Normas del capítulo:
- Se moderará los martes entre las 22:00 y las 23:59.
- No se puede postear los martes antes de la moderación.
- Hay un reloj que marca el tiempo restante. Cuando acaba los temas se cierran.
- Está prohibido metarrolear, powerrolear y demás actitudes tóxicas.
- A más riesgo, más premio.
- Como es tradición, el barco de Sons of Anarchy se hundirá en algún momento.
- Cada post debe ocupar entre 250 y 1.200 palabras. Si no se está en estos límites, el post podría ser ignorado.
- Es responsabilidad de un usuario comunicarse con la gente con la que interactúa.
- Si un post tiene más de 15 faltas ortográficas por párrafo podría ser ignorado.
- Hacer un resumen de acciones relevantes es obligatorio independientemente de la extensión.
- La ley del plot no es a prueba de idiotas.
Moderación:
- Lady Rompecabezas (Manglar 1):
- Después de mover de acá para allá y de allá para acá las distintas piezas arbóreas te das cuenta de que efectivamente forman una figura, sin embargo, todavía no consigues distinguirla. Hará falta echar un poco más de mano, pero no te preocupes porque tampoco importa. Verás, si eres lo suficientemente avispada, te fijarás en el estrecho camino que conecta al interior de la mansión. Si hubieras armado correctamente el rompecabezas… Bueno, el camino sería más cómodo, pero es que hay ramas por todos lados.
Si eres valiente y determinada, habrás decidido atravesar el camino, ¿no? En ese caso, las ramas de los pinos arañarán tu piel y te llevarás más de un corte. Te arderán tanto las piernas como el estómago y la espalda, pero al menos no te has dañado la cara. Si bien te duele, puedes soportarlo. Una vez hayas cruzado el misterioso pasaje, te hallarás en el interior de un bosque de grandes árboles y, sobre la tierra, rebotan una infinidad de burbujas que reflejan la luz de la luna. No importa hacia dónde mires, siempre verás una burbuja de jabón.
Porque no eres estúpida, sabes que para llegar a la mansión solo debes seguir recto. En el bosque hay distintos senderos, unos más estrechos y peligrosos que otros, pero tienes por donde elegir. Ahora bien, conforme avances te percatarás de un olor muy distintivo: huele a animal muerto. Si te da por seguir el rastro (algo difícil entre tanta oscuridad, pero digamos que lo haces bien), verás el cadáver de un perro con un enorme mordisco en el estómago, donde debieran estar las costillas pero no hay nada.
Ve con cuidado, sé sigilosa y tal vez, solo tal vez, llegues a la mansión. Y, de pronto, la tierra tiembla una vez más. Escuchas gritos desde la puerta principal. Bueno, ¿qué harás?
- El Esporas (Manglar 11):
- —Solo cierra el pico —te responde Bunny, dedicándote una mirada que expresa dolor y furia, incluso una cierta dosis de odio—. Agh… Me duele…
Por otra parte, Miku sí que está más dispuesto a responder.
—Yo bailo —dice sin mirarte—, me gusta el ballet. Ya verás los resultados de mi ausencia, los verás cuando lleguemos a la mansión del señor Banners.
Volvamos a lo que de verdad importa: tu estancia en la mansión del criminal más grande del archipiélago, o eso dice Miku. Los presentes escuchan tu respuesta y, si bien puedes ver que a ninguno le convence especialmente, sientes que no corres peligro. El enorme hombre de las orejas de gato y la faldita te mira, te mira y te vuelve a mirar. ¡Te continúa mirando! ¡Te juzga! Y está a nada de responder cuando la puerta detrás de él se abre de golpe.
Un hombre de cabellos cortos y negros, ojos grises y cicatrices y arrugas en el rostro aparece portando una gran sonrisa. Lleva una escopeta en la mano derecha y un hacha en la izquierda, y viste un traje formal y elegante que muy seguramente cuesta más que todo tu humilde emprendimiento. Le acompaña un hombre de unos veinticinco años, cabellos rubios y ojos celestes. Si tuvieras alguna manera de identificar la fuerza de esta gente, te llevarías una gran sorpresa.
—¿Hm? ¿Un pulpo? ¿Qué hace un pulpo aquí? —se pregunta el hombre de la escopeta confundido, ladeando la cabeza—. Oye, pulpo, ¿mis chicos te están molestando?
—¡Señor Banners! ¡Este gyojin le arrancó una pierna a Bunny y no se sabe para quién trabaja!
—¿Es eso cierto, pulpo? —Banners posa la mirada sobre ti y sientes un escalofrío en tu espalda, sientes que de nuevo ha vuelto el peligro, pero de pronto esa sensación se esfuma—. Te perdonaré la vida a cambio de que te unas a mí. Ven conmigo, le daremos una paliza a los Ambrosse.
Qué petición más… rara. Casi no tiene sentido, pero algo te dice que Banners no es un hombre como los demás. En caso de que decidas seguirle, pronto llegarás al manglar 1 y comenzará un ataque a la mansión del señor Komaroff.
- Señor Duelo (Manglar 65):
- El caos continúa en la sala de máquinas. Tu compañero está destrozando a las fuerzas enemigas, aunque está lejos de ser un espadachín maestro y ha recibido un par de heridas, unas más graves que otras. En cualquier caso, deberíamos fijarnos en ti, ¿verdad?
Tu razonamiento ha sido bastante acertado, impecable, diría yo. Salvo por un único detalle: la Hoja Susurrante está lejos de ser un estoque ordinario. Cuando le das con tu espada la hoja de tu oponente, en vez de romperse como material quebradizo que debiera ser, se hunde como si tu arma estuviera empujando una cama de agua. Es como una goma muy elástica. Y antes de que la hoja del marine toque el suelo, la retira para contraatacar.
Sin embargo, tu carga en contra de él consigue desestabilizarle y tu tajo llega a tiempo para hacerle un corte en el estómago. No es profundo, pero definitivamente le molestará a la hora de pelear. El marine te mira concentrado y retoma el ataque. Se mantiene a unos siete metros de ti y entonces lanza una estocada. Bien sabes que esto no debería darte, no obstante, la Hoja Susurrante se alarga rápida como una bala. Puedes creer que el ataque viene de frente, pero en el último momento se curva como un zigzag, convirtiéndose en una especie de serpiente que busca tu espalda.
Un instante después, el capitán desenfunda una pistola de cuatro cañones y la dispara en contra de ti casi a bocajarro. Un rugido resuena por toda la habitación y emerge humo de cada uno de sus cañones.
