una señal con la cabeza a Syxel a modo de despedida. Después se acercó hasta él y se subió sobre los lomos del ave. Apoyó las manos sobre las plumas y al despegar el vuelo su cabello se vio todo enredado.
Echó un último vistazo hacia la taberna, dónde aún seguían sus compañeros y luego hacia delante. El infinito se expandía ante ellos. La muchacha apretó las piernas y bajó un poco la cabeza para no sentir la velocidad del viento chocar tan fuerte contra ella.
-¡Therax, cualquier destello que veamos iremos a investigarlo! - Exclamó mientras miraba hacia el suelo, tratando de fijarse en algo interesante -. Iremos a pares, espada para mi y espada para ti.
- Resumen:
- Despedirme de Syxel e irme con Therax hacia el norte a por espadas. Rumbo a la casilla H4.
El aura de aquel sujeto, cuyo aspecto se asemejaba al de un lagarto alado, era abrumadora. El pelirrojo podía sentir como algunas plumas se le erizaban ante tal instinto depredador, era como si en vez de una persona tuviera frente a él a un animal salvaje.
-La prudencia no es una de mis mayores facultades, señor S. Kyrios –le dijo Zane con ironía, mostrando una media sonrisa mientras clavaba su rasgada mirada en la suya-. ¿Lo de la mesa? No, eso me da igual. Podría decirse que me ha resultado curioso como una persona como tú ha sido capaz de coger semejante tablero y lanzarlo como si fuera un avioncito de papel. Sin embargo, lo que verdaderamente me ha tocado las pelotas es que mires a mi gente por encima del hombro de la forma en la que lo haces.
Todas y cada una de las palabras que había dicho el antiguo supernvoa en su primera frase eran ciertas. La altanería con la que entró al local junto al resto de sus compañeros y el arrogante de su capitán. La forma en la que hablaban, tan subidos de tono como si fueran los reyes del mundo… No lo soportaba. Sí, que estaba claro que eran, muy posiblemente, de las bandas de piratas más fuertes que surcaba el mar, que su capitán podría acabar con cualquiera de su banda de un suspiro y sin despeinarse, también. Pero eso no implicaba que tuvieran que tener esos aires de sobrado.
-No he visto en el mapa que el bosque tenga tu nombre, moreno. Así voy a ser yo quien te lo diga, Berthil S. Kyrios, la espada dorada va a ser mía, y si has venido hacia aquí después de que te lo mandara tu capitán es por algo –el pelirrojo torció su gesto a uno más serio, llevando su mano a su Supuringugeiru, la cual por primera vez parecía querer desenfundarse-. Así que te lo voy a decir una sola vez, no quiero problemas contigo, pero como me busques me vas a encontrar.
Mientras decía aquello, el pelirrojo descendía hacia el bosque, cuya oscuridad no le permitía ver con mucha claridad pese a estar usando su vista de pájaro. En el caso de que Berthil pasara del viejo supernova, éste último se encendería y buscaría la espada dorada, o en su defecto una de las plateadas, y en caso contrario, desenfundaría su katana y plantaría cara al ju senshi.
-La prudencia no es una de mis mayores facultades, señor S. Kyrios –le dijo Zane con ironía, mostrando una media sonrisa mientras clavaba su rasgada mirada en la suya-. ¿Lo de la mesa? No, eso me da igual. Podría decirse que me ha resultado curioso como una persona como tú ha sido capaz de coger semejante tablero y lanzarlo como si fuera un avioncito de papel. Sin embargo, lo que verdaderamente me ha tocado las pelotas es que mires a mi gente por encima del hombro de la forma en la que lo haces.
Todas y cada una de las palabras que había dicho el antiguo supernvoa en su primera frase eran ciertas. La altanería con la que entró al local junto al resto de sus compañeros y el arrogante de su capitán. La forma en la que hablaban, tan subidos de tono como si fueran los reyes del mundo… No lo soportaba. Sí, que estaba claro que eran, muy posiblemente, de las bandas de piratas más fuertes que surcaba el mar, que su capitán podría acabar con cualquiera de su banda de un suspiro y sin despeinarse, también. Pero eso no implicaba que tuvieran que tener esos aires de sobrado.
-No he visto en el mapa que el bosque tenga tu nombre, moreno. Así voy a ser yo quien te lo diga, Berthil S. Kyrios, la espada dorada va a ser mía, y si has venido hacia aquí después de que te lo mandara tu capitán es por algo –el pelirrojo torció su gesto a uno más serio, llevando su mano a su Supuringugeiru, la cual por primera vez parecía querer desenfundarse-. Así que te lo voy a decir una sola vez, no quiero problemas contigo, pero como me busques me vas a encontrar.
Mientras decía aquello, el pelirrojo descendía hacia el bosque, cuya oscuridad no le permitía ver con mucha claridad pese a estar usando su vista de pájaro. En el caso de que Berthil pasara del viejo supernova, éste último se encendería y buscaría la espada dorada, o en su defecto una de las plateadas, y en caso contrario, desenfundaría su katana y plantaría cara al ju senshi.
- Resumen:
- En mi anterior post fui a por Berthil, el cual me ha contestado. Así que este segundo post es para responderle, y si lo requiere el asunto combatir.
Balagus
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Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
El punto y final a la rebeldía de los restantes lo quiso poner uno de los subalternos del Yonkou, un tal Berthil, si la memoria no me fallaba. En un alarde de poder y habilidad, se hizo con la mesa en la que se habían subido los demás y la lanzó por los aires a una velocidad absurda, obligando a sus ocupantes a reposicionarse o reaccionar inmediatamente para no darse de bruces contra el suelo.
Algo pareció cambiar en él repentinamente. Aunque su demostración con el mobiliario no me terminó de impresionar, no pude reprimir un terrible escalofrío al mirarle, ligeramente similar a la sensación que la despampanante pelirroja había causado al levantarse y empezar a hablar. Si bien nunca había sido mi intención oponerme a alguien con unas capacidades como las que, supuestamente, debía poseer aquel tipo, algo en mi interior gritó desesperado para que mantuviera cerrada la boca en ese instante.
Una acción que, igualmente, pensaba llevar a cabo de todas maneras.
Terminado el espectáculo, el escandaleras decidió abandonar el local, seguido casi de inmediato por Zane. Arqueé una ceja, algo incrédulo. La paciencia no se contaba entre mis virtudes, pero al menos procuraba no actuar nunca de manera inconsciente, como acababa de hacer el humano.
Casi inmediatamente después, Viktor nos transmitió su respuesta. Con la presencia de Berthil despejada, mi mente pensaba de nuevo con claridad, y pude dedicarle al hombrecillo enmascarado una nueva mirada de profunda desconfianza. Sus palabras empezaron a calar levemente en mí cuando me mostró la devastación acaecida tras la caída del anterior Yonkou, mas volvieron a resbalarme como hicieron previamente cuando oí la palabra clave: negocio.
“Una vez más, ahí tenemos la clave de todo…”
Un hombre de negocios. Esa siempre era la explicación y la causa. Pensé en usar el haki para rebuscar entre sus intenciones, pero descarté la idea rápidamente: no necesitaba de mis poderes espirituales para saber que aquel sujeto mentía cual bellaco para proteger sus mezquinos intereses. Ni siquiera la repentina demostración de su arsenal oculto, y su puesta a nuestra disposición, me impresionó lo más mínimo.
- Bah, apenas hay hachas de verdad entre todas ésas… -Comenté despectivo cuando hubo terminado de hablar.
La situación se relajó como si le hubieran pegado una ducha de agua fría metafórica. Sin otra opción mejor al alcance, decidimos seguir la estúpida competición de nuestro anfitrión y salir del local. A mitad de camino, mi capitán se detuvo momentáneamente para hablar con la mujer pelirroja, instante en el que aproveché para extraer mi hacha del suelo y agenciarme un pato a la pekinesa sin empezar que alguien había dejado en un descuido, tratando de encontrar un bocado mínimamente comestible.
Mi búsqueda, cómo no, fue fútil, y otro buen montón de carne y huesos medio masticados fueron escupidos al suelo, seguidos del todo al que pertenecían.
Tras eso, pude retomar mi caminar junto a Silver, que ya salía por la puerta, o por lo que quedaba de ella. En el exterior, Nailah y el rubio de la tripulación de Zane se fueron con bastantes prisas, tomando el segundo la forma de una imponente águila y llevándose a la primera por los aires. Antes de abandonar la estancia, dediqué un gesto poco elaborado de despedida a modo de sarcasmo al lobo gigante, que nos increpaba por nuestra decisión.
Sólo quedábamos el gyojin, el capitán y yo. Y por la expresión que precedió a las palabras de mi jefe, pude preveer sin lugar a dudas sus intenciones.
- Lo que sea. –Respondí, sin mucho entusiasmo.- Pero salgamos ya de este cúmulo de mierda pestilente: cuanto antes estemos ahí afuera, mejor. Y deberíamos empezar por emboscar a cuantos podamos en los bosques.
Mi sugerencia, por desgracia, no pareció tener suficiente impacto, y nos encaminamos hacia el sur, en cambio. Bufé, resignado: aunque mi intención había sido la de tomar ventaja de una buena extensión arbolada, por lo menos no avanzábamos al norte, de vuelta al mar.
Algo pareció cambiar en él repentinamente. Aunque su demostración con el mobiliario no me terminó de impresionar, no pude reprimir un terrible escalofrío al mirarle, ligeramente similar a la sensación que la despampanante pelirroja había causado al levantarse y empezar a hablar. Si bien nunca había sido mi intención oponerme a alguien con unas capacidades como las que, supuestamente, debía poseer aquel tipo, algo en mi interior gritó desesperado para que mantuviera cerrada la boca en ese instante.
Una acción que, igualmente, pensaba llevar a cabo de todas maneras.
Terminado el espectáculo, el escandaleras decidió abandonar el local, seguido casi de inmediato por Zane. Arqueé una ceja, algo incrédulo. La paciencia no se contaba entre mis virtudes, pero al menos procuraba no actuar nunca de manera inconsciente, como acababa de hacer el humano.
Casi inmediatamente después, Viktor nos transmitió su respuesta. Con la presencia de Berthil despejada, mi mente pensaba de nuevo con claridad, y pude dedicarle al hombrecillo enmascarado una nueva mirada de profunda desconfianza. Sus palabras empezaron a calar levemente en mí cuando me mostró la devastación acaecida tras la caída del anterior Yonkou, mas volvieron a resbalarme como hicieron previamente cuando oí la palabra clave: negocio.
“Una vez más, ahí tenemos la clave de todo…”
Un hombre de negocios. Esa siempre era la explicación y la causa. Pensé en usar el haki para rebuscar entre sus intenciones, pero descarté la idea rápidamente: no necesitaba de mis poderes espirituales para saber que aquel sujeto mentía cual bellaco para proteger sus mezquinos intereses. Ni siquiera la repentina demostración de su arsenal oculto, y su puesta a nuestra disposición, me impresionó lo más mínimo.
- Bah, apenas hay hachas de verdad entre todas ésas… -Comenté despectivo cuando hubo terminado de hablar.
La situación se relajó como si le hubieran pegado una ducha de agua fría metafórica. Sin otra opción mejor al alcance, decidimos seguir la estúpida competición de nuestro anfitrión y salir del local. A mitad de camino, mi capitán se detuvo momentáneamente para hablar con la mujer pelirroja, instante en el que aproveché para extraer mi hacha del suelo y agenciarme un pato a la pekinesa sin empezar que alguien había dejado en un descuido, tratando de encontrar un bocado mínimamente comestible.
Mi búsqueda, cómo no, fue fútil, y otro buen montón de carne y huesos medio masticados fueron escupidos al suelo, seguidos del todo al que pertenecían.
Tras eso, pude retomar mi caminar junto a Silver, que ya salía por la puerta, o por lo que quedaba de ella. En el exterior, Nailah y el rubio de la tripulación de Zane se fueron con bastantes prisas, tomando el segundo la forma de una imponente águila y llevándose a la primera por los aires. Antes de abandonar la estancia, dediqué un gesto poco elaborado de despedida a modo de sarcasmo al lobo gigante, que nos increpaba por nuestra decisión.
Sólo quedábamos el gyojin, el capitán y yo. Y por la expresión que precedió a las palabras de mi jefe, pude preveer sin lugar a dudas sus intenciones.
- Lo que sea. –Respondí, sin mucho entusiasmo.- Pero salgamos ya de este cúmulo de mierda pestilente: cuanto antes estemos ahí afuera, mejor. Y deberíamos empezar por emboscar a cuantos podamos en los bosques.
Mi sugerencia, por desgracia, no pareció tener suficiente impacto, y nos encaminamos hacia el sur, en cambio. Bufé, resignado: aunque mi intención había sido la de tomar ventaja de una buena extensión arbolada, por lo menos no avanzábamos al norte, de vuelta al mar.
- Resumen:
- - Escuchar lo escuchable.
- Guardarme el haki para cuando me vaya a ser más útil
- Despreciar la armería de Viktor
- Salir con mi capitán y los demás al exterior
- Dedicarle un gesto de despedida bastante vago con la mano a Drake.
- Dar mi opinión sobre el rumbo a seguir y encararnos finalmente al sur.
Por fin parece que los participantes, o por lo menos la mayoría, están mínimamente dispuestos a participar en el evento. Todos toman sus caminos o se quedan haciendo lo que les da la gana, sois piratas al fin y al cabo.
- Zane y Bethril:
- Vuestra discusión se acalora, Bethril baja y hace una antorcha mientras Zane se prepara por si hay que combatir. Dentro del bosque no hay un camino claro, pero las nubes de van despejando y la luz de la luna empieza a regresar, revelando algunos claros y senderos entre los árboles. De todas formas, depende de vosotros combatir o buscar.
- Therax y Naliah::
- Desde las alturas podéis ver que no sois los únicos que han decidido volar, aunque sí los pocos que han decidido ir al norte. En un principio no hay gran cosa fuera de Mock Town, no hasta que os alejáis un poco. Podéis ver cerca de vuestro destino (G5) lo que parecen unas ruinas parcialmente hundidas en la orilla. Los muros son gruesos pero sólidos, quedan pocas estructuras completas, pero sin duda ese es un buen lugar para empezar a buscar.
- Barbazul:
- Vas por las calles de Mock Town, en dirección a donde te parece que puede estar Dexter, tampoco te has molestado en preguntarle. Llevas el carro lleno de toda clase de metal, la mayoría espadas, algunas armaduras y planchas metálicas pequeñas que pudiste cargar. La verdad es que no tienes ni idea de cómo el pobre burro puede correr cargando con un carro tan pesado, pero no le queda de otra… por el bien de todos.
Te persigue una turba bastante cabreada de gente a la cual no le han parecido muy adecuados tus métodos de recolección. Pero bueno, centrémonos en tu objetivo y en la extraña y llamativa espada que tienes entre las manos. Es una espada con el mango y la hoja plateados con un número 13 grabado en la guarda. Seguro que es importante si logras llegar a tu objetivo.
- Luka, Balagus, Syxel y Marc:
- Buscáis gente que ya tenga las espadas para quitárselas. En Mock Town es raro ver a alguien sin espadas, aunque ninguna de las que veis parece tener nada de especial. Poco a poco os acercáis a las afueras hasta salir de los límites de la ciudad por un sendero. No hay mucha gente por ahí, y la que hay se aparta de vuestro camino, excepto alguien.
Por delante de vosotros vuelve a la ciudad una… espada plateada saltarina, o mejor dicho, un tontata de unos 15cm arrastrando la espada con un 8 grabado en la guarda mientras brinca alegremente. Sinceramente es una monada, con sus orejitas, su cola peluda y unas gafitas que lo hacen una cucada. ¿Seréis tan desalmados de quitarle la espada a alguien tan inofensivo?
- Dexter:
- Sigues en la forja creando tu obra… que supongo será para hacer cosas. Disfruta mientras los otros se parten la cara, por cierto, ¿qué es ese jaleo que se escucha fuera?
- Gatosaki:
- Sin duda habéis estado en lugares más agradables… y que dan mejor rollo. De noche y, con las nubes generadas por Dexter todavía retirándose, este sitio parece un navío fantasma. La madera es vieja y chirría a cada paso, será mejor que ambas andéis con cuidado porque puede que, tras años, ceda al mínimo peso. A pesar de lo hostil que parece el lugar no tenéis muchos problemas en entrar, algunas de las cubiertas inferiores todavía están por encima del agua y pueden ser exploradas.
No parece haber gran cosa dentro, lo poco de valor que pudiese quedar ya habrá sido saqueado hace años, de todas formas hay sitios que parecen no haber sido tocados y cámaras a las que se puede entrar con sumo cuidado. A lo mejor explorar más a fondo trae su recompensa.
