Vile Spectre
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
El músico respiró aliviado en cuanto el enmascarado acudió en su ayuda. Vile sonrió en su fuero interno. El veterano era lo suficientemente astuto como para darse cuenta de que había un plan subyacente detrás de sus palabras. Nick, entre acusaciones de incompetencia, dio su autorización tácita para llevar a cabo el plan. El joven se sintió reconfortado y no pudo evitar torcer las comisuras de sus labios. Asintió en dirección a Nox, indicándole que le explicaría el plan en cuanto pudiera. Ahora solo quedaba avisar a Kenshin para que no terminase de fastidiar el plan, aunque esperaba que el Yonkou pudiera intuir el rumbo de acción que estaba tomando.
El equipo que nos fue asignado, a pesar de su variopinta apariencia, parecía cualificado para la tarea. Operar un navío con tan pocas personas podía ser un desafío, más aun si el plan del joven de Arabasta tenía como objetivo capturar más de una embarcación, pero eso no dejó que manchara su optimismo. Con una demostración de fuerza lo suficientemente intimidante, podrían "persuadir" a los grumetes al servicio de C. Zar de que no había mejor apuesta que posicionarse al lado de Kenshin.
Sin embargo, no podía seguir construyendo castillos en el aire y dejar que le pillasen con los pantalones bajados. Aquella era una situación en la que debía de mantener toda su concentración en sus alrededores. Y más aun cuando la playa estaba desierta. Y solo quedaba un barco de C. Zar.
-Bien, chicos -explicó Vile, oculto a una distancia prudencial de la bahía-. Tengo una idea. Espero que mi "gracia arabastense" no os importune mucho, pero así soy. Nuestro objetivo está ahí, al frente, pidiendo a gritos que lo incautemos. Pero frente a nosotros, ¡oh! Un obstáculo invisible. Llamadme paranoico, pero de haber pasado alguien por aquí recientemente habría huellas, ¿no créeis?
Sonrió. Aquella fachada le resultaba muy entretenida.
-No pisaremos la arena. Los dioses saben si bajo aquella reside alguna bestia o peor aun, esos malditos bucaneros esperando para ensartarnos. Me esperaría alguna maniobra de camuflaje por parte de esos indignos. Así que gracias a la habilidad de mi amigo -comentó, dando una fuerte palmada en la espalda de Nox-, intentaremos llegar por aire. Nox, supongo que podrás dar forma a tu sal para que parezca una nube, ¿no? Gracias al color, además, se mezclará con el cielo a la perfección. Una vez estemos encima, descendemos y asaltamos. ¿Os parece?
El equipo que nos fue asignado, a pesar de su variopinta apariencia, parecía cualificado para la tarea. Operar un navío con tan pocas personas podía ser un desafío, más aun si el plan del joven de Arabasta tenía como objetivo capturar más de una embarcación, pero eso no dejó que manchara su optimismo. Con una demostración de fuerza lo suficientemente intimidante, podrían "persuadir" a los grumetes al servicio de C. Zar de que no había mejor apuesta que posicionarse al lado de Kenshin.
Sin embargo, no podía seguir construyendo castillos en el aire y dejar que le pillasen con los pantalones bajados. Aquella era una situación en la que debía de mantener toda su concentración en sus alrededores. Y más aun cuando la playa estaba desierta. Y solo quedaba un barco de C. Zar.
-Bien, chicos -explicó Vile, oculto a una distancia prudencial de la bahía-. Tengo una idea. Espero que mi "gracia arabastense" no os importune mucho, pero así soy. Nuestro objetivo está ahí, al frente, pidiendo a gritos que lo incautemos. Pero frente a nosotros, ¡oh! Un obstáculo invisible. Llamadme paranoico, pero de haber pasado alguien por aquí recientemente habría huellas, ¿no créeis?
Sonrió. Aquella fachada le resultaba muy entretenida.
-No pisaremos la arena. Los dioses saben si bajo aquella reside alguna bestia o peor aun, esos malditos bucaneros esperando para ensartarnos. Me esperaría alguna maniobra de camuflaje por parte de esos indignos. Así que gracias a la habilidad de mi amigo -comentó, dando una fuerte palmada en la espalda de Nox-, intentaremos llegar por aire. Nox, supongo que podrás dar forma a tu sal para que parezca una nube, ¿no? Gracias al color, además, se mezclará con el cielo a la perfección. Una vez estemos encima, descendemos y asaltamos. ¿Os parece?
- Resumen:
- Establecer un plan de acción.
Osuka Sumisu
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Podía notar el rastro a través de los finos hilos. Estaban bien ocultos, fuese quien fuese era bueno, pero no lo suficiente. No era algo que se pudiera detectar por medios convencionales y solo alguien con la akuma de Osu o parecida podría detectarla. Los ríos y cascadas de energía se fueron intensificando hasta el punto clave: el palacio.
Su atención se interrumpió durante unos segundos, pues las escoltas de Hipatia habían echado el muro que había creado con cortes limpios como si fuese una hoja de papel. Al revolucionario le recorrió una gota de sudor frio. No le hubiese gustado estar en dirección a las espadas de esas mujeres. Aunque aquello no era lo importante, lo grave era que Hipatia estaba escapando, pero aun contaba con Aki y Dexter en el terreno por lo que aquel punto no era alarmante para el revolucionario. Ayudaría mas cerrando el grifo de esa anomalía que estaba ocurriendo en el terreno.
Empezó hacer bailar la piedra alrededor de su cuerpo hasta que lo cubrió, dándole una forma alargada, de piernas poderosas y un rojo bestialmente hermoso.
- ¡No dejéis que escape! Yo voy a detener lo que sea que este provocando esto- Su voz sonaba con eco y grave debido a la armadura pétrea que ahora le cubría.
Las afiladas piernas se contrajeron como un muelle y se liberaron en forma de un poderoso salto, recorriendo gran parte del campo de batalla y en vez de aterrizar patear otra vez el aire para coger impulso a la vez que esquivaba a los reyes marinos y posibles proyectiles enemigos a una rampante velocidad. No sabía que se encontraría en el palacio, pero le mataba la curiosidad.
Su atención se interrumpió durante unos segundos, pues las escoltas de Hipatia habían echado el muro que había creado con cortes limpios como si fuese una hoja de papel. Al revolucionario le recorrió una gota de sudor frio. No le hubiese gustado estar en dirección a las espadas de esas mujeres. Aunque aquello no era lo importante, lo grave era que Hipatia estaba escapando, pero aun contaba con Aki y Dexter en el terreno por lo que aquel punto no era alarmante para el revolucionario. Ayudaría mas cerrando el grifo de esa anomalía que estaba ocurriendo en el terreno.
Empezó hacer bailar la piedra alrededor de su cuerpo hasta que lo cubrió, dándole una forma alargada, de piernas poderosas y un rojo bestialmente hermoso.
- ¡No dejéis que escape! Yo voy a detener lo que sea que este provocando esto- Su voz sonaba con eco y grave debido a la armadura pétrea que ahora le cubría.
Las afiladas piernas se contrajeron como un muelle y se liberaron en forma de un poderoso salto, recorriendo gran parte del campo de batalla y en vez de aterrizar patear otra vez el aire para coger impulso a la vez que esquivaba a los reyes marinos y posibles proyectiles enemigos a una rampante velocidad. No sabía que se encontraría en el palacio, pero le mataba la curiosidad.
- Resumen:
- Dejo la caza del zorro Hipatia a literalmente medio foro y tiro pa el palacio
- Cosos:
- Nombre de la técnica: BloodMoon Demon Mark II: Wind Slayer
Naturaleza de la técnica: Power Up
Descripción de la técnica: Una variante del BloodMoon Demon especializada en luchas contra adversarios de alta velocidad. Con piernas reforzadas y brazos más reducidos, puede alcanzar velocidades impresionantes para ser un sér de piedra. Además, sus piernas están diseñadas explícitamente para actuar como un resorte al aterrizar contra una superficie, por lo que en un lugar cerrado suele ser incluso más peligroso. Aumentas un rango en velocidad y un rango en agilidad durante 2 turnos con un tiempo de recarga de 5.
El primero cayó como un suspiro. Demasiado sencillo, quizá, pero ese día no estaba para soportar tonterías. Aquel hombre era responsable potencial de miles de muertes, a las que centenares seguramente se sumaban a medida que hablaban. Wano había quedado arrasado por una razón que no comprendía, Sabaody asaltado por un motivo que se le escapaba, Sakura... ¡Todo el mundo se había vuelto loco! Y ese meteorito era la causa última, no podía ser de otra manera. La agitación en los mares durante los últimos meses, el caos que se extendía allá donde mirase.
- ¿Insinúas, sucia sabandija, que avisar no habría salvado a nadie? -Sus brazos humeaban, ennegreciéndose. Sus ojos, como platos, acompañaban a su ceño más fruncido-. ¿Insinúas que no podríamos haber evacuado a nadie con la información que manejabas? ¿Estás queriendo decir que durante meses, o semanas, o días, os habéis mantenido en silencio ante una amenaza de dimensiones apocalípticas?
Sol y Luna brillaban en sus manos. Como el verano, Sol refulgía apuntando hacia el este, mientras que el brillo plateado de Luna señalaba el oeste. La mirada del marine no quería buscar al gilí, pero aun así lo encontró, y hacia él no sentía nada más que odio. No, mentía. También sentía furia. Una ira desbocada solo sosegada, por el momento, ante una posible rendición incondicional del sujeto para su posterior juicio por genocidio y posible ejecución. Ni siquiera tenían por qué esperarlo, de hecho; tenían pruebas suficientes para ejecutarlo ahí mismo, no tenían por qué...
No. Ese hombre debía ser objeto de escarnio. El primero de ellos, ver a toda su tripulación cautiva y desarmada, muerta bajo el estandarte de justicia de la Marina y empalada entre las lanzas del Gobierno Mundial en la plaza central de Marineford.
- ¡Acabas de reconocer que sabías lo que iba a pasar! -gritó, colérico-. ¡Y no contentos con eso, habéis arrasado islas enteras por esa piedra! Y si no ha sido por ella, solo por vuestra ambición vacía, sois...