Kaito Takumi
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—¿Bailar? —espetó con un sincero menosprecio—. Me referiía a si haces algo útil. De profesión.
Aunque aquello no era ni una peli de vaqueros ni una romántica cinta de amantes, las miradas de Miku y Kaito estaban entrelazadas con una tensión descomunal. Casi habia una vibración en el aire, un rugido interno de dos personas al borde de la acción, de la violencia. Algunos sabios espadachines hubieran llamado aquello una buena practica para la "Preconsciencia"; el acto de predecir los movimientos del rival en un combate, analizando, previendo, lo que residía en sus cerebros -o en sus almas.
De sopetón la puerta se abrió y la atención de todos migró al nuevo personaje en escena. Kaito, desde su nueva postura tres pasos a la derecha de donde habia estado antes -a donde había llegado como un acto reflejo para salir de allí por patas antes de suprimir y reparar dicho instinto- observó con cautela al mafioso y su querubin.
Con una mueca de desagrado, al hombre pulpo al que no le hacía demasiada gracia que le llamasen a medias hizo temblar su manos varias veces.
—Ñyah...—dijo, notando como la atención de la gente le quitaba soltura a su lengua.
—¡Señor Banners! ¡Este gyojin le arrancó una pierna a Bunny y no se sabe para quién trabaja!
Y aquel patán recibió una mirada de infinito odio. No solo se había ido de la lengua más de lo debido, sino que también había mentido y le había llamado algo mucho, mucho peor que el animal.
—¿Es eso cierto, pulpo?
El ningyo se encogió volviéndose de nuevo. Él sabia bien que no era mas que un gusano, un parásito, un carroñero a la merced de los carnívoros que se disputaban los territorios de Sabaody. ¿Cómo no iba aprovecharse de aquella proposición que le permitiría medrar como buen e infecto gusano?
—Nye...—se excusó de primeras, como diciendo con aquel ruido que aquello no era del todo cierto—. N..¿Nyeh?
Pese a que estaba cansado, la perspectiva de comer cangrejo no le desagradaba en absoluto. Además, sabía que en algún momento tenía que volver con Will.
Intentando no llamar demasiado al atención, algo que desde luego le resultaria bastante imposible, y procurando acercarse a Banners para tener algo de privacidad -algo que seguramente lo seria más aún- Kaito intentaría... Bueno, hacer lo que había venido a hacer allí.
—Se-señor Banners —tartamudearía, sintiendo las atenciones no deseadas—. ¿Por que no discutimos esto como hombres de negocios? La violencia nunca es la respuesta.
Y aquello era cierto. El pelirrojo sabia que la violencia NUNCa era la rsepuesta. Era la pregunta. Y la respuesta a ella era casi siempre un demoledor, aplastante y sangriento: sí.
—Podríamos intentar llegar a un consenso en lugar de... el cliché de todos contra todos. Siempre es todos contra todos... Y usted, con lo de controlar el puerto, tiene la baza.
Baza ante la que Kaito sabía que seguramente el resto de mentes criminales no querían arrodillarse. No, allí había algo más de rencillas internas aparte del clásico giro hacia el gobierno. Porque, bueno, Kaito consideraba que aquellos líderes eran lo suficientemente listos como para aceptar que la mejor opción para prosperar, incluso con la ilegalidad, era mantener agradables relaciones con los señores de traje. Los otros otros señores de traje.
Aunque aquello no era ni una peli de vaqueros ni una romántica cinta de amantes, las miradas de Miku y Kaito estaban entrelazadas con una tensión descomunal. Casi habia una vibración en el aire, un rugido interno de dos personas al borde de la acción, de la violencia. Algunos sabios espadachines hubieran llamado aquello una buena practica para la "Preconsciencia"; el acto de predecir los movimientos del rival en un combate, analizando, previendo, lo que residía en sus cerebros -o en sus almas.
De sopetón la puerta se abrió y la atención de todos migró al nuevo personaje en escena. Kaito, desde su nueva postura tres pasos a la derecha de donde habia estado antes -a donde había llegado como un acto reflejo para salir de allí por patas antes de suprimir y reparar dicho instinto- observó con cautela al mafioso y su querubin.
Con una mueca de desagrado, al hombre pulpo al que no le hacía demasiada gracia que le llamasen a medias hizo temblar su manos varias veces.
—Ñyah...—dijo, notando como la atención de la gente le quitaba soltura a su lengua.
—¡Señor Banners! ¡Este gyojin le arrancó una pierna a Bunny y no se sabe para quién trabaja!
Y aquel patán recibió una mirada de infinito odio. No solo se había ido de la lengua más de lo debido, sino que también había mentido y le había llamado algo mucho, mucho peor que el animal.
—¿Es eso cierto, pulpo?
El ningyo se encogió volviéndose de nuevo. Él sabia bien que no era mas que un gusano, un parásito, un carroñero a la merced de los carnívoros que se disputaban los territorios de Sabaody. ¿Cómo no iba aprovecharse de aquella proposición que le permitiría medrar como buen e infecto gusano?
—Nye...—se excusó de primeras, como diciendo con aquel ruido que aquello no era del todo cierto—. N..¿Nyeh?
Pese a que estaba cansado, la perspectiva de comer cangrejo no le desagradaba en absoluto. Además, sabía que en algún momento tenía que volver con Will.
Intentando no llamar demasiado al atención, algo que desde luego le resultaria bastante imposible, y procurando acercarse a Banners para tener algo de privacidad -algo que seguramente lo seria más aún- Kaito intentaría... Bueno, hacer lo que había venido a hacer allí.
—Se-señor Banners —tartamudearía, sintiendo las atenciones no deseadas—. ¿Por que no discutimos esto como hombres de negocios? La violencia nunca es la respuesta.
Y aquello era cierto. El pelirrojo sabia que la violencia NUNCa era la rsepuesta. Era la pregunta. Y la respuesta a ella era casi siempre un demoledor, aplastante y sangriento: sí.
—Podríamos intentar llegar a un consenso en lugar de... el cliché de todos contra todos. Siempre es todos contra todos... Y usted, con lo de controlar el puerto, tiene la baza.
Baza ante la que Kaito sabía que seguramente el resto de mentes criminales no querían arrodillarse. No, allí había algo más de rencillas internas aparte del clásico giro hacia el gobierno. Porque, bueno, Kaito consideraba que aquellos líderes eran lo suficientemente listos como para aceptar que la mejor opción para prosperar, incluso con la ilegalidad, era mantener agradables relaciones con los señores de traje. Los otros otros señores de traje.
