Vile Spectre
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Aquellos octogenarios eran lo único de auténtico interés en la habitación, e incluso así, Kenshin parecía ser el único atraído por ellos. Lo cierto es que tocaban endiabladamente bien, pero Vile no podía dejar de preguntarse por qué estaban allí. ¿Cuál sería su cometido en aquella inhóspita torre?
El pelirrojo no pudo resistirse al encanto de aquellos ancianos, subiéndose al escenario para participar en el espectáculo que tenían preparado. Sin duda, aquello era de lo más animado, sobre todo porque el punteo de guitarra de uno de los viejos mitigaba el dolor que le causaba los ruidos de la torre. Debían de tener aquellos instrumentos conectados a un den den amplificador, puesto que toda la sala vibraba con aquel concierto. De hecho, Vile podría haber llegado a decir que la sala estaba inclinándose, aunque quizás solo fueran las numerosas copas que le había tomado prestadas a Elrik.
Tal era el ruido que generaban los músicos que parecía haberse extinguido el molesto eco proveniente de la estructura. Habiendo reparado en este detalle, tardó en darse cuenta de que el rubio estaba haciendo ademán de ofrecerle algo de beber.
-Muchas gracias, amigo -dijo, sonriendo con la ceja en alto-. ¡Va por vosotros!
A continuación, le dio un trago largo y cerró los ojos. Ron añejo. Lo que se esperaba. Dejó la petaca en manos del enmascarado y dio unos pasos al frente, mas un haz de luz le cegó por completo, mientras los riffs de guitarra se acentuaban por momentos. No había hecho mucho caso, pero parecía que el gyojin había tomado el micrófono y había soltado algo que no debió de resultar agradable a los vejetes. ¿Ahora de qué manera la estaría cagando?
Alcanzó a ver que Kenshin había arrojado un ataque contra uno de los vejestorios, mientras la música continuaba, sin que pareciera que el cese estaba próximo. El rubito apoyó a su capitán tomando una silla y dirigiéndose contra los músicos. Si aquello resultaba en un golpe, era probable que tuviera que acabar en una de esas residencias del Gobierno.
Vile se colocó la armónica en la boca y empezó a soplar, de modo que un sonido completamente caótico y desafinado emergió de esta. Con este particular grito de guerra, cogió una botella y la lanzó contra el bajista. Nadie quiere a esos tipos.
El pelirrojo no pudo resistirse al encanto de aquellos ancianos, subiéndose al escenario para participar en el espectáculo que tenían preparado. Sin duda, aquello era de lo más animado, sobre todo porque el punteo de guitarra de uno de los viejos mitigaba el dolor que le causaba los ruidos de la torre. Debían de tener aquellos instrumentos conectados a un den den amplificador, puesto que toda la sala vibraba con aquel concierto. De hecho, Vile podría haber llegado a decir que la sala estaba inclinándose, aunque quizás solo fueran las numerosas copas que le había tomado prestadas a Elrik.
Tal era el ruido que generaban los músicos que parecía haberse extinguido el molesto eco proveniente de la estructura. Habiendo reparado en este detalle, tardó en darse cuenta de que el rubio estaba haciendo ademán de ofrecerle algo de beber.
-Muchas gracias, amigo -dijo, sonriendo con la ceja en alto-. ¡Va por vosotros!
A continuación, le dio un trago largo y cerró los ojos. Ron añejo. Lo que se esperaba. Dejó la petaca en manos del enmascarado y dio unos pasos al frente, mas un haz de luz le cegó por completo, mientras los riffs de guitarra se acentuaban por momentos. No había hecho mucho caso, pero parecía que el gyojin había tomado el micrófono y había soltado algo que no debió de resultar agradable a los vejetes. ¿Ahora de qué manera la estaría cagando?
Alcanzó a ver que Kenshin había arrojado un ataque contra uno de los vejestorios, mientras la música continuaba, sin que pareciera que el cese estaba próximo. El rubito apoyó a su capitán tomando una silla y dirigiéndose contra los músicos. Si aquello resultaba en un golpe, era probable que tuviera que acabar en una de esas residencias del Gobierno.
Vile se colocó la armónica en la boca y empezó a soplar, de modo que un sonido completamente caótico y desafinado emergió de esta. Con este particular grito de guerra, cogió una botella y la lanzó contra el bajista. Nadie quiere a esos tipos.
- Resumen:
- Beber un poco y lanzarle una botella al bajista.
Noximilien
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Sintió cierta pena por aquellos instrumentos de percusión en llamas, pues a lo mejor detrás de estos había alguien que se había dedicado a crearlos y cuidarlos con cariño. Para un músico, su instrumento era como para un espadachín su espada; se pueden remplazar, pero nunca será lo mismo.
- Yo creo que el tipo de la pantalla odiaba tanto los tambores como vosotros –le respondió a Alviss.
La siguiente sala estaba consumida en la oscuridad, que de sus paredes revotaba el sonido de las cuerdas de una guitarra. Se hizo la luz cuando Zane intervino con sus llamas, encontrándose con algo que dejo al enmascarado patidifuso. El puto AB/CD.
- Ay su puta madre, recuerdo escucharlos a todas horas de adolecente. No me esperaba que hubiesen sobrevivido a dos décadas de vicios –saco su propia petaca y empezó a beber a la vez que Alviss-. Que se quede el pelirrojo con ese ron de garrafón, el whisky cumple lo mismo y no te deja ciego.
Por un momento la petaca se le resbalo de la mano, pero pudo cogerla con gran agilidad. Hubo un ligero temblor y por un momento se terminó que alguien ya se había entretenido a tirar los cimientos de la torre e iba a derrumbarse, pero al final no ocurrió. Lo que sí ocurrió fue el puñetazo que les dio uno de los músicos a la cara del capitán a la vez que empezaban a tocar un tema pegadizo. Nox desenfundo su espada Briga, pues era la menos “letal” y no quería cargarse a una banda que le gustaba y que había descubierto que seguían ahí.
- En cuanto salgamos de aquí –se dirigió a Zane-. Me tienes que llevar donde pueda actualizarme mi repertorios de canciones.
- Yo creo que el tipo de la pantalla odiaba tanto los tambores como vosotros –le respondió a Alviss.
La siguiente sala estaba consumida en la oscuridad, que de sus paredes revotaba el sonido de las cuerdas de una guitarra. Se hizo la luz cuando Zane intervino con sus llamas, encontrándose con algo que dejo al enmascarado patidifuso. El puto AB/CD.
- Ay su puta madre, recuerdo escucharlos a todas horas de adolecente. No me esperaba que hubiesen sobrevivido a dos décadas de vicios –saco su propia petaca y empezó a beber a la vez que Alviss-. Que se quede el pelirrojo con ese ron de garrafón, el whisky cumple lo mismo y no te deja ciego.
Por un momento la petaca se le resbalo de la mano, pero pudo cogerla con gran agilidad. Hubo un ligero temblor y por un momento se terminó que alguien ya se había entretenido a tirar los cimientos de la torre e iba a derrumbarse, pero al final no ocurrió. Lo que sí ocurrió fue el puñetazo que les dio uno de los músicos a la cara del capitán a la vez que empezaban a tocar un tema pegadizo. Nox desenfundo su espada Briga, pues era la menos “letal” y no quería cargarse a una banda que le gustaba y que había descubierto que seguían ahí.
- En cuanto salgamos de aquí –se dirigió a Zane-. Me tienes que llevar donde pueda actualizarme mi repertorios de canciones.
Lance Kashan
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Y, de pronto, las cosas empezaron a descontrolarse. Es decir, estando en el grupo en el que estaba, difícilmente iban a salirse totalmente del control. Todo aquello estaba sujeto sobre las firmes manos de Kirtash y Katharina, y muy potente o inesperado debía pasar para poder decir que no estábamos preparados para ello. Las luces se apagaban y encendían como si de una discoteca bastante pasada de horas se tratase, tintineando y haciendo redobles, generando una dificultad añadida a la hora de avistar a la que debía de ser nuestra presa: el señor gordo. Este había salido corriendo hacia una puerta, a la que no debería haber llegado ya que su cuidado se le había encargado a la muchacha que nos acompañaba, pero la realidad parecía ser otra muy distinta… Miré hacia aquella dirección, y lo único que podía vislumbrar era, con toda claridad, un monstruo gigantesco y negro como el ópalo que estaba arrastrando su pezuña por el suelo repetidamente mientras bufaba: el hermano mayor de los toros. O así es como había decidido llamarle, ya que ni media docena de bravíos mamíferos como los que habíamos despachado momentos atrás igualaban en tamaño a aquel ser. A su lado, el DJ parecía casi posar, quedando bastante patético por la diferencia de tamaños, el cual no tardó en dirigirse a mí para echarme la culpa de que aquel ser estuviera enfadado… ¿Debería haberle dejado llevar a cabo sus planes, y que, no sé, nos hubiera podido meter en problemas o haberme matado a mí? Claro, era lo más lógico.
Miré fijamente a los ojos del animal que, para mi desdicha, no estaba dudando a la hora de devolverme la mirada. Y lo que no era la mirada. Bufaba y amenazaba con abalanzarse sobre mí, algo que era notable a simple vista por sus poco sutiles movimientos de patas y las cornadas al aire. Tragando saliva por mero instinto y nerviosismo, esperé al momento en el que el toro decidiese comenzar su carrera, tratando de, si no ser más rápido, tener tiempo suficiente para esquivarlo y que me dejase en paz. En cuanto una de sus patas se movió, me transformé en mi forma intangible y me desplacé al máximo de mi velocidad en dirección diagonal al lomo del enemigo, de forma que, a la vez que esquivaba su ataque por mera altura, también avanzase y lo dejase atrás para ganar distancias nuevamente. Una vez realizado el plan, podría aterrizar con cierta gracilidad en tierra y, más por suerte que por atención, me daría cuenta de la puerta que estaba donde hacía segundos el toro cubría mi vista. Aún a una distancia prudencial, tanto del torero como del toro, pude pararme a pensar las cosas. Observándola, utilicé mi propio subconsciente para llevar a cabo la comunicación a través del canal mental del que tantas veces había hecho mención nuestro ‘’jefe’’, dejando claro en un mensaje conciso una de los detalles de esa sala que no quería que pasasen por inadvertidos:
—Aquí hay una puerta que todavía no se ha abierto, no tengo ni idea de lo que hay detrás. — Con esto, creo que ya dejaba suficientemente claro la curiosidad y el deseo de investigación que tenía. Quizás encontrábamos algo interesante, pero para entrar era mejor pedir permiso, vaya a ser que detrás de esta solo hubieran malas noticias.
Miré fijamente a los ojos del animal que, para mi desdicha, no estaba dudando a la hora de devolverme la mirada. Y lo que no era la mirada. Bufaba y amenazaba con abalanzarse sobre mí, algo que era notable a simple vista por sus poco sutiles movimientos de patas y las cornadas al aire. Tragando saliva por mero instinto y nerviosismo, esperé al momento en el que el toro decidiese comenzar su carrera, tratando de, si no ser más rápido, tener tiempo suficiente para esquivarlo y que me dejase en paz. En cuanto una de sus patas se movió, me transformé en mi forma intangible y me desplacé al máximo de mi velocidad en dirección diagonal al lomo del enemigo, de forma que, a la vez que esquivaba su ataque por mera altura, también avanzase y lo dejase atrás para ganar distancias nuevamente. Una vez realizado el plan, podría aterrizar con cierta gracilidad en tierra y, más por suerte que por atención, me daría cuenta de la puerta que estaba donde hacía segundos el toro cubría mi vista. Aún a una distancia prudencial, tanto del torero como del toro, pude pararme a pensar las cosas. Observándola, utilicé mi propio subconsciente para llevar a cabo la comunicación a través del canal mental del que tantas veces había hecho mención nuestro ‘’jefe’’, dejando claro en un mensaje conciso una de los detalles de esa sala que no quería que pasasen por inadvertidos:
—Aquí hay una puerta que todavía no se ha abierto, no tengo ni idea de lo que hay detrás. — Con esto, creo que ya dejaba suficientemente claro la curiosidad y el deseo de investigación que tenía. Quizás encontrábamos algo interesante, pero para entrar era mejor pedir permiso, vaya a ser que detrás de esta solo hubieran malas noticias.
- Resumen [AEG & Kath]:
- -Esquivar muy fuerte al toro.
-Ignorar el resto de la situación porque se siente bastante inmortal teniendo a los dos compañeros que tiene.
-Avisar vía telepatía de la puerta cerrada.
- Cosas usadas:
- Nivel 20 de fruta
Puede generar áreas de radio pequeño (menos de medio metro) en las que el simple contacto hace entumecer la parte afectada. Puede moverse tan rápido como el soru en su forma etérea. Sus descargas pueden alcanzar una energía de 7500 julios. El rango máximo por defecto de sus habilidades será de 20 metros.
Zuzu
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Sky miraba hacia delante esperando avanzar pero por alguna razón no sucedía absolutamente nada. Miró hacia abajo y se llevó una sorpresa cuando las escaleras eran normales, pero hechas de metal. La comida que había probado y por la que probablemente se había desmayado le estaba afectando la visión. Juraría haber visto que las escaleras eran mecánicas.
¿Acaso el gorila también era su imaginación? Imposible, todo parecía demasiado real. Ahora el muchacho dudaba en qué creer y en qué no confiar. El pelinegro no avanzó más de un par de escalones, quedándose parado en el tercero cuando vio un golem imponente ser arrastrado de manera irrefutable. Las huellas que se marcaban en el terreno y el olor a destrucción no parecían fantasía barata. El muchacho asimiló que se trataba de una situación real. Quería creerlo y por tanto tenía que actuar así.
Cando el gorila llegó al inicio de la escalera se quedó mirando al muchacho durante un segundo. Los dos cruzaron miradas y en ese momento un escalofrio recorrió todo el cuerpo de Sky. No había sitio para dos en aquella plataforma metálica. Pero pese al impacto de la situación la bestia optó desviar su camino escalando.
El muchacho actuó con rapidez. Desenvainó la katana con la facilidad de un beso veraniego y saltó trepando la barandilla en dirección al gorila. Observó que el grupo que acompañaba habían conseguido liberar a la mujer y el brazo que antes la sujetaba esta vez carecía de ciertas partes de protección. Seguramente la funcionalidad de sus sistemas se habían reducido, al menos en ese brazo. Estaría de alguna manera en modo seguro ofreciendo los servicios más básicos. Así que sería dificil que pudiera protegerse al estar usando el brazo para escalar. No hubo tiempo para pensar nada más.
Sky contó una respiración lenta y firme, oxigenando los músculos de sus brazos y piernas cuando saltó en dirección al simio con un impulso que dobló la barandilla. Su espada y manos se habían vuelto negras y el Haki de armadura reforzaría el metal lo suficiente como para chocar contra la estructura del brazo. El muchacho lanzó un ataque doble. El primer impacto ocurrió en el codo, en la parte que tenía elementos móviles como la rótula que estaba a la vista donde antes había una placa. El corte del tío con aura dorada había hecho un buen trabajo previamente.
La espada chocó pero no consiguió hacerle mucho mas que retener su atención durante un instante, o al menos es lo que Sky trataba de conseguir. Aprovechando el movimiento y la inercia del avanze de la espada, giró su muñeca para hacer que el filo se deslizara a través del brazo del simio hasta llegar a cortar lo que parecía el pilar principal de la siguiente plataforma a la que tenía que agarrarse el mono.
El corte no era complicado, la estructura era de metal ligero, suficiente para aguantar el peso de un uso corriente. ¿Quién pensaría al crearla que un mono robótico y un grupo de personas estarían escalando la escalera en un futuro?
El muchacho consiguió agarrarse a la barandilla que se había doblado previamente y aterrizar con la suavidad de un gato tras impactar sus dos golpes con la espada.
¿Acaso el gorila también era su imaginación? Imposible, todo parecía demasiado real. Ahora el muchacho dudaba en qué creer y en qué no confiar. El pelinegro no avanzó más de un par de escalones, quedándose parado en el tercero cuando vio un golem imponente ser arrastrado de manera irrefutable. Las huellas que se marcaban en el terreno y el olor a destrucción no parecían fantasía barata. El muchacho asimiló que se trataba de una situación real. Quería creerlo y por tanto tenía que actuar así.
Cando el gorila llegó al inicio de la escalera se quedó mirando al muchacho durante un segundo. Los dos cruzaron miradas y en ese momento un escalofrio recorrió todo el cuerpo de Sky. No había sitio para dos en aquella plataforma metálica. Pero pese al impacto de la situación la bestia optó desviar su camino escalando.
El muchacho actuó con rapidez. Desenvainó la katana con la facilidad de un beso veraniego y saltó trepando la barandilla en dirección al gorila. Observó que el grupo que acompañaba habían conseguido liberar a la mujer y el brazo que antes la sujetaba esta vez carecía de ciertas partes de protección. Seguramente la funcionalidad de sus sistemas se habían reducido, al menos en ese brazo. Estaría de alguna manera en modo seguro ofreciendo los servicios más básicos. Así que sería dificil que pudiera protegerse al estar usando el brazo para escalar. No hubo tiempo para pensar nada más.
Sky contó una respiración lenta y firme, oxigenando los músculos de sus brazos y piernas cuando saltó en dirección al simio con un impulso que dobló la barandilla. Su espada y manos se habían vuelto negras y el Haki de armadura reforzaría el metal lo suficiente como para chocar contra la estructura del brazo. El muchacho lanzó un ataque doble. El primer impacto ocurrió en el codo, en la parte que tenía elementos móviles como la rótula que estaba a la vista donde antes había una placa. El corte del tío con aura dorada había hecho un buen trabajo previamente.
