Tras la calma llega la tormenta, y tras el silencio un temblor retumba en toda la aguja. Las salas parecen inclinarse levemente, focos caen por todas partes y de cientos de tuberías empieza a fugarse un vapor ardiente que se vuelve irrespirable. En el interior puede escucharse el constante cañoneo de las naves contra la torre, y el rugir del fuego asaltando la noche. Tras casi un minuto, por fin, todo se detiene... Y llega la calma; una antinatural calma.
- 1- Los-examigos del castor:
- El primer corte de Therax choca con los dientes del castor, que atrapa la hoja entre ellos con una precisión inconmensurable, pero parece que sus ojos se salen de las órbitas al ver la otra espada a punto de matarlo, pero Mark está aquí para poner fin a esta disputa, y con su grito Therax se detiene. Puedes notar que hiperventila sobre el filo, manteniéndose en un extraño equilibrio hasta que se te cansa el brazo, que cae al suelo de culo.
Los ojos se le hacen chiribitas cuando la enorme bola de queso rueda hacia él, y se lanza al ataque en cuanto se le acerca lo suficiente, con un apetito voraz y una eficiencia que pocas limas logran alcanzar, aunque de pronto chilla agónicamente.
-¡Oh, no! ¡Soy alérgico a los lácteos!
Podéis dar la vuelta y salvar a este pequeño idiota al que Marc ha matado de amabilidad o seguir adelante y salvar el mundo. Frente a vosotros hay un sinfín de pasillos y varias puertas, de los cuales el más cercano lleva a una extraña sala inclinada: Parece llevar al piso de arriba. ¿Queréis subir o Zane seguirá abajo? Por lo demás, la rampa tiene un embaldosado de ajedrez, y tras vosotros hay unos zapatos antideslizantes, cada uno con una pieza de ajedrez marcada en la suela. Hay para elegir entre caballos, alfiles y un rey. ¿Pero para qué será toda esa parafernalia?
- 2- Pollón Jiménez y el equipo volumétrico:
- Estaba el señor John Jiménez tranquilo en su sala, custodiando la aguja. Entraron cuatro personas y un pony, y solo uno saludó. Se puede ver el esfuerzo mientras sopla para concentrar más y más aire, expandiendo la onda que se acerca velozmente. El puño de Iulio no detiene su avance, y el magma ni siquiera logra penetrar la poderosa canción de muerte que cada vez se extiende más… Hasta que el ataque de Iulio impacta y con él, el disparo de Bleyd. El árbol arde mientras Pau John lo observa con los ojos como platos, mientras la sangre mana de su cuello y las quemaduras lo recorren.
-Mamá… -Musita, en un tono apenas audible, mientras se quita las botas de una débil patada-. Llévatelas, no las necesito más…
Una música de guitarra suena por los altavoces mientras su mirada se queda vacía, y el músico cae. Ahora solo queda decidir qué hacer. Ah, y cómo solucionar el incendio. La que habéis liado.
- 3- Kodama:
- Dejas abandonada a un comando especial del Cipher Pol, a varios marines desmayados y a una aberración descerebrada que igual se los zampa a todos. Eres buen marine, pero mejor defensor del ciclo del carbono. Y mientras estos pensamientos asaltan vagamente tu mente alcanzas el final de una larga sala llena de regaderas, abono, sustrato y una gran cantidad de lámparas de alta intensidad y mangueras, así como humidificadores. Tras todo este trastero (que parece corresponderse con lo que el mapa marca como sala 11) te encuentras a la izquierda con un desvío y a la derecha con otro. El de la derecha tiene una pequeña inscripción en la puerta que reza “Sangre de la selva es mi sustento”. Parece un acertijo, pero al lado solo hay un cierre con lo que parece un detector de huellas.
- 4- Kiritsu:
- Jack, solo uno de los golems se dirige hacia ti. Las escamas de azúcar le dan de lleno y se le clavan en el pecho. Ahí se quedan, como una especie de estrafalario puercoespín. Sin perder un compás, el golem alza el hacha y se dispone a partirte en dos con profesionalidad y mala leche.
Arthur, el metal del que está hecho el golem es fresquito y te alivia la cabeza un poquito. Por desgracia, no parece escucharte. Lleva una especie de espada, pero no la necesita. En cuanto te apoyas en su brazo lo alza y te manda con fuerza contra una pared, intentando aplastarte o como mínimo alejarte de él.
Tan pronto Al saca el violín sube el volumen de la música hasta el punto de ser insoportable. Dos de los golems cargan contra las valkirias de hielo y el almirante que las controla. Uno alza la espada para tratar de cercenarle la cabeza, mientras el otro agita su hacha tratando de destrozar a cuantas más figuras mejor.
Leiren, Galhard, la música está horriblemente alta y al resto de vuestra brigada les están entreteniendo, igual os apetece intervenir.
- 5- Shurmanos de la tormenta:
Los cuatro hombres se quedan algo pasmados cuando Zane salta al escenario. No ponen pegas a entregar el micrófono, pero le toca cantar acapella en un incómodo silencio. Cuando Luka habla parecen volver en sí. El anciano vestido de escolar parece que poco a poco se está alegrando.
- ¿Puzzle? Aquí no hay ningún puzzle, chico. Y aún os queda un buen camino hasta la cima.
Vuelve a rasguear la guitarra y dos cosas suceden a la vez. Dos enormes focos se encienden, cegándoos por un instante. A vuestro alrededor veis muebles viejos, sillas desperdigadas y un montón de vasos, botellas y otros restos de una soberana juerga. Comienzan a tocar al unísono y el sonido os hace querer uniros y seguir cantando y bailando a tope. Ah, Zane, el cantante te ha pegado un soberano puñetazo en la cara sin perder el ritmo por un segundo, pero las ganas de fiesta siguen ahí.
- 6- Zuko, Kayn, Hamlet, Bizvan, Tobías y Erik:
- Zuko tenía razón y su medio de transporte es definitivamente más rápido que ir a patita. La tontatta va entre tus cuernos, hecha una bolita y con cara de estar todavía bastante mosqueada. En pleno vuelo vuelve a murmurar, pero no sois capaces de entender lo que dice. Ah, también os cae encima un torso de dinosaurio, aunque lo esquiváis sin problemas.
La sala en la que os encontráis al terminar la subida consiste en una enorme plataforma plataforma de hormigón sustentada por acero reforzado y lo que parece otra plataforma metálica anclada a unos raíles verticales que llegan abajo, algún mecanismo de subida claramente ya utilizado. Frente a vosotros hay otra enorme escalera y la tontatta no espera a que nadie hable para señalarla:
- Por ahí, hay que subir algo más. Ya estamos cerca.
Hay también una puerta y un pasillo a vuestra disposición, pero podéis ver a los Blue Rose subiendo las escaleras que señala la tontatta.
- 7- Blue Rose:
- Subís por las escaleras para llegar a lo que parece ser una sala bastante amplia, recubierta por paneles de madera tallada. Tanto los motivos como los materiales empleados sin completamente irregulares, casi parece un catálogo de una empresa o un almacén de muestras. En esta sala tenéis dos opciones, ir a la 7 a un lado, o ir a un pasillo y acabar en la 6. Aunque podéis escuchar música amortiguada y ver una especie de vapor morado viniendo de la 7.
- 8- Los cuervos sin Kodama:
- La granada vuela y parece desviarse de su trayectoria, pero de pronto, una poderosa barrita de fobra intercepta su trayectoria y la remata, haciendo que pase por encima de la cabeza de Braud y hundiéndose en la garganta de la bestia.
El explosivo detona y la carne se hincha hasta que cede y revienta, llenándoos a todos de sangre y vísceras apestosas. Queda un gran agujero en el cuerpo de la bestia.
- Hm. Veo que no lo pilláis.- Dice Bucharatti con aire indiferente. – Tampoco os culpo observad. – con un movimiento de la mano crea una cremallera a lo largo de toda la superficie que podéis ver y la abre, tras chasquear los dedos esta desaparece y la bestia es cortada limpiamente por la mitad. Tras unos segundos de silencio una cantidad innumerable de tentáculos empiezan a salir de cada mitad conectado la una con la otra, intentando regenerar el cuerpo de la bestia. – Por lo que he podido averiguar, se trata de un experimento, un arma biológica que salió mal, ahora sólo es un montón de carne que simplemente busca nutrientes y se reproduce sin ningún control. Algo así como el tumor más grande del mundo. Y en cuanto a Krauser, ya he dicho que lo último que supe de él es que había muerto, ni siquiera sé si está aquí o si han usado su nombre para ganar adeptos. El caso es que está en nuestro interés detenerlos. – Vuelve a sacar otra barrita. – Si no te gusta de fresa, tengo de avellanas, frutos del bosque, mentolados, con chocolate… -
Eric, notas como los restos del monstruo tratan de reptar para volver al cuerpo central, pero te fijas en que las partes que han tocado la cerilla todavía caliente se apartan mientras lanzan un chillido.
- 1- Liv:
- Tu hacha da de lleno sobre el abdomen del hombre metálico, pero esto no le provoca más que una simple hendidura. Su rostro impasible te mira, con cierta condescendencia y se echa para atrás, apartando la mano de su piano.
-Soy el Gran Prenci para ti – dice mientras se mueve al ritmo de la música -, ¿sabes que me gusta responder las preguntas con otras preguntas? ¿Por qué iba a decir cuál es mi propósito?
El sujeto no para de moverse con cierta feminidad y te guiña un ojo mientras empieza a cantar una extraña melodía que te incita a bailar. Tal vez esto sea un juego para él, puedes seguir atacándole o hacerle caso.
- 2- Maki, esta peli me suena:
- Edward, tu ataque perfora la coraza del gorila, pero se queda a mitad de camino dejándote clavado en su hombro mientras este se mueve y se queja del dolor. El brazo que tiene a Annie se convulsiona con la descarga y casi parece que va a apretar a vuestra compañera, de todas formas los músculos se relajan y la liberan de su prisión.
Osu, la cadena se engancha y notas el tirón en tus hombros, los pies de tu golem son arrastrados varios metros por el suelo dejando unos buenos surcos en este. La inercia no ha arrancado el brazo de Maki, pero sí que ha hecho saltar las placas que antes estaban flojas, dejando todos los mecanismos expuestos al aire, algunos dañados por el tirón. Sigue sujetando a Maki y este ha notado el tirón más que ningún otro, sobre todo en el cuello.
Tenéis la sensación de que si os hubierais puesto de acuerdo en qué brazo atacar hubierais logrado arrancarlo sin problemas.
Zuzu, las escaleras son metálicas, no mecánicas, así que te quedas en el tercer escalón viendo cómo el gorila se acerca lentamente, arrastrando poco a poco al golem de Osu. Por suerte para ti, el armazón metálico que sustenta las plataformas en las que se sitúan los descansillos no deja sitio para que quepa el gorila, por lo que este, en vez de arrollarte intenta escalar con el brazo que antes tenía a Annie por este armazón, el cual es vulnerable, oh que buena oportunidad para hacerle caer.
A todo esto, toda la torre empieza a temblar, el gorila, está encaramado con un solo brazo a una estructura vulnerable.
- 1- Zay:
- Consigues darle una patada a la nada, pues la puerta estaba abierta. El suelo de la estancia está lleno de escarcha y pirañas muertas. Alguien ha estado ahí antes. Subes por la escalera de caracol y te topas con que allí la situación es más movidita. Si miras de frente puedes ver al criminal Bleyd Master junto a tres individuos luchando con un tipo extraño. Hay fuego, lava y señales de destrucción.
—Creo que no sería buena idea inmiscuirnos, Zay-sama —comenta Paul—. Aunque todo dependerá de lo que usted desee.
Si sigues observando, en la misma sala, que es muy grande, ves a un grupo de marines bastante grande y variopinto, entre los que ves a oficiales de alto rango como un almirante. Y también un pony rosa. Además, tras de ti hay un pasillo oscuro donde apenas se ve nada. Escuchas algunos ruidos, voces, pero no logras distinguirlas muy bien.
- 2- Lance, Katharina y AEG:
- Sois gente lógica que usa la cabeza, pero no tanto, aunque eso no es algo que deberíais reflexionar. El fuerte ataque de Kirtash choca contra la mesa, o eso es lo que parece. Al parecer, la mesa de mezcla parece estar cubierta por un extraño campo de energía que ha repelido el ataque y lo ha enviado hacia las gradas, rompiendo algunas de ellas, fisurando también un poco tu máscara. No obstante, la electricidad enviada por Lance hace que la barrera energética se sobrecargue más y más, haciendo que explote en mil pedazos. Lo habéis conseguido, la mesa de DJ se ha roto.
Las luces de la sala comienzan a apagarse y encenderse continuamente, y una verja que había al lado de la portezuela se abre de pronto. De ella sale un toro de nueve metros de alto y una gran envergadura. Esta embravecido, y las luces de la sala perecen estar enfadándole más y más.
Katharina tu pequeña ventisca congela el moco, y consigues hacerle una cárcel de hielo a… ¡Nadie! El torero choca contra ti, y cuando te das cuenta esta junto al toro.
—Esulín, carmate —le dice—. Quieto parao’ —el torero parece alterado, y se dirige hacia Lance—. No podìai dear la meza de mescla en pa, ¿verdá? Ahora zin mi capote a ve quien lo amanza.
Podéis ver cómo tras la fallida prisión de hielo hay una puerta abierta con una escalera, y como al otro lado de la sala, justo donde está el toro, hay una especie de compuerta cerrada. El toro, por su parte, comienza a dar vuelta por la sala, golpeando a todo lo que se pone por delante. Lance es el que está más cerca y luego gira y va a por donde está Katharina, la cual está justamente en línea con el criminal enmascarado tras el empujón del seboso torero.
- 3- Los ángeles de Lysbeth, y la morsa:
- Cada uno habéis pulsado un botón distinto y el ascensor, tras un breve traqueteo, comienza a subir. Fue entonces, cuando la morsa, en toda su gloria, presiona todos los botones y el habitáculo se detiene de golpe y las luces de éste se apagan. ¡Ka’pachao! Esta todo oscuro, pero podéis ver una rendija en el techo del ascensor, se puede abrir por el techo. El ascensor es muy amplio, eso lo sabéis, casi tanto como una habitación normal. Está fabricado como si un gigante (tamaño estipulado en el foro) pudiera subir en él. Si subís al techo del ascensor, veis que todo está repleto de telas de araña.
Entonces notáis una presencia, y una tela de araña se dirige a vosotros. Ésta abarca todo el diámetro del techo del ascensor, y tras los agujeros de ella podéis ver a una mujer de melena negra y labios carnosos, cuya parte inferior es la de un arácnido.
—¿Quién osa adentrarse en los dominios de la gran Niama? —pregunta justo después—. Marchaos por donde habéis venido.
- 4- Yarmin, Arribor, Ellaonora y Valar:
- Falafel mira raro a Yarmin, como si aquella petición fuera lo más raro que le habían pedido en toda su existencia.
—Querido… —te dice, pero antes de poder continuar una pequeñaja con estoque lo evita—. No creo que quieres jugar a una guerra de sables, pequeña. Así que guarda eso —con un rápido y fuerte movimiento con el dorso de su mano, le arrebata el arma a Ellaonora que se va volando un par de metros antes de caer hacia el suelo.
El mono comienza a dar vueltas alrededor de Arribor y se sube sobre su hombro, rebuscando en su pelo en busca de algo. Tras unos segundos encuentra un bicho y se lo come. Parece que te está cogiendo cariño.
Falafel, por su parte, mira con gesto de superioridad al pirata sin corazón, mientras sigue los pasos de Yarmin hasta el siguiente piso, al mismo tiempo que tararea una canción muy pegadiza que, sin quererlo, hace que el resto también lo haga. Al subir os encontráis en una sala sin nada, solo un altavoz y unos focos de neón blanco en el techo. A vuestra izquierda hay un pasillo, que si lo seguís da a otra sala con una puerta cerrada. Y a vuestra derecha un pasillo que da a dos salas, una con una escalera descendente, pero que parece que tienes otras instancias a las que ir.
Falafel esta callado, mirando a Yarmin fijamente, mientras de reojo observa a Arribor.
—Algo me dice que tu amigo me tiene celos —te comenta al oído, pero con un tono de voz que cualquiera ha podido escucharlo.
- 5- Valar:
- El hedor se expande por todo el habitáculo, y algunos de los soldados te miran mal.
—Según come el mulo, caga el culo —escuchas que dice un soldado veterano, pero no de rango, sino de edad, cuyas canas y arrugas impactan nada más verlas.
El resto de tus compañeros se han ido. Te han dejado muy solo. En una taquilla escuchas un ruido, al parecer hay alguien encerrado. ¿Quién será? A saber. Los soldados salen del vestuario, perdiéndose por el lugar. Y ahora sí que estás solo completamente. Algunas taquillas están abiertas, y el sujeto que está encerrado golpea y grita con más fuerza. Puedes irte, ayudarle o lo que se te ocurra.