Celeste D` Angelo
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Estuve un rato intentando encontrar la solución al dichoso puzle, moviendo las cosas para que ocurriera algo. Aunque, a medida que iba arreglando el rompecabezas, logré atisbar un camino hacia la mansión. El problema era que el puzle aún no estaba completo y habían muchas ramas que obstaculizaban el sendero. No había tiempo que perder, probablemente me haría daño pero debía continuar hacia delante. La isla se iba a ir a la porra en cualquier momento y no quería estar en tierra cuando eso pasara. Sin pensármelo dos veces, me introduje por el pasaje y las malditas ramas me hicieron un desastre en todo el cuerpo excepto en la cara. Menos mal que no, ya bastante tenía con la cicatriz en la cara como para tener más heridas. Después de pasar el estrecho camino de las ramas y aguantar las heridas, había llegado a un bosque con burbujas por todos lados. Claro, estábamos en Sabody. Era normal encontrar burbujas en el archipiélago.
Habían varios caminos en el bosque, pero continué recta. Lo único que me faltaba era perderme en un laberinto arbóreo. De pronto, capté un olor putrefacto. Olía como a podrido o a muerto, intenté seguir el rastro entre tanta oscuridad y árboles. A lo mejor era algo útil o alguna pista. Cuando de milagro alcancé el origen del olor maldecí al ser el cuerpo sin vida de un perro. Pero lo extraño era que tenía un enorme mordisco que se había llevado su costado. Algo estaba en el bosque. Probablemente algún animal o bestia guardiana o puede que salvaje. Intenté hacer el menor ruido posible, para no llamar la atención de la criatura o lo que fuera. Proseguí el camino como pude intentando llegar a la mansión. Oí unos gritos además de que la tierra tuvo otro movimiento sísmico.
En caso de que llegara a la mansión, intentaría colarme dentro por alguna ventana o alguna vía de entrada. Además de intentar evitar a cualquier persona. Si me cogían, se acabó para mí. Dentro, intentaría encontrar alguna evidencia de que la mansión pertenecía a Komaroff. Aunque siendo sincera, la mansión se encontraba entre los manglares que dijo el señor Joseph además de ser muy vigilada. Aún así, buscaría alguna prueba y llamaría al señor Joseph de nuevo con cuidado de no llamar la atención de alguien. En caso de que no encontrara nada, lo seguiría haciendo.
Habían varios caminos en el bosque, pero continué recta. Lo único que me faltaba era perderme en un laberinto arbóreo. De pronto, capté un olor putrefacto. Olía como a podrido o a muerto, intenté seguir el rastro entre tanta oscuridad y árboles. A lo mejor era algo útil o alguna pista. Cuando de milagro alcancé el origen del olor maldecí al ser el cuerpo sin vida de un perro. Pero lo extraño era que tenía un enorme mordisco que se había llevado su costado. Algo estaba en el bosque. Probablemente algún animal o bestia guardiana o puede que salvaje. Intenté hacer el menor ruido posible, para no llamar la atención de la criatura o lo que fuera. Proseguí el camino como pude intentando llegar a la mansión. Oí unos gritos además de que la tierra tuvo otro movimiento sísmico.
En caso de que llegara a la mansión, intentaría colarme dentro por alguna ventana o alguna vía de entrada. Además de intentar evitar a cualquier persona. Si me cogían, se acabó para mí. Dentro, intentaría encontrar alguna evidencia de que la mansión pertenecía a Komaroff. Aunque siendo sincera, la mansión se encontraba entre los manglares que dijo el señor Joseph además de ser muy vigilada. Aún así, buscaría alguna prueba y llamaría al señor Joseph de nuevo con cuidado de no llamar la atención de alguien. En caso de que no encontrara nada, lo seguiría haciendo.
- Resumen:
- Adentrarme por el camino de ramas hirientes, ver el chucho muerto y tener cuidado de no llamar la atención de lo que fuera que lo hubiera matado. En caso de encontrar la mansión, intentar colarme dentro y buscar evidencias de que era la mansión de Komaroff para intentar llamar al señor Joseph de nuevo
Kusanagi le sostuvo la mirada a Banners, aunque lo que realmente quería era bajarla. Sus palabras resonaban ahora en su cabeza y el modo en que lo hacían le transmitían cierta melancolía. ¿Había sido un iluso por creer que aún tenían tiempo para salvar el archipiélago? Tal vez sí, pero no era ningún secreto que el agente tendía a ser un adalid de las causas perdidas. Sabaody había caído y probablemente la Marina estuviera evacuando a cuanta gente pudiera antes de que terminara de caer. Si ese era el caso, la situación apremiaba a que se ocupasen de cortar la cabeza de aquellas bestias y evitar que su mal se propagara más allá de los manglares.
El pelirrojo se limitó a asentir tras escuchar las palabras de Polastri, aparentando normalidad después, cuando su superiora intentara comunicarse con él discretamente. Tenía razón: todo cuanto les había revelado Leroy era preocupante, y esta sensación empeoraba cuantas más vueltas le daba. ¿Cómo podía saber tanto? ¿A qué se refería con «su último trabajo»? ¿Banners había formado parte de las filas del Gobierno Mundial? Sí, definitivamente le necesitaban de su parte. El conocimiento es poder, y sería mejor que este no se volviera en su contra. Tal vez, si jugaban mal sus cartas, aquel criminal fuera capaz de convertirse en una amenaza mayor incluso que Géminis, Komaroff o cualquier miembro de aquella organización.
Las negociaciones habían terminado y, al parecer, contaban con la ayuda de Banners y sus hombres para asestarle el golpe decisivo a Géminis y poner fin a aquella locura. No se fiaba de él, aún desconfiando de sus verdaderos motivos para colaborar con el Cipher Pol, pero por el momento tendrían que tener fe.
Y así les seguiría, camino a la boca del lobo.
El pelirrojo se limitó a asentir tras escuchar las palabras de Polastri, aparentando normalidad después, cuando su superiora intentara comunicarse con él discretamente. Tenía razón: todo cuanto les había revelado Leroy era preocupante, y esta sensación empeoraba cuantas más vueltas le daba. ¿Cómo podía saber tanto? ¿A qué se refería con «su último trabajo»? ¿Banners había formado parte de las filas del Gobierno Mundial? Sí, definitivamente le necesitaban de su parte. El conocimiento es poder, y sería mejor que este no se volviera en su contra. Tal vez, si jugaban mal sus cartas, aquel criminal fuera capaz de convertirse en una amenaza mayor incluso que Géminis, Komaroff o cualquier miembro de aquella organización.