La espada chocó pero no consiguió hacerle mucho mas que retener su atención durante un instante, o al menos es lo que Sky trataba de conseguir. Aprovechando el movimiento y la inercia del avanze de la espada, giró su muñeca para hacer que el filo se deslizara a través del brazo del simio hasta llegar a cortar lo que parecía el pilar principal de la siguiente plataforma a la que tenía que agarrarse el mono.
El corte no era complicado, la estructura era de metal ligero, suficiente para aguantar el peso de un uso corriente. ¿Quién pensaría al crearla que un mono robótico y un grupo de personas estarían escalando la escalera en un futuro?
El muchacho consiguió agarrarse a la barandilla que se había doblado previamente y aterrizar con la suavidad de un gato tras impactar sus dos golpes con la espada.
- Resumen:
Darse cuenta de que está viendo cosas que no son: escalera metálica, no mecánica
Saltar y atacar el codo del simio y después un pilar que sujeta la siguiente plataforma.
Hamlet
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El ruido y el tremor de la torre estaban haciendo mella en mi paciencia. Hallaba tranquilidad al mirar a Bizvan, que observaba lo que le rodeaba con su parsimonia habitual, pero yo tenía que mantener los puños cerrados por la rabia que me causaba ver allí al hombre de los tres mil millones de berries. Tanto apretaba las manos que los nudillos empezaban a tomar el color de mi pelo. Bufaba exasperado.
En cuanto el comodoro llegó a nuestro destino y deshizo su forma bestial, me posicioné junto a él como el más leal de los seguidores. Alguien debía hacer frente a aquel mal, y aunque no llegase ni a la suela de los zapatos de aquel monstruo, no podía permitir que camaradas y amigos tomasen un riesgo que yo no iba a tomar. Sabía de buena tinta que los Crimson Wolves le tenían estima por algún motivo a aquel Yonkou, y yo nunca fui tan impertinente como para preguntar por qué. Pero sabía de buena tinta que aquel hombre tenía muchas caras y no podíamos arriesgarnos a que hoy estuviera de buen humor.
El líder de mi flota parecía casi tan iracundo como yo, y se dispuso a acercarse a los temibles Blue Rose. Yo no me separaría de él en este momento.
-Quédate con él -le indiqué a la chica, señalando a Bizvan-. Ahora vuelvo...
Cuando volví la vista hacia el Emperador, musité de forma inaudible:
-Creo.
Caminé junto a Kasai, que había decidido llamar a Black, quien se hallaba algo por delante de nosotros. De forma concisa e imponente, decidió amenazar al Yonkou con arrestarle. Me mantuve firme a su lado en todo momento. Vi por el rabillo del ojo como Tobías emprendía el camino hacia otra sala y le deseé lo mejor para mis adentros, antes de volver a enfocar mi mirada en el pirata, con el ceño más fruncido que nunca.
Fanfarrón, Dexter Black sugirió que no podíamos detenerle y que su mano derecha, el afamado Deathstroke, podría con todos nosotros. Me llevé la mano a la empuñadura del machete, que había enfundado antes para poder agarrarme mejor al comodoro cuando asumiera su forma bestial mientras sujetaba a la recluta.
Kasai, visiblemente enfurecido, decidió que aquel era el momento perfecto para una tregua. Reparé entonces en el minúsculo animal que seguía al Yonkou. Un mapache. ¿En serio se había confiado tanto el Emperador como para traerse a su mascota? Escuché entonces como del bicho provino una voz que se burló de todos los presentes. Mucho esfuerzo tuve que hacer para aguantar aquella falta de respeto. Recordé entonces que esa "mascota" era otro tripulante con recompensa, y, por tanto, un asqueroso criminal.
El comodoro siguió con su camino, esta vez, siguiendo a aquel odioso trío, mientras lanzaba preguntas sobre Redfield, el supuesto responsable del surgimiento de aquella torre. Por un momento, gracias a la repulsión que me causaban los Blue Rose, había logrado olvidarme del miserable revolucionario que estaba atormentando mi hogar.
No me separé ni por un momento de Kasai. De forma inaudible, toqué su espalda, esperando que me mirase. Si lo hiciera, señalaría con la cabeza a los piratas mientras repetía en mi mente que no podíamos fiarnos de ellos, por mucho que pudieran ayudarnos. Esperaría pacientemente su respuesta. Entonces volvería mi cabeza hacia los tres piratas.
"Dais asco" reprimí, apretando los dientes.
En cuanto el comodoro llegó a nuestro destino y deshizo su forma bestial, me posicioné junto a él como el más leal de los seguidores. Alguien debía hacer frente a aquel mal, y aunque no llegase ni a la suela de los zapatos de aquel monstruo, no podía permitir que camaradas y amigos tomasen un riesgo que yo no iba a tomar. Sabía de buena tinta que los Crimson Wolves le tenían estima por algún motivo a aquel Yonkou, y yo nunca fui tan impertinente como para preguntar por qué. Pero sabía de buena tinta que aquel hombre tenía muchas caras y no podíamos arriesgarnos a que hoy estuviera de buen humor.
El líder de mi flota parecía casi tan iracundo como yo, y se dispuso a acercarse a los temibles Blue Rose. Yo no me separaría de él en este momento.
-Quédate con él -le indiqué a la chica, señalando a Bizvan-. Ahora vuelvo...
Cuando volví la vista hacia el Emperador, musité de forma inaudible:
-Creo.
Caminé junto a Kasai, que había decidido llamar a Black, quien se hallaba algo por delante de nosotros. De forma concisa e imponente, decidió amenazar al Yonkou con arrestarle. Me mantuve firme a su lado en todo momento. Vi por el rabillo del ojo como Tobías emprendía el camino hacia otra sala y le deseé lo mejor para mis adentros, antes de volver a enfocar mi mirada en el pirata, con el ceño más fruncido que nunca.
Fanfarrón, Dexter Black sugirió que no podíamos detenerle y que su mano derecha, el afamado Deathstroke, podría con todos nosotros. Me llevé la mano a la empuñadura del machete, que había enfundado antes para poder agarrarme mejor al comodoro cuando asumiera su forma bestial mientras sujetaba a la recluta.
Kasai, visiblemente enfurecido, decidió que aquel era el momento perfecto para una tregua. Reparé entonces en el minúsculo animal que seguía al Yonkou. Un mapache. ¿En serio se había confiado tanto el Emperador como para traerse a su mascota? Escuché entonces como del bicho provino una voz que se burló de todos los presentes. Mucho esfuerzo tuve que hacer para aguantar aquella falta de respeto. Recordé entonces que esa "mascota" era otro tripulante con recompensa, y, por tanto, un asqueroso criminal.
El comodoro siguió con su camino, esta vez, siguiendo a aquel odioso trío, mientras lanzaba preguntas sobre Redfield, el supuesto responsable del surgimiento de aquella torre. Por un momento, gracias a la repulsión que me causaban los Blue Rose, había logrado olvidarme del miserable revolucionario que estaba atormentando mi hogar.
No me separé ni por un momento de Kasai. De forma inaudible, toqué su espalda, esperando que me mirase. Si lo hiciera, señalaría con la cabeza a los piratas mientras repetía en mi mente que no podíamos fiarnos de ellos, por mucho que pudieran ayudarnos. Esperaría pacientemente su respuesta. Entonces volvería mi cabeza hacia los tres piratas.
"Dais asco" reprimí, apretando los dientes.
- Resumen:
- Tratar de comunicarle a Zuko que no nos podemos fiar de los Blue Rose
- 1-Hulio, Ellie, Giotto:
- Parece que toda la gente está centrada en el suelo de lava, así como el aire de fuego y… Bueno, no hay mucho que añadir, vaya. Debido a vuestra irresponsabilidad el árbol se ha incendiado y el humo va cayendo sobre la superficie y baja por las escaleras, inundando la sala inferior. Igual deberíais ir tomando una decisión. Por cierto, suena dubstep en una dirección.
- 1-Bleyd:
- Logras acercarte al único punto seguro de la planta, por lo que parece. Se trata de un pasillo algo estrecho más allá del árbol en llamas y que, afortunadamente, parece haber activado los renovadores de aire. En este lugar puedes dejar a Pau tumbado y terminar de aplicarle su tratamiento. Tras unos minutos de debatirse entre la vida y la muerte, abre los ojos débilmente y susurra, casi sin voz:
-Hicimos esto por el bien mayor…
Cierra los ojos y cae inconsciente, pero por suerte sigue respirando. Igual deseas llevártelo contigo para evitar que muera o tu labor está cumplida con salvarlo una vez; eso tú sabrás.
- 2-Los churmanitos:
- La canción termina, pero la batería sigue sonando. Cuando el corte llega un viejísimo hombre de escasa estatura y un enorme bajo se pone entre la onda y el grupo, generando una reverberación que lo frena. Mientras tanto, Luka se lanza encima del cantante y le tira la boina al suelo, además de hacerlo rodar para evitar la peor parte de la embestida. El ataque de Alviss, cargado con una poderosa silla, impacta en el escolar, que cae al suelo comenzando a tocar un riff de guitarra mientras camina en círculos por el suelo, a un ritmo endemoniado.
-¡Magnus! -Grita el otro guitarrista, físicamente similar al escolar- ¡Lo estás haciendo otra vez! Esto es la guerra…
El tipo de la boina, que ocultaba una poderosa calva bajo ella, comienza a dar palmas mientras toma la entradilla de la canción, y el bajo comienza a pasar las manos por su instrumento hasta que libera cuatro ondas cortantes que se extienden frente a él. Por su parte, el batería provoca un temblor constante en el suelo gracias al bombo y… Bueno, en algún momento la guitarra del tal Magnus está en llamas y, con tres acordes, lanza una llamarada contra Alviss.
- 3-Beaver on:
- Parece que el pequeño castor vivirá un día más. Tras una traqueotomía improvisada y un lavado de estómago con fregona de hebras ecológicas vuelve a su forma humana, agotado, y respira por el agujero. Vivirá, supongo. Por otro lado, hay gente que está jugando al ajedrez.
Una vez Scarlett pone un pie sobre el tablero la casilla se ilumina y en el techo se marca la coordenada de su posición, con letra y número. Frente a ella, en la misma línea, surge una extraña luz al final del tablero. ¿Qué puede significar todo eso?
- 4-Kodama:
- La resina parece funcionar en cuanto toca la zona de contacto. Una luz verde se ilumina en los bordes de la puerta y esta se abre, aunque se escucha una cuenta atrás, parece que se volverá a cerrar en menos de veinte segundos. Cuando entras ves que es una sala amplia, con unas rampas metálicas que van formando plataformas hasta lo alto de la sala, pero antes de subir tienes una pequeña chimenea y al lado un sillón de terciopelo rojo. Hace calor y una sensación embriagadora de comodidad te envuelve por completo. Al lado del sillón hay una pequeña mesita con un libro y una tacita de té, quizás sería un buen momento de relajarse y tomarse un descanso después de tanto caos. Oh, si das unos pasos hacia delante una dulce melodía de violines comienza a sonar a lo lejos con ciertos toques clásicos y alegres.
- 5-Kiritsu y los Scary Monsters:
- El golem que golpea Arthur se deshace en mil pedazos no sin antes destrozar por completo la mesa de mezclas. Se hace el silencio, al menos comparado con como estaba antes que no podíais oir ni vuestros pensamientos. Os duelen un poquito los oídos, pero poco a poco ese pitido va desapareciendo. A ti más rápido, Al, al estar más acostumbrado a la música.
—Yo... yo... —dice el DJ mientras retrocede, algo atemorizado—. Solo quería impresionarte, Naion... Soy tu mayor admirador... me llamo Sprollex y... y... ¿no empieza a hacer frío aquí? ¿Me firmarias un autógrafo? Además, mi novia quería conocerte, me dijo que te pasase su número para que... ¡JA! ¡Habéis picado! —al llegar a la pared le da a un botón rojo que había oculto. Oís el ruido de engranajes y máquinas que hace descender sobre vuestras cabezas, exactamente, diez altavoces que cuelgan del techo —¡LA MESA NI SIQUIERA ESTABA ENCHUFADA! ¡¿ES QUE NO HABÉIS IDO NUNCA A UN CONCIERTO?! ¡¡ES TODO PLAYBACK!!
Alza las manos hacia arriba y el dubstep vuelve a sonar, esta vez más fuerte que antes. Los golems vuelven a moverse, amenazadores. El que había destrozado Arthur se recompone torpemente. Sin embargo, parece que los golems se han reducido en número y se mueven de forma más errática. ¿Estará Sprollex perdiendo facultades?
- 6-Barritas con mucha fobra:
- ¡Eureka! El fuego es la debilidad del monstruo, bueno, también es la debilidad de los seres vivos en general, pero en el caso de este parece funcionar bastante bien. Las ondas cortantes de Kenzo abren más tuberías si cabe, llenando toda la zona alrededor de la bestia de gas. Cuando la antorcha improvisada entra en contacto con este al ser lanzada ocurre una deflagración de grandes dimensiones que engulle al ser, así como el corte central que todavía se estaba cerrando, calcinando su carne.
Un horrible chillido sale de todas sus gargantas mientras este se retuerce sin control intentando sofocar las llamas. Las tuberías siguen soltando gas inflamable, generando un muro de fuego en el pasillo que consume la carne. Podéis ver su silueta retorcerse violentamente y varios cachos de carne el llamas vuelan hacia vosotros en todas direcciones. De todas formas, si esto no lo mata seguro que lo debilita o, por lo menos evita que os siga. Aunque parece que va a morir.
Entre tanto habéis rescatado algo más de una veintena de marines, los cuales están dispuestos y preparados para seguir órdenes y ayudaros. Son marines rasos, por lo que si equipamiento no va más allá del básico, de todas formas son manos extra que pueden ayudar.
- Claro, es obvio que debemos ayudarnos entre nosotros. Luego pensaremos en lo que podemos hacer. – Contesta Bucharatti a mido No creo que mis poderes ayuden a subir de piso, ya lo he intentado. Entre los forjados de los pisos hay un gran vacío, por lo que saldríamos al techo del primer piso, en vez de al segundo piso. – Explica Bucharatti a Simo.- Tras eso saca de una cremallera en el hombro papel y lápices y se los ofrece a Taylor. – Haz cuantos necesites.
Bueno, tras eso es hora de saber a dónde moverse antes de que las llamas os alcancen, porque no parece que el fuego esté bajo control.
- 7-Tobías:
- Entras en una sala llena de vapor de agua, un vapor púrpura bastante denso y perfumado. Cuando la vista se acostumbra parece que estás dentro de una especie de sala con baños termales. Con bañeras enormes con diferentes niveles y un pasillo que atraviesa la sala entera, con unos escalones a ambos lados que dan a unas pequeñas plataformas para cambiarse.
-Huuuuuuuuumo en el aaaaaaaagua. – Escuchas de lejos, aunque no ves a nadie de momento. – Tan tan tan… tan tan, tatan. Tan tan tan, tan taaaaaan. – Tararea la cancioncita.
Por cierto te notas raro, como si empezases a llevar el puntillo de una borrachera.
- Blue Rose e invitados:
- Parece que llegáis a una especie de tregua algo tensa y tomáis rumbo a la sala 6. Tras una pasillo no muy largo alcanzáis una sala con otra escalera. La sala es bastante sencilla, con paredes de hormigón agujereado. A un lado hay un acceso a la sala 5 y en frente una puerta que da a la sala 84. La escalera es una escalera de caracol metálica que sube hacia el siguiente piso. La escalera se encuentra rodeada de lo que parece ser una especie de reja de láseres, aunque por ahora no sabéis si son dañinos o no.
- 1-Liv:
- El gran Prenci sigue moviéndose sensualmente y, si te das cuenta cada vez va alejándose más de ti, si decides seguirlo llegaréis hasta una zona que se ilumina automáticamente y, la oscuridad que os rodeaba desaparece poco a poco. Martin no está en esa zona y eso es sospechoso, no parece haber ninguna puerta visible a simple vista.
-¿Confiárselo como a ese revolucionario que te seguía? - Rio en voz alta – Eres muy ingenua – Tras eso dio una vuelta sobre sí mismo y la música dejó de sonar. Un silencio sepulcral se cernió sobre ambos y las voces resonaban con eco -. ¿Se merecen saberlo? Para lograr lo que queremos es necesario que la aguja cumpla con su cometido y, cuando eso ocurra... la nueva era habrá comenzado. Además, si tan revolucionaria eres... ¿por qué estás en contra? Solo aquellos que sienten la revolución de verdad están aquí dentro. No eres más que una farsante.
Tras eso, da una patada al suelo, en donde ilumina en hilera las baldosas con colores chillones y, unos cohetes artificiales salen detrás de él. Coge su piano y pulsa las teclas sol, la y si, seguidas, en donde suena un sonido agudo y ensordecedor, que al escucharlo uno sentiría dolor. Si te fijas, parece que las teclas del piano siguen un patrón.
- 2-Beast of no gorillas:
- Gracias a vuestros esfuerzos conjuntos lográis seccionar el brazo que mantenía prisionero a Maki y este cae al suelo. Maki, parece que tu cabezazo ha surtido efecto pues ha sido suficiente como para hacer ceder los músculos mecánicos del pulgar oponible que te mantenía preso, por cierto, una fuentecita de sangre sale de tu frente, proyectando un chorro algo cómico a varios centímetros de distancia.
