Hayden Ashworth
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Sus brazos quemaban. Hacía años que no tenía esa sensación, siendo un dragón incapaz de arder. Tenía todavía a algunos de esos perros encima, clavándole sus infernales colmillos. Apretó los dientes. El dolor era algo que podía resistir con facilidad, pero aquella quemazón podría convertirse en algo increíblemente molesto si continuaba. Tendría que preocuparse de lo que lo hacía especial luego. Por ahora, debía librarse de aquellas cosas. Buscó agarrar con cada mano las bestias que estuviesen en el brazo contrario para luego arrancarlas con toda su fuerza y lanzarlas lo más lejos posible.
Una vez hecho aquello, miró hacia delante para mirar como uno de sus objetivos había conseguido emular sus llamas y con ellas atacar al pelirrojo. No había duda, sabía que el agente era más que capaz de librarse de aquel ataque con facilidad, pero... Aquello le cabreó. Llevaba años sin ver al pelirrojo y ahora... alguien amenazaba con matar a su amigo utilizando las mismas llamas que deberían usarse para protegerlo.
El suelo bajo los pies del dragón se agrietó a la par que un aura dorada lo rodeaba de golpe, violenta y alocada como un incendio. Los poderes ígneos no era algo con lo que se pudiese jugar. Las lecciones más importantes al respecto durante su entrenamiento en Reddo fueron severas y claras. El fuego es útil, da vida y da calor, sin embargo... Es destructivo y descontrolado. Usarlo como un escudo era peligroso si no tienes control, pues puede convertirse fácilmente en una espada de doble filo. Su pelo era ahora dorado y picudo, acompañando su asalvajada aura. No iba a dejar que nadie atacase a Kus con sus propios poderes.
Se impulsó hacia delante, rompiendo el suelo tras de si, levantando una gigantesca polvareda y dirigiendo un fuerte y rápido puñetazo al rostro de la persona que había copiado su fuego. A su vez, no dejaba de mirarlo con un sereno rostro y el ceño fruncido.
Una vez hecho aquello, miró hacia delante para mirar como uno de sus objetivos había conseguido emular sus llamas y con ellas atacar al pelirrojo. No había duda, sabía que el agente era más que capaz de librarse de aquel ataque con facilidad, pero... Aquello le cabreó. Llevaba años sin ver al pelirrojo y ahora... alguien amenazaba con matar a su amigo utilizando las mismas llamas que deberían usarse para protegerlo.
El suelo bajo los pies del dragón se agrietó a la par que un aura dorada lo rodeaba de golpe, violenta y alocada como un incendio. Los poderes ígneos no era algo con lo que se pudiese jugar. Las lecciones más importantes al respecto durante su entrenamiento en Reddo fueron severas y claras. El fuego es útil, da vida y da calor, sin embargo... Es destructivo y descontrolado. Usarlo como un escudo era peligroso si no tienes control, pues puede convertirse fácilmente en una espada de doble filo. Su pelo era ahora dorado y picudo, acompañando su asalvajada aura. No iba a dejar que nadie atacase a Kus con sus propios poderes.
Se impulsó hacia delante, rompiendo el suelo tras de si, levantando una gigantesca polvareda y dirigiendo un fuerte y rápido puñetazo al rostro de la persona que había copiado su fuego. A su vez, no dejaba de mirarlo con un sereno rostro y el ceño fruncido.
- Resumen:
- Intento quitarme a los bichos de encima para poder soportar mejor la quemazón y luego utilizo mi Dragón Interior (+1 rango en fuerza y resistencia) y ataco al señor copia fuegos
Hamlet
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Akuma no mi
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El avance hasta el manglar 38 resultaba extremadamente arduo, y solo Iulio parecía mantener su inalterable temple. Yo me mantenía algo rezagado, no solo protegiendo la retaguardia sino recuperándome del fatigador combate contra las hordas de muertos. Sin embargo, no dejaba que ese cansancio fuera patente. Las tropas debían mantenerse animadas, y que una de sus figuras de liderazgo quedase en tan mal estado lograría una fatal caída de la moral del grupo.
En el manglar la escena no era menos dantesca. Muertos y canes se dirigían por igual al lugar. Un hombre de extraña apariencia se erguía entre ellos, bailando un lento vals con un cadáver entre sus brazos. Abandoné mi posición en el batallón para acercarme a la vanguardia e interponerme entre el pelotón y el que parecía ser nuestro siguiente rival.
No obstante, una ligera sensación de mareo y malestar inundó mi cuerpo. En un parpadeo, hallé a todos los miembros de la escuadra muertos, fenecidos en las formas más grotescas. Iulio yacía en el suelo boca abajo, mientras un voraz fuego devoraba su espalda. Kenzo había sido empalado por sus ocho espaldas, y su boca solo emitía un frágil gorjeo. De Eric solo pude reconocer sus pantalones, sus sandalias y sus brazos tatuados, puesto que el resto de su cuerpo permanecía sepultado bajo una enorme roca. El cuerpo de Aoi se retorcía mientras expulsaba espumarajos por la boca. El cadáver de un dragón -el Vicealmirante Kasai, seguramente-, presidía el montículo de cuerpos, con sendas alas y todas sus escamas arrancadas, sangrando más que todo el batallón.
Sacudí la cabeza, aquello no podía estar pasando. Para mi desgracia, solo encontré más cadáveres. Kimura, Tobias y Ciaran descuartizados horriblemente, y Bizvan realizando un último esfuerzo para sellar el profundo corte de su cuello. Dirigí mi mano para ayudarle, pero expiró en ese pequeño lapso de tiempo. La sombra de la Aguja cubría aquella masacre. Las voces de Padre y Madre inundaban mis oídos, recordándome mil conversaciones que había tenido con ellos. Pero esta vez, su tono estaba lleno ira y decepción.
-No quería enfadaros... -mascullé, sin darme cuenta de lo infantil que resultaba la frase.
Seguí absorto por estas ensoñaciones, hasta que un feroz rugido se acercó a mí. Los voraces seres que nos rodeaban reemprendieron el ataque. Apreté los dientes e, iracundo, asesté los golpes más fuertes que pude contra aquellas monstruosidades. Venían a por nosotros, hambrientos y fieros.
-¡Despertad! -bramé con todas mis fuerzas-. ¡Esta es la única batalla que importa en este momento, no las que ya hemos librado! ¡Luchad por vosotros, por los buenos recuerdos que aún os quedan y por los compañeros a los que habéis jurado proteger! ¡Por la paz en los Blues! ¡Por los que ya no están con nosotros! ¡A las armas! ¡Formación defensiva!
Ese mismo mensaje, que tan claro parecía lanzar a mis camaradas, también me lo estaba dando a mí mismo. Yo debía mantenerme responsable por todos. Combatiría en primera línea para defenderles. Esperaba que Iulio recobrase la conciencia y atacase al artífice de aquellos horribles espejismos.
En el manglar la escena no era menos dantesca. Muertos y canes se dirigían por igual al lugar. Un hombre de extraña apariencia se erguía entre ellos, bailando un lento vals con un cadáver entre sus brazos. Abandoné mi posición en el batallón para acercarme a la vanguardia e interponerme entre el pelotón y el que parecía ser nuestro siguiente rival.
No obstante, una ligera sensación de mareo y malestar inundó mi cuerpo. En un parpadeo, hallé a todos los miembros de la escuadra muertos, fenecidos en las formas más grotescas. Iulio yacía en el suelo boca abajo, mientras un voraz fuego devoraba su espalda. Kenzo había sido empalado por sus ocho espaldas, y su boca solo emitía un frágil gorjeo. De Eric solo pude reconocer sus pantalones, sus sandalias y sus brazos tatuados, puesto que el resto de su cuerpo permanecía sepultado bajo una enorme roca. El cuerpo de Aoi se retorcía mientras expulsaba espumarajos por la boca. El cadáver de un dragón -el Vicealmirante Kasai, seguramente-, presidía el montículo de cuerpos, con sendas alas y todas sus escamas arrancadas, sangrando más que todo el batallón.
Sacudí la cabeza, aquello no podía estar pasando. Para mi desgracia, solo encontré más cadáveres. Kimura, Tobias y Ciaran descuartizados horriblemente, y Bizvan realizando un último esfuerzo para sellar el profundo corte de su cuello. Dirigí mi mano para ayudarle, pero expiró en ese pequeño lapso de tiempo. La sombra de la Aguja cubría aquella masacre. Las voces de Padre y Madre inundaban mis oídos, recordándome mil conversaciones que había tenido con ellos. Pero esta vez, su tono estaba lleno ira y decepción.
-No quería enfadaros... -mascullé, sin darme cuenta de lo infantil que resultaba la frase.
Seguí absorto por estas ensoñaciones, hasta que un feroz rugido se acercó a mí. Los voraces seres que nos rodeaban reemprendieron el ataque. Apreté los dientes e, iracundo, asesté los golpes más fuertes que pude contra aquellas monstruosidades. Venían a por nosotros, hambrientos y fieros.
-¡Despertad! -bramé con todas mis fuerzas-. ¡Esta es la única batalla que importa en este momento, no las que ya hemos librado! ¡Luchad por vosotros, por los buenos recuerdos que aún os quedan y por los compañeros a los que habéis jurado proteger! ¡Por la paz en los Blues! ¡Por los que ya no están con nosotros! ¡A las armas! ¡Formación defensiva!
Ese mismo mensaje, que tan claro parecía lanzar a mis camaradas, también me lo estaba dando a mí mismo. Yo debía mantenerme responsable por todos. Combatiría en primera línea para defenderles. Esperaba que Iulio recobrase la conciencia y atacase al artífice de aquellos horribles espejismos.
