Noximilien
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- ¿En serio esas son las respuestas correctas? –Nox sintió como si su propio subconsciente le diese un codazo para que se callase-. Digo, claro… tiene sentido.
Por un momento no sabía que pensar sobre que las tortugas lolis ninjas con nombres de señores mayores rechazaran el unirse a la banda. Por una parte, le daba pena Zane, pues solía sentirse decepcionado cuando rechazaban sus invitaciones y esa penuria solía contagiarse al enmascarado. Por otra parte… Ya tenía suficiente con el escuadrón de peces… y el de gigantes… y de señores cuarentones con mallas, falditas y con kilo y medio de maquillaje en la cara.
Caso aparte, prosiguieron a la siguiente sala para encontrarse con lo que Nox no sabía si calificar si era la más normalita de las que habían entrado o la más rara de cojones. Fue más por el aquel tipo con pelo hortera monocromático y que iba montado con lo que parecía un bobino de mentira con más cohetes de los que una vaca voladora estándar necesitaría.
Solo pudo observar como aquel hombre intentar domar a aquel demonio mecánico con cuernos de plástico duro. Estaba bastante desinteresado en si se caía o no al final con un golpe de los buenos contra el suelo, pero resultaba incluso hipnótico.
- Oye pelirrojo, ¿quién es el tío que está haciendo de cowboy en un cohete bovino? –le dio un trago a su petaca, pero nunca llego un trago final que deseaba, pues se habia acabado su contenido-. Bueno, supongo que tendré que soportar sobrio lo quede de camino…
Galhard
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Parece que después de todo lo ocurrido las unidades de marienes al fin se reagrupaban. Todo parecía que iba a mejorar hasta que los ojos del joven Galhard se encontraron con lo que para él era una criatura horrible. Un mink y no uno cualquiera, uno de color amarillo chillón, con gran cantidad de pelo y de raza felina... ¿Era esa la causa de los anteriores estornudos del recluta?La cara de Galhard era un poema, ira, desprecio y asco se juntaban con el color rojizo que sus mejillas estaban adquiriendo, fruto de la alergia a estar cerca de semejante criatura. Bajo otras circunstancias habría estado de acuerdo con Al sobre el proceder del otro marine, pero en estos momentos veía con muy buenos ojos el desmedido uso de fuerza que el otro oficial iba a usar.
-¿No se trata de un criminal?Dijo entre dientes. -Deberían haber dejado que el oficial se encargase de ese ser...
Tratando de ignorar a la fiera se acercó a ver que hacía el cotraalmirante Arthur, esperando que su alergia se disipase.
-¿No se trata de un criminal?Dijo entre dientes. -Deberían haber dejado que el oficial se encargase de ese ser...
Tratando de ignorar a la fiera se acercó a ver que hacía el cotraalmirante Arthur, esperando que su alergia se disipase.
- 4-$32- Los locos de la feria y el museo:
Arthur logra vestir a Erik en lo que dura un parpadeo, aunque le ha dejado la cremallera abierta. Galhard, al acercarte es todo en lo que puedes fijarte. Qué despiste.
Entre tanto, Hamlet hace un valiente acercamiento al cuadro de la jungla. Apenas te separan un par de centímetros del lienzo cuando sientes como te elevas del suelo. De repente hueles a humedad y te sientes agobiado. Espera, ¿Cuándo ha sucedido esto? ¡Estas rodeado por una especie de planta –tentáculo enorme, te tiene a medio metro del suelo!
En cuanto a la party alrededor de la campana… los marines sin nombre profieren gemidos de decepción, pues el impresionante hielo de Al no la ha hecho moverse en lo más mínimo. Si inspeccionáis la campana, veréis que está soldada al poste. Eso no se hizo para moverse hacia arriba, parece que no es cuestión de fuerza.
Bleyd, debido a lo mismo ni el carnifex ni la sierra surten el más mínimo efecto. ¿De qué rayos está hecho ese chisme?
- Sótano-La brigada de espeleología:
- -Roto... -Gimotea- Se me han roto los huesos. No se van a recolocar... No sin un médico.
Pero eso no es realmente importante, dado que Giotto utilizando su haki de observación puede detectar una gran cantidad de presencias antes de que el todopoderoso señor de luz alumbre el lugar. Vuestros ojos tardan un momento en acostumbrarse al resplandeciente brillo de Iulio, pero cuando lo hacéis podéis vislumbrar una cavernosa y húmeda zona, llena de corredores y salitas donde, a casi cada mirada que echáis, podéis observar que hay una extraña serie de gente atada de pies y manos. Parecen minks, o alguna clase de hombre bestia, pero sus rasgos son primitivos y sus rostros tristes. Alguien los ha encerrado ahí. De pronto escucháis un ruido, y sobre vosotros se abalanza el más grande de todos los que veis alrededor: Es una gran masa de pelo gris y largo, que lleva una rudimentaria corona y armadura de cuero, acompañado de una pala armada de sílex. Antes de atacar, se dirige a vosotros con un gañido gutural y barbárico:
-¡Este pueblo no se rendirá nunca! ¡Da igual cuántas cadenas nos pongáis, somos libres!
Y asesta un palazo en vuestra dirección.
- 3-$77- Arashi 2 + Steve:
- Spanner:
- El artista parece tan confuso que podría herirse así mismo, pero no, lo has hecho tú. En su pecho surge un corte algo profundo, pero que parece obviar. Te mira y sonríe, y sus ojos se tornan de un color burdeos mientras sonríe.
—No debiste hacer hecho eso
Tu contrincante desaparece frente a tus narices, y ves como comienza a dar vueltas en círculos sin tocar el suelo, haciendo amagos de atacarte, pero sin atreverse a hacerlo. Y entonces, aparece a tu espalda, con la misma hoja de energía, pero con una diferencia, ahora es de color negro y eres capaz de sentir su presencia en ella.
- Scarlett & Brynn:
- Al intentar bloquear la patada del semigigante con tu rifle, éste sale volando lejos de ti. Entretanto, Brynn, tú consigues bloquear el ataque con tu espada, no sin antes retroceder unos centímetros y sentir como tus músculos se entumecen. Es fuerte, lo has notado, y deberías tener cuidado; aunque eso es cosa tuya.
La onda cortante choca en el cuerpo del semigigante, no sin antes escuchar un leve eco metálico cuando tu onda roza con su piel, la cual solo obtiene un rasguño parecido a un arañazo. Has visto eso antes, pero ¿dónde? Y de pronto, el semigigante desaparece ante vuestras narices, apareciendo justo a vuestra derecha danda una patada a la nada, de la cual surge onda de aire que se aproxima a vosotros.
- Nailah:
- La cara de tu viejo amigo parece desencajarse con tu respuesta, incluso puedes ver como las gafas se le caen al suelo, rompiéndose en varios pedazos.
—Mira niña, ¿quién te has creído que eres? Yo soy el gran Ajilin, el ídolo de las pavas, ¿y vas a negarte a darme lo que es mío? —te dice, haciendo gestos macarras con las manos—. Solo te lo voy a repetir una vez, ¡dame mi puto dinero! O te reviento la vida a ti y al inútil de tu capitán.
Ves como Ajilín cierra los puños, pero parece que nunca en su vida ha peleado. No tiene pinta de luchador, pero las apariencias engañan. ¿Qué haces?
- Therax:
- El rubio bloquea tu espada con la palma de su mano izquierda, mientras con la derecha te da un puñetazo en la cara. No te hace mucho daño, pero algo me dice que eso se va a poner rojizo e inflamado.
—Así que quieres pelea, ¿eh? —Te vuelve a empujar, pero entonces su cuerpo aumenta de tamaño y se convierte en un hombre canguro—. ¡Adelante, chaval! —Da unos saltitos, y comienza a caminar por el aire hasta situarse a dos metros sobre el resto—. Sé quién eres, pollito, así que sube aquí arriba si tienes plumas.
- Marc:
- El queso reduce la fuerza del ataque de tu agresor, pero la elevada temperatura no le hace nada, salvo quemar su ropa. Si te fijas bien su pantalón se ha roto, y ves piezas metálicas en ella, algo así como unos tubos, pero también carne quemada.
Entretanto, tu estocada es esquivada porque le falla la pierna y cae al suelo. El sujeto se lleva las manos a ella, y ves cómo sus ojos se están llenando de lágrimas. Y de pronto, se aleja de ti haciendo la croqueta hasta llegar hacia donde tenían los instrumentos. Allí coge una pistola y comienza a dispararte a bocajarro.
—¡Te voy a convertir en queso gruyere!
- 2-64- Kodama:
- La voz ríe y acepta tu ofrenda como trato, abriéndose la puerta de golpe. Puedes avanzar sin problemas mientras la voz sigue riéndose a tus espaldas. No sabes que pasará con esos jóvenes árboles, pero en cuanto sales, ya no puedes volver a entrar. Continúas por un pasillo poco iluminado y con tuberías que desprenden calor hacia los laterales, será mejor que te apartes lo más rápido posible de ahí. Cuanto más avanzas escuchas el sonido de agua caer y llegas hasta una sala con una bañera y la alcachofa pegada a la pared con el agua corriendo. Que maleducados, malgastando recursos. En el suelo hay un sujetador de muy gran tamaño de color beis y, si miras recto, verás que hay un ascensor.
- 2-32-Mido, Simo y Braud:
- Lográis abrir la puerta sin problemas y continuáis por un pasillo amplio y muy luminoso. No se parece en nada en lo que habéis visto anteriormente. Las paredes son de un color amarillo chillón y el suelo verde fosforito, se podría decir que incluso los colores os hacen daño a la vista con tanta iluminación. Llegáis hasta una pequeña sala con unas escaleras en caracol que bajan, pero no parecen ser de vuestro interés. En el centro de la sala no hay nada más que una pista de baile plateada y en el centro un señor de pelo rizo con unos ropajes muy extravagantes bailando sin parar. ¡Es el gran Monney B. dispuesto a darlo todo!
-¡Os reto a un duelo de baile! - dice mientras se frota sensualmente un pezón.
Una música empieza a sonar y tras eso, en la puerta transparente al final de la sala podéis ver una multitud de chicas gritando de felicidad sin parar, deseando entrar para poder abrazar a su ídolo. Es vuestro momento de darlo todo, ya que parece que serán el jurado.
- 4-$11- La cola para montar al toro mecánico:
- Todos podéis ver cómo un Dexter semidesnudo y engrasado vuela sin control aparente por toda la sala.
Dexter, el vuelo, lejos de tranquilizarse comienza a acercarse peligrosamente al techo, tu cabeza dará con él si no te agachas. Cuando llega cerca de una pared, desciende boca-abajo hasta casi llegar al suelo, se para por un segundo y se pone de lado, comenzando a girar sobre uno de sus ejes como un taladro, dejando tu cabeza como la punta y comienza a volar en dirección a los recién llegados. Tened cuidado los que no de encuentren cerca de la barra.
- Hombre, siempre es agradable encontrarse con un fan, no sabía que los tenía tan mozos. Anda toma, una botella de mi cosecha personal, firmada. Vamos, brindemos a nuestra salud.
Todos los que se acerquen a la barra tendrán una copa para brindar.
- 4-98-Taylor, Dretch, Bizvan y Tobias:
- Vaya, parece que os habéis cruzado por el camino. Lo mismo esta es una buena oportunidad de hablar, y conoceros mejor... Aunque a quien le importa eso, ¡Ahí hay un montacargas! Pero espera... El montacargas no sube más, está en el piso más alto al que puede subir. Que lástima... Aunque hay una puerta al otro lado que parece llevar a otro sitio.
La puerta está cerrada y no tiene manilla. En cambio hay un teclado de piano que ocupa toda el ancho de la puerta. Cada tecla tiene escrita la nota que es y, sobre el teclado, hay escrita la frase:
"Donde Falta La Dorada cantineLa"
- 2-61- Revos Reunidos Geiper + Valar:
- ¿En qué estaba pensando Krauser? Era lo que deberíais estar preguntándoos aquellos que lo conocéis bien. El shuriken que está creando sobre la palma de su mano cada vez es más grande y va en aumento, o iba, pues el golpe que le propina el oficial Makintosh, Maki para los amigos, consigue hacer que frente su acumulación energética.
El golpe de haki y agua le golpea, pero no es suficiente como para detener su ataque. Annie crea una barrera de viento capaz de contenerlo, pero su creación es simultánea al lanzamiento del ataque del demonio de la niebla. Todo sucede muy deprisa, el shuriken golpea la corriente de aire, y entonces una gran explosión sacude toda la sala. Todos salís despedidos en distintas direcciones (incluyendo a Valar), chocando contras las paredes de la sala. El golpe es doloroso, pero nada que no cure un rato descansando, pero tampoco mucho porque esto es el fin del mundo. Y Krauser ha desaparecido. En el suelo está su bandana, quizás sería un detalle recogerla, o tal vez queráis dejarla allí.