Sin ninguno de sus presos el gorila se centra en sujetarse a la estructura de metal sin mucho éxito, Zuzu corta la parte a la que se agarraba y esta se dobla mientras empieza a ceder, con el empujón extra de Annie acaba doblándose por encima de lo que era soportable y el gorila cae de espaldas.
El suelo bajo su espalda empieza a desaparecer mientas se hunde varios metros en un agujero con su forma. Logra desactivar la barrera antes de hundirse más en el hormigón, pero su otro brazo no está en condiciones de sacarlo de ese apuro.
Enhorabuena, habéis neutralizado al gorila, ahora sólo queda decidir la dirección a la que iréis , podríais volver o seguir subiendo por la escalera, aunque tened cuidado, no parece haber quedado en buen estado.
- 1-Zay:
- Hay humo, mucho humo, demasiado humo. El suelo quema. ¿Podría ser por la lava? Sí, seguro que es por la lava, aunque el fuego también ayuda. El camino se ha cortado hacia el frente, y solo te quedan tres opciones viables. La primera es volver por dónde has venido, bajando la escalera de caracol y buscando otra vía de acceso. La segunda es por una ruta oscura que tienes a tu espalda. Puedes oír algunas voces, el sonido de una música muy pegadiza y algo parecido a un fuerte golpe. El tercero, y último, es hacia la izquierda, dónde puedes ver una sala repleta de luces, música de festival y gente bailando.
—Donde usted prefiera, gran Zay-sama —te dice—. Después de todo, ya me dejo claro anteriormente que es usted quien decide.
El tono de Paul Vazo suena como el de una persona despechada, como si tuvieras la obligación de pedirle disculpas por tu arrogante comportamiento. Sin embargo, eso es cosa tuya. La lava se va acercado a ti, yo que tu actuaba rápido.
- 2-Lance, Katharina y AEG:
- ¡Vaya! Si te vieran en la plaza mayor de Water 7 seguramente te lanzarían varios ajuares de lencería femenina usada y sin usar al ver esos movimientos tan certeros. Tu poderoso ataque pilla desprevenido al toro, el cual es cortado por la mitad, como si se tratara de mantequilla. Sin embargo, algo raro ocurre mientras las dos mitades del toro caen sobre el suelo de tierra de esa habitación. En la parte donde has realizado el corte, si te fijas bien, una extraña masa que no sabrías describir con exactitud, pues es de un color violáceo uniforme, comienza a surgir materia orgánica y en menos de unos pocos segundos aquel toro se ha convertido en dos, que comienzan a dar pequeños trotes por la sala.
—¡Pero no lo corte, caraote! —es lo único que pudo decir, pues una onda cortante le rozó el estómago, haciéndole una fuerte herida. Tras eso, se fijó en Katharina, la que realizaba el ataque. Los ojos del torero estaban inyectados en sangre, enfadado por lo que había hecho. A una velocidad, que incluso con tu nivel de mantra te costó prever, fue recibiendo el resto de ondas cortantes, pero con la diferencia de que éstas no le hacían nada de daño. Cuando tu ataque cesó, una extraña masa pringosa surge de su cuerpo y obtiene la forma de un gran espadón, el cual baja a gran velocidad hacia tu cabeza. Tiene una gran longitud, diría que tiene veinte metros de largo y medio metro de ancho. Yo que tu esquivaba. ¡Ah, Lance! Tus calzoncillos han aparecido, y ves que la puerta tiene algo así como un medidor de energía, quizás deberías verlo.
- 3-Valar:
- Cuando abres la taquilla de él sale un hombre pequeño, medirá en torno al metro treinta de altura, y una gran cantidad de humo sale de ahí. Huele a naturaleza, agradable y adictiva naturaleza. Tiene la tez morena, gafas de sol y un pañuelo en la cabeza. Su voz es aguda, pero tiene un inconveniente. Si te fijas en él tiene un regular equilibrio corporal, anda un tanto doblado y hace movimientos raros con sus manos.
—Muchas gracias amigo, sin ti no lo habría conseguido —te dice siguiendo una rima fácil, aunque entonándola con mucho flow—. Mi nombre es Snoop Langui. Tengo un mapa, así que vámonos de tranquís.
Si decides ir con él vas lento, sí, pero con su mapa llegáis dos salas más allá, donde hay una escalera ascendente. Al subirla ves cómo tras un agujero que se está cerrando estas tus viejos compañeros de viaje y, tras una escalera, una compuerta con un teclado con todas las letras y algo escrito: ¿Qué letra es la última en irse?
- 4-Yarmin, Elaonora y Arriborsito:
- —La verdad es que no —contesta Falafel—. Hasta hoy jamás había superado el primer piso y, si te soy sincero, tampoco me interesaba mucho. El jefe se lo tiene muy subido desde hace tiempo.
Su tono de voz sonaba enfadado y despechado, como si su jefe, fuera quien fuere, le hubiera rechazado, o esa es la impresión que os da. Sin embargo, Falafel comienza a caminar hacia una pared.
—Pero pude estudiarme los planos de esta monstruosidad una noche de locura con Mercurio, así que... quizá pueda ayudarte —mira a Arribor, y muestra una amplia sonrisa que da repelús, para, justo después, golpear con fuerza la pared y crear una esfera perfecta que conecta con una sala adyacente—. Vamos, que solo aguantará así un par de minutos.
Falafel se adelanta y llegáis a una gran sala. Ésta tiene una única puerta en el fondo y algo parecido a un saco de boxeo que parece medir la fuerza. A un lado hay una especie de encimera con un fogón y una tetera, también un plato con pastitas. Falafel se acerca y coge una, llevándosela a la boca.
—¿Queréis? —os ofrece.
- 5-Lysbeth, Kaito, Ichizake, William, Zack vs la arañita:
- La mujer araña, cuya piel es gris y de aspecto muerto y frío, que está en un punto bastante alto pegada a la pared, empieza a dar vueltas mientras desciende por esta, haciendo un asqueroso ruido de patas de araña, esquivando con gracia los disparos de William. Se queda de pie en una telaraña a unos tres metros de altura desde el techo en el hueco del ascensor cuando Lysbeth se le acerca con su amenaza. Como respuesta, se relame los labios con una horrorosa lengua roja y larga.
—Vaya vaya, no sabía que había una belleza aquí —se acaricia un pecho desnudo y gris sin apartar la vista de Lysbeth—. ¿Por qué no te acercas? ¡¡Tengo un poco de hambre!!
La araña abre la boca de forma antinatural. Su mandíbula se parte en dos mostrando unos horrorosos colmillos afilados. Se abalanza sobre Lysbeth a una velocidad increíble, buscando clavar los colmillos llenos de veneno paralizante en su cuello, a la par que con la mano derecha dispara una telaraña a William.
Zack, tras trastabillar con los mecanismos ves que no hay nada raro y, lo mismo, se ha parado porque el hueco del ascensor está lleno de telarañas que no son normales. A lo mejor. Cuando todo está de vuelta en su sitio, Kaito y tú podéis ver como el botón de emergencia parpadea.
- Mapa:
Kaito Takumi
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Los bípedos del ascensor habían sufrido el inhóspito traqueteo como un buen golpe a su equilibrio, pero para el pulpo aquello no había sido más que una breve corriente marina. Ventajas de tener ventosas, supongo. Mientras observaba silenciosamente a la comitiva que se dirigía hacia el techo por la pegajosa cuerda de White, Kaito se quedó con el peliazul cuyas respuestas, desgraciadamente, no terminaban de satisfacer su hambre.
—¿Mala suerte? Es un ejemplar albino de morsa, es de los animales que dan más suerte en el mar; bueno, si crees en esas cosas —comentó ofreciéndole un pedazo de su cultura mientras su mente se veía ocupada por nuevas incógnitas algo menos sorprendentes. Ser un usuario de akuma ya no era una novedad, y ver un poder de generación de materia tampoco era demasiado rimbombante—. Así que este animal es una especie de gastrópodo… Supongo que ambos animales necesitan alta humedad, pero no necesariamente agua… Tendré que preguntarle a tu capitán si es una morsa-caracol o un caracol-morsa… y también qué implica el orden. ¿Era el hombre violento de antes, ¿no?
Ante el ofrecimiento de Zack, el ningyo negó lentamente con la cabeza, ya eran muchos los que subían, y uno más no iba a marcar la diferencia. Especialmente cuando en el techo empezaron a escucharse disparos.
—¿Y seguir al lado de Doña Pateamorsas? Paso; su presencia y presunto poder de atracción son asfixiantes. Me estoy hartando bastante de los usuarios de akuma, la verdad. —dijo sin sospechar que, a pesar del comentario anterior, Zack también lo era—. ¿Qué clase de inconsciente rechazaría el mar por unos cuantos poderes? Aunque no es que vosotros, humanos, sepáis apreciarlo lo suficiente.
Mientras el ingeniero toqueteaba el panel del ascensor, el bocazas del pulpo se acercaría a la pegajosa cuerda que había dejado su “patrón” para inspeccionarla un poco. Que su poder no fuera tan interesante como los demás no quitaba que se saliese de su plan de estudio. Toqueteando, olisqueando y lamiendo tras percibir el olor del café y la goma, sus sentidos y su oficio de cocinero no tardarían mucho en averiguar qué materia conformaba aquel largo cabo hasta el techo.
—¿Qué fue primero, el chicle o la akuma? —diría con el sarcasmo suficiente como para empujar su desprecio al sinsentido de aquellos poderes una vez conociese el “secreto”.
Volviendo con el cuidador del extraño animal de bolsillo, Kaito dedicó una mirada de soslayo al mecánico tras ver la parpadeante superficie del botón. No tenía ni idea qué significaba aquel triángulo, pero no le costó mucho teorizar sobre su función. Sin querer demostrar su idiotez, al menos más de lo que ya incoscientemente había hecho, el ningyo esperó a que el muchacho de piel ceniza tomase una decisión al respecto. Aunque si al cabo de un rato de inactividad no hacía ni decía nada, su dedo iría lenta e inexorablemente a pulsar aquel parpadeante reclamo.
—¿Mala suerte? Es un ejemplar albino de morsa, es de los animales que dan más suerte en el mar; bueno, si crees en esas cosas —comentó ofreciéndole un pedazo de su cultura mientras su mente se veía ocupada por nuevas incógnitas algo menos sorprendentes. Ser un usuario de akuma ya no era una novedad, y ver un poder de generación de materia tampoco era demasiado rimbombante—. Así que este animal es una especie de gastrópodo… Supongo que ambos animales necesitan alta humedad, pero no necesariamente agua… Tendré que preguntarle a tu capitán si es una morsa-caracol o un caracol-morsa… y también qué implica el orden. ¿Era el hombre violento de antes, ¿no?
Ante el ofrecimiento de Zack, el ningyo negó lentamente con la cabeza, ya eran muchos los que subían, y uno más no iba a marcar la diferencia. Especialmente cuando en el techo empezaron a escucharse disparos.
—¿Y seguir al lado de Doña Pateamorsas? Paso; su presencia y presunto poder de atracción son asfixiantes. Me estoy hartando bastante de los usuarios de akuma, la verdad. —dijo sin sospechar que, a pesar del comentario anterior, Zack también lo era—. ¿Qué clase de inconsciente rechazaría el mar por unos cuantos poderes? Aunque no es que vosotros, humanos, sepáis apreciarlo lo suficiente.
Mientras el ingeniero toqueteaba el panel del ascensor, el bocazas del pulpo se acercaría a la pegajosa cuerda que había dejado su “patrón” para inspeccionarla un poco. Que su poder no fuera tan interesante como los demás no quitaba que se saliese de su plan de estudio. Toqueteando, olisqueando y lamiendo tras percibir el olor del café y la goma, sus sentidos y su oficio de cocinero no tardarían mucho en averiguar qué materia conformaba aquel largo cabo hasta el techo.
—¿Qué fue primero, el chicle o la akuma? —diría con el sarcasmo suficiente como para empujar su desprecio al sinsentido de aquellos poderes una vez conociese el “secreto”.
Volviendo con el cuidador del extraño animal de bolsillo, Kaito dedicó una mirada de soslayo al mecánico tras ver la parpadeante superficie del botón. No tenía ni idea qué significaba aquel triángulo, pero no le costó mucho teorizar sobre su función. Sin querer demostrar su idiotez, al menos más de lo que ya incoscientemente había hecho, el ningyo esperó a que el muchacho de piel ceniza tomase una decisión al respecto. Aunque si al cabo de un rato de inactividad no hacía ni decía nada, su dedo iría lenta e inexorablemente a pulsar aquel parpadeante reclamo.
- Resumen Ascensor, Zack lea:
Seguir abajo, describiendo, teorizando y tal.
Hablar con Zack despreocupadamente mientras los tiros se suceden en el techo del hueco.
Toquetear la cuerda, olerla y lamerla para intentar descubrir qué material es. Soltar un comentario sin gracia al hacerlo (Condicional, Aunque soy cocinero y creo que podría averiguarlo).
Mirar de reojo a Zack con respecto al botón parpadeante a ver qué hace. Yo no toco. A menos que Zack ya no haga nada de nada (no intervenga en esta ronda) en cuyo caso pulsaré como buen ayudante/Dee-dee.
Dretch
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Daba gusto cuando los planes salían bien, pero más aún cuando ninguno de ellos dependía de él. Por primera vez en la noche, la pesada carga del liderazgo se le hizo mucho más liviana. Y todo aquello, mientras que su única labor era la de perchero, pues recordemos que aún seguía sosteniendo un pequeño fragmento de mal gusto condensado en una única prenda de tela, el poncho de Eric Zor-El. Mientras que él conspiraba junto a Fitzgerald para tratar de solventar el dilema que tenía sobre Shintaro, el agente de lealtad difusa, todos a su alrededor parecían moverse de forma precisa y coordinada. Por una parte, Zor-El y Kenzo se las ingeniaron para encontrar el punto débil de aquella aberración tentacular y, mediante una elegante combinación de sus fuerzas, lograron que esta ardiera y emitiera una infinidad de desagradables alaridos de agonía. Por fin, aquella cosa había sido herida de muerte y seguramente nunca más volvería a regenerarse. Por otra parte; Braud, Shintaro y Baker se habían asegurado de poner a salvo de la bestia y de las llamas a una buena parte del destacamento abandonado de marines, los cuales habían perdido a su líder durante la emboscada.
Tras aquello, su ojo sano no dejo escapar un pequeño detalle. La creciente simpatía entre Shintaro y Bucharatti cada vez era más visible. sabía que, de alguna forma u otra, aquella relación acabaría por traerle problemas que le salpicarían con la virulencia de un tsunami en el futuro. Pero si Taylor estaba en lo cierto, Shintaro no era tan peligroso como aparentaba y, puede que la atenta vigilancia de Simo, fuese suficiente para mantenerle alejado de casi cualquier estupidez. Casi.
Le habría gustado seguir analizando la situación como un mero espectador, pero algo se lo impidió. Una enorme mano chocó abruptamente sobre su espalda, obligándole a espabilar ipso facto. Braud, cargado hasta arriba de reclutas y soldados, aseguró que él se haría cargo de que el peliverde no se metiera en ningún problema. Le habría gustado asentir, pero la zona en la que el gigantón le había impactado le escocía lo suficiente para que, en el caso de abrir su boca, no surgiera de ella ninguna palabra de agradecimiento. Por no mencionar el asunto de su ropa, o más bien de ausencia de ella ¿Quién demonios era aquel tipo? ¡¿Y por qué estaba desnudo?! Fuera como fuese, debió emitir algún sonido gutural parecido a un ok, para que el excéntrico semigigante se dirigiese hasta sus nuevos compañeros de equipo.
- Y todo esto solo en el primer piso, esta noche se me va a hacer muy larga - musitó, centrando de nuevo su atención en la iniciada – En cuanto a eso de que tienes el mapa en tu cabeza… Es un mapa bastante complejo. No quisiera ser yo quien ponga en duda tus capacidades, pero ¿Estas segura de que puedes reproducirlo en su totalidad? Estoy seguro de que si te has ofrecido es porque lo puedes hacer, pero ya sabes, si comentes un solo error en uno de los trazos podemos acabar todos perdidos o muertos. Si esto es algún tipo de truco para impresionarme…
Su discurso se fue enmudeciendo justo en el momento en el que esta tomó los papeles y el bolígrafo, que amablemente le ofreció Bucharatti, y comenzó a dibujar los planos sobre el papel. Sin tener ni tan siquiera el original a la vista.
- … Vale, tienes un plan. Ya me callo. Buen trabajo, Taylor – concedió y, aunque intentó disimular como pudo su expresión de sorpresa, su mirada le delataba.
Tras aquello, su ojo sano no dejo escapar un pequeño detalle. La creciente simpatía entre Shintaro y Bucharatti cada vez era más visible. sabía que, de alguna forma u otra, aquella relación acabaría por traerle problemas que le salpicarían con la virulencia de un tsunami en el futuro. Pero si Taylor estaba en lo cierto, Shintaro no era tan peligroso como aparentaba y, puede que la atenta vigilancia de Simo, fuese suficiente para mantenerle alejado de casi cualquier estupidez. Casi.
