Kaito Takumi
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¿Cómo que contarlo yo? ¡Será mal nacido el Will este!, pensé con una obvia mueca de desagrado tirándome de la boca. Claro, como él estaba de cháchara con el viejo cangrejo y parecía estar obteniendo tacada de ello, su papel como socializador recaía en mí. ¡Ay, si no fuera porque no soportaba las atenciones de tanta gente! Incluso callados podía sentir como sus ojillos se me clavaban con una curiosidad morbosa.
Finalmente el resto de comensales -igual de maleducados- llegaron, y fue la novia acaramelada la que captó mi atención casi al completo. Nunca había visto a una hembra de mi ascendencia, lo que era bastante curioso, y aunque era de una subespecie de pulpo diferente, uno no podía pedirle peras al olmo. Al olmo se le pedían sámaras, secas e incomestibles; no como aquella curiosa criatura.
Intentando retrasar todo lo posible la anécdota, y mi conveniente puesta en escena, fui escuchando la conversación entre Will y Ambrose con cierto interés. ¡Así que era su prima! Pues como no fuera segunda, toda la teoría de que eran unos endógamos seguía en pie, y aunque los tortolitos pertenecían a diferentes especies, quizás era todo un simple caserío pasajero. O una trampa. ¿Y si nos habían llevado allí para comernos a todos? ¿Y si éramos simplemente un plato más en el menú? Mas aquel temor se fue un poco al traste al ver como todos comían. Lo servido parecía de más agrado que lo que estaba por hacer, y si algo me había enseñado la vida es que la única forma de sobrevivir en una sociedad era siendo útil.
—Bueno, lo del emperador marino. Sí. Ehm… De vuelta al West, porque me había ido de allí, y la verdad es que encontré problemas por, bueno, cosas que no vienen a cuento, rumbo de vuelta con unos traidores… Y muchas cosas. Casi tengo tanto Diógenes como Will. Ehm… Pues esto fue cuando pasó aquello. Aquello del West. ¿Cómo era? Sube el mar y millones de gente mueren. El jinete. Si. Ehm… Pues había un emperador mamarino. Casi nos mata. Se estampó con la isla. Ehm… Total que la isla empezó a morirse. Pero ya había bajado el mar. Eh…. Bueno. No lo estoy contatatando bien —Jodido Will—. La… la cosa es que el bicho se hundió en la tierra. Y la tierra empezó a morirse porque se podría. Y White lo cortó. Claro que antes llegamos a una cueva. Tuvimos que ir bastante profundo. Había un armama-ario. Para sacar al bicho de allí hubo que hacer concesiones con el gobierno. Que no están mal las concesiones. Y como el bicho estaba medio podrido pues, bueno. Ehm… Will se quedó un colmillo, creo. Y a los días pues licué el resto de podredumbre con, bueno, un microorganismo estereospecifico. Que, bueno, es complicado, pero me fue fácil. Ehm… esa es la historia.
Me eché un cucharrón a la boca, simplemente por tener la boca llena para no poder hablar más. Entre los Ehm y los tartamudeos esporádicos como para hacer una ponencia. ¡Nunca me sacaré el doctorado! ¡Profesor Mangle, nunca Doctor Mangle!
—Que-que-que....—No.— Ehm...¿Cuántos sois en la familia?
Aunque la respuesta no era tanto de interés como el curioso fenómeno que azoto la isla. Los animales parecían haberse dado cuenta de que algo iba mal. Algo terrible iba a pasar. ¿Estábamos a salvo ahí? Aquello no importaba mucho. No me importaba mucho. Will era el que podía obtener algo de todo aquello, no yo, y mi labor como nexo, ganándomelos con mi raza y mis habilidades culinarias, había terminado.Me levanté. Aquello fue un acto reflejo que tardé en razonar.
¿Importaba? No. Me importaba.
—Pe-perdón. Debo irme —miré a ambos jefes para asentirles con decisión. Aunque pedía su permiso, no obtenerlo no iba a detenerme.
Y así intentaría marcharme con Suchu, aunque volvería tras dar un par de pasos para coger un par de lenguas para el camino. Aquellas criaturas necesitaban alguien que las protegiera de lo que sabían estaba por venir.
Finalmente el resto de comensales -igual de maleducados- llegaron, y fue la novia acaramelada la que captó mi atención casi al completo. Nunca había visto a una hembra de mi ascendencia, lo que era bastante curioso, y aunque era de una subespecie de pulpo diferente, uno no podía pedirle peras al olmo. Al olmo se le pedían sámaras, secas e incomestibles; no como aquella curiosa criatura.
Intentando retrasar todo lo posible la anécdota, y mi conveniente puesta en escena, fui escuchando la conversación entre Will y Ambrose con cierto interés. ¡Así que era su prima! Pues como no fuera segunda, toda la teoría de que eran unos endógamos seguía en pie, y aunque los tortolitos pertenecían a diferentes especies, quizás era todo un simple caserío pasajero. O una trampa. ¿Y si nos habían llevado allí para comernos a todos? ¿Y si éramos simplemente un plato más en el menú? Mas aquel temor se fue un poco al traste al ver como todos comían. Lo servido parecía de más agrado que lo que estaba por hacer, y si algo me había enseñado la vida es que la única forma de sobrevivir en una sociedad era siendo útil.
—Bueno, lo del emperador marino. Sí. Ehm… De vuelta al West, porque me había ido de allí, y la verdad es que encontré problemas por, bueno, cosas que no vienen a cuento, rumbo de vuelta con unos traidores… Y muchas cosas. Casi tengo tanto Diógenes como Will. Ehm… Pues esto fue cuando pasó aquello. Aquello del West. ¿Cómo era? Sube el mar y millones de gente mueren. El jinete. Si. Ehm… Pues había un emperador mamarino. Casi nos mata. Se estampó con la isla. Ehm… Total que la isla empezó a morirse. Pero ya había bajado el mar. Eh…. Bueno. No lo estoy contatatando bien —Jodido Will—. La… la cosa es que el bicho se hundió en la tierra. Y la tierra empezó a morirse porque se podría. Y White lo cortó. Claro que antes llegamos a una cueva. Tuvimos que ir bastante profundo. Había un armama-ario. Para sacar al bicho de allí hubo que hacer concesiones con el gobierno. Que no están mal las concesiones. Y como el bicho estaba medio podrido pues, bueno. Ehm… Will se quedó un colmillo, creo. Y a los días pues licué el resto de podredumbre con, bueno, un microorganismo estereospecifico. Que, bueno, es complicado, pero me fue fácil. Ehm… esa es la historia.
Me eché un cucharrón a la boca, simplemente por tener la boca llena para no poder hablar más. Entre los Ehm y los tartamudeos esporádicos como para hacer una ponencia. ¡Nunca me sacaré el doctorado! ¡Profesor Mangle, nunca Doctor Mangle!
—Que-que-que....—No.— Ehm...¿Cuántos sois en la familia?
Aunque la respuesta no era tanto de interés como el curioso fenómeno que azoto la isla. Los animales parecían haberse dado cuenta de que algo iba mal. Algo terrible iba a pasar. ¿Estábamos a salvo ahí? Aquello no importaba mucho. No me importaba mucho. Will era el que podía obtener algo de todo aquello, no yo, y mi labor como nexo, ganándomelos con mi raza y mis habilidades culinarias, había terminado.Me levanté. Aquello fue un acto reflejo que tardé en razonar.
¿Importaba? No. Me importaba.
—Pe-perdón. Debo irme —miré a ambos jefes para asentirles con decisión. Aunque pedía su permiso, no obtenerlo no iba a detenerme.
Y así intentaría marcharme con Suchu, aunque volvería tras dar un par de pasos para coger un par de lenguas para el camino. Aquellas criaturas necesitaban alguien que las protegiera de lo que sabían estaba por venir.
- Resumen:
- Hacer el rididículo por mi torpeza de no saber-oder hablar en público (Creo que me ha quedaod usficientemente torpe, las pausas de los ehms son largas). Y preguntar cuántos son en la familia por hacer algo.
Y me voy porque soy PETA y me toca el kokoro lo de los animales asustados. O al menos lo intento.
He cogido socializador con un personaje poco social XD.
Nassor
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Observó el cuerpo derribado de su enemigo, resoplando y a duras penas conteniendo su ira y alzó el khopesh para darle un golpe mortal... refrenando su mano en el último momento. Matar a un enemigo en combate era el acto de un guerrero. Rematar a un rival caído sin necesidad el de un asesino sin honor. Si sobrevivía a sus heridas se habría ganado pese a todo una segunda oportunidad de vivir. Y si era listo no volvería a cruzarse en su camino. Se enganchó el khopesh al cinturón y se dirigió a la salida, pero antes de hacerlo, se detuvo. No sabía si seguía consciente, pero tenía que intentarlo.
- Si sales de esta entero, aprende la lección. En el nuevo mundo que vamos a construir no hay lugar para los asesinos, los esclavistas, los torturadores y aquellos que le hagan la vida difícil a los inocentes que solo buscan vivir su día a día. Te he perdonado la vida por esta vez. No habrá una segunda.
Tras terminar de hablar su cuerpo se retorció y reconvirtió en un ciervo corpulento pero estilizado, con cuernos más gruesos y largos. Entonces, captando el olor de la mujer en la silla en que había estado, salió al trote por el pasillo por el que se habían marchado. No se molestó en transformarse en humano para abrir la puerta, limitándose a embestirla y destrozarla en el proceso. Salió a un callejón junto al burdel donde captaba el olor de esa gente junto con el horrible pestazo de la basura. Tenía que encontrar a Dexter... se dirigió a la puerta principal, donde se topó con Gabi y el niño
- ¡Gabi! ¿Y Dexter?
Se dio cuenta entonces que su presencia le llegaba desde el interior del local... y parecía crecer por instantes, con furia. Parecía que estaba ocupado. Chasqueó la lengua y miró a los otros dos: necesitaba refuerzos para evitar que volviesen a huir de él, pero no podían dejar al pobre chico allí. Tampoco encasquetárselo a Dexter. Se recostó en el suelo para que pudieran subir y dijo:
- ¡Rápido! Subid a mí. Tengo el olor de la madre del chico. Podemos encontrarla. Necesito refuerzos, Gabi.
Si se subían a su lomo, se levantaría y echaría a trotar buscando y siguiendo el olor de la madre y de esa gente. Esta vez no se les escaparían.
- Si sales de esta entero, aprende la lección. En el nuevo mundo que vamos a construir no hay lugar para los asesinos, los esclavistas, los torturadores y aquellos que le hagan la vida difícil a los inocentes que solo buscan vivir su día a día. Te he perdonado la vida por esta vez. No habrá una segunda.
Tras terminar de hablar su cuerpo se retorció y reconvirtió en un ciervo corpulento pero estilizado, con cuernos más gruesos y largos. Entonces, captando el olor de la mujer en la silla en que había estado, salió al trote por el pasillo por el que se habían marchado. No se molestó en transformarse en humano para abrir la puerta, limitándose a embestirla y destrozarla en el proceso. Salió a un callejón junto al burdel donde captaba el olor de esa gente junto con el horrible pestazo de la basura. Tenía que encontrar a Dexter... se dirigió a la puerta principal, donde se topó con Gabi y el niño
- ¡Gabi! ¿Y Dexter?
Se dio cuenta entonces que su presencia le llegaba desde el interior del local... y parecía crecer por instantes, con furia. Parecía que estaba ocupado. Chasqueó la lengua y miró a los otros dos: necesitaba refuerzos para evitar que volviesen a huir de él, pero no podían dejar al pobre chico allí. Tampoco encasquetárselo a Dexter. Se recostó en el suelo para que pudieran subir y dijo:
- ¡Rápido! Subid a mí. Tengo el olor de la madre del chico. Podemos encontrarla. Necesito refuerzos, Gabi.
Si se subían a su lomo, se levantaría y echaría a trotar buscando y siguiendo el olor de la madre y de esa gente. Esta vez no se les escaparían.
- resumen:
- Le doy un sermón al tipo que he tumbado (si sigue consciente), salgo y recojo a Gabi y al niño para ir a buscar a la madre siguiendo su olor.
Parecía que la idea había calado en la mente de sus nuevos amigos, pareciendo factible el plan de hacer pasar al falso Iulio por uno de ellos e inculparle de un acto suicida durante la detonación de las cargas, a ojos de todos los que estuvieran allí. Sin embargo, no parecía que fueran a seguirles del todo la corriente, algo de lo que se darían cuenta en el momento en que encargasen el cuidado y preparación del marine a Ruffo para, después, pedirle ayuda a su superior con la preparación de las cargas. Aquello suponía un problema, y es que separarse en ese momento podía traer ciertas complicaciones: los encapuchados no eran fuertes en exceso y dudaba que pudieran hacerle retroceder, pero quizá lidiar con ambos supusiera que el combate se alargara más de lo necesario. Por otro lado, si su compañero debía limitarse a preparar al cautivo y a posicionarlo, poco más podría hacer salvo, quizá, coordinar con Kus la fuga del mismo.
Fuera como fuese, no parecía que fuera a darse el caso, y es que el comunicador sonó repentinamente y una voz femenina dio al traste con todo lo que habían logrado hasta el momento. De algún modo se habían enterado de la llegada de Zuko al manglar doce y, con ello, de la infiltración por parte de los agentes. La única buena noticia era que no habían podido identificar al topo —o a los topos, para ser más correcto—, por lo que aún jugaban con cierta ventaja si lograban salir de allí.
«Zuko, nos han pillado. ¡Moveos!», avisó a su amigo mentalmente, justo en el momento en el que vio cómo uno de los encapuchados se lanzaba a toda prisa a detonar los explosivos. Los ojos del agente —el de debajo del parche también, sí— se abrieron como platos al percatarse de lo que pretendía hacer. ¿Tan leal a la causa de sus jefes era que se jugaría la vida con tal de cumplir con su parte? ¿Qué sentido tenía? La finalidad de aquella jugada era la de inculpar a un marine de la muerte de inocentes y de la destrucción del manglar para incrementar las crispaciones y empeorar la situación en Sabaody. Entonces, ¿de qué servía hacer bolar por los aires medio islote cuando no tendrían forma de inculpar a la Marina?
—De eso nada —masculló, frunciendo el ceño mientras se levantaba la túnica y desenvainaba a Yūjō.
Pudo ver cómo Ruffo se preparaba para interceptar al segundo encapuchado e impedir que se interpusiera en su camino sin siquiera decirle nada. Resultaba bastante gratificante ver cómo el tiempo que habían pasado juntos en Amazon Lily les había otorgado una buena comprensión mutua y, más allá de eso, generaba una confianza plena que podían aprovechar como equipo. En cualquier caso, poco podría hacer aquel sujeto para detener al parcheado, y es que gracias a sus poderes se interpuso entre el primero y los explosivos en apenas un parpadeo. Tal había sido su velocidad que hasta el aire vibró con un zumbido y, gracias a su fruta del diablo, cualquier cosa que pudieran decir o no los encapuchados sería enmudecida por completo; no podía arriesgarse a que filtraran quiénes eran los traidores.
Trazó tres veloces tajos contra el hombre que intentaba activar los explosivos, todos ellos cruzados en distintas direcciones con un epicentro común, lo que dejaría una cruz de seis esquinas tan precisa como el dibujo de un artista. El filo de Yūjō se había vuelto ligeramente brillante ante la voluntad del agente que, sin lugar a dudas, no se arriesgaría a que la situación se les escapara de las manos.
Fuera como fuese, no parecía que fuera a darse el caso, y es que el comunicador sonó repentinamente y una voz femenina dio al traste con todo lo que habían logrado hasta el momento. De algún modo se habían enterado de la llegada de Zuko al manglar doce y, con ello, de la infiltración por parte de los agentes. La única buena noticia era que no habían podido identificar al topo —o a los topos, para ser más correcto—, por lo que aún jugaban con cierta ventaja si lograban salir de allí.
«Zuko, nos han pillado. ¡Moveos!», avisó a su amigo mentalmente, justo en el momento en el que vio cómo uno de los encapuchados se lanzaba a toda prisa a detonar los explosivos. Los ojos del agente —el de debajo del parche también, sí— se abrieron como platos al percatarse de lo que pretendía hacer. ¿Tan leal a la causa de sus jefes era que se jugaría la vida con tal de cumplir con su parte? ¿Qué sentido tenía? La finalidad de aquella jugada era la de inculpar a un marine de la muerte de inocentes y de la destrucción del manglar para incrementar las crispaciones y empeorar la situación en Sabaody. Entonces, ¿de qué servía hacer bolar por los aires medio islote cuando no tendrían forma de inculpar a la Marina?
—De eso nada —masculló, frunciendo el ceño mientras se levantaba la túnica y desenvainaba a Yūjō.
Pudo ver cómo Ruffo se preparaba para interceptar al segundo encapuchado e impedir que se interpusiera en su camino sin siquiera decirle nada. Resultaba bastante gratificante ver cómo el tiempo que habían pasado juntos en Amazon Lily les había otorgado una buena comprensión mutua y, más allá de eso, generaba una confianza plena que podían aprovechar como equipo. En cualquier caso, poco podría hacer aquel sujeto para detener al parcheado, y es que gracias a sus poderes se interpuso entre el primero y los explosivos en apenas un parpadeo. Tal había sido su velocidad que hasta el aire vibró con un zumbido y, gracias a su fruta del diablo, cualquier cosa que pudieran decir o no los encapuchados sería enmudecida por completo; no podía arriesgarse a que filtraran quiénes eran los traidores.
Trazó tres veloces tajos contra el hombre que intentaba activar los explosivos, todos ellos cruzados en distintas direcciones con un epicentro común, lo que dejaría una cruz de seis esquinas tan precisa como el dibujo de un artista. El filo de Yūjō se había vuelto ligeramente brillante ante la voluntad del agente que, sin lugar a dudas, no se arriesgaría a que la situación se les escapara de las manos.
- Resumen:
- » Alertar a Zuko gracias al vínculo mental de que les han pillado.
» Moverse rápidamente hasta interponerse entre el encapuchado que quiere detonar los explosivos y estos gracias a los poderes de su fruta.
» Emplear sus poderes para evitar que los encapuchados puedan emitir el más mínimo sonido y trazar tres tajos contra el que tiene frente a él (imbuídos en haki) con la intención de dejarlo fuera de combate.
Normas del capítulo:
Moderación
De repente los perros guardan silencio, por unos minutos parece que la vida en el archipiélago se ha evaporado por completo. De un momento a otro un fuerte aullido resuena por toda la isla, pero nadie sabe realmente de donde proviene aquel rugido feroz. La oscuridad poco a poco se cierne sobre todos los allí presentes, el sol va siendo tragado lentamente por una luna cada vez más grande y más potente. Quien sepa algo de astronomía, sabrá que se trata de un eclipse solar, el que no tenga idea de que pasa, verá como el sol es tapado dejando la oscuridad reinando en el lugar.
Tras aquel aullido, fuertes golpes resuenan, parecen truenos, relámpagos, bombas incluso que están estallando por todas partes aunque en realidad no es nada de eso. Quién se atreva a mirar por la ventana podrá ver figuras fantasmagóricas recorriendo las calles montados a caballo, centenares, miles de aquellas figuras armadas, ataviados con diferentes armaduras de diferentes lugares y diferentes épocas. Acompañadas por caballos y canes furiosos dispuestos a destrozar todo a su paso con sus dientes y colmillos.
Aquellos simples mortales que intenten frenarlos se encontraran con que es imposible. Su avance es tal que nada ni nadie normal puede interponerse en su camino. El eclipse aumenta su fuerza y su furia, pues la oscuridad es el manto perfecto para que aquellos demonios hagan sus fechorías. Los gritos y pedidos de auxilio no tardan en inundar las calles, los habitantes de la isla poco a poco van cayendo como moscas en miel. Parece que ha comenzado una carnicería.
Alguien busca limpiar el archipiélago de incordios ¿serás capaz de sobrevivir a la cacería salvaje?
- Se moderará lunes y jueves entre las 22:00 y las 23:59.
- No se puede postear los lunes o jueves antes de la moderación.