Al disiparse la niebla contempláis lo que es una compuerta abollada con dos botones, uno con una flecha hacia arriba y otra con una flecha hacia abajo. Parece un ascensor, ¿lo tomáis o buscáis otra salida? En el caso de meteros en el ascensor os dais cuenta de que tiene seis botones, pero solo tres de ellos están numerados del dos al cuatro.
- 2-27-Liv:
- La máquina emite una luz roja incesante durante unos segundos mientras analizaba la sangre hasta que esta se pone en verde y abre la puerta para dejarte paso hacia las escaleras de caracol, que si te fijas en ellas, no parecen estar en muy buen estado. Le faltan escalones de metal y, cuando pisas en alguna, esta chirría lo suficiente como si se fuese a soltar. Cuando llegas a la parte de arriba ves una sala muy reconfortante, con varios sofás, estanterías con libros con obras de arte bastantes conocidas por el mundo y una mesa con bebidas. Quizás tomar un descanso esté bien. En todo caso si te acercas a la puerta notarás que esta tiene un sensor de movimiento y nada te impide continuar.
- 4-$15 Los cazafantasmas:
- Esquiváis a los fantasmas con suma maestría y agilidad, pero se quedan suspendidos en el aire, como si os tuvieran observando. Son muy turbios, pero no es lo único turbio en ese momento. Lance parece estar en su mundo, dando vueltas por la sala en busca de a saber qué. Si eres consciente de lo que tienes alrededor ves dos salidas de aquella sala, una hacia tu espalda y otra hacia tu derecha, quizá deberías salir de allí, o quizá no. Katharina, tú intentas usar tus poderes sobre el cuerpo del hombre, pero ¿quién dijo que estaba muerto? Quizá estaba solo poseído, porque en su pecho puedes notar el bombeo de su corazón, así como su caja torácica se expande y se contrae gracias a sur espiración.
Entretanto, querido alcalde, en la sala solo estáis vosotros cuatro (Katharina, Lance, Elliot y tú mismo), y al no saber el aura concreta del creador de los fantasmas puedes notar la presencia de muchos seres, tanto en el piso inferior como en el superior, incluso en vuestro piso en las lejanías. Sin embargo, hay cuatro fuentes que son más poderosas que el resto, algunas incluso superan tu propio poder. ¿Será amigo o enemigo? Es una cuestión bastante inteligente.
Bien, los fantasmas han desaparecido, pero cuando volvéis a mirar hacia el echo hay más de diez, y uno de ellos tiene una envergadura de tres metros. Estos aparecen y desaparecen, van de un lado al otro, pero sin atacaros a ninguno, y de pronto comienzan a chocar contra las paredes, creando temblores, mientras el grande se infla e infla, empezando a abarcar cada vez más de la sala. No hay que tener un mantra muy avanzado para saber que corréis peligro, ahora es vuestro momento de decidir: ¿hacia dónde vais? Hay dos salidas, y apenas hay tiempo para mirar los mapas; o quizá sí.
- 3-7- Yarmin, Arribor, Ellanora:
La sonrisa de las chicas se vuelve tensa. Arribor, te ceden la botella sin problemas. Os hacen una señal para que las sigáis y durante unos segundos camináis en silencio. Luego, ni cortas ni perezosas, se suben al techo de un todoterreno hecho polvo y señalan a lo lejos.
- Lo que buscáis está tras esa puerta. Por ahí fue por donde nos trajeron y dejaron tiradas. Llevamos varias horas intentando volver a subir y patear el culo del imbécil de arriba, pero…
Podéis ver el pero. Cinco figuras en apariencia masculinas, vestidas de cuero y con máscaras de gas custodian la puerta. Llevan pistolas en la mano y no parecen querer moverse.
- 4-$15-Zack Squad:
- Kaito, no notas nada de vida en el globo. Aunque cuando te mueves todavía te sigue, pero eres incapaz de discernir si de verdad lo hace o si simplemente se mueve por su liviandad y es todo casualidad.
Zack, el cuchillo es normal. De muy buena calidad, pero normal al fin y al cabo. Oh, y está muy limpio.
—¿Colega? —responde el tipo del cuchillo a Zack mientras se pone de pie—. Se supone que sí, pero lo cierto es que siempre lo odié. —Mueve el cuchillo de un lado a otro mientras observa su hoja, casi como si estuviera hipnotizado. Algo os dice que este hombre no está bien—. Matar a la puta y a los que van con ella. Esa era su única misión. Y va el gilipollas y se enamora. Pero ya está... ya no volverá a cagarla... —Y mueve un poco el trozo de tela con el pie mientras se ríe—. Sinceramente... Ya no vais con la puta, así que no hay mucho interés en mataros. Sin embargo... Aaaah, me gusta demasiado matar, ¿sabes? Pero me gusta más la incertidumbre. El morbo de lo que podría pasar... Vamos a dejarlo al azar. Al hermoso y sensual azar.
Se lleva una mano a su bolsillo y saca un par de dados de seis caras y os los muestra con una sonrisa en la cara.
—Cogedlos y tiradlos una vez. Sacad de seis para arriba, os dejo subir. Sacad de seis para abajo, os arranco los intestinos. Sacad un siete y además de dejaros marchar... os doy una pista sobre quien está detrás de todo esto. Ah... os doy mi palabra de que no hay trampa en esto. Podéis confiar en mí.
(Si decidís confíar en él, el que vaya a tirar los dados puede hacer una tirada en el Registro de Tiradas. Dos dados de seis. Y entonces rolear en consecuencia. O siempre podéis no confiar, por supuesto, pero... ¿Qué tiene eso de divertido?)
- 4-$45-Pero si es una fiesta:
- William, consigues cortar las mechas y evitar las explosiones. ¡Enhorabuena!
Ichizake, en cuanto metes el pastel en el montacargas pasa algo muy raro. Cuando se cierran las puertas puedes oír a alguien gritando... ¿Desde dentro del pastel? Parece que os habéis librado de una buena, al menos de momento. Bien pensado, Ichizake, bien pensado.
La música ha dejado de sonar, por cierto. Si volvéis a mirar la puerta que hasta ahora estaba cerrada os daréis cuenta de que ahora está abierta. Si cruzáis veréis una sala que está... vacía. Extrañamente vacía, teniendo en cuenta todo lo que os habéis encontrado hasta ahora. Al fondo hay una cortina roja de terciopelo que podría ocultar algo... o nada.
- Mapas:
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Se habían reunido un buen grupo de marines en torno al Mink. Querían capturarlo, dado que su cabeza valía treinta millones de berries y estaba catalogado como "altamente peligroso", por lo que seguramente con todos los que eran le atraparían en un abrir y cerrar de ojos.
Cuando el tipo del hielo abrió la boca diciendo algo de que si juicio justo o no se que historias, el mink le miró y le respondió:
- ¿Tu me vienes a hablar de cosas justas o justicia? ¿Precisamente uno de la misma facción que el hombre que asesinó a mi madre a traición y a la mitad de mi pueblo hace un tiempo por puro placer? La Marina me lo arrebató todo delante de mis ojos. Inno, Capitán de la Marina corrupto en aquel tiempo, masacró parte de mi tribu cuando no le habíamos hecho nada. ¿Sabes lo que es perder a una madre delante de tus ojos sin poder hacer nada? Era lo único que tenía... Y vosotros me la arrebatasteis. -Dijo el felino al tipo que creó hielo hace un momento.
El guerrero mink estaba realmente cabreado, pero esta vez sabía que no podría ganar. Eran demasiados como para enfrentarse el solo a todos ellos. Tal vez con Paul Vazo y el pome de su lado podría hacer algo pero, estaba solo, como lo ha estado gran parte de su vida.
Cuando el tipo del hielo abrió la boca diciendo algo de que si juicio justo o no se que historias, el mink le miró y le respondió:
- ¿Tu me vienes a hablar de cosas justas o justicia? ¿Precisamente uno de la misma facción que el hombre que asesinó a mi madre a traición y a la mitad de mi pueblo hace un tiempo por puro placer? La Marina me lo arrebató todo delante de mis ojos. Inno, Capitán de la Marina corrupto en aquel tiempo, masacró parte de mi tribu cuando no le habíamos hecho nada. ¿Sabes lo que es perder a una madre delante de tus ojos sin poder hacer nada? Era lo único que tenía... Y vosotros me la arrebatasteis. -Dijo el felino al tipo que creó hielo hace un momento.
El guerrero mink estaba realmente cabreado, pero esta vez sabía que no podría ganar. Eran demasiados como para enfrentarse el solo a todos ellos. Tal vez con Paul Vazo y el pome de su lado podría hacer algo pero, estaba solo, como lo ha estado gran parte de su vida.
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Sorprendentemente no había ninguna presencia en las inmediaciones aparte de ellos, Tiwah y el otro tipo, que más que muerto parecía poseído por alguno de los fantasmas. No obstante hubo algo que captó su interés: la presencia de auras por encima de ellos. Los mapas que poseían del lugar tan solo marcaban hasta la cuarta planta, pero la existencia de personas más arriba implicaba necesariamente la existencia de, al menos, un quinto piso. Y seguro que quien fuera el constructor de la Gran Aguja se encontraba en su parte superior.
En ese momento los fantasmas desaparecieron, pero escaso segundos después muchos más de ellos emergieron desde el techo. Eso solo podía significar una cosa. Quien quiera que fuese el usuario de la fruta que antes había poseído Nostariel tenía que hallarse en la quinta planta. Y no solo eso, sino que quienes allí se hallaban debían de tener alguna forma de ver lo que ocurría bajo sus pies. No había ninguna cámara en la sala, o al menos ninguna que fuese visible, pero de alguna manera tenían que estar espiándoles. Cuanto más avanzaba más se daba cuenta de la maestría y perversidad de la mente que hubiera diseñado aquel edificio.
No obstante no disponía de más tiempo para pensar. Los fantasmas pequeños habían comenzado a chocar contra las paredes, provocando temblores que, si bien no hacían que el alcalde perdiese su prodigioso equilibrio, eran ligeramente molestos. Y lo que más le preocupaba: el más grande de los espíritus había empezado a aumentar de tamaño progresivamente. Aquello le daba mala espina, pues le recordaba a un globo que, cuando alcanza su límite de elasticidad, explota. Y desde luego no sería conveniente estar en aquella sala si era eso lo que ocurría. Así que Dakuhebi contactó mentalmente con el grupo de gente al que dirigía, advirtiéndoles de la necesidad de salir de allí:
- Sospecho que ese fantasma enorme va a explotar, así que debemos abandonar la sala. Propongo esa salida, la que se encuentra frente a nosotros. Por cierto, el usuario que convoca a los fantasmas debe estar en el piso superior, por eso emergen del techo. He detectado varias presencias desconocidas allí arriba, algunas de esas increíblemente poderosas, así que debemos tener cuidado, ¿de acuerdo?
Nada más terminar de transmitir estas palabras a sus acompañantes el enmascarado comenzó a correr a gran velocidad hacia la salida indicada, buscando alejarse del espíritu que continuaba aumentando de tamaño y continuar avanzando.
En ese momento los fantasmas desaparecieron, pero escaso segundos después muchos más de ellos emergieron desde el techo. Eso solo podía significar una cosa. Quien quiera que fuese el usuario de la fruta que antes había poseído Nostariel tenía que hallarse en la quinta planta. Y no solo eso, sino que quienes allí se hallaban debían de tener alguna forma de ver lo que ocurría bajo sus pies. No había ninguna cámara en la sala, o al menos ninguna que fuese visible, pero de alguna manera tenían que estar espiándoles. Cuanto más avanzaba más se daba cuenta de la maestría y perversidad de la mente que hubiera diseñado aquel edificio.
No obstante no disponía de más tiempo para pensar. Los fantasmas pequeños habían comenzado a chocar contra las paredes, provocando temblores que, si bien no hacían que el alcalde perdiese su prodigioso equilibrio, eran ligeramente molestos. Y lo que más le preocupaba: el más grande de los espíritus había empezado a aumentar de tamaño progresivamente. Aquello le daba mala espina, pues le recordaba a un globo que, cuando alcanza su límite de elasticidad, explota. Y desde luego no sería conveniente estar en aquella sala si era eso lo que ocurría. Así que Dakuhebi contactó mentalmente con el grupo de gente al que dirigía, advirtiéndoles de la necesidad de salir de allí:
- Sospecho que ese fantasma enorme va a explotar, así que debemos abandonar la sala. Propongo esa salida, la que se encuentra frente a nosotros. Por cierto, el usuario que convoca a los fantasmas debe estar en el piso superior, por eso emergen del techo. He detectado varias presencias desconocidas allí arriba, algunas de esas increíblemente poderosas, así que debemos tener cuidado, ¿de acuerdo?
