Zuzu
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Los ojos de Sky se abrieron poco a poco enfocando una luz difuminada atrapada entre cuatro gruesos marcos de sombra. Tardó unos segundos en distinguir cada vez mejor lo que en realidad estaba viendo. Se trataba de la puerta del cuarto donde había estado escondido antes. No recordaba mucho de lo que había ocurrido. Cerró los ojos y trató de hacer memoria mientras se frotaba ambos ojos con la punta de los dedos. Uno de los oídos empezó a pitarle obligándole rascarse la oreja tratando de alejar el molesto ruido. Al parecer se había desmayado. Tenía fugaces recuerdos de hablar con el oficial que le había echado la primera vez del submarino... pero, ¿cómo había llegado a esa situación?
Puso su mano en el suelo de apoyo y flexionando los músculos de ambas piernas consiguió erguirse con el cuerpo ligeramente dolorido. Entonces vino el segundo golpe de dolor. Su estómago le estaba haciendo añicos las pocas ganas que tenía de mantenerse centrado en lo que tenía que hacer: reconocer el terreno y la situación. Sky empezó a sospechar que se había desmayado debido a algo de lo que había comido antes. ¿Es posible que fuera alérgico a algo sin saberlo? No había tenido problemas hasta entonces por nada pero dada la situación, aquella opción no era descartable.
Consiguió hacer sus primeros pasos con lentitud pero cada vez se volvían más firmes y rápidos. Había algo extraño y se trataba del silencio. Lo único que se escuchaban eran los chirridos del metal al contorsionarse ligeramente debido a la presión del agua. Después de todo se encontraba en un submarino y el mantenimiento no eran de los mejores. Las puertas no estaban bien engrasadas, las ventanas tenían polvo por dentro de los pequeños marcos, las rejillas de los suelos tenían restos de barro. Aquel submarino no fue tratado con el cariño que se merecía.
Alzó su mano y levantó una gran y pesada escotilla que se abrió gracias a los brazos hidráulicos que ayudaban a que la tarea fuera pan comido. A pesar de su aspecto, aquel submarino seguía en perfecto estado funcional. Podría desempeñar su función en momentos de necesidad. Lo primero que salió fueron ambos brazos que se agarraron a los bordes y de un salto consiguió salir tensando ligeramente los músculos de los brazos sujetando su espada. Desconocía la situación y aquel silencio se volvía cada vez más incómodo. Miró alrededor y no vio nada. Había papeles tirados por los suelos y La Luz era tenue, pero se podía ver. Al parecer fuera era de noche y las luces de la instalación no eran suficientes para mantener un estado lumínico adecuado para un cuartel como intentaba ser el edificio en el que se encontraba. Sin despegarse de su espada saltó desde el submarino al suelo que estaba a unos 5 metros del submarino aparcado y a medio flote.
Empezó a caminar con cautela hacia la salida, o al menos eso marcaban los verdes carteles que seguía por un largo pasillo. Sus pasos se detuvieron al escuchar algo. Todavía no era capaz de escuchar bien, el desmayo había afectado ligeramente sus sentidos. Se acercó con más cautela de la habitual y llegando al final del pasillo se encontró con dos puertas. El pasillo acababa en forma de T y, a cada lado, el pasillo se alargaba unos diez metros con puertas. Si giraría a la izquierda se encontraba con una puerta blanca medio abierta por la que entraba una fría corriente de aire. En cambio le llamó la atención la puerta de la derecha. Lo primero que vio fue a un hombre que sujetaba un arma, con cara de gorila y con aspecto de Revolucionario.
Tenía una chaqueta marrón con machas de barro en los bordes de las mangas. Su mirada quedó congelada en dirección hacia Sky y por encima de los gritos que se escapaban por la puerta que custodiaba se pudo escuchar una voz grave y clara:
¡Ni un paso más! – Su voz era fácil de escuchar debido al registro grave y por eso Sky paró en seco. Le sostuvo la mirada durante unos segundos frunciendo el ceño ligeramente.
Estoy escuchando algo que no me gusta, ¿compañero? – Su tono acabó en tono de pregunta ya que la situación era extraña. ¿Qué había tras esa puerta? Se trataba de un prisionero de guerra? Acaso habían atrapado a una joven en la confusión del momento y se estaban aprovechando de ella? ¿Acaso era el dueño de una taberna cercana y trataban de sonsacarle el código de su caja fuerte para conseguir el dinero? ¿Acaso las causas del presente sujeto y quién fuera que estuviese detrás de la puerta eran nobles?
Todo eso pasó por su cabeza en un instante mientras le sostenía la mirada. Una de las opciones era marcharse. El Revolucionario no se había unido al ejército para desviar la mirada en situaciones así. Cada cuerpo, cada organización tenía aquellas manzanas podridas que debían ser eliminadas para su futuro y un sano desarrollo. Resopló con una pequeña sonrisa tensa mientras volvió a caminar hacia el desconocido.
– ¡Apártate! – Dijo con despreocupación, haciendo que el lenguaje de su cuerpo no fuera nada agresivo a propósito. Quizás así el hombre bajaría la guardia, pero este no se movió hasta que la distancia entre ellos quedó reducida a cinco metros.
– ¡He dicho quieto! – Su voz dejó de ser calmada y pareció un grito gutural. Sus ojos parecían furiosos y alzó el arma en posición de disparar mirando sin pestañear a Sky.
Éste paró en seco y por inercia llevó su mano hacia el mango de su espada. Volvieron a pasar unos segundos tensos y silenciosos que fueron interrumpidos por unas ráfagas de luz producidas por los disparos del arma del guarda. Primero se inclinó y la primera bala no pasó ni siquiera cerca. Gracias a su posición saltó hacia adelante impulsándose con mucha fuerza y aprovechando su bajo punto de gravedad consiguió avanzar los primeros tres metros en un segundo pero tuvo que cambiar de trayectoria lanzándose contra una de las paredes del pasillo mientras una de las balas rozaba la chaqueta a la altura del hombro. Una carcajada salió del desconocido que duró lo mismo que una ráfaga de luz. Su sonrisa se borró cuando el arma que sujetaba salió despedida hacia atrás. Sky había recortado el resto de la distancia con rapidez y deslizó la punta de su espada por la anilla que formaba el arma por la parte del gatillo. Esta vez la punta de su espada estaba pinchando ligeramente el cuello del guarda.
- Te vuelvo a repetir... ¿qué es lo que estáis haciendo detrás de aquella puerta? – Su tono era amenazador pero tenía una cadencia clara y calmada.
Puso su mano en el suelo de apoyo y flexionando los músculos de ambas piernas consiguió erguirse con el cuerpo ligeramente dolorido. Entonces vino el segundo golpe de dolor. Su estómago le estaba haciendo añicos las pocas ganas que tenía de mantenerse centrado en lo que tenía que hacer: reconocer el terreno y la situación. Sky empezó a sospechar que se había desmayado debido a algo de lo que había comido antes. ¿Es posible que fuera alérgico a algo sin saberlo? No había tenido problemas hasta entonces por nada pero dada la situación, aquella opción no era descartable.
Consiguió hacer sus primeros pasos con lentitud pero cada vez se volvían más firmes y rápidos. Había algo extraño y se trataba del silencio. Lo único que se escuchaban eran los chirridos del metal al contorsionarse ligeramente debido a la presión del agua. Después de todo se encontraba en un submarino y el mantenimiento no eran de los mejores. Las puertas no estaban bien engrasadas, las ventanas tenían polvo por dentro de los pequeños marcos, las rejillas de los suelos tenían restos de barro. Aquel submarino no fue tratado con el cariño que se merecía.
Alzó su mano y levantó una gran y pesada escotilla que se abrió gracias a los brazos hidráulicos que ayudaban a que la tarea fuera pan comido. A pesar de su aspecto, aquel submarino seguía en perfecto estado funcional. Podría desempeñar su función en momentos de necesidad. Lo primero que salió fueron ambos brazos que se agarraron a los bordes y de un salto consiguió salir tensando ligeramente los músculos de los brazos sujetando su espada. Desconocía la situación y aquel silencio se volvía cada vez más incómodo. Miró alrededor y no vio nada. Había papeles tirados por los suelos y La Luz era tenue, pero se podía ver. Al parecer fuera era de noche y las luces de la instalación no eran suficientes para mantener un estado lumínico adecuado para un cuartel como intentaba ser el edificio en el que se encontraba. Sin despegarse de su espada saltó desde el submarino al suelo que estaba a unos 5 metros del submarino aparcado y a medio flote.
Empezó a caminar con cautela hacia la salida, o al menos eso marcaban los verdes carteles que seguía por un largo pasillo. Sus pasos se detuvieron al escuchar algo. Todavía no era capaz de escuchar bien, el desmayo había afectado ligeramente sus sentidos. Se acercó con más cautela de la habitual y llegando al final del pasillo se encontró con dos puertas. El pasillo acababa en forma de T y, a cada lado, el pasillo se alargaba unos diez metros con puertas. Si giraría a la izquierda se encontraba con una puerta blanca medio abierta por la que entraba una fría corriente de aire. En cambio le llamó la atención la puerta de la derecha. Lo primero que vio fue a un hombre que sujetaba un arma, con cara de gorila y con aspecto de Revolucionario.
Tenía una chaqueta marrón con machas de barro en los bordes de las mangas. Su mirada quedó congelada en dirección hacia Sky y por encima de los gritos que se escapaban por la puerta que custodiaba se pudo escuchar una voz grave y clara:
¡Ni un paso más! – Su voz era fácil de escuchar debido al registro grave y por eso Sky paró en seco. Le sostuvo la mirada durante unos segundos frunciendo el ceño ligeramente.
Estoy escuchando algo que no me gusta, ¿compañero? – Su tono acabó en tono de pregunta ya que la situación era extraña. ¿Qué había tras esa puerta? Se trataba de un prisionero de guerra? Acaso habían atrapado a una joven en la confusión del momento y se estaban aprovechando de ella? ¿Acaso era el dueño de una taberna cercana y trataban de sonsacarle el código de su caja fuerte para conseguir el dinero? ¿Acaso las causas del presente sujeto y quién fuera que estuviese detrás de la puerta eran nobles?
Todo eso pasó por su cabeza en un instante mientras le sostenía la mirada. Una de las opciones era marcharse. El Revolucionario no se había unido al ejército para desviar la mirada en situaciones así. Cada cuerpo, cada organización tenía aquellas manzanas podridas que debían ser eliminadas para su futuro y un sano desarrollo. Resopló con una pequeña sonrisa tensa mientras volvió a caminar hacia el desconocido.
– ¡Apártate! – Dijo con despreocupación, haciendo que el lenguaje de su cuerpo no fuera nada agresivo a propósito. Quizás así el hombre bajaría la guardia, pero este no se movió hasta que la distancia entre ellos quedó reducida a cinco metros.
– ¡He dicho quieto! – Su voz dejó de ser calmada y pareció un grito gutural. Sus ojos parecían furiosos y alzó el arma en posición de disparar mirando sin pestañear a Sky.
Éste paró en seco y por inercia llevó su mano hacia el mango de su espada. Volvieron a pasar unos segundos tensos y silenciosos que fueron interrumpidos por unas ráfagas de luz producidas por los disparos del arma del guarda. Primero se inclinó y la primera bala no pasó ni siquiera cerca. Gracias a su posición saltó hacia adelante impulsándose con mucha fuerza y aprovechando su bajo punto de gravedad consiguió avanzar los primeros tres metros en un segundo pero tuvo que cambiar de trayectoria lanzándose contra una de las paredes del pasillo mientras una de las balas rozaba la chaqueta a la altura del hombro. Una carcajada salió del desconocido que duró lo mismo que una ráfaga de luz. Su sonrisa se borró cuando el arma que sujetaba salió despedida hacia atrás. Sky había recortado el resto de la distancia con rapidez y deslizó la punta de su espada por la anilla que formaba el arma por la parte del gatillo. Esta vez la punta de su espada estaba pinchando ligeramente el cuello del guarda.
- Te vuelvo a repetir... ¿qué es lo que estáis haciendo detrás de aquella puerta? – Su tono era amenazador pero tenía una cadencia clara y calmada.
- Resumen:
Se despierta
Sale del submarino
Camina hasta encontrarse con el guarda que custodia la puerta
Desarma al guarda
-Parece que ha funcionado -dijo, finalmente, mientras arrancaba la llave del atril y lo tiraba contra los demás, estropeando de nuevo el trabajo de Leiren-. Con esto podemos ir a la siguiente sala.
Ignoró a Arthur, que lloraba con nerviosismo al parecer porque se había enfadado con Jack. En cualquier caso, él no había conseguido abrir la puerta por lo que contestarle, o simplemente seguirle el juego, carecía de sentido. Introdujo la última llave en la cerradura y allí donde el hombre de azúcar falló él triunfó: La puerta se abrió de par en par dando lugar a un ambiente escarchado y húmedo, donde pirañas -o peces con muy mala leche- paseaban nadando medio atontados, pero paseaban. Eran un peligro, máxime si había posibilidades de que "despertasen". Lo más seguro era crear una pista de patinaje y, si los animalillos debían morir, angelitos al cielo.
Puso un pie sobre el agua y el hielo se extendió a sus pies, permitiendo que el por algún motivo elocuente pirata Zane D. Kenshin avanzase hacia la escalera. Al, por su parte, examinó las opciones. Podía avanzar tras ellos, ya que el destino del mundo aguardaba más allá de esas escaleras, quizá en la cima. Podía seguir el camino recto por el que se alejaban una serie de trajeados -seguramente agentes, a juzgar por lo que había visto antes- o ir por el hueco abierto que, sin ninguna duda, debía conducir a la entrada. Tres opciones, pero retroceder no tenía sentido. Dos opciones, en realidad, y no sabía si descartar la primera o la seg... Ah, Dexter ahí, a lo lejos. Pues no tenía nada que hacer. Se encaminó hacia la escalera.
-Kiritsu, ¡a formar!
Nunca habían formado. Ni siquiera tenían una formación. Pero quién sabe, a lo mejor discurrían algo súper épico. Con Arthur borracho quién sabe.
Ignoró a Arthur, que lloraba con nerviosismo al parecer porque se había enfadado con Jack. En cualquier caso, él no había conseguido abrir la puerta por lo que contestarle, o simplemente seguirle el juego, carecía de sentido. Introdujo la última llave en la cerradura y allí donde el hombre de azúcar falló él triunfó: La puerta se abrió de par en par dando lugar a un ambiente escarchado y húmedo, donde pirañas -o peces con muy mala leche- paseaban nadando medio atontados, pero paseaban. Eran un peligro, máxime si había posibilidades de que "despertasen". Lo más seguro era crear una pista de patinaje y, si los animalillos debían morir, angelitos al cielo.
Puso un pie sobre el agua y el hielo se extendió a sus pies, permitiendo que el por algún motivo elocuente pirata Zane D. Kenshin avanzase hacia la escalera. Al, por su parte, examinó las opciones. Podía avanzar tras ellos, ya que el destino del mundo aguardaba más allá de esas escaleras, quizá en la cima. Podía seguir el camino recto por el que se alejaban una serie de trajeados -seguramente agentes, a juzgar por lo que había visto antes- o ir por el hueco abierto que, sin ninguna duda, debía conducir a la entrada. Tres opciones, pero retroceder no tenía sentido. Dos opciones, en realidad, y no sabía si descartar la primera o la seg... Ah, Dexter ahí, a lo lejos. Pues no tenía nada que hacer. Se encaminó hacia la escalera.
-Kiritsu, ¡a formar!
Nunca habían formado. Ni siquiera tenían una formación. Pero quién sabe, a lo mejor discurrían algo súper épico. Con Arthur borracho quién sabe.
