La tensión se hizo palpable durante un instante y los gruñidos del cabecilla hicieron creer a Kus que tendría que desenvainar su espada antes de tiempo. Por suerte, ni él ni su compañero se vieron en la necesidad de ponerse a la defensiva, y es que parecía que los allí presentes coincidían en que el plan original tenía bastantes obstáculos que difícilmente sortearían, decantándose así por la idea que ambos agentes habían puesto sobre la mesa. Sin embargo, no todo podían ser buenas noticias, y es que no terminaban de confiar en que dos personas pudieran lidiar con el contraalmirante, motivo por el que acabarían con dos matones más enrolados en su particular escolta. «No podía ser todo tan sencillo, ¿verdad?», maldijo para sus adentros, asintiendo ante las indicaciones del que debía ser su jefe en aquella ocasión.
—Sin problema, puede confiar en nosotros —aseguró con la decisión que alguien experto en lidiar con aquel tipo de encargos mostraría, sin dudar—. Tan solo me preocupa llamar la atención en exceso siendo tantos, pero no será nada con lo que no sepamos lidiar.
No iban a librarse de ellos, eso era evidente, pero si se limitaba a asentir como un súbdito terminaría resultando más sospechoso aún. Después de todo, ¿qué sino el ego y el orgullo caracterizaban a las oscuras mentes del bajo mundo?
Aguardó con calma a que los otros dos tomasen al marine, observando impasible cómo uno de ellos se lo cargaba al hombro como quien coge una rama del suelo, sin esfuerzo. Le dio una palmada en el hombro a Ruffo en un gesto fraternal, algo que no debía parecer fuera de lugar pese a la naturaleza de la reunión si incluso en su tapadera eran compañeros, buscando calmar los ánimos del agente ante aquella situación, casi como si quisiera transmitirle un «todo saldrá bien». Tras ello se limitó a seguir a los matones, llegando hasta lo que debía ser la parte de atrás del edificio y donde había una alcantarilla. Parecía que se moverían bajo tierra, algo que no figuraba en los informes del Cipher Pol a los que había podido echarle un ojo. Tenía que informar de aquello como fuera, pero las comunicaciones no funcionaban allí y dudaba que fueran a hacerlo en el subsuelo. ¿Entonces?
—Muy bien, os seguimos —aseguró él, dejando que los dos encapuchados fueran los primeros en bajar.
Fue entonces cuando una voz resonó de la nada, casi como si viniera de su propia cabeza, tan familiar como la de un hermano. Y entonces, solo entonces, sonrió con alivio, aún resguardado por la capucha.
«Zuko, ¿eres tú?», pensó, recordando la extraña sensación que suponía entablar aquél vínculo con el dragón. «No sabes cuánto me alegro de escucharte, amigo. Estamos bien por ahora... pero tenemos un problema y nos faltan medios para avisar al Cipher Pol. Escucha: esta gente dispone de túneles subterráneos, presumiblemente a lo largo de todos los manglares. Vamos a desplazarnos por ellos hasta el número doce, donde tienen preparada una nueva explosión... y pretenden inculpar a un marine al que tienen secuestrado. Lo estamos escoltando entre cuatro, contándonos a mí y al otro agente. El marine se llama Cornelius D. Iulio, parece».
Intentó pensar con rapidez y de forma concisa, contándole todo cuanto estaba ocurriendo mientras procuraba no irse por las ramas. La verdad era que le habría gustado que su toma de contacto hubiera sido de otra forma, pero en ese momento debían preocuparse por lo importante: evitar una masacre y salvarle la vida al contraalmirante.
«Aún debería haber gente en el punto de reunión, no estoy seguro de cuántas personas había, pero eran bastantes. Zuko, necesito que avises a la Marina o a la agencia de lo que te he dicho y, si puedes conseguir refuerzos, mejor. Esta gente es la responsable de los problemas que hay en Wano, Hallstat y quién sabe dónde más... te contaré más después, pero si les capturamos quizá demos un buen golpe a su organización. Ten cuidado».
Tras esto, que lo hablaría mentalmente con el marine mientras esperaba a que los sujetos se adentraran en el túnel, descendería para reunirse con ellos y los seguiría hasta el almacén. Por el camino intentaría percibir el poder de aquellas dos figuras, centrando en ellos su visión para tratar de analizar la intensidad de sus voces y de la del contraalmirante. ¿Podrían ocuparse de ellos? Quizá fuera el momento de pasar a la acción, pero antes debían averiguar dónde pretendían provocar la explosión y si contaban con más gente allí. Una vez en el almacén, dejaría que les guiaran.
—¿Y ahora qué?
—Sin problema, puede confiar en nosotros —aseguró con la decisión que alguien experto en lidiar con aquel tipo de encargos mostraría, sin dudar—. Tan solo me preocupa llamar la atención en exceso siendo tantos, pero no será nada con lo que no sepamos lidiar.
No iban a librarse de ellos, eso era evidente, pero si se limitaba a asentir como un súbdito terminaría resultando más sospechoso aún. Después de todo, ¿qué sino el ego y el orgullo caracterizaban a las oscuras mentes del bajo mundo?
Aguardó con calma a que los otros dos tomasen al marine, observando impasible cómo uno de ellos se lo cargaba al hombro como quien coge una rama del suelo, sin esfuerzo. Le dio una palmada en el hombro a Ruffo en un gesto fraternal, algo que no debía parecer fuera de lugar pese a la naturaleza de la reunión si incluso en su tapadera eran compañeros, buscando calmar los ánimos del agente ante aquella situación, casi como si quisiera transmitirle un «todo saldrá bien». Tras ello se limitó a seguir a los matones, llegando hasta lo que debía ser la parte de atrás del edificio y donde había una alcantarilla. Parecía que se moverían bajo tierra, algo que no figuraba en los informes del Cipher Pol a los que había podido echarle un ojo. Tenía que informar de aquello como fuera, pero las comunicaciones no funcionaban allí y dudaba que fueran a hacerlo en el subsuelo. ¿Entonces?
—Muy bien, os seguimos —aseguró él, dejando que los dos encapuchados fueran los primeros en bajar.
Fue entonces cuando una voz resonó de la nada, casi como si viniera de su propia cabeza, tan familiar como la de un hermano. Y entonces, solo entonces, sonrió con alivio, aún resguardado por la capucha.
«Zuko, ¿eres tú?», pensó, recordando la extraña sensación que suponía entablar aquél vínculo con el dragón. «No sabes cuánto me alegro de escucharte, amigo. Estamos bien por ahora... pero tenemos un problema y nos faltan medios para avisar al Cipher Pol. Escucha: esta gente dispone de túneles subterráneos, presumiblemente a lo largo de todos los manglares. Vamos a desplazarnos por ellos hasta el número doce, donde tienen preparada una nueva explosión... y pretenden inculpar a un marine al que tienen secuestrado. Lo estamos escoltando entre cuatro, contándonos a mí y al otro agente. El marine se llama Cornelius D. Iulio, parece».
Intentó pensar con rapidez y de forma concisa, contándole todo cuanto estaba ocurriendo mientras procuraba no irse por las ramas. La verdad era que le habría gustado que su toma de contacto hubiera sido de otra forma, pero en ese momento debían preocuparse por lo importante: evitar una masacre y salvarle la vida al contraalmirante.
«Aún debería haber gente en el punto de reunión, no estoy seguro de cuántas personas había, pero eran bastantes. Zuko, necesito que avises a la Marina o a la agencia de lo que te he dicho y, si puedes conseguir refuerzos, mejor. Esta gente es la responsable de los problemas que hay en Wano, Hallstat y quién sabe dónde más... te contaré más después, pero si les capturamos quizá demos un buen golpe a su organización. Ten cuidado».
Tras esto, que lo hablaría mentalmente con el marine mientras esperaba a que los sujetos se adentraran en el túnel, descendería para reunirse con ellos y los seguiría hasta el almacén. Por el camino intentaría percibir el poder de aquellas dos figuras, centrando en ellos su visión para tratar de analizar la intensidad de sus voces y de la del contraalmirante. ¿Podrían ocuparse de ellos? Quizá fuera el momento de pasar a la acción, pero antes debían averiguar dónde pretendían provocar la explosión y si contaban con más gente allí. Una vez en el almacén, dejaría que les guiaran.
—¿Y ahora qué?
- Resumen:
- » Aceptar el ir con los dos matones en la escolta del supuesto Iulio.
» Sentir la comunicación mental de Zuko y explicarle todo lo ocurrido (esto suponiendo que los poderes de Zuko funcionan).
» Seguir sin rechistar a los matones por los túneles subterráneos hasta el manglar doce y esperar instrucciones por su parte.
» Analizar las auras de los dos encapuchados y del marine secuestrado para intentar averiguar la fuerza de esa gente.
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Y así es como se comete una cagada. En efecto, si sólo me hubiese acordado de que estaba hablando por den den este problema no hubiera escalado tan rápido. Pero por otro lado la mentira que había dicho tenía las piernas cortas, así que seguramente nos hubieran descubierto más temprano que tarde. De todas formas ese hombre topo ahora trataba de librarse de nosotros y con ello las pruebas que había en esta estancia. Con todo lo que había escuchado tenía algo seguro, no era un aliado.
Su tono a la hora de hablar era como si le costase escoger las palabras, quizás por timidez, conocía bien ese viejo enemigo, quizás por un impedimento físico o simplemente no era su idioma nativo. Lo que sabía era que no sólo parecía ser él quien tenía rasgos animales, sino que por la voz parecía estar hablando más con una bestia que con una persona. Con esto en mente, incluso sin pruebas, podíamos reducir la lista de sospechosos y la búsqueda mucho más. Eso si salíamos de esta. No sólo estaba cavando a gran velocidad para echar la estancia abajo, estaba plantando explosivos para dejarnos aquí enterrados más rápidamente. Pero Kia no se hizo esperar mucho, tal y como había hecho antes noté como me agarraba y me llevaba con ella buscando una salida.
- Los túneles necesitan estar bien ventilados para evitar que sus usuarios se asfixien, si no logras romper el techo busca con tu olfato la dirección con el aire más fresco. - Dije entre el ruido de las explosiones y la tierra cayendo al tiempo que me agarraba a su lomo.
Pegué mi cuerpo a su lomo y procuré aferrarme bien a su pelaje, a su mullido y suave pelaje. Este era un mal momento para disfrutar de la suave piel de un animal, pero no podía evitarlo, la esponjosidad me estaba distrayendo y no sabía si podría concentrarme para localizar su presencia con esa especie de sexto sentido raro que me habían enseñado.
Tenía una idea, pero sólo podía intentarlo si lográbamos salir, aquí dentro dudaba que tuviéramos cobertura para los den den mushi ni tampoco el espacio ni la libertad para usarlos con comodidad. De momento esperaría que ocurriese lo mejor y me dejaría llevar como un pasajero hasta que estuviéramos en un lugar seguro.
Su tono a la hora de hablar era como si le costase escoger las palabras, quizás por timidez, conocía bien ese viejo enemigo, quizás por un impedimento físico o simplemente no era su idioma nativo. Lo que sabía era que no sólo parecía ser él quien tenía rasgos animales, sino que por la voz parecía estar hablando más con una bestia que con una persona. Con esto en mente, incluso sin pruebas, podíamos reducir la lista de sospechosos y la búsqueda mucho más. Eso si salíamos de esta. No sólo estaba cavando a gran velocidad para echar la estancia abajo, estaba plantando explosivos para dejarnos aquí enterrados más rápidamente. Pero Kia no se hizo esperar mucho, tal y como había hecho antes noté como me agarraba y me llevaba con ella buscando una salida.
- Los túneles necesitan estar bien ventilados para evitar que sus usuarios se asfixien, si no logras romper el techo busca con tu olfato la dirección con el aire más fresco. - Dije entre el ruido de las explosiones y la tierra cayendo al tiempo que me agarraba a su lomo.
Pegué mi cuerpo a su lomo y procuré aferrarme bien a su pelaje, a su mullido y suave pelaje. Este era un mal momento para disfrutar de la suave piel de un animal, pero no podía evitarlo, la esponjosidad me estaba distrayendo y no sabía si podría concentrarme para localizar su presencia con esa especie de sexto sentido raro que me habían enseñado.
Tenía una idea, pero sólo podía intentarlo si lográbamos salir, aquí dentro dudaba que tuviéramos cobertura para los den den mushi ni tampoco el espacio ni la libertad para usarlos con comodidad. De momento esperaría que ocurriese lo mejor y me dejaría llevar como un pasajero hasta que estuviéramos en un lugar seguro.
- Resumen:
- Teorizar, dar consejos y dejarme llevar.
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Aquella mujer había caído en mi provocación y ahora cargaba contra mí, zigzagueando con ímpetu con sus lanzas en alto. Flexioné las piernas y me preparé para combatir a la guerrera, sin permitirme ni un solo error en esta ocasión, ni un solo fallo que pudiera complicar las cosas.
La auténtica complicación apareció en el rabillo de mi ojo. Incluso con toda la concentración puesta en el combate ,me habría sido imposible ignorarlo. A escasos metros, un cadete de la brigada había sido rodeado por varios tunantes que le lanzaban ataques a diestra y siniestra. Golpeaban sin ton ni son, sin dejar que algo como el honor o simplemente la eficiencia en el combate entorpeciera su ánimo de apalear al chaval.
Apreté los dientes. Aquella situación era extremadamente desventajosa. Normalmente me habría limitado a cumplir con mi parte del trabajo e ignorar todo lo demás, pero ya no era así. Tenía que aprender a trabajar en equipo, pues eso era cuanto me separaba de ser uno más en la brigada. No obstante, asistir a aquel zagal supondría dejar mi espalda al descubierto... Y aquello podría ser fatal, máxime cuando, de caer el Vicealmirante Kasai y Iulio, yo sería el responsable del escuadrón. No podía permitirme recibir heridas muy profundas, o incluso caer en la refriega.
Pero... Al ver a aquel joven, prácticamente un adolescente, poco más que otro idealista recién alistado, me vi a mí mismo. Otro chaval atraído por la idea de combatir en una guerra justa al que la situación superaba enormemente. Recordé Gray Rock... Las bestias invocadas por Von Steinhell, el aplastante poder de Arribor Neus, el cielo envuelto en llamas y el suelo empapado de sangre. Y yo solo era un cadete allí, uno que no habría escapado de no ser por la buena fe de algunos de sus compañeros. No podía dejarlo ahí.
Inspiré, acelerando el flujo de sangre por mi cuerpo antes de cargar a toda velocidad contra los piratas. Me impulsé y di un salto en su dirección, propulsándome con los cohetes de la armadura. En mitad de la carga, eché la vista atrás y contemplé como la lancera no había aminorado su carga. Volví a centrarme en los criminales. Si así debía de fenecer, no me importaba. Sabía que otros llegarían donde yo jamás pude. En cuanto llegase, descargaría una ráfaga de puñetazos contra todos los contrincantes que tuviera a mi alcance.
La auténtica complicación apareció en el rabillo de mi ojo. Incluso con toda la concentración puesta en el combate ,me habría sido imposible ignorarlo. A escasos metros, un cadete de la brigada había sido rodeado por varios tunantes que le lanzaban ataques a diestra y siniestra. Golpeaban sin ton ni son, sin dejar que algo como el honor o simplemente la eficiencia en el combate entorpeciera su ánimo de apalear al chaval.
Apreté los dientes. Aquella situación era extremadamente desventajosa. Normalmente me habría limitado a cumplir con mi parte del trabajo e ignorar todo lo demás, pero ya no era así. Tenía que aprender a trabajar en equipo, pues eso era cuanto me separaba de ser uno más en la brigada. No obstante, asistir a aquel zagal supondría dejar mi espalda al descubierto... Y aquello podría ser fatal, máxime cuando, de caer el Vicealmirante Kasai y Iulio, yo sería el responsable del escuadrón. No podía permitirme recibir heridas muy profundas, o incluso caer en la refriega.
Pero... Al ver a aquel joven, prácticamente un adolescente, poco más que otro idealista recién alistado, me vi a mí mismo. Otro chaval atraído por la idea de combatir en una guerra justa al que la situación superaba enormemente. Recordé Gray Rock... Las bestias invocadas por Von Steinhell, el aplastante poder de Arribor Neus, el cielo envuelto en llamas y el suelo empapado de sangre. Y yo solo era un cadete allí, uno que no habría escapado de no ser por la buena fe de algunos de sus compañeros. No podía dejarlo ahí.
Inspiré, acelerando el flujo de sangre por mi cuerpo antes de cargar a toda velocidad contra los piratas. Me impulsé y di un salto en su dirección, propulsándome con los cohetes de la armadura. En mitad de la carga, eché la vista atrás y contemplé como la lancera no había aminorado su carga. Volví a centrarme en los criminales. Si así debía de fenecer, no me importaba. Sabía que otros llegarían donde yo jamás pude. En cuanto llegase, descargaría una ráfaga de puñetazos contra todos los contrincantes que tuviera a mi alcance.
- Resumen:
- Asistir a Inferno y pintarme una diana en la espalda. ¿Ace 2.0?
- Cosas:
- Necrotic Executioner:
- De forma pasiva, Wyrm mejora considerablemente su capacidad cardíaca. Activamente, Wyrm puede intentar superar los límites que su cuerpo le impone mediante un esfuerzo masivo, a costa de su vitalidad. A efectos prácticos, puede perder 2 rangos de Resistencia obtener un bonificador de un rango a su Fuerza y Velocidad. El efecto durará 2 turnos y tendrá otros tres de recarga. El abuso de esta técnica puede dejar a Wyrm fuera de combate por la extenuación. Al usarla, los vasos sanguíneos de Wyrm toman un color oscuro y sus ojos se inyectan en sangre.
Nada llamaba la atención en la zona, aunque eso estaba lejos de ser garantía de que la tranquilidad reinaría en la zona en el futuro cercano. La Marina había hecho de la zona algo así como su campamento base, de forma que los almacenas cercanos albergaban sus pertenencias y diversas patrullas de marines vigilaban los silos. Todos menos uno, el cual era custodiado por un joven que, según parecía, estaba más interesado por observar la nada que por cumplir con su cometido.
—¿Te parece que éste es el mejor momento para quedarte embobado? —pregunté tras acercarme a él, aunque un rostro bobalicón y una mirada perdida no tardaron en advertirme de que algo no iba bien. Pasé la mano ante su rostro varias veces, pero la reacción fue tan vaga que difícilmente podía calificarse de ese modo. ¿Qué le habría sucedido? No tenía la menor idea, pero estaba claro que algo no iba bien en el lugar y dejarlo pasar sin más hubiese sido mi segunda gran negligencia en la misma jornada. No; ya había cumplido el cupo.
Un pestilente olor golpeó mis fosas nasales en cuanto puse un pie en el interior, obligándome a arrugar la nariz. Inundaba toda la zona, por lo que no había forma de seguirlo. Aun así, dos de las numerosas cajas que había en el edificio tenían señales de haber sido abiertas hacía no demasiado tiempo. Sí, definitivamente algo iba mal. El problema no era que estuviesen abiertas en sí, sino que siguiesen allí. Habitualmente cuando se abrían era porque el contenido que guardaban era necesario. Los efectivos de la Marina eran muchos, por lo que la norma era sacar la caja del recinto para que más unidades pudiesen acceder a lo que guardaban sin tener que desplazarse en su busca,
Efectivamente, un dispositivo de lo más peligroso aguardaba en el interior. Lo primero que hice al ser consciente de lo que sucedía fue expandir mi voluntad por la zona, pues nada me aseguraba que el responsable de aquello se hubiese marchado. Podría seguir allí y atacarme por la espalda, y prefería cualquier cosa antes que ser sorprendido de ese modo en solitario... Podría significar mi fin.
Si nada me lo impedía observaría el dispositivo antes de extraerlo de la caja por si había algún mecanismo de seguridad que lo hiciese detonar. En caso de que lo hubiese, tomaría la caja al completo y la sacaría del almacén, llevándola al mar para situarla lo más lejos posible del archipiélago. Si no la hubiese, simplemente me llevaría la bomba tóxica con el mismo fin. De cualquier modo, lo que más me preocupaba en esos momento era que hubiese alguien decidido a impedirme salvar a quienes protegían el puerto.