Nada más terminar de transmitir estas palabras a sus acompañantes el enmascarado comenzó a correr a gran velocidad hacia la salida indicada, buscando alejarse del espíritu que continuaba aumentando de tamaño y continuar avanzando.
- Resumen:
- - Darse cuenta de la existencia de un quinto piso que los mapas no señalan y de que el usuario al que se enfrentan está allí.
- Suponer que, dado que el tipo les ve desde arriba, les deben estar vigilando de alguna manera.
- Advertir a los demás del probable peligro del fantasma que se hincha y salir corriendo hacia la sala S36.
Marc Kiedis
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Sorprendentemente las altas temperaturas del queso de Marc no parecieron afectar a su atacante, y cuando su pantalón se rompió y reveló lo que había debajo el grandullón entendió por qué. Su oponente no era humano, o al menos no del todo. Nunca se había enfrentado a un robot, así que no sabía qué debía hacer contra él, pero ni mucho menos estaba dispuesto a rendirse.
Al aterrizar, el cyborg parecía a punto de echarse a llorar. Sin embargo escasos segundos después todo ello se reveló como una mera actuación, pues aprovechó que el semigigante había bajado la guardia para alejarse lo suficiente como para llegar al lugar donde tenían los instrumentos, coger una pistola y comenzar a dispararle.
El cocinero, rápidamente, decidió poner una barrera entre las balas y él. Y qué mejor manera de hacerlo que utilizando su propio queso para ello. De su mano izquierda, que no sujetaba la espada, comenzó a emerger gran cantidad de queso en estado sólido que formó una gruesa pantalla ante el pirata y detuvo los proyectiles. Por más que estuviese acostumbrado a ello, no dejaba de parecerle curioso el hecho de que el alimento que producía pudiese alcanzar tal dureza.
Acto seguido, una vez su enemigo dejó de disparar, el semigigante trazó dos arcos en el aire con su arma, uno oblicuo y otro horizontal. Sendas ondas cortantes brotaron de Kotai-Hi, imbuidas en el devastador calor de la poderosa espada, y comenzaron a avanzar a gran velocidad hacia el cyborg.
Al aterrizar, el cyborg parecía a punto de echarse a llorar. Sin embargo escasos segundos después todo ello se reveló como una mera actuación, pues aprovechó que el semigigante había bajado la guardia para alejarse lo suficiente como para llegar al lugar donde tenían los instrumentos, coger una pistola y comenzar a dispararle.
El cocinero, rápidamente, decidió poner una barrera entre las balas y él. Y qué mejor manera de hacerlo que utilizando su propio queso para ello. De su mano izquierda, que no sujetaba la espada, comenzó a emerger gran cantidad de queso en estado sólido que formó una gruesa pantalla ante el pirata y detuvo los proyectiles. Por más que estuviese acostumbrado a ello, no dejaba de parecerle curioso el hecho de que el alimento que producía pudiese alcanzar tal dureza.
Acto seguido, una vez su enemigo dejó de disparar, el semigigante trazó dos arcos en el aire con su arma, uno oblicuo y otro horizontal. Sendas ondas cortantes brotaron de Kotai-Hi, imbuidas en el devastador calor de la poderosa espada, y comenzaron a avanzar a gran velocidad hacia el cyborg.
- Cosas:
- - CheeStrong (PU tabla akuma nivel 50): La dureza y tenacidad del queso que produce en estado sólido aumentan hasta equipararse a un material de categoría Especial.
- Ondas cortantes nivel 60: Puede encadenar varias ondas cortantes a cincuenta metros por segundo, a una distancia de hasta setenta metros.
- Habilidad de Kotai-Hi (espadón): Esta espada de leyenda necesita, como muchas otras de su clase, establecer un vínculo con su portador, quien debe ser elegido por ella y, al menos, tener algo de sangre de gigante. Esto se debe a que, cuando se forjó, el herrero gigante que la creó vertió un poco de su sangre sobre ella, con la intención de que esta fuese la Protectora de Elbaf. Para dicho portador la espada será mucho más ligera que para los demás, pudiendo blandirla incluso a una mano. Además no le dañará con su poder. Éste consiste en elevar la temperatura de la hoja hasta los 1500º C de forma pasiva, lo que puede hacer gracias a las particularidades de los extraños metales que se usaron para forjarla y de los tratamientos a temperaturas extremas a los que fueron sometidos en las legendarias fraguas de Elbaf. Esto permite que tanto los golpes como las ondas cortantes lanzados con ella tengan esta temperatura y causen graves quemaduras. Por último, esta espada es capaz de, si se clava en cualquier cosa que no esté viva, calentarla hasta temperatura de la hoja en un radio de 5 metros.
Kenzo Nakajima
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El brazos largos no podía creer lo que estaba presenciando. El Almirante Koneko había salido de la nada para interponerse entre él y el pirata y, no contento con eso, le sermoneaba y le ordenaba disculparse. Que alguien con aquella mentalidad hubiese llegado a un puesto de tan alto rango... Según le escuchaba hablar la ira iba bullendo cada vez con mayor intensidad dentro del espadachín hasta que, finalmente, no pudo contenerse:
- ¿Disculparme? ¿Qué cojones voy a tener que disculparme con un puto criminal por cumplir con mi deber como marine? Esta clase de escoria no se entrega de buen grado, no sin antes haber combatido hasta la extenuación. Y además de eso, un despreciable criminal como él no merece que tengamos el detalle de preguntarle. Procediendo de ese modo resulta imposible aprovechar el efecto sorpresa, pues si preguntas primero al enemigo si se va a defender le das la oportunidad de que lo haga. No debemos jugar de ese modo con nuestras obligaciones, pues un criminal que se nos escape por ponerle sobre aviso podría provocar decenas, cientos o incluso miles de muertes. ¿Quieres ser tú, Almirante, quien cargue con ellas en su conciencia? Porque yo no tengo ninguna intención de hacerlo.
Y dicho esto se dirigió al mink, quien también parecía estar muy en desacuerdo con las palabras pronunciadas por el Almirante:
- ¿Quieres pelear, sucia rata? Demuestra toda esa rabia que dices tener acumulada contra el Gobierno Mundial y descárgala en mí. Te prometo que nadie más intervendrá en el combate.
El hecho de que se tratase de un delincuente no quitaba que Kenzo, como espadachín, quisiese que cuando se enfrentaba a un enemigo el ganador fuese el que mejor combatiese de los dos, sin ayudas externas. Además, con sus palabras buscaba terminar de azuzar al ya de por sí enardecido pirata para que le atacase, teniendo así una excusa para acabar con él sin que el blando idiota que era su superior lo impidiese.
- ¿Disculparme? ¿Qué cojones voy a tener que disculparme con un puto criminal por cumplir con mi deber como marine? Esta clase de escoria no se entrega de buen grado, no sin antes haber combatido hasta la extenuación. Y además de eso, un despreciable criminal como él no merece que tengamos el detalle de preguntarle. Procediendo de ese modo resulta imposible aprovechar el efecto sorpresa, pues si preguntas primero al enemigo si se va a defender le das la oportunidad de que lo haga. No debemos jugar de ese modo con nuestras obligaciones, pues un criminal que se nos escape por ponerle sobre aviso podría provocar decenas, cientos o incluso miles de muertes. ¿Quieres ser tú, Almirante, quien cargue con ellas en su conciencia? Porque yo no tengo ninguna intención de hacerlo.
Y dicho esto se dirigió al mink, quien también parecía estar muy en desacuerdo con las palabras pronunciadas por el Almirante:
- ¿Quieres pelear, sucia rata? Demuestra toda esa rabia que dices tener acumulada contra el Gobierno Mundial y descárgala en mí. Te prometo que nadie más intervendrá en el combate.
El hecho de que se tratase de un delincuente no quitaba que Kenzo, como espadachín, quisiese que cuando se enfrentaba a un enemigo el ganador fuese el que mejor combatiese de los dos, sin ayudas externas. Además, con sus palabras buscaba terminar de azuzar al ya de por sí enardecido pirata para que le atacase, teniendo así una excusa para acabar con él sin que el blando idiota que era su superior lo impidiese.
- Resumen (Al y Zay):
- - Enfadarse al escuchar las palabras de Al y responderle de malas maneras.
- Tratar de provocar a Zay para que le ataque y tener una excusa para luchar contra él sin que Al interfiera.
William White
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En colaboración con Elliot conseguimos solucionar el tema de la tarta explosiva, tirándola este último por el mismo montacargas que habíamos subido, realmente era una buena forma de solucionar el problema. En especial si teníamos encuentra esa especie de murmullo que le había parecido oír, pero a saber, tal vez fuera Kaito o Zack gritando al otro lado de la puerta.
En cualquier caso, se acercó a las compuertas del montacargas y aplicando una línea en la unión de las compuertas, bloqueo las compuertas con un poco de su Bungee gum. Ciertamente era una apuesta arriesgada, poco intuitiva, ya que un ladrón si una vía de escape pensada era algo nefasto, pero si todo salía según lo planeado seguramente su ticket de salida de la torre estuviera más que garantizado.
-Cuando me dijeron que había un armatoste capaz de volar un mar, no me imaginaba que estuviera en manos de bufones- mascullé arduamente cansado de la sucesión de eventos de la torre -En fin, deberíamos continuar, con un poco de suerte en unas horas habremos acabado con todo esto- continuó mientras terminaba de sellar la compuerta si nadie se lo impedía.
Tras eso miraría a sus compañeros, no hizo alusión ni a Kaito ni Zack, puesto, aunque a su manera habían resultado útiles, no eran nada comparado con la fuerza militar de la mujer que los acompañaba. Eso en cierta forma lo reconfortaba y lo hacia sentirse seguro, más no terminaba de fiarse de la arpía. Solo el recordar su aura de Jaya le hacía creer que estuviera afiliada a la revolución ¿Pero se podía esperar lealtad de un criminal que cambiaba constantemente de aspecto?
Incertidumbres a parte, si nadie, se dirigía a cortina se acercaría el con prudencia, después de la trata se esperaba cualquier cosa. Y procurando no tocar y generando una segunda piel alrededor de su mano movería la cortina hasta despejar la incógnita, tal vez hubiera una ventana por la que pudieran salir a una instalación exterior, otra sala o seguramente alguna prueba absurda. Todo lo que no fuera una pared o una broma absurda estaría bien. Si ese fuera el caso simplemente se dirigiría a la puerta blindada a ver si había alguna forma de abrirla.
En cualquier caso, se acercó a las compuertas del montacargas y aplicando una línea en la unión de las compuertas, bloqueo las compuertas con un poco de su Bungee gum. Ciertamente era una apuesta arriesgada, poco intuitiva, ya que un ladrón si una vía de escape pensada era algo nefasto, pero si todo salía según lo planeado seguramente su ticket de salida de la torre estuviera más que garantizado.
-Cuando me dijeron que había un armatoste capaz de volar un mar, no me imaginaba que estuviera en manos de bufones- mascullé arduamente cansado de la sucesión de eventos de la torre -En fin, deberíamos continuar, con un poco de suerte en unas horas habremos acabado con todo esto- continuó mientras terminaba de sellar la compuerta si nadie se lo impedía.
Tras eso miraría a sus compañeros, no hizo alusión ni a Kaito ni Zack, puesto, aunque a su manera habían resultado útiles, no eran nada comparado con la fuerza militar de la mujer que los acompañaba. Eso en cierta forma lo reconfortaba y lo hacia sentirse seguro, más no terminaba de fiarse de la arpía. Solo el recordar su aura de Jaya le hacía creer que estuviera afiliada a la revolución ¿Pero se podía esperar lealtad de un criminal que cambiaba constantemente de aspecto?
Incertidumbres a parte, si nadie, se dirigía a cortina se acercaría el con prudencia, después de la trata se esperaba cualquier cosa. Y procurando no tocar y generando una segunda piel alrededor de su mano movería la cortina hasta despejar la incógnita, tal vez hubiera una ventana por la que pudieran salir a una instalación exterior, otra sala o seguramente alguna prueba absurda. Todo lo que no fuera una pared o una broma absurda estaría bien. Si ese fuera el caso simplemente se dirigiría a la puerta blindada a ver si había alguna forma de abrirla.
-En primer lugar -comenzó, ante la respuesta de Zay- no sé quién es ese tal Inno, pero el comportamiento que mencionas no es propio de un marine. No al menos de uno que quiera tener al mando. Y segundo, sé lo que es. -Giró el rostro hacia él, serio- Y se sobrevive. Si un Marine tiene un comportamiento cuestionable, lo justo antes de prejuzgar y tratar de declararle la guerra a una organización que sí, tiene sus fallos y sí, desgraciadamente en ocasiones es cruel, es tratar de conocer un poco más aquello que quieres odiar. Y para ti va lo mismo.