- Resumen:
- Subir escaleras sala 5
Steve
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Empecé a sudar ligeramente, tras todo el ejercicio hecho. Paré para tomar aire, asegurándome que el paquete estaba en buen estado. Sonaron tres notas en rápida sucesión, un ruido bastante molesto que se propago rápidamente. Suspiré viendo que no habíamos abierto la puerta, preguntándome como abrir la puerta, mientras jugueteaba con el paquete, moviendolo de mano a mano.
Antes de poder hacer nada escuché una nueva voz hablando, lo cual era extraño porque solo había tres personas en la habitación. O eso pensaba hasta que gire sobre mis talones, para ver a una señora de tez morena apuntándonos con una espada mientras preguntaba quienes eramos. ¿No tendrían que presentarse ellos primero? Sin apartar las manos del paquete, con un tono monótono, que daba a entender que había pasado por situaciones así antes, la mayor parte de las veces por haberme identificado. “Aún recuerdo cuando lo dije ante la casa de la amante de los perros de presa”, pensé mientras un escalofrío me recorría la columna.
Yo soy un repartidor, ¿y vosotros de donde salís? - dije mientras movía hacia arriba el paquete para que se viera bien la caja -
La chica, que fue la única que se movió, se acercó a donde estaba la mujer, e empezó a inspeccionar la mesa. Habló sobre el peso del arma y rápidamente me empezó a bombardear con preguntas sobre el paquete, lo que me puso a la defensiva de primeras. Pero si estaba en lo cierto, podría servir para abrir la puerta.
Viajo con esto porque tengo que entregarlo, claro. - dije, intentando evitar el hecho de que hacía mucho tiempo que esto debía estar entregado o que no sabía a quien debía entregarlo – Podría ponerlo, si. - dije, aun con unas pocas dudas sobre el hecho de que hubieran aparecido de la nada y que se preocupara con el paquete -
Pero no tenía otra manera de salir de ahí, así que me acerqué a la mesa y deje al paquete, esperando que se levantara la puerta para después llevarme el paquete, intentando no dejarlo a mano de nadie más.
Antes de poder hacer nada escuché una nueva voz hablando, lo cual era extraño porque solo había tres personas en la habitación. O eso pensaba hasta que gire sobre mis talones, para ver a una señora de tez morena apuntándonos con una espada mientras preguntaba quienes eramos. ¿No tendrían que presentarse ellos primero? Sin apartar las manos del paquete, con un tono monótono, que daba a entender que había pasado por situaciones así antes, la mayor parte de las veces por haberme identificado. “Aún recuerdo cuando lo dije ante la casa de la amante de los perros de presa”, pensé mientras un escalofrío me recorría la columna.
Yo soy un repartidor, ¿y vosotros de donde salís? - dije mientras movía hacia arriba el paquete para que se viera bien la caja -
La chica, que fue la única que se movió, se acercó a donde estaba la mujer, e empezó a inspeccionar la mesa. Habló sobre el peso del arma y rápidamente me empezó a bombardear con preguntas sobre el paquete, lo que me puso a la defensiva de primeras. Pero si estaba en lo cierto, podría servir para abrir la puerta.
Viajo con esto porque tengo que entregarlo, claro. - dije, intentando evitar el hecho de que hacía mucho tiempo que esto debía estar entregado o que no sabía a quien debía entregarlo – Podría ponerlo, si. - dije, aun con unas pocas dudas sobre el hecho de que hubieran aparecido de la nada y que se preocupara con el paquete -
Pero no tenía otra manera de salir de ahí, así que me acerqué a la mesa y deje al paquete, esperando que se levantara la puerta para después llevarme el paquete, intentando no dejarlo a mano de nadie más.
Maki
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
No sé cuánto tiempo llevo desmayado. Creo que en cuanto la bola de viento empezó a subir conmigo dentro, mi cerebro hizo catampum y se dio por vencido. Mejor, en realidad. Ahora he llegado a la sala sin darme cuenta de lo que pasaba y sin tener que aguantar esa horrible sensación de que el estómago me flote por dentro. Uf, da grima solo pensarlo.
El problema ahora es el gorila. Es grande, invencible y parece furioso por alguna razón. Oh, y es morado, eso es importante. ¿Por qué es morado? No pega para nada con la decoración de este sitio. Supongo que será algo así como el perro guardián de esta casa. Pero, ¿quién vive aquí? ¿Será ésta mi casa? Tendría sentido entonces haberme despertado aquí.
-¡Maldita sea, dejad de mancharme el salón! -les grito a los bárbaros que no hacen más que lanzar ataques estrafalarios contra el pobre animalito. Menos mal que no le hacen nada, que sino podrían haberse ganado una buena demanda.
De repente, un ruido horrendo. Es como si el mundo entero estuviese arrancándole el pellejo a un gato con la garganta oxidada y llena de trenes descarrilando. Mis oídos se rebelan y tratan de escapar de mi cuerpo, asustados y doloridos. Y yo hago lo mismo. Echo a correr en busca de un lugar seguro. ¿Hacia dónde? Ni idea.Y casi que me da igual. La risa maligna me pilla poniendo rumbo hacia...
¡Pum! Choco contra algo que no llego ni a ver. ¿Quién ha puesto eso ahí? Un muro invisible, lo que faltaba... Jooo, creo que voy a desmayarme otra...
El Oficial Makintosh despertó tirado en el suelo con un tremendo dolor de cabeza. Experimentó una confusa sensación de deja vú, pero no le dio importancia. Se dio cuenta de que estaba en una sala enorme y llena de gente. Por algún motivo que se le escapaba estaba flotando en el aire. Notaba el suelo, pero no lo veía. Al antiguo Maki le habría supuesto un susto de muerte; al actual, también, pero se le notaba menos. Era un oficial y, como tal, no podía permitirse mostrarse aterrorizado delante de la gran cantidad de subordinados suyos que se habían presentado allí misteriosamente. Además, una especie de viento empezaba a levantarle mágicamente, pero él se revolvió y se tumbó en el suelo para que sus húmedas blandosidades quedasen adheridas para no salir volando. Cuando pasó, se puso en pie.
Quitándole importancia a la laguna mental que tenía, se puso en pie y caminó hasta la parte de la sala que sí que se veía. Allí estaban Susu y su panda, a los que no conocía. El Ruedas, que era el rubio con el que combatió una vez, un humano con un perro, una criatura que no conocía de nada pero que le transmitía una sensación de no molar... Y un mono. Un mono grande y furioso. Y morado, eso es importante.
¿Por qué todos atacaban al pobre mono? Debía ser malvado. En todas las fortalezas siniestras había siempre un mono malvado. ¿Y dónde estaba su maldito bigote? Se sentía desnudo sin él. Llevaba el bigote de emergencia, pero no recordaba habérselo puesto. ¿El mono le habría robado su oficialoso mostacho?
El Oficial Makintosh fulminó con la mirada al macaco. Se las iba a pagar...
-Apartaos -ordenó. El oficial se aproximó al animal con fuego en la mirada. ¿Quién se creía qué era?- Estás en el camino de la Revolución, simio -Si tuviera sus gafas de sol quedaría mucho mejor.
Se plantó al lado de la criatura -ahora convertida en una chica- que gritaba. ¿Retirarse? Vaya locura. Cogió a la hembra humana por la cintura y la música comenzó a sonar en su cabeza.
-Un, dos, tres...
Miró a la humana fijamente con su expresión más seductora y dejó que su espíritu danzarín se transmitiese a ella.
Maki dejó que el fogoso bailarín que habitaba su pellejo tomase el control. Al intenso y ardiente ritmo de una composición que solo él oía, ambos bailaron juntos, pegados, como uno solo. Ni las gotas de sudor podían deslizarse entre sus ropas ceñidas. Maki guió la danza, contagiando a su acompañante de su ímpetu para ejecutar la coreografía más improvisada del mundo. Y es que nacía ahí mismo, de los latidos acompasados de los corazones de ambos bailarines. Maki lo pensaba y sus cuerpos respondían, se movían, sentían, vivían el baile. Ellos mismos se convirtieron en el más sensual y apoteósico tango jamás creado.
No hacían falta luces y público. No habrían estado más vivos si una masa embelasada les contemplase iluminados por un potente foco, mas Maki no miraba a otro lugar que no fueran los ojos de su pareja. Un buen bailarín puede ejecutar los pasos perfectamente con los ojos cerrados, pero de esa manera no podría lucir las llamas de pasión que ardían en ellos.
Giro, paso, vuelta, giro, paso, adelante, atrás, giro, adelante, giro, giro, giro... Allí, en el fin del mundo, en mitad de la sala más siniestra del edificio más siniestro del mundo, ante los ojos de la Revolución y del monstruo gorilesco, danzaban. Su tango se abría paso a través de la maldad que impregnaba cada roca y obligaba a todos a mirar como se dejaban cada gota de energía en aquella enfervorizada y exuberante danza. Era algo que no podían ignorar, un tornado de lujuria que atraparía a todos los presentes. Ese mono se iba a enterar. No había nada que pudiese derrotar a un furioso tango.
Solo esperaba que la humana no esperase un hijo suyo.
El problema ahora es el gorila. Es grande, invencible y parece furioso por alguna razón. Oh, y es morado, eso es importante. ¿Por qué es morado? No pega para nada con la decoración de este sitio. Supongo que será algo así como el perro guardián de esta casa. Pero, ¿quién vive aquí? ¿Será ésta mi casa? Tendría sentido entonces haberme despertado aquí.
-¡Maldita sea, dejad de mancharme el salón! -les grito a los bárbaros que no hacen más que lanzar ataques estrafalarios contra el pobre animalito. Menos mal que no le hacen nada, que sino podrían haberse ganado una buena demanda.
De repente, un ruido horrendo. Es como si el mundo entero estuviese arrancándole el pellejo a un gato con la garganta oxidada y llena de trenes descarrilando. Mis oídos se rebelan y tratan de escapar de mi cuerpo, asustados y doloridos. Y yo hago lo mismo. Echo a correr en busca de un lugar seguro. ¿Hacia dónde? Ni idea.Y casi que me da igual. La risa maligna me pilla poniendo rumbo hacia...
¡Pum! Choco contra algo que no llego ni a ver. ¿Quién ha puesto eso ahí? Un muro invisible, lo que faltaba... Jooo, creo que voy a desmayarme otra...
******
El Oficial Makintosh despertó tirado en el suelo con un tremendo dolor de cabeza. Experimentó una confusa sensación de deja vú, pero no le dio importancia. Se dio cuenta de que estaba en una sala enorme y llena de gente. Por algún motivo que se le escapaba estaba flotando en el aire. Notaba el suelo, pero no lo veía. Al antiguo Maki le habría supuesto un susto de muerte; al actual, también, pero se le notaba menos. Era un oficial y, como tal, no podía permitirse mostrarse aterrorizado delante de la gran cantidad de subordinados suyos que se habían presentado allí misteriosamente. Además, una especie de viento empezaba a levantarle mágicamente, pero él se revolvió y se tumbó en el suelo para que sus húmedas blandosidades quedasen adheridas para no salir volando. Cuando pasó, se puso en pie.
Quitándole importancia a la laguna mental que tenía, se puso en pie y caminó hasta la parte de la sala que sí que se veía. Allí estaban Susu y su panda, a los que no conocía. El Ruedas, que era el rubio con el que combatió una vez, un humano con un perro, una criatura que no conocía de nada pero que le transmitía una sensación de no molar... Y un mono. Un mono grande y furioso. Y morado, eso es importante.
¿Por qué todos atacaban al pobre mono? Debía ser malvado. En todas las fortalezas siniestras había siempre un mono malvado. ¿Y dónde estaba su maldito bigote? Se sentía desnudo sin él. Llevaba el bigote de emergencia, pero no recordaba habérselo puesto. ¿El mono le habría robado su oficialoso mostacho?
El Oficial Makintosh fulminó con la mirada al macaco. Se las iba a pagar...
-Apartaos -ordenó. El oficial se aproximó al animal con fuego en la mirada. ¿Quién se creía qué era?- Estás en el camino de la Revolución, simio -Si tuviera sus gafas de sol quedaría mucho mejor.
Se plantó al lado de la criatura -ahora convertida en una chica- que gritaba. ¿Retirarse? Vaya locura. Cogió a la hembra humana por la cintura y la música comenzó a sonar en su cabeza.
-Un, dos, tres...
Miró a la humana fijamente con su expresión más seductora y dejó que su espíritu danzarín se transmitiese a ella.
Maki dejó que el fogoso bailarín que habitaba su pellejo tomase el control. Al intenso y ardiente ritmo de una composición que solo él oía, ambos bailaron juntos, pegados, como uno solo. Ni las gotas de sudor podían deslizarse entre sus ropas ceñidas. Maki guió la danza, contagiando a su acompañante de su ímpetu para ejecutar la coreografía más improvisada del mundo. Y es que nacía ahí mismo, de los latidos acompasados de los corazones de ambos bailarines. Maki lo pensaba y sus cuerpos respondían, se movían, sentían, vivían el baile. Ellos mismos se convirtieron en el más sensual y apoteósico tango jamás creado.
No hacían falta luces y público. No habrían estado más vivos si una masa embelasada les contemplase iluminados por un potente foco, mas Maki no miraba a otro lugar que no fueran los ojos de su pareja. Un buen bailarín puede ejecutar los pasos perfectamente con los ojos cerrados, pero de esa manera no podría lucir las llamas de pasión que ardían en ellos.
Giro, paso, vuelta, giro, paso, adelante, atrás, giro, adelante, giro, giro, giro... Allí, en el fin del mundo, en mitad de la sala más siniestra del edificio más siniestro del mundo, ante los ojos de la Revolución y del monstruo gorilesco, danzaban. Su tango se abría paso a través de la maldad que impregnaba cada roca y obligaba a todos a mirar como se dejaban cada gota de energía en aquella enfervorizada y exuberante danza. Era algo que no podían ignorar, un tornado de lujuria que atraparía a todos los presentes. Ese mono se iba a enterar. No había nada que pudiese derrotar a un furioso tango.
Solo esperaba que la humana no esperase un hijo suyo.
- Resumen. Sala del gorila, contemplad:
- Curarse de la amnesia de forma absurda - Enfadarse con el mono por robarle su bigote - Coger a Annie y marcarse un vigoroso y cerrado tango (todo previamente consentido, claro)
Usado: Paso de baile (oficio de Bailarín)
El tango de la muerte: Maki ejecuta un tango tan extraordinariamente intenso que todos los que lo ven quedan prendados de él. Según avance, Maki se convertirá, a ojos de todos los presentes, en un apuesto galán de tez morena y acento sensual capaz de hacer que una mujer se desmaye solo guiñándole un ojo. Además, aumenta enormemente la vena dramática de Maki, así como las posibilidades de que su pareja espere un hijo suyo.
Gareth Silverwing
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Y con un "click" la puerta se abrió. Tan fácil, tan sencillo como meter una llave en una cerradura, solo que x30. Por mi parte la búsqueda no había encontrado ninguna llave, aunque tampoco había sido en vano, en mi mano ahora había un objeto esférico con lo que parecía ser un agujero en medio. Cómo se había quedado en la tubería sin ser arrastrado por el agua era un misterio, pero era algo tan inusual que no me parecía buena idea dejarlo ahí, puede que fuera útil más adelante.
Comencé a emitir algo de calor con mi cuerpo para secar la ropa mojada, lo que me cubría de una columna de vapor algo molesta. Mientras tanto pasé por el umbral de la puerta para llegar a la siguiente sala. Era... rara, bastante sencilla, con un suelo encharcado lleno de lo que parecían ser pirañas, así como una escalera en el centro. Al tomó la iniciativa del grupo y avanzó a la escalera para ascender.
Justo en ese momento Al llamó al grupo a entrar en formación. No podía estar más feliz, volvíamos a ser una familia unida, y unidos teníamos que subir.
