La actuación conjunta de los allí presentes dio resultado, abriéndose una puerta que tras ello nunca se cerró. Si había alguien tras ellos que llegaba rezagado era imprescindible que pudiese avanzar lo más deprisa posible, fuera quien fuese. En su mente, si algún enemigo trataba de seguirlos, podría hacerlo saltándose las pruebas: Es decir, solamente eran un incordio para sus aliados. No perdían nada por dejar una puerta abierta. Sin pensarlo más, una vez constatado que la puerta no se cerraría, avanzó corriendo por el camino más intuitivo.
Hacerlo fue... Extraño. No supo cuándo giró, si es que lo hizo, pero había activado su visión de túnel -un discutible poder de abstracción- guiándose solo por su intuición. Pero fue por el buen camino. Había alcanzado una sala llena de cuadros, marines y un hombre gato de color amarillo chillón. Uno de los marines, que iba con un civil -aunque estaba seguro de haberlo visto antes de zarpar en el cuartel- y un mapache que valía aproximadamente once años de su sueldo. Pero, además de los cuadros asesinos, había algo que le llamaba la atención:
-Arthur, creo que ese chico es Marine -dijo, señalando al rubio-. Haz que se ponga el uniforme y ayúdale si lo necesita. Y no toques al animal, es la mascota de alguien a quien no debemos enfadar... Hoy.
Había un cacharro infernal de feria para abrir una puerta, algo que no estaba en los mapas, en torno de la cual se arremolinaba toda una recua de gente. Particularmente le interesaba un individuo, el hombre gato de pelaje fluorescente que, según su cartel de búsqueda y algunos informes oficiales, todo su delito había sido gritar algo así como "os derrotaré, Marines", una letanía muy prosaica cuyas consecuencias eran estúpidas: ¿Por qué se pagaba treinta millones por la cabeza de un haragán cualquiera? Si el Gobierno Mundial quería tirar el dinero había tabernas de Marineford donde se decían cosas más fuertes un martes cualquiera. Ya ni decir un sábado.
-Eh, tú. -Increpaba con la mano al mink, dispuesto a soltarle una perorata digna de un padre para explicarle, desde una tierna severidad, las consecuencias de tener la lengua demasiado larga. Sin embargo, un marine con una perspectiva claramente más ortodoxa que el almirante se lanzó al ataque... Con una técnica cuanto menos extraña.
Se desplazó hecho una ventisca, tan rápido que para el ojo humano su estela formaba apenas la brillante cola de un cometa, y se reformó entre el mink y la onda, cortándola con un movimiento limpio. ¿Por qué todo el mundo se estaba pasando la deontología por el forro de los huevos?
-¿Te parece correcta esta forma de proceder? -Le preguntó, sacando un pequeño libro. Se trataba de una copia del manual de procedimiento de la Marina, con algunos apuntes propios a mano- ¿Ibas a matar a un delincuente sin ofrecerle la oportunidad de entregarse? Este ¿Hombre? -Se giró hacia el mink- ¿Los minks decís hombre y mujer o minko y minka? Da igual. -Devolvió la mirada a la momia-. Tiene, sea cual sea su crimen, derecho a un juicio justo, y tu potestad de dar muerte a un criminal es únicamente en caso de resistencia violenta. Ahora vas a disculparte, vas a ofrecerle entregarse de buena voluntad y, en caso de que no acepte, puedes tratar de ejercer la fuerza imprescindible para cumplir tu cometido. Pero, al margen de eso, tu misión hoy es apagar esto. Un bocazas representa una pérdida de tiempo, y tu conducta es vergonzosa si lo primas sobre el bien común. Ahora, vamos a abrir esta puerta que no sale en los mapas.
No era particularmente fuerte, pero generó dos toneladas de hielo sobre el mecanismo y lo dejó caer. Arthur le habría venido bien en ese momento.
Hacerlo fue... Extraño. No supo cuándo giró, si es que lo hizo, pero había activado su visión de túnel -un discutible poder de abstracción- guiándose solo por su intuición. Pero fue por el buen camino. Había alcanzado una sala llena de cuadros, marines y un hombre gato de color amarillo chillón. Uno de los marines, que iba con un civil -aunque estaba seguro de haberlo visto antes de zarpar en el cuartel- y un mapache que valía aproximadamente once años de su sueldo. Pero, además de los cuadros asesinos, había algo que le llamaba la atención:
-Arthur, creo que ese chico es Marine -dijo, señalando al rubio-. Haz que se ponga el uniforme y ayúdale si lo necesita. Y no toques al animal, es la mascota de alguien a quien no debemos enfadar... Hoy.
Había un cacharro infernal de feria para abrir una puerta, algo que no estaba en los mapas, en torno de la cual se arremolinaba toda una recua de gente. Particularmente le interesaba un individuo, el hombre gato de pelaje fluorescente que, según su cartel de búsqueda y algunos informes oficiales, todo su delito había sido gritar algo así como "os derrotaré, Marines", una letanía muy prosaica cuyas consecuencias eran estúpidas: ¿Por qué se pagaba treinta millones por la cabeza de un haragán cualquiera? Si el Gobierno Mundial quería tirar el dinero había tabernas de Marineford donde se decían cosas más fuertes un martes cualquiera. Ya ni decir un sábado.
-Eh, tú. -Increpaba con la mano al mink, dispuesto a soltarle una perorata digna de un padre para explicarle, desde una tierna severidad, las consecuencias de tener la lengua demasiado larga. Sin embargo, un marine con una perspectiva claramente más ortodoxa que el almirante se lanzó al ataque... Con una técnica cuanto menos extraña.
Se desplazó hecho una ventisca, tan rápido que para el ojo humano su estela formaba apenas la brillante cola de un cometa, y se reformó entre el mink y la onda, cortándola con un movimiento limpio. ¿Por qué todo el mundo se estaba pasando la deontología por el forro de los huevos?
-¿Te parece correcta esta forma de proceder? -Le preguntó, sacando un pequeño libro. Se trataba de una copia del manual de procedimiento de la Marina, con algunos apuntes propios a mano- ¿Ibas a matar a un delincuente sin ofrecerle la oportunidad de entregarse? Este ¿Hombre? -Se giró hacia el mink- ¿Los minks decís hombre y mujer o minko y minka? Da igual. -Devolvió la mirada a la momia-. Tiene, sea cual sea su crimen, derecho a un juicio justo, y tu potestad de dar muerte a un criminal es únicamente en caso de resistencia violenta. Ahora vas a disculparte, vas a ofrecerle entregarse de buena voluntad y, en caso de que no acepte, puedes tratar de ejercer la fuerza imprescindible para cumplir tu cometido. Pero, al margen de eso, tu misión hoy es apagar esto. Un bocazas representa una pérdida de tiempo, y tu conducta es vergonzosa si lo primas sobre el bien común. Ahora, vamos a abrir esta puerta que no sale en los mapas.
No era particularmente fuerte, pero generó dos toneladas de hielo sobre el mecanismo y lo dejó caer. Arthur le habría venido bien en ese momento.
Ryuichi Ichiban
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El gigante observaba la puerta mientras los demás iban a lo suyo. El peliverde parecía extrañamente callado, igual que Bucharatti. El tramposo de las armas hizo algo que el cazador ni se molestó en fijarse, pues no le importaba lo más mínimo lo que hiciese alguien que requería de numerosos instrumentos y trampas para seguir adelante. Braud posó una mano en la puerta, intentando ver de que material estaba hecha. Si era de madera, un material que conocía muy bien debido a su profesión, no le sería difícil buscar el punto más frágil y golpear. Sin embargo, confiaría en su fuerza de todas maneras, aunque la puerta no estuviese hecha de madera.
Su cuerpo se vio rodeado de la rojiza y translúcida aura, creando una leve onda expansiva de poder hacia fuera, agrietando un poco el suelo bajo sus pies tras la nueva presión ejercida. Levantó uno de los pies y lo puso en la puerta, para después emplear toda su fuerza en aquella patada para echarla abajo. En el caso de que funcionase, se agacharía ligeramente para poder pasar por la puerta. Sin embargo, no estaría satisfecho con echarla abajo como demostración de fuerza. Pondría la frente en el marco y daría un fuerte cabezazo potenciado para arrancar también este y hacer sitio para que pueda pasar el cazador de gran estatura, y entonces continuaría hacia la siguiente sala de forma casual. O tan casual como se podía ir estando desnudo.
Mientras tanto, pensaba en que iba a hacer con Minos. ¿Se alimentaría de agua y abono? ¿Crecería en un gigantesco minotauro algún día? Lo mismo se había ganado un buen compañero de entrenamientos y un buen amigo. El gigante estaba acostumbrado a tratar con animales, pero claramente aquello no era un animal, aunque se comportase de forma similar.
Su cuerpo se vio rodeado de la rojiza y translúcida aura, creando una leve onda expansiva de poder hacia fuera, agrietando un poco el suelo bajo sus pies tras la nueva presión ejercida. Levantó uno de los pies y lo puso en la puerta, para después emplear toda su fuerza en aquella patada para echarla abajo. En el caso de que funcionase, se agacharía ligeramente para poder pasar por la puerta. Sin embargo, no estaría satisfecho con echarla abajo como demostración de fuerza. Pondría la frente en el marco y daría un fuerte cabezazo potenciado para arrancar también este y hacer sitio para que pueda pasar el cazador de gran estatura, y entonces continuaría hacia la siguiente sala de forma casual. O tan casual como se podía ir estando desnudo.
Mientras tanto, pensaba en que iba a hacer con Minos. ¿Se alimentaría de agua y abono? ¿Crecería en un gigantesco minotauro algún día? Lo mismo se había ganado un buen compañero de entrenamientos y un buen amigo. El gigante estaba acostumbrado a tratar con animales, pero claramente aquello no era un animal, aunque se comportase de forma similar.
- resumen:
Intentar hacer esto:- Spoiler:
Fuerza: Tier 4 x2 (Aura potenciadora)
Dexter Black
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Nadie habría esperado lo que pasó a continuación, y aunque era una de las siete posibilidades que vio en su cabeza Dexter no se dio cuenta hasta que ya estuvo calado. Afortunadamente había podido posicionar las nalgas en el toro y, con estas, las piernas que iban ligadas a su innegablemente hercúleo herculito. Antes de que la grasa lo impregnase por completo soltó los velcros de su pantalón, tratando de hacer una contención para que sus canillas no se empapasen. Con eso pretendía tener la piel pegada al metal, haciendo tanta fuerza que ni una pizca de lubricante se colase entre él y su montura.
-¡Así es! ¡Vuela, vuela!
Habría deseado poder agarrarse mejor, pero en vez de ello apretó las piernas hasta dejar huella en el metal, si es que era capaz de ejercer semejante fuerza haciendo pinza con los muslos. Mientras tanto, con las manos hacía un movimiento bastante malinterpretable, suibiendo los puños de arriba a abajo rápidamente, dejando que chispas saliesen de sus manos para intentar desnaturalizar la grasa en un ejercicio de masturbación a las astas del animal para poder mejorar su agarre, y mientras tanto simplemente se dedicó a disfrutar de las vistas.
¿Cuánto tiempo tendría que pasar hasta que el animal diese por buena la prueba? No iba a soltarse, iba a ganar. Él lo sabía, el toro lo sabía... Incluso Zuko, aunque le avergonzase reconocerlo, lo sabía. Solo debía frenar, volver a sus patas y dejarlos pasar para que los que ahí se encontraban pudiesen, por fin, salvar al mundo. Jugar a aquello era una pérdida de tiempo, pero no había más remedio. Y, aunque se divertía, no era momento para la diversión.
-¡Así es! ¡Vuela, vuela!
Habría deseado poder agarrarse mejor, pero en vez de ello apretó las piernas hasta dejar huella en el metal, si es que era capaz de ejercer semejante fuerza haciendo pinza con los muslos. Mientras tanto, con las manos hacía un movimiento bastante malinterpretable, suibiendo los puños de arriba a abajo rápidamente, dejando que chispas saliesen de sus manos para intentar desnaturalizar la grasa en un ejercicio de masturbación a las astas del animal para poder mejorar su agarre, y mientras tanto simplemente se dedicó a disfrutar de las vistas.
¿Cuánto tiempo tendría que pasar hasta que el animal diese por buena la prueba? No iba a soltarse, iba a ganar. Él lo sabía, el toro lo sabía... Incluso Zuko, aunque le avergonzase reconocerlo, lo sabía. Solo debía frenar, volver a sus patas y dejarlos pasar para que los que ahí se encontraban pudiesen, por fin, salvar al mundo. Jugar a aquello era una pérdida de tiempo, pero no había más remedio. Y, aunque se divertía, no era momento para la diversión.