Calló. Su Haki se activó justo a tiempo para alertarlos, y su furia ardiente cambió, repentinamente, a una fría rabia. Su corazón retumbaba con fuerza, pero despacio. Cada latido dolía, pero le hacía sentir más vivo que nunca. Cuando oyó los sables desenvainarse sintió un escalofrío, pero sus manos se notaban más cálidas que nunca. En ellas, las hojas danzaban con la suavidad de las copas, pero con la firmeza de los robles. Se habría transformado en hielo, pero solo lo expulsó en todas direcciones mientras giraba de derecha a izquierda. Sol contra el primero, Luna contra el segundo... Ambas espadas contra el tercero, impulsando con fuerza sus brazos para tratar de hacerlo retroceder, abriendo un hueco en su ofensiva y pudiendo escapar.
Sin embargo, no escapó.
Su defensa no había sido perfecta. Una de las katanas se había acercado peligrosamente a su cuello dejando un hilo de sangre, y la otra le había rozado la mano. Tuvo que morderse la lengua para no soltar a Luna, pero consiguió aguantar. En su lugar, dio una rápida voltereta en cuanto la apertura se hizo real. Y entonces... Atacó.
No solía ser demasiado veloz, pero sus movimientos eran precisos y eficientes, tan delicados que era capaz de aprovechar al máximo cada una de sus aptitudes. Armado con sus hojas saltó contra el mismo centro del que había huido, soltando ambas espadas en el acto. Sol y Luna se clavaron en el suelo, pero antes de que llegaran a hundir sus puntas en este el rugido de Fuego helado al ser desenvainada se hizo presente. No podía usar otra que no fuera ella en esa situación; blanca como la más pura de las luces, había sido su compañera durante tanto tiempo que llegaba a asustarle. Con su primer golpe giró sobre sí mismo, finalizando con un tajo ascendente en diagonal para el segundo, que se dirigió al primero de los guerreros. Dotada de casi dos metros de extensión, Fuego representaba un peligro tan cercano como la muerte que se avecinaba con ella.
Su tercer golpe implicó redirigir la inercia de la hoja, formando un tajo horizontal contra el mismo y una nueva corrección que buscaba acertarle en las rodillas. Lo habría previsto para una parte más baja, pero tenía miedo de golpear el suelo o chocar con sus otras espadas. Aun así, pudo girar de nuevo y, con estas, repitió la secuencia: El giro finalizó con una ascendente, pero esa vez contra el segundo, corrigiendo para una horizontal hacia el abdomen y una última a las rodillas, de la que ganaba inercia para girar de nuevo, iniciando el mismo proceso de cara al tercero.
Era como un artesano de la hoja, girando y sajando -o intentándolo- una cuarta vez, esa contra el que había enfrentado a Arthur en primera instancia. Sin embargo, su plan no pasaba por hacerle verdadero daño a los samuráis -si bien esperaba que la furia desproporcionada con la que les embestía fuese suficiente-, sino aprovecharlos como calentamiento.
Con cada golpe, más preciso. Con cada movimiento, más letal. Cada tajo era más medido, cada paso más eficiente. Fue así cómo en un pestañeo pudo girar hacia el desconocido, saltando sobre su cabeza sin dejar de hacerlo, y repitiendo los movimientos que acababa de hacer.
Primero, ennegrecido por su Haki, un giro que duraba exactamente tres décimas de segundo, con la hoja a ciento sesenta grados respecto al suelo, apuntando al vientre bajo del científico. Un segundo, diagonal ascendente, que se movía tan veloz como una flecha intentando acariciar bajo sus costillas ascendiendo hasta el esternón. La corrección hacia el lateral, perfectamente paralela al suelo, y el corte a la altura de las rodillas. Cualquiera habría esperado que todo terminase con un nuevo giro, pero en su lugar optó por cargar en línea recta con un movimiento Deciso, casi instantáneo, tratando de derribarlo. Y, si lo conseguía, atravesaría su corazón.
- Os daría un discurso sobre lo perfecta que es mi espada, o sobre lo que me ha costado llegar a este punto, ¿pero sabéis qué me diferencia de un espadachín mediocre?
Había hielo por todo el suelo, tanto que había formado una capa de escarcha por todas partes mientras se movía. Con un movimiento de los dedos, cinco estacas de hielo ennegrecidas por su Haki salieron al instante bajo los enemigos.
- Que yo no soy un puto orgulloso.
- ¿Insinúas, sucia sabandija, que avisar no habría salvado a nadie? -Sus brazos humeaban, ennegreciéndose. Sus ojos, como platos, acompañaban a su ceño más fruncido-. ¿Insinúas que no podríamos haber evacuado a nadie con la información que manejabas? ¿Estás queriendo decir que durante meses, o semanas, o días, os habéis mantenido en silencio ante una amenaza de dimensiones apocalípticas?
Sol y Luna brillaban en sus manos. Como el verano, Sol refulgía apuntando hacia el este, mientras que el brillo plateado de Luna señalaba el oeste. La mirada del marine no quería buscar al gilí, pero aun así lo encontró, y hacia él no sentía nada más que odio. No, mentía. También sentía furia. Una ira desbocada solo sosegada, por el momento, ante una posible rendición incondicional del sujeto para su posterior juicio por genocidio y posible ejecución. Ni siquiera tenían por qué esperarlo, de hecho; tenían pruebas suficientes para ejecutarlo ahí mismo, no tenían por qué...
No. Ese hombre debía ser objeto de escarnio. El primero de ellos, ver a toda su tripulación cautiva y desarmada, muerta bajo el estandarte de justicia de la Marina y empalada entre las lanzas del Gobierno Mundial en la plaza central de Marineford.
- ¡Acabas de reconocer que sabías lo que iba a pasar! -gritó, colérico-. ¡Y no contentos con eso, habéis arrasado islas enteras por esa piedra! Y si no ha sido por ella, solo por vuestra ambición vacía, sois...
Calló. Su Haki se activó justo a tiempo para alertarlos, y su furia ardiente cambió, repentinamente, a una fría rabia. Su corazón retumbaba con fuerza, pero despacio. Cada latido dolía, pero le hacía sentir más vivo que nunca. Cuando oyó los sables desenvainarse sintió un escalofrío, pero sus manos se notaban más cálidas que nunca. En ellas, las hojas danzaban con la suavidad de las copas, pero con la firmeza de los robles. Se habría transformado en hielo, pero solo lo expulsó en todas direcciones mientras giraba de derecha a izquierda. Sol contra el primero, Luna contra el segundo... Ambas espadas contra el tercero, impulsando con fuerza sus brazos para tratar de hacerlo retroceder, abriendo un hueco en su ofensiva y pudiendo escapar.
Sin embargo, no escapó.
Su defensa no había sido perfecta. Una de las katanas se había acercado peligrosamente a su cuello dejando un hilo de sangre, y la otra le había rozado la mano. Tuvo que morderse la lengua para no soltar a Luna, pero consiguió aguantar. En su lugar, dio una rápida voltereta en cuanto la apertura se hizo real. Y entonces... Atacó.
No solía ser demasiado veloz, pero sus movimientos eran precisos y eficientes, tan delicados que era capaz de aprovechar al máximo cada una de sus aptitudes. Armado con sus hojas saltó contra el mismo centro del que había huido, soltando ambas espadas en el acto. Sol y Luna se clavaron en el suelo, pero antes de que llegaran a hundir sus puntas en este el rugido de Fuego helado al ser desenvainada se hizo presente. No podía usar otra que no fuera ella en esa situación; blanca como la más pura de las luces, había sido su compañera durante tanto tiempo que llegaba a asustarle. Con su primer golpe giró sobre sí mismo, finalizando con un tajo ascendente en diagonal para el segundo, que se dirigió al primero de los guerreros. Dotada de casi dos metros de extensión, Fuego representaba un peligro tan cercano como la muerte que se avecinaba con ella.
Su tercer golpe implicó redirigir la inercia de la hoja, formando un tajo horizontal contra el mismo y una nueva corrección que buscaba acertarle en las rodillas. Lo habría previsto para una parte más baja, pero tenía miedo de golpear el suelo o chocar con sus otras espadas. Aun así, pudo girar de nuevo y, con estas, repitió la secuencia: El giro finalizó con una ascendente, pero esa vez contra el segundo, corrigiendo para una horizontal hacia el abdomen y una última a las rodillas, de la que ganaba inercia para girar de nuevo, iniciando el mismo proceso de cara al tercero.
Era como un artesano de la hoja, girando y sajando -o intentándolo- una cuarta vez, esa contra el que había enfrentado a Arthur en primera instancia. Sin embargo, su plan no pasaba por hacerle verdadero daño a los samuráis -si bien esperaba que la furia desproporcionada con la que les embestía fuese suficiente-, sino aprovecharlos como calentamiento.
Con cada golpe, más preciso. Con cada movimiento, más letal. Cada tajo era más medido, cada paso más eficiente. Fue así cómo en un pestañeo pudo girar hacia el desconocido, saltando sobre su cabeza sin dejar de hacerlo, y repitiendo los movimientos que acababa de hacer.
Primero, ennegrecido por su Haki, un giro que duraba exactamente tres décimas de segundo, con la hoja a ciento sesenta grados respecto al suelo, apuntando al vientre bajo del científico. Un segundo, diagonal ascendente, que se movía tan veloz como una flecha intentando acariciar bajo sus costillas ascendiendo hasta el esternón. La corrección hacia el lateral, perfectamente paralela al suelo, y el corte a la altura de las rodillas. Cualquiera habría esperado que todo terminase con un nuevo giro, pero en su lugar optó por cargar en línea recta con un movimiento Deciso, casi instantáneo, tratando de derribarlo. Y, si lo conseguía, atravesaría su corazón.
- Os daría un discurso sobre lo perfecta que es mi espada, o sobre lo que me ha costado llegar a este punto, ¿pero sabéis qué me diferencia de un espadachín mediocre?
Había hielo por todo el suelo, tanto que había formado una capa de escarcha por todas partes mientras se movía. Con un movimiento de los dedos, cinco estacas de hielo ennegrecidas por su Haki salieron al instante bajo los enemigos.
- Que yo no soy un puto orgulloso.
- Resumen:
- Wombo combo de todos mis ámbitos y esas cosas para hacer el quinto ataque inesquivable. Tras eso, lo finalizo con rico rico hielo recién salido de fábrica.
Normas del capítulo:
- Se moderará los martes entre las 22:00 y las 23:59.
- No se puede postear los martes antes de la moderación.
- Hay un reloj que marca el tiempo restante. Cuando acaba los temas se cierran.
- Está prohibido metarrolear, powerrolear y demás actitudes tóxicas.
- A más riesgo, más premio.
- Como es tradición, el barco de Sons of Anarchy se hundirá en algún momento.
- Cada post debe ocupar entre 250 y 1.200 palabras. Si no se está en estos límites, el post podría ser ignorado.