- Jack, a la espalda. - Le indiqué al vicealmirante para que subiera a mi espalda a caballito.
Tras eso trataría de agarrar a Leiren por el cuello de la camisa y levantarlo como a un gatito con la mano derecha, lo mismo con el novato con la izquierda. Por último trataría de situar mi cabeza bajo la entrepierna de Al y levantarme para ponerlo encima de mis hombros.
- ¡Formación definitiva! Docking de la amistad completado con éxito. Procedo a avanzaaaaaar. - Dije con entusiasmo al salir corriendo y subir la escaleras lo más rápido que pude y, si pillaba a alguien más por el camino confiaba en agarrarlo, o que los de la brigada lo agarrasen por mi.
Comencé a emitir algo de calor con mi cuerpo para secar la ropa mojada, lo que me cubría de una columna de vapor algo molesta. Mientras tanto pasé por el umbral de la puerta para llegar a la siguiente sala. Era... rara, bastante sencilla, con un suelo encharcado lleno de lo que parecían ser pirañas, así como una escalera en el centro. Al tomó la iniciativa del grupo y avanzó a la escalera para ascender.
Justo en ese momento Al llamó al grupo a entrar en formación. No podía estar más feliz, volvíamos a ser una familia unida, y unidos teníamos que subir.
- Jack, a la espalda. - Le indiqué al vicealmirante para que subiera a mi espalda a caballito.
Tras eso trataría de agarrar a Leiren por el cuello de la camisa y levantarlo como a un gatito con la mano derecha, lo mismo con el novato con la izquierda. Por último trataría de situar mi cabeza bajo la entrepierna de Al y levantarme para ponerlo encima de mis hombros.
- ¡Formación definitiva! Docking de la amistad completado con éxito. Procedo a avanzaaaaaar. - Dije con entusiasmo al salir corriendo y subir la escaleras lo más rápido que pude y, si pillaba a alguien más por el camino confiaba en agarrarlo, o que los de la brigada lo agarrasen por mi.
- Resumen:
- Literalmente agarrar a toda la brigada y cargarla escaleras arriba, si pillo a alguien de por medio intentar añadirlo a la formación.
Vile Spectre
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Por primera vez en sus casi veinte años de vida, Vile maldijo el tener un oído tan agudo. El sonido que se apoderaba de la aguja reverberaba en todas y cada una de las paredes del recinto, no solo ensordeciéndole sino logrando que perdiera el equilibrio. Se llevó las manos a los oídos y se los frotó mientras profería insultos que muy probablemente se perderían en aquel doloroso ruido. A duras penas pudo seguir a los piratas del pelirrojo, que no parecía haber sido afectado por aquellos ataques contra el pabellón auricular.
El grupo avanzó hasta una sala en apariencia anticuada, donde se hallaban aquellos aliados marines que tan recientemente habían decidido colaborar con ellos, y cuya ausencia alegró sobremanera al joven de Arabasta. Sin embargo, Kenshin no hizo más que saludarlos antes de proseguir. Esta vez su destino sería una habitación distinta, con sus puertas abiertas de par en par.
Aquella sala parecía llevar a un nivel superior, lo que podría significar que estaban más cerca de salir de aquel lugar. Mas un nuevo obstáculo se interponía entre el feliz grupo de "excursionistas" y la escalera de caracol por la que accederían a un nuevo nivel: una escarchada charca en la que nadaban numerosas pirañas, aunque de forma errática. Sin pensárselo dos veces, el pelirrojo decidió arrojar varias andanadas de ondas cortantes contra los peces, dejándolos en un estado similar al de ese famoso plato de Wano. Envainó su arma y dejó pasar a todos sus seguidores, subiendo detrás de ellos. No obstante, se acercó a Vile con la intención aparente de conversar con él.
El pelinegro dedujo que no había abandonado sus sospechas y pretendía sacarle información con la que poder siquiera tener una excusa para quitárselo de en medio. Debía jugar bien sus cartas. Hacerle esperar podría dar a entender que estaba aún elaborando una mentira. Quizás decirle la verdad -al menos, parte de ella- podía ayudarle a desviar su atención.
-¿Interesado, Kenshin? -preguntó con sorna, sin abandonar su habitual sonrisa-. Nos conocimos en Arabasta, cuando éramos unos zagales. Eran tiempos más sencillos. Ella me distraía a los mercaderes con sus encantos mientras yo les robaba, y así se llevaba su comisión. ¡Que tiempos aquellos! Luego me dejó tirado -hizo una pausa y puso una expresión de tristeza muy teatral, rozando la exageración-. Menos mal que existen las segundas oportunidades, ¿verdad?
El grupo avanzó hasta una sala en apariencia anticuada, donde se hallaban aquellos aliados marines que tan recientemente habían decidido colaborar con ellos, y cuya ausencia alegró sobremanera al joven de Arabasta. Sin embargo, Kenshin no hizo más que saludarlos antes de proseguir. Esta vez su destino sería una habitación distinta, con sus puertas abiertas de par en par.
Aquella sala parecía llevar a un nivel superior, lo que podría significar que estaban más cerca de salir de aquel lugar. Mas un nuevo obstáculo se interponía entre el feliz grupo de "excursionistas" y la escalera de caracol por la que accederían a un nuevo nivel: una escarchada charca en la que nadaban numerosas pirañas, aunque de forma errática. Sin pensárselo dos veces, el pelirrojo decidió arrojar varias andanadas de ondas cortantes contra los peces, dejándolos en un estado similar al de ese famoso plato de Wano. Envainó su arma y dejó pasar a todos sus seguidores, subiendo detrás de ellos. No obstante, se acercó a Vile con la intención aparente de conversar con él.
El pelinegro dedujo que no había abandonado sus sospechas y pretendía sacarle información con la que poder siquiera tener una excusa para quitárselo de en medio. Debía jugar bien sus cartas. Hacerle esperar podría dar a entender que estaba aún elaborando una mentira. Quizás decirle la verdad -al menos, parte de ella- podía ayudarle a desviar su atención.
-¿Interesado, Kenshin? -preguntó con sorna, sin abandonar su habitual sonrisa-. Nos conocimos en Arabasta, cuando éramos unos zagales. Eran tiempos más sencillos. Ella me distraía a los mercaderes con sus encantos mientras yo les robaba, y así se llevaba su comisión. ¡Que tiempos aquellos! Luego me dejó tirado -hizo una pausa y puso una expresión de tristeza muy teatral, rozando la exageración-. Menos mal que existen las segundas oportunidades, ¿verdad?
- Resumen:
- Seguir a Zane y charlar un poco.
Hamlet
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Cuando por fin terminamos de atravesar aquel eterno pasillo, hallamos una sala que con todas sus conexiones visiblemente obstruidas por los escombros. En medio se hallaba una curiosa tontatta que revoloteaba de un lado al otro mientras profería una serie de maldiciones que debían de ir dirigidas a alguien a quien no debía de tener mucha estima.
El comodoro Kasai alzó la pierna e intentó deshacerse de los escombros que bloqueaban el camino con un furioso ataque. No parecía estar precisamente contento por el hecho de que nuestro camino se viera forzado a terminar aquí. En cambio, la tontatta seguía allí, volando, con toda la apariencia inocente que aquellos seres feéricos podían tener.
Al poco tiempo, el líder de la flota se dirigió a aquella pequeña tontatta y le pidió ayuda para seguir adelante. Miré a mi alrededor. Bizvan trataba de examinarla, y el resto de compañeros se preparaba para entrar en la siguiente habitación.
No podía seguir soportando aquello. ¿En serio aquel bicho pretendía seguir haciéndose el tonto mientras estábamos aquí parados? Estaba claro que si estaba aquí dentro tendría algo que ver con la torre, puesto que nosotros habíamos sido los primeros en entrar a aquella construcción. No, lo sentía por mi jefe e incluso más por mí mismo, pero no podía contenerme.
-Escúchame, tontatta -llamé agravando el tono de voz y dando un paso al frente-. Está claro que tú sabes lo que sucede aquí y te estás haciendo la estúpida para no soltarnos la información.
Me acerqué y le miré de forma amenazadora como se mira a un reo que va a ser interrogado.
-Zorra -me referí a la tontatta con una palabra que me sorprendía que existiese en mi vocabulario-, estás interfiriendo con la ley y obstruyendo nuestra campaña para librar al mundo de la barbarie que suponen estas torres. Te lo voy a advertir solo una vez. Dinos quién eres y qué coño haces aquí. Dinos por dónde debemos ir para ver a los que están detrás de esto. De lo contrario prepárate para sufrir el peso de la ley, puta.
El comodoro Kasai alzó la pierna e intentó deshacerse de los escombros que bloqueaban el camino con un furioso ataque. No parecía estar precisamente contento por el hecho de que nuestro camino se viera forzado a terminar aquí. En cambio, la tontatta seguía allí, volando, con toda la apariencia inocente que aquellos seres feéricos podían tener.
Al poco tiempo, el líder de la flota se dirigió a aquella pequeña tontatta y le pidió ayuda para seguir adelante. Miré a mi alrededor. Bizvan trataba de examinarla, y el resto de compañeros se preparaba para entrar en la siguiente habitación.
No podía seguir soportando aquello. ¿En serio aquel bicho pretendía seguir haciéndose el tonto mientras estábamos aquí parados? Estaba claro que si estaba aquí dentro tendría algo que ver con la torre, puesto que nosotros habíamos sido los primeros en entrar a aquella construcción. No, lo sentía por mi jefe e incluso más por mí mismo, pero no podía contenerme.
-Escúchame, tontatta -llamé agravando el tono de voz y dando un paso al frente-. Está claro que tú sabes lo que sucede aquí y te estás haciendo la estúpida para no soltarnos la información.
Me acerqué y le miré de forma amenazadora como se mira a un reo que va a ser interrogado.
-Zorra -me referí a la tontatta con una palabra que me sorprendía que existiese en mi vocabulario-, estás interfiriendo con la ley y obstruyendo nuestra campaña para librar al mundo de la barbarie que suponen estas torres. Te lo voy a advertir solo una vez. Dinos quién eres y qué coño haces aquí. Dinos por dónde debemos ir para ver a los que están detrás de esto. De lo contrario prepárate para sufrir el peso de la ley, puta.
- Resumen:
- Amenazar a la tontatta.
Zack Suky
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Una vez más el descontrol imperó a mi alrededor y la sucesión de absurdeces y locuras no tardaron en apilarse una encima de otra. Haciéndolo de una forma tan frenética y surrealista que no hubiese podido reaccionar a todo a la vez aunque hubiese querido... Aunque siendo sinceros, al único que me hubiese gustado prestarle más atención fue al más inesperado.
-¡Será puto guarro! - espeté de mala manera cuando el líquido pestilente me pringó vilmente casi toda la parte trasera del cuerpo, ya que solo pude darme la vuelta mientras me cubría la cabeza para intentar esquivarlo.
Mis ropas y brazos estaban completamente asquerosos, por lo que no tardé ni un segundo en quitarme el chaleco y tirarlo de forma brusca contra una de las paredes rosas. No sabía con qué mierdas me había manchado, pero olía a puta cloaca y no me gustaba. En otra situación ya habría desenfundado y ensartado al muy asqueroso, pero la evidente mayoría numérica me hizo controlarme en cierta medida. No era estúpido, gracias a mi Olfato tejonil sabía que iban bien pertrechados, demasiado incluso para ser gente del montón, por lo que me tragé mi rabia como bien pude mientras me acercaba a una de las mesas para coger de un tirón uno de los manteles de la sala. Si quería tranquilizarme, antes tenía que quitarme de encima parte de la mugre, hecho que me llevó más rato del que me hubiese gustado. Mi tono de piel ya era raro, pero ahora en la zona trasera de los brazos, y seguramente de la nuca, habían quedado de un tono aún más oscuro, de un gris ceniza de lo más horroroso.
-No me importaría acompañaros si mantenéis a vuestro bicho controlado - contesté al tipo de la capa que se había acercado a otra mesa para coger alguna de esas pastas del demonio. -Se que a veces es difícil, mira eso - continúe mientras señalaba a Franklyn, el cual parecía disfrutar de ser el único de haberse librado y que volvía a acercarse a una de esas pastas. Puto bicho.
-Trae eso - ordené de mala forma mientras me acercaba a él para quitarle la pastita antes de que fuese tarde. La morsa no tardó en hacer pucheros una vez más, pero por suerte o por desgracia estaba acostumbrado a su compañía y sabía como torearla. - Vuelve a tu concha y de que volvamos al barco con Arribor te daré un montón de estas.
Por suerte el bicho se creyó aquella mentira y volvió a su forma de dial, el cual no tardé en coger al vuelo para guardármelo en uno de los bolsillos de mi pantalón. Tras eso, volví a centrar mi atención en el tipo de la gabardina, el cual era el único que parecía haberse percatado de nuestra presencia. Tampoco es que pudiese culpar al rarito del paraguas. La tía estaba demasiado buena como para dejar de mirarla, pero decidí que era mejor intentar llevarse bien con alguien del grupo, si es que eran un grupo, antes de hacer cualquier cosa precipitada. Así que mejor probar con el que había iniciado una conversación conmigo y luego ir tanteando al resto. Bueno, al que manaba mierda me iba costar más hacerlo.
- Por cierto, me llamo Zack. Te daría la mano, pero bastante manchando estoy yo como para compartirlo - dije a modo de presentación mientras la chica se ocupaba de la cabeza hablante. Por ahora no quería saber nada de adivinanzas ni chorradas, por lo que dejé que la joven respondiera mientras proseguía mi conversación con el espadachín. - Si tienes unos pantalones de sobra me vendrían de lujo.
No es que me importase ir manchado, estaba acostumbrado a los dedos negros y las uñas llenas de roña por culpa del taller, pero nunca antes me habia pringado con algo que oliese tan mal. Sino fuese porque necesitaba llevar mis pertenencias en algún lado iría en calzoncillos, pero como aún no había conseguido inventar nada para guardar mágicamente mis cosas tenía que aguantarme.
-Solo espero que tras esa puerta no haya nada tan asqueroso como esto.
-¡Será puto guarro! - espeté de mala manera cuando el líquido pestilente me pringó vilmente casi toda la parte trasera del cuerpo, ya que solo pude darme la vuelta mientras me cubría la cabeza para intentar esquivarlo.
Mis ropas y brazos estaban completamente asquerosos, por lo que no tardé ni un segundo en quitarme el chaleco y tirarlo de forma brusca contra una de las paredes rosas. No sabía con qué mierdas me había manchado, pero olía a puta cloaca y no me gustaba. En otra situación ya habría desenfundado y ensartado al muy asqueroso, pero la evidente mayoría numérica me hizo controlarme en cierta medida. No era estúpido, gracias a mi Olfato tejonil sabía que iban bien pertrechados, demasiado incluso para ser gente del montón, por lo que me tragé mi rabia como bien pude mientras me acercaba a una de las mesas para coger de un tirón uno de los manteles de la sala. Si quería tranquilizarme, antes tenía que quitarme de encima parte de la mugre, hecho que me llevó más rato del que me hubiese gustado. Mi tono de piel ya era raro, pero ahora en la zona trasera de los brazos, y seguramente de la nuca, habían quedado de un tono aún más oscuro, de un gris ceniza de lo más horroroso.
-No me importaría acompañaros si mantenéis a vuestro bicho controlado - contesté al tipo de la capa que se había acercado a otra mesa para coger alguna de esas pastas del demonio. -Se que a veces es difícil, mira eso - continúe mientras señalaba a Franklyn, el cual parecía disfrutar de ser el único de haberse librado y que volvía a acercarse a una de esas pastas. Puto bicho.