Yarmin Prince
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-Vale, esto es raro -dije, entrando en la sala con una profunda extrañeza. ¿Qué pasaba dentro de esa torre?
Avancé compungido, sin comprender muy bien cómo era que en ese lugar no había techo, extraordinariamente sorprendido por ver viviendas destrozadas y arena, además de vehículos todoterreno prácticamente sumergidos en ella. Quién había decorado ese lugar y por qué se parecía a los pueblos abandonados de Arabasta era una pregunta cuya respuesta desconocía, pero el hecho de que dos chicas bastante monas apareciesen de pronto con una botella de whisky... Lo peor era que las conocía. Y que había cantado su música en la ducha más de una vez. Tuve que evitar una sonrisa tonta cuando nos ofrecieron ayuda.
-La verdad es que no nos vendría mal llegar al próximo piso, por favor. -Yarmin Prince, un sonriente hombre de traje que buscaba salvar el mundo. ¿Quién podría decirle que no? Nadie podía, mi perfecta simetría facial y la profunda y tenor voz de mis palabras hacían que, sumado al poder de mi fruta y a la educación con la que me presentaba, hacían del Príncipe Encantador una realidad más allá del epíteto. Más tarde tendría tiempo de cortejarlas, pero no tenemos dos mundos y cada vez nos quedaba menos tiempo. Estaba naciendo Prince, el héroe. Y no sabéis cuánto me repatea esa idea.
Avancé compungido, sin comprender muy bien cómo era que en ese lugar no había techo, extraordinariamente sorprendido por ver viviendas destrozadas y arena, además de vehículos todoterreno prácticamente sumergidos en ella. Quién había decorado ese lugar y por qué se parecía a los pueblos abandonados de Arabasta era una pregunta cuya respuesta desconocía, pero el hecho de que dos chicas bastante monas apareciesen de pronto con una botella de whisky... Lo peor era que las conocía. Y que había cantado su música en la ducha más de una vez. Tuve que evitar una sonrisa tonta cuando nos ofrecieron ayuda.
-La verdad es que no nos vendría mal llegar al próximo piso, por favor. -Yarmin Prince, un sonriente hombre de traje que buscaba salvar el mundo. ¿Quién podría decirle que no? Nadie podía, mi perfecta simetría facial y la profunda y tenor voz de mis palabras hacían que, sumado al poder de mi fruta y a la educación con la que me presentaba, hacían del Príncipe Encantador una realidad más allá del epíteto. Más tarde tendría tiempo de cortejarlas, pero no tenemos dos mundos y cada vez nos quedaba menos tiempo. Estaba naciendo Prince, el héroe. Y no sabéis cuánto me repatea esa idea.
Tobías Thorn
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Decepcionado. Así es como me sentí cuando me vi vilmente eclipsado por la sinfonía del Almirante y su violín. Bueno, en parte también estaba maravillado por la calidad de su música, pero era algo que me negaba a expresar en voz alta. No se habían dignado ninguno a hacer mención a mi espectáculo... Y eso que había cantado con una loba antropomórfica vestida de abuelita, por lo que me negaba a hacerlo yo.
-Que les den - pensé malhumorado, pero estaba dispuesto a no amargarme por algo así. Además había pasado la prueba y podía continuar junto a mi nakama, así que ignoré a los marines y al lerdo de la megofonía y me centré en Bizvan, que parecía tener un debate existencial consigo mismo. -La verdad es que no me acuerdo si lo tuyo era el hielo... No recuerdo que hayas hecho limonada nunca... Pero tengo la mente como diluida. Las ideas se me escurren como agua por un colador, así que no me hagas mucho caso y avancemos, pero antes deja que mire el mapa- pedí al espadachín. - Creo que deberíamos ir hacia la noventa y ocho. Hay una marca distinta y quizás sea algo importante.
Sabía que mi nakama no pondría pegas para acompañarme, así que si nada nos lo impedía marcharíamos hacia dicha sala... O mínimo lo más cerca posible.
-Que les den - pensé malhumorado, pero estaba dispuesto a no amargarme por algo así. Además había pasado la prueba y podía continuar junto a mi nakama, así que ignoré a los marines y al lerdo de la megofonía y me centré en Bizvan, que parecía tener un debate existencial consigo mismo. -La verdad es que no me acuerdo si lo tuyo era el hielo... No recuerdo que hayas hecho limonada nunca... Pero tengo la mente como diluida. Las ideas se me escurren como agua por un colador, así que no me hagas mucho caso y avancemos, pero antes deja que mire el mapa- pedí al espadachín. - Creo que deberíamos ir hacia la noventa y ocho. Hay una marca distinta y quizás sea algo importante.
Sabía que mi nakama no pondría pegas para acompañarme, así que si nada nos lo impedía marcharíamos hacia dicha sala... O mínimo lo más cerca posible.
- Resumen:
- Ir con Bizvan hacia la sala 98 si es posible.
El escenario que contemplaban sus ojos era, cuanto menos, innecesario. Demasiado jóvenes para negarles el género musical al que parecían pertenecer, pero demasiado viejos para la actitud de adolescentes robacorazones que exhibían. Arqueó una ceja, deteniéndose unos instantes antes que el resto de sus compañeros.
No obstante, Marc les impidió que continuaran tocando. Un cuerpo demasiado grande debía ser necesariamente difícil de manejar, y ese hecho se hizo patente en cuanto uno de los altavoces dejó de sonar. El rubio no sabía si había tropezado, lo había tirado voluntariamente o lo había destrozado con su gigantesca espada, pero eso poco importaba.
Cinco eran los músicos que habían estado haciendo uso de él hasta hacía apenas un instante, y a ninguno de ellos pareció sentarle demasiado bien. El grandullón ni siquiera tuvo tiempo de disculparse, algo que sin duda habría hecho, pues uno de los integrantes del mismo se dirigió a increparle. Pese a ello, no fue él quien inició la tangana que estaba por comenzar.
Por el contrario, un rubio con la seguridad de un adolescente enamorado tomó a Therax como su objetivo. ¿Cómo que sólo uno? ¿Qué clase de justificación era ésa? ¿Acaso se había quedado estancado en los quince años? Fuera como fuere, no tuvo tiempo de preguntar. Sus compañeros no tardaron en comenzar a atacar al resto de miembros de los Arashi que se encontraban allí, apenas un instante después de que el rubio le propinase un empujón.
No cabía el diálogo ni ningún otro tipo de actitud más allá de la evidente.
Desenfundó a Byakko con un veloz gesto, trazando un corte oblicuo y ascendente. Su principal intención era ganar el espacio del que tanto le gustaba disponer, pero no le haría ascos a realizar un corte que dejase claro que se había equivocado. Su otra mano aferraba ya la empuñadura de Yuki-onna y un sutil vaho amenazaba con comenzar a nacer a su alrededor.
No obstante, Marc les impidió que continuaran tocando. Un cuerpo demasiado grande debía ser necesariamente difícil de manejar, y ese hecho se hizo patente en cuanto uno de los altavoces dejó de sonar. El rubio no sabía si había tropezado, lo había tirado voluntariamente o lo había destrozado con su gigantesca espada, pero eso poco importaba.
Cinco eran los músicos que habían estado haciendo uso de él hasta hacía apenas un instante, y a ninguno de ellos pareció sentarle demasiado bien. El grandullón ni siquiera tuvo tiempo de disculparse, algo que sin duda habría hecho, pues uno de los integrantes del mismo se dirigió a increparle. Pese a ello, no fue él quien inició la tangana que estaba por comenzar.
Por el contrario, un rubio con la seguridad de un adolescente enamorado tomó a Therax como su objetivo. ¿Cómo que sólo uno? ¿Qué clase de justificación era ésa? ¿Acaso se había quedado estancado en los quince años? Fuera como fuere, no tuvo tiempo de preguntar. Sus compañeros no tardaron en comenzar a atacar al resto de miembros de los Arashi que se encontraban allí, apenas un instante después de que el rubio le propinase un empujón.
No cabía el diálogo ni ningún otro tipo de actitud más allá de la evidente.
Desenfundó a Byakko con un veloz gesto, trazando un corte oblicuo y ascendente. Su principal intención era ganar el espacio del que tanto le gustaba disponer, pero no le haría ascos a realizar un corte que dejase claro que se había equivocado. Su otra mano aferraba ya la empuñadura de Yuki-onna y un sutil vaho amenazaba con comenzar a nacer a su alrededor.
Gareth Silverwing
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Esto era una desastre, en serio, como narices podía ser capaz de encontrar algo dentro de todo este caos. Movía la mano de un lado a otro, tratando de encontrarlo, sin suerte alguna. Hasta ahora había sacado, dos filetes de lomo, cinco barras de pan rústicas y una baguette, un atún fresco, demasiado, doce botellas de licor (de contrabando) y cinco kilos de centollo, pero ningún uniforme. Se que los guardaba por ahí, en algún sitio, recuerdo que le dije que guardara alguno de repuesto.
Tras unos minutos palpando el imposible espacio azucarado dentro de Jack, por fin localicé algo parecido a una tela. Saqué la mano de la parte baja de su espalda, demasiado baja para mi gusto, y sacudí el uniforme. Creo que era la S, bueno, sino, daba igual. A parte de un aroma dulzón y algún que otro grano de azúcar, estaba de una pieza, limpio y en buen estado.
Con el uniforme en las manos me acerqué al supuesto marine, mientras Al hacía de encantador de perros, o de gatos, no se me daban bien los animales, y me daba igual lo que fuera. Una vez a la espalda del chico, agarraría con una mano la ropa de la parte superior de su cuerpo y con la otra la de la parte inferior, para luego tirar disvistiéndolo en el acto. Durante una fracción de segundo estaría en ropa interior, hasta que mi destreza adecentando los uniformes de cientos de marines indisciplinados y algún que otro alto cargo de resaca saliera a la luz. Antes de que la expresión de incredulidad abandonara su rostro vestiría un impoluto uniforme marine. ¿Cómo lo había puesto sin que tuviera que moverse? Secreto profesional.
- Hecho Al ¿También tenemos que vestir a lo animales? Porque no se si tenemos suficientes uniformes. Por cierto ¿Necesitáis ayuda con los cañones, o con el agua?
Tras unos minutos palpando el imposible espacio azucarado dentro de Jack, por fin localicé algo parecido a una tela. Saqué la mano de la parte baja de su espalda, demasiado baja para mi gusto, y sacudí el uniforme. Creo que era la S, bueno, sino, daba igual. A parte de un aroma dulzón y algún que otro grano de azúcar, estaba de una pieza, limpio y en buen estado.
Con el uniforme en las manos me acerqué al supuesto marine, mientras Al hacía de encantador de perros, o de gatos, no se me daban bien los animales, y me daba igual lo que fuera. Una vez a la espalda del chico, agarraría con una mano la ropa de la parte superior de su cuerpo y con la otra la de la parte inferior, para luego tirar disvistiéndolo en el acto. Durante una fracción de segundo estaría en ropa interior, hasta que mi destreza adecentando los uniformes de cientos de marines indisciplinados y algún que otro alto cargo de resaca saliera a la luz. Antes de que la expresión de incredulidad abandonara su rostro vestiría un impoluto uniforme marine. ¿Cómo lo había puesto sin que tuviera que moverse? Secreto profesional.
- Hecho Al ¿También tenemos que vestir a lo animales? Porque no se si tenemos suficientes uniformes. Por cierto ¿Necesitáis ayuda con los cañones, o con el agua?
- Resumen :
- Adecento al Erik
Eric Zor-El
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El salvaje caminaba con ritmo, mientras tarareaba una dulce melodía al tiempo que fumaba de su pipa. El tabaco ecológico y las hierbas naturales que había conseguido en su última misión era realmente sabrosa, tenía toques de menta y algo más que no sabía describir en el idioma del mar azul, pero que en su dialecto natal era algo parecido a Ty’akku, algo así como un estado de bienestar y calma, pero sin mermar su estado cognitivo. De pronto, los aparatos del techo volvieron a escucharse en todo el monstruoso lugar metálico, quizá algún tipo de mensaje clave para los revolucionarios que querían acabar con el mundo conocido, o solo un graciosillo que tenía ganas de llamar la atención. Todo era posible.
