Rainbow662
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Akuma no mi
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"Vaya, sí que es eficaz este bicho", pensó cuando se dio cuenta de que caminaba por un sendero claramente definido entre la maleza. El olfato de Franklin -o el azar, daba un poco igual- lo había llevado justo hasta el sitio donde quería llegar. Lo malo era que seguro que se le subía a la cabeza el éxito. No iba a haber quien lo aguantase. No era raro ver a la morsa pavoneándose por ahí cuando pescaba algo o cuando resultaba tener razón. O simplemente cuando Arribor se equivocaba, que era mucho más común.
Tal y como pensaba, el lugar donde estaban las espadas parecía salido de un cuento de hadas y magia. La luna iluminaba el montículo en el que las armas descansaban, con varios centímetros de la hoja clavados en tierra. El manto de luz blanca dotaba la escena de un aura mística que le hizo mirar a los lados por si salía algún duendecillo de entre los árboles o algo así. ¿Se habría quedado dormido por ahí y estaría soñando? No sería la primera vez, dicho sea de paso. Pudiera ser que se hubiera recostado en algún seto y todo fuera un extraño sueño.
No, no podía ser un sueño. Franklin no aparecería si fuera así.
Echando un vistazo alrededor por si alguien se le adelantaba, subió el montículo y contempló las tres espadas. No esperaba encontrarse con tantas, la verdad. ¿Cuál tendría que coger? Una de ellas parecía tan vieja que perfectamente podía deshacerse si la tocaba. Tenía un número impreso, casi indistinguible. ¿Era un cero o un ocho? Bueno, daba igual. Había otra de mucha mejor factura, un arma plateada que lucía un dos claramente grabado. Pero la mejor de todas era la del número uno. El brillo del oro era inconfundible. ¿Si se llevaba ésa ganaría? Si no era así, al menos podría sacar un buen pellizco por ella.
-Me esperaba algo más difícil -dijo en voz alta.
Decidió llevarse las tres. No sabía si quien tuviese más ganaría o qué, pero no veía motivos para dejar ninguna allí. Además, bastante le había costado resistirse a la tentación de entrometerse en el combate cercano como para dejar parte del premio tirado por ahí.
- Resumen:
- Bablabla blablabla - Ir a coger las tres espadas cual perra avariciosa
Syxel
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Aún con mis desarrollados reflejos y la pequeña ventaja que el haki de observación me ofrecía, apenas pude reaccionar a tiempo al ataque de mi pequeño rival. En cuanto apareció a mi espalda me impulsé hacia delante, girando sobre mí mismo mientras lo hacía, para detenerme de nuevo de frente a él, dejando unos tres metros entre nosotros.
Fijé la mirada en su rostro, y no pude más que admirar la masculinidad que este desprendía. Realmente me había pillado por sorpresa, y noté como el vello de mis brazos se erizaba. Tampoco pasé por alto el aura que desprendía. El pequeño permanecía allí de pie, imponente, sin apartar la mirada. Su postura, sus facciones, su voz grave y profunda, sin duda alguna estaba frente a un verdadero hombre, merecedor de mi respeto, y de ser considerado un oponente digno.
La onda de choque había llegado a alcanzar mi hombro izquierdo, y aunque el impacto no había sido directo y no hubiese causado ningún daño preocupante, sí que sentía algo de dolor en el mismo.
- Hace un momento sentía cierta curiosidad... - Me dirigí a él mientras movía el brazo un par de veces, aliviando un poco el dolor. - Pero he de admitir que ahora tengo verdadero interés - sentencié con una sonrisa, mientras intercambiábamos miradas.
No muy lejos de nosotros se encontraban Helkan, Balagus y Marc. No pasé por alto el hecho de que el primero no apartase la vista del tontatta, pero esperaba que no tratase de intervenir. Aunque si lo hacía, confiaba en que mis compañeros podrían encargarse de la situación. Por mi parte, debía concentrarme en mi propio combate. Pues ya me había quedado claro que no iba a ser precisamente sencillo.
Me permití estudiar a mi opotente detenidamente durante unos segundos. Estaba claro que escondía mucho más de lo que parecía, y cuando centré mi kenbunshoku haki en él pude sentir como su presencia se multiplicaba, generando una considerable presión entre nosotros. Sin duda había encontrado a alguien muy interesante.
Sonreí de nuevo, justo antes de empuñar mi espada firmemente con la diestra y acometer en su dirección. Apenas nos separaban unos metros por lo que debía ser capaz de llegar hasta él enseguida. Y aunque podía suponer que no le alcanzaría con el primer ataque, era una buena oportunidad para medir sus capacidades. Por ello, una vez le tuve a mi alcance, lancé mi primer ataque. Descargando un barrido horizontal, esperaba que lo esquivase, y en cuanto lo hiciera haría estallar bajo sus pies una pequeña columna de fuego oscuro que ascendiese varios metros.
Fijé la mirada en su rostro, y no pude más que admirar la masculinidad que este desprendía. Realmente me había pillado por sorpresa, y noté como el vello de mis brazos se erizaba. Tampoco pasé por alto el aura que desprendía. El pequeño permanecía allí de pie, imponente, sin apartar la mirada. Su postura, sus facciones, su voz grave y profunda, sin duda alguna estaba frente a un verdadero hombre, merecedor de mi respeto, y de ser considerado un oponente digno.
La onda de choque había llegado a alcanzar mi hombro izquierdo, y aunque el impacto no había sido directo y no hubiese causado ningún daño preocupante, sí que sentía algo de dolor en el mismo.
- Hace un momento sentía cierta curiosidad... - Me dirigí a él mientras movía el brazo un par de veces, aliviando un poco el dolor. - Pero he de admitir que ahora tengo verdadero interés - sentencié con una sonrisa, mientras intercambiábamos miradas.
No muy lejos de nosotros se encontraban Helkan, Balagus y Marc. No pasé por alto el hecho de que el primero no apartase la vista del tontatta, pero esperaba que no tratase de intervenir. Aunque si lo hacía, confiaba en que mis compañeros podrían encargarse de la situación. Por mi parte, debía concentrarme en mi propio combate. Pues ya me había quedado claro que no iba a ser precisamente sencillo.
Me permití estudiar a mi opotente detenidamente durante unos segundos. Estaba claro que escondía mucho más de lo que parecía, y cuando centré mi kenbunshoku haki en él pude sentir como su presencia se multiplicaba, generando una considerable presión entre nosotros. Sin duda había encontrado a alguien muy interesante.
Sonreí de nuevo, justo antes de empuñar mi espada firmemente con la diestra y acometer en su dirección. Apenas nos separaban unos metros por lo que debía ser capaz de llegar hasta él enseguida. Y aunque podía suponer que no le alcanzaría con el primer ataque, era una buena oportunidad para medir sus capacidades. Por ello, una vez le tuve a mi alcance, lancé mi primer ataque. Descargando un barrido horizontal, esperaba que lo esquivase, y en cuanto lo hiciera haría estallar bajo sus pies una pequeña columna de fuego oscuro que ascendiese varios metros.
- Resumen:
- Comienzo mi combate contra el tontatta.
barbazul
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Akuma no mi
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Cuando el hombre entra en la herrería me relajo, allí con Dexter no correrá peligro alguno, no hay nadie en la isla capaz de vencer a mi capitán. Por la calle donde está el muro no parece venir nadie, así que me entran las tentaciones de ir a ver qué está pasando. Aunque el bullicio, justo por el lado contrario a donde me lo esperaba, empieza a llegar hasta mí. Deben de haber dado un rodeo o algo así, lo cual me sorprende bastante, mira que son persistentes esos tipos. Los primeros que llegan caen por el suelo helado, pero luego uno de ellos con pinta de herrero varonil destroza el área helada, obligándome a saltar hacia atrás por si acaso la honda terminaba dándome.
Es demasiada gente, y algunos tienen pinta de ser muy fuertes, así que lo primero que debo hacer es alejarlos de la herrería, y sé el mejor sitio a donde llevarlos, al muro. Lo primero es canalizar mi energía a través de Pingū tsubasa para generar una onda cortante a veinte grados bajo cero hacía todo el grupo. Tras ello, saldría corriendo, casi a mi velocidad tope, en zigzag deshaciendo el camino que ya había hecho en carro esperando atraer a todos los posibles. En cuanto estuviera cerca del muro de tinta comenzaría a concentrarlo en una esfera, se me había ocurrido una idea para intentar deshacerme de todos con las menos bajas posibles.
Con la esfera del tamaño que me hubiera dado tiempo a reunir antes de que se acercaran de forma peligrosa aquella muchedumbre, se la lanzaría. Trataría de que la tinta impregnara a la mayoría de los presentes antes de hacer la jugada maestra de endurecer toda esa tinta como si fuera hierro, tratando así de aprisionar los más posibles y que no pudieran moverse. Lo más probable es que varios quedaran aún libres y tuviera que enfrentarme a ellos, lo que haría ya sin juegos.
Es demasiada gente, y algunos tienen pinta de ser muy fuertes, así que lo primero que debo hacer es alejarlos de la herrería, y sé el mejor sitio a donde llevarlos, al muro. Lo primero es canalizar mi energía a través de Pingū tsubasa para generar una onda cortante a veinte grados bajo cero hacía todo el grupo. Tras ello, saldría corriendo, casi a mi velocidad tope, en zigzag deshaciendo el camino que ya había hecho en carro esperando atraer a todos los posibles. En cuanto estuviera cerca del muro de tinta comenzaría a concentrarlo en una esfera, se me había ocurrido una idea para intentar deshacerme de todos con las menos bajas posibles.
Con la esfera del tamaño que me hubiera dado tiempo a reunir antes de que se acercaran de forma peligrosa aquella muchedumbre, se la lanzaría. Trataría de que la tinta impregnara a la mayoría de los presentes antes de hacer la jugada maestra de endurecer toda esa tinta como si fuera hierro, tratando así de aprisionar los más posibles y que no pudieran moverse. Lo más probable es que varios quedaran aún libres y tuviera que enfrentarme a ellos, lo que haría ya sin juegos.
- Resumen:
- Darme cuenta de que no vienen, escucharlos y verlos por el otro lado y saltar del hielo antes de que lo rompa el supuesto herrero.
Lanzar una onda cortante con mi espada Pingū tsubasa (la espada de hielo) y correr hacía el muro de tinta para empezar a hacer de él una esfera.
Tirar a la esfera a la muchedumbre tratando de empapar en tinta a todos para luego solidificarla como si fuera hierro, tratando así de inmovilizar a la mayoría.
Prepararme para pelear en serio con los restantes.
Datos: Agilidad 7, velocidad 5, reflejos 6, poder de destrucción 4, puntería 2
Puede llenar una sala pequeña con tinta. Puede disparar a 75 metros. Puede controlar la tinta del entorno en un radio de 5 metros (se entiende por "tinta del entorno" aquella que no ha sido creada por él).
Solidez: Barbazul puede endurecer la tinta creada por el como si se tratase de hierro.
Además, puede variar la concentración de los elementos que forman la tinta (los pigmentos, por ejemplo) lo que se resume en tinta de colores. Puede tener una forma definida.
Puede crear hasta tres metros cúbicos de hielo y manipularlo de forma normal.
Therax se movía por el interior de las ruinas con la precaución de quien cree que va a ser sepultado en cualquier momento. Al mismo tiempo, sin apartar la vista de las zonas que lucían más estropeadas, escrutaba cada milímetro del lugar por si encontraba algún indicativo de... algo. «Como salga de aquí sin la maldita espadita voy a tener una charla con alguien... No sé quién, pero alguien», se convenció, pensando en quién debería darle las explicaciones que demandaría.
A pesar del lamentable estado de la construcción, se movieron por sus entrañas sin que nada indicase que los muros se iban a caer sobre ellos. En consecuencia, tras un rato caminando, logró tranquilizarse y comenzó a explorar mejor los alrededores. Por otro lado, Nailah no parecía tener las mismas reticencias que él. Parecía mostrar más precaución -o al menos eso creía ver el rubio-, pero aun así exhibía una despreocupación digna de la más inmadura e infantil de las niñas. Se sorprendió planteándose reprenderla otra vez. «Si no se nos ha caído nada encima, no creo que vaya a pasar ahora», se dijo al tiempo que se abstenía de regañarle.
-¿Y esto? -dijo en voz baja al ver lo que tenía delante. Parte de las viejas ruinas se encontraban inclinadas hacia el mar que había junto a ellas, dando un aspecto aún más inestable a la estructura que no gustó en absoluto al espadachín. «Sólo faltan los temblores y pensaré que estoy en Little Garden», se quejó en su fuero interno, recordando lo cerca que habían estado de morir aplastados en aquella dichosa cueva.
Sin embargo, algo sumergido en el agua que había a unos pasos de él llamó su atención. Cuando la luz se coló a través de las grietas que plagaban las paredes, algo brillante en las profundidades provocó que su mirada se posase sobre... ¿una espada? «No me lo puedo creer. No podían ponerla en un sitio elevado, no, tenía que ser en medio de un... ¿charco?», pensó, observando sus alrededores.
-Pues yo ahí no puedo bajar, Nailah -comentó al tiempo que hacía un gesto señalando a su espalda, como si aún tuviera las alas-. Si pongo un pie ahí dentro, no salgo. Y no termina de convencerme que bajes tú. Esto huele a trampa que apesta.
Acto seguido, buscaría alguna piedra o algo que se pudiera arrojar por los alrededores. En caso de encontrarlo, lanzaría lo que fuera al agua para ver si sucedía algo. Tal vez hubiese algún mecanismo que detectase el movimiento en el líquido o algún ser vivo que, con algo de suerte, fuera lo suficientemente estúpido como para descubrirse de una manera tan simple.
A pesar del lamentable estado de la construcción, se movieron por sus entrañas sin que nada indicase que los muros se iban a caer sobre ellos. En consecuencia, tras un rato caminando, logró tranquilizarse y comenzó a explorar mejor los alrededores. Por otro lado, Nailah no parecía tener las mismas reticencias que él. Parecía mostrar más precaución -o al menos eso creía ver el rubio-, pero aun así exhibía una despreocupación digna de la más inmadura e infantil de las niñas. Se sorprendió planteándose reprenderla otra vez. «Si no se nos ha caído nada encima, no creo que vaya a pasar ahora», se dijo al tiempo que se abstenía de regañarle.