—¿Te parece que éste es el mejor momento para quedarte embobado? —pregunté tras acercarme a él, aunque un rostro bobalicón y una mirada perdida no tardaron en advertirme de que algo no iba bien. Pasé la mano ante su rostro varias veces, pero la reacción fue tan vaga que difícilmente podía calificarse de ese modo. ¿Qué le habría sucedido? No tenía la menor idea, pero estaba claro que algo no iba bien en el lugar y dejarlo pasar sin más hubiese sido mi segunda gran negligencia en la misma jornada. No; ya había cumplido el cupo.
Un pestilente olor golpeó mis fosas nasales en cuanto puse un pie en el interior, obligándome a arrugar la nariz. Inundaba toda la zona, por lo que no había forma de seguirlo. Aun así, dos de las numerosas cajas que había en el edificio tenían señales de haber sido abiertas hacía no demasiado tiempo. Sí, definitivamente algo iba mal. El problema no era que estuviesen abiertas en sí, sino que siguiesen allí. Habitualmente cuando se abrían era porque el contenido que guardaban era necesario. Los efectivos de la Marina eran muchos, por lo que la norma era sacar la caja del recinto para que más unidades pudiesen acceder a lo que guardaban sin tener que desplazarse en su busca,
Efectivamente, un dispositivo de lo más peligroso aguardaba en el interior. Lo primero que hice al ser consciente de lo que sucedía fue expandir mi voluntad por la zona, pues nada me aseguraba que el responsable de aquello se hubiese marchado. Podría seguir allí y atacarme por la espalda, y prefería cualquier cosa antes que ser sorprendido de ese modo en solitario... Podría significar mi fin.
Si nada me lo impedía observaría el dispositivo antes de extraerlo de la caja por si había algún mecanismo de seguridad que lo hiciese detonar. En caso de que lo hubiese, tomaría la caja al completo y la sacaría del almacén, llevándola al mar para situarla lo más lejos posible del archipiélago. Si no la hubiese, simplemente me llevaría la bomba tóxica con el mismo fin. De cualquier modo, lo que más me preocupaba en esos momento era que hubiese alguien decidido a impedirme salvar a quienes protegían el puerto.
- Resumen:
- Intentar llevar el explosivo al mar para que explote allí cuando llegue el momento.
Roland Oppenheimer
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Precisión
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—Conque hombres malos, ¿eh? —bufa con desasosiego. Había estado escuchando a la chica sentado en el suelo, con las piernas cruzadas—. Muy bien, te llevaré a tu casa. Para recortar camino, dime en qué Groove está, así buscaré un espejo que nos lleve rápidamente.
Roland se levantó, y observó nuevamente a la chiquilla. Sin duda no era una nativa, lo cual podía ser tan bueno para él como malo. No parecía querer soltar el maletín, y aquello también era un problema. Parecía contener una pista importante para lograr su objetivo, pero la pequeña lo sujetaba con toda la fuerza que tenía. Era poca, sí, pero bastaba con que fuera hija de otro capitán de la marina para buscarse más líos. Le había visto la cara, y matarla estaba descartado, así que lo mejor era dejar que le tomara por un amigo y averiguar quién era su padre, donde vivía, a qué se dedicaba y qué relación tenía con los piratas.
Se acercó a los hombres y les dio cachetadas, esperando que se despertaran.
—¿Se puede saber quién cojones sois? —preguntaría, indignado—. No, no me lo digáis. Sois un par de imbéciles que perseguían a una niña pequeña y desvalida blasfemando por todo lo alto. Y sois piratas, de eso no me cabe duda. Lo que importa es: ¿qué hay dentro de ese maletín? —señalaría la cartera, aún en brazos de la pequeña—. ¿Y para quién trabajáis? Si no me lo decís, será muy doloroso —concluiría con una pérfida sonrisa. Si era necesario, los torturaría, aunque no delante de la niña.
Se hubieran despertado o no los hombres, se cargaría a cada uno al hombro. No pretendía dejar a nadie sin vigilancia dentro de dimensión; había escarmentado desde que aquel hombre pez amorfo y sinvergüenza dejara entrar "accidentalmente" a decenas de hombres armados. Cuando comenzó a caminar en busca del hogar de la niña, su mente no pudo evitar divagar, intentando unir las piezas del puzzle. «Está claro que hay alguien detrás del alzamiento de los piratas, ¿pero quién? ¿El jefe de estos pardillos? —si aquellos dos hombres pertenecían a la tripulación del perro y las constelaciones por Jolly Roger, no le sonaba de nada—. ¿De verdad una banda desconocida puede haber influido de esta manera a los rufianes de los siete mares? Aquí hay gato encerrado.» Mientras andaba, seguido de la niña, buscaba por los espejos el mejor lugar para llegar a su casa. Con suerte hasta podrían aparecer dentro, evitando que nadie del exterior pudiera ver cómo entraba.
—¿Y quién es tu padre, pequeña? —preguntaría fingiendo inocencia—. ¿Alguien famoso? Nunca he conocido a un famoso, ¿sabes? ¿A qué se dedica? Seguro que a algo superguay, después de todo puede hacer que los hombres malos dejen de hacer cosas malas. —Le resultaba humillante ponerse al nivel de una niña tan pequeña, pero era la mejor manera de empatizar con ella. Los niños solían ser bastante ingenuos y hablaban más de la cuenta, aunque no supieran de qué hablaban. La claves estaba en atender a todas y cada una de sus palabras.
Una vez llegara a su destino, usaría su bufanda para enrollársela alrededor de su cabeza, tapando sus rasgos felinos. La niña y los hombres ya le habían visto la cara, pero estos últimos no iban a salir de la Dimensión Reflejo en una temporada y nadie más tenía por qué vérsela. Podría haber cambiado de aspecto usando el reflejo de alguna persona, pero no le pareció apropiado. Después de todo, cuanto menos supiera la niña de él, menos contaría.
—Me resfrío con facilidad —mentiría si le preguntara por qué se tapa la cara.
Una vez fuera, esperaba alcanzar la casa de la niña y descubrir algo más, algo que le ayudara a cumplir con su meta. «Como su padre trabaje para el gobierno, se va a liar parda» pensó cuando ponía un pie en el suelo al atravesar el espejo.
Roland se levantó, y observó nuevamente a la chiquilla. Sin duda no era una nativa, lo cual podía ser tan bueno para él como malo. No parecía querer soltar el maletín, y aquello también era un problema. Parecía contener una pista importante para lograr su objetivo, pero la pequeña lo sujetaba con toda la fuerza que tenía. Era poca, sí, pero bastaba con que fuera hija de otro capitán de la marina para buscarse más líos. Le había visto la cara, y matarla estaba descartado, así que lo mejor era dejar que le tomara por un amigo y averiguar quién era su padre, donde vivía, a qué se dedicaba y qué relación tenía con los piratas.
Se acercó a los hombres y les dio cachetadas, esperando que se despertaran.
—¿Se puede saber quién cojones sois? —preguntaría, indignado—. No, no me lo digáis. Sois un par de imbéciles que perseguían a una niña pequeña y desvalida blasfemando por todo lo alto. Y sois piratas, de eso no me cabe duda. Lo que importa es: ¿qué hay dentro de ese maletín? —señalaría la cartera, aún en brazos de la pequeña—. ¿Y para quién trabajáis? Si no me lo decís, será muy doloroso —concluiría con una pérfida sonrisa. Si era necesario, los torturaría, aunque no delante de la niña.
Se hubieran despertado o no los hombres, se cargaría a cada uno al hombro. No pretendía dejar a nadie sin vigilancia dentro de dimensión; había escarmentado desde que aquel hombre pez amorfo y sinvergüenza dejara entrar "accidentalmente" a decenas de hombres armados. Cuando comenzó a caminar en busca del hogar de la niña, su mente no pudo evitar divagar, intentando unir las piezas del puzzle. «Está claro que hay alguien detrás del alzamiento de los piratas, ¿pero quién? ¿El jefe de estos pardillos? —si aquellos dos hombres pertenecían a la tripulación del perro y las constelaciones por Jolly Roger, no le sonaba de nada—. ¿De verdad una banda desconocida puede haber influido de esta manera a los rufianes de los siete mares? Aquí hay gato encerrado.» Mientras andaba, seguido de la niña, buscaba por los espejos el mejor lugar para llegar a su casa. Con suerte hasta podrían aparecer dentro, evitando que nadie del exterior pudiera ver cómo entraba.
—¿Y quién es tu padre, pequeña? —preguntaría fingiendo inocencia—. ¿Alguien famoso? Nunca he conocido a un famoso, ¿sabes? ¿A qué se dedica? Seguro que a algo superguay, después de todo puede hacer que los hombres malos dejen de hacer cosas malas. —Le resultaba humillante ponerse al nivel de una niña tan pequeña, pero era la mejor manera de empatizar con ella. Los niños solían ser bastante ingenuos y hablaban más de la cuenta, aunque no supieran de qué hablaban. La claves estaba en atender a todas y cada una de sus palabras.
Una vez llegara a su destino, usaría su bufanda para enrollársela alrededor de su cabeza, tapando sus rasgos felinos. La niña y los hombres ya le habían visto la cara, pero estos últimos no iban a salir de la Dimensión Reflejo en una temporada y nadie más tenía por qué vérsela. Podría haber cambiado de aspecto usando el reflejo de alguna persona, pero no le pareció apropiado. Después de todo, cuanto menos supiera la niña de él, menos contaría.
—Me resfrío con facilidad —mentiría si le preguntara por qué se tapa la cara.
Una vez fuera, esperaba alcanzar la casa de la niña y descubrir algo más, algo que le ayudara a cumplir con su meta. «Como su padre trabaje para el gobierno, se va a liar parda» pensó cuando ponía un pie en el suelo al atravesar el espejo.
- Resumen:
- Llevar a la niña a su casa, hacerle preguntas, y hacerle preguntas a los aparentes piratas, pero con menos delicadeza.
Usado (Habilidad única de oficio, espía-investigador):
Rozando lo moralmente aceptado: Roland es alguien con poca paciencia y fácil de enfadar. Cuando interroga a una persona, en cuanto no obtiene lo que quiere se empieza a molestar, profiriendo amenazas y pudiendo usar la violencia, a lo que las personas habitualmente suelen acabar cediendo y desembuchando.
¿Procyon? ¿Qué demonios podía significar aquello? Por fortuna el líder de la reunión y todos sus subordinados parecían se olvidado de que me habían hecho entrega de la daga que, todo fuese dicho, parecía una obra de coleccionista destinada a cumplir su papel en turbios rituales ancestrales. Fuera como fuese, la guardé entre los pliegues de mi túnica con todo el disimulo que pude. Había conseguido salvar la vida de Iulio por el momento, pero ésta estaba lejos de estar fuera de peligro. Todo hacía pensar que volverían a intentar matarle, y debía asegurarme de encontrarme en un lugar donde pudiese revelar mis intenciones cuando el momento llegase.
El toque de Kusanagi me devolvió a la realidad unos instantes después, comprobando que dos esbirros se movían. Uno de ellos se había cargado al hombro el cuerpo de mi hermano, así que guardé silencio y les seguí a los dos. Sus pasos nos llevaron hasta una boca de alcantarilla que sirvió de acceso a una red de túneles subterráneos. Era un método de movimiento no demasiado original, pero no por ello menos efectivo. Moverse bajo los pies del enemigo era una apuesta segura en la mayoría de ocasiones en lo que a discreción se refería.
Terminamos por volver a salir en lo que a todas luces debía ser un almacén. Así lo indicaban las cajas y palés que se amontonaban por doquier. Por mi parte, me desplacé en silencio hasta los más cercanos y me asomé tímidamente para comprobar que no hubiese nadie en las cercanías.
—Todo despejado por aquí —susurré antes de repetir la operación en dos esquinas más y volver junto al resto.
No sabía dónde nos encontrábamos ni qué motivo nos habría llevado hasta allí, mas algo así era la ocasión que había tenido en mente para acabar con el enemigo sin testigos y rescatar definitivamente al vago de mi hermano menor. Por otro lado, el lugar en el que nos encontrábamos bien podría seguir encontrándose en "nuestro territorio", y quizás lanzarme al ataque sin más podría significar mi muerte y la del perezoso. ¿Por qué actuaba con tanta cautela? No era propio de mí, aunque quizás la relevancia de lo que estaba en juego, por una vez, me obligase a distorsionar levemente mi modo de ver las cosas.
El toque de Kusanagi me devolvió a la realidad unos instantes después, comprobando que dos esbirros se movían. Uno de ellos se había cargado al hombro el cuerpo de mi hermano, así que guardé silencio y les seguí a los dos. Sus pasos nos llevaron hasta una boca de alcantarilla que sirvió de acceso a una red de túneles subterráneos. Era un método de movimiento no demasiado original, pero no por ello menos efectivo. Moverse bajo los pies del enemigo era una apuesta segura en la mayoría de ocasiones en lo que a discreción se refería.
Terminamos por volver a salir en lo que a todas luces debía ser un almacén. Así lo indicaban las cajas y palés que se amontonaban por doquier. Por mi parte, me desplacé en silencio hasta los más cercanos y me asomé tímidamente para comprobar que no hubiese nadie en las cercanías.
—Todo despejado por aquí —susurré antes de repetir la operación en dos esquinas más y volver junto al resto.
No sabía dónde nos encontrábamos ni qué motivo nos habría llevado hasta allí, mas algo así era la ocasión que había tenido en mente para acabar con el enemigo sin testigos y rescatar definitivamente al vago de mi hermano menor. Por otro lado, el lugar en el que nos encontrábamos bien podría seguir encontrándose en "nuestro territorio", y quizás lanzarme al ataque sin más podría significar mi muerte y la del perezoso. ¿Por qué actuaba con tanta cautela? No era propio de mí, aunque quizás la relevancia de lo que estaba en juego, por una vez, me obligase a distorsionar levemente mi modo de ver las cosas.
- Resumen:
- Ir junto a los matones y disimular al llegar al almacén.
Normas del capítulo:
Moderación
- Se moderará lunes y jueves entre las 22:00 y las 23:59.
- No se puede postear los lunes o jueves antes de la moderación.
- Hay un reloj que marca el tiempo restante. Cuando acaba los temas se cierran.
- Está prohibido metarrolear, powerrolear y demás actitudes tóxicas.
- A más riesgo, más premio.
- Como es tradición, el barco de Sons of Anarchy se hundirá en algún momento.
- Cada post debe ocupar entre 250 y 1.200 palabras. Si no se está en estos límites, el post podría ser ignorado.
- Es responsabilidad de un usuario comunicarse con la gente con la que interactúa.
- Si un post tiene más de 15 faltas ortográficas por párrafo podría ser ignorado.
- Hacer un resumen de acciones relevantes es obligatorio independientemente de la extensión.
- La ley del plot no es a prueba de idiotas.
Moderación
- Meneror - 50:
- Tal vez te estés pasando un poco de durillo con los chicos, se les nota asustados y algo perdidos. Seguramente no hayan salido de su isla en lo que llevan de vida y simplemente buscan salvar a su hermano de lo que parece ser un destino terrible. Cuando al fin consiguen tu atención y decides ayudarles ambos se relajan un poco y asienten mientras piensan en cómo responder a tus preguntas.
— Al principio todo era normal, esa mujer llego a la isla en busca de negocios e inversores para diferentes propuestas, como es normal casi siempre se busca a la gente adinerada y por lo tanto acudir a los nobles no es extraño — comenzó a explicar uno de los hermanos antes de que el otro se uniese a la conversación — sin embargo desde el principio la mujer se nos hizo un poco extraña, su forma de hablar y de moverse, no quería que nadie estuviera en las reuniones que tenía con mi hermano y estamos convencidos de que termino hipnotizándolo o algo así — suspiro con algo de pena pensando en que tal vez si hubiese entrado en alguna de esas reuniones podría haber ayudado a su hermano antes.
— Después nuestro hermano se empeñó en venir al archipiélago, nos pareció realmente extraño pero no podemos detener al cabeza de la casa cuando decide algo, después de unos días dejamos de recibir noticias suyas y nos asustamos un poco. La última vez que hablamos con él nos dijo que Sophie iba a presentarle al fin a Júpiter y tras eso no volvió a llamar — al parecer el tal Jupiter tenía mucho que ver en todo este lío, pero nadie termina de saber del todo bien quien es el tipo así que aunque le preguntes a los chicos por él no sabrán responderte.
Por un momento los chicos miran a los lados y tiran un poquito de ti lejos de la puerta — tras eso decidimos venir para ver que ocurría usando la invitación que nuestro hermano había recibido y nos encontramos con este panorama, mucho de los que están allí dentro son nobles, empresarios muy reconocidos e incluso miembros de las fuerzas de seguridad de diferentes islas. Creemos que la persona para la que trabaja Sophie busca controlar el comercio y las vías por las que se mueve el mismo, no sé bien para qué, pero por ahora le está sirviendo — la idea de que alguien hiciera todo aquello para hacerse con el control absoluto del paraíso y tal vez del nuevo mundo no sonaba tan descabellado si uno lo pensaba con cabeza fría.
Para identificar al hermano de estos dos no te va a ser muy complicado, tiene el mismo tipo de ropa, el mismo tono de pelo y el mismo tono de ojos, prácticamente si no fueran unos mayores que otros podrían ser incluso trillizos. Sin embargo puedes sentir como algo no va del todo bien y unos sonidos peculiares salen de la sala de reuniones. Parecen gruñidos o algo por el estilo aunque no sabes del todo bien como identificarlos.
- Los Rabolucionarios - 33:
- El impacto dobla tu armadura, te daña, es algo completamente inevitable y que has decidido aceptar el golpe directamente para comprobar la fuerza de tu enemigo. Consigues ir parando o esquivando los siguientes pero no parece que el tipo quiera darse por vencido. Tu primer impacto contra el guante de tu enemigo se esfuma como si nada, parece que el material de lo que está hecho ha absorbido el impacto de tu descarga. Sin embargo el siguiente sí que deja inutilizado su otro brazo.
No obstante está satisfecho tras conseguir que en tu brazo se formase una maravillosa quemadura de primer grado ante el impacto de su puñetazo. Sin embargo el hombre parece ser bastante resistente y aunque tu descarga le ha dado en el antebrazo tal y como querías lo único que ha conseguido ha sido dejarle el brazo pajarito. Cuando te ve cargar contra su compañero se lanza contra ti para chocar su cuerpo con el tuyo de costado en un placaje y así desviarte de tu trayectoria mientras el hombre consigue salir con la mujer y acompañado del hombre rubio.
Si Gabi hubiese salido, seguramente hubiese visto a esos dos hombres y a la pobre mujer que era llevada a rastras por el callejón que está justo al lado de la puerta principal. Sin embargo se giró para reencontrarse con Dexter mientras este hablaba con las pelirrojas, así que no han visto nada. Tu contrincante hará que choques contra la pared e intentara volver a golpearte con una lluvia de puñetazos a tu estómago con el único brazo que le queda móvil.
Por otro lado, mientras los hombres escapan Vega fingió un grito de dolor en el momento en que sonó aquella bofetada siguiendo el papel designado en aquel teatro. Le indico a Dexter que saliera primero, pues ella tendría que fingir algo de malestar primero. Las pelirrojas simplemente mantuvieron una sonrisa serena en su rostro — una lástima que nuestra querida Vega no sea suficiente para usted, es extraño, ella nunca se niega a nada — se miran entre ellas completamente contrariadas — tu pequeña amiga quería salir… — fueron interrumpidas por la propia chiquilla que entraba por la puerta de vuelta con el niño y Eustaquio el guardia.
Vega bajo corriendo las escaleras mientras sollozaba con unas preciosas lágrimas en sus ojos y se abrazaba a una de las hermanas pelirrojas — me ha golpeado Mera, prometo que no hice nada para que me golpeara, es un hombre muy violento — sus palabras eran completamente convincentes mientras la chica no dejaba de llorar mientras Mera, quien llevaba el collar con menos estrellas la consolaba con ternura. La otra de las hermanas te miro con cierta molestia al saber lo que habías hecho — creo que será mejor que se marche, señor Black, no admitimos que maltraten a nuestras chicas sin ninguna razón o necesidad, si quería algo más “duro” podría haberlo especificado antes o al menos avisar a nuestra chica — parecía que no tenían mucho más que compartir contigo.
— Querida, ve a por algo frío para esa carita preciosa y luego ve a descansar ¿vale? Por esta noche has terminado tu jornada — Vega asintió mientras seguía lloriqueando y entonces se marchó a la barra en busca de hielo para la mejilla y después a la parte trasera del local para salir por allí y dirigirse al punto de encuentro acordado con el revolucionario. Mientras tanto, aquellos dos hombres seguían arrastrando a la mujer lejos mientras acallaban sus gritos tapando su boca y la mujer intentaba forcejear tanto como podía causando cierto alboroto fuera. Además de eso, podéis escuchar algo más en la zona inferior del burdel, los gruñidos de los animales se vuelven mucho más fuertes y se comienzan a escuchar golpes en las puertas cada vez más y más fuertes, parece que incluso se fueran a romper en cualquier momento.
