Vagadus Vares
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“Mierda, cada vez es más intenso” pensaba, pudiendo oler la pólvora y sangre mientras que se combinaban lentamente con el olor salado del mar, la batalla se estaba tornando a masacre, escuchando los dolorosos gritos de los marines y piratas heridos, siendo sofocado por el ruido de los cañones y el impacto de las balas de metal en las cubiertas de los barcos.
“¿Cómo podríamos hacerlo?” me pregunto Inaga, bajando de su camarote; esa pregunta rondaba mi cabeza, tenía el plan de abordar un barco y llevarlo a tierra, pero era demasiado peligroso, ya que los barcos estaban combatiendo, así que me quede pensando, y en cuestión de minutos sentí dos presencias a lado derecho de nuestro barco, no sé qué estaría pasando ni quienes eran, pero sería una maravillosa oportunidad.
-Inaga, creo que encontramos la solución- le dije, me dirigí al lado derecho y lance una piedra en esa dirección, poniendo atento mi sentido auditivo, concentrándome totalmente en la piedra y olvidándome de todo lo demás; pude escuchar el eco que produjo, dando un golpe en la cubierta del barco “bingo”.
-Inaga hazme un favor, tira las anclas, ya que soy ciego- le grite, en verdad no sabía dónde estaban las anclas, asi que, para que la marea no se llevara el barco necesitábamos bajar anclas. Con el ruido de la piedra pude ubicar el barco, que estaba un poco lejos del barco, pero alcanzable de un salto con vuelo.
Di unos pasos hacia atrás y me puse en posición de carrera, “1, 2,3” y corrí, llegando a la orilla y saltando al otro barco. Llegue rozando, golpeando mi torso en la orilla del barco, -Mierda, a la otra traigo una cuerda- susurre y aborde el barco.
-Hola- mencione, dirigiéndome a las dos personas que estaban en el barco, -Disculpen, pero necesitare llevar este barco a tierra-, diciendo esto me eche a correr en busca del timón, esperaba que Inaga me siguiera y llegara al barco sano y salvo.
“¿Cómo podríamos hacerlo?” me pregunto Inaga, bajando de su camarote; esa pregunta rondaba mi cabeza, tenía el plan de abordar un barco y llevarlo a tierra, pero era demasiado peligroso, ya que los barcos estaban combatiendo, así que me quede pensando, y en cuestión de minutos sentí dos presencias a lado derecho de nuestro barco, no sé qué estaría pasando ni quienes eran, pero sería una maravillosa oportunidad.
-Inaga, creo que encontramos la solución- le dije, me dirigí al lado derecho y lance una piedra en esa dirección, poniendo atento mi sentido auditivo, concentrándome totalmente en la piedra y olvidándome de todo lo demás; pude escuchar el eco que produjo, dando un golpe en la cubierta del barco “bingo”.
-Inaga hazme un favor, tira las anclas, ya que soy ciego- le grite, en verdad no sabía dónde estaban las anclas, asi que, para que la marea no se llevara el barco necesitábamos bajar anclas. Con el ruido de la piedra pude ubicar el barco, que estaba un poco lejos del barco, pero alcanzable de un salto con vuelo.
Di unos pasos hacia atrás y me puse en posición de carrera, “1, 2,3” y corrí, llegando a la orilla y saltando al otro barco. Llegue rozando, golpeando mi torso en la orilla del barco, -Mierda, a la otra traigo una cuerda- susurre y aborde el barco.
-Hola- mencione, dirigiéndome a las dos personas que estaban en el barco, -Disculpen, pero necesitare llevar este barco a tierra-, diciendo esto me eche a correr en busca del timón, esperaba que Inaga me siguiera y llegara al barco sano y salvo.
Meneíllos
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*Meneror había logrado Recuperar sus cosas, sin embargo ahora, libre y con su poder totalmente recuperado se preguntaba el porque debería seguir ayudando a esos 3. La respuesta era obvia, conveniencia. Meneror observó la llegada del Felino junto a altaír y se dispuso a escucharlo. No pudo evitar esbozar una leve sonrisa al oír lo de la guerra en Longuetown asi que, como el tiempo apremiaba, no se cuestionó si aquel felino era enemigo y no y junto al resto se dispuso a seguirlo, no sin antes hacer lo debido*
-Esperad un segundo...*Coge su mechero y saca un puro de su abrigo , el cual enciende y se lleva a la boca para luego mirar al Felino*
-Salgamos de esta maldita cloaca de una vez.
-Esperad un segundo...*Coge su mechero y saca un puro de su abrigo , el cual enciende y se lleva a la boca para luego mirar al Felino*
-Salgamos de esta maldita cloaca de una vez.
Una nueva entrega, y 3 añadidos: Kedra, Allen, Mark y Sinclair. Les deseamos muerte de parte del Staff, y gocen del capítulo.
Para que estéis animados, os dejo la nueva Intro del capítulo:
Y cada vez que alguien me pregunte cuándo posteo, mataré un Aran
Para que estéis animados, os dejo la nueva Intro del capítulo:
Y cada vez que alguien me pregunte cuándo posteo, mataré un Aran
- Sons of Anarchy y Kaishi Tora:
- Vaya, parece que al lobo no le ha gustado nada que Sting se pusiera tan chulo y se subiera sobre él para amenazar a Kaishi, por lo que al darle la espalda el lobo le pega un mordisco a su pierna que la dejará inservible un rato, aunque un buen médico podría curarlo si tuviera los conocimientos adecuados de traumatología. Pero de momento va a ser inviable que se vaya solo, y además alguien deberá ayudarlo a moverse. Por otro lado, tras que Ikaru coja a Hardo de nuevo y Midorima a Rose, Sting se tiene que ir apoyando en la bestia del Marine, que amablemente lo ayuda, y os dirigís hacia el puerto. Kuroi y Kryword van con vosotros, aunque no parecen interesados en ayudar… cretinos…
Con mucho esfuerzo llegáis al puerto, y hay un barco que parece hecho a medida para vuestra capitana. Una gran carabela pintada de color cerezo, un rosa suave que recuerda al blanco y con motivos negros, florales. Algunos de rosas. El gran mascarón de proa es una rosa de colores violáceos del que sale una sirena. La mujer de pétalos… Las velas tienen un saludable color blanco, aunque con líneas diagonales de color rojo. Tiene, además, tres mástiles, además del de mesana, y parece que lo que hay junto a la salida del timón, a ambos lados es algún tipo de motor sustitutivo al viento. Podríais mirar a ver si os lo dejan… O si los dejáis con vida. O pedir prestado un barco más modesto, pues tal vez ese sea un encargo especial para alguien, y podría enfadarse mucho. Vosotros decidís.
- Kage Akuma:
- Al saltar Vince, se encuentra en el barco de Émile, un Yonkaikyo. Qué mala suerte, por dios. Por su parte, Inaga sigue necesitando decidir qué hacer tras que aparezca Kedra de su camarote. ¿Pero él no había quedado en tierra con Dexter? Menudo fullero. En fin, ahora que sois tres toca decidir si abordáis el barco, si no, si seguís vuestro camino o escaláis alguno de los buques para atender heridos. Y Loguetown está muy cerca. También podríais quedaros allí.
- Abyss, Meneror, Dacren y Hyo:
- Bien, el grupo avanza. Vais todos y saltáis por donde Hyo os guió. Finalmente Hyo recibe una llamada a su den den mushi.
-Muy bien, camarada. Te hemos preparado un barco para llegar a Loguetown. No te olvides de dejarlo en el puerto Este, y algunas sorpresitas harán las delicias de nuestros hermanos marines.
Llegáis hasta el puerto y tras observar la movilización de tropas que parten hacia Loguetown, veis el único barco que queda libre, que aunque de lejos puede dar el pego, de cerca se ve que no pertenece a ella. Ahora os queda, salvo a Hyo, decidir si podéis fiaros o no, y obviamente, a Hyo convenceros de subir.
- Royal K. Hax:
- Bueno, pones rumbo y cada vez el día es más gris, aunque no hay nubes. Hay niebla de guerra… Una espesa capa de humos negros y fuego envuelve el ambiente, y estáis pasando al lado de una gran batalla naval. Parece que la Marina se retira, por lo que subir y hacer algo de provecho podría dar una buena ventaja y ayudaros a congraciar con los reyes del Grand line. Sin embargo, el objetivo primordial es Katrina, y Loguetown, que casi podéis ver a través del humo, y se ve grandiosa pese a todo. Tú eliges, Marina o Ciudad, Hax.
- Crimson y Allen:
- Te encuentras con Allen según salís, y os toca unir fuerzas. Bien, en el puerto os encontráis a los Sons of Anarchy (aunque estás detrás de ellos, y no os ven, aunque vosotros veis a un desconocido sobre un lobo con ellos), mirando ese espectacular barco que parece hecho a medida para Rose. Una gran carabela de color cerezo, un rosa suave que recuerda al blanco y con motivos negros, florales. Algunos de rosas. El gran mascarón de proa es una rosa de colores violáceos del que sale una sirena. La mujer de pétalos… Las velas tienen un saludable color blanco, aunque con líneas diagonales de color rojo. Tiene, además, tres mástiles, además del de mesana, y parece que lo que hay junto a la salida del timón, a ambos lados es algún tipo de motor sustitutivo al viento. Podríais uniros a ellos por un rato (en cuyo caso, tras saludarlos mirad sus opciones) o buscaros la vida. Podríais ir volando (Allen sobre Crim, o buscándose la vida, claro) y seguramente llegarais sin problemas.
- Leonel Racovich (Spencer Vatch):
- Desde tu posición puedes ver todo lo que sucede en la ciudad (salvo el interior de edificios, claro) y parte de los alrededores, incluidos los arribes y la gran guerra naval de ahí fuera. Ahora es momento de decidir si quieres actuar, tratando de matar a alguien (o incapacitarlo) o por el contrario tal vez prefieras ir informando a tus compañeros o a Azumi cuando sea el momento de intervenir.
- El Cid:
- Bueno, llegas a la plaza y cada vez más abarrotada. Marines, algunos cazadores, milicia voluntaria y hasta el CP9, mientras casi todos los Shichibukais están en su puesto y los Yonkaikyos comienzan a aparecer. Ahora la cosa es que no te queda nada por hacer, por lo que sólo tienes que investigar. Desde tu estatura privilegiada, ves casi todo lo que pasa en Loguetown, salvo lo que sucede bajo techo, lógicamente. Puedes hacer todo lo que quieras e intervenir en lo que creas importante.
- Shiroi Shibou :
- Pese a sus características de Mantis… parece tener reflejos de guadaña. La cortas en pedacitos, y en su lugar aparece la guadaña tirada en el suelo, con un charco de sangre semitransparente debajo. Los compañeros no te dejan oportunidad y se llevan al tipo. Qué falta de diversión por culpa de esos sosos… En fin, eso te deja las opciones de investigar cualquier parte de la isla o ir dirigiéndote a la plaza junto a algunos compañeros.
- Raadi Vraask:
- Pues sí que vas a necesitar una acción rápida. Se escucha un ruido de potente, como de metal quebrado, y tras eso, casi en un pestañeo, una gran masa negra atraviesa el barco, de lado a lado, degollando al tipo que tratabas de interrogar, y partiendo el barco en dos. Cada parte cae hacia un lado, y tú con la que estabas. Te has librado por un pelo, y estás manchado de negro completamente. ¿Qué demonios era eso? En fin, ahora te toca apurar, porque el barco se hunde. Tal vez deberías explorar un poco a ver si ves algo en la mitad de la sala de máquinas, o tratar de encontrar algún superviviente. Es un barco grande, por lo que tienes unos 15 minutos para pensar qué hacer antes de que se hunda. Por cierto, ¿Qué ha sido de Reixa? La cebolla está partida a la mitad.
- Kodama:
- –Joé, tío… Si es de verdad y todo… Ya nos vamos ¿Vale?
Los chavales se desenganchan de malas maneras y se van, saltando al edificio. Es sorprendente, pues es una altura de unos diez metros. Es sospechoso, sin duda. Miras abajo y están perfectamente. Lagarto… Seguro que han hecho algo ahí arriba, y estaban disimulando. Podrías seguirlos e interrogarlos o investigar aquí por tu cuenta. Tú eliges.
- Date Musashi:
- –Bueno, amigo, vamos al lío- te dice Brack, con su voz eternamente animosa-. No quiero que te arriesgues, y menos sin estar acostumbrado a esa monada. Lo que te toca hacer es ir hasta la farmacia más cercana. Seguramente esté cerrada, pero tú sabrás ingeniártelas, seguro. Necesitamos Rumble Balls. Cuantas más, mejor.