-¿Y esto? -dijo en voz baja al ver lo que tenía delante. Parte de las viejas ruinas se encontraban inclinadas hacia el mar que había junto a ellas, dando un aspecto aún más inestable a la estructura que no gustó en absoluto al espadachín. «Sólo faltan los temblores y pensaré que estoy en Little Garden», se quejó en su fuero interno, recordando lo cerca que habían estado de morir aplastados en aquella dichosa cueva.
Sin embargo, algo sumergido en el agua que había a unos pasos de él llamó su atención. Cuando la luz se coló a través de las grietas que plagaban las paredes, algo brillante en las profundidades provocó que su mirada se posase sobre... ¿una espada? «No me lo puedo creer. No podían ponerla en un sitio elevado, no, tenía que ser en medio de un... ¿charco?», pensó, observando sus alrededores.
-Pues yo ahí no puedo bajar, Nailah -comentó al tiempo que hacía un gesto señalando a su espalda, como si aún tuviera las alas-. Si pongo un pie ahí dentro, no salgo. Y no termina de convencerme que bajes tú. Esto huele a trampa que apesta.
Acto seguido, buscaría alguna piedra o algo que se pudiera arrojar por los alrededores. En caso de encontrarlo, lanzaría lo que fuera al agua para ver si sucedía algo. Tal vez hubiese algún mecanismo que detectase el movimiento en el líquido o algún ser vivo que, con algo de suerte, fuera lo suficientemente estúpido como para descubrirse de una manera tan simple.
- Resumen:
- Zusammenfassung:
- Caminar con cuidado y relajarme en parte al comprobar que no sucede nada.
- Pensarme si echarle otra bronca a Nailah y acordarme de lo sucedido en Little Garden tiempo atrás.
- Llegar al "charco" del interior de las ruinas y ver la espada en el fondo.
- Buscar algo que pueda tirar al agua y, de encontrarlo, arrojarlo para ver si sucede algo.
- Caminar con cuidado y relajarme en parte al comprobar que no sucede nada.
Ivan Markov
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Tal vez para aquella persona eso hubiera quedado en un aviso. Tal vez si no hubiese sacado el arma no se lo hubiera tomado de aquella manera. O más bien si Ivan no fuera Ivan todo hubiese quedado en una amenaza velada. Sin embargo dado que las cosas no eran así, el cazador no reaccionó precisamente bien a la actitud del semigigante. Sin amedrentarse en absoluto por su tamaño o fortaleza física, una sonrisa sádica se dibujó en su rostro mientras apoyaba su mano sobre la empuñadura de la katana. Le había molestado mucho la actitud de cara-jabalí al que en ningún momento había dirigido la palabra. ¿Cómo diablos se atrevía a hablarle y más en esos términos? ¿A él? En ningún momento había amenazado a su capitán ni había hecho amago de intervenir en su combate, de hecho había tenido la intención de disfrutar sin más del espectáculo... hablando de lo cual, ¿no era ese Biscuit, ese tontatta con más de cien millones por su cabeza que iba meando en cuarteles? La onda expansiva de su ataque agitó su pelo y su ropa, haciéndole consciente de la potencia de ese ataque. Syxel debía ser bastante resistente. Clavó su mirada en su oponente y dijo:
- No tenía intención en absoluto de intervenir, pero, ¿sabes? Nunca debes desenvainar un arma si no vas a terminar la tarea - soltó una suave carcajada, antes de murmurar - Schatten in der Nacht.
Mientras hablaba su piel se volvió pálida y sus pupilas doradas, y los colmillos se le afilaron y alargaron. Al mismo tiempo, la gabardina de capitán se convirtió en una capa larga y oscura que parecía estar hecha de un material etéreo, como de sombras. Finalmente, cuando mencionó las últimas palabras se arrebujó en la capa y su figura comenzó a diluirse hasta desaparecer. Era el poder combinado de su Manto de Sombras, que gracias a la oscuridad del ocaso le permitía volverse invisible, y de sus propias habilidades para el sigilo y ocultarse en la oscuridad. Se movió en torno al semigigante desenvainando la katana y una daga con el filo serrado, mientras se centraba con su kenbunshoku en las personas cercanas. Syxel estaría ocupado con el tontatta, pero seguramente el otro semigigante y el gyojin intentarían intervenir. No le preocupaban demasiado, de todos modos.
- ¿Cómo debería encargarme de ti? ¿Prefieres que sea lento o rápido? - la voz salió del aire, acompañada por una risa fría.
Se mantuvo en movimiento para que aunque hubiese delatado su posición por un momento, disfrutando del momento previo al asalto. Acechar a la presa haciéndole saber que estaba en peligro era simplemente excitante. Y dudaba que lograse inquietar siquiera a aquella enorme mole de músculos, pero que fuese una caza difícil y fuese a defenderse sólo la hacía más atrayente. Manteniendo vigilados a los dos por si intervenían, se situó a la espalda del semigigante en su flanco derecho y flexionó sus piernas por un momento. Se escuchó un estallido cuando rompió la barrera del sonido y un destello metálico siguió el recorrido de su corte, desplazándose toda la distancia entre ambos en décimas de segundo y colocándose a unos metros frente a él. Le había lanzado un corte de pasada con las dos armas intentando golpear la zona bajo las costillas, para lo que había tenido que volar a baja altura debido al tamaño del bicho.
- Stahlblitz.
En la oscuridad de la noche estaba en su terreno natural, pudiendo emplear todo su poder sin miedo a que el sol lo debilitara. Y mientras que él podía ver perfectamente, sus enemigos no lo tendrían tan fácil.
- No tenía intención en absoluto de intervenir, pero, ¿sabes? Nunca debes desenvainar un arma si no vas a terminar la tarea - soltó una suave carcajada, antes de murmurar - Schatten in der Nacht.
Mientras hablaba su piel se volvió pálida y sus pupilas doradas, y los colmillos se le afilaron y alargaron. Al mismo tiempo, la gabardina de capitán se convirtió en una capa larga y oscura que parecía estar hecha de un material etéreo, como de sombras. Finalmente, cuando mencionó las últimas palabras se arrebujó en la capa y su figura comenzó a diluirse hasta desaparecer. Era el poder combinado de su Manto de Sombras, que gracias a la oscuridad del ocaso le permitía volverse invisible, y de sus propias habilidades para el sigilo y ocultarse en la oscuridad. Se movió en torno al semigigante desenvainando la katana y una daga con el filo serrado, mientras se centraba con su kenbunshoku en las personas cercanas. Syxel estaría ocupado con el tontatta, pero seguramente el otro semigigante y el gyojin intentarían intervenir. No le preocupaban demasiado, de todos modos.
- ¿Cómo debería encargarme de ti? ¿Prefieres que sea lento o rápido? - la voz salió del aire, acompañada por una risa fría.
Se mantuvo en movimiento para que aunque hubiese delatado su posición por un momento, disfrutando del momento previo al asalto. Acechar a la presa haciéndole saber que estaba en peligro era simplemente excitante. Y dudaba que lograse inquietar siquiera a aquella enorme mole de músculos, pero que fuese una caza difícil y fuese a defenderse sólo la hacía más atrayente. Manteniendo vigilados a los dos por si intervenían, se situó a la espalda del semigigante en su flanco derecho y flexionó sus piernas por un momento. Se escuchó un estallido cuando rompió la barrera del sonido y un destello metálico siguió el recorrido de su corte, desplazándose toda la distancia entre ambos en décimas de segundo y colocándose a unos metros frente a él. Le había lanzado un corte de pasada con las dos armas intentando golpear la zona bajo las costillas, para lo que había tenido que volar a baja altura debido al tamaño del bicho.
- Stahlblitz.
En la oscuridad de la noche estaba en su terreno natural, pudiendo emplear todo su poder sin miedo a que el sol lo debilitara. Y mientras que él podía ver perfectamente, sus enemigos no lo tendrían tan fácil.
- cosas usadas:
- - Daga de Ayla: Una daga de kairoseki del 50% de pureza.
- Katana de Ugetsu: Una katana de kairoseki del 25% de pureza.
- Schatten in der Nacht: Cuando activa esta técnica, la gente no repara en su presencia mientras esté en una zona poco iluminada a menos que haga algo llamativo.
- Fuerza x80, velocidad x100, agilidad x55, reflejos x55.
- Manto de las Sombras: Una capa oscura de aspecto vaporoso, como si estuviese hecha de un material etéreo. Puede cambiar su tamaño y apariencia, pudiendo parecer tanto una capa de viaje normal, como una de gala entre otras cosas. Mientras se lleve puesta, el portador será invisible si está en una zona oscura o de baja iluminación, y difícil de percibir si está en una sombra en una zona iluminada. En el forro interior tiene una infinidad de bolsillos con un espacio tan grande que parece ilógico, de tal manera que si se lo propusiera (y tuviera fuerza suficiente para cargar con todo) podría llevar un arsenal entero guardado en la capa. Puede ser destruida, pero mientras quede al menos un jirón, volverá a recomponerse. Es ignífuga y aislante.
- resumen:
- Ataco a Balagus manteniendo mi mantra activo por si alguno de los otros interviene. Además me vuelvo invisible con mi manto de sombras.
Maze
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Bien, después de recorrer todo el barco lo habían logrado. Había algo de valor y, seguramente fuese lo que estaban buscando. O eso quería pensar Mura, teniendo en cuenta donde se encontraba. A los pumas normales les gustaba el agua. Pero ella no era un Puma normal, así que... Estar tan rodeada de agua en una de las zonas más importantes de una estructura como esa a la que poco le faltaba para terminar de hundirse no le hacía gracia. Frente a ella, clavada en la quilla, se encontraba una espada con un brillo similar al de las escamas de Sumire, plata. Tenía un número grabado en la empuñadura, así que cabía pensar que esa era una de las armas necesarias para pasar la prueba. -Si que han escondido bien estas cosas.- Dijo en un murmuro, pensando en el hecho de que pocas personas de gran poder podían entrar a lugares como aquel a causa del agua o de su tamaño físico. -Supongo que el problema ahora es sacarla espada sin que nos hundamos.- Añadió antes de empezar a observar el lugar en que se encontraba clavada la hoja.
No era carpintera, pero tenía algunos conocimientos sobre naturaleza y esperaba poder descubrir (observando con detenimiento la pieza) el estado en que se encontraba. Si fuese de madera, por supuesto. De estar echa con otro tipo de material, sería un intento fallido pues por mucha humedad que hubiera en el ambiente y otros agentes que pudiesen afectar al deterioro del navío, ella no podía saber como funcionaban en esos elementos.
-Supongo que habrá que tomar al toro por los cuernos.- Acabó por sentenciar, tras varios minutos meditando sobre sus posibilidades. Se planteó usar hilos para mantener firme el lugar, aunque esto serviría de poco si al sacar la espada esta dañaba la estructura. Por mucho que tuviera fuerza para mantener todo unido, no podría salir sin que eso cediese. Tal vez tirar rápido y correr no fuese mala opción. Con Sumire a su lado bastaría con usarse a si mima para ir cortando un camino hacia fuera. Pero Mura pretendía no causar tantos destrozos y ese plan tampoco resultaba del todo seguro. Aunque bueno, sería la opción B.
Así que, cruzando los dedos por que todo saliese bien, Mura se puso frente a la espada, apoyando sus pies a uno y otro lado sobre la quilla, con cuidado mientras los hilos se enredaban a toda la superficie, tratando de servir como seguro y evitar que esta no se rompiese. Agarró el mango de la espada y comenzó a tirar suavemente, procurando no ejercer más fuerza de la necesaria, mientras Sumire se preparaba para transformarse en caso de pasar lo peor.
No era carpintera, pero tenía algunos conocimientos sobre naturaleza y esperaba poder descubrir (observando con detenimiento la pieza) el estado en que se encontraba. Si fuese de madera, por supuesto. De estar echa con otro tipo de material, sería un intento fallido pues por mucha humedad que hubiera en el ambiente y otros agentes que pudiesen afectar al deterioro del navío, ella no podía saber como funcionaban en esos elementos.
-Supongo que habrá que tomar al toro por los cuernos.- Acabó por sentenciar, tras varios minutos meditando sobre sus posibilidades. Se planteó usar hilos para mantener firme el lugar, aunque esto serviría de poco si al sacar la espada esta dañaba la estructura. Por mucho que tuviera fuerza para mantener todo unido, no podría salir sin que eso cediese. Tal vez tirar rápido y correr no fuese mala opción. Con Sumire a su lado bastaría con usarse a si mima para ir cortando un camino hacia fuera. Pero Mura pretendía no causar tantos destrozos y ese plan tampoco resultaba del todo seguro. Aunque bueno, sería la opción B.
Así que, cruzando los dedos por que todo saliese bien, Mura se puso frente a la espada, apoyando sus pies a uno y otro lado sobre la quilla, con cuidado mientras los hilos se enredaban a toda la superficie, tratando de servir como seguro y evitar que esta no se rompiese. Agarró el mango de la espada y comenzó a tirar suavemente, procurando no ejercer más fuerza de la necesaria, mientras Sumire se preparaba para transformarse en caso de pasar lo peor.
- Spoiler:
- Meditar distintas formas de proceder para sacar la espada sin Liarla. Acabar por intentar hacerlo generando un "seguro" con los hilos rodeando la zona cercana a donde esta encerrada la hoja y tirando suavemente, tratando de no excederse con su fuerza. Sumire está lista para lo peor.
Balagus
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Mantuve la vista fija sobre el tal Helkan, negándome a regalarle un solo momento de escape visual. Las sensaciones que mi haki me proporcionó sobre él tampoco aliviaron mi severidad: su fuerza era bastante grande, ligeramente superior incluso a la mía, y algo inquietante anidaba en su interior, helándome la columna cuando pensaba en ello.
Y entonces noté su repentina hostilidad, justo antes de cerrarse mi canalización. Algo le había alterado, y las apuestas caían rápidamente hacia mi actitud. “Bueno, parece que mi instinto sigue sin defraudarme. Eso, o soy increíblemente bueno ofendiendo a la gente.”
Una onda expansiva resonó con fuerza a mis espaldas, removiendo ligeramente la capucha de lobo blanco y las trenzas que sobresalían por debajo de ella. Por mucho que quisiera girarme a admirar el espectáculo ahí atrás, tenía un objetivo más acuciante al frente, y no podía permitirme un segundo de distracción.
Helkan, si es que acaso era aquel su nombre real, respondió a mis maneras y empezó a transformarse delante de mis ojos en un ser siniestro y pavoroso, al que no pude reaccionar sino con una mueca de desagrado. Poco después, nada más pronunciar unas palabras extrañas, desapareció de mi vista en la oscuridad.