Su dedo acusador se había plantado casi en la cara de Kenzo, señalándolo violentamente evitando al salvaje que se había adelantado momentáneamente. Lo había llamado "Alnium", lo cual era curioso ya que se trataba la pronunciación más correcta de su apellido que había escuchado. Pero no era momento de felicitar a un oficial por su habla, tenía que encontrar la forma de que Kenzo comprendiese que, más allá de la insubordinación que representaba aquello, ese pensamiento era nocivo para el Gobierno Mundial.
-Mira, dejando de lado que otro en mi lugar ya te habría degradado -"o hasta expulsado"- tienes que preguntarte qué nos diferencia de un asesino: Qué somos y qué representamos, por qué avanzamos y por qué luchamos. Vivimos para proteger y servir, para el Gobierno Mundial y sus ciudadanos. Todos. Los que nos defienden y los que nos insultan, los preeminentes pero también los criminales que tienen derecho a una oportunidad de defenderse. ¿Le has preguntado por qué hizo lo que hizo? ¿Vas a matar a alguien que te odia porque alguien que creyó como tú mató a su madre? ¿Y si tiene un hijo al que deja huérfano? ¿Vas a dejar que continúe la espiral del odio? Esa escalada, ese maldito toma y daca de gente como tú es lo que ha construido esta aguja. Gente como tú -bajó la mano para devolverla con temblorosa furia- tiene la culpa de que el mundo esté al borde del colapso. Porque os negáis a poneros en la piel del otro, porque no queréis sentaros a dialogar, porque queréis tener las manos manchadas de sangre. Sois unos asesinos sin ningún tipo de pudor que se abalanzan como poco más que bestias los unos sobre los otros. Y nunca olvides, soldado, que yo cargo en conciencia con cada uno de tus asesinatos por consentir que sigas haciéndolo en el nombre de la justicia. Tú no haces justicia, tú te vengas. Y hoy no, y tal vez no mañana, pero un día te darás cuenta, espero que a tiempo, de lo errado que estabas hoy. Así que, soldado, tú y tu compañero vais a avanzar ya hasta el fin de esta puta aguja, vais a salvar el puto mundo y vais a ignorar a cualquier criminal que no os ataque. ¿Y sabes por qué lo vas a hacer, soldado? -Acercó la cara lentamente a la de la momia con gesto gélido- Porque es una orden. Y si desobedeces no me conformaré con tu expulsión, estás avisado. ¡Kiritsu fuera!
El grito restalló en la estancia. Esperaba que fuese suficiente aviso para la brigada, e hizo una señal tanto a Zay como a Bleyd para que fuesen con él. Comenzó a caminar hacia la puerta por la que habían llegado, consultando el mapa que tenía. Si no había interpretado mal había algo extraño en la estancia del otro lado, algo que no cuadraba con el resto de pisos y que parecía llevar a alguna parte, sabe dios adónde.
-Ah, y tráete al novato -ordenó a Arthur una vez se puso a su altura-. Galhard necesitará un amiguito mientras pasa por el procedimiento Leiren.
Su dedo acusador se había plantado casi en la cara de Kenzo, señalándolo violentamente evitando al salvaje que se había adelantado momentáneamente. Lo había llamado "Alnium", lo cual era curioso ya que se trataba la pronunciación más correcta de su apellido que había escuchado. Pero no era momento de felicitar a un oficial por su habla, tenía que encontrar la forma de que Kenzo comprendiese que, más allá de la insubordinación que representaba aquello, ese pensamiento era nocivo para el Gobierno Mundial.
-Mira, dejando de lado que otro en mi lugar ya te habría degradado -"o hasta expulsado"- tienes que preguntarte qué nos diferencia de un asesino: Qué somos y qué representamos, por qué avanzamos y por qué luchamos. Vivimos para proteger y servir, para el Gobierno Mundial y sus ciudadanos. Todos. Los que nos defienden y los que nos insultan, los preeminentes pero también los criminales que tienen derecho a una oportunidad de defenderse. ¿Le has preguntado por qué hizo lo que hizo? ¿Vas a matar a alguien que te odia porque alguien que creyó como tú mató a su madre? ¿Y si tiene un hijo al que deja huérfano? ¿Vas a dejar que continúe la espiral del odio? Esa escalada, ese maldito toma y daca de gente como tú es lo que ha construido esta aguja. Gente como tú -bajó la mano para devolverla con temblorosa furia- tiene la culpa de que el mundo esté al borde del colapso. Porque os negáis a poneros en la piel del otro, porque no queréis sentaros a dialogar, porque queréis tener las manos manchadas de sangre. Sois unos asesinos sin ningún tipo de pudor que se abalanzan como poco más que bestias los unos sobre los otros. Y nunca olvides, soldado, que yo cargo en conciencia con cada uno de tus asesinatos por consentir que sigas haciéndolo en el nombre de la justicia. Tú no haces justicia, tú te vengas. Y hoy no, y tal vez no mañana, pero un día te darás cuenta, espero que a tiempo, de lo errado que estabas hoy. Así que, soldado, tú y tu compañero vais a avanzar ya hasta el fin de esta puta aguja, vais a salvar el puto mundo y vais a ignorar a cualquier criminal que no os ataque. ¿Y sabes por qué lo vas a hacer, soldado? -Acercó la cara lentamente a la de la momia con gesto gélido- Porque es una orden. Y si desobedeces no me conformaré con tu expulsión, estás avisado. ¡Kiritsu fuera!
El grito restalló en la estancia. Esperaba que fuese suficiente aviso para la brigada, e hizo una señal tanto a Zay como a Bleyd para que fuesen con él. Comenzó a caminar hacia la puerta por la que habían llegado, consultando el mapa que tenía. Si no había interpretado mal había algo extraño en la estancia del otro lado, algo que no cuadraba con el resto de pisos y que parecía llevar a alguna parte, sabe dios adónde.
-Ah, y tráete al novato -ordenó a Arthur una vez se puso a su altura-. Galhard necesitará un amiguito mientras pasa por el procedimiento Leiren.
- Resumen (Kiritsu, Zay, Bleyd, Erik):
- Perorata a Kenzo, enfilar hacia $31 y ordenar a Bleyd y Zay que me sigan. Y a Arthur que secuestre a Erik.
Katharina von Steinhell
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Se hubiese mostrado completamente segura de que el cuerpo que yacía sobre el escenario no tenía vida, si el hechizo hubiera funcionado. Podría decirse que no fue más que un gasto innecesario de energía, pero, afortunadamente, los conjuros de la Escuela de Nigromancia apenas consumían recursos. Sin embargo, aquello había servido para que la pirata se diese cuenta de una cosa: los fantasmas podían poseer cuerpos. ¿Lo mismo le sucedería a ella si se dejaba impactar por uno de esos espíritus? Esperaba que no. Esperaba que su fuerza de voluntad fuese lo suficientemente fuerte como para resistir los efectos de esas fantasmagóricas criaturas.
Verse o no poseída por un revoltoso espíritu pasó a ser la menor de sus preocupaciones. Durante sólo un instante los fantasmas desaparecieron de la habitación, pero no tardaron en volver. Eran tantos que contarlos se volvería una tarea tediosa e innecesaria, sin embargo, había uno en especial que llamaba la atención por sobre todos los demás. Era inmenso y poco a poco comenzaba a abarcar más y más espacio, mientras sus compañeritos, pequeños y veloces, provocaban ligeros temblores que, de no ser por el excepcional equilibrio de Katharina, le habrían hecho caer. Por otra parte, no había que ser demasiado listo para darse cuenta de que quedarse allí no era una opción, ya fuera por los temblores o por el gigantesco gordinflón que crecía por cada segundo que transcurría.
Y así como la bruja había advertido la posibilidad de una explosión, el alcalde también lo había hecho. Al menos Katharina podía contar con la inteligencia de ese misterioso hombre quien, comunicándose telepáticamente, hizo saber sus preocupaciones. A la bruja no le importaba qué salida tomar, mientras pudieran escapar de ese lugar, así que sin esperar mucho más se dirigió hacia su compañero:
—Voy detrás de ti.
Tal y como había dicho, Katharina corrió lo más deprisa que le permitieron sus piernas en dirección a la salida.
Verse o no poseída por un revoltoso espíritu pasó a ser la menor de sus preocupaciones. Durante sólo un instante los fantasmas desaparecieron de la habitación, pero no tardaron en volver. Eran tantos que contarlos se volvería una tarea tediosa e innecesaria, sin embargo, había uno en especial que llamaba la atención por sobre todos los demás. Era inmenso y poco a poco comenzaba a abarcar más y más espacio, mientras sus compañeritos, pequeños y veloces, provocaban ligeros temblores que, de no ser por el excepcional equilibrio de Katharina, le habrían hecho caer. Por otra parte, no había que ser demasiado listo para darse cuenta de que quedarse allí no era una opción, ya fuera por los temblores o por el gigantesco gordinflón que crecía por cada segundo que transcurría.
Y así como la bruja había advertido la posibilidad de una explosión, el alcalde también lo había hecho. Al menos Katharina podía contar con la inteligencia de ese misterioso hombre quien, comunicándose telepáticamente, hizo saber sus preocupaciones. A la bruja no le importaba qué salida tomar, mientras pudieran escapar de ese lugar, así que sin esperar mucho más se dirigió hacia su compañero:
—Voy detrás de ti.
Tal y como había dicho, Katharina corrió lo más deprisa que le permitieron sus piernas en dirección a la salida.
Midorima Shintaro
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Avanzaron. Con una que otra complicación, pero lo hicieron. Braud demostraba tener una gran fuerza física, pero poco cerebro, pero al menos había logrado romper la puerta y entraron en una nueva sala y lo que vio fue… Alucinante cuanto menos. La sala era diferente a las otras, pero, de todos modos, no era lo que más resaltaba ni siquiera con su amarillo chillón en las paredes ni el verde fosforescente del suelo. Lo que más resaltaba era el tipo y las chicas que lo rodeaban como si fuera una especie de famoso. No era del tipo de personas que seguía el mundo de la música, así que no lograba identificarlo, por mucho que lo intentara. Aunque si sabía una cosa, estaba como una puta cabra. ¿Desafío de baile? Sí, claro. Midorima no iba a bailar, ni ahora ni nunca, no porque fuera alguien con poca personalidad, de hecho, le sobraba, pero no estaban ahí para perder el tiempo.
Empezó a reír a carcajadas. La situación era irrisoria y quizás molestase un poco al tipo que tenía frente o a su, quizás, más estúpido club de fans. Tenía una idea mucho mejor, solo derrotarlo y seguir como si eso nunca hubiera pasado. Dudaba que Simo o Braud hicieran caso a sus palabras, pero tampoco le interesaba. Si ellos querían perder el tiempo en algo tan inútil como eso, era su decisión, él iba a tomar el camino rápido y sencillo. Luchar. Se adelantó un poco a sus compañeros, miró al imbécil de turno y sonrió lleno de confianza. Suspiró, tenía una pequeña idea. Agachó su cabeza, colocó una mano sobre ella, giró y quedó mirando a un lado. Había visto un único paso de baile en toda su vida y lo iba a usar para burlarse de él. Empezó a mover sus pies, arrastrándolos por el suelo y moviéndose un poco para finalmente, hacer un giro completo y al volver a quedar frente a frente al lunático del baile, le hizo un gesto ofensivo usando su dedo corazón.
—Toma tu baile —dijo mientras empezaba a caminar tranquilamente —. Simo, cúbrenos de las fans. Mantenlas alejadas de nosotros, sino solo las liquidas. Como quieras —mencionó mientras imbuyó su puño derecho en su Busoushoku —. Bucharatti… Haz lo que veas conveniente, si quieres te mantienes al margen. Soy más que suficiente —comentó. No podía decirle qué hacer a Braud, era el más impredecible de todos, pero dudaba que se quedara al margen.
No tenía intenciones de usar sus técnicas, quizás era suficiente con solo eso. Usó el Soru para aparecer frente a… ¿Monkey B? ¿Mono B? ¿Money B? Le daba igual su nombre, solo quería darle un poderoso puñetazo en su rostro y eso fue lo que intentó. Funcionara o no, se alejaría de su oponente dando un par de saltos y activando su mantra para evitar futuras sorpresas. Era su momento para deshacerse de todo su estrés y poder seguir adelante.
