NORMAS
-Si no respetas el rol, el rol no te respetará a ti.
-Sólo se muere si yo lo digo.
-A mejor rol, mejor premio.
-No repitas mis palabras, ya sé lo que he escrito.
-No se valorará la extensión, sólo la originalidad, intensidad y calidad.
-Un miembro del Staff que no participe pondrá las notas a cada participante.
-El máximo de experiencia repartida será de 20.000 puntos de experiencia.
-El narrador se llevará entre un 50 y un 100% de la experiencia máxima alcanzable, según decida el Staff.
-El narrador comentará de nuevo cada 48 horas.
-A más riesgo, más premio.
-Si alguien postea antes de las 9:00 del día 11 será expulsado del capítulo.
-Se premiarán las estrategias de equipo y las alianzas, pero se castigará el meta rol.
-Se compensará el 97,99% de lo que sufráis.
-Si no respetas el rol, el rol no te respetará a ti.
-Sólo se muere si yo lo digo.
-A mejor rol, mejor premio.
-No repitas mis palabras, ya sé lo que he escrito.
-No se valorará la extensión, sólo la originalidad, intensidad y calidad.
-Un miembro del Staff que no participe pondrá las notas a cada participante.
-El máximo de experiencia repartida será de 20.000 puntos de experiencia.
-El narrador se llevará entre un 50 y un 100% de la experiencia máxima alcanzable, según decida el Staff.
-El narrador comentará de nuevo cada 48 horas.
-A más riesgo, más premio.
-Si alguien postea antes de las 9:00 del día 11 será expulsado del capítulo.
-Se premiarán las estrategias de equipo y las alianzas, pero se castigará el meta rol.
-Se compensará el 97,99% de lo que sufráis.
- Ikaru:
- Buenos días dormilón. El Red Love Machine ha encallado, y estás en una playa de alguna isla del East Blue. Pero no sabes cuál, ni cómo salir, ni si estarán tus camaradas contigo. Lo que sí sabes es que tienes una gran ciudad de frente, un bosque a un lado de la ciudad y los restos de tu barco a tu espalda. Tal vez alguien siga con vida ahí dentro, pero es un amasijo de escombros y te arriesgas a ahogarte si te cae demasiada madera encima en un desprendimiento. Así pues, deberás hacer algo. Buscar a tu tripulación, En la ciudad o tal vez en el bosque, o quedarte en la playa llorando.
- Vince Lauret:
- Escuchas el canto de los pájaros, y el fluir del agua y las olas del mar. Estás en una isla, descansando junto a una cascada que, sorprendentemente, cae sobre la costa. Sientes los rayos de sol tostando tu piel, y Kedra a tu lado, que te grita que espabiles. Algo tendrás que hacer y se te ha olvidado. Algo en Loguetown importante. A saber qué es. Deberías buscar a tus compañeros y montar en el barco, listos para la acción, aunque a saber por dónde andan. O podrías marcharte solo. Total, los demás pueden apañárselas usando a Dexter de taxi.
- Zane D. Kenshin:
- ¡Menuda se ha liado! El barco, destruido. Tus compañeros, desaparecidos, y tú en una especie de nido gigante en lo alto de una montaña, observándolo todo desde lo alto. Desde ahí arriba, todos parecen hormiguitas, aunque reconoces el color de pelo
rosa fosforitorojo de tu capitana en medio de una ciudad. Si tuvieras forma de bajar a por ella ya seríais dos y te costaría menos reunir al resto de la banda. Aunque también ves a Hardo, y a Ika en medio de la playa. Puede que llorando… Quién sabe. Ahora la cosa es bajar sin hacerte daño de ese lugar, que parece estar a más de cien metros de altura.
- Lupin:
- Buenos días, joven pirata. Te despiertas empapado en un sudor frío, con algo de fiebre. Estás en una isla cercana a Loguetown. Te has desplazado allí por la Yonkou que se lleva anunciando semanas va a ser ejecutada, y planeas salvarla de una forma u otra. No voy a cuestionarme tus motivos, pero estás enfermo, y si no fuera por los cuidados de una pareja de ancianos, probablemente muerto. Pero tus fuerzas se van recobrando, y posiblemente en unas horas estés bien. Pero por ahora quizás, si decides levantarte, deberías buscar un médico para que te suministre calmantes o antivirales fuertes. Si te quedas descansando podrías aún llegar a tiempo, pero te perderías gran parte de la acción. Si sales ahora llegarás débil, o al menos no en perfectas condiciones. ¿Qué prefieres?
- Meneror:
- Prisionero número 50d49m00, bienvenido a la prisión de seguridad media de Shellstown, famosa porque de ahí nunca se fugó Jack Silvers. Te encuentras en un cuartucho con escasa ventilación, aunque hay una pequeña ventana. Tus brazos están atados por unas esposas que, a juzgar por cómo te sientes, no son de un metal común. Parece que asumir un precio irresponsable por tu cabeza no era una buena idea después de todo. Ahora te toca apañártelas para salir de ahí. Aunque quizás el politoxicómano que está en la celda de al lado te ayude. Podrías preguntarle.
- Abyss:
- Prisionero número 50d49m01, bienvenido a la prisión de seguridad media de Shellstown, famosa porque de ahí nunca se fugó Jack Silvers. Te encuentras en un cuartucho con escasa ventilación, aunque hay una pequeña ventana. Tus brazos están atados por unas esposas que, a juzgar por cómo te sientes, no son de un metal común, y para más colmo se te está pasando el colocón. Parece que asumir un precio irresponsable por tu cabeza no era una buena idea después de todo. Ahora te toca apañártelas para salir de ahí. Aunque quizás el tipo de pintas extrañas que está en la celda de al lado te ayude. Podrías preguntarle.
- Inaga Castamere:
- Estás bajo la sombra de un árbol meditando, con calma y relajación, sintiendo la brisa del aire acariciar tu rostro. Pero oyes un grito de Kedra. Ese muchacho nunca aprenderá a ir con calma por la vida, siempre con prisas y ganas de fiesta, ¿Verdad? En fin, te levantas y te dispones a buscar a algunos de tus compañeros, pero la pregunta es por dónde empezar, pues frente a ti se alza una gran montaña llena de bosques, y en todas direcciones una sabana lena de animales gigantes se extiende. No sabes cómo has llegado ahí, pero necesitas encontrar el barco corriendo el menor riesgo posible, pero ve con cuidado. Cualquier despiste podría costarte un buen susto.
- Kito D. Kryword:
- Vaya, parece que has perdido una pierna. Ah, no, que sólo la tienes hundida en el barro. La cosa es sacarla de él, pero no creo que se te arranque de un tirón. En fin, estás en esa situación porque el barco de tu tripulación ha caído destruido en la playa, que puedes ver fácilmente desde tu posición. Estás abrazado a una especie de marioneta siniestra, que parece el tal Tenacitas, aunque un poco tocado, pero está en buenas condiciones. Sólo necesita algo de 3 en 1 y volverá a su perfecto estado. Seguro que Hardo está muy agradecido si se lo devuelves, aunque también podrías dejarlo ahí y así llegar más fácilmente hasta tu barco, que ves desde tu posición privilegiada, o a la ciudad a buscar más ayuda. Aunque todo depende…
- Sting:
- Este suceso te va a dejar helado. El Red Love Machine ha muerto. Sí, el barco de Sons of Anarchy destruido, y tú a saber por dónde has caído. Sólo sabes que hay árboles a tu alrededor, y el relajante sonido de los grajos y palomas, el ulular de los búhos y el canto de algún que otro pajarillo de dimensiones mínimas. Algunos ciervos bebiendo en un estanque cercano, y tú en él de lleno. Menos mal que sólo es agua dulce y no está tu cabeza dentro, pero estás empapado. Pero igualmente debes ir a por tu gente, y descubrir cómo acabaste ahí, antes de que aparezca Blancanieves y te lleve a la mina con sus siete esclavitos. Oyes desde tu posición en sonido de fondo el arruyo del mar, y barullos de ciudad, y reconoces las direcciones. ¿A dónde irás?
- Johnny Wolf:
- Buenos días pirata. La sombra de la muerte se extiende por el East Blue. Desde la costa ves pasar gigantescos navíos, seguramente entre ellos la gran flota de Opprimere dirigiéndose hacia Loguetown para liberar a Katrina Bellatona, aunque en su camino se cruzan varios barcos de la marina, y empiezan a sonar cañones, y el cielo se parte por unos instantes. Muchos morirán, casi seguro, aunque algunos llegarán a la costa. Debes elegir entre alejarte de ahí y estar a salvo, o arriesgarte y salvar unas cuantas vidas. Los piratas puede que te lo agradezcan, aunque los marines no tendrán más miramientos contigo por haberles ayudado. ¿Qué harás?
- Satsujin Shein:
- Hola Novato, es hora de actuar. Por algún motivo decidiste acercarte al East Blue para la ejecución. Tal vez haya sido algo precipitado teniendo en cuenta que las tres fuerzas del mundo van a chocar en poco tiempo en esa ciudad que ahora te queda tan cerca, y a la vez tan lejos. Estás en un barco, observando cómo se desarrolla una cruenta batalla entre la flota de Opprimere y una división Marine de alto copete. Los muertos y heridos caen por la borda, y muchos de ellos seguramente sean usuarios. Sin ayuda se ahogarán. Ahora tienes varias opciones, puedes o bien secuestrar el barco y obligarlos a llevarte hasta allí, para tener más ayuda en tu misión, lanzarte tú solo al agua con el peligro que ello implica o puedes pasar del tema y esperar una llegada tranquila a tu destino.
- Cánabar:
- Buenos días pirata. Hace mucho calor hoy. Kaiser y tú estáis en la misma isla tropical del East Blue, una zona cercana a la Red Line, dejándoos bañar por el agua en un pequeño manantial frío, a la espera de que suene la señal del Titán. Seguramente él no sepa nada acerca de vosotros, pero ha contado con todos los refuerzos que ha podido, y desde vuestra posición veis el buque insignia de Opprimere listo para entrar en aguas de Loguetown. Oh, ya han lanzado los siete cañonazos al cielo, es hora de unirse a la fiesta. En la isla donde estáis es conocida por ser hogar de ricos comerciantes, y os han mandado ahí para atraer a parte de la marina. Así pues, debéis encontrar la forma de llamar la atención. Podéis ir al pueblo y matar a alguna gente, hacer pillaje o tal vez prefiráis quemar barcos en el puerto. También podéis traicionar al titán y avisar a la Marina, claro…
- Royal K. Hax:
- Tu día hoy ha empezado a lo grande. Fuego y muerte a tu alrededor, mujeres corriendo y hombres llorando ante los restos destruidos de sus casas, y tú ya cansado de todo eso. Comienzas a caminar tranquilamente mientras la tripulación de Aksubi lo destruye todo. ¿Y qué pintas tú ahí? Pues básicamente las instrucciones que te envió el titán te invitaban a entretener a la Marina una vez apareciese. Pero, si lo haces es posible que estés en serios problemas, aunque podrías encontrar cosas de gran valor. A la vez, siempre puedes irte o incluso robar un barco menor de la tripulación del Yonkou, aunque podría tener sus consecuencias. Tú sabrás qué te conviene…
- Midorima Shintaro:
- Te despiertas flotando en el agua. Una cálida sensación recorre tu cuerpo, aunque estás helado. El mar está frío, aunque los restos de Red Love Machine están ardiendo y humeando. Y tú estás al lado como buen héroe para salvar a los heridos. Bueno, o eso o largarte a ver si hay supervivientes cerca. Tienes la playa ahí al lado, y tal vez haya compañeros, o al menos una pista. Más tarde incluso podrías, con ayuda, liberar a alguien si estuviera en el interior de ese cementerio flotante, a tan sólo un par de metros de la playa. ¿Qué harás, pues?
- Hardo:
- Por poco te matas, marinero. El Red Love Machine se ha estrellado contra unas rocas, dejándole una rotura irreparable en el casco. Habéis conseguido, gracias a vuestro navegante que el barco llegara a una playa antes de hundiros por completo. Qué pena que tú cayeras por la borda y acabaras entre las rocas. Por suerte no te ha pasado nada grave, y ves los restos humeantes del barco desde ahí, pero no sabes si quedará algo de valor, ni si podrás rescatar a tus marionetas. Donde las rocas terminan un espeso bosque empieza, ¿Quién sabe qué te encontrarás ahí? Aunque también deberías intentar pasar por la ciudad que ves desde tu posición, o buscar vida en tu barco. Tú eliges.
- Arribor Neus:
- Cuidado, estás sangrando. Ah, que para ti eso no es problema. Parece que has caído en un mal lugar, compañero. Tienes cachos de madera encima, a los lados y hasta debajo, y notas una sensación fría moviéndose por la espalda, como ondulando. Reconoces algunos fragmentos, es el viejo suelo del Red Love Machine. ¿Qué habrá pasado? Estabas durmiendo hasta hace un rato, y cuando te despiertas estás bajo los restos de un barco. Tal vez alguien no trabajó como debía. El farero merece una muerte lenta y dolorosa, pero para eso primero necesitas salir de ahí. Ves luz por dos rendijas, pero sin embargo hay un pequeño túnel oscuro y ascendente. Eso podría ser de ayuda, ya que es evidente estás sobre el agua. Pero tú eliges lo que haces.
- Crimson:
- Por algún motivo, en algún momento de la noche, el Red Love Machine chocó de lado contra unas rocas, y la cosa comenzó a ir de mal en peor. Llevado por los nervios, agarraste a la pelirroja y la dejaste en un lugar apartado, aunque en la oscuridad de la noche te es difícil recordar dónde, y por atender a lo que no debías te golpeaste contra un gran edificio. Has despertado y ya es de día, necesitas hacer algo, conseguir información y encontrar a los miembros de la banda que un día fue tuya. O tal vez aprovechar para hacer algo de pillaje y tirarte unas furcias… Difícil decisión.
- Camus Killer:
- Estás en el Nuevo mundo, en la cubierta principal del Explorador Rojo, esperando a tu capitán, que tenía unos asuntillos pendientes en Paradise Island. Seguramente vuelva pronto, o tal vez no… Y en el Nuevo mundo sin un buen navegante estás perdido. Así pues, te propongo tus dos opciones. Puedes aprovechar este rato de calma sin tormentas para acercarte a una isla y secuestrar a alguien que sepa de navegación. Estás muy cerca de Dressrosa, podrías hacerlo. Aunque tal vez tu capitán se lo tome a las bravas y se enfade. Ya sabes que es “especialito”.
- Itami Kiba:
- Te despiertas en tu dormitorio del Explorador Rojo, envuelto en una espesa película de sudor frío. Has tenido una pesadilla, pero nada grave. Terrores marinos, un miedo racional cuando se viaja por Grand Line. Tu capitán se fue hace un rato bastante largo, casi un día ya, y no sabes si va a volver a verlo, al menos en un par de días. Paradise Island queda muy lejos de Dressrosa y es un viaje peligroso, mejor hacerlo con calma. Tal vez deberías salir por ahí a dar una vuelta y preguntar a Camus cuándo volverá Kirito, o proponerle largaros sin él.
- Kaiser:
- Buenos días pirata. Hace mucho calor hoy. Cánabar y tú estáis en la misma isla tropical del East Blue, una zona cercana a la Red Line, dejándoos bañar por el agua en un pequeño manantial frío, a la espera de que suene la señal del Titán. Seguramente él no sepa nada acerca de vosotros, pero ha contado con todos los refuerzos que ha podido, y desde vuestra posición veis el buque insignia de Opprimere listo para entrar en aguas de Loguetown. Oh, ya han lanzado los siete cañonazos al cielo, es hora de unirse a la fiesta. En la isla donde estáis es conocida por ser hogar de ricos comerciantes, y os han mandado ahí para atraer a parte de la marina. Así pues, debéis encontrar la forma de llamar la atención. Podéis ir al pueblo y matar a alguna gente, hacer pillaje o tal vez prefiráis quemar barcos en el puerto. También podéis traicionar al titán y avisar a la Marina, claro…[
- Puraido:
- Vas volando por los cielos hasta llegar a un lugar conocido como Isla de Dawn. Bajas y desciendes hasta la Grey terminal, una ciudad-vertedero, donde la gente más pobre vive de los despojos de los nobles y ricos de Goa. Ahí todo es gris y sucio, lleno de metales y herrumbres, gente que se nota hambrienta y otros con ojos de chacal que buscan robarte hasta la sangre. Estás ahí por las órdenes del titán. Ahí tienes que armar una pequeña revuelta para poder evitar que se manden refuerzos a Loguetown. Tienes tres vías, hacer que te persigan hasta la ciudad, negociar con ellos y hacerles grandes promesas, o volar hasta Goa y armarla tú solito. Elige una.
- Sharp D. Drake:
- Estás en medio del mar, en un barco de alquiler navegando tranquilamente mientras silbas una dulce melodía. De forma irresponsable no se te ha ocurrido otra que pasar entre los buques de la marina y la flota de Opprimere, que se lanzan mucho más que cariño por los cañones. Si no tienes cuidado, podrías tener muchos problemas. Lo mejor sería huir rápido de ahí, aunque tal vez subir al barco de la marina y encontrarte sorpresas, aunque también peligros. Si te vas a ir, piensa bien el camino, pues podrías acabar muy mal. Al norte está Loguetown, y al Sur, en una pequeña Isla, Émile espera su turno.
- Kuroi Kage:
- Jovencito, en el lugar del que yo vengo lo tuyo se llama suerte. Tu barco ha encallado, se ha destrozado por completo y tú estás viéndolo tranquilamente desde una cafetería. No sé por qué demonios fuiste a aquella isla hace unos días, pero sin duda el navegante de tu banda la ha liado parda intentando recogerte. Puedes ver el barco desde tu posición, aunque estás tan lejos que no puedes distinguir si hay gente cerca de él. Yo que tú iría a ayudar, aunque a la vez tal vez estén enfadados contigo. A saber…
- Legim:
- Capitán… Como has llegado cuarenta minutos tarde el barco ya zarpó. Pero no te preocupes, para amenizarte la espera mientras alguien se acuerda de ti ha venido alguien que seguro te hace este tiempo entretenido. La vice-almirante Izanami andaba paseando por la isla, y, cómo no, te ha reconocido. Esta es la clase de cosas que pasan cuando le dices a un contra-almirante que mereces algo mejor. Que aparece. Podrías transformarte en charco e ir reptando, o también combatir con honor, pero… Si te gana no podrás llegar a Loguetown. Tú decides.
- Dark D. Rose (Shion Scarlet):
- Hola pelirroja. Qué suerte has tenido de que Red Stinger estuviera en el barco anoche. Te has librado de quedar sepultada bajo el barco por los pelos. Sin embargo ahora estás en medio de una ciudad desconocida, sin ver absolutamente nada de tu banda. ¿Y qué habrá sido de ese pajarraco? En fin, a saber. Ahora deberías ir buscando al resto de la banda, para reunirlos a todos si puedes encontrarlos con vida, pero… Mira qué ardillita más mona va por ahí con una fruta muy extraña. Parece una bellota, pero tiene espirales y es semitransparente. Esas cosas son muy valiosas si se saben utilizar correctamente. Pero… Es tu banda. Tú verás qué haces.