- Mapas:
Eric Zor-El
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El tabaco del mar azul no estaba nada mal, no era tan bueno como el que cultivaban alguno de los ancianos en su tribu, pero tenía buen sabor. Lo había conseguido en una de sus misiones a Arabasta. Fue su primera empresa como marine de rango medio, y mereció la pena. No rascaba la garganta, y eso se agradecía. Dando otra calada, pudo ver como los esfuerzos de sus compañeros no servían para nada. Aquel monstruo no era hijo de la madre tierra, y eso le hacía pensar que era uno de tantos juegos de ser dios que tenía el hombre del mar azul.
—Es inútil —comentaba Eric, observando la poca coordinación que había entre todos y cada uno de los agentes. ¿Dónde los habían instruido? Había visto manadas formadas por lobos y zorros actuar con más conexión que ellos. Normal que nada funcionara.
Una parte de monstruo había estallado, y sangre y vísceras había por muchos sitios, pero con suerte su poncho no se había manchado. De pronto, el señor de las cremalleras hizo algo. Abrió a aquel ser en dos, e instantáneamente comenzó a unirse de nuevo, volviendo a su forma primigenia y enfureciéndose. El fósforo que había en el suelo continuaba prendido, y pudo vislumbrar como algunos trozos de aquel endemoniado ser huían con un alarido.
«Y si…»
El shandiano prendió otro fósforo y lo lanzó hacia uno de los trozos vivientes que había por el suelo. Cómo supuso, hicieron lo mismo, se alejaron del fuego como una cierva al oír como un mal cazador rompía una rama con su pie cuando es acechada. Respiró hondo, y entonces se levantó. Vacío la pipa con un par de golpes secos en su codo y la guardó.
Entonces, todo comenzó a temblar. Las luce se encendieron y se apagaron, y las tuberías que había en el techo parecieron soltarse un poco, así como expulsar algo parecido a un gas o aire.
—Ua ia te aʻu vaivai o onosai —susurró en voz baja, con ligero mosqueo, caminando hasta ponerse al lado de Dretch—. Tengo un estrategia.
Los ojos de Eric brillaban, tenía un plan y cualquiera que le conociese un poco lo sabía. Se quitó el poncho, no sin antes sacar la caja de fósforos y arrancar un pequeño trozo de su preciada prenda, lo suficientemente grande como para engancharlo sobre algún palo o algo por encima, y se lo dio a Dretch.
—Encárgate de que no le pase nada, ¿entendido? —le dijo—. Y ahora ponte detrás de mí. ¡Sargento Kenzo y agentes de segunda! —alzó la voz—. ¡Coged a todos los marines que haya inconscientes en el suelo y poneos detrás de mí, ¿entendido?! Y el que no me haga caso, va a ser la próxima comida del u ki’laga éste.
El poncho no era su prenda favorita, sino que era algo más que eso. Las palabras que su abuelo le dijo cuándo se lo entregó hacía ya más de diez años volvieron a su cabeza. «Esto no es una simple prenda, es el símbolo de que eres el protector de los inocentes. El guerrero que es capaz de hacer cualquier cosa por la gente que quiere. Por la paz.»
Las armas de los marines que habían caído desmayado estaban en el suelo, así que cogió uno de los mosquetones que tenía más cerca y lo ató su poncho sobre uno de sus extremos
—Sargento Nakajima —le dijo a su compañero—. Envuelve tu tela de araña sobre el trozo de mi poncho, pero no envuelvas su punta, ¿vale? —una vez su compañero lo hizo, se colgó el arma de fuego sobre el brazo, usando la correa de cuero que tenía—. Y ahora es hora de que muestres el gran esgrimista que eres, y uses tus ataques a distancia. Da igual donde apuntes, solo hazlo para intentar cortar las tuberías, ¿entendido?
Concentró toda la energía posible en sus puños. Los tatuajes de su cuerpo volvieron a iluminarse con fuerza, y comenzó a lanzar una onda de choque tras otra para intentar hender las tuberías, hacerle algún agujero para que, con suerte, alguna de ellas tuviera algún tipo de gas inflamable.
En hipotético caso de que consiguiera agrietar las tuberías junto a su compañero, prendería dos de sus cerillas, aprovechando toda la grasa y suciedad de su poncho, unida a lo inflamable que era la tela de araña para crear una improvisada antorcha, la cual lanzaría sobre el gas para intentar quemar al monstruo que tenía frente a sus narices.
—Es inútil —comentaba Eric, observando la poca coordinación que había entre todos y cada uno de los agentes. ¿Dónde los habían instruido? Había visto manadas formadas por lobos y zorros actuar con más conexión que ellos. Normal que nada funcionara.
Una parte de monstruo había estallado, y sangre y vísceras había por muchos sitios, pero con suerte su poncho no se había manchado. De pronto, el señor de las cremalleras hizo algo. Abrió a aquel ser en dos, e instantáneamente comenzó a unirse de nuevo, volviendo a su forma primigenia y enfureciéndose. El fósforo que había en el suelo continuaba prendido, y pudo vislumbrar como algunos trozos de aquel endemoniado ser huían con un alarido.
«Y si…»
El shandiano prendió otro fósforo y lo lanzó hacia uno de los trozos vivientes que había por el suelo. Cómo supuso, hicieron lo mismo, se alejaron del fuego como una cierva al oír como un mal cazador rompía una rama con su pie cuando es acechada. Respiró hondo, y entonces se levantó. Vacío la pipa con un par de golpes secos en su codo y la guardó.
Entonces, todo comenzó a temblar. Las luce se encendieron y se apagaron, y las tuberías que había en el techo parecieron soltarse un poco, así como expulsar algo parecido a un gas o aire.
—Ua ia te aʻu vaivai o onosai —susurró en voz baja, con ligero mosqueo, caminando hasta ponerse al lado de Dretch—. Tengo un estrategia.
Los ojos de Eric brillaban, tenía un plan y cualquiera que le conociese un poco lo sabía. Se quitó el poncho, no sin antes sacar la caja de fósforos y arrancar un pequeño trozo de su preciada prenda, lo suficientemente grande como para engancharlo sobre algún palo o algo por encima, y se lo dio a Dretch.
—Encárgate de que no le pase nada, ¿entendido? —le dijo—. Y ahora ponte detrás de mí. ¡Sargento Kenzo y agentes de segunda! —alzó la voz—. ¡Coged a todos los marines que haya inconscientes en el suelo y poneos detrás de mí, ¿entendido?! Y el que no me haga caso, va a ser la próxima comida del u ki’laga éste.
El poncho no era su prenda favorita, sino que era algo más que eso. Las palabras que su abuelo le dijo cuándo se lo entregó hacía ya más de diez años volvieron a su cabeza. «Esto no es una simple prenda, es el símbolo de que eres el protector de los inocentes. El guerrero que es capaz de hacer cualquier cosa por la gente que quiere. Por la paz.»
Las armas de los marines que habían caído desmayado estaban en el suelo, así que cogió uno de los mosquetones que tenía más cerca y lo ató su poncho sobre uno de sus extremos
—Sargento Nakajima —le dijo a su compañero—. Envuelve tu tela de araña sobre el trozo de mi poncho, pero no envuelvas su punta, ¿vale? —una vez su compañero lo hizo, se colgó el arma de fuego sobre el brazo, usando la correa de cuero que tenía—. Y ahora es hora de que muestres el gran esgrimista que eres, y uses tus ataques a distancia. Da igual donde apuntes, solo hazlo para intentar cortar las tuberías, ¿entendido?
Concentró toda la energía posible en sus puños. Los tatuajes de su cuerpo volvieron a iluminarse con fuerza, y comenzó a lanzar una onda de choque tras otra para intentar hender las tuberías, hacerle algún agujero para que, con suerte, alguna de ellas tuviera algún tipo de gas inflamable.
En hipotético caso de que consiguiera agrietar las tuberías junto a su compañero, prendería dos de sus cerillas, aprovechando toda la grasa y suciedad de su poncho, unida a lo inflamable que era la tela de araña para crear una improvisada antorcha, la cual lanzaría sobre el gas para intentar quemar al monstruo que tenía frente a sus narices.
- Resumen (Kenzo y agentes LEED):
- Ver cosas, como que al bicho no le gusta el fuego.
- Trazar un plan.
- Dar órdenes a todos para que se alejen un poco.
- Cortar un trozo de su grasiento poncho, y usar la tela de araña de Kenzo para cubrir un extremo de un arma que había por ahí tirada. Así como ordenarle que lance ondas cortantes a las tuberías, esperando que alguna contenga un gas inflamable.
- Lanzar ondas de choque a las tuberías también para acrecentar el daño de las mismas.
- Prender la tela de araña con las cerillas y lanzarla por si alguna suelta gas.
- Ver cosas, como que al bicho no le gusta el fuego.
-¿Intentas asfixiarme hijo de puta? -Gritó- ¡¿Intentas asfixiarme?!
Aquel muñeco diabólico estaba subestimando a la brigada. No, peor: Lo estaba subestimando a él. Hasta ese momento la borrachera de Arthur y el boicot de Jack al oficial disciplinario habían mantenido su atención ocupada, así como su tensión al límite hasta magnitudes que pocos habían llegado a contemplar. Y los miembros de Kiritsu Ryodan, la brigada principal de su flota y compañeros mano a mano, jamás lo habían visto enfadado. Molesto tal vez, animoso incluso. ¿Pero enfadado? Su voz primó por encima de la música cuando esta subió el volumen, y recalculó la postura de su brazo para provocar una resonancia mayor del instrumento, capaz de igualar con total exactitud el sonido que desprendían los altavoces. No conocía el principio físico exacto, pero dos ondas exactamente iguales con sentido opuesto debían dar lugar a...
-Silencio. -Fue su única palabra.
Se desdobló tras él un cascanueces, portador de Oro de Luna, al tiempo que una espada estaba casi rozando su cuello, pero totalmente detenida. En su mano derecha descansaba, tensa y negra, imponente, Fuego, y el golpe que debía decapitarlo murió con el sutil pero firme tacto de la hoja. Ni se molestó en empujarlo, dejando que el hielo bajo él empezara a ascender por sus piernas y tratando de entrar por cada pequeño recoveco, en un tiempo cercano a una corchea de ritmo prestissimo. Él tenía que ocuparse de quien, hasta que conociese su nombre, se llamaba Charlotte.
Las valkirias que resistieron el hacha se detuvieron, muertas ante la ausencia de ningún sonido, congeladas en el tiempo de una melodía interrumpida, pero Al gozó del silencio mientras caminaba muy calmadamente. Escuchaba el roce de las cuerdas, y el suave ruido blanco que el choque de ondas generaba. Muy cerca de los altavoces podía escuchar todavía su sonido, así como el cascanueces generaba una leve sintonía, "sintonía", cerca de él. Eso era lo único que mantenía con vida al muñeco de hielo.
-No dejéis que toquen al violinista -ordenó, sin dar media vuelta mientras movía la hoja de un lado para otro, tranquilamente.
Buscaba los cables, cualquier puente que le permitiese ver de dónde salían las tomas hacia el sistema de sonido, y cortarlos de pleno.
-Arthur, temperatura cero alrededor de los altavoces. Y haz sudar a Charlotte.
Nadie eclipsaba a Al Naion. Nadie.
Aquel muñeco diabólico estaba subestimando a la brigada. No, peor: Lo estaba subestimando a él. Hasta ese momento la borrachera de Arthur y el boicot de Jack al oficial disciplinario habían mantenido su atención ocupada, así como su tensión al límite hasta magnitudes que pocos habían llegado a contemplar. Y los miembros de Kiritsu Ryodan, la brigada principal de su flota y compañeros mano a mano, jamás lo habían visto enfadado. Molesto tal vez, animoso incluso. ¿Pero enfadado? Su voz primó por encima de la música cuando esta subió el volumen, y recalculó la postura de su brazo para provocar una resonancia mayor del instrumento, capaz de igualar con total exactitud el sonido que desprendían los altavoces. No conocía el principio físico exacto, pero dos ondas exactamente iguales con sentido opuesto debían dar lugar a...
-Silencio. -Fue su única palabra.
Se desdobló tras él un cascanueces, portador de Oro de Luna, al tiempo que una espada estaba casi rozando su cuello, pero totalmente detenida. En su mano derecha descansaba, tensa y negra, imponente, Fuego, y el golpe que debía decapitarlo murió con el sutil pero firme tacto de la hoja. Ni se molestó en empujarlo, dejando que el hielo bajo él empezara a ascender por sus piernas y tratando de entrar por cada pequeño recoveco, en un tiempo cercano a una corchea de ritmo prestissimo. Él tenía que ocuparse de quien, hasta que conociese su nombre, se llamaba Charlotte.
Las valkirias que resistieron el hacha se detuvieron, muertas ante la ausencia de ningún sonido, congeladas en el tiempo de una melodía interrumpida, pero Al gozó del silencio mientras caminaba muy calmadamente. Escuchaba el roce de las cuerdas, y el suave ruido blanco que el choque de ondas generaba. Muy cerca de los altavoces podía escuchar todavía su sonido, así como el cascanueces generaba una leve sintonía, "sintonía", cerca de él. Eso era lo único que mantenía con vida al muñeco de hielo.
-No dejéis que toquen al violinista -ordenó, sin dar media vuelta mientras movía la hoja de un lado para otro, tranquilamente.
Buscaba los cables, cualquier puente que le permitiese ver de dónde salían las tomas hacia el sistema de sonido, y cortarlos de pleno.
-Arthur, temperatura cero alrededor de los altavoces. Y haz sudar a Charlotte.
Nadie eclipsaba a Al Naion. Nadie.
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Tras pasar por la puerta y subir la escalera que daba acceso a aquella sala, el felino y el okama pudieron ver distintas personalidades en esa sala, desde el criminal Bleyd Master hasta un Almirante de la Marina. Si había uno de los rangos mas altos de la marina en persona, no era buena idea permanecer allí y mucho menos atacar a sus subordinados marines. La caza de soldados de la Marina se cancelaba, por lo menos de momento. Paul habló a su peludo compañero amarillo sugiriéndole no inmiscuirse, aunque lo dejó a elección del Mink.
- ¿Tú que sugieres Paul?- Por una vez el Mink le pedía consejo a alguien que no fuera él mismo y se dejaría llevar por los que dijera su aliado. - Por mi podríamos aniquilar a los marines, pero que haya un Almirante, no es cosa buena. Aún no tengo suficiente poder para enfrentarme a ellos. Así que ahora decides tu que hacer... O quedarnos aquí, o avanzar por ese pasillo oscuro en el que se oyen voces, las cuales no consigo distinguir. La elección es tuya. -Dijo el Mink mientras esperaba la respuesta de su afeminado compañero.
La verdad es que el felino ya estaba cansado de dar vueltas y vueltas y no llegar a ningún sitio interesante. Lo único que quería el Mink ahora mismo era salir de allí. Los sitios cerrados le agobiaban si se encontraba en ellos demasiado tiempo y este era el caso. Llevaban dando tumbos desde que se encontró con Paul, quizás hubiera sido mejor haber ido con el anciano de la moto. El felino era un Mink de acción y si no peleaba se aburría.
- ¿Tú que sugieres Paul?- Por una vez el Mink le pedía consejo a alguien que no fuera él mismo y se dejaría llevar por los que dijera su aliado. - Por mi podríamos aniquilar a los marines, pero que haya un Almirante, no es cosa buena. Aún no tengo suficiente poder para enfrentarme a ellos. Así que ahora decides tu que hacer... O quedarnos aquí, o avanzar por ese pasillo oscuro en el que se oyen voces, las cuales no consigo distinguir. La elección es tuya. -Dijo el Mink mientras esperaba la respuesta de su afeminado compañero.
La verdad es que el felino ya estaba cansado de dar vueltas y vueltas y no llegar a ningún sitio interesante. Lo único que quería el Mink ahora mismo era salir de allí. Los sitios cerrados le agobiaban si se encontraba en ellos demasiado tiempo y este era el caso. Llevaban dando tumbos desde que se encontró con Paul, quizás hubiera sido mejor haber ido con el anciano de la moto. El felino era un Mink de acción y si no peleaba se aburría.
Gareth Silverwing
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De pronto todo lo que veía se tornó negro. Mis oídos pitaban, mi cabeza daba vueltas y tenía unas migrañas como nunca antes las había tenido. La boca me sabía a vómito y tenía las sensación constante de que iba a devolver lo que había cenado ese día. Me costaba coordinar mis movimientos, aún más recordar en qué posición me encontraba. Tras unos segundos pude hacerme al ritmo de mi cuerpo, así como recordar cómo había llegado ahí y lo que estábamos haciendo.
Un molesto y constante pitido nublaba mi audición haciendo que todo se escuchase amortiguado y confuso, aunque tenía la sensación que, desde hace unos segundos no había tanto ruido alrededor. Al me dijo algo, al principio tuve que hacer un esfuerzo para interpretar sus palabras, pero enseguida supe a lo que se refería.