- Justice Raiders - 13:
- Consigues ponerte en comunicación con Kus, Zuko, parece que tu viejo amigo por el momento se encuentra bien, pero tiene algunos pequeños problemas con esos dos matones que no tienen pinta de querer dejarlos ni a sol ni a sombra. Por otro lado al llegar a la zona de reunión verás que está completamente desierta, lo único que podrás ver será la gran mesa y las sillas que la rodeaban con sus respectivos grabados de estrellas. Una lástima, parece que los allí presentes se han ido con viento fresco. Si decides acudir al lugar donde se encuentran los dos agentes del Cp seguramente les seas bastante más útil, demasiada gente implicada para solo dos chicarrones que además están siendo vigilados de cerca por dos sombras que pueden acuchillarlos en cualquier momento. Aunque puede que la sala no esté tan desierta como parece, una joven de unos veinte años, con el pelo rojo como la sangre misma y los ojos azules aparece por una de las puertas y te apunta con una espada que le cuesta sostener. No parece ser una guerrera muy diestra, pero al menos tiene valor — ¿eres uno de esos desgraciados que se reúne aquí? Si es así, prepárate a morir, ¡pienso vengar la muerte de mi padre aquí y ahora! — se lanzará contra ti con la intención de clavar la espada en tu vientre, parece que no está en su sano juicio tampoco y puedes sentir un aura extraña en la habitación.
Hamlet, parece que estas en peligro, consigues rescatar a Inferno y se llevan al chico a retaguardia donde cuidaran de él y evitaran que se meta en problemas por el momento. Pero parece que tu acto heroico te acarrea una pequeña herida en el costado derecho. La lanza de la mujer ha golpeado en esa zona pero no atravesó tu cuerpo de lado a lado simplemente por piedad. — No asesino a mis enemigos por la espalda, así que deja de jugar a la niñera y ven — no parecía que fuera a volverá perdonarte la vida otra vez. Una vez por combate era suficiente y ahora sus ataques se volvieron mucho más rápidos y certeros, sus ojos cambiaron a unos casi felinos. Junto ambas lanzas por un momento y cuando estas chocaron sus puntas se cubrieron de lo que parecía ser una corriente eléctrica de color morado.
Se lanzó nuevamente contra ti intentando primeramente clavar una de sus lanzas en tu pierna derecha y la otra en tu hombro izquierdo. El combate había empezado a volverse algo más intenso y todo a vuestro alrededor parece incluso detenerse, nada tiene sentido en aquella batalla. ¿No resulta extraño que gente que nunca ha combatido en aquella isla este ahora provocando que la sangre de aquellos con quienes compartían el día a día riegue el suelo? Se podría decir que es incluso triste pensarlo, jurarías que incluso eres capaz de escuchar una melodía lastimera saliendo de alguna parte.
Parece que alguien te observa Iulio, puedes sentir su presencia, diría que incluso eres capaz de sentir su aliento chocando contra tu nuca durante un momento, pero después desaparece, como un fantasma y vuelve a estar lejos de ti, pero no demasiado, se encuentra a unos metros detrás de ti aunque si te giras no verás nada, es una sensación, una figura que sabes que está pero que no eres capaz de ver, pero si sentir. — No deberías moverlo, si lo levantas estallara antes de tiempo jejeje — su risa resulta molesta, podrías decir incluso que aquella voz y esa risa corresponden a una especie de niño o algo parecido. Incluso diría que la voz te suena e algo, tal vez de alguien que estuviera entre aquel humo negro y al cual ayudaste a salir.
— Tiene un mecanismo de presión, si mueves la bomba o la caja, estallara, si llega al tiempo límite estallara y si intentas manipularla y lo haces mal, estallara. Digamos que ahora mismo estas jodido querido — de nuevo dejó salir aquella risa molesta que retumbaba por todo el maldito almacén. Parece que está disfrutando con la idea de verte sufrir y apenas quedan dos minutos para la explosión inminente de aquella bomba que liberara el gas mortífero que eliminara por completo a toda cosa viviente que se encuentre en el puerto o en sus inmediaciones en un radio de cinco kilómetros a la redonda. Difícil situación ¿Verdad?
- Kia y Ral - 30:
- Los túneles se desmoronan con velocidad, una explosión os hace cambiar de dirección, tenéis que cambiar de túnel, parece que las cosas se están complicando cada vez más. Siguiendo el “aire fresco” podéis deducir que no os queda mucho para llegar al exterior, pero no parece que nuestro amigo os quiera dejar salir. Quiere sepultaros de todas las formas posibles y no pretende que las cosas salgan bien para vosotros. Sin embargo una luz aparece en uno de los túneles colindantes, una luz azulada que se mueve de un lado a otro, cualquiera diría que es un fuego fauto que danza intentando llamar la atención de Kia.
Por otro lado, nuestro amigo de los túneles sigue destruyendo y cavando esperando que muráis allí abajo hasta que queda satisfecho y se marcha, seguramente no podáis seguirlo ahora ya que está cavando túneles nuevos y os separa de él una cantidad considerable de tierra, roca y demás sedimentos que han ido cayendo por las explosiones y los derrumbamientos ocasionados por aquel hombrecillo. Es posible que siguiendo aquel aire puro por decirlo de alguna manera, lograseis salir, pero puede que el lugar donde os encontréis ahora no os guste tanto como debería. Sin embargo, si seguís al pequeño fuego fauto os llevara a otro lugar distinto, un destino algo más peculiar.
Podéis elegir el camino que queráis, los dos os sacaran del túnel y conseguiréis sobrevivir al derrumbamiento, pero el destino que os aguarda puede ser terrible o ligeramente menos terrible. Buena suerte decidiendo donde queréis acabar, oh, por cierto, cuando salgáis, por cualquiera de los dos lados, Kia podrá sacar la placa de entre su ropa y podrá ver que se trata de una especie de grabado que tiene una Jolly Roger en ella, una que no habéis visto nunca pero que desde luego parece muy bien trabajada. Sin embargo si miráis la parte de atrás de la placa, os daréis cuenta de que la fecha de su creación es muy antigua. Demasiado incluso, no obstante la placa está intacta, tan bien cuidada que parece que fue hecha ayer mismo. ¿Curioso verdad? La Jolly Roger que se encuentra en aquel grabado tiene la calavera de lo que parecer ser un perro con la boca abierta y que además tiene dos enormes colmillos. En los ojos del perro se pueden ver dos constelaciones, una de ellas con más estrellas que otra y una correa que rodea el lugar donde la cabeza se une al cuello como si el perro le perteneciera a alguien aun cuando parece tan fiero.
- El jardín de Eden - 12:
- Habéis llegado al almacén, por el momento parece que va todo según el plan y que habéis logrado poneros en comunicación con el Vicealmirante Zuko. Ante la pregunta uno de ellos os mira como si tuvierais tres ojos en la frente. — ¿No prestasteis atención en la última reunión o qué? Hemos venido aquí para volar la casa de subastas, si queremos que piensen que han sido los marines tiene que ser algo que obviamente no sea suyo, estos nuevos son todos idiotas, dentro de la casa tenemos tres infiltrados más que ayudaran a colocar los explosivos — el tipo bufó con molestia por tener que contaros otra vez el plan que supuestamente deberíais ya conocer de la anterior reunión que precedía a esta.
Por otro lado la otra figura levanto una gran manta mostrando varias cajas con explosivos. Estaba todo preparado, solo tenían que colocar los explosivos y hacer volar aquella casa de subastas con todos los que estuvieran dentro y de paso cargarle el muerto al marine. — Os toca, ¿Cómo pensáis hacerlo? — se cruzó de brazos esperando ver qué es lo que tenéis en mente para cumplir con lo que se os ha encomendado. Por otra parte Kus, puedes comprobar que las dos figuras no son demasiado fuertes, pero sí que pueden ser un problema si os ponéis a pelear allí. Sin embargo, el marine parece ser bastante débil como para ser un contraalmirante, pero nada te garantiza que no esté ocultando su potencial o que este demasiado destrozado como para mostrar nada realmente.
Las figuras están esperando vuestra idea y mientras esperan, la figura que había destapado las cajas se comunica con los tipos que están dentro a través de un pinganillo que parece llevar en la oreja — estamos aquí, tenemos al marine y los explosivos, es hora de empezar a colocarlos para que todos en la isla puedan ver los fuegos artificiales — si pudierais verle la cara seguramente podríais ver una enorme sonrisa de oreja a oreja que desde luego resultaría molesta y perturbadora. Por otro lado el otro tipo se acerca al marine y le pega un bofetón para ver si consigue alguna reacción por parte de aquel hombre que se remueve un poco e intenta escapar nuevamente ante las carcajadas burlonas del tipo que lo había golpeado.
— Estoy deseando destrozar a este tipo, estoy seguro de que el jefe estará contento, ¿no fue este cabrón el que le causo molestias al gran perro? — la voz del tipo se volvía cada vez más insoportable mientras hablaba — sí, fue ese mal nacido y ahora le daremos de su propia medicina, seguro que él estará contento con nuestro trabajo — parecían animados con la idea de destrozar al pobre Iulio. Una vez todos los implicados fueron avisados, ambos se giran a miraros esperando ver cual es vuestro “gran plan” para inculpar al contralmirante de la explosión de la casa de subastas. Al mismo tiempo podéis ver algunas sombras extrañas merodeando por el almacén y unas risillas o murmullos que acompañan cada uno de los movimientos, parece que vuestros compañeros no se están dando demasiada cuenta, pero vosotros podéis percibirlo con total claridad.
- Oppencito haciendo amigos - 33:
- La niña parece sonreír con total felicidad cuando le dices que vas a llevarla a casa y se aferra con algo más de fuerza al maletín mientras se coloca a tu lado con total felicidad. Los hombres no despiertan por el momento, parece que les has dado un golpe lo suficientemente contundente como para que duerman durante un rato largo. Te pones a caminar con la niña con un hombre a cada hombro y la pequeña casi va dando saltitos de felicidad al saber que no está solita. La pequeña te indico que su casa estaba en el manglar treinta y tres, no está demasiado lejos y seguro que con tu dimensión espejo llegas rápido.
Ante tu pregunta sonríe orgullosa, claro que su papa es súper guay y ella lo sabe — mi papa es alguien súper importante, hace poquito le ascendieron de rango e hicimos una fiesta muy grande para celebrarlo — se notaba que la pequeña estaba totalmente encantada con su papa y que estaba muy orgullosa. Mientras iba andando ahora un poquito más atrás porque sus piernas son más cortas y además aún está un poco cansada después de tanto correr para evitar que esos hombres malos la atrapasen.
— Mi papa trabaja para la marina, es contr…contra…mmm — parecía que la pequeña se había mordido la lengua mientras intentaba decir el rango de su papa y pone pucheros por no ser capaz. — Contraalmirante, si, eso jejejej — al fin había sido capaz de decirlo y estaba de lo más entusiasmada con la idea de que su papa tuviera el maletín y que fuera ella quien se lo llevase, tenía que contarle la historia de Nícolas y su mama para que los ayudara. No tardáis demasiado en llegar y conseguís entrar por un espejo que se encuentra en la habitación de la pequeña.
La niña sale corriendo entonces hasta la parte baja de la casa donde encuentra a su padre y gritando contenta se acerca a él con el maletín en la mano — ¡papa! Nícolas me dio esto para ti, lo cogió su mama Khissa, dice que es algo sobre los perros malos y mi nuevo amigo me ayudo a llegar hasta aquí — el padre ante aquella declaración cogió el maletín y colocó a su hija tras de él mientras miraba quien era ese nuevo “amigo” Obviamente si has ayudado a su hija no tiene intención de atacarte pero tiene que mantenerse en guardia por si acaso.
Con tus oídos felinos seguro que puedes escuchar un extraño ruido que proviene de fuera, algo así como huesos golpeando entre ellos, tal vez sean salvajes o que alguien viene a recuperar lo que era suyo. Pero parece que se acercan problemas.
- Los mafiosos de honor, Kaito y Will - 21:
- La mujer cangrejo mira a Kaito de arriba abajo y al final alza una ceja y le dedica una sonrisa torcida, divertida:
-Oh, descuida. Sé perfectamente la suerte que tengo.
Ella no es el único comensal. No tardan en llegar tres personas más, otros dos hombres cangrejo también vestidos de traje y una enorme mujer cigala con un vibrante pintalabios naranja. Os miran con curiosidad, pero se sientan a la mesa con exquisitos modales y enseguida aparecen los camareros, llevando tanto los platos de Kaito como los de Ambrose como un par más que no reconocéis pero desde luego tienen muy buena pinta.
-Ah, perfecto. La hora del festín. Horacio, vas a tener que mandar a alguien a la ubicación dos. Han vuelto a destrozarlo.
Uno de los hombres asiente distraídamente, antes de hacer una pregunta acerca de un supuesto inventario. Ambrose le confirma que todavía están bien abastecidos, que pueden aguantar aún varias oleadas. La hija, algo aburrida de los negocios, atiende a lo que le dice Kaito pero no parece sorprenderla:
-Puedo cuidar de mi propia línea de sangre, cuando conozca al candidato adecuado lo sabré. De lo demás, puedo encargarme sola.
Entretanto, Ambrose se gira hacia Will:
-Dime... si pudieras pedir absolutamente cualquier cosa, ¿qué pedirías?
Kaito Takumi
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Akuma no mi
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La verdad es que me había quedado un poco sorprendido con la actitud de la muchacha, aunque claro, aquello no era nada comparado con la sorpresa al ver al resto de comensales. Estábamos rodeados de una mariscada, y aquello, aparte de hambre, me estaba planteando unas dudas un tanto más importantes que “quién había hecho el resto de platos”.
Mis ojos fueron de aquí para allá con curiosidad pasando sobre las texturas, los sabores y las presentaciones de aquellos platos tan apetecibles. Vivos o no, desde luego se había juntado un festín… Uno un tanto problemático, la verdad. Por no decir falto de educación.
—Como quieras, oye —solté mostrando las palmas en una mueca de laxa rendición. Aquello lo confirmaba.
Estos tipos eran una panda de imbéciles. Unos de esos grupos sociales que creían que su ascendencia debía mostrarse pura en lugar de someterse a los caprichos del mar. Panda de cerdos endogámicos. Para los ojos de un pielseca como Will, ciertos rasgos familiares podían pasar desapercibidos, pero para mi, un biólogo experto y un auténtico hijo del mar, había matices en las comisuras de los labios, los ojos y alguna que otra peca que trazaban cuan prieta estaba siendo aquella familia. De hecho aquello explicaba requetebién que la muchacha presentara una mutación de torso, ampliando este a su ascendencia para dotarla de pinzas. Sí sí, un rasgo que muchos considerarían digno, hasta que tus riñones funcionan más como los de un cangrejo y la presencia de metales relativamente inocuos para el resto te manda a freír espárragos. Lo que no se fornicaran entre ellos lo pasarían intentando encontrar a candidatos dispersos para intentar mantener sus caracteres crustáceos…
¿Qué hacían con los niños que no cumplían las expectativas? ¿Los tirarían a una poza? ¡Qué desperdicio de biomasa! Hm… y si parecían tan estirados y racistas, cosa que habían demostrado al no presentarse cuando yo lo hice y mirarnos como los monos de feria que venían de entretenimiento a la mesa, ¿qué podíamos hacer para cambiarlo? Por que a un par de ellos les podíamos, quizás a unos cuantos más… ¿pero a todos? Muy complicado. Más con un estómago lleno. Porque esa comida no se iba a tirar, por la mar.
—Okay… tendré que buscar yo mismo la conversación —me susurré ante la total falta de interés verbal de los comensales y su obvia falta de eduación. ¡Aquí el paleto era yo, puñetas!—. Chacho, eh, muchacho…—dije girándome sobre mí mismo en mi posición de “sentado a la mesa” hacia uno de los criados que habían venido.
Tras una pausa incómoda, el servicio se acercó con su falsa disposición.
—¿Sí… señor?
Arrastro aquella palabra como si alguien como yo se arrastrase por el suelo. A ver, que lo hacía, pero poner una mala connotación en ello…
—¿Está pasando algo últimamente de interés por la zona?
Hubo un destello de… superior pedantería en su rostro. Como un “Hay explosiones y asaltan constantemente los piratas, por no hablar de una guerra con la marina, idiota”.
—Me refiero más allá del caos. Obviamente —concreté con la amargura de haber saboreado el mínimo rastro de su vil emoción.
—Los mangroove florecerán pronto. Es costumbre hacer un festival, pero tal y como están las cosas se ha cancelado.
—Triste, muy triste. En fin, aprovecharé para coger muestras si se tercia la cosa. ¿Faltan muchos comensales? Que hay gusa.
—Ya deben estar al caer, le pido paciencia. Los recién casados tienden a retrasarse un poco.
Genial. Volviendo mi cabeza hacia la pequeña multitud que se había formado, sabía que mis palabras quedarían reducidas a torpes tartamudeos. ¿Por qué todo el mundo estaba tan atento a lo que decíamos? Cago en la mar…
Arqueándome hacia Will todo lo que mi invertebrada flexibilidad me permitía, intenté susurrarle.
—Intenta sacar lo del emperador marino. Sería un buen regalo… y una hazaña impresionante.
Mis ojos fueron de aquí para allá con curiosidad pasando sobre las texturas, los sabores y las presentaciones de aquellos platos tan apetecibles. Vivos o no, desde luego se había juntado un festín… Uno un tanto problemático, la verdad. Por no decir falto de educación.
—Como quieras, oye —solté mostrando las palmas en una mueca de laxa rendición. Aquello lo confirmaba.
Estos tipos eran una panda de imbéciles. Unos de esos grupos sociales que creían que su ascendencia debía mostrarse pura en lugar de someterse a los caprichos del mar. Panda de cerdos endogámicos. Para los ojos de un pielseca como Will, ciertos rasgos familiares podían pasar desapercibidos, pero para mi, un biólogo experto y un auténtico hijo del mar, había matices en las comisuras de los labios, los ojos y alguna que otra peca que trazaban cuan prieta estaba siendo aquella familia. De hecho aquello explicaba requetebién que la muchacha presentara una mutación de torso, ampliando este a su ascendencia para dotarla de pinzas. Sí sí, un rasgo que muchos considerarían digno, hasta que tus riñones funcionan más como los de un cangrejo y la presencia de metales relativamente inocuos para el resto te manda a freír espárragos. Lo que no se fornicaran entre ellos lo pasarían intentando encontrar a candidatos dispersos para intentar mantener sus caracteres crustáceos…
¿Qué hacían con los niños que no cumplían las expectativas? ¿Los tirarían a una poza? ¡Qué desperdicio de biomasa! Hm… y si parecían tan estirados y racistas, cosa que habían demostrado al no presentarse cuando yo lo hice y mirarnos como los monos de feria que venían de entretenimiento a la mesa, ¿qué podíamos hacer para cambiarlo? Por que a un par de ellos les podíamos, quizás a unos cuantos más… ¿pero a todos? Muy complicado. Más con un estómago lleno. Porque esa comida no se iba a tirar, por la mar.
—Okay… tendré que buscar yo mismo la conversación —me susurré ante la total falta de interés verbal de los comensales y su obvia falta de eduación. ¡Aquí el paleto era yo, puñetas!—. Chacho, eh, muchacho…—dije girándome sobre mí mismo en mi posición de “sentado a la mesa” hacia uno de los criados que habían venido.
Tras una pausa incómoda, el servicio se acercó con su falsa disposición.
—¿Sí… señor?
Arrastro aquella palabra como si alguien como yo se arrastrase por el suelo. A ver, que lo hacía, pero poner una mala connotación en ello…
—¿Está pasando algo últimamente de interés por la zona?
Hubo un destello de… superior pedantería en su rostro. Como un “Hay explosiones y asaltan constantemente los piratas, por no hablar de una guerra con la marina, idiota”.
—Me refiero más allá del caos. Obviamente —concreté con la amargura de haber saboreado el mínimo rastro de su vil emoción.
—Los mangroove florecerán pronto. Es costumbre hacer un festival, pero tal y como están las cosas se ha cancelado.
