Roland Oppenheimer
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Elmo contempló con los ojos abiertos al hombre ciervo ante su discurso completamente fuera de lugar. Si podía existir un hombre más furioso y violento que el susceptible e irritable de Roland. Incluso bajo su tapadera como asesor externo autónomo no pudo ser capaz de evitar responder con la misma actitud o peor. Abrió la boca y levantó el brazo en un gesto acusador cuando las acciones de los revolucionarios, que sucedieron con una rapidez inusitada, le impidieron decir nada más que una cosa.
— ¡MIERDAAAAAAAAA! —gritó alejándose cada vez más rápido del suelo bajo sus pies. Su voz se iba convirtiendo en un susurro a medida que se distanciaba.
«Cabrón de mierda, me las pagará. La venganza se quedará corta. —Observó raudo la zona a su alrededor, sin encontrar ningún sitio al que agarrarse que le convenciera—. Bah, esto no es nada» pensó antes de empezar a caer. Justo en ese preciso instante golpeó el aire con una patada lo suficientemente fuerte para imitar un pequeño paso sobre una superficie sólida, pero lo suficientemente suave para adquirir el control de su cuerpo nuevamente. Entonces, poco a poco, comenzó a descender gracias a sus patadas aéreas para estabilizarse y al efecto de la gravedad, que volvía a ser nuevamente el habitual.
Al aterrizar, lo hizo sobre el mismo lugar en el que se encontraba antes del disparo del cañón de confeti, con la única diferencia de que ahora el suelo se encontraba repleto de trocitos de papel multicolor, cualquiera que le mirase directamente a los ojos notaría toda la ira reprimida a punto de estallar. No estaba para payasadas, y aquel "Líder de la Revolución" le recordaba demasiado al inmundo y cobarde de Bleyd, la supuesta "mente maestra tras la Revolución", con toda clase de cachivaches estúpidos sin hacer frente a las adversidades con sus propias manos.
«Si lo pude hacer con uno, lo puedo hacer con otro» pensó avispadamente mientras creaba un espejo pequeño en su mano derecha. Con disimulo enfocó con él al famoso Dexter Black antes de que se marchara con la mujer. Entonces se quedaría solo, junto al Contraalmirante Wallace y el resto del extraño grupo. Nícolas y su madre Kisha se encontraban a salvo, así que nada le retenía allí por más tiempo, salvo una cosa: seguir recopilando información.
—Ahora vuelvo —comentó al extraño grupo y salió a hurtadillas.
Siguió al revolucionario junto a la mujer, ocultándose donde podía, para escuchar lo que tuviesen que contar; si querían hablar en privado seguramente se debiera a que iban a compartir información importante.
Tras escuchar la conversación, a Roland todo le quedó más claro. El revolucionario solo había metido las narices, pero al parecer todo había acabado bien para los involucrados, y viendo que el lugar seguía siendo territorio pirata, debía dejar de lado sus deseos de venganza y convertirse en el héroe de aquella isla. Volvió tranquilamente junto al marine y su grupo. Tras el comentario de Wallace, trazó un plan.
—Primero necesitamos conocer la ubicación de Sirio. Esperad un momento. —Creó un espejo del tamaño de una puerta por el que se internó para después salir cargando a los dos piratas que habían perseguido a la niña. Los depositó en el suelo con brusquedad—. Estos hombres son piratas de Sirio. Son los que perseguían a tu hija, Wallace. Les sacamos toda la información que tengan, que junto a la del infiltrado y el contenido del maletín debería bastarnos para conocer al dedillo la situación al completo o en gran parte. —Tomó aire y prosiguió—. Por un lado necesitaremos crear una distracción, quizás podamos recibir ayuda marine para ello, y después hará falta un equipo de infiltración para acercarnos a Sirio y neutralizarlo. Wallace, necesitamos línea directa con los marines de la isla para organizar un ataque. Por mi parte, puedo darle disfraces a todos los que los necesiten, y si Sirio se encuentra en un lugar próximo a espejos, puedo acercarnos. Lo más eficaz sería pillarle solo y con la guardia baja. ¿No tendrá por casualidad un horario de ir al baño a cagar?
— ¡MIERDAAAAAAAAA! —gritó alejándose cada vez más rápido del suelo bajo sus pies. Su voz se iba convirtiendo en un susurro a medida que se distanciaba.
«Cabrón de mierda, me las pagará. La venganza se quedará corta. —Observó raudo la zona a su alrededor, sin encontrar ningún sitio al que agarrarse que le convenciera—. Bah, esto no es nada» pensó antes de empezar a caer. Justo en ese preciso instante golpeó el aire con una patada lo suficientemente fuerte para imitar un pequeño paso sobre una superficie sólida, pero lo suficientemente suave para adquirir el control de su cuerpo nuevamente. Entonces, poco a poco, comenzó a descender gracias a sus patadas aéreas para estabilizarse y al efecto de la gravedad, que volvía a ser nuevamente el habitual.
Al aterrizar, lo hizo sobre el mismo lugar en el que se encontraba antes del disparo del cañón de confeti, con la única diferencia de que ahora el suelo se encontraba repleto de trocitos de papel multicolor, cualquiera que le mirase directamente a los ojos notaría toda la ira reprimida a punto de estallar. No estaba para payasadas, y aquel "Líder de la Revolución" le recordaba demasiado al inmundo y cobarde de Bleyd, la supuesta "mente maestra tras la Revolución", con toda clase de cachivaches estúpidos sin hacer frente a las adversidades con sus propias manos.
«Si lo pude hacer con uno, lo puedo hacer con otro» pensó avispadamente mientras creaba un espejo pequeño en su mano derecha. Con disimulo enfocó con él al famoso Dexter Black antes de que se marchara con la mujer. Entonces se quedaría solo, junto al Contraalmirante Wallace y el resto del extraño grupo. Nícolas y su madre Kisha se encontraban a salvo, así que nada le retenía allí por más tiempo, salvo una cosa: seguir recopilando información.
—Ahora vuelvo —comentó al extraño grupo y salió a hurtadillas.
Siguió al revolucionario junto a la mujer, ocultándose donde podía, para escuchar lo que tuviesen que contar; si querían hablar en privado seguramente se debiera a que iban a compartir información importante.
Tras escuchar la conversación, a Roland todo le quedó más claro. El revolucionario solo había metido las narices, pero al parecer todo había acabado bien para los involucrados, y viendo que el lugar seguía siendo territorio pirata, debía dejar de lado sus deseos de venganza y convertirse en el héroe de aquella isla. Volvió tranquilamente junto al marine y su grupo. Tras el comentario de Wallace, trazó un plan.
—Primero necesitamos conocer la ubicación de Sirio. Esperad un momento. —Creó un espejo del tamaño de una puerta por el que se internó para después salir cargando a los dos piratas que habían perseguido a la niña. Los depositó en el suelo con brusquedad—. Estos hombres son piratas de Sirio. Son los que perseguían a tu hija, Wallace. Les sacamos toda la información que tengan, que junto a la del infiltrado y el contenido del maletín debería bastarnos para conocer al dedillo la situación al completo o en gran parte. —Tomó aire y prosiguió—. Por un lado necesitaremos crear una distracción, quizás podamos recibir ayuda marine para ello, y después hará falta un equipo de infiltración para acercarnos a Sirio y neutralizarlo. Wallace, necesitamos línea directa con los marines de la isla para organizar un ataque. Por mi parte, puedo darle disfraces a todos los que los necesiten, y si Sirio se encuentra en un lugar próximo a espejos, puedo acercarnos. Lo más eficaz sería pillarle solo y con la guardia baja. ¿No tendrá por casualidad un horario de ir al baño a cagar?
- Resumen:
- Oppen reacciona al disparo de Dexter, roba el reflejo de este (consentido por el usuario), espía la conversación (también consentido) y organiza el comienzo de un plan para ir a por Sirio
Kaito Takumi
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Akuma no mi
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¿Y qué había detrás de la puerta número 2? Polvo. Muchísimo polvo. Aunque eso era algo bastante de esperar tras un primer vistazo al perímetro y mi última decisión de intentar abrir la puerta. Mas aquello era insólito, tanto como que...
Con un toque en el interruptor palpado a tientas, se hizo la luz en la ruinosa casa. Y aquello, cómo no, era de lo más interesante. Tanto o más que el aroma que provenía del robusto frigorífico en el corazón de la vivienda.
—¡Eh! —gritó en susurro el tiburón que más bien me hacía de rémora—.¿Se puede saber qué estás haciendo? Tienes que ir a encargarte de los marines.
—A su tiempo. Seguro que Will ya está haciendo algo. ¿No oíste que yo era un simple cocinero? Déjale a él las cosas turbias...
Avancé desembarazándome de la molesta criatura para adentrarme con cuidado en la vivienda. Cuando tus piernas tienen algo como papilas gustativas, uno debe acostumbrarse a nadar en mugre. Aunque, todo sea dicho, prefería el sabor del estiercol a la capa de polvo que acababa colapsándolas. Escupiendo al aire, pues no podía hacerlo de piernas, fui directo a averiguar qué tesoro se escondía allí. Estaba seguro que la cocaína era poco más que un cebo.
—Dime, Jericó...—El topetazo que se escuchó en cercano edificio retumbó en el silencio del tranquilo distrito—. ¿Qué clase de empresa electrica permite que un edificio en este estado malgaste energía?
A menos, claro, que se le pague por ello.¿Qué pretendía tener Ambrose allí? ¿Y qué creía que podía hacer Jericó? Acaso no se daba cuenta que aunque mis ojos no estuviesen sobre él, no significaba que estuviese libre de poder atacarme. Si decidía hacerlo, claro.
Con un toque en el interruptor palpado a tientas, se hizo la luz en la ruinosa casa. Y aquello, cómo no, era de lo más interesante. Tanto o más que el aroma que provenía del robusto frigorífico en el corazón de la vivienda.
—¡Eh! —gritó en susurro el tiburón que más bien me hacía de rémora—.¿Se puede saber qué estás haciendo? Tienes que ir a encargarte de los marines.
—A su tiempo. Seguro que Will ya está haciendo algo. ¿No oíste que yo era un simple cocinero? Déjale a él las cosas turbias...
Avancé desembarazándome de la molesta criatura para adentrarme con cuidado en la vivienda. Cuando tus piernas tienen algo como papilas gustativas, uno debe acostumbrarse a nadar en mugre. Aunque, todo sea dicho, prefería el sabor del estiercol a la capa de polvo que acababa colapsándolas. Escupiendo al aire, pues no podía hacerlo de piernas, fui directo a averiguar qué tesoro se escondía allí. Estaba seguro que la cocaína era poco más que un cebo.
—Dime, Jericó...—El topetazo que se escuchó en cercano edificio retumbó en el silencio del tranquilo distrito—. ¿Qué clase de empresa electrica permite que un edificio en este estado malgaste energía?
A menos, claro, que se le pague por ello.¿Qué pretendía tener Ambrose allí? ¿Y qué creía que podía hacer Jericó? Acaso no se daba cuenta que aunque mis ojos no estuviesen sobre él, no significaba que estuviese libre de poder atacarme. Si decidía hacerlo, claro.
Su intuición, como ya era costumbre, estaba en lo cierto y no tardó en identificar gracias a sus artilugios la posición de aquella trampilla que habían escuchado. Veloz como solo el sonido podía serlo, ignoró las explosiones que se sucedían a su alrededor y se introdujo en el pasadizo subterráneo para perseguir a la dueña de la risueña voz. No pudo evitar sorprenderse porque aquella estructura no colapsase con todo lo que estaba ocurriendo unos metros más arriba, pero no era momento para ponerse técnicos o de ponerse en el papel de un arquitecto: no podía dejar que se escapasen otra vez. Avanzó y avanzó sin demasiados problemas, no encontrándose resistencia u obstáculo alguno a excepción de una bifurcación, pero nada podía escapar a los agudos sentidos del agente ni al control del sonido que su fruta le otorgaba, detectando los pasos —por silenciosos que fueran— desde la derecha. Nuevamente en marcha, no tardó en localizar otra trampilla que le llevaría hasta su objetivo.
El sitio resultaba perturbadoramente familiar, y es que era casi idéntico a la sala en la que se habían infiltrado Ruffo y él minutos antes. Cuántos lugares así habría desperdigados por el archipiélago era algo que no llegaba a imaginarse, aunque algo le decía que debían contar con todo un entramado de túneles para moverse con facilidad por los distintos manglares. Después de todo, ¿qué sino eso podía justificar la furtiva naturaleza de sus operaciones?
—Hola, risitas —saludó el agente, deshaciéndose de la túnica en un rápido movimiento y desenvainando su espada, listo para el combate.
No parecía, sin embargo, que sus anfitriones estuvieran dispuestos a enfrentarse a él por el momento. Eran dos: una muchachita joven de aspecto circense y un hombre que fácilmente podía igualar la estatura de Zuko. Podía sentir sus voces nítidamente, haciendo que su cuerpo se pusiera en alerta ante el peligro que representaban. Eran fuertes, o al menos lo suficiente como para ponerle en serios apuros si se enfrentaba con ambos, pero no por ello daría un paso atrás; de hecho, con más razón se esforzaría en neutralizarles para evitar que pudieran dañar a nadie. Por desgracia, parecía que la parejita tenía otros planes en mente.
—¡Esperad! —les instó el agente, dando un paso al frente antes de que se esfumaran a una velocidad vertiginosa, perdiéndose en la oscuridad—. ¡Mierda!
Volvió a envainar su arma, justo en el momento en el que la llamada de Ruffo entraba desde el comunicador. No tardó más que un instante en responder, lo justo tras cerciorarse de la posición de la mujer que llevaba su baliza.
—No estoy seguro de dónde estoy, es posible que haya cambiado de manglar. Escucha, necesito que os dirijáis al manglar treinta y ocho. Esta gente va a reunirse allí al parecer, o eso han dicho. —Suspiró con pesadez y cierto escozor, chasqueando la lengua al pensar que se le habían escapado—. No es que me fíe de esta gente, pero la mujer con la que hablamos al principio parece dirigirse también hacia allí. No sé qué traman, pero es posible que los cuatro no seamos suficientes. Esta gente es... fuerte. —Hizo una pausa—. Voy a buscar la forma de llegar, os veo allí. Tened cuidado... es una orden.
Una vez recibiera la confirmación volvería a adoptar su forma sónica, desactivando el disfraz de Shawn que la pulsera MRT-4D3L0 generaba. Sabían su nombre por algún motivo, así que poco importaban los disfraces a esas alturas. Tras esto se movió transformado en sonido, buscando la salida del lugar y poniéndose en marcha hacia el manglar treinta y ocho.
El sitio resultaba perturbadoramente familiar, y es que era casi idéntico a la sala en la que se habían infiltrado Ruffo y él minutos antes. Cuántos lugares así habría desperdigados por el archipiélago era algo que no llegaba a imaginarse, aunque algo le decía que debían contar con todo un entramado de túneles para moverse con facilidad por los distintos manglares. Después de todo, ¿qué sino eso podía justificar la furtiva naturaleza de sus operaciones?
—Hola, risitas —saludó el agente, deshaciéndose de la túnica en un rápido movimiento y desenvainando su espada, listo para el combate.
No parecía, sin embargo, que sus anfitriones estuvieran dispuestos a enfrentarse a él por el momento. Eran dos: una muchachita joven de aspecto circense y un hombre que fácilmente podía igualar la estatura de Zuko. Podía sentir sus voces nítidamente, haciendo que su cuerpo se pusiera en alerta ante el peligro que representaban. Eran fuertes, o al menos lo suficiente como para ponerle en serios apuros si se enfrentaba con ambos, pero no por ello daría un paso atrás; de hecho, con más razón se esforzaría en neutralizarles para evitar que pudieran dañar a nadie. Por desgracia, parecía que la parejita tenía otros planes en mente.
—¡Esperad! —les instó el agente, dando un paso al frente antes de que se esfumaran a una velocidad vertiginosa, perdiéndose en la oscuridad—. ¡Mierda!
Volvió a envainar su arma, justo en el momento en el que la llamada de Ruffo entraba desde el comunicador. No tardó más que un instante en responder, lo justo tras cerciorarse de la posición de la mujer que llevaba su baliza.
—No estoy seguro de dónde estoy, es posible que haya cambiado de manglar. Escucha, necesito que os dirijáis al manglar treinta y ocho. Esta gente va a reunirse allí al parecer, o eso han dicho. —Suspiró con pesadez y cierto escozor, chasqueando la lengua al pensar que se le habían escapado—. No es que me fíe de esta gente, pero la mujer con la que hablamos al principio parece dirigirse también hacia allí. No sé qué traman, pero es posible que los cuatro no seamos suficientes. Esta gente es... fuerte. —Hizo una pausa—. Voy a buscar la forma de llegar, os veo allí. Tened cuidado... es una orden.
Una vez recibiera la confirmación volvería a adoptar su forma sónica, desactivando el disfraz de Shawn que la pulsera MRT-4D3L0 generaba. Sabían su nombre por algún motivo, así que poco importaban los disfraces a esas alturas. Tras esto se movió transformado en sonido, buscando la salida del lugar y poniéndose en marcha hacia el manglar treinta y ocho.
- Resumen:
- » Perseguir a Doña Risitas hasta dar con ella y su amigo el grandullón.
» Responder a la llamada de Ruffo e informarle de lo que ha averiguado, indicándole que vayan al manglar 38.
» Quitarse el disfraz de Shawn ya que saben quién es y moverse en forma elemental, buscando la salida para ir hasta el manglar en cuestión.
Dexter Black
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- Dexter -dijo M.I.D.O.R.I.M.A. en voz alta mientras abandonaban el lugar-. Dexter.
- Dime -respondió, acercándose la muñequera al tiempo que hacía un gesto a Vega para que esperase un segundo.
- Lleva un arma.
- ¿Quién?
- Un espejo.
- ¿Qué?
- ¿Y si te dispara?
- ¿Cómo me va a disparar con un espejo? -preguntó, totalmente desconcertado-. ¿Y quién lo lleva?
- El hombre-bufanda. Su expresión parece tranquila, pero su temperatura susurra maldad.
- Son palabras un poco grandilocuentes para una pulsera, ¿no crees? Además, no es un hombre-bufanda. Es un mink con vergüenza racial.
La conversación fue tal vez demasiado distendida, pero no le molestaba demasiado ser escuchado. De hecho, a medida que avanzaba en su paseo con Vega recibió varias quejas más de la muñequera acerca del tipo que seguía detrás de ellos. Asumió que si el contraalmirante confiaba en él a pesar de que a todas luces su aspecto decía "no soy de fiar" casi con tanta fuerza como "no tengo dinero para un sombrero" a lo mejor era de fiar... O se equivocaba de pleno. Sin embargo, si bien proteger a Vega se había convertido en una prioridad por aquel entonces, cuidar de un marine ni de lejos era relevante. Sin embargo, le dio un aviso cuando este se volteó para marchar.