- Lion D. Émile:
- Estás sentado en una hamaca, tomando el sol con tu rostro cubierto por unas gafas oscuras, y un sombrero en la cabeza. Llevas un look mucho menos formal que de costumbre, aunque llevas a Hades y Averno contigo. Esos cachivaches nunca se separan de ti, diantres. Puedes ver el mar con facilidad y la flota de Opprimere, lanzando cañonazos contra algo que, seguramente, sea propiedad de la Marina. En este punto es donde has quedado con Drake para comenzar vuestro numerito de circo, pero no puedes verlo. Tal vez debido a la batalla haya cambiado la ruta, y podrías buscarlo en derredor de la isla, a ver qué sucede, o, no sé, igual prefieres preguntarle a alguien u observar la situación desde un poco más atrás, por si escapa algún cañonazo.
- Leonel Racovich (Spencer Vatch):
- Soldado, has sido enviado como Yonkaikyo a observar la situación de Loguetown y avisar al cuerpo revolucionario si la situación se presta a asalto. Como Yonkaikyo tu deber será vigilar el puerto, pero aún estás a tiempo de ir por la ciudad y avisar con tu Den Den Mushi a los comandantes del punto óptimo de ataque. Por donde tú digas desembarcará azumi Kento, y puede suponer la victoria o la derrota de la revolución decir las palabras incorrectas. Puedes comenzar observando la plaza, o saboteando los barcos atracados en el muelle. Tal vez incluso dar un rodeo a la ciudad para conseguir detalles, aunque podría haber peligros escondidos alrededor.
- El Cid:
- Los pasteleros. Sí, ya lo sabes agente, esa organización secreta que se dedica a la producción en masa de objetos con Zoan. Sabemos que están planeando algo gordo en el día de hoy, y es tu deber es ayudar a minimizar los daños que esta gente pueda ocasionar. Para ello has sido enviado a Loguetown en el distrito Sur. Estás bajo cargo de un extraño tipejo con pintas de debilucho, pero es tu superior y toca obedecerle. Te ha ordenado que evacúes a toda la población de la zona, y para ello te las tendrás que ingeniar, pero ten cuidado. Cualquiera de ellos podría ser un pastelero. Hay unas veinte personas en la calle, y dejo a tu total y libre elección cómo espantarlas.
- GrlGrlGrl:
- Los pasteleros. Sí, ya lo sabes agente, esa organización secreta que se dedica a la producción en masa de objetos con Zoan. Sabemos que están planeando algo gordo en el día de hoy, y es tu deber es ayudar a minimizar los daños que esta gente pueda ocasionar. También nos hemos enterado de que Gyojines malos malísimos pretenden acabar con todo el barro del mundo, y no se puede consentir, debes impedirlo, agente Murloquillo. Te hemos enviado a la zona norte, donde seguramente muchos pasteleros estén atacando a la población y al barro. Detenerlos es la prioridad, da igual cómo.
- Shiroi Shibou:
- Los pasteleros. Sí, ya lo sabes agente, esa organización secreta que se dedica a la producción en masa de objetos con Zoan. Sabemos que están planeando algo gordo en el día de hoy, y es tu deber es ayudar a minimizar los daños que esta gente pueda ocasionar. Estás en la parte Este, teniendo cargo de que el puerto comercial se encuentra en esa zona y es probable que barcos de revolucionarios, incluso Buques insignia y flotas enteras aparezcan. Tu deber es alejar a toda la población civil, aunque sea, de necesitarse, matándolos a todos. Es necesario.
- Etzio:
- Los pasteleros. Sí, ya lo sabes agente, esa organización secreta que se dedica a la producción en masa de objetos con Zoan. Sabemos que están planeando algo gordo en el día de hoy, y es tu deber es ayudar a minimizar los daños que esta gente pueda ocasionar. Es casi seguro que aparezcan en tu posición, en el bosque de acacias del noroeste de la isla. Podría haber movimientos sospechosos y tú debes vigilarlo todo. Cada paso y cada sonido, debe estar controlado. De repente escuchas un sonido, y no sabes identificarlo. ¿qué será? Muerte, huida, llamada a los refuerzos, asesinar sin control… Lo que haga falta para que nada pase en el día de hoy.
- Álika Ebediyet:
- Los pasteleros. Sí, ya lo sabes agente, esa organización secreta que se dedica a la producción en masa de objetos con Zoan. Sabemos que están planeando algo gordo en el día de hoy, y es tu deber es ayudar a minimizar los daños que esta gente pueda ocasionar. Tu deber es organizar a la población del centro de la plaza para que se larguen sin oponer resistencia, o matarlos. Las bajas civiles no importan en estos momentos, sólo descabezar pasteleros y liberar la plaza.
- Date Musashi:
- Los pasteleros. Sí, ya lo sabes agente, esa organización secreta que se dedica a la producción en masa de objetos con Zoan. Sabemos que están planeando algo gordo en el día de hoy, y es tu deber es ayudar a minimizar los daños que esta gente pueda ocasionar. Llevas varias semanas infiltrado ahí, intentando descubrir la extraña tecnología que usan para imbuir tantos objetos raros con Zoans, y es más, cómo hacen para encontrarlas. Incluso te has hecho medio amigo de su líder, un tal Brack, que ve en ti un aliado potencial, sin saber que trabajas para el gobierno. Tu misión, como ya sabes, consiste en quitarte a esta gente de en medio, sea como sea necesario. En estos momentos estás en una panadería del centro de Loguetown, cercana a la plaza, junto a la empalizada. Puedes unirte a tus compañeros o emprender una campaña en solitario para acabar con esta extraña organización. Ahora está todo en tus manos.
- Räadi Vrask:
- Los pasteleros. Sí, ya lo sabes agente, esa organización secreta que se dedica a la producción en masa de objetos con Zoan. Sabemos que están planeando algo gordo en el día de hoy, y es tu deber es ayudar a minimizar los daños que esta gente pueda ocasionar. Estás en Cocoyashi, descansando un poco de tus agotadores entrenamientos fúngicos, cuando suena la alarma que indica que toca ir hasta Loguetown. Te has quedado traspuesto, entrenas demasiado, y ahora tienes que ir hasta allá, pero cuando subes al barco te das cuenta de algo: Se oyen cañones. Aún lejanos, pero cada vez os acercaréis más, y no se sabe si os darán en algún momento del viaje. Además, podría haber pasteleros infiltrados en el barco, te toca investigar, pues, mientras tanto, o decidir si realmente merece la pena ir a Loguetown arriesgando la vida. En el barco hay poca gente, un tipo de bigote, dos mujeres y un hombre con los ojos tan rasgados que parecen granos de arroz. Pero además de los marineros y esa gente no ves a nadie. Es hora de partir. ¿Qué eliges?
- Lion D. Karl:
- Saludos Vicealmirante. Estás en Marineford escuchando el gran discurso del almirante de flota antes de partir hacia Loguetown, a escasos momentos de ejecutar a la Yonkou. Da un mensaje de calma y ánimo para todos los que allí os encontráis, y pronto partiréis hacia vuestro destino. El Contra-almirante Krauser y el Capitán Minato están a tu lado, atendiendo a sus palabras, aunque es ciertamente aburrido. Cuando por fin termina, es hora de que recojas tus cosas y te prepares para montar en tu barco. La Vega, Luchs y Yakama han partido ya en los buques insignia de la Marina. Al poco tiempo sólo Krauser y Minato están en el lugar. Es hora de que te prepares, tu barco te espera.
- Joseph Leto:
- Has sido destinado a una isla cercana a Loguetown junto a Kaishi Tora, un pequeño lugar bastante tranquilo donde, por pura casualidad te has encontrado con un barco en llamas. Son los restos humeantes del Red Love Machine, el barco de Sons of Anarchy. Qué pena que hoy en día esa banda esté bajo la protección de una Yonkaikyo. Tal vez lo mejor de cara a los jefazos de la marina sería que fueseis a ayudarlos. Así os granjearíais una buena amistad, tal vez. Aunque podéis hacer lo que queráis.
- Kodama:
- Muchos se están preguntando… ¿Qué hace un árbol en medio de la plaza central de Loguetown? ¿Cómo ha llegado hasta ahí? Eres tú, Sargento Kodama, pasando desapercibido… O intentándolo, por lo menos. Tu misión aquí es encargarte de que los miembros del CP más díscolos no escalabren a media población mientras llevan a cabo sus tareas de evacuación. Anda, por ahí está una agente. Tú conoces su identidad porque te han desvelado la de ciertos agentes para la ocasión, pero no llames la atención, está de incógnito. Su nombre es Álika Edebiyet, y parece tener la mano ligera. Tal vez debieras cumplir tu cometido o ayudarla en el suyo… O armar un lío padre, eso lo dejo a tu elección.
- Kaishi Tora:
- Has sido destinado a una isla cercana a Loguetown junto a Joseph Leto, un pequeño lugar bastante tranquilo donde, por pura casualidad te has encontrado con un barco en llamas. Son los restos humeantes del Red Love Machine, el barco de Sons of Anarchy. Qué pena que hoy en día esa banda esté bajo la protección de una Yonkaikyo. Tal vez lo mejor de cara a los jefazos de la marina sería que fueseis a ayudarlos. Así os granjearíais una buena amistad, tal vez. Aunque podéis hacer lo que queráis.
- Suspiro:
- Hola Suspiro, estás en un barco de la marina, en plena batalla naval contra la banda pirate Opprimere. Puedes ver por la borda al titán, en uno de los barcos, riendo como un maníaco mientras ordena disparar. Por suerte tú estás en un barco de extremo, y los disparos mayores no van dirigidos a ti, aunque siempre estás a tiempo de llevarte un susto. Tal vez si saltaras a por esa gente desde el barco lograrías impresionar a tus superiores, aunque todo conlleva un riesgo. Podrían matarte. También puedes traicionar a la Marina y comenzar a rebanar cabezas. Tú decides lo que haces.
- Garland Blain.:
- Buenos días Soldado, te encuentras en una situación privilegiada. El puerto de Loguetown se divisa a lo lejos, y la batalla naval que se desarrolla a unos cientos de metros no se extiende hacia ti, de momento. Ya queda poco para atracar y te toca elegir qué prefieres hacer. Cumplir las órdenes recibidas o tomarte la justicia por tu mano, masacrar a cada criminal que veas… Es cosa tuya y de nadie más. Ya estás a punto de embarcar, y sólo uno de los Yonkaikyos está en su posición de momento. Qué raro… Pero ese no es tu problema. Tu tarea es en base a la justicia y la ley, y debes cumplir con ello, pero cómo lo harás está a tu libre albedrío.
- Teravan Finger-Bullet:
- Hola Teri-Chwan, es hora de dejar de hacer el vago. Nadie sabe cómo ha pasado, pero te toca vigilar presos en Shellstown. Hay en las celdas, contiguas, además, dos piratas que de forma irresponsable han cometido grandes crímenes, y cuya recompensa no paró de aumentar en mucho tiempo. No puedes verlos debido a los portones férreos que os separan, pero sabes que en uno está Abyss, el drogadicto psicópata, y en la otra se encuentra Il Bianco. Si tuvieras intereses en traicionar a la Marina liberarlos sería una buena opción. Tal vez Meneror te recompense por ello, todos sabemos que es un hombre muy rico. Aunque tal vez prefieras comportarte como un soldado de honor y limitarte a llevarles la comida, o ir dirigiéndote hacia Loguetown, que va a empezar el espectáculo.
- Krauser:
- Contraalmirante, te encuentras junto a tu amigo Lion D. Karl escuchando el discurso del almirante de la flota, algo aburrido. Dentro de poco tendrás que partir, y según acaba casi todo el mundo se va a sus barcos, y los tres almirantes van hacia los buques insignia para comandar el desplazamiento. Tal vez sea hora de ir hacia tu barco, o de recoger tus últimos enseres antes de zarpar hacia Loguetown. Pasan unos momentos y en el lugar sólo quedáis Karl, Minato Kazuo y tú. Es hora de terminar con los preparativos del momento…
- Minato Kazuo:
- Estás junto a Lion D. Karl y Kauser escuchando las últimas palabras que el almirante de flota os dirige instantes antes de que llegue el momento de zarpar. Los almirantes se van, y casi todo el cuerpo de oficiales abandona el sitio, dejándoos a Karl, Krauser y a ti solos. Es momento de terminar los preparativos del viaje, y debéis marchar hacia Loguetown cuanto antes. Tú tienes la tarea más peligrosa, en verdad. Custodiado por los tres buques insignia de la Marina, el barco de la Hero’s Force transportará en su interior a Katrina Bellatona, trasladada esta mañana desde Impel Down a Marineford, para iniciar el viaje. Te toca mover ficha…
- Kyle Aran:
- Una Buena siesta en lo alto de un árbol… Eso es lo que se necesita para empezar bien la mañana. La sensación de relax que sientes ahora tardará un rato en extinguirse, y la disfrutarás mientras tanto. En el suelo, tierra firme, una bella playa se extiende a lo largo de todo lo que alcanzas a ver, y un chico pelirrojo en una hamaca. Lo reconoces, es Lion D. Émile, el actual Yonkaikyo. Dicen por ahí que suele ser simpático, podrías ir a darle un abrazo y charlar con él, o sólo charlar. O podrías ir yendo hacia Loguetown, que va siendo hora.
- Dave Taylor:
- Es hora de cazar. Te despides de dan en el puerto y te embarcas hacia la aventura. Dejas el Grand line atrás y llegas hasta el East Blue, algo agotado. Tal vez fuera una buena parada Loguetown, si no fuera porque están evacuando la ciudad, por lo que te vas hacia una isla al este de allí, cerca de la Red Line. Un pueblecito dondde descansar a gusto unas horas antes del gran evento. Hay además unas pozas de agua templada bastante relajantes, aunque reconoces a dos hombres pez en una. Cánabar y Kaiser, dos gyojines sumamente peligrosos están ahí. Tal vez tramen algo, o tal vez no, pero si corres el riesgo es cosa tuya…
- Tahika Scarlet:
- A las chicas bonitas siempre les pagan copas… Estás en una terraza en una bella isla del East Blue, viendo el ancho mar y el constante oleaje batir contra la playa, y muchos caballeros libidinosos te invitan a copas. Vas a acabar borracha, señorita, como no te controles. Pero ya casi es la hora de ponerse en acción. El gobierno ha prometido grandes sumas de dinero a los cazadores que ayuden a contener la invasión pirata, y allí estás tú, viendo Loguetown como un pequeño telón de fondo, casi corrido del todo, y oyes bombardeos lejanos. Es hora de ponerte en marcha. Tu turno de hacer lo que desees.
- Takeshi Yamamoto:
- El cazaleyendas camina con paso tranquilo por la isla, expectante a lo que pueda suceder. Grandes sumas de dinero le han sido prometidas, y por eso está en Loguetown, observando cada detalle. El Shichibukai al que le cedió el puesto lo observa desde los tejados, e inclina el sombrero en muestra de respeto. Hay agentes de la marina y el CP, algunos ciudadanos, todos señalando con el dedo y discreción al cazador sin ojos. ¿Qué buscará aquí? Sólo él lo sabe, y sus acciones futuras sólo él puede decidirlas.
- Kaín, El Brujo del Norte:
- Llegas volando a Baratie, un barco restaurante que en su día perteneció a Zeff Pierna Roja y a Sanji Pierna Negra. En ese lugar es donde dicen están emborrachándose los piratas de Aksubi (los que no están violando y robando por todo el mar), y tal vez podrías encontrarte con alguna presa fácil, aunque si pierdes mucho el tiempo es probable que te pierdas la ejecución de la Yonkou, y nadie quiere perderse un espectáculo tan maravilloso como una cabeza volando por los aires. En el local reconoces algunas caras de los Wanteds, y casi en su mayoría están inconscientes, aunque ello no quita que los camareros estén más que asustados. Tal vez si hablaras con ellos te pudieran decir quién está al mando, y la posibilidad de tirar un usuario al mar… No la descartes nunca. Pero haz lo que mejor veas.
- Zaraki Furokawa:
- Buenos días víbora, es hora de cazar. Has llegado a la isla Kumate, una isla de bosques tan espesos que dentro no sabrías si es día o noche. Es hogar de extrañas bestias y más rara gente. Aunque se supone que la isla está deshabitada, los revolucionarios adoran las zonas de selva para ocultar sus planes, construir bases y demás cosas. Seguramente te encuentres con algo si te atreves a adentrarte en las profundidades del bosque, o también podrías buscar una ruta alternativa para tu viaje, rodeando la jungla y buscando encontrar los caminos que hay entre selva y selva. Quién sabe, tal vez el destino decida que encuentres algo.
- The Starus:
- Otro cazador en busca de fortuna y gloria llega a las costas del East Blue… Shimotsuki, la isla de las espadas, cuna del gran espadachín Zoro Roronoa. Hay rumores de que bajos piratas, pequeños rateros y demás chusma están aprovechando el revuelo de la guerra para tratar de obtener grandes beneficios. De repente, un cañonazo se oye y al poco tiempo una bola maciza rompe la madera del muelle que estás pisando, a dos pasos de ti. Por suerte no es mucha distancia y de un salto pasas. Dios, cómo está el patio. Avanzas un poco más y puedes ver bandidos corriendo de una casa hacia el monte, con un anciano saliendo como mal puede detrás de ellos. Ahora puedes hacer varias cosas. Ir tras ellos, calmar al anciano o hacerte el sueco. Aquí no ha pasado nada.
- Alex Drachen:
- Un terremoto en las montañas corvo. El cazador ha llegado. Piratas y bandidos han huido a las montañas tras hacer pillaje, y algunos bajan de nuevo a Goa, que vive atormentada estos días por la guerra en la que se ve sumido el mundo por la ejecución de semejante pirata. Alex, el intrépido cazador, tú. Estás en los bosques de Corvo, esperando y observando, caminando despacio tratando no hacer ruido, esperando escuchar algún ruido repentino, pero no oyes nada. Es hora de dejarte guiar por tu instinto. Puedes bajar hasta Goa o Gray Terminal, y con algo más de tiempo a villa Fucsia, aunque te llevará un buen rato y no sabes dónde estás exactamente, pues seguías a un grupo de forajidos que te han despistado. A ver cómo te las apañas…
- Furukawa:
- Tequila Wolf… El Puente… Es casi imposible que algún criminal sea tan idiota como para ir hasta allí, pero sin embargo comprobarlo merece la pena. De ser así, si es usuario, lo tendrías tan fácil como tirarlo al agua. Si no hay ninguno… Siempre podría haber algún tesoro oculto entre tanta isla conectada. Es un lugar gris, y se escuchan los cañonazos, aunque es muy dudoso que alguno llegue, pero por si acaso estate alerta, no vaya a ser. Puedes ver algunos barcos moviéndose hacia el origen del rugido de las naves, y tal vez debas ir y seguirlos, de alguna manera. Elige lo que prefieras.