- Es responsabilidad de un usuario comunicarse con la gente con la que interactúa.
- Si un post tiene más de 15 faltas ortográficas por párrafo podría ser ignorado.
- Hacer un resumen de acciones relevantes es obligatorio independientemente de la extensión.
- La ley del plot no es a prueba de idiotas.
Moderación:
- ”Vile y Nox”:
- Vile, Nox no se sabe de dónde ha sacado una pizarrita, pero comienza a darte una serie de indicaciones muy precisas acerca de su fruta, sobre las limitaciones de su poder y su no telequinesis, puede que dándote alguna que otra cariñosa colleja entre medias.
– A lo sumo –finaliza–, puedo intentar camuflar una barca.
Pero claro, realmente no os sirve de mucho pintar de blanco sobre el mar. Los cinco hombres se quedan mirándoos a la espera, si bien diríais que Iro parece sumamente divertido ante vuestro comportamiento, llegando a reírse por lo bajo un par de veces. Ulfric, que se mantiene expectante sin decir nada, señala en la distancia el barco, que comienza a moverse. En un principio parece que se aleja, pero si os fijáis durante un rato finalmente podéis daros cuenta de que solo ha virado hasta estar su babor completamente paralelo a la línea de costa. No parece que se mueva más, pero una barcaza se despliega desde ella y baja al agua con dos personas encima, una morena y otra pelirroja, chico y chica.
- Frente a la Capital de las Flores:
- Pobres peces gigantes. La electricidad se extiende por la tierra como el fuego sobre la gasolina, con una velocidad y un poder destructivo que muerde las escamas de los Reyes Marinos y provocando que caigan desplomados en una nube de humo negro que huele a chiringuito de playa.
La tierra se torna más sólida en torno a Dexter y, del mismo modo, la ruta de escape que planeaba seguir la escolta de Hipatia se ve cortada por un fogonazo eléctrico en el que cerca está de verse atrapados. La reina se vuelve entonces para mirar a sus enemigos con una mirada cargada de odio, tanto que cualquier atisbo de belleza parece desaparecer por un momento. Entonces musita algo, unas palabras que sólo podrán escuchar quienes se encuentren extremadamente cerca de ella:
-Este cuento no me gusta. Decídselo.
Ryuu, efectivamente, el Rey Marino que se había lanzado a por ti fallece en cuanto le atraviesas como una excavadora a un muñeco de nieve. Antes de que se vuelva a sumergir en la tierra su cuerpo es chamuscado, aunque ya no quedaba vida que arrebatarle. Si te paras un momento a mirar los alrededores verás que no eres el único que ha escuchado las palabras de Dexter Black.
La escolta que acompaña a Hipatia la ha levantado del suelo y, del mismo modo, el tipo con aspecto de samurái y las dos mujeres que le acompañan han hecho lo propio. No sé si estará equivocada o no, pero una de ellas parece haber decidido que tú eres el primer adversario al que debe abatir si quieren salir airosos de la situación. Es por ello que, después de saltar, golpea el aire con su pie derecho como si de una agente del Cipher Pol se tratase.
Cuando quieres darte cuenta se ha colocado a tu lado y su espada permanece en su funda, pero un portentoso tajo similar al que quebró el muro de roca con pasmosa facilidad cobra vida de la nada un instante después de que te percates de su posición para intentar dividirte en dos mitades.
Aki, tus bolas de energía demoniaca arrasan con la escolta de Hipatia, que no se ve capaz ni muestra intención alguna de apartarse de su trayectoria, como si verdaderamente sintiesen una atracción por ellas. Entretanto, y sin nadie que pueda protegerla de forma mínimamente eficiente, la columna de fuego que nace del suelo atrapa a la reina del Reino Ryuugu en su interior y la devora sin clemencia. Ni siquiera llega a emitir un triste quejido de dolor, pues cuando quiere darse cuenta no queda nada además de ceniza y algún que otro hueso.
Entretanto, el oleaje terrestre comienza a detenerse y la tierra vuelve a la normalidad. ¿Acaso era Hipatia la responsable de…? Un rugido, uno proveniente de ningún lugar y de todos sitios a la vez y, justo después un ser que alcanza los cuatro metros de altura irrumpe desde algún lugar en el interior de la Capital de las Flores. Posee el cuerpo de un león y el busto y el rostro de una hermosa mujer.
La criatura de misterioso origen queda en el límite de la cúpula vendaval, rugiendo de forma amenazadora como si nada acabase de suceder. Lo observa todo con una mirada inteligente, ponderando quién puede ser la mayor amenaza y a quién debe eliminar en primer lugar. Casi al mismo tiempo, una flecha de intenso color rosáceo se dispone a caer sobre Aki mientras otra hace lo propio sobre Dexter, logrando tras unos instantes de centelleante contacto vencer la resistencia que ofrece la cúpula.
-Y pensar que he estado a punto de no darle mayor importancia a tanto alboroto. -Se trata de un hombre joven y esbelto, la definición de la belleza en sí misma, que os contempla con unos ojos capaces de cautivar a cualquiera que los mire-. Creo que es el momento de cerrar este acto... Si es que no ha sido cerrado ya -añade al contemplar lo que no queda de Hipatia-. Un problema menos -susurra en un tono de voz inaudible antes de, aún sin marcharse, permanecer en su posición privilegiada sobre la muralla de la capital.
¡Y Osu! ¿Por qué se ha esfumado ese rastro que venías siguiendo? Tal vez tenga algo que ver con la desaparición de las grandes olas de tierra que habías dejado a tus espaldas. Menos mal que ya sabes dónde dirigirte. Nadie espera que alguien en el campo de batalla realice un movimiento como el que acabas de hacer, saltando directamente hacia la boca del lobo. Es por ello que tus poderosos desplazamientos no encuentran quien se pueda oponer a ellos, pues incluso la mujer que aún no está ocupada ha sido incapaz de reaccionar a tiempo pese a sus portentosas habilidades.
Lo cierto es que no sé cómo llevarás el tema del haki de observación, pero en caso de que optes por emplearlo en el palacio podrás identificar una presencia de un poder abrumador que, aparentemente, brota del suelo bajo el palacio.
- Kiritsu:
- Arthur, el sujeto que había lanzado la onda cortante recula un par de pasos al comprobar que no ha provocado en ti los daños que esperaba. Se sitúa junto a Nimbus, quien ya no muestra una expresión tan tranquila y confiada como hace un momento. Parece que se ha dado cuenta de que está en problemas, pero ¿acaso no se había dado cuenta antes?
-Lo lamento, pero en estos momentos eso es algo que no puedo hacer –dice al tiempo que da un suave toque en el suelo con su bastón. El suelo se resquebraja sin aparente dificultad desde el punto en el que ha sido golpeado, naciendo surcos de forma en principio anárquica pero que tras un par de segundos se dirigen directamente hacia tu posición. A continuación, un portentoso rayo emerge de la tierra buscando tu cuerpo.
Al… cabum. Los cuerpos de los samuráis caen, inertes o lisiados, mientras Nimbus comienza a ser consciente de lo intranscendental de sus últimas palabras. Las oscuras estacas de hielo le han atravesado y la hoja de tu espada ha dejado reducida su figura a algo sencillamente similar a lo que era unos segundos atrás. Si habría sido mejor idea apresarle es algo que dejaremos para otro momento, así como si habría sido posible o no sin que se produjese la muerte en el proceso, pero el hecho es que el campamento ha sido despojado de toda vida y Nimbus Hubble, científico de confianza de Kepler y probablemente quien más sabía de esa cosa que se acaba de estrellar, ha muerto.
Aki D. Arlia
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Lo había conseguido. Por fin, lo había conseguido. Nadie más daría su vida de forma inútil por Hipatia, porque la reina ya no estaba. Sonrió y apagó las llamas, contemplando por un instante la pila de cenizas que quedaba en su lugar. En realidad, sabía que eso podía resultar un problema. No había un cuerpo identificable, no había pruebas de que estuviera muerta. Pero confiaba en que su ausencia fuera suficiente, por lo menos para evitar más derramamiento de sangre.
Regresó a su forma completa. Su pelo se apagó, volviendo al rojo que le caracterizaba. El látigo de fuego se desvaneció en el aire y aunque no había disminuido tanto en tamaño, de repente se sintió muy pequeña. Pero lo había conseguido, eso era lo que importaba. Pronto, Wano volvería a pertenecer a su gente.
De repente, vio una flecha surcando el aire. Colocó un muro de energía delante de ella para frenarla mientras se hacía a un lado de un rapidísimo aletazo. Alzó la mirada y de repente, fue consciente de la situación en la que se encontraban.
Dexter había levantado a su alrededor una cúpula para protegerles. A sus pies, en una tierra que ya no se movía, los cadáveres de Reyes marinos de apilaban sin vida. No creía haber visto nunca a tantos juntos y lo peor es que no era ni de lejos lo más sorprendente, ni lo más acuciante. Frente a ella, tras la cúpula, se encontraba… ¡una esfinge! O por lo menos, eso creía. Mitad león, mitad mujer, parecía estar decidiendo con quién comenzaría su festín. La pirata frunció el ceño, confusa. No sabía de dónde había salido, ni quién la había mandado, pero claramente no estaba de su parte.
Por si no fuera poco, estaba el mensajero detrás de la flecha que había desviado. En cuanto le vio, le costó no quitarle los ojos de encima. Era hermoso. Objetiva, peligrosamente hermoso. De eso sabía un tanto. No tenía claro qué había en la flecha que había tratado de herirla, pero tampoco pensaba averiguarlo. Se había quedado en la muralla de la ciudad, por lo que decidió aprovechar y reunirse con Dexter. En realidad, todo el suelo estaba plagado de combatientes y empezaba a preguntarse si no sería mejor idea aunar fuerzas. Aunque no tenía muy claro que el… ¿viudo? de Hipatia tuviera muchas ganas de echarle un cable. En lugar de eso, se acercó al dragón mientras agarraba uno de sus sai, alerta ante lo que pudiera pasar.
-Hipatia ha caído.- dijo sin acercársele demasiado. No se fiaba ni un pelo del apuesto desconocido y si su belleza encerraba habilidades parecidas a las suyas, no iba a darle oportunidad de utilizar a nadie en su contra.- Pero ha llegado el relevo y no parece que ellos vayan a escudarse con soldados.
En parte, eso era bueno. Menos muertes estúpidas. Por otro lado… paseo la mirada de la esfinge al hombre, indecisa ante por dónde empezar. Al final sonrió y se quedó a un lado de Dexter, aguardando lo que pudiera pasar. No se le escapaba que era probable que él tuviera más información que ella.
