La hora de la verdad [Capítulo Parte II]

Iba bien. Debía decir que iba caminando de forma tranquila… Pero nada podía ser tan perfecto, sería demasiado fácil y aburrido. Escuché como es que desde atrás me gritaba alguien ”Evitaré los conflictos con ellos. Somos aliados” – pensaba mientras me detenía y me giraba con mucha tranquilidad. Era el guardia de turno que me pregunta quién era y sus soldados me rodeaban apuntándome con sus armas. ”¿Por qué no me dejan pasar así de fácil?” – suspiré mientras sonreía y levantaba mis manos en un seña para demostrar que no era alguien hostil, ¿Qué debía decir? No lo tenía muy claro, pero si decía la verdad debería ser capaz de evitar una lucha innecesaria de momento.

– Soy Akashi – como no me gustaba decir mi nombre, siempre lo omitía. Odiaba tener que recordarlo a él… A mi odioso padre. – Soy un aliado. Solo vine hasta este sitio para vencer a Derian o, en su defecto, apoyar a las fuerzas del Gobierno – solo estaba diciendo la verdad. No es me gustara tener que ayudarlos, pero dados los últimos acontecimientos era algo que debía hacer sí o sí. Al menos, si quería que mis nakamas estuvieran a salvo. Incluso, si lo hacía bien podía hacer que la Marina o el Gobierno me debieran un favor o, al menos, me tuvieran en cuenta y, de una u otra forma, no me consideraran un enemigo… Más. – No soy un enemigo. – Finalicé con seriedad en mi tono y en mi semblante.

Me volví a girar y le di la espalda a ese tipo. Ahora venía lo difícil, ¿Cómo evadir a los tipos esos que me apuntaban con un arma? Veía dos caminos, uno un tanto más sencillo y el otro sería el malo. El primero, era dejar mi orgullo y ego de lado, y pedir una especie de permiso para pasar. El segundo, sería dejar a todos esos idiotas fuera de combate, pero eso solo significaría gastar energías que no quería gastar y una pérdida de tiempo, que tampoco quería perder. Suspiré. En esa ocasión, solo podía optar por un solo camino El primero.

– Ahora, ¿me dejarían pasar? Tengo asuntos que resolver. – Si me dejaban pasar, me encaminaría por la escalera de la fábrica que iba hasta arriba. Era una buena opción, al menos, para seguir mi camino. ¿A dónde me llevaría? No tenía ni la más remota idea. Si no me dejaban pasar, solo me quedaría en el mismo lugar y pensaría en cómo convencerlos para poder seguir mi camino. ¿Qué iba a pasar?

Mientras descendían, alguien preguntó algo sobre qué harían si se quedaban atrapados. Kai, ocupado observando las paredes y preguntándose qué tamaño tendrían los topos que habían hecho aquello (si es que Kodama tenía razón) y si sabrían bien sazonados y bien churruscados, sólo atendía a la conversación a medias. De repente, escuchó algo de no se qué de que tenían que comerse a Jack. De primeras, la idea le resultó inmoral y desagradable. ¿Comerse a un compañero? ¡No! ¿Por qué? Joder, Jackie podía ser un vago redomado y... y un vago, poco más había que decir. Realmente nunca le había visto hacer mucho más que dormir exceptuando que en el combate contra Don Calamar y contra el señor del peine. El caso, sería lo que fuese, pero era un compañero. Y seguía siendo un logia. De azúcar, además, eso tenía que ser útil a narices. Mmmm... azúcar... ahora el plan comenzaba a sonar más tentador. Es más, tenían que vencer a Derian. Por cumplir su misión debían estar dispuestos a todo. Y llevaban unos días que comían bastante poco. El estómago de Kai rugió con fuerza, y el chico se llevó las manos a este.

- No queda más remedio. ¡Lo siento Jack! ¡Por la Marina!