Bien, agente. Tras la orden de Brack es hora de elegir atracar o no la farmacia, y de hacerlo… ¿Llevar las Rumbles a los pasteleros? Se podría liar parda… En fin, en cualquier caso la farmacia más cercana está en una esquina a dos manzanas, muy cerca de la plaza. Sería una buena oportunidad, si no te importa el riesgo de que te descubran, de informar sobre los pasteleros. Tu decisión…
- Karl, Krauser, Minato:
- Los tres barcos de la Marina siguen a los buques insignia, derechos a Loguetown. La guerra se recrudece cada vez más, y se puede ver gran cantidad de barcos particulares rondar las costas. El sistema de evacuación ha tenido lagunas. ¿Por qué habrá sido? Ahora todo lo que queda es decidir si seguís a los almirantes, que ponen rumbo a Loguetown sin preocuparse de la batalla… ¿WTF? Acaba de pasar por ahí un gigantesco torpedo negro, que ha partido en dos un barco pequeñito y produce serios daños en un buque en la batalla. Podéis ver cómo poco a poco los barcos se repliegan, y es momento de actuar. Órdenes o apoyo. En tierra firme tenéis más posibilidades, pero aquí podríais salvar vidas.
- Joseph Leto:
- Tu viajecito a la playa no ha sido en vano, pese a lo que pudiera parecer. Hay un pequeño barco de vela, perfecto para una persona, y tiene bandera negra. Eso significa que robarlo no es delito, y no hay nadie cerca. Aunque deberías tener cuidado por si está dentro antes de decidir nada. También podrías pedir ayuda amablemente. Es cosa tuya…
- Kyle Aran y Émile:
- Ha aparecido un desconocido en vuestro barco. Parece ciego, y a vuestro lado el barco de un supernova, Kedra “La pesadilla”. ¿Lucha o simpatía?
- Tahika Scarlet:
- Hale, al final has conseguido entrar a la ciudad, mala pécora. En fin, el yonkaikyo ha salido de su puesto para ponerse donde debe y tú como cazadora debes elegir entre tomar su puesto o ir a la plaza, o explorar la ciudad. Podrías encontrar cosas interesantes…
- Takeshi Yamamoto y Furukawa:
- El barco en el que estáis parece muy peligroso, tanto es así que no podéis sino ver a otro amigo de la pirata. Un chico joven, de piel pálida, pelo liso, corto y negro y ojos de color verde veneno está con vosotros, mirando cómo la cabeza de Doom ha estallado y cómo Takeshi lo convierte en cebo para tiburones.
-Eso no está bien, señor. Era mi amigo- dice, con una voz pausada y fría, bajo su máscara.
Ahora es cosa de decidir. ¿Os enfrentaréis a este desconocido o huiréis? Podría tener cualquier cosa para sorprenderos.
- Kaín, El Brujo del Norte:
- Bien, de frente a ti ves la gran batalla. El Baratie se mueve sorprendentemente rápido, y puede que llegues a Loguetown dentro de poco, aunque deberías variar el rumbo si no quieres estrellarte contra uno de los barcos. Izquierda o derecha, pero si no giras el barco hace pum. Es cosa tuya, ahora.
- The Starus:
- Poco tardan en llegar a Loguetown, no sin algunos problemillas. Ahora entrar dependerá de tu habilidad lingüística y tu carisma, pues el tipo que os interroga en el muelle este quiere saber qué hacéis allí. Convéncelo de que debes estar ahí.
- Vongola Ryohei:
- Tras tus palabras el hombre se ve muy animado, y el barco comienza a moverse. Cada vez más el cielo se vuelve gris, y el ruido es mayor. Su concepto de diversión parece que sea meterse en medio de una guerra. Tú dirás qué prefieres… Con tu moto podrías llegar hasta la costa, estando tan cerca ya. Pero el cómo entrar es otro asunto. La guerra podría hacer que no te detectaran aunque armases algo de follón. Tú eliges y yo miro.
- Etsu Rui:
- Tras robar el barco te diriges a Loguetown, y no tardas mucho en cruzarte por delante de una batalla naval. Piratas de cerca, marines más de lejos, seguro que a alguno podrías darle con suerte, aunque a saber… Hay tanta genta a la que disparar… Aunque disparar a quien no debes podría matarte. Mejor pasar discretamente, quizá.
- Ugetsu Asari:
- Finalmente logras, con mucho cuidado, adentrarte en Loguetown sin despertar el interés de nadie. Ahora tú sabrás lo que quiere hacer. Hay muchos barcos que destruir, ancianas que atracar… Esto último no, porque la ciudad ha sido evacuada y no queda población civil en este sitio. Te toca buscarte una forma de camuflarte, o de armarla. Tú eliges.
- Akkai Ryu:
- Tras vuestra increíble Victoria en la que habéis sudado la gota gorda, tomáis el barco y comenzáis a navegar. El calm belt es bastante tranquilo, y no tardáis mucho en llegar a la Reverse Mountain. Ahora esto es casi cuestión de suerte que logréis llegar al East Blue.
- off:
- Aquí vuestro viaje será más o menos movidito según la calidad del rol, así que espero toparme buenos conocimientos de navegación para hacerlo bonito.
- Drake:
- Parece que Derian no se mueve Drake, tal vez deberías ir marchando hacia Loguetown o ir a trote persiguiendo al médico. Para ti sería nada más que un paseo. También podrías ir sólo preparando el barco para el conde. Hay tantas cosas…
- Takeru Shiromori:
- Mientras subes y bajas metiendo explosivos en el pasadizo vez una sombra entrar a la estancia. ¿Será aliada?¿Será hostil? De repente, recibes una llamada que te informa de que llegan refuerzos. Qué bien. Aunque podría ser una trampa. Aún estás a tiempo de largarte por la puerta del pasadizo, si quieres.
- Flea Grohl:
- No parece que haya nada bajo el árbol, excepto una extraña escalera recta por la que la luz es cada vez más blanca. ¿Qué podrá ser eso? Puedes ver que al final del pasillo hay una puerta de acero plateada, pero la cosa es si de verdad quieres entrar. No hay nada interesante en el bosque, pero podrías ir a la ciudad a armar el caos mientras llegan las tropas, o mandar una señal a los barcos que, ocultos, esperan para intervenir. Tú eliges tu camino.
- Hiren y Jack Silvers:
- Por algún motive, Jack te sigue. El barco en el que él llegó ya no está y por lo tanto te toca llevarlo a donde quiera que vayas. Ahora que has destruido el cuartel de Kumate, y ha quedado clara una conexión corrupta, es hora de entrar a Loguetown… O de informar a Azumi en persona, aunque tardarías mucho y sería desviarte de la misión…
- Dave Taylor:
- Poniéndote rumbo a Loguetown lo primero que ves es una gigantesca masa de algo negro moviéndose a gran velocidad, e impacta contra una sombra lejana que parece un barco. No sabes cuál será el resultado, pero parece preocupante. Según te vas acercando a las costas de Loguetown puedes ver que hay muchísimos pequeños barcos tratando de amarrarse en el puerto sur, y en el sudeste, cada vez más cerca de la costa, una batalla naval que tiñe de rojo el mar y de gris el cielo. También necesitan ayuda ahí, por lo que no descartaría subir a algún barco y ver si una buena presa nos espera, o dejar que lleguen a Loguetown. Eso es cosa tuya.
- Eris Takayama y Haine Rammsteiner:
- Vuestra precaución viene bien. Así pues, dais llegado a la plaza de tapadillo y, escondidos tras el patíbulo podéis observar todo lo que se está montando. Un pequeño escenario delante del patíbulo. Deben de querer amenizar la ejecución, o algo así. Se ve un montón de presencia marine y de una fuerza inidentificada, aunque parece el CP. Aunque ahí detrás de momento estáis seguros, las cosas podrían cambiar por cualquier motivo. Así pues, podéis marcharos a explorar teniendo cuidado de no toparos a las patrullas de evacuación, o salir a la plaza como quien no quiere la cosa. Si os pillaran, podríais hasta inventaros un número de identificación y una profesión o algo, tal vez colara… O podéis investigar la famosa taberna “Gold Roger” que está a tan sólo unas manzanas. Dicen que hay cosas muy guays ahí (a saber quién dice eso).
- Katrina Read:
- Tras llegar, encuentras la puerta mal cerrada. Entras y cierras la puerta, encontrándote un cargamento de grandes dimensiones de explosivos. Qué chachi, las explosiones molan. Tal vez deberías presentarte a tu nuevo compañero e ir a pasar los explosivos por algún lado, listos para explotar, o igual prefieres seguir sus órdenes. Parece experimentado.
- Alex Cooper:
- Bueno, tus compañeros de momento no hacen nada, pero tal vez se pongan en marcha en unos instantes. Tú, por la contra, subes al caballo del paje y te diriges a la capital. Con relativa facilidad llegas al cabo de unas horas y te plantas frente al palacio.
-Alto, santo y seña- dice el vigía ante la puerta. Ahora te toca pensar, doctor cuervo. El rey es un hombre muy egocéntrico, podría ser su nombre, aunque quiere a su hijo, por lo que su nacimiento podría ser una buena opción… O tu daga podría evitarte cagarla. Tú decides, aunque también podría ser una palabra que no tenga ninguna relación, como “ornitorrinco”.
- Sharp D. Drake:
- Tenías casi a punto al marine, pero ante la llegada de tantos reclutas no puedes seguir luchando, y es hora de irte. Según bajas a tu barco de vuelta puedes ver a alguien conocido. Émile. En un barco, cerca del de otro supernova más. Kedra. En tu barco tropiezas con una espada, y te sientes ligeramente debilitado por ella. Qué jugoso material… En fin, es hora de unirte a tu compañero, si eso. O también puedes disimular hasta que estéis en Loguetown e ir marchándote mientras comes melón.
- Garland Blain:
- Vaya, la batalla contra el supernova estaba muy igualada, y eres un héroe por tratar de salvar a esos reclutas, que ahora te ayudan y, aunque no conseguís atraparlo, lo hacéis huir del barco. De repente suena un enorme ruido en el casco. Algo lo ha perforado. Se puede seguir navegando, pero la reparación urge y tenéis que retroceder. Todos los barcos comienzan a moverse hacia atrás mientras alguien grita “Zero”. ¿Qué querrá decir? En cualquier caso, aún estás a tiempo de ir a uno de los barcos pirata, en uno de los cuales está Takeshi Yamamoto, el famoso cazador, luchando, y ayudarlo. También podrías Ir a Loguetown más rápido que los barcos a informar a los superiores en la isla.
- Mark Kjellberg y Sinclair Moon:
- Los cazadores aparecen en la ciudad. Está desierta, a excepción de contados voluntarios y las fuerzas del orden. Os encontráis allí para detener a los pequeños rateros y criminales que puedan surgir durante la batalla aprovechando el desconcierto, y para hacer una barrera ante los piratas que se avecinan. Pero ahora tenéis que convencer al vigilante del puerto para qué estáis aquí, por lo que entrar dependerá de vuestro carisma y capacidad de convicción.
- Gildarts Lars:
- Tu llegada a la isla se hace por la zona norte, con la misión de dar apoyo a tus compañeros Uracha y Flea Grohl. Al primero no sabes dónde estará, pero el segundo puedes verlo internado en el bosque, cerca de una aparente luz azul-plateada. ¿Buscarás a Uracha o seguirás a Flea? Cosa tuya.
- Nero Iron:
- El chico malo anda por Loguetown, y busca follón. Pues vas a tener buen follón, porque a los civiles que se quedan y son encontrados les ponen un arma en las manos y a hacer de primera línea que van. Anda, ahí viene un grupo de marines. Puedes huir hacia el sur o hacia el este, y a ver qué te encuentras. O unirte, siempre tienes esa opción.
sinclair moon
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Akuma no mi
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He vuelto a la acción después de mucho tiempo, la isla elegida para ello Loguetown, la isla del alfa y del omega, la isla en la que comenzó la era pirata y la isla en la que empiezo de nuevo mi aventura. El día prometía ser movidito, pues a mis oídos había llegado que algo gordo había ocurrido en la isla. Y no me costó mucho percatarme de ello, pues cuando desembarqué en la isla pude escuchar el sonido de disparos, gritos, batallas y espadas entrechocando.