Empezó a reír a carcajadas. La situación era irrisoria y quizás molestase un poco al tipo que tenía frente o a su, quizás, más estúpido club de fans. Tenía una idea mucho mejor, solo derrotarlo y seguir como si eso nunca hubiera pasado. Dudaba que Simo o Braud hicieran caso a sus palabras, pero tampoco le interesaba. Si ellos querían perder el tiempo en algo tan inútil como eso, era su decisión, él iba a tomar el camino rápido y sencillo. Luchar. Se adelantó un poco a sus compañeros, miró al imbécil de turno y sonrió lleno de confianza. Suspiró, tenía una pequeña idea. Agachó su cabeza, colocó una mano sobre ella, giró y quedó mirando a un lado. Había visto un único paso de baile en toda su vida y lo iba a usar para burlarse de él. Empezó a mover sus pies, arrastrándolos por el suelo y moviéndose un poco para finalmente, hacer un giro completo y al volver a quedar frente a frente al lunático del baile, le hizo un gesto ofensivo usando su dedo corazón.
—Toma tu baile —dijo mientras empezaba a caminar tranquilamente —. Simo, cúbrenos de las fans. Mantenlas alejadas de nosotros, sino solo las liquidas. Como quieras —mencionó mientras imbuyó su puño derecho en su Busoushoku —. Bucharatti… Haz lo que veas conveniente, si quieres te mantienes al margen. Soy más que suficiente —comentó. No podía decirle qué hacer a Braud, era el más impredecible de todos, pero dudaba que se quedara al margen.
No tenía intenciones de usar sus técnicas, quizás era suficiente con solo eso. Usó el Soru para aparecer frente a… ¿Monkey B? ¿Mono B? ¿Money B? Le daba igual su nombre, solo quería darle un poderoso puñetazo en su rostro y eso fue lo que intentó. Funcionara o no, se alejaría de su oponente dando un par de saltos y activando su mantra para evitar futuras sorpresas. Era su momento para deshacerse de todo su estrés y poder seguir adelante.
- Resumen:
- Hacer el moonwalk para mofarse de Monney B. Decirle cosas a Simo y Bucharratti. Intentar partirle la cara a Monney B.
Velocidad 8 || Agilidad 7 || Reflejos 6 || Fuerza 4 || Resistencia 4
Soru.
Busouskou Haki Tier 6
Brynn
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Sin rostro consiguió bloquear el ataque con éxito, sin embargo se vió obligado a retroceder unos centímetros fruto de la brutal fuerza del semigigante. Pero lo peor no fue aquello, sino el sonido seco que se produjo cuando su onda cortante chocó contra el cuerpo del semigigante.
Juguemos
El negro observó entonces el panorama, fijándose en sus compañeros, y empezó a mutar su cuerpo. De su espalda surgieron unas alas amarillentas, mientras su altura le llevaba hasta los tres metros y sus músculos aumentaban de tamaño mientras una serie de plumas naranjas le rodeaban. Con su machete en mano, encorvó su posición hasta apuntar al semigigante con su cuerpo, y entonces se decidió a impulsarse con sus alas en su dirección.
En el trayecto su machete se tiñó de negro a la par que mantenía la temperatura de mil doscientos grados, y su sonrisa se prununció ligeramente. Lo cierto era que aquél semigigante sufriría la ira que sin rostro llevaba tiempo sin mostrar. O quizá debido a que llevaba tiempo sin mostrarla sería el propio Brynn quien sufriría las consecuencias.
Una vez el asesino estuviese cerca del semigigante, se limitaría a realizar un corte horizontal seguido de uno vertical para, justo después, impulsarse al lateral y hacer lo mismo de nuevo.
Juguemos
El negro observó entonces el panorama, fijándose en sus compañeros, y empezó a mutar su cuerpo. De su espalda surgieron unas alas amarillentas, mientras su altura le llevaba hasta los tres metros y sus músculos aumentaban de tamaño mientras una serie de plumas naranjas le rodeaban. Con su machete en mano, encorvó su posición hasta apuntar al semigigante con su cuerpo, y entonces se decidió a impulsarse con sus alas en su dirección.
En el trayecto su machete se tiñó de negro a la par que mantenía la temperatura de mil doscientos grados, y su sonrisa se prununció ligeramente. Lo cierto era que aquél semigigante sufriría la ira que sin rostro llevaba tiempo sin mostrar. O quizá debido a que llevaba tiempo sin mostrarla sería el propio Brynn quien sufriría las consecuencias.
Una vez el asesino estuviese cerca del semigigante, se limitaría a realizar un corte horizontal seguido de uno vertical para, justo después, impulsarse al lateral y hacer lo mismo de nuevo.
- Resumen:
Transformarse e intentar herir al semigigante.
- Cosas:
- Forma akuma:
Fight form: A diferencia de en el resto de sus formas, el usuario conserva los brazos, y las alas surgen de su espalda. Su estatura habitual se incrementa, alcanzando los tres metros de altura y su musculatura, recubierta parcialmente por plumas oscuras, se ve ligeramente incrementada; en esta forma su fuerza se incrementa en un 200%
Sus alas tornan de un color amarillento, mientras que el resto del cuerpo coge uno anaranjado.
- Stats:
Agilidad: x4 + x2.5(Híbrida)
Sigilo: x3 + x2 (Hibrida)
Reflejos: x4 + x2.5 (Hibrida)
Puntería: x3
Poder de destrucción: x1
Fuerza: x2 (Hibrida) + x2 (Fight Form)
Ellie
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- Ya… Lo siento. Espero que al menos hayas recibido menos golpes en el ascensor.
La mink estaba realmente preocupada por el estado de su nueva amiga, sin embargo, pronto tuvo una pequeña distracción a la que aferrarse para no darle más vueltas. Iulio había iluminado la sala con su luz, algo que le costó unos segundos asimilar, hasta que por fin observó dónde estaban realmente.
Había un montón de seres atados de pies y manos. En una primer impresión parecían minks, pero algo le decía a la loba que no compartían raza con ella. De repente, uno de ellos -de enorme tamaño- se presentó justo delante de ellos, agitando una pala y golpeando el suelo con fuerza. Les dijo que su pueblo jamás se rendiría, y entendió que eran ellos quienes les habían puesto las cadenas. Nada más lejos de la realidad, la agente dió unos pasos al frente, situándose a escasos tres metros del ser con corona, y estando a rango de que éste le golpease con su pala.
- ¡No! -gritó con rabia- Mírame, soy parecida a tí, jamás os haría daño, y mis amigos tampoco. No sé quién os habrá hecho esto, pero vengo a liberaros. Aunque para ello… Deberéis ayudarnos a salvar el mundo. Os prometo que os dejaré libres, y solo tendréis que ayudarnos a llegar hasta el fondo de este lugar y dar con el creador. ¿Os parece?
La mink fijó sus ojos en los del ser que tenía en frente, y aunque no las tenía todas consigo, pensó que quizá su parecido físico pudiese ser ese punto que necesitaba para que los seres que tenía enfrente la creyesen. Después de todo, no había dicho ninguna mentira.
En caso de que el enorme tipo con corona accediese, intentaría liberar a todos los compañeros de éste, ya fuera rompiendo las cuerdas que tuviesen o empleando su magma cuidadosamente para abrir las cadenas más gruesas.
La mink estaba realmente preocupada por el estado de su nueva amiga, sin embargo, pronto tuvo una pequeña distracción a la que aferrarse para no darle más vueltas. Iulio había iluminado la sala con su luz, algo que le costó unos segundos asimilar, hasta que por fin observó dónde estaban realmente.
Había un montón de seres atados de pies y manos. En una primer impresión parecían minks, pero algo le decía a la loba que no compartían raza con ella. De repente, uno de ellos -de enorme tamaño- se presentó justo delante de ellos, agitando una pala y golpeando el suelo con fuerza. Les dijo que su pueblo jamás se rendiría, y entendió que eran ellos quienes les habían puesto las cadenas. Nada más lejos de la realidad, la agente dió unos pasos al frente, situándose a escasos tres metros del ser con corona, y estando a rango de que éste le golpease con su pala.
- ¡No! -gritó con rabia- Mírame, soy parecida a tí, jamás os haría daño, y mis amigos tampoco. No sé quién os habrá hecho esto, pero vengo a liberaros. Aunque para ello… Deberéis ayudarnos a salvar el mundo. Os prometo que os dejaré libres, y solo tendréis que ayudarnos a llegar hasta el fondo de este lugar y dar con el creador. ¿Os parece?
La mink fijó sus ojos en los del ser que tenía en frente, y aunque no las tenía todas consigo, pensó que quizá su parecido físico pudiese ser ese punto que necesitaba para que los seres que tenía enfrente la creyesen. Después de todo, no había dicho ninguna mentira.
En caso de que el enorme tipo con corona accediese, intentaría liberar a todos los compañeros de éste, ya fuera rompiendo las cuerdas que tuviesen o empleando su magma cuidadosamente para abrir las cadenas más gruesas.
- Resumen:
Intentar convencer al ser de la corona y, si accede, liberar a sus compañeros.
Dretch
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Dretch tenía muchos defectos, pero entre todos ellos no había lugar para la sordera. Podía recordar con total nitidez como, justo antes de que la puerta se cerrara tras de sí, Taylor les había rogado que no la dejaran atrás. Sin embargo, cuando el mecanismo de seguridad de la puerta volvió ponerse en funcionamiento y ambos volvieron a reencontrarse, casi parecía como si aquel momento nunca hubiese ocurrido. Cuando la iniciada rompió el silencio, en seguida comenzó a actuar como si su estancia allí fuera innecesaria, como si su lugar estuviese junto a Zor-El y Kenzo y, en el fondo tenía razón. Pero, para bien o para mal, ese no era su estilo.
Sin embargo, cuando Taylor terminó de farfullar, ambos continuaron su marcha en un incómodo silencio. Subieron las escaleras hasta el piso superior acompañados de los dos extraños sujetos con los que Taylor había regresado de la sala de los vapores. Aunque el agente creía conocer el camino, dudaba de que camino debía tomar. Avanzaron por un estrecho pasillo hasta acabar llegando una sala en la que en algún momento debió de haber un montacargas.
Dretch se asomó hacia el hueco de este, esperando que un nuevo camino se presentase frente a él, pero al mirar hacia arriba de la cavidad, se topó con un techo. El montacargas eras de bajada. Aquello hizo que el norteño chasquease la lengua decepcionado y que se volviese hacia la iniciada, retomando la conversación donde ella la había dejado.
- Ya sé que no era necesario esperarte, pero… Supongo que puedo permitírmelo ¿Recuerdas nuestra pequeña charla en el barco de los ancianos? Yo nunca dije que fuese un buen líder, de hecho, no lo soy – se excusó, encogiéndose de hombros – Estoy harto de decepciones, Fitzgerald. Desde que conocí a Leblanc, eres el primer agente de la Karasu que no ha tratado de ocultarme nada y que ha confiado en mis decisiones, aun cuando estas pudieran ser cuestionables.
Tras decir aquello, comenzó a caminar por la sala en busca de alguna pista que los llevase hacia otro camino. Al ver el hueco del montacargas, el agente había pensado que podrían valerse de los cables de este para acceder con facilidad hacia los pisos superiores. Pero precisamente la facilidad era algo que, por lo que sea, aquella noche escaseaba.
- Creo que he encontrado algo – comentó al avanzar hacia una sala contigua y percatarse de la presencia de un extraño piano de juguete, pues apenas contaba con siete teclas y estas estaban esculpidas con el nombre de su nota musical – Mas acertijos… ¿Tienes algo que hacer esta noche? – se burló, invitándola a pasar a la sala para que tratara de resolver el misterio.
Sin embargo, cuando Taylor terminó de farfullar, ambos continuaron su marcha en un incómodo silencio. Subieron las escaleras hasta el piso superior acompañados de los dos extraños sujetos con los que Taylor había regresado de la sala de los vapores. Aunque el agente creía conocer el camino, dudaba de que camino debía tomar. Avanzaron por un estrecho pasillo hasta acabar llegando una sala en la que en algún momento debió de haber un montacargas.
Dretch se asomó hacia el hueco de este, esperando que un nuevo camino se presentase frente a él, pero al mirar hacia arriba de la cavidad, se topó con un techo. El montacargas eras de bajada. Aquello hizo que el norteño chasquease la lengua decepcionado y que se volviese hacia la iniciada, retomando la conversación donde ella la había dejado.
- Ya sé que no era necesario esperarte, pero… Supongo que puedo permitírmelo ¿Recuerdas nuestra pequeña charla en el barco de los ancianos? Yo nunca dije que fuese un buen líder, de hecho, no lo soy – se excusó, encogiéndose de hombros – Estoy harto de decepciones, Fitzgerald. Desde que conocí a Leblanc, eres el primer agente de la Karasu que no ha tratado de ocultarme nada y que ha confiado en mis decisiones, aun cuando estas pudieran ser cuestionables.
Tras decir aquello, comenzó a caminar por la sala en busca de alguna pista que los llevase hacia otro camino. Al ver el hueco del montacargas, el agente había pensado que podrían valerse de los cables de este para acceder con facilidad hacia los pisos superiores. Pero precisamente la facilidad era algo que, por lo que sea, aquella noche escaseaba.