- Solo espero que sepas lo que haces -le recomendó, secamente. Él no tenía ni idea de por qué le había apuntado con un espejo, mucho menos por qué le perseguía, pero no quería que tuviese problemas. Aunque claro, había muchas probabilidades de que le hubiese hecho una foto para estamparla sobre una camiseta. "Yo sobreviví a Dexter Black", o algo así. Ya mandaría a sus abogados si se enteraba, aunque dado que fuera de Fiordia solían considerarlo un criminal, igual le hacían caso omiso. Se encogió de hombros, y continuó el paseo.
La historia que Vega hilaba tenía sus luces y sus sombras, y aunque decidió darle un voto de confianza no pudo evitar pensar que si dos padres ponían a sus hijos Sirio y Procyron estaba claro a cuál querían. Lo que más le llamó la atención fue, por otro lado, lo temático de las bandas: Igual que las perras llevaban colgantes de constelaciones, las bandas de ambos hermanos eran Canis maioy Canis minor -nombres con bastante poco atractivo, en su opinión-, lo cual llevaba a pensar que tal vez las pelirrojas eran cada una propiedad de un hermano, lo cual explicaba esa "exclusividad" al tiempo que Dexter reflexionaba acerca de qué diría el psicoanálisis de todo aquello.
- Entonces, para que yo me haga mi composición de lugar... ¿No te parezco atractivo? -Era una pregunta obligada. Vega se había comportado de forma muy cariñosa en el prostíbulo, y se suponía que actuaba mientras estaba allí, pero si era tan buena actriz seguía sin poder confiar en su palabra. Bueno, tampoco iba a negar que había sido atacado por su propia abstracción, así que tras unos segundo decidió proseguir-. Dejando eso de lado, Sirio estaba torturando a la madre de Nícolas, amigo de la hija de un contraalmirante de la Marina con el cual de alguna manera habéis organizado una especie de conjura bastante casual, ¿no? Vale, no voy a cuestionar nada, pero lo que me importa de verdad es qué había en ese maletín, por qué es importante y sobre todo: Quién es Sirio, qué busca, por qué ha aparecido de la nada y... No sé, cuéntame todo lo que sepas, por favor.
Tenía mucha curiosidad por todo lo que Vega tenía que contarle, y aunque ya no sentía la adrenalina o la excitación de los coqueteos previos, la situación resultaba interesante. No obstante, sí que tenía que hacer una cosa de una vez por todas. Bueno, dos en realidad.
- Dejando de lado eso, ¿podrías devolverme la armadura? -le indicó cómo debía hacer para retirársela-. Y... Lamento decirlo, pero desde este momento debo informarte de que ahora estás bajo mi protección, por lo que tendrás que aguantarme un rato más. No puedo dejar que Sirio tome represalias contra ti, y si tienes algo más que contarme, algo que pueda ayudar a acabar con toda esta locura, necesito conocerla.
- Dime -respondió, acercándose la muñequera al tiempo que hacía un gesto a Vega para que esperase un segundo.
- Lleva un arma.
- ¿Quién?
- Un espejo.
- ¿Qué?
- ¿Y si te dispara?
- ¿Cómo me va a disparar con un espejo? -preguntó, totalmente desconcertado-. ¿Y quién lo lleva?
- El hombre-bufanda. Su expresión parece tranquila, pero su temperatura susurra maldad.
- Son palabras un poco grandilocuentes para una pulsera, ¿no crees? Además, no es un hombre-bufanda. Es un mink con vergüenza racial.
La conversación fue tal vez demasiado distendida, pero no le molestaba demasiado ser escuchado. De hecho, a medida que avanzaba en su paseo con Vega recibió varias quejas más de la muñequera acerca del tipo que seguía detrás de ellos. Asumió que si el contraalmirante confiaba en él a pesar de que a todas luces su aspecto decía "no soy de fiar" casi con tanta fuerza como "no tengo dinero para un sombrero" a lo mejor era de fiar... O se equivocaba de pleno. Sin embargo, si bien proteger a Vega se había convertido en una prioridad por aquel entonces, cuidar de un marine ni de lejos era relevante. Sin embargo, le dio un aviso cuando este se volteó para marchar.
- Solo espero que sepas lo que haces -le recomendó, secamente. Él no tenía ni idea de por qué le había apuntado con un espejo, mucho menos por qué le perseguía, pero no quería que tuviese problemas. Aunque claro, había muchas probabilidades de que le hubiese hecho una foto para estamparla sobre una camiseta. "Yo sobreviví a Dexter Black", o algo así. Ya mandaría a sus abogados si se enteraba, aunque dado que fuera de Fiordia solían considerarlo un criminal, igual le hacían caso omiso. Se encogió de hombros, y continuó el paseo.
La historia que Vega hilaba tenía sus luces y sus sombras, y aunque decidió darle un voto de confianza no pudo evitar pensar que si dos padres ponían a sus hijos Sirio y Procyron estaba claro a cuál querían. Lo que más le llamó la atención fue, por otro lado, lo temático de las bandas: Igual que las perras llevaban colgantes de constelaciones, las bandas de ambos hermanos eran Canis maioy Canis minor -nombres con bastante poco atractivo, en su opinión-, lo cual llevaba a pensar que tal vez las pelirrojas eran cada una propiedad de un hermano, lo cual explicaba esa "exclusividad" al tiempo que Dexter reflexionaba acerca de qué diría el psicoanálisis de todo aquello.
- Entonces, para que yo me haga mi composición de lugar... ¿No te parezco atractivo? -Era una pregunta obligada. Vega se había comportado de forma muy cariñosa en el prostíbulo, y se suponía que actuaba mientras estaba allí, pero si era tan buena actriz seguía sin poder confiar en su palabra. Bueno, tampoco iba a negar que había sido atacado por su propia abstracción, así que tras unos segundo decidió proseguir-. Dejando eso de lado, Sirio estaba torturando a la madre de Nícolas, amigo de la hija de un contraalmirante de la Marina con el cual de alguna manera habéis organizado una especie de conjura bastante casual, ¿no? Vale, no voy a cuestionar nada, pero lo que me importa de verdad es qué había en ese maletín, por qué es importante y sobre todo: Quién es Sirio, qué busca, por qué ha aparecido de la nada y... No sé, cuéntame todo lo que sepas, por favor.
Tenía mucha curiosidad por todo lo que Vega tenía que contarle, y aunque ya no sentía la adrenalina o la excitación de los coqueteos previos, la situación resultaba interesante. No obstante, sí que tenía que hacer una cosa de una vez por todas. Bueno, dos en realidad.
- Dejando de lado eso, ¿podrías devolverme la armadura? -le indicó cómo debía hacer para retirársela-. Y... Lamento decirlo, pero desde este momento debo informarte de que ahora estás bajo mi protección, por lo que tendrás que aguantarme un rato más. No puedo dejar que Sirio tome represalias contra ti, y si tienes algo más que contarme, algo que pueda ayudar a acabar con toda esta locura, necesito conocerla.
- Resumen:
- Seguir caminando con Vega y preguntarle cosas importantes.
Hayden Ashworth
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—Cuando todo se haya tranquilizado miraré de reuniros. Por ahora... terminemos con esto —le dijo a Iulio antes de colgar el Denden Mushi y volver a su forma humana.
Ruffo, por su parte, estaba hablando con Kus que había parecido sobrevivir la explosión, tal como el dragón esperaba. Sin embargo, la respuesta del pelirrojo al otro lado no era para nada tranquila. Por lo visto los responsables de las explosiones estaban allí y habían decidido reunirse en el manglar treinta y ocho. El dragón hizo una mueca. Si iba a combatir debía ir con cuidado, pues ya no podía regenerar sus extremidades instantaneamente, al menos durante varias horas. No iba a tener esa capacidad disponible. Sin embargo, no por ello se iba a retirar.
—¿Cómo se os da combatir? —preguntó mientras se desabrochaba los botones de la chaqueta del uniforme—. Porque parece que vamos de camino a una fiesta organizada por los responsables de esto. —Se quitó la chaqueta y la tiró a un lado, quedando tan solo en una camiseta negra de manga corta ajustada y un guante en la mano que Sirio no se había comido. Algo que no iba a admitir en voz alta debido a la seriedad de la situación... es que tenía ganas de llegar a ese combate. Había pasado largas semanas entrenando para asimilar la fuerza de su forma de dragón sin necesidad de transformarse. Quería combatir con todo ese poder sin tener un cuerpo de tres metros y unas alas que le impedían emplear a fondo su agilidad—. ¿Podéis ir solos al manglar treina y ocho u os llevo?
Sabía que Ruffo, al ser agente del Cipher Pol, muy seguramente pudiese hacer el geppou y llegar hasta allí por su cuenta, pero no sabía sobre Axel. En el caso de que los dos pudiesen ir solos hasta allí, Zuko iría por su cuenta todo lo rápido que pudiese utilizando su propio geppou. Si alguno necesitaba ser llevado, lo transportaría en su forma híbrida igual que los había llevado hasta allí. Una vez llegado al manglar treinta y ocho buscó la presencia del pelirrojo y se acercó al mismo.
Ruffo, por su parte, estaba hablando con Kus que había parecido sobrevivir la explosión, tal como el dragón esperaba. Sin embargo, la respuesta del pelirrojo al otro lado no era para nada tranquila. Por lo visto los responsables de las explosiones estaban allí y habían decidido reunirse en el manglar treinta y ocho. El dragón hizo una mueca. Si iba a combatir debía ir con cuidado, pues ya no podía regenerar sus extremidades instantaneamente, al menos durante varias horas. No iba a tener esa capacidad disponible. Sin embargo, no por ello se iba a retirar.
—¿Cómo se os da combatir? —preguntó mientras se desabrochaba los botones de la chaqueta del uniforme—. Porque parece que vamos de camino a una fiesta organizada por los responsables de esto. —Se quitó la chaqueta y la tiró a un lado, quedando tan solo en una camiseta negra de manga corta ajustada y un guante en la mano que Sirio no se había comido. Algo que no iba a admitir en voz alta debido a la seriedad de la situación... es que tenía ganas de llegar a ese combate. Había pasado largas semanas entrenando para asimilar la fuerza de su forma de dragón sin necesidad de transformarse. Quería combatir con todo ese poder sin tener un cuerpo de tres metros y unas alas que le impedían emplear a fondo su agilidad—. ¿Podéis ir solos al manglar treina y ocho u os llevo?
Sabía que Ruffo, al ser agente del Cipher Pol, muy seguramente pudiese hacer el geppou y llegar hasta allí por su cuenta, pero no sabía sobre Axel. En el caso de que los dos pudiesen ir solos hasta allí, Zuko iría por su cuenta todo lo rápido que pudiese utilizando su propio geppou. Si alguno necesitaba ser llevado, lo transportaría en su forma híbrida igual que los había llevado hasta allí. Una vez llegado al manglar treinta y ocho buscó la presencia del pelirrojo y se acercó al mismo.
- Resumen:
- Quitarme la chaqueta e ir al manglar treinta y ocho con el husby pelirrojo. Asumo que él ya está allí porque... bueno, el sonido es más rápido que un dragón (?)
RAL
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Con las pertenencias de la señora bien empaquetadas, la pelea casera simulada y los cuerpos puestos en una posición de lucha en una casa quemándose por fin pudimos movernos. Aquellas bestias estaban cazando de forma indiscriminada a todo aquel que deambulara por las calles, pero ella parecían poseer cierto privilegio o respeto entre ellas. No se atrevían a acercarse, lo que nos brindaba de cierta seguridad, y con estas cazando a otros entrometidos la verdad es que no podíamos estar en un lugar más seguro para hablar y hacer preguntas.
- Parece que no han olvidado quien eres, seguro que en su momento fuiste un pez gordo dentro de la banda... Es más, por su reacción estoy seguro que recuerdan tu nombre.- Comenté de forma casual, asumiendo que alguna vez formó parte de ellos, a la vez que sacaba la placa y se la enseñaba. - ¿A quién de los dos pertenece este símbolo?
Mientras contestaba permanecía atenta por si alguno de los perros se le ocurría atacar, nunca estaba de más mantener la guardia alta, también venía bien estar atenta para que no mostrase estos poderes delante de nadie que tuviera que pensar que se trataba de una anciana en peligro.
- Y otra cosa. Está claro que están sembrando el caos por la isla con la intención de controlarla, pero no veo en qué sentido pueden mantener su control a largo plazo si extienden la destrucción hasta este punto ¿Cuál es su verdadero objetivo? ¿A dónde quieren llegar con esta pantomima?
Caminaba al lado, pero me ponía al frente cada vez que tocaba doblar una esquina. En cuanto llegásemos a un punto donde la marina lo tuviese todo más o menos bajo control podría colarse junto a los refugiados y meterse en un barco de evacuación, tras eso esperaba que recordase dónde la iba a recoger el barco seguro.
- Parece que no han olvidado quien eres, seguro que en su momento fuiste un pez gordo dentro de la banda... Es más, por su reacción estoy seguro que recuerdan tu nombre.- Comenté de forma casual, asumiendo que alguna vez formó parte de ellos, a la vez que sacaba la placa y se la enseñaba. - ¿A quién de los dos pertenece este símbolo?
Mientras contestaba permanecía atenta por si alguno de los perros se le ocurría atacar, nunca estaba de más mantener la guardia alta, también venía bien estar atenta para que no mostrase estos poderes delante de nadie que tuviera que pensar que se trataba de una anciana en peligro.
- Y otra cosa. Está claro que están sembrando el caos por la isla con la intención de controlarla, pero no veo en qué sentido pueden mantener su control a largo plazo si extienden la destrucción hasta este punto ¿Cuál es su verdadero objetivo? ¿A dónde quieren llegar con esta pantomima?
Caminaba al lado, pero me ponía al frente cada vez que tocaba doblar una esquina. En cuanto llegásemos a un punto donde la marina lo tuviese todo más o menos bajo control podría colarse junto a los refugiados y meterse en un barco de evacuación, tras eso esperaba que recordase dónde la iba a recoger el barco seguro.
- Resumen:
- Preguntar y estar atento para que no la vean los marines o agentes usar sus poderes y que pueda evacuar en paz.
Gabriel Von Wilhelm
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Se mantuvo pegado a Dexter. ¿Qué otra cosa podía hacer? El hombre se acercó a Vega y Gabi se mantuvo a su lado, en silencio y sin meterse en la conversación que estaban teniendo. Como si estuviese esperando a que su jefe le diese sus órdenes o... fuese una especie de guardaespaldas enano. Sobre todo con sus ropas y espadón podría colar como un g... ¿A quién quería engañar? Seguramente parecerían un estrafalario matrimonio llevando a su hija disfrazada a la feria medieval. Cuando escuchó aquella extraña voz salir de la... ¿pulsera de Dexter? Ese hombre era una caja de sorpresas. Se giró para ver al extraño hombre peludo.
Se llevó la mano al mango de su espada y lo miró intensamente, como esperando a que hiciese cualquier movimiento para ver justificado un ataque. No le caía bien ese... ¿Cómo lo llamó Dexter? ¿Mink? Tal vez luego pudiese preguntarle que es eso. A lo mejor era un insulto y si podía tener más insultos en su repertorio... sería bienvenido. Pero por ahora, había cosas más importantes que hacer. Gabi soltó su espada y la dejó en su vaina cuando parecía que no iba a ocurrir nada y que al líder revolucionario no le preocupaba lo más mínimo.
Parecía que el hombre había decidido proteger a la tal Vega bajo su ala. Gabi lo miró por primera vez con cierta... fascinación. El miedo y nerviosismo que sentía por él habían menguado, y el asco que sintió por su actuación en el burdel se había desvanecido por completo. Ahora solo sentía... curiosidad. ¿Cómo es un hombre que ha sido capaz de poner en jaque al gobierno mundial tantas veces como dicen? ¿Cómo peleará? Quería verlo, tenía ganas de saber como combatía y como era en acción. Un líder revolucionario que iba a la escena, en vez de quedarse encerrado en los cuarteles. El pelirrosa estaba empezando a admirarle.
Se llevó la mano al mango de su espada y lo miró intensamente, como esperando a que hiciese cualquier movimiento para ver justificado un ataque. No le caía bien ese... ¿Cómo lo llamó Dexter? ¿Mink? Tal vez luego pudiese preguntarle que es eso. A lo mejor era un insulto y si podía tener más insultos en su repertorio... sería bienvenido. Pero por ahora, había cosas más importantes que hacer. Gabi soltó su espada y la dejó en su vaina cuando parecía que no iba a ocurrir nada y que al líder revolucionario no le preocupaba lo más mínimo.
Parecía que el hombre había decidido proteger a la tal Vega bajo su ala. Gabi lo miró por primera vez con cierta... fascinación. El miedo y nerviosismo que sentía por él habían menguado, y el asco que sintió por su actuación en el burdel se había desvanecido por completo. Ahora solo sentía... curiosidad. ¿Cómo es un hombre que ha sido capaz de poner en jaque al gobierno mundial tantas veces como dicen? ¿Cómo peleará? Quería verlo, tenía ganas de saber como combatía y como era en acción. Un líder revolucionario que iba a la escena, en vez de quedarse encerrado en los cuarteles. El pelirrosa estaba empezando a admirarle.
- Resumen:
- Fangirlear un poco, esperar a ver que hacemos
―No te preocupes ―le dije a Adhara en cuanto comenzó a contarme todo lo que sabía sobre le plan de Sirio. No estaba muy seguro de quién era ese tal Orion y cuánto peligro podía entrañar su existencia, pero estaba seguro de que no era poco―, si Sirio se enfada contigo no le dejaré que te haga nada. Tengo una amiga a la que le encantaría conocerte, estoy seguro. Se llama Uana y es poco mayor que tú. ¿Jugarías con ella cuando volvamos? ―terminé mientras descolgaba el Den Den Mushi de nuevo. Debía compartir con Zuko la información que me había proporcionado la pequeña. En situaciones como aquélla envidiaba la capacidad del vicealmirante para contactar con nosotros―: ¿Zuko? Al parecer todo tendrá lugar en el manglar treinta y ocho. Voy de camino.
Dediqué unos instantes a comprobar a los exhaustos marines que me rodeaban, Wyrm incluido. Su desempeño había sido magnífico al mantener a salvo al grupo de semejante horda de seres salidos de otro mundo. Coloqué una mano en su hombro en señal de respeto y reconocimiento, informándole de forma callada de que me hacía cargo del destacamento.
―Señoras y señores ―comencé, aún con la niña en hombros y haciendo gala de mi tranquilo y desganado tono de voz―. Creedme si os digo que a nadie le gusta esta situación menos que a mí ―No sabía si estarían al tanto de mi fama de perezoso, vago y escaqueado, pero yo sí lo era―, pero tengo que pediros un último esfuerzo. El enemigo se está agrupando en el manglar treinta y ocho. Es nuestra oportunidad para zanjar esto de una vez por todas y sacar a toda esa escoria del archipiélago. Creo que la gente de bien de Sabaody se merece un descanso después de ser el centro de atención de todas la amenazas del mundo durante tanto tiempo. Necesito... Os pido que me acompañéis a demostrarle a esa gente que el camino de muerte y destrucción que llevan no les conducirá a ningún lugar ―añadí al tiempo que apretaba un muslo de Adhara en señal de ánimo―. Tenéis diez minutos para descansar y curar las heridas de quienes puedan y quieran acompañarme. Después nos vamos.