De todas formas ahora las órdenes del almirante no eran mi prioridad. No se si podía darse cuenta, pero no estaba precisamente en un estado de hacer caso a nadie. No estaba enfadado, no estaba cabreado, estaba furioso. Por mis venas corría ira pura en vez de sangre y cualquiera mínimamente perceptivo se daría cuenta de que atendería a pocas razones si no me desquitaba pronto.
Estaba tumbado en un hueco hecho en el muro por culpa del impacto, con la cabeza prácticamente incrustada en el hormigón. Extendí un brazo y agarré uno de los bordes del hueco para apoyarme y poder incorporarme. No podía contenerme demasiado bien, pues la pared se agrietó todavía más de la fuerza del agarre, extendiendo las grietas varios metros y dejando una buena impresión de mis dedos hundidos.
Me incorporé lentamente mientras un aura rojiza envolvía mi cuerpo por completo y notaba como la energía almacenada en este comenzaba a fluir alimentando mis músculos.
- Te dije amablemente. - Mascullé entre dientes mientras echaba el brazo derecho atrás y saltaba con todas mis fuerzas hacia el frente. - ¡Que bajaras el volumen! - Grité a la vez que activaba el 0-Raiser detrás del codo de mi brazo para darle un impulso extra, a parte una capa oscura envolvió mi puño para aumentar los daños todavía más.
Dirigí el puñetazo justo a lo que sería la boca del estómago del golem para intentar impulsarlo hacia la mesa de mezclas del tío raro.
Tuviera éxito o no era hora de poner fin a ese molesto ruido, más de lo que había hecho Al. Centré mis sentidos en la barrera de sonido que había hecho este. Había un principio que quería emplear desde hace tiempo, pero los enemigos que usaban sonido escaseaban y no era algo que funcionase precisamente con Al.
- Refrigeración termoacústica. - Dije mientras me incorporaba tras el puñetazo en un tono suficientemente alto como para que me escuchase Al. - Las ondas sonoras transmiten energía cinética, estas al chocar contra una superficie la transmiten y parte de esta es transformada, o bien en deformación de la superficie o bien en energía térmica. Al generar una barrera de sonido has logrado que toda la energía cinética de las ondas sonoras se transforme en energía térmica que yo puedo absorber. En resumen, el ruido que generan está moviendo todo el calor de la zona hacia un punto donde yo puedo aprovecharlo. Cuanto más potente es este más calor mueven y más calor absorbo. Es decir, que si siguen funcionando a ese volumen tan exagerado en poco segundos podrían llegar a congelar toda la sala. - Expliqué al tiempo que la temperatura comenzaba a bajar, especialmente en la zona donde se encontraban los altavoces, los cuales comenzaban a cubrirse de escarcha. - No importa que tengan una fuente de energía ilimitada, los circuitos tienen un límite, y cuando la temperatura baje por debajo del punto crítico dejarán de funcionar.
Este era un caso claro en el que, cuanto más luchase el enemigo, más jodido estaría, tenía dos opciones, parar la música o seguir a todo volumen y acabar congelado.
Un molesto y constante pitido nublaba mi audición haciendo que todo se escuchase amortiguado y confuso, aunque tenía la sensación que, desde hace unos segundos no había tanto ruido alrededor. Al me dijo algo, al principio tuve que hacer un esfuerzo para interpretar sus palabras, pero enseguida supe a lo que se refería.
De todas formas ahora las órdenes del almirante no eran mi prioridad. No se si podía darse cuenta, pero no estaba precisamente en un estado de hacer caso a nadie. No estaba enfadado, no estaba cabreado, estaba furioso. Por mis venas corría ira pura en vez de sangre y cualquiera mínimamente perceptivo se daría cuenta de que atendería a pocas razones si no me desquitaba pronto.
Estaba tumbado en un hueco hecho en el muro por culpa del impacto, con la cabeza prácticamente incrustada en el hormigón. Extendí un brazo y agarré uno de los bordes del hueco para apoyarme y poder incorporarme. No podía contenerme demasiado bien, pues la pared se agrietó todavía más de la fuerza del agarre, extendiendo las grietas varios metros y dejando una buena impresión de mis dedos hundidos.
Me incorporé lentamente mientras un aura rojiza envolvía mi cuerpo por completo y notaba como la energía almacenada en este comenzaba a fluir alimentando mis músculos.
- Te dije amablemente. - Mascullé entre dientes mientras echaba el brazo derecho atrás y saltaba con todas mis fuerzas hacia el frente. - ¡Que bajaras el volumen! - Grité a la vez que activaba el 0-Raiser detrás del codo de mi brazo para darle un impulso extra, a parte una capa oscura envolvió mi puño para aumentar los daños todavía más.
Dirigí el puñetazo justo a lo que sería la boca del estómago del golem para intentar impulsarlo hacia la mesa de mezclas del tío raro.
Tuviera éxito o no era hora de poner fin a ese molesto ruido, más de lo que había hecho Al. Centré mis sentidos en la barrera de sonido que había hecho este. Había un principio que quería emplear desde hace tiempo, pero los enemigos que usaban sonido escaseaban y no era algo que funcionase precisamente con Al.
- Refrigeración termoacústica. - Dije mientras me incorporaba tras el puñetazo en un tono suficientemente alto como para que me escuchase Al. - Las ondas sonoras transmiten energía cinética, estas al chocar contra una superficie la transmiten y parte de esta es transformada, o bien en deformación de la superficie o bien en energía térmica. Al generar una barrera de sonido has logrado que toda la energía cinética de las ondas sonoras se transforme en energía térmica que yo puedo absorber. En resumen, el ruido que generan está moviendo todo el calor de la zona hacia un punto donde yo puedo aprovecharlo. Cuanto más potente es este más calor mueven y más calor absorbo. Es decir, que si siguen funcionando a ese volumen tan exagerado en poco segundos podrían llegar a congelar toda la sala. - Expliqué al tiempo que la temperatura comenzaba a bajar, especialmente en la zona donde se encontraban los altavoces, los cuales comenzaban a cubrirse de escarcha. - No importa que tengan una fuente de energía ilimitada, los circuitos tienen un límite, y cuando la temperatura baje por debajo del punto crítico dejarán de funcionar.
Este era un caso claro en el que, cuanto más luchase el enemigo, más jodido estaría, tenía dos opciones, parar la música o seguir a todo volumen y acabar congelado.
- Resumen:
- Recuperar la lucidez y cagarme en todo lo que se menea. Levantarme y darle un señor puñetazo al golem que me apartó. Comenzar a drenar la temperatura de la sala usando la refrigeración termoacústica.
- Cosas usadas:
- Característica Clave: Fuerza. 10
Características Principales: Resistencia 8 y Poder de Destrucción 8
Características secundarias: Velocidad 5 y Reflejos 4
X7 Fuerza X6 Resistencia
Aura de Violencia
Force Step
Trans Am (primer turno)
Haki endurecimiento nivel 9
Erik Carter
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El vuelo del dragón fue, en una palabra, asombroso. Agilidad, velocidad, poder, sentir los músculos de la poderosa criatura combarse bajo su cuerpo era una sensación asombrosa que elevó hasta la estratosfera el respeto de Erik por el comodoro. Un ser tan magnífico no podía recibir otro trato.
Y hablando de magnificencia ¿Era esa la banda del Yonkou? El deportista no tenía claro, pensando en frío, si la cercanía de semejantes monstruos era algo positivo o negativo. Por suerte (o por desgracia) Erik no poseía la capacidad de pensar en frío, al menos no montado sobre un dragón persiguiendo al Dragón.
-Comodoro, ahí están. -Era terriblemente obvio, pero no pudo evitarlo. Solo dos cosas ocupaban su mente en aquel instante. La primera eran dragones. La segunda una muda súplica para que el comodoro ignorase la otra puerta y no decidiera, dios no lo quiera, dividir el grupo y mandar a alguien por aquel camino.
Y hablando de magnificencia ¿Era esa la banda del Yonkou? El deportista no tenía claro, pensando en frío, si la cercanía de semejantes monstruos era algo positivo o negativo. Por suerte (o por desgracia) Erik no poseía la capacidad de pensar en frío, al menos no montado sobre un dragón persiguiendo al Dragón.
-Comodoro, ahí están. -Era terriblemente obvio, pero no pudo evitarlo. Solo dos cosas ocupaban su mente en aquel instante. La primera eran dragones. La segunda una muda súplica para que el comodoro ignorase la otra puerta y no decidiera, dios no lo quiera, dividir el grupo y mandar a alguien por aquel camino.
- Resumen:
- Reyeno fuerte, señalar lo obvio y rezar porque no lo alejen de Dexter.
Ellie
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La mink sonrió a la par que suspiraba. Habían conseguido vencer la prueba que el músico les había puesto, y la felicidad era su nuevo estado de ánimo. Saltó de alegría mientras miraba a Iulio, que estaba a su lado, y le tendía su pata derecha.
- ¡Choca esos cinco, tío! Ha sido increíble, tienes un poder muy molón. Pensaba que íbamos a morir por la onda esa, pero luego cuando vi tu ataque pensé que había esperanza. Y vaya si la hubo, ha sido un choque la mar de divertido, jeje. Oye, ¿A dónde vamos ahora?
Lo cierto era que había estado tan centrada en el combate que se había olvidado por un momento de cuál era su misión principal; salvar al mundo. La loba aulló, en busca de Giotto, instándole a que se sumara al grupo de las tres logias, ignorando por un momento al otro humano, cuyo disparo también había ayudado a acabar con la onda del músico.
- ¿Quién tenía el mapa? Debemos darnos prisa, este tío nos ha hecho parar mucho tiempo. Por cierto, me está entrando hambre. ¿Tenéis algo para matar el gusanillo?
Quizá fuera debido al poder de su fruta, pero Ellie no estaba siendo consciente del calor que hacía en la sala, así como el fuego que se encontraba por allí. ¿Sería un problema dejarlo así?
- ¡Choca esos cinco, tío! Ha sido increíble, tienes un poder muy molón. Pensaba que íbamos a morir por la onda esa, pero luego cuando vi tu ataque pensé que había esperanza. Y vaya si la hubo, ha sido un choque la mar de divertido, jeje. Oye, ¿A dónde vamos ahora?
Lo cierto era que había estado tan centrada en el combate que se había olvidado por un momento de cuál era su misión principal; salvar al mundo. La loba aulló, en busca de Giotto, instándole a que se sumara al grupo de las tres logias, ignorando por un momento al otro humano, cuyo disparo también había ayudado a acabar con la onda del músico.
- ¿Quién tenía el mapa? Debemos darnos prisa, este tío nos ha hecho parar mucho tiempo. Por cierto, me está entrando hambre. ¿Tenéis algo para matar el gusanillo?
Quizá fuera debido al poder de su fruta, pero Ellie no estaba siendo consciente del calor que hacía en la sala, así como el fuego que se encontraba por allí. ¿Sería un problema dejarlo así?
- Resumen:
Intentar juntar a los tres logias y preguntar qué camino debemos seguir.
Hay hambre.
—Eres un aguafiestas —le dijo a Luka.
El grupo de música comenzó a tocar unos acordes que Zane conocía bien. Había escuchado esa canción muchas veces, aunque no era de sus favoritas. Meneaba a cabeza de arriba hacia abajo, mientras chasqueaba los dedos marcando el ritmo de la música. Su mirada se iba hacia Luka, que continuaba mosqueado. Mientras tanto Nox, Vile y Alviss parecían pasmados. ¿Habría sido ese licor demasiado fuerte para ellos? Esperaba que no, aunque aquel glorioso líquido elemento era para avanzados y no aptos para novatos. Nox solía beber a menudo, aunque tras la máscara dudaba de su aguante, hubiera jurado que más de una vez se había quedado dormido de pie. Alviss, por su parte, llevaba mucho entrenando junto a la banda, pero desconocía la resistencia del amigo de Nailah. «Si se queda inconsciente lo arrastramos y punto», se dijo el pelirrojo.
Unos focos se iluminaron en el techo, y dejaron ver los estropicios de una fiesta que se había ido de las manos. Vasos rotos, charcos de sangre y alcohol, algún que otro preservativo. Sillas tiradas por el suelo. Colillas de algo que no era tabaco, pero alguien que nociones básicas de herboristería de autoconsumo sabía de qué se trataba. Y, por último, muebles de madera algo antiguos.
La estancia vibró de pronto. Era como si un leve terremoto, que apenas había durado unos segundos que se hicieron eternos, hubieran removido las entrañas de aquella estructura metálica que era la aguja. Y cuando eso sucedió, la mano de uno de los miembros del grupo rozó el pómulo izquierdo de Zane. Éste aguantó el golpe sin más, pero la intención era de hacerle daño. Había estado en muchas peleas de bar, y sabía cuándo un golpe no era amistoso. En otras circunstancias, debido a que admiraba a aquellos hombres, lo hubiera dejado pasar, sin embargo, delante de su gente, y teniendo en cuenta que su oficial de cubierta quería patear traseros, eso no iba a quedar así.
Mostró una sonrisa al cantante, que parecía estar en su salsa, y llevando la mano a su Samidare, desenfundó creando una onda cortante horizontal en dirección a uno de sus grupos favoritos, con la intención de pudieran esquivarlos, y si no era así mala suerte para ellos. La onda no iba con toda su fuerza, quizá solo a un cuarenta por ciento de lo que podía hacer, pues tampoco quería cortar sin querer algún muro de carga del edificio. Había acordado no atacar a la marina del gobierno mundial, pero nadie había dicho nada de unos viejos seniles.
—Que empiece la fiesta, shurmanos —dijo Zane, haciendo una señal con la cabeza a sus compañeros.
El grupo de música comenzó a tocar unos acordes que Zane conocía bien. Había escuchado esa canción muchas veces, aunque no era de sus favoritas. Meneaba a cabeza de arriba hacia abajo, mientras chasqueaba los dedos marcando el ritmo de la música. Su mirada se iba hacia Luka, que continuaba mosqueado. Mientras tanto Nox, Vile y Alviss parecían pasmados. ¿Habría sido ese licor demasiado fuerte para ellos? Esperaba que no, aunque aquel glorioso líquido elemento era para avanzados y no aptos para novatos. Nox solía beber a menudo, aunque tras la máscara dudaba de su aguante, hubiera jurado que más de una vez se había quedado dormido de pie. Alviss, por su parte, llevaba mucho entrenando junto a la banda, pero desconocía la resistencia del amigo de Nailah. «Si se queda inconsciente lo arrastramos y punto», se dijo el pelirrojo.
Unos focos se iluminaron en el techo, y dejaron ver los estropicios de una fiesta que se había ido de las manos. Vasos rotos, charcos de sangre y alcohol, algún que otro preservativo. Sillas tiradas por el suelo. Colillas de algo que no era tabaco, pero alguien que nociones básicas de herboristería de autoconsumo sabía de qué se trataba. Y, por último, muebles de madera algo antiguos.
La estancia vibró de pronto. Era como si un leve terremoto, que apenas había durado unos segundos que se hicieron eternos, hubieran removido las entrañas de aquella estructura metálica que era la aguja. Y cuando eso sucedió, la mano de uno de los miembros del grupo rozó el pómulo izquierdo de Zane. Éste aguantó el golpe sin más, pero la intención era de hacerle daño. Había estado en muchas peleas de bar, y sabía cuándo un golpe no era amistoso. En otras circunstancias, debido a que admiraba a aquellos hombres, lo hubiera dejado pasar, sin embargo, delante de su gente, y teniendo en cuenta que su oficial de cubierta quería patear traseros, eso no iba a quedar así.
Mostró una sonrisa al cantante, que parecía estar en su salsa, y llevando la mano a su Samidare, desenfundó creando una onda cortante horizontal en dirección a uno de sus grupos favoritos, con la intención de pudieran esquivarlos, y si no era así mala suerte para ellos. La onda no iba con toda su fuerza, quizá solo a un cuarenta por ciento de lo que podía hacer, pues tampoco quería cortar sin querer algún muro de carga del edificio. Había acordado no atacar a la marina del gobierno mundial, pero nadie había dicho nada de unos viejos seniles.
—Que empiece la fiesta, shurmanos —dijo Zane, haciendo una señal con la cabeza a sus compañeros.
- Resumen:
- Hablar y narrar + lanzar una onda cortante
- Cosas usadas:
- Tiers de Clase:
Reflejos 12: Sus sentidos lo alertan incluso cuando está dormido. A estas alturas, sería imposible matarlo mientras duerme.
Poder de Destrucción 12: Si afilara su uña, podría cortar diamante con ella. Del mismo modo, de un golpe podría romper cualquier metal sin dificultad.
Agilidad 8: Es tan ágil que puede caminar sobre el agua durante diez segundos, pero se ve sumamente ridículo. Puede lanzar siete golpes en el tiempo que otros hacen uno.
Resistencia 12: Resistiría sin daños el derrumbe de una catedral desde su interior.