Para la ocasión había elegido mi traje de cuero negro, unos mitones del mismo color que cubrían mis manos, unas gafas de sol y unas botas altas estilo cowboy. En cuanto a armas, también iba bien preparado, en mi pistolera, la cual llevaba atada a la cintura, a un lado llevaba una pistola cargada con balas normales, al otro otra cargada con balas píricas, y en mi brazo derecho llevaba atada mi arrow of destruction, un arma que me regaló un buen amigo mío.
Aunque si quería entrar a la isla tendría que convencer a un vigilante en el puerto que me impedía la entrada:
- Miré, buen hombre ya le he dicho que soy cazarrecompensas, me ha enviado el gobierno aquí a hacer un trabajito, además sería un suicidio que un civil estuviese aquí, pues ¿no es cierto que hoy es la ejecución de un emperador pirata? Si quiere más pruebas le diré que formo parte del gremio que esté tomando parte en esta batalla, los ghost leviatans.
Crucé los dedos, pues esto no era del todo cierto, pues si que pertenecí en el pasado a este gremio, pero desde que me fui ya no sé siquiera si me volverán a aceptar entre sus filas. Mientras tanto seguía escuchando a lo lejos los sonidos de una batalla sin cuartel.
Cánabar
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Todo empezaba a complicarse. No solo el tipo con el que luchaban los gyojin era duro de pelar, si no que había llegado una cantidad ingente de marines. Por suerte para los dos piratas también había un gran grupo de personas que iniciaron un combate con los "representantes" de la ley. Cánabar no iba a quedarse a ver cómo llegaban más marines o a esperar que la guerra se acercase más. Ir a Loguetown y presenciar todo de primera mano quizás era mejor, pero tampoco le agradaba la idea. Ahora era le momento de aprovecharse de la situación. El tiburón blanco se acercó a su capitán.
-Kaiser, quedarnos a esperar es una idiotez. ¿Qué te parece si vamos a una isla cercana? Con todo lo que está pasando aquí seguro que está sin vigilancia y podemos robar algún buen barco y cargarnos con un botín. Después ya decidiremos lo que hacer con esta guerra- Le comentó.
Sin esperar respuesta empezó a correr esquivando a todo aquel que se ponía en su camino. Estaba ansioso por participar en la guerra y llevarse a tantos como pudiera, pero era el momento idóneo para el crecimiento de Atesaki y no podían desperdiciarlo. En un momento casi atraviesan su garganta con una lanza, pero pudo esquivarla en el instante justo y partir en dos a aquel que por poco se convierte en su asesino. Después siguió corriendo en dirección al mar. Una vez allí no podrían alcanzarlos. Ya podía oler el salitre en el aire y escuchar las olas golpeando contra el muelle.
Miró hacia Kaiser para comprobar si este lo seguía pero sin cesar en su carrera. La isla más cercana debía estar bastante pobre de vigilancia y con lo que ocurría aquí sería extraño que enviaran ayuda. Pero debían darse prosa. Sería mucho mejor llegar a Loguetown con una buena embarcación. Y si salvaban a la Yonkou... quizás obtenían una buena recompensa. Todo era posible, eso es lo que más le gustaba de ser pirata. En cuanto llegó al límite de la isla envainó su espada a la espalda y saltó al agua. Estaba fría y fue un poco molesto, pero se acostumbró en seguida y nadó hacia en fundo sumergiéndose tanto como pudo. Así seguro que no podrían seguirlos.
-Kaiser, quedarnos a esperar es una idiotez. ¿Qué te parece si vamos a una isla cercana? Con todo lo que está pasando aquí seguro que está sin vigilancia y podemos robar algún buen barco y cargarnos con un botín. Después ya decidiremos lo que hacer con esta guerra- Le comentó.
Sin esperar respuesta empezó a correr esquivando a todo aquel que se ponía en su camino. Estaba ansioso por participar en la guerra y llevarse a tantos como pudiera, pero era el momento idóneo para el crecimiento de Atesaki y no podían desperdiciarlo. En un momento casi atraviesan su garganta con una lanza, pero pudo esquivarla en el instante justo y partir en dos a aquel que por poco se convierte en su asesino. Después siguió corriendo en dirección al mar. Una vez allí no podrían alcanzarlos. Ya podía oler el salitre en el aire y escuchar las olas golpeando contra el muelle.
Miró hacia Kaiser para comprobar si este lo seguía pero sin cesar en su carrera. La isla más cercana debía estar bastante pobre de vigilancia y con lo que ocurría aquí sería extraño que enviaran ayuda. Pero debían darse prosa. Sería mucho mejor llegar a Loguetown con una buena embarcación. Y si salvaban a la Yonkou... quizás obtenían una buena recompensa. Todo era posible, eso es lo que más le gustaba de ser pirata. En cuanto llegó al límite de la isla envainó su espada a la espalda y saltó al agua. Estaba fría y fue un poco molesto, pero se acostumbró en seguida y nadó hacia en fundo sumergiéndose tanto como pudo. Así seguro que no podrían seguirlos.
Alex14ac
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SU estrategia había funcionado, ahora se dirigían hacia él. Había tres hombres, lo cual preocupaba bastante al cazador. Tenía entendido que había más por lo que habían huido o estaban escondidos. Lo segundo era peligroso para él, pero lo primero era muy malo para los ciudadanos. Podría marcharse hacia los marines y que los bandidos lo siguieran, así los pondría en un aprieto. Pero no iba a permitir que escaparan, ahora estaba ahí e iba a darles su merecido por haber matado y robado a las buenas gentes del lugar. Estiró sus brazos e hizo crujir los huesos del cuello y de los dedos. Se preparaba para el combate.
Observó bien a los tres bandidos para estudiar las armas que tenían y los movimientos que hacían. Todo ello era útil para averiguar la forma en la que luchaban y, por lo tanto, vencerlos en combate. A primera vista eran simples criminales de poca monta. No llevaban muy buen equipamiento y su ropa era andrajosa. Pero la primera impresión nunca era correcta. Alex se había enfrentado a rateros de pueblos mucho más fuertes que algunos criminales bañados en lujo. Él no iba a juzgar a nadie por su fachada, esperaría a verlos actuar y decidir cuan peligroso eran. Esperaba que Farkas llegara pronto con los marines.
-Estoy esperando, ¿o sois tan cobardes que no os atrevéis con una sola persona?- Dijo para provocarles.
Tenía comprobado que cuando alguien peleaba enfadado no era totalmente consciente de sus movimientos y cometía errores. Obligar a alguien a luchar de esa forma siempre era una ventaja, pues cada fallo de ellos era una pequeña victoria para Alex. Ahora debía esperar a que hicieran el primer movimiento. Desde la zona en la que estaba podía ver gran parte del lugar y comprobar, así, si había alguien más en las cercanías. Pero si él se lanzaba al combate no podría fijarse si había más forajidos saliendo de sus escondites y perdería la ventaja. Los hombres parecían reticentes a moverse, pero finalmente lo hicieron.
-Aquí llegan las gallinas, es hora de desplumarlas- Comentó para provocarles aún más.
Observó bien a los tres bandidos para estudiar las armas que tenían y los movimientos que hacían. Todo ello era útil para averiguar la forma en la que luchaban y, por lo tanto, vencerlos en combate. A primera vista eran simples criminales de poca monta. No llevaban muy buen equipamiento y su ropa era andrajosa. Pero la primera impresión nunca era correcta. Alex se había enfrentado a rateros de pueblos mucho más fuertes que algunos criminales bañados en lujo. Él no iba a juzgar a nadie por su fachada, esperaría a verlos actuar y decidir cuan peligroso eran. Esperaba que Farkas llegara pronto con los marines.
-Estoy esperando, ¿o sois tan cobardes que no os atrevéis con una sola persona?- Dijo para provocarles.
Tenía comprobado que cuando alguien peleaba enfadado no era totalmente consciente de sus movimientos y cometía errores. Obligar a alguien a luchar de esa forma siempre era una ventaja, pues cada fallo de ellos era una pequeña victoria para Alex. Ahora debía esperar a que hicieran el primer movimiento. Desde la zona en la que estaba podía ver gran parte del lugar y comprobar, así, si había alguien más en las cercanías. Pero si él se lanzaba al combate no podría fijarse si había más forajidos saliendo de sus escondites y perdería la ventaja. Los hombres parecían reticentes a moverse, pero finalmente lo hicieron.
-Aquí llegan las gallinas, es hora de desplumarlas- Comentó para provocarles aún más.
AlexEmpanadilla
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Alex se encontraba en un atolladero. Tendría que pensar algo, y rápido. Saltó del caballo, haciendo un ruido metálico al caer, y levantando un poco de polvo. Se acercó cojeando al vigía, respirando pesadamente, como si le costara caminar debido a una herida y al cansancio extremo.
- Traigo noticias sobre el conde Derian Markov... -dijo mientras se llevaba la mano a la altura del abdomen y se dejaba caer, fingiendo una caída. Con un poco de suerte, el vigía pensaría que estaba herido y se acercaría a socorrerle. Si lo hacía, el doctor tenía dos opciones: matarlo o intentar pasar sin necesidad de decir el santo y seña, ya que una persona inconsciente no puede decir el santo y seña.
Esperaba que el guardia no fuera muy listo. Prefería pasar como un guardia herido que como un desconocido que había matado al vigía de la puerta. A través del yelmo podía ver al guardia sin que él supiera que estaba observándolo, lo que le otorgaba cierta ventaja, debido al factor sorpresa. Se preparó para generar cloro en caso de necesidad.
- Traigo noticias sobre el conde Derian Markov... -dijo mientras se llevaba la mano a la altura del abdomen y se dejaba caer, fingiendo una caída. Con un poco de suerte, el vigía pensaría que estaba herido y se acercaría a socorrerle. Si lo hacía, el doctor tenía dos opciones: matarlo o intentar pasar sin necesidad de decir el santo y seña, ya que una persona inconsciente no puede decir el santo y seña.
Esperaba que el guardia no fuera muy listo. Prefería pasar como un guardia herido que como un desconocido que había matado al vigía de la puerta. A través del yelmo podía ver al guardia sin que él supiera que estaba observándolo, lo que le otorgaba cierta ventaja, debido al factor sorpresa. Se preparó para generar cloro en caso de necesidad.
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Con una tranquilidad inceríble el barco en el que viajo junto a mis tripulantes llega hasta la Reverse Mountain tras una repentina y extraña muerte de un marine de alto rango y un viaje tranquilo a través del Calm Belt. Tanta facilidad me molesta ya que mi experiencia me dice que si todo va con tanta tranquilidad es porque es la calma que precede a la tormenta. Frente al barco está la reverse mountain, una montaña con canales ascendentes que permiten a los barcos cruzar el Red Line pero encontrar la entrada y mantener el barco controlado en esa corriente es toda una hazaña y por eso son pocos los que logran cruzar. Antes de dirigir el barco hacia el canal entro en el barco hasta encontrar el camarote que seguramente pertenecería al más alto cargo y guardo allí las espadas que no utilizaré mientras que me quedo con las tres espadas con las que empecé mi viaje y la Death Blade. Así mismo miro en un mapa que encuentro en el mismo camarote para comprobar la localización de la entrada que teníamos que usar.
Tras estudiar el mapa con detenimiento puedo saber con cierto margen de error como son las corrientes en la zona cercana a la entrada por lo que tengo una idea aproximada de cómo tengo que entrar para que el canal no nos destruya el barco. Salgo del camarote y vuelvo a tomar el timón mientras mi mirada se vuelve seria ya que a partir de ese momento estaremos poniendo en peligro nuestras vidas. Tomo el timón con fuerza y seguridad y grito Prestad atención, estamos en una situación donde todos tenemos que trabajar. Yo me quedaré junto al timón para dirigir la nao mientras vosotros tendréis que ocuparos de las amarras y de las velas para evitar que se desprendan y provoquen que nos hundamos, también estad atentos a mi voz pues si veo que algo va mal os daré indicaciones para actuar con presteza y evitar una colisión. Tras decir esto empiezo a virar el barco a babor para dirigirlo hacia la entrada de la forma que yo creo correcta mientras mis ojos analizan tanto el cielo como el mar delante y en los alrededores del barco que entran en su campo de visión.