- Adam Windwalker:
- En fin, parece que eres uno de esos locos que se ha atrevido a permanecer lejos de la zona de evacuación. Estás en una isla cercana a Loguetown, en un cuartel marine donde te están haciendo algunas pruebas físicas para comprobar que puedes ayudar a hacer de carne de cañón de forma eficiente. Cada vez más te recorre la sensación de que te estás metiendo en un berenjenal algo feo, pero por suerte pasas las pruebas bien y te vas a explorar la isla. Igual hasta puedes esconderte para evitar que te lleven a una muerte casi segura, o al menos ir sin ser obligado a la vanguardia. La isla es casi todo bosque, salvo ciertos claros con población, y puede ser divertido buscar tesoros ocultos que alguien haya enterrado o escondido de malas formas, pero es probable que no sea lo único oculto en esas zonas. Diviértete.
- Alex Cooper:
- Qué cómodos son los sillones del castillo Markov, ¿Verdad? Estar sentado en uno junto al vampiro y sentir cómo tu cuerpo se amolda al respaldo como si fuerais un solo ente mágico… Es genial. Pero va siendo hora de trabajar, y los gritos que se oyen fuera pueden llegar a ser un problema si dejan de ser simples gritos. Y Derian no tiene el don de la diplomacia, así que te toca a ti ayudar a que las masas se calmen sin que el conde pase la podadora.
- Vongola Ryohei:
- Llegas por ahí, volando sobre tu peculiar moto a una pequeña isla del East Blue, que está siendo invadida por unos piratas bastante poderosos. Fuego aquí y allá, mujeres muertas y hombres decapitados, perros en llamas buscando agua y niños llorando. Estos tipos se pasan demasiado, debería aparecer la marina cuanto antes para reventar a esos granujas. De repente, uno se fija en ti y en tu vehículo. Tal vez deberías largarte en tu moto o encararlo, pues si le das la moto quizá luego te mate o te pida más. Quién sabe.
- Etsu Rui:
- Una isla pequeña, un pueblo casi deshabitado y un bareto. ¿Se puede pedir algo mejor? Se puede ver el mar, y el movimiento de barcos es impresionante, al menos en esa zona. Suben y bajan, piratas y marines, y barcos sin banderas, tal vez hasta revolucionarios y… De repente un barco ha explotado. ¿Qué demonios ha sido eso? El barco se hunde, y no tarda mucho en aparecer gente arrastrándose por la orilla. Igual deberías ayudarlos, o quizás rematarlos. Puede que encuentres algo interesante en ellos, pero también podrías recibir un gran premio. O no, quién sabe. Es cosa tuya.
- Ugetsu Asari:
- Qué suerte has tenido de que te encontrara una anciana. Estabas inconsciente y a punto de ahogarte. Has despertado en un cuarto algo oscuro, aunque entra luz por una ventana, cuyas cortinas están corridas. Te encuentras con fuerzas, y crees que puedes salir, pero de repente entra la mujer con un delicioso desayuno. Todos sabemos a qué has venido, y quedarte a desayunar podría hacerte perder un tiempo valiosísimo, pero huele tan bien…
- Yato:
- Estás en un barco de pasajeros, rodeado de gente por todas partes, preguntando a dónde se dirige el barco, qué pasará con la guerra que se ha abierto de repente en ese mar y sin saber qué hacer. Podrías abofetearlos uno a uno, disfrutar del viaje o, si eso, bajarte en cuanto tengas la menor oportunidad. Incluso podrías mantener una conversación pausada y tranquila con ellos, pero los ruidos de cañón lo impiden, o quizás no…
- Drake lars:
- Estás en el castillo de Markov, en Halstat, disfrutando de una agradable velada comiendo cantidades ingentes de materia cárnica procesada. Está rica, y llega el punto en que no puedes más, pero a la vez los gritos de la gente en el exterior se acercan aún más. Es preocupante, y no puedes evitar acercarte a una ventana a mirar, y puedes ver cómo casi todo el pueblo está ahí reunido con antorchas e instrumentos agrícolas, como hoces y rastrillos. Lo que tengas que hacer seguramente sea por una orden de Derian, aunque puedes improvisar.
- kirito:
- Por fin sales de esa enfermería de Paradise Island. Te han vendado casi por completo, tienes el trasero lleno de esquirlas metálicas y tu omóplato está mellado. No está roto, pero por poco. Eso te pasa por andar haciendo el cabra en castillos y demás tonterías. Matar emperadores tiene esas cosas, que a veces uno se lesiona. Pero ahora toca lo importante. Volver al East Blue. Allí te están esperando, tienes una cita con una pirata a punto de morir, y llegar desde el Nuevo Mundo te puede resultar difícil. Si no vas a por Camus y tu tripulación es probable que mueran, pues las aguas de esta zona no son buenas para ir sin navegante, pero si vas a por ellos… Tal vez no llegues a tiempo. ¿Qué tiene más valor?
- Derian Markov:
- Ay, Halstat, qué bello lugar. Un paraje digno de canciones, que, por desgracia, ha caído en guerra civil. Por aquí han pasado piratas y han robado todo aquello que el vulgo tenía y la nobleza no ha hecho nada de nada. Ni siquiera el Gran Conde Markov se ha pronunciado sobre ello todavía. Ahora, por no atender cuando debiste las necesidades de tu pueblo te encuentras con esto. Ahora sal ahí afuera y enfréntalos, o convéncelos de que la culpa es de otro. Lo único que está claro es que tú tienes que llegar al East Blue cuan raudo seas capaz. Tú eliges cómo hacerlo.
- Jack Silvers:
- Después de tu salida de prisión es mucho más difícil pasar desapercibido, por lo que te vas a Kumate, una isla casi por completo deshabitada donde, hace unos años había un cuartel de emergencias del ejército del pueblo, y allí te diriges para esperar las noticias y tus nuevas órdenes. Podrías encontrarte algo especial por el camino, o perderte, o cruzarte con alguien, quién sabe.
- Takeru Shiromori:
- Las olas baten lentamente contra el casco del barco, pero eso ahora no importa, pues lo único que tratas de encontrar es la justicia del pueblo. Aquí llega tu hora, el momento de bajar del barco e infiltrarte en medio de la isla, descubrir puntos débiles de las fortificaciones para que más tarde se puedan aprovechar para acabar con el gobierno de opresión. Ahora, tú decides en qué parte de la isla comenzarás, aunque yo te recomiendo la parte norte, es de mar calmado mientras la parte sur lleva a un relieve escarpado y con mareas extrañas. Pero ya se sabe, sin dolor no hay gloria…
- Flea Grohl:
- Saludos, es hora de empezar la fiesta. Estás en Loguetown, escondido entre bidones de vino, esperando un momento para salir y armar un gran escándalo, para permitir a la revolución tomar la ciuda en el momento de despiste. Podrías hacerlo ahora, o irte a explorar las debilidades de Loguetown en general.
- Uracha:
- Parece ser que las aguas vuelven a su cauce. El ejército revolucionario te envía directamente hacia Loguetown, por tus múltiples habilidades y tu capacidad para escapar con vida de situaciones de gran riesgo. Sin embargo debes tener cuidado, no vaya a ser que ande por ahí demasiada gente con buenas tintas. Por ello debes decidir por dónde entras. Por el bosque, la playa norte o entrar directamente al puerto, aunque podrías descubrir la identidad de tu compañero si te dejara pasar. Difícil decisión…
- Hiren:
- Tras unos meses de entrenamiento llegas listo al ruedo, listo para coger el toro por los cuernos. Viajas en un barco enorme, el buque insignia de la revolución, un antiguo barco marine con el casco de Kairoseki, robado gracias a inestimables ayudas de todo revolucionario apto. Junto a ti va el comandante Azumi Kento, y podrías pedirle órdenes o lanzarte directo a la aventura, bajando un bote y yendo a parar a una extraña isla. ¿Qué prefieres hacer?
- Hyo Toranosuke:
- Te han mandado a Shellstown. ¿Por qué? Porque te toca el trabajo sucio. Abyss y Meneror, dos personas sumamente peligrosas para el gobierno mundial, encerradas en una prisión, y seguramente en breves los tratarán de trasladar a Impel Down. Debes salvarlos. Llegas ante el cuartel, y las puertas están cerradas, no sé qué harás, pero seguro que me sorprende…
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Tahika se encontraba sentada en una terraza de un precioso bar de una de las islas del East Blue. Su pelo largo y naranja, era mecido por el viento y sus ojos azulados celestes observaban todo a su alrededor con tranquilidad. Vestía con una sudadera de manga corta de un color morado, además de unos pantalones negros y unas sandalias de madera de un tono rojizo. En la silla de al lado se encontraba una enorme y extraña arma envuelta en vendas, se trataba de su arma, la que mejor utilizaba de todas las que había probado. La chica estaba recibiendo un trato más que generoso pues muchos hombres la invitaban a bebidas todo el tiempo, ella no le hacían mucha gracia aquellos tipos, sin embargo le gustaba aprovecharse de ellos y beberse lo que ellos tendrían que pagar. Su sonrisa era dulce y calmada y ahora estaba terminándose una copa de un líquido rojizo carmesí, un vino bastante bueno. Tras bebérselo decidió dejar de beber pues no quería emborracharse antes de lo que tenía planeado, el gobierno se había portado muy bien esta vez.
Habían ofrecido pasta a los cazadores que ayudaran contra los piratas, ella estaba planeando ganarse esa suma y de paso divertirse un poco. Además tal vez encontrara una pista sobre Ghost Leviatan, el gremio al que planeaba unirse pues había oído hablar muy bien de él. Se levantó de la silla mientras todos los hombres volvían a mirarla babeando y esperando a ver qué hacía, esperó unos segundos y miró a varios de ellos mientras cogía su enorme arma y se la colocaba amarrada en la espalda. Tras aquello dirigió unas palabras a los tipos, eran en un tono suave y calmado pues no quería liarse a estacazos allí por muchas ganas que tuviera de hacerlo en ese momento con esos babosos.
- Debo irme ya caballeros, ya volveré en otra ocasión.
Tras sus palabras, se giró sabiendo que ellos pagarían las bebidas pues la habían invitado. Pese a disponer de cincuenta millones, era tan agarrada que no pensaba malgastar nada de nada y prefería que la invitasen. Sin duda alguna era una cazadora en toda regla, ahora su objetivo era dirigirse hacia la ciudad del Alfa y del Omega. Sus pasos comenzaron a desplazarla por las calles sacándola de la terraza y dirigiéndola al puerto. De repente una pequeña gotita de sudor cayó por su frente pues no tenía ningún vehículo para dirigirse hacia la isla. Pensó en ir nadando pero en ese momento recordó que ya no disponía de aquella habilidad, aquella maldita fruta que ingirió resultó ser una fruta del diablo y perdió la capacidad de nadar. Además no le gustaba su habilidad pues de todos los animales del mundo le había tocado el zorro, un animal que hacía gracia al ser ella una mujer. Lástima que todo aquel que se reía de eso acababa inconsciente y sin alguna extremidad.
- ¡Tengo una buena idea!
Dijo aquella cazadora ya llegando al puerto con una sonrisa un pelín sádica. Se colocó en la orilla cerca del agua pero atenta para que el agua no la tocara. A continuación puso una carita que expresaba pena y expresión de niña buena e inocente. Acto seguido elevó su pulgar tranquilamente y se puso a esperar para ver si alguien venía a recogerla cayendo en el truco. Tenía bastante morro pero le gustaba aprovecharse de todo el mundo, era toda una oportunista y a veces muy cruel. Seguramente una vez la llevaran a su destino, se iría sin cumplir las falsas promesas que seguramente haría para que la llevaran, ahora solo faltaba esperar a ver si había suerte y aparecía un barco que picara en sus encantos.
- Espero que no tarde mucho en picar algún salido.
Dijo en un tono calmado mientras sonidos de bombarderos llegaban a sus oídos, levantó un poco más la mirada mientras fruncía el ceño y apretaba los puños, la fiesta ya estaba comenzando y no quería perderse nada de nada, por lo que alzó el tono un poco cruzándose de brazos y gruñendo un poco poniendo un tono algo más serio que el anterior.
- Maldición, vamos barquito aparece ya de una vez…
Habían ofrecido pasta a los cazadores que ayudaran contra los piratas, ella estaba planeando ganarse esa suma y de paso divertirse un poco. Además tal vez encontrara una pista sobre Ghost Leviatan, el gremio al que planeaba unirse pues había oído hablar muy bien de él. Se levantó de la silla mientras todos los hombres volvían a mirarla babeando y esperando a ver qué hacía, esperó unos segundos y miró a varios de ellos mientras cogía su enorme arma y se la colocaba amarrada en la espalda. Tras aquello dirigió unas palabras a los tipos, eran en un tono suave y calmado pues no quería liarse a estacazos allí por muchas ganas que tuviera de hacerlo en ese momento con esos babosos.
- Debo irme ya caballeros, ya volveré en otra ocasión.
Tras sus palabras, se giró sabiendo que ellos pagarían las bebidas pues la habían invitado. Pese a disponer de cincuenta millones, era tan agarrada que no pensaba malgastar nada de nada y prefería que la invitasen. Sin duda alguna era una cazadora en toda regla, ahora su objetivo era dirigirse hacia la ciudad del Alfa y del Omega. Sus pasos comenzaron a desplazarla por las calles sacándola de la terraza y dirigiéndola al puerto. De repente una pequeña gotita de sudor cayó por su frente pues no tenía ningún vehículo para dirigirse hacia la isla. Pensó en ir nadando pero en ese momento recordó que ya no disponía de aquella habilidad, aquella maldita fruta que ingirió resultó ser una fruta del diablo y perdió la capacidad de nadar. Además no le gustaba su habilidad pues de todos los animales del mundo le había tocado el zorro, un animal que hacía gracia al ser ella una mujer. Lástima que todo aquel que se reía de eso acababa inconsciente y sin alguna extremidad.
- ¡Tengo una buena idea!
Dijo aquella cazadora ya llegando al puerto con una sonrisa un pelín sádica. Se colocó en la orilla cerca del agua pero atenta para que el agua no la tocara. A continuación puso una carita que expresaba pena y expresión de niña buena e inocente. Acto seguido elevó su pulgar tranquilamente y se puso a esperar para ver si alguien venía a recogerla cayendo en el truco. Tenía bastante morro pero le gustaba aprovecharse de todo el mundo, era toda una oportunista y a veces muy cruel. Seguramente una vez la llevaran a su destino, se iría sin cumplir las falsas promesas que seguramente haría para que la llevaran, ahora solo faltaba esperar a ver si había suerte y aparecía un barco que picara en sus encantos.
- Espero que no tarde mucho en picar algún salido.
Dijo en un tono calmado mientras sonidos de bombarderos llegaban a sus oídos, levantó un poco más la mirada mientras fruncía el ceño y apretaba los puños, la fiesta ya estaba comenzando y no quería perderse nada de nada, por lo que alzó el tono un poco cruzándose de brazos y gruñendo un poco poniendo un tono algo más serio que el anterior.
- Maldición, vamos barquito aparece ya de una vez…
AlexEmpanadilla
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Alex estaba tranquilamente disfrutando del noble arte de la procastinación, tirado en un cómodo sillón mientras disfrutaba de un vino de cosecha al lado de su capitán. Ciertamente aunque aquel tipo era frío y callado la mayor parte del tiempo, era cierto que tenía, en ocasiones, buen gusto, sobre todo por la bebida. Suspiró echando en falta una bandejita de plata con empanadillas por encima, pero no podía quejarse. Gracias a su papel como médico de la tripulación de Derian había podido viajar por el mundo y disfrutar de los placeres de las empanadillas en multitud de puertos e islas de los cuatro Blues. Seguramente Derian tenía planeado entrar al Grand Line ahora que era Shichibukai. Era algo que Alex llevaba esperando desde hacía bastante tiempo. Quería viajar por todo el mundo, y aquel mar no era una excepción. Sin embargo, desconocía las intenciones del conde. Aunque también era cierto que habían llegado avisos de que se había capturado a uno de los Yonkou, y que posiblemente fuera ejecutada en Loguetown. Alex tenía recuerdos de haber estado en aquella ciudad. Fue cuando habían conocido a Olivia. Tal vez Derian quisiera asistir, algo que al médico le traía sin cuidado, la verdad.
Se estaba tan cómodo en aquel sofá, que cuando empezó a escuchar ruidos afuera no pudo evitar soltar un quejido. Tendría que salir y ver qué ocurría. Aquella muchedumbre podía ser fácilmente masacrada si hacían enfadar a Derian. Y a Alex no le apetecía tener que tratar después a toda aquella gente. Podía salvar vidas, recomponer cuerpos y cerrar heridas, pero le parecía estúpido tener que hacerlo si podía evitarlo de antemano. Se levantó, observando como su silueta quedaba grabada en el sillón. Ciertamente era cómodo, y si las cosas seguían bien cuando volviera, seguramente se tiraría de nuevo un buen rato. Para seguir haciendo nada.
Caminó hacia la entrada del castillo. La muchedumbre se acumulaba afuera. Parecían algo enfadados. No sabía si era por las caras de frustración, los gritos incomprensibles, o simplemente por el detalle de las antorchas y las horcas. Sí, posiblemente fuera aquello último. Alex voló sobre la fachada del castillo en forma de cloro y se colocó entre dos gárgolas de roca negruzca. La gente parecía verle bastante bien desde allí. No le gustaba llamar la atención, pero si quería evitar la masacre, tendría que hacerlo. Y si aquellos honrados pueblerinos no le hacían caso, le diría a Derian que él no pensaba limpiar el desastre. Estaba harto que ir cosiendo y recomponiendo a las víctimas que dejaba el vampiro, o Drake, o Nat... Se quedó pensativo: "¿Por qué la banda está llena de chalados locos y sádicos?" pensó con amargura. Él no era el más indicado para hablar. Se había acabado trastornando con aquella gente, hasta tal punto que su nivel de sadismo en combate era bastante elevado. Era como una segunda personalidad que sólo salía a relucir cuando peleaba. Respiró hondo, y gritó lo más alto que pudo:
- ¡¡¡¡SILENCIOOOO!!!! -la reacción de la multitud fue callarse ante aquel tipo con ropaje negro y emplumado. Tal vez alguno de ellos lo reconociera como el médico del Shichibukai. Bueno, al menos había captado la atención del público-. El Conde Markov es un hombre ocupado. Y no es precisamente sociable. Si tenéis alguna queja, por favor, hacedmela saber y yo mismo me encargaré de que llegue a sus oídos. -mientras pronunciaba estas palabras, iba descendiendo y extendiendo cloro a su alrededor, pero sin actitud hostil. Lo único que sentirían los aldeanos era un suave olor a cloro en el aire, pero no les haría daño. Justo al posarse en el suelo, se preparó para una posible reacción violenta por parte de los aldeanos. Si lo atacaban, él estaría preparado. La gente dio un par de pasos hacia atrás para hacerle sitio, y el médico esperó las quejas, con una actitud tranquila y un semblante impasible.