Le habría gustado seguir analizando la situación como un mero espectador, pero algo se lo impidió. Una enorme mano chocó abruptamente sobre su espalda, obligándole a espabilar ipso facto. Braud, cargado hasta arriba de reclutas y soldados, aseguró que él se haría cargo de que el peliverde no se metiera en ningún problema. Le habría gustado asentir, pero la zona en la que el gigantón le había impactado le escocía lo suficiente para que, en el caso de abrir su boca, no surgiera de ella ninguna palabra de agradecimiento. Por no mencionar el asunto de su ropa, o más bien de ausencia de ella ¿Quién demonios era aquel tipo? ¡¿Y por qué estaba desnudo?! Fuera como fuese, debió emitir algún sonido gutural parecido a un ok, para que el excéntrico semigigante se dirigiese hasta sus nuevos compañeros de equipo.
- Y todo esto solo en el primer piso, esta noche se me va a hacer muy larga - musitó, centrando de nuevo su atención en la iniciada – En cuanto a eso de que tienes el mapa en tu cabeza… Es un mapa bastante complejo. No quisiera ser yo quien ponga en duda tus capacidades, pero ¿Estas segura de que puedes reproducirlo en su totalidad? Estoy seguro de que si te has ofrecido es porque lo puedes hacer, pero ya sabes, si comentes un solo error en uno de los trazos podemos acabar todos perdidos o muertos. Si esto es algún tipo de truco para impresionarme…
Su discurso se fue enmudeciendo justo en el momento en el que esta tomó los papeles y el bolígrafo, que amablemente le ofreció Bucharatti, y comenzó a dibujar los planos sobre el papel. Sin tener ni tan siquiera el original a la vista.
- … Vale, tienes un plan. Ya me callo. Buen trabajo, Taylor – concedió y, aunque intentó disimular como pudo su expresión de sorpresa, su mirada le delataba.
Erik Carter
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Compañeros de los Blue Rose. Era lo más salvaje y brutal que Erik habría soñado que sucediera en aquella torre, caminar al lado de una de las cosas (a falta de una mejor descripción) más poderosas del mundo, sino la más.
Hamlet estaba furioso, no había que ser un genio para darse cuenta. Erik temió que se pareciera a él y dijese algo inapropiado, pues era posible que la banda pirata decidiera borrarlos de la existencia si alguien se pasaba de listo. En cualquier caso, el comodoro dijo que eran aliados, y como aliados los iba a tratar el muchacho. Caminando al lado de Bizvan, pues no se sentía... apto ante la abrumadora presencia de Dexter como para ir a su lado, sonrió, pese a aquella sensación de inferioridad, por tener la oportunidad de contemplar a un ser tan magnífico y bello.
-Se ve realmente impresionante, ¿Verdad? -Dijo con complicidad en un susurro a Bizvan. -Ahora que sabemos que está de nuestro lado, todo parece más sencillo, aunque espero que haya acción suficiente para todos, jaja. -Erik había venido a salvar al mundo, no a ganar fama, o eso se repetía para sus adentros, pero la idea de una acción trepidante y forjar una leyenda era tan agradable que se dejó llevar por su ímpetu.
Hamlet estaba furioso, no había que ser un genio para darse cuenta. Erik temió que se pareciera a él y dijese algo inapropiado, pues era posible que la banda pirata decidiera borrarlos de la existencia si alguien se pasaba de listo. En cualquier caso, el comodoro dijo que eran aliados, y como aliados los iba a tratar el muchacho. Caminando al lado de Bizvan, pues no se sentía... apto ante la abrumadora presencia de Dexter como para ir a su lado, sonrió, pese a aquella sensación de inferioridad, por tener la oportunidad de contemplar a un ser tan magnífico y bello.
-Se ve realmente impresionante, ¿Verdad? -Dijo con complicidad en un susurro a Bizvan. -Ahora que sabemos que está de nuestro lado, todo parece más sencillo, aunque espero que haya acción suficiente para todos, jaja. -Erik había venido a salvar al mundo, no a ganar fama, o eso se repetía para sus adentros, pero la idea de una acción trepidante y forjar una leyenda era tan agradable que se dejó llevar por su ímpetu.
- Resumen:
- Omg Dexter mola, reyeno, decirle a Bizvan cuanto mola Dexter, pedir a los cielos no perderse la acción.
AEG93
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El toro, partido a la mitad por la poderosa onda cortante, cayó al suelo con un gran estruendo. Sin embargo, lo que ocurrió después dejó al alcalde con la boca abierta. De cada una de las mitad surgió, en la zona del corte, una extraña sustancia violácea comenzó a crecer y a dar forma a la mitad perdida en cada caso, de manera que al final en lugar de un toro hubo dos. Aquello no podía ser natural. No sabría explicar qué clase de ingenio biotecnológico sería aquel ser, pero desde luego sus conocimientos médicos eran suficientes para asegurar que no era algo creado por la naturaleza. La mano del hombre tenía por fuerza que estar presente, pues al fin y al cabo el deseo de crear armas vivas había sido una constante desde hacía ya mucho tiempo.
La cuestión era encontrar su punto débil. Si no se le podía cortar y era tan grande que un golpe seguramente no bastaría... lo más lógico era recurrir a alguna de las fuerzas de la naturaleza. Había visto a Katharina emplear el hielo y el viento, ¿sería capaz también de utililzar el fuego? Este elemento era probablemente la mayor debilidad de la gran mayoría de seres vivos, así que en la cabeza del enmascarado era lo que más probabilidades de funcionar tenía.
Por otro lado, la bruja parecía estar teniendo problemas con su orondo enemigo. A diferencia del animal artificial este sí parecía ser sensible a los cortes, pero cuando de su cuerpo emergió una gigantesca espada hecha de una sustancia cuya composición no alcanzó a deducir el alcalde no tuvo dudas. Tenía que tratarse de un usuario, y para ese tipo de oponentes sí tenía armas de sobra. Así que lo más sensato sería intercambiar puestos con la bruja. Mediante el vínculo telepático que les unía, le transmitió sus sospechas y su razonamiento:
- Katharina, ¿sabes usar el fuego? Si es así, creo que deberías ser tú quien se encargue de los toros. Parecen alguna clase de creación de la ciencia, pues su habilidad no puede ser natural. El resumen es que no se les puede matar por métodos tradicionales, pero parecen seres vivos, y la materia viva arde. - Hizo una pequeña pausa para dejar que la pelirrosa internalizase sus palabras, y tras escasos segundos prosiguió: - El tipo gordo, no obstante, parece ser un usuario de alguna clase de akuma no mi, seguramente una Paramecia. Tengo formas muy eficaces de ocuparme de él, así que creo que deberíamos intercambiarnos. Tú ve a por los toros y yo me encargo de él.
Dicho esto, si la bruja aceptaba, se acercaría a su nuevo adversario al tiempo que comenzaban a aparecer a sus lados copias exactas de sí mismo. Una vez hubiera once figuras (contándole a él), todas acelerarían repentinamente, trazando trayectorias sinuosas que se entrecruzaban para despistar al torero y dificultar en mayor medida la identificación del verdadero Kirtash. Una vez estuviesen cerca se mantendrían en movimiento y atacarían de una en una o de dos en dos. Cuando siete de las figuras hubiesen pasado a través del torero sin hacerle nada, la séptima y la octava serían el propio Dakuhebi desde el costado izquierdo de su enemigo y uno de los clones desde atrás. Lanzarían el puño izquierdo hacia delante con inusitada velocidad, en un movimiento similar al Shigan, con la diferencia de que del dorso de sus manos emergerían las cuchillas de Kairoseki ocultas en sus brazaletes, añadiendo mucho más poder al ataque además de las peculiares propiedades de la Piedra del Mar. El ataque de la figura real iría dirigido al costado de su enemigo, buscando el espacio entre las costillas novena y décima.
La cuestión era encontrar su punto débil. Si no se le podía cortar y era tan grande que un golpe seguramente no bastaría... lo más lógico era recurrir a alguna de las fuerzas de la naturaleza. Había visto a Katharina emplear el hielo y el viento, ¿sería capaz también de utililzar el fuego? Este elemento era probablemente la mayor debilidad de la gran mayoría de seres vivos, así que en la cabeza del enmascarado era lo que más probabilidades de funcionar tenía.
Por otro lado, la bruja parecía estar teniendo problemas con su orondo enemigo. A diferencia del animal artificial este sí parecía ser sensible a los cortes, pero cuando de su cuerpo emergió una gigantesca espada hecha de una sustancia cuya composición no alcanzó a deducir el alcalde no tuvo dudas. Tenía que tratarse de un usuario, y para ese tipo de oponentes sí tenía armas de sobra. Así que lo más sensato sería intercambiar puestos con la bruja. Mediante el vínculo telepático que les unía, le transmitió sus sospechas y su razonamiento:
- Katharina, ¿sabes usar el fuego? Si es así, creo que deberías ser tú quien se encargue de los toros. Parecen alguna clase de creación de la ciencia, pues su habilidad no puede ser natural. El resumen es que no se les puede matar por métodos tradicionales, pero parecen seres vivos, y la materia viva arde. - Hizo una pequeña pausa para dejar que la pelirrosa internalizase sus palabras, y tras escasos segundos prosiguió: - El tipo gordo, no obstante, parece ser un usuario de alguna clase de akuma no mi, seguramente una Paramecia. Tengo formas muy eficaces de ocuparme de él, así que creo que deberíamos intercambiarnos. Tú ve a por los toros y yo me encargo de él.
Dicho esto, si la bruja aceptaba, se acercaría a su nuevo adversario al tiempo que comenzaban a aparecer a sus lados copias exactas de sí mismo. Una vez hubiera once figuras (contándole a él), todas acelerarían repentinamente, trazando trayectorias sinuosas que se entrecruzaban para despistar al torero y dificultar en mayor medida la identificación del verdadero Kirtash. Una vez estuviesen cerca se mantendrían en movimiento y atacarían de una en una o de dos en dos. Cuando siete de las figuras hubiesen pasado a través del torero sin hacerle nada, la séptima y la octava serían el propio Dakuhebi desde el costado izquierdo de su enemigo y uno de los clones desde atrás. Lanzarían el puño izquierdo hacia delante con inusitada velocidad, en un movimiento similar al Shigan, con la diferencia de que del dorso de sus manos emergerían las cuchillas de Kairoseki ocultas en sus brazaletes, añadiendo mucho más poder al ataque además de las peculiares propiedades de la Piedra del Mar. El ataque de la figura real iría dirigido al costado de su enemigo, buscando el espacio entre las costillas novena y décima.
- Resumen (Kath y Lance):
- - Deducir que ese/esos toro/s no pueden ser naturales, y que tienen que ser creación del hombre.
- Dado que toda materia viva arde, preguntar a Kath si puede usar fuego y proponer un cambio de oponentes.
- Crear diez Mind Clones y moverse junto a ellos con el Soru dando eses y entrecruzándose.
- Atacar camuflado entre los clones, usando una variante del Shigan realizada con las garras de Kairoseki ocultas en los brazaletes.
- Cosas:
- - Mind Clones (con mejora Aura Split): Mediante los poderes mentales otorgados por su Akuma, Thawne puede crear ilusiones con su mismo aspecto (hasta 1 por cada 10 niveles). Estas ilusiones serán intangibles y no podrán atacar ni defender, pero podrán moverse, hablar y fingir que realizan técnicas como Thawne les ordene. Duran un máximo de 1 post por cada 20 niveles. Tiempo de canalización de un segundo. Thawne ha aprendido a hacer que las ilusiones creadas con esta técnica emitan el mismo aura que él a ojos de alguien que use Haki de Observación. Solo afecta a usuarios de Empatía con un Tier igual o inferior al de Thawne.
- Soru (Mejora Épica): Thawne ha perfeccionado su dominio del Soru a lo largo de agotadores entrenamientos. Debido a esto ha logrado optimizar sus movimientos, consiguiendo que la velocidad instantánea otorgada por esta técnica pase a ser de 80 m/s. Y no solo esto, sino que ha conseguido un dominio tal sobre ella que es capaz de alterar su trayectoria, no teniendo por qué desplazarse únicamente en línea recta al utilizarla.
- Shigan (Mejora Mítica): Gracias a la velocidad de movimientos que le otorga su Kami-e Kempo, ejecuta sus Shigan con tal rapidez que resulta casi imposible reaccionar a tiempo para esquivarlos. A efectos prácticos, aumenta la velocidad y potencia de sus Shigan al doble de lo normal.- Brazaletes Tigre:
- Descripción: Dos brazaletes idénticos hechos de tela de fibra de carbono, de forma que no pesan nada. Son de Calidad Mítica, y miden 22 cm de largo. Son de color negro y muy finos, de forma que se puedan llevar bajo las mangas de la camisa (mangas un poco amplias). Tienen, orientado hacia la muñeca, el dibujo de un tigre, coincidiendo la boca con el orificio para la muñeca. Por ahí pueden aparecer dos finas cuchillas de Kairoseki puro de 20 cm de largo, 3 de ancho, y apenas 5 mm de grosor. Están muy afiladas, y terminan en punta. Cuando no están desplegadas están dentro de la tela de fibra de carbono, de manera que no tocan a su portador y no tienen efecto sobre él. Se despliegan hacia delante en línea recta, a modo de garras.
Cualidades del material: Elasticidad, Dureza, Liviandad.
Cualidades excepcionales: Están hechos especialmente para Thawne, por lo que al transformarse, los brazaletes giran junto a sus brazos, quedando siempre las cuchillas orientadas hacia el dorso de la mano (ya que en forma híbrida y completa tiene las palmas de las manos hacia fuera y el dorso hacia dentro). Permiten a su portador ejecutar Shigan (y sus posibles Kempos) con sus cuchillas de Kairoseki. Si conoce dicha técnica, claro.
Eric Zor-El
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Y sus suplicas a la madre loba habían llegado a su destino. Aquella aberrante criatura sin forma alguna estaba pereciendo ante una masa de fuego que solo le hacía chillar, produciendo un molesto sonido que le incomodaba. A su espalda, el bramido de más de una veintena de hombres y mujeres que gritaban su nombre con furia, agradeciendo que hayan sido salvados. El comandante se acercó al grupo de marines e hizo un barrido con la mirada para observarlos a todos. Serían reclutas, como mucho habría un par de marines que llegaran al rango de sargento o supervisor. «Una vergüenza», se dijo Eric.
—¡Soldados! —alzó la voz el albino con autoridad—. Sé que tenéis miedo. Os lo puedo ver en los ojos… Sabéis, por los rumores que merodean el cuartel general, que mi fama dentro de la marina es cuestionada por muchos altos cargos debido a mis orígenes y mis métodos poco ortodoxos. También es conocido que soy reacio a tener a mi cargo a novatos que no son capaces de soportar la presión de la batalla. Sin embargo, aquí estáis. Habéis visto la ferocidad y las armas biologías de las que dispone el enemigo, y aun así no habéis huido con el rabo entre las piernas. Nos encontramos en mitad de una cruzada que no nos concierne, que ha nacido del ego y la incompetencia de unos cuantos poderosos que no son capaces de controlar lo que sucede en el mundo e intentar traer la paz —hizo una pausa—. Yo, por mi parte, me dispongo a darlo todo por la paz y mis seres queridos. No por la gaviota, ni por esa gente trajeada, pero si por mi honor y porque no se pierdan más vidas. ¡Gloria os espera a todos y cada uno de vosotros si estáis vivos al amanecer! ¡Que la guerra sea vuestra maestra! ¡Que la muerte se convierta en vuestra amiga, en vuestra aliada, pues no se le debe tener miedo a aquello que debe llegarnos a todos en algún momento! ¡Si no estáis seguro dad media vuelta y volved a los barcos, pero aquellos que tengan el coraje suficiente que se quede y luche! ¡Y ahora, seguidme hasta la victoria! —dijo Eric, intentando conseguir al número más amplio de marines para que le acompañaran—. ¡Y tú! —señaló a uno de los marines—. ¡Dame ese mapa!
Caminó hacia el marine y tendió su mano para que le diera el mapa. Pudo ver en el semblante del marine que tenía dudas, pero el salvaje no era ningún psicólogo, así que le arrebató el plano de la aguja de las manos y se acercó al grupo de agentes.
—No ha salido todo tan mal —le dijo a Dretch, cogiendo su poncho y poniéndoselo con suma habilidad, después de todo no tenía manchas—. He conseguido un mapa, ¿ahora hacia dónde? —preguntó, mirando hacia Kenzo, dándole una sonrisa de aprobación.
Abrió el mapa y observó la situación. Si el camino que habían tomado desde la entrada era el correcto estaban en el centro de un gran pasillo que daba a varias habitaciones. Algunas tenían escaleras, mientras que otras tenían símbolos raros. ¿Sería alguno un elevador? Era lo que pensaba el salvaje, pues aquel invento de los hombres del mar azul era lo más cómodo que había visto en toda su vida. Te subías en una caja metálica con espejos, le dabas a un botón y te subía o te bajaba a la planta que quisiese, como si fuera magia.
—Vamos a la del triángulo —dijo Eric, mostrándole el mapa a Dretch—. Está cerca, y parece que conecta con otro de los dibujos. ¿Qué os parece? —su mirada se fue para Taylor—. ¿Te encuentras bien, mujer de pelo raro?
Tras la pregunta, el salvaje puso rumbo hacia la estancia que estaba a su izquierda, esperando no encontrarse a otro monstruo como el que habían derrotado a duras penas.