Dediqué unos instantes a comprobar a los exhaustos marines que me rodeaban, Wyrm incluido. Su desempeño había sido magnífico al mantener a salvo al grupo de semejante horda de seres salidos de otro mundo. Coloqué una mano en su hombro en señal de respeto y reconocimiento, informándole de forma callada de que me hacía cargo del destacamento.
―Señoras y señores ―comencé, aún con la niña en hombros y haciendo gala de mi tranquilo y desganado tono de voz―. Creedme si os digo que a nadie le gusta esta situación menos que a mí ―No sabía si estarían al tanto de mi fama de perezoso, vago y escaqueado, pero yo sí lo era―, pero tengo que pediros un último esfuerzo. El enemigo se está agrupando en el manglar treinta y ocho. Es nuestra oportunidad para zanjar esto de una vez por todas y sacar a toda esa escoria del archipiélago. Creo que la gente de bien de Sabaody se merece un descanso después de ser el centro de atención de todas la amenazas del mundo durante tanto tiempo. Necesito... Os pido que me acompañéis a demostrarle a esa gente que el camino de muerte y destrucción que llevan no les conducirá a ningún lugar ―añadí al tiempo que apretaba un muslo de Adhara en señal de ánimo―. Tenéis diez minutos para descansar y curar las heridas de quienes puedan y quieran acompañarme. Después nos vamos.
- Resumen:
- Avisar a Zuko de lo del manglar treinta y ocho ―yo no sé que él lo sabe―, alentar un poco a los marines, darles diez minutos para descansar y poner rumbo al punto de encuentro. Con la niña a cuestas, por supuesto.
Hamlet
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Iulio mostró -como era habitual- una enorme pericia en el manejo de su poder, creando decenas de soldados luminosos que detuvieron el avance de las infernales bestias que azotaban nuestras líneas. Siguió disparando haces de luz despreocupadamente, como si no tuviera ningún tipo de ansiedad por la horda de bestias que se abalanzaba sobre nuestros hombres. Entretanto, charlaba con una niña que hablaba del criminal Sirio el Ardiente sin ningún reparo y que desde luego no parecía inmutarse por el dantesco escenario que la rodeaba. No pude evitar sospechar, pero me prometí a mí mismo no precipitarme y acusarla como había hecho con la tontatta de la Aguja. Aun así, no permitiría que mis hombres siguieran cayendo por culpa de alguien como ella.
-No, ni idea -respondí a Iulio-. No basta con destruirlos, siguen levantándose una y otra vez. Hasta que llegaste, lo estábamos pasando realmente mal. Hay muchas bajas y hemos tenido que asociarnos con estos bucaneros para poder mantener la posición.
Me di cuenta de que no se dirigía a mí y me limité a acatar las órdenes de mi superior con la cabeza gacha, dando algunas órdenes a los soldados. Recibí una inclinación con la cabeza de la lancera. Ya me había saludado antes y la había despreciado por su afiliación al crimen. ¿Era correcto mostrar respeto a esta gente? Sin ellos, los nuestros no habrían sobrevivido. Habrían acabado despedazados, y sus familias en los Blues lamentarían sus pérdidas, tal y como yo lamenté la ida de mi padre.
Devolví el saludo -con cierta vehemencia- a la guerrera. Me había salvado la vida sin tener en cuenta mi bando. Quizás no todos los piratas serían iguales. Dejando de lado estos estériles pensamientos, miré a Iulio, que parecía haber recibido una información más que valiosa de la niña.
-Bien, Iulio -comenté, mirando a todos lados-. Aquí no nos podemos quedar, y, como bien dices, el puerto es una ruina. ¿Qué hacemos? Los hombres necesitan una posición fortificada en la que poder reponerse antes de evacuar el lugar.
-No, ni idea -respondí a Iulio-. No basta con destruirlos, siguen levantándose una y otra vez. Hasta que llegaste, lo estábamos pasando realmente mal. Hay muchas bajas y hemos tenido que asociarnos con estos bucaneros para poder mantener la posición.
Me di cuenta de que no se dirigía a mí y me limité a acatar las órdenes de mi superior con la cabeza gacha, dando algunas órdenes a los soldados. Recibí una inclinación con la cabeza de la lancera. Ya me había saludado antes y la había despreciado por su afiliación al crimen. ¿Era correcto mostrar respeto a esta gente? Sin ellos, los nuestros no habrían sobrevivido. Habrían acabado despedazados, y sus familias en los Blues lamentarían sus pérdidas, tal y como yo lamenté la ida de mi padre.
Devolví el saludo -con cierta vehemencia- a la guerrera. Me había salvado la vida sin tener en cuenta mi bando. Quizás no todos los piratas serían iguales. Dejando de lado estos estériles pensamientos, miré a Iulio, que parecía haber recibido una información más que valiosa de la niña.
-Bien, Iulio -comenté, mirando a todos lados-. Aquí no nos podemos quedar, y, como bien dices, el puerto es una ruina. ¿Qué hacemos? Los hombres necesitan una posición fortificada en la que poder reponerse antes de evacuar el lugar.
- Resumen:
- Pedir a Iulio directrices para mantener al batallón a salvo.
―Treinta y ocho, ¿no? Voy en camino ―dije antes de que el agente Kusanagi me comunicase la información que había obtenido de las misteriosas personas con las que se había topado. Si incluso él las definía como fuertes debían ser verdaderamente problemáticas, lo que en cierto modo resultaba estimulante. Indudablemente peligroso, por supuesto, pero también estimulante. Zuko ya había demostrado que podía volar y, del mismo modo, suponía que podría llevar a Axel si éste no tenía medio alguno para desplazarse rápido. No en vano era su subordinado y pertenecía al mismo cuerpo militar.
Por mi parte, golpeé el suelo un par de veces con la punta de mi pie derecho, mentalizándome sobre el recorrido que debería hacer por el aire. Si algo bueno tenía el Cipher Pol era que se aseguraba de que sus agentes conociesen en todo momento el terreno. La geografía del archipiélago no era un misterio para nadie, mucho menos después de que se hubiese convertido en el centro de atención del mundo después del evento que había terminado por llamarse como La Gran Ruta con el paso de los meses. Los nombres que el pueblo ponía a sucesos relevantes como aquél no dejaban de fascinarme, pero, fuese como fuese, Sabaody volvía a ser clave en el devenir del mundo.
Mi talón golpeó el aire por primera vez, y luego otra, y otra, y otra. Cuando quise darme cuenta me había elevado sobre los árboles más bajos. Desplazarme a mayor altura sólo me convertiría en un suculento blanco para cualquiera con un mínimo de puntería, así que decidí no ascender más y poner rumbo hacia el manglar número treinta y ocho.
―¿Alguna posición a la que deba dirigirme? ―pregunté tras establecer comunicación de nuevo a través del Den Den Mushi en cuanto estuve cerca del punto de encuentro. No sabía qué clase de sorpresas desagradables podrían aguardarnos allí y, pese a que no desconfiase en absoluto de las habilidades de los marines, prefería tener a alguien conocido cubriéndome las espaldas.
Por mi parte, golpeé el suelo un par de veces con la punta de mi pie derecho, mentalizándome sobre el recorrido que debería hacer por el aire. Si algo bueno tenía el Cipher Pol era que se aseguraba de que sus agentes conociesen en todo momento el terreno. La geografía del archipiélago no era un misterio para nadie, mucho menos después de que se hubiese convertido en el centro de atención del mundo después del evento que había terminado por llamarse como La Gran Ruta con el paso de los meses. Los nombres que el pueblo ponía a sucesos relevantes como aquél no dejaban de fascinarme, pero, fuese como fuese, Sabaody volvía a ser clave en el devenir del mundo.
Mi talón golpeó el aire por primera vez, y luego otra, y otra, y otra. Cuando quise darme cuenta me había elevado sobre los árboles más bajos. Desplazarme a mayor altura sólo me convertiría en un suculento blanco para cualquiera con un mínimo de puntería, así que decidí no ascender más y poner rumbo hacia el manglar número treinta y ocho.
―¿Alguna posición a la que deba dirigirme? ―pregunté tras establecer comunicación de nuevo a través del Den Den Mushi en cuanto estuve cerca del punto de encuentro. No sabía qué clase de sorpresas desagradables podrían aguardarnos allí y, pese a que no desconfiase en absoluto de las habilidades de los marines, prefería tener a alguien conocido cubriéndome las espaldas.
- Resumen:
- Poner rumbo al manglar treinta y ocho con el Geppou sin ir a demasiada altura. Una vez cerca, volver a llamar a Kus para que me diga su posición o a qué lugar debo dirigirme.
William White
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Akuma no mi
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El tajo fue limpio y logró partir el suelo y los que yacía bajo el, tal vez demasiado bien, el suelo se cortó más de lo que había previsto en un instante, cayendo irremediablemente detrás de él. Afortunadamente y en un buen ejercicio de reflejos, tiré un pegote de chicle, con el techo del piso en el que me encontraba, mitigando gran parte de la caída en el último instante, no dejando en el fondo de ser una sensación extraña.
Tres de las cinco presencias se había debilitado considerablemente, por lo que intuía que habían caído inconscientes o algo incluso peor tras el funesto incidente, lo cual restaba a dos personas a las que poder interrogar. Una de ellas, tenía la cabeza y el resto del cuerpo debajo de un montón de escombros, la segunda más afortunada, no había corrido la misma suerte. Aunque la voz de esta se mostraba más chulescas, por lo que me dispuse a pisar sobre los escombros los escombros en los que se encontraba enterrado.
-O me alegra que este hablador– replicando con la misma sorna y chulería que el marine -Si me cuentas lo que sabes, no me veré forzado a cometer aun delito aún mayor ¿Y bien? Cuéntame bajo que ordenes estáis, quien os comanda y que son y de donde viene esas criaturas de fuera, y te sugiero que no cometas el error de agotar mi paciencia, no estoy teniendo un buen día precisamente- finalizaría tajante en la búsqueda de respuestas, con un tono severo, frió e intimidante, mientras retomaba la empuñadura de su hoja negra con menos rudeza.
Escucharía pacientemente a lo que tuviera que decirle el marine sin perder de vista tanto a él ni a su compañero, sin vacilar en caso de que cualquiera de los dos hiciera el más mínimo intento de zafarse de la montaña que tenían encima. Si el hombre lograba captar su interés con alguna frase lo dejaría continuar, más si el destino decía que aquel pobre diablo no sabía nada más, lo finiquitaría tanto a él como a su compañero con una simple y precisa estocada.
Tres de las cinco presencias se había debilitado considerablemente, por lo que intuía que habían caído inconscientes o algo incluso peor tras el funesto incidente, lo cual restaba a dos personas a las que poder interrogar. Una de ellas, tenía la cabeza y el resto del cuerpo debajo de un montón de escombros, la segunda más afortunada, no había corrido la misma suerte. Aunque la voz de esta se mostraba más chulescas, por lo que me dispuse a pisar sobre los escombros los escombros en los que se encontraba enterrado.
-O me alegra que este hablador– replicando con la misma sorna y chulería que el marine -Si me cuentas lo que sabes, no me veré forzado a cometer aun delito aún mayor ¿Y bien? Cuéntame bajo que ordenes estáis, quien os comanda y que son y de donde viene esas criaturas de fuera, y te sugiero que no cometas el error de agotar mi paciencia, no estoy teniendo un buen día precisamente- finalizaría tajante en la búsqueda de respuestas, con un tono severo, frió e intimidante, mientras retomaba la empuñadura de su hoja negra con menos rudeza.
Escucharía pacientemente a lo que tuviera que decirle el marine sin perder de vista tanto a él ni a su compañero, sin vacilar en caso de que cualquiera de los dos hiciera el más mínimo intento de zafarse de la montaña que tenían encima. Si el hombre lograba captar su interés con alguna frase lo dejaría continuar, más si el destino decía que aquel pobre diablo no sabía nada más, lo finiquitaría tanto a él como a su compañero con una simple y precisa estocada.
- Resumen:
Pues básicamente interrogar al muchacho y decidir su destino en base a lo que me responda, usando mis "dones" como interrogador:
El terror de los indefensos: White es capaz de bajo una situación de temor o presión en la cual interrogado pueda temer por su vida, lograr que esa persona hable o comunique por cualquier otro medio comprensible todo lo que sabe sobre el tema preguntado, exponiendo incluso detalles por los cuales no se a preguntado directamente y el interrogado pueda suponer que sean de interés para White.
Los escrutinios del Tao: White es un mentiroso impulsivo, es por eso que es capaz de identificar cuando una persona le esta engañando o no diciendo toda la verdad acerca una pregunta, siempre y cuando el nivel de oficio de investigador/ilusionista del interrogado no superé el nivel de investigador de White.
Normas del capítulo:
Moderación
De repente, todos los perros y jinetes fantasmales se detienen y cambian de rumbo. Se dirigen hacía un manglar concreto donde parece que todos se están reuniendo. Aquellos encapuchados que habéis visto por las calles, las huestes fantasmales. Incluso los criminales, los piratas, los marines y los agentes del cp que se encuentren por la zona. Todos y cada uno de los presentes en la isla están caminando hacía dicho manglar.
Las gentes de la isla intentan recuperarse de los ataques causados por aquellas terribles bestias mientras ven como estas marchan sin detenerse un momento. Parece que todo se prepara para la última cacería. El cielo sigue siendo oscuro, el eclipse domina la zona y aquella extraña luz que brilla en el cielo continua su camino sin detener su paso ni su velocidad en ningún momento.
Un extraño destello ilumina una zona del manglar al cual se dirigen todos los fantasmas y de repente desaparece. Como si nunca hubiera estado, como si nunca hubiera ocurrido. Pero todos lo habéis visto, más sin embargo ninguno puede identificar de qué se trata. Parecía una especie de cúpula, pero nadie la ve ni la siente. Igual que apareció desapareció ¿verdad?
Las calles del archipiélago están en completo silencio, aun cuando los perros se han marchado nadie se atreve a asomarse por la ventana ni a emitir un simple ruido. El temor de la población es tal, que apenas pueden dejar de temblar en el interior de sus casas. ¿Quién se hubiese imaginado que podría llegar a ocurrir algo así, que todo podría torcerse de un momento a otro de tal forma?
- Se moderará lunes y jueves entre las 22:00 y las 23:59.
- No se puede postear los lunes o jueves antes de la moderación.
- Hay un reloj que marca el tiempo restante. Cuando acaba los temas se cierran.
- Está prohibido metarrolear, powerrolear y demás actitudes tóxicas.
- A más riesgo, más premio.
- Como es tradición, el barco de Sons of Anarchy se hundirá en algún momento.
- Cada post debe ocupar entre 250 y 1.200 palabras. Si no se está en estos límites, el post podría ser ignorado.
- Es responsabilidad de un usuario comunicarse con la gente con la que interactúa.
- Si un post tiene más de 15 faltas ortográficas por párrafo podría ser ignorado.
- Hacer un resumen de acciones relevantes es obligatorio independientemente de la extensión.
- La ley del plot no es a prueba de idiotas.
Moderación
De repente, todos los perros y jinetes fantasmales se detienen y cambian de rumbo. Se dirigen hacía un manglar concreto donde parece que todos se están reuniendo. Aquellos encapuchados que habéis visto por las calles, las huestes fantasmales. Incluso los criminales, los piratas, los marines y los agentes del cp que se encuentren por la zona. Todos y cada uno de los presentes en la isla están caminando hacía dicho manglar.
Las gentes de la isla intentan recuperarse de los ataques causados por aquellas terribles bestias mientras ven como estas marchan sin detenerse un momento. Parece que todo se prepara para la última cacería. El cielo sigue siendo oscuro, el eclipse domina la zona y aquella extraña luz que brilla en el cielo continua su camino sin detener su paso ni su velocidad en ningún momento.
Un extraño destello ilumina una zona del manglar al cual se dirigen todos los fantasmas y de repente desaparece. Como si nunca hubiera estado, como si nunca hubiera ocurrido. Pero todos lo habéis visto, más sin embargo ninguno puede identificar de qué se trata. Parecía una especie de cúpula, pero nadie la ve ni la siente. Igual que apareció desapareció ¿verdad?
Las calles del archipiélago están en completo silencio, aun cuando los perros se han marchado nadie se atreve a asomarse por la ventana ni a emitir un simple ruido. El temor de la población es tal, que apenas pueden dejar de temblar en el interior de sus casas. ¿Quién se hubiese imaginado que podría llegar a ocurrir algo así, que todo podría torcerse de un momento a otro de tal forma?
- Los liantes de Sabaody - 33:
- Wallace no está dispuesto a poner en riesgo durante más tiempo a Khissa y al pequeño Nícolas. Habían corrido un terrible riesgo para conseguir el maletín y saber qué es lo que planeaban exactamente todos los allí presentes. Al final, lo habían conseguido y por suerte para ellos, ninguno había acabado muerto. El marine se dispuso a llevarse a ambos a un lugar seguro tras escuchar el plan del tipo que llevaba la bufanda, no era mala idea desde luego, pero él tenía otras prioridades ahora mismo. Tras despedirse del rubio buscaría la forma de llegar al coche y llevarse a los dos al cuartel marine. Si desde luego era una travesía peligrosa, pero mejor eso que esperar a que Sirio o sus hombres los vuelvan a atrapar.
Antes de marcharse avisaría por radio para que los marines estuvieran preparados para la que se venía encima. Por otro lado, Arthur se dispuso a acercarse al lugar donde se encontraba su hermana con aquel tipo grandote que al parecer la había estado cuidado. Vega, le entrego la armadura a Dexter y después pensó en cómo responder de forma adecuada a sus preguntas. Había cosas que ella no sabía, después de todo solo era una “prostituta” seguramente su hermano tuviera más información de la que pudiera tener ella.
Aunque su primera reacción fue la de arquear una ceja ¿enserio en esa situación le estaba preguntando si le parecía o no atractivo? Sinceramente, no pensaba que fuera un lugar donde ponerse a hablar de algo así. En vez de Vega, quien respondió a tu pregunta fue Arthuro ― en el maletín había informes sobre los movimientos de ambas bandas, nombres de todos sus tripulantes y sobre todo para quien trabajan, Orión y no solamente él. Los piratas de Kepler quienes buscan algo desesperadamente y no les importa llevarse todo por delante con tal de conseguirlo ― suspiro de forma larga y después te señalo el cielo.
― Esa especie de cometa, no sé del todo bien que es o que contiene, tan solo sé que lo buscan, lo quieren por alguna razón y harán cualquier cosa para conseguirlo, creen que caerá pronto ― se acercó a su hermana para asegurarse de que estaba bien. Se estiro un poco y después miro a su alrededor, desde luego se habían juntado un grupo de lo más peculiar. ― Sirio va a dar el golpe final, estoy seguro de ello pero aún no sé dónde está, ese cabronazo está bien escondido ― no era una información que Sirio compartiese con todo el mundo claro.