Con la boca abierta de par en par, se tiró a por el recluta tratando de morderle el hombro izquierdo y arrancarle un cacho de un mordisco. Hizo falta un poco de fuerza bruta (el joven Comodoro, ocupado intentando comerse a su compañero, no vio quién le pegaba pero estaba seguro de que había sido Arthur) y explicarle lo que habían hablado para aplacar al hambriento Kai. Este, desilusionado, comenzó a avanzar cabizbajo y dejando los brazos muertos, iluminando con una llama que le brotaba de la cabeza. Mientras bajaba, iba suspirando de vez en cuando y profiriendo lamentos en voz baja, recordando las deliciosas comidas que había tomado apenas hacía un par de semanas en un local de Lvneel. Finalmente, tras un trecho más, llegaron a una zona iluminada y jolgoriosa. ¡Una ciudad subterránea! El monje abrió la boca de par en par, observando la zona. Ocupado soñando despierto con el atracón que se iba a pegar, no notó a los guardias que se acercaban hasta que les hablaron.

- ¿Que qué hacemos? ¿No es obvio? Seguíamos los túneles de los topos decidiendo por qué extremidad empezar a comernos a Jack cuando nos encontramos esta ciudad. Por cierto, me llamo Kai, y tengo hambre. Si nos dais de comer os damos a Arthur. Es pequeñito, abulta poco y es un despertador excelente - dijo el marine, más en broma que en serio, y algo distraído mirando a un bufón. ¿O no estaba totalmente en broma?

Me encontraba plantando el adhesivo en la playa cuando me percate de dos presencias que llegaron por detrás, no fui el único que noto esto pues uno de los nativos, el más grande y corpulento también se dio cuenta. El hombre instintivamente se dirigió asía uno de los desconocidos y sin saber exactamente que se decían mutuamente comprendí que eran nuestros enemigos, ambos hombres cambiaron sus formas en cuestión de segundos después de intercambiar unas palabras entre ellos. Sus apariencias eran similares a las de unos ángeles y de alguna forma se sentía que emanaba desde ellos un poder ancestral el cual era casi celestial.

Por estar cautivo por la escena que se desarrollaba ante mis ojos, tarde un poco en darme cuenta de la presencia del segundo individuo, el cual resulto ser una exuberante chica de cabellera rojiza, la cual por unos instantes también quedo anonada ante la escena. Sin embargo su atención fue retenida por muy poco ya que cuando por fin me vio, dio un grito y del cielo bajo, lo que pareció era una alfombra, igual que las que aparecen en los cuentos fantásticos. La alfombra se elevó por los cielos. Mientras la joven se situaba con su alfombra sin perder un ápice de segundo, saque dos de mis bombas rastreadoras y fije como objetivo a la alfombra, luego a la chica, mi intención era destruir su medio de trasporte antes que ella, consciente de que mis explosivos seguirían a los dos objetivos sin importar que tan lejos fueran, los solté en sentido opuesto.

Una ventaja de estos dispositivos era que eran extremadamente pequeños y en la oscuridad perpetua de esta isla esto era una ventaja, debo admitir que mis movimientos fueron oportunos pues la joven se situó rápido frente a mí, lanzando en mi dirección 4 cuchilla, pese a que soy usuario logia decidí no arriesgarme. Salte así atrás tratando de esquivar todas las cuchillas, no obstante la última de estas que iba dirigida a la mano derecha logro cortarme, un corte limpio pero que no imposibilitaba del todo el movimiento de la mano, pero que si causaba un dolor bastante incomodo, al sentir este dolor me di cuenta que venía imbuidos en haki y de haberme hecho el héroe ahora probablemente estaría muerto. Sin perder el ritmo la joven lanzo dos potentes ataques cortantes, los cuales esquive por milagro divino, pues su precisión era increíble.

Para esquivar los dos últimos ataques rodé en el suelo, así uno de los lados saque con la mano izquierda cincos agujas micro finas, junto con dos de mis agujas previlejadas la primera de humo y la otra con gas lacrimógeno y las lance en su dirección. Una de las agujas micro finas iban dirigidas así sus puntos vitales de brazo derecho, dos asía el abdomen, una al pecho y la última a la pierna izquierda, si alguna de las que fueron dirigidas a sus extremidades daba en el blanco esa esa extremidad quedaría adormecida e inutilizable, si alguna de las otras tres daban en el blancos cuerpo entero quedaría adormecido y a merced de las bombas.