- Drake:
- - Respeto tu decisión Drake, como ya dije no voy a obligar a nadie a participar, además, si a alguien no le gusta el resultado de estas pruebas siempre podéis no apoyar a la persona que salga vik-toriosa… - Pausa para el chiste malo. – Y, es más tomar el puesto por la fuerza, sois piratas, no soy tan ingenuo de pensar que todos aceptaríais de buena gana.
Dicho esto se sienta a tu misma mesa y saca una petaca, levanta un poco la máscara revelando la boca de un adulto con varias arrugas en el rostro. Pega un largo trago y luego suspira tras volver a ponerse la máscara.
-Puf, pensaba que no acababa, lo que ha salido no es normal. ¿me he perdido algo? – Escuchas una voz de alguien que sale de los aseos. Es un mink, su aspecto es el de un tejón, pero con un pelaje más grueso y un morro algo más chato. Traen tu hamburguesa y la mira con un hilillo de baba cayendo de su boca, tras eso se sienta en la misma mesa y te mira. – Tu eres Drake ¿no? Apuesto a que puedo comer más de esas que tú. – Dice el Mink con un tono amigable.
- Oh buena idea, será aburrido quedarme aquí esperando, así que por qué no tenéis un concurso para ver quien come más. – Dice Viktor recuperando un poco el ánimo en la voz. Tras chasquear los dedos sale otra hamburguesa la cual ponen en frente del mink.
- Deathstroke::
- Llegas a una zona rocosa a un extremo de la playa, no detectas gran cosa, la visión térmica no te da pistas claras y el mantra solo detecta pequeños seres que habitan en ese lugar (aunque nunca hasta ahora te has planteado que las almejas pudiesen sentir ira). Han una cavidad en las rocas, no es una cueva muy profunda, pero, en el fondo, bañado por la luz que se cuela por un agujero en el techo hay algo que brilla sobre una roca. ¿Te acercas a mirar? Parece algo demasiado obvio como para ser seguro.
- Arribor:
- Vuelas a gran velocidad, pasando por encima de varios participantes y una embarcación semi-hundida donde hay una chica y una niña (Murasaki) El bosque, desde tu posición parece bastante denso, si hay algo no se ve desde las alturas, pero sí parece haber bulla, un par de personas tienen lo que puede llegar a ser algo más que palabras. Puedes ir con las niñas o seguir hacia el bosque, o hacer lo que te dé la gana, eres un pirata y yo no soy tu madre para decirte lo que hacer. Si Drake te ha seguido esta moderación es válida también para él.
- Ivan:
- Te diriges al sur, saliendo de Mock Town en cuestión de minutos para encontrarte con tus informantes, por el camino puedes ver a un grupo que te suena de haberlos visto en el restaurante (Syxel y compañía) pero están algo lejos, por el otro lado ves una figura sobrevolarte y acercarse a la playa, pero no parece percatarse de tu presencia.
Al poco tiempo te encuentras con uno de tus no muertos. Te informa de las bandas de las cuales ya sabes y de otras tantas menores que participan, una trampa bien elaborada podría hacerlos salir a la luz y capturar una buena recompensa. También hay nombres de bandas un poco extraños, bandas casi desconocidas con piratas de los que nadie ha oído hablar. Viktor dijo que había invitados inesperados, pero puede que más gente a parte de ti de haya metido con una identidad falsa.
- Aki:
- Miras el panel de armas, a pesar de las apariencias están bien organizadas y todas tienen una calidad aceptable. Hay dagas con bastantes formas y tamaños, una de las que te llama la atención no tiene un filo, sino lo que parecen ser tres en espiral, con agujeros en los valles que hay entre ellos, el mango tiene un pequeño y discreto botón. Que daga tan extraña, si la coges nadie te dirá nada.
Desde las alturas no ves gran cosa… o si, una turba furiosa que persigue a un carro lleno de metal tirado por un pobre burro y un peliazul que puede que reconozcas en él. Tiene una de las espadas en las manos y se dirige a la herrería en la que está Dexter.
- William:
- Examinas los dos primeros almacenes, en el primero no parece haber nada que te llame la atención y, por lo que puedes comprobar está cerrado a cal y canto desde hace años. El segundo es otra historia, tiene candado nuevo en una gran puerta oxidada que no te cuesta mucho abrir. La puerta hace un chirrido que bien podría haber despertado a media ciudad al abrirse. El interior es algo sorprendente. El almacén está casi vacío, no hay nada en él salvo un par de cajas apiladas en el centro, sobre las cuales hay una espada plateada con el número 6 grabado en la hoja, todo ello iluminado por un solitario foco que cuelga del techo. Delante de esto hay un cartel de madera en donde pone NO TOCAR.
Ivan Markov
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Se rascó la barbilla escuchando las palabras de su hombre. No le dijo nada que le llamase especialmente la atención, salvo por los piratas que ya había visto sólo había bandas menores, presas no especialmente interesantes. Qué faena. En todo caso no le vendría mal un aperitivo o dos, la comida del restaurante había estado bien pero le apetecía algo un poco más... vivo. En todo caso se le había bajado parte de la emoción, con las presas más interesantes moviéndose en grupo sería difícil cazarlas, y había algunos piratas demasiado fuertes para enfrentarlos con su nivel de poder actual que tal vez se moverían si se pasaba. No le apetecía demasiado pensar una trampa elaborada, así que bastaría con un engaño sencillo. Algunos idiotas picarían y eso sería suficiente.
- Vuelve a la aldea. Dad la voz de que la primera espada ha sido encontrada al sur.
Era más fácil conseguir las espadas arrebatándoselas a quien ya las hubiera conseguido que andar correteando por toda la isla buscándolas. En teoría, claro, pero seguramente habría piratas (no pocos) que habrían pensado en ese método como una alternativa más sencilla. Si atraía a esos imbéciles hacia el sur de la isla todo lo que tendría que hacer sería esperar sentado y elegir a las presas que más le interesaran, ya fuese por recompensas altas o porque notase que eran fuertes. Se acomodó como pudo en su improvisado asiento y metió la mano en su chaqueta, sacando del interior un violín y un arco. Tras afinarlo con su avezado oído, se puso a practicar tocando según las melodías venían a su mente. No tenía gran cosa que hacer mientras esperaba y su no muerto aún tardaría en volver a Mock Town y extender el rumor. Captó un movimiento por el rabillo del ojo y vio a unas decenas de metros a cuatro figuras moviéndose. Era el pirata del restaurante, acompañado por el hombre malhumorado con cara de jabalí, el gyojin y un gordo. El gyojin... ¿no era Luka Rooney? Hizo memoria tratando de recordar cuánta recompensa tenía. Quince o diecisiete millones, demasiado poco. Hacía tiempo que cifras tan bajas se habían vuelto poco más que calderilla para él.
- Más invitados inesperados... - dijo para sí mismo, recordando las palabras de Viktor - No tiene recompensa y puedo notar un fuerte poder en su Voz.
Definitivamente era sospechoso. Que le acompañase un criminal con recompensa descartaba que pudiera ser otro cazador... ¿no? Igualmente le interesaba y no tenía nada mejor que hacer en aquel momento. Saltó al suelo y se acercó hacia el grupo con su haki de observación activado por si acaso, para evitar sorpresas desagradables. Mientras se acercaba confirmó que tanto el de los colmillos como Syxel tenían un nivel de poder considerable, similar al suyo. "Sin embargo la experiencia ya me ha mostrado que el kenbunshoku es engañoso. No tiene en cuenta akumas o poderes similares." En caso de conflicto confiaba en que su poder fuese suficiente para salir victorioso. Y en el peor de los casos, tenía kairoseki consigo. Se detuvo a un par de metros del grupo con una ligera sonrisa y dijo:
- Volvemos a encontrarnos, Syxel. Me intrigas, ¿qué hace un pirata desconocido en esta reunión? No me malinterpretes, yo mismo no soy precisamente... una celebridad.
Percibió una quinta presencia no muy lejos. Un tontatta con una sonrisa boba de felicidad avanzaba hacia la ciudad cargando con una de las espadas. Vaya, la situación acababa de volverse extremadamente interesante y divertida. Ensanchó su sonrisa y esperó a ver qué hacían los piratas, sin actuar aún.
- Bonita espada la que carga el enano.
- Vuelve a la aldea. Dad la voz de que la primera espada ha sido encontrada al sur.
Era más fácil conseguir las espadas arrebatándoselas a quien ya las hubiera conseguido que andar correteando por toda la isla buscándolas. En teoría, claro, pero seguramente habría piratas (no pocos) que habrían pensado en ese método como una alternativa más sencilla. Si atraía a esos imbéciles hacia el sur de la isla todo lo que tendría que hacer sería esperar sentado y elegir a las presas que más le interesaran, ya fuese por recompensas altas o porque notase que eran fuertes. Se acomodó como pudo en su improvisado asiento y metió la mano en su chaqueta, sacando del interior un violín y un arco. Tras afinarlo con su avezado oído, se puso a practicar tocando según las melodías venían a su mente. No tenía gran cosa que hacer mientras esperaba y su no muerto aún tardaría en volver a Mock Town y extender el rumor. Captó un movimiento por el rabillo del ojo y vio a unas decenas de metros a cuatro figuras moviéndose. Era el pirata del restaurante, acompañado por el hombre malhumorado con cara de jabalí, el gyojin y un gordo. El gyojin... ¿no era Luka Rooney? Hizo memoria tratando de recordar cuánta recompensa tenía. Quince o diecisiete millones, demasiado poco. Hacía tiempo que cifras tan bajas se habían vuelto poco más que calderilla para él.
- Más invitados inesperados... - dijo para sí mismo, recordando las palabras de Viktor - No tiene recompensa y puedo notar un fuerte poder en su Voz.
Definitivamente era sospechoso. Que le acompañase un criminal con recompensa descartaba que pudiera ser otro cazador... ¿no? Igualmente le interesaba y no tenía nada mejor que hacer en aquel momento. Saltó al suelo y se acercó hacia el grupo con su haki de observación activado por si acaso, para evitar sorpresas desagradables. Mientras se acercaba confirmó que tanto el de los colmillos como Syxel tenían un nivel de poder considerable, similar al suyo. "Sin embargo la experiencia ya me ha mostrado que el kenbunshoku es engañoso. No tiene en cuenta akumas o poderes similares." En caso de conflicto confiaba en que su poder fuese suficiente para salir victorioso. Y en el peor de los casos, tenía kairoseki consigo. Se detuvo a un par de metros del grupo con una ligera sonrisa y dijo:
- Volvemos a encontrarnos, Syxel. Me intrigas, ¿qué hace un pirata desconocido en esta reunión? No me malinterpretes, yo mismo no soy precisamente... una celebridad.
Percibió una quinta presencia no muy lejos. Un tontatta con una sonrisa boba de felicidad avanzaba hacia la ciudad cargando con una de las espadas. Vaya, la situación acababa de volverse extremadamente interesante y divertida. Ensanchó su sonrisa y esperó a ver qué hacían los piratas, sin actuar aún.
- Bonita espada la que carga el enano.
- Resumen:
- - Enviar al no muerto a extender el rumor de que una espada ha sido encontrada hacia el sur para atraer piratas.
- Acercarse a hablar con Syxel
- Observar cómo se desarrollan los acontecimientos mientras espero a que lleguen posibles presas.
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Mientras recorremos las calles de Mock Town borrachos y curiosos nos miran por igual. Incapaces de apartar la vista de la peculiar comitiva, pero sin atreverse a decirnos nada o interponerse en nuestro camino. Y no es de extrañar, pues junto a mí se encuentran un gyojin de más de dos metros de altura y un par de semigigantes casi el doble de grandes que este. A su lado, incluso yo debo de parecer un enclenque. Aunque no es que lo que piensen o dejen de pensar aquellos tipos me importase de mucho, menos aún en ese momento.
Ninguno de nosotros dijo ni una sola palabra durante el camino. Y a juzgar por la mirada que me dirigió Balagus debió de notar el sentimiento de rabia que me invadía. Saber que al menos él se encontraba a mi lado y me apoyaría sin importar como acabase aquella situación, me daba cierta tranquilidad.
Tras abandonar los límites de la ciudad continuamos avanzando hacia el sur, atentos a cualquier cosa que llamase nuestra atención. Y cuando escuché a alguien pronunciar mi nombre me encaré al tipo que se nos aproximaba. Se trataba de Helkan, uno de los capitanes que había conocido en la reunión. Al verle caí en la cuenta de que no había estado presente durante la discusión, pues recordaba haberle visto marcharse casi al tiempo que a Zane.
- ¿Desconocido? - bromeé, fingiendo haberme ofendido. - Hace poco que mis camaradas y yo hemos decidido adentrarnos en este mar. Pero te aseguro que pronto pondremos solución a eso - exclamé con una sonrisa.
Pensé en devolverle la pregunta, pero Balagus llamó mi atención, señalando hacia algo realmente interesante que se acercaba por el camino. Agudicé la vista en dirección a la llamativa espada que se acercaba dando pequeños saltos, y enseguida encontré a su portador. Se trataba de un pequeño tontatta. Había leído muchas veces sobre ellos, pero era la primera ocasión que tenía de ver uno directamente. Aquel pequeñajo había despertado mi curiosidad.
Me situé en el centro del camino, respaldado por todos los que me acompañaban. Y al llegar hasta nosotros aquella criatura se detuvo a unos cuantos metros, mirándonos con curiosa tranquilidad. Sin apartar la vista de él, desenvainé mi espada y di un paso al frente.
- ¿Aceptarías un desafío? - le pregunté directamente, sin tapujos ni rodeos.
Si aceptaba, y esperaba que lo hiciese, ordenaría a mis compañeros desplegarse y revisar los alrededores. No me cabía duda alguna de que aceptarían, pero no pude evitar sentir cierto recelo por lo que pudiese hacer Helkan. Después de todo, por mucho que de entrada me hubiese resultado un tipo de confianza, no le conocía demasiado y no podía estar seguro de si me permitiría librar el combate sin interrupciones.
Ninguno de nosotros dijo ni una sola palabra durante el camino. Y a juzgar por la mirada que me dirigió Balagus debió de notar el sentimiento de rabia que me invadía. Saber que al menos él se encontraba a mi lado y me apoyaría sin importar como acabase aquella situación, me daba cierta tranquilidad.
Tras abandonar los límites de la ciudad continuamos avanzando hacia el sur, atentos a cualquier cosa que llamase nuestra atención. Y cuando escuché a alguien pronunciar mi nombre me encaré al tipo que se nos aproximaba. Se trataba de Helkan, uno de los capitanes que había conocido en la reunión. Al verle caí en la cuenta de que no había estado presente durante la discusión, pues recordaba haberle visto marcharse casi al tiempo que a Zane.
- ¿Desconocido? - bromeé, fingiendo haberme ofendido. - Hace poco que mis camaradas y yo hemos decidido adentrarnos en este mar. Pero te aseguro que pronto pondremos solución a eso - exclamé con una sonrisa.
Pensé en devolverle la pregunta, pero Balagus llamó mi atención, señalando hacia algo realmente interesante que se acercaba por el camino. Agudicé la vista en dirección a la llamativa espada que se acercaba dando pequeños saltos, y enseguida encontré a su portador. Se trataba de un pequeño tontatta. Había leído muchas veces sobre ellos, pero era la primera ocasión que tenía de ver uno directamente. Aquel pequeñajo había despertado mi curiosidad.
Me situé en el centro del camino, respaldado por todos los que me acompañaban. Y al llegar hasta nosotros aquella criatura se detuvo a unos cuantos metros, mirándonos con curiosa tranquilidad. Sin apartar la vista de él, desenvainé mi espada y di un paso al frente.
- ¿Aceptarías un desafío? - le pregunté directamente, sin tapujos ni rodeos.
Si aceptaba, y esperaba que lo hiciese, ordenaría a mis compañeros desplegarse y revisar los alrededores. No me cabía duda alguna de que aceptarían, pero no pude evitar sentir cierto recelo por lo que pudiese hacer Helkan. Después de todo, por mucho que de entrada me hubiese resultado un tipo de confianza, no le conocía demasiado y no podía estar seguro de si me permitiría librar el combate sin interrupciones.
- Resumen:
- Mantengo una breve charla con Helkan (Ivan) cuando se reúne con nosotros. Al aparecer el tontatta, le desafió a un combate entre ambos. Si acepta, ordeno a Balagus, Luka y Marc que se dispersen por los alrededores en busca de más espadas o portadores.