- Hay un reloj que marca el tiempo restante. Cuando acaba los temas se cierran.
- Está prohibido metarrolear, powerrolear y demás actitudes tóxicas.
- A más riesgo, más premio.
- Como es tradición, el barco de Sons of Anarchy se hundirá en algún momento.
- Cada post debe ocupar entre 250 y 1.200 palabras. Si no se está en estos límites, el post podría ser ignorado.
- Es responsabilidad de un usuario comunicarse con la gente con la que interactúa.
- Si un post tiene más de 15 faltas ortográficas por párrafo podría ser ignorado.
- Hacer un resumen de acciones relevantes es obligatorio independientemente de la extensión.
- La ley del plot no es a prueba de idiotas.
Moderación
De repente los perros guardan silencio, por unos minutos parece que la vida en el archipiélago se ha evaporado por completo. De un momento a otro un fuerte aullido resuena por toda la isla, pero nadie sabe realmente de donde proviene aquel rugido feroz. La oscuridad poco a poco se cierne sobre todos los allí presentes, el sol va siendo tragado lentamente por una luna cada vez más grande y más potente. Quien sepa algo de astronomía, sabrá que se trata de un eclipse solar, el que no tenga idea de que pasa, verá como el sol es tapado dejando la oscuridad reinando en el lugar.
Tras aquel aullido, fuertes golpes resuenan, parecen truenos, relámpagos, bombas incluso que están estallando por todas partes aunque en realidad no es nada de eso. Quién se atreva a mirar por la ventana podrá ver figuras fantasmagóricas recorriendo las calles montados a caballo, centenares, miles de aquellas figuras armadas, ataviados con diferentes armaduras de diferentes lugares y diferentes épocas. Acompañadas por caballos y canes furiosos dispuestos a destrozar todo a su paso con sus dientes y colmillos.
Aquellos simples mortales que intenten frenarlos se encontraran con que es imposible. Su avance es tal que nada ni nadie normal puede interponerse en su camino. El eclipse aumenta su fuerza y su furia, pues la oscuridad es el manto perfecto para que aquellos demonios hagan sus fechorías. Los gritos y pedidos de auxilio no tardan en inundar las calles, los habitantes de la isla poco a poco van cayendo como moscas en miel. Parece que ha comenzado una carnicería.
Alguien busca limpiar el archipiélago de incordios ¿serás capaz de sobrevivir a la cacería salvaje?
- Cacería salvaje:
- Meneror - 50:
- Tal vez te estés pasando un poco de durillo con los chicos, se les nota asustados y algo perdidos. Seguramente no hayan salido de su isla en lo que llevan de vida y simplemente buscan salvar a su hermano de lo que parece ser un destino terrible. Cuando al fin consiguen tu atención y decides ayudarles ambos se relajan un poco y asienten mientras piensan en cómo responder a tus preguntas.
— Al principio todo era normal, esa mujer llego a la isla en busca de negocios e inversores para diferentes propuestas, como es normal casi siempre se busca a la gente adinerada y por lo tanto acudir a los nobles no es extraño — comenzó a explicar uno de los hermanos antes de que el otro se uniese a la conversación — sin embargo desde el principio la mujer se nos hizo un poco extraña, su forma de hablar y de moverse, no quería que nadie estuviera en las reuniones que tenía con mi hermano y estamos convencidos de que termino hipnotizándolo o algo así — suspiro con algo de pena pensando en que tal vez si hubiese entrado en alguna de esas reuniones podría haber ayudado a su hermano antes.
— Después nuestro hermano se empeñó en venir al archipiélago, nos pareció realmente extraño pero no podemos detener al cabeza de la casa cuando decide algo, después de unos días dejamos de recibir noticias suyas y nos asustamos un poco. La última vez que hablamos con él nos dijo que Sophie iba a presentarle al fin a Júpiter y tras eso no volvió a llamar — al parecer el tal Júpiter tenía mucho que ver en todo este lío, pero nadie termina de saber del todo bien quien es el tipo así que aunque le preguntes a los chicos por él no sabrán responderte.
Por un momento los chicos miran a los lados y tiran un poquito de ti lejos de la puerta — tras eso decidimos venir para ver que ocurría usando la invitación que nuestro hermano había recibido y nos encontramos con este panorama, mucho de los que están allí dentro son nobles, empresarios muy reconocidos e incluso miembros de las fuerzas de seguridad de diferentes islas. Creemos que la persona para la que trabaja Sophie busca controlar el comercio y las vías por las que se mueve el mismo, no sé bien para qué, pero por ahora le está sirviendo — la idea de que alguien hiciera todo aquello para hacerse con el control absoluto del paraíso y tal vez del nuevo mundo no sonaba tan descabellado si uno lo pensaba con cabeza fría.
Para identificar al hermano de estos dos no te va a ser muy complicado, tiene el mismo tipo de ropa, el mismo tono de pelo y el mismo tono de ojos, prácticamente si no fueran unos mayores que otros podrían ser incluso trillizos. Sin embargo puedes sentir como algo no va del todo bien y unos sonidos peculiares salen de la sala de reuniones. Parecen gruñidos o algo por el estilo aunque no sabes del todo bien como identificarlos. Puedes escuchar un fuerte aullido de perro o de lobo y después puedes ver como la oscuridad se cierne sobre vosotros y como de la nada comienzan a aparecer esas fantasmagóricas figuras, los hermanos te agarran uno de cada brazo y te meten en un lugar cercano para resguardaros de sus miradas, pues nadie escapa de la cacería salvaje.
- Los Rabolucionarios - 33:
- Ala ala que mala leche se gasta usted señor líder revolucionario, va a romper el local de esas pobres perras, digo, señoritas pelirrojas. Sin embargo ninguna de las dos se muestra asustada por tu presencia, puede que un poco incomodas, no son tontas y conocen de sobra tu fama, pero tampoco han hecho nada para merecer que las amenaces de aquella manera. Vega cayó desmayada en el momento en que soltaste esa voluntad tuya y la pelirroja que la sostenía la agarro para que no chocara contra el suelo.
— Primeramente, señor Black, le ruego que se calme, segundo, usted nunca nos pregunto por Sirio y además en ningún momento nos han dicho el nombre de la madre del niño. Como usted comprenderá no vienen muchos niños a este burdel — hablaba en un tono completamente calmado mientras permitía que cogieras tranquilamente a Vega y te pusieras donde quisieras con ella. La otra hermana se levantó y se colocó junto a la otra pelirroja mientras suspiraba y negaba suavemente con la cabeza.
— Lamentablemente Sirio se encuentra ahora mismo bastante ocupado, pero si lo desea podemos decirle que le está buscando. Estamos más que seguras de que estará encantado de reunirse con alguien como usted — sin embargo cuando terminan de hablar puedes escuchar un fuerte aullido, de un perro o de un lobo y unos fuertes ruidos como de tormenta. Caballos corriendo a una gran velocidad por las calles y los gritos de los habitantes del archipiélago. Al mismo tiempo unos fuertes ruidos salen de la zona baja del local. Vega despierta y al escuchar aquellos ruidos se sujeta a ti con fuerza — de prisa, salga de aquí ¡corra! Aún estamos a tiempo — puedes ver como del suelo comienzan a emerger una cantidad absurda de perros fantasmagóricos dispuestos a lanzarse sobre ti acompañados de figuras de fantasmas montados a caballos que por un momento emborronan las figuras de las pelirrojas provocando que cuando quieras volver a mirarlas, ya no estén.
Nassor por tu parte consigues salir sin problemas y hablar con Gabi tanto como quieras y más. Ya que estáis fuera, podéis ser testigos de cómo la oscuridad se traga por completo el archipiélago tras aquel fuerte y terrorífico aullido. Podéis ver como las calles se inundan de esas fantasmagóricas figuras y como se abalanzan sobre todos aquellos desprotegidos que rondaban la calle. Mientras el niño monta sobre tu lomo y esperas a que Gabi haga lo mismo dos de esas figuras se os aproximan al galope armados con lanzas, completamente dispuestos a cazar al cervatillo.
Cuatro perros de la misma condición que los jinetes se lanzan hacía ti dispuestos a morderte las patas y clavar con fuerza sus dientes para apresarte y permitir que sus amos te ensarten. El aroma de la mujer poco a poco se va disipando, pues el aroma a basura cada vez se vuelve más fuerte y persistente. Te recomendaría darte prisa y tener cuidado, parece que las calles de la isla ya no son tan seguras como antes.
- Justice Raiders - 13:
- Hamlet seas capaz de esquivar la lanza o no podrás ver como el cielo se oscurece y todo a tu alrededor pierde color y brillo. La oscuridad os cubre por completo tras el aullido de un poderoso perro que ha resonado por todas partes. De repente los muertos en el campo de batalla se levantan y acompañados de nuevos amigos fantasmagóricos y sus perros se lanzan contra todos aquellos que se encuentran en el manglar. No distinguen entre marines, criminales o piratas, les importa más bien poco quien tienen delante, solo quieren destruir.
La lancera te da una patada en el pecho que te hace caer al suelo y después mueve una lanza para asestarle un fuerte golpe a uno de los perros que sale volando electrificado. Al parecer lo ha hecho para ¿salvarte la vida? Curioso la verdad, tal vez deberías levantarte y ayudarla a con esos tres perros que se le van a echar encima en cualquier momento.
Por otro lado Iulio parece que tus disculpas surten algo de efecto, la niña refunfuña un poquito pero luego se vuelve visible. Puedes verla subida en lo alto de una enorme estantería del almacén. Te hace una seña con la manita a modo de saludo mientras suspira un poco — ¿me ayudas a bajar? Prometo que te ayudaré con eso cuando baje — espera a que la bajes y después se acerca a la caja, te tira de la camisa dos veces para que la upes, de lo contario no puede ver bien la bomba ya que no llega a verla con su estatura.
Una vez la levantes la niña sacara unas pequeñas tijeritas que lleva en el vestido y abrirá una compuerta para cortar dos cables. En ese momento deja de moverse el reloj y parece que la bomba esta desactivada. Podéis escuchar un aullido terrible resonando por todos lados, la pequeña se estremece y se aferra a ti algo asustada. — Sirio está enfadado, no me gusta cuando hace eso, no me gusta — parece que esa pequeña sabe más de lo que le gustaría y ha visto más de lo que quisiera. Podéis escuchar al guardia de la puerta gritar y caer muerto al suelo. Si sales o miras por una ventana, podrás ver las figuras fantasmagóricas y a sus perros recorriendo el lugar y asesinando a todo aquel que encuentran a su paso.
- Kia y Ral - 30:
- Mientras estáis con la señora, podéis escuchar los dos un poderoso aullido que resuena por toda la isla. El sol se oculta y la oscuridad reina sobre la misma, ruidos como de tormenta acompañan a figuras extrañas que cabalgan a velocidades vertiginosas por las calles asesinando a todo aquel que encuentran a su paso. Parece que nadie es capaz de plantarles cara y la anciana que se encuentra con vosotros suspira de forma larga mientras mira por la ventana.
El pequeño fuego fatuo se mueve incómodo y se coloca al lado de la mujer quien lo acaricia levemente con la yema de los dedos sin sufrir quemadura alguna. Os mira por un momento y después niega con la cabeza de manera suave — nunca espere que llegaramos a estos extremos, parece que Sirio está realmente molesto con tantas intromisiones — se encogió de hombros y después dio un sorbo a su taza de té de lo más tranquila. ¿Curioso verdad?
- El jardín de Eden - 12:
- Ruffo, consigues detener a uno de los dos encapuchados que cae al suelo con tu cadena rodeando su cuello y ahogándolo como si no hubiera un mañana. Sin embargo, aunque Kus pueda detener al hombre que se encuentra a punto de encender los explosivos este logrará comunicarse con sus aliados del interior a través del comunicador que tiene en la oreja. Sin embargo no le da tiempo a hablar ya que Kus silencia su voz, no obstante sí que sus compañeros en el interior pueden escuchar los golpes y lo que sea que está sucediendo en el interior de aquel lugar avisándoles de que algo no va bien.
La figura que Kus ha intentado detener logra esquivar más o menos sus tajos aunque uno de ellos le da en uno de los brazos dejándolo medio cercenado. No obstante le golpea con fuerza lanzándolo contra Ruffo para lanzarse nuevamente hacía los explosivos intentando encenderlos una vez más para haceros estallar a todos. No parece dispuesto a frenar su intento de terminar lo que ha empezado y ahora que han venido los refuerzos enviados por quien fuera que ha aullado parecen más motivados que nunca a continuar con sus planes aun cuando tengan que morir por ellos. El que está en el suelo lleva sus manos a tu cadena y comienza a tirar de ella con una fuerza descomunal, además de eso puedes ver como su cuello se hincha y como su cuerpo va cambiando hasta convertirse en el de un oso pardo dispuesto a lanzarse contra ti y destrozarte con sus garras.
Tanto los dos que se encuentran en el interior como tú, Zuko, podéis escuchar un fuerte aullido de perro justo antes de que todo se envuelva en oscuridad. El eclipse ha dado comienzo y una gran cantidad de figuras extrañas y sombrías se abalanzan sobre los incautos que se encuentran en la calle. En este caso, cuatro de ellos se lanzan sobre ti, vicealmirante y unos cuantos más sobre tus hombres. Varios de estos mueren bajo las armas de aquellos extraños individuos que no parecen detenerse ante nada ni ante nadie. Poco les importa quien seas o de que facción provengas, solo quieren destruir y acabar con todo cuanto se interponga en su camino.
- Oppencito haciendo amigos - 80:
- El contraalmirante te mira, aún no se fía demasiado de ti, después de todo aunque hayas ayudado a su hija aún no sabe nada de ti y tampoco quiere correr ningún riesgo teniendo en cuenta que la situación actual de la isla es bastante complicada. — Puedes llamarme Wallace, con eso será suficiente — no te diría mucho más al respecto mientras los hombres se encargaban de examinar el maletín y buscaban la forma de abrirlo de la mejor manera posible para evitar que acabase siendo destruido lo que hubiese en el interior.
Los marines parecen bastante nerviosos al respecto, Wallace da un paso al frente para dirigirse al hombre que se encuentra junto a vosotros — señor, parece que Khissa y Nícolas se encuentran en peligro, ¿no podemos hacer nada para ayudarlos? — se notaba que estaba un poco preocupado por aquellas personas que habían corrido un riesgo terrible para poder extraer aquel maletín de donde fuera que estuviera para dejarlo en sus manos. El otro marine suspira y frota el puente de su nariz con las manos mientras piensa en que puede hacer al respecto. Es cierto que han corrido un gran riesgo por ellos, pero no podían exponerse tampoco a perder más hombres.
— No podemos perder más hombres, pero entiendo tu frustración contraalmirante — se notaba que no estaba conforme con sus propias palabras. Tras media hora consiguen abrir uno de los cerrojos y tras media hora más abren el siguiente. El primero en acercarse al maletín es el marine del que aún no conoces su nombre mientras Wallace espera paciente su turno. El hombre saca unos papeles, un mapa con diferentes puntos señalados y varias notas escritas.
El marine golpea con fuerza la mesa — lo sabía, no han sido los piratas de la isla, todo ha sido orquestado por un tercero, ¡malditos perros! — y nunca mejor dicho, pues todos aquellos papeles tenían como sello la Jolly Roger que pudiste ver en el paño que rodeaba el maletín. Parece que quien se mueva bajo aquella bandera, tiene la culpa de lo sucedido en la isla. — Contraalmirante, vayan en busca de esa mujer y su hijo, deben ponerlos a salvo, estoy seguro de que nos podrán ayudar mucho más si siguen con vida — el hombre realiza un saludo y te mira de reojo — ¿vienes muchacho? — ya que eras un colaborador del gobierno, no estaría de más que fueras a ayudarles.
Tendrían que ir hasta el manglar 33, donde habían visto a Khissa y al pequeño Nícolas por última vez o al menos eso era lo que le había dicho la pequeña niña en su momento. Parece que poco a poco las cosas comienzan a encajar. No obstante, escucháis un fuerte aullido y al salir podéis ver como la oscuridad se cierne sobre vosotros y unas extrañas figuras fantasmagóricas recorren las calles asesinando a todo aquel que se cruza en su camino, no dudan en lanzarse sobre la edificación intentando acabar con todos los allí presentes. Wallace intenta abrirse paso hasta su vehículo mientras espera que le sigas, pero ten cuidado, dos figuras a caballo se acercan a ti con intención de destrozarte con sus espadas.
- Kaito y William:
- La historia de Kaito no tarda en cautivar la atención de toda la mesa. Pese a su poca labia, hay palabras que destacan enormemente sin importar el contexto. Jinete. Emperador marino. Entienden sin más explicaciones que habéis estado presentes en el último conflicto mundial y os miran con renovada curiosidad. Por educación, evitan hacer más preguntas y tras asentir con interés regresan a su comida. El jefe, no obstante, contesta completamente calmado.
-En concreto, ahora mismo hay doce de los nuestros, ligados por sangre claro está. Somos dieciocho en total, con cuatro crías perfectamente sanas, por suerte.
Al fin y al cabo, Ambrose no es ajeno a las razones de la pregunta. Él mismo ha tenido que lidiar para asegurarse de que su linaje perseveraba. Y los extremos a los que ha tenido que llegar… solo él los conoce.
Cuando Kaito intenta marcharse, algo lo detiene. Uno de los tentáculos de la pulpita se enrosca en su brazo con un agarre férreo, nada despreciable. Tira de él para que vuelva a acercarse aunque no le está mirando a él, sino a Ambrose. Por lo visto, la opinión del Jefe es ley.
-No es buena idea salir ahora. Alma, acompaña a nuestros huéspedes a la ventana.
La pulpita os lleva, dándole tirones a Kaito para que no pueda escapar. Contempláis la locura que hay afuera, los jinetes y la gente pereciendo ante ellos. Definitivamente, no parece hora de salir. Con razón tenían empeño de que les acompañarais.
Os giráis y en algún momento, todo ha cambiado. La atmósfera de la sala es más oscura, tenue. Ambrose está erguido y abrochándose un chaleco de terciopelo negro sobre la camisa. Remata el atuendo colocándose un colgante dorado en forma de la constelación de Cáncer, aunque no sabéis de dónde lo ha sacado. El resto de comensales le imitan sin decir ni pío. Apenas quedan viandas y en el centro de la mesa han dejado un hueco… no pequeño. Ambrose os tiende la mano, mientras la pulpita regresa a su sitio y se coloca su propio colgante plateado.
-Venid. Es hora del plato principal. No estáis obligados a participar en la comunión, pero si lo deseáis, no os lo impediré.
De unas puertas al fondo de la sala sale uno de los camareros llevando una fuente grande, demasiado grande. La posa en el centro de la mesa y la luz en el lugar parece volverse… rojiza. Ambrose abre los brazos, mirando a todos y cada uno de los presentes.
-Queridos míos. Bienvenidos. Estamos aquí una vez más para recibir nuestro regalo. Nuestro derecho de nacimiento. Nuestra bendición. La agradecemos y la honramos.
-La agradecemos y la honramos.- Dicen los demás al unísono.
La tapa de la fuente se levanta y revela la cabeza y el torso de un hombre exquisitamente asados al punto, incluso tiene una manzana en la boca y todo apunta a que un relleno hecho de vegetales de temporada. Es un buen espécimen, en la flor de la vida y sin ningún defecto. Ha sido cuidadosamente afeitado y sus ojos vaciados y colocados aparte, debidamente pochados. La lengua está en su sitio, pero han logrado que no se queme. En cuanto a técnica culinaria, es una maravilla.
-Carcinos, agradecemos tu legado. Lo honramos.
-Lo honramos.
-Continuaremos tu gesta, vengaremos tu muerte, viviremos con honor. Te honramos.
-Te honramos.
Por toda la mesa se pasa un vaso que en principio contiene vino tinto. Podéis tomar parte o dejarlo pasar, no se ofenderán. Eso sí, si intentáis escapar esta vez no os lo impedirán… pero las puertas están cerradas.