-¿Les conoces? Señala el camino y estaré allí contigo, sin dudarlo.
Lo decía de verdad.
Regresó a su forma completa. Su pelo se apagó, volviendo al rojo que le caracterizaba. El látigo de fuego se desvaneció en el aire y aunque no había disminuido tanto en tamaño, de repente se sintió muy pequeña. Pero lo había conseguido, eso era lo que importaba. Pronto, Wano volvería a pertenecer a su gente.
De repente, vio una flecha surcando el aire. Colocó un muro de energía delante de ella para frenarla mientras se hacía a un lado de un rapidísimo aletazo. Alzó la mirada y de repente, fue consciente de la situación en la que se encontraban.
Dexter había levantado a su alrededor una cúpula para protegerles. A sus pies, en una tierra que ya no se movía, los cadáveres de Reyes marinos de apilaban sin vida. No creía haber visto nunca a tantos juntos y lo peor es que no era ni de lejos lo más sorprendente, ni lo más acuciante. Frente a ella, tras la cúpula, se encontraba… ¡una esfinge! O por lo menos, eso creía. Mitad león, mitad mujer, parecía estar decidiendo con quién comenzaría su festín. La pirata frunció el ceño, confusa. No sabía de dónde había salido, ni quién la había mandado, pero claramente no estaba de su parte.
Por si no fuera poco, estaba el mensajero detrás de la flecha que había desviado. En cuanto le vio, le costó no quitarle los ojos de encima. Era hermoso. Objetiva, peligrosamente hermoso. De eso sabía un tanto. No tenía claro qué había en la flecha que había tratado de herirla, pero tampoco pensaba averiguarlo. Se había quedado en la muralla de la ciudad, por lo que decidió aprovechar y reunirse con Dexter. En realidad, todo el suelo estaba plagado de combatientes y empezaba a preguntarse si no sería mejor idea aunar fuerzas. Aunque no tenía muy claro que el… ¿viudo? de Hipatia tuviera muchas ganas de echarle un cable. En lugar de eso, se acercó al dragón mientras agarraba uno de sus sai, alerta ante lo que pudiera pasar.
-Hipatia ha caído.- dijo sin acercársele demasiado. No se fiaba ni un pelo del apuesto desconocido y si su belleza encerraba habilidades parecidas a las suyas, no iba a darle oportunidad de utilizar a nadie en su contra.- Pero ha llegado el relevo y no parece que ellos vayan a escudarse con soldados.
En parte, eso era bueno. Menos muertes estúpidas. Por otro lado… paseo la mirada de la esfinge al hombre, indecisa ante por dónde empezar. Al final sonrió y se quedó a un lado de Dexter, aguardando lo que pudiera pasar. No se le escapaba que era probable que él tuviera más información que ella.
-¿Les conoces? Señala el camino y estaré allí contigo, sin dudarlo.
Lo decía de verdad.
- resumen:
- Poner un muro de energía para interceptar la flecha y apartarse, acercarse a Dexter y esperar a ver si él sabe algo de los recién llegados (?)
Maki
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Muerta. Hipatia estaba muerta. Solo huesos y ceniza, una leve sombra churruscada en el suelo. Ya no había nada, todo devorado por el fuego de aquella mujer malvada. ¿Estaba bien aquello? Sabía que no había sido la mejor reina del mundo, que su carácter y su leve tendencia fascistilla podían no ser del agrado de todos. ¿Era lo correcto quemarla hasta la muerte? La Revolución no actuaba así. Ellos luchaban contra el mal, pero nunca buscando su muerte, solo su derrota. Maki había derrocado reyes, mas nunca de forma cruel. Un buen revolucionario derrotaba a los opresores, y como mucho luego se morían por motivos ajenos a él.
Y ahora, ¿qué? Maki era viudo. Había vuelto al mercado de la soltería de la forma más cruel posible. Ya no podría reinsertar a su esposa en la sociedad. No podría volverla buena. Adiós a todas las posibilidades que su matrimonio le ofrecía.
Los bellos recuerdos de su tiempo juntos acudieron a su mente en tromba: Hipatia colocando un perro de presa en el lado de la cama de Maki; Hipatia tirándole una piraña a la cara; Hipatia apuñalando los peluches de Maki, metiendo arena en su máquina de helados, persiguiéndole con una aguja de coser, burlándose de su barriga, rompiendo sus camisetas favoritas, echando caca de salmón sobre la colcha de su abuela... Tal vez su matrimonio no hubiera sido perfecto, pero había sido algo. Existían muchas posibilidades de que mejorara. De hecho, solo podía ir a mejor, y por eso era una tragedia su pérdida.
Y ahora, ¿qué? Jamás había esperado que nadie estuviera dispuesto a casarse con él. Dudaba que encontrase a nadie más. Sí, vale, su mujer había sido cruel, vengativa y despiadada, pero seguían siendo pareja. Y él mismo había ido a Wano a secuestrarla. Sin embargo, en ese momento le daba igual. ¿No tenía derecho un marido a sentirse furioso sin razón? Por primera vez desde que tenía memoria, Augustus Makintosh estaba verdaderamente furioso. Y alguien iba a pagarlo.
Aleteó por el aire para escapar de ese viento que le aprisionaba y atravesó el campo de batalla. Nadie le hacía caso. No tenía enemigos allí, lo cual no quería decir que tuviese aliados. El supuesto revolucionario acompañaba a la asesina. Ambos eran culpables. Si le hubiesen dejado a él hacer las cosas habría acabado poniendo fin a todo de forma pacífica, o al menos más inofensiva.
Apretó con fuerza su espada de bambú. La habría roto, pero la encontró dura, mucho más de lo que había esperado, como protegida por una fuerza invisible. Seguramente fuese el espíritu de la Causa, que se ponía de su lado.
Sin mediar palabra, dispuesto a ejercer su justo derecho de vengador, Augustus cerró al puño y...
-Rayos, qué altos están.
Los dos villanos estaban volando. Eso... eso no lo había pensado bien. ¿Les lanzaba la espada? No, eso seguramente quedaría muy mal. Luego tendría que ir a buscarla y todo. A lo mejor si saltaba mucho... no, no, eso le haría parecer ridículo. ¿Y si les gritaba que bajasen? A lo mejor le hacían caso, pero ¿y si no? ¡¡Le estaban fastidiando su venganza!!
Enfurruñado, volvió sobre sus pasos en dirección a al ciudad. Ya se había pasado el momento de épica venganza. Al cuerno con todo. Y con todos. Volvería al palacio, empaquetaría sus cosas y se marcharía a casa. Los demás gyojins le seguirían, como rey suyo que era, pero sería contrarrevolucionario ordenárselo. En cualquier caso, sin Hipatia allí ya no tenía nada que hacer. Wano podía apañárselas sin él.
Y ahora, ¿qué? Maki era viudo. Había vuelto al mercado de la soltería de la forma más cruel posible. Ya no podría reinsertar a su esposa en la sociedad. No podría volverla buena. Adiós a todas las posibilidades que su matrimonio le ofrecía.
Los bellos recuerdos de su tiempo juntos acudieron a su mente en tromba: Hipatia colocando un perro de presa en el lado de la cama de Maki; Hipatia tirándole una piraña a la cara; Hipatia apuñalando los peluches de Maki, metiendo arena en su máquina de helados, persiguiéndole con una aguja de coser, burlándose de su barriga, rompiendo sus camisetas favoritas, echando caca de salmón sobre la colcha de su abuela... Tal vez su matrimonio no hubiera sido perfecto, pero había sido algo. Existían muchas posibilidades de que mejorara. De hecho, solo podía ir a mejor, y por eso era una tragedia su pérdida.
Y ahora, ¿qué? Jamás había esperado que nadie estuviera dispuesto a casarse con él. Dudaba que encontrase a nadie más. Sí, vale, su mujer había sido cruel, vengativa y despiadada, pero seguían siendo pareja. Y él mismo había ido a Wano a secuestrarla. Sin embargo, en ese momento le daba igual. ¿No tenía derecho un marido a sentirse furioso sin razón? Por primera vez desde que tenía memoria, Augustus Makintosh estaba verdaderamente furioso. Y alguien iba a pagarlo.
Aleteó por el aire para escapar de ese viento que le aprisionaba y atravesó el campo de batalla. Nadie le hacía caso. No tenía enemigos allí, lo cual no quería decir que tuviese aliados. El supuesto revolucionario acompañaba a la asesina. Ambos eran culpables. Si le hubiesen dejado a él hacer las cosas habría acabado poniendo fin a todo de forma pacífica, o al menos más inofensiva.
Apretó con fuerza su espada de bambú. La habría roto, pero la encontró dura, mucho más de lo que había esperado, como protegida por una fuerza invisible. Seguramente fuese el espíritu de la Causa, que se ponía de su lado.
Sin mediar palabra, dispuesto a ejercer su justo derecho de vengador, Augustus cerró al puño y...
-Rayos, qué altos están.
Los dos villanos estaban volando. Eso... eso no lo había pensado bien. ¿Les lanzaba la espada? No, eso seguramente quedaría muy mal. Luego tendría que ir a buscarla y todo. A lo mejor si saltaba mucho... no, no, eso le haría parecer ridículo. ¿Y si les gritaba que bajasen? A lo mejor le hacían caso, pero ¿y si no? ¡¡Le estaban fastidiando su venganza!!
Enfurruñado, volvió sobre sus pasos en dirección a al ciudad. Ya se había pasado el momento de épica venganza. Al cuerno con todo. Y con todos. Volvería al palacio, empaquetaría sus cosas y se marcharía a casa. Los demás gyojins le seguirían, como rey suyo que era, pero sería contrarrevolucionario ordenárselo. En cualquier caso, sin Hipatia allí ya no tenía nada que hacer. Wano podía apañárselas sin él.
- Resumen:
- Maki el Viudo, culminado el braguetazo oficialmente, se vuelve al palacio para hacer las maletas.
AEG93
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
La afilada espada del samurai pasó a través del rey marino como un cuchillo pasa a través de la mantequilla. La majestuosa y terrorífica criatura cayó muerta al instante, sin poder hacer nada por igualar el poder de Ryuu. Sin embargo, lo que sucedió mientras tanto tuvo un impacto a la vez positivo y negativo sobre su mente. Un poderoso ataque de Aki hizo que Hipatia, la usurpadora que había tiranizado la Isla Gyojin y arrasado Wano, desapareciera en poco más que ceniza.