Cuando entró junto al sargento Nakajima en la siguiente sala, un grupo de marines se le acercaron hablando todos a la vez, algunos incluso lloraban y no se les entendía. Eran los reclutas de Zuko, una panda de inútiles que no sabía cómo habían avanzado tanto en solitario. Junto a ellos un gatito amarillo muy grande, el cual Kenzo reconoció como un pirata.
—¿Un pirata? —cuestionó Eric en voz alta—. ¡Pero si es un gatete adorable!
Esas palabras no sirvieron de mucho, porque no tardó en atacarle y convertirlo en comida para gente de Reddo. Y de pronto, de la nada, como si no se hubiera dado cuenta de que estaban allí hasta ese momento, aparecieron un gran número de marines de alto rango, aunque solo reconocía a uno de ellos, y porque Zuko le había advertido de que no le mosqueara porque era un almirante. «Así que ese es Alnium…», se dijo, observándolo desde la retaguardia.
—De este me encargo yo, almirante Alnium —El salvaje se acercó al grupo donde estaban todos los marines—, para algo es de mi brigada. Y de ese grandullón también —dijo señalando a Wrym—. Al otro os lo podéis quedar. Solo hay un Eric bueno, y soy yo, el comandante Eric Zor-El.
Cuando entró junto al sargento Nakajima en la siguiente sala, un grupo de marines se le acercaron hablando todos a la vez, algunos incluso lloraban y no se les entendía. Eran los reclutas de Zuko, una panda de inútiles que no sabía cómo habían avanzado tanto en solitario. Junto a ellos un gatito amarillo muy grande, el cual Kenzo reconoció como un pirata.
—¿Un pirata? —cuestionó Eric en voz alta—. ¡Pero si es un gatete adorable!
Esas palabras no sirvieron de mucho, porque no tardó en atacarle y convertirlo en comida para gente de Reddo. Y de pronto, de la nada, como si no se hubiera dado cuenta de que estaban allí hasta ese momento, aparecieron un gran número de marines de alto rango, aunque solo reconocía a uno de ellos, y porque Zuko le había advertido de que no le mosqueara porque era un almirante. «Así que ese es Alnium…», se dijo, observándolo desde la retaguardia.
—De este me encargo yo, almirante Alnium —El salvaje se acercó al grupo donde estaban todos los marines—, para algo es de mi brigada. Y de ese grandullón también —dijo señalando a Wrym—. Al otro os lo podéis quedar. Solo hay un Eric bueno, y soy yo, el comandante Eric Zor-El.
Aquel trasto comenzó a moverse como si hubiese sido poseído por un demonio en cuanto, tal y como había avisado, Giotto pulsó uno de los botones. Ellie se afanaba por proteger a la anciana de los golpes, obteniendo buenos resultados en la mayoría de los violentos cambios de dirección que efectuaba el ascensor.
Cuando al fin se detuvo, me encontraba con la cara firmemente pegada al suelo, situada sobre el pequeño charco que mi propia ropa había generado al gotear. Al menos no estaba tan mojado como hacía unos instantes. Me levanté entre maldiciones silenciosas, ignorando con desprecio la innecesaria voz que nos avisaba de que habíamos llegado a nuestro destino. ¿Qué demonios era eso de Air Engines?
—Claro —musité en respuesta a la mink, dando un primer paso fuera del ascensor y observando la inmensa oscuridad que nos rodeaba. Aunque eso no duraría demasiado tiempo—. ¿Te importaría secarme un poco, Giotto? Que la ropa pese tanto es muy incómodo —pedí al tiempo que deslizaba mínimamente hacia atrás las mangas de la túnica.
Esperé a que su fuego hiciese efecto y, una vez lo hizo, comencé a hacer brillar mi cuerpo. Lo hice paulatinamente, buscando no deslumbrar a mis compañeros y proporcionar una luminosidad suficiente para que movernos por la zona. Les dirigí una mirada inquisitiva, buscando que confirmasen si la luz era la idónea o, por el contrario, debía ajustarla.
Una vez todo estuvo listo, caminé unos pasos por delante de mis compañeros, buscando por el lugar cualquier cosa que sirviese de indicio para saber qué debíamos hacer. ¿Qué demonios nos depararía aquel lugar en principio tan lúgubre?
Cuando al fin se detuvo, me encontraba con la cara firmemente pegada al suelo, situada sobre el pequeño charco que mi propia ropa había generado al gotear. Al menos no estaba tan mojado como hacía unos instantes. Me levanté entre maldiciones silenciosas, ignorando con desprecio la innecesaria voz que nos avisaba de que habíamos llegado a nuestro destino. ¿Qué demonios era eso de Air Engines?
—Claro —musité en respuesta a la mink, dando un primer paso fuera del ascensor y observando la inmensa oscuridad que nos rodeaba. Aunque eso no duraría demasiado tiempo—. ¿Te importaría secarme un poco, Giotto? Que la ropa pese tanto es muy incómodo —pedí al tiempo que deslizaba mínimamente hacia atrás las mangas de la túnica.
Esperé a que su fuego hiciese efecto y, una vez lo hizo, comencé a hacer brillar mi cuerpo. Lo hice paulatinamente, buscando no deslumbrar a mis compañeros y proporcionar una luminosidad suficiente para que movernos por la zona. Les dirigí una mirada inquisitiva, buscando que confirmasen si la luz era la idónea o, por el contrario, debía ajustarla.
Una vez todo estuvo listo, caminé unos pasos por delante de mis compañeros, buscando por el lugar cualquier cosa que sirviese de indicio para saber qué debíamos hacer. ¿Qué demonios nos depararía aquel lugar en principio tan lúgubre?
Lance Kashan
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El telón se abrió de par en par sin siquiera tener que hacer nosotros nada, o eso creo, y, antes de poder darme cuenta, el suelo se derrumbó bajo mis pies. O yo me alcé sobre él, mejor dicho, ya que mis pies fueron los que habían decidido divorciarse de la gravedad por unos segundos, para luego volver a caer sin ser realmente consciente de lo que pudiera estar pasando a mi alrededor y causando todo eso. Como sacado de un cuento o una película de ciencia ficción, los hechos acontecían de una forma totalmente encadenada y veloz, sin darme margen a responder o hacer yo mi debida parte. Aún dolorido por el golpe que había recibido simplemente por haber dejado de flotar, me levanté lentamente y, poco a poco, me fijé en lo que se había convertido la habitación. Una persona, a la cual podía suponer muerta por la sangre que había derramado en el escenario, había comenzado a moverse y, aunque vagamente, a gesticular. Aunque, pensándolo mejor y más lentamente, podía ser que fuera hasta normal. Al fin y al cabo, no era la primera vez que vivía esta misma situación, y, con la presencia de Katharina, todo se explicaba solo. O no. No podía ser. Era Kirtash quien había comenzado a darle órdenes y a, de una forma muy evidente, extorsionarle, si aun estando muerto podíamos hablar de una acción tal como la extorsión. ¿Compartían poderes…?
Tampoco era algo a lo que realmente estaba dispuesto a sacrificar mucho tiempo. Por ese lado, la situación parecía, ya sea mínimamente, controlada. A pesar de ese sentimiento que me calmaba un poco, las cosas no parecían estar saliendo tal y como me gustaría, ni mucho menos. El cadáver andante se estaba negando a cooperar de cualquier forma, hecho que no me había parecido posible cuando se lo vi hacer a Katharina, y, vagamente, mis sentidos me daban una sensación de que no estábamos completamente solos. Y no era aquella masa de carne sin vida lo que sentía, creo. Quizás la mejor idea pudiera ser buscar la raíz del problema mientras las otras dos personas se encargaban del resto, a pesar de la preocupación por encontrarme problemas que no fuera capaz de resolver por mí mismo. Cargando mis puños de electricidad, una forma de prepararme para cualquier encuentro por sorpresa, decidí comenzar a andar, pero no hube aterrizado el primer pie cuando volví a mi anterior posición. De nuevo, el piso daba la sensación de haber cedido y haberme dejado a mi suerte, aunque la realidad que presenciaba alguien ajena era muy distinta a todo esto. Sollocé, más por cansancio y vagancia de toda esta situación que por cualquier tipo de preocupación, y sentí que volvía a moverme. Ya volvía al suelo, por fin. Espera…, ¿el movimiento era hacia la derecha y no hacia abajo? Comencé a ver una pared. Y luego otra. Y otra, otra, otra y otra. Parecían repetirse, aunque cada vez más deformes y perdiendo su aspecto de planas y uniformes.
Mis ojos comenzaron a doler y mi cerebro a confundirse y, de forma totalmente natural e inconsciente, cerré mis párpados para no ver más aquella escena. Aunque mi cuerpo no era capaz de parar, así que, lo que creía que eran vueltas no cesaban, y todo mi organismo empezaba a descomponerse. Nunca había llevado excesivamente bien el hecho de girar repetidamente en el aire y sin una capacidad de freno. Bueno, dudo que a nadie le sentase bien lo que me estaba pasando a mí. Una vez hube terminado, frené lentamente, no todo lo que me gustaría, pero sí lo suficiente como para caer sin tener que dejarme todos los huesos del cráneo en el suelo una vez que impactase contra él. Reaccionando todo lo rápido que podía, puse las manos para amortiguar el golpe, pero no fui capaz de calcular bien y di de lleno con la espalda, quedándome dolorido en el suelo por unos segundos hasta que fui capaz de levantarme. Y caerme. Y repetir lo mismo varias veces, fruto de que mi vista y sentidos se habían desmoronado y distinguir el suelo del techo no era para nada una tarea fácil. Vomité en el suelo y, para cuando hube terminado, mi oído y vista se habían compenetrado y me era posible dar más de tres pasos consecutivos sin perder el equilibrio.
Con uno de los mayores enfados que había tenido en mucho tiempo, aderezado con el mismo malestar de lo ocurrido, comencé a andar hacia la escena principal, con los puños apretados y preparado para lanzar todos los rayos que mi fruta me fuera capaz de proporcionar, pero, para cuando me pude dar cuenta, un fantasma me estaba atravesando la tripa, donde antes había habido comida y mi humor, para bien o para mal, estaba cambiando radicalmente. Me sentía lleno de energías, como si hubiera despertado de una larga y apacible siesta, o me hubieran dado la mejor noticia del mes justo ahora. Con una sonrisa en la cara, tapada por la preciosa máscara, comencé a correr hacia donde estaban el resto de seres de aquella sala, pasando entre medias de Katharina y Kirtash, y alcanzando el escenario justo a la vez que mi jefe trataba de molestar a aquella persona que nos estaba molestando. Un salto con voltereta incluida y, ya por decorar y por el exceso de energía, un chisporroteo que se hizo sonar por la habitación me permitieron alcanzar aquel desnivel. Quizás por el estado en el que me encontraba, comencé a pensar en todo aquello que me rodeaba: muertos, fantasmas, gente importante que me podría destruir en segundos, una torre venerada que amenazaba con destruir todo cuanto conocía… No parecía verdad, parecía más un sueño. Y si era un sueño, era el momento de disfrutarlo tanto como pudiera, porque no era muy común en mí tener algo que no fueran pesadillas o un simple negro en mi mente cuando dormía.
— ¡JAJAJAJAJAJA! — Una risa, algo demencial incluso, se me escapó, y las carcajadas no cesaban. Rebotaban contra las paredes de la gigantesca estancia, y volvían una y otra vez, haciéndose resonar para todo quien pudiera estar allí. — ¡Bien dicho, jefe! — Miré a Kirtash y le dije aquellas palabras, simplemente dejándome llevar por la emoción y los sentimientos que me embargaban.
Entonces, como si de una respuesta se tratara, una risa bastante infantil me daba a entender que no era la única persona así en la sala. Y, a decir verdad, Kirtash y Katharina eran un par de muermos que no sabían sacarle lo bueno a la vida. Con un exceso de pasión en mis venas, comencé a correr hacia la procedencia de aquella carcajada, alternando entre pasos veloces y desplazamientos en forma de electricidad por simple capricho, aunque quizás también sirviera para recorrer el espacio en menos distancia. Tenía ganas de conocer a alguien que me diera una alegría dentro de ese sueño, la verdad, y un niño parecía ser una tan buena opción como cualquier otra.