Se estaba tan cómodo en aquel sofá, que cuando empezó a escuchar ruidos afuera no pudo evitar soltar un quejido. Tendría que salir y ver qué ocurría. Aquella muchedumbre podía ser fácilmente masacrada si hacían enfadar a Derian. Y a Alex no le apetecía tener que tratar después a toda aquella gente. Podía salvar vidas, recomponer cuerpos y cerrar heridas, pero le parecía estúpido tener que hacerlo si podía evitarlo de antemano. Se levantó, observando como su silueta quedaba grabada en el sillón. Ciertamente era cómodo, y si las cosas seguían bien cuando volviera, seguramente se tiraría de nuevo un buen rato. Para seguir haciendo nada.
Caminó hacia la entrada del castillo. La muchedumbre se acumulaba afuera. Parecían algo enfadados. No sabía si era por las caras de frustración, los gritos incomprensibles, o simplemente por el detalle de las antorchas y las horcas. Sí, posiblemente fuera aquello último. Alex voló sobre la fachada del castillo en forma de cloro y se colocó entre dos gárgolas de roca negruzca. La gente parecía verle bastante bien desde allí. No le gustaba llamar la atención, pero si quería evitar la masacre, tendría que hacerlo. Y si aquellos honrados pueblerinos no le hacían caso, le diría a Derian que él no pensaba limpiar el desastre. Estaba harto que ir cosiendo y recomponiendo a las víctimas que dejaba el vampiro, o Drake, o Nat... Se quedó pensativo: "¿Por qué la banda está llena de chalados locos y sádicos?" pensó con amargura. Él no era el más indicado para hablar. Se había acabado trastornando con aquella gente, hasta tal punto que su nivel de sadismo en combate era bastante elevado. Era como una segunda personalidad que sólo salía a relucir cuando peleaba. Respiró hondo, y gritó lo más alto que pudo:
- ¡¡¡¡SILENCIOOOO!!!! -la reacción de la multitud fue callarse ante aquel tipo con ropaje negro y emplumado. Tal vez alguno de ellos lo reconociera como el médico del Shichibukai. Bueno, al menos había captado la atención del público-. El Conde Markov es un hombre ocupado. Y no es precisamente sociable. Si tenéis alguna queja, por favor, hacedmela saber y yo mismo me encargaré de que llegue a sus oídos. -mientras pronunciaba estas palabras, iba descendiendo y extendiendo cloro a su alrededor, pero sin actitud hostil. Lo único que sentirían los aldeanos era un suave olor a cloro en el aire, pero no les haría daño. Justo al posarse en el suelo, se preparó para una posible reacción violenta por parte de los aldeanos. Si lo atacaban, él estaría preparado. La gente dio un par de pasos hacia atrás para hacerle sitio, y el médico esperó las quejas, con una actitud tranquila y un semblante impasible.
Ryusen Higure
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Había pasado casi dos días enteros encerrado en la enfermería mientras el médico me curaba y me iba cambiando el vendaje para que las heridas no se infectaran. Me levanté de la cama y tras vestirme caminé hacia la puerta ignorando al médico que decía que era mejor que descansara unos días más, tenía una misión importante que hacer en Loguetown ya que es la ejecución de un pirata muy peligroso y tenía que aprovecharlo para llevar a cabo mi estrategia, pero primero tendría que encontrarme con mi banda para que pudiesen aportar su grano al caos que se generará en la isla. Me dirigí al puerto donde cogí el mejor barco que había y comencé a navegar mientras recordaba la última posición del Explorador Rojo que dejé atracado en la isla anterior a Paradise Island para evitar que pudiesen descubrirme antes de poder empezar a desatar el caos en el reino y conquistarlo. Adopté mi forma híbrida y lancé una ráfaga de aire controlada a las velas del barco para que avanzara más rápido ya que tenía prisa por llegar a la isla y partir hacia el East Blue donde debía ayudar en la ejecución de la Yonkou Katrina.
Mi mirada permanecía fija en el horizonte buscando cualquier indicio de isla u obstáculo para poder manejar el barco con la antelación necesaria para evitarlo. Llegaría más rápido volando pero ya estaba usando energía que era mejor guardar por mi estado al mover el barco pero una vez en mi barco podría viajar rápido sin usar mi poder. El barco avanza rápido rumbo a la isla anterior y dependiendo de lo que ocurra las cosas se desarrollarán de una forma o de otra pero en el fondo estaba preocupado por el barco y mis tripulantes ya que era el mejor navegante de la tripulación.
Mi mirada permanecía fija en el horizonte buscando cualquier indicio de isla u obstáculo para poder manejar el barco con la antelación necesaria para evitarlo. Llegaría más rápido volando pero ya estaba usando energía que era mejor guardar por mi estado al mover el barco pero una vez en mi barco podría viajar rápido sin usar mi poder. El barco avanza rápido rumbo a la isla anterior y dependiendo de lo que ocurra las cosas se desarrollarán de una forma o de otra pero en el fondo estaba preocupado por el barco y mis tripulantes ya que era el mejor navegante de la tripulación.
Steve
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-¿Huh? ¿Dónde coño estoy? Agh, como me duele la cabeza.-Dije nada más despertar en aquel cuartucho cerrado y que tenía una atmosfera asfixiante, pues solo tenía un ventanuco que casi no dejaba pasar el aire, solo algún rayo de luz, así que no podíamos estar bajo tierra.
Me sentía increíblemente fatigado, y no sabía el porqué hasta que intente moverme y sentí como tenía las muñecas aprisionadas, y al mirar a los lados y ver las rejas me di cuenta de que eso no era un callejón, estaba en una cárcel o al menos eso podía suponer, pero había varias celdas separadas solamente por unos barrotes, si no tuviera esas malditas esposas pasaría por allí fácilmente, a decir verdad ¿cómo me capturaron? Ni si quiera me acuerdo de haberme metido en algún lio, estaba en una posada haciendo mis cosas alucinógenas… Sería en ese momento, saldría y estaría demasiado “extasiado” como para ejercer algún tipo de resistencia.
Me resigne tras unos minutos intentando forcejear, digo intentando porque no tenía fuerzas ni para hacer eso, pero a lo mejor sí que podía hablar con el hombre que estaba en la celda de al lado, tenía unas pintas extrañas, pero supongo que es lo que pensaría la gente de mi al verme colocado hasta las cejas.
Como no perdía nada y suponía que iba a estar una buena temporada allí, dado que ya tenía un largo historial delictivo y me caerían un buen tiempo de uniformes a rayas, comidas intragables, hacer pesas en un patio para que no te intentasen matar cuando menos te lo esperases y a lo que no debía hacer nunca bajo ningún concepto y debía evitar a toda costa, que se me cayera una pastilla de jabón en los baños, me decante por hablarle.
-Pss, ¿por qué te han metido a ti aquí?-Le dije al hombre que estaba en la celda contigua, casi sin fuerzas por el kairoseki que me atrapaba los brazos e intentaba mirar a donde estaba él.
Me sentía increíblemente fatigado, y no sabía el porqué hasta que intente moverme y sentí como tenía las muñecas aprisionadas, y al mirar a los lados y ver las rejas me di cuenta de que eso no era un callejón, estaba en una cárcel o al menos eso podía suponer, pero había varias celdas separadas solamente por unos barrotes, si no tuviera esas malditas esposas pasaría por allí fácilmente, a decir verdad ¿cómo me capturaron? Ni si quiera me acuerdo de haberme metido en algún lio, estaba en una posada haciendo mis cosas alucinógenas… Sería en ese momento, saldría y estaría demasiado “extasiado” como para ejercer algún tipo de resistencia.
Me resigne tras unos minutos intentando forcejear, digo intentando porque no tenía fuerzas ni para hacer eso, pero a lo mejor sí que podía hablar con el hombre que estaba en la celda de al lado, tenía unas pintas extrañas, pero supongo que es lo que pensaría la gente de mi al verme colocado hasta las cejas.
Como no perdía nada y suponía que iba a estar una buena temporada allí, dado que ya tenía un largo historial delictivo y me caerían un buen tiempo de uniformes a rayas, comidas intragables, hacer pesas en un patio para que no te intentasen matar cuando menos te lo esperases y a lo que no debía hacer nunca bajo ningún concepto y debía evitar a toda costa, que se me cayera una pastilla de jabón en los baños, me decante por hablarle.
-Pss, ¿por qué te han metido a ti aquí?-Le dije al hombre que estaba en la celda contigua, casi sin fuerzas por el kairoseki que me atrapaba los brazos e intentaba mirar a donde estaba él.
Angeline Labelle
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Me encontraba con una pierna dentro del barro al haber caído minutos antes del barco, que se encontraba a algunos metros de mi. Para salir se me ocurrieron varias ideas que fui barajando, entre ellas estaba la idea de cortarme la pierna y salir usando las manos sin menor esfuerzo, o arrastrarme como una serpiente hasta conseguir salir del barro. Mientras estaba pensando en estúpidas ideas de sacar mi pierna de ese charco, vislumbre uno de los muñecos de Hardo, parecía estar algo destrozado pero no demasiado.
Sin mas remedio que cogerlo, tire mi bumerán usando mi mano derecha, sin mucho esfuerzo lo recogí al aire con el muñeco colgando. Fue entonces que se me ocurrió una idea para salir de ahí, tiré el muñeco y mis armas fuera del charco para que no cayesen dentro con mi posterior movimiento.
Cogí una placa de madera que había volado conmigo y la puse sobre el barro delante de mi. Me transformé en guepardo y usé mis patas delanteras para impulsarme y salir saltando de aquél charco de barro. Tenía la pierna completamente empapada de barro, y no me gustaba estar tan sucio, menos si iba a estar con la tripulación. Así que decidí mojarme la pierna en el mar, tras esto tomé mis cosas y fui a donde se encontraban mis nakamas, necesitaba ver a Hardo para devolverle su muñeco. El barco estaba hecho pedazos y no veía a nadie a primera vista. Grité varias veces: -¡¿Hey, hay alguien vivo?!¡Soy Kryword!
Me tomé un buen rato buscando entre los escombros para encontrar a alguien y no hubo manera de ver a nadie. Entonces decidí quedarme ahí durante unos 20 minutos o lo que tardaba la marea en subir para ver si alguno salía de algún arbusto, o de debajo de la arena, todo era posible. Mientras esperaba, me quedé observando el muñeco de Hardo para ver si podría arreglarlo con alguna cosa que tuviese. Tenía el brazo roto y a la cabeza no le faltaba mucho para acabar en el mismo estado, no sabía coser, así que preferí guardarlo en uno de mis bolsillos. Ese día llevaba unos pantalones rojos cortos hasta poco más de las rodillas y una camiseta de tirantes de color blanco. No fue hasta ese momento que me di cuenta de que hacía un buen pero a la vez muy agitado día. Había sol abundante pero hacía viento, aún no recuerdo como había acabado nuestro Red Love Machine en ese estado y en ese lugar.
Esperaría ahí 15 minutos más y me iría hacía la ciudad en busca de mi tripulación, puede que estuviesen en algún bar o buscando algún carpintero. No tengo ni idea de lo que les podía haber pasado.
Sin mas remedio que cogerlo, tire mi bumerán usando mi mano derecha, sin mucho esfuerzo lo recogí al aire con el muñeco colgando. Fue entonces que se me ocurrió una idea para salir de ahí, tiré el muñeco y mis armas fuera del charco para que no cayesen dentro con mi posterior movimiento.
Cogí una placa de madera que había volado conmigo y la puse sobre el barro delante de mi. Me transformé en guepardo y usé mis patas delanteras para impulsarme y salir saltando de aquél charco de barro. Tenía la pierna completamente empapada de barro, y no me gustaba estar tan sucio, menos si iba a estar con la tripulación. Así que decidí mojarme la pierna en el mar, tras esto tomé mis cosas y fui a donde se encontraban mis nakamas, necesitaba ver a Hardo para devolverle su muñeco. El barco estaba hecho pedazos y no veía a nadie a primera vista. Grité varias veces: -¡¿Hey, hay alguien vivo?!¡Soy Kryword!
Me tomé un buen rato buscando entre los escombros para encontrar a alguien y no hubo manera de ver a nadie. Entonces decidí quedarme ahí durante unos 20 minutos o lo que tardaba la marea en subir para ver si alguno salía de algún arbusto, o de debajo de la arena, todo era posible. Mientras esperaba, me quedé observando el muñeco de Hardo para ver si podría arreglarlo con alguna cosa que tuviese. Tenía el brazo roto y a la cabeza no le faltaba mucho para acabar en el mismo estado, no sabía coser, así que preferí guardarlo en uno de mis bolsillos. Ese día llevaba unos pantalones rojos cortos hasta poco más de las rodillas y una camiseta de tirantes de color blanco. No fue hasta ese momento que me di cuenta de que hacía un buen pero a la vez muy agitado día. Había sol abundante pero hacía viento, aún no recuerdo como había acabado nuestro Red Love Machine en ese estado y en ese lugar.
Esperaría ahí 15 minutos más y me iría hacía la ciudad en busca de mi tripulación, puede que estuviesen en algún bar o buscando algún carpintero. No tengo ni idea de lo que les podía haber pasado.
Derian Markov
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Derian se acomodó en el asiento, cruzando una pierna sobre la otra mientras sujetaba su copa de vino con la mano izquierda y el periódico con la derecha. Tendrían que partir cuanto antes hacia Loguetown, a ser posible ese mismo día, antes de que la situación se desmadrase más. Por suerte la ciudad se hallaba cerca de la Reverse Mountain, lo que suponía que llegarían relativamente a tiempo para la batalla. Dio un trago del vino, disfrutando del aroma, cuando un fuerte alboroto interrumpió su tentempié matinal. Podía oír claramente los gritos y los pasos en el patio de una multitud enfurecida. Alex se levantó y salió de la sala, mientras Drake seguía devorando vorazmente un cacho de carne. Adelantándose a una posible reacción de su temerario e irreflexivo guardaespaldas, el noble miró hacia él y le dijo:
- Quédate quieto a menos que te ordene lo contrario. Tenemos visita inesperada. Ahora resulta que las presas se creen que pueden darle órdenes a sus superiores... - gruñó, enseñando sus colmillos - Yo me encargaré de ellos.
Aquella situación le mosqueaba bastante. ¿Se atrevían a invadir su sagrado hogar, el ancestral castillo de los Markov? Intolerable... debería matarlos a todos y exponer sus tripas al sol como advertencia a cualquiera que se atreviera a intentar la misma idiotez. Sin embargo, planeaba la conquista de toda la isla para dentro de bastante poco. Y sería un mal comienzo tanto a nivel de propaganda como estratégico reducir la población de su feudo a cero. El conde suspiró, algo cansado, y se levantó caminando hacia la ventana. Su agudo oído le permitía escuchar desde ahí los gritos de Alex hacia la multitud. "Parece que al menos una persona de la tripulación tiene algo de cabeza. Bien hecho, Alex. Es mi turno." Estaba realmente enfadado, pues se vería obligado a hacer algo que odiaba: rebajarse a tratar como a iguales a sucias presas y tratar de apaciguarlas en lugar de castigarlas. Pero ocultó tales pensamientos, y abrió la ventana de par en par, asomándose al patio. Comenzó a hablar en un tono de voz meloso y firme, como el de un padre decepcionado:
- ¡Pueblo mío de Markovia! ¿Qué os he hecho yo para merecer que vengáis a mis puertas armados y en pie de guerra? ¿A caso no os he tratado yo bien, con impuestos extraordinariamente bajos? ¿No me he preocupado por vosotros, mis compatriotas? He oído vuestras voces. Son de resentimiento. Me culpáis por no haber defendido a nuestras gentes de los piratas. Compatriotas, ¿no es el deber del rey proteger a sus súbditos, y no ha sido atacado por igual todo el reino? ¿Y qué hay de los grandes nobles? ¿A caso nos ha protegido nuestro duque de los corsarios, o ha usado el rey a la flota de Hallstat para ahuyentar a los piratas? ¡Nada! Nada de nada, mis buenas gentes. Y mientras tanto, yo estaba preparando a mis hombres para ir a combatir a estos mismos piratas y a otros de bastante peor calaña en las lejanas aguas del East Blue. Pues hacia allí se dirigen estos piratas. ¿Merezco yo, que pretendo vengar a nuestro pueblo, semejante trato? Pensadlo bien, hijos míos, pues no es la persona que tenéis ante vosotros el culpable de esta tragedia. ¡Mirad a vuestro alrededor y pensad! ¡Pensad, y daros cuenta de quién ha sido el que ha permitido esto! ¡Pensad, y luego transmitid la noticia por las comarcas vecinas! Los culpables no quedarán sin castigo
Las palabras casi se le atragantaron en la boca, pero las pronunció de manera correcta y sin que el discurso sonase forzado. Al fin y al cabo, como noble que era había sido instruido en la oratoria. Parecía que las lecciones de su difunto padre al fin habían servido para algo. Le había resultado terriblemente desagradable el papel que acababa de representar, pero si le facilitaba las cosas para reconquistar el trono de su familia junto con todo el reino, bienvenido fuese.
- Quédate quieto a menos que te ordene lo contrario. Tenemos visita inesperada. Ahora resulta que las presas se creen que pueden darle órdenes a sus superiores... - gruñó, enseñando sus colmillos - Yo me encargaré de ellos.
Aquella situación le mosqueaba bastante. ¿Se atrevían a invadir su sagrado hogar, el ancestral castillo de los Markov? Intolerable... debería matarlos a todos y exponer sus tripas al sol como advertencia a cualquiera que se atreviera a intentar la misma idiotez. Sin embargo, planeaba la conquista de toda la isla para dentro de bastante poco. Y sería un mal comienzo tanto a nivel de propaganda como estratégico reducir la población de su feudo a cero. El conde suspiró, algo cansado, y se levantó caminando hacia la ventana. Su agudo oído le permitía escuchar desde ahí los gritos de Alex hacia la multitud. "Parece que al menos una persona de la tripulación tiene algo de cabeza. Bien hecho, Alex. Es mi turno." Estaba realmente enfadado, pues se vería obligado a hacer algo que odiaba: rebajarse a tratar como a iguales a sucias presas y tratar de apaciguarlas en lugar de castigarlas. Pero ocultó tales pensamientos, y abrió la ventana de par en par, asomándose al patio. Comenzó a hablar en un tono de voz meloso y firme, como el de un padre decepcionado:
- ¡Pueblo mío de Markovia! ¿Qué os he hecho yo para merecer que vengáis a mis puertas armados y en pie de guerra? ¿A caso no os he tratado yo bien, con impuestos extraordinariamente bajos? ¿No me he preocupado por vosotros, mis compatriotas? He oído vuestras voces. Son de resentimiento. Me culpáis por no haber defendido a nuestras gentes de los piratas. Compatriotas, ¿no es el deber del rey proteger a sus súbditos, y no ha sido atacado por igual todo el reino? ¿Y qué hay de los grandes nobles? ¿A caso nos ha protegido nuestro duque de los corsarios, o ha usado el rey a la flota de Hallstat para ahuyentar a los piratas? ¡Nada! Nada de nada, mis buenas gentes. Y mientras tanto, yo estaba preparando a mis hombres para ir a combatir a estos mismos piratas y a otros de bastante peor calaña en las lejanas aguas del East Blue. Pues hacia allí se dirigen estos piratas. ¿Merezco yo, que pretendo vengar a nuestro pueblo, semejante trato? Pensadlo bien, hijos míos, pues no es la persona que tenéis ante vosotros el culpable de esta tragedia. ¡Mirad a vuestro alrededor y pensad! ¡Pensad, y daros cuenta de quién ha sido el que ha permitido esto! ¡Pensad, y luego transmitid la noticia por las comarcas vecinas! Los culpables no quedarán sin castigo
Las palabras casi se le atragantaron en la boca, pero las pronunció de manera correcta y sin que el discurso sonase forzado. Al fin y al cabo, como noble que era había sido instruido en la oratoria. Parecía que las lecciones de su difunto padre al fin habían servido para algo. Le había resultado terriblemente desagradable el papel que acababa de representar, pero si le facilitaba las cosas para reconquistar el trono de su familia junto con todo el reino, bienvenido fuese.