Kaito Takumi
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Yo me voy por mi izquierda, yo me voy por mi izquier.... Mierda.
—¡Ey! —me quejo, siendo entonces un poco más consciente del repeluco que daba que te tocasen unas extremidades ajenas con más de mil bocas.
Mas con la húmeda correa me arrastran a la ventana donde se terminan mis preocupaciones. Era la gente la que moría. Los caballos y los perros no eran más que soldados al cruel servicio de sus fantasmagóricos amos, y les ayudaban con la limpieza. Mis ojos subieron hasta el cielo para ver el fenómeno en su pleno explendor.
Siempre quise ver un eclipse solar. ¿Pero no había algo importante con respecto a este? ¿No se necesitaba una caja o algo para verlo? Aparté la mirada por si acaso, contentándome con observar las miles de curvas en la hembra de mi ascendencia. Girando uno de mis tentáculos para encontrar el suyo, la paladeé como sin duda ella lo estaba haciendo conmigo -consciente o incoscientemente-, y saboreando la sensación de una ventosa sobre otra, pregunté en susurro.
—¿Me sueltas? Que no me voy, que no me voy.
Porque, la verdad, no me gustaba nada estar a merced de otro. Si las cosas se torcían no dudaría en cortarla. De hecho hasta me alegraría que su tentáculo se quedara en rigor mortis pegado a mí, pues así tendria un buen bocado para más tarde. Nuestros anfitriones comían humanos, pero yo iba aún más allá. No le hacía asco a ninguna raza.
Mas mis instintos y preferencias culinarias poco importaban. Allí el dato importante era lo que sucedía fuera. Lo que Ambrose sabía que iba a suceder fuera. ¿Era parte de su plan? ¿Era cómplice? ¿O quizás simplemente su red de contactos le había informado de los planes de quienquiera que estuviea haciendo aquello? Treinta y cinco negocios, a mínimo de cuatro paredes por cada uno, hacían un montón de orejas por muro.
Cuando nos giramos, todo estaba mucho más oscuro. ¿Habían comido como unos putos cerdos en nuestro breve momento en la ventana? Bueno, como gansos más bien. Frunciendo el ceño en sospecha, y tocando a Suchu para que el desagrado que sentía hacia la que me apresaba no se convirtiera en una señal para destrozarla de un coletazo, contemplé con curiosidad la escena que muchos tacharían de turbia.
Lo preocupante no era el plato -maravillosamente ejecutado- si no las reacciones de los que no eran los comensales. A los criados humanos no parecían importarles en absoluto el destino de aquella pieza criada para la mesa. En sus rostros no había más que la solemne servidumbre de una casta seleccionada con mimo, cuidado y la mano experta de un amo. ¿Era aquello fruto del dinero y la naturaleza humana, o había algo más detrás?
Mis ojos volvieron al plato para buscar con interés pistas de su defunción detrás del suave glaseado de su crujiente piel. Aquello era, sin duda, un exceso; uno delicioso, pero mi hambre por sabores y conocimientos no dejaban pasar los rezos. Como todo buen hijo del mar sabía, o al menos uno con un poco de cultura, se referían a una criatura mitológica que aparecía aquí y allá en diferentes relatos de los hijos del mar. Cómo no, rezaban a un cangrejo gigante.
Aunque más bien debería estar inspirado en una langosta, que no envejecen y deben crecer infinitamente. Pero, blasfemias aparte, aquello no aportaba nada útil. Dejé el vino pasar, inclinándome cada vez más sobre la curiosa pieza para devorar con los ojos cada nimio detalle.
—Reposado y todo para que los jugos se queden... buen asado, unas ocho horas a fuego lento...Delicadamente eviscerado y...—Con la cabeza de lado pegada a la mesa, inspeccioné las fosas nasales —. ¿Con el cerebro intacto? —Por suerte pensar en voz alta no me hizo darme cuenta de que lo hacía—. ¿Ququququien ha cocinado esto? ¿De-de-dónde ha salido?
¿Había sido criado para ser comido durante el eclipse? Sí. Sin duda. O eso o les había tocado la maldita lotería en la caza.
—¡Ey! —me quejo, siendo entonces un poco más consciente del repeluco que daba que te tocasen unas extremidades ajenas con más de mil bocas.
Mas con la húmeda correa me arrastran a la ventana donde se terminan mis preocupaciones. Era la gente la que moría. Los caballos y los perros no eran más que soldados al cruel servicio de sus fantasmagóricos amos, y les ayudaban con la limpieza. Mis ojos subieron hasta el cielo para ver el fenómeno en su pleno explendor.
Siempre quise ver un eclipse solar. ¿Pero no había algo importante con respecto a este? ¿No se necesitaba una caja o algo para verlo? Aparté la mirada por si acaso, contentándome con observar las miles de curvas en la hembra de mi ascendencia. Girando uno de mis tentáculos para encontrar el suyo, la paladeé como sin duda ella lo estaba haciendo conmigo -consciente o incoscientemente-, y saboreando la sensación de una ventosa sobre otra, pregunté en susurro.
—¿Me sueltas? Que no me voy, que no me voy.
Porque, la verdad, no me gustaba nada estar a merced de otro. Si las cosas se torcían no dudaría en cortarla. De hecho hasta me alegraría que su tentáculo se quedara en rigor mortis pegado a mí, pues así tendria un buen bocado para más tarde. Nuestros anfitriones comían humanos, pero yo iba aún más allá. No le hacía asco a ninguna raza.
Mas mis instintos y preferencias culinarias poco importaban. Allí el dato importante era lo que sucedía fuera. Lo que Ambrose sabía que iba a suceder fuera. ¿Era parte de su plan? ¿Era cómplice? ¿O quizás simplemente su red de contactos le había informado de los planes de quienquiera que estuviea haciendo aquello? Treinta y cinco negocios, a mínimo de cuatro paredes por cada uno, hacían un montón de orejas por muro.
Cuando nos giramos, todo estaba mucho más oscuro. ¿Habían comido como unos putos cerdos en nuestro breve momento en la ventana? Bueno, como gansos más bien. Frunciendo el ceño en sospecha, y tocando a Suchu para que el desagrado que sentía hacia la que me apresaba no se convirtiera en una señal para destrozarla de un coletazo, contemplé con curiosidad la escena que muchos tacharían de turbia.
Lo preocupante no era el plato -maravillosamente ejecutado- si no las reacciones de los que no eran los comensales. A los criados humanos no parecían importarles en absoluto el destino de aquella pieza criada para la mesa. En sus rostros no había más que la solemne servidumbre de una casta seleccionada con mimo, cuidado y la mano experta de un amo. ¿Era aquello fruto del dinero y la naturaleza humana, o había algo más detrás?
Mis ojos volvieron al plato para buscar con interés pistas de su defunción detrás del suave glaseado de su crujiente piel. Aquello era, sin duda, un exceso; uno delicioso, pero mi hambre por sabores y conocimientos no dejaban pasar los rezos. Como todo buen hijo del mar sabía, o al menos uno con un poco de cultura, se referían a una criatura mitológica que aparecía aquí y allá en diferentes relatos de los hijos del mar. Cómo no, rezaban a un cangrejo gigante.
Aunque más bien debería estar inspirado en una langosta, que no envejecen y deben crecer infinitamente. Pero, blasfemias aparte, aquello no aportaba nada útil. Dejé el vino pasar, inclinándome cada vez más sobre la curiosa pieza para devorar con los ojos cada nimio detalle.
—Reposado y todo para que los jugos se queden... buen asado, unas ocho horas a fuego lento...Delicadamente eviscerado y...—Con la cabeza de lado pegada a la mesa, inspeccioné las fosas nasales —. ¿Con el cerebro intacto? —Por suerte pensar en voz alta no me hizo darme cuenta de que lo hacía—. ¿Ququququien ha cocinado esto? ¿De-de-dónde ha salido?
¿Había sido criado para ser comido durante el eclipse? Sí. Sin duda. O eso o les había tocado la maldita lotería en la caza.
- Resumen:
- Sosialisá. Paso del vino porque, la verdad, no me apetece beber. No voy a enturbiar el sabor de la carne con la bebida.
Roland Oppenheimer
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«Ahhhhhhhh, ¡maldición! ¿Cuánto más van a tardar en abrir el dichoso maletín?» pensó, impaciente. Había pasado casi una hora en la que había permanecido allí, en pie, esperando a que aparecieran sus respuestas. Poco a poco, lentamente, los hombres trajeados consiguen desactivar la única medida de seguridad del objeto, dejando sus secretos al descubierto. Roland se encontraba al borde de la locura; había conseguido soportar la larga espera y no deseaba otra cosa más que descubrir lo que ocultaba el maletín.
«¿Eso es todo?» se preguntó, indignado. Él mismo ya había llegado a la conclusión de que aquella situación se había dado gracias a una tercera persona. Apretó los puños, rabioso ante la falta de deducción de los marines. Pero a pesar de ello, aún no disponía de toda la información. Debía leer aquellos documentos para conocer todos los detalles y llevar a cabo un plan más solido, más consistente. Necesitaba una distracción para hacerse con los papeles sin que le descubrieran, ¿pero qué podía hacer en aquella situación? Estaba rodeado de hombres, y no parecía que fueran a dejar escapar los documentos con facilidad.
—Ehhh... —«Joder, ¿por qué quiere Wallace que le acompañe? ¿No tiene suficiente con haber rescatado a su hijita? Mierda —Roland se estaba viendo comprometido por la situación. Había declarado ser un aliado del Gobierno, y no tenía ninguna excusa para rechazar la propuesta del contraalmirante. Aunque si lo pensaba fríamente, aquella mujer y su hijo habían estado, como mínimo, en contacto con los piratas que estaban provocando aquella guerra—. Tal vez no sea tan mala idea, esos dos podrían ayudarme a acercarme a los piratas»—. Sí, claro. ¿Por qué no?
Y entonces apareció su oportunidad. Un grito desgarrador retumbó en los oídos de los presentes. Era la distracción perfecta, perfectamente conveniente. Por una vez, los astros se habían alineado para ayudar al ex-agente Roland Oppenheimer.
—Caballeros, ¿acaso no han escuchado eso? —preguntó Elmo a los hombres de la habitación, con un tono de sorpresa—- Debemos ir a a atender la llamada de socorro que se ha producido. ¿Qué clase de hombres seríamos si no pudiéramos ayudar a los que tenemos más cerca? —Esperaba que al hacerle esa pregunta retórica a los hombres decidieran salir de la habitación dispuestos a ayudar a la persona que había gritado y que dejaran los papeles sin vigilancia-
En el caso contrario, fingiría un tropiezo digno de los actores de la más alta calidad, chocándose con el hombre de los papeles y cogiendo los papales con hábil soltura para guardarlos dentro de su abrigo. Se disculparía en el acto con un montón de movimientos exagerados que servirían para dispersar la atención y saldría por la puerta al instante tras Wallace para acompañarle a su misión.
Al salir al exterior, el panorama que esperaba encontrarse era muy diferente del que había. La noche se había echado sobre ellos mucho antes de lo que creía, bañando el lugar en sombras lúgubres, y una oleada de jinetes fantasmales arrasaban con todo a su paso, en dirección a la base marine. Sin duda alguna era obra de los piratas, pero el cómo habían alcanzado el lugar que los marines habían establecido como base sobrepasando todas sus defensas escapaba a su comprensión. Evitó darle muchas vuelta mientras se escabullía para dejarle el marrón a los marines. Él iba a buscar toda la información posible para actuar de forma firme y rápida.
En su camino hacia el vehículo motorizado de Wallace se encontró con dos jinetes que se interponían en su camino, y Roland no creía que tuvieran buenas intenciones. Activó su Rankyaku Kenpo y lanzó múltiples ondas cortantes desde sus brazos. Las primeras fueron dirigidas hacia las piernas de los caballos, seguidas de otras que tenían como objetivo a sus jinetes. Esperaba que aquello fuera más que suficiente para al menos conseguir retrasarlos y que le dejaran paz. No tenía tiempo para pequeñas molestias.
—Métele caña, hay que rescatar a Kisha y Nícolas —le dijo al conductor con un tono de preocupación tras subirse al vehículo. No estaba realmente preocupado por ellos, pero esperaba que así el marine se diera prisa en arrancar y salir de aquella zona.
«¿Eso es todo?» se preguntó, indignado. Él mismo ya había llegado a la conclusión de que aquella situación se había dado gracias a una tercera persona. Apretó los puños, rabioso ante la falta de deducción de los marines. Pero a pesar de ello, aún no disponía de toda la información. Debía leer aquellos documentos para conocer todos los detalles y llevar a cabo un plan más solido, más consistente. Necesitaba una distracción para hacerse con los papeles sin que le descubrieran, ¿pero qué podía hacer en aquella situación? Estaba rodeado de hombres, y no parecía que fueran a dejar escapar los documentos con facilidad.
—Ehhh... —«Joder, ¿por qué quiere Wallace que le acompañe? ¿No tiene suficiente con haber rescatado a su hijita? Mierda —Roland se estaba viendo comprometido por la situación. Había declarado ser un aliado del Gobierno, y no tenía ninguna excusa para rechazar la propuesta del contraalmirante. Aunque si lo pensaba fríamente, aquella mujer y su hijo habían estado, como mínimo, en contacto con los piratas que estaban provocando aquella guerra—. Tal vez no sea tan mala idea, esos dos podrían ayudarme a acercarme a los piratas»—. Sí, claro. ¿Por qué no?
Y entonces apareció su oportunidad. Un grito desgarrador retumbó en los oídos de los presentes. Era la distracción perfecta, perfectamente conveniente. Por una vez, los astros se habían alineado para ayudar al ex-agente Roland Oppenheimer.
—Caballeros, ¿acaso no han escuchado eso? —preguntó Elmo a los hombres de la habitación, con un tono de sorpresa—- Debemos ir a a atender la llamada de socorro que se ha producido. ¿Qué clase de hombres seríamos si no pudiéramos ayudar a los que tenemos más cerca? —Esperaba que al hacerle esa pregunta retórica a los hombres decidieran salir de la habitación dispuestos a ayudar a la persona que había gritado y que dejaran los papeles sin vigilancia-
En el caso contrario, fingiría un tropiezo digno de los actores de la más alta calidad, chocándose con el hombre de los papeles y cogiendo los papales con hábil soltura para guardarlos dentro de su abrigo. Se disculparía en el acto con un montón de movimientos exagerados que servirían para dispersar la atención y saldría por la puerta al instante tras Wallace para acompañarle a su misión.
Al salir al exterior, el panorama que esperaba encontrarse era muy diferente del que había. La noche se había echado sobre ellos mucho antes de lo que creía, bañando el lugar en sombras lúgubres, y una oleada de jinetes fantasmales arrasaban con todo a su paso, en dirección a la base marine. Sin duda alguna era obra de los piratas, pero el cómo habían alcanzado el lugar que los marines habían establecido como base sobrepasando todas sus defensas escapaba a su comprensión. Evitó darle muchas vuelta mientras se escabullía para dejarle el marrón a los marines. Él iba a buscar toda la información posible para actuar de forma firme y rápida.
En su camino hacia el vehículo motorizado de Wallace se encontró con dos jinetes que se interponían en su camino, y Roland no creía que tuvieran buenas intenciones. Activó su Rankyaku Kenpo y lanzó múltiples ondas cortantes desde sus brazos. Las primeras fueron dirigidas hacia las piernas de los caballos, seguidas de otras que tenían como objetivo a sus jinetes. Esperaba que aquello fuera más que suficiente para al menos conseguir retrasarlos y que le dejaran paz. No tenía tiempo para pequeñas molestias.
—Métele caña, hay que rescatar a Kisha y Nícolas —le dijo al conductor con un tono de preocupación tras subirse al vehículo. No estaba realmente preocupado por ellos, pero esperaba que así el marine se diera prisa en arrancar y salir de aquella zona.
- Resumen:
- Observar como abren el maletín, intentar hacerse con los papeles de su interior de forma discreta aprovechando la distracción ocasionada por los jinetes en el exterior, acompañar a Wallace para buscar a Khisa y Nícolas, intentar retrasar a los jinetes que buscan atacarle y meterle prisa a Wallace.
Kusanagi se vio casi en la obligación de fruncir el ceño al ver la agilidad del hombre que tenía en frente, quien había sido capaz de esquivar no uno, sino dos de sus espadazos antes de verse alcanzado por un tercero. Tenía que reconocerlo: había subestimado a los encapuchados, y es que solo alguien bastante diestro habría podido reaccionar con tanta rapidez a su incursión. ¿Sería usuario de haki? Todo parecía indicarlo, en especial cuando fue capaz de golpear al agente con su puño desnudo, ignorando la vulnerabilidad que sus habilidades de logia que conferían. Por suerte, tuvo tiempo suficiente como para activar su tekkai y que el golpe quedara en poco más que un susto, logrando frenar su retroceso en seco mucho antes de impactar contra Ruffo.
—Si quieres hacer las cosas complicadas... no seré yo quien se oponga —musitó con evidente molestia. Le habría gustado poder hacerlo, pero dadas las circunstancias tendría que emplear la fuerza bruta en pos de evitar una masacre en el manglar.
Ignoró los aullidos del exterior, encontrándose a sí mismo demasiado centrado en la prioridad que suponía alejar al tipejo de los explosivos en ese preciso instante; ya tendría tiempo después de preocuparse por lo que ocurriera fuera, aunque no dejaba de preguntarse algo: ¿las risas de antes tendrían que ver con el ambiente macabro que ahora reinaba allí? Después de todo, el Sol parecía haberse visto eclipsado y la penumbra que inundaba la zona dotaba a Sabaody de un ambiente tan tétrico como incómodo. Esperaba que Zuko y sus hombres no tuvieran problemas fuera.
Sin pensárselo más se volvió a lanzar contra el encapuchado aunque, en esta ocasión, sus esfuerzos se vieron intensificados. Antes de avanzar proyectó una potente onda sónica del tamaño de un puño, suficientemente fuerte como para perforar la carne como si de una bala se tratara, procurando que la trayectoria de la misma no coincidiera con los distintos cargamentos de explosivos; de hecho, iba dirigida a una de las piernas del contrario para entorpecer su movilidad y, con algo de suerte, facilitar el reducirle. No quería matar a nadie, aunque si se veía en la obligación de excederse a cambio de salvar las vidas de todos los inocentes que se encontrasen en las proximidades, las de los marines, a Zuko y a Ruffo, lo haría.
Inmediatamente después de haber hecho esto volvería a materializarse junto a él en apenas un chasquido, provocando un intenso zumbido en el aire y apareciendo esta vez sobre él, prácticamente levitando, antes de lanzar un par de tajos que buscaban los hombros del contrario.
Tras aquel despliegue de destreza y habilidad volvería a interponerse entre el encapuchado y las cargas, adoptando una postura de guardia con Yujo antes de observar por un instante a su compañero. ¿Por qué no podían encontrarse durante aquellos trabajos con gente normal? No, tenían que ser usuarios, cyborgs, individuos con suficiente poder como para hundir naciones enteras o para eclipsar el mismísimo Sol. Con lo bien que estaba él en las islas del cielo...
—Si quieres hacer las cosas complicadas... no seré yo quien se oponga —musitó con evidente molestia. Le habría gustado poder hacerlo, pero dadas las circunstancias tendría que emplear la fuerza bruta en pos de evitar una masacre en el manglar.
Ignoró los aullidos del exterior, encontrándose a sí mismo demasiado centrado en la prioridad que suponía alejar al tipejo de los explosivos en ese preciso instante; ya tendría tiempo después de preocuparse por lo que ocurriera fuera, aunque no dejaba de preguntarse algo: ¿las risas de antes tendrían que ver con el ambiente macabro que ahora reinaba allí? Después de todo, el Sol parecía haberse visto eclipsado y la penumbra que inundaba la zona dotaba a Sabaody de un ambiente tan tétrico como incómodo. Esperaba que Zuko y sus hombres no tuvieran problemas fuera.