Tampoco era algo a lo que realmente estaba dispuesto a sacrificar mucho tiempo. Por ese lado, la situación parecía, ya sea mínimamente, controlada. A pesar de ese sentimiento que me calmaba un poco, las cosas no parecían estar saliendo tal y como me gustaría, ni mucho menos. El cadáver andante se estaba negando a cooperar de cualquier forma, hecho que no me había parecido posible cuando se lo vi hacer a Katharina, y, vagamente, mis sentidos me daban una sensación de que no estábamos completamente solos. Y no era aquella masa de carne sin vida lo que sentía, creo. Quizás la mejor idea pudiera ser buscar la raíz del problema mientras las otras dos personas se encargaban del resto, a pesar de la preocupación por encontrarme problemas que no fuera capaz de resolver por mí mismo. Cargando mis puños de electricidad, una forma de prepararme para cualquier encuentro por sorpresa, decidí comenzar a andar, pero no hube aterrizado el primer pie cuando volví a mi anterior posición. De nuevo, el piso daba la sensación de haber cedido y haberme dejado a mi suerte, aunque la realidad que presenciaba alguien ajena era muy distinta a todo esto. Sollocé, más por cansancio y vagancia de toda esta situación que por cualquier tipo de preocupación, y sentí que volvía a moverme. Ya volvía al suelo, por fin. Espera…, ¿el movimiento era hacia la derecha y no hacia abajo? Comencé a ver una pared. Y luego otra. Y otra, otra, otra y otra. Parecían repetirse, aunque cada vez más deformes y perdiendo su aspecto de planas y uniformes.
Mis ojos comenzaron a doler y mi cerebro a confundirse y, de forma totalmente natural e inconsciente, cerré mis párpados para no ver más aquella escena. Aunque mi cuerpo no era capaz de parar, así que, lo que creía que eran vueltas no cesaban, y todo mi organismo empezaba a descomponerse. Nunca había llevado excesivamente bien el hecho de girar repetidamente en el aire y sin una capacidad de freno. Bueno, dudo que a nadie le sentase bien lo que me estaba pasando a mí. Una vez hube terminado, frené lentamente, no todo lo que me gustaría, pero sí lo suficiente como para caer sin tener que dejarme todos los huesos del cráneo en el suelo una vez que impactase contra él. Reaccionando todo lo rápido que podía, puse las manos para amortiguar el golpe, pero no fui capaz de calcular bien y di de lleno con la espalda, quedándome dolorido en el suelo por unos segundos hasta que fui capaz de levantarme. Y caerme. Y repetir lo mismo varias veces, fruto de que mi vista y sentidos se habían desmoronado y distinguir el suelo del techo no era para nada una tarea fácil. Vomité en el suelo y, para cuando hube terminado, mi oído y vista se habían compenetrado y me era posible dar más de tres pasos consecutivos sin perder el equilibrio.
Con uno de los mayores enfados que había tenido en mucho tiempo, aderezado con el mismo malestar de lo ocurrido, comencé a andar hacia la escena principal, con los puños apretados y preparado para lanzar todos los rayos que mi fruta me fuera capaz de proporcionar, pero, para cuando me pude dar cuenta, un fantasma me estaba atravesando la tripa, donde antes había habido comida y mi humor, para bien o para mal, estaba cambiando radicalmente. Me sentía lleno de energías, como si hubiera despertado de una larga y apacible siesta, o me hubieran dado la mejor noticia del mes justo ahora. Con una sonrisa en la cara, tapada por la preciosa máscara, comencé a correr hacia donde estaban el resto de seres de aquella sala, pasando entre medias de Katharina y Kirtash, y alcanzando el escenario justo a la vez que mi jefe trataba de molestar a aquella persona que nos estaba molestando. Un salto con voltereta incluida y, ya por decorar y por el exceso de energía, un chisporroteo que se hizo sonar por la habitación me permitieron alcanzar aquel desnivel. Quizás por el estado en el que me encontraba, comencé a pensar en todo aquello que me rodeaba: muertos, fantasmas, gente importante que me podría destruir en segundos, una torre venerada que amenazaba con destruir todo cuanto conocía… No parecía verdad, parecía más un sueño. Y si era un sueño, era el momento de disfrutarlo tanto como pudiera, porque no era muy común en mí tener algo que no fueran pesadillas o un simple negro en mi mente cuando dormía.
— ¡JAJAJAJAJAJA! — Una risa, algo demencial incluso, se me escapó, y las carcajadas no cesaban. Rebotaban contra las paredes de la gigantesca estancia, y volvían una y otra vez, haciéndose resonar para todo quien pudiera estar allí. — ¡Bien dicho, jefe! — Miré a Kirtash y le dije aquellas palabras, simplemente dejándome llevar por la emoción y los sentimientos que me embargaban.
Entonces, como si de una respuesta se tratara, una risa bastante infantil me daba a entender que no era la única persona así en la sala. Y, a decir verdad, Kirtash y Katharina eran un par de muermos que no sabían sacarle lo bueno a la vida. Con un exceso de pasión en mis venas, comencé a correr hacia la procedencia de aquella carcajada, alternando entre pasos veloces y desplazamientos en forma de electricidad por simple capricho, aunque quizás también sirviera para recorrer el espacio en menos distancia. Tenía ganas de conocer a alguien que me diera una alegría dentro de ese sueño, la verdad, y un niño parecía ser una tan buena opción como cualquier otra.
- RESUMEN [AEG&KATH]:
- -Levantarme y caer.
-Levantarme, girar y caer.
-Potar por los giros.
-Ser atravesado por el fantasma.
-Emocionarme mucho y muy fuerte y comenzar a hacer locuras extrovertidas bastante poco propias de Lance.
-Correr hacia donde cree que está el niño que se acaba de reír.
Rose D. Alviss
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Características
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Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
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Akuma no mi
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Si la habitación con los abecedarios era rara, en esa ocasión se superaron, una vez más. En la siguiente estancia, había cuatro ¿tortugas mutantes que parecen niñas? turbio cuanto menos.
- Creo que ya echo en falta a los músicos... - Respondí ante la presentación de las anfitrionas. - ¿Otra vez acertijos? ¿pero dónde coño están las ostias que uno se espera en un lugar como este?
Yo ya estaba harto y para más inri, no sabía cómo resolverlos, podía comerme la cabeza pero la última vez acabé pegándome con un robot cuenta-acertijos, no auguraba nada bueno por mi parte. Probamos varias opciones: tirar de las pulseras VIP que nos habían dado, no coló.
- Joder, fijo que no valen para nada. Esto ha sido como venganza de los abecedarios por haberles humillados, nos dan objetos que no valen para nada. - Me quejé ante la negativa de las tortuguitas a dejarnos pasar.
Luego las intentamos fichar, a mi me daba igual, pero creo que ya era bastante variopinta la banda como para meter a más, también se negaron. Por fin recurrimos a la mejor idea que habíamos tenía en lo que llevábamos dentro de la aguja: llamar al listo, es decir, a Spanner. Gracias a él conseguimos resolver las pruebas, aunque una de las tortuguitas no estaba conforme con una de las respuestas... que se joda.
Subimos a la siguiente sala. La aguja se empeñaba en llevarnos a sitios más extravagantes que el anterior: Dexter en un toro mecánico; un chino-dragón; un caballero de esos con armadura o un tío con fetiches muy raros y por último un borracho. Resultaba un poco irónico que el ebrio fuera el personaje más normal en aquel percal, pero sólo un poco.
- Yo me conformo con una semana entera, como mínimo, de fiesta todo pagado por el gobierno. - Me sume a la petición de Luka de unas vacaciones. - Si cuela y si no también fiesta.
- Creo que ya echo en falta a los músicos... - Respondí ante la presentación de las anfitrionas. - ¿Otra vez acertijos? ¿pero dónde coño están las ostias que uno se espera en un lugar como este?
Yo ya estaba harto y para más inri, no sabía cómo resolverlos, podía comerme la cabeza pero la última vez acabé pegándome con un robot cuenta-acertijos, no auguraba nada bueno por mi parte. Probamos varias opciones: tirar de las pulseras VIP que nos habían dado, no coló.
- Joder, fijo que no valen para nada. Esto ha sido como venganza de los abecedarios por haberles humillados, nos dan objetos que no valen para nada. - Me quejé ante la negativa de las tortuguitas a dejarnos pasar.
Luego las intentamos fichar, a mi me daba igual, pero creo que ya era bastante variopinta la banda como para meter a más, también se negaron. Por fin recurrimos a la mejor idea que habíamos tenía en lo que llevábamos dentro de la aguja: llamar al listo, es decir, a Spanner. Gracias a él conseguimos resolver las pruebas, aunque una de las tortuguitas no estaba conforme con una de las respuestas... que se joda.
Subimos a la siguiente sala. La aguja se empeñaba en llevarnos a sitios más extravagantes que el anterior: Dexter en un toro mecánico; un chino-dragón; un caballero de esos con armadura o un tío con fetiches muy raros y por último un borracho. Resultaba un poco irónico que el ebrio fuera el personaje más normal en aquel percal, pero sólo un poco.
- Yo me conformo con una semana entera, como mínimo, de fiesta todo pagado por el gobierno. - Me sume a la petición de Luka de unas vacaciones. - Si cuela y si no también fiesta.
- Resumen:
- Básicamente relleno.
- Básicamente relleno.
Hamlet
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Varios
Tan pronto como coloqué mi mano cerca de una de las ilustraciones para accionar el supuesto mecanismo que nos llevaría a la próxima planta, el lienzo demostró que había algo más que pintura tras el material, pues se abrió para dar lugar a una andanada de cañonazos contra nosotros. Supuse que realmente tenía razón al pensar que lo que ocurría en aquella torre debía ser planteado desde un punto de vista distinto de lo previsible.
Sin mucha dificultad, ya consciente de lo que me iba a pasar si me quedaba quieto y aprovechando además el pequeño retardo de los cañones para disparar, esquivé la mortal ráfaga moviéndome hacia atrás con agilidad. Mi acompañante hizo lo mismo. Es más, hizo ademán de alejarme de la trayectoria de los disparos tirando de mí. Al final resultaría ser mucho más valioso de lo que pensó en aquel momento. Una parte de mí quiso disculparse por toda la ira que había volcado contra él.
Esa preocupación, no obstante, habría de tener lugar en otro momento, pues evitar los impactos de los obuses -algo completamente normal- me colocó frente al cuadro del río, causando que este también se abriera para dar lugar a una depresión en el terreno y un torrente imparable de agua. A duras penas logré reaccionar, consiguiendo que solo una pierna quedara atrapada en el cauce del río y lograse arrastrarme, consiguiendo que cayera de bruces a orillas del río -afortunadamente-. Entretanto, una voz sonaba de fondo en toda la habitación, mas el escándalo del río evitó que la escuchase.
Un escudo se materializó en el antebrazo del cadete, que intentó detener lo que se le venía encima, siendo inmediatamente arrastrado sin siquiera poder hacer nada. Un usuario. Desde mi posición no podía ayudarle, tendría que alejarme rápidamente para llegar antes de que se ahogara.
Sin embargo, aquello no fue necesario, pues un arenoso apéndice sacó de apuros al pobre marine. Cuando dirigí mi mirada a su propietario, fruncí el ceño y apreté los dientes. Otra vez los Blue Rose. No sabía si lo había ignorado por su escasísimo tamaño o si acababa de llegar, pero allí estaba ese sucio y desagradable mapache.
-¡Tú! -exclamé, irritado-. ¡Déjale ya en la orilla!
El mapache deshizo su extremidad y colocó al cadete fuera de peligro. Avancé rápidamente hacia el marine para comprobar que no se había ahogado, y cuando confirmé que esto no había sucedido, volví mi mirada hacia el horrendo pirata. Ahora entendía quien era. Rocket L. Raccoon, la mascota de los Blue Rose, por la que ofrecían la friolera de cuatrocientos millones de berries de recompensa por su peligrosidad. La ira podía haber cegado mi sentido minutos antes, cuando lo acababa de ver. En cambio, esa "mascota" nos miraba, altiva y para nada preocupada, cuestionando nuestras acciones recientes.
-Cadete, ¿estás bien? -pregunté, ignorando deliberadamente al pirata.
Nunca he sonreído con facilidad, pero no prestarle atención a alguien con tanto ego era algo que ciertamente me hacía curvar los labios. Al recuperar la seriedad de mi expresión, me volví hacia los cuadros y proseguí.
-Lo lamento, me he equivocado. Ojalá no me hubiera equivocado, pero la falta de pistas y de un objetivo claro en esta sala ha causado esto. ¿Puedes caminar?
Me acerqué más a los cuadros, evitando el río que se acababa de formar.