-Trae eso - ordené de mala forma mientras me acercaba a él para quitarle la pastita antes de que fuese tarde. La morsa no tardó en hacer pucheros una vez más, pero por suerte o por desgracia estaba acostumbrado a su compañía y sabía como torearla. - Vuelve a tu concha y de que volvamos al barco con Arribor te daré un montón de estas.
Por suerte el bicho se creyó aquella mentira y volvió a su forma de dial, el cual no tardé en coger al vuelo para guardármelo en uno de los bolsillos de mi pantalón. Tras eso, volví a centrar mi atención en el tipo de la gabardina, el cual era el único que parecía haberse percatado de nuestra presencia. Tampoco es que pudiese culpar al rarito del paraguas. La tía estaba demasiado buena como para dejar de mirarla, pero decidí que era mejor intentar llevarse bien con alguien del grupo, si es que eran un grupo, antes de hacer cualquier cosa precipitada. Así que mejor probar con el que había iniciado una conversación conmigo y luego ir tanteando al resto. Bueno, al que manaba mierda me iba costar más hacerlo.
- Por cierto, me llamo Zack. Te daría la mano, pero bastante manchando estoy yo como para compartirlo - dije a modo de presentación mientras la chica se ocupaba de la cabeza hablante. Por ahora no quería saber nada de adivinanzas ni chorradas, por lo que dejé que la joven respondiera mientras proseguía mi conversación con el espadachín. - Si tienes unos pantalones de sobra me vendrían de lujo.
No es que me importase ir manchado, estaba acostumbrado a los dedos negros y las uñas llenas de roña por culpa del taller, pero nunca antes me habia pringado con algo que oliese tan mal. Sino fuese porque necesitaba llevar mis pertenencias en algún lado iría en calzoncillos, pero como aún no había conseguido inventar nada para guardar mágicamente mis cosas tenía que aguantarme.
-Solo espero que tras esa puerta no haya nada tan asqueroso como esto.
- Resumen. Ichi, lee:
- -Maldecir a Kaito por llenarme de mierda.
-Tirar mi chaleco al darlo por inservible e ir al modo tarzan.
-Limpiarme como puedo con uno de los manteles mientras charlo con Ichi para presentarme y pedirle unos pantalones de sobra.
-Convencer a Franklyn para que vuelva a su forma dial y guardarlo.
-Esperar que la contestación deAkiLys sea la correcta y avanzar.
Roland von Klauswitz
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
-Esto es lo que pasa cuando nadie me hace caso... -rezongó el almirante.
¿De qué servía tanto cargo y tanta autoridad si luego todos salían corriendo igual que ardillas tras una nuez? Cuando todos salieron disparados, una parte de su ser se dijo que tal vez así aprenderían algo. Es decir, ser golpeado por una criatura tentacular del tamaño de un elefante siempre representaba una interesante oportunidad de aprendizaje. Sin embargo, lo dudaba. Por lo que sabía de los humanos, ellos jamás sacaban lecciones valiosas de sus errores. Y para muestra ese horrible sonido que le obligó a esconder sus orejas de nuevo bajo la corteza.
-No creo que eso sea una buena señal -mencionó, convencido de que el tiempo no jugaba a su favor.
El grupo de agentes empezó su ofensiva. Kodama no pudo evitar pensar en que, para ser espías que trabajaban supuestamente en las sombras, sus ataques eran bastante contundentes y muy poco discretos. A sus ojos se parecían a una bandada de estorninos jugando a ser pájaros carpinteros. Tuvo que contener una carcajada ante tal ocurrencia. No era el momento del humor soez.
Ignoraba si esos chicos serían capaces de derrotar al hombre que se acercaba por el pasillo. Parecía fuerte y, si estaba custodiando la torre, por algo sería. Claro que, siempre cabía la posibilidad de que fuese algún criminal o un miembro de la Revolución. No sería el primer pirata en colarse por el mismo agujero que la Marina había abierto en la torre... En cualquier caso, optó por darles un voto de confianza. Sería mejor si él pudiese centrarse en el otro lado. El calamar, si es que era tal cosa, parecía bastante más enfadado y bastante más problemático. Era más grande y tenía más dientes que el otro enemigo, pero no dejaba de ser un animal. Bueno, o eso quería pensar Kodama.
El hombre-árbol dejó que su Ambición fluyera hacia el exterior. Él no era como los belicosos humanos. En su caso, su presencia transmitía paz y serenidad, una calma y una confianza absolutas, como un silencioso bosque en primavera mecido por una suave brisa. Y al desplegar su haki no era diferente. Personas y animales se veían inclinados a confiar en él. Y, ¿por qué no iban a hacerlo? Nadie tenía nada que temer de un árbol. Haría que ese ser se tranquilizase o, al menos, que no les atacase. Siempre sería mejor eso que tener que matarlo.
¿De qué servía tanto cargo y tanta autoridad si luego todos salían corriendo igual que ardillas tras una nuez? Cuando todos salieron disparados, una parte de su ser se dijo que tal vez así aprenderían algo. Es decir, ser golpeado por una criatura tentacular del tamaño de un elefante siempre representaba una interesante oportunidad de aprendizaje. Sin embargo, lo dudaba. Por lo que sabía de los humanos, ellos jamás sacaban lecciones valiosas de sus errores. Y para muestra ese horrible sonido que le obligó a esconder sus orejas de nuevo bajo la corteza.
-No creo que eso sea una buena señal -mencionó, convencido de que el tiempo no jugaba a su favor.
El grupo de agentes empezó su ofensiva. Kodama no pudo evitar pensar en que, para ser espías que trabajaban supuestamente en las sombras, sus ataques eran bastante contundentes y muy poco discretos. A sus ojos se parecían a una bandada de estorninos jugando a ser pájaros carpinteros. Tuvo que contener una carcajada ante tal ocurrencia. No era el momento del humor soez.
Ignoraba si esos chicos serían capaces de derrotar al hombre que se acercaba por el pasillo. Parecía fuerte y, si estaba custodiando la torre, por algo sería. Claro que, siempre cabía la posibilidad de que fuese algún criminal o un miembro de la Revolución. No sería el primer pirata en colarse por el mismo agujero que la Marina había abierto en la torre... En cualquier caso, optó por darles un voto de confianza. Sería mejor si él pudiese centrarse en el otro lado. El calamar, si es que era tal cosa, parecía bastante más enfadado y bastante más problemático. Era más grande y tenía más dientes que el otro enemigo, pero no dejaba de ser un animal. Bueno, o eso quería pensar Kodama.
El hombre-árbol dejó que su Ambición fluyera hacia el exterior. Él no era como los belicosos humanos. En su caso, su presencia transmitía paz y serenidad, una calma y una confianza absolutas, como un silencioso bosque en primavera mecido por una suave brisa. Y al desplegar su haki no era diferente. Personas y animales se veían inclinados a confiar en él. Y, ¿por qué no iban a hacerlo? Nadie tenía nada que temer de un árbol. Haría que ese ser se tranquilizase o, al menos, que no les atacase. Siempre sería mejor eso que tener que matarlo.
- Resumen y cosas:
- Usar la modalidad del haki del rey a ver si el pulpo se relaja.
Espíritu natural: Lejos de usar su Ambición para transmitir miedo o intimidación, la peculiar naturaleza de Kodama le permite emitir un aura de confianza y serenidad.
Nivel I: Cualquier animal -a no ser que su domador le ordene lo contrario- se verá instintivamente atraído hacia Kodama, mostrándose amigable con él e incluso ayudándole en cierta medida. De desearlo, puede transmitir esto mismo a las personas, por lo que cualquiera con 20 o más niveles por debajo de Kodama se verá naturalmente inclinado a llevarse bien con él -excepto que su personalidad sea radicalmente opuesta a esto-.
Marc Kiedis
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
La sensación al atravesar las tuberías fue, cuanto menos, extraña. Aquella era la primera vez que el grandullón experimentaba la habilidad de Spanner y, para ser sincero, no era especialmente agradable. Por un momento notó cómo el aire escapaba de sus pulmones, y cuando trató de inspirar no consiguió nada. El subcapitán le había advertido de que pollegaadría pasar y de que no era peligroso, pero eso no lo hizo menos incómodo.
Finalmente, cuando llegaron a la siguiente sala, se encontraron un panorama ciertamente curioso. Dos hombres y una mujer de pie sobre las múltiples baldosas de diferentes colores que componían el suelo de la habitación. Y en su centro, una mesa vacía. O al menos lo estaba inicialmente, pues casi al mismo tiempo que ellos hacían su aparición la mujer posó en ella una pistola. La puerta del otro extremo, en respuesta, se elevó muy ligeramente.
Las palabras de Nailah, siempre atenta y de mente despierta, tenían pleno sentido. Si colocar un objeto tan liviano se había traducido en un efecto tan reducido, lo lógico era pensar que dejando allí algo mucho más pesado la respuesta fuese mayor. Y como su compañera observó, el paquete que cargaba uno de los dos hombres que acompañaban a la pistolera parecía serlo. Además, lo único de mucho que él poseía era Kotai-Hi, y por nada del mundo dejaría su preciado espadón en aquella mesa. Quién sabía qué ocurriría si su peso lograba abrir la puerta, y Marc no quería quedarse sin su arma. La tenía en demasiada estima para arriesgarse a ello. Así que, sonriendo de oreja a oreja, corroboró las palabras de su querida nakama asintiendo y diciendo al hombre que cargaba con el paquete:
- Mi amiga tiene razón, seguramente si posas eso se abrirá la puerta y podremos pasar. Por cierto, yo soy Marc. ¿Vosotros cómo os llamáis?
Fuesen o no miembros del Gobierno Mundial, dado que habían firmado una tregua no debía considerarles enemigos. Por lo tanto era menester ser simpático con ellos y, además, al semigigante no le salía de forma natural comportarse de otra manera.
Finalmente, cuando llegaron a la siguiente sala, se encontraron un panorama ciertamente curioso. Dos hombres y una mujer de pie sobre las múltiples baldosas de diferentes colores que componían el suelo de la habitación. Y en su centro, una mesa vacía. O al menos lo estaba inicialmente, pues casi al mismo tiempo que ellos hacían su aparición la mujer posó en ella una pistola. La puerta del otro extremo, en respuesta, se elevó muy ligeramente.
Las palabras de Nailah, siempre atenta y de mente despierta, tenían pleno sentido. Si colocar un objeto tan liviano se había traducido en un efecto tan reducido, lo lógico era pensar que dejando allí algo mucho más pesado la respuesta fuese mayor. Y como su compañera observó, el paquete que cargaba uno de los dos hombres que acompañaban a la pistolera parecía serlo. Además, lo único de mucho que él poseía era Kotai-Hi, y por nada del mundo dejaría su preciado espadón en aquella mesa. Quién sabía qué ocurriría si su peso lograba abrir la puerta, y Marc no quería quedarse sin su arma. La tenía en demasiada estima para arriesgarse a ello. Así que, sonriendo de oreja a oreja, corroboró las palabras de su querida nakama asintiendo y diciendo al hombre que cargaba con el paquete:
- Mi amiga tiene razón, seguramente si posas eso se abrirá la puerta y podremos pasar. Por cierto, yo soy Marc. ¿Vosotros cómo os llamáis?
Fuesen o no miembros del Gobierno Mundial, dado que habían firmado una tregua no debía considerarles enemigos. Por lo tanto era menester ser simpático con ellos y, además, al semigigante no le salía de forma natural comportarse de otra manera.
- Resumen (los de la sala de las baldosas de colores):
- - Notar la desagradable sensación de atravesar algo.
- Observar la sala nueva.
- Apoyar la idea de Nailah y ser majo conel del paquetónel repartidor, el tío cuyo nombre parece una señal de tráfico y la pistolera con nombre de actriz.
Liv L Astrid
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Me pareció que retrocedí más de lo que quería. Pero al final acabé llegando a una puerta cuyo número tenía inscrito el treinta y seis. Bueno, de momento parecía la opción más viable. Sin embargo, no sería la primera en entrar, ya que antes de que yo llegase a la puerta habían entrado un par de revolucionarios.
La puerta no tenía ningún tipo de pasamanos o manillar para abrirla, era completamente lisa, pero de alguna forma debía de haber entrado los otros revolucionarios.
-Bueno, llegadas a este punto, tienes dos opciones, usar las escotillas o abrirla a la fuerza, si es que lo segundo surte efecto – me dijo de pronto mi recuerdo.
-¿Escotillas? ¿qué escotillas? – le respondí girándome para mirarla.
La niña simplemente señaló el techo, donde efectivamente se podían ver un par de escotillas. Generé un par de alas usando la marca y las batí con fuerza mientras saltaba para poder elevarme hasta donde se encontraban las escotillas, cuando estaba casi a su altura retraje las alas y desde mis brazos se extendió la marca formando unos brazos que se agarraron a las escotillas. Si lo lograba intentaría tirar de ellas para ver si abriéndolas la puerta se abría, si no las intentaría girar.
-Ya ¿y si eso no funciona? – dijo desde el suelo mi recuerdo.
-Sencillo, la tiraré abajo. No tengo ganas de perder más tiempo de acción.
La puerta no tenía ningún tipo de pasamanos o manillar para abrirla, era completamente lisa, pero de alguna forma debía de haber entrado los otros revolucionarios.
-Bueno, llegadas a este punto, tienes dos opciones, usar las escotillas o abrirla a la fuerza, si es que lo segundo surte efecto – me dijo de pronto mi recuerdo.
-¿Escotillas? ¿qué escotillas? – le respondí girándome para mirarla.
La niña simplemente señaló el techo, donde efectivamente se podían ver un par de escotillas. Generé un par de alas usando la marca y las batí con fuerza mientras saltaba para poder elevarme hasta donde se encontraban las escotillas, cuando estaba casi a su altura retraje las alas y desde mis brazos se extendió la marca formando unos brazos que se agarraron a las escotillas. Si lo lograba intentaría tirar de ellas para ver si abriéndolas la puerta se abría, si no las intentaría girar.
-Ya ¿y si eso no funciona? – dijo desde el suelo mi recuerdo.
-Sencillo, la tiraré abajo. No tengo ganas de perder más tiempo de acción.
- resumen:
- Intentar entrar en la sala 36
Ummak Zor-El
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Por más que se empeñara en olfatear el aire a su alrededor, Ummak no tenía ni la más remota idea del camino que su hermano Eric había tomado. Teniendo en cuenta que, hacía ya algunos minutos habían compartido la misma sala, el pelo del shandian comenzó a erizarse profusamente debido a su frustración, sobre todo en la parte central de su cabeza. En aquella zona, su pelo había comenzado a crecer hasta adoptar por completo su longitud habitual. Sin embargo, por el resto de su cráneo su cabello aún seguía prácticamente rasurado, lo cual hacia que sobre su cabeza se alzase una simétrica cresta de color rubio ceniza.
Al cabo de unos segundos, el Driv-mahrazh u Hombre-muerto, según le había bautizado Ummak; guiándose con un pequeño y arrugado papel, se hizo con el liderazgo del pequeño gran grupo de revolucionarios. Aquello no era algo que Ummak pudiese tolerar. Desde su ingreso en la Armada Revolucionaria, podía contar con los dedos de una mano las ordenes que había acatado de sus dirigentes. El simple hecho de que aquel individuo le humillase y acto seguido comenzase a darle instrucciones como si le debiese algún tipo de lealtad, enfermaban al hijo de shandora. De hecho, mientras caminaban por la ruta elegida por su enemigo juramentado, no paraba emitir sonido no articulados entre dientes, visiblemente enfadado. Sus palabras oscilaban alternativamente entre el shandianii y la lengua común, pero prácticamente todas sus frases venían a decir más o menos lo mismo “No esperes que colabore con un sucio demonio del Mar Azul, antes muerto”. Aunque a pesar de sus continuas amenazas, Ummak seguía caminando y el Hombre-muerto parecía hacer oídos sordos.