—¡Soldados! —alzó la voz el albino con autoridad—. Sé que tenéis miedo. Os lo puedo ver en los ojos… Sabéis, por los rumores que merodean el cuartel general, que mi fama dentro de la marina es cuestionada por muchos altos cargos debido a mis orígenes y mis métodos poco ortodoxos. También es conocido que soy reacio a tener a mi cargo a novatos que no son capaces de soportar la presión de la batalla. Sin embargo, aquí estáis. Habéis visto la ferocidad y las armas biologías de las que dispone el enemigo, y aun así no habéis huido con el rabo entre las piernas. Nos encontramos en mitad de una cruzada que no nos concierne, que ha nacido del ego y la incompetencia de unos cuantos poderosos que no son capaces de controlar lo que sucede en el mundo e intentar traer la paz —hizo una pausa—. Yo, por mi parte, me dispongo a darlo todo por la paz y mis seres queridos. No por la gaviota, ni por esa gente trajeada, pero si por mi honor y porque no se pierdan más vidas. ¡Gloria os espera a todos y cada uno de vosotros si estáis vivos al amanecer! ¡Que la guerra sea vuestra maestra! ¡Que la muerte se convierta en vuestra amiga, en vuestra aliada, pues no se le debe tener miedo a aquello que debe llegarnos a todos en algún momento! ¡Si no estáis seguro dad media vuelta y volved a los barcos, pero aquellos que tengan el coraje suficiente que se quede y luche! ¡Y ahora, seguidme hasta la victoria! —dijo Eric, intentando conseguir al número más amplio de marines para que le acompañaran—. ¡Y tú! —señaló a uno de los marines—. ¡Dame ese mapa!
Caminó hacia el marine y tendió su mano para que le diera el mapa. Pudo ver en el semblante del marine que tenía dudas, pero el salvaje no era ningún psicólogo, así que le arrebató el plano de la aguja de las manos y se acercó al grupo de agentes.
—No ha salido todo tan mal —le dijo a Dretch, cogiendo su poncho y poniéndoselo con suma habilidad, después de todo no tenía manchas—. He conseguido un mapa, ¿ahora hacia dónde? —preguntó, mirando hacia Kenzo, dándole una sonrisa de aprobación.
Abrió el mapa y observó la situación. Si el camino que habían tomado desde la entrada era el correcto estaban en el centro de un gran pasillo que daba a varias habitaciones. Algunas tenían escaleras, mientras que otras tenían símbolos raros. ¿Sería alguno un elevador? Era lo que pensaba el salvaje, pues aquel invento de los hombres del mar azul era lo más cómodo que había visto en toda su vida. Te subías en una caja metálica con espejos, le dabas a un botón y te subía o te bajaba a la planta que quisiese, como si fuera magia.
—Vamos a la del triángulo —dijo Eric, mostrándole el mapa a Dretch—. Está cerca, y parece que conecta con otro de los dibujos. ¿Qué os parece? —su mirada se fue para Taylor—. ¿Te encuentras bien, mujer de pelo raro?
Tras la pregunta, el salvaje puso rumbo hacia la estancia que estaba a su izquierda, esperando no encontrarse a otro monstruo como el que habían derrotado a duras penas.
- Resumen:
- Dar un discurso para intentar motivar y quedarse los NPC’s. Hablar con Kenzo y los agentes, y poner rumbo a la sala número 10 con la esperanza de poder subir al siguiente nivel
Giotto Leblanc
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El humo comenzaba a ocupar toda la estancia muy rápidamente, algo que no había previsto Giotto cuando tuvo la genial idea, digna del más retrasado de los seres vivientes, de quemar aquel gigantesco árbol. Además, que el suelo estuviera lleno de lava tampoco ayudaba. Los vapores, unido al humo, creaba una atmósfera un tanto incómoda. Y Bleyd…, bueno, él ya no estaba, así que era un problema menos del que preocuparse. Según había visto se había llevado el cuerpo del Pau, ¿le iría la necrofilia? A saber. Había escuchado que el criminal era una persona con gustos raros, así que no le sorprendería nada que esa fuera una de sus rarezas. Estaban en un punto ciego, donde el humo no era muy fuerte y la lava quedaba un poco lejos. Al tener a sus compañeros de frente, no pudo evitar juntar las palmas de las manos y dibujar en su boca una palabra: «Perdón». Sabía que la había liado mucho con el árbol, y esperaba que no estuvieran muy mosqueados.
—¿Os encontráis bien? —les preguntó, mirando a la agente mink y al marine. A simple vista todo parecía estar en orden, así que tampoco estaba muy preocupado. Su mirada se posó durante un lapso de tiempo elevado sobre el marine, pensando que también era el usuario de una logia. Aquello le parecía interesante, ¿Qué probabilidad había de que tres usuarios logia formaran equipo en el fin del mundo? Luz, fuego y destrucción…, justo como el título de la canción de escuadrón rojo, una de las canciones que más le gustaban de niño—. Señor Iulio, ¿sería tan amable de mostrarme el mapa?
Una vez tuvo en su mano los planos de aquel monstruoso sitio, el agente hizo un breve repaso del camino que habían trazado hasta llegar al lugar en el que estaban. El humo era algo incómodo, así que debían de actuar con rapidez.
—Nos encontramos aquí si no me equivoco, ¿verdad? —esperó a que alguno de sus compañeros le dijera si estaba en lo cierto o no, aunque era evidente que lo estaba—. Por lo que se puede deducir, ir hacia atrás no es una opción, ¿me equivoco? Entonces nos quedan tres caminos: hacia la izquierda, todo recto o hacia una habitación que hay tras las escaleras.
Giotto miró hacia su izquierda, y una inmunda música de dubstep estaba sonando con fuerza. No le gustaba ese tipo de música, así que se negaría en ir hacia ese lugar. Miró hacia el frente, pero solo había humo, y luego echó la vista hacia atrás. Allí pudo ver dos sombras, una no la conocía, pero la otra sí. Se trataba del temido e infame Zay, el pirata mink. Había muchos rumores sobre su persona dentro de las agencias gubernamentales, como que le declaró la guerra a la marina en Gray Rock, y que incluso tuvo la valentía, o más bien temeridad, de plantarle cara a toda la banda de los Arashi No Kyoudai, saliendo con vida de una increíble batalla que pasaría a los anales de la historia.
—Visto lo visto tenemos dos opciones: la primera y la más factible es ir todo recto, a ver que nos encontramos en la siguiente sala. La segunda es ir por donde va el pirata Zay —señaló hacia atrás—. En otras circunstancias diría de capturar al mink y entregarlo ante la ley. Sin embargo, estando en la situación en la que estamos, creo que podemos hacer la vista gorda; al menos por el momento.
Y dicho aquello, se elevó en el aire usando su geppou para no pasar por la lava y puso rumbo hacia el pasillo que tenía a la derecha, para luego adentrarse en la sala que le había indicado a sus compañeros.
—¿Os encontráis bien? —les preguntó, mirando a la agente mink y al marine. A simple vista todo parecía estar en orden, así que tampoco estaba muy preocupado. Su mirada se posó durante un lapso de tiempo elevado sobre el marine, pensando que también era el usuario de una logia. Aquello le parecía interesante, ¿Qué probabilidad había de que tres usuarios logia formaran equipo en el fin del mundo? Luz, fuego y destrucción…, justo como el título de la canción de escuadrón rojo, una de las canciones que más le gustaban de niño—. Señor Iulio, ¿sería tan amable de mostrarme el mapa?
Una vez tuvo en su mano los planos de aquel monstruoso sitio, el agente hizo un breve repaso del camino que habían trazado hasta llegar al lugar en el que estaban. El humo era algo incómodo, así que debían de actuar con rapidez.
—Nos encontramos aquí si no me equivoco, ¿verdad? —esperó a que alguno de sus compañeros le dijera si estaba en lo cierto o no, aunque era evidente que lo estaba—. Por lo que se puede deducir, ir hacia atrás no es una opción, ¿me equivoco? Entonces nos quedan tres caminos: hacia la izquierda, todo recto o hacia una habitación que hay tras las escaleras.
Giotto miró hacia su izquierda, y una inmunda música de dubstep estaba sonando con fuerza. No le gustaba ese tipo de música, así que se negaría en ir hacia ese lugar. Miró hacia el frente, pero solo había humo, y luego echó la vista hacia atrás. Allí pudo ver dos sombras, una no la conocía, pero la otra sí. Se trataba del temido e infame Zay, el pirata mink. Había muchos rumores sobre su persona dentro de las agencias gubernamentales, como que le declaró la guerra a la marina en Gray Rock, y que incluso tuvo la valentía, o más bien temeridad, de plantarle cara a toda la banda de los Arashi No Kyoudai, saliendo con vida de una increíble batalla que pasaría a los anales de la historia.
—Visto lo visto tenemos dos opciones: la primera y la más factible es ir todo recto, a ver que nos encontramos en la siguiente sala. La segunda es ir por donde va el pirata Zay —señaló hacia atrás—. En otras circunstancias diría de capturar al mink y entregarlo ante la ley. Sin embargo, estando en la situación en la que estamos, creo que podemos hacer la vista gorda; al menos por el momento.
Y dicho aquello, se elevó en el aire usando su geppou para no pasar por la lava y puso rumbo hacia el pasillo que tenía a la derecha, para luego adentrarse en la sala que le había indicado a sus compañeros.
- Resumen:
- Hablar con Kenzo e Iulio y poner rumbo a la sala 64
—Nada mal para ser una vieja gloria —comenta Zane, al ver como el viejo músico detuvo su onda cortante con la guitarra—. Pero nada mal.
La forma en la que habían interceptado su ataque le resultó curiosa. Había visto a hombres todopoderosos recibirlas con el torso descubierto, algunos, incluso, las habían disipado con un ademán de su mano, pero nunca las había parado con una guitarra. Las ondas habían ido con mucho menos poder del que solía usar, después de todo era una advertencia. Eso significaba que los materiales de aquellos instrumentos eran mucho mejores que los de unos normales y corrientes. Entonces, el bajista del grupo desliza con maestría las yemas de sus dedos por las cuerdas de su instrumento, acompañando sin fallo alguno el ritmo de la canción, creando así una onda cortante por cada una de ellas, siendo un total de cuatro. El pelirrojo estuvo a punto de dejar que sus tripulantes se encargasen de las ondas, pero, viendo lo que había visto, hubiera apostado lo que fuera a que solo Luka hubiera sido capaz de contrarrestarlas con éxito. Alviss era un compañero valioso, pero lo suyo era robar y huir, pues siempre acababa huyendo de un conflicto si tenía la oportunidad, mientras que Vile…, bueno, no sabía nada de él, ¿serviría para algo más que lanzar botellas y hacer ruidos raros con una armónica? Ya se vería.
—¡Echaos hacia atrás! —ordenó el pelirrojo.
Zane emitió un leve suspiro, mientras dejando caer su peso sobre la pierna derecha se impulsaría a una velocidad casi imperceptible para el ojo común y se puso frente a las ondas que les habían lanzado. Simultáneamente, haciendo un movimiento de vaivén con su brazo derecho, aferrándose con fuerza a Samidare, trazó un primer tajo horizontal con su arma, seguido de un segundo corte en diagonal, creando así una doble onda cortante a toda potencia. Su ataque no tenía la única intención de contrarrestar el ataque del bajista de uno de sus grupos favoritos, sino de deshacerlas y propinarles un fuerte ataque.
El pelirrojo quería separarlos y luchar de forma individual en un uno contra uno, pues en grupo cabía la posibilidad de que hiera a alguno de los suyos, y de esa forma no podía combatir cómodamente.
La forma en la que habían interceptado su ataque le resultó curiosa. Había visto a hombres todopoderosos recibirlas con el torso descubierto, algunos, incluso, las habían disipado con un ademán de su mano, pero nunca las había parado con una guitarra. Las ondas habían ido con mucho menos poder del que solía usar, después de todo era una advertencia. Eso significaba que los materiales de aquellos instrumentos eran mucho mejores que los de unos normales y corrientes. Entonces, el bajista del grupo desliza con maestría las yemas de sus dedos por las cuerdas de su instrumento, acompañando sin fallo alguno el ritmo de la canción, creando así una onda cortante por cada una de ellas, siendo un total de cuatro. El pelirrojo estuvo a punto de dejar que sus tripulantes se encargasen de las ondas, pero, viendo lo que había visto, hubiera apostado lo que fuera a que solo Luka hubiera sido capaz de contrarrestarlas con éxito. Alviss era un compañero valioso, pero lo suyo era robar y huir, pues siempre acababa huyendo de un conflicto si tenía la oportunidad, mientras que Vile…, bueno, no sabía nada de él, ¿serviría para algo más que lanzar botellas y hacer ruidos raros con una armónica? Ya se vería.
—¡Echaos hacia atrás! —ordenó el pelirrojo.
Zane emitió un leve suspiro, mientras dejando caer su peso sobre la pierna derecha se impulsaría a una velocidad casi imperceptible para el ojo común y se puso frente a las ondas que les habían lanzado. Simultáneamente, haciendo un movimiento de vaivén con su brazo derecho, aferrándose con fuerza a Samidare, trazó un primer tajo horizontal con su arma, seguido de un segundo corte en diagonal, creando así una doble onda cortante a toda potencia. Su ataque no tenía la única intención de contrarrestar el ataque del bajista de uno de sus grupos favoritos, sino de deshacerlas y propinarles un fuerte ataque.
El pelirrojo quería separarlos y luchar de forma individual en un uno contra uno, pues en grupo cabía la posibilidad de que hiera a alguno de los suyos, y de esa forma no podía combatir cómodamente.
- Resumen:
- Hablar, narrar la situación, ordenar y crear una doble onda cortante para romper el ataque del enemigo, al mismo tiempo que le propinaba otro ataque a distancia.
- Cosas usadas:
- Tiers de Clase:
Reflejos 12: Sus sentidos lo alertan incluso cuando está dormido. A estas alturas, sería imposible matarlo mientras duerme.
Poder de Destrucción 12: Si afilara su uña, podría cortar diamante con ella. Del mismo modo, de un golpe podría romper cualquier metal sin dificultad.
Agilidad 8: Es tan ágil que puede caminar sobre el agua durante diez segundos, pero se ve sumamente ridículo. Puede lanzar siete golpes en el tiempo que otros hacen uno.
Resistencia 12: Resistiría sin daños el derrumbe de una catedral desde su interior.
Resto de características: Tier 3
- Maestría:
- Nivel 15: Aprende a lanzar ondas cortantes, que se propagan a veinte metros por segundo unos veinte metros. Apenas tienen un par de metros de longitud.
Nivel 30: Sus ondas cortantes alcanzan los treinta metros por segundo, y se disipan a treinta metros.
Nivel 45: Ha llegado a tal potencia que su onda es “sólida”. Podría confrontar espadas lanzando ondas cortantes.
Nivel 60: Puede encadenar varias ondas cortantes a cincuenta metros por segundo, a una distancia de hasta setenta metros.
Nivel 75: Sus ondas cortantes se propagan a ochenta metros por segundo, y su extensión es de unos diez metros.
Nivel 90: Sus ondas cortantes son tan potentes que una sola haría colapsar edificios de tamaño medio.
Nivel 105: Las ondas cortantes que lanza llegan a los veinte metros de longitud, y recorrerían los cien metros antes de disiparse en medio segundo.
Nivel 120: Sus ondas cortantes mellan los materiales más duros, y cortan todo lo demás. Estas ondas son tan veloces como balas.
Katharina von Steinhell
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Sólo la primera de las ondas cortantes ocasionó daño, pero las siguientes a esta no sirvieron de nada. ¿Por qué? Era una pregunta que debía responder más tarde, pues ahora mismo una extraña masa comenzaba a tomar forma. El mantra de Katharina previó la acción hostil del torero, advirtiéndole de que lo mejor era hacerse a un lado. Vio en cámara lenta como el enorme espadón recién hecho bajaba hacia su cabeza. Canalizar energía mágica y responder con una onda cortante era una opción, sin embargo, implicaba demasiados riesgos. Lo mismo pasaba con lanzar una ventisca para congelar la masa pringosa en forma de espada.
Con un ágil movimiento dio una voltereta hacia atrás, y en el momento en que sus manos tocaron el suelo aprovechó la fuerza de estas para impulsarse y cubrir más distancia, al mismo tiempo que el espadón seguía descendiendo violentamente. La espada impactó a pocos metros de ella, pero esta no fue el verdadero. El choque ocasionó una fuerte onda acompañada de decenas de escombros, pequeños y grandes bloques de concreto, que salieron disparados como verdaderos misiles. Katharina cruzó ambos brazos para proteger su rostro y su torso, recibiendo algunos cortes por los pequeños trozos que avanzaban como auténticas navajas afiladas. Afortunadamente, su cuerpo era lo suficientemente resistente como para combatir los impactos sin sufrir graves lesiones.
Fue justo después del violento y poderoso contraataque del torero que en su mente apareció la voz de Kirtash. No tenía tantos problemas con el toro como Katharina los tenía con el extraño hombre, pero tampoco pudo derrotarlo a la primera.
—Puedo generar fuego, sí, pero no tan poderoso como me gustaría —respondió sin quitar los ojos del torero para luego analizar las palabras de Kirtash. Lo que decía tenía sentido, mucho. Tanto él como Katharina buscaban terminar el combate lo más pronto posible y si para ello debía estar constantemente cambiando de objetivo, que así fuera—. Procura estar lejos de mí. No me haré responsable por los daños colaterales.
Había evitado el uso de ese elemento todo el combate por una única razón: sus acompañantes. El fuego amenazaba con consumirlo todo a su paso, sin distinguir entre aliados y enemigos. No quería cargar con la muerte de Kirtash ni el pequeño enmascarado. Pensaba que usar ataques precisos y no tan destructivos bastarían para finalizar el combate, no obstante, una vez más debía cambiar de estrategia. Invocar un tornado de fuego era un tanto excesivo, considerando que estaban en un espacio cerrado, pero ¿acaso había mucha diferencia entre ese hechizo y una onda flamígera? De alguna forma, debía encargarse de los dos toros al mismo tiempo.