-Ahora tengo otra teoría, solo espero que esta no nos mate. De algún modo, tras estas ilustraciones se oculta otro mundo, algún tipo de... ¿Habilidad? La verdad es que no estoy muy versado en el tema, pero sé que en el tamaño que ocupa esta habitación no puede existir un buque de las proporciones que tiene el que nos ha disparado y un río. Alguien debe de estar detrás de esto, no me cabe duda, aunque no lo podemos ver en este instante. En su lugar, tendríamos que intentar cruzar por los otros cuadros -hice una pausa-. Ya hemos visto que el barco y el río no amparan, precisamente, un buen futuro. En una situación de ceteris paribus, no queremos abrir bajo ninguna condición el cuadro de volcán, lo que nos dejaría la nube de tormenta y la selva. La nube podría estar cargada con las cenizas volcánicas, como dije antes, con lo que nos quedamos con la selva. Lo más problemático con lo que nos podríamos encontrar sería con bestias del lugar.
"También insectos y enfermedades mortales" callé.
-Creo que con nuestra nueva ayuda podríamos hacerles frente -finalizó-. Y eso si llegase siquiera a haberlas. De lo contrario, siempre nos quedará evitarlas y correr.
Cuidadosamente, evitando acercarme demasiado al resto de cuadros, me acerqué al cuadro de la jungla, tragando saliva nerviosamente.
-Yo mismo cruzaré el primero -declaró, aún sin mirarles.
Una vez frente al cuadro, me acercaría lentamente y lo tocaría, buscando su reacción.
Sin mucha dificultad, ya consciente de lo que me iba a pasar si me quedaba quieto y aprovechando además el pequeño retardo de los cañones para disparar, esquivé la mortal ráfaga moviéndome hacia atrás con agilidad. Mi acompañante hizo lo mismo. Es más, hizo ademán de alejarme de la trayectoria de los disparos tirando de mí. Al final resultaría ser mucho más valioso de lo que pensó en aquel momento. Una parte de mí quiso disculparse por toda la ira que había volcado contra él.
Esa preocupación, no obstante, habría de tener lugar en otro momento, pues evitar los impactos de los obuses -algo completamente normal- me colocó frente al cuadro del río, causando que este también se abriera para dar lugar a una depresión en el terreno y un torrente imparable de agua. A duras penas logré reaccionar, consiguiendo que solo una pierna quedara atrapada en el cauce del río y lograse arrastrarme, consiguiendo que cayera de bruces a orillas del río -afortunadamente-. Entretanto, una voz sonaba de fondo en toda la habitación, mas el escándalo del río evitó que la escuchase.
Un escudo se materializó en el antebrazo del cadete, que intentó detener lo que se le venía encima, siendo inmediatamente arrastrado sin siquiera poder hacer nada. Un usuario. Desde mi posición no podía ayudarle, tendría que alejarme rápidamente para llegar antes de que se ahogara.
Sin embargo, aquello no fue necesario, pues un arenoso apéndice sacó de apuros al pobre marine. Cuando dirigí mi mirada a su propietario, fruncí el ceño y apreté los dientes. Otra vez los Blue Rose. No sabía si lo había ignorado por su escasísimo tamaño o si acababa de llegar, pero allí estaba ese sucio y desagradable mapache.
-¡Tú! -exclamé, irritado-. ¡Déjale ya en la orilla!
El mapache deshizo su extremidad y colocó al cadete fuera de peligro. Avancé rápidamente hacia el marine para comprobar que no se había ahogado, y cuando confirmé que esto no había sucedido, volví mi mirada hacia el horrendo pirata. Ahora entendía quien era. Rocket L. Raccoon, la mascota de los Blue Rose, por la que ofrecían la friolera de cuatrocientos millones de berries de recompensa por su peligrosidad. La ira podía haber cegado mi sentido minutos antes, cuando lo acababa de ver. En cambio, esa "mascota" nos miraba, altiva y para nada preocupada, cuestionando nuestras acciones recientes.
-Cadete, ¿estás bien? -pregunté, ignorando deliberadamente al pirata.
Nunca he sonreído con facilidad, pero no prestarle atención a alguien con tanto ego era algo que ciertamente me hacía curvar los labios. Al recuperar la seriedad de mi expresión, me volví hacia los cuadros y proseguí.
-Lo lamento, me he equivocado. Ojalá no me hubiera equivocado, pero la falta de pistas y de un objetivo claro en esta sala ha causado esto. ¿Puedes caminar?
Me acerqué más a los cuadros, evitando el río que se acababa de formar.
-Ahora tengo otra teoría, solo espero que esta no nos mate. De algún modo, tras estas ilustraciones se oculta otro mundo, algún tipo de... ¿Habilidad? La verdad es que no estoy muy versado en el tema, pero sé que en el tamaño que ocupa esta habitación no puede existir un buque de las proporciones que tiene el que nos ha disparado y un río. Alguien debe de estar detrás de esto, no me cabe duda, aunque no lo podemos ver en este instante. En su lugar, tendríamos que intentar cruzar por los otros cuadros -hice una pausa-. Ya hemos visto que el barco y el río no amparan, precisamente, un buen futuro. En una situación de ceteris paribus, no queremos abrir bajo ninguna condición el cuadro de volcán, lo que nos dejaría la nube de tormenta y la selva. La nube podría estar cargada con las cenizas volcánicas, como dije antes, con lo que nos quedamos con la selva. Lo más problemático con lo que nos podríamos encontrar sería con bestias del lugar.
"También insectos y enfermedades mortales" callé.
-Creo que con nuestra nueva ayuda podríamos hacerles frente -finalizó-. Y eso si llegase siquiera a haberlas. De lo contrario, siempre nos quedará evitarlas y correr.
Cuidadosamente, evitando acercarme demasiado al resto de cuadros, me acerqué al cuadro de la jungla, tragando saliva nerviosamente.
-Yo mismo cruzaré el primero -declaró, aún sin mirarles.
Una vez frente al cuadro, me acercaría lentamente y lo tocaría, buscando su reacción.
- Resumen:
- Sufrir las consecuencias de mis terribles decisiones, ignorar a Rocket, preguntarle a Erik si está bien, elaborar una nueva hipótesis y avanzar hacia el cuadro de la selva.
Todo había salido bien para los Arashi, aunque el pelirrojo advirtió a sus compañeros, sobre todo a Vile, que no debían decirle a Spanner que su respuesta estaba mal, o tendrían que escucharlo enfadado durante varios días, y eso era algo que no estaba dispuesto a hacer.
—No quieren unirse tío —le respondió a Luka—. Ellas se lo pierden.
La voz de Zane había sonado con un ligero retintín, algo que podía notarse en la forma en la que miro por última vez a las tortugas, de reojo y con gesto de indiferencia. Aunque no dijera nada en voz alta, cualquiera que lo conociera sabía que uno de sus sueños era tener una banda de piratas repleta de especímenes raros y extravagantes, y que un grupo de tortugas antropomorfas le hubieran declinado la invitación de una forma tan descarada, sin lugar a dudas le molestaba. Dejando eso de lado, caminó hacia la siguiente sala y allí no pudo creer lo que estaba viendo. Dexter Black sobre un toro mecánico, y a su lado su fiel segundo de abordo y otro dragón que hacía años que no veía.
—Cuando salgamos de aquí te invito a una semana de juerga en la isla que quieras —les dijo—. Y sí, la isla esa donde nos llevaste la última vez está fuera de la lista.
Tenía lagunas de aquellos dos días en la isla de Krapinhan, pero las ganas de vomitar cada vez que olía el Vodka de hierbas marinas le seguía durando hasta ese momento, y mientras eso pasase no volvería allí.
—¡Coño! —exclamó en voz alta—. ¡Lagartija, cuanto tiempo! —El pelirrojo se acercó a Zuko y le miró detenidamente. No recordaba cuantos años habían pasado desde que estuvo con él en una misma sala. Apenas era un pirata novato cuando eso sucedió, pero le tenía en alta estima. Por su ropa el salvaje intuyó que había escalado muchos puestos, y que debía estar rondando el vicealmirantazgo, al menos por su capa y las medallas—. Veo que has dejado la gorra por una capa, aunque te recordaba más amarillo y menos escamoso —comentó, guiñándole un ojo.
Después de eso miró a Deathstroke.
—¿Eres el último para la atracción? —le preguntó, mientras su mirada se puso sobre la persona que había al lado. «No puede ser…», se dijo con los ojos abiertos como platos—. ¡Yo te conozco! —señaló al hombre que estaba con ellos—. Eres Er Faliyo, ¿verdad? Que sepas que tu música estuvo presente las primeras veces que…, ya sabes, que me di a la mandanga. Eres un ídolo, macho. ¡Olé tú!
—No quieren unirse tío —le respondió a Luka—. Ellas se lo pierden.
La voz de Zane había sonado con un ligero retintín, algo que podía notarse en la forma en la que miro por última vez a las tortugas, de reojo y con gesto de indiferencia. Aunque no dijera nada en voz alta, cualquiera que lo conociera sabía que uno de sus sueños era tener una banda de piratas repleta de especímenes raros y extravagantes, y que un grupo de tortugas antropomorfas le hubieran declinado la invitación de una forma tan descarada, sin lugar a dudas le molestaba. Dejando eso de lado, caminó hacia la siguiente sala y allí no pudo creer lo que estaba viendo. Dexter Black sobre un toro mecánico, y a su lado su fiel segundo de abordo y otro dragón que hacía años que no veía.
—Cuando salgamos de aquí te invito a una semana de juerga en la isla que quieras —les dijo—. Y sí, la isla esa donde nos llevaste la última vez está fuera de la lista.
Tenía lagunas de aquellos dos días en la isla de Krapinhan, pero las ganas de vomitar cada vez que olía el Vodka de hierbas marinas le seguía durando hasta ese momento, y mientras eso pasase no volvería allí.
—¡Coño! —exclamó en voz alta—. ¡Lagartija, cuanto tiempo! —El pelirrojo se acercó a Zuko y le miró detenidamente. No recordaba cuantos años habían pasado desde que estuvo con él en una misma sala. Apenas era un pirata novato cuando eso sucedió, pero le tenía en alta estima. Por su ropa el salvaje intuyó que había escalado muchos puestos, y que debía estar rondando el vicealmirantazgo, al menos por su capa y las medallas—. Veo que has dejado la gorra por una capa, aunque te recordaba más amarillo y menos escamoso —comentó, guiñándole un ojo.
Después de eso miró a Deathstroke.
—¿Eres el último para la atracción? —le preguntó, mientras su mirada se puso sobre la persona que había al lado. «No puede ser…», se dijo con los ojos abiertos como platos—. ¡Yo te conozco! —señaló al hombre que estaba con ellos—. Eres Er Faliyo, ¿verdad? Que sepas que tu música estuvo presente las primeras veces que…, ya sabes, que me di a la mandanga. Eres un ídolo, macho. ¡Olé tú!
Osuka Sumisu
Fama
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Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Pudo notar una pequeña brisa en su cabeza, que ató cabos al ver una pequeña mata de pelo anaranjado en el suelo. Se llevó la mano a la cabeza para notar una colina en su melena. Era como una montaña que atravesaba las nubes de pelo. A Osu podían hacerle muchas cosas, pero su puto pelo era sagrado, joder.
Observo como todos sus compañeros estaban en las últimas, pues el demonio de la niebla no se contenía pese haber luchado juntos en el pasado como equipo. La crueldad de Krauser no había dejado sitio para la compasión y el arrepentimiento, ni siquiera a los que antes trataba como igual. Se le hincho una vena del cuello al oficial, pues si había que le tocaba los huevos más que le destrozaran el peinado, era que hicieran daño a la gente que quería.
Como un alfa llamando a su manada, llamo a todos los soldados de piedra que le quedaban, y se hicieron uno con el revolucionario. La masa antinatural emitía un ruido desconcertante hasta que adopto una figura lisa sin protuberancias propias del materia y de un color carmesí, directamente sacadas de las ilustraciones de mitos wanenses; el BloodMoon Demon había acto de presciencia.
Sus pequeñas patas traseras (pequeñas si se comparaba con el resto del cuerpo), dejaron unas marcas en el suelo de metal cuando este dio un impulso hacia delante para coger velocidad. Cualquiera cerca notaria la vibración que causaba el coloso rojo de casi cinco metros, pues sus desproporcionados brazos golpeaban el suelo para actuar como patas delanteras. Como si se tratase del gorila que antes le habían causado tantos problemas.
Maki parecía motivado, tenía cara de también tenerle tirria al ex-almirante y dispuesto a darle un poderoso golpe. Esa era su oportunidad, pues el shuriken gigante lo dejaría vulnerable.