Resto de características: Tier 3
- Maestría:
- Nivel 15: Aprende a lanzar ondas cortantes, que se propagan a veinte metros por segundo unos veinte metros. Apenas tienen un par de metros de longitud.
Nivel 30: Sus ondas cortantes alcanzan los treinta metros por segundo, y se disipan a treinta metros.
Nivel 45: Ha llegado a tal potencia que su onda es “sólida”. Podría confrontar espadas lanzando ondas cortantes.
Nivel 60: Puede encadenar varias ondas cortantes a cincuenta metros por segundo, a una distancia de hasta setenta metros.
Nivel 75: Sus ondas cortantes se propagan a ochenta metros por segundo, y su extensión es de unos diez metros.
Nivel 90: Sus ondas cortantes son tan potentes que una sola haría colapsar edificios de tamaño medio.
Nivel 105: Las ondas cortantes que lanza llegan a los veinte metros de longitud, y recorrerían los cien metros antes de disiparse en medio segundo.
Nivel 120: Sus ondas cortantes mellan los materiales más duros, y cortan todo lo demás. Estas ondas son tan veloces como balas.
Luka Rooney
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La respuesta que los cantantes le dieron al tiburón no fue de su agrado. Aunque pocas cosas podían serlo en su estado actual. Se dió la vuelta, maldiciendo por lo bajo, cuando la música empezó a sonar, y con ello se encendieron unos focos, dejándole cegado durante unos segundos. El tiburón adoptó una pose defensiva durante ese instante, aunque afortunadamente, la música continuó y no hubo ningún mal mayor.
El habitante del mar observó la sala, viendo un estropicio digno de una de las fiestas de los Arashi. El olor a diversas sustancias estupefacientes le había llegado desde que había entrado en la sala, aunque aún no había sabido a qué se debía. Allí también se encontraban cristales rotos, botellas tiradas, y algunos muebles en no muy buen estado. Luka sonrió, y lo hizo aún más cuando la onda cortante de su capitán se dirigió hacia los cantantes. Le pareció bastante pequeña al principio, aunque pensó que quizá se debía a que la luz aún estaba haciendo de las suyas en los ojos.
Salió corriendo tras ello y se lanzaría al cantante que más cerca tuviera, aunque solo intentaría placarlo y, lo hiciera o no, se limitaría a preguntar qué debían hacer para seguir avanzando, mostrando su gesto de rabia e ira, por si servía de algo.
El habitante del mar observó la sala, viendo un estropicio digno de una de las fiestas de los Arashi. El olor a diversas sustancias estupefacientes le había llegado desde que había entrado en la sala, aunque aún no había sabido a qué se debía. Allí también se encontraban cristales rotos, botellas tiradas, y algunos muebles en no muy buen estado. Luka sonrió, y lo hizo aún más cuando la onda cortante de su capitán se dirigió hacia los cantantes. Le pareció bastante pequeña al principio, aunque pensó que quizá se debía a que la luz aún estaba haciendo de las suyas en los ojos.
Salió corriendo tras ello y se lanzaría al cantante que más cerca tuviera, aunque solo intentaría placarlo y, lo hiciera o no, se limitaría a preguntar qué debían hacer para seguir avanzando, mostrando su gesto de rabia e ira, por si servía de algo.
- Resumen:
- Intentar placar a algún músico tras la onda de Zane y preguntar qué tenemos que hacer para seguir nuestro camino.
- Intentar placar a algún músico tras la onda de Zane y preguntar qué tenemos que hacer para seguir nuestro camino.
- Cosas 1:
- stats:
Actuales: Fuerza 11 (9+2 gyojin) | Resistencia 9 | Agilidad 6 | Velocidad 6 | Reflejos 3
Pasivos: Fuerza x10 | Resistencia x4
- Cosas 2:
- Carga pulsera: 5 turnos de 5 max.
- Carga Espiritu de Poseidón: 3 turnos de 3 max.
- Parmigiano: de fuerte sabor y tremendamente nutritivo, este queso otorgará a quien lo consuma un x3 activo (acumulable con activas del consumidor) a la Fuerza durante 3 posts.
- Carga pulsera: 5 turnos de 5 max.
Ummak Zor-El
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Todo el mundo se empeñaba en hacer infinidad de aspavientos a su alrededor, pero el benjamín de los Zor-El no caería en la trampa. El seguía en sus trece en que todo aquello, desde el suelo, hasta los muros y hasta la última forma de vida que había en aquella habitación, no eran más que ilusiones creadas por algún tipo de embrujo. Que la sala en la que se habían adentrado era otra de esas pruebas de ingenio pero que él, Ummak Zor-El, en su infinito conocimiento, había sido capaz de eludir. O al menos eso era lo que él creía.
Aunque el Driv-mahrazh, el demonio rubio del Mar Azul, se había librado de su presa y cortado una vez más su larga cabellera, el salvaje confiaba en que al menos este hubiese salido del embrujo. Sin embargo, según se iba acercando hacia el umbral de la puerta más y más reales se volvían las voces a su alrededor. Habría podido oír que cada una tenía su peculiar tono y acento, pero aquel pequeño detalle no le haría flaquear. Ya casi había llegado hasta la siguiente sala y, con guía o sin él, cruzaría con Skión hacia el otro lado.
Tan concentrado estaba en caminar e ignorar todo lo que sucedía cerca de él que no vio venir la silueta que se abalanzaba grácilmente sobre él. Una masa marrón y peluda a punto estuvo de abalanzarse sobre su cráneo y aunque Ummak supuso que debía de tratarse nuevamente de la rata chillona, no fue hasta que su guía y enemigo desvió su trayectoria que se dio cuenta de que nada de todo aquello era una ilusión. El shandian se abofeteó la cara, confuso, esperando que todo aquel circo se desvaneciese. Pero lo que sucedió a continuación no hizo que la situación mejorase.
El más grande del grupo, el gigantón de cabellos castaños se sacó de alguna parte un enorme cuerpo un queso, que enseguida inundó las fosas nasales del guerrillero. No es que no le gustase el queso, pero no estaba acostumbrado a olores tan fuertes y enseguida se llevó su mano libre a la nariz tratando de librarse del hedor del alimento. La rata chillona, por su parte, casi atraída por el fuerte olor, comenzó a roer el alimento y ¡Oh sorpresa! Comenzó a chillar de nuevo.
El shandian le miró de reojo. Era un ser lastimero y que probablemente no mereciese ningún tipo de compasión, sin embargo, Ummak había sido criado en unos valorescristianos que incentivaban el respeto por la naturaleza y, en general por la vida. Teniendo en cuenta que aquello no había sido una cacería ni una pelea honorable, aquella criatura no merecía la muerte. Consciente de que en algún momento de la noche se arrepentiría de lo que estaba a punto de hacer, el cabello de shandian volvió a erigirse una vez más sobre su cabeza adoptado esta vez, poco a poco la fisionomía de una mano humana. Cuando esta estuvo formada completamente, el guerrillero miró con un sentimiento similar a la tristeza a su obra. Se aproximó lentamente hasta el castor y, taponándole los orificios nasales con su izquierda para impedir que este cerrara la boca, le introduciría aquel mechón por la garganta hasta que se viera obligado a vomitar todo lo que había comido aquella noche. De tener resultado, cortaría con su lanza incandescente el mechón generado para evitar sí su enfado y la muerte del castor.
- ¡Chak yatholat, Zafra! Ajjin yeri atthirar mae anni – exclamó imperante en su lengua natal. Zafra, que era como había llamado a la rata chillona, era una palabra bastantes despectiva que en shandianii tan solo era empleada para referirse a los prisioneros de guerra y a los esclavos. En la lengua común aquella frase podría traducirse como «¡Calla, esclavo! Ahora tu vida me pertenece» - Ummak buscar a un hombre, ser de piel oscura, cabello blanco y hablar lengua de los Antiguos Guerreros. Tu guiar a Ummak y Skión o reunirte con tus dioses chillones ¿Tu entender? – Inquirió, recogiendo una porción de queso y acercándosela a la cara.
Aunque el Driv-mahrazh, el demonio rubio del Mar Azul, se había librado de su presa y cortado una vez más su larga cabellera, el salvaje confiaba en que al menos este hubiese salido del embrujo. Sin embargo, según se iba acercando hacia el umbral de la puerta más y más reales se volvían las voces a su alrededor. Habría podido oír que cada una tenía su peculiar tono y acento, pero aquel pequeño detalle no le haría flaquear. Ya casi había llegado hasta la siguiente sala y, con guía o sin él, cruzaría con Skión hacia el otro lado.
Tan concentrado estaba en caminar e ignorar todo lo que sucedía cerca de él que no vio venir la silueta que se abalanzaba grácilmente sobre él. Una masa marrón y peluda a punto estuvo de abalanzarse sobre su cráneo y aunque Ummak supuso que debía de tratarse nuevamente de la rata chillona, no fue hasta que su guía y enemigo desvió su trayectoria que se dio cuenta de que nada de todo aquello era una ilusión. El shandian se abofeteó la cara, confuso, esperando que todo aquel circo se desvaneciese. Pero lo que sucedió a continuación no hizo que la situación mejorase.
El más grande del grupo, el gigantón de cabellos castaños se sacó de alguna parte un enorme cuerpo un queso, que enseguida inundó las fosas nasales del guerrillero. No es que no le gustase el queso, pero no estaba acostumbrado a olores tan fuertes y enseguida se llevó su mano libre a la nariz tratando de librarse del hedor del alimento. La rata chillona, por su parte, casi atraída por el fuerte olor, comenzó a roer el alimento y ¡Oh sorpresa! Comenzó a chillar de nuevo.
El shandian le miró de reojo. Era un ser lastimero y que probablemente no mereciese ningún tipo de compasión, sin embargo, Ummak había sido criado en unos valores
- ¡Chak yatholat, Zafra! Ajjin yeri atthirar mae anni – exclamó imperante en su lengua natal. Zafra, que era como había llamado a la rata chillona, era una palabra bastantes despectiva que en shandianii tan solo era empleada para referirse a los prisioneros de guerra y a los esclavos. En la lengua común aquella frase podría traducirse como «¡Calla, esclavo! Ahora tu vida me pertenece» - Ummak buscar a un hombre, ser de piel oscura, cabello blanco y hablar lengua de los Antiguos Guerreros. Tu guiar a Ummak y Skión o reunirte con tus dioses chillones ¿Tu entender? – Inquirió, recogiendo una porción de queso y acercándosela a la cara.
Midorima Shintaro
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La situación ya no era tan caótica como antes, pero… Si era, nuevamente, un desastre. Observó a Simo lanzar una granada dentro de la bestia y que esta estallaba, pero aun así, volvía a regenerarse. Se limpió un poco de la sangre que había caído en su cuerpo y suspiró. Escuchó las palabras de Bucharatti. Explicó el origen de la bestia, un arma biológica que salió horriblemente mal y que ahora era… Eso. También escuchó que no sabía de Krauser y que bien alguien podía estar usando su nombre para ganar adeptos, extrañamente, esa teoría era bastante más fácil de asimilar que el ex almirante estuviera tras esto. Lo que sucedió después fue algo bastante impresionante, el robot con una mano creó una gran cremallera y con un simple chasquillo de sus dedos, cortó en dos a la bestia, pero como era de suponer, volvía intentar regenerarse.
Sintió un gran temblor, vio focos cayendo y algunas tuberías romperse, liberando una especie de gas. ¿Qué estaba pasando? Se movió a un lado esquivando uno de los focos que iba a caer justo donde estaba él. Tras un minuto, todo volvió a la calma, pero se sentía raro… No era una calma normal, era pesada, intranquila, como si en cualquier minuto algo malo estuviera por suceder. Miró a todos y estaban bien, o bien en lo mejor que se podía estar en esa situación. Se quedó observando lo que sucedía y, al parecer, Eric tenía un plan. Los mandó al resto a retirar los cuerpos inconscientes de los marines. Suspiró, había visto un grupo de seis marines cerca del arma biológica, así que sin pensarlo mucho, usando el Soru fue que los fue moviendo de dos en dos y los iba dejando justo donde él estaba.
—Bucharatti, te propongo algo —comentó con calma mientras recuperaba el aliento —. Ven con nosotros, al parecer, tienes conocimientos que nos pueden ayudar —dijo mientras aceptaba la barrita que le estaba ofreciendo a Dretch, estaba claro que el búho no quería nada más con ese tipo —. Terminamos aquí y cada uno sigue su camino. Es un buen trato, ¿no crees?
Sabía que estaba tomando una decisión como esa sin importarle la opinión del resto, pero si era un recurso utilizable, ¿por qué no aprovecharlo? Así que, le gustara a quien le gustara, era una muy buena idea. Ya luego vería las posibles reprimendas, pero, como todo, le iba a importar poco y nada. Confiaba en sus instintos y Bucharatti tuvo la opción de acabar con ellos, no lo hizo. El objetivo de él y de sus compañeros era el mismo, detener esta cosa. Un objetivo común podía hacer aliados hasta a las personas más extrañas.
Sintió un gran temblor, vio focos cayendo y algunas tuberías romperse, liberando una especie de gas. ¿Qué estaba pasando? Se movió a un lado esquivando uno de los focos que iba a caer justo donde estaba él. Tras un minuto, todo volvió a la calma, pero se sentía raro… No era una calma normal, era pesada, intranquila, como si en cualquier minuto algo malo estuviera por suceder. Miró a todos y estaban bien, o bien en lo mejor que se podía estar en esa situación. Se quedó observando lo que sucedía y, al parecer, Eric tenía un plan. Los mandó al resto a retirar los cuerpos inconscientes de los marines. Suspiró, había visto un grupo de seis marines cerca del arma biológica, así que sin pensarlo mucho, usando el Soru fue que los fue moviendo de dos en dos y los iba dejando justo donde él estaba.
—Bucharatti, te propongo algo —comentó con calma mientras recuperaba el aliento —. Ven con nosotros, al parecer, tienes conocimientos que nos pueden ayudar —dijo mientras aceptaba la barrita que le estaba ofreciendo a Dretch, estaba claro que el búho no quería nada más con ese tipo —. Terminamos aquí y cada uno sigue su camino. Es un buen trato, ¿no crees?
Sabía que estaba tomando una decisión como esa sin importarle la opinión del resto, pero si era un recurso utilizable, ¿por qué no aprovecharlo? Así que, le gustara a quien le gustara, era una muy buena idea. Ya luego vería las posibles reprimendas, pero, como todo, le iba a importar poco y nada. Confiaba en sus instintos y Bucharatti tuvo la opción de acabar con ellos, no lo hizo. El objetivo de él y de sus compañeros era el mismo, detener esta cosa. Un objetivo común podía hacer aliados hasta a las personas más extrañas.
AEG93
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Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
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Agudeza
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Algo, al parecer un campo de energía, repelió el poderoso ataque dirigido por el alcalde contra la mesa de mezclas. una parte de las gradas sufrió los desperfectos que iban destinados a ella, e incluso la máscara del atacante recibió un ligero daño. Por suerte había pensado en la posibilidad de que un golpe directo no funcionase, y Kirin cumplió con su papel a la perfección. Sus rayos sobrecargaron el artilugio hasta hacerlo saltar en mil pedazos.
- Bien hecho, chico. - Le concedió el político. Sabía que gran parte de ser un buen líder consistía en mantener motivados a sus hombres, y aquella no era una excepción. Tal vez Kirin no fuese tan poderoso como Katharina o como él mismo, pero eso no quitaba que si hacía bien las cosas se le debiese reconocer. No se preocupaba porque pudiera sentirse herido o desplazado, ni mucho menos, pero un subordinado feliz es más proclive a obedecer. Era más un tema práctico que otra cosa.
En ese momento un tremendo temblor pareció sacudir todo el edificio, casi haciendo perder pie a los allí presentes. Tal vez aquello significara que faltaba poco tiempo para que aquella gigantesca arma de destrucción masiva se pusiera en marcha. Casi al mismo tiempo las luces comenzaron a apagarse y encenderse rápidamente, y una gran puerta situada en el graderío se abrió. Lo que emergió de ella estuvo a punto de dejar al enmascarado con la boca abierta. Era un toro, de eso no cabía duda, pero jamás había imaginado que pudiera llegar a existir uno de semejante tamaño. Había visto edificios considerablemente más pequeños que aquel ser que, para colmo, parecía alterado y dispuesto a atacar. Viendo lo que se aproximaba, el alcalde advirtió a sus dos ayudantes más activos, que se encontraban en su trayectoria:
- Katharina, Kirin, apartaos rápidamente de ahí y dejadme a mí el toro gigante. Vosotros encargaos del torero. Confío en que seáis capaces de ello.
No estaba seguro, pero estaba decidido a seguir jugando el papel de líder motivador. Katharina en particular había mostrado ser reticente a seguir órdenes, por lo que lidiar con ella iba a requerir algo de mano izquierda. Y si animarles era el precio a pagar para que hiciesen lo que les mandaba... bien, no era ni mucho menos excesivo.