Aferré con fuerza mi hacha derecha. Ya había visto tácticas como esas en mi capitán, y sólo se me ocurría una fuente de poder capaz de hacer aquello realidad. De la misma manera, sabía cómo combatirlo.
Cerré los ojos y aislé mis oídos. Dado que mi enemigo había ocultado su figura y sus pasos, esos sentidos me serían inútiles para dar con él. Su voz me llegó, amortiguada debido a mi concentración, pero logré entenderla, así como la risa posterior.
Estaba usando tácticas de caza: desorientar a la presa y atacarla en un punto débil. En Little Garden, los grupos de cazadores lo empleábamos para propagar el caos y el desconcierto entre manadas de grandes dinosauros herbívoros, y yo mismo las había utilizado durante enfrentamientos rituales contra competidores de otras tribus.
Respiré profundamente, y dejé que todo a mi alrededor fluyera con el suave ritmo de la madre naturaleza. No me costó reavivar el haki de observación y localizar tanto a mi rival como sus intenciones.
“Espalda, costado derecho.”
En una fracción de segundo, antes de que el enigmático sujeto iniciara su acometida, aferré mi segunda hacha en la mano izquierda y me giré hacia mi derecha, lanzando la que ya tenía lista hacia Helkan, describiendo una trayectoria especial que la haría regresar a mí.
La escasa distancia y la cuchillada inmediata que había lanzado contra mí deberían impedirle esquivar ese contraataque, de manera que preparé la energía de mi cuerpo para correr con todas mis fuerzas y sacudirle el mejor revés que mi siniestra me permitió, buscando herirle y apartarle de mi camino por igual.
La verdadera intención de mi carrera era alcanzar el hacha que arrojé y cambiar de posición para que mis aliados pudieran entrar y Silver pudiera verme mejor.
- ¡Marc, Luka, aquí hay alguien que quiere morir! –Bramé a los cuatro vientos.
La fuerza ejercida por mis pulmones al vociferar me hizo notar un leve dolor punzante a lo largo del costado derecho, allí donde había tratado de atacar mi enemigo. Con la mano, comprobé que, efectivamente, tenía allí un pequeño corte poco preocupante, fruto de su acometida con la espada. Mi movimiento defensivo, combinado con mi tamaño y resistencia, habían minimizado el daño recibido, pero no lo habían podido anular.
- Y en respuesta a tu pregunta... –Me dirigí a Helkan, retomando el volumen normal pero cargándolo de rencor.- Las cacerías son limpias y rápidas. Siempre.
Y entonces noté su repentina hostilidad, justo antes de cerrarse mi canalización. Algo le había alterado, y las apuestas caían rápidamente hacia mi actitud. “Bueno, parece que mi instinto sigue sin defraudarme. Eso, o soy increíblemente bueno ofendiendo a la gente.”
Una onda expansiva resonó con fuerza a mis espaldas, removiendo ligeramente la capucha de lobo blanco y las trenzas que sobresalían por debajo de ella. Por mucho que quisiera girarme a admirar el espectáculo ahí atrás, tenía un objetivo más acuciante al frente, y no podía permitirme un segundo de distracción.
Helkan, si es que acaso era aquel su nombre real, respondió a mis maneras y empezó a transformarse delante de mis ojos en un ser siniestro y pavoroso, al que no pude reaccionar sino con una mueca de desagrado. Poco después, nada más pronunciar unas palabras extrañas, desapareció de mi vista en la oscuridad.
Aferré con fuerza mi hacha derecha. Ya había visto tácticas como esas en mi capitán, y sólo se me ocurría una fuente de poder capaz de hacer aquello realidad. De la misma manera, sabía cómo combatirlo.
Cerré los ojos y aislé mis oídos. Dado que mi enemigo había ocultado su figura y sus pasos, esos sentidos me serían inútiles para dar con él. Su voz me llegó, amortiguada debido a mi concentración, pero logré entenderla, así como la risa posterior.
Estaba usando tácticas de caza: desorientar a la presa y atacarla en un punto débil. En Little Garden, los grupos de cazadores lo empleábamos para propagar el caos y el desconcierto entre manadas de grandes dinosauros herbívoros, y yo mismo las había utilizado durante enfrentamientos rituales contra competidores de otras tribus.
Respiré profundamente, y dejé que todo a mi alrededor fluyera con el suave ritmo de la madre naturaleza. No me costó reavivar el haki de observación y localizar tanto a mi rival como sus intenciones.
“Espalda, costado derecho.”
En una fracción de segundo, antes de que el enigmático sujeto iniciara su acometida, aferré mi segunda hacha en la mano izquierda y me giré hacia mi derecha, lanzando la que ya tenía lista hacia Helkan, describiendo una trayectoria especial que la haría regresar a mí.
La escasa distancia y la cuchillada inmediata que había lanzado contra mí deberían impedirle esquivar ese contraataque, de manera que preparé la energía de mi cuerpo para correr con todas mis fuerzas y sacudirle el mejor revés que mi siniestra me permitió, buscando herirle y apartarle de mi camino por igual.
La verdadera intención de mi carrera era alcanzar el hacha que arrojé y cambiar de posición para que mis aliados pudieran entrar y Silver pudiera verme mejor.
- ¡Marc, Luka, aquí hay alguien que quiere morir! –Bramé a los cuatro vientos.
La fuerza ejercida por mis pulmones al vociferar me hizo notar un leve dolor punzante a lo largo del costado derecho, allí donde había tratado de atacar mi enemigo. Con la mano, comprobé que, efectivamente, tenía allí un pequeño corte poco preocupante, fruto de su acometida con la espada. Mi movimiento defensivo, combinado con mi tamaño y resistencia, habían minimizado el daño recibido, pero no lo habían podido anular.
- Y en respuesta a tu pregunta... –Me dirigí a Helkan, retomando el volumen normal pero cargándolo de rencor.- Las cacerías son limpias y rápidas. Siempre.
- Resumen:
- Contraataco a "Helkan" con mi haki observador activo lanzando el hacha mediante una técnica y corro a por ella, quitándole de en medio, y llamo a mis aliados.
- Datos útiles:
- Fuerza (Racial): x3
- Fuerza (PU): +200%
- Resistencia (PU): +300%
- Haki de observación: Desarrollado
- Técnica: Hacha bumerán- Descripción:
- Balagus lanza una de sus hachas de combate contra su enemigo, de tal manera que esta traza una trayectoria curva y regresa al lanzador como un bumerán.
- Descripción:
- Balagus concentra su fuerza en las piernas y se lanza a la carrera a una velocidad muy superior a la habitual, un 500%, exactamente. Esta velocidad persiste durante dos turnos, pero cuando se acaba no se puede volver a usar hasta pasados dos turnos.
William White
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El metódico método que había llevado a cabo pareció ser en vano ya que no había ninguna potencial amenaza en el almacén, es más al coger la espada el cartel no resultaba nada más que una burda broma. Suspiré de forma aliviada ya que al menos no corría peligro, puede que después de todo las pruebas de Viktor no fueran nada más que una prueba de habilidad, mientras todo siguiera así no habría ningún problema.
Fuera como fuera ahora venía la que sería para mí la parte más dura de la prueba, volver sano y salvo con la plateada hoja al restaurante. Primero guardando la hoja en la bolsa que llevaba en la bolsa, tras eso miraría la hora y calcularía cuanto quedaba para el alba, dependiendo del tiempo trascurrido tal vez me planteará esconderme e ir en el último instante o si era pronto aprovechar la incertidumbre inicial para volver al restaurante.
Fuera como fuera algo interrumpió mis pensamientos, justo cuando iba a salir del ligar un grupo de seis hombres acechaban al otro lado de la puerta, frente al último almacén no revisado. Escondiéndome tras la puerta me percate como uno de los hombres comenzó a quitarse partes de lo que parecía un disfraz pirata antes de entrar, trate de ver el rostro de los presentes o recordar si reconocido.
-Al parecer no soy el único disfrazado- pensé para mis adentros esperando que no se decidieran al entrar en el almacén en el que me encontraba.
Aguantando la respiración, observé como el grupo se introducía en el almacén uno por uno, lamenté por un momento no haber investigado primero el lado izquierdo, tal vez si lo hubiera hecho sabría a que diablos se dirigían aquellos hombres. Aunque por ello me podría haber visto atrapado una vez que hubieran entrado. De vuelta a la realidad, esperé unos instantes antes de salir, tratando de percatarme de si había más presencias en las cercanías.
-Si pudiera conseguir algo de información útil, sería maravilloso- pensé para mis adentros algo emocionado -¿Pero merece la pena asumir el riesgo?- proseguí preguntándome por el dilema.
En caso de que no detectará a nadie, abriría, esta vez si, cuidadosamente la puerta para evitar que produjera el ruido de la vez anterior. Tras ello, me acercaría al otro almacén por alguno de los laterales u algún sitio por el que pudiera oír ojear la escena con total impunidad. No estaría más de unos segundos tratando de escuchar antes de marcharme, no deseaba verme envuelto en ningún tipo de disputa, la espada me era más que suficiente para capacitar mi valía. La información es poder, pero uno necesita estar con vida para poder utilizarla.
Fuera como fuera ahora venía la que sería para mí la parte más dura de la prueba, volver sano y salvo con la plateada hoja al restaurante. Primero guardando la hoja en la bolsa que llevaba en la bolsa, tras eso miraría la hora y calcularía cuanto quedaba para el alba, dependiendo del tiempo trascurrido tal vez me planteará esconderme e ir en el último instante o si era pronto aprovechar la incertidumbre inicial para volver al restaurante.
Fuera como fuera algo interrumpió mis pensamientos, justo cuando iba a salir del ligar un grupo de seis hombres acechaban al otro lado de la puerta, frente al último almacén no revisado. Escondiéndome tras la puerta me percate como uno de los hombres comenzó a quitarse partes de lo que parecía un disfraz pirata antes de entrar, trate de ver el rostro de los presentes o recordar si reconocido.
-Al parecer no soy el único disfrazado- pensé para mis adentros esperando que no se decidieran al entrar en el almacén en el que me encontraba.
Aguantando la respiración, observé como el grupo se introducía en el almacén uno por uno, lamenté por un momento no haber investigado primero el lado izquierdo, tal vez si lo hubiera hecho sabría a que diablos se dirigían aquellos hombres. Aunque por ello me podría haber visto atrapado una vez que hubieran entrado. De vuelta a la realidad, esperé unos instantes antes de salir, tratando de percatarme de si había más presencias en las cercanías.
-Si pudiera conseguir algo de información útil, sería maravilloso- pensé para mis adentros algo emocionado -¿Pero merece la pena asumir el riesgo?- proseguí preguntándome por el dilema.
En caso de que no detectará a nadie, abriría, esta vez si, cuidadosamente la puerta para evitar que produjera el ruido de la vez anterior. Tras ello, me acercaría al otro almacén por alguno de los laterales u algún sitio por el que pudiera oír ojear la escena con total impunidad. No estaría más de unos segundos tratando de escuchar antes de marcharme, no deseaba verme envuelto en ningún tipo de disputa, la espada me era más que suficiente para capacitar mi valía. La información es poder, pero uno necesita estar con vida para poder utilizarla.
- Putos carteles:
- Me cago en la troleada del cartel, guardo espada en bolsa, describo lo de los hombres tratando de identificar de lo que van disfrazados. Salgo por la puerta(evitando hacer ruido) y trato de escuchar algo o ver algo unos segundos antes de marcharme, si no lo veo claro(considero que me estoy exponiendo mucho al investigar) me marcho sin investigar el asunto.
-Uso mis profesiones de espía/ladrón, así como el mantra(recuerdo que estoy a la espera de 2 niveles de hitos)
Marc Kiedis
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Mientras registraba atentamente la zona, Marc mantenía el oído pendiente de Balagus y Syxel, por si necesitaban ayuda en algún momento. Tras un pequeño rato explorando, el grnadullón escuchó el grito de Balagus llamándoles a él y al gyojin, clamando que alguien quería morir. Rápidamente el semigigante echó a correr para acudir en ayuda de su congénere, tal y como le había prometido. Por suerte, aunque se había desplazado un poco para cubrir algo más de terreno, no se había alejado mucho, y no tardó demasiado en llegar hasta sus compañeros.
Allí encontró a Balagus, con un corte bastante leve en su costado derecho, enfrentado a lo que parecía ser una criatura semihumana, pálida y con unos afilados colmillos sobresaliendo de su boca. No pudo evitar pensar que se parecía sospechosamente al tal Helkan, aunque no se le ocurría ningún poder que permitiese a alguien transformarse en aquella clase de ser. Marc, en ese momento, se puso junto a Balagus y, desenvainando su enorme espada, le dijo:
- Ya estoy aquí, compañero. ¿Qué ha ocurrido? ¿Qué es esa cosa?
Acto seguido, permanecería en guardia esperando la respuesta de Balagus y los movimientos tanto suyos como de nuestro oponente.
Allí encontró a Balagus, con un corte bastante leve en su costado derecho, enfrentado a lo que parecía ser una criatura semihumana, pálida y con unos afilados colmillos sobresaliendo de su boca. No pudo evitar pensar que se parecía sospechosamente al tal Helkan, aunque no se le ocurría ningún poder que permitiese a alguien transformarse en aquella clase de ser. Marc, en ese momento, se puso junto a Balagus y, desenvainando su enorme espada, le dijo:
- Ya estoy aquí, compañero. ¿Qué ha ocurrido? ¿Qué es esa cosa?
Acto seguido, permanecería en guardia esperando la respuesta de Balagus y los movimientos tanto suyos como de nuestro oponente.
Deathstroke
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No me había equivocado, en medio de la cueva, los rayos de luz que caían del techo bañaban una falcata de plata, sin duda un arma bastante elegante, aunque prefería la naginata que me había hecho Dexter había no mucho tiempo, y esperaba probarla pronto. Sin embargo, antes de nada, era hacer el trabajo que me había pedido el capitán, por lo que fui a recoger el arma para poder llevársela. Pero no lo conseguí, rápidamente pasó por delante de mí, un animal y la cogió con la boca.
-¿¡Pero que cojones!? – dije al verlo. – Vaya vaya, parece que tenemos un amiguito con ganas de jugar. – dije con un tono de voz tranquilo y sentándome en la roca en la que estaba antes la espada. – ¿A qué quieres jugar, pequeño?. – Dije extendiendo una mano abierta para que viese que no tenía nada.