Sin pensárselo más se volvió a lanzar contra el encapuchado aunque, en esta ocasión, sus esfuerzos se vieron intensificados. Antes de avanzar proyectó una potente onda sónica del tamaño de un puño, suficientemente fuerte como para perforar la carne como si de una bala se tratara, procurando que la trayectoria de la misma no coincidiera con los distintos cargamentos de explosivos; de hecho, iba dirigida a una de las piernas del contrario para entorpecer su movilidad y, con algo de suerte, facilitar el reducirle. No quería matar a nadie, aunque si se veía en la obligación de excederse a cambio de salvar las vidas de todos los inocentes que se encontrasen en las proximidades, las de los marines, a Zuko y a Ruffo, lo haría.
Inmediatamente después de haber hecho esto volvería a materializarse junto a él en apenas un chasquido, provocando un intenso zumbido en el aire y apareciendo esta vez sobre él, prácticamente levitando, antes de lanzar un par de tajos que buscaban los hombros del contrario.
Tras aquel despliegue de destreza y habilidad volvería a interponerse entre el encapuchado y las cargas, adoptando una postura de guardia con Yujo antes de observar por un instante a su compañero. ¿Por qué no podían encontrarse durante aquellos trabajos con gente normal? No, tenían que ser usuarios, cyborgs, individuos con suficiente poder como para hundir naciones enteras o para eclipsar el mismísimo Sol. Con lo bien que estaba él en las islas del cielo...
- Resumen:
- » Recibir con un tekkai el impacto del tipejo y devolverle el favor lanzándole una onda sónica dirigida a su pierna con la intención de atravesársela (tiene la potencia de una bala y el tamaño de un puño).
» Funcione o no, volverá a acercarse a toda velocidad gracias a su akuma, apareciendo sobre él y tratando de cortar sus dos hombros para dejarle los brazos completamente inutilizados.
» Tras esto vuelve a colocarse entre el encapuchado y los explosivos, en guardia por si prosigue con su afán suicida.
Nassor
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Características
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Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
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Saberes
Akuma no mi
Varios
Gabi no parecía estar reaccionando. ¿Estaba dudando? Tal vez tenía órdenes de Dexter de esperar allí fuera. El chico en cambio sí que se subió a su lomo. No le gustaba la idea de llevar solo a un niño pequeño encima y nadie que lo sujetara. Un sonido lejano distrajo sus pensamientos y atrajo su mirada hacia el sur. Fue entonces cuando el cielo captó su atención y pudo observar con horror cómo la luna comenzaba a aparecer rápidamente en el horizonte, ascendiendo hasta cruzarse en el camino del sol. Esta se interpuso en el camino del astro rey, tapándolo y sumiendo la isla en la oscuridad. Por un momento se quedó totalmente quieto, paralizado por el espectáculo que acababa de ver. Había oído hablar de fenómenos similares, pero... una cosa era escucharlo o leerlo. Otra verlo suceder ante tus propias carnes. Observó la tenue corona de luz que rodeaba la ahora oscura luna.
- No te preocupes, Nícolas. Todo irá bien - dijo para tranquilizar al chico, a pesar de que él mismo estaba aterrado - Es un fenómeno natural, se llama eclipse.
Entonces decenas de estruendosos golpes retumbaron por toda la isla, mientras un resplandor mortecino comenzaba a asomar en un extremo de la calle. Aullidos de perros de caza acompañaban los golpes. Algo estaba sucediendo, algo horrible. ¿Qué clase de demonios habían sido liberados sobre la tierra con aquel eclipse? ¿Sería aquella la señal de la apertura de las puerta al reino inmaterial de los muertos? No estaba muy equivocado, pues pronto el resplandor se acercó, mostrando jinetes cadavéricos sobre monturas muertas. Aunque el terror siguió aumentando en él, mantuvo la calma y actuó rápido. Intentó agarrar a Gabi por la ropa con el morro y lanzarlo sobre su lomo. No podía quedarse allí, y tampoco iba a dejarlo solo.
- ¡Nos vamos! ¡Este sitio no es seguro! Agarraos fuerte, no tengáis miedo a hacerme daño.
Comenzó a avanzar a trote rápido llegando al callejón. Retomó el rastro que había dejado e identificó la dirección. Entonces escuchó tras él los gruñidos de los perros, y antes de lanzarse a toda velocidad hacia allí, lanzó una coz hacia atrás para darle un "regalo" al perro más cercano y que no le mordiera. Tras eso aceleró cuanto pudo y comenzó a galopar por las calles de Shabaody. Seguir un rastro a la carrera era difícil, iba a necesitar un cambio de táctica. Extendió su percepción por toda la zona cercana, ignorando las terroríficas Voces de los fantasmas en la medida de lo posible y buscó la de los fugitivos y la prisionera.
Al menos los animales del burdel estarían más salvo en el sótano que en las calles.
- No te preocupes, Nícolas. Todo irá bien - dijo para tranquilizar al chico, a pesar de que él mismo estaba aterrado - Es un fenómeno natural, se llama eclipse.
Entonces decenas de estruendosos golpes retumbaron por toda la isla, mientras un resplandor mortecino comenzaba a asomar en un extremo de la calle. Aullidos de perros de caza acompañaban los golpes. Algo estaba sucediendo, algo horrible. ¿Qué clase de demonios habían sido liberados sobre la tierra con aquel eclipse? ¿Sería aquella la señal de la apertura de las puerta al reino inmaterial de los muertos? No estaba muy equivocado, pues pronto el resplandor se acercó, mostrando jinetes cadavéricos sobre monturas muertas. Aunque el terror siguió aumentando en él, mantuvo la calma y actuó rápido. Intentó agarrar a Gabi por la ropa con el morro y lanzarlo sobre su lomo. No podía quedarse allí, y tampoco iba a dejarlo solo.
- ¡Nos vamos! ¡Este sitio no es seguro! Agarraos fuerte, no tengáis miedo a hacerme daño.
Comenzó a avanzar a trote rápido llegando al callejón. Retomó el rastro que había dejado e identificó la dirección. Entonces escuchó tras él los gruñidos de los perros, y antes de lanzarse a toda velocidad hacia allí, lanzó una coz hacia atrás para darle un "regalo" al perro más cercano y que no le mordiera. Tras eso aceleró cuanto pudo y comenzó a galopar por las calles de Shabaody. Seguir un rastro a la carrera era difícil, iba a necesitar un cambio de táctica. Extendió su percepción por toda la zona cercana, ignorando las terroríficas Voces de los fantasmas en la medida de lo posible y buscó la de los fugitivos y la prisionera.
Al menos los animales del burdel estarían más salvo en el sótano que en las calles.
- resumen:
- Intento subir a Gabi a la fuerza a mi lomo, le meto una coz a uno de los perros y huyo mientras intento localizar con haki a la madre y los fugitivos.
Hayden Ashworth
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Enseguida todo se torció. Una voz en el interior del almacén indicó que los habían descubierto. Llevó un puño hacia atrás, dispuesto a echar la puerta abajo en cuanto todo empezó a desmoronarse. Sin embargo, la oscuridad le pilló de lleno, parazilándole en el sitio. Casi como si todo se moviese a cámara lenta, se giró mientras sus ojos de dragón empezaban a acostumbrarse a la oscuridad. Figuras encapuchadas atacaban, habiendo acabado con la vida de algunos de los marines que los acompañaban. La rabia invadió a Zuko. Casi como si le controlara el instinto, sintió un ligero pinchazo en la nuca conforme su quinta puerta del Chi se abría.
El cuerpo del dragón empezó a brillar con una calmada aura blanquecina. Su pelo parecía ser movido por una brisa ascendente, a la par que lucía unos reflejos blanquecinos y sus ojos tomaban un tono grisáceo. La rabia no se apagó, pero si se atenuó. En aquel estado, el dragón adoptaba un estado de calma casi antinatural, dejándose llevar tan solo por su instinto y si bien su fuerza se reducía un poco, su capacidad de reacción era mucho mayor.
Como si tuviese la mente en blanco y se moviese tan solo por instinto, vio venir los ataques de los encapuchados que iban hacia su persona, como si pudiese verlos ralentizados. El dragón, por puro instinto, dio un paso atrás para esquivar el primero y, después, giró sobre si mismo a toda velocidad y la pierna estirada con la intención de hundir el pie en el pecho de su atacante antes de que siguiese atacando. Con el propio pie intentaría arrastrarlo y lanzarlo contra las puertas del almacén, buscando partirlas y entrar a ayudar a sus compañeros. De conseguirlo, entraría con calma destilando aquella blanquecina y calmada aura, con su inexpresivo rostro, a la vez que su Haki escapaba de su control, agrietando el suelo bajo sus pies.
El cuerpo del dragón empezó a brillar con una calmada aura blanquecina. Su pelo parecía ser movido por una brisa ascendente, a la par que lucía unos reflejos blanquecinos y sus ojos tomaban un tono grisáceo. La rabia no se apagó, pero si se atenuó. En aquel estado, el dragón adoptaba un estado de calma casi antinatural, dejándose llevar tan solo por su instinto y si bien su fuerza se reducía un poco, su capacidad de reacción era mucho mayor.
Como si tuviese la mente en blanco y se moviese tan solo por instinto, vio venir los ataques de los encapuchados que iban hacia su persona, como si pudiese verlos ralentizados. El dragón, por puro instinto, dio un paso atrás para esquivar el primero y, después, giró sobre si mismo a toda velocidad y la pierna estirada con la intención de hundir el pie en el pecho de su atacante antes de que siguiese atacando. Con el propio pie intentaría arrastrarlo y lanzarlo contra las puertas del almacén, buscando partirlas y entrar a ayudar a sus compañeros. De conseguirlo, entraría con calma destilando aquella blanquecina y calmada aura, con su inexpresivo rostro, a la vez que su Haki escapaba de su control, agrietando el suelo bajo sus pies.
- Resumen:
- Ir full Dragon Ball, transformarme, esquivar y entrar al almacen soltando una pequeña dosis del haki para ver si asi intimido algo
Forma:
Nombre de la técnica: Quinta puerta del Chi: Dragon Instinct
Categoría: Mítica
Naturaleza: Espiritual
Descripción: El usuario consigue abrir la quinta puerta del Chi, situada en la nuca, abriendo el paso de forma extraordinaria del cerebro al resto del cuerpo. En esta forma, el usuario brilla con una calmada aura blanca y su cuerpo se mueve por instinto, teniendo unos reflejos aumentados y una velocidad de reacción mayor, casi como si fuese capaz de ver a cámara lenta. En este estado, su velocidad aumenta tres rangos mientras que su fuerza se reduce en dos durante tres turnos, con una recarga de cuatro.
Dexter Black
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Tuvo que contener las ganas de pegarle un puñetazo a aquella mujer. "¡Miente!", gritaba su Haki de observación mientras aguantaba aquel tono demasiado tranquilo como para resultar mínimamente creíble. Habían llegado hasta allí buscando a la madre del niño, y sabía que ella se encontraba en el lugar. También había escuchado, malamente, decir por ellas el nombre del niño y cambiar de actitud en cuanto él había dejado de estar delante... Pero recogió a Vega de esas manos, tomándola en brazos, y escuchó todo lo que tenían que decirle. Si bien Dexter era una persona impetuosa, no era imprudente, y nunca había que interrumpir a un enemigo: Siempre había información hasta en la última palabra, aunque no estuviera entre las palabras. En ese caso, sin embargo, la mayoría sí se encontraba entre lo que decía, más que en cómo lo decía.
- No me toméis por estúpido -contestó al final, tras acomodarse, con una risa que contrastaba respecto a su expresión crispada-. Habéis reconocido al muchacho desde el momento en que ha entrado, y teníais a su madre en una sala en este mismo lugar. Protegida por algo o alguien, asumo, dado que no ha podido comprarla y todavía no está aquí junto a mí. Y claro que no os he preguntado antes, pero lo he hecho ahora, y vais a...
No solía dejar que un ruido lo interrumpiese, pero la reacción de Vega era de tan genuino pavor que dejó de hablar. Suspiró profundamente y se quitó el chaquetón, colocándoselo a ella con las mangas en los brazos, haciendo que de la larga chaqueta se formase una armadura completa que, aunque le quedaba algo grande, la mantendría protegida. De qué, era la pregunta, pero la respuesta no tardó en llegar cuando un sinfín de perros fantasmales comenzó a materializarse en el interior del local. ¿Era ese el poder de Sirio? ¿Enviar pe...? Un momento. ¿Zuko? ¿Un perro? ¡Sirio! El vicealmirante había dejado escapar a uno de los mayores peligros que poblaba los mares, y él había sido lo bastante estúpido como para perder el tiempo persiguiéndolo en un prostíbulo cuando podría haberlo encontrado en la calle peinándola desde el aire.
Aun así, no era culpa suya. No totalmente, al menos. Sin embargo, sí era responsable de que aquello estuviese pasándole a Vega.
Se levantó cuando los lobos dieron paso a jinetes, pero cuando quiso llegar hasta las pelirrojas para tomarlas del cuello, era demasiado tarde. Se habían ido, quién sabía cómo, y seguramente fuesen a advertir a Sirio de que iba en su búsqueda. Quiso maldecir, pero tampoco tenía tiempo. Vega se aferraba a él con puro terror en la voz, y no podía mantenerla allí en ese estado. Se concentró durante un instante para activar su cuerpo de ópalo, mantuvo su Haki endurecido sobre este y, sin decir nada más, abandonó el lugar, echando la puerta abajo.
Quiso gritar cuando salió, pero ver a los jinetes corriendo por cada rincón le hizo en primera instancia querer seguirlos. No obstante, primero tenía que encontrar a Nassor. Con la mujer aún aferrada a su cuerpo, desplegó un par de alas azules y echó a volar de un salto, haciendo colapsar el suelo bajo sus pies. Una vez en el aire se retiró el pinganillo chamuscado, se colocó uno de los repuestos y trató de hablar a Gabi:
- Gabi, ¿estás con Nassor? -preguntó-. ¿Hacia dónde os dirigís?
Una vez tuviese respuesta, volaría hacia ellos.
- No me toméis por estúpido -contestó al final, tras acomodarse, con una risa que contrastaba respecto a su expresión crispada-. Habéis reconocido al muchacho desde el momento en que ha entrado, y teníais a su madre en una sala en este mismo lugar. Protegida por algo o alguien, asumo, dado que no ha podido comprarla y todavía no está aquí junto a mí. Y claro que no os he preguntado antes, pero lo he hecho ahora, y vais a...
No solía dejar que un ruido lo interrumpiese, pero la reacción de Vega era de tan genuino pavor que dejó de hablar. Suspiró profundamente y se quitó el chaquetón, colocándoselo a ella con las mangas en los brazos, haciendo que de la larga chaqueta se formase una armadura completa que, aunque le quedaba algo grande, la mantendría protegida. De qué, era la pregunta, pero la respuesta no tardó en llegar cuando un sinfín de perros fantasmales comenzó a materializarse en el interior del local. ¿Era ese el poder de Sirio? ¿Enviar pe...? Un momento. ¿Zuko? ¿Un perro? ¡Sirio! El vicealmirante había dejado escapar a uno de los mayores peligros que poblaba los mares, y él había sido lo bastante estúpido como para perder el tiempo persiguiéndolo en un prostíbulo cuando podría haberlo encontrado en la calle peinándola desde el aire.
Aun así, no era culpa suya. No totalmente, al menos. Sin embargo, sí era responsable de que aquello estuviese pasándole a Vega.
Se levantó cuando los lobos dieron paso a jinetes, pero cuando quiso llegar hasta las pelirrojas para tomarlas del cuello, era demasiado tarde. Se habían ido, quién sabía cómo, y seguramente fuesen a advertir a Sirio de que iba en su búsqueda. Quiso maldecir, pero tampoco tenía tiempo. Vega se aferraba a él con puro terror en la voz, y no podía mantenerla allí en ese estado. Se concentró durante un instante para activar su cuerpo de ópalo, mantuvo su Haki endurecido sobre este y, sin decir nada más, abandonó el lugar, echando la puerta abajo.
Quiso gritar cuando salió, pero ver a los jinetes corriendo por cada rincón le hizo en primera instancia querer seguirlos. No obstante, primero tenía que encontrar a Nassor. Con la mujer aún aferrada a su cuerpo, desplegó un par de alas azules y echó a volar de un salto, haciendo colapsar el suelo bajo sus pies. Una vez en el aire se retiró el pinganillo chamuscado, se colocó uno de los repuestos y trató de hablar a Gabi:
- Gabi, ¿estás con Nassor? -preguntó-. ¿Hacia dónde os dirigís?
Una vez tuviese respuesta, volaría hacia ellos.
- Resumen:
- Salgo de la taberna.
Pues sí que me había comportado como un auténtico cretino con la niña... Saltaba a la vista sólo con ver la tierna actitud con la que me pedía que la ayudase a bajar y cómo solicitaba que la cogiese para poder ver mejor la bomba. Y entonces, como quien ha pasado toda una vida lidiando con artefactos como el que amenazaba con hacer saltas por los aires toda la zona, lo desactivó. Probablemente 'anonadado' se quedaría corto en comparación con la sorpresa que debió mostrar mi rostro.
―¡Buen trabajo! ―exclamé, abriendo la palma de la mano derecha y colocándola frente a la niña para que pudiese chocar la suya. No obstante, un instante después un aullido inundó las cercanías. El ser más temible capaz de producir semejante sonido en los alrededores debía ser Sirio, y fue por ello que mi mente pensó instantáneamente en él.
Sin embargo, no esperaba que la pequeña también reconociese el aullido y fuese capaz de atribuírselo al Ardiente. Mis ojos se clavaron en ella durante un segundo, preguntándome qué podría haber llevado a una niña tan pequeña a verse relacionada con semejante elemento. Tenía miedo, mucho miedo.
―No te pasará nada ―susurré, colocando una mano sobre su cabeza y mirando hacia la puerta―. Ya le derroté una vez y volveré a hacerlo si es necesario. Puedes estar tranquila.
Mi voz se había tornado más seria, aunque no dejaba de dar vueltas en torno al pasado y el futuro de la niña. Lo cierto era que no eran pocos los refugiados de una u otra índole que había resguardado bajo mi túnica en la Marina. No me habían llamado la atención por el momento, pues Leblanque y Coralle habían resultado extremadamente útiles. Uana no tanto, pero era un cielo. ¿Rescataría a la pequeña y la llevaría conmigo? Todo dependería de si estaba dispuesta a tomar mi mano y de si tenía algún lugar al que ir, pero de eso ya me ocuparía más adelante.
―Nos vamos ―dije, ofreciéndole que se sentase sobre mis hombros y saliendo al exterior―. ¿Pero qué...? El ambiente lucía más oscuro de lo que cabría esperar, como si una sombra de maldad lo hubiese cubierto.
No eran pocos los individuos que deambulaban por los alrededores, acompañados por unos perros de presa que me hicieron reaccionar enseguida. Con suerte acabarían de haberme visto cuando desaparecí frente a sus ojos, volviendo a aparecer junto a la niña a unos diez metros de altura.
―Tal vez quieras taparte los ojos ―comenté. Y es que, tras unos segundos de observación en los que analizaría los movimientos del grupo, no dudaría en vomitar una lluvia de proyectiles lumínicos sobre ellos. Cada uno iría dirigido a un objetivo completo, fuese humano o animal.
―¡Buen trabajo! ―exclamé, abriendo la palma de la mano derecha y colocándola frente a la niña para que pudiese chocar la suya. No obstante, un instante después un aullido inundó las cercanías. El ser más temible capaz de producir semejante sonido en los alrededores debía ser Sirio, y fue por ello que mi mente pensó instantáneamente en él.
Sin embargo, no esperaba que la pequeña también reconociese el aullido y fuese capaz de atribuírselo al Ardiente. Mis ojos se clavaron en ella durante un segundo, preguntándome qué podría haber llevado a una niña tan pequeña a verse relacionada con semejante elemento. Tenía miedo, mucho miedo.
―No te pasará nada ―susurré, colocando una mano sobre su cabeza y mirando hacia la puerta―. Ya le derroté una vez y volveré a hacerlo si es necesario. Puedes estar tranquila.