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El pirata suspiró con exasperación ante las respuestas del pelirrojo. ¿De verdad iba a arriesgar su vida por su orgullo herido? No sabía qué le molestaba más, si la propia imprudencia que estaba demostrando en ese instante o lo familiar que le era aquella actitud. «Tú no eras muy diferente años atrás, mono» le dijo Fafnir en su cabeza, ante lo que Berthil respondió con un "cierra el pico", frunciendo el ceño. El ámbar de sus ojos comenzó a reflejar con intensidad la luz de las llamas, no apartando la mirada de la antorcha ni siquiera cuando su contrario descendió cerca de él. Casi pudo verse a sí mismo entre el fuego, algo más pelirrojo, algo más inconsciente. Por un momento, sintió que tenía cierta responsabilidad sobre aquel chico. Un capitán pirata joven y fuerte, incapaz de ver cuándo debe dar un paso atrás en lugar de seguir hacia delante. Negó con levedad. «No deben haber otros Red Demons» sentenció, ladeando la cabeza ligeramente, aún sin mirarle.
─ Tu error... Es que no has entendido nada -hizo una breve pausa-. ¿Quieres que os tratemos con respeto, Zane? Muy bien. Te daré la oportunidad de ganártelo.
En apenas un instante ocurrieron muchas cosas. Berthil se fijó en la humedad que reinaba en la zona. El diluvio convocado por Dexter había convertido el suelo del bosque en todo un barrizal. Había charcos aquí y allá, formados pese al breve lapso de tiempo que había durado la tormenta, tal fue su intensidad. Sus dedos dejaron de aferrar la madera de su improvisada fuente de luz, dejando que comenzara a precipitarse sobre la embarrada superficie. Aquello evitaría que la antorcha iniciase un incendio. Es más, se apagaría poco después de hacer contacto. Los cielos comenzaban a despejarse, dejando que la tenue luz de los astros iluminase pequeños claros en las cercanías, filtrándose sus haces por entre las ramas de los árboles. La presencia del dragón se expandió desde su cuerpo, chocando con las de todo ser vivo en un amplio radio. Pudo sentir la voz de los pequeños espectadores que les rodeaban, refugiados entre o sobre la espesa vegetación. Lamentaba lo que iba a hacer, pues no quería dañar su hogar pero... Parecía que no le dejaban más remedio.
Antes de que la antorcha llegase siquiera a tocar la encharcada superficie, Berthil giró sobre sí mismo para encarar al pirata y soltó una llamarada desde lo más profundo de su garganta. No la mantuvo mucho tiempo, apenas produjo un fogonazo. Su intención no era la de incendiar el lugar y, además, no pretendía quemar a su oponente. La intensidad y potencia de su aliento serían suficientes como para producir una intensa luz por un instante. Esperaba que la repentina luminosidad deslumbrase al espadachín y le hiciera desconcentrarse, aunque fuera por menos de un segundo. Inmediatamente después su cuerpo se movió a una velocidad de vértigo en un paso frontal, no avanzando más de medio metro pero rompiendo el aire en el proceso con su propio cuerpo. Su brazo derecho se extendió hacia el frente en un puñetazo al aire, seguido de una devastadora onda de choque que abarcaría cerca de la decena de metros de ancho. No importaba si alcanzaba a Zane, no se detendría si no se lo impedía el descamisetado, sino que seguiría avanzando hasta perder potencia, dejando tras de sí todo un surco de destrucción.
Por un momento tuvo la fugaz esperanza de que esa exhibición de fuerza bruta le hiciera recapacitar y decidiera dar media vuelta, pero pronto descartó aquello. Si le había seguido hasta allí tan solo había una forma de quitárselo de encima, y sería con uno de los dos tocando suelo.
─ ¡Vamos! ¡Demuéstrame que estás a la altura del Nuevo Mundo, Zane!
─ Tu error... Es que no has entendido nada -hizo una breve pausa-. ¿Quieres que os tratemos con respeto, Zane? Muy bien. Te daré la oportunidad de ganártelo.
En apenas un instante ocurrieron muchas cosas. Berthil se fijó en la humedad que reinaba en la zona. El diluvio convocado por Dexter había convertido el suelo del bosque en todo un barrizal. Había charcos aquí y allá, formados pese al breve lapso de tiempo que había durado la tormenta, tal fue su intensidad. Sus dedos dejaron de aferrar la madera de su improvisada fuente de luz, dejando que comenzara a precipitarse sobre la embarrada superficie. Aquello evitaría que la antorcha iniciase un incendio. Es más, se apagaría poco después de hacer contacto. Los cielos comenzaban a despejarse, dejando que la tenue luz de los astros iluminase pequeños claros en las cercanías, filtrándose sus haces por entre las ramas de los árboles. La presencia del dragón se expandió desde su cuerpo, chocando con las de todo ser vivo en un amplio radio. Pudo sentir la voz de los pequeños espectadores que les rodeaban, refugiados entre o sobre la espesa vegetación. Lamentaba lo que iba a hacer, pues no quería dañar su hogar pero... Parecía que no le dejaban más remedio.
Antes de que la antorcha llegase siquiera a tocar la encharcada superficie, Berthil giró sobre sí mismo para encarar al pirata y soltó una llamarada desde lo más profundo de su garganta. No la mantuvo mucho tiempo, apenas produjo un fogonazo. Su intención no era la de incendiar el lugar y, además, no pretendía quemar a su oponente. La intensidad y potencia de su aliento serían suficientes como para producir una intensa luz por un instante. Esperaba que la repentina luminosidad deslumbrase al espadachín y le hiciera desconcentrarse, aunque fuera por menos de un segundo. Inmediatamente después su cuerpo se movió a una velocidad de vértigo en un paso frontal, no avanzando más de medio metro pero rompiendo el aire en el proceso con su propio cuerpo. Su brazo derecho se extendió hacia el frente en un puñetazo al aire, seguido de una devastadora onda de choque que abarcaría cerca de la decena de metros de ancho. No importaba si alcanzaba a Zane, no se detendría si no se lo impedía el descamisetado, sino que seguiría avanzando hasta perder potencia, dejando tras de sí todo un surco de destrucción.
Por un momento tuvo la fugaz esperanza de que esa exhibición de fuerza bruta le hiciera recapacitar y decidiera dar media vuelta, pero pronto descartó aquello. Si le había seguido hasta allí tan solo había una forma de quitárselo de encima, y sería con uno de los dos tocando suelo.
─ ¡Vamos! ¡Demuéstrame que estás a la altura del Nuevo Mundo, Zane!
- Resumencillo:
- Berthil concluye conque si no combate contra Zane no se irá. Suelta la antorcha y expande su haki de observación para el combate, antes de lanzar una brutal onda de choque en su dirección, llevándose una buena parte del bosque en el proceso.
Nailah
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Nailah observó como varias personas se dirigían hacia el norte también. Tenían que darse prisa y encontrar las dichosas espaditas antes que aquellos desconocidos. Nada parecía brillar a su alrededor, aunque tampoco había mucho que mirar. Ante ellos se extendía una cantidad de tierra inhabitada. Sin embargo, sus ojos captaron algo realmente antiguo y se iluminaron. Eran unas ruinas. La pirata alzó el brazo y señaló hacia abajo, inclinándose sobre el ave.
-¡Bajemos allí! ¡Rápido! - Exclamó -. Podría haber algo interesante.
La bajada fue un tanto precipitada, tanto que tuvo que cerrar los ojos y agarrarse fuerte para no salir volando hacia atrás. Aunque en parte fue por su culpa, no debería haberle metido prisa al rubio. Descendieron rápido y en un abrir y cerrar de ojos se encontraban en el suelo. Nailah bajó de un salto y apoyó la mano en la rodilla para ponerse recta.
La estructura estaba más o menos derruida aunque parecía tener unos muros sólidos. La morena dedujo que se encontraría así por estar rozando con el agua. Miró a la orilla y el agua estaba en calma. Nailah fue primera, dejando a Therax atrás y esperando que le siguiera. Se acercó hasta la entrada y pasó la mano por la fría roca. Estaba llena de musgo y muy húmeda. En ningún momento se le pasó por la cabeza si sería peligroso entrar o no. Le encantaba el riesgo.
Desde que era pequeña siempre se divertía colando en ruinas e investigando acerca de sus tesoros. ¿Esta tendría alguno? Probablemente no, pero por buscar no perdían nada. Aunque el principal objetivo eran las espadas, no se olvidaba de ellas. La muchacha atravesó la puerta de la entrada con una sonrisa.
-¡Ey! - Le gritó a Therax -. ¡Ven rápido!
Nailah observó todo a su alrededor. Pese a que no tenía muchos conocimientos sobre los que se dedicaban a la arqueología el estado de los muros y las ruinas en general aparentaban tener demasiados años encima y llegaría un momento en que las fuertes columnas no serían capaces de soportar el peso de los años y todo se vendría abajo.
-Puede que aquí haya espadas - comentó esbozando una sonrisa -, u otra cosa más valiosa. Adentrémonos más.
Sus ojos se iluminaban cada vez que hablaba de algo con mucho valor. La muchacha apoyó la mano sobre la empuñadura de su pistola y se dispuso a caminar.
-¡Bajemos allí! ¡Rápido! - Exclamó -. Podría haber algo interesante.
La bajada fue un tanto precipitada, tanto que tuvo que cerrar los ojos y agarrarse fuerte para no salir volando hacia atrás. Aunque en parte fue por su culpa, no debería haberle metido prisa al rubio. Descendieron rápido y en un abrir y cerrar de ojos se encontraban en el suelo. Nailah bajó de un salto y apoyó la mano en la rodilla para ponerse recta.
La estructura estaba más o menos derruida aunque parecía tener unos muros sólidos. La morena dedujo que se encontraría así por estar rozando con el agua. Miró a la orilla y el agua estaba en calma. Nailah fue primera, dejando a Therax atrás y esperando que le siguiera. Se acercó hasta la entrada y pasó la mano por la fría roca. Estaba llena de musgo y muy húmeda. En ningún momento se le pasó por la cabeza si sería peligroso entrar o no. Le encantaba el riesgo.
Desde que era pequeña siempre se divertía colando en ruinas e investigando acerca de sus tesoros. ¿Esta tendría alguno? Probablemente no, pero por buscar no perdían nada. Aunque el principal objetivo eran las espadas, no se olvidaba de ellas. La muchacha atravesó la puerta de la entrada con una sonrisa.
-¡Ey! - Le gritó a Therax -. ¡Ven rápido!
Nailah observó todo a su alrededor. Pese a que no tenía muchos conocimientos sobre los que se dedicaban a la arqueología el estado de los muros y las ruinas en general aparentaban tener demasiados años encima y llegaría un momento en que las fuertes columnas no serían capaces de soportar el peso de los años y todo se vendría abajo.
-Puede que aquí haya espadas - comentó esbozando una sonrisa -, u otra cosa más valiosa. Adentrémonos más.
Sus ojos se iluminaban cada vez que hablaba de algo con mucho valor. La muchacha apoyó la mano sobre la empuñadura de su pistola y se dispuso a caminar.
- resumen:
- Descender hacia las ruinas con Therax, ir hasta la entrada y pisar el interior.
Maze
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La oscuridad y la humedad... así como que el navío estuviese a medias sumergido bajo el agua hacía que el lugar fuese encantador. Justo como una maldita historia de fantasmas. Solo faltaban los sonidos de cadenas y que el viento pasase por los huecos que hubiera entre la madera para generar silbidos escalofriantes y cosas moviéndose solas para que todo estuviese completo. Mura caminaba de la forma más suave que le permitía su peso, tratando de evitar en su mayor parte hacer contacto con el suelo. Para esto, se concentró en su aura durante un rato antes de empezar a moverse. Aunque pudiese darle forma y controlarla sin problemas de forma casi inmediata, prefería asegurarse de que había pensado bien en su siguiente movimiento. También se aseguró de afinar al máximo sus oídos y su mantra. Arrepintiéndose en parte de esto último al notar como la presencia de Bakagami se expandía. Era sobrecogedor. Iba a pelear, seguramente con el pajarraco que paso detrás suya antes. Sin embargo, su motivación no era la de acabar con él... Estaba molesto pero parecía algo...¿Triste? No, esa no era la palabra. "Ese idiota es demasiado bueno, un día le matarán por ello". Pensó imaginándose la razón de su molestia. ¿No había sido el grupo de Therax quien saltó de esa manera? "Tal vez debí regañarles en ese momento. Como sea, esto no me incumbe ahora". Fueron sus últimos pensamientos, junto con el recuerdo de Eagle. Esperaba que no se acercase demasiado a esos dos energúmenos.
-Bueno, creo que podría generar una fina plataforma de hilos para que ambas caminemos a unos cuantos milímetros de la superficie. Pero eso no nos asegura que esta no se vaya a romper. Además tocará caminar despacio.- Explicó a la dragona y ambas comenzaron a caminar, recorriendo las partes que aún se encontraban fuera del agua y dando media vuelta cuando se encontraban alguna zona en la que sus pies acababan mojándose tras dar un par de pasos de más.
No encontraron Gran cosa a simple vista. La mayor parte del barco estaba en mal estado y había sido saqueado hacía tiempo. Sin embargo, había algunas zonas... distintas. Zonas en las que, si pisase la tablas del suelo o pasase su dedo por los bordes de las puertas acabarían arrastrando varios centímetros de polvo o mugre, según la humedad. -Esto parece interesante, no crees, Kouga.- Murmuró, aún con su Haki activado por si alguien o algo aparecían de la nada. "Eso suena a que me va a tocar hacer algo". Contestó el felino en la cabeza de la chica y esta asintió con una sonrisa al tiempo que la figura del puma se mostraba frente a ella. Su cuerpo era intangible por el momento, pero estaba ahí. -Ahora si que parece un barco fantasma.- Bromeó antes de explicarle a su espíritu lo que necesitaba. Gracias a la expansión de su aura, esperaba poder hacer irradiar una tenue luz anaranjada en el lugar, que sirviese para ver mejor. Lo hubiera hecho antes en vez de usar una llamita, pero prefería no llamar la atención y poder concentrarse en donde pisaba. Estando quieta, no sería necesario. Así, sería el felino quien entrase y saliese de las distintas cámaras, sin perturbarlas y podría decirle todo lo que viese de valor o fuera de lo común. También podría descubrir si en alguna cámara había... algo raro, en el mal sentido de la palabra Y se lo iría comunicando a la pelinaranja mentalmente.
Una vez Kouga finalizase su exploración, serían ellas quienes pasarían de puerta en puerta, abriéndolas con cuidado para poder saquear como buen pirata lo que hubiera dentro e ir guardándolas en la mochila que había traído o llevarlas en la mano, según el tamaño. Una vez hiciese esto, a no ser que algo se lo impidiese, saldría del navío y pondrían rumbo al siguiente punto. Recordaba que había una edificación... O mejor dicho, lo que quedaba de ella en ese lado de la isla. ¿Habrían escondido algo ahí también? Con esa Idea, Mura seguiría su ruta hacia el noreste, montando a lomos de Sumire.
-Bueno, creo que podría generar una fina plataforma de hilos para que ambas caminemos a unos cuantos milímetros de la superficie. Pero eso no nos asegura que esta no se vaya a romper. Además tocará caminar despacio.- Explicó a la dragona y ambas comenzaron a caminar, recorriendo las partes que aún se encontraban fuera del agua y dando media vuelta cuando se encontraban alguna zona en la que sus pies acababan mojándose tras dar un par de pasos de más.
No encontraron Gran cosa a simple vista. La mayor parte del barco estaba en mal estado y había sido saqueado hacía tiempo. Sin embargo, había algunas zonas... distintas. Zonas en las que, si pisase la tablas del suelo o pasase su dedo por los bordes de las puertas acabarían arrastrando varios centímetros de polvo o mugre, según la humedad. -Esto parece interesante, no crees, Kouga.- Murmuró, aún con su Haki activado por si alguien o algo aparecían de la nada. "Eso suena a que me va a tocar hacer algo". Contestó el felino en la cabeza de la chica y esta asintió con una sonrisa al tiempo que la figura del puma se mostraba frente a ella. Su cuerpo era intangible por el momento, pero estaba ahí. -Ahora si que parece un barco fantasma.- Bromeó antes de explicarle a su espíritu lo que necesitaba. Gracias a la expansión de su aura, esperaba poder hacer irradiar una tenue luz anaranjada en el lugar, que sirviese para ver mejor. Lo hubiera hecho antes en vez de usar una llamita, pero prefería no llamar la atención y poder concentrarse en donde pisaba. Estando quieta, no sería necesario. Así, sería el felino quien entrase y saliese de las distintas cámaras, sin perturbarlas y podría decirle todo lo que viese de valor o fuera de lo común. También podría descubrir si en alguna cámara había... algo raro, en el mal sentido de la palabra Y se lo iría comunicando a la pelinaranja mentalmente.
Una vez Kouga finalizase su exploración, serían ellas quienes pasarían de puerta en puerta, abriéndolas con cuidado para poder saquear como buen pirata lo que hubiera dentro e ir guardándolas en la mochila que había traído o llevarlas en la mano, según el tamaño. Una vez hiciese esto, a no ser que algo se lo impidiese, saldría del navío y pondrían rumbo al siguiente punto. Recordaba que había una edificación... O mejor dicho, lo que quedaba de ella en ese lado de la isla. ¿Habrían escondido algo ahí también? Con esa Idea, Mura seguiría su ruta hacia el noreste, montando a lomos de Sumire.