La verdad no quería hacerle nada al pobre animal, que no me había hecho nada. El animal incluso parecía asustado, era pequeño, de colores azul cian y morado, una cosa bastante mona dentro de lo que cabía. Lo que me llevó a pensar en si Dexter tenía en la isla algún espécimen de estos, suponía que no, pero quizás, si el animal venía conmigo podría averiguarlo, quizás a Dexter le interesase tenerlo en la isla.
-¿¡Pero que cojones!? – dije al verlo. – Vaya vaya, parece que tenemos un amiguito con ganas de jugar. – dije con un tono de voz tranquilo y sentándome en la roca en la que estaba antes la espada. – ¿A qué quieres jugar, pequeño?. – Dije extendiendo una mano abierta para que viese que no tenía nada.
La verdad no quería hacerle nada al pobre animal, que no me había hecho nada. El animal incluso parecía asustado, era pequeño, de colores azul cian y morado, una cosa bastante mona dentro de lo que cabía. Lo que me llevó a pensar en si Dexter tenía en la isla algún espécimen de estos, suponía que no, pero quizás, si el animal venía conmigo podría averiguarlo, quizás a Dexter le interesase tenerlo en la isla.
- resumen:
- Intentar hacerme amigo del bichito.
Pasa el tiempo y Drake sigue con su concurso de comer con el misterioso Mink y, en la misma mesa Viktor os observa, ha apartado la máscara un poco para dejar que la comida llegue a su boca. Está tomando una hamburguesa medio hundida en un tazón de udon, parece algo aburrido, se lleva la mano al bolsillo y saca la petaca para verter algo de su contenido en el udon. Tras eso se vuelve disfrutando de la cena y en la pantalla a sus espaldas aparecen imágenes de los participantes.
- El grupito del tontata:
- Bueno, pues cada uno por su cuenta os vais a dar de hostias… ¡Disfrutad!
https://www.onepiece-definitiverol.com/t20709-esto-ha-escalado-muy-rapido-biscuit-syxel-balagus-ivan-y-marc#201466
- Beerdil y Zane:
- Seguís a lo vuestro supongo.
- Moragato:
- Refuerzas la estructura y con muuuuuuucho cuidado la vas sacando. Despacio… despacio… y ya está fuera. Todo bien ¿No? Bien de no ser porque toda la estructura ha comenzado a temblar, parece ser que los hilos lo retienen pero no es buena idea quedarse ahí.
- Luka:
- La espada no pare ceder al principio… está encajada a conciencia. Pero bueno, por suerte para ti las rocas son más resistentes que el metal y este acaba rompiéndose, te quedas con el mango de la espada y media hoja. Se escucha una explosión por donde viniste, a lo mejor te interesa volver con el resto.
- Arribor:
- Coges las espadas sin problemas, no hay trampas, ni emboscadas, ni guardias. En el bosque sigue habiendo bronca y se escucha la madera crujir en el barco en ruinas de la costa. Por cierto, la espada oxidada pesa una barbaridad, incluso para ti, aunque por ahora la puedes llevar bien.
- Nailah y Therax:
- Tiras la piedra… no parece ocurrir nada del otro mundo, si usáis mantra no notaréis la presencia de nada relevante bajo el agua. Tampoco parece que active ninguna trampa. A lo mejor, simplemente, es una espada pensada para que la cojan los no usuarios.
- William:
- Te acercas al almacén, no parece que escuches gran cosa, aquellas personas han entrado de forma sigilosa y no han encendido ninguna luz. Escuchas murmurar, pero si no te acercas no escucharás nada. Puedes decidir quedarte e investigar más. De decidir irte me imagino que pondrás rumbo a la ciudad de nuevo.
- Barbazul:
- Lanzas a tus oponentes un vehículo de marca de Wano helado, dañando y congelando a los primeros que impacta, pero el resto se adelanta y te persigue para encontrarse con una gigantesca esfera de tinta que estalla y se esparce entre ellos, tras eso se endurece, inmovilizando a la mayoría (por cierto algunos han quedado con la cabeza bajo la tinta). Hay unos cuantos, cuatro en concreto que, o bien, se liberan, o bien esquivaron el golpe. Tienen pinta de fuertes, un par de ellos tienen pinta de tenderos, otro parece un carpintero con una sierra gigante sobre el hombro y el último tiene más pinta de pirata. Hay otros que luchan por liberarse y… puede que lo logren.
- Deathstroke:
- : El animalito parece desconfiar de ti, retrocede un poco, aunque se queda mirándote. Con el tiempo arece que deja de tenerte miedo, se acerca, te mira, parece que se está estableciendo un lazo entre los dos. Y de pronto se escucha un estruendo lejano. La cueva tiembla y el animalito se asusta saliendo corriendo a la playa.
Maze
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"Lo sabía. LO. PUTO. SABÍA. La persona que dejó aquí la espada es un hijo de su no tan santísima madre y yo soy tonta por haber decidido sacarla en vez de romperla..." Se repetía en la cabeza Mura, quien, en cuanto sacó el arma pudo notar como la estructura bajo sus pies comenzaba a temblar. -¡Sumire!- Exclamó la chica de cabello naranja, advirtiendo a su acompañante que no tardó en echar a correr por donde habían venido, con ella siguiendo sus pasos. Aquella zona era demasiado estrecha como para que la albina pudiese desplegar sus alas y echar a volar y tampoco parecía una buena idea destrozar todo el barco y quedar sepultadas, por lo que dejaría la parte de la destrucción para cuando estuviesen cerca de la cubierta.
Y eso hicieron. Con solo entrecruzar una mirada ambas salieron corriendo. Mura delante para ir creando un camino con su aura y Sumire detrás, preparada para, en el peor de los casos, transformarse agarrando a su "hermana mayor" y destrozar lo que les quedaba del barco por encima de sus cabezas y salir volando. Obviamente, si eso fuese necesario la energía de Mura pasaría a centrarse en crear escudos con sus hilos que evitaran que la dragona recibiera daño en todo lo que fuera posible.
Al final, acabarían fuera de aquel lugar, lo sabía. Y podría decir con una sonrisa triunfante que había cumplido su misión. Aunque no se iba a contentar con solo una de las espadas, teniendo en cuenta que Dexter les pidió que recogiesen todas. Si había quince como esas quedaban catorce. Tal vez Bakagami pudiese ayudarla a buscar también si terminaba con su parte. ¿Cómo le estaría yendo? Su mantra le había dado "dolores de cabeza" a causa de las presencias de este y de su combatiente hasta que se adentraron en lo profundo del barco, pero una vez ahí no pudo percibir nada. -Seguramente haya ganado.- Murmuró en voz alta. -Al fin y al cabo, ganar era una de las ordenes de Dexter.-
Una vez fuera por fin, Mura respiró hondo, subida a lomos de Sumire de nuevo, mientras observaba el cielo nocturno desde su posición. A esa altura podía observar los destrozos de la lucha de su compañero. Las presencias se habían minorado así que la batalla había acabado. -Tantos destrozos... Y solo eran dos estúpidos. Es una lástima...- Murmuró la pelirroja, antes de que un graznido familiar la sacase de su ensimismamiento. Eagle no tardó en posarse en su hombro. -¿Ha ido bien la expedición? Bueno, si has llegado hasta aquí significa que no te han lastimado. Me alegro.- Le dijo con una sonrisa a su pequeña acompañante mientras acariciaba su cabeza y su pico con suavidad. -¿Y quién ha ganado? ¿Bakagami? Era de esperarse.- Contestó una vez tuvo su respuesta.
-Bien, nosotras no podemos quedarnos atrás.. Vayamos más al este. Creo que hay una ruinas por ahí. Lo mismo encontramos más cosas.- Y tras decir esto y asegurar la espada plateada a su cintura con fuerza, indicó a Sumire que echase a volar. No prestó atención de que sucedió con el resto del navío al final, pero seguramente acabase en el fondo del mar.
Y eso hicieron. Con solo entrecruzar una mirada ambas salieron corriendo. Mura delante para ir creando un camino con su aura y Sumire detrás, preparada para, en el peor de los casos, transformarse agarrando a su "hermana mayor" y destrozar lo que les quedaba del barco por encima de sus cabezas y salir volando. Obviamente, si eso fuese necesario la energía de Mura pasaría a centrarse en crear escudos con sus hilos que evitaran que la dragona recibiera daño en todo lo que fuera posible.
Al final, acabarían fuera de aquel lugar, lo sabía. Y podría decir con una sonrisa triunfante que había cumplido su misión. Aunque no se iba a contentar con solo una de las espadas, teniendo en cuenta que Dexter les pidió que recogiesen todas. Si había quince como esas quedaban catorce. Tal vez Bakagami pudiese ayudarla a buscar también si terminaba con su parte. ¿Cómo le estaría yendo? Su mantra le había dado "dolores de cabeza" a causa de las presencias de este y de su combatiente hasta que se adentraron en lo profundo del barco, pero una vez ahí no pudo percibir nada. -Seguramente haya ganado.- Murmuró en voz alta. -Al fin y al cabo, ganar era una de las ordenes de Dexter.-
Una vez fuera por fin, Mura respiró hondo, subida a lomos de Sumire de nuevo, mientras observaba el cielo nocturno desde su posición. A esa altura podía observar los destrozos de la lucha de su compañero. Las presencias se habían minorado así que la batalla había acabado. -Tantos destrozos... Y solo eran dos estúpidos. Es una lástima...- Murmuró la pelirroja, antes de que un graznido familiar la sacase de su ensimismamiento. Eagle no tardó en posarse en su hombro. -¿Ha ido bien la expedición? Bueno, si has llegado hasta aquí significa que no te han lastimado. Me alegro.- Le dijo con una sonrisa a su pequeña acompañante mientras acariciaba su cabeza y su pico con suavidad. -¿Y quién ha ganado? ¿Bakagami? Era de esperarse.- Contestó una vez tuvo su respuesta.
-Bien, nosotras no podemos quedarnos atrás.. Vayamos más al este. Creo que hay una ruinas por ahí. Lo mismo encontramos más cosas.- Y tras decir esto y asegurar la espada plateada a su cintura con fuerza, indicó a Sumire que echase a volar. No prestó atención de que sucedió con el resto del navío al final, pero seguramente acabase en el fondo del mar.
- Spoiler:
- Salir del barco al fin. Reencontrarnos con Eagle quien vuelve después de observar la pelea entre Bakagami y el pollo. Decidir dirigirse a Q5 y ponerse en marcha.
Nailah
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Por primera vez recapacitó un poco en las consecuencias que tendría tirarse al agua. Las miradas de Therax intimidaban, parecía un adulto amargado al que no le gustaba el riesgo. ¿Por qué había que ser tan cuidadoso con todo? Nailah era una cabeza loca y nunca pensaba si algo estaba bien o mal; sin embargo, esta vez, tocó pensar lo contrario. Desde su posición veía perfectamente la espada posada en el fondo del lago. La morena miró al pirata, el cual no estaba por la labor de meterse bajo el agua y era normal, no tenía ganas de cargar peso hasta la superficie.
Este era su momento. Los halos de la luz de luna se colaron por las grandes grietas que atravesaban los muros y, en el fondo del lago, la espada brilló con fuerza. Parecía estar cerca incluso a simple vista. Por un momento pensó en dejar de lado los comentarios del rubio sobre qué era una trampa, quizás si se tiraba al fondo y nadaba lo suficientemente rápido sería capaz de esquivar los males que hubiese allí abajo o, siendo arrogante, vencerlos fácilmente. Menuda fantasma por naturaleza era la pirata. Suspiró con resignación y esperó pacientemente a que el rubio tirase la dichosa piedrecita.
Obviamente no ocurrió nada, llevaba esperándoselo desde que había divisado la espada. Con las aguas en calma, Nailah se quitó las dos espadas que llevaba apoyadas en la cadera y la pistola adosada al cinturón. Las tiró de golpe al suelo y luego se las señaló al rubio.
-Vigílamelas - Se dejó caer sobre el suelo y se deshizo de las botas y los guantes de cuero, luego de su chaleco.
Se había quedado tan solo con su corset rojo y los pantalones negros de lino. Cuanto más ligera fuera mejor nadaría y no tendría inconvenientes en desenvolverse bajo el agua. Se acercó hasta la orilla y la tocó con el pie. ¡Qué fría! Pensó sintiendo un escalofrío. Dio unos saltitos y se metió de golpe en el agua, sintiendo como si le clavaran mil cuchillas afiladas.
-Al agua patos - Dijo mientras esbozaba una sonrisa.
Tomó aire y estiró sus brazos para lanzarse de cabeza. Buceó rápido, la espada no estaba precisamente cerca, pero trataba de darse la máxima prisa posible. Ya casi estaba cerca y estiró el brazo para poder alcanzarla sin necesidad de tocar el fondo. Solo un poco más, pensó. Un poco más. ¡Eso es! Nailah logró agarrarla.
Este era su momento. Los halos de la luz de luna se colaron por las grandes grietas que atravesaban los muros y, en el fondo del lago, la espada brilló con fuerza. Parecía estar cerca incluso a simple vista. Por un momento pensó en dejar de lado los comentarios del rubio sobre qué era una trampa, quizás si se tiraba al fondo y nadaba lo suficientemente rápido sería capaz de esquivar los males que hubiese allí abajo o, siendo arrogante, vencerlos fácilmente. Menuda fantasma por naturaleza era la pirata. Suspiró con resignación y esperó pacientemente a que el rubio tirase la dichosa piedrecita.
Obviamente no ocurrió nada, llevaba esperándoselo desde que había divisado la espada. Con las aguas en calma, Nailah se quitó las dos espadas que llevaba apoyadas en la cadera y la pistola adosada al cinturón. Las tiró de golpe al suelo y luego se las señaló al rubio.
-Vigílamelas - Se dejó caer sobre el suelo y se deshizo de las botas y los guantes de cuero, luego de su chaleco.
Se había quedado tan solo con su corset rojo y los pantalones negros de lino. Cuanto más ligera fuera mejor nadaría y no tendría inconvenientes en desenvolverse bajo el agua. Se acercó hasta la orilla y la tocó con el pie. ¡Qué fría! Pensó sintiendo un escalofrío. Dio unos saltitos y se metió de golpe en el agua, sintiendo como si le clavaran mil cuchillas afiladas.
-Al agua patos - Dijo mientras esbozaba una sonrisa.