Mi voz se había tornado más seria, aunque no dejaba de dar vueltas en torno al pasado y el futuro de la niña. Lo cierto era que no eran pocos los refugiados de una u otra índole que había resguardado bajo mi túnica en la Marina. No me habían llamado la atención por el momento, pues Leblanque y Coralle habían resultado extremadamente útiles. Uana no tanto, pero era un cielo. ¿Rescataría a la pequeña y la llevaría conmigo? Todo dependería de si estaba dispuesta a tomar mi mano y de si tenía algún lugar al que ir, pero de eso ya me ocuparía más adelante.
―Nos vamos ―dije, ofreciéndole que se sentase sobre mis hombros y saliendo al exterior―. ¿Pero qué...? El ambiente lucía más oscuro de lo que cabría esperar, como si una sombra de maldad lo hubiese cubierto.
No eran pocos los individuos que deambulaban por los alrededores, acompañados por unos perros de presa que me hicieron reaccionar enseguida. Con suerte acabarían de haberme visto cuando desaparecí frente a sus ojos, volviendo a aparecer junto a la niña a unos diez metros de altura.
―Tal vez quieras taparte los ojos ―comenté. Y es que, tras unos segundos de observación en los que analizaría los movimientos del grupo, no dudaría en vomitar una lluvia de proyectiles lumínicos sobre ellos. Cada uno iría dirigido a un objetivo completo, fuese humano o animal.
- Resumen:
- Ayudar a la niña a que desactive la bomba y dejar abierta una puerta para "rescatarla" en el futuro. Flotar un poquito, ver qué hace esa gente rara y freírlos uno a uno si veo que es necesario.
Todo acababa de torcerse por completo, de eso no cabía duda. Al menos habíamos conseguido frustrar el primer intento ―porque estaba claro que no sería el último― de activar los explosivos que anhelaban consumir la zona. Kusanagi se detuvo frente a mí antes de chocar después de ser repelido, momento que aproveché para empujar al marine a un lugar más seguro. Lo último que quería era...
¿Adónde había ido no-Iulio? ¿Por qué estaba volando? Miré hacia delante justo para comprobar lo que estaba sucediendo. El sujeto al que había atrapado con la cadena para que no se interpusiese en la trayectoria de mi compañero había decidido tomar cartas en el asunto. No podía culparle. El problema era que había tirado del extremo distal de la cadena con una fuera inusitada, comenzando a mutar un instante después para adquirir la inconfundible apariencia de un colosal oso.
―¿Se puede saber de dónde sale tanta gente rara? ―pregunté en voz alta al tiempo que descubría mis manos. Los guantes cayeron al suelo en pleno vuelo para dejar mis almohadillas a la vista. El lado positivo de todo aquello era que ya lleva el impulso, por lo que solté a Chain of Destiny y orienté mi mano derecha hacia delante.
Mi intención era simple: hacer uso de Deep Repulsión para atravesar el cuello de la bestia, dejándola sin tráquea, esófago y cualquier cosa que encontrase a mi paso. La mano izquierda, por el contrario, no realizó recorrido ofensivo alguno. También descubierta, la mantenía en guardia para interceptar un posible zarpazo, dentellada o lo que fuese.
¿Adónde había ido no-Iulio? ¿Por qué estaba volando? Miré hacia delante justo para comprobar lo que estaba sucediendo. El sujeto al que había atrapado con la cadena para que no se interpusiese en la trayectoria de mi compañero había decidido tomar cartas en el asunto. No podía culparle. El problema era que había tirado del extremo distal de la cadena con una fuera inusitada, comenzando a mutar un instante después para adquirir la inconfundible apariencia de un colosal oso.
―¿Se puede saber de dónde sale tanta gente rara? ―pregunté en voz alta al tiempo que descubría mis manos. Los guantes cayeron al suelo en pleno vuelo para dejar mis almohadillas a la vista. El lado positivo de todo aquello era que ya lleva el impulso, por lo que solté a Chain of Destiny y orienté mi mano derecha hacia delante.
Mi intención era simple: hacer uso de Deep Repulsión para atravesar el cuello de la bestia, dejándola sin tráquea, esófago y cualquier cosa que encontrase a mi paso. La mano izquierda, por el contrario, no realizó recorrido ofensivo alguno. También descubierta, la mantenía en guardia para interceptar un posible zarpazo, dentellada o lo que fuese.
- Resumen:
- Valerme del impulso del oso al tirar de la cadena para dejarlo sin cuello. Antes aparté al marine de en medio porsi.
Gabriel Von Wilhelm
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Dexter se quedó atrás, oyendo las palabras de las mujeres. Gabi salió enseguida con el pequeño, pues no quería que pasase un solo segundo más ahí dentro. Allí se cruzó con Nassor, que le preguntó... Le preguntó... ¿Le preguntó algo? Como si un gigantesco martillo cayese sobre él, pudo sentir una amenaza gigantesca. Casi creía que había muerto tan solo por estar cerca de ese poder desmedido. Casi sintió que no respiraba, que su alma abandonaba su cuerpo, que un dragón lo había devorado y no había dejado más que los huesos... Se desequilibró en el sitio, apunto de caer. ¿Eso era Dexter? Estaba seguro de... que si hubiese estado dentro con él... Habría caído.
Sintió un tirón. Nassor, la criatura con astas, lo había cogido de la ropa y lo había tirado sobre su grupa. Gabi recuperó el sentido, colocándose bien y agarrando bien al niño. Todo estaba oscuro a su alrededor. ¿Aquello también lo había hecho Dexter? No, aquello era distinto. Los perseguían. Unos horribles perros demoniacos los perseguían. Gabi desenfundó su espada y dirigió fuertes espadazos hacia las criaturas que buscaban atacar al pobre Nassor mientras su otro brazo rodeaba de forma protectora al pequeño Nicolás.
La voz de Dexter llegó a su oído, de nuevo por aquel aparato.
—N... ¡No lo sé! ¡Sentí algo y me desorienté un poco! ¡Estamos huyendo de estas... estas cosas que nos atacan!
Intentaría describirle lo mejor posible sus alrededores para que supiese donde encontrarlos, aunque... Con la oscuridad no estaba muy seguro de poder distinguirlos del todo bien.
Sintió un tirón. Nassor, la criatura con astas, lo había cogido de la ropa y lo había tirado sobre su grupa. Gabi recuperó el sentido, colocándose bien y agarrando bien al niño. Todo estaba oscuro a su alrededor. ¿Aquello también lo había hecho Dexter? No, aquello era distinto. Los perseguían. Unos horribles perros demoniacos los perseguían. Gabi desenfundó su espada y dirigió fuertes espadazos hacia las criaturas que buscaban atacar al pobre Nassor mientras su otro brazo rodeaba de forma protectora al pequeño Nicolás.
La voz de Dexter llegó a su oído, de nuevo por aquel aparato.
—N... ¡No lo sé! ¡Sentí algo y me desorienté un poco! ¡Estamos huyendo de estas... estas cosas que nos atacan!
Intentaría describirle lo mejor posible sus alrededores para que supiese donde encontrarlos, aunque... Con la oscuridad no estaba muy seguro de poder distinguirlos del todo bien.
- Resumen:
- Marearse tela por el haki de Dexter y atacar a los chuchos que intentan hacernos pupa mientras doy direcciones a Dexter
Kia Sekai
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No se iba a poner a discutir con la señora o a gruñirle a sus fuegos ni nada de eso. En apenas un momento dejó a Ral abajo y le dio un tirón a la ropa que guardaba para colocarsela encima y taparse el cuerpo después de volver a su forma humana. Escondió las colas y las orejas y se cerró la capucha mientras que dejaba el rostro fuera y miraba todo lo que estaba a su alrededor. Con algo de curiosidad empezó a pasar la vista por todo lo que llega a sus ojos. Sabe que no es algo que sea de buena educación, pero no puede evitarlo.
Es entonces que la mujer le pregunta por su profesión. Nuestra dama de cabellos de oro no puede evitar sorprenderse por ello, no va a decir nada, ni afirmarlo ni negarlo, simplemente va a acomodar la ropa y se acerca a la ventana. Esta empezando a escuchar aullidos y sus orejas de zorro se alzan sin que pueda evitarlo. Sus colas se asoman por debajo de su tela y sabe que es su lado animal el que esta reaccionando a ese sonido.
-¿Quién es y que clase de perros son? No son normales. -Puedes notarlo, los zorros temen a los perros, los humanos los usaban para cazarlos y matarlos, le guste o no algo se ha parecido guardar en su cuerpo de eso. Niega para intentar volver a la normalidad, esconde todo con calma y se acerca a la mujer con cierta curiosidad.
Se sienta a su lado, mientras que mira a Ral esperando a que hable y haga sus preguntas y esas cosas. No tiene ganas de empezar un interrogatorio con alguien que parece saber mucho más que ellos. Esa dama sabe cosas que ellos ignoran y no es algo que pueda solucionar. Espera que su compañero no haga la tontería de intentar mentirle a la señora, pero no puede controlar la mente de su acompañante.
Es entonces que la mujer le pregunta por su profesión. Nuestra dama de cabellos de oro no puede evitar sorprenderse por ello, no va a decir nada, ni afirmarlo ni negarlo, simplemente va a acomodar la ropa y se acerca a la ventana. Esta empezando a escuchar aullidos y sus orejas de zorro se alzan sin que pueda evitarlo. Sus colas se asoman por debajo de su tela y sabe que es su lado animal el que esta reaccionando a ese sonido.
-¿Quién es y que clase de perros son? No son normales. -Puedes notarlo, los zorros temen a los perros, los humanos los usaban para cazarlos y matarlos, le guste o no algo se ha parecido guardar en su cuerpo de eso. Niega para intentar volver a la normalidad, esconde todo con calma y se acerca a la mujer con cierta curiosidad.
Se sienta a su lado, mientras que mira a Ral esperando a que hable y haga sus preguntas y esas cosas. No tiene ganas de empezar un interrogatorio con alguien que parece saber mucho más que ellos. Esa dama sabe cosas que ellos ignoran y no es algo que pueda solucionar. Espera que su compañero no haga la tontería de intentar mentirle a la señora, pero no puede controlar la mente de su acompañante.
- Resumen:
- Entra a la casa, se acojonante con lo de los perros y le pregunta a la señora.
William White
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El cangrejo nos reveló que controlaba una treintena de locales repartidos por los manglares, mi otro comentario también recibió respuesta, señalándome a la encargada en la familia de las mercancías delicadas.
-Perfecto, estoy seguro de que Enya disfrutará de conocer los grandes tesoros naturales que esconde la isla de Paku- mascullé, como dejando la conversación como algo pendiente.
Escuché bajo la atenta mirada del cangrejo, el cual había dejado de parecer en cierta forma un charlatán, en el fondo parecía un criminal algo excéntrico que se andaba con pies de plomo producto de una larga carrera en los bajos fondos, aunque eso no lo hacía menos repulsivo, ya no solo por su aspecto, sino por aquel inquietante habito alimenticio.
-Es tan solo un Kaito con la cabeza algo mejor amueblada y canas en la cabeza, nada más- pensó para sus adentros mientras se sacaba un cigarro y comenzaba a fumar, aunque antes miraría a su alrededor de un vistazo rápido, hoy en día había gente bastante sensible al tabaco. Cuando el hombre mostró los pines, se fijo en detalle en las piezas que mostraban los señores, tratando de tasarlo rápido “a ojo de buen cubero”, y es que por mucho que no pensará en ello, sus instintos de ladrón brotaban como algo natural y casi, sin querer.
Pensando en la constelación rápidamente se le vino a la cabeza algo que había escuchado hacia un tiempo en los bajos fondos, algo de un tipo de encargo relacionado con los astros, si bien no dio mucho importancia en aquel momento y desconocía los pormenores de la operación aquello le permitía deducir que estaba ante la organización que había hecho tal solicitud, y si las palabras del camarero eran ciertas, la familia estaba ahí al completo, por lo que aquello en cierta forma confirmaba que aquella gente poseía lo que decía tener, asumiendo que mi hipótesis no era errónea, claro.
Finalmente, el hombre desvelo decir que me conocía, o que al menos había logrado investigar algo sobre mí. Si bien dudaba seriamente que aquel hombre hubiera arañado algo más de la superficie de lo que representaba, era notable, el hecho de haber logrado algo en tan poco tiempo. Me proponía a replicarle cuando la historia de Kaito llamo la atención a todos los presentes, si bien su tono nervioso y errático resultaban confuso, parecía dejar en claro las partes importantes.
-Tan alegre y hablador como es, y no es capaz ni de contar una historia- pensó para sus adentros, inaudito de que aquel ser fuera capaz de proponer matrimonio a una desconocida y luego incapaz de narrar una historia sin trabarse.
Aunque lo perturbador de la cena estaba por llegar, ya que un eclipse inundo en sombras los manglares, sonidos tétricos fueron palpables, así como una misteriosa neblina parecía calar en la calle. Nuestros anfitriones nos acompañan a la ventana, ante un Kaito que había perdido la compostura.
-Vamos no seas maleducado, mencioné al pulpo, después de todo querías conocer al “don”- mascullé al pulpo, el cual era el que menos reticente a la reunión había mostrado en un principio.
Más aquel buen humor se esfumó antes la escena que estaba por contemplar, un cuento de terror con incredulidad y aparente pasotismo observaba con sus frías cuentas negras. Y es que como siempre ocurría con el albino, la verdadera batalla se estaba librando en el interior de sus entrañas. El moreno posó la mano sobre el helado cristal, mientras contenía a duras penar su mayor temor, los fantasmas, los espíritus y las supersticiones, todos reunidos ante sus ojos, una vez más, danzando al otro lado sin percatarse de la atenta mirada del grupo.
-¿Qué es esto?- balbuceó distante con un tono para anda educado, casi como exigiendo una respuesta que no le hiciera temer por su vida -¿Sería una carnicería premeditada por los come hombres?- pensó alarmado por los posibles y exotéricos poderes de sus anfitriones o del poder al que servían.
Sin una respuesta clara volvió con los hombres y se sentó en su silla, en silencio y dejando que la ceremonia trascurriera sin más, ¿reconocería el rito como alguna tradición de las lenguas que conocía? ¿sería la guindilla del pastel del ritual? En vista de lo mal tomado que podía ser una interrupción, aguardaría a que terminarán y entonces, y solo entonces enunciaría unas palabras.
-¿Y que pulimiento habéis pensado darme, Ambrose?- mascullaría tratando de ir al meollo de la cuestión, ya que no se veía en una buena posición de hacer preguntas más allá, después de todo, el mismo se enfadaría si preguntarán por los negocios en donde tenía metido las narices, y Ambrose, parecía ser del tipo discreto.
-Perfecto, estoy seguro de que Enya disfrutará de conocer los grandes tesoros naturales que esconde la isla de Paku- mascullé, como dejando la conversación como algo pendiente.
Escuché bajo la atenta mirada del cangrejo, el cual había dejado de parecer en cierta forma un charlatán, en el fondo parecía un criminal algo excéntrico que se andaba con pies de plomo producto de una larga carrera en los bajos fondos, aunque eso no lo hacía menos repulsivo, ya no solo por su aspecto, sino por aquel inquietante habito alimenticio.
-Es tan solo un Kaito con la cabeza algo mejor amueblada y canas en la cabeza, nada más- pensó para sus adentros mientras se sacaba un cigarro y comenzaba a fumar, aunque antes miraría a su alrededor de un vistazo rápido, hoy en día había gente bastante sensible al tabaco. Cuando el hombre mostró los pines, se fijo en detalle en las piezas que mostraban los señores, tratando de tasarlo rápido “a ojo de buen cubero”, y es que por mucho que no pensará en ello, sus instintos de ladrón brotaban como algo natural y casi, sin querer.
Pensando en la constelación rápidamente se le vino a la cabeza algo que había escuchado hacia un tiempo en los bajos fondos, algo de un tipo de encargo relacionado con los astros, si bien no dio mucho importancia en aquel momento y desconocía los pormenores de la operación aquello le permitía deducir que estaba ante la organización que había hecho tal solicitud, y si las palabras del camarero eran ciertas, la familia estaba ahí al completo, por lo que aquello en cierta forma confirmaba que aquella gente poseía lo que decía tener, asumiendo que mi hipótesis no era errónea, claro.
Finalmente, el hombre desvelo decir que me conocía, o que al menos había logrado investigar algo sobre mí. Si bien dudaba seriamente que aquel hombre hubiera arañado algo más de la superficie de lo que representaba, era notable, el hecho de haber logrado algo en tan poco tiempo. Me proponía a replicarle cuando la historia de Kaito llamo la atención a todos los presentes, si bien su tono nervioso y errático resultaban confuso, parecía dejar en claro las partes importantes.
-Tan alegre y hablador como es, y no es capaz ni de contar una historia- pensó para sus adentros, inaudito de que aquel ser fuera capaz de proponer matrimonio a una desconocida y luego incapaz de narrar una historia sin trabarse.
Aunque lo perturbador de la cena estaba por llegar, ya que un eclipse inundo en sombras los manglares, sonidos tétricos fueron palpables, así como una misteriosa neblina parecía calar en la calle. Nuestros anfitriones nos acompañan a la ventana, ante un Kaito que había perdido la compostura.
-Vamos no seas maleducado, mencioné al pulpo, después de todo querías conocer al “don”- mascullé al pulpo, el cual era el que menos reticente a la reunión había mostrado en un principio.
Más aquel buen humor se esfumó antes la escena que estaba por contemplar, un cuento de terror con incredulidad y aparente pasotismo observaba con sus frías cuentas negras. Y es que como siempre ocurría con el albino, la verdadera batalla se estaba librando en el interior de sus entrañas. El moreno posó la mano sobre el helado cristal, mientras contenía a duras penar su mayor temor, los fantasmas, los espíritus y las supersticiones, todos reunidos ante sus ojos, una vez más, danzando al otro lado sin percatarse de la atenta mirada del grupo.
-¿Qué es esto?- balbuceó distante con un tono para anda educado, casi como exigiendo una respuesta que no le hiciera temer por su vida -¿Sería una carnicería premeditada por los come hombres?- pensó alarmado por los posibles y exotéricos poderes de sus anfitriones o del poder al que servían.
Sin una respuesta clara volvió con los hombres y se sentó en su silla, en silencio y dejando que la ceremonia trascurriera sin más, ¿reconocería el rito como alguna tradición de las lenguas que conocía? ¿sería la guindilla del pastel del ritual? En vista de lo mal tomado que podía ser una interrupción, aguardaría a que terminarán y entonces, y solo entonces enunciaría unas palabras.
-¿Y que pulimiento habéis pensado darme, Ambrose?- mascullaría tratando de ir al meollo de la cuestión, ya que no se veía en una buena posición de hacer preguntas más allá, después de todo, el mismo se enfadaría si preguntarán por los negocios en donde tenía metido las narices, y Ambrose, parecía ser del tipo discreto.
- Resumen:
Pues narrar y estar al loro de las cosas en general y hacer un par de preguntas tontas.
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Esto... no me lo esperaba. Habíamos salido bajo una casa abandonada y mientras seguíamos al enigmático fuego fatuo me habían informado de que carecían de información sobre lo que habíamos encontrado. Si era algo que ni el cuartel conocía es que estábamos tras una pista que prometía, y también que podía llevarnos a un sitio peligroso. Como la casa de una bruja. Definitivamente parecía una bruja, una casa apartada en la que vive una anciana, un fuego mágico que nos guía en nuestros momentos de mayor necesidad, y ahora nos sienta en una mesa con galletas y té. Por lo menos no parecía querer cebarnos antes de meternos a un horno y, a juzgar por todo lo que estaba ocurriendo fuera este lugar parecía seguro. Nos había salvado del peligro dos veces, no creía que fuera necesario cuestionarse que el té y las galletas estuvieran drogados.
Puse las manos sobre la mesa, con los dedos entrelazados delante de mi rostro y miré a la anciana fijamente, no parecía una amenaza y por sus palabras sabía bastante. No pensaba mentir, y menos a alguien que nos había acogido, pero tampoco planeaba decir toda la verdad, por su bien más que por el nuestro.