- ¡Allá vamos! –su gran puño se envolvió de un negro azabache cuando estuvo lo suficientemente cerca, apuntando al torso, pues el gyojin parecía reservarse la cara para él-. ¡Obsidiane Broken Walls!
Observo como todos sus compañeros estaban en las últimas, pues el demonio de la niebla no se contenía pese haber luchado juntos en el pasado como equipo. La crueldad de Krauser no había dejado sitio para la compasión y el arrepentimiento, ni siquiera a los que antes trataba como igual. Se le hincho una vena del cuello al oficial, pues si había que le tocaba los huevos más que le destrozaran el peinado, era que hicieran daño a la gente que quería.
Como un alfa llamando a su manada, llamo a todos los soldados de piedra que le quedaban, y se hicieron uno con el revolucionario. La masa antinatural emitía un ruido desconcertante hasta que adopto una figura lisa sin protuberancias propias del materia y de un color carmesí, directamente sacadas de las ilustraciones de mitos wanenses; el BloodMoon Demon había acto de presciencia.
Sus pequeñas patas traseras (pequeñas si se comparaba con el resto del cuerpo), dejaron unas marcas en el suelo de metal cuando este dio un impulso hacia delante para coger velocidad. Cualquiera cerca notaria la vibración que causaba el coloso rojo de casi cinco metros, pues sus desproporcionados brazos golpeaban el suelo para actuar como patas delanteras. Como si se tratase del gorila que antes le habían causado tantos problemas.
Maki parecía motivado, tenía cara de también tenerle tirria al ex-almirante y dispuesto a darle un poderoso golpe. Esa era su oportunidad, pues el shuriken gigante lo dejaría vulnerable.
- ¡Allá vamos! –su gran puño se envolvió de un negro azabache cuando estuvo lo suficientemente cerca, apuntando al torso, pues el gyojin parecía reservarse la cara para él-. ¡Obsidiane Broken Walls!
- Cosis:
Visión de Oni = Duracion 2 de 2 turnos
Kikansha mōdo = Duracion 2 de 2 turnos
BLOODMOON DEMON :
Con la Bloodstone, puede crear una forma golem de tamaño reducido [5 metros/ 6 posts] a la versión corriente pero más ágil (Debido a que la piedra actúa como parcialmente como un músculo real por su parte orgánica). Como desventaja, al estar hecho en parte organico, es más débil a los elementos. Si mantiene esta forma durante más post de los posibles, estará descontrolado, en esta misma forma, durante otros cinco posts, tras los cuales se agotara físicamente y no podrá usar el poder de la fruta durante un tiempo.
Hacer un Double Detroito Smash con Maki usando this:
Nombre de la técnica: BrokenWalls
Naturaleza de la técnica: Física
Descripción de la técnica: El usuario utiliza gran cantidad de energía en el puño derecho, mientras el torso gira casi 180º, para conseguir un gran impulso para lograr un golpe preciso y perforante (La potencia de este sería cinco veces más que un puñetazo corriente del personaje). Es una técnica perfecta para acabar con enemigos que portan armadura pesada o escudos
Tiempo de canalización: 2 segundos
Vile Spectre
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¿Había funcionado? Vile procuró no poner una expresión de estupefacción demasiado visible, manteniendo una apariencia confiada en todo momento, aunque en lo más profundo de su ser no podía creerse que hubiera dado con la respuesta del acertijo. Demasiadas cosas que celebrar y ni una sola gota de alcohol en la reserva. Desearía haberse reservado el trago de la petaca que le habían ofrecido antes. No, en realidad lo que deseaba en ese momento era haberse bebido también la parte del enmascarado, que les seguía callado y fúnebre. No pudo evitar fantasear con ello.
Las tortugas lesdejaron pasar hacia las escaleras que custodiaban. Mucho aprecio no debían tenerle a quienquiera que estuviera arriba si la única barrera entre ellos y los visitantes de la torre eran unos cuantos acertijos. Eso, y unos octogenarios dementes que habían hecho peligrar sus vidas de forma casi inexplicable. Vile hizo una cómica reverencia a la niña que tenía más cerca mientras sonreía de oreja a oreja, y caminó junto a Kenshin hasta lo alto de la sala.
Al llegar, mis ojos no pudieron creer lo que presenciaron: Dexter Black, el Emperador -uno de verdad, no como Kenshin, que debía limitarse a soñar muy fuerte con serlo- montado en un toro mecánico mientras ondeaba un sombrero de cowboy. Menuda imagen, y menuda era el arma de destrucción masiva que tenía que aguantar aquel artilugio mecánico. De hecho, por un momento imaginó al Yonkou montado sobre un obús mientras este caía a una tierra lejana, y no pudo evitar reírse de su ocurrencia.
Olvidando la destrucción mutua asegurada, fijó su mirada en el resto de personajillos que le acompañaban. Un señor con armadura, un dragon humanoide y un hombre que sin duda había visto mejores días, jornadas que no habían sido ahogadas en alcohol. Kenshin se acercó a ellos como si los conociera de toda la vida.
-Eh, rubito -llamó Vile al tipo de las manos incontinentes, cuyo nombre aún no conocía-. ¿Apostamos unos berries a ver qué sale de esto? Mira, yo digo que el toro se va caer bajo el peso de Black, que el de la armadura se nos va a quedar mirando mal y que el dragoncito se va a liar de hostias con el borrachuzo. ¿Qué te parece?
Las tortugas lesdejaron pasar hacia las escaleras que custodiaban. Mucho aprecio no debían tenerle a quienquiera que estuviera arriba si la única barrera entre ellos y los visitantes de la torre eran unos cuantos acertijos. Eso, y unos octogenarios dementes que habían hecho peligrar sus vidas de forma casi inexplicable. Vile hizo una cómica reverencia a la niña que tenía más cerca mientras sonreía de oreja a oreja, y caminó junto a Kenshin hasta lo alto de la sala.
Al llegar, mis ojos no pudieron creer lo que presenciaron: Dexter Black, el Emperador -uno de verdad, no como Kenshin, que debía limitarse a soñar muy fuerte con serlo- montado en un toro mecánico mientras ondeaba un sombrero de cowboy. Menuda imagen, y menuda era el arma de destrucción masiva que tenía que aguantar aquel artilugio mecánico. De hecho, por un momento imaginó al Yonkou montado sobre un obús mientras este caía a una tierra lejana, y no pudo evitar reírse de su ocurrencia.
Olvidando la destrucción mutua asegurada, fijó su mirada en el resto de personajillos que le acompañaban. Un señor con armadura, un dragon humanoide y un hombre que sin duda había visto mejores días, jornadas que no habían sido ahogadas en alcohol. Kenshin se acercó a ellos como si los conociera de toda la vida.
-Eh, rubito -llamó Vile al tipo de las manos incontinentes, cuyo nombre aún no conocía-. ¿Apostamos unos berries a ver qué sale de esto? Mira, yo digo que el toro se va caer bajo el peso de Black, que el de la armadura se nos va a quedar mirando mal y que el dragoncito se va a liar de hostias con el borrachuzo. ¿Qué te parece?
- Resumen:
- Relleno. Hacer apuestas con Alviss.
Giotto Leblanc
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Lo único medianamente normal que podía haber en un lugar tan bizarro como aquel, que era un triste ascensor le hizo descender hasta lo más bajo de la instalación. Pensó que habían llegado a la primera planta, pero cuando la puerta se abrió descubrió que no era así. Estaban en otro lado. Todo olía a cloaca y humedad, y lo único que podía verse era lo poco que era capaz de iluminar la luz del ascensor.
—Sí, claro, faltaría más —le dijo cortésmente.
Solo había usado su fuego para secar ropa una vez y no salió del modo que hubiera esperado. Sin embargo, eso ocurrió cuando llevaba menos de dos semanas poseyendo los poderes de la fruta del diablo, en ese momento ya tenía sobre sus hombros más de un año de experiencia controlando el fuego, y no dudó en hacerlo con delicadeza. Tardó un par de minutos, pero estaba perfecto. Mientras tanto, Giotto aumentó su temperatura para hacer lo mismo con sus ropajes, los cuales estaban pidiendo ser tirados a la basura después de tanto traqueteo. Olía a humo y agua estancada, y esa sensación no le gustaba al agente.
En cuanto Iulio iluminó con su fruta lo suficiente como para ver en los alrededores, Giotto creó una llama sobre su frente y para aumentar más lo que podían ver. Echó una mirada a los alrededores, las paredes eran de piedra, lo que significaba que estaban en el suelo de madre de la isla, pues todo lo que habían pisado hasta entonces estaba hecho de metal. Usó su mantra para intentar sentir algún aura, y de así conseguir iría hacia ella, sino instaría al grupo a subir al ascensor y darle al botón de la cuarta planta.
—Sí, claro, faltaría más —le dijo cortésmente.
Solo había usado su fuego para secar ropa una vez y no salió del modo que hubiera esperado. Sin embargo, eso ocurrió cuando llevaba menos de dos semanas poseyendo los poderes de la fruta del diablo, en ese momento ya tenía sobre sus hombros más de un año de experiencia controlando el fuego, y no dudó en hacerlo con delicadeza. Tardó un par de minutos, pero estaba perfecto. Mientras tanto, Giotto aumentó su temperatura para hacer lo mismo con sus ropajes, los cuales estaban pidiendo ser tirados a la basura después de tanto traqueteo. Olía a humo y agua estancada, y esa sensación no le gustaba al agente.
En cuanto Iulio iluminó con su fruta lo suficiente como para ver en los alrededores, Giotto creó una llama sobre su frente y para aumentar más lo que podían ver. Echó una mirada a los alrededores, las paredes eran de piedra, lo que significaba que estaban en el suelo de madre de la isla, pues todo lo que habían pisado hasta entonces estaba hecho de metal. Usó su mantra para intentar sentir algún aura, y de así conseguir iría hacia ella, sino instaría al grupo a subir al ascensor y darle al botón de la cuarta planta.
- Resumen:
- Hacer de secador + usar mantra por si siente algo + en caso de que no, decirle a estos de subir al ascensor y presionar el botón de la cuarta planta
Scarlett F. Jones
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Akuma no mi
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A medida que íbamos avanzando por el pasillo, un ruido molesto llegó a mis oídos. Por lo que pude escuchar se trataba de un feriante anunciando una tómbola alegando que siempre tocaba premio en su establecimiento. Aquel sitio resultaba ser de lo más extraño y bizarro. Un hombre castor, fans de un músico famoso, un pintor rarito y su musa... Y ahora parecía ser que se sumaba al cóctel un feriante. La mortal máquina que amenazaba al mundo no parecía ser tan mala por dentro. Si que habían cosas surrealistas que no se veían todos los días. Nada más al otro lado del pasillo, había una sala donde se encontraban un grupo de hombres algo guapos. ¿Que tipo de extraños seres de feria tocarían ahora? Estaban tocando, bastante bien en mi opinión, hasta que el grandullón llamado Mark les tiró sin querer el equipo de música. Aquello les sentó muy mal a los músicos que enseguida comenzaron a buscar pelea. Esperaba librarme de entrar en combate pero desafortunadamente uno de los músicos, que parecía tan grande como el pirata bonachón, intentó golpearme con una patada.
Intenté frenar el golpe metiendo en medio mi rifle y saltando hacia atrás. Aún así ese golpe me mandó a volar un par de metros. Me levanté como pude, realmente dolía. Me puse en posición de disparo y apunté a la cabeza del semi gigante. Aunque tuve que apoyarme bien debido al golpe recibido. Tomé aire y jalé del gatillo. Los demás también estaban teniendo sus peleas y no había sido la única a la que el tipo grande había atacado.
Intenté frenar el golpe metiendo en medio mi rifle y saltando hacia atrás. Aún así ese golpe me mandó a volar un par de metros. Me levanté como pude, realmente dolía. Me puse en posición de disparo y apunté a la cabeza del semi gigante. Aunque tuve que apoyarme bien debido al golpe recibido. Tomé aire y jalé del gatillo. Los demás también estaban teniendo sus peleas y no había sido la única a la que el tipo grande había atacado.