—Triste, muy triste. En fin, aprovecharé para coger muestras si se tercia la cosa. ¿Faltan muchos comensales? Que hay gusa.
—Ya deben estar al caer, le pido paciencia. Los recién casados tienden a retrasarse un poco.
Genial. Volviendo mi cabeza hacia la pequeña multitud que se había formado, sabía que mis palabras quedarían reducidas a torpes tartamudeos. ¿Por qué todo el mundo estaba tan atento a lo que decíamos? Cago en la mar…
Arqueándome hacia Will todo lo que mi invertebrada flexibilidad me permitía, intenté susurrarle.
—Intenta sacar lo del emperador marino. Sería un buen regalo… y una hazaña impresionante.
- Resumen:
- Socializar. Sacar que los mangroove van a florecer (a ver si hay ahi algo de interés de trama) + reciente boda. Y sususrarle a will lo del emperador marino que tmatamos.
Roland Oppenheimer
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Akuma no mi
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Al cruzar el espejo se encontró en un cuarto infantil, seguramente el de la niña pequeña. La chiquilla, con la energía que solo los su edad pueden tener, salió corriendo escaleras abajo, en busca de su padre. Por su parte el mink se quedó en la planta superior, aprovechando que la niña ponía al día a su padre, para buscar rápidamente alguna prenda de vestir como una camiseta, o tal vez una chaqueta, a través de la cual no pudieran relacionarle con ninguna de sus identidades desconocidas. Una vez lo hubiera hecho, bajaría con premura por las escaleras, cargando con los dos piratas que aún seguían durmiendo. Roland los había intentado despertar, pero el golpe que les había propinado había sido demasiado fuerte para sus frágiles e inútiles cabecitas.
— Hola, soy... El nuevo amigo de su hija —declaró, con la bufanda escondiendo toda su cabeza menos los ojos. «Rápido, piensa un nombre falso» pensó—. Me llamo Elmo, y a juzgar por el ruido del exterior es el momento de actuar. No se preocupe por mí, estoy de su parte. Estos dos piratas perseguían a su hija, pero los he detenido y la he traído a salvo. Como puede ver, colaboro con el Gobierno —«Solo que el Gobierno no quiere que colabore con él» pensó mientras dejaba en el suelo a los dos piratas, aunque hacía bien al no decirlo. Esa parte de la historia no resultaba beneficiosa en aquel momento.
El retumbar de unos golpes acercándose se agudizaba en sus oídos.
— Veamos, estamos en el Groove treinta y tres, actualmente bajo el control de los piratas, y parece que estos quieren recuperar ese maletín por el que su hija se ha jugado la vida. Se está rifando un ataque a esta casa y tenéis todas las papeletas. Señor Contraalmirante, ¿tiene algún plan que no ponga en peligro la vida de su hija? —señaló el mink con cierto tono de reproche—. Porque ya que le ha salvado la vida, me gustaría que siguiera siendo así un rato más.
¿Qué era ese sonido? Sonaba como unas castañuelas de claqué, aunque con un aire más asalvajado. Fuera lo que fuera, seguían estando en territorio enemigo, y no tenía tiempo que perder con una oleada de piratuchos de tres al cuarto. Su mejor opción recaía en poner a salvo al marine y su hija para así convencerlos de abrir el maletín, o como mínimo conocer su contenido o la relevancia de este. En realidad, cualquier pista que le ayudase a continuar le bastaría, como algo de información sobre aquella desconocida banda pirata del perro y las constelaciones, pero el ex-agente aspiraba lo más alto que podía.
— Así que usted decide. Si ha llegado a contraalmirante tendrá un mínimo de habilidad, así que podemos quedarnos y deshacernos de esas alimañas... O podemos ir a un sitio seguro en donde ponernos al día y compartir información beneficiosa para acabar con esta amenza. ¿Qué me dice? Si viene conmigo, iremos al lugar más seguro que puede haber en esta isla. Piense en la niña, señor marine.
Acto seguido creó un espejo, por el que volvió a meter a los dos hombres, e hizo señas para que entrara la pequeña familia, no sin antes enfocar el espejo hacia el marine. Nunca sabía cuando le podría venir bien usar el reflejo de un hombre con aquel puesto. Esperó a que el hombre decidiera. Si opinaba que lo mejor era pelear, Roland no iba a poner pegas. Realmente estaba deseando darle una lección al primero que se pasase de listo con él, y no buscaba enemistarse con más marines. Por otro lado, si entraban en la Dimensión Reflejo, les ofrecería su ayuda a cambio de la información que tuvieran. Si había deducido bien, los piratas tenían a la madre de la familia, y podría negociar con el rescate de la mujer, o hacer lo que necesitara el hombre en aquel instante. Lo importante estaba claro; conseguir información sin empeorar su reputación.
Era el momento de actuar.
— Hola, soy... El nuevo amigo de su hija —declaró, con la bufanda escondiendo toda su cabeza menos los ojos. «Rápido, piensa un nombre falso» pensó—. Me llamo Elmo, y a juzgar por el ruido del exterior es el momento de actuar. No se preocupe por mí, estoy de su parte. Estos dos piratas perseguían a su hija, pero los he detenido y la he traído a salvo. Como puede ver, colaboro con el Gobierno —«Solo que el Gobierno no quiere que colabore con él» pensó mientras dejaba en el suelo a los dos piratas, aunque hacía bien al no decirlo. Esa parte de la historia no resultaba beneficiosa en aquel momento.
El retumbar de unos golpes acercándose se agudizaba en sus oídos.
— Veamos, estamos en el Groove treinta y tres, actualmente bajo el control de los piratas, y parece que estos quieren recuperar ese maletín por el que su hija se ha jugado la vida. Se está rifando un ataque a esta casa y tenéis todas las papeletas. Señor Contraalmirante, ¿tiene algún plan que no ponga en peligro la vida de su hija? —señaló el mink con cierto tono de reproche—. Porque ya que le ha salvado la vida, me gustaría que siguiera siendo así un rato más.
¿Qué era ese sonido? Sonaba como unas castañuelas de claqué, aunque con un aire más asalvajado. Fuera lo que fuera, seguían estando en territorio enemigo, y no tenía tiempo que perder con una oleada de piratuchos de tres al cuarto. Su mejor opción recaía en poner a salvo al marine y su hija para así convencerlos de abrir el maletín, o como mínimo conocer su contenido o la relevancia de este. En realidad, cualquier pista que le ayudase a continuar le bastaría, como algo de información sobre aquella desconocida banda pirata del perro y las constelaciones, pero el ex-agente aspiraba lo más alto que podía.
— Así que usted decide. Si ha llegado a contraalmirante tendrá un mínimo de habilidad, así que podemos quedarnos y deshacernos de esas alimañas... O podemos ir a un sitio seguro en donde ponernos al día y compartir información beneficiosa para acabar con esta amenza. ¿Qué me dice? Si viene conmigo, iremos al lugar más seguro que puede haber en esta isla. Piense en la niña, señor marine.
Acto seguido creó un espejo, por el que volvió a meter a los dos hombres, e hizo señas para que entrara la pequeña familia, no sin antes enfocar el espejo hacia el marine. Nunca sabía cuando le podría venir bien usar el reflejo de un hombre con aquel puesto. Esperó a que el hombre decidiera. Si opinaba que lo mejor era pelear, Roland no iba a poner pegas. Realmente estaba deseando darle una lección al primero que se pasase de listo con él, y no buscaba enemistarse con más marines. Por otro lado, si entraban en la Dimensión Reflejo, les ofrecería su ayuda a cambio de la información que tuvieran. Si había deducido bien, los piratas tenían a la madre de la familia, y podría negociar con el rescate de la mujer, o hacer lo que necesitara el hombre en aquel instante. Lo importante estaba claro; conseguir información sin empeorar su reputación.
Era el momento de actuar.
- Resumen:
- Entrar en la casa y buscar un cambio de ropa, presentarse ante el marine como Elmo, ofrecer su ayuda y esperar a la decisión de este.
Hayden Ashworth
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«¿Iulio? ¿Estás seguro?» —le preguntó al pelirrojo— «Ha venido conmigo al archipiélago hace menos de una hora, acabo de enviarlo en busca de un criminal fugado. Estaré allí con refuerzos.»
Dicho aquello, cortó la conexión mental por el momento. El lugar de reunión, al contrario de lo que indicó Kus, estaba vacío. O al menos eso parecía. No dejaba de tener una extraña sensación, como una presencia que lo vigilaba. Sacó su Denden Mushi y, solo por si acaso, contactó con Iulio para comprobar que todo iba bien.
—¿Alguna novedad? —le preguntó. Una vez respondiese, o no, colgaría y llamaría a uno de los capitanes que iban con ellos en el barco —. Necesito refuerzos en el manglar doce, es posible que estén tramando un ataque explosivo. Evacuad también la zona.
Cuando colgó se dio cuenta de que, por una de las puertas, entró una muchacha. De unos veinte años, con el pelo rojo y fuego en la mirada. Llevaba un arma y, por lo visto, pensaba que Zuko era uno de los criminales que se había reunido ahí. Entonces atacó. No parecía tener mucho entrenamiento a sus espaldas, pues parecía que el arma le pesaba. Sus movimientos eran lentos y algo torpes, o al menos eso parecían para alguien tan metido en las artes marciales como lo era el dragón. No le costó mucho parar su espada sujetando la hoja con la mano, cubierta de haki para evitar cortarse. Apartando la hoja a un lado se agachó un poco para tener los ojos a su altura.
—¿Estás bien? ¿Te han hecho daño los que se reunían aquí? —una vez hubiese respondido, de forma tranquilizadora, se irguió de nuevo—. He venido a investigar a esas personas. Se hará justicia por tu padre, te lo prometo. Ahora... ponte a salvo. Las cosas en Sabaody no están estables.
Entonces, asegurándose de que la muchacha salía del edificio, salió volando lo más rápido que pudo hacia el manglar doce. Esperaba encontrar allí los refuerzos que había mandado. Se reuniría con ellos y entonces rastrearía el área, buscando la presencia de Kus, que debía estar acompañada por otras tres personas y un supuesto Iulio. Una vez lo encontrase, iría con los refuerzos a la posición, que parecía ser un...
«Kus, soy yo otra vez. Creo que te estoy detectando en un almacén... ¿eres tú?» —le dijo mentalmente mientras indicaba a los refuerzos que se mantuviesen en silencio—«. He venido con refuerzos. Cuando me des una señal... Entraremos.»
Y, en el caso de que hubiese comprobado que ese no era Iulio, se lo confirmaría a Kus.
Dicho aquello, cortó la conexión mental por el momento. El lugar de reunión, al contrario de lo que indicó Kus, estaba vacío. O al menos eso parecía. No dejaba de tener una extraña sensación, como una presencia que lo vigilaba. Sacó su Denden Mushi y, solo por si acaso, contactó con Iulio para comprobar que todo iba bien.
—¿Alguna novedad? —le preguntó. Una vez respondiese, o no, colgaría y llamaría a uno de los capitanes que iban con ellos en el barco —. Necesito refuerzos en el manglar doce, es posible que estén tramando un ataque explosivo. Evacuad también la zona.
Cuando colgó se dio cuenta de que, por una de las puertas, entró una muchacha. De unos veinte años, con el pelo rojo y fuego en la mirada. Llevaba un arma y, por lo visto, pensaba que Zuko era uno de los criminales que se había reunido ahí. Entonces atacó. No parecía tener mucho entrenamiento a sus espaldas, pues parecía que el arma le pesaba. Sus movimientos eran lentos y algo torpes, o al menos eso parecían para alguien tan metido en las artes marciales como lo era el dragón. No le costó mucho parar su espada sujetando la hoja con la mano, cubierta de haki para evitar cortarse. Apartando la hoja a un lado se agachó un poco para tener los ojos a su altura.
—¿Estás bien? ¿Te han hecho daño los que se reunían aquí? —una vez hubiese respondido, de forma tranquilizadora, se irguió de nuevo—. He venido a investigar a esas personas. Se hará justicia por tu padre, te lo prometo. Ahora... ponte a salvo. Las cosas en Sabaody no están estables.
Entonces, asegurándose de que la muchacha salía del edificio, salió volando lo más rápido que pudo hacia el manglar doce. Esperaba encontrar allí los refuerzos que había mandado. Se reuniría con ellos y entonces rastrearía el área, buscando la presencia de Kus, que debía estar acompañada por otras tres personas y un supuesto Iulio. Una vez lo encontrase, iría con los refuerzos a la posición, que parecía ser un...
«Kus, soy yo otra vez. Creo que te estoy detectando en un almacén... ¿eres tú?» —le dijo mentalmente mientras indicaba a los refuerzos que se mantuviesen en silencio—«. He venido con refuerzos. Cuando me des una señal... Entraremos.»
Y, en el caso de que hubiese comprobado que ese no era Iulio, se lo confirmaría a Kus.
- Resumen:
- Seguir en contacto con Kus, contactar con Iulio para ver si es él, mandar refuerzos al manglar doce, tranquilizar a la muchacha pelirroja e ir al almacén donde están Kus y Ruffo.
Nassor
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Estaba acercándose a ellos a una velocidad vertiginosa, cuando de repente algo le embistió desde la izquierda, con fuerza suficiente para desviarlo. Tropezó contra silla donde antes había estado la mujer atada, destrozando la madera. Trastabilló y levantó la mirada hacia el pasillo, viendo como los dos hombres se fugaban por este con la prisionera. Maldita sea... se giró hacia el responsable, el tipo de los guanteletes de fuego. Gruñó ferozmente y empuñó, su khopesh, furioso. Normalmente hubiese pensado alguna estratagema para dejarlo atrás e irse tras los captores de la mujer, pero el fruto de Sejmet hablaba por él en aquel momento, susurrándole que destrozase aquel obstáculo y lo redujese a un amasijo de carne y sangre. Y no le desagradaba la idea.
- Te has entrometido por última vez.
Su voz fue grave y bestial, fruto de su transformación. Pese a que la ira guiaba sus acciones, aún no le había cegado hasta el punto de hacerle lanzarse ciegamente al ataque. Observó sus alrededores y pensó un instante. Parecía una persona peligrosa, más con esos golpes de fuego. No tenía claro si tenían su origen sus guantes o una técnica, pero sí había una cosa que sabía: no podría darle más puñetazos si no tenía brazos.
- Denken.
Réquiem comenzó a lanzar chispas eléctricas por toda la extensión del acero, cargándose con su energía. Acumuló también su haki en el arma para aumentar el poder destructivo. Con su khopesh listo, trazó un paso instantáneo en dirección al hombre ligeramente desviado: su intención era pasar por su derecha y situarse tras él. Entonces se volvió ferozmente y trazó primero un corte ascendente con el que pretendía cercenarle el brazo derecho a la altura del hombro. Luego sujetó en lo alto el khopesh con ambas manos y lo bajó con fuerza mientras daba un paso hacia él, intentando estamparle el pomo en la cabeza.
- Te has entrometido por última vez.
Su voz fue grave y bestial, fruto de su transformación. Pese a que la ira guiaba sus acciones, aún no le había cegado hasta el punto de hacerle lanzarse ciegamente al ataque. Observó sus alrededores y pensó un instante. Parecía una persona peligrosa, más con esos golpes de fuego. No tenía claro si tenían su origen sus guantes o una técnica, pero sí había una cosa que sabía: no podría darle más puñetazos si no tenía brazos.
- Denken.
Réquiem comenzó a lanzar chispas eléctricas por toda la extensión del acero, cargándose con su energía. Acumuló también su haki en el arma para aumentar el poder destructivo. Con su khopesh listo, trazó un paso instantáneo en dirección al hombre ligeramente desviado: su intención era pasar por su derecha y situarse tras él. Entonces se volvió ferozmente y trazó primero un corte ascendente con el que pretendía cercenarle el brazo derecho a la altura del hombro. Luego sujetó en lo alto el khopesh con ambas manos y lo bajó con fuerza mientras daba un paso hacia él, intentando estamparle el pomo en la cabeza.
- resumen:
- Le parto la madre a este payaso 2: Electric Bungaloo.
PD: por si no le dejo sin brazo pero llego a cortarle, dejo la capacidad especial de mi khopesh.
Réquiem [Calidad épica]
Descripción: Réquiem es un khopesh, una combinación entre un hacha y una espada con empuñadura y hoja curva de doble filo, con angulación notable. Lo más curioso de este arma es el grabado que pone “1d8+F 15-20 x3”, que nadie sabe lo que significa.
Propiedades del material: Dureza épica, peso épico, tenacidad mítica.
Cualidades excepcionales: El verdadero poder de esta arma reside en su capacidad para adormecer cualquier parte del cuerpo golpeada durante tres asaltos con un golpe certero.
La respuesta de Zuko al darle el nombre del marine secuestrado le hizo ponerse alerta. ¿Cómo que acababa de hablar con él? Por lo que había podido apreciar, ese hombre debía llevar recluido —probablemente recibiendo palizas— bastante tiempo: no encontraba otra explicación a que su voz fuera tan débil salvo, tal vez, que su amigo tuviera razón y aquel tipo no fuera realmente Cornelius D. Iulio. Si estaban en lo cierto se sentiría aliviado por su compañero, pero preocupado porque hubieran errado en su objetivo y tuvieran cautivo a alguien completamente ajeno a aquel conflicto. ¿Tanto se parecería al contraalmirante?
«Confírmalo cuando puedas. Hasta ahora tenía mis sospechas de que no fuera más que un cebo, pero esta gente parece demasiado convencida de que se trata de Iulio. Sea quien sea, nos aseguraremos de que esté bien hasta que resolvamos esto», aseguró él, notando cómo el vínculo mental se desvanecía poco después.
El plan parecía pasar por volar la casa de subastas, un movimiento que no podía importarle menos al agente: destruir uno de aquellos antros en los que se traficaba ya no con mercancías robadas sino con vidas era, cuanto menos, algo con lo que no podría estar en desacuerdo. Sin embargo, aquella explosión afectaría probablemente a mucha gente inocente que se encontrara en las inmediaciones; si además pretendían matar e inculpar al hombre que llevaban amordazado, no podían permitir que el plan saliera adelante. ¿Lo peor? Que ni siquiera valdría con detener a esos dos porque parecían contar con otros tres compañeros en las inmediaciones, preparados para la instalación de los explosivos.
—Claro, disculpad... recordaba el plan, pero mi memoria no daba para los detalles —se excusó falsamente, riéndose con un fingido nerviosismo—. Respecto a cómo inculpar a este perro del gobierno, bueno...
Miró de soslayo al de tez morena, observándolo con aparente indiferencia. La verdad es que se le ocurrían varias formas de inculpar a aquel hombre, pero lo mejor sería dar con una que pareciera lo suficientemente eficaz como para hacerla creíble. Había que ganar tiempo como fuera y, sobre todo, debían ganarse la confianza de aquellos hombres.
—Yo empezaría por hacerle parecer uno de los nuestros. Después de todo, es más que evidente que tanto la Marina como el Cipher Pol deben haber visto a nuestra gente deambular con estas ropas por los manglares. Si les hacemos creer que este marine forma parte de quienes sean que andan montando tanto alboroto podría resultar más factible: no el culpable completo, sino un marine corrupto con colaboradores. —No era algo descabellado, aunque seguían necesitando una forma de inculparle—. Si va encapuchado podríamos mantenerlo amordazado y probablemente no se darían cuenta. Le atamos algunos explosivos y le forzamos a deambular por la zona, visible para que lo encuentren. Que le pillen con los explosivos, que no pueda responder ante las advertencias... y que se «vea obligado a detonar las cargas al no haber escapatoria».
Tras esto se mantuvo en silencio, a expensas de ver la reacción de ambas figuras justo cuando volvió a sentir el vínculo con Zuko y aquella voz surgiendo nuevamente de la nada. A su vez, algunas risas sonaron por la zona y extrañas figuras parecían deambular por allí sin que los matones de aquella gente parecieran percatarse.
«No podemos hacer ruido ahora, Zuko», comenzó a indicarle mentalmente. «No están solos. El plan es volar la casa de subastas de este manglar y parece que tienen a otros tres compañeros listos para prepararlo todo, así que hay que dar primero con ellos. Manteneos cerca... o manda a parte de tus hombres hacia allí. Además, parece que tenemos una compañía inesperada. Voy a intentar ganarnos algo de tiempo».
Tras esto utilizó sus poderes, haciendo que las mismas risas que había escuchado antes resonasen en la dirección de las figuras lo suficientemente alto como para que los encapuchados pudieran percibirlas. Justo en ese momento se puso en guardia, como quien se alarma ante algo inesperado.