No podía ser verdad. La arpía había muerto. Por un breve momento la rabia de no haber sido él quien la había borrado de la faz de la tierra se apoderó de él. No obstante tras apenas unos segundos se dio cuenta de que en realidad lo importante era que al fin el mundo se había librado de ella. La cuestión de quién hubiera sido el responsable de ello no era sino una absurda lucha de egos. El objetivo se había logrado, y eso era lo que importaba.
Sin embargo el semigyojin no tuvo mucho tiempo para celebrar aquella victoria de su pueblo, pues una de las protectoras de la difunta reina se lanzó sobre él con ansias asesinas. Colocándose a su lado trató de alcanzarle con un velocísimo tajo al que no habría sido capaz de responder de no ser por el intenso pitido en sus oídos. Nuevamente su Haki de Observación hizo acto de presencia en un momento de extrema urgencia vital, evitando que un ataque enemigo terminara con la vida del espadachín.
Este aguantó su postura hasta el último momento, sin moverse lo más mínimo hasta que lo tuvo claro. El hueco apareció ante él. Giró sobre sí mismo a gran velocidad, dando un par de pasos en el aire para situarse justo a un costado de su atacante, y acompañó su movimiento con su brazo izquierdo, en cuya mano descansaba Kirisame. La afilada katana trazó un letal arco que se dirigió tan rápido como el samurai pudo ejecutar su movimiento hacia el cuello de su adversaria, dispuesto a separar su cabeza de su cuerpo.
No podía ser verdad. La arpía había muerto. Por un breve momento la rabia de no haber sido él quien la había borrado de la faz de la tierra se apoderó de él. No obstante tras apenas unos segundos se dio cuenta de que en realidad lo importante era que al fin el mundo se había librado de ella. La cuestión de quién hubiera sido el responsable de ello no era sino una absurda lucha de egos. El objetivo se había logrado, y eso era lo que importaba.
Sin embargo el semigyojin no tuvo mucho tiempo para celebrar aquella victoria de su pueblo, pues una de las protectoras de la difunta reina se lanzó sobre él con ansias asesinas. Colocándose a su lado trató de alcanzarle con un velocísimo tajo al que no habría sido capaz de responder de no ser por el intenso pitido en sus oídos. Nuevamente su Haki de Observación hizo acto de presencia en un momento de extrema urgencia vital, evitando que un ataque enemigo terminara con la vida del espadachín.
Este aguantó su postura hasta el último momento, sin moverse lo más mínimo hasta que lo tuvo claro. El hueco apareció ante él. Giró sobre sí mismo a gran velocidad, dando un par de pasos en el aire para situarse justo a un costado de su atacante, y acompañó su movimiento con su brazo izquierdo, en cuya mano descansaba Kirisame. La afilada katana trazó un letal arco que se dirigió tan rápido como el samurai pudo ejecutar su movimiento hacia el cuello de su adversaria, dispuesto a separar su cabeza de su cuerpo.
- Resumen:
- Ver cómo Aki se carga a Hipatia. Esperar hasta el último momento y tratar de contraatacar con mi maestría Postura Perfecta.
Osuka Sumisu
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Esquivando con facilidad los obstáculos que se encontraba por el camino. Uno de los reyes marinos parecía estar con ganas de morderle, pero haciendo un tirabuzón alrededor suyo fue suficiente para que desistiera antes de que fuese atravesado y aniquilado por un samurái. Ya era hora de que uno de aquellos estuviera de su parte.
El rastro se enfría casi al mismo tiempo que las dos olas de tierra desaparecían, pero para eso tenía el mantra, que si uno no lo usa una vez a la semana pierdes la práctica. Gracias a que ya sabía más o menos que dirección era y la cada vez mayor proximidad, pudo percibir la presencia bajo el suelo del palacio.
Su ángulo en el aire cambio, apuntando con su cabeza hacia el suelo. Potenciando de nuevo sus poderosas piernas, uso ambas para impulsarse en el aire y haciendo que se chocase contra el suelo como si fuera un obús, pero que con sus poderes, no se diferenció de zambullirse en una piscina. Aun con el mantra en activo, busco la fuente de la poderosa presencia. Haciendo un arco ascendente dentro de la tierra hasta la superficie como una erupción. No era tan imbécil como para ir directamente debajo del origen, pero sí que saldría cerca.
En caso de que hubiese alguien en la estancia, los miraría fijamente a medida que se iba desempolvando el polvo y la tierra que tenía encima de aquella armadura carmesí.
- ¿Alguien ha pedido una pizza? ¿Esta es la dirección de calle “localcoño gyojin nº 123”?
El que en realidad no hubiese pizza seria el menor de sus problemas.
El rastro se enfría casi al mismo tiempo que las dos olas de tierra desaparecían, pero para eso tenía el mantra, que si uno no lo usa una vez a la semana pierdes la práctica. Gracias a que ya sabía más o menos que dirección era y la cada vez mayor proximidad, pudo percibir la presencia bajo el suelo del palacio.
Su ángulo en el aire cambio, apuntando con su cabeza hacia el suelo. Potenciando de nuevo sus poderosas piernas, uso ambas para impulsarse en el aire y haciendo que se chocase contra el suelo como si fuera un obús, pero que con sus poderes, no se diferenció de zambullirse en una piscina. Aun con el mantra en activo, busco la fuente de la poderosa presencia. Haciendo un arco ascendente dentro de la tierra hasta la superficie como una erupción. No era tan imbécil como para ir directamente debajo del origen, pero sí que saldría cerca.
En caso de que hubiese alguien en la estancia, los miraría fijamente a medida que se iba desempolvando el polvo y la tierra que tenía encima de aquella armadura carmesí.
- ¿Alguien ha pedido una pizza? ¿Esta es la dirección de calle “localcoño gyojin nº 123”?
El que en realidad no hubiese pizza seria el menor de sus problemas.
- Resumen:
- El mantra esta pa' usarlo, el que lo saca pa' enseñarlo es un parguela.
Y buena tactica del topo si señoh
Gareth Silverwing
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
- ¡¿De verdad te los has cargado?! - Grité mirando a Al más incrédulo por el hecho de que hubieran caído muertos que por la acción del Almirante, al fin y al cabo iba a hacerlo yo en unos instantes si no me quedaba otra.
Me quité los restos de roca encima y escupí algo de sangre a la vez que disipaba la mayoría de energía que había concentrado. No me esperaba ese rayo del suelo y me había dado de lleno, mientras estaba inmerso en la luz me había perdido el instante en el que Al se había encargado de todo el campamento. Estaba a punto de dar rienda suelta a toda mi ira, devolverles el dolor sufrido por el ataque del científico (Tendría que revisar mis heridas más tarde), pero estaban todos muertos.
- No puede ser tan fácil, nunca lo es. - Dije mientras me movía entre ellos evaluando los daños, para luego mirar alrededor asegurándome de que no fuera una treta. Me llevé la mano a la frente arrugada mientras pensaba en lo que hacer. - Comprueba que de verdad están muertos y no son muñecos o algo, en serio, hemos estado luchando contra serpientes de lava que han durado más que estos tíos, no pueden haber muerto tan fácilmente. Hubble sigue vivo en algún sitio, pero si no aparece... Voy a descubrir los secretos de su investigación.
Dicho eso me puse en camino a la gran tienda de la que había salido, si se había traído equipo del calibre de un telescopio seguro que tenía, como mínimo notas de campo. Con lo que pudiera encontrar ahí podría hacerme una mejor idea de qué estaba pasando y quizás tuviéramos una pista antes de irnos. Todo eso si podía investigar en paz claro.
Me quité los restos de roca encima y escupí algo de sangre a la vez que disipaba la mayoría de energía que había concentrado. No me esperaba ese rayo del suelo y me había dado de lleno, mientras estaba inmerso en la luz me había perdido el instante en el que Al se había encargado de todo el campamento. Estaba a punto de dar rienda suelta a toda mi ira, devolverles el dolor sufrido por el ataque del científico (Tendría que revisar mis heridas más tarde), pero estaban todos muertos.
- No puede ser tan fácil, nunca lo es. - Dije mientras me movía entre ellos evaluando los daños, para luego mirar alrededor asegurándome de que no fuera una treta. Me llevé la mano a la frente arrugada mientras pensaba en lo que hacer. - Comprueba que de verdad están muertos y no son muñecos o algo, en serio, hemos estado luchando contra serpientes de lava que han durado más que estos tíos, no pueden haber muerto tan fácilmente. Hubble sigue vivo en algún sitio, pero si no aparece... Voy a descubrir los secretos de su investigación.
Dicho eso me puse en camino a la gran tienda de la que había salido, si se había traído equipo del calibre de un telescopio seguro que tenía, como mínimo notas de campo. Con lo que pudiera encontrar ahí podría hacerme una mejor idea de qué estaba pasando y quizás tuviéramos una pista antes de irnos. Todo eso si podía investigar en paz claro.
- Resumen:
- Recibir el ataque de lleno, indignarme muchio e ir a ver la tienda de Hubble a ver qué encuentro.
Shinobu Yamamoto
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Uno de los puntos importantes de la operación era mantenernos seguros entre la débil tormenta de polvo. Sabía que no conseguiría nublar por completo la visibilidad del enemigo, pero el poder haber hecho un solo ataque sorpresa mostraba que mi táctica era efectiva. Ahora bien, algo me decía que a mis compañeros no les estaba yendo tan bien. Al menos no parecía haber ningún herido. En cualquier caso, generaría una ráfaga de viento si es que veía otra salva de flechas. Como los cuerpos de los proyectiles eran solo una varilla de madera serían desplazados sin problema.
Me adelanté y sujeté a Oni Sakon con fuerza, dispuesta a usarla una vez más, pero… Uno de los motores principales del ser humano era el miedo, no es que me gustara hacer uso de él, pero si infundía el terror suficiente podría evitar una masacre. Seguramente la situación en la capital estaba controlada y había una alta probabilidad de que Udon fuera otra vez una región libre. Bueno, tenía que intentarlo; si no conseguía convencer a mis enemigos, volvería a la batalla.
—¡Escúchenme, soldados! ¡Se encuentran completamente rodeados y bastaría un golpe de mi lanza para alzar un tornado bajo sus pies! ¡¿Esto es lo que quieren?! ¡¿Morir con la piel desgarrada, los pulmones reventados y los huesos rotos?! —les pregunté, arremolinando el viento en torno al círculo—. ¡Si arrojan sus armas y se entregan, nadie más tiene que morir hoy! ¡Todos tendrán un juicio justo, eso lo puedo jurar!