Tras estudiar el mapa con detenimiento puedo saber con cierto margen de error como son las corrientes en la zona cercana a la entrada por lo que tengo una idea aproximada de cómo tengo que entrar para que el canal no nos destruya el barco. Salgo del camarote y vuelvo a tomar el timón mientras mi mirada se vuelve seria ya que a partir de ese momento estaremos poniendo en peligro nuestras vidas. Tomo el timón con fuerza y seguridad y grito Prestad atención, estamos en una situación donde todos tenemos que trabajar. Yo me quedaré junto al timón para dirigir la nao mientras vosotros tendréis que ocuparos de las amarras y de las velas para evitar que se desprendan y provoquen que nos hundamos, también estad atentos a mi voz pues si veo que algo va mal os daré indicaciones para actuar con presteza y evitar una colisión. Tras decir esto empiezo a virar el barco a babor para dirigirlo hacia la entrada de la forma que yo creo correcta mientras mis ojos analizan tanto el cielo como el mar delante y en los alrededores del barco que entran en su campo de visión.
Date Musashi
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Sonrió de medio lado generando una mueca que llegaba a ser desagradable a la vista, producto de un intento de mostrarle al que era su líder en aquella situación su cooperación con la misión. No es que no tuviera ganas de sonreír, que tampoco las tenía, pero tanto tiempo con la misma expresión de frialdad le había pasado factura a sus músculos faciales que ya solo sabían contraerse para inspirar temor en sus expresiones. En cualquier caso estaba seguro que Brack ya estaría acostumbrado a ellas pues no era como si se estuviera haciendo pasar por un tipo alegre, sino que su papel en aquella obra de teatro era el de un semigigante con malas pulgas, perfecto para él. —Tranquilo, me las apañaré sin esta... Monada.— mencionó con aires de superioridad, lo cierto era que no sabía hasta qué punto podía serle útil aquel animalejo que Brack le había dado, pero lo conservaría aunque fuera simplemente para mantener su tapadera.
Avanzó por la calle aparentemente despejada acercándose cada vez más a la plaza, donde una idea pasó por su mente. No, no se acercaría a informar de los posibles planes de aquellos pasteleros o de lo que había descubierto, no podía arriesgarse a que le vieran ni tampoco a que un bocazas del CP desvelara su tapadera. Sin embargo no le gustaba cargar con aquella prueba encima suya, el inventario que podría incriminarle de todo lo que estaba pasando, por lo que se desharía de él de alguna forma. Llegó a la farmacia que tal y como había predicho su líder estaba cerrada, con la verja completamente bajada y un fuerte candado asegurando que nadie pudiera entrar y saquearla. No duró demasiado aquella medida de seguridad pues con un golpe de su maza el candado se rompió y quedó inservible por completo, permitiendo al semigigante abrir la puerta con tremenda facilidad. Tuvo que agacharse un poco para poder pasar por la puerta, y en el interior del edificio tenía que mantener la cabeza baja para no darse contra el techo. Desventajas de ser tan grande.
Comenzó a buscar las Rumbles Balls hasta que encontró una caja que parecía contenerlas, completamente cerrada, y con un letrero que rezaba "Rumble Balls, 2000 B/u". Hizo un cálculo instantáneo y llegó hasta sentir pena por el dueño de la tienda pues él apenas podría pagar una de ellas en caso de quererlo, pero era una orden directa que no podía evitar cumplir. Tomó la caja y se acercó hasta el mostrador donde había una suculenta caja registradora. La ignoró por el momento y removió entre los cajones hasta encontrar uno con varios documentos. Activó el Haki Mantra para asegurarse de que nadie pudiera observarle y guardó ahí la lista, el inventario que serviría para incriminarlos cuando se diera el caso. No podía llevarlo más tiempo encima, y podría volver a por él cuando todo terminara.
Cuando estaba a punto de marcharse observó la caja de Rumbles y de nuevo la nota que indicaba su precio, sintiendo un escalofrío por el cuerpo. Se imaginó que aquel hombre quizás era el cabeza de familia, único sueldo en esta y con una niña como Ame Sora que mantener. Suspiró con fuerza y dejó la caja en el mostrador de nuevo. Abrió la caja registradora y se la encontró vacía, por lo que dejó 2000 Berries que no era sino el precio de una Rumble Ball y una nota aprovechando un post-it y un boli que había por allí.
Tras leerla sin estar demasiado convencido la dejó encima del dinero dentro de la máquina registradora, la cerró y tomando la caja con las rumbles salió por la puerta. La dejó en el suelo un momento mientras cerraba de nuevo la tienda y tomaba el candado que había roto, completamente inservible. Arrancó la barra del grueso metal que estaba casi colgando del cuerpo del candado y la introdujo por el hueco que sujetaría la verja al suelo. Acto seguido y haciendo uso de su gran fuerza de semigigante logró doblar la barrita de metal de forma que fuera imposible abrir de nuevo la verja si no fuera arrancando los enganches o cortando aquel metal. Poco práctico, pero evitaría que le robaran nada más a aquel farmaceútico por su culpa. Tras esto tomó de nuevo la caja con las rumbles sin desactivar su mantra en ningún momento y retomó la vuelta a la pastelería, donde esperaba encontrarse con Brack al que le daría las rumbles. Quizás era arriesgarse demasiado pues le estaría proporcionando un tremendo poder a un ejército de zoans pero... Esa no era su misión.
Nada más llegar y con la premisa de una misión cumplida con éxito, se acercaría al líder de la organización de ser posible tratando de que la confianza ganada fuera suficiente para que le contestara y obviamente si la situación no era peligrosa. —Brack, ¿de dónde sacáis tantas akumas no mi de tipo zoan?— preguntaría simplemente, con su rostro helado como siempre. Quizás levantara sospechas, pero no había mejor forma de hacerlo y sabía que aquella coartada estaba llegando a su fin. No porque sospechara que ya no confiaban en él, sino porque estaba seguro que los pasteleros planeaban hacer algo en el momento de la ejecución de la famosa pirata. Y en ese momento sería cuando Date actuaría, aún no sabía cómo pero no se quedaría con los brazos cruzados.
Avanzó por la calle aparentemente despejada acercándose cada vez más a la plaza, donde una idea pasó por su mente. No, no se acercaría a informar de los posibles planes de aquellos pasteleros o de lo que había descubierto, no podía arriesgarse a que le vieran ni tampoco a que un bocazas del CP desvelara su tapadera. Sin embargo no le gustaba cargar con aquella prueba encima suya, el inventario que podría incriminarle de todo lo que estaba pasando, por lo que se desharía de él de alguna forma. Llegó a la farmacia que tal y como había predicho su líder estaba cerrada, con la verja completamente bajada y un fuerte candado asegurando que nadie pudiera entrar y saquearla. No duró demasiado aquella medida de seguridad pues con un golpe de su maza el candado se rompió y quedó inservible por completo, permitiendo al semigigante abrir la puerta con tremenda facilidad. Tuvo que agacharse un poco para poder pasar por la puerta, y en el interior del edificio tenía que mantener la cabeza baja para no darse contra el techo. Desventajas de ser tan grande.
Comenzó a buscar las Rumbles Balls hasta que encontró una caja que parecía contenerlas, completamente cerrada, y con un letrero que rezaba "Rumble Balls, 2000 B/u". Hizo un cálculo instantáneo y llegó hasta sentir pena por el dueño de la tienda pues él apenas podría pagar una de ellas en caso de quererlo, pero era una orden directa que no podía evitar cumplir. Tomó la caja y se acercó hasta el mostrador donde había una suculenta caja registradora. La ignoró por el momento y removió entre los cajones hasta encontrar uno con varios documentos. Activó el Haki Mantra para asegurarse de que nadie pudiera observarle y guardó ahí la lista, el inventario que serviría para incriminarlos cuando se diera el caso. No podía llevarlo más tiempo encima, y podría volver a por él cuando todo terminara.
Cuando estaba a punto de marcharse observó la caja de Rumbles y de nuevo la nota que indicaba su precio, sintiendo un escalofrío por el cuerpo. Se imaginó que aquel hombre quizás era el cabeza de familia, único sueldo en esta y con una niña como Ame Sora que mantener. Suspiró con fuerza y dejó la caja en el mostrador de nuevo. Abrió la caja registradora y se la encontró vacía, por lo que dejó 2000 Berries que no era sino el precio de una Rumble Ball y una nota aprovechando un post-it y un boli que había por allí.
Nota escribió:Lo lamento, no tenía más dinero. Volveré.
D.M.
Tras leerla sin estar demasiado convencido la dejó encima del dinero dentro de la máquina registradora, la cerró y tomando la caja con las rumbles salió por la puerta. La dejó en el suelo un momento mientras cerraba de nuevo la tienda y tomaba el candado que había roto, completamente inservible. Arrancó la barra del grueso metal que estaba casi colgando del cuerpo del candado y la introdujo por el hueco que sujetaría la verja al suelo. Acto seguido y haciendo uso de su gran fuerza de semigigante logró doblar la barrita de metal de forma que fuera imposible abrir de nuevo la verja si no fuera arrancando los enganches o cortando aquel metal. Poco práctico, pero evitaría que le robaran nada más a aquel farmaceútico por su culpa. Tras esto tomó de nuevo la caja con las rumbles sin desactivar su mantra en ningún momento y retomó la vuelta a la pastelería, donde esperaba encontrarse con Brack al que le daría las rumbles. Quizás era arriesgarse demasiado pues le estaría proporcionando un tremendo poder a un ejército de zoans pero... Esa no era su misión.
Nada más llegar y con la premisa de una misión cumplida con éxito, se acercaría al líder de la organización de ser posible tratando de que la confianza ganada fuera suficiente para que le contestara y obviamente si la situación no era peligrosa. —Brack, ¿de dónde sacáis tantas akumas no mi de tipo zoan?— preguntaría simplemente, con su rostro helado como siempre. Quizás levantara sospechas, pero no había mejor forma de hacerlo y sabía que aquella coartada estaba llegando a su fin. No porque sospechara que ya no confiaban en él, sino porque estaba seguro que los pasteleros planeaban hacer algo en el momento de la ejecución de la famosa pirata. Y en ese momento sería cuando Date actuaría, aún no sabía cómo pero no se quedaría con los brazos cruzados.
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¿PERO QUE NARICES ES ESTO? - Fue lo que pensé al descolgarme del techo de la guarida y ver lo que se escondía tras el pasillo.
Todas las precauciones y preparación previas resultaron ser sólo una mera paranoia, ninguna trampa se activó y mucho menos me encontré con un interior laberíntico. Me acerqué al origen del brillo mientras regresaba a mi forma humana, dentro de una jaula metálica había un hamster el cual brillaba con la intensidad casi con una intensidad cegadora. ¿Que clase de extraña y adorable criaturilla era esa?, puede que fuera una especie extraña de roedor bioluminiscente, aunque nunca había oído hablar de ello. Otra cosa era la jaula, parecía hecha de acero o hierro, pero no olía como ese metal, era extraño, no lo podía reconocer así que me acerqué para analizarlo más de cerca. Justo al tocar esa jaula con la mano noté como mi cuerpo empezaba a perder todas sus fuerzas hasta el punto de no poder tenerme de pie. Aparté la mano justo antes de caerme y recuperé mis fuerzas como por arte de magia, sólo había un metal que pudiera hacer eso, el Kairoseki, el metal mas duro y codiciado del mundo, el cual posee la esencia del mar y por tanto es la debilidad por excelencia de los usuarios de akuma no mi al cancelar sus poderes y dejarlos completamente indefensos. Entonces, si la jaula está hecha de ese metal es porque ese hamster también es un usuário, pero ¿por qué alguien se molestaría en encerrar a un animalillo luminoso con un metal tan raro y caro? seguramente la fruta que ingirió era una excepcionalmente poderosa.
No podía soportar ver a ese pequeño encerrado en aquel lugar sólo por poseer ese poder, tenía que liberarlo de alguna manera, en el fondo me podía identificar con él dado que cuando era pequeño no era más que un conejillo de indias. Analicé la jaula, no podía doblar ni romper los barrotes, pero quizá si uso mis herramientas pueda hacer algo como forzar la cerradura de la puerta o desmontar alguna de las piezas para que esa bola de pelo luminoso pueda escapar. El único problema era que mis herramientas estaban en la gabardina que había dejado afuera, así que decidí transformarme de nuevo y agarrar la jaula con la cola por el asa de plástico que por fortuna tenía.
- Bien pequeño, veamos qué podemos hacer para sacarte de ahí - dije con lo que pretendía que fuera una voz tranquilizadora.
Repetí el mismo proceso de antes, todavía no sabía si había trampas que no había activado, procurando mantener la jaula estable para no herir al hamster. Una vez fuera intentaría hacer algo con esa jaula, pero había algo curioso si la jaula tenía un asa de plástico significaba que al igual que yo la persona que lo había encerrado era un usuario y no podía tocarla, quizá tenga que extremar las precauciones una vez salga al exterior.