- Resumen músicos con mala baba:
- Relleno, intentar defenderme y disparar al semi gigante
Hayden Ashworth
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Dexter Black había detenido su arrebato de furia. Tal vez lo haya visto venir y haya decidido detenerle, pues en aquella situación estar cabreado no era lo óptimo. Tal vez pensaba que el dragón debía estar en sus máximas capacidades y control como aliado para poder acabar con el mal que asolaba los mares en aquel instante. O tal vez solo quisiera subirse al toro y hacer el imbécil un rato. Lo cual parecía la opción más probable, sobre todo tras verlo subirse y recitar cosas. El comodoro tenía un tic en el ojo por la rabia. Un extraño líquido cayó del techo y el marine saltó hacia atrás, soltando el toro, para evitarlo. No pudo evitar salpicarse el uniforme de grasa, lo cual lo mosqueó aún más.
—Tranquilo, Zuko... —se susurró a si mismo mientras aparecía una llama donde había caído la grasa para acabar con ella—. Coge aire... tranquilo...
Su momento de auto-tranquilizarse se vio interrumpido de golpe cuando una voz familiar sonó a sus espaldas. Zane D. Kenshin, el pirata más cercano actualmente a convertirse en uno de los Yonkou. Si no fuera suficiente con la actitud infantil del dragón azul, tenía que lidiar ahora con la del pájaro de fuego. El dragón empezaba a preocuparse de perder el pelo. Se giró, mientras pasaba de nuevo a su forma humana igualando su altura con la del pirata. Clavó sus ojos ambarinos en el pelirrojo, que ahora mismo estaba saludando al borracho que les había puesto en aquella situación para empezar. El pirata no estaba solo, pues había venido con un par de personas más. Luka, un infame pirata gyojin buscado por "crímenes atroces", era el que más llamaba la atención. Sabía por informes sobre los Arashi que el gyojin era alguien de mecha corta en lo referente a su temperamento, y le preocupaba que no pudiese entender que en aquel momento piratas y marines luchaban por una misma causa. O al menos, Dexter y Zuko lo hacían. El dragón se tranquilizó a si mismo, aunque su impaciencia seguía presente. Tan solo esperaba que el tiempo que pasaba Dexter en el toro fuese suficiente para que el hombre decidiese bajar las puñeteras escaleras.
—¿Dónde está el rubio? —le preguntó al pirata con cierta sorna—. Es curioso como los pollos se acaban juntando. ¿A quien más vas a acoger bajo tu ala? Porque hay una gaviota perdida por Marineford en busca de un padre.
—Tranquilo, Zuko... —se susurró a si mismo mientras aparecía una llama donde había caído la grasa para acabar con ella—. Coge aire... tranquilo...
Su momento de auto-tranquilizarse se vio interrumpido de golpe cuando una voz familiar sonó a sus espaldas. Zane D. Kenshin, el pirata más cercano actualmente a convertirse en uno de los Yonkou. Si no fuera suficiente con la actitud infantil del dragón azul, tenía que lidiar ahora con la del pájaro de fuego. El dragón empezaba a preocuparse de perder el pelo. Se giró, mientras pasaba de nuevo a su forma humana igualando su altura con la del pirata. Clavó sus ojos ambarinos en el pelirrojo, que ahora mismo estaba saludando al borracho que les había puesto en aquella situación para empezar. El pirata no estaba solo, pues había venido con un par de personas más. Luka, un infame pirata gyojin buscado por "crímenes atroces", era el que más llamaba la atención. Sabía por informes sobre los Arashi que el gyojin era alguien de mecha corta en lo referente a su temperamento, y le preocupaba que no pudiese entender que en aquel momento piratas y marines luchaban por una misma causa. O al menos, Dexter y Zuko lo hacían. El dragón se tranquilizó a si mismo, aunque su impaciencia seguía presente. Tan solo esperaba que el tiempo que pasaba Dexter en el toro fuese suficiente para que el hombre decidiese bajar las puñeteras escaleras.
—¿Dónde está el rubio? —le preguntó al pirata con cierta sorna—. Es curioso como los pollos se acaban juntando. ¿A quien más vas a acoger bajo tu ala? Porque hay una gaviota perdida por Marineford en busca de un padre.
Simo Baker
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Akuma no mi
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Retiré la mano de las cercanías de las tuberías con un suspiro. Nada interesante con lo que afrontar la puerta. Al parecer no iba a quedar otra que intentar forzar los mecanismos de la puerta. –Ey grandullón, ¿crees que Minos es capaz de usar sus cables para mover los pestillos del cerrojo?-, pregunté amigablemente al despreocupado gigante. No tenía claro que fuese a entender bien cómo funcionaba una cerradura, pero esperaba que su mascotita supiera qué hacer si le pedían que abriera la puerta. Debí de haberme girado antes de realizar la pregunta, pues Braudbur no sé qué ya estaba preparándose para cargar contra la puerta como había propuesto antes. Eso era bueno, quería decir que mi compañero había dejado de ser un cono para comenzar a sacar a relucir su fuerza. Quería confiar en sus grandes músculos, pero la verdad era que no tenía pinta de que fuera a poder el solo por muy grande que fuera. Aunque no le gustara pensaba echarle una mano.
-Deberíamos ayudar todos con la carga para tumbar ese portón antes de que nuestro compañero se destroce a base de estamparse-, propuse mirando a Shintaro y Bucharatti mientras lanzaba un par de shingan al aire. Quizá no tenía la fuerza de los animales que me acompañaban, pero conocía técnicas bastante poderosas. Concretamente el shingan tenía una potencia devastadora, similar a la de una bala. Solo había un problema y es que estaba pensada para ser precisa y mortal, por eso solo se usaba un solo dedo. Para este caso no era necesaria la precisión de una bala, sino más bien la potencia de un cañón, tendría que usar un poco mi ingenio. Moví rápidamente el brazo con el puño cerrado gracias a mi soru, la velocidad no cambiaba por extender un dedo o no. Entonces apreté con fuerza el puño y lo robustecí con mi tekkai mejorado. La teoría era sencilla y en la práctica no debía ser distinto al shingan, por lo que sin dudar me decidí a probar esta variante de la técnica. Dando lo mejor de mi tekkai y mi soru juntos me lancé, para con este nuevo experimento golpear las partes laterales del portón, intentando así desencajarlo para que la potente carga del gigante tuviera más efecto.
-Deberíamos ayudar todos con la carga para tumbar ese portón antes de que nuestro compañero se destroce a base de estamparse-, propuse mirando a Shintaro y Bucharatti mientras lanzaba un par de shingan al aire. Quizá no tenía la fuerza de los animales que me acompañaban, pero conocía técnicas bastante poderosas. Concretamente el shingan tenía una potencia devastadora, similar a la de una bala. Solo había un problema y es que estaba pensada para ser precisa y mortal, por eso solo se usaba un solo dedo. Para este caso no era necesaria la precisión de una bala, sino más bien la potencia de un cañón, tendría que usar un poco mi ingenio. Moví rápidamente el brazo con el puño cerrado gracias a mi soru, la velocidad no cambiaba por extender un dedo o no. Entonces apreté con fuerza el puño y lo robustecí con mi tekkai mejorado. La teoría era sencilla y en la práctica no debía ser distinto al shingan, por lo que sin dudar me decidí a probar esta variante de la técnica. Dando lo mejor de mi tekkai y mi soru juntos me lancé, para con este nuevo experimento golpear las partes laterales del portón, intentando así desencajarlo para que la potente carga del gigante tuviera más efecto.
- Resumen:
- -A tomar por saco la delicadeza. Intentar ayudar a Braud a tirar la puerta a ostia limpia.
-Hacer experimentos para una nueva versión del shingan más potente.
- Cosas:
- Tekkai:
- Mejoras
Piel de herrero.
Tras tanto recibir golpes mediante la duración de su Tekkai el usuario ha conseguido que este evolucione. Ahora no solo reduce la potencia de los golpes que recibe, sino que además dota a su piel de la dureza del acero templado.
Roca viajera.
Gracias a su control dell Kami-e e y el Tekkai el usuario es capaz de utilizar ambas técnicas a la vez, pudiendo así realizar movimientos ágiles normalmente sin perder su protección.
- Soru:
- Mejoras
Rush.
El usuario ha logado combinar la agilidad del kami-e, las potentes patadas del geppo y los veloces movimientos del soru para conseguir aumentar su velocidad y versatilidad a la hora de transladarse. Gracias a esto puede alcanzar una velocidad de 35m/s y tiene libertad de movimiento, pudiendo ir a esa velocidad por el aire y cambiar de sentido o esquivar a gran velocidad sin ningún problema.
Roland von Klauswitz
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-No.
La respuesta, rotunda y contundente, cayó en el silencio de la sala como un disparo en un cumpleaños infantil. El eco repitió la decisión del almirante varias veces antes de acallarse, y el Roble se quedó contemplando esa bombilla innecesariamente grande, preguntándose de dónde había surgido la impertinente voz.
Por muy a gusto que se encontrase entre árboles como él -aunque fuesen de otra especie; los robles rara vez se mostraban racistas más que con los alcornoques-, no toleraría que nadie le exigiese pagar una vida a cambio de servir a la justicia. ¿Cómo podría hacer eso? Había conocido a gente capaz de cosas aún peores de las que se le pedían allí, y jamás había compartido sus acciones. No mancillaría su capa blanca con la muerte de sus congéneres.
Desenvainó su espada buena. No derramaría sangre ni resina inocente allí. Pero si era un sacrificio lo que la torre requería, si era esa la única forma rápida de continuar... Hizo brotar una buena cantidad de ramas y hojas a partir de su brazo izquierdo, luego agitó su espada y las hizo trizas a la velocidad del relámpago.
-Esto es lo que te ofrezco. Saboréalo mientras puedas -dijo a la estancia vacía.
La respuesta, rotunda y contundente, cayó en el silencio de la sala como un disparo en un cumpleaños infantil. El eco repitió la decisión del almirante varias veces antes de acallarse, y el Roble se quedó contemplando esa bombilla innecesariamente grande, preguntándose de dónde había surgido la impertinente voz.
Por muy a gusto que se encontrase entre árboles como él -aunque fuesen de otra especie; los robles rara vez se mostraban racistas más que con los alcornoques-, no toleraría que nadie le exigiese pagar una vida a cambio de servir a la justicia. ¿Cómo podría hacer eso? Había conocido a gente capaz de cosas aún peores de las que se le pedían allí, y jamás había compartido sus acciones. No mancillaría su capa blanca con la muerte de sus congéneres.
Desenvainó su espada buena. No derramaría sangre ni resina inocente allí. Pero si era un sacrificio lo que la torre requería, si era esa la única forma rápida de continuar... Hizo brotar una buena cantidad de ramas y hojas a partir de su brazo izquierdo, luego agitó su espada y las hizo trizas a la velocidad del relámpago.
-Esto es lo que te ofrezco. Saboréalo mientras puedas -dijo a la estancia vacía.
Rainbow662
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No se esperaba lo de la arena. Era una de esas cosas estrafalarias que solían ocurrir a su alrededor, pero le había cogido por sorpresa. ¿Por qué meter ahí dentro mil toneladas de arena sin final aparente y construir varios edificios para luego derribarlos? ¿O es que todo eso ya estaba allí y simplemente construyeron la torre a su alrededor? No, eso no tenía sentido. Claro que, ninguna de las dos opciones tenían sentido.
"Como con la cocina de Zack", se dijo. "Mejor no preguntes".
Pensando en que a lo mejor tenían suerte y la chiquilla orejuda se perdía entre las dunas, se adentró en aquella imitación de desierto sin tener muy claro si le habían drogado y estaba alucinando. Normalmente en sus alucinaciones aparecía alguna flor parlante, así que estuvo atento. Pronto quedó claro que no era una tal cosa. Caminar por la arena le resultaba demasiado molesto como para estar colocado. Cómo odiaba el desierto. Se estaría sacando arena del culo durante un mes.
Las dos chicas, vestidas para la guerra y pintadas como si hubiesen metido las caras en un cubo de pintura de colores, les ofrecieron ayuda. Solamente había un camino, así que hasta a Arribor le pareció que podían meterse su ayuda por donde no daba el sol. Al cerebro del grupo, por otra parte, le pareció útil preguntarles cómo llegar más arriba. No se lo cuestionó. Dejaría que se ocupase de los detalles tediosos y mientras le cogería prestada la botella a aquella fulana con malas pintas. Igual, si bebía, algo empezaba a tener sentido.
-Al siguiente piso, sí. O al último, mejor. A donde demonios quiera que se maneje esto -él no lo pidió tan educadamente-. En serio, ¿es que vivís aquí?
"¿De dónde sale esta gente?"
"Como con la cocina de Zack", se dijo. "Mejor no preguntes".