No estaba segura de si podía hacer un juramento como ese, después de todo, ¿quién era yo en este nuevo mundo de metal? No tenía la autoridad que antaño tuve, de hecho, ni siquiera sabía cómo funcionaba la justicia actual. Sin embargo, conocía a Tori-san y confiaba en el Gran Comandante, el hombre que había parado una gran bola de fuego con un solo movimiento. Era una buena persona, no cometería ninguna injusticia contra esta gente. La guerra estaba terminando, eso quería creer.
Me adelanté y sujeté a Oni Sakon con fuerza, dispuesta a usarla una vez más, pero… Uno de los motores principales del ser humano era el miedo, no es que me gustara hacer uso de él, pero si infundía el terror suficiente podría evitar una masacre. Seguramente la situación en la capital estaba controlada y había una alta probabilidad de que Udon fuera otra vez una región libre. Bueno, tenía que intentarlo; si no conseguía convencer a mis enemigos, volvería a la batalla.
—¡Escúchenme, soldados! ¡Se encuentran completamente rodeados y bastaría un golpe de mi lanza para alzar un tornado bajo sus pies! ¡¿Esto es lo que quieren?! ¡¿Morir con la piel desgarrada, los pulmones reventados y los huesos rotos?! —les pregunté, arremolinando el viento en torno al círculo—. ¡Si arrojan sus armas y se entregan, nadie más tiene que morir hoy! ¡Todos tendrán un juicio justo, eso lo puedo jurar!
No estaba segura de si podía hacer un juramento como ese, después de todo, ¿quién era yo en este nuevo mundo de metal? No tenía la autoridad que antaño tuve, de hecho, ni siquiera sabía cómo funcionaba la justicia actual. Sin embargo, conocía a Tori-san y confiaba en el Gran Comandante, el hombre que había parado una gran bola de fuego con un solo movimiento. Era una buena persona, no cometería ninguna injusticia contra esta gente. La guerra estaba terminando, eso quería creer.
Normas del capítulo:
- Se moderará los martes entre las 22:00 y las 23:59.
- No se puede postear los martes antes de la moderación.
- Hay un reloj que marca el tiempo restante. Cuando acaba los temas se cierran.
- Está prohibido metarrolear, powerrolear y demás actitudes tóxicas.
- A más riesgo, más premio.
- Como es tradición, el barco de Sons of Anarchy se hundirá en algún momento.
- Cada post debe ocupar entre 250 y 1.200 palabras. Si no se está en estos límites, el post podría ser ignorado.
- Es responsabilidad de un usuario comunicarse con la gente con la que interactúa.
- Si un post tiene más de 15 faltas ortográficas por párrafo podría ser ignorado.
- Hacer un resumen de acciones relevantes es obligatorio independientemente de la extensión.
- La ley del plot no es a prueba de idiotas.
Moderación:
- La capital de las flores:
- La esfinge aún aguarda con calma en el margen de la cúpula protectora trazada por Dexter en medio del campo de batalla. Permanece inexpresiva, mientras que los rostros de quienes al fin pudieron levantarse tras ser derribados hace varis minutos no pueden evitar mostrar un colosal asombro. Aquellos humanos que obedecen al Heperador parecen dudar acerca de cuál debe ser su siguiente paso, mientras que el grito de guerra estalla en el seno del ejército gyojin.
Maki, por tu parte nadie te impide que emprendas el camino de regreso para volver… donde quiera que vayas. No obstante, tus congéneres están en estos momentos tan cegados por la ira que no se han detenido a ver lo que estás haciendo o hacia dónde te diriges. Tanto es así que, a menos que les des una orden directa de que se den la vuelta y abandonen el lugar junto a ti, todo apunta a que el último ataque a los asesinos es inminente.
Ryuu, al igual que sucede contigo, nadie esperaba un fin tan abrupto para la antigua reina del reino Ryuugu. Es por ello que incluso la mujer que ha hecho de ti su objetivo se ve sorprendida por el inesperado giro de los acontecimientos y, pese a conseguir evitar que tu corte le separe la cabeza del resto del cuerpo, no puede evitar que un corte tremendamente feo y peligroso adorne su torso. La sangre mana a borbotones cuando recibe una orden de parte del samurái manco, momento en que se retira para caer desplomada a su lado. Aun así, parece que está viva. Oye, ¿y el médico?
Osu, tras mucho buscar das con una estancia subterránea bajo el palacio del shogun. No es e grandes dimensiones, pero aciertas a ver una cama similar a la que podrías encontrar en un hospital. En ella se encuentra sentada una niña-caballito de mar que porta un casco transparente al que están conectadas varias mangueras, las cuales a su vez proceden de diferentes máquinas repartidas por el lugar. Algunos científicos se encuentran junto a ella, alerta ante cualquier señal alarmante.
Aki, cuando regresas a la posición e Dexter e inmediatamente después de que le dirijas tus palabras, puedes ver cómo el apuesto hombre abandona su posición privilegiada como si todo lo que se ha formado no tuviese nada que ver con él. Camina con parsimonia hasta encontrarse lo suficientemente cerca del samurái, a quien sonríe antes de dedicar un simple “se acabó”. Efectivamente, el hombre alza una mano y todos y cado uno de los soldados a las órdenes de C. Tzar emprende la retirada para, previsiblemente, regresar bajo el manto de su señor.
Casi de forma simultánea, si decidís mirar a lo lejos en algún momento identificaréis un contingente no demasiado numeroso de personas uniformadas. Bajo ningún concepto representarían una amenaza, pero el hombre que lo lidera, el inconfundible Kurookami, sí es algo a tener en cuenta. Llegan tarde, pero eso no les impide avanzar hacia donde ha tenido lugar el conflicto. Por cierto, desde la retaguardia del ejército gyojin. Hola Maki.
- Arthur:
- No seré yo quien te diga si ese señor está vivo o muerto, pero la verdad es que sí que parece todo un poco raro… Como demasiado fácil, como tú mismo dices. Sea como sea, si echas un ojo a sus notas verás que hay información relevante, como diferencia d tamaño entre lo que esperaba que cayese y lo que verdaderamente ha caído, cálculos para fundir cuyas propiedades ni siquiera te suenan, aunque no dejan de parecer más que meras estimaciones sin ningún rastro de seguridad y demás elementos de índole similar. No obstante, puedes ver a la perfección que todo eso es información a añadir a un cuerpo principal mucho más extenso y detallado por necesidad; cuerpo que, por desgracia, no se encuentra en la tienda. Algo es algo, desde luego.
En medio de la investigación tu Den Den Mushi –o el de Al- comienza a sonar, perteneciendo la voz al otro lado a Douglas Lite. Informa de que su grupo y él han llegado a la Capital de las Flores y que parece que la situación se ha puesto bastante tensa. Avanzan hacia la retaguardia del ejército gyojin y no ve a Hipatia y, además, para vuestro recogido quienes dejasteis protegiendo el puerto y la ruta de suministros no parecen haber vuelto a sufrir ataque alguno.
- Shinobu:
- Hay una descarga más antes de que pronuncias en voz alta tus palabras, aunque como bien señalas, todos los virotes son desviados sin ser capaces de provocar herida alguna en tus inexpertos milicianos. Después tus palabras resuenan por el lugar, arrastrados por el viento y camufladas en cuanto a su procedencia. No obtienes respuesta en un primer momento, pero tras unos minutos de tenso silencio uno de los chicos exclama algo, eufórico:
-¡Se rinden!
Efectivamente, puedes oír el sonido del metal al aterrizar con estrépito sobre el suelo y, en caso de que deshagas la pequeña tormenta de arena generada, observarás los rostros atónitos de los preparados militares y sus manos alzadas mientras son señalados por las rudimentarias y toscas armas de tus chicos. ¡Buen trabajo!
Aki D. Arlia
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Observó de reojo cómo el gyojin se marchaba camino a la ciudad, pero no hizo amago de detenerle. Era un revolucionario al fin y al cabo, ¿no? Era consciente de que acababa de matar a su esposa, aunque no tenía muy claro cómo había llegado él a ese punto. Quizá había sido una estrategia de la Revolución y ella acababa de estropearla. Esperaba que no. Cerca de él, el ejército gyojin todavía gritaba y se alborozaba. Pronto irían a por ellos, no hacía falta tener todas las neuronas conectadas para saberlo, pero no le preocupaba demasiado. No tenía intención de ponerse a su alcance y aunque entendía su rabia, estaba convencida de que había hecho lo mejor. ¿Qué pueblo necesita a una reina que se quede impávida ante sus sacrificios? Ninguno. Ya lo entenderían.
Se quedó quieta, mirando el panorama. De alguna forma, todo parecía haberse ido deteniendo, o por lo menos, ralentizando. La esfinge estaba en su lugar, quieta en el borde de la cúpula de Dexter. No había nada en su expresión que pudiera darle una pista sobre qué estaba pensando. La pirata suspiró. Empezaba a estar cansada. Le habría gustado ir y hablar con la criatura; pese a que sabía de sobras que era una pésima idea, tenía curiosidad por saber cómo pensaba y que quería un ser así. Matarle, probablemente. Quizá otro día.
Su otra preocupación era el peligrosamente apuesto desconocido que había aparecido de la nada lanzándoles flechas, pero él también parecía dispuesto a retirarse. Observó sin moverse cómo se acercaba al samurái y cómo poco a poco el ejército daba media vuelta bajo su mando. Apretó los dientes, molesta. No habían ganado la guerra y ni siquiera estaba segura de que hubieran ganado la batalla. ¿Habría salvado más vidas de las que había ajusticiado por el camino? No podía estar segura, nunca podría. Tampoco tenía claro desde cuando le importaba tanto. La indignación había ido creciendo en su interior en las últimas semanas y ahora se sentía impotente ante el resultado de sus acciones.
Por si no fuera suficiente, un reflejo azul captó su atención. La marina. Tarde y a rastras, pero habían llegado. Más allá de los revolucionarios reconoció al hombre que iba al mando. Kurookami. Le colocó una mano en el hombro a Dexter; no tenía intención de luchar con él en ese momento.
-Creo que es hora de tomar ejemplo… y organizar la retirada.
Esperaría su reacción y marcharía volando. Todavía quería asegurarse de que la joven princesa estaba intacta y era el momento idóneo para comprobar cómo estaba el resto de la isla. Sin embargo, primero era preciso encontrar un lugar para descansar. Aunque solo fuera un poco.