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Mierda... - Pensé algo impaciente mientras esperaba sentado en aquella sala con olor a desinfectante.
Me habían pillado, había viajado hasta el East Blue con la intención de ser uno de los pocos testigos de un evento que podía cambiar el mundo, pero mis dotes de navegación dejaban mucho que desear y fui interceptado por un barco de la Marina. Tras un corto interrogatorio en el cual les dejé claro a los marines que no era una amenaza y que mi capacidad para mentir u ocultar algo era más bien nula, me llevaron al patio del cuartel para hacerme unas cuantas pruebas y comprobar que mis aptitudes físicas cumplían los requisitos. Pase esas pruebas sobrepasando todas sus expectativas por mucho, al fin y al cabo estaban destinadas a comprobar el estado físico de un marine normal. Pero tras eso vino algo que no me gustó nada, los exámenes médicos, me llevaron casi a rastras a la enfermería para hacerme según dijeron unos análisis rutinarios. Tuve suerte de que la encargada de esos análisis fuera una encantadora y joven enfermera con buenas dotes, sino... seguramente mi miedo a los médicos me hubiera hecho cometer alguna locura irracional. Después de diez interminables minutos las puerta de la sala se abrió y uno de los marines que me había hecho las pruebas de aptitud física apareció tras ella.
- Chico, tengo buenas noticias. Has pasado todas las pruebas con éxito, algo que no todos los reclutas pueden decir. - Me dijo aquel recluta con cara alegre y amistosa.
- Pero ¿por qué recurrís a civiles para ayudaros? pensaba que la marina era una fuerza bastante capaz.- Pregunté algo intrigado.
- Mira, si fuera una banda pirata cualquiera no habría problema, pero se trata de la banda de un Yonkou, y no sólo eso también las bandas de todos los piratas que se alíen con ellos, sinceramente no sé si las fuerzas de la marina serán suficientes. Además si te das cuenta el aviso que se le comunicó a la población también era una especie de método para reclutar voluntarios. Todos los que decidan quedarse o ir a Loguetown significa que se ven lo suficientemente fuertes para sobrevivir en el infierno que se va a desatar, pero como no podemos permitir que quebranten la ley decidimos que como castigo ayudarían a la marina si dan la talla. - Me explicó aquel marine de buena gana.
- Entonces si lo he entendido bien seré enviado a reforzar la primera línea - Dije poco convencido al ver que me estaba metiendo en un asunto muy feo.
- Así es, ¿No querías ser testigo de este evento? Pues aquí tienes un billete para un asiento en primera fila JAJAJA. Bueno, todavía falta tiempo para que el barco zarpe hacia Loguetown, tienes un par de horas para hacer lo que quieras, pero te quiero ver a la hora en el puerto o mandaré a un escuadrón para que te traiga a rastras. - Dijo con el mismo tono amistoso, a pesar de que las últimas palabras no encajaban con ese tono, algo que me puso un poco los pelos de punta.
Cuando se fue a atender sus asuntos salí de aquel edificio y miré alrededor. Un bosque rodeaba el cuartel, no había vallas dado que el cuartel era casi todo el indicio de civilización que había en ese sitio, por lo menos que yo hubiera visto. Pasaba de quedarme en ese cuartel esperando, no soportaba estar quieto en un sitio sin hacer nada, así que decidí ir a explorar un poco esa pequeña isla, no me llevaría mucho tiempo y si me perdía siempre podía seguir el olor característico del cuartel de los marines. La mayoría de guardias estaban demasiado ocupados haciendo los últimos preparativos, así que fue bastante fácil escabullirme hasta ocultarme dentro del bosque. Una vez allí decidí dejarme llevar un poco por mis instintos y empezar a saltar a toda velocidad de rama en rama por los árboles, la altura y la velocidad eran dos sensaciones que me hacían sentir libre y tenía que disfrutar de esa sensación de libertad antes de la hora. No sabía si encontraría algo interesante, ni siquiera me importaba, lo único que quería era llegar al punto más alto y relajarme un poco disfrutando de las vistas.
- OFF:
- No se si con la conversación con el marine he hecho algo de metarol, si es así me disculpo ya por adelantado.
Date Musashi
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Un fuerte estruendo se escuchó en la habitación en la que estaba el semigigante alertando posiblemente a algunos guardias que por allí se encontraran. No era fácil para alguien con la situación de Musashi aguantar tanto tiempo lejos de la pequeña Ame Sora, la niña que protegía a costa de su propia vida sin importarle nada más. Sin embargo era algo que tenía que hacer, pues sus superiores lo habían mandado a infiltrarse a una organización de Loguetown que se hacían llamar "Los pasteleros" y que por la información de la que disponían en su momento parecían estar creando una gran cantidad de objetos con akumas de tipo zoan. Las preguntas que se planteaban como incógnitas en el caso eran: "¿Cómo creaban dichos objetos?", "¿Cómo encontraban las akumas un grupo de 'pasteleros' de Loguetown?" y la más importante de todas, "¿Por qué había sido Musashi el destinado a aquella misión?". Al menos así era en la cabeza del semigigante que se levantó de su asiento dejando a su lado los pequeños trozos de madera de la mesilla que había destrozado al pensar en la pequeña Ame Sora.
Tratando de centrarse en la misión y no pensar demasiado miró a su alrededor. Se encontraba en una panadería cercana a la plaza central de Loguetown donde tendría la ejecución de una afamada pirata dentro de poco, provocando que toda la ciudad fuera un caos y hubiera presencia militar de todos los bandos por la zona. Musashi sabía que estaban tramando algo para aquel día pues se habían estado preparando y era tarea del semigigante la de impedir que la cosa se fuera de las manos y fueran una amenaza importante, pero sobretodo era su tarea la de desmantelar toda aquella organización y evitar que pudieran seguir creando aquellos objetos tipo zoan. De lo contrario solo se le ocurría que después de todo aquello le mandaran a otra misión de infiltración para lo mismo, por lo que tenía que eliminar todo aquello de raiz.
Date no era bueno cocinando ni haciendo pasteles, pero aún así se había logrado ganar la confianza de aquellos pasteleros y en especial la de su líder con el que había hablado en varias ocasiones. Ese hombre le veía potencial y parecía confiar plenamente en el demonio de un solo ojo, pero no había correspondencia por parte de Musashi que solo fingía sentir aprecio por alguien como él para poder completar la misión. No es que fuera demasiado difícil ya que los propios sentimientos del semigigante le inclinaban más a estar con un grupo como los pasteleros que con un grupo como era el Cipher Pol, pero era su obligación para poder proteger a la niña. La verdad es que se había integrado bastante bien y ya se había olvidado de llevar su prieto traje para llevar las ropas que le gustaban a él, mucho más anchas o incluso ceremoniales y por supuesto de su talla. Básicamente eran ropajes azules y blancos consistentes en un kimono samurai cubierto cubierto por una túnica azul oscura y claramente el parche que tapaba su ojo izquierdo. Además no estaba mal visto que cargara sus armas consigo y menos en un día como aquel, por lo que llevaba su enorme sable atado al cinto y la maza aferrada a su espalda y sobresaliendo por encima. Por supuesto no se olvidaba de su Sicu, el instrumento de viento de bambú que Sora había hecho para él.
Había sido informado de que otros miembros del CP estarían por la zona, pero por el momento él debía cumplir su misión principal y tratar de sabotearlos desde dentro. —Está todo bien, solo se rompió otra mesa por el peso de mi brazo...— mencionó por si alguien había oído el ruido anterior y así evitar tener fisgones que le molestaran. Debería andarse con ojo, puesto que solo le quedaba uno y no sería buena idea perderlo. Ante él estaba la puerta que daba a la calle y a su derecha una puerta que daba a otra habitación y consecuentemente al interior del edificio. Esa sería su mejor opción si quería tratar de averiguar algo, pues abrir las paredes a golpes quizás llamara la atención ligeramente. Además contaba con la confianza de los pasteleros, por lo que si era pillado fisgoneando creía que podría inventarse una excusa o salir al paso. Se dirigió a la puerta y con su enorme mano trató de abrir el pomo de la puerta deseando que no estuviera cerrado. Un detalle a tener en cuenta y a agradecer era que, si bien el lugar no era excesivamente grande, el techo era suficiente alto como para que con sus dos metros y medio pudiera estar de pie sin golpearse.
Tratando de centrarse en la misión y no pensar demasiado miró a su alrededor. Se encontraba en una panadería cercana a la plaza central de Loguetown donde tendría la ejecución de una afamada pirata dentro de poco, provocando que toda la ciudad fuera un caos y hubiera presencia militar de todos los bandos por la zona. Musashi sabía que estaban tramando algo para aquel día pues se habían estado preparando y era tarea del semigigante la de impedir que la cosa se fuera de las manos y fueran una amenaza importante, pero sobretodo era su tarea la de desmantelar toda aquella organización y evitar que pudieran seguir creando aquellos objetos tipo zoan. De lo contrario solo se le ocurría que después de todo aquello le mandaran a otra misión de infiltración para lo mismo, por lo que tenía que eliminar todo aquello de raiz.
Date no era bueno cocinando ni haciendo pasteles, pero aún así se había logrado ganar la confianza de aquellos pasteleros y en especial la de su líder con el que había hablado en varias ocasiones. Ese hombre le veía potencial y parecía confiar plenamente en el demonio de un solo ojo, pero no había correspondencia por parte de Musashi que solo fingía sentir aprecio por alguien como él para poder completar la misión. No es que fuera demasiado difícil ya que los propios sentimientos del semigigante le inclinaban más a estar con un grupo como los pasteleros que con un grupo como era el Cipher Pol, pero era su obligación para poder proteger a la niña. La verdad es que se había integrado bastante bien y ya se había olvidado de llevar su prieto traje para llevar las ropas que le gustaban a él, mucho más anchas o incluso ceremoniales y por supuesto de su talla. Básicamente eran ropajes azules y blancos consistentes en un kimono samurai cubierto cubierto por una túnica azul oscura y claramente el parche que tapaba su ojo izquierdo. Además no estaba mal visto que cargara sus armas consigo y menos en un día como aquel, por lo que llevaba su enorme sable atado al cinto y la maza aferrada a su espalda y sobresaliendo por encima. Por supuesto no se olvidaba de su Sicu, el instrumento de viento de bambú que Sora había hecho para él.
Había sido informado de que otros miembros del CP estarían por la zona, pero por el momento él debía cumplir su misión principal y tratar de sabotearlos desde dentro. —Está todo bien, solo se rompió otra mesa por el peso de mi brazo...— mencionó por si alguien había oído el ruido anterior y así evitar tener fisgones que le molestaran. Debería andarse con ojo, puesto que solo le quedaba uno y no sería buena idea perderlo. Ante él estaba la puerta que daba a la calle y a su derecha una puerta que daba a otra habitación y consecuentemente al interior del edificio. Esa sería su mejor opción si quería tratar de averiguar algo, pues abrir las paredes a golpes quizás llamara la atención ligeramente. Además contaba con la confianza de los pasteleros, por lo que si era pillado fisgoneando creía que podría inventarse una excusa o salir al paso. Se dirigió a la puerta y con su enorme mano trató de abrir el pomo de la puerta deseando que no estuviera cerrado. Un detalle a tener en cuenta y a agradecer era que, si bien el lugar no era excesivamente grande, el techo era suficiente alto como para que con sus dos metros y medio pudiera estar de pie sin golpearse.
- Vestiduras de Date Musashi right now:
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Hyo Toranosuke, un revolucionario de bajo nivel apenas conocido entre los revolucionarios y mucho menos por el gobierno mundial, quizás por ese motivo se le encargó el trabajo sucio. Su misión era adentrarse en la base marine de Shelltown y liberar a dos supernovas que habían sido encerrados para causar o bien una distracción para la marina o bien que ellos se pusieran a causar destrozos y así llamaran la atención de la marina librando la vigilancia del lado revolucionario, fuese cual fuese el caso el joven felino debía cumplir con su cometido, algo que distaba mucho de ser sencillo. Las pupilas verticales del tigre grisáceo vestido de gala recorrían toda la estructura del cuartel enfrente suya, toda la estructura que era capaz de ver desde esa posición. Su primer obstáculo era lograr entrar en la base sin llamar la atención para así poder vagar por la base con mayor tranquilidad y evitar peleas, al menos hasta haber podido liberar a los prisioneros para tener alguna posibilidad de salir con vida de allí. El felino se movió hacia un lado dado que la puerta parecía estar cerrada y se puso a buscar una zona donde resultase más sencillo saltar y la encontró unos metros más a la izquierda de la puerta, justo en el lugar donde se veía a un árbol a unos 3 metros de la verja.
El joven revolucionario subió al árbol con una agilidad típica de los felinos mientras sus espadas rechinaban al chocar entre ellas. A simple vista sólo portaba dos espadas pero bajo su abrigo llevaba un auténtico arsenal de cuchillos y dagas que no dudaría en usar para conseguir neutralizar a los marines que se podría encontrar de forma sigilosa. Desde arriba del árbol no le costó mucho saltar la baya metálica y caer con suavidad y empezar a moverse discretamente por las sombras buscando las celdas de los piratas que le ordenaron liberar.
El joven revolucionario subió al árbol con una agilidad típica de los felinos mientras sus espadas rechinaban al chocar entre ellas. A simple vista sólo portaba dos espadas pero bajo su abrigo llevaba un auténtico arsenal de cuchillos y dagas que no dudaría en usar para conseguir neutralizar a los marines que se podría encontrar de forma sigilosa. Desde arriba del árbol no le costó mucho saltar la baya metálica y caer con suavidad y empezar a moverse discretamente por las sombras buscando las celdas de los piratas que le ordenaron liberar.
Cánabar
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Llevábamos un buen rato esperando. Nunca me había gustado la incertidumbre hasta que llega el momento de actuar. Ni si quiera la helada agua que relajaba mi piel podía calmarme. El Sol golpeaba con fuerza y se reflejaba en el agua cegándome cuando miraba hacia abajo. Miré a Kaiser, seguramente estaría ansioso por empezar a matar. Suspiré y esperé la señal. No tardó mucho en llegar. Un estruendo cruzó los cielos y llegó hasta nosotros seguido de otros seis. Ahí estaba, hora de actuar. Teníamos que atraer la atención de la marina, eso sería cosa fácil.
-Vamos, Kaiser, hay que armar un poco de jaleo como a ti te gusta. ¿Qué te parece si incendiamos el ayuntamiento? No veo mejor forma de atraer su atención. Además... podemos divertirnos en las tiendas y casas lujosas mientras llegan- Dijo a su compañero.
Tras ello se levantó y agarró su espada. Dio unos cortes al aire para comprobar su peso. Pesaba lo mismo que siempre, pero le gustaba saberlo. Tras ponérsela a la espalda y atarla para que no se moviera, inició la marcha hacia el pueblo. No estaba muy lejos de su ubicación, por lo que no tardarían en llegar. Esperaba que el ayuntamiento fuera lo suficientemente grande como para hacer una hoguera monumental. Cuanto más enorme fuera el edificio mayor sería la columna de fuego y humo para atraer a la Marina. No le hacía mucha gracia, pero el trabajo era trabajo.
Aunque seguía sin entender muy bien por qué debían correr ese peligro. Ni si quiera estaba seguro de cuales eran las intenciones del Titán. Solo sabía que debían atraer a los marines hacia ellos. ¿Y si era un a trampa? Quizás ellos eran un señuelo pero no como él pensaba, si no que servirían para distraer a la Marina mientras sus "jefes" hacían lo que venían a hacer. Y si era así la fiesta no terminaría bien para los dos Gyojin. ¿Pero qué importaba? Ya habían aceptado y la palabra de Cánabar era sagrada, antes muerto que incumplirla. Empezó a correr para llegar antes.
-Vamos, Kaiser, hay que armar un poco de jaleo como a ti te gusta. ¿Qué te parece si incendiamos el ayuntamiento? No veo mejor forma de atraer su atención. Además... podemos divertirnos en las tiendas y casas lujosas mientras llegan- Dijo a su compañero.
Tras ello se levantó y agarró su espada. Dio unos cortes al aire para comprobar su peso. Pesaba lo mismo que siempre, pero le gustaba saberlo. Tras ponérsela a la espalda y atarla para que no se moviera, inició la marcha hacia el pueblo. No estaba muy lejos de su ubicación, por lo que no tardarían en llegar. Esperaba que el ayuntamiento fuera lo suficientemente grande como para hacer una hoguera monumental. Cuanto más enorme fuera el edificio mayor sería la columna de fuego y humo para atraer a la Marina. No le hacía mucha gracia, pero el trabajo era trabajo.
Aunque seguía sin entender muy bien por qué debían correr ese peligro. Ni si quiera estaba seguro de cuales eran las intenciones del Titán. Solo sabía que debían atraer a los marines hacia ellos. ¿Y si era un a trampa? Quizás ellos eran un señuelo pero no como él pensaba, si no que servirían para distraer a la Marina mientras sus "jefes" hacían lo que venían a hacer. Y si era así la fiesta no terminaría bien para los dos Gyojin. ¿Pero qué importaba? Ya habían aceptado y la palabra de Cánabar era sagrada, antes muerto que incumplirla. Empezó a correr para llegar antes.
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El espeso bosque se extendía allí donde la vista alcanzaba. No había más que verde alrededor, y eso molestaba a Alex. Debía haber dado con los forajidos hacía un buen rato, habían despistado a Farkas con algún olor extraño y no había podido seguirles la pista. Esperaba que no hubieran sido tan inteligentes como para volver a hacerlo, pues el lobo ya estaba en condiciones y olfateaba tanto el suelo como el aire. El cazador miró hacia atrás. La ciudad estaba a lo lejos, a media hora de camino a pie. Podría volver hacia atrás y dejar a los forajidos… no, no iban a escapar de él. Habían matado a un inocente y robado un par de tiendas, se merecían un castigo y Alex era el indicado para aplicarlo. O capturarlos y que otros se lo aplicaran.