Tomó aire y estiró sus brazos para lanzarse de cabeza. Buceó rápido, la espada no estaba precisamente cerca, pero trataba de darse la máxima prisa posible. Ya casi estaba cerca y estiró el brazo para poder alcanzarla sin necesidad de tocar el fondo. Solo un poco más, pensó. Un poco más. ¡Eso es! Nailah logró agarrarla.
- Resumen:
- Meterse en el agua, bucear, llegar hasta la espada y cogerla.
Rainbow662
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Arribor contuvo la respiración y aguardó en silencio. El murmullo de las hojas, el ulular del viento y los lejano ruidos de la batalla eran lo único que se abría paso en la quietud de la noche. Y mientras, él esperaba. ¿Dónde estaba la maldita trampa? Porque tenía que haber alguna, ¿no? Siempre había una trampa. Una lluvia de flechas, una roca gigante, una catarata salida de la nada... Pero no. Era como si a quien hubiese puesto allí las espadas le diese igual quién las cogiera. Ni ataques por sorpresa, ni grietas abriéndose en el suelo, ni nada parecido.
-Pues vaya -murmuró Arribor un tanto decepcionado. Era como si le faltase algo, a pesar de que resultaba más cómodo así.
Lo único curioso era lo mucho que pesaba la espada oxidada. Para ser una antigualla hecha polvo pesaba como mil demonios, como si cargase con el peso de todos los años que habían hecho mella en su acero. No es que no pudiera cogerla, ni mucho menos, pero le resultaba incómodo llevarla. A cualquier persona normal le habría sido imposible llevársela. ¿Sería ésa la trampa?
Las tres armas, la plateada, la dorada y la oxidada, iban envueltas en sólidos lazos de sangre y colgaban de su cintura por un cinturón también hecho del preciado líquido carmesí. El peso del arma con el 0 le desequilibraba un poco, pero no supondría un problema cuando volviese al restaurante. Les demostraría a todos que no había nadie que le ganase, ni siquiera en una prueba tan simple. Aunque...
Subido en su plataforma de sangre, decidió acercarse a donde estaban luchando aquellas dos poderosas auras. Podía esperar un poco para ver quién ganaba. Al fin y al cabo, no le había costado mucho terminar, por lo que podía permitirse un pequeño desvío. Quizás alguno de los dos luchadores fuese digno de interés.
- Resumen:
- Irse volando con las espadas - Pasarse por donde está la pelea para cotillear y ver quien gana
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Al principio pareció que el animal iba a salir corriendo en cualquier momento. Sin embargo, poco a poco el que no le hiciese nada y que mi posición fuese amistosa hacia él, hizo que el animal comenzase a mostrarse un poco más amistoso conmigo acercándose poco a poco, parecía que incluso estábamos formando un vínculo, aunque no tan profundo como el que tenía con Rulfino, la cría de kraken que creía que era su madre desde el robo de Impel Down.
Parecía que el destino me daba un nuevo animal que criar, aunque el destino, también un cabrón, y provocó una explosión que hizo que la cueva temblase, casi hasta el punto de que parecía que iba a colapsar. Activé el haki y noté como el animal salía corriendo fuera de la cueva hacia la playa. Yo no me quedé atrás y corrí todo lo que pude hasta el animal intentando cogerle a él y a la espada. Si lo conseguía intentaría tranquilizar al animal.
En caso de que el animal se escondiese antes de que pudiese cogerle, iría a la fuente donde se había provocado la explosión, iría con el haki del rey activado, aunque de forma que no dejase inconsciente a nadie, tan solo quería hacerle saber al causante o causantes que no debían de jugar tan a lo bruto y de ser necesario me metería para meterlo en vereda, como una madre cuando castiga con azotes a su hijo cuando se portaba mal. Luego volvería a seguir con mi fugaz amistad con el animalito pues sentía su presencia con el mantra de continuo.
Parecía que el destino me daba un nuevo animal que criar, aunque el destino, también un cabrón, y provocó una explosión que hizo que la cueva temblase, casi hasta el punto de que parecía que iba a colapsar. Activé el haki y noté como el animal salía corriendo fuera de la cueva hacia la playa. Yo no me quedé atrás y corrí todo lo que pude hasta el animal intentando cogerle a él y a la espada. Si lo conseguía intentaría tranquilizar al animal.
En caso de que el animal se escondiese antes de que pudiese cogerle, iría a la fuente donde se había provocado la explosión, iría con el haki del rey activado, aunque de forma que no dejase inconsciente a nadie, tan solo quería hacerle saber al causante o causantes que no debían de jugar tan a lo bruto y de ser necesario me metería para meterlo en vereda, como una madre cuando castiga con azotes a su hijo cuando se portaba mal. Luego volvería a seguir con mi fugaz amistad con el animalito pues sentía su presencia con el mantra de continuo.
- resumen:
- ver como el animal sale corriendo e intentar atraparlo y tranquilizarlo tras la explosión. Si no lo consigo atrapar ir hacia la pelea que provocó la explosión a poner orden y tranquilidad.
barbazul
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La bola de tinta hizo bien su trabajo, quedando la mayoría de oponentes manchados por la misma. Mientras endurecía la tinta me di cuenta de un detalle, algunos tenían la cara totalmente manchada con la tinta y muy posiblemente se ahogarían si no hacía nada. No era un asesino a sangre fría, ni mataba por placer, por lo que me concentré en la tinta, tratando de quitar toda la que se acumulara en los tabiques nasales de la turba que me había estado persiguiendo. Estaba seguro de que toda esa gente no se había percatado que lo único que quería con todas las trabas que les había puesto era no pelear para no hacerles daño, aunque viendo la pinta de los que se habían librado, igual el daño me lo hacían ellos a mí.
-Mirar, no tengo ya la espada si era lo que buscabais. Si por el contrario lo que os aparecido mal la forma de entregaros el pago de las espadas, bueno, estoy seguro de que las cantidades eran superiores al coste de las espadas. Lo que entiendo es que hace un carpintero metido en todo esto, ¿Cómo has terminado aquí hombre de la sierra? Bueno, que eso, que con el único que podría tener motivos para enfrentarme es con ese con pinta de pirata, si es de esos que va atacando civiles por diversión. Bueno, que opináis, si venís ahora a atacar pelearé totalmente en serio a partir de ahora, aunque seáis civiles.
Las palabras nunca habían sido lo mío, pero si podía salir de estas sin lastimar a nadie sería una cosa menos que tener que explicar ante Dexter cuando me reuniera con él, eso contando que pudiera con mis oponentes. Por lo que veía, había uno que incluso no había llegado a recibir tinta, lo que me indicaba unos reflejos y agilidad elevados.
-Mirar, no tengo ya la espada si era lo que buscabais. Si por el contrario lo que os aparecido mal la forma de entregaros el pago de las espadas, bueno, estoy seguro de que las cantidades eran superiores al coste de las espadas. Lo que entiendo es que hace un carpintero metido en todo esto, ¿Cómo has terminado aquí hombre de la sierra? Bueno, que eso, que con el único que podría tener motivos para enfrentarme es con ese con pinta de pirata, si es de esos que va atacando civiles por diversión. Bueno, que opináis, si venís ahora a atacar pelearé totalmente en serio a partir de ahora, aunque seáis civiles.
Las palabras nunca habían sido lo mío, pero si podía salir de estas sin lastimar a nadie sería una cosa menos que tener que explicar ante Dexter cuando me reuniera con él, eso contando que pudiera con mis oponentes. Por lo que veía, había uno que incluso no había llegado a recibir tinta, lo que me indicaba unos reflejos y agilidad elevados.
- Resumen:
- Ver lo que he conseguido con el ataque y quitar la tinta de la nariz de todos.
Discurso para intentar solucionar las coas sin pelear.
Fijarme mejor en alguno de los oponentes.
«¿Al agua patos?», pensó el espadachín sin poder reprimir una sonrisa. Estaba claro: sin saberlo había pasado a hacerse cargo una niña pequeña atrapada en un cuerpo de mayor edad. «Estupendo, me ha tocado hacer de niñera», se quejó en su fuero interno mientras veía cómo Nailah se sumergía en busca de la espada.
Lo primero que hizo en cuanto desapareció de su vista fue activar su Haki de observación y asegurarse de no perder la presencia de la morena. Seguro que el tío de Zane le echaría en cara no haber cuidado bien de la cría si le sucedía algo, y no tenía ganas de aguantar sermones en un contexto tan tenso y puntilloso como el que generaba la dichosa prueba.
«Bueno... ¿qué hago yo?», se preguntó al tiempo que se daba la vuelta. No veía utilidad alguna a quedarse contemplando cómo Nailah trataba de conseguir la espada, y no había muchas cosas en el mundo que odiase más que sentirse inútil. En consecuencia, optó por tratar de hacer un reconocimiento de los alrededores hasta que la chica volviera a emerger en la superficie -al menos esperaba que lo hiciera-.
Caminó por la zona, escrutando cualquier cosa mínimamente sospechosa o llamativa en busca de algún tipo de información acerca de qué demonios eran aquellas ruinas. El estado en que se encontraban hacía que no albergara muchas esperanzas al respecto, y su desconocimiento absoluto acerca de culturas antiguas o idiomas ajenos a él no ayudaba demasiado.
«A lo mejor hay suerte», se dijo sin mucho convencimiento. Al menos tendría algo con lo que ocuparse hasta que Nailah volviese a aparecer.
Lo primero que hizo en cuanto desapareció de su vista fue activar su Haki de observación y asegurarse de no perder la presencia de la morena. Seguro que el tío de Zane le echaría en cara no haber cuidado bien de la cría si le sucedía algo, y no tenía ganas de aguantar sermones en un contexto tan tenso y puntilloso como el que generaba la dichosa prueba.
«Bueno... ¿qué hago yo?», se preguntó al tiempo que se daba la vuelta. No veía utilidad alguna a quedarse contemplando cómo Nailah trataba de conseguir la espada, y no había muchas cosas en el mundo que odiase más que sentirse inútil. En consecuencia, optó por tratar de hacer un reconocimiento de los alrededores hasta que la chica volviera a emerger en la superficie -al menos esperaba que lo hiciera-.
Caminó por la zona, escrutando cualquier cosa mínimamente sospechosa o llamativa en busca de algún tipo de información acerca de qué demonios eran aquellas ruinas. El estado en que se encontraban hacía que no albergara muchas esperanzas al respecto, y su desconocimiento absoluto acerca de culturas antiguas o idiomas ajenos a él no ayudaba demasiado.
«A lo mejor hay suerte», se dijo sin mucho convencimiento. Al menos tendría algo con lo que ocuparse hasta que Nailah volviese a aparecer.
- Resumen:
- Resumen:
- Activar el Haki de observación y estar atento a Nailah.
- Explorar los alrededores en busca de... no sé, algo.
- Activar el Haki de observación y estar atento a Nailah.
William White
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Los minutos pasaban y la luna aún permanecía en lo alto, me acerqué sigilosamente al otro almacén pero los furtivos hombres parecían haber sido lo suficientemente inteligentes como para no reunirse en un lugar de fácil acceso, por más que busqué y busqué no encontré ninguna otra entrada o alguna posición que me permitiera escuchar de forma impune, aun así aquello se me hizo raro, los lugares como ese solían tener rendijas, tuberías o recovecos por los que colarse, y yo al ser chicle podía deslizarme por alguno de ellos como si fuera algún tipo de “moco” o “ooze” amorfo.
-Si tan siquiera pudiera filtrarme por algún sitio- pensé para mis adentros -La puerta era una entrada muy obvia, pero me exponía demasiado a que me vieran- proseguí pensando tratar de encontrará alguna solución.
rastreando de nuevo con el mantra y cargándome la bolsa de viaje a la espalda busqué alguna pared del almacén que estuviera completamente a oscuras, lo cual al ser de noche tampoco debería ser muy difícil. Tras encontrar la ubicación idónea (evitando que esta fuera la pared de entrada) palpé la superficie de la misma para ver el material de la misma y si soportaría peso y no hacía ruido, en casa de ser un almacén prefabricado de chapa. En caso de que mi experimento hubiera resultado sigiloso trataría de escalar la pared transformando mis manos en chicle y escalando de forma cuidadosa, una vez alcanzado el techo (si es que finalmente era capaz de escalar) comprobaría si había algún tipo de ventana superior o conducto seguro por el que colarme sin morir en el intento, si veía alguno entraría por él.
-Desde aquí tampoco creo oír nada- maldecía para mis adentros.
En caso de que finalmente consiguiera entrar trataría de filtrar parte del rostro deformándolo para poder ver u oír lo que se cocía dentro. Después de todo, los hombres estaban teniendo una conversación a oscuras por lo que un pegote de color oscuro tampoco llamaría la atención si encendían alguna luz por casualidad. Tan solo esperaba que la curiosidad no matará al gato.
-Si tan siquiera pudiera filtrarme por algún sitio- pensé para mis adentros -La puerta era una entrada muy obvia, pero me exponía demasiado a que me vieran- proseguí pensando tratar de encontrará alguna solución.
rastreando de nuevo con el mantra y cargándome la bolsa de viaje a la espalda busqué alguna pared del almacén que estuviera completamente a oscuras, lo cual al ser de noche tampoco debería ser muy difícil. Tras encontrar la ubicación idónea (evitando que esta fuera la pared de entrada) palpé la superficie de la misma para ver el material de la misma y si soportaría peso y no hacía ruido, en casa de ser un almacén prefabricado de chapa. En caso de que mi experimento hubiera resultado sigiloso trataría de escalar la pared transformando mis manos en chicle y escalando de forma cuidadosa, una vez alcanzado el techo (si es que finalmente era capaz de escalar) comprobaría si había algún tipo de ventana superior o conducto seguro por el que colarme sin morir en el intento, si veía alguno entraría por él.
-Desde aquí tampoco creo oír nada- maldecía para mis adentros.
En caso de que finalmente consiguiera entrar trataría de filtrar parte del rostro deformándolo para poder ver u oír lo que se cocía dentro. Después de todo, los hombres estaban teniendo una conversación a oscuras por lo que un pegote de color oscuro tampoco llamaría la atención si encendían alguna luz por casualidad. Tan solo esperaba que la curiosidad no matará al gato.