- Si de verdad sabe lo que somos, sabrá que no podemos decirlo abiertamente. Simplemente dejémoslo en que somos un par de entrometidos que no trabajan ni con los marines ni con los piratas. - Saqué la pajita de mi bolsillo y la puse en el té, para luego meterla en la máscara y sorber una vez estuviera un poco más templado. - Aunque no creo que haga daño decir la razón de nuestra presencia aquí. Está entre los intereses de nuestros superiores averiguar la identidad de la persona tras estos incidentes. Tras lo que hemos visto está claro que hay alguien trabajando para avivar las llamas de la guerra, dañando tanto a piratas como a marines para que estos redoblen sus esfuerzos pensando que son los otros los que están al otro lado. Mi teoría es que un tercero...- Puse la placa en la mesa. - Es el interesado en que ambos se debiliten para poder dar un golpe de gracia. Pero supongo que usted sabe más que eso.
Por un momento ignoré todo lo que estaba pasando fuera de la casa, la verdad es que no quería mirar y hacerlo borraría la fachada que estaba intentando construir, aunque si alguien decía "tenéis que ver eso, es algo que sólo se ve una vez en la vida" tendría que replanteármelo.
- De todas formas creo que este encuentro no ha sido una casualidad, si hubiera querido alguien que la protegiese hubiera buscado a unos marines en vez de a la pareja con la pinta más sospechosa de los manglares 30 al 40. Usted sabe algo que nos interesa y que le interesa que sepamos, pero dígame... ¿Qué quiere a cambio?
Estaba siendo sincera, pero también cautelosa, que nos ayudase no significaba que fuera nuestra aliada, sino que tenía cierto interés en nosotros. Buscábamos información y no sabía si nos la daría a cambio de algo o sería una información que nos conduciría a hacer algo que le interesase. Tal y como he aprendido con Rustal, las personas mayores parecen agradables y encantadoras, pero pueden ser muy retorcidas si se lo proponen.
Puse las manos sobre la mesa, con los dedos entrelazados delante de mi rostro y miré a la anciana fijamente, no parecía una amenaza y por sus palabras sabía bastante. No pensaba mentir, y menos a alguien que nos había acogido, pero tampoco planeaba decir toda la verdad, por su bien más que por el nuestro.
- Si de verdad sabe lo que somos, sabrá que no podemos decirlo abiertamente. Simplemente dejémoslo en que somos un par de entrometidos que no trabajan ni con los marines ni con los piratas. - Saqué la pajita de mi bolsillo y la puse en el té, para luego meterla en la máscara y sorber una vez estuviera un poco más templado. - Aunque no creo que haga daño decir la razón de nuestra presencia aquí. Está entre los intereses de nuestros superiores averiguar la identidad de la persona tras estos incidentes. Tras lo que hemos visto está claro que hay alguien trabajando para avivar las llamas de la guerra, dañando tanto a piratas como a marines para que estos redoblen sus esfuerzos pensando que son los otros los que están al otro lado. Mi teoría es que un tercero...- Puse la placa en la mesa. - Es el interesado en que ambos se debiliten para poder dar un golpe de gracia. Pero supongo que usted sabe más que eso.
Por un momento ignoré todo lo que estaba pasando fuera de la casa, la verdad es que no quería mirar y hacerlo borraría la fachada que estaba intentando construir, aunque si alguien decía "tenéis que ver eso, es algo que sólo se ve una vez en la vida" tendría que replanteármelo.
- De todas formas creo que este encuentro no ha sido una casualidad, si hubiera querido alguien que la protegiese hubiera buscado a unos marines en vez de a la pareja con la pinta más sospechosa de los manglares 30 al 40. Usted sabe algo que nos interesa y que le interesa que sepamos, pero dígame... ¿Qué quiere a cambio?
Estaba siendo sincera, pero también cautelosa, que nos ayudase no significaba que fuera nuestra aliada, sino que tenía cierto interés en nosotros. Buscábamos información y no sabía si nos la daría a cambio de algo o sería una información que nos conduciría a hacer algo que le interesase. Tal y como he aprendido con Rustal, las personas mayores parecen agradables y encantadoras, pero pueden ser muy retorcidas si se lo proponen.
- Resumen:
- Entrar en la casa y beber algo de té. Conversar con la anciana y procurar no mirar lo que está pasando fuera.
Normas del capítulo:
Moderación
- Se moderará lunes y jueves entre las 22:00 y las 23:59.
- No se puede postear los lunes o jueves antes de la moderación.
- Hay un reloj que marca el tiempo restante. Cuando acaba los temas se cierran.
- Está prohibido metarrolear, powerrolear y demás actitudes tóxicas.
- A más riesgo, más premio.
- Como es tradición, el barco de Sons of Anarchy se hundirá en algún momento.
- Cada post debe ocupar entre 250 y 1.200 palabras. Si no se está en estos límites, el post podría ser ignorado.
- Es responsabilidad de un usuario comunicarse con la gente con la que interactúa.
- Si un post tiene más de 15 faltas ortográficas por párrafo podría ser ignorado.
- Hacer un resumen de acciones relevantes es obligatorio independientemente de la extensión.
- La ley del plot no es a prueba de idiotas.
Moderación
- Meneror - 50:
- Tal vez te estés pasando un poco de durillo con los chicos, se les nota asustados y algo perdidos. Seguramente no hayan salido de su isla en lo que llevan de vida y simplemente buscan salvar a su hermano de lo que parece ser un destino terrible. Cuando al fin consiguen tu atención y decides ayudarles ambos se relajan un poco y asienten mientras piensan en cómo responder a tus preguntas.
— Al principio todo era normal, esa mujer llego a la isla en busca de negocios e inversores para diferentes propuestas, como es normal casi siempre se busca a la gente adinerada y por lo tanto acudir a los nobles no es extraño — comenzó a explicar uno de los hermanos antes de que el otro se uniese a la conversación — sin embargo desde el principio la mujer se nos hizo un poco extraña, su forma de hablar y de moverse, no quería que nadie estuviera en las reuniones que tenía con mi hermano y estamos convencidos de que termino hipnotizándolo o algo así — suspiro con algo de pena pensando en que tal vez si hubiese entrado en alguna de esas reuniones podría haber ayudado a su hermano antes.
— Después nuestro hermano se empeñó en venir al archipiélago, nos pareció realmente extraño pero no podemos detener al cabeza de la casa cuando decide algo, después de unos días dejamos de recibir noticias suyas y nos asustamos un poco. La última vez que hablamos con él nos dijo que Sophie iba a presentarle al fin a Júpiter y tras eso no volvió a llamar — al parecer el tal Júpiter tenía mucho que ver en todo este lío, pero nadie termina de saber del todo bien quien es el tipo así que aunque le preguntes a los chicos por él no sabrán responderte.
Por un momento los chicos miran a los lados y tiran un poquito de ti lejos de la puerta — tras eso decidimos venir para ver que ocurría usando la invitación que nuestro hermano había recibido y nos encontramos con este panorama, mucho de los que están allí dentro son nobles, empresarios muy reconocidos e incluso miembros de las fuerzas de seguridad de diferentes islas. Creemos que la persona para la que trabaja Sophie busca controlar el comercio y las vías por las que se mueve el mismo, no sé bien para qué, pero por ahora le está sirviendo — la idea de que alguien hiciera todo aquello para hacerse con el control absoluto del paraíso y tal vez del nuevo mundo no sonaba tan descabellado si uno lo pensaba con cabeza fría.
Para identificar al hermano de estos dos no te va a ser muy complicado, tiene el mismo tipo de ropa, el mismo tono de pelo y el mismo tono de ojos, prácticamente si no fueran unos mayores que otros podrían ser incluso trillizos. Sin embargo puedes sentir como algo no va del todo bien y unos sonidos peculiares salen de la sala de reuniones. Parecen gruñidos o algo por el estilo aunque no sabes del todo bien como identificarlos. Puedes escuchar un fuerte aullido de perro o de lobo y después puedes ver como la oscuridad se cierne sobre vosotros y como de la nada comienzan a aparecer esas fantasmagóricas figuras, los hermanos te agarran uno de cada brazo y te meten en un lugar cercano para resguardaros de sus miradas, pues nadie escapa de la cacería salvaje.
- Orange is the new black- 33:
- La oscuridad es casi absoluta en el archipiélago, de no ser por que algunas luces aún resistían y aunque titilaban en busca de terminar por apagarse, aún se mantenían encendidas. También el propio resplandor de aquellos seres a caballo, de sus monturas y de sus acompañantes caninos. Eran los resplandores que acompañaban a la muerte y de vez en cuando permitían saber lo que ocurría por las calles. Tras la coz de Nassor uno de los perros emite un chillido lastimero mientras cae hacía atrás dejándoos en paz por un momento.
No obstante dura poco, se levanta y con su compañero y un par más salen tras vosotros. Después de todo son perros de caza y en aquel momento sois sus presas y no están dispuestos a dejaros escapar fácilmente. Mientras corréis Nassor puede escuchar los murmullos de los dos hombres que se han llevado a la mujer. Al parecer se han ocultado en una casa no demasiado lejos de allí. Tendréis que pasar por un par de calles una enorme plazoleta antes de poder llegar. Sin embargo, parece que no tuvieron opción y terminaron por meterse allí tras escuchar el aullido que resonó por la isla.
Los perros casi te pisan los talones, puedes sentir su aliento y el roce de tus dientes en tus piernas. Nícolas se aferra a ti con fuerza intentando no caerse con la velocidad que llevas y bastante asustado con todo lo que está sucediendo para que mentir. Es demasiado pequeño para entender todo esto y además, sabe que algo no va bien. Esta casi seguro de que alguna vez su madre le hablo de algo similar, un suceso terrible del que hay que huir, pero nunca imagino que sería testigo de algo semejante. Por otro lado además de los murmullos de los dos hombres puedes escuchar a los muertos, por mucho que intentes centrarte solo en los hombres es casi imposible, son demasiados y parece que se han dado cuenta de tu capacidad y tratan de burlarse de ti. Buscan la forma de infundirte miedo y de mostrar en tu cabeza imágenes terroríficas que realmente no deberías ver.
Por otro lado, Dexter sobrevuelas el lugar tras escapar del burdel junto a Vega quien no tiene en mente separarse de ti en ningún momento tras todo lo ocurrido. — Tenga cuidado, esos seres infernales son muy peligrosos — intento fijarse en las calles mientras volaba contigo y entonces señala una callejuela donde puedes ver a Nassor corriendo con cuatro perros tras él. — Por allí va su amiga con el pequeño montados en un ciervo — en aquel momento la joven ya ni si quiera sabía lo que resultaba raro o no. Después de todo tras lo que estaba viviendo cualquier cosa era buena.
Por un momento se quedó pensativa y después señalo una casa en concreto que tenía luz — ese es uno de los lugares donde suelen reunirse los hombres de Sirio, mi hermano me lo dijo en una ocasión, tal vez estén allí. Pero por favor, si ve a un chico rubio parecido a mí no le haga daño, juro que es un buen chico — parecía sincera desde luego y por ahora te estaba dando toda la ayuda de la que disponía. Además, si le preguntas cosas que quieras saber en este momento, seguramente te podrá responder sin ningún tipo de miedo o tapujo.
Mientras tanto en la casa donde tienen a la mujer en cuestión los dos hombres buscan la forma de mantener todo en orden y de volver con el interrogatorio. Esta vez no la golpean, por que quien parece tener más poder de los dos le impide a su compañero hacerlo. No le gustaban esos métodos y prefiere usar otras artes para convencer a las personas que ponen a su cargo. Se acerca a la mujer y comienza a susurrarle cosas al oído, poco a poco sus ojos se llenan de lágrimas y entonces se rompe y comienza a llorar con pura desesperación. Parece que acaba de decirles lo que querían saber, aunque puede que no todo, esperemos que lleguéis antes de que terminen con ella.
- Justice Raiders - 13:
- Hamlet seas capaz de esquivar la lanza o no podrás ver como el cielo se oscurece y todo a tu alrededor pierde color y brillo. La oscuridad os cubre por completo tras el aullido de un poderoso perro que ha resonado por todas partes. De repente los muertos en el campo de batalla se levantan y acompañados de nuevos amigos fantasmagóricos y sus perros se lanzan contra todos aquellos que se encuentran en el manglar. No distinguen entre marines, criminales o piratas, les importa más bien poco quien tienen delante, solo quieren destruir.
La lancera te da una patada en el pecho que te hace caer al suelo y después mueve una lanza para asestarle un fuerte golpe a uno de los perros que sale volando electrificado. Al parecer lo ha hecho para ¿salvarte la vida? Curioso la verdad, tal vez deberías levantarte y ayudarla a con esos tres perros que se le van a echar encima en cualquier momento.
La pequeña se sienta en tus hombros toda contenta ella y animada con la idea de que puedas protegerla. Parece que aunque es alguien que se ha dedicado a hacer alguna que otra travesura no es una mala chica. Se tapa los ojitos tal y como le dices mientras se aferra un poco a tus hombros con sus piernecitas. Los proyectiles caen rápidamente y ejecutan a una gran cantidad de enemigos que poco a poco van desapareciendo de la zona, pero estos son reemplazados por otros. Es cierto que no son tantos pero sí que resultaría agotador querer acabar con todos ellos.
La pequeña te da un toquecito con la mano en la cabeza — no vas a poder pararlos a todos, no así, siempre salen más y más — la niña parece que sabe perfectamente de que se trata todo lo que está ocurriendo. Las cosas parecen complicarse cada vez más. Pero ya no tienes nada que hacer en aquel lugar, has logrado salvar a todos aquellos que estaban a vuestro alrededor aunque teniendo en cuenta que los perros y esos seres no paran de intentar arrebatarles la vida resulta complicado aunque por el momento los marines se defienden bastante bien.
La pequeña suspira un poquito — no va a parar hasta que él quiera, por cierto, me llamo Adhara ¿tu cómo te llamas? — te sonrió un poquito con cierta ternura. Te recomiendo ir a buscar a Zuko o tal vez a Hamlet, que parece que están un poco en apuros. No sé si alguno de los dos te avisara por radio pero tal vez te lleguen noticias de que en el lugar donde se encontraban luchando contra piratas en la zona centro las cosas se están complicando muchísimo por los fantasmas que habían aparecido en el campo de batalla.
- Kia y Ral - 30:
- Una risilla salió de los labios de la anciana en el momento en que escucho las palabras del enmascarado. — Bueno pequeño, verás, es cierto que el encuentro no ha sido una casualidad, después de todo os envíe un guía — el fueguito fatuo se mueve de un lado a otro de forma juguetona mientras revolotea a vuestro alrededor y alrededor de la señora como si fuera un pequeño animalillo en busca de cariño y atención. La mujer da un trago a su taza de té y mordisquea una galleta como si nada.
— Sé que andáis husmeando sobre lo que ocurre en la isla y yo puedo daros esa información pero claro que quiero algo a cambio — miro a la chica que estaba mirando la ventana y le quitó importancia al tema de los perros — no os preocupéis, no van a entrar aquí — se acomodó tranquilamente en el lugar donde estaba sentada. — Quiero inmunidad, hice cosas malas, muy malas y durante mucho tiempo, pero estoy vieja para ir a la cárcel sinceramente. Puedo ayudar a atrapar a otros criminales pero lo dicho, lo haré siempre y cuando no tenga que ir a la cárcel, me da pereza — esperaba que aquel trato fuera algo que pudieran darle, de lo contrario simplemente los dejaría salir de casa y fingiría que la conversación no había sucedido.
— Puedo contaros todo, absolutamente todo, quien está detrás de todo esto, que es lo que quiere, para quien trabaja y todo esa historia, pero eso es lo que quiero a cambio — cruzó suavemente las manos en su regazo mientras esperaba a ver si aquellas personas podían darle lo que ella quería. Ral, que se está fijando bien en la casa, puede darse cuenta de que hay algunas marcas similares a las que porta la chapa que tenéis entre las manos. Al parecer la mujer sabe bastante al respecto, pero además de eso, puede que sea más de lo que aparenta. Si, parece una señora mayor, encantadora y simpática, pero las apariencias no son todo en la vida.
- El jardín de Eden - 12:
- El gran oso al ver que te acercas a él te golpea con una de sus grandes zarpas en el lado derecho del cuerpo para lanzarte lejos de él. Tu técnica golpea en su antebrazo así que lo que sale volando no es su tráquea, pero si parte del punto donde has tocado. El grito del animal no tarda en hacerse eco por todo el lugar, parece que está realmente furioso en aquel momento y se lanza contra ti con intención de golpearte con su otra zarpa abriendo su boca lo suficiente como para poder meterse tu cabeza entera en la misma y luego cerrar la mandíbula con fuerza para intentar partirle el cuello y de paso destrozarte la cabeza.
Por otro lado el tipo que se enfrenta a Kus siente como esa onda perfora su pierna y su grito se une al del oso gigantesco. Antes de que pueda ir contra ti, una enorme puerta, la puerta del almacén, choca contra su cuerpo y lo empotra contra la pared más cercana. Big Daddy Zuko entra por la puerta tras hacerse cargo de los enemigos que estaban a punto de acabar con él. Aunque se ha olvidado de darles una lección a aquellos que estaban atacando a sus hombres, así que todos los refuerzos que había pedido el vicealmirante, ahora son un amasijo de sangre y vísceras. Por otro lado, esos caballeros esqueléticos no eran los únicos y ahora que el dragón ha abierto la puerta no tardan en colarse dentro del almacén junto a sus perros.
Cuatro perros de tamaño colosal, babeantes y repugnantes se lanzan contra Kus con intención de morder con fuerza sus piernas y sus brazos, sus dientes brillan pues están completamente envueltos en una especie de llama azulada. Por otro lado, mientras el oso intenta comerse a Ruffo, uno de los jinetes se lanza contra él por la espalda para intentar clavarle una gran lanza justo en el centro de esta.
Tranquilo Zuko, no se han olvidado de ti, dos jinetes más se lanzan en carrera a buscarte mientras dos perros abren sus fauces con intención de clavar sus dientes en tus piernas. Parece que su amo ha enseñado bien a sus chicos.
- Oppencito haciendo amigos - 33:
- Por mucho que lo intentes el maletín se encuentra cerrado nuevamente con la seguridad necesaria como para que alguien que no conozca la contraseña no pueda abrirlo y el hombre ha tenido la precaución de esposárselo a la muñeca, así que me temo que no vas a poder llevarte ni el maletín ni los papeles. Por otro lado, cuando salís y veis todo el panorama, Wallace tira de ti con fuerza para que cojáis el coche cuanto antes. Lográis llegar ya que los jinetes por el momento no parecen ser un problema para vosotros y el marine no duda en poner el coche a toda velocidad para llegar hasta el manglar indicado anteriormente.
Al pasar por el sitio donde se supone que debería estar la mujer y el niño, podéis daros cuenta de que una presencia de lo más reconocible ha pasado por allí. Si alguno de los dos a conocido a Dexter Black, sabrá que acaba de irse, el marine desde luego ha oído hablar bastante sobre él y teniendo en cuenta que en aquel momento su intención era rescatar a la mujer y al niño le preocupaba que pudiera haber caído en manos del revolucionario. Intentaría seguir su rastro de alguna manera, podía escuchar los aullidos de los perros que parecían seguir a alguien y no dudo en ponerse en marcha hacía el lugar.
Acabáis en una gran plazoleta, donde por un momento todo es calma y sosiego, de repente, una horda de quince jinetes y diecisiete perros de caza aparecen prácticamente de la nada y os rodean. Los perros gruñen y babean viendo lo que va a ser seguramente su próxima cena mientras que los jinetes preparan sus armas y a los caballos que relinchan listos para cargar contra vosotros. Por desgracia, el coche no parece ser una opción para enfrentarse a esos tipos, así que tendréis que ser ingeniosos para ver que lográis hacer con lo que tenéis. Mientras veis todo eso, podéis escuchar cómo se acerca lo que parecen ser más perros, que en esta ocasión persiguen a alguien o a algo, ¿eso que has visto es un ciervo con dos niños encima?