Justo cuando el demonio del Gran Azul se detuvo, el benjamín de los Zor-El comprendió que su mensaje finalmente había calado en él y que estaba preparado para un segundo enfrentamiento. Sin embargo, no fue esto lo que ocurrió. Algo había detenido el avance del rubio, pero no había ningún obstáculo frente a ellos. En la mente del shandian todo aquello suponía una tomadura de pelo, allí en frente no había nada. Cuando el guía retrocedió, Ummak avanzó confiado para acabar irremediable dándose de bruces con un muro invisible, o al menos tan invisible como para engañar al ojo humano.
El salvaje palpó durante unos instantes la pared en busca de un recoveco por el que poder colarse hacia el otro lado, pero fue en vano. Mientras que este hacia mil y un malabares para tratar de atravesar el obstáculo, el Driv-mahrazh estaba mirando un extraño trasto que había en una pared cercana con aire meditabundo. Fue entonces cuando este le explicó que se trataba de algún tipo de embrujo, que la pared solo se abriría si alguien escribía el hechizo correcto en ella. Sin embargo, una vez más había un problema. Pese a que su enemigo le hubiese dicho que el embrujo constaba de ocho símbolos, Ummak desconocía el alfabeto y sistema de escritura del Mar Azul. Sabia reconocer los símbolos más usados como el A, E, O y algunos de los más temidos como el Z o el W, pero desconocía su significado.
- ¿Qué ver? – murmuró en voz alta.
De repente, el shandian se aproximó hasta el panel y, usando su lanza incandescente, comenzó a arañar la superficie de suelo cercana al aparato. Al cabo de unos segundos se detuvo y, soplando sobre la superficie quemada del suelo para reducir la temperatura, se untó una de sus manos sobre la baldosa ennegrecida. Tras hacer aquello, comenzó a pintarrajear algo en torno al panel; algo que en un principio carecía de cualquier tipo de sentido, pero que poco a poco comenzaba a coger forma.
Cuando terminó de pintar sobre la pared, se giró hacia donde aquella cara estaba mirando durante unos segundos hasta que finalmente rompió el silencio.
- ¡Oiro-Kade! – espetó, para acto seguido llevarse la mano a la frente mientras trataba de traducirle del shandianii a la lengua común aquella palabra – Skión ¿Tu saber escribir en lengua de demonios? Tú escribir tubo-gordo en pared-bruja – le ordenó, mientras señalaba con el filo de su lanza a las tuberías que se veían al otro lado de la pared mágica.
Al cabo de unos segundos, el Driv-mahrazh u Hombre-muerto, según le había bautizado Ummak; guiándose con un pequeño y arrugado papel, se hizo con el liderazgo del pequeño gran grupo de revolucionarios. Aquello no era algo que Ummak pudiese tolerar. Desde su ingreso en la Armada Revolucionaria, podía contar con los dedos de una mano las ordenes que había acatado de sus dirigentes. El simple hecho de que aquel individuo le humillase y acto seguido comenzase a darle instrucciones como si le debiese algún tipo de lealtad, enfermaban al hijo de shandora. De hecho, mientras caminaban por la ruta elegida por su enemigo juramentado, no paraba emitir sonido no articulados entre dientes, visiblemente enfadado. Sus palabras oscilaban alternativamente entre el shandianii y la lengua común, pero prácticamente todas sus frases venían a decir más o menos lo mismo “No esperes que colabore con un sucio demonio del Mar Azul, antes muerto”. Aunque a pesar de sus continuas amenazas, Ummak seguía caminando y el Hombre-muerto parecía hacer oídos sordos.
Justo cuando el demonio del Gran Azul se detuvo, el benjamín de los Zor-El comprendió que su mensaje finalmente había calado en él y que estaba preparado para un segundo enfrentamiento. Sin embargo, no fue esto lo que ocurrió. Algo había detenido el avance del rubio, pero no había ningún obstáculo frente a ellos. En la mente del shandian todo aquello suponía una tomadura de pelo, allí en frente no había nada. Cuando el guía retrocedió, Ummak avanzó confiado para acabar irremediable dándose de bruces con un muro invisible, o al menos tan invisible como para engañar al ojo humano.
El salvaje palpó durante unos instantes la pared en busca de un recoveco por el que poder colarse hacia el otro lado, pero fue en vano. Mientras que este hacia mil y un malabares para tratar de atravesar el obstáculo, el Driv-mahrazh estaba mirando un extraño trasto que había en una pared cercana con aire meditabundo. Fue entonces cuando este le explicó que se trataba de algún tipo de embrujo, que la pared solo se abriría si alguien escribía el hechizo correcto en ella. Sin embargo, una vez más había un problema. Pese a que su enemigo le hubiese dicho que el embrujo constaba de ocho símbolos, Ummak desconocía el alfabeto y sistema de escritura del Mar Azul. Sabia reconocer los símbolos más usados como el A, E, O y algunos de los más temidos como el Z o el W, pero desconocía su significado.
- ¿Qué ver? – murmuró en voz alta.
De repente, el shandian se aproximó hasta el panel y, usando su lanza incandescente, comenzó a arañar la superficie de suelo cercana al aparato. Al cabo de unos segundos se detuvo y, soplando sobre la superficie quemada del suelo para reducir la temperatura, se untó una de sus manos sobre la baldosa ennegrecida. Tras hacer aquello, comenzó a pintarrajear algo en torno al panel; algo que en un principio carecía de cualquier tipo de sentido, pero que poco a poco comenzaba a coger forma.
- pinturas espectaculares de Ummak:
Cuando terminó de pintar sobre la pared, se giró hacia donde aquella cara estaba mirando durante unos segundos hasta que finalmente rompió el silencio.
- ¡Oiro-Kade! – espetó, para acto seguido llevarse la mano a la frente mientras trataba de traducirle del shandianii a la lengua común aquella palabra – Skión ¿Tu saber escribir en lengua de demonios? Tú escribir tubo-gordo en pared-bruja – le ordenó, mientras señalaba con el filo de su lanza a las tuberías que se veían al otro lado de la pared mágica.
Rocket Raccoon
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
El mapache gritó. Un estridente sonido entró por sus agudos oídos de animal nocturno. Su grito era desgarrador, mostrando a todos los que allí se encontraban que el dolor que podía sentir por aquello era, sin duda, enorme. Sin embargo, por fin cesó, y el grito del mapache hizo lo mismo. Tenía los ojos en blanco y estaba mareado y apunto estuvo de caerse del hombro del dragón, aunque consiguió estabilizarse en el último instante. Agitó la cabeza.
–¿Qué cojones ha sido eso?
Entonces aquella cosa se mostró ante ellos. El mapache no sabía si era el causante de aquel ruido, pero si sabía que sería el causante de sus próximas pesadillas. Un ser indescriptible que preferiría no haber visto nunca. El dragón cazó algo en el aire, algo que al mapache le pareció una piña, sin embargo dedujo por la explosión que se trataba de una granada. Después Dexter dijo que tuviéramos cuidado con el fuego, ya que había un árbol con ellos.
–Vale, lo pillo. Sin fuego.
Entonces apuntó al ser con la palma de su brazo cyborg, mientras empezaba a cargar su láser, dispuesto a usarlo en aquel mismo instant...
Confiaba en el árbol. Nunca había visto ese árbol en su vida, sin embargo confiaba en él. Parecía tener un plan y tenerlo todo controlado, así que... ¿Por qué iba el mapache a disparar un láser? No dejó de apuntar, aunque no tenía pensado disparar, a menos que la criatura atacase.
–¿Qué cojones ha sido eso?
Entonces aquella cosa se mostró ante ellos. El mapache no sabía si era el causante de aquel ruido, pero si sabía que sería el causante de sus próximas pesadillas. Un ser indescriptible que preferiría no haber visto nunca. El dragón cazó algo en el aire, algo que al mapache le pareció una piña, sin embargo dedujo por la explosión que se trataba de una granada. Después Dexter dijo que tuviéramos cuidado con el fuego, ya que había un árbol con ellos.
–Vale, lo pillo. Sin fuego.
Entonces apuntó al ser con la palma de su brazo cyborg, mientras empezaba a cargar su láser, dispuesto a usarlo en aquel mismo instant...
Confiaba en el árbol. Nunca había visto ese árbol en su vida, sin embargo confiaba en él. Parecía tener un plan y tenerlo todo controlado, así que... ¿Por qué iba el mapache a disparar un láser? No dejó de apuntar, aunque no tenía pensado disparar, a menos que la criatura atacase.
- Resumen - Gente del pulpo y tal:
- Casi morir por el ruido, estar apunto de atacar al pulpo pero parar cuando Kodama hace sus cosas de señor con haki
Tobías Thorn
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
La sombra no resultó ser nada de lo que había imaginado, pero aún así resultó ser toda una sorpresa. Nunca antes había visto a un tontatta con mis propios ojos, por lo que mientras el resto de marines que nos habían seguido hacían de las suyas yo me centré en analizarla. No quería ser yo el que se interpusiera en la cadena de mando de nadie, así que callé y observé hasta que no tuviese más remedio que hacerlo.
Nunca he sido de esas personas que se entretienen llenando los vacíos con largas conversaciones insulsas que no vienen a cuento. Desde mi punto de vista era perder un tiempo innecesario, pero todo eso acabó cuando el nuevo capitán de Wyrm cometió una imprudencia tan grande que hizo que mi lengua se activase de forma inmediata... O eso hubiese hecho sino se me hubiese adelantado Wyrm. Puede que yo nunca hubiese utilizado ese vocabulario tan soez para expresar lo que el peliblanco estaba diciendo, pero en esencia pensaba lo mismo y no dudé en apoyarlo.
-Comodoro, creo que su hombre está siendo un poco deslenguado, pero no por eso carece de inteligencia. No sabemos de donde ha salido esta tontatta, podría ser parte de esta locura y no me siento seguro sin saber de donde viene ni qué hace aquí. Podría dirigirnos a una trampa... Y no quisiera tener que lamentar nada luego por ser imprudente.
Yo nada más llegar había comprobado lo caro que le puede a uno salir ser demasiado confiado, por lo que no iba a jugármela cuando la vida de tantas personas estaban en juego... Y menos cuando entre esas vidas estaban la de las pocas personas que aún me importaban de verdad en el mundo. No era momento de cometer fallos tontos, por lo que iba a estar preparado y en alerta cada momento en el que me encontrase en esta torre del demonio que no paraba de repiquetear con una amenaza constante en cada nota que emitía... Y en las que no, ya que una vez que se produció el silencio era igual de inquietante.
Nunca he sido de esas personas que se entretienen llenando los vacíos con largas conversaciones insulsas que no vienen a cuento. Desde mi punto de vista era perder un tiempo innecesario, pero todo eso acabó cuando el nuevo capitán de Wyrm cometió una imprudencia tan grande que hizo que mi lengua se activase de forma inmediata... O eso hubiese hecho sino se me hubiese adelantado Wyrm. Puede que yo nunca hubiese utilizado ese vocabulario tan soez para expresar lo que el peliblanco estaba diciendo, pero en esencia pensaba lo mismo y no dudé en apoyarlo.
-Comodoro, creo que su hombre está siendo un poco deslenguado, pero no por eso carece de inteligencia. No sabemos de donde ha salido esta tontatta, podría ser parte de esta locura y no me siento seguro sin saber de donde viene ni qué hace aquí. Podría dirigirnos a una trampa... Y no quisiera tener que lamentar nada luego por ser imprudente.
Yo nada más llegar había comprobado lo caro que le puede a uno salir ser demasiado confiado, por lo que no iba a jugármela cuando la vida de tantas personas estaban en juego... Y menos cuando entre esas vidas estaban la de las pocas personas que aún me importaban de verdad en el mundo. No era momento de cometer fallos tontos, por lo que iba a estar preparado y en alerta cada momento en el que me encontrase en esta torre del demonio que no paraba de repiquetear con una amenaza constante en cada nota que emitía... Y en las que no, ya que una vez que se produció el silencio era igual de inquietante.
- Resumen. Zuko y Hamlet leed:
-Apoyar a Wyrm en su mensaje, pero no en sus formas.
-Insistir en que debemos averiguar más de la tontatta.
Ellanora Volkihar
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
–Leonardo.
–¿Sí, jefa?
–Lo quiero.
Iba a paso ligero detrás del rubio y aquel cantante que, por mucho que dijese que iban a estar solos, ni de coña iba a librarse de Ellanora así como así. Además, sabía por los gestos del muñeco Ken que él no quería que la vampiresa se marchase, obviamente. Es decir, ¿quién querría? En aquel instante se encontraba teniendo una conversación casi a susurros con su seguidor, mientras que sus demás hombres seguían también detrás de ella.
–Lo quiere... ¿muerto? ¿Al cantante?
–No. O sea, sí. Pero no hablo de eso. Quiero al rubio. Es mío, quiero mi juguete.
–Hombre, por sus gestos parece que está interesado en usted.
–Puede, pero es humano. Sus ojos azules se volverán grises y su suave piel se acabará arrugando. Y perderá esos afilados pómulos con los que podría cortarme de una bofetada. Mientras que yo seguiré hermosa para siempre. No, no, no. Los juguetes no se marchitan. Lo quiero para siempre.
–Siempre podría convertirlo. Aunque... nadie se deja nunca a ese tipo de conversiones.
–Lo sé... Habrá que forzarle. O hacerlo sin que se de cuenta. Es decir... ¿Tan raro es que le muerda el cuello follando, por ejemplo? Ya pensaré algo. Tal vez se enfade, pero me lo acabará agradeciendo.
–¿Sí, jefa?
–Lo quiero.
Iba a paso ligero detrás del rubio y aquel cantante que, por mucho que dijese que iban a estar solos, ni de coña iba a librarse de Ellanora así como así. Además, sabía por los gestos del muñeco Ken que él no quería que la vampiresa se marchase, obviamente. Es decir, ¿quién querría? En aquel instante se encontraba teniendo una conversación casi a susurros con su seguidor, mientras que sus demás hombres seguían también detrás de ella.
–Lo quiere... ¿muerto? ¿Al cantante?
–No. O sea, sí. Pero no hablo de eso. Quiero al rubio. Es mío, quiero mi juguete.
–Hombre, por sus gestos parece que está interesado en usted.
–Puede, pero es humano. Sus ojos azules se volverán grises y su suave piel se acabará arrugando. Y perderá esos afilados pómulos con los que podría cortarme de una bofetada. Mientras que yo seguiré hermosa para siempre. No, no, no. Los juguetes no se marchitan. Lo quiero para siempre.
–Siempre podría convertirlo. Aunque... nadie se deja nunca a ese tipo de conversiones.
–Lo sé... Habrá que forzarle. O hacerlo sin que se de cuenta. Es decir... ¿Tan raro es que le muerda el cuello follando, por ejemplo? Ya pensaré algo. Tal vez se enfade, pero me lo acabará agradeciendo.
- Resumen:
- Ignorar a la gente que aparece porque sinceramente me importan un pito en vinagre(?) y seguir a mi rubio
Mist D. Spanner
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
El espadachín se encogió de hombros cuando Nailah se quejó de la sensación al atravesar el muro. El pirata ya estaba acostumbrado a esa sensación, por lo que a él no le molestaba lo más mínimo. Sin embargo, les había advertido. Se dio cuenta de que había tres personas en aquella habitación, aunque fingió no hacerlo, mirando sobre todo al suelo. No le gustaba hablar con desconocidos. Asintió ligeramente a lo que Nailah le dijo a aquel hombre que llevaba un... ¿Paquete? ¿Por qué demonios iba a entregar algo a aquel sitio?