Una vez ambos se hubiesen apartado, el enmascarado intentaría atraer a la bestia hacia sí. Para ello agarraría su capa con la mano derecha y extendería el brazo, dejando que la prenda se estirase al lado de su cuerpo. Piernas rectas, torso estirado, cabeza alta. La elegancia de su pose no tendría parangón. Movería brusca pero ligeramente la mano para hacerla ondular, instando al animal a embestir aquel trozo de tela. Y cuando estuviese a punto de hacerlo, el político aprovecharía la inhumana flexibilidad y rapidez de reflejos que el Kami-e, en conjunción con sus propias habilidades, le otorgaban para girar sobre sí mismo hacia la izquierda de forma que quedase situado entre la cabeza y la pata del toro y este pasase a su lado sin tocarle. En cuanto estuviese bajo el tórax del gigantesco bovino, saltaría con todas sus fuerzas y giraría hacia atrás en el aire mientras asestaba lo que parecería una patada desde abajo a la bestia. Sin embargo, cuando su pierna estuviese a escasos milímetros de la piel del toro, lanzaría una de sus ondas cortantes. El Rankyaku era una técnica reconocible, y por eso se veía obligado a disimular su uso de aquella manera, aunque bien era cierto que ningún otro Rankyaku se asemejaba lo más mínimo al suyo en términos de poder. No tenía la menor duda, un ataque como aquel bastaría para partir por la mitad a cualquier animal, sin importar su tamaño o su resistencia.
- Bien hecho, chico. - Le concedió el político. Sabía que gran parte de ser un buen líder consistía en mantener motivados a sus hombres, y aquella no era una excepción. Tal vez Kirin no fuese tan poderoso como Katharina o como él mismo, pero eso no quitaba que si hacía bien las cosas se le debiese reconocer. No se preocupaba porque pudiera sentirse herido o desplazado, ni mucho menos, pero un subordinado feliz es más proclive a obedecer. Era más un tema práctico que otra cosa.
En ese momento un tremendo temblor pareció sacudir todo el edificio, casi haciendo perder pie a los allí presentes. Tal vez aquello significara que faltaba poco tiempo para que aquella gigantesca arma de destrucción masiva se pusiera en marcha. Casi al mismo tiempo las luces comenzaron a apagarse y encenderse rápidamente, y una gran puerta situada en el graderío se abrió. Lo que emergió de ella estuvo a punto de dejar al enmascarado con la boca abierta. Era un toro, de eso no cabía duda, pero jamás había imaginado que pudiera llegar a existir uno de semejante tamaño. Había visto edificios considerablemente más pequeños que aquel ser que, para colmo, parecía alterado y dispuesto a atacar. Viendo lo que se aproximaba, el alcalde advirtió a sus dos ayudantes más activos, que se encontraban en su trayectoria:
- Katharina, Kirin, apartaos rápidamente de ahí y dejadme a mí el toro gigante. Vosotros encargaos del torero. Confío en que seáis capaces de ello.
No estaba seguro, pero estaba decidido a seguir jugando el papel de líder motivador. Katharina en particular había mostrado ser reticente a seguir órdenes, por lo que lidiar con ella iba a requerir algo de mano izquierda. Y si animarles era el precio a pagar para que hiciesen lo que les mandaba... bien, no era ni mucho menos excesivo.
Una vez ambos se hubiesen apartado, el enmascarado intentaría atraer a la bestia hacia sí. Para ello agarraría su capa con la mano derecha y extendería el brazo, dejando que la prenda se estirase al lado de su cuerpo. Piernas rectas, torso estirado, cabeza alta. La elegancia de su pose no tendría parangón. Movería brusca pero ligeramente la mano para hacerla ondular, instando al animal a embestir aquel trozo de tela. Y cuando estuviese a punto de hacerlo, el político aprovecharía la inhumana flexibilidad y rapidez de reflejos que el Kami-e, en conjunción con sus propias habilidades, le otorgaban para girar sobre sí mismo hacia la izquierda de forma que quedase situado entre la cabeza y la pata del toro y este pasase a su lado sin tocarle. En cuanto estuviese bajo el tórax del gigantesco bovino, saltaría con todas sus fuerzas y giraría hacia atrás en el aire mientras asestaba lo que parecería una patada desde abajo a la bestia. Sin embargo, cuando su pierna estuviese a escasos milímetros de la piel del toro, lanzaría una de sus ondas cortantes. El Rankyaku era una técnica reconocible, y por eso se veía obligado a disimular su uso de aquella manera, aunque bien era cierto que ningún otro Rankyaku se asemejaba lo más mínimo al suyo en términos de poder. No tenía la menor duda, un ataque como aquel bastaría para partir por la mitad a cualquier animal, sin importar su tamaño o su resistencia.
- Resumen (Kath y Lance):
- - Felicitar a Lance por romper la mesa.
- Ver al toro y advertir a Lance y Katharina de que se aparten, ordenándoles ir a por el torero.
- Torear cual "mataor" a Esulín y usar el Kami-e para acabar bajo su cuerpo.
- Desde allí saltar y disimular un Rankyaku haciendo como que le doy una patada.
- Cosillas:
- - Kami-e (Mejora Mítica): El usuario ha desarrollado de manera extraordinaria el uso del Kamie, llegando al punto que puede volver su cuerpo tan flexible como él quiera y también tan ligero como deseé, llegando a doblarse sobre sí mismo de maneras que desafían las leyes de la naturaleza. A efectos prácticos, utilizando el Kami-e puede evitar hasta cuatro veces el número de golpes que normalmente. Su capacidad de infiltrarse, ocultarse, escabullirse o huir es impresionante, difícilmente alguien le notará pues al ser tan ligero no hace ruido con sus pasos.
- Rankyaku (Mejora Definitiva): Thawne se ha esforzado tanto en mejorar esta técnica que ahora los Rankyakus que lanza mellan los materiales más duros, y cortan todo lo demás. Estas ondas son tan veloces como balas, y tan poderosas que una sola podrían cortar a la mitad una flota de barcos al completo. Por otro lado son sólidas, pudiendo confrontar una espada. Además, puede imbuirlas en Haki y aplicar en ellas su veneno.
Hayden Ashworth
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El dragón aterrizó y esperó a que todo el mundo bajase de su lomo, para después volver a su forma híbrida. Miró al frente, decidido, a la par que escuchaba a la tontatta de nuevo indicarles que debían subir por las escaleras. Por las escaleras que justamente estaba subiendo Dexter Black y los suyos. Suspiró y empezó a caminar hacia estas detrás del Dragón Azul, sabiendo que tarde o temprano este se iba a percatar de su presencia.
La sala era enorme y estaba decorada con madera, aunque sus motivos eran irregulares y erráticos. Podía llegar a sus oídos el apagado sonido de una música lejana. Sin embargo, en aquel instante el dragón solo podía pensar en el pirata que estaba a unos pasos más hacia delante. ¿Por qué tenía que estar siempre en todas partes? ¿Por qué allá donde fuese lo seguía un rastro de destrucción y una presencia abrumadora? Se sentía incómodo solo de mirarlo, como si un cosquilleo en su nuca le dijese que si seguía observando de aquella manera, el pirata lo iba a aniquilar. Tragó saliva.
—Dexter Black —dijo en alta voz y con ojos fieros, sobrepasando sus miedos en aquel instante—, ¿por qué allá donde hay destrucción el Dragón Azul acude? El destino de millones de personas está en juego, es muy posible que Krauser Redfield sea el responsable y tú, su amigo, estás aquí. Destruir un mar entero no es tu estilo, pero debo asegurarme. Dame una razón para que no deba efectuar tu arresto aquí y ahora.
El dragón no quería combatir con Dexter. Sabía que, si lo hacía, perdería y pondría en peligro las vidas de quienes allí estaban. Sin embargo, sí tenía tan solo un pequeño porcentaje de responsabilidad sobre aquello, era el deber del comodoro detener aquella locura... Fuese cual fuese el precio.
La sala era enorme y estaba decorada con madera, aunque sus motivos eran irregulares y erráticos. Podía llegar a sus oídos el apagado sonido de una música lejana. Sin embargo, en aquel instante el dragón solo podía pensar en el pirata que estaba a unos pasos más hacia delante. ¿Por qué tenía que estar siempre en todas partes? ¿Por qué allá donde fuese lo seguía un rastro de destrucción y una presencia abrumadora? Se sentía incómodo solo de mirarlo, como si un cosquilleo en su nuca le dijese que si seguía observando de aquella manera, el pirata lo iba a aniquilar. Tragó saliva.
—Dexter Black —dijo en alta voz y con ojos fieros, sobrepasando sus miedos en aquel instante—, ¿por qué allá donde hay destrucción el Dragón Azul acude? El destino de millones de personas está en juego, es muy posible que Krauser Redfield sea el responsable y tú, su amigo, estás aquí. Destruir un mar entero no es tu estilo, pero debo asegurarme. Dame una razón para que no deba efectuar tu arresto aquí y ahora.
El dragón no quería combatir con Dexter. Sabía que, si lo hacía, perdería y pondría en peligro las vidas de quienes allí estaban. Sin embargo, sí tenía tan solo un pequeño porcentaje de responsabilidad sobre aquello, era el deber del comodoro detener aquella locura... Fuese cual fuese el precio.
- Resumen - Dexter y Blue Rose, leed:
- Intentar aclarar las cosas con Dexter
Kenzo Nakajima
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El plan de Kenzo salió exactamente como había previsto, pero por desgracia el resultado no fue el esperado. Aquel ser no parecía regirse por las mismas leyes que el resto de organismos vivientes, y pese a que la granada hiciese un gran agujero en su interior ni se inmutó. El motivo de que eso sucediera se lo dio el tipo de las cremalleras, que respondía al nombre de Bucharatti. No era un ser vivo y consciente, sino un experimento que no salió como se esperaba. Como consecuencia se había convertido en una masa informe de células que solo buscaban reproducirse y crecer, sin otro motivo ni razón de ser más allá de ese.
Por suerte Eric parecía haber dado con su punto débil. La parte mala es que se trataba también de lo que más aversión causaba a Kenzo en este mundo, solo por detrás de los criminales: el fuego. Y precisamente era él el encargado de cortar las tuberías para tratar de quemar a aquella aberración. Al menos no tendría que acercarse a las llamas, se limitaría a verla arder desde la distancia.
Primero cubrió el mosquetón con su telaraña como el salvaje le había indicado, dejando la punta libre. Y después, para continuar con el plan establecido, apuntó hacia las tuberías y comenzó a hacer que sus dos brazos "humanos" girasen a gran velocidad. Gracias a sus dos codos poseía, igual que toda su raza, aquella extraña habilidad. Solo que él había aprendido a canalizarla ofensivamente. Así cuando sus brazos alcanzaron la velocidad suficiente, dirigió sus espadas hacia las tuberías. De ellas emergió una poderosa ráfaga de viento que esperaba fuese suficiente para cortarlas.
Por suerte Eric parecía haber dado con su punto débil. La parte mala es que se trataba también de lo que más aversión causaba a Kenzo en este mundo, solo por detrás de los criminales: el fuego. Y precisamente era él el encargado de cortar las tuberías para tratar de quemar a aquella aberración. Al menos no tendría que acercarse a las llamas, se limitaría a verla arder desde la distancia.
Primero cubrió el mosquetón con su telaraña como el salvaje le había indicado, dejando la punta libre. Y después, para continuar con el plan establecido, apuntó hacia las tuberías y comenzó a hacer que sus dos brazos "humanos" girasen a gran velocidad. Gracias a sus dos codos poseía, igual que toda su raza, aquella extraña habilidad. Solo que él había aprendido a canalizarla ofensivamente. Así cuando sus brazos alcanzaron la velocidad suficiente, dirigió sus espadas hacia las tuberías. De ellas emergió una poderosa ráfaga de viento que esperaba fuese suficiente para cortarlas.
- Resumen (ponchoman, el sastre y compañía):
- - Escuchar los consejos de Bucharatti.
- Seguir al dedillo el plan de Eric.
- Cosas:
- Nitoryuu - Ju Taka no Arashi: Kenzo comienza a hacer girar sus brazos a gran velocidad mientras sujeta sus espadas, aprovechando la habilidad de los brazos largos para hacer esto gracias a su doble codo. Una vez alcanza la suficiente velocidad para que sus brazos dejen de ser visibles para el ojo ordinario, aprovecha la inercia de su movimiento para estirar ambos brazos en dirección al enemigo, usando ambas espadas como prolongaciones de los mismos. De la punta de ellas sale una potente ráfaga de viento cortante que avanza en un cono de 60º a 25 m/s. Tiene un alcance de 20 metros.
Marc Kiedis
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Marc avanzó de camino hacia la siguiente sala, sonriente tras haber convencido a Therax de no matar al castor. Además, su plan de atraerle con la gran esfera de queso era un rotundo éxito. Sin embargo, pocos segundos después un chillido hizo que el grandullón se volviera. Al parecer el animal era alérgico a los lácteos. Y no era la primera vez que comía queso, pues apenas unos minutos atrás se había tragado la lanza con la que el semigigante le había intentado atacar.
Consciente de lo que había hecho, aunque hubiera sido involuntariamente, los ojos del cocinero se llenaron de lágrimas. No podía soportar pensar que su comida, y más en concreto su querido queso, iba a causar la muerte de alguien a quien se lo había ofrecido amablemente como alimento. Era la mayor vergüenza que un chef podía sufrir, y no solo eso. Un inocente iba a perder la vida por culpa de la comida que él le había entregado. Aquello no podía ser real. Debía hacer algo para salvarlo, pero ¿qué podía hacer?
Y entonces se le ocurrió. Therax era médico. Seguro que podía hacer algo para ayudar al pobre brazos largos. Así que, entre llantos, el semigigante se volvió hacia su amigo y le pidió un gran favor:
- Therax, por favor, tienes que salvarlo. Es culpa mía, mi queso va a matarlo si no hacemos algo, y tú eres el único que puede conseguirlo. No dejes que muera, por favor.
Desolado, el amable grandullón solo esperaba que su querido nakama accediese a ayudarle. Confiaba en que así fuera, pues el rubio era una muy buena persona, pero ojalá sus conocimientos y las herramientas a su disposición fuesen suficientes para salvar la vida del desafortunado castor.
Consciente de lo que había hecho, aunque hubiera sido involuntariamente, los ojos del cocinero se llenaron de lágrimas. No podía soportar pensar que su comida, y más en concreto su querido queso, iba a causar la muerte de alguien a quien se lo había ofrecido amablemente como alimento. Era la mayor vergüenza que un chef podía sufrir, y no solo eso. Un inocente iba a perder la vida por culpa de la comida que él le había entregado. Aquello no podía ser real. Debía hacer algo para salvarlo, pero ¿qué podía hacer?
Y entonces se le ocurrió. Therax era médico. Seguro que podía hacer algo para ayudar al pobre brazos largos. Así que, entre llantos, el semigigante se volvió hacia su amigo y le pidió un gran favor:
- Therax, por favor, tienes que salvarlo. Es culpa mía, mi queso va a matarlo si no hacemos algo, y tú eres el único que puede conseguirlo. No dejes que muera, por favor.
Desolado, el amable grandullón solo esperaba que su querido nakama accediese a ayudarle. Confiaba en que así fuera, pues el rubio era una muy buena persona, pero ojalá sus conocimientos y las herramientas a su disposición fuesen suficientes para salvar la vida del desafortunado castor.
- Resumen (Beaver's Friends):
- - Traumatizarse al pensar que el castor va a morir por su culpa.
- Pedir por favor entre llantos a Therax que lo salve.
Mist D. Spanner
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Había muchas cosas que el pirata no entendía. Bueno, en verdad había muchas cosas que si entendía, pues no consideraba las convenciones sociales cosas dignas de entenderse. Ocupaban espacio útil en su memoria que no podía malgastar de aquella forma. Para él, Marc era un espécimen asombroso. No por su tamaño, sino por su capacidad de empatía. Se mantuvo un rato pensando mientras veía como el rubio con poderes capilares gritaba cosas en otro idioma que no sonaban muy bien, mientras que el gigante suplicaba al médico de los Arashi que le salvase la vida al castor.
—No lo entiendo... ¿Por qué está tan desesperado si el que se está muriendo no es él?
Era algo que le costaba comprender, más que ninguna otra cosa. Un desconocido estaba muriendo ante ellos, ¿por qué debía importarle tanto? No debería afectarle lo más mínimo, pues no lo conocía de nada. Sin embargo, en los ojos del pirata, que miraban a su enorme amigo, no había indiferencia. Tal vez... admiración. Él observaba al castor sufriendo y no sentía absolutamente nada. ¿Era una mala persona?
Predijo que en unos cinco segundos, Nailah le iba a dar un fuerte puñetazo en la cabeza, seguramente por lo que había preguntado. No intentó esquivarlo ni hacerse intangible.