Se quedó quieta, mirando el panorama. De alguna forma, todo parecía haberse ido deteniendo, o por lo menos, ralentizando. La esfinge estaba en su lugar, quieta en el borde de la cúpula de Dexter. No había nada en su expresión que pudiera darle una pista sobre qué estaba pensando. La pirata suspiró. Empezaba a estar cansada. Le habría gustado ir y hablar con la criatura; pese a que sabía de sobras que era una pésima idea, tenía curiosidad por saber cómo pensaba y que quería un ser así. Matarle, probablemente. Quizá otro día.
Su otra preocupación era el peligrosamente apuesto desconocido que había aparecido de la nada lanzándoles flechas, pero él también parecía dispuesto a retirarse. Observó sin moverse cómo se acercaba al samurái y cómo poco a poco el ejército daba media vuelta bajo su mando. Apretó los dientes, molesta. No habían ganado la guerra y ni siquiera estaba segura de que hubieran ganado la batalla. ¿Habría salvado más vidas de las que había ajusticiado por el camino? No podía estar segura, nunca podría. Tampoco tenía claro desde cuando le importaba tanto. La indignación había ido creciendo en su interior en las últimas semanas y ahora se sentía impotente ante el resultado de sus acciones.
Por si no fuera suficiente, un reflejo azul captó su atención. La marina. Tarde y a rastras, pero habían llegado. Más allá de los revolucionarios reconoció al hombre que iba al mando. Kurookami. Le colocó una mano en el hombro a Dexter; no tenía intención de luchar con él en ese momento.
-Creo que es hora de tomar ejemplo… y organizar la retirada.
Esperaría su reacción y marcharía volando. Todavía quería asegurarse de que la joven princesa estaba intacta y era el momento idóneo para comprobar cómo estaba el resto de la isla. Sin embargo, primero era preciso encontrar un lugar para descansar. Aunque solo fuera un poco.
- resumen:
- Mucho mirar, poco hacer, retirarse (?)
Maki
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Por la mente de Maki circulaban todas las baladas deprimentes que conocía. Las tres. Una y otra vez, sus pensamientos volvían a rememorar el momento en que el fuego consumía a su esposa, con una triste banda sonora dándole dramatismo a las imágenes. Como samurái, sobrevivir a su parienta era una vergüenza sin igual. Sin duda debería quitarse la vida... Pero mejor más tarde.
Las tropas de la Isla Gyojin, que ahora eran oficialmente suyas -aunque ya lo eran antes, porque como rey les dio un pin con su cara a todos ellos-, todavía tenían ganas de pelea. Mostraban la furia habitual de cuando unos desconocidos matan a tu reina con un mágico cataclismo, y Maki estuvo tentado de ordenarles atacar. Pero eso no habría estado bien. La Revolución no perseguía la venganza, y antes que samurái, marido o rey, Maki era fiel a la Causa. Así que, cada vez que se cruzaba con un soldado, le propinaba un bofetón y le mandaba para atrás.
-¡Nos vamos! ¡De vuelta al fondo del mar! -exclamó-. ¡Os lo ordena vuestro Líder Ciudadano Coronado!
La palabra “rey” era tremendamente contrarrevolucionaria.
Iba a tener que recoger a todos los camaradas que habían ido con él. Ya le estaba dando pereza... Mandaría a los Centellas a recoger el campamento, allá en la Makirroca, y él iría tirando para la Isla Gyojin.
Eso si le dejaba el grupo de marines armados y liderados por un hombre con cara de mal genio que se acercaba hacia ellos. No eran muchos, pero si le pegabas a uno siempre aparecían más. ¿Qué hacían los opresores allí? Seguramente habían aparecido para conquistar Wano y oprimir a sus gentes. Era lo que hacían siempre. Y encima estaban peligrosamente cerca de sus huestes. O hacía algo o habría un enfrentamiento, otro, y no estaba seguro de que fuese lo más adecuado. Las batallas eran una auténtica lata.
Así que tomó la delantera. Maki apretó el paso para colocarse frente a sus gyojins y encarar personalmente a los marines. Con suerte, podría hablar tranquilamente con su líder y convencerles de que se fuesen a molestar a otro.
-No os mováis -ordenó a su ejército. Esperaba que le hicieran caso... por primera vez.
El que iba en cabeza de los hombres de blanco daba miedo. Tenía una cara de loco que tiraba para atrás, como si fuese un tigre de mar rabioso o una de esas medusas súper venenosas. Iba a tener que plantarse ante él como un igual, impresionarle y dejarle claro que no convenía enfrentarse al poderoso Oficial Makintosh.
-Esto... Hola. Soy Maki.
“Genial. Buen primer paso. Ahora dale comida.”
Maki sacó su troncho de wasabi de emergencia y le ofreció un bocado.
-¿Venís en son de paz?
Las tropas de la Isla Gyojin, que ahora eran oficialmente suyas -aunque ya lo eran antes, porque como rey les dio un pin con su cara a todos ellos-, todavía tenían ganas de pelea. Mostraban la furia habitual de cuando unos desconocidos matan a tu reina con un mágico cataclismo, y Maki estuvo tentado de ordenarles atacar. Pero eso no habría estado bien. La Revolución no perseguía la venganza, y antes que samurái, marido o rey, Maki era fiel a la Causa. Así que, cada vez que se cruzaba con un soldado, le propinaba un bofetón y le mandaba para atrás.
-¡Nos vamos! ¡De vuelta al fondo del mar! -exclamó-. ¡Os lo ordena vuestro Líder Ciudadano Coronado!
La palabra “rey” era tremendamente contrarrevolucionaria.
Iba a tener que recoger a todos los camaradas que habían ido con él. Ya le estaba dando pereza... Mandaría a los Centellas a recoger el campamento, allá en la Makirroca, y él iría tirando para la Isla Gyojin.
Eso si le dejaba el grupo de marines armados y liderados por un hombre con cara de mal genio que se acercaba hacia ellos. No eran muchos, pero si le pegabas a uno siempre aparecían más. ¿Qué hacían los opresores allí? Seguramente habían aparecido para conquistar Wano y oprimir a sus gentes. Era lo que hacían siempre. Y encima estaban peligrosamente cerca de sus huestes. O hacía algo o habría un enfrentamiento, otro, y no estaba seguro de que fuese lo más adecuado. Las batallas eran una auténtica lata.
Así que tomó la delantera. Maki apretó el paso para colocarse frente a sus gyojins y encarar personalmente a los marines. Con suerte, podría hablar tranquilamente con su líder y convencerles de que se fuesen a molestar a otro.
-No os mováis -ordenó a su ejército. Esperaba que le hicieran caso... por primera vez.
El que iba en cabeza de los hombres de blanco daba miedo. Tenía una cara de loco que tiraba para atrás, como si fuese un tigre de mar rabioso o una de esas medusas súper venenosas. Iba a tener que plantarse ante él como un igual, impresionarle y dejarle claro que no convenía enfrentarse al poderoso Oficial Makintosh.
-Esto... Hola. Soy Maki.
“Genial. Buen primer paso. Ahora dale comida.”
Maki sacó su troncho de wasabi de emergencia y le ofreció un bocado.
-¿Venís en son de paz?
- Resumen:
- Maki va a saludar a Ken-chan amablemente.
Osuka Sumisu
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Lejos de encontrarse con decenas de guardias y liarse a tortas con cada uno de ellos, la realidad le pillo desprevenido. La habitación no era amplia, pero lo suficiente como para que varias personas con batas estuvieran alrededor de una camilla, en ella, una niña gyojin, con rasgos de caballito de mar. Era extraño, pero todos indicios indicaban que el origen del poder abrumador estaba ahí. ¿Quizá era aquella niña la causante?
- ¿Pero qué demonios…?
La gran armadura roja del revolucionario se abrió en dos secciones para dejarlo salir, para volver inmediatamente a juntarse perfectamente como si no hubiera habido nunca una división.
- Muy bien señores que espero que obtuvieran su titulación con un notable para arriba. Vuestro bando ha sido derrotado, por lo que alejad vuestras manos de escarpelos, sierras y cualquier herramienta de matasano que tengáis cerca. –se crujio los nudillos y la armadura roja a sus espaldas repitió el momento a pesar de no portar a ningún huésped-.
Sinceramente no quiero enfadarme con gente que se dedican a cuidar a los enfermos y menos delante de una menor. Porque espero que seas médicos y no unos raritos que experimentan con niñas…
Confiado en que aquella panda de listillos no fuese tan imbécil como para hacer alguna locura, Osuka saco el Den Den Mushi para contactar con el Zafiro.
- Dexter, aquí Osu. He seguido el origen del movimiento de tierra de antes y me ha dirigido… bueno… -volvió a mirar a la niña postrada- A una niña gyojin… Me ha pillado un poco con el culo al aire esto, por lo que… ¿Cómo quieres que proceda?
- ¿Pero qué demonios…?
La gran armadura roja del revolucionario se abrió en dos secciones para dejarlo salir, para volver inmediatamente a juntarse perfectamente como si no hubiera habido nunca una división.
- Muy bien señores que espero que obtuvieran su titulación con un notable para arriba. Vuestro bando ha sido derrotado, por lo que alejad vuestras manos de escarpelos, sierras y cualquier herramienta de matasano que tengáis cerca. –se crujio los nudillos y la armadura roja a sus espaldas repitió el momento a pesar de no portar a ningún huésped-.
Sinceramente no quiero enfadarme con gente que se dedican a cuidar a los enfermos y menos delante de una menor. Porque espero que seas médicos y no unos raritos que experimentan con niñas…
Confiado en que aquella panda de listillos no fuese tan imbécil como para hacer alguna locura, Osuka saco el Den Den Mushi para contactar con el Zafiro.
- Dexter, aquí Osu. He seguido el origen del movimiento de tierra de antes y me ha dirigido… bueno… -volvió a mirar a la niña postrada- A una niña gyojin… Me ha pillado un poco con el culo al aire esto, por lo que… ¿Cómo quieres que proceda?
- Resumen:
- Dejarles claro a los cienteficos que no se pongan tontos y llamar a Dexter
Gareth Silverwing
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Bueno, algo era algo. Por lo menos tenía notas de campo y los estudios realizados con comparativas. Había notado que ese material no era nada que hubiera visto antes al comprobar la conductividad de esa especie de óxido, estas notas aportaban especulaciones, pero por la falta de experiencia de campo que mostraban podía deducir que nunca se había encontrado de primera mano con una muestra ¿Podía significar eso que era la primera vez que algo así caía en nuestro mundo?