Esperó a que Farkas indicara el camino y lo siguió. El lobo era un gran rastreador y no iba a caer dos veces ante la misma trampa. Una vez captaba un olor era casi imposible evitar que consiguiera hallar al responsable. Salvo que lo despistaran con un olor demasiado fuerte como ya habían hecho antes. Pero Alex confiaba en su peludo amigo más que en cualquier persona y sabía que cumpliría con su objetivo a la perfección. No sabía cuántos rivales tendría, un tendero dijo que eran cinco, la mujer de la víctima dijo tres y un niño dijo seis. Los datos no eran muy buenos, pero le daba igual, fueran los que fueran acabaría con ellos. Había sido casualidad que estuvieran en la misma ciudad. Pero, por desgracia para ellos, no era casualidad que Alex se dedicara a la caza de criminales.
Aunque ni si quiera sabía si había algún precio por su cabeza. Ya lo averiguaría después- El lobo empezó a correr. Había captado algo. Intentar esconderse de un animal como ese en un bosque… no había sido una gran idea.
-Más os vale estar preparados, los cazadores estaban al acecho- Dijo Alex.
Esperó a que Farkas indicara el camino y lo siguió. El lobo era un gran rastreador y no iba a caer dos veces ante la misma trampa. Una vez captaba un olor era casi imposible evitar que consiguiera hallar al responsable. Salvo que lo despistaran con un olor demasiado fuerte como ya habían hecho antes. Pero Alex confiaba en su peludo amigo más que en cualquier persona y sabía que cumpliría con su objetivo a la perfección. No sabía cuántos rivales tendría, un tendero dijo que eran cinco, la mujer de la víctima dijo tres y un niño dijo seis. Los datos no eran muy buenos, pero le daba igual, fueran los que fueran acabaría con ellos. Había sido casualidad que estuvieran en la misma ciudad. Pero, por desgracia para ellos, no era casualidad que Alex se dedicara a la caza de criminales.
Aunque ni si quiera sabía si había algún precio por su cabeza. Ya lo averiguaría después- El lobo empezó a correr. Había captado algo. Intentar esconderse de un animal como ese en un bosque… no había sido una gran idea.
-Más os vale estar preparados, los cazadores estaban al acecho- Dijo Alex.
JohnnyWolf
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Aquel día había decidido salir a dar un paseo por las costas de aquella hermosa isla ubicada en el east blue en la que se encontraba. Las personas eran muy honradas, respetuosas y trabajadoras, sin embargo no sabían la tragedia que se avecinaba, según el periódico del día la yonkou "Katrina Bellatona" había sido capturada e iba a ser ejecutada en loguetown, una isla que estaba un poco cerca a la ubicación del joven. Luego de aquella aterradora noticia, las caras de los pueblerinos se lleno de angustia por lo que parecía, una destructiva guerra se percibiría. En poco tiempo los grandes poderes del mundo comenzarían a mover sus hilos, los piratas para salvar a la yonkou, y la marina para protegerla. El joven se acercaba a los astilleros de la isla admirando el paisaje que le ofrecía la isla, cuando de repente, se escucho un estruendoso sonido que alerto a todos los lugareños. No paso mucho tiempo para poder divisar en el medio del mar una flota de navíos gigantes con insignias de piratas, mientras que en el otro frente una flota de buques de la marina se dirigía a confrontarlos, sin duda se movilizaban hacia loguetown para salvar a katrina, comenzó de esta forma una poderosa batalla en las costas de la isla. Miembros de ambos bandos disparaban sus cañones, mientras algunos miembros se hundían en el mar, algunos llegaban a las costas de la isla, mientras otros que probablemente eran usuarios de alguna fruta se ahogaban lentamente en el fondo del mar, sabía que era mi oportunidad para llegar a loguetown y poder admirar aquella grandiosa guerra que se llevaría a cabo. Mi idea era sencilla, salvar a los piratas que llegaran a la isla para ganarme su agradecimiento y poder viajar hasta loguetown en alguno de sus buques gigantes. Por lo que podía ver eran más efectivos los cañones de los barcos piratas y estaban hundiendo los barcos de la marina, claro estaba que nada los iba a detener, en cambio los marineros morían rápidamente y sus barcos se desplomaban para tocar frondosas aguas. Intente ayudar a algunos de los piratas que llegaron a las costas de la isla, estos no se percataban de mi verdadero objetivo y me retribuían sus agradecimientos. Solo era cuestión de esperar a que la batalla acabara y que los piratas se reagruparan en la isla, para poder colarme en alguno de los barcos.
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El chico lobo se encontraba sentado en una silla, a sus ojos había una buena cantidad de carne. En su mano derecha un buen pedazo y en la izquierda otro, el chico comía feliz a toda velocidad mientras su rostro mostraba la mayor de las felicidades. Tal vez no le gustara el vino, pero la carne era su perdición y aquella le estaba volviendo loco. Sus dientes trituraban todos los pedazos que iban entrando en su boca y a continuación los tragaba rápidamente. En su boca cogían más de tres pedazos a la vez, era como una maldita serpiente desquiciada y su mandíbula podía aguantar todo aquello dentro de la boca. Tras unos momentos, se zampó dos vísteles más y algún que otro muslo para después coger una botella de agua y bebérsela entera pegando un enorme suspiro mientras soltaba una sonora carcajada de felicidad con los brazos tras la nuca.
- ¡Jajajajaja! ¡Estaba delicioso!
Drake escuchó las voces del exterior con su fino oído y se levantó de su sitio y se acercó a una ventana, observó todo lo que allí había formado y una pequeña gota de sudor cayó por su frente mientras se quedaba pensativo. No entendía el motivo de porque la gente estaba de esa forma, lo que si sabía, era que no iban a acercarse a su líder ni un metro. Empezó a sonreír mientras sus ojos tomaban un tono dorado, incluso se disponía a saltar por el balcón y liarse a golpes hasta espantarlos o dejarlos a todos dormiditos. De repente las palabras del vampiro llegaron a sus oídos y los ojos dorados volvieron a ser verdosos, su orden era quedarse quiero hasta que él lo ordenase. Seguramente no quería que el lobo se cargara medio pueblo, el tono de Derian parecían no muy agradable debido al gruñido que pegó y a la salida de sus colmillos de su boca.
El lobo a continuación escuchó los gritos de Alex, el médico trataba de calmarlos o algo así, el mejor calmante era un golpe en la boca del estomago según la opinión del chico lobo. Pudo ver como su maestro se acercaba a la ventana. Él también quería asomarse, pero no iba a dejar que los lugareños le vieran en su forma humana, quería mantener el anonimato hasta que tuviera que salir. Se colocó lentamente a cuatro patas mientras sus ojos se tornaban dorados, su cuerpo comenzó a cubrirse de pelaje blanco y sus dedos empezaron a ser sustituidos por garras afiladas. Bajó su estatura y de la parte baja de su espalda surgió una cola peluda y de tamaño normal, sus orejas se estiraron volviéndose lupinas y sus colmillos crecieron. Había usado su forma completa y ahora se acercó hasta la posición de Derian quedándose a su lado en aquella forma lobuna y observando a la multitud en silencio mientras escuchaba las palabras del vampiro.
El discurso comenzó y depredador blanco se mantenía callado mientras observaba a muchos de los aldeanos, no se fiaba de ninguno y por si las moscas, activó su haki de observación para estar seguro de que no había algún estúpido arquero o tirador cerca para atentar contra la vida del vampiro o el lobo. El médico era intangible y esa clase de cosas no debía preocuparle, una vez acabó el discurso del noble, el lobo continuaba observando a la muchedumbre con ojo analizador y con una enorme calma. Esperando a poder cumplir la orden de Derian, si es que le daba alguna, sería una pena que toda la gente acabase muerta, el estomago de Drake ahora sentía un vacio, que solo la gente podía llenar.
- ¡Jajajajaja! ¡Estaba delicioso!
Drake escuchó las voces del exterior con su fino oído y se levantó de su sitio y se acercó a una ventana, observó todo lo que allí había formado y una pequeña gota de sudor cayó por su frente mientras se quedaba pensativo. No entendía el motivo de porque la gente estaba de esa forma, lo que si sabía, era que no iban a acercarse a su líder ni un metro. Empezó a sonreír mientras sus ojos tomaban un tono dorado, incluso se disponía a saltar por el balcón y liarse a golpes hasta espantarlos o dejarlos a todos dormiditos. De repente las palabras del vampiro llegaron a sus oídos y los ojos dorados volvieron a ser verdosos, su orden era quedarse quiero hasta que él lo ordenase. Seguramente no quería que el lobo se cargara medio pueblo, el tono de Derian parecían no muy agradable debido al gruñido que pegó y a la salida de sus colmillos de su boca.
El lobo a continuación escuchó los gritos de Alex, el médico trataba de calmarlos o algo así, el mejor calmante era un golpe en la boca del estomago según la opinión del chico lobo. Pudo ver como su maestro se acercaba a la ventana. Él también quería asomarse, pero no iba a dejar que los lugareños le vieran en su forma humana, quería mantener el anonimato hasta que tuviera que salir. Se colocó lentamente a cuatro patas mientras sus ojos se tornaban dorados, su cuerpo comenzó a cubrirse de pelaje blanco y sus dedos empezaron a ser sustituidos por garras afiladas. Bajó su estatura y de la parte baja de su espalda surgió una cola peluda y de tamaño normal, sus orejas se estiraron volviéndose lupinas y sus colmillos crecieron. Había usado su forma completa y ahora se acercó hasta la posición de Derian quedándose a su lado en aquella forma lobuna y observando a la multitud en silencio mientras escuchaba las palabras del vampiro.
El discurso comenzó y depredador blanco se mantenía callado mientras observaba a muchos de los aldeanos, no se fiaba de ninguno y por si las moscas, activó su haki de observación para estar seguro de que no había algún estúpido arquero o tirador cerca para atentar contra la vida del vampiro o el lobo. El médico era intangible y esa clase de cosas no debía preocuparle, una vez acabó el discurso del noble, el lobo continuaba observando a la muchedumbre con ojo analizador y con una enorme calma. Esperando a poder cumplir la orden de Derian, si es que le daba alguna, sería una pena que toda la gente acabase muerta, el estomago de Drake ahora sentía un vacio, que solo la gente podía llenar.
Teravan Finger-bullet
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Teravan se había levantado con mal ánimo, pues sabía el cometido que le había tocado asumir. Vigilar las celdas. Era de las pocas tareas que no tenían una taberna cercana. "Maldita sea, al menos podría haberme tocado por la tarde..." pensó con frustración. Se puso su uniforme habitual y bajó a las mazmorras, con la intención de que no le llevase mucho trabajo realizar el cometido que le habían encomendado, muy poco propio de alguien de su rango.
Cuando se acercaba a la puerta, sin embargo, un brillo metálico interrumpió su trayectoria. "Vaya, parece que la fortuna me sonríe" fueron las palabras que cruzaron su cabeza mientras cogía su preciada petaca llena de bourbon. Salió de la habitación algo más animado y, con paso lento, se dirigió hacia la celdas.
La calaña de siempre vociferaba y maldecía, aunque él no ponía demasiada atención en los idiotas que se habían dejado atrapar por la ley. Sin embargo, síq ue había dos sujetos poco comunes, dos personas que les habían causado algún que otro quebradero de cabeza al Gobierno Mundial. Un era un psicópata, cuyo silencio helaba hasta al más cálido de los corazones, un criminal sin escrúpulos con el que más merecía no tener ningún trato. El otro despertaba mucho más su interés, pues casi todo el mundo había oído algo del famoso Meneror, podría decirse que era un criminal cruel y malévolo, pero nadie se atrevería a decir que no tenía estilo. Si te acerabas mucho seguramente tu piel adquiriría un tono dorado, de lo podrido de berries que estaba aquel hombre. Teravan pensó que eso podría ser una buena oportunidad, aunque con las "aventuras" que había tenido últimamente, no dudaba en que ya debía tener a algún jefazo con la mira puesta en él. Sin embargo, nunca costaba probar suerte.
- Vaya, vaya. Qué mala suerte que me hayan asignado este puesto. - Dijo con una voz inapropiadamente alta, frente a la celda de Meneror.- Con la mala vista que tengo, hasta el más tenue brillo de un billete podría hacerme perder las llaves... Porque la verdad, últimamente pierdo todo lo que toco. - Suspiró sonoramente, esperando una respuesta.
Cuando se acercaba a la puerta, sin embargo, un brillo metálico interrumpió su trayectoria. "Vaya, parece que la fortuna me sonríe" fueron las palabras que cruzaron su cabeza mientras cogía su preciada petaca llena de bourbon. Salió de la habitación algo más animado y, con paso lento, se dirigió hacia la celdas.
La calaña de siempre vociferaba y maldecía, aunque él no ponía demasiada atención en los idiotas que se habían dejado atrapar por la ley. Sin embargo, síq ue había dos sujetos poco comunes, dos personas que les habían causado algún que otro quebradero de cabeza al Gobierno Mundial. Un era un psicópata, cuyo silencio helaba hasta al más cálido de los corazones, un criminal sin escrúpulos con el que más merecía no tener ningún trato. El otro despertaba mucho más su interés, pues casi todo el mundo había oído algo del famoso Meneror, podría decirse que era un criminal cruel y malévolo, pero nadie se atrevería a decir que no tenía estilo. Si te acerabas mucho seguramente tu piel adquiriría un tono dorado, de lo podrido de berries que estaba aquel hombre. Teravan pensó que eso podría ser una buena oportunidad, aunque con las "aventuras" que había tenido últimamente, no dudaba en que ya debía tener a algún jefazo con la mira puesta en él. Sin embargo, nunca costaba probar suerte.
- Vaya, vaya. Qué mala suerte que me hayan asignado este puesto. - Dijo con una voz inapropiadamente alta, frente a la celda de Meneror.- Con la mala vista que tengo, hasta el más tenue brillo de un billete podría hacerme perder las llaves... Porque la verdad, últimamente pierdo todo lo que toco. - Suspiró sonoramente, esperando una respuesta.
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Tras abandonar la barca y recoger todas sus pertenencias y una bolsa con provisiones, se adentró en la espesura. La isla le recordaba a la de los Ashichi, Pancu. No había bambú, pero la selva era tan salvaje con la de la otra, espesa y con aspecto de inhabitada (al menos por parte de humanos). No detectaba nada en especial con su mantra, no a esa distancia. Tan sólo animales salvajes. Suspiró, sacó una botella con zumo de naranja de su bolsa y se quitó la máscara. Bebiendo su zumo, recorrió el viejo camino oculto entre la maleza en dirección a la base revolucionaria.
- Voto a bríos, qué calor hace en este lugar. Espero que haya alguien en el cuartel...
Si no había nadie, llamaría al revolucionario Leonel Rácovich, el cual se hallaba infiltrado en las filas del Gobierno como Yonkaikyo. Él sabría lo que decirle que hacer. Le había dado un den den mushi para que contactase con él y coordinarse para sabotear a la Marina durante la batalla. Ahora lo principal era llegar hasta Loguetown... "Esta batalla decidirá el destino del mundo durante las próximas décadas, tal vez más. No podemos fallar." Sacó su machete y comenzó a abrirse pasos cortando la maleza y las lianas que se interponían en su camino.
- Voto a bríos, qué calor hace en este lugar. Espero que haya alguien en el cuartel...
Si no había nadie, llamaría al revolucionario Leonel Rácovich, el cual se hallaba infiltrado en las filas del Gobierno como Yonkaikyo. Él sabría lo que decirle que hacer. Le había dado un den den mushi para que contactase con él y coordinarse para sabotear a la Marina durante la batalla. Ahora lo principal era llegar hasta Loguetown... "Esta batalla decidirá el destino del mundo durante las próximas décadas, tal vez más. No podemos fallar." Sacó su machete y comenzó a abrirse pasos cortando la maleza y las lianas que se interponían en su camino.
Rainbow662
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Arribor abrió los ojos. Durante unos segundos no fue consciente de donde estaba, el estado ruinoso del que fuera su dormitorio le impedía reconocerlo, más aun bajo la escasa luz diurna que se colaba por un par de rendijas. Bajo él, notaba una sensación fría y agradable, que para los de su clase representaba el mayor de los peligros. Por todas partes había desperdigados pedazos de madera provenientes de las paredes y los muebles ahora destrozados. Poco a poco, el pirata fue adquiriendo consciencia sobre lo que ocurría, aunque era incapaz de encontrarle explicación.
"-¿Cómo demonios ha pasado esto?" -pensó Arribor tras pasar de un sueño profundo a un estado de alerta total. Lo último que recordaba era haberse ido a dormir y ahora estaba en lo que parecían ser las ruinas del barco Red Love Machine, al que había decidido volver tras perder su puesto de Yonkaikyo a manos del hombre a quien debería unirse en el futuro. Sin embargo parecía que había dormido más de lo que esperaba. No tenía ni idea de cómo, pero ahora se encontraba rodeado por los pedazos de lo que antes había sido su dormitorio.
El pirata se quitó de encima los trozos de madera y se incorporó dolorido. Tenía una brecha en la ceja derecha y un molesto fragmento afilado clavado en el costado. Sin pensárselo siquiera, se lo arrancó de un movimiento aguantándose un gemido de dolor mientras detenía el sangrado con su habilidad. Se levantó con calma y en el momento en que apartaba a un mosquito de su rostro, se percató de la sensación de debilidad que le iba invadiendo. No tardó en descubrir por qué, el agua marina comenzaba a llenar la habitación a través de las numerosas brechas del casco y no tardaría en sumergirle. Debía salir cuanto antes de allí, aun más teniendo en cuenta la debilidad que le producía el mar.
Se encontraba en la parte baja del barco, por lo que solo podía salir yendo hacia arriba. Tras inspeccionar el lugar unos segundos, se acercó hasta un camino sumido en la más profunda de las oscuridades que aparentemente llevaba a un nivel superior. Lo cierto era que su conocimiento del barco no era muy extenso así que podía acabar en cualquier sitio. Al fondo podían verse un par de puntos de luz, lo que le hacía pensar que era un buen camino. Sin embargo no le entusiasmaba la idea de caminar en la oscuridad sin saber hacia donde iba. Optó por la vía de acción más rápida. Sin detenerse a pensar comenzó a correr por el túnel ascendente, esperando que le llevase al exterior. De no ser así, no le quedaría otra. Tendría que abrirse paso hacia la parte superior del barco a base de atravesarlo por la fuerza, algo que, viendo el estado en el que se encontraba, le resultaría muy fácil.
"-¿Cómo demonios ha pasado esto?" -pensó Arribor tras pasar de un sueño profundo a un estado de alerta total. Lo último que recordaba era haberse ido a dormir y ahora estaba en lo que parecían ser las ruinas del barco Red Love Machine, al que había decidido volver tras perder su puesto de Yonkaikyo a manos del hombre a quien debería unirse en el futuro. Sin embargo parecía que había dormido más de lo que esperaba. No tenía ni idea de cómo, pero ahora se encontraba rodeado por los pedazos de lo que antes había sido su dormitorio.