—No lo entiendo... ¿Por qué está tan desesperado si el que se está muriendo no es él?
Era algo que le costaba comprender, más que ninguna otra cosa. Un desconocido estaba muriendo ante ellos, ¿por qué debía importarle tanto? No debería afectarle lo más mínimo, pues no lo conocía de nada. Sin embargo, en los ojos del pirata, que miraban a su enorme amigo, no había indiferencia. Tal vez... admiración. Él observaba al castor sufriendo y no sentía absolutamente nada. ¿Era una mala persona?
Predijo que en unos cinco segundos, Nailah le iba a dar un fuerte puñetazo en la cabeza, seguramente por lo que había preguntado. No intentó esquivarlo ni hacerse intangible.
- REsumen:
- Envidiar la empatía de Marc y decir una burrada. Gracias a mis poderes de mantra con los que puedo ver el futuro
y echar las cartas del tarotver la hostia que me va a dar Nailah (pactado previamente con ella) y no esquivarla
Rei Arslan
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Maki estaba histérico y Annie no aguantaba atrapada en la mano gigantesca de aquel gorila. Quería escapar, liberarse, pero cada movimiento le resultaba imposible salvo por su brazo. Pensó en transformarse varias veces, como cuando había hecho lo mismo con el pulpo gigante que la había enrollado entre sus tentáculos, pero esta vez era distinto, el gorila era de metal y su cuerpo no cedería ante el tamaño de la serpiente emplumada.
-¡Maki, cálmate! - Exclamó histérica al ver que le gritaba al gorila para que se comiera a Julianna. La arquera suspiró y se calmó. Aunque estuviera en aquella situación parecía estar segura, pero el gorila en cierto modo los protegía.
Por suerte, el trayecto no duró mucho y gracias a Edward fue liberada, aunque por poco se asfixia. Sintió la mano del gorila apretarla para después liberarla y Annie cayó al suelo, en donde dio un par de vueltas. Se repuso enseguida al ver lo que planeaba la bestia y negó con la cabeza mientras esbozaba una sonrisa arrogante.
-Hasta los ovarios estoy de este bicho, de aquí no sales - Dijo en voz alta para que todos la escucharan.
El gorila estaba frente a un armazón, como si tratara de alcanzar a un joven revolucionario que estaba en las escaleras metálicas. De repente, toda la estructura comenzó a temblar. Era su momento, Annie dio un salto transformándose completamente en la serpiente emplumada que era y se situó sobre el gorila metálico, para después empujarlo con toda la fuerza de su cola de serpiente hacia atrás.
-¡Osuka, Edward! ¡Cortadle el brazo mientras se desestabiliza! - Exclamó sin perder de vista a la bestia.
Annie se mantuvo en lo alto en todo momento, por si necesitaba volver a atacar a la bestia para liberar a Maki, pero sabía que si sus dos compañeros se ponían de acuerdo podían lograr cercenar la extremidad del bicho. Confiaba en que Maki estuviera bien, al caer de espaldas lo único que podría afectarle es chocarse contra el suelo, pero la revolucionaria creó una pequeña esfera de viento que envolvía por completo al gyojin e impediría que este se hiciera daño.
-¡Maki, cálmate! - Exclamó histérica al ver que le gritaba al gorila para que se comiera a Julianna. La arquera suspiró y se calmó. Aunque estuviera en aquella situación parecía estar segura, pero el gorila en cierto modo los protegía.
Por suerte, el trayecto no duró mucho y gracias a Edward fue liberada, aunque por poco se asfixia. Sintió la mano del gorila apretarla para después liberarla y Annie cayó al suelo, en donde dio un par de vueltas. Se repuso enseguida al ver lo que planeaba la bestia y negó con la cabeza mientras esbozaba una sonrisa arrogante.
-Hasta los ovarios estoy de este bicho, de aquí no sales - Dijo en voz alta para que todos la escucharan.
El gorila estaba frente a un armazón, como si tratara de alcanzar a un joven revolucionario que estaba en las escaleras metálicas. De repente, toda la estructura comenzó a temblar. Era su momento, Annie dio un salto transformándose completamente en la serpiente emplumada que era y se situó sobre el gorila metálico, para después empujarlo con toda la fuerza de su cola de serpiente hacia atrás.
-¡Osuka, Edward! ¡Cortadle el brazo mientras se desestabiliza! - Exclamó sin perder de vista a la bestia.
Annie se mantuvo en lo alto en todo momento, por si necesitaba volver a atacar a la bestia para liberar a Maki, pero sabía que si sus dos compañeros se ponían de acuerdo podían lograr cercenar la extremidad del bicho. Confiaba en que Maki estuviera bien, al caer de espaldas lo único que podría afectarle es chocarse contra el suelo, pero la revolucionaria creó una pequeña esfera de viento que envolvía por completo al gyojin e impediría que este se hiciera daño.
Dretch
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La casi extinta paciencia del agente estaba dando sus últimos coletazos de vida. Incluso Taylor, que hasta el momento había mostrado ser una iniciada ejemplar, sonreía sin demasiado disimulo al contemplarle. Debía de estar hecho un asco con tanta humedad. Aquello durante unos instantes hizo que por su cabeza surgiera la duda ¿Tan mal lo estaba haciendo que hasta los más novatos se mofaban de él? Sin embargo, esta se disipó al mismo tiempo que la pelirrosa comenzó a hablar. De alguna forma, sabía que lo que decía era verdad. Que no ganaría nada alterándose y que, en el peor de los casos, tan solo lograría generar más problemas. Pero, a pesar de la sinceridad de sus palabras, una cosa era decirlo y otra muy distinta era hacerlo. En un hipotético entrenamiento, no le sería muy complicado abstraerse del entorno y volver a dominar sus emociones. De hecho, muchas de los entrenamientos para dominar el Seimei Kikan consistían precisamente en eso. Pero por lo que sea; la constante presencia de un Yonkou, la amenaza de una masa informe e inmortal de carne y tentáculos, el hecho de que sus subordinados tuviesen una lealtad difusa, que el mamón de Bucharatti no cejase en un empeño por reírse de él y, por último, el hecho de que un Almirante huyese abandonando a sus tropas a su suerte… Todas ellas en su conjunto le impedían abstraerse del ambiente de caos que reinaba en el lugar.
- Ojalá fuera tan fácil, no sabes cómo desearía ser tú en estos momentos – admitió, dejando que la tensión de sus músculos se relajase ligeramente. Al hacerlo, observó de soslayo a Bucharatti, el cual ajeno a cualquier tipo de ofensa, seguía ofreciéndole barritas de fobra de toda una infinita variedad de sabores.
Durante unos instantes, la habitación se inclinó ligeramente y el eco de los cañonazos y las explosiones resonó, lejano, como si de un eco constante se tratase. Sin embargo, en cuestión de algunos segundos, volvió a reinar el caos por la estancia. En parte gracias a Eric, el cual tras fumar esa hierba que embotaba los sentidos había debido de sufrir algún tipo de alucinación y no paraba de berrear órdenes a diestro y siniestro. Dretch le observó durante unos instantes y aunque no entendió del todo su plan, sí que supo ver un atisbo de su determinación. Definitivamente aquel salvaje tenía un plan y, mientras creyese en él, dudaba que de alguna forma pudiese salir mal. Por eso, delegó en Eric y el resto de marines la tarea de abrir una brecha por la que poder continuar la marcha y continúo hablando con la iniciada.
– Seria idiota si no dijese que me conviene separarnos, pero no es tan sencillo ¿Recuerdas a nuestro amigo? – inquirió, dedicándole una mirada discreta a Shintaro; el cual, de repente, parecía estar especialmente interesado en Bucharatti – No sé hasta qué punto es sensato dejarle sin vigilancia. Sé que me voy a arrepentir de esto, pero ¿Qué es lo que sabes sobre él? Llegados a este punto, si es un peligro para la misión, no debe continuar. Además, sigue teniendo el único mapa. Definitivamente tenemos que hacer algo con él.
- Ojalá fuera tan fácil, no sabes cómo desearía ser tú en estos momentos – admitió, dejando que la tensión de sus músculos se relajase ligeramente. Al hacerlo, observó de soslayo a Bucharatti, el cual ajeno a cualquier tipo de ofensa, seguía ofreciéndole barritas de fobra de toda una infinita variedad de sabores.
Durante unos instantes, la habitación se inclinó ligeramente y el eco de los cañonazos y las explosiones resonó, lejano, como si de un eco constante se tratase. Sin embargo, en cuestión de algunos segundos, volvió a reinar el caos por la estancia. En parte gracias a Eric, el cual tras fumar esa hierba que embotaba los sentidos había debido de sufrir algún tipo de alucinación y no paraba de berrear órdenes a diestro y siniestro. Dretch le observó durante unos instantes y aunque no entendió del todo su plan, sí que supo ver un atisbo de su determinación. Definitivamente aquel salvaje tenía un plan y, mientras creyese en él, dudaba que de alguna forma pudiese salir mal. Por eso, delegó en Eric y el resto de marines la tarea de abrir una brecha por la que poder continuar la marcha y continúo hablando con la iniciada.
– Seria idiota si no dijese que me conviene separarnos, pero no es tan sencillo ¿Recuerdas a nuestro amigo? – inquirió, dedicándole una mirada discreta a Shintaro; el cual, de repente, parecía estar especialmente interesado en Bucharatti – No sé hasta qué punto es sensato dejarle sin vigilancia. Sé que me voy a arrepentir de esto, pero ¿Qué es lo que sabes sobre él? Llegados a este punto, si es un peligro para la misión, no debe continuar. Además, sigue teniendo el único mapa. Definitivamente tenemos que hacer algo con él.
Nailah
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¿Un instrumento para activar la torre? Nailah se llevó la mano a la barbilla ante el comentario del repartidor; si era así, debían mantener lo más cerca posible a ese sujeto, que aunque fuese ajeno a todo lo que estaba pasando, no aceptaba separarse de la mercancía. La pirata no pondría problemas si este decidía venir con ellos y, si no era así, trataría de convencerlo de que lo mejor era mantenerse unidos en un lugar tan peligroso.
Tras eso, su mirada volvió de nuevo hacia el chico castor, el cual no estaba atacando, pero Marc, como siempre estaba tratando de ser buena persona. No le culpaba, quizás en otra vida ella hubiera sido así, pero ser alguien tan bueno resultaba aburrido. Marc había convencido a Therax de que no atacara al pobre muchacho y a cambio este comería lo que quisiera.
Pero, en cuestión de segundos todo se torció. Nailah iba a continuar el camino cuando de repente Justin gritó que era alérgico a los lácteos. La pirata se rio por lo bajo, pero al ver la reacción de su amigo el gigante se sintió apenada. Marc era muy sensible con esas cosas así que se acercó a él y le dio unas suaves palmadas en la espalda.
-Eh, grandullón, tu comida no ha tenido la culpa. Cada persona debe ser consciente de sí misma por lo que debe comer o no. Therax lo va a salvar - tras eso le dedicó una mirada al rubio y volvió a mirar a su amigo -. Tu comida es la mejor y no puedes decaer porque alguien sea un irresponsable - Nailah esbozó una sonrisa para tratar de animar al pirata. - ¿Has visto todo lo que está pasando? Necesito que estés con todos tus sentidos firmes y no flaquees, o si no nunca podrás volver alegrar los corazones de la gente con tu comida.
Tras eso, se apartó de él y al escuchar el comentario frunció el ceño girándose, alzó el brazo y le propició un puñetazo en toda la cara para que se callara. Vale que el subcapitán tenía poco tacto, pero aquello no había sido adecuado en una situación como aquella. A Nailah no le importaba en absoluto Justin, le daba igual si vivía o moría, pero Marc era un buen amigo y no podía permitir que este se sintiera mal y, mucho menos, le hicieran sentir mal. Tras eso, todo comenzó a temblar. Del techo caían tuberías y todo parecía inclinarse, ¿qué estaba ocurriendo? ¿Acaso estaban intentando echar la torre abajo?
Tras eso, su mirada volvió de nuevo hacia el chico castor, el cual no estaba atacando, pero Marc, como siempre estaba tratando de ser buena persona. No le culpaba, quizás en otra vida ella hubiera sido así, pero ser alguien tan bueno resultaba aburrido. Marc había convencido a Therax de que no atacara al pobre muchacho y a cambio este comería lo que quisiera.
Pero, en cuestión de segundos todo se torció. Nailah iba a continuar el camino cuando de repente Justin gritó que era alérgico a los lácteos. La pirata se rio por lo bajo, pero al ver la reacción de su amigo el gigante se sintió apenada. Marc era muy sensible con esas cosas así que se acercó a él y le dio unas suaves palmadas en la espalda.
-Eh, grandullón, tu comida no ha tenido la culpa. Cada persona debe ser consciente de sí misma por lo que debe comer o no. Therax lo va a salvar - tras eso le dedicó una mirada al rubio y volvió a mirar a su amigo -. Tu comida es la mejor y no puedes decaer porque alguien sea un irresponsable - Nailah esbozó una sonrisa para tratar de animar al pirata. - ¿Has visto todo lo que está pasando? Necesito que estés con todos tus sentidos firmes y no flaquees, o si no nunca podrás volver alegrar los corazones de la gente con tu comida.
Tras eso, se apartó de él y al escuchar el comentario frunció el ceño girándose, alzó el brazo y le propició un puñetazo en toda la cara para que se callara. Vale que el subcapitán tenía poco tacto, pero aquello no había sido adecuado en una situación como aquella. A Nailah no le importaba en absoluto Justin, le daba igual si vivía o moría, pero Marc era un buen amigo y no podía permitir que este se sintiera mal y, mucho menos, le hicieran sentir mal. Tras eso, todo comenzó a temblar. Del techo caían tuberías y todo parecía inclinarse, ¿qué estaba ocurriendo? ¿Acaso estaban intentando echar la torre abajo?
Katharina von Steinhell
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Cuando las luces comenzaron a apagarse y encenderse continuamente la bruja supo que sus compañeros se habían deshecho de la mesa de mezcla. Ahora el estúpido DJ no tenía a su disposición ese extraño juguetito. Por otra parte, cuando se fijó en él, notó que la prisión de hielo no había surgido efecto. ¡Juraba que había calculado bien! ¿En qué había fallado? No tuvo tiempo para reflexionarlo pues, de pronto, el hombre gordo chocó directamente contra ella, echándola a un lado. Mosqueda se volteó rápidamente hacia él, pero el toro de dimensiones realmente exageradas, como sacadas de una película de monstruos, acaparó toda su atención. No podía creer que una cosa como esa hubiese estado ahí encerrada, esperando el momento perfecto para aparecer. ¿Estaría molesta por la muerte de sus amiguitos que yacían tendidos en el suelo?
Apenas el toro comenzó a dar vueltas por la sala, Katharina centró su atención y mantra en él. Como si le viera en cámara lenta, consiguió leer casi a la perfección sus movimientos. La única verdaderamente efectiva de esquivar la embestida era recorriendo una gran distancia, y la única respuesta que se le ocurrió fue usar su técnica Pasos Veloces. Flexionó un tanto las rodillas y, de pronto, desapareció para volver a aparecer a pocos metros del torero, habiendo esquivado el ataque de la colosal bestia.
—Eso estuvo cerca —susurró para sí misma y luego volteó la mirada hacia el extraño hombretón que aún no se había presentado.
Tenía suficientes razones para creer que el hielo no le hacía efecto, ya fuese porque contaba con una capa de grasa inmune a este o simplemente así lo quería el destino. Por ahora no importaban los motivos pues lo fundamental era cambiar de estrategia. Uno de los grandes problemas de luchar en espacios cerrados era que no podía usar sus hechizos más destructivos y asegurar la muerte del torero. Invocar un tornado de fuego era una pésima idea que no solo conllevaría a su propia destrucción, sino que también a la de sus compañeros. «Si no estuviera esta gente, podría luchar con completa libertad…», se dijo a sí misma, frunciendo el ceño y mirando molesta al hombre que parecía particularmente torpe.
Cerró los ojos para concentrarse mejor en su objetivo y con su mantra predecir sus siguientes acciones. «¿Dónde se moverá? ¿Y dónde debo apuntar?», fueron las preguntas que respondería usando su haki de observación. Entonces, sus movimientos conformaron una auténtica danza, cautivando la atención de los presentes. Movimientos lentos, precisos y elegantes que provocaron un mar de ondas de viento cortante en torno al torero. Allá donde intentara escapar, estas le seguirían. Su dominio sobre el viento le permitía controlarlo a distancia por lo que no era necesario enviarlas desde su posición. Bastaba con desearlo. Si quería huir hacia la izquierda, la danza de muerte de Katharina le buscaría. Si intentaba por la derecha, las ondas de viento cortante continuarían cortando. Seguirían destrozando la piel, rasgándola hasta arrebatarle por completo la vida. De alguna forma era como si cientos de miles de cuchillos rajaran la carne al mismo tiempo.