Cuando lo colocó en la plataforma el espadachín se rascó la nuca, escorándose disimuladamente hacia esta, con el propósito de ver el paquete, si por algún casual tenía una etiqueta o algo que indicase lo que era o quién era su destinatario. Después de haber comprobado aquello, miró al frente. ¿Era una especie de puzzle? Lo cierto es que estaba... decepcionado.
Habían llegado a una sala con un puzzle y justamente estaba a medio resolver y tuvo que resolverlo otra persona. Otra persona que no era él. Por lo tanto, no podía presumir de ser un genio. Resopló, apartándose un mechón de pelo de la cara. Otra vez sería. En el caso de que aquello funcionase simplemente empezaría a caminar hacia la puerta, en silencio, negándose a mirar a los ojos a ninguno de los desconocidos.
Cuando lo colocó en la plataforma el espadachín se rascó la nuca, escorándose disimuladamente hacia esta, con el propósito de ver el paquete, si por algún casual tenía una etiqueta o algo que indicase lo que era o quién era su destinatario. Después de haber comprobado aquello, miró al frente. ¿Era una especie de puzzle? Lo cierto es que estaba... decepcionado.
Habían llegado a una sala con un puzzle y justamente estaba a medio resolver y tuvo que resolverlo otra persona. Otra persona que no era él. Por lo tanto, no podía presumir de ser un genio. Resopló, apartándose un mechón de pelo de la cara. Otra vez sería. En el caso de que aquello funcionase simplemente empezaría a caminar hacia la puerta, en silencio, negándose a mirar a los ojos a ninguno de los desconocidos.
- Resumen:
- Seguir adelante en el caso de que se resuelva el puzzle a la, si no me equivoco, sala 47
Rose D. Alviss
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
- ¿¡Cómo que querido D. Rose!? ¡No vuelvas a llamarse así en la vida! -Reproché al capitán gritando. No me gustó ni un pelo que se refiriera a mí de tal forma, mencionando justo lo que no me gusta de mi nombre, el apellido, aparte de ser un objetivo fácil de burla, es heredado del imbécil de mi padre, si aun lo conservo es porque me lo pidió mi madre, nada más.
Lo peor de todo no fue eso, sino que acertó la respuesta, algo que yo no aceptaba ni por asomo, por lo que me dirigí al robot le agarre y empecé a gritarle muy enfadado.
- ¡El acertijo está mal formulado, chatarra de mierda! ¡Si está dentro no será un limpiacristales! ¿O acaso entra dentro del edificio sólo para limpiar cristales y no todo lo demás? Será en todo caso un chico/señor de la limpieza, además del hecho que...
Me quedé unos instantes pensando, recordando lo que leí en un libro sobre los robots, las leyes de la robótica, concretamente a la primera: un robot no puede hacer daño a los humanos.
- ¡EN!... ¡WATER!... ¡7!... ¡NO!... ¡HAY!... ¡¡RASCACIELOS!! - A cada palabra que voceaba intentaba sacudir al robot, con todas mis fuerzas.
Tras acabar, con cierta fatiga me vino a la mente las palabras de Marc cuando me estuvo ayudando a contralar mis poderes, que mi imaginación era mi único límite. Agarre la cabeza del trozo de chatarra y empecé a llenarle de chocolate líquido, en un momento de rabia y de desahogo. Tras llenarle entero, me detuve y me fui con los demás a la siguiente sala.
- Ahora tengo más ganas que nunca de cargarme este sitio. - Comenté con semblante serio.
Evidentemente, por el rifirrafe con el robot, fui el último en llegar a la otra habitación con un diseño raro, parecía mitad orden y mitad caos, añadiendo a otro grupo, nuestro al-iados.
- Vaya, pensaba que ya no habíamos librado de ellos. - Espeté al reconocerlos. - Aunque nos ahorran trabajo, así que no me voy a quejar... demasiado.
La otra sala no tenía gran cosa, escarcha, escaleras y unas preciosas pirañas, al menos durante unos segundos, hasta que el pelirrojo lanzase tajos cortantes a los peces. Me sorprendió un poco la rapidez pero no le di más importancia. Empecé a subir las escaleras el penúltimo, solo tenía al capitán detrás mío, a pesar de la al-ianza, cuanto más distancia de seguridad hubiera, mejor.
- Recordarme que si volvemos por el mismo camino, cosa que dudo, que tengo algo pendiente. - Les dije a mis compañeros mientras miraba hacia atrás, a las anteriores salas.
Lo peor de todo no fue eso, sino que acertó la respuesta, algo que yo no aceptaba ni por asomo, por lo que me dirigí al robot le agarre y empecé a gritarle muy enfadado.
- ¡El acertijo está mal formulado, chatarra de mierda! ¡Si está dentro no será un limpiacristales! ¿O acaso entra dentro del edificio sólo para limpiar cristales y no todo lo demás? Será en todo caso un chico/señor de la limpieza, además del hecho que...
Me quedé unos instantes pensando, recordando lo que leí en un libro sobre los robots, las leyes de la robótica, concretamente a la primera: un robot no puede hacer daño a los humanos.
- ¡EN!... ¡WATER!... ¡7!... ¡NO!... ¡HAY!... ¡¡RASCACIELOS!! - A cada palabra que voceaba intentaba sacudir al robot, con todas mis fuerzas.
Tras acabar, con cierta fatiga me vino a la mente las palabras de Marc cuando me estuvo ayudando a contralar mis poderes, que mi imaginación era mi único límite. Agarre la cabeza del trozo de chatarra y empecé a llenarle de chocolate líquido, en un momento de rabia y de desahogo. Tras llenarle entero, me detuve y me fui con los demás a la siguiente sala.
- Ahora tengo más ganas que nunca de cargarme este sitio. - Comenté con semblante serio.
Evidentemente, por el rifirrafe con el robot, fui el último en llegar a la otra habitación con un diseño raro, parecía mitad orden y mitad caos, añadiendo a otro grupo, nuestro al-iados.
- Vaya, pensaba que ya no habíamos librado de ellos. - Espeté al reconocerlos. - Aunque nos ahorran trabajo, así que no me voy a quejar... demasiado.
La otra sala no tenía gran cosa, escarcha, escaleras y unas preciosas pirañas, al menos durante unos segundos, hasta que el pelirrojo lanzase tajos cortantes a los peces. Me sorprendió un poco la rapidez pero no le di más importancia. Empecé a subir las escaleras el penúltimo, solo tenía al capitán detrás mío, a pesar de la al-ianza, cuanto más distancia de seguridad hubiera, mejor.
- Recordarme que si volvemos por el mismo camino, cosa que dudo, que tengo algo pendiente. - Les dije a mis compañeros mientras miraba hacia atrás, a las anteriores salas.
- Resumen:
- Indignarme con el capitán por cómo me ha llamado.
- Cabrearme todavía más con el robot, encararme y llenarle de chocolate
- Atravesar las dos siguientes salas.
PD: Si el robot por algún casual tiene una boca que se puede abrir, Alviss verterá el chocolate por dentro, y también si posee alguna articulación o zonas donde podría colarse por el interior del robot, como podría ser el cuello. En caso contrario simplemente le cubrirá. Independientemente de cómo acabé el robot, Alviss no creerá que se lo ha cargado.
- Indignarme con el capitán por cómo me ha llamado.
Kenzo Nakajima
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Cuando la puerta se abrió, el caos se extendió. El pintoresco grupo se encontró de frente con el Almirante Mitoko, que se hallaba acompañado del infame Dexter Black y su banda. Kenzo rabiaba por dentro. Era antinatural que los marines pactasen con piratas, no podían fiarse de ellos ni siquiera en una situación como esa. Seguramente en el momento menos esperado les traicionarían y provocarían su caída. No pensaba quitarles la vista de encima.
Pero en ese instante dos criaturas aparecieron en su camino. La primera era un ser deforme y con múltiples patas que recordaba ligeramente a un pulpo gigante, y la segunda parecía una especie de robot de aspecto cuasi-humano. Dado que los criminales y el Almirante comenzaron a enfrentarse al extraño pulpo, el grupo de agentes y marines tomó al autómata como su enemigo.
Eric fue el primero en atacar, indicando al brazos largos que le siguiera en la ofensiva. Este ya se hallaba preparado para lanzar sus telarañas al enemigo con el objetivo de inmovilizarle, pero prefirió hacer caso al salvaje para no correr el riesgo de que se pusiese en medio y fuese él quien acabara atrapado. No obstante varios de sus indisciplinados compañeros, particularmente el gigantón y el pretencioso tipo del pelo verde, decidieron no respetar las instrucciones del Comandante. El espadachín, que en cuanto el peliblanco culminó su ofensiva disparó un hilo desde cada mano, confiaba en que ninguno se interpusiera en su trayectoria. Ambos mostraban con sus actos ser unos insensatos y no saber trabajar en equipo, pero no dejaban de ser servidores de la justicia. O al menos eso se suponía, aunque según Eric en el caso del peliverde no quedaba del todo claro.
Tras lanzar sus telarañas, tuviese éxito o no en su empresa, pasaría a forma híbrida dejando que ocho largas patas brotasen en su espalda. Con cada una de ellas empuñaría una espada, listo para continuar luchando en caso necesario.
Pero en ese instante dos criaturas aparecieron en su camino. La primera era un ser deforme y con múltiples patas que recordaba ligeramente a un pulpo gigante, y la segunda parecía una especie de robot de aspecto cuasi-humano. Dado que los criminales y el Almirante comenzaron a enfrentarse al extraño pulpo, el grupo de agentes y marines tomó al autómata como su enemigo.
Eric fue el primero en atacar, indicando al brazos largos que le siguiera en la ofensiva. Este ya se hallaba preparado para lanzar sus telarañas al enemigo con el objetivo de inmovilizarle, pero prefirió hacer caso al salvaje para no correr el riesgo de que se pusiese en medio y fuese él quien acabara atrapado. No obstante varios de sus indisciplinados compañeros, particularmente el gigantón y el pretencioso tipo del pelo verde, decidieron no respetar las instrucciones del Comandante. El espadachín, que en cuanto el peliblanco culminó su ofensiva disparó un hilo desde cada mano, confiaba en que ninguno se interpusiera en su trayectoria. Ambos mostraban con sus actos ser unos insensatos y no saber trabajar en equipo, pero no dejaban de ser servidores de la justicia. O al menos eso se suponía, aunque según Eric en el caso del peliverde no quedaba del todo claro.
Tras lanzar sus telarañas, tuviese éxito o no en su empresa, pasaría a forma híbrida dejando que ocho largas patas brotasen en su espalda. Con cada una de ellas empuñaría una espada, listo para continuar luchando en caso necesario.
- Resumen:
- - Ver el panorama.
- Disponerse a lanzar sus telarañas al autómata para inmovilizarlo.
- Esperar a que Eric termine su ataque para evitar darle por accidente.
- Lanzar sus telarañas y cagarse en Braud y Mido por adelantarse a las órdenes.
- Pasar a Forma Híbrida.
- Cosas:
- - Tela de araña: Kenzo es capaz de segregar la típica sustancia con la que las arañas tejen su seda. Esta es muy pegajosa, siendo necesario pegarla en otro lugar para deshacerse de ella, y puede tanto hacer simples hilos con ella como, con el tiempo suficiente, crear las estructuras típicas que estos seres suelen usar como trampas para sus presas.
- Spiderweb 3.0 (Mejora): Las telarañas de Kenzo han mejorado tras tanto usarlas. Ahora, manteniendo sus propiedades anteriores, poseen una dureza equiparable a la de la esmeralda (8 MOHS), y son capaces de soportar hasta una tonelada de peso sin romperse. Así mismo, son tan finas que resultan prácticamente imperceptibles para el ojo humano normal.
- I'm Spiderman: en las formas en las que posee brazos humanos (incluyendo la humana), Kenzo ha aprendido a lanzar su tela de araña desde unos pequeños agujeros en la parte anterior de sus muñecas.
Jiren
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
La habitación que había aparecido detrás de la puerta era una sala bastante amplia, y en su interior contenía una especia de altar vacío y una serie de cuadrados multicolor en el suelo perfectamente alineados a su alrededor. Todo parecía un puzzle, un rompecabezas que, como su nombre indica, embotaba todos mis sentidos al tratar de pensar en cómo encontrar una salida. Yo no estaba hecho para las cosas de pensar, por lo que me quedé apartado en una esquina observando la escena.
Mi compañera, Jones, se había acercado al altar y parecía estar estudiándolo mientras el chico del paquete empezaba a dar vueltas saltando entre las baldosas del suelo. Era una escena muy cómica hasta que la agente decidió posar una de sus pistolas encima del altar. Al principio no ocurrió nada, tan solo se levantó un centímetro la puerta, pero después de un corto instante aparecieron cuatro personas en la sala. Por su aspecto no parecían muy amigables, es más, tenían pinta de ser criminales y se iban a cercando a nuestro pequeño grupo.
Me acerqué a mis compañeros y les dije:
- Chicos, en guardia, esto parece complicarse - dije mientras una pequeña sonrisa tímida se posó en mi cara.
Yo no estaba hecho para puzzles ni acertijos, pero si se trataba de pelear eso ya era otra cosa. El problema era que nos superaban en número, aunque el chico del paquete parecía estar...¿distrayendo?¿dialogando? Da igual, parecía estar ocupándose de uno de ellos. Si seguía haciendo lo que quisiera que hacía, yo podía encargarme de los otros tres mientras Jones intentaba abrir la puerta.
- Jones, te dejo a ti la puerta. Yo te cubro.
- Chicos, dad media vuelta y volved por donde habéis venido ahora que podéis o si no os las tendréis que ver conmigo, el gran Jiren, maestro de técnicas asesinas - grité a los criminales pero estos no parecieron hacer caso de la advertencia y siguieron avanzando -.Que no se diga que no os lo he advertido.
Parecía que iba a tener que hacer frente a tres criminales lo cual es un pequeño reto ya que ambos tenían aspecto de ser fieros y peligrosos, pero siempre me han gustado los retos porque en ellos consigo superarme a mí mismo por lo que acepté la situación de buen grado dispuesto a darlo todo.
Mi compañera, Jones, se había acercado al altar y parecía estar estudiándolo mientras el chico del paquete empezaba a dar vueltas saltando entre las baldosas del suelo. Era una escena muy cómica hasta que la agente decidió posar una de sus pistolas encima del altar. Al principio no ocurrió nada, tan solo se levantó un centímetro la puerta, pero después de un corto instante aparecieron cuatro personas en la sala. Por su aspecto no parecían muy amigables, es más, tenían pinta de ser criminales y se iban a cercando a nuestro pequeño grupo.
Me acerqué a mis compañeros y les dije:
- Chicos, en guardia, esto parece complicarse - dije mientras una pequeña sonrisa tímida se posó en mi cara.
Yo no estaba hecho para puzzles ni acertijos, pero si se trataba de pelear eso ya era otra cosa. El problema era que nos superaban en número, aunque el chico del paquete parecía estar...¿distrayendo?¿dialogando? Da igual, parecía estar ocupándose de uno de ellos. Si seguía haciendo lo que quisiera que hacía, yo podía encargarme de los otros tres mientras Jones intentaba abrir la puerta.
- Jones, te dejo a ti la puerta. Yo te cubro.
- Chicos, dad media vuelta y volved por donde habéis venido ahora que podéis o si no os las tendréis que ver conmigo, el gran Jiren, maestro de técnicas asesinas - grité a los criminales pero estos no parecieron hacer caso de la advertencia y siguieron avanzando -.Que no se diga que no os lo he advertido.
Parecía que iba a tener que hacer frente a tres criminales lo cual es un pequeño reto ya que ambos tenían aspecto de ser fieros y peligrosos, pero siempre me han gustado los retos porque en ellos consigo superarme a mí mismo por lo que acepté la situación de buen grado dispuesto a darlo todo.