Las negociaciones habían terminado y, al parecer, contaban con la ayuda de Banners y sus hombres para asestarle el golpe decisivo a Géminis y poner fin a aquella locura. No se fiaba de él, aún desconfiando de sus verdaderos motivos para colaborar con el Cipher Pol, pero por el momento tendrían que tener fe.
Y así les seguiría, camino a la boca del lobo.
- Resumen:
- Seguir a Leroy y a la comitiva.
Normas del capítulo:
- Se moderará los martes entre las 22:00 y las 23:59.
- No se puede postear los martes antes de la moderación.
- Hay un reloj que marca el tiempo restante. Cuando acaba los temas se cierran.
- Está prohibido metarrolear, powerrolear y demás actitudes tóxicas.
- A más riesgo, más premio.
- Como es tradición, el barco de Sons of Anarchy se hundirá en algún momento.
- Cada post debe ocupar entre 250 y 1.200 palabras. Si no se está en estos límites, el post podría ser ignorado.
- Es responsabilidad de un usuario comunicarse con la gente con la que interactúa.
- Si un post tiene más de 15 faltas ortográficas por párrafo podría ser ignorado.
- Hacer un resumen de acciones relevantes es obligatorio independientemente de la extensión.
- La ley del plot no es a prueba de idiotas.
Moderación:
- Kaito Takumi (manglar 11):
- Banners te mira confuso y entonces deja caer su la escopeta sobre su hombro. Ya te digo que contento no está, después de todo, sin entender las razones de su actuar le estás acusando de armar un cliché todos contra todos. Tu lengua te jugó en contra durante la reunión con el señor Komaroff, y ahora… Ahora te está jugando en contra otra vez.
—¿Te parece que llevo pintas de querer negociar? Ya te lo dije, pulpo: te unes o mis chicos acaban contigo. —Los hombres tocan los gatillos de sus fusiles—. Decídete antes de que haya cruzado esa maldita reja. Si no marchas conmigo, entonces irás a… Oye, Victor, ¿tenemos celdas aquí?
—No, señor. Usted dijo que no pusiéramos una prisión en su casa, así que…
—¿Lo dije? Qué idiota. Bueno, te encerraré en una pieza y le diré a Victor que te haga cosas malas porque seguro que trabajas para alguien importante, pulpo. Todos trabajan para alguien más, incluso yo, aunque en mi caso es algo.
Banners te aparta y camina con una sonrisa de confianza hacia la reja. Todo su séquito de bravos criminales le sigue. Algunos te dedican miradas recelosas; otras… Bueno, digamos que más de alguno quiere matarte. Tras ser rechazado tienes que decidir si acompañar a Banners a la mansión del señor Komaroff o quedarte para ser atrapado (o no, esto ya dependerá de cuán hábil seas).
[En caso de seguir a Banners, lee la moderación de Kus]
- Señora, debe haber un oso cerca (manglar 1):
- Bueno, quiero partir diciendo que tu llamada ha vuelto a fracasar. Quién sabe lo que sucede con los caracófonos. Las malas lenguas dicen que ha caído un meteorito y que ha afectado las comunicaciones, pero vete a saber tú si es cierto. Lo que te importa, en verdad, es tu peligrosa situación en el bosque. Conforme te adentras puedes oír más y más ruido: explosiones, gritos, choques entre espadas; hay de todo un poco.
En cuanto lo que tú ves… Mira, hay algo interesante. Si agudizas la vista no verás mucho porque está oscuro, pero digamos que tienes un poco de suerte. Notas dos esferas rojas que te miran desde las sombras. Poco a poco la figura se revela ante ti. Es más pequeño que tú, tiene una larguísima nariz aguileña y unas orejas puntiagudas. No sabrías decir si es gris o está muy sucio, pero puedes estar segura de que es un hombre muy feo. Es solo eso, ¿verdad? O sea las garras en vez de uñas, los colmillos de bestia y la baba que cae de su boca le hacen ser todo un humano, supongo…
Lo más curioso es que lleva un saco colgando en su espalda. ¿Y bien? ¿Qué harás frente a este gran descubrimiento? ¿Por qué él está ahí? ¿Quién es?
- Kus (Manglar 1):
- Después de la conversación que tiene con el pulpo (leer la moderación de Kaito), todo el grupo marcha hacia el manglar 1. Vas acompañado de la señorita Polastri, quien mantiene el ceño fruncido y la vista clavada en la espalda de Banners; no confía en él. Te habla un poco de su vida mientras caminas, te cuenta que le recibió y entrenó un hombre llamado Kennet, un veterano muy duro con sus métodos. Te dice que es el encargado de dirigir toda la operación para detener a Géminis.
También te acompaña Harris, el Sepultero. Pese a haber recibido una herida potencialmente mortal, camina a tu lado. Sabe que se enfrentará a uno de los hombres más horribles que ha conocido, pero el camino de la redención no es fácil, ¿verdad? Te habla un poco de él, te dice que creció en un barrio muy pobre. Un huérfano de toda la vida, pero con la suerte de haber encontrado un grupo donde se sentía cómodo. Te cuenta que todo lo que hizo por los piratas de Sirio, por Géminis, fue para cuidar de su familia.
Ni los malos son tan malos, ni los buenos tan buenos, supongo.
Se suben a unos bonitos vehículos y no tardan en llegar a la entrada de la mansión del señor Komaroff. Y Banners es el que inicia la batalla, lanzando una granada directo a la puerta mientras sonríe como un loco. Un ataque frontal siempre funciona, creo. De un momento a otro, todo se ha vuelto un caos. Las balas van de allá para acá y los chillidos de las espadas se hacen notar. Pero entre todo lo que está sucediendo hay algo (alguien, mejor dicho) que te llama la atención.
Es el hombre que viste cuando exploraste el manglar 7 con tu dron, ese mismo de cabellos negros como si no respetasen la gravedad, ese hombre gordo y alto que despedía un humo negro de sus manos. Lo ves echándose algo a la boca, una especie de batería del tamaño de un envase de mantequilla, y lo machaca con sus dientes puntiagudos. Lo que sucede a continuación es… Como si él mismo se hubiera transformado en una batería, comienza a iluminarse y de pronto libera una tormenta de rayos que alcanzan a los hombres de Banners.