Las dos agujas privilegiadas una fue dirigida en dirección de la alfombra y la otra la del gas lacrimógeno fue dirigida al rostro, pues mi intención era activar los químicos que tenían en su interior, previniendo que si de alguna forma los destruía con sus garras cortantes, estos se activarían de todas formas. Lo único que tenía que esperar es que estuviera lo sufrientemente cerca de ella como para que el gas lacrimógeno resultara eficiente, por el humo sin importar como este me seria extremadamente útil para cubrirme. Por si intentaba lanzarme otro ataque salte asía mi lado izquierdo, rodé por el suelo, para finalmente lanzar en su dirección un chorro de adhesivo, esto solo con la intención de tomarla por sorpresa por diferentes lados.

Sin importar los resultados de esta batalla por un lado me sentía tranquilo, pues el resto de los nativos habían ido en dirección sur alejándose de las dos batallas, en cualquiera de los casos, si la situación se ponía extremadamente peligrosa, me retiraría de este campo de batalla. Pues mi función era solo retrasar a mi oponente el tiempo suficiente, para que los nativos actuaran, además la batalla que había comenzado a desarrollarse ante mis ojos entre el nativo y aquel otro hombre parecía ser extremadamente peligrosa y no deseaba estar aquí por mucho tiempo.

El almirante se mostró bastante comprensivo y reconoció que no ganaría nada con arrestarle. Era un tipo admirable por decir eso sin pelos en la lengua, aliarse con el peor enemigo de la marina. Aunque por otro lado parece que lucha de nuestro lado, y si no era así yo mismo me encargaría de acabar con Sir Cadogan. No en vano di mi palabra al almirante de flota. Aunque algo me dice que no habría hecho falta decir absolutamente nada.

Se fue a Kenichi y le ofreció seguridad para el pequeño. Este parecía dudar, en tan solo una semana sabía cuánto se había encariñado con ese niño, tanto que estaba casi seguro que lo sentiría como su hijo propio. Era normal que dudase en depositar la confianza sobre el almirante. Me lanzó una mirada un tanto fugaz, yo con una sonrisa le asentí como diciéndole que era buena idea dejar al niño con mi superior. Realmente parecía alguien a quien poder encomendar tu vida, su fama le precede. Kenichi finalmente, tras asegurar con un nudo algo a la muñeca del infante, se lo entregó al almirante. Estoy completamente seguro que ahora Kenichi tenía una razón para acabar con esta guerra y regresar sano y salvo.

Por otra parte, el ratón estaba llamando a su padre el rey. Pude escuchar toda la conversación, ya que no me separé mucho de Cadogan. Su padre parecía algo reacio, pero el revolucionario le convenció y consiguió que llegase aquí en unos días. Una noticia fabulosa, debo reconocerlo. Con un ejército más de nuestro lado, la victoria podría verse decantada a nuestro favor sin problemas. Solo tendríamos que aguantar y sobrevivir durante unos días.

Entonces fue cuando observé que Kenichi se alejaba diciéndonos que nos esperaba en el bote al cual debíamos subir, le dije que ahora le alcanzábamos, pero no me moví, observé a Sir Cadogan mirándome directamente, era como si me quisiera decir algo. Tan solo me quedé con el rostro completamente serio mirándole directamente a los ojos, hacia abajo. Finalmente me habló, decía que debía de odiarle, cuando la realidad es completamente distinta. Se justificó diciendo que ahora mismo ni él sabía dónde se encontraba ni si estaba en el bando correcto, ya que dudaba de los actos de la revolución, ya que no comparten unos mismos ideales. Eso me dejó algo chocado la verdad, pero no tardé ni un poco en contestarle.