- Resumen:
- Pasarlo fatal con las ilusiones y organizar al batallón para el combate.
William White
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El marine se movió a una velocidad asombrosa, interponiendo aquella pistola entre él y su hoja negra ¿Cómo lo había logrado? Aquel demonio era endiabladamente rápido, por fortuna su suerte cambio con la segunda onda la cual le dio en una de las piernas, la cual, si bien no llego a mutilar, había dejado un buen reguero de sangre.
No tuve mucho más tiempo, ya que me vi forzado a replegarme a una de las salas adyacente, centrándome en las dos auras de aquellos marines, más las palabras que los marines me hicieron vacilar un instante, si aquel hombre tenía al menos una medalla eso significaba que debía ostentar un cargo de capitán o superior, o tal vez uno de esos extraños casos de veteranos, aunque en caso de estar en lo cierto aquello no era lo más preocupante.
-El estos y su superior puede ser un problema grave- pensó para sus adentros -Pero incumplir con Ambrose y los suyos también es peligroso- pensó rápidamente justo antes de que un tercero entrará en escena -¿Qué hace ese necio entrometiéndose? -maldijo para sus adentros al escuchar la metódica y fría voz del sireno, interrumpiendo el movimiento que iba a con el que pretendía lanzar una nueva onda cortante. Por lo que, vacilando, y temiendo poder dañar a su compañero por el camino se mantuvo a la expectativa.
-¿Qué no se en que estoy metido? Me importa una mierda, lo hago por mi hermana, y si para eso tengo que ayudar a esos sectarios… - dije con un tono ronco, fingiendo que la voz se me quebraba - Ojalá solo fueran unos piratuchos de mierda a los que pudiera cazar… Así que dime soldado ¿A quién habéis cabreado para que me obliguen haceros esto? ¿Quiénes son los que se han llevado a mi hermana? Responde o juro por dios…- mascullé entrecortándome, dando por obvio.
Evidentemente no podía decir el nombre de Ambrose, menos si Kaito andaba cerca, ya que en extensión significaría que el lacayo ese seguía con él, posiblemente para controlarnos. Si realmente Ambrose lo había mandado a una misión suicida era algo que debía averiguar, con la vaga esperanza de que los marines supieran algo de unos sectarios aguardo a que estos replicarán una vez más, o al menos a que el necio de Kaito se apartará de allí.
-¡Necio! No se quien eres, pero yo que tu me quitaba de en medio, de lo contrario no garantizo tu seguridad- vocearía a Kaito, mientras volvía a preparar el acero y centraba sus sentidos en los marines restantes, a la vez que pegaba su espalda a la pared. No iban a pillarle con la guardia baja otra vez.
No tuve mucho más tiempo, ya que me vi forzado a replegarme a una de las salas adyacente, centrándome en las dos auras de aquellos marines, más las palabras que los marines me hicieron vacilar un instante, si aquel hombre tenía al menos una medalla eso significaba que debía ostentar un cargo de capitán o superior, o tal vez uno de esos extraños casos de veteranos, aunque en caso de estar en lo cierto aquello no era lo más preocupante.
-El estos y su superior puede ser un problema grave- pensó para sus adentros -Pero incumplir con Ambrose y los suyos también es peligroso- pensó rápidamente justo antes de que un tercero entrará en escena -¿Qué hace ese necio entrometiéndose? -maldijo para sus adentros al escuchar la metódica y fría voz del sireno, interrumpiendo el movimiento que iba a con el que pretendía lanzar una nueva onda cortante. Por lo que, vacilando, y temiendo poder dañar a su compañero por el camino se mantuvo a la expectativa.
-¿Qué no se en que estoy metido? Me importa una mierda, lo hago por mi hermana, y si para eso tengo que ayudar a esos sectarios… - dije con un tono ronco, fingiendo que la voz se me quebraba - Ojalá solo fueran unos piratuchos de mierda a los que pudiera cazar… Así que dime soldado ¿A quién habéis cabreado para que me obliguen haceros esto? ¿Quiénes son los que se han llevado a mi hermana? Responde o juro por dios…- mascullé entrecortándome, dando por obvio.
Evidentemente no podía decir el nombre de Ambrose, menos si Kaito andaba cerca, ya que en extensión significaría que el lacayo ese seguía con él, posiblemente para controlarnos. Si realmente Ambrose lo había mandado a una misión suicida era algo que debía averiguar, con la vaga esperanza de que los marines supieran algo de unos sectarios aguardo a que estos replicarán una vez más, o al menos a que el necio de Kaito se apartará de allí.
-¡Necio! No se quien eres, pero yo que tu me quitaba de en medio, de lo contrario no garantizo tu seguridad- vocearía a Kaito, mientras volvía a preparar el acero y centraba sus sentidos en los marines restantes, a la vez que pegaba su espalda a la pared. No iban a pillarle con la guardia baja otra vez.
- Resumen:
En vista de que Kaito se interpone, me veo forzado a hacer un cambio de planes radical, así que miento a los marines a gritos mientras me mantengo en guardia a la espera de tirarles de la lengua. Prosigo con mantra activo así que 3 turnos usados van ya...
Normas del capítulo:
Moderación
- Se moderará lunes y jueves entre las 22:00 y las 23:59.
- No se puede postear los lunes o jueves antes de la moderación.
- Hay un reloj que marca el tiempo restante. Cuando acaba los temas se cierran.
- Está prohibido metarrolear, powerrolear y demás actitudes tóxicas.
- A más riesgo, más premio.
- Como es tradición, el barco de Sons of Anarchy se hundirá en algún momento.
- Cada post debe ocupar entre 250 y 1.200 palabras. Si no se está en estos límites, el post podría ser ignorado.
- Es responsabilidad de un usuario comunicarse con la gente con la que interactúa.
- Si un post tiene más de 15 faltas ortográficas por párrafo podría ser ignorado.
- Hacer un resumen de acciones relevantes es obligatorio independientemente de la extensión.
- La ley del plot no es a prueba de idiotas.
Moderación
- Los liantes de Sabaody:
- Arthur se dispuso a acercarse al lugar donde se encontraba su hermana con aquel tipo grandote que al parecer la había estado cuidado. Vega, le entrego la armadura a Dexter y después pensó en cómo responder de forma adecuada a sus preguntas. Había cosas que ella no sabía, después de todo solo era una “prostituta” seguramente su hermano tuviera más información de la que pudiera tener ella.
Aunque su primera reacción fue la de arquear una ceja ¿enserio en esa situación le estaba preguntando si le parecía o no atractivo? Sinceramente, no pensaba que fuera un lugar donde ponerse a hablar de algo así. En vez de Vega, quien respondió a tu pregunta fue Arthuro ― en el maletín había informes sobre los movimientos de ambas bandas, nombres de todos sus tripulantes y sobre todo para quien trabajan, Orión y no solamente él. Los piratas de Kepler quienes buscan algo desesperadamente y no les importa llevarse todo por delante con tal de conseguirlo ― suspiro de forma larga y después te señalo el cielo.
― Esa especie de cometa, no sé del todo bien que es o que contiene, tan solo sé que lo buscan, lo quieren por alguna razón y harán cualquier cosa para conseguirlo, creen que caerá pronto ― se acercó a su hermana para asegurarse de que estaba bien. Se estiro un poco y después miro a su alrededor, desde luego se habían juntado un grupo de lo más peculiar. ― Sirio va a dar el golpe final, estoy seguro de ello pero aún no sé dónde está, ese cabronazo está bien escondido ― no era una información que Sirio compartiese con todo el mundo claro.
― Tenemos que dar con él, seguramente este en alguna zona del norte de la isla, ¿Dónde concretamente? A saber, pero seguro que lo averiguamos pronto, ¿puedes usar esos espejos tuyos para ver donde se dirigen? ― señalo a los perros de Sirio, que poco a poco abandonaban el lugar donde estaban para acudir todos al mismo punto, el ejército se estaba reuniendo de nuevo y todo dará paso al movimiento final del plan de aquel perro infernal. Esperaba que el tipo de la bufanda pudiera hacer algo al respecto, dudaba mucho que los dos piratas de Sirio quisieran abrir la boca, no todos eran lo suficientemente valientes como para llevarle la contraria a aquel animal. Pero al parecer se había largado sin ni si quiera despedirse así que no iba a servir para mucho.
Podéis ver que los animes se dirigen hacía el manglar 38. Si os dirigís hasta allí os toparéis con Mera y su hermana gemela Mira. Si las dos pelirrojas están allí frente a vosotros como si nada, en su espalda podéis ver a un ejército completo de esos animalejos fantasmagóricos. ― Parece que nos encontramos de nuevo, ¿venís a pelear con nosotras o preferís hacer un trato? Parece que os gusta mucho hacer tratos y trapichear con cosas que no debéis tocar ¿verdad Vega? ― Las dos gemelas niegan con la cabeza disgustadas.
Si alguno de los presentes hace un mínimo gesto que pueda parecer peligroso los animales y los jinetes fantasmales se lanzaran contra vosotros para ver si consiguen desmembraros un poquito al menos. Si no, siempre podéis ver si las gemelas quieren mantener una tranquila charla con vosotros, por el momento no parece que vayan a atacaros.
- Justices Riders:
- Enhorabuena has conseguido despertar del sueño macabro en el que te habías sumido. Lo has hecho justo a tiempo, pues los perros estaban a punto de abalanzarse sobre vosotros. Los hombres consiguen despertarse ante tus gritos y obedecen tus ordenes al ver la que se les viene encima. La posición defensiva consigue contener el avance de los perros, sin embargo, parece que vuestro enemigo principal no está muy conforme. De repente, arranca una de las costillas del esqueleto que sostiene entre sus manos y te la lanza como si fuese una flecha a toda velocidad. Como si esto fuera poco, comienzas a escuchar un leve siseo que avanza hacia vosotros desde la retaguardia. Parece que cada vez se os suman más y más problemas. Si te giras, puedes ver que hay una cantidad considerable de distintos tipos de serpientes que se acercan hacia vosotros y que se escurren entre los perros para intentar atacaros.