Todas las precauciones y preparación previas resultaron ser sólo una mera paranoia, ninguna trampa se activó y mucho menos me encontré con un interior laberíntico. Me acerqué al origen del brillo mientras regresaba a mi forma humana, dentro de una jaula metálica había un hamster el cual brillaba con la intensidad casi con una intensidad cegadora. ¿Que clase de extraña y adorable criaturilla era esa?, puede que fuera una especie extraña de roedor bioluminiscente, aunque nunca había oído hablar de ello. Otra cosa era la jaula, parecía hecha de acero o hierro, pero no olía como ese metal, era extraño, no lo podía reconocer así que me acerqué para analizarlo más de cerca. Justo al tocar esa jaula con la mano noté como mi cuerpo empezaba a perder todas sus fuerzas hasta el punto de no poder tenerme de pie. Aparté la mano justo antes de caerme y recuperé mis fuerzas como por arte de magia, sólo había un metal que pudiera hacer eso, el Kairoseki, el metal mas duro y codiciado del mundo, el cual posee la esencia del mar y por tanto es la debilidad por excelencia de los usuarios de akuma no mi al cancelar sus poderes y dejarlos completamente indefensos. Entonces, si la jaula está hecha de ese metal es porque ese hamster también es un usuário, pero ¿por qué alguien se molestaría en encerrar a un animalillo luminoso con un metal tan raro y caro? seguramente la fruta que ingirió era una excepcionalmente poderosa.
No podía soportar ver a ese pequeño encerrado en aquel lugar sólo por poseer ese poder, tenía que liberarlo de alguna manera, en el fondo me podía identificar con él dado que cuando era pequeño no era más que un conejillo de indias. Analicé la jaula, no podía doblar ni romper los barrotes, pero quizá si uso mis herramientas pueda hacer algo como forzar la cerradura de la puerta o desmontar alguna de las piezas para que esa bola de pelo luminoso pueda escapar. El único problema era que mis herramientas estaban en la gabardina que había dejado afuera, así que decidí transformarme de nuevo y agarrar la jaula con la cola por el asa de plástico que por fortuna tenía.
- Bien pequeño, veamos qué podemos hacer para sacarte de ahí - dije con lo que pretendía que fuera una voz tranquilizadora.
Repetí el mismo proceso de antes, todavía no sabía si había trampas que no había activado, procurando mantener la jaula estable para no herir al hamster. Una vez fuera intentaría hacer algo con esa jaula, pero había algo curioso si la jaula tenía un asa de plástico significaba que al igual que yo la persona que lo había encerrado era un usuario y no podía tocarla, quizá tenga que extremar las precauciones una vez salga al exterior.
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Loguetown. Maravillosa isla, la Ciudad del Alfa y del Omega, del principio y el fin. Tantos sobrenombres se le podía dar a aquel lugar, pero ninguno le daba demasiado honor a los sucesos que habían pasado en aquel lugar años atrás ya. El viaje no había sido demasiado complicado, más bien... fue de lo más tranquilo. Me removí demasiadas veces en la cama solo con la mera emoción de poder patear algún que otro trasero Pirata si es que me los encontraba de imprevisto en aquel lugar a donde me estaba dirigiendo. Vamos, soy un Cazador de recompensas a fin de cuentas, sus cabezas valen oro para mi, o mejor dicho, Berries; Me preguntaba si era buena idea volver a ese lugar, y al parecer estaba en lo cierto, luego de haber llegado a esta, tanto en el puerto como toda la ciudad en si no muy lejos a la distancia, se podía divisar que no había nadie, algo raro en verdad, ¿No es esta una isla con mucho movimiento popular? Quien sabe, de todos modos así me bajé, parecía ser que había mucho revuelo por el sitio. Por mi lado, ignorando a todo aquel que estuviese en mis cercanías, noté que había un supuesto vigilante bloqueando mi paso. Parecía querer razones obvias para que pudiéramos pasar. Aclaré un poco mi garganta, arrugando un poco el ceño y acomodando mi ropa la cual consistía en lo de siempre: Una sudadera negra, bermuda del mismo color, sandalias negras y las muñequeras. Aparte de mis guantes de rayo que me había comprado hacía tiempo ya.
— "Bueno, a inventarse una buena excusa." — pensé.
Me acerqué al "buen hombre" y aclarando mi garganta para llamar su obvia atención, me paré frente a él y en un tono tranquilo y casi que caballeroso, empecé a hablarle, esperando obviamente que mis palabras le convencieran lo suficiente como para poder pasar al centro de la ciudad y así ya hacer lo que mejor se me daba; patear traseros piratas. — Hola, estimado caballero. He de suponer que usted es el vigilante del puerto... Si fuera tan amable de explicarme la situación actual de la isla, podría explicarle mis razones del porqué estoy aquí. Aunque antes de que diga nada, lo haré... estoy de buen humor, y no tengo más intenciones que ayudar, por lo que veo... tienen algunos problemas entre manos. — fue lo primero que se me ocurrió decir. Tal vez no sería lo más lógico que podría decirle a un vigilante. Casi que "exigirle" información por algo que sí o sí yo estaba obligado a decirle porque sino iría de patitas hasta el barco en el que había llegado y tendría que irme al demonio, quedándome con las ganas nada más.
— Soy Mark Kjellberg, tal vez no ha oído demasiado de mi pero soy un cazador de recompensas. — hice una pausa y alcé rápidamente las manos como para que no sacara conclusiones apresuradas ante el hecho de mi facción. — ¡Pero...! Espere un momento, yo estoy del lado de la ley, mi fiel vigilante... no vengo a causar problemas, vengo a ayudar. Sí, como ha oído... a ayudar. ¿En qué, se preguntará? Mi trabajo es cazar piratas y cobrar si es que se puede, el dinero de la recompensa por su "Se Busca"... pero tampoco me niego a asistir en los problemas menos serios que puedan presentarse mientras los Piratas buscan atacar la ciudad. — comentaba yo en un tono extrañamente tranquilo. Mi temple se mantenía serio, aunque un tanto risueño debido a mi falta de humildad o tal vez modestia. Sí, es que es imposible ser alguien demasiado preocupado siendo la encarnación de la palabra "Perfección", vamos... ¿quien podría estar intranquilo siendo como yo? No estaría haciéndole honor a nuestra inmaculada e indiscutible excelencia; Fuera como fuera el caso, solo quería entrar, y esperaría a por el vigilante para poder hacerlo. Luego de eso ya... entraría a la ciudad y todo dios que tuviera cara de pocas migas se comería sus propios dientes.
[Acciones: Mark baja al puerto - Ve que la ciudad está desértica - Se acerca al vigilante - Le explica las razones por las cual está allí. ]
— "Bueno, a inventarse una buena excusa." — pensé.
Me acerqué al "buen hombre" y aclarando mi garganta para llamar su obvia atención, me paré frente a él y en un tono tranquilo y casi que caballeroso, empecé a hablarle, esperando obviamente que mis palabras le convencieran lo suficiente como para poder pasar al centro de la ciudad y así ya hacer lo que mejor se me daba; patear traseros piratas. — Hola, estimado caballero. He de suponer que usted es el vigilante del puerto... Si fuera tan amable de explicarme la situación actual de la isla, podría explicarle mis razones del porqué estoy aquí. Aunque antes de que diga nada, lo haré... estoy de buen humor, y no tengo más intenciones que ayudar, por lo que veo... tienen algunos problemas entre manos. — fue lo primero que se me ocurrió decir. Tal vez no sería lo más lógico que podría decirle a un vigilante. Casi que "exigirle" información por algo que sí o sí yo estaba obligado a decirle porque sino iría de patitas hasta el barco en el que había llegado y tendría que irme al demonio, quedándome con las ganas nada más.
— Soy Mark Kjellberg, tal vez no ha oído demasiado de mi pero soy un cazador de recompensas. — hice una pausa y alcé rápidamente las manos como para que no sacara conclusiones apresuradas ante el hecho de mi facción. — ¡Pero...! Espere un momento, yo estoy del lado de la ley, mi fiel vigilante... no vengo a causar problemas, vengo a ayudar. Sí, como ha oído... a ayudar. ¿En qué, se preguntará? Mi trabajo es cazar piratas y cobrar si es que se puede, el dinero de la recompensa por su "Se Busca"... pero tampoco me niego a asistir en los problemas menos serios que puedan presentarse mientras los Piratas buscan atacar la ciudad. — comentaba yo en un tono extrañamente tranquilo. Mi temple se mantenía serio, aunque un tanto risueño debido a mi falta de humildad o tal vez modestia. Sí, es que es imposible ser alguien demasiado preocupado siendo la encarnación de la palabra "Perfección", vamos... ¿quien podría estar intranquilo siendo como yo? No estaría haciéndole honor a nuestra inmaculada e indiscutible excelencia; Fuera como fuera el caso, solo quería entrar, y esperaría a por el vigilante para poder hacerlo. Luego de eso ya... entraría a la ciudad y todo dios que tuviera cara de pocas migas se comería sus propios dientes.
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Los castaños ojos del marine continuaban observando todo lo que pasaba alrededor, su furia continuaba aumentando por momentos. En ese momento se dio cuenta de que los almirantes continuaban su camino a Loguetown. La paciencia del demonio se había acabado, no le importaba la vida de los piratas que llegaban causando dolor y terror, pero si la vida de los marines. Cerró sus ojos suspirando preparado para dar órdenes cuando algo increíble sucedió, aquel maldito torpedo partió en dos un pequeño barco y ahora uno de los buques de batalla tenía problemas. La paciencia se había desbordado del vaso del autocontrol del marino, si nadie iba a hacer nada, se ocuparía él mismo de hacerlo. Sabía que tal vez eso mosquearía a los cargos superiores, pero estaba dispuesto a jugársela para salvar las vidas de los marines, para él todos eran camaradas. Cada cual tenía su familia esperándole en casa y no iba a dejar que dichos familiares se quedaran si un miembro más, esos hijos verían a sus padres y esas mujeres a sus maridos.
- ¡Se acabó!
Gritó con fuerza en la borda, entrecerró los ojos ahora mientras sacaba su espadón y lo dejaba en un lado, a continuación agarró su camiseta con las manos y se la quitó. Apartó su escopeta recortada dejándola en la cubierta para que no le pesara más el cuerpo y se quitó el cinturón dejando su Beretta 92 y su pistola de bengalas. Tomó su espadón con una mano quedando con su atuendo de asesino de la niebla. A continuación dejó sus músculos relajarse un poco mientras tomaba aire y a continuación lo soltaba tranquilamente. Para proteger el barco de Minato, había almirantes y el propio Karl. Por que faltara el demonio de la niebla no iba a pasar nada, o al menos eso creía el castaño, tal vez se equivocaba y aquello tendría consecuencias. Sin embargo se había alistado en la marina para cambiarla y no iba a dejar aquellas personas a su suerte, si su vida acababa allí, estaría orgulloso de haber servido para salvar vidas.
- ¡Poned rumbo hacia nuestros compañeros, apoyadles en todo momento y no permitáis que sigamos sufriendo bajas! ¡Es una orden!
Gritó de nuevo el marine mientras fruncía el ceño y se mantenía recto con la mentalidad de ayudar a los demás. Ya llegaría luego a Loguetown si podía, pero ahora mismo haría lo que fuera para apoyar a los demás.
- ¡Preparad los cañones y los servicios médicos!
Dio de nuevo un orden mientras se colocaba por la zona frontal del barco tratando de tener mejores vistas para observar lo que ocurría. Su plan era transportar a los marines heridos a su barco y tratarlos y proteger a los demás hasta que estuvieran lo suficientemente lejos. Además de combatir con los piratas que hiciese falta para poder replegar a los demás del todo y que no sufrieran más bajas. Ahora el demonio de la niebla esperaba que sus hombres hubieran hecho caso porque a lo mejor alguno le había desobedecido, era algo que no podía saber, pero si dio un último grito.
- ¡Yo asumiré las consecuencias ante los líderes!
- ¡Se acabó!