- resumen:
- Busco algún tipo de entrada por lo laterales, al no encontrar ninguna decido escalar por una pared a la sombra(a oscuras) tras llegar al techo. En caso de poder escalar, de forma sigilosa, trato de escuchar desde arriba en caso de ser fructífero trato de colarme por algún conducto de ventilación SEGURO(no quiero ser troceado por aspas ni nada parecido) y desde ahí trato de filtrar parte del rostro al interior (me sirve con poner la oreja).
Dexter Black
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Sonrió inocentemente mientras rompía espadas entre las manos, echándolas a fundir. La mejor espada siempre era la que no se desenvainaba hasta ser inevitable, y estaba todavía por llegar. En los moldes el metal iba enfriando rápidamente, y mientras veía cómo se derretían las armas rápidamente no pudo evitar rozar levemente la extraña hoja que Aki sujetaba hacía unos segundos. Estaba casi seguro de qué metal estaba hecha, y casi convencido de que no servía para luchar, aunque era bonita. Tampoco se le escapó el detalle de su numeración, aunque estaba convencido de que habría menos espadas de las que el número cuarenta y dos indicaba. ¿O habría más? Quién sabe, pero tampoco es que le interesase mucho.
-Bueno, hay gente eficiente y luego está Barbazul- comentó, riendo mientras se señalaba la oreja. Había una gran cantidad de sonidos que para muchos resultarían tan normales en Jaya que no iban a prestar atención, pero las señales estaban muy claras-. Me ha traído muchos juguetes, pero sus dueños se han enfadado. En fin, quien roba a un ladrón...
No terminó la frase, sino que comenzó a desmoldar muy delicadamente cada pieza mientras iba montando el artilugio, y cortó con la uña un pedazo de cristal para hacerle la pantalla. El sensor estaba conectado y el pseudocódigo del software que necesitaba estaba listo, procesándose en la muñequera para terminar en una programación decente que reconociese la composición molecular de cada objeto que señalase. Tardaría unos cuarenta y siete segundos más, aunque no esperaba menos tiempo teniendo en cuenta la complejidad de lo que solicitaba a su aparato. A él desde luego le llevaría bastante más hacerlo.
-¿Sabes? Hace tiempo que no me divierto. Que no hago nada memorable, y esperaba que hoy fuese el gran día- con el tiempo se había vuelto poco a poco adicto a eso. Disfrutaba sobremanera de actuaciones locas e increíblemente peligrosas, de medir (que no demostrar) su fuerza mediante proezas únicas... Pero había una que tal vez lograse en breves-. Aunque una maratón de nueve días sin descanso tampoco me vendría mal.
De nuevo rio, colocándose unas extrañas gafas. Básicamente tenían lente de aumento en uno de los óculos, mientras que la otra estaba ahumada para evitar cegados por el brillo, y siguió adelante. Los papeles que estaban más lejos correspondían al "imán de máscaras", un aparato que iba a llamar así aunque, en realidad, podría atraer cualquier cosa con un peso inferior a tres kilogramos... Según los cálculos. Elrik estaba lejos de ser una persona a la cual debiera enfadar, pero el mismo señor del bajo mundo sabría que no estaba bien alterar al pirata. Una guerra fría de sutiles desprecios camuflados como chanza... ¿O una amistad incipiente? Quién sabe.
-Pero lo que no entiendo... Tú ya sabías a qué venías, tenías invitación- miraba hacia el aparato y sus papeles, aunque no perdía atención de la diablilla-. ¿Qué haces aquí si no te interesa?
"Listo". Apuntó con el escáner a Aki, tratando de averiguar la naturaleza de su vestido. ¿O sería mera ilusión, como había hecho él ese día en el Ojo? No pudo evitar ruborizarse.
-Bueno, hay gente eficiente y luego está Barbazul- comentó, riendo mientras se señalaba la oreja. Había una gran cantidad de sonidos que para muchos resultarían tan normales en Jaya que no iban a prestar atención, pero las señales estaban muy claras-. Me ha traído muchos juguetes, pero sus dueños se han enfadado. En fin, quien roba a un ladrón...
No terminó la frase, sino que comenzó a desmoldar muy delicadamente cada pieza mientras iba montando el artilugio, y cortó con la uña un pedazo de cristal para hacerle la pantalla. El sensor estaba conectado y el pseudocódigo del software que necesitaba estaba listo, procesándose en la muñequera para terminar en una programación decente que reconociese la composición molecular de cada objeto que señalase. Tardaría unos cuarenta y siete segundos más, aunque no esperaba menos tiempo teniendo en cuenta la complejidad de lo que solicitaba a su aparato. A él desde luego le llevaría bastante más hacerlo.
-¿Sabes? Hace tiempo que no me divierto. Que no hago nada memorable, y esperaba que hoy fuese el gran día- con el tiempo se había vuelto poco a poco adicto a eso. Disfrutaba sobremanera de actuaciones locas e increíblemente peligrosas, de medir (que no demostrar) su fuerza mediante proezas únicas... Pero había una que tal vez lograse en breves-. Aunque una maratón de nueve días sin descanso tampoco me vendría mal.
De nuevo rio, colocándose unas extrañas gafas. Básicamente tenían lente de aumento en uno de los óculos, mientras que la otra estaba ahumada para evitar cegados por el brillo, y siguió adelante. Los papeles que estaban más lejos correspondían al "imán de máscaras", un aparato que iba a llamar así aunque, en realidad, podría atraer cualquier cosa con un peso inferior a tres kilogramos... Según los cálculos. Elrik estaba lejos de ser una persona a la cual debiera enfadar, pero el mismo señor del bajo mundo sabría que no estaba bien alterar al pirata. Una guerra fría de sutiles desprecios camuflados como chanza... ¿O una amistad incipiente? Quién sabe.
-Pero lo que no entiendo... Tú ya sabías a qué venías, tenías invitación- miraba hacia el aparato y sus papeles, aunque no perdía atención de la diablilla-. ¿Qué haces aquí si no te interesa?
"Listo". Apuntó con el escáner a Aki, tratando de averiguar la naturaleza de su vestido. ¿O sería mera ilusión, como había hecho él ese día en el Ojo? No pudo evitar ruborizarse.
Aki D. Arlia
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Recostada contra la pared, encontraba la escena curiosamente relajante. El fuego crepitaba y el sonido de las espadas al romperse quedaba en extraño contrapunto con la melodía estrella de Jaya, los gritos y maldiciones. La pelirroja sonrió con la travesura pintada en la cara.
- Si yo fuera él estaría corriendo, pero hacia ellos. Alguien que pierde algo que debería tener a mano en todo momento merece ser robado. De lo contrario, no vale tanto como para perseguir al ladrón. Es tan estúpido que resulta gracioso.
Calló de nuevo, perdida en sus pensamientos. Con los ojos seguía distraída los movimientos del Yonkou en la forja. ¿De verdad sería capaz de fabricar algo así en tan poco tiempo? Sí, claro que lo sería. Pero no dejaba de ser impresionante. Aki prefería perderse en la inmensidad del mundo en lugar de la estrechez de un taller, pero seguía encontrando similitudes. Por supuesto ella no llegaba a su nivel, pero tampoco podía considerarse alguien normal. No necesitaba comer. Beber. Dormir. No envejecía. Virtualmente, era casi inmortal. ¿Qué haría cuando se cansara de viajar? ¿De conocer gente y ver lugares nuevos? Peor, ¿Qué haría cuando todo le resultase familiar? Quizás entonces sí se decidiera a explorar las infinidades que podían darse entre cuatro paredes. Se examinó las manos, con discreción. No, era de lejos demasiado torpe para algo así. Preferiría contar las estrellas dos veces y de hecho, no sonaba a mal plan.
Volvió en sí al escucharle y sus divagaciones se esfumaron, acalladas por las palabras entre las palabras. No era la primera vez que se quedaba pensando demasiado, cuando debería volver a no preocuparse. Alzó una ceja y se irguió cruzándose de brazos, riendo por lo bajo.
-¿Pretendes batir otro récord? Sabes que acepto el reto.
Sin quitarle un ojo de encima a la espada comenzó a pasear por la estancia. El sonido de sus tacones al andar casi quedaba ahogado por el ruido a su alrededor, pero las dos personas en la forja podían oírlo con toda claridad. Examinó las herramientas y los materiales, curiosa. Se llevó una mano a la cadera, recordando al hombre que le había fabricado las armas que ahora llevaba. Se le escapó una sonrisa de ternura, pensando en todo el cariño que había puesto en hacerlas. Cuando Dexter habló se volvió hacia él, soltando un pequeño bufido de indignación.
- ¿Te refieres a la invitación que tuve que robar? A mi nadie me llamó. Te lo he dicho, no valgo como Yonkou. Soy demasiado irresistible, digo irresponsable.- Comentó con una radiante sonrisa.- Tú no lo viste, pero Victor mostró las consecuencias de la muerte de Legim. En esta isla están casi todas las personas capaces de cambiar el presente para bien o para mal y... estás loco si crees que me voy a quedar esperando a ver qué ocurre.
A su lado, se apoyó en la mesa en la que estaba trabajando. Mirándole a los ojos, seria, señaló sus pantalones.- Sé que aún lo tienes. Esa es la razón.- Y efectivamente, por ahí perdido entre su ropa o sus bolsillos debía de estar el anillo que le había cedido. Intuía que no lo habría dejado en cualquier parte y aunque no lo sabía, no se equivocaba. Él se colocó las gafas antes de mirarla y ruborizarse. La pelirroja tardó un par de segundos en entender por donde iba, pero pronto sonrió y dio un par de pasos hasta la entrada.
- ¿Funciona? .- Le preguntó mientras chasqueaba los dedos. Mientras ocultaba el cachemir de la realidad con los recuerdos, se agachó a recoger la espada que le había cedido. Bonita imagen ante sus ojos, suponía.- Porque si ignora las ilusiones, puede ser más útil de lo que habías pensado.
Unos segundos después, deshizo la ilusión mientras alisaba con cuidado la tela. Todavía sujetando el arma, comentó:
- Creo que me adelantaré al restaurante. Sé que más de uno se ha quedado allí y quizás pueda hacer... nuevos amigos. Te esperaré por allí para ver como re-estrenas el aparatito. Aunque no creo que la cara de Victor sea igual de bonita. Sería toda una sorpresa.
- Si yo fuera él estaría corriendo, pero hacia ellos. Alguien que pierde algo que debería tener a mano en todo momento merece ser robado. De lo contrario, no vale tanto como para perseguir al ladrón. Es tan estúpido que resulta gracioso.
Calló de nuevo, perdida en sus pensamientos. Con los ojos seguía distraída los movimientos del Yonkou en la forja. ¿De verdad sería capaz de fabricar algo así en tan poco tiempo? Sí, claro que lo sería. Pero no dejaba de ser impresionante. Aki prefería perderse en la inmensidad del mundo en lugar de la estrechez de un taller, pero seguía encontrando similitudes. Por supuesto ella no llegaba a su nivel, pero tampoco podía considerarse alguien normal. No necesitaba comer. Beber. Dormir. No envejecía. Virtualmente, era casi inmortal. ¿Qué haría cuando se cansara de viajar? ¿De conocer gente y ver lugares nuevos? Peor, ¿Qué haría cuando todo le resultase familiar? Quizás entonces sí se decidiera a explorar las infinidades que podían darse entre cuatro paredes. Se examinó las manos, con discreción. No, era de lejos demasiado torpe para algo así. Preferiría contar las estrellas dos veces y de hecho, no sonaba a mal plan.
Volvió en sí al escucharle y sus divagaciones se esfumaron, acalladas por las palabras entre las palabras. No era la primera vez que se quedaba pensando demasiado, cuando debería volver a no preocuparse. Alzó una ceja y se irguió cruzándose de brazos, riendo por lo bajo.
-¿Pretendes batir otro récord? Sabes que acepto el reto.
Sin quitarle un ojo de encima a la espada comenzó a pasear por la estancia. El sonido de sus tacones al andar casi quedaba ahogado por el ruido a su alrededor, pero las dos personas en la forja podían oírlo con toda claridad. Examinó las herramientas y los materiales, curiosa. Se llevó una mano a la cadera, recordando al hombre que le había fabricado las armas que ahora llevaba. Se le escapó una sonrisa de ternura, pensando en todo el cariño que había puesto en hacerlas. Cuando Dexter habló se volvió hacia él, soltando un pequeño bufido de indignación.
- ¿Te refieres a la invitación que tuve que robar? A mi nadie me llamó. Te lo he dicho, no valgo como Yonkou. Soy demasiado irresistible, digo irresponsable.- Comentó con una radiante sonrisa.- Tú no lo viste, pero Victor mostró las consecuencias de la muerte de Legim. En esta isla están casi todas las personas capaces de cambiar el presente para bien o para mal y... estás loco si crees que me voy a quedar esperando a ver qué ocurre.
A su lado, se apoyó en la mesa en la que estaba trabajando. Mirándole a los ojos, seria, señaló sus pantalones.- Sé que aún lo tienes. Esa es la razón.- Y efectivamente, por ahí perdido entre su ropa o sus bolsillos debía de estar el anillo que le había cedido. Intuía que no lo habría dejado en cualquier parte y aunque no lo sabía, no se equivocaba. Él se colocó las gafas antes de mirarla y ruborizarse. La pelirroja tardó un par de segundos en entender por donde iba, pero pronto sonrió y dio un par de pasos hasta la entrada.
- ¿Funciona? .- Le preguntó mientras chasqueaba los dedos. Mientras ocultaba el cachemir de la realidad con los recuerdos, se agachó a recoger la espada que le había cedido. Bonita imagen ante sus ojos, suponía.- Porque si ignora las ilusiones, puede ser más útil de lo que habías pensado.
Unos segundos después, deshizo la ilusión mientras alisaba con cuidado la tela. Todavía sujetando el arma, comentó:
- Creo que me adelantaré al restaurante. Sé que más de uno se ha quedado allí y quizás pueda hacer... nuevos amigos. Te esperaré por allí para ver como re-estrenas el aparatito. Aunque no creo que la cara de Victor sea igual de bonita. Sería toda una sorpresa.
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En cuanto la ambarina mirada del dragón dio con el pelirrojo Berthil emitió un leve suspiro de alivio. Aún se movía y, aunque su voz llegaba hasta él débilmente, no parecía estar tan herido como para que su vida corriese peligro. Incluso logró ponerse en pie durante un breve momento antes de caer sin conocimiento al suelo. Definitivamente, ese chico no tenía remedio. «Deberías estar preocupado por salir con vida de aquí, no por volver a batirte conmigo» le riñó para sus adentros, aunque su mirada expresaba todo aquello que sus labios no pronunciaban. Observó la herida que adornaba ahora su torso, ya cicatrizando, y se llevó la mano a la nuca, rascándosela pensativo.