- Spoiler:
- Meditar un momento como actuar para no pisar mal y acabar ahogada, optando por general hilos con su energía y crear una superficie que las separase del suelo unos milímetros, para caminar sin pisarlo.
Tras dar una vuelta de reconocimiento, "invocar" a Kouga para que este haga un reconocimiento más exhaustivo por dentro de las habitación (al ser intangible si Mura decide no usar en el su Haki de armadura las puede atravesar sin problemas). Para alumbrar,
espandir su aura, emanando una tenue luz anaranjada.
Estar atenta en todo momento a sus alrededores con ayuda del haki de observación.
Cuando Kouga termina de explorar, pasar por las cámaras con cuidado y tomar todo aquello que sea de valor. Si nada se lo impide,
tras hacer "la limpieza", salir del navío y ponerse en camino a lo que deberían ser las ruinas de la casa de Cricket, en R5.- tecnicas:
- Control del aura: Mura es capaz de controlar su propia energía y hacerla cambiar de “tamaño”, causando que abarque un cierto volumen en el espacio que la rodea (en un radio de veinte metros)
“Trampa de hilos”:Pensando en sus necesidades y su verdadera forma de combatir, Akane ha perfeccionado esta habilidad, contentándose en generar un gran número de hilos, los cuales puede expandir en un radio de setenta metros cuadrados y pueden llegar a tener la misma dureza que el Haki de armadura de la chica. Estos hilos salen de sus extremidades y son controlados a voluntad por la chica. Compactándolos, Mura puede crear armas sencillas, plataformas para sí misma y para otros y conectar su aura a la de otros, atando los hilos en alguna parte del cuerpo de su objetivo.
Kougar es el espíritu de la akuma de Mura, quien ha llegado a unirse tanto a ella que esta es capaz de hablar con él e incluso hacer que este se "materialice" (como la técnica de ilusión del manual pero con presencia y conciencia).
-Pu´s de Kougar:
1º- El espíritu puede volverse tangible endureciéndose como lo haría un animal usando Haki (el haki de su usuario, un nivel más bajo). Ejemplo: Nvl 1 de Haki del usuario>>> se puede tocar a Kougar como si fuera un animal normal sin Haki.
2º- Capacidad de comunicarse.
3º- Se puede mantener durante dos post presente y tiene las habilidades de un puma (como una mascota que sale a combatir cual pokemon).
Luka Rooney
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“Un Yonkou debe tener más cerebro que escroto”
Aún resonaban aquellas palabras de Dexter sobre mi cabeza. Al igual que no podía dejar de pensar en las miradas que muchos de los allí presentes me reprendieron tras mi frase.
Si bien, en la gran mayoría de ocasiones, mi temperamento y mi brusquedad diciendo las cosas me había jugado malas pasadas, en esta ocasión parecía haber quedado en una simple frase y un par de miradas desconcertantes… Por ahora.
Aquel tipo seguía sorprendiéndome, era Yonkou, pero no vacilaba por el cargo. Se le veía un tipo sensato y seguro de sí mismo y evitaba montar bulla por encima de todo. Motivos le habíamos dado, de sobra, sobre todo yo y mis impertinentes frases, pero el tipo no perdió la calma en ningún momento. Era algo extraño, sin duda. Estoy seguro que de haber increpado de la misma manera a cualquiera de los allí presentes, hubiera acabado a golpes con el setenta u ochenta por ciento de ellos.
Por suerte para mí, Dexter era un tipo diferente.
Nos encontrábamos fuera y habíamos acordado ir hacia el sur, un movimiento para nada estratégico, ya que no habíamos visto hacia dónde se habían dirigido el resto de piratas en busca de las tan ansiadas espadas. Simplemente hicimos caso a nuestra intuición, que quién sabe adónde nos llevaría y, sobre todo, si nos traería de vuelta.
Syxel replicó mis palabras al salir, quizá para autoconvencerse, algo que no terminó de sonarme demasiado bien. Tras ello, uno de los gigantes se sumaba a nuestro variopinto grupo, siendo ya cuatro integrantes. De menor a mayor altura, Syxel, Luka, Balagus y Marc.
-¿Marc? Encantado, soy Luka- Comenté a la par que le tendía la mano en un gesto cortés y sereno. - No sé cómo decirte esto Syxel, pero creo que tendrías que crecer un poquito más para estar a nuestra altura.- Bromeé dándole un leve golpe en el hombro. No era muy bromista, ni solía relacionarme mucho con la gente, pero sólo de ver la confianza que tenía Syxel con Zane, me hizo extender dicha seguridad en él, algo que en pocas ocasiones conseguía que se diese. Proseguimos el camino por aquellas calles con un olor especial.
Y, es que, el olor iba a peor por momentos y zonas, algunas de ellas no pude evitar taparme mi peculiar nariz para evitar que el desagradable tufo entrase por mis fosas nasales.
De repente y sin previo aviso, un nuevo humano saltó hacia nosotros, aunque se veía que no tenía malas intenciones por el momento. Se presentó a Syxel, por lo que intuí que ya se conocían y desconecté del momento.
“Parece que tenemos un imán” Pensé con cierta resignación al ver que cada vez se nos unía más gente.
Proseguimos caminando. Hasta ahora, todo el camino había sido un viaje tranquilo y calmado, nadie abría la boca y parecía gustarnos a todos. Cada uno teníamos nuestras sensaciones y pensábamos parecido. Syxel parecía bastante cabreado, al igual que el gigantón de su banda, aunque éste parecía estar cabreado con el mundo en sí. Suponía que el otro gigante, el tal Marc, no hablaba por simple timidez, al fin y al cabo se acababa de introducir en un variopinto grupo de gente alta y sin muchos complejos a la hora de decir lo que pensaba. Y yo, por mi parte, era de pocas palabras, más si la tónica era que nadie hablase. Sin embargo, había sido llegar el otro humano y revolucionarnos.
Primero al hablar con Syxel, después al hacer un comentario sobre algún enano cargando una espada.
“Espera, ¿una espada?”
Ojeé hacia el frente y sí, allí se encontraba aquél enano. Estaba a punto de comerme y aún no lo había visto. Debía dejar de ensimismarme con tanta facilidad o lo podría pagar caro. Era la primera vez que veía a un ser tan pequeño. Ni si quiera sabía a qué raza pertenecía, pero era algo tan adorable que sería incapaz de ponerle la mano encima.
Sin embargo, Syxel no pareció pensar lo mismo. Quizá quería pagar su frustración con él, de cualquier manera, su inofensivo aspecto no debía inducir en un combate sencillo.
No conocía el alcance de aquella raza, ni si quiera sabía si sería un humano con una extraña akuma de… ¿hada? En cualquier caso, parecía que nuestros caminos se iban a separar por, como mínimo, lo que durase aquel instante.
-Ten cuidado, Syxel. - Comenté tras su desafío al enano. - Estaré dando una vuelta por aquí, si nos necesitas, grita.
Dejé a la espalda al resto de compañeros y me dirigí hacia la bahía. Recordaba que de pequeño los niños disfrutaban buscando tesoros con molestos aparatos que no hacían más que pitar en cuanto detectaban cualquier tipo de metal. A Eric le gustaba buscar tesoros de esa manera, y se contentaba con cualquier cosa.
A mí siempre me había parecido una estupidez, pero no había más que mirarme ahora, jugando a un juego al que no quería jugar, con la simple idea de sabotearlo de alguna manera. De momento, sólo era capaz de ver basura a mi alrededor. Incluso ropa vieja, la gente tiraba cualquier cosa a la arena.
Me acerqué más a la orilla ojeando la marea y entonces ví cómo ésta se llevaba alguna que otra prenda hacia sus adentros.
“Puede que se haya llevado alguna espada también, aunque lo veo poco probable.”
Continué caminando haciendo pequeñas pausas para levantar algas, prendas, y demás utensilios que iba viendo. Puede que debajo de alguno, se encontrase una de las ansiadas espadas.
Aún resonaban aquellas palabras de Dexter sobre mi cabeza. Al igual que no podía dejar de pensar en las miradas que muchos de los allí presentes me reprendieron tras mi frase.
Si bien, en la gran mayoría de ocasiones, mi temperamento y mi brusquedad diciendo las cosas me había jugado malas pasadas, en esta ocasión parecía haber quedado en una simple frase y un par de miradas desconcertantes… Por ahora.
Aquel tipo seguía sorprendiéndome, era Yonkou, pero no vacilaba por el cargo. Se le veía un tipo sensato y seguro de sí mismo y evitaba montar bulla por encima de todo. Motivos le habíamos dado, de sobra, sobre todo yo y mis impertinentes frases, pero el tipo no perdió la calma en ningún momento. Era algo extraño, sin duda. Estoy seguro que de haber increpado de la misma manera a cualquiera de los allí presentes, hubiera acabado a golpes con el setenta u ochenta por ciento de ellos.
Por suerte para mí, Dexter era un tipo diferente.
Nos encontrábamos fuera y habíamos acordado ir hacia el sur, un movimiento para nada estratégico, ya que no habíamos visto hacia dónde se habían dirigido el resto de piratas en busca de las tan ansiadas espadas. Simplemente hicimos caso a nuestra intuición, que quién sabe adónde nos llevaría y, sobre todo, si nos traería de vuelta.
Syxel replicó mis palabras al salir, quizá para autoconvencerse, algo que no terminó de sonarme demasiado bien. Tras ello, uno de los gigantes se sumaba a nuestro variopinto grupo, siendo ya cuatro integrantes. De menor a mayor altura, Syxel, Luka, Balagus y Marc.
-¿Marc? Encantado, soy Luka- Comenté a la par que le tendía la mano en un gesto cortés y sereno. - No sé cómo decirte esto Syxel, pero creo que tendrías que crecer un poquito más para estar a nuestra altura.- Bromeé dándole un leve golpe en el hombro. No era muy bromista, ni solía relacionarme mucho con la gente, pero sólo de ver la confianza que tenía Syxel con Zane, me hizo extender dicha seguridad en él, algo que en pocas ocasiones conseguía que se diese. Proseguimos el camino por aquellas calles con un olor especial.
Y, es que, el olor iba a peor por momentos y zonas, algunas de ellas no pude evitar taparme mi peculiar nariz para evitar que el desagradable tufo entrase por mis fosas nasales.
De repente y sin previo aviso, un nuevo humano saltó hacia nosotros, aunque se veía que no tenía malas intenciones por el momento. Se presentó a Syxel, por lo que intuí que ya se conocían y desconecté del momento.
“Parece que tenemos un imán” Pensé con cierta resignación al ver que cada vez se nos unía más gente.
Proseguimos caminando. Hasta ahora, todo el camino había sido un viaje tranquilo y calmado, nadie abría la boca y parecía gustarnos a todos. Cada uno teníamos nuestras sensaciones y pensábamos parecido. Syxel parecía bastante cabreado, al igual que el gigantón de su banda, aunque éste parecía estar cabreado con el mundo en sí. Suponía que el otro gigante, el tal Marc, no hablaba por simple timidez, al fin y al cabo se acababa de introducir en un variopinto grupo de gente alta y sin muchos complejos a la hora de decir lo que pensaba. Y yo, por mi parte, era de pocas palabras, más si la tónica era que nadie hablase. Sin embargo, había sido llegar el otro humano y revolucionarnos.
Primero al hablar con Syxel, después al hacer un comentario sobre algún enano cargando una espada.
“Espera, ¿una espada?”
Ojeé hacia el frente y sí, allí se encontraba aquél enano. Estaba a punto de comerme y aún no lo había visto. Debía dejar de ensimismarme con tanta facilidad o lo podría pagar caro. Era la primera vez que veía a un ser tan pequeño. Ni si quiera sabía a qué raza pertenecía, pero era algo tan adorable que sería incapaz de ponerle la mano encima.
Sin embargo, Syxel no pareció pensar lo mismo. Quizá quería pagar su frustración con él, de cualquier manera, su inofensivo aspecto no debía inducir en un combate sencillo.
No conocía el alcance de aquella raza, ni si quiera sabía si sería un humano con una extraña akuma de… ¿hada? En cualquier caso, parecía que nuestros caminos se iban a separar por, como mínimo, lo que durase aquel instante.
-Ten cuidado, Syxel. - Comenté tras su desafío al enano. - Estaré dando una vuelta por aquí, si nos necesitas, grita.
Dejé a la espalda al resto de compañeros y me dirigí hacia la bahía. Recordaba que de pequeño los niños disfrutaban buscando tesoros con molestos aparatos que no hacían más que pitar en cuanto detectaban cualquier tipo de metal. A Eric le gustaba buscar tesoros de esa manera, y se contentaba con cualquier cosa.
A mí siempre me había parecido una estupidez, pero no había más que mirarme ahora, jugando a un juego al que no quería jugar, con la simple idea de sabotearlo de alguna manera. De momento, sólo era capaz de ver basura a mi alrededor. Incluso ropa vieja, la gente tiraba cualquier cosa a la arena.
Me acerqué más a la orilla ojeando la marea y entonces ví cómo ésta se llevaba alguna que otra prenda hacia sus adentros.
“Puede que se haya llevado alguna espada también, aunque lo veo poco probable.”
Continué caminando haciendo pequeñas pausas para levantar algas, prendas, y demás utensilios que iba viendo. Puede que debajo de alguno, se encontrase una de las ansiadas espadas.
- ”Resumen”:
- Escuchar las palabras de Dexter y pensar sobre la repercusión de su frase.
- Escuchar a Syxel y avanzar junto a él, Balagus y Marc.
- Mostrarse indiferente tras la aparición del nuevo humano.
- Dejar al resto solos y alejarse un par de casillas hacia la bahía para seguir buscando en solitario. Estábamos en E12, me dirijo a G13.
- Escuchar las palabras de Dexter y pensar sobre la repercusión de su frase.
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Algo andaba mal, muy mal. Me perseguían un montón de piratas armados y enfurecidos, puede que los compañeros de los piratas saqueados en mi recolección, o clientes en busca de más dinero o esa arma que tanto les gustaba de uno de los barriles. Incluso podían ser los tenderos o empleados suyos que pensaran que sus armas valían más de lo lanzado. Mientras pensaba en eso examinaba la espada que había llamado mi atención, y ya sabía el motivo, era una de las espadas del evento. Seguramente Dexter se pusiera contento por haber conseguido una de ellas, aunque ahora que lo pensaba era posible que me persiguieran por esa espada.
Activé el mantra, esperando encontrar la presencia de mi capitán además de para evaluar la fuerza de mis adversarios. Necesitaría ganar unos metros para que el carretero pudiera entregar el metal al Yonkou, por lo que justo delante de nosotros empecé a forma un muro de lado a lado de la calle formado por tinta. Cerraría el muro justo cuando pasáramos para intentar retrasar a los piratas que nos perseguían, aunque no estaba seguro si sería efectivo. Gasté bastante cantidad de tinta en preparar aquello, ya que media unos seis metros de largo, dos metros de alto y cincuenta centímetros de grosor.
Despreocupándome un poco de nuestros perseguidores, fueran o no frenados por el muro de tinta, me dirigí hacía el hombre que me acompañaba. Le ofrecí un millón si cumplía mis siguientes ordenes sin preguntas ni protestar. Las ordenes eran sencillas, entrar en la herrería que estaba un poco más adelante a la izquierda, descargar el metal donde le dijera la persona que estuviera allí dentro, dándole una descripción aproximada de Dexter. Además, debía entregar la espada que le tendía en mano a dicha persona, y solo a esa persona. Seguramente el hombre preguntara preocupado por la turba, por lo que si lo hacía le contestaría que yo me encargaría de ellos mientras hacía el trabajo, pero que no tratara de jugármela, pues lo descubriría y conocería mi ira. Esta última parte se la diría preguntara o no por nuestros perseguidores.
Una vez hecho esto me pondría de pies sobre el asiento y de un salto bajaría del carro, cayendo con las rodillas flexionadas y una mano en tierra. Mi agilidad era asombrosa y la aprovecharía en la lucha que me esperaba. De mi mano se comenzó a formar una circunferencia de hielo de unos cinco metros de radio y diez de grosor bañado por tinta, que tomaría los colores del suelo. Mis movimientos sobre dicho elemento seguían siendo bastantes buenos, y casi nunca resbalaba. Sacaría mis dos espadas, mantendría el mantra activado y esperaría a los primeros perseguidores, preparado para luchar.
Activé el mantra, esperando encontrar la presencia de mi capitán además de para evaluar la fuerza de mis adversarios. Necesitaría ganar unos metros para que el carretero pudiera entregar el metal al Yonkou, por lo que justo delante de nosotros empecé a forma un muro de lado a lado de la calle formado por tinta. Cerraría el muro justo cuando pasáramos para intentar retrasar a los piratas que nos perseguían, aunque no estaba seguro si sería efectivo. Gasté bastante cantidad de tinta en preparar aquello, ya que media unos seis metros de largo, dos metros de alto y cincuenta centímetros de grosor.