- Los adoptados de la mafia:
- Oís una risita y Kaito, te fijas en quien acaba de soltarla. Está apoyado contra una pared,apartado del evento principal y es, muy evidentemente, el chef. Desde luego lleva uniforme de ídem y un cuchillo enorme e inmaculado al cinto. Tiene claramente ascendencia de tiburón, pero también hay sangre de humano corriendo por sus venas. Ambrose sonríe.
-Te presento a Jericó. Es un… protegido, de la familia. Lo dejaron en mi puerta y… ¿cómo negarme?
Parece algo fuera de carácter para el hombre, aceptar a alguien que claramente no está a la altura del resto de su familia, pero desde luego confía en él si le ha dejado hacer el plato principal de su extraño ritual. Y por lo visto hace bien en confiar, a juzgar por la ejecución.
William, Enya te sonríe y agita una de sus pinzas, pero te guiña el ojo y sigue comiendo sin añadir nada más.
Los pines son de exquisita manufactura y a todas luces caros, muy caros. Piezas únicas, me atrevería a añadir.
-Tranquilo.- Te insta el cangrejo mientras aún estás en la ventana.- Era algo que tenía que ocurrir, sin más. Sabaody lleva demasiado en continuo tira y afloja. Era cuestión de tiempo que un bando se alzase por encima del resto, ¿no crees?
Comen el sacrificio tranquilamente y pese a tus temores, no parece que tengan intención de devorarte a ti a continuación. Ambrose te mira entre divertido y curioso cuando le preguntas y tras pensar un poco las palabras, te responde:
-Eso depende. Creo que sabes tan bien como yo que en los círculos en los que nos movemos las conexiones son… importantes. Te propongo una alianza. Estaría encantado de enseñarte un par de cosas y mantenernos en contacto. Sin embargo… necesito una prueba. No puedo dar mi confianza al primero que pasa por mi casa.
Tiene lógica. De un bolsillo delantero de su chaqueta, saca dos anillos. Son de la misma calidad que las joyas que portan ellos y llevan tallados la constelación de Canis Minor. Te los tiende.
-Como ya te he dicho, el destino de Sabaody se decidirá hoy. No hay nada que pueda pararlo… pero sí acelerarlo. Si tú y tu amigo lográis asegurar el manglar 16 y liberarlo de conflictos, tendremos esa conversación… y atenderé a tus demandas, si las tienes.
Os tiende los anillos. Te explica que con ellos puestos no tendréis que temer a la Cacería. Que el manglar 16 es pequeño, simplemente está ocupado por una pequeña patrulla marine que se niega a abandonarlo. Quiere que utilices tus dotes para sacarlos de ahí. Fácil, ¿no?
Ambrose te mira con una media sonrisa, igual que el resto de la mesa, a la espera de tu respuesta.
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Había dado en el blanco, no se trataba de una enemiga pero quería usar lo que sabía como moneda de cambio para obtener algo, no hay nadie completamente inocente en este mundo y menos a esa edad. Por lo que estaba viendo en la casa parecía algo claro que estaba relacionada de alguna manera con la banda que estaba detrás de esto, una antigua miembro quizás que no quería que las acciones de la juventud le arruinasen su retiro. Puede que de hecho se hubiera retirado a este archipiélago y sus antiguos compañeros estuvieran dando problemas aquí por casualidad... No, las casualidades no existían, me apostaría algo a que estaba esperando a que empezase a haber problemas y había apostado esto como seguro para conseguir un buen retiro. Sólo tenía que esperar a las personas adecuadas, pero por sus peticiones, no sabía si éramos las personas adecuadas.
- ¿Acaso tenemos pinta de poder lograr algo como eso? Nos han enviado a los lugares más peligrosos porque somos prescindibles, no creo que nuestra palabra al alto mando le importe. - Dije cruzándome de brazos y dejando el te en la mesa. - Podríamos ponerte en contacto con el mando, podrías identificarte, exponer tu situación y ellos tomarían la decisión de concederte la inmunidad, claro que eso tiene los riesgos de lo que pueda pasar si rechazan tu oferta... Hice una pausa sacando el den den mushi y ofreciendo hacer la llamada. - Por otro lado podemos hacer otra cosa, tengo un contacto en el West Blue, yo le llamo y le pregunto si puede conseguirme documentos de identidad falsa y una casa en una isla tranquila. No preguntaremos quien eres ni lo que hiciste, tendrás un retiro tranquilo a cambio de esta información y una colaboración futura. No es tanto como inmunidad, pero si nadie se molesta en buscarte y cuentas con cierta protección es una oferta bastante tentadora. Esta es mi oferta.
Confiaba en que Kia vigilase el exterior para que nadie nos interrumpiese ni estuviera escuchando. Si la anciana accedía llamaría a Rustal para explicarle la situación, él controlaba más del tema y estaba seguro que entre viejos zorros se entenderían para llegar a un acuerdo. Si esta señora sabía tanto como decía saber podría informarnos en esta misión y en un futuro si antiguas bandas empezaban a dar problemas. No me hacía mucha gracia la idea de negociar con antiguos criminales, pero si me ayudaba a cumplir la misión lo haría sin dudarlo.
- ¿Acaso tenemos pinta de poder lograr algo como eso? Nos han enviado a los lugares más peligrosos porque somos prescindibles, no creo que nuestra palabra al alto mando le importe. - Dije cruzándome de brazos y dejando el te en la mesa. - Podríamos ponerte en contacto con el mando, podrías identificarte, exponer tu situación y ellos tomarían la decisión de concederte la inmunidad, claro que eso tiene los riesgos de lo que pueda pasar si rechazan tu oferta... Hice una pausa sacando el den den mushi y ofreciendo hacer la llamada. - Por otro lado podemos hacer otra cosa, tengo un contacto en el West Blue, yo le llamo y le pregunto si puede conseguirme documentos de identidad falsa y una casa en una isla tranquila. No preguntaremos quien eres ni lo que hiciste, tendrás un retiro tranquilo a cambio de esta información y una colaboración futura. No es tanto como inmunidad, pero si nadie se molesta en buscarte y cuentas con cierta protección es una oferta bastante tentadora. Esta es mi oferta.
Confiaba en que Kia vigilase el exterior para que nadie nos interrumpiese ni estuviera escuchando. Si la anciana accedía llamaría a Rustal para explicarle la situación, él controlaba más del tema y estaba seguro que entre viejos zorros se entenderían para llegar a un acuerdo. Si esta señora sabía tanto como decía saber podría informarnos en esta misión y en un futuro si antiguas bandas empezaban a dar problemas. No me hacía mucha gracia la idea de negociar con antiguos criminales, pero si me ayudaba a cumplir la misión lo haría sin dudarlo.
- Resumen:
- Negocios varios.
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Bufó con la respuesta de Gabi. Pues claro que se había desorientado, ¿cómo no había pensado en ello? La niña todavía no estaba preparada para afrontar sus enfados. Pocos revolucionarios lo estaban. Afortunadamente, Vega demostró un ojo e halcón impresionante reconociendo a la muchacha, aunque debía admitir que una mata de pelo rosa sobre un ciervo no era lo más discreto con lo que uno podía encontrarse.
Vega le había ahorrado utilizar su Haki de observación. También le había señalado un supuesto piso franco de la gente de Sirio, aunque de alguna manera hizo una revelación que convertía a la prostituta, de nuevo, en una figura misteriosa. ¿Hermana de un hombre de Sirio? O bien lo conducía a una trampa o el hermano era un pobre idiota cuya deuda ella pagaba con su cuerpo. Aunque ponía demasiada pasión en su papel de prostituta, y si lo fingía... ¿Por qué no fingir el resto? Estaba con una persona de la que no podía fiarse por uno u otro motivo, pero al mismo tiempo era hasta el momento su mayor baza para encontrar a Sirio y poder hacerle un par de preguntas.
- S.M.A.U.G. -dijo, acercando la muñequera Midorima a sus labios-. Anota en la memoria esa localización. -El Sistema de Mapeado Autónomo tenía unos veinte metros de radio para datar las zonas. No estaban volando demasiado alto, por lo que confiaba en que se guardase; si no, le quedaba su memoria-. De momento vamos con los nuestros.
Tal vez habría sido el mejor momento para interrogar a Vega, pero prefirió esperar. Tenía muchas cosas que averiguar de ella primero, que rescatar a la madre de un niño y asegurarse de que Nassor estaba finalmente bien. Siempre acababa apagando fuegos absurdamente, aunque en aquella ocasión habían podido sacar algo de provecho. De todos modos, era su obligación moral ahora ayudar al muchacho hasta rescatar a su madre y luego escoltarlos hasta un lugar seguro. Además, seguramente esa mujer podría dar fe de las palabras de Vega durante un interrogatorio.
- Por cierto, te queda muy bien mi armadura.
Descendió sin esperar su respuesta hasta la posición en la que Nassor y Gabi se habían detenido, plegando y guardando sus alas mientras dejaba a Vega en el suelo. No se separó de ella para transmitirle seguridad, pero a juzgar por los murmullos que escuchaba a través de las paredes habían dado con algo. Se quedó mirando a Nassor con expresión interrogante.
- ¿Está la madre? -preguntó, esperando su respuesta para reventar la pared de un puñetazo ante una respuesta afirmativa.
Vega le había ahorrado utilizar su Haki de observación. También le había señalado un supuesto piso franco de la gente de Sirio, aunque de alguna manera hizo una revelación que convertía a la prostituta, de nuevo, en una figura misteriosa. ¿Hermana de un hombre de Sirio? O bien lo conducía a una trampa o el hermano era un pobre idiota cuya deuda ella pagaba con su cuerpo. Aunque ponía demasiada pasión en su papel de prostituta, y si lo fingía... ¿Por qué no fingir el resto? Estaba con una persona de la que no podía fiarse por uno u otro motivo, pero al mismo tiempo era hasta el momento su mayor baza para encontrar a Sirio y poder hacerle un par de preguntas.
- S.M.A.U.G. -dijo, acercando la muñequera Midorima a sus labios-. Anota en la memoria esa localización. -El Sistema de Mapeado Autónomo tenía unos veinte metros de radio para datar las zonas. No estaban volando demasiado alto, por lo que confiaba en que se guardase; si no, le quedaba su memoria-. De momento vamos con los nuestros.
Tal vez habría sido el mejor momento para interrogar a Vega, pero prefirió esperar. Tenía muchas cosas que averiguar de ella primero, que rescatar a la madre de un niño y asegurarse de que Nassor estaba finalmente bien. Siempre acababa apagando fuegos absurdamente, aunque en aquella ocasión habían podido sacar algo de provecho. De todos modos, era su obligación moral ahora ayudar al muchacho hasta rescatar a su madre y luego escoltarlos hasta un lugar seguro. Además, seguramente esa mujer podría dar fe de las palabras de Vega durante un interrogatorio.
- Por cierto, te queda muy bien mi armadura.
Descendió sin esperar su respuesta hasta la posición en la que Nassor y Gabi se habían detenido, plegando y guardando sus alas mientras dejaba a Vega en el suelo. No se separó de ella para transmitirle seguridad, pero a juzgar por los murmullos que escuchaba a través de las paredes habían dado con algo. Se quedó mirando a Nassor con expresión interrogante.
- ¿Está la madre? -preguntó, esperando su respuesta para reventar la pared de un puñetazo ante una respuesta afirmativa.
- Resumen:
- Encontrarme con Nassor y Gabi. Prepararme para reventar la pared de una buena hostia.
El agente sonrió levemente al ver que, tras haber estrellado la puerta contra el encapuchado de los explosivos, Zuko hacía acto de presencia. La caballería había llegado al fin, o eso le habría gustado decir, porque los gritos que venían de fuera no podían sino vaticinar el espanto y el terror que se debía estar viviendo en las calles. De hecho, no tardaron mucho en experimentar por su propia mano lo que se les venía encima, y fue este el motivo de que la inquietud comenzara a hacer mella en el parcheado. Caballeros y sabuesos por igual se adentraron en el interior del almacén y se lanzaron al ataque: cuatro a por Zuko, uno a por Ruffo en apoyo del oso y cuatro bestias a por él mismo.
No esperaba que fuera a tener muchos problemas lidiando contra aquellos seres, aunque si algo tenía claro era que no debía dejarse tocar por aquellos dientes, ni siquiera siendo logia. Después de todo, ¿quién le aseguraba que no tuvieran alguna forma de dañarle? El brillo azul que desprendían no era una buena señal, así que procuraría mantenerse alejado de ellos. Justo cuando se abalanzaron sobre él fue que se movió, elevándose en el aire de un pisotón gracias a su geppou, repitiendo el proceso en varias ocasiones hasta quedar lo suficientemente elevado y así evitar ponerse al alcance de aquellas bestias. Tras esto, y viendo a uno de los jinetes intentar alcanzar a su compañero, proyectó una onda sónica similar a la anterior dirigida directamente hacia el torso de aquel rufián con la intención de parar su ataque en seco y que no pudiera dañar al castaño.
—¡Manteneos atentos y no dejéis que os rodeen! —rugió, apretando el agarre sobre el mango de Yujo.
Había más bestias aparte de las que se habían intentado hacer con sus brazos y piernas, por lo que una idea cruzó fugazmente sus pensamientos. No estaba seguro de si funcionaría con aquellos seres, pero no perdía nada por intentarlo y podría servir para darle un respiro a sus compañeros. Fue por ello que se concentró, generando desde cada poro de su cuerpo un sonido que sería inaudible para el marine y el agente dada su frecuencia, pero que debía ser capaz de dañar enormemente los oídos de los cánidos —suponiendo que funcionaran como cualquier otro—. Al fin y al cabo, estaba usando la misma frecuencia que emitían los silbatos para perros, así que esperaba dejarlos, como poco, inmóviles en el sitio.
Tras esto se lanzó en picado a toda velocidad, trazando cuatro tajos repartidos entre las cuatro bestias mientras su voluntad imbuía el filo de la katana, buscando partirlas en dos a todas ellas.
No esperaba que fuera a tener muchos problemas lidiando contra aquellos seres, aunque si algo tenía claro era que no debía dejarse tocar por aquellos dientes, ni siquiera siendo logia. Después de todo, ¿quién le aseguraba que no tuvieran alguna forma de dañarle? El brillo azul que desprendían no era una buena señal, así que procuraría mantenerse alejado de ellos. Justo cuando se abalanzaron sobre él fue que se movió, elevándose en el aire de un pisotón gracias a su geppou, repitiendo el proceso en varias ocasiones hasta quedar lo suficientemente elevado y así evitar ponerse al alcance de aquellas bestias. Tras esto, y viendo a uno de los jinetes intentar alcanzar a su compañero, proyectó una onda sónica similar a la anterior dirigida directamente hacia el torso de aquel rufián con la intención de parar su ataque en seco y que no pudiera dañar al castaño.
—¡Manteneos atentos y no dejéis que os rodeen! —rugió, apretando el agarre sobre el mango de Yujo.
Había más bestias aparte de las que se habían intentado hacer con sus brazos y piernas, por lo que una idea cruzó fugazmente sus pensamientos. No estaba seguro de si funcionaría con aquellos seres, pero no perdía nada por intentarlo y podría servir para darle un respiro a sus compañeros. Fue por ello que se concentró, generando desde cada poro de su cuerpo un sonido que sería inaudible para el marine y el agente dada su frecuencia, pero que debía ser capaz de dañar enormemente los oídos de los cánidos —suponiendo que funcionaran como cualquier otro—. Al fin y al cabo, estaba usando la misma frecuencia que emitían los silbatos para perros, así que esperaba dejarlos, como poco, inmóviles en el sitio.
Tras esto se lanzó en picado a toda velocidad, trazando cuatro tajos repartidos entre las cuatro bestias mientras su voluntad imbuía el filo de la katana, buscando partirlas en dos a todas ellas.
- Resumen:
- » Esquivar el ataque ayudándose del geppou para tomar altura y quedar fuera de alcance.
» Proyectar una onda sónica con la misma potencia que en la ronda anterior dirigida hacia el jinete que ataca por la espalda a Ruffo, tratando de frenarle o incluso neutralizarle.
» Generar sonido con la misma frecuencia que tendría un silbato para perros para intentar dañar o inmobilizar a los sabuesos infernales, tanto a los suyos como a los que se lanzan a por Zuko.
» Funcione o no, desciende y traza cuatro tajos imbuidos en haki para intentar cortar a sus 4 mascotas malhumoradas.
Kaito Takumi
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—Vaya con el embarrado...—dije para mí, inconsciente de que todos podían oirme.
Por que si podía hablar con tanto público, obviamente aquello debía ser un soliloquio que me pusiera en más aprietos todavía. Sintiendo la mirada del semigyojin clavarse en mí con tanto filo como aquel maravilloso cuchillo, me encogí presa del error social. ¡Ay, válgame el mar y los cielos!
Obviamente aceptamos, y solicitando mi anillo a White tras coger un par de bocados del plato principal para catarlo -y criticarlo- me volví con Suchu bajando la cabeza en agradecimiento a nuestro patrón. ¡Qué buena cena nos había dado! Eso sí, nada más pasar por el lado del híbrido no me contuve de mirarle de pies a cabeza con un ojo astuto y poco discreto.
—¿Quiere algo? —me dijo, con ese tono de buenas malas formas propio de alguien demasiado dentro del culo de los estirados.
—Quiero preguntarte mil y una cosas. ¿Te vienes con nosotros y vamos hablando de camino?
El muchacho frunció algo el ceño y buscó por encima de mi hombro algo, probablemente una mirada de aprovación. Tener un par de ojos más controlándonos no era mala idea, ¿verdad? Poco tardó en asentir.
—¿Qué quieres saber... señor...?
—Black —contesté animado—. Este es Suchu. Y este White —porque íbamos en orden de importancia—. Pues me gustaría saber a quién se le ocurre usar un glaseado de vino en vez de cogñac, la piel y los taninos... Además el cogñac tiene azúcares más adecuados; diría que incluso el wiskey es mejor.
—El vino de cocina es suficiente. Es una pérdida gastar un buen cogñac en reducir.
—¡¿Una pérrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrdida?! ¡Dirás una inversión! Si mejor es de beber, mejor para cocinar.
—Discrepo. Solo un cateto gastaría un buen alcohol en reducciones.
—Pero así pierdes matices que no ganas con el peor vino. Matices que se notan en el alma.
—Discrepo.
Tontopollas este. Embarrao tenía que ser. Y así discutí todo el largo camino con él, maldito chef remilgado. Porque esa sugerencia de White de ir por los tejados como que no, no solo por Suchu, que es lo que puse de excusa, si no porque nuestro anfitrión había pedido nuestra confianza, y como tal debíamos llevar el blasón en el dedo. Blasón que esperaba me dejara ver más de cerca a aquellos monstruos que pululaban por las calles y aderezaban la animada discusión con el huérfano adoptado por Ambrose.
—Al final todo es una cuestión de gusto.
—Del que careces.
—'Tá tomar por culo ya, hombre. Encima de que hago concesiones me dices eso. Cambiemos de tema antes de que me den ganas de matarte. ¿Cuántos penes tienes?
—¿¡Qué?!
.
Por que si podía hablar con tanto público, obviamente aquello debía ser un soliloquio que me pusiera en más aprietos todavía. Sintiendo la mirada del semigyojin clavarse en mí con tanto filo como aquel maravilloso cuchillo, me encogí presa del error social. ¡Ay, válgame el mar y los cielos!
Obviamente aceptamos, y solicitando mi anillo a White tras coger un par de bocados del plato principal para catarlo -y criticarlo- me volví con Suchu bajando la cabeza en agradecimiento a nuestro patrón. ¡Qué buena cena nos había dado! Eso sí, nada más pasar por el lado del híbrido no me contuve de mirarle de pies a cabeza con un ojo astuto y poco discreto.
—¿Quiere algo? —me dijo, con ese tono de buenas malas formas propio de alguien demasiado dentro del culo de los estirados.
—Quiero preguntarte mil y una cosas. ¿Te vienes con nosotros y vamos hablando de camino?