─ ¿Y ahora qué hago con él? -preguntó al aire, sopesando la posibilidad de cargar con él- No, eso tan solo me ralentizaría... Y es probable que me tenga que meter en más líos. Estar pendiente de su seguridad sería una distracción fatal.
Volvió a suspirar, esta vez con resignación. «Supongo que tendré que usar eso». El azabache comenzó a avanzar hacia donde se encontraba tendido Zane, sintiendo el crujir de la tierra calcinada bajo sus botas. Todo eran cenizas y ascuas frente a él, con un pegote pelirrojo tendido en el cenizo gris. Quizá debiera haberse contenido un poco más, pero no se le ocurrió ninguna forma más rápida de dejar fuera de combate al ex-supernova. Si Mura hubiese estado allí ya le habría dejado sordo por armar semejante estropicio. Por suerte para él -y para sus tímpanos-, no era el caso. Una vez al lado del espadachín, Berthil hincó rodilla y echó mano a los bolsillos de lo que minutos antes era su chaqueta, ahora convertida en un montón de harapos chamuscados y hechos jirones. Del mismo extrajo una bolsa, dentro de la cual pudo escucharse el tintinear de su contenido. Extrajo una gema amarillenta, un ópalo de fuego, y con una naturalidad desconcertante por lo extraño de la situación, se la llevó a la boca y la ingirió. Mentiría si dijese que fue agradable o que supo bien... Pero, por desgracia para el contramaestre, era un proceso necesario.
Un aura dorada comenzó a envolver su cuerpo y, lentamente, la misma comenzó a concentrarse en la palma de su diestra. Con calma, posó la mano sobre el hombro de Zane y, en escasos segundos, la luz lo envolvió por completo. Apenas pasados unos segundos el brillo se extinguió y el pirata volvió a ponerse en pie. Había usado su bendición de recuperación, la cual le devolvería las fuerzas al pollo en llamas por completo. En vistas de que le había visto sanar sus heridas con el fuego, supuso que bastaría con devolverle sus energías para que se tratase él mismo. Aguardaría un poco a que recuperase la consciencia, tras lo que daría media vuelta.
─ Ponte en pie y lárgate de aquí. No me agradaría que alguien tomase tu cabeza como trofeo tras haberme tomado tantas molestias en mantenerte con vida. Si me replicas, volveré a hacer que te comas el suelo -su voz sonaba seria, autoritaria, y en cierto sentido esa era su intención-. Vuelve con tu gente y asegúrate de que no les ocurra nada. Esa debe ser tu máxima prioridad ahora, y no tu orgullo pirata. Tenéis futuro si estás a la cabeza, pero aún os falta mucho por crecer, así que trata de ser un poco más prudente la próxima vez. No todos serán tan piadosos. Ah, por cierto -ladeó el cuerpo ligeramente, lo suficiente como para mirarle de reojo-. Me debes un traje nuevo.
Se dispuso a marcharse de allí, tras escuchar lo que tuviera que decirle Zane, si es que le respondía de alguna forma. Sin embargo, sus pasos se detuvieron en el momento en que volvió a sentir la extraña presencia aproximarse rápidamente. No le llevaría mucho tiempo más descubrir a quién pertenecía y, cuando lo vio, un escalofrío recorrió su espalda.
─ Vete de aquí -comenzó, de nuevo, dirigiéndose al pelirrojo-. Ahora.
El capitán de los Piratas Sin Corazón se encontraba observándoles desde una extraña plataforma, probablemente producto de su poder o de algún artefacto de extrañas capacidades. Había escuchado muchos rumores sobre ese hombre, y no pasó inadvertido el hecho de que se hubiera enfrentado a Dexter en alguna que otra ocasión. El simple hecho de intentar imaginarse qué clase de bestia sería para poder medirse con el dragón le abrumaba. Si la situación se volvía tensa quizá se viera obligado a pedir refuerzos, aunque prefería no hacerlo. ¿Qué clase de contramaestre era si tenía que pedir ayuda para completar su cometido?
─ ¡Arribor! -saludó, alzando la voz para que pudiera escucharle sin problemas- Pensaba que tú y los tuyos os quedaríais en el local tras todo ese espectáculo. ¿Has cambiado de parecer?
─ ¿Y ahora qué hago con él? -preguntó al aire, sopesando la posibilidad de cargar con él- No, eso tan solo me ralentizaría... Y es probable que me tenga que meter en más líos. Estar pendiente de su seguridad sería una distracción fatal.
Volvió a suspirar, esta vez con resignación. «Supongo que tendré que usar eso». El azabache comenzó a avanzar hacia donde se encontraba tendido Zane, sintiendo el crujir de la tierra calcinada bajo sus botas. Todo eran cenizas y ascuas frente a él, con un pegote pelirrojo tendido en el cenizo gris. Quizá debiera haberse contenido un poco más, pero no se le ocurrió ninguna forma más rápida de dejar fuera de combate al ex-supernova. Si Mura hubiese estado allí ya le habría dejado sordo por armar semejante estropicio. Por suerte para él -y para sus tímpanos-, no era el caso. Una vez al lado del espadachín, Berthil hincó rodilla y echó mano a los bolsillos de lo que minutos antes era su chaqueta, ahora convertida en un montón de harapos chamuscados y hechos jirones. Del mismo extrajo una bolsa, dentro de la cual pudo escucharse el tintinear de su contenido. Extrajo una gema amarillenta, un ópalo de fuego, y con una naturalidad desconcertante por lo extraño de la situación, se la llevó a la boca y la ingirió. Mentiría si dijese que fue agradable o que supo bien... Pero, por desgracia para el contramaestre, era un proceso necesario.
Un aura dorada comenzó a envolver su cuerpo y, lentamente, la misma comenzó a concentrarse en la palma de su diestra. Con calma, posó la mano sobre el hombro de Zane y, en escasos segundos, la luz lo envolvió por completo. Apenas pasados unos segundos el brillo se extinguió y el pirata volvió a ponerse en pie. Había usado su bendición de recuperación, la cual le devolvería las fuerzas al pollo en llamas por completo. En vistas de que le había visto sanar sus heridas con el fuego, supuso que bastaría con devolverle sus energías para que se tratase él mismo. Aguardaría un poco a que recuperase la consciencia, tras lo que daría media vuelta.
─ Ponte en pie y lárgate de aquí. No me agradaría que alguien tomase tu cabeza como trofeo tras haberme tomado tantas molestias en mantenerte con vida. Si me replicas, volveré a hacer que te comas el suelo -su voz sonaba seria, autoritaria, y en cierto sentido esa era su intención-. Vuelve con tu gente y asegúrate de que no les ocurra nada. Esa debe ser tu máxima prioridad ahora, y no tu orgullo pirata. Tenéis futuro si estás a la cabeza, pero aún os falta mucho por crecer, así que trata de ser un poco más prudente la próxima vez. No todos serán tan piadosos. Ah, por cierto -ladeó el cuerpo ligeramente, lo suficiente como para mirarle de reojo-. Me debes un traje nuevo.
Se dispuso a marcharse de allí, tras escuchar lo que tuviera que decirle Zane, si es que le respondía de alguna forma. Sin embargo, sus pasos se detuvieron en el momento en que volvió a sentir la extraña presencia aproximarse rápidamente. No le llevaría mucho tiempo más descubrir a quién pertenecía y, cuando lo vio, un escalofrío recorrió su espalda.
─ Vete de aquí -comenzó, de nuevo, dirigiéndose al pelirrojo-. Ahora.
El capitán de los Piratas Sin Corazón se encontraba observándoles desde una extraña plataforma, probablemente producto de su poder o de algún artefacto de extrañas capacidades. Había escuchado muchos rumores sobre ese hombre, y no pasó inadvertido el hecho de que se hubiera enfrentado a Dexter en alguna que otra ocasión. El simple hecho de intentar imaginarse qué clase de bestia sería para poder medirse con el dragón le abrumaba. Si la situación se volvía tensa quizá se viera obligado a pedir refuerzos, aunque prefería no hacerlo. ¿Qué clase de contramaestre era si tenía que pedir ayuda para completar su cometido?
─ ¡Arribor! -saludó, alzando la voz para que pudiera escucharle sin problemas- Pensaba que tú y los tuyos os quedaríais en el local tras todo ese espectáculo. ¿Has cambiado de parecer?
- Resumen:
- Dudar sobre qué hacer con Zane, utilizando finalmente su bendición de recuperación para devolverle todas sus energías y hacer que despierte. Poco después, decirle que se marche y vislumbrar a Arribor observándoles. Saludarle "amistosamente" y aguardar hasta aclarar sus intenciones.
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Ese maldito Mink no iba a superarle. Drake había decidido quedarse en aquel sitio junto al supuesto arbitro y aceptar el desafío de aquel ser que le había retado a comer. El lobo devoraba hamburguesas sin parar al mismo tiempo que miraba con rabia a su rival. No iba a dejarse vencer por nadie y mucho menos por él. No es que fuera racista pese a luchar con gente de color llamándolos chocolate, pero era un orgulloso de mierda para esas cosas. Mordía el pan con ansia y tragaba cual dragón en una fiesta de carne. El queso como siempre buenísimo y la carne insuperable. El luchado echó un ojo al tipo de la máscara y se dio cuenta de que estaba bebiendo y comiendo también. Además, veía la pantalla de los piratas a su espalda. Esperaba que Arribor venciera. Justo en ese momento el lobo blanco dirigió su mirada hacia el tal Viktor.
- Oe, perdona por lo de antes. Eres un buen tipo. – Dijo únicamente dedicándole una pequeña sonrisa. – Se ve que tan solo quieres ayudar a balancear las cosas.
Una vez dicho aquello volvió a morder su deliciosa burguer con ganas. Miró a los ojos a su oponente y continuó masticando como si no hubiese un mañana. Podía comer muchísimo y dejaría a su rival en la derrota, o eso trataría. Por un momento se dio cuenta de que mientras todos se mataban fuera por una tontería, él disfrutaba de la comida y al mismo tiempo de un duelo. Era una buena vida la que llevaba el lobo. Sexo con su mujer, mimos, cuidados y luego con su capitán diversión y comida.
- ¡No pienso rendirme, colega! – Le dijo al Mink al mismo tiempo que sus tomaban un ligero brillo rojizo y aumentaba la velocidad a la que estaba comiendo.
- Oe, perdona por lo de antes. Eres un buen tipo. – Dijo únicamente dedicándole una pequeña sonrisa. – Se ve que tan solo quieres ayudar a balancear las cosas.
Una vez dicho aquello volvió a morder su deliciosa burguer con ganas. Miró a los ojos a su oponente y continuó masticando como si no hubiese un mañana. Podía comer muchísimo y dejaría a su rival en la derrota, o eso trataría. Por un momento se dio cuenta de que mientras todos se mataban fuera por una tontería, él disfrutaba de la comida y al mismo tiempo de un duelo. Era una buena vida la que llevaba el lobo. Sexo con su mujer, mimos, cuidados y luego con su capitán diversión y comida.
- ¡No pienso rendirme, colega! – Le dijo al Mink al mismo tiempo que sus tomaban un ligero brillo rojizo y aumentaba la velocidad a la que estaba comiendo.
- Spoiler:
- Hablar con Viktor, despues con el Mink y continuar comiendo.
PD: Siento el retraso Arthur, gracias por la oportunidad de poder seguir.
En el restaurante Drake y el misterioso mink comen hamburguesas como unos posesos mientras Viktor dirige su mirada a una serie de imágenes proyectadas de los participantes.
-No te confundas. - Dice con una voz amable, pero con la mirada ausente en la pantalla. - No soy una buena persona, simplemente me muevo por dos motivos, beneficio propio, lo que se puede traducir en "proteger mi reino y a mis amigos", y segundo, pero no menos importante, entretenimiento. Odio aburrirme y odio que esta situación siga haciendo peligrar mis negocios y a mis empleados. Solo soy una persona que ha decidido tomar cartas en el asunto y hacer que mováis el culo de una vez. - Su tono según habla cambia a uno menos alegre pero igualmente despreocupado. -Pero, en fin, no hagamos caso a los delirios de este viejo y continuemos con los juegos.
Parece que le sacas unos tres platos al mink, pero este te sigue el ritmo.
- No me superarás tan fácilmente. - Dice mientras escupe grandes trozo de comida a medio masticar.
Justo entonces sus músculos parece que empiezan a vibrar a gran velocidad comenzando a consumirse hasta dejarlo mucho más flaco que antes, aumentando más su apetito.
En las pantallas aparecen algunos piratas que ya han llegado o están llegando a la plaza central de Mock Town. Algunos llevan alguna que otra espada de plata, otro llevan espadas no tan de plata. De hecho en la pantalla se puede ver como algunos han cogido una espada cualquiera y le han pintado un número de forma muy cutre... pero los guardias les dejan pasar sin problemas, algunas ni siquiera son espadas, pero bueno, supongo que los que no estáis en el restaurante o la plaza no tenéis forma de saberlo.
-No te confundas. - Dice con una voz amable, pero con la mirada ausente en la pantalla. - No soy una buena persona, simplemente me muevo por dos motivos, beneficio propio, lo que se puede traducir en "proteger mi reino y a mis amigos", y segundo, pero no menos importante, entretenimiento. Odio aburrirme y odio que esta situación siga haciendo peligrar mis negocios y a mis empleados. Solo soy una persona que ha decidido tomar cartas en el asunto y hacer que mováis el culo de una vez. - Su tono según habla cambia a uno menos alegre pero igualmente despreocupado. -Pero, en fin, no hagamos caso a los delirios de este viejo y continuemos con los juegos.
Parece que le sacas unos tres platos al mink, pero este te sigue el ritmo.
- No me superarás tan fácilmente. - Dice mientras escupe grandes trozo de comida a medio masticar.
Justo entonces sus músculos parece que empiezan a vibrar a gran velocidad comenzando a consumirse hasta dejarlo mucho más flaco que antes, aumentando más su apetito.
En las pantallas aparecen algunos piratas que ya han llegado o están llegando a la plaza central de Mock Town. Algunos llevan alguna que otra espada de plata, otro llevan espadas no tan de plata. De hecho en la pantalla se puede ver como algunos han cogido una espada cualquiera y le han pintado un número de forma muy cutre... pero los guardias les dejan pasar sin problemas, algunas ni siquiera son espadas, pero bueno, supongo que los que no estáis en el restaurante o la plaza no tenéis forma de saberlo.