Galhard
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Después de danzar infructuosamente antorcha en mano, quemando las cortinas, Galhard escuchó el ruido de una puerta abriéndose, rápidamente los amigables piratas entraron en ella seguidos de Al y compañía. Sin soltar la antorcha se apresuró a seguir a sus compañeros. La sala estaba cubierta de escarcha, poco a poco se había ido derritiendo, dejando algo mojado el lugar. Cuando el recluta entró en la habitación pudo ver como el pirata pelirrojo había usado fuego para acabar de derretir un poco más el hielo, cosa que pareció que el Gyojin meón agradeció, Galhard pensó que sería lógico que el hombre pez estuviese deshidratado después de tal ataque contra Kodama.
Hablando de peces, la sala estaba llena de pirañas que botaban aturdidas entre el hielo y fugazmente fueron fileteadas por la espada de Zane. Galhard se relamió pensando en que esos bichos, siendo ahora sashimi debían saber muy bien y se tiró un par de trozos a la boca.
-Mmm... Pues gno estang gnada mal estgro... egl gcorte gresalta su sabog- Dijo con la boca llena mientras todavía recogía más trozos para comerlos.
De pronto escuchó Al Almirante Al pidiendo que la brigada formase, el joven levantó los hombros sin saber que hacer, pues era nuevo y desconocía la formación protocolaria y cuando iba a tirarse los últimos trozos de pescado a la boca e ir hacía Al para intentar formar como lo hacían en el Reino de Lyneel el oficial Arthur, haciendo gala de una fuerza impropia para su tamaño, le agarró del cuello de la chaqueta, levantándolo como si de una pluma se tratase mientras iba agarrando a su paso a todos los miembros de la brigada, mientras él aún llevaba la antorcha en una mano y trozos de piraña en la otra.
¿Pero que cojones?...- Exclamó Galhard al ver que Arthur se acomodaba en la entrepierna de Al, nunca mejor dicha esa expresión.
Tras esa posición, Galhard quedó mirando al pirata pelirrojo
-Ah, ¡Hola de nuevo Zane! Las pirañas que cortaste quedaron deliciosas. ¡Los samurais sois expertos a la hora de hacer sashimi!
Hablando de peces, la sala estaba llena de pirañas que botaban aturdidas entre el hielo y fugazmente fueron fileteadas por la espada de Zane. Galhard se relamió pensando en que esos bichos, siendo ahora sashimi debían saber muy bien y se tiró un par de trozos a la boca.
-Mmm... Pues gno estang gnada mal estgro... egl gcorte gresalta su sabog- Dijo con la boca llena mientras todavía recogía más trozos para comerlos.
De pronto escuchó Al Almirante Al pidiendo que la brigada formase, el joven levantó los hombros sin saber que hacer, pues era nuevo y desconocía la formación protocolaria y cuando iba a tirarse los últimos trozos de pescado a la boca e ir hacía Al para intentar formar como lo hacían en el Reino de Lyneel el oficial Arthur, haciendo gala de una fuerza impropia para su tamaño, le agarró del cuello de la chaqueta, levantándolo como si de una pluma se tratase mientras iba agarrando a su paso a todos los miembros de la brigada, mientras él aún llevaba la antorcha en una mano y trozos de piraña en la otra.
¿Pero que cojones?...- Exclamó Galhard al ver que Arthur se acomodaba en la entrepierna de Al, nunca mejor dicha esa expresión.
Tras esa posición, Galhard quedó mirando al pirata pelirrojo
-Ah, ¡Hola de nuevo Zane! Las pirañas que cortaste quedaron deliciosas. ¡Los samurais sois expertos a la hora de hacer sashimi!
Lance Kashan
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Una mujer había salido al escenario y se encontraba bailando, haciendo bonitos aspavientos mientras cantaba y recibía vítores por una parte y otra del auditorio. Quizás los de nuestro grupo no eran los únicos locos de la zona, porque estar de una forma tan relajada en un lugar que amenazaba con destruir el mundo y que estaba siendo invadido por decenas de los bucaneros y marines más poderosos del mundo no era propio de una persona en sus cabales. Volaban los ‘’Te quiero’’, alguna que otra flor rojiza, y solo faltaban que se lanzasen prendas de ropa interior para ensalzar el espectáculo. Y, efectivamente, no tardaron en salir disparados unos calzoncillos de un color morado, bastante bonitos y resultones, todo hay que decirlos. Me recordaban a los que me solía comprar yo… Si no fuera porque, efectivamente, eran los míos. Un frescor que contrastaba mucho con el ambiente que nos había acompañado desde nuestra llegada llegó a mi entrepierna, a la vez que salía corriendo hacia la dirección donde deberían haber caído.
—¡Devolvedme eso ahora mismo! — Grité, pero mi voz era acallada por el resto del público y, más importante, la música que inundaba todo el lugar. Y quizás era mejor así, porque destacar entre todo el público no entraba entre mis prioridades del momento.
Tratando de pasar entre el resto de gente sin empujar a nadie más de lo necesario ni llamar la atención, llegué a mi destino, para encontrarme que no había nadie. Ni nada. O sea, estaba lleno de gente, pero nadie parecía sospechoso ni estaba mi prenda por el lugar, así que me servía de más bien poco haber ido hasta allí. ¿iba a tener que hacer el resto del viaje en estas condiciones? Porque, en ese caso, daba la sensación de que iba a ser muy largo y, peor aún, doloroso a la larga.
Suspirando, volví cabizbajo a donde debería haber estado desde el principio, la zona tras el escenario, donde ya me estaban esperando mis compañeros. Moviendo la mano de forma que hacia entender que me disculpaba, los miré mientras hablaban, diciendo cosas sobre un tal ‘’Paquirrín’’ y códigos secretos. Me había perdido mucho mientras no estaba así que, sin entender demasiado la charla, decidí fijarme en la cantante desde atrás, apreciando su melodía.
—¡Devolvedme eso ahora mismo! — Grité, pero mi voz era acallada por el resto del público y, más importante, la música que inundaba todo el lugar. Y quizás era mejor así, porque destacar entre todo el público no entraba entre mis prioridades del momento.
Tratando de pasar entre el resto de gente sin empujar a nadie más de lo necesario ni llamar la atención, llegué a mi destino, para encontrarme que no había nadie. Ni nada. O sea, estaba lleno de gente, pero nadie parecía sospechoso ni estaba mi prenda por el lugar, así que me servía de más bien poco haber ido hasta allí. ¿iba a tener que hacer el resto del viaje en estas condiciones? Porque, en ese caso, daba la sensación de que iba a ser muy largo y, peor aún, doloroso a la larga.
Suspirando, volví cabizbajo a donde debería haber estado desde el principio, la zona tras el escenario, donde ya me estaban esperando mis compañeros. Moviendo la mano de forma que hacia entender que me disculpaba, los miré mientras hablaban, diciendo cosas sobre un tal ‘’Paquirrín’’ y códigos secretos. Me había perdido mucho mientras no estaba así que, sin entender demasiado la charla, decidí fijarme en la cantante desde atrás, apreciando su melodía.
- Spoiler [Katharina y AEG]:
- -Buscar mis calzoncillos.
-Llegar tarde a la acción.
-Embobarme un poquito con la cantanta.
Osuka Sumisu
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Por un momento le pareció impactarle bien en la pierna, pero no llego a ver las chispas habituales cuando el metal chocaba contra el metal. Le pareció extraño hasta que noto como el aire rozaba su mano, para ver como la garra había sido destruida con un corte muy limpio. Como si hubiesen cogido una parte de su arma y de repente, puf, hubiese desaparecido.
- ¡Hijoputa! –dijo con tono súper ofendido mientras dio un salto para atrás, para tener unos metros de distancia con el simio mecanico. Ni tocarlo ya podía contra sus enemigos-. Casi me dejas manco, cabronazo!
El gorila le dirigió la mirada a Ed y Osu, para propinarle un golpe a su segundo al mando y querer atropellar al oficial. En su cabeza solo se podía formar un “Oh… Mierda”, pues estaba bastante aprieto debido a la proximidad. Por suerte, la pelos cenicientos logro desequilibrar al robot y ganar tiempo.
- Porque tenía que ser indestructible? Por qué siempre me toca los enemigos intocables!? –se quejó por lo que dijo Annie. Mientras, llamó uno de sus entes de piedra llego corriendo al lado del revolucionario y ocupo el lugar de la garra metálica-. Yo le iré distrayéndolo!
El brazo de piedra se encendió a un rojo vivo y empezó a disparar proyectiles de magma que iban directos a la cabeza del gorila. No esperaba hacerle mucho daño, pero al menos contaba con desoriéntalo o retenerlo lo suficiente. Cuando Annie termino con el resto, levantó a Osu, que continuo disparando aprovechando la ventaja de la altura hasta que ya no quedo rastro de piedra en su brazo. Primer enemigo y ya había gastado uno de la docena de entes de piedra, que le seguían por tierra mientras intentaban esquivar al gorila. Ojala los otros once duraran más.
- ¡Hijoputa! –dijo con tono súper ofendido mientras dio un salto para atrás, para tener unos metros de distancia con el simio mecanico. Ni tocarlo ya podía contra sus enemigos-. Casi me dejas manco, cabronazo!
El gorila le dirigió la mirada a Ed y Osu, para propinarle un golpe a su segundo al mando y querer atropellar al oficial. En su cabeza solo se podía formar un “Oh… Mierda”, pues estaba bastante aprieto debido a la proximidad. Por suerte, la pelos cenicientos logro desequilibrar al robot y ganar tiempo.
- Porque tenía que ser indestructible? Por qué siempre me toca los enemigos intocables!? –se quejó por lo que dijo Annie. Mientras, llamó uno de sus entes de piedra llego corriendo al lado del revolucionario y ocupo el lugar de la garra metálica-. Yo le iré distrayéndolo!
El brazo de piedra se encendió a un rojo vivo y empezó a disparar proyectiles de magma que iban directos a la cabeza del gorila. No esperaba hacerle mucho daño, pero al menos contaba con desoriéntalo o retenerlo lo suficiente. Cuando Annie termino con el resto, levantó a Osu, que continuo disparando aprovechando la ventaja de la altura hasta que ya no quedo rastro de piedra en su brazo. Primer enemigo y ya había gastado uno de la docena de entes de piedra, que le seguían por tierra mientras intentaban esquivar al gorila. Ojala los otros once duraran más.
- Cosis:
Saber el Fuego: El usuario puede hacer que la piedra entre en un estado de auto fricción, elevando su temperatura hasta el punto de convertir el material en magma en una zona de 20 metros. Antes del punto de fundición, puede ser disparada como proyectiles para lanzar una salva de fuego durante la trayectoria.
- 1-El paquete, el maestro de las artes asesinas y Arashi 2:
- Steve, cuando pones el paquete sobre la mesita puedes ver, en el ángulo adecuado, cómo los borrones reflejan la luz de forma concreta permitiendo que por fin vislumbres quién es el destinatario del paquete y, como tal, no puedes sino congraciarte. ¡Era para ella todo este tiempo! Ahora tiene todo el sentido del mundo lo que viste en el escáner. Por otro lado, la puerta se abre. Y no estáis solos.
Ante la puerta se encuentra un joven brazos largos con dientes de castor y… Bueno, más bien es un castor, a juzgar por su vello corporal. Lleva un extraño flequillo que le cubre por completo la frente y os observa con la mirada perdida mientras su brazo derecho, flexionado en ambos codos, sujeta un micrófono. En el izquierdo sostiene una guitarra acústica extrañamente customizada, con pegatinas rosas y stickers de “Hola Gatito” y la Gestapo. ¡Es Justin Beaver!
-Oh… Baby, baby, uuh… -Sonríe con malicia y tira el micrófono antes de abalanzarse contra la caja con intenciones propias de… Bueno, de un castor.
- 2- Zane, Luka, Noxim, Alviss, Vile:
Cuando subís la escalera encontráis a varias personas peleando contra un tipo con gafas de sol y baquetas en las manos. Parece que se están zurrando de lo lindo, pero como sois personas centradas y responsables les dejáis a su rollo y pasáis a la siguiente sala, la 79.
Es bastante pequeñita, en comparación con las que habéis visto. Las paredes están pintadas de un suave color menta y al fondo, en una esquina, atisbáis una verja de rejas de metal que van del suelo al techo. Si os acercáis veréis que hay una pequeña pantalla táctil con la siguiente imagen:
Al tocar en los huecos en blanco veis que podéis modificarlos para colocar un número del 1 al 9. Hay también un mensaje: ‘’Las impuras repeticiones no serán toleradas’’.
Ah… al otro lado de la verja veis una oscura rampa que se pierde en la oscuridad. Os parece oír una pequeña risita…
- 3-Al, Jack, Arthur, Leiren, Galhard:
Al subir os encontráis con un espectáculo como mínimo curioso. Hay un señor con gafas de sol y baquetas en la mano recibiendo una marabunta de golpes por parte de tres personas. Y… ¿ese de la esquina no es Bleyd Master? Le está dando pastelitos a su pony y dejándole trastear con un tambor.
Frente a vosotros, el grupo de Zane ha decidido que no era su puto problema y ha seguido caminando. Quizá queráis hacer lo mismo, aunque cubriréis más terreno si escogéis otro camino. Al mirar el mapa, veis que tenéis dos opciones. Al fondo de la sala, tras los combatientes, una tumba y un árbol, hay una sólida puerta cerrada pintada de negro. A vuestra espalda, un arco que da a una especie de pasillo pintado por completo de blanco… tuberías y todo.
- 4-Giotto, Bleyd, Ellie, Iulio:
El hombre se ríe para sí mientras os organizáis. Entrechoca las Baquetas una, dos y tres veces y comienza a marcar un ritmo pegadizo con emoción.
Sacude la cabeza siguiendo el tempo y por un instante os parece que no está atendiéndoos. Sin embargo, en cuanto Giotto le lanza las esferas alza el brazo hacia él y una poderosa onda sonora las apaga antes de que lleguen a rozarle. Es definitivo, sabe que venís a por él. Salta en el aire cuando os abalanzáis, alzándose al menos dos metros y esquivando vuestros puñetazos. No ha dejado de tocar en cualquier momento y sentís que el coraje os embarga. No quiere andarse con chiquitas. Iulio, interpone su brazo a tu rodilla y con otro choque de baquetas genera una onda que pretende mandarte varios metros hacia atrás.
Bleyd, de repente gira la cabeza y te mira directamente a la cara, guiñándote un ojo por encima de las gafas. Levanta un poco el pie y tu disparo abre un agujero perfecto en el talón de su zapato, dejándole intacto pero cargándose un tambor algunos metros más allá. A continuación vuelve a sonreír y podéis comprobar que sus dientes son como las teclas de un piano.
- ¿Eso es todo lo que tenéis?
- 5- La chupipandi de la tontatta:
Zuko, la tontatta te mira de arriba abajo y al final da una seca cabezada y se sube entre tus cuernos. Se agarra a ellos y se pone cómoda, solo para escuchar el discursito de Hamlet. Sin decir nada, te indica con un toquecito que te agaches un poco. Si accedes, le pegará una soberana bofetada que le dejará la marca de una pequeñita palma al rojo en la mejilla.
- Si vuelves a insultarme vas a necesitar que un puto héroe te salve de mí.
A continuación te hace girar hacia el montón de escombros recién abierto. Se ven más piedras al fondo y tendréis que abriros camino a hostia limpia, pero la tontatta parece optimista.
- ¡Al otro lado! Por allí, sé llegar hasta el piso de arriba.