El pirata se quitó de encima los trozos de madera y se incorporó dolorido. Tenía una brecha en la ceja derecha y un molesto fragmento afilado clavado en el costado. Sin pensárselo siquiera, se lo arrancó de un movimiento aguantándose un gemido de dolor mientras detenía el sangrado con su habilidad. Se levantó con calma y en el momento en que apartaba a un mosquito de su rostro, se percató de la sensación de debilidad que le iba invadiendo. No tardó en descubrir por qué, el agua marina comenzaba a llenar la habitación a través de las numerosas brechas del casco y no tardaría en sumergirle. Debía salir cuanto antes de allí, aun más teniendo en cuenta la debilidad que le producía el mar.
Se encontraba en la parte baja del barco, por lo que solo podía salir yendo hacia arriba. Tras inspeccionar el lugar unos segundos, se acercó hasta un camino sumido en la más profunda de las oscuridades que aparentemente llevaba a un nivel superior. Lo cierto era que su conocimiento del barco no era muy extenso así que podía acabar en cualquier sitio. Al fondo podían verse un par de puntos de luz, lo que le hacía pensar que era un buen camino. Sin embargo no le entusiasmaba la idea de caminar en la oscuridad sin saber hacia donde iba. Optó por la vía de acción más rápida. Sin detenerse a pensar comenzó a correr por el túnel ascendente, esperando que le llevase al exterior. De no ser así, no le quedaría otra. Tendría que abrirse paso hacia la parte superior del barco a base de atravesarlo por la fuerza, algo que, viendo el estado en el que se encontraba, le resultaría muy fácil.
Minato Kazuo
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Las palabras almirante de flota sonaban inspiradoras, maravillosas, cargadas de moral y motivación para alguien con la voluntad y el espíritu de Minato Kazuo. En cuando terminó de hablar tuvo que hacer un enorme esfuerzo para no aplaudir pero no pudo evitar cuadrarse en el sitio y llevarse la mano a la frente haciendo el saludo militar mientras él y el resto de almirantes salían de la sala, dejando al pelirrojo con la respiración todavía un poco agitada. A su lado estaban el vicealmirante Lion D. Karl del cual había oído historias tan sorprendentes como aterradoras, y al otro lado su viejo amigo Krauser el cual lo había llevado hasta allí en su propio barco. Los miró a ambos alternando la mirada entre los rostros de uno y otro como si esperara a que alguno dijera algo, pero antes de que pudieran decirlo interrumpió aquel silencio y comenzó a alabar a su superior. - Ha sido... con diferencia... ¡El mejor discurso de toda mi vida! - pronunció en voz alta haciendo un gesto de gran emoción. Acto seguido comenzó a estirar y calentar su cuerpo como si se estuviera preparando para una gran maratón.
Krauser lo había llevado hasta Marineford donde había hablado con los altos mandos para explicar el por qué de su larga desaparición y, tras mostrarle de forma muy fugaz sus nuevas habilidades habían decidido darle el puesto de capitán, dotándole de un nuevo barco mucho más grande que el que había tenido como jefe de flota menor. Estaba claro que aquello le había proporcionado mucha alegría y emoción, pero no se quedó ahí sino que unas horas más tarde le habían llamado para la reunión que acababa de terminar y le habían explicado que su barco sería el que transportaría a la prisionera, haciendo que casi se diera contra el techo de la enorme sala del bote que pegó. Otros estarían temblando de miedo, pero el movimiento sísmico que Kazuo iba a provocar debido al movimiento de sus piernas no era de nerviosismo o terror, sino de pura emoción y adrenalina recorriendo cada vaso sanguíneo de su cuerpo.
Tras dar un par de vueltas por aquí y por allá mientras pensaba en cómo iba a dirigir el barco, las instrucciones que iba a dar y las precauciones que tendría que tomar, volvió hasta donde Karl y Krauser se encontraban con el rostro mucho más serio. Llevaba consigo todas sus pertenencias, vestido con el mono de combate que le caracterizaba, el casco que cubría ligeramente su rostro y todas sus armas incluyendo los ninjatos, los shurikens y el dial de rechazo. Él pensaba que habían elegido su barco por ser el más débil o nuevo de todos, los piratas no esperarían que la prisionera estuviera ahí y los barcos más fuertes podrían moverse para defenderlo. Además, le gustaba pensar que el otro motivo de su elección era porque su espíritu inquebrantable podía mover montañas y abrirse paso ante todo lo que le pusieran por delante sin importar el riesgo de la misión, pero eso eran solo fantasías. - Está bien, es nuestro cometido llevar a la prisionera desde aquí hasta Loguetown. ¡¡Haré lo que sea necesario para cumplirlo!! - mencionó alzando su puño cerrado en señal de fuerza y voluntad.
Un Vice-almirante y un contra-almirante no eran ni mucho menos los rangos más poderosos de los que iban a escoltarle, pero eran suficiente poderosos para tener un cargo superior al suyo propio y por tanto no podía darles órdenes. Que fuera su barco el que llevara a la prisionera no significa que estuviera al mando y él lo sabía, por lo que seguiría cumpliendo las órdenes de sus superiores. Sin dar demasiado espacio a la conversación, Minato se cuadró de nuevo haciendo el saludo militar y se esfumó por la puerta recorriendo los pasillos de forma peligrosa, saltando de balcón a balcón para llegar antes a su nuevo y flamante barco y que todo estuviera preparado. No era muy difícil de encontrar, el muelle estaba lleno de estos enormes acorazados y no tardó en encontrar un cartel que indicaba cuál era el suyo. Subió de inmediato y se colocó en un lugar bien visible donde todos los marines que navegarían a su lado pudieran verle, con el Sol bien alto de forma que su figura pudiera verse completamente.
- ¡Marines! ¡Soy Minato Kazuo, vuestro nuevo capitán! ¡El mundo ha sido corrompido y todos los mares están repletos de piratas y bandidos! ¡Han traído deshonor y destrucción a las vidas de la gente! ¡Es nuestro deber pagarles con justicia! ¡¡Preparen el barco, pronto zarparemos!! - dijo como si pretendiera dar un discurso al más puro estilo superhéroe. Escuchó algunos gritos de ánimo de aquellos a los que había conseguido calar bien hondo, y fuertes "¡Sí, capitán!" de aquellos que simplemente lo habían tomado como una orden más. Tras esto se giró para observar a un hombre que sin duda era de más rango que el resto de marines del barco, probablemente el segundo de a bordo o un teniente o algo por el estilo. - Será nuestro barco el que albergue a la prisionera, quiero que la seguridad sea máxima y que solo los guardias capacitados para ello se acerquen hasta la prisión. Esperen órdenes y preparen todo, nada puede salir mal. - ordenó. Se le había subido bastante rápido a la cabeza, pero era su sentido de la justicia el que hablaba por él.
Krauser lo había llevado hasta Marineford donde había hablado con los altos mandos para explicar el por qué de su larga desaparición y, tras mostrarle de forma muy fugaz sus nuevas habilidades habían decidido darle el puesto de capitán, dotándole de un nuevo barco mucho más grande que el que había tenido como jefe de flota menor. Estaba claro que aquello le había proporcionado mucha alegría y emoción, pero no se quedó ahí sino que unas horas más tarde le habían llamado para la reunión que acababa de terminar y le habían explicado que su barco sería el que transportaría a la prisionera, haciendo que casi se diera contra el techo de la enorme sala del bote que pegó. Otros estarían temblando de miedo, pero el movimiento sísmico que Kazuo iba a provocar debido al movimiento de sus piernas no era de nerviosismo o terror, sino de pura emoción y adrenalina recorriendo cada vaso sanguíneo de su cuerpo.
Tras dar un par de vueltas por aquí y por allá mientras pensaba en cómo iba a dirigir el barco, las instrucciones que iba a dar y las precauciones que tendría que tomar, volvió hasta donde Karl y Krauser se encontraban con el rostro mucho más serio. Llevaba consigo todas sus pertenencias, vestido con el mono de combate que le caracterizaba, el casco que cubría ligeramente su rostro y todas sus armas incluyendo los ninjatos, los shurikens y el dial de rechazo. Él pensaba que habían elegido su barco por ser el más débil o nuevo de todos, los piratas no esperarían que la prisionera estuviera ahí y los barcos más fuertes podrían moverse para defenderlo. Además, le gustaba pensar que el otro motivo de su elección era porque su espíritu inquebrantable podía mover montañas y abrirse paso ante todo lo que le pusieran por delante sin importar el riesgo de la misión, pero eso eran solo fantasías. - Está bien, es nuestro cometido llevar a la prisionera desde aquí hasta Loguetown. ¡¡Haré lo que sea necesario para cumplirlo!! - mencionó alzando su puño cerrado en señal de fuerza y voluntad.
Un Vice-almirante y un contra-almirante no eran ni mucho menos los rangos más poderosos de los que iban a escoltarle, pero eran suficiente poderosos para tener un cargo superior al suyo propio y por tanto no podía darles órdenes. Que fuera su barco el que llevara a la prisionera no significa que estuviera al mando y él lo sabía, por lo que seguiría cumpliendo las órdenes de sus superiores. Sin dar demasiado espacio a la conversación, Minato se cuadró de nuevo haciendo el saludo militar y se esfumó por la puerta recorriendo los pasillos de forma peligrosa, saltando de balcón a balcón para llegar antes a su nuevo y flamante barco y que todo estuviera preparado. No era muy difícil de encontrar, el muelle estaba lleno de estos enormes acorazados y no tardó en encontrar un cartel que indicaba cuál era el suyo. Subió de inmediato y se colocó en un lugar bien visible donde todos los marines que navegarían a su lado pudieran verle, con el Sol bien alto de forma que su figura pudiera verse completamente.
- ¡Marines! ¡Soy Minato Kazuo, vuestro nuevo capitán! ¡El mundo ha sido corrompido y todos los mares están repletos de piratas y bandidos! ¡Han traído deshonor y destrucción a las vidas de la gente! ¡Es nuestro deber pagarles con justicia! ¡¡Preparen el barco, pronto zarparemos!! - dijo como si pretendiera dar un discurso al más puro estilo superhéroe. Escuchó algunos gritos de ánimo de aquellos a los que había conseguido calar bien hondo, y fuertes "¡Sí, capitán!" de aquellos que simplemente lo habían tomado como una orden más. Tras esto se giró para observar a un hombre que sin duda era de más rango que el resto de marines del barco, probablemente el segundo de a bordo o un teniente o algo por el estilo. - Será nuestro barco el que albergue a la prisionera, quiero que la seguridad sea máxima y que solo los guardias capacitados para ello se acerquen hasta la prisión. Esperen órdenes y preparen todo, nada puede salir mal. - ordenó. Se le había subido bastante rápido a la cabeza, pero era su sentido de la justicia el que hablaba por él.
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El ruido de los cañones despertó a Émile. Este bostezó, se estiró sobre la hamaca y se incorporó, notando la garganta seca y bastante sed. "Esto me pasa por quedarme dormido al sol" pensó, algo atontado y con un ligero dolor de cabeza. Entonces los cañonazos se escucharon de nuevo, y el pirata miró al horizonte. Barcos de Opprimere bombardeaban un punto muy lejano de la costa. Eso complicaba sus planes y los de su capitán... dudaba que pudiese ir a recogerle allí. No podía avisarle con un den den mushi, dado que no poseía uno, así que haría señales lumínicas con sus pistolas. Se levantó, y al instante trastabilló y notó un fuerte mareo. Necesitaba beber algo urgentemente. Se acercó a sus pertenencias, se dejó caer sobre la arena y metió la mano en su maleta de viaje. Sacó una botella de agua y bebió ávidamente de ella, bebiéndose casi la mitad del contenido. Soltó un suspiró de satisfacción, cerró el recipiente y recogió su maleta.
- No llevo ropas apropiadas para lo que vamos a hacer. Será mejor que me cambie.
Se metió tras unos árboles y se desvistió rápidamente con Hades a mano, por si se acercaba alguien. Sacó una camiseta blanca, unos vaqueros y unos botines y se vistió con rapidez. Como de costumbre, ocultó su cuchillo de caza en el botín derecho. Se enganchó las pistolas al cinto, metió la ropa usada en la maleta (así como el sombrero y las gafas) y se dirigió a una cala algo más alejada de la reyerta. Tardó bastante rato en encontrar un lugar lo suficientemente alejado y que no fuese demasiado profundo para que el barco no encallase si se acercaba demasiado. Una vez allí, apuntó con Averno hacia los aires y disparó un tiró que se elevó medio centenar de metros en el aire y explotó formando la bandera de Kuzaku Funnen. "Nuestra enseña aun no es conocida, así que dudo que nadie a parte de Drake la reconozca."
- Ahora, habrá que esperar a ver si aparece.
Se sentó en una roca, posó la maleta a su lado y sacó un libro: "La leyenda de Foxy, el zorro plateado". Era sobre un pirata de la época del segundo rey de los piratas, Luffy D. Monkey. El libro hablaba sobre las grandes hazañas de este pirata y trataba de desmentir las fuentes que hablaban sobre que Foxy en realidad había sido un charlatán y un pirata más bien pésimo. Al parecer había llegado a tener una tripulación de cientos de miembros y un barco de proporciones gigantescas. Émile no tenía claro qué pensar sobre Foxy, si la leyenda sobre sus hazañas matando reyes del mar a puño desnudo eran ciertas o no, pero desde luego era un libro entretenido. No estaba mal para matar el rato.
- No llevo ropas apropiadas para lo que vamos a hacer. Será mejor que me cambie.
Se metió tras unos árboles y se desvistió rápidamente con Hades a mano, por si se acercaba alguien. Sacó una camiseta blanca, unos vaqueros y unos botines y se vistió con rapidez. Como de costumbre, ocultó su cuchillo de caza en el botín derecho. Se enganchó las pistolas al cinto, metió la ropa usada en la maleta (así como el sombrero y las gafas) y se dirigió a una cala algo más alejada de la reyerta. Tardó bastante rato en encontrar un lugar lo suficientemente alejado y que no fuese demasiado profundo para que el barco no encallase si se acercaba demasiado. Una vez allí, apuntó con Averno hacia los aires y disparó un tiró que se elevó medio centenar de metros en el aire y explotó formando la bandera de Kuzaku Funnen. "Nuestra enseña aun no es conocida, así que dudo que nadie a parte de Drake la reconozca."
- Ahora, habrá que esperar a ver si aparece.
Se sentó en una roca, posó la maleta a su lado y sacó un libro: "La leyenda de Foxy, el zorro plateado". Era sobre un pirata de la época del segundo rey de los piratas, Luffy D. Monkey. El libro hablaba sobre las grandes hazañas de este pirata y trataba de desmentir las fuentes que hablaban sobre que Foxy en realidad había sido un charlatán y un pirata más bien pésimo. Al parecer había llegado a tener una tripulación de cientos de miembros y un barco de proporciones gigantescas. Émile no tenía claro qué pensar sobre Foxy, si la leyenda sobre sus hazañas matando reyes del mar a puño desnudo eran ciertas o no, pero desde luego era un libro entretenido. No estaba mal para matar el rato.
Rei Arslan
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Agh...mi cabeza...No me acuerdo de nada, me encontraba tumbada en el suelo un poco desorientada, me levanté tambaleándome hasta que conseguí mantener el equilibrio, una vez conseguido comencé a mirar a todos lados, incluido mis ropas, ambas estaban un poco sucias y rotas pero no eran nada importante.
Observé mis alrededores para ver si encontraba a alguien pero no veía nada, solo edificios y más edificios, parecía todo desierto ¿como había llegado hasta aquí? No recordaba casi nada lo último que vi fue a Stinger, que extraño… ¿y el barco? ¿Y el resto de la banda? Espero que estén todos bien porque si no ya no podría mandarles a fregar…
¡Espera! Ahora me acuerdo el Red Love Machine había naufragado, oh dios el barco todos estábamos en el, lástima de que no me acuerde de más, debería tratar de buscar a los chicos pero por ahora no tengo ni idea de cómo salir de aquí, mis mapas y pertenencias se encontraban en el, seguro que ahora estaban todas perdidas y desperdiciadas. Eché mi mano a la cabeza y no me quedó otra opción más que suspirar.
Pero antes de eso gritaría con fuerza para que se me escuchase, como la última persona que vi fue a Stinger quizás estuviese perdido por ahí al igual que yo o alguna otra persona, todo lo que fuese de ayuda sería bienvenido.
-¡Stinger! ¡Hardo!-hice una pausa de silencio durante un minuto, solo había silencio y volví a gritar-¡Stinger!
Pero nada, no me quedaba otra que intentar buscarlos por mí misma, caminé varios minutos sin pararme y vi una pequeña ardillita de color marrón miel con una especie de fruto en sus pequeñas manos, la fruta me importaba más bien poco ahora solo me interesaba coger la ardilla, era tan mona, me preguntaba si podía quedármela como mascota, pero el fruto que llevaba también era un tanto extraño.
La curiosidad era uno de mis puntos fuertes y no puedo evitarlo, cuando algo me llama la atención no dudo en ir a por él, gracias a mis habilidades dominaba muy bien el arte del sigilo para acercarme con cautela hacia ella, esta corrí y gracias a mi velocidad la seguí hasta que llegamos a una especie de bosque abandonando aquella ciudad, me quedé a tan solo unos centímetros por detrás para agarrarla pero por mi mente pasaron mis pensamientos “¿Qué haces? Vas a dejar a tu banda tirada por una simple ardilla con un fruto, qué más da de que sea…ten un poco de corazón una vez en tu vida y demuestra que tienes sentimientos…” Era verdad ¿Qué era lo que estaba haciendo, acaso iba a dejar a la gente que apreciaba por ahí tirada? No.
Dejé a la ardilla y comencé a correr sin pararme y gritando por cada uno de los de mi banda, a veces jadeaba y tenía que tomarme unos segundos de descanso, pero no encontraba nada, tan solo bosque y bosque…
Rylanor
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Karl contuvo un bostezo y se mantuvo impertérrito y sereno ante el aburrido discurso de Kurokku. A veces el Almirante de Flota pecaba de pomposo, y su discurso estaba cargado de tópicos sobre la justicia y el deber. Todo un coñazo para alguien como Karl, que tenía una idea de justicia diametralmente opuesta. El Vicealmirante iba vestido con su chaqueta blanca de oficial de alta graduación colgando de los hombros, un pantalón blanco y botines. A diferencia de como solía ir, no llevaba el parche, dejando su ojo izquierdo al descubierto. Este tenía el iris de color rojo. De su cinturón colgaban los guanteletes de gemas de la Orden del Sokudan, atados entre sí por una cadenilla. Sujetaba con su mano derecha una funda de guitarra bastante voluminosa, y del cinto le colgaba una riñonera donde llevaba su instrumental médico, la botella de vino de Nat y tres manzanas rojas. Sabiendo que iba al campo de batalla, llevaba frutas consigo. Cabía la posibilidad de que muriesen usuarios cerca suya y sus manzanas se transformasen en akumas no mi. Si esto sucedía, lograría aumentar sus ingresos vendiéndolas en el mercado negro.