- Creo que he encontrado algo – comentó al avanzar hacia una sala contigua y percatarse de la presencia de un extraño piano de juguete, pues apenas contaba con siete teclas y estas estaban esculpidas con el nombre de su nota musical – Mas acertijos… ¿Tienes algo que hacer esta noche? – se burló, invitándola a pasar a la sala para que tratara de resolver el misterio.
Kaito Takumi
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A la vez que Kaito se alejaba paciente y silenciosamente de Zack, el globo hacía lo mismo; siguiéndole. Esto dejó desconcertado al pobre ningyo que había observado con su sexto sentido la ausencia de vida en el objeto, lo que, según su lógica, eliminaba las posibilidades de que aquella cosa estuviese bajo el influjo de una logia. Poco tardó en considerar que las paramecias podrían verse también envueltas en el asunto. “Malditas paramecias”, se dijo maldiciendo la absurda categoría comodín de las frutas del diablo. “O maldita tecnología que parece magia”, reconsideró poco después.
Pasando a la amenaza más obvia, el pelirrojo fue entonces plenamente consciente del marrón en el que se habían metido. El sepulcral silencio y las verdaderas ganas de matar de su oponente le produjeron la sensación de unos dedos ágiles y pequeños subiendo por su espina dorsal. Contuvo la respiración, preso de la tensión de su situación. Notó que el pelo de detrás del cuello se le erizaba igual que si estuviera formado de duras púas. Aquel tipo era verdaderamente peligroso… Y eso significaba que, aunque sacasen un siete, subirían dándole la espalda al predador.
—¿Los lanzas tú? —le sugirió a Zack—. Nunca he tenido buena suerte. Ni un buen brazo.
Y ahora realmente la necesitaban. De hecho, necesitaba una pizca más para que el ingeniero viese a través de su último inciso para que su plan tuviese una mínima probabilidad de éxito.
Dejando que su compañero decidiese su destino, si es que podía llamarse destino a aquella broma del mismo, el carnicero del mar se preparó para el combate que de una manera u otra tendrían que librar. No se fiaba de nadie, lo que le incluía él mismo, y algo le decía que aquella burda tirada era tan solo una jugarreta para que bajaran la guardia. Una que tenía que mantener en dos direcciones totalmente opuestas.
Una vez se lanzasen los dados, ante lo que intentaría no ser partícipe directo, Kaito saldría disparado hacia el enemigo obsesionado con la dama fortuna. Debía aprovechar aquel momento de debilidad para atacarle; el único que tendrían para sellar su destino. Procurando colocar su bichero para intentar inmovilizarle el brazo armado con su punta engarfiada y utilizando sus tentáculos para agarrarle las piernas ante una posible retirada, intentaría dar una puñalada a su rostro. Una que detendría a escasos centímetros del mismo, preferentemente sobre uno de sus ojos, el instante necesario para conocer el resultado de los dados. Había bastantes probabilidades de que saliese un siete, y ello guardaba un secreto que de seguro quería conocer.
Con los tentáculos del lado libre y temporalmente desarmado del muchacho, intentaría lanzarlos para apresar su costado como un pulpo hacía con un inofensivo cangrejo. Aquella mano libre, al fin y al cabo, aún podía convertirse en una peligrosa pinza, y debía inmovilizarla antes de que metamorfoseara.
Una vez conociese el resultado, y si este no marcaba el siete, intentaría asesinar al psicópata como pudiera. Que él utilizase su mantra para predecir sus movimientos conllevaba que su enemigo muy probablemente también estuviese haciendo lo mismo, y el que llegara a inmovilizarlo o a posar su navaja en un punto tan vital como la frágil cuenca del ojo que daba a su enfermo cerebro era… poco realista. Por mucho que hubiera sabido ver a través de la clara obsesión de su adversario, este había sido capaz de atacar a SUPAIDAMAN… O al menos de sacarle un trozo de ropa.
Claro está, que aquella maniobra no fuese posible conllevaba que Kaito optase por bien separarse de él tras unas "patadas" para intentar no salir demasiado cortado, o bien que siquiera hubiera tenido la oportunidad de llegarle, ante lo que, de nuevo, intentaría retroceder y poner tierra, y a Zack, de por medio. Los escudos humanos venían realmente bien, especialmente cuando el que tenía a su disposición era un espadachín.
Y bueno, una vez conociese el secreto del señor... y si todo había salido como su escaso optimismo no le dejaba apenas soñar, daría muerte a aquel tipejo con una precisa puñalada cargada con su voluntad de matar.
Pasando a la amenaza más obvia, el pelirrojo fue entonces plenamente consciente del marrón en el que se habían metido. El sepulcral silencio y las verdaderas ganas de matar de su oponente le produjeron la sensación de unos dedos ágiles y pequeños subiendo por su espina dorsal. Contuvo la respiración, preso de la tensión de su situación. Notó que el pelo de detrás del cuello se le erizaba igual que si estuviera formado de duras púas. Aquel tipo era verdaderamente peligroso… Y eso significaba que, aunque sacasen un siete, subirían dándole la espalda al predador.
—¿Los lanzas tú? —le sugirió a Zack—. Nunca he tenido buena suerte. Ni un buen brazo.
Y ahora realmente la necesitaban. De hecho, necesitaba una pizca más para que el ingeniero viese a través de su último inciso para que su plan tuviese una mínima probabilidad de éxito.
Dejando que su compañero decidiese su destino, si es que podía llamarse destino a aquella broma del mismo, el carnicero del mar se preparó para el combate que de una manera u otra tendrían que librar. No se fiaba de nadie, lo que le incluía él mismo, y algo le decía que aquella burda tirada era tan solo una jugarreta para que bajaran la guardia. Una que tenía que mantener en dos direcciones totalmente opuestas.
Una vez se lanzasen los dados, ante lo que intentaría no ser partícipe directo, Kaito saldría disparado hacia el enemigo obsesionado con la dama fortuna. Debía aprovechar aquel momento de debilidad para atacarle; el único que tendrían para sellar su destino. Procurando colocar su bichero para intentar inmovilizarle el brazo armado con su punta engarfiada y utilizando sus tentáculos para agarrarle las piernas ante una posible retirada, intentaría dar una puñalada a su rostro. Una que detendría a escasos centímetros del mismo, preferentemente sobre uno de sus ojos, el instante necesario para conocer el resultado de los dados. Había bastantes probabilidades de que saliese un siete, y ello guardaba un secreto que de seguro quería conocer.
Con los tentáculos del lado libre y temporalmente desarmado del muchacho, intentaría lanzarlos para apresar su costado como un pulpo hacía con un inofensivo cangrejo. Aquella mano libre, al fin y al cabo, aún podía convertirse en una peligrosa pinza, y debía inmovilizarla antes de que metamorfoseara.
Una vez conociese el resultado, y si este no marcaba el siete, intentaría asesinar al psicópata como pudiera. Que él utilizase su mantra para predecir sus movimientos conllevaba que su enemigo muy probablemente también estuviese haciendo lo mismo, y el que llegara a inmovilizarlo o a posar su navaja en un punto tan vital como la frágil cuenca del ojo que daba a su enfermo cerebro era… poco realista. Por mucho que hubiera sabido ver a través de la clara obsesión de su adversario, este había sido capaz de atacar a SUPAIDAMAN… O al menos de sacarle un trozo de ropa.
Claro está, que aquella maniobra no fuese posible conllevaba que Kaito optase por bien separarse de él tras unas "patadas" para intentar no salir demasiado cortado, o bien que siquiera hubiera tenido la oportunidad de llegarle, ante lo que, de nuevo, intentaría retroceder y poner tierra, y a Zack, de por medio. Los escudos humanos venían realmente bien, especialmente cuando el que tenía a su disposición era un espadachín.
Y bueno, una vez conociese el secreto del señor... y si todo había salido como su escaso optimismo no le dejaba apenas soñar, daría muerte a aquel tipejo con una precisa puñalada cargada con su voluntad de matar.
- RESUMEN:
Analizar cosas.
Decirle a Zack que "lance" los dados. A ver si coje que tiene que lanzarlos lejos para que el señor loco se detenga a mirarlos-se gire.
Decidir "atacar" al señor justo en la lanzada de dados, que es cuando considera está "distraído" por su obsesión.
Intentar atacar para matarle si el resultado no es favorable (Si no sale 7), para matarlo.
Que no puedo, pues salir del combate como pueda (Si he llegado a entrar) con patadas. Y Si no he podido ni llegar, pues para atrás y que entre Zack primero, que para algo es un escudo hum... un espadachín.
TURNO DE HAKI MANTRA -> 2
Opt (Haki Armamento (si el combate no es realmente combate y dice el secreto) 1)
Nivel 30: Sigilo 3, Reflejos 3, Agilidad 2+3, Velocidad 1, Supervivencia 2
Nivel 40: Sigilo 4, Reflejos 4, Agilidad 2+3, Velocidad 1, Supervivencia 2
Taylor Fitzgerald
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El silencio incómodo duró hasta que por fin su superior se dignó a hablar. Taylor estaba ensimismada en las órdenes que estaba recibiendo hasta que su voz captó la atención de esta. Le miró de reojo por lo que había dicho anteriormente, quizás había sonado a que no tenía importancia, pero no era así. Aunque ella estaba diseñada para ser perfecta era relevante en la misión, pues aunque le pasara algo podía ser reconstruida, cosa que con sus nuevos compañeros jamás podría ocurrir.
La autómata entendía las razones de Dretch y sonrió cuando este dijo sus últimas palabras. Ella siempre había sido sincera desde un primer momento, no tenía lugar para la mentira y ni una sola razón para rechazar sus órdenes. Era el líder y a los líderes había que obedecerlos y ella, estaba diseñada para cumplir órdenes aunque fuesen un suicidio. Aun así, Taylor guardó silencio durante un momento y luego le miró, deteniéndose durante unos instantes aunque más tarde recobraría la marcha.
-Eres un buen líder digas lo que digas. Has demostrado preocuparte por cada uno de nosotros y has sido sincero desde el principio con lo que nos ocultabas - señaló, llegando a rozar durante un momento parte de su brazo mecánico, aunque enseguida apartó la mano -. He trabajado con gente que jamás perdería el tiempo con novatos o sus propios subordinados, les dan igual las vidas de personas que confían en ellos con tal de lograr su objetivo. Esa gente no es un líder de verdad, no tiene en cuenta a los demás y por lo general, acaban fracasando. - Caminó de nuevo, echando una mirada hacia atrás para ver que Bizvan y Tobías los seguían y continuó hablando -. Ya te dije antes de entrar en la Aguja que contaras conmigo, yo no voy a cuestionar tus decisiones si crees que haces lo correcto y pase lo que pase te ayudaré aquí y fuera.
Sus palabras fueron firmes hasta que llegaron a una extraña puerta. También había un montacargas, pero no parecía funcionar como era debido y Taylor chasqueó la lengua. Cada vez más y más trabas que la exasperaban. Siguió al agente hasta que llegaron a una sala contigua en la que parecía no haber nada salvo un piano de juguete. La muchacha rio ante el comentario de su superior y se adelantó para observar el teclado.
-Ponte cómodo porque la noche va para largo - dijo mirándolo, para después girarse y pasar la mano sobre el teclado -. Estoy harta de teclados.
No parecía un acertijo muy complejo, algo sin más para retrasarlos. Taylor examinó la frase y las teclas del piano. Estaba hecho para niños. Pulsó cada tecla en orden tal y como marcaba la frase. Cinco notas musicales, cinco pulsaciones. Igual había un patrón lógico detrás de todas estas y debía crear una melodía acorde con las notas. Se detuvo. Estaba complicándose demasiado para algo tan sencillo y se quedó con la primera idea, el mismo orden de las notas musicales que al ser pulsadas emitían una melodía. Tras eso, se echó para atrás.
La autómata entendía las razones de Dretch y sonrió cuando este dijo sus últimas palabras. Ella siempre había sido sincera desde un primer momento, no tenía lugar para la mentira y ni una sola razón para rechazar sus órdenes. Era el líder y a los líderes había que obedecerlos y ella, estaba diseñada para cumplir órdenes aunque fuesen un suicidio. Aun así, Taylor guardó silencio durante un momento y luego le miró, deteniéndose durante unos instantes aunque más tarde recobraría la marcha.