- Sakigatomura:
- Sales con éxito del barco para ver como su estructura tiembla y colapsa terminando en su totalidad bajo las aguas. Tras eso pones rumbo al Este a las ruinas que... sorpresa sorpresa están medio sumergidas en el mar ¿Te resulta familiar?Por cierto, parece que hay alguien, dos personas en concreto.
- Nailah y Therax:
- Nailah nada hacia la espada, no parece haber nada peligroso a parte de cierta profundidad y una leve corriente. Agarras la espada y con algo de fuerza logras llevártela, ahora sólo te queda salir a la superficie. No parece que hayas activado ninguna trampa así que tranquila.
Therax, parece que Nailah ha conseguido llegar a la espada y vuelve a la superficie, no ves nada raro, salvo un dragón que vuela hacia vosotros con una chica en su lomo.
- Rainbow, b3tHr1l y Zane:
- Termináis vuestra discreta disputa y lo solucionáis como caballeros, muy bien, os habéis ganado una palmadita en la cabeza. Arribor, Bethril te berrea algo desde abajo, por cierto, tres espadas... tres personas... no hay que ser un genio para saber lo que haría un buen pirata... matar a sus espaditas y hacerlos mirar.
- Deathstroke:
- Alcanzas al animalito (y a la espada) y tratas de tranquilizarlo, parece ser que tu insistencia da sus frutos y se acerca confiando en ti. Se siguen escuchando sonidos de lucha a lo lejos, lo que hace que se esconda detrás de tus piernas. Le has caído bien, pero parece ser que unos gamberros quieren tener la fiesta hasta tarde.
- Barbazul:
- Parece que todos te contestan a la vez y de forma desordenada, pero al poco se crea cierto orden entre ellos para hablar contigo.
- ¿Que la cantidad era superior? No tengo ni idea de la cantidad que era, simplemente arrojaste el dinero y todo el mundo lo cogió mientras tu te llevabas mi mercancía. Pero vamos, que yo voy a hacer lo contrario, te voy a lanzar las espadas mientras me llevo tu dinero como pago.
- ¿Que qué hago aquí? Me quitaste mis herramientas cacho tarugo. - Exclama el tío de la sierra
- Y a mí mis armas. - Dicen varias personas.
- Espera ¿Estás dando por sentado que sólo por mis pintas ataco civiles por diversión? Soy un pirata no un psicópata retrasado maldito cleptómano, ahora devuélveme mis espadas, o verás. Aunque ¿sabes qué? Después de esto no me voy a quedar a gusto sin darte un par de hostias. - Tras decir eso sus puños se envuelven en haki.
Poco a poco el caos vuelve a adueñarse de la muchedumbre furiosa. al parecer a nadie le interesa la espada, simplemente tus métodos de recolección no le parecieron muy bien a la gente. La liaste mucho y todos tienen intención de ir a por ti y a nadie parece se ve intimidado por tus amenazas. Parece que tendrás que luchar, aunque ahora están discutiendo sobre quien va primero, todos quieren un cacho pero nadie quiere ceder. Esto puede estallar en un conflicto mayor.
- William:
- Sigilosamente logras ascender por una pared y abrir una de las ventanas para poder ver y escuchar lo que ocurre dentro. Los hombres que han entrado están reunidos en una especie de círculo mientras hablan, no hablan muy alto y la oscuridad cubre sus rostros, pero se distinguen algunas frases.
- Estos almacenes son seguros, nadie vendría hasta aquí.
- ¿Informe de situación?
- Al parecer Viktor ha reunido a una gran fuerza en esta isla, puede que la use para intervenir en la ejecución.
- Tenemos que debilitarlos en la medida de...
De pronto paran de hablar, por cierto ¿No había antes más personas?
- Es de mala educación escuchar a escondidas. - Dice una voz tranquila a tus espaldas. Una figura permanece de pie en medio del aire a tu altura, no parece hacer nada, pero emite un aura que directamente te acojona. ¿Le importaría que tuviéramos una pequeña charla señor...?
No parecía que hubiera nada interesante en las cercanías. Lo único digno de mención se encontraba bajo agua, justo en el lugar en el que Therax no podía alcanzarlo. Pasó su mirada por enésima vez ante la roca que había frente a él, la cual habría ocupado un lugar muy distinto tiempo atrás. «¿Cuál era tu función?», se preguntó, distraído, en un esfuerzo por ocupar su mente en algo que no fuera lo inútil que se sentía.
Despegó su vista de la piedra cuando percibió que Nailah dejaba de alejarse y comenzaba a acercarse a él. Parecía que se había equivocado de pleno con sus sospechas, cosa que agradecía. De cualquier modo, era preferible pensar mal y sorprenderse que encontrarse con un sucio truco que no hubiera sospechado. No había duda de que ese Victor no era un tipo de fiar, y no sería descabellado suponer que hubiese montado todo para que alguien en concreto saliese vencedor del estúpido juego que se había inventado. En ese contexto sería completamente factible que se las ingeniase para acabar con cuantos piratas le fuera posible.
Mientras pensaba, volvió a acercarse al agua para comprobar que la morena ya se encontraba bastante cerca de la superficie. Una vez estuvo seguro de que nada le ocurriría, dejó de centrar en ella su Haki de observación y lo expandió por los alrededores al tiempo que miraba hacia el cielo. ¿Adónde podría ir ahora? Ir hacia una región distante sería una pérdida de tiempo, ya que cualquiera que hubiese ido hacia allí en un primer momento les llevaría muchísima ventaja. Por otro lado, había divisado varios grupos desde las alturas en su camino hacia allí. Tal vez...
Sus pensamientos fueron interrumpidos en cuanto percibió la presencia de alguien conocido. No había duda de quién se aproximaba hacia él. Mura, montada a lomos de Sumire, se encontraba cada vez más cerca. La dragona aterrizó a unos metros de él, y Therax se dirigió hacia ellas justo cuando el sonido del agua a sus espaldas indicaba que Nailah comenzaba a emerger.
-¡Mura! -gritó antes de que se bajara de la dragona-. ¿Qué haces por aquí? Vaya, veo que tú también has conseguido una espada de ésas -añadió al tiempo que señalaba al sable plateado que portaba-. Nosotros hemos encontrado una. -Señaló a la morena, que estaba empapada, para a continuación dirigirse a ella-. ¿Y nosotros qué hacemos? Podríamos ir aún más al norte, aunque no sé si allí habrá algo interesante -comentó, preguntándose hacia dónde debían dirigirse a continuación. Lo cierto era que no tenía ni la menor idea, de modo que si se marchaban lo harían hacia donde Nailah estimase oportuno.
Despegó su vista de la piedra cuando percibió que Nailah dejaba de alejarse y comenzaba a acercarse a él. Parecía que se había equivocado de pleno con sus sospechas, cosa que agradecía. De cualquier modo, era preferible pensar mal y sorprenderse que encontrarse con un sucio truco que no hubiera sospechado. No había duda de que ese Victor no era un tipo de fiar, y no sería descabellado suponer que hubiese montado todo para que alguien en concreto saliese vencedor del estúpido juego que se había inventado. En ese contexto sería completamente factible que se las ingeniase para acabar con cuantos piratas le fuera posible.
Mientras pensaba, volvió a acercarse al agua para comprobar que la morena ya se encontraba bastante cerca de la superficie. Una vez estuvo seguro de que nada le ocurriría, dejó de centrar en ella su Haki de observación y lo expandió por los alrededores al tiempo que miraba hacia el cielo. ¿Adónde podría ir ahora? Ir hacia una región distante sería una pérdida de tiempo, ya que cualquiera que hubiese ido hacia allí en un primer momento les llevaría muchísima ventaja. Por otro lado, había divisado varios grupos desde las alturas en su camino hacia allí. Tal vez...
Sus pensamientos fueron interrumpidos en cuanto percibió la presencia de alguien conocido. No había duda de quién se aproximaba hacia él. Mura, montada a lomos de Sumire, se encontraba cada vez más cerca. La dragona aterrizó a unos metros de él, y Therax se dirigió hacia ellas justo cuando el sonido del agua a sus espaldas indicaba que Nailah comenzaba a emerger.
-¡Mura! -gritó antes de que se bajara de la dragona-. ¿Qué haces por aquí? Vaya, veo que tú también has conseguido una espada de ésas -añadió al tiempo que señalaba al sable plateado que portaba-. Nosotros hemos encontrado una. -Señaló a la morena, que estaba empapada, para a continuación dirigirse a ella-. ¿Y nosotros qué hacemos? Podríamos ir aún más al norte, aunque no sé si allí habrá algo interesante -comentó, preguntándose hacia dónde debían dirigirse a continuación. Lo cierto era que no tenía ni la menor idea, de modo que si se marchaban lo harían hacia donde Nailah estimase oportuno.
- Resumen:
Resumen:
[list]
[*]Esperar a que Nailah salga del agua y, una vez se encuentra cerca de la superficie, dejar de centrarme en ella con el mantra y "expandirlo" por los alrededores.
[*]Percibir que Mura y Sumire se acercan, dirigirme hacia el lugar en el que aterrizan y hablar con ellas.
[*]Preguntarle a Nailah si tiene alguna idea de hacia dónde podemos dirigirnos a continuación (aceptando el lugar que ella decida en caso de que nos vayamos).
Zane yacía de rodillas sobre el carbonizado suelo del bosque, agotado, notando como su cuerpo, de forma inconsciente, utilizaba las pocas energías que le quedaban en sus habilidades regenerativas y se iba curando poco a poco. El combate había sido intenso y había logrado poner en práctica muchas de las técnicas y habilidades que había aprendido durante sus dos años de entrenamiento en Wano, además de probar el filo de la katana que le regaló su padre, la cual solo se desenfundaba contra un número muy reducido de personas. Sin embargo, pese a lo lacónico que había resultado la batalla contra el contramaestre de los blue roses y perder en el intento, había aprendido en qué fallaba su estilo de pelea y como debía mejorarlo. «No hay mal que por bien no venga» se dijo, intentando levarse de nuevo, pero con el mismo resultado que la anterior.
Respirando hondo, en un tercer intento de incorporarse, el dracónido de escamas doradas se postró ante é, altivo y con sus ropas algo tostadas por el ataque del pirata. «Al menos puedo decir que he quemado al mismísimo Kurogami», pensó. Y fue entonces cuando Berthil, resplandeciente como el sol, posó su cálida mano sobre el hombro de Zane, el cual durante unos escasos dos segundos que le parecieron eternos, comenzó a brillar con la misma intensidad; desprendiendo un dorado intenso que sería de cegar a cualquiera que le mirase fijamente durante mucho tiempo. Y de nuevo, la oscuridad de la noche.
-No te preocupes –dijo, levantándose. Aparentemente las fuerzas del antiguo supernova se habían restablecido, al menos en parte. Notaba como un intenso calor que jamás había sentido antes embriagaba su cuerpo, haciéndole sentir bien, energizado sería un mejor término para esa sensación. Además de aquello, usó su kaifuku [Manual Micaiah] para reducir las heridas que pudiera tener, a excepción de la cicatriz que iba a tener en el abdomen a causa del ataque del pirata-. La próxima vez que nos veamos en combate serás tú quien muerda el polvo. Mientras tanto… -Zane sacó un den den del bolsillo de su pantalón y se lo lanzó a Berthil-. Si luego te apetece una copa dame un toque. Invito yo –el pelirrojo mostró una liviana sonrisa, para justo después sentir una presencia poderosa, pero que conocía. Berthil le aconsejó irse, pero no le hizo caso, al menos en ese momento. Aquel sujeto tenía tres espadas, una dorada, una plateada y una de aspecto horrible. ¿Para qué quería tantas? A saber, pero no perdía nada por pedirle alguna.
-¡Arribor! ¿Te hace darme una de esas espadas a cambio de un copazo? Pero tamaño gigante, nada de esas jarritas pequeñas que ponen a los turistas –soltó Zane, enfundando sus katanas-. ¡Ah! Y por si no me recuerdas... soy Zane D. Kenshin, antiguo supernova, aunque por estos mares me conocen, como puedes comprobar, como descamisetado.
Respirando hondo, en un tercer intento de incorporarse, el dracónido de escamas doradas se postró ante é, altivo y con sus ropas algo tostadas por el ataque del pirata. «Al menos puedo decir que he quemado al mismísimo Kurogami», pensó. Y fue entonces cuando Berthil, resplandeciente como el sol, posó su cálida mano sobre el hombro de Zane, el cual durante unos escasos dos segundos que le parecieron eternos, comenzó a brillar con la misma intensidad; desprendiendo un dorado intenso que sería de cegar a cualquiera que le mirase fijamente durante mucho tiempo. Y de nuevo, la oscuridad de la noche.
-No te preocupes –dijo, levantándose. Aparentemente las fuerzas del antiguo supernova se habían restablecido, al menos en parte. Notaba como un intenso calor que jamás había sentido antes embriagaba su cuerpo, haciéndole sentir bien, energizado sería un mejor término para esa sensación. Además de aquello, usó su kaifuku [Manual Micaiah] para reducir las heridas que pudiera tener, a excepción de la cicatriz que iba a tener en el abdomen a causa del ataque del pirata-. La próxima vez que nos veamos en combate serás tú quien muerda el polvo. Mientras tanto… -Zane sacó un den den del bolsillo de su pantalón y se lo lanzó a Berthil-. Si luego te apetece una copa dame un toque. Invito yo –el pelirrojo mostró una liviana sonrisa, para justo después sentir una presencia poderosa, pero que conocía. Berthil le aconsejó irse, pero no le hizo caso, al menos en ese momento. Aquel sujeto tenía tres espadas, una dorada, una plateada y una de aspecto horrible. ¿Para qué quería tantas? A saber, pero no perdía nada por pedirle alguna.
-¡Arribor! ¿Te hace darme una de esas espadas a cambio de un copazo? Pero tamaño gigante, nada de esas jarritas pequeñas que ponen a los turistas –soltó Zane, enfundando sus katanas-. ¡Ah! Y por si no me recuerdas... soy Zane D. Kenshin, antiguo supernova, aunque por estos mares me conocen, como puedes comprobar, como descamisetado.
- Resumen:
- Narrar como me cura Berthil, terminar de curarme con mi manual Micaiah, ofrecerle a Berthil mi den den Zane y pedirle una espada a Arribor
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