Gritó con fuerza en la borda, entrecerró los ojos ahora mientras sacaba su espadón y lo dejaba en un lado, a continuación agarró su camiseta con las manos y se la quitó. Apartó su escopeta recortada dejándola en la cubierta para que no le pesara más el cuerpo y se quitó el cinturón dejando su Beretta 92 y su pistola de bengalas. Tomó su espadón con una mano quedando con su atuendo de asesino de la niebla. A continuación dejó sus músculos relajarse un poco mientras tomaba aire y a continuación lo soltaba tranquilamente. Para proteger el barco de Minato, había almirantes y el propio Karl. Por que faltara el demonio de la niebla no iba a pasar nada, o al menos eso creía el castaño, tal vez se equivocaba y aquello tendría consecuencias. Sin embargo se había alistado en la marina para cambiarla y no iba a dejar aquellas personas a su suerte, si su vida acababa allí, estaría orgulloso de haber servido para salvar vidas.
- ¡Poned rumbo hacia nuestros compañeros, apoyadles en todo momento y no permitáis que sigamos sufriendo bajas! ¡Es una orden!
Gritó de nuevo el marine mientras fruncía el ceño y se mantenía recto con la mentalidad de ayudar a los demás. Ya llegaría luego a Loguetown si podía, pero ahora mismo haría lo que fuera para apoyar a los demás.
- ¡Preparad los cañones y los servicios médicos!
Dio de nuevo un orden mientras se colocaba por la zona frontal del barco tratando de tener mejores vistas para observar lo que ocurría. Su plan era transportar a los marines heridos a su barco y tratarlos y proteger a los demás hasta que estuvieran lo suficientemente lejos. Además de combatir con los piratas que hiciese falta para poder replegar a los demás del todo y que no sufrieran más bajas. Ahora el demonio de la niebla esperaba que sus hombres hubieran hecho caso porque a lo mejor alguno le había desobedecido, era algo que no podía saber, pero si dio un último grito.
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El Cadejo Negro se encontraba en su camarote, estaba abriendo su primer cajón del escritorio. Al abrirlo sacó una pequeña baraja de cartas, estaba en aquella isla alejada con Dexter y planeaba echar una partida para matar el aburrimiento. Empezó a verificar que no había cartas repetidas, estaba tan concentrado que no se había dado cuenta del movimiento del barco. Una vez se había dado cuenta de que estaban bien las cartas, las cogió con fuerza y empezó a caminar hacia la salida, abrió la puerta empezando a caminar por los pasillos despacio con su mirada fija en el exterior. De repente notó como el barco se movía, estaba pasando algo raro ya que estaban quietos hacia unos momentos. Empezó a correr por el pasillo hasta salir a cubierta, sus ojos se abrieron como platos y las cartas cayeron de su mano al suelo. ¿Qué cojones hacían en alta mar?
Encima no le habían dicho nada, para colmo pudo ver como su compañero Vince saltaba a un barco desconocido. En ese momento el chico lobo se llevó la mano derecha a la frente dándose golpecitos mientras pensaba en la paranoia que estaba pasando. Incluso pensó la posibilidad de que se hubiera dormido en la isla. El castaño finalmente empezó a caminar hacia la borda colocándose en el borde pero sin subirse encima. No llevaba la camiseta y tan solo portaba sus pantalones blancos y sus botas de metal. En su cintura su funda con su navaja y en la rodilla derecha su cartuchera con su revólver. Sus ojos dorados brillaron y pegó una voz con toda su fuerza hacia el otro barco, su voz era bastante grave y parecía seria. Esperaba que el peliblanco le escuchara y le hiciera caso, quería saber que ocurría.
- ¡Vince vuelve al Soul Of Demon! ¡Te has confundido de barco! ¡Eso no parece ser un barco marine!
Dijo pensando que tal vez pensaba que el otro barco era un barco marine, siendo ciego capaz era de haberse equivocado, conociéndole y sabiendo el odio que sentía por los marines, seguramente habría pensado que era uno, o quizás se había subido porque le había dado la venada. De repente notó el olor de una persona conocida, giró su rostro observando a su compañero Inaga y suspiró mirándole.
- No sé qué demonios pasa, pero en cuanto Vince vuelva al barco explicadme que hacemos en alta mar, yo voy a poner rumbo a Loguetown, es una isla cercana y allí podremos hablar tranquilamente.
Tras aquellas palabras pegó un suspiro y caminó hacia el timón, no tenía mucha idea de navegar, pero algo mínimo sabía, lo justo para poner rumbo a Loguetown. Esperó sin hacer nada mientras desde un poco más lejos observaba a su compañero Vince, si en cinco minutos no volvía al barco le daría una buena colleja y pondría el barco en marcha. Una vez llegara a la ciudad del alfa y el omega, enviaría a alguien a recoger al dragón que seguramente seguiría en la isla esperando las cartas.
No podía creerse aquello, estaba tan a gusto en la isla con su compañero y sus hombres y de buenas a primeras se encontraba en el mar. Se preguntaba qué pasaría por la cabeza del monje y del cocinero para haber soltado el ancla, no le gustaba nada de nada navegar de día, prefería estar en las islas durante el día y navegar de noche. Pero ahora no podía hacer nada, quería una explicación y ambos se la podrían dar en la ciudad del alfa y el omega. Aún estaba un poco embobado por el repentino cambio y ni siquiera se había fijado bien en las velas del barco en el que había montado Vince, incluso tal vez era uno marine y no se había dado cuenta, pero eso le daba igual, necesitaba al peliblanco en su barco y no en otros sin su permiso.
Encima no le habían dicho nada, para colmo pudo ver como su compañero Vince saltaba a un barco desconocido. En ese momento el chico lobo se llevó la mano derecha a la frente dándose golpecitos mientras pensaba en la paranoia que estaba pasando. Incluso pensó la posibilidad de que se hubiera dormido en la isla. El castaño finalmente empezó a caminar hacia la borda colocándose en el borde pero sin subirse encima. No llevaba la camiseta y tan solo portaba sus pantalones blancos y sus botas de metal. En su cintura su funda con su navaja y en la rodilla derecha su cartuchera con su revólver. Sus ojos dorados brillaron y pegó una voz con toda su fuerza hacia el otro barco, su voz era bastante grave y parecía seria. Esperaba que el peliblanco le escuchara y le hiciera caso, quería saber que ocurría.
- ¡Vince vuelve al Soul Of Demon! ¡Te has confundido de barco! ¡Eso no parece ser un barco marine!
Dijo pensando que tal vez pensaba que el otro barco era un barco marine, siendo ciego capaz era de haberse equivocado, conociéndole y sabiendo el odio que sentía por los marines, seguramente habría pensado que era uno, o quizás se había subido porque le había dado la venada. De repente notó el olor de una persona conocida, giró su rostro observando a su compañero Inaga y suspiró mirándole.
- No sé qué demonios pasa, pero en cuanto Vince vuelva al barco explicadme que hacemos en alta mar, yo voy a poner rumbo a Loguetown, es una isla cercana y allí podremos hablar tranquilamente.
Tras aquellas palabras pegó un suspiro y caminó hacia el timón, no tenía mucha idea de navegar, pero algo mínimo sabía, lo justo para poner rumbo a Loguetown. Esperó sin hacer nada mientras desde un poco más lejos observaba a su compañero Vince, si en cinco minutos no volvía al barco le daría una buena colleja y pondría el barco en marcha. Una vez llegara a la ciudad del alfa y el omega, enviaría a alguien a recoger al dragón que seguramente seguiría en la isla esperando las cartas.
No podía creerse aquello, estaba tan a gusto en la isla con su compañero y sus hombres y de buenas a primeras se encontraba en el mar. Se preguntaba qué pasaría por la cabeza del monje y del cocinero para haber soltado el ancla, no le gustaba nada de nada navegar de día, prefería estar en las islas durante el día y navegar de noche. Pero ahora no podía hacer nada, quería una explicación y ambos se la podrían dar en la ciudad del alfa y el omega. Aún estaba un poco embobado por el repentino cambio y ni siquiera se había fijado bien en las velas del barco en el que había montado Vince, incluso tal vez era uno marine y no se había dado cuenta, pero eso le daba igual, necesitaba al peliblanco en su barco y no en otros sin su permiso.
Minato Kazuo
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Impasible ante todo, el capitán de Hero´s Force seguía con el rostro serio y la mirada fija en Loguetown mientras explosiones y barcos hundiéndose lo rodeaban. El mundo se había vuelto loco y todo por la prisionera que llevaban a bordo, por una marine que en algún momento decidió que era buena idea hacerse pirata. Suspiró, pero no dejó que sus sentimientos controlaran la situación. Cumpliría sus órdenes aunque tuviera que llevar a Katrina a nado hasta Loguetown, y después de asegurarse que estaba muerta trataría de restablecer el orden normal. Familias enteras serían arruinadas, pero si dejaban que Katrina escapara no solo aquel lugar se vería afectado sino todo el mundo, o al menos esa era la visión que tenía todo el mundo aunque muchos no pudieran soportarlo.
observó como el barco de Krauser cambiaba de rumbo y se dirigía a la batalla, aparentemente sus intenciones eran las de salvar a los marines que estaban combatiendo y a los civiles que pudieran verse envueltos en aquella contienda. Aquello le alivió pese al peligro que suponía separarse, pero confiaba en que aquel hombre fuera capaz de salvar muchas vidas y traer justicia al campo de batalla. Giró su rostro para observar al otro lado el barco de Karl y se preguntó qué era lo que haría él, aunque tenía bien claro que con una carga como la que llevaba no podía siquiera cuestionarse ir a ayudar a los demás. Por parte de Minato y siempre que los almirantes siguieran con la escolta no vería mal que la Brigada Disciplinaria abandonara la formación y fuera directamente al campo de batalla, para ayudar, o incluso si algún almirante se unía también se sentiría más aliviado.
El pelirrojo sabía que cumpliría su misión sin importar qué, y teniendo al almirante de flota como escolta pensaba que nada podría pararlos. Tampoco debía confiarse, pero la verdad es que prefería la protección de los otros marines a la suya propia. - ¡Seguid hacia adelante! ¡Ya queda menos y pronto cumpliremos nuestra misión! - alentó a los tripulantes de aquel barco que no parecían totalmente de acuerdo con los pensamientos de Minato. Dudo de si informar al almirante de flota acerca de la separación del barco del demonio de la niebla de la formación, pero dadas las circunstancias prefirió no hacerlo. Asumiría la responsabilidad en caso de que algo saliera mal, o al menos de momento haría eso.
[Acciones realizadas: Seguir avanzando rumbo a Loguetown]
observó como el barco de Krauser cambiaba de rumbo y se dirigía a la batalla, aparentemente sus intenciones eran las de salvar a los marines que estaban combatiendo y a los civiles que pudieran verse envueltos en aquella contienda. Aquello le alivió pese al peligro que suponía separarse, pero confiaba en que aquel hombre fuera capaz de salvar muchas vidas y traer justicia al campo de batalla. Giró su rostro para observar al otro lado el barco de Karl y se preguntó qué era lo que haría él, aunque tenía bien claro que con una carga como la que llevaba no podía siquiera cuestionarse ir a ayudar a los demás. Por parte de Minato y siempre que los almirantes siguieran con la escolta no vería mal que la Brigada Disciplinaria abandonara la formación y fuera directamente al campo de batalla, para ayudar, o incluso si algún almirante se unía también se sentiría más aliviado.
El pelirrojo sabía que cumpliría su misión sin importar qué, y teniendo al almirante de flota como escolta pensaba que nada podría pararlos. Tampoco debía confiarse, pero la verdad es que prefería la protección de los otros marines a la suya propia. - ¡Seguid hacia adelante! ¡Ya queda menos y pronto cumpliremos nuestra misión! - alentó a los tripulantes de aquel barco que no parecían totalmente de acuerdo con los pensamientos de Minato. Dudo de si informar al almirante de flota acerca de la separación del barco del demonio de la niebla de la formación, pero dadas las circunstancias prefirió no hacerlo. Asumiría la responsabilidad en caso de que algo saliera mal, o al menos de momento haría eso.
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Rylanor
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La situación se complicaba a medida avanzaban a Loguetown. El humo y olor de la pólvora y el sonido de explosiones llenaban el aire y junto a la luz distorsionada del sol por las humaredas le daban una atmosfera irreal a la batalla. Karl entrecerró los ojos y frunció el ceño. Por primera vez en mucho tiempo sintió cierta preocupación y nervios ante la inminencia de una batalla. Esta no sería una más, si no la Batalla por excelencia de su época. Desde la borda vio a Krauser dando órdenes de desviarse del convoy y auxiliar a los marines que estaban en la batalla naval. Minimizar las bajas no era mala idea, pero el objetivo prioritario era Katrina. Que Krauser se encargara de ello, él mantendría su posición.