-
Cuando por fin dejáis los escombros atrás una sala vacía aparece ante vosotros. La tontatta os apremia hacia otra puerta y salís a un extraño pasillo. Os parece oír gente peleando, pero un tirón en tu pelo os lleva a otra sala a vuestra izquierda. En ella varias tuberías se abren a ras de suelo dejando un flujo de agua constante que ha inundado el lugar por completo. Además, aquí y allá hay extraños montones de musgo que no parecen muy saludables y todo el lugar parece oler a algo podrido.
- Ugh… todo recto. Rápido, por dios.
- 6-Los Blue Oak y los esbirros de Mido :
- Simo, algún gracioso, te ha dicho discretamente “te me relajas”, haciendo fallar tu granada y el segundo disparo.
Kodama, la bestia extraña parece calmarse un poco, sobre todo en el momento en el que Dexter pasa a su lado, dejando un marco de tiempo necesario para que los marine se replieguen. De todas formas, esta vuelve a alterarse a los pocos segundos, sea lo que sea no parece tener una mentalidad ni humana ni animal, o por lo menos no una normal. Aun así parece que no tiene intención de agrediros… de momento.
Dexter, ves la siguiente línea de sucesos en segunda fila, porque la primera está ocupada por un cazador, un marine, un CP, parece el inicio de un chiste malo. Para empezar, se abren cremalleras por toda la superficie de su cuerpo, las cuales revelan bajo ellas un vacío extraño y opaco. Los golpes de los agresores se hunden en este vació. Eric tu puñetazo se pierde dentro del cuerpo del extraño hombre y sale por otra cremallera directo a la cara de Braud, lo mismo sucede con el golpe de Braud cuyo puño aparece directo hacia tu, antes de volver y aparecer por otra cremallera directo a la boca del estómago de Mido. Con el mismo sistema, la onda de choque de Eric se pierde y aparece de nuevo en dirección al disparo de Simo, desviándolo. Mido, más de lo mismo tu golpe se pierde en una de las cremalleras y aparece por la misma, dirigido a tu propia cabeza. En resumen, ha redirigido los ataques de todos los presentes.
- 1-Therax, Ummak y Blishard:
- La máquina tintinea un par de veces, incluso parece que está a punto de salirle humo y su pantalla parpadea muy seguido y, tras un par de segundos, suena un “plin”. La puerta transparente que os impedía entrar se bajó de golpe y, ante vosotros el pasillo estaba disponible, aunque seguramente no por mucho tiempo. Si pasáis, llegaréis a una sala espaciosa, en cuyo centro hay un gran cuadrado formado por baldosas de colorines y justo en medio una mesa redonda. Hay seis personas en total en la sala, Therax si te fijas están Nailah, Marc, Spanner y Brynn. Las otras tres personas son dos hombres y una mujer, y uno de ellos porta un paquete. Por sus pintas, parece gente del gobierno.
- 2-Liv:
- Logras deshacerte de las escotillas sin ningún problema, parece que para tener tanta seguridad no se molestan mucho en revisar pequeños detalles. Al regresar al suelo un hombre de gran altura se te acerca y te mira inquisitivamente, viste una armadura de cuero y porta una gran espada a su espalda, su cabello es largo y de color platino con una tez bronceada. Te mira varias veces a ti y a la escotilla y se lleva la mano a la barbilla.
-¡Hey! - Exclama alegremente -. Soy Martin. Eres lo suficientemente pequeña como para caber en una de esas. ¿Por qué no entras por una de ellas? Te vi hace un momento con esas alas. Así podrías abrirnos la puerta desde el otro lado, que parece que los otros no se han dado cuenta de sus compañeros.
Si accedes a subir, entrarás en una sala totalmente a oscuras, en donde apenas puedes ver el suelo y ni siquiera la longitud de la sala.
- 3-Zuzu:
- ¡Vaya! El guardia se detiene ante tu ímpetu de querer entrar, incluso esboza una sonrisa arrogante. Se echa a un lado, bajando su arma y estira el brazo para que pases.
-Adelante, no seré yo quién te impida descubrir las cosas.
Si te adentras, llegarás a una sala en donde no hay nada. Literalmente no parece haber siquiera suelo, pero ves un rastro de lentejas que continúa haciendo un caminito. Si lo sigues, escuchas cada vez más cerca gritos de lucha y golpes, muchos golpes. Llegarás a otra sala en la que hay un gorila mecánico viendo entusiasmado bailar a una muchacha de pelo ceniciento y un gyojin, el primero que te acompañó en esta aventura, Maki. Al fondo de la sala parece haber más gente.
- 4-La clase de tango del Señor Maki:
- Annie, el viento no parece hacer gran cosa, mientras el gorila permanece de pie, es como si no fuera afectado por este en absoluto. Las esferas lo rodean y estallan en el suelo fragmentando el hormigón en su alrededor y volviendo el firme irregular. Parece que esto si le afecta y se tambalea para acostumbrarse al nuevo firme. Los disparos de Osu literalmente se pierden en su superficie sin dejar rastro alguno.
Juliana, el ataque de Annie levanta bastante polvo y rodea al gorila en una nube de este, te fijas en que esta nube se mueve como si el gorila no estuviese ahí, hundiéndose en la superficie de su coraza. Aunque hay un par de puntos en el que se comporta con normalidad. Te parce ver como al moverse hace una pequeña corriente bajo sus axilas y bajo las plantas de sus pies. También puedes ver algo parecido a una estación de carga en el punto de donde ha salido, así como andamios de mantenimiento, piezas de repuesto para la armadura y una terminal apagada con una pantalla y teclado.
Maki, vuestra danza es sublime, dejando a todos embelesados, y cuando digo a todos digo a TODOS. El gorila literalmente ignora los ataques recibidos y se queda anonadado viendo como ambos bailáis, os parece ver una pequeña chispa de entusiasmo en sus ojos.
- 1-AEG, Lance y Katharina:
- La puerta se abre ante vosotros, dando lugar a un espectáculo dantesco: El espacio recuerda a una amplia plaza de arena, en cuyo centro hay una imponente figura. De mocasines negros y brillantes, traje de luces y oronda panza con más gracia que grasa, un rostro único en su especie clava en vosotros unos ojos de mirada vacía mientras torea dos animales que, a primera vista parecen toros. Sin embargo, uno de ellos tiene escamas en las patas y otro parece tener un pequeño par de alas en el lomo. Estáis en una capea.
-¡Arsa miniños! ¿Caséi vozotro po aquí?
- 2-Zay:
- Los marines caen electrocutados. Uno de ellos empieza a rezumar espuma por la boca y a convulsionarse de forma violenta hasta que, de golpe, deja de moverse. Una chillona voz resuena a tus espaldas.
–¡Aaaaay, qué bien lo has hecho, Zay-sama! ¡Eres muy fuerte, hermoso macho peludo! –grita Paul Vazo.
Intenta abrazarte, aunque no creo que se moleste si le rechazas. Dicho eso, te señala hacia delante para que continúes y puedas entrar a la aguja. Aunque si te fijas por el suelo verás que hay un mapa tirado... Lo mismo sería buena idea cogerlo para seguir avanzando y eso. Al entrar verás que es una sala gigantesca y está totalmente vacía, excepto por el cuerpo inerte de una araña gigante que parece que hayan golpeado unas quince veces por persona unas ochenta personas, más o menos. No tiene buen aspecto. Al fondo hay una puerta de aspecto normal y corriente y, además, lo que parece ser un boquete en la pared. Un agujero bien bonito.
- 3-Lysbeth, Kaito, William, Ichizake:
- ¡Habéis respondido correctamente! Aunque a la cabeza le asquea bastante el comportamiento de Kaito, todo hay que decirlo. La puerta se abre y la cabeza desaparece. Si pasáis a la siguiente sala veréis algo... curioso. Es decir, antes de llegar ya estáis oyendo ladridos.
Cuando llegáis veis que estais a la orilla de un estanque y que estáis de pie sobre... ¿hierba? Justo al borde de la orilla veis que hay, separados por vallas, un lobo, una oveja y una lechuga. Flotando en el estanque hay una barca con remos. Las vallas tienen puertas por las que podeis entrar y no estan valladas dirección al agua. Es decir, que los animales (y la lechuga) si quisieran podrían tirarse al agua pero no lo hacen. El lobo está pegado a la valla, ladrando y rezumando saliva a la oveja. Se la quiere comer, obviamente. Pero tranquilos, no os hará nada si os acercáis. Entonces, se oye una voz. Una grave y profunda voz... No, es broma. Es una voz muy aguda y chillona.
—Juguemos a un juego. Ahí tenéis un lobo, una oveja y una lechuga. En la barca caben dos de estas entidades más uno de vosotros. Tenéis que hacer que crucen al otro lado de la orilla. ¡Pero cuidado! Si la oveja se queda sola con la lechuga se la comerá, y si el lobo se queda solo con la oveja la devorará. Suerte.
- ”4-Yasmin, Arribar, Valer y Ella no ora”:
- Falafel ve el percal y cómo Arribor y Yarmin tienen una pequeña charla, encandilado por los encantos del rubio no se mueve del sitio mientras espera pacientemente a que acabéis. De todas formas Yarmin no sabes si tu plan ha surtido efecto.
- Veo que te sabes mis canciones. Conozco una ruta que nos evitará problemas y… nos permitirá tener un concierto más… privado. – Pone una mano sobre el hombro de Yarmin y te susurra al oído. - simplemente tenemos que dejar a los entrometidos en “la sala de espera”
Tras eso pone rumbo por un pasillo que tiene delante, es bastante grande, podéis ver salas marcadas con 22, 18 y os paráis delante de una cuya puerta pone 20.
- Si necesitáis usar el servicio está ahí atrás. – Dice señalando una sala detrás de vosotros en la que pone 21.
Por favor, en vuestro post agregad un spoiler que aclare a qué sala deseáis ir (contigua si no tenéis mapa, hasta 2 si lo tenéis).
- Mapas:
Kaito Takumi
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Kaito pudo apreciar por el rabillo de su ojo colmado de odio la muestra de asco del holograma justo antes de que este desapareciera y la puerta se abriese. Aquello solo podía significar que cada responsable de las salas les veían desde algún sitio en la torre, y aquello le venía de perlas para tramar la cruel y sangrienta venganza contra el cocinero responsable de los platos envenenados.
Pese a la agradable presencia de los animales de la sala y los comentarios del resto de acompañantes, el pelirrojo no desvió su vista de Lysbeth a la espera que respondiese. Pero cuando aquella voz de pito terminó el acertijo un temblor ocular se hizo hueco en el horrible rostro manchado del ningyo. Aquello era demasiado para aguantarlo. Especialmente teniendo en cuenta todo lo que ya aguantaba.
—Acabemos esto cuanto antes —dijo manchando de odio cada palabra como de suciedad cada brizna de hierba por la que pasaba. Marchó hacia las bestias torpemente enjauladas y tomó aire mirando al cielo —. ¡¿Pero tú ves esto normal?! ¿¡Qué clase de juego chapucero y aburrido es este?! —gritó hacia la sala, henchido de la rabia química—. ¡Somos más de uno y podemos supervisar a los bichos! ¡Así no tiene nada de gracia del acertijo! ¡¿Y qué nos impide llevarnos al lobo y la lechuga, dejarlos allí y volver a por la oveja?! ¡Es aburrido! ¡Aburrido y torpe!
Tras la queja se hizo un momento de silencio mientras el pelirrojo cogía la lechuga y pastoreaba grácilmente a la oveja rumbo a la barca de tres plazas, entonces la voz intervino de nuevo.
—Ah, es que se me olvidaba que debes llevar mínimo un bicho para que la barca...
—¡Como que eso arregla algo! ¡Llevo oveja y lechuga, dejo allí a la oveja y cargando la lechuga me llevo a todos cuanto quiera al otro lado o bien al cánido para terminar con esta soplapollez!
La vocecilla no dio réplica.
Y descargando su ira en cada tirar del remo, pues no quería golpear la superficie del agua de la que rehuían los animales, Kaito llevó las cargas una tras otra en aquel orden sin dificultad ni diversión que solo contribuía a agrandar su frustración. Se quedó sentado después al lado de la oveja, acariciando y manchando su lana sin poder encontrar consuelo en su desagradable subidón. Luego, y a la espera de que se abriera la puerta, ofrecería al bóvido parte de la lechuga, guardándose él el duro tallo central para sembrarlo otro día. Lamentó no poder darle nada más al "lobo" que su presencia y algún que otro cariñoso y suave empujón de su bichero para evitar que se acercase demasiado al suculento herbívoro.
Pese a la agradable presencia de los animales de la sala y los comentarios del resto de acompañantes, el pelirrojo no desvió su vista de Lysbeth a la espera que respondiese. Pero cuando aquella voz de pito terminó el acertijo un temblor ocular se hizo hueco en el horrible rostro manchado del ningyo. Aquello era demasiado para aguantarlo. Especialmente teniendo en cuenta todo lo que ya aguantaba.
—Acabemos esto cuanto antes —dijo manchando de odio cada palabra como de suciedad cada brizna de hierba por la que pasaba. Marchó hacia las bestias torpemente enjauladas y tomó aire mirando al cielo —. ¡¿Pero tú ves esto normal?! ¿¡Qué clase de juego chapucero y aburrido es este?! —gritó hacia la sala, henchido de la rabia química—. ¡Somos más de uno y podemos supervisar a los bichos! ¡Así no tiene nada de gracia del acertijo! ¡¿Y qué nos impide llevarnos al lobo y la lechuga, dejarlos allí y volver a por la oveja?! ¡Es aburrido! ¡Aburrido y torpe!
Tras la queja se hizo un momento de silencio mientras el pelirrojo cogía la lechuga y pastoreaba grácilmente a la oveja rumbo a la barca de tres plazas, entonces la voz intervino de nuevo.
—Ah, es que se me olvidaba que debes llevar mínimo un bicho para que la barca...
—¡Como que eso arregla algo! ¡Llevo oveja y lechuga, dejo allí a la oveja y cargando la lechuga me llevo a todos cuanto quiera al otro lado o bien al cánido para terminar con esta soplapollez!
La vocecilla no dio réplica.
Y descargando su ira en cada tirar del remo, pues no quería golpear la superficie del agua de la que rehuían los animales, Kaito llevó las cargas una tras otra en aquel orden sin dificultad ni diversión que solo contribuía a agrandar su frustración. Se quedó sentado después al lado de la oveja, acariciando y manchando su lana sin poder encontrar consuelo en su desagradable subidón. Luego, y a la espera de que se abriera la puerta, ofrecería al bóvido parte de la lechuga, guardándose él el duro tallo central para sembrarlo otro día. Lamentó no poder darle nada más al "lobo" que su presencia y algún que otro cariñoso y suave empujón de su bichero para evitar que se acercase demasiado al suculento herbívoro.
- Resumen Sala Estanque 32:
El inciso de la voz ha sido supervisado por Zuko (Staff).
Pensar cosas y dejarme llevar por el enfado con opciones no violentas (físicas), lo que viene siendo quejarme en voz alta echando bronca a la voz por la rabia química y la rabia que me da el acertijo. Resolverlo con la mínima ayuda que es mi PU (Pastor) para llevar a la oveja.
El orden sería Oveja y Lechuga a orilla B, volver con lechuga, coger al lobo e ir con lobo y lechuga a la otra orilla. Si tuviea que llevarlos a todos los ussers presentes y como los bichos estan allí, llevaría a la oveja como co-piloto. (Que no creo).
Intentar tranquilizarme acariciando a la oveja y al lobo, que no dará mucho resultado.
No creo que esté hablando "en público" [Ineptitud] porque no me dirijo a un público, ya que cree que cada tio de la sala ve una sala en vez de todas (Hay demasiadas salas y demasiada gente para que sea de otra forma. Además de que como que no se da cuenta del todo con toda la drogaína)
Contenido patrocinado
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Permisos de este foro:
No puedes responder a temas en este foro.