El hielo no había funcionado y el fuego era demasiado peligroso para usarlo irresponsablemente en un espacio tan pequeño. Sin embargo, el viento era sutil y preciso, eficaz y mortífero. Tal vez, si el destino así lo quería, no necesitaría volver a danzar para quitar otra vida.
Apenas el toro comenzó a dar vueltas por la sala, Katharina centró su atención y mantra en él. Como si le viera en cámara lenta, consiguió leer casi a la perfección sus movimientos. La única verdaderamente efectiva de esquivar la embestida era recorriendo una gran distancia, y la única respuesta que se le ocurrió fue usar su técnica Pasos Veloces. Flexionó un tanto las rodillas y, de pronto, desapareció para volver a aparecer a pocos metros del torero, habiendo esquivado el ataque de la colosal bestia.
—Eso estuvo cerca —susurró para sí misma y luego volteó la mirada hacia el extraño hombretón que aún no se había presentado.
Tenía suficientes razones para creer que el hielo no le hacía efecto, ya fuese porque contaba con una capa de grasa inmune a este o simplemente así lo quería el destino. Por ahora no importaban los motivos pues lo fundamental era cambiar de estrategia. Uno de los grandes problemas de luchar en espacios cerrados era que no podía usar sus hechizos más destructivos y asegurar la muerte del torero. Invocar un tornado de fuego era una pésima idea que no solo conllevaría a su propia destrucción, sino que también a la de sus compañeros. «Si no estuviera esta gente, podría luchar con completa libertad…», se dijo a sí misma, frunciendo el ceño y mirando molesta al hombre que parecía particularmente torpe.
Cerró los ojos para concentrarse mejor en su objetivo y con su mantra predecir sus siguientes acciones. «¿Dónde se moverá? ¿Y dónde debo apuntar?», fueron las preguntas que respondería usando su haki de observación. Entonces, sus movimientos conformaron una auténtica danza, cautivando la atención de los presentes. Movimientos lentos, precisos y elegantes que provocaron un mar de ondas de viento cortante en torno al torero. Allá donde intentara escapar, estas le seguirían. Su dominio sobre el viento le permitía controlarlo a distancia por lo que no era necesario enviarlas desde su posición. Bastaba con desearlo. Si quería huir hacia la izquierda, la danza de muerte de Katharina le buscaría. Si intentaba por la derecha, las ondas de viento cortante continuarían cortando. Seguirían destrozando la piel, rasgándola hasta arrebatarle por completo la vida. De alguna forma era como si cientos de miles de cuchillos rajaran la carne al mismo tiempo.
El hielo no había funcionado y el fuego era demasiado peligroso para usarlo irresponsablemente en un espacio tan pequeño. Sin embargo, el viento era sutil y preciso, eficaz y mortífero. Tal vez, si el destino así lo quería, no necesitaría volver a danzar para quitar otra vida.
- Resumen:
- Usar la técnica Pasos Veloces para esquivar la embestida del toro.
- Darse cuenta de que el hielo no estaba haciendo efecto y decidir cambiar de estrategia.
- Usar el mantra para predecir los movimientos del torero y generar un mar de ondas de viento cortante en torno a este para arrebatarle la vida.
- Usar la técnica Pasos Veloces para esquivar la embestida del toro.
- Cosas usadas:
- Características: Reflejos 10, Agilidad 9 (x2.5), Poder de Destrucción 7, Puntería 4, Resistencia 5 (x2.5).
Kenbunshoku haki Tier 7: Tier 7: Podría prever los golpes de su oponente a hasta ciento cincuenta metros de distancia. Podría evaluar con no mucha dificultad el nivel de combate de un oponente (un posible error de veinte niveles). (Primer asalto)
Nombre de la técnica: Evocación Avanzada
Naturaleza de la técnica: Mejora de akuma no mi
Descripción de la técnica: Katharina es capaz de sintonizar su magia para manipular y crear los elementos básicos de la naturaleza: aire, tierra, hielo y fuego. Permite que acceda de forma más libre a la esencia de la magia elemental, aunque en cuanto a utilidad y poder no se asemeja a lo que puede alcanzar un conjuro.- Aire: Evidentemente este no se crea, sino que solo se manipula. Puede generar ráfagas de viento cortante con una velocidad máxima de 120 km/h. Es capaz de usar el viento de manera cortante, adquiriendo una dureza de 8 según la escala de Mohs. La bruja solo puede manipular el viento a una distancia de 30 metros.
Tiempo de canalización: Tarda 1 segundo en manipular el viento a una distancia de 15 metros. - Aire: Evidentemente este no se crea, sino que solo se manipula. Puede generar ráfagas de viento cortante con una velocidad máxima de 120 km/h. Es capaz de usar el viento de manera cortante, adquiriendo una dureza de 8 según la escala de Mohs. La bruja solo puede manipular el viento a una distancia de 30 metros.
Taylor Fitzgerald
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Taylor miró a Dretch tras la primera frase que no tenía sentido para ella. ¿Tan harto estaba de aquella situación? La autómata jamás pensaba que nadie desearía estar en su lugar, ni siquiera se lo deseaba a nadie. Ser tratada como un objeto con una única misión e intentar ser desconectada cuando las cosas iban mal... no era de su agrado. Aquella frase le había dolido lo suficiente como para que esta guardara silencio. Todos tenían sus problemas y nadie era indiferente a lo que ocurría en la cabeza de cada uno, pero ella también deseaba ser una simple agente que no tuviera que luchar en todo momento contra el control mental de sus superiores para que la quitaran de en medio.
Taylor volvió a la realidad, viendo como atacaban a la bestia y como Bucharatti explicaba la situación. Nada surtía efecto contra aquella masa viscosa, incluso parecía regenerarse en cierto modo. La autómata estaba harta de aquella pelea, quería que todo terminase, que se deshicieran de la aguja. Por momentos, su iniciativa sobre la misión que le habían encomendado decaía, pero a la vez no quería rendirse.
De repente, un temblor sacudió la zona y casi le hizo perder el equilibrio. La habitación parecía ligeramente inclinada y del techo caían tuberías y cosas extrañas. La pelirrosa miró hacia arriba y después hacia los lados, pero parecía ser algo que hizo estremecer todo, pues el estruendo era fuerte; sin embargo, tan rápido fue el caos como el regreso de la calma y Dretch le habló de nuevo.
Él tenía razón sobre Shintaro y Taylor también lo miró. La charla que había tenido con Dexter sobre el sujeto le había hecho dudar, incluso las palabras del agente después de que este le salvara la vida, pero la autómata tenía una idea. Si el traidor le había salvado la vida, ella decidiría darle una oportunidad después de todo, era lo menos que tenía que hacer y así su deuda estaría saldada.
-El mapa no es un problema - llevó el dedo índice hasta la sien, con una sonrisa - Tengo una copia de ese mapa en mi cabeza, si tuviera papel y lápiz haría un dibujo calcado de este para que pudieras verlo o incluso para repartir entre Eric y los demás. Respecto a nuestro querido amigo... veo que ahora te interesa la información que tengo. - comentó con un deje serio, que enseguida desapareció -. Cuando hablé con Dexter no me dijo nada malo sobre él, simplemente que había viajado por el mar, y también tuve unas palabras con Shintaro cuando me salvó de los tentáculos, sus palabras expresaban sinceridad con que quería ayudarnos a todos. Deberíamos darle una oportunidad, pero para que no vaya solo tenemos a la persona adecuada para encargarse de su vigilancia y además siempre podemos ponerle algún den den mushi en secreto para ver como va la cosa - Tras eso miró con disimulo a Simo, en señal de que él era el elegido -. Es una persona leal al gobierno y nos lo ha demostrado, puede encargarse perfectamente de esta tarea, confía en mi. Si las cosas se tuercen él sabrá que hacer. Además, Eric, Kenzo y Braud pueden valerse por sí mismos.
Tras eso le dio una palmadita en el hombro mientras sonreía, para que espabilara un poco, ella había ofrecido sus ideas y esperaba que su superior las apoyara.
Taylor volvió a la realidad, viendo como atacaban a la bestia y como Bucharatti explicaba la situación. Nada surtía efecto contra aquella masa viscosa, incluso parecía regenerarse en cierto modo. La autómata estaba harta de aquella pelea, quería que todo terminase, que se deshicieran de la aguja. Por momentos, su iniciativa sobre la misión que le habían encomendado decaía, pero a la vez no quería rendirse.
De repente, un temblor sacudió la zona y casi le hizo perder el equilibrio. La habitación parecía ligeramente inclinada y del techo caían tuberías y cosas extrañas. La pelirrosa miró hacia arriba y después hacia los lados, pero parecía ser algo que hizo estremecer todo, pues el estruendo era fuerte; sin embargo, tan rápido fue el caos como el regreso de la calma y Dretch le habló de nuevo.
Él tenía razón sobre Shintaro y Taylor también lo miró. La charla que había tenido con Dexter sobre el sujeto le había hecho dudar, incluso las palabras del agente después de que este le salvara la vida, pero la autómata tenía una idea. Si el traidor le había salvado la vida, ella decidiría darle una oportunidad después de todo, era lo menos que tenía que hacer y así su deuda estaría saldada.
-El mapa no es un problema - llevó el dedo índice hasta la sien, con una sonrisa - Tengo una copia de ese mapa en mi cabeza, si tuviera papel y lápiz haría un dibujo calcado de este para que pudieras verlo o incluso para repartir entre Eric y los demás. Respecto a nuestro querido amigo... veo que ahora te interesa la información que tengo. - comentó con un deje serio, que enseguida desapareció -. Cuando hablé con Dexter no me dijo nada malo sobre él, simplemente que había viajado por el mar, y también tuve unas palabras con Shintaro cuando me salvó de los tentáculos, sus palabras expresaban sinceridad con que quería ayudarnos a todos. Deberíamos darle una oportunidad, pero para que no vaya solo tenemos a la persona adecuada para encargarse de su vigilancia y además siempre podemos ponerle algún den den mushi en secreto para ver como va la cosa - Tras eso miró con disimulo a Simo, en señal de que él era el elegido -. Es una persona leal al gobierno y nos lo ha demostrado, puede encargarse perfectamente de esta tarea, confía en mi. Si las cosas se tuercen él sabrá que hacer. Además, Eric, Kenzo y Braud pueden valerse por sí mismos.
Tras eso le dio una palmadita en el hombro mientras sonreía, para que espabilara un poco, ella había ofrecido sus ideas y esperaba que su superior las apoyara.
Kaito Takumi
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Tras el comentario del peliazul, la morsa salió a escena para liarla. Escacharró el ascensor, se cobijó tras Lysbeth para olerle las posaderas y, sobretodo, enredó más la pobre mente del pobre Kaito.
En la oscuridad que no daba cobijo ni descanso a su cerebro, Kaito gritó en su cerebro un largo “Qué”. Aquel aullido psíquico de puro desconcierto resonó en su alma mientras su cuerpo, instintivamente, se ponía a la defensiva por el brusco cambio en las condiciones de su entorno. Con el elevador estropeado y el ruido que se colaba por las paredes de los destrozos que estaban teniendo lugar en otras salas, el ningyo estaba en una situación peliaguda para su cuerpo, mente y alma. Desde luego iba siendo un día movidito.
—¿Qué concha? ¿Es una morsa cangrejo hermitaño? ¿Un cangrejo hermitaño morsa? —No podía razonar qué clase de inconsciente dejaría a un pobre animal marino comer una akuma no mi, qué clase de zoan podía corresponder a un animal marino y ni mucho menos podía llegar a pensar que Franklyn realmente era un objeto dotado de vida.
Acercándose a Zack con una velocidad vertiginosa, el sireno fue de él a la extraña criatura albina una y otra vez. Deseaba respuestas y conocimiento, y de una manera u otra, ya fuese en silencio o con palabras, iba a obtenerlos. Sumido en la oscuridad, miró brevemente al techo allá por donde se colaba la tenue luz de la lejana rendija en la que destacaban los dos seres grises a los que se había acercado. A él le sería tremendamente fácil llegar hasta allí, pero prefería esperar a ver qué hacía aquel que podía responderle. Con un poco de suerte, le respondería antes de que ambos subieran, y con un poco más de aquella esquiva fortuna, Zack le pagaría el viaje a cuestas resolviendo sus dudas.
—¿Te ayudo a subir? Con la morsa en la "concha", claro. Y así me explicas de camino...
Fuese como fuese que se desarrollasen los acontecimientos, Kaito intentaría permanecer oculto en la oscuridad para aprovechar su sigilo contra todo aquello que desease ir en contra de su propósito.
En la oscuridad que no daba cobijo ni descanso a su cerebro, Kaito gritó en su cerebro un largo “Qué”. Aquel aullido psíquico de puro desconcierto resonó en su alma mientras su cuerpo, instintivamente, se ponía a la defensiva por el brusco cambio en las condiciones de su entorno. Con el elevador estropeado y el ruido que se colaba por las paredes de los destrozos que estaban teniendo lugar en otras salas, el ningyo estaba en una situación peliaguda para su cuerpo, mente y alma. Desde luego iba siendo un día movidito.
—¿Qué concha? ¿Es una morsa cangrejo hermitaño? ¿Un cangrejo hermitaño morsa? —No podía razonar qué clase de inconsciente dejaría a un pobre animal marino comer una akuma no mi, qué clase de zoan podía corresponder a un animal marino y ni mucho menos podía llegar a pensar que Franklyn realmente era un objeto dotado de vida.
Acercándose a Zack con una velocidad vertiginosa, el sireno fue de él a la extraña criatura albina una y otra vez. Deseaba respuestas y conocimiento, y de una manera u otra, ya fuese en silencio o con palabras, iba a obtenerlos. Sumido en la oscuridad, miró brevemente al techo allá por donde se colaba la tenue luz de la lejana rendija en la que destacaban los dos seres grises a los que se había acercado. A él le sería tremendamente fácil llegar hasta allí, pero prefería esperar a ver qué hacía aquel que podía responderle. Con un poco de suerte, le respondería antes de que ambos subieran, y con un poco más de aquella esquiva fortuna, Zack le pagaría el viaje a cuestas resolviendo sus dudas.
—¿Te ayudo a subir? Con la morsa en la "concha", claro. Y así me explicas de camino...
Fuese como fuese que se desarrollasen los acontecimientos, Kaito intentaría permanecer oculto en la oscuridad para aprovechar su sigilo contra todo aquello que desease ir en contra de su propósito.
- Resumen Zack, te acoso fuertemente (?):
. Acosar con preguntas al peliazul,
Ofrecer a Zack el subir
Y esperar siguiendo al grupo sigilosamente
Sasaki
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El efecto de las escamas de tiburón no había surtido el efecto que quería, y ahora el golem pretendía cortarme por la mitad con su hacha. No me moví de donde me encontraba, me recubrí completamente de una capa generosa de unos cinco centímetros de caramelo y lo endurecí todo lo que pude. Por o que había visto del ataque anterior aquella dureza les hacía mella, por lo que no debería de superar la mía.
Mientras hacía esto comencé a notar un repentino frío, el suelo comenzó a congelarse y la temperatura comenzó a descender demasiado rápido. Miré primero a un lado y luego al otro. En uno se encontraba Al haciendo de las suyas con el poder de su akuma y la música de su violín; mientras que del otro lado se encontraba Arthur, que parecía usar también su habilidad de absorber el calor, aunque no sabía muy bien como lo estaba haciendo esta vez.
Sin embargo, ambos dos tenían algo en común, estaban furiosos y habían perdido la calma y no estaban teniendo en cuenta qué o quiénes estaban a su alrededor. Volví mi cuerpo por completo de logia e hice que este caramelo aumentase su temperatura bastante. En ese momento recibí el impacto del hacha del golem, el cual me hizo doblar mis rodillas ligeramente de la fuerza del golpe, pero el caramelo lo resistió sin problemas.
Activé el haki de observación y me preparé para combatir en serio. Sin embargo, algo me retuvo por un momento, notaba presencias detrás de nosotros. Eran el nuevo novato y el viejo novato. “Mierda” pensé únicamente al notarlo. No recordaba que Leiren pudiese soportar aquel frío que se estaba alcanzando y de Galhard no sabía absolutamente nada. Estiré mis brazos hacia ellos y de mis manos salió una gran cantidad de caramelo que hizo unas burbujas de unos diez centímetros de caramelo que los envolvía por completo.
Si conseguía rodearlos haría que el caramelo que les cubría se calentase de forma que en el interior les quedase una temperatura de unos veinte grados. Sin embargo, aquello eran parches, debía de relajar, aunque fuese un poco, a Al y a Arthur.
-¡Dan-cho, los novatos! – le grité al capitán de la brigada simplemente girándome hacia él.
De una mano hice que saliese uno de los termos de café, pero no el adulterado, sino uno normal. Luego se lo lancé a Arthur esperando que lo cogiese.
-Arthur, toma un poco de café y relájate o cuando volvamos a la base me encargaré personalmente de traerte el peor café que encuentre. Sabes que puedo hacerlo.