― Tenemos que dar con él, seguramente este en alguna zona del norte de la isla, ¿Dónde concretamente? A saber, pero seguro que lo averiguamos pronto, ¿puedes usar esos espejos tuyos para ver donde se dirigen? ― señalo a los perros de Sirio, que poco a poco abandonaban el lugar donde estaban para acudir todos al mismo punto, el ejército se estaba reuniendo de nuevo y todo dará paso al movimiento final del plan de aquel perro infernal. Esperaba que el tipo de la bufanda pudiera hacer algo al respecto, dudaba mucho que los dos piratas de Sirio quisieran abrir la boca, no todos eran lo suficientemente valientes como para llevarle la contraria a aquel animal.
Si usas tus espejos podrás ver que los animes se dirigen hacía el manglar 38. Si os dirigís hasta allí os toparéis con Mera y su hermana gemela Mira. Si las dos pelirrojas están allí frente a vosotros como si nada, en su espalda podéis ver a un ejército completo de esos animalejos fantasmagóricos. ― Parece que nos encontramos de nuevo, ¿venís a pelear con nosotras o preferís hacer un trato? Parece que os gusta mucho hacer tratos y trapichear con cosas que no debéis tocar ¿verdad Vega? ― las dos gemelas niegan con la cabeza disgustadas.
Si alguno de los presentes hace un mínimo gesto que pueda parecer peligroso los animales y los jinetes fantasmales se lanzaran contra vosotros para ver si consiguen desmembraros un poquito al menos. Si no, siempre podéis ver si las gemelas quieren mantener una tranquila charla con vosotros, por el momento no parece que vayan a atacaros.
- Justice Raiders - 38:
- Adhara parecía entusiasmada con la idea de jugar con una chica de su edad o un poquito mayor. Asintió repetidas veces de una manera adorable aunque tu no pudieras verla demasiado bien ya que se encontraba sobre tus hombros ― siiii, me gustaría mucho jugar con ella. Nunca he tenido una amiga ― desde luego estaba contenta con la idea. Tu discurso parece motivar lo suficiente a marines, piratas y criminales como para conseguir que se unan a vuestra causa. Parecen animados y con energía aún para darle guerra a esas cosas que el perro infernal ha soltado. No están dispuestos a dejarse manipular y a dejar que acaben con ellos simplemente porque han sido tan ilusos como para dejarse llevar por las apariencias.
― Ten cuidado, seguro que Sirio sabe que vais todos para allí ― señala a los perros de presa y los jinetes del averno, todos se reúnen y marchan en dirección al manglar 38, entrando por la zona este del manglar. Parece que se está preparando una buena batalla y que todos están invitados. Una vez que los heridos se recuperan un poco y se ayudan unos a otros para que sus heridas no sean un problema para luchar marchan junto a ti y Hamlet hasta el manglar. Al llegar os encontráis con una imagen más que grotesca, dantesca diría incluso. El suelo completamente lleno de cadáveres de los caídos que han sido arrastrados por los perros fantasmales.
Estos están siendo devorados por aquellas fieras o al menos es lo que parece. En medio de toda esa jauría de los jinetes que se encuentran bordeando a los perros en una formación de semicírculo podéis ver a un hombre extraño. Pelo largo y completamente plateado, apenas se ven sus ojos pero si en algún momento os fijáis lo suficiente podréis ver que son de un esmeralda intenso y extraño. Entre sus brazos sostiene un esqueleto completamente limpio y que si alguno conoce algo sobre medicina sabrá que es completamente real.
Además de sostener al esqueleto entre sus brazos se encuentra danzando junto a él como si fuera su pareja de baile, un lento vals mientras tararea una melodía que lentamente se os mete en la cabeza y no podéis dejar de escuchar. Una melodía lúgubre y siniestra que os hace sentir extraños, el miedo poco a poco inunda vuestro cuerpo y os hace recordar memorias que ojala pudierais olvidar. Hamlet, puedes ver en tu cabeza una y otra vez los errores cometidos en la aguja, los muertos, la sangre, los gritos. El terror, tus camaradas caídos en combate, incluso podrías decir que los cadáveres que los perros están devorando son los de aquellas mismas personas que viste morir años atrás.
Su melodía resuena por todo el lugar como si tuviera un micrófono y un montón de altavoces por todos lados, pero no, esta él solo metiéndose lentamente en vuestra cabeza y haciendo que vuestra mente comience a divagar y a llenarse de terribles y dolorosos recuerdos, sus huestes están preparadas y parece que no piensan ceder. ¿Qué estás viendo tú Iulio? ¿Cuál es tu peor recuerdo o tu mayor temor? Tal vez ves el cadáver de tu hermano Ruffo entre los muertos que están siendo devorados, tal vez los de tus padres, quien sabe. Sin embargo mientras comienzas a ver aquellas terribles imágenes, las manitas de Adhara te tapan las orejas para impedir que sigas escuchándole, aunque ella tiene unos lagrimones enormes en los ojitos, esa niña se merece unas gominolas una vez que acabe todo esto ¿no te parece?
- Ral - 38:
- Desde luego la anciana parece de lo más tranquila mientras camina contigo sin problema alguno por el lugar camino al puerto. Ante tus preguntas no duda un momento en responder todo cuanto quieras saber ― verás querido, no quieren la isla por su riqueza o sus gentes, sino porque es un punto estratégico para llegar al nuevo mundo, además es una buena manera de mantener ocupados a la marina y al cp mientras el resto de las bandas hacen travesuras por otros lados ¿no te parece? ― le echa un vistazo a la placa que tienes entre las manos y niega suavemente con la cabeza. Desde luego parece que sabe de sobra de donde a salido eso y no le hace demasiado gracia.
― Es el símbolo de ambas bandas, cada ojo representa a uno de los perros y la correa al amo al que sirven evidentemente ― se encoje de hombros de forma tranquila ― espero que no le hicierais daño al chiquillo subterráneo, es buena gente, simplemente cayo en malas manos ― dejo salir una risilla de esas que le podrían poner los pelos de punta a cualquiera. Mientras charláis podéis ver como los perros dejan de seguiros y giran en dirección a otra parte, por el momento están dejando en paz a las gentes que hayan sobrevivido, tienen nuevas órdenes que cumplir y no dudaran en seguir a su amo.
― Parece que Sirio quiere dar comienzo con el espectáculo final, yo que tú me apresuraría si no quieres perdértelo querido ― no tardáis demasiado en llegar al puerto y encontrar el barco. En ese camino si gustas puedes continuar haciéndole preguntas a la señora que sin duda te responderá, después te incitara a que sigas a los perros para encontrarte con el siguiente trozo de aquella historia. Desde luego parece que llegados a este punto ya nada será igual en el archipiélago. Ocurra lo que ocurra necesitara un lavado de cara bastante interesante.
La anciana subirá al barco y se perderá por alguno de los camarones, no tiene intención de continuar en la isla y mucho menos sabiendo la que se puede liar de un momento a otro. Eligió un momento perfecto para abandonar toda aquella locura. Si te dispones a seguir a los perros tal y como la señora te ha indicado, llegaras al manglar 38 por la zona oeste. Donde parece que todo se encuentra calmado, sin embargo puedes ver a una persona. Una mujer de apariencia elegante que te mira con una sonrisa socarrona en los labios. Si te fijas en la gente que tiene alrededor podrás darte cuenta de que algunos son nobles e incluso miembros de la marina de diversos rangos.
Incluso algún que otro cp, pero todos ellos tienen la mirada completamente perdida, no son ellos mismos y seguramente aunque les grites e intentes hacerlos despertar no podrás hacer nada mientras esa mujer siga en pie. Un marine y un cp se lanzan contra ti cada uno por un lado como si fueran comandados por aquella mujer aunque ni si quiera ha abierto la boca, el marine lleva dos espadas y el Cp parece que se dedica al cuerpo a cuerpo. ¿Qué harás con esas pobres almas descarriadas?
- El jardín de Eden con FaZu - 38:
- Sin mayores problemas llegáis al manglar 38 mientras os vais dando cuenta por el camino que tanto los jinetes como los perros de presa fantasmagóricos se dirigen hacía aquel mismo manglar. El ejército de Sirio se reúne de nuevo, preparado para una última cacería. Entráis al manglar por la zona sur y frente a vosotros encontráis un pequeño ejército de aquellos monstruos fantasmagóricos, además de eso, Kus, ante vosotros se encuentran las dos mismas personas que viste hace un momento. La mujer sostiene un látigo entre sus manos mientras te mira con una sonrisa torcida.
El hombre por su parte se cruje los nudillos y después el cuello. Están preparados para entrar en combate y acabar con tanta pantomima ― Sirio tenía razón jejej han acudido como corderos al matadero jejeje son demasiado predecibles ~ ― la mujer canturrea y se ríe nuevamente con esa infernal risilla tan molesta. Parece que toda aquella situación le resulta divertida y excitante. ― Además mira mira, han traído a un amigo para ti jejeje es casi tan grandote como tú ― da un par de palmaditas como animada por la idea de ver a su amigo combatir sin necesidad de reprimir sus fuerzas.
― No creo que Sirio se enfade si los matamos ¿Verdad? Son un estorbo y aunque haya dicho que seamos blanditos…no me gusta ser blandita ― se relame los labios como si estuviera viendo un manjar delicioso mientras pasea su mirada entre Kus y Ruffo. Se mantiene subida al hombro de aquel hombre, pero en un movimiento rápido desenrolla el látigo que tiene en su mano y golpea en el suelo cerca de vuestros pies, el lugar estalla en mil pedazos en el momento en que la punta de aquella cosa choca contra el suelo. En el momento en que suena aquella explosión las huestes muertas de Sirio no dudan en abalanzarse también contra vosotros, nadie dijo que fueran a luchar de manera justa ¿Verdad?
- Kaito y Will:
Kaito, en la nevera hay varios tapers con los días de la semana colocados. Eso sí, solo a partir del jueves. Alguien ya ha estado comiendo. Más aún, cada táper es un platillo diferente. No son ninguna maravilla gastronómica, pero sí comida rica, de la que hace la abuela en casa. Arroz con pollo, chuletitas de cordero, champiñones al ajillo… cosas sencillitas.
Jericó te mira mientras resiste las ganas de apoyarse en una de las paredes polvorientas. Te pone los ojos en blanco, deseando largarse de allí. Él no tiene ni idea de cómo funcionan las compañías eléctricas de los manglares, pero lo cierto es que tampoco le interesa.
William, el marine frunce el ceño y no duda en sacar su pistola y apuntarte. Quita el seguro y posa el dedo sobre el gatillo mientras te responde sin mucha paciencia.
-¿Perdona? Ya me estás contando quién coño eres tú y por qué te has cargado el techo de mi base. ¿De verdad te crees que tengo algo que ver con los perros de fuera? ¿Eres idiota? ¿Acaso tengo pinta de haber desatado eso para luego venirme a esta casucha de mierda? Anda ya.
Desde luego no parece temer por su vida. Se pone en pie, retirando los escombros que le cubrían las piernas. Su compañero, el otro único en pie, hace lo mismo entre gruñidos. Pone mala cara al verte y saca su propia espada, apuntándote con ella con lo que parece desgana. Eso sí, la hoja se vuelve igual de negra que la tuya. Vaya.
Kaito Takumi
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—¿No deberías ir a ayudar a tu compañero? Eso no ha sonado nada bien—se quejó Jericó, pero ello no me impidió probar una de las chuletitas en salsa.
Hasta frías estaban buenas.
—Nah. White se las apaña muy bien solo. Además, tiene la mala costumbre de acabar culpándome de algo, por lo que casi que es mejor no hacer nada.
Me giré hacia él para encontrar una mueca de espanto y desaprobación. ¿Pero cómo culparle? Ante él no había más que un vago, un simple cocinero que no valía la pena siquiera de supervisar. Y con aquello había abierto en su impresión una herida, una duda, una que dejaba a la luz una persona débil, de fácil sangrado, cobarde e interesada. Con ello había desviado su interés hacia Will, y su giro hacia la puerta y, obviamente, hacia la casa donde se cocía todo el entuerto.
Qué pronto se desprestigiaba a un side-dish.
Abandonando la falsa máscara de contento, me erguí contemplando la casa en su totalidad. A una primera inspección no me pareció encontrar en el herrumbroso techo señales de deambulamiento, por lo que aquello solo me dejaba un puñado de posibilidades y aún menos opciones. Decidí hacer dos cosas. La primera por respeto.
—Puedes salir. O mejor dicho, puedes mostrarte.
Y si aquello no me deparaba mas que un incómodo y estúpido silencio, clavaría el tridente en el polvo impregnando sus dientes en haki. A ver si a alguien con una logia de polvo y esparcido por ahí le hacía gracia un picotazo riquérrimo. Aunque, claro, aquello solo era una conjetura y podría quedar de estúpido para arriba, en cuyo caso tardaría un poco en recoger mi moral del suelo e irme para inspeccionar el siguiente edificio y, luego, el último donde tenía lugar la principal trama.
Aunque de ser así me iba a tocar mucho la moral los próximos días hasta que averiguara como alguien podía entrar en una casa sin dejar ninguna huella. ¿Iría echando polvo detrás suya para cubrir el rastro como si se trataran de hojas en otoño? Ñeh.
Hasta frías estaban buenas.
—Nah. White se las apaña muy bien solo. Además, tiene la mala costumbre de acabar culpándome de algo, por lo que casi que es mejor no hacer nada.
Me giré hacia él para encontrar una mueca de espanto y desaprobación. ¿Pero cómo culparle? Ante él no había más que un vago, un simple cocinero que no valía la pena siquiera de supervisar. Y con aquello había abierto en su impresión una herida, una duda, una que dejaba a la luz una persona débil, de fácil sangrado, cobarde e interesada. Con ello había desviado su interés hacia Will, y su giro hacia la puerta y, obviamente, hacia la casa donde se cocía todo el entuerto.
Qué pronto se desprestigiaba a un side-dish.
Abandonando la falsa máscara de contento, me erguí contemplando la casa en su totalidad. A una primera inspección no me pareció encontrar en el herrumbroso techo señales de deambulamiento, por lo que aquello solo me dejaba un puñado de posibilidades y aún menos opciones. Decidí hacer dos cosas. La primera por respeto.
—Puedes salir. O mejor dicho, puedes mostrarte.
Y si aquello no me deparaba mas que un incómodo y estúpido silencio, clavaría el tridente en el polvo impregnando sus dientes en haki. A ver si a alguien con una logia de polvo y esparcido por ahí le hacía gracia un picotazo riquérrimo. Aunque, claro, aquello solo era una conjetura y podría quedar de estúpido para arriba, en cuyo caso tardaría un poco en recoger mi moral del suelo e irme para inspeccionar el siguiente edificio y, luego, el último donde tenía lugar la principal trama.
Aunque de ser así me iba a tocar mucho la moral los próximos días hasta que averiguara como alguien podía entrar en una casa sin dejar ninguna huella. ¿Iría echando polvo detrás suya para cubrir el rastro como si se trataran de hojas en otoño? Ñeh.
- Resujmen:
- Tirar de inventing creyendo que hay alguien escondido - logia de polvo. Y si no para reunirme con esta gente tras inspeccionar el ultimo edificio (que me habéis dicho por dc que estaba vacío pero no he asumido nada).
No tardó demasiado en salir hasta la superficie, persiguiendo a la peculiar pareja mientras observaba todo desde una aventajada posición en el cielo, aún transformado en sonido. Por todo el archipiélago, el fantasmagórico ejército que asolaba las calles parecía haber detenido su afán destructor para poner rumbo en la misma dirección que todos ellos: el manglar treinta y ocho. Parecía más que evidente que le habían dicho la verdad, aunque aquello tan solo preocupaba más al joven agente. ¿A qué se debía aquella confianza? Si estaban dispuestos a regalarle esa información debían contar con un un as bajo la manga cubriendo sus espaldas... o con un ego de categoría astronómica.
Absorto en sus preocupaciones, no salió de estas hasta que un extraño destello captó su atención. Lo pudo ver durante apenas un instante, pero lo hizo con total nitidez: una cúpula de luz que hizo acto de presencia sobre ellos para desvanecerse al momento. Ese tipo de cuerpos rara vez traían consigo buenas intenciones, y es que a menudo las semiesferas se empleaban para sellar lo que fuera que quisieran encerrar. ¿Sería ese el plan? ¿Aislarles en el interior de uno de los manglares y acabar con todos ellos? Kusanagi frunció el ceño y activó su comunicador, pero esta vez no trató de contactar con Ruffo o Zuko, sino con los mandos de aquella operación.
—Al habla el agente Yu, solicito línea segura para informar —indicó—. Los enemigos se están reuniendo en el manglar treinta y ocho, pero todo parece indicar que es un señuelo. Es posible que el plan sea encerrar a todas las fuerzas en un mismo punto. A falta de confirmación, sugiero actuar con cautela y no enviar a todos nuestros hombres.
Fuera cual fuera la respuesta del mando de la agencia, acudiría raudo a reunirse con sus compañeros, descendiendo junto a ellos para mostrarse frente a la extraña pareja con la que había dado en los túneles. Aquella risilla era inconfundible y estando respaldada por semejante turba fantasmal casi sonaba incluso más cruel y maligna.
—Todo esto os resulta divertido, ¿verdad? —les increpó, aunque su ojo se mantenía clavado en los de la mujer—. La devastación de Sabaody, la matanza indiscriminada de gente inocente... es solo un juego para vosotros, ¿a que sí? —frunció el ceño, desenvainando su espada mientras el aire comenzaba a distorsionarse a su alrededor, vibrando al desatar su voz al tiempo que el filo de Yūjō parecía brillar recubierto por un halo invisible—. No sé qué pretendéis sacar con todo esto, pero no vais a obtenerlo. No, no pienso permitirlo.
Observó cómo el látigo salía disparado hacia ellos, impactando sobre el suelo y provocando un destrozo considerable. Fragmentos salieron desperdigados como metralla aquí y allá, pero ninguno tocó el cuerpo de Kus: todos ellos atravesaron el sonido que lo conformaba sin perturbarlo. Después vinieron las bestias, pero para cuando la hueste fantasmal comenzó a avanzar, el aire ya vibraba en la pierna derecha del pelirrojo. Con una velocidad superior a la de aquél látigo, el agente trazó una patada en el aire y una onda se proyectó desde su pierna en horizontal, directa hacia la turba con la intención de partir por la mitad a la mayor parte de su ejército.
—No te contengas, Ruffo —ordenó, proyectando su voz para que las palabras llegaran hasta su compañero.
En ese mismo instante desapareció, aunque lo cierto es que se movió a tal velocidad que difícilmente alguien podría haberlo visto venir. En un chasquido había aparecido sobre la pareja y, con su espada aún envuelta en su voluntad, trazó un poderoso tajo que, diera o no, proyectaría su corte en el aire y buscaría a la circense.