Mientras los toros daban pequeños trotes de un sitio a otro, la bruja se ubicó en un punto medio calculado al ojo. Entonces, haciendo un gran esfuerzo, concentró su aura congelante dentro de su cuerpo para no intervenir con las llamas que generaría. Sus ojos emitieron un brillo anaranjado muy intenso y, enseguida, unas tenues flamas aparecieron en ambas manos. Apuntar a dos objetivos al mismo tiempo no era una tarea sencilla, mucho menos debiendo canalizar energía mágica. Sintiendo una fuerte presión en la cabeza, hizo lo que pudo para lanzar dos descargas flamígeras a cada uno de los toros. Sin embargo, estos torrentes ígneos fueron alimentados en todo momento de energía, alcanzando dimensiones alarmantes. La bruja estaba usando casi al máximo la capacidad de generar fuego, creando casi 15 metros cúbicos de dicho elemento.
Esperaba que su habilidad ígnea bastara para derrotar a esas bestias pues, de lo contrario, se vería en la obligación de usar el tornado de llamas. En cualquier caso, impactaran o no los torrentes de fuego, quedaría atenta a los movimientos enemigos.
Con un ágil movimiento dio una voltereta hacia atrás, y en el momento en que sus manos tocaron el suelo aprovechó la fuerza de estas para impulsarse y cubrir más distancia, al mismo tiempo que el espadón seguía descendiendo violentamente. La espada impactó a pocos metros de ella, pero esta no fue el verdadero. El choque ocasionó una fuerte onda acompañada de decenas de escombros, pequeños y grandes bloques de concreto, que salieron disparados como verdaderos misiles. Katharina cruzó ambos brazos para proteger su rostro y su torso, recibiendo algunos cortes por los pequeños trozos que avanzaban como auténticas navajas afiladas. Afortunadamente, su cuerpo era lo suficientemente resistente como para combatir los impactos sin sufrir graves lesiones.
Fue justo después del violento y poderoso contraataque del torero que en su mente apareció la voz de Kirtash. No tenía tantos problemas con el toro como Katharina los tenía con el extraño hombre, pero tampoco pudo derrotarlo a la primera.
—Puedo generar fuego, sí, pero no tan poderoso como me gustaría —respondió sin quitar los ojos del torero para luego analizar las palabras de Kirtash. Lo que decía tenía sentido, mucho. Tanto él como Katharina buscaban terminar el combate lo más pronto posible y si para ello debía estar constantemente cambiando de objetivo, que así fuera—. Procura estar lejos de mí. No me haré responsable por los daños colaterales.
Había evitado el uso de ese elemento todo el combate por una única razón: sus acompañantes. El fuego amenazaba con consumirlo todo a su paso, sin distinguir entre aliados y enemigos. No quería cargar con la muerte de Kirtash ni el pequeño enmascarado. Pensaba que usar ataques precisos y no tan destructivos bastarían para finalizar el combate, no obstante, una vez más debía cambiar de estrategia. Invocar un tornado de fuego era un tanto excesivo, considerando que estaban en un espacio cerrado, pero ¿acaso había mucha diferencia entre ese hechizo y una onda flamígera? De alguna forma, debía encargarse de los dos toros al mismo tiempo.
Mientras los toros daban pequeños trotes de un sitio a otro, la bruja se ubicó en un punto medio calculado al ojo. Entonces, haciendo un gran esfuerzo, concentró su aura congelante dentro de su cuerpo para no intervenir con las llamas que generaría. Sus ojos emitieron un brillo anaranjado muy intenso y, enseguida, unas tenues flamas aparecieron en ambas manos. Apuntar a dos objetivos al mismo tiempo no era una tarea sencilla, mucho menos debiendo canalizar energía mágica. Sintiendo una fuerte presión en la cabeza, hizo lo que pudo para lanzar dos descargas flamígeras a cada uno de los toros. Sin embargo, estos torrentes ígneos fueron alimentados en todo momento de energía, alcanzando dimensiones alarmantes. La bruja estaba usando casi al máximo la capacidad de generar fuego, creando casi 15 metros cúbicos de dicho elemento.
Esperaba que su habilidad ígnea bastara para derrotar a esas bestias pues, de lo contrario, se vería en la obligación de usar el tornado de llamas. En cualquier caso, impactaran o no los torrentes de fuego, quedaría atenta a los movimientos enemigos.
- Resumen:
- Esquivar el espadón e intentar bloquear la onda de choque y los escombros lanzados provocados por el mismo.
- Aceptar la propuesta de Kirtash y cambiar de objetivo.
- Generar 15 metros cúbicos de fuego para lanzar dos torrentes ígneos a cada uno de los toros.
- Esquivar el espadón e intentar bloquear la onda de choque y los escombros lanzados provocados por el mismo.
- Cosas usadas:
- Características: Reflejos 10, Agilidad 9 (x2.5), Poder de Destrucción 7, Resistencia 5 (x2.5), Puntería 4.
Nombre de la técnica: Evocación Avanzada
Naturaleza de la técnica: Mejora de akuma no mi
Descripción de la técnica: Katharina es capaz de sintonizar su magia para manipular y crear los elementos básicos de la naturaleza: aire, tierra, hielo y fuego. Permite que acceda de forma más libre a la esencia de la magia elemental, aunque en cuanto a utilidad y poder no se asemeja a lo que puede alcanzar un conjuro.- Fuego: únicamente es capaz de crear el fuego y no controlarlo. El fuego generado por ella misma tendrá una temperatura máxima de 275°C, formas no tan complejas como látigos o esferas. Puede crear 20 metros cúbicos de este elemento.
Tiempo de canalización: 1 segundo por cada 5 metros cúbicos generados.
Kenbunshoku haki (Visión) Tier 7: Podría prever los golpes de su oponente a hasta ciento cincuenta metros de distancia. Podría evaluar con no mucha dificultad el nivel de combate de un oponente (un posible error de veinte niveles).
Roland von Klauswitz
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El sencillo truco de las huellas falsas funcionó, tal y como se esperaba, y Kodama pasó justo antes de la puerta se cerrase como una guillotina a sus espaldas. Eso había sido peligroso; podría haberle pillado una raíz o algo. Estaba claro que no era un invitado muy apreciado en aquel sitio, aunque, bien pensado, él tampoco estaba especialmente encantado de estar allí.
Una enrevesada red de metal gris y muerto le aguardaba en la habitación. Era todo lo contrario a la anterior, lo opuesto totalmente a la exuberante flora de la selva de la que provenía. Le habría gustado que el resto de estancias de la torre siguieran esa tendencia. ¿De que servían todas esas rampas y todos esos niveles hechos de acero cuando podría subir igualmente usando lianas? Cómo les gustaba a los humanos presumir de sus innecesarios materiales.
Ignoró totalmente la chimenea y el puestecito de té que alguien había preparado. Le dedicó apenas una mirada de reojo y luego siguió su camino, preguntándose si había ido a parar a una especie de sala de descanso. Sí que parecía agradable desde el punto de vista humano, a pesar de que a él le sobraba el fuego y el sillón. Rara vez se sentaba, y era aun más infrecuente que lo hiciera cerca de algo en llamas. Además, habría sido una soberana estupidez detenerse ahí.
La música de cuerda le llegaba desde alguna parte que no lograba identificar. Con la cantidad de melodías extrañas que ese edificio producía, le extrañaba oír algo tan suave y armonioso. Quizás no fuese más que el principio de otra horrenda musiquita, o a lo mejor estaba tan lejos que solo oía un instrumento.
En fin, eso daba igual. Había que seguir adelante, y al parecer le tocaba subir. La idea de recorrer todas esas rampas e ir ascendiendo poco a poco se le antojaba una pérdida de tiempo, así que tendió sus ramas para alcanzar rápidamente la parte más alta.
-¿Dónde habrá una puerta aquí?
Una enrevesada red de metal gris y muerto le aguardaba en la habitación. Era todo lo contrario a la anterior, lo opuesto totalmente a la exuberante flora de la selva de la que provenía. Le habría gustado que el resto de estancias de la torre siguieran esa tendencia. ¿De que servían todas esas rampas y todos esos niveles hechos de acero cuando podría subir igualmente usando lianas? Cómo les gustaba a los humanos presumir de sus innecesarios materiales.
Ignoró totalmente la chimenea y el puestecito de té que alguien había preparado. Le dedicó apenas una mirada de reojo y luego siguió su camino, preguntándose si había ido a parar a una especie de sala de descanso. Sí que parecía agradable desde el punto de vista humano, a pesar de que a él le sobraba el fuego y el sillón. Rara vez se sentaba, y era aun más infrecuente que lo hiciera cerca de algo en llamas. Además, habría sido una soberana estupidez detenerse ahí.
La música de cuerda le llegaba desde alguna parte que no lograba identificar. Con la cantidad de melodías extrañas que ese edificio producía, le extrañaba oír algo tan suave y armonioso. Quizás no fuese más que el principio de otra horrenda musiquita, o a lo mejor estaba tan lejos que solo oía un instrumento.
En fin, eso daba igual. Había que seguir adelante, y al parecer le tocaba subir. La idea de recorrer todas esas rampas e ir ascendiendo poco a poco se le antojaba una pérdida de tiempo, así que tendió sus ramas para alcanzar rápidamente la parte más alta.
-¿Dónde habrá una puerta aquí?
Maki
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El Oficial Makintosh se abrió paso a través de los dedos inertes del mono. Por fin había abierto la mano, y solo había sido necesario uno de sus extraordinarios golpes. No había mamífero que pudiese resistir la temible fuerza de una frente decidida y blandita. Ni siquiera uno morado.
Dejó que la herida sangrase un poco, porque eso le daba aspecto de rudeza y fortaleza. A los subordinados les gustaba ver las cicatrices de guerra de sus superiores, ya que les demostraba que habían logrado superar grandes peligros. Luego pensó que ser secuestrado por un gorila atraído por su tango no era precisamente lo que quería que se recordase de él, así que se quitó el bigote de emergencia y pegó el soberbio mostacho en la herida de su frente para detener el sangrado. Entonces sí, acudió al esperado reencuentro con su gente.
-Buen trabajo, Revolución -les felicitó-. Tal vez alguno podría ser un buen miembro de los Centellas en el futuro -No estaba nada seguro de que diesen la talla, pero la soldadesca disfrutaba tanto de un cumplido ocasional como un asno de una zanahoria.
Sin embargo, el peligro no había pasado. Habían superado una dura prueba, pero sin duda aún les esperaban muchas más -por lo menos, una o dos- ocultas en la diabólica torre malvada. El simio por poco no acaba con todos, y eso se debía a una única cosa: a la falta de un líder fuerte. Pues muy bien, ahora él estaba allí para llevar a todos esos... le habría gustado decir gloriosos guerreros, pero la panda del hombre-piedra, Ruedas, la lombriz, la niña y el del chucho no era muy impresionante, al fin y al cabo. En fin, que él los guiaría hasta lo que hubiese que hacer por ahí. ¡Hasta la gloria, diantre!
-Muy bien, preparaos -ordenó, con su más incontestable voz de oficial. El Oficial Makintosh no admitía réplicas, así que no se molestó en escuchar lo que sus subordinados tuviesen que decir-. Subiremos por las escaleras hasta el nido del mono -Era de esperar que allí estuviese el jefe mono o, por lo menos, los plátanos que le daban energía. Si se los comían seguro que la torre se iba al carajo. Claro que, en realidad no sabía ni si los monos vivían en nidos. Bah, eso no era problema suyo-. ¡Seguidme, valerosa chusma! ¡A la batalla!
Y allá que se fue, a subir las escaleras a paso vivo con la total convicción de que nada podía salir mal.
Dejó que la herida sangrase un poco, porque eso le daba aspecto de rudeza y fortaleza. A los subordinados les gustaba ver las cicatrices de guerra de sus superiores, ya que les demostraba que habían logrado superar grandes peligros. Luego pensó que ser secuestrado por un gorila atraído por su tango no era precisamente lo que quería que se recordase de él, así que se quitó el bigote de emergencia y pegó el soberbio mostacho en la herida de su frente para detener el sangrado. Entonces sí, acudió al esperado reencuentro con su gente.
-Buen trabajo, Revolución -les felicitó-. Tal vez alguno podría ser un buen miembro de los Centellas en el futuro -No estaba nada seguro de que diesen la talla, pero la soldadesca disfrutaba tanto de un cumplido ocasional como un asno de una zanahoria.
Sin embargo, el peligro no había pasado. Habían superado una dura prueba, pero sin duda aún les esperaban muchas más -por lo menos, una o dos- ocultas en la diabólica torre malvada. El simio por poco no acaba con todos, y eso se debía a una única cosa: a la falta de un líder fuerte. Pues muy bien, ahora él estaba allí para llevar a todos esos... le habría gustado decir gloriosos guerreros, pero la panda del hombre-piedra, Ruedas, la lombriz, la niña y el del chucho no era muy impresionante, al fin y al cabo. En fin, que él los guiaría hasta lo que hubiese que hacer por ahí. ¡Hasta la gloria, diantre!
-Muy bien, preparaos -ordenó, con su más incontestable voz de oficial. El Oficial Makintosh no admitía réplicas, así que no se molestó en escuchar lo que sus subordinados tuviesen que decir-. Subiremos por las escaleras hasta el nido del mono -Era de esperar que allí estuviese el jefe mono o, por lo menos, los plátanos que le daban energía. Si se los comían seguro que la torre se iba al carajo. Claro que, en realidad no sabía ni si los monos vivían en nidos. Bah, eso no era problema suyo-. ¡Seguidme, valerosa chusma! ¡A la batalla!
Y allá que se fue, a subir las escaleras a paso vivo con la total convicción de que nada podía salir mal.
Ichizake
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"Parece que hemos llegado casi hasta arriba del todo", se dijo Gerald. El monstruoso engendro que recordaba al pecaminoso vástago de una tarántula y una mujer, se apoyaba sobre una red de aspecto repugnante a pocos metros del techo. A no ser que el techo se abriese para que el ascensor pudiera pasar, debían haber alcanzado un piso cercano a la cúspide. Sería todo un detalle si la araña les hiciese el favor de morirse rápido y apartar su basura para que pudiesen continuar el trayecto.
Del mismo modo lujurioso y grotesco en que lo hiciera Black, la criatura dio muestras de sentirse atraído por Lysbeth. ¿Sería por su poder? De ser así, no aparentaba ser muy útil, ya que el monstruo se abalanzó a por ella con las fauces abiertas plagadas de dientes afilados como diminutas cuchillas. Esa cosa era realmente rápida. Desde luego, bastante más de lo que él le había atribuido. No solo pudo esquivar los disparos de White con facilidad, sino que se movía con una rapidez asombrosa.
"En fin. Voy a tener que intervenir". No podía permitirse el lujo de que esa aberración dañase el valioso recurso que era Lysbeth. No tuvo de usar su espada, pero tampoco la necesitaba. Esa cosa hablaba, así que debía tener una mente inteligente que, por consiguiente, estaría a su merced. Conectó con ella usando su habilidad y manipuló sus sentidos. La vista, concretamente. Haría que la arácnida mujer viese un muro de fuego aparecer de la nada entre ella y Lysbeth. Era un trabajo poco detallado, pero tampoco tuvo tiempo a más.
Al menos no le lanzó esa guarrada a él. La telaraña que volaba hacia White seguramente no fue un arma muy destructiva, pero odiaría verse atrapado como una mosca a la espera de que su depredadora decidiese devorarla. Su estilo era el de ser el humano que quitaba las telarañas de un escobazo.
Del mismo modo lujurioso y grotesco en que lo hiciera Black, la criatura dio muestras de sentirse atraído por Lysbeth. ¿Sería por su poder? De ser así, no aparentaba ser muy útil, ya que el monstruo se abalanzó a por ella con las fauces abiertas plagadas de dientes afilados como diminutas cuchillas. Esa cosa era realmente rápida. Desde luego, bastante más de lo que él le había atribuido. No solo pudo esquivar los disparos de White con facilidad, sino que se movía con una rapidez asombrosa.
"En fin. Voy a tener que intervenir". No podía permitirse el lujo de que esa aberración dañase el valioso recurso que era Lysbeth. No tuvo de usar su espada, pero tampoco la necesitaba. Esa cosa hablaba, así que debía tener una mente inteligente que, por consiguiente, estaría a su merced. Conectó con ella usando su habilidad y manipuló sus sentidos. La vista, concretamente. Haría que la arácnida mujer viese un muro de fuego aparecer de la nada entre ella y Lysbeth. Era un trabajo poco detallado, pero tampoco tuvo tiempo a más.
Al menos no le lanzó esa guarrada a él. La telaraña que volaba hacia White seguramente no fue un arma muy destructiva, pero odiaría verse atrapado como una mosca a la espera de que su depredadora decidiese devorarla. Su estilo era el de ser el humano que quitaba las telarañas de un escobazo.
Tosí una vez más. El fuego que había nacido en el árbol se había expandido hasta amenazar con incendiar la sala al completo. ¿Llegaría a calcinas el Jineyte? Lo dudaba, pues no concebía que alguien hubiese construido semejante trasto sin prever adversidades como aquélla. No obstante, nos hubiera ahorrado muchos quebraderos de cabeza. Y no sólo a nosotros; al mundo entero.