No se me ocurría nada más que pudiese sacarlos de ese estado estando bajo el hacha enemiga y además protegiendo a los novatos de una congelación clara.
Mientras hacía esto comencé a notar un repentino frío, el suelo comenzó a congelarse y la temperatura comenzó a descender demasiado rápido. Miré primero a un lado y luego al otro. En uno se encontraba Al haciendo de las suyas con el poder de su akuma y la música de su violín; mientras que del otro lado se encontraba Arthur, que parecía usar también su habilidad de absorber el calor, aunque no sabía muy bien como lo estaba haciendo esta vez.
Sin embargo, ambos dos tenían algo en común, estaban furiosos y habían perdido la calma y no estaban teniendo en cuenta qué o quiénes estaban a su alrededor. Volví mi cuerpo por completo de logia e hice que este caramelo aumentase su temperatura bastante. En ese momento recibí el impacto del hacha del golem, el cual me hizo doblar mis rodillas ligeramente de la fuerza del golpe, pero el caramelo lo resistió sin problemas.
Activé el haki de observación y me preparé para combatir en serio. Sin embargo, algo me retuvo por un momento, notaba presencias detrás de nosotros. Eran el nuevo novato y el viejo novato. “Mierda” pensé únicamente al notarlo. No recordaba que Leiren pudiese soportar aquel frío que se estaba alcanzando y de Galhard no sabía absolutamente nada. Estiré mis brazos hacia ellos y de mis manos salió una gran cantidad de caramelo que hizo unas burbujas de unos diez centímetros de caramelo que los envolvía por completo.
Si conseguía rodearlos haría que el caramelo que les cubría se calentase de forma que en el interior les quedase una temperatura de unos veinte grados. Sin embargo, aquello eran parches, debía de relajar, aunque fuese un poco, a Al y a Arthur.
-¡Dan-cho, los novatos! – le grité al capitán de la brigada simplemente girándome hacia él.
De una mano hice que saliese uno de los termos de café, pero no el adulterado, sino uno normal. Luego se lo lancé a Arthur esperando que lo cogiese.
-Arthur, toma un poco de café y relájate o cuando volvamos a la base me encargaré personalmente de traerte el peor café que encuentre. Sabes que puedo hacerlo.
No se me ocurría nada más que pudiese sacarlos de ese estado estando bajo el hacha enemiga y además protegiendo a los novatos de una congelación clara.
- resumen:
- Comerme el hachazo, proteger a Leiren y Galhard de una congelación por culpa de Arthur y llamar la atención de Al y Arthur para que se calmen un poco.
- cosas usadas:
- AL CALORCITO RICO RICO: la temperatura a la que puede ascender el caramelo es de 1000ºC haciendo que el manejo del caramelo sea más fluido siendo este casi un líquido.
ENDURECIMIENTO EXTREMO: al ser un compuesto formado principalmente de carbono, puedo aumentar la resistencia de este compuesto de una forma extrema, superando la de los metales comunes, y pudiendo igualar la dureza del diamante. Mejora: habiendo asimilado la gran dureza que puede alcanzar con su fruta, ahora ha conseguido que la tenacidad del azúcar aumente hasta el punto de rivalizar con la del titanio.
HAKI DE OBSERVACIÓN: Nivel 9: Haki Magnífico (Visión: Tier 4; Empatía: Tier 5)
William White
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Una vez resuelta las discrepancias en lo que respectaba al piso, el ascensor comenzó a subir tras unos breves instantes de tensión. Pero todo se vino abajo cuando la morsa pareció salir disparada, cual conejo de un sombrero de mago, del bolsillo del tripulante de los sin corazón. Todo ello con la mala fortuna de que dio a dar a todos los botones, forzando a la maquinaría a detenerse en seco y apagándose las luces.
Maldiciendo mi suerte me eché la mano al interior del abrigo, sacando un mechero iluminé el interior de la cabina, localizando rápidamente la trampilla situada sobre unos ocho o nueve metros. Al parecer, Elliot por fin podría ver mis verdaderos colores, algo que no me terminaba de agradar.
-Parece que nos va a tocar subir de forma manualmente- maldecí, mirando a los presentes -Mira a ver si puedes hacer algo con el panel, dijiste que entendías de esto ¿No?- aconsejaría a su acompañante del pelo azulado.
Dicho lo cual extendió su brazo izquierdo hacía arriba y tras chascar los dedos de la mano, hizo brotar un chorro de fluido de color marrón oscuro de un tono café muy parecido al del lodo disparado hacía el techo con un grosor algo superior al de una cuerda, tras tirar de ya asegurarme de que estaba bien agarrado, contraje el chicle de forma paulatina, saliendo disparado como si de una polea se tratará hasta alcanzar el techo.
Una vez arriba con suelas y manos imbuidas en aquella pegajosa como resistente aura, me pegué a la pared como si de un trepamuros se tratará abriendo la trampilla sin demasiados contratiempos, una vez me hubiera colado por la misma, lanzaría un chorro a modo de cuerda para que subieran los que no tuvieran habilidades, no sería agradable pero aquel material era sorprendente resistente.
El aspecto del techo era desolador, con una gran maraña de telarañas de un tamaño alarmantemente anormal. Con apenas tiempo de haber dado un par de pasos por el techo, una red de araña amenazó con rodearnos.
De un rápido movimiento, desenfundé Layl del paraguas, realizando una serie de cortes muy bien medidos y creando así un agujero en la propia red, lo suficiente como para evitar quedar atrapado, tras lo cual agité el arma hacía el suelo salpicando el trozo de red que se había quedó pegado a la hoja negra.
En la oscuridad comenzó a intuirse una figura femenina, mitad hombre mitad araña, la cual se hizo llamar Niama. Desplegando velozmente el mantra por la estancia, traté de realizar una estimación de la fuerza de la criatura. Una vez localizada trataría de ver si esta se encontraba a mi alcance.
-Actuaremos como un tándem, intentaré hacer una abertura- diría a Elliot si había conseguido subir, o en su defecto a Lys, la cual probablemente pudiera subir usando alguna de sus diabólicas formas. Tras lo cual comenzaría a correr intentando ganar la espalda a la bestia.
En el caso de encontrarse en el techo del ascensor, cargaría contra la misma tratando de realizar un par de fintas por su flanco izquierdo, antes de tratar de decapitar al monstruo por su voluminoso abdomen, o por lo menos amputarle un par de patas en el camino dependiendo de lo que predijera con el mantra. Si porlo contrario, la mujer se encontraba fuera de su alcance, se limitaría a sacar su DD-44, parándose para apuntar con una mayor precisión al abdomen de la bestia o cualquier zona lo bastante grande que le garantizará acertar.
Maldiciendo mi suerte me eché la mano al interior del abrigo, sacando un mechero iluminé el interior de la cabina, localizando rápidamente la trampilla situada sobre unos ocho o nueve metros. Al parecer, Elliot por fin podría ver mis verdaderos colores, algo que no me terminaba de agradar.
-Parece que nos va a tocar subir de forma manualmente- maldecí, mirando a los presentes -Mira a ver si puedes hacer algo con el panel, dijiste que entendías de esto ¿No?- aconsejaría a su acompañante del pelo azulado.
Dicho lo cual extendió su brazo izquierdo hacía arriba y tras chascar los dedos de la mano, hizo brotar un chorro de fluido de color marrón oscuro de un tono café muy parecido al del lodo disparado hacía el techo con un grosor algo superior al de una cuerda, tras tirar de ya asegurarme de que estaba bien agarrado, contraje el chicle de forma paulatina, saliendo disparado como si de una polea se tratará hasta alcanzar el techo.
Una vez arriba con suelas y manos imbuidas en aquella pegajosa como resistente aura, me pegué a la pared como si de un trepamuros se tratará abriendo la trampilla sin demasiados contratiempos, una vez me hubiera colado por la misma, lanzaría un chorro a modo de cuerda para que subieran los que no tuvieran habilidades, no sería agradable pero aquel material era sorprendente resistente.
El aspecto del techo era desolador, con una gran maraña de telarañas de un tamaño alarmantemente anormal. Con apenas tiempo de haber dado un par de pasos por el techo, una red de araña amenazó con rodearnos.
De un rápido movimiento, desenfundé Layl del paraguas, realizando una serie de cortes muy bien medidos y creando así un agujero en la propia red, lo suficiente como para evitar quedar atrapado, tras lo cual agité el arma hacía el suelo salpicando el trozo de red que se había quedó pegado a la hoja negra.
En la oscuridad comenzó a intuirse una figura femenina, mitad hombre mitad araña, la cual se hizo llamar Niama. Desplegando velozmente el mantra por la estancia, traté de realizar una estimación de la fuerza de la criatura. Una vez localizada trataría de ver si esta se encontraba a mi alcance.
-Actuaremos como un tándem, intentaré hacer una abertura- diría a Elliot si había conseguido subir, o en su defecto a Lys, la cual probablemente pudiera subir usando alguna de sus diabólicas formas. Tras lo cual comenzaría a correr intentando ganar la espalda a la bestia.
En el caso de encontrarse en el techo del ascensor, cargaría contra la misma tratando de realizar un par de fintas por su flanco izquierdo, antes de tratar de decapitar al monstruo por su voluminoso abdomen, o por lo menos amputarle un par de patas en el camino dependiendo de lo que predijera con el mantra. Si porlo contrario, la mujer se encontraba fuera de su alcance, se limitaría a sacar su DD-44, parándose para apuntar con una mayor precisión al abdomen de la bestia o cualquier zona lo bastante grande que le garantizará acertar.
- Resumen, atención a navegantes del ascensor, leed:
pedirle a zak que traté de arreglar el panel.
Subir al techo del ascensor usando un chorro de chicle a lo trepamuros, tratar de abrir la rendija y subir al techo del ascensor.
Lanzar el chorro anterior hacia abajo y dejarlo a modo de cuerda para las personas normales.
Responder a la intentona de la mujer rompiendo la parte de la red que me afecta activando mantra en el proceso.
Tratar de medir la fuerza de la bicha.
Atacar a la araña:
-Si esta a mi alcance, atacó con una serie de fintas y un tajo a su abdomen.
-Si esta fuera de mi alcance, sacar el blaster, pararme y pium, pium, al abdomen.
Cosas usadas:- Clave: Reflejos (Nivel 5)
- Principales: Agilidad (Nivel 4) || Velocidad (Nivel 3)
- Secundarias: Resistencia (Nivel 1) || Poder de destrucción (Nivel 3).
- Maestría: Duelo
- Reflejos x2
- Bungee gum:
- Esta técnica resulta extremadamente extraña ya que surgió de forma espontanea, por lo que ni tan siquiera el propio White sabe que es ni su origen. Sea como sea, es capaz de canalizar su aura como una sustancia equivalente al elemento del que se compone, chicle, poseyendo este una mezcla entre las propiedades de este con la goma (se rige por la normativa del chicle de la tabla de akuma). Independientemente esta técnica permite generar una pequeña cantidad de este chicle y controlarlo exactamente igual que su propio cuerpo. Actualmente la cantidad máxima que puede generar es 90 litros.
- Akuma: Nivel 50: Aumenta la viscosidad del chicle, así como la resistencia del mismo.(x2 a agilidad y resistencia)
- Mantra:
Visión, Tier 5: Podría prever los golpes de su oponente a hasta cincuenta metros de distancia. Podría evaluar con dificultad el nivel de combate de un oponente (un posible error de treinta niveles).
Empatía, Tier 5: Si se concentra activamente puede detectar a todas las personas en un radio de cincuenta metros, y con relativa concentración (puede atacar y defenderse) detecta a cualquier persona en un radio de diez metros. Puede sentir animales y localizarlos con facilidad, así como empieza a sentir la presencia de las plantas. Puede mantener la concentración hasta quince asaltos.
- Layl, la susurradora de estrellas:
- Nombre del objeto: Layl, la susurradora de estrellas
Descripción del objeto: Una espada de un ligero metal negro, según la leyenda está hecha a base de un meteorito que cayó hace algún tiempo, por las características de su hoja se le podría catalogar de estoque, debido a la longitud y grosos de la misma. Su empuñadura no esta recubierta, por lo que el metal resulta tosco y desagradable al tacto.
Uso comunes: Mantener duelos a muerte a latas horas de la noche.
Habilidades especiales o destacables: Dureza y tenacidad épicas, resistencia a la corrosión, liviandad, atermia genuinas. Debido al diseño poco ortodoxo de la empuñadura, resulta de difícil manejo por lo que requeriría de cierto uso para cualquier espadachín de cierto calibre poder usarla con destreza.
Tiene a si mismo una gran facilidad para conducir los ámbitos elementales o voluntades de aquel que la empuña pudiendo amplificar los efectos de las mismas.
- DD-44:
- Nombre del objeto: DD-44, por copiar copiemos hasta el nombre.
Descripción del objeto: Pues se trata de un blaster, una pistola láser. Esta tiene una pintura cromada negra y pese a su aparatoso aspecto es de fácil manejo.
Usos comunes:Pium, pium, disparar por debajo de la mesa a cazarecompensas.
Habilidades especiales o destacables: Bueno tiene la misma base que los pacifistas de la serie, es decir la pika pika, en este caso tras ver la efectividad de estar armas el gobierno decidió tratar de hacer armas de tamaño más pequeño, aumentando cadencia y reduciendo potencia. Su diseño está pensado para una fácil replicación (tanto el arma como los cargadores), aunque al final el proyecto se quedó en estos prototipos, los cuales tienen un fallo que es que se tienen a sobrecalentar permitiendo una cadencia máxima de diez disparos en 5 segundos antes de sobrecalentarse, tras lo cual tardarían en enfriarse unos dos posts.
La velocidad del proyectil es una cercana a la de la luz, a pesar de ello su potencia no es mucho más superior al de la una 13mm, si impacta deja una quemadura en la zona afectada que quema el tejido de alrededor. Su mira permite apuntar hasta unos cien metros si se tiene el suficiente tiento y puntería. A mayor distancia, actua más como escopeta de feria, las cosas de estar pensada para enfrentar las guerrillas.
Munición actual: 100
- Clave: Reflejos (Nivel 5)
Scarlett F. Jones
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Akuma no mi
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Nunca me había encontrado con un sujeto tan molesto como lo era el cástor. Al parecer el plan del grandullón había fallado ya que el hombre dentudo resultó ser alérgico al queso. Mientras los demás intentaban ayudarle por petición de Marc, yo me escabullí a la siguiente sala. No me interesaba lo que le pasara, salvar la vida de millones de personas era más importante que un posible enemigo. Esa era mi ética. Seguir las órdenes y poner por encima al mundo antes que a una persona. O ese era mi plan, pues de la nada la torre pareció cobrar vida. Un gran temblor sacudió el recinto y diversas tuberías expulsaban un terrible gas del cual me tuve que proteger con mi camisa para no respirarlo. Fue entonces cuando el temblor cesó, trayendo consigo una gran calma... que resultaba tenebrosa. Corrí a la siguiente sala donde me esperaba una rampa que conducía a uno de los pisos superiores. La rampa recordaba a un tablero de ajedrez debido a sus baldosas y cerca de mí se hallaban unos zapatos.
-¿Serán para subir? Hmm... que extraño. Tienen grabadas piezas de ajedrez - Me preguntaba extrañada observando lo que me podría proporcionar un viaje al siguiente nivel. Y así era, pues algunos tenían las figuras del caballo, alfiles y el rey. Quería pensar que al ponerte unos u otros, simulabas el movimiento de dichas piezas. Si me ponía los de el alfil, me movería en diagonal. Si uso los del caballo, me movería en L y si usaba el del rey me movería en todos pero una casilla por turno. Pero eran simples suposiciones, a lo mejor era una trampa.
Arriesgándome a recibir algún tipo de daño o a morir, me puse unos zapatos con el símbolo del caballo y me acerqué a la rampa. Era hora de una partida, por lo que parecía. Esperaba que me llevara al siguiente nivel sin ningún tipo de problema.
-¿Serán para subir? Hmm... que extraño. Tienen grabadas piezas de ajedrez - Me preguntaba extrañada observando lo que me podría proporcionar un viaje al siguiente nivel. Y así era, pues algunos tenían las figuras del caballo, alfiles y el rey. Quería pensar que al ponerte unos u otros, simulabas el movimiento de dichas piezas. Si me ponía los de el alfil, me movería en diagonal. Si uso los del caballo, me movería en L y si usaba el del rey me movería en todos pero una casilla por turno. Pero eran simples suposiciones, a lo mejor era una trampa.
Arriesgándome a recibir algún tipo de daño o a morir, me puse unos zapatos con el símbolo del caballo y me acerqué a la rampa. Era hora de una partida, por lo que parecía. Esperaba que me llevara al siguiente nivel sin ningún tipo de problema.
- Resumen Castor:
- Reaccionar a lo acontecido, pasar del castor, ir a donde la rampa, ponerme unos zapatos con el símbolo del caballo y rezar para que no pase nada malo (?)
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