Absorto en sus preocupaciones, no salió de estas hasta que un extraño destello captó su atención. Lo pudo ver durante apenas un instante, pero lo hizo con total nitidez: una cúpula de luz que hizo acto de presencia sobre ellos para desvanecerse al momento. Ese tipo de cuerpos rara vez traían consigo buenas intenciones, y es que a menudo las semiesferas se empleaban para sellar lo que fuera que quisieran encerrar. ¿Sería ese el plan? ¿Aislarles en el interior de uno de los manglares y acabar con todos ellos? Kusanagi frunció el ceño y activó su comunicador, pero esta vez no trató de contactar con Ruffo o Zuko, sino con los mandos de aquella operación.
—Al habla el agente Yu, solicito línea segura para informar —indicó—. Los enemigos se están reuniendo en el manglar treinta y ocho, pero todo parece indicar que es un señuelo. Es posible que el plan sea encerrar a todas las fuerzas en un mismo punto. A falta de confirmación, sugiero actuar con cautela y no enviar a todos nuestros hombres.
Fuera cual fuera la respuesta del mando de la agencia, acudiría raudo a reunirse con sus compañeros, descendiendo junto a ellos para mostrarse frente a la extraña pareja con la que había dado en los túneles. Aquella risilla era inconfundible y estando respaldada por semejante turba fantasmal casi sonaba incluso más cruel y maligna.
—Todo esto os resulta divertido, ¿verdad? —les increpó, aunque su ojo se mantenía clavado en los de la mujer—. La devastación de Sabaody, la matanza indiscriminada de gente inocente... es solo un juego para vosotros, ¿a que sí? —frunció el ceño, desenvainando su espada mientras el aire comenzaba a distorsionarse a su alrededor, vibrando al desatar su voz al tiempo que el filo de Yūjō parecía brillar recubierto por un halo invisible—. No sé qué pretendéis sacar con todo esto, pero no vais a obtenerlo. No, no pienso permitirlo.
Observó cómo el látigo salía disparado hacia ellos, impactando sobre el suelo y provocando un destrozo considerable. Fragmentos salieron desperdigados como metralla aquí y allá, pero ninguno tocó el cuerpo de Kus: todos ellos atravesaron el sonido que lo conformaba sin perturbarlo. Después vinieron las bestias, pero para cuando la hueste fantasmal comenzó a avanzar, el aire ya vibraba en la pierna derecha del pelirrojo. Con una velocidad superior a la de aquél látigo, el agente trazó una patada en el aire y una onda se proyectó desde su pierna en horizontal, directa hacia la turba con la intención de partir por la mitad a la mayor parte de su ejército.
—No te contengas, Ruffo —ordenó, proyectando su voz para que las palabras llegaran hasta su compañero.
En ese mismo instante desapareció, aunque lo cierto es que se movió a tal velocidad que difícilmente alguien podría haberlo visto venir. En un chasquido había aparecido sobre la pareja y, con su espada aún envuelta en su voluntad, trazó un poderoso tajo que, diera o no, proyectaría su corte en el aire y buscaría a la circense.
- Resumen:
- » Seguir a la pareja hasta el manglar 38 mientras observa el panorama del archipiélago desde el aire.
» Informar a los mandos del CP de la posibilidad de que el plan de esta gente sea encerrar a todo el mundo en dicho manglar tras vez la extraña cúpula.
» Plantarse frente a la pareja, soltar un speech to' reshulon y evadir los daños del latigazo con su forma elemental.
»Dejar de ser buena ondaLanzar su Sonic Rankyaku con la intención de quitarse de en medio a buena parte (o la totalidad) del ejército de fantasmas y lanzarse al ataque contra la circense.
- Sonic Rankyaku:
- Categoría: Épica.
Naturaleza: Kenpo de Rokushiki, unión de rankyaku y Fruta del Diablo.
Descripción: Kus lanza una veloz y potente patada al aire que da lugar a un Rankyaku, el cual no aparenta ser diferente a uno al uso. No obstante, éste se encuentra rodeado por ondas sonoras proyectadas por el agente que lo acompañan en su recorrido, emitiendo un débil zumbido que permite que sean distinguidas por alguien que preste atención y tenga el oído suficientemente desarrollado.
Dicho Rankyaku se desplaza a una velocidad de 85 m/s y es capaz de recorrer una distancia de cien metros antes de comenzar a disiparse, desapareciendo por completo a los doscientos cincuenta metros. No obstante, su propiedad principal reside en el poder destructivo de las ondas sonoras. Y es que, en caso de que el Rankyaku consiga rozar a alguien, dichas ondas se extienden por el tejido alcanzado para causar un daño mucho mayor. Las heridas crecen en profundidad y longitud, convirtiendo un corte superficial en una herida que podría ser catalogada como moderada-severa y una herida moderada en una capaz de inutilizar una extremidad. Solo puede usarlo una vez cada 5 posts.
Tiempo de canalización: dos segundos.
¿Blanditos? Si semejante legión de... lo que fuese y la que habían organizado en el archipiélago correspondía a su definición de "blanditos", no quería llegar a conocer qué interpretarían como pasarse de la línea. El agente Kusanagi había respondido a mi mensaje y me había informado de la zona por la que previsiblemente accedería al manglar en cuestión. Por mi parte no había tardado en separarme de los marines para acudir a su encuentro.
Allí estaban los tipos a los que había aludido durante la breve charla que había mantenido anteriormente con Zuko. Fanfarroneando, por supuesto, pues no se podía esperar otra cosa de la gente de su calaña. El problema principal a corto plazo, por otro lado, residía en la horda fantasmagórica que había decidido hacer de nosotros su objetivo. En ningún momento había pensado que esa gente optaría por enfrentamientos justos uno contra uno, pero aquello sobrepasaba con creces cualquier expectativa que pudiese haber tenido.
―Creo que usted es más útil para lanzar la primera ofensiva ―dije en voz baja junto a mi superior, quien era mucho más veloz, diestro y, en definitiva, mortífero que yo―, así que déjeme que les eche el freno de mano. ―Fuese como fuese, el espía había reaccionado antes que yo y había tomado la iniciativa, dejando mis palabras reducidas a algo ciertamente tardío y casi ridículo.
¿Que por qué le hablaba de usted a esas alturas y en aquel contexto? Ni idea, a decir verdad, pero dudaba mucho que el agente del Cipher Pol se detuviese a valorar algo como aquello. Extendí las manos hacia delante, lanzando de cada una de mis almohadillas un único campo de repulsión. Sin embargo, enseguida comenzaron a dividirse sin descanso. De cada uno nacían dos idénticos al anterior, y de cada uno de estos otros dos. El resultado final sería una pared repulsiva que esperaba sirviese para repeler a todas esas criaturas. Con algo de suerte mi superior podría filtrarse a través de ellos una vez se produjese el contacto para atacar a nuestros verdaderos objetivos.
―Gemmation ―susurré.
Allí estaban los tipos a los que había aludido durante la breve charla que había mantenido anteriormente con Zuko. Fanfarroneando, por supuesto, pues no se podía esperar otra cosa de la gente de su calaña. El problema principal a corto plazo, por otro lado, residía en la horda fantasmagórica que había decidido hacer de nosotros su objetivo. En ningún momento había pensado que esa gente optaría por enfrentamientos justos uno contra uno, pero aquello sobrepasaba con creces cualquier expectativa que pudiese haber tenido.
―Creo que usted es más útil para lanzar la primera ofensiva ―dije en voz baja junto a mi superior, quien era mucho más veloz, diestro y, en definitiva, mortífero que yo―, así que déjeme que les eche el freno de mano. ―Fuese como fuese, el espía había reaccionado antes que yo y había tomado la iniciativa, dejando mis palabras reducidas a algo ciertamente tardío y casi ridículo.
¿Que por qué le hablaba de usted a esas alturas y en aquel contexto? Ni idea, a decir verdad, pero dudaba mucho que el agente del Cipher Pol se detuviese a valorar algo como aquello. Extendí las manos hacia delante, lanzando de cada una de mis almohadillas un único campo de repulsión. Sin embargo, enseguida comenzaron a dividirse sin descanso. De cada uno nacían dos idénticos al anterior, y de cada uno de estos otros dos. El resultado final sería una pared repulsiva que esperaba sirviese para repeler a todas esas criaturas. Con algo de suerte mi superior podría filtrarse a través de ellos una vez se produjese el contacto para atacar a nuestros verdaderos objetivos.
―Gemmation ―susurré.
- Resumen:
- Usar Gemmation para hacer un muro de repulsión frente al ejército de cosas raras para intentar detenerlo y que Kus haga sus cosas sónicas.
No hacía demasiado que habíamos puesto nuestros pies en el manglar treinta y ocho cuando nos volvimos a topar con el enemigo. Mejor aún, con quien parecía ser el responsable de ese endemoniado ejército fantasmal que tantos problemas nos estaba dando y tantas bajas estaba causando. La imagen era tan dantesca y macabra como la habilidad que sin duda poseía, pero aún más aterrador aún fue el pensamiento que golpeó mi consciencia cuando la profunda y lúgubre voz acarició mis tímpanos.
El sonido del iracundo oleaje me rodeó una vez más, abandonando el lugar olvidado al que lo había desterrado. Pude ver los destellos del cielo con los que algún dios cruel me recordaba mi insignificancia. Fui capaz de escuchar el crujido de la madera al someterse a sus designios divinos. Y pude percibir el desgarrador grito de Tyrano, su cuerpo volando al no ser capaz de sujetarse por más tiempo al mástil y el inexistente rumor de su cuerpo al zambullirse en el mar en medio de semejante tempestad.
Fueron unas cálidas y pequeñas manos las que me devolvieron a la calma, como el arrullo de una madre amortiguando el dolor más inconsolable. Y una lágrima cayó sobre mi cabeza. Al igual que yo hacía un momento, la niña debía estar experimentando la sensación más desgarradora que jamás hubiese vivido, pero aun así me protegía. ¿Cómo podía alguien así haber estado junto a Sirio?
Fuese como fuese, lo cierto era que de forma inconsciente había retrocedido un par de pasos, pero no volvería a recular. Por primera vez en bastante tiempo dejé de lado cualquier tipo de desidia o pereza, y es que lo que estaba haciendo aquel sujeto iba más allá de cualquier tipo de interés práctico. Simplemente inspiraba dolor y terror a partes iguales en quien se aproximase a él, sin más. Eso era algo que no estaba dispuesto a permitir, así que di un paso al frente y alcé la voz. No tenía esperanza en que alguno de mis hombres reaccionase, pero con que uno se sobrepusiese a la situación el hombre sabría que allí había quienes estaban dispuestos a pararle en seco los pies. Mis cuerdas vocales vibraron con cada palabra de ánimo con la que intenté sacar a los marines del sumidero al que les había arrojado el desconocido y, acto después, alcé la mano hacia él.
Mi cuerpo brilló al completo con una fuerza inusitada, como si de ese modo pudiese desterrar los fantasmas del pasado que asolaban las mentes de los míos, pero mi mano presentó aún más intensidad. Un grueso cúmulo de luz dio forma a Shining Bullet, que, como luz salvadora, se prestó a arrasar con todo lo que hubiese entre el hombre y su esqueleto y nosotros y, de ser posible, con ellos también. Mi otra mano, por otro lado, aferraba con firmeza el muslo de Adhara.
El sonido del iracundo oleaje me rodeó una vez más, abandonando el lugar olvidado al que lo había desterrado. Pude ver los destellos del cielo con los que algún dios cruel me recordaba mi insignificancia. Fui capaz de escuchar el crujido de la madera al someterse a sus designios divinos. Y pude percibir el desgarrador grito de Tyrano, su cuerpo volando al no ser capaz de sujetarse por más tiempo al mástil y el inexistente rumor de su cuerpo al zambullirse en el mar en medio de semejante tempestad.
Fueron unas cálidas y pequeñas manos las que me devolvieron a la calma, como el arrullo de una madre amortiguando el dolor más inconsolable. Y una lágrima cayó sobre mi cabeza. Al igual que yo hacía un momento, la niña debía estar experimentando la sensación más desgarradora que jamás hubiese vivido, pero aun así me protegía. ¿Cómo podía alguien así haber estado junto a Sirio?
Fuese como fuese, lo cierto era que de forma inconsciente había retrocedido un par de pasos, pero no volvería a recular. Por primera vez en bastante tiempo dejé de lado cualquier tipo de desidia o pereza, y es que lo que estaba haciendo aquel sujeto iba más allá de cualquier tipo de interés práctico. Simplemente inspiraba dolor y terror a partes iguales en quien se aproximase a él, sin más. Eso era algo que no estaba dispuesto a permitir, así que di un paso al frente y alcé la voz. No tenía esperanza en que alguno de mis hombres reaccionase, pero con que uno se sobrepusiese a la situación el hombre sabría que allí había quienes estaban dispuestos a pararle en seco los pies. Mis cuerdas vocales vibraron con cada palabra de ánimo con la que intenté sacar a los marines del sumidero al que les había arrojado el desconocido y, acto después, alcé la mano hacia él.
Mi cuerpo brilló al completo con una fuerza inusitada, como si de ese modo pudiese desterrar los fantasmas del pasado que asolaban las mentes de los míos, pero mi mano presentó aún más intensidad. Un grueso cúmulo de luz dio forma a Shining Bullet, que, como luz salvadora, se prestó a arrasar con todo lo que hubiese entre el hombre y su esqueleto y nosotros y, de ser posible, con ellos también. Mi otra mano, por otro lado, aferraba con firmeza el muslo de Adhara.
- Resumen:
- Despertar a la bestia dejando a un lado la pereza característica que arrastro casi siempre, parafernalia escénica, intentar que alguno de los míos reaccione y tratar de reventar al hijoputa del esqueleto ―junto a él, claro está― con Shining Bullet.
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- Bien, eso es todo lo que he podido averiguar. - Colgué el den den mushi tras informar.
Ya tenía la voz cansada, pocas veces había tenido que hablar tan seguido, pero entre las llamadas para coordinar el escape de la anciana y las que tenía que hacer al centro de mando para informar de lo que había averiguado me estaba empezando a pasar factura en la paciencia. De todas formas tal y como dijo aquella señora, esas bestias tenían otras órdenes, un cambio errático en su comportamiento y un giro en sus tendencias.
Era capaz de seguirlos sin riesgo a comprometerme, aunque con cierta cautela, nunca sabía si estaba yendo a una trampa. Me había dicho que el espectáculo estaba a punto de comenzar y las luces que estaba viendo confirmaban lo que me habían comentado. De todas formas tuve que detener mi avance, en este manglar había algo extraño, o más bien alguien. Una mujer, rodeada de personas que parecían ignorar completamente lo que estaba pasando. Pero lo raro no era el número de personas ni sus actos, lo que me resultaba raro era que habían marines, agentes y nobles entre ellos. No me hizo falta esperar a que me atacasen para confirmar que esto no era normal. Esa mujer estaba ejerciendo cierto control sobre ellos. Pero ¿Cómo podía estar segura de que era ella? Si alguien puede controlar personas puede perfectamente poner un cebo en medio para atraer la atención de quien desee detenerlo y hacer que todos bajo su control actúen acorde, eso es lo que yo haría. Pero por ahora y hasta que se demuestre lo contrario pensaría que esa mujer es la que los controla.
Una breve oración salió de mis manos y una niebla negra rodeó mi brazo formando un escudo con el que detuve los tajos del marine. Otro agente venía y traté de usar el endurecimiento que me habían enseñado para defenderme de sus golpes, tratando de mitigarlos. Tuviera heridas o no sacaría a Purgatio. Estaba por usar a Redemtio y su lanzagranadas, un agente o un marine no eran problema si se demostraba que estaban bajo control o alegaba traición, pero un noble era otra cosa, y estaba segura de que ella los usaría como escudo, es más, estaba segura de que era así como había logrado controlar a tantos marines y agentes. Otra oración breve y la niebla formó una hoja negra en la punta de mi arma, como si de una bayoneta se tratase. Tracé un tajo circular en diagonal para tratar de acertar con este a ambos atacantes y dejar una Mancha en el suelo.
Una vez hecho esto traté de tomar cierta distancia con respecto al resto del grupo, cargando los cartuchos anti rehenes en la escopeta. Me concentré de nuevo y la niebla negra se concentró en la boca del cañón, cuando apreté el gatillo los perdigones salieron manchados con la niebla de Punit, buscando dejar Manchas y Marcas en tantas personas y puntos en el suelo como fuera posible. Si era posible las manchas de tinta roja y la conmoción le haría parecer a esa mujer... o al que tuviera el control que esas personas estaban heridas o muertas.
Ya tenía la voz cansada, pocas veces había tenido que hablar tan seguido, pero entre las llamadas para coordinar el escape de la anciana y las que tenía que hacer al centro de mando para informar de lo que había averiguado me estaba empezando a pasar factura en la paciencia. De todas formas tal y como dijo aquella señora, esas bestias tenían otras órdenes, un cambio errático en su comportamiento y un giro en sus tendencias.
Era capaz de seguirlos sin riesgo a comprometerme, aunque con cierta cautela, nunca sabía si estaba yendo a una trampa. Me había dicho que el espectáculo estaba a punto de comenzar y las luces que estaba viendo confirmaban lo que me habían comentado. De todas formas tuve que detener mi avance, en este manglar había algo extraño, o más bien alguien. Una mujer, rodeada de personas que parecían ignorar completamente lo que estaba pasando. Pero lo raro no era el número de personas ni sus actos, lo que me resultaba raro era que habían marines, agentes y nobles entre ellos. No me hizo falta esperar a que me atacasen para confirmar que esto no era normal. Esa mujer estaba ejerciendo cierto control sobre ellos. Pero ¿Cómo podía estar segura de que era ella? Si alguien puede controlar personas puede perfectamente poner un cebo en medio para atraer la atención de quien desee detenerlo y hacer que todos bajo su control actúen acorde, eso es lo que yo haría. Pero por ahora y hasta que se demuestre lo contrario pensaría que esa mujer es la que los controla.
Una breve oración salió de mis manos y una niebla negra rodeó mi brazo formando un escudo con el que detuve los tajos del marine. Otro agente venía y traté de usar el endurecimiento que me habían enseñado para defenderme de sus golpes, tratando de mitigarlos. Tuviera heridas o no sacaría a Purgatio. Estaba por usar a Redemtio y su lanzagranadas, un agente o un marine no eran problema si se demostraba que estaban bajo control o alegaba traición, pero un noble era otra cosa, y estaba segura de que ella los usaría como escudo, es más, estaba segura de que era así como había logrado controlar a tantos marines y agentes. Otra oración breve y la niebla formó una hoja negra en la punta de mi arma, como si de una bayoneta se tratase. Tracé un tajo circular en diagonal para tratar de acertar con este a ambos atacantes y dejar una Mancha en el suelo.