Fulminé a Giotto con la mirada ante su disculpa, aunque enseguida me di cuenta de que no podía reprocharle nada. Había cumplido con su cometido al igual que la mink y y mismo. ¿Qué habría sucedido si mi ataque hubiese sido esquivado por el músico y hubiera golpeado la estructura? A saber, tal vez nada, pero la cuestión estaba en que no me había parado a valorar las posibles consecuencias.
Le tendí el mapa que me había dado Eric, y pronto se hizo evidente que no había prestado demasiada atención al camino que habíamos recorrido hasta el momento. La ruta que había propuesto no tenia demasiado sentido, aunque la irritación de mis ojos tampoco me permitía analizar la alternativa del rubio con todo el detalle que me hubiera gustado.
Asentí sin más, pues no veía con malos ojos lo que proponía. En cuanto al tal Zay, lo cierto era que no había oído hablar de él. Por un momento me acordé del capitán Kensington, ya que el sopapo que me habría dado hubiera sido antológico. El veterano obligaba -con muy buen criterio- a sus subalternos a conocer al detalle las identidades de quienes estaban en busca y captura, así como la suma que se ofrecía por sus cabezas. ¿Cuál sería la actitud del comodoro Kasai al respecto? Esperaba que fuera más laxa, porque aquello sólo podía ser fuente de contratiempos para mí y, más específicamente, para mi descaso permanente.
-Habéis puesto esto bonito -me quejé, observando cómo la lava se deslizaba por el suelo, viscosa y amenazante. No podía pisarla, así que me descompuse en innumerables partículas de luz que se disgregaron para volver a unirse allí donde el magma desaparecía: frente al camino por el que el agente optaba por ir-. Creo que es la primera vez que veo un mink con este tipo de habilidades -comenté a Ellie distraídamente, aunque lo cierto era que los individuos de su raza que había visto se podían contar con los dedos de una mano.
Fulminé a Giotto con la mirada ante su disculpa, aunque enseguida me di cuenta de que no podía reprocharle nada. Había cumplido con su cometido al igual que la mink y y mismo. ¿Qué habría sucedido si mi ataque hubiese sido esquivado por el músico y hubiera golpeado la estructura? A saber, tal vez nada, pero la cuestión estaba en que no me había parado a valorar las posibles consecuencias.
Le tendí el mapa que me había dado Eric, y pronto se hizo evidente que no había prestado demasiada atención al camino que habíamos recorrido hasta el momento. La ruta que había propuesto no tenia demasiado sentido, aunque la irritación de mis ojos tampoco me permitía analizar la alternativa del rubio con todo el detalle que me hubiera gustado.
Asentí sin más, pues no veía con malos ojos lo que proponía. En cuanto al tal Zay, lo cierto era que no había oído hablar de él. Por un momento me acordé del capitán Kensington, ya que el sopapo que me habría dado hubiera sido antológico. El veterano obligaba -con muy buen criterio- a sus subalternos a conocer al detalle las identidades de quienes estaban en busca y captura, así como la suma que se ofrecía por sus cabezas. ¿Cuál sería la actitud del comodoro Kasai al respecto? Esperaba que fuera más laxa, porque aquello sólo podía ser fuente de contratiempos para mí y, más específicamente, para mi descaso permanente.
-Habéis puesto esto bonito -me quejé, observando cómo la lava se deslizaba por el suelo, viscosa y amenazante. No podía pisarla, así que me descompuse en innumerables partículas de luz que se disgregaron para volver a unirse allí donde el magma desaparecía: frente al camino por el que el agente optaba por ir-. Creo que es la primera vez que veo un mink con este tipo de habilidades -comenté a Ellie distraídamente, aunque lo cierto era que los individuos de su raza que había visto se podían contar con los dedos de una mano.
- Resumen:
- Ver bien el camino que propone Giotto e ir en esa dirección.
El camino les llevó hasta una rampa un tanto extraña. Estaba compuesta en su totalidad por baldosas que alternaban el blanco y negro como color. Nada fuera lo normal en principio, más allá del pésimo gusto de Krauser o quien hubiera diseñado aquella estancia en concreto. No obstante, había algo diferente allí... ¿cómo no?
Varios pares de zapatos aguardaban a que alguien les diese uso, y una de las agentes que se encontraba en la sala anterior ya lo había hecho. Frente a ella, una luz se había encendido en el suelo. El rubio tomó una pareja de zapatos, observando que tenían diferentes figuras representadas en la suela. Nunca había sido un maestro del ajedrez. De hecho, lo que no fuese el movimiento de cada pieza y el objetivo final del juego escapaba casi por completo a su entendimiento.
Había caballos, alfiles y un rey. No le cupo la menor duda de lo que debía hacer. Si no había más alternativa que prestarse al juego de la mente que hubiera planeado aquello, lo haría a su manera. El alfil era, probablemente, la pieza con más movilidad de cuantas había allí. El rey debía ser protegido por las demás, y no estaba dispuesto a quedarse de brazos cruzados mientras los demás se jugaban la vida frente a sus ojos. Nunca más.
Se calzó unos alfiles en los pies y puso sus dos pies en el tablero, esperando por ver si había algo que reclamase alguna reacción por su parte. Dirigió un rápido vistazo hacia atrás, y cuando Spanner entró en su campo de visión no pudo reprimir el comentario:
-Espero que sepas jugar bien a esto, porque yo no tengo mucha idea. -Sonrió, preparado para lo que el antiguo oficial de la Revolución les tuviese preparado.
Varios pares de zapatos aguardaban a que alguien les diese uso, y una de las agentes que se encontraba en la sala anterior ya lo había hecho. Frente a ella, una luz se había encendido en el suelo. El rubio tomó una pareja de zapatos, observando que tenían diferentes figuras representadas en la suela. Nunca había sido un maestro del ajedrez. De hecho, lo que no fuese el movimiento de cada pieza y el objetivo final del juego escapaba casi por completo a su entendimiento.
Había caballos, alfiles y un rey. No le cupo la menor duda de lo que debía hacer. Si no había más alternativa que prestarse al juego de la mente que hubiera planeado aquello, lo haría a su manera. El alfil era, probablemente, la pieza con más movilidad de cuantas había allí. El rey debía ser protegido por las demás, y no estaba dispuesto a quedarse de brazos cruzados mientras los demás se jugaban la vida frente a sus ojos. Nunca más.
Se calzó unos alfiles en los pies y puso sus dos pies en el tablero, esperando por ver si había algo que reclamase alguna reacción por su parte. Dirigió un rápido vistazo hacia atrás, y cuando Spanner entró en su campo de visión no pudo reprimir el comentario:
-Espero que sepas jugar bien a esto, porque yo no tengo mucha idea. -Sonrió, preparado para lo que el antiguo oficial de la Revolución les tuviese preparado.
- Resumen:
- Ponerme los zapatos con los alfiles y meterme en el tablero.
Aki D. Arlia
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Alzó una ceja, sorprendida ante la reacción de la mujer araña. Lesbiana, semi humana y vivía en el techo de un ascensor. Un cóctel completamente explosivo, pero no para bien. Ni corta ni perezosa, en cuanto la araña abrió la boca lanzó el cuchillo que tenía en la mano intentando clavárselo en la boca. Si eso no la paraba, se agacharía para esquivar su mordisco y le pegaría una soberana patada en el estómago para mandarla contra la pared del hueco del ascensor.
Ahora que lo pensaba, no veía al pulpo ni al tío de la morsa. Ya decía que había mucho espacio ahí arriba. Esperaba que no hubieran aprovechado para largarse, cuantos más fueran más posibilidades tenían de llegar de una pieza al último piso. Desde luego, la aguja estaba llena de locos. ¿Cuánto tiempo llevaría la araña ahí? ¿Quién la habría metido? ¿Le estarían pagando o había aceptado mudarse porque sí? Demasiadas incógnitas, ninguna útil y ninguna a la que pudiera responder.
Tenía que centrarse. Por el rabillo del ojo vio como la mujer araña le lanzaba una telaraña a William. Al otro lado estaba Elliot, aunque no parecía decidirse a atacar. Esperaba que el improvisado combate no les retuviera mucho, ignoraba cuánto tiempo les llevaría avanzar hasta donde querían y encontrar a los responsables. Por no saber no sabía ni cuánto quedaba para que la aguja se pusiera en marcha. Al menos habían parado los temblores, aunque no estaba segura de si era una buena o una mala señal.
Ahora que lo pensaba, no veía al pulpo ni al tío de la morsa. Ya decía que había mucho espacio ahí arriba. Esperaba que no hubieran aprovechado para largarse, cuantos más fueran más posibilidades tenían de llegar de una pieza al último piso. Desde luego, la aguja estaba llena de locos. ¿Cuánto tiempo llevaría la araña ahí? ¿Quién la habría metido? ¿Le estarían pagando o había aceptado mudarse porque sí? Demasiadas incógnitas, ninguna útil y ninguna a la que pudiera responder.
Tenía que centrarse. Por el rabillo del ojo vio como la mujer araña le lanzaba una telaraña a William. Al otro lado estaba Elliot, aunque no parecía decidirse a atacar. Esperaba que el improvisado combate no les retuviera mucho, ignoraba cuánto tiempo les llevaría avanzar hasta donde querían y encontrar a los responsables. Por no saber no sabía ni cuánto quedaba para que la aguja se pusiera en marcha. Al menos habían parado los temblores, aunque no estaba segura de si era una buena o una mala señal.
William White
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Aquello no me gustaba en lo más mínimo, de hecho, tenía la sensación de que comenzaban a retrasarse de sobremanera. La araña, por referirse a aquella criatura de alguna manera, esquivo grácilmente los disparos que realizó con su arma, posándose sobre una maraña de telarañas sobre unos tres metros encima nuestra.
-Nos estamos retrasando, demasiado- pensaría, maldiciendo para sus adentros, ya que de haber sido Colins probablemente la araña yaciera ya muerta en el suelo.
La araña, comenzó a hablar Lysbeth, rechazando obviamente la proposición que había hecho la mujer, era más que evidente que no nos iba a dejar pasar. Debía ser triste ser el guardián del hueco de un ascensor, un lugar frio, oscuro oculto, generalmente lleno de polvo y telarañas, realmente no se diferenciaba mucho de su viejo anticuario.
-Deberías tratar mejor a los invitados, querida- bromeó en voz alta, mientras preveía el movimiento de la araña, tensando todas y cada una de las fibras de sus músculos para realizar un salto hacia adelante, tensión que podía enfatizar exponencialmente debido a las naturalezas de su chicle.
Tras salir disparado, evitando la telaraña por el camino con uno de sus pasos oscilantes, arremetió con una estocada contra el monstruo, tratando de decapitar el expuesto cuello de la bestia, ya que esta se encontraba abalanzándose sobre nuestra diabólica morena.
Simultáneamente, lancé un pegote de chicle tratando de que se pegará en alguna parte alta de la pared que tenía enfrente, permitiéndome así corregir mi movimiento si fuera necesario y recolocarme a las espaldas del enemigo. Con un poco de suerte, aquello bastaría para cortar de raíz los problemas de plagas del ascensor.
-Nos estamos retrasando, demasiado- pensaría, maldiciendo para sus adentros, ya que de haber sido Colins probablemente la araña yaciera ya muerta en el suelo.
La araña, comenzó a hablar Lysbeth, rechazando obviamente la proposición que había hecho la mujer, era más que evidente que no nos iba a dejar pasar. Debía ser triste ser el guardián del hueco de un ascensor, un lugar frio, oscuro oculto, generalmente lleno de polvo y telarañas, realmente no se diferenciaba mucho de su viejo anticuario.
-Deberías tratar mejor a los invitados, querida- bromeó en voz alta, mientras preveía el movimiento de la araña, tensando todas y cada una de las fibras de sus músculos para realizar un salto hacia adelante, tensión que podía enfatizar exponencialmente debido a las naturalezas de su chicle.
Tras salir disparado, evitando la telaraña por el camino con uno de sus pasos oscilantes, arremetió con una estocada contra el monstruo, tratando de decapitar el expuesto cuello de la bestia, ya que esta se encontraba abalanzándose sobre nuestra diabólica morena.
Simultáneamente, lancé un pegote de chicle tratando de que se pegará en alguna parte alta de la pared que tenía enfrente, permitiéndome así corregir mi movimiento si fuera necesario y recolocarme a las espaldas del enemigo. Con un poco de suerte, aquello bastaría para cortar de raíz los problemas de plagas del ascensor.
- Resumen, atención a navegantes del ascensor, leed:
Esquivar la telaraña y tratar de decapitar al bicho en el instante que trate de morder a Lys, usar mi propia "telaraña de chicle" para colocarme a su espalda o corregir mi movimiento si es necesario.
Cosas usadas:- Clave: Reflejos (Nivel 5)
- Principales: Agilidad (Nivel 4) || Velocidad (Nivel 3)
- Secundarias: Resistencia (Nivel 1) || Poder de destrucción (Nivel 3).
- Maestría: Duelo
- Reflejos x2
- Bungee gum:
- Esta técnica resulta extremadamente extraña ya que surgió de forma espontanea, por lo que ni tan siquiera el propio White sabe que es ni su origen. Sea como sea, es capaz de canalizar su aura como una sustancia equivalente al elemento del que se compone, chicle, poseyendo este una mezcla entre las propiedades de este con la goma (se rige por la normativa del chicle de la tabla de akuma). Independientemente esta técnica permite generar una pequeña cantidad de este chicle y controlarlo exactamente igual que su propio cuerpo. Actualmente la cantidad máxima que puede generar es 90 litros.
- Akuma: Nivel 50: Aumenta la viscosidad del chicle, así como la resistencia del mismo.(x2 a agilidad y resistencia)
- Mantra:
Visión, Tier 5: Podría prever los golpes de su oponente a hasta cincuenta metros de distancia. Podría evaluar con dificultad el nivel de combate de un oponente (un posible error de treinta niveles).
Empatía, Tier 5: Si se concentra activamente puede detectar a todas las personas en un radio de cincuenta metros, y con relativa concentración (puede atacar y defenderse) detecta a cualquier persona en un radio de diez metros. Puede sentir animales y localizarlos con facilidad, así como empieza a sentir la presencia de las plantas. Puede mantener la concentración hasta quince asaltos.
- Layl, la susurradora de estrellas:
- Nombre del objeto: Layl, la susurradora de estrellas
Descripción del objeto: Una espada de un ligero metal negro, según la leyenda está hecha a base de un meteorito que cayó hace algún tiempo, por las características de su hoja se le podría catalogar de estoque, debido a la longitud y grosos de la misma. Su empuñadura no esta recubierta, por lo que el metal resulta tosco y desagradable al tacto.
Uso comunes: Mantener duelos a muerte a latas horas de la noche.
Habilidades especiales o destacables: Dureza y tenacidad épicas, resistencia a la corrosión, liviandad, atermia genuinas. Debido al diseño poco ortodoxo de la empuñadura, resulta de difícil manejo por lo que requeriría de cierto uso para cualquier espadachín de cierto calibre poder usarla con destreza.
Tiene a si mismo una gran facilidad para conducir los ámbitos elementales o voluntades de aquel que la empuña pudiendo amplificar los efectos de las mismas.
- Clave: Reflejos (Nivel 5)
Liv L Astrid
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El extraño robot humanoide se seguía moviendo de esa forma tan extraña que comenzaba a dar grima. Mientras lo hacía parecía desplazarse hacia atrás, como si se moviese hacia una zona más profunda de la sala. Seguí con precaución a aquel tipo con las manos pasando a apoyarse sobre las empuñaduras de las espadas gemelas.
El hombre hablaba tranquilamente mientras se movía hasta que llegado cierto punto la sala comenzó a iluminarse toda la sala poco a poco.
-Es lógico que no se sepa de mí dentro de la revolución, me uní a esta cuando intentaron rescatar al Yonkou Legim – le dije tranquilamente cuando terminó – apenas sé por qué lucha la revolución o que tiene contra el Gobierno. Y contra los revolucionarios que han hecho esto no tengo nada en contra, pero me dejaron debajo de esta estructura con las instrucciones de subir. – seguí comentándole mientras miraba alrededor para saber donde estaba la salida de aquella sala o donde se había metido el tal Martín de antes – Dime, ¿por qué destruir Mariejola? ¿Qué hay ahí para tener que destruirlo?
El hombre robot dio un golpe al suelo y se iluminaron bastantes baldosas en hilera de colores demasiado vistosos, luego volvió a coger un piano y tocó unas teclas de este que resonaron de forma potente por toda la sala. Esto hizo que me llevase las manos a los oídos para taparlos y reducir la molestia del sonido. Sin embargo, comenzaba a fijarme en que tenían algún tipo de patrón las teclas para hacer esas cosas con el sonido.
El hombre hablaba tranquilamente mientras se movía hasta que llegado cierto punto la sala comenzó a iluminarse toda la sala poco a poco.
-Es lógico que no se sepa de mí dentro de la revolución, me uní a esta cuando intentaron rescatar al Yonkou Legim – le dije tranquilamente cuando terminó – apenas sé por qué lucha la revolución o que tiene contra el Gobierno. Y contra los revolucionarios que han hecho esto no tengo nada en contra, pero me dejaron debajo de esta estructura con las instrucciones de subir. – seguí comentándole mientras miraba alrededor para saber donde estaba la salida de aquella sala o donde se había metido el tal Martín de antes – Dime, ¿por qué destruir Mariejola? ¿Qué hay ahí para tener que destruirlo?