—No puedo permitir que alcancen a Komaroff, gente de Banners. Es mi deber detenerlos aquí, así que háganme el favor de morirse —anuncia, esbozando una sonrisa perturbadora mientras el hombre del mazo y otro de la cerbatana se colocan a su lado—. ¿Harris? ¿Eres tú, Harris? —pregunta cuando mira al Sepultero—. ¡Es bueno verte aquí, Harris! ¿Por qué estás del lado contrario? Un cobarde como tú jamás me traicionaría, después de todo, mi solo nombre te hace temblar. —Kus, puedes ver que es cierto: tu nuevo compañero está tiritando—. ¡Oh, ¿cuándo será que Géminis por fin me deje ir?! ¡¿Cuándo liberará a mi pobre familia?! ¡¿Cuándo cumplirá su promesa?! —pregunta con tono melodramático y entonces vuelve a sonreír—. Si el Gobierno Mundial tiene intención de atraparme, no será en este lugar. ¡El mundo entero se reunirá en el Ojo Dorado!
Si nadie hace nada para detener al hombre que se hace llamar Géminis, regresará por donde ha venido. En cambio, el hombre del mazo y su compañero menudito, el de la cerbatana, se posicionan en la última línea. Entre tanto, Banners ha desaparecido: nadie le ve por ningún sitio.
Kaito Takumi
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Kaito sintió el abrumante peso de la corona de Banners, convenientemente trasmitido por el cañón de la escopeta. Él era un hombre al que no le habían dejado otra opción que la guerra, que ensuciarse las manos, que hacer las cosas él mismo para que quedasen bien hecha. Y le habia ofendido.
El pulpo tenía pocas opciones. Dos, de hecho. El problema es que cada una de ellas se ramificaba en problemas tan directos contra su persona que elegir una u otra era más bien una cuestión de azar.
Juntando los labios como si hubiera comido el limón más ácido del mundo, el pelirrojo extendió un pulgar hacia arriba como señal de aceptación. Sí, iría con ellos. ¿Por qué? ¿Porque asi por lo menos podría escapar de allí en un momento de distraccion? ¿Porque era sin duda el que iba a ganar? No. Porque tenía que asegurarse de que Banners salía vivo para que contestase unas cuantas preguntas -que hariá con más cuidado que las que le hizo al estirado para el que antes trabajaba- y porque como parásito debiá estar allí donde estaban los huéspedes más capaces.
Señalando a su montura para que se retirase y fuese alla´donde estaba la milicia de Banners que le miraba con malicia y sarna, Kaito se quedó encogido buscando desde qué lugar le vendrían las puñaladas.
Allí había mucha gente, demasiada, a cada cual más raro sin contarle. Una grupo ecléptico con, seguramente, más de un traje no aptos para epilépticos, y todos, para el pulpo, eran posibles enemigos.
—Shh..—susurró a su querida montura, capaz de notar la tensión de sus músculos y el ir y venir de sus pupilas.
Paso a paso, Kaito intentó distanciarse de las zonas con mayor densidad de enemigos buscando huecos entre los que esconderse. ¿Pero cómo iba a esconderse de la ira que caía de los cielos? Las amenazadoras nubes cargadas de rayos llegaban, y poco podía hacer un simple hijo del mar contra aquella desagradable metereología. ¿Cierto?
Meh, más o menos.
Improvisando un pararrayos con su tridente clavándolo a la tierra y asegurándose de azuzar a su montura para que pusiese pies en polvorosa, intentó zafarse de la desagradable condena de ser electrocutado.
El pulpo tenía pocas opciones. Dos, de hecho. El problema es que cada una de ellas se ramificaba en problemas tan directos contra su persona que elegir una u otra era más bien una cuestión de azar.
Juntando los labios como si hubiera comido el limón más ácido del mundo, el pelirrojo extendió un pulgar hacia arriba como señal de aceptación. Sí, iría con ellos. ¿Por qué? ¿Porque asi por lo menos podría escapar de allí en un momento de distraccion? ¿Porque era sin duda el que iba a ganar? No. Porque tenía que asegurarse de que Banners salía vivo para que contestase unas cuantas preguntas -que hariá con más cuidado que las que le hizo al estirado para el que antes trabajaba- y porque como parásito debiá estar allí donde estaban los huéspedes más capaces.
Señalando a su montura para que se retirase y fuese alla´donde estaba la milicia de Banners que le miraba con malicia y sarna, Kaito se quedó encogido buscando desde qué lugar le vendrían las puñaladas.
Allí había mucha gente, demasiada, a cada cual más raro sin contarle. Una grupo ecléptico con, seguramente, más de un traje no aptos para epilépticos, y todos, para el pulpo, eran posibles enemigos.
—Shh..—susurró a su querida montura, capaz de notar la tensión de sus músculos y el ir y venir de sus pupilas.
Paso a paso, Kaito intentó distanciarse de las zonas con mayor densidad de enemigos buscando huecos entre los que esconderse. ¿Pero cómo iba a esconderse de la ira que caía de los cielos? Las amenazadoras nubes cargadas de rayos llegaban, y poco podía hacer un simple hijo del mar contra aquella desagradable metereología. ¿Cierto?
Meh, más o menos.
Improvisando un pararrayos con su tridente clavándolo a la tierra y asegurándose de azuzar a su montura para que pusiese pies en polvorosa, intentó zafarse de la desagradable condena de ser electrocutado.
Celeste D` Angelo
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Una vez más, no pude contactarme con el señor Joseph. ¿Cómo diablos iba a comunicarle mi situación si el aparato no funcionaba? Pero lo peor no era eso, no. A medida que iba avanzando en la maleza podía escuchar el sonido de disparos, gritos y demás. Parecía que había una pelea o una posible guerra de bandas en la entrada a la mansión. ¿Quién se me había adelantado y les había contado donde estaba la mansión de Komaroff? O a lo mejor estaba equivocada y se trataba de gente ajena a Banners. Me preguntaba como diablos iba a salir de la isla y lo peor de todo, mi pago. ¿Realmente me había expuesto a un peligro monumental de gratis? Maldecía mi suerte hasta que noté como algo se movía en la oscuridad.