-Eres un buen líder digas lo que digas. Has demostrado preocuparte por cada uno de nosotros y has sido sincero desde el principio con lo que nos ocultabas - señaló, llegando a rozar durante un momento parte de su brazo mecánico, aunque enseguida apartó la mano -. He trabajado con gente que jamás perdería el tiempo con novatos o sus propios subordinados, les dan igual las vidas de personas que confían en ellos con tal de lograr su objetivo. Esa gente no es un líder de verdad, no tiene en cuenta a los demás y por lo general, acaban fracasando. - Caminó de nuevo, echando una mirada hacia atrás para ver que Bizvan y Tobías los seguían y continuó hablando -. Ya te dije antes de entrar en la Aguja que contaras conmigo, yo no voy a cuestionar tus decisiones si crees que haces lo correcto y pase lo que pase te ayudaré aquí y fuera.
Sus palabras fueron firmes hasta que llegaron a una extraña puerta. También había un montacargas, pero no parecía funcionar como era debido y Taylor chasqueó la lengua. Cada vez más y más trabas que la exasperaban. Siguió al agente hasta que llegaron a una sala contigua en la que parecía no haber nada salvo un piano de juguete. La muchacha rio ante el comentario de su superior y se adelantó para observar el teclado.
-Ponte cómodo porque la noche va para largo - dijo mirándolo, para después girarse y pasar la mano sobre el teclado -. Estoy harta de teclados.
No parecía un acertijo muy complejo, algo sin más para retrasarlos. Taylor examinó la frase y las teclas del piano. Estaba hecho para niños. Pulsó cada tecla en orden tal y como marcaba la frase. Cinco notas musicales, cinco pulsaciones. Igual había un patrón lógico detrás de todas estas y debía crear una melodía acorde con las notas. Se detuvo. Estaba complicándose demasiado para algo tan sencillo y se quedó con la primera idea, el mismo orden de las notas musicales que al ser pulsadas emitían una melodía. Tras eso, se echó para atrás.
Rei Arslan
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Sus fuerzas estaban todas en sus manos y en las barreras de viento que había provocado, no fue suficiente para derrotar a Krauser, pero al menos para espantarlo de momento. Mientras estaba en ese modo, Edward estaba intentando curar la herida de la arquera aunque no llegó a hacerlo del todo puesto que salieron volando por los aires. Annie chocó de espaldas contra una de las paredes y cayó al suelo, dolorida.
Aquel golpe de desconcentración hizo que dejara de llevar a cabo su voluntad de hierro. Levantó un poco la cabeza, observando como estaban todos los demás y se mantuvo un poco así en el suelo hasta que se fijó en un muchacho con el pelo blanco y bastantes costuras en su rostro. Entrecerró los ojos, pensando en si era una imaginación o era real, pero parecía más real que una ilusión.
-¿Y tú quién eres? - Inquirió levantándose con ayuda de las dos manos.
Tras aquella respuesta, se pondría en pie del todo, sacudiendo parte de su ropa debido al polvo que había cogido. Sus ropajes ya de por si no es que estuvieran muy limpios con tanta mancha de sangre. Por suerte la herida grave se iría cerrando sola con el tiempo y gracias a su regeneración. Antes de destruir la Aguja seguramente estuviera curada del todo, aun así, decidió agradecer a Edward por haberla ayudado.
Tras eso, avanzó hasta llegar a una especie de montacargas. Había una serie de botones que llamaban su atención, pero el principal era ir hacia arriba.
-Osuka, tenemos que continuar, vayamos al último piso - sugirió, tras eso se giró de nuevo hacia el muchacho extraño - ¿Te vienes con nosotros?
Aquel golpe de desconcentración hizo que dejara de llevar a cabo su voluntad de hierro. Levantó un poco la cabeza, observando como estaban todos los demás y se mantuvo un poco así en el suelo hasta que se fijó en un muchacho con el pelo blanco y bastantes costuras en su rostro. Entrecerró los ojos, pensando en si era una imaginación o era real, pero parecía más real que una ilusión.
-¿Y tú quién eres? - Inquirió levantándose con ayuda de las dos manos.
Tras aquella respuesta, se pondría en pie del todo, sacudiendo parte de su ropa debido al polvo que había cogido. Sus ropajes ya de por si no es que estuvieran muy limpios con tanta mancha de sangre. Por suerte la herida grave se iría cerrando sola con el tiempo y gracias a su regeneración. Antes de destruir la Aguja seguramente estuviera curada del todo, aun así, decidió agradecer a Edward por haberla ayudado.
Tras eso, avanzó hasta llegar a una especie de montacargas. Había una serie de botones que llamaban su atención, pero el principal era ir hacia arriba.
-Osuka, tenemos que continuar, vayamos al último piso - sugirió, tras eso se giró de nuevo hacia el muchacho extraño - ¿Te vienes con nosotros?
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Tras las estúpidas canciones que hice, la pantalla se hizo a un lado para dejarme pasar, y de la misma forma pasó con el resto de mis compañeros. Absurdo, conocía alguna mejor que las que había probado, su nivel de aceptación por cualquier estupidez era asombrosa y se quedaba con cualquier cosa que escuchase.
Seguí al resto de la brigada por inercia sin prestar atención a nada de lo que había alrededor, llegando a una sala en la que ya había gente, con un vistazo pude reconocer que había algunos marines, pero también había piratas. Esto fue fácilmente deducible pues los marines estaban a punto de luchar contra los piratas.
En ese momento se metió de por medio Al. El Almirante comenzó a razonar que no era el momento de combatir, y contestó tanto a un mink pirata a su replica como a un sargento de la marina bastante radical. Como bien le había dicho el capitán de la brigada al marine, el hecho de actuar como un pirata, aunque actuase en nombre de la justicia lo acercaba demasiado a un criminal, lo cual era muy probable que no fuese bien visto por los que fuesen externos a la organización.
-Señores - dije mientras me mantenía en mi posición y mirando al mink y a Kenzo – no es por nada, me parece estupendo que os odiéis, ¿pero sabéis hacia quien debéis enfocaros en este momento? Al que se encuentre dirigiendo este edificio. No es por nada, pero esa persona hará lo mismo que os han hecho a vosotros, pero a una escala mundial, así que si queréis solucionar algo empezar por detener al bastardo que nos ha puesto en esta situación – les dije sin dar tiempo a que contestasen – Y no quiero quejas por parte de ninguno – añadí señalándoles.
Seguí al resto de la brigada por inercia sin prestar atención a nada de lo que había alrededor, llegando a una sala en la que ya había gente, con un vistazo pude reconocer que había algunos marines, pero también había piratas. Esto fue fácilmente deducible pues los marines estaban a punto de luchar contra los piratas.
En ese momento se metió de por medio Al. El Almirante comenzó a razonar que no era el momento de combatir, y contestó tanto a un mink pirata a su replica como a un sargento de la marina bastante radical. Como bien le había dicho el capitán de la brigada al marine, el hecho de actuar como un pirata, aunque actuase en nombre de la justicia lo acercaba demasiado a un criminal, lo cual era muy probable que no fuese bien visto por los que fuesen externos a la organización.
-Señores - dije mientras me mantenía en mi posición y mirando al mink y a Kenzo – no es por nada, me parece estupendo que os odiéis, ¿pero sabéis hacia quien debéis enfocaros en este momento? Al que se encuentre dirigiendo este edificio. No es por nada, pero esa persona hará lo mismo que os han hecho a vosotros, pero a una escala mundial, así que si queréis solucionar algo empezar por detener al bastardo que nos ha puesto en esta situación – les dije sin dar tiempo a que contestasen – Y no quiero quejas por parte de ninguno – añadí señalándoles.
Julianna M. Shelley
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Había estado mirando la pelea con las manos sobre la cara, observando entre sus dedos completamente bloqueada. No tenía manera ninguna de hacerle frente a un monstruo como aquel y por lo visto sus compañeros tampoco. No era capaz de describir cada ataque, pero lo que estaba claro era que moverse sería un suicidio. Sentada en una esquina, Julianna esperaba salir viva de ahí.
De repente, hubo un fogonazo y una explosión. Cerró los ojos con fuerza y para cuando volvió a abrirlos, el monstruo había desaparecido. Ya no había niebla y los cuerpos de sus compañeros se recortaban con claridad contra las paredes de la sala. De hecho... ¿había uno de más? desconocía al chico de pelo blanco y cosas rojas en la cara. Con cuidado, se levanto y dio un par de pasos. No pasó mucho tiempo hasta que vio que no había nadie muerto y pudo respirar aliviada. Algunos tenían heridas, pero parecían ignorarlas.
Siguió a Annie hasta el montacargas en silencio, insegura de qué decir o cómo reaccionar. Cuando ella habló de ir hasta el último piso, asintió con fuerza. Volver atrás no era una opción.
De repente, hubo un fogonazo y una explosión. Cerró los ojos con fuerza y para cuando volvió a abrirlos, el monstruo había desaparecido. Ya no había niebla y los cuerpos de sus compañeros se recortaban con claridad contra las paredes de la sala. De hecho... ¿había uno de más? desconocía al chico de pelo blanco y cosas rojas en la cara. Con cuidado, se levanto y dio un par de pasos. No pasó mucho tiempo hasta que vio que no había nadie muerto y pudo respirar aliviada. Algunos tenían heridas, pero parecían ignorarlas.
Siguió a Annie hasta el montacargas en silencio, insegura de qué decir o cómo reaccionar. Cuando ella habló de ir hasta el último piso, asintió con fuerza. Volver atrás no era una opción.
Lykanrock94
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Parecía que el Almirante de la Marina se había puesto serio con el soldado que estaba dispuesto a combatir con el felino. Tras mucha palabrería, el marine helado instó al mink y a otro hombre (que tiene un pony como mascota) a ir con él. ¿Para qué? Zay era pirata y él un Almirante de la marina. ¿No se suponía que tenía que arrestarlo? Pero otra cosa que no le cuadraba al mink era lo de Inno.
- ¡Eh, Almirante! Has dicho que no conocías a Inno. ¿Cómo puedes demostrarlo? Se presentó en Zou en nombre de la marina. ¿Tienes alguna prueba que demuestre que Inno no era marine? Si me demuestras con pruebas que Inno mintió y no era marine, dejaré mi vida como pirata en este mismo instante.
Luego otro marine que por sus ropajes parecía mas un pirata, dijo que nuestro enemigo era el que había creado este edificio.
- A mi ese tío me importa más bien poco. Si me le encuentro solo tengo que darle de hostias e irme a casa. Mi único objetivo aquí es pelear con gente poderosa para hacerme fuerte. Mi presencia aquí era única y exclusivamente para poder despertar el Sulong contra algún oponente poderoso y así hacerme aún más poderoso. Una vez conseguido eso me marcharía, pero me he visto atrapado en este maldito edificio y no ha habido manera de poder salir.
- ¡Eh, Almirante! Has dicho que no conocías a Inno. ¿Cómo puedes demostrarlo? Se presentó en Zou en nombre de la marina. ¿Tienes alguna prueba que demuestre que Inno no era marine? Si me demuestras con pruebas que Inno mintió y no era marine, dejaré mi vida como pirata en este mismo instante.
Luego otro marine que por sus ropajes parecía mas un pirata, dijo que nuestro enemigo era el que había creado este edificio.
- A mi ese tío me importa más bien poco. Si me le encuentro solo tengo que darle de hostias e irme a casa. Mi único objetivo aquí es pelear con gente poderosa para hacerme fuerte. Mi presencia aquí era única y exclusivamente para poder despertar el Sulong contra algún oponente poderoso y así hacerme aún más poderoso. Una vez conseguido eso me marcharía, pero me he visto atrapado en este maldito edificio y no ha habido manera de poder salir.
- Resumen. Nat y Jack. Leed:
- Preguntarle al almirante sobre si tenía pruebas de lo que ocurrio en Zou y contestar al otro marine sobre cuales eran mis intenciones en este lugar
Mist D. Spanner
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El espadachín observó como el extraño parecía poder resistir el corte. Sin embargo, la congelación del mismo ya estaba haciendo efecto. No debería tardar en no sentir esa zona, en tener incluso dificultades al moverse. Sin embargo, aun con esas, el contrincante cometió un segundo error. Se había acercado a él con el propósito de atacar de nuevo. Ahora su extraña hoja iba cargada de voluntad, por tanto no podría ser evitada del mismo modo que había evitado la anterior, pues la voluntad era capaz de saltarse su intangibilidad. Sin embargo, aquello no era un problema. Nunca lo había sido.
El ataque fue predecible, y más aún para él. Como si lo hubiese visto venir, se apartó a un lado para esquivar el ataque casi sin esfuerzo mientras volvía a poner la mano sobre la empuñadura de su espada. Aprovechando el momento del ataque, que el extraño músico tendría el brazo extendido tras su movimiento, dirigió un rápido corte a su axila, dispuesto a inutilizar ese brazo ya sea por el corte o la propia congelación. Tras ello echaría la espada hacia atrás, cogiendo la empuñadura con ambas manos, y dirigiría una puñalada directa al pecho, hacia arriba, intentando con precisión acertar en el corazón.