Pensando en que a lo mejor tenían suerte y la chiquilla orejuda se perdía entre las dunas, se adentró en aquella imitación de desierto sin tener muy claro si le habían drogado y estaba alucinando. Normalmente en sus alucinaciones aparecía alguna flor parlante, así que estuvo atento. Pronto quedó claro que no era una tal cosa. Caminar por la arena le resultaba demasiado molesto como para estar colocado. Cómo odiaba el desierto. Se estaría sacando arena del culo durante un mes.
Las dos chicas, vestidas para la guerra y pintadas como si hubiesen metido las caras en un cubo de pintura de colores, les ofrecieron ayuda. Solamente había un camino, así que hasta a Arribor le pareció que podían meterse su ayuda por donde no daba el sol. Al cerebro del grupo, por otra parte, le pareció útil preguntarles cómo llegar más arriba. No se lo cuestionó. Dejaría que se ocupase de los detalles tediosos y mientras le cogería prestada la botella a aquella fulana con malas pintas. Igual, si bebía, algo empezaba a tener sentido.
-Al siguiente piso, sí. O al último, mejor. A donde demonios quiera que se maneje esto -él no lo pidió tan educadamente-. En serio, ¿es que vivís aquí?
"¿De dónde sale esta gente?"
Zack Suky
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Una vez más, no tardé en darme cuenta en que la suerte me odiaba. Había decidido acompañar a Kaito porque había demostrado una inteligencia superior al resto durante los enigmas, pero la jodida providencia nos tenía preparado una prueba completamente distinta... O al menos eso parecía a simple vista.
-Esperemos no tener que comprobarlo... - contesté entre dientes a mi acompañante mientras este se centraba en un globo que se había colado de la sala anterior.
Normalmente iba con Arribor y no me hacía falta ni desenfundar la espada la mayoría de las veces. Él se encargaba de destruir y yo de gastarme lo que ganábamos, por lo que estaba más desentrenado de lo que me gustaría admitir; aunque quizás si la suerte no se ponía muy cabrona, más aún, no nos haría falta pelear. El pequeñajo podía tener mala pinta y dar mal rollo con eso de que jugeteaba con un cuchillo y un trozo de tela, pero eso no significaba que fuese nuestro enemigo... Un momento, ¿eso es del traje del asqueroso anti humo? Bien, que lo jodan. Solo espero que haya sufrido.
- Hey, colega - llamé la atención del melenudo en un intento de establecer comunicación mientras adoptaba una postura más relajada en la que apoyaba mi arma sobre sobre los hombros en un gesto aparentemente desenfadado, aunque predemitado.
No quería aparentar una hostilidad innecesaria que desencadenase la hecatombe, pero tampoco era lo suficientemente estúpido como para no prepararme, por lo que había colocado la hoja desnuda con el filo mirando hacia el techo. Si el tipo decidía atacarnos de forma frontal solo tendría que girar la cadera y activar la habilidad del arma para intentar trincharlo como un pavo, mientras que si decidía lanzarme el arma que tenía en la mano podía activar mi Ámbito de destrucción e intentar protegerme con la silueta del Raijuu hecho de energía. Esperaba estar prevenido para cualquier cosa que tuviese preparada el, pero por si acaso activé y centré mi Mantra sobre él. Después de haber llegado tana arriba sería estúpido cometer errores, por lo que para asegurar de que se me escapaban el mínimo de cosas posibles activé mi Olfato tejonil. Con eso tendría una idea más o menos precisa de la calidad de las armas que el tipo portaba y así podría prepararme para algún mecanismo raro que escondiesen... Aunque esperaba no tener que averiguarlo por las malas. Me gustaban las peleas y el caos como al que más, pero como más me gustan es cuando las observaba como espectador... O siendo el causante y no el afectado. Ahí si había un gozo especial, pero no había tiempo para deleites mentales. Tenía que centrarme en averiguar si el tipo iba a ser un problema.
- Veo que tú también te has cruzado con Suipadaman - proseguí intentando mantener un tono calmado. - ¿Era colega tuyo o te lo has cargado porque también ha pisado tus cigarrillos?
-Esperemos no tener que comprobarlo... - contesté entre dientes a mi acompañante mientras este se centraba en un globo que se había colado de la sala anterior.
Normalmente iba con Arribor y no me hacía falta ni desenfundar la espada la mayoría de las veces. Él se encargaba de destruir y yo de gastarme lo que ganábamos, por lo que estaba más desentrenado de lo que me gustaría admitir; aunque quizás si la suerte no se ponía muy cabrona, más aún, no nos haría falta pelear. El pequeñajo podía tener mala pinta y dar mal rollo con eso de que jugeteaba con un cuchillo y un trozo de tela, pero eso no significaba que fuese nuestro enemigo... Un momento, ¿eso es del traje del asqueroso anti humo? Bien, que lo jodan. Solo espero que haya sufrido.
- Hey, colega - llamé la atención del melenudo en un intento de establecer comunicación mientras adoptaba una postura más relajada en la que apoyaba mi arma sobre sobre los hombros en un gesto aparentemente desenfadado, aunque predemitado.
No quería aparentar una hostilidad innecesaria que desencadenase la hecatombe, pero tampoco era lo suficientemente estúpido como para no prepararme, por lo que había colocado la hoja desnuda con el filo mirando hacia el techo. Si el tipo decidía atacarnos de forma frontal solo tendría que girar la cadera y activar la habilidad del arma para intentar trincharlo como un pavo, mientras que si decidía lanzarme el arma que tenía en la mano podía activar mi Ámbito de destrucción e intentar protegerme con la silueta del Raijuu hecho de energía. Esperaba estar prevenido para cualquier cosa que tuviese preparada el, pero por si acaso activé y centré mi Mantra sobre él. Después de haber llegado tana arriba sería estúpido cometer errores, por lo que para asegurar de que se me escapaban el mínimo de cosas posibles activé mi Olfato tejonil. Con eso tendría una idea más o menos precisa de la calidad de las armas que el tipo portaba y así podría prepararme para algún mecanismo raro que escondiesen... Aunque esperaba no tener que averiguarlo por las malas. Me gustaban las peleas y el caos como al que más, pero como más me gustan es cuando las observaba como espectador... O siendo el causante y no el afectado. Ahí si había un gozo especial, pero no había tiempo para deleites mentales. Tenía que centrarme en averiguar si el tipo iba a ser un problema.
- Veo que tú también te has cruzado con Suipadaman - proseguí intentando mantener un tono calmado. - ¿Era colega tuyo o te lo has cargado porque también ha pisado tus cigarrillos?
- Kaito, lee:
- Contestar a Kaito y hablarle al tío del cuchillo mientras centro mi mantra y mi modalidad del mismo sobre él.
- cosicas:
- Mantra(Visión):
- Tier 6: Podría prever los ataques de una persona con una antelación de hasta tres segundos, o de hasta cinco personas con un segundo de antelación. Podría forzar esto para prever incluso al doble de gente, pero perdería la concentración al triple de velocidad.
- SENTIDO TEJONIL DESARROLLADO::
La obsesión del tejón ha aumentado junto la de esta habilidad, ya que ahora es capaz de sentir la calidad de las armas de una sola persona sin activar su mantra, aunque al activarlo no solo siente su calidad, si no todos los componentes de la que estén compuestas haciéndose así una idea de las habilidades que pueden tener.
Ichizake
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No le costó tomar la decisión de con quién quedarse cuando el grupo se separó. Cierto, habían sido aislados unos de otro por una puerta con aparente voluntad propia, pero estaba contento con lo que le había tocado. Conocía a White y necesitaba a Ardian, unos alicientes mucho más atrayentes que dos desconocidos extravagantes de dudosa calaña. El nuevo mensaje emitido por la megafonía ya no le agradó tanto, aunque notaba que, desgraciadamente, ya empezaba a acostumbrarse. No sabía quién era el responsable de aquellas chabacanerías, pero antes de abandonar aquel lugar lo mataría personalmente.
Y qué decir de la música...
-Empiezo a pensar que se burlan de nosotros -se lamentó Gerald.
Sus sospechas se vieron confirmadas por la aparición de la tarta. Aunque no era un fanático del dulce, encontró aquellas viandas tan desagradables como las anteriores. Los explosivos rara vez se digerían bien, y menos en tal cantidad. White reaccionó rápidamente y empezó a separar las mechas de los cilindros de dinamita a base de tajos. Gerald le ayudó, pero no podía estar seguro de que no hubiese más trampas dentro del pastel.
Abrió la puerta del montacargas por el que habían subido y, usando la parte plana de la hoja de su espada, empujó la tarta hacia su interior antes de presionar uno de los botones de bajada y cerrar las puertas. Con un poco de suerte haría estallar todo el maldito edificio.
Y qué decir de la música...
-Empiezo a pensar que se burlan de nosotros -se lamentó Gerald.
Sus sospechas se vieron confirmadas por la aparición de la tarta. Aunque no era un fanático del dulce, encontró aquellas viandas tan desagradables como las anteriores. Los explosivos rara vez se digerían bien, y menos en tal cantidad. White reaccionó rápidamente y empezó a separar las mechas de los cilindros de dinamita a base de tajos. Gerald le ayudó, pero no podía estar seguro de que no hubiese más trampas dentro del pastel.
Abrió la puerta del montacargas por el que habían subido y, usando la parte plana de la hoja de su espada, empujó la tarta hacia su interior antes de presionar uno de los botones de bajada y cerrar las puertas. Con un poco de suerte haría estallar todo el maldito edificio.
Valar Morghul
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Tras pulsar el botón, una ligera pausa precedió a un casi imperceptible amago del inicio de un tono musical que, si tuviese algo de idea de música, habría sabido que era clásica. Lamentablemente no pude disfrutar de esa agradable melodía, puesto que la puerta se abrió con una rapidez inusitada, deteniendo la música y dejando pasar una espesa niebla al interior de la extraña estancia.
-¡Esto sí que es una fiesta!- exclamé alegremente mientras una gran sonrisa recorría todo mi rostro y, junto a mis ojos, me daban un tinte sádico que reflejaba la emoción que sentía al ver la escena que se estaba dando en mi presencia.
El que un shuriken se clavase a escasos 5 cm de mi cabeza no me inmutó lo más mínimo, y es que estaba demasiado centrado en fijarme en la cantidad de círculos rojos que se estaban peleando contra el famoso Krauser.
En esos momentos, mientras me sujetaba a la puerta para no ser arrastrado por el viento, me sentía como un simple insecto que estaba viendo pelear a unos titanes, pero aquella era una oportunidad que pocas veces iba a tener y que no debía dejar escapar.
-¡Shadow Weapon!- unos rayos negros empezaron a recorrer mi cuerpo con su singular movimiento, dándome un incremento en mi agilidad y haciendo aún más rápido mi movimiento, sacando del interior de mi manga derecha uno de mis viejos cuchillos y lanzándolo con toda mi fuerza en dirección al antiguo revolucionario, aprovechando la fuerza del viento que me atraía a él para potenciar el ataque y la puntería del ataque.
Quizá todavía fuese un simple mosquito en aquel mundo, pero incluso una simple picadura podía ser decisiva si conseguía distraer a la bestia.
-¡Esto sí que es una fiesta!- exclamé alegremente mientras una gran sonrisa recorría todo mi rostro y, junto a mis ojos, me daban un tinte sádico que reflejaba la emoción que sentía al ver la escena que se estaba dando en mi presencia.
El que un shuriken se clavase a escasos 5 cm de mi cabeza no me inmutó lo más mínimo, y es que estaba demasiado centrado en fijarme en la cantidad de círculos rojos que se estaban peleando contra el famoso Krauser.
En esos momentos, mientras me sujetaba a la puerta para no ser arrastrado por el viento, me sentía como un simple insecto que estaba viendo pelear a unos titanes, pero aquella era una oportunidad que pocas veces iba a tener y que no debía dejar escapar.
-¡Shadow Weapon!- unos rayos negros empezaron a recorrer mi cuerpo con su singular movimiento, dándome un incremento en mi agilidad y haciendo aún más rápido mi movimiento, sacando del interior de mi manga derecha uno de mis viejos cuchillos y lanzándolo con toda mi fuerza en dirección al antiguo revolucionario, aprovechando la fuerza del viento que me atraía a él para potenciar el ataque y la puntería del ataque.
Quizá todavía fuese un simple mosquito en aquel mundo, pero incluso una simple picadura podía ser decisiva si conseguía distraer a la bestia.
- cosicas revos:
- Me quedo en la puerta flipándolo muy mucho y lanzó un cuchillo a Krauser aprovechando el viento que él provoca.
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