Fijé bien la vista como pude hasta que una figura salió al paso. No parecía ser muy humanoide que digamos. Tenía más rasgos de bestia que de humano. Aún así tenía una especie de saco en su espalda. Como no sabía si se trataba de un amigo o de un enemigo, decidí no arriesgarme a un enfrentamiento directo. Así que intenté esconderme como pude y observé lo que hacía. En caso de que no pudiera esconderme de aquella cosa, lo mejor sería preguntar quien carajos era. Si la cosa se ponía fea, sería el momento de intentar poner tierra de por medio. En todo caso, no iba a entrar en un enfrentamiento. Entre todo lo que estaba pasando en el archipiélago, no era buena idea luchar contra gente que tenía pinta de ser más fuerte que yo.
Fijé bien la vista como pude hasta que una figura salió al paso. No parecía ser muy humanoide que digamos. Tenía más rasgos de bestia que de humano. Aún así tenía una especie de saco en su espalda. Como no sabía si se trataba de un amigo o de un enemigo, decidí no arriesgarme a un enfrentamiento directo. Así que intenté esconderme como pude y observé lo que hacía. En caso de que no pudiera esconderme de aquella cosa, lo mejor sería preguntar quien carajos era. Si la cosa se ponía fea, sería el momento de intentar poner tierra de por medio. En todo caso, no iba a entrar en un enfrentamiento. Entre todo lo que estaba pasando en el archipiélago, no era buena idea luchar contra gente que tenía pinta de ser más fuerte que yo.
- Resumen :
- Esconderme de lo que fuera que había salido a mi encuentro si no me había visto. En caso de que me viera, preguntar quien es y si se pone fea la cosa, huir
William White
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Creía haber ganado cuando blandió su hierro contra la guja de su rival, más la creencia de que aquel hueso tallado era tan frágil como aparentaba había sido de nuevo un rotundo fracaso por su parte, la hoja parecía doblarse como si fuera hierro a fuego, más conocía de sobra las propiedades de la elasticidad en sus propias carnes como para identificarla a primera vista. Aún con esas, aún logré acercarse lo suficiente al capitán marine como para darle un tajo, el cual pese a ser poco profundo comenzó a sangrar.
-Debe tratarse de una de esas extrañas conchas del cielo de las que he odio hablar- pensé recordando las historias de un moreno con extrañas alas que había visto en una taberna en las cercanías de Jaya.
No pude evitar esbozar una sonrisa en la distancia, ya no solamente podía seguirle el ritmo con los ojos, sino que mi cuerpo parecía poder seguir el ritmo del intenso duelista, el cual parecía resentirse llevándose una de sus manos al estómago. Tras un segundo de descanso ambos reanudamos el movimiento de forma simultanea el movimiento, de un paso veloz, y con la hoja en una posición baja carga de frente contra el hombre, aguardando al momento exacto en el que el viejo lanzará su estocada, para tras regatear su ataque dar buena cuenta de su error. Más la oportunidad llegó demasiado pronto, o al menos eso pensé yo.
No fue hasta cuando me encontraba a unas sietes o seis zancadas cuando el hombre realizó el gesto con su hoja, pensando que debía tratarse de una proyección del corte como las que yo podía hacer mi propio instinto hizo que mi cuerpo se balanceará hacia el lado contario, más aún quede sorprendido cuando me percaté de que no había onda alguna y había sido la propia hoja la que se había alargado, sin mediar palabra y recordando el propio arma de Priscila intuí que debía de tratarse de un arma similar.
Y fue gracias a ese pensamiento que propiné un fuerte golpe a la hoja, esta vez no buscando hundirla o quebrarla, sino deformarla y distorsionarla, tratando de desdibujar el furibundo latigazo estocada que amenazaba mi espalda, dejándolo en un latigazo que me propinó aun así una fea herida en la espalda. Frunciendo el ceño e ignorando el dolor que aquello ponía suponer, continúe con mi carga contra la guardia del marine aparentemente rota, ya que con aquella marabunta blanca aún temblando debería tardar aún en poder, pero para mi sorpresa el marine llevó la mano libre a el interior de su chaqueta sacando lo que debía ser una pistola de repetición de chispa, me encontraba a apenas a un palmo cuando los cañones rugieron.
Parecía que me había vuelto a equivocar, más en esta ocasión, el error fue del marine ya que las redondeadas balas negras del infame prototipo chocaron con mi cuerpo, atravesándolo sin más dolor o hundiéndose en este sin más consecuencias que un duro impacto para tras ese movimiento, salir revotando como si de su propia hoja se tratará en formas tan caóticas e impredecibles como la propia andanada del arma. Y es que lo que un inicio había parecido en un charco de sangre a mis pies rápidamente se convirtió en una marabunta de chicle que trató de alcanzar los pies y piernas del duelista intentando de inmovilizarlo y anclarlo al punto sobre el que se encontraba.
pero no iba a quedarme ahí, ya que de forma simultánea, yo ya había comenzado a esbozar un movimiento con el arma, el cual había comenzado a subir. Si el ojo del marine era lo suficientemente preciso sería capaz de ver como el aire confabulaba alrededor de la hoja negra. Pero no fue hasta cuando la hoja de esta tomo su punto más álgido cuando un destello blanco y azulado centelleo en la sala, y es que del movimiento surgió una onda masiva que pareció iluminar la tenue estancia por un segundo.
-Shötobo- fueron las palabras que musité antes de que, si nada lo impedía, aquella onda cercenará el cuerpo del marine por la mitad, desde su hombro izquierdo hasta su tobillo derecho y es que aquel era mi ataque más poderoso y que por tanto todo mi orgullo y achico llevaba impregnado en él.
Solo quedaba esperar, que en esta ocasión, no me hubiera equivocado.
-Debe tratarse de una de esas extrañas conchas del cielo de las que he odio hablar- pensé recordando las historias de un moreno con extrañas alas que había visto en una taberna en las cercanías de Jaya.
No pude evitar esbozar una sonrisa en la distancia, ya no solamente podía seguirle el ritmo con los ojos, sino que mi cuerpo parecía poder seguir el ritmo del intenso duelista, el cual parecía resentirse llevándose una de sus manos al estómago. Tras un segundo de descanso ambos reanudamos el movimiento de forma simultanea el movimiento, de un paso veloz, y con la hoja en una posición baja carga de frente contra el hombre, aguardando al momento exacto en el que el viejo lanzará su estocada, para tras regatear su ataque dar buena cuenta de su error. Más la oportunidad llegó demasiado pronto, o al menos eso pensé yo.