El hombre robot dio un golpe al suelo y se iluminaron bastantes baldosas en hilera de colores demasiado vistosos, luego volvió a coger un piano y tocó unas teclas de este que resonaron de forma potente por toda la sala. Esto hizo que me llevase las manos a los oídos para taparlos y reducir la molestia del sonido. Sin embargo, comenzaba a fijarme en que tenían algún tipo de patrón las teclas para hacer esas cosas con el sonido.
- resumen:
- Seguir de charla con el robot.
Gareth Silverwing
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Por fon parecía que se calmaban las cosas. El golem que había logrado golpear reventó la mesa de mezclas y el frío, junto al de Al parecían suficientes para reducir al enemigo. Por suerte Jack se encargaba de cubrir a los novatos, así que no tendríamos que contenernos mucho para que muriesen como daño colateral. Me calmé un poco al ver que la música paraba y el ruido desaparecía, por fin podría tomarme un momento para relajarme. Aproveché para coger el termo que Jack me había lanzado y abrirlo. Olía a café.
- Jack. - Le llamé con voz calmada mientras lo miraba a los ojos. - Sabes que confié en ti ¿verdad? Sabes que por nuestro bien pienso volver a hacerlo. Pero si esto que me ofreces no es café normal... - Hice una pausa antes de continuar, mi mirada parecía que pudiese arrancar el alma de un santo. - Más te vale que no vuelva a la normalidad porque lo que ocurrirá luego hará que mi cartel esté entre los más buscados.
Sin mediar más palabra y con la confianza de que mi amenaza hubiera sido entendida, puse mis labios en la boca del termo y tragué de una sentada todo su contenido. Café caliente, negro y solo, en una cantidad abrumadora, y la calidad... era el normalucho que servían en todas las cafeterías de la marina, nada del otro mundo, pero ahora mismo era lo único que evitaba que me estallase la cabeza del dolor.
De pronto el tío de la mesa de mezclas comenzó a hablar. No. Pensé mientras escuchaba sus palabras, no puede ser tan cliché ¿verdad?, es decir, está claro que intenta distraer al Al para que baje la guardia, si fuera su fan sabría que esto le ha sacado de sus casillas. Casi un segundo después de acabar su frase dijo otra aún más cliché, la cual ni me pilló por sorpresa. En efecto era una distracción. Lo que si que me sorprendió fue que tuviera los huevos de decirle a la cara que todos los conciertos son playback. Esa era sin duda una de las mayores ofensas que le podías hacer a alguien que adoraba la música como Al, y yo, no pensaba mover un dedo para detener al almirante. Pude ver como aparecían muchos más altavoces y el ruido comenzaba más fuerte que antes.
- Directamente. - Comencé a comentar mientras formaba a Zinogre en mi mano. - Eres. - Continué a la vez que tomaba una pose de batalla. -Completamente. - Paré para tomar aire. - ¡GILIPOLLAS! - Y me moví para comenzar el ataque.
Me posicioné de tal forma que varios de los golems quedasen alineados con mi posición, tras eso cargué de frente procurando ensartar al primero con mi arma, así como tratando de empujar a todos los que pudiese pillar de por medio. Si encontraba un sitio en el que clavarlos comenzaría a transmitir todo el calor que estaba absorbiendo a su interior a través de mi arma para poder fundir todos sus componentes y evitar que se recompusiesen.
Sin duda esa persona era completamente estúpida, no había escuchado ni una sola palabra de lo que había dicho, seguiría absorbiendo calor aprovechando el ruido que generaba, así acabaría congelando los circuitos o, por lo menos haciendo que acabase desmayado del frío.
- Jack. - Le llamé con voz calmada mientras lo miraba a los ojos. - Sabes que confié en ti ¿verdad? Sabes que por nuestro bien pienso volver a hacerlo. Pero si esto que me ofreces no es café normal... - Hice una pausa antes de continuar, mi mirada parecía que pudiese arrancar el alma de un santo. - Más te vale que no vuelva a la normalidad porque lo que ocurrirá luego hará que mi cartel esté entre los más buscados.
Sin mediar más palabra y con la confianza de que mi amenaza hubiera sido entendida, puse mis labios en la boca del termo y tragué de una sentada todo su contenido. Café caliente, negro y solo, en una cantidad abrumadora, y la calidad... era el normalucho que servían en todas las cafeterías de la marina, nada del otro mundo, pero ahora mismo era lo único que evitaba que me estallase la cabeza del dolor.
De pronto el tío de la mesa de mezclas comenzó a hablar. No. Pensé mientras escuchaba sus palabras, no puede ser tan cliché ¿verdad?, es decir, está claro que intenta distraer al Al para que baje la guardia, si fuera su fan sabría que esto le ha sacado de sus casillas. Casi un segundo después de acabar su frase dijo otra aún más cliché, la cual ni me pilló por sorpresa. En efecto era una distracción. Lo que si que me sorprendió fue que tuviera los huevos de decirle a la cara que todos los conciertos son playback. Esa era sin duda una de las mayores ofensas que le podías hacer a alguien que adoraba la música como Al, y yo, no pensaba mover un dedo para detener al almirante. Pude ver como aparecían muchos más altavoces y el ruido comenzaba más fuerte que antes.
- Directamente. - Comencé a comentar mientras formaba a Zinogre en mi mano. - Eres. - Continué a la vez que tomaba una pose de batalla. -Completamente. - Paré para tomar aire. - ¡GILIPOLLAS! - Y me moví para comenzar el ataque.
Me posicioné de tal forma que varios de los golems quedasen alineados con mi posición, tras eso cargué de frente procurando ensartar al primero con mi arma, así como tratando de empujar a todos los que pudiese pillar de por medio. Si encontraba un sitio en el que clavarlos comenzaría a transmitir todo el calor que estaba absorbiendo a su interior a través de mi arma para poder fundir todos sus componentes y evitar que se recompusiesen.
Sin duda esa persona era completamente estúpida, no había escuchado ni una sola palabra de lo que había dicho, seguiría absorbiendo calor aprovechando el ruido que generaba, así acabaría congelando los circuitos o, por lo menos haciendo que acabase desmayado del frío.
- Resumen:
- Beber el café, cargar contra los golems tratando de ensartar y fundir todos los posibles y seguir drenando calor con el mismo principio que el post anterior.
- Cosas usadas:
- Mismas Stats que el post anterior
Trans Am segundo turno.
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Para cuando llegamos a la sala pude escuchar como uno de los marines que nos seguía hablaba como loco, excitado por estar ante nosotros. Aquello denotaba lo novato que era, al igual que rarito. Los novatos marines tenía entendido que solían ser los que más intentaban seguir las normas y siempre que podían enfrentaban el mal.
La sala a la que entramos era más sencilla que la anterior, no parecía tener ningún tipo de decoración salvo agujeros en la pared de hormigón, con unas escaleras de caracol protegidas por unos láseres, una puerta a un lado con un cinco que indicaba el número de la sala y enfrente otra puerta con el número correspondiente a la sala ochenta y cuatro.
-Supongo que seguimos subiendo ¿no capitán?
Me adelanté hacia las escaleras y revisé los láseres, principalmente de buscando el lugar desde el que se generaban para destruirlo o desactivarlo de algún modo y así poder pasar- era evidente que serían algún tipo de trampa para evitar acceso no autorizado al siguiente nivel.
-Apartaos por si ocurre algo – les dije a todos los presentes en la sala.
Interpuse una mano en el trayecto de uno de los láseres para ver que ocurría. Imaginaba algunas cosas que pudiesen pasar, pero estaba seguro a que podría responder a casi todas sin ningún problema. Mi ojo cyborg estaría atento a lo que tenía delante por si era algún tipo de proyectil. Además, el mantra quizás me pudiese ayudar en caso de que sucediese algo.
La sala a la que entramos era más sencilla que la anterior, no parecía tener ningún tipo de decoración salvo agujeros en la pared de hormigón, con unas escaleras de caracol protegidas por unos láseres, una puerta a un lado con un cinco que indicaba el número de la sala y enfrente otra puerta con el número correspondiente a la sala ochenta y cuatro.
-Supongo que seguimos subiendo ¿no capitán?
Me adelanté hacia las escaleras y revisé los láseres, principalmente de buscando el lugar desde el que se generaban para destruirlo o desactivarlo de algún modo y así poder pasar- era evidente que serían algún tipo de trampa para evitar acceso no autorizado al siguiente nivel.
-Apartaos por si ocurre algo – les dije a todos los presentes en la sala.
Interpuse una mano en el trayecto de uno de los láseres para ver que ocurría. Imaginaba algunas cosas que pudiesen pasar, pero estaba seguro a que podría responder a casi todas sin ningún problema. Mi ojo cyborg estaría atento a lo que tenía delante por si era algún tipo de proyectil. Además, el mantra quizás me pudiese ayudar en caso de que sucediese algo.
- resumen:
- Pongo una mano en medio de un láser a ver que sucede.
Los cables cortados, la música de los altavoces repentinamente detenida y el cascanueces tocando, de pronto, una melodía de violín con poca fuerza, lo mínimo que requería para no detenerse, y un desagradable frío que se le clavaba en la espalda y subía por su columna hasta instalarse bajo su nuca. No temblaba por él, no enfermaba ni moría por su causa, pero el frío era y fue, siempre, uno de sus mayores odios. Estaba por encima de las montañas de papeleo y los sintetizadores; muy por encima.
Estaba levantando la espada para apuntar al cuello de Charlotte cuando, por algún motivo, Jack se convirtió en la voz de la razón. ¿Cómo era posible? Podría haber matado accidentalmente a Galhard y a Leiren. Incluso no había pensado en si Jack podría siquiera salvarse... Se había excedido. Bajó el arma y dejó que el "músico" hablase. Se sumó, cómo no, a su lista de errores del día. Se le hinchó la vena.
-Es... Todo... Playback -musitó, lentamente, mirando al suelo con un tic nervioso en su párpado derecho. La sonrisa crispada, el semblante tenso y los ojos como platos completaban el cuadro de su ira mientras, vanamente, intentaba retenerla-. ¿Todo es playback?
Surcó por su mente en un rápido viaje todo el tiempo ensayando, todas las horas de preparación que él y otros noventa músicos habían dedicado a coordinar con perfecta precisión sus movimientos, a colorear la música escrita en negro sobre blanco, a dar vida... Los días enteramente dedicados a su instrumento, las noches sin dormir para repasar los arreglos, los cálculos acústicos y las innumerables pruebas de sonido junto a los técnicos. Ni un altavoz, ni un amplificador, ni un micrófono; solamente una legión de artistas talentosos y mucho esfuerzo detrás... ¡Playback! ¡Semejante insulto no podía ser tolerado! No ante alguien que lo insultaba, que lo vejaba en su núcleo más profundo, que con su presencia y actitud era una falta de respeto para todo aquello en lo que creía. Y lo que era peor, les estaba haciendo perder el tiempo.
-He tolerado este concierto hasta ahora porque considero que la meta de salvaguardar la paz no vale perder el alma en el camino -recitó, con una voz que podría abarcar un barrio entero, pero que transmitía forzada serenidad-. He intentado reducirte utilizando fuerza no letal -continuó, con sereno semblante y siniestra sonrisa-. He tolerado esta "música" tanto en cuanto considero que una batalla musical debe ser aceptada con deportividad y honor, venga de quien venga. Pero has agotado mi paciencia. -Un humo negro iba recubriendo sus brazos lentamente, envolviéndolos desde el hombro hasta la mano, extendiéndose hasta la punta de su hoja- Vamos a detener a tus jefes. Esta aguja caerá y morirá. Pero tú no vas a verlo.
El korip se había liberado por él. Sus dedos hormigueaban tras tanto tiempo sin sentir aquello, pero se notaba mas despierto y lúcido que nunca; como si llevara dormitando largo tiempo y por fin hubiese abierto los ojos. Todo parecía ir más despacio, y cuando se abalanzó sobre Charlotte de cada arista de la sala, de cada vértice y de cada esquina surgieron gigantescos pilares de hielo, tan rápido que sus propios ojos no habían sido capaces de procesarlo, afilados como carámbanos carmesíes que crecían en dirección a cada uno de los altavoces. Por su parte, y sin apenas percatarse del mundo que lo rodeaba, comenzó a florear con sus manos una ágil, estruendosa y despiadada melodía. Cuerdas de violín al aire, siete tajos en un parpadeo y siete más que descargó sobre el cuerpo del menudo adolescente antes de, finalmente, tratar de empalarlo furibundamente con la punta ávida de su hoja. Aquello había terminado.
Estaba levantando la espada para apuntar al cuello de Charlotte cuando, por algún motivo, Jack se convirtió en la voz de la razón. ¿Cómo era posible? Podría haber matado accidentalmente a Galhard y a Leiren. Incluso no había pensado en si Jack podría siquiera salvarse... Se había excedido. Bajó el arma y dejó que el "músico" hablase. Se sumó, cómo no, a su lista de errores del día. Se le hinchó la vena.
-Es... Todo... Playback -musitó, lentamente, mirando al suelo con un tic nervioso en su párpado derecho. La sonrisa crispada, el semblante tenso y los ojos como platos completaban el cuadro de su ira mientras, vanamente, intentaba retenerla-. ¿Todo es playback?
Surcó por su mente en un rápido viaje todo el tiempo ensayando, todas las horas de preparación que él y otros noventa músicos habían dedicado a coordinar con perfecta precisión sus movimientos, a colorear la música escrita en negro sobre blanco, a dar vida... Los días enteramente dedicados a su instrumento, las noches sin dormir para repasar los arreglos, los cálculos acústicos y las innumerables pruebas de sonido junto a los técnicos. Ni un altavoz, ni un amplificador, ni un micrófono; solamente una legión de artistas talentosos y mucho esfuerzo detrás... ¡Playback! ¡Semejante insulto no podía ser tolerado! No ante alguien que lo insultaba, que lo vejaba en su núcleo más profundo, que con su presencia y actitud era una falta de respeto para todo aquello en lo que creía. Y lo que era peor, les estaba haciendo perder el tiempo.
-He tolerado este concierto hasta ahora porque considero que la meta de salvaguardar la paz no vale perder el alma en el camino -recitó, con una voz que podría abarcar un barrio entero, pero que transmitía forzada serenidad-. He intentado reducirte utilizando fuerza no letal -continuó, con sereno semblante y siniestra sonrisa-. He tolerado esta "música" tanto en cuanto considero que una batalla musical debe ser aceptada con deportividad y honor, venga de quien venga. Pero has agotado mi paciencia. -Un humo negro iba recubriendo sus brazos lentamente, envolviéndolos desde el hombro hasta la mano, extendiéndose hasta la punta de su hoja- Vamos a detener a tus jefes. Esta aguja caerá y morirá. Pero tú no vas a verlo.
El korip se había liberado por él. Sus dedos hormigueaban tras tanto tiempo sin sentir aquello, pero se notaba mas despierto y lúcido que nunca; como si llevara dormitando largo tiempo y por fin hubiese abierto los ojos. Todo parecía ir más despacio, y cuando se abalanzó sobre Charlotte de cada arista de la sala, de cada vértice y de cada esquina surgieron gigantescos pilares de hielo, tan rápido que sus propios ojos no habían sido capaces de procesarlo, afilados como carámbanos carmesíes que crecían en dirección a cada uno de los altavoces. Por su parte, y sin apenas percatarse del mundo que lo rodeaba, comenzó a florear con sus manos una ágil, estruendosa y despiadada melodía. Cuerdas de violín al aire, siete tajos en un parpadeo y siete más que descargó sobre el cuerpo del menudo adolescente antes de, finalmente, tratar de empalarlo furibundamente con la punta ávida de su hoja. Aquello había terminado.
- Cosas usadas:
- Nombre de la técnica: Brazo negro.
Naturaleza de la técnica: Espiritual.
Descripción de la técnica: Al puede activar a voluntad esta técnica siempre que Fuego helado esté en su forma de Sombra helada. Ésta mejorará sus reflejos un 100% y triplicará su agilidad durante tres posts, con dos de descanso. Cuando esta técnica está a punto de finalizar puede activar Cuerpo de Sombras. En este modo la hoja de Fuego arde con llamas negras.
Tiempo de canalización: Dos segundos.
Nombre de la técnica: Destino funesto
Naturaleza de la técnica: Espiritual pasiva.
Descripción de la técnica: Mientras el Brazo negro está activo, los cortes del espadachín serán más precisos y contundentes debido a la fuerza del alma que lo impulsa. Nada puede hacerlo detenerse hasta que el combate ha concluido mientras esto dure.
Nombre de la técnica: Brazos de la noche
Naturaleza de la técnica: Espiritual pasiva.
Descripción de la técnica: Permite mantener la mejora del brazo negro indefinidamente, y usarlo en ambos brazos. El efecto es independiente en cada uno, y sus efectos se suman. Se pueden activar sin sombra helada activa.
Nombre de la técnica: Helada carmesí
Naturaleza de la técnica: Pasiva de Akuma no mi.
Descripción de la técnica: El hielo de Al posee una tonalidad rojiza. En objetos pequeños aparenta casi un cristal de color sangre, mientras este color se va atenuando según se extiende hasta ser un blanco ligeramente rosado.
Nombre de la técnica: Guerrero de la Nueva Era
Naturaleza de la técnica: Mejora pasiva.
Descripción de la técnica: Al es experto en contrarrestar los puntos fuertes de cualquier oponente. Si es extremadamente fuerte lo resistirá, y si es extremadamente resistente logrará abrirse paso igualmente. En la práctica, Al anula los Power Ups físicos pasivos de sus oponentes hasta equilibrarlos a los suyos propios, pero no aplica esto a los raciales ni a las mejoras por Akuma no mi.
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