Por otro lado Iulio, que suerte que tienes a la pequeña Adhara contigo ¿verdad? Logras sobreponerte a la voz de aquel hombre ya que no las estas escuchando, pero aún sientes pesar y congoja en el cuerpo. Lanzas tu ataque, pero el hombre en un movimiento ágil como el de un bailarín experimentado se va moviendo por toda la zona evitando que tu luz pueda hacerle un daño considerable. Sí que consigues rozar algunas partes de su cuerpo provocando leves quemaduras en su ropa, pero no parece molestarle en absoluto, él sigue bailando con su rostro tapado por su larga cabellera blanca y acompañado de su maravilloso esqueleto. Además de eso, en un movimiento de su cabeza uno de sus brillantes y terribles ojos verdes mira fijamente a Adhara quien se queda petrificada en el sitio. Si, literalmente petrificada, la pequeña comienza a cubrirse de una fina capa de roca que va subiendo desde sus piernecitas hasta el resto de su cuerpo y esta piedra empieza a ascender por tu mano hasta cubrir parte de tu propio antebrazo.
Mientras los perros, los muertos y las serpientes se encargan de Hamlet y el pequeño ejército con el que contáis, y la pequeña Adhara y Iulio comienzan a petrificarse, nuestro querido Rigel danza hacia un lugar lejano, intentando perderse de vuestra vista.
- RAL:
- Parece que tu estrategia surte efecto, ¡buen trabajo! Las ataduras que has liberado de los cuerpos de los marcados les impide moverse. Gracias a eso consigues un tiro limpio. La bala impacta de lleno en su pierna y cae al suelo. Comienza a gritar mientras sangra e intenta alejarse de ti arrastrándose por el suelo. Muy poco digno, para alguien que se mostraba tan altanera. Si te acercas a ella podrás escuchar cómo está murmurando de forma muy leve unas palabras un poco extrañas. Sientes que te pesan los ojos, como si te estuvieses durmiendo. Sin embargo, si tienes la suficiente perspicacia de saber que algo va mal, podrás hacerte cargo de ello y llevártela para un interrogatorio. Te recomendaría que si quieres devolver a los “locos” a su estado normal, consigas que la señora colabore contigo.
- Edén y Zuzu:
- Ante tu velocidad, Kus, la circense se sorprende. No puede hacer mucho por esquivar tu primer ataque, así que de forma certera atraviesas su muslo derecho dejándole un agujerito, a lo que la mujer gruñe. No creas que te va a permitir hacer el segundo ataque. Usando su otra pierna, coloca su pie sobre la muñeca de la mano que sujeta la espada, gira sobre ti, pasando por encima de tu cabeza, y se coloca a tu espalda. Intentará entonces enrollar su látigo en tu cuello y tirar, intentando ahorcarte. Puedes sentir, como el látigo brilla de una forma un poco curiosa, además, tu onda sónica no sale. Y si quisieses hablar con Zuko, o emitir algún sonido, te darías cuenta de que tampoco puedes. Incluso has dejado de escuchar el ladrido de los perros. Cualquiera diría que te encuentras dentro de una habitación insonorizada.
Por tu parte, Zuko, consigues golpear al hombre en la cara sin mucho problema. Este sale despedido como si fuese un muñeco y da un par de golpes contra el suelo. Aun así, consigue levantarse y, tras sacudirse un poquito el polvo, te mira desafiante. Parece que tu puñetazo no le ha impresionado mucho. Sin embargo, puedes ver cómo le sangra el labio y seguramente tenga alguna lesión interna, pero él no hace muecas ni se queja. Se lanza hacia ti con el mismo fuego azul que has podido ver en los colmillos de los perros, rodeando su puño derecho. Tiene intención de golpearte en el mismo sitio donde le has golpeado a él.
Mientras tanto, la circense, al tiempo que intenta ahorcar a Kus, lanza seis cuchillos hacia Ruffo, aprovechando que está de espaldas. Quiere comprobar si su poder de repulsión está activo para todo su cuerpo.
—Mirad la moderación de Oppen—
- Oppen:
- Wallace se queda un poco impresionado ante tu reprimenda. No entiende muy bien a qué ha venido todo eso, pero la verdad es que tampoco le importa. Él tiene sus órdenes, y aunque le gustaría ir a combatir contra los piratas, tiene que ir a proteger a los ciudadanos. Por ese motivo simplemente te deja marchar, y él parte a hacer su misión.
Realizas todo el viaje a través de tus espejos hasta que consigues llegar al manglar 38. Sin embargo, de primeras, parece que no escuchas ni ves nada interesante. De repente, oyes una jauría de perros, y cuando te diriges al lugar puedes distinguir a un hombre fornido luchando contra lo que parece ser un vicealmirante y una jovencita intentando ahorcar a un chico pelirrojo. Lanzas tus técnicas hacia el que crees que tiene mayor rango, en este caso, el hombretón. Sin embargo, el hombre esquiva en la primera, realizando un salta. La segunda consigue impactar en su pierna derecha pero no le hace grandes daños, e intenta aprovechar el impulso del salto para golpear a Zuko con más fuerza.
—Mira la moderación de Edén—
- Kaito y Will:
Los marines se quedan patidifusos ante la aparición de Kaito, pero aunque alzan las armas y le apuntan, hablan antes de disparar. El herido aparta la pierna para dejarla lejos de su alcance, sin fiarse ni un pelo.
-¿Quién coño eres tú? ¿Y cómo has llegado aquí?
Su sorpresa no es de extrañar dado que fuera del diminuto manglar los perros del infierno siguen campando a sus anchas, devorando todo aquello que se les pone a tiro. Los pobres marines no entienden cómo tres personas han logrado atravesarlos, pero están dispuestos a averiguarlo. El hombre de la pistola apunta al chef, que ha seguido a Kaito y contempla la escena con los brazos cruzados y cara de exasperación. Frunce el ceño al ver el arma.
-Yo que tú no haría eso. No si aprecias tus sesos, al menos. No creo que sean de mucha calidad, pero sería una pérdida de carne estúpida.
Es entonces cuando William interviene y los marines se miran entre ellos, confusos. Creían que el hombre pulpo venía al rescate del que les ha tirado el techo encima, pero ahora ya no lo tienen tan claro. El de la pistola respira hondo y baja las armas, llevándose una mano a la cabeza. Hay que hacer algo, claramente.
-No hemos cabreado a nadie.- Dice, intentando mantener la calma.- Sabaody estaba así cuando llegó la marina. Ni nosotros ni la revolución hemos iniciado la disputa. Sabemos que hay una poderosa banda pirata detrás de los saqueos y la destrucción. Tienen lazos con todo tipo de criminales y… seguramente tu hermana haya sido víctima de ellos. Nos quedamos aislados aquí y perdimos contacto con nuestros superiores, pero por fin hemos sido capaces de hacer funcionar uno de los den den mushis.
Para y vacila un poco, intercambiando una mirada con su compañero antes de seguir y haceros una oferta… curiosa.
-Hemos pedido refuerzos. Van a tomar una ruta alternativa y no deberían tardar mucho en llegar. Si venís conmigo, os llevaremos a un sitio seguro y podrás darnos información para que logremos rescatar a tu hermana. Pero nada de armas. Nada de peleas. La otra opción es que salgáis de esta casucha encadenados por ataque a un oficial de la marina. Queda a vuestra elección.
Y el muy desgraciado continuaba cantando como si nada de lo que sucedía a su alrededor fuese con él. La jauría de perros del averno y el ejército de no muertos que comenzaba a brotar del suelo cual raíces de grueso alcornoque obedecían sus incomprensibles designios, dirigiendo su atención hacia nosotros para enviarnos a su reino. Era una parafernalia tan poética como trágica. Y peligrosa, pues un tacto frío en la mano que tocaba el muslo de Adhara me informó de que algo iba especialmente mal. ¿Piedra? Aquello era el colmo.
Solté el muslo de la niña por puro instinto, pero me forcé a no apartarla de mis hombros. Aquella decisión era un peligro en sí misma, lo sabía, mas me negaba a abandonar a la pequeña a su suerte. Por otro lado, ¿qué sería de mí si esa infernal melodía golpeaba también mis oídos? No, debía detener su coreografía y su canto. ¿Que por qué? No terminaba de entender cuál era exactamente la habilidad de aquel sujeto más allá de ser un verdadero dolor de cabeza. Aun así. sólo un demente de las más épicas proporciones actuaría de un modo tan raro en un contexto como aquél si no tuviese un fin. No había que ser un genio para notarlo. Fuera como fuese, resultaba crucial que actuase cuanto antes.
Llevé mi mano libre a mi espalda, extrayendo en orden y con gran velocidad todos y cada uno de los espejos que conformaban a Blancanieves. Los arrojé en su dirección, aunque no hacia él directamente. Estos quedaron levitando en el aire, mantenidos en una posición estratégica gracias a los pequeños propulsores con los que contaban. Y entonces comenzó la lluvia. Unas manos cada vez más frías iniciaron una nueva lluvia de proyectiles, indiscriminada esa vez, que rebotó un sinfín de veces antes de regar las cercanías con su luz.