No fue hasta cuando me encontraba a unas sietes o seis zancadas cuando el hombre realizó el gesto con su hoja, pensando que debía tratarse de una proyección del corte como las que yo podía hacer mi propio instinto hizo que mi cuerpo se balanceará hacia el lado contario, más aún quede sorprendido cuando me percaté de que no había onda alguna y había sido la propia hoja la que se había alargado, sin mediar palabra y recordando el propio arma de Priscila intuí que debía de tratarse de un arma similar.
Y fue gracias a ese pensamiento que propiné un fuerte golpe a la hoja, esta vez no buscando hundirla o quebrarla, sino deformarla y distorsionarla, tratando de desdibujar el furibundo latigazo estocada que amenazaba mi espalda, dejándolo en un latigazo que me propinó aun así una fea herida en la espalda. Frunciendo el ceño e ignorando el dolor que aquello ponía suponer, continúe con mi carga contra la guardia del marine aparentemente rota, ya que con aquella marabunta blanca aún temblando debería tardar aún en poder, pero para mi sorpresa el marine llevó la mano libre a el interior de su chaqueta sacando lo que debía ser una pistola de repetición de chispa, me encontraba a apenas a un palmo cuando los cañones rugieron.
Parecía que me había vuelto a equivocar, más en esta ocasión, el error fue del marine ya que las redondeadas balas negras del infame prototipo chocaron con mi cuerpo, atravesándolo sin más dolor o hundiéndose en este sin más consecuencias que un duro impacto para tras ese movimiento, salir revotando como si de su propia hoja se tratará en formas tan caóticas e impredecibles como la propia andanada del arma. Y es que lo que un inicio había parecido en un charco de sangre a mis pies rápidamente se convirtió en una marabunta de chicle que trató de alcanzar los pies y piernas del duelista intentando de inmovilizarlo y anclarlo al punto sobre el que se encontraba.
pero no iba a quedarme ahí, ya que de forma simultánea, yo ya había comenzado a esbozar un movimiento con el arma, el cual había comenzado a subir. Si el ojo del marine era lo suficientemente preciso sería capaz de ver como el aire confabulaba alrededor de la hoja negra. Pero no fue hasta cuando la hoja de esta tomo su punto más álgido cuando un destello blanco y azulado centelleo en la sala, y es que del movimiento surgió una onda masiva que pareció iluminar la tenue estancia por un segundo.
-Shötobo- fueron las palabras que musité antes de que, si nada lo impedía, aquella onda cercenará el cuerpo del marine por la mitad, desde su hombro izquierdo hasta su tobillo derecho y es que aquel era mi ataque más poderoso y que por tanto todo mi orgullo y achico llevaba impregnado en él.
Solo quedaba esperar, que en esta ocasión, no me hubiera equivocado.
- resumen:
Lanzarme en una última carga usando todo lo que tengo encima, tratando de aprovechar las debilidades que imagino que debe tener el estoque flácido.
Voy un poco justo de tiempo, pongo un listado de las cosas que uso:
-Shótobo, técnica mítica.
-Haki de observación avanzado, 3s cuando me centro en un menda.
-Hombre rutinario aumenta +1.5 mi velocidad respecto a mi clase base.
-Propiedades de paramecia especial: el usuario adquiere un control completo sobre su elemento, pudiendo adquirir la propiedad de una logia en lo que respecta a ataques ordinarios, usado para mitigar el corte y los disparos.
-La clásica bungee gum para hacer la movida del charco.
Normas del capítulo:
Un importante grupo de las fuerzas aliadas se concentra en el sur del manglar 66. Algunos marines miran hacia atrás con frustración y tristeza, miran la ciudad que hasta hace poco tan tranquila era, pero que ahora parece el espectáculo definitivo de un maldito pirómano. Las columnas de fuego pueden verse desde casi cualquier manglar del sur; los gritos de guerra, oírse sin importar donde se esté. Sin embargo, los más afectados son todos esos niños, esas mujeres y niñas, esos hombres que se ven obligados a abandonar sus hogares con una sola idea en mente: la Marina les ha fallado.
La fortaleza del manglar 65 ha caído y ha sido tomada por las fuerzas criminales lideradas por la familia Ambrosse. Los cañones comenzaron a fallar en el momento más desafortunado, y entonces la poca artillería hizo de las suyas. Ahora mismo, los criminales se comportan casi como piratas: saquean todo lo que encuentran y pobre de las mujeres a su paso. Muchas se quitarán la vida tras lo que han sufrido. Desde el manglar 66 los soldados pueden escuchar las súplicas de la gente que han abandonado, pero es que es más importante salvar a los ricos.
En el centro de la isla los hombres bajo el mando de Vasili Komaroff han sido asesinados por las fuerzas de Leroy Banners, aunque no hay rastro del estratega ni de Géminis. Se cree que ambos marchan hacia el oeste para dirigirse hacia el lugar donde cayó el meteorito. Se dice que Banners ha comenzado con los preparativos para perseguir tanto a Komaroff como a Géminis, y sus chicos hacen correr su mensaje: todo el que desee recuperar el Archipiélago de Sabaody que se una a su bando.
Finalmente, los marines abandonan la isla dominados por la impotencia. Sus buques transportan a todos los civiles que pudieron evacuar, aunque muchos quedaron atrapados en la sanguinaria guerra comenzada por Sirio. Las noticias vuelan por todo el mundo y los periodistas no tienen miedo en afirmar que el equilibrio se ha roto. Si bien el archipiélago ha quedado en buena parte destruido, sigue siendo el portal hacia el Nuevo Mundo. Todo aquel aventurero que pise el archipiélago tendrá que responder a las reglas impuestas por la familia Ambrosse, tendrá que responder a sus intereses, caprichos y deseos.
Sin embargo, este es solo el comienzo de una guerra que está lejos de terminar. El Gobierno Mundial no se quedará de brazos cruzados y es un hecho que volverá para retomar el control de la isla. El fuego aún no se ha extinto, y eso lo sabes tanto tú como yo.
- Se moderará los martes entre las 22:00 y las 23:59.
- No se puede postear los martes antes de la moderación.
- Hay un reloj que marca el tiempo restante. Cuando acaba los temas se cierran.
- Está prohibido metarrolear, powerrolear y demás actitudes tóxicas.
- A más riesgo, más premio.
- Como es tradición, el barco de Sons of Anarchy se hundirá en algún momento.