Una vez hecho esto traté de tomar cierta distancia con respecto al resto del grupo, cargando los cartuchos anti rehenes en la escopeta. Me concentré de nuevo y la niebla negra se concentró en la boca del cañón, cuando apreté el gatillo los perdigones salieron manchados con la niebla de Punit, buscando dejar Manchas y Marcas en tantas personas y puntos en el suelo como fuera posible. Si era posible las manchas de tinta roja y la conmoción le haría parecer a esa mujer... o al que tuviera el control que esas personas estaban heridas o muertas.
- Resumen:
- Informar por ddm, defenderme de los ataques y comenzar el combate con la munición anti-rehenes.
Hayden Ashworth
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Allí estaban. La chica no dejaba de hablar como si aquello fuese divertido, una especie de juego, cosa que parecía estar enfadando bastante al pelirrojo. Durante mucho tiempo el dragón había trabajado con él y sabía como de fuerte era su paciencia comparada con la del príncipe, que solía ser alguien de fácil enfado. El dragón no apartaba la mirada del grandullón. Si Kus y Ruffo se centraban en la tipa del látigo a lo mejor el vicealmirante podría mantener a raya al tipo grande, si es que en algún momento se separaban, claro.
Fue entonces cuando mostraron sus verdaderas cartas, bajas en honor y dignas de alguien que trataba ese tipo de cosas como un juego. Acudiendo a la llamada de sus superiores, se alzaron y lanzaron contra ellos sin intención de mostrar piedad alguna. Mientras Kus los sorteaba y Ruffo los repelía a su manera, el dragón se mantuvo en su sitio y dejó escapar una vez más su voluntad. El suelo bajo sus pies se agrietó mientras una aturdidora onda salía de él, con la intención de dejar fuera de combate a los más débiles de aquella masa o dejar a la mayoría paralizados.
También esperó que tanto el grandullón como la del látigo notasen aquella presencia. Un hambriento dragón dispuesto a incinerar y devorar a todo aquel que se atreviese a dañar a su viejo amigo o simplemente causar el caos en aquel archipiélago. Una vez hecho aquello se impulsó hacia delante, rompiendo todavía más el suelo bajo sus pies por la fuerza del salto. Golpearía entonces a aquellos que se encontrasen en su camino y no hubiesen caído desmayados e iría directo al lado de la pareja a la par que Kus les atacaba por arriba. Si se centraban tan solo en un ataque no podrían detener el otro.
Apareció con las piernas flexionadas y ambas manos hacia delante, las dos cubiertas de calurosas e intensas llamas. Enseguida mandó hacia delante una enorme bocanada de fuego que debería cubrirlos por completo. Si aquello no les quemaba, los cegaría durante un rato y tal vez el momentáneo calor extremo que superaba los mil grados los dejase aturdidos.
Fue entonces cuando mostraron sus verdaderas cartas, bajas en honor y dignas de alguien que trataba ese tipo de cosas como un juego. Acudiendo a la llamada de sus superiores, se alzaron y lanzaron contra ellos sin intención de mostrar piedad alguna. Mientras Kus los sorteaba y Ruffo los repelía a su manera, el dragón se mantuvo en su sitio y dejó escapar una vez más su voluntad. El suelo bajo sus pies se agrietó mientras una aturdidora onda salía de él, con la intención de dejar fuera de combate a los más débiles de aquella masa o dejar a la mayoría paralizados.
También esperó que tanto el grandullón como la del látigo notasen aquella presencia. Un hambriento dragón dispuesto a incinerar y devorar a todo aquel que se atreviese a dañar a su viejo amigo o simplemente causar el caos en aquel archipiélago. Una vez hecho aquello se impulsó hacia delante, rompiendo todavía más el suelo bajo sus pies por la fuerza del salto. Golpearía entonces a aquellos que se encontrasen en su camino y no hubiesen caído desmayados e iría directo al lado de la pareja a la par que Kus les atacaba por arriba. Si se centraban tan solo en un ataque no podrían detener el otro.
Apareció con las piernas flexionadas y ambas manos hacia delante, las dos cubiertas de calurosas e intensas llamas. Enseguida mandó hacia delante una enorme bocanada de fuego que debería cubrirlos por completo. Si aquello no les quemaba, los cegaría durante un rato y tal vez el momentáneo calor extremo que superaba los mil grados los dejase aturdidos.
- Resumen:
- Haki del rey para intentar quitarse de encima a la morralla que salta sobre él y luego fuego mucho fuego a los señores malos
Roland Oppenheimer
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Los piratas no parecían ni inmutarse, la gente de allí había ignorado por completo su plan, que por una vez no se trataba de ninguna locura descabellada, y el marine se marchaba con el pequeño Nícolas y su madre, Kisha. ¿Qué le pasaba a todo el mundo? Los animales y enemigos se estaban alejando de la zona, seguramente por allí no corrieran peligro, pero todo aquello parecía dar igual. él mismo parecía dar igual. Y eso no le sentaba nada bien.
—¿Pero acaso habéis escuchado lo que he dicho? —dijo molesto.
Si Wallace se marchaba de allí ya se podía despedir de contar con el apoyo marine. Sí, seguramente el Contraalmirante los pusiera sobreaviso, pero Roland perdería todo contacto con el ejército gubernamental, quedándose solo con un grupo de aficionados y revolucionarios. Y no pensaba caer tan bajo. Lo tacharían de criminal, pero no por ello estaba obligado a relacionarse con otros que no harían más que entorpecerle. Al menos Wallace sabía seguir una cadena de mando, ejercía cierto poder dentro de la marina gracias a su rango y tenía el mismo objetivo que el mink, a pesar de preocuparse demasiado por la vidas de los civiles para gusto de Roland.
Sin que nadie le invitara, se acercó al vehículo antes de que arrancara.
—Os acompaño —dijo, subiéndose al vehículo, no sin antes haber devuelto a los dos piratas a la Dimensión Reflejo. Cuando tuvieran un plan más claro, los interrogaría. Podían mantenerse callados todo lo que quisieran, pero un rato a solas con el ex-agente y cantarían como un gallo de madrugada—. Todo refuerzo es poco —explicó, sin hacer mucho incapié.
Si no conseguía subirse al vehículo por algún motivo, seguiría al marine en su moto voladora, la NeoBike. La sacaría de la Dimensión Reflejo tras dejar allí a los piratas, y la usaría para seguir desde detrás al coche. No usaría la función voladora, no quería llamar la atención, pero si se encontraba estorbos por el camino no dudaría en evitarlos volando.
Fuera como fuese, se marcharía de allí sin siquiera despedirse. Los revolucionarios no merecían que le dirigiera la palabra, y mucho menos tras sus malos modales. No solo le habían faltado el respeto, lo habían retado y humillado. Mucho estaba haciendo al contenerse para no iniciar un pelea innecesaria. Aunque tenía claro que, de volver a encontrárselos, no dudaría en lanzar el primer golpe. Y una vez hubieran dejado al niño y su madre a salvo, retomaría el plan con Wallace. Seguían teniendo a un par de piratas que interrogar, además del maletín con la información necesaria junto a todo un ejército de marines. Solo necesitaban a alguien que los organizara, alguien especialista en tácticas.
—Wallace —le diría una vez la pequeña familia se encontrara alejada del peligro—, ¿te repito el plan u organizamos ya el ataque a esos piratas? No hay más tiempo que perder.
—¿Pero acaso habéis escuchado lo que he dicho? —dijo molesto.
Si Wallace se marchaba de allí ya se podía despedir de contar con el apoyo marine. Sí, seguramente el Contraalmirante los pusiera sobreaviso, pero Roland perdería todo contacto con el ejército gubernamental, quedándose solo con un grupo de aficionados y revolucionarios. Y no pensaba caer tan bajo. Lo tacharían de criminal, pero no por ello estaba obligado a relacionarse con otros que no harían más que entorpecerle. Al menos Wallace sabía seguir una cadena de mando, ejercía cierto poder dentro de la marina gracias a su rango y tenía el mismo objetivo que el mink, a pesar de preocuparse demasiado por la vidas de los civiles para gusto de Roland.
Sin que nadie le invitara, se acercó al vehículo antes de que arrancara.
—Os acompaño —dijo, subiéndose al vehículo, no sin antes haber devuelto a los dos piratas a la Dimensión Reflejo. Cuando tuvieran un plan más claro, los interrogaría. Podían mantenerse callados todo lo que quisieran, pero un rato a solas con el ex-agente y cantarían como un gallo de madrugada—. Todo refuerzo es poco —explicó, sin hacer mucho incapié.
Si no conseguía subirse al vehículo por algún motivo, seguiría al marine en su moto voladora, la NeoBike. La sacaría de la Dimensión Reflejo tras dejar allí a los piratas, y la usaría para seguir desde detrás al coche. No usaría la función voladora, no quería llamar la atención, pero si se encontraba estorbos por el camino no dudaría en evitarlos volando.
Fuera como fuese, se marcharía de allí sin siquiera despedirse. Los revolucionarios no merecían que le dirigiera la palabra, y mucho menos tras sus malos modales. No solo le habían faltado el respeto, lo habían retado y humillado. Mucho estaba haciendo al contenerse para no iniciar un pelea innecesaria. Aunque tenía claro que, de volver a encontrárselos, no dudaría en lanzar el primer golpe. Y una vez hubieran dejado al niño y su madre a salvo, retomaría el plan con Wallace. Seguían teniendo a un par de piratas que interrogar, además del maletín con la información necesaria junto a todo un ejército de marines. Solo necesitaban a alguien que los organizara, alguien especialista en tácticas.
—Wallace —le diría una vez la pequeña familia se encontrara alejada del peligro—, ¿te repito el plan u organizamos ya el ataque a esos piratas? No hay más tiempo que perder.
- Resumen:
- Ir con Wallace a poner a salvo a Nicolas y Kisha para proseguir con su plan con el marine, esperando contar con los marines de la zona como refuerzos.
William White
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
El hombre sacó el arma y yo le apunté con la mía tratando de dejársela a la punta del cuello antes de que tan siquiera terminará de levantarse, lo llevaba claro si pensaba que le iba a dejar moverse, así como así ¿Acaso había perdido el juicio? En fin, fuera como fuera nos quedamos ambos amenazándonos en una situación bastante tensa, quedando en un punto muerto, fue entonces cuando el hombre replicó en mal tono y siguiendo la misma línea de antes, aunque sin llegar responder ninguna de las cuestiones, aun así, no percibía mentira alguna en sus palabras.
-Así que la marina tampoco sabe nada- pensé para mis adentros con cierto asombro de que el gobierno desconociera en absoluto lo que podían ser aquellas criaturas -Además el tío tiene agallas, no creo que le pueda sacar nada- mascullé para mis adentros, a sabiendas de que solo me quedaba lidiar con aquel par de hombres en vistas de que no iban a soltar prenda del motivo por el que andaban ahí.
Cuando el hombre hubo terminado de hablar, no dude ni un instante, desplegué el mantra centrándome en ambos adversarios y tratando de predecir el disparo que haría el sujeto en cuanto me moviera. Una vez lo tuviera claro, me movería a un lado contrario de donde estaba su otro compañero tratando de evadir el disparo, para acto y a la vez que simultáneamente movía el arma, trate de que el arma que apuntaba al sujeto rindiera buena cuenta de su cuello. Aprovechando el propio movimiento y su fuerza, para interponerla ante el hombre que recién se incorporaba blandiendo lo que parecía ser una hoja negra, procurando detener un más que probable tajo con el que respondiera el compañero.
-¿Acaso será..?- pensé sorprendido, cavilando la posibilidad de que aquel marine pudiera canalizar su ambición sobre aquella arma -Puede que no sea tan sencillo cómo lo había pensado en una primera instancia- mascullé para mis adentros preocupado ante un arma que efectivamente podía dañarme.
En el caso de que logrará acabar con el primer marine, trataría lanzar un par de estocadas rápidas a modo de contrataque hacia su pierna izquierda y el hombro con el que sostenía el arma, para finalmente lanzar un arco con el filo hacia el pecho a la vez que trataba de ganar mi distancia en la sala. En el caso de que fallará en mi intento homicida con el primero, me replegaría dando un par de volteretas hacia atrás, a la vez que lanzaba una segunda onda cortante en horizontal retrocediéndome hasta la puerta y resguardándome en alguna sala adyacente donde pudiera volver a tomar la iniciativa de la pelea, manteniéndome en ambos casos en una guardia alta, no era el tipo de hombre que tropezaba con la misma piedra dos veces, además si no lograba encontrar allí sus respuestas, debería ir a algún otro lugar donde pudiera hallarlas. Si es que los marines no le retrasaban más, claro.
-Así que la marina tampoco sabe nada- pensé para mis adentros con cierto asombro de que el gobierno desconociera en absoluto lo que podían ser aquellas criaturas -Además el tío tiene agallas, no creo que le pueda sacar nada- mascullé para mis adentros, a sabiendas de que solo me quedaba lidiar con aquel par de hombres en vistas de que no iban a soltar prenda del motivo por el que andaban ahí.
Cuando el hombre hubo terminado de hablar, no dude ni un instante, desplegué el mantra centrándome en ambos adversarios y tratando de predecir el disparo que haría el sujeto en cuanto me moviera. Una vez lo tuviera claro, me movería a un lado contrario de donde estaba su otro compañero tratando de evadir el disparo, para acto y a la vez que simultáneamente movía el arma, trate de que el arma que apuntaba al sujeto rindiera buena cuenta de su cuello. Aprovechando el propio movimiento y su fuerza, para interponerla ante el hombre que recién se incorporaba blandiendo lo que parecía ser una hoja negra, procurando detener un más que probable tajo con el que respondiera el compañero.
-¿Acaso será..?- pensé sorprendido, cavilando la posibilidad de que aquel marine pudiera canalizar su ambición sobre aquella arma -Puede que no sea tan sencillo cómo lo había pensado en una primera instancia- mascullé para mis adentros preocupado ante un arma que efectivamente podía dañarme.
En el caso de que logrará acabar con el primer marine, trataría lanzar un par de estocadas rápidas a modo de contrataque hacia su pierna izquierda y el hombro con el que sostenía el arma, para finalmente lanzar un arco con el filo hacia el pecho a la vez que trataba de ganar mi distancia en la sala. En el caso de que fallará en mi intento homicida con el primero, me replegaría dando un par de volteretas hacia atrás, a la vez que lanzaba una segunda onda cortante en horizontal retrocediéndome hasta la puerta y resguardándome en alguna sala adyacente donde pudiera volver a tomar la iniciativa de la pelea, manteniéndome en ambos casos en una guardia alta, no era el tipo de hombre que tropezaba con la misma piedra dos veces, además si no lograba encontrar allí sus respuestas, debería ir a algún otro lugar donde pudiera hallarlas. Si es que los marines no le retrasaban más, claro.
- resumen:
nota: Trato de cortar algunas acciones a los marines, entiendo que si les estoy amenazando(aunque sea de forma vaga), es coherente que tarden más en desfundar un arma y levantarse estando bajo una escombros, más teniendo en cuenta que mi estadística principal es la velocidad y tengo aceleración vaya. En fin, que no se tome que trato de hacer una cerrada, vaya.
Pues trato de amenazar al cuello del marine antes de que este pueda levantarse(acelerando lo del corte de cuello si es necesario a antes de que llegué a hablar), tratar de predecir el disparo e intentar decapitar al marine en vista de que no responde lo que quiero, tratar de para el posible ataque del arma bañada en haki y a partir de ahí planteo dos escenarios según si decapito o no al señor.
Mantra al 7 + clase + susurradora de estrellas, creo que es más fácil si lo dejo por aquí y ya que involucra pus pasivos y eso: https://www.onepiece-definitiverol.com/t22490-as-you-wish-again-william-white
Normas del capítulo:
Moderación
- Se moderará lunes y jueves entre las 22:00 y las 23:59.
- No se puede postear los lunes o jueves antes de la moderación.
- Hay un reloj que marca el tiempo restante. Cuando acaba los temas se cierran.
- Está prohibido metarrolear, powerrolear y demás actitudes tóxicas.
- A más riesgo, más premio.
- Como es tradición, el barco de Sons of Anarchy se hundirá en algún momento.
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- Es responsabilidad de un usuario comunicarse con la gente con la que interactúa.
- Si un post tiene más de 15 faltas ortográficas por párrafo podría ser ignorado.
- Hacer un resumen de acciones relevantes es obligatorio independientemente de la extensión.
- La ley del plot no es a prueba de idiotas.
Moderación
- Los liantes de Sabaody - 38:
- Arthur se dispuso a acercarse al lugar donde se encontraba su hermana con aquel tipo grandote que al parecer la había estado cuidado. Vega, le entrego la armadura a Dexter y después pensó en cómo responder de forma adecuada a sus preguntas. Había cosas que ella no sabía, después de todo solo era una “prostituta” seguramente su hermano tuviera más información de la que pudiera tener ella.
Aunque su primera reacción fue la de arquear una ceja ¿enserio en esa situación le estaba preguntando si le parecía o no atractivo? Sinceramente, no pensaba que fuera un lugar donde ponerse a hablar de algo así. En vez de Vega, quien respondió a tu pregunta fue Arthuro ― en el maletín había informes sobre los movimientos de ambas bandas, nombres de todos sus tripulantes y sobre todo para quien trabajan, Orión y no solamente él. Los piratas de Kepler quienes buscan algo desesperadamente y no les importa llevarse todo por delante con tal de conseguirlo ― suspiro de forma larga y después te señalo el cielo.
― Esa especie de cometa, no sé del todo bien que es o que contiene, tan solo sé que lo buscan, lo quieren por alguna razón y harán cualquier cosa para conseguirlo, creen que caerá pronto ― se acercó a su hermana para asegurarse de que estaba bien. Se estiro un poco y después miro a su alrededor, desde luego se habían juntado un grupo de lo más peculiar. ― Sirio va a dar el golpe final, estoy seguro de ello pero aún no sé dónde está, ese cabronazo está bien escondido ― no era una información que Sirio compartiese con todo el mundo claro.
― Tenemos que dar con él, seguramente este en alguna zona del norte de la isla, ¿Dónde concretamente? A saber, pero seguro que lo averiguamos pronto, ¿puedes usar esos espejos tuyos para ver donde se dirigen? ― señalo a los perros de Sirio, que poco a poco abandonaban el lugar donde estaban para acudir todos al mismo punto, el ejército se estaba reuniendo de nuevo y todo dará paso al movimiento final del plan de aquel perro infernal. Esperaba que el tipo de la bufanda pudiera hacer algo al respecto, dudaba mucho que los dos piratas de Sirio quisieran abrir la boca, no todos eran lo suficientemente valientes como para llevarle la contraria a aquel animal. Pero al parecer se había largado sin ni si quiera despedirse así que no iba a servir para mucho.