Despreocupándome un poco de nuestros perseguidores, fueran o no frenados por el muro de tinta, me dirigí hacía el hombre que me acompañaba. Le ofrecí un millón si cumplía mis siguientes ordenes sin preguntas ni protestar. Las ordenes eran sencillas, entrar en la herrería que estaba un poco más adelante a la izquierda, descargar el metal donde le dijera la persona que estuviera allí dentro, dándole una descripción aproximada de Dexter. Además, debía entregar la espada que le tendía en mano a dicha persona, y solo a esa persona. Seguramente el hombre preguntara preocupado por la turba, por lo que si lo hacía le contestaría que yo me encargaría de ellos mientras hacía el trabajo, pero que no tratara de jugármela, pues lo descubriría y conocería mi ira. Esta última parte se la diría preguntara o no por nuestros perseguidores.
Una vez hecho esto me pondría de pies sobre el asiento y de un salto bajaría del carro, cayendo con las rodillas flexionadas y una mano en tierra. Mi agilidad era asombrosa y la aprovecharía en la lucha que me esperaba. De mi mano se comenzó a formar una circunferencia de hielo de unos cinco metros de radio y diez de grosor bañado por tinta, que tomaría los colores del suelo. Mis movimientos sobre dicho elemento seguían siendo bastantes buenos, y casi nunca resbalaba. Sacaría mis dos espadas, mantendría el mantra activado y esperaría a los primeros perseguidores, preparado para luchar.
- Resumen::
- Ver todo el jaleo y pensar en los motivos.
Crear un muro de tinta (no solida) atravesando la calle (6x2x0.5).
Darle ordenes al carretero cuando estuviéramos cerca de la herrería, prometiéndoles una paga por las entregas a Dexter.
Saltar del carro creando un circulo de hielo por mi ámbito de 5 metros de radio y diez centímetros de grosor cubierto con tinta para camuflarlo con el suelo.
Datos: Agilidad 7, velocidad 5, reflejos 6, poder de destrucción 4, puntería 2
Puede llenar una sala pequeña con tinta. Puede disparar a 75 metros. Puede controlar la tinta del entorno en un radio de 5 metros (se entiende por "tinta del entorno" aquella que no ha sido creada por él).
Además, puede variar la concentración de los elementos que forman la tinta (los pigmentos, por ejemplo) lo que se resume en tinta de colores. Puede tener una forma definida.
Puede crear hasta tres metros cúbicos de hielo y manipularlo de forma normal.
Rainbow662
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Arribor echó un buen vistazo a la gran masa informe y negra que apenas destacaba en la noche. La luz de la luna era la única iluminación con la que contaba, y apenas se distinguían las formas de las copas de los árboles de tan juntos como estaban. ¿Y tenía que encontrar una espada ahí? Puede que no fuera tan fácil como había supuesto en un principio. Él se había imaginado que habría señales o algo así, y que la espada estaría clavada en una roca en lo alto de un pedestal iluminado mágicamente.
Menos mal que tenía un as en la manga.
Al contrario de lo que solía ocurrir, esta vez se alegró de llevar a Franklin con él. La morsa descansaba en forma de concha, durmiendo en el interior de uno de los cálidos bolsillos de su chaqueta. Arribor la agarró y pulsó el botón que servía para que emitiese luz. Ésa era la única utilidad real de aquella maldita cosa, a parte de tener algo a lo que pegarle cuando se enfadaba.
El potente haz de luz de Franklin atravesó la oscuridad de la noche y desveló la forma de un barco allá abajo. Le pareció distinguir a varias personas allí, o a una y su sombra, tanto daba. En cualquier caso no le interesaba. Resultaba mucho más interesante el choque entre dos poderosas auras en algún lugar cercano. Sería divertido acercarse y unirse a ellos, repartir un par de golpes para bajar la cena -la que se había hecho él en su barco, no la exótica comida del restaurante, claro-. No obstante, era consciente de que así no conseguiría ninguna espada. ¡Y no pensaba dejarse ganar!, de eso nada.
Así que bajó hasta adentrarse en el bosque, más o menos por el centro, para así empezar a buscar con la luz de Franklin como guía. Además, llevó algo más de sangre a su ojo bueno para mejorar su vista y que no se le pasase ningún detalle. La morsa adoptó su forma híbrida, y la luz comenzó a emanar de su boca. Era una forma bastante desagradable para la vista, más aún que su aspecto de morsa completa, que ya era decir mucho. Claro que igual podía olfatear alguna espada.
-Vamos, Franklin, huele -lo azuzó.
- Resumen:
- Usar a Franklin como linterna - Potenciar su vista llevando más sangre a su ojo - Meterse en el bosque, más o menos por el centro (P10 o así) a buscar una espada y ver si la morsa puede oler alguna
«Vaya, parece que no somos los únicos que han pensado en ir hacia el norte», pensó el domador al ver los grupos que se desplazaban por tierra. No obstante, no fue capaz de identificar a ninguno de los monstruos de la piratería que había visto en "La Gorgona Roja". No sabía si tomarse aquello como algo positivo o negativo. No se podía negar que era un alivio saber que ninguno de ellos se encontraría cerca para arrancarle la cabeza, pero eso mismo le hacía cuestionarse si habían optado por ir en la dirección equivocada.
Un grito desde su espalda le devolvió a la realidad. Su pasajera creía haber encontrado algo interesante, y la sorpresa provocó que el ave iniciara una brusca caída para llegar a tierra lo antes posible. Therax no pudo evitar sentirse defraudado al posarse en el suelo. Visto el ímpetu con el que la morena le había ordenado que bajase, esperaba encontrar una espada de fácil adquisición. «Ya podría venir un viejo borracho con cuatro de esas espadas en las manos», se dijo por un momento, divertido, para justo después sacudir un par de veces la cabeza y apartar esa idea.
Alzó su vista para analizar el motivo de tan precipitado descenso en picado. Lo cierto era que las ruinas que se erguían ante él parecían el lugar idóneo para esconder cualquier objeto, más una espada que era parte fundamental de una prueba de tal importancia. Aunque, pensándolo bien, no era descabellado pensar que quien fuera hubiera plagado el lugar de trampas. ¿Quién no querría quitarse de encima al mayor número de aspirantes posible? Seguramente nadie. «Deja de pensar tonterías. Tú no aspiras a Yonkou ni quieres serlo», se reprendió él mismo unos instantes después.
Por su parte, Nailah mostraba un entusiasmo fuera de lugar. Therax no comprendía el motivo. A fin de cuentas, lo que había ante ellos no era más que un montó de piedras. Muy antiguas, de eso no cabía duda, pero piedras al fin y al cabo.
-Sí, puede que sí... Aunque también puede que no. ¿Crees que deb...? -No llegó a terminar su pregunta. La chica ya había decidido que entraría allí y se había puesto en marcha. Therax no se lo pensó. Desenvainó uno de sus sables y lo lanzó delante de sus pies para que se detuviese. Lo hiciese o no, se acercaría para recoger su espada-. Sí, entramos. Claro que entramos, pero lo mínimo es que vayamos con un poco de cuidado, pedazo de tarada. Esta cosa de por sí ya es una trampa gigante. ¡Si parece que se va a caer de un momento a otro! -Al menos eso le parecía a él. Además, no podía evitar sentirse como un padre regañando a su hija adolescente, pero le gustaría salir de allí con la cabeza sobre los hombros-. Lo mínimo es que prestemos un poco de atención al suelo que pisamos, el techo que tenemos sobre nuestras cabezas y cualquier cosa que nos rodee.
Terminaría su pequeño discurso sacando a Byakko del suelo y volviéndola a guardar en su vaina. Acto seguido, seguiría a Nailah al interior de las ruinas.
Un grito desde su espalda le devolvió a la realidad. Su pasajera creía haber encontrado algo interesante, y la sorpresa provocó que el ave iniciara una brusca caída para llegar a tierra lo antes posible. Therax no pudo evitar sentirse defraudado al posarse en el suelo. Visto el ímpetu con el que la morena le había ordenado que bajase, esperaba encontrar una espada de fácil adquisición. «Ya podría venir un viejo borracho con cuatro de esas espadas en las manos», se dijo por un momento, divertido, para justo después sacudir un par de veces la cabeza y apartar esa idea.
Alzó su vista para analizar el motivo de tan precipitado descenso en picado. Lo cierto era que las ruinas que se erguían ante él parecían el lugar idóneo para esconder cualquier objeto, más una espada que era parte fundamental de una prueba de tal importancia. Aunque, pensándolo bien, no era descabellado pensar que quien fuera hubiera plagado el lugar de trampas. ¿Quién no querría quitarse de encima al mayor número de aspirantes posible? Seguramente nadie. «Deja de pensar tonterías. Tú no aspiras a Yonkou ni quieres serlo», se reprendió él mismo unos instantes después.
Por su parte, Nailah mostraba un entusiasmo fuera de lugar. Therax no comprendía el motivo. A fin de cuentas, lo que había ante ellos no era más que un montó de piedras. Muy antiguas, de eso no cabía duda, pero piedras al fin y al cabo.
-Sí, puede que sí... Aunque también puede que no. ¿Crees que deb...? -No llegó a terminar su pregunta. La chica ya había decidido que entraría allí y se había puesto en marcha. Therax no se lo pensó. Desenvainó uno de sus sables y lo lanzó delante de sus pies para que se detuviese. Lo hiciese o no, se acercaría para recoger su espada-. Sí, entramos. Claro que entramos, pero lo mínimo es que vayamos con un poco de cuidado, pedazo de tarada. Esta cosa de por sí ya es una trampa gigante. ¡Si parece que se va a caer de un momento a otro! -Al menos eso le parecía a él. Además, no podía evitar sentirse como un padre regañando a su hija adolescente, pero le gustaría salir de allí con la cabeza sobre los hombros-. Lo mínimo es que prestemos un poco de atención al suelo que pisamos, el techo que tenemos sobre nuestras cabezas y cualquier cosa que nos rodee.
Terminaría su pequeño discurso sacando a Byakko del suelo y volviéndola a guardar en su vaina. Acto seguido, seguiría a Nailah al interior de las ruinas.
- Resumen:
- Cosillas:
- Bajar hasta las ruinas y cuestionarse cuál puede ser su función en el "juego".
- Regañar a Nailah por ser tan inconsciente.
- Adentrarse en las ruinas.
- Bajar hasta las ruinas y cuestionarse cuál puede ser su función en el "juego".
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Cada paso que dimos en nuestra búsqueda de posibles víctimas no hizo más que acrecentar mi desprecio por aquella lamentable urbe: a nuestro alrededor se levantaban edificios hacinados y construidos caóticamente, como si simplemente los hubieran dejado caer ahí, y ninguno de los locales mostraba ser merecedor de nuestro interés, ni permanecía el tiempo suficiente en nuestro camino como para suscitarlo.
Gran parte de esta reacción se debería, posiblemente, a la imponente visión de dos semigigantes, de la altura de una casa de dos plantas, y un gyojin que le sacaba una cabeza a la media humana, cerrando filas tras un tipo de tamaño más normal pero con aspecto de fulminar reyes marinos con la mirada.
Con un silencioso gesto, puse mi enorme manaza sobre el hombro de mi capitán, refrenando su marcha y haciéndole girar la vista. Sin mediar una palabra, le miré con los ojos entrecerrados y el gesto algo preocupado. Ver a Silver en semejante estado era inusual, siendo generosos, y sabía las barbaridades que era capaz de realizar de esa guisa.
No obstante, mi jefe pareció entenderme y relajó un poco la tensión de su rostro. Fuera lo que fuera lo que hiciera, se enfrentara al titán que se enfrentara, ambos sabíamos que podríamos contar con el otro hasta la muerte. Y eso era un pensamiento alentador.
Y entonces, tras haber ignorado conscientemente al nuevo “intruso”, más alto incluso que yo, decidí dejar de castigarle con mi indiferencia ante su inapropiado descaro.
- Disculpa mi… silencio, hermano de raza. –Dije, dirigiéndome a Marc.- Pero no es nada personal contra ti. Nunca me dirijo a desconocidos si no quiero algo de ellos, o si no creo que sean de confianza. ¿Llegaste a darnos tu nombre?
Y, para tratar de relajarnos un poco, le di una palmada por debajo del hombro, donde pude llegar sin estirarme, con moderada fuerza. Mientras lo hacía, pude oír la jocosa broma del gyojin hacia Silver, y contuve una risa soltando aire por la nariz. Curiosamente, no me reía de la pulla, sino de saber cuánto podía “crecer” mi capitán bajo ciertas circunstancias, posiblemente ignotas para nuestros acompañantes.
Pasamos un rato más caminando, sin dirigirnos la palabra por nuestras propias razones y destilando, todavía, sed de sangre por donde pasábamos. O así fue hasta un fortuito encuentro que desvió la atención y la rabia de Silver.
Poniendo los ojos en blanco, desvié la mirada hacia las afueras de la población, buscando otra cosa que no fuera un maldito intercambio social. Más allá, los campos de Jaya se extendían con algunas arboledas dispersas. A nuestros alrededores, las casas habían disminuido notoriamente en número y calidad, y tal descongestión me permitió, por fin, volver a respirar el aire húmedo con muchas ganas.
Y entonces, algo captó mi atención. Mis ojos de cazador tardaron un poco en verlo, pues era ridículamente pequeño y, de alguna forma, transportaba una espada absurdamente grande comparada con él. La pequeña forma brincaba alegremente y arrastraba su botín como si fuera el mayor tesoro de todos los mares.
Entrecerrando los ojos, pude distinguir mejor a la pequeña anomalía: una criatura humanoide, un tontatta, si mi memoria no me fallaba, en el camino, con la espada número ocho.
Arqueé una ceja y torcí ligeramente el gesto de mi mandíbula inferior, sorprendido por lo que estaba viendo. Mi cerebro trataba de procesar como semejante ser podía no sólo cargar con un arma varias veces más grande que él, sino cómo diablos podría haberse hecho con una.
“Tengo la impresión de que la respuesta no me va a gustar…”
Regresé al momento a mi capitán y llamé su atención, al igual que antes, con la mano en el hombro. La mayor firmeza en mi agarre esta vez sugirió una mayor urgencia en Silver, que abandonó el diálogo al momento y dirigió su mirada en la dirección que apuntaba el índice de mi otra mano.
Luka parecía haberse despistado y ahora estaba junto al pequeño tontatta, mirándolo con curiosa atención. En cuestión de segundos alcanzamos a nuestro compañero y Syxel desafió abiertamente al portador de la ansiada espada. Dediqué una mirada furibunda al hombre pez al oír su innecesaria advertencia a mi capitán, y dejé que los acontecimientos siguieran su curso, no sin antes agarrar levemente a Marc por el brazo para alejarlo un poco del escenario.
- Démosle espacio. –Le aclaré.- Si necesita nuestra ayuda, lo sabremos.
Y dicho esto, posé mi mirada, severa e inflexible, sobre el sujeto conocido como Helkan. En una declaración de intenciones para nada sutil, desenganché mi hacha derecha la blandí, sin llegar a levantarla, y posé la otra mano sobre la izquierda, listo para utilizarla rápidamente cuando hiciera falta.
- Lo siento, pero tendrás que esperar. Syxel está… ocupado, ahora mismo.
Y sin revelar mis intenciones, canalicé mi haki observador para analizar mejor al sujeto que tenía por delante y descubrir qué podía ocultar. Mi desconfianza natural seguía siendo, en mi opinión, mi mejor rasgo hasta la fecha.
Gran parte de esta reacción se debería, posiblemente, a la imponente visión de dos semigigantes, de la altura de una casa de dos plantas, y un gyojin que le sacaba una cabeza a la media humana, cerrando filas tras un tipo de tamaño más normal pero con aspecto de fulminar reyes marinos con la mirada.
Con un silencioso gesto, puse mi enorme manaza sobre el hombro de mi capitán, refrenando su marcha y haciéndole girar la vista. Sin mediar una palabra, le miré con los ojos entrecerrados y el gesto algo preocupado. Ver a Silver en semejante estado era inusual, siendo generosos, y sabía las barbaridades que era capaz de realizar de esa guisa.
No obstante, mi jefe pareció entenderme y relajó un poco la tensión de su rostro. Fuera lo que fuera lo que hiciera, se enfrentara al titán que se enfrentara, ambos sabíamos que podríamos contar con el otro hasta la muerte. Y eso era un pensamiento alentador.
Y entonces, tras haber ignorado conscientemente al nuevo “intruso”, más alto incluso que yo, decidí dejar de castigarle con mi indiferencia ante su inapropiado descaro.