- Manténgase la formación, timonel. Desvíese un poco a la izquierda para cubrir el hueco dejado por el Contraalmirante - ordenó con voz seria y atusándose la barba.
Además tenía cosas que preparar aun. Le debía un brindis a Irvin, y un concierto a las tropas de la Marina. No había tiempo que perder. Se paseó por la cubierta vigilando los alrededores con el zoom de su ojo cyborg.
- Manténgase la formación, timonel. Desvíese un poco a la izquierda para cubrir el hueco dejado por el Contraalmirante - ordenó con voz seria y atusándose la barba.
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Flea
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Akuma no mi
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En el agujero donde estaba hace minutos el árbol, se encontraba una escalera. Baje, y decidí tocar la puerta a la gran puerta de acero que se encontraba al final del pasillo. Me quedé parado unos minutos, pensando en lo que me podía esperar del otro lado de la puerta.
Acerqué la oreja izquierda a la puerta, casi tocándola, pero no parecía haber sonidos. Luego golpeé la puerta, dos o tres veces. Nada. Seguía dudando de los peligros que podría haber de cruzar el portón, sin embargo, no resistí a la tentación de lo desconocido, así que con mi mano derecha saqué una de mis espadas, mientras que con la otra, mi más hábil zurda, giré el picaporte hacia abajo.
- Veamos que se tercia por aquí - susurré para mí mismo - ¡HOLAAAA! - llamé.
Acerqué la oreja izquierda a la puerta, casi tocándola, pero no parecía haber sonidos. Luego golpeé la puerta, dos o tres veces. Nada. Seguía dudando de los peligros que podría haber de cruzar el portón, sin embargo, no resistí a la tentación de lo desconocido, así que con mi mano derecha saqué una de mis espadas, mientras que con la otra, mi más hábil zurda, giré el picaporte hacia abajo.
- Veamos que se tercia por aquí - susurré para mí mismo - ¡HOLAAAA! - llamé.
Derian Markov
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Derian tan sólo afirmó con la cabeza ante las palabras de Alex, dándole permiso a ejecutar su plan. No era mala idea, pero en aquel momento no tenía nada que comentar. Estaba pensativo, metido en su mundo intentando descubrir qué había hecho mal. Tenía que haber algo que hubiese llevado al rey a descubrir sus planes para derrocarle, y en cuanto al asesinato... en Hallstat sólo dos personas había muerto por su mano: su hermano Lorian y su padre. Su hermano había sido ejecutado de acuerdo a la ley, nadie podía acusarle ahí de nada. Había cometido traición e intentando usurpar su ducado. Pero su padre... ¿quién podía saber que había sido él? Algunos había murmurado contra él, pero nadie tenía pruebas reales... ¿y por qué el entonces joven conde Derian iba a anhelar la muerte de su padre? Al fin y al cabo no quería heredar su puesto, y esto era por todos bien sabido. Y era cierto. En el momento en que mató a su padre no quería ser conde. No ansiaba el poder aun. Ansiaba la libertad que su progenitor le había negado durante años. Y nadie tenía prueba del parricidio.
Finalmente salió de su ensimismamiento y se puso en acción. Se guardó el saco de rumble balls que le había dado Alex en su gabardina. Y ahora tenía una duda que debía resolver: ¿sería inteligente llevar la espada que le había regalado Drake a Loguetown? Mucha gente la reconocería y intentarían quitársela, empleando incluso métodos rastreros. Además, al tener forma de cruz le quemaba las manos cuando no llevaba guantes. Suspiró y voló hacia el castillo, entrando por una ventana. Hiciese lo que hiciese, no debía dejarla en el castillo. Se dirigió a sus aposentos y cogió las dos espadas que tenía en este: Basilisk y la Kokuto que tantos quebraderos de cabeza le estaba dando. Se sacó dos guantes blancos de su gabardina y se lo puso. Enganchó a Basilisk en su cinto en el lado contrario a Vanator, y tras eso se colgó la Kokuto Yoru a la espalda. Tras eso, se asomó por la ventana de su cuarto y saltó, volando a toda la velocidad que le permitían sus poderes vampíricos hacia la costa, y su barco.
Finalmente salió de su ensimismamiento y se puso en acción. Se guardó el saco de rumble balls que le había dado Alex en su gabardina. Y ahora tenía una duda que debía resolver: ¿sería inteligente llevar la espada que le había regalado Drake a Loguetown? Mucha gente la reconocería y intentarían quitársela, empleando incluso métodos rastreros. Además, al tener forma de cruz le quemaba las manos cuando no llevaba guantes. Suspiró y voló hacia el castillo, entrando por una ventana. Hiciese lo que hiciese, no debía dejarla en el castillo. Se dirigió a sus aposentos y cogió las dos espadas que tenía en este: Basilisk y la Kokuto que tantos quebraderos de cabeza le estaba dando. Se sacó dos guantes blancos de su gabardina y se lo puso. Enganchó a Basilisk en su cinto en el lado contrario a Vanator, y tras eso se colgó la Kokuto Yoru a la espalda. Tras eso, se asomó por la ventana de su cuarto y saltó, volando a toda la velocidad que le permitían sus poderes vampíricos hacia la costa, y su barco.
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Akuma no mi
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Mientras su compañero se infiltraba en lo profundo de la base, Jack le siguió en silencio unos pasos por detrás para vigilar que nada malo le sucediera y ayudarle en caso de que las tres misteriosas presencias que percibía con su mantra se manifestaran. Los cuchillos giraban a su alrededor en silencio. Cuando su camarada entró en el laboratorio, el Renegado se deslizó entre las sombras. No tardaron en aparecer dos de los extraños, a los cuales Hiren detuvo e interrogó. Prestando atención sólo a medias, caminó en silencio entre las sombras buscando al tercero. Lo encontró tras una estantería metálica, buscando una posición para ejecutar un tiro preciso con un fusil y salvar a los otros dos marines. "No, no te dejaré" pensó Jack.
- Ha no Arashi: Kaminari- susurró, apuntando con su dedo índice al enemigo.
Una de las dagas que giraba a su alrededor salió disparada hacia el tirador y le atravesó la cabeza. El hombre murió sin saber lo que le había golpeado. Mientras tanto, Hiren mató a los otros dos guardias y se dispuso a destrozar el lugar. Jack arrancó la daga de la cabeza del muerto, se la guardó y recogió las que giraban a su alrededor, quedándose únicamente con su machete desenvainado. Se volvió a deslizar en total sigilo fuera del lugar y escapó a pocos metros de distancia de Hiren. Se apareció de nuevo ante él saliendo de las sombras al llegar a la entrada del escondite. "Me debes la vida" pensó, sin decirlo en alto. Recogió la bolsa de provisiones que había dejado allí y le dijo:
- Es hora de marchar a Loguetown cuanto antes. ¿Tienes algún medio de transporte? Dudo que mi pequeña barcaza pueda llevarnos con la suficiente presteza.
Entonces recordó su promesa a Leonel de mantenerlo informado. Sacó su den den mushi y le llamó.
- ¿Camarada Rácovich? Aquí el General Silvers, alias el Renegado. Os llamo para informaros del descubrimiento de un laboratorio científico gubernamental en la otrora nuestra base de Kumate. El camarada Hiren y yo hemos neutralizado a los presentes, y haciendo gala de sus habilidades el camarada ha destruido el lugar. Ahora mismo nos disponemos a partir hacia Loguetown. ¿Tenéis información relevante que debamos conocer?
Se percató de que lo sensato sería informar a Azumi también, así que se giró hacia Hiren y le susurró:
- Camarada, sería conveniente que mientras seguimos avanzando vos aviséis al Comandante Kento de todo esto.
- Ha no Arashi: Kaminari- susurró, apuntando con su dedo índice al enemigo.
Una de las dagas que giraba a su alrededor salió disparada hacia el tirador y le atravesó la cabeza. El hombre murió sin saber lo que le había golpeado. Mientras tanto, Hiren mató a los otros dos guardias y se dispuso a destrozar el lugar. Jack arrancó la daga de la cabeza del muerto, se la guardó y recogió las que giraban a su alrededor, quedándose únicamente con su machete desenvainado. Se volvió a deslizar en total sigilo fuera del lugar y escapó a pocos metros de distancia de Hiren. Se apareció de nuevo ante él saliendo de las sombras al llegar a la entrada del escondite. "Me debes la vida" pensó, sin decirlo en alto. Recogió la bolsa de provisiones que había dejado allí y le dijo:
- Es hora de marchar a Loguetown cuanto antes. ¿Tienes algún medio de transporte? Dudo que mi pequeña barcaza pueda llevarnos con la suficiente presteza.
Entonces recordó su promesa a Leonel de mantenerlo informado. Sacó su den den mushi y le llamó.
- ¿Camarada Rácovich? Aquí el General Silvers, alias el Renegado. Os llamo para informaros del descubrimiento de un laboratorio científico gubernamental en la otrora nuestra base de Kumate. El camarada Hiren y yo hemos neutralizado a los presentes, y haciendo gala de sus habilidades el camarada ha destruido el lugar. Ahora mismo nos disponemos a partir hacia Loguetown. ¿Tenéis información relevante que debamos conocer?
Se percató de que lo sensato sería informar a Azumi también, así que se giró hacia Hiren y le susurró:
- Camarada, sería conveniente que mientras seguimos avanzando vos aviséis al Comandante Kento de todo esto.
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Akuma no mi
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El barco marine navegó velozmente a través de las olas. Émile se puso al timón y lo dirigió hábilmente con sus conocimientos de navegación. A aquel ritmo llegarían velozmente a Loguetown. Tenían el viento a favor y no parecía que fuese a haber una tormenta en breves. Aprovechó los momento al mando de la nave para reflexionar y calmarse. Últimamente había empleado mucho los poderes de su akuma y eso lo estaba volviendo muy violento. No podía continuar por aquel camino. Émile no era la clase de persona que empujaba a una persona por la borda sin una muy buena razón, y el sospechar que fuese un enemigo no era una. A partir de ahora debía calmarse antes de actuar. Y pronto le llegó la ocasión. Cuando salían de la isla vieron el barco de alquiler de su capitán abandonado. A, calculando a ojo de buen cubero, un centenar de metros a la izquierda había un barco marine. Y a una distancia similar también a la izquierda pero un poco más adelante había un navío pirata. Mientras pensaba qué iba a hacer para encontrar a su alocado capitán, escuchó de repente un ruido y vio a alguien cayendo sobre la cubierta. Junto a su barco había otro... un barco pirata. Y reconocía la enseña: era el Supernova Kedra. Un hombre cruel y salvaje. El joven apretó su puño derecho y trató de controlar sus impulsos de saltar sobre el navío enemigos y destrozarlo. Respiró profundamente, desenvainó sus pistolas y saltó desde el castillo de popa a la cubierta, apuntando al extraño. Parecía estar ciego.
- ¿Quién eres y qué haces en este barco? No se si sabes quién soy, pero mi nombre es Lion D. Émile y soy un Yonkaikyo. Si no quieres problemas, será mejor que tú y tu capitán os vayáis por donde habéis venido.
- ¿Quién eres y qué haces en este barco? No se si sabes quién soy, pero mi nombre es Lion D. Émile y soy un Yonkaikyo. Si no quieres problemas, será mejor que tú y tu capitán os vayáis por donde habéis venido.
Vagadus Vares
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Akuma no mi
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Antes de que me moviera pude escuchar a Kedra gritándome que volviera al barco “¿cuándo mierdas entro?” me preguntaba, debería estar molesto por llevarnos su barco sin previo aviso, y presentía que eso no se iba a quedar así, por lo menos no conmigo. Y para empeorar las cosas apareció un hombre apuntándome con pistolas enfrente mío “mi suerte se fue a la mierda” me repetía en la cabeza, una y otra vez, menciono que era Lion D. Emile, y que era un yonkaikyo.
-Me llamo Vince Lauret, y pretendía llevármelo a Loguetown, pero me lleve una grata sorpresa cuando te presentaste, no sabía que había más… compatriotas que quisieran salvar a la emperatriz de la ejecución, ¿o estoy equivocado?- le dije, esperando convencerlo, pero sentía la presencia de Kedra dirigiéndose al timón, parecía que iba a tierra.
-Disculpa que me vaya y no pueda escuchar tu respuesta, en otras circunstancias te invitaría a un trago-, saque una botella de vino que lo tenía guardado en una bolsa y se lo di, -espero que esto vaya ser de su agrado y, espero volvernos a encontrar, aunque con todo este alboroto supongo que será más pronto de lo que imaginamos- le comente, y de este modo me despedí, regresando al barco de otro salto, esperaba que tendría los mismos objetivos que nosotros en la isla.