No. Si le dieron tanta importancia seguramente fuera porque hubo algún precedente en algún momento de la historia. Quizás un material muy escaso que sólo se pueda obtener de esta forma. El óxido me daba otra pista, podía ser que ese material se deteriorase en esta atmósfera y el vacío del espacio lo aislase, o puede que la oxidación fueran los restos de un material ablativo producto de la temperatura y la presión al entrar en la atmósfera. Las notas no ponían nada al respecto, por lo que deduje que sus observaciones se habían limitado a un seguimiento óptico fuera de nuestro mundo. De pronto el sonido de un den den mushi interrumpió mis pensamientos.
- Aquí Silverwing. - Respondí de forma seca mientras hojeaba la libreta que tenía en mis manos y fruncía el ceño, odiaba estar a dos cosas a la vez. - Nosotros hemos sido capaces de adentrarnos en la Capital, si lo necesita podemos limpiar el camino para que puedan establecer una base o atajar por esta zona...- Miré a mi alrededor y fuera de la tienda. - Creo que ya no nos darán problemas. - Por cierto, necesitaré un equipo de especialistas, hemos encontrado la tienda de Hubble aunque me gustaría que fuera un médico quien confirmase su muerte, puede que tengamos acceso a datos importantes. Si lo necesita podremos hacer de refuerzo o reconocimiento para evitar que las tropas sufran una emboscada en la capital.
Tras eso y lo que tuviera que decirme colgué una vez terminásemos de hablar. Miré de nuevo las notas de su investigación y procuré registrar su cuerpo en busca de algo que nos sirviese. Estaba seguro de que esto no era todo, faltaban partes importantes, puede que estuvieran ahí y no las viera o puede que hubiera partes en código. Tendría que dedicarle tiempo y esfuerzo, pero si podían enviarnos gente para limpiar este sitio y llevarnos todo podría estudiar en la base tranquilo.
No. Si le dieron tanta importancia seguramente fuera porque hubo algún precedente en algún momento de la historia. Quizás un material muy escaso que sólo se pueda obtener de esta forma. El óxido me daba otra pista, podía ser que ese material se deteriorase en esta atmósfera y el vacío del espacio lo aislase, o puede que la oxidación fueran los restos de un material ablativo producto de la temperatura y la presión al entrar en la atmósfera. Las notas no ponían nada al respecto, por lo que deduje que sus observaciones se habían limitado a un seguimiento óptico fuera de nuestro mundo. De pronto el sonido de un den den mushi interrumpió mis pensamientos.
- Aquí Silverwing. - Respondí de forma seca mientras hojeaba la libreta que tenía en mis manos y fruncía el ceño, odiaba estar a dos cosas a la vez. - Nosotros hemos sido capaces de adentrarnos en la Capital, si lo necesita podemos limpiar el camino para que puedan establecer una base o atajar por esta zona...- Miré a mi alrededor y fuera de la tienda. - Creo que ya no nos darán problemas. - Por cierto, necesitaré un equipo de especialistas, hemos encontrado la tienda de Hubble aunque me gustaría que fuera un médico quien confirmase su muerte, puede que tengamos acceso a datos importantes. Si lo necesita podremos hacer de refuerzo o reconocimiento para evitar que las tropas sufran una emboscada en la capital.
Tras eso y lo que tuviera que decirme colgué una vez terminásemos de hablar. Miré de nuevo las notas de su investigación y procuré registrar su cuerpo en busca de algo que nos sirviese. Estaba seguro de que esto no era todo, faltaban partes importantes, puede que estuvieran ahí y no las viera o puede que hubiera partes en código. Tendría que dedicarle tiempo y esfuerzo, pero si podían enviarnos gente para limpiar este sitio y llevarnos todo podría estudiar en la base tranquilo.
- Resumen:
- Rapiñar todo lo que pueda sacar de conocimiento, responder y sugerir que pueden venir por aquí si les viene bien, así podrían asegurar la máxima investigación posible. Plantearme que parte de la investigación podría estar en código.
Normas del capítulo:
La caída de Hipatia ha parecido precipitar los acontecimientos uno tras otro, como un dominó perverso. Primero se hace ver en las tropas de Iulius C. Zar, que asisten impertérritas a la muerte de la emperatriz sin dar un paso adelante o atrás, hasta que la sombra de Chris Foam, el tercero al mando de los piratas de Kepler da una orden de retirada, haciendo que todos y cada uno de ellos se den media vuelta y abandonen el lugar mientras la Marina, liderada por el almirante Douglas “Kurookami” , hace su aparición.
Poco a poco las tropas del Gobierno Mundial van rodeando la Capital de las Flores, atacando a los descontrolados reyes marinos que ahora campan a sus anchas por los ríos de todo el país. Sus dientes afilados matan a algunos, devorándolos de un bocado, mientras otros consiguen soslayar a la muerte con solo un par de heridas. En cualquier caso, toda la entrada a la gran ciudad a través de las regiones de Hakumai y Ringo queda, casi por completo, sitiada por un cordón de soldados mientras el almirante da órdenes de avanzar hacia Udon. Parece que, finalmente, la Marina va a tomar la isla.
Sin embargo, una columna de fuego cae desde las alturas sobre las puertas de la capital y cuando la luz se disipa un enorme dragón de brillantes escamas doradas se apoya con sus garras sobre los torreones semifundidos. Mira hacia abajo, centrado en el único ojo de Kurookami, y ruge. Es tan poderoso que restalla por toda la isla, y con él surgen en el muro un sinfín de personas. Son los Red Dragon Pirates, que observan desde las alturas al ejército de la Marina con expresión confiada. Antes de que la Marina se prepare para abrir fuego, el dragón va reduciendo su tamaño hasta que deja en su lugar, a ras del suelo, un hombre de baja altura y expresión confiada. Ojos dorados, cabello negro y un paso seguro de sí mismo que se aproxima a Kurokami, desmayando a cada marine débil de espíritu que se cruza en su camino.
No es posible escuchar lo que dicen, tampoco parece que hablen mucho. Las miradas chocan y arden casi tanto como el huracán de llamas que surge del choque de ambos. Parece una señal bastante clara de que es hora de marchar, pero en medio de eso, un grupo de cinco personas sale corriendo a través del fuego. Una mujer y cuatro hombres, alrededor de uno de los cuales parece que el fuego empieza seguirlo. Rompen la formación de revolucionarios, piratas y marines por igual mientras las tropas gyojin, comandadas por el rey Augustus, abandonan la isla para sumergirse en las profundidades.
El volcán de Fuji sigue activo, pero su lava cae al agua formando frágiles puentes naturales, haciendo arder apenas alguna que otra casa de cara al interior, pero la ceniza vuelve a caer una vez más. Mientras tanto, en el domo de Onigashima, la batalla continúa y el misterio del Oro estelar sigue sin resolver…
Por ahora.
- Se moderará los martes entre las 22:00 y las 23:59.
- No se puede postear los martes antes de la moderación.
- Hay un reloj que marca el tiempo restante. Cuando acaba los temas se cierran.
- Está prohibido metarrolear, powerrolear y demás actitudes tóxicas.
- A más riesgo, más premio.
- Como es tradición, el barco de Sons of Anarchy se hundirá en algún momento.
- Cada post debe ocupar entre 250 y 1.200 palabras. Si no se está en estos límites, el post podría ser ignorado.
- Es responsabilidad de un usuario comunicarse con la gente con la que interactúa.
- Si un post tiene más de 15 faltas ortográficas por párrafo podría ser ignorado.
- Hacer un resumen de acciones relevantes es obligatorio independientemente de la extensión.
- La ley del plot no es a prueba de idiotas.
Moderación:
La caída de Hipatia ha parecido precipitar los acontecimientos uno tras otro, como un dominó perverso. Primero se hace ver en las tropas de Iulius C. Zar, que asisten impertérritas a la muerte de la emperatriz sin dar un paso adelante o atrás, hasta que la sombra de Chris Foam, el tercero al mando de los piratas de Kepler da una orden de retirada, haciendo que todos y cada uno de ellos se den media vuelta y abandonen el lugar mientras la Marina, liderada por el almirante Douglas “Kurookami” , hace su aparición.
Poco a poco las tropas del Gobierno Mundial van rodeando la Capital de las Flores, atacando a los descontrolados reyes marinos que ahora campan a sus anchas por los ríos de todo el país. Sus dientes afilados matan a algunos, devorándolos de un bocado, mientras otros consiguen soslayar a la muerte con solo un par de heridas. En cualquier caso, toda la entrada a la gran ciudad a través de las regiones de Hakumai y Ringo queda, casi por completo, sitiada por un cordón de soldados mientras el almirante da órdenes de avanzar hacia Udon. Parece que, finalmente, la Marina va a tomar la isla.
Sin embargo, una columna de fuego cae desde las alturas sobre las puertas de la capital y cuando la luz se disipa un enorme dragón de brillantes escamas doradas se apoya con sus garras sobre los torreones semifundidos. Mira hacia abajo, centrado en el único ojo de Kurookami, y ruge. Es tan poderoso que restalla por toda la isla, y con él surgen en el muro un sinfín de personas. Son los Red Dragon Pirates, que observan desde las alturas al ejército de la Marina con expresión confiada. Antes de que la Marina se prepare para abrir fuego, el dragón va reduciendo su tamaño hasta que deja en su lugar, a ras del suelo, un hombre de baja altura y expresión confiada. Ojos dorados, cabello negro y un paso seguro de sí mismo que se aproxima a Kurokami, desmayando a cada marine débil de espíritu que se cruza en su camino.
No es posible escuchar lo que dicen, tampoco parece que hablen mucho. Las miradas chocan y arden casi tanto como el huracán de llamas que surge del choque de ambos. Parece una señal bastante clara de que es hora de marchar, pero en medio de eso, un grupo de cinco personas sale corriendo a través del fuego. Una mujer y cuatro hombres, alrededor de uno de los cuales parece que el fuego empieza seguirlo. Rompen la formación de revolucionarios, piratas y marines por igual mientras las tropas gyojin, comandadas por el rey Augustus, abandonan la isla para sumergirse en las profundidades.
El volcán de Fuji sigue activo, pero su lava cae al agua formando frágiles puentes naturales, haciendo arder apenas alguna que otra casa de cara al interior, pero la ceniza vuelve a caer una vez más. Mientras tanto, en el domo de Onigashima, la batalla continúa y el misterio del Oro estelar sigue sin resolver…
Por ahora.
Contenido patrocinado
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Permisos de este foro:
No puedes responder a temas en este foro.