Contando con que aquello no funcionase tan bien como había planeado, dejé que la luz fuese creciendo cada vez más en mí para subir una marcha en caso de que fuese necesario. Estaba seguro de que Wyrm podría lidiar por el momento con la horda de no muertos sedientos de sangre que se abalanzaba sobre nosotros, así que decidí centrar mis esfuerzos en aquel sujeto.
Solté el muslo de la niña por puro instinto, pero me forcé a no apartarla de mis hombros. Aquella decisión era un peligro en sí misma, lo sabía, mas me negaba a abandonar a la pequeña a su suerte. Por otro lado, ¿qué sería de mí si esa infernal melodía golpeaba también mis oídos? No, debía detener su coreografía y su canto. ¿Que por qué? No terminaba de entender cuál era exactamente la habilidad de aquel sujeto más allá de ser un verdadero dolor de cabeza. Aun así. sólo un demente de las más épicas proporciones actuaría de un modo tan raro en un contexto como aquél si no tuviese un fin. No había que ser un genio para notarlo. Fuera como fuese, resultaba crucial que actuase cuanto antes.
Llevé mi mano libre a mi espalda, extrayendo en orden y con gran velocidad todos y cada uno de los espejos que conformaban a Blancanieves. Los arrojé en su dirección, aunque no hacia él directamente. Estos quedaron levitando en el aire, mantenidos en una posición estratégica gracias a los pequeños propulsores con los que contaban. Y entonces comenzó la lluvia. Unas manos cada vez más frías iniciaron una nueva lluvia de proyectiles, indiscriminada esa vez, que rebotó un sinfín de veces antes de regar las cercanías con su luz.
Contando con que aquello no funcionase tan bien como había planeado, dejé que la luz fuese creciendo cada vez más en mí para subir una marcha en caso de que fuese necesario. Estaba seguro de que Wyrm podría lidiar por el momento con la horda de no muertos sedientos de sangre que se abalanzaba sobre nosotros, así que decidí centrar mis esfuerzos en aquel sujeto.
- Resumen:
- Usar a Blancanieves para colocar muchos espejos en la zona en la que baila ese señor tan tétrico y emplearlos para reflejar láseres. La intención es que el resultado final sea como una lluvia.
Roland Oppenheimer
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fuerza
Fortaleza
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Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Las ondas cortantes volaron rápidamente a un hombre grande, de amplia musculatura, que se estaba peleando con el Vicealmirante Zuko Kasai. Roland aún recordaba de aquella misión en Cactus Island, en la cuál desapareció dejándole colgado. Otro imbécil de la marine, como prácticamente todo el cuerpo. Uno de los ataques alcanzó al pirata en la pierna, aunque lo ignoró, como si apenas lo hubiera sentido. «Puto imbécil, deja de hacerte el machito» pensó mientras preparaba su siguiente ataque.
Lo cierto es que había sido una suerte encontrarse con un vicealmirante en aquel lugar. Si derrotaba al pirata por él, no le quedaría más que admitir sus capacidades. En cuanto aquello ocurriera, obligaría al Gobierno Mundial a expresar un disculpa pública por su nefasta actuación y a readmitirle con honores dentro de su cuerpo. Ya podía oler el ascenso. Más lejos, peleando con una mujer que también parecía una oficial de los piratas, había un pelirrojo que le estaba haciendo frente, aunque no parecía estar pasándolo precisamente bien. «Espera, ese ojo...»
—Bueno, cambio de planes —se dijo a sí mismo. Saco unos objetos del interior de su ropa, entre ellos un pequeño Den Den Mushi de muñeca, y se los pasó a Dnalor aprovechando que no se habían percatado de su presencia—. Estos amariconados que no son capaces ni de percibirme se van a cagar. Dnalor, ya sabes qué hacer.
Los minks, el real y el reflejo se dividieron. El primero se acercó al combate entre Kasai y el de los nervios atrofiados, preparado para atacar en el momento oportuno. Por su parte, Dnalor voló hasta posicionarse sobre el pelirrojos. Kusanagi Yu, otro estirado demasiado amigo de la revolución para su gusto. Sabía infiltrarse, debía reconocerlo, pero tal vez fuera un agente doble. Sin embargo, si le salvaba la vida, le debería un favor. Uno muy grande. Y de paso si derrotaba a la mujer... Sin duda demostraría su valía no solo ante la marina sino ante la agencia de espionaje. Dnalor se abrochó el Den Den Mushi en la muñeca derecha, ya que al ser un reflejo actuaba a la inversa que el original, pulsó un botón en otro de los extraños objetos que había recibido del real, y lo dejó caer justo detrás de la mujer. Se alejó volando sobre su espejo y se preparó para activar la señal.
Mientras tanto, el original, que había estado observando el combate entre los jefes de las facciones, encontró el momento ideal. Su puño parecía envuelto en fuego, lo que hizo que una sonrisa asomara en su boca. «No podía pedir nada mejor. Si es usuario, esto será coser y cantar» pensó mientras volaba silenciosamente como solo se puede hacer con un espejo controlado mentalmente a toda velocidad contra la espalda del pirata. No estaba haciendo ruido, estaba fuera de su rango de visión y, en el último instante, usó la técnica del Rokushiki para no darle ninguna oportunidad al criminal.
—¡Soru: Juicio de Vrontí! —gritaría tras realizar el ataque.
Fue en aquel mismo instante cuando Dnalor activó el Explosivo Acoplativo de Alta Demolición a Distancia.
Lo cierto es que había sido una suerte encontrarse con un vicealmirante en aquel lugar. Si derrotaba al pirata por él, no le quedaría más que admitir sus capacidades. En cuanto aquello ocurriera, obligaría al Gobierno Mundial a expresar un disculpa pública por su nefasta actuación y a readmitirle con honores dentro de su cuerpo. Ya podía oler el ascenso. Más lejos, peleando con una mujer que también parecía una oficial de los piratas, había un pelirrojo que le estaba haciendo frente, aunque no parecía estar pasándolo precisamente bien. «Espera, ese ojo...»
—Bueno, cambio de planes —se dijo a sí mismo. Saco unos objetos del interior de su ropa, entre ellos un pequeño Den Den Mushi de muñeca, y se los pasó a Dnalor aprovechando que no se habían percatado de su presencia—. Estos amariconados que no son capaces ni de percibirme se van a cagar. Dnalor, ya sabes qué hacer.
Los minks, el real y el reflejo se dividieron. El primero se acercó al combate entre Kasai y el de los nervios atrofiados, preparado para atacar en el momento oportuno. Por su parte, Dnalor voló hasta posicionarse sobre el pelirrojos. Kusanagi Yu, otro estirado demasiado amigo de la revolución para su gusto. Sabía infiltrarse, debía reconocerlo, pero tal vez fuera un agente doble. Sin embargo, si le salvaba la vida, le debería un favor. Uno muy grande. Y de paso si derrotaba a la mujer... Sin duda demostraría su valía no solo ante la marina sino ante la agencia de espionaje. Dnalor se abrochó el Den Den Mushi en la muñeca derecha, ya que al ser un reflejo actuaba a la inversa que el original, pulsó un botón en otro de los extraños objetos que había recibido del real, y lo dejó caer justo detrás de la mujer. Se alejó volando sobre su espejo y se preparó para activar la señal.
Mientras tanto, el original, que había estado observando el combate entre los jefes de las facciones, encontró el momento ideal. Su puño parecía envuelto en fuego, lo que hizo que una sonrisa asomara en su boca. «No podía pedir nada mejor. Si es usuario, esto será coser y cantar» pensó mientras volaba silenciosamente como solo se puede hacer con un espejo controlado mentalmente a toda velocidad contra la espalda del pirata. No estaba haciendo ruido, estaba fuera de su rango de visión y, en el último instante, usó la técnica del Rokushiki para no darle ninguna oportunidad al criminal.
—¡Soru: Juicio de Vrontí! —gritaría tras realizar el ataque.
Fue en aquel mismo instante cuando Dnalor activó el Explosivo Acoplativo de Alta Demolición a Distancia.
- Resumen:
- Enviar al clon a ayudar a Kus usando una bombita de nah y atacar al que parece el jefe pirata por la espalda, a lo guarro. PD: La bombita también se tira por la espalda. Puestos a ser guarros, lo hace.
RAL
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Reinaba una extraña calma, el silencio sobrecogedor de esa sala contrastaba con los ruidos amortiguados del conflicto que había fuera de aquellas paredes. Un goteo constante marcaba un ritmo monótono sobre los gritos esporádicos de los enloquecidos que había abajo. No había tenido mucho tiempo y la situación era más precaria de lo que esperaba. Miré la quemadura en forma de círculo en mi muñeca y recordé la razón por la que había amordazado a aquella mujer. Sus susurros tenían un efecto extraño y tuve que quemarme con el cañón de mi arma para no perder la compostura. Estábamos en una primera planta, en un edificio abandonado a su suerte en medio de toda esta guerra, con los muebles tirados o rotos y las ventanas hechas añicos. Delante de mi, atada a una silla estaba ella, amordazada con un trozo de tela que había arrancado de su vestido. Sus párpados se movieron antes de abrirlos al volver en si. Cuando sus ojos se encontraron con los míos la expresión de terror regresó a su rostro.