- Disculpa mi… silencio, hermano de raza. –Dije, dirigiéndome a Marc.- Pero no es nada personal contra ti. Nunca me dirijo a desconocidos si no quiero algo de ellos, o si no creo que sean de confianza. ¿Llegaste a darnos tu nombre?
Y, para tratar de relajarnos un poco, le di una palmada por debajo del hombro, donde pude llegar sin estirarme, con moderada fuerza. Mientras lo hacía, pude oír la jocosa broma del gyojin hacia Silver, y contuve una risa soltando aire por la nariz. Curiosamente, no me reía de la pulla, sino de saber cuánto podía “crecer” mi capitán bajo ciertas circunstancias, posiblemente ignotas para nuestros acompañantes.
Pasamos un rato más caminando, sin dirigirnos la palabra por nuestras propias razones y destilando, todavía, sed de sangre por donde pasábamos. O así fue hasta un fortuito encuentro que desvió la atención y la rabia de Silver.
Poniendo los ojos en blanco, desvié la mirada hacia las afueras de la población, buscando otra cosa que no fuera un maldito intercambio social. Más allá, los campos de Jaya se extendían con algunas arboledas dispersas. A nuestros alrededores, las casas habían disminuido notoriamente en número y calidad, y tal descongestión me permitió, por fin, volver a respirar el aire húmedo con muchas ganas.
Y entonces, algo captó mi atención. Mis ojos de cazador tardaron un poco en verlo, pues era ridículamente pequeño y, de alguna forma, transportaba una espada absurdamente grande comparada con él. La pequeña forma brincaba alegremente y arrastraba su botín como si fuera el mayor tesoro de todos los mares.
Entrecerrando los ojos, pude distinguir mejor a la pequeña anomalía: una criatura humanoide, un tontatta, si mi memoria no me fallaba, en el camino, con la espada número ocho.
Arqueé una ceja y torcí ligeramente el gesto de mi mandíbula inferior, sorprendido por lo que estaba viendo. Mi cerebro trataba de procesar como semejante ser podía no sólo cargar con un arma varias veces más grande que él, sino cómo diablos podría haberse hecho con una.
“Tengo la impresión de que la respuesta no me va a gustar…”
Regresé al momento a mi capitán y llamé su atención, al igual que antes, con la mano en el hombro. La mayor firmeza en mi agarre esta vez sugirió una mayor urgencia en Silver, que abandonó el diálogo al momento y dirigió su mirada en la dirección que apuntaba el índice de mi otra mano.
Luka parecía haberse despistado y ahora estaba junto al pequeño tontatta, mirándolo con curiosa atención. En cuestión de segundos alcanzamos a nuestro compañero y Syxel desafió abiertamente al portador de la ansiada espada. Dediqué una mirada furibunda al hombre pez al oír su innecesaria advertencia a mi capitán, y dejé que los acontecimientos siguieran su curso, no sin antes agarrar levemente a Marc por el brazo para alejarlo un poco del escenario.
- Démosle espacio. –Le aclaré.- Si necesita nuestra ayuda, lo sabremos.
Y dicho esto, posé mi mirada, severa e inflexible, sobre el sujeto conocido como Helkan. En una declaración de intenciones para nada sutil, desenganché mi hacha derecha la blandí, sin llegar a levantarla, y posé la otra mano sobre la izquierda, listo para utilizarla rápidamente cuando hiciera falta.
- Lo siento, pero tendrás que esperar. Syxel está… ocupado, ahora mismo.
Y sin revelar mis intenciones, canalicé mi haki observador para analizar mejor al sujeto que tenía por delante y descubrir qué podía ocultar. Mi desconfianza natural seguía siendo, en mi opinión, mi mejor rasgo hasta la fecha.
- Resumen:
- - Andar por la ciudad y charlar un poco con Marc
- Mostrarle mi preocupación a Syxel y recordarle que le apoyo incondicionalmente (acordado previamente)
- Dejar que mi capitán se encargue de la diplomacia mientras avisto al tontatta.
- Advertir a mi capitán y cubrirle frente a cualquier posible intervención.
- Utilizar haki observador para hacerme una idea del posible poder y las inteciones de "Helkan", al tiempo que me posiciono para reaccionar rápidamente ante una posible refriega.
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Me dirigí al primer almacén comprobando que este estaba cerrado a cal y canto y en vista de su situación no tardé en llegar a la conclusión de que este había sido abandonado hace bastante tiempo. Por un instante dude si el barrio en si mismo no estaría abandonado después de todo hacía cierto tiempo que no me cruzaba con nadie. Independientemente de esto decidí pasar al segundo almacén, según me acercaba a la oxidada puerta de metal comencé a suspirar imaginándome que estaría en la misma situación que la anterior, para mi fortuna al acercarme contemple como el candado de la puerta era completamente nuevo.
-Dudo que sea una casualidad- pensé para mis adentros mientras esboza una ligera sonrisa.
Sacando una pequeña ganzúa comencé a forzar el candado el cual no era nada del otro mundo, este no tardo en caer al suelo de un golpe que levanto una brizna de barro.
Lentamente comencé abrir la puerta, aunque el chirrido que soltó fue inevitable, seguramente había sido descuidado, más viendo el aspecto de la puerta. Maldecí mi ineptitud un instante antes de hojear en el interior, el almacén era de un tamaño considerable, aunque lo llamativo era como se encontraba, completamente vacío. O al menos así lo estaría de no ser por aquellas dos cajas apiladas en el centro con aquella llamativa espada plateada encima, todo ello iluminado por aquel centelleante foco del techo que iluminaba aquella advertencia “No tocar”.
Me preguntaba que tipo de broma de mal gusto era aquella advertencia, o tal vez era una amenaza ante una inminente trampa. Seguramente lo segundo, dudaba que después de todo la competición se limitará a una simple búsqueda del tesoro. Aun así, la sala estaba algo oscura por lo que sacando un mechero del interior de la gabardina y aquella lampara de aceite de la bolsa que cargaba a la espalda. Una vez prendida la lampara me introduje en el interior de forma cauta, en principio el mantra no advertía nada inusual, pero deseaba asegurarme por métodos más tangibles por así decirlo. Asomé la cabeza el interior del marco de la puerta, para comprobar que no hubiera ningún tipo de mecanismo que me dejará encerrado dentro, aunque sinceramente dudaba una trampa tan elaborada. Luego examinaría el interior entrando de una vez en el susodicho almacén, una vez que me hubiera asegurado de que no había nadie en el interior, tanto en el suelo como en las posibles vigas del techo entrecerraría la puerta del almacén, lo suficiente como para que la gente de fuera no se percatará del ansiado objeto, pero tampoco demasiado como para que me fuera complicado salir de ahí si la cosa se ponía fea. Tras no ver nada extraño al iluminar con la lampara la apagaría y la guardaría en el interior de la bolsa.
Luego trataría de centrar mi mantra en el interior de las cajas, si no notaba nada raro en su interior ya definitivamente me acercaría a las cajas extremadamente atento al alrededor mientras me ponía unos guantes, luego una vez que estuviera a una distancia de unos tres metros estiraría mi brazo izquierdo y trataría de agarrar la espada, si oía o notaba que estuviera conectado a algún la dejaría tal como estuviera. Ante la duda ni tan si quiera la tocaría, no pensaba hacer cualquier estupidez por un poco de prestigio.
-Maldita paranolla- pensaba para mis adentros.
-Dudo que sea una casualidad- pensé para mis adentros mientras esboza una ligera sonrisa.
Sacando una pequeña ganzúa comencé a forzar el candado el cual no era nada del otro mundo, este no tardo en caer al suelo de un golpe que levanto una brizna de barro.
Lentamente comencé abrir la puerta, aunque el chirrido que soltó fue inevitable, seguramente había sido descuidado, más viendo el aspecto de la puerta. Maldecí mi ineptitud un instante antes de hojear en el interior, el almacén era de un tamaño considerable, aunque lo llamativo era como se encontraba, completamente vacío. O al menos así lo estaría de no ser por aquellas dos cajas apiladas en el centro con aquella llamativa espada plateada encima, todo ello iluminado por aquel centelleante foco del techo que iluminaba aquella advertencia “No tocar”.
Me preguntaba que tipo de broma de mal gusto era aquella advertencia, o tal vez era una amenaza ante una inminente trampa. Seguramente lo segundo, dudaba que después de todo la competición se limitará a una simple búsqueda del tesoro. Aun así, la sala estaba algo oscura por lo que sacando un mechero del interior de la gabardina y aquella lampara de aceite de la bolsa que cargaba a la espalda. Una vez prendida la lampara me introduje en el interior de forma cauta, en principio el mantra no advertía nada inusual, pero deseaba asegurarme por métodos más tangibles por así decirlo. Asomé la cabeza el interior del marco de la puerta, para comprobar que no hubiera ningún tipo de mecanismo que me dejará encerrado dentro, aunque sinceramente dudaba una trampa tan elaborada. Luego examinaría el interior entrando de una vez en el susodicho almacén, una vez que me hubiera asegurado de que no había nadie en el interior, tanto en el suelo como en las posibles vigas del techo entrecerraría la puerta del almacén, lo suficiente como para que la gente de fuera no se percatará del ansiado objeto, pero tampoco demasiado como para que me fuera complicado salir de ahí si la cosa se ponía fea. Tras no ver nada extraño al iluminar con la lampara la apagaría y la guardaría en el interior de la bolsa.
Luego trataría de centrar mi mantra en el interior de las cajas, si no notaba nada raro en su interior ya definitivamente me acercaría a las cajas extremadamente atento al alrededor mientras me ponía unos guantes, luego una vez que estuviera a una distancia de unos tres metros estiraría mi brazo izquierdo y trataría de agarrar la espada, si oía o notaba que estuviera conectado a algún la dejaría tal como estuviera. Ante la duda ni tan si quiera la tocaría, no pensaba hacer cualquier estupidez por un poco de prestigio.
-Maldita paranolla- pensaba para mis adentros.
- Malditos resumenes:
- Describo situación, sacó mi lampara de la bolsa y la enciendo, trato de iluminar los recovecos oscuros. En caso de que no vea/detecte a nadie en el almacén avanzo hacia las cajas, examino desde una distancia de unos tres metros y si no veo trampa alguna trato de cogerla estirando mi brazo izquierdo.(El post tiene detalla bastantes acciones, muchas basadas en el resultado de acciones anteriores, en cuanto no se cumpla una con seguridad se cancela el resto hasta que no se asegure bien de que esta se cumple)
¿En serio el pelirrojo había osado retar a uno de los piratas más fuertes que había conocido? Sí, eso había hecho. En su mente recreó todo lo que habría pasado si su querido Spanner hubiera estado allí, esa posible charla para hacerle entrar en razón y pensarse las cosas dos veces… En fin, sería mejor no pensar en ello. Ya no había vuelta atrás, pues no había honor en declinar un reto. Y sí, era muy probable que estuviera loco por intentarlo, pero Zane nunca había destacado por ser una persona cuerda, y eso lo sabía cualquier persona que lo conociera. «Lo hecho, hecho está», se dijo, suspirando y soltando el mango de su katana para quitarse la parte superior de sus ropajes, quedándose con su musculado torso al aire, haciendo gala de su apodo. Ese gesto, aunque Berthil no llegara a entenderlo, significaba que Zane le respetaba como oponente y que iba a ir completamente en serio. Tras eso, desenfundó su katana y la agarró con ambas manos, al tiempo que activaba su haki de observación.
-Cuando quier…
No le dio tiempo a terminar la frase, cuando se encontró de frente con un cegador fogonazo que le hizo apartar la mirada de su oponente durante un instante. Automáticamente, sintiendo que un gran peligro se aproximaba debido a su mantra, alzó el vuelo lo más rápido que pudo, no obstante, una fortísima onda de aire le envió varios metros hacia atrás, desestabilizándole parcialmente en el aire. «¿¡Pero qué demonios…!?», se preguntó, al ver los estragos que había hecho el ataque del moreno sobre el bosque. Muchos árboles habían sido arrancados de raíz por la potencia de golpe, mientras que otros, simplemente, habían sido destruidos sin más; y eso lo había sido un hombre desarmado. Animalillos muertos por el suelo, algún que otro pirata de poco renombre que habían estado en la reunión se encontraban tirado por el suelo inconsciente. Aunque, pese a todo, el pelirrojo dibujó una sonrisa en su cara al cruzar una mirada con Berthil, que se encontraba en el suelo mirándole fijamente.
-¡Luego no te arrepientas, Berthil!
Envolviendo su katana de energía espiritual, otorgándole una tonalidad nívea, se aproximó se aproximó a toda velocidad hacia su oponente, parándose a poco menos de cinco metros de él, para realizar una onda cortante de gran tamaño aprovechando la habilidad especial de su Supuringugeiru, la cual es capaz de crear una proyección perfecta de su katana cincuenta veces más grande que la hoja de su arma. Dicho ataque no le iba a servir solo para herir a su contrincante, sino también para medir sus habilidades defensivas y así poder hacer una estrategia. Tras eso, se elevaría en el cielo unos metros más y desenfundaría otra de sus katanas, esperando una respuesta por parte del pirata.
-Cuando quier…
No le dio tiempo a terminar la frase, cuando se encontró de frente con un cegador fogonazo que le hizo apartar la mirada de su oponente durante un instante. Automáticamente, sintiendo que un gran peligro se aproximaba debido a su mantra, alzó el vuelo lo más rápido que pudo, no obstante, una fortísima onda de aire le envió varios metros hacia atrás, desestabilizándole parcialmente en el aire. «¿¡Pero qué demonios…!?», se preguntó, al ver los estragos que había hecho el ataque del moreno sobre el bosque. Muchos árboles habían sido arrancados de raíz por la potencia de golpe, mientras que otros, simplemente, habían sido destruidos sin más; y eso lo había sido un hombre desarmado. Animalillos muertos por el suelo, algún que otro pirata de poco renombre que habían estado en la reunión se encontraban tirado por el suelo inconsciente. Aunque, pese a todo, el pelirrojo dibujó una sonrisa en su cara al cruzar una mirada con Berthil, que se encontraba en el suelo mirándole fijamente.
-¡Luego no te arrepientas, Berthil!
Envolviendo su katana de energía espiritual, otorgándole una tonalidad nívea, se aproximó se aproximó a toda velocidad hacia su oponente, parándose a poco menos de cinco metros de él, para realizar una onda cortante de gran tamaño aprovechando la habilidad especial de su Supuringugeiru, la cual es capaz de crear una proyección perfecta de su katana cincuenta veces más grande que la hoja de su arma. Dicho ataque no le iba a servir solo para herir a su contrincante, sino también para medir sus habilidades defensivas y así poder hacer una estrategia. Tras eso, se elevaría en el cielo unos metros más y desenfundaría otra de sus katanas, esperando una respuesta por parte del pirata.
- Resumen:
- Quitarme la camiseta + desenfundar katana + activar mantra + esquivar el ataque de Berthil + activar Musondo + atacarle con una onda cortante de 40 metros de alto por 2 metros de ancho, casi na’ (?)
Musondo: Zane transmite espiritual a sus espadas, las cuales se recubren y empiezan a emitir un color blanquecino, aumentando el poder de destrucción al atacar y la resistencia a la hora de bloquear golpes.
Habilidad de mi katana (Supuringugeiru): Habilidades especiales o destacables: Fraguada en las antiguas forjas de la isla de Wano, nos encontramos con una katana solo que solo podría ser destruida por armas de la misma calidad o superior a ella, dan dura como el mismísimo diamante y con la gran capacidad de corte. Además de eso, esta arma tiene una extraña peculiaridad, la primera de ellas es que parece tener voluntad propia, desenfundándose solo ante rivales que ella cree dignos. (Es sobre todo on rol, vaya)
Sin embargo, como arma mítica que es, tiene dos poderes: el primero de ellos es que si se empuña y se le aplica energía espiritual, su capacidad de corte aumenta exponencialmente, siendo capaz de realizar ondas cortantes con su misma capacidad de corte, con la diferencia de que dichas ondas pueden ser hasta cincuenta veces más grandes que la hoja de la katana. Y la segunda es que si alguien que maneje algún poder elemental la empuña (fuego, electricidad, viento…) su hoja adopta dichas capacidades, siendo un arma verdaderamente útil.
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El cielo estaba muy bonito, pero empezaba a aburrirse. Cinco, seis, siete minutos... Quedaban todavía tres para que pudiese sacar los moldes del horno, pero se le estaban haciendo eternos. A veces se volvía impaciente de repente sin saber muy bien por qué; al fin y al cabo, tenía la eternidad por delante. Pero, al menos en aquella ocasión, sí que urgía. Tenía que llegar al alba con aquello listo y preparado, o todo el esfuerzo que invertiría se iría al garete. Pero bueno, ya casi estaba.