-Hola Kedra, no sabía que estabas en el barco, más bien sentía un ligero presentimiento de que alguien estuviera en el barco además de nosotros, pero no le di demasiada importancia-, abrí la botella que tenía colgada en la cintura y le di un trago, refrescándome la garganta, -Ahora que estas aquí, esperemos que la decisión que tomamos sea de su agrado-, me puse serio, -rescataremos a la yonkou- le mencione con un tono serio y decidido, tendría que convencerle de ayudarla, ya sabía de los objetivos principales de la banda, pero esta sería una oportunidad muy preciosa para tener como aliado un yonkou.
-Me llamo Vince Lauret, y pretendía llevármelo a Loguetown, pero me lleve una grata sorpresa cuando te presentaste, no sabía que había más… compatriotas que quisieran salvar a la emperatriz de la ejecución, ¿o estoy equivocado?- le dije, esperando convencerlo, pero sentía la presencia de Kedra dirigiéndose al timón, parecía que iba a tierra.
-Disculpa que me vaya y no pueda escuchar tu respuesta, en otras circunstancias te invitaría a un trago-, saque una botella de vino que lo tenía guardado en una bolsa y se lo di, -espero que esto vaya ser de su agrado y, espero volvernos a encontrar, aunque con todo este alboroto supongo que será más pronto de lo que imaginamos- le comente, y de este modo me despedí, regresando al barco de otro salto, esperaba que tendría los mismos objetivos que nosotros en la isla.
-Hola Kedra, no sabía que estabas en el barco, más bien sentía un ligero presentimiento de que alguien estuviera en el barco además de nosotros, pero no le di demasiada importancia-, abrí la botella que tenía colgada en la cintura y le di un trago, refrescándome la garganta, -Ahora que estas aquí, esperemos que la decisión que tomamos sea de su agrado-, me puse serio, -rescataremos a la yonkou- le mencione con un tono serio y decidido, tendría que convencerle de ayudarla, ya sabía de los objetivos principales de la banda, pero esta sería una oportunidad muy preciosa para tener como aliado un yonkou.
Kaito Kazuki
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La tentación se elimina con el lanzamiento de los pedazos de cadáver al mar, un peso menos en la consciencia del joven cazador que supo mantenerse firme y ser fiel a sus principios pues es un honorable samurai, nunca ganaría un combate de forma deshonrosa y con trucos, tampoco se atribuiría el mérito de otro. El joven Takeshi se levanta irguiéndose mostrando una altura asombrosa para la estatura media de la raza humana. Pero la tranquilidad, que el joven presuponía unida a la eliminación de aquel pirata y de la tentación de traicionar sus principios por intereses económicos, no se hace presente, sino todo lo contrario, surge un nuevo personaje en la escena, un hombre, bueno, un chico joven de piel pálida, que unida al negro de sus cabellos lisos y cortos y al tono verde veneno de sus orbes oculares le otorga un aspecto algo sombrío, pero no tanto como el del joven cazador cuando se enfada. Su voz es pausada y fría, dice que no está bien que haya hecho aquello con el cuerpo del caído pues era su amigo. Aquello provoca una mueca y una irónica risa en el cazador, pero este piensa en su compañero, Edward, no debería meterse en problemas gordos por culpa de Takeshi. En ese momento en los negros ojos del joven se percibe un brillo y como ese color domina el cuerpo de Takeshi, que se vuelve como una sombra allí en pie. |~Edward, agárrate a mi mano, nos vamos de aquí.~| Dice mientras de un salto coge altura y empieza a moverse hacia la isla pasando por la ubicación de Edward.
Vongola Ryohei
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Tras decirle que quiero divertirme el hombre parece realmente feliz y el cielo cada vez se llena más de un color gris mientras el ruido crece cada vez más. Mientras tanto el barco se acerca a Loguetown, mi destino donde se supone que habrá una guerra por la ejecución de uno de los 4 emperadores piratas y como es de esperar sus compañeros trataran de salvarla. Mientras el barco avanza veo que la distancia es ya lo suficientemente pequeña como para ir a la isla en mi moto y el caos de la guerra puede servirme de tapadera para entrar sin ser percibido aunque haga ruido para conseguir entrar. Me monto en la moto y digo Gracias por traerme pero a partir de ahora iré por mi cuenta. Y sin esperar respuesta arranco la moto y voy hacia la isla con tranquilidad y esquivando los cañonazos perdidos con el fin de subirme a la isla y esconder la moto para que no me la roben.
Crimson
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Mientras se dirigía hacia el puerto se encontró con el que fue en su día su segundo al mando, Allen D. Walker. Lo tenía justo delante de él, de espaldas. -Je... jejejeje... jeje- No pudo evitar soltar una risilla estúpida al verlo y por lo que tenía pensado hacer. Era inevitable que lo hiciera... llevaba mucho tiempo sin verle y ésa sería una buena forma de reencontrarse. Le gastaría una de sus clásicas bromas que seguro recordaría perfectamente. Se convertió en águila y salió disparado hacia el cielo en busca de algún pequeño pájaro al que cazar. No tardó en encontrar una paloma, que al verlo salió huyendo despavorida. La siguió y la pobre ave no pudo escapar de las garras de la majestuosa forma de rapaz de Crimson. Ahora ya tenía lo que quería y solo tocaba volver nuevamente a por Allen y dar su regalo de bienvenida.
Aleteó fuertemente otra vez y descendió, en picado hacia Allen. Lo tenía a escaso tres metros justo antes de soltar el paquete. Del cielo cayó un pollo muerto sobre la nuca del peliblanco. soltó una risotada, mientras huía de la posible furia del albino en dirección al puerto. Sabía que acabaría persiguiéndolo... Aunque ahora que lo recordaba bien la última vez que hizo lo mismo acabaron peleando y destruyeron medio Little Garden. Al menos ese día tuvo una tarde entretenida, tenía que admitirlo. En escasos minutos llegó al puerto volviendo a su forma humana. Seguía con un mono rojo, totalmente ajustado dejando nada a la imaginación y encima de ello su abrigo rojo, que casi era una seña de identidad suya junto al resto de sus armas.
Sin embargo cuando llegó el panorama no era para nada el que se esperaba. Los dos al mando estaban inconscientes y Sting tenía una herida en la pierna. ¿Habían sido atacados?. No lo sabía, pero pronto lo haría. Pero lo que más le llamó la atención de todo ello era un individuo montado a lomos de un lobo. No lo conocía pero no le gustaba. O era un médico que iba a ayudarles o su presencia estorbaba ahí. Se acercó deprisa y alcanzó al resto. Le dio una pequeña palmada en el brazo a Midorima y le reconoció el mérito de estar cuidando a su querida pelirroja. -Bien hecho.- Miró al resto, en parte preocupado por la situación, pero seguía bastante calmado. No iba a perder los nervios tan fácilmente. Cargó a Rose en brazos, delicadamente. -Vamos a tomar un barco- miró hacia los lados y sólo veía uno rosa. Lo señaló con la mirada. -Ese mismo- ordenó.- Y vamos a llevar a estos tres dentro. Arribor, lleva a Hardo y Midorima, ayuda a Sting. Echad a todos los tripulantes fuera y que sólo se queden unos cuantos por si los necesitamos. Ikaru, encárgate de los heridos. El resto, acompañad a Arribor y Midorima para adueñarnos del barco- Entonces preguntó antes de que se marcharan-¿Qué ha pasado?- Quería saber con exactitud por qué estaban todos en esas condiciones, especialmente por el estado de Rose y Sting, que cuando los había dejado estaban en perfectas condiciones. Hardo ya parecía estar inconsciente cuando se lo encontró antes, probablemente fruto del accidente del barco. No permitiría que eso vuelva a ocurrir. Y una última pregunta... -¿Tú quién coño eres y qué haces aquí?- interrogó tajante al pelo plateado. -Responde con cuidado, ahora mismo no estoy especialmente de buen humor. Si te mueves sospechosamente, te mato- amenazó el capitán pirata.
Aleteó fuertemente otra vez y descendió, en picado hacia Allen. Lo tenía a escaso tres metros justo antes de soltar el paquete. Del cielo cayó un pollo muerto sobre la nuca del peliblanco. soltó una risotada, mientras huía de la posible furia del albino en dirección al puerto. Sabía que acabaría persiguiéndolo... Aunque ahora que lo recordaba bien la última vez que hizo lo mismo acabaron peleando y destruyeron medio Little Garden. Al menos ese día tuvo una tarde entretenida, tenía que admitirlo. En escasos minutos llegó al puerto volviendo a su forma humana. Seguía con un mono rojo, totalmente ajustado dejando nada a la imaginación y encima de ello su abrigo rojo, que casi era una seña de identidad suya junto al resto de sus armas.
- apariencia aproximada (todo menos los detalles negros del traje y que va sin pantalones) de Crimson:
Sin embargo cuando llegó el panorama no era para nada el que se esperaba. Los dos al mando estaban inconscientes y Sting tenía una herida en la pierna. ¿Habían sido atacados?. No lo sabía, pero pronto lo haría. Pero lo que más le llamó la atención de todo ello era un individuo montado a lomos de un lobo. No lo conocía pero no le gustaba. O era un médico que iba a ayudarles o su presencia estorbaba ahí. Se acercó deprisa y alcanzó al resto. Le dio una pequeña palmada en el brazo a Midorima y le reconoció el mérito de estar cuidando a su querida pelirroja. -Bien hecho.- Miró al resto, en parte preocupado por la situación, pero seguía bastante calmado. No iba a perder los nervios tan fácilmente. Cargó a Rose en brazos, delicadamente. -Vamos a tomar un barco- miró hacia los lados y sólo veía uno rosa. Lo señaló con la mirada. -Ese mismo- ordenó.- Y vamos a llevar a estos tres dentro. Arribor, lleva a Hardo y Midorima, ayuda a Sting. Echad a todos los tripulantes fuera y que sólo se queden unos cuantos por si los necesitamos. Ikaru, encárgate de los heridos. El resto, acompañad a Arribor y Midorima para adueñarnos del barco- Entonces preguntó antes de que se marcharan-¿Qué ha pasado?- Quería saber con exactitud por qué estaban todos en esas condiciones, especialmente por el estado de Rose y Sting, que cuando los había dejado estaban en perfectas condiciones. Hardo ya parecía estar inconsciente cuando se lo encontró antes, probablemente fruto del accidente del barco. No permitiría que eso vuelva a ocurrir. Y una última pregunta... -¿Tú quién coño eres y qué haces aquí?- interrogó tajante al pelo plateado. -Responde con cuidado, ahora mismo no estoy especialmente de buen humor. Si te mueves sospechosamente, te mato- amenazó el capitán pirata.
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Hyo consigue salir de la base marine sin llamar la atención de los marines y ve como los fugitivos lo acompañan, algo que le alegra pues está logrando llevar a cabo su cometido. El felino está ya fuera cuando suena su den den mushi y cuando lo descuelga escucha una voz que le dice Muy bien, camarada. Te hemos preparado un barco para llegar a Loguetown. No te olvides de dejarlo en el puerto Este, y algunas sorpresitas harán las delicias de nuestros hermanos marines. El joven leopardo cuelga la llamada, guarda el DDM y sale corriendo hacia la costa esperando que los demás lo acompañen y allí ve como todos los marines se marchan en barcos hasta que solo queda uno que a simple vista parece pertenecer a tan sucia institución pero cuando el joven revolucionario se acerca puede ver claramente que no es un barco marine, que solo es un camuflaje para pasar desapercibido ya que en una batalla no pararán a mirar los detalles. El joven felino se gira y dice Bueno, a mí me encargaron llevaros hasta Loguetown donde se ejecutará a una Yonkou y es muy probable que haya una guerra entre el gobierno y los piratas que quieran salvarla. Yo me iré en este barco con todos aquellos que quieran seguirme. No puedo obligaros a acompañarme pero de seguro que en esta guerra podréis dar rienda suelta a vuestros instintos e incluso es posible que podáis robar algo valioso.
Dicho esto el gato se sube al barco de un salto simple y empieza a caminar por la cubierta rezando para que alguno de ellos sepa gobernar un barco.
Dicho esto el gato se sube al barco de un salto simple y empieza a caminar por la cubierta rezando para que alguno de ellos sepa gobernar un barco.
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