-No es odio lo que siento Sir Cadogan. Más bien podría decir que es decepción. Conocías mi posición desde el momento que nos conocimos, eras completamente consciente de mi rango. Y aun así, siendo tú miembro de la revolución fuiste conmigo... Te burlaste de mi ignorancia y te aprovechaste de eso a sabiendas que desconocía tu posición... Me caías bien Sir Cadogan, incluso pensé que aquél día había hecho un gran aliado. Pero no era más que una farsa... Eres un buen actor, supiste mentirme en aquél entonces. ¿Quién dice que no lo estés haciendo ahora mismo? ¿Quién me asegura que cuando llegue ese ejército no lo volverás contra nosotros? Al fin y al cabo eres tú el comandante. Y ya me he dado cuenta que actuar se te da genial...

Le lancé una mirada fulminante y caminé en dirección hacia el bote. No le miré más, no esperaba respuesta alguna por su parte. Eso si, le quise dar una oportunidad. Me detuve antes de alejarme mucho y todavía dándole la espalda le hablé de nuevo.

-Si realmente estás de nuestro lado, demuéstralo. Convénceme para que no sienta deseos de mandarte a prisión Sir Cadogan. Me da igual que seas un principe. Un criminal, es un criminal.

Avancé, nuevamente sin aguardar una respuesta por parte del ratón, ni siquiera pensé en mirarle. Tan solo fui al bote y me senté cerca de Kenichi.

-Lo hiciste bien durante esta semana Kenichi. Muy buen trabajo.

Issei ignoró la pregunta del ser. Por su lenguaje y palabras... ¿un robot? Eso explicaba por qué no podía leerle la mente a los guardias del nivel anterior. "Si todos los guardias de los siguientes niveles son iguales, entonces voy a tener que ser extremadamente cauteloso." Por otro lado, las inteligencias artificiales se guiaban por patrones y pautas... carecían de inteligencia real. El agente atravesó la puerta y bajó al siguiente nivel, interiorizando los gestos y dejes que iba a emplear para tratar de suplantar al doctor Cooper. Era una gran desventaja no conocer en persona a su objetivo, pero no era la primera vez que llevaba a cabo un trabajo similar. Además, si se encontraba a alguien que lo conociera, le llegaría con leer su mente y tratar de obtener la máxima información posible. Activó su poder de nuevo y rastreó la zona, echándole un vistazo a los alrededores. Celdas bien cuidadas, guardias en todas las esquinas... y para variar, todos cyborgs. Ahora que lo comprobaba intentando ver en el interior de su cuerpo, veía que eran soldados robóticos. ¿Por qué no habría probado a hacer eso antes? Era idiota... en fin, debía darse prisa.

Comenzó a adentrarse en el nivel, buscando la siguiente puerta, cuando vio que se le acercaba un hombre. Y en este sí que podía detectar una sensación: odio. Así que había un guardia humano... y dado que estaba en un lugar tan vigilado, seguramente sería de los fuertes. Lo miró a los ojos y activando su Giro Giro no mi Memory entró en sus recuerdos. Buscó rápidamente toda la información que pudiese ver antes de que llegase hasta él sobre el doctor Cooper, la prisión, los niveles más inferiores y aquel. Además de su propio nombre. "Zumrok Neus... odia a Alex Cooper. Bien, menuda suerte la mía. Elijo como disfraz justamente al tipo que el carcelero de este nivel desprecia. Espero que no me reporte problemas." Lo miró con cierto aburrimiento, eligiendo uno de los gestos faciales que había visto en el interior de la mente de Neus, y dijo:

- ¿Y tú eras...? - dijo, con indiferencia, para luego decir - Oh, ya, ese tal Zumrok. Te invitaría a una copa de cloro, pero tengo prisa. Órdenes del vampiro ese.

Había hecho bien en leer primero su mente. Así podría interpretar mejor el papel de Cooper. Al parecer era un hombre que no respetaba ni al mismísimo monarca. ¿Cómo era que Derian lo toleraba pues? ¿Tan útil era para el monarca? Por otro lado, tenía entendido que había sido uno de sus primero hombres. Eso explicaría tal vez la confianza con la que trataba a su rey. Había elegido a una figura muy enigmática como tapadera... aunque por otro lado, tal vez pudiera tirar de ahí para seguir avanzando. Al fin y al cabo un hombre capaz de dirigirse al rey en tales términos debería tener una gran influencia. Así pues...

- Tú, escóltame. Tengo que ir a los niveles inferiores.