- Ah, estás despierta. - Comenté levantándome de la silla y acercándome a ella unos pasos. - Bien, podemos comenzar con la lección de historia. Mucho antes de que los mares se llenasen de bocazas mazados en espandex, piratas con pinta de meretriz disfrazada y personalidad de princesita mimada, o delincuentes que no dudan un segundo en contarte lo trágico e injusto que fue su pasado mientras presumen de lo única y especial que es su espada... Existía el villano caballeroso. Su acto más famoso era atar a alguien a las vías del umi resha. Es simple, barato, personal y mortal, pero te da una pequeña esperanza. Este villano de la vieja escuela tenía esos cartuchos de dinamita conectados a un despertador, y lo que es más poético de eso es el "tic tac", podías escucharlo tic tac tic tac... ahora todo el mundo está pasando a las opciones digitales. No hay sonido no hay emoción. - Me quité el reloj de muñeca y lo puse sobre la mesa, a su lado. - Por desgracia no tengo unas vías a mano, así que he tenido que improvisar. Con esa herida de la pierna no durarás mucho sin tratamiento ¿Notas el goteo de la sangre? - Levanté lo que quedaba de su vestido mostrando la herida de bala, sucia con tierra y barro. - Me he tomado la libertad de lavarla con... bueno el agua que encontré en la bañera de la sala de al lado. No tengo ni idea de cuántos días habrá estado ahí estancada, pero te aseguro que si la herida no te mata, lo que sea que hubiera ahí lo hará. A ambos se nos acaba el tiempo, así que tienes dos opciones, colabora conmigo y saca de su trance a los que tenías hipnotizados, si lo haces te llevaré con la marina. Sé que no es tu opción favorita, pero por lo menos te tratarán las heridas. En cambio si te niegas... - Señalé el reloj con la mano. - Dejaré que el tren se acerque hasta llevarte por delante así que ¿Qué decides? - El goteo que se escuchaba se hizo más intenso. - Tic tac tic tac. El tiempo se agota.
Esperaba que respondiera y colaborase. No le quitaría el ojo de encima en ningún momento y si tenía que quitarle la mordaza la mantendría encañonada en todo momento para que no intentase ningún truco. Si lo hacía la escoltaría hasta el puesto más cercano de la marina, me identificaría y la entregaría tras informar de sus capacidades y de los heridos que había causado.
- Ah, estás despierta. - Comenté levantándome de la silla y acercándome a ella unos pasos. - Bien, podemos comenzar con la lección de historia. Mucho antes de que los mares se llenasen de bocazas mazados en espandex, piratas con pinta de meretriz disfrazada y personalidad de princesita mimada, o delincuentes que no dudan un segundo en contarte lo trágico e injusto que fue su pasado mientras presumen de lo única y especial que es su espada... Existía el villano caballeroso. Su acto más famoso era atar a alguien a las vías del umi resha. Es simple, barato, personal y mortal, pero te da una pequeña esperanza. Este villano de la vieja escuela tenía esos cartuchos de dinamita conectados a un despertador, y lo que es más poético de eso es el "tic tac", podías escucharlo tic tac tic tac... ahora todo el mundo está pasando a las opciones digitales. No hay sonido no hay emoción. - Me quité el reloj de muñeca y lo puse sobre la mesa, a su lado. - Por desgracia no tengo unas vías a mano, así que he tenido que improvisar. Con esa herida de la pierna no durarás mucho sin tratamiento ¿Notas el goteo de la sangre? - Levanté lo que quedaba de su vestido mostrando la herida de bala, sucia con tierra y barro. - Me he tomado la libertad de lavarla con... bueno el agua que encontré en la bañera de la sala de al lado. No tengo ni idea de cuántos días habrá estado ahí estancada, pero te aseguro que si la herida no te mata, lo que sea que hubiera ahí lo hará. A ambos se nos acaba el tiempo, así que tienes dos opciones, colabora conmigo y saca de su trance a los que tenías hipnotizados, si lo haces te llevaré con la marina. Sé que no es tu opción favorita, pero por lo menos te tratarán las heridas. En cambio si te niegas... - Señalé el reloj con la mano. - Dejaré que el tren se acerque hasta llevarte por delante así que ¿Qué decides? - El goteo que se escuchaba se hizo más intenso. - Tic tac tic tac. El tiempo se agota.
Esperaba que respondiera y colaborase. No le quitaría el ojo de encima en ningún momento y si tenía que quitarle la mordaza la mantendría encañonada en todo momento para que no intentase ningún truco. Si lo hacía la escoltaría hasta el puesto más cercano de la marina, me identificaría y la entregaría tras informar de sus capacidades y de los heridos que había causado.
- Resumen:
- Interrogatorio malrollero y lección de historia gratuita.
Pudo sentir cómo su dedo índice perforaba la piel y los músculos de aquella mujer sin aparente dificultad, sacando de ella un gruñido que denotó la considerable molestia; sin embargo, su tajo no llegaría a cumplir su objetivo gracias a sus agudos reflejos, deteniendo su mano con un ágil movimiento de su pierna y cambiando las posiciones al impulsarse con esta. Como era de esperarse, debía ser una persona sumamente ágil si era capaz de moverse así, aunque al menos había logrado su objetivo principal: herirle la pierna. Daba igual lo ágil que fuera, recibir un shigan de lleno era similar a sufrir el impacto de una bala, de modo que la risueña circense vería su movilidad reducida... o eso esperaba. Lo que no esperaba era verse en la incapacidad de explotar como tenía planeado. De hecho, de un momento a otro había dejado de percibir sonido alguno, como si todo cuanto había a su alrededor —los perros, el combate contra el grandullón...— hubiera enmudecido repentinamente. Aquello solo podía significar que el sonido no tenía cabida donde se encontraba y eso, desde luego, le ponía en serios apuros.
«¿En serio? Debo de ser el agente más desgraciado de toda la agencia», maldijo en su mente —tampoco podía hacerlo en voz alta—, activando su mantra para intentar suplir así la carencia de oído. Dudaba que encontrarse con alguien capaz de insonorizar una zona fuera fruto de la casualidad: esas cosas tan solo pasaban en novelas. No, aquella gente sabía más de lo que pensaban sobre ellos, lo que explicaba que conocieran su nombre incluso antes de descubrir su propia identidad. Si contaban con tanta información de ellos, supondrían una amenaza mayor de lo que esperaba.
No tuvo tiempo para entretenerse en estos pensamientos, y es que la acróbata no iba a dejarle espacio para pensar mucho. Su haki le alertó de sus intenciones y, más por acto reflejo que otra cosa, alzó el brazo libre para interponerlo entre el látigo y su cuello, aún con la mujer a su espalda. ¿Intentaba asfixiarle? Bueno, no era mal plan, pero no entraba en sus planes que su vida terminara así. ¿Qué menos que invitarle a una cena primero si tantas ganas le tenía a su cuello? Agudizó sus sentidos —los que podía usar, claro— y lanzó una coz hacia atrás con la intención de golpear la pierna herida de la mujer. Le diera o no, contorsionaría su cuerpo para caer y, asegurándose con el brazo de que el látigo no aferrara su garganta, se zafaría del mismo segundos después de percatarse de una figura sobrevolando la zona. «No me jodas...», suplicó al reconocer a aquel mink, frunciendo el ceño mientras veía cómo dejaba caer algo desde las alturas. No sabía qué demonios estaba haciendo allí Roland pero, por lo poco que había visto de él, estaba seguro de que aquella cosa estallaría pronto.
Fue con esto último en mente que se giró con rapidez para encarar a la circense. Zafarse del agarrón le había supuesto un esfuerzo importante, así que no podría contraatacar de forma adecuada y alejarse al mismo tiempo. Fue por ello que hizo ambas cosas en una única acción, empleando su geppou para impulsarse hacia atrás, intentando usar el rostro de la mujer como apoyo. Si todo salía bien no solo se apartaría del radio de acción de lo que fuera que hubiera arrojado aquel traidor, sino que además empujaría a la acróbata contra ello.
Lo consiguiera o no, emplearía el soru para tomar distancia y comprobar si el sonido volvía a él al alejarse. Pudo ver cómo otro Oppen atacaba al rival de Zuko sin entender muy bien cómo podía estar en dos lugares a la vez, pero poco importaba. Parecía que estaba ayudándoles y los otros dos representaban una amenaza mucho mayor que un ex–agente. Ya ajustarían cuentas después.
«¿En serio? Debo de ser el agente más desgraciado de toda la agencia», maldijo en su mente —tampoco podía hacerlo en voz alta—, activando su mantra para intentar suplir así la carencia de oído. Dudaba que encontrarse con alguien capaz de insonorizar una zona fuera fruto de la casualidad: esas cosas tan solo pasaban en novelas. No, aquella gente sabía más de lo que pensaban sobre ellos, lo que explicaba que conocieran su nombre incluso antes de descubrir su propia identidad. Si contaban con tanta información de ellos, supondrían una amenaza mayor de lo que esperaba.
No tuvo tiempo para entretenerse en estos pensamientos, y es que la acróbata no iba a dejarle espacio para pensar mucho. Su haki le alertó de sus intenciones y, más por acto reflejo que otra cosa, alzó el brazo libre para interponerlo entre el látigo y su cuello, aún con la mujer a su espalda. ¿Intentaba asfixiarle? Bueno, no era mal plan, pero no entraba en sus planes que su vida terminara así. ¿Qué menos que invitarle a una cena primero si tantas ganas le tenía a su cuello? Agudizó sus sentidos —los que podía usar, claro— y lanzó una coz hacia atrás con la intención de golpear la pierna herida de la mujer. Le diera o no, contorsionaría su cuerpo para caer y, asegurándose con el brazo de que el látigo no aferrara su garganta, se zafaría del mismo segundos después de percatarse de una figura sobrevolando la zona. «No me jodas...», suplicó al reconocer a aquel mink, frunciendo el ceño mientras veía cómo dejaba caer algo desde las alturas. No sabía qué demonios estaba haciendo allí Roland pero, por lo poco que había visto de él, estaba seguro de que aquella cosa estallaría pronto.