A su lado estaban su ex-primer oficial y viejo amigo Krauser y un novato del que Karl había escuchado un par de historias. No tenía mucha experiencia, pero lo habían nombrado Capitán por su habilidad y destreza. Este parecía ensimismado en el discurso del Almirante de Flota. Casi hasta parecía que se fuese a mear de la emoción. Cuando al fin el viejales terminó de darles la murga, Karl se limitó a hacer el saludo militar, mientras que Minato se cuadró con tanto entusiasmo que por un momento el marine pensó que se había dislocado el talón o algo. Suspirando, se acercó a Krauser y se se sacó una bolsita que había preparado de antemano. En esta había diez viales de color verde. Eran conectores neuronales. Cada vial tenía una etiqueta con un número.
- Toma esto. Así podremos estas en contacto durante la batalla. Antes de tomarte el primer vial, avísame para hacer yo lo mismo.
En ese momento volvió Minato, que soltó unas palabras sobre el deber y se fue, bastante emocionado. Karl contuvo unas risas y le comentó a Krauser:
- Novatos... te apuesto lo que quieras a que en un par de años se aburrirá en los discursos del viejo. A todos les acaba pasando - dijo con una sonrisa.
Entonces se giró hacia el Almirante de Flota y se acercó con calma hacia allí, esperando a que varios Vicealmirantes y Contraalmirantes que estaban a su lado terminasen de hablar con él. Reconoció entre ellos a Ryu Sakata, y le hizo una leve inclinación de cabeza desde lejos a modo de saludo. Aguardó un poco, y en cuanto quedó libre, se acercó hasta Kurokku y se cuadró ante él, esta vez haciendo el saludo militar con respeto. Si bien sus discursos eran un peñazo, aquel hombre era toda una leyenda viviente.
- Mi señor, tengo una petición para usted. Si se pudiese preparar un pequeño escenario en la plaza de la ejecución o se conectase mi guitarra a los den den mushis de la plaza, podría dar un pequeño concierto para las tropas. De esta manera, podría elevar la moral antes de la batalla.
A su lado estaban su ex-primer oficial y viejo amigo Krauser y un novato del que Karl había escuchado un par de historias. No tenía mucha experiencia, pero lo habían nombrado Capitán por su habilidad y destreza. Este parecía ensimismado en el discurso del Almirante de Flota. Casi hasta parecía que se fuese a mear de la emoción. Cuando al fin el viejales terminó de darles la murga, Karl se limitó a hacer el saludo militar, mientras que Minato se cuadró con tanto entusiasmo que por un momento el marine pensó que se había dislocado el talón o algo. Suspirando, se acercó a Krauser y se se sacó una bolsita que había preparado de antemano. En esta había diez viales de color verde. Eran conectores neuronales. Cada vial tenía una etiqueta con un número.
- Toma esto. Así podremos estas en contacto durante la batalla. Antes de tomarte el primer vial, avísame para hacer yo lo mismo.
En ese momento volvió Minato, que soltó unas palabras sobre el deber y se fue, bastante emocionado. Karl contuvo unas risas y le comentó a Krauser:
- Novatos... te apuesto lo que quieras a que en un par de años se aburrirá en los discursos del viejo. A todos les acaba pasando - dijo con una sonrisa.
Entonces se giró hacia el Almirante de Flota y se acercó con calma hacia allí, esperando a que varios Vicealmirantes y Contraalmirantes que estaban a su lado terminasen de hablar con él. Reconoció entre ellos a Ryu Sakata, y le hizo una leve inclinación de cabeza desde lejos a modo de saludo. Aguardó un poco, y en cuanto quedó libre, se acercó hasta Kurokku y se cuadró ante él, esta vez haciendo el saludo militar con respeto. Si bien sus discursos eran un peñazo, aquel hombre era toda una leyenda viviente.
- Mi señor, tengo una petición para usted. Si se pudiese preparar un pequeño escenario en la plaza de la ejecución o se conectase mi guitarra a los den den mushis de la plaza, podría dar un pequeño concierto para las tropas. De esta manera, podría elevar la moral antes de la batalla.
Joseph Leto
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El cabo pelirrojo estaba de pie en una isla cercana a Loguetown donde no había nada por hacer, pero nada. Al parecer a los jefes les hizo gracia mandarlo a una isla completamente vacía sin siquiera un simple bar o taberna. El marine que portaba encima todas las armas de las que disponía además de sus gafas rastreadoras así como gesto de rebeldía vestía unos pantalones vaqueros oscuros, una camiseta roja con la cara de un babuino en el pecho y una chaqueta de cuero negra abierta con el símbolo de la marina en la espalda bajo su enorme cruz, simplemente por haber pertenecido a su padre y no por querer hacer alusión a la marina. El joven Joseph que por el momento era muy poco conocido y no disponía siquiera de un apodo por el hecho de haber tenido un pasado un tanto ajetreado empezó a caminar en busca de alguna señal de vida o una simple sombra bajo la que tumbarse a dormir mientras esperaba alguna noticia de los altos cargos sobre su cometido.
Mientras caminaba la mente del cabo se convertía en un auténtico caos debido a una de las mayores batallas que hubo jamás entre las personalidades, era como lo que debió de ser la guerra de Marineford debido a la ejecución de Hiken no Ace. El marine se mantuvo ajeno a esa guerra mientras caminaba y finalmente encontró algo que hacer, averiguar lo ocurrido con el barco que estaba frente a él envuelto en llamas, pero sobre todo encontrar a los posibles supervivientes, los miembros de la banda Sons Of Anarchy, una banda bajo el mando de una Yonkaikyo así que para contentar a sus jefes el joven los ayudaría. En ese momento la pelea mental llegó a su fin y el cómico de baja categoría fue el que tomó el control lo que significaba horas y horas de chistes malos mientras trataba de ayudar a los posibles heridos. El marine empezó a caminar por la ciudad que parecía desierta, lo cual concordaba con el silencio abrumador que había en el lugar. Los pasos del marine sonaban bastante, quizás demasiado pero que importaba si no había nadie en el lugar según la impresión del cabo. Mientras caminaba empezó a escuchar una voz y aunque no entendía qué decía podía saber aproximadamente de dónde provenía por lo que empezó a correr hacia el otro lado de la ciudad hasta llegar a un punto donde creía estaba la fuente de la voz y en cierto modo así era, algunas huellas se encontraban en el lugar por lo que dijo Vaya vaya, así que aquí había alguien que huyó. Creo que esto es un caso de espantismo avanzado. Afortunadamente no había nadie alrededor para escuchar ese comentario tan absurdo que superaba con creces la definición de chiste malo. El marine al final se dio cuenta de que esa voz podría pertenecer a alguno de los piratas naufragados así que empezó a seguir las huellas corriendo lo más rápido que podía, pero por alguna extraña razón habían pequeñas huellas de patas cerca de las huellas humanas pero que en un momento se separaron. Quizás la persona perseguía a un animal hasta que se dio cuenta de que tenía algo más importante que hacer pero eso no importaba para el marine que simplemente se dedicó a seguir las huellas hasta que a lo lejos vio algo color rojo moverse solo.
El marine se extrañó de dos cosas, la primera encontrar algo rojo flotando en el aire solo y lo segundo es que posiblemente sea una persona y le extrañó encontrar ese color tan poco común en semejante isla. El marine empezaba a cansarse de seguirla así que tomó aire y gritó ¿Cómo es posible que una bola roja con coletas se mueva sola? Fácil, es un globo adornado y avergonzado. Tras soltar ese berrido se quedó quieto preparado para pelear en caso de haberse confundido de persona.
Mientras caminaba la mente del cabo se convertía en un auténtico caos debido a una de las mayores batallas que hubo jamás entre las personalidades, era como lo que debió de ser la guerra de Marineford debido a la ejecución de Hiken no Ace. El marine se mantuvo ajeno a esa guerra mientras caminaba y finalmente encontró algo que hacer, averiguar lo ocurrido con el barco que estaba frente a él envuelto en llamas, pero sobre todo encontrar a los posibles supervivientes, los miembros de la banda Sons Of Anarchy, una banda bajo el mando de una Yonkaikyo así que para contentar a sus jefes el joven los ayudaría. En ese momento la pelea mental llegó a su fin y el cómico de baja categoría fue el que tomó el control lo que significaba horas y horas de chistes malos mientras trataba de ayudar a los posibles heridos. El marine empezó a caminar por la ciudad que parecía desierta, lo cual concordaba con el silencio abrumador que había en el lugar. Los pasos del marine sonaban bastante, quizás demasiado pero que importaba si no había nadie en el lugar según la impresión del cabo. Mientras caminaba empezó a escuchar una voz y aunque no entendía qué decía podía saber aproximadamente de dónde provenía por lo que empezó a correr hacia el otro lado de la ciudad hasta llegar a un punto donde creía estaba la fuente de la voz y en cierto modo así era, algunas huellas se encontraban en el lugar por lo que dijo Vaya vaya, así que aquí había alguien que huyó. Creo que esto es un caso de espantismo avanzado. Afortunadamente no había nadie alrededor para escuchar ese comentario tan absurdo que superaba con creces la definición de chiste malo. El marine al final se dio cuenta de que esa voz podría pertenecer a alguno de los piratas naufragados así que empezó a seguir las huellas corriendo lo más rápido que podía, pero por alguna extraña razón habían pequeñas huellas de patas cerca de las huellas humanas pero que en un momento se separaron. Quizás la persona perseguía a un animal hasta que se dio cuenta de que tenía algo más importante que hacer pero eso no importaba para el marine que simplemente se dedicó a seguir las huellas hasta que a lo lejos vio algo color rojo moverse solo.
El marine se extrañó de dos cosas, la primera encontrar algo rojo flotando en el aire solo y lo segundo es que posiblemente sea una persona y le extrañó encontrar ese color tan poco común en semejante isla. El marine empezaba a cansarse de seguirla así que tomó aire y gritó ¿Cómo es posible que una bola roja con coletas se mueva sola? Fácil, es un globo adornado y avergonzado. Tras soltar ese berrido se quedó quieto preparado para pelear en caso de haberse confundido de persona.
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La mirada de Krauser era todo un poema, sus ojos estaban entrecerrados y tenía una expresión de aburrimiento total, no se esforzaba en ocultarlo y a simple vista podía verse. Estaba hasta el gorro del maldito discurso del almirante de la flota “si si, mucho hablar y luego no sabes ni llevar la marina, solo hay corrupción y abuso de poder maldito bastardo”. Pensó el Gran Espada mientras se mantenía cruzado de brazos desesperado esperando a que el discurso acabara. A su lado estaban dos personas, la primera se trataba de Lion D. Karl, su mejor amigo y alguien a quien consideraba un hermano mayor. El marine que le enseñó a labrarse un buen futuro y a aprender sobre el mundo de la marina, aún recordaba los buenos tiempos en la brigada disciplinaria. Ahora él mismo había formado otra brigada más discreta llamada La Élite. A su otro lado estaba Minato, otro viejo amigo que conoció en la isla de Conami, en la zona de Arlong Park, allí tuvo que combatir con él por culpa del chiguagua baboso del tal Jallial, un payaso que ahora era Yonkaikyo, Krauser le odiaba y no le importaba partirlo en dos a escondidas, de hecho pensaba hacerlo cuando tuviera la ocasión.
Por fin la cotorra del viejales del líder se cayó y quedaron en la sala los tres marines, el Vice-Almirante, el Contra-Almirante y el Capitán. El atuendo de Krauser consistía en su camiseta negra de manga corta, sus pantalones negros y sus sandalias de suela fina. En su cinturón negro portaba una funda de pistola donde llevaba su beretta 92. En la pierna derecha otra funda algo más grande donde portaba su recortada y en el otro lado del cinturón, su pistola de bengalas. En su espalda portaba una enorme funda de color negro donde llevaba su espadón consigo y tan solo se veía el mango extensible que ya estaba colocado. Sus vendajes también estaban tapando su rostro. De repente Karl se acercó a él y le entregó unos viales de color verde, Krauser los metió en sus bolsillos metiendo cinco a cada lado y asintió a las palabras de su amigo.
- Bien, en caso de que nos separemos envíame una señal en el momento apropiado.
Nada más decir aquello, Minato se emocionó de una manera increíble diciendo que era el mejor discurso de toda su vida, a Krauser casi se le escapa un “! Esa mierda no puede llamarse discurso!” pero se tuvo que contener. Tras aquello Karl se le volvió a acercar diciéndole una gran verdad.
- Yo le doy un par de meses. Bueno compañero, me dirijo a mi barco, cuando den la orden zarparemos, suerte.
Dijo en tono calmado para después salir de aquella sala caminando calmado, no pudo decirle nada a Minato debido a que se fue demasiado rápido. El marine empezó a caminar saliendo de allí y dirigiéndose al puerto, una vez llegó, miró su barco y entró en este de forma calmada. iba perfectamente equipado con sus armas y estaba listo para lo que se avecinaba, se colocó en cubierta mientras miraba a los hombres de forma calmada y les hablaba en un tono tranquilo.
- En cuanto los demás barcos zarpen, lo haremos nosotros, a vuestros puestos chicos y ya sabéis, cuidado ante todo.
Le pareció escuchar unos berridos de Minato o algo así, una gotita de sudor le cayó por la frente pero enseguida suspiró y se puso firme caminando hasta quedar cerca de la borda observando el océano con una mirada seria preparado para aquel evento que se organizaba en la plaza de la ciudad del Alfa y el Omega.
Por fin la cotorra del viejales del líder se cayó y quedaron en la sala los tres marines, el Vice-Almirante, el Contra-Almirante y el Capitán. El atuendo de Krauser consistía en su camiseta negra de manga corta, sus pantalones negros y sus sandalias de suela fina. En su cinturón negro portaba una funda de pistola donde llevaba su beretta 92. En la pierna derecha otra funda algo más grande donde portaba su recortada y en el otro lado del cinturón, su pistola de bengalas. En su espalda portaba una enorme funda de color negro donde llevaba su espadón consigo y tan solo se veía el mango extensible que ya estaba colocado. Sus vendajes también estaban tapando su rostro. De repente Karl se acercó a él y le entregó unos viales de color verde, Krauser los metió en sus bolsillos metiendo cinco a cada lado y asintió a las palabras de su amigo.
- Bien, en caso de que nos separemos envíame una señal en el momento apropiado.
Nada más decir aquello, Minato se emocionó de una manera increíble diciendo que era el mejor discurso de toda su vida, a Krauser casi se le escapa un “! Esa mierda no puede llamarse discurso!” pero se tuvo que contener. Tras aquello Karl se le volvió a acercar diciéndole una gran verdad.
- Yo le doy un par de meses. Bueno compañero, me dirijo a mi barco, cuando den la orden zarparemos, suerte.
Dijo en tono calmado para después salir de aquella sala caminando calmado, no pudo decirle nada a Minato debido a que se fue demasiado rápido. El marine empezó a caminar saliendo de allí y dirigiéndose al puerto, una vez llegó, miró su barco y entró en este de forma calmada. iba perfectamente equipado con sus armas y estaba listo para lo que se avecinaba, se colocó en cubierta mientras miraba a los hombres de forma calmada y les hablaba en un tono tranquilo.
- En cuanto los demás barcos zarpen, lo haremos nosotros, a vuestros puestos chicos y ya sabéis, cuidado ante todo.
Le pareció escuchar unos berridos de Minato o algo así, una gotita de sudor le cayó por la frente pero enseguida suspiró y se puso firme caminando hasta quedar cerca de la borda observando el océano con una mirada seria preparado para aquel evento que se organizaba en la plaza de la ciudad del Alfa y el Omega.
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La relajación total, después de estar un tiempo en alta mar siempre era agradable meditar sobre suelo firme, necesitaba tiempo para purgar su cuerpo y espíritu pues las muertes que causaba le impregnaba de mal karma el cual liberaba meditando y realizando buenas acciones. El aire fresco acariciando sus mejillas, meciendo los pelos de su barba le habían dejado en un estado medio de trance hasta que encontró un buen lugar para meditar, después de un buen rato poniendo su mente en blanco debajo de una árbol, escucho el grito de Kedra su capitán. Seguramente el tiempo se había pasado volando pues el sol había variado bastante su posición.
Vaya ¿cómo abre llegado hasta aquí?
El monje se levanto quitándose los insectos que le había confundido con un árbol inerte, debido al trance que le había llevado hasta ese árbol, Inaga no sabía el camino que tenía que seguir para regresar con sus compañeros. Durante un instante medito las dos opciones que tenia, seguir cualquier dirección en línea recta y arriesgarse a perderse o subir al punto más alto y buscar a sus compañeros. Se decanto por la segunda opción pues no tenía ganas de caminar semejante trayecto para nada y la voz parecía que provenía de la montaña. Recogió sus cartucheras y su flauta de plata y con intención de ir a la cima Inaga se adentró en el bosque con paso firme y decidido prestando especial atención a los ruidos, pues esperaba volver a oír a su capitán, o si no escuchar algún ruido de agua, puesto que por la rivera del rio el camino seria más transitable. Si bien el bosque era denso había espacio suficiente para ir avanzando a una velocidad decente. De vez en cuando tenía que hacer uso de las cuchillas para abrirse pasó, en dichas ocasiones intentaba hacer el mínimo ruido posible pues no quería atraer a alguna mala bestia que habitara en la montaña. Matar personas era una cosa, pero matar animales por el mero hecho de encontrarse en su camino le disgustaba.
El monje esperaba haber elegido la dirección correcta.
Vaya ¿cómo abre llegado hasta aquí?
El monje se levanto quitándose los insectos que le había confundido con un árbol inerte, debido al trance que le había llevado hasta ese árbol, Inaga no sabía el camino que tenía que seguir para regresar con sus compañeros. Durante un instante medito las dos opciones que tenia, seguir cualquier dirección en línea recta y arriesgarse a perderse o subir al punto más alto y buscar a sus compañeros. Se decanto por la segunda opción pues no tenía ganas de caminar semejante trayecto para nada y la voz parecía que provenía de la montaña. Recogió sus cartucheras y su flauta de plata y con intención de ir a la cima Inaga se adentró en el bosque con paso firme y decidido prestando especial atención a los ruidos, pues esperaba volver a oír a su capitán, o si no escuchar algún ruido de agua, puesto que por la rivera del rio el camino seria más transitable. Si bien el bosque era denso había espacio suficiente para ir avanzando a una velocidad decente. De vez en cuando tenía que hacer uso de las cuchillas para abrirse pasó, en dichas ocasiones intentaba hacer el mínimo ruido posible pues no quería atraer a alguna mala bestia que habitara en la montaña. Matar personas era una cosa, pero matar animales por el mero hecho de encontrarse en su camino le disgustaba.
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