Se desperezó cuando su reloj marcó el noveno minuto, preparado para entrar en el local y seguir trabajando, pero una visita inesperada lo interrumpió. Cabello rojo y grandes pechos, ojos azules y curiosidad en la mirada. ¿Era curiosidad? Casi con toda seguridad podía confirmarlo, aunque él no entendía demasiado bien a las personas. Le costaba entenderse a sí mismo a veces... Pero saludó a Aki con una sonrisa y alzando el brazo, invitándola a pasar.
-No esperaba que vinieses a controlarme- dijo, atravesando el umbral-. Sabes perfectamente que soy un buen chico.
Apagó el horno y se colocó los guantes de cuero, listo para abrir la puerta. Cuando el vapor caliente dejó de humear en el interior, fue retirando todos y cada uno de los trescientos ochenta y siete pequeños moldes que había tallado en el yeso de forma no particularmente precisa, pero de una forma aproximada que con algo más de trabajo podría adecuar sin ninguna clase de complicación. Sin embargo, no tenía acero suficiente para lo que pretendía, le faltaba cobre y de oro andaba terriblemente escaso. La espada dorada era el conductor que necesitaba, pero a falta de ella podía conformarse con aluminio, aunque tampoco tenía.
-Pues... A falta de un modelo coherente de imán de máscaras, estoy intentando hacer un pequeño experimento.
Cualquier elemento o compuesto no neutro podía ser objetivo de la atracción electromagnética, pero no sabía de qué estaba hecha la máscara de Viktor, por lo que su idea era algo un poco más sofisticado. A través de un lector espacial iónico y demás términos científicos que un lector estándar no entendería, crearía un pequeño complemento para su M.I.D.O.R.I.M.A. que le dijese las cualidades físicas y la composición exacta de cualquier cosa que se topase en su camino. ¿El fallo? Sólo funcionaba a veinte metros, por lo que debía descartar la idea de robar la máscara a Elrik con ese artilugio.
-La verdad es que esperaba poder hacer algo mejor, pero los cálculos dicen que no- comentó, como si esperase que Aki comprendiese el lenguaje casi jeroglífico que tenía en papeles por todo el banco-. De todos modos, será muy útil en temas de retroingeniería y contrainteligencia. Imagina detectar cualquier material a distancia. Necesito crear ya el primer prototipo y trabajarlo a fondo.
Y entonces llegó un hombre extraño con un montón de espadas y cara de notablemente turbado, que le tendió las armas y se fue corriendo. Eso sí que no lo esperaba. Ése no era Barbazul.
-En fin, qué se le va a hacer- comentó, separando las armas en grupos de hierro, bronce y titanio, reparando en una de brillo inusitado... ¿Sería...?-. ¿Quieres una de éstas? Te da acceso a la segunda fase. Aunque igual prefieres otra clase de espada- rio, sacando el brillante recipiente donde al menos siete kilos de acero se habían fundido, y los fue echando por los moldes. Tocaba fundir más armas.
Se desperezó cuando su reloj marcó el noveno minuto, preparado para entrar en el local y seguir trabajando, pero una visita inesperada lo interrumpió. Cabello rojo y grandes pechos, ojos azules y curiosidad en la mirada. ¿Era curiosidad? Casi con toda seguridad podía confirmarlo, aunque él no entendía demasiado bien a las personas. Le costaba entenderse a sí mismo a veces... Pero saludó a Aki con una sonrisa y alzando el brazo, invitándola a pasar.
-No esperaba que vinieses a controlarme- dijo, atravesando el umbral-. Sabes perfectamente que soy un buen chico.
Apagó el horno y se colocó los guantes de cuero, listo para abrir la puerta. Cuando el vapor caliente dejó de humear en el interior, fue retirando todos y cada uno de los trescientos ochenta y siete pequeños moldes que había tallado en el yeso de forma no particularmente precisa, pero de una forma aproximada que con algo más de trabajo podría adecuar sin ninguna clase de complicación. Sin embargo, no tenía acero suficiente para lo que pretendía, le faltaba cobre y de oro andaba terriblemente escaso. La espada dorada era el conductor que necesitaba, pero a falta de ella podía conformarse con aluminio, aunque tampoco tenía.
-Pues... A falta de un modelo coherente de imán de máscaras, estoy intentando hacer un pequeño experimento.
Cualquier elemento o compuesto no neutro podía ser objetivo de la atracción electromagnética, pero no sabía de qué estaba hecha la máscara de Viktor, por lo que su idea era algo un poco más sofisticado. A través de un lector espacial iónico y demás términos científicos que un lector estándar no entendería, crearía un pequeño complemento para su M.I.D.O.R.I.M.A. que le dijese las cualidades físicas y la composición exacta de cualquier cosa que se topase en su camino. ¿El fallo? Sólo funcionaba a veinte metros, por lo que debía descartar la idea de robar la máscara a Elrik con ese artilugio.
-La verdad es que esperaba poder hacer algo mejor, pero los cálculos dicen que no- comentó, como si esperase que Aki comprendiese el lenguaje casi jeroglífico que tenía en papeles por todo el banco-. De todos modos, será muy útil en temas de retroingeniería y contrainteligencia. Imagina detectar cualquier material a distancia. Necesito crear ya el primer prototipo y trabajarlo a fondo.
Y entonces llegó un hombre extraño con un montón de espadas y cara de notablemente turbado, que le tendió las armas y se fue corriendo. Eso sí que no lo esperaba. Ése no era Barbazul.
-En fin, qué se le va a hacer- comentó, separando las armas en grupos de hierro, bronce y titanio, reparando en una de brillo inusitado... ¿Sería...?-. ¿Quieres una de éstas? Te da acceso a la segunda fase. Aunque igual prefieres otra clase de espada- rio, sacando el brillante recipiente donde al menos siete kilos de acero se habían fundido, y los fue echando por los moldes. Tocaba fundir más armas.
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La zona de la cala que había empezado a revisar era rocosa, sin nada en especial que pudiese destacarla respecto a otras que había visto en otras islas. Mi ojo ciborg no me dio ninguna pista sobre que había allí abajo, quizás almejas como puntos un poco más cálidos que el resto de cosas y plantas del fondo. Solté un suspiro por no haber visto nada, pero tampoco era algo inesperado. Si hubiese encontrado lo que buscaba tan rápido se habría acabado la diversión.
-Bueno, al menos ahora sé que las almejas tienen calor – me dije a mí mismo descendiendo un poco más en la cala.
Cuando bajé descubrí una cueva, no era muy grande, pero se podía ver al final de esta algo, lo iluminaba un agujero que había en el techo de la cueva. “Lo que faltaba, un cliché literario” pensé al ver algo brillante sobre una roca. Había leído ya varios libros en los que aquello sucedía, y por lo general acababa siendo un objeto de gran poder que solo podía controlar el protagonista de la historia. Un tema tan trillado en los libros que a cualquiera aburría, bueno, a cualquiera menos a mí que me encantaban aquellas historias. Hice que la armadura se hermetizase desde los pies hasta el cuello, dejando este abierto para poder seguir respirando aire del exterior y guardar el aire comprimido para una emergencia. Esto lo había hecho por si tenía que mojarme al entrar en la cueva para ver lo que era aquel objeto.
-Bueno, al menos ahora sé que las almejas tienen calor – me dije a mí mismo descendiendo un poco más en la cala.
Cuando bajé descubrí una cueva, no era muy grande, pero se podía ver al final de esta algo, lo iluminaba un agujero que había en el techo de la cueva. “Lo que faltaba, un cliché literario” pensé al ver algo brillante sobre una roca. Había leído ya varios libros en los que aquello sucedía, y por lo general acababa siendo un objeto de gran poder que solo podía controlar el protagonista de la historia. Un tema tan trillado en los libros que a cualquiera aburría, bueno, a cualquiera menos a mí que me encantaban aquellas historias. Hice que la armadura se hermetizase desde los pies hasta el cuello, dejando este abierto para poder seguir respirando aire del exterior y guardar el aire comprimido para una emergencia. Esto lo había hecho por si tenía que mojarme al entrar en la cueva para ver lo que era aquel objeto.
- resumen:
- ver las almejas y la cueva. Pensar en el cliché que he visto sobre el objeto en la roca y entrar en la cueva tomando precauciones.
Aki D. Arlia
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- Sé perfectamente que no lo eres. - Le contestó poniendo los ojos en blanco. Pero él también lo sabía y eso no era una novedad.
Se mantuvo un poco apartada, dejándole trabajar pero con la mirada fija en su ir y venir. Observó curiosa como sacaba todos los moldes del horno, preguntándose para qué los querría. Su pregunta pronto tuvo respuestas, más de las que había previsto. Atendió a las explicaciones en silencio, devorando los planos que había esparcidos por todo el banco de trabajo. No comprendía del todo la mecánica, pero sí la idea y el motivo. Sonrió traviesa mientras pensaba en ello. Si sabías de qué estaba hecha la máscara también sabías qué hacía falta para romperla. Era una buena idea, pero más allá del presente ciertamente tenía muchos usos. Sería un aparato muy útil, y no poco codiciado.
- La verdad es que es...
Se interrumpió a media frase, o más bien la interrumpieron. De la nada apareció un hombre con un montón de espadas en las manos y cara de no haber dormido en tres días ni ir a dormir la cuarta noche. Se las dejó a Dexter y volvió a salir corriendo como si le persiguiera el diablo. Aki parpadeó, confundida.
-¿Esto es cosa de tu banda? Si que son eficaces, pero pobre hombre. Parece que le hayan dado el susto de su vida.
Cuando se perdió en la distancia volvió junto a Dexter, que volvía a estar ocupado separando espadas. Para su sorpresa, le ofreció una de las que permitían el acceso a la segunda fase. La cogió horizontal posada en ambas manos, para examinarla con el ceño fruncido. No tenía interés en convertirse en Yonkou. Sería una estupidez, por no tener no tenía ni un barco. Pero por otra parte si no encontraba la forma de asistir a la segunda fase faltaría a la promesa hecha en la Gorgona, ya que perdería toda oportunidad de intervención fuera cual fuera el rumbo que tomasen los acontecimientos.
Tras unos segundos, al final se encogió de hombros y la apoyó contra la pared. - Luego me la llevaré, supongo. Quizás ocurra algo interesante. Tienes razón, no es mi espada favorita, pero gracias por el regalo.
Se mantuvo un poco apartada, dejándole trabajar pero con la mirada fija en su ir y venir. Observó curiosa como sacaba todos los moldes del horno, preguntándose para qué los querría. Su pregunta pronto tuvo respuestas, más de las que había previsto. Atendió a las explicaciones en silencio, devorando los planos que había esparcidos por todo el banco de trabajo. No comprendía del todo la mecánica, pero sí la idea y el motivo. Sonrió traviesa mientras pensaba en ello. Si sabías de qué estaba hecha la máscara también sabías qué hacía falta para romperla. Era una buena idea, pero más allá del presente ciertamente tenía muchos usos. Sería un aparato muy útil, y no poco codiciado.
- La verdad es que es...
Se interrumpió a media frase, o más bien la interrumpieron. De la nada apareció un hombre con un montón de espadas en las manos y cara de no haber dormido en tres días ni ir a dormir la cuarta noche. Se las dejó a Dexter y volvió a salir corriendo como si le persiguiera el diablo. Aki parpadeó, confundida.
-¿Esto es cosa de tu banda? Si que son eficaces, pero pobre hombre. Parece que le hayan dado el susto de su vida.
Cuando se perdió en la distancia volvió junto a Dexter, que volvía a estar ocupado separando espadas. Para su sorpresa, le ofreció una de las que permitían el acceso a la segunda fase. La cogió horizontal posada en ambas manos, para examinarla con el ceño fruncido. No tenía interés en convertirse en Yonkou. Sería una estupidez, por no tener no tenía ni un barco. Pero por otra parte si no encontraba la forma de asistir a la segunda fase faltaría a la promesa hecha en la Gorgona, ya que perdería toda oportunidad de intervención fuera cual fuera el rumbo que tomasen los acontecimientos.
Tras unos segundos, al final se encogió de hombros y la apoyó contra la pared. - Luego me la llevaré, supongo. Quizás ocurra algo interesante. Tienes razón, no es mi espada favorita, pero gracias por el regalo.
Marc Kiedis
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La verdad era que los cuatro formaban un grupo de lo más variopinto, y desde luego el de mayor altura media de aquella isla. Marc se alegró cuando el otro semigigante se dirigió a él. La verdad era que ya no aguantaba más en silencio, alguien tan abierto y social como él necesitaba comunicarse con los demás. Así que sonrió a su congénere y dijo:
- No te preocupes compañero, entiendo que tengas reservas a la hora de hablar con extraños. Me llamo Marc, y he venido desde el East Blue. Viendo el nivel que hay entre los asistentes no sé muy bien qué hago aquí, ya que acabo de comenzar mi aventura, pero si me mandaron la invitación será por algo. Además, estoy conociendo gente interesante. ¿Vosotros cómo os llamais?
Tras sus palabras, el grandullón rió con alegría. En ese momento apareció otro de los piratas que estaban antes en la Gorgona, el que se había presentado como Helkan. La tensión entre él y el supuesto líder del improvisado grupo (el humano) aumentó durante un momento, para después quedar interrumpida por algo aún más interesante. El grupo había visto que algo se aproximaba a toda velocidad hacia ellos. Era una de las espadas del concurso, pero parecía moverse sola. Un vistazo más detenido permitió a Marc ver que en realidad no era así, sino que un diminuto ser corría llevando el arma consigo. El hombre que parecía el jefe del grupo retó a la criatura a que demostrara que era digno de seguir su camino, pero parecía no fiarse mucho de Helkan, y nos dio orden de desplegarnos y revisar los alrededores en busca de más candidatos o espadas.
El gyojin se dirigió entonces hacia el este, haciendo caso de lo que le dijo, y el otro semigigante me dijo que sería mejor dejarle espacio para combatir, y que lo sabríamos si necesitaba ayuda en algún momento. Acto seguido, se encaró con Helkan, evitando así un posible intento por su parte de distraer o atacar a Syxel. Por su parte, Marc decidió quedarse cerca, moviéndose un poco hacia el oeste pero manteniéndose a una distancia que le permitiera ayudar tanto a Syxel como al otro semigigante en caso de que fuera necesario. Al fin y al cabo, habían formado un equipo para esta misión, y por lo tanto mientras ésta durara eran camaradas y debían ayudarse.
- No te preocupes compañero, entiendo que tengas reservas a la hora de hablar con extraños. Me llamo Marc, y he venido desde el East Blue. Viendo el nivel que hay entre los asistentes no sé muy bien qué hago aquí, ya que acabo de comenzar mi aventura, pero si me mandaron la invitación será por algo. Además, estoy conociendo gente interesante. ¿Vosotros cómo os llamais?
Tras sus palabras, el grandullón rió con alegría. En ese momento apareció otro de los piratas que estaban antes en la Gorgona, el que se había presentado como Helkan. La tensión entre él y el supuesto líder del improvisado grupo (el humano) aumentó durante un momento, para después quedar interrumpida por algo aún más interesante. El grupo había visto que algo se aproximaba a toda velocidad hacia ellos. Era una de las espadas del concurso, pero parecía moverse sola. Un vistazo más detenido permitió a Marc ver que en realidad no era así, sino que un diminuto ser corría llevando el arma consigo. El hombre que parecía el jefe del grupo retó a la criatura a que demostrara que era digno de seguir su camino, pero parecía no fiarse mucho de Helkan, y nos dio orden de desplegarnos y revisar los alrededores en busca de más candidatos o espadas.
El gyojin se dirigió entonces hacia el este, haciendo caso de lo que le dijo, y el otro semigigante me dijo que sería mejor dejarle espacio para combatir, y que lo sabríamos si necesitaba ayuda en algún momento. Acto seguido, se encaró con Helkan, evitando así un posible intento por su parte de distraer o atacar a Syxel. Por su parte, Marc decidió quedarse cerca, moviéndose un poco hacia el oeste pero manteniéndose a una distancia que le permitiera ayudar tanto a Syxel como al otro semigigante en caso de que fuera necesario. Al fin y al cabo, habían formado un equipo para esta misión, y por lo tanto mientras ésta durara eran camaradas y debían ayudarse.
- Resumen:
- - Hablar un poco con mis compañeros.
- Hacer caso a Syxel y desplegarme, pero sin alejarme mucho para poder acudir en su ayuda o en la de Balagus si lo necesitan.
- Posición actual D12, casilla que exploro.
- Ivan, Marc, Balagus y Syxel:
- Syxel, el tontata se detiene ante ti, porque estás en el camino, no por otra cosa. Te mira, mira a tu espada, escucha el desafío, te vuelve a mirar, mira a tu espada… Y en ese momento interminable su dulce sonrisa da pie a un rostro serio con angulosas y prominentes facciones masculinas. De pronto el tontata desaparece dejando caer la espada para aparecer detrás de ti a la altura de tu cabeza, un aura rojiza lo envuelve dándole un aire de potencia repentina.