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- La ley del plot no es a prueba de idiotas.
Moderación:
Un importante grupo de las fuerzas aliadas se concentra en el sur del manglar 66. Algunos marines miran hacia atrás con frustración y tristeza, miran la ciudad que hasta hace poco tan tranquila era, pero que ahora parece el espectáculo definitivo de un maldito pirómano. Las columnas de fuego pueden verse desde casi cualquier manglar del sur; los gritos de guerra, oírse sin importar donde se esté. Sin embargo, los más afectados son todos esos niños, esas mujeres y niñas, esos hombres que se ven obligados a abandonar sus hogares con una sola idea en mente: la Marina les ha fallado.
La fortaleza del manglar 65 ha caído y ha sido tomada por las fuerzas criminales lideradas por la familia Ambrosse. Los cañones comenzaron a fallar en el momento más desafortunado, y entonces la poca artillería hizo de las suyas. Ahora mismo, los criminales se comportan casi como piratas: saquean todo lo que encuentran y pobre de las mujeres a su paso. Muchas se quitarán la vida tras lo que han sufrido. Desde el manglar 66 los soldados pueden escuchar las súplicas de la gente que han abandonado, pero es que es más importante salvar a los ricos.
En el centro de la isla los hombres bajo el mando de Vasili Komaroff han sido asesinados por las fuerzas de Leroy Banners, aunque no hay rastro del estratega ni de Géminis. Se cree que ambos marchan hacia el oeste para dirigirse hacia el lugar donde cayó el meteorito. Se dice que Banners ha comenzado con los preparativos para perseguir tanto a Komaroff como a Géminis, y sus chicos hacen correr su mensaje: todo el que desee recuperar el Archipiélago de Sabaody que se una a su bando.
Finalmente, los marines abandonan la isla dominados por la impotencia. Sus buques transportan a todos los civiles que pudieron evacuar, aunque muchos quedaron atrapados en la sanguinaria guerra comenzada por Sirio. Las noticias vuelan por todo el mundo y los periodistas no tienen miedo en afirmar que el equilibrio se ha roto. Si bien el archipiélago ha quedado en buena parte destruido, sigue siendo el portal hacia el Nuevo Mundo. Todo aquel aventurero que pise el archipiélago tendrá que responder a las reglas impuestas por la familia Ambrosse, tendrá que responder a sus intereses, caprichos y deseos.
Sin embargo, este es solo el comienzo de una guerra que está lejos de terminar. El Gobierno Mundial no se quedará de brazos cruzados y es un hecho que volverá para retomar el control de la isla. El fuego aún no se ha extinto, y eso lo sabes tanto tú como yo.
- Kaito:
- Bueno, la batalla que se forma en la mansión de Komaroff es… sanguinaria, y con decir esto me quedaría corto. Lo que pasa es que las fuerzas de Banners están descansadas y son verdaderos profesionales. Sin embargo, no importa que hayan espantado a tu antiguo “señor”, pues ya todo ha terminado. Decidiste traicionar en un mal momento a los que estaban ganando la guerra. ¿Por qué lo hiciste? ¿Valió la pena?
En cualquier caso, ahora te has unido al bando de Banners y parece un hombre dispuesto a contestar tus preguntas. Incluso parece más amigable que Komaroff y no es racista; los pulpos le caen bien, creo. Ahora bien, diré que tienes como mínimo dos alternativas: quedarte en el archipiélago para continuar la guerra, pues aún hay mucho por hacer; o marchar con Banners a algún lugar del Red Line para plantarle cara a los que te despreciaron. Trabajaste tanto por nada; tampoco has tenido noticias de William.
Por último, quiero comentar que puedes acceder a cualquier parte de la mansión de Komaroff en la que encontrarás información sobre el meteorito que cayó hace poco. Al parecer, solo al parecer, toda esta guerra ha sido producto de una leyenda: «El oro estelar».
- Celeste:
- El bicho feo del saco es acribillado por los hombres bajo el mando de Banners. La sangre y las vísceras manchan el entorno, y pronto sigues tú. O no. Los hombres te apuntan con sus fusiles, pero cuando les explicas que estás allí bajo las órdenes del señor Joseph se tranquilizan y te acompañan hasta Banners. ¿Qué hace toda esa gente allí? Espera, ¿esto de descubrir la posición de Komaroff no ha sido más que una prueba? Bueno, bueno, tiene sentido. Joseph te explicó que lo más importante es la confianza, ¿no?
En cualquier caso, imagino que querrás descubrir lo que hay en el saco. Y ya te digo que hay cositas interesantes, pero de eso hablaré dentro de una semana. Ahora lo que importa es si te quedarás en el archipiélago para luchar por la libertad, o marcharás con Banners hacia el Red Line donde un titán dormido les espera. Imagino que decidirás esto último, lo imagino porque, querida Celeste, tu ambición no tiene límites. Y trabajar para Leroy Banners supone trabajar para una mina de oro.
- William:
- Tus movimientos han funcionado y, si bien el hombre no ha muerto de pura suerte, tienes el camino libre para correr junto con tu compañero. Te reúnes con el resto del equipo y abandonas la fortaleza lo más rápido que puedes. Allá fuera todo es un caos, seguro que lo sabes, ¿no? Te escabulles lo mejor que puedes y regresas a la mansión del señor Komaroff para llevarte una sorpresa: está siendo asediada por criminales de otro bando.
Sin embargo, tu compañera te dice que marcharán hacia el oeste. Después de una larga caminata llena de peligros, consigues reunirte con el hombre al que conociste esa misma tarde. Está junto a un hombre alto, gordo y de cabellos negros que te sonríe perturbadoramente, que se presenta como Géminis. Como sea, a ti lo que te importa es hablar con el señor Komaroff.
—Has hecho un gran trabajo, gracias a tus esfuerzos hemos conquistado la isla. Gracias, señor White. Por cierto, ¿dónde se encuentra su compañero? —te pregunta con cierta mueca de desagrado; si fuera tú, simplemente diría que no lo sabes—. En cualquier caso, ¿quieres quedarte a poner control en la isla? Te dejaremos participar en los negocios de la familia, incluso tendrás un puesto dentro del alto mando. Todo el centro de Sabaody ahora te pertenece, aunque para tomar el control total del archipiélago… Bueno, para eso hay un largo camino por recorrer. Ten —dos hombres te entregan un gran cofre—, por tus esfuerzos.
Y así, Komaroff desaparece del mapa junto a Géminis.
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