Fue con esto último en mente que se giró con rapidez para encarar a la circense. Zafarse del agarrón le había supuesto un esfuerzo importante, así que no podría contraatacar de forma adecuada y alejarse al mismo tiempo. Fue por ello que hizo ambas cosas en una única acción, empleando su geppou para impulsarse hacia atrás, intentando usar el rostro de la mujer como apoyo. Si todo salía bien no solo se apartaría del radio de acción de lo que fuera que hubiera arrojado aquel traidor, sino que además empujaría a la acróbata contra ello.
Lo consiguiera o no, emplearía el soru para tomar distancia y comprobar si el sonido volvía a él al alejarse. Pudo ver cómo otro Oppen atacaba al rival de Zuko sin entender muy bien cómo podía estar en dos lugares a la vez, pero poco importaba. Parecía que estaba ayudándoles y los otros dos representaban una amenaza mucho mayor que un ex–agente. Ya ajustarían cuentas después.
- Resumen:
- » Interponer su brazo entre el látigo y su cuello para que no le ahorquen sin permiso. Una cenita o algo primero.
» Dar una coz para intentar alcanzar la herida de la pierna de la circense y así facilitar el zafarse de su látigo.
» Impulsarse con el geppou (usando la cara de la buena mujer, o intentándolo, como apoyo) mientras intenta empujarla con este hacia el explosivo que ha arrojado Dnalor.
» Tomar distancia con soru y comprobar si al alejarse vuelve a escuchar.
Kaito Takumi
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—Buena pregunta, puedo ser un amigo—comenté sin revelar cuál era otra opción, para luego señalar por donde había entrado—. Pues por ahí.
¿Y el tonto este de Jericó? Qué manía tenía la gente con ser agresiva. La violencia, pese a ser un recurso útil, estaba sobrevalorada. Entonces intervino el blancucho. ¿Pero que puñetas estaba diciendo Will? Bueno, aquello no era demasiado difícil de extrapolar, no. Estorbaba. Debí haber seguido con el plan de no involucrarme en sus asuntos.
¿Pero qué podía hacer? Ya estaba metido. Aunque podía procurar estorbarle lo mínimo. Anclando mis rejos al suelo me tumbé de sopetón presuponiendo lo que podía venir, o al menos lo que era francamente más óptimo. Solo esperaba no haberme equivocado de eje. Aunque iba a estar complicado con el embarrado estorbando. Suchu, afortunadamente, aun no había entrado y no levantaba nada del suelo.
—Yo aceptaría, pero con lo que ha hecho este ya se ha ganado que le tiren al calabozo sin llave —comenté, rascándome la espalda para pasar con discrección el anillo a mis rejos, engarzándomelo en una de las ventosas más profundas—. Si eso que se vayan ellos y yo hago de mensajero. ¿Va? Así todos contentos, no hay muertos, eccétera eccétera. Bueno, si es que el montón incosciente de ahí ha sobrevivido a que le caiga un tejado cochambroso, que seguramente. ¿Os hace?
¿Y el tonto este de Jericó? Qué manía tenía la gente con ser agresiva. La violencia, pese a ser un recurso útil, estaba sobrevalorada. Entonces intervino el blancucho. ¿Pero que puñetas estaba diciendo Will? Bueno, aquello no era demasiado difícil de extrapolar, no. Estorbaba. Debí haber seguido con el plan de no involucrarme en sus asuntos.
¿Pero qué podía hacer? Ya estaba metido. Aunque podía procurar estorbarle lo mínimo. Anclando mis rejos al suelo me tumbé de sopetón presuponiendo lo que podía venir, o al menos lo que era francamente más óptimo. Solo esperaba no haberme equivocado de eje. Aunque iba a estar complicado con el embarrado estorbando. Suchu, afortunadamente, aun no había entrado y no levantaba nada del suelo.
—Yo aceptaría, pero con lo que ha hecho este ya se ha ganado que le tiren al calabozo sin llave —comenté, rascándome la espalda para pasar con discrección el anillo a mis rejos, engarzándomelo en una de las ventosas más profundas—. Si eso que se vayan ellos y yo hago de mensajero. ¿Va? Así todos contentos, no hay muertos, eccétera eccétera. Bueno, si es que el montón incosciente de ahí ha sobrevivido a que le caiga un tejado cochambroso, que seguramente. ¿Os hace?
- Reesumen:
- Me tumbo porque Will como los intente cortar por la mitad va a ir de lado a lado, y paso, la verdad. Aparte de proponer una ruta pacifista buena para todos.
Hayden Ashworth
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El golpe impactó de lleno y el tipo salió volando, golpeando el suelo varias veces. Pudo ver como, a lo lejos, se levantaba. Parecía resistir el dolor bastante bien, pero estaba seguro de que había conseguido dañarlo. Aún así si podía seguir en pie después de un golpe así... debía ser alguien fuerte. Tuvo que aguantarse las ganas de sonreír. Se colocó en posición, con una mano frente a si y la otra a un costado, con las piernas flexionadas. Aquella postura, propia de la antiquísima arte marcial que practicaba, le permitiría utilizar la fuerza de su oponente contra él si decidía atacarle y hacer un fácil derribo.
Su rival era rápido y salía disparado hacia él, pero el dragón estaba listo. Reafirmó su postura y... Un hombre gato apareció de pronto, distrayéndolo. Pudo ver como dirigía un ataque hacia el criminal, pero este pudo golpearle de lleno en la cara, pues al ser distraído el dragón no había podido desviar la fuerza de su ataque. Se vio empujado por el golpe y su cabeza golpeó el suelo, pero consiguió estabilizarse en un momento y clavar los dedos en el suelo, parando en seco antes de continuar en aquel viaje en contra de su voluntad.
Su mirada se centró entonces en el hombre gato. Estaba seguro de que lo conocía de algo, pero... ¿De qué? Apretó los dientes y chasqueó la lengua. Era aquel agente de Cactus Island. El mismo que, según había visto el dragón, había sido acusado y expulsado cuando decidió robar de la misma mano que le daba de comer. ¿En qué demonios estaba pensando? Fuera como fuese, el dragón no podía desviar su atención para detenerlo. Su prioridad en aquel instante era otra.
—¡¿Es qué te has vuelto loco?! —le gritó al ex-agente —¡¿Quieres que te maten o qué?! ¡No tengo tiempo para ocuparme de ti, márchate!
Le quemaba la cara. Por su culpa había perdido la oportunidad de aquella defensa, aunque el verdadero enfado de Zuko venía porque, por primera vez en mucho tiempo, estaba peleando en igualdad de condiciones con alguien. No podía permitir que aquello fuese más allá de un duelo individual.
Salió disparado de nuevo hacia el enemigo, centrando de nuevo su atención en él. No sabía si el ataque del gato le había dado o no, pero no podía permitirse el lujo de pararse a comprobarlo. El dragón no tocaba el suelo, deslizándose por el mismo mientras expulsaba fuego por brazos y piernas para propulsarse a ras del mismo a una magnífica velocidad. Al llegar a él, y sin aminorar, dirigió una fuerte patada dirigida con fuego hacia su rostro. Al no detenerse, en ese mismo movimiento acertase o no, saltaría por encima del criminal, aterrizando en el otro lado con las manos en el suelo, empezando a girar para dar patada tras patada al enemigo, todas ellas cargadas con fuego y haki de armadura.
Su rival era rápido y salía disparado hacia él, pero el dragón estaba listo. Reafirmó su postura y... Un hombre gato apareció de pronto, distrayéndolo. Pudo ver como dirigía un ataque hacia el criminal, pero este pudo golpearle de lleno en la cara, pues al ser distraído el dragón no había podido desviar la fuerza de su ataque. Se vio empujado por el golpe y su cabeza golpeó el suelo, pero consiguió estabilizarse en un momento y clavar los dedos en el suelo, parando en seco antes de continuar en aquel viaje en contra de su voluntad.
Su mirada se centró entonces en el hombre gato. Estaba seguro de que lo conocía de algo, pero... ¿De qué? Apretó los dientes y chasqueó la lengua. Era aquel agente de Cactus Island. El mismo que, según había visto el dragón, había sido acusado y expulsado cuando decidió robar de la misma mano que le daba de comer. ¿En qué demonios estaba pensando? Fuera como fuese, el dragón no podía desviar su atención para detenerlo. Su prioridad en aquel instante era otra.
—¡¿Es qué te has vuelto loco?! —le gritó al ex-agente —¡¿Quieres que te maten o qué?! ¡No tengo tiempo para ocuparme de ti, márchate!
Le quemaba la cara. Por su culpa había perdido la oportunidad de aquella defensa, aunque el verdadero enfado de Zuko venía porque, por primera vez en mucho tiempo, estaba peleando en igualdad de condiciones con alguien. No podía permitir que aquello fuese más allá de un duelo individual.
Salió disparado de nuevo hacia el enemigo, centrando de nuevo su atención en él. No sabía si el ataque del gato le había dado o no, pero no podía permitirse el lujo de pararse a comprobarlo. El dragón no tocaba el suelo, deslizándose por el mismo mientras expulsaba fuego por brazos y piernas para propulsarse a ras del mismo a una magnífica velocidad. Al llegar a él, y sin aminorar, dirigió una fuerte patada dirigida con fuego hacia su rostro. Al no detenerse, en ese mismo movimiento acertase o no, saltaría por encima del criminal, aterrizando en el otro lado con las manos en el suelo, empezando a girar para dar patada tras patada al enemigo, todas ellas cargadas con fuego y haki de armadura.
- Resumen:
- Segundo turno del Dragón Interior
Distraerme con Oppen y por tanto recibir el golpe, enfadarme con él y moverme hacia él propulsándome dirigiendo con la misma inercia de ese movimiento una patada al rostro, para después posicionarme a su espalda y hacerle un bonito Sanji
William White
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Si bien la oferta del marine era tentadora incluso a pesar de la tentativa de homicidio, pero el tener que ceder sus armas y someterse a un interrogatorio no era un tramite que estuviera dispuesto a aceptar, además tenía a Black al lado, incluso a pesar de su desafortunada entrada, asumía que se podría manos a la obra si resultaba necesario.