—El haki es inútil cuando se es imbécil —le diría en el caso de acertar su ataque.
El ataque fue predecible, y más aún para él. Como si lo hubiese visto venir, se apartó a un lado para esquivar el ataque casi sin esfuerzo mientras volvía a poner la mano sobre la empuñadura de su espada. Aprovechando el momento del ataque, que el extraño músico tendría el brazo extendido tras su movimiento, dirigió un rápido corte a su axila, dispuesto a inutilizar ese brazo ya sea por el corte o la propia congelación. Tras ello echaría la espada hacia atrás, cogiendo la empuñadura con ambas manos, y dirigiría una puñalada directa al pecho, hacia arriba, intentando con precisión acertar en el corazón.
—El haki es inútil cuando se es imbécil —le diría en el caso de acertar su ataque.
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Dexter seguía sobre el toro mecánico. Engrasado y moviéndose de forma antinatural para lo que son de normal aquellas atracciones en las ferias. Por decirlo con otras palabras, estaba hecha expresamente para el capitán y gente de su nivel a la hora de conseguir proezas, pues sostenerse sobre aquel animal tanto tiempo y como lo estaba haciendo sin duda era una proeza.
Al poco tiempo llegó alguien más a la fiesta. El famoso pirata Zane, quien despreocupadamente comenzó a hablar con la gente que estábamos allí. A mi solo me preguntó por si era el último de la fila para poder montar al toro.
-En principio sí. Primero lo iba a hacer este héroe de la marina, aunque en vez de subirse lo intentó destruir, lo paró mi capitán y se subió. Así que a no ser que vuelva a intentar destruirlo nuevamente el siguiente sería él y luego yo.
El pirata se giró para admirar a nuestro anfitrión. Al parecer era un gran fan del hombre y gracias a eso se nos invitó a un trago. Dado que no había nada mejor que hacer, me acerqué a la barra a por la copa para poder brindar.
Al poco tiempo llegó alguien más a la fiesta. El famoso pirata Zane, quien despreocupadamente comenzó a hablar con la gente que estábamos allí. A mi solo me preguntó por si era el último de la fila para poder montar al toro.
-En principio sí. Primero lo iba a hacer este héroe de la marina, aunque en vez de subirse lo intentó destruir, lo paró mi capitán y se subió. Así que a no ser que vuelva a intentar destruirlo nuevamente el siguiente sería él y luego yo.
El pirata se giró para admirar a nuestro anfitrión. Al parecer era un gran fan del hombre y gracias a eso se nos invitó a un trago. Dado que no había nada mejor que hacer, me acerqué a la barra a por la copa para poder brindar.
Ryuichi Ichiban
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Cruzaron a la siguiente sala. El gigante, orgulloso, entró con la cabeza bien alta y sonrió al ver el follón que allí había montado. Un hombre de tez más oscura que la suya estaba allí, bailando mientras un grupo de gente coreaba su nombre a gritos. La marchosa situación ponía de buen humor al gigante, e incluso pensó en ponerse a bailar. Sin embargo, el peliverde se le adelantó, haciendo un extraño paso que terminó en si mismo dandose la vuelta y... enseñándole el dedo al cantante. Entonces se puso a dar órdenes a todo el mundo. El gigante de mientras se rascaba la cabeza mientras en esta tan solo resonaba la misma pregunta una y otra vez.
"¿Este tío es tonto?"
Estaba claro que tenía pensado atacar al hombre. Es más, lo estaba diciendo a los cuatro vientos, dándole tiempo más que de sobra para prepararse. Sin embargo, antes de que siquiera pudiese terminar de dar las órdenes, el gigante lo cogería del tobillo, giraría y lo tiraría contra la pared al fondo, lejos del hombre. De conseguirlo, se sacudiría las palmas de las manos mientras lo miraba con decepción en el rostro.
—Si vas con esa arrogancia por la vida lo único que vas a recibir son hostias en la cara, niño.
El gigante ya se imaginaba que el agente era más experimentado que él, y suponía que aquel golpe no le habría hecho ningún daño, sin embargo esperaba que hubiese servido para calmarlo un poco. Después de eso, caminaría hacia el cantante y se pondría frente a él. Empezaría a hacer estiramientos en toda su gloria desnuda, sin dejar de mirar al hombre.
—Verás, compañero, soy alguien para quien pelear lo es todo. Mi padre me contaba historias de una isla en la que tenían un estilo de pelea que era un baile. Creo que se llamaba... ¿Capulleira? Capotería. No lo sé. La cosa es... ¿Te serviría eso? Es decir, no se bailar capulleira, soy demasiado grande, pero creo que puedo hacer batalla de exhibición. ¿Te vale?
En el caso que dijese que sí, se colocaría en posición de combate, aunque no la típica. Sería una postura más bien propia de una exhibición de artes marciales. En el caso de que dijese que no, se encogería de hombros y haría un baile típico de su isla. Un baile que demostraba virilidad (aunque también lo bailaban mujeres) que consistía en gritar mucho y golpearse mucho los músculos.
"¿Este tío es tonto?"
Estaba claro que tenía pensado atacar al hombre. Es más, lo estaba diciendo a los cuatro vientos, dándole tiempo más que de sobra para prepararse. Sin embargo, antes de que siquiera pudiese terminar de dar las órdenes, el gigante lo cogería del tobillo, giraría y lo tiraría contra la pared al fondo, lejos del hombre. De conseguirlo, se sacudiría las palmas de las manos mientras lo miraba con decepción en el rostro.
—Si vas con esa arrogancia por la vida lo único que vas a recibir son hostias en la cara, niño.
El gigante ya se imaginaba que el agente era más experimentado que él, y suponía que aquel golpe no le habría hecho ningún daño, sin embargo esperaba que hubiese servido para calmarlo un poco. Después de eso, caminaría hacia el cantante y se pondría frente a él. Empezaría a hacer estiramientos en toda su gloria desnuda, sin dejar de mirar al hombre.
—Verás, compañero, soy alguien para quien pelear lo es todo. Mi padre me contaba historias de una isla en la que tenían un estilo de pelea que era un baile. Creo que se llamaba... ¿Capulleira? Capotería. No lo sé. La cosa es... ¿Te serviría eso? Es decir, no se bailar capulleira, soy demasiado grande, pero creo que puedo hacer batalla de exhibición. ¿Te vale?
En el caso que dijese que sí, se colocaría en posición de combate, aunque no la típica. Sería una postura más bien propia de una exhibición de artes marciales. En el caso de que dijese que no, se encogería de hombros y haría un baile típico de su isla. Un baile que demostraba virilidad (aunque también lo bailaban mujeres) que consistía en gritar mucho y golpearse mucho los músculos.
- Resumen:
- Intento detener a Mido. Se que es más fuerte y más rápido que yo, sin embargo cuento con que lo pillo desprevenido mientras da órdenes, antes de que se ponga a usar sus stats de chetomante.
Después me acerco al señor y le digo de hacer pelea de baile. Si dice que no, bailo
Rainbow662
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El licor era fuerte y amargo. Arribor notó como le raspaba la garganta al bajar, como una lijadora al rojo vivo con un efecto revigorizante. No era lo mejor que había probado, pero no encontraría nada mejor por allí. Podría darle uso para cocinar o tal vez para entretener a Franklin. Claro que, a falta de algo mejor... Además, con un poco de suerte empezaría a encontrar todo el asunto de las salas más entretenido.
Los tipejos que estaban frente a la puerta tenían pinta de necesitar también un trago. Esas máscaras debían de ser tremendamente agobiantes. ¿Cómo podía ir alguien por ahí con esas cosa puestas? Solo respirar ya tenía que ser un fastidio. En cualquier caso, daba la sensación de que las chicas del desierto se habían quedado estancadas entre las dunas por culpa de su presencia. Si esos tipos eran el obstáculo que les tenían reservado en aquella sala... Bueno, solo se podía decir que era peor para ellos que para él. Arribor arrollaría su endeble pared humana como un yunque cayendo sobre una docena de huevos.
No soltó la botella. Si iba a hacer el trabajo sucio, qué menos que un pago. Aunque lo cierto era que a él también le iría bien hacer algo de calentamiento. El robot se había muerto demasiado deprisa. ¿Quién iba a pensar que dejaría de funcionar solo por no tener cabeza?
Echó un vistazo a sus armas. Pistolas. Burdo, ruidoso e inútil. Odiaba las pistolas. Hacían más ruido que otra cosa, y la gente que dependía de ellas le ponía nervioso. Era aburrido pelear con gente que solo huía y disparaba. En fin, no les daría opción a alejarse y así no tendría que perseguirlos. Hizo unos pocos estiramientos tras plantarse frente a los cincos enmascarados. Se tronó los dedos y dio un buen trago. Luego zarandeó un brazo, golpeando el aire para mandarlos volando a todos.
Los tipejos que estaban frente a la puerta tenían pinta de necesitar también un trago. Esas máscaras debían de ser tremendamente agobiantes. ¿Cómo podía ir alguien por ahí con esas cosa puestas? Solo respirar ya tenía que ser un fastidio. En cualquier caso, daba la sensación de que las chicas del desierto se habían quedado estancadas entre las dunas por culpa de su presencia. Si esos tipos eran el obstáculo que les tenían reservado en aquella sala... Bueno, solo se podía decir que era peor para ellos que para él. Arribor arrollaría su endeble pared humana como un yunque cayendo sobre una docena de huevos.
No soltó la botella. Si iba a hacer el trabajo sucio, qué menos que un pago. Aunque lo cierto era que a él también le iría bien hacer algo de calentamiento. El robot se había muerto demasiado deprisa. ¿Quién iba a pensar que dejaría de funcionar solo por no tener cabeza?
Echó un vistazo a sus armas. Pistolas. Burdo, ruidoso e inútil. Odiaba las pistolas. Hacían más ruido que otra cosa, y la gente que dependía de ellas le ponía nervioso. Era aburrido pelear con gente que solo huía y disparaba. En fin, no les daría opción a alejarse y así no tendría que perseguirlos. Hizo unos pocos estiramientos tras plantarse frente a los cincos enmascarados. Se tronó los dedos y dio un buen trago. Luego zarandeó un brazo, golpeando el aire para mandarlos volando a todos.
Erik Carter
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
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Usar un escudo para parar un río, no había sido su mejor idea, pero al menos no había tragado demasiada agua gracias a aquella peregrina idea.
Sin darse cuenta apenas, se encontró en suelo firme de nuevo y observó como el mapache "tiraba" y rehacía su mano. Logia? Arena? Daba igual, lo primero era lo primero.
-Muchas gracias, me has salvado de una situación realmente incómoda. -Agradeció el joven mientras sonreía y se rascaba la cabeza con indolencia y una expresión estúpida. -Deberíamos pensar con más calma las cosas, y actuar todos juntos para avanzar. Es posible que los cuadros solo sean pruebas a superar para llegar a la salida. ¿Tú qué opinas, mapache? ¿Y usted...señor?
Erik dudaba que su voz hubiera llegado a su superior, que se encontraba luchando contra un tentáculo plantoide francamente desagradable. No podían perder tiempo así que se acercó lo más que pudo en dos zancadas mientras el escudo desaparecía y extraía de su mochila su cadena con bola de pinchos.
Aprovechando la inercia del movimiento inicial comenzó a hacerla girar, apuntando a la base de la planta tentáculo (estuviera en el suelo o en el cuadro) con la intención de que la cadena se enroscase a su alrededor y asfixiarla para que su superior pudiera salir de la presa.
Sin darse cuenta apenas, se encontró en suelo firme de nuevo y observó como el mapache "tiraba" y rehacía su mano. Logia? Arena? Daba igual, lo primero era lo primero.
-Muchas gracias, me has salvado de una situación realmente incómoda. -Agradeció el joven mientras sonreía y se rascaba la cabeza con indolencia y una expresión estúpida. -Deberíamos pensar con más calma las cosas, y actuar todos juntos para avanzar. Es posible que los cuadros solo sean pruebas a superar para llegar a la salida. ¿Tú qué opinas, mapache? ¿Y usted...señor?
Erik dudaba que su voz hubiera llegado a su superior, que se encontraba luchando contra un tentáculo plantoide francamente desagradable. No podían perder tiempo así que se acercó lo más que pudo en dos zancadas mientras el escudo desaparecía y extraía de su mochila su cadena con bola de pinchos.
Aprovechando la inercia del movimiento inicial comenzó a hacerla girar, apuntando a la base de la planta tentáculo (estuviera en el suelo o en el cuadro) con la intención de que la cadena se enroscase a su alrededor y asfixiarla para que su superior pudiera salir de la presa.
- Resumen:
- Agradecer a mi salvador, intentar ser amable y llamarle mapache, "asfixiar" a la planta tentáculo con mi arma
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