Podéis ver que los animes se dirigen hacía el manglar 38. Si os dirigís hasta allí os toparéis con Mera y su hermana gemela Mira. Si las dos pelirrojas están allí frente a vosotros como si nada, en su espalda podéis ver a un ejército completo de esos animalejos fantasmagóricos. ― Parece que nos encontramos de nuevo, ¿venís a pelear con nosotras o preferís hacer un trato? Parece que os gusta mucho hacer tratos y trapichear con cosas que no debéis tocar ¿verdad Vega? ― Las dos gemelas niegan con la cabeza disgustadas.
Si alguno de los presentes hace un mínimo gesto que pueda parecer peligroso los animales y los jinetes fantasmales se lanzaran contra vosotros para ver si consiguen desmembraros un poquito al menos. Si no, siempre podéis ver si las gemelas quieren mantener una tranquila charla con vosotros, por el momento no parece que vayan a atacaros.
- Justice Raiders - 38:
- Hamlet, no consigues despertar de tu ensoñación, el dolor y los malos recuerdos te tienen completamente paralizado. La voz profunda y lúgubre de aquel hombre se ha metido no solamente en tus oídos si no en tu mente, en tu corazón. Incluso podemos decir que ha oscurecido tu propia alma. No puedes dejar de sentir el terror y el dolor en tu ser, recordando todo aquello de lo cual te lamentas en tu vida. Todos aquellos recuerdos que ojala pudieras hacer desaparecer de tu cabeza en algún momento, pero ahora allí están, atormentándote una y otra vez. Tal vez deberías buscar una forma de salir de esa pena que te tiene completamente aterrado. Sobre todo porque una horda de fantasmagóricos seres se lanza sobre tu cuerpo para acabar con tu vida.
Por otro lado Iulio, que suerte que tienes a la pequeña Adhara contigo ¿verdad? Logras sobreponerte a la voz de aquel hombre ya que no las estas escuchando, pero aún sientes pesar y congoja en el cuerpo. Lanzas tu ataque pero el hombre en un movimiento ágil como el de un bailarín experimentado se va moviendo por toda la zona evitando que tu luz pueda hacerle un daño considerable. Sí que consigues rozar algunas partes de su cuerpo provocando leves quemaduras en su ropa, pero no parece molestarle en absoluto, él sigue bailando con su rostro tapado por su larga caballera blanca y acompañado de su maravilloso esqueleto.
La horda de perros y jinetes dejan de devorar a los muertos y se lanzan contra tus acompañantes que están sumidos en sus dolorosos recuerdos. Parece que ahora son un blanco fácil y aquellas bestias están dispuestas a aprovechar el momento para acabar con cuantos les sea posible. No tienen piedad, no parece que piensen frenar en su avance. Por otro lado el hombre continúa cantando de forma macabra pero si pudieras escuchar, te darías cuenta de que por el lugar comienza a sonar lo que parecen ser huesos que chocan entre sí que se mueven y que lentamente se van levantando. Parece que los perros infernales no son lo único que aquellas personas pueden poner de su parte.
Los muertos que han sido devorados por los perros se levantan, siendo hueso puro, bueno, puede que alguno tenga aún un trocito de carne colgando, pero poca cosa. Armados con las espadas que se encontraban tiradas en el suelo se lanzan en carrera contra vosotros. Además de eso, en un movimiento de su cabeza uno de sus brillantes y terribles ojos verdes mira fijamente a Adhara quien se queda petrificada en el sitio. Si, literalmente petrificada, la pequeña comienza a cubrirse de una fina capa de roca que va subiendo desde sus piernecitas hasta el resto de su cuerpo.
— ¡No, por favor! ¡Rigel! — su vocecilla suena asustada mientras intenta que la sueltes para que la técnica de aquel hombre no te afecte a ti también y termine por pasar a tu cuerpo usándola a ella como canalizadora. Parece que tu pequeña amiga va a terminar convertida en una estatua preciosa de decoración ¿Qué piensas hacer querido Iulio? Parece que el señor del esqueleto no solo tiene una voz maravillosa, sino que tiene varios trucos más bajo la manga. Puedes notar que cuando la roca llega al muslo de Adhara esta comienza a pasar también a tu mano.
- Ral - 38:
- La mujer frunce el ceño al ver cómo poco a poco te vas desenvolviendo de aquella manera. Atacando y destrozando a todos como si ninguno de ellos te importase. La verdad es que no puede evitar sorprenderse al ver como atacas a todas y cada una de las personas que te lanza. No parece que tengas piedad o que te importe demasiado la seguridad de los marines, los agentes o incluso los nobles y eso solo consigue enfadarla cada vez más.
Pero también parece que tiene un brillo de temor en sus ojos, está algo asustada al ver que no temes darle a cualquiera de los presentes. Piensa en que debería hacer y entonces hace que todos se lancen a por ti mientras ella intenta marcharse del lugar. No tiene pensado enfrentarse a ti, al menos no de manera directa, no es su estilo y desde luego no pondrá su vida en riesgo si puede evitarlo y eso es lo que está intentando a toda costa.
Sus amigos se lanzan a por ti como si estuvieran furiosos, como si tuvieran delante en aquel momento a su peor enemigo, a esa persona que tanto daño les ha causado o que tantos problemas les ha acarreado. Vamos, siendo breves que eres la cosa más mala y terrible que se les ha plantado delante y que van a hacer todo lo posible por acabar contigo. Con armas en sus manos se lanzan a por ti, se escuchan los disparos, las espadas vuelan de un lado a otro y alguna que otra honda tanto cortante como de choque que busca derribarte o hacerte un daño considerable para acabar contigo de una vez por todas.
Esos muchachos se están encargando de darle una cobertura perfecta a la mujer que está intentando escapar a toda prisa. Si me permites darte una recomendación, dales una paliza a esos chiquillos y después busca a la mujer, ella es quien puede devolverlos a su estado “normal” para que no acaben para siempre como robots enloquecidos que no saben lo que hacen. Pero bueno, es tu decisión, mucho ánimo con los chiquillos a los que han lavado el cerebro.
- El jardín de Eden con FaZu - 38:
- Veamos Zuko, los fantasmines parece que ignoran completamente tu “voluntad” después de todo no tienen voluntad propia y siguen las ordenes y voluntades de su maestro, si no le afectas a él directamente ellos no tienen por qué frenar su avance. Así que no tardan en clavarte sus colmillos varios de los perros por todo tu cuerpo, muslos, antebrazos, incluso alguno se te engancha en alguno de tus costados. Por suerte para ti el segundo ataque que realizas si es efectivo y consigues que varios de los que aún quieren lanzarse contra ti desaparezcan de forma rápida y efectiva.
Por otro lado Kus consigue lo mismo con el movimiento sexy de su pierna. Sin embargo el ataque de su espada no surte demasiado efecto, teniendo en cuenta que el hombre grandote toma a la mujer del trasero y la lanza hacía un lado mientras él realiza un movimiento veloz hacía atrás esquivando tu espada aunque al golpear contra el suelo esta levanta esquirlas de roca que vuelan en todas direcciones y consiguen hacerle un par de arañazos. Arañazos que como imaginaras le importan más bien poco o nada.
Por otro lado, el tipo que no le ha quitado los ojos de encima a Zuko infla su pecho y abre la boca para lanzar la misma llamarada que el dragón, si queridos, exactamente la misma contrarrestando esta e intentando que tal vez la llama llegue a quemar a tu querido amigo Kus. Ruffo, gracias a tu barrera de repulsión consigues mantener a raya a los fantasmas que aunque intentan atravesarla se mantienen al otro lado sin conseguir pasar, puedes ver como salen volando como si fueran palomitas en una palomitera.
Vicealmirante, puedes sentir como los colmillos de los perros atraviesan tu carne y comienzan a quemar como si fueran hierro al rojo vivo. Resulta molesto y el lugar no tarda en llenarse de un aroma a carne y piel quemada que puede resultar desde luego asqueroso para todos aquellos que no sean esos perretes que están deseando probar el desayuno que tuvo su señor unas horas antes tras vuestro encontronazo en el puerto.
Por su parte nuestra preciosa circense aprovecha el lanzamiento para mover su látigo y hacer que este mientras una especie de honda extraña lo rodea se enrede en la hoja de tu espada y tire con la suficiente fuerza como para intentar arrebatarte el arma y que no puedas seguir usándola contra ellos.
- Oppen - 80:
- Wallace no te impide subirte en el coche con él, después de todo no le importa demasiado si vas o no con él. Eres un extraño, que sí, ayudo a su hija, pero no sabe quién eres realmente y no parece que quiera seguir esa idea tuya por bien que pueda llegar a sonar a oídos de algunas personas. Para él, era un plan que sonaba terriblemente a suicidio para un montón de sus hombres que tendrían que hacer de carnaza para permitir que otros dieran el golpe de gracia a Sirio. No obstante ellos no son el chiper pol, son la marina y ellos tienen una misión concreta.
Servir y proteger a la ciudadanía, en este caso al archipiélago y tenían otras ordenes que obedecer que habían llegado desde gente en puestos mucho más altos. Tras dejar a Khissa y a Nícolas a salvo en el cuartel general marine Wllace recibió las órdenes que debería llevar a cabo por parte de sus superiores. Ante tu pregunta niega con la cabeza varias veces y luego arquea una ceja — mira hombrecillo extraño, agradezco que salvases a mi hija y también que ayudaras con este asunto, pero excepto que te llamas Elmo no sabemos mucho más de ti y no vamos a poner en riesgo a nuestros hombres de esa manera cuando hay gente que se debe encargar de eso — no parecen dispuestos a seguir tu plan, tienen otras ordenes que atender y no van a cambiar de planes solo por ti.
— Varios vicealmirantes se encuentran encargados de dar caza a ese hombre, nosotros tenemos otras órdenes que cumplir, debemos encargaros de asegurar el resto de manglares y de cerciorarnos de cuantas bajas tenemos en total entre unos bandos y otros. Además de eso debemos resguardar a la gente que aún siga con vida y dar un parte de daños — Después de todo cuando toda aquella locura termine, Sabaody deberá ser reconstruida y para eso tendrán que saber todo lo que se ha ido al garete y poner a salvo a los supervivientes. Sin decir mucho más ordena a sus hombres lo que deben hacer y todos se dispersan antes de que el propio Wallace se prepare para marchar también a realizar su trabajo. Por el momento iría en busca de los supervivientes que aún ronden por el archipiélago para ponerlos a salvo.
- Kaito y Will:
Kaito, tanto la casa como el segundo edificio al que vas, están vacíos. Cuando llegas a la casa en la que se encuentran Will y los marines puedes ver por una de las ventanas que el techo del salón se ha derrumbado y por lo visto, conscientes solo están tu compañero y dos de los marines… de no muy buen humor. Presencias lo siguiente:
William, en principio tu plan parece funcionar de maravilla… hasta que el primer marine interpone su pistola todavía humeante entre su cuello y tu hoja. El cómo se ha movido tan rápido no lo sabes, pero el hecho es que está vivo y te mira frunciendo el ceño.
-¿Quién te manda? ¿Y por qué a nosotros? Llevamos incomunicados de nuestros superiores desde hace tres días y eres la primera persona que vemos, ¿por qué ahora? ¿estás con los piratas?
Logras guarecerte en una pequeña salita que hay al lado del salón mientras les oyes maldecir y replegarse para evitar la onda cortante. No lo logran del todo y la sangre salpica el suelo. El marine de la pistola ha recibido un buen tajo en la pierna y aunque no la ha cortado de cuajo, ya no va a volver a moverse tan rápido como antes. El otro ha logrado salvarse, aunque no has visto cómo. Te hablan desde el salón:
-¡Chico! Será mejor que nos digas la verdad, joder. No tienes ni idea de la situación en la que estás metido y no sé quién te ha mandado pero apostaría mis medallas a que quiere deshacerte de ti. Estás solo, ¿no? ¿Cómo coño has sobrevivido a lo de fuera?
Roland Oppenheimer
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Hombrecillo extraño. Dos palabras que rara vez podrían considerarse hirientes, pero que para alguien tan susceptible como lo era el ex-agente Roland Oppenheimer llegaron a serlo. Desde que puso un pie en la isla no había hecho más que intentar ayudar a los habitantes de Sabaody e incluso al mismo gobierno que lo había rechazado. ¿Acaso no podía considerarse aquello como un gesto de amabilidad y generosidad? Y lo único que pedía a cambio era un poco de respeto y reconocimiento. Pero no, en vez de eso se había topado con piratas huidizos, marines entrometidos que de forma inexplicable le hicieron delatar su identidad, una niña pequeña gracias a la cual se había atrevido a soñar con la posibilidad de obtener su merecida recompensa para después toparse con más marines ineptos, un grupo de revolucionarios y civiles desagradables y estúpidos a los cuáles él había salvado a pesar de le tacharan por maníaco terrorista y a un Contraalmirante que le importaban demasiado las vidas de los más débiles y muy poco la de los salvadores de su hija. Ni el más temible villano de todos los tiempos se merecía semejante tortura.
—¿Quieres saber más sobre mí? —comenzó a hablar Roland. Llevaba horas soportando que le subestimaran, que le humillaran y que le ignoraran. Se bajó del coche y caminó hacia la ventanilla del conductor mientras se quitaba la bufanda de la cara—. Pues que sepas que ya estoy harto de fingir, de poner buena cara a cualquier gilipollez y dejar que los demás piensen que no voy a tomar represalias, harto de tener que hacer caso a otros más ineptos cuando yo tengo mejores ideas, de soportar humillaciones inmerecidas y de tener que esconderme porque este gobierno no reconoce mi talento —terminó a la vez que mostraba su rostro al completo—. Esto se ha acabado, me voy a tomar la justicia por mi cuenta de vez por todas. Es lo que tendría que haber hecho desde el principio. Ni una, ni una sola vez desde que he pisado esta isla se me ha dado el mérito que merecía. ¿Gracias quién consiguieron los marines el dichoso maletín? ¿Gracias a quién al pequeño Nícolas no fue devorado por animales despreciables deseosos de carne? Y ni un solo gracias. Ni un solo "me parece buena idea". Ni nada. ¡Absolutamente nada! Y lo peor es que ocultando mi rostro me sentía frustrado e impotente, pero eso no va a volver a pasar, por mi nombre que es Roland Oppenheimer. Ya me da igual lo que los marines puedan pensar de mí al verme por aquí. Intentad atraparme si podéis. Yo voy a resolver este entuerto a mi manera.
Se dio media vuelta y se alejó, atravesando uno de sus espejos antes de que el contraalmirante pudiera decirle nada. Una vez dentro se preparó para la batalla. Recogió a Vrontí y se la colgó de la espalda, se ciñó a Dyplon, su escudo, al brazo derecho, y se colgó el pantalón a Xifos. Se colocó el Casco Maldito y se aseguró de llevar los explosivos consigo. Esta vez iba a ir a por todas y nada ni nadie le detendría. Buscó a los piratas que todavía tenía atados y secuestrados en su Dimensión Reflejo, atravesó sus gargantas con la lanza, tiñéndo su punta de rojo. Una vez se hubo desecho de la basura montó en la Neobike. Moverse dentro de la Dimensión Reflejo resultaba mucho más cómodo de aquella manera. Una vez llegó a dar con un espejo que consideró el más cercano a la zona hacia la que se estaban dirigiendo la manada de perros cuando aún se encontraba con los revolucionarios, salió de su dimensión.
Fuera observó el panorama. Usó su habilidad Doble Real para crear un clon suyo que era una réplica exacta de su reflejo. Ambos clones actuaron a la vez, perfectamente sincronizados, creando cada uno un espejo flotante que, gracias a los poderes de la Mira Mira no mi, Roland y Dnalor —nombre provisional del reflejo—, eran capaces de manipular con solamente desearlo. Ambos montaron sobre su espejo como si se trataran de tablas y los usaron para volar en dirección a la zona de conflicto. Buscaría con la mirada al que le pareciera ser el líder pirata o, en su defecto, el enemigo de mayor rango, para lanzar dos Rankyakus, uno suyo y otro del clon, perfectamente alienados contra esa persona.
—¿Quieres saber más sobre mí? —comenzó a hablar Roland. Llevaba horas soportando que le subestimaran, que le humillaran y que le ignoraran. Se bajó del coche y caminó hacia la ventanilla del conductor mientras se quitaba la bufanda de la cara—. Pues que sepas que ya estoy harto de fingir, de poner buena cara a cualquier gilipollez y dejar que los demás piensen que no voy a tomar represalias, harto de tener que hacer caso a otros más ineptos cuando yo tengo mejores ideas, de soportar humillaciones inmerecidas y de tener que esconderme porque este gobierno no reconoce mi talento —terminó a la vez que mostraba su rostro al completo—. Esto se ha acabado, me voy a tomar la justicia por mi cuenta de vez por todas. Es lo que tendría que haber hecho desde el principio. Ni una, ni una sola vez desde que he pisado esta isla se me ha dado el mérito que merecía. ¿Gracias quién consiguieron los marines el dichoso maletín? ¿Gracias a quién al pequeño Nícolas no fue devorado por animales despreciables deseosos de carne? Y ni un solo gracias. Ni un solo "me parece buena idea". Ni nada. ¡Absolutamente nada! Y lo peor es que ocultando mi rostro me sentía frustrado e impotente, pero eso no va a volver a pasar, por mi nombre que es Roland Oppenheimer. Ya me da igual lo que los marines puedan pensar de mí al verme por aquí. Intentad atraparme si podéis. Yo voy a resolver este entuerto a mi manera.
Se dio media vuelta y se alejó, atravesando uno de sus espejos antes de que el contraalmirante pudiera decirle nada. Una vez dentro se preparó para la batalla. Recogió a Vrontí y se la colgó de la espalda, se ciñó a Dyplon, su escudo, al brazo derecho, y se colgó el pantalón a Xifos. Se colocó el Casco Maldito y se aseguró de llevar los explosivos consigo. Esta vez iba a ir a por todas y nada ni nadie le detendría. Buscó a los piratas que todavía tenía atados y secuestrados en su Dimensión Reflejo, atravesó sus gargantas con la lanza, tiñéndo su punta de rojo. Una vez se hubo desecho de la basura montó en la Neobike. Moverse dentro de la Dimensión Reflejo resultaba mucho más cómodo de aquella manera. Una vez llegó a dar con un espejo que consideró el más cercano a la zona hacia la que se estaban dirigiendo la manada de perros cuando aún se encontraba con los revolucionarios, salió de su dimensión.
Fuera observó el panorama. Usó su habilidad Doble Real para crear un clon suyo que era una réplica exacta de su reflejo. Ambos clones actuaron a la vez, perfectamente sincronizados, creando cada uno un espejo flotante que, gracias a los poderes de la Mira Mira no mi, Roland y Dnalor —nombre provisional del reflejo—, eran capaces de manipular con solamente desearlo. Ambos montaron sobre su espejo como si se trataran de tablas y los usaron para volar en dirección a la zona de conflicto. Buscaría con la mirada al que le pareciera ser el líder pirata o, en su defecto, el enemigo de mayor rango, para lanzar dos Rankyakus, uno suyo y otro del clon, perfectamente alienados contra esa persona.
- Resumen:
- Explotar, mandar al traste su identidad, armarse en la DR, ir hacia la zona de conflicto y atacar al que cree que es el cabecilla.