—¡¿Qué coño se ha movido allí?! —exclamó con nerviosismo, señalando la dirección en la que había visto pasar a aquella gente.
Y, suponiendo que Zuko pudiera confirmarle que aquel marine no era quien decían, volvería a usar sus poderes para que un susurro inaudible sonara justo en el oído de Ruffo, informándole.
«No es Iulio».
«Confírmalo cuando puedas. Hasta ahora tenía mis sospechas de que no fuera más que un cebo, pero esta gente parece demasiado convencida de que se trata de Iulio. Sea quien sea, nos aseguraremos de que esté bien hasta que resolvamos esto», aseguró él, notando cómo el vínculo mental se desvanecía poco después.
El plan parecía pasar por volar la casa de subastas, un movimiento que no podía importarle menos al agente: destruir uno de aquellos antros en los que se traficaba ya no con mercancías robadas sino con vidas era, cuanto menos, algo con lo que no podría estar en desacuerdo. Sin embargo, aquella explosión afectaría probablemente a mucha gente inocente que se encontrara en las inmediaciones; si además pretendían matar e inculpar al hombre que llevaban amordazado, no podían permitir que el plan saliera adelante. ¿Lo peor? Que ni siquiera valdría con detener a esos dos porque parecían contar con otros tres compañeros en las inmediaciones, preparados para la instalación de los explosivos.
—Claro, disculpad... recordaba el plan, pero mi memoria no daba para los detalles —se excusó falsamente, riéndose con un fingido nerviosismo—. Respecto a cómo inculpar a este perro del gobierno, bueno...
Miró de soslayo al de tez morena, observándolo con aparente indiferencia. La verdad es que se le ocurrían varias formas de inculpar a aquel hombre, pero lo mejor sería dar con una que pareciera lo suficientemente eficaz como para hacerla creíble. Había que ganar tiempo como fuera y, sobre todo, debían ganarse la confianza de aquellos hombres.
—Yo empezaría por hacerle parecer uno de los nuestros. Después de todo, es más que evidente que tanto la Marina como el Cipher Pol deben haber visto a nuestra gente deambular con estas ropas por los manglares. Si les hacemos creer que este marine forma parte de quienes sean que andan montando tanto alboroto podría resultar más factible: no el culpable completo, sino un marine corrupto con colaboradores. —No era algo descabellado, aunque seguían necesitando una forma de inculparle—. Si va encapuchado podríamos mantenerlo amordazado y probablemente no se darían cuenta. Le atamos algunos explosivos y le forzamos a deambular por la zona, visible para que lo encuentren. Que le pillen con los explosivos, que no pueda responder ante las advertencias... y que se «vea obligado a detonar las cargas al no haber escapatoria».
Tras esto se mantuvo en silencio, a expensas de ver la reacción de ambas figuras justo cuando volvió a sentir el vínculo con Zuko y aquella voz surgiendo nuevamente de la nada. A su vez, algunas risas sonaron por la zona y extrañas figuras parecían deambular por allí sin que los matones de aquella gente parecieran percatarse.
«No podemos hacer ruido ahora, Zuko», comenzó a indicarle mentalmente. «No están solos. El plan es volar la casa de subastas de este manglar y parece que tienen a otros tres compañeros listos para prepararlo todo, así que hay que dar primero con ellos. Manteneos cerca... o manda a parte de tus hombres hacia allí. Además, parece que tenemos una compañía inesperada. Voy a intentar ganarnos algo de tiempo».
Tras esto utilizó sus poderes, haciendo que las mismas risas que había escuchado antes resonasen en la dirección de las figuras lo suficientemente alto como para que los encapuchados pudieran percibirlas. Justo en ese momento se puso en guardia, como quien se alarma ante algo inesperado.
—¡¿Qué coño se ha movido allí?! —exclamó con nerviosismo, señalando la dirección en la que había visto pasar a aquella gente.
Y, suponiendo que Zuko pudiera confirmarle que aquel marine no era quien decían, volvería a usar sus poderes para que un susurro inaudible sonara justo en el oído de Ruffo, informándole.
«No es Iulio».
- Resumen:
- » Escuchar atentamente el plan que tienen los encapuchados para volar la casa de subastas e inculpar al supuesto marine.
» Improvisar un plan relativamente coherente y funcional para que confíen en él.
» Escuchar las noticias de Zuko e informarle de la existencia de tres criminales más por la zona, listos para la detonación de las cargas.
» Darse cuenta de las extrañas presencias y risas y emularlas con sus poderes para llamar la atención de sus dos "amigos", intentando así ganar tiempo y, de paso, que averigüen por él quién demonios está por ahí.
» Suponiendo que Zuko haya podido confirmar que ese tío no es Iulio, informar discretamente gracias a sus poderes de ello a Ruffo.
Dexter Black
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Dexter arqueó una ceja. Gabi podía escucharlo, ¿por qué había...? Ah, claro. Todo había sido parte de sus pensamientos. La conversación con Vega había estado dividida entre susurros y notas escritas, de modo que resultaba imposible para la niña entender las sutilezas del lenguaje a través del comunicador. Tal vez debería haberla informado, pero no había tenido forma. No obstante le consoló saber que no se estaba prostituyendo sino que quería tomar el aire. Igualmente deberían tener una conversación sobre límites por si acaso, pero se quedaba mucho más tranquilo sabiendo que la joven no iba a vender su cuerpo al primer desalmado dispuesto a pagar por ella.
Por lo que no arqueó la ceja fue por el quejido de Vega, que llegó sollozando hasta donde él se encontraba aquejando el maltrato al que la habría sometido. En un primer momento quiso enfadarse, porque al fin y al cabo estaba provocando que lo echasen: Aquello era fingido, solo necesario para cuando revisasen las grabadoras dar cuenta de que la mujer no había dicho nada, pero lo que estaba consiguiendo era ponerlo en el punto de mira como un maltratador, lo que bien podría suponer, al final del día, que sus jefas lo pusiesen bajo vigilancia. Sin que él se enterase, claro, pero nunca estaba de más conocer uno o dos secretos de un enemigo a destruir. Sin embargo, también pensó que tal vez estaba aprovechándose de la situación para poder acercarse a él sin levantar sospechas, de modo que no provocase preguntas innecesarias o tuviese problemas al volver. Y, si eso era factible, también la segunda vuelta al razonamiento: Quería tenderle una trampa basándose en que él interpretaría lo segundo. En realidad no descartaba que Vega fuese suficientemente inteligente como para aquello, pero resultaría muy enrevesado en lugar de sacarle toda la información en la misma habitación mientras alguien iba llamando a Sirio para iniciar un plan de emergencia. Así pues, asumió que la mujer tenía sus motivos para permanecer en el lugar, pero no tenía especial simpatía por sus jefas... Si bien parecía disimularlo de maravilla. Definitivamente no podía fiarse de ella.
- Hice una petición muy específica, y no ha sabido cumplirla. -Con toda su cara dura incluso se puso digno-. Además, suelo apreciar que si me hurgan los pantalones no sea para robarme la cartera. Además, he pedido otra cosa. -Acogió a Gabi bajo su hombro. Ella todavía llevaba al niño consigo, y se lo puso en las rodillas-. Mi joven amigo quiere recuperar a su madre, así que dadme un precio.
No estaba tal vez en la mejor posición para negociar, pero como mínimo tenía que dar algo de tiempo a Nassor para que la encontrase, si es que seguía allí. De hecho, se suponía que la había encontrado, ¿por qué no estaba allí? Habría salido, supuso, por algún motivo, aunque no era capaz de identificar por qué. En cualquier caso, se levantó de su asiento dejando al muchacho en el suelo.
- Vámonos, Gabi. Cuando Nassor termine lo que sea que esté haciendo deberíamos estar preparados para recibirlo.
Si nadie se lo impedía saldría del local tranquilamente, pero como Eustaqui intentase siquiera seguirle le soltaría semejante puñetazo que lo mandaría contra la barra, por pederasta y acosador.
Por lo que no arqueó la ceja fue por el quejido de Vega, que llegó sollozando hasta donde él se encontraba aquejando el maltrato al que la habría sometido. En un primer momento quiso enfadarse, porque al fin y al cabo estaba provocando que lo echasen: Aquello era fingido, solo necesario para cuando revisasen las grabadoras dar cuenta de que la mujer no había dicho nada, pero lo que estaba consiguiendo era ponerlo en el punto de mira como un maltratador, lo que bien podría suponer, al final del día, que sus jefas lo pusiesen bajo vigilancia. Sin que él se enterase, claro, pero nunca estaba de más conocer uno o dos secretos de un enemigo a destruir. Sin embargo, también pensó que tal vez estaba aprovechándose de la situación para poder acercarse a él sin levantar sospechas, de modo que no provocase preguntas innecesarias o tuviese problemas al volver. Y, si eso era factible, también la segunda vuelta al razonamiento: Quería tenderle una trampa basándose en que él interpretaría lo segundo. En realidad no descartaba que Vega fuese suficientemente inteligente como para aquello, pero resultaría muy enrevesado en lugar de sacarle toda la información en la misma habitación mientras alguien iba llamando a Sirio para iniciar un plan de emergencia. Así pues, asumió que la mujer tenía sus motivos para permanecer en el lugar, pero no tenía especial simpatía por sus jefas... Si bien parecía disimularlo de maravilla. Definitivamente no podía fiarse de ella.
- Hice una petición muy específica, y no ha sabido cumplirla. -Con toda su cara dura incluso se puso digno-. Además, suelo apreciar que si me hurgan los pantalones no sea para robarme la cartera. Además, he pedido otra cosa. -Acogió a Gabi bajo su hombro. Ella todavía llevaba al niño consigo, y se lo puso en las rodillas-. Mi joven amigo quiere recuperar a su madre, así que dadme un precio.
No estaba tal vez en la mejor posición para negociar, pero como mínimo tenía que dar algo de tiempo a Nassor para que la encontrase, si es que seguía allí. De hecho, se suponía que la había encontrado, ¿por qué no estaba allí? Habría salido, supuso, por algún motivo, aunque no era capaz de identificar por qué. En cualquier caso, se levantó de su asiento dejando al muchacho en el suelo.
- Vámonos, Gabi. Cuando Nassor termine lo que sea que esté haciendo deberíamos estar preparados para recibirlo.
Si nadie se lo impedía saldría del local tranquilamente, pero como Eustaqui intentase siquiera seguirle le soltaría semejante puñetazo que lo mandaría contra la barra, por pederasta y acosador.
- Resumen:
- No hacer nada y salir de la taberna. Zowi
William White
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El cangrejo no parecía estar dispuesto a decir nada más, aunque tampoco paso mucho rato antes de que dos hombres trajeados acudieran al local ¿Cuándo y cómo les había llamado? Aunque por las palabras del cangrejo pareció entender que habían sido llamados antes de que tan si quiera supieran de su llegada. Fuera como fuera, estaba claro que el cangrejo no parecía querer dejarnos marchar, así como así, y tal era la confianza que del cangrejo que dejo bien claro cual sería nuestro destino si nos negábamos.
-No presiones tu suerte, viejo- pensé para mis adentros, y es que no dudaría ni un instante en cortar a aquel cangrejo por la mitad si era necesario, si bien odiaba pelear, no dudaría en hacerlo si llegaba el caso, tal como había hecho Elliot en la carpa, él tampoco tenía reparos en cortar una negociación si esta resultaba una pérdida de tiempo.
Continuamos viendo a la actividad de las calles, y todo parecía relativamente tranquilo para como estaba la isla, la cual según tenía entendido se trataba de una autentica batalla campal, ¿Se debía a la influencia del magnate? ¿O tal vez a un poder superior al que servía? Ciertamente no tenía ni la menor idea. En silencio sepulcral, a salvedad del pulpo, la comitiva continuó su avance inexorablemente hasta lo que parecía otro de los locales del cangrejo.
No me había terminado ni de sentar en el asiento cuando el pulpo, el cual había estado machacando a los otros dos humanos con una de sus chacharas, se limitó a tirar los tejos a la hija del jefe.
-En ocasiones desharía que fuera mudo -pensó para sus adentros a la vez que volvía desenterrar los sentimientos de odio hacia el pulpo, el cual resultaba más ducho en una cocina que en una conversación normal, aunque quien sabe, tal vez fueran tradiciones ancestrales de su maldita cultura hundida en el mar.
-Había leído en los periódicos que la situación estaba realmente mal por aquí- comenté al cangrejo ignorando por completo su comentario previo -Envidio la calma y el temple con el que parece gestionar sus negocios ¿Cómo puede tener esa seguridad con días tan extraños como estos, cuando tiene la guerra a las puertas de su casa? - pregunté alagando un poco al jefe -Porque realmente tiene mucho que perder en esta isla ¿De cuántos negocios exactamente estaríamos hablando? ¿Cinco, o tal vez más? - pregunté de forma casual tratando de conducir a un hilo de la conversación, ya que prefería evitar cualquier tipo de pregunta que pudiera exponerse a mi o a los míos.
Una vez escuchada su respuesta o su más que probable rodeo, me ceñiría a responder a las preguntas que me había dejado en el tintero.
-Vayamos por partes, ¿Qué busco? A alguien que pueda asegurar la protección de una mercancías muy delicadas y exóticas, así que digamos que busco a un amigo. La pregunta es que busca realmente usted de nosotros Ambrose, ¿Cuán lejos estaría dispuesto a extender el hilo? - finalizaría con tono severo y frio, que transmitía una calma innata- ¿Respecto a mi gran sueño? Ciertamente soy una persona poco dada a soñar y más dada a la acción, de sueños no vive el hombre, pero si debería de soñar algo sería a encontrar a un medico con la capacidad de tratar a alguien muy especial para mí, y es que la familia es nuestra mayor punto débil, aunque también nuestra mayor fortaleza ¿No lo crees?- mascullé de forma aparentemente casual, y si bien había gran verdad en mis palabras, aquellas palabras habían sido seleccionadas cuidadosamente, ya que por lo que parecía, el negocio de Ambrose era uno familiar, aunque quien sabe, tal vez si Black lograba hacer migas con la hija, aquello les abría una trampilla a meter las narices en los negocios del capo, después de todo, seguía vivo tras desafortunado comentario.
-Oh, esa anécdota, cuéntala tú si quieres, se te da mejor- mentí – Aunque no se si nuestros anfitriones la encontraron interesante- proseguí, tratando de no mover el foco de la conversación.
-No presiones tu suerte, viejo- pensé para mis adentros, y es que no dudaría ni un instante en cortar a aquel cangrejo por la mitad si era necesario, si bien odiaba pelear, no dudaría en hacerlo si llegaba el caso, tal como había hecho Elliot en la carpa, él tampoco tenía reparos en cortar una negociación si esta resultaba una pérdida de tiempo.
Continuamos viendo a la actividad de las calles, y todo parecía relativamente tranquilo para como estaba la isla, la cual según tenía entendido se trataba de una autentica batalla campal, ¿Se debía a la influencia del magnate? ¿O tal vez a un poder superior al que servía? Ciertamente no tenía ni la menor idea. En silencio sepulcral, a salvedad del pulpo, la comitiva continuó su avance inexorablemente hasta lo que parecía otro de los locales del cangrejo.
No me había terminado ni de sentar en el asiento cuando el pulpo, el cual había estado machacando a los otros dos humanos con una de sus chacharas, se limitó a tirar los tejos a la hija del jefe.
-En ocasiones desharía que fuera mudo -pensó para sus adentros a la vez que volvía desenterrar los sentimientos de odio hacia el pulpo, el cual resultaba más ducho en una cocina que en una conversación normal, aunque quien sabe, tal vez fueran tradiciones ancestrales de su maldita cultura hundida en el mar.
-Había leído en los periódicos que la situación estaba realmente mal por aquí- comenté al cangrejo ignorando por completo su comentario previo -Envidio la calma y el temple con el que parece gestionar sus negocios ¿Cómo puede tener esa seguridad con días tan extraños como estos, cuando tiene la guerra a las puertas de su casa? - pregunté alagando un poco al jefe -Porque realmente tiene mucho que perder en esta isla ¿De cuántos negocios exactamente estaríamos hablando? ¿Cinco, o tal vez más? - pregunté de forma casual tratando de conducir a un hilo de la conversación, ya que prefería evitar cualquier tipo de pregunta que pudiera exponerse a mi o a los míos.
Una vez escuchada su respuesta o su más que probable rodeo, me ceñiría a responder a las preguntas que me había dejado en el tintero.
-Vayamos por partes, ¿Qué busco? A alguien que pueda asegurar la protección de una mercancías muy delicadas y exóticas, así que digamos que busco a un amigo. La pregunta es que busca realmente usted de nosotros Ambrose, ¿Cuán lejos estaría dispuesto a extender el hilo? - finalizaría con tono severo y frio, que transmitía una calma innata- ¿Respecto a mi gran sueño? Ciertamente soy una persona poco dada a soñar y más dada a la acción, de sueños no vive el hombre, pero si debería de soñar algo sería a encontrar a un medico con la capacidad de tratar a alguien muy especial para mí, y es que la familia es nuestra mayor punto débil, aunque también nuestra mayor fortaleza ¿No lo crees?- mascullé de forma aparentemente casual, y si bien había gran verdad en mis palabras, aquellas palabras habían sido seleccionadas cuidadosamente, ya que por lo que parecía, el negocio de Ambrose era uno familiar, aunque quien sabe, tal vez si Black lograba hacer migas con la hija, aquello les abría una trampilla a meter las narices en los negocios del capo, después de todo, seguía vivo tras desafortunado comentario.
-Oh, esa anécdota, cuéntala tú si quieres, se te da mejor- mentí – Aunque no se si nuestros anfitriones la encontraron interesante- proseguí, tratando de no mover el foco de la conversación.
- Resumen:
Pues tras darme cuenta que el domingo pulsé previsualizar y no enviar, he juntado los dos post en uno. Simplemente narró la llegada y suelto un par de comentario a Ambrose, siguiendo un poco el toma y daca de la conversación(mostrándome como una persona que se preocupa por los suyos), también respondo a Kaito.
Kia Sekai
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Vale, no tienes que tener muchas luces, no tienes que ser extremadamente inteligente para saberlo, la cosa se está poniendo bastante mal y aunque tienes fuerza y velocidad de sobra, quizás no es el camino correcto. Decides hacerle caso a tu compañero y buscar el aire fresco, notarlo en tu pelaje, escuchar el silbido, sentirlo en tu hocico. Es de esa forma que aprietas el paso haciendo uso de toda tu velocidad pero algo te frena apenas un instante. Tus ojos de hielo se chocan con una pequeña flama ondeante y gruñes con algo de rabia.
No es momento de decidir si es algo malo o bueno, es el momento de fiarte de tu instinto animal y seguir hacia delante. Sigues la llama azul, esperando y rezando que no sea una locura, que no sea un suicidio o algo malo. Puedes intentar usar tu hielo para dar soporte a la cueva el tiempo suficiente para salir, pero si tira demasiadas cosas encima tuya acabará por romperse. Por eso en vez de pensar en qué hacer si no salís, te centras en pensar que demonios haces en cuanto estés fuera.
Es cuando este fuera que sacas la placa con una de las colas y se la extiendes a Ral para que la examine. Le has dado un vistazo pero no tiene ni idea, tu voz animal y profunda suelta lo siguiente.- ¿Sabes algo de ella? Si no pregunta… No tiene buena pinta.- Sabes que puedes llamar la atención de esa manera, pero no te fías ni un pelo. Has visto la cantidad de túneles que hay en ese lugar y sabes que su medida es extensa.
Ahora mismo lo único que te queda es comprobar si hay rastro de ese fuego azul y saber a dónde demonio os ha llevado. Si es una trampa buena, es definitivamente mucho mejor que una tumba subterránea.- Gracias por la idea del aire, era algo agobiante ahí abajo.- Te sigue sorprendiendo como sale tu voz de la garganta de un inmenso zorro, pero es un animal mitológico, es normal que haga cosas raras de ese tipo.
No es momento de decidir si es algo malo o bueno, es el momento de fiarte de tu instinto animal y seguir hacia delante. Sigues la llama azul, esperando y rezando que no sea una locura, que no sea un suicidio o algo malo. Puedes intentar usar tu hielo para dar soporte a la cueva el tiempo suficiente para salir, pero si tira demasiadas cosas encima tuya acabará por romperse. Por eso en vez de pensar en qué hacer si no salís, te centras en pensar que demonios haces en cuanto estés fuera.
Es cuando este fuera que sacas la placa con una de las colas y se la extiendes a Ral para que la examine. Le has dado un vistazo pero no tiene ni idea, tu voz animal y profunda suelta lo siguiente.- ¿Sabes algo de ella? Si no pregunta… No tiene buena pinta.- Sabes que puedes llamar la atención de esa manera, pero no te fías ni un pelo. Has visto la cantidad de túneles que hay en ese lugar y sabes que su medida es extensa.
Ahora mismo lo único que te queda es comprobar si hay rastro de ese fuego azul y saber a dónde demonio os ha llevado. Si es una trampa buena, es definitivamente mucho mejor que una tumba subterránea.- Gracias por la idea del aire, era algo agobiante ahí abajo.- Te sigue sorprendiendo como sale tu voz de la garganta de un inmenso zorro, pero es un animal mitológico, es normal que haga cosas raras de ese tipo.
- Resumen:
- Tira siguiendo el fuego azul, agradece a Ral la ayuda y le da la placa porque a ella no le suena un carajo-
Forma completa: +6 velocidad +6 fuerza
Mis manos acababan de aproximarse a la caja cuando sentí la presencia detrás de mí. Como si de un animal al acecho se tratase, pareció alejarse en cuanto algo en mí, probablemente un casi imperceptible respingo, le informó de que había notado su presencia. Me giré para comprobar sin gran asombro que no había nadie a la vista, pero quien fuese seguía allí.
―Así que sabes lo que es y cómo funciona, ¿no? Intuyo por esa risita tan molesta que eres tú quien la ha puesto, y por esa voz que con suerte llegarás al metro y medio ―bromeé―. Me suenas... Como seas el niño que saqué del humo me voy a enfadar; por desagradecido.
En ese preciso instante, un 'burupburup' me indicó que alguien quería ponerse en contacto conmigo. Extraje el Den Den Mushi de un bolsillo interno de mi túnica y, mientras me alejaba lentamente del artefacto, respondí con calma. Lo último que quería era que un ataque furtivo errase, dañase el dispositivo y provocase su detonación.
―Sigo aquí. Estoy en uno de los almacenes cercanos al lugar donde desembarcamos, como te dije. Me he encontrado un problemilla, pero estoy solucionándolo. Dame unos minutos y estaré junto a ti. Informaré con las novedades ―respondí, cortando de nuevo la comunicación. Dirigí mi vista a los alrededores, a todos los lugares y a ninguno al mismo tiempo―. Si no te has ido y estás hablando conmigo es porque esto te resulta divertido. ¿Te divierte jugar conmigo? Pues juguemos. ¿Tengo que encontrarte para que me digas cómo va esto o vas a tener la decencia de mostrarte? Te aviso de que soy muy bueno jugando al escondite, y no vas a irte de aquí mientras siga en pie. No creo que quieras estar cerca cuando esto se active, explote o lo que sea que has pensado que haga, así que tú dirás. No tenemos todo el día.
―Así que sabes lo que es y cómo funciona, ¿no? Intuyo por esa risita tan molesta que eres tú quien la ha puesto, y por esa voz que con suerte llegarás al metro y medio ―bromeé―. Me suenas... Como seas el niño que saqué del humo me voy a enfadar; por desagradecido.
En ese preciso instante, un 'burupburup' me indicó que alguien quería ponerse en contacto conmigo. Extraje el Den Den Mushi de un bolsillo interno de mi túnica y, mientras me alejaba lentamente del artefacto, respondí con calma. Lo último que quería era que un ataque furtivo errase, dañase el dispositivo y provocase su detonación.
―Sigo aquí. Estoy en uno de los almacenes cercanos al lugar donde desembarcamos, como te dije. Me he encontrado un problemilla, pero estoy solucionándolo. Dame unos minutos y estaré junto a ti. Informaré con las novedades ―respondí, cortando de nuevo la comunicación. Dirigí mi vista a los alrededores, a todos los lugares y a ninguno al mismo tiempo―. Si no te has ido y estás hablando conmigo es porque esto te resulta divertido. ¿Te divierte jugar conmigo? Pues juguemos. ¿Tengo que encontrarte para que me digas cómo va esto o vas a tener la decencia de mostrarte? Te aviso de que soy muy bueno jugando al escondite, y no vas a irte de aquí mientras siga en pie. No creo que quieras estar cerca cuando esto se active, explote o lo que sea que has pensado que haga, así que tú dirás. No tenemos todo el día.
- Resumen:
- Responder a Zuko y retar al joputo.
El estado de Iulio... No, su vida, no dejaba de ocupar casi por completo mi mente. Que saliera con vida de allí dependía por completo de nosotros. Estábamos en inferioridad numérica, pues según parecía contaban con más efectivos en las inmediaciones. Resultaba del todo lógico, puesto que la distribución de los explosivos que acababan de descubrir debía de hacerse con la mayor celeridad y eficiencia posibles. Tal vez pudiésemos derrotarles en un combate abierto, pero eso daría al traste con la misión y las vidas de muchos inocentes, así como nuestras coartadas, peligrarían. Tenía claro que, llegado el momento, no dudaría en revelar mi identidad, pero mientras pudiésemos posponer la ejecución debía mantenerme a la expectativa.
Mi superior esbozó un plan de actuación para culpar al marine, uno en el que en algún momento tendría que moverse en solitario por la zona, y ése podría ser el momento perfecto para rescatar a mi hermano de las garras de aquellos desgraciados. Tendríamos que tener el detonador en nuestro poder antes, por supuesto, pero si aceptaban la opción de Kusanagi habíamos dado un paso en la dirección correcta.
―Eso, ¿qué ha sido? ―pregunté, sobresaltándome más de lo normal para respaldar la alarma suscitada. Me coloqué en guardia, orientando mis nudillos hacia la nada y en espera de que algo o alguien se abalanzase sobre nosotros. La discreción primaba sobre todo, y eso era algo de lo que incluso nuestros sádicos acompañantes eran conscientes. Eran perros feroces, pero bien adiestrados ―para bien y para mal―.
La voz del agente llegó a mis oídos como un susurro perfectamente distinguible por mis sentidos. ¿Que no era Iulio? ¿Quién era entonces, y por qué estaba tan seguro de ello? Decidí confiar en él, pues la alternativa era no darle le menor crédito y eso estaba lejos de lo que planeaba hacer. Aquel hecho me reconfortó, por supuesto, pues aquel marine pasaba de ser mi hermano a un soldado del Gobierno Mundial al que había proteger. Por raro que pudiese resultar a ojos de otro, la misión había pasado a imponerse sobre todo y él, sin el menor atisbo de culpabilidad por mi parte, era un objetivo secundario. Debía hacer lo posible por sacarle con vida, por supuesto, pero en el peor de los casos sería un daño colateral lamentable.
―Tal vez deberíamos distribuir los explosivos en pareja; así nadie tendrá la espalda descubierta y podremos hacerlo bastante rápido ―comenté en espera de que sucediese algo con aquellas extrañas y divertidas presencias.
Mi superior esbozó un plan de actuación para culpar al marine, uno en el que en algún momento tendría que moverse en solitario por la zona, y ése podría ser el momento perfecto para rescatar a mi hermano de las garras de aquellos desgraciados. Tendríamos que tener el detonador en nuestro poder antes, por supuesto, pero si aceptaban la opción de Kusanagi habíamos dado un paso en la dirección correcta.
―Eso, ¿qué ha sido? ―pregunté, sobresaltándome más de lo normal para respaldar la alarma suscitada. Me coloqué en guardia, orientando mis nudillos hacia la nada y en espera de que algo o alguien se abalanzase sobre nosotros. La discreción primaba sobre todo, y eso era algo de lo que incluso nuestros sádicos acompañantes eran conscientes. Eran perros feroces, pero bien adiestrados ―para bien y para mal―.
La voz del agente llegó a mis oídos como un susurro perfectamente distinguible por mis sentidos. ¿Que no era Iulio? ¿Quién era entonces, y por qué estaba tan seguro de ello? Decidí confiar en él, pues la alternativa era no darle le menor crédito y eso estaba lejos de lo que planeaba hacer. Aquel hecho me reconfortó, por supuesto, pues aquel marine pasaba de ser mi hermano a un soldado del Gobierno Mundial al que había proteger. Por raro que pudiese resultar a ojos de otro, la misión había pasado a imponerse sobre todo y él, sin el menor atisbo de culpabilidad por mi parte, era un objetivo secundario. Debía hacer lo posible por sacarle con vida, por supuesto, pero en el peor de los casos sería un daño colateral lamentable.
―Tal vez deberíamos distribuir los explosivos en pareja; así nadie tendrá la espalda descubierta y podremos hacerlo bastante rápido ―comenté en espera de que sucediese algo con aquellas extrañas y divertidas presencias.
- Resumen:
- Apoyar la estratagema de Kus. No pretendo asumir que me llega el susurro y demás, pero no lo pongo en condicional porque condicionaría ―valga la redundancia― demasiado al final del post y queda feo. Proponer un plan de acción para repartir los explosivos en espera de que pase algo con los desconocidos.
RAL
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Akuma no mi
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Esto no era bueno para la cadera, definitivamente, no me refería a montar un animal gigante, sino a la carrera desenfrenada que estábamos teniendo por nuestras vidas. Mañana tendría unas agujetas que no me permitirían levantarme de la cama, de eso estaba segura. De todas formas varias cosas llamaron mi atención, la primera la placa que me pasó Kia, aunque no pude verla bien hasta que no tuve algo de luz. Menos mal, ahora que no había tanto ruido y con esa luz tan agradable podía ver bien.
Tardé un poco en asimilar que las explosiones habían parado y el techo había dejado de caer sobre nosotros. No sólo eso, sino que la luz proyectaba sombras danzantes, no era natural, miré a una pequeña bola de fuego y pude ver como Kia se podía a seguirla. No me parecía la mejor de las ideas, pero no podía hacer gran cosa para pararla. Entre tanto empecé a atar los cabos sueltos, una placa como esta era claramente el jolly roger de una banda, que estuviera en un sitio medianamente edificado lo identificaba como parte de su territorio y el hecho de que estuviera en la guarida de la persona que estaba provocando los derrumbes... claro y en botella.
Mientras Kia avanzaba busqué mi den den mushi para ponerme en contacto con el cuartel general, esperaba usar una línea segura. Marcaría el número y esperaría a que descolgaran, si lo hacían informaría, aunque en una voz lo suficientemente baja para que no escuchasen oídos curiosos.
- Aquí RAL, hemos encontrado unos posibles sospechosos, al parecer tienen un jolly roger que muestra un perro con la boca abierta, constelaciones en los ojos y una correa. Necesitamos la información que pueda existir de una banda con esa insignia. Hemos encontrado un individuo no se si era un mink o un usuario de akuma no mi, pero su cuerpo de topo le permitía cavar a gran velocidad, se estaba poniendo en contacto con otro compañero que sonaba salvaje como él. Sugiero tratar de inundar los túneles para intentar neutralizarlo o, por lo menos retrasarlo. - Estábamos en un archipiélago de manglares, debería de ser relativamente sencillo hacer eso.
Si me daban algo de información la anotaría, de no ser posible colgaría y me pondría alerta a cualquier amenaza que pudiera surgir. Esas luces parecían estar guiándonos, y por alguna razón no creía que fuera un enemigo, si nos quisiera muertos no nos tendría que haber dado señales para empezar y dejar que nos perdiéramos o nos enterraran vivos. De todas formas esto no quería decir que fuera un aliado.
Tardé un poco en asimilar que las explosiones habían parado y el techo había dejado de caer sobre nosotros. No sólo eso, sino que la luz proyectaba sombras danzantes, no era natural, miré a una pequeña bola de fuego y pude ver como Kia se podía a seguirla. No me parecía la mejor de las ideas, pero no podía hacer gran cosa para pararla. Entre tanto empecé a atar los cabos sueltos, una placa como esta era claramente el jolly roger de una banda, que estuviera en un sitio medianamente edificado lo identificaba como parte de su territorio y el hecho de que estuviera en la guarida de la persona que estaba provocando los derrumbes... claro y en botella.
Mientras Kia avanzaba busqué mi den den mushi para ponerme en contacto con el cuartel general, esperaba usar una línea segura. Marcaría el número y esperaría a que descolgaran, si lo hacían informaría, aunque en una voz lo suficientemente baja para que no escuchasen oídos curiosos.
- Aquí RAL, hemos encontrado unos posibles sospechosos, al parecer tienen un jolly roger que muestra un perro con la boca abierta, constelaciones en los ojos y una correa. Necesitamos la información que pueda existir de una banda con esa insignia. Hemos encontrado un individuo no se si era un mink o un usuario de akuma no mi, pero su cuerpo de topo le permitía cavar a gran velocidad, se estaba poniendo en contacto con otro compañero que sonaba salvaje como él. Sugiero tratar de inundar los túneles para intentar neutralizarlo o, por lo menos retrasarlo. - Estábamos en un archipiélago de manglares, debería de ser relativamente sencillo hacer eso.
Si me daban algo de información la anotaría, de no ser posible colgaría y me pondría alerta a cualquier amenaza que pudiera surgir. Esas luces parecían estar guiándonos, y por alguna razón no creía que fuera un enemigo, si nos quisiera muertos no nos tendría que haber dado señales para empezar y dejar que nos perdiéramos o nos enterraran vivos. De todas formas esto no quería decir que fuera un aliado.
- Resumen:
- Investigar el jolly roger, intentar llamar al cuartel para informar y pedir información, y estar alerta a lo que pueda pasar.
Gabriel Von Wilhelm
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No tardó en salir la señora prostituta que había ido con Dexter anteriormente... Sollozando y diciendo que le había pegado. ¿En serio? Creía que había sido ella quien le pegó a él, o... ¿En serio Dexter pegaba a prostitutas? No parecía de esos... No, tenía que ser todo un engaño para liarlos, eso seguro. Se mantuvo allí con atención directa a la conversación que estaban teniendo, aferrándose más al niño. Entonces Dexter no tardó en acogerlo bajo su hombro y coger al pequeño niño. Se alivió un poco, pues sabía que el pequeño se sentiría más seguro en brazos del hombre más fuerte del mundo. Aunque... ¿Acaso era Dexter el hombre más fuerte del mundo? No recordaba de quien había oído eso, pero estaba seguro de que alguien lo dijo...
Fuera como fuese, Gabi siguió al líder revolucionario, haciendo por fin lo que tenía ganas de hacer desde hace un buen rato: largarse de ese lugar. Mantuvo la mirada en el pequeño, enviándole una sonrisa reconfortante, esperando que el tipo al que querían mandar con él para vigilarles antes no los siguiese. Si los seguía... Bueno, supuso que entonces si que empezaría la pelea. Se preguntó como podría asistir a Dexter en combate... Seguro que podía arreglárselas solo, por lo que Gabi podría terminar siendo una molestia más que otra cosa.
Podría centrarse en poner al pequeño a salvo, y a su madre también si aparecía. Espera... ¿Dónde estaba Nassor? Hacía ya un rato que se había marchado en busca de la mujer y todavía no había vuelto. ¿Le iría todo bien? Esperaba que si...
Fuera como fuese, Gabi siguió al líder revolucionario, haciendo por fin lo que tenía ganas de hacer desde hace un buen rato: largarse de ese lugar. Mantuvo la mirada en el pequeño, enviándole una sonrisa reconfortante, esperando que el tipo al que querían mandar con él para vigilarles antes no los siguiese. Si los seguía... Bueno, supuso que entonces si que empezaría la pelea. Se preguntó como podría asistir a Dexter en combate... Seguro que podía arreglárselas solo, por lo que Gabi podría terminar siendo una molestia más que otra cosa.
Podría centrarse en poner al pequeño a salvo, y a su madre también si aparecía. Espera... ¿Dónde estaba Nassor? Hacía ya un rato que se había marchado en busca de la mujer y todavía no había vuelto. ¿Le iría todo bien? Esperaba que si...
- Resumen:
- Marcharme con Dexter
Hamlet
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Sonreí al conseguir deshacerme de los piratas que tenían rodeado a nuestro cadete, que quedó capacitado para ser extraído del campo de batalla. Sin embargo, esa alegría pronto se tonó en una grave punzada en mi costado. Gruñí, aguantando la mayor parte del dolor. Afortunadamente, no había muerto, pero era más que factible que hubiera logrado colar una toxina en mi organismo a través de la herida. Miré por encima de mi hombro a la mujer, que deshizo su silencio para hacer gala de una inusitada piedad. Fruncí el ceño. No podía dejar de odiar a los piratas.
-Muy amable por tu parte, criminal... -respondía, mientras me daba la vuelta.
Me sujeté la costilla herida. Estaba claro que si no recibía el tratamiento adecuado aquel corte pasaría factura. No obstante, la clemencia de la pirata tenía un límite, y pronto asumió lo que tuve a bien considerar una forma de mayor poder, con la que se movía a mayores velocidades y descargaba golpes electrificados. Sus ojos confirmaron mi teoría: una guerrera de la tribu mink. Debía ser extremadamente cauto.
Descargó sendos lanzazos contra mí, dirigidos a mis extremidades, que intenté esquivar haciendo uso de la celeridad que me proporcionaban los cohetes y mis técnicas. Suspiré, antes de cubrir mis puños con iracundas llamas y lanzar contra ella una lluvia de golpes dirigida a la mitad superior de su cuerpo. Tantos años de estudio de la táctica militar me habían llevado a conocer las debilidades tras muchas armas, y sabía que la utilización de una lanza para la defensa, sobre todo en las distancias más cortas, era una táctica ineficiente. Por ello, permitiéndome incluso el poder sufrir otro golpe para aproximarme a ella, me pondría a escasa distancia de la guerrera y le golpearía repetidas veces con mis puños cubiertos en llamas.
-Muy amable por tu parte, criminal... -respondía, mientras me daba la vuelta.
Me sujeté la costilla herida. Estaba claro que si no recibía el tratamiento adecuado aquel corte pasaría factura. No obstante, la clemencia de la pirata tenía un límite, y pronto asumió lo que tuve a bien considerar una forma de mayor poder, con la que se movía a mayores velocidades y descargaba golpes electrificados. Sus ojos confirmaron mi teoría: una guerrera de la tribu mink. Debía ser extremadamente cauto.
Descargó sendos lanzazos contra mí, dirigidos a mis extremidades, que intenté esquivar haciendo uso de la celeridad que me proporcionaban los cohetes y mis técnicas. Suspiré, antes de cubrir mis puños con iracundas llamas y lanzar contra ella una lluvia de golpes dirigida a la mitad superior de su cuerpo. Tantos años de estudio de la táctica militar me habían llevado a conocer las debilidades tras muchas armas, y sabía que la utilización de una lanza para la defensa, sobre todo en las distancias más cortas, era una táctica ineficiente. Por ello, permitiéndome incluso el poder sufrir otro golpe para aproximarme a ella, me pondría a escasa distancia de la guerrera y le golpearía repetidas veces con mis puños cubiertos en llamas.
- Resumen:
- Acortar distancias y golpear repetidas veces a la luchadora.
- Cosas:
- Necrotic Executioner - Turno 2/2:
- De forma pasiva, Wyrm mejora considerablemente su capacidad cardíaca. Activamente, Wyrm puede intentar superar los límites que su cuerpo le impone mediante un esfuerzo masivo, a costa de su vitalidad. A efectos prácticos, puede perder 2 rangos de Resistencia obtener un bonificador de un rango a su Fuerza y Velocidad. El efecto durará 2 turnos y tendrá otros tres de recarga. El abuso de esta técnica puede dejar a Wyrm fuera de combate por la extenuación. Al usarla, los vasos sanguíneos de Wyrm toman un color oscuro y sus ojos se inyectan en sangre.
- Nero's Wildfire:
- Pasivamente, la ira de Wyrm se expresa en un ardiente anillo carmesí que refulge y titila alrededor de su pupila, que es más evidente cuanto más enfadado se halle. Activamente, el marine puede envolver sus puños en llamas de este color con un movimiento raudo, que arden a 200º C. La duración de este efecto es de 2 turnos, con otros tres de recarga.
Normas del capítulo:
Moderación
La tensión se palpa en el ambiente, todos podéis daros cuenta de que algo no va del todo bien. La temperatura desciende y las luces comienzan a fallar, unas nubes negras se ciernen sobre el archipiélago. Los pájaros levantan el vuelo para alejarse del lugar, los gatos callejeros huyen mientras bufan para resguardarse en un lugar alejado de todo, se pierden entre los callejones y ni si quiera seréis capaces de ver sus ojos brillantes en la oscuridad que se cierne sobre los mismos.
No podéis escuchar ni un solo ruido más allá de las batallas en la zona central, la gente parece haber desaparecido de la isla, no hay movimiento en las casas y ni una brizna de hierba se mueve. El viento ha dejado de moverse e incluso las burbujas han desaparecido. Lo único que se puede escuchar son los quejidos, lamentos y aullidos de lo que parecen ser los perros callejeros que rondan las calles de aquella isla. Algo se acerca y aunque ninguno de los presentes podáis adivinar que es, podéis intuir que no es nada bueno, tal vez sea mejor guarecerse antes de que llegue.
- Se moderará lunes y jueves entre las 22:00 y las 23:59.
- No se puede postear los lunes o jueves antes de la moderación.
- Hay un reloj que marca el tiempo restante. Cuando acaba los temas se cierran.
- Está prohibido metarrolear, powerrolear y demás actitudes tóxicas.
- A más riesgo, más premio.
- Como es tradición, el barco de Sons of Anarchy se hundirá en algún momento.
- Cada post debe ocupar entre 250 y 1.200 palabras. Si no se está en estos límites, el post podría ser ignorado.
- Es responsabilidad de un usuario comunicarse con la gente con la que interactúa.
- Si un post tiene más de 15 faltas ortográficas por párrafo podría ser ignorado.
- Hacer un resumen de acciones relevantes es obligatorio independientemente de la extensión.
- La ley del plot no es a prueba de idiotas.
Moderación
La tensión se palpa en el ambiente, todos podéis daros cuenta de que algo no va del todo bien. La temperatura desciende y las luces comienzan a fallar, unas nubes negras se ciernen sobre el archipiélago. Los pájaros levantan el vuelo para alejarse del lugar, los gatos callejeros huyen mientras bufan para resguardarse en un lugar alejado de todo, se pierden entre los callejones y ni si quiera seréis capaces de ver sus ojos brillantes en la oscuridad que se cierne sobre los mismos.
No podéis escuchar ni un solo ruido más allá de las batallas en la zona central, la gente parece haber desaparecido de la isla, no hay movimiento en las casas y ni una brizna de hierba se mueve. El viento ha dejado de moverse e incluso las burbujas han desaparecido. Lo único que se puede escuchar son los quejidos, lamentos y aullidos de lo que parecen ser los perros callejeros que rondan las calles de aquella isla. Algo se acerca y aunque ninguno de los presentes podáis adivinar que es, podéis intuir que no es nada bueno, tal vez sea mejor guarecerse antes de que llegue.
- Meneror - 50:
- Tal vez te estés pasando un poco de durillo con los chicos, se les nota asustados y algo perdidos. Seguramente no hayan salido de su isla en lo que llevan de vida y simplemente buscan salvar a su hermano de lo que parece ser un destino terrible. Cuando al fin consiguen tu atención y decides ayudarles ambos se relajan un poco y asienten mientras piensan en cómo responder a tus preguntas.
— Al principio todo era normal, esa mujer llego a la isla en busca de negocios e inversores para diferentes propuestas, como es normal casi siempre se busca a la gente adinerada y por lo tanto acudir a los nobles no es extraño — comenzó a explicar uno de los hermanos antes de que el otro se uniese a la conversación — sin embargo desde el principio la mujer se nos hizo un poco extraña, su forma de hablar y de moverse, no quería que nadie estuviera en las reuniones que tenía con mi hermano y estamos convencidos de que termino hipnotizándolo o algo así — suspiro con algo de pena pensando en que tal vez si hubiese entrado en alguna de esas reuniones podría haber ayudado a su hermano antes.
— Después nuestro hermano se empeñó en venir al archipiélago, nos pareció realmente extraño pero no podemos detener al cabeza de la casa cuando decide algo, después de unos días dejamos de recibir noticias suyas y nos asustamos un poco. La última vez que hablamos con él nos dijo que Sophie iba a presentarle al fin a Júpiter y tras eso no volvió a llamar — al parecer el tal Jupiter tenía mucho que ver en todo este lío, pero nadie termina de saber del todo bien quien es el tipo así que aunque le preguntes a los chicos por él no sabrán responderte.
Por un momento los chicos miran a los lados y tiran un poquito de ti lejos de la puerta — tras eso decidimos venir para ver que ocurría usando la invitación que nuestro hermano había recibido y nos encontramos con este panorama, mucho de los que están allí dentro son nobles, empresarios muy reconocidos e incluso miembros de las fuerzas de seguridad de diferentes islas. Creemos que la persona para la que trabaja Sophie busca controlar el comercio y las vías por las que se mueve el mismo, no sé bien para qué, pero por ahora le está sirviendo — la idea de que alguien hiciera todo aquello para hacerse con el control absoluto del paraíso y tal vez del nuevo mundo no sonaba tan descabellado si uno lo pensaba con cabeza fría.
Para identificar al hermano de estos dos no te va a ser muy complicado, tiene el mismo tipo de ropa, el mismo tono de pelo y el mismo tono de ojos, prácticamente si no fueran unos mayores que otros podrían ser incluso trillizos. Sin embargo puedes sentir como algo no va del todo bien y unos sonidos peculiares salen de la sala de reuniones. Parecen gruñidos o algo por el estilo aunque no sabes del todo bien como identificarlos.
- Los Rabolucionarios - 33:
- Buen trabajo Nassor, consigues que el tipo quede hecho un guiñapo. No volverá a molestar porque seguramente no pueda volver a levantarse del suelo después de tremendos golpes que se ha llevado. Suponiendo que salgas tras los hombres que se llevaban a la mujer arrastras podrás ver que han ido dejando un rastro de destrucción y torpeza. Los ruidos que se han ido escuchando mientras se marchaban eran cubos de basura tirados y ese tipo de mobiliario urbano que uno puede encontrar en un callejón como aquel.
Seguramente cuando salgas te encuentres con Dexter y Gabi que han salido del local una vez que las señoritas pelirrojas les pidieron “amablemente” que se marchasen. Vega por un momento miro a Dexter con terror en los ojos ¿Qué demonios estaba haciendo ahora en revolucionario? Le estaba buscando la ruina, no entendía nada, se suponía que habían quedado en que se reunirían en un punto en diez minutos y ella tenía que poner una excusa creíble para que la dejaran salir de allí. Él había sido quien había fingido el golpe y ella esperaba aprovechar aquella bofetada para tomarse la noche libre.
Pero aquel, señor, por no llamarlo de otra manera, le estaba estropeando completamente el plan. Antes de que Vega saliera de la barra con el hielo y antes de que los revolucionarios salieran del local una de las gemelas se levantó y cogió a la joven del brazo con cierta fuerza. — ¿Has intentado robar a nuestro cliente? Y parece que no solo eso, además has intentado mentirnos y hacernos creer que es un maltratador…deberíamos castigarte por eso ¿no crees? — La joven rubia muestra una cara de terror similar a aquellos que metafóricamente hablando, le ven los ojos a la muerte. Parece que por salvar su reputación delante de sus jefes, cosa que antes no parecía importarle demasiado cuando todo el mundo le consideraba un putero, había condenado a la chiquilla que tan solo quería ayudarlo.
La otra joven pelirroja se dedica a mirar a Dexter y a Gabi junto al niño — no tenemos ni idea de quién es su madre me temo, le dijimos que le acompañaríamos a buscarla y él no quiso venir — se encogió de hombros como quien se desentiende completamente de algo que le importa más bien poco una vez llegados a este punto. — No soy adivina señor Black y lamento no poder ayudarles — miro de reojo a su hermana que sostenía con fuerza el brazo de Vega mientas esta intentaba excusarse una y mil veces diciendo que no era cierto que ella hubiese querido robarle, que había sido un malentendido. Pero la mujer que sostiene su brazo parece realmente molesta con la idea de que les haya mentido respecto al motivo de la bofetada.
Nadie os va a impedir la salida, así que podéis salir si queréis pero obviamente las cosas no quedaran así para la pobre Vega, a quien seguramente castiguen severamente o incluso se quiten de en medio para evitar habladurías innecesarias en el gremio. En aquel lugar las normas eran claras y nunca se perjudicaba a un cliente y aquella rubia, presuntamente no solamente había intentado robar al revolucionario, sino que encima había mentido y había intentado calumniarlo. Una vez fuera podréis ver seguramente a Nassor saliendo de lo que parece ser una puerta que conecta con la zona inferior del local y que se encuentra cerca de un callejón, por donde han escapado los dos hombres que llevan a aquella mujer a la cual interrogaban.
- Justice Raiders - 13:
- Esquivas ambos golpes Hamlet, aunque sientes como una de las lanzas ha dejado un ligero corte en tu pierna lo que hace que esta se sienta un poco entumecida. La joven de las lanzas no puede evitar sonreír al ver que te dispones a lanzar una descarga de puñetazos contra ella. Dio un salto hacia atrás para alejarse de ti lo suficiente como para mantener una distancia de dos metros contigo. Intentaría entonces desviar uno de tus puños con su lanza golpeando tu muñeca, lo que provocaría que una descarga eléctrica recorriera tu brazo entero y lo dejase inutilizado.
Para después intentar empalarte con la otra lanza. Ambas electrificadas dejando que aquellas chispas resonasen como si fueran rayos. Esto provocaba que se formase un corrillo a vuestro alrededor, ahora tenéis público, parece que varios piratas os rodean para no dejarte escapar y para no permitir que recibas ayuda o algún tipo de refuerzo. Esperan que la lancera acabe contigo lo más rápido posible para continuar con la batalla que tienen ante ellos.
Por tu parte Iulio, no sé si hablar así a la pobre niña es muy adecuado teniendo en cuenta que acaba de salvarte la vida — desagradecido tú, la próxima vez dejo que estalles por los aires, tooooonto, ahora no te pienso decir cómo se desactiva ala — parecía molesta y desde luego enfurruñada. Seguramente si pudieras verla, no siendo este el caso, la verías con unos enormes pucheros en la boca y con los brazos cruzados delante de su pecho como una niña mimada a la que han regañado sin razón.
— Quiero que te disculpes, eres un hombre malo, yo solo quería ayudarte porque me sacaste del humo, no tenías por qué llamarme esa cosa tan fea — estaba realmente molesta por como la habías tratado, pobre chiquilla, ella que solo quería ayudar y vas tú y la tratas como si fuera la culpable del fin del mundo. Esperemos que una vez que te disculpes, la pequeña escurridiza este dispuesta a ayudarte. Por cierto, puedes escuchar su voz proveniente de una zona elevada a unos doscientos metros del lugar en el que te encuentras.
- Kia y Ral - 30:
- Habéis decidido seguir al pequeño fuego azul que asomaba por uno de los túneles. Tras un tiempo corriendo tras él habéis aparecido en el exterior, en lo que parece ser una enorme casa abandonada. Por las rotas ventanas entra la suficiente luz solar como para que podáis ver sin mayores impedimentos y por ese motivo lográis identificar el dibujo de esa Jolly Roger. El pequeño fuego se acerca a Kia y por alguna razón que no sabéis identificar comienza a moverse alrededor de la joven danzando como si fuera un pequeño ente juguetón que solo quiere un poquito de atención.
Mientras tanto Ral llama para informar de los hallazgos encontrados, por el momento le informan de que no será posible inundar esos túneles, pues otro agente informó de su existencia y varios agentes se encuentran peinando la zona para averiguar la longitud de los mismos y hasta donde cubre aquella red. Quieren encontrar más bases de operaciones como las que logro encontrar un marine no hace mucho. Las cosas parecían ser más complejas de lo que en un principio pensó todo el mundo. No pueden responderte respecto a la Jolly Roger, al parecer es una banda de la que no tienen conocimiento, sí que han oído hablar de algo parecido, pero nunca habían tenido una descripción concreta de aquella imagen.
Os indican que seguramente son unos piratas que tienen que ver con una figura a la que todo el mundo llama Orión, pero no pueden deciros nada más al respecto. Una vez que cuelgan el pequeño fuego comienza a dar saltitos o algo parecido y luego se mueve hacia una dirección en particular esperando que lo sigáis. Parece que quiere llevaros a alguna parte en concreto, si seguís al pequeño fueguito acabaréis delante de una casa, similar a la anterior pero oculta entre algunos árboles y burbujas del archipiélago. Vuestro nuevo amigo se colara por una de las ventanas y en menos de un segundo la puerta se abrirá mostrándoos la figura de una mujer de avanzada edad que os garrará de la muñeca y os meterá en la casa sin mediar palabra.
— Vamos vamos, es mejor que no os vean aquí si podemos evitarlo muchachos, no parecéis piratas, pero tampoco marines ¿puedo suponer entonces que sois agentes? No intentéis mentirme eso no suele salir bien y se de sobra que hay unos cuantos hurgando por aquí y por allí — parece una mujer afable, que sabe bastante más de lo que aparenta. Os hace sentar y os sirve una taza de té a cada uno y unas cuantas galletas en un plato antes de sentarse, podéis ver que el fueguito fatuo sigue por allí dando vueltas como si nada alrededor de la mujer y del lugar donde estáis sentados. — ¿Habéis venido a investigar lo que sucede en la isla? — una sonrisa aparece en sus labios mientras os mira a los dos esperando una respuesta.
- El jardín de Edén con la serpiente - 12:
- Podéis confirmar que aquel hombre que se encuentra con vosotros no es el verdadero Iulio aunque el real se encuentra en una situación bastante peliaguda también, aunque eso será algo que tenga que resolver él. Por vuestra parte, conseguís que una de los individuos se gire en la dirección indicada para ver de qué estáis hablando aunque ellos no parecen para nada alterados con aquellas risillas. La verdad es que se les nota bastante tranquilos al respecto, como si ya las hubieran escuchado alguna que otra vez y no fuera nada alarmante para ellos.
— Bien, si ese es vuestro plan poneos en marcha con el tipo ese, tú — señalando a Ruffo le lanzan al pobre marine a las manos como si fuera un saco de patatas — prepáralo para que parezca un señuelo y tú vas a venir con nosotros para comenzar con el reparto de explosivos, hay que hacer esto rápido y los explosivos son más importantes ya os lo hemos dicho, en parejas tardaríamos demasiado — no parece que estén dispuestos a llevar a cabo el plan tal y como vosotros queréis. Al menos no por el momento, además de eso, parece que reciben un mensaje, pues comienza a sonar un intercomunicador aunque a un volumen mínimo.
Cuando activan el comunicador sale de él una voz femenina que tal vez si nuestro dragón está escuchando le resulte familiar — tenéis un soplón entre vosotros, un marine apareció en la sala de reuniones y pidió refuerzos para ese manglar, seguramente estéis rodeados en este momento, hacedlos volar a todos — eran instrucciones claras y sin dudar tras cortar comunicaciones uno de los individuos con capas se lanzó contra los explosivos para detonarlos en ese mismo momento. Puede que no hicieran demasiado daño en la sala de subastas, pero sí que lograrían destruir al menos la mitad y hacer un daño considerable en el manglar teniendo en cuenta que eran una cantidad de explosivos lo suficientemente grande y potente como para volar la mitad del manglar.
No les importaba morir, ellos tenían órdenes que cumplir y si alguno de vosotros intenta impedir que el primero active los explosivos el segundo se encargaría de intentar detener su avance para que su compañero logre su objetivo. Parece que debemos tener un poco más de cuidado sobre lo que hablamos en voz alta en una sala y con no investigar a ciertas mujercitas pelirrojas de apariencia frágil y descuidada.
- Oppencito haciendo amigos - 33:
- El marine ante tu presentación arquea una ceja de lo más intrigado por tu nombre. Cualquiera diría que has escogido el nombre de uno de los juguetes de su hija, pero no tiene tiempo para ponerse a pensar demasiado en ese detalle. Coge a su pequeña en brazos y saca un den den mushi del bolsillo — ¿Vicealmirante Saint Ángel? Lo tenemos, lo llevare de inmediato a la base, tenemos que abrir el maletín para averiguar el contenido parece que se acerca una turba furiosa, pero no se preocupe, llegaremos intactos — sonaba confiado ante sus palabras y no parecía tener temor alguno. Tras sujetar a su hija con fuerza te mira de arriba abajo un momento, ocultas demasiado de ti y eso puede ser sospechoso pero has ayudado a su hija y no parece querer problemas contigo por el momento, puede que en otra ocasión se encargue de averiguar algo más sobre ti o no, depende de cómo se desarrolle vuestra relación.
Ante tus palabras medita por unos segundos — debemos llegar al manglar ochenta, la base de operaciones se encuentra allí y debo entregar el maletín para que podamos ver su contenido, ¿eres capaz de llevarnos allí con esas cosas? De lo contrario prefiero ir a mi manera gracias — Sin soltar a su hija en ningún momento se dispone a marchar de la casa, no parece que se fie demasiado de tus espejos y prefiere ir a su modo. Marcha hasta la parte trasera de la misma donde tiene un vehículo motorizado bastante potente con cuatro plazas. Se sube junto a su pequeña y espera a que subas con él y entonces arranca a toda velocidad para moverse por las calles del archipiélago hasta el manglar mencionado anteriormente.
Una vez allí estaréis frente a la base de operaciones de la marina en la isla, la cual se creó una vez que comenzaron las revueltas. Al ir junto al marine no tienes problema en entrar con él y con su hija aunque sí que os someten a un cacheo para evitar cualquier tipo de problema a posteriori. Una vez dentro, vais hasta una sala donde se encuentra un hombre de apariencia bastante seria. El contraalmirante pone el maletín sobre la mesa y deja que el hombre frente a él se acerque a examinarlo — podremos abrirlo, pero nos llevara un tiempo — se gira a mirarte por un momento — ¿este hombre quién es? ¿Y por qué ella una bufanda en la cara? — arquea una ceja esperando una respuesta por tu parte.
La pequeña niña ya no os acompaña, parece que ha sido llevada por uno de los marines de la entrada junto a su madre, la cual se encuentra a salvo en las inmediaciones del complejo marine. Mientras habláis entran dos hombres trajeados que comienzan a examinar con determinación el maletín buscando la mejor manera de abrirla mientras vosotros tres sois testigos de lo que está ocurriendo en la habitación.
- Pulpito y mafioso:
- La mesa está casi llena y no tardan en llegar los comensales que faltan. Un hombre cangrejo, parecido a los ya presentes, llevando del brazo a una delicada y joven mujer pulpo. Parecen bastante acaramelados y se sonríen el uno a la otra antes de sentarse. Se disculpan por el retraso, pero aunque os miran con curiosidad, no se presentan.
-Ya están todos, señor.- le susurra discretamente a Kaito uno de los camareros.
Will, al principio el jefe sonríe ante tus halagos, pero no parece muy dispuesto a comentarte nada hasta que le preguntas cuántos locales tiene. Se ajusta bien la chaqueta del traje y sus ojillos relucen con orgullo.
-¿Cinco? ¡Tengo treinta locales repartidos entre todos los manglares! Por supuesto, además de sitios de almacenamiento, producción y distribución… llevar un negocio así es… complejo. Requiere mano firme y saber coordinar diferentes… capas.
Asiente con conocimiento ante lo que le dices y se inclina para señalarte a la mujer cigala.
-Enya puede ayudarte con eso, estoy seguro. Depende de la mercancía, por supuesto, pero exótico y valioso… es todo lo que ella representa. Mi querida prima tiene un don natural para esa clase de negocios.
De alguna manera, de repente todos parecen ponerse de acuerdo y comienzan a servirse comida en los platos sin mucho orden ni concierto. Parecen genuinamente contentos con la comida y más de uno mira con cierto respeto a Kaito. Ninguna de las dos chicas, me temo. La joven pulpo en concreto solo tiene ojos para su maridito. Entretanto, Ambrose continua hablando con Will:
-Verás, seré sincero contigo. No son buenos tiempos, tú mismo lo has dicho. Y nuestra familia es… relativamente escasa, como puedes comprobar. ¡Buena familia! Pero pequeña. Con… grandes, negocios. No es sencillo mantenerlo. Las alianzas son importantes.
De repente, se abre un poco la chaqueta y te deja ver un pin que tiene en el jersey; un montón de diminutas estrellas recrean la constelación de Canis Minor. Te señala también a su hija, que amablemente mueve la cabeza para que puedas ver una hermosa hebilla que lleva en el cabello. La suya recrea Canis Maior.
-Es importante cubrirse bien las espaldas. – Te guiña un ojo.- Pero también lo es saber tender la mano. Cuando me dijeron que habías intentado entrar en mi almacén, busqué algo de información. Mis chicos son rápidos, no tardaron en encontrarte. Creo que puedes llegar a ser un buen diamante… con algo de pulido.
Roland Oppenheimer
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«Si no queda de otra...» pensó mientras se subía al vehículo. Parecía bastante útil. ¿Tal vez tuviera misiles o artilugios modernos escondidos? El mink no tenía ni idea, pero se apuntó mentalmente que debería conseguir uno parecido. Seguro que Omega se moriría de la envidia si lo veía algún día.
Una vez dentro, el Contraalmirante condujo raudo a través de los Grooves, cruzó puentes y evitó cualquier amenaza que se pudiera interponer entre ellos. El camino no era corto, pero se hizo ameno a pesar del silencio dentro del vehículo. ¿De verdad iba a llevarle a la base de operaciones? Si no era su día de suerte que le cayera un rayo. Si su suposición era correcta, y siempre daba en el clavo, iban a presentarse ante un vicealmirante. Sí, nunca había escuchado sobre Saint Ángel, pero su título lo precedía. Si conseguía ganarse la confianza de aquellos hombres tendría muchas más facilidades a la hora de hacer su trabajo. Quién hubiera dicho que realizar una buena acción como rescatar a una mocosa le otorgaría tan maravillosa recompensa. Él no, desde luego.
—Por cierto, señor, aún no sé su nombre ni el de su hija —preguntó Roland desde la parte de atrás del coche—. ¿Me haría el honor de ser conocedor de dichos nombres? —en cierta medida le repugnaba hablar así, pero conocer el nombre del contraalmirante podría ser beneficioso.
Cuando alcanzaron el lugar todo transcurrió rápidamente. Al poco de bajar del vehículo y entrar en la base, habían empezado a realizar cacheos, especialmente a él ya que era un desconocido. Por suerte no portaba nada comprometedor, y tampoco le habían hecho quitarse la bufanda de la cabeza, aunque aquello le preocupaba menos. Tenía un plan en mente por si se veía en la obligación de quitársela, aunque haría lo posible por evitarlo.
«Quién me hubiera dicho que encontrarme con este hombre me abriría tantas puertas. Estoy dentro de la base marina, accediendo a información de primera mano. Mejor imposible.» pensó cuando aquel hombre que debía ser el vicealmirante Saint Ángel examinó el maletín.
—Soy Elmo, y es el momento de hablar —dijo solemnemente extendiendo su brazo para efectuar un apretón de manos—. Soy un colaborador autónomo externo del Gobierno. He contribuido en que el maletín llegue a vuestras manos —«Por no decir que gracias a mí no ha caído en manos de aquellos imbéciles.»—. Y respecto a la bufanda, me resfrío con facilidad —concluyó, encogiéndose de hombros y quitándole hierro al asunto.
Roland estaba convencido de que al usar aquel nombre junto al juego de palabras ridículo y la bufanda rodeando su cabeza, lo tacharían como una de esas personas excéntricas con manías incompresibles pero bastantes aptas en su trabajo. Al fin y al cabo hasta el momento había demostrado lo capaz que era. Y si por algún motivo le obligaban a quitarse la bufanda, usaría sus poderes para convertir su rostro en el rostro reflejado de otra persona, consiguiendo engañar así a los marines. «Aunque me extrañaría que me hicieran quitármelo si no lo han hecho ya» pensó mientras esperaba a que abrieran el maletín. Estaba ansioso por descubrir qué contenía. No sería exagerado decir que su contenido podría decidir el futuro de la isla.
Era el momento de esperar y observar.
Una vez dentro, el Contraalmirante condujo raudo a través de los Grooves, cruzó puentes y evitó cualquier amenaza que se pudiera interponer entre ellos. El camino no era corto, pero se hizo ameno a pesar del silencio dentro del vehículo. ¿De verdad iba a llevarle a la base de operaciones? Si no era su día de suerte que le cayera un rayo. Si su suposición era correcta, y siempre daba en el clavo, iban a presentarse ante un vicealmirante. Sí, nunca había escuchado sobre Saint Ángel, pero su título lo precedía. Si conseguía ganarse la confianza de aquellos hombres tendría muchas más facilidades a la hora de hacer su trabajo. Quién hubiera dicho que realizar una buena acción como rescatar a una mocosa le otorgaría tan maravillosa recompensa. Él no, desde luego.
—Por cierto, señor, aún no sé su nombre ni el de su hija —preguntó Roland desde la parte de atrás del coche—. ¿Me haría el honor de ser conocedor de dichos nombres? —en cierta medida le repugnaba hablar así, pero conocer el nombre del contraalmirante podría ser beneficioso.
Cuando alcanzaron el lugar todo transcurrió rápidamente. Al poco de bajar del vehículo y entrar en la base, habían empezado a realizar cacheos, especialmente a él ya que era un desconocido. Por suerte no portaba nada comprometedor, y tampoco le habían hecho quitarse la bufanda de la cabeza, aunque aquello le preocupaba menos. Tenía un plan en mente por si se veía en la obligación de quitársela, aunque haría lo posible por evitarlo.
«Quién me hubiera dicho que encontrarme con este hombre me abriría tantas puertas. Estoy dentro de la base marina, accediendo a información de primera mano. Mejor imposible.» pensó cuando aquel hombre que debía ser el vicealmirante Saint Ángel examinó el maletín.
—Soy Elmo, y es el momento de hablar —dijo solemnemente extendiendo su brazo para efectuar un apretón de manos—. Soy un colaborador autónomo externo del Gobierno. He contribuido en que el maletín llegue a vuestras manos —«Por no decir que gracias a mí no ha caído en manos de aquellos imbéciles.»—. Y respecto a la bufanda, me resfrío con facilidad —concluyó, encogiéndose de hombros y quitándole hierro al asunto.
Roland estaba convencido de que al usar aquel nombre junto al juego de palabras ridículo y la bufanda rodeando su cabeza, lo tacharían como una de esas personas excéntricas con manías incompresibles pero bastantes aptas en su trabajo. Al fin y al cabo hasta el momento había demostrado lo capaz que era. Y si por algún motivo le obligaban a quitarse la bufanda, usaría sus poderes para convertir su rostro en el rostro reflejado de otra persona, consiguiendo engañar así a los marines. «Aunque me extrañaría que me hicieran quitármelo si no lo han hecho ya» pensó mientras esperaba a que abrieran el maletín. Estaba ansioso por descubrir qué contenía. No sería exagerado decir que su contenido podría decidir el futuro de la isla.
Era el momento de esperar y observar.
- Resumen:
- Poca cosa. En el vehículo pregunta por el nombre de sus compañeros, y una vez está en la base de operaciones responde a las preguntas de quién supone que es el vicealmirante Saint Ángel. Por último, espera a que abran el maletín.
Dexter Black
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Mientras caminaba hacia la puerta vio el terror brillar en los ojos de Vega. No necesitó activar su Haki de observación para percibir cómo se sentía, pero cuando lo centró en ella pudo darse cuenta del error que había cometido. Había contado de alguna forma con que la palabra de una mujer que debía llevar meses, si no años, trabajando allí, valdría más que la suya, por lo que una reacción de disimulo ante un supuesto maltrato no esperaba que llegase a más. Sin embargo, parecía ser que la disciplina era tomada a la tremenda en ese lugar y no se permitía ni un pequeño desliz. Vega lo acusaba de mentiroso, pero al mismo tiempo las gemelas parecían no creerla, lo cual podía deberse o bien a que había más vigilancia de la esperada por Vega o bien porque no era la primera vez que recibían aquella misma queja, por lo que tampoco sabía hasta qué punto era su culpa. No obstante, era evidente que la había cagado, claro, y aunque todo en sus visiones de futuro le decía que dejarla ir era lo óptimo, no podía dejar que una persona padeciera martirios por su culpa.
- Tú delante, Gabi -le dijo, sujetando la puerta para que la niña pasase-. Tenemos que hablar de muchas cosas.
Le daría un leve empujón, apurándola, para que saliese junto al niño, y cerraría la puerta de golpe.
- Vais a soltarla ahora -ordenó, dándose la vuelta.
De su sonrisa socarrona quedaba un rictus sereno, y de su mirada afable apenas dos ojos relampagueantes bajo un ceño fruncido. No solía molestarse por la actitud de la gente, pero en aquella ocasión hizo una excepción. Dejó de concentrarse en que su presencia no emanase, haciendo que el suelo comenzara a desmigajarse. Si lo mantenía demasiado el suelo colapsaría, y las voluntades más débiles debían caer de inmediato. Contaba con que las perras fuesen capaces de resistirlo, pero en cierta medida confiaba en que su fama le precediese lo suficiente como para aterrarlas al margen de que cayesen rendidas ante él o no.
Su cuerpo comenzó a brillar a medida que daba más y más pasos hacia delante, lentos y seguros. El rayo recorría su cuerpo, saltando cada cierto tiempo a las lámparas más cercanas y a algunos pomos metálicos, iluminando el tenue interior y provocando un estruendo cuando llegaban al ánodo de su trayectoria, generando un sonido atronador y un zumbido particularmente molesto. También sacó de la espalda su bastón de combate, y tiró al suelo, activado, un inhibidor de frecuencia. No afectaba al I-den den mushi, aunque sí al intercomunicador, por lo que se preparó mentalmente para el molesto pitido que comenzó a escuchar antes de chamuscarlo con un pulso de electricidad. Menos mal que siempre llevaba repuestos.
- Me he cansado de mentiras y de juegos estúpidos. -Su voz sonaba más grave que hasta ese momento. Normalmente usaba un tono más agudo y cercano, pero dejó que su voz retumbase en cada esquina del local-. Sé que trabajáis para Sirio, también que sois un peligro para cualquiera que se acerque a este lugar. Pero os equivocáis si creéis que sois el verdadero peligro aquí. -No era arquitecto, pero por precaución volvió a contener su presencia antes de que los cimientos se les viniesen encima-. Vais a iros de aquí ahora mismo, y a recuperar a la madre del niño que sé que estaba en este lugar cuando hemos llegado. Luego podréis llevaros a vuestros hombres e ir donde Sirio para decirle que le estoy esperando aquí.
No miraba a ninguna en particular, pero se acercaba fervorosamente a la que mantenía cautiva a Vega. Si no se lo impedían, controlaría la electricidad de su cuerpo para evitar que esta saliese despedida hacia ella y la tomaría en brazos, sentándola sobre él mientras se dejaba caer sobre un asiento libre.
- Largo antes de que cambie de opinión -ordenaría, si seguían allí cuando se sentase.
- Tú delante, Gabi -le dijo, sujetando la puerta para que la niña pasase-. Tenemos que hablar de muchas cosas.
Le daría un leve empujón, apurándola, para que saliese junto al niño, y cerraría la puerta de golpe.
- Vais a soltarla ahora -ordenó, dándose la vuelta.
De su sonrisa socarrona quedaba un rictus sereno, y de su mirada afable apenas dos ojos relampagueantes bajo un ceño fruncido. No solía molestarse por la actitud de la gente, pero en aquella ocasión hizo una excepción. Dejó de concentrarse en que su presencia no emanase, haciendo que el suelo comenzara a desmigajarse. Si lo mantenía demasiado el suelo colapsaría, y las voluntades más débiles debían caer de inmediato. Contaba con que las perras fuesen capaces de resistirlo, pero en cierta medida confiaba en que su fama le precediese lo suficiente como para aterrarlas al margen de que cayesen rendidas ante él o no.
Su cuerpo comenzó a brillar a medida que daba más y más pasos hacia delante, lentos y seguros. El rayo recorría su cuerpo, saltando cada cierto tiempo a las lámparas más cercanas y a algunos pomos metálicos, iluminando el tenue interior y provocando un estruendo cuando llegaban al ánodo de su trayectoria, generando un sonido atronador y un zumbido particularmente molesto. También sacó de la espalda su bastón de combate, y tiró al suelo, activado, un inhibidor de frecuencia. No afectaba al I-den den mushi, aunque sí al intercomunicador, por lo que se preparó mentalmente para el molesto pitido que comenzó a escuchar antes de chamuscarlo con un pulso de electricidad. Menos mal que siempre llevaba repuestos.
- Me he cansado de mentiras y de juegos estúpidos. -Su voz sonaba más grave que hasta ese momento. Normalmente usaba un tono más agudo y cercano, pero dejó que su voz retumbase en cada esquina del local-. Sé que trabajáis para Sirio, también que sois un peligro para cualquiera que se acerque a este lugar. Pero os equivocáis si creéis que sois el verdadero peligro aquí. -No era arquitecto, pero por precaución volvió a contener su presencia antes de que los cimientos se les viniesen encima-. Vais a iros de aquí ahora mismo, y a recuperar a la madre del niño que sé que estaba en este lugar cuando hemos llegado. Luego podréis llevaros a vuestros hombres e ir donde Sirio para decirle que le estoy esperando aquí.
No miraba a ninguna en particular, pero se acercaba fervorosamente a la que mantenía cautiva a Vega. Si no se lo impedían, controlaría la electricidad de su cuerpo para evitar que esta saliese despedida hacia ella y la tomaría en brazos, sentándola sobre él mientras se dejaba caer sobre un asiento libre.
- Largo antes de que cambie de opinión -ordenaría, si seguían allí cuando se sentase.
- Resumen:
- Liarla más aún.
Mi gozo en un pozo. Me había equivocado de principio a fin al juzgar la misteriosa aparición de la niña —probablemente esos movimientos tan sospechosos a mis espaldas hubiesen tenido algo que ver— y me tocaba arreglar el estropicio. La falta de tino con la que había juzgad el explosivo a primera vista dejaba claro que el mecanismo escapaba a mi comprensión, pero si la niña tenia tan claro que era un error no cabía duda de que sabría, o al menos intuiría, cómo debía gestionar el asunto.
—Oh, vaya —dije—. Lo siento, parece que te he juzgado mal —añadí mientras esbozaba una sonrisa de culpabilidad y me llevaba la mano izquierda a la nuca—. Me he asustado un poco al ver que no querías salir y he dado por hecho cosas que no son. Te pido disculpas otra vez... Dime, ¿me echarías una mano con esto a cambio de haberte sacado del humo? Creo que me lo merezco, ¿no? Te prometo que no volveré a decirte nada como eso de aquí en adelante.
Lo decía completamente en serio, pero eso no impidió que, mientras hablaba, mi voluntad sondease el almacén en busca de la localización de la niña. Esperaba de todo corazón que una disculpa sincera sirviese para aplacar sus ánimos y así ganarme su favor, pero no podía permitir que una respuesta negativa condenase a todos los marines de la zona —y a saber qué radio alrededor de la misma—.
Aguardaría por si la niña salía a la luz y se disponía a ayudarme, pero, en caso contrario, brillaría con un resplandor capaz de llegar hasta al último rincón de la construcción. Recorrería el almacén al completo a toda velocidad, asegurándome de rastrear hasta el último recoveco y la última viga del techo; todo con el fin de dar con el pequeño cuerpo de la persona que había sacado de la humareda en primer lugar.
—Oh, vaya —dije—. Lo siento, parece que te he juzgado mal —añadí mientras esbozaba una sonrisa de culpabilidad y me llevaba la mano izquierda a la nuca—. Me he asustado un poco al ver que no querías salir y he dado por hecho cosas que no son. Te pido disculpas otra vez... Dime, ¿me echarías una mano con esto a cambio de haberte sacado del humo? Creo que me lo merezco, ¿no? Te prometo que no volveré a decirte nada como eso de aquí en adelante.
Lo decía completamente en serio, pero eso no impidió que, mientras hablaba, mi voluntad sondease el almacén en busca de la localización de la niña. Esperaba de todo corazón que una disculpa sincera sirviese para aplacar sus ánimos y así ganarme su favor, pero no podía permitir que una respuesta negativa condenase a todos los marines de la zona —y a saber qué radio alrededor de la misma—.
Aguardaría por si la niña salía a la luz y se disponía a ayudarme, pero, en caso contrario, brillaría con un resplandor capaz de llegar hasta al último rincón de la construcción. Recorrería el almacén al completo a toda velocidad, asegurándome de rastrear hasta el último recoveco y la última viga del techo; todo con el fin de dar con el pequeño cuerpo de la persona que había sacado de la humareda en primer lugar.
- Resumen:
- Pedir perdón y ayuda a la niña y, si no funciona, intentar cegarla y encontrarla a toda velocidad —en forma etérea y demás, que voy más rápido—. Uso también el haki de observación para ayudarme.
No-Iulio aterrizó entre mis brazos de mala manera, pero aproveché el impulso para, de forma discreta, alejarme algunos pasos del pequeño grupo. No serían más de dos o tres metros, pero lo suficiente como para gozar de un mínimo de discreción y distancia con respecto a los terroristas, pues no se me ocurría un modo mejor de definirlos. Extraje la daga que aún conservaba y comencé a rasgar su ropa a fin de que pareciera cualquier cosa menos un uniforme de la Marina al uso. Debía quedar claro que era un marine, pero no uno como los demás.
Mientras lo hacía, Kus recibió sus órdenes y un Den Den Mushi sonó. La voz de una mujer manó de la boca del caracol, y con cada palabra que pronunciaba tenía más claro que nuestra infiltración estaba a punto de irse al garete. Pasaba que ayudásemos a colocar los explosivos con el fin de ganar tiempo, pero permitir que la casa de subasta y a saber qué superficie del manglar saltase por los aires con nosotros lejos estaba lejos de nuestras intenciones. Mi compañero era mucho más rápido que yo, por lo que, sin decirle nada, asumí que él interceptaría a quien se había lanzado a la carrera para activar las cargas.
Si así sucediese, no me despegaría del marine pero desenroscaría la cadena que siempre llevaba en torno a mi torso. Uno de los encapuchados, el que se disponía a impedir la maniobra de mi superior, sería mi objetivo. Al no haber pronunciado palabra confiaba en que nuestros movimientos no resultasen del todo esperados, de modo que trataría de agitar a Chain of Destiny en su dirección para enroscarla en torno a su cuello, detener su avance y tirarlo de espaldas contra el suelo.
No me podía arriesgar a provocar una explosión junto al movimiento, pues las repercusiones de la misma serían del todo impredecibles con tanto material volátil cerca. Por otro lado, mis ojos no se despegarían en un momento de quien tenía el molusco en su posesión. La prioridad había cambiado: impedir que nadie fuera de la casa de subastas supiese lo que estaba sucediendo. ¿Qué podrían hacer aquellos misteriosos tipos si descubrían que había infiltrados entre sus filas y que ya habían saboteado uno de sus planes? La información y el tiempo eran los bienes más preciados para nosotros.
Mientras lo hacía, Kus recibió sus órdenes y un Den Den Mushi sonó. La voz de una mujer manó de la boca del caracol, y con cada palabra que pronunciaba tenía más claro que nuestra infiltración estaba a punto de irse al garete. Pasaba que ayudásemos a colocar los explosivos con el fin de ganar tiempo, pero permitir que la casa de subasta y a saber qué superficie del manglar saltase por los aires con nosotros lejos estaba lejos de nuestras intenciones. Mi compañero era mucho más rápido que yo, por lo que, sin decirle nada, asumí que él interceptaría a quien se había lanzado a la carrera para activar las cargas.
Si así sucediese, no me despegaría del marine pero desenroscaría la cadena que siempre llevaba en torno a mi torso. Uno de los encapuchados, el que se disponía a impedir la maniobra de mi superior, sería mi objetivo. Al no haber pronunciado palabra confiaba en que nuestros movimientos no resultasen del todo esperados, de modo que trataría de agitar a Chain of Destiny en su dirección para enroscarla en torno a su cuello, detener su avance y tirarlo de espaldas contra el suelo.
No me podía arriesgar a provocar una explosión junto al movimiento, pues las repercusiones de la misma serían del todo impredecibles con tanto material volátil cerca. Por otro lado, mis ojos no se despegarían en un momento de quien tenía el molusco en su posesión. La prioridad había cambiado: impedir que nadie fuera de la casa de subastas supiese lo que estaba sucediendo. ¿Qué podrían hacer aquellos misteriosos tipos si descubrían que había infiltrados entre sus filas y que ya habían saboteado uno de sus planes? La información y el tiempo eran los bienes más preciados para nosotros.
- Resumen:
- Intentar drenar en seco al que va a impedir el movimiento de Kus y no quitarle el ojo de encima al del Den Den Mushi para, en caso de que lo intente, impedir que comunique lo que está sucediendo —no he querido anticiparme demasiado, así que lo he dejado ahí—.
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