-Las posibilidades de que terminen reconociéndome son altas, incluso con el rostro cambiado- pensé para mis adentros, efectivamente estaba contra la espada y la pared, y por mucho que no me gustará el tener que trabajar para Ambrose, menos me iba a gustar trabajar para el beneplácito del gobierno mundial -No me queda más remedio - pensé para mis adentros mientras observaba de reojo la ventana que había al final del pasillo en el que me encontraba.
Sin más dilación, agarré de nuevo con fuerza la empuñadura de la hoja, tomé aire y respiré hondo, un segundo de concentración en el que procuré hacer una imagen de todo lo que ocurría a través del muro, una, dos, tres y hasta cuatro siluetas se dibujaron en mi mente, rápidamente tracé una línea en m cabeza, una línea que cortaba a los dos marines dejando libres a los dos seres marinos. Con la imagen en mi menté, la mano se movió prácticamente sola, la hoja negra dibujo un semicírculo haciendo un ligero silbido, girando y enroscando el aire a su alrededor y dando lugar a un corte “horizontal” limpio con cierta inclinación que rasgaría la pared como papel y atravesaría la estancia del otro lado y más allá, cortando al marine de la pistola por el torso y al de la espada si nada hacían para impedirlo.
-Shötobo-masculló entre dientes mientras finalizaba el giro, tras lo cual volvió a lanzar otro par de ondas cortantes similares a las anteriores con dirección e intención de corta las posibles retiradas del marine herido y de su compañero, apuntando a media altura con el propósito de evitar dar a su compañero en un fatídico fuego cruzado.
Lanzadas las dos ondas y en el caso de que la integridad del edificio se viera comprometida, trataría de salir disparado a todo correr hacia la ventana que había localizado previamente, cortándola con su arma y saliendo disparado hacia al exterior donde buscaría situar en el tejado de alguno de los edificios colindantes o en su defecto en algunas de las sinuosas callejuelas adyacentes, en caso de que el piso superior aguantará el tipo buscaría cambiar la posición traslado al piso inferior con pies de plomo, sin dejar de empuñar su arma con fuerza.
-Debía acabar rápido con estos antes de que el oficial viniera-pensé para mis entrañas -Tal vez encontrar un espacio y tratar de comunicarse con Ambrose- prosiguió pensando, ya que la aparición de un oficial y la mencionada comunicación que habían mencionado los marines era algo que se quedaba fuera del trato acordado.
Fuera como fuera no debía bajar la guardia, además, si lograba deshacerse de los marines en ese mismo instante siempre podía hacer un cambio de apariencia y tratar de ver que sabía el superior, aunque en vista de lo reticentes que estaban resultando los militares no pensaba que fuera a resultar una tarea tan fácil.
-Las posibilidades de que terminen reconociéndome son altas, incluso con el rostro cambiado- pensé para mis adentros, efectivamente estaba contra la espada y la pared, y por mucho que no me gustará el tener que trabajar para Ambrose, menos me iba a gustar trabajar para el beneplácito del gobierno mundial -No me queda más remedio - pensé para mis adentros mientras observaba de reojo la ventana que había al final del pasillo en el que me encontraba.
Sin más dilación, agarré de nuevo con fuerza la empuñadura de la hoja, tomé aire y respiré hondo, un segundo de concentración en el que procuré hacer una imagen de todo lo que ocurría a través del muro, una, dos, tres y hasta cuatro siluetas se dibujaron en mi mente, rápidamente tracé una línea en m cabeza, una línea que cortaba a los dos marines dejando libres a los dos seres marinos. Con la imagen en mi menté, la mano se movió prácticamente sola, la hoja negra dibujo un semicírculo haciendo un ligero silbido, girando y enroscando el aire a su alrededor y dando lugar a un corte “horizontal” limpio con cierta inclinación que rasgaría la pared como papel y atravesaría la estancia del otro lado y más allá, cortando al marine de la pistola por el torso y al de la espada si nada hacían para impedirlo.
-Shötobo-masculló entre dientes mientras finalizaba el giro, tras lo cual volvió a lanzar otro par de ondas cortantes similares a las anteriores con dirección e intención de corta las posibles retiradas del marine herido y de su compañero, apuntando a media altura con el propósito de evitar dar a su compañero en un fatídico fuego cruzado.
Lanzadas las dos ondas y en el caso de que la integridad del edificio se viera comprometida, trataría de salir disparado a todo correr hacia la ventana que había localizado previamente, cortándola con su arma y saliendo disparado hacia al exterior donde buscaría situar en el tejado de alguno de los edificios colindantes o en su defecto en algunas de las sinuosas callejuelas adyacentes, en caso de que el piso superior aguantará el tipo buscaría cambiar la posición traslado al piso inferior con pies de plomo, sin dejar de empuñar su arma con fuerza.
-Debía acabar rápido con estos antes de que el oficial viniera-pensé para mis entrañas -Tal vez encontrar un espacio y tratar de comunicarse con Ambrose- prosiguió pensando, ya que la aparición de un oficial y la mencionada comunicación que habían mencionado los marines era algo que se quedaba fuera del trato acordado.
Fuera como fuera no debía bajar la guardia, además, si lograba deshacerse de los marines en ese mismo instante siempre podía hacer un cambio de apariencia y tratar de ver que sabía el superior, aunque en vista de lo reticentes que estaban resultando los militares no pensaba que fuera a resultar una tarea tan fácil.
- Resumen:
-Pues lanzo Shötobo + un par de ondas cortantes de maestría
-4 turno de haki de observación consumido
-Activo hombre rutinario al repetir un movimiento previo, fuerza(por ser lo que escalan las ondas cortantes) +0.5 tiers de fuerza este turno.
Link a la ficha, esta todo en el segundo post: https://www.onepiece-definitiverol.com/t22490-as-you-wish-again-william-white
Una pequeña crisis de ausencia, eso era lo que acababa de sufrir. Eso quería pensar, pues pocas condiciones podían justificar semejante desconexión del medio en una situación como aquélla. Claro que yo tampoco era un experto en esos temas ni mucho menos; únicamente había oído por ahí que había personas que sufrían episodios descritos como lo que me acababa de suceder...
¿Pero en qué demonios estaba pensando? Había conseguido repeler la primera embestida de la jauría de perros del inframundo, pero los muy desgraciados no se mostraban dispuestos a abandonar sus mortíferas y problemáticas intenciones. No sabía cuánto daría para que alguien solucionase aquel entuerto, pero estaba seguro por completo de que no sería poco.
Desenrosqué la cadena de mi torso, blandiéndola frente a mí antes de sumergirme de nuevo en la batalla por completo. Mis almohadillas eran un recurso extremadamente valioso, pero era consciente de que emplearlas en exceso podría volverse en mi contra más pronto que tarde. Por fortuna, no eran el único recurso con el que contaba... Por otro lado, ¿a quién debía atacar? Todos mis compañeros estaban empeñados en atacar al dúo de maleantes que se comportaban como líderes de aquel espectáculo, pero ¿quién lidiaba con el resto del problema?
Tal vez me decidiese a darles una buena reprimenda por no limitar su ego y simplemente dedicarse a demostrar quién la tenía más larga, por seleccionar como objetivo la mejor pieza de la cacería y olvidarse de lo realmente importante, por ¿hacer mal su trabajo? No, aventurarme a afirmar algo así quizás sería demasiado, y probablemente algo injusto. No obstante, el resto de palabras estaban bien puestas en el lugar que las había colocado.
Blandí a Chain of Destiny, de forma que mi energía la recorrió en toda su longitud como un río lo haría por su cauce. Si ellos no se ocupaban de los alrededores, yo me encargaría de hacerlo. Los eslabones golpearon el suelo donde creí que las repercusiones no podrían dañar a mis aliados, buscando provocar una explosión que levantase suficientes cascotes del suelo como para sepultar a buena parte de esos engendros.
¿Pero en qué demonios estaba pensando? Había conseguido repeler la primera embestida de la jauría de perros del inframundo, pero los muy desgraciados no se mostraban dispuestos a abandonar sus mortíferas y problemáticas intenciones. No sabía cuánto daría para que alguien solucionase aquel entuerto, pero estaba seguro por completo de que no sería poco.
Desenrosqué la cadena de mi torso, blandiéndola frente a mí antes de sumergirme de nuevo en la batalla por completo. Mis almohadillas eran un recurso extremadamente valioso, pero era consciente de que emplearlas en exceso podría volverse en mi contra más pronto que tarde. Por fortuna, no eran el único recurso con el que contaba... Por otro lado, ¿a quién debía atacar? Todos mis compañeros estaban empeñados en atacar al dúo de maleantes que se comportaban como líderes de aquel espectáculo, pero ¿quién lidiaba con el resto del problema?
Tal vez me decidiese a darles una buena reprimenda por no limitar su ego y simplemente dedicarse a demostrar quién la tenía más larga, por seleccionar como objetivo la mejor pieza de la cacería y olvidarse de lo realmente importante, por ¿hacer mal su trabajo? No, aventurarme a afirmar algo así quizás sería demasiado, y probablemente algo injusto. No obstante, el resto de palabras estaban bien puestas en el lugar que las había colocado.
Blandí a Chain of Destiny, de forma que mi energía la recorrió en toda su longitud como un río lo haría por su cauce. Si ellos no se ocupaban de los alrededores, yo me encargaría de hacerlo. Los eslabones golpearon el suelo donde creí que las repercusiones no podrían dañar a mis aliados, buscando provocar una explosión que levantase suficientes cascotes del suelo como para sepultar a buena parte de esos engendros.