- Acepto el desafio. – Dice con una voz sorprendentemente grave. – Tontata Kenpo, decimoquinto movimiento: Pastel de vainilla. – Pronuncia antes de soltar un poderoso golpe con una onda de choque de un tamaño peligrosamente grande.
Los que usen mantra con el tontata, notarán que posee una presencia intimidante y que su fuerza puede ser fácilmente superior a la de cualquiera de los presentes.
Ivan, al principio y con la distancia, no lo reconoces, pero cuando se ha quedado quieto, si has estudiado los carteles de este último año, lo reconocerás por ser uno de los pocos tontatas con recompensa por su cabeza. Su nombre es Biscuit, el tontata feliz, recompensa 135.000.000 por su cabecita. Un ex esclavo que escapó de Mariejoa y, lejos de eso, se hizo con el control de varias bandas pirata que intentaron aprovecharse de él. Buscado por una lista muy variada de delitos, entre los que se encuentran destrozos de la propiedad pública a gran escala, derrotar a un contraalmirante y mear en la puerta de un cuartel marine… en ese orden.
- Bethril y Zane:
- Os vais a dar de hostias, disfrutad.
https://www.onepiece-definitiverol.com/t20698-medida-de-plla-bethril-vs-zane#201302
- Moradosaki:
- Exploráis el navío, sin duda lo han desvalijado bien, no queda nada de valor dentro. Bueno, casi nada. Tras pasar algunos camarotes y saltar por encima de ciertas zonas encharcadas encontráis en lo más profundo del barco, una espada bastarda plateada con el número 3 en la guarda. Esta se encuentra clavada en lo que queda de la quilla por encima del agua, en un lugar bastante estrecho. Una ubicación muy extraña ¿no te parece? Que tu sepas la quilla es uno de los, sino, el elemento más importante de la estructura de un barco, a lo mejor tienes que extraerla con cuidado.
- Luka:
- Caminas por una playa que hace tiempo que no limpian, o eso o ha tenido una bacanal de las gordas hace poco. No pareces encontrar gran cosa aparte de basura, entre las rocas tampoco hay mucho que destaque. Mientras buscas te tropiezas con algo alargado, está cubierto por algas. En cuanto las apartas puedes ver una bonita cimitarra plateada con el número 14 en el mango. Pero está enganchada en un hueco entre dos rocas y parece que no va a salir fácilmente. Puede que si haces algo de fuerza sea tu día de suerte. En caso de quedarte con el resto puedes ignorar esta moderación.
- Arribor:
- No muy lejos de ti puedes escuchar… y sentir el desenfrenado combate que acaba de empezar. La verdad es que intervenir te ayudaría a liberar bastante adrenalina, pero parece ser que estás centrado en tu búsqueda. El bosque es oscuro, aunque ahora que las nubes se han despejado se puede ver algo, más con la luz de la linterna. Caminas en solitario por lo que parece un sendero, no sabes si natural o hecho por el hombre, hasta que tu vista distingue algo. A varios metros por delante está lo que parece ser un claro, con un pequeño montículo iluminado por la luna. Si te acercas en lo alto están clavadas tres espadas, una katana plateada con el número 2 grabado en la hoja, un sable dorado con una guarda llena de filigranas las cuales forman un 1 y, entre ambas, una espada rota y oxidada, la cual apenas se mantiene clavada en el suelo. Está en mal estado, pero entre la roña y el óxido se distingue un 0.
- Nailah y Therax:
- Os adentráis en las ruinas, las exploráis con cuidado, aunque no parecen gran cosa. Los muros, a pesar de su mal estado, son estables, por lo menos, aguantan su peso sin problemas. La estructura parece partida por la mitad, una mitad en tierra firme y otra mitad inclinada, hundida en el mar. Al principio no se ve nada bajo las aguas, pero cuando se terminan de retirar las nubes y la luz de la luna se cuela por los abundantes huecos del techo y las paredes podéis ver como algo brillante descansa sobre una columna derruida en el fondo de la estructura. Es una espada plateada, el único problema, que está bajo el agua, a unos 5 o 6 metros bajo la superficie.
- William:
- Después de comprobar que, en efecto, estás solo, y de lo vacío y limpio que está ese almacén te acercas a las cajas. Son cajas normales y corrientes, no parece haber ningún mecanismo oculto. Estiras la mano y cuando está a escasos centímetros de la espada escuchas un ruido a la entrada. Miras sobresaltado… sólo es una rata. Vuelves a lo tuyo y agarras la espada, parece normal y corriente, simplemente con un baño de plata. Te das la vuelta y te das cuenta de un detalle del cartel, en el otro lado pone “O toca si quieres, soy un cartel no un guardia”
Te dispones a salir, pero en ese momento escuchas pasos a las afueras, varias personas. Si te asomas por la puerta entre-abierta verás a unas 6 personas que se han reunido a la puerta del almacén de en frente. A penas se ve, pero puedes distinguir, como el que porta la linterna se quita un tricornio, el garfio de pega, el parche y el loro falso del hombro y entran en el almacén en silencio. Algo se está cociendo, a lo mejor te interesa investigar… o completar la prueba que es a lo que venías.
- Dixitr y Iki:
- Estáis a lo vuestro, Aki ha conseguido la espada más fácil de evento, enhorabuena.
- Barbazul:
- El hombre se marcha a cumplir la tarea que le has encomendado y tú te quedas esperando a la turba. Pasa un minuto… pasan dos… y nada. Nadie parece intentar superar el muro de tinta, o por lo menos nadie lo logra. Aunque tras un tiempo escuchas algo de jaleo a tus espaldas. Te giras y ves a la muchedumbre furiosa, han sido medianamente listos y, como buenos habitantes de Mock Town, se conocían las calles. En vez de pasar el muro de algo que da mal yuyu, han dado un rodeo por la calle de al lado.
Algunos se lanzan a por ti, pero un par de ellos se resbalan al acercarse. El resto se para antes de llegar al hielo, a pesar de que tenga los mismos colores que la calle sigue reflejando la luz con un tono cristalino. Uno de los miembros de la turba pasa al frente, lleva un delantal de cuero, una barba muy masculina y un enorme mazo más masculino todavía. Sin mediar palabra da un golpe sobre el hielo, resquebrajándolo en pedazos y haciendo que sea más fácil pasar. Tras eso toda esa gente vuelve a por ti. Por cierto, hay algunos que parecen bastante fuertes, y no hablo sólo de piratas.
- Deathstroke:
- Entras en la cueva y llegas hasta la espada, una preciosa falcata de plata. Te dispones a cogerla, pero justo en ese momento algo muy rápido pasa por delante de ti llevándose la espada y situándose en la entrada de la cueva.
Es un pequeño isópodo de tonos pálidos. Tiene la espada entre las pinzas de la boca y te mira con algo de nerviosismo, como esperando tu reacción.- El bichito:
Luka Rooney
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No podía dejar de recordar buenos momentos caminando por aquella tranquila bahía. Tenía dibujada una sonrisa tonta mientras rememoraba aquellos tiempos sin preocupaciones más allá de las más vitales. Tiempos en los que era un solitario niño con pocos bienes y amigos, pero aquellos pocos amigos, eran hermanos para mí. Recordaba el semblante frío y apagado de Eric, la facilidad de meterse en problemas de Kenny, la inteligencia y discursos de Ptr… Los recordaba a todos y cada uno de ellos.
A los que fueron mis compañeros de infancia en la isla Gyojin, más preocupados por hacerse ricos encontrando tesoritos y jugar a ser mayores que por ver lo que ya tenían delante y lo que se estaban forjando.
A los compañeros de mi primera banda, cegados por un odio irracional que mucho tardé en vislumbrar. Aquellos que defendían a los suyos por encima de todo, independientemente de quién fuera el que atacase o por qué lo hiciese. De la diferencia de fuerzas o motivos de ambas partes. Lo importante era la unidad y eso era de lo que nos intentamos encargar en aquel momento.
Volví de nuevo al mundo real tras haberme abstraido por enésima vez, intentando volver a concienciarme de que no volvería a pasar de nuevo.
“Céntrate en tu estúpido cometido de conseguir una maldita espada con un número”
Respecto a la orilla, no había gran cosa. De vez en cuando encontraba alguna tortuga intentando llegar al agua, así que la lanzaba hacia ésta para agilizar el proceso. Miraba debajo de conchas, por si alguien había tenido la feliz idea de introducirla a través de la arena. Ojeaba las rocas también, intentando divisar algún rastro o alguna pista de dónde podrían estar escondidas, pero no había narices a encontrar una de las ansiadas espadas.
Quizá, después de todo, no quedaran más espadas por obtener. Nuestro discursito había desencadenado en una pérdida innecesaria de tiempo. Tanto porque el resto de competidores ya nos habían adelantado, como por la poca repercusión que tuvo, tanto en Viktor como en el Yonkou, que poco más y se hubieran reiido en nuestra cara de una manera mucho más evidente.
Me preguntaba cómo le estaría yendo a Syxel en su peculiar duelo contra el pequeño y curioso ser que habíamos visto levantando la espada. Me quedaba con ganas de ver pelear tanto al propio Syxel como ver de qué era capaz aquella especie de “hada”. Quizá fuera capaz de derrotarle, lo cual, por otra parte, no dudaría en contar a Zane en cualquier taberna con varias copas de más encima y entre risas. Eso si conseguía salir de aquella isla, claro.
Por otro lado estaban los dos gigantes. Sinceramente, no me había gustado mucho el hecho de dejarles con el otro desconocido, pese a que Syxel le conociera, no me infundía mucha confianza. Aunque quizá ello se debía a la desconfianza que tenía del humano en general. De cualquier modo, por extraño que pareciese, me encontraba más cómodo junto al resto de mis eventuales compañeros que solo.
Caminé un rato más agudizando el oído, a expensas de que Syxel pudiera gritar solicitando mi ayuda, aunque tenía bastante claro que, a no ser que estuvieran ante un gran peligro similar a la muerte, su orgullo probablemente no le permitiese pedir ayuda.
Incluso dudaba de si lo haría en ese caso, ya que me expondría ante una posible muerte, lo cual Zane no le perdonaría.
¿Cómo le estaría yendo a mi capitán? Aquel tipo al que intentó enfrentarse parecía más fuerte que él, aunque nunca podías fiarte de la fuerza del descamisetado, ya que cada vez que tenía un reto, se superaba. Confiaba en su fuerza y en que saliese vivo de aquella isla, al igual que confiaba en mí mismo y en que pudiera salir vivito y coleando.
También estaba Therax, que se había llevado la única vía de comunicación con Zane que teníamos. Esperaba que encontrase una espada él también, pero al final las matemáticas estaban ahí, no tocábamos a una espada por persona, por lo que… Alguien tendría que quedarse fuera. La cuestión era… ¿Se podría participar de fuera al igual que algún que otro pirata se había introducido ilegalmente?
De repente, algo llamo mi atención. Entre dos piedras había una especie de espada atrapada. Me acerqué y aparte el polvo proveniente de la arena con la mano a la par que veía un número en ella. Parecía una de las famosas espadas.
Ojeé las dos piedras que la atrapaban, intenté empujarlas para poder mover la espada, pero no iba a ser fácil…
Afortunadamente, el mango de la espada estaba “libre" por lo que a unas malas, podría tirar de este y quedarme con él, según el propio Viktor nos había explicado, sería una prueba más que suficiente.
Saque una botella de agua de la mochila, y humedecí ambas manos, mirando fríamente a la roca.
Entonces, tras unos veinte segundos de concentración, empecé a empujar usando las partículas de agua de las palmas de las manos gracias al Karate Gyojin, esperando poder moverlas y conseguir mi cometido. En caso de no hacerlo, optaría por tirar del mango hasta que la espada se rompiese, quedandome con éste.
Tras ello, si salía con alguna prueba de la espada, iría de nuevo hacia la ubicación de Syxel, esperando que todo fuera bien.
A los que fueron mis compañeros de infancia en la isla Gyojin, más preocupados por hacerse ricos encontrando tesoritos y jugar a ser mayores que por ver lo que ya tenían delante y lo que se estaban forjando.
A los compañeros de mi primera banda, cegados por un odio irracional que mucho tardé en vislumbrar. Aquellos que defendían a los suyos por encima de todo, independientemente de quién fuera el que atacase o por qué lo hiciese. De la diferencia de fuerzas o motivos de ambas partes. Lo importante era la unidad y eso era de lo que nos intentamos encargar en aquel momento.
Volví de nuevo al mundo real tras haberme abstraido por enésima vez, intentando volver a concienciarme de que no volvería a pasar de nuevo.
“Céntrate en tu estúpido cometido de conseguir una maldita espada con un número”
Respecto a la orilla, no había gran cosa. De vez en cuando encontraba alguna tortuga intentando llegar al agua, así que la lanzaba hacia ésta para agilizar el proceso. Miraba debajo de conchas, por si alguien había tenido la feliz idea de introducirla a través de la arena. Ojeaba las rocas también, intentando divisar algún rastro o alguna pista de dónde podrían estar escondidas, pero no había narices a encontrar una de las ansiadas espadas.
Quizá, después de todo, no quedaran más espadas por obtener. Nuestro discursito había desencadenado en una pérdida innecesaria de tiempo. Tanto porque el resto de competidores ya nos habían adelantado, como por la poca repercusión que tuvo, tanto en Viktor como en el Yonkou, que poco más y se hubieran reiido en nuestra cara de una manera mucho más evidente.
Me preguntaba cómo le estaría yendo a Syxel en su peculiar duelo contra el pequeño y curioso ser que habíamos visto levantando la espada. Me quedaba con ganas de ver pelear tanto al propio Syxel como ver de qué era capaz aquella especie de “hada”. Quizá fuera capaz de derrotarle, lo cual, por otra parte, no dudaría en contar a Zane en cualquier taberna con varias copas de más encima y entre risas. Eso si conseguía salir de aquella isla, claro.
Por otro lado estaban los dos gigantes. Sinceramente, no me había gustado mucho el hecho de dejarles con el otro desconocido, pese a que Syxel le conociera, no me infundía mucha confianza. Aunque quizá ello se debía a la desconfianza que tenía del humano en general. De cualquier modo, por extraño que pareciese, me encontraba más cómodo junto al resto de mis eventuales compañeros que solo.
Caminé un rato más agudizando el oído, a expensas de que Syxel pudiera gritar solicitando mi ayuda, aunque tenía bastante claro que, a no ser que estuvieran ante un gran peligro similar a la muerte, su orgullo probablemente no le permitiese pedir ayuda.
Incluso dudaba de si lo haría en ese caso, ya que me expondría ante una posible muerte, lo cual Zane no le perdonaría.
¿Cómo le estaría yendo a mi capitán? Aquel tipo al que intentó enfrentarse parecía más fuerte que él, aunque nunca podías fiarte de la fuerza del descamisetado, ya que cada vez que tenía un reto, se superaba. Confiaba en su fuerza y en que saliese vivo de aquella isla, al igual que confiaba en mí mismo y en que pudiera salir vivito y coleando.
También estaba Therax, que se había llevado la única vía de comunicación con Zane que teníamos. Esperaba que encontrase una espada él también, pero al final las matemáticas estaban ahí, no tocábamos a una espada por persona, por lo que… Alguien tendría que quedarse fuera. La cuestión era… ¿Se podría participar de fuera al igual que algún que otro pirata se había introducido ilegalmente?
De repente, algo llamo mi atención. Entre dos piedras había una especie de espada atrapada. Me acerqué y aparte el polvo proveniente de la arena con la mano a la par que veía un número en ella. Parecía una de las famosas espadas.
Ojeé las dos piedras que la atrapaban, intenté empujarlas para poder mover la espada, pero no iba a ser fácil…
Afortunadamente, el mango de la espada estaba “libre" por lo que a unas malas, podría tirar de este y quedarme con él, según el propio Viktor nos había explicado, sería una prueba más que suficiente.
Saque una botella de agua de la mochila, y humedecí ambas manos, mirando fríamente a la roca.
Entonces, tras unos veinte segundos de concentración, empecé a empujar usando las partículas de agua de las palmas de las manos gracias al Karate Gyojin, esperando poder moverlas y conseguir mi cometido. En caso de no hacerlo, optaría por tirar del mango hasta que la espada se rompiese, quedandome con éste.
Tras ello, si salía con alguna prueba de la espada, iría de nuevo hacia la ubicación de Syxel, esperando que todo fuera bien.
- ”Resumen”:
- Caminar y buscar por la bahía.
- Recordar a los miembros de mi banda y pensar en cómo estarán.
- Encontrar una espada, intentar mover las rocas como primer intento, y si no sale bien, quedarme con el mango.
- Volver hacia la ubicación de Syxel y los gigantes.
- Caminar y buscar por la bahía.
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