Kusanagi frunció el ceño al ver cómo ambos, grandullón y circense, lograban zafarse de su ataque con relativa facilidad. No era algo que le sorprendiera realmente tras haber sentido la intensidad que desprendía la presencia de la pareja. Iban a tener que andarse con mucho ojo incluso si contaban con la ayuda de Zuko, por no mencionar que la jauría de espectros con la que tenían que lidiar mientras tanto era cuanto menos un engorro. ¿Que eso le iba a frenar? Para nada, más bien lo contrario; no podía permitir que gente tan peligrosa como esa campara a sus anchas por el archipiélago, mucho menos dejar que llevaran a cabo sus planes que, a decir verdad, aún no estaban nada claros. ¿Querían reducir el archipiélago a cenizas? ¿Agravar el conflicto que ya había en los manglares? Dudaba que fuera lo último, y es que le habían dado motivos más que de sobra a los distintos bandos como para centrarse en un objetivo común: ellos.
—No está mal —murmuró para sí mismo, adoptando rápidamente una postura de guardia.
Lo que siguió no fue otra cosa que un aliento terriblemente familiar, algo que despertó el temor en el agente. El hombre grandote acababa de emular el aliento dracónido de Zuko con una exactitud temible, lo que tan solo podía significar dos cosas: o también poseía una zoan que le permitiera transformarse en dragón o, por el contrario, tenía la capacidad de emular las habilidades del resto. Casi prefería lidiar con lo primero.
Sintió el calor de las llamas aproximándose hacia él después de haber contrarrestado el fuego del marine, pero si pensaba pillarle con tanta facilidad resultaba evidente que no sabía contra quién estaba enfrentándose. Tan solo tuvo que hacer uso de su soru para apartarse de la trayectoria de las llamas, poniéndose a salvo en un instante; uno realmente breve, y es que la circense no estaba dispuesta a dejarle toda la diversión a su compañero. En cualquier caso, no tuvo que esforzarse demasiado para ver lo que intentaba la muchacha: envolver su espada con el látigo y tratar de quitársela. No era mala idea; después de todo, ¿qué es un espadachín sin su espada? Pero no, no se lo pondría tan fácil. Los látigos tenían un problema, y es que blandidos como armas en combate podían resultar terriblemente deficientes por sí solos. No dudaba de que en manos de aquella mujer sería un peligro a tener en cuenta, pero no pensaba darle la oportunidad. Y, ¿cuál sería el método más rápido para ponerla en apuros? Sencillo: eliminar la distancia que les separaba, algo en lo que despuntaba el agente.
Con un ágil movimiento ladeó el cuerpo y apartó su katana de la trayectoria del látigo, dejando que pasara de largo sin llegar a darle y, antes de que le diera tiempo siquiera a recuperarlo, ya había eliminado toda separación entre ellos empleando nuevamente el soru, quedando frente a frente con la mujer, la espada hacia abajo y una mirada cargada de determinación en los ojos —el ojo, en realidad— de Kusanagi. Lo que vino a continuación se sucedió con rapidez; en primer lugar, con su siniestra libre, lanzó un veloz shigan con el objetivo de alcanzar el muslo derecho de la circense y tratar de reducir su movilidad de este modo; después, aunque casi al mismo tiempo, movió el brazo con el que empuñaba a Yujo rápidamente, trazando un tajo ascendente que buscaba recorrer la totalidad del torso de la mujer. Acertara o no en sus objetivos, todo su cuerpo explotaría en una onda sónica que buscaría golpearla sin miramientos. Normalmente no iba a matar, pero sentía que si no se esforzaba en aquel combate no podría lidiar con ella.
Tras explotar, su cuerpo se materializaría una decena de metros en lo alto, levitando mientras analizaba el campo de batalla y preparado para responder a cualquier contraataque.
—No está mal —murmuró para sí mismo, adoptando rápidamente una postura de guardia.
Lo que siguió no fue otra cosa que un aliento terriblemente familiar, algo que despertó el temor en el agente. El hombre grandote acababa de emular el aliento dracónido de Zuko con una exactitud temible, lo que tan solo podía significar dos cosas: o también poseía una zoan que le permitiera transformarse en dragón o, por el contrario, tenía la capacidad de emular las habilidades del resto. Casi prefería lidiar con lo primero.
Sintió el calor de las llamas aproximándose hacia él después de haber contrarrestado el fuego del marine, pero si pensaba pillarle con tanta facilidad resultaba evidente que no sabía contra quién estaba enfrentándose. Tan solo tuvo que hacer uso de su soru para apartarse de la trayectoria de las llamas, poniéndose a salvo en un instante; uno realmente breve, y es que la circense no estaba dispuesta a dejarle toda la diversión a su compañero. En cualquier caso, no tuvo que esforzarse demasiado para ver lo que intentaba la muchacha: envolver su espada con el látigo y tratar de quitársela. No era mala idea; después de todo, ¿qué es un espadachín sin su espada? Pero no, no se lo pondría tan fácil. Los látigos tenían un problema, y es que blandidos como armas en combate podían resultar terriblemente deficientes por sí solos. No dudaba de que en manos de aquella mujer sería un peligro a tener en cuenta, pero no pensaba darle la oportunidad. Y, ¿cuál sería el método más rápido para ponerla en apuros? Sencillo: eliminar la distancia que les separaba, algo en lo que despuntaba el agente.
Con un ágil movimiento ladeó el cuerpo y apartó su katana de la trayectoria del látigo, dejando que pasara de largo sin llegar a darle y, antes de que le diera tiempo siquiera a recuperarlo, ya había eliminado toda separación entre ellos empleando nuevamente el soru, quedando frente a frente con la mujer, la espada hacia abajo y una mirada cargada de determinación en los ojos —el ojo, en realidad— de Kusanagi. Lo que vino a continuación se sucedió con rapidez; en primer lugar, con su siniestra libre, lanzó un veloz shigan con el objetivo de alcanzar el muslo derecho de la circense y tratar de reducir su movilidad de este modo; después, aunque casi al mismo tiempo, movió el brazo con el que empuñaba a Yujo rápidamente, trazando un tajo ascendente que buscaba recorrer la totalidad del torso de la mujer. Acertara o no en sus objetivos, todo su cuerpo explotaría en una onda sónica que buscaría golpearla sin miramientos. Normalmente no iba a matar, pero sentía que si no se esforzaba en aquel combate no podría lidiar con ella.
Tras explotar, su cuerpo se materializaría una decena de metros en lo alto, levitando mientras analizaba el campo de batalla y preparado para responder a cualquier contraataque.
- Resumen:
- » Sorprenderse por los reflejos de la pareja y esquivar sus ataques.
» Responder con contundencia manteniendo su haki de armadura.
A tener en cuenta:
Agiilidad: Rango 7 - Coordinación.
Fuerza: Rango 5 - Habilidad.
Resistencia: Rango 4 - Aguante.
Destreza (+2): Rango 8 - Reflejos y Postura Perfecta.
Precisión: Rango 5 - Ojos de Búho.
Maestría de Utilidad: Ámbitos.
Maestría de Combate: Duelo.
Haki de Armadura Entrenado (cuenta como +1 por modalidad): Afinidad en Armamento.
Nivel 70: El usuario es capaz de generar sonido de hasta 165 db. Sus ondas sónicas son capaces de recorrer 80 metros de distancia, y su potencia es equivalente al impacto de una bala, solo que más amplio. Además, el usuario adquiere la capacidad de moverse a través de cualquier medio sólido que pueda transmitir el sonido en forma de vibraciones. Eso último le permite recorrer edificios y largas distancias en un abrir y cerrar de ojos, extendiéndose por los muros, suelos y techos. Además, es capaz de desplazarse a 180 metros por segundo en forma elemental.
Kaito Takumi
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Nada. ¡Qué paranoico soy! ¡Sí, mejor me voy! Eso es lo que pienso mientras salgo y cierro la puerta. ¡Solo para volverla a abrir con rapidez!
—¡Ajá!
Pero no hay nada. Bueno, había que intentarlo...
—¡Ahora sí!—vuelvo a repetir nada más cerrar la puerta.
Pero no.
Bueno, era hora de que me encaminara a los otros edifici
—¡Era broma!
Nope. Bueno, con tres puntos ya puedo trazar una hipótesis...
—Tú no estás bien de la cabeza, ¿verdad? —dijoel tiburón tras ver el espectáculo desde el siguiente edificio, el cual no tardo en comprobar que está también vacío.
—No mucho, no —comenté con simpleza, algo extrañado—. ¿No ibas a ver qué tal le iba a Wi....White?
—Iba a hacerlo, pero recordé que es mi trabajo echaros un ojo. A los dos.
—Ya veo, ya —Puñetas—. Bueno, vamos con él.
No tardamos mucho en ver el estropicio desde la ventana. Con la poca lumbre que había dentro, sumada a la poca luz que se colaba por el eclipse, todo tenía un toque... casi melodramático. Nos faltaban las palomitas.
—¡¿No vas a ayudarle?!—gritó en susurro Jonás, parte asqueado y sorprendido.
Esa era una magnífica pregunta. Una de la cual ya conocía su respuesta. Will era una tremenda fuerza a la que tener en cuenta, y, desde luego, una contra la que no quería posicionarme. Eso, sumado a mi estilo de combate, me ponía en grave peligro si el blanquito me confundía -o se sorprendía con mi súbita aparición- en medio de la trifulca. Incluso con la buena perspectiva de haber derrotado a la mayor parte del grupo tirándoles el techo encima y con uno de ellos habiendo recibido un profundo tajo -algo que quedaba desde luego patente en el enrojecido gotelé- iba a tener que apañárselas contra el marine que quedaba sin tullir.
En mi cara se hizo hueco una mueca de desagrado, y aquello fue lo único que le di en respuesta a nuestro "querido supervisor" mientras me ponía manos a la obra.
Con Suchu bastante tras de mí, me moví como una morena en el arrecife. Procuraría llegar hasta el herido con total silencio y discrección, solo para observarlo a él y su herida con sumo interés. En mí no había agresión alguna, mas sí que era obvio que en él se cocían -quizá no ante mí, no hasta que me viera- emociones propias de su dolor y daño.
Me pronunciaría pues, inundado de una calma que muchos -aquellos que necesitaban las emociones tanto como el oxígeno- tacharían de intranquila. O de algo peor si supieran que un cocodrilo marino andaba cerca, quizás justo detrás de la ventana.
—¿Me permites ayudarte, oficial?
Porque las artes de mi gente venían bastante bien para contener una más que posible hemorragia. Además, allí ibamos a asegurar el manglar y a terminar con los conflictos, no a generarlos. Will recurría con demasiada facilidad a la espada y la sangre.
—¡Ajá!
Pero no hay nada. Bueno, había que intentarlo...
—¡Ahora sí!—vuelvo a repetir nada más cerrar la puerta.
Pero no.
Bueno, era hora de que me encaminara a los otros edifici
—¡Era broma!
Nope. Bueno, con tres puntos ya puedo trazar una hipótesis...
—Tú no estás bien de la cabeza, ¿verdad? —dijoel tiburón tras ver el espectáculo desde el siguiente edificio, el cual no tardo en comprobar que está también vacío.
—No mucho, no —comenté con simpleza, algo extrañado—. ¿No ibas a ver qué tal le iba a Wi....White?
—Iba a hacerlo, pero recordé que es mi trabajo echaros un ojo. A los dos.
—Ya veo, ya —Puñetas—. Bueno, vamos con él.
No tardamos mucho en ver el estropicio desde la ventana. Con la poca lumbre que había dentro, sumada a la poca luz que se colaba por el eclipse, todo tenía un toque... casi melodramático. Nos faltaban las palomitas.
—¡¿No vas a ayudarle?!—gritó en susurro Jonás, parte asqueado y sorprendido.
Esa era una magnífica pregunta. Una de la cual ya conocía su respuesta. Will era una tremenda fuerza a la que tener en cuenta, y, desde luego, una contra la que no quería posicionarme. Eso, sumado a mi estilo de combate, me ponía en grave peligro si el blanquito me confundía -o se sorprendía con mi súbita aparición- en medio de la trifulca. Incluso con la buena perspectiva de haber derrotado a la mayor parte del grupo tirándoles el techo encima y con uno de ellos habiendo recibido un profundo tajo -algo que quedaba desde luego patente en el enrojecido gotelé- iba a tener que apañárselas contra el marine que quedaba sin tullir.
En mi cara se hizo hueco una mueca de desagrado, y aquello fue lo único que le di en respuesta a nuestro "querido supervisor" mientras me ponía manos a la obra.
Con Suchu bastante tras de mí, me moví como una morena en el arrecife. Procuraría llegar hasta el herido con total silencio y discrección, solo para observarlo a él y su herida con sumo interés. En mí no había agresión alguna, mas sí que era obvio que en él se cocían -quizá no ante mí, no hasta que me viera- emociones propias de su dolor y daño.
Me pronunciaría pues, inundado de una calma que muchos -aquellos que necesitaban las emociones tanto como el oxígeno- tacharían de intranquila. O de algo peor si supieran que un cocodrilo marino andaba cerca, quizás justo detrás de la ventana.
—¿Me permites ayudarte, oficial?
Porque las artes de mi gente venían bastante bien para contener una más que posible hemorragia. Además, allí ibamos a asegurar el manglar y a terminar con los conflictos, no a generarlos. Will recurría con demasiada facilidad a la espada y la sangre.
- Resumen:
- Intentar otra vez tirar de inventing y ofrecer mi ayuda tras colarme sigilosamente al marine herido. Va en serio, en un principio no quiero matarle ni herirle, que las cosas se pueden torcer siempre, pero no es plan oiga.
RAL
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Estaba claro que había colado, sólo había que mirarla a los ojos para darse cuenta de que estaba pensando que estaba matando a sus títeres. La mera visión de alguien que se dedica a matar sin contemplaciones a aquello que debería proteger ha debido de romperle los esquemas. Se dio la vuelta, y por la presura que ponía en sus acciones estaba claro que esto no formaba parte de sus planes. Cuando todos se lanzaron como locos a por mi fue cuando confirmé que estaba tratando de escapar. Vive para luchar otro día. Tendría que encargarme de esta muchedumbre si quería ir a por ella... solo que puede que no fuera el caso.
Procuré no quedarme quieta, tantas personas con un solo objetivo, pero con ese frenesí su organización fallaría y se meterían en el camino de los otros. Procuré moverme y defenderme, esquivando cortes, golpes y algún que otro mordisco, pero aun así algunos ataques llegaban a mí. Una onda cortante marcó un tajo en mi espalda, el dolor casi hace que caiga al suelo, pero no podía permitirme pararme ahí. Di un paso al frente y traté de tomar algo más de distancia de la muchedumbre, impulsándome con la voluntad de seguir y sin quitar un ojo de encima a aquella mujer. Entonces una de las personas con una mancha roja en el pecho se cruzó delante mío con un sable en la mano, elevándolo para lanzar un corte y bloqueando la línea de visión con aquella mujer. Pero lo que ella no sabía era que ese, y todos lo que había mantenido cerca mío estaban marcados, me había estado moviendo todo el rato alrededor de los marcados y de las manchas. Elevé a Purgatio y paré el tajo con el cañón, fue entonces cuando chasqueé los dedos y una palabra salió de mis labios "Captionem". En ese instante una serie de zarcillos negros emergieron de las manchas del terreno, buscando todas la marca más cercana y atándose a los marcados. No creía que pudieran resistirse a la fuerza de esas ataduras, y si podían, por lo menos los restrasarían en tiempo suficiente. Con todas esas personas inmovilizadas podrían estorbar al resto el tiempo suficiente, lo segundos preciosos que necesitaba.
Llevé la mano a la pistolera debajo de la gabardina, con un movimiento limpio saqué a Redemtio y apoyé el brazo izquierdo en el derecho para más estabilidad. Respiré hondo, la niebla negra se volvió más densa que antes, dejando sólo que el brillo rojizo de mis ojos fuera visible mientras se concentraba en la punta del cañón de mi pistola. Alineé la mira entre los cuerpos de los inmovilizados y traté de evitar que nadie se pusiera en medio antes de disparar. Y entonces apreté el gatillo. La bala salió disparada, apuntando a una de las piernas por debajo de la rodilla, era una bala de gran calibre, el impacto sería lo suficiente como para derribarla, pero no quería dar en el muslo por si le seccionaba la femoral, la quería viva, de momento. Además junto con la bala iba Magna punit si su control requería de su concentración esta técnica podría cortarla de raíz.
Procuré no quedarme quieta, tantas personas con un solo objetivo, pero con ese frenesí su organización fallaría y se meterían en el camino de los otros. Procuré moverme y defenderme, esquivando cortes, golpes y algún que otro mordisco, pero aun así algunos ataques llegaban a mí. Una onda cortante marcó un tajo en mi espalda, el dolor casi hace que caiga al suelo, pero no podía permitirme pararme ahí. Di un paso al frente y traté de tomar algo más de distancia de la muchedumbre, impulsándome con la voluntad de seguir y sin quitar un ojo de encima a aquella mujer. Entonces una de las personas con una mancha roja en el pecho se cruzó delante mío con un sable en la mano, elevándolo para lanzar un corte y bloqueando la línea de visión con aquella mujer. Pero lo que ella no sabía era que ese, y todos lo que había mantenido cerca mío estaban marcados, me había estado moviendo todo el rato alrededor de los marcados y de las manchas. Elevé a Purgatio y paré el tajo con el cañón, fue entonces cuando chasqueé los dedos y una palabra salió de mis labios "Captionem". En ese instante una serie de zarcillos negros emergieron de las manchas del terreno, buscando todas la marca más cercana y atándose a los marcados. No creía que pudieran resistirse a la fuerza de esas ataduras, y si podían, por lo menos los restrasarían en tiempo suficiente. Con todas esas personas inmovilizadas podrían estorbar al resto el tiempo suficiente, lo segundos preciosos que necesitaba.
Llevé la mano a la pistolera debajo de la gabardina, con un movimiento limpio saqué a Redemtio y apoyé el brazo izquierdo en el derecho para más estabilidad. Respiré hondo, la niebla negra se volvió más densa que antes, dejando sólo que el brillo rojizo de mis ojos fuera visible mientras se concentraba en la punta del cañón de mi pistola. Alineé la mira entre los cuerpos de los inmovilizados y traté de evitar que nadie se pusiera en medio antes de disparar. Y entonces apreté el gatillo. La bala salió disparada, apuntando a una de las piernas por debajo de la rodilla, era una bala de gran calibre, el impacto sería lo suficiente como para derribarla, pero no quería dar en el muslo por si le seccionaba la femoral, la quería viva, de momento. Además junto con la bala iba Magna punit si su control requería de su concentración esta técnica podría cortarla de raíz.
- Resumen:
- Defenderme de los ataques, moverme para atrapar a los hipnotizados con Captionem y aprovechar el tiempo que esto me de para disparar a la pierna de la señora con Magna Punit
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