- Resumen:
- Pensar en la bronca que les voy a echar a Zuko y Kus por negligentes e intentar sepultar a esa horda de cosas raras y fantasmagóricas.
Tras un poderoso aullido los perros que quedan aún entre los presentes junto con los jinetes estallan en una poderosa luz que ciega a todo aquel que estuviera mirando o que estuviera lo suficientemente cerca como para verse influenciado por ella. Por el momento la calma llega al archipiélago y dependiendo de las noticias que vayáis recibiendo en los próximos días tendréis que tomar una decisión.
Continuar en el archipiélago y terminar de desentrañar los misterios que ocultan aquellos enemigos que habéis encontrado en vuestro camino o simplemente abandonar el lugar para dirigiros a uno donde tal vez y digo tal vez os necesiten más. Por el momento podéis descansar y curar heridas, tomar aire y prepararos para lo que pueda venir en los próximos días. Por qué no, esto aún no ha acabado.
Continuar en el archipiélago y terminar de desentrañar los misterios que ocultan aquellos enemigos que habéis encontrado en vuestro camino o simplemente abandonar el lugar para dirigiros a uno donde tal vez y digo tal vez os necesiten más. Por el momento podéis descansar y curar heridas, tomar aire y prepararos para lo que pueda venir en los próximos días. Por qué no, esto aún no ha acabado.
- Justice Raiders:
- Parece que tanto Hamlet como el resto del pequeño ejército que tenéis a vuestra disposición consiguen retener a todas aquellas terribles criaturas que se encuentran a vuestro alrededor. Menos mal, de lo contrario seguramente os veríais en un buen aprieto. Por tu parte Iulio, al soltar la pierna de la pequeña sientes como la roca deja de crecer por tu cuerpo pero la mano que ha sido tocada junto con la parte del brazo convertida en piedra permanece de esa forma. Tendréis que buscar una manera de arreglar ese problema, la niña tiene la mitad del cuerpo recubierto en piedra, desde los pies hasta la cintura.
Sin embargo la roca por el momento ha dejado de escalar, tal vez será porque el hombre a dejado de miraros. Tus espejos y tu luz hacen su trabajo la mar de bien, limpian bastante la zona de enemigos y consiguen alcanzar un par de veces a nuestro danzante compañero. Sin embargo, parece que aún tras ser alcanzado no cesa en sus movimientos. Un nuevo aullido resuena en el lugar, más fuerte que antes más poderoso y eso provoca que los perros espectrales y aquellos jinetes que los acompañan estallen en una poderosa luz que se interpone entre vosotros y el bailarín, una especie de barrera temporal que impide que lo sigáis y este aprovecha para terminar de escapar.
Parece ser que aquella batalla por el momento era una mera distracción para que Sirio y sus hombres pudieran prepararse para lo que pudiera venir a continuación. Por el momento tendréis unos días de descanso para que retoméis formaciones, para que podáis curar vuestras heridas y poner en común entre todos lo que habéis averiguado del archipiélago y de paso corroborar que el perro siga en la isla, tal vez aprovechase la confusión para tomar el primer barco que viera en el puerto y salir pitando de allí. ¿Quién sabe?
- Ral:
- La mujer está asustada, se nota por cómo te mira, no esperaba que pudieras atraparla de aquella manera. Realmente no entiende cómo puedes comportarte de esa manera. ¿No se supone que tú eres parte de la ley? Pero claro, lo que ella no sabe es que en ocasiones el CP es aún más villano que los propios villanos. Bueno, ante tus palabras y tus acciones se estremece e intenta liberarse, pero como es obvio no tiene forma de hacerlo. No quiere morir, puedes verlo en su expresión y en cómo te mira con cierta suplica en los ojos. Eso no formaba parte de sus planes y todo se ha echado a perder demasiado rápido.
Ante tus exigencias la mujer asiente rápidamente varias veces, está dispuesta a ayudarte, está dispuesta a contarte todo cuanto quieras y de paso liberar a los enloquecidos de su hechizo, por llamarlo de alguna manera. Pero para eso tendrás que quitarle la mordaza como es obvio, una vez la separes de las vías del tren y de paso la lleves ante el resto de personas que quieres salvar la mujer comenzara a tararear una melodía, tal vez la canción te suene, se trata de una especie de nana siniestra que habla sobre convertir a personas en muñecas. En meros títeres que harán todo cuanto quiera su maestro. No obstante las palabras de la mujer ahora son liberadoras, les dice que ahora ya no son muñecos, que son personas y que poco a poco pueden recobrar la conciencia perdida y dejar atrás las órdenes que ella les había podido dar momentos antes.
Ahora tienes un par de días por delante de tranquilidad donde podrás interrogar a la mujer, entregarla a la marina o lo que quieras hacer con ella después de todo es tu prisionera. Si le haces las preguntas adecuadas seguramente descubras que su nombre es Rita y que forma parte de la banda de Sirio pero que tampoco es un miembro demasiado importante, le habían encargado encandilar con su poder a todas aquellas personas para que sirvieran como chivo expiatorio, para usar sus fortunas o su posición social, incluso para usarlos como escudos de ser necesario tal y como había hecho ella para impedir que pudieras continuar por el manglar en el que os encontrabais. No tiene conocimiento sobre los planes concretos del perro pero sí que te puede decir su opinión y es que ella cree que todo el lío creado en Sabaody es solamente una mera distracción para que su jefa pueda conseguir lo que quiere en otra parte.
- Edén con Zuko y Oppen:
- Una táctica un poco sucia el lanzar bombas por la espalda teniendo en cuenta que ya hay quien se está enfrentando a ellos. Pero bueno, no vamos a meternos en si es justo o no ese tipo de actos teniendo en cuenta que son unos villanos de primera. El golpe del grandullón da de lleno en el rostro de Zuko, esto provoca que comience a sangrarle el labio y de paso que su cara queme, durante poco tiempo eso sí, pero seguramente se pueda ver su carita algo achicharrada después de semejante puñetazo que le han dado, con una fuerza realmente similar a la que porta el propio dragón.
Por otro lado Kus consigues librarte del látigo de la mujer y de paso alejarla de ti lo suficiente como para poder escapar de su influencia. De repente comienzas a oír nuevamente todo lo que ocurre a tu alrededor y sabes que algo no va tan bien como te gustaría. Un nuevo aullido resuena con fuerza por el archipiélago y el hombre que iba a intentar golpear a Zuko de nuevo cambia de estrategia y cubre a la circense con su cuerpo para evitar la explosión. El hombre sale ligeramente lastimado pero nuevamente hace alarde de su resistencia cuando tomando en brazos a la mujer da un salto hacia atrás para cubrirse entre los perros que aún quedan en pie.
Pocos quedan teniendo en cuenta la poderosa explosión que ha causado Ruffo, quien ha realizado un trabajo maravilloso para encargarse de esos seres fantasmales. Sin embargo tras aquel aullido los perros se amontonan alrededor de los dos hombres de Sirio y tras un fuerte estallido de luz que os ciega durante unos segundos ellos desaparecen. No sabéis del todo bien como lo han hecho, seguramente usando el mismo truco de la cuerda voladora o uno de los túneles subterráneos que recorren ahora Sabaody tras la aparición de aquella banda de malnacidos, sea como sea lo único que sabéis es que ya no están y que por el momento las cosas parecen estar calmadas.
Ahora tendréis un par de días para descansar y reponer fuerzas, para sanar vuestras heridas y de paso para poner en común con el resto lo que habéis podido ir descubriendo y todo cuanto sabéis sobre Sirio y sus planes para Sabaody. Por el momento no se sabe nada más sobre el perro, parece que se lo a tragado la tierra y es posible que así sea. Os llegan noticias de que el CP está peinando los túneles para ver si dan con él o con su gente y también la marina se ha encargado de poner a salvo a los supervivientes de la isla. Por el momento podéis descansar, pero la paz no suele durar demasiado ¿Verdad?
- Kaito y Will:
El ataque da en el blanco. El marine de la espada no puede hacer más que abrir los ojos con horror segundos antes de que su torso se separe de sus piernas, acabando con su vida. El marine de la pistola, por su cuenta, logra protegerse con haki de armadura instantes antes de que tu ataque le de. Sangra profusamente, pero no está muerto. Trata de huir sabiéndose derrotado, pero el resto de tus ondas cortantes le cortan el paso y le rematan, dejándoos solos en la casucha.
De repente, oís un silbido. Es el cheff, que parece un tanto impresionado. Pasa por encima de Kaito tratando de no pisarle los tentáculos y se acerca a White, esbozando una media sonrisa y tendiéndole una carta.
-No está nada mal. Supongo que serás de utilidad al fin y al cabo. EL ojo del Jefe nunca falla, por lo visto. Ten esto, creo que puedo dártelo.
Si la abres verás que se trata de un breve mensaje de Ambrose. A grandes rasgos, te da la enhorabuena por no ser un peso muerto y recalca lo que te dijo durante la cena; por lo visto espera cosas de ti, aunque no especifica cuales. También hay un lugar y la fecha de dentro de dos semanas escritos.
-Creo que voy a ir volviendo. Yo de vosotros no me quedaría mucho, creo que no bromeaba al decir que se acerca un oficial. Y tú, pulpo, si en algún momento el jefe vuelve a dejarte en la cocina no me toques las conservas, ¿estamos? Son de uso personal.
Se despide y antes de que podáis seguirlo con la vista u otros sentidos… ha desaparecido. Afuera, el rugido de la acción sigue su curso imparable.
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