El muchacho frunció algo el ceño y buscó por encima de mi hombro algo, probablemente una mirada de aprovación. Tener un par de ojos más controlándonos no era mala idea, ¿verdad? Poco tardó en asentir.
—¿Qué quieres saber... señor...?
—Black —contesté animado—. Este es Suchu. Y este White —porque íbamos en orden de importancia—. Pues me gustaría saber a quién se le ocurre usar un glaseado de vino en vez de cogñac, la piel y los taninos... Además el cogñac tiene azúcares más adecuados; diría que incluso el wiskey es mejor.
—El vino de cocina es suficiente. Es una pérdida gastar un buen cogñac en reducir.
—¡¿Una pérrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrdida?! ¡Dirás una inversión! Si mejor es de beber, mejor para cocinar.
—Discrepo. Solo un cateto gastaría un buen alcohol en reducciones.
—Pero así pierdes matices que no ganas con el peor vino. Matices que se notan en el alma.
—Discrepo.
Tontopollas este. Embarrao tenía que ser. Y así discutí todo el largo camino con él, maldito chef remilgado. Porque esa sugerencia de White de ir por los tejados como que no, no solo por Suchu, que es lo que puse de excusa, si no porque nuestro anfitrión había pedido nuestra confianza, y como tal debíamos llevar el blasón en el dedo. Blasón que esperaba me dejara ver más de cerca a aquellos monstruos que pululaban por las calles y aderezaban la animada discusión con el huérfano adoptado por Ambrose.
—Al final todo es una cuestión de gusto.
—Del que careces.
—'Tá tomar por culo ya, hombre. Encima de que hago concesiones me dices eso. Cambiemos de tema antes de que me den ganas de matarte. ¿Cuántos penes tienes?
—¿¡Qué?!
.
Hayden Ashworth
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Todavía rodeado de aquella calmada aura, se llevó la mano al hombro y, de un tirón, se quitó la capa de marine. Sus ojos plateados, inexpresivos por la forma en la que se encontraba, se centraron durante unos segundos en Kus. No estaba igual a como lo recordaba, claro, pero si se había infiltrado... Tenía cierto sentido, si se había infiltrado. Ya no sentía las presencias a sus espaldas. Los refuerzos... habían muerto. Creía que serían capaces de defenderse... ¿Era esa amenaza demasiado poderosa para marines entrenados? Si eran enviados a combatir al final del Paraíso...
Pero no se enfadó. Por mucho que quisiera no se enfadó. Cuando la quinta puerta del Chi se habría, las emociones de Zuko quedaban nulas durante un rato. Era la puerta de la serenidad, del instinto. Su mente estaba en un estado de paz. Pero sabía que ese estado de paz no duraría mucho, y que las muertes de esos refuerzos recaerían sobre su consciencia. Aquellos atacantes entraron de golpe en el lugar y Zuko podía verlos, mejor que nunca, gracias a su haki y su Instinto aumentado.
Viéndolos venir como si fueran a increíble lentitud, dio un salto para evitar los ataques de aquellos cánidos. En el aire giró y, utilizando su geppou, se impulsó de nuevo en el aire directo hacia los atacantes que iban a por él. Su cuerpo se movía por instinto, como si supiera que estaban allí, como si su mente en blanco recordara las disciplinas más profundas de las artes marciales que siempre había practicado. Dirigió un fuerte rodillazo a la cara de uno de ellos. Entonces, de acertar, utilizaría el propio golpe para impulsarse hacia el otro, buscando cerrar la mano justo en su rostro a la par que expulsaba por esa misma mano una pequeña ráfaga de llamas a una altísima temperatura.
Pero no se enfadó. Por mucho que quisiera no se enfadó. Cuando la quinta puerta del Chi se habría, las emociones de Zuko quedaban nulas durante un rato. Era la puerta de la serenidad, del instinto. Su mente estaba en un estado de paz. Pero sabía que ese estado de paz no duraría mucho, y que las muertes de esos refuerzos recaerían sobre su consciencia. Aquellos atacantes entraron de golpe en el lugar y Zuko podía verlos, mejor que nunca, gracias a su haki y su Instinto aumentado.
Viéndolos venir como si fueran a increíble lentitud, dio un salto para evitar los ataques de aquellos cánidos. En el aire giró y, utilizando su geppou, se impulsó de nuevo en el aire directo hacia los atacantes que iban a por él. Su cuerpo se movía por instinto, como si supiera que estaban allí, como si su mente en blanco recordara las disciplinas más profundas de las artes marciales que siempre había practicado. Dirigió un fuerte rodillazo a la cara de uno de ellos. Entonces, de acertar, utilizaría el propio golpe para impulsarse hacia el otro, buscando cerrar la mano justo en su rostro a la par que expulsaba por esa misma mano una pequeña ráfaga de llamas a una altísima temperatura.
- Resumen:
- Todavía en el estado de calma del Dragon Instinct, esquivo a los perretes y luego ataco a los jinetes que van a por mí, a uno con un rodillazo a la cara y al otro con un buen fogonazo (también en la cara)
Hamlet
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Mi brazo se tensó por un terrible lanzazo, que fui completamente incapaz de esquivar. Noté un enorme dolor ascender por la extremidad, consiguiendo que cometiera el error de cerrar los ojos en medio de una batalla. Así pues, eludir el segundo lanzazo en el estómago me resultó imposible, y aunque la armadura mitigó gran parte del impacto, la energía del golpe me hizo doblarme de dolor, notando tal malestar extenderse por todo mi cuerpo.
No sé si tardé más que décimas de segundos en abrir los ojos, pero pronto me vi golpeado en el pecho con un patada que me derribó por completo. Había subestimado la fuerza de aquella guerrera, que parecía más que curtida en numerosas batallas. Con los ojos cerrados me retorcí de dolor en el suelo durante un tiempo que me fue imposible de determinar. Al abrir los ojos, hallé un escenario más oscuro, y los gritos de guerra habían sido sustituidos por chillidos de puro pánico.
Me incorporé, encontrando un escenario dantesco. Piratas y marines luchando juntos contra bestias antropomorfas, hambrientas de carne y sangre. Recordé Gray Rock y los engendros que la criminal Katharina von Steinhell gestó para acabar con pelotones enteros de marines. Apreté los dientes. Aborrecía esta visión.
A pocos metros de mí, la lancera se defendía como podía de unos ferales sabuesos que lanzaban terroríficas dentelladas. Pensé en acabar con la criminal: eso es lo que Kimura habría hecho, acabar con el enemigo mientras fuera posible. Me debatí durante varios segundos si hacerlo o no. Finalmente, prevaleció la lógica conclusión de que, con los piratas muertos, mis hombres serían incapaces de abandonar el lugar a salvo.
Sin pensármelo dos veces, salté a la posición de la guerrera, que combatía con tres bestias caninas, y desenvainé a Elsinor. Mantuve mi mandíbula prieta y mi ceño fruncido mientras descargaba mi furia contra los seres, golpe tras golpe y tajo tras tajo, sin preocuparme demasiado por cuestiones superfluas como la técnica.
-¡Soldados! -ordené- ¡Reagrupaos! ¡Formación de círculo!
Chasqueé la lengua y mascullé lo siguiente mientras seguía combatiendo:
-Uníos a la formación. Todos estaremos a salvo.
No sé si tardé más que décimas de segundos en abrir los ojos, pero pronto me vi golpeado en el pecho con un patada que me derribó por completo. Había subestimado la fuerza de aquella guerrera, que parecía más que curtida en numerosas batallas. Con los ojos cerrados me retorcí de dolor en el suelo durante un tiempo que me fue imposible de determinar. Al abrir los ojos, hallé un escenario más oscuro, y los gritos de guerra habían sido sustituidos por chillidos de puro pánico.
Me incorporé, encontrando un escenario dantesco. Piratas y marines luchando juntos contra bestias antropomorfas, hambrientas de carne y sangre. Recordé Gray Rock y los engendros que la criminal Katharina von Steinhell gestó para acabar con pelotones enteros de marines. Apreté los dientes. Aborrecía esta visión.
A pocos metros de mí, la lancera se defendía como podía de unos ferales sabuesos que lanzaban terroríficas dentelladas. Pensé en acabar con la criminal: eso es lo que Kimura habría hecho, acabar con el enemigo mientras fuera posible. Me debatí durante varios segundos si hacerlo o no. Finalmente, prevaleció la lógica conclusión de que, con los piratas muertos, mis hombres serían incapaces de abandonar el lugar a salvo.
Sin pensármelo dos veces, salté a la posición de la guerrera, que combatía con tres bestias caninas, y desenvainé a Elsinor. Mantuve mi mandíbula prieta y mi ceño fruncido mientras descargaba mi furia contra los seres, golpe tras golpe y tajo tras tajo, sin preocuparme demasiado por cuestiones superfluas como la técnica.
-¡Soldados! -ordené- ¡Reagrupaos! ¡Formación de círculo!
Chasqueé la lengua y mascullé lo siguiente mientras seguía combatiendo:
-Uníos a la formación. Todos estaremos a salvo.
- Resumen:
- Recuperarme del golpe, luchar contra los perros y ordenar a marines y piratas formar contra el avance de los muertos.
William White
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Tomé los anillos sin dudar y comencé a examinarlos con cierta curiosidad, en cierta forma contento por el hecho de que me había hecho con par de piezas inusuales para mi colección. Los anillos tenían exactamente el mismo emblema que portaban los hombres con sus pines, y joyas
-¿Debo llevarlos a la vista? ¿O cómo se suponen que me protegerán exactamente estas piezas? -comentaría esbozando una leve sonrisa, dando por hecho que estaba de acuerdo con los términos que le había planteado el mafioso, tras lo cual volvería a preguntar con una réplica -¿Y para cuándo debe estar listo? - diría antes de comenzar a andar hacia la puerta -Antes de marchar, ¿Hay algo más que deba saber, Ambrose?- masculló cuando se encontraba a punto de traspasar el lindero de la puerta – No sería nada conveniente que dañará algo de tu interés- proseguí dejando esa coletilla, a sabiendas de que el mafioso se estaba guardando algo detrás de esa media sonrisa.
Una vez hubiera escuchado, saldría independientemente de la respuesta del capo, una vez se cerrarán las puertas, haría un pequeño gesto a alguno de los trabajadores del Don, algún encargado de la seguridad que anduviera por ahí, preguntando por indicaciones para llegar al manglar y que cuánto tiempo podría tardar en llegar hasta el lugar. Y de paso examinaría a ver si veía en alguno de ellos algún tipo de emblema como el que había acabado de recibir, tal vez eso le diera una pista de cuanto respetaba aquel hombre a sus trabajadores, o tal vez de la completa inutilidad del anillo que acaba de darle.
Una vez hubiera recibido las indicaciones dadas, y tras asegurarse de que estas le hubieran quedado claras a Kaito, le haría una seña, a la vez que comenzaba a ponerse el anillo en el anular.
-Está bien- repliqué con resignación -Yo me adelantaré por los tejados, procura no llamar la atención…-repliqué mirando a su montura -Y estar pegado al den, te llamaré en cuanto llegue al lugar- concluí mientras le daba entrega del segundo anillo, a expensas de que el pulpo no perdiera mucho en aquella peculiar discusión culinaria que mantenía con el cheff de la familia.
Y es que el pulpo, tal como había sucedido desde su primer encuentro, tendía a tomarse confianzas demasiado deprisa con quien no correspondía, en ocasiones incluso le transmitía una falta de profesionalidad absoluto salvo cuando era algo relacionado con sus intereses, solo esperaba que esta vez el moreno se tomará la situación con un poco de seriedad, ya que cabrear a un mafioso con los contactos del hombre al que servían no debía ser de las mejores ideas.
Aunque lo que más le preocupaba era el motivo del encargo, ¿Quién estaría al cargo de tan reticente grupo de marines? ¿No huiría el escuadrón al encontrarse con aquella barramunda inmortal que rondaban por las calles? ¿Se las podía matar? ¿Y qué habría allí que fuera tan urgente para el capo?
Sin perder ni un instante, y entre que le daba un par de vueltas a todos estos pensamientos tratando de poner un orden, lancé un chorro de chicle a uno de los tejados, creando algo similar a una cuerda, la cual se contrajo a voluntad tras agarrarla firmemente, tras lo cual aprovechando la impunidad y la oscuridad del eclipse comencé a moverme por los tejados como una sombra acechante.
Una vez llegará a los alrededores, procuraría ver si encontraba una buena posición desde la que observar el manglar, y es que antes de lanzarse de cabeza prefería saber a lo que se enfrentaba. Observaría detenidamente cualquier movimiento o detalle que llamará su atención, a la vez que se guardaba las espaldas estando pendiente de miradas indiscretas, y es que “El gato de Loguetown“ volvía a la carga una vez más.
-¿Debo llevarlos a la vista? ¿O cómo se suponen que me protegerán exactamente estas piezas? -comentaría esbozando una leve sonrisa, dando por hecho que estaba de acuerdo con los términos que le había planteado el mafioso, tras lo cual volvería a preguntar con una réplica -¿Y para cuándo debe estar listo? - diría antes de comenzar a andar hacia la puerta -Antes de marchar, ¿Hay algo más que deba saber, Ambrose?- masculló cuando se encontraba a punto de traspasar el lindero de la puerta – No sería nada conveniente que dañará algo de tu interés- proseguí dejando esa coletilla, a sabiendas de que el mafioso se estaba guardando algo detrás de esa media sonrisa.
Una vez hubiera escuchado, saldría independientemente de la respuesta del capo, una vez se cerrarán las puertas, haría un pequeño gesto a alguno de los trabajadores del Don, algún encargado de la seguridad que anduviera por ahí, preguntando por indicaciones para llegar al manglar y que cuánto tiempo podría tardar en llegar hasta el lugar. Y de paso examinaría a ver si veía en alguno de ellos algún tipo de emblema como el que había acabado de recibir, tal vez eso le diera una pista de cuanto respetaba aquel hombre a sus trabajadores, o tal vez de la completa inutilidad del anillo que acaba de darle.
Una vez hubiera recibido las indicaciones dadas, y tras asegurarse de que estas le hubieran quedado claras a Kaito, le haría una seña, a la vez que comenzaba a ponerse el anillo en el anular.
-Está bien- repliqué con resignación -Yo me adelantaré por los tejados, procura no llamar la atención…-repliqué mirando a su montura -Y estar pegado al den, te llamaré en cuanto llegue al lugar- concluí mientras le daba entrega del segundo anillo, a expensas de que el pulpo no perdiera mucho en aquella peculiar discusión culinaria que mantenía con el cheff de la familia.
Y es que el pulpo, tal como había sucedido desde su primer encuentro, tendía a tomarse confianzas demasiado deprisa con quien no correspondía, en ocasiones incluso le transmitía una falta de profesionalidad absoluto salvo cuando era algo relacionado con sus intereses, solo esperaba que esta vez el moreno se tomará la situación con un poco de seriedad, ya que cabrear a un mafioso con los contactos del hombre al que servían no debía ser de las mejores ideas.
Aunque lo que más le preocupaba era el motivo del encargo, ¿Quién estaría al cargo de tan reticente grupo de marines? ¿No huiría el escuadrón al encontrarse con aquella barramunda inmortal que rondaban por las calles? ¿Se las podía matar? ¿Y qué habría allí que fuera tan urgente para el capo?
Sin perder ni un instante, y entre que le daba un par de vueltas a todos estos pensamientos tratando de poner un orden, lancé un chorro de chicle a uno de los tejados, creando algo similar a una cuerda, la cual se contrajo a voluntad tras agarrarla firmemente, tras lo cual aprovechando la impunidad y la oscuridad del eclipse comencé a moverme por los tejados como una sombra acechante.
Una vez llegará a los alrededores, procuraría ver si encontraba una buena posición desde la que observar el manglar, y es que antes de lanzarse de cabeza prefería saber a lo que se enfrentaba. Observaría detenidamente cualquier movimiento o detalle que llamará su atención, a la vez que se guardaba las espaldas estando pendiente de miradas indiscretas, y es que “El gato de Loguetown“ volvía a la carga una vez más.
- cosus:
- Pues varias replicas a Ambrose, salir del lugar con el anillo puesto(dando entrega de otro al pana) y finalmente subir a un tejado a lo "spiderman" y comenzar a ir al grovee manteniendo las distancias para ve que se cuece allí, además plantearse un poco el por qué tanta prisa en algo que es "inevitable".
―¿Él? ¿Quién es él? ¿Quién eres tú y por qué sabes tanto? ―pregunté en tono calmado mientras observaba lo que sucedía bajo mis pies. Me costaba reconocerlo, pero la pequeña tenía razón. Con semejante horda de a saber qué que no dejaban de salir de la nada, quedarme allí no aportaría nada bueno a la empresa, así que suspiré y extraje el Den Den Mushi de uno de mis bolsillos―. Mi nombre es Iulio ―comenté antes de intentar establecer comunicación con mis compañeros―. Aquí Iulio. El asunto del puerto se ha solucionado en parte, aunque ahora una horda de cosas raras se ha apoderado de él y no creo que pueda obligarles a que se retiren yo solo. ¿Situación?
Aguardé una respuesta por parte de Zuko o Wyrm, pues cualquiera de los dos valía igualmente como fuente de información en aquellos momentos. Su situación no era mucho más cómoda que la mía, lo que me obligó a soltar un bufido de descontento antes de cortar la comunicación; no sin antes, por supuesto, informarles de que iba en camino.
―Agárrate fuerte, Adhara ―recomendé en voz baja―. No debería pasar nada, pero vamos a ir muy rápido y no me gustaría que te soltases de repente.
Tras informar a la pequeña sobre lo que estaba a punto de suceder, surqué el cielo como una exhalación en busca de la posición que me habían indicado mis compañeros. Efectivamente, la diferencia entre ellos y yo era que, al contrario de lo que me había ocurrido a mí, ellos sí que disponían de un número suficiente de efectivos como para plantar cara pensando en triunfar.
Aterricé en medio de un fogonazo de luz a no demasiados metros de Wyrm, saludándole con una sonrisa y levantando mis manos hacia el frente. Shining Machine Gun comenzó a brotar de mis dedos, encarnándose en un fuego continuo y tremendamente veloz en el que los proyectiles lumínicos pugnaban por reducir a la nada a aquellas criaturas.
―¿Alguien me puede explicar qué demonios está sucediendo en este condenado archipiélago?
La pregunta no tenía destinatario claro, pero en mi fuero interno había sido lanzada directamente hacia los oídos de Adhara.
Aguardé una respuesta por parte de Zuko o Wyrm, pues cualquiera de los dos valía igualmente como fuente de información en aquellos momentos. Su situación no era mucho más cómoda que la mía, lo que me obligó a soltar un bufido de descontento antes de cortar la comunicación; no sin antes, por supuesto, informarles de que iba en camino.
―Agárrate fuerte, Adhara ―recomendé en voz baja―. No debería pasar nada, pero vamos a ir muy rápido y no me gustaría que te soltases de repente.
Tras informar a la pequeña sobre lo que estaba a punto de suceder, surqué el cielo como una exhalación en busca de la posición que me habían indicado mis compañeros. Efectivamente, la diferencia entre ellos y yo era que, al contrario de lo que me había ocurrido a mí, ellos sí que disponían de un número suficiente de efectivos como para plantar cara pensando en triunfar.
Aterricé en medio de un fogonazo de luz a no demasiados metros de Wyrm, saludándole con una sonrisa y levantando mis manos hacia el frente. Shining Machine Gun comenzó a brotar de mis dedos, encarnándose en un fuego continuo y tremendamente veloz en el que los proyectiles lumínicos pugnaban por reducir a la nada a aquellas criaturas.
―¿Alguien me puede explicar qué demonios está sucediendo en este condenado archipiélago?
La pregunta no tenía destinatario claro, pero en mi fuero interno había sido lanzada directamente hacia los oídos de Adhara.
- Resumen:
- Solicitar informe de situación a Zuko y Wyrm. Ir hacia allá a toda pastilla y aterrizar haciendo la de la ametralladora. Eso e intentar